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Taller IV B – 8° Básico

La Reforma
Desde el siglo XI en adelante aparecieron voces dentro de la Iglesia Católica que criticaban su
intervención en asuntos terrenales, actividad que la alejaba de su función espiritual. En los siglos XV y
XVI se dio una serie de fenómenos que mostraron, al mismo tiempo, los problemas de la Iglesia y la
inquietud espiritual de los fieles:
Los papas prácticamente abandonaron la función espiritual de la Iglesia y se vieron enredados en
complicados episodios de la política italiana.
Al mismo tiempo, el modo de vida de los eclesiásticos se alejaba radicalmente del que presuntamente
debía ser, pues no respetaban votos como la castidad y la pobreza.
El clero estaba insuficientemente preparado para cumplir con su función, pues recibía una escasa
educación tanto en materias espirituales como intelectuales.
Surgieron corrientes de piedad que llamaban al ejercicio de una espiritualidad más íntima,
interesándose antes por la relación mística con Dios, que por la ceremonia y el boato de la liturgia.
El Humanismo exaltaba la capacidad del propio individuo para buscar la verdad y por ello,
impulsaba un retorno a las fuentes originales, vale decir, a la Biblia y a los escritos de los Padres de la
Iglesia, estimulando la libre interpretación de las Escrituras.
Brotaron una serie de herejías, formas de practicar la religión rechazadas por la Iglesia, que se
oponían a la tradición católica y hacían de la Biblia la única fuente de la verdad.

Si bien ninguna de estas críticas a la Iglesia era nueva, ni tampoco las propuestas para reformarla,
durante el siglo XVI se conjugaron las condiciones que condujeron al quiebre de la unidad espiritual de
Europa occidental. Factores como la peste negra, las hambrunas y las guerras, las transformaciones
económicas y sociales, el fortalecimiento de las monarquías nacionales y la invención de la imprenta,
que permitía el acceso a la Biblia a un menor costo y la traducción de la misma a las lenguas
nacionales, colaboraron con el quiebre de la Iglesia y el inicio del proceso de Reforma religiosa.

1. La reforma luterana
Martín Lutero (1483-1546) era un monje agustino de origen alemán que se había educado en las ideas
del Humanismo. Su principal preocupación era el problema del pecado original. ¿Cómo saber quién se
salvaría e iría al paraíso, si todos nacían marcados por el pecado original? Lutero consideraba que la fe
era el único medio para la salvación del alma. No obstante, el ser humano, marcado por el pecado
original, no podía escoger tener fe, sino que esta era un regalo, un don de la gracia de Dios.
Lutero abogó por la supresión del celibato del clero, le quitó todo valor a los sacramentos no señalados
explícitamente en los evangelios y formuló una serie de medidas contra el lujo y la usura. Los
sacerdotes dejarían de ser una categoría aparte de los laicos y serían solo una guía espiritual de la
comunidad, puesto que todos podían estudiar e interpretar las escrituras por sí mismos. En 1517, Lutero
fijó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg, atacando especialmente la venta de las
indulgencias (perdón de los pecados a cambio de dinero). El conjunto de sus planteamientos, expuestos
y difundidos en varios escritos, le valieron la excomunión papal.
Taller IV B – 8° Básico

Sus ideas atrajeron a la pequeña nobleza alemana que era víctima de los
abusos de los principados eclesiásticos. La formación de una iglesia
nacional permitió a los príncipes laicos, en cuanto, jefes temporales de la
Iglesia en los dominios del emperador, reducir el poder de este último y
sustituirlo, liberándose así de los cargos económicos que la Iglesia les
imponía.
A propósito de la elección del nuevo emperador, en el año 1520, algunos
de estos príncipes decidieron separarse de la Iglesia Católica, formando la
Iglesia Nacional Luterana e independizándose del poder del emperador.
Con esto se puso fin en forma definitiva a la unidad religiosa de
Occidente, que se había mantenido por más de mil años.

2. La reforma calvinista
Juan Calvino (1509-1564) era un abogado y humanista francés, influido
por el lefebvrismo, corriente humanista cristiana que procuraba una
práctica espiritual más disciplinada. Al igual que Lutero, pensaba que la fe
era un regalo, una gracia de Dios, pues todos los seres humanos nacían
impuros por el pecado original. De este
modo, el ser humano no era libre de
salvarse a sí mismo, sino que estaba predestinado por Dios al paraíso o
al infierno. Quien había recibido la gracia de Dios debía llevar, como
consecuencia, una forma de vida espiritual y recatada. En este sentido,
la reforma de Calvino fue muy estricta en lo moral y tendió a
reglamentar todos los aspectos de la vida.
En 1536, el reformador de la Suiza francesa, Farel, pidió la ayuda de
Calvino para enfrentar las dificultades que había encontrado en
Ginebra. En esta ciudad suiza había una unión total de la Iglesia y el
Estado, de modo que Calvino pudo imponer sus ideas a toda la
sociedad, organizando un Estado reformado o “calvinista”.
La doctrina de la iglesia calvinista de Ginebra se expandió por gran
parte de Europa. Tuvo seguidores en Francia y Bélgica, así como en los
Países Bajos y en algunos principados de Alemania. También se
expandió por Bohemia, Hungría y Polonia. A diferencia del catolicismo
en el que el trabajo aparece como una necesidad externa, en el
calvinismo este se convierte en una cuestión moral. De este modo, en
aquellos países donde el calvinismo se expande, el éxito comercial va
asociándose a la salvación del alma, lo que influye, de uno u otro
modo, en el desarrollo histórico de la modernidad.
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3. La reforma anglicana
El rey de Inglaterra, Enrique VIII, convencido por el humanismo cristiano, se interesó por la crisis de la
Iglesia. Encargó un tratado defendiendo los sacramentos, que eran atacados por los pensadores
reformistas, por el cual el Papa le otorgó el título de “defensor de la fe”.
Enrique VIII no había logrado engendrar un sucesor al trono con su esposa, Catalina de Aragón.
Intranquilo por la falta de sucesión, solicitó la anulación de su matrimonio para casarse con la cortesana
Ana Bolena.
El Papa se negó a otorgar la anulación, lo que impulsó a Enrique VIII a separarse de la Iglesia Católica.
Asímismo, otra de las razones en que se basó la decisión del rey, dice relación con que el régimen del
gobierno inglés experimentó un fuerte aumento del poder real, expresado en un parlamento que
aprobaba todo cuanto él pedía. Además, Inglaterra vio en este conflicto una oportunidad para debilitar
el poder económico de la Iglesia Católica, lo que se tradujo en la expropiación de tierras y bienes
pertenecientes a ella, así como también, el incumplimiento de los donativos monetarios que
habitualmente la Iglesia exigía. Con anterioridad a Enrique VIII, las intenciones de la monarquía de
evadir la lealtad papal y limitar sus influencias en Inglaterra, se habían hecho manifiestas. Así, en 1531,
el parlamento inglés proclamó a Enrique VIII como Protector de la Iglesia de Inglaterra.
En un principio, la doctrina anglicana permaneció más cercana al catolicismo humanista que al
luteranismo. Sin embargo, a la muerte de Enrique VIII, con las luchas por el poder entre sus sucesores,
se profundizó la diferencia doctrinal con el catolicismo romano y el anglicanismo se acercó al
calvinismo y al puritanismo. En efecto, el sucesor de Enrique VIII, el joven Eduardo VI introdujo
transformaciones en el plano dogmático orientando la Iglesia de Inglaterra hacia el calvinismo. En los
años sucesivos, las disputas religiosas tendrían severas repercusiones en el plano político, desde el
reinado de María Tudor hasta mediados del siglo XVIII.

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