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Hermano
C E RDO
Noviembre 2006

Saul Bellow
El bárbaro lector civilizado
La universidad de la vida
Heidi Julavits
¡Alégrense! !Crean! ¡Sean fuertes y lean más!
Confesiones de una reseñista
Javier González Cozzolino
Tulipanes para Zamudio
E. L. Doctorow
Creacionistas
Las estrategias narrativas de Dios
Dirección
Mauricio Salvador
mauriciosalvador@gmail.com

9
Daniel Espartaco Sánchez
daniel.espartaco@gmail.com

Subdirección
José Luis Justes Amador
Javier G. Cozzolino
Equipo de redacción
Edgardo Dieleke Hermano
Abril Olmos Loya
Raúl Aníbal Sánchez
Javier Moreno
C E RDO
Consejo Honorario
Eric Idle, Michael Palin, John
Cleese, Terry Gilliam, Terry Jones, Editorial
Graham Chapman †, Óscar Wong, Cartas al Hermanocerdo,
Miguel Habedero
Colaboradores
Las cartas que llegan a nuestro buzón, 5
Marisa Monte (Brasil) Gtalk,
Eduardo Varas (Ecuador) En afiliación con Google, 6
Orlando Mazeyra Guillén (El Perú)
J. S. de Monfort (España)
Sergio Téllez-Pon (México) Ensayo
Paloma Vidal (Argentina-Brasil)
Agente Artehormiga (México) Saul Bellow,
Claudia Ulloa (El Perú) El bárbaro lector civilizado, 8
Leo Kitay (Argentina)
Bruno Zeni (Brasil) La universidad de la vida
Luis B. Cortés (México) Heidi Julavits
Elsa López (México)
Pablo Ruiz (Argentina)
¡Alégrense! !Crean! ¡Sean fuertes y lean
Agustín Delgado García (México) más!, 11
Diseño Confesiones de una reseñista
Mauricio Salvador
Colaboraciones E. L. Doctorow
hermanocerdo@gmail.com Creacionistas, 22
Nota: Los ornamentos que usamos en
este número pertenecen a Briar Press
Las estrategias narrativas de Dios
y las usamos bajo sus condiciones.
Hermanocerdo es una publicación Ficción
cuasimensual sin fines de lucro y edi-
tada en México, DF. Las opiniones
Javier González Cozzolino
vertidas en cada texto son responsa- Tulipanes para Zamudio, 25
bilidad de sus autores; al mismo tiem-
po, nada de lo dicho en el editorial
J. S. de Montfort
tiene necesariamente que ver con los El Museo de Bellas Artes, 31
autores. Las suscripciones son al co- Bruno Zeni
rreo hermanocerdo@gmail.com Para
descargar los números anteriores visi- Camisa de fuerza, 34
ta la página beta de Hermanocerdo
hermanocerdo.googlepages.com
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Crítica
Mauricio Salvador
La frase verdadera, 35
El viejo y el mar
Daniel Espartaco Sánchez
Más Prozac, menos Platón, 38
La educación de los topos
Raúl Aníbal Sánchez
Por un puñado de dólares, 42
Por amor al dólar

9
Mauricio Salvador
Los creyentes, 44
Cuaderno Salmón y n+1

Hermano Columnas
C E RDO Miguel Habedero
Un buen nombre para una columna
Noviembre 2006 es difícil de encontrar, 50
Miscelánea
Harold Bloom
Sobre The Catcher in the Rye, 52
Pablo Ruiz
Argumentum Ethicum, 52
Paul Auster
Premio Príncipe de Asturias, 53
Elsa López
Anteojos o de la finura,
de la efe mayúscula 54
Sergio Téllez-Pon
Las sociedades de convivencia y lo que sigue, 56
Ramón Curtiz
El fin del mundo, 57
Luis B. Cortés
Versiones de Alicia, 58
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Hermanocerdo
Número 9, noviembre, 2006

N ueva columna mensual en HermanoCerdo:


“Un buen nombre para una columna es difícil
de encontrar”, por Miguel Habedero. “Siem-
pre que me ofrecen algo,” dijo Miguel Habedero
cuando vía telefónica le ofrecimos hacerse cargo de
Escuela de Robinsones, “una historia de hombres
solos a los que nadie les enseñó a vivir. La soledad
del hombre contemporáneo puesta bajo la mesa de
disección” (C. Monsiváis, en Plural).
Y algo más, un libro de ensayos y otros tantos
una columna mensual “tengo la sensación de que ya de poemas. Creemos que es justo reivindicar la fi-
ha sido rechazado por José Agustín y Carlos Fuen- gura de Habedero endulzando sus últimos años con
tes.” En efecto. Pero admiramos la obra de Miguel el mejor homenaje que se le puede dispensar a un
Habedero y aunque los estúpidos wikipedistas hayan escritor: leyéndolo.
decidido que Habedero es “una invención,” nosotros
estamos seguros de que existe y sigue viviendo en Por lo demás, los editores de HermanoCerdo
algún departamento de la colonia Narvarte. continúan su noble cruzada en defensa del decoro
Si un día llegan a pasar por una librería de viejo, y las buenas costumbres. Una nueva sección (que a
les rogamos que no se apresuren, sino que esperen aquellos estúpidos wikipedistas les parecerá un eufe-
un momento, exactamente debajo del cartel “NOVE- mismo) de crítica, reseñas y cosas así, de más de una
LA LATINOAMERICANA”. Si entonces un tipo alto, página de extensión, lo que ya es decir mucho.
algo gordo, de bermudas y camisa floreada, se acerca También un ensayo de Saul Bellow titulado “El
a ustedes, si tiene coleta de caballo y un cigarrillo en civilizado lector bárbaro.” Y otro más de Heidi Ju-
la boca -aún bajo el cartelito de NO FUMAR- y no lavits sobre las reseñas literarias, y otro más de E. L.
responde cuando se le pregunta, adivinarán quién Doctorow sobre la versión jamesiana de la Biblia.
es. Entonces sean amables. Nos nos dejen con el Por supuesto, estamos de plácemes ya que Ja-
pendiente. Escríbanos un correo y dígannos que el vier González Cozzolino colabora con una historia
viejo cabrón no ha muerto.... titulada “Tulipanes para Zamudio.” No se la pueden
¿Pero quién carajos es Miguel Habedero? Bue- perder.
no, escribió lo siguientes libros: Ficción del conde español J. S. de Monfort y del
Walden tres -en su primera versión Walden dos joven escritor brasileño Bruno Zeni.
hasta que los editores supieron que Skinner ya había Y la Miscelánea, ya saben.
usado el nombre y llegaron a tiempo para detener
las prensas y arreglar el problema; una historia de Por cierto, estamos recibiendo material para
coraje, valentía, sexo y rock&roll. nuestras siguientes secciones:
Autobiografía Precoz, la mejor de todas aquellas Crítica. Temas libres. Sín límite de páginasMás
autobiografías escritas por escritores pubertos a los de tres páginas, por favor.
que los lectores -igualmente pubertos- llamaban Ficción: Sin limite de páginas. Si hay escenas de
maestros. Según los editores “un viaje desgarrador persecución en lanchas, lo agradeceremos.
hacia los abismos del inconsciente.” Gtalk: Tus tontas conversaciones pueden ser una
Los caballos están nerviosos, John, western existen- valiosa colaboración en HermanoCerdo.
cial. Albert Camus meets John Wayne. La búsque- Cartas: Nadie nos escribe pero no nos importa.
da de un hombre. El encuentro con una mujer. Un Miscelánea: Textos diversos.
duelo. Dos ambiciones. Un muerto. Ensayo: Sin límite de páginas. Temas libres. Si es
Caminos de desolación, la influencia beatnik an- de hoteles, mejor.
tes de El corno emplumado y De Perfil; probablemen-
te la primera novela en la que se da una persecución  HermanoCerdo
en lanchas. Aunque mal recibida por la crítica, fue lo
suficientemente leída para que los jóvenes de enton-
ces calificaran a Miguel Habedero como “el gurú de
toda una generación” (Jony Guitar, en Rockeando).
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Cartas al HermanoCerdo
Las cartas que llegan a nuestro buzón
Escritor aficionado busca Nuevo lector y colaborador Apoyo moral de un nihilista
At. Sres. Directores: ¡Hola! Soy Querido editores: La porcinología está penada en 24
escritor aficionado, los felicito por lo Mi nombre es Ramón Cúrtiz, tengo de los países que son miembros per-
que hacen, y tengo una idea que me 21 años y estudio el séptimo semes- manentes de la ONU. ¿Entienden un
parece podría ser muy beneficiosa para tre de Letras Inglesas en la UNAM. carajo de este asunto? Yo tampoco.
su revista. Mis narraciones no nacen Nací en Hermosillo, Sonora. Me Sólo quiero poner tema de conversa-
de una trama que prefiguro ni de una enteré de su revista por un amigo, ción alrededor de su revista. Es que,
experiencia real ni de una divagación quien me la recomendó ampliamen- verán, pertenezco a esa clase privile-
fantástica. Escribo a partir de las mar- te. Por supuesto he leído todos los giada de hombres que han leído el
cas que me rodean. Y mi sueño es cris- números y me ha sorprendido la siguiente enunciado feuerbachiano:
talizar en los hechos esta tarea. Consi- calida de algunos de los artículos y “La veracidad, la sencillez y la exac-
dero que a HC le haría un enorme bien cuentos. Les envío un pequeño texto titud son los signos formales de la
lograr algún tipo de financiamiento y para que lo consideren. Me ha sor- filosofía real”, y se han encontrado
tal vez en ese sentido mi aporte pue- prendido sobre manera el ensayo de pensando exactamente de la misma
da servirles. Soy capaz de escribir una Myers sobre la pretenciosidad de la manera como pensaban antes de
historia con, por ejemplo, Ford, Oreo prosa norteamericana, publicado en leerla. Quiero decir: sois la hostia,
y TDK, sólo es cuestión de que uste- el número 6-7. Por supuesto es un chicos. Pero no os lo creeáis demasia-
des rastreen qué anunciantes podrían ensayo discutible en muchos aspec- do: escribo españolismos porque, se-
estar interesados en realizar este tipo tos, pero no en la intensión personal cretamente, pienso que no son unos
de PNT (publicidad no tradicional), del autor. [...] Me gustaría colaborar chicos geniales. Bien. Yo espero mi
que yo luego me encargo de hacer una con ustedes si me lo permiten. En horóscopo al correo-e (¿no es genial?
historia donde, siguiendo el ejemplo, horabuena, saludo encontrarme con “el correo-e”). Gracias por siempre.
esas tres marcas posean su protago- ustedes y compartir mi admiración (...Sí, yo también estoy harto del
nismo. Lo mismo les puedo ofrecer por Saul Bellow. “As short as you cut-up posmoderno...)
con una marca única. De hecho, aquí can” era un texto que no conocía y  — Carlos Romero
me sería mucho más fácil. Cuento que me pareció inspirador. Joven Poeta
con un libro inédito de minificciones  — Ramón Curtiz Mauricio, mi nombre es Braulio
donde los títulos, todos, se correspon- Gómez, estuve contigo en la facul-
den con algún producto identificable Otro nuevo colaborador tad, no sé si me recuerdes. Hará
en las góndolas de los supermercados. Saludos, equipo de la tan interesan- cerca de seis meses que te envié al-
El libro, justamente, se llama “Super- te revista virtual de literatura Her- gunos de mis poemas y ni siquiera
mercado.” Sólo habría que calibrar las manoCerdo. Bueno, antes de todo, me respondiste. También te envíe un
marcas y hacerlas lo más latinoameri- agradecerles por la gran calidad de ensayo sobre Borges y la misoginia
canas posibles. No quiero que pien- lectura que en cada edición de la re- de Shakespeare y aquel sobre Cortá-
sen que con esto rebajo a la literatura; vista nos brindan. Es muy divertida, zar. Desde que estábamos juntos en
piensen más bien que toda la pintura interesante y -algunas veces- revela- el primer semestre tuve la sospecha
medieval, y asimismo la contemporá- doras. Les escribo porque quisiera de que eras un pedante. Un amigo
nea, debió subordinarse a la ideología ser un colaborador de su revista. Soy en común, Pável Granados, me dijo
dominante para no morir, y creo que estudiante de periodismo en EEUU y que tú y Daniel quieren ser algo así
es hora de que la literatura haga lo quisiera contribuir con algunas tra- como los hermanos Goncourt de la
mismo y logre competir con el cine y ducciones al español de produccio- literatura mexicana. Yo sólo quiero
la televisión. Estoy convencido de que nes literarias que sean interesantes que me publiquen mis textos. Me
podemos formalizar una interesante en todos los sentidos. También soy el parece una falta de respeto, a los que
sociedad sin que la revista pierda su es- blogger de tres bitácoras (aunque no pretendemos ser colaboradores,
píritu. - Por favor, no publiquen mi di- las actualizo constantemente). que una revista “electrónica” que no
rección de correo. - Si leo esta carta en Bueno, me despido -a pesar de tener paga colaboraciones se ponga su
el próximo número lo tomaré como muchas cosas que decir-, esperando moños de esa manera. Ya ni siquiera
una primera respuesta, positiva. su respueta con la pluma en mano. porque fuimos juntos en la carrera.
Saludos desde Chivilcoy, Argentina.  — Alexander Cárdenas P.D.Sé donde viven
— Mauro Marzolini.  — Braulio Gómez
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Gtalk
  en afiliación con Google

La muerte de Di-s está lleno de viejas decía llamar “Josué”


Me: javier Me: ya un nombre demasiado bíbllico
J: mauricio J: pero por las noches es el reino era una suerte de vagabundo,
Me: hola, cómo vas? de la marihuana y la pasta base pero con poder sobre las condi-
J: bien. algo perturbado porque la policía lo sabe ciones
ayer descubrí que en mi cuadra yo lo sé climáticas
se ejercen servicios de sexo oral a estuve quince días sin llevar mi me anticipó lluvias, lloviznas
la vista de todo el mundo alianza y cielo despejado en escasos
es muy triste buenos aires, a veces estoy entrando en un estado un minutos me pidió que a mi hijo,
Me: joder poco paranoico me dijo que sería un varón, le
J: y a la vez estoy escribiendo un Me: y antes era así? pusiera Pedro de nombre y me
cuento bastante sórdido J: me dije: “No llevés la alianza, pidió que no confiara en el
todo contribuye a que me sienta si la llevás quien te secuestre va a hombre
un victoriano horrorizado con saber que puede pedir rescate” Me: ja
ganas de salir a condenar gente buenos aires es así desde los 90, J: mi hijo se llama Mateo Pedro
Me: Comienzas a desdoblarte digamos recuerdo que lo vi cruzar la ave-
J: sí, un poco loco, estoy se rompió del todo el entramado nida santa fe con un bolsito, tras
el sexo es algo tan delicado social despedirse de mí, como Michael
de nada se desvirtúa y puede ser y además, bueno, Di-s ha muerto Landon
muy triste Me: eso dicen en esa serie que ahora no me
Me: así es J: eso también influye viene a la cabeza su nombre
J: era una chica, adolescente Me: así es Me: puedo ver la imagen
estaba inclinada atendiendo a un J: yo me veo con mis cuentos J: y cuando le estaba contando
pendejo morocho como un cronista de la muerte a pía lo ocurrido, todavía estaba
otros dos aguardaban sentados en de Di-s, Mauricio nublado,
el escalón de un edificio eso al menos es lo que quiero y le dije que Josué me había ase-
Me: joder hacer gurado que se iría a abrir el cielo,
J: y es todo así Me: Es que lo eres, Javier fue así,
lo hacen por paco Llevas sobre tus hombros esa se abrió mientras pía me escu-
paco es pasta base de cocaína carga chaba
la fuman en un pasaje, a dos J: y caigo en fuertes debates, digamos que fue lo más parecido
cuadras de casa sobre todo con un amigo que es a un milagro que en mi vida tuve
lo sé porque una noche me lo devoto de las Sagradas Escrituras Me: oh
contó un consumidor Me: oh J: a mí se me puso la piel de
suelo salir a caminar de noche J: ayer le dije: “Disculpame, pero gallina.
porque fumo y a veces me quedo yo no soy miembro del Club del ahora ya no. estoy tranquilo
sin cigarrillos (obviamente ciga- Buen Gusto. Lo siento” porque
rros de tabajo, los míos) Me: Bien mi hijo lleva de nombre Mateo
Me: Parece que me hablas de un Me: Mientras hablabas de di-s se Pedro
barrio muy underground soltó una lluvia repentina pero sí recuerdo que Josué me
J: es el barrio de almagro, el cen- debe ser una especie de señal puso mucho énfasis en el no
tro geográfico de buenos aires J: así pasó cuando pía quedó creer en los hombres
un barrio histórico, de clase embarazada de mateo Me: No te imaginas qué lluvia
media, hacía unos días que lo sabíamos está cayendo
con mucha población anciana me crucé con un hombre, se tan repentina
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sin señal alguna J: debés admirar a tu madre, grabaciones, no sé cómo me va a


J: me dijo que creyera en Di-s entonces pasar el adelanto, pero dijo que
Me: como debe ser Me: claro, sí me lo pasaba
J: mirá, todo es refutable por la J: no es fácil ser mujer y madre y usuario: Aunque personalmente
casualidad, no? soltera no me interesa, jeje
Me: eso es un cuento cheeveriano en ese orden Mauricio: Claro
J: mi noombre Me: me imagino que no usuario: excelente
yo me llamo “javier ernesto” usuario: Me dice Paco que lo que
Ernesto Cozzolino fue mi abuelo Estúpidos wikipedistas se publica ahora son conversacio-
materno. Mauricio: Master of puppets nes por chat. Muy intelectuales,
Me: ya usuario: Hey, ya vi la editorial. de pequeños genios. Imagínate,
J: mis padres se casaron en 1966 Podríamos narrar el caso fulanito y menganito hablan de
yo nací en 1973 y quitar todos los nicks, y no la importancia de Elizondo en
en 1971, diciembre, mi madre y llamarlos idiotas, aunque lo son. la literatura mexicana. El genio
mi padre pensaban ya en adoptar Mauricio: Los nicks de los wiki- de Elizondo. La importancia de
Me: joder pedistas Elizondo. Elizondo a secas.
J: era casi obvio que no podía usuario: Yep, la relación de los Mauricio: ya me lo imagino,
tener hijos libros es muy buena usan msn
mi abuelo se moría Mauricio: Estúpidos wikipedistas usuario: déjame veo mis conver-
era finales de diciembre de 1971 me parece una frase genial saciones
y le dijo a mi mamá que iba a usuario: sí, de hecho, así se puede Mauricio: Ok
tener un varón, que lo estaba llamar una banda de rock indie o usuario: Debo de tener una con
viendo, que era rubio un cuento de un joven narrador Javier
mi mamá pensó que mi abuelo mexicano Mauricio: yo voy corrigiendo el
deliraba Mauricio: Aunque estúpidos editorial
28/12/71 wikipedistas me gusta, usuario: es genial
yo nací el 27/01/73 pero sí, hay que quitarlos Mauricio: lo de Dios, no sabes
Me: oh usuario: yep, muy local. Le man- me mató de risa
J: y me llamo javier ernesto dé una carta de Curtiz donde se esa es sólo una parte. En la otra
por él el ernesto, claro suma le puse el poema de Sabines sobre
Me: debes tener una especie de Mauricio: Buena, ya la leí dios, me dijo: Mauricio, hasta la
signo en las manos usuario: Curtiz es un chico muy llamé a Pía,
J: dice mi mamá que físicamente serio, él usuario: Di-s
me parezco Mauricio: ¿Viste la nueva sección Mauricio: eso digo, Di-s
desde muy chico cargo con esa gtalk? usuario: oye ¿y si publicamos
especie de fantasía religiosa usuario: Está de moda por cierto, ésta? Metaficción
mi abuelo me conoció pero yo me decía Paco Mauricio: ¿cuál?
no lo conocí usuario: Debo tener algunas bue- usuario: Ésta. Hablas de Borges.
esas contradicciones de la reli- nas conversaciones, déjame veo Primicia.
gión... Mauricio: Acabo de conseguir Mauricio: ¿Esta de ahora? No es
Me: yo nunca conocí a mis una primicia muy buena. Y dejamos lo de los
abuelos usuario: Recién me instalo tipos hablando de Elizondo?
a ninguno Mauricio: Borges sobre Shakes- usuario: no es coborrorable. Es
J: yo conocí a mi abuela ma- peare una suposición de Paco
terna, a mi abuelo paterno, y a usuario: Bromeas Mauricio: busca entre tus conver-
la segunda mujer de mi abuelo Mauricio: No saciones
paterno que fue mi abuela en los usuario: Me duele la cabeza. usuario: eso hago, algunas con
hechos Estás loco. ¿Y es inédito? Elsa son buenas
mi abuelo paterno enviudó cuan- Mauricio: Inédito, sí usuario: trataré de ahora en
do mi viejo tenía 5 años usuario: Mierda, eso es bueno, adelante de ser más inteligente en
Me: no, yo soy hijo de madre para HC, muy bueno mis conversaciones. Tengo una.
soltera Mauricio: Más bien son unas Mauricio: Ja, sé sincero
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El civilizado lector bárbaro


Saul Bellow

Traducción de Javier Moreno y Edgardo Dieleke de un escritor. Prefería leer poesía a solas sin el be-

C
neficio de las lecturas sobre la cesura. Para descansar
mi vista fatigada por la lectura, jugaba billar y ping-
omo nativo del Medio Oeste, hijo pong en el men’s club.
de inmigrantes, reconocí desde tem-
prana edad que debía decidir por mí Pronto fui consciente de que desde la perspecti-
mismo en qué medida mis orígenes va de los avanzados pensadores europeos, las expec-
judíos, mi entorno (las accidentadas tativas culturales de un joven de Chicago, ese centro
circunstancias de Chicago), y mi edu- del materialismo brutal, estaban condenadas a ser
cación, determinarían el curso de mi decepcionantes. Entre los mataderos, las metalúr-
vida. No me propuse ser totalmente dependiente de gicas, los ferrocarriles, los primitivos bungalows de
la historia y la cultura. La total dependencia hubiera las villas industriales que comprimían la ciudad, el
significado que estaba hecho para ello. La enseñanza brillo del distrito financiero, los estadios de beisbol
más común del mundo civilizado puede plantearse y las peleas de campeonato, las guerras de pandillas
de manera simple: “Dime de dónde vienes y te diré durante la Prohibición, los políticos de camarilla,
quién eres.” No existía la más mínima oportunidad uno tenía una coraza sólida de oscuridad “Darwinis-
de que Chicago, con la aprobación de mi familia ta-social”, impenetrable a los rayos de la cultura. Era
tempranamente americanizada, me formara a su se- una situación desesperanzada, de ser juzgada por
mejanza. Antes de ser capaz de pensar claramente, los altamente refinados ingleses, franceses, alemanes
mi resistencia a su presión tomó la forma de la obs- e italianos, los voceros del arte en sus formas más
tinación. No podría decir por qué no me permití avanzadas y modernas. En la opinión de estos ob-
ser el producto de un ambiente. Pero la ganancia, la servadores extranjeros, America disfrutaba de mu-
utilidad, la prudencia y el negocio no tuvieron eco chas ventajas sobre Europa: era más productiva, más
en mí. enérgica, más libre, ampliamente inmune a políticas
patogénas y guerras ruinosas, pero cuando se trataba
Mi madre quería que fuera violinista, o no pu- de arte era preferible, como Wyndham Lewis dijo,
diendo con ello, rabino. Debía elegir entre tocar haber nacido esquimal que presbiteriano de Mines-
música ambiental en la Palmer House, o presidir en sota si se deseaba ser pintor.
la sinagoga. En las familias ortodoxas tradicionales
se le enseñaba a los niños a traducir el Génesis y el Los europeos civilizados, por lo común inusual-
Éxodo, por lo que fácilmente podría haberme decidi- mente libres de los prejuicios de clase de sus paises,
do por el rabinato si el gran mundo, el mundo de las fueron convenientemente capaces de encajar sus no
calles, no hubiera sido tan seductor. Además, la vida del todo controladas inclinaciones en los Estados
de piadosa observancia no era para mí. Como sea, Unidos libres para todos. Lo que nadie pudo prede-
desde temprana edad había comenzado a leer todo cir fue que todos los países civilizados estaban desti-
tipo de cosas y rápidamente me alejé de la Religión nados a descender a un inferior y común cosmopo-
antigua. De mala gana mi padre me permitió entrar litanismo, pero que el lamentable debilitamiento de
a la universidad a los 17 años y allí fui un estudiante las antiguas y tradicionales ramas de la civilización
entusiasta (salvajemente excitado) aunque errático abrirían nuevas oportunidades, y nos forzarían a
y contradictorio. Si me inscribía en Economía 201, reestablecer los juicios de la cultura que nos vería-
pasaba todo mi tiempo leyendo a Ibsen y Shaw. Si mos forzados -un beneficio oculto de la caída- a ser
me registraba a un curso de poesía, las stanzas y las independientes. Interpretar nuestras circunstancias
métricas me aburrían pronto, desviando mi atención tan hondo como fuese posible -¿no era eso para lo
a Memorias de un revolucionario, de Kropotkin o el que los seres humanos estamos aquí?. Sencillamen-
Qué hacer, de Lenin. Mis gustos y hábitos eran los te, cuando el centro no se sostiene y las grandes es-
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tructuras se derrumban, uno tiene la oportunidad como una curiosidad híbrida, ni completamente
de ver algunas de las verdades que estas estructuras americano ni satisfactoriamente europeo, cargado
obtruían. Las premisas mantenidas por largo tiempo de referencias a los filósofos, los historiadores y poe-
acceden a ser revisadas y los viejos libros son leídos tas, que había consumido desordenadamente en mi
bajo una nueva luz. guarida del Medio Oeste. Yo soy, por supuesto, un
autodidacta, como lo son siempre los escritores mo-
Muchos de mis libros son, en retrospectiva, co- dernos. “El mundo me pertenece porque lo entien-
medias de lectura amplia. Henderson, que se imagi- do,” declaró Balzac.
na como un calibán americano, sube una escalera en
la biblioteca de la mansión que heredó para buscar Desde un punto de vista distinto, los lectores
los pasajes subrayados en los libros de su padre, un americanos en ocasiones objetan el aire extranjero
Próspero que nunca pudo perdonar a su hijo por ser de mis libros. Menciono escritores del viejo mundo,
tan bárbaro. Humboldt el poeta, presumiendo de tengo aires de intelectual y parezco mostrar gran ele-
su choza en el estéril y calizo campo de New Jersey, gancia. Estoy dispuesto a conceder que aquí y allá soy
cita a Macbeth: “This castle hath a pleasant seat.” probablemente difícil de leer, y que probablemente
Augie March encuentra los Harvard Classics en una me volveré aún más difícil a medida que el analfabe-
caja bajo la cama del señor Einhorn. ¿Por qué era tismo del público aumenta. Nunca es fácil conside-
tan gracioso este apego a la alta cultura? Bueno, para rar la medida mental de tus lectores. Hay cosas que
empezar la sociedad americana se había encauzado la gente debería saber si les interesa leer libros, y con
en una dirección completamente distinta. En su ge- todo el respeto hacia ellos, o para aparentar, uno es
nerosidad indiscriminada, habia dado a Humboldt dado a asumir más familiaridad de su parte con la
un Buick de cuatro respiraderos para conducirlo por historia del siglo veinte que la que es objetivamente
las carreteras empolvadas mientras pensaba en Yeats, justificable. Además, una cierta unidad psíquica es
Eliot y Proust, sus escritores favoritos. Bajo los ojos siempre asumida por los escritores. “Los otros son en
de sus compatriotas él estaba, Dios lo bendiga, fuera esencia como yo, y yo soy básicamente como ellos,
de todo. descontando unas pocas diferencias.” Una pieza de

O
escritura es una ofrenda. Tú la llevas al altar y esperas
tra causa de risa, más oscura, es que los que los altos sacerdotes no te rompan la cara. Rezas,
mejores esfuerzos de los intelectuales por también, para que el rechazo no te llene de rabia y te
iluminarnos, los libros que han escrito transforme en un Caín. Tal vez inocentemente pro-
para nosotros, nos han conducido, con duces tus tesoros favoritos y los llevas y apilas indis-
frecuencia, a desiertos de abstracción. criminadamente en el templo. Aquellos que ahora
Tras muchos años de estudio atento y diligente, ter- no reconocen su valor tal vez lo hagan más tarde. Y
minamos con nada más que sistemas de opinión y no puedes siempre sentir que estás escribiendo para
fórmulas que nos ocultan la realidad. La opinión ninguno de tus contemporáneos. Bien puede ser que
personal es desestimada, desarmada por los présta- tus verdaderos lectores no estén todavía aquí, y que
mos teóricos. Las abstracciones, como los rayos di- tus libros los harán materializarse.
rectos de sol, pueden darnos un bronceado fino y la
apariencia de salud (o dominio mental) pero a largo Hay momentos en los que particularmente dis-
plazo lo pagamos con arrugas prematuras e incluso fruto burlarme del americano educado. Herzog, por
cáncer de piel. Estamos obligados, en otras palabras, ejemplo, pretendía ser una novela cómica: un Doc-
a ser también escépticos del aprendizaje. Bárbaros tor en Filosofía, de una buena universidad america-
híbridos que somos, confiamos en los intelectuales na, se desmorona cuando su mujer lo deja por otro
para que nos digan qué fue qué y nos adaptamos hombre. Es dominado por un arranque epistolar y
al lenguaje mental que inventan sus “doctas expli- escribe cartas afligidas, punzantes, irónicas y desqui-
caciones”. Pero al final el hombre debe dominar su ciadas no sólo a sus amigos y conocidos, sino a los
propia experiencia. Busca desesperadamente ayuda grandes hombres, a los gigantes del pensamiento, los
en libros, pero no es bueno, como observó Kafka, que formaron su mente. ¿Qué puede hacer el, en este
intentar apresar la vida en un libro, “como un pájaro momento de crisis? ¿Sacar a Aristóteles y a Spinoza
cantor en una jaula”. Sosteniendo esa posición, me del estante y navegar sobre sus páginas buscando
encuentro, como dirían, entre la espada y la pared. consuelo y consejo? Este hombre desolado, a medida
Algunos observadores europeos me han clasificado que intenta recuperarse, interpreta su experiencia, le
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da sentido a su vida, se vuelve claramente consciente dificil encontrarlo porque al llegar a la edad madura
de lo absurdo de dicho esfuerzo. “Lo que este país la maleza lo oculta, y algunos de los matorrales más
necesita,” escribe finalmente, rendido al absurdo de densos que lo rodean crecen a partir de lo que des-
su estado, “es una buena síntesis de cinco centavos”, cribimos como nuestra educación. Pero el camino
haciéndose eco del señor Marshall, vicepresidente de siempre está ahí, y es nuestro problema mantenerlo
Woodrow Wilson, quien había dicho por el tiempo abierto, y tener acceso a la parte más profunda de
de la Gran Guerra, “Lo que este país necesita es un nuestro ser -aquella parte de nosotros consciente de
buen cigarrillo de cinco centavos.” una consciencia más elevada, por medio de la cual
tomamos las decisiones finales definitivas y llegamos
Ciertos lectores de Herzog se quejaron de que a una conclusión.
el libro era difícil. Por más que simpatizaran con el
triste y cómico profesor de historia, sus largas y eru- La independencia de esta consciencia más estric-
ditas cartas les desconcertaban. Algunos sintieron ta, que tiene la fuerza para ser inmune al sonido de
que se les pedía asistir a un examen difícil en un cur- la historia y las distracciones de nuestro alrededor,
so rápido de historia intelectual, y pensaron que mi es aquella de la que se trata el forcejeo con la vida.
intención era mezclar simpatía e ingenio con pedan- El alma tiene que encontrar y mantener su posición
tería y oscuridad. ¡Pero yo estaba burlándome de la contra fuerzas hostiles, algunas veces encarnadas en
pedantería! La respuesta: “Si ese era tu propósito, no ideas que frecuentemente niegan su misma existen-
lo lograste del todo. Algunos de tus lectores pensa- cia, y que ciertamente y con frecuencia parecen in-
ron que les ponías un reto, algo así como una carrera tentar anularla para siempre.HC
de obstáculos, o un crucigrama rompecabezas para
miembros de Mensa.” Algunos pudieron sentirse
honrados, mientras otros se resitieron a ser puestos
a prueba. La gente reserva sus mejores pensamientos
para sus especialidades profesionales y, en segunda
instancia, para cosas importantes que confrontan
al ciudadano alerta: economía, política, el manejo
de desechos nucleares, etcétera. El día de trabajo se
acaba, ellos quieren ser entretenidos. Ellos no pue-
den entender por qué su entretenimiento no puede
ser simplemente entretenido, y de cierta manera yo
estoy de acuerdo, para mí que, leyendo Montaigne
como algunas veces lo hago, sufro la tentación de
saltarme sus largas citas tomadas de los clásicos, que
hacen padecer mi latín de la escuela. No es divertido
ser enviado de regreso a la escuela.

Para concluir con Herzog, yo quería que la novela


mostrara la poca fuerza que la “educación superior”
puede ofrecer a un hombre con problemas. Al fi-
nal es consciente de que no tiene educación sobre la SAUL BELLOW, autor de las novelas The Adven-
conducta de la vida (¿en la universidad, quién estaba tures of Augie March, Mr Sammler’s Planet, Herzog,
ahí para enseñarle cómo lidiar con sus necesidades Humboldt’s Gift, por lo que recibió tres National
eróticas, con las mujeres, con los problemas fami- Book Award, un Pulitzer y el Premio Nóbel. Tam-
liares?), y regresa, como en un juego, a la primera bién autor de los libros de historias Something To
casilla -o como yo me lo describí en algún momento Remember Me By y Him with his Foot in his Mouth.
durante la escritura del libro, a algún punto primige- Su última novela fue Ravelstein
nio de balance. La confusión de Herzog es bárbara.
Bueno, ¿de qué otra manera podía ser? Pero hay un
punto en el que, asistido por su sentido cómico, es
capaz de mantenerse firme. En la peor confusión hay
todavía un camino abierto hacia el alma. Puede ser
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¡Alégrense! ¡Crean! ¡Sean fuertes y lean más!


Heidi Julavitz

Traducción de Agustín Delgado García y José Luis conforme el estatus cultural del libro ha disminui-

G
Justes Amador do. Soy de esa generación que creció con la idea de
“servicio”, basada menos en un modelo religioso que
eorge Orwell, en su ensayo Con- de negocios, y es por eso que, como editora, me in-
fessions of a Book Reviewer, postula teresa a quién o a qué “sirve” mejor una reseña. ¿Al
una visión, muy semejante a Sísi- lector, al autor, a la cultura, a la crítica?
fo, del crítico literario promedio: Primera respuesta obvia: al lector. (De hecho la
un escritor de ficción, con ojeras y primer respuesta obvia podría ser a los editores y a
prematuramente envejecido, calado las revistas y suplementos culturales. Escuchamos
en una bata apolillada y pantuflas, que los directores editoriales almuerzan con los di-
encogido, detrás de una pila de colillas en el cenice- rectores de marketing, escuchamos que existe una
ro, contemplando un paquete de correo con cinco relación entre el espacio de publicidad comprado
novelas acerca de las cuales debe escribir una reseña por las casas editoriales y los libros reseñados y es-
de 800 palabras para la tarde del día siguiente. Ese cuchamos que… pero esa paranoia es tema de un
carbonero intelectual se gana la vida transformando ensayo diferente.) Una reseña sirve al lector de hoy
basura en combustible fósil para la cultura y sacrifica ayudándole a distinguir entre la miríada de ofertas
sus estándares por “una copa de jerez barato” y los y ungiendo a unos cuantos que valen la pena. Los
efectos, advierte Orwell, son desoladores. Finalmen- libros son caros. No muchos están dispuestos a hacer
te, conforme la sombra de la fecha límite comienza una apuesta de 25 dólares a un caballo desconocido.
a oscurecer la puerta de su estudio, el descorazonado Estamos hablando aquí de un tipo de reseña muy es-
reseñista pone manos a la obra, buscando entre su pecífico, del tipo “¡Hola Heidi Julavits! ¡Nosotros tene-
agotado arsenal frases como “un libro que nadie se mos recomendaciones para usted!” (Si usted no es Heidi
debe perder” y “algo memorable en cada página” y Julavits, ¿a quién le importa?). Esta es una reseña de
teclea el final justo en el momento en el que un nue- tipo infomercial para el consumidor, destinada a
vo paquete llega ruidosamente hasta su puerta. alertar al lector sobre la simple existencia de un libro
En este momento comparto vagamente algunas como ornamento adquirible, un accesorio literario
similitudes con el reseñista de Orwell. Traigo pues- de moda; algo de lo que todo el mundo hablará. Este
ta mi pijama (limpio), soy una escritora de ficción, es el tipo de “exposición” que desean ardientemen-
prefiero la Brooklyn Lager al Jerez. ¿Y ese ruido? Sos- te las casas editoriales y sus publicistas, aunque una
pecho que es la vecina apaleando a su gato. Y, en fin, persona de relaciones públicas me haya dicho alguna
lo que me falta de desaliento moral lo compenso con vez que “el oropel no vende, lo hacen los diarios”.
vacilación. En los últimos meses he tratado de escri- Encuentro esto último alentador, pues los perió-
bir un ensayo acerca de reseñar que no arroje piedras dicos tienden a imprimir reseñas más largas, de ca-
ni haga concesiones ni otorgue elogios, que sea me- lidad variable y, con frecuencia, compuestas o arre-
surado y correcto y que, además, evite la asignación gladas a partir de un boletín de prensa. Esto indica,
de valor, pero el resultado es como un largo ejercicio aunque débilmente, que hay otro tipo de lectores,
de evasión. Si iba a escribir un ensayo acerca de rese- lectores que son menos (pero no completamente)
ñar, tiene sentido admitir que no soy imparcial, que susceptibles a los aspectos cambiantes de la moda,
tengo opiniones, que tengo algunas reivindicaciones lectores que están ávidos de usar las reseñas como
que hacer acerca del estado actual de las cosas. Y es, un medio de relacionarse con los libros a un nivel
en definitiva, una tentativa engañosa ya que tengo critico. Jonathan Franzen escribió recientemente un
como principio profesional no hacer enfadar a la ensayo sobre William Gaddis en The New Yorker.
gente. Ed Park escribió recientemente un artículo sobre
Antes de que comience a lamentarme por com- William Gaddis en The Village Voice. Compré The
pleto, prefiero echar un vistazo honesto al modo en Recognitions de Gaddis hace cuatro años y desde
que usamos las reseñas y cómo este uso ha cambiado entonces ha permanecido intocado en mi librero,
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excepto unas vacaciones en que, optimistamente, lo que eran sus actitudes hacia la literatura, política y
tomé sólo para regresarlo a su lugar sin ni una man- moralidad. En su ensayo, “Hemingway and his Cri-
cha de bloqueador. En estos momentos estoy leyen- tics”, Trilling utiliza un colectivo “nosotros” cuando
do The Recognitions. ¿Por qué ahora después de todos advierte en contra de la reducción del arte a un men-
estos años de bien ganada dilación? Porque quiero saje puramente moral o político previamente cons-
interactuar con Franzen y Park en un nivel menos truido para su aplicación al mundo en general.
superficial, quiero decir que he leído sus ensayos y
pensado, mmm interesante, pero era incapaz de una “Hemos concebido al artista como un hombre
respuesta más comprometida e informada. Quiero perpetuamente expuesto, que nos debe decir con
leer a Gaddis para descifrar si concuerdo con ellos exactitud su longitud y latitud moral y política. Por
o no y porque sus ensayos indican que debería leer supuesto, en ningún momento consideramos que
a Gaddis. nuestras ideas deben formarse a partir de las suyas,
En un mundo perfecto o ideal, una reseña po- pero nosotros que volteamos a los periódicos, a los
dría esforzarse por servir a problemáticas más altas, teóricos e historiadores en busca de una orientación
completamente desconectadas del comercio o de la política, creamos la ficción de que miles, no estamos
moda; una reseña podría aspirar a servir a la cultu- seguros si nosotros, esperan la influencia de un artis-
ra. Sí, hemos tenido nuestros Vendlers, nuestras ta creativo, y esperamos a ver si él nos está guiando
Sontags, nuestros Updikes y nuestros Ozicks, pero tan apropiadamente como debería. Consideramos
ningún grupo tan míticamente representativo de una entonces que hemos elevado la importancia del arte,
época dorada como los “New York Intellectuals”, en- y quizá sí. Pero, al hacerlo, hemos olvidado que tan
tre los cuales el más famoso fue Lionel Trilling y el complejo y sutil es el arte y si lo hemos “usado”, lo
más infame Norman Podhoertz. Durante la época difícil es usarlo.”
de la Segunda Guerra, en la que la mayoría de estos
escritores emergieron, la crítica literaria era una con Hay mucho que notar en este pasaje. Las suposi-
la crítica cultural y, por ello, las reseñas funcionaban cones de que a) los artistas poseen convicciones mo-
como exploraciones morales, filosóficas o políticas de rales y políticas y que están “bajo el reflector” acerca
la sociedad, inspiradas por este o aquél libro. Trilling, de ellas, b) que a nadie le deberían importar un ca-
el miembro más educado de los NYI, fue el primero rajo esas convicciones, o, c) que a ellos (los artistas)
en acuñar el término “crítica cultural” y creía (suena les deberían valer más de un carajo estas personas. Y,
adorablemente frívolo en nuestros días, o represiva- oh, d) que la literatura tiene un “uso” sobre y más
mente burgués) que “la inteligencia está conectada allá del entretenimiento o alimento populista.
con la literatura y logra avanzar por la literatura”. Por mucho consuelo que se encuentre en esta
Escritores próximos a mi generación que han oído, o idea de que las reseñas “sirven” a la cultura america-
incluso han podido leer piezas antologadas de Com- na, la siguiente cifra da qué pensar: Partisan Review
mentary and Partisan Review, imaginamos fiestas raramente disfrutó de una circulación mayor a 10,000
intelectualmente volátiles en el sótano del Village, ejemplares. No está mal para el promedio de revistas
durante las cuales hombres en grandes gafas oscuras literarias, pero difícilmente es el tipo de número que
saltan sobre la mesa para gritarle a otros hombres ganarían un piso (o ni siquiera un inodoro) en el
de grandes gafas oscuras, nos imaginamos a Mary edifico Condé Nast.
McCarthy soltando una agudeza que detiene la con- Pero no hay ponerse pesimistas tan rápido. Lo
versación antes de ajustarse su abrigo de pieles e irse dejaré para más adelante. Si una reseña sirve a un
elegantemente al baño de damas por un cigarrillo. lector, a una cultura (no importa qué tan marginal
Nos imaginamos a estos intelectuales como celebri- o nostálgicamente) puede también servir a un artista
dades urbanas, no sólo como una cultura crítica e in- – y no siempre de manera benéfica. El ensayo de Tri-
telectual vibrante sino con un mar de lectores para su lling sobre Hemingway advierte en contra del efecto
obra, acompañados naturalmente de una devoción a negativo que la crítica puede tener sobre los artistas
sus vidas personales, tan intensa que la separación de a quienes evalúan. Hemingway, nos dice Trilling,
la Bunny y Mary fue tan comentada como la de Tom fue un escritor que “más que ningún otro escritor
y Nicole (o, posiblemente, la de Kenneth y Emma). de nuestra época estuvo bajo la lupa, visto, eva-
Es fascinante leer, por ejemplo, en Trilling, lo luado en sus predicciones, sospechado, advertido”,
en serio que se tomaba su trabajo como reseñista, querido por algunos, pero criticado por otros por
qué tan poderosas y, por extensión, peligrosas, creía su trabajo “hecho de crueldad, religión, anti-intelec-
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tualismo, cercano a un fascismo primario”. Porque, Lo admito: encuentro el mordiente optimismo


como apunta Trilling, esos críticos se equivocaban de Wood inspirador tan sólo porque los libros tam-
continuamente en no distinguir al “artista” Hemin- bién son mi religión. Pero Wood, -más específica-
gway del “hombre” Hemingway. Estos desprecios mente, un incidente en el que él estuvo involucra-
golpearon un nervio muy personal del “hombre” do- me catapulta hacia un problema más ideológico:
Hemingway. Trilling conjetura que Hemingway se ¿debería una reseña practicar una cierta etiqueta, ya
vio tentado a justificar al “hombre” en contra de esos sea explícita o no?¿Cuándo se sirve demasiado a sí
cargos y lo llevaron desafortunadamente a escribir misma la crítica y cuándo es mal intencionada? ¿De-
una pésima obra (The Fifth Column) y una no-tan- bería ser alguien tan estúpido como para invocar a
gran novela (To Have and Have Not). la etiqueta – o en el caso de Wood, ya que parece
Traigamos esa idea a nuestra época de crítica de sensible a este tipo de asuntos- a los sentimientos, al
teflón. La idea de una reseña influenciando a un ar- hablar de reseñas? ¿O es absurdo cruzarse de brazos
tista particular puede ser desarrollada para abarcar ante un éxito que garantiza la triunfante mediocri-
movimientos estéticos enteros, los cuales pueden ser dad a gran escala?
vistos como el trabajo de un reseñista (y por exten- La respuesta a esa última pregunta es sí. ¿Qué
sión de un crítico) que identifica y advierte en su hacer para “detener”la crueldad o mezquindad de
contra. Tomemos como un ejemplo reciente al crí- dicho fenómeno? (¿Y cómo alguien podría definir
tico James Wood y su necio disgusto por lo que él adecuadamente crueldad, cuando la crítica respe-
llama “realismo histérico”, un movimiento estético tuosa de una persona es para otra una despiadada
cuyo principal síntoma es una prosa exhibicionista y paliza?) ¿De qué manera práctica se podría ser res-
saturada de información, carente de emoción. Asocia ponsable? Responsabilidad como la que, más allá del
esta contaminación como una exportación america- chisme y las murmuraciones, se vio después de la
na lamentable, que abarca tajantemente a escritores invectiva de Dale Peck en contra de Rick Moody
desde Jay Mclnerney a David Foster Wallace, pero aparecida en The New Republic. O después de la re-
que no diagnostica en británicos como Salman Rus- seña de James Wood sobre la novela de Zadie Smith,
hdie y Zaddie Smith. Wood toma su trabajo como The Autograph Man, publicada en London Review of
crítico muy seriamente y sospecho que aboga por un Books. Respeté a Wood un poco menos después de
día en que los escritores estén nuevamente conec- esa reseña. ¿Eso cuenta como responsabilidad? ¿Le
tados moral y emocionalmente (aunque, morbosa- importa a Wood lo que yo piense?
mente, él mismo especula sobre esta imposibilidad). Considero que fue un error para James Wood
Asumió eso como mensaje en el ensayo que escribió aceptar ese encargo; dicho eso, él podría haber acep-
para The Guardian el 6 de octubre de 2001, “How tado el trabajo sin morder el anzuelo. Al ver la pa-
Does it Feel?”. reja Wood/Smith en la portada de LRB, mi primer
Wood se dio a la tarea con los escritores norte- pensamiento fue: baño de sangre ¡Heidi Julavits! Mi
americanos por su fijación con los destellos de luz y segundo pensamiento fue que Smith debió haber
expresó su esperanza de que los ataques terroristas hecho enojar realmente a algún editor de la LRB. Mi
podrían dar origen a un período estético más som- tercer pensamiento fue: no necesito leer esta reseña
brío y maduro, en el que los escritores entregaran (aunque lo hice). Smith escribió una conmovedo-
“el tipo de novela que nos muestre que la conciencia ra refutación a la pieza de Wood en The Guardian
humana es el verdadero espejo stendhaliano, refle- después del once de septiembre y la pareja se ha en-
jando sin remedio las nuevas luces oscuras de la épo- frentado en otras ocasiones. Es bastante sabido que
ca”. Noten que a él no le interesa la política a pesar Wood aborrece la tradición estética en la que Smith
de la situación abiertamente política en la que todos se inscribe. En vez de recompensarnos con su co-
nos encontramos. Wood está reaccionando ante el nocida tendencia (una movimiento potencialmente
brote dominante de lo que él llama la novela “social interesante) o sorprendernos entregando el último
y documental”, mientras también discrimina la no- veredicto que podríamos esperar, hace un ataque
vela que es un poco más que solipsista, autobiografía salvaje a la yugular, y va mucho más allá de su de-
apenas retrabajada. Él quiere sentir a gran escala, él ber crítico cediendo a sus propios impulsos ficticios,
quiere algo más cercano a la religión que a la litera- compuso un sarcástico ejemplo de “realismo histé-
tura y eso es algo totalmente dificil de creer (aunque rico”.
igualmente dañino, al menos en cuanto a la produc- Por supuesto, existen precedentes con pedigree
ción de libros decentes concierne). para este tipo de abusos. Edmund Wilson atacó a
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Archibald MacLeish en su poema “The Omelette competente para transmitir la experiencia humana
of A. MacLeish”. Cuando Isaiah Berlin le preguntó de forma real y por ello autoritativa. La ironía aquí es
por qué escribió un poema tan malintencionado, la que los primeros novelistas fueran periodistas, como
respuesta de Wilson fue “Oh, es idiota, ya sabes”. Mary McCarthy señala en su ensayo “The Fact in
Wood, con todas sus quejas, no piensa que Smith Fiction”. El Decamerón de Boccaccio, considerado
sea una idiota (sí lo cree de Mclnerney)- y aunque por algunos como el prototipo de novela moderna,
no se quiera hacer un hábito de condenar idiotas, es una colección de historias contadas por un puña-
el impulso de Wood de burlarse de un escritor que do de florentinos exiliados en un castillo para escapar
respeta parece horrible y malicioso. Desde una pers- de la Gran Plaga de 1348 que mezcla la ficción con
pectiva editorial, la LRB asignó un libro a un crítico información histórica. Como resultado, el Decame-
que prácticamente garantizaba destrozarlo. Quizá rón no es enseñado sólo en los cursos de literatura
haya más sentido asignar un crítico a un escritor an- comparativa. El ser testigo ocular y cercano de la
tagónico, si hay réplica, a un escritor cuya estética Muerte Negra, de síntomas, contagios, precauciones
sea la que el crítico detesta, pero también se podría sanitarias, tratamientos médicos y rituales funerarios
argumentar que esta pareja parece más un mal ma- ha hecho de este libro una fuente indispensable para
trimonio. El mismo Wood tiene una novela para historiadores. McCarthy continúa con la discusión
publicarse en junio de 2003. ¿La LRB asignará este acerca de Defoe, un periodista de Grub Street cuyo
libro a Zadie Smith para reseñarlo? Hacerlo sería Robinson Crusoe estaba basado (oh, nos suena fa-
abogar por una cultura crítica de ojo por ojo, por miliar) en una historia real. McCarthy dice, “no fue
igual sensacionalista y bárbara. No hacerlo revelaría sólo el padre de la novela moderna un periodista,
cierto favoritismo que cualquier publicación de tal sino que él no distinguió, al menos para sus lectores,
clase quisiera, al menos superficialmente, evitar. No entre un periodista y un escritor de ficción”.
importando lo que se decida, estos encargos llevan a Así que si el código cromosómico de la novela
preguntarse: ¿qué sistema de valoración se está em- lleva el ocasionalmente dormido gen noticioso (la
pleando aquí? El libro ha caído tan bajo en el tótem palabra “novela”, nos recuerda McCarthy, significa
cultural que vale poco más que el número de revistas “nuevo”) quizá no debe sorprendernos que la novela
que una reseña controversial pueda vender. (Este es debiera sufrir un retroceso darwiniano ante un me-
el sistema en el cual parece operar The New Republic. dio evolucionado en el arte de contar historias. Sí, el
El editor Leon Wieseltier parece comprometido en gen noticioso ha estado en reposo largos periodos,
publicar piezas incendiarias, aunque no exactamente durante el modernismo los escritores trataron de li-
convincentes, con el propósito de aumentar su cir- berar sus novelas de la carga de información para ver
culación). lo que el lenguaje por sí mismo podría comunicar,
Incluso los campeones de la literatura son tem- pero la corriente principal de la ficción se dio por
peramentales (o al menos realistas) en sus intereses. vencida con el lenguaje antes de que la cultura se
Sí, hay críticos contemporáneos que toman a la lite- diera por vencida con la literatura. Incluso Trilling
ratura seriamente, pero ninguno, que yo haya leído, fue forzado a confrontar el crecimiento de la indi-
sería tan arcaico para sugerir que la literatura per- ferencia cultural hacia la literatura. En su ensayo de
manece como nuestra base cultural (excepto quizá 1973 “Art, Will and Necessity” trata de historiar ese
Harold Bloom, que aliena a tantos lectores como a enfriamiento, casi del mismo modo que los teóri-
los que inspira). En algún momento de los sesenta, cos en contra del calentamiento global trataban de
la crítica cultural y la literaria tomaron rumbos dis- disipar la histeria sugiriendo que esas fluctuaciones
tintos; o tal vez sería más preciso decir que la cultura eran eso, simples fluctuaciones mas que un aviso
se disoció de la influencia literaria y la sobrepasó cla- para el día del juicio final. Escribe: “Aunque el arte
vando la cubierta del mal gusto, como si fuera física es recordado como momento… nada es más típico
simple (tapa pesada = inestabilidad, base pesada= de nuestra actividad cultural que el descubrimiento
estabilidad). Con el advenimiento de la crítica post- periódico de que el arte no es servil como debería
moderna, en la que los métodos de la crítica literaria serlo”. La novela ya no era el experto al que acudir,
fueron utilizados para analizar cualquier cosa, desde como se hacía en los días de Trilling, como “guía
los estacionamientos hasta los videos de Madonna, política”. McCarthy creía que los novelistas de pos-
los libros se volvieron objetos pasados de moda. guerra carecían de “experiencia real”, un sentimien-
Quizá esta división se haya producido debido a la to transformado en grito de guerra por Tom Wolfe
creciente importancia de la televisión, un medio más (híbrido periodista-escritor de ficción, un escritor
  15    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

que aprecia la experiencia y la investigación prácti- reseñar ficción, una muerte que Richard B. Wood-
ca como los únicos medios de verdadera autoridad ward sometió a autopsia en una pieza que apareció
e importancia) en su ensayo de 1989 “Stalking the en el Village Voice en 1999. El espacio de la reseña ha
Billion-Footed Beast”, apoyando la (muy muy vieja) sido cortado (si nadie lee ficción, ¿quién va a leer re-
causa de nuevo. señas sobre ficción?), y lo que permanece es embetu-
Desde que soy lectora consciente de reseñas, he nado con “pifia estilística”, compuesta de una copia
visto a la novela tratar de competir, y fracasar, no revestida y colorido cortar-y-pegar de un boletín de
sólo con la televisión y las películas, sino también prensa. Woodward también señala cómo sus compa-
con la obscura popularidad de las memorias y la no- ñeros escritores han contribuido a esta decadencia,
ficción, los libros que premian las verdades factuales alabando libros muy malos a partir de una preocu-
más que a las literarias, o aquellas verdades más obs- pación por una retribución futura en su carrera. Un
curas del lenguaje mismo. La novela –cierto tipo de escritor/reseñista antes se aventaría del puente de
novela, debo apuntar- intenta recuperar su posición Brooklyn que escribir una crítica justa y verdadera
al entrar al análisis social, asimilando la cultura pop y a un libro de un colega, por miedo a que ese colega
respondiendo directamente a eventos actuales. (Mu- esté en una posición de echarlo de Yaddo el próximo
cho antes, otros novelistas dejaron de competir con verano o se entrometa entre él y su Guggenheim.
las noticias y la no-ficción. Estos escritores, llamados No niego que esto sea verdad. No niego que los es-
experimentales, si bien no realmente, o inaccesibles, critores se han vuelto codiciosos sobre los premios,
si lo son, tienen carreras tormentosas diferentes. Los que la manera en que los escritores asesoran a otros
más realistas de entre ellos nunca esperaron jugar ha sufrido cierto tipo de inflación, hasta que todos
en el mainstream cultural. No como los escritores llegan a un impresionante, si no es que insignificante
narrativos, que se la pasaron peor esperando, no im- promedio de 4.0 en la lista de calificaciones de su
porta que tan fácil o improbable fuese, que sus libros carrera, los exitosos y los casi exitosos, por igual.
fueran tan artísticamente acogidos como un álbum A lo que digo: le plus ça change. Cada uno de los
de Eminem.) Para escritores menos serios, este tipo crimenes de mediocridad que Woodward enumeró
de novela actuó como un exhibidor divertido con in- en 1999, fue enumerado hace más de sesenta años
formación cultural pretenciosa, cuyos ofrecimientos antes por Orwell en 1936, en su ensayo “In Defense
tenían el riesgo de quedar embarazosamente pasados of the Novel”. Orwell también señala la decadencia
de moda incluso antes de que la cubierta llegara a las de la novela dentro de las reseñas. “Pregunta a cual-
estanterías. Y como Wood señala, “pero esta idea –la quier persona pensante por qué nunca lee novelas,
de que la tarea del novelista es ir a la calle y descifrar y generalmente encontrarás que, en el fondo, es por
la realidad social- pudo haber sido alterada por los la asquerosa basura escrita por breves reseñistas…
eventos del 11 de Septiembre, a través meramente Cuando todas las novelas te sean presentadas como
del recordatorio de que cualquiera que sea el tema de obras de genio, es natural asumir que todas son ba-
la novela, la cultura puede llegar más alto”. sura.” Describe, también, la decadencia gradual de
¿Esto nos lleva a un callejón sin salida? Todavía los estándares del reseñista como sigue: “Aplicar un
mantengo un poco de optimismo de que este declive estándar decente a la producción ordinaria de nove-
que he venido describiendo no es un declive, sino un las es como pesar una mosca en una balanza hecha
ciclo, como creía Trilling. Aunque no del todo pre- para elefantes. En tal balanza el registro de la mosca
ciso, ya que la noción de un ciclo es la de que even- simplemente no existiría. Habría que empezar por
tualmente terminarás donde comenzaste, me siento construir otra balanza que revelara el hecho de que
como una persona que se empieza con un billete de hay moscas grandes y moscas pequeñas. No es útil
cien dólares, que lo cambia por euros y que cambia decir monótonamente, “este libro es basura”. El re-
esos euros a dólares de nuevo y así, sucesivamente, señista tiene que descubrir algo que no sea basura
hasta que quedan tres centavos. Las espirales de la o, con frecuencia, asumir la situación. Esto significa
cultura van entre extremos, sí, pero con una peque- reducir sus estándares hasta hacer de Way of the Ta-
ña comisión cada vez que se da esa rotación, hasta gle de Ether M. Dell un buen libro, de The constant
que los círculos son apenas visibles e insignificantes. Nymph un libro soberbio y de The Mane of Proper-
Si la novela sufre un movimiento cíclico, tenien- ty ¿qué? Un palpitante cuento de pasión, una pieza
do como extremo una enfermedad terminal (yo lo maestra impactante, que mueve el alma, una épica
llamo “vida”, McCarthy lo llama “hacerse el muer- inolvidable que durará lo mismo que la lengua in-
to”), no está ni la mitad de muerta como el arte de glesa, y así sucesivamente”.
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No es coincidencia que Orwell escribiera este dar un giro positivo a alguno de sus defectos) rea-
ensayo al mismo tiempo que Trilling y los NYI iban lizan, posiblemente, un peor servicio al autor que
cobrando velocidad e influencia. Aquí estoy yo ahora intentan proteger. Los lectores son sensibles a la des-
con mi metáfora del cambio de divisas. Es el mismo conexión entre lo que está escrito en una reseña y
ciclo inútil, muchos años después, pero insisto que lo que encuentran en un libro. El resultado de esta
algo se perdió en la transacción y me he quedado desconexión es que los lectores serán menos empá-
con tres míseros centavos. ticos con las rarezas del libro y desconfiarán del re-
No todos los libros que contribuyen al efecto señista. La gente percibe que ya ha tenido suficiente
basura de Orwell son en sí mismos basura. Sí exis- y, desafortunadamente, han tenido “suficiente” de-
te ese tipo de libros absolutamente basura, fáciles masiadas veces. Los sentimientos repetitivos en las
de tragar, novelas que atrapan con finales felices y reseñas pueden llevar a una conclusión paranoide:
conflictos de sentimientos, hechos para complacer a hay un “tumulto de lemings” crítico, como diría
las multitudes en vez de retar o escandalizar (cierto, Harold Bloom. ¿A quién le importa si un libro es
ocasionalmente hay algunos best-sellers que entran malísimo, promedio o, simplemente, terriblemente
en ese estereotipo; pero son raros). Pero ¿qué pasa promedio? Es un thriller acerca de un profesor negro
con aquellos libros de autores laureados que reciben en la escuela de leyes de Yale con serios problemas.
mano blanda debido a las circunstancias o a la carre- ¡Pulgares arriba! (Lorin Stein reseñando The Empe-
ra del escritor en cuestión? Estoy pensando en la crí- ror of Ocean Park de Stephen L. Carter para la LRB
tica leonina ganada por aquellos escritores que han escribió, “los reseñistas americanos, en parte por su
sufrido el mítico “reconocimiento” por su segundo deferencia a la polémica seria de Carter en cuanto a
libro. Cuanto más éxito tenga el primer libro y más la raza, religión y política, han tendido a tratar The
pública preparación tenga el segundo (idealmente Emperor of Ocean Park como una novela seria, lo que
esta lucha debe tomar al menos una década), es más no es”). O algo cotidiano: ella está en las antologías
cierto que este libro será bien acogido, no impor- de moda, en todas las fotografías, incluso está en una
tando su resultado. Quizá debería admirar esta edu- banda. ¡Pulgares al piso! Aquí la horrible verdad: los
cación crítica, que implicaría que los críticos tienen libros individuales no son reseñados, las carreras
una sincera admiración por los escritores y las duras sí, la gente sí. Como lo señala Stein, The Emperor
demandas de su oficio. Sólo necesito ver aquellos es- of Ocean Park, por el que los publicistas de Carter
critores que hacen su debut con éxito y, sin quedar pagaron un avance que rompió records, está siendo
paralizados por su fama, continúan trabajando inin- vendido por la fuerza del nombre de su autor y sólo
terrumpidamente para producir un segundo libro a secundariamente que se lee el libro. Alguna vez leí
tiempo y el trato que reciben es completamente di- la confesión de un reseñista de que pre-decidió que
ferente y siento que hay algo más complicado y per- no iba a gustarle un libro por la foto del autor en la
verso trabajando aquí que la simple gracia. Los nor- contraportada. Otro reseñista exclamó que toma a
teamericanos prefieren tormentosos perdedores que mal las autoras que salen en fotografías de Vogue.
la confianza excesiva. Las lamentaciones expresivas, El comportamiento crítico de este tipo apoya la
gramaticalmente incorrectas, cuando calificamos creencia (mitad supuesta conspiración, mitad justifi-
mal a un candidato político y lo ponemos con los cada) que hay escritores que serán aceptados y aplau-
pies sobre la tierra, ganan nuestra simpatía y apoyo, didos, sin importar lo que escriban. El mundo de las
mientras que, sin disminuir, la inteligencia coincide reseñas de libros no opera bajo el modelo de la meri-
con la sospecha. No nos gustan los cristianos, pero tocracia. Opera bajo uno aristocrático. Un ejemplo
sí nos gustan los cristianos redimidos (Bush, Gore). de tal autor aristocrático es Richard Ford. He pasa-
Nos gusta una persona que ha fracasado y saber que do largos viajes de metro defendiendo a Ford con
en su ascensión al poder hay una caída implícita. El aquellos que solo han leído sus historias cortas y
mundo de la crítica no es diferente. El debut des- que estaban sorprendidos, e incluso enojados, por el
de la nada o la lucha por regresar. Esas son las dos tratamiento afirmativo que típicamente recibe. Este
posiciones que generan noticias y que, críticamente,
 Mientras que me enloquecen las novelas de Richard Ford (The
un escritor puede llegar a ocupar. Otra historia fácil
Sportswriter e Independence Day están entre mi top cuarenta) no me
de éxito no vale la pena reseñarla, a menos que este
enloquecen sus historias cortas. Como novelista, Ford trasciende los
éxito sea tratado como un fracaso.
prejuicios y fallas de su protagonista; como escritor de historias cortas,
Pero las reseñas que no resaltan una caracterís-
nunca parece hacerlo, y el resultado puede ser, dependiendo del lector,
tica importante de una novela (o que no tratan de
insensible y ofensivo.
  17    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

clima de murmuraciones y resentimientos es parcial- distas a Sifton). La singular queja y punto de Sifton
mente por lo que la reseña de Colson Whitehead a lo largo de mil palabras, y respaldado por muchos
sobre la colección de historias de Ford A Multitude ejemplos convincentes (doce, según mi cuenta) es
of Sins, (NYTBR, 03/02/02) causara tal controversia. que Nesbitt está lleno de metáforas flojas. Bien, ¿si-
La controversia fue, también, en parte originada por guiente punto? No hay siguiente punto, en su lu-
el hecho de que la reseña de Whitehead fuera de tal gar Sifton usa la reseña de Nesbitt como plataforma
sorprendente calibre intelectual. Para los atrinche- para ventilar su devastadora perspectiva sobre los
rados defensores de Ford, la pareja Whitehead-Ford convencionalismos de la escritura y de los escritores
podría recordar la de Wood-Smith en la LRB. El en general, de los cuales tiene una opinión bastante
NYTBR asignó a Ford a un reseñista que era posible- pobre. Escribe sobre la prosa de Nesbitt, “¿Qué es
mente antagónico, o que podía serlo, dado quién es poesía? Nesbitt tomó una maestría en escritura crea-
él (negro, joven y norteño) y quién es Ford (blanco, tiva en la Universidad de Michigan y ahora vive en
viejo, sureño, un poco ignorado). Brooklyn, así que bien podría ser eso… Las historias
Pero Whitehead es claramente fan del Ford no- de Nesbitt, que han aparecido en Harper’s Magazine
velista. Es más, el libro de Ford apareció a la semana y The New Yorker son el tipo de ficción de moda del
siguiente en la barra lateral, la del “Editor’s Choice”. que la gente de Yaddo y Breadloaf podría decir rico
Es poco probable que este encargo fuera hecho con en significado”. Está bien, para que conste, he ido a
afán sensacionalista. Pero la reseña de Whitehead es ambas, Yaddo y Breadloaf, también he tomado un
notable, no sólo por el candor inusual hacia Ford. programa MFA (cierto, vivo en Brooklyn), sin em-
El reseñista hace notar las verdaderas delicias de ese bargo jamás he escuchado a nadie, además de a mi
reinante y formulaico género literario: “la historia amigo el herbolario hippie y a Sifton urdir la frase,
bien hecha”. No es por criticar la “historia bien he- “rico en significado”. Más indignante es que Sifton
cha” pero como en cualquier género tiene sus prac- quiera pasar por listo, mientras se casa con perspec-
ticantes expertos y otros menos efectivos. Y como tivas decididamente anti-intelectuales (dejemos ya
éstos últimos aparecen con más frecuencia que los anti-artisticas). Las únicas frases que Sifton aprue-
primeros, le dan una pobre reputación a las “histo- ba de Nesbitt, “lo mejor del libro” son “escribir un
rias bien hechas”. Los críticos han estado rondando neo-thriller popular para las listas de best-sellers y
las malas historias bien hechas sin conocimiento e Hollywood”. Podría estar mal, pero creo que Sifton,
inarticuladamente desde hace algún tiempo. Porque para variar, no esta siendo justo. ¿Qué es esto, poe-
como este género, en sus presentaciones menos ele- sía? ¡Tráiganme mi Ellroy!
gantes, puede parecer programático, muchos críti- La reseña de Sifton es una más de los muchos
cos se aprestan a culpar a la reciente proliferación ejemplos de antiintelectualismo que he detectado
de programas de literatura creativa por el hecho de recientemente. Sus reseñas son también parte de la
que la ficción devenga en metáfora fácil, en prosa motivación de este ensayo, porque si gente tan lista
presta al error, a mudas epifanías en el párrafo final. y dotada como Sifton están apoyando perspectivas
Los críticos citan los talleres de los Master in Fine que le parecen quedar más a un miembro del gabi-
Arts como algo embarazoso, presuponiendo que los nete de Bush, estamos realmente en problemas. Pasa
graduados de tales programas producen ficción en el tiempo y, de nuevo, veo libros modestos y nada es-
un ambiente infantil y llevados de la mano, negan- pectaculares ser celebrados, mientras que libros más
do cualquier impulso artístico mientras que propor- ambiciosos son vapuleados o ignorados. Quizá sea
cionan una estética corta de miras. (De hecho, los simplemente que la reseña de libros ha involuciona-
talleres no producen los mismos tipos de ficción. La do a un punto en el que éstas funcionan poco más
verdad es que sólo cierto tipo de ficción tiene una que como publicidad con pose de crítica, en el que
buena oportunidad de ser publicada. Si los críticos los únicos libros candidatos a ser ratificados por la
quieren un hueso que roer, quizá deberían llevar sus crítica son aquellos que prometen ser ratificados por
quejas directamente a las casas editoriales.) el mercado. Pero creo que hay algo más siniestro en
Sam Sifton, en el proceso de reseñar el libro de marcha, un miedo apoyado por el extremo, y esca-
Mark Nesbitt, Gigantic, para el NYTBR (03/31/02), samente disfrazado, desdén crítico por la ambición
encontró la forma de difamar los programas de MFA intelectual.
y todos los talleres literarios existentes, incluso los de
 Por “ambición intelectual” no quiero decir la escritura tipo “sé
su propio distrito en Nueva York, conocido por su
que estoy a punto de escribir algo inteligente y soy lo suficientemente
reciente inmigración de artistas (repulsivos vanguar-
listo para establecer cierta distancia irónica sobre ello mientras lo escri-
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Regresemos a Rick Moody y su libro, The Black alcanza la perfección, sin embargo no entiendo por
Veil: A Memoir, with Digressions, que intenta mezclar qué tales fallos son tomados con tanto rencor, cuan-
la experiencia personal con la crítica literaria sobre do los bajos vuelos resultado de la mediocridad pa-
Nathaniel Hawthorne. Moody, un escritor impulsi- san de largo. No entiendo por qué los libros no son
vamente literario, recibió críticas positivas y algunas criticados por ser poco ambiciosos, por jugar seguro
no tanto. En otras palabras: lo habitual. Lo que no y no atreverse a tomar riesgos. Si hay dialéctica entre
resultó tan habitual fue que muchas de las reseñas los críticos y los escritores que revisan, ¿no se supo-
“no tan positivas” resultaron las evisceraciones más ne que sea parte implícita en su trabajo? Para que,
salvajes y exultantes que he leído, hasta culminar en como dice Harold Bloom, “promuevan una lucha
la diatriba de Peck en The New Republic. Los críti- que es una provocación a la grandeza”. Pero la única
cos parecían ávidos de castigar a Moody por lo que provocación que veo es la provocación a escribir li-
vieron de risible, y hasta de ofensivo, presuntuoso bros que se convertirán en bestsellers. Stephen King
y pomposo. Quizá fuera cierto. Un escritor que co- y John Grisham y ahora Stephen L. Carter tienen un
nozco dijo “Moody lo veía venir”. Había demasiada tratamiento literario favorable y serio por sus nove-
fama, demasiado Moody en cada nicho de las huma- las de género mientras que novelas más ambiciosas
nidades (literatura, cine, radio, religión). Los críti- son perversamente atacadas o, con más frecuencia,
cos saboreaban la oportunidad de noquear a Moody, ignoradas olímpicamente. ¿No hay algo mal en esa
porque no había sufrido durante una década por el imagen?
libro, que lo hubiera pospuesto mientras abría para Edmund Wilson pensaría lo mismo. Wilson
The Magnetic Fields y aparecía en la junta directiva hizo un intento serio, aunque humorístico –de he-
de todas y cada una de las fundaciones literarias. cho bajo el influjo de cartas perniciosas que recibió
Y aunque se investigue exhaustivamente a la hizo tres intentos- por entender la popular historia
persona sobre la que se va a escribir (y el género: policíaca que triunfaba en los Estados Unidos en los
los críticos han sido bastante claros sobre lo cansa- años cuarenta. Escribe de Flowers for the Judge, de la
dos que están de las memorias hechas por jóvenes, señorita Margery Allingham:
o medianamente jóvenes), el mensaje de adverten-
cia es: si tratas de ser demasiado ambicioso, y fallas, “Encuentro esta historia completamente impo-
te darán de nalgadas. Serás el hazmerreír. Porque sible de leer. La historia y la escritura son tan opacas
salvo los pocos escritores afortunados que se salen y muertas que no pude mantener mi mente en la
del radar (cada época tiene que cultivar uno o dos página. ¿Cómo te puede importar quien cometió un
genios para sentirse notable), la ambición no es el asesinato que no ha ocurrido porque el escritor no
tipo de cosa en que los críticos norteamericanos sean tiene la más mínima habilidad para persuadirte de
parciales, por lo general. La ambición es exasperan- verlo o sentirlo? ¿Cómo puedes probar las posibili-
te. ¿Qué tan seguido se lee sobre un libro descrito dades de la culpa en personajes que parecen todos el
como “excesivamente ambicioso”? ¿Por qué no pue- mismo porque son simples nombres en una pagina?
de simplemente ser ambicioso? Para mí, “ambicioso” Fue entonces cuando comprendí que el verdadero
implica el acto que espera superar las expectativas. degustador de este tipo de escritura debe tener la
Frecuentemente describo Underworld de Don De- capacidad de suspender las demandas de su imagi-
Lillo como “ambicioso”, queriendo decir que fue nación y gusto literario para tratar el tema como un
grandiosamente concebido y fabulosamente imper- problema intelectual. Cómo llegar a ese estado men-
fecto por ello. ¿No es “excesivamente ambicioso” tal es lo que no entiendo”.
redundante, y con un tinte peyorativo? La implica-
ción es que el escritor ha excedido sus límites, que Wilson puede ser irritante e incluso voluntaria-
ha caído víctima de su propia arrogancia creativa o mente ingenuo, sí, puede ser obtuso –describe el li-
intelectual. Que merece ser fusilado. Pero ¿por qué bro de la señorita Allingham como “uno de los libros
es tanta aspiración una cosa negativa? ¿Por qué causa más opacos que he encontrado en cualquier cam-
incomodidad a los críticos? La ambición raramente po… la primera parte es acerca de tocar las campanas
como en las iglesias sajonas”- pero bajo sus vívidos
bo”. No estoy hablando de la veneración autocomplaciente de la in-
comentarios hay más que un bromista pavoneándo-
teligencia, no importa qué tan gimnástica. Eso es exhibicionismo sin
se para parecer malhumorado e inteligente. Es un
propósito literario o emocional, y hoy día es tan poco ambicioso como
crítico con altos estándares, quizá ingenuamente
original.
altos, sin embargo estos estándares pueden ser re-
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ducidos a la necesidad más elemental de preocupar- do… La ventaja, si se puede describir como tal… es
se por los conflictos y personajes sobre los que está que el falso propósito ha sido al menos inventado
leyendo. Demuestra un punto que no está limitado por el hombre, y uno puede desmenuzarlo para re-
a aquellos preocupados con el hacer y preservar el velar el sinsentido”. Esta frase es de un hombre que
arte más pretencioso. Quiere algo tan simple y estú- describe el cantar en un coro en la catedral como
pidamente humano como una conexión emocional “una experiencia irrecuperable, un jardín perdido”.
con los personajes. Lo que comienza como una pre- Wood, sospecho, como Wilson, quiere desesperada-
misa cómica –un hombre muy muy listo tratando mente preocuparse por algo o “alguien”, incluso si
de entender, y fracasando, las propuestas de ficción ese alguien es sólo un personaje en un libro (Dios,
menos sofisticadas- termina con una seria nota de Emma Bovary, quien sea). Si Dios ha fallado en
advertencia para los lectores acerca del daño irrepa- otorgarle éxtasis, buscará ese éxtasis en la negativa de
rable que sería rebajar sus estándares. No tenemos a Dios. Lo mismo podría decirse de su ocasionalmente
Bunny Wilson en nuestros días, pero gracias a Dios vituperativa aproximación a la literatura. Su necesi-
tenemos al inmejorable Daniel Mendelsohn, un crí- dad de creer está tan entrelazada con su incapacidad
tico que es impenetrable al lavado de cerebros de para creer y esa insistencia en creer en tal incapaci-
la publicidad, a las tendencias literarias o a las opi- dad, porque una vez que se es creyente, siempre se es
niones de otros críticos. Un erudito amante de la creyente. El destino es intrínseco a su intelecto. Su
literatura (es un clasicista) que tiene el más alto de desencanto es parte y parcela de su regocijo.
los estándares y, sin embargo, no es snob. Se acerca Esta es una distinción importante porque no sé
a los libros no sólo como un intelectual, sino como cuántos críticos creen cuando se trata de literatu-
un lector. En otras palabras, se siente el regocijo en ra. Lo peor, me temo, es que las reseñas son sólo la
su trabajo, tanto como sus facultades analíticas. Sus oportunidad para que un crítico intente la comedia,
reseñas son generosas, impresionantemente sustanti- y parezca gracioso y listo y un poco malo, sin in-
vas, persuasivas y meticulosas. También están llenas tentar comprometerse con ideales más altos ni tan
de preocupación, aunque él particularmente se “pre- siquiera intentar entender lo que un libro está tra-
ocupe” por el libro en cuestión, pero, como queda tando de hacer, aunque lo haga mal. Es la sagacidad
de manifiesto, se preocupa de la literatura. por la sagacidad, la hostilidad por la hostilidad. Esta
La pasión de Wilson y Mendelsohn, y su in- hostilidad es, sospecho, hija bastarda de las básculas
quebrantable fe en la literatura me devuelve a James para pesar moscas de Orwell. Lo llamo Snark, y se
Wood. Admito que estoy obsesionada con él. Pue- ha infiltrado con velocidad alarmante en la comu-
den llamarlo enamoramiento intelectual. Porque, nidad de reseñistas, penetrando en las páginas de
dejando a un lado el incidente Smith, me encuentro muchas publicaciones y no sólo en The New York
invirtiendo, quizá enfermizamente, un montón de Observer o en The New York Press, los posibles labo-
esperanzas en el tipo. Wood es un tipo difícil, sí, es ratorios de este desorden. Sí, quizá esta sea la única
malencarado e irritable, y se equivoca en su entu- respuesta cuerda a un mundo editorial naturalmente
siasmo por la literatura más contemporánea, excepto inclinado a la exageración y a la generalización de
por W.G. Sebald, pero argumentaré que su dureza un modo histérico. Todos los escritores que usan la
es un crimen idealista, idealismo que es bastante metáfora ocasional son Faulkner (hace una década
evidente en su libro The Broken Estate. No evito un eran García Márquez). El resto son DeLillo, si son
análisis fácil, pero Wood ofrece una clave (quizá) al desapasionados urbanistas americanos, o Barthelme,
tono de morbosa exaltación que marcan sus críticas si sus historias son exuberantemente raras (o Beckett
en un pequeño ensayo. Educado por padres evange- si son raras y obscuramente cómicas, o Kafka si son
listas en Inglaterra, Wood fue testigo presencial de raras y depresivas y plagadas de futilidad, o Mala-
una versión fervorosa del cristianismo, que incluía mud si son raras y judías) o McCarthy si escriben
lamentaciones, danzas y hablar en lenguas, un ex- sobre el Oeste, u O’Connor si son desoladoras, su-
tremo terrible de la devoción al que respondió con reñas y femeninas, o Cheever si sus personajes viven
“miedo y evasivas”. Señala lo liberador que fue cuan- en pequeños suburbios, beben cócteles y se enredan
do a la edad de quince “me separé de la fe en Dios.” en relaciones adúlteras sin destino, o Dickens si sus
Es importante, sin embargo, notar que su rechazo a libros son largos y habitados por un montón de
un sistema de creencias fuera suplantado por otra: personajes de nombres exóticos, o Carver si apenas
el ateismo. “El verdadero ateismo entiende las obli- se usan palabras. Pero no importa cómo o qué se
gaciones de la revolución negativa que ha comenza- escriba, siempre son “distinguidas nuevas voces en
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ficción”, siempre son “sorprendentes” e “impresio- man Podhoretz publicado en 1963 y encontraremos
nantes” y “fieramente originales.” (Como Gaddis el camino que una figura crítica controversial y radi-
nos recuerda, “la gente más original se ve forzada a cal (es decir alguien no precisamente conocido por
dedicarse todo el tiempo al plagio” en cuyo caso lo su tacto, su genio, su lealtad o consistencia) sigue
“ferozmente original” quizá tenga algo de peso.) Si para reprobar a Updike. Sí, y en un grado brutal y
el Snark es una reacción a este diáfano e insultan- excesivo, pero sin caer nunca en digresiones vacías,
te nivel de hipérbole, bien. Pero al escritor que es snárkicas o planas. Wood es perverso, en ocasiones
un peón en este sistema, que apenas tiene opinión malvado, pero nunca snárkico. Está perpetuamen-
sobre el diseño de la cubierta de su libro o incluso te decepcionado con “nosotros” (Si tú eres escritor,
su título, quien nunca sería tan presuntuoso para incluso si no eres aquel sobre el que ha escrito, no
compararse con un Dickens, ¿debería adjudicársele puedes sino sentir que le has decepcionado). Lo
este desdén? (Los escritores también se convierten en que, ciertamente, es mejor que ser demasiado usa-
peones de la reseña “llama y responde” que ocurre do como un escape irritante, demasiado desdeñado
entre publicaciones rivales. La revista Time imprime de la ficción de ser mas que un puñado de clichés
una reseña deslumbrante y Newsweek responde con tirados en un mal ensayo (“MFA chupa pulgares”
una desfavorable) otra frase de Sifton) y llamarlo crítica. Wood hace
Otra teoría sobre el Snark. Quizá el Snark fue un enojar a las personas, sí, pero tras sus sonoras quejas
intento crítico de competir con el entretenimiento, normalmente deja espacio para el dialogo con él, lo
con los Anthony Lanes del mundo, críticos que es- que indica que hay algo por aclarar. Por ejemplo, sus
criben hilarantes reseñas ligeras acerca de películas quejas están basadas en un sistema de creencias sóli-
que sin embargo va a vender millones de entradas y damente sostenidas (y sentidas) y es un intelectual,
ganar doce Oscares. Lane y Denby nos hacen sentir lo que indica que está obligado a defender ese siste-
cómodos expatriados en un país de estándares más ma de creencias. Lo mismo podría decirse de Wilson
altos. Somos una alegre minoría. Nosotros también al igual que de McCarthy. Cada una de sus reseñas,
vemos esas películas. Los reseñistas que adoptan este no importa qué tan intencionadamente inflamadas,
tono cuando reseñan ficción literaria son tan cómi- están escritas bajo un intento de separar el bien del
cos como marcadores de reses. Como resultado, ga- mal, no importando qué tan “mal” estén algunas ve-
rantizan que un libro cuyas ventas estimadas eran ces. Su trabajo se apoya en una creencia optimista
de 4,000 copias, venda ahora 800. Y nadie leerá ese de que la ficción es algo que todavía vale la pena,
libro, ni siquiera los tipos que ven Titanic con una aunque no sea lo más grande de la cultura. La dife-
sonrisa. rencia, sospecho, es que Podhoretz y Wilson y Wood
Lo que más me asusta es cómo el Snark está y McCarthy y Whitehead y Mendelsohn saben de lo
perpetuado en mordisquitos de Snark, fragmentos, que están hablando mientras que el Snark es pres-
porciones de ensayos, artículos, entrevistas, tomadas cindible. El Snark, creo, es una burla, sabiendo el
fuera de contexto para mostrar al autor a la peor luz tono frecuentemente usado para enmascarar la falta
posible. Pequeños bombones de malicia saboreados de información sobre los libros.
por The New York Observer, New York Magazine, The Muchos libros son reseñados por gente que no
New York Post. Por desgracia, la mayoría de los lecto- lee libros a menos que los estén reseñando. Lecto-
res no van a la fuente original para determinar lo que res experimentados y comprometidos, esos pocos
el artículo en cuestión estaba intentando decir. El que creen que hay algo allá afuera, han perdido sus
mordisquito de Snark suplanta el artículo original.
 Un montón de libros son reseñados por aquellas personas cuya
La intención del autor es reducida a chisme.
principal condición es que son los menos capaces de “tomar” el libro en
Para ser clara: no estoy a favor de un clima sin
cuestión; un libro académico es reseñado por un escritor de ficción que
crítica en el que te sientas bien, en que todos los li-
se queja de que el libro es “académico”. Una novela concerniente más al
bros ambiciosos reciban un trato especial sólo porque
lenguaje que a la intriga es comentada por un columnista de decoración
son “literarios” (me doy cuenta de lo ambiguo del
de casas que se queja acerca de que a los personajes le hace falta historia.
término), simplemente pido que leamos entre líneas
Mientras esta desconexión parece ser entretenida e incluso postmoderna
y veamos qué sistema de valoración están utilizando
(mezclando altos y bajos estándares) para los editores, el resultado es
estas reseñas. Me imagino que lo snárkico siempre
raramente esclarecedor y tiene poco valor como entretenimiento. Los
ha estado por aquí, si no activa sí pasivamente, pero
lectores normalmente terminan odiando al autor e, incluso, al reseñista
debo argumentar que los críticos con poder nunca
hostil.
lo emplearon. Lean “A Dissent on Updike” de Nor-
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empleos por los predominantes adjuntos de la cul- venganzas o para lamer suelas, sino para el diálogo.
tura (reseñas de TV, películas o comida) y son ellos Quiero darle límites elásticos a un foro para intro-
a quienes, sospecho, que los editores creen posible ducir ideas de manera cívica y seria y recordarle a la
coercionar la lectura, si no hacia el libro en cuestión gente los escritores que han sido ignorados, el mes
sí a sus revistas. Para ser justos: con los disminui- pasado o hace treinta años.
dos espacios para la reseña de libros, muchos de esos Para terminar, me gustaría exhortar a los lectores
críticos de otros medios buscaron trabajo en cam- –y, por extensión, a los escritores- a ir más allá de
pos con mejores oportunidades. Porque no siempre las nociones habituales de lo que es accesible o po-
lo snárkico enmascara la falta de conocimiento. El sible. Para recordar mi obsesión con el problema del
Snark ha infectado incluso al reseñista más libresco. servicio, quiero invitar a los lectores a probar libros
La conclusión es esta: el Snark es un desorden que de otro modo nunca hubieran abierto o de los
reflexivo, aunque los que lo utilizan se percaten o no. que ni siquiera hubieran oído. Quiero promover una
El sinsentido de la ficción sólo regresa para sugerir lucha que sea una provocación a la grandeza. Wilson
el sinsentido del comentarista. La pregunta real es: si escribió en 1944 sobre Joyce y el Finnegans Wake, “no
tú no crees en esto, ¿en qué crees? ¿Qué es lo que te niego que es tedioso por momentos. Pero es emo-
importa? ¿Cuál es el propósito de esta limpieza des- cionante, es una experiencia única encontrar páginas
tructiva, si no tienes algo que sugerir en su lugar, sal- que nos parecían insignificantes empezar a vivir, lle-
vo tu progreso profesional? Leyendo muchas reseñas nas de energía, genialidad, pasión. La oportunidad
estos días (las que no son regurgitados de boletines de estar entre los primeros en explorar las maravillas
de prensa, otras que son supuestamente “criticas”) he de Finnegans Wake es uno de los pocos placeres in-
sentido cómo el polvo se va acumulando en el pai- telectuales y estéticos que he tenido estos últimos
saje desolado, en que nada crece, en que nada puede años lamentables”. Estamos hoy en medio de algu-
crecer. Y esto lo que me deprime y después me enoja nos años lamentables. Está bien artísticamente, pero
y después me anima por las posibilidades que cada culturalmente o políticamente, sospecho, hemos es-
baldío sugiere. Como Wood, entonces, encontraré tado en años muy lamentables. Si nunca antes se han
inspiración a través del desencanto. tenido menos oportunidades para críticos y artistas,
Pero es retórico e inútil preguntar a “otra perso- quizá sería igualmente verdadero decir que nunca
na” en lo que cree. Quizá las únicas preguntas que haya habido más. Esta es una era en la que el desen-
tengo derecho a hacer son: ¿en qué creo? ¿Qué es lo canto y alegría van de la mano. Si usted no es Heidi
que me importa? Julavits, haga clic aquí. Pero lo soy y no reniego. Ade-
Y podría decir, en general, que creo que la litera- más, tengo esos tres centavos sonando en el bolsillo
tura tiene un valor intrínseco, y que empleo justicia y ansío apostarlos a un último caballo.HC
y rigor cuando evalúo el éxito o fracaso del proyecto
de un autor. Se están escribiendo libros interesan-
tes, libros que no están avalados por el mercado y
hay muchos críticos-lectores capaces de escribir so-
bre ellos, gente cuya principal característica es que
se preocupan seriamente por los libros. Como dice
Orwell, “y eso no significa ni altos ni bajos están-
dares culturales, sino estándares elásticos”. También
creo (quizá ingenuamente) que hay un modo de in-
sistir en estándares más rigurosos para los escrito-
res-reseñistas, sin que teman que nunca tendrán una
Guggenheim o una beca del National Endowment HEIDI JULAVITS nació en Portland, Maine. Es
for Arts, o una membresía en MacDowell Colony, o coeditora de la revista The Believer. Ha escrito las
cualquier otro premio por el resto de sus días. No lo novelas The Mineral Palace y The Effect of Living
“merecerían”. Si un libro es tratado respetuosamen- Backwards. Ha publicado cuentos en McSweeney’s,
Zoetrope, Squire, Story, entre otras revistas. Otros
te, y a conciencia, no debería deducirse que haya un
textos suyos han aparecido en Harper’s Bazaar, Gla-
castigo implícito para el reseñista. Y, quizá, sirviendo mour, Time y The New York Times Book Review.
a nuestra “profesión”, todos deberíamos crecer un El texto que publicamos apareció en el primer nú-
poco más, escritores y reseñistas por igual. Las re- mero de The Believer.
señas deberían ser una ocasión, no para lágrimas o
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Creacionistas
E. L. Doctorow

Traducción de José Luis Justes Amador del hecho de que la devoción a Dios no está exenta
del uso de estrategias narrativas.

L
Si no en toda la narrativa, pero sí en todas las
a versión de la Biblia del rey James, una historias de misterio, el escritor funciona de atrás
traducción de principios del siglo XVII, hacia adelante. Se conoce el final y la historia está
parece, por la que ahora es su venerable diseñada para llegar a ese final. Si ya sabemos que los
dicción, que añadió lustre poético a los habitantes del mundo hablan muchos idiomas, ese
cuentos, genealogías y pactos antiguos es el fin de la historia. La historia de la Torre de Ba-
del original. Es la versión que citan los bel es lo que nos lleva hasta ahí. El final que conoce-
predicadores que creen en la divinidad mos de la vida es la muerte: la historia de Adán y Eva
del texto. En verdad, para los cuatro primeros ca- y la fruta prohibida del árbol del conocimiento del
pítulos del Génesis, en los que se crea el mundo, se bien y del mal es lo que lleva a semejante final. ¿Por
puebla y Adán y Eva son expulsados del Paraíso, no qué sufrimos, por qué morimos? Bueno, verás, había
podía haber nada más apropiado que el lenguaje de un jardín… La historia ha convertido la condición
la época de Shakespeare. Esta versión no sufre con humana en una narrativa de cómo llegó a ser lo que
las inconsistencias o las contradicciones del texto, es. Ha usado el conflicto y el suspense para crear una
más de lo que sufren el críptico hebreo antiguo o el estructura moral para el ser. Y al sugerir que las cosas
errático griego del que deriva. Una vez que se asume, hubieran sido diferentes para la humanidad si no se
poéticamente, la autoría divina, es sólo nuestro en- hubieran comido el fruto ha, no sin conflicto, per-
tendimiento el que resulta imperfecto. mitido la fantástica revisión subsiguiente de quienes
leyeron la historia del pecado original.
Pero cuando se lee sobre los mismos asuntos en
la dicción contemporánea de la edición revisada, la También se trabaja lo artístico en la bendición
voz jacobea de la sagrada escritura no es la que se que el agonizante Jacob deposita en sus doce hijos.
oye. En el plano inglés moderno, el Génesis, especial- Cada bendición, un acertado juicio sobre el carácter,
mente cuando habla del diluvio y de la torre de Ba- explicará el destino de las doce tribus encabezadas
bel y de las vidas de Abraham, Sara, Isaac y Rebeca, por sus hijos. Se inventa un principio para cada una
y después, con más detalle, de las aventuras de Jacob de las tribus históricas cuyo final el escritor ya cono-
y Raquel y de José y sus hermanos, parece ser cons- ce. No importa que entendamos que, según las tesis
ciente de la tradición oral de la narrativa preliteraria documentales sobre las fuentes de la Biblia, después
de la que salieron los documentos bíblicos, en una de todo, es el trabajo de varios narradores y editores
época en la que la historia y la educación moral, la y los diferentes hijos son líderes según su padre de-
genealogía, la ley, la ciencia y las momentáneas con- pendiendo de que escritor nos cuente la historia. El
frontaciones con Dios, no se registraban en papiro carácter es destino. Y la vida bajo Dios es siempre
o en placas de arcilla, sino que se conservaban en una alegoría.
la memoria para su transmisión por generaciones y
generaciones de narradores. Y así el Génesis en la edi- Otra venerable práctica narrativa es la apropia-
ción revisada es más hogareño, más parecido a una ción de una historia ya existente. Conocido como
colección de cuentos sobre gente intentando arreglar adaptación es el principio de un comunismo lite-
las cosas. rario que nos permite usar los mitos, las legendas
y las historias de otros pueblos de modo que nos
El lector contemporáneo haría bien en leer al sirvan: Shakespeare basándose en las Crónicas de
mismo tiempo la versión del rey James y la edición Hollinshed, por ejemplo, lo que debería, en justicia,
revisada. Ciertas verdades, en doble versión, vienen haberle predispuesto a compartir los beneficios. En
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el Génesis, los antiguos escribas han retrabajado la busca, ofreciéndole agua de su cántaro y cuidando
historia del diluvio que ya antes había estado conta- sus camellos… pero que años después, como madre
da en Mesopotamia y Sumeria, incluyendo la vívida de Jacob, ayuda con astucia a su hijo para que le
descripción de Gilgamesh. Y aunque la historia es la arrebate a Esaú el patrimonio al que tenía derecho.
misma, los significados que resuenan son diferentes
como corresponde a cualquier adaptación. Noé no En general, la vida de familia no parece encajar
tiene precedentes como hombre temeroso de Dios, mucho en estas generaciones fundacionales. Em-
el hombre justo sobre la tierra… que puede, sin em- pezando con Caín y Abel y continuando hasta los
bargo, beber un poco más vino del conveniente. Y el tiempos de José, los hermanos de la Biblia, como
Dios del Génesis es una presencia que va más allá de los hermanos de los cuentos de hadas, parece que
la concepción de la épica sumeria. tiene carencia del espíritu fraternal. Las esposas que
no son lo suficientemente fértiles alientan a las es-
La cosmología del Génesis es hermosa y por todo clavas hacia sus maridos con el propósito de la im-
lo que sabemos puede resultar que sea tan metafó- pregnación y después se ponen celosas de ellas y las
ricamente presciente, como algunos creyentes creen destierran. Parece que hay dos tipos de esposa, alta
que es. Uno imagina a los antiguos contadores de y baja, siendo Hagar y Lea ejemplos de la baja, y
historias pactando aquello con lo que van a trabajar: que el rencor y resentimiento que esto crea se puede
el día y la noche, la tierra y el mar, el cielo y la tierra, palpar. En general, las mujeres del Génesis puede que
los árboles cargados de fruta, las plantas cargadas de estén sujetas a un destino exclusivamente biológico
semillas, los animales salvajes, los animales domésti- como es el de tener hijos. La suya es una sociedad
cos, los pájaros, los peces y todo lo que se arrastra. nómada que, para sobrevivir, tiene que ser fructífera,
En sus brillantes imaginaciones, inflamadas de amor y los reinos de tiendas en que vivían eran machis-
y temor de Dios, parece más que probable que esos tas sin duda, pero el lector moderno no puede dejar
elementos y formas de vida, esta organización de de asombrarse con alivio de ver hasta que punto las
lo animado y lo inanimado, hubieran sido produ- mujeres eran capaces de manipular las cosas.

E
cidos por un caos de materia negra indeterminada
con una intención espiritual (ahí es donde termina s en las páginas del Génesis donde se na-
la historia) y que eso, el separar el día de la noche, rran dos de los tres grandes pactos entre
el aire de las aguas, la tierra del cielo, una cosa de Dios y la humanidad. Tras el diluvio, Dios
otra, había sido proceso de una voluntad, en una le asegura a Noé que no volverá a mandar
secuencia de, probablemente, seis días, culminando otro diluvio a la humanidad. El signo de
en la raza humana. este pacto será el arco iris entre las nubes. Después,
Dios le ordena a Abraham que se asiente en Caná
Cualquier escritor debe asombrarse de la fuerza donde le asegura que será el padre de muchas nacio-
eterna de las historias del Génesis que han pasado por nes. La circuncisión es el modo por el que Abraham
los embellecedores poderes de la transmisión oral y y sus descendientes señalarían que el pacto se man-
de las culturas, a través de multitud de idiomas, de tiene. Es sólo en el libro siguiente, Éxodo, cuando el
miles de años. Son un esfuerzo grupal pero no tie- elemento final de la religión pactada, los diez man-
nen esa monotonía burocrática que se esperaría en damientos, se le dará al pueblo a través de Moisés.
las colaboraciones escritas. Una razón de esto debe Es entonces cuando Dios será conocido como Yahvé
ser la sabiduría de los últimos escribas al dejar intac- y el sabbath, una simulación del día de descanso de
tas en la página esas crónicas sobre las que se sentían Dios tras la creación, se identificará como signo.
obligados a trabajar. Como resultado tenemos más
de un punto de vista lo que nos da un efecto, al re- Además de la profundidad religiosa, esta serie de
tratar al personaje, de una redondez o ambigüedad intercambios graduales entre Dios y el hombre tiene
dada que reconocemos como realismo. Pensemos en que recordarnos la lucha por la identidad, distintiva,
Jacob, por ejemplo, que pelea con Dios o con su re- del hombre en medio de una vida brutal y precaria.
presentante y recibe el nombre de Israel pero que es Era la era de bronce. Las generaciones de Abraham
obligado en su vida dos veces a actos decepcionan- eran nómadas en el desierto, desterrados que vivían
tes, con su hermano Esaú, con su padre Isaac. O la en tiendas, mientras que civilizaciones como la egip-
amorosa y gentil Rebeca que como doncella desplie- cia vivía en ciudades que eran el corazón de la ci-
ga la generosidad inocente que el siervo de Abraham vilización. El territorio de diversidad étnica al que
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Abraham y su descendencia eran llamados, estaba


infestado de amoritas y otras tribus de Caná. Con
circunstancias tan difíciles se entiende que el deseo
de los nómadas abrahamitas fuera el de ser el pueblo
elegido, viviendo en un estado de consecuencia mo-
ral que les hiciera tener un Dios en lugar de varios
y que encontraran en la singularidad y totalidad de
Éste su solaz y su fuerza. Pero lo que hicieron fue
una genialidad y significó un avance considerable en
el desarrollo de la carrera moral de la raza humana.

Porque, finalmente, como estrategia literaria es


la invención del personaje lo que más cuenta y en
la narrativa del Génesis es Dios mismo el personaje
más complejo y atractivo. Parece que, a veces, tie-
ne problemas y conflictos, como si se moviera con
sentimientos humanos, como los seres humanos que
Él mismo ha creado. La personalidad de Dios no
puede ser más que dicho conjunto de rasgos en un
texto teológico que declara que estamos hechos a Su
imagen y semejanza. Hay una implicación clarísima
de codependencia. Y no hay duda de que algo del
incentivo de esta idea fue expresado por el difunto
rabino Abraham Joshua Heschel: la inmanencia de
Dios, Su existencia en nosotros, se manifiesta en la
bondad de las obras humanas, en los mitzvoth (o
buenas acciones) que reflejan Su naturaleza. “La re-
verencia…” dice el rabino, “es el descubrimiento de
que el mundo es una alusión a Dios”. Y por eso en
la reverencia y en la acción ética se encuentran nues-
tras mentes conflictuadas la santidad o, al menos,
la hacen. Reconocer la gloria de Dios es, con toda
seguridad, nuestra redención, y nuestra redención
es, con toda seguridad, la Suya.HC

E. L. DOCTOROW nació en 1931 en Nueva York.


Es autor de The Book of Daniel, Ragtime, Lives of the
Poets: Six Stories and a Novella, entre otros.
Sus últimos libros son la novela histórica The March,
y Creationists: Selected Essays 1993-2006.
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Ficción
Tulipanes para Zamudio
Javier González Cozzolino

D
escendían por el paso bajo nivel -Qué.
de la calle Yatay. Silvita canturreaba -Te quiero mucho.
la música de la radio y desde atrás -También yo, mi princesita.
le llegaba a Zamudio la voz aguda Después del almuerzo y la torta de cumpleaños,
de Silvita. los tres Zamudio menores continuaron con su abue-
-Miren -dijo la mamá de Zamudio la. Silvita le había preparado a Zamudio una sorpre-
soltando una mano del volante. Por sa. Serían apenas dos noches en una isla del Tigre.
encima del paso bajo nivel, en eso que era puente Mientras armaban el bolso, ella contó que el lugar
ferroviario sobre la calle, pasaba la formación azul y era alemán.
blanca-. Ahora escuchen -siguió diciendo la mamá, -Alpenhaus -dijo-. Haus, no en inglés, hache, a,
su automóvil verde bajo el puente-. Y ahora miren u, ese.
hacia atrás… Había contratado el pack romántico y hoy y ma-
-Quetrén quetrén -dijo Zamudio a sus hijos-. ñana serían noches románticas: cena a la luz de las
Quetrén quetrén… velas, champaña y bombones para llevar a la habita-
-¡Uauuu! -El mayor de los Zamudio.- ¡Es larguí- ción; desayuno incluido…, también flores.
simo! Viajaron en subterráneo desde el departamento
Silvita había dejado de canturrear. Sostenía con de la calle Peluffo hacia Retiro. Allí tomaron el tren,
el brazo izquierdo a la niña Zamudio por la espalda; y en la estación fluvial del Tigre, la lancha colectivo
el otro brazo cargaba a Zamudio el menor, el bebé. de las seis de la tarde. Embarcados, Zamudio llamó
La niña Zamudio se había puesto de pie sobre el a su mamá, preguntó por los chicos.
asiento trasero y miraba hacia la parte posterior del -Está todo bien. Vino Luisa -dijo la mamá de
auto como su hermano mayor. El tren azul y blanco Zamudio.
era larguísimo. Luisa era la mucama de la mamá de Zamudio.
-¿Como cuántos dedos, papá? -preguntó Zamu- Una mujer robusta que limpiaba muy bien los ba-
dio el mayor. ños, pero a la que Zamudio no imaginaba cuidando
-Así -respondió Zamudio desde adelante, mar- criaturas; tampoco imaginaba la pericia de su mamá
cando la cifra con ocho dedos-. Muchos vagones - en esos trajines. Silvita en el tren le había pedido que
dijo torciendo el pescuezo. le diese la oportunidad.
La mamá de Zamudio había reservado mesa en -Ella no me cuidaba. No es mala, pero no me
un restaurante de Palermo. Todos parecían felices. cuidaba. El que siempre me cuidó fue papá -había
También Zamudio: había llegado a los treinta y dos contestado Zamudio.
años con una mujer y tres hijos; su fracaso como pe- La socia de Silvita le había prestado a Silvita la
riodista quedaba en segundo plano si pensaba en esas cámara digital, una sony. Silvita jugaba con la cá-
cosas: una vida monótona pero feliz -debía ser feliz-, mara. Sacaba fotografías a Zamudio, al agua, a los
sin redacciones de diarios ni trasnoches ni bohemia barcos encallados en el río Sarmiento.
ni notas de tapa ni ninguna otra justificación a su -En Alpenhaus hacen el October Fest -dijo-. Di-
estudio en la escuela de periodismo, pero asistiendo cen que es muy lindo.
a su madre en el estudio jurídico y diciendolés a los El agua era marrón o de a momentos gris. El
hijos, a Silvita, Los quiero, los quiero mucho. Debía timonero de la lancha colectivo tocaba bocina a los
mirarle el lado positivo a las cosas. Debía parecer conocidos de botes y lanchas con que cruzaba. El
feliz. Sosegadamente feliz. pasaje mayormente era isleño: hombres morochos,
-Papá -dijo la niña Zamudio. mujeres morochas, chicos morochos, perros sin raza
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en el techo. chica recepcionista nombró el apellido de la reserva


-No hay iglesias -dijo Zamudio-. Me preguntaba a una de las mujeres, Silvita y Zamudio observaron
cómo harán para ir a misa. que los tres alemanes los saludaban con la cabeza,
-No creo que vayan a misa. sonrientes; vieron también que la chica recepcionis-
Doblaron por el río Capitán. Sobre las orillas de ta recibía lo que serían indicaciones y que ya regresa-
ese río había casas estilo inglés muy lindas y muelles ba a su encuentro para pedirles que la siguieran.
de madera y garajes en rampa para las embarcacio- De camino a la habitación para las noches ro-
nes; en la medida en que se alejaban del Tigre el pai- mánticas, Silvita tomó de la mano a Zamudio, le
saje se hacía vez a vez más tupido. preguntó si le gustaba la sorpresa, el regalo, la idea.
-¿Sabés cuánto dura el viaje? -preguntó Zamu- Zamudio contestó que sí, pero que le seguían pre-
dio. ocupando mucho los chicos.
-Una hora, más o menos -contestó Silvita, de- Subiendo la escalera hacia la puerta del bunga-
jando la cámara sobre su falda para apoyar la cabe- low, otra vez habló con su mamá.
za en el hombro de su agasajado-. Van a estar bien. -¿Y dónde va dormir el chiquilín? ¿Y los otros?
Quedate tranquilo. -Silencio.- ¡Pero para qué le dijiste que se quede a
-Ojalá -dijo Zamudio. dormir! -Otro silencio.- Está bien, mamá, yo estoy
Hasta ese fin de semana Silvita había elegido la todo el tiempo con el teléfono encima. Cualquier
omisión del fracaso de Zamudio, no pensar en esas cosa me avisás. Por favor.
cosas; era capaz de gastarse cien, doscientos dólares, Luego explicó a Silvita que Luisa se quedaría a
para halagarlo; era capaz de soslayar lo evidente, has- dormir en la casa de su mamá, que no le agradaba
ta de ir a misa si él se lo pedía. que Luisa se quedara a dormir, que compartiera la
La lancha colectivo atronó sobre el arroyo Rama habitación de los Zamudio mayores. Silvita no le dio
Negra. El agua, como todos los atardeceres, había importancia.
comenzado a subir, pero no lo suficiente, y el motor La chica recepcionista les abrió la puerta del bun-
diesel de la lancha se esforzaba. galow. Les enseñó cómo utilizar el yacuzzi, cómo el
-¡Alpenhaus! -gritó el timonero. televisor, cómo el teléfono si precisaban alguna cosa.
Zamudio cargó el bolso azul, Silvita la sony. Al- Ya solos, Zamudio subió por la escalera caracol, in-
penhaus era un muelle decoroso, mantenido, una trigado por saber qué había arriba. Silvita sintonizó
casa alemana con balcón y mesas plásticas con o sin una canción interpretada por Chico Buarque.
manteles rojiblancos; también era la pileta, el jardín, No bien Zamudio descubrió un par de camas,
las reposeras y otro par de construcciones muy ale- dijo desde arriba que podrían haber venido los chi-
manas aunque fuesen llamadas bungalows. Acercan- cos, se lamentó en voz baja por ello y regresó a la
dosé a la popa a Zamudio se le ocurrió preguntar planta baja; Silvita había gastado unos cuantos pesos
cómo habían sido pagadas las noches románticas en en su nueva ropa interior roja.
la isla. Silvita respondió que mediante un depósito Sonando Chico Buarque corrieron el cubreca-
bancario, que el cincuenta por ciento con un cheque mas, se abrazaron, dieron vueltas sobre el colchón.
en el banco provincia. Zamudio le desabrochó el corpiño a Silvita y Silvi-
-El otro es en efectivo. Traigo dinero. ta le desabotonó las bermudas negras a Zamudio.
El ayudante del timonero los ayudó a pasar de Al llegar al borde de la cama él se puso de pie y se
la popa a los primeros escalones del muelle. Arriba bajó los calzones mientras ella caminaba de ventana
los recibió una chica, seguramente isleña, los pechos en ventana para correr las cortinas. Otra vez sobre
cubiertos por un corpiño rojo como el delantal bre- la cama Zamudio le quitó la bombacha, le besó el
ve que protegía su vientre. La chica pronunció el cuello y se dispuso a iniciar eso que sería primera
habitual Bienvenidos, preguntó a nombre de quién noche romántica de pack romántico y también se-
estaba hecha la reserva, Silvita dijo que a nombre gunda luna de miel. Silvita lo frenó tomandoló de
de Zamudio y avanzó seguida por Zamudio hacia la los hombros.
casa principal, acaso administración, acaso haus, de -Esperá, no seamos imprudentes.
Alpenhaus. Zamudio saltó de la cama. Buscó en los bolsillos
Sentados a una mesa plástica, bajo una araucaria secretos de su billetera. Buscó también en el bolso
que largaba enormes piñas color verde, se hallaban azul con la misma noción. Buscó por último en los
los dueños: dos alemanas maduras y un alemán tam- bolsillos con cierre de sus bermudas.
bién maduro que acariciaba a un perro salchicha. La -No, no traje nada -dijo-. Pero estamos en fecha,
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¿no? -No digás nada, mejor -contestó Silvita.


-¿En fecha para qué? -preguntó Silvita, desnuda, -Silvita…
sentada, apoyando su espalda contra los barrotes de -No estamos en condiciones de otro hijo, ¡tene-
la cama. mos tres! Me parece increíble tener que explicarte
-Para hacerlo, para hacerlo igual. estas cosas.
-¿Cómo que no trajiste? ¿Buscaste bien? Fijate, -No es necesario que me las expliqués.
por Di-s, fijate de nuevo. -Pastillas, no. Dius, menos… Está bien, está muy
Se fijó. Nada. Silvita apagó la radio y encendió el bien…, lo acepto. ¡Pero un forro, un triste forro!
televisor con el control remoto del sistema satelital. -Me olvidé.
-¡Pero si estamos en fecha! -insistió Zamudio. -No, tenés una negación… No sé qué tenés. Me
-Ni loca. Otro hijo más no quiero. cago en la Iglesia, ¿sabés?
Zamudio igual se arrojó sobre el cuerpo de Silvi- -No hablés así…
ta, le besó los pies, las piernas, el ombligo. Enseguida -¡Pero no puede ser que te imagines el infierno
notó que Silvita miraba hacia un costado de la cama, por ponerte un forro! ¡No puede ser que te agarre
que procuraba, como si sus ojos fueran dos bocas, tanta culpa!
tragarse las lágrimas. -Sólo digo que no son las condiciones ideales…
-Disculpame. Disculpame, por favor -dijo Za- -¡Callate! ¡Por favor haceme el favor de callarte!
mudio. -Pero me gusta coger… Me gusta cuando lo ha-
-Salí, andate -le contestó Silvita, el control re- cemos.
moto en la diestra, evitandoló. -Basta. -Silvita cambió de un canal vasco a otro
Y metido en el baño, apoyando su cabeza contra de noticias. En la pantalla un locutor reflexionaba
los azulejos, bajo la ducha y la lluvia de la ducha, sin mucho sustento sobre la sociedad argentina.- Tu
Zamudio buscó pensar en algo. La falta de ideas, la olvido fue a propósito. -Volvió a cambiar de canal;
desazón, la angustia, lo enamoraron de su palma, el Las chicas superpoderosas, luego unos animés, luego
aire, la nada. Fornicó con ellos, callado. Pero ellos, una vieja película argentina en blanco y negro con
como putas indolentes, no bien Zamudio acabó, lo Olga Zubarry, El ángel desnudo o algo así.- Sabías a
abandonaron. qué veníamos -dijo-, lo sabías perfectamente…
-Me enteré hace unas horas.

C
-No me tomés el pelo.
omo en casi cualquier isla del delta bo- -Terminaste de menstruar anteayer, ¿o no?
naerense, en la isla de Alpenhaus había Silvita detuvo el televisor en el canal de playboy.
casas y más casas e incluso una pequeña Zamudio miró cómo una rubia era penetrada por
despensa de bebidas, pero no meros kios- un rubio. Usaban preservativos.
cos o farmacias. Zamudio le prometió a -Sacá eso -pidió.
Silvita ir en busca, no bien amaneciese, de una de -Tanto que me criticás que estoy cansada -dijo
esas barcazas multi-rubro que vendían desde garrafas Silvita sin cambiar de canal, permitiendo que la
hasta fideos. rubia se colocara en la boca la verga de su rubio-.
-Seguro que ahí venden -dijo, vestido con la sali- Tanto que nunca lo hacemos, que una vez por mes
da de baño blanca de Alpenhaus, sobre la cama. y gracias…
-Vas a ir nadando, claro… -Podríamos ganar tiempo haciendo eso -dijo Za-
No, Zamudio les pediría a los alemanes que lo mudio señalando la pantalla.
llevaran en lancha o que le prestasen un bote. Pre- -¿Vos querés que nos vayamos ahora mismo?
guntaría dónde encontrar una de esas barcazas. Y no -Era un chiste.
diría que para llevarse cigarrillos o cosas parecidas -Muy gracioso, sos.
(preservativos, preservativos, preservativos de cual- Zamudio se incorporó y destapó a Silvita. Silvita
quier marca, por favor), porque ése sería su asunto se había bien metido bajo las sábanas, se había pues-
y su secreto. Argumentaría caprichos turísticos: co- to el camisón de la luna de miel. Zamudio recordaba
nocer por dentro una de esas embarcaciones, sacarle muy bien ese camisón en absoluto indecente, color
fotografías. salmón, bordado en algunas partes. Sintió pena.
-Y si no se puede nada de eso, pido el número de -Es el único que traje -dijo Silvita, apartandoló.
una lancha-remís o me tomo una colectivo hasta el Luego avanzó en la oferta de directv. Películas y más
Tigre y vuelvo -dijo. películas subtituladas, norteamericanas.
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Q
-No fue a propósito, creeme -dijo Zamudio. uince minutos antes de las nueve gol-
-Te dan culpa… pearon la puerta. Esos alemanes se toma-
-No, no es tan así. En serio. Fue de estúpido… ban el trabajo en serio. Serán luteranos,
No estaba preparado. pensó Zamudio. Era el hombre alemán.
-Así que no estabas preparado para hacer el amor -Lo acompaño yo mismo -dijo.
con tu mujer. -Pero por favor no se moleste.
-Recién me enteré. Yo no sabía que me ibas a -El chico -el alemán señaló con la mandíbula ha-
llevar hasta acá, que íbamos a venir al Tigre a coger. cia el arroyo- todavía tiene otras cosas que hacer. -El
-¿Podés decirle hacer el amor? ¿O con forros es muchacho isleño limpiaba la pileta de Alpenhaus,
coger? paralela al arroyo.
-No hacemos nada, Silvita, es una frase he- Zamudio besó a Silvita en la frente.
cha… -Ya vengo -le dijo.
-¿Y si no nos íbamos a ningún lado? ¿Y si igual Descendió hasta la orilla tras el alemán.
queríamos hacer el amor en casa? Amarrado, junto a la lancha, un bote de madera
Silvita había comenzado a llorar; la pantalla del marrón los esperaba. Tenía un asiento también de
televisor emitía una publicidad para bajar de peso en madera y una tabla donde se sentaba el remero, de
pocos días. espaldas a la proa. El alemán se quitó el abrigo para
-En Buenos Aires hay kioscos. Está lleno de lucir sus brazos maduros pero todavía firmes. Ves-
kioscos. tía una remera azul y un pantalón corto, deportivo,
-Es que vos no entendés… blanco a rayas también azules. Zamudio se ubicó en
-Te prometo que no más vea a los alemanes voy el asiento de la popa tras calzarse sus ray ban y colgar
y les pregunto dónde puedo encontrar una de esas de su cuello la cámara digital de la socia de Silvita.
lanchas. Llevaba las bermudas negras del día anterior y una
-Hacé lo que quieras… Éste es tu cumpleaños. camiseta blanca de manga larga.
Tres horas después cenaban como sordomudos -No es muy lejos -dijo el alemán practicando sus
a la luz de las velas parte del pack romántico. Pepi- primeros esfuerzos, dandolé velocidad al bote.
nos con leverwurst, costillas de cerdo con chucrut y -Sí, algo me dijo la chica…, ayer.
papas doradas, warsteiner, strudel de manzana y café El bote alcanzó el río Capitán. Se sacudió con
vienés. La mesa contenía una jarra y la jarra unas las olas provenientes del coletazo de una chata que
flores blancas. transportaba lodo y volvió a sacudirse por una inte-
-Le quisiera hacer una pregunta -anunció Za- risleña. Por el Capitán avanzaron en dirección sur,
mudio a una de las alemanas cuando ésta trajo la hacia el almacén flotante que ya se divisaba desde
botella de chandón y la caja de bombones para llevar la esquina del arroyo Rama Negra. Zamudio tomó
al bungalow-. ¿Es posible visitar uno de esos alma- algunas fotografías.
cenes flotantes? -López -saludó el alemán al almacenero.
La alemana dijo que sí, brindó las coordenadas López era morocho, grueso, un animal fuerte.
de la lancha más cercana y dijo que a las nueve en Asomado por la puerta-mostrador lateral de su bar-
punto estaría listo un bote para llevarlo, remado por co respondió al saludo y escuchó la explicación de
un isleño. Zamudio.
-Disfruten -también dijo la alemana, no bien -Tenía interés en conocer uno de estos barquitos
Zamudio y Silvita se levantaron de la mesa; él con por dentro.
el chandón y los bombones; Silvita con la jarra y las López se inclinó, estiró los brazos para permitir
flores. el acceso.
En la habitación, después de algunos rodeos, Sil- -Despacio -dijo el alemán-. Puede irse al agua
vita accedió. -dijo.
-Está bien, pero cuidado -dijo-. Y sólo si me pro- Zamudio se puso de pie, buscó los brazos de Ló-
metés que venís mañana con forros. pez, saltó.
-Con unos tulipanes, sí -prometió Zamudio. -¿Se va a estar mucho tiempo o lo espero? -pre-
Bebieron chandón, ella comió unos bombones, guntó el alemán.
él le acabó en el vientre. Y durmieron más o menos -Tampoco es que haya mucho que ver -dijo Ló-
juntos, más o menos abrazados. pez.
-No, ya bajo -dijo Zamudio; su mirada recorría
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con desesperación la mercadería apiñada o colgada dio sin escucharlo, iluminado con la nueva ocurren-
del techo, en busca del envoltorio de cualquier mar- cia: que si había aspirinas, que entonces también
ca de preservativos. Por decir algo preguntó a López forros; que las aspirinas estarían muy cerca de los
si era isleño. Preguntó si podía sacar fotografías. forros.
-Sí -dijo López a lo uno y a lo otro. Nada más López tomó del bolsillo de su camisa un blíster
que sí, dijo. de aspirinas.
Zamudio vio cajas de pilas, golosinas, alfajores, -¿Cuántas quiere? -preguntó.
cilindros de leche en polvo, cigarrillos, también va- -Dos, deme dos.
rias ristras de ajo… Pidió unos viceroys. Le harían falta, comenzaba a dolerle la cabeza.
-Está muy completo -dijo. Abrió el atado de viceroys.
No se atrevía a preguntar por preservativos, me- -No, por favor, acá no fume, llevo garrafas -dijo
nos con el alemán ahí debajo, en el bote, a la espera. López.
No estaban sus hijos pero igual. El alemán luego po- -Estoy con mi mujer de segunda luna de miel -
dría decir a sus alemanas El tipo ése fue a comprar explicó Zamudio, como si López le hubiese pregun-
forros, se ve que se les acabaron, que están muy ca- tado con quién estaba y para qué.
lientes… O podía no decir nada pero a Zamudio López era un animal fuerte. Y perspicaz.
lo ganaba el pudor. Predominaban las conservas, las -¿Y tiene forros? -preguntó-. ¿Quiere comprar-
velas, los fósforos, las garrafas, los fideos y el arroz. me forros?
Esos barcos por lo general tenían un itinerario. El Zamudio asintió con la cabeza y toleró la risa de
alemán había agarrado a López antes que López em- López, una risa inocente, de chico. Vio que el hom-
prendiera su propia recorrida. bre se metía dentro de un pasillo oscuro que segura-
-¿Llega hasta el Paraná de las Palmas? -preguntó mente se comunicaba con una puerta trasera, en la
Zamudio. popa. Lo vio regresar con un paquete de tulipanes.
-Depende. Si me avisan por radio, sí. Pero si Zamudio recordó que se había masturbado el
no van otros -dijo López, que se había metido las día anterior, recordó cómo le había acabado en seco
manos en los bolsillos y aguardaba a que Zamudio a Silvita sobre el vientre. Tomó una caja azul oscura
saliese de su negocio. de chicles adams y también pagó por ellos.
Zamudio pagó el precio de los viceroys, conti- -Gracias -dijo, pero no quería decir eso ni nada.
nuó recorriendo con la mirada el interior de la cabi- Guardó en el bolsillo del cierre relámpago los forros
na del barco. Otra vez usó la cámara digital. y los chicles y el atado de viceroy. Tomó unas foto-
-Vea qué bien que salen las fotos -dijo, volteó la grafías de López en su embarcación, otras del río y
cámara para que López viera las imágenes. otras más de las mercaderías.
-¿Cuánto sale una de éstas? -preguntó López sin Llegando a Alpenhaus, el alemán no pudo más.
mirar por el visor. -Si quería forros me hubiera dicho, hombre -
-No sé, es prestada -dijo Zamudio, amedrentado dijo-. Tenemos forros -agregó con una expresión de
por eso que también era un fracaso, pequeño, pero obviedad indecible, dando a entender que era lógico
fracaso al fin. que en un lugar como Alpenhaus tuviesen todo pen-
-¿Algo más? -preguntó López. sado para los huéspedes, incluso para ese género de
Zamudio demoró en contestar; acababa de re- estúpidos imponderables que podían alterar el nor-
parar en unos diarios y en un par de revistas porno- mal desarrollo del pack romántico.
gráficas a la venta. Sin que necesariamente hubiese Zamudio volvió a recordar su masturbación, su
lógica en aquello, el descubrimiento de las revistas acabar en seco que también era una forma de la mas-
pornográficas lo convenció de que debían venderse turbación. Se consoló pensando que con sus tulipa-
también preservativos. Zamudio quería simplemen- nes podría borrarse esas huellas pringosas.
te tomar esos hipotéticos preservativos de donde

D
fuera y pagar por ellos.
-¿Alguna otra cosa? -insistió López. esde el arroyo Rama Negra se podían
-Sí. ver a las dos alemanas en bikini dando-
-Diga. lé órdenes al morocho que limpiaba la
-Chicles de menta. pileta. También en bikini estaba Silvita,
-¿Cuáles? interesada por saber algo más de lo que el
-Y aspirinas, ¿tiene aspirinas? -continuó Zamu- morocho le había referido. Una historia de fantasmas
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que ya ella, de camino al bungalow, le participaba a empleada de la mañana anterior, la del tetamen cu-
Zamudio hasta donde había podido escuchar. bierto por un corpiño rojo. Con el brazo izquierdo
-La mamá limpiaba casas en las islas. Había una Zamudio abrazó a Silvita. Mientras la besaba, quitó
en un arroyo, no me acuerdo qué arroyo me dijo, y del bolsillo los tulipanes y los arrojó al agua.
pedía que la acompañaran. A veces veían entrar y sa- -Nos tenemos que ir -dijo-. Tomás se quebró un
lir a un matrimonio mayor, los padres de los dueños, brazo.
que habían muerto de muy viejos. En la lancha colectivo del mediodía, Zamudio y
-Los dueños… Silvita iniciaron el regreso. Los tiroleses tocaban en
-Los padres de los dueños. Alpenhaus unas melodías con instrumentos de vien-
-Ah… to. Había otros zamudios y silvitas que ni Zamudio
-La casa estaba abandonada, y cuando la seño- ni Silvita habían visto, ni siquiera en la cena.
ra limpiaba caían almohadones, se abrían puertas y -Ich bin nicht betrunken -decían los tiroleses-,
ventanas, eso me contó el chico -dijo Silvita. ich bin nicht betrunken, ajajá -decían. Y bailaban.HC
Zamudio le pidió la llave del bungalow. Abrió
la puerta y la dejó pasar primero. Silvita corrió a la
cama, se sentó en un borde y le sonrió. Definitiva-
mente era mejor eso que hacerle el amor a esas putas
indolentes, el aire, la nada, las palmas, en eso pensó
Zamudio mirando cómo Silvita se quitaba el corpi-
ño de la bikini.
-Pero no, ahora no -le dijo Silvita, calzándose
una remera blanca, un short-. En unos minutos vie-
ne una orquesta de tiroleses. Me dijeron que es im-
perdible -dijo.
Zamudio se apretó el bolsillo con sus tulipanes,
sus chicles y sus viceroys, vio que Silvita ya abría la
puerta del bungalow y la siguió mirandolé el trase-
ro. En el jardín de Alpenhaus le sonó el teléfono.
Era su madre diciendolé que estaba todo bien, que
no se preocupara, que solamente el mayor se había
fracturado. Luisa ya había vuelto del sanatorio con
el chico.
-Saltaba en la cama -explicó la mamá de Zamu-
dio; de fondo se escuchaban los gritos de Zamudio
el mayor, también los del menor y los de la niña
Zamudio-, y cayó por un costado -explicó.
-Dame con él, quiero hablar con él -pidió Za-
mudio. Y no más escuchó el lloriqueo de su hijo el
mayor, agregó-: Ya vamos para allá, hijo, quedate
tranquilo. En unas horas estamos por ahí.
-¿Como cuántos dedos, papá? -preguntó Zamu-
dio el mayor, entrecortado.
-Mirate la mano. Menos que los dedos de tu
mano -dijo Zamudio, se despidió y otra vez apretó JAVIER GONZÁLEZ COZZOLINO nació en Bue-
su bolsillo. nos Aires en 1973. Forma parte del equipo editorial
Una lancha se aproximaba al muelle de Alpen- de HermanoCerdo. Tiene tres hijos y una linda es-
haus con unos gordos disfrazados de hombres alpi- posa.
nos, tal vez alemanes.
-¡Ahí están, ahí están! -dijo Silvita.
Se arrimaron a la orilla. La lancha era gran-
de y blanca. El alemán dueño de Alpenhaus y sus
alemanas en bikini agitaban las manos; también la
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El museo de Bellas Artes


J. S. de Montfort

largo; bueno no sé si tanto, pero cincuenta sí. En fin,


Para Santos Sanz Villanueva, son enormes letras blancas, de un grosor magnífico.

H
porque él también estaba allí. Lo que pasa -y eso es entre otras cosas lo que
las salva-, es que las letras donde pone “MUSEO DE
ay dos bancos delante del cristal BELLAS ARTES” en unas mayúsculas enormes y blan-
enorme que conforma la entrada cas, están detrás de un cristal, y así es imposible que
del Museo de Bellas Artes. Los ban- nadie las haya pintarrajeado. Por eso permanecen
cos son incómodos y de cemento. blancas; no hace falta ser muy listo.
Hoy he visto que los han pintado
de BLANCO. Uno de los problemas constantes en los últimos
Cuando no acierto con los ho- ocho o diez años de mi vida es acertar con los hora-
rarios de los autobuses y tengo que esperar, suelo ha- rios de los autobuses. Para llegar a mi casa, tengo que
cerlo en uno de esos bancos (el de la derecha). coger dos, y si no acierto, pues perfectamente me
Hoy he llegado tarde y al ir a buscar mi banco ha puedo quedar esperando treinta cuarenta quién sabe
sido cuando lo he visto. Entonces, de puro pánico, sesenta minutos, según el tesón del conductor, el trá-
me he metido dentro del museo y ha ocurrido. fico arbitrario, yo qué sé: lo que dicta estas cosas es
para mí un método tan secreto…; el mismo método
Para llegar a mi casa desde la universidad tengo que rige los milagros.
que coger dos autobuses. Siempre me hago un lío El caso es que he hoy –que también he llegado
con los horarios, y me toca esperar. Por eso había tarde-, he ido a sentarme en el banco donde algunas
establecido una especie de alianza con ese banco, no otras veces me siento, pero me he dado cuenta de
con los dos, sino esencialmente con el banco de la que estaba blanco y, sin proponérmelo, he echado
derecha del Museo de Bellas Artes, ese mismo que a correr.
ahora está pintando de blanco y que ya no es mi
banco, y que podría ser el banco de cualquier otro, o Yo no vivo aquí, en esta zona del Museo de Be-
de nadie. Pero, desde luego, mío ya no. llas Artes; es tan sólo mi “zona de tránsito”. Yo vivo
Se puede esperar en la parada del autobús, como en la costa. Siempre he oído decir que los que vivi-
hace todo el mundo. Pero, claro, todo el mundo ha- mos en la costa somos gente triste, poco decidida, y
bla, y todo el mundo te hace preguntas. Y además a hasta con una precaria pero fulminante determina-
mí no me gusta sentarme en compañía de descono- ción hacia la melancolía. Puede ser.
cidos. Mi madre y yo vivimos cerca de un torreón.
Es cierto que los bancos antes estaban llenos de En la misma playa. Sobre esta época (principios de
rayajos, de pintadas, pero eran mis rayajos, mis pin- otoño) la playa se pone bonita: fría y distante, pero
tadas. Sí, ahora están más limpios, pero yo quiero afectuosa. Quiero decir, que está para ti solo; ella
que sigan como antes: con mis rayajos y con mis lo sabe, tú lo sabes, y no hace falta decir nada más
pintadas. sobre el asunto. Puedes estar en su presencia horas
Entiendo el truco lo entiendo a la perfección. y horas, en una libertad absoluta, en una concordia
Y eso es exactamente lo que me fastidia y me dis- máxima.
gusta:
Que ocurriese que hoy es lunes y encima que el
Las letras donde en mayúsculas pone “MUSEO banco estuviera pintado de blanco, era como para
DE BELLAS ARTES” también son blancas. Esas letras sospechar. Siempre sucede que las cosas están pre-
son imponentes, están en la parte lateral del edificio; paradas ahí de improviso para que te lleguen por el
no sé cuánto ocupan, deben tener como dos metros efecto de la sorpresa, te desarmen, y las aceptes.
de altura, y seguro que como doscientos metros de Pero yo, aunque a veces no consiga dominarme,
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tampoco soy asequible al desaliento. Y soy más to- minoso en donde estaba escrita la palabra ARTE. Y
zudo que ninguno. Así que por eso he echado a co- dije “por fin”. Me acerqué. Pero no había nada, sólo
rrer y, como lo que tenía más cerca eran las enormes la palabra arte en un luminoso. Nada más. Y unas
puertas acristaladas del Museo de Bellas Artes, pues pantallas iluminadas en los que no había ninguna
ahí que me he metido. imagen definida: sólo había luz.
Pero dentro ha resultado peor que afuera. Era todo muy raro para ser un Museo de Bellas
Artes, me dije. Y pensé en el niño que acababa de
Supuse que lo correcto sería pasar desapercibi- ver, y me di cuenta de que aprender no aprende-
do. Resultaba difícil pasar desapercibido en un lugar ría nada, pero que seguro que saldría con un senti-
vacío, lleno de vitrinas inexplicables para pequeños miento de culpa tremendo, porque seguro que por
trozos de cerámica común. algún lado habría otra vitrina donde los dinosaurios
Pronto me di cuenta de que se trataba de un le echarían a él también la culpa de su extinción. Sí,
lugar hostil. seguro, la culpa sería de sus deportivas nuevas o de
Subiendo a la carrera hacia otro de los pisos me su merienda de chocolate.
sorprendió una voz de alguien que parecía guiar a un Qué asco.
grupo de gente silenciosa. Descubrí que donde estaba la palabra ARTE tam-
Me quedé recostado contra una pared mientras bién había muchísimos más botones. Era un delirio.
los veía pasar. Pero ninguno de ellos servía para nada. Yo los apreté
Encontré entonces pequeños grupos de gente y con indignación y nada, y entonces, de algún lugar
fui saltando de uno a otro. apareció alguien con un uniforme azul y me llamó la
Así, en total anonimato llegué a una planta llena atención. Qué asco de lugar.
de incontables pasillos y en la que habían montones Estaba dispuesto a marcharme, a sentarme de
de efectos multimedia: había botones que encendían nuevo en mi banco y a llenarlo de pintarrajos, sobre
luces en vitrinas donde habían reproducciones de ca- todo se me había ocurrido una frase muy ingeniosa
sas de labriegos, con el señor y la señora labriega or- “¿Dónde está el arte en el Museo de Bellas Artes?”.
gullosos mostrando su casa labriega, su cama labrie- Y luego, al lado, lo llenaría de montones de signos
ga y su pobreza labriega, la abuela labriega también de interrogación. O mejor, pondría “Bienvenido al
(diciendo que, “eh niños qué os pensáis, nosotros Museo de Artes Inexistentes; por favor, dejen afuera
sólo teníamos un traje para todo el año, sólo uno”). a los niños”.
Vi que un niño se quedó perplejo ante la abuela Di otra vuelta porque no conseguía encontrar la
labriega, pero no estoy del todo seguro de si llegó a salida, y di con otras escaleras que subían hacia arri-
comprender que le estaba haciendo a él culpable de ba, eran también blancas y enormes, y ponía:
su bienestar, de sus deportivas nuevas y del bocadillo “Obras pictóricas de temática religiosa del siglo
que llevaba en la mano. “Eh, niños, qué os pensáis, XIX pertenecientes a la provincia de Castellón. Ter-
nosotros sólo teníamos un traje para todo el año.” cer y cuarto piso.”
Sentí pena por ese chico. Por experiencia sé que Y me dije menos mal, porque yo suponía que un
lo subconsciente es lo que siempre golpea con más museo de bellas artes, debería contener algo de arte,
fuerza a la inteligencia, sobre todo la inteligencia aunque no fuera bello, pero algo al fin y al cabo, sino
desvalida de un niño, de alguien que todo lo absor- a qué las letras enormes y blancas de casi dos metros
be, contempla, sufre y acumula. de alto por cincuenta metros de largo, a qué enton-
Pero el niño me pareció más listo, y en lugar de ces… y a qué venir a joderme el banco, mi banco.
soportar el tono reprobatorio de la abuela labriega, No había nadie. Absolutamente nadie en el
cogió y se marchó a otro pasillo. Yo también. tercer piso. Dos columnas en el medio, y una sala
Habían más vitrinas que expelían ruidos de todo anexa. Pintura religiosa, fundamentalmente, olvida-
tipo. Ahora dentro de ellas estaban los pescadores, ble: mediocre, proselitista, aburrida.
con su hombre pescador y su mujer de hombre pes- Y entonces lo vi.
cador, que remienda las redes, o aguarda la caída de Eché a correr otra vez.
la tarde o prepara el pescado o hace cualquier cosa De frente, según bajaba las escaleras, me encon-
de las que hacen las mujeres de los hombres pesca- tré con una chica muy seria. Y me detuve. Era muy
dores. raro ver a una chica en traje azul, con una porra, y
Me sorprendió que en una de las esquinas de tan seria ¿llevaría una pistola? Me la quedé miran-
todas las aburridísimas vitrinas había un enorme lu- do, pero más por curiosidad que por fascinación o
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temor. La mujer de la porra estaba frente a mí, se me


No quería hacer ruido. Así que estaba quieto, iba acercando. Se detuvo, y entonces me sorprendió
con la mano izquierda en el pasamanos de la esca- la determinación en su voz medrosa, con una especie
lera. de insuperable derrota:
Seguía mirando a la chica en silencio. -Se lo hemos dicho mil veces…
En un gesto súbito señalé la parte de arriba, el Y entonces, para mi estupefacción (porque,
piso superior. ¡maldita sea!, ahora sí quería ver los cuadros, ahora
Ella aguardaba con las manos tras la espalda, sí quería ver al pintor dormido de la barba), me salió
con la misma serenidad de tácita reprobación que la una sonrisa.
abuela labriega. La chica se me quedó mirando mientras habla-
La porra, en la parte derecha de su cadera, se ba, y por la relajación de sus hombros, por su mano
deslizaba tranquilamente. Pensé si tendría agallas indecisa jugando con la porra, supe que sería incapaz
para utilizarla contra mí. de golpearme.
-Hay alguien ahí arriba, le dije con temor y su- Me fijé mucho en ella mientras dijo “yo ya no sé
surrando, como quien revela la secreta relación entre qué hacer, no sabemos ya cómo reprenderle”: me fijé
dos acontecimientos importantísimos. en sus ojos, y sí, lo descubrí: era cierto.
¿Se atrevería a golpearme con la porra? Aunque los ojos de la chica permaneciesen en
-Sí, es el pintor –lo dijo como con alegría, como una serenidad inalterable, comedida y casi acostum-
si fuese la primera frase que decía en alto desde hacía brada, demostraban también un principio de enco-
horas. no, de cáustico odio contra el museo de bellas artes.
¿De verdad sería un pintor? Sí, estaba allí, justo en el fondo de sus ojos negros y
-Le dejamos que esté ahí arriba –dijo con un pacíficos; era como si pensara como si tratara de de-
tono afable-, hace copias de los cuadros. Así se en- cirme “mira, yo tampoco quiero, el pintor no quiere,
trena. tú tampoco, así que qué demonios estamos hacien-
Se había puesto las dos manos sobre la cadera. do entonces nosotros tres aquí? ¿Por qué somos in-
Cada vez tenía la porra más cerca de su mano capaces, qué nos lleva a tal incapacidad?
derecha. Arriba, entonces, se escuchó un ruido. Sí, la silla
¿Entrenarse? se había movido. Seguro.
-Ya, pero… ¡está dormido! -dije con estupefac- Salí a la carrera del Museo de Bellas Artes. Salí
ción, pero aún así tratando de matizar mi voz, para feliz.
que no fuese audible desde lejos. Tuve que esperar aún casi media hora al maldito
Y entonces retuve en mi mente lo que acaba- autobús. Miraba de reojo al banco BLANCO. Sabía
ba de ver: un hombre de edad indeterminada, qui- que iba a tener cientos de oportunidades para pinta-
zá treinta años, quizá cuarenta quizá veinte. Estaba rrajearlo. Y eso me calmó.HC
sentado de lado en una silla de madera, sus brazos
caídos, como muertos, las piernas colgando sobre el
brazos de rafia de la silla. Su barba pacífica que se
apoyaba en su hombro, y un silencio total y adusto.
Y yo caminando de puntillas, pensando que quizá
no fuese de verdad dudando, pero aun así no podía
permitirme la torpeza de instaurar el ruido; podía
ser la reproducción de un santo, podía ser incluso la
representación muda de la piedad, la piedad misma
pensé. Enfrente su caballete y el óleo blanco, sin una
sola mancha de pintura. Sí, podía ser hasta un pintor J. S. CONDE de MONFORT nació en 1977 en Va-
lencia, España. Se diplomó en Literatura Creativa
pusilánime que se hubiese dormido... ¿Entrenándo- en la escuela TAI de Madrid. Es batería de jazz y
se? ha escrito un libro de cuentos, La tristeza de los ce-
Y todas las representaciones de las autoridades dros. Vive en Barcelona y estudia Filología Inglesa.
mayores del clero confinándole en su aprobación ca- Se rumora que pronto podría ascender al trono de
llada, contemplándole desde la altura de los cuadros Camboya, sucediendo a su majestad el rey Noro-
en los que estaban insertos. Mudos también. dom Sihamoni.
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Falta aire
Camisa de fuerza
Bruno Zeni

de todos. Vivo un tiempo en que todo se deshace


Traducción de Edgardo Dieleke como un pedazo de suelo presionado por dedos fir-
mes. Las calles están desmoronándose con las llu-
vias y los versos atrofiados de una lengua atomizada.
Falta aire Hay personas soterradas y nadie va a hacer nada al
respecto, ni velas serán encendidas para calmar la
El flujo de las máquinas. Pequenas iluminaciones memoria de los que pasaron. Vivo en este presente
asfálticas, San Pablo: Atelie Editorial, 2002. sin brecha. Es una necesidad grande que me empuja
(fragmento) hacia los acontecimientos antes de que acaben. Pien-

F
so frecuentemente en el exiguo tiempo que me cabe
y que se va, pasa y se lleva todo con él. Voy a morir
alta aire. Aquí todo es grande, pero es pronto. Entonces es con un sentido de urgencia que
difícil moverse (¿?). Casi ni se ve el hori- me muevo –los confines de la ciudad me aguardan.
zonte. Hay que saber posicionarse. Hay No hay un bello futuro ni mañanas de luz, notas de
horas en que es rojo, el horizonte con- piano y aire puro. Y lo que pasó me toma con una
taminado. Horizonte pulido, si querés. carga de exceso e seducción que preciso distribuir
Una que otra vez lo agarran imprevisto y compartir. En el espacio concreto de estas calles,
y un dicho reverbera: inventar otra cosa que substituya la prisión sutil que
me abraza con la promesa desesperada de un cuerpo
** caliente.HC
Pero la mayoría de las veces es siempre un flujo
de silencio. Una extraña sensación de estar por de-
más en el vientre de la máquina. El flujo silencioso
de las máquinas: zumbando, chillando, haciendo
hablar a la resistencia del aire. La ciudad forrada de
coches. Los coches también rojos al final del día, en-
cendiendo y apagando sus luces de freno. Parados,
jadean. Inspirando y expirando, sólo ellos, sólo ellos
respiran.

CaMISA DE FUERZA
Bruno Zeni nació en Curitiba en 1975,
Inmensas, las calles que recorro con esta saña de Brasil. Vive en San Pablo desde 1989. Es perio-
quien ya no tiene otra opción – la ciudad es mayor de dista, escritor y estudió teoría literaria y literatura
lo que puede imaginarse. Deformes, sus contornos comparada en la USP. Publicó sus primeros textos
hechos de rasgón y sangre, tierra sin ley. Los hom- literarios en la revista independiente Azougue. Es
bres de esta ciudad están matándose por las calles. autor de O fluxo silencioso das máquinas (Ateliê
En algún lugar del mundo hay una guerra en curso, Editorial, 2002) y, junto a José André de Araújo,
puedo oír los lamentos de los hombres que caen. Es de Sobrevivente André du Rap (Labortexto Edito-
el deseo colectivo de puestos, cargos e insignias, há- rial, 2002). Es professor de periodismo en Facamp
gase la voluntad de las excelencias. Aquí, la lucha (Faculdades de Campinas).
es de hombres contra hombres, cada uno se arma El primer texto que publicamos es una selec-
como puede -lámina, grito o plata- en este combate ción del libro El flujo de las máquinas. Pequenas
desigual. Está en el medio de nosotros, pero encima iluminaciones asfálticas, aún sin traducir.
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Crítica
La frase verdadera

H
Mauricio Salvador

ay un halo casi religioso en la back. He looked up at the sky, trough the branches,
manera en que Hemingway con- and then shut his eyes. He opened and then looked
cebía la escritura: “No te preocu- again. There was a wind high up in the branches. He
pes. Siempre escribiste y escribirás shut his eyes again and went to sleep.
ahora. Todo lo que tienes que ha-
cer es escribir una frase verdadera. Este es un párrafo tan efectivo para transmitir
Escribe la frase más verdadera que las sensaciones (cómo Nick cae dormido sobre la
conozcas.” Esta apelación fue desde siempre esen- hierba) que uno no repara en las repeticiones de pa-
cialmente hemingweyana: un soplo de vida que no labras que acompañan la acción. El resto del cuento
sólo refiriera la vida a través de una frase sencilla y es esencialmente sensorial, con la descripción paso
clara, sino que la hiciera “efectivamente viva.” a paso de cómo Nick arma la tienda de campaña,
prende fuego y cocina sus provisiones, y cómo ob-
A casi ochenta años de distancia desde sus pri- serva el río donde ha de pescar truchas. En un mo-
meras publicaciones, lo que conocemos como el ‘es- mento de especial felicidad, cuando Nick come la
tilo’ de Hemingway es hoy en día una serie de con- primera cucharada, no puede evitar exclamar:
cepciones reducidas y paródicas, muy lejanas de la
novedad que significó hacia los veinte y treinta del “Chrise,” Nick said, “Geezus Chrise,” said ha-
siglo pasado. Esta concepción, bien difundida entre ppily.
los lectores, hace justicia a la idea, también muy di-
fundida entre los críticos (particularmente respecto Al principio podría parecer rebuscado que a las
de Across the River y True at First Light) de que “He- imágenes de calma y felicidad se agregue la exclama-
mingway anticipó su propia mala influencia.” ción de Nick. Pero su entusiasmo es genuino pues
andando la historia comprendemos que la felicidad
Incluso en sus peores momentos, Hemingway y la calma son un contraste poderoso para un hom-
fue siempre sincero en su deseo de describir y trans- bre que busca dicha tranquilidad tras el trauma de
mitir las sensaciones de un momento. En uno de la guerra.
sus primeros cuentos, y uno de los más conocidos,
“Big Two Hearted River,” Hemingway pone de ma- La búsqueda de la “frase verdadera” tiene un
nifiesto muchos de sus temas y contribuciones más halo religioso en el sentido que lo tenía para la ima-
conocidas, la pesca, la vida en la naturaleza, el hom- ginación puritana. El héroe Hemingway es como
bre de acción, la prosa sencilla y la teoría del iceberg. el puritano que se enfrentaba al nuevo mundo sin
Nick Adams, alter ego de Hemingway, se interna en otra guía que su juicio y voluntad, y que buscaba
los bosques de Michigan para pescar y buscar tran- en la naturaleza las señales divinas que confirmaran
quilidad: la necesidad de su misión individual; la acción del
hombre sobre la naturaleza del nuevo mundo im-
Nick slipped off his pack and lay down into the plicaba también una concepción sobre la naturaleza
shade. He lay on his back and looked into the pine del lenguaje, lo que los puritanos llamaron “el estilo
trees. His neck and back and the small of his back sencillo” que daría cuenta de “la simple verdad de las
rested as he stretched. The earth felt good against his cosas.” En los mismos años de Hemingway es difícil
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pensar en un autor europeo que describa a un joven [...] Así que me merecí una suerte de amnistía ge-
como Nick Adams recorriendo la naturaleza desbor- neral como escritor. Espero no ser tan tonto como
dante y salvaje; parte de la modernidad de Hemin- para creer que algo es maravilloso sólo porque a al-
gway se basa en la idea de que la naturaleza norte- guien bajo mi propio techo le gusta. Así que léelo y
americana (como después la africana) seguía siendo sé sincero conmigo por la mañana.” El título, dice
inexplorada y fresca, como lo fue para los pioneros Hotchner, estaba escrito con tinta: El viejo y el mar.
que fundaron Jamestown. La naturaleza europea, en Seguramente lo primero que Hotchner debió adver-
cambio, tenía mucha historia detrás. tir (nunca habla de la novela en sí) fue el cambio

P
esencial que El viejo y el mar mostraba en la obra de
oco antes de que Hemingway publicara Hemingway. No se trataba solamente de la certeza
El viejo y el mar, en 1952, su carrera sufría de que Hemingway estaba lejos de haber perdido la
un notorio declive. En su biografía, Ed Ho- potencia de su escritura, sino de un cambio radi-
tchner describe la situación anímica por la cal en las actitudes que propiciaban esa escritura. La
que pasaba Hemingway cuando lo visitó en idea comúnmente arraigada es que El viejo y el mar
Cuba la primavera de 1951: las críticas de su último es una suerte de ‘parábola’ o ‘fábula’ de la lucha del
libro no habían sido favorables. En cierto momento, hombre contra las destructivas fuerzas de la natura-
Hotchner le recuerda la opinión de Faulkner según leza. La evidencia que arroja la novela dice todo lo
la cual Hemingway nunca se arriesgaba ni se atrevía contrario. El héroe de Hemingway, que solía amar
a usar una palabra que mandara al lector a buscar el los retos y la audacia, no parece tener nada que ver
diccionario. “Pobre Faulkner,” contesta Hemingway, con el viejo Santiago, que sale a la mar porque es su
“¿De verdad cree que las grandes emociones salen de trabajo y su destino; olvidamos que hacia el comien-
las grandes palabras? Él cree que yo no conozco las zo del libro el viejo lleva ochenta y cuatro días sin
grandes palabras. Las conozco muy bien, pero hay atrapar un solo pez. Qué lejos del héroe derrotado,
palabras más viejas, más sencillas y mejores. Y esas inseguro ante su destino, y solitario, a la búsqueda
son las que yo uso. ¿Leíste su último libro?” de actos extremos para mostrar su valor. El viejo,
En Across the River and Into the Trees, sin embar- en cambio, “era demasiado simple para preguntarse
go, las palabras más viejas, más sencillas y mejores se cuándo había alcanzado la humildad. Pero sabía que
habían transformado en la misma palabrería senti- la había alcanzado y sabía que no era vergonzoso y
mental que le achacaba a Faulkner; y las emociones y que no comportaba pérdida del orgullo verdadero.”
los héroes hemingweyanos eran ya simples estereoti- Otras veces había atrapado grandes peces, pero “el
pos. Una reseña de Charles Angoff en una revista lla- millar de veces que lo había demostrado no importa-
mada American Mercury lo resume de esta manera: ba nada. Ahora lo estaba probando de nuevo.” San-
“Los futuros historiadores de la literatura, probable- tiago no es el héroe estereotipado que los lectores
mente vean Across the River and Into the Trees como asociaban con las novelas de Hemingway, aún cuan-
una señal del fin de la escuela “ruda” de escritura en do hoy Santiago y El viejo y el mar sean su personaje
la literatura norteamericana. Es tal la caricatura que y obra más conocidos.
hace de su método y tan ofensiva para el gusto li-
terario que probablemente terminará con cualquier La idea de la naturaleza invencible también ca-
influencia que pudiera seguir teniendo este método rece de evidencia. Santiago comprende, viendo a las
entre los autores jóvenes.” Los tópicos hemingweya- criaturas que encuentra en el viaje, que en realidad
nos se encontraban completos en Across the River: “uno nunca está solo en el mar”; además, las aves
los diálogos escuetos, personajes, las poses masculi- le marcan las zonas para lanzar las carnadas, las co-
nas, el sentimentalismo, la pesca, la naturaleza. Pa- rrientes lo devuelven al puerto, los gorriones le ha-
recía que Hemingway reescribía sus mejores líneas cen compañía, los peces le dotan de alimento y car-
y reunía a sus héroes en la sola figura del Coronel nada, el pez espada es su hermano, y el viejo sólo es
Cantwell, provocando lo que Time llamó la ‘auto pa- mejor al pez “por sus artes”, pero no es su enemigo.
rodia’ de su estilo. Esa noche, cuenta Hotchner, He- Esta manera de concebir la naturaleza y de concebir
mingway entró a su cuarto con un manuscrito sujeto al hombre frente a ella, es totalmente novedosa. Si
al pisa papeles de una tabla. “Quiero que leas algo. en sus novelas anteriores los héroes eran los hombres
Podría ser un antídoto para el mal humor. Mary lo “derrotados”, en El viejo y el mar simplemente no
leyó todo en una noche y en la mañana me dijo que hay espacio para la derrota porque “el hombre no
me perdonaba por cualquier cosa que hubiera hecho está hecho para la derrota […] Un hombre puede ser
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destruido, pero no derrotado.” hombre como Hemingway a dispararse en la cabeza.


Andando la historia, el viejo y el pez -que “na- En una carta a Charles Scribner a propósito de El
vegaban juntos, ligados costado con costado”- se en- viejo y el mar, Hemingway dice: “Esta es la prosa por
frentan a los tiburones. El viejo pierde el arpón al la cual he estado trabajando toda mi vida: que se
matar a uno de ellos, y después pierde el cuchillo: pueda leer fácil y sencillamente, que parezca corta, y
“Le gustaba pensar en el pez y en lo que podría ha- que aún así tenga todas las dimensiones del mundo
cerle a un tiburón si estuviera nadando libremente. visible y del mundo espiritual de un hombre. Es una
Debí haberle cortado la espada para combatir con prosa tan buena como la que puedo escribir por aho-
ella a los tiburones. […] hubiera podido ligar la es- ra.” Viniendo de Hemingway, que siempre mostró
pada al extremo de un remo, ¡qué arma! Entonces una voluntad férrea frente a la escritura, uno podría
los habríamos podido combatir juntos.” La destruc- sentirse mal al pensar que hoy día las cualidades de
ción del pez espada es para el viejo un evento natu- su relato sobre un viejo y sobre un pez espada, son
ral, algo que podía o no haber sucedido, lo mismo poco valoradas, o simplemente consideradas, escri-
que el ataque de los tiburones. En “Big Two-Hear- tura para niños.HC
ted River”, la relación con la naturaleza es la de un
hombre alienado. Cuando Nick usa a los grillos, em-
palándolos para usarlos como carnada, no vemos el
sentimiento de hermandad con la naturaleza que ve-
remos después en la relación del viejo Santiago con
los peces, sus hermanos, y el mar (la mar, como la
llama él con cariño). Hacia el final del libro, cuando
Santiago admite su derrota frente a los tiburones,
Manolín le pide que pesquen juntos otra vez:

-No, no tengo suerte. Yo ya no tengo suerte.


-Al diablo con la suerte –dijo el muchacho-. Yo
llevaré la suerte conmigo.
-¿Qué va a decir tu familia?
-No me importa. Ayer pesqué dos. Pero ahora
pescaremos juntos porque todavía tengo mucho que
aprender.
-Tenemos que conseguir una buena lanza y
llevarla a bordo. Puedes hacer la cuchilla con una
hoja de muelle de un viejo Ford. Podemos afilarla en
Guanabacoa. Debe ser afilada y sin temple para que
no se rompa. Mi cuchillo se rompió.

Esta nota de esperanza es la que marca toda la


diferencia con las novelas anteriores de Hemingway.
Incluso la última frase “Mi cuchillo se rompió”, re-
suena infantil e incluso ingenua, aunque en realidad
es la nota de un hombre que ha conocido la hu-
mildad, casi la misma que Hemingway –pese a toda
su bravuconería- conoció en la búsqueda de la frase
verdadera, lo que John Updike llamó “edénico” en MAURICIO SALVADOR nació en 1979 en la Ciu-
el estilo de Hemingway. Pero la búsqueda de la “fra- dad de México. Es editor de HermanoCerdo.
se verdadera”, una frase que quería funcionar como
algo inmediato para evocar las sensaciones inevita-
blemente lo llevaría a reconocer que ningún lenguaje
llenaría sus expectativas. Y si pudo reconocer esto en
las cinco novelas que dejó sin terminar, no es difícil
imaginar que una obsesión así pudiera llevar a un
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Más Prozac, menos Platón


Daniel Espartaco Sánchez “Seanbaby”

cuantitativamente un punto más a las atrocidades


Educar a los topos, de Guillermo Fadanelli militares. En comparación con otras experiencias
Anagrama / Colofón. México 2006. narradas la incursión del narrador puede compa-

N
rarse con un viaje a Disneylandia. La aportación es
interesante por su particularidad y locación. Las in-
unca antes había leído un libro de agotables facetas de la vida militar son precisamente
Guillermo Fadanelli. Así que deja- inagotables, y Fadanelli sólo nos muestra unas cuan-
remos la breve retrospectiva del au- tas.
tor y sus obras, como acostumbran Y he aquí un ejemplo de lo que se supone ma-
los reseñistas. Por supuesto, tampo- gistral:
co esperen que compare Educar a
los topos con La ciudad y los perros “El aire podía cortarse en rebanadas, y el polvo
de Vargas Llosa sólo porque una parte de la novela que se acumulaba en el patio tenía un olor a sudor
ocurre en una escuela militar. La otra parte ocurre rancio, a muerte próxima que se impregnaba en el
en una familia con un padre despótico y no voy a uniforme como mancha de tinta.”
compararla con Los hermanos Karamazov. Cuando
el reseñista es joven, como yo, además, podemos es- Yo hubiera preferido, del baúl de recomendacio-
perar que despliegue toda su cultura en dos párrafos. nes de Seanbaby: “El aire podía cortarse en rebana-
Podemos esperar por ejemplo, alguna comparación das y servirse en platos desechables con ensalada de
disparatada como Fadanelli y Schopenhauer; Fada- atún y un vasito de refresco”. Así al menos el lugar
nelli y Bukowski; Fadanelli y Louis Mary Alcott. común, rebanar el aire, hubiera tomado un giro in-
Educar a los topos trata sobre un adolescente ins- esperado. Respecto al lenguaje, creo que Fadanelli
crito en una secundaria militar por su despótico, y al deja mucho que desear en algunas partes del libro.
mismo tiempo pintoresco, padre, en el México con- La prosa es bastante irregular y oscila entre la afec-
tradictorio de Luís Echeverría; y sobre una familia tación decimonónica, estilo Altamirano, y el atro-
en proceso de cambio. En términos de ambiente la pellamiento de ideas, la máxima filosófica, la chaba-
novela recrea vívidamente una época, cuando Méxi- canería inminente, a los grandes momentos donde
co era pretendidamente “socialista”; con agonizantes la prosa magistral desaparece, gracias al cielo, para
tranvías y pantalones de terlenka y el Distrito Fede- contarnos una historia interesante sobre una familia
ral crecía con desmesura. de clase media baja en la colonia Portales, y mos-
Después de leer el libro me puse a buscar algunas trarnos en poco más de 150 páginas una faceta de
reseñas y la que más me convenció como muestrario nuestra sociedad chilanga, nunca antes contada tan
de todos los vicios del reseñista es la que aparece en vívidamente. Para usar los términos de los reseñistas
Letras Libres del mes de noviembre: diré que Educar a los topos es una “novela” donde
el verdadero protagonista, el lenguaje, muere a tiros
“Fadanelli describe magistralmente las inagota- en la primera página (esto viene a colación de que,
bles facetas de la humillación y el abuso de poder hojeando la reseñas de la nueva revista, Cuaderno
entre los soldados.” Salmón, encontré dos veces la trillada frase “el verda-
dero protagonista es el lenguaje”).
Perdón, pero ¿qué es describir magistralmente? La virtud de Fadanelli es haber redescubierto
Creo que Fadanelli describe bien el abuso de poder un tema no explotado lo suficiente por los escritores
en una escuela militar, pero no magistralmente. Mi mexicanos: la clase media baja, con sus obsesiones,
idea de lo magistral es un poco más amplia. La expe- sus fijaciones, su sueños de grandeza. El significa-
riencia relatada no es tan terrible como para sumar do huero del progreso echeverrista. Fisiología que se
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quedó en pañales desde Esquina bajan: El costum- hambre de estatus de un padre con locas ideas sobre
brismo tamalero; que nunca evolucionó después de la disciplina.
treinta años de ser ejecutado por el populismo ur- Lo que choca en el libro de Fadanelli es algo que
bano al estilo de Lagunilla mi barrio y Chin Chin, cualquier editor comprometido -que parece no ser
el teporocho y los cronistas de Iztapalapa. En México el caso de Herralde- hubiera eliminado. Frases lapi-
el realismo pasó a la posmodernidad sin haber al- darias, algunas divertidas, otras ciertas, y la más de
canzado la modernidad tan prometida, tan odiosa las veces trilladas: frases pretendidamente filosóficas
a nuestros oídos. Nunca tuvimos autores que des- echándonos a la cara el rostro cansado de la obvie-
cribieran una realidad “urbana” sin clisés. La ciudad dad:
de México de La región más transparente del aire está
llena de mala poesía. “¿Acaso no somos la concreción de un chorro
He aquí un par de ejemplos de lo que era esta li- de leche que lanza un pene enloquecido? Como si
teratura “popular urbana”, del baúl de los recuerdos nuestra sangre no contuviera desde un principio to-
de Seanbaby: dos los vicios de sus padres y sus ancestros.”

-¿A cómo lo tamales, doña Toñita? La respuesta es: no lo sé, oh, Dios, no lo sé. Por
-A cinco pesos, Juanito. supuesto el reseñista de Letras Libres no deja de com-
-Híjole. pararlo con Cioran, y como ya lo mencioné antes,
con Schopenhauer. Ese tipo de “filosofía”; para ha-
O bien, al estilo Leñero en Callejón de los Mila- blar de cierto nihilismo edulcorado y chabacano, me
gros, según Seanbaby: recuerda más a las canciones de Joaquín Sabina que
a Cioran. O el comentario de un adolescente embe-
-Chava, aunque sea puta, quiero verla, Chava. bido de mala poesía. Hay mucha mala poesía en la
novela de Fadanelli. Poesía que ni siquiera escanda-
En las partes que valen la pena del libro, con una liza, pues los pedos y los culos ya han sido descrito
prosa sobria, Fadanelli nos describe un mundo harto “magistralmente” en muchas ocasiones.
sabido y menospreciado. Y para esto no se vale del Otras metáforas me recuerdan más a Jim Cro-
lenguaje barriobajero y de la grabadora. De lo espec- ce:
tacularmente sórdido al estilo Salón México y al final
de cuentas mojigato y provinciano. Y sin embargo, El tiempo parecía un borracho que no distingue
lo que vemos en Educar a los topos lo hemos visto el reloj y da mil excusas para permanecer sentado en
miles de veces, sólo que en esta ocasión, los objetos, una mesa.
las relaciones familiares aparecen con una luz distin- La que iluminó mi día, la puse en mi refrigera-
ta. Nada de escenas al estilo neorrealismo italiano. dor bajo un par de verduras de plástico imantadas,
Tal parece que Fadanelli es el único capaz de des- no muy seguro de haberla leído antes en selecciones
cribir efectivamente una escena familiar compleja, de Reader´s Digest:
con personajes de carne y hueso, contradictorios, La inocencia infantil es un cuento de hadas que
sin recurrir al “te lo juro por la vir-gen-ci-ta-san-ta.” los adultos se cuentan así mismos para tranquilizar-
Fadanelli conoce su tema, creció dentro de él, sus se, un eufemismo.
implicaciones no son naturalistas, sociológicas, sino
genuinas, por haber crecido en ese ambiente. Fada- Se requiere una inocencia infantil para escribir
nelli es auténtico. esto y otro tanto de inocencia infantil para leerlo
Además, otro valor radica en su crítica del mi- y sentirse impresionado. Definitivamente Fadanelli
litarismo desde donde siempre ha sido criticado: lo necesita un editor. Otra más, la favorita de Seanba-
absurdo; el valor agregado viene desde lo particular y by:
no desde “una oportunidad para la paz”. Lo absurdo
del militarismo en Fadanelli viene desde el punto Desde que somos aire envenenado, polución,
de vista de un púber que es inscrito en una escuela celulas, fetos, conocemos la entrepierna femenina
militar, en una sociedad que desprecia y odia a los porque justo desde ese agujero negro de contorno
militares. Donde incluso lo militar es el elemento afelpado hemos sido arrojadoos a este mundo.
anormal. No somos una sociedad militarista como
los Estados Unidos. Y todo esto para satisfacer el Creo que cientos de veces le he escuchado esto
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algún borracho en alguna cantina junto a frases Por supuesto que Fadanelli sabe que la vida es
como: por mi madre, bohemios, no somos nada, o absurda, todos lo sabemos. Un niño de cinco años
la minimalista: pinches viejas. Es una pena que estas frente al televisor sabe que la vida es absurda. Mi
perlas de sabiduría se hayan colado en un libro con abuelita sabe que la vida es absurda y el mérito de
tantas posibilidades. Sin haber leído lo anterior de Fadanelli no es enseñarnos algo que nos han venido
Fadanelli, a juzgar por las reseñas, parece que esta repitiendo harto número de veces desde que somos
es una obra de transición entre el realismo “sucio”, “arrojados a este mundo” desde ese “agujero afelpa-
lo que sea que esto signifique, a un estilo que pro- do.” La vida no vale nada. Diles que no me maten
mete en el futuro, cuando Fadanelli deje de meter- ¿No oyes ladrar los perros?
nos máximas filosóficas gastadas y que posiblemente El futuro de Fadanelli como autor serio es ex-
ya hayamos visto mejor en una película de Chuck plorar esa etapa reflexiva y vivencial tan presente y
Norris. Algunas veces creo que Fadanelli tampoco autentica en Educar a los topos, aquella que se basa en
cree en estas tonterías, sino que debe escribirlas de su experiencia. En su capacidad para describir emo-
vez en cuando para no decepcionar a sus fans, de la ciones y personajes reales, a un nivel íntimo, a un
misma manera que todo ensayo de crítica en la Ru- nivel de larga duración; en su capacidad para descri-
sia soviética debía citar a Lenin. Porque conforme a bir las aspiraciones de una clase; de mostrarnos algo
nuestra época o nuestro momento histórico, cuando del pasado inmediato, y de su propia vida, increíble-
podemos comprar prozac genérico en las farmacias mente valioso. Lo que tiene que decir como escritor
del doctor Simi, se supone que este nihilismo senti- va más allá del aparente cinismo. Para mí el cinismo
mental y ramplón es cool: el prozac, la desesperanza. es algo mucho más complejo que quejarse sobre el
Citando al gran poeta argentino: filosofía barata y clima. Existen momentos conmovedores en la nove-
zapatos de goma. Se trata de un nuevo género: Ci- la. Voy a arriesgarme, como buen reseñista, a com-
nismo popular; cinismo para un multitud de ado- parar este libro con otro con el que nadie pareció ver
lescentes que jamás en su vida han leído un libro; similitudes: se llama Patrimony de Philip Roth, un
cinismo para los reseñistas de Letras Libres: libro que seguramente Fadanelli habrá leído; tam-
bién es posible que tampoco lo haya leído o bien: lo
“En Educar a los topos –y algo me lleva a pen- leyó y lo arrojó por la ventana. Hay extensos pasajes
sar que así serán sus próximos libros– se adivina la de Educar a los topos que me recuerdan al libro de
sombra de autores como Ciorán o Schopenhauer y Roth, como las menciones al cementerio, o la parte
de su escritura violenta, pero nunca desprovista de final, cuando el narrador conduce por el periférico
elegancia”. y sabe que no debe perder la salida. Lo contrario
ocurre al principio de Patrimony, por cierto, cuando
Algo más: Roth llega por accidente al cementerio donde está
enterrada su madre. Las partes sobrias y bellas de Fa-
“El primero se vislumbra en temas como el peso danelli nos recuerdan al Roth plenamente autobio-
del tiempo o los rencores que duran toda la vida; grafico: la introspección, ciertas escenas y diálogos,
el segundo, por el pesimismo ontológico y porque, ciertas descripciones de lo cotidiano, en donde los
como él, el narrador de esta novela está convencido objetos arrancan una nueva luz nunca antes vista en
de que la vida no sólo es dolorosa sino radicalmente la literatura mexicana.
absurda, y de que nuestros actos están dominados
por la irrefrenable voluntad de la especie por per- “Siento profundo remordimientos porque sé
petuarse.” que ella deseaba ser incinerada y yo permití que mis
hermanos tomaran la decisión de enterrarla junto a
No creo que la prosa sea elegante, y no me inte- su esposo, a unos centímetros de su esqueleto, ataúd
resa, lo que me agrada en Fadanelli son otras cosas. con ataúd en una promiscua, eterna relación”
De eso no trata Educar a los topos. No creo que Fa-
danelli sea un autor tan profundo, tan ontológico, y Lo humano y lo sentimental, lo auténtico des-
tampoco creo que sea su objetivo. Creo que Educar pojado de poses intelectuales.
a los topos en un libro que profundiza acertadamente Podemos estar ante el nacimiento de un nuevo
en otras cosas que nada tienen que ver con el ser y la tipo de realismo que deje atrás la prosa rebuscada,
nada o un pedazo de mierda que desciende por un pretendidamente poética de Revueltas; el indige-
excusado. nismo ramplón, el provincianismo de pacotilla y
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el populismo con sus doñas chonitas y pepitos; y vez explique esa obsesión wannabe de los chilangos
recientemente la estupefacción de una clase media contemporáneos, ejemplificada en su revista “Chi-
que se masturba frente al televisor y toma prozac. La lango”; con reseñas de los mejores restaurantes y
estulticia de lo pretendidamente sórdido. El nuevo una sección de albures. Vendiéndonos el prototipo
realismo que parece emerger de estas páginas está de una nueva clase media que pulula los centros co-
en un parto difícil. Y para lograrlo la prescripción merciales y en cuyas bibliotecas todos los libros son
es fácil: más autenticidad, menos prozac y menos de Anagrama. Una ejemplificación de que el vacío,
filosofía barata. la indiferencia que tanto se complacen los jóvenes
Las partes donde el narrador habla sobre su padre na genealogía.HC
escritores en mostrarnos, tiene u��������������
y su madre, sin idealizarlos, mostrándonos persona-
jes complejos y contradictorios, la pretensiones del
padre, su vulnerabilidad en un México cambiante,
su admiración por Luis Spota, (admiración de toda
la generación de nuestros abuelos) y que sólo en Fa-
danelli encuentra su cantor. ¿Por qué nadie escribe
sobre nuestros padres y sus pretensiones intelectua-
les, y la loción English Leather, asquerosamente em-
blemática? Su necesidad comprensible de una casa
propia, que además es inherente en todos nosotros:

“Una casa propia, cuantos sueños despierta esa


frase en una época en la que todos los lotes de la
tierra tienen ya propietario”.

“Un domingo de cada mes la familia entera vi-


sitaba la obra negra que, desde la perspectiva de los
niños, era una casa en ruinas con los mismos atribu-
tos de un campo de guerra”

Conozco un autor que ha escrito sobre esto y


sobre el que Fadanelli va a la saga: V.S. Naipaul. Esta
clase de detalles se desprecian normalmente en aras
de una literatura pura. Cuando Fadanelli se dedica
a describir personajes, a narrar acciones concretas,
puede llegar a ser, si no magistral, efectivo. Yo pre-
fiero una acción bien contada a lo “magistral” estilo
Martín Luís Guzmán; quien es incapaz de decir “el
gato está sobre la mesa” sin gastar un párrafo ente-
ro, y por eso es tan admirado. Otras veces Fadanelli
asombra por su capacidad de síntesis.

“A los largo de su vida [el padre] mostró un


respeto poco común por los extranjeros. Y además DANIEL ESPARTACO SÁNCHEZ nació en Deli-
coleccionaba los discos de Doris Day. Y además, cias, Chihuahua, en 1977. Es coeditor de Hermano-
cuando nos cambiamos a Cuemanco, obligó a mi Cerdo. Este año se le otorgó el Premio Nacional de
madre a teñirse el pelo de rubio”. Cuento Gilberto Owen por su libro El error del mile-
nio, recientemente publicado.
La casa propia, la pretensión intelectual simbo-
lizada en las enciclopedias populares (que no salva-
ron al padre de la muerte); el auto nuevo, los discos
de Doris Day, como la radiografía perfecta de una
clase, y mejor aún, de sus individuos. Algo que tal
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Por un puñado de dólares


Raúl Aníbal Sánchez

E
n un principio tenia miedo de leer imprescindible y reciclarlo, su capacidad de sorpresa
Por amor al dólar, de J. M. Servín; es y autoparodia oculta las fobias de una nación que
un mal titulo para un buen libro Me huye veloz del aburrimiento. Adolescente.”
sonaba como el titulo de una película
de Sergio Leone, y aunque me encanta Carver no se permitiría semejante explicación,
Sergio Leone me daría miedo una lite- aunque es cierto que nada impide al narrador de
ratura en tales condiciones. Tal vez el Servín comportarse como lo hace o dar las explica-
mismo paralelismo inocente que encuentro entre los ciones que quiera y como lo desee. Esto último es
títulos es lo que ha llevado a anteriores reseñas del principalmente porque la figura de Carver sólo se
mismo libro a describir la prosa de Servín con adjeti- encuentra en el texto para fungir como una explica-
vos calificativos que también recuerdan una película ción retórica y por que no es totalmente cierto que la
de vaqueros: “desencantada, lucida”, “amarga e iró- supuesta “crudeza” de Servín, su supuesta “sordidez”,
nica”. Uno puede hacerse a una idea rápida de cómo provenga totalmente de los minimalistas. Parece que
sería una prosa de tales características, y fácilmente cunde la idea general por ahí de que cuando una
podríamos emparentarlas con otros términos: “tes- prosa es directa y apela a la sencillez tiene por fuerza
timonial”, “confesional”, o los preferidos de todos: que ser calificada como “sórdida” y “cruda”. Servín
“crudo” y “sordidez”. Y de aquí a Carver o a lo que no abusa de la autodestrucción y la “suciedad” como
conocemos como “realismo sucio” sólo hay un paso. recurso narrativo. Los mierdas, chingadas, la porno-
Incluso el mismo Servín pareciera ir dejando pistas grafía, los inmigrantes golpeando a sus mujeres, son
cuando dice: la descripción de una realidad, y no filtrada, como
podríamos creer, por el “desencanto” del narrador;
“Me gustaba leer a narradores como Carver. A las escenas de metro en madrugada no son no una lí-
mi manera de ver hacían de lado el peso de la historia nea de acción a desarrollar para provocar un efecto.
para ganar frescura y contundencia” […] “Mucha de
la narrativa contemporánea se apoya en una supues- Uno podría pensar que Servín no enfatizó mu-
ta cultura enciclopédica para disfrazar personajes e cho en su material para otorgarse esa voz reflexiva y
historias guangos que exigen al lector tener al lado sobria. Los diálogos son pocos pero siempre efecti-
un diccionario.” […] “Carver hizo de la angustia y vos, y las escenas, como las que pasan en el capitu-
la monotonía un cóctel que pasaba ligero mientras lo titulado “Gatsby de gasolinera” son poderosas y
uno se miraba en el espejo de sus relatos” […] “La logran sus efectos. Algunos inicios de capitulo son
tensión latente en sus historias se engranó con mi el vivo retrato de cuentos de Richard Ford pero sin
desasosiego y una extraña sensación de vacío provo- Ford de por medio:
cada por mi horario de trabajo en una hemeroteca
de un banco de México, diez años atrás” “Llevaba dos años asistiendo irregularmen-
te a una escuela nocturna al norte de Connecticut
Pero la prosa de Servín es menos estable y por en Norwalk. Veinte minutos manejando un viejo
momentos (son la excepción) cae en explicaciones Toyota por la autopista noventa y cinco. Luego de
como esta: las clases de ingles me distraía recorriendo bares y
dinners. Pisaba a fondo el acelerador, exigiéndole el
“Estados unidos se ha cuidado muy bien de ma- máximo al gastado motor mientras elegía una de las
quillar la monotonía inherente a su mesiánica pro- desviaciones a cualquier pueblo de la ruta, sin idea
ductividad. El atractivo de mitos apoyados por una de cómo emprender algo diferente, había decidido
industria de consumo pierde sus encantos a voluntad trabajar a cualquier hora, en lo que saliera. ”
de la oferta y la demanda. Su locura por inventar lo
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Pero esto no es una copia ni nada parecido; una y rompí el cristal de la abuelita”) le resulta inmedia-
prosa bajo la clara influencia de Richard Ford o de tamente sórdido. Tan acostumbrados estamos a este
Raymond Carver resultaría más burda y superficial, lugar común que en cuanto leemos comentarios del
atenta a detalles distractores, o, en otras palabras, tipo respecto a una obra la primera reacción que te-
efectista pero no sincera. Pero las descripciones de nemos es ponernos en guardia contra ella y abrimos
situaciones y personajes de Servín son directas y no el libro con dificultad y suspicacia. Por amor al dólar
artificiales (con escasas excepciones, entre “granjeros recorre la vida de un hombre, sus peripecias, trabajos
faulknerianos” y ventiladores de techo que parecen y apuntes durante el inmenso espacio diez años, e
“buitres al acecho). En Por amor al dólar se cuenta intenta hacerlo con toda la sobriedad que es posible,
lo que se desea contar, la huida de un país a otro dando importancia a los personajes que aparecen, la
buscando oportunidades, el ofrecimiento de una vi- voz reflexiva, las situaciones en su nivel cualitativo
sión diferente de lo que sucede en ambas realidades, y la vida interior del narrador. Parece que para la
experimentada de primera mano sin el filtro distor- critica la vida en sí, parca y sin adornos es “sórdida.”
sionado de los medios de comunicación, la literatura Si tenemos que vivir con este lugar común a cuestas,
chicacana y el mexican pride; los inmigrantes son yo me quedo con ser sórdido, pero eso sí, le cambio
en realidad seres mezquinos a la casa del dinero y el titulo al libro.HC
del sueño americano, que subsisten entre tranzas y
trabajaos malpagados, dispuestos a vender la fe o la
nacionalidad por una oportunidad en el mercado la-
boral norteamericano.

En determinado momento, cuando comenza-


mos a entrever el trasfondo del narrador, una familia
como todas en el México que sobrevive, presencia-
mos el “peso de la historia” cayendo de golpe:

“Terminé de montar el cerco y con el pretex-


to de regresar a la cochera con un martillo que no
usé, me quedé ahí un rato recuperando la calma. En
algún momento quedé atrapado en mis emociones
y sentí la necesidad de estallar los vidrios del Audi
convertible. Vi en el reflejo un tipo con los ojos en-
rojecidos. Acepta lo que eres: un resentido. Ya recor-
daste de donde vienes, ahora dales la razón. Venga,
camina en reversa dieciséis años atrás: si no se hace
cargo de sus hijos, la próxima vez les toca reclusorio.
¿Recuerdas? Esa fue la advertencia que un trabajador
social le dio a tu padre el día que te fue a pagar la
mordida para que a ti y a tu hermano no los encer-
raran en el consejo titular junto con otros revoltosos
de la barriada”

El recuerdo es emotivo y llega al que lo lee. Jun-


tando los pedazos me doy cuenta que el problema es
que en México (no conozco de otro lugar) abusamos RAÚL ANÍBAL SÁNCHEZ nació Chihuahua, Chi-
de la palabra “sórdido” y la utilizamos como lugar huahua en 1986. Pertenece al equipo editorial de
común para intentar englobar un montón de cosas HermanoCerdo.
que no tienen nada que ver. Intentando definir un
estilo que nadie sabe realmente cual es. Para un rese-
ñista mexicano un niño que rompe una ventana con
un balón de fútbol, si es descrito con el menor nu-
mero de palabras posibles (digamos “pateé la pelota
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Los creyentes
Mauricio Salvador

P
or esas cosas de la vida, tengo en mi más que nada para satisfacer de manera discreta mis
escritorio dos nuevas revistas literarias: instintos sexuales inmediatos. Gracias a ellas, supe
Cuaderno Salmón y n+1. Entre una y de la vida privada de muchas personas, supe que po-
otra juntan más de 400 páginas de lec- día tener los mismos abdominales de un actor de
tura, lo equivalente a leer Ravelstein, de moda o podía contestar diferentes cuestionarios para
Bellow, un libro de cuentos como Like resolver ciertos aspectos de mi personalidad y la de
Life, de Lorrie Moore, e incluso alguna mis amigos. Fue suficiente leer unos cuantos núme-
novela corta como El viejo y el mar, de Hemingway, ros de estas revistas para darme cuenta que los que
para nombrar tres libros que tengo al alcance de la vinieran no iban a cambiar mucho en tono o estilo,
mano. Por supuesto, nada nos obliga a leer una re- y que ni siquiera iban a innovar en sus cuestiona-
vista de principio a fin, aunque conozco a más de rios. Hoy día es decepcionante encontrarse con los
una persona cuya idea de leer una revista literaria mismos cuestionarios que uno contestaba durante la
consiste en tirarse a la cama y leerla de principio a adolescencia, ansiosos por descubrir algo que muy
fin. Algunas personas pueden no encontrar justifica- en el fondo de nosotros mismos sabemos qué es.
ble esta pasión por las revistas literarias. Al fin y al Otra clase de revista, más cercana a la revista li-
cabo carecen de muchos de los elementos que llevan teraria, es la revista de lo que se suele conocer como
a una persona a comprar una revista, y a cambio de de “estilo,” las que publican artículos sobre los res-
eso tienen un diseño dudoso (más conservador que taurantes de modas, sobre las últimas tendencias en
estrafalario), demasiado texto y pocas imágenes, e casi todo, en ipods y en ropa, en grupos de música,
historias de portada que más bien dicen poco; co- antros y exposiciones. Al tener una de estas revistas
sas como un cuento de tal y un ensayo de tal. Por en mis manos inevitablemente busco la penúltima
supuesto, uno no es tan tonto como para creer que página para darle un vistazo a las reseñas de libros.
las personas apasionadas por las revistas literarias Con frecuencia, la penúltima página se usa para re-
son las mismas personas que promueven las otras petir la cuarta de forros de los libros y la última para
revistas. Uno de los placeres secretos que motivaron viñetas de inesperada crítica de costumbres. El úl-
un cambio radical en mí, era dirigirme al puesto de timo número de una de estas revistas contiene un
revistas y comprar cada mes el nuevo número de amplio dossier sobre un artísta plástico mexicano.
Vuelta, la revista que dirigía Octavio Paz. No sabía Al leerlo, al pasar las páginas, pienso que la literatu-
exactamente qué era lo que me atraía o qué me hacía ra no tendría una cabida semejante en una de estas
echarme a la cama y leer de cabo a rabo la revista, revistas, ni ninguno de sus debates actuales ocuparía
desde las cartas hasta las reseñas. Pienso que las re- un espacio tan grande. Un artista plástico está más
vistas literarias, como las revistas de sociales, nunca cerca de la parafernalia a la que apuntan estas clases
dejan de provocarnos la perversa sensación de estar de revistas. Son buenas revistas, esmeradas en su di-
frente a potencial chismorreo literario. Es la misma seño, en sus contenidos, en sus imágenes pero, como
excitación que sienten los adolescentes al llegar a las revistas de chismes o de espectáculos, aceptan y
casa con la nueva revista de videojuegos y sentarse disfrutan el estado actual de las cosas.
frente al televisor leyendo las reseñas de los nuevos
títulos, los rumores, las noticias; en pocas palabras, En 1927, Salvador Novo escribía en la presenta-
compartir las nuevas de un mundo siempre lleno de ción de la revista Ulises:
expectativas. No soy tan snob como para negar que
al tiempo que leía Vuelta –y cuanta revista literaria “Este grupo de Ulises fue en un principio un grupo
me cayera en las manos, incluyendo los fanzines, las de personas ociosas. Nadie duda, hoy día, de la súbi-
universitarias, y las que formaban cuatro fotocopias ta utilidad del ocio. Había un pintor, Agustín Lazo,
dobladas y pegadas con una grapa-, también me leía cuyas obras no le gustaban a nadie. Un estudiante
las revistas de sociales y de chismes de la televisión, de filosofía, Samuel Ramos, a quien no le gustaba el
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maestro Caso. Un prosista y poeta, Gilberto Owen, y Taller, por El hijo pródigo y Snob, así como por la
cuyas producciones eran una cosa rarísima y un jo- Revista mexicana de literatura, pero también hija de
ven crítico que todo lo encontraba mal, que se llama otro afluente cuadaloso: la revista de pensamiento,
Xavier Villaurrutia. En largas tardes, sin nada mexi- con Cuadernos americanos, La palabra y el hombre y
cano que leer, hablaban de libros extranjeros. Fue la Revista de la Universidad de México, como ejem-
así como les vino la idea de publicar una pequeña plos señeros, esta Revuelta aparece en el principio del
revista de crítica y curiosidad.” siglo XXI de nuestro país en medio de una particular
ausencia de debate y riesgo.”
Sin duda, un joven crítico que todo lo encuentra
mal, es una de las exigencias que llevan a creer en la Aunque es meritorio, francamente encuentro
necesidad de una nueva revista literaria. La otra exi- excesivas estas líneas. Y añaden:
gencia es la certeza de que el resto de las revistas han
perdido la brújula y han caído en desgracia absorbi- “Revuelta es, también, una invitación abierta.
das por el confort, o falta de energía, imaginación Lejos de toda exclusión, esta revista latinoamericana
o, en el peor de los casos, por dogmatismo. Este jo- de pensamiento hoy aparece en el horizonte. Reyes,
ven crítico que todo lo encuentra mal, no encuentra Paz, Revueltas, Fuentes han construido —desde la
tampoco eco de lo que sucede en su interior divergencia— una tradición de la reflexión y la críti-
Al fin y al cabo, la idea de que las revistas li- ca que buscamos continuar en este espacio colectivo,
terarias tienen una misión al final del túnel es una lúdico, propicio en el que, anhelamos, la inteligen-
idea romántica que todos los lectores que se precien cia no sea una soledad en llamas.”
deberían conservar, pese a las decepciones continuas
y el lento declive de las mejores revistas. Cambiar La exclusión en México funciona de una mane-
el estado de cosas fue siempre esencial en el naci- ra muy curiosa, lo mismo que la crítica. ¿Veremos
miento de las revistas literarias. Como los escritores pronto a un escritor no adepto a los escritores del
reunidos alrededor de Ulises, hubo una generación Crack, debatir y criticar en su revista? Probablemen-
de intelectuales inmigrantes que fundaron Partisan te no. Algún joven escritor de la revista tijuanense
Review no sólo para escribir sobre el mundo, sino Replicante se pondrá a debatir con Revuelta? No
para cambiarlo. Las revistas literarias comparten el dudo que el sectarismo cultural sea un fenómeno de
halo de la molestia con la cultura y por lo común todos los países y tiempos, pero estoy seguro que en
los lectores guardan altas expectativas cuando de una México se mantiene vivo y palpitante. A veces olvi-
revista literaria se trata. ¿Quiénes son estos tipos? damos que la revista Contemporáneos ignoró olímpi-
¿Contra qué se rebelan como para sacar una revista camente a sus rivales estridentistas. ¿No tendrían los
literaria? En Los detectives salvajes, Roberto Bolaño escritores de Revuelta estar atentos a lo que hacen y
hace una tierna parodia de las esperanzas que los dicen los otros? Y al revés, ¿no tendríamos que poner
jóvenes escritores ponen alrededor del nacimiento un poquito de atención a la revista del Crack, to-
de una nueva revista y de cuán serio puede ser el talmente desapercibida? Alguien debería un día ha-
asunto: la posible aparición de la nueva revista de cerse a la tarea de criticar la manera como se ejerce
poesía liderada por Arturo Belano y Ulises Lima es la crítica en México y la manera como se obtienen
suficiente para cimbrar los fundamentos mismos de beneficios a cambio de tratos preferenciales. No lo
toda la poesía latinoamericana. Uno comprende la hacemos porque en el fondo todos los escritores del
ironía de Bolaño. Dada la historia de la literatura país esperan obtener un día lo que creen merecer. Y
mexicana, es más seguro que sus revistas literarias el asunto va así: “Si te critico, probablemente termi-
perpetúen un estado de cosas a que lo cambien. No nes odíandome, y, Dios no lo quiera, probablemen-
en vano la eterna cantaleta para presentar una revista te termines siendo el jurado que me dará o quitará
es “lo hacemos porque nadie lo hace, porque nadie mi beca.” Dice Domínguez Michael: “No creo que
se atreve a criticar.” La presentación de la revista Re- un crítico pueda realmente destruir una reputación.
vuelta, integrada en su mayoría por los escritores de Logra hacer algo más peligroso: herir una vanidad.”
la generación conocida como El Crack, dice: Los escritores y aprendices de escritores en México
forman un grupo que se encarga de excluir a otro
“Heredera de la curiosidad y la crítica que mar- grupo (siendo indiferentes), luego forman una revis-
ca la tradición de la revista literaria mexicana, de Sa- ta y proclaman que existe una ausencia de crítica.
via moderna a Vuelta pasando por Contemporáneos
  46    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

* caída como la narrativa. Tan aberrante como la poe-

E
sía. Que delire y desvaríe. Que lea tan absurdamen-
n el caso de Cuaderno Salmón, me en- te como escribe. […] No debería confiarse en los
cuentro una revista “que apuesta, en medio críticos carentes de un estilo. Quien no tiene una
del ruido y la velocidad, por una lectura postura firme ante el lenguaje tampoco la tiene ante
lenta y hedonista. Al dominio de la imagen la literatura.”
oponemos la morosidad de la palabra. A la
complacencia de cierta literatura enfrentamos esta ¿Pero es esto estilo? ¿O siquiera crítica? La enu-
certeza: la creación es crítica y la crítica es creación.” meración de frases sentenciosas pocas veces fue un
Bajo la tutela de Salvador Elizondo y cobijados por recurso de los buenos críticos. Uno queda con un
los nombres (honorarios, ya se sabe) de Sergio Pitol, mal sabor de boca, el mismo sabor amargo que pro-
Enrique Vila-Matas, José Emilio Pacheco y otros. voca la mala poesía. Pero dejemos de lado el estilo.
Uno tiene que aceptar que son coherentes con sus ¿Hay una idea más o menos clara entre toda esa pa-
principios, son morosos, lentos y hedonistas. Lo más labrería pseudo poética? Y una crítica “caída como la
folclórico, sin duda, es la idea llevada a la práctica de narrativa”, “aberrante como la poesía” ¿merece vivir?
“la creación es crítica y la crítica es creación.” Rafael Lo mejor viene más adelante, cuando Lemus hace
Lemus escribe la primera colaboración (los editores suya la idea infantil de que la crítica -o los críticos-
piensan incluir una disertación en cada número) encabezarán una suerte de rebelión contra el creador
sobre el oficio de crítico literario. La pieza se titula y sus obras:
“Por una crítica en crisis.” En Letras Libres, Fabio
Morábito dice que “Habrá un momento –una noche- en que la crí-
tica acaparará las luces. Será la protagonista. Ocurrirá
“... resulta ser una especie de programa espiri- en la literatura lo que ocurre en otras artes: las obras,
tual de la revista, menos por lo que dice que por el cada vez más abstractas, más vacías, serán incapaces
estilo con que lo dice. Subrayo la palabra estilo, que de justificarse a sí mismas. Hastiadas de contar, se-
es crucial en el ensayo de Lemus y le hace decir a su rán formas dislocadas, trazos informes, esbozos de
autor que ‘no debería confiarse en los críticos caren- discursos. Estarán ahí –como las instalaciones, como
tes de un estilo’”. las intervenciones, como los perfomances- para ser
interpretadas. Valdrán menos por sí mismas que por
Una apreciación que no hace justicia al oficio el discurso crítico que las acompañe. Su creación será
del crítico y que establece una falsa tradición en la apenas un accidente. Lo esencial vendrá más tarde,
cual el crítico ha carecido de estilo. La verdad es que cuando la crítica, al atenderlas, las recree.”
los buenos críticos siempre han sido grandes escrito-
res y nunca, sino hasta ahora, se habían preocupado Mientras la crítica profética como la que practi-
por hacerse de un estilo. ¿Por qué tanta insistencia al ca Lemus no tenga arraigo entre críticos más serios,
respecto? Suena más a inseguridad que a programa uno puede leer con tranquilidad, y hasta diversión,
espiritual. Al presentarnos la revista, nos dicen: “A la este tipo de “disertaciones” sobre el oficio del crítico.
complacencia de cierta literatura enfrentamos esta Pero esta concepción va más allá, negando incluso la
certeza: la creación es crítica y la crítica es creación.” posibilidad de que el lector sea más un lector, pues
Dada la historia literaria del país uno debe aplau- en su elitismo sólo la crítica será capaz de darle sen-
dir dicho principio e incluso admirar el cometido tido a la obra. Es curioso, también, que Lemus ha-
de Lemus si no fuera precisamente por su idea de lo ble de la vaciedad y la abstracción de las obras, dos
que es el estilo en la crítica: términos bastante aplicables a cierto tipo de crítica.
Pero entonces, ¿para qué y para quién trabaja el crí-
“Piénsese en la crítica literaria. Una roca o un tico? ¿Para el lector? ¿O para un grupo de teóricos
fuerte. Algo sólido, imbatible. Un monolito ajeno sentados a la mesa del Señor?
al tiempo y a sus tempestades. Un anacronismo. Pa- Lemus termina su disertación: “Los críticos no
san los años y los descalabros, y la crítica se man- han hecho más que interpretar de diversos modos
tiene esencialmente la misma. Todo agoniza, salvo la crítica literaria, cuando de lo que se trata es de
su salud adolescente. […] Imaginemos otra crítica. exterminarla.”
No una roca sino ruinas. No salud sino crisis. Una ¿Pero cómo? O más simple ¿por qué?
crítica vuelta contra sí misma, en viva agonía. Tan
  47    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

E
l viaje a contracorriente del salmón, en
franca lucha por rescatar sus orígenes –el “Como sucede en las novelas más recientes de Ban-
lenguaje- es un síntoma de elitismo que en ville, su protagonista es el lenguaje en sí, oculto -y
sus efectos parece acercar a los editores de luego expuesto- detrás de las máscaras de sus cria-
Cuaderno Salmón a lo que más odian en el turas...”
mundo: el “costumbrismo soso.” A estas alturas no
es una novedad arremeter contra el costumbrismo Y:
en la literatura nacional. Más difícil sería iluminar
sus causas o su remedio. En su adopción de Salva- “Esa inasibilidad de lo real lleva a Saer, acaso el me-
dor Elizondo y Sergio Pitol como consejeros hono- jor alumno imaginable del nouveau roman, a aus-
rarios, los editores de Cuaderno Salmón se situarían cultar las formas del mundo a través, primero, de
-en el imaginario literario nacional- en el ala de los la observación obsesiva, y, después, de descripciones
“cosmopolitas”: los escritores -sin duda valiosos- que minuciosas que convierten sucesos nimios en pá-
hicieron del “lenguaje” la preocupación esencial de ginas y páginas deslumbrantes donde el verdadero
su pensamiento; en otra palabras, una voluntad de protagonista es la prosa...”
estilo. No obstante, no puedo sino pensar que en
ocasiones lo que uno imagina como estilo no son Sinceramente no pude evitar rememorar la bro-
sino excesos retóricos que pasan por estilo (y a veces ma que un amigo solía contarme respecto del len-
también por crítica). Así es como David Miklos ter- guaje como protagonista y que comenzaba más o
mina su reseña sobre The Sea, de John Banville, des- menos así: “El lenguaje se despertó esa mañana...”
pués de reseñar los dimes y diretes de un premio: Siempre creí que se trataba de una broma.

De haber elegido él al ganador, este hubiera *

E
sido, dudas aparte, Barnes, cuya obra seleccionada
era, de acuerdo con Fischer, su mejor novela, aunque n sus palabras, n+1 “is like Partisan Re-
no su mejor libro. Zape al grande, deleatur al paria. view, except not dead.” ¿Qué significa esto?
Etcétera. Basta. Si pensáramos primero en las diferencias
Lo mundanal aturde. Silencio. tendríamos que pensar que los editores de
Todo lo anterior, todo menos The Sea, es pere- n+1 (americanos, blancos, graduados de
cedero. Atendamos, pues, las voces. John Banville Harvard) tienen poco que ver con los intelectuales
(Wexford, Irlanda, 1945) bebe a nuestra salud. inmigrantes judíos que bajo el pensamiento marxis-
ta fundaron Partisan Review. Obviamente, esta una
¿Qué significarán esos excesos retóricos? ¿O por qué diferencia superficial. Los intelectuales de Nueva
reseñar el libro (y a los opositores del libro, tanto York tenían de entrada una razón de peso para sen-
voluntarios como involuntarios) basándose en esa tirse intelectualmente incómodos en la América que
cuestión tan relativa (y más para quienes piensan les tocó vivir. Se sentían atrapados entre el mundo
en el “lenguaje”) de los premios literarios? ¿Y por de sus padres y el nuevo mundo. Daniel Bell dice:
qué sólo Banville sobrevivirá al fin de los tiempos?
¿Escritores como Barnes no tendrán derecho? En mi “There was always the sense you lived in two
opinión, es más costumbrista el siguiente argumen- worlds. The word alienation has become a cliche,
to: Nosotros los estilistas merecemos el cielo, aunque but it was real in the sense not that alienation made
hoy por hoy sólo nos ofrezcan el infierno. Y paradó- you angry at the world, but you were not a part of
jicamente, esos excesos retóricos finales nos hacen it.”
olvidarnos de todo lo que habíamos leído antes, zape
al grande, y en cambio no guardamos siquiera una Ya fundada Partisan Review, los editores lleva-
breve idea de cómo es la textura de la prosa de Ban- ron a cabo un primer symposium que llamaron “Our
ville, o por qué tendríamos que leerla, aparte, claro, Country and Our Culture,” que, en palabras Robert
de consideraciones vagas. Brustein “parecía un llamado a abrazar los valores
americanos y terminar con la alienación.” Y agrega:
Sí, el lenguaje parece la preocupación esencial de
los editores de Cuaderno Salmón. En dos diferentes “El resultado fue la absorción de varios artistas
reseñas, leo lo siguiente: e intelectuales en el mainstream de la vida america-
  48    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

na. No nos dos dimos cuenta lo suficiente, pienso, la crítica académica o los escritores de McSweeney’s.
no más que ahora, que, prafraseando a Flaubert, era ¿Cuál es la crisis en dos aspectos de la cultura tan
posible ser normales en nuestra vida familiar y en ambivalentes como estos? Uno y otro parecen los ex-
nuestro amor al país, y al mismo tiempo ser feroces, tremos de una misma materia. Y uno y otro alcanzan
demandantes y no conformistas en nuestro amor al sus límites por una excesiva confianza en sí mismos,
arte.” que en ocasiones alcanza el nivel de la autoparodia.
McSweeney´s puede pecar grandemente de infanti-
Varias décadas después, en el número 4, los edi- lismo. Los ditores de n+1 piensan que su tradición
tores de n+1 convocaron a un simposio llamado proviene más de la revista MAD que de cualquier
“American Writing Today,” que extiende las ideas otra cosa. Y la crítica, como dice Caleb Crain, nece-
provocadas cuando establecieron su posición ante sita hacer un alto y corregirse. Y agrega:
The New Republic, y ante sus críticos literarios, espe-
cialmente James Wood: The critic, too, should accept and make use of
his ignorance. He should also respect it in his rea-
“Somehow TNR got the best people and en- ders. Not a science, criticism cannot justify specia-
couraged their worst instincts. ... Poor James Wood! lizing. Because literature is not coherent and not
Now here was a talent—but an odd one, with a progresive, there is no point to criticism that only
narrow, aesthetician’s interests and idiosyncratic tas- reaches professionals.
tes. He got crowned the Last Critic. The magazine’s
chief writer on fiction since 1996, he became a man Al momento de escribir esto, leo un artículo que
of whom it could be said, as Hemingway said of comentando la muerte de Derrida reseña las señales
Mencken, “so many young men get their likes and que en Estados Unidos presagiaban una crisis de la
dislikes from him.” [...] The New Republic, for quite crítica académica. Los editores de n+1 se lo toman
a while now, has been a Major League culture ma- con bastante optimismo:
gazine supporting a farm team political bureau. [...]
When The New Republic took a writer down—as it Theory is dead, and long live theory. The desig-
notoriously did with Toni Morrison, Judith Butler, nated mourners have tenure, anyway, so they’ll be
Frank Bidart, Don DeLillo, Elaine Scarry, Colson around a bit. As for the rest of us, an opening has
Whitehead, Kurt Andersen, Sharon Olds, Thomas emerged, in the novel and in intellect. What to do
Pynchon, Zadie Smith, Jonathan Franzen, Barbara with it?
Kingsolver—people noticed. It was the best literary
section in the country. Es por eso que frente a las perspectivas apocalí-
tpticas de la muerte de la novela (de la obra, como
El sólo intento de ofrecer una visión panorámica dice Lemus), o de la crítica, siempre es posible agre-
de la “situación intelectual” y del “estado de cosas” gar “1” más, o sea n+1.
de la literatura americana, parece un signo de inde-
pendencia intelectual, o al menos de su búsqueda. El simposio “American Writing Today” intenta
La respuesta que James Wood, un “honorable adver- ser el comienzo desde un nuevo ángulo:
sario,” publicó en el número 3, es una de las causas
del simposio sobre la literatura americana. Los temas “Con todo el ardor de críticos enfrentando a
son los siguientes: “Short Story & Novel” “Poetry” un honorable adversario, los editores se sentaron a
“Academic Criticism” “American Writing Abroad” escribir una respuesta a la respuesta de Wood y a
“Money” “Memoir and Criticism” “Publishing” clarificar su posición de una literatura progresiva y
“Novel” “Reader as Hero”. confrontacional contra su defensa de lo permanen-
Con cuatro números en activo -y más de 800 te y humano. [...] Concluimos que las percepciones
páginas de ensayos y crítica- sería difícil hacer pre- de la escritura y la crítica contemporánea difieren
cisiones sobre el camino andado por n+1. No obs- finamente, incluso entre aquellos que creen estar de
tante, la línea que los ha llevado de un punto a otro acuerdo, que la última palabra no debería pertenecer
es visible y tiene un nombre: “Reading Crisis.” En ni a nosotros ni a Wood. [...] Hemos pedido a los
sentido amplio, esta crisis afecta a toda la cultura, colaboradores que escriban sobre las condiciones de
incluso aquella que pasa por alta cultura y, obvia- producción de nueva obra; su carácter y sus rasgos;
mente, a los lectores de esa cultura. Tal es el caso de y sobre las figuras y creadores que más han influen-
  49    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

ciado en cada campo. En una era de repetición, ne-


cesitamos un debate sobre la Escritura Americana
que comience donde la historia académica ha ter-
minado.

No el viaje del salmón ni la crítica profética que


un día se adueñará del universo con sus androides
académicos.

T
anto Cuaderno Salmón como n+1 tienen a
su favor lo que A. O Scott llamó “reaccio-
nario” en el campo de la cultura, cuando
publicar una revista literaria es una empre-
sa casi romántica, plena de energía. Es in-
teresante que los editores de Cuaderno Salmón citen
el siguiente fragmento del ensayo de Scott, titulado
“Among the Believers” -sobre las revistas The Believer
y n+1-, publicado en The New York Times:

Los blogs encarnan y perpetúan un discurso


basado en la velocidad, la actualidad, el ingenio y
la contención [...] Empezar una pequeña revista -es
decir, comprometerte a crear una inmutable, finita
pila de páginas, perfectamente encudernadas, que
aparecerá, dedazos y todo, cada mes, o cada dos, o
cada seis, o cuando sea, incluso sin mantienes un
blog o, por necesidad, un trabajo diurno o sufres
preparando una disertación- es, al menos en parte,
protestar contra la tiranía de lo fugaz. Es optar por
la lentitud, la paciencia, la extensión. Es defender la
posibilidad de la seriedad en contra del parloteo y
la superficialidad de la época -y es ir también, por
supuesto, contra otras revistas.

Intentar, por lo menos, defender “la posibilidad


de la seriedad en contra del parloteo y la superficiali-
dad de la época” es, creo yo, algo que vale la pena.HC

MAURICIO SALVADOR nació en 1979 en la Ciu-


dad de México. Es editor de HermanoCerdo.
  50    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

Columnas
Un buen nombre para una columna es
difícil de encontrar

Por Miguel Habedero

C
Mucho más difícil es a mi edad encontrarle
ualquiera que piense -sugestionado sentido a los clásicos. El Robinson Crusoe, manual
por las notas críticas y las alabanzas de de jardinería, Job con un extravagante sombrero.
un puñado de jovenzuelos con apenas Crimen y castigo, la historia de un muchacho que
estudios superiores y dos o tres libros se volvió loco por leer demasiado, como toda mi
mal leídos-, que ser un personaje de generación. El Tristam Shandy, disparates, juegos de
culto es la cosa más maravillosa que palabras que nada significan. Sí, muchas veces he
le puede pasar a un escritor, es un so- querido encontrar una respuesta a mis dudas más
berano idiota. Pero sí, soy un escritor de culto o lo horripilantes en una página abierta al azar del diario
que los críticos de buena cuna llaman -en su visión de Tólstoi, ese viejo sabio marica, para encontrarme
materialista y chabacana del mundo- un escritor con esta frase: “Querido Diario, hoy reté a duelo a
marginal. Turguéniev.”

Esto significa, en términos más o menos básicos, Cuando era mas joven me imaginaba a mí mis-
que estoy fuera de las listas de los mas leídos y que la mo como un viejo iluminado y ahora resulta que no
Academia, esa perra en brama, ha decidido pasar de entiendo nada. Que la vida con sus pliegues obs-
largo y no olfatear lo que de digno queda en mi pro- cenos y viscosos me parece cada segundo más in-
sa, abalanzándose sobre presas pubescentes adictas al comprensible. Que el dominio de la naturaleza por
lente fotográfico y la grabadora. medio de la razón, que tanto me vendió mi abue-
lo, un liberal decimonónico, ha sido un completo
Mientras tanto, yo, humilde servidor, adicto a fraude. Tengo unas extrañas manchas en la frente y
las oraciones condicionadas y al punto y coma, me debo ir a ver al médico, para que me diga que tengo
arrastro por el mundo dando talleres de literatura en cáncer por alguna razón desconocida. De nada sirve
ciudades de provincia, acudiendo a presentaciones la penicilina. Ser un escritor de culto al borde de la
de libros en ferias de libros igualmente provincianas. extinción que lee los clásicos no es fácil.
Una vida nómada en hoteles de cinco estrellas con
servicio al cuarto, esporádicas amantes y almuerzos Pero de alguna manera, sin proponérmelo, los
con pequeños funcionarios. Por alguna razón ajena cheques llegan a mi cuenta bancaria. Y desde que
a mí, me paso la vida en la sala de espera de un aero- soy escritor de culto tuve que contratar un contador,
puerto, al abrigo del aire acondicionado y releyendo, recomendado por una amiga: un muchacho escuá-
a mi edad, los clásicos de la literatura universal, bus- lido, vestido con un traje pasado de moda que le
cando la iluminación. queda un poco grande, y que es tan endemoniada-
mente honesto que muchas veces temo por su salud
Muchas veces he creído encontrar señales, o en- física. Su nombre es Evaristo y cada tres meses viene
contrar la belleza, mientras orino en el mingitorio a la mesa de mi cocina -formica, la compré en los se-
de un aeropuerto; muchas veces he creído encontrar senta-, y se sienta enfrente de un montón de recibos
una pista en las indicaciones que cuelgan sobre los y facturas que yo guardo descuidadamente en una
techos plafonados bajo la luz fluorescente y mórbida caja de zapatos Canadá. A pesar de que me compré
de los tubos de luz donde una generación de lisiados una pequeña cafetera, que me costó una fortuna,
espirituales ha sido incubada. Evaristo no se ha dejado sobornar, y siempre que le
ofrezco un capuchino, Evaristo, con los ojos saltones
  51    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

e irritados, por lo que me parece ser largas noches en a nadie, ni siquiera a su madre, por su título profe-
vela con su únicos amigos, los números, me dice. sional. En mi caso, nunca terminé Sociología y no
parece importarle a nadie, salvo al fantasma de mi
-Preferiría una vaso de agua. madre.

Lo único que arranca un gesto humano a ese ros- Por supuesto, estudié sociología en una época
tro es la media docena de recibos que olvidé llenar en que esta profesión no era respetable, ahora tam-
o bien, que he llenado mal. Para Evaristo un recibo poco lo es y nunca lo será. Aún guardo la larga carta
mal llenado es como el mingitorio de Duchamp para de mi madre –apenas sabía escribir- suplicándome
un clasicista. Y cada tres meses, mientras me prepa- que, ya que había abandonado el seminario, estu-
ro un capuchino, escucho las quejas detrás de mí: diara algo respetable como medicina o derecho. En
pequeños quejiditos que Evaristo lanza inconscien- aquella época los escritores estudiaban derecho. A
temente, pues al mirarlo, veo su amarillento rostro veces me pregunto qué hubiera pasado de haber ter-
totalmente absorto sobre un mojón de papeles arru- minado mi tesis titulada, Una comunidad campesina
gados. Cuando esto termina, Evaristo se reclina ha- en el municipio de Guerrero. ¿Habría sido yo como
cia atrás en un largo suspiro -veo las gotas de sudor todos esos sociólogos que después de la caída del
en su frente-, y da un pequeño y tímido sorbo a su muro tuvieron que aprender de nuevo la terminolo-
vaso de agua; de hecho, el único sorbo, pues cuando gía? ¿Mi madre estaría orgullosa de mí?
se marcha el vaso está intacto. Noto que a pesar de
su corta edad tiene un pequeño vientre abultado y En fin, cuando hace tres meses vinieron a entre-
arrugado debajo de su camisa blanca y de mala con- vistarme del canal 22 para decirme que era un escri-
fección. He intentado pagarle más, pero él siempre tor de culto, “Como Francisco Tario,” dijo la entre-
se rehúsa, tiene varios clientes y entre ellos mi amiga, vistadora, “sólo que vivo,” sentí que la nueva etapa
y no sé como sobrevive. de mi vida debía verse con bondad y humildad, pues
no en vano se llega a mi edad sin cosechar al menos
Cuando me mira de esa manera, cuando me doy un décimo de lo que uno ha sembrado, y considero
cuenta de todo el trabajo que Evaristo, en términos que a estas alturas he sembrado lo suficiente como
de creatividad, debe de hacer para reconstruir mis para ver crecer un roble fuerte y hosco, de ramas que
gastos, me siento culpable. Me interroga pero yo no uno pensaría frágiles pero que no lo son, y de frutos,
tengo la menor idea de nada. Los cheques están ahí, si los robles tuvieran frutos, dulces y espesos, como
las facturas están ahí. Evaristo se pasa una escuáli- en la viña del Señor. Con su voz cálida de soprano,
da mano por su engominado cabello y yo lamento la señorita del 22 me preguntó: “¿Se considera usted
en verdad que no exista un premio Nobel de con- un escritor de culto?” ¿Y qué creen que contesté?:
taduría. O al menos algún tipo de satisfacción espi- “Sííííí.”
ritual para los que ejercen este oficio. Lamento que
la promesa de una vida eterna esté descontinuada. Así que este soy yo, queridos lectores, Miguel
¿Qué bien aceitada relojería permite que Evaristo se Habedero. De hoy en adelante serán testigos de mis
desplace por esta vida, sin mayor certeza que unas aventuras en el supermercado, y en la iglesia -co-
cuentas bien hechas? mencé a ir a misa- y en mis variopintos paseos por la
calle de mi colonia. A veces me verán en un cafecito
Cuando era más joven de lo que soy ahora, allá -tomando té porque el café ya no me cae bien-, con
en los años sesenta, despreciábamos a los contadores la mirada perdida y la camisa sin abotonar.
y los abogados, todas esas profesiones que nuestros
padres soñaban puestas sobre nosotros cuando éra-
mos niños, como pequeñas mortajitas. Aquí esta la
mortajita de doctor, con un estetoscopio y una bata.
La mortajita de abogado con una constitución toda-  — Miguel Habedero
vía más de juguete que aquella que Carranza y sus
amigos escribieron en una arranque inspiración.

Hoy en día, salvo la profesión de médico, están


todas desprestigiadas. Evaristo ya no impresionaría
  52    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

Miscelánea
Holden, en la novela, tiene diecisiete pero que,
Bloom sobre The Catcher in the Rye en madurez, no ha pasado de los trece, la edad que
tenía cuando murió Allie. Cuando se origina el des-
Ha pasado casi medio siglo desde la publica- creimiento de Holden en el lenguaje adulto nunca
ción de The Catcher in the Rye (1951) y la novela ha nos lo dice Salinger, pero ese descreimiento es a la
tenido cientos de reimpresiones. Una escritura po- vez noble y autodestructrivo. Ser un guardián entre
pular que tenga una distinción literaria es bastante el centeno, la ambición de Holden, es un tipo de
rara. ¿Promete The Catcher in the Rye ser de emi- santo secular que desea y es capaz de salvar a los ni-
nencia permanente o llegará a ser visto como un ños pequeños de las calamidades.
obra idealista y datada, lo que creo que le ocurrirá
a To Kill a Mockingbird de Harper Lee y a Beloved Faulkner señaló que el dilema de Holden fue su
de Toni Morrison, obras tan populares como sigue incapacidad de encontrar y aceptar un mentor ver-
siéndolo The Catcher? dadero, un maestro o guía que pudiese levantar su
fe. El dilema, al ser espiritual, nos duele bastante y
Los ancestros literarios de Holden Caulfield es profundamente norteamericano. Holden es por-
incluyen, claramente, a Huck Finn y Gatsby, in- tavoz de nuestro escepticismo y nuestra necesidad.
fluencias peligrosas en la novela de Salinger. The Es una enorme carga para un personaje tan frágil de
Adventures of Huckleberry Finn continúan siendo la esa oposición se derivará o la salvación estética de
obra maestra de Mark Twain, central para Faulkner, The Catcher in the Rye o la primera razón para que
Hemingway, Scout Fitzgerald y los demás novelistas sea considerado una pieza de la época.
significativos de su generación. The Great Gatsby  — Harold Bloom
permanece como el logro clásico que soporta mu-  Trad. JJA
chas relecturas. Releer The Catcher in the Rye me pa-
rece un experiencia estéticamente mezclada: a veces
conmovedora, a veces un tanto llorona e, incluso, Argumentum ethicum, o refutación
azucarada. El idioma de Holden, una vez que se es- ética de la existencia de Dios
tablece, es consistente en sí mismo, pero bastante
limitado en su amplitud y sus posibilidades, quizá El acto de bondad es de virtud indudable sólo
demasiado limitado como para sostener algo más cuando se ejerce de manera completamente anóni-
que una narración breve. ma, ya que es la única exenta del pecado de vanidad
o del cálculo de un beneficio ulterior.
Y, aún así, Holden retiene su pathos aunque se Ahora bien, si Dios existe, ese acto de bondad
relea una vez y otra. Maniatan ha sido un descenso pura sería imposible, ya que Su omnisciencia lo co-
al infierno en muchos escritores norteamericanos, nocería.
principalmente en la sección “The Túnel” de The Pero Dios no puede ser un obstáculo para la
Bridge, la épica visionaria de Hart Crane. Se convier- bondad, que es Su misma esencia.
te en el infierno de Holden, principalmente a causa Por lo tanto, y en nombre del Bien, Dios no
del mismo Holden, que es masoquista, ambivalente existe.
en su actitud hacia las mujeres e inteligentemente — Pablo Ruiz
ambivalente respecto a su padre. La salud física de
Holden, ya precaria, apenas puede sostener las pre-
siones de Manhattan. Sufre de pena por la muerte
de su hermano menor, Allie, y de la pena irracional
de ser un sobreviviente.
  53    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

Paul Auster. Premio Píncipe de y disciplina que se necesitan para ser un consumado
Asturias pianista o bailarín. Todo ese trabajo y sufrimiento,
los sacrificios realizados para lograr algo que es total
No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, y absolutamente… inútil.
probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo
único que puedo decir, y de eso estoy completamen- La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera
te seguro, es que he sentido tal necesidad desde los un tanto diferente de las demás artes. Su medio es
primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos
escribir, y en especial a la escritura como medio para con los demás, común a todos nosotros. En cuanto
narrar historias, relatos imaginarios que nunca han aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por
sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin los relatos. Los que seamos capaces de rememorar
duda es una extraña manera de pasarse la vida: en- nuestra infancia recordaremos el ansia con que sa-
cerrado en una habitación con la pluma en la mano, boreábamos el cuento que nos contaban en la cama,
hora tras hora, día tras día, año año, esforzándose el momento en que nuestro padre, o nuestra madre,
por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un
dar vida a lo que no existe…, salvo en la propia ima- libro y nos leía un cuento de hadas. Los que somos
ginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer padres no tendremos dificultad en evocar la embe-
una cosa así? La única respuesta que se me ha ocu- lesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando
rrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente
remedio, porque no puede hacer otra cosa. deseo de escuchar? Los cuentos de hadas suelen ser
crueles y violentos, describen decapitaciones, caniba-
Esa necesidad de hacer, de crear, de inventar es sin lismo, transformaciones grotescas y encantamientos
duda un impulso humano fundamental. Pero ¿con maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos
qué objeto? ¿Qué sentido tiene el arte, y en particu- llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño
lar el arte de narrar, en lo que llamamos mundo real? experimenta a través de esos cuentos es precisamente
Ninguno que se me ocurra; al menos desde el punto un encuentro fortuito con sus propios miedos y an-
de vista práctico. Un libro nunca ha alimentado el gustias interiores, en un entorno en el que está per-
estómago de un niño hambriento. Un libro nunca fectamente a salvo y protegido. Tal es la magia de los
ha impedido que la bala penetre en el cuerpo de la relatos: pueden transportarnos a las profundidades
víctima. Un libro nunca ha evitado que una bomba del infierno, pero en realidad son inofensivos.
caiga sobre civiles inocentes en el fragor de una gue-
rra. Hay quien cree que una apreciación entusiasta Nos hacemos mayores, pero no cambiamos. Nos
del arte puede hacernos realmente mejores: más jus- volvemos más refinados, pero en el fondo seguimos
tos, más decentes, más sensibles, más comprensivos. siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que
Y quizá sea cierto; en algunos casos, raros y aislados. esperan ansiosamente que les cuenten otra historia,
Pero no olvidemos que Hitler empezó siendo artista. y la siguiente, y otra más. Durante años, en todos
Los tiranos y dictadores leen novelas. Los asesinos los países del mundo occidental, se han publicado
leen literatura en la cárcel. ¿Y quién puede decir que numerosos artículos que lamentan el hecho de que
no disfrutan de los libros tanto como el que más? se leen cada vez menos libros, de que hemos entrado
En otras palabras, el arte es inútil, al menos com- en lo que algunos llaman la “era posliteraria”. Puede
parado con, digamos, el trabajo de un fontanero, un que sea cierto, pero de todos modos no ha disminui-
médico o un maquinista. Pero ¿qué tiene de malo la do por eso la universal avidez por el relato. Al fin y al
inutilidad? ¿Acaso la falta de sentido práctico supone cabo, la novela no es el único venero de historias. El
que los libros, los cuadros y los cuartetos de cuerda cine, la televisión y hasta los tebeos producen obras
son una pura y simple pérdida de tiempo? Muchos de ficción en cantidades industriales, y el público
lo creen. Pero yo sostengo que el valor del arte reside continúa tragándoselas con gran pasión. Ello se debe
en su misma inutilidad; que la creación de una obra a la necesidad de historias que tiene el ser humano.
de arte es lo que nos distingue de las demás criatu- Las necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea
ras que pueblan este planeta, y lo que nos define, la forma en que se presenten –en la página impresa
en lo esencial, como seres humanos. Hacer algo por o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible
puro placer, por la gracia de hacerlo. Piénsese en el imaginar la vida sin ellas.
esfuerzo que supone, en las largas horas de práctica
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De todos modos, en lo que respecta al estado de alguien. Volteó la mirada al frente, cambió la palan-
la novela, al futuro de la novela, me siento bastan- ca del malibu al D y siguió el camino.
te optimista. Hablar de cantidad no sirve de nada
cuando nos referimos a los libros; porque no hay - Se los llevaron. ¡Se los llevaron! Qué mala suer-
más que un lector, sólo un lector en todas y cada te. ¿Por qué no me los llevé ayer? Como si al policía
una de las veces. Lo que explica el particular influ- le hubieran importado unos rines tirados. ¡De hecho
jo de la novela, y por qué, en mi opinión, nunca ni había policía! Ni modo… Oh, ¡cómo no los re-
desaparecerá como forma literaria. La novela es una cogí! – me dijo, mientras estacionaba el coche frente
colaboración a partes iguales entre el escritor y el a la casa.
lector, y constituye el único lugar del mundo donde
dos extraños pueden encontrarse en condiciones de Así son estas cosas, de familia. Y la fórmula es
absoluta intimidad. Me he pasado la vida entablan- simple: lo recoges y te vas. Todo empieza en el fenó-
do conversación con gente que nunca he visto, con meno sujeto-objeto al ver algo brillante en el suelo,
personas que jamás conoceré, y así espero seguir has- la emoción que se produce al ver tan lindo hallazgo,
ta el día en que exhale mi último aliento. guardarlo y, después, apreciarlo en casa con una son-
Nunca he querido trabajar en otra cosa. risa simplona. Si no lo haces al momento, dalo por
 perdido, muchachote.
 — Paul Auster
Qué puedo decir, por este gran método he en-
contrado un par de tesoros invaluables (personal-
Anteojos o de la finura con efe mente, claro): Tapones para llantas, un filtro de mo-
mayúscula tor para camiones, azulejos, sombrillas, una perilla,
un dije y un gran etcétera; esa clase de cosas me he
“No entiendo qué le pasa a la niña, que le encontrado y simplemente me encanta darles un ho-
encanta recoger cuanta cosa se encuentra tirada en gar (aunque me gustaría más encontrar cosas de oro
la calle.” o ya de plano el billetote tirado, pero qué se le va a
hacer, a veces hay que aceptar la idea de un trabajo,
Es lo que le dice mi madre a mi padre siempre o esas actividades llenas de monotonía que están de
que regreso de algún lugar y me ve entrar a la sala moda en la actualidad).
con una revista de hace dos años, un letrero de esta-
cionamiento y otras preciosidades. Otro ejemplo, ahora uno más elaborado: El otro
día fui al cine, a tratar de distraerme (por que el
Creo yo que el gusto (si es que se le puede llamar cuerpo me pide no-más-sueño y más-acción-o-dis-
así) por recoger cosas llamativas de la calle viene de tracción [make me feel alive]). El cine era la mejor
familia, así de simple. No existe el verbo pepenar opción, por que al menos ahí sabía que me iba a
(en estos casos, claro). La finura de recoger cosas quedar un rato, en las tiendas me enojo por que no
de la calle se lleva en la sangre. Por ejemplo, hace puedo comprar nada y si salgo a caminar es un he-
unas semanas iba en el coche, camino a casa con mi cho comprobado que en la esquina me da pereza se-
señor padre. Él se vio tentado a recoger dos rines guir el camino y regresaría a mi cuarto a dormir, oír
que estaban por ahí tirados, abandonados, cual ca- música o los dos (así de extremo estaba el asunto).
rrito de compras afuera de un supermercado (tan
incomprendidos los carritos de compras). No se los Al salir del cine vi que había llovido en grandes
llevó por temor a que un policía estuviera cuidando cantidades, brutales, como para darle a otro Noé la
la zona, por ahí, escondido en la calle (después de loca idea de otra arca. El tráfico estaba normal, los
todo… eran dos rines… era muy sospechoso). “Ma- carros pasaban a una velocidad decente, pero sufi-
ñana me los llevo, lo juro, los meto a la cajuela y vá- ciente como para tener la posibilidad de mojar a las
monos”, me dijo mientras pisaba el acelerador. Al día personas que iban caminando por ahí. Estoy segura
siguiente pasamos por el mismo recorrido (izquierda que los conductores se acercan a los charcos adrede,
antes de la mueblería y todo derecho). Sin embargo, por esa maldad (que se ve deliciosa, por cierto) que
esta vez frenó el coche de golpe, frente al portón de hay en mojar a los pusilánimes que no tenemos ca-
una casa. Ya en completo control, mi padre vio por rro o que aún no sabemos (ni queremos) manejar.
la ventanilla del copiloto, como si le fuera a hablar a Hay una perversidad apetitosa en mojar transeúntes.
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Lo he visto, me han platicado. Y sólo por eso me Dejé la chamarra cuidadosamente sobre la cama, me
esforzaría en aprender a manejar. acosté y me puse a oír un poco de música. Después
de un rato de estar entre el sueño y la realidad, me le-
También pude haberme ido en autobús a mi vanté, buscando algo ocioso por hacer. Tomé la cha-
casa, pero hay algo en la cara de todos los usuarios marra y busqué los lentes; estaban bien dobladitos,
de dicho medio de transporte que me dan ganas de justo como yo los había guardado. Me volví a acostar
darles un puñetazo a cada uno. Es como si me roga- y empecé a analizar el nuevo objeto dentro de la co-
ran por uno: “Golpéame, vamos, yo sé que quieres. lección “yo recojo cosas de la calle porque quiero, ¿y
Ven, mira, Fresh flesh, make me bleed”. Después de qué?”. En 5 movimientos los lentes quedaban exten-
analizar cuidadosamente la situación, no me fui en didos, como si fueran unos lentes normales. Me los
autobús. Más que nada por mi salud mental: ¿Qué puse y veía un poco borroso, tanto por el aumento,
tal si el que estaba junto a mí pensaba de la misma como por la suciedad causada seguramente por el
manera y me daba un puñetazo? No, gracias, ahí polvo de la banqueta. No sé por qué me vino a la
para la otra. Tampoco llevaba dinero. mente la idea de que tal vez, sólo tal vez, estos ante-
ojos pertenecían a algún médico prestigioso, de esos
Me fui a pie, como la persona emprendedora, que no merecen ser igualados al mundo… porque
hacendosa (y demás adjetivos que cubren la palabra son doctores y usan elegantes batas blancas y un ca-
jodidona) que soy. Tomé el camino largo, pues la rísimo estetoscopio que de seguro ni mi corazón con
tarde estaba bonita. Iba caminando, no alegremente, los dos riñones incluidos valían por uno.
pero sí bastante concentrada. Al subir a una ban-
queta, pateé algo y fue a dar a un charco de por ahí. Estaban un poco chuecos y me lastimaban las
Me acerqué, busqué por unos minutos y ¡Oh, Sor- sienes, tenían mucha presión.
presa!: Eran unos magníficos anteojos. Pero no unos
anteojos comunes y corrientes: noté que se podían -Para que no se caigan, seguramente -pensé en
doblar, como minimizándose para dar menos sen- voz alta.
sación de estorbo al dueño o algo así. El caso es que
estaban llenos de magia. Los sacudí para quitarles el Supongo que es bueno eso de no preocuparse
agua y los intenté doblar, fallando las tres primeras de que se te caigan los lentes mientras lees, pero me
veces, porque, como todas las cosas en el mundo, se dolería la cabeza traerlos dos horas seguidas. Tal vez
tiene que seguir un orden. El primer paso era do- por eso los tiraron. Por lo común la gente tira las co-
blarlos a la mitad, juntando las micas, después llevar sas por molestia o por inutilidad. Pero, si me pongo
las patitas al centro y, como último paso, doblar las a pensar así, yo ya hubiera tirado mi vida a la basura
patitas a la mitad, como para darse un auto-abrazo. desde hace mucho tiempo.
Me los guardé en el bolsillo de la chamarra, por que
en la bolsa gris, donde siempre llevo mis cosas, po- Me quité los lentes y volví a hacer el procedi-
drían durar millones de años, o más. En esa bolsa miento para ponerlos en estado de no-estorbo, aho-
hay envolturas de dulces, paletas, boletos del metro, ra con menos dificultad. Al revisar bien sus dimen-
propagandas políticas, el vuelto de algún producto siones, vi que en este estado medían lo mismo que
que haya comprado por ahí (y, por tanto, también mi pulgar. Efectivamente, cumplían su deber de no-
millones de tickets de compras), folletos, papelitos estorbar al dueño (que ahora era yo, claro). Tal vez
con anotaciones y muchas otras cosas que, segura- por eso pensé que eran de algún doctor, por que a
mente, en un futuro-muy-lejano volverán a ver la ellos no les debe molestar nada.
luz del día. O el fondo del basurero, lo que sea.
Los volví a desdoblar, apenas los estaba cono-
Llegué a mi casa y, como de costumbre, puse el ciendo. Tomé un libro que tenía a mi lado, uno al
bolso encima del piano-teclado que tengo a un lado azar. La poética de Aristóteles fue el elegido, ahora
del clóset, me quité los zapatos y, finalmente, me una hoja al azar. Me puse los lentes, bajé la mirada y
quité la chamarra. Iba a aventarla, pero me acordé se nubló totalmente mi vista. Moví la cabeza como
que traía los lentes. De no haberlo recordado, hu- si quisiera quitarme un pájaro de la cabeza y, por fin,
biera tirado la chamarra y se hubiera escuchado un vi un poco claras las letras. Leí un pedazo que tenía
crack (onomatopeya que me hubiera indicado que subrayado: “Por esta misma diferencia se distingue
los lentes se han roto en mil irreparables pedazos). también la tragedia de la comedia; ésta quiere imitar
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a personas peores que las de ahora, aquélla en cam- suspensiva con la cual pretendían regresarla a las co-
bio a mejores”. Termino de leer el pasaje y me deses- misiones unidas de Equidad y género y Derechos
pera la presión ejercida por las patas de los anteojos humanos pues, argumentaban, no fue lo suficien-
en las sienes. Soy alguien que se desespera de manera temente discutida y sólo se aprobó en lo general y
fácil. Me los quité, regresé a mi mundo y sentí una no en lo particular (es decir, artículo por artículo).
especie de alivio. Con la mirada un poco cansada, Desde luego, la moción no prosperó.
concluí que sí, que tal vez la razón de su abandono
fue por que lastiman mucho las sienes. O no, tal vez En sus discursos los diputados panistas, una y
al dueño se le cayeron, realmente no me importa. otra vez, hacían alarde de no discriminar, estar a fa-
vor de las minorías, de respetar los derechos huma-
Por instinto, o algo así, mordí una de las patitas nos, de reconocer al ser humano, etcétera, etcétera…
de los anteojos. Sentí en mi lengua que la patita ya Un cinismo lleno de verborrea nunca antes visto. Ta-
estaba totalmente mordisqueada. Saqué los lentes de charon a la ley de demagógica y querer legislarla al
mi boca, observé detenidamente y lo mismo pasaba vapor, de privilegiarla al darle una salida rápida: ¿les
con la otra patita. Supongo que el antiguo dueño parece “legislar al vapor” una ley que lleva discutién-
era una persona nerviosa. Siempre me han dado esa dose más de 4 años y que detrás de eso hay todo el
impresión las personas que mordisquean plumas, trabajo de un movimiento de lucha por los derechos
lápices o la patita de los lentes. Tal vez estos ante- de gays y lesbianas de más de 30 años? Simplemente
ojos eran de un profesor de matemáticas frustrado. era un sinsentido todo lo que decían ya que ignoran
O un filósofo, uno de esos que jamás logró entender todo lo que ha hecho este movimiento social y sus
a Heidegger, pero tomaba mucho café, usaba len- organizaciones civiles en pro de las minorías sexua-
tes perfectamente diseñados para que no se cayeran les.
mientras fuera leyendo en el autobús y citaba a He-
gel como “El otro gran filósofo”. Luego, bajo esos argumentos, pedían que se re-
gresara a comisiones para que, en lugar de crear una
Dejé los lentes en paz y los puse a un lado de mi ley específica, se remitiera todo al código civil pues,
cama. Me acosté otra vez (siempre me pasa cuando según ellos, la ley no aclaraba el parentesco que ten-
estoy en mi gran ánimo ocioso: me canso de hacer drían quienes suscribieran una sociedad de convi-
nada). Me recosté sobre mi gran almohada azul, es- vencia. Uno de ellos hasta ejemplificó: se dice esposa
perando, otra vez, caer en el trance de estar entre el o esposo, marido y mujer, cónyuges. Desde luego,
sueño y la realidad. no entendían que esta ley no busca crear un “matri-
monio” o algo parecido sino que es un contrato so-
Después de un rato de pensar muchas cosas, con- cio-económico que suscriben dos personas quienes
cluí algo importante: Qué asco. ¿Por qué me metí a asumen responsabilidades mutuas, económicas pri-
la boca unos lentes que encontré en un charco? mordialmente, algo así como convenientes o socios
 ( partners como se dice en inglés). Entonces, un di-
 — Elsa López putado del PRD, le preguntó al panista Alfredo Vina-
lay que si esta ley se regresaba a las comisiones para
modificar los puntos que ellos querían estarían en la
Las sociedades de convivencia y lo posibilidad de votarla a favor. Por supuesto, no hubo
que sigue respuesta de Vinalay ni de ninguno de sus compañe-
ros de bancada así que la suerte estaba echada.
Durante la sesión ordinaria de la Asamblea Legisla-
tiva del D.F. del pasado jueves 9 de noviembre, en la Así, una y otra vez se evidenciaba que el PAN
cual se aprobó la Ley de Sociedades de Convivencia, no aprobaría la ley bajo ninguna circunstancia. En-
el PAN reiteró una y otra vez su intransigencia sobre tonces quedó claro que, como lo dijo Víctor Hugo
estos temas Círigo en su discurso, el PAN pretendía ocultar su
abierto desacuerdo con la ley de Sociedades de Con-
Los trabajos legislativos en la ALDF iniciaron a vivencia con recursos leguleyos. Mientras el PRI sus-
las 11 a.m. y casi de inmediato se inició la discusión cribió sus puntos en contra puntualizándolos (en lo
de la Ley de Sociedades de Convivencia. Lo primero cual coincidía con el PAN), el Revolucionario Ins-
que hicieron los panistas, fue presentar una moción titucional lo hizo bajo el cauce legal (presentó sus
  57    Nov i e m b re 2 0 0 6    H e r m a n o c e rd o

observaciones en un documento a la presidencia de nida, en el polvo que se le metía en los ojos, él pen-
la mesa directiva) y sin ese discurso tan típico de la saba en esa fantasía recurrente de su infancia: el fin
doble moral panista. del mundo. Ella era muy joven. Y contaba de aquella
vez cuando había pasado la noche sola en un hotel
Al final, la cara de los diputados panistas eviden- del centro. Le sorprendió que un hotel pudiera ser
ciaba una derrota: la maquinaria de izquierda (PRD, tan barato. Le contaba que le preocupaba lo que pu-
PT, Alternativa y Convergencia) se impuso quizá dieran pensar de ella los empleados del hotel, sola,
como ellos tantas veces han mayoriteado a estos y a las doce de la noche, sin equipaje. Él le dijo que
otros partidos aprobando leyes al vapor en el Con- lo único que podían pensar los empleados del hotel
greso de la Unión (por ejemplo, la Ley Televisa muy era que iba a suicidarse, le dijo que él había pensa-
recientemente). La votación final, ya se sabe, fue de do alguna vez en suicidarse, todos lo hemos pensa-
43 votos a favor, 17 en contra y 5 abstenciones. do, y que un hotel parece ser el lugar más cómodo
para hacerlo. El suicidio es una acto violento para
La ley de Sociedades de Convivencia es sólo el los que te rodean, sabes que es tu hijo el que va a
primer triunfo de toda una serie de exigencias que encontrarte o tu esposa o tu madre; suicidarte en un
faltan por reconocerse para llegar así a un pleno hotel es un acto violento anónimo, contra alguien
gozo de las libertades, derechos y responsabilidades quien no conoces, tal vez un acto de violencia con-
de que disfruta un ciudadano común. Por ejemplo, tra la especie. Un pensamiento tétrico, pensó él que
falta tipificar los crímenes de odio por homofobia, pensaba ella, pero nunca podía averiguar qué estaba
crear una fiscalía especial de crímenes por homofo- pensando ella. Un hotel, dijo, ella, el lugar idóneo
bia en la PGJDF, clarificar las penas para quien viole para el amor y para el suicido. No había fatalidad en
la ley antidiscriminación en la capital de la Repú- sus palabras. Era un lugar común. Ella hablaba con
blica, regular el sexoservicio tanto masculino como lugares comunes. Cuando le abrió la puerta del hotel
femenino, así como es urgente y necesario que el y entraron a un vestíbulo cubierto de espejos, tenía
Gobierno del Distrito Federal impulse cuanto antes la certeza de que no había fatalidad en nada. De que
campañas de prevención de Infecciones de Trans- ese asunto de la fatalidad se lo había inventado, no
misión sexual (ITS), VIH/Sida y Hepatitis B ya que era real, lo único real era ese lobby cubierto de espe-
esto se lleva a cabo en la ciudad por la Secretaría jos, él y ella repetidos cientos de veces. La chaqueta
de Salud del gobierno federal a través del Censida. de terciopelo de ella, los lentes oscuros y redondos,
También es urgente una ley que reconozca el cambio los pantalones de campana de ella, la figura alta y
de identidad de tantos compañeros transgéneros y delgada de él apoquinado. No podía evitarlo, sabía
travestis. Y finalmente, ampliar los servicios de sa- que eso no era importante o tal vez sí lo era, pensó
lud para personas que viven con VIH, en particular, en todas las veces en las que había entrado al lobby
la Clínica Especializada Condesa modernizando sus de un hotel cubierto de espejos; o todos los hoteles
instalaciones y ampliando sus horarios de servicio. de Tlalpan eran así, o bien, todas esas veces había
Todo eso y más falta por hacer. entrado al mismo hotel en ese estado de ánimo de
absoluta melancolía.
Esperemos que la izquierda en la ALDF tome es-
tos asuntos en sus manos y lleve a todas las modifica- Todas esa veces se había sentido afligido al llegar
ciones necesarias, principalmente el PRD que ahora hasta la ventanilla a prueba de balas y pedir una ha-
se ha reivindicado con la comunidad LGBT. bitación y una cajita con preservativos. Caminaron
 un par de cuadras en silencio. Le hubiera gustado
 — Sergio Téllez-Pon quedarse ahí después de haber terminado, despedir-
se de ella y encender el televisor. Le hubiera gustado
quedarse ahí, dormido. Y afuera llovía y las ventanas
El fin del mundo de hotel estaban cubiertas de esas mismas gotas de
los parabrisas de los autos que pasan por la avenida.
Ella se apeó del taxi, regresaba del estilista y ahora 
tenía el cabello corto. Vestía una chaqueta de tercio- ­ — Ramón Curtiz
pelo. El cielo estaba nublado y hacia calor. Y en ese
cielo indefinidamente gris, con las diminutas gotas
en los parabrisas de los autos que pasaban por la ave-
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versiones de alicia las mentiras llegaban a ellos cambiaban tanto de as-


pecto que nadie podía reconocerlas.
HermanoCerdo no está en contra del experimenta- Los conejos y los gatos, los sombreros y los sue-
lismo ni lo fomenta. Si fuéramos una revista de arte ños; ellos, las rosas y los tulipanes, se podían sentar
le concederíamos a Duchamp un espacio y a Orozco y conversar por un minuto, olvidando las guerras
su propia revista. Qué hace Alicia en un diagrama de falsas, las prisas eternas, los besos pendientes. Todos
flujo no lo sabemos. De un libro experimental (Alicia), los versos del mundo descansaban tras sus puertas,
ganador del Premio Nacional de Literatura Joven Sal- en espera de que llegará el momento de que alguien
vador Gallardo Dávalos, rescatamos esta nueva Alicia. los necesitará.
Dios creó los cafés en el quinto día, y cuando vio
La firma donde trabaja Alicia está llena de su obra, ordenó su primer espresso doble.
conejos que corren sin cesar entre oficinas, olvidan-
do guantes, abanicos y relojes, absortos en una agen-
da de sinsabores que los va llevando poco a poco
a una locura que nada tiene que ver con la que se Las escrituras decían : “Han taladrado mis
esconde bajo cualquier taza de café que se sirva en vasos y mis besos y se pueden contar todos mis
el Centro. sueños” Y se ha cumplido puntualmente lo escri-
to cuando las campanas sumaban 5 en la cuenta.
Alicia no entiende el caos que impera en este
orden. Se duerme entre pláticas de promociones fu-
turas, de promesas de bonos anuales y futuros bri-
llantes que sus jefes van tirando por cada rincón del
edificio. Alicia escucha una voz a contratiempo:
La gente en ese lugar se va volviendo transpa- - No contentos con robarme hasta los silen-
rente, como las cajas de cristal que suben y bajan cios, han destruido mi casa y mis refugios: ya no
sin cesar entre un tumulto de sarcasmos y frases de tengo escapatoria en mis compases, ya no tengo
fondo falso que luchan por abrirse camino en la ho- esperanzas en reserva. –
ras de entrada y salida, cada día, mes tras mes, año Un sombrero rueda por la acera
con año.
Alicia los deja atrás en las horas pico, y baja co-
rriendo por las escaleras, mientras canta – bajito, no
quiere despertar al monstruo que duerme bajo los Tienes dos campanadas en cada oído Alicia. La
escalones – alguna melodía que ha escuchado en sus quinta métela en tu boca, guárdala bajo tu lengua,
noches en el Centro, cuando regresa a ese caos que y besa al primer conejo que veas, injertándosela en
la tranquiliza, en donde nada se rige por utilidades y su voz, para que vaya gritando por el Centro que tu
proyecciones anuales. espejo se ha roto, sin remedio.
Alicia ha llenado su cubículo con fotos de tuli-
panes y dibujos de alcatraces y conejos, y suspira so-
bre ellos intentado captar algún aliento que le haga
más llevadero el suplicio de escuchar cada minuto,
esa sinfonía de ardores que proviene de cada pasillo
en ese edificio. La música en el centro es rara. La interpretan
* con campanas y con tazas. Ruido de cucharas en
El quinto día Dios creó los cafés. Los colmóde ritmo sincopado. Dodecafonías de llantos estriden-
olores y de promesas colgando de las paredes. Los tes y un murmullo, como de voces que te dicen que
llenó de humo de cigarrillos para que fuera posi- no vuelvas. Que jamás te pierdas por un mechón
ble respirar tranquilamente dentro de ellos, y puso de rizos rosas, por unas botas viejas, por unos pasos
ideas sobre todas las mesas, para que cualquiera que firmes.
se sentara pudiera tomarlas y hacer con ellas lo que
más le conviniera.
Y se fueron llenando de palabras, de armonías.
Fueron ocupados por pinturas y cuentos, y cuando
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Mejor perder el ritmo, como cuando un gato la llevó de gira por los bares, per-
diéndole la pista tras la primera copa. Arrojar los gritos a la basura antes de que
vengan a incautárselos, llevándose un miedo que, ahora, no sabe donde guarda.

Memo interno
Alicia
Fin de proceso Proceso A.12 -B
es feliz NO
(*) Ref: Felicidad Alicia
***Confidencial***

Definir motivo
de felicidad

Aumentar bono de produc-


Motivos
tividad, palmadita en la
encontra- SÍ espalda y dejarla bajar de vez
dos son válidos (*)
en cuando por las escaleras
para la firma

NO
Retirar dibujito de
alcatraces y lámina
de conejo de su
escritorio

Alicia NO
aún es feliz


Asignarle cubículo Supera Mantener vigilancia y
alejado de las venta- NO Alicia
SÍ procurar observación
nas y la salida período de
observación de los videos de la
firma

(*)
Alicia
aún es feliz
NO

Condenarla a uso Despedirla. Cambiar
NO
exclusivo de ascen- Alicia SÍ políticas de selcción de
sores, alejándola de aún es feliz personal
las escaleras

— Luis B. Cortés

Hermano
C E RDO

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