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OBRAS

DE

LOPE DE VEGA

XI
»

OBRAS
DE

LOPE DE VEGA
PUBLICADAS

LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA

Tomo XI

CRÓNICAS Y LEYENDAS DRAMÁTICAS DE ESPAÑA

QUINTA SECCIÓN

MADRID
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO «SUCESORES DE RIVADENEYRA
IMPRESORES DE LA REAL CASA
PASEO DE SAN VICENTE, NÚMERO 20

1 90O
EJEMPLAR NUM. 16S

DE
Al
MR. H. WELTER 18
t.ll
CRÓNICAS Y LEYENDAS DRAMÁTICAS DE ESPAÑA

QUINTA SECCIÓN
OBSERVACIONES PRELIMINARES
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Todas las comedias incluidas en este volumen pertenecen á la época gloriosa de


los Reyes Católicos, si bien alguna se extiende á sucesos del tiempo
del emperador

Carlos V.

I.-LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA.

Publicada en la Parte XXII1 de Lope de Vega (1638). Si, como puede infe-

rirse de su argumento y de los tres últimos versos,

Aquí acaba la comedia


Prisión de los Bencerrajes
Y Envidia de la nobleza,

es la misma que, con de Cegríes y Bencerrajes, se anuncia en la primera


el título

lista de El Peregrino, habrá que suponerla anterior á 1604.


Pero las condiciones de
su estilo y versificación, y sobre todo la abundancia de décimas, me inducen á supo-
nerla muy y de los últimos años del poeta. Acaso Lope trató dos veces el
posterior,
mismo argumento, cosa en él no desusada. Hay un detallado análisis de esta come-
dia en los Studien zu Lope de Vega, de Guillermo Hennigs, que, á mi juicio, se pasa
de hiperbólico cuando llega á declararla «una de las mejores de Lope de Vega» (1).

Tanto ésta como las demás comedias de asunto granadino, de Lope, y aun pu-

(1) Auck dieses Stück muss ich berücksichtigen. Es ist so wundcrbar schón, dass eine ge-
nauere Kenntnis der Hanálung von Interesse sein ivird. Das Stück ist eines von jenen bezau-
bernden, welches uns mit den Mauren bekannt macht. Die Liebensszene, in welcher sich die
Maurenfürstin vom Fenstcr ans mit dem Bencerragen unterhált, ist von einer ausgesuchten Lu-
blichkeit und Feinheit der Sprache, die noch erholt sind an den Stellen, zvo der Dichter den alten

Romanzenton so herrlich trifft und uns gewissermassen dadurch in die alte Zeit zurückversetzt.
Das Entkommen des letzten Bencerragen is nicht historisch. Mit Recht hann man behaupten, dass
das Stück cines der besten von Lope de Vega ist. Der Dichter zeigt sich hicr in seiner ganzen
Grosse. Es ist alies vollendet: Sprache, Handlung und der dramatischc Bau. (Págs. 22-23.)
OBRAS PE LOl'E DE VEGA.

diéramos decir toda dramática y novelesca relativa á Granada, hasta


la literatura

muy entrado el siglo presente, se deriva más ó menos del célebre y sabrosísimo
libro de Ginés Pérez de Hita, Guerras civiles de Granada, cuya primera parte,

única que para el caso importa, fué impresa en Zaragoza en 1595 con el título
de /.' ; de ios bandos de /os Zegries y Abcncerrajcs agora nuevamente sa-
tín libro arábigo, cuyo autor de vista fué un moro llamado Aben-Hamin,
natural de Granada. La segunda parte, concerniente á la guerra de los moriscos
en tiempo de Felipe II, es historia anovelada, y, en parte, memorias de las campa-
rías de su autor: obra verídica en general, como se reconoce por la comparación
las legitimas fuentes históricas. Pero la primera parte, única que hizo fortuna
en el mundo (aunque la segunda, por méritos distintos, también lo mereciese),

ibra de otro carácter: es una novela histórica y de las más antiguas del
género, aunque dentro de España tuviese desde el siglo xv el precedente de la

nica del rey don Rodrigo. Nadie puede tomar por lo serio el cuento del ori-

ginal arábigo de su obra, que Pérez de Hita inventó (1), á estilo de lo que practica-
ban los autores de libros de caballerías: su misma novela indica que no estaba muy
versado en la lengua ni en las costumbres de los mahometanos, puesto que acepta
etimologías ridiculas, comete estupendos anacronismos, y llega á atribuir á sus hé-
roes el culto de los ídolos («un Mahoma de oro») y á poner en su boca reminiscen-
3 de la mitología clásica. Pero sería temerario dar todo el libro por una pura
ficción. Otras muchas novelas se han engalanado con el calificativo de históricas
sin merecerlo tanto como ésta. Histórico es el hecho de las discordias civiles que
enflaquecieron el reino de Granada y allanaron el camino á la conquista cristiana.
1 [istórica la existencia de la tribu de los abencerrajes y el carácter privilegiado de
esta milicia. Histórico, aunque no en las circunstancias que se supone, ni por orden
del monarca á quien Hita le atribuye, el degüello de sus principales jefes. Aun el

peligro en que se ve la Sultana, parece nacido de alguna vaga reminiscencia de las

(1) «Algunas cosas de aquestas no llegaron á noticia de Hernando del Pulgar, coronista de
los Católicos Reyes; y así no las escribió, ni la batalla que los cuatro caballeros cristianos hi-

cieron por la Reina, porque dello se guardó el secreto Nuestro moro coronista supo de la

Sultana, debajo de secreto, todo lo que pasó Visto por el coronista perdido el reino de
Granada, se fué á África y á Tremecén, llevando todos los papeles consigo: allí murió y dejó
hijos, y un nieto suyo, no menos hábil que él, llamado Argutarfa, el cual recogió todos los

papeles de su abuelo, y en ellos halló este pequeño libro, que no estimó en poco, por tratar la

materia de Granada, y por grande amistad se lo presentó á un judío llamado Saba Santo, quien
le sacó en hebreo por su contento, y el original arábigo le presentó á don Rodrigo Ponce de

León, conde de Bailen. Y por saber loque contenia, y por haberse hallado su abuelo y bis-
abuelo en las dichas conquistas, le rogó al judío que le tradujese al castellano, y después el
ennde me hizo merced de dármelo.» (Cap. xvn.)
Cervantes parodió todo este cuento al referirnos el hallazgo de los cartapacios arábigos que
compró en el Alcaná de Toledo, y que un morisco le tradujo por dos arrobas de pasas y dos
hanegas de trigo.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XI

rivalidades de harem entre las dos mujeres de Abul-Hassán (el Muley Hazén de
a
nuestros cronistas): Zoraya (ü. Isabel de Solís) y Aixa, la madre de Boabdil. La
acusación de adulterio, la defensa de la Reina por cuatro caballeros cristianos, es
claro que pertenece al fondo común de la poesía caballeresca; y sin salir de nuestra

casa le encontraremos en la defensa de la Emperatriz de Alemania por el Conde de


Barcelona Ramón Berenguer (argumento de la comedia de Lope El Catalán va-
leroso), en laReina de Navarra por su entenado D. Ramiro (véase El Tcsti-
de la

tnonio vengado de nuestro poeta), en la de la Duquesa de Lorena por el rey 1). Ro-
drigo, según se relata en la Crónica de Pedro del Corral. Pero, aun siendo falso el
hecho y contradictorio con las costumbres musulmanas, todavía la circunstancia
de intervenir D. Alonso de Aguilar es como un rayo de luz que nos hace entrever
la vaga memoria que á fines del siglo xvi se conservaba del reto que á aquel mag-
nate cordobés, de triste y heroica memoria, dirigió su primo el Conde de Cabra,
dándoles campo franco el Rey de Granada Muley Hazén, según consta en docu-
mentos que son hoy del dominio de los eruditos (i). Aun por lo que toca á los jue-
gos de toros, cañas y sortija, al empleo de blasones, divisas y motes, y al ambiente

de galantería que en todo el libro se respira, y que parece extraño á las ideas
y hábitos de los sarracenos, ha de tenerse en cuenta que el reino granadino, en sus

postrimerías y aun mucho antes, estaba penetrado por la cultura castellana, puesto

que ya en el siglo xiv podía decir Aben Jaldún que «los moros andaluces se ase-

mejaban á los gallegos (es decir, á los cristianos del Norte) en trajes y atavíos, usos
y costumbres, llegando al extremo de poner imágenes y simulacros en el exterior

de los muros, dentro de los edificios y en los aposentos más retirados» (2).
La elaboración de la Historia de los bandos, fácilmente se explica sin salir del

libro mismo, ni conceder crédito alguno á la invención del original arábigo, no me-
nos fantástico que el de Cide Hamete Benengeli. A cada momento cita é intercala

Ginés Pérez, en apoyo de su relación, romances fronterizos del siglo xv, históricos
á veces y coetáneos de los mismos hechos que narran. Y con frecuencia también
resume ó amplifica en prosa el contenido de otros romances mucho mas modernos
y de diverso carácter: los llamados moriscos, que á fines del siglo xvi se componían
en gran número, género convencional y artificioso, cuanto animado y brillante, que
Pérez de Hita no inventó, pero á cuya popularidad contribuyó más que nadie con
su libro. Con esto mezcló algo de lo que cuentan los historiadores castellanos, Pul-
gar y Garibay especialmente, que son los únicos á quienes cita; y no hay duda que
se aprovecharía también del conocimiento geográfico que adquirió del país cuando
anduvo por él como soldado contra los moriscos, y quizá de tradiciones orales, y
por tanto algo confusas, que andaban en boca del vulgo en los reinos de Granada

(1) Relaciones de algunos sucesos de los últimos tiempos del reino de Granada, que publica
la Sociedad de Bibliófilos españoles. Madrid, 1868, págs. 69-143.

(2) Prolegómenos de Aben-Jaldún en el tomo xvi, pág. 267, de las Notices et extraits des
manuscrits de la Bibliotkeque Impértale de France,
jm OBRAS DE LOPE DE VEGA.

v Murcia. A esta especie de tradición familiar puede reducirse el personaje real ó

labuloso de aquella Esperanza de Hita que había sido esclava en Granada, y cuyo
testimonio invoca á las veces nuestro apócrifo é ingenioso cronista.
Compuesta de tan varios y aun heterogéneos elementos, la novela de Ginés Pérez
no podía tener gran unidad de plan, y realmente hay en ella bastantes capítulos
episódicos y desligados, que se refieren por lo común á lances y bizarrías y comba-
tes singulares de moros y cristianos en la Vega de Granada. Pero la acción princi-
pal es, sin duda, la catástrofe de los abencerrajes; asunto también de la presente
i omedia de Lope.
Prescindiré de lo relativo al duelo en defensa de la Sultana, puesto que Lope
omitió aquí este lugar común de la poesía caballeresca, sin duda por haberle puesto
en otras obras, y examinaré brevemente los restantes datos de la leyenda.
La voz Abencerraje es de indudable origen arábigo: Aben-as- Serrách, el hijo del

sillero. Esta poderosa milicia, de procedencia africana, interviene á cada momento


en la historia granadina del siglo xv, ya imponiéndose á los emires de Granada
como una especie de guardia pretoriana, ya sosteniendo á diversos usurpadores y
pretendientes del solio. Los reyes, á su vez, se vengaban y deshacían de ellos cuando
podían. Los historiadores más próximos á la 'conquista y mejor enterados de lo que
en Granada pasaba, atribuyen á Abul-Hassán no uno, sino varios degüellos de aben-
cerrajes y de otros caballeros principales, hasta un número muy superior al de
treinta y seis que da Pérez de Hita, quien, por lo demás, yerra únicamente en
atribuir la matanza á Boabdil y no á su padre. Hernando de Baeza, intérprete que
fué del Rey Chico, narra el caso en estos términos:
«Estando, pues, este rrey (Abul-Hassán) metido en sus vicios, visto el descon-
cierto de su persona, levantáronse ciertos caballeros en el rreyno y alzaron la
obediencia del rrey, y hiciéronle cruda guerra: entre los cuales fueron ciertos que
decian Abencerrajes, que quiere dezir los hijos del sillero, los quales eran natura-
les de allende, y habian pasado en esta tierra con deseo de morir peleando con los
christianos. Y en verdad ellos eran los mejores caballeros de la gineta y de lanza
que se cree que ovo jamás en rreyno de Granada: y aunque fueron casi los ma-
el

yores señores del Reyno, no por eso mudaron el apellido de sus padres, que eran
silleros: porque entre los moros no suelen despreciarse los buenos y nobles porve-
nir de padres officiales. El rey, pues, siguió la guerra contra ellos, y prendió y de-
golló muchos de los caballeros, entre los quales un dia degolló siete de los abence-
rrajes; y degollados, los mandó poner en el suelo, uno junto con otro, y mandó dar
Con esto puso tanto espanto
lugar á que todos los que quisiesen los entrasen á ver.
en la tierra, que los que quedaban de los Abencerrajes, muchos de ellos se pasaron
en Castilla, y unos fueron á la casa del duque de Medina Sidonia, y otros á la casa
de Aguilar, y ahí estuvieron haziéndoles mucha honrra á ellos y á los suyos, hasta
que el rrey chiquito, en cuyo tiempo se ganó Granada, rreyno en ella, que se vol-
vieron á sus casas y haziendas: los otros que quedaron en el Reyno, poco á poco
los prendió el Rey, y dizen que de solo los abencerrajes degolló catorze, y de otros
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XIII

caballeros y hombres esforzados y nombrados por sus personas, fueron, según di-
del Albaicin, hombre muy
zen, ciento veinte y ocho, entre los quales mató uno
esforzado » (0-

Pero no eran estas inauditas crueldades las primeras del emir Abul-Hassán. Otras

había perpetrado antes, según refiere Hernando de Baeza; y por


ellas se explica

fantasía del pue-


una creencia tradicional todavía en la Alhambra, y enlazada en la
prendió rey
blo con la matanza de los abencerrajes. Siendo todavía príncipe,
al

Muley Zad, competidor de su padre, «y lo truxo al Alhambra, y el padre le mandó


degollar, y ahogar con dos hijos suyos de harto pequeña edad; y por-
una tovaja á
la mano derecha
que al tiempo que lo degollaron, que fue en una sala que está á
quarto de los Leones, cayó un poco de sangre en una pila de piedra
blanca, y
del
mucho tiempo la señal de la sangre, hasta hoy los moros y los cristianos
estuvo allí
Reyes-»
le dizen á aquella pila, la pila en que degollaban á los (2).

(1) Relaciones de los últimos tiempos del reino de Granada,, pág. 9.


Guerras civiles de Granada
(2) En la novelita de Abindarráez y Jarifa, muy anterior á las
se cuenta la matanza
(pues aun refundición de Antonio de Villegas estaba hecha en 1550.
la
historia, sin hacer intervenir al rey
de los abencerrajes de un modo bastante próximo á la
patio de los Leones. Verdad es
Boabdil, ni mentar para nada los amores de la Sultana, ni el
que, en cambio, se hace remontar el suceso á la época
de D. Fernando el de Antequera. Pero

ya en este relato se ve á los abencerrajes presentados con la


misma idealización caballeresca
que en las novelas y romances posteriores:
.Hubo en Granada un linaje de todo aquel reino: porque en
de caballeros, que eran la flor

hacían ventaja á todos


gentileza de sus personas, buena gracia, disposición y gran esfuerzo,
los caballeros, y muy amados y quistos de
los demás; eran muy estimados del Rey y de todos

la gente común. En todas las escaramuzas que


entraban salían vencedores, y en todos los re-

gocijos de caballería se señalaban.


manera que se podía bien decir que en ejercicio
.Ellos inventaban las galas y los trajes; de
ni
de paz y de guerra eran ley de todo el reino. Dícese que nunca hubo abencerraje escaso,

cobarde, ni de mala disposición; no se tenía por abencerraje el que


no servía dama, ni se tenía
enemiga de su bien, que
por dama la que no tenía abencerraje por servidor. Quiso la fortuna,
destos cabale-
desta excelencia cayesen de la manera que oirás. El Rey de Granada hizo á dos
información que contra
ros, los que más valían, un notable é injusto agravio, movido de falsa
ellos tuvo, y quísose decir, aunque yo no lo creo, que
estos dos, y á su instancia otros diez,

se conjuraron de matar al Rey, y dividir el reino entre sí,


vengando su injuria. Esta conjuración,
al reino, que tanto los
siendo verdadera ó falsa, fué descubierta; y por no escandalizar el Rey
fuera poderoso
amaba, los hizo á todos una noche degollar; porque á dilatar la injusticia, no
aun escuchallo no quiso.
de hacella. Ofreciéronse al Rey grandes rescates por sus vidas; mas él,
llorábanlos
Cuando la gente se vio sin esperanza de sus vidas, comenzó de nuevo á llorarlos:
acompañaban; y toda la gente común
las damas á quien servían y los caballeros con quienes se

alzaba un tan grande y continuo alarido, como si la ciudad se entrara


de enemigos; de manera
comprar sus vidas, no murieran los abencerrajes tan
que si á precio de lágrimas se hubieran de
miserablemente Sus casas fueron derribadas, sus heredades enajenadas, y su
nombre dado
abencerraje pudiese vivir en
en el reino por traidor. Resultó deste infelice caso, que ningún
que los
Granada, salvo mi padre y un tío mío, que hallaron inocentes deste delito á condición ,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Ginés Pérex de Hita, aunque no habla de la mancha de sangre, dice que los

treinta y sois abencerrajes fueron degollados en la cuadra de los Leones, en una

taza de alabastro muy grande (cap. xm). En esto pudo engañarle su fantasía, por-

que es difícil admitir que los abencerrajes penetrasen hasta el cuarto de los Leones,
que pertenece á más reservada del palacio árabe, es decir, al harem (i).
la parte

Falta averiguar cómo pudo mezclarse el nombre de una reina de


Granada en un
suceso ajeno, al parecer, á toda influencia femenina. Pero creo que todo se aclara
con este pasaje del juicioso y fidedigno historiador granadino Luis del Mármol Car-
vajal (2), que aunque escribía á fines del siglo xvi trabajaba con excelentes mate-

riales: «Era Abil Hascen hombre viejo y enfermo, y tan sujeto á


los amores de una

renegada que tenía por mujer, llamada la Zoraya (no porque fuese este su nombre
propio, sino por ser muy hermosa (3), la comparaban á la estrella del alba, que lla-
man Zoraya), que por amor dellahabia repudiado á la Ayxa su mujer principal, que

era su prima hermana, y con grandísima crueldad hecho degollar algunos de sus
hijos sobre una pila de alabastro, que se ve hoy dia en los alcázares de la Alham-
bra en una sala del cuarto de los Leones, y esto á fin de que quedase el reino á los

hijos de la Zoraya. Mas la Ayxa, temiendo que no le matase el hijo mayor, llamado
Abí Abdilehi ó Abi Abdala (que todo es uno), se lo habia quitado de delante, des-
colgándole secretamente de parte de noche por una ventana de la torre de Coma-
res con una soga hecha de los almaizares y tocas de sus mujeres; y unos caballeros
llamados los Abencerrajes habían llevádole á la ciudad de Guadix, queriendo fa-

vorecerle, porque estaban mal con el Rey á causa de haberles muerto ciertos her-
ma-nos y parientes, so color de que uno dcllos había habido una hermana suya don-
cella dentro de su palacio; mas lo cierto era que los quería mal porque eran de
parte de la temía dellos. Estas cosas fueron causa de que toda
Ayxa, y por esto se

la gente principal del reino aborreciesen á Abil Hacen, y contra


su voluntad traje-

ron de Guadix á Abi Abdilehi su hijo, y estando un dia en los Alijares le metieron

en la Alhambra, y le saludaron por rey; y cuando el viejo vino del campo no le

quisieron acoger dentro, llamándole cruel, que habia muerto sus hijos y la nobleza
de los caballeros de Granada.»
El testimonio de Mármol, que siempre merece consideración aun tratándose de

hijos que les naciesen enviasen á criar fuera de la ciudad, para que no volviesen á ella, y las

hijas casasen fuera del reino.»

Se ha de notar en esta breve narración que no sólo se omite el nombre del rey que mandó
degollar á los abencerrajes, sino también el sitio en que se verificó la ejecución, lo cual indica
que estos pormenores todavía estaban poco divulgados.
(1) Página 5 de las Relaciones.

(2) Historia del rebelión y castigo de los Moriscos del reino de Granada (Málaga, por Juan
Rene, 1600), lib. 1, cap. xu.

(3) En esto de la hermosura no parece que


anduvo muy bien informado Mármol, porque
II. mando de Baeza, que la conoció, aunque ya vieja, dice que le pareció que «no
había sido

mujer de buen gesto».


OBSERVACIONES I'RELIMINARES. XV

cosas algo lejanas de su tiempo, aparece confirmado en lo sustancial por el del fa-
moso compilador árabe Almacari (i) y por el de Hernando de Eaeza, que habla
largamente de la rivalidad entre las dos reinas; y como cliente que era de Boabdil,
trata muy mal á la Romía (Zoraya), á la cual, por el contrario, tanto quiso idealizar

Martínez de la Rosa en la erudita y soporífera novela que compuso con el titulo de


Doña Isabel de Solís (1837-1846). Lo que sólo aparece en Mármol, y casi segura-
mente procede de una tradición oral, verdadera ó fabulosa, es la intervención de

los abencerrajes sultana Aixa, y el pretexto que se dio para su ma-


en favor de la

tanza, es decir, los amores de uno de ellos con una hermana del Rey. De aquí al
cuento de Pérez de Hita no hay más que un paso: dos actos feroces de Abul-Has-
sán, confundidos en uno solo y transportados al reinado de su hijo; los abencerra-
de una sultana perseguida; una aventura amorosa atribuida primero
jes, partidarios

á la hermana de Abul-Hassán, después á su mujer, y por último á su nuera. Ginés


Pérez no pudo aprovechar el libro de Mármol, que no se imprimió hasta el año 1600,
pero pudo oir contar cosas parecidas á algún morisco viejo, y sobre ellas levantó la
máquina caballeresca de la acusación y del desafío, que pudo tomar de cualquier
parte, pero á la cual logró dar cierta apariencia histórica, mezclando nombres de
losmás famosos en Murcia y Andalucía, y especialmente los del mariscal D. Diego
de Córdoba y D. Alonso de Aguilar, de quienes vagamente se recordaba que el
Rey de Granada les había otorgado campo para algún desafío.
De este modo se explican para mí lisa y llanamente los orígenes de esta famosa
narración. Otras muchas cosas de las Guerras civiles de Granada proceden de
fuentes poéticas; ésta no. Entre los romances fronterizos, uno solo hay, el de «¡Ay
de mi Alhama!» (de origen árabe, si hemos de dar crédito ala declaración de Pérez

de Hita), que alude rápidamente á la muerte de los abencerrajes, sin especificar la

causa:

Mataste los Bencerrajes, — que eran ia flor de Granada.

Otros dos romances que trae el mismo Hita:

En las torres del — sonaba gran vocerío


Alhambra
Caballeros granadinos, — aunque moros hijosdalgo ,

son composiciones modernas, y probablemente suyas, hechas para dar autoridad á


su prosa (2).
Lope de Vega transportó al teatro tan interesante asunto, pero, contra lo que

(1) The History of the Mohammcdan dynasties in Spain by Ahtned ibn Mohammed Al-

Makkari..... Translated by Pascual de Gayangos London, 1843, tomo 11, páginas 370

y 571-
(2) Siguiendo fielmente la prosa de Hita, se compusieron luego dos romances vulgares de
La Gran Su/tana, que todavía venden los ciegos (números 1.208 y 1.209 del Roiiuncerú de
Duran).
_y, OBRAS DE LOPE DE VEGA.

separado sistemáti-
pudiera creerse, no sacó de él gran partido, quizá por haberse
camente del texto de Ginés Pérez de Hita, dejando sólo los datos esenciales y
enlazándolos por medio de una fábula muy pobre. La
Envidia de la nobleza, á
Grillparzer y Hennigs, dista
pesar de los grandes encomios que de ella hicieron
mucho de ser una de las buenas comedias de Lope, siquiera esté muy agradable-
mente escrita. La trama es floja, los personajes incoloros, no hay ninguna
situación

culminante. El morisco Zaide aburre con su media lengua. Hay


menos color local
granadino que en las obras juveniles de Lope, sin
duda porque ésta pertenece,
últimos años del poeta, cuando
según la sospecha que al principio indicamos, á los
conservaba menos fresca la impresión de la incomparable ciudad, que visitó dos
¡es, la última en 1604. En esta comedia apenas se encuentran más rasgos descrip-

tivos que estas lozanas redondillas del acto primero, que recuerdan un célebre ro-
mance de Góngora (1).

Apenas verás, señora,

Tu Granada sólo un día,

La belleza de sus muros,

Los castillos de Abenámar (2),

Las fuentes de Dinadámar,


Mares de cristales puros (3);

(1) Es el que principia:


Ilustre ciudad famosa,
Infielun tiempo, madre
De Zegríes y Gómeles,
De Muzas y Reduanes

Abenámar, que con nombre no existen, son reminiscencia, sin


(2) Estos castillos de tal

duda, del célebre romance

Abenámar, Abenámar, — moro de la morería

(3) «Los autores árabes recuerdan con particular elogio el carmen y almunia conocidos
con el nombre de Ain addamai ó Fuente de las lágrimas, que se conserva todavía algo alterado
en el sitio llamado Amadamaré Dinadámar. El viajeroEbn Bathutha, que, como arriba se
dijo, visitó á Granada por los años de 1 360, dice que Ain addamai era uno de los parajes más
encantadores de aquellos contornos, y aun de todo el orbe, siendo un monte amenísimamente
cubierto de huertas y verjeles. Ebn Aljathib añade que este lugar de recreo estaba cerca del

monte de Al/ajar, hoy Alfacar, y era un sitioy templado ambiente,


deleitoso, con suavísimo

huertos placenteros, floridos jardines, aguas dulces y copiosas, suntuosos aposentos, numero-
sos alminares y casas de sólida construcción, plantíos de hierbas aromáticas, y otras delicias.
Luis del Mármol hace también mención de este sitio de placer, con el nombre de los Cármenes
de Amaddmar, y advierte que es voz corrompida, pues los moriscos de su tiempo llamaban á
aquel pago Aiuadama, que quiere decir Fuente de lágrimas.*
Simonet , Descripción del reino de Granada bajo la dominación de los naseritas, sacada de
los autores árabes, y seguida del texto inédito de Mohammed Ebn Aljathib (Madrid, 1 861), pá-

ginas 46 y 47.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XVII

Sus cármenes (i) cultivados,


Cada cual otro pensil,

Y en jaspes verdes, Genil,


Quebrando vidrios helados (z);

Las ricas Torres Bermejas,


Donde, luego que amanece,
Tiende el sol, limpia y guarnece
Sus encrespadas guedejas (3);
El Alhambra y la famosa
Torre de Comares, tal,

Que no ha visto joya igual


Roma, en su edad victoriosa (4);
Almazán (5), Bibataubín (6)
Y el Zacatín, y si pasas
La vista, un monte de casas
El levantado Albaicín.
Verás con arenas de oro
Bajar el Darro en la vega,

(1) Esta voz, que, al parecer, sólo se conserva en Granada, se deriva del árabe carm, que
significa viña, terreno cultivado, predio.

(2) En las menores circunstancias se advierte lo penetrado que estaba Lope de la geografía

pintoresca de España. Describiendo el curso del Genil, dice Mármol (lib. 1, cap. rx): «Su fuente
es en Sierra Nevada, en una umbría que está encima del lugar de Güéjar De allí se despeña
por valles fragosísimos de peñas , y en él se hallan ricos mineros de jaspes tapizados de
diversas colores, de donde el Rey don Felipe, nuestro señor, hizo sacar las ricas piedras verdes

de que está hecho su sepulcro en San Lorenzo el Real. »

(3) «Este mismo Rey (Abí Abdilehi, segundo monarca de Granada) edificó otro castillo

pequeño, con su torre de homenaje, en las ruinas de otra fortaleza antigua, que debió ser la de
la villa de los Judíos, y la llaman agora las Torres Bermejas.» (Mármol, Rebelión, lib. 1, capí-

tulo vn). Respecto del estado actual de estas torres, dicen y Hurtado en el los Sres. Oliver

libro Granada y sus monumentos árabes (Madrid, 1875, pág. 207): «Los fuertes y baluartes inte-
riores de las Torres Bermejas son obra moderna, correspondiendo únicamente á la época ará-

biga los dos grandes torreones con piezas habitables, entre los cuales se abre la puerta actual

de aquel recinto. >

(4) «Singular y bellísima» llamaba á la Torre de Comares Andrea Navagiero en 1526, y la

frase es digna de notarse por ser de un hombre del Renacimiento, educado en todos los refina-

mientos del gusto italiano. (// Viaggio fatto iu Spagna et Francia, del Magnifico M. Andrea
Navagiero In Vinegia, 1563; fol. 18 vto.).

(5) Es la tercera de las puertas de Granada que enumera Mármol (Rebelión, lib. 1, cap. vi :

«Luego sigue Bib el Marstau, que quiere decir puerta del hospital de los Incurables, porque

donde agora está Sant Lázaro habia un hospital de incurables, y los cristianos la llaman Bib Al-
mazan.» El verdadero nombre árabe, según Simonet (Descripción, pág. 55), es Bab Ahitan
ó del Hospital.
(6) Es la quinta puerta en la enumeración de Mármol: «Luego está Bib Taubin, puerta de
los Curtidores.» Simonet enmienda: *Ba6 Attawabin, ó de los Convertidos.»
xvm OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Adonde corrido llega

De haber dormido sonoro (i).


De Bibarrambla (2) no digo
Lo que en las fiestas verás
Con la nobleza, que es más
Desde el tiempo de Rodrigo.
Vuelve á Granada su fama;
Que más valen los linteles
De una calle de Gómeles (3),
Que mil villas de Cártama.

Hay también un recuerdo de la Alhambra y del Generalife en estos pulidos

tercetos:
Calle la portentosa arquitectura

De esta Alhambra, sus jaspes y colores,

Que á pesar de los tiempos vive y dura;


Las torres que del sol los resplandores

Le vuelven al nacer, y las bizarras

Puertas con mil pendones vencedores;

Las acequias, que en cárdenas pizarras


Parece que destilan dulcemente
La nieve de las altas Alpujarras

Aunque esta pieza es muy poco fiel á la historia, Lope, según su costumbre, ha
procurado apoyarse en el testimonio de los romances. Uno hay que no encuentro

en las colecciones, pero que no tiene trazas de ser inventado por él:

El rey don Femando el Santo, — desde Córdoba partía


A dar asalto á Jaén,— de Abenámar defendida

(1) La Lope dice sin oro, pero es errata evidente por sonoro, epíteto muy
edición antigua de
apropiado al Darro, pues, como nota Navagiero, «passa
mormorando sempre tra infiniti et
vto.)
gran sassi alie volte che ha nell álveo, ne mai tácito-'. (Fol. 22
*
Cuarta de las citadas por Mármol. Dio nombre á la
(2) Bab Arramla ó Puerta del Arenal.
célebre plaza, tantas veces mencionada en las historias de
Granada, y donde estaban los Mira-
públicas, que es á lo que aluden
dores desde donde el Ayuntamiento presenciaba las funciones
los versos de Lope.
que Cuesta de Gómeles es la subida de la Alhambra. Tomó su nom-
(3) Nadie ignora la
de Velez de la Go-
bre, según Mármol, «de una generación de africanos naturales de las sierras

mera, llamados Gomeres, que venian á servir en la milicia».


españoles, y especial-
Claro es que estas notas son impertinentes y superfluas para lectores
extranjeros que
mente granadinos; pero no he querido omitirlas en obsequio á los eruditos
indicaciones
manejan las obras de Lope, y que pueden encontrar alguna dificultad en estas
topográficas.
; ; ;

OBSERVACIONES PRELIMINARES. XIX

Bien se defienden los moros; — pero después de tres días


Se rinden al Rey Fernando, — y á partido convidan.
le

En las torres de Jaén, — |oh, cuan bien resplandecían


Las cruces de los cristianos— y de Santiago divisas!
cual sacó
Pero hay otro romance, verdaderamente tradicional y antiguo, del
amplificándolos
mucho partido, intercalando en el diálogo algunos de sus versos, y
bizarría. El romance á que aludo se halla en el libro de Ginés Pé-
con su habitual
rez de Hita, y tiene en la Primavera de Wolf el núm. 72. Comienza así:

Reduán, bien se te acuerda— que me diste la palabra

Que me darías á Jaén— en una noche ganada.


Reduán, si tú lo cumples,— daréte paga doblada,
Y si — desterrarte he de Granada
tú no lo cumplieres,
Echarte he en una frontera — do no goces de tu dama

Véase la imitación de Lope:


REY.

Reduán, bien se te — que me diste palabra


acuerda la

De darme á Jaén la fuerte —en una noche ganada;


Y que en sus altas almenas, — que cruces rojas esmaltan,
En tafetanes azules— pondrías lunas de plata;

Y que del fuerte Pacheco, — que allá su Maestre llaman,

Me traerías la cabeza,— ó por lo menos las armas.

Reduán, si no lo cumples,— desterrarte he de Granada,


Quitándote — de torres de Alhambra.
el Alcaidía las la

Daré mayor enemigo —


al amores que más amas
los

Tus y tus rentas, — á criados de mi


oficios casa.

Mira que va vida, — después de tu honor y fama;


te la

Que donde faltan las obras— son infames las palabras.

REDUÁN.
No merecen mis servicios — el rigor con que me tratas

Delante de la nobleza — de caballeros y damas


Que no soy yo el —
moro Alcaide, el de la vellida barba,
El que mandaste prender— por la pérdida de Alhama (1).
Y si el otro respondió — entonces con arrogancia:
«Bien lo puede hacer el Rey,— mas yo no le debo nada»;
Yo responderé, señor, — con la lanza y con la adarga,

Sacando contra —
Castilla los soldados de Granada.

Iré á Jaén, y verás — en empresa tan gallarda,


Que no sobra la ventura— cuando las palabras faltan.

Yo te traeré del Maestre ó la cabeza ó las armas,
Que bien las conocerás en la señal colorada. —
Y no fuere mi dicha— tanta que pueda ganarla,
si ,


No volveré de la guerra sin que en un pavés me traigan.

Alusión á otro romance tan conocido que parece inútil recordarle.


(1)
;

xx OBRAS UE LOPE DE VEGA.

aunque rriucho más antigua de


La cabalgada dé Reduán contra Jaén es histórica,
lo que supone Lope. Aconteció
en el mes de Octubre de 1407, y en ella encontró
dorr.ua v la muerte aquel caudillo granadino, del modo
que narra la Crónica de
la

D. Juan //(ano primero, cap. xlv):


«Y el Rey de Granada con seis mil de caballo, é ochenta mil peones, combatió la

cibdad (de Jaén) tres dias muy fuertemente; é los de la cibdad se defendieron muy
bien, é mataron é firieron muchos moros. Y el Prior de San Juan é Diego Hurtado

de Mendoza, que en la cibdad estaban, esforzaban tanto la gente que era maravilla.

Estando pendones juntos con la cerca de la cibdad, el Obispo de Jaén, tio de


los

Rodrigo de Narvaez, é Diaz Sánchez de Benavides, é Pero Diaz de Quesada con


hasta quinientos de caballo peleando valientemente á pesar de los
moros, se lanza-

ron en la cibdad, con que hubieron tan gran esfuerzo los que en ella estaban, que
abrieron las puertas, é salieron á pelear con los Moros, é mataron é firieron muchos
dellos, y el Rey de Granada se hubo de levantar dende con poca honra, é quemó
los arrabales é huertas é viñas, é volvióse á Granada. Y en este combate murió el

Alcayde Reduan, que era el mayor caballero que él consigo traia.»


También imitó Lope, aunque refundiéndole del todo, excepto los primeros versos,
el romance que principia:

Caballeros granadinos, — aunque moros hijosdalgo


Difiere de Pérez de Hita en muchas circunstancias. Llama Zelindo y Hamete á

los autores del engaño contra los abencerrajes, y da á su traición causas algo
diversas:

Y que á Granada pretenden — entregar al rey Fernando,


Porque metieron en ella — al Maestre de Santiago,
Que con otro caballero — salió con ellos al campo;
Y que —por asegurar su engaño.
los venció confiesan,

Dicen que una banda y plumas, —trofeos que quitaron, les

Han visto á Reina puestas — en


la cuello y tocado, el el

De donde arguyen que tiene — Zelindo amoroso trato


Con ella, para que el Rey — se incite con este agravio
Si este romance es flojo y prosaico, mismo de otros bellísi-
no puede decirse lo

mos que hay en esta comedia, y que podrían figurar entre lo más selecto del roman-
cero morisco. Léase, por ejemplo, esta escena de amor entre Xarifa y Zelindo
(acto segundo):

XARIFA.
En las torres Alhambra — que á Sierra Nevada miran,
de la

Melancólica y llorosa—está mirando Xarifa


Si su amado Bencerraje — viene á verla ó se olvida , le

Porque es propio de quien ama — temer cualquiera desdicha.


El son de las verdes hojas — y de las fuentes la risa

Tiene por voces humanas,— y en sus engaños suspira.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXI

Ya la coronada noche, — de sí misma fugitiva,

Por la mitad de los cielos— iba entre sombras dormida,


Cuando sintió por el campo— que el Bencerraje venía;

Porque el bien llega más presto— al alma que no á la vida.

Paseábase el Bencerraje,— que á sus conciertos venía


Al lienzo del fuerte muro — con unas armas lucidas
Que el Maestre de Santiago— le dio aquella noche misma,
Rebozado un capellar — sobre la marlota rica.

¿Sois vos? le dice la Reina;— que quien de su dulce amiga


La casa ó calle pasea,— las puertas del alma pisa.
Mirad que si sale el alba,— de nubes de oro vestida,

Dará luz á mis secretos —y obscuridad á mi dicha.


ZELINDO.

Aquí estoy, dulce señora; aquí estoy, señora mía,

Esperando á que amanezca el alba de mi alegría.
Desde que para matarme — os mi amada prima,trujo,

El alcaide Reduán, — de Cártama, nuestra villa,

A ser Reina de Granada,— por hermosura divina,



Mis ojos han sido fuentes, y muerte ha sido mi vida.
No puedo vivir sin vos, — ni los cielos lo permitan;

Que no es vida la que vive— quien tiene celos y envidia.


Con vos me crié en Cártama,— que, sin perderos de vista,

Con esos ojos miraba, con esa vida vivía.
Muero, mi vida, vos; — que no es posible que viva
sin

Quien os mira en otros brazos — y en sus brazos os tenía.

Si vos queréis, mi señora, — que nos vamos á Castilla,

El Maestre está en Granada,— aquel de la roja insignia.

Por ese muro, una noche — podéis escondida; salir

Que nunca quien quiere bien, — en dificultades mira.

Las bellezas líricas que en esta pieza abundan justifican, en parte, el encomiástico
juicio que de ella formuló Grillparzer, aunque su contextura dramática sea harto
endeble.

II.-EL HIDALGO BENCERRAJE.

Por otro titulo El gallardo Jazimín, y así está citada en los catálogos de Medel
la misma que El gallardo Jacobin, mencionada en
la segunda lista
y Huerta. Si es
de El Peregrino, ha de ser anterior á 1614, lo cual su estilo no contradice. Lope la
publicó en la Parte XVII úq sus Comedias, una de las más raras, por cierto (Ma-
drid, 1621 y 1622).
que casi podría clasificarse entre las de
Muy poco tiene de histórico esta pieza,
pura invención. Un D. Juan de Mendoza, sobrino del Marqués de Santillana, roba
una dama, D.« Elvira de Vivero, y se refugia en Granada con ella
dis-
de palacio á
xxa OBRAS D£ LOPE DE VEGA.

Rey moro llega á descubrir que es mujer, se enamora de ella,


frazada de paje. El
encarcela amante y da orden de degollarle en la Fuente de los Leones. Afortu-
al
Jazimín, y no sólo le
nadamente se apiada de él un generoso abencerraje llamado
sino que consigue ponerle en libertad y protege sus
amores. El
salva de la muerte,
requiebros y persuasiones con la
Rey, entretanto, apura inútilmente todo género de
iautiva, que permanece fiel á su
primer amor. Complícase la acción con otros inci-

dentes, como el robo de Daraja, mujer de


Jazimín, de la cual se apodera, al rayar el
alcaide de Iznatoraf,
alba, entre los álamos verdes que cercan á Dinadátnar, el
logra regocijado
Sancho de Cárdenas; y después de mil peripecias novelescas, todo
fin, mediante los esfuerzos
del noble abencerraje y el perdón de los Reyes Cató-

licos.

El argumento, como se ve, no carece de interés, y tiene cierta novedad y atrevi-


miento el haber hecho héroe de la pieza, no á ninguno de los caballeros cristianos

que en ella intervienen, sino aun moro, á quien se presenta como dechado de todas
Pérez
las virtudes caballerescas,y que, naturalmente, acaba por convertirse. Ginés
de Hita y los autores de romances moriscos iban haciendo á su manera
la rehabilita-

ción de la raza proscrita; y Lope, no sólo siguió este impulso, sino


que se esforzó

en hacer á su Jazimín cristiano de alma, aun antes de recibir el bautismo:

DON JUAN.
¿Vos cristiano? Juraré

Que sois galán Bencerraje.

JAZMÍN;
Aunque traigo sólo el traje,

Traeré algún día la fe.

Mas ¿cristiano no es aquel


Que tiene el alma cristiana?
DON JUAN.
Eso, amigo, es cosa llana,
Pues habrá bautismo en él.

En la pasión que el rey Mahomad concibe por una esclava cristiana, y en los
extremos que hace por ella, y en la indignación que esto causa á los principales
muslimes, se reconoce, aunque muy alterado, un recuerdo de los tempestuosos y

desatinados amores de Abul-Hassán con ¿a Romia Zoraya (D." Isabel de Solís):

—¿Que de esa suerte está por la cristiana?

—De esta manera por doña está Elvira,

Bien á pesar del reino que gobierna;


Porque ni oye á nadie ni despacha,
Ni trata de la paz ni de la guerra
Con esto, las fronteras de Castilla,
Los soldados y alcaides de Fernando
Corren la vega, y en la puerta Elvira
Osan clavar las lanzas y las dagas.
,

xxiu
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Mohamad cegado tanto


¡Que se haya
De una mujer!
— Sólo diré que si el amor le dura,

Verán presto las altas Alpujarras


Sus cabezas de nieve por el suelo
A los pies de Fernando valeroso

Al fin de la comedia se leen estos versos:

Belardo dice que halló


Esta historia en los anales
De los Reyes de Granada.
Ella es cierta: perdonalde.

No es verosímil que conociese la Relación


No sabemos á qué anales se refiere.
ha sido impresa hasta nuestros días, y cuyas copias
de Hernando de Baeza, que no
su
tuvo presente Argote de Molina cuando escribió
son muy raras, aunque ya la
conocía á Mármol, y acaso también el
Nobleza de Andalucía. Pero seguramente
tratadillo de los Reyes de
Granada y su origen, que por mandato de la Reina Ca-
compuso su cronista
tólica
Hernando del Pulgar. Sospecho esto, porque al paso
Zoraya, y H. de Baeza habla de ella como de
que Mármol nada dice del linaje de
la supone hija del alcaide de Martos (i),
una mozuela de origen humildísimo, Pulgar
el origen aristocrático que asigna Lope á
su D.* Elvira.
lo cual conviene mejor con
bien combinada; pero pobre
Al revés de la anterior, esta comedia está bastante
puede esto decirse de Lope de Vega, que hasta en
y débilmente escrita, en cuanto
desaliñados pone alguna marca de su genio. Merecen vivir,
por ejem-
los rasgos más
que rey Mahomad galantea á la desdeñosa cristiana, y
plo, estas redondillas con el

parecen una oriental romántica á estilo de Víctor Hugo y Zorrilla:

Dame en tu desdén entrada


Así verás tu persona
Con la famosa corona
De nuestra imperial Granada.
Gozarás oro de Dauro,
Verde jaspe de Genil,
Del Albaicín la sutil

Toca, y de tu frente lauro.


Daráte Generalife
Flores que esa mano arranque;
Comares, en blanco estanque,
Te dará dorado esquife;
Bibataubín con soldados
Te hará salva cada día;
Zacatín y Alcaicería

(i) Véase en el Semanario erudito, de Valladares, tomo xn, págs. 57~ l


-1 +
; , ,

Xj^ OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Te darán tela y brocados.


Los cármenes sus acequias,
Que cuando en su orilla mores
Te cantarán ruiseñores
Como el cisne sus exequias;
Celebrados carmesíes
La calle que es de tu nombre (i);

Granada, porque te asombre,


Granos de rojos rubíes;

Bibarrambla sus balcones,


Para que en fiestas estés,
Y para adornar tus pies

Bibalmazán sus pendones;


La vega, con su verdura,
Rojo trigo y verdes parras
Su nieve las Alpujarras,
Corridas de tu blancura;
Dinadámar su corriente ,

Todos los campos sus frutos


Mis vasallos sus tributos,
Y yo el laurel de mi frente.

Dedicó Lope esta comedia á D. Ana de Pina,


a
hija del escribano Juan Izquierdo
de Pina, á quien su grande intimidad con el Fénix de los Ingenios y los servicios que
le prestó en buenos y malos lances, han dado más notoriedad que la revesada prosa
de. sus disparatadisimas novelas (2).

III. -EL HIJO DE REDUAN.

Comedia de las viejas de Lope, incluida ya en su Primera parte (1604).


Apenas tiene de tradicional y granadino más que los nombres del rey Baudeles
( Boabdil) y de Reduán, que tanto suena en la Historia de los bandos, de Ginés Pérez
de Hita. Por lo demás, es un drama novelesco, cuya principal curiosidad estriba en
cierta semejanza, ya advertida por Max. Krenkel (3) y otros, entre el carácter del
protagonista y el Segismundo de Calderón. El Rey de Granada, como el de Polonia,
hace criar en la soledad á un hijo suyo, aunque no por librarle de ningún fatídico
horóscopo, sino por ocultar su ilegítimo nacimiento. Gomel, que así se llama el in-
fante, pasa, y él propio se tiene, por hijo de Reduán, que es el encargado de su

(1) Elvira.
'2) Hay un extenso análisis de El hidalgo Bencerraje, en
los Studien zu Lope de Vega, de
Wilhelm Hennigs (Góttigen, 1891), págs. 19-22.
(3) Klassiscke Bühnendichtungen dcr Spanier, herausgeben und erklart von Max Krenkel.
Leipzig, 1881.— Calderón, 1, 19-20.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXV

custodia, y adquiere en el campo fuerzas hercúleas, valor selvático, temeridad y

audacia á toda prueba, bien la corteza tosca y grosera de su educación vela al


si

pronto las altas y regias prendas de su alma. Acosador de osos y


jabalíes, derriba-

dor de reses bravas, se encuentra trasladado de pronto á la corte, donde


empiezan
abarcas de
por causar maravilla y provocar necias burlas su raído alquicel y sus
cuero crudo. El hombre de la naturaleza se revela en sus instintos soberbios, en su
áspero lenguaje, en su voluntad indómita, en la arrogancia desaforada con que aco-
mete, rinde y atropella todo lo que se le pone por delante. Ni aun los halagos del
amor logran vencer del todo su fiera condición, y eso que dos gallardas moras, en-
cantadas de su bizarría al verle combatir, se proponen hacer su educación senti-
mental, y se le declaran en términos tan expresivos como poéticos, dignos, en

suma, de la blanda musa de Lope, gran maestro en ternezas y galanterías:


LIZARA.

Como el oro entre la mina


Y el diamante por labrar;
Como el coral en el mar
Y en concha la perla fina;

Así como el tosco traje


Desta montaña ó desierto,
Tienes, Gomel, encubierto
El valor de tu linaje.

Ya te habernos conocido
No más de por lo que has hecho;
Que del oro de tu pecho
Artífices hemos sido.

Y de tal suerte creímos


Lo y parece,
que reluce
Que ya por quién te merece
En competencia venimos.
ZELORA.
Escoge, fuerte Gomel,
De las dos la que te agrada;
Que ésa de hoy más es llamada
Dichosa, firme y fiel.

Ésa labrará la toca


Que á tu bonete revuelvas
Cuando de la guerra vuelvas
A Granada, en verte loca.
Ésa la manga curiosa

Que saques para las cañas,

Cansado de las hazañas


De la guerra peligrosa.
Ésa la banda polida
Y el almaizal con que dances,
Cuando de la mano lances
xxvl OBRAS DI I OPÍ DE VEGA.

La lanza, en sangre teñida.


Daráte el mote ingenioso
Tara el campo de la adarga,

Breve cifra á pena larga


Para el penacho vistoso.

Saldrá luego al mirador


Cuando tu caballo pase,
Y cuando otros, entraráse,

Preciándose de tu amor

Esta primera jornada, donde la originalidad del protagonista resalta tanto, prome-
tía un drama excelente; pero si no en el estilo, á lo menos en la acción, se echa á

perder desde el acto segundo, extraviándose en un laberinto de intrigas vulgares,


que conducen en el tercero á una catástrofe casi ridicula, aunque, bien preparada,
pudo ser eminentemente trágica. La Reina, mujer de Baudeles, horriblemente
ofendida por y sabedora de que trama asechanzas á su vida, busca un vengador, y
él

pone el puñal en manos de Gomel, que, ciegamente enamorado de ella y deslum-


hrado por la perspectiva del imperio, mata á su propio padre sin conocerle (i). La
escena, que pudo ser terrible y sublime, en que el Rey moribundo le declara su ori-
gen y le perdona, está tratada sin ningún género de gravedad trágica y todavía son ;

más infelices las que siguen, terminando todo con la salida de un león que se es-

capa de la jaula y viene á postrarse como un manso perrillo á los pies de Gomel,
que exclama muy satisfecho:

Sin duda que ha conocido


Que soy león como él.

¿Si es éste con quien yo tuve


Desde muchacho amistad,
En aquella soledad
De los montes donde anduve?

No recelando nada de tan buen compañero, y sosegados al parecer los remor-


dimientos de su parricidio, Gomel se queda beatíficamente dormido con el león á
y en tal reposo le sorprende el pueblo alborotado, que admirando, y no
las plantas;

era para menos, tanta serenidad, le proclama rey de Granada.


Tal es este absurdo embrollo, donde sólo pueden elogiarse algunos trozos de ver-
sificación feliz, por ejemplo, el romance morisco del acto segundo:

Al hijo de Reduán,
Al de la Sierra Nevada

Lo mismo hace Seide en el Mahoma de Voltaire, aunque la fuerza que le impulsa al cri-
(i)

men no es el amor, sino el fanatismo. La coincidencia debe de ser casual, porque Voltaire no
conocía las obras de Lope.
;

OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXVII

IV.-PEDRO CARBONERO.

Publicada en la Comedias de Lope (1621).


Parte caiorze de las
histórico, aunque no le
Es héroe de esta comedia un personaje probablemente
andaluz que con una
hemos visto mencionado en ningún libro: un osado guerrillero
cuadrilla de 12 hombres hizo grandes salteamientos y estragos en la frontera del
reino árabe de Granada, y murió en un
encuentro peleando valerosamente contra
hubo
que en vano le ofrecieron la vida si renegaba de la fe. Su nombre
los infieles,
parece que quedan rastros
de ser celebrado en alguna canción popular, de
la cual

en la última escena del drama de Lope:


Virgen sin mancilla,

Hoy mueren, y muero,


• Pedro Carbonero
Con la su cuadrilla.
Hoy lleva la muerte,
En agraz marchitos,
Trece mancebitos,
Todos de una suerte

Que dejando á Hamete,


Que os da su palabra,
Cuatro son de Cabra,
Y tres de Alcaudete.
Quieren en Castilla
Su fama dejar,

Cuatro de Aguilar
Y uno de Montilla.
CERBÍN.

Vuelve, Pedro, en ti,

Y vuélvete moro:
Tendrás un tesoro
En el Rey y en mí.

Curarás la herida,

Gozarás tu amor,
Daráte Almanzor
Regalada vida.
Serás su vasallo
Si á servirle pruebas,

Daráte armas nuevas,


Lucido caballo.

Crecerá tu vida
Como verde cedro,
Casaráste, Pedro,
Con mora garrida.
xxv „, OHRAS DE LOPE DE VEGA.

ii uro.
Despidámonos los dos:

Morir quiero, morir quiero.


¡Oh mundo, no más con vos!
Muera Pedro Carbonero,
Y muera en la fe de Dios.

Todas lasescenas en que interviene Pedro Carbonero con su cuadrilla, y espe-


cialmente el episodio de la gallarda moza de
Andújar, á quien saca del cautiverio

penetrando audazmente en Granada, y que, enamorada de él, le acompaña


hasta
poesía agreste y selvática. Los
en la muerte, tienen mucho brío y una especie de
cuadros de la vida bandolera, que ya hemos visto en otras producciones de Lope,
patriótico, que no
están ennoblecidos y mejorados aquí por el sentimiento religioso y
abandona á Pedro á los suyos aun en medio de sus mayores desafueros y rapiñas.
y
Con esta acción principal se entreteje otra accesoria, que es el suplicio de los

abencerrajes, conforme al relato de Ginés Pérez de Hita, seguido con más fideli-

dad que en La Envidia de la nobleza, pero prescindiendo también de la acusa-

ción y defensa de la Sultana. Esta parte de la comedia vale menos que lo referente
á Pedro Carbonero, pero hubo de hacer mucho efecto en el vulgo la
escena en que

se corre la cortina y aparecen sobre la mesa del festín las cabezas de los abence-

rrajes degollados.

El mérito principal de esta tragicomedia consiste, sin duda, en el vigoroso ca-


rácter del héroe plebeyo Pedro Carbonero, y en algunos trozos líricos, como este
cantarcillo del primer acto:
Riberitas hermosas
De Darro y Genil,

Esforzad vuestros aires,

Que me abraso aquí.


Hermosas riberas

Donde yo nací,
La que fué mi muerte,
En vosotras vi:
En el fuego es Julio,
Y en la vista Abril.

Orillas hermosas
Que el cristal cubrís,

Tened, que me muero,


Lástima de mí.
Si encubre las llamas
De nieve y jazmín,
Esforzad vuestros aires,

Que me abraso aquí.

La dedicatoria del Pedro Carbonero es curiosa para la historia literaria. Va di-

rigida al joven é ingenioso poeta sevillano D. Diego Félix de Quixada y Riquelme,


OBSERVACIONES PRELIMINARES.
XXIX

por tratarse en ellos únicamente de las


autor de 8o sonetos, que tituló Soltadas
hermosura de una dama á quien
propiedades y efectos del Sol, aplicándolos á la
de culteranismo pero no de tal suerte
llamó Findda. Estos sonetos, muy resabiados ,

viva imaginación de su autor, mere-


que ofusque por completo los destellos de la
ajenos de esa tendencia como el clásico
cieron los mayores elogios de poetas tan
llano Lope de Vega, que no sólo en la de-
y severo D. Juan de Arguijo y el terso y
al frente de las Soltadas, ma-
dicatoria de esta comedia, sino en una carta que va
imprimiéndolos con otras rimas suyas.
nifestó la intención de honrar estos sonetos,
las Soltadas han permane-
No hay vestigio de que esto se realizase, y á mi juicio
cido inéditas hasta nuestros días, en que
por diligencia del Marqués de Jerez de los
literatura poética, han visto la luz en
Caballeros, tan benemérito de nuestra antigua
elegante edición, ajustada al manuscrito original,
con fecha de 1619, que poseía el

difunto bibliófilo D. José Sancho Rayón (1).

Hizo Lope de Vega grande aprecio del ingenio de


Quixaday Riquelme, dirigién-
cuarta de las que imprimió con la Filo-
dole, además de esta comedia, la epístola
mencionándole al lado de Jáuregui en otra epístola que con
el
mena en 1 62 1, y
título de El Jardín dedicó al licenciado Francisco de Rioja:

Aquí don Juan de Jáuregui, en la mano


De Apolo el arco y el pincel de Apeles;

Aquí don Diego Félix, sevillano.

muy joven este ingenio, puesto que ya en el Laurel de


Hubo de malograrse
Apolo, publicado en 1630, se le dedica este elogio fúnebre:

Mas despertar en su lugar le agrada


La memoria llorosa
De aquel joven don Diego de Quijada,
Que la muerte envidiosa,
Transformada en arado,
Cortó sin tiempo, como flor en prado ,

Y añade Lope, muy profundamente conmovido al parecer:

Que mí la fe de aquel amigo


vive en
Por quien mi musa trágica suspira,

Como cuando vivió, después de muerto,


Y morirá conmigo.

Había puesto en relación á ambos poetas el secretario del Duque de Alcalá, Juan
Antonio de Ibarra, que en el rarísimo libro titulado Encomio de los ingenios sert-

Francisco
(I) Soliadas deD. Diego Félix de Quixaday Riquelme. Dedicadas en 16 10 á D.
de Guzmán, Marqués de Ay amonte Sevilla. En la oficina de E. Rasco 1*87; 4° Con un

erudito prólogo del malogrado humanista D. José Vázquez y Ruiz.


xxx OBRAS DE LOPE DE VEGA.

llanos en ¡a fiesta de los Santos /¿nació deLoyolay


Francisco Xavier (1623), hace
certamen, los más fre-
de D. Diego Félix, triunfador en varios premios de aquel
cuentes y pomposos elogios.
Lope aprovechó la ocasión de esta dedicatoria (la de Pedro Carbonero) para

zaherir de paso á los ingenios anochecidos y tenebrosos, entre los cuales, sin grave
cargo de conciencia, hubiera podido incluir á su patrocinado D. Diego. mués- Y
trase quejoso también de las necias censuras de los presumidos
de gramáticos, aña-

diendo esta frase feliz: «Si algo me debe mi lengua, no quiero yo decirlo si ella no

lo dice.» Es digno de notarse también el elogio de D. Juan de Arguijo: «Caballero

en todo rigor científico, y de integridad y costumbres dignas de mayor fortuna, si


su filosofía cristiana, con naturaleza de armiño, no la cerrara el paso.» Para aclara-
rar estas alusiones sería preciso engolfarnos en la biografía de aquel varón emi-

nente; materia que no es para tratada de paso ni en este lugar.

V.-EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

Dice nuestro autor en la dedicatoria de esta comedia á su hija Marcela, que la


escribió en sus liemos años. Puede ser la misma que con el título de Abinda-
rráez y Narváez se designa en la primera lista de El Peregrino (1604), pero se-
guramente Lope debió de retocarla mucho para incluirla en su Parte XIII (1620),
porque es una de sus comedias mejor escritas y nada tiene de la inexperiencia pro-
pia de la primera juventud. Ha sido reimpresa en el tomo ni de la colección se-

lecta de Hartzenbusch.
La fuente única de este poema dramático está indicada con toda precisión por el

autor mismo en estas líneas: «Escribió la historia de Jarifa y Abindarráez, Monte-


mayor, autor de la Diana, aficionado á nuestra lengua con ser tan tierna la suya,
y no inferior á los ingenios de aquel siglo; de su prosa, tan celebrada entonces,

saqué yo esta comedia. Allí pudiérades saber este suceso, que nos calificaron por
verdadero las corónicas de Castilla en las conquistas del reino de Granada »

De la certidumbre del hecho, aunque en sí mismo nada tenga de inverosímil

y extraordinario, puede dudarse algo, puesto que el primer historiador pro-


piamente tal que le menciona, es Gonzalo Argote de Molina en su Nobleza de
Andalucía (1588, fol. 296), autor muy docto, pero algo crédulo y muy inclinado á

leyendas y anécdotas poéticas y caballerescas. De todos modos, el principal perso-

naje,Rodrigo de Narváez, es enteramente histórico, y Hernando del Pulgar hizo


honrosa conmemoración de él en el título xvn de sus Claros varones de Castilla:
«¿Quién fué visto ser más industrioso ni más acepto en los actos de la guerra que
Rodrigo de Narváez, Caballero fijodalgo, á quien por notables hazañas que contra
los moros fizo, le fué cometida la cibdad de Antequera, en la guarda de la qual,
y
en los vencimientos que fizo á los Moros, ganó tanta fama y estimación de buen ca-

ballero, que ninguno en sus tiempos la ovo mayor en aquellas fronteras?» Pero ni
XXXI
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

cronista de la Reina Católica, ni


Ferrant Mexía, el autor del Nobiliario vero
el
llama «ca-
contar entre sus parientes á Narváez, á quien
(1492), que se «loriaba de
ballero de los bienaventurados que ovo
en nuestros tiempos, desde el Cid acá, ba-
se dan por enterados de su célebre acto
de
talloso é victorioso» (lib. 11, cap. xv),
Es cierto que al fin de la Historia de los
cortesía con el prisionero abencerraje.
se estampa, con el título de Anécdota cu-
Árabes, de D.José Antonio Conde,
mismo cuento, y aun se añade que «la generosidad del alcayde Nar-
riosa (i), este
cantada en los ver-
váez fué celebrada de los buenos caballeros de Granada y
muy
semejante noticia tiene trazas de ser una de
sos de los ingenios de entonces». Pero
fábulas de que está plagado el libro de Conde y,
por otra
las muchas invenciones y
,

parte, basta leer su breve relato de la


aventura para comprender que no está tradu-

cido de ningún texto arábigo, sino


extractado de cualquiera de las novelas caste-
Arrastrado quizá por la autoridad que en su
llanas que voy á citar inmediatamente.
justo crédito de Argote,
tiempo concedía á la obra de Conde, y más aún por el
se
elegante Historia de Granada (2), dio
todavía D. Miguel Lafuente Alcántara en su
bien puede sospecharse que Argote
cabida á la anécdota del moro. Y, sin embargo,
más que por el Inventario de
no conocía la historia de los amores de Abindarráez
Villegas,á quien cita, ni Conde más que por ese
mismo libro, ó más probablemente
por laDiana enamorada.
de amena literatura, nos encontra-
Pasando, pues, del campo de la historia al la

narraciones novelescas, casi idénticas en lo sustancial, y


que á primera
mos con dos
sencilla, la que
vista pueden parecer copia la una de la otra. La más breve, la más
de
con toda puede considerarse como un dechado de afectuosa naturalidad,
justicia
tal grado que apenas hay
delicadeza, de buen gusto, de nobles y tiernos afectos, en
impresa
en nuestra lengua novela corta de su género que la supere, es la que fué
título de Inventario,
por dos veces en la miscelánea de verso y prosa que, con el
publicó un tal Antonio de Villegas en Medina del Campo.
La primera edición de
este raro libro es de 1565, la segunda de 1577; pero
consta en ambas que la licencia
cuenta por lo
concedida desde 1551, circunstancia muy digna de tenerse en
estaba
que diremos después (3).

Algo amplificada esta historia, escrita con más retórica, y afeada con unas sexti-

me-
dominación de los Árabes en España, sacada de varios manuscritos y
(1) Historia de la
morias arábigas, por el Dr. D. José Antonio Conde Tomo m (Madrid, [821), páginas

262-265.
(2) Tomo 11 (edición de París, Baudry, 1852), páginas 42-45-
de Villegas, dirigido Magestad Real del Rey Don Huhppe,
á la
(3) Inventario de Antonio
Con
nuestro señor En Medina del Campo impresso por Francisco del Canto. Año de 1505-
previlegio. 4.
retrato del hx.c-
Inventario de Antonio de Villegas Va agora de nuevo añadido un breue
del Canto, 1577-
lentissimo Duque de Alúa Impresso en Medina del Cipo por Francisco
A costa de Hieronymo de Millis, mercader de libros. 8.°

Amplios extractos de este libro, y entre ellos la novela del Abencerraje, reproducida con
xxxl ,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

intercalada en el libro iv de la
ñas de pésimo gusto, se encuentra inoportunamente
de Jorge de Montemayor; pero entiéndase bien:
no en las primeras edicio-
Diana
mes de Febrero de 1561, en que Montemayor fué
nes, sino en las posteriores al

se cometió poco
muerto violentamente en el Piamonte. El plagio ó superchería
engrosar el volumen del libro
después de su muerte por editores codiciosos de
figuran en una edición de Valla-
con esta y otras impertinentes añadiduras, que ya
comenzada el mismo año de 1561, y terminada en 7 de Enero de 1562. De
dolid,
allí pasaron á todas las posteriores, que son innumerables (1).
Basta comparar el texto malamente atribuido á Jorge de Montemayor, con el de
calcado sobre el segundo. Poco
Villegas, para ver que el primero está servilmente
dificultad el que la Diana
importa saber quién hizo tal operación, ni es grave
que el Inventario no lo fué
de Valladolid estuviese ya impresa en 156 1, mientras
aunque el autor, por
hasta 1565, pues sabemos que estaba aprobado desde 1551,
de la cédula regia,
motivos que se ignoran, dejase pasar quince años sin hacer uso

ortografía y puntuación del original, se hallan en el libro


de D. Cristóbal
entera sujeción á la

Pérez Pastor, La Imprenta en Medina del Campo (Madrid, 1895), páginas 199-218.

El mérito de haber renovado en nuestro siglo la


memoria, ya casi perdida, de este sabroso

cuento, corresponde al bibliófilo D. Benito Maestre,


que llegó á reunir una colección muy nu-
incorporada hoy á la Biblioteca Nacional.
merosa' y selecta de antiguas novelas castellanas,
periódicos ilustrados de entonces, El
Maestre fué quien en 1845 hizo imprimir en uno de los
historia de Jarifa y el Abencerraje, que todavía se
Siglo Pintoresco (tomo i, páginas 8-16), la
popularizó más cuando fué incluida por Aribau en el
tomo de Novelistas anteriores á Cervantes
se ha reimpreso varias veces, mereciendo es-
de la Biblioteca de Rivadeneyra. Desde entonces
linda reproducción fototipográfica de la segunda
edición de Medina, hecha
pecial recuerdo la

por el difunto bibliófilo D. José Sancho Rayón.


Es problema bibliográfico de averiguar en qué año fué impresa por
no resuelto aún, el
(1)
Fitz-Maurice Kelly ha probado, á mi
primera vez la Diana. El docto hispanista inglés James
ver de un modo convincente (Vid. Revue Hispanique,
Noviembre de 1895, páginas 304-31 1),
ni han P odido existir ? que el
que las supuestas ediciones de 1530, ¡542 y IS45, ni existen '

libro apareció, según toda probabilidad, entre 1 55 8 y x 559-


Catálogo), y que puede muy bien
La edición de Valencia que poseyó Salva (núm. 1.909 de su
tengo entre mis libros, y
ser la primera, no tiene año, ni tampoco otra rarísima de Milán que
que no he visto descrita en ninguna parte:
Diana. Los siete libros de la Diana de Jorge de Monte Mayor. Á la ylustre Señora Barbara
vender, ni imprimir en este estado
Fiesca Cauallera Vizconde. Con preuilegio que nadie lo pueda
original.
de Milán sin licencia de su Autor. So la pena contenida en el
de última se lee: In Milano per
8.°; cuatro hojas preliminares y 188 páginas dobles. Al fin la

Andrea de Ferrari nel corso di porta Tosa.


sonetos laudato-
Los preliminares son: dedicatoria de Montemayor á la Sra. Bárbara Fiesca ;

rios de Luca Contile (en italiano), D. Gerónimo de Texeda y


Hieronimo Sampere.
Diana (1 599), que en 1 559
Mon-
Constando por testimonio de Fr. Pedro Ponce, en su Clara
en el Pia-
temayor estaba todavía en España, y constando, por otra parte, su muerte violenta
autor
monte á principios de 156 1, debe inferirse que esta edición, hecha en Italia por su propio
y con nueva dedicatoria suya, ha de ser de 1560.
XXXI11
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

llegar el manuscrito á
con vino á caducar, y tuvo que solicitar otra. Pudo
lo cual

noticia de muchos, y pudo el impresor Francisco


Fernández de Córdoba, ó cual-
para embutirla en la Diana;
quier otro, copiar de él la historia del Abencerraje
Villegas, vecino de
pero si tal cosa sucedió, ¿no parece extraño que Antonio de
pasaba en la ve-
Medina del Campo, y que debía de estar muy enterado de lo que
paternidad de obra tan
cina Valladolid, no hubiese reivindicado de algún modo la
linda? El silencio que guarda es muy sospechoso, y unido á otros indicios que casi
constituyen prueba plena, me obligan á afirmar que tampoco él es autor original

del Abencerraje.
Ante todo, le creo incapaz de escribirle. Hay en el Inventario algunos versos cor-
manera castellana; pero la prosa de una novelita pas-
tos agradables, en la antigua
toril que allí mismo se lee,de Ausencia y soledad de amor, forma per-
con el título
declamatoria, con el terso y llano
fecto contraste, por lo alambicada, conceptuosa y
decir, con la sublime sencillez de la historia de los
amores de Jarifa. Es humana-
la segunda. Vi-
mente imposible que el que escribió la primera pueda ser autor de
llegas es tan plagiario como el autor de la versión
impresa con la Diana.
sin año ni lugar (probablemente
Existe, en efecto, un rarísimo opúsculo gótico
del ínclito infante D. Fer-
Zaragoza), cuyo título dice así: Parte de la Coránica
casaron a hurto el Aben-
nando que ganó á Antequera: en la qu al trata como se
darraxe Abindarraez con la linda Xari/a, hija del Alcayde de Coin, y de la gen-
tilezay liberalidad que con ellos usó el noble caballero Rodrigo de Narbaez,
ellos con él. Es anónimo este librillo, y va
Alcaide de Antequera y Alora, y
encabezado con la siguiente dedicatoria:

«Al muy noble y muy magnífico señor el Sr. Hieronymo Jiménez Dembun, señor
de Barbóles y Huytera, mi señor.
»Como yo sea tan aficionado servidor de vuestra merced,
muy noble y muy mag-
nífico señor, como de quien tantas mercedes tengo recebidas, y á quien tanto debo;
deseando que se ofresciese alguna cosa en que me pudiese emplear para demostrar
dias pasados llegado á mis manos esta
y dar señal desta mi afición; habiendo estos
por falta de los escrip-
obra aparte de coránica que andaba oculta y estaba inculta,
tares, procuré, con fin de dirigirla á vuestra
merced, lo menos mal que pude sacarla
en partes, estaba confusa y no
á luz, enmendando algunos defectos de ella. Porque
sepodia y en otras estaba defectiva, y las oraciones cortadas, y sin
leer,
dar con-
era apacible y gracio-
clusión á lo que trataba, de tal manera que aunque el suceso
so, por algunas impertinencias que tenia, la
hadan áspera y desabrida. Y hecha
que les
mi diligencia, como supe, comuniquéla á algunos mis amigos, y parecióme
agradaba: y así me aconsejaron y animaron á que la hiziese imprimir,
mayormente
por ser obra acaescida en nuestra España »
ejemplar que
Esta crónica, aunque ha llegado á nosotros incompleta en el único
declaración del
de ella existe, ó existia en tiempo de Gallardo, concuerda, según
mismo erudito, con el texto de Antonio de Villegas, que no hizo más que retocar y
modernizar algo el lenguaje. Y realmente, en las primeras líneas, que Gallardo
*
XI
XXXIV OBRAS DK I.OPE DE VEGA.

transcribe como muestra, no ninguna variante de importancia (i).


se advierte
dispuesto para salir
Consta, por tanto, que antes de 1551, en que Villegas tenía
del su Inventario, corría por España una novela del
molde moro Abindarráez igual
dio por suya; y que tampoco ésta era original, sino refundición de un
á la que él
que muy bien podía re-
pedazo de crónica que andaba oculta, inculta y defectiva, y
montarse al siglo xv, aunque no la creemos anterior al tiempo de los
Reyes Católi-

cos, por el anacronismo de suponer á Rodrigo de


Narváez alcaide de Alora, que
no fué conquistada hasta la última guerra contra los moros granadinos.
Muy natural parece que la hazaña de Rodrigo de Narváez, antesde ser cantada en
prosa, diera tema á algunos romances fronterizos. Pero si existieron, no queda nin-
guno, á menos que no quiera tenerse por rastro de ellos el cantarcillo no asonan-
tado que Villegas pone en boca del moro antes de su encuentro con Narváez:

Nascido en Granada,
Criado en Cártama,
Enamorado en Coín,
Frontero de Alora (2).

Los romances que hoy tenemos sobre este argumento, todos, sin excepción, son
artísticos, y han salido del Inventario ó de la Diana, principalmente de esta última.

Abre la marcha el librero Timoneda con el interminable y


valenciano Juan de
prosaico Romance de la hermosa Jarifa, inserto en su Rosa de amores (1573): si-
guióle, aunque con menos pedestre numen, el escriptor ó escribiente de la Univer-

(1) Encontró Gallardo este desconocido opúsculo en la biblioteca de Medinaceli, encuader-


nado con una Diana, edición de Cuenca, por Juan de Canova, 1 561. Nos hemos valido del
extracto que formó aquel incomparable bibliógrafo, y que se conserva entre el grandísimo nú-
mero de papeles suyos recientemente descubiertos, y que, Dios mediante, se han de publicar
como quinto tomo de su Ensayo.
Nada puedo decir de otro libro que se cita con el título de El moro Abindarráez y la bella
Xarifa, novela. Toledo por Miguel Ferrer, 1562.
,
En 12.

(2) En la Diana están glosados de esta manera:

En Cártama me he criado,
Nací en Granada primero,
Mas fui de Alora frontero,
Y en Coyn enamorado.
Aunque en Granada nací
Y en Cártama me crié,

En Coyn tengo mi fe
Con la libertad que di.
Allí vivo donde muero,

Y estoy do está mi cuidado,


Y de Alora soy frontero,
Y en Coyn enamorado.

Lope los reprodujo á la letra.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXXV

sidad de Alcalá de Henares, Lucas Rodríguez, que


en su Romancero historiado
le trató luego con gran prolijidad Pedro
(1579) tiene dos romances sobre el asunto:
texto atribuido á Montemayor: tra-
de Padilla, versificando en cinco romances el

bajo tan excusado baladí (1583): Jerónimo de Covarrubias Herrera, vecino


como
que insertó en su
de Rioseco, se limitó á un solo Romance de Rodrigo de JVarváez,
pertenece á la poe-
novela pastoril La enamorada Elísea (1594). Todo esto apenas
mismo con un romance anónimo, de poeta culto, que co-
sía, pero no sucede lo

mienza así:

Ya llegaba Abindarráez— á vista de la muralla ,

y con otro que puso nuestro Lope en su Dorotea:


Cautivo el Abindarráez— del alcaide de Antequera (1).

Todas estas variaciones sobre un mismo tema poético prueban su inmensa popu-

laridad, á la cual puso el último sello Cervantes, haciendo


recordar á D. Quijote,
los mercaderes tole-
entre los desvarios de su imaginación después de la aventura de
el cautivo Abence-
danos (Parte primera, cap. v), «las mismas palabras y razones que
rraje respondía áRodrigo de Narváez, del mismo modo que él había leído la historia
en la Diana de Jorge de Montemayor, donde se escribe». Después
de tan alta cita,

huelga cualquiera otra; pero no quiero omitir la indicación de un


poema en octavas
reales y en diez cantos, tan tosco é infeliz como raro, que compuso en nuestra len-

gua un soldado Francisco Balbi de Correggio (i593)> con el título de His-


italiano,

toria de los amores del valeroso moro Abinde- Arráez y de la


hermosa Xarifa (2).
Por tan largo camino hemos venido á parar á la linda comedia de Lope, quien
tampo-
para componerla no tuvo presente más libro que la Diana, ni le necesitaba
co, puesto que todos los autores, prosistas y poetas no han
hecho más que co-
piarse unos á otros, y todos anónimo cronista primitivo. Estando tan á
al
la mano
de Villegas en la Biblioteca de Rivadeneyra, y el de la
de cualquiera el relato

múltiples ediciones, alguna de ellas de nuestro siglo,


juzgo de todo
Diana en
superfluo el extractarlos, bastando recordar los principales
puntos de la le-
punto
yenda, tal como la resume el licenciado Alonso García de Yegros en su Historia

(manuscrita) de ciudad de Antequera, escrita por los años de 1609 (3):


la
de menor me-
«Entre otras hazañas que dicen hizo Rodrigo de Narváez, no es

Abindarráez figuran en la colección de Duran con les núme-


tí) Los romances relativos á

ros 1.089 á 1.094, pero hay que añadirde Padilla, que sólo se encuentran en su Romancero,
los
el de Jerónimo
reimpreso por la Sociedad de Bibliófilos españoles en 1880 (páginas 220-241);
y quizá algún otro que no
recuerdo.
de Covarrubias (fol. 245 de La enamorada Elísea),
Abinde-Arraez y de la hermosa Xarifa Aden-
(2) Historia de los amores del valeroso moro
cerases. Y la battalla que hubo con la gente de Rodrigo de Narbaez
a la sazón Alcayde de Antc-

quera y de Alora, y con el mismo Rodrigo. Vueltos en verso por Francisco Balbi de Correggio

En Milán ,
por Pacifico Poncio, 1593.
ciudad de Antequera, en la p, de Anda-
(3) Tratado de la antigüedad y nobleza de la

lucia,? relación de sus privilegios y libertades , ordenado por el licenciado Alonso García de
xxxvl OUKAS DE LOPE DE VEGA.

moro de Granada del linaje de


moria h [iberaüdad que tuvo con Abindarráez,
que yo no la testifico por no
los \bencerrajes; si es verdad h que della se refiere,

V nna noche de Ante-


fué que saliendo este Alcaide
hallarla en aui aves
dividieron en dos caminos, con orden
que si se les
ara con diez caballeros, se
los unos á los otros.
ofreciere necesidad llamasen ,

lo acometieron
,1 os cinco encontraron con aquel moro, que venia solo; y aunque
contrarios.
tan bien, que traía á mal andar á sus
para rendirlo, él se defendió
Rodrigo de Narváez, y visto que sólo era un moro
el
, \ esta es< aramuza acudió
persona combatir con él, y tanto fué el valor del
que peleaba, quiso de persona á
alcaide que al lin rindió al moro,
en extremo valiente caballero.
fortuna que se le había seguido, el
Abencerraje mostró suma
>Con esta contraria
en contrarios trances
tristeza más de que un hombre tan valeroso como él debiera
la

de guerra- y Rodrigo de Narváez,


deseoso de saber la causa, le preguntó que cómo
cautiverio. El moro le dixo que él iba á
ver á una
sentía tan demasiadamente su
casar; y con aquel contrario suceso se
dama á la villa de Coin, con quien se había de
Narváez le tomó la
le impedía el mayor
bien que podía tener ni desear. Rodrigo de

palabra y lee de que habiéndose visto


con Jarifa (que así se decía la dama) volvería a
siguió su viaje con la licencia que el
Alcaide le dio.
su cautiverio. El moro la dio y
de todo
• \bind irráez, después de
haber hablado con la mora, le dio larga cuenta
Antequera, y que necesariamente había
lo que le había sucedido con el Alcaide de
Antequera juntos, donde
de volver poder y cautiverio. Y así concertaron ir á
á su

se entregaron en manos de
Rodrigo de Narváez, el cual escribió al Rey de Granada
para que mandase al padre de Jarifa la
perdonase por haberse casado sin su licencia,
yerno. Y así lo mandó el Rey, y Rodrigo de Nar-
y recibiese al Abencerraje por su
volvieron los moros á sus tierras, bien agra-
váez les dio liberalmente libertad, y se
decidos de las mercedes que del habían recibido.
Fué esto por los años de 1410.»
desarrollo debe estudiarse en
Tal es el esqueleto de la leyenda; pero su lindísimo
la narración impresa por Villegas,
que está llena de rasgos encantadores de pasión
ingenua, de discreta cortesía, y es toda ella
un bizarro alarde y competencia de ge-
tipo el más puro, así como fué el
nerosidad é hidalguía entre el moro y el cristiano:
llega hasta El último Abence-
primero, de la novela granadina (cuya descendencia
tal precio que ni siquiera queda
rraje de Chateaubriand), y joya, en suma, de
de Hita, ni por esta misma co-
ofuscada por los mejores capítulos de Ginés Pérez
pero no irracional entusiasmo,
media de Lope, con ser excelente. Con candoroso,
Inventario:
escribió ü. Gallardo al fin de la novelita, en su ejemplar del
Bartolomé
algún ángel.»
«Esto parece que está escrito con pluma del ala de

natural de Antcquera.
ros, tesorerocanónigo de la santa iglesia de la ciudad de Baza, y
y
Biblioteca Colombina, extractado por Ga-
(Escribía por los años de 1609.) Manuscrito de la
llardo, Ensayo, núm. 4.425. Tratan de Rodrigo de
Narváez los capítulos xxiv á xxvi, y se inser-

tan unas octavas de arte mayor, seguramente del siglo xv, contando
una batalla que tuvo Nar-

váez en la vega de Antequera, junto á la torre de la Matanza, con el


moro Alibero.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXXVII

El Abencerraje impreso en Medina, puede decirse que el


Aunque Lope no cita

drama está calcado sobre aquel excelente original, pues en esta


parte no
plan de su
hay diferencia alguna entre aquel texto y el de la Diana.
Lo único que hizo fué
las situaciones, poniendo en acción
alterar, para mayor efecto dramático, el orden de
el mismo abencerraje.
gran parte de lo que en la novela es narración hecha por
Tuvo el buen gusto de respetar la sencillez del asunto, si bien trató demasiado pro-

lijamente, no sin mengua de la unidad de interés, el episodio de los amores de Nar-

váez con la mora Alara, y de los celos de su marido. En la novela de Villegas, este

incidente, que sólo tiene por objeto mostrar lamagnanimidad de Narváez. vencedor
concertado. Pero el
de su pasión en aras del honor, es mucho más poético y mejor
interpolador de la Diana tuvo la infeliz ocurrencia de suprimirle, y
Lope, que se-

guramente conocía también el otro texto, debía de recordarle de un


modo muy
del marido y omite los
confuso, puesto que hace mora á la dama, falsea el carácter
pormenores más poéticos, como puede verse por el extracto que ponemos al pie
(i).

(i) «Este caballero fué primero Alcaide de Antequera, y allí anduvo mucho tiempo enamo-

rado de una dama muy hermosa, en cuyo servicio hizo mil gentilezas, que son largas de contar;

y aunque ella conocía el valor deste caballero,


amaba á su marido tanto, que hacía poco caso
una
del.Aconteció así, que un día de verano, acabando de comer, ella y su marido se bajaron á
huerta que tenían dentro de casa, y él llevaba un gavilán en la mano, y lanzándole á unos pája-

huyeron, y fuéronse á acoger á una zarza; y el gavilán, como astuto, tirando el cuerpo
ros, ellos
mano y sacó y mató muchos dellos. El caballero le cebó y volvió á dama, y
la
afuera, metió la
«¿Qué os parece, señora, de la astucia con que el gavilán encerró los pájaros y los mató?
la dijo:
moros, así los sigue,
•Pues hágoos saber, que cuando el Alcaide de Alora escaramuza con los y
>así los mata »

conocer, preguntó quién era. «Es el más valiente y virtuoso caba-


»EUa, fingiendo no le le

llero que yo hasta hoy vi. » Y comenzó á hablar del muy altamente, tanto, que á la dama le vino
un cierto arrepentimiento, «Pues ¡cómo, los hombres están enamorados deste caballero,
y dijo:

>y que no lo esté yo del, estándolo él de mí!


Por cierto, yo estaré bien disculpada de lo que por

»él hiciere, pues mi marido se ha informado de su derecho.»

»Otro día adelante se ofreció que el marido fué fuera de la ciudad, y no pudiendo la
dama
sufrirse en sí, envióle á llamar con una criada suya. Rodrigo de Narváez
estuvo en poco de

tornarse loco de placer, aunque no dio crédito á ello, acordándose de la aspereza con que siem-

pre le había tratado; mas con todo eso, á la hora concertada, muy á recaudo, fué á ver á la

dama, que estaba esperando en un lugar secreto; y


le así ella echó de ver el yerro que había

hecho, y vergüenza
la que pasaba en requerir á aquel de quien tanto tiempo había sido reque-
rida. Pensaba también en la fortuna que descubre todas las cosas; temía la
inconstancia de los

hombres, y la ofensa del marido; y todos estos inconvenientes, como suelen, aprovecharon para
cámara, donde
vencerla más, y pasando por todos ellos le recebió dulcemente y le metió en su
pasaron muy dulces palabras; y en fin dellas le dijo: *Señor Rodrigo de Narváez, yo soy vues-
que en mi poder quede cosa que no lo sea; y esto no lo agradezcáis
»tra de aquí adelante, sin
poco
»ámí, que todas vuestras pasiones y diligencias, falsas ó verdaderas, os aprovecharon
•conmigo; mas agradecedlo á mi marido, que tales cosas me dijo de vos, que me han puesto en
>el estado que agora estoy. >
contó cuanto con su marido había pasado, y al cabo le dijo: «Y cierto, señor,
• Tras esto le
, , , , ,

XXXVIII OBRAS DE LOPE DE VECA.

recae sobre el fondo de la obra,


Aparte de este defecto, que es grave, pero que no
fácilmente puede ser desmembrada sin daño de
sino sobre una porción de ella que
comedia,
la poema, son muy raras las aberraciones del gusto en esta
integridad del
ridiculas octavas en esdrújulos con que
sin que apenas pueda señalarse otra que las
gimnasia métrica, indigno de un
empieza el acto tercero, y son un pueril ensayo de
versificador del temple de Lope, que por
desgracíale repitió en otras ocasiones.
limpio, correcto, afectuoso, bizarro, como lo pedía el
argumento,
Todo lo demás es

tan análogo á la Índole y al genio


de nuestro poeta. El lenguaje del amor suena
Abindarráez, y lo mismo las gen-
como deliciosa música en los coloquios de Jarifa y
se deslizan, como de fuente pe-
tilesestancias líricas que las populares redondillas,
característica de Lope, y hace que sus
renne, con aquella galana fluidez que es dote
sin confundirse jamás con ella:
versos venzan en facilidad á la más fácil prosa,
JARIFA.

Amor que celos no sabe


Amor que pena no tiene
A mayor perfección viene
Y á ser más dulce y suave.
Quiéreme bien como hermano:
No te aflijas ni desveles

Sigue el camino que sueles,

Verdadero, cierto y llano.

ABINDARRÁEZ.
jAh, hermana! ¡Pluguiera á Alá
Que vuestro hermano no fuera,
Y que este amor fin tuviera

Que el de mi vida será,

Y que celos y querellas


Tuviera más que llorar,

Que arenas tiene la mar


Y que tiene el cielo estrellas!

.vos debéis á mi marido más que él á vos.» Pudieron tanto estas palabras con Rodrigo de

Narváez, que le causaron confusión y arrepentimiento del mal que hacía á quien del decía tantos
querré de
bienes; y apartándose afuera, dijo: «Por cierto, señora, yo os quiero mucho, y os
.aquí adelante; mas nunca Dios quiera que á hombre que tan aficionadamente ha hablado de

.mí, haga yo tan cruel daño; antes, de hoy más he de procurar la honra de vuestro marido como

.la mía propia, pues en ninguna cosa le puedo pagar mejor el bien que de mí dijo.» Y sin

aguardar más, se volvió por donde había venido. La dama debió de quedar burlada; y
cierto,

su misma volun-
señores, el caballero, á mi parecer, usó de gran virtud y valentía, pues venció
alabándole mucho, él dijo que
tad. El Abencerraje y su dama quedaron admirados del cuento, y

nunca mayor virtud había visto de hombre. Ella respondió: «Por Dios, señor, yo no quisiera
• servidor tan virtuoso; mas él debía estar poco enamorado, pues tan presto se salió afuera, y
• pudo más con él la honra del marido, que la hermosura de la mujer.» Y sobre esto dijo otras

muy graciosas palabras.»


, ,

OBSERVACIONES PRELIMINARES. XXXIX

Por bienes que son tan raros,


Era poco un mal eterno;
Qué penas! las del infierno
Eran pocas por gozaros

Por la singularidad del caso advertiré que hay en esta pieza un soneto que es imi-
tación bien hecha de un célebre epigrama latino de Ausonio, Armatam Pallas
muy
Venerem Lacedcemone visens, que nadie esperaría encontrar en una comedia de
moros y cristianos, y puesto en boca del Alcaide de Antequera:

Bañaba el sol la crespa y dura cresta


Del fogoso león por alta parte,

Cuando Venus lasciva y tierno Marte


En Chipre estaban una ardiente siesta.
La diosa, por hacerle gusto y fiesta,
La túnica y el velo deja aparte;
Sus armas toma, y de la selva parte,

Del yelmo y plumas y el arnés compuesta.


Pasó por Grecia, y Palas viola en Tebas,
Y díjole: «Esta vez tendrá mi espada
Victoria igual de tu cobarde acero».
Venus le respondió: «Cuando te atrevas,
Verás cuánto mejor te vence armada
La que desnuda te venció primero».

Y apuntemos de paso otra curiosidad de historia literaria. En El remedio en la


desdicha (acto primero) se encuentran dos redondillas que, repetidas casi á la letra
en El condenado por desconfiado (i), han dado pie, juntamente con otros indicios,
para que algunos atribuyan á Lope de Vega este grandioso drama:

Mira no entienda de ti

Que de su amor no te fías,

Pues viendo que desconfías,


Todo lo ha de hacer ansí.

(i) En El condenado por desconfiado dice el viejo Anareto, padre del bandolero Enrico:

Y nunca entienda de ti
Que de su amor no te fias

Pues viendo que desconfías,

Todo lo lia de hacer asi.

Con tu propio ser la iguala;


Amata, sirve y regata;
Con celos no la des pena,
Porque la mujer no es buena
Si ve que piensan que es mala.

Notó esta singular coincidencia el malogrado crítico D.Manuel de la Revilla {Obras , 1883,

página 358), y es claro que por sí sola no decide la cuestión; pero unida á las reminiscencias

de La buena guarda que hay en El condenado, da que pensar mucho.


;

XL OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Amala, sirve y regala;


Con celos no la des pena,
Porque la mujer no es buena
Si ve que piensan es mala.

de ningún romance ajeno,


Nohay en esta comedia de Lope imitación directa
pero domina en toda ella el tono de los
romances moriscos más bien que el de los
fronterizos; la gala y pompa de los
primeros, más bien que el arranque épico de los
quiere emular el lujo de los arreos con
segundos. Parece que la dicción del poeta
para festejar á la señora de sus
que se atavia y previene el gallardo Abindarráez
pensamientos:
Dame una marlota rica,

Llena de aljófar y perlas,

Que ha de verme y ha de verlas

Quien al sol su lumbre aplica.


Dame un hermoso alquicel

Ó bordado capellar,

Y también me puedes dar


Alguna banda con él.
Dame bonete compuesto
De mil tocas y bengalas

Y plumas, porque no hay galas


Que luzgan sin plumas: presto.
Dame una manga bordada
De aljófar y oro, á dos haces.
Los amores son rapaces:

Con rapacejos me agrada.

Dame borceguí de lazo,


Y acicate de oro puro,
Y porque vaya seguro,
Ensillarásme el picazo.

Ponle una mochila azul


Y un freno de campanillas,
La más fuerte de mis sillas

Y una adarga de Gazul


Una lanza de dos hierros,
Que los extremos se igualen,
Por si al camino me salen
Algunos cristianos perros

La misma abundancia y que rayan en pródigas sin tocar en viciosas, hay


lozanía,

en los dos bellos romances «Famoso alcaide de Alora» y «Llegó á


Cártama Celin-
para conden-
do», que sirven á Lope en los actos segundo y tercero de su comedia
los que se han
sar la historia del abencerraje, y que seguramente exceden á todos
escrito sobre el mismo argumento.
El remedio en la desdicha, por el mérito constante de su locución y estilo, por la
,

OBSERVACIONES PRELIMINARES. XLI

nobleza de los caracteres, por la suavidad y gentileza en la expresión de afectos, por


el interés de la fábula, y aun por cierta regularidad y buen gusto, es la mejor come-
dia de moros y cristianos que puede encontrarse en el repertorio de Lope, y aun en
todo el Teatro español, teniendo entre las comedias de su género la misma primacía
que su modelo El Abencerraje entre las novelas.

VI.-LOS HECHOS DE GARCILASO DE LA VEGA Y MORO TARFE.

Comedia inédita hasta ahora. Imprímese por el manuscrito de la Biblioteca Na-


cional, que perteneció antes á D. Cayetano Alberto de la Barrera; copia antigua,
pero no muy correcta, adquirida por él en la almoneda de los libros de D. José de
Gámez. Al frente puso aquel insigne bibliógrafo la siguiente nota, que reproduci-
mos con su peculiar ortografía:
«La Comedia de los Hechos de Garcilaso de la Vega y moro Tarje, compuesta
por Lope de Vega, y por él menzionada con el simple título de Garcilaso de la
Vega, es completamente inédita: la gloria de su descubrimiento me perteneze. Casi
puede decirse que ni aun constaba como perdida; puesto que enlazándose también
el argumento de la titulada El cerco de Santa Eé, incluida en la Primera parte de
Comedias de El mismo Autor, con el dudoso hecho de ese tal Garcilaso, jeneral-
mente se calculaba que debian de ser una misma pieza. Pero solo tienen de común
el asedio de la ziudad ó el triunfo del Ave María.»
Razón tenía Barrera para estar ufano de su hallazgo, porque la presente comedia
es, sin disputa, la más antigua de cuantas conocemos de Lope. Y al decir esto no me
olvido de El verdadero amante, que Lope llamó primera comedia suya, y que
acaso lo sea, pero que de seguro fué refundida por él antes de imprimirla, como lo

prueba la división en tres actos, que no es la que Lope usó en sus primeros ensa-
yos, según resulta de estas terminantes palabras del Arte nuevo de hacer comedias:

Y yo las escribí de once y doce años,


De á cuatro actos y de á cuatro pliegos,

Porque cada acto un pliego contenía

La única comedia de Lope en cuatro actos es el Garcilaso, y por consiguiente, la


única muestra de sus comedias infantiles, de las que componía á los once y doce
años. Por el estilo y la traza se parece esta comedia á las de Juan de la Cueva. Por
la valentía y brillo de la versificación, por el instinto de las situaciones dramáticas,
por la soltura del diálogo, y sobre todo por el hábil empleo de la poesía popular, las
deja á larga distancia, y no puede ser más que de Lope. ¡Y esto lo escribía un niño
de doce años! Digamos con un antiguo poeta nuestro:

Los Hércules que mandan la fortuna


Doman los monstruos en la misma cuna.
OBRAS DE LOI'E DE VEGA.
XLlt
sólo dudosa,
que esta pieza se refiere es no
LaVe Ka a
bazafia de Garcil
como todas las leyendas, na-
| ,

„,. fabulosa,•
Dero C3
fahulnsa- pero,
como dice Barrera, sino enteramente

;:,:';::;:;;:;;:,',:: ZZ •*«* de ,*. „<, „*. par—


aquella jornada, sug.neron a
; S» apellido, si" embargo, y su agencia en

K
heráldicas aue
ta **. cantor
vamos
popular
á deslindar.
extraña amalgama de especes
.a
genealogías y

de la Vega debe su apelhdo según


es
L ,-
v antigua familia de los Lasos
el autor
las hazaña, que hiciesen
en la vega de Granada, como creyó
n „«r „ „ i
dond
circunstancia de tener su solar
en la vega montañesa
d ro anee, sino a la
Torrelavega, segunda en vecmdano
e
hov sé y floreciente villa de
Lv un , la rica
actúa, provincia de Santander O).
La noto-
„r, en re las poblaciones de .a
el V.ejo Mermo
Garcilaso de la Vega, llamado
dTd de «te linaje comienza en
victima del furor popular, que le
I tr d Cas.iUa gran privado de Alfonso XI y Sorra el aüo 1 3*6 del modo que
de San Francisco de
ó cruda muerte en la iglesia Gonzalo
Z Seré en la Crinica de aquel
Monarca. Hijos suyos fueron Garcdaso y
del Salado (.340) fueron
los pnmeros en pasar
Rn de la Vega, que en la batalla muy
musulmanes. «Bt estos caballeros es.uheron
U Inte y he ir en el haz de los muchos golpes en lo
e, espadadas, et dando
rmTs s u nendo muchas azagayadas
pocos e, estaban en grande
os' pero los moros
eran muchos y los cristianos
(cap. con), y no es pequeña
22Zo, Nada más qne esto dice la Crónica
llevado la vanguardm en tal .orna-
adalides montañeses el haber
\ orU para los dos o la mala
arranque lo que la excesiva prndenc.a
da decidiendo con su impetuoso
parecía querer retardar en aquel
momento supremo.
voluntad de D. Jnan Manuel
inventaron
por contentos con tan poca cosa, e
Pero los genealogías no se dieron
atado a la cola del
Garcilaso con nn moro que llevaba
el encuentro y desafio de
Garcilaso pnso en su es-
del Ave María letras qne
caballo un listón con las letras
,

muerto el insolente moro. De este


modo lo cuentan,
cudo, después de vencido y
del Salado, Gonzalo Fernández
de Ovredo en
"empre con referencia á la batalla
Argo.e de Mota, en
Z Lincéenos (batalla ,,, quincuagena j-, diálogo 43),
Andalueía (lib. .1, capitulo Lxxxnl), y
por supuesto el famoso co-
sn NMeza de
trovas:
plero Gracia üei, en sus picaras

Sin figuras ni colores


Vimos la vega dorada,
Solar de grandes señores,
Con muchas doradas flores

(D. Amos de Escalante), Madrid 1871i. Pa-


(0 Vid. Costas y montañas, por Juan García Cantabro-Astu
D. Ángel de los Ríos y Ríos {Revuta
ginas 373-39., Y Los Garcilasos, por
riana, Santander, 1877).
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XL:I1

De lis, con azul cercada.

Sobre verde relucía


La banda de colorado
Con oro, con que venía
La celeste Ave María
Que se ganó en el Salado.

Esta leyenda heráldica, transportada del Salado á la vega de Granada, y del


tiempo de Alfonso XI al de los Reyes Católicos, nos da el segundo elemento de la
El
fabulosa tradición que investigamos. Pero también ella tiene explicación fácil.
célebre Marqués de Saotillana, D. Iñigo López de Mendoza, que pertenecía á
la

familia de los Garcilasos por su madre D. a Leonor de la Vega, usó constantemente


en sus escudos y banderas el mote del Ave María, no como emblema nobiliario ni
ala
por vanidades del mundo, sino como muestra de la especial devoción que tenía
Virgen Santísima. Sus descendientes continuaron tan piadosa costumbre, y el
Ave
María quedó en las armas de la Casa del Infantado, sin necesidad de que ningún
rey se concediera ni de que fuese ganada en batalla ninguna.
la

Pero todavía falta un cabo por desenredar en esta madeja. No en la


guerra de
IV,
Granada, pero en tiempos bastante próximos á ella, en el reinado de Enrique
otro Garcilaso, de la prosapia de los anteriores, sobrino del Marqués de Santillana,

murió heroicamente en la hoya de Baza de Septiembre de 1455, «ofreciendo


el 21

su vida por la salud de los suyos», cual otro Decio, y mereciendo los
honores de la
inmortalidad en un canto fúnebre de su deudo Gómez Manrique. Sumemos esta
muerte gloriosa, y no lejos de Granada, con el apellido y el mote, y tendremos
explicada íntegramente la leyenda. Otras han nacido de principios mucho más
livianos.

No sabemos cuándo empezó á correr entre el vulgo; pero si que uno de los pri-

meros libros en que se halla es la Historia de los bandos de los Zcgrícs y Abence-
rrajes, de Ginés Pérez de Hita (1595). En el cap. xvm de esta famosa novela se
inserta un romance que Hita llama antiguo, pero su antigüedad, juzgando
por el

estilo y versificación, no parece mucha. En él está fundada la comedia de Lope,


por consiguiente, no debemos omitirle, aunque figura en las colecciones de
y,

Duran y Wolf:
Cercada está Santa Fe— con mucho lienzo encerado,
Al derredor muchas tiendas — de seda, oro y brocado,
Donde están duques y condes, — señores de grande estado,
Y otros muchos capitanes — que lleva rey don Fernandoel

Cuando á las nueve del día — un moro se ha demostrado


Encima un caballo negro — de blancas manchas manchado,
Cortados ambos hocicos, — porque lo tiene enseñado
El moro, que con sus dientes — despedace á los cristianos.
El moro viene vestido — de blanco, azul y encarnado,
Y debajo esta librea — trae un muy fuerte jaco,
i'i: ni \EGK.
xuv
acero muy bien templado,
V una lanza con dos hierros-do
un ante rico estimado.
V una adarga hecha en Fez.,- de
Aqueste perro, con befa
-en la cola del caballo,

María— llevaba, haciendo escarnio.


1 i sagrada Ave
las tiendas-de esta manera ha hablado:
Llegando ¡unto á
sea tan esforzado,
-;Cuál será aquel caballero— que
en aqueste campo?
Que quiera hacer conmigo-batalla
dos-salgan tres ó salgan cuatro;
sal.. a uno, salgan
que es hombre afamado;
El Alcaide de Donceles-salga,
guerra experimentado;
Salga ese Conde de Cabra,-en
Salga Gonzalo Fernández-que es de Córdoba nombrado,
soldado;
Ó si no, Martín Galindo-que es valeroso

Salga ese Portocarrero


— señor de Palma nombrado,
Ó el bravo don Manuel— Ponce de León llamado,
por industria fué echado
Aquel que sacara el guante-que
Donde estaban los leones— y él le sacó
muy osado.
mismo rey Fernando,
Y salen aquestos, -salga el
si no
daré á entender— si soy de valor
sobrado.—
Que yo le
escuchando:
Los caballeros del Rey,— todos le están
moro campo.
Cada uno pretendía— salir con el al

estaba allí— mozo gallardo, esforzado;


Garcilaso
pide al Rey— para salir al pagano.
Licencia le

muy mozo— para emprender este caso;


—Garcilaso, sois

Otros hay en el real— para poder encargarlo



Garcilaso se despide— muy confuso y
enojado,
demandado.
Por no tener la licencia— que al Rey había
armado,
Pero muy secretamente— Garcilaso se había
campo.
Y en un caballo morcillo,— salido se había al
Nadie le ha conocido,— porque sale disfrazado;
suerte le ha hablado:
Fuese donde estaba el moro— y de esta
-¡Ahora verás, el moro— si tiene el rey don Fernando
al campo!
Caballeros valerosos— que salgan contigo
Yo el menor de todos— y vengo
soy por su mandado.—

El moro, cuando le vio,— en poco le había estimado,

Y de esta suerte:— Yo no estoy acostumbrado


díjole

A hacer batalla campal— sino con hombres barbados:


Vuélvete, rapaz, le dice,— y venga el más
estimado.—

Garcilaso, conenojo,— puso piernas al caballo;


ha dado.
Arremetió para el moro— y un gran encuentro le
El moro, que aquesto vio,— revuelve as!
como un rayo:
Comienzan la escaramuza— con un furor muy sobrado.
Garcilaso, aunque era mozo,— mostraba valor
sobrado;

Dióle moro una lanzada— por debajo del sobaco:


al

El moro cayera muerto,— tendido le había en el campo.


Garcilaso, con presteza,— del caballo se ha apeado:
Cortárale la cabeza— y en el arzón la ha colgado:
Quitó el Ave María— de la cola del caballo:
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XLV

Hincado de ambas — con devoción ha besado,


rodillas, la

Y en punta de su lanza, — por bandera ha colgado.


la la

Subió en su caballo luego, — y del moro había tomado.


el

Cargados de estos despojos, — real se había tornado,


al

Do estaban todos grandes, — también


los rey don Fernando.el

Todos tienen á grandeza — aquel hecho señalado;


También Rey y el Reina — mucho se han maravillado
la

En ser Garcilaso mozo — y haber hecho un tan gran caso.


Garcilaso de Vega — desdela se ha intitulado,
allí

Porque en Vega hiciera — campo con aquel pagano.


la

Indudablemente este romance, calificado de viejo y tradicional en la Prima-


vera de Wolf (núm. 93), no es muy vetusto, ni siquiera parto genuino de la musa
popular. Su languidez y prosaísmo revelan la mano de algún refundidor de los

últimos años del siglo xvi, acaso del mismo Pérez de Hita. Otro debió de existir,

más rápido y animado, del cual éste conserva vestigios, especialmente en el reto
del moro. Ya veremos de qué suerte Lope (¡á los doce años!) restauró por instinto
laparte heroica y primitiva del romance, combinándole muy hábilmente con otro
también fronterizo, pero de diverso asunto, el de la muerte de Albayaldos (nú-
mero 89 de Wolf), que comienza:

Santa Fe, ¡cuan bien pareces— en los campos de Granada!....

Y más de admirar, cuanto que los poetas cultos de


este infantil acierto es tanto
las postrimerías del siglo xvi que intentaron refundir el romance del desafío de

Garcilaso, así Lucas Rodríguez en su Romancero historiado (1579)» como Gabriel


Lobo Laso de la Vega en Romancero y tragedias (1587), á los cuales se debe,
su
dicho sea de paso, el nombre de Tarfe dado al moro retador, en nada mejoraron el
original que imitaban. Y
no hablemos de otros dos detestables romances anónimos,
insertos en el Romancero general de, 1604, y en su Segunda parte, publicada por
Miguel de Madrigal en 1605; composiciones llenas de insulsos juegos de palabras,
en que se compara el Ave María, por lo de ave, con la gallina que da sustancia al
caldo de la olla, y se llama á Garcilaso de la Vega «divino cazador» y «caballero del

Toisón», con otras sandeces semejantes, á las cuales es mil veces preferible la vul-

garidad del interminable romanzón del Triunfo del Ave María (que hoy mismo
cantan y venden los ciegos), y que seguramente está tomado de una de las comedias
que indicaremos en el capítulo siguiente (1).

Tornando á la comedia de Lope, no se puede negar que los dos primeros actos,
si bien lozanamente versificados, revelan la inexperiencia del prodigioso niño, y
apenas se enlazan con la acción principal, ocupados como están con los amores y
celos de Tarfe, Fátima y Gazul. Puede decirse que huelgan completamente, aunque

(1) Véanse todas estas composiciones en el Romancero de Duran, números 1.11S á I.123
y 1300.
OBRAS D DB VEGA.
XLV[

sonoros tercetos y rotundas octavas


El drama ca-
Siempre seria lástima perder tan
tercera, con la fundación de Santa
Fe, que
balleresco no empieza hasta la jornada
en estos términos:
un renegado anuncia al rey Boabdil

Sabrás que el rey cristiano don Fernando

Viene con gran furor contra Granada,


Eterna destrucción amenazando,
Y en tu anchurosa vega desdichada
Ha hecho una ciudad gallarda y bella,
De grueso muro y torres adornada;
Tiene asentadas en el hilo dellas,

De seda y oro tan gallardas tiendas,


Que todo el cristianismo ha junto en ellas.

Suelta, perdido Rey, suelta las riendas

Al llanto amargo ó las airadas manos


Y adonde te reparesy defiendas;
Que el atrevido Rey de los hispanos
Ha juntado en la empresa valerosa
Los leones fierísimos cristianos.

Viene en su campo, Rey, la más famosa


Gente que tiene la invencible España,

De gloria y nombre eterno deseosa;


Y el fiero Rey, con la sangrienta saña,

En aqueste propósito tan firme,


Que ya sus filos en tu sangre baña.

El Rey Chico, después de muchas imprecaciones contra Mahoma por el des-


amparo en que le deja, siente arder en sus venas la belicosa sangre de sus antepasa-
dos, y se prepara para la defensa:

Hágase alarde de mi gente armada,


Repárense los fosos y los muros,
La gruesa cerca esté fortificada;
Salgan las armas y los petos duros,
A quien la blanda paz puso en la tierra;
Que no es ya tiempo de vivir seguros.
Los instrumentos que en su centro encierra,
Salgan acicalados y lucidos,
Suenen los añafiles sangre y guerra.
Vengan con vuestros pechos atrevidos
Los hierros y pendones de las lanzas,

De la cristiana sangre guarnecidos;


Cóbrense las perdidas esperanzas;
Que nunca rey temió, ni menos temo,
De la fortuna encuentros y mudanzas.

«Descúbrese un lienzo, y hase de ver en el vestuario una ciudad con sus torres
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XLVII

llenas de velas y luminarias, con música de trompetas y


campanas.» (Esta acotación
Garcilaso, Martín Galindo,
indica ya los progresos del aparato escénico.) Salen
debían de
Portocarrero y otros héroes cristianos; su diálogo, que los espectadores
acompañar en coro, es una glosa de las palabras del romance:

Santa Fe, ¡cuan bien pareces


En la vega de Granadal
GALINDO.
|Cuán alta belleza alcanza!
Y es de tanta perfección,
Que muestra en ella el león
La fuerza de su pujanza.
¡Cómo alegre y adornada
Á nuestra vista te ofrecesl
Santa Fe, ¡cuan bien pareces
En la vega de Gra?iadal
PORTOCARRERO.
Galindo, señor de Palma,
Y vos, mi buen Garcilaso,
Entended que á cada paso
Se me regocija el alma.

¡Oh ciudad fortificada,

Que en nueva esperanza creces!

Santa Fe, ¡qué bien pareces


En la vega de Granadal
¿Qué más gloria y bien querer,
Qué contento y alegría,
Que haber hecho en sólo un día
Lo que nadie pudo hacer?
Publique el cristiano bando,
Que donde imposible fué,
Cercada está Santa Fe
De mucho lienzo encerado.
GALINDO.
¡Qué alegre y vistosa risa

Es el ver contra el pagano


Tanto bizarro cristiano,
Tanto pendón y divisa;
Ver tanto caballo atado,
Quebrando frenos y riendas,
Asentadas ricas tiendas
De sedas, oro y brocado'.

El reto del moro Tarfe es también una paráfrasis del romance:


Bando cristiano, ajuntado
Para vuestro intento fiero,
XLvm OBRAS DE LOPE DE VEGA.

{Cuál será aquel caballero


En armas aventajado,
Pues de vuestro sitio estampo,
La planta en vuestra deshonra,
Que por ensalzar su honra
Se salga conmigo al campo?
Y pues del alto teatro
Os ayuda vuestro Dios,

Salga uno, salgan dos,


Salgan tres ó salgan cuatro.
Probad mi pecho acerado;
Salga todo el campo entero,

salga Portocarrero,
Comendador afamado.
Muéstrese el pecho esforzado
Como en el reto de lindo,

salga ese buen G alindo,


Señor de Palma nombrado.
¿Qué estáis suspensos mirando?
Vengad los fieros denuestos;

Y si no hay ninguno déstos,


Salga el propio rey Fernando

Pide Garcilaso licencia al Rey para salir á lidiar con el pagano, y oye en contes-
tación las palabras del romance:

Garcilaso, sois muy mozo,


Y en las armas poco usado.

A semejanza
de Cervantes y otros dramaturgos de aquel período de transición,
Lope hace uso de una máquina alegórica: sale la Fama por encima del muro ta-
ñendo su trompeta para anunciar al orbe la hazaña de Garcilaso.
Tal es esta pieza, informe, sin duda, pero suficiente para demostrar que Lope,
al salir de la escuela, se encontraba ya en posesión de la fórmula generadora de su

teatro histórico: la conversión de las rapsodias épicas en drama.

VIL— EL CERCO DE SANTA FE.

Citada en la primera lista de El Peregrino (1604), é impresa aquel mismo año en


la Parte primera de las comedias de Lope. Ha sido traducida al alemán por Lo-
rinser (1).
Ligeramente han creído algunos que esta pieza podía ser refundición de la ante-

(1) Zwei historische Schauspiele (la otra es El rey Vambá), von Lope de Vega. Aus dem
Spanischen übersetzt. Regensburg, 1877.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XLIX

Lope de Vega no tenia tiempo para refundirse. Lo que hizo fué tratar de
terior.

nuevo el mismo asunto, sin acordarse para nada de la comedia de su infancia; pero
como prosiguió inspirándose en los romances, alguna vez tuvo que encontrarse
con lo que primitivamente había escrito. La segunda comedia tiene un argu-
mento mucho más complejo y variado, y en él, siguiendo el camino abierto por el

romancerista literario Gabriel Lobo Laso de la Vega, mezcla con la fabulosa hazaña
de Garcilaso la muy histórica de Hernán Pérez del Pulgar, que debe ser conside-
rada aparte.
En el elegante y erudito bosquejo que de los prodigiosos hechos de aquel caudillo
escribió con clásica pluma D. Francisco Martínez de la Rosa, asi como en biografías

más recientes (i), pueden verse reunidos todos los irrefragables testimonios que
comprueban el hecho de haber penetrado Pulgar en la mezquita principal de Gra-
nada, clavando en sus puertas el pergamino del Ave María. Consigna lo principal
del hecho, pero no todas sus circunstancias, la Real cédula del emperador Car-
losV, á 22 días de Septiembre de 1529, mandando al Cabildo de la iglesia de Gra-
nada dar cumplimiento á la concesión de asiento y sepultura hecha por los Reyes
Católicos á Hernando del Pulgar, señor del Salar y regidor de Loja, por los mu-
chos y señalados servicios que hizo en la conquista de este reino, especialmente
«que seyendo esta dicha ciudad de moros, en la plaza de Alhama hizo voto de en-
trar en ella á pegalle fuego, é á tomar posesión, para iglesia, de la mezquita mayor,

y poniéndolo en obra, vino con quince de caballo; dejando los nueve ala puerta
entró con los seis á la dicha mezquita, que es ahora iglesia mayor, é allí á la puerta
puso una hacha de cera encendida, con otros autos, en señal de la dicha posesión,
lo qual visto por los moros, al rey y á ellos puso en escándalo, dolor y turbación».
Aunque esta cédula (publicada ya por el licenciado Bermúdez de Pedraza en su
Historia eclesiástica de Granada, 1638, cuarta parte, cap. ccxiv) no dice con cla-

ridad cuáles son los autos de posesión de que se trata, resultan especificados en el

acta del Cabildo de Granada, dando cumplimiento á la cédula del Emperador en 9


de Octubre del mismo año. En este documento se refiere que Hernán Pérez de
Pulgar presentó una carta de los Reyes Católicos «firmada de sus nombres, fecha á
trece de diciembre de mil y quatrocientos y noventa años, en la qual parece que
el dicho Fernán Pérez, con ciertos escuderos en ella contenidos, entró á pegar
fuego á esta ciudad, siendo de moros, é á la mezquita mayor, é asimismo en la sen-
tencia é carta ejecutoria que en esta Real Audiencia se dio á favor de su libertad

(1) Hernán Peres del Pulgar, el de lis Hazañas, Bosquejo histórico, por D. Francisco Martí-
nez de la Rosa. Madrid, Febrero de 1834. Imprenta de D. Tomás Jordán.
Hernán Peres del Pulgar y las guerras de Granada. Ligeros apuntes sol/re la vida y hechos
hazañosos de este caudillo, por D. Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia. Segunda edición.
Madrid, yunió de 1892. Tipografía de M. Cines Hernández.
Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas. Estudio histórico crit:. . 'José Baleázai y
Sabariegos. Ciudad Real, 898. 1
OBRAS OB LOPK DE VEGA.

vimos y leímos los dichos de los testigos, así de los escuderos que con
y hidalguía,
entraron á hacer lo susodicho, como de otros cristianos nuevos que á la sazón
¿1

oran moros, vecinos de la dicha ciudad, los quales en sus dichos y deposiciones

dicen el pesar, escánd ilo y alboroto que en ella ovo al tiempo que el dicho Fernán
allí donde ahora
Pérez del Pulgar llegó á la puerta de esta santa iglesia, que estaba
entra de la capilla real de los dichos Católicos
está techo un arco, por el qual se
de cera encendida, con un
Reyes á esta dicha iglesia, donde puso la dicha hacha
puñal clavada una carta, que decia cómo venia A tomar posesión de la dicha
mezquita para iglesia, con otros autos que allí á la dicha puerta fizo-» (i).
Los nombres de los quince escuderos que acompañaron á Pulgar en su entrada,
linstan en una cédula de los Reyes Católicos fecha en 30 de Diciembre de 1490 (2).
Empresa tan hazañosa no podía librarse de su correspondiente amplificación legen-

daria, y laencontramos, en efecto, en dos libros genealógicos, uno del siglo xvn y
otro del xvm (3), que relatan la entrada de Pulgar con gran riqueza de pormeno-
res, derivados seguramente de la tradición oral, pero en los cuales se reconoce

gran exactitud topográfica, y un sello de veracidad que no es común en este género


de narraciones:
«Entrando Fernán Pérez del Pulgar en Alhama, como la conversación de los
soldados toda es de su ejercicio, estaban repitiendo los lances que habían sucedido
en la conquista: unos de haber llegado á las puertas de Granada, y clavado puñal
ó lanza; otros pegado fuego Oyólo Fernando del Pulgar, é hizo le trajeran una
hacha de cera encendida, é hincándose de rodillas en la puerta de la iglesia, hizo

voto de entrar en Granada á tomar posesión de su mezquita mayor para iglesia,

con título O, y pegar fuego á la Alcaycería. Divulgóse el


de Nuestra Señora de la

caso, y cada uno lo juzgó con su valor ó afecto; y sabiéndose que uno de sus com-
pañeros iba con él, le dijeron: ¿ Con Pulgar isf la cabeza lleváis pegada con
alfileres; lo que se quedó por adagio. Previno su viaje Fernando Pérez, y mandó
que en un pergamino rodeado con cintas verdes y rojas, le escribiesen el Ave
María, Padre nuestro, Credo y Salve, y abajo, cómo, para qué, quién y por quién
tomaba posesión de la mezquita; y el dia 17 de Diciembre de 1490, cerca de la no-
che, partió para Granada llevando sus quince escuderos una hacha de cera, alqui-

trán y una cuerda encendida; y en el camino mandó que de atocha hiciesen unos

(1) Documento del archivo de la casa del Salar, publicado por Martínez de la Rosa, núm. 12.

(2) Original en el archivo del Salar (núm. 14 del apéndice de Martínez de la Rosa).

(3) Cronicón pósthumo de la vida, proezas, mercedes y genealogía de Femando Pérez del
Pulgar y Osorio, primer alcaide Señor del Castillo y Villa del Salar Historiada por D. Mar-
tin de Ángulo y Pulgar, natural de la ciudad de Loja. Hecho en Loja en 1649. En este ma-
nuscrito, que no llegó á ver Martínez de la Rosa, aunque tuvo conocimiento de su existencia,
va fundado principalmente el libro del Sr. Villarreal.
Historia de la casa de Herrasti, escrita por D. Juan Francisco Pérez de Herrastí, octavo señor
de dicha casa. Granada, 1750. Copia en gran parte el manuscrito de D. Martín de Ángulo.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. Ll

manojos de hachos, y prosiguiendo su viaje, llegó á Granada como á la una de la


noche á los 18 de diciembre, dia en que la yglesia celebra la fiesta de la Especta-
,

cion de Nuestra Señora Reyna de los cielos, llamada de la O. Se encaminó por el


río Darro arriba, y llegando debajo de la Puerta de los Curtidores se apearon, y
sobre quiénes se habian de quedar en guarda de los caballos, ó entrar al hecho, se
movió rumor entre los compañeros, que Fernando del Pulgar sosegó diciendo ha-
cían más los que se quedaban que los que entraban; porque éstos sólo tenian que
guardar sus personas, y aquéllos las suyas y los caballos; y llevando de los quince
escuderos los que fueron Francisco Bedmar, Jerónimo de Aguilera, Tristan de
seis,

Montemayor, Diego de Baena, Montesino Dávila y Pedro del Pulgar, que siendo
moro se volvió á nuestra ley, y fué adalid, y el que guió á nuestro Pulgar, por haber
sido su padrino, como quien sabia la tierra; pero advertido, se receló de él por lo

que había y asiéndole del collar, le amenazó con un puñal, si prevaricaba; y


sido,

ya fuese de miedo, ó ya la fé, cumplió como católico; y encaminándole por entre


la ribera de la tenería, y por las callejas de la gallinería salió al Zacatín; de
allí entraron por la calleja de la azacaya de los tintes, y pasaron rectamente á la
puerta principal de la mezquita mayor, oculta hoy de la capilla real, cuyo arco es
al presente entierro de los Pulgares; donde hincados todos de rodillas, clavó Fer-
nando Pérez el pergamino con su oración en la puerta, y mandó encender la ha-

cha prevenida con alquitrán y cuerda, y la puso junto á la puerta, haciendo los de-

más actos de posesión, con que cumplió mejor parte de su voto; y pasó á la que
la

restaba de pegar fuego á la Alcaycería, cuya puerta cae al Zacatín; y prevenida


atocha y alquitrán, pidió la cuerda á Tristan de Montemayor, que se disculpó di-
ciendo la habia apagado ; á que irritado Pulgar dijo: «¡Oh mal hombre! Esta no-
»che quedaba abrasada Granada y me has quitado el mayor hecho que se hubiera

»oído»; y embistiendo con él, le dio una cuchillada en la cara; y pasara á más si

Diego de Baena no dijera: «Sosegaos, señor; que yo os traeré lumbre.» A lo que


respondió Pulgar: «Si vos lo cumplís, os daré una yunta de bueyes»; y volviendo
Baena á la mezquita, encendió en la hacha un hacho de atocha; y al volver la es-
quina del Zacatín salió su ronda, y reparando no ser moros en el traje, les tiró
una piedra; pero Baena, dándole una cuchillada, avisó á su gente, como el moro
con sus gritos á sus vecinos. Pulgar salió por donde entró; y al paso de los noques
de la tenería, cayó Jerónimo de Aguilera en uno; y Fernando del Pulgar, por
no dejar prenda viva, le tiró una lanzada que no alcanzó; y otro, echándole su
lanza, le sacó del peligro; y todos salieron de la ciudad y pasaron á la de Alhama,
dejando á Granada en la mayor confusión; porque á las voces del moro herido acu-

dió la ronda; y sabido el caso, buscando al hechor, halló hacha y pergamino, y se


la

lo llevaron al Rey Chico, quien quiso castigar al guarda, como culpado; pero satis-
fecho, es tradición, le dio el puñal, llenándose toda la ciudad de confusión y es-
panto, y la Alhama de admiración y asombro.»
de
Por lo mismo que era tan histórica la hazaña de Pulgar, fué menos decantada
en los romances que la de Garcilaso. No conozco ninguno verdaderamente antiguo
Lll OBKAS DK LOTE 1)1¡ VEGA.

artística de
v popular sobre este argumento. Pero hay una mediana composición
Bnes del siglo xvi, que empieza por copiar el
primer verso de uno de los más fa-
algunos
mosos romances fronterizos, y prosigue remedando con bastante habilidad
de ellos, aunque muy pronto cae en el falso y amanerado gusto de los ro-
os
mances morisc
Santa Fe, ¡que bien pareces — en la vega de Granada,
Toda cercada de muros, — de torres bien torneadas;
Una casa á redonda, — que toda
la cerca y baña! te

Fundóte rey don Fernando,


el — doña Isabel en compaña,

Y otros muchos caballeros — de nobleza de España. la

Con — y resplandor de Diana,


el secreto silencio

Una noche que hacía muy resplandeciente y clara,
Noche que huelgan los moros — y estiman más que la el alma,

Más que el — más que


sábado el judío, el cristiano la Pascua
Del venturoso Bautista, — á quien señala la Iglesia

Por uno de mayores — que


los en nacidos se los halla:

Aquesta noche moros — hacen grande


los y zambra, fiesta

No en Vega la Genil, — como era


ni el su antigua usanza,

Porque, de temor, — hacen á puerta cerrada;


las fiestas

Y luego, siguiente
al — una zuiza gallarda día,

De moros y de cristianos, — toros y juegos de cañas,


Que resplandece en Vega — luz de sus luminarias.
la la

Parte Hernando del Pulgar — desde Santa Fe á Granada,


En una yegua, por — horas antes del alba,
pista, tres

Que pretende hallarse en — aunque por punta de lanza


ella

Sigue una prolija, absurda y anacrónica descripción del traje de Pulgar, que va
ataviado como á un baile. De los compañeros del héroe no se dice una palabra; á
fuerza de querer exagerar la hazaña, resulta imposible:

Con — á invencible Granada.


esto llegó á dar vista la

No va por puerta — que sabe que está cerrada;


la Elvira,

Va por puerta del Rastro, — do halló durmiendo


la guardas. los

Quiso Dios y ventura — que laDarro diese entrada el le

Por hueco de
el puente — hasta la á llegar la escala,

Que á veces Dios á los suyos — los cubre con telarañas.


Baja por la Herrería, — que aloja á la Vivarrambla;
Entra por el Zacatín; — con el Rey moro encontraba,
Y el Rey —Y
le dijo: turbarse palabra,
«¿Qué gente?> él, sin

Porque la — corta como


arábiga lengua la cristiana,

Le dice: «Soy Reduán, — que voy de mañana, fiestas

Porque hago en zuiza — una figura gallarda.»


la

«¿Qué figura», Rey, — no entendiendo que


dijo el engaña. le

«Hago á Hernando del Pulgar, — que parezco hasta en habla, el


Que este vestido que traigo me hizo una lo cristiana,

Que parece ser mismo — que Pulgar se


el y calza.» viste
LIir
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

ElRey quedó tan contento de su bizarría y gala,—



Que mandó darle un caballo para que á las fiestas salga.
Dando vuelta á la ciudad,— se vino á la Vivarrambla,
Do vido estar un castillo— hecho de madera y tabla,
Y una casa á la redonda — que toda la cerca baña.

Preguntó en algarabía — cómo se llama: el castillo

Dícenle que Santa Fe, — que han de rendirla y ganarla.


Rióse d'eso Pulgar, — y «¡Perra canalla,
dice:

No os veréis en ese gozo — Dios me guarda mañana!»si

Y estando en estas razones, — vido un moro con un hacha,


La cual hacha quitó, — y tan gran golpe
le daba, le

Que dejara por muerto, — tendido junto á


le
cava, la

Y con hacha encendida,


el — fuego á casas pegaba. las

Unos dicen: «¡Fuego, fuego!»;— otros dicen: «¡Agua, agua!»;


Otros dicen que es rebato — que viene del Alpujarra;
Otros dicen que es Pulgar, — que estaba dentro, en Granada;
Y Pulgar se andaba entre — lleno de cólera y
ellos rabia.

Fuese para mezquita, — y hallóla desocupada,


la

Y en más
lo que pudo, — adonde su mano alcanza,
alto

Puso pergamino blanco — de


el que llena de gracia,
la es

Y una antorcha junto á — encendida, en


él, una escarpia;
Y cuando ya amanecía, — en casa del Rey entraba,
Por cobrar aquel caballo — que Rey entregar manda.
el le

El Rey tenía ya mandado — á criados de casa los

Que dieran á
le escoger — caballo que gustara.
el

Escoge un caballo blanco, — que á nieve se compara, la

Enjaezado de oro, — herraduras de


las plata,

Caballo que en treinta pasos— corre, galopea y para,

Y con un sutil cabello— se puede tener á raya.

Con una marlota — toda de perlas sembrada,


azul,

Bajóse á la Plaza Nueva, — y de á Vivarrambla. allí la

Los moros habían puesto — un rey Fernando de paja,

Y un moro hecho de bulto, — que una azagaya pasa. le

se enojó Pulgar, — con


Allí y cólera brava; ira

Deja caer marlota, — metiendo mano á


la espada, la

Y que encontró por delante, de


al
— claro en claro pasa. le

Llévanle nueva
la Rey, — que está dentro del Alhambra;
al

Y cuando acudió con gente, — Pulgar en Santa Fe estaba.


(Núm. 1. 115 del Romancero de Duran.)

Vega,
Además de este romance anónimo, hay cuatro de Gabriel Lobo Laso de la
el primero, como queda
en su Romancero y tragedias (1587), Y este poeta fué
dicho, que enlazó la historia de Pulgar con la fábula de Garcilaso (números 1.116-

1.119 de Duran).
Aunque la comedia de El Cerco de Santa Fe no tiene por único argumento
estos dos lances caballerescos, sino que más bien es
una serie de cuadros de la
L1V OBRAS DE LOPE DE VEGA.

conquista de Granada, todavía las mejores escenas son aquellas en que intervienen
Pulgar v Garcilaso, y son también las que sirven de nudo y desenlace al drama.
Un gallardo abencerraje arroja al campo cristiano, dando en la misma tienda de
laReina, una lanza, en cuyo hierro iba clavada una cinta ó listón, prenda de su
dama. Indígnase Hernando del Pulgar, y determina tomar venganza de aquel atre-
vimiento y desacato, emprendiendo algún famoso hecho en honra de la Virgen, de
quien se declara paladín y caballero:

Virgen más pura que del sol la lumbre,


Á cuyos pies la luna está humillada,
Mostrad vuestra divina mansedumbre
Y la frente de estrellas coronada;
Vos, por quien fué la antigua pesadumbre
De aquella sierpe sin igual domada
Yo, pues, á quien palabras faltan, quiero,

No como el Ildefonso toledano,


Mas como belicoso caballero,
Serviros hoy las armas en la mano;
Y pues motes se escriben, lo primero,
En el favor divino y cortesano,
Quiero escribir un mote en honra vuestra,
Principio de la gloria y salud nuestra.
En un virgen y blanco pergamino,
La Ave María escribiré dichoso
Que el paraninfo celestial divino
Os dijo en aquel día venturoso:
Con él hacer un hecho determino,
Que por mil siglos quedará famoso;
Que á pesar de ese perro que me incita,
Mañana he de clavarlo en la mezquita.
Allí lo clavaré con esta daga,
Para ensalzar vuestro famoso nombre

Clava Pulgar el pergamino en la mezquita, y Tarfe viene á buscar el desagravio,


pronunciando, á guisa de reto, el siguiente romance, cuyos versos
«descubren más
de una vez (como oportunamente advirtió Martínez de la
Rosa) (i) la facilidad de
Lope, su gala y lozanía», en medio de rasgos de innegable
mal gusto:

Cristianos de Santa Fe,


Entre lienzos y cendales,
Como en vuestro muro fuertes
Al aire que los combate:
Vosotros, que de ser hombres
Os habéis puesto á pañales,

(i) Hernán Pérez del Pulgar, pág. 292.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LV

Con las mantillas de seda,


Con lienzos por tantas partes;

Ovejas en los rediles,

Que á pacer con el sol nacen,

Ó paños en arpillera,

Ó trigo dentro en costales:

Si queréis saber quién soy,

(Para que el son no os espante,


Como á mujeres paridas
Trueno ó campana que tañen),

Estadme bien advertidos,

Oid, oid, que soy Tarfe,


El sobrino de Almanzor,
Y del Alhambra el alcaide.

Las Alpujarras son mías,


Y los ricos Alixares,

Y tengo en Bibataubín
Mis armas en cuatro calles.

Estando en Granada ayer,


Llegó un cristiano arrogante
Que llamáis Pulgar vosotros,

Y tiene buenos pulgares,


No sé si diga en los dedos,
Que si bien entra, bien sale;
Pero sea lo que fuere,

Él vino á un hecho notable.


Clavó ayer en la mezquita,
Sobre sus conchas de alambre,
Ese rótulo que veis

Donde el caballo le trae.


Quisieron salir á ello

De los moros principales;

Pero guardóse esta empresa


Para que yo la vengase.
Quisieron salir Zegríes,

Gómeles y Abencerrajes,
Abenzaides, Abenyucas,
Hametes, Abindarraes;
Pero yo vengo en su nombre,
Que soy de su peso atlante;
Y así, á todos desafío,
Pobres, ricos, chicos, grandes.
Salga Fernando , el Rey vuestro,

Si más que el gobierno sabe,


Porque su Isabel le vea,

Que gusta de ver combates.


Salga ese Gran Capitán,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Los Girones y Agüitares,

Salgan aquesos Manriques,


Sotomayores, Suárez,
Que armados á tres y á cuatro,
V al mundo, si el mundo sale,

Tarfe reta y desafía

De villanos y cobardes.
Salgan aquí esos maestres,
Los capilludos y frailes,

Esos que las cruces rojas,


O blancas, ó verdes, traen.
Cobrad vuestra Ave María,
Que no es mucho que la clave
Un cristiano en nuestras puertas,
Cuando un moro así la abate
Aquí traigo el pergamino,
Cristianos viles, cobralde;

Que aquí desde el alba espero

Hasta tas tres de la tarde.

Además de esta amplificación libre y poética de las palabras del reto, puso Lope
en la primera jornada de su comedia otras imitaciones del mismo romance:

Cercada está Santa Fe


De mucho lienzo encerado,

Y alrededor muchas tiendas


De terciopelo y damasco (i).

(i) Otros incidentes de esta comedia parece que provienen de la tradición oral. En la jor-

nada segunda refiere Garcilaso á la Reina Católica

que una mora


De más principales de Granada,
las

Tiene una higuera al pie del mismo muro,


Y como el ir por la madura fruta
Siempre es uso y costumbre entre los moros,
Viene por la mañana con un moro
Con su cesta de mimbres en el brazo,
Y le descuelga por el muro abajo,
Donde cantando está y comiendo higos.

La Reina manifiesta antojo de ellos, y un caballero llamado Martín Fernández (quizá el


mismo Martín Galindo de la comedia anterior) se trae la cesta de los higos y al moro de paso.
Un cuento análogo se conserva todavía entre el vulgo de Granada, y sirvió de base á una de
lasLeyendas españolas de D. José Joaquín de Mora (Londres, 1840, páginas 30-45), que puso
en ella la siguiente advertencia: «Cuando yo estaba en Granada arrastrando bayetas, la buena
mujer que me cuidaba la ropa, me contaba que la reina Isabel era muy aficionada á buñuelos.

Hallándose poniendo el cerco á Granada en la ciudad de Santa Fe, fundada con este designio,
Lvl1
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Siguiendo en gran parte la traza comedia de Lope de Vega, compuso un


de la

ingenio de esta corte, que, á juzgar por su estilo, debía


de florecer en la segunda mi-
comedia de moros y
tad del siglo xvii, y acaso en sus postreros años, una famosa
titulada El Triunfo del Ave María: famosa ciertamente,
no por su
cristianos,
de representarse
mérito intrínseco, que no es grande, sino por la circunstancia
aniversario de la reconquista de
todos lósanos en Granada el día 2 de Enero,
pues, un drama popular en toda la extensión
de la palabra, y
aquella ciudad. Es,
merece argumento, por los recuerdos que
serlo por lo interesante y patriótico del
la bizarría y desenfado de algunas
evoca, gratos á toda alma española, y hasta por
representarse sin el respeto y so-
escenas. Desgraciadamente, esta comedia suele
lemnidad que su noble argumento requiere; se han
hecho en ella atajos y mutila-
se exagera en demasía la parte
ciones que dejan incomprensibles algunas escenas, y
¿poca. Con todas estas des-
grotesca que el autor puso cediendo al mal gusto de su
ventajas, eldrama tradicional resiste, y aunque en varias ocasiones se ha intentado
refundirle, el público granadino ha desdeñado estas refundiciones, y con certero
en obra antigua, que no es para él un documento lite-
instinto sigue recreándose la

rario, sino un recuerdo familiar y venerable (i).

llamada el Pilar del Toro, ponía su ambulante manufac-


supo que en una plazuela de Granada,
tura una buñolera mora, que tenía unas
manos divinas. Antojósele á la Reina Católica comer
noticioso de lo cual Gonzalo de Córdoba, entró en
medio del día
los productos de su industria;

por la puerta y calle de Elvira, vestido de


moro y á caballo; llegó al Pilar del Toro, agarró á la
partió á correr. Como el buñuelo no es un objeto
buñolera por un brazo la puso á las ancas y
la buñolera en bordadora, y le
muy ápropósito para los adornos poéticos, he transformado á
tan necesario en las aventuras de aquel siglo y
he dado un granito de amor, que es ingrediente
de Mora se titula La Bordadora de Granada.
de aquella escena.» Y en efecto, la leyenda
Rivadeneyra, tomo li) dos cu-
(i) Hay de esta pieza (incluida también en la Biblioteca de
riosas reimpresiones modernas:
Granada, imp. y
El Triunfo Ave María, comedia famosa de un Ingenio de la Corte
del
4-° Con un prólogo de D. José Jiménez
Serrano.
librería de D. J. M. Zamora, 185 1;
Triunfo del Ave María precedida de un
Comedia famosa de moros y cristianos titulada El
, ,

de El Defensor de Granada, 1899; 8.°


prólogo de D. Francisco de Paula Valladar. Granada, imp.
erudito prólogo de esta edición se da cuenta
de la comedia que con el título de La
En el
escribió en 1S42 el cono-
Conquista de Granada, y con la pretensión de sustituir á El Triunfo,
escena noche de su beneficio el actor D. José Ta-
cido poeta D. José María Díaz, y puso en
la

Baus. El drama no gustó, y según


mayo, padre del inmortal dramaturgo D. Manuel Tamayo y
parece no fué impreso; pero en la excelente revista
La Alhambra, que entonces se publicaba
se copia algún trozo, que por cierto tiene
en Granada, se da bastante idea de su argumento, y
Católica, escrita bastantes años después.
notable analogía con otro de Rubí en Isabel la
El Sr. Díaz (según cuenta el revistero de La
Alhambra) conservó en su drama las escenas
entre los granadinos»; introdujo un nuevo ele-
de El Triunfo «que más simpatías despertaban
las tribus moras>; suprimió los graciosos
mento histórico en la acción, «las rivalidades entre
personaje de la Reina Católica, é introdujo en el
de la obra primitiva; procuró engrandecer el
etc., «enlazando con bastante habilidad
cuadro nuevas figuras, Colón, el cardenal Mendoza,
k
XI
M ,l,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

VIII—LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

Citada en la primera de El Peregrino (1604) con el solo título de Los Co-


lista

mendadores ( 1 )• Publicada en la Parte segunda de las comedias de Lope (1609),

en una la rendición de la ciudad, los amores de Pulgar con Moraima, y lade-


tres acciones :

terminación de Reina para que partiese Colón al descubrimiento del Nuevo Mundo».
la
por culpa de ellos (pues un drama
A pesar de tanta acumulación de nuevos primores, y quizá
por ampliamente que se imagine, nunca puede confundirse
con un compendio de his-
histórico,
hubo
drama del poeta Diae, como entonces se le llamaba, fracasó estrepitosamente, y
toria), el

que volver ala comedia antigua, donde, en cambio de lo mucho


que se quitó, se intercalaron

trozos de autor desconocido, pero de versificación robusta y


de buen efecto escénico.
algunos
relacionadas con este asunto,
prólogo del Sr. Valladar contiene otras especies curiosas
El
la Conquista de Granada (que no
entre ellas un breve catálogo de obras dramáticas relativas á
reproducimos aquí por no tener relación inmediata con la comedia de Lope), y una noticia de

representaciones populares de moros y cristianos, que todavía se hacen en


algunos puntos
las

de aquel reino y duran días enteros.


I
Puede sospecharse que esta comedia se escribió en Toledo, donde Lope hizo frecuen-
1 i

tes residencias en los primeros años del siglo xvn.


Véase esta relación que en la jornada ter-
cera se pone en boca del lacayo Galindo:

Estáse Toledo allí

Con su alcázar y sus puentes;


Paséanle pretendientes
Que en la corte se usa ansí.
Y en casa de los señores,

Lisonja, envidia y privanza,


Y anda la pobre esperanza
En poder de corredores.
Hay rail ricos ignorantes,
Y mil necios inocentes;
Perecen los inocentes,

Y gastan los ignorantes.


Damas de guadamecí
No tienen solo un real;
Las que son de más caudal
Se escriben con elSofí.
Los pobres hacen retablo
De sus duelos y pesar;
No hay dinero que jugar,
Y juégase del vocablo.
Hay poetas de romance
Que parecen de latín,
Y hay vino de San Martín
Que no hay seso que lo alcance.

Compárese con la carta escrita también desde Toledo á persona desconocida, en 14 de Agosto
de 1604: «Toledo está caro, pero famoso, y camina con propios y extraños al paso que suele ;

de poetas, no digo; buen siglo es éste », etc., etc.


,x
OBSERVACIONES PRELIMINARES. '

menos seis reimpresiones. Modernamente ha sido reprodu-


de la cual hay por lo
cida en el der Spanischen Literatur de Luis Lemcke (Leipzig, 1856;
Handbuch
Comendadores de Cór-
tomo ni, páginas 233-289). La comedia manuscrita de Los
la de Lope, como han creído
doba que se conserva en la Biblioteca Nacional no es
algunos, sino otra enteramente distinta, autógrafa
de Andrés de Claramente.
su honor conyu-
Tienen por asunto ambos dramas la espantosa venganza que de
Veinticuatro de Córdoba Fernán Alfonso, primer señor de
Belmonte, en
gal tomó el
su adúltera mujer D. Beatriz de Hi-
a

varias personas de su casa, comenzando por


nestrosa, y sus deudos D. Jorge Solier, comendador
de Cabeza del Buey, y D. Fer-
otro déla Orden de
nando Alfonso de Córdoba, comendador del Moral, uno y
Calatrava hijos del tercer Alcaide de los Donceles, y
,
hermanos del Obispo de Cór-
suceso,
doba D. Pedro Solier. Seremos muy breves en la noticia de este trágico
acostumbrada erudición y fina
porque apenas puede añadirse nada á lo que con su
crítica ha expuesto nuestro querido amigo y
compañero D. Emilio Cotarelo en las
de publicar con aplauso
notas al Cancionero de Antón de Montero (1), que acaba
de los doctos.
suceso.es el
El documento capital que comprueba la verdad histórica de este
privilegio rodado que otorgó el rey O. Juan II en 20 de
Febrero de 1448, per-
mujeres, á
donando cualquier muerte que hubiesen cometido, de hombres ó de
costa en la ciudad de
todos los que por tiempo de un año y un día habitasen á su
Antequera, asistiendo de aquella plaza, de reciente conquista y amena-
á la defensa

zada continuamente por los infieles. este privilegio se acogió el homicida Fernán
A
Alfonso, haciendo sacar traslado de él en Antequera el 28 de
Noviembre de 1449.
justicias de Antequera que «el
y logrando de este modo el indulto. Testificaron las
dicho Fernán Alfonso, Veinticuatro de la dicha ciudad de
Córdoba, vino á esta
dicho servicio morada el dicho año é día
é por
dicha ciudad á facer é fizo el

cuanto diz que le pusieron é ponen en culpa, é le embargaban é embargan de la


Beatriz, sus
muerte de doña Beatriz de Finestrosa, su mujer, é de Catalina é de
criadas, é de Fernando de Córdoba, comendador de Calatrava, é
de Jorje, comen-
ciudad de Cór-
dador de la Cabeza del Buey, é diz que fueron muertos en la dicha
morada,
doba, en casas donde el dicho Fernán Alfonso, Veinticuatro, facia su
las
veinte y un meses
de ciertas feridas que diz que le fueron dadas agora puede haber
encargan
poco más ó menos, é diz que por que le ponian en culpa é encargaban é
cosa dello,
de otros excesos é maleficios, por ser perdonado é quito de todo é cada
según que el dicho Señor Rey manda por el dicho Previlegio é libertad » (2).
del
Además de de perdón, acaba de confirmar el hecho la declaración
la carta
Abril
homicida Fernán Alfonso en su testamento, otorgado en Bujalance á 22 de

Antón de Montara (El Ropero de Córdoba), poeta del siglo XV, reunido, or-
(1) Cancionero de
denado y anotado por D. Emilio Cotarelo y Morí. Madrid, 1900; páginas 316-325.
Documentos inéditos para la Historia de España, tomo i.xxxi (Madrid, 1883), páginas
(2)
I y siguientes.
Lx OBRAS DE LOPE DE VEGA.

casó con D. a Beatriz, su


de 1 en que dice haber recibido ciertos bienes cuando
47 1,

por el crimen que ella había


primera mujer, y aunque acia tener derecho á ellos
maravedises para hacer bien
cometido, sin embargo, por amor de Dios, lega 30.000
por el alma de la dicha D.* Beatriz (1).

Tan espantable caso conmovió fuertemente la imaginación del vulgo, tanto por
como por la alta jerarquía del matador y de las
la atrocidad de sus circunstancias,
victimas, y de asombro quedó huella, así en la poesía culta como en la popular.
tal
Córdoba, escribió
Antón de Montoro, el famoso judío converso, sastre ó ropero de
dos hermanos Comendadores,» com-
unas octavas de arte mayor, *á la muerte de los
posición algo revesada pedantesca, como todas aquellas en que quiso remontar el
y
numen agudo y festivo, nacido para la poesía picante y de burlas. Pero á
vuelo su
falta de otro mérito tienen esas estancias el de dejar traslucir ó adivinar algo sobre

lospormenores del suceso (2). Infiérese que los Comendadores debían de ser muy
mozos, pues Montoro los llama

Aquellos cogollos de palmas noveles,


Tajados en ante de tiempos venidos,

y al más joven de ellos se le presenta implorando clemencia y declarándose ino-


cente, sin que el Veinticuatro se ablandara por eso:

Después á los tristes, en fin de sus vidas,


Negaron la orden de los Sacramentos.
Aquel menor niño y llaga mayor,
Así como vido la fin del hermano,
Negaba la suya, diciendo: «Señor,
Decline la ira, señor, vuestra mano,
Alumbre la muerte de vuestro omiciano,
La cual cierta vedes sin causa dudosa;
Sea vuestra mano medio clemenciosa,
Pues yo soy sin culpa y vos sois humano.»
Mas el enemigo con su flamejante
Cara, más viva que rayos nin truenos,
Jamás no cesaba atrás ni adelante,
Matando los suyos, mejor los ajenos
Pues como se vieron en casas ajenas,
Del miedo vencidos muy más que del hierro,

La fabla podían dar á duras penas,

Ni darse á las armas ni darse al destierro

De sus carnes tiernas ficieron paveses,


Así se mostraron omildes al fierro.

Los tristes, las faces con sangre mezcladas,

Nota del Dr. Vázquez Venegas, publicada por D. Luis María Ramírez de
(1) las Casas
Deza en el libro Tradiciones cordobesas (Córdoba, 1863), páginas 38-40.
(2) Cancionero de Antón de Montoro 38-43. ,
,

OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXI

Las dueñas bordadas de sangre y cabellos,

Deshechas las trenzas y muy mal peinadas


Y descoloridos sus rostros tan bellos
Y como lo vieron airado y confuso
Que no perdonaba jamás su querella,

Sangraron la tierra y besaron en ella

Y dieron las almas á quien se las puso.

Al fierro mostraban sus albas gargantas.


¡Oh dueñas varonas, princesas, infantas,
Pensad por do limpio guardéis vuestro lecho;
Catad que en tal caso non salva el derecho,

Nin pecho, nin ruego de santos nin santas!

Aquellos amantes que con tantas priesas


Se dieron al uso de muy amadores,
Muy altas é claras parescen sus fuesas,

Mas no, mal pecado, sus vivos amores.

¡Cuánto más que los alambicados conceptos de Montoroy sus impotentes esfuer-
versos inartifi-
zos para reproducir el trágico horror de aquella situación, valen los
ciosos de una lastimera canción popular, compuesta, sin duda, poco después
del

suceso, y que suena como el lúgubre tañido de una campana funeral:

¡Los Comendadores, —por mi mal os vi;


Yo vi á vosotros, — vosotros á mil
Al comienzo malo —-de mis amores,
Convidó Fernando— Comendadores los

Á buenas — capones mejores.


gallinas,

Púsome á mesa — con


la señores: los

Jorge nunca — los ojos de mí.


tira

¡Los Comendadores, etc.

Turbó con — mi conoscimiento:


la vista

De —
ver en mi caramovimiento, tal

Tomó de hablarme — atrevimiento.


Desque cuitada — su pedimiento,

De amores vencida — que le dije sí.

¡Los Comendadores, etc.

Los Comendadores — de Calatrava,


Partieron de Sevilla — á hora menguada,
Para la — Córdoba
cibdad la llana,

Con — y espuelas doradas;


ricos trotones

Lindos pajes llevan — delante de sí.

¡Los Comendadores, etc.

Por la puerta del Rincón— hicieron su entrada


Y por Sancta Marina — la su pasada.
Vieron sus amores — á una ventana:
:

, xn OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Á doña Beatriz — con su criada.

Tan amarga vista— fuera para sí.

¡Los Comendadores, etc.



Luego que pasaron d'esta manera,
Ante que llegasen — á Corredera la

Le vino de presto — mensajera: la

Dice que Fernando — estaba en Sierra; la

Qu'en los quince dias —no verná de allí.

¡Los Comendadores, etc.


—aquella nueva,
Desqu'ellos oyeron

La respuesta dieron d'esta manera:
«Idos, madre mía, — en hora buena,
Que noche es larga — y placentera
la

Cenaremos temprano, — iremos dormir.»


¿Los Comendadores, etc.

Cenan los señores — y se dan prisa,


Llegan donde amores — los atendían.

Acuéstase Jorge — con la su dama,


También el su hermano — con la criada;

Y los cuatro gozan — de gustos sin fin.

¡Los Comendadores, etc.


Entre mil regalos Jorge se durmió,
Pero sueño malo — dicen que soñó;
Consigo puñaba, — y se dispertó
Temiendo la muerte — que cierta halló.
Cubrióse su rostro— de sudor; frío

Guarecerse quiso — de doña Beatriz.


¡Los Comendadores, etc.
Aun la media noche — no era llegada,
Ya subia Hernando por una escala, —
Y entra muy feroz — por la ventana,
Un arnés vestido — y espada sacada.
«Caballeros malos, — ¿qué hacéis aquí?»
¡Los Comendadores, etc.
Y luego en entrando —solo á una cuadra,
Vido con sus ojos — su afrenta clara.
Pasó el pecho á Jorge — de una estocada,
Y á Beatriz la mano —dejóla cortada;
Y luego furioso — se salió de allí.

¡Los Comendadores, etc.


Habló el hermano: — «Aquí me tenéis;
Mi señor Hernando, — vos no me matéis;
A mi hermano Jorge — ya muerto habéis: le

La suya os perdono — dejais á mí.» si

¡Los Comendadores, etc.


Dijo la cuitada — con gran recelo:
«Vos, amores míos, — tenedme duelo,
OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXIII

Pues ya veis mi mano — por ese suelo.»


La triste, tendida— sobre su velo,

Bien junta con Jorge — degollóla allí.

¡Los Comendadores , etc.

Después de haber muerto— cuantos allí son,


Anda por la casa muy bravo león;
Vido un esclavo — detrás un rincón!
«Tú, perro, supiste — también la traición,

Por lo cual, malvado, — morirás aquí.»

¡Los Comendadores, etc.


— dia de mercado,
Jueves era, jueves,
Y en Sancta Marina — hacían rebato;
Que Fernando dicen, — que es Veinticuatro,
el

Habia muerto á Jorge — y á su hermano,


Y á sin ventura — doña Beatriz.
la

¡Los Comendadores, etc. (i).

Creemos firmemente que contemporánea del hecho, y que son


esta canción es

históricas todas sus circunstancias. Consta que era popularisima en tiempo


de los

Reyes Católicos. Cuando en 1501 murió heroicamente D. Alonso de Aguilar, pe-


leando contra los moros rebelados en Sierra Bermeja, se hicieron á su muerte unas
coplas que se cantaban con la sonada de los Comendadores:

¡Ay, Sierra Bermeja,


Por mi mal os vi,

Quel bien que tenía,

En ti lo perdí!

En ti los paganos
Hallaron ventura;
Tú de los cristianos

Eres sepultura:
Tinta su verdura
De tu sangre vi,

Y el bien que tenía,


En ti lo perdí (2).

Continuaba esta popularidad en 1527, según lo testifica el famoso y desvergon-


cordobés
zado Retrato de la lozana andaluza, que imprimió en Italia el clérigo

Campo-Alanje,
Imprimiéronse estas endechas en un pliego suelto, gótico (Biblioteca de
(i)
hechas por un gen-
hoy en la Biblioteca Nacional), que lleva por título Lamentaciones de amor
en Cancionero llamado
tilhombre apasionado. Hállase también, aunque con muchas variantes,
el

damos, por ser el


Flor de enamorados, de Juan de Linares (Barcelona, 1573). El texto que
más completo, aunque está algo retocado, es de Duran, Romancero general, núm. 1.902.
el
perdidos. Tiene la sonada
(2) Coplas sobre lo acaescido en la Sierra Bermeja y délos lugares
gótico, de la Biblioteca Nacional de Lisboa,
reimpreso en
de los Comendadores. (Pliego suelto,
Sevilla por D. José Vázquez Ruiz, 1889.)
LX1V OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Francisco Delicado. La protagonista,


recordando que el jueves es día de mercado en
le da su propio y adecuado nombre:
Córdoba, cita los primeros versos del cantar, y

«Jueves era, jueves,


Dia de mercado;
Convidó Hernando
Los Comendadores.

»¡Oh, simuriera cuando esta endecha oí!» (i).


me
en Coloquio de Timbria, de
Finalmente, se encuentra recordado este cantar
el

Lope de Rueda, en la presente comedia de Lope y en otras


varias partes.
desfigurando, aun entre los
Pero conforme pasaba el tiempo, la tradición se iba
ya por sí bastante
mismos cordobeses. La fantasía meridional exageraba el número,
víctimas inmoladas por el celoso furor del Veinticuatro, y
además
crecido, de las
hecho con circunstancias novelescas, y aun le ponía en distinto tiempo
aderezaba el
se hizo eco el jurado
de aquel en que había sucedido. De todas estas confusiones
en castellano, pu-
de Córdoba Juan Rufo en un romance de los más largos que hay
blicado en su libro de Las seiscientas apotegmas
(Toledo, 1596). Este romance,

que, por ser tan enorme, aparece dividido en cinco


en el Romancero general de

1604, y también en el de Duran


(números 1.032- 1.036), no es de gran valor como
poesía, aunque se deja leer con menos enfado que las
octavas de la Austriada, del
la principal fuente
propio autor, pero tiene mucho interés para nosotros, por ser
caprichosas variantes
de esta comedia de Lope de Vega, el cual adoptó todas las
historia, primitiva. Calló
introducidas por Juan Rufo en la leyenda, ó más bien
Rufo los apellidos de marido y mujer por loable respeto al buen nombre de
la

familia:
Que no es bien, nombrando un muerto,
Avergonzar muchos vivos.

tiempo de los Reyes Católicos. Inventó ó recogió el episo-


Trasladó la acción al

dio del anillo donado por el Rey al Veinticuatro, por el Veinticuatro á su mujer, y
por ella á su amante,
Que de la traición oculta
Descubrió bastante indicio;
Don que no le fué, por cierto,

Para tal fin concedido,


Ni á tan triste ministerio

Se pensó ser ofrecido.


Era un hermoso diamante
De gran fondo, limpio y fino,
No menos por sí precioso

(1) Retrato de ¡a lozana andaluza (tomo 1 de la colección de Libros españoles raros y cu-

riosos, pág. 72).


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXV

Que por su engaste exquisito.


Esta fué la última prenda
Que, recelosa de olvido,
Dio Beatriz á sus amores
Cuando le vio de camino.

No del real aposento


Hubo don Jorge salido,
Cuando el Rey mandó llamar
Á Fernando, y tal le dixo:
«Confuso y maravillado
Me tienes, por cierto, amigo,
Por dos cosas, que no puedes
Excusarte si las digo:

La primera es que sin orden


Enajenaste mi anillo,
Que debieras vinculalle
Siquiera porque fué mío;
La otra, que más pondero,
Es el haberme mentido
En decir que á tu mujer
Le diste, y tráele un vecino.
Mucho mejor te estuviera

Mostrárteme agradecido,
Que á Jorge tan liberal,
Y negarme lo que he visto.»

Nunca sentencia de muerte


Impresión tamaña hizo
En pecho de algún culpado,
Como en el sin culpa el tiro;

Porque siente sus agravios


Y el verse reprehendido,
Á tiempo que la disculpa
No carece de peligro;
Y así, responde á su Rey,
Que le juzga convencido,
Como verisímilmente
Daba en el semblante indicios:
«No quiero darte descargo
(Buen Rey) de quién soy y he sido,

Aunque dalle tal pudiera,


Que me bastara contigo;
Mas por ciertas ocasiones,
Al tiempo se lo remito,

Que será de mi entereza


El verdadero testigo:
Yo haré una información
De la verdad que te he dii
I XV1 OUKAS DE LOPE DE VEGA.

Que en los anales de España


Permanezca su registro.

Sólo á tu benignidad
Por merced pido y suplico
Licencia de ir á mi casa
Á componer mis litigios.»

Dásela el Rey, en efecto, y el Veinticuatro parte de Toledo, llega á Córdoba, es

recibido con fingidos halagos y caricias por su infiel esposa, y acaba de cerciorarse
de su deshonra por las revelaciones de su leal siervo Rodrigo.

Éste fué un gallardo esclavo


Que, de incierto padre hijo
Y de cautiva africana,
Nació en su casa cautivo
El esclavo, por extensoj
El caso infame le dixo;
Aunque no tuvo paciencia
Para acabar bien de oíllo.

El marido disimula el dolor de su afrenta, y espera cautelosamente el día de su


venganza. Pasa mes y medio, y llegan casi simultáneamente los dos Comendadores,
Jorge, de Toledo, y Fernando, de Sevilla. Eran, según el poeta,

Semejantes en los talles,

En los rostros y en el brío;


Uno su tono de habla,
Y uno mismo era su estilo

El Veinticuatro les convida á comer

Para el primero domingo,


Por sustanciar el proceso
Y averiguar los indicios.
Sentados, pues, á la mesa,
Los ojos, que son testigos
De los secretos del alma,

Callando hablan á gritos;


Y aun hubo quien estuviese
Del manjar tan divertido,
Que, de la mano á la boca,
Erró el derecho camino
Y alzada que fué la mesa,
A sus cazadores dixo
Uue en comiendo se apresta en
Para el usado exercicio,
Porque se quiere ir á monte
OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXVII

Por cuatro dias ó cinco,


A un bosque fragoso entonces
De fieras albergue y nido,
Y agora dicho Trasierra,
Que es de granjas paraíso

Jorge y Beatriz, d'esta nueva


Sintieron tal regocijo,

Que un buen letor en sus caras


Lo pudiera ver escrito.
La casa de dentro y fuera
Resonaba con bullicio;

Los criados, fervorosos,


Traen viandas, pan y vino,
Y enfundan los alniofrexes

Con el regalado lino


Los caballos, en el patio
Daban soberbios relinchos;
Y los canes de trailla

Alborozados ladridos.
Todo sale puesto á punto,

Y Fernando iba vestido

De verde, que presto espera


Verlo en rojo convertido.
Por la puerta del Rincón
Sale, de muchos seguido,
En un gallardo caballo
De color rucio tordillo:
Con él van sus convidados,
De los cuales despedido,
Se fué hacia la Merced,
Y ellos hacia San Francisco:
Risueños van y contentos
De la suerte que han tenido,
Cuando Jorge á don Fernando
Estas palabras le dixo:
« Si suele el comunicarse
Hacer el bien más crecido,

Mucho añado en el que tengo


Si esta noche os vais conmigo.
Ya sabéis que donde amo
Soy muy bien correspondido,
Y la ocasión que pintada
A manos me ha venido,
las

Para que juntos gocemos


El premio de mis servicios:
Yo estaré con mi señora,
Vos, señor, entretenido
VM|
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Con Ana, su secretaria,


De quien sois galán bien quisto,

Y vos sabéis que no es fea


Ni para echar en olvido:
Y ya que soy algo tierno,
Templado á lo de Calixto,
Vaya por nuestro Sempronio
Mi camarero Galindo,
Porque es hombre confidente,
Secreto y bien entendido.»
Mientras esto se concierta,
Fernando dexa el camino,
Mandando marchar su gente,
Sino fué á sólo Rodrigo.
Ya el sol su cara escondía,

Cuando se quedó escondido


En un montecillo espeso,
Donde estuvo, sin ser visto,
Aguardando la hora y punto
De executar el castigo:
Graves cuidados le cercan,

Y así hablaba consigo

Del pedantesco soliloquio en que exhala sus cuitas el desventurado marido, sólo

merecen recordarse estos versos:

Porque quien vive sin honra


No puede llamarse vivo.

Nos acercamos al momento de la catástrofe, que Rufo prepara con cierta habili-

dad y algún sentimiento poético:

La sombrosa noche estaba


En medio de su camino,
Callaban montes y valles,
Los pueblos hacen lo mismo;
El dulce sueño profundo
Daba el sosiego y olvido
Al humano entendimiento,
De mil congoxas archivo,
Y á los miembros trabajados
En diversos ejercicios ,

Cuando dexa el verde lecho


El caballero afligido,

La rienda toma en la mano,


Poniendo el pie en el estribo,

Y puesto firme en la silla,

Para Córdoba se vino,


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXIX

Como el que á reconocer


Llega el contrario presidio.
Dexó á recado el caballo,
Y rastreando un portillo,
Le halla, y entra por él,
Aunque estrecho se le hizo.
No encuentra ronda en las calles,

Ni menos hombre nacido;

Todo estaba en un silencio


De ninguno interrumpido:
Hasta los canes caseros
No dan molestos ladridos,
Que á los hurtos amorosos
Son mortales enemigos:
Sólo de nocturnas aves
Se escuchan tristes aullidos,

Que siempre en casos funestos


Endechan con más ahinco.
Quebranta su propia casa,
Y en cierta pared subido,
Ayudado de su esclavo,
Le ayuda y lleva consigo:
Fueron á dar á las piezas

Donde estaban repartidos

Los huéspedes mal mirados,


Torpemente entretenidos,
Con luz y mucho sosiego,
De su daño inadvertidos,
Y de pensar que la parca
Les quiere cortar el hilo.
Agora ¡oh hijo de Venus!

Invoco otra vez tu auxilio,


Para contar tus hazañas
Con versos en sangre escritos,
Pues aunque en ocio y blandura
Naces, dulce, afable niño,
Después, como rey tirano,
Bebes la de tus amigos.
Ya está Hernando en la sala;

Dexa á la puerta á Rodrigo;


La espada lleva desnuda,
Y él va de esfuerzo vestido:
Arremete contra el lecho
Mal guardado y bien sabido,
Ardiendo en honrosa saña,
Como honrado y ofendido.
Jorge, medio sin acuerdo,
I NV OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Con su espada se le vino,


Mas vergüenza y sobresalto
Le embotan la punta y filos.
Hernando cierra con él,

Después de habelle ferido,

De un terrible tajo abierto

Cerca del siniestro oído,


Y dióle tres puñaladas,
Que al morir dieron postigo,
Con sangre y dolor inmenso
Y mal formado gemido.
Ya andaba el triste bascando,
Y el cuerpo, en tierra caído,
Celebraba con el alma
Aquel divorcio temido,
Cuando á su hermano, que estaba
En un retrete dormido,
Ana despertó, diciendo:
«¡Señor, que somos perdidos!»
«¿Cómo así (dijo) esto pasa?»

Y saltó despavorido,

Con la que antes fué acerada


Y entonces era de vidrio;
Y así embistiendo con él

Aquel severo ministro,


Le hizo igual á su hermano
En la muerte y el castigo.
Ana imploraba clemencia,
Pero poco le ha valido;
Que de servicios y vida
Le dieron el finiquito.
Beatriz estuvo á estas cosas
Presente, y fuera del siglo,
Porque un desmayo mortal,
Causado de temor frío,

Le suspendió las potencias


Y privó de los sentidos;
Y así le fué por entonces
Su amargo fin diferido,

Porque despierta pagase


El mal que despierta hizo.
En un rincón de la sala
Hubo señal de ruido,
Y fué que detrás de un cofre
Estaba el pobre Galindo,
El cual, de puro temor,
Aun no osó estar escondido
OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXXI

El Veinticuatro está á punto de ablandarse con los ruegos del pobre paje,

Y preguntóle á su esclavo:
«¿Qué te parece, Rodrigo?»
Respondió: «Señor, los menos
Vivan de tus enemigos »

Mata, pues, á Galindo; y cebado ya en la carnicería, prosigue amontonando víc-

timas, hasta tocar en los límites en que lo horrible se confunde con lo grotesco:

Siguió la matanza fiera

Como lobo en el aprisco:

Mató ancianos escuderos,


Á los porteros ariscos,

Las dueñas y las doncellas,

Los pajes, grandes y chicos,

Á los mozos de caballos,

Y hasta los perros mismos


Aullaron pasando muerte,
Y gatos dieron maullidos;
A una mona y papagayo,
No les valieron graznidos,

Ni los inquietos saltos

A un atribulado jimio.
Esta confección de sangres
Hacen de la casa un rio,

En que el honor se restaura.


Cobra fuerza y queda liinpio.

¡Valiente restauración y limpieza! Aun en tiempo de Juan Rufo pareció algo ex-
un poeta anónimo que refundió esta composición para incluirla en el Ro-
cesiva, y
mancero General, excluyó de la degollina á los perros, monos, papagayos y demás
irracionales:
Mató escuderos, porteros,
Dueñas, mozas de servicio,
A mecánicos criados,
Pajes de falda pulidos,
Porque todos consintieron
El adulterio maligno.

Muestra el jurado de Córdoba talento y sensibilidad en reservar para el fin la


a
muerte de D. Beatriz, que es la única persona á quien el matador concede confe-
sión; su arrepentimiento templa algo la bárbara impresión de este cúmulo de ho-
rrores:

Va el alba se levantaba
De su lecho alabastrino,
Y sus rosadas mexillas
i X\II OBRAS DE LOPE DE VEO*.

Mostraban color distinto ,

Cuando Beatriz en sí vuelve

Y recupera el sentido;

Suspirar porque aun vivía


Fué lo primero que hizo,
Y vuelto el rostro turbado
Al indignado marido,
Le vio de sangre cubierto,
Con el color amarillo,
Horrible el ceño y semblante
Y de cólera encendido.
Baxó los ojos al suelo,

Temerosa de lo visto,

Y vio el destrozo sangriento


Para dolor más esquivo,
Sintiendo los grandes males
De que la causa había sido.

En esta cruel reseña


Vio su túmulo preciso:

Cuajósele allí la sangre,

Quedó el cuerpo helado y frío,


Los labios se le secaron,
Los ojos hacen lo mismo,
Que el licor faltaba al llanto,
Y el aliento á los suspiros,

Porque la pena rabiosa


Cerró todos los caminos
Que á los tristes lastimados
Suelen ser de algún alivio

Tres veces probó á fablar,


Y otras tantas perdió el tino;

La voz salió sin efecto,


Formando un ronco sonido:
A la cuarta, como pudo,
Dixo, como desde el limbo,
La desdichada señora
Estas palabras que escribo:
«Pues mi yerro es sin disculpa,
Del remedio desconfío;
Y porque sé que es muy fea

La traición que he cometido,


Si ya perdón te pidiesse

(Oh, Hernando, señor mío),


Sería irritar tu enojo
Con otro nuevo delito:
Satisfágate mi muerte
De lo que mal he vivido.
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Justo es que mi cuerpo pague


La maldad torpe que hizo,

Pues fué siervo de la pena


Cuando se rindió á los vicios.

Tú lavarás con mi sangre

Tu agravio y mi desvarío,
Y yo saldré de la deuda
De tal caso y tal marido,
A quien tan mal conocí
Por no habelle merecido.
Sólo para arrepentirme
Un breve tiempo te pido;
Confesaré mis pecados
Con doloroso gemido,
Porque si el alma no pierdo,
Todo es poco lo perdido:

Y si acaso, porque es mía,


También la has aborrecido,
Debes por fuerza estimalla,
Porque Dios la ha redemido.>
Tal eficacia tuvieron
Las verdades que le dixo,

Que sacaron tierno llanto


De aquel pecho diamantino
Hizo oficio de albacea
El verdugo de Galindo,
Y trúxole un confesor,
(Que confesor pidió á gritos),

Porque ignorando la causa


Y pisando un mar sanguino,
Entre veinte cuerpos muertos
Juzgó su fin por vencido.
Su penitente le anima,
Y puesto Dios por testigo,
Le manifiesta sus culpas,

Y él la absuelve enternecido.
Perdón la dexa pidiendo
A los pies de un crucifixo,
Y él, puesto á los de Hernando,
Tales palabras le dixo:

«Si la más alta vitoria

Es tenella de sí mismo,
Y es generosa venganza
Perdonar al enemigo,
Católico caballero,
Por muerta á Beatriz te pido;

Viva á Dios y muera al mundo,


! XX1V HURAS DE LOPE DE VEGA.

En penitencia y cilicio;
Que trocado nombre y señas,

En un convento me obligo
A hacella monja oculta,

Donde sirva al que la hizo.»

«Padre, entonces le responde,


Muy bien estoy en lo dicho,
Pues á cada cual le toca
Hacer su debido oficio:

Vos habláis conforme al vuestro,

Yo haré conforme al mío »

I íegollada su mujer, el Veinticuatro huye camino de Francia; pero los Reyes Ca-
tólicosno solamente perdonan al cordobés for agido, sino que aprueban aquel cas-
tigo exemplar y heroico, le mandan volver á su patria honrado y favorecido, y
con-

trae segundas nupcias con D." Constanza de Haro (i).


Tal es, en lo sustancial, esta prolija leyenda, que no carece de felices rasgos é in-
tenciones poéticas, desfiguradas las más veces por la incorrección y el mal gusto.
He preferido el texto original de Juan Rufo, por ser el único auténtico y hallarse
en un libro muy raro; pero debo advertir que las innumerables enmiendas con
que esta composición aparece en Romancero general de 1604 y en el de Duran
el

la mejoran considerablemente, como puede observar cualquiera que se tome el


trabajo de cotejar ambas lecciones.
Trazó Lope de Vega el plan de su drama sobre el poemita de Rufo, conservando
a
hasta los nombres del esclavo Rodrigo, del paje Galindo y de la cómplice D. Ana,
á quien supuso sobrina del Veinticuatro. Puso la acción en tiempo de los Reyes
Católicos, poco después de la conquista de Granada, cuyos recuerdos le sirvieron

para enlazar esta comedia con las de argumento morisco, animando las escenas de
corte con la presencia de los mismos héroes que hemos visto en El Cerco de Santa
Fe: Garcilaso de la Vega, Hernando del Pulgar, el señor de Palma. De la poesía
a a
popular sacó el gran partido que solía, haciendo repetir á D. Ana
y á D. Beatriz,
mientras, ocupadas en su labor, se lamentan de la ausencia de sus amantes, el prin-
cipio de las antiguas endechas:

Los Comendadores,
Por mi mal os vi.

¡Tristes de vosotros,
Cuitada de mí I

Jorge y don Fernando,


De las cruces rojas,
De nuestras congojas

(1) Las seyscientas Apotegmas de luán Rufo, y oirás obras en verso. Dirigidas al Príncipe

nuestro señor. Con Privilegio. En Toledo, por Pedro Rodríguez, impressor del Rey nuestro señor.
1596. 8.° Páginas 196-221.
,

SERVACIONES I'KLI.IM'.NA. LXXV

Se fueron burlando,
Pues no llega el cuándo
De volver aquí.
¡Tristes de vosotros,
Cuitada de mí!
¡En qué triste día

Se trató el amor,

Que con tal rigor

Á los dos desvía,


Pues el alma mía
Os lleváis ansí!

¡Tristes de vosotros
Cuitada de mil

Con ser tan numerosos los dramas de nuestra literatura que tienen por asunto
trágicas venganzas de maridos ultrajados, no pertenece el de Los Comendadores á

la misma familia que El Médico El Pintor de su deshonra, Á secreto


de su honra,

agravio, para no citar otros menos conocidos. En la mayor parte de ellos, lo que
se castiga no es el adulterio consumado, sino la mera sospecha de adulterio, y aun
lasimple posibilidad moral, y á veces ni esto siquiera, pues el mismo D. Gutierre
de Solís, que en nombre de la bárbara jurisprudencia llamada del honor asesina á
su mujer con una sangría reconoce y proclama su inocencia antes y después
suelta,

de cometer su espantable crimen. En Los Comendadores, por el contrario, la ven-


ganza del veinticuatro Fernán Alfonso, aunque ferocísima, recae sobre adúlteros
cogidos in fragranti, y que en todo el curso de la pieza hacen cínico alarde de su
liviandad desenfrenada, sin asomo de pudor ni de vergüenza. El poeta no ha querido
hacerlos simpáticos por ningún aspecto, no ha querido atenuar en nada la fealdad

de su culpa, ni disminuir con un mal entendido sentimentalismo la feroz ejemplari-

dad del Las atrocidades del Veinticuatro eran, masque legendarias, históri-
castigo.

cas en gran parte, y no había más remedio que conservarlas. A un poeta idealista y
algo inclinado á lo quimérico y sofístico, como Calderón, no le hubieran satisfecho
motivos de este drama, donde no hay más que lujuria y sangre. Lope de
los brutales

Vega, que era poeta de otro temple, acometió el asunto de frente y sin escrúpulos,
é hizoun drama poderoso y en algunas partes admirable, más humano y menos in-
moral en el fondo que El Medico de su honra, porque el vértigo sanguinario que
convierte á Fernán Alfonso en una bestia brava, y le hace casi irresponsable de
sus acciones, resulta menos atroz que la enmarañada y fría casuística con que pre-
paran su venganza los maridos calderonianos.
Desde el principio al fin, Los Comendadores de Córdoba es un drama en que
hierve todo es acción y movimiento: en las
la vida; el diá- situaciones culminantes

logo se precipita con rapidez fulmínea; dondequiera se reconoce aquella franca ob-
jetividad, prenda característica de Lope, aquella expresión inmediata de la natura-

leza que tanto enamoraba á Grillparzer. No es menester que los veamos en escena;
basta con los versos del poeta para que pasen delante de nosotros los dos Comen-
:

, xxv ,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

plumas, desempedrando con sus caballos las calles de


dadores, ataviados de galas y
Córdoba:
No burléis, por tales fines,

Los caballos y aderezos

Que están en esos patines


Con bandas á los pescuezos
Y listones á las crines;

Jaeces, que es un tesoro


Su valor, obra de un moro
Famoso entre los Gazules
Caparazones azules
Bordados de plata y oro.

Entrad, veréis cuál están,


De española furia llenos,
Un bayo y un alazán
Desempedrando el zaguán
Y jabonando los frenos.

Parece que están diciendo


Que hasta salir no se aplacan,

Y entre el espumoso estruendo,


A vueltas están comiendo
La misma sangre que sacan.

accesorio, en la pendencia del lacayo Galindo con el


coci-
Aun en el detalle más
nero del Obispo, en los amoríos de las criadas del Veinticuatro, hay tal plenitud y
expansión de vida, que la ilusión naturalista es completa. Este primer acto, tan ani-

mado, tan alegre, tan bizarro, esun modelo de exposiciones en acción, muy digno
Es lástima que algunos toques de malo y conceptuoso gusto,
como la
de estudiarse.
guitarra, desfiguren el trozo de la visita de los
Comendadores encasa
alegoría de la
magistralmente indicado el súbito princi-
de su prima; donde, por otra parte, está
capricho de los sentidos. Pero á todo vence la
pio de un amor que no es más que
Veinticuatro, con las zalamerías de su
hermosa escena del inesperado regreso del
infiel honrada confianza del buen caballero, el contentamiento que siente
esposa, la
cual va á tener un despertar tan horrible.
por su soñada felicidad doméstica, de la
expresivos, con una
Todo ello con una riqueza de pormenores familiares y
,1a realidad misma y no parece
espontaneidad maravillosa, que se confunde con
esfuerzo del arte:
VEINTICUATRO.

¡Que ya en mi casa me veo!


RODRIGO.

Dame esos pies.


VEINTICUATRO.
¡Oh Rodrigo i

RODRIGO.
¿Cómo vienes?
;

OBSERVACIONES PRSLUUMASB5. LXXV1I

VEINTICUATRO.
Bueno, amigo
Ya se cumplió mi deseo.

ESPERANZA.

Mi señora viene ya.

VEINTICUATRO.
¿Cómo, mi bien, la postrera?

DONA BEATRIZ.
Si el placer lugar me diera,

Y el alma, que en vos está,


Por la ventana saltara
Ó por este corredor.
¡Gracias á Dios, mi señor,
Que ya veo vuestra cara!
Otro abrazo os quiero dar.
¡Jesús, qué bueno venís!

VEINTICUATRO.

c
Hstáislo vos?
DOÑA BEATRIZ.
jQué decís?

Pues con vos, ¿no lo he de estar?


Si muerta ahora estuviera
Y estamano me tocara,
Al mundo otra vez tornara
Y por milagro viviera.
VEINTICUATRO.
El placer os da licencia
Para decir imposibles.
DOÑA BEATRIZ.
Y el haber sido terribles
Los sentimientos de ausencia.
Dadme, mi bien, esas manos.
VEINTICUATRO.
Dejad ya tantos excesos.
DOÑA BEATRIZ.
¿Qué hay de salud y sucesos?
VEINTICUATRO.
Que en Córdoba estamos sanos.

DOÑA BEATRIZ.
Quitadle aquellas espuelas,
Dadle ropa, descalzalde.
VEINTICUATRO.
No llego á mi casa en balde.
RODRIGO.
Espérate: quitarélas.
I xxvln OBRAS DE LOrE DE VEGA.

VEINTICUATRO.
Déjalas estar, Rodrigo;
Que he de ir á besar los pies
Al Obispo.
DOÑA BEATRIZ.
Iréis después,
Que ahora os quiero conmigo;
Esta noche descansad.
VEINTICUATRO.
La obligación es por vos.
DOÑA BEATRIZ.
Pues mejor me ayude Dios
Que vos rondéis la ciudad.
¿Hay á quién dar alegría

Y recibir parabién?
VEINTICUATRO.
Alto: una ropa me den.
No haya más, señora mía.
¿Qué hay que cenar, Esperanza?
ESPERANZA.
Señor, como no supimos
Que venías, no tuvimos
Más que la honesta pitanza;
Pero no te dé cuidado,
Que no falta un perdigón
Con que se gaste un limón,
Sobre un torrezno cortado:
Dos conejos hay en casa.

VEINTICUATRO.
¡Oh pesar de mi capotel
Yo quiero entrar hoy á escote:
Luego al momento los asa.

¿Eso dices que no es nada?


ESPERANZA.
Matarte puedo un capón.
VEINTICUATRO.
No gastes otro limón.
ESPERANZA.
También tengo una empanada.

VEINTICUATRO.
Si yo muero con mi lengua,
No servirás á hombre vivo (i).

¡Oh, cuánto gusto recibo!


¿Quién pone en casarse mengua?

(i) Es decir, «te emanciparé en mi testamento». Esperanza y Rodrigo son esclavos.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXXIX

¿Quien era aquel ignorante


Que habló mal del casamiento 3
¿Tiene otro estado el contento
Que ahora tengo delante?
El que está más enfadado,
Pruebe alguna vez siquiera
Á hacer que viene de fuera;
Verá lo que es ser casado.

Miren aquí mi familia,

Mis criados y mujer,


Reventando de placer.

¿Qué hay de Juan? ¿Qué hay de Sicilia?

Todos los he de abrazar,


Que aunque negros, gente son.

Hasta los perros parece


Que alegra verme en mi casa.

¿Qué piensa quien no se casa?


La libertad envejece.

¡Oh, alegre y dichoso estado!


Si la cabeza me duele,

Tengo, al fin, quien me consuele,

Que es mi mujer á mi lado.

Siente, en efecto, mi mal,


Alégrase de mi bien,
Y, en efecto, tengo quien
Lo sienta con rostro igual.
Si me ausento, me desea,

Si vengo, me da sus brazos,


No con fingidos abrazos,
Como de otros bien se crea.
Mira mi hacienda, y regala,
Es médico y es consuelo:

Si es buena, es prenda del cielo,

Y del infierno, si es mala.

Vamos, hijos, á cenar,

Descalzadme: acostaréme.

Por iguales pasos jornada segunda, que no tiene menos bellezas. Con
camina la

ciega, pero muy humana confianza, es el marido mismo quien vuelve á llevar á
su

casa á los Comendadores, haciendo con la mayor efusión el panegírico de ellos:


No tengo amigos mayores.

Son mis deudos, y tan buenos

Oue me honro de su lado.


, NXX OURAS DE LOPE DE VEGA.

1 Iónrase el Obispo mucho


De tener sobrinos tales,
Porque son muy principales.

¡Qué galanes, qué hidalgados,


Qué bien que lucen ahora!
Y aun os prometo, señora,
Que son muy buenos soldados.

Pues don Jorge, ¿no es discreto?


Es una perla, ¡por Dios!

Mozos de grande esperanza,


Á su fianza me obligo.

En tales manos cayese


Mi honor.
A lo cual la taimada mujer responde con este rasgo de feroz ironía, digno del
mayor poeta dramático:
Ya lo está,.

Esta situación terrible y equívoca, este conflicto entre la perversidad y la buena


fe, continúa con la misma fuerza dramática en
la escena en que el Veinticuatro,

llamado á la corte por el Rey, se despide de su mujer y de sus primos.


JORGE.

Señora, consuéleos Dios


En esta ausencia.
BEATRIZ.
Él lo haga.
VEINTICUATRO.

Bien quiero á Jorge.


BEATRIZ.
Él os paga.
VEINTICUATRO.

¡Qué bonitos son los dos!

¡Bien empleada crianza


En mozos tan gentilhombres!
BEATRIZ.

Galanes son.
VEINTICUATRO.
Y muy hombres.
BEATRIZ.

¡Qué bien le está su alabanza!

Un poeta romántico hubiera procurado hacer interesante á


D. a Beatriz, para
cánones de la mo-
que nos conmoviera su trágico destino. Lope, más atento á los
ral, que en este punto se confunden con los
del arte, la hace constantemente odio-

sa, lo cual es de una psicología más verdadera y


más profunda. Habla y obra como
sierva vil del apetito, y sus delirios son los de una
bacante.
OBSEUVACIONES PRELIMINARES. LXXXI

Así exclama, dirigiéndose á su sobrina:


DOÑA BEATRIZ.
Qué, ¿quieres mucho también,
Por tu vida, á don Fernando?
UOÑA ANA.
En ausencia de mi tío,
Lo que le quiero verás.
DOÑA BEATRIZ.

No le puedes querer más


Que yo al dulce primo mío.
Estoy loca de contenta,
Ciega en hacerle favor;
Que sobre la sangre, amor,
Como oro en azul asienta.
Mucho tiene negociado
La sangre cuando amor llega;
La sangre me incita y ciega,
Mucho ha de ser mi cuidado.
Mas ¡mira qué dulce vida,
Del Veinticuatro en ausencia,
Esperar la resistencia

De la libertad perdida!

|Qué dulces horas! ¡Qué días!

¡Qué noches tan venturosas!


¡Alargad, horas dichosas!
¡Detened, lágrimas mías!
¡Ay, qué enamorada estoy!

¡Ay, sangre! ¡Ay, amor! ¡Ay, fuego!


DOÑA ANA.
Un ciego sigue á otro ciego.
¡Ay de mí, qué triste voy!
Pero pensando en el bien,

Comunicado mayor,
Pierdo el respeto al honor,
Y aun al peligro también.
Holguémonos, pues quedamos
Solas, que no hay qué temer.
DOÑA BEATRIZ.
(Qué tormento puede ser
Igual al bien que gozamos?

El incidente de la sortija es igual en Lope de Vega que en Juan Rufo: estaba


indicado como resorte dramático, y nuestro poeta le aprovechó para el final del
segundo acto, dando más energía á las palabras del Rey:
Si á tu mujer se la diste,

Que tu mujer te la di.

XI
LXXXI1 OBRAS DE I.OPE DE VEGA.

La jornada tercera Maquea al fin por vicio intrínseco del argumento, pero

está trazada con mucho arte y con un género de siniestra poesía que prepara el

ánimo á los horrores del desenlace, y recuerda análogas escenas de El Caballero


de Olmedo. La supersticiosa imaginación de Lope se complace en acumular agüe-
ros, presagios y sueños fatídicos que mantienen suspensa sobre la cabeza de los
Comendadores inminente catástrofe. Sus espadas no quieren salir de la vaina;
la el

espejo en que se miran se quiebra en cuatro pedazos, y exclama D. Fernando:

No he tenido tal agüero


Desde el día en que nací.

JORGE.
Peor me sucedió á mí,
Haciendo mal al overo;

Que el freno se me quedó,


Con las riendas, en la mano.
FERNANDO.
Esta noche toda, hermano,
Un mal sueño me espantó.
JORGE.
¿Cómo sueño? ¡Por Dios juro
Que esta noche un grito oí,
Que estuve una hora sin mí,
Viendo el aposento obscuro!
Pues un perro, allá en la calle,

¡Qué aullidos daba y aprisal

Mas no perdamos la misa


Por estos malos agüeros.

Y los agüeros continúan en la escena del convite, que termina con un rasgo
digno de Shakespeare:
JORGE.
¡Qué comida tan dulce!
VEINTICUATRO.
Y.la postrera.

RODRIGO.
Ya lo entiendo, señor.

VEINTICUATRO.
Aquí te espera.

Pero ni los avisos sobrenaturales, ni las palabras del Veinticuatro, llenas de mor-
tífera ironía, aguzadas como punta de cuchillo, bastan á detener el infernal torbe-

llino que arrastra á los adúlteros á su perdición. En la mesa, delante del marido,
hablan á media voz y se hacen señas; y cuando se acerca el momento de la cita,
estalla el júbilo de D.* Beatriz en descompuestos gritos, que traducen admirable-

mente el ardor de una pasión muy sensual, pero muy humana:


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXXXI11

¡Ah, noche, que tardas ya!


¡Vete, perezoso día!

, Posible es, sobrina mía,

Que sola esta casa está?


¿Que ya es ido el Veinticuatro?

;
Quc ha de ser este aposento,
De mi esperado contento
Entapizado teatro?
Esperanza, Esperancica
ESPERANZA.

Señora
BEATRIZ.
¡Gran loca estoy,
Á mil partes vengo y voy!
Presto ropa y lumbre aplica;
Abre aquesos cofres, anda.

ESPERANZA.
¿Agora andamos en esto?
BEATRIZ.

|Ay, don Jorge! Enjuga presto


Cuatro sábanas de holanda.
Saca pastillas, pues sabes,
Del escritorio pequeño:
Haz fiestas al nuevo dueño.
¿Qué aguardas? Toma las llaves.

Perfuma esta cuadra toda,


Echa aquella colcha indiana.

Hoy es, amiga doña Ana,


Nuestro desposorio y boda.
Ya parece que anochece.
¿Está eso limpio? ¿Está bien?
ANA.
Nunca amaneció tan bien

Como agora que anochece.

los preparativos se acrecienta con oportunas


El efecto de esta bellísima escena de
romance viejo de la esposa infiel (núm. 136 de la Primavera de
alusiones al

Wolf), hoy mismo tan popular en muchas provincias de España:


FERNANDO.
Gocemos de la ocasión

Mientras anda en sus destierros.


BEATRIZ.

Rabia le mate los perros,

V aguilica el su falcón.

estúpidos
La matanza hace poco efecto por su misma atrocidad y por los
final
del papagayo, que
chistes del gracioso, y por los grotescos incidentes de la mona y
I XXXIV OBRAS DE LOPE DE VEGA.

el poeta no se atrevió á suprimir en su excesivo respeto á la tradición, siquiera fuese


la muy degenerada de Juan Rufo. En cambio, fué lástima que no sacase partido de
la confesión y arrepentimiento de D." Beatriz, indicados por el mismo poeta.

En tragedia de Lope, el matador no huye, sino que se presenta espontánea-


la

mente al Rey Católico, haciendo alarde de su espantosa hazaña. El Rey, no sólo


a
aprueba todo lo hecho, y premia y galardona con la mano de D. Constanza de
le

Haro, sino que le proclama cordobés ilustre, aun más que Séneca y Lucano: ¡ex-
traña asociación de nombres!

Sois, don Fernando, tan diño


De premio por tal venganza,
Qua hasta á un Rey parte le alcanza
Del honor que á vos os vino.
Hónrase Córdoba más
Que por Séneca y Lucano,
De tener tal ciudadano.
VEINTICUATRO.
Cuanto he pedido me das:

Has confirmado mi honor


Con tu generosa boca.
REY.
Eso á mí solo me toca:

Decí á mi Alcalde mayor


Que no hable en esta justicia,
Que yo lo tomo á mi cargo;
Que no quiero más descargo
Ni más probada malicia.

Son defectos de esta comedia, aparte de la barbarie de las ideas, que no es im-
putable al poeta, sino á su tiempo, el desaliño y atropellada ejecución de algunos

trozos y la afectación y mal gusto de otros, vicio de que principalmente adolecen


los monólogos del Veinticuatro. Pero hay tales relámpagos de genio, tal ímpetu de
salvajes pasiones y tan férvida animación en el conjunto, que no puede menos de
clasificarse esta más notables de la primera manera de Lope.
obra entre las

Ya hemos advertido que la comedia de Los Comendadores de Córdoba que


existe manuscrita en la Biblioteca Nacional (Vv-711) no es ésta de Lope, sino
otra desconocida y enteramente diversa. No lleva nombre de autor: el manuscrito

es autógrafo de Andrés de Claramonte pero es imposible que sea suya, porque


,

está muy bien escrita y versificada, y Claramonte era incorrectísimo versificador.


Además, el manuscrito no tiene enmiendas; cosa inverosímil en un borrador origi-
nal. Creemos, por consiguiente, que se trata de una copia de teatro, hecha por

Claramonte, que, como es sabido, juntaba á la condición de autor dramático la de


representante y director de compañías.
De todos modos, la comedia es muy notable y está compuesta con más reflexión

y estudio que la de Lope, pero carece de las espontáneas bellezas que en ésta
OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXXXV

acción en tiempo
admiramos. Es mucho más fiel á la historia, puesto que pone la
indica que el poeta ha-
de D. Juan II y la enlaza con el sitio de Antequera, lo cual
carta de perdón de Fernán Alfonso, ó á lo menos tenia noticia
de su
bía visto la
a

contenido. Tomó de la comedia de Lope de Vega los nombres de D. Ana, Espe-


de la sortija; pero se ve que
ranza, Galindo y Rodrigo, y el recurso dramático
disponiendo de una manera
puso especial empeño en apartarse de su predecesor,
los caracteres, con la
muy diversa su plan, y haciendo profundas alteraciones en
a

mira principal de presentarlos menos odiosos. Así supone que


D. Beatriz y el co-

mendador D. Jorge se amaban honestamente antes del casamiento de la primera


con el
Rey, que también estaba
Veinticuatro, y que esta boda fué impuesta por el

armas
enamorado de la hermosa cordobesa, y rondando su calle había cruzado las
Beatriz todas las
con D. Jorge y su hermano. Hace resistir con gran entereza á D."
persecuciones de su antiguo amante y las pérfidas intrigas y tercerías de su prima
su caída, que nace sólo de un
D. a Ana; pero con tales antecedentes no se explica
arrebato de celos. Desaparece toda la parte sensual y grosera
de la obra primitiva,
urbanos y corteses, y
pero por lo mismo que los Comendadores se presentan tan
tan morigerada D. Beatriz hasta que repentinamente
8 cambia de carácter, resulta
desarrollo de la pieza, y doblemente bárbara la catástrofe al
recaer en
ilógico el
morales, y faltó á la
poeta las apariencias
personajes simpáticos. Quiso guardar el
refundir leyen-
verdad moral del argumento, como sucede siempre que se quiere
del que en su origen
das antiguas con nimia delicadeza y con sentido diverso
lo demás, repito que esta obra, aunque muy distante
Por de la de Lope
tuvieron.
honra á su descono-
en interés y brío poético, es mucho más correcta y atildada,
cido autor y merece ser impresa y estudiada.
en
Además de estas comedias antiguas, existen varias narraciones modernas,
trágico suceso de los Comendadores, debidas á la pluma
prosa ó en verso, sobre el
Deza de nuestro di
del erudito cordobés D. Luis M." Ramírez de las Casas
(i ),

funto compañero D. Vicente Barrantes (2), de D. Juan Federico Muntadas (3) y

de D. Eduardo de Lustonó (41.

(i) Diez y seis Tradiciones cordobesas. Colección de leyendas históricas


romances en el libro

literatos cordobeses. Tomo i, Córdoba, im-


y fantásticas en prosa y verso, escritas por varios
,

(páginas 39
prenta de D. R. Arroyo, 1863. Páginas 9-40. En el Semanario Pintoresco de 1844
de Córdoba e! Veinticuatro, que debe de ser del
y 44) hay otra leyenda en prosa, Hernando
mismo Ramírez, aunque no está firmada.
z Hernando el Veinticuatro de Córdoba. (En El Mundo Pintoresco, 1S59, y en un torn-.
( I

Cuentos y leyendas de D. Vicente Barrantes. Madrid, 1875.) Está en prosa.

(3) Los dos Comendadores. (En los Ensayos poéticos de Juan Pederico Manta Jas. (Madrid,
1848, imprenta de Rivadeneyra. Páginas 205-237.)

(4) Pl Anillo del Rey. (En La Ilustración Española y Americana de 8 de Marzo de 1-


, jjxxVI OBRAS DE LOPE DE VEGA.

IX.-LOS GUANCHES ÜE TENERIFE Y CONQUISTA DE CANARIAS.

Está citada en la segunda lista de El Peregrino con el título de Conquista de

Teñe riü, y por consiguiente, es anterior á 1609; pero no se publicó hasta 161 8, en
la Parte décima de Lope, que tuvo
dos reimpresiones.
Fúndase el argumento de esta comedia en un rarísimo y estimable poema, parte
en verso suelto y parte en octavas reales, compuesto por el bachiller Antonio de
Viana, natural de Tenerife, y estudiante de medicina en Sevilla, con el titulo de
Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria. Entre los sonetos
laudatorios que se leen al frente de este libro, impreso en Sevilla en 1604, hay uno
de Lope de Vega que principia:

Por más que el viento entre las ondas graves


Montes levante, y con las velas rife,
Vuela por alta mar, isleño esquife,
Á competencia de las grandes naves

y termina:
Islas del Océano, de corales
Ceñid su frente, en tanto que de Apolo
Crece á las verdes hojas inmortales (1).

Lope, que en todas partes encontraba asuntos de comedia, leyó, ó por lo menos
hojeó, el poema del vate canario; obra imperfectísima, á la verdad, si se la consi-
dera ya como poema épico, ya como historia, pues para lo primero contiene dema-
siadas circunstancias prosaicas, y para lo segundo demasiadas fábulas; ensayo juve-
nil, por otra parte, que se resiente de inexperiencia y gusto poco maduro, pero que

(i) Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria. Conquista de Tenerife y


apares cimiento de la Imagen de Candelaria. En verso suelto y octava rima.
Por el Bachiller An-

tonio de Viana, natural de la Isla de Tenerife. Dirigido al Capitán Don Ivan Guerra de Ayala,
Señor del Maiorazgo del Valle de Gticrra. En Sevilla por Bartolomé Gomes. Año 1604.

8.°; 333 hojas.


Esta primera edición es uno de los libros más raros de nuestra literatura poética. Ha sido

reimpreso en 1883 por la Sociedad Literaria de Stuttgart:


Der Kampf von Teneriffa. Dichtung und Geschichtc von Antonio de Viana, herausgegeben
von Franz von Loher Tübingen, 1883. (Es el tomo clxv de la Bibliothek des Litterarischen
Vereins in Stuttgart.) Sé que existen otras dos reimpresiones, hechas en Santa Cruz de Tene-
libro, sino por copias
rife en 1854 y 882, pero no las he visto. Al parecer, se hicieron no por el
1

manuscritas de él, lo cual acredita su gran rareza.


Algunas noticias biográficas de Antonio de Viana pueden verse en las Biografías de Cana-
rios célebres, por D. Agustín Millares. Segunda edición. (Las Palmas de Gran
Canaria, 1879;

tomo 11, páginas 197-222.)


OBSERVACIONES PRELIMINARES. LXXXVII

descriptiva. Agradóle
anunciaba en su autor felicísimas condiciones para la poesía
Bachiller, su fantasía pródiga y
sin duda el estilo lozano y exuberante del buen
novedad de
amena, la candidez idílica de sus cuadros, y sobre todo la extrañeza y
las cosas que cuenta y de la naturaleza que describe. Le enamoró el color local

del argumento, y con los materiales del poema labró esta comedia, cuyo primer

acto es muy lindo, aunque dos siguientes decaen mucho. Comienza el poema de
los

Viana con un lujoso si bien desaliñado panegírico del clima y producciones de las

islas que van á ser teatro de la narración:

Manaban leche las hermosas fuentes,

Las peñas miel suave, entapizadas


Con nativos panales, entre el musgo
Pajizo, blanda y delicada orchilla.

Con esperanza cierta, el verde campo


Al venidero siglo, ya presente,
Prometía mostrar fecundas cepas
Y ñudosos sarmientos de las vides,

Resudando el licor dulce y ardiente

De racimos melosos, en los pámpanos


Y rubias cañas destilando el zumo
De que se cuaja el fino azúcar candido,

Sabroso néctar de los sacros dioses

Por sus aires volaban varias aves


De música sonora, y muchedumbre
De aquellos vocingleros pajaruelos
Que por canarios los celebra el mundo.
Producen sus espesos y altos montes
Álamos, cedros, lauros y cipreses,

Palmas, lignalóes, robles, pinos,


Lentiscos, barbucanos, palos blancos,
Viñátigos y tiles , hayas brezos,
,

Acebuches, tabaibas y cardones,


Granados, escobones, y los dragos,

Cuya resina ó sangre es útilísima (i).

Tienen grandes arroyos de aguas claras,

Con cuyo riego, yerbas olorosas

Brotan y esparcen matizadas flores,


El poleo vicioso, el blando heno,
El fresco trébol, toronjil, asándar,
El hinojo entallado y el mastranzo;
Sube la yedra, y el jazmín se enreda,

Historia Natural de las


(i) Para inteligencia de toda esta botánica véase el Diccionario de

Islas Canarias, por D. José de Viera y Clavija. Impresión promovida


por la Real Sociedad Ec

nótnica de Amigos del País de las Palmas de Gran Canaria. Las Palmas, 1866- 1869. Dos
tomos.
LXNXVIII OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y ! entreteje la violeta, y hacen

Un bello tornasol, con alhelíes,

En los espesos y frondosos árboles

Descritas luego muy menudamente costumbres y supersticiones de los natu-


las

rales, se hace en el canto n breve


conmemoración de la conquista de las islas
de Fuerteventura, Lanzarote, Hierro, Gomera y Gran Canaria, para entrar de
lleno en la de Tenerife, que es el verdadero asunto del poema. El héroe indí-

quien hace Viana retrato


gena del poema es Bencomo, rey de Taoro, de
el

siguiente:

De cuerpo era dispuesto y gentilhombre,


Robusto, corpulento, cual gigante
De altor de siete codos, y aun se dice
Tuvo sesenta muelas, sin los dientes.
Frente arrugada, calva y espaciosa,
Repartida melena, poca y larga,
Rostro alegre y feroz, color moreno,
Los ojos negros, vivos y veloces,

Pestañas grandes, de las cejas junto,

Nariz en proporción, ventanas anchas,


Largo y grueso el bigote retorcido,

Que descubría en proporción los labios,

Encubridores del monstruoso número


De diamantinos dientes; larga, espesa
La barba cana de color de nieve,
,

Que le llegaba casi á la cintura;


Brazos nervosos, de lacertos llenos,
Derechos muslos, gruesas las rodillas,
Fuertes las piernas, pies pequeños, firmes,
Temperamento en todo á lo colérico,
Algo compuesto con humor sanguíneo.
Era ligero, altivo en pensamientos,
Justiciero, modesto, grave, sabio,
Prudente, y sobre todo arrogantísimo.
Un (amárco curioso gamuzado
De delicadas pieles le vestía,

Á los brazos las huymas como mangas,


Y guaycas en las piernas como medias.
Tiene en la diestra mano el regio cetro,
Hueso mondado del valiente brazo

Del gran Tinerfe, bisabuelo suyo

Hallábase este disforme bárbaro celebrando un rústico festín con sus capitanes
después de haber hecho revista y alarde de su gente de guerra, cuando comparece
tristeza
de súbito un sacerdote ó mágico llamado Guañeme, y lleno de confusión y
da cuenta al Rey de los siniestros agüeros que ha tenido:
RELIMINA1 LXXXIX

Por el cerúleo mar vendrán nadando


Pájaros negros de muy blancas alas,

Truenos, rayos, relámpagos echando,


Señales propias de tormenta y malas;
Dellos saldrán á tierra peleando
Fuertes varones con diversas galas,
Del otro mundo extraño y belicoso,
Para quitarte el reino poderoso.

Conquistarán por armas esta tierra,

Sin que puedas hacerles resistencia,


Que el cielo, en su furor, nos hará guerra

Con brava contagiosa pestilencia;


Cuanto Nivaria (i) y su distrito encierra,

Ha de dar á sus reyes la obediencia:

Esto por mil agüeros es creíble;


Perdona, y pon remedio en lo posible.

Tales presagios no aterran al reyezuelo, pero le enfurecen, y manda ahorcar de


un árbol al agorero. Entretanto, adelantado D. Alonso Fernández de Lugo,
el
la conquista de Te-
después de haber sometido la isla de la Palma, se aprestaba á
nerife, única isla de las siete del pequeño archipiélago
que restaba por dominar.

El candoroso poeta pone en renglones desiguales, con la


mayor sencillez del
expedi-
mundo, la lista de apellidos de todos los aventureros que concurrieron á
la

ción. Era en el mes de Abril de 1494.


que
Aquí se interpola un episodio romántico que Viana trata bastante bien y
desperdiciar. Tenia el formidable Bencomo una hija llamada Dácil
Lope no podía
pretendían todos
ó Dácila, doncella de extremada hermosura, á quien adoraban y
la soledad de los bos-
los principes de la isla, si bien ella los desdeñaba, prefiriendo
ques y de las fuentes al bullicio de la corte:

Es de muy poca edad, gallardo brío,

Tiene donaire, gracia, gentileza,


Frente espaciosa, grave, á quien circuye
Largo cabello, más que el sol dorado;
Cejas sutiles que, del color mismo,
Parecen arcos de oro, y corresponden,
Crecidas las pestañas, á sus visos;
Los ojos bellos, son como esmeraldas
Cercadas de cristales transparentes,

Entreveradas de celosos círculos;


Cual bello rosicler las dos mejillas,
Y afilada nariz proporcionada;

Graciosa boca, cuyos gruesos labios


Parecen hechos de coral purísimo,

(1) Nombre de Tenerife.


KC OBRAS 1)K LOI'li Uli VEUA.

Donde á su tiempo la templada risa

Cubre y descubre los ebúrneos dientes.


Cual ricas perlas ó diamantes finos;

Hermoso rostro de color de nieve,

Con fuego y sangre misturado á partes,


Y como al cielo claro, lo estrellaban
Algunas pecas como flores de oro
(Canto iv.)

los pájaros negros, so-


Esta gentil doncella, lejos de asustarse con el presagio de
esperanza de verle llegar
naba que uno de ellos había de traerle á su amante, y con la
se subía de continuo á las más altas peñas, é
increpaba al mar con estas voces:

Un pájaro muy grande, extraño, ajeno,


Espero que por ti vendrá volando.
|Oh, si volase bien! que por él peno

Llegan, en efecto, los anunciados pájaros, que eran 15 barcos españoles.


El capi-

tán Gonzalo del Castillo sale á reconocer el bosque de


la Laguna, encuentra á la

infanta Dácil (que es como la princesa Nausicaa de esta pequeña Odisea) y ena-

mórase súbitamente de ella, en el mismo punto en que ella ve realizado su sueño:

Dácil estaba cerca de una fuente


Que tiene en sí la falda de una sierra,

Cuyas vertientes claras descendiendo,

Al lago llevan bullicioso arroyo;


Y era el espeso bosque tan cerrado,
Que no se divisaba en él la gente

Era el estanque de la fuente grande,

Largo, espacioso y hecho de artificio,

Con cantos enterrados en la arena,

Y masapez bien embarrados,


con el

Dando comodidad una gran peña


De la parte de arriba, á quien cubrían
Diversas yerbas y esmaltadas flores,

Y á quien cercaban de frondosos árboles


Entretejidas ramas, defendiéndola
De la violencia de los tiempos varios
Gozaba Dácil del alegre sitio,

Sentada encima de la peña misma,


En lo más alto de ella, entre las flores,

Mirándose en las aguas de la fuente,

En donde hacia una agradable sombra,

Como en espejo de cristal purísimo.

Oía murmurar del claro arroyo,


el

Que desde allí tomando su principio,


Bajaba al hondo y espacioso valle,
Y de las aves la sonora música
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XC1

Acercábase, en tanto, á la fuente el capitán Castillo, encantado con la belleza del

duda alguna debieron de ser aquellos los Campos Elí-


paisaje, y pensando que sin

seos de los antiguos:

Diciendo aquesto, estaba ya muy cerca

De la agradable fuente; pero Dácil


Tiene los ojos puestos en su aspecto.

Túrbase al ver aquel gallardo brío,


Pulido traje y militar arreo,
Tan diferente en todo á su costumbre,

Que con dificultad juzga ser hombre;


Quiere huir, y teme, y así dice:
«¡Cielo! ¿Qué será aquesto que aquí veo?
¿Qué puedo hacer? ¡Ay triste, si me siente!

iQuiero huir! Pero que es hombre creo.

¿Hombre? mas extraño y diferente:


Sí,

Combate mi temor con mi deseo;


Un extranjero tengo ya presente:
¿Veréle bien? Mas temo de miralle:

¡Qué lindo, qué galán, qué de buen talle' •

Y mientras entre sí Dácil forjaba


Aquestos y otros tales pensamientos,
Llegó Castillo á la agradable fuente;
Deleitase con ver el agua clara,
Descálzase los guantes de gamuza,
Baña las manos y refresca el rostro,

Saca el lenzuelo, enjúgase y descansa,


Contempla el agua pura, y clava en ella

Al vivo la figura de su sombra,

Y advierte junto á sí la que la Infanta

Hace también de encima de la peña.

A todas partes mira quién la causa,

Pero no puede verla, que lo impiden


Las verdes ramas de los frescos árboles,

Y así, confuso y admirado, dice:


«Un bulto solo soy, pero dos sombras
Veo en el agua: aquesta, cierto, es mía,
Mas tú, ¿quién eres, sombra, que me asombras?
¿Qué es esto, loca y vana fantasía?

Entre las flores, como sobre alfombras


Bordadas de preciosa pedrería,
Parece está sentada una pastora
> ¡Vista notable! Pero en el contorno
De aquesta fuente sólo á mí me veo
Allí la sombra está, y aunque el arreo

De la zagala es poco y sin adorno,


Su imagen, aumentando mi deseo,
ODRAS DK LOPE l>E VBCA.
XCH

Parece clara con la sombra obscura,


Y peregrina y rara su hermosura.
Loco debo de estar: ¿qué es
• esto? ¿Acaso

Es Narciso á sí mismo aficionado,


( ) es ésta aquella fuente del Pegaso,

Y este lugar de ninfas encantado?


¿Es ésta alguna musa del Parnaso,

Monte por hechicero celebrado,


Ó qué es aquesto, cielos soberanos?
Al fin no es ésta tierra de cristianos.»

Tanta fué de Castillo la porfía,

Que no pudo cubrírsele la infanta

Habíase ya Dácil levantado,


Viendo que la miraba el caballero,

Mas él y fué siguiéndola


dejó la fuente,

Con presurosos y turbados pasos.

Llegóse cerca della; considera


Su traje extraordinario, y sobre todo
La rara y no compuesta hermosura,
Y ella se estaba en él embelesada,

Vencida y llena de vergüenza honesta:


Sienten los dos un no sé qué de gloria
Saltos da el corazón dentro en sus pechos.

lo es tampoco la hábil compo-


son de poeta vulgar algunos de estos versos, ni
Ño
sición de esta especie de égloga guanche,
donde la ingenuidad del sentimiento
realza la belleza del paisaje:

Quiere Castillo hablar, mas dificulta

Que le pueda entender, ni responderle,

Cierto de que sus lenguas son contrarias;


Mas vencido de amor y del deseo,
Le dice tiernamente estas palabras:
«Ángel ó serafín en forma humana,
Ó cifra de la misma hermosura,
En la belleza y partes soberana,
Y solamente humana en la figura:

Si mi humildad vuestra grandeza allana,

Ved que mi alma en vos se transfigura,


Para gozar de vuestra vista bella;
No lo extrañéis; transfiguraos en ella.

>Es poderoso amor como la muerte,

Que si la muerte aparta lo muy junto,

Él junta lo apartado en unión fuerte,


Y así con vos me prende en este punto
»Es propio á la humildad siempre vencerse,
XCI "
OBSERVACIONES PKELIMINAI

Y es de suyo agradable la belleza,


Y es lo que agrada fácil de quererse,
Y el querer es amor, y amor firmeza.
No permitáis que vea yo perderse
Amor que me inspiró vuestra pureza:
Ángel sois vos, y fuego en que me inflamo,

Miradme amando, entenderéis que os amo.


»No ignoro que extrañáis mi oscura lengua,
Pues no me respondéis, mas el conceto

De la fe de mi amor no queda en mengua,


Pues entendéis del alma lo secreto:

Testigos son mis ojos, como lengua


Del corazón, del amoroso efeto
-

A todo aquesto Dácil. pensativa,


Dudando estaba á qué determinarse,

Y en confuso discurso entre sí dice:

«Parece que me habla aficionado;

Mas no le entiendo, en cuanto dice, nada:

Sin duda debe ser enamorado,


Pues con brevedad de mí se agrada.
tal

¿Qué le responderé? Mas si ha hablado


Sin entenderle yo, desengañada
Estoy de que tampoco á mí me entienda.

Mas ¡ay! ¿Si es éste aquel de quien soy prendad

asombrada doncella, y sin mucha


Castillo estrecha la mano, en signo de amor, á la

resistencia logra llevarla en su


compañía.

Al fin camina con turbados pasos


Dácil se aflige en verse sola; siente,
Siente su gran peligro, disimula,
Quiebra la sarta larga que traía

Puesta por rico adorno al blanco cuello,

De caracoles, conchas y juguetes;

Y deja en las veredas del camino


Seguido rastro, conocido y cierto,

Para ser de los suyos socorrida.


En esto ya llegaba el gran Sigoñe

A la fuente, buscando cuidadoso


A Dácil, que siguiendo otra vereda,
Subió por la otra parte del arroyo.

No la halla, se admira y reconoce

El rastro; va siguiendo sus pisadas


Con tal solicitud, que en breve tiempo
Alcanza á divisar de allí muy cerca

Al caballero y á la bella Infanta.


Túrbase el fuerte y valeroso mozo,
OBRAS DE LOPE DE VECÍA.

Detiene el paso, considera y mira

Lo que puede entender del extranjero;

Alza la voz con espantosos gritos,

Óyenle sus soldados, que le siguen,

Y acuden todos á librar su Infanta.


Vuelve el noble español atrás los ojos,
En blanco pone la fulgente espada

Y ofrécese animoso al gran peligro.


Dácil le mira atenta, alborotada

De ver luciendo el refulgente acero,

Pero del caballero condoliéndose,


Le hace aprisa señal de que se vaya.

Él llama á voces su cercana gente


Sin Dácil se retira en la espesura,

Y júntase al momento con los suyos.

(Canto v.)

Además del episodio amoroso de Dácil (que es lo mejor del poema y de la co-

media), encontró Lope enobra del bachiller Viana otros materiales poéticos, es-
la
la santa imagen
pecialmente la piadosa historia del origen, aparición y milagros de
de Tenerife y de todo el ar-
de Nuestra Señora de la Candelaria, patrona de la isla
había tratado fray
chipiélagocanario (cantos vi y xvi), materia que antes de Viana
en un librillo de extraordinaria
Alonso de Espinosa, de la Orden de Predicadores,
rareza, el primero que se publicó acerca
de las islas (i). Pero en esta parte procedió
de la leyenda y añadiendo
Lope con excesiva libertad, alterando los pormenores
milagros que no se cuentan de aquélla, sino
de otras imágenes.
lo relativo á la con-
De la parte puramente historial del libro de Viana, es decir,
quista de Tenerife y á las batallas de
guanches y castellanos, Lope de Vega hizo
limitándose á recoger algún nombre, como el de Tinguaro.
Tengo por
poco caudal,
la verdad bastante difícil, aun paradlos
seguro que no leyó entero el poema; cosa á
canarios mismos, como no sean muy amantes
de las antigüedades de su tierra. Y no
poéticas, que bien patentes están
porque el médico de Tenerife careciera de dotes
cuales bastan para que nunca pueda
en los fragmentos que hemos transcrito, los
entre la turbamulta de los fabricantes de epopeyas
ultramarinas que
confundírsele
calor de la triunfante Araucana. Viana es imitador de Ercilla, pero no
brotaron al
el de Pedro de Oña, que tiene más
de los adocenados: su poema vale tanto como
idealizados están los de
fama que él. Si sus indígenas son convencionales, no menos
prosaica con invenciones románti-
su maestro, y de la mezcla de crónica nimia y
cas participan uno y otro. Lo que daña
sobremanera al cantor de las Antigüedades

Del Origen y Milagros de Nuestra Señora de la Candelaria, que apareció en la isla de Te-
(i)
compuesto por el P. Fr. Alonso de Espinosa, de la Orden
nerife, con la decripcion de esta isla,

de Predicadores. Sevilla, por Juan León, ,.,-y./. 8.° Reimpreso en Santa Cruz de Tenerife,

1848, formando parte de la curiosísima Biblioteca isleña.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. XCV

desagradable sistema de versificación, que


de las islas Afortunadas es su híbrido y
Velasco en su traducción de la Eneida. Los
imitó acaso de Gregorio Hernández de
abusa, se confunden muchas veces
endecasílabos sueltos, de que lastimosamente
parecen buenos, lo son aisladamente, no como
con la prosa más vil; y hasta cuando
parte de un período poético.
Ignoraba el arte de construirlos, como casi todos los
á Jáuregui y á Francisco de Figueroa.
Si
versificadores de su tiempo, exceptuando
reales, mucho hubieran ganado sus versos
hubiera escrito todo el poema en octavas
facilidad desaliñada, que le lleva hasta
con este freno, y algo se hubiera atajado su
poner en lista los nombres de los conquistadores.
tenido desde antiguo recios impugnadores
El crédito histórico de este libro ha
á la verdad, bastaba leerle para comprender
entre los historiógrafos canarios, y,
de la fantasía poética. Ya I). Juan Núñez
que gran parte de él era mero producto
siglo xvn, dijo con buen sentido, antes de empe-
de la Pena, que escribía á fines del
zar la relación de la conquista
de Tenerife: «No trato aquí de los amores que dice
Dácil, hija del
el licenciado
Viana tuvo el capitán Castillo con la hermosa infanta
de una cristalina fuente en la Laguna,
Rey de Taoro, á quien dice halló en el recreo
con guardas de sus vasallos; ni de las finezas
que de Taoro se habia venido á holgar
del Rey de Güimar y de la infanta bella
Guazimara, ni
del príncipe Ruiman, hijo
Rosalva, ni de los desve-
de amorosas quejas del príncipe Gueton y de la infanta
las

los del príncipe y capitán


Tinguaro y de la infanta Guajara, ni de las promesas que
á este principe Tinguaro, ni de los agüeros
que hacian
el Benharo de Naga hacia
parece comedia que historia ver-
losguañames, que, sin agraviar á este autor, más
dadera: así, lo dejo á un lado y prosigo
mi conquista, sin que el lector se embaraze

en leer estas historias, cómicas á mi parecer»


(i).

excelente
A pesar de esta sensata advertencia, un siglo después, el más clásico y
Clavijo, olvidado esta vez de la ironía
de los historiadores de Canarias^Viera y
un tanto volteriana que suele mostrar en cosas
más graves, repite sin muestras de
üácil y del capitán Castillo, y
incredulidad el cuento de los amores de la infanta
acaecida en la costa de Gran
aun narra una aventura semejante, pero muy anterior,
de Diego de Herrera (que se
Canaria, donde fueron sorprendidas por los corsarios
isleñas, una de ellas sobrina del guanar-
titulaba rey del archipiélago) tres jóvenes
cita estas dos octavas, de
teme ó cacique de Gáldar. En confirmación del hecho
autor desconocido

Estándose bañando con sus damas,


De Guanarteme el Bueno la sobrina,
Tan bella, que en el mar enciende llamas,
Tan blanca, que á la nieve más se empina,

Gran Canaria y su descripción, con muchas


(I) Conquista y antigüedades de las islas de la
otras particularidades, en la ;/;:,
advertencias de los privilegios, conquistadores, pobladores y
compuesto por el licenciado P. Juan Nuñes de la Peña. Madrid, 1676.
derosa isla de Tenerife
Reimpreso en Santa Cruz de Tenerife, 1847 (Biblioteca isleña), fagina 1 10.
XCV)
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Salieron españoles de entre ramas,


Y desnuda fue" presa en la marina:
Y aunque pudo librarse, cual Diana,
Del que la vid bañar en la fontana,

Partir se vio la nave á Lanzarote,


Donde con el santísimo rocío
La bañó en nueva fuente el sacerdote;
De do salió con tal belleza y brío,
Que con ella casó monsieur Maciote,
Que el noble Bethencourt era su tío:
Y de estos dos, como del jardín flores,
Proceden los ilustres Betkencores (i).

histórica y geo-
Esta narración, como otras de Viera, procede de la Descripción
Castillo,
Canaria, del alférez mayor D. Pedro Agustín del
gráfica délas islas de
crédulo (aunque diligente) y muy picado
que escribía por los años de i 7 37\ escritor
las octavas se las enviaron de
Lanzarote en-
de la manía genealógica (2). Dice que
del
juzgar por el estilo parecen contemporáneas
tre otros papeles antiguos; á
aunque confieso que no he tenido
Dr Carrasco de Figueroa, y acaso sean suyas;
valor para buscarlas entre el fárrago
de las quince mil que hay en el Templo mili-

tante. Puede creerse que en esta


leyenda de familia se inspiró Viana, transportando

la aventura á la isla de
Tenerife y exornándola poéticamente.
acto de su drama, pero con libertad é in-
Lope le siguió paso á paso en el primer
del agorero, á quien, por evitar el
dependencia de gran poeta. Copió el vaticinio
un tanto salvaje y poco eufónico de
Guañameñe, dio el nombre demasiado
nombre
clásico de Sileno:

Y he hallado en la observancia de los árboles,

En las ondas del mar, en las estrellas,

En el salir del sol y en el ponerse,

nocturnos cantos de las aves,


En los

En las entrañas de las muertas fieras

Y en otras cosas mil, que á Tenerife


Vuelven tercera vez con alas blancas
Aquellos negros pájaros de España
Que, como ya sabéis, llaman navios

Caminas por D. José de Viera y Cla-


(1) Noticias de la Historia
general de las Islas ,

Nueva edición corregida y aumentada Santa Cruz de Tenerife. Imprenta isleña de


vito
nota-
184 y 215- (La primera edición de este
D. Juan N. Romero, 1859. Tomo n, páginas 57,
ble libro es de Madrid, por Blas Román, 1
772-1 783.)
de las islas de Canaria, que dedica y consagra al Prin-
(2) Descripción histórica y geográfica
del Castillo Ruiz de Vergara, sexto
cipe Ntro. Sr. D. Femando de Borbon, D. Pedro Agustín
perpetuo de su cabildo y regimiento. Sta.
Cruz
Alférez Mayor hereditario de Canaria y decano

de Tenerife, Impr. Isleña, 1848. Páginas 74-45-


OBSERVACIONES PRELIMINARES. XCVII

Pero anadió de su propia Minerva esta valiente réplica del rey Bencomo:

,Voy yo, por dicha, á conquistar á España?


¿Tengo pájaros yo que allá me lleven?

¿Codicio las mujeres de su tierra,


Las galas que se visten, y las cosas
De que se adornan sus dichosos reinos?

-Qué me quieren á mí, que me persiguen?


¿Qué tengo yo que de su gusto sea?
¿Qué riquezas me ven, qué plata y oro?

El episodio de Dácil bañándose en la laguna parece que estaba convidando al

pincel suave y amoroso de Lope:

En esa verde ribera,


Cuya selva pisa el mar,
Hay una fresca laguna
Que vierte una fuente bella:
Quisiera bañarme en ella,

Porque no he visto ninguna


De tanta hermosura y flores
Por las márgenes y orillas,

Donde otras mil fuentecillas


Le pagan censos menores
Míranse en su claridad
Tantos árboles frondosos,
Que se enloquecen de hermosos,
Con ver sombra y novedad.
Tal copia de ánades llueve,
Y tanto en sus aguas medran,
Que parece que la empiedran
De copos de blanca nieve.
Si el viento incita las olas,

Forma unas labores tales,


Que no se labran iguales
Sino es en tus tocas solas.

Las copas que en torno están,

Cuando las sacude el viento,


¿Qué cuerdas en instrumento
Más suave acento dan?
En los árboles ya secos,
Dentro del agua hacen nidos
Mil pájaros, escondidos
Entre los ramillos huecos:
Porque entretejen señor, ,

De los que traen en los picos,

Unos edificios ricos

De nunca vista labor


xi u
XCVIU OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Alrededor, todo el suelo

De tantas flores se tiñe,


Que parece que la ciñe

El arco del misino cielo.


Y porque acosa tan bella
No ser muerta le conviene,
Jurarías que alma tiene
Cuando el sol se mira en ella.

Con la misma gracia y morbidez está tratada la escena del encuentro entre la

princesa guanche y el capitán español; pero hay


que confesar que las principales
encuentran ya en el poema de Viana, si bien lucen menos en
sus des-
bellezas se
tartalados endecasilabos que en los fáciles romances y redondillas de Lope.
como en casi todas las históricas y las tradicionales de
Adviértese en esta pieza,
que busca como fuente de inte-
nuestro poeta, cierto estudio del color local. Se ve
rés dramático el contraste entre las
costumbres bárbaras y las civilizadas, y que se
descripciones de Viana.
complace en recoger lo más característico que hay en las
segunda:
Así exclama el rey Bencomo en la jornada

Yo soy un rey que el primero


Salgo á guardar mi ganado;
Es mi palacio dorado

La cueva de un risco entero.


De una vez, Naturaleza
Mis aposentos labró;
En ellos no encierro yo
La codiciada riqueza.
Sobre pieles de animales
Duermo hasta que sale el día,

Desde que la noche fría

Baña sus negros umbrales.


Es harina de cebada,
En un guanigo molida,
Mi sustento y mi comida,
Sobre unas brasas tostada.
Alguna silvestre fruta

A aquellos árboles debo;


Agua con las manos bebo
De aquella riscada gruta.
Si algún vasallo en el mar
Halla un caracol ó bucio,
Muy limpio, oloroso y lucio,
Me le suele presentar.
Éste, y otros más pequeños,
Me cuelgo alguna mañana
Del cuello, en trenzas de lana,
OBSERVACIONES PRELIMINARES. XCIX

Cuando hacéis fiestas, isleños.

Pues si toda mi riqueza


Ea dos limpios caracoles,
¿Á qué vienen españoles
Á conquistar mi pobreza?

Por dicha, ¿voy á buscar


Á los españoles yo?
¿Qué pájaro me llevó

Por encima de la mar?


¿Tengo yo rayos y truenos
Como ellos? ¿Formo yo acaso

Fuego, con que un hombre abraso,


De que todos vienen llenos?
¿Traigo yo picos agudos,
Sino estos dardos tostados,
Y algunos ramos cortados,
Ya de sus hojas desnudos?
El arco y flechas, ¿no son
Armas hidalgas del mundo?
¿En qué fuego oculto fundo
La muerte, engaño y traición?

filosofía de la con-
Lope, con su serena objetividad, resume en estos versos la
conquistados.
quista, tal como debió presentarse en el cerebro de los
la musa popular le inspiró y ayudó, como siempre. No
existían en Cana-
También
rias romances tradicionales de la conquista, excepción hecha del bellísimo frag-

mento, á modo de endechas, que deplora muerte de Guillen Peraza en La Palma.


la
punto de decir
Pero existía un baile indígena, extraordinariamente famoso, hasta el
(cap. ccxxiv):
Francisco López de Gomara en su Historia general de las Indias
cosas andan por el mundo que han ennoblecido á estas islas: los
pájaros cana-
«Dos
rios, tan estimados por su canto, y el canario, baile gentil y artificioso.» El docto

arcediano de Fuerteventura, que parecer alcanzó todavía este baile, puesto que
al
músico de
pondera su tono vivo, alegre y lleno de expresión, dice que «es un tañido
cortos
cuatro compases, que se danza haciendo el son con los pies, con violentos y
movimientos. Los naturales de la isla del Hierro practicaban otra especie de con-
tradanza, cuya fisura consistía en tomarse las manos y marchar ambas líneas una
paralelos.
hacia delante y otra hacia atrás, dando furiosos saltos, todos juntos y
Acompañaban este baile con un aire de endechas lúgubres y patéticas, en las que
aun traducidas á la lengua espa-
trataban materias de amores y de infortunios, que,
ñola, movían á lágrimas las personas de blando corazón» (i).

(i) Viera y Clavijo, Noticias de la l listona general de ¡as Islas Canarias, tomo i, pági-

nas 145-146.
OBRAS DE LOPE DE VECA.

Lope de Vega introdujo en la segunda jornada de su comedia una escena musical

de baile canario con la siguiente letra:

Españoles bríos,
Mirar y matar;
Volveréis vencidos:
Fan, falalán.
Vino á las Canarias
Por el rey don Juan,
Con lucida armada,
Un gran capitán.
Puso gente en tierra,

Salió de la mar,
Tomó cuatro islas;

Por el Rey están:

Lanzarote, el Hierro,

Y luego se da
La Fuerte Ventura,
En el nombre más.
Españoles bríos,
Mirar y matar;
Moriréis vencidos:
Fan, falalán.
Católicos Reyes,
Que en Castilla estáis:

Fernando, á quien ciñe


Laurel militar;

Isabel gloriosa,

Que agora enviáis


Con fuertes soldados
Nuevo General,
Nuestra Tenerife
No penséis que está
Tan desnuda de armas
Como allá pensáis.

Los rayos de fuego,

Plomo y alquitrán

No espantan los Guanches


De aqueste lugar.
Los pájaros negros
Con que el mar pasáis,
Dejarán las alas

Ó aquí morirán.
No son nuestros Guanches
Como los demás,
Pues en las batallas

Os hacen temblar.
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Dos victorias tienen


Que ganado os han,
De sangre teñísteis
El blanco arenal.
Españoles bríos,
Mirar y matar;
Volveréis vencidos:
Fan, jalalan.
malas, discretas y pueriles; mez-
En lo restante de la comedia hay cosas buenas y
El deseo de acentuar el contraste entre las cos-
cla común en obras de este género.
europeas, lleva poeta á cierta afectación de candor y sim-
al
tumbres bárbaras y las
Los amoríos de las guanches, que toman al
pie
plicidad que muchas veces empalaga.
creen que los españoles andan repartiendo
de la letra las expresiones metafóricas y
almas á las mujeres, son pura noílez,
más bien que rústica inocencia. El devoto epi-
de la Candelaria está presentado con
muy poco
sodio de la invención de la Virgen
degenera en irreverente. Por esta comedia y
otras
arte y con una familiaridad que
(Quixote, parte primera, cap. xlviii):
«¡Quede mi-
tales pudo decir Cervantes
apócrifas y mal entendidas, atribuyendo a un
h*ros fingen en ellas, qué de cosas
en las humanas se atreven á hacer milagros,
sin
santo los milagros de otro! Y aun
que allí estará bien el tal milagro y
más respeto ni consideración que parecerles
á Lope muy cómodo para desenlace
de su
apariencia, como ellos llaman.» Pareció
Tenerife el célebre milagro que se
comedia atribuir á la Virgen de la Candelaria de
de otras imágenes, y que ha dado argu-
cuenta del Cristo de la Vega de Toledo y
mento á la mejor leyenda de Zorrilla, A
buen juez, mejor testigo. El capitán Casti-
esposo que la había dado, y ella invoca
como testigo
llo oiega á Dácil la palabra de
milagrosamente, deja ver en su centro la
imagen
á la peña, que, entreabriéndose
rodeada de candelas.
— Peña, ¿no eres tú testigo?
¿No me la dio?
— ¿Piensas que hablan
Las peñas?
—Cuando Dios quiere.
— ¡Oh, qué maravilla extraña!
con el sublime haremos lo
La frase cuando Dios quiere es admirable y compite
hace efecto ninguno por lo rá-
que sepamos de Zorrilla; pero puesta donde está, no
fugaz
pido mal preparado de la escena, que pasa como un incidente
y

el crítico .tal.ano Pedro


(,) Además de Grillparzer (vm, 340), ha estudiado esta comedia
Monti, en su Discorso sulla vita e sulle opere di
Lupo Felice de Vega Carpió (Milán, 1855 l,«;
con opere teatral:
di Futro Calderón de la Barca,
serto en el tercer volumen de su Teatro scelto
di altri illuslri poeti castigliani Daremos alguna muestra de su juicio:
Lo maravilloso de la accon nace
«La acción de esta comedia es simple, una, maravillosa.
del uso de
cosas que describe, y tamb.cn
principalmente de la novedad y grandeza de las
, ,| OBRAS DE LOPE DE VEGA.

X.-EL NUEVO MUNDO DESCUBIERTO POR CRISTÓBAL COLÓN.

Texto de la Parte/Ude Lope (1614). Debe de ser la misma comedia que con el
solo título de El Nuevo Mundo se cita en la primera lista de El Peregrino, y fué,
por consiguiente, anterior á 1604. Sin duda por la notoriedad de su argumento ha
tenido la fortuna, bien poco merecida, de ser reimpresa y traducida en varias len-
guas,mismo tiempo que yacian en completo olvido las obras más geniales y ad-
al

mirables de nuestro poeta. Figura en el tomo 11 del Tesoro del Teatro español, que
publicó Ochoa en la colección de Baudry (París, 1838); y lo que es más doloroso,
ha sido escogida como muestra inmenso repertorio de Lope, en la serie de tex-
del

tos de literatura española que con fines de enseñanza publica la Casa editorial de
Garnier, bajo la sabia dirección de E. Mérimée (1). Verdaderamente aflige el ánimo

semejante elección, que parece sugerida por algún enemigo postumo del inmortal
dramaturgo. ¿Qué se diría de un crítico español que para dar idea del teatro de
Moliere reprodujese La Princesse d Elide,
1

ó que escogiera por modelo del arte de


Racine Tebaida, y del arte de Corneille el Atila ó el Agesilaol
la

Las traducciones abundan también. En alemán hay la de Mauricio Rapp (2); en


francés la de Damas-Hinard (3); en italiano la de Giovanni La Cecilia (4); en ho-

máquina que en tiempo del poeta no era absurda ni inverosímil. El ameno episodio del baño
,

de Dácil y su amorosa aventura, sirve para hacer conocer mejor las costumbres de los salvajes.
Las escenas se suceden una á otra de improviso, sin que el arte prepare el tránsito de las unas
á las otras, y aparecen como otros tantos grupos distintos entre sí. Pero esto, poco ó nada per-

judica al efecto teatral, pues los acontecimientos tienen suficiente unidad, pudiendo conside-

rarse las escenas como una serie de pinturas sobre lienzos distintos, unas á continuación de otras,

pero refiriéndose todas á un mismo asunto. Los capitanes españoles que intervienen en esta
obra no son notables más que por aquel arrojo caballeresco que los hizo conquistadores de
medio mundo por demás, tienen un carácter uniforme. Los bárbaros no están mejor descri-
: lo

tos. Sólo el carácter de Bencomo tiene realce entre los demás. Se


muestra fuerte y virtuoso y ,

la sencillez de su vida recuerda los primeros tiempos del género humano, y forma apacible
contraste con la avidez y soberbia de los conquistadores españoles. Si cede al fin, no es á la
fuerza de los enemigos, sino á una potencia sobrehumana, que le derriba y postra. Pero sería

de desear que en esta su caída mostrase mayor grandeza. El poeta, por adular á sus reyes,
degradó el carácter de aquel héroe sublime »

(1) El Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón. Comedia de Lope de Vega.Édition annotée
avee notices et biographie par Ed. Barry professeur au
,
lycée de Tarbes. París, Garnier (1897).

(2) En el tomo m de su Spanisckes Theater (primero de Lope de Vega), Leipzig, 1869. Pá-

ginas 199-299.

(3) Thcátre de Lope de Vega. París, Charpentier, 1892. (La primera tirada es de 1842.)
Tomo 1, páginas 217-282.

(4) Teatro scelto spagnuolo antico e moderno. Raccolta dei migliori Drammi, Commedie e Tra-

gedle Torino, 1857-1 859. Tomo m, páginas 103-155.


Clll
OBSEkVACIO.SLS l-KtLlMlNAlCta.

Nimega, en 1S95, con el


landcs una muy reciente de F. Smit Kleine, impresa en

titulo de Columbus (1).


explican el milagro de esta
Los nombres de Colón y de Lope de Vega asociados
al poeta. Pero como el pabellón
difusión, que, por otra parte, no hubiera envanecido
de esta rapsodia, al paso
cubre la mercancía, no han faltado fervientes admiradores
un punto que se confunde con el desacato.
que otros han extremad, - la critica hasta

variaciones del gusto, sera curioso el cotejar varios juicios for-


Como ejemplo de las
Mora-
mulados en ¿pocas sobre esta pieza. Oigamos primero á ü. Leandro
distintas
la pluma, sobre algunas obras dramáticas:
tín en las notas que escribía, al correr de
Lisboa, en Santa Fe, en
«Comedia de las mas disparatadas de Lope. La escena es en
del mar y en el aire. Entre los
Granada, en Barcelona, en Guanaham, y en medio
Providencia, Religión Cristiana, la
personajes de ella hablan el Demonio, la la

Colón. En la tercera jornada hay una con-


Idolatría y la imaginación de Cristóbal
cristiana, teología y lujuria, que no hay
mas
fusa mezcla de fornicación y doctrina
que pedir» (2). .

polo opuesto de la crítica dramática, escribe Damas-Hinard lo


Colocado en el

Q UG Sl ,r UG \

parece superiormente concebida desde el punto de vista español


«Esta pieza me
América es un nuevo mundo conquistado para la
y católico. El descubrimiento de
fe. La visión de Colón en el primer acto, el acto de plantar y adorar la cruz en el

esta idea, y
segundo, y al fin del tercero el bautismo de los indios, hacen resaltar

todos estos episodios forman un conjunto harmonioso.


de su inteligen-
»E1 carácter de Colón esta muy bien trazado. La superioridad
cia, la nobleza de sus sentimientos, la viveza
de su imaginación italiana, su presen-

cia' de ánimo, su sangre fría, su valor, astucia y


humanidad, todo está adinira-

blemente comprendido y no menos admirablemente expresado.
En cuanto Colón
al hombre destinado á
aparece y habla, reconocemos en él al hombre superior,
haya hecho exponer á
grandes cosas. Sin embargo, es de lamentar que Lope no
anunciar un
Colón desde el principio los motivos científicos en que se funda para
nuevo mundo. Es en varios lugares del primer acto, pero esto
cierto que los indica
revelase en alguna de
no es suficiente, á mi juicio: hubiera convenido que nos los
Portugal. Lope
lasprimeras escenas, por ejemplo, en la entrevista con el Rey de

un arreglo que fué hecho para representarse en las fiestas


(1) Más bien que traducción es

del cuarto Centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo (1892), representación qu<
incendio del teatro de Amsterdam. Está en verso
su
llegó á efectuarse á consecuencia del
tod
con una sola escena en prosa y otra en rima perfecta. Por escrúpulo protestante suprime
alegóricos, las escenas entre
las escenas de carácter religioso. Suprime también los personajes
para espectadores
los indios, y muchos historia de España que supone ininteligibles
detalles de
Esta adaptación dio
holandeses, con lo cual la obra viene á quedar reducida á un esqueleto.
motivo al artículo del Sr. Hazañas que ,
citaré luego.
Tomo pági
Obras postumas de D. Leandro Fernández de Morattn. Madrid, 1867.
111,
(21

133-134-
cW OBRAS DE LOPE DE VEGA.

historia verdadera ó falsa del piloto que se dice haber


hizo bien en no omitir la

secreto de existencia de tierras incógnitas hacia


confiado á Cristóbal Colón el la

venir en segundo término. Pro-


elOccidente, pero esta tradición popular debía
héroe de una manera más elevada
cediendo así, el poeta hubiera presentado á su
y seria. .

uno tenaz, circunspecto y cauteloso, la


é Isabel, el
»Los caracteres de Fernando
otra inteligente, piadosa,
prudente y resuelta, son conformes á la historia. Barto-

lomé Colón, devoto de su


hermano y lleno de confianza en su genio, es igualmente
del atrevido
verdadero. En Pinzón está indicado, con algunos rasgos felices, el tipo
Boabdil los hábitos voluptuosos de los últimos
navegante andaluz. Se reconocen en
reyes de Granada. La plebe
de los españoles que acompañan á Colón, Terrazas,
bravos y devotos, sensuales y ávidos, que bus-
Arana y los restantes, son hombres
tiempo que trabajaban para establecer su re-
caban los placeres y el oro, al mismo
lio-ión en el Nuevo Mundo.
pasiones, sus creencias, su ignorancia, están
»Las costumbres de los indios, sus
lo que admiro sobre todo, es la manera cómo ex-
pintadas con mucho arte. Pero
impresión producida por la llegada de los españoles en el espíritu de
presa Lope la
precisamente qué peligro les amenaza, sienten una extraña
in-
los indios. Sin saber
suspenso: parecen pre-
quietud: sus amores, sus odios y rivalidades, todo queda en
cumple.
sentir que un gran acontecimiento se
» Algunos críticos censurarán
acaso ciertos episodios que tienen un carácter más
del asunto. ¿Acaso hubiera valido
épico que dramático; éste era el inconveniente
más que Lope se abstuviese de tratarle?»
cuyos elogios es inútil añadir otros, puesto que na-
Hasta aquí Damas-Hinard, á
panegírico de esta pieza. La verdad, como sucede
die ha ido más lejos que él en
el
exageradas:
muchas veces, se encuentra entre estas dos apreciaciones, igualmente
dista mucho de ser una monstruosidad
dramática, ni una obra dis-
El Nuevo Mundo
que Lope cultivaba, y que ciertamente
paratadísima, admitido el género histórico
nada tiene que ver con la comedia tal
como la entendía Moratin. Es una especie
de poema épico dialogado, mucho
más fiel á la historia que la mayor parte de las
obras que se han compuesto sobre el
mismo tema. Exigir en tal argumento las tres
crítico francés, arguye un candor
famosas unidades, como todavía lo hace algún
extremo ó una preocupación inveterada. Un
drama de Colón tiene que desarro-

llarse en España, en el mar y en


América, y no puede menos de abrazar todo el
históricos desde el principio al fin de la
tiempo marcado por los acontecimiantos
los Soberanos, hasta su llegada triunfal
empresa, desde las proposiciones de Colón á
Barcelona. La unidad de acción existe en su
concepto más amplio, pues aunque
á
concurren á la principal: unas, como la con-
hay varias acciones secundarias, todas
quista de Granada, porque están
enlazadas con el destino de Colón, y era imposible

dejar de llevar al héroe al real de Santa


Fe, donde se firmaron las capitulaciones;

otras, como los amoríos y rivalidades


de los indios, porque, bien ó mal presentadas,
entre la vida salvaje y la de los aventureros de
Europa.
sirven para el contraste
OBSERVACIONES PRELIMINAkES.

grande empresa,
Pero sobre toda esta parte episódica se cierne la unidad de la in-

terpretada con un sentido religioso y patriótico innegable.


esta comedia. Crítico
Otros reparos todavía menos razonables se han puesto á
ha manifestado muy
hay que, olvidándose de que el teatro es pura convención, se
antes de la llegada
sorprendido de que los indios aparezcan hablando en castellano
en el teatro, el dialecto de las
de los españoles. Pues ¿qué lengua habían de usar
islas Caribes? Por esta regla, Bayaceto
debería hablar en turco, Mitrídates en la

lengua del Ponto, y Atalía en hebreo, puesto


que de fijo ninguno de ellos supo en

su vida palabra de francés. ¡Valiente torre


de Babel sería el teatro con este proce-

dimiento!
No son estos pueriles motivos los que nos obligan á declarar que El Nuevo
es obra de calidad muy inferior. No son
siquiera otros defectos
Mundo de Lope
técnicos, tan palpables que no hay mérito alguno en descubrirlos; ni incongruen-
cias tales como las alusiones á la Mitología en boca de indios, más groseras, sin

duda, pero no más absurdas en el fondo, que y sentimientos palacie-


las galanterías

personajes griegos y ro-


gos que la tragedia francesa atribuyó sistemáticamente á
El Nuevo Mundo es el contraste entre la ejecución, débil,
manos. Lo que daña á
atropellada, superficial, infantil muchas veces, y la grandeza abrumadora del
del mundo; en condiciones
asunto. Y, sin embargo, el poeta era de los más grandes
qu'izá superior á todos. ¿Cómo
explicar este fracaso? Dése cuanta parte se
nativas
improvisadora; algo mas
quiera á su genial precipitación, á los azares de su vena
algún vicio radical que no han
que esto debe de haber: quizá el argumento entraña
algunos insignes, que han querido
podido vencer los esfuerzos de todos los poetas,
teatro ó á la epopeya el descubrimiento de
América. Es uno de los casos
llevar al
invención poética. Y aquí
en que la sublime realidad histórica oprime y anonada la
es de ayer, comprobada y documentada
en todas sus partes, sin que le
la historia
modo de refugiarse en la penumbra de la leyenda, á la cual sólo
quede á la fantasía

tiempos remotos y fabulosos. Cuando comienza la


historia crítica,
convienen los
fuera insensatez buscarla
acaba la epopeya. Cuando la poesía sale de los archivos,
historia moderna pueda ser fuente
en boca de los juglares y rapsodas. Para que la
siglos vaya deformando la noción
de poesía, será preciso que el transcurso de los
histórica y engendrando nuevos mitos.
circunstancia de haber sido él
Añádase á esto, en el caso particular de Colón, la
diario y en sus
mismo el primer historiador de sus viajes y descubrimientos, en su

cartas, donde no sólo se espontánea elocuencia de un alma inculta, á


admira la

por el poder de la emo-


quien grandes cosas dictan grand.s palabras, levantándola,
á alturas superiores á toda retórica, sino que
aparece el hombre ente-
ción sincera,
desalentada y de sobrena-
ro, con su mezcla de soberbia y debilidad, de amargura
misión histórica con la ilu-
tural esperanza; con el presentimiento grandioso de su ;

con terror religioso que le penetra y embarga al


minación súbita de su gloria; el
fantasías proféticas, en
ver descorrido y patente el misterio de los mares; con sus
especerías del Le-
que el oro de Paria y la conquista de Jerusalén, las perlas y las
cv , OBRAS DE LOPE DE VEGA.

conversión de los subditos del Gran Kan de Tartaria, forman tan


abiga-
yante y la

prestigioso conjunto. Porque fué providencial


que en el descubridor se jun-
rrado y
místico, hombre de ciencia experimental
tasen aquellas tan diversas cualidades de
de inmenso amor á la naturale-
hasta cierto grado, hombre de sentimiento poético y
supersticiosamente del oro, pero con cierto gé-
za,y logrero genovés, enamorado
confundirse con la sórdida codicia (i).
nero de superstición romántica que no ha de
creemos que
Por muy refinada y compleja que sea hoy la psicología dramática,
impulsos que agitaron el alma de Colón no son de los que caben en el poema
los

escénico. Sólo la novela, cuyo campo es ilimitado, y que escrita de cierto modo
comentario é interpretación de la historia, sería capaz de expresarlos,
puede ser

aunque hasta ahora apenas lo haya intentado. Pero aun la novela misma
tendría que

luchar con la competencia de la historia, tan amena y brillante, de


Washington
Irving, que, como libro popular, no ha sido superado todavía.
Pobre é infeliz recurso sería el de introducir episodios amorosos en tal historia,
aunque del amor principalmente viva el teatro. La trascendencia humana de la em-
presa excluye y aun hace parecer ridículo todo móvil que no sea la fe religiosa, la
curiosidad científica, el anhelo de conquista y poderío, la exaltación del espíritu

aventurero y la fiebre del oro. Tampoco hay verdadero conflicto dramático; el

conflicto fué con la naturaleza y no con los hombres, y este género de luchas no
sirven para el teatro. La conquista del mar tenebroso, el arranque sublime con que

nuestra raza ensanchó los angostos términos del antiguo mundo y completó el co-
nocimiento del planeta, puede reflejarse de algún modo en los raptos y visiones de
la poesía lírica, que rompe todos de lugar y tiempo, y logra condensar la
los lindes

intuición del universo en un momento de la vida del poeta: pero de fijo se


estre-

llará quien intente tratarla en forma directa y encerrarla entre


los bastidores de un

escenario de comedias. Ni siquiera cabe la intervención de lo sobrenatural, el

Deus ex machina, porque sobrenatural es la acción misma, aunque lograda en apa-


riencia por medios puramente humanos.
En todos estos escollos naufragó Lope, que fué el primer dramaturgo que se
embarcó en este ingrato argumento, de tan seductora apariencia. No le abandonó
principa-
su habitual conciencia histórica, y demuestra haber leído dos de los cuatro
les libros que hasta entonces corrían impresos sobre la materia,
es á saber: las His-

(i) Este rasgo del carácter del descubridor tampoco se le ocultó á Lope de Vega, que pone
en su boca estas palabras:
Señor, dineros, que el dinero es todo:

Es el maestro, el norte, la derrota,

El camino, el ingenio, industria y fuerza,


El fundamento y el mayor amigo

del oro se hace tesoro, y


En una de sus cartas había dicho Colón: «El oro es excelentísimo;
con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega á que echa las ánimas al

Paraíso.»
1

OBSERVACIONES PRELIMINARES. CVII

Gonzalo Fernández de Oviedo (1555; Y de Fran-


tortas generales de las Indias, de
No parece haber conocido ni las Décadas de Pe-
cisco López de Gomara (1552).

dro Mártir, ni la biografía del Almirante, que Alfonso de Ulloa imprimió en 157

á nombre de D. Fernando Colón, y que, á lo menos en lo sustancial, es in-


su hijo
los textos enton-
disputablemente obra auténtica. Ni mucho menos tuvo acceso á
Fr. Bartolomé de las Casas.
ces inéditos del cura de Los Palacios y de
Ue los historiadores de Colón he escrito largamente en otra parte, y no pro-
cede repetir lo que allí expuse. Se ha acusado á
Oviedo de parcial y sospechoso en

las cosas de Colón, que trata en


los tres primeros libros: más bien debería llamár-

sele ligero y mal informado. No conoció


más que de vista, y siendo muchacho, al
Almirante, pero admiraba tan sinceramente, que deseaba para él una estatua de
le

oro macizo, y de su memoria decía que


«no puede aver fin, porque aunque todo lo
escrito y por escribir en la tierra
perezca, en el cielo se perpetuará tan famosa his-

toria». No obstante, D. Hernando


Colón le maltrata por haber recogido sin crítica
cuentos vulgares y rumores ofensivos á la prioridad del descubrimiento hecho por
Es Oviedo el primer historiador que consigna la tradición del piloto
su padre.
muerto en casa de Colón, pero la consigna sin darla gran crédito («que esto passase
asi ó no, ninguno con verdad lo
puede afirmar») y como «novela que anda por el
mundo entre la vulgar gente». Hay, además, en la relación, demasiado sucinta y
atropellada, que Oviedo hace de los viajes de Colón, notables
confusiones de tiem-
leer más atentamente á Pedro
pos y lugares, que podía haber remediado sólo con
Mártir, si es que sabía bastante latín para entenderle. Pero no por eso es
desprecia-

ble su testimonio, pues nos conserva una versión que


pudiéramos llamar popular

entre soldados y marineros, favorable á los Pinzones, aunque


no hostil sistemática-

mente al Almirante. Si es cierto que en historia debe oirse á todos, no hay razón

para declarar fábulas y mentiras todo lo que en Oviedo no concuerda con


las cartas

de Colón ó con las Décadas de Pedro Mártir.


En cuanto á Gomara, sería uno de los mejores historiadores del siglo xvi si hu-

biera sido tan cuidadoso de la verdad y tan diligente en averiguarla, como lo fué en
hacer alarde de su limpia dicción y picantes agudezas. Por lo tocante á los primeros
descubrimientos, Oviedo fué su principal fondo, sin que añadiese nada nuevo, salvo
'
tradiciones y rumores vagos, de origen obscuro y de poco fundamento. Fué el pri-
mero que dio por historia averiguada el cuento del piloto que murió en casa de

Colón, dejándole sus papeles.


De uno ú otro de estos autores, ó quizá de entrambos, porque Lope leía mucho,
pasó esta anécdota á la comedia que vamos analizando, donde se pone en boca del
descubridor mismo:

Yo soy Cristóbal Colón


(Alto Rey de Lusitania);

Nací en Nervi, pobre aldea


De Genova, flor de Italia.

Ahora vivo en la isla


cv.ii OBRA* UE LOPE UE VEGA.

Que de la Madera llaman,


Adonde aportó un piloto,
Huésped de mi humilde casa.

Éste, de la mar perdido,

Enfermo, vino á tomarla


Por hospital y por muerte,
Por sepultura y posada.
Llegado al tránsito, pues,

De dar á su dueño el alma,


Moviendo en los dientes fríos

La voz ya trémula y baja,


«No tengo, Colón (me dijo),
Otro premio ni otra paga
De tu rica voluntad,
Y tu pobre mesa y cama,
Sino son estos papeles,
Que de marear son cartas,
En que van mis testamentos,
Mis codicilos y mandas.
Estos son mis muebles todos;
Raíces, no hay que buscallas,

Que todos son bienes muebles


Cuantos de la mar se sacan.

Por el Océano, pues,


De Poniente caminaba,
Cuando una tormenta fiera

Mi seso y nave arrebata.


Sin norte, aguja ni tiento,
Por sus anchuras me pasa,
Donde vi con propios ojos
Nuevo cielo y tierras varias,
Tales, que nunca los hombres
Pensaron imaginarlas,
Cuanto más que fueran vistas

Y de nuestros pies tocadas.


La misma tormenta fiera
Que allí me llevó sin alas,
Casi por el mismo curso
Dio conmigo vuelta á España.
No se vengó solamente
En los árboles y jarcias,

Sino en mi vida, de suerte


Que ya, como ves, se acaba.
Toma estas cartas y mira
Si á tales empresas bastas;
Que si Dios te da ventura,
Segura tienes la fama.»
,

OBSERVACIONES PRELIMINARES. CIX

Dijo, y apretando el cuello,

De donde entonces colgaba


El alma, que ya salía,

Cortó el hilo á las palabras.

Yo, que aunque pobre nací,


Tengo para cosas altas
Entendimiento y valor,
(Que aquí no es vil la alabanza),

Quiero, si me das favor,


Desta empresa temeraria,
Desta tierra nunca vista

Ser el primer argonauta.


Iré a darte un nuevo mundo
Que á Portugal rinda parias
Para tu gloria y aumento,
Piedras, perlas, oro, plata.
Dame algunos portugueses,
Naves, carabelas, zabras;
Que yo romperé con ellos

Las nunca tocadas aguas.


Serás señor del camino
Que el sol más ardiente abrasa
Y la gente que le habita
Haré que bese tus plantas.

Esta relación es acaso lo mejor escrito de la obra; pero el poeta, fascinado por el

prestigio de la conseja popular, no repara lomucho que amengua la talla de su hé-


roe, después de haberle presentado en la escena anterior como un genio, agitado
por el demonio de la inspiración para el cumplimiento de una misión altísima:

Una secreta deidad

Á que lo intente me impele,

Diciéndome que es verdad;


Y en fin, que duerma ó que vele,

Persigue mi voluntad.
¿Qué es esto que ha entrado en mí?
¿Quién me lleva ó mueve ansí?

¿Dónde voy, dónde camino?


¿Qué derrota, qué destino
Sigo ó me conduce aquí?

Aqui está en verdadero espíritu de Colón, que tenía mucho de ilumi-


germen el

nado y visionario; aspecto que Lope procura exteriorizar mediante las apariciones
de la Imaginación (que es como su demonio interior, su demonio socrático), de la
Religión cristiana, de y del Demonio. Es lástima que toda esta parte fan-
la Idolatría

tástica y simbólica, de que Moratín y otros se han burlado sin entenderla, esté eje-

cutada de un modo tan primitivo, que recuerda las formas procesales de los autos
OBRAS DF. LOPE DE VEGA.

concepción inicial es poética y grandiosa, y


v misterios de la Edad Media; pero la

sirve al autor para exponer indirectamente la filosofía del descubrimiento, que para
triunfo y ensalzamiento de la cruz y la salvación
de infinitas almas.
él significa el

por eso se olvida de los


manoseados argumentos contra la conquista, aunque
No
éstos, naturalmente, los
pone en boca del Demonio y de la Idolatría, que desean
prolongar su dominio en América, y los refuta
por boca de la Providencia:

No los lleva cristiandad,

Sino el oro y la codicia.

España no ha menester
Oro, que oro tiene en sí;

Sépanlo buscar allí,

Que aun yo le haré parecer.

So color de religión

Van á buscar plata y oro


Del encubierto tesoro.
—Dios juzga de la intención:

Si Él, por el oro que encierra,


Gana las almas que ves,
En el cielo hay interés;

No es mucho le haya en la tierra.

Es histórica la repulsa que el Reyde Portugal hizo de los proyectos de Colón,


pero segurameete no lo son las burlas, insolencias y desatinos cosmográficos que se

ponen en puede darse cosa más ajena del carácter del Príncipe Perfecto,
su boca; ni

tan enaltecido por Lope en otra comedia, escrita muchos años


después y con más

inteligencia y respeto de la verdad histórica, aun en el punto de las relaciones de


Colón con Portugal. Para ensalzar á Colón no hacía falta poner en ridículo á un
Rey tan grande:
No sé cómo te he escuchado,
Colón, sin haber reído,
Hasta el fin, lo que has hablado;
El hombre más loco has sido
Que el cielo ha visto y criado.
¡Un muerto con frenesí
Te pudo mover ansí
Con dos borrados papeles!
Si de engañar vivir sueles,
¿Cómo te atreves á mí?

Oviedo (lib. i, cap. iv) se limita á decir que el Rey, «informado de sus consejeros

y de personas á quienes él cometió la examinacion desto, burló de quanto Colon


decia, é tuvo por vanas sus palabras».
Todavía es menos histórica la escena, por otra parte muy cómica, en que los Du-
cxl
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

las ofertas de Colón, y le hacen


ques de Medinaceli y Medinasidonia se mofan de
pasar una especie de carrera de baquetas.
Lope ha recargado malignamente el cua-
de aquellos magnates.
dro, con intención poco caritativa para los descendientes
leer en Oviedo es lo que sigue: «Llegado á Sevilla, tuvo sus inteligen-
Lo que pudo
y valeroso don Enrique de Guzman,
duque de Medina-Sidonia;
cias con el ilustre

y tampoco halló en él lo que


buscaba. É movió después el negocio más largamente
duque de Medina Celi; el qual
con el muy ilustre don Luis de la Cerda, primero
también tuvo por cosa fabulosa sus ofrecimientos,
aunque quieren decir algunos
al dicho Colom en su villa
que el duque de Medina Celi ya queria venir en armar
licencia el Rey é Reyna Ca-
del Puerto de Sancta María, y que no le quisieron dar
Gomara, escribiendo más al vuelo, dice que «entrambos duques
thólicos para ello.»
italiano burlador». La ver-
tuvieron aquel negocio y navegación por sueño y cosa de
dad es que todo esto se halla en el aire, por falta de
documentos fehacientes. Si al-
el descubrimiento, todo
guno hay, más bien indica lo contrario. Cuando, realizado
el mundo se dio á exagerar su participación
en él, también el Duque de Medinaceli
parte en los provechos, porque había tenido en su casa dos años
á
salió reclamando
Portogal y se que-
Colón: «Yo tove en mi casa á Cristóbal Colomo que se venia de
ria ir al rey de Francia para que emprendiese
de ir á buscar las Indias con su favor

y ayuda, é yo lo quisiera probar y enviar desde el Puerto {de Sta. María), que tenia
buen aparejo, con tres ó cuatro carabelas, que no me demandaba más; pero
como
vi que era esta empresa para la Reina nuestra
Señora, escrebilo á Su Alteza desde
supliqué á Su Al-
Rota, y respondióme que gelo enviase: yo gelo envié entonces, y
servicio, que me mandase
teza, pues yo no lo quise tentar y lo aderezaba para su
hacer merced y parte en ello, y que el cargo y descargo deste negocio fuese en el

La comedia de Lope indica, sin embargo, que la tradición contraria


Puerto» (i).

persistía á principios del siglo xvn.


Nada hay quedecir de otras particularidades de la comedia, porque en general

va ceñida á las crónicas de Oviedo y Gomara, si bien muy


superficialmente extrac-

tadas. era dramático de suyo, y del motín de los marineros poco partido
El viaje no
sido tachadas de
podía sacarse. Las escenas de amor que pasan en América han
excesivo realismo, y aun de brutales y groseras, pero indican cierto
conato de color

casi siempre frustrado. Lope adivinó que la sorpresa mutua de


indígenas y
local
europeos, y elcontraste de sus ideas y hábitos, podía ser una fuente de interés poé-
tico; pero poco versado en las cosas americanas, y trabajando, por otra parte, con
indicaciones que
gran descuido, apenas acertó á beneficiar ninguna de las preciosas
consignar
hay en los primitivos historiadores y geógrafos de Indias, limitándose á
algunos nombres exóticos de plantas, animales y utensilios, que,
mezclados con otros
conquista,
enteramente europeos y desconocidos en el Nuevo Mundo antes de la
vicio
forman la fauna y la flora más extravagante y abigarrada que puede, darse:

tomo de Colección de ¡os via-


14 de la colección diplomática de Navarrete,
la
(i) Número 11

jes y descubrimientos ,
páginas 22 y 23.
, ,

, V1 ,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

común, por otra parte, en todos los poetas descriptivos de entonces, incluso en el
mismo Pedro de Ona, que no había salido de Chile y el Perú cuando compuso su
Atanco domado, donde, sin embargo, la vegetación es enteramente fantástica y
aprendida en los poetas italianos. Tampoco parece muy americano aquel areito que

Lope hace cantar á sus indios en los desposorios de Tacuana, ni mucho menos la idea

de hacerle acompañar con panderos; pero aun en esto se trasluce la continua pre-
ocupación del canto y danza popular que Lope tenía, y que le fué de tanto auxilio:

Hoy que sale el sol divino,


Hoy que sale el sol;
Hoy que sale de mañana,
Hoy que sale el sol
Se juntan de buena gana,
Hoy que sale el sol,

Dulcanquellín con Tacuana,


Hoy que sale el sol.

Nuestro areito glorioso

Hoy que sale el sol,

Consagre el canto famoso;


Hoy que sale el sol divino,

Hoy que sale el sol.

Como rasgo altamente cómico, pero que á la par demuestra feliz intuición del

espíritu de los salvajes, puede citarse la ocurrencia del indio que, enviado por Pin-

zón para llevar unas naranjas al P. Buyl, se come la mitad en el camino, y reconve-
nido por el hurto con el testimonio de una carta que llevaba consigo, se figura que
elpapel ha sido su acusador, y cuando quiere repetir el hurto con unas aceitunas,
entierra la carta para que no le vea, y sacándola luego muy satisfecho con su pre-
caución, se asombra de que por ella le arguyan del robo (i).

Algo hay, pues, en esta comedia que acredita el ingenio de su autor. Muy ende-
ble es, sin duda, pero, al fin, obra de Lope, que nada hizo enteramente malo. Y en

los anales de la literatura tiene la curiosidad de ser la más antigua producción dra-

mática consagrada al descubrimiento del Nuevo Mundo, sin que ninguna de las pos-

teriores la haya aventajado mucho ni en fidelidad histórica, ni en interés teatral,

aunque por lo común parezcan menos toscas y rudas en su traza, estilo y artificio.

Claro es que, al decir esto, no me refiero al Cristóbal Colón de Cornelia (1790),

que es quizá la más perversa entre todas las producciones de este infando autor,
clavado por Moratin en la picota de su sátira inmortal. Ni tampoco á aquella come-
dia inglesa, The Colombus, de autor para mí desconocido, que el mismo D. Leandro

(i) Citó ya con elogio estas chistosas escenas (aunque atribuyéndolas, por error de memoria,
á la comedia de Los Guanches de Tenerife') el abate Marchena, en el discurso preliminar á sus
Lecciones de Filosofía, Moral y Elocuencia (Burdeos, 1820), 1, pág. 72.
OBSERVACIONES PRLLIMINARES. CXÜI

vio representar en Londres en 1792, y de la cual nos ha dejado esta chistosa cari-

catura:
«Aparece Colón en la isla Española con sus companeros y soldados, y entre ellos

que hace de capellán, y un inglés aventurero, que, como es


natural, es el
un fraile
admiran y se
más galán, el más valiente y el más amable del mundo. Los indios se
escenas episódicas, resulta
aficionan de los nuevos huéspedes, y al cabo de algunas
el suelo para que la
que los soldados de Colón se amotinan: él pone una lanza en
leal; pero todos se van al otro
atraviese, pasando de su parte, el que sea honrado y
lado y le abandonan, excepto el inglés, que (como se deja inferir) es más honrado y
animoso que todos y se pone al lado de Colón, dispuesto á resistir á todo el
ellos,
el inglés tiene que escapar en
universo. No obstante, cargan de cadenas á Colón, y
camisa, porque trataban ya de quemarle con otros
cuantos por hereje, lo cual da
porque aunque entonces
motivo á varias chuscadas contra el fraile y la Inquisición,
ni los ingleses eran herejes, ni la Inquisición se había establecido, es menester que

el y en efecto
patio se ria, se ríe.El tercero, cuarto y quinto actos se gastan en los

amores del inglés con una india, en burlarse ésta de dos personajes grotescos espa-

ñoles, de los cuales el uno es médico, y hacerles creer que los dos deben morir á un

tiempo: el uno se hace el muerto, y el otro patalea y hace visajes, y el auditorio se

con esta caricatura de entremés. Para templar la risa grosera que


complace infinito
la víctima una de las sacer-
esto excita, se trata de hacer un sacrificio al sol, siendo
dotisas del templo. ceremonia casualmente, y sobreviene una tempestad
Se dilata la

espantosa, y entre los truenos y rayos que la acompañan se


ve desplomar una parte

saliendo de entre sus ruinas la sacerdotisa destinada al sacrificio.


En-
del templo,
que se había quedado
cuéntrase con ella un español, amante suyo y amigo de Colón,
en su prisión:
en la isla; quiere llevársela, pero ella lo resiste y vuelve á meterse
llega el caso de que lepero se oye ruido de batalla, los indios se
van á asaetear,

asustan, y aparece Colón, vestido de galán, trayendo varios


presentes de Europa,
amante
premiado del Rey y vencedor de sus enemigos: la sacerdotisa se casa con su
el manuscrito de
español, y la india que se burlaba del médico, con el inglés. Por
estacomedia dieron los cómicos al autor diez y seis mil reales: según todos los
cuantas se han
papeles públicos, ha sido una de las más concurridas y aplaudidas de
representado en estos últimos años» (1).

colección de las obras de Juan Jacobo Rousseau figura una tragedia


lírica
En la
no
en tres actos muy cortos, La Découverte du Nouveau Monde, escrita en 1740, y
representada nunca. No tiene más curiosidad que el nombre de su autor, y aun
asi,

pocos se habrán fijado en mucho ruido, y es por vanas razo-


ella. Hizo, en cambio,
representado
nes muy curioso, el Christophe Colomb, de Nepomuceno Lemercier,
consigo mismo
en 1809. Lemercier, que era un innovador á medias, contradictorio
y de fuerzas por todo extremo inferiores á la audacia de sus propósitos, llamó á su

Obras postumas de D. Leandro Fernández de Meratín (Madrid, 1867^, t. m, págs. 1S3


(1)

y 184.
cxlv OUKAS DE LOl'E DE VEGA.

pieza comedia histórica shakspiriana , y tuvo el arrojo de violarlas unidades de

lugar y tiempo, que, en verdad, eran incompatibles con tal asunto. Hizolo por me-
dio de un hábil escamoteo, presentando siempre á la vista del público la carabela
de Colón, con lo cual el viaje se efectúa sin cambio de escena, salvándose en apa-
riencia el ridículo precepto, al mismo tiempo que se le conculca en lo sustancial. El
recurso era ingenioso, pero la pieza fué silbada, y quizá lo merecía por otros con-

ceptos. El tumulto fué tan espantoso, que se convirtió en batalla campal, y un hom-
bre quedó muerto en y otros muchos salieron magullados y contusos, en
el teatro,

obsequio á la Poética de Boileau y á las tres unidades. En cambio, el carácter semi-


rromántico de la pieza la hizo grata á Guillermo Schlegel, que en su Curso de litera-
tura dramática (lección 12) encuentra en ella verdadero sentimiento del arte, aun-
que reconoce la debilidad de la ejecución (1).

En estos últimos años el dominico P. Lhermite ha compuesto, con el título de Co-


lomb dans les fers, un drama de notable mérito poético, pero infiel á la historia en
muchas circunstancias. Como ya lo indica su título, no tiene por argumento el des-
cubrimiento de América, sino la prisión de Colón por Bobadilla, que, por cierto,

muere asesinado al fin de la pieza. Como era de rigor en tal asunto, salimos bastante
malparados los españoles, á quienes Colón califica de horda desde el segundo verso.
Es obra también de relativo mérito, aunque excesivamente melodramática y llena
de efectos vulgares, no menos que de absurdos históricos, el Cristo/oro Colombo
de Pablo Giacometti, que en dos partes y diez actos abraza toda la historia del hé-
roe. Jorge Briano, maestro de Silvio Pellico, hizo representar en Turín, en 1842,

laprimera parte de una trilogia colombina, y aun del mismo Silvio se dice que había
empezado á trabajar un poema dramático sobre este argumento. Melodramas líricos
hay varios, comenzando por el de Pradelini, Colombo ovvero l' India scoperta, que
seremonta á 1691. Uno solo merece citarse, siquiera por ser de quien es, aunque
no tenga mucha fama entre sus libretos: el Colombo de Félix Romani, música de
Morlachi, estrenado en Genova en 1828. Otras tentativas italianas son tan infelices,

que sólo en una nota bibliográfica pueden recordarse (2). En uno de estos dramas,

(1) Apenas mención un melodrama en cinco actos y ocho cuadros, de Mestépés


es digno de

y Eugenio Barré, Christophe Colomó, estrenado en París en 186 1: obra de


mero aparato y bam-
bolla teatral.

(2) Parece ser más antigua una comedia de las llamadas en Italia delfarte, es decir, impro-
la

visadas, que se representó en Genova en 1708. Á ella siguieron una de Pedro Chiari, que se ha
perdido, y las dos de Francisco Cerlone, // Colombo nelle Indie y Gli Empi puniti, ossia ilri-

torno di Colombo ncl Messico (¡).

De 1830 es otro drama de gran espectáculo, de Gherardi d'Arezzo. Añádanse el monólogo de


ultime ore di Colombo; la comedia de Garassini, Lanahiolo o marinaio>\ el melo-
Gazzoletti, Le
drama lírico de Pollezi, Colombo J andullo, y otros varios libretos, de los cuales el más reciente

es el de Luis Illica, música de Franchetti (1892).


De la mayor parte de estas obras se da razón en el libro de P. Carboni, Cristoforo
Colombo

nel teatro (Milán, 1892), trabajo superficial, pero curioso.


OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXV

siglo pasado), Colón hace la con-


e! de Francisco Cerlone (poetastro napolitano del
quista de Méjico, é impone al Nuevo Mundo el nombre de América. Otras versan
de Colón, que quiere hacerse marinero á pesar de sus padres.
Con
sobre la infancia

éste y otros pueriles modos se ha intentado


rejuvenecer una materia que parecía

exhausta, aunque en realidad esté casi virgen.


de Ale-
Nada puedo decir de los dramas alemanes de Federico Rückert (1845) y
el de Rückert, eminente poeta
jandro Dedekind (1892), porque no los he visto; pero
lírico, algo bueno debe de tener, aunque
sus condiciones nativas no fuesen las más

adecuadas para el teatro.

En España, finalmente, además del Cristóbal Colon de D. Juan de Dios de la


Rada y Delgado, que se representó con algún éxito en el teatro de Novedades de
es sabido que el des-
Madrid, en 1863, y de otras producciones menos extensas (1),
el drama de D. Tomás Rodríguez
cubridor del Nuevo Mundo interviene mucho en
Rubí, Isabel que nos abstendremos de juzgar en obsequio á la memo-
la Católica,
é ilustre autor dramático, que en la comedia
ria de aquel respetable compañero

propiamente dicha obtuvo merecidos triunfos.


Numerosas son, como se ve, las tentativas dramáticas de que Colón ha sido
ob-
veces mejor concerta-
jeto, pero no es seguro que ninguna de ellas (aunque estén á
progresos de la técnica teatral)
das y escritas, como era de presumir, dados los
ruda y tosca, y segura-
saque grandes ventajas poéticas á la de Lope, con ser tan
mente una de las peores de su inmenso repertorio. En ella, por lo menos, el descu-

brimiento está entendido á española y con sentido común; hállanse indicados


la
gran
algunos rasgos del verdadero carácter de Colón; la historia está tratada con
simplicidad y llaneza, y los candorosos yerros que hay nada tienen que ver con las
groseras falsedades y artificios novelescos que tanto abundan en las
adocenadas

producciones de la literatura colombina. La verdad es que hasta ahora, ni en el


teatro, ni en la epopeya, ni en la poesía lírica (2), á pesar de grandes esfuerzos y de

fragmentos muy felices, ha logrado su digna y total glorificación aquel hecho


portentoso, que Francisco López de Gomara llamaba en 1552 «la mayor cosa, des-

pués déla creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió».

No son los asuntos más fértiles para el arte los que en la historia se presentan con

más realce y atractivo. Regularmente acontece lo contrario. De una tradición obs-

cura, de una anécdota local, de una copla de cuatro versos, brotaron las maravillas

(1) Tales son: *¡ Tierra!», cuadro lírico-dramático de D. José Campo Arana, música de don

Antonio Llanos (1879); La última hora de Colón, cuadro dramático, en catalán, de D. Víctor
Balaguer (1868); Colón y el Judio Erran!;, por D. Eugenio Sánchez de Fuentes, y
seguramente

otras que no recuerdo.


No hablaré de estas manifestaciones, tanto por ser muy numerosas, y en cierto modo
(2)
juicio él
ajenas de mi plan, cuanto por haber tratado ya de ellas con selecta erudición y recto
Colón y la Poesía, in-
joven y distinguido escritor americano ü. Calixto Oyucla, en su estudio
serto en la revista madrileña El Centenario en 1
OBKAS 1>E LOl'E UE VEGA.

de PeribáñeXt de El Comendador de Olmedo, de Fuente Ovejuna, de La


Estrella

,/
(
,s.
de /'.'/ ><T O. Pedro en Madrid- Y de la inmensa realidad histórica de
.

los viajes de Colón, nadie, ni el mismo Lope, pudo sacar nada, porque la historia lo

había agotado todo (i).

XI— LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN.


Parte 23 (postuma) de Lope (1638). Es seguramente comedia de sus
Texto de la

últimos años, y trazada para halagar á su patrono el Duque de Sessa, descendiente


del inmortal conquistador de Ñapóles. Promete al fin una segunda parte, que pro-
bablemente no llegó á escribir.

Si grandes dificultades ofrecía para el teatro el descubrimiento del Nuevo Mundo,


no eran menores las que presentaba la figura enteramente histórica del Gran Capitán.
Hechos y personajes tales exceden el marco de la escena, y quedan desnaturalizados

y empequeñecidos cuando se los arranca de las páginas de una crónica, que es el


más digno pedestal de su grandeza. Lo cual en nada contradice la profunda senten-
cia aristotélica que declara la poesía cosa más grave y filosófica que la historia, antes

la confirma y robustece, mostrando cómo la poesía abdica de su dignidad y dege-


nera de su intrínseca virtud, cuando, en vez de inspirarse en la historia, la copia é

intenta sustituirla. No son incompatibles la verdad poética y la historia, antes suelen

coincidir, y poesía es la historia á su modo; pero tal congruencia ha de buscarse no


en el material detalle de los hechos, sino en la intuición del alma de lo pasado, que
se manifiesta mejor á los ojos del artista en la penumbra de la leyenda que en la

plena luz de la historia. Las épocas remotas donde hay que reconstruirlo casi todo,

los personajes vaga é imperfectamente conocidos, atraen la fantasía con el prestigio

del misterio, y están convidando al poeta para que cumpla su oficio de vate, desci-
frando lo arcano, entreviendo lo porvenir, y mandando juntarse de nuevo á los hue-

sos insepultos. Cuando la historia calla ó habla á medias, toca al poeta completarla
é interpretarla: cuando la historia cercana á nosotros tiene todo el rigor y certeza

de los documentos diplomáticos, debe enmudecer la poesía si no quiere parecer in-

ferior á su hermana. Quizá en ninguna parte como en el riquísimo teatro histórico

de Lope de Vega puede estudiarse ambos procedimientos, y el


la diferencia entre

opuesto resultado que dan, aun manejados por un mismo poeta, á quien en dotes

(1) Son numerosos los juicios sobre esta comedia de Lope. Además de los de Grillparzer
(Studien, So-82), Klein (x, 54 y siguientes) y Schaeffer 107) hay que mencionar los varios (1.

que se publicaron en España con ocasión del centenario del descubrimiento de América, entre
los cuales merecen particular recuerdo el de D. Antonio Sánchez Moguel (en su libro Espa-

ña y América , 1
895 ,
páginas 87-99), el de D. Juan Pérez de Guzmán (Colón en el teatro de Lope

de Vega, inserto en un número extraordinario del Memorial de Artillería), y el de D. Joaquín


Hazañas y la Rúa, en la Revista contemporánea, 15 de Agosto de 1898.
C XV II
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

Compárense sus leyendas con sus crónicas y se


dramáticas no ha aventajado nadie-
,

sus pro-
palpará la exactitud de lo que
venimos diciendo. Cuando el poeta vuela con
pide á la tradición un nombre, un
hecho, el tema de
pias potentísimas alas, y sólo
á las más altas esferas del arte,
produce criaturas
una canción popular, se encumbra
inglés pueden equipararse, y alcanza
no solo la
vivas que con las del gran trágico
histórica íntima y sustancial. Cuando
calca servil-
verdad poética, sino la verdad
informes, sin unidad orgánica y sin
mente la historia, produce crónicas dialogadas,
espíritu de adivinación histórica.
una de las obras mas irre-
No embargo, Las Cuentas del Gran Capitán
es, sin
corrección de
vejez del poeta, no sólo tiene la
gulares de su género. Escrita en la
obras, sino una acción bastante sencilla,
que en reali-
estilo propia de sus últimas
solo de la vida de Gonzalo. Lope
comprendió esta
dad se concreta a un momento
los triunfos de
su héroe, la conquista de Ñapóles,
vez que las grandes campanas de
el Renaci-
la faz del arte de la guerra en
Ceriñola y el Careliano, que cambiaron
batallas y ase-
sino épica. Prescindió, pues, de
miento, no eran materia dramática,
basada
espectáculo, hizo una comedia anecdótica,
dios y en vez de una comedia de
en el hecho histórico del viaje del Rey
Católico
en e'l dicho vulgar de las cuentas,
Gonzalo.
a Ñapóles en 1506, y en las
infundadas sospechas que tuvo de la lealtad de
que le trató en los últi-
y que fueron
labrando en él hasta engendrar el desvío con
mos años. T .

reduce á la entrada del Rey en .Ña-


El fondo histórico de esta comedia, que se
póles, puede estar tomado de la Coránica
llamada las dos Conquistas del reyno de
que por un fraude editorial
Ñapóles (1), voluminosa compilación de autor anónimo,
del Pulgar, autor de otra crónica ó mas
bien Breve
fué atribuida á Hernán Pérez
cuentas son una invención
suma de los hechos del mismo glorioso caudillo. Las
vulgar, pero, según acontece con todas las
anécdotas famosas, tiene ésta cierto valor

como censura de la parsimonia y suspicacia del Rey Católico, y pudo te-


simbólico

de Ñapóles, donde se cuentan las altas


llamada las dos Conquistas del reyno
(1) Coránica
hechos y haza-
príncipe Rey don Alonso de Aragón. Con los
y heroyeas virtudes del serenissimo
Hernández de Aguilar
ña maravillosas que en paz y en guerra hizo el Gran Capitán Gonzalo
los Capitanes don Diego de Mendoza y
don Hugo
y de Córdoba. Co las claras y notables obras de
de Cardona, el conde Pedro Navarro, Diego
Garda de Paredes y otros valerosos capitanes de su
tiempo . ,.

gran Capitán: a honor y gloria de d:os en


.Fué impressa la presente coránica general del
Ubros Acabóse
la muy noble y leal ciudad de
Zaragoza en casa de Agustín Milla u, impresor de
nueve anos.* Fol.o. Letra
á quinze días del mes de Setiembre de
mil y quinientos y cinquenta y
54. 'tica.
'
Alcalá de llenares, 15S4.
Hay otras ediciones: de Sevilla, 1580 y 1582;
vida y chronica de Gonzalo Hernández
Pero todavía tuvo Lope más presente el Libro de la
\gora
Capitán. For Pablo Jovio, Obispo de
de Córdoba llamado por sobrenombre el Gran
,

Pedro Blas Torrellas. Anvers por Gerardo


nuevamente traducida en Romance Castellano por
.

Spelmanuo, 1555. 8.°


CXVni OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ner algún fundamento en quejas que ciertos oficiales del Tesoro presentasen contra
Gonzalo. De todos modos, el origen de la conseja no puede ser más sospechoso,
siendo el primero que alude á ella un historiador de tan poca conciencia y veraci-
dad como Paulo Jovio (i).

La escena de las cuentas es la culminante y la mejor de la obra de Lope, que pa-


rece compuesta exclusivamente para ella. Está llena de chiste, desenfado y ligereza
cómica, sin mengua de la dignidad del héroe. La parte grotesca pónese á cargo del
Sansón extremeño Diego García de Paredes, protagonista de otra comedia de Lope
que examinaremos después. En una y otra se conservan los rasgos capitales de la
verdadera fisonomía de aquel hercúleo soldado; pero no puede negarse que su fie-
reza y desgarro, sus continuos retos, provocaciones y pendencias, degeneran mu-
chas veces en fanfarronada, siempre grata al populacho, y lindan con la caricatura,

en la cual dio de bruces Cañizares al refundir esta comedia de Las Cuentas.


El carácter episódico de la pieza traía el inconveniente de no poder presentar al

Gran Capitán en situaciones heroicas, sino en la obscura lucha contra los amaños de
la envidia; pero y todo, consigue el poeta hacer descollar su arrogante figura so-
así

bre todas las que le rodean, y presentarle siempre con nobleza, decoro y majestad;
inaccesible á los golpes de la adversa fortuna y á los halagos de la próspera; pru-

dente, comedido y discreto; con aquella mezcla de sagacidad y energía que era la

base de su carácter, y que hizo de él no un paladín insensato y romántico, sino uno


de los primeros hombres modernos. En cambio, la figura de D. Fernando el Católico

(iV «Habia Gonzalo Hernández en aquellos días burlado de la diligencia y curiosidad de los

thesoreros envidiosos, á enojosos y pesados, y al Rey poco honrosos, que siendo llamado
él

como ajuicio para que diesse cuenta de lo gastado en la guerra, y del recibo de las rentas
del reyno, lo qual estaba assentado en la thesoreria, y mostrando ser muy mayor la entrada
que no era lo gastado, respondió severamente que él traería otra escriptura muy más auténtica
que ninguna de aquellas, por la qual mostraría claramente que avia mucho más gastado que
recebido, y que quería que se le pagasse todo el alcance de aquella cuenta, como deuda que la
devia la cámara real. El dia siguiente presentó un librillo, con un título muy arrogante, con
que puso silencio á los thesoreros y vergüenza al Rey, y á todos mucha risa. En el primero ca-
pítulo assentó que avia gastado en frayles y en sacerdotes religiosos, en pobres y monjas, las

quales continuamente estaban en oración rogando á nuestro señor Dios, y á todos los Santos
y Santas que le diessen vitoria, Dozientos mil setecientos treynta y seis ducados y nueve reales.
En segunda partida assentó: Setecientos mil quatrocientos noventa y cuatro ducados, secre-
la

tamente dados á los espías, por diligencia de los quales avia entendido los designios de los
enemigos, y ganado muchas Vitorias, y finalmente la libre posession de un tan gran Reyno.
Entendida el Rey la argutia, mandó poner silencio al infame negocio. Porque, ¿quién seria aquel
si no fuesse algún ingrato, ó verdaderamente de baxa y vil condición, que buscasse los deudo-

res,y quisiesse saber el número de los dineros dados secretamente de un tan excelente Capitán?
El Rey determinó de perdonar á Gonzalo Hernández todas las cosas passadas, y confirmar todo
lo que avia dado y repartido, y de olvidar toda la sospecha que avia tenido en lo de aspirar
á el Reyno.»
(Paulo Jovio, traducido por Torrellas, págs. 102 y 103.)
CXIX
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

por una especie de prevención é


queda injustamente rebajada en la obra de Lope,
castellanos.
inquina que no ha sido rara en los escritores
fabuloso sobrino de Gon-
Ocupan gran espacio en esta comedíalos amoríos de un
zalo de Córdoba, llamado D. Juan de
Toledo, con una dama italiana; pero aunque

este episodio se dilate demasiado y


quebrante la unidad de interés, sirve para mos-

trar en acción la magnanimidad del


Gran Capitán en casos de honra que atañen a
artificiosamente enlazado con la acción principal
su propia sangre; y está además
mediante la intervención de los dos italianos
émulos y calumniadores de Gonzalo

en la corte del Rey Católico.


no corresponde á la glo-
En suma, el drama no es vulgar y está bien escrito, pero

cual dijo con razón Quintana que «hasta


ahora está depositada
ria del héroe, de la

con más dignidad en los archivos de la historia que en los ecos de la poesía*.
Gran Capitán ha sido siempre poco afortunado en esto de encon-
Y en efecto, el

trar dignos cantores de sus hazañas.


El poema latino de Cantalicio, De bis recepta
galardonado por el héroe mismo,
Parthenope, impreso por primera vez en 1506 y
todo es menos infeliz que los
tienemás curiosidad histórica que poética, pero así y
asunto que por el momento recuerdo. Uno
dos únicos poemas castellanos del mismo
Neapolisca (165O, de D. Francisco de Trillo
de estos poemas, el más moderno, la
en Granada, nada sirve para la historia, como lo
y Figueroa, poeta gallego recriado
índica ya su fecha tan remota de la de
Gonzalo de Córdoba, y nada vale poética-
ameno en las burlas, cultivador
mente, puesto que Trillo y Figueroa, ingenioso y
feliz de la poesía ligera, hasta
confundirse á veces con Góngora el bueno, resulta,
más furibundos, enfáticos y pe-
cuando quiere embocar la trompa épica, uno de los
el malo, sin ningún acierto que compense
sus innume-
dantes secuaces de Góngora
rables desvarios.
del sevillano Alonso Hernández (15 16), libro mi-
La Historia parthenopea
tiene siquiera la
rare, aunque bastante conocido y citado por nuestros eruditos,
la ventaja todavía mayor de ser obra de
ventaja de estar escrito con más llaneza; y
viva y la impresión directa que
un contemporáneo, que pudo recoger la tradición
españoles, á quienes hizo arbitros
había dejado el gran caudillo en los ánimos de los
de Italia. Y aunque el monumento no sea, ni
con mucho, digno de su nombre, pues
hallarán en castellano peores versos, hay que
reconocer lo sincero
difícilmente se
frescura
de la admiración que el poeta sentía por su héroe, y que da cierta viveza y
muy distinto del entusiasmo puramente retórico
que á larga distan-
á su testimonio,
cia de los sucesos podía sentir Trillo y Figueroa ó cualquier otro zurcidor de can-
plaga de nuestra literatura.
tos épicos, de los que han sido en todos tiempos
xvi, pertenece
Compuesta Historia parthenopea en los primeros años del siglo
la
siglo anterior Es un poema
todavía, por el gusto y por el metro, á la escuela del
(1).

Mu- strissimo y muy reveredissimo Señor don be,


(1) Historia parthenopea dirigida al \

muy iloquente varón aíonso kernades


diño de caravajal Cardenal de santa Cruz ¿opuesta por
el \

ta Sede apostólica dedicada en loor del


Mus-
figo ispaíesis proihonotario de la sane
\

ele- I
\
(XN OBRAS DE LOPE DE VEGA.

medio histórico, medio alegórico, en estancias de arte mayor; una deliberada imita-
Mena, pero seguramente una de las obras mus
ción de las Trescientas de Juan de
Ínfimas de su género. Para colmo de desgracia, está llena de italianismos que desfi-

guran no sólo la construcción, sino hasta lo material de las palabras, dando al libro

versado en la lengua castellana, y eso que


catadura extranjeriza, como de autor mal
él se preciaba de haberse «esforzado
con profundidad de los sesos interiores y
la

de la hispana musa».
con los nervios de las cosas grandes de alzar y expolir la lengua
Salvo las visiones y la máquina mitológica, todo lo que en este poema se contiene
es materia rigurosamente histórica, que el modo podía alterar, tra-
autor de ningún

tándose de acontecimientos contemporáneos y tan famosos. Todo el gasto de in-


vención que se le ocurrió fué resucitar al cantor üemodoco de la Odisea, para ha-
cerle referir á Ulises la conquista de Ñapóles. Con esto y una aparición de Palas
Atenea Reyes Católicos y una desconcertada imitación del libro de la Eneida,
á los
i

haciendo que Eolo, á ruego de Neptuno y de las ninfas marinas, presididas por Ca-
latea, levante furiosa tempestad contra las naves
del Gran Capitán, y las ponga á

punto de anegarse; y un viaje todavía más disparatado que por el reino de Ñapóles
emprende Mercurio, hospedándose, como personaje de tanta cuenta, en casa de la
Duquesa de Milán, y siendo obsequiado por el Duque de Calabria con un juego de
cañas; con éstos, digo, y otros tales episodios quiso amenizar la
narración histórica

para que las musas no se quedasen sitibundas, tristes y malencónicas.


Otra obra poética hay dedicada al mismo egregio caudillo, y en la cual se hace,
aunque de paso, alguna conmemoración de sus hazañas. Tal es el libro que lleva el
tituló de Las valencianas lamentaciones y tratado de
la partida del ánima; su au-

tor, el cordobés Juan de Narváez, que le tituló asi


por haberle compuesto en Va-
Intercalado en
lencia, donde á principios del siglo xvi enseñaba letras humanas (i).
las Lamentaciones hay un elogio del Gran Capitán que tiene cierta importancia his-
tórica, porque en él parece responder el poeta á las sospechas
de infidelidad que tan

injustamente circularon contra Gonzalo, acusándole de querer alzarse con el reino

trissimo\Señor don goncalo her- \


nandes de cordova duque de Terra- \
nova gran Capitán de

los muy altos Reyes de Spaña.


(Al fin:) Roma por Maestre Stephano Guillen de Lo- reno año de nuestro Reden-
Impresso en \

tor de mili y quinientos xvi á los diez y ocho de Setiembre. Folio.


|

Neapolisea, poema heroyco y panegírico; al Gran Capitán Gonzalo


Fernandez de Cordova,
Francisco Sánchez,
por D. Francisco de Trillo y Figueroa. Granada, Baltasar de Bolívar y
1 65 1. 4° Poema en octavas y en ocho libros.
(i) El original de este poema perteneció á la biblioteca y está hoy en
del Conde del Águila,

la del Cabildo de Sevilla (vulgarmente llamada Colombina,


aunque contiene libros de muy di-
edición de corto número de
versas procedencias). Ha sido recientemente impreso en bella
ejemplares:
— Las valencianas lamentaciones y el tratado de la partida del ánima, por Juan de Nar-

Publícalos por primera vez la Excma. Sra. D. a María


váez, con un prólogo de D. Luis Montoto
1

del Rosario Massa y Candan de Hoyos. Sevilla, imp. de E. Rasco, 1889. 4.'
OBSERVACIONES PRELIMINARES. tXXI

de Ñapóles, dos veces conquistado por él. «A lo cual me


movió (dice Xarváez en

su preámbulo) una bárbara opinión y cognoscida invidia,


que de la boca de algunos
estas partes ha to-
en mis orejas et aun en mi ánima, muchas veces, andando por
al noble propósito del
cado.» Desgraciadamente, los versos no corresponden aquí
autor ni á la excelsitud del héroe, y son de los más flojos de la obra.
Creo inútil mencionar Gonzalve de Cordotee, novela del caballero Florián, muy
el

leída á fines del siglo pasado (i); porque el afeminado y sentimental Gonzalo que en
este ridiculo libro se representa, suspirando de amor á las plantas de una mora, y
acometiendo mil aventuras extravagantes, no es ni prójimo siquiera del gran
estra-

los muros de
tégico del Renacimiento que en las ciénagas del Garellano y ante
Gaeta fijó para más de un siglo la rueda del predominio militar de España. Con
ser

pueril la rapsodia de Florián, descúbrese en ella la mala y torcida


in-
tan insulsa y
para la vani-
tención de hacer olvidar los verdaderos triunfos de Gonzalo, tan duros
dad francesa, sustituyéndolos con quiméricas empresas contra moros de cartón.
Incidentalmente hemos mencionado Las Cuentas del Gran Capitán, comedia
que D. José de Cañizares compuso en los postreros años del siglo xvn, á los trece
historiador de los
ó catorce de su edad, según tradición consignada por el diligente
Hijos ilustres de Madrid, Alvarez Baena. Tal precocidad, aunque tenga trazas de
fabulosa,no sorprende del todo cuando se repara que esta comedia, lo mismo que
otras de Cañizares, esun descarado plagio de Lope, de quien no sólo copia los lan-
ces, sino gran número de versos, pero estropeándolo todo
con el pedestre y choca-
gusto propio de su tiempo. Así desfigura el carácter de Diego García de
Pa-
rrero
redes, convirtiéndole en un guapo ó valentón de oficio, digno de ser
cantado en
llamado Pelón.
romances de ciego, y le hace objeto de las burlas de un gracioso
Así, en la escena de añade varias partidas que son otras tantas bufona-
las cuentas,
de
das indignas de ponerse en boca del Gran Capitán: diez mil ducados en guantes
ámbar para evitar la infección de los cadáveres; medio millón de aguardiente para
emborrachar á las tropas antes de la batalla; ciento setenta mil ducados para re-

parar las campanas que se rajaron repicando en celebridad del triunfo. Estas maja-
derías y otras que omito gustaron mucho, y la pieza de Cañizares suplantó fácil-

(i) Tuvo esta novela la inmerecida suerte de encontrar un buen traductor español para la

prosa, y otro mejor todavía para los versos intercalados en ella:

— Gonzalo de Córdoba ó la Conquista de Granada, escrita por el caballero Florián. Publícala

en español D. Juan López de PeñaJver. Segunda impresión. Madrid, 1804. Tres tomos en 8.° Los
versos son de Cienfuegos, á quien el libro está dedicado, y que en él encontró argumento para
su mejor tragedia, Zoraida.
En parto morisca, el libro de Florián está fundado en las Guerras civiles de Granada, pero
la

con muchos más anacronismos y disparates, y con absoluta falta de color local. Parece imposi-
ble que sea de la misma mano un epítome de la historia de los árabes que acompaña á la no-
vela; trabajo superficial, pero de lo menos malo que en aquel tiempo podía escribir quien no
fuese arabista. Florián confiesa que en esta parte le ayudó mucho su amigo D. Juan Pablo
Forner.
cxxu OBRAS DE LOPB VB VEGA.

principios de nuestro siglo.


mente de Lope, conservándose en el teatro hasta
á la
de Córdoba, pues prescindiendo
Pobre tributo pagó la musa romántica ¿Gonzalo
del absurdo papel que desempeña
en Isabel ¿a Católica, de Rubí (donde aparece
Capitán, drama en cinco
enamorado de La Reina), tampoco vale mucho El Gran
>s y en verso, de D.
Antonio Gil y Zarate, representado é impreso en i8 4 3- Gil

y Zarate, poeta más estudioso


que inspirado, y que sólo en una ó dos de sus obras
los limites de la medianía, quiso imitar
con poca imaginación y pocos re-
traspasó
cursos de estilo la libre forma de la antigua comedia histórica, y yendo á estrellarse

en un escollo que ya Lope había tenido el


buen instinto de evitar, acumuló en una
principales hechos de la vida de Gonzalo,
serie de diálogos bastante inconexos los
Barleta, la partición del
poniendo en escena la batalla de Ceriñola, el desafío de
declamatorio; la versificación, to-
reino de Ñapóles. El estilo es incoloro y á veces
lerable. En la escena de las cuentas y en el
carácter de Diego García de Paredes,

seconoce que tuvo presente la comedia de Cañizares, pero no la mejoró gran cosa.
debido un poeta de
Es singular que este drama, el último en orden de tiempo y á

fantasía tan yerta, á quien su nativa inclinación


llevaba al clasicismo académico,
el
el más irregular en su estructura y
sea el más desordenado de todos en su plan,
heterogéneos.
que tiene mayor número de personajes y de incidentes

XII.-EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA.

de El Peregrino, Los Chaves de Vi-


tiene por único título
En la primera lista

llana. El manuscrito autógrafo de esta comedia, fechado en Chinchón á 20 de


archivo de la casa ducal de
Agosto de 1599, existía á fines del siglo pasado en el

Nacional existe una copia,


Se°ssa.Ignoro su paradero actual, pero en la Biblioteca
de aquella casa. Es docu-
sacada en 178 1 por D. Miguel Sanz de Pliegos, archivero
mento importante, no sólo porque mejora en algunas cosas el
texto de la Parte X
sino porque nos da razón de las
de Lope (1618), en que esta comedia salió impresa,
alteraciones que en ella mandó hacer la censura. Tratábase
en la comedia de
raras
los nuestros la mejor
las guerras de Italia entre franceses y españoles, llevando
hos-
parte, como la llevaron en la realidad histórica, y no escaseaban conceptos
amor propio de nuestros vecinos. Vivíase en paz con
tiles y ofensivos para el
subir Felipe III al
éstos desde 1598, fecha del tratado de Vervins; acababa de
era pacífico por tempe-
trono, y el Duque de Lerma, que en su nombre gobernaba,
secreta-
ramento y por cálculo. Comunicóse, pues, no sabemos por quién, orden al
repre-
rio Tomás Gracián Dantisco, censor de esta comedia, para que no la dejase
sentar sin que se hiciesen en ella algunos cambios, «por tocar
en la historia que to-
previa de la
caba», y tanta importancia se dio al caso, que hubo una representación
Tejada, con
pieza, enmendada, en casa de un Consejero de Castilla, el licenciado
del célebre
asistencia de D. Pedro de Tapia, D. Juan Ocón y otros consejeros, y
por buena des-
predicador de S. M., Dr. Terrones, los cuales la aprobaron y dieron
OBSERVACIONES PRELMINARES.

verificó en la noche del sábado 30 de


Di-
pues de examinada. Este ensayo, que se
se concedía á las cosas de
ciembre de 1600, muestra la atención que entonces
I

tro y el aprecio que ya se hacia del talento


de Lope de Vega, todavía muy joven
persona
Difícil era una comedia enteramente histórica y cuyos
enmendar
mundo. Redújose todo á poner albanés en vez de fran-
eran conocidos de todo el
muchas veces se destruía el ve;
< Albania en vez de Francia, sin reparar que
¿s y

y se disftazaron un poco algunos


nombres y apellidos, escribiendo Oristán por Guz-
Dionis por Luis duodécimo íde
mán, rey Enrique por rey Fadrigue (de Ñapóles),
Francia). Pero Ci imo al mismo tiempo quedaban
otros muchos sin alteración, resulto
el
en esta edición, restableciendo
un galimatías, que hemos procurado remediar
primitivo texto.
como casi todas las de su género. Está
Es comedia genealógica, de poco valor,
fabulosa, que Lope hubo de recoger de la
fundada en una anécdota, probablemente
en ningún libro de historia, m siquiera
tradición oral, porque no la he encontrado
de Estrada sobre el linaje de los Cha-
en la obra manuscrita de D.Juan Duque
refiere de este modo en las notas á su
no
ves (2). El mismo Lope es quien la
comedia:
pastoril que publicó un año antes de escribir la
La Arcadia,
caballero español, natural de Truxi
«Villalva, ó Chaves de Villalva, fué un
pasó asi:
cuya valerosa hazaña, tan digna de memoria,

(1) En la página última de esta comedia se lee:

c Licencias de los jueces eclesiásticos.

entremeses y cantares por el Secretario Tomás


Gracián
examínese esta comedia y los

Dantisco, y dé su censura. Madrid, á 16


de Diciembre de 1600. »

ella, conforme á la orden que se


me tiene
.Habiendo visto esta comedia, y reparado en
señor licenciado Tejada mandó que se
diese la
dada por tocar en la historia que toca, el
:

Diciembre
representó el sábado en la noche, 30 de
muestra de ella en su casa, la cual se
de los señores Pedro de Tapia, don Juan
Ocon del
de I6O0, en presencia de dicho señor y
con el doctor Terrones, predicador de Su Ma-
Consejo de Su Majestad, y otros Consejeros,
mando
jestad de lo cual resultó que mudada
como está se aprobó, y que para dar Ucencia se
servido de
pusiese esta relación; y conforme á lo
que se resolvió, podrá vuestra merced ser
de l6cfl.— Tomás Gracián Dantisco.
»
firmarla. En Madrid á 2 de Enero,

á la censura de arriba. Fecho en


Madrid
<Esta comedia se puede representar, conforme
á 2 de Enero de 1601.
comedia cosa alguna por donde no se pueda representar.-^ Manuel
.No tiene esta

Coalla.-'

«Podráse representar. — Juan Granados.*


Ordinario. .• de Marzo de r
Jráse representar en virtud de aprobación del
1

Villas ante.* . .

con la
Discursos del origen y definición de la nobleza ,
1
'
»<-
II II, no. Sr. D. Juan de Cira ves yi
Chaves, por D. Juan Duque de Estrada. . ;

1° * *»
yor, del 'Consejo Real de Castilla y de la
Cámara y ,
Presidente

Ordenes. (Manuscrito de la Biblioteca Nacional.)


:

CXX1V OBRAS DE LOPE DE VEGA.

»Cuando el rey Charles de Francia passó a Italia con ánimo de hacerse señor de
ella, dándole entrada por Milán el duque Esforcia, un caballero Valon, hombre de
grandissimas tuerzas é igual soberbia, que venia en su exército, llegando el Rey á la

sagrada ciudad de Roma, cabeza del mundo, silla de la Iglesia, puso carteles por las

calles, en que sustentaba que el rey Charles era el mejor y mayor Rey del mundo,
á uno, á dos, y á tres en desafio. romana el Embajador
Estaban entonces en la corte

y algunos Españoles sentidos desta afrenta, pero con menos ánimo de la satisfacción
que Chaves de Villalva, el cual, aunque era muchacho, con ánimo verdadero espa-
ñol se opuso al Valon soberbio, como otro tierno David al Filisteo gigante, susten-

tando y defendiendo que el rey Don Fernando V, que á la sazón lo era de España,
era y se debía llamar el mayor y mejor del mundo. Aplazado el desafío, y asistiendo
á la estacada el Rey y todo su francés exército, con lo noble de la Caballería ro-

mana, pobladas de damas las ventanas y la plaza de guardas y armas, entró Chaves
con donde movió á lástima general, viéndole tan niño. La manera del
las suyas,

combate fué larga, y más para contar en historia que en exposición tan breve:, las
armas fueron muchas y diferentes, pero finalmente venció nuestro español y dejó
muerto en el campo al Valon temerario, con gran aplauso de las damas y corte,
aunque no menor sentimiento de sus heridas, que pasaron de diez y siete. Era en
extremo hermoso y gentil hombre vivió y convaleció dellas, y volviendo victo-
:

rioso á España, le dio el rey Fernando, entre otras mercedes, dos águilas de oro
por armas, que sus descendientes gozan» (i).

Como no bastaba para llenar una comedia, Lope la dilató


esta acción caballeresca

con'una intriga amorosa mil veces repetida en su Teatro, y con muchas escenas
históricas en que intervienen el Gran Capitán, Diego García de Paredes y los ge-
nerales franceses Aubigny ( Mosiur de Aubení) y el Duque de Nemours, á quien

llama Namurcio. Hay algún trozo poético de mérito, por ejemplo, la narración del

desafío de Barleta en el acto segundo, y el reto de Chaves de Villalba en el ter-

cero, y el conjunto debió de agradar por la representación animada de la vida sol-


dadesca, por la jactancia patriótica y por el aparato escénico de la batalla entre
Chaves y el señor de Aspramonte.

(i) En el libro m de La Arcadia (tomo vi


de la edición de Sancha, pág. 207) puso Lope esta
inscripción en loor del honrado caballero Chaves de Villalba, que en honra del Rey Católico
venció en Roma aquel celebrado desafío

«Desafíos puso en Roma


Un Valon, que elRey francés
El mayor del mundo es,
Y en su honor las armas toma.
»Yo dixe que Rey de España;
el

Y maté peleando,
le

Y dtóme de oro Fernando


Dos águilas por la hazaña.>
y

CXXV
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

XIII. -LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PAREDES


Y EL CAPITÁN JUAN DE IRBINA.

ahora, y que probablemente es la misma


El original de esta comedia, inédita hasta
con el titulo de El capitán Juan
que en las dos listas de El Peregrino se designa
de Urbina, existía en la biblioteca de los
Duques de Sessa, y desapareció, como
desbarate del archivo y biblioteca de
tantas otras preciosidades, en el lamentable
Sólo se ha salvado una copia, hecha
dicha casa, en tiempos bastante recientes.
Miguel Sauz de Pliegos, la cual, pro-
en 1 78 1 por el ya mencionado archivero D.
se custodia ahora en la Biblioteca
cedente de la colección de D. Agustín Duran,
Febrero de 1600, y en 2S del mismo
Nacional. Firmó Lope esta comedia en 15 de
Por las licencias que van al
mes la aprobó el secretario Tomás Gracián Dantisco.
el mes de Enero de 1614
fin manuscrito consta que fué representada en Jaén en
del
por el «autor de comedias Becerra».
del mismo estilo, comprende
Esta comedia, casi contemporánea de la anterior, y
tres acciones principales: los hechos de
Diego García de Paredes en Italia; la atroz
en su adúltera mujer; y la disputa o
venganza que el capitán Juan de Urbina tomó
adjudicación de las armas del Marques de
contienda de Paredes y Urbina sobre la
Pescara.
En lo que toca á las portentosas valentías y alardes de fuerza del Sansón extre-
meño, Lope de Vega sigue paso á paso la Breve suma de la vida y hechos de Diego
de su nombre, como
García de Paredes, ¿a cual él mismo escribió y ¿a dejó fumada
della parece, papel suelto, en letra gótica, que
comúnmente se halla al fin de
alfin
del reino de Ñapóles),
U Crónica del Gran Capitán (ó de las dos conquistas
en el ejemplar que tenía el
pero con paginación diversa. Juntas estaban también
aunque le estimaba menos
ventero de la primera parte del Quijote (cap. xxxn),
es á saber: Don Cirongilio de
que los otros dos libros que componían su biblioteca;
mío, dijo el Cura, estos dos libros
Tracia y Félix Alarte de Hircania. «Hermano
devaneos, y este del Gran Capitán es
son mentirosos y están llenos de disparates y
historia verdadera, y tiene los hechos de
Gonzalo Hernández de Córdoba, el cual
de todo el mundo el Gran
por sus muchas y grandes hazañas mereció ser llamado
este Diego García de
Capitán, renombre famoso y claro y del sólo merecido: y
Trujillo en Extrema-
Paredes fué un principal caballero, natural de la ciudad de
de tantas fuerzas naturales, que detenía con
un dedo
dura, valentísimo soldado, y
un montante en la en-
una rueda de molino en la mitad de su furia, y puesto con
que no pasase por ella,
trada de una puente, detuvo á todo un innumerable ejército
como cuenta y las escribe él de si mismo con la
hizo otras tales cosas, que si él las
otro libre y desapasio-
modestia de caballero y de coronista propio, las escribiera
Roldanes.-; Tomaos con
nado, pusieran en olvido las de los Héctores, Aquiles y
detener una rueda de mo-
padre dijo el ventero ¡mirad de qué se espanta, de
mi ! ;
CXXVI OBRAS DE LOPE DE VECA.

lino! Por Dios, ahora había vuestra merced de leerlo que lei yo de Félix Marte de
Hircania, que de un revés solo partió cinco gigantes por la cintura, como si fueran
hechos de habas, como los frailecicos que hacen los niños! Calle, señor, que si

ovese esto, se volvería loco de placer: dos higas para el Gran Capitán y para ese
Diego García que dice.»
Advierte Clemencin, con su acostumbrada y algo cómica puntualidad, que Cer-
vantes, citando de memoria, según costumbre, atribuyó á Diego García de Paredes
lo de la rueda de molino, que fué bizarría del
capitán Céspedes, el Hércules man-

chego, á quien ya encontraremos en otra comedia de Lope; y que lo del puente no


está en la autobiografía de Paredes, sino en la Crónica del Gran Capitán.
En fecha muy posterior á esta comedia de Lope, su amigo D. Tomás Tamayo.de
Vargas publicó el curioso libro que lleva por título Diego García de Paredes:
Relación breve de su tiempo (Madrid, por Luis Sánchez, 1621), obra en que le
ayudó el malogrado Baltasar Elisio de Medinilla, recogiendo papeles y noticias.
Tamayo de Vargas, hombre de mucha erudición histórica, de y de buen
buen estilo

juicio cuando no le extraviaba la pasión de los falsos cronicones, tomó por base la

Relación atribuida á Diego García de Paredes, pero la amplió y mejoró considera-


blemente con ayuda de las historias españolas é italianas y con algunos documentos
originales de tanta importancia como el privilegio que el emperador Carlos V dio á

Paredes en Bolonia, al armarse caballero, en 24 de Febrero de 1530, donde se re-

copilan sus principales hazañas y servicios.


A este que quiera apurar con rigor histórico las porten-
volumen debe acudir el

tosas valentías de Diego García de Paredes (1), pero para nuestro objeto importa
más la autobiografía que se supone escrita por el jayán extremeño en su última
enfermedad, y dirigida á su hijo D. Sancho de Paredes, «para que en las cosas que
se ofreciesen de su persona y honra haga lo que debe como caballero, poniendo
á Dios siempre delante de sus ojos, y procurando tener razón para que le ayude».
Cervantes pondera la modestia del heroico soldado, como hemos visto, y Tamayo
de Vargas, comparando su Relación con los Comentarios de Julio César, dice que
«refiere sus sucesos con menos ambición que romano, y más como soldado, que
el

sólo pretendía hacer relación de sus cosas, no adornarlas, sin reparar en el cómputo

de los tiempos ni en la sucesión de los acaecimientos, porque, fuera de anteponer


los que eran últimos, dejó en silencio muchos que no lo merecían.»

En la conocida obra de D. Fernando Pizarro y Orellana Varones ilustres del Ntievo


(1)
Mundo (Madrid, por Diego Díaz de la Carrera, 1639), na Y también una Vida de Diego García
de Paredes (páginas 399-427), que nada de particular ofrece, y está muy inoportunamente aña-
dida á esta obra, puesto que Paredes jamás pasó al Nuevo Mundo.
De unos Apuntamientos o' advertencias partiadares á la vida de Diego García de Paredes,
por el cronista Antonio de Herrera, no tengo más noticia que la que da Tamayo de Vargas en
su libro. (Vid. Barrantes, Aparato bibliográfico para la historia de Extremadura, tomo ni.

Madrid, 1879. Artículo Trujillo.)


OBSERVACIONES PKEL1MINARES. CXXVII

de tan respetables testimonios, no parece un


dechado de modestia la
A pesar
hay en ella pasajes dignos
Breve suma de Diego Cania de Paredes, y seguramente
del valentón más desaforado, pero es tan sabrosa
en medio de su ruda llaneza, y
enlazada con la comedia de Lope, que puso en acción ó en narración
la
está tan
mayor parte de ella, que no podemos menos de transcribirla, á lo cual su propia

brevedad convida:
que
«.Sumario de las cosas que acontecieron á Diego (Jarcia de Paredes y de lo
hizo, escrito por él mismo cuando estaba enfermo del
mal que murió.
»En el año de mil é quinientos c siete, ove una diferencia con Rui Sánchez de
tenia para venir de Italia: vino tras mi Rui
Vargas sobre un caballo que yo le

Sánchez, y Luego sus escuderos me acometieron de tal manera que me


vi en aprieto;

pero al fin los descalabre á todos y seguí mi camino.


»En el mismo año llegué á Roma con gran necesidad, yo y mi hermano Alvaro de
cual ciudad no hallamos quien nos diese de comer por la falta de
Paredes, en la
cómo se podria salir de tal fatiga, acor-
guerra, que no habia; y estando pensando
Papa por alabarderos de su guardia, queriendo más poner
damos de alentar con el

servidumbre que darnos á conoscer al Cardenal de Santa Cruz, don


los cuerpos á la
esta vida
Bernardino de Carvajal, cuyos primos éramos. Pasando algudos meses en
Urbina, Juan de Vargas,
con otros españoles amigos, cuyos nombres son Juan de
juntos, nos tocó la guardia déla
Pizarro, Zamudio y Villalba, y pasando todos
donde estábamos tirando la barra unos con otros, de lo cual el Papa se hol-
puerta,
gaba. Llegaron unos caballeros á tirar, y entre ellos habia uno que se tenia por gran
tirador, y éste dijo á mi hermano si habia quien tirase cien ducados, que él se los

tiraría; fuéle respondido que sí; desnudó y puso los cien ducados y demandó
éste se

al tirador que habia de tirar: yo tomé la


barra no teniendo los ducados y quise tirar

por gentileza, y éste, enojado de mí, dijo que me fuese á tirar con otros como yo,
que no era su honra tirar conmigo: yo le dije que mentía, y sus compañeros y cria-
dos echaron mano á las espadas y yo á la barra que en las manos tenia, y con ellos

nos defendimos con su daño, que matamos cinco dellos, y más de diez heridos; por
donde se revolvió la corte de tal suerte, que mandó el Papa que se prendiesen los
romanos por el poco respeto que tuvieron, y así fué hecho, y á nosotros dados por

libres.

»En mes de Marzo se vieron mis amigos y yo más necesitados que nunca, y
el

andábamos tan alcanzados con el poco partido que encontrábamos, que determiné
darme á conocer al Cardenal por salir de tal caso, y ansí lo hice, que fué prove-
cho de todos, que no pasando Abril y Mayo se revolvió Montefrascon y otra tierra
que confina con tierra del Próspero Colona, para la cual cosa se hicieron seis ban-
deras, cuatro de infantería y dos de caballos, y allí me dieron la primera compañía
que tuve.
»Fué mi Juan de Urbina, mi hermano Pizarro sargento, Villalba y Za-
alférez

mudio cabos de escuadra, fué general de esta gente un sobrino del Papa: hui-
mos el viaje caminando d¿ noche por no ser sentidos, y llegamos á la media noche
cxxvm OBRAS DE LOPE DE VEGA.

al burgo de la tierra; buscamos escalas, palancas, vaivenes y otras cosas convenien-


atados dos leños á los cabos y con
tes, y tome cuerdas que bastaban á la muralla y ,

picas, los atravesé en las almenas, por donde subí tan


paso que no fui sentido, y el

general ordenó saltar la tierra de la otra parte, más con ruido que con
obras, por-

que cargase la gente y yo hice subir mis compañeros por las sogas y mataron
allí;

los centinelas de la muralla, y bajaron á la guardia mis compañeros y pelearon con

ella: yo fui á la puerta, y así del cerrojo que estaba con llave, y arranqué las arme-

llas, y abrí las puertas por donde entraron los nuestros, y fuimos á la plaza do se
recogieron para pelear los enemigos. Eran por todos ocho banderas de infantería;
fueron rompidas y la tierra saqueada, y la otra tierra se rindió de miedo.
»De allí se despidió la gente, salvo mi compañía, que vueltos á Roma, me me-
tieron en Sant Ángel, y estuve allí todo el año hasta la guerra del Papa y el duque
de Urbino, que favoreció Gran Capitán por mandado del Emperador Maximi-
el

liano, por la liga que se hizo contra él. Salimos en compañía siendo yo de
guardia:

los enemigos me acometieron por dos partes dímonos tan buena


maña con ellos,
;

que se perdieron los más muertos y heridos, y porque peleando con ellos dije Es-
paña, fui reprendido del capitán Cesáreo Romano, diciendo que yo era traidor; yo

ledesmentí y fué necesidad de combatir con él, y dióme Dios la victoria, que le
el Papa, man-
corté la cabeza, no queriendo entenderle que se rendia. Sabido por
dóme quitar la compañía y que me prendiesen, y así se hizo; que yo fui preso en la
tienda del general, y guardábanme ocho soldados, y á media noche me
aventuré á

salvarme, tomando de la guardia una alabarda, y con ella maté á la centinela, y


salí fuera, y la guardia tras mí hasta la guardia del campo, y allí reparé por la mu -
cha gente que venia, y el capitán alborotado detuvo la gente con mano armada,
la centinela, demandóme el nombre; como
no se
no sabiendo qué fuese; yo salí á
lo sabia dar acometióme y yo le maté, y salí fuera del fuerte y fuíme al campo del
recibido, aunque la noche pasada habia hecho daño en ellos.
Fui
duque, do fui
dióme una
llevado á la tienda del duque, el cual mostró conmigo mucho placer y
compañía de arcabuceros de un capitán que fué muerto la noche pasada, y ofre-
duque
cióme más merced, y estando de dia en dia para dar la batalla, repliqué al
en una
nos llegásemos más, y así lo hizo, que pasamos el río por barcas y entramos
isleta y allí nos aislamos. Porque los enemigos supieron
que venían de socorro y
otra parte el Papa nos
campo del
eran venecianos y tomaron las barcas, y por la

tomó una puente que estaba al otro brazo del río, de que hubimos temor de ham-

bre; y como yo fui la causa de este cerco procuré el remedio, porque no habia vi-

duque que quería probar ventura, y tomé un caballo


tualla para dos dias, y dije al
los brazos
en calzas y en camisa, y hice esplanar la punta de arriba do se partían
del río, y con una lanza entré en el rio entre las dos aguas, y
quísome Dios tan

bien que tentando hallé vado, aunque alta la salida, y fué menester
allanalla, y tor-

nando al duque, demandé quinientos caballos y quinientos arcabuceros, y tomados


atambores del campo, me partí diciendo al duque
á las ancas con los trompetas y
cerca de la
reposase hasta una hora antes del dia, y á aquella hora se pusiese
OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXXIX

puente, que yo queria romper los enemigos y tomalles la artillería; y así fué, que
pasados de la otra parte el duque les tocó arma toda la noche, y estando de vela y
cansados mandaron por una carta á los venecianos que pasasen el río, la cual yo
tomé, y venida la hora puse en cinco partes la gente y comencé á destemplar las
cajas de los atambores, y los enemigos pensaron que fuesen venecianos, y así pude
llegar sin alboroto al campo, al cual acometimos todos á un tiempo, entrando por

él, matando y quemando, de tal suerte que no era bien de dia cuando eran rotos
sin saber quién los rompia, y tomé el artillería, haciendo volver las bocas hacia
ellos, y salido el duque acabamos la jornada, do reposamos cuatro horas y tuvimos
modo de enviar la carta á los venecianos y que pasasen el río, y así lo hicieron, y
pasaron todos, que eran seis mil y yo fui con dos mil escopeteros á un soto donde
,

los puse secretos, y el duque vino como á recibillos, y ellos no sabiendo cosa de lo

pasado, salvo el ruido del artillería, pasaron sin sospecha, y queriendo ponerse en
orden, los acometí con la escopetería, do murieron más de dos mil, y los otros pre-

sos y ahogados fenescieron. Estas dos batallas, por la voluntad de Dios, ganamos
en aquel dia, con que el duque cobró lo que tenia perdido y sosegó su estado.
»De allí fuimos al campo de Próspero Colona, y el Gran Capitán me recibió muy
bien, y el Próspero me llevó consigo y me dio una compañía de caballos, y dos de
escopeteros, y fui coronel de esta gente. Sucedió la guerra del rey de Francia por
la parte del reino de Ñapóles; fuese á dar la batalla de Ravena, do la perdimos por
lamucha gente, que eran sesenta mil, y nosotros quince mil; pero quedaron tan
pocos como nosotros éramos; escaparon dos mil y quinientos españoles, y recogi-
mos al duque de Urbino, y rehízose el campo, y fuimos tras los enemigos, y alcan-
zárnoslos en el Ferrares. Venecianos tornaron con socorro y el Papa también: el

duque de Ferrara en favor de Francia. Duró la guerra algunos dias, escaramu-


ceando unos con otros; iba nuestro bagaje dando sacomano en los enemigos,
los cuales siendo avisados hicieron una emboscada de dos mil hombres, y fui por
escolta con mis tres banderas, dos de escopeteros y una de caballos, do se hizo el

sacomano. Dejé yo pasé adelante con los caballos; fui acometido


la infantería é

dellos y tomáronme el paso. Fué forzado pelear y romper por medio, lo cual se
hizo á su pesar. Pasados dellos, salió la escopeteria en nuestro socorro, y tomáron-
nos en medio, y peleamos tanto los unos con los otros que de los míos quedaron
doscientos vivóse de los suyos cuatrocientos; todos los otros murieron, y á mí me
prendieron con tres heridas de escopeta y mi caballo muerto. Tomáronme cuatro
hombres de armas, y llevándome preso á pie, topamos una puente sin bordes, y allí

me abracé con ellos, que me llevaban asido, y abrazados así me dejé caer de la
puente abajo, y ellos se ahogaron, y yo escapé por buen nadador y voluntad de
Dios; que si me llevaran al campo, me dieran mil muertes; y asi volví á nuestro
campo, armado de todas armas, á pié y mojado y seis millas de camino; con todo
fui bien recibido del Próspero. Los enemigos tomaron tanto miedo desta vez, que
pidieron treguas por dos meses. El coronel Palomino se dejó decir que habia
yo ganado poca honra con los enemigos, pues perdí mi gente, y que fue más la
rxxx OBRAS DE LOPE DE VECA.

envié un cartel diciendo que yo habia


hecho más aquel
safia que la valentía; yo le

vida; él respondió feamente, por donde


convino combatir.
dia que él haría toda su
maestre de campo; fué suyo Perucho de Garro;
Fué mi padrino Juan de Somado,
fueron señores del campo el
Próspero y el Gran Capitán; combatimos con espada

sola, en calzas y en camisa.


Dióme una cuchillada en el brazo izquierdo desde el
yo otra a él que le corté el brazo de la guar-
codo hasta la uña del dedo pulgar; díle
nición y la mano; arremetí á
tomalle con la mano izquierda, y díle otra en el muslo
la cabeza, pidiómele el Gran Capitán
por
que di con él en el suelo. Quise cortalle
hombre muerto, y yo se le di.

^Cumplida la tregua de hubo concierto éntrelos campos, con mandado


la guerra,

que combatiesen doce por doce. Vino á efecto.


Por una parte fueron
de los reyes,
el coronel Aldana, el coronel Pizarro, el coronel Santa
éstos: el coronel Villalba,

Cruz, el capitán Juan de Haro, el capitán


Juan de Somado, el capitán Alvarado,
yo. Quiso Dios mostrar su justicia,
dos capitanes de gente d'armas, dos italianos y
revolvió un capitán francés conmigo,
que fueron muertos. Sobre este combate se
los dos dias combatimos con porras
A de
porque yo le habia muerto dos hermanos.
de hombres d'armas. Viendo el francés
hierro en medio de dos campos, rodeados
no pudiéndola menear, y puso
lapesadumbre de la porra, echó la suya en el campo
podría alzar la porra, y dióme una
mano estoque y vino á mí pensando que yo no
al
yo le di con la porra en la ca-
estocada por la escarcela del arnés, hiriéndome, y
beza y le hundí en ella el almete, y murió.
Por estas cuatro cosas que me acaecie-
ansí de amigos como de enemigos, que
ron casi juntas me vinieron muchos reveses,
veces, y quiso Dios darme victoria por
por espacio de dos meses combatí otras tres
dias fué la batalla de Vicencia y la
ganamos, aun-
la razón que tenia. Desde á pocos

que pensaron tenernos en la red.


dar cuenta de los hechos, y
»De ahí fui á España con el Gran Capitán, que fué á
estando un dia en la sala del rey
muchos
alcanzó al rey por cient mili ducados, y
dos que dijeron que el Gran Capitán
no daba buena
caballeros, entre ellos hubo
Yo respondí alto que lo oyóque cualquier que dijese que el
el rey,
cuenta de sí.
mejores obras, que tomase un guante
Gran Capitán no era el mejor criado suyo y de
dijo el
volvió, que no lo tomó naide, y
que yo le presenté en la mesa. El rey me lo
rey que fuera verdad lo que yo decia, y
de allí adelante el Gran Capitán estuvo
podia ver porque no serví a Prospero.
bien conmigo, que él hasta entonces no me
solo un paje, que á mi casa no
De allí me fui á mi tierra por Coria; llegué tarde con
rufianes y dos mujeres de mal vivir y
pude andar tanto, y hallé en la posada dos
vestido de pardillo me viesen y con
un
unos bulderos que querían cenar; y como
puercos, y comenzáronme á preguntar
papahígo, pensaron que era merchan de
dónde iba y si iba á comprar puercos, que allí los habia buenos; y no respondiendo
los rufianes á tirarme del
papahígo
pensaron que era judío y sordo, y llegó uno de
por ver qué haria, mas un buldero
que
diciendo que si era sordo. Yo estuve quedo
que no se burlase conmigo, que no
sabia
parescia hombre de bien le dijo quedito
rufianes llegaron a
quién era y que se me parescian armas debajo del sayo. Estos
;

OBSERVACIONES PRELIMINARES. ' X * XI

mí por ver las armas; desque me vieron armado, los judíos no hicieran más escar-

nio; las mujercillas decían habia escapado del sepulcro huyendo; en esto llegó mi
si

envié el paje á ellos, que no


gente, que traia de Italia veinte y cinco arcabuceros, y
dijesen quién yo era é hiciesen que no me conoscian,
por ver en qué paraba la

fiesta; y tornados al tema, vino uno de ellos y


tiróme del papahígo, queriendo que

le mostrase las armas, que eran doradas, y


aun me dijeron si las habia hurtado. Un
la espada; yo
cabo de escuadra mío, no lo pudiendo ya sufrir, quiso poner mano á
me levanté y tomé un banco en que estaba sentado y comencé por el rufián y las

los bulderos en el fuego;


mujercillas, y abrí la cabeza al rufián y eché las mujeres y
debajo y murió; los otros, quemadas las caras y manos,
salieron
una mujer cayó
cenar
dando voces y el mesonero con ellos. Nosotros nos sentamos á
á la justicia,

su cena, hasta que todo el pueblo se juntó á la puerta y


vino un alcalde á quebrar

la puerta; yo le hice abrir, y entrando de golpe los


porquerones,yo que tenia la tranca
entrar más, y de
de la puerta en las manos, derroqué dos ó tres dellos y no osaron
fuera me requerían que me diera á prisión, si no que me quemarían la casa, y en fin

vino que era mi deudo, y arreglóse todo.


el obispo,
banderas;
»üesde á poco tiempo se me mandó ir á Navarra; fui coronel de nueve
perdié-
tomamos á Moya un castillo fuerte; fuimos á Pamplona, dimos la batalla,
Despidióse la
ronla los franceses; fuimos á Fuenterrabía, tomárnosla por hambre.
gente que no fué menester: subcedieron las Comunidades.
Pararon en lo que sabe-
tomamos
mos. Volvimos luego á Navarra con el príncipe Dorangey el condestable;
de franceses á Vidalia, Monleon, Vesolla y á Salvatierra. De allí fuimos á
Tariz, y
pararon
fué quemada por los alemanes y saqueada, mas del vino que bebieron se
tales, que los enemigos les tomaron toda que llevaban; y yo iba de re-
el artillería
los que
taguardia con mis escopeteros, y atravesé un monte y tómeles un paso á
rómpanos-
iban con la presa, que eran por todos cinco mil: tómelos descuidados,
los é quitárnosles el artillería y matamos mil dellos y prendiéronse
muchos, y de

ahí fuimos á Fuenterrabía y rindióse; fué despedida la gente que no fué


menester:

quedó Gutierre Quijada y yo, cada uno con su coronelía. Vino campo de
france-

ses, tomamos el castillo de Treavía, que era el paso;


defendimosle tornáronse ,

nuestra gente
todos, salvo cinco mil esguízaros escogidos entre doce mil. Despidióse
quedaron seiscientos españoles. Vinieron los esguízaros contra ellos por una
mon-
degollarnos.
taña arriba tan derecha que subían asiéndose con las manos, por
Cuando fueron en lo alto arremetimos con ellos, rompímoslos; vinieron á morir
despeñados por nuestras manos y ahogados en un rio más de cuatro mil, y los otros
fueron presos y llevados á los gobernadores de España á Vitoria.
»Luego vino S. M. de Flandes: fui yo á besarle las manos: hizo cortes: fué Luego
el Turco: tornamos
áItalia, á Bolonia. Coronóse: fuimos luego á Hungría: retiróse

una jornada atrás me quedé en una casa en la campaña,


á Italia, y llegados al Friul,
por ser tarde, una milla del campo. Iban conmigo unos criados del Emperador
á
de Pa-
con sus mujeres, con sus carros de pan y seis criados míos y mi hijo Sancho
redes. A media noche sentí ruido al derredor de la casa. Levánteme de
un banco
CXXXII OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ventana vino
en que estaba armado, hice armar mis criados, y escuchando por una
la casa y el dueño no lo
ana lengua que yo tenia, y dijo: señor, quemar nos quieren
consiente, y ellos dicen que se la pagarán. Yo por no ser quemado salí fuera, y
en

saliendo diéronme cuatro escopetazos; quiso Dios que todos me


hicieron poco mal;

y tomáronnos en medio á todos y con alabardas y piedras comenzaron á pelear.


Diéronnos tantas pedradas que nos descalabraron á todos, y convínonos retirar las
espaldas á la casa, y allí nos defendimos lo mejor que se pudo, hasta que un soldado
que se quedó escapó aquella noche huyendo, y fué nuestra salvación, que fué al
campo ya que era de dia, diciendo que mataban á Diego García de Paredes. Vol-
vieron en nuestro socorro el alférez Diego de Avila con cincuenta arcabuceros
todos á caballo, y si tardaran más todos éramos despedazados, porque estábamos
todos mal heridos y yo de rodillas en tierra entre algunos suyos muertos, do no me
podian herir en las piernas, y ansí llegó el socorro, y matamos tantos que escaparon
pocos más de cient hombres que eran: yo prometo á Dios que fui el hombre más
cruel que nunca fui, porque maté más de diez dellos. Mataron ellos un criado del
Emperador y á su mujer, y diéronme á mi pequeñas, y dieron á San-
seis heridas

cho Paredes tres; de manera que á todos nos señalaron. Sea loado Dios, pues nos
libró. Venimos á Bolonia, do siendo Dios servido daré fin á mis días. Dejo estas

cosas á Sancho de Paredes por espejo en que haga sus obras conforme á estas en

servicio de Dios» (i).


Basta pasar los ojos por esta relación para sospechar que si no es enteramente
apócrifa (y por su estilo no lo parece), está á lo menos corrompida é interpolada.

Pondré un ejemplo solo, para no entrar en disquisiciones histórico-críticas, ajenas

del estudio presente. Constan en todos los historiadores fidedignos, y, para citar uno
solo que vale por muchos, en Anales de Zurita (lib. v, cap. m), los nombres
los

de los campeones del desafío de Barleta, que no fueron doce, sino once (2). Ni uno
solo de ellos, á excepción de Diego García de Paredes, coincide con los que trae
el Sumario, donde por una parte se ve el deseo de enaltecer apellidos militarmente
ilustres, como los de Villalba, Aldana, Pizarro y Alvarado, pero que lo fueron en

campañas posteriores; y por otra, una vaguedad grande de noticias, citando, sin
nombrarlos, á dos capitanes de gente de armas y á dos italianos. Aun en esto an-
duvo torpe el falsario, pues no concurrió ningún italiano á aquella lid campal. Es
igualmente falso que todos los caballeros franceses quedasen muertos: sólo murió

(1) Sigo el texto del manuscrito G-77 de la Biblioteca Nacional, folios 186-190, publicado
ya por D. Manuel Juan Diana en su libro Capitanes ilustres y Revista de libros militares

(Madrid, 185 i), páginas 122-129.

(2) «De la compañía del Gran Capitán, el alférez Gonzalo de Arévalo, y Gonzalo de Allér,
y de la del Clavero de Calatrava, Oñate; y de la compañía de D. Diego de Mendoza, el alférez
Segura, y Moreno, su hermano, y Rodrigo Piñan; y de la de D. Joan Manuel, Martin de Tuesta,
y Diego de Vera, que era capitán de la artillería; y de la de Iñigo López de Ayala, el alférez
Andrés de Olivera, y Jorge Díaz, y el onceno fué el muy esforzado caballero y extrañamente
valiente Diego García de Paredes.» (Zurita, tomo v, pág. 248, segunda edición.)
:

CXXXIII
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

manos de Diego de Vera; y el éxito del combate quedó indeciso, dándoseles


uno á

á todos por buenos, no sin gran enojo del


Gran Capitán, que dijo al mismo Diego
hablan las crónicas del desafío de Pa-
García: «Por mejores os envié yo». Tampoco
en desquite del verdadero
redes con el capitán francés, y parece inventado como
español Alonso de Sotomayor, que murió atravesado
por
duelo entre Bayardo y el

un golpe de daga que su adversario le dio por debajo de los ojos.


Hade considerarse, pues, este Sumario, ó como un ri/acimento de memorias
cuya existencia no nos atrevemos á negar de plano, ó como una
leyenda
originales,
confusos
popular y soldadesca, forjada por autor desconocido con recuerdos algo
y anacrónicos de las andanzas del hercúleo extremeño.
Las principales
Para Cervantes y para Lope fué, sin embargo, historia auténtica.
escenas de la comedia del segundo están fundadas en ella.
tradicional
Mayor dificultad encuentro para discernir el fundamento histórico ó
Urbina, que hace embar-
que pueda tener la venganza atribuida al capitán Juan de
en alta mar los anega á todos,
carse á su mujer con toda su familia y domésticos, y
sin perdonar ni siquiera á los irracionales:

Que en una barca, en la mar


Metió su casa, de suerte
Que hasta perros y gallinas
Quiso que á la fiesta fuesen
Los cuales, y un tierno niño,

Echó á la mar y á los peces,

Y nadando, á la ribera

Salió bramando impaciente

modo de ejecutarse ha podido servir de modelo á la


Esta atrocidad, que por el

catástrofe de Á secreto agravio, secreta


venganza, parece inspirada en la trágica
historia del Veinticuatro de Córdoba, argumento de otra
comedia de Lope. No ha-
con
biendo encontrado hasta ahora el caso del capitán Urbina en libros de historia,
pensar que se
ser tantos los que hacen mención de sus proezas en Italia, me doy á
trata de alguna tradición de familia que acaso Lope pudo oir de labios de su pri-

mera mujer, D. Isabel de Ampuero Urbina y Cortinas.


1

Acaso á este mismo propósito de reivindicación familiar responde la contienda,


enteramente fabulosa, que Lope deja indecisa, entre Diego García de Paredes y
Juan de Urbina, sobre la adjudicación de las armas del Marqués de Pescara: con-
tienda imitada de la de Ulises y Ayax de Telamón sobre las armas de Aquiles, en el
libro Metamorfosis de Ovidio, tan familiares á Lope de Vega.
xni de las

Esta comedia, que carece de todo género de unidad, pero no de bellezas aisladas,
comprende además de muchos trozos de historia general, una descripción del asalto
,

de Roma, en octavas reales; y una escena de carácter simbólico, en que el magná-


nimo Pescara rechaza las ofertas de varios príncipes y repúblicas, para que, decla-
rándose contra el Emperador, haga la unidad de la Península italiana. Aun siendo
CXXX1V OBRAS DE LOPE DE VEGA.

intención
tan anecdótico el drama, no deja de asomar á las veces cierta elevada
histórica.

Por lafecha de su composición hubiera debido anteceder á Las Cuentas del


Gran Capitán, pero he preferido reservarla para este lugar porque sus últimas es-
cenas pertenecen reinado del emperador Carlos V. Juntas estas comedias con la
al

de Los Chaves de Villalba, forman una trilogía sobre las empresas de los españo-
les en Italia. Pero no son las muestras más sobresalientes
de la comedia soldadesca

de Lope, cuyo tipo más perfecto hemos de encontrar en El Valiente Céspedes.


La comedia de D. Juan Bautista Diamante El valor no tiene edad (i) (conocida
también con el título de El Sansón de Extremadura), inserta en la Parte 48 de
comedias escogidas (1704), no es refundición de ésta de Lope, pero tiene el
mismo protagonista y se funda, como ella, en el Sumario, añadiendo otras tradicio-
nes que recopila en un romanzón interminable puesto en boca del héroe: trozo de
bravura que debía dejar sin aliento al cómico que lo recitase: son cerca de 400

versos.

XIV.-LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA.

No figura en la primera lista de El Peregrino, y sí en la segunda, lo cual indica

que fué escrita entre los años 1604 y 1614; pero la tradición á que se refiere debió

de recogerla Lope en Alba de Tormes, donde hizo tan larga residencia en los últi-
mos años del siglo xvi, visitando entonces, según sospechamos por fuertes indicios,
una parte de la Extremadura Alta, donde encontró los argumentos de La Serrana
de la Vera, de Los Chaves de Villalba y de otras varias comedias. La de Las Ba-
tuecas apareció en la Parte 23 (postuma), impresa en 1638.
que
Fúndase y graciosa comedia en el fabuloso descubrimiento
esta entretenida
del escondido valle de las Batuecas se supone hecho por una doncella y un paje de
la Casa de Alba; según unos, en tiempo de Felipe II; según nuestro Lope, en
tiem-

po de los Reyes Católicos. entra en nuestro plan exponer toda la copiosa lite-
No
ratura concerniente á esta selvática región y á los extraños usos, creencias y supers-
ticiones que se han atribuido á sus infelices moradores: monografías y tratados
especiales hay sobre el asunto, donde poca costa puede satisfacerse la curiosidad
á

mas exigente y amiga de lo anómalo y maravilloso (2); pero no puedo menos de in-

(1) Este título recuerda en seguida el famoso verso de Corneille:

La valeur n'attend point le nombre des anneés

Notorio es que Diamante, por caso singular entre nuestros dramáticos, sabía francés, é imitó
ó más bien tradujo libremente El Cid de Corneille en El honrador de su padre.
(2) Las Jurdes y sus leyendas. Conferencia leída en la Sociedad Geográfica
de Madrid la

noche del de Julio de iSqo, por D. Vicente Barrantes. Madrid, imp. de Fortanet, 1893.
i."

Un —
mundo desconocido en la provincia de Extremadura. Las Hurdes, por D. Romualdo
Martín Santibáñez. (En la revista titulada La Defensa déla Sociedad, tomos ix y x, 1876-1877.)
:

OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXXXV

curiosa leyenda, y las obras


dicar las principales vicisitudes por que fué pasando esta
de imaginación que ha inspirado.
Ante muchos han caído, con-
todo, y para evitar confusiones geográficas en que
viene saber que las Batuecas propiamente dichas no son más que una dehesa
encla-

vada en una comarca mucho mayor, que se conoce con el nombre de las Hurdes ó
Jurdes, y pertenece á la provincia de Cáceres, partido judicial de Granadilla. Todo
el territorio jurdano forma un cuadrilátero irregular de diez leguas de largo de
Portu-
Oriente á Poniente, por cinco de ancho de Norte á Sur. Dista de la raya de
diez y ocho de Cá-
gal diez leguas, cinco de Ciudad-Rodrigo, doce de Salamanca, y
ceres.Las sierras de Gata y de la Peña de Francia abrigan esta región aislada y
montuosa, cuyas comunicaciones con el resto del pais han sido siempre
escasas y

Son, pues, las Batuecas, en su sentido propio y riguroso, una parte


sola
difíciles.
ha solido aplicarse al
de un territorio mucho mayor; pero el nombre de esta parte
raro encontrar el nombre
todo, especialmente en los libros antiguos, donde es muy
de Hurdes, siendo acaso Larruga, en sus Memorias, el primero
que hace la debida

distinción.
fábula de las Batuecas,
El más antiguo documento en que aparece consignada la

no inventó, aunque por la


es la presente comedia de Lope; pero es claro que él
la

difundirla. Hay más:


celebridad de sus escritos contribuyese muy principalmente á
cuando residía
puede decirse que la recogió apenas nacida. En 1597, cabalmente
Lope en Alba de Tormes, se hablaba mucho de las Batuecas, con motivo de haber

emprendido los Carmelitas Descalzos la fundación de su convento del Desierto.

Cuando Fr. Madre de Dios penetró en el oculto y misterioso valle,


Alonso de la
raras especies y noticias
corrían entre las gentes de Salamanca y Extremadura mil
prodigiosas, de que nos informa en estos términos la Chr única
de la Reforma de

losDescalzos de Nuestra Señora del Carmen (Madrid, 16S3), lib. x, cap.


xm
« La extrañeza y retiro de estos montes, de estas rigorosas breñas,
habían derra-

mado en los pueblos circunvecinos opinión que allí habitan demonios, y alegaban
testigos de los mismos infestados de ellos. Decían que la causa de no ser frecuen-

tado de los ganados era el miedo de los pastores. En los pueblos más distantes co-

rría fama que en tiempos pasados habia sido aquel sitio habitación de salvajes y
lengua y usos dife-
gente no conocida en muchos siglos, oída ni vista de nadie, de
rentes de los nuestros; que veneraban al demonio; que andaban
desnudos; que pen-

saban ser solos en el mundo, porque nunca habían salido de aquellos claustros.
Alba, que
Anadian haber sido halladas estas gentes por una señora de la Casa de
le fué necesario
rendida al amor de cierto caballero, dio tan mala cuenta de sí, que
huir para salvar la vida; que ella y él, buscando lo más escondido
de Castilla, halla-
las demás que no
ron estas gentes, á quienes oyeron algunas voces góticas entre
Godos. De esta
entendian; que hallaron cruces y algunos vestigios de los antiguos
historia, que también aprobó el P. Nieremberg, da otro
autor moderno (1) por

(1) Debe de ser el Maestro Alonso Sánchez.


CX XXV1 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

autores á nuestros archivos carmelitanos, por haber hallado en ellos que después
que entró allí la Religión, no se ven ni oyen las apariciones y ruidos que antes. Dice
también que oyó decir á un Padre de San Francisco, que conoció á los nietos de
aquellas gentes bautizados ya y hechos á nuestra Fe, lengua y traje, repartidos en
los pueblos de la serranía.

»Esta relación tiene de verdad la fama que en la Alberca y otros pueblos cerca-
nos habia, de que los pastores veian y oian algunas figuras y voces de demonios.
También tiene de verdad, que después que la Religión allí entró y se dijeron misas,

cesó todo, aunque no sé que se haya verificado el hecho con examen


jurídico de los

pastores. Lo demás de la historia dicha es relación de Griegos, sin dia ni Cónsul,


se han hecho y creído en Salamanca,
y ficciones poéticas para hacer comedias, como
Madrid y otras ciudades, de aquellos que sin examen reciben lo que oyen. Hallán-
dose ya en aquel yermo los religiosos, preguntaron á muchas personas de aquella
serranía, de las más antiguas y de mayor razón, el fundamento de esta fama, y dice

elPadre Fr. Francisco de Santa María, primer Presidente que fué de la fundación:
«Unos se reian de nosotros, con ser ellos serranos, de que hubiésemos creído se-
»mejante fábula; otros se quejaban de los de la Alberca, diciendo que por hacerles
»mal habían inventado, dándoles opinión de hombres bárbaros y silvestres: y
la

»unos y otros juraban que era novela, y que ni á padres ni á abuelos lahabian oído,
»ni jamás en sus pueblos hubo tal noticia » (i).

A pesar de las cuerdas prevenciones del cronista carmelitano, que se muestra


muy dolido de que autores de obligaciones hubiesen recibido por buena ficción tan
imposible como la de gentes salvajes encerradas por muchos años en el corazón de

estos reinos sin ver ni ser vistas de nadie, la ficción siguió triunfante,
apoyada

como estaba, no ya sólo por los poetas dramáticos, á quienes brindaba deleitoso
tema, sino por historiadores de crédito, como el maestro Alfonso Sánchez en su
Ancephaleosis (2), y por naturalistas al modo de aquel tiempo, como el P. Juan Eu-

(1) Copió este texto el P. Feijóo en su discurso sobre Fábulas de las Batuecas y países ima-

ginarios, que es el décimo de los incluidos en el tomo iv del Theatro crítico.

(2) Magistri Alfonsi Sanctii, Hispani, de


Rebus Hispanice Anacephalceosis libri septem; a
condita Hispania ad annum 1633. Ad Clariss. virum D. Joan. Gonsalmm Usquetant et Valde-
siuvt. Compluti. Typis Antonii Duplastre, 1634. Libro vn, cap. v. (Páginas 368-371.)

De Batvecis, caput v.

Profecto dum nostra fastidimus aut negligimus, inhiamus alienis. Hispanis auri et argenti
fodina: copiosiores et ditior vena quam Indis. Attamen peregrinan divitise, delitiaeque tantum in

pretio. Navigationibus annuis orbem complexi ad inauditas nationes barbarasque stupemus,

cum magis nos in patria peregrinos admirari debeamus. Iuvat ergo alienis peregrina nostra con-

jungere.
»Ex familia Ducis Albani faemina virque sese turpi consuetudine miscuerunt.
Intumescente

útero scelus proditum. Ab ira Ducis amasiis qusesitse latebra;. Sed ubi gentium tutus illis locus,

in Hispania praecipue, a viro tam potenti severoque. Ingeniosa tamen necessitas est á metu pro-
fecía. Duodecim fere Hispánica milliaria ab urbe Salmantica, in ditione prsedicti
Ducis est locus
OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXXXVIl

sebio Nieremberg en su libro de la y otro, especial-


Curiosa Philosophia (i). Uno
mente el primero, fueron amigos de Lope, y no es temerario sospechar que el

altissimis montium cacuminibus undique septus, inaccessusque. Rupes, saxa, densaque sylva

penetrandi curiositatem abstulerunt. Visus is amasiis locus ad latebras


viciáis populis illuc

opportunus, in illos ergo se montes abdunt et insinuant: paulatimque, qua se monstrabat as-

census, arrepunt et in fastigium evadunt. Ad crclum se pervenisse putabant, et fabulosos Ga-

gantum (;Gigantum?) montes supcrasse, metu faciente ánimos, ut tam invia mortalibus loca
penetrarent. Inde tanquam in orbe altero (adeo longe aberantj profundissimum vallem
despi-

ciunt, montibus illis undique clausum.


.Subiit illis ab admiratione nata curiositas videndi. Ergo se invicem cohor-
admiratio loci, ct

tantes, adjuvantesque, per avia illa confragosaque se demittunt, et


summo tándem labore ad
ima perveniunt. Locus erat ab omni semotus humana consuetudine, omnium arborum
sil-

vestrium densa sylva amcenitate miranda. Sed o res inaudita! Repertum ibi genus hominum
nulli mortalium aut cognitum, aut auditum. Linguae nostrae nulla notitia. Religio, Daimonis

humana forma sa:pius apparentis adoratio superstitiosa. Ad homines primum aspectum illos,

humano cultu, ornatuque, corpore amicto; hos, nudos, et Indorum more ab omni hominum
conservatione alíenos, admiratos quídam stupor, attonitosque defixerat. Nunquam illis venit in

montem esse homines alios ab se, aut alios térra tractus. Vallis illa totus illis mundus erat

montibus illis inclusa: cum ñeque humanam vocem, aut aliquid extraneum nunquam acce-
pissent. Inde ergo egressi admiratione et fama prodigiosa; gentis repertae vicinos
populos

implent. Ad rei novitatem (augente fama vires eundo) factus concursus: á Ducis familia homi-

nes armati conveniunt. Superatis montibus cxplorata vallis. Rogati qui, qualesque mortales?
Nihil a barbara lingua perceptum, praeter quasdam voces Gotticis temporibus símiles,
semper

illis admirantibus supervenientes homines, cum nullos praeter ipsos putarent. Repertae tamen
cruces aliquot vetustate carieque vix formam retinentes. Rogati, nihil se scire de crucibus illis,

nutu vocibus inconditis responderunt. Inventa praeterea quaedam arma Gotticis quam simil-
et

lima, vetusta rubigine corrosa. Creditum, aut tempore quo Gottorum et aliarum
nationum

arma Romanum imperium invaserunt, aut in Hispanice vastatione, metu sese ibi cum uxoribus
homines inclusisse, accidisseque illis quod orbi primo, culpa parentum filios verse rehgioms

oblitos ad superstitiosum daemonum cultum conversos. Carmelitani excalceati veri cultores


cremi in eo secessu extructo monasterio, mira vitac sanctitatc florent, in quorum monumentis
reperi scriptum Diabolum saepius ibi homines delusisse, et sacrosancto Missae sacrificio, exor-

cismisque ab Ecclesia deputatis, tanquam é suo Regno, inde expulsum. Accepi praeterea á quo-
dam ex ad instruendam illam gcntem rudem penetraverat, se
ordine Franciscano, qui illuc

quendam annosum convenisse senem, qui rogatus, se gentemque Gothos esse respondent.
Extant hodie ab illis hominibus nepotes in aliquot pagos distributi, qui sedes mutare, indeque
exire nolucrint, quanvis fidem et quandam soli culturam admiserint, et iam pane vescantur,
cum antea prisco more castaneis, quarum ibi copia, glandibus et caprino lacte victitavennt.
qui
I fando explorata mihi magis. Displicent haec jEgidio Gonsalio Regio historiographo,
ftec
incuria laborant
vicinaj gentis authoritate motus inter fábulas computat. At Hispani certe,

passim. Nos maiori nitimur testimonio ab incolis loci, a Carmelitanis monumentis, ab scrinus

Episcopi Cauriensis, ab hominibus aulae Ducis Albani, qui prope illa témpora vixerunt. ínter

quos Lupus a Vega Carpius principem locum obtinet, ut in poética (acuítate.»

(i) Curiosa Filosofía y Cuestiones naturales, lib. i, cap. xxv. (En el tomo m de las Obras

filosóficas del P. Juan Ensebio Nteremberg, de la C* de Jesús. Madrid, por Domingo García
y Morras, 165 1. Página 327.)
CXXXV1II OBRAS DE LOPE DE VEGA.

recuerdo de comedia influyese en ellos. El primero dice que los amantes fugiti-
la
cruces que tenian algo perdida la
vos de Alba encontraron en las Batuecas ciertas
forma, y que oyeron de labios de sus moradores
términos semejantes á los que

en los tiempos góticos. El segundo, discutiendo muy


formalmente si en
se usaban
la isla de Ceilán estuvo el Paraíso, añade por vía de ejemplo: «En medio de Es-

nos han encubierto por inmemoriales años unos valles que llamamos
ahora
parta se
crián-
las Batuecas, sin saber nosotros dellos, ni los que estaban allí de nosotros,
dose en aquel espacio breve como bestias, sin religión, sin noticia de más mundo.
Pues si en la frecuencia del mundo, y sin extraordinaria providencia del cielo se

nos ocultó aquella tierra hasta estos dias, ¿qué mucho si el Paraíso se
nos escon-

diese por singular consejo de Dios y ministerio de los


ángeles?»

Tan disparatado razonamiento, aunque apareciese escudado por el nombre fa-


moso del autor de la Diferencia entre lo temporal y lo eterno, no hubo de conven-
licenciado Tomás González de Manuel clérigo presbítero natural de la villa
cer al , ,

de la Alberca, sobre gran parte del territorio de las Hurdes cierto


la cual ejercía
con todas las
género de soberanía feudal, oprimiendo á los batuecos, según parece,
haciéndoles pa-
exacciones y socaliñas que podían lograrse en tierra tan mísera, y
sar además por gente bárbara é incivil. En el raro libro
que tituló Verdadera rela-
(Madrid, 1693) (1),
ción y manifiesto apologético de la antigüedad de las Batuecas
se esfuerza el licenciado González en demostrar
por una parte la falsedad del des-
al lugar de la
cubrimiento, y por otra la inmemorial sujeción de aquellos valles
archivo munici-
Alberca, alegando para ello algunos privilegios y escrituras de su
pal, y apuntando, entre otras especies curiosas que
prueban la antigua población de

aquel territorio, el hallazgo de unas medallas romanas del


emperador Trajano, he-
este Mani-
cho por los años de 1665, en la alquería llamada de Batuequillas. Sirvió
fiesto de fondo principal para el ameno
discurso del P. Feijóo sobre la fábula de
países más ó menos
las Batuecas, donde asimismo trata por incidencia de otros
Atlántida de Platón, Pancaya de Diodoro Sículo, la isla de
fabulosos, como la la

San Borondán, el Dorado y el reino de Quivira.


mazorrales alegatos de Tomás González ni las consideraciones dema-
Pero ni los ,

siado rápidas del P. Feijóo, que se resienten


de la falta de conocimiento del país y
el misterio de las Batuecas ni á
de trato con sus moradores, bastaron á aclarar
ahuyentar del todo la superstición vulgar, hasta que á fines del siglo xvm aparecie-
ron dos obras memorables y de grande utilidad cada
una en su género: el Viaje, de
Batuecas, pero obtuvo de
Ponz, y las Memorias, de Larruga. Ponz (2) no visitó las
de su carta manifiesta
un amigo suyo, á quien no nombra, y que por el contexto
minuciosa noticia geo-
que era persona de buen juicio y no vulgar erudición, una
tradiciones. « No es fuera de
gráfica y descriptiva del país, acompañada de curiosas

(1) Reimpreso en Salamanca, 1797, por Francisco de Toxar.


apreciadles y dignas de saberse
(2) Viaje de España, en que se da noticia de ¿as cosas mis
que hay en ella. Su autor, D. Antonio Ponz. Madrid, por Ibarra, 1778. Tomo vn, págs. 1S1-206.
OBSERVACIONES PKELIMINARES.
CXXX1X

incógnito corresponsal de Ponz) lo que dijo el señor


propósito poner aquí (dice el

están las Batuecas, cuando dio su licen-


Galarza, Obispo de Coria, en cuya diócesis
se halla escrito en
cia de fundarconvento délos Padres Carmelitas Descalzos, y
el
gracias al
el Libro Becerro de aquella
casa en esta forma: «Doy yo, mis padres,
en que, como consta de testimonios
.Señor, de que en una tierra tan áspera, y
ahora cuarenta años, poco más o me-
»que tengo en el archivo de mi Obispado,
demonio traía engañados con aparicio-
»nos habia hombres gentiles, á quien el
para ser servido en
nes exteriores y visibles, quiera S. M. se haga ese Santuario
gana, y ayudaré lo que pudiere a tan
»éL Daré yo esta licencia de muy buena
»santa obra.»
ya hubo algún fundamento
.Siendo cierto este documento, como se asegura,
Daría por ventura crédito este Prelado á
para lo que después fueron inventando.
es muy verosímil que en las Batuecas y en las
Jurdes hu-
exageraciones, y además
cristiana, hasta que después se fundaron algunas
biese mucha falta de instrucción
por la distancia en que antes se hallaban las más vecinas.»
iglesias,
que llaman vulgarmente el sepulcro del
Habla también de un cabezo de la sierra,

quien acaso se supuso refugiado en aquellas asperezas,


haciendo
rey D. Sebastián (á
cueva, probable-
vida eremítica, después del desastre de Alcazarquivir), y de una
prehistórica, que decían de las cabras pintadas,
«porque en las peñas, que
mente
casa con sus esquinas y ángulos rectos,
están tan perpendiculares como paredes de
se veían ciertas figuras muy mal
hechas por los pastores con almazarrón, en que pa-
análogas, según toda apariencia, á las
rece quisieron representar cabras»: pinturas
en cueva de Altamira, cerca
que en estos últimos tiempos han sido descubiertas
la

de Santillana de la Mar.
También aseguran que en las eminencias de esta sierra se ve un castillo arrui-

los cristianos la subida de ella por


nado, que, según conjeturas, sirvió para defender
el lado de Ciudad-Rodrigo. Es
tradición entre los jurdanos que dicho castillo lo

quemaron los moros con alquitrán.


haberse valido del manus-
Para varias de estas noticias dice el autor de la carta

crito de un ermitaño de Batuecas, llamado Fr. Juan de San Joaquín, el cual, á


las

vueltas de etimologías ridiculas, consignaba especies


muy dignas de tenerse en
épico que ya hemos tenido
cuenta, porque se enlazan con tradiciones de carácter
El ermitaño cronista daba
ocasión de mencionar tratando de Bernardo del Carpió.
estas sierras los de Capa-
.por cierto que «en la invasión de los moros se retiraron á
rra y los de otros muchos pueblos Lo apoya con no sé qué historia de la Peña de
por aquellos derrumba-
Francia (i), en la cual se refiere que perdida ésta baxaron
en uno de aquellos mon-
deros los cristianos, y que habiéndoles sitiado los moros
tes, los derrotaron, confirmándolo el hallarse
en aquel sitio frenos, herraduras, hue-
uno de los cerros, llamado Monsagro, tiene
sos humanos, etc. Dice también que

Pudo ser cualquiera de las tres que mencionamos en las Observado** preliminares del
(I)
tomo va, página 148.
CXL OBRAS DE LOPE DE VEGA.

este nombre porque cierto obispo Hilario lo consagró para sepulcro de los cris-

tianos».
El benemérito y no bastante consultado D. Eugenio Larruga (i), que fué para
las noticias económicas de España lo que Ponz para las artísticas, escribe sobre
las

Hurdes un articulo breve, pero mucho más exacto que los que se leen en dicciona-
rios geográficosy relaciones de viajeros posteriores. El cuadro que presenta de la
despoblación y miseria del país nada tiene de bucólico, pero no llega á las mons-
truosas exageraciones que Madoz y otros patrocinaron después, y señala con cer-
tero tino una de las principales causas de aquel misero estado social.
«En esta sierra (dice Larruga) hay tres concejos, Ñuño Moral, Camino Morisco

y Franqueado, que son de la jurisdicción de la villa de Granadilla y de la subdele-

gación de Plasencia Los concejos constan de seiscientos cuarenta y dos veci-

nos; las casas parecen chozas de salvajes, fabricadas de piedras toscas sin
barro,

cubiertas de ramas pizarra, de una sola pieza las más, en que se recogen las per-
y
sonas y el ganado.
»E1 concejo de lo Franqueado está todo en baldíos del Duque de Alba, y los otros

dos en la socampana de la Alberca. Es increíble la miseria en que viven aquellos


infelices; para sembrar un poco de centeno y legumbres tienen que descuajar de
matorrales y peñas un pedazo de terreno á fuerza de brazos, y esto les proporciona
tan escaso producto, que los más se ven precisados á abandonar sus casas y fami-
lias gran parte del año para ganar un jornal ó mendigar por Castilla y Extrema-
dura
»Estos concejos no tienen propios ni arbitrios; sus gastos se reparten entre los
vecinos; no hay médico, cirujano ni botica. El concejo de lo Franqueado, como
está situado en baldíos del Duque de Alba, puede libremente hacer descuajos si

hubiere terreno acomodado; pero los otros dos, por su dependencia de la Alberca,
sufren todos los años una visita compuesta del alcalde, escribano y ministro de este
lugar, todos asalariados, los cuales obligan al alcalde del concejo á acompañarlos
de balde para reconocer todos los sitios y alquerías de los mencionados concejos,
lo mis-
y por cada descuajo que encuentran imponen veinte y un reales de multa;
mo por cada árbol nuevamente plantado (2), si es en tierra propia nueve reales, y
si con el nuevo árbol ha dado algún ensanche á su terreno, se le multa en trece

reales. Todas estas multas son para los visitadores de la Alberca: cuando el total

de ellas asciende á mil seiscientos reales, cada concejo contribuye con ochocientos
reales para completar esta suma, y si hace un repartimiento entre los veci-
falta se

nos, pagando el que cometió el pretendido delito de ser laborioso y el que en nada
contravino á las leyes de la Alberca. La exacción de estas multas se ejecuta con

(1) Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España.
Los tomos xxxv á xl, impresos de 1795 á 1797, tratan de Extremadura. En el xxxv, pág. 237,
está la descripción de las Hurdes.

(2) ¡Admirable organización agraria!


OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXLI

quitan hasta los pobres vestidos


tanto rigor, que cuando no tienen otra cosa, les
ir á la Alberca á sacar
con que se cubren. Además obligan á aquellos infelices á
reales, pues de lo contrario repi-
cartas de dote, cuyos derechos ascienden á trece
han intentado pleito por
ten dichas multas al año siguiente: sobre estas vejaciones
veces aquellos concejos, pero como no tienen fondos,
no han podido conti-
dos
nuarlos ¿Qué extraño será, pues, tiempo quede todo aquel país de-
que con el

habrá estado por algún tiempo, y esto pudo dar motivo á


la
sierto, como quizá lo
fábula de las Batuecas.»
extravagancias que sobre las Hurdes
Contrastan con este juicioso articulo las

contiene Diccionario geográfico- estadístico -histórico de España, compilado


el

en 1849 por D. Pascual Madoz: obra útil, pero muy desigual, y


que desgraciada-

mente todavía no ha sido reemplazada por otra mejor. Allí se compara


la riqueza

se habla de sus
mineral de aquellas pobres montañas con la del cerro del Potosí;
«innumerables y perennes ríos» como si se tratara de la región del Orinoco, y
al

enteramente
mismo tiempo se describe á los habitadores del país como una tribu
salvaje, á quien son familiares «los crímenes más
atroces, sin excluir el parricidio y

la poligamia».«Habitado el país por una raza degenerada é indolente, ni aun se


conocen más necesarios á la vida; su ocupación se reduce á pedir limosna
los oficios

por las provincias inmediatas, lo mismo los hombres que las mujeres y
niños En
destina un tronco de un
sus casas no hay muebles de ninguna clase; para cama se
árbol ahuecado y relleno de heléchos, en donde duerme la familia entera,
sin distin-

Su alimento ordinario es la patata cocida y compuesta


ción de edades ni de sexos
con sebo de cabra, la cual comen sin más preparativo Sólo cuando están próxi-

mos á la muerte se les da pan de trigo y mujeres son de baja estatura


Hombres
la palidez y miseria que
y de un aspecto asqueroso y repugnante, aumentado con
asoma á sus rostros; en cambio son ágiles, trepan por las montañas con la mayor
li-

necesa-
gereza, y no hay distinción en uno ú otro sexo en cuanto á las ocupaciones
rias para ganar su subsistencia No tienen médicos ni cirujanos; ellos usan su
botánica especial y se forman las medicinas, alcanzando, sin embargo, larga vida.
Determinan sus estaciones por vegetación y de los efectos de la at-
el estado de la

mósfera; guían sus operaciones agrícolas por las fases de la luna La religión es
indolen-
desconocida; el abandono de sus costumbres casi salvajes, la abyección é
cia que produce su miseria, la escasez de párrocos y la falta absoluta
de los maes-

tros de primera educación, los hacen inmorales en alto grado; viven


usando de una

licencia brutal, conducidos por su ignorante albedrío.» Y aún siguen


otras linde-

zas que no hay para qué transcribir, siendo lo más notable de esta grotesca pintura

que el autor era, según cuentan, uno de los curas párrocos del mismo territorio
por él tan vilipendiado, hasta decir que en él la religión era desconocida.
Entan absurdas exageraciones se oculta, sin embargo, una parte de verdad tris-
tísima, que basta para explicar por analogía el nacimiento de la fábula de las
Batue-

cas.El país es ciertamente de los más míseros y atrasados de España; y su cultura


moral é intelectual, lejos de adelantar después del siglo xvi, ha venido á menos en
CXLH OBRAS DE LOPE DE VEGA.

el actual con la desaparición del único centro que hubiera podido mantenerla, es
decir, del monasterio carmelitano del Desierto (i).-Pero dejando aparte este gé-

nero de consideraciones, que no son de nuestra incumbencia, y remitiendo á los que


quieran profundizar esta materia, que es de interés social y humanitario, á los mu-
chos y autorizados trabajos que modernamente se han publicado (2), ya con loables
fines de investigación científica, ya con otros, más loables todavía, de caridad y re-

generación, apartemos los ojos de la áspera realidad presente y consideremos sólo

las Batuecas como objeto de folk-lore y de poesía, única compensación que suelen
tener los pueblos incultos y malaventurados.
Como sucede en muchos casos análogos, la mayor parte de los poetas
y novelis-
tas que han escrito de las Batuecas no las han visitado nunca, y aun puede dudarse
que mismo Lope lo hiciera, aunque su obra tiene más color local que las restan-
el

tes, como inspirada que fué, ya que no escrita, en tierras bastante cercanas al fa-

moso valle, y en días en que todo el mundo se hacía lenguas de sus maravillas y
misterios. Toda creencia popular ejercía sobre Lope infalible hechizo, y el mito de

lasBatuecas era bastante poético para inspirar una obra ingeniosa, que de seguro
aventaja mucho al Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón, y que en cierto
modo puede considerarse como su parodia. Aquí lo pequeño ha triunfado de lo

grande, y lo humorístico se ha sobrepuesto á lo épico; transformación estética que


nada tiene de singular, pero que quizá encierra provechosa enseñanza para el poeta
ambicioso de grandes asuntos. En las obras de Lope hay muchos ejemplos de esto.
Es la victoria de la Gatomaquia sobre la Jerusalén conquistada.
Pintar el contraste de la barbarie con la civilización es tema espléndido y que
puede seducir al principiante, pero que por su misma elevación y complejidad ex-

pone agraves riesgos: ora al como es la de


de una idealización enfática y falsa,

Chateaubriand y los escritores de su escuela; ora al de un realismo menudo y pueril,


pecado de que no se libra Lope, así en El Nuevo Mundo, como en Los gtianches
de Tenerife y en Arauco domado. Más afortunado anduvo en Las Batuecas, por
lo mismo que no trataba el argumento en serio, ni le ataba la superstición del texto

escrito ni la gravedad de la materia. Esta y otras comedias son unlibre juego de la

(1) Además de la descripción de Ponz, léense curiosas noticias de este convento y de las
ermitas en el Seminario Pintoresco Español, 1839 (
tres artículos firmados por J. Arias Girón);

en el tomo de Salamanca, Avila y Segovia, escrito por D. José María Quadrado para los

Recuerdos y Bellezas de España; en el libro de Antonio de Latour Valence et Valladolid

(París , 1877; págs. 327-372), y en otros libros modernos de viajes por España.
(2) Véanse, entre otros, la Memoria geológico-minera de la provincia de Cáceres , escrita por
los ingenieros D. Justo Egozcue y D. Lucas Mallada, é impresa en 1876 por la Comisión del
Mapa geológico ; la Memoria relativa á las escuelas del territorio de las Hurdes, por el inspec-
tor de primera enseñanza D. Francisco Pizarro (Cáceres, 1880); el interesante viaje del doctor

J. B. Bidé por Las Batuecas y Las Jurdes, inserto en el Boletín de la Sociedad Geográfica de
Madrid (1892), y las monografías, ya citadas, de los Sres. Santibáñez y Barrantes, que nos han
sido de mucha utilidad en el presente estudio.
;

CXLIIl
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

en licencia en el drama histórico, es


fantasía, y esta libertad, que á veces degenera
cómicas y de apacible recreo para la
aquí fuente de interés novelesco, de sales
fantasía. Por dar más chiste al diálogo
puso Lope en labios de sus batuecos cierta

especie de jerigonza ó fabla antigua, con


toques de dialecto leonés y aun de bable
estilo poético, y al contrario, con
pero usó parcamente de ella, sin mengua del
cierta novedad picante, como puede juzgarse por estas quintillas de la primera jor-
rústico Giroto hace alarde de sus fuerzas
contra su rival Mileno:
nada, en que el

¿Sabes tú, endebre garzón,


Que contra el misino sol pecas,

Que soy en esta ocasión


Del valle de las Batuecas
El más soberbio varón?
¿Sabes que el más fuerte enebro
Deshago, desgancho y quiebro,
Que arranco un fresno de cuajo,
Y que un castaño descuajo
Si con él mis fuerzas puebro?
¿Sabes que descuerno un toro,
Que un jabalí desquijaro,
Que por la prenda que adoro
Ciervos, que en el curso paro,
Traigo á la choza en que moro?
¿Sabes que porque reservo
La fuerza, fugí veinte años
De mojer, que es mal protervo,
Más que enebros ni castaños,
Jabalí, toro ni ciervo?

rusticidad de los batuecos no sería cómica si Lope


no hubiese
La ignorancia y
el presenti-
puesto en ellos desde el primer momento el germen de la curiosidad,
miento de la existencia de un de su valle, presentimiento que
mundo mayor que el
hacían en sus
apoyan en tradiciones obscuras y en los hallazgos que á veces
extraña catadura, ya de
cavernas, ya de una espada mohosa, ya de momias de
pinturas de exóticos animales, ya de otras antigüedades
que no acertaban á des-

cifrar. Si Lope hubiese escrito trescientos años


después, diríamos que estas escenas

habían sido trazadas para burlarse de arqueología prehistórica. Véase esta acota-
la

ción: «Se abra ó caiga de lo alto una puerta hecha de


peñas y ramos, y dentro de
pasta. Tenga una
una cueva se ve un cadáver sobre un lienzo, y la calavera será de
con dos leones y dos castillos pintados, y
lanza en la mano y un escudo en la otra,

alrededor estas cuatro letras: T. S. D. R.»


— Bien prenotan estas cosas
Que aquí otra gente ha venido.
—A la fe, Tirso, que el mundo
Non se campuza en Batueca.
CXL1V OBRAS DE LOPE DE VEGA.

— Esas casas que pintadas


Se ven en ese trabón,
Non son en Batueca halladas;
Que nuesas casas non son
Tan polidas fabricadas.
Ni esos fuertes animales
Tan feroces ni tan listos,
Con garras y lanas tales,
Son en nuestros valles vistos
Por montañas ni arenales.
Luego es señal que hay más gente,

Más mundo y cosas más bellas.

De todas estas cosas se disputa largamente en una junta que aquellos bárbaros
vestidos de pieles celebran, como en parodia anticipada del contrato social, para
deliberar si deben elegir rey ó continuar en la pacífica democracia en que hasta
entonces habían vivido. Pártense en dos bandos, uno que podemos llamar conser-
vador; otro amigo de innovaciones y partidario del progreso. Invocan los primeros
el respeto debido á las costumbres antiguas y patriarcales:
Non se acuerdan

Los más ancianos del batueco valle

De haber oído á sus mayores, Tirso,


Que jamás algún home de nosotros
Hobiese sido más que sus iguales.

Nosotros habitamos este valle,

Cerrado de estos montes espesísimos,


Cuyas sierras empinan sus cabezas
Á topetar con las estrellas mismas,
Sin que jamás ninguno haya sabido
Quién fué el primero que nos dio principio.
En esta lengua habramos, estas chozas
Nos cubren, estos árboles sustentan,
Y la caza que matan nuestros arcos.
Si vivimos en paz sin ser regidos
Y nos habernos aumentado tanto,
¿Por qué das ocasión que nos deshaga
Alguna envidia donde nunca reina?

Los otros sienten el impulso de lo desconocido, la ambición de transponerlos


montes:
TIRSO.

Que no es posible que el autor primero


Que nos hizo á nosotros, no criase
Otros también.
DARINTO.
¡Extrañas cosas dices!
OBSERVACIONES PRELIMINARES. CXLV

¿Más homes que nosotros? ¿Por adonde?


¿Tú non ves que han subido esas montañas
Atrevidos garzones, y se han vuelto
Diciendo que se agota el mundo en ellas

Y que más en las puntas por las nubes?


TIRSO.

¡Ah Darinto! ¿Es posible que el que fizo

Aquel sol tan fermoso y rellociente,

Con la luna tan branca y rellenada;


Uno con cara de oro, otro de prata,

Y todas las estrellas que los cercan,


Estas fuentes que corren, estos árboles,
Estas frutas y caza, solamente
Las fizo y las crió para tan pocos?
PELASGO.

¿Pocos te parecemos?
TIRSO.

Pues ¿qué somos


Para que tal grandeza merezcamos?
MARFINO.
Calla, que esas estrellas, sol y luna,

Son manchas de la capa de los cielos.

TIRSO.

Las manchas son defectos en las capas,

Y allí semejan guarniciones ricas.

Pero decidme: si este valle fuera

La redondura de la tierra toda,

Estos arroyos, que corriendo vemos,


Y estos ríos, que siempre se despeñan,
Luego como tocaban en el cabo
Volvieran otra vez encia nosotros.

PELASGO.

iQué sabihondo que te enhetra el cielo!


Nunca se vido en las Batuecas home
Que tuviese tan altas cuidaduras;
Sin duda que hay más tierra y que hay más gente.

des-
En suma: que los batuecos estaban admirablemente preparados para ser
cubiertos, en el preciso momento en que descienden al valle los
dos fugitivos de

la Casa de Alba, D. Juan de Arce y D.° Brianda,


esta última también en hábito
situaciones más grotes-
de varón; lo cual da lugar en el curso de la pieza á
socarronamente que
cas que ingeniosas. El poeta tiene buen cuidado de advertir
salido para su primer
todo esto acontecía en el mismo año en que Colón había
viaje.

Intérnanse estos otros Colones en las fragosidades de la sierra:


C XI.VI ODRAS DE I.OPE DE VEGA.

Asperísimas peñas, donde apenas


Ha llegado jamás estampa humana,
En cuyas frentes vierte la mañana
Escarcha, en vez de flores y azucenas
Profundos valles, del obscuro invierno
Lóbrega habitación, piedras que trae

De su furiosa lluvia el curso eterno

Después de vagar cuatro días hambrientos y extraviados, apártase D. Juan en


demanda de una fuente; queda sola la afligida dama, y hé aquí que comparece el
rústico Mileno, cuyo asombro está pintado con mucha gracia y viveza:

¡Válgame el sol! ¿Esto había


Desotra parte del mundo?
¡Ah, Tirso, sabio y profundo!
Catad si verdad decía.
Tembrando esto de mirar
Una tan branca figura;
Non he visto catadura
Tan sabrosa de acatar.
Las piernas tiene amariellas,
Y todos brancos los pies,

Y de la faz al envés
Con más luz que las estrellas.
Si es home de por acá,

iQué lindo mundo, á la fe!

BRIANDA.
¡Qué serrano tan feroz!

Daré á don Juan una voz

MILENO.
Garzón, non fuyáis de mí

BRIANDA.
¡Don Juan, que un monstruo me lleva!

Don Juan, que anda perdido por el monte, no la oye, y el bárbaro se la lleva á

su cueva, pero con muy buenos modos:


Non sé qué tienes, garzón,
Que en el mismo corazón
Me vas faciendo cosquiellas.

Con estos versos termina el primer acto. No es menos lindo el segundo, en que

laprófuga y cautiva Brianda inicia á los batuecos en la civilización y les trae nue-
vas del otro mundo. El diálogo es rápido, naturalísimo y salpicado de felices ocu-
rrencias:
CXLVII
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

TIRSO.

Home del mundo divino,

Rico de tales despojos,

Cual en jamás antes vino


Ni al oído ni á los ojos
De todo el valle vecino,

Dadnos nuevas de la tierra

Onde tal gloria se encierra.

¿Posible es que ha tantos años


Que entre niebros y castaños
Vivamos en esta tierra,

Sin haber visto algún home


De tu catadura y faz?

Dinos la tu tierra y nome;


Que nosotros non sabemos
Que haya más mundo que el valle
Que entre aquestos montes vemos.
BRIANDA.
Aunque es bárbaro su talle, (Aparte.)

Son piadosos sus extremos.

Serranos, qué, ¿no sabéis


Cuya es la tierra en que estáis,

Ni el gran señor que tenéis?


TIRSO.

¿Qué señor?
BRIANDA.
Luego ¿ignoráis

El dueño que obedecéis?


TIRSO.

Nosotros no conocemos
Otro Dios ni rey que el sol,
Cada que encima le vemos.
BRIANDA.
¿Ni que es Fernando español,
Vuestro rey?
DARINTO.
Nada sabemos.
TIRSO.

¿Qué español?
BRIANDA.
El Rey de España.
TIRSO.

¿Qué es España?
BRIANDA.
Aquesta tierra,
CXLVIII OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Que el por mar mil partes baña.


TIRSO.

¿Qué es mar?
BRIANDA.
El agua que encierra
El mundo en sí.

TIRSO.
¡Cosa extraña!
¿España se llama el mundo?
BRIANDA.
No, sino una parte del.

TIRSO.

¿Parte del? ¡Caso profundol


Luego ¿hay más que España en él?

¿Será España del tamaño


Deste valle?
BRIANDA.
¡Caso extraño!
Más que cien mil valles es.

TIRSO.

Mira que somos aquí


Doscientos homes y más.
¿Hay más en España? Di.

BRIANDA.
No hay lugar tan pequeñuelo
Que no tenga más dos veces.
TIRSO.

Y ¿hay muchos?
BRIANDA.
Cubren el suelo,

Como las aguas de peces,


Como de estrellas el cielo.

Ciudad hay que tiene en sí

Doscientos mil hombres.


TIRSO.
¿Tantos?
Y ¿caben juntos así?

BRIANDA.
Y muchos más.
TIRSO.
¡Cielos santosl

¿Por qué entre montes nací?

Lope vislumbró que en la fábula de las Batuecas había el germen de un admira-


;

CXLlX
ODSERVACIONtS IKELIM1NA.

sacó del asunto todo


ble cuento filosófico, y aunque por su genial precipitación no
mvencion de
el partido que debía, hizo, como siempre, alarde de su ingenio en la
inverosimilitudes, ennoblecidas por
aquel raro
antítesis humorísticas y de picantes
él tenía de todas las cosas
humildes, rústicas y primitivas.
y poético sentido que
embarazo de Brianda, que se empeña en
Groseras son, ciertamente, las escenas del
paren los varones; pero ¿quien no se las
persuadir á losbatuecos de que en su tierra
perdona á Lope cuando tropieza con versos
como los siguientes, puestos en boca de
la bárbara Taurina:
Yo te daré todo un prado
De feno en hasta la cinta,
Que la primavera pinta
De flor el Abril rosado.
Daréte un arroyo fresco
Que crucia de un monte á otro,
Donde con caña y quillotro
Truchas salmonadas pesco.
Daréte cien avellanos,
Treinta castaños y más,
Que desde aquí los verás
En aquellos verdes llanos.
Daréte cien reses grandes
Y cuatrocientas pequeñas,
Tan mansas, que con tus señas

El ir yvenir las mandes.


Daréte dos chozas buenas,
No pajizas ni ahumadas,
Y en carrascas acopadas
Veinte corchos de colmenas.
Lino y cáñamo sé hilar,
De que son los camisones
Que á las vegadas te pones;

Y también te quiero dar,

Para que veas si es justo

Quererme más tiernamente,


Un alma que eternamente
Viva en la ley de tu gusto.

comedia con el nombre de Belará


Lope, según su costumbre, aparece en esta
cuadros dramáticos, retratándose en
un rin-
especie de firma que solía poner en sus
cón de ellos, al modo que lo han practicado muchos artistas ilustres:

Muy bien puede

Fiar Su Señoría de Belardo,


Que es hombre que ha leído el Flos Sanctorum,

Y canta en la tribuna los domingos


Compone villancicos
CL OBRAS DE LOPE DE VEGA.

En cuanto á la parte historial, da por supuesto Lope que los batuecos eran des-
cendientes de los godos fugitivos de pérdida de España, y que la momia de la
la

caverna pertenecía á un Teodosilo, sobrino del rey D. Rodrigo. El Duque de Alba


bautiza á toda la tribu, funda iglesias y conventos, y el signo de la cruz ahuyenta
los demonios, que por más de seiscientos años habían infestado el valle.
Esta comedia, como otras de Lope, tuvo la desgracia de ser torpemente refundida
en el siglo xvn. No fué el refundidor Juan Pérez de Montalbán, como pudiera infe-
rirse de lo que dice el Manuel en su Manifiesto apologético,
licenciado González de

y han repetido otros. Aquel respetuoso discípulo nunca puso la mano ni en ésta ni
obra alguna del que veneraba como maestro y oráculo. Las refundiciones (porque
hubo dos) son más tardías. Una hizo D. Juan de la Hoz y Mota con el título de
El descubrimiento de las Batuecas, manuscrito que poseyó lord Holland. Otra anda
impresa en la Parte 37 de Comedias escogidas (1671), y también en edicio-
nes sueltas, con el título de El Nuevo Mundo en Castilla ; su autor, D. Juan de
Matos Fragoso. Matos regularizó un poco trama y aligeró la pieza de personajes
la

ociosos; pero echó á perder el estilo, sustituyendo á la encantadora naturalidad de


Lope su propia locución amanerada, conceptuosa y altisonante.
Poca relación tiene con estas obras antiguas la comedia de magia que con el título
de Las Batuecas dio á las tablas en 1843 D. Juan Eugenio Hartzenbusch, con poco
favor del público; pero con estimación de los doctos y discretos, que reconocieron
en ella (aun lamentándose de que tal ingenio malgastase sus fuerzas en un género
inferior) las mismas cualidades de urbano gracejo, sátira culta y ameno estilo que
habían aplaudido en La Redoma encantada. Sólo el punto de partida de esta co-
media, es decir, el viaje á las Batuecas de los fugitivos de la Casa de Alba, pertenece
á la tradición popular (1): en lo restante hay imitaciones, que Hartzenbusch con-
fiesa, de La Voliere de Frere B/iilippe, vaudeville de Scribe (1818), fundado á su
vez en un cuento de Boceado. También declara haber tenido presente la comedia
de Mr. Delisle Timón le misanthrope.

(1) Al fabuloso país se refieren únicamente estas dos octavas:


Esta selva espesísima encantada,
Donde salir nos veis de peñas huecas,
Guarda en su seno la escondida entrada
Del dichoso país de las Batuecas.
Vega profunda, en torno coronada
De riscos altos, cuyas cimas secas
Forma de muro inaccesible tienen,
Ignorada en Castilla la mantienen.
Un pueblo culto y numeroso habita
Dentro del amenísimo recinto,
Que los usos de España en parte imita
Y otros tiene de género distinto.
De tiempo en tiempo aquí se precipita,
Ó cual vosotros, ó por propio instinto,
Algún viajero á quien asilo damos
Tres mágicos que el valle custodiamos.
OBSERVACIONES PRELIMINARES. CLI

Finalmente, algún recuerdo merece, no por su mérito,


que es bien exiguo, sino
novela de la Condesa de
por el espíritu candidamente socialista que la informa, una
lleva el título
Genlis, que en la traducción castellana impresa en Valencia (1826)
de Plácido y Blanca ó las Batuecas. Dice Jorge Sand en sus Memorias que este
influyó más adelante
libro, que leyó de niña, hizo profunda impresión en su ánimo é
en el curso de sus ideas. «Las Batuecas (dice Jorge Sand,
compendiando á su modo
la novela) son una pequeña tribu que ha existido,
en realidad ó en imaginación,

dentro de un valle de España, rodeado de montañas inaccesibles.


A consecuencia
en un lugar
de no sé qué acontecimientos, e*ta tribu se encerró voluntariamente
se perpetúa
donde la naturaleza le ofrece todos los recursos imaginables, y donde
actual.»
hace muchos siglos, sin tener contacto alguno con la civilización
lo que era este oasis! ¡Para
¡Si Mad. de Genlis y Mad. Dudevant hubieran sabido
el que ejercían los concejales de la Alberca! Por
algo el nombre de los
socialismo,
infortunados batuecos ha quedado en el refranero peninsular como
un símbolo sa-

tírico, que Larra eternizó, dándole valor trascendental,


en las cartas de El pobre-

cito hablador, donde el nombre de las Batuecas


está tomado como sinónimo del

semejanza de otros mitos análogos, el de las Batuecas comenzó


por
de España. A
algún vislumbre en la co-
ser geográfico, pasó á ser mito social (de lo cual ya se ve
media de Lope) y acabó por disolverse en la forma negativa de la
sátira.

XV.-LOS PORCELES DE MURCIA.

Texto de la Parte séptima de las comedias de Lope (1617).


Esta comedia, con pretensiones de genealógica, difiere
mucho de todas las
demás de su clase que encontramos en el Teatro de Lope de Vega. No
procede
que se encuentra en el
de ninguna crónica ó nobiliario, sino de un cuento popular
folk-lore de todas partes, y que fué caprichosamente
aplicado á una ilustre familia

así como á otra de Provenza, por una falsa


interpretación etimológica
de Murcia,
Como el caso tiene mucho de extravagante y grotesco, no es mara-
de su apellido.
villa que la comedia de Lope escociese bastante á los Porceles de Murcia, según

mismo poeta al dedicar en 1626 El Serafín humano á la Sra. D. a Paula


insinúa el

Porcel de Peralta, mujer del licenciado Gregorio López Madera:


«Años ha que es-
la descendencia de los Porceles, no la historia, sino la
fábula, no creyendo que
cribí
porque las más de las comedias, así de
recibiría disgusto su siempre ilustre familia;
no deben censurar con el rigor de historias,
reyes como de otras personas graves, se

donde la verdad es su objetivo, sino áde aquellos antiguos cuentos de Cas-


la traza

tilla, que comienzan Érase un rey y una reina


Donde seguí la verdad fué en la
de cuyas dos
comedia de Los Peraltas (1), con que pido perdón de Los Porceles,
familias tiene Vm. tan ilustre ascendencia.»

(1) Esta comedia es desconocida hoy.


CIH OBRAS DE LOPE DE VEGA.

los romanos Porcios, Porcanos


Los Porceles murcianos preferían descender de
el P. Román de la Higuera en su
v Toréelos, con quienes los habla emparentado
Pórcellorum familia in Hispa-
nunca bien ponderado cronicón de Marco Máximo:
nunc Murcia dicitur, a Romanorum gente
nía Tarraconensis urbe Bigastro,qucv
origínente clara et insignis habetur.
Cayó en el lazo el licenciado Fran-
trahens
cisco de Cáscales, varón
verdaderamente docto y de buen juicio en otras cosas,
de linajes; y en sus Cartas
pero de anchas tragaderas en lo que se refiere á historias
del seudo Máximo, y declaró á su manera el
pkilológicas apadrinó el testimonio
origen de las armas de la familia,
que son una puerca con unos lechones ó paréelos
alusión, según Cáscales, á la puerca y á los lechoncillos
debajo de una carrasca, con
tuvieron por feliz augurio, los troyanos compa-
que encontraron en Albalonga, y
neros de Eneas, del modo que en la
Eneida de Virgilio se decanta (i).
los murcianos, que expli-
Pero docta interpretación nunca fué popular entre
esta

caban muy armas y el apellido. El Dr. Cristóbal Lozano, que era


de otra manera las

natural de Hellín, dice en sus


Reyes nuevos de Toledo (1667; pág. 36): «Está siempre
Murcia, de aquellos niños Porceles, sangre noble, á
fresco el caso en la ciudad de
los cuales, por ser muchos de
un parto, y temer la madre que se lo habia de atribuir
enviaba con la esclava á echar al rio; y permitió el
su marido' á alguna flaqueza, los
la topase su dueño á la puerta de la ciudad
(que de
cielo que con ser muy á deshora,

allí le quedó el nombre,


llamándose la puerta de los Porceles), y viéndola turbada, y
que se huía, desvalijó la ropa y topó con los pe-
con bulto entre los brazos, pensando
hermosos, condenados á las aguas del no Segura.»
dazos vivos de su corazón, niños
dramatizado Lope, y por ella debemos comenzar
Esta es la leyenda que había
nuestro estudio. Afortunadamente,
puedo ofrecer á mis lectores un documento cu-
información de testigos hecha en nuestro propio
riosísimo- nada menos que una
parezca y para otro cualquiera buen fin que con-
sido «para que la verdad del caso
consta en autos, lo cual podrá decirse de muy
venga» Es, pues, una tradición que
murciano D. Pedro Díaz Cassou, de quien
pocas Me la comunicó el erudito escritor
al extracto de la información:
son también las interesantes notas que acompañan
DE ARGUMENTO Á LOPE DE VEGA
«APUNTES SOBRE LA TRADICIÓN QUE SIRVIÓ
PARA SU COMEDIA «LOS PORCELES DE MURCIA».
.(Del libro manuscrito Noticias de Murcia y
su reino) (2).

en Murcia de los siete Porceles, está


apoyada desde
»La historia que se refiere
puerta antigua de esta
tiempos remotos en la vulgar opinión. Ella dio nombre á una

explicación de luga-
m Cartas Pkilológicas, es a saber, de
letras humanas, varia erudición,
costumbres y muchas senten-
res lecciones curiosas,
documentos poéticos, observaciones, ritos y
Madrid, por San-
Francisco Cáscales. Segunda Impresión.
cia exquisitas: anotar el Licdo.
cha, 1779; páginas 368-370. .

obra en poder de D. Pedro Díaz Cassou,


qmen v.6 hace
(a) , Es un libro manuscrito que
pintor, arqueólogo
poder del Sr. D. Juan Albacete,
pocos años el original de la información en
y catedrático de Murcia.
OBSRRVACIONES PRELIMINARES. CLlU

existe (i), pero ha dejado el nombre al sitio donde estuvo y á la


Ciudad que ya no
recibida como se ve del
calle que se extiende por él; y ella fué tan generalmente
el año pasado de 1815, desde
siguiente documento, cuyo original llegó á mis manos
las del presbítero D. Ambrosio Albacete
(que conserva este manuscrito curioso),
pesar de los obstáculos que opone á su
y no me pareció impertinente extractar, á
inteligencia el calado de la polilla y el carácter
de la letra. Mi ánimo, al recopilar

con otras esta noticia, no esde autentizar unos hechos cuya propia monstruosi-
el
manuscritos y documentos que de
dad los desmiente, sino más bien el de recoger
tenor en
cualquier modo que sea sirven de apoyo á la misma vulgar opinión. Su
extracto es el siguiente:

«AÑO DE 1817.
» Información.

» Escribano Montalvo.

»En la muy noble yciudad de Murcia á trece dias del mes de Septiem-
muy leal
Enjon, Alcalde
bre de mil ochocientos y ocho años, ante el Ldo. D. Gregorio
petición:
mayor de la dicha Ciudad, por el Rey nuestro Señor, se presentó esta
digo:
»Don Fontes de Albornoz, como más haya lugar de derecho,
Baltasar
»que por y Concejo de esta Ciudad, se mandó dar
los señores regidores, Justicia

»al P. Gonzalo de Albornoz, Religioso de la Compañía


de Jesús, testimonio signado,
que se hizo de las
autorizado y sellado, de la nobleza, caballería y repartimiento
atierras y heredades de esta jurisdicción, á los
Caballeros hijosdalgo de la familia y
pobladores de esta
»linage de los Porceles (2), como unos de los conquistadores y
escritos en el libro
Ciudad, y ansí mesmo como los dichos caballeros Porceles están
de esta Ciudad, el qual
»y registro de los Caballeros hijosdalgo notorios vecinos
testimonio de dos libros
se sacó que están en el archivo de esta Ciudad, dentro
(3)

las tres llaves, el uno intitulado Libro de los Caballeros, dueñas c Don-
»del arca de
cellas fijosdalgos notorios vecinos, é moradores de la muy noble é muy leal Ciudad
»de Murcia, que son escritos é intitulados en este registro del Concejo. Y el otro es

»el libro donde están y pobladores de esta Ciudad, y los


escritos los conquistadores

repartimientos de caballerías, tierras y heredades que á cada uno por su


orden se

»les hizo por los repartidores nombrados por el Señor Rey D.


Alonso el décimo

(1) »La puerta de Aljufia, que los pobladores murcianos llamaron del Porcel desde que, in-

mediato á la misma, labraron palacio los caballeros mayorazgos de este apellido.


implantarse en Murcia con Orrigo Porcel;
(2) «Esta familia, de abolengo vasco (?) vino á
descendientes del mismo fueron Guarner, que como procurador de
Murcia juró á D. Pedro I. y
todavía
Don Juan Porcel, que casó con D.
a
Juana Perea, supuesta madre de los siete hijos:

quedan en Murcia Porceles.


antes un ejemplar manuscrito de Las Partidas
(3) »Los dos han desaparecido juntamente, y
debieron ser del maestro
con anotaciones marginales que se suponían del Rey Sabio, y que
Jacobo, avecindado y enterrado en Murcia.

CI u . OBRAS DE LOPE DE VEGA.

con este el presente Escribano, al qual se allega la


¡el qual testimonio presenta

¡tradición muy antigua ,


notoria , y autorizada con la pintura ansí mesmo muy
¡antigua que estaba en las paredes de una de las puertas de esta
Ciudad, la que dicen
se ha quitado con ocasión de
¡la Puerta Porcel, que de poco tiempo á esta parte

¡haberse renovado el edificio de la dicha Puerta (i), del caso que le sucedió á una
¡señora, mujer de un caballero de la familia v linage de los Porceles, por haber
-parido siete hijos de un mismo parto, seis de los quales entregó á una criada suya

¡para que los echase en el rio, quedándose con uno solo para criallo, recelándose

»que el matase por haber dicho en su presencia muchas veces, que la


marido no la

»mujer que paria más de uno de un parto, era cierto habia tenido acceso carnal con
¡más de un hombre: Y como llevando la dicha criada los seis niños para arrojallos

¡en el rio encontró con el caballero Porcel, Padre de los dichos niños, el qual

asiendo informado de la dicha criada del caso, encomendándole el secreto, dio á


¡criar los dichos niños, y siendo ya mayores los trujo á su casa todos vestidos de
¡una librea, donde los alimentó y crió juntamente con el que crió la dicha su

¡mujer, etc., etc. De todo lo qual tengo necesidad se reciba información de la noto-

riedad y antigua tradición y pintura, nobleza y vecindad del linage de


del caso,

¡los Porceles, ad ceternam reí memoriam; y para que la verdad del caso
parezca

»y para otro qualquiera buen fin que convenga; Por tanto á


V. E. pido y suplico

¡mande que los tres testigos que para el efecto yo presentare, sean preguntados por
»el tenor de este pedimento y á cada uno de ellos se le muestre por el presente

> Escribanotestimonio referido, para que visto digan y depongan lo que han oido
el

»decir á sus mayores antepasados en razón de dicho caso, y fecha dicha informa-
ción, se me de un traslado, dos ó más, signado y autorizado en debida forma y
»manera que haga V. interponga su autoridad y decreto judicial
fé; á todo lo qual

¡sobre que pido justicia, &.— D. Baltasar Fontes Albornoz.»


«Visto por el señor Alcalde mayor, mandó que se haga información, y los testi-
»gos que se presentasen se examinen, y dio comisión á mí el Notario, &. Juan
¡Montalvo.»
¡Examinados tres testigos, uno de ellos el Dean de esta Santa Iglesia de Carta-

gena, contestan al tenor de la petición y aseguran la tradición de la historia de los

Porceles, y sobre la información recibida recayó el auto ordinario de aprobación.

Todo es copia en extracto y el pedimento á la letra del original que tiene D. Am-
brosio Albacete, sacada por mí en el año de 1816» (2).

(1) »En 1725.


(2) .Concluyamos por la historia. Doña Juana Perea, mujer de D. Juan Porcel, tuvo sucesión
un voto, ó por
después de muchos años en que se había creído estéril. En cumplimiento de
gratitud, hizo pintar y colocar en la fachada de su casa-palacio,
junto á la puerta de Aljufia, un
de unos niños; y
cuadro que representaba á Santa Isabel, apareciéndose á una dama 'rodeada
que puso bajo
aunque D. a Juana Perea fundó en 1443 (y retiróse á) un convento de franciscanas,
la advocación de Santa Isabel, quedó el cuadro empotrado
en la pared del palacio y alumbrado
bastante
devotamente durante siglos, en los que tuvo la imaginación de los murcianos tiempo
OBSERVACIONES PRELIMINARES. CtV

sin salir del territorio de la Península, otras cuatro estre-


Tiene esta rara leyenda,
chamente afines, es á saber:

a) La de Santa Librada, patrona de ciudad de Sigüenza. Puede leerse acerca


la

Carrascal, Las nueve infantas de un


de ella el farragoso libro del Dr. Renales
González Chantos, Santa Librada
parto (i), y el más racional y crítico del deán
primitiva de las escorias amontona-
vindicada (2), que procuró limpiar la tradición
das por los falsos cronicones.
verídico y sincero Ambrosio de Mo-
Mucho antes de la invención de éstos, ya el

xvm) tuvo por sospechosas las circunstancias del caso,


rales {Crónica, lib. x, cap.
lecciones y antífonas del antiguo Breviario
de la iglesia de
aunque apoyadas en las
de que no
Sigüenza, y ni siquiera quiso referirlas, considerándolas como extrañezas,
ni doctrina. Lo que Morales no quiso contar
podía sacarse certidumbre, ni ejemplo,
sus ocho hermanas, nacidas todas de un
parto,
es, en suma, que Santa Librada y

hijas de Catelio y Calsa, régulos ó


potentados de Lusitania, fueron mandadas arro-
salvó la partera, que fué Santa Silas, dándolas
a
jar por su madre á un río, pero las
adoctrinó en la fe y las preparó para el martirio,
que
criar á gente cristiana, que las

recibieron de manos de su propio padre.


Los que han querido salvar alguna parte
que lo del parto ha de entenderse no del
de esta insostenible leyenda han supuesto
espiritual, es decir, de la regeneración
por medio del bautismo
material, sino del
pero, ala verdad los que ordenaron el
que recibieron juntas las nueve hermanas;
oficio de la Santa no pensaban de esta
manera, sino que entendían las cosas en su

primera y más poética, la que eternizó Lope de


Vega
para cristalizar dos leyendas. Fue una, la
producto de la imaginación jocosa del bajo
pueblo mur-
en Los Parceles de Murcia; fué la otra
duda porque el
habia tenido de una vez siete hijos (sin
ciano Según ambas, D.' Juana Perea
de dar
pintor no habia puesto en su cuadro
más ni menos); pero como el artista habia tratado
pueblo se fijo en
pequeños una expresión diferente, y el
á cada una de las fisonomías de los
la que,
abierta, nació la leyenda nueva, según
que de todos ellos, uno solo tenia la boquita
antojo de unos bollos; no comió, porque no le qui-
estando embarazada D.» Juana Perca, tuvo
con la
sieron dar, más de media docena, y parió
por ello seis niños con la boca cerrada, y uno
cerrarla por ningún modo, muñendo á pocos días.
boca abierta, á quien no se le pudo hacer
ambas leyendas.
Los periódicos La Enciclopedia y La Miscelánea, de Murcia, trajeron
» Pedro Díaz Cassou.»

Galicia, hijas de Reyes de la gran Lusita-


(1) Las nueve Infantas de un parto, mártires de
virgen y mártir Santa U dgeforte
nia ysingular nacimiento, vida y martirio de la esclarecida
iglesia catedral de la duda i de
Sigüenza y su
ó Librada, patrona que se venera en la santa
Infanzón, 1736. 4-°
obispado. Madrid, por los herederos de Juan García
obispado U Si-
mártir, patrona de la sania ig!c>ia, ciudad y
(2) Santa Librada, virgen y
de que por los años de rjoo tra.ro de
güenza, vindicada del manifiesto error y supuesto falso
en esta iglesia, como también de las
Italia elcuerpo de la Santa el obispo D. Simón, y le colocó
XVII se interpolaron en su rezo Por el Dr. D. Dugo EugcmoGon-
falsedades que en el siglo

zalez Chantos y l '/lauri, deán de la misma iglesia d M .


Madrid, 1 806, imp. del Real Ar-

bitrio de Beneficencia. 4.
CLVI OBRAS DE LOPE DE VEGA.

sentido El bachiller Bartolomé Palau natural de Burbáguena, compuso un


literal. ,

Santa Li-
poema, que probablemente seria dramático, con el título de Historia de
brada y sus ocho hermanas, que, según D. Nicolás Antonio, fué impreso en 1569;
obra desconocida hasta el presente.

b) La leyenda del conde D. Diego Porcelos fundador de Burgos, á quien su ,

apellido condenaba fatalmente á cargar con el mochuelo de


tan excéntrica genea-
(lib. xv, cap. xvn), siguiendo, aunque con
logía. Y, en efecto, Ambrosio de Morales
cronistas antiguos,
indicios de poca credulidad, á mosén Diego de Valera y otros

dice que «al Conde se le dio el nombre latino de Porcellus, que quiere decir le-

chon, por haberle parido su madre juntamente con otros seis de imparto, como las

los lechones suelen. Yo refiero lo que hallo en nuestras historias, sin po-
madres de
más probabilidad que esta en una
der dexar de hacer memoria dello, no habiendo
cosa tan extraña. Y
no tendrá tampoco esta por muy grande maravilla quien viere

lo que cuenta Plinio de algunas mujeres que parieron muchos juntos, y una en
Egypto siete. También para no extrañar esto por increíble, se puede pensar que los
otros seis que parió la madre del Conde con él no fueron más
que unas figurillas

pequeñitas de criaturas muertas, cuales algunas veces suelen nacer con una
viva y

sin ella».

c) La del nacimiento de los infantes de Lara, tal como la recogió en Arlanza don

Pidal de boca de guardiana de las ruinas del monasterio,


Ramón Menéndez la

transcribiéndola así, con las propias palabras de la narradora: «Doña Alambra


(Lambra) sosoñaba una su vecina llamándola puerca, porque libró de un
á

parto dos criaturas; por eso Dios la castigó, haciéndola á su vez preñada
de siete.

Llegada la hora del alumbramiento, no quiso ella sufrir tanta vergüenza, mandó á
la moza que la servía tirar secretamente los recien
nacidos al rio, guardando sólo

uno para criarlo. Cuando la sirviente sacaba ya de la casa los dos primeros metidos
la de-
en un cántaro (fué esto permisión de Dios), el padre, que volvía de afuera,
por-
tuvo, viola desconcertada, y descubriendo la maldad, salvó á todos sus hijos,
que buen cristiano era, dándolos á criar á escondidas de la madre. Andados siete
años, mandó un mujer preparar un gran convite, porque
dia el noble señor á su

iban á venir á su casa seis príncipes, y quería hacerles gran regalo. Puestos ya los
manteles y prevenido todo, hizo el padre sentar á la mesa á sus hijos, así al que
criaba la madre, como á los otros seis que quiso matar; todos estaban vestidos de
un
color y de una librea. Entonces preguntó á doña Alambra: «¿Cuál es el hijo que tú
»criaste?» La malvada los miró á todos fijamente, pero no supo distinguir el uno
del

otro, y llena de vergüenza, salióse de la sala del convite, cogió su caballo, y co-

rriendo, desesperada, fué á arrojarse á la Laguna Negra, allá en las sierras muy frías,
por cima de Barbadillo de Herreros» (1).

(1) R. Menéndez Pidal, de los infantes de Lara (Madrid, 1896), págs. 182-193.
La Leyenda
este admirable libro está agotada la materia en términos tales, que apenas cabe
añadir ni
En
rectificar nada, aun en puntos accesorios como éste.
CLVU
OBSERVACIONES PRELIMINARES.

de Murcia, aun en pequeñas circuns-


con
se ve, esta leyenda coincide
la
Según
los niños vestidos de un color y
una librea. Seguramente, no
tancias, como la de ir

primitivas tradiciones épicas referentes a los


más
es muy antigua, puesto que en las
aplicada por
rastro de ella; pero debió de serles
infantes de Lara no se encuentra
atribuida al número septenario, que
encontramos así en es-
la supersticiosa virtud
burgalesa de Diego Porcelos. Ya en uno
de los ro-
tas dos variantes como en la
mances dice D.» Lambra á su cufiada:

que pariste siete fijos — como puerca en cenagal.


número nueve, que también tiene especial valor en el simbo-
Por el contrario, el
que aparece en la versión semihagiograf.ca de Sigüenza, y tam-
lismo popular, es el
Pourcelel, Marqueses de Maiano
bién en leyenda genealógica provenzal de los
la
villa de Arles, cuyo apellido sonó
mucho en
(Maillane) y poderosos señores en la
en las con-
las Cruzadas, en la guerra
de los Albigenses, en las Vísperas Sicilianas,
reina Juana y en otros famosos sucesos.
Su bla-
tiendas de Ñapóles en tiempo de la
Murcia, ostentaba nueve lechoncillos, y es muy
són, análogo al de los Porceles de
verosímil que de la familia provenzal,
cuyas memorias se remontan á los primeros
Porcel, el Porcelin Porcel y el Orngo
años del siglo xi, procediesen el Guarner
conquista de Murcia, y están inscritos en el
Porcel que asistieron con D. Jaime á la
ciudad.
libro del repartimiento de aquella
Maillane, donde está el solar de los
El gran poeta Federico Mistral, nacido en
Porcelet, ha contado su leyenda, que
apenas difiere de las nuestras, salvo en al-
ricahembra, soberbia y despiadada
gún rasgo más feroz y menos delicado. Una
una mujer que la La mendiga
pedía limosna con tres niños.
con los pobres, insulta á
tantos como una puerca. Pare nueve, y manda
echar
la maldice, deseando que para
ellos, y se los da á criar á un vecino.
Cuando
tres al río. La criada se conduele de
juez la manda llamar, y la pregunta
llegan á ser grandes, denuncian á su madre. El
nueve hijos mandó ahogar tres.
qué pena debe imponerse á una mujer que de sus
se condena por su propia sentencia,
man-
Contesta que debe ser y
descuartizada,

dando el juez atarla de cuatro caballos feroces (i).

pon -
el estilo de Mistral y por la curiosidad de la lengua,
(i) Por la gracia que siempre tiene
dré aquí íntegra su relación:
noum d'aquelo famiho celebro, vés-eici la sourneto
«Aro, se voules saupre dounte venié lou
qu'aven toujour ausi counta:
que poudié pas veire 1¡ paure. Touti
,Uno fes, i'avié 'no barouno, auturouso e despietouso,
casteu nen passavo quaucun, Le dounavo
l'óumorno en repetenejant.
li fes qu'á soun

• Un jour passe 'no femó qu'avié tres enfantoun.


pauro femó, fases me la carita de quaucaren, au noum de Diéol
—Bonjour, Madamo, digue la
Venes en ódi, la paur.ho! Aves besoun
,-Anas-vous-en au diable! ie fague la segnouresso.

de faire tant d'enfant?


pauro, pousqués-ti, vous, n'en faire autant coume uno
,-Marrido Damo! ie respoundegue la

trueio!
C LviII OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Remontándonos algo mas en la corriente histórica, encontraremos la leyenda de

Paulo Diácono sobre el segundo rey de los longobardos, Lamissio, que la Crónica
general (folio 262 de la edición de Ocampo) resume en estos términos: «Caen
verdad parió su madre siete fijos de una vez, é mandó que los echasen en una albu-
hera, por vergüenza que ovo. E el rey Agilmundo passando por aquel logar, quando
agua, metió la lanza que traye, entre ellos, é uno dellos trabó de
vido los niños en el

la lanza, é el rey quando esto vio, entendió que aquel serie orne bueno é rezio é va-
liente á maravilla.»
Evidente es el parentesco entre las cuatro versiones castellanas, la provenzal y la

longobárdica, que forman un grupo perfectamente caracterizado y distinto dentro


del tema más general de los partos monstruosos, en que no nos detendremos por
ser materia que han tratado innumerables autores, desde Plinio, Alberto Magno y

demás naturalistas antiguos hasta Antonio de Torquemada en su Jardín de flores


curiosas, el P. Nieremberg en su Cariosa y oculta filosofía y elP. Fuente la Peña ,

en su Ente dilucidado, libros todos de amena y regocijada lectura.


Entre estos casos estupendos ninguno lo es tanto como el de la condesa Marga-
rita de Holanda, que por efecto de la maldición consabida parió de una vez tantas

criaturas como días tiene el año, todas las cuales murieron después de recibir el

bautismo: hecho portentoso que se consignó con una inscripción latina en el con-
vento de monjas bernardas cerca del Haya, según testifican graves escritores, en-
tre ellos Cristóbal Calvete de Estrella en el Felicissimo viaje
del príncipe D. Phe-
lippe (Amberes, 1552), folio 282 vto.
En la Rosa Gentil de Juan de Timoneda (1573) se lee un pésimo romance sobre
este argumento:
Estén atentos los hombres, — sin haberse de admirar;
Las mujeres, temerosas — d'esto no se han de espantar:
Y es que aconteció en Irlanda (1), — verísimo, sin dudar,

»Or labarouno vengué grosso, vengué grosso, vengué grosso; e fagué néu enfant!
»E' m'acó, vergougnouso de talo pourtaduro, n'en mandé nega tres á la bailo que l'acouché.
Mai aquesto, pietadouso, li pourté au segnour vesin-que lis abarigué.

>Quand aquésti fuguéron grand, denouncieron sa maire, e la justico la mandé apela.

»E' m'acó, la barouno estént davans lou juge, lou juge ie vengué:
> — Madamo, digas-me: ce que deven faire d'uno maire que, de si nóu enfant, n'a manda nega
tres?
» — La fau faire escarteira, respoundegué la damo.
> —Ehl bén, digué lou juge, madamo, aves vous-memo prounouncia vosto senténci.

»E' m'acó, l'estaquéron entre quatre chivau fóu, e fugué escarteirado.


>D'aqui si nóu enfant fuguéron apela despiéi li Pourcelet; e li nóu Pourcelet devenguéron nóu
orne, dison, subre-valent. — F. Mistral. — Maiano, i877->

Armana Prouvengati, 1878; folios 57-59.


Me ha comunicado esta curiosa variante el Sr. Menéndez Pidal, á quien se la ha enviado el

joven hispanista Mr. J. Ducamin.


(1) Sic, por Holanda.
OBSERVACIONES PREL1MINAEES. CLUC

Que yendo una mujer pobre — su limosna á demandar,


Llevando en sí muchos hijos, —hermosos para alabar,
Allegó á pedir limosna,— por poderse alimentar,
Á madama Margarita, — que así la solían llamar,

Princesa, dicen algunos, — que fué de Irlanda sin par,

La cual, al ver tantos niños,— fué á la pobre á preguntar:

«¿Tus hijos son todos esos?»— Tal respuesta le fué á dar:

mi señora, y de un padre,— el cual vive á su mandar.»


«Sí,

Respondióle: «Es imposible;— antes cierto es de pensar


Que ellos son de muchos padres,— y esto no puedes negar.»
La pobre mujer, aflicta,— como se viese infamar,
Con las manos hacia el cielo— fuese en tierra arrodillar,
Diciendo: «¡Oh, plegué á Dios,— como él lo puede obrar,
Que tantos hijos de un padre— vengas, señora, á alcanzar,

Que no puedas conocerlos, ni menos poder criar!»

Fué este ruego tan acepto, que esta dama fué á engendrar
Trescientos setenta hijos,— cosa de maravillar:
Todos los parió en un día— sin peligro y con pesar,
Chicos como — vivos, sin
ratoncillos, uno faltar,

Á los cuales — á todos fué á baptizar


un obispo
En una fuente de plata. — Después fueron á gozar
De aquella gloria suprema— que no se puede preciar.

Esta fuente en una iglesia — hoy en día suele estar,

Y á nuestro emperador Carlos — se la fueron á mostrar.

Y esto ser verdad testiguan — autores muy de estimar:

Uno es Baptista Fulgoso, — Henrico con Algozar,


Y el gran doctor valenciano— Vives, que no es de olvidar.

cubrirse
A pesar de su remota fecha, este romance tan pedestre y que procura
con autoridades eruditas, tiene ya el tono de los vulgares del siglo xvn y
principios

del xviii, como puede verse cotejándole con el de


Los cinco hijos de un parto (nú-

mero 1.345 del Romancero de Duran), cuyo autor invoca una porción de testimo-

nios, pero principalmente el del P. Fuentelapeña:

Nó quiero extender mi pluma


Sobre monstruosos partos:
Sólo diré que lo trae

El Ente dilucidado

Pero no fueron estas miserables rapsodias las únicas manifestaciones que en el

romancero peninsular tuvo este caso tocológico. Muy anterior á ellas es el bello
se presenta
romance de Espínelo, en que de una manera verdaderamente poética
no ya parto múltiple y monstruoso, sino al parto de gemelos:
la superstición aneja, al

Muy malo estaba Espínelo;— en una cama yacia;

Los bancos eran de oro, — las tablas de plata fina,

Los colchones en que duerme— eran de holanda muy rica,


OBRAS DE LOPE DE VEGA.
CLX

Las sábanas que le cubren— en el agua no se vian,

La colcha que encima tiene— sembrada de perlería;

A la cabecera asiste— Mataleona, su amiga;


Con las plumas de un pavón—la su cara le resfria.

Estando en este solaz,— tal demanda le hacia:


«Espínelo, Espínelo,— ¡cómo naciste en buen dial
El dia que tú naciste— la luna estaba crecida
(i),

Que ni punto le faltaba,— ni punto le fallecía.

Contádesme tú, Espínelo,— contádesme vuestra vida.»


«Yo te la diré, señora,— con amor y cortesía:
Mi padre era de Francia,— mi madre de Lombardía;
Mi padre con su poder— á toda Francia regia;
Mi madre, como señora,— una ley introducía:
Que mujer que dos pariese— de un parto y en un dia,
Que la den por alevosa—y la quemen por justicia,
Ó la echen en el mar,—porque adulterado habia.

Quiso Dios y mi ventura— que ella dos hijos paría


De un parto y en una hora,— que por deshonra tenía.
Fuérase á tomar consejo— con tan loca fantasía
A una captiva mora— que sabe nigromancía.
mía?»
«¿Qué me aconsejas tú, mora,— por salvar la honra
Respondiérale: «Señora,— yo de parecer seria
Que tomases á tu hijo,— el que se te antojaría,

Y lo mar,— en una arca de valia,


eches en la

Bien embetunada toda,— con mucho oro y


joyería,

Porque quien al niño hallase,— de criarle holgaría.


Cayera la suerte en mí,— y en la gran mar me ponía,
La cual, estando muy brava,— arrebatado me habia,
Y púsome en tierra firme— con el furor que traia,

A la sombra de una mata,— que por


nombre Espino habia,
Que por eso me pusieron— de Espínelo nombradia.
Marineros navegando— halláronme en aquel
día;

Lleváronme á presentar— al gran soldán de Suría.

El soldán no tenía hijos;— por su hijo me


tenia;

regia
El soldán agora es muerto.— Yo por el soldán (2).

Porceles haya podido componerse


Increíble parece que sobre la fábula de los
que le arredrase, por monstruoso
una obra dramática. Pero á Lope no había asunto
el pueblo. Tanto él como sus
especta-
que fuera, en siendo tradicional y creído por
el modo
dores entraban de buena leyenda, la sentían con ingenuidad, que es
fe en la
que salva y hace interesante lo que
más poético de sentirla, y esta candidez es lo

fronterizo, que comienza:


(1) Versos tomados literalmente del romance
Abenámar, Abenámar,— moro de la Morería

52 de la Primavera de Wolf, tomado de la Rosa de amores de Timoneda, y del


(2) Núm. 1

Cancionero Flor de enamorados.


CLX1
OBSERVACIONES PKI.L1MISARES.

intolerable. Las heroínas de esta


presentado con aparato artístico sería ridículo é
en una cesta los niños para tirarlos
comedia paren en escena; la criada sale llevando
clásico Terencio había hecho resonar
en el teatro los
al río- verdad es que ya el
hecho salir á la comadre á lavar los paños. Lope trató el
gritos de la parturiente y
sin alteraciones, artificios ni
melindres de ningún género,
cuento como cuento,
de todo punto imposible, pero sí una
re-
no un drama regular, lo cual era
é hizo,
rica de felices rasgos locales, así
presentación novelesca, ingeniosa, amena, poética,
en la pintura de los colmenares de los
montes de Toledo (i), como en las alus.o-
á la granjeria y trato de ella en
Murcia (2),
nes á la cría de los gusanos de seda y

(\) Así dicede las abejas:


^ '
Que es gente que tienen rey,

V que en república están,


Que marchan con capitán
Y tienen gobierno y ley.

¡Quién se las ve de las frescas

Flores, al Abril vestidas,

Con sus cueras guarnecidas


Y con sus calzas tudescas!
¡Quién se las ve los piquillos,

Pies y manos y pescuezos,


Llenos de flores de brezos,
De romeros y tomillos!
Y ¡quién se las ve enojadas
En iguales ocasiones
Con sus agudos lanzones
De furia y soberbia armadas'
de gusanos y de las moreras:
(2) Así los
Son los gusanos de seda
La cosa más delicada
Que hoy tiene el mundo criada.

¡Notables secretos hallo


En este animal pequeño!
— En fin, ¿ninguno murió
En esta tempestad?
—No,
Que soy cuidadoso dueño.
Con panderos y sonajas
Los hicimos tal ruido,

Que los truenos no han sentido


Ni se han movido en las pajas.
— ¿Ya les das hoja?
— Ya comen.
—Los morales, ¿cómo están?
—Cien hojas por una dan.
Aun antes que se las tomen
Apenas los acabamos,
Lisandro, de desnudar,
Cuando ellos vuelven á dar
Más hojas que les quitamos.
CLX II OBRAS DE LOPE DE VEGA.

sin que tampoco falte el indispensable elemento del canto y música popular (i).
Terminadas en este volumen las comedias históricas cuya acción se desarrolla
en tiempo de los Reyes Católicos, dedicaremos el siguiente á las obras del mismo
Lionero que tienen por tema acontecimientos de
la época del Emperador Carlos V,

y de Felipe II.

M. Menéndez y Pelayo.

(i) Al fin del acto primero hay una canción de romería:

A la Virgen bella
De aquesta ermita
Cielo y tierra celebren
Su dulce día.

A la bella Virgen
Que á tantos guia,
Da salud, rescata,
Da gloria y vista.
Murcia, que la tiene
Por amparo, diga:
«Cielo y tierra celebren
Su dulce día.»

Morenica me adoran
Cielos y tierra,
Que del sol de mis brazos
Estoy morena.
Tanto sol me ha dado
Del niño hermoso,
Que hasta el pecho amoroso
Tengo abrasado:
Todos me han llamado
Blanca azucena;
Que del sol de mis brazos
Estoy morena.
CRÓNICAS Y LEYENDAS DRAMÁTICAS DE ESPAÑA

QUINTA SECCIÓN
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA

XI
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA

COMEDIA FAMOSA
DE

FREY FÉLIX LOPE DE VEGA CARPIÓ

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Zaide.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Un buen consejo, muestra el buen suceso.


Su hermosura extremada;
ZELINDO.
En fin, al viejo padre le ha pedido,
Que allá en un pleito estaba; Que no puede pagarse
Diósela al Rey, con ver que yo la amaba;
Con el oro del mundo te confieso;
Porque no ha reparado Mas di: .qué me aconsejas,
Que me la prometió como á sobrino Zaide? Que moriré si así me dejas.
ZAIDE.
Que, en efecto, ha criado
Como á hijo. En Jaén está ahora
ZAIDE. El famoso Maestre de Santiago,
pienso que un camino
No Que venera y adora
Castilla, y es de nuestra sangre estrago:
Que es de tanta importancia
Escríbele una carta,
Tendrá sin prevención breve distancia.
En lo que toca al viejo, Con que le harás que á tu remedio parta;
No ha errado en dar su hija al Rey. Que si á Xarifa bella
ZELINDO. Roba el Maestre y el Alcaide quita,
¿No ha errado No casará con ella
En darla, sin consejo El Rey, como en tu daño solicita;

De sus deudos, al Rey, que nunca ha estado Ni dirá que tú has sido
Quien saliste á quitársela atrevido.
Bien con nuestro linaje?
¿No era mejor un hombre Bencerraje? Con esto libre quedas
¿No ves que eternamente Del enojo del Rey, y más seguro
Nos habernos mezclado con Zegries? De que casarte puedas,
ZAIDE. Siendo el Maestre tu defensa y muro.
ZELINDO.
Ver coronar su frente
Por Reina de Granada, aunque porfíes, Es consejo divino;
Le disculpa y abona. Mas parece escribirle desatino.
ZELINDO. Si yo le conociera,
La que está dividida no es corona. Bien pienso que el Maestre me ayudara.
quiere mañana, ZAIDE.
Si el Rey
¿No hará reinar también otras mujeres? ¿Pues en eso qué hiciera
Bien haya la cristiana Cuando amistad, Zelindo, le obligara?
Ley. -
La hazaña está en hacerte
ZAIDE. Este bien y merced sin conocerte.
Con muy justa causa la prefieres; Yo conozco cristianos
Pero si el Rey la estima, Que harán bien á sus propios enemigos.
Tendrála sola. ZELINDO.
ZELINDO. Poner quiero en sus manos
|Ay mi Xarifa, ay primal Mi remedio.
ZAIDE.
¿Qué haré yo por librarte
De Reduán y los soldados fieros Losson testigos
cielos

Que al Rey quieren llevarte? Que hablo sin engaños,


te

Pero Granada tiene caballeros Por excusarte de mayores daños.


ZELINDO.
De mi linaje, y tales,
¿Quién llevará la carta?
Que harán hazañas á mi amor iguales.
Escribiré que vengan ZAIDE.

Cinco ó seis que, saliéndole al camino, ¿No tienes tú criado que haya estado
Á Reduán detengan, En Castilla, y que parta
Maten á Reduán. En la lengua y la industria confiado?
ZAIDE. ZELINDO.
iQué desatinol Zulema un poco sabe,
Si el Rey
otros envía. Y suele ser de mis secretos llave.
ZELINDO. ZAIDE.

Pues dejaré llevar la prenda mía. Pues ése parta luego,


Y cuando caminando Que es hábil para todo y atrevido.
Vayan por algún bosque, á él saldremos, ZELINDO.
Y á Xarifa quitando, Voy á escribir. ¡Ay ciego
El reino de Granada dejaremos; Y dulce amor, infierno del sentido,
8ue Rey tiene Sevilla, No tengas por victoria
nos dará su sueldo el de Castilla. Dar pena al alma y á los ojos gloria!

ZAIDE.
Cuanto deba estimarse Vanse.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA.

Salen Xarifa y Alima. Iaz lo que sabes, Alima,


I

Pues no hay mora que te iguale,


XARIFA. Si mi dolor te lastima.
Plegué á Dios que nunca sea, ALIMA.
Ni tanto dure mi vida. Contra los hados no vale
ALIMA. Cuanta fuerza el mundo estima.
No hay discreto que no crea Va por el espejo voy.
El mal. XARIFA.
XARIFA. Plegué á los cielos que vea
No estoy ofendida Cómo de mi primo soy.
De que Almanzor me desea. ALIMA.
De mi padre, Alima, estoy No sé, Xarifa, qué crea
Quejosa. En la confusión que estoy.
ALIMA.
Vase.
Culpa te doy,
Como á tu padre disculpa. XARIFA.
XARIFA.
El que vio primero el fuego
sátiro,
¡Luego no tiene la culpa, Resplandeciente, claro y luminoso,
Y yo la culpada soy! Fuéle á abrazar alegre y codicioso;
ALIMA.
Pero abrasado se detuvo luego.
Tu padre hacerte procura .Miró unas flores, que el ameno riego
Reina de Granada, cosa Fertilizaba de un arroyo hermoso,
Que tu grandeza asegura; Y dijo: ¡Oh campo alegre y deleitoso!
Pero tu culpa es forzosa, ¿Por qué os dejé de aquella lumbre ciego?
Causada de tu hermosura;
Tal yo, que con mi engaño me aconsejo
Que si no fuera por ella, Y de todo el sentido me despojo,
No le incitara la fama.
Sigo mi daño, y de mi bien me alejo.
XARIFA.
Mi muerte busco, y de vivir me enojo;
Maldigo mi mala estrella.
Las flores de oro en la corona dejo,
ALIMA.
Y al fuego del amor el alma arrojo.
El Alcaide de Cártama
Le dijo que eras tan bella; Sale Alima con un espejo.
Y un cautivo, gran pintor,
Que ha dado en hacer retratos, ALIMA.
Ha encendido más su amor. El espejo viene aquí
XARIFA. Con toda la diligencia
¡Ay, Alima! Para ingratos Que se puede hacer por ti.

Es el mayor.
infierno XARIFA.
Bien sabes tú lo que debo ¿Abriréle?
A mi primo, el más galán, ALIMA.
Valiente y noble mancebo Ten paciencia.
De nuestro linaje. XARIFA.
ALIMA. Furia es amor.
Están ALIMA.
Sirviendo al amor de cebo Es así.

El parentesco y el trato. XARIFA.


XARIFA. ¿Tienes algo más que hace:?
Dejarle no es justa ley; ALIMA.
Que yo sé de su recato No, Xarifa, aquí te mira.
Que cuando le hicieran Rey XARIFA.
No fuera conmigo ingrato. ¡Cielos, permitidme ver
Y fuera de esto, mi amor Con Zelindo, aunque mentira
Y la inclinación, Alima, Mi deseo venga á ser!

A su su valor,
talle, á
No hace de! reino estima, Mírase al espejo.

Porque el del alma es mayor.


Mucho quisiera saber ¡Ay de mí
Si esta desdicha ha de ser ALIMA.
3
Como mi padre me escribe. ¿Qué ves
Aquel tu espejo apercibe XARIFA,
Para que lo pueda ver. Aquí,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Está la cuerda, que tal vez afloja;


Alima, veo á mí
me
corona de oro. No siempre se ha de desnudar la espada,
Con una
ALIMA. Aunque provoca nuestra insignia roja.
decoro Ahora juega amor con la celada,
Con ese real Mientras el fiero Marte se despoja
Te verás presto. De las doradas armas, que algún día
XARIFA.
¿Yo? Más luz al sol, que de ellas tiene, envía.
ALIMA. Duerma seguro el ínclito Fernando,
Sí. Jaén, Granada (i), y goce la ribera
XARIFA. De Genil Almanzor, que amenazando
espejo allá; Su muro está la verde primavera;
Quítame el
Que cuando Dinadámar esmaltando
Maldita sea mi suerte.
ALIMA. Vaya su margen de la flor que espera,
Con las hojas de nácar su Granada
¿Pues esto pena te da?
XARIFA. Coronará su espléndida celada.
TELLO.
Más quisiera ver mi muerte,
Si bien, Maestre ilustre, duerme ufano
Aunque en la corona está.
¿Yo Reina? Sobre parva el labrador contento,
la
¿Yo sin Zelindo?
En la imaginación previene el grano,
¿Para el laurel de Almanzor
Amor mis cabellos peina? A la primera sementera atento:
Así todo soldado castellano
No es Reina quien tiene amor
Espera, con heroico pensamiento
Y en brazos ajenos reina.
Sobre mil felicísimas victorias,
Yo me mataré primero, De la empresa mayor mayores glorias.
Dulce adorado, bien mío; CARPIÓ.
Que la corona que espero está un moro, que con gran secreto
Aquí
Veréis en mi cuerpo frío
Te quiere hablar.
Pasado de un blanco acero. MAESTRE.
No quiero yo bien sin vos;
¿De dónde?
Que no está en el oro el bien. CARPIÓ.
ALIMA.
De Granada.
Espero, Xarifa, en Dios MAESTRE.
Que templarás el desdén
¿Es hombre noble?
Y que os querréis bien los dos. CARPIÓ.
XARIFA.
No, pero discreto.
¿Quién?
MAESTRE.
ALIMA.
¿Qué armas?
Tú y el Rey.
CARPIÓ.
XARIFA.
¡Qué bajeza! Sola una azagaya herrada.
MAESTRE.
ALIMA.
han llamado alteza. Di que entre.
Aún no te
XARIFA.
Sale Zulema, morillo gracioso.
Esono, que soy mujer
De las que saben querer; ZULEMA.
Porque no hay mayor firmeza.
Alá, sonior, á quien sojeto
Estar el mondo, el que temer tu esbada,
Vanse.
Gardamos vosancé.
MAESTRE.
Salen el Maestre de Santiago y Tello y Carpió,
Bien seas venido.
soldados.
ZULEMA.

MAESTRE. Los pies é manos que besamos pido.


MAESTRE.
Duerme tal vez en brazos del sosiego,
¿Qué miras alrededor?
Con el soldado, de la guerra el arte:
¿Tienes miedo, ó no te agradan
Juega con la celada el niño ciego,
En tu embajada testigos?
Y en el regazo de Acidalia Marte. ZULEMA.
Diez años sobre Troya estuvo el griego,
Ser segreta me embajada,
Y aunque asistiendo en una misma parte, É por eso soplicalde,
No siempre armado; que tal vez los graves
Colgaron las espadas de las naves.
Falta el sentido.
No siempre del veloz arco tirada (i)
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA.

Vosancé, que al csgocharla, Á volver almas ovejas,

Ser de brosona á brosona, Que en zarza dejar el lana.


¿Que te decer de los ojos?
Porque estamos de emportancia.
MAESTRE. Sien el cielo estar glavadas
¡Hola, soldados!
Algonas estrelias negras,
TELLO. Poras estrelias retratan.
Señor. Ojos negros habrás visto,
TRE. Mas aquestos acombania
Retírense. Moro, habla; Ona certa becardía
Que seguramente puedes. Que el corazón arrebata.
¿Que" te decemos narez?
Vansc los soldados. Ni estar pequenia ni larga;
Pero estar flecha de amor.
ZULF.MA. Porque de dos arcos basa.
El boca es perder el seso,
Luz de la nación crestiana,
Porque dos rosas engastan
Honra de la santa empresa,
Perlas, que ir al mal de Sur
Que tenelde colorada,
Naturaleza á boscarlas.
Por ser esbada famosa
El bescozo estamos nevé,
Teñeda en sangre frecana,
Más pora que en Alpojarras.
Saber que el moro Zelindo,
El manos estar locura,
De la villa de Cártama,
Ser diez garambanos de agua.
Cabaliero zenzerraje
El demás no le decemos,
De la más florede casta,
Porque vos adevenalda,
Como decer en Castilia,
emagenación
Porque la
Gozmán, Borriquez de Lara,
Tal vez no admite palabras.
Bacheco, Castro, Toledo,
Finalmente, estar al belia
Cordova, Geron e Vargas,
Desde el cabelio á la planta,
Hejo de Algaides é nieto
Do reyes, valiente esbada, E morto de amor Zelindo,
Proseguimos el que falta.
Que vos haber conocido,
Losa, Marubel e Baza,
La fama de so hemosura
Liegar al rey de Granada
Estar en on grande pena;
Manzor, é pedirla al padre,
Que entre las cosas homanas
amor Que hacerla querer Soltana.
Decer sabios que el

mayor para el alma. Padre otorgar el partido:


Ser la
que estar on beliaco, El rey Manzor damos traza,
Amor
Que alcaide Redoán
el
Poto, becaro, que mata,
Ir por Xarifa á Cártama.
Pos entra hacendó cosquillas,
Zelindo, entre tantos celos
E despos metemos lanza.
Amor que estamos el quedo, E trestes desconfianzas,
Pensamos en tu nobleza,
E estar como muía falsa, E escrebemosle esta garta.
Que al ir al echar el silia,
Porque con algona gente
Dar al barrega batadas.
Mas tener el zenzerraje Te pedemos al que vayas
Razón, que tenemos ansias
Al cameno á Redoán,
Por Xarifa, prima suya, Y que á Xarifa quitalda.
Que traelda vosancé
A la más prima de Esbania.
Escochame el que te dego, A Jaén e ser so esclava,
,

sabemos retratarla, Para que después Zelindo


Si
Aunque vista pocas veces, Casar con elia en to casa.
Que entrar Zolema en so casa. Tres cosas mover to pecho:
So amor, so sangre, esta hazania;
Porque ser mora doncelia,
Que parael valor Bacheco,
E más vertuosa é casta sonior, cualquiera basta.
i
ie mojer de Olises,
estar la Gran
|

MAESTRE.
La que Peroloper liaman.
Tener el primero on frente Dame la carta.
ZILEMA.
De marfil tan lisa tabla,
ser.
Que el amor y la fortuna
damas. ¿Haberlo entendido?
Poil ir el
TRE.
Cobrimo.sli de un cabelio
Aguarda.
Pardo enzarzado, que basta
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ZULEMA.
ZULEMA.
¿Pues no sonior? Y aun jodíos.
Bordonar, se no estar diestro
MAESTRE.
Á la samia castellana. Mal trataron de mis bríos
Lee el Maestre. Por aumentar sus decoros.
ZULEMA.
Mera on hombre y on león,
«Invictísimo Maestre, agravio hacen á tu
buscan Sobre cuál estar más forte,
valor todos los caballeros que no le
en todas las ocasiones. Ir jontos, é ver por sorte
para ampararse de él

lo soy, aunque africano, pero


no importa, Un fonte en esta casión,
Yo Que un hombre tener pentado
para que tú me favorezcas; que el sol igual-
Con un león á los pies;
mente sale en Granada y en Castilla. El men-
Decer el hombre: ya ves
sajero de ésta te informará despacio del estado
Que te tener derrebado.
de mis desdichas; que para lo que de tu valor
El león con disgresión
dice la fama, bastará que las sepas. Y para
que
Responder: si león hiciera
creas mi agradecimiento, sabe que soy bence-
mi prima, te suplica lo mismo; y Aquesta fonte, estoviera
rraje. Xarifa,
El hombre al pie del león.
los dos, con lágrimas, nos echamos á tus pies,
MAESTRE.
prometiendo ser tus esclavos eternamente. Per-
|Tellol
dona la ignorancia de esta carta; que las gran-
des confusiones nunca hallaron palabras dis-
Sale Tello.
cretas en los pechos afligidos. Alá te guarde.—
Zdin do.» TELLO.
Señor.
ZULEMA.
MAESTRE.
¿Agradamos vosancé
Seis soldados
El cartera?
MAESTRE. Tomen seis caballos luego.
TELLO.
En fin, ¿la quiere
¿Cuáles mandas?
El Rey?
MAESTRE.
ZULEMA.
Tú y don Diego,
Que por muere.
elia
MAESTRE. Carpió, Ortiz, Lerma y Tirados.
¿Bastan éstos?
Pues perdone, que yo haré
ZULEMA.
De suerte que no la goce. Pesia tal,
¿Cuándo por ella vendrán?
Redoán, mera el que digo,
ZULEMA.
Hacemos cera de trigo
Logo, sonior.
MAESTRE. En vendo el rojo senial.
MAESTRE.
¿Reduán
Ve delante; que canción
Es bravo?
ZULEMA. Dirán presto diferente.
ZULEMA.
Ben le conoce
Vosancé, que estar con él,
Que el Maestre es el valente
Segón cantaron Granada, En hacer el fonte el león.
Peleando en emboscada Vase.
Al monte de Murabel.
Salen Reduán, Xarifa y moros y Zelindo
MAESTRE. detrás,
encubierto.
¿Allá se cantan de mí
Canciones con Reduán?
REDUÁN.
ZULEMA.
Pues, ¿cómo, en todo el camino
El mochachos, cuando van
Por zeite, decer así: No has de levantar los ojos?
¿Ser Reina te causa enojos?
Maestre Santiago bon cabaliero,
Redoán más valente, que le vencemos. ¿No es el llorar desatino,
Quien va á ser de un Rey mujer?
Monte Murabel pelear de noche, XARIFA.
Santiago é Mahoma retomba el monte.
Maestre resbonde: ríndete berro.
No lloro yo, Reduán,
Mis dichas, que antes me dan
Redoán más valente, que le vencemos. placer.
MAESTRE. Imaginadas
Dejar mi patria, enternece
¿Qué, en fin, hay poetas moros?
;

LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA.

Mis ojos. De haber dormido sin oro.


REDI De Bibarrambla no digo
Pues, ¿áqué aldea Lo que en las fiestas verás
Te llevan, para que sea Con la nobleza, que es más
La causa que te entristece? Desde el tiempo de Rodrigo.
Dime, ¿en qué reino extranjero Vuelve á Granada su fama;
Te casas, donde jamás Que más valen los linteles
Padres ni deudos verás? De una calle de Gómeles
XARIFA. Que mil villas de Cártama.
Estas soledades quiero Y estando las leguas de ella
Más que todas las grandezas Que sabes, y en ocasión
Del mundo. De tal bien, ¿por qué razón
ZII.INDO. Vuelves los ojos á vella?
Muriendo voy; XARIFA.
Pero no, que muerto estoy, ¿Qué sabes tú lo que puede
Pues no digo mis tristezas. La imaginación de un triste
|Ay sol, que te vas de mí, Cuando un pensamiento asiste
Aunque me abrasas pecho!el Donde á sí mismo se excede?
¿Cómo antípoda me has hecho Con los árboles suspiro,
Hoy que amaneciste en mí? Porque en sus hojas mis ojos
¿Cómo te vas á poner Imaginan los enojos
En la noche de mis celos? Del bien que por ellos miro.
¿Cómo permiten los cielos Y como vienen de allá
Que te puedas esconder, Aquestas fuentes también,
Cuando me estás abrasando? Pregúnteles por mi bien,
XARIFA. Cómo queda y cómo está.
Haberme criado aquí REDL'ÁN.
Causa esta tristeza en mí, [Extraño amor!
Y por eso voy llorando. ZEL1NDO.
Que novuelvo, Reduán, ¡Quién pudiera
A mi Cártama los ojos Responder!
Que no me den mil enojos REDUÁN.
Las prendas que en ella están. Si has descansado,
¡Ay patria del alma mía, Vamos; que me da cuidado
Mi soledad os adora! Ver que el Rey ama y espera.
REDUÁN. XARIFA.
Apenas verás, señora, Adiós para siempre, adiós
Tu Granada sólo un día, Ze (Zelindo iba á decir >

La belleza de sus muros, Adiós, que voy á morir,


Los castillos de Abenámar, Cártama, ausente de vos.
Las fuentes de Dinadámar,
Mares de cristales puros, Vanse.
Sus cármenes cultivados,
Cada cual otro pensil, ZELINDO.
Y en jaspes verdes, Genil, Fuese, partióse, quedé
Quebrando vidrios helados. Sin luz, sin alma y sin vida;
Las ricas Torres Bermejas, Porque allá la lleva asida
Donde, luego que amanece, El alma que se me fué.
Tiende el sol, limpia y guarnece Tardó el Maestre. ¿Qué haré?
Sus encrespadas guedejas. Pero ¡ay Dios! que no tardó,
El Alhambra y la famosa Sino que se anticipó
Torre de Comares, tal, Reduán más de dos días,
Que no ha visto joya igual Con que á las desdichas mías
Roma, en su edad victoriosa; Todo el remedio quitó.
Almazán, Bibataubín Xarifa de mis entrañas,
Y el Zacatín, y si pasas ¿Cómo te vas y me dejas?
La vista, un monte de casas ¿Por qué al ansia de mis quejas
El levantado Albaicín. Son las tuyas tan extrañas?
Verás con arenas de oro Tened, nevadas montañas,
Bajar el Darro en la vegn, Piedad de mí, pues no hay medio,
Adonde corrido llega Y no la dejéis pasar.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
IO

Que somos del Maestre de Santiago.


Mientras que yo lloro un mar, ZELINDO.
Será el dolor el remedio.^
¿Del Maestre?
|Ay, cielos, cómo volvía TELLO.
Los ojos para buscarme,
De él mismo.
ó acaso para informarme ZELINDO.
De aquella vil cobardía!
¿Dónde queda?
Pues espera, prima mía, TELLO.
Mi luz del alma adorada; pecho
Aquel á quien ocupa todo el
Que yo sacaré la espada, roja cruz, es el Maestre.
La
No para librarte á ti,
ZELINDO.
Mas para matarme á mí,
Deja
Antes de verte en Granada.
Que me arroje á sus pies. Maestre noble,
Celos, ¿qué me aconsejáis?
Cumpliste al fin, como cristiano Marte,
Pero aunque sois mal tan viejo,
Con las obligaciones que te debes.
Nunca disteis buen consejo;
¡Oh caballero insigne, en quien se emplea
Que sois envidia y cegáis.
El laurel victorioso justamente,
Alma, ¿qué consejo dais
Cómo se ha visto en ti la gran nobleza
En mi remedio también? Del apellido de tu insigne casa,
¿Nadie responde? ¿No hay quién?
Pero bien hacéis, tiranos;
Y en mí la gran desdicha de la mía!
MAESTRE.
Que son los consejos vanos ¿Eres bencerraje?
el
Después de perdido el bien. ZELINDO.
Pues en aígo ha de parar Soy Zelindo,
Este amor que me atormenta;
El que se puso en tus valientes manos.
Pues para que no le sienta, MAESTRE.
Dice que me ha de matar. modo?
¿Pues de qué te lamentas de ese
Bien mío, dame lugar ZELINDO.
Para de ti despedirme;
Pacheco, porque ya perdióse todo.
Espera: ¿quieres oírme? MAESTRE.
Tan firme vengo á quedarme
Yo no tardé, que luego que me dieron
Que me pesa de matarme, Tu carta, puse á punto mis soldados
Porque dejo de ser firme.
Y salí de Jaén.
ZELINDO.
Salen el Maestre y soldados con rodelas. Mi desventura
Causó venir más presto que pensábamos
MAESTRE. Por Xarifa, mi prima, el fiero Alcaide,
Que ya estará muy cerca de Granada.
voces?
¿Por aquí no decís que suenan MAESTRE.
TELLO.
quejas, ¿No le podré alcanzar?
En arábigo suenan tristes ZELINDO.
despide.
Como quien de la vida se De ningún modo,
MAESTRE.
Pacheco, porque ya perdióse todo.
Salid del monte y enla senda entremos,
MAESTRE.
Donde mejor información tendremos.
ZEL1NDO.
Por vida de Fernando, que aunque sea
Llegar hasta la misma puerta Elvira,
Gente á caballo de este monte sale, He de seguirle.
tenga
Y alguna viene á pie, porque nohombre ZELINDO.
Remedio aun en la muerte un triste,
Tente, ilustre príncipe,
hubo muerte.
Aunque para los tristes Pues sabes ya que el capitán discreto
acierte?
¿Pero qué habrá que un desdichado
CARPIÓ. No se pone á peligro sin efeto.
Xarifa será Reina de Granada.
¿Quién va?
ZEL1NDO. Tu esclavo soy.
MAESTRE.
¿Ya no lo ves?
Por Dios, amigo Tello,
TELLO.
Detente, moro. Y por la espada roja de Santiago,^
ZELINDO. Que desde que saqué la blanca mía,
que llegasteis No he tenido pesar como este día.
Cristianos, ¿es posible empresa
¡Que he de volverme sin aquesta
Tan cerca de Granada? De amor, de honor y de un contrario mío,
CARPIÓ.
Como el alcaide Reduánl
No te admires;
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. I I

TELLO. Que Xarifa te le ha dado ?

Ya es hecho. Dícenme que has enviado


Tú las obligaciones has cumplido Por ella ahora á Cártama.
De caballero, y este noble moro REY.
Conoce que él el desdichado ha sido. Así lo dirá la fama,
MAESTRE. Y verdad debe de ser;
¿Qué dirán en Jaén? Pero la propia mujer
TELLO. Nunca es buena para dama.
Ninguno sabe LINDARAJA.
La causa que movió tu heroica espada; ¡Qué donaire! ¿Pues por qué?
Y basta estar tan cerca de Granada. REY.
ZELINDO. Porque cierta posesión
Noble Maestre, cuando tú llegaste Disminuye la afición,
Solicitaba yo mi justa muerte; Y de experiencia se ve:
No has hecho poco, pues con sólo verte, Amor que seguro esté
Vida deseo ya para servirte. Nunca le llames amor.
Entre esos montes, ya desconfiado, Amor ha de ser temor
Dejé mi bien, y voy tan consolado De dos que se quieren bien;
De tu real magnánima presencia, Que temer perder el bien
Que sufriré mil años de su ausencia: Hace su fuerza mayor.
Que aunque ahora se fué, bien há cien años, LINDARAJA.
Tal pueden con amor dulces engaños. Luego, señor, mientras ama
Sólo te pido que me otorgues sólo Vuestra Alteza esta mujer,
Un solo bien. ¿Cuál de las dos viene á ser,
MAESTRE. Dígame, mujer ó dama?
Haré por
tu persona, REY.
Zelindo, cuanto pueda, y cuanto espero Mujer ahora se llama.
Hacer después, á ley de caballero. LINDARAJA.
ZELINDO. Pues amándola, ¿en qué está
Ven conmigo á Cártama; que su Alcaide La diferencia?
Es mi tío, y llevándote conmigo REY.
Nos abrirán la villa, y en mi casa En que habrá
Descansarás honrándola. Tiempo de no amarla.
MAESTRE. LINDARAJA.
Quisiera Veo
Poder hacer tu gusto. Que el trato enciende el deseo.
ZELINDO. REY.
No me niegues No hará.
Esta merced; que no tendré consuelo, LINDARAJA.
Perdida mi Xarifa, sin llevarte. Sí hará.
MAESTRE. REY.
¿Qué haremos, Tello? No podrá.
TELLO. LINDARAJA.
Hacer lo que es tan justo: Sí podrá, que siendo hermosa
Descansarán siquiera los caballos; No podrá desmerecer
Que volvellos así será matallos. Por el nombre de mujer.
MAESTRE. REY.
Vamos, Zelindo, y viva tu linaje, Antes es cosa forzosa.
Que basta ser galán abencerraje. LINDARAJA.
ZELINDO. ¿Por qué?
No habrá cobrar mi vida de otro modo, REY.
Pacheco, porque ya perdióse todo. Porque
si es celosa,
No hay condición tan sujeta;
Salen el rey Almanzor y I.indaraja.
Que si ese lazo le aprieta,
Le pueda mucho sufrir.
LINDARAJA.
REY. Ella los sabrá pedir
¿Ésto te causa cuidado? A tiempo, como discreta.
I.INDARAJA. REY.
¿Qué quieres que me le dé ¿rúes como tú, Lindan»ja,
Mayor, pues tan claro sé Me los pi
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
12

LINDARAJA. Dirás que ya te admirabas


No soy yo. De que esto no te decía,
Tu mujer.
Que si no es tema, es porfía,
REY. En lo que ya todas dais,
Eso firmó Pues en Bencerraje halláis
amor la ventaja: Amor, gusto y valentía.
En el
Ahora bien, celos ataja,
No se tiene por mujer
Que son del amor rodeo. La que no ama Bencerraje.
LINDARAJA. Que dais en que este linaje
Sólo ha llegado á saber
Pues permite á mi deseo
Y á mis ojos que te den La firmeza del querer,
El vestir y el pelear:
DeXarifa el parabién,
En que se ve que esto es dar
Como de tu nuevo empleo.
En locura y no en razón,
Sale Hamete. Pues amar por elección
Es baja suerte de amar.
H ÁMETE. Si un Bencerraje se viste
De un color, éste alabáis;
Ya ha llegado Reduán
Éste en Granada sacáis,
Con tu esposa.
REY. Ó sea alegre ó sea triste,
Á verla voy. La buena fiesta consiste
En que salga Bencerraje;
Vase. Hasta el caballo y el paje
Del Bencerraje es mejor,
LINDARAJA. Como si estuviera amor

Yo también. En paje, caballo y traje.


HAMETE. Para mí, ni el Rey te pica,

Espera. Ni te obliga su valor,


LINDARAJA. Porque sin duda tu amor
Soy A Bencerraje se aplica:
Esto bien lo significa
Á quien estos celos dan.
HAMETE. Este desdén, Lindaraja,
¿Es posible que aún están,
Haciendo yo más ventaja
Lindaraja, tus desdenes Al mejor de estos infames
Firmes? Que
LINDARAJA.
LINDARAJA.
quiero que los llames
No
¡Qué nuevo que vienes!
no lo han de estar? Palabra, Hamete, tan baja.
¿Con celos
HAMETE. Pero basta ser Zegrí
No; que ocasión de olvidar Para que envidioso seas,
En dándote celos tienes. Pues imitarlos deseas
LDNDARAJA. Diciéndome mal á mí:
Yo no olvido lo que quiero Hasta ahora nunca en mí
Por celos ó por mudanza. Hizo Bencerraje asiento;
HAMETE. Pero ya mi pensamiento
No hay amor sin esperanza. Se mudará á Bencerraje,
LINDARAJA. Porque es el mejor linaje
Pues yo tengo y no espero.
le Y de más merecimiento.
HAMETE. HAMETE.
Mientes.
Será tu amor el primero
LINDARAJA.
Que haya de esta calidad.
LINDARAJA. importa; que yo
No
Sabré vengarme de ti.
Pues yo tengo voluntad
HAMETE.
Sin pagarme, y no es error;
Que en sus costumbres amor La que no estima Zegrí
También tiene novedad. Es la que no mereció.
HAMETE. LINDARAJA.
Pensara que despreciabas ¿Pues dígote yo que no?
Mi amor, porque soy Zegrí; Sois muy nobles y galanes,
Pero amando al Rey así, Sois los fuertes capitanes,
De que amas Zegrí te alabas: Sois del vulgo maravilla,
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. «3

Como lo son en Castilla Ni un traidor en un linaje,


Los Córdovas y Guzmanes. Como éstos son para mí;
Déjame pasar, y vete; Que á los ojos de un Zegrí
Que no es bien que tu grandeza Es veneno un Bencerraje.
Se ocupe con mi bajeza.
HAMETE. Vasc.
¿Tanto rigor?
LINDAR AJA. SULTÁN.
Suelta, Mámete. ¿Quién era aquel caballero?
HV.IETK. FATIMÍ::.
Lo que tu desdén promete, líamete me pareció.
No lo ha de hacer tu piedad. ZAIDE.
LINDARAJA. Es noble y honrado, y yo
Mal sabes mi libertad. Por todo extremo le quiero.
HAMETE. No le falta, por Alá,
Y si volverme pudieras Más que ser de sangre nuestra.
En Bencerraje, ¿qué hicieras? FATIMÍN.
LINDARAJA. Sólo éste afición nos muestra,
Tuviérate voluntad. Y de nuestra parte está;
HAMETE. Mas no os fiéis del mejor.
¿Qué culpa tuve yo, fortuna esquiva,
En no tener la sangre venturosa Sale Zulema.
De este linaje, para ser dichosa
La esperanza que sólo en serlo estriba? ZULEMA.
¿Nací de alguna bárbara cautiva, Temblando por Dios liegar,
Que me desprecia Lindaraja hermosa? Mas hacer el que mandar
¿Ya mi sangre real es afrentosa? Zelindo, que estar sonior.
^Y sólo es bien que el Bencerraje viva? Con Xarifa estar movida
Pues, ¡vive Dios! que la canalla fiera Al festas toda Granada.
Ha de morir, si está en su vida el precio ¡Ay del alma, que estar dada
De nuestra libertad. Amor, espera, A berros por su partida!
Que para ti, si no eres loco ó necio, Que acechar mandar á me,
Del breve tiempo y de la muerte afuera, Todo el que para so amor.
No hay veneno mortal como el desprecio. ¿Ser Zaide aquél? ¡Ah, seniorl
Escocharme vosancé.
ZAIDE.
Salen Sultán, Zaidc y Fatimín, Bencerrajcs.
¿Es Zulema?
ZULEMA.
ZAIDE. Estar quedico.
Si esta fiesta concertamos, ZAIDE.
No ha de entrar hombre Zesrí, De varias congojas lleno,
Gomel y Albenzaide sí. Esperé, Zulema amigo,
SULTÁN. El fin de aqueste suceso.
¿Cómo la determinamos? Cuando partí de Cártama,
FATIMÍN. Topé á Reduán, soberbio,
Seis puestos de á seis. Con una escuadra de moros;
SULTÁN. Y en verlos llegar tan presto,
¡Famosa! Temí que no llegaría,
Con que serán treinta y seis. Zulema, el Maestre á tiempo.
ZAIDE. Y cuando vi que Xarifa
¿Qué librea sacaréis? Entraba, quedé suspenso,
HAMETE. Como el agua á quien le pone
Esta es la canalla odiosa. Grillos en la n^che el hielo.
Vive Dios, que no es al mar ¿Vino el Maestre? ¿Qué dij
Tan contraria la tormenta ZULEMA.
Al hombre noble la afrenta, Logo que el bon cabaliero
Ni al discreto el necio hablar, Receber el carta, y logo
Al dulce sueño el ruido, Que elrelazón entendemos,
A la esperanza el engaño, Partir con seis de cabalio
Al amante el desengaño En lanzas é dargas desl
Ni al beneficio el olvido, Que podemos, si salildi-,
OBRAS PE LOPE DE VEGA.
14
ZAIDE.
Á matar mil é quinentos.
Ya, pues, Zulema, la Reina
Mas como venir Redoán
Que fué Xarifa, y tu dueño,
El primero que sabeldo, Alhambra.
Entra en el
Liegar tarde, estar Granada, ZULEMA.
No haber homano remedio. Estoy
Volver Maestre á Cártama
Por matarme, é se lo dejo.
Con Zelindo, dar posento No creas, sénior, que es más
So padre, é todo soldado De porque vivir deseo.
Descansalde merecemos.
Yo partir, Zaide, en on yegua,
Que dejar potrillo overo, Suena música, sale acompañamiento, Reduán,
otra parte,
Reina, líamete y el rey Almanzor, por
Porque con el grande amor la
moras que puedan.
con las
Podemos volver más presto.
Para Maestre é soldados XARIFA.
Traer de Jaén dos cueros los pies vuestra alteza.
Déme
Destos que beber crestianos, REY.
Que estar bono al que sabemos. alma en que os tengo.
ZAIDE.
No, sino el
XARIFA.
¿Probástelo? |Mas no harías
Yo soy, señor, vuestra hechura.
Tan gran pecado! REY.
ZULEMA.
Tenemos Y yo soy esclavo vuestro.
Venís buena, porque yo
Por becador por so vida;
camino venendo Con veros estoy tan bueno,
Porque al
mil vidas ya.
tentazón, Que tengo
Dar al diablo el
XARIFA.
En desatándole el piezgo,
Vos me las dais, yo os las vuelvo.
Poner el boca tantico.
REY.
ZAIDE.
¡Qué peregrina hermosura,
¿Qué tanto?
ZULEMA.
Reduánl
REDUÁN.
Estar boco tempo;
Es, Rey supremo,
No. ser más de un cuarto de hora.
Un gigante con su fama.
ZAIDE.
REY.
Gran pecado. te debo.
ZULEMA.
Mucho, por Alá,
XARIFA.
Yo deseo
La salud, señor, que traigo
Ser gran becador, sénior. servicio ofrezco.
ZAIDE. A vuestro
ZAIDE.
Di adelante.
ZULEMA.
¿Qué os parece de Xarifaf
FATIMÍN.
volvemos
En fin,
Que la fama dijo menos
Á Cártama, y regalamos
De lo que en ella se ha visto.
Crestianos berdiz, conejo, REY.
Cabrito, ternera, pollos,
Esta ocasión, caballeros,
Sólo porco al no teneldo.
Es la de más gusto mío.
Cuando el Maestre partirse,
SULTÁN.
Darle dos copas el vejo
Trazadas, señor, tenemos
De grestal y de oro puro, Fiestas en nuestro linaje.
Que valer metad de un reino; REY.
Diez sortejas de diamantes,
Bien podéis agradecerlo;
Y on bayo de cabos negros, Que son Bencerrajes todos,
Con on fanje é so tahelí,
Y en plata nelada el freno. Y son del linaje vuestro.
XARIFA.
Partir Maestre, é decer
Confieso á vuestra grandeza,
Que en todo contecimiento verlos.
Señor, que me huelgo en
Jorar á Dios, que matar HAMETE.
A los beliacos nemegos.
También hay aquí Zegríes,
Mas no estando consolado
Zelindo, logo queremos
No menos nobles y buenos
Y Rey, mi señor, lo es,
el
Que partimos á Granada, que tenemos.
Que es lo mejor
Y él quedar lieno de celos.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. •5

REDUAN. De fuego: mas no llegaba


Entrad, señora, en mi Alhambra. Al que el alma me abrasaba
HAMETE. Pot mi fementida Elena.
iQué poco honor nos ha hecho, Lucieron los Bcncerrajes,
Que aun responder no ha querido! Dicha que siempre tuvieron,
REDI Más que los otros linajes
Viene triste, no lo entiendo. En las fiestas que se hicieron,
ZAIDE. Ya en las suertes, ya en los trajes.
¿Qué te parece, Zalema? Los Zegríes se han picado,
ZUI.EMA. Porque dama no ha quedado
Que es mojer, y que en dormiendo Sin Benccrrajc galán,
Dos noches en otros brazos, De que me dicen que están
Trocar el amor en sueño. Con vergonzoso cuidado.
Porque la mojer más firme A la Reina han ofrecido,
Estar veleta lejero, Para el día de sus años,
Que hacia aquel parte que sopla Una fiesta, y prometido
Hacia allí lievar el vento. Que hasta los reinos extraños
No pueda cubrirla olvido.
Ya no hay en la Alcaicería
Tela que no esté comprada,
Ni joya en la platería.
MAESTRE.
Será fiesta celebrada
ACTO SEGUNDO. Por toda la Andalucía.
ZELINDO.
Al sol pienso que han pedido
Los caballos de su carro.
Zclindo y el Maestre. Y todo aquesto ha nacido
De un cierto Zegrí bizarro,
MAESTRE. Quejoso de un largo olvido,
Fuera cumplimientos vanos, Si no es envidia de ver
Que no suele permitir Lucido nuestro linaje.
Amor entre amigos llanos. MAESTRE.
ZELINDO. Lo cierto debe de ser;
Él me ha obligado á venir, Pero vuestro Bencerraje
el
Maestre, á besar tus manos. No tiene ya que temer.
MAESTRE. Que la opinión concebida
No he tenido más contento No se la podrán quitar.
Que el de hoy en verte en mi casa, ZELINDO.
Después que la guerra intento. Yo pienso que no se olvida
ZELINDO. Mi linaje en conservar
Porque sepas lo que pasa La fama y honra adquirida.
De mi loco pensamiento, Que los que en Granada viven
Vine, Pacheco, á Jaén; A demás nos escriben
los
Mas lo principal también Que vamos á ayudar,
les
Por verte. Para no les dar lugar
MAESTRE. Que con estas fiestas priven.
Pagas mi amor. Zaide me
pide que vaya,
¿Vate bien de aquel rigor? Y aunque amor de mi prima,
el
ZELINDO. Maestre, me tiene á raya,
Del mal á nadie va bien. El honor común me anima,
Fué Zulema á ver la entrada Cuanto el amor me desmaya.
De Xarifa. Ya tengo determinado
MAESTRE. Ir á Granada.
Esa sería MAESTRE.
Como de Reina en Granada. Y es justo,
ZELINDO. A honrar tu linaje.
Toda la ciudad se ardía ZELINDO.
En una Troya abrasada. He dado
No había sin luz almena, En tener algún disgusto
Ni torre menos que llena 1V lo que está concertado.
16 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Bencerraje pareciera;
Y hallar en él
quiérome
Por ayudarles en algo,
Que yo sé la lengua bien
Por Bencerraje y Gomcl. Y supiera disfrazarme.
ZELINDO.
MAESTRE.
Vida los cielos te den.
Es propio de un pecho hidalgo
MAESTRE.
Ser á su sangre fiel.
Si yo pudiere ausentarme
Y podrás ver entretanto
Estos días de Jaén,
A la Reina.
Allá me verás vestido
ZELINDO.
No lo niego, A usanza de Bencerraje.
ZELINDO.
Aunque mi muerte adelanto,
Si hasde ir, por merced te pido,
Pues quiero acercarme al fuego.
MAESTRE. Y en honra de mi linaje,
Aunque en Cártama de ti, Aunque nunca te ha servido,
Fuera del buen hospedaje, Vayas conmigo, pues vas
Mil regalos recibí,
Más seguro, aunque en Granada
Generoso Bencerraje, Y en todo el mundo lo estás
Y sin servirte de mí, A la sombra de tu espada,
Quiero atreverme á que lleves Que no hay que decirte más.
MAESTRE.
Una corta niñería
Ahora bien, entra á comer.
A las fiestas, con que pruebes
ZELINDO.
Mi amor; que él dirá algún día
Si es verdad que me ledebes. No ha nacido caballero
ZELINDO. Tan noble.
MAESTRE.
Beso mil veces tus pies;
Sipuede ser,
Pero temo que le des
Irá contigo mi acero,
A mi padre algún disgusto. fuere menester.
MAESTRE. Por si

No es pagarle, sino gusto Vanse.


De ser con los dos cortés. Salen Hamete y Lucindo; moros.
Seis caballos llevarás
LUCINDO.
A las fiestas, en que creo
En fin, que olvidando al Rey
Que lucir mucho podrás,
Y llevarás mi deseo, Ama á Zaide.
HAMETE.
Que no hay que decirte más.
Ese rigor,
picazo, dos melados,
Un
Lucindo, es la ley de amor,
En fiestas ejercitados,
Si puede llamarse ley.
Y un castaño corpulento,
LUCINDO.
Que engendrar pueden al viento,
¿Cómo no te quiso á ti
No ser del viento engendrados. adoras y amas?
Viendo que la
Un rosillo y un overo, HAMETE.
Con un blanco, á quien yo llamo
Porque es delito en las damas
El cisne, aunque por ligero
Ser caballero Zegrí.
Pudiera llamarle el gamo,
LUCINDO.
Si le probara primero.
Todos irán adornados Es influencia del cielo
Privar este mujeril
De ricos caparazones
Linaje.
De oro y de perlas bordados, HAMETE.
Que sien la plaza los pones
Cosa tan vil
Han de parecer pintados.
ZELINDO. No sustenta ahora el suelo.

Para tanta obligación,


Debe de ser lo importante
¿Adonde he de hallar respuesta? Esto afeminado y lindo,
MAESTRE. Porque cada cual, Lucindo,
Conocieras mi afición, Ha de amar su semejante.
A no serme tan molesta Y así no te espantarás
Si ser mujeres los vieres,
La guerra en esta ocasión. mujeres
Que por esta cruz, que fuera Y que quieran las

A quien parece más.


les
A Granada disfrazado,
LUCINDO.
Y que en fiestas y en cualquiera
Hamete, contradice
Eso,
Suceso, siempre á tu lado,
I.A ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 17

La buena filosofía,
Salen Sultán, Katimín, Zaidc, Lindaraja, Alima,
Y también la astrologfa Xarifa y rey Alrnanzor.
De Venus y Marte dice,
Por ejemplo natural: SULTÁN.
Amor que cualquier mujer, Apenas de ver se harta
Que Venus se ha de entender, Su hermosura.
Tiene al que es hombre marcial. /.AIDE.

Si éstos son afeminados, Razón tiene.

¿Cómo pueden ser queridos? II. Y.

MAM En fin, no pueden ser en este día


Sus golillas, sus vestidos Que cumples años, las alegres fiestas
Y sus cabellos rizados; Que el linaje Zegrí te prometía.
Sus manos blancas, que apenas, XARIFA.
Por no verlas lastimadas, Si son tan grandes, no estarán dispuestas;
Los puños de las espadas Quiero decir, tan presto prevenidas.
Tocaron de afeite llenas;
Aquel escucharse hablando, Tu agradecido pecho manifiestas.
Tan preciados de discretos, Quisiera de estas márgenes floridas,
Que van, por hallar concetos, Xarifa, hacerte una guirnalda hermosa,
Quien los escucha matando; Si el oro y perlas de mi frente olvidas.
Esto del tierno mirar Aquí en este jardín pareces rosa;
Y de escribir un papel Siéntate, porque aprenda el jazmín puro
Tan cultivado que en él De tu garganta la color lustrosa.
No hay letra que cercenar, Sale el Maestre, vestido de moro, y Zelindo.
Tiene, Lucindo, esta fuerza.
LUCINDO. MAESTRE.
¿Dónde hay más merecimiento, Anotable peligro me aventuro,
No llamo envidioso intento. Pero voy en la lengua confiado.
El que á la venganza esfuerza? ZELINDO.
¿Sufriremos que en Granada Maestre, en ser quien eres vas seguro.
Hasta la gente vulgar ¿No miras cómo el Rey está sentado
No acabe de celebrar En el jardín con mi adorada ingrata?
Su fiesta y virgen espada? MAESTRL.
¿Y que á estar tan loco el Rey, Y con mucha razón enamorado.
Por ser Bencerraje, venga Una Venus bellísima retrata
Con Xarifa, que ya tenga Xarifa.
Sólo su gusto por ley? ZELINDO.
¿Sufriremos que les den Lisonjéanla las flores,
Los oficios y alcaidías, Y el agua, que era perlas, vuelta plata.
Píamete, como estos días ¿Quién os culpa, dulcísimos amores,
Las provisiones se ven, Si son tales amando los sujetos?
Solamente á Bencerrajes? ¡Oh bien hayan mis penas y dolores!
1 1 ÁMETE. |Oh amor, enfermedad para discretos!
Si algún necio os tuviere, luego olvide,
Deja tú pasar las fiestas,
Parézcanse á la causa los efetos.
Verás á su vida opuestas
Las armas de mil linajes. Hermosa prima, envidia me divide
No ha de quedar, por Alá, De verte siempre, pues el bien de verte
Hombre de esta sangre infame. Con otro ningún mal se iguala y mide.
Venga mil veces la cobarde muerte:
LUCINDO.
Muera mil veces yo, mas no de ausencia,
¿Quién habrá que la derrame, Tucs no hay penas mayores que perderte.
Si elRey tan perdido está MAESTRE.
De amor de Xarifa bella? Haz, Zelindo, un instante resistencia
HAMETE. Al sentimiento de tu prenda amada.
Esc es todo el fundamento; ZELINDO.
Que en tratando de este intento ¡Ay, que me vuelvo loco en su presencia!
Se ha de comenzar por ella. UAESTRB.
Mas disimula; que viene Detodas las grandezas de Granada,
Con el Rey. Ninguna vi mayor que su hermosura.
LUCINDO. ZFLINDO.
Aquí te aparta. |Por Dios, Maestre, que igualó á tu espada!
18 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

XARIFA.
MAESTRE.
Estoy con enojada,
él
Calle la portentosa arquitectura
De esta Alhambra, sus jaspes y colores,
Y juez os quiero hacer,
Pues no me ha venido á ver,
Que á pesar de los tiempos vive y dura;
torres, que del sol los resplandores
Desde que estoy en Granada.
Las
á nacer, y las bizarras
Que este injusto disfavor
Le vuelven
con mil pendones vencedores;
Ni es sangre ni es amistad.
Puertas
ZELINDO.
Las acequias, que en cárdenas pizarras
Parece que destilan dulcemente
No mi voluntad,
culpéis
Mi obligación ni mi amor,
La nieve de las altas Alpujarras;
Sino mi salud tan poca
Que su hermosura, á todos eminente,
Que quizás la sentiréis,
Me admira más.
ZELINDO. Si digna, señora, hacéis
Honraste mis tristezas, De vuestra nieve mi boca.
XARIFA.
Y la dulce ocasión de mi accidente;
Mándallo el Rey, mi señor,
Que un rostro celestial, cuantas grandezas
Me obliga á desenojarme.
Tiene la tierra, excede.
ZELINDO.
MAESTRE.
Á
amigos tus Bien podéis las manos darme
Con su sentencia en favor.
Puedes hablar; que amigos son riquezas,
XARIFA.
Y más entre envidiosos enemigos. Para que os alcéis del suelo
ZELINDO.
Zaide, amigo.
Os las doy.
ZELINDO.
ZAIDE.
¿Quién me pudiera
¡Oh mi querido
Alzar, sino quien me diera
Zelindo!
ZELINDO. Diez estrellas de su cielo?
¡Oh fuerte Sultán! Las manos me las han dado,
¡Oh Fatimín!
Y todas son menester,
LINDARAJA. Señora, para poder
El galán Levantar un desdichado.
REY.
Zelindo, Mima, ha venido.
AL1MA. ¿No decían que tenía
Traeránle de su Cártama
Una zambra Reduán?
ALIMA.
Las fiestas de los Zegríes.
Vestidos, señor, están;
Parece que te sonríes.
Pero no es para de día;
¿Pues tiene en Palacio dama?
Que él siempre ha vivido allá. Que con hachas ha de ser.
REY.
LINDARAJA.
¿No me dijo que un cautivo
Dama sé yo que tenía
Cantaba con excesivo
En Cártama, y este día
Donaire en el baño ayer?
Dentro de Granada está.
FATIMÍN.
ALIMA.
Por él es ido, señor.
Malicias tuyas.
REY.
ZAIÜE.
Los pies Pues decidle que queremos
Oirle; que bien sabemos
Besa, Zelindo, á su alteza.
ZELINDO. Su lengua.
XARIFA.
Tu coronada cabeza, De
ese cantor
Que digna del mundo es,
~
Guarden los cielos, señor.
Me han contado mil primores;
REY. Y Generalife ahora,
Hará su voz más sonora
Zelindo, seáis bien venido;
Con fuentes y ruiseñores.
Que que has tardado ha sido
lo
ZAIDE.
Ofensa de nuestro amor.
ZELINDO.
Aquí viene Reduán.
Dadme, señora, las manos. cautivo.
Salen Reduán y un músico, de
REY.
Dadle vuestras manos bellas;
REDUÁN.
Que bien pueden merecellas
Los que son primos hermanos.
Y aquí, señor, el cautivo.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 19

MÚSICO. REDLÁN.
Ya el instrumento apercibo. Pésame de ser la causa
11 DUÁN. De tu disgusto, señor,
Mira que oyéndote están Y en ocasión que pensaba
Los Reyes y la nobleza Que te hiciera algún servicio.

De Granada.
mi-:. Oye atento.
¿Qué hay, Zelindo? REÍ- 1

/I LINDO. ¿Qué me mandas?


Hay, Maestre, que me rindo REY.

A una amorosa tristeza. Reduán, bien se te acuerda


Cuando aquella blanca mano Que me diste la palabra
Besar quise á la cruel De darme á Jaén la fuerte
Xarifa, le di un papel, En una noche ganada;
Y besé su nieve en vano. Y que en sus altas almenas,

Que no sólo me templó, Que cruces rojas esmaltan,


Tero con ardor más grave, En tafetanes azules
En remedio suave
el Pondrías lunas de plata;
Mi vida la muerte halló. Y que del fuerte Pacheco,
MAESTRE. Que allá sn Maestre llaman,
Ya canta. Me traerías la cabeza,
ZEI.IXDO. Ó por lo menos las armas.
Amor me lastima. Reduán, si no lo cumples,
MAESTRE. Desterrarte hé de Granada,
Está atento, oye cantar. Quitándote el Alcaidía
ZELINDO. De las torres de la Alhambra.

Sí haré, porque pienso estar Daré al mayor enemigo


En los ojos de mi prima. Los amores que más amas,
Tus oficios y tus rentas
Canta el músico. A criados de mi casa.
Mira que te va la vida,
MÚSICO. Después de tu honor y fama;
El rey don Fernando el Santo Que donde faltan las obras
Desde Córdoba partía, Son infames las palabras.

A dar asalto á Jaén, REDLÁN.


De Abenamar defendida. No merecen mis servicios
El Maestre de Santiago, El rigor con que me tratas
Con lomejor de Castilla, Delante de la nobleza
A los muros y á la fama De caballeros y damas.
Altas escalas ponía. Que no soy yo el moro Alcaide,

Bien se defienden los moros; El de la vellida barba,


Pero después de tres días El que mandaste prender
Se rinden al santo Rey, Por la pérdida de Alhama.
Y á partido le convidan. Y si el otro respondió
En las torres de Jaén, Entonces con arrogancia,
¡Oh cuan bien resplandecían Bien lo puede hacer el Rey,
Las cruces de los cristianos Mas yo no le debo nada.
Y de Santiago divisasl Yo responderé, señor,
REY. Con la lanza y con la adarga,
No más, músico ignorante; Sacando contra Castilla
Que nuestras desdichas cantas, Los soldados de Granada.
Y á quien te escucha por gusto Iré á Jaén, y verás
Sus enemigos alabas. En empresa tan gallarda,
Por Alá, que á no saber Que no sobra la ventura
Que lo has hecho de ignorancia, Cuando las palabras faltan.
Que con diferentes cuerdas Yo te traeré del Maestre
Te apretara la garganta. O la cabeza ó las armas,

MÚSICO. Que bien las conocerás


¡Señor! En la señal colorada.
BU v Y no fuere mi dicha
si

Echadle de aquí. Tanta que pueda ganarla,


20 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

volveré de la guerra REDUAN.


No
Sin que en un pavés me traigan. ¿No hay Bencerraje,
ZEl INDO. Moros, que conmigo salga?
Reduán, en propia boca HAMETE.
Es afrenta la alabanza; No, que en Granada se quedan
Y mal pensados principios A hacer labor con las damas.
Trágicos fines aguardan. ZELINDO.
¿Por qué imposibles prometes? Mientes, si da el Rey licencia,

Pues sólo el Maestre basta Hamete.


Para quitarte la vida HAMETE.
Y defender las murallas Ya con la espada

De Jaén. Yo le conozco Te hubiera yo respondido;


Como á mí, y en la campaña Pero por eso hay campaña.
Hemos medido los dos Y también sabe su alteza
Los aceros y las astas. Que en las rejas y en las plazas
Vencióme, yo lo confieso, Jugáis extremadamente
Y si quieres ver que engañas Los vocablos y las cañas;
Al Rey, prueba si conmigo Pero en la guerra no hay hombre
Acreditas tu arrogancia. Que os haya visto la cara,
Yo, vencido del Maestre, Ni os conoce el enemigo,
Te venceré, porque salgas Que siempre os ve las espaldas.
Tú de la duda en que estás ZAIDE.
Y de su engaño Granada. Zelindo dijo denantes
MAESTRE. Que mentías, y eso basta.
¿Qué dices? REY.
ZELINDO. Prended á Hamete.
Mira, Maestre, HAMETE.
Que te pierdes si no callas. ¡Señor!
REY. REY.
¿Qué es esto? Llevalde á una torre, guardas.
MAESTRE.
Decís verdades, Vanse todos, y quedan Zelindo y el Maestre.

Si en los palacios se hallan.


REY. MAESTRE.
Basta ya. ¡Quién pudiera hablar aquí!
MAESTRE. Pues dos cosas me obligaban
Deja. Tan justas.
REY. ZELINDO.
No muevas ¡Oh, gran Maestre,
Más la lengua ni las plantas. Las cañas se vuelven lanzas!
REDUÁN. ¡Vive Dios, que no me pesa,
Con hombres como tú puede Cuando me matan el alma
Ganar el Maestre fama. Celos del Rey y Xarifa,
MAESTRE. Que se revuelva Granada!
Sí que si son como tú, No haya fiestas, pesia á tal,

Aun vencerlos es infamia. Ni los Zegríes las hagan,


REY. Cuando yo me estoy muriendo.
¿Cuándo te ha vencido? MAESTRE.
MAESTRE. Respondiera con la espada
Ahora. (Aparte.) A las palabras de Hamete,
Pues no desnudo la espada. Si estos mirtos y retamas
REY. En lo llano de esa vega
Vamos, señora, de aquí. Fueran espinos y zarzas.
REDUÁN. Y al alcaide Reduán,
El que mi amigo se llama, Que con hinchada arrogancia
Sígame. Le prometió mi cabeza,
HAMETE. Le diera seis cuchilladas.
No quedará Con que llevara á Jaén,
Caballero que no vaya En una noche ganada,
Contigo. En tafetanes azules
Lunas de plata en palabras.
Síguenlc Hamete y Lucindo.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 21

Perdona, que cada uno Eso me detiene aquí.


ZULEMA.
Á su propósito habla;
Ni hay hombre tan vil, que sufra De Coreóles nunca oí
Que hablen de él mal, y en su patria. Valor que ese pecho encierra.
ZELINDO.
Yo soy castellano, y soy
Cristiano: la ilustre casa Hércules, dice, Zulema;
De Pacheco, mi apellido, Ni le igualan mil tebanos.
Es de las nobles de España.
ZULEMA.
Yo vine á ver estas fiestas, |Oh Cid de crestianos!
forte

Y no sin causa, á Granada, El mondo


tus armas tema.

Porque pienso que mi Rey Mas dejando á Marte un boco,


Quiere tratar de cercarla. ¿Cómo le va á vosancé
Su sitio he visto y defensas; De amor?
ZELINDO.
Que por iguales hazañas
Los soldados de Castilla Que llegué, que entré,
El temerario me llaman. Que vi y que me vucko loco.
ZULEMA.
Dame licencia y perdona;
Que antes que el Alcaide salga ¿É cómo estar so premica?
De Granada, he de tener ¿Asentamos so persona
A Jaén fortificada.
Lindamente la corona?
ZELINDO. ZELIXDO.

No Maestre ilustre,
saldrá, Como al rojo sol se aplica

Sin prevenir sus escuadras Aquel resplandor dorado.


ZULEMA.
Reduán; que hay del decir
Al hacer mucha distancia. ¿Hablámosla?
ZELINHO.
Tiempo tienes de partirte.
Fernando trata
Si venir
Y la besé
A Granada este verano, La mano.
Haz de mí más confianza. ZULEMA.
Mira muy bien la ciudad, Pos vosancé,
Sus torres altas y bajas; ¿De qué estar desatenado?
Que yo en este cuerpo moro ¿No sentir desde la boca
Ya tengo el alma cristiana. Ir certa consolación
¡Por Alá, que ha de ser tuyal Poco á poco al corazón?
MAESTRE. ZELINDO.
Gente viene, aquí te aparta. ¡Ay, que era nieve muy poca
Para tanto fuego mío!
Sale Zulema. ZULEMA.
ZULEMA. Pos andamos Alpojarra,
¿Estar acá vosancé? Que de su mano bezarra
Valga el diablo so tardanza; No le bastamos el frío.
Esperar con darga é lanza, ZELINDO.
É caballo, Tello y me. Por otra parte, me quema,
Hoy no ser festas decilde, Me deshace y me lastima
A mañana estar tan boco; Ver con otro hombre mi prima,
Vos que amar, estamos loco, Mi prima y mi bien, Zulema,
É vos ¿por qué no reñilde? Y que á su lado se siente.
Tello, que poco saber ZULEMA.
Del arábigo, estar morto ¿É qué emporta estar al lado?
Decir; que tempo ser corto, Peor fora haber pensado
Se vos pensaldc volver. Al que estamos frente á frente.
Se no, que mandar liebar
El cabalios á so casa Sale un paje con un papel.

De Zaide, que el gente pasa,


E cansamos brogontar. PAJE.

MAESTRE. Hamete,Zegrí, os envía,


Espere Tello un momento, Zelindo, aqueste papel.
Zulema, que yo también ZELINDO.
Volver deseo á Jaén, Veré lo que dice en él.

Pues basta el atrevimiento. MAESTRE.


Las fiestas se han vuelto en guerras; ¿Cuánto va que es desafío?

22 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ZELINDO. ¿Y á qué hora ha de salir?


ALIMA.
Lee.
A las diez has de venir,
«Si sois .tan valiente con la espada como Porque entonces son forzosas
mujer con la lengua, esta noche lo podéis mos- Del Rey las ocupaciones.
trar orillas de Genil, junto á las huertas de ZELINDO.
Reduán, donde á Zaide y á vos os esperamos ¿A las diez?

yo y Lucindo, desde las diez á las once. Ha- ALIMA.


No hay más lugar
Para que te pueda hablar:
Decid, paje, al bravo Hamete Tú sabes ya los balcones.
Y al arrogante Lucindo Quédate adiós, no me vean
Que verse con él Zelindo Hablar contigo.
Con mucho gusto promete. ZELINDO.
Y que orillas de Genil, Yo iré.

Á las diez, iré á saber


Que hay un Zegrí tan mujer Vase Alima.
Que tenga lengua tan vil.
Y que de allá no vendrán MAESTRE.
Estas manos ni esta espada ¿Qué tenemos?
Sin que la deje clavada ZELINDO.
Primero en Vivalmazán. Que llegué
PAJE. Donde mis penas desean.
Yo voy con ese recado. ¿Hay suceso imaginado
Más triste y más riguroso?
Vase. ¡Que venga yo á ser dichoso
Para ser más desdichado!
MAESTRE. MAESTRE.
A mi gusto has respondido. ¿De qué suerte?
ZELINDO. ZELINDO.
Tú le has visto desmentido, Quiere hablarme
Y le verás castigado.
La Reina á las diez.
MAESTRE. MAESTRE.
Sal de palacio. Pues bien.
ZULEMA. ZELINDO.
Esperar,
¿No ves que á las diez también
Sonior, que venir Alima. Hamete quiere esperarme,
ZELINDO.
Y que palabra le di?
Es el alma de mi prima. Pues si á la Reina he de hablar,
Sale Alima.
¿Cómo puedo yo llegar
Al plazo que prometí?
ALIMA. Y salgo al desafío,
si

¿Puedo hablarte? ¿Cómo á la Reina hablaré?


ZELINDO. Y la ocasión perderé

Y puedes dar De tanto remedio mío.


Vida á quien está sin ella. Muerto soy.
ALIMA. MAESTRE.
Xarifa vio tu papel, No tengas pena;
Y más que las letras del Que con Tello, que está aquí,
Fueron las lágrimas della. Saldré esta noche por ti,

Tan enternecida está, Que está de nublados llena,


Que quiere esta noche hablarte, Y no nos conocerán.
Que hay tiempo y secreta parte; Tú, en tanto, irás donde puedas
Porque me dice que irá Hablarla.
A los balcones que caen ZELINDO.
Al campo, sobre el jardín Que me concedas,
De Generalife. ¡Oh cristiano capitánl
ZELINDO. Los pies te suplico y pido.
En fin, MAESTRE.
Nuevas de vida me traen Si tenemos buen suceso,
Esas manos generosas. Que por Tello te confieso
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 23

Que está seguro el partido, LUCINDO.


Á buscarte volveré Zaide es más hombre, y la tendrá más firme.
Para que no vuelvas solo. IIAM
ZELINIjO. Ya me parece que á mis pies le veo
No hay hombre de polo á polo Con mujeriles lágrimas pedirme
Que se iguale con tu pie La vida; pero dársela no puedo,
Celebre Grecia (1), su Aquiles, Pues en Granada por infame quedo.
Troya á Héctor y Anterior, Por Mahoma, que á todo este linaje
Que con tu heroico valor Tener quisiera aquí.
Son fabulosos y viles. lucí
-Qué
C
le ha traído
Zulema. De Cártama á Granada?
ZULEMA. HAM
Sonior. Hacerme ultraje
MAESTRE. Por las fiestas que al Rey he prometido.
¿Adonde luc:
I 1 icda Tello? La Reina, como ves, es Bencerraje.
ZULEMA. Por Alá, que sospecho que ha venido
Al porta estar. Siguiendo su hermosura, que en Cártama
MAESTRE. Era ser su galán pública fama.
Quiero hablarle. MÁMETE.
ZULEMA. Si estanoche su muerte no estuviera
Con caliar Determinada, esa razón bastara
Al que pregunta resbonde. Para que el Rey su loco amor supiera,
ZELINDO. Y de ninguno de ellos se fiara.
Vamos, Pacheco famoso. LUCINDO.
MAESTRE. Ámala Rey, y desatino fuera;
el

Soy tu amigo. Pues no era agravio que á Xarifa amara


ZELINDO. Siendo doncella; que antes del marido
Soy tu esclavo. Es el amor honesto y permitido.
ZULEMA. HAMETE.
¿Quén tener de hombre tan bravo Ya murmura Genil de su tardanza;
So corazón animoso? Que como cerca de él viven Zegríes,
;Oh valente capotan! Es más Zegrí que Bencerraje.
Si estar tos forzas amegas, LUCINDO.
Joro á Dios que estar hormegas Alcanza
A Reinaldos é á Roldan. Valor por Abenámarcs y Alies.
HAMETE.
Vanse. Que volveré, me dice la esperanza,
Salen Hamcte y Lucindo, con rodelas. Sus círculos de plata carmesíes,
Con sangre de este infame.
H ÁMETE. LUCINDO.
Baja la obscura noche destocada En la ribera
De sus estrellas á encubrir, Lucindo, El eco siento de una voz.
Agravios que hoy ha de vengar la espada. HAMETE.
LUCINDO. Espera.
¡Que se atreviese el bárbaro Zelindo
En la mayor nobleza de Granada! Salen el Maestre y Tello^ con rodelas.
HAMETK.
Pensaba yo que de galán y lindo MAESTRE.
Sólo estaba preciado. ¿Son éstos?
LUCINDO. TELLO.
Con su daño Ellos son.
Verá de su locura el desengaño. HAMETE.
IIAMETE. ¿Quién va 3
Tanto deseo verle, que no croo MAESTRE.
Que ha detener valor para cumplirme, O úen puede.
Cumpliendo su palabra, mi deseo. LUCINDO.
¿Quién va?
(1) Troya dice el texto impreso, pero es errata TELLO.
evidente. Dos hombres.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
-4

Porque al sacar la espada, ¿qué africano


HAMETE.
¿Sois los Bencerrajes? Dice Santiago?
LUCINDO.
MAESTRE.
Luego, de esta suerte,
En diciendo dos hombres, ¿no se entiende,
Cristianos traen estos Bencerrajes.
Si sólo se merecen llamar hombres?
H ÁMETE. Pues si ellos tienen trato con cristianos,
No busques, Hamete, más delito.
les
Zelindo infame, aquí verás ahora
sólo son los hombres los Zegríes. Mas mira que estos hombres atrevidos,
Que
MAESTRE. Como están en la lengua ejercitados,
Sirven de espías al cristiano, y llegan
|Santiago, Tello, á ellos!
LUCINDO. De noche hasta las puertas de Granada.
HAMETE.
¿Qué es Santiago?
TELLO. Eso, y estar herido, me detiene
¡Ojalá fueran más!
De no decirlo al Rey; pero si llego
HAMETE. A averiguar que con cristianos tratan,
¿Qué furia es ésta? Cuenta por acabado este linaje.
LUCINDO.
Riñen. Que no haya sido brazo Bencerraje
El que me hiriese, le agradezco al cielo.

HAMETE.
MAESTRE.
armas respuesta. Ven á Granada; que me da recelo
Preguntad á las la
HAMETE. Que declina la dicha de estos hombres.
LUCINDO.
Tu brazo desconozco; espera un poco.
¡Ay, Hamete, primero que sus nombres
MAESTRE.
Quites del mundo, que los ama tanto,
Quien da lugar á su enemigo es loco.
HAMETE. Será Granada de Fernando el Santo!
Rendido estoy. rodelas.
LUCINDO. Salen Zelindo y Zulema, con capellar y

Y yo también me rindo. ZULEMA.


¡Por Alá, que no son Zaide y Zelindo!
Por aquí sonar el fonte.
MAESTRE.
ZELINDO.
Jamás á los rendidos di la muerte;
La hora pienso que es dada.
Pero tampoco perdoné la vida ZULEMA.
Sin darme el enemigo algún trofeo.
HAMETE. Fiar, sonior, de mi espada,
Que estar ona Rodamonte.
¿Qué prenda quieres?
MAESTRE. joro á Dios, se venir
E
Bastan esas plumas. Elmondo merar que dego,
LUCINDO. Que basta vener conmego
Para que hacemos huir.
¿Tú qué quieres de mí? ZELINDO.
TELLO.
Lo mismo quiero. Aquí, Zulema, estarás
LUCINDO. Alerta siempre el oído.
ZULEMA.
Toma esa banda.
MAESTRE. De estos olmos escondido
Vamos, Zaide amigo; Hacemos el que verás.
ZELINDO.
Que á infames esto basta por castigo.
HAMETE. Mira que fío de ti
parece de esto? El alma, vida y honor.
¿Qué te
ZULEMA.
LUCINDO.
estos hombres
Que Callandico estar, sonior,

No son los enemigos que esperabas, E dejar hacer á mí.


ZELINDO.
Sino que los cobardes han buscado
¿Sientes algo en el balcón?
Los más valientes hombres del linaje.
ZULEMA.
HAMETE.
Vosancé liegar allá,^
Antes ninguno es de ellos Bencerraje,
Para ver lo que será.
Ni moro, por Alá. ZELINDO.
LUCINDO.
Pues ¿qué? Voy.
ZULEMA.
HAMETE.
Cristiano; Andar con bendición.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 25

El pensamos zcnzerraje La casa ó calle pasea,


Que estar valcnte Zulema, Las puertas del alma pisa.
E no haber al que no tema, Mirad que si sale el alba,
E más con pensar que baje De nubes de oro vestida,
El garda de aquesta torre. Dará luz á mis secretos
No sé quen metemos mí Y obscuridad á mi dicha.
En vener armado asi ZELINDO.
Adonde nadie el socorre. Aquí estoy, dulce señora;
Decemos, que estar valcnte, Aquí estoy, señora mía,
E no tener bon olor, Esperando á que amanezca
Porque, fora del temor, El alba de mi alegría.
Estar casón sofecente. Desde que para matarme
Os trujo, mi amada prima,
r.iséase Zelindo. El alcaide Reduán
De Cártama, nuestra villa,
Zenzerraje presomir A ser Reina de Granada,
Que el espada le gardar, Por hermosura divina,
E solamente mercar Mis ojos han sido fuentes
Por donde poder huir. Y muerte ha sido mi vida.
Contar Sopo que un mosquito No puedo vivir sin vos,
Ir sobre muía de un carro, Ni los cielos lo permitan;
Eá todos decer bezarro Que no es vida la que vive
Que lievarle, á quien yo imito. Quien tiene celos y envidia.
Estar mosquito, que vamos Con vos me crié en Cártama,
Sobre el zenzerraje aquí: Que, sin perderos de vista,
E á todos decir que mí Con esos ojos miraba,
El carro de amor lievamos. Con esa vida vivía.
Muero, mi vida, sin vos;
Sale Xarifa en lo alto. Que no es posible que viva
Quien os mira en otros brazos
XARIFA. Y en sus brazos os tenía.
En las torres de la Alhambra Si vos queréis, mi señora,
Que á Sierra Nevada miran, Que nos vamos á Castilla,
Melancólica y llorosa El Maestre está en Granada,
Está mirando Xarifa Aquel de la roja insignia.
Si su amado Bencerraje Por ese muro una noche
Viene á verla, ó se le olvida; Podéis salir escondida;
Porque es propio de quien ama Que nunca quien quiere bien
Temer cualquiera desdicha. En dificultades mira.
El son de las verdes hojas XARIFA.
Y de las fuentes la risa ¡Dulce Bencerraje mío!
Tiene por voces humanas, ZULEMA.
Y en sus engaños suspira. Con qué palabras de míbar
Ya la coronada noche, So querido zenzerraje
De sí misma fugitiva, Hablamos esta potilia.
Por mitad de los cielos
la ,Dolce zenzerraje mío!
Iba entre sombras dormida, ¿Que pedra, qué nevé fría
Cuando sintió por el campo No quere amor que escochamos
Que el Bencerraje venía; Al corazón se derrita?
Porque el bien llega más presto ZELINDO.
Al alma que no á la vida. ¿Qué dices, Xarifa hermosa?
Paseábase el Bencerraje XA RIFA.
Que á sus conciertos venía Que por mí, yo dejaría
Al lienzo del fuerte muro De ser Reina de Granada,
Con una armas lucidas Sólo por ser tu cautiva.
Que el Maestre de Santiago i
¡ervir al Maestre,
Le d lia noche misma, Y lo tendré por más dicha
Rebozado un capellar Que ser del Rey adorada
Sobre la marlota rica. Y de sus moros servida.
¿Sois vos? le dice la Reina; "
Pero son altas las torres,
Que quien de su dulce amiga Y teme perder la vida
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
26
ZULEMA.
El alma, por no perderte,
Darme los pes.
Que no porque ya la estima. MAESTRE.
Y mejor será aguardar,
¿Solo estás? ¿Qué haces aquí?
Aunque el amor todo es prisa,
ZULEMA.
Que Almanzor vaya á la guerra,
Callandico vosancé,
Pues me
verás cada día.
zenzerraje.
Yo te escribiré papóles, Que estar allí
MAESTRE.
Siendo lágrimas la tinta;
¿Podré hablarle?
Que unos ojos descontentos ZULEMA.
Tan negros licores crían.
mi señor.
Aunque le ataje,
Ten paciencia,
ZELINDO. Correndo á liamarle iré.
¡Sonior! ¿Qué digo sonior?
Por fuerza será, Xarifa,
ZEUNDO.
Y porque ya es posesión ¿Qué hay, Zulema?
Esperanza entretenida.
ZULEMA.
Liegar ca.
Salen el Maestre y Tello.
ZELINDO.

MAESTRE. ¿Es el Maestre?


MAESTRE.
Sí, son éstos los balcones.
Aquí está
TELLO.
A quien debéis tanto amor.
Por aquí he sentido gente,
ZELINDO.
Ó es la lengua de esta fuente Dadme esos brazos.
Que forma en piedras razones. MAESTRE.
ZULEMA.
Los dos
Gente venir, yo temblar;
Zegríes quedan vencidos,
Pobre Zolema, ¿qué hacer?
Pero un discreto correr
Y en el campo mal heridos.
ZELINDO.
Lebra de un necio esperar.
Hazaña digna de vos.
Color estamos perdida,
MAESTRE.
Pes podelde prevenir;
Dos trofeos les quité,
Que dicen que on bon huir
Esta pluma y esta banda,
Escapa toda la vida.
MAESTRE. Y les concedí las vidas
Por tener piedad cristiana.
¿Es árbol ó es hombre aquél?
TELLO.
Tomad, pues que vuestros son.
ZELINDO.
Tan derecho está, que creo está obligada
Mi persona
Que es árbol, aunque no veo
Hojas ni ramos en él.
A vuestra sangre, pues dicen
Que es amor sangre del alma.
¿Quién va?
Hablando estoy con Xarifa,
ZULEMA.
La voz conocemos Que está en aquella ventana.
Aquí aguardad un instante.
De Tello con el Maestre; MAESTRE.
Agora es ben que me mestre alba.
Hablad, aunque salga el
Valente, cuando bodemos.
ZELINDO.
¿Quién preguntar?
Xarifa, ciertos trofeos,
TELLO.
Ciertas plumas, cierta banda
Un hidalgo
ZULEMA.
Un amigo, aunque secreto,

Pues andamos noramala,


A vuestro balcón consagra.
Echad, señora, un listón;
Ó lievamos alcavala Que en vos están empleadas
Sobre el cabeza, si salgo.
Mejor estas ricas prendas,
TELLO.
¿Es Zulema?
Como en templo de la fama.
XARIFA.
ZULEMA.
Por ser vuestras las recibo;
¿Es Tello?
Echo el listón, y por paga
TELLO.
Quiero que os quedéis con él.
Sí.
Señor, Zulemilla es.
MAESTRE. Ata las plumas y banda, y súbelas, y vuelve á echar
el listón.
¿Zulema?
LA ENVIDIA DE LA NOBLL/.A. ~7

Y adiós, mi bien, que me llaman,


No me eche menos el Rey;
Que bien sabéis que á quien ama
El aire le lleva celos,
La ausencia desconfianza. ACTO TERCERO.
Tomad el listón y adiós.

Vase.
ifa, el Maestre y TcKo.
Zi [.INDO.
Pues ya se ha partido el alba, XAR1IA.
Salga la del cielo ahora. A vuestro servicio rindo,
MALSTKE. Con la vida, la corona.

¿Fuese la Reina? MAESTRE.


ZELINDO. Yo soy aquella persona
Llamaba Que os anoche Zelindo.
dijo
Alima. Volver no quise á Jaén
MAESTRE. Sin que os besase las manos.
¿Que habéis de hacer? XAR11 A.
ZELINDO. Vos sois honor de cristianos
Dejar el alma en la Alhambra, Y de africanos también.
Y á que descanséis llevaros. Con vuestro amparo mi primo
MAESTRE. No tiene al mundo temor,
Mientras llegamos á casa, Y que le tengáis amor,
Os diré todo el suceso. Puesto que tanto le estimo,
ZELINDO. Lo tengo por novedad,
Y yo de mi prenda amada Como ignoro la ocasión,
Tantas dichas, que sospecho Pues falta la obligación
Que habéis de verla cristiana. Para tanta voluntad.
Verdad es que haber querido
Vanse los dos. Valefte de un caballero
Tan gallardo, aunque extranjero,
TELLO. Bastante ocasión ha sido.
¿Iremos, señor Zulema? Que siempre los generosos,
ZULEMA. Y en armas ejercitados,
Andar que la cena aguarda. Ayudan los desdichados
TELLO. En los casos peligrosos.
¿Y no habrá vino? Vos deCastilla el mejor,
ZULEMA. A quien de vos se ha valido,
Un botilia. Generoso habéis querido
Tener secreto guardada. Dar vuestro amparo y favor.
TELLO. MAESTRE.
¿liará un cuartillo? No carece, Reina hermosa,
ZULEMA. De ocasión, aunque él no sabe
Seis zumbres. La que tengo, y es tan grave,
TELLO. Como á su amparo forzosa.
Si cabemos á tres, basta. Y si palabra me dais •

ZULEMA. De tenérmela en secreto,


Famosa ley de crestianos: Yo os la diré.
Agua en glesia, vino en casa, XAR1FA.
Tomar toda el boca el vino Yo os prometo
É con sólo un dedo el agua. De hacer lo que me mandáis.
MAI STKB.
Don Alvar Pérez Pacheco
Era, señora, el mayor

De sietehermanos que fuimos,


De quien el menor soy yo.
Su padre del Bencerraje
Le tuvo un año en prisión
En la villa de Cártama,
Porque en Baza le prendió
! .

28 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

El soberbio Reduán:
Con cien moros de celada.
Mirad en qué os sirvo allí.
Allí, Reina, la ocasión
XARIFA.
De estar dentro de su casa,
En que os acordéis de mí,
A don Alvaro la dio
Generoso capitán,
Para mirar á su hija,
mismo Por cuya memoria os doy
Bella como el sol,
Estos diamantes.
Y vuestra tía por parte
MAESTRE.
De madre. Al fin mereció
El cielo
Sus amores y sus brazos;
Que era gallardo español. Os guarde.
De Zelinda y de mi hermano
Salen líamete y Lucindo.
Este Zelindo nació,
A quien tengo por sobrino, HAMETE.
Y á quien vos tenéis amor.
Muchas veces caminando Voy con recelo.
LUCINDO.
Don Alvaro me contó
Esta historia de Cártama, Y yo temeroso voy.
MAESTRE.
Porque me tuvo afición
Más que á todos sus hermanos. ¿Quién está con los caballos,

me Tellof
Y muriendo pidió
TELLO.
Que si Fernando pusiese
Zulema, señor.
En Granada su pendón,
Y tuviese tanta dicha
Vanse los dos.
Que la quitase á Almanzor,
Buscase á este hijo suyo,
HAMETE.
Pues era justa razón,
Y que le hiciese cristiano,
¡Que se confíe Almanzor
Porque esto sólo llevó De tan traidores vasallos!
Atravesado en el alma. Espera, iviven los cielos!
Que tiene, porque presumas
Y aunque cuando me escribió
A Mejor la traición, mis plumas
Jaén, no conocía
Su sangre ni su valor, La Reina entre varios velos
La que tiene de la mía Que le adornan el tocado
LUCINDO.
Me puso en el corazón
Que á Reduán os quitase Y mi banda, ¿no es aquélla?
HAMETE.
Para casarse con vos.
Después, estando en Cártama, Sospechas que tuve de ella,
La historia se me acordó Lucindo, se han confirmado.
LUCINDO.
De don Alvaro, y mirando
Su rostro, su acción, su voz, Pues si no era Bencerraje
Conocí que era su hijo. El que á los dos las quitó,
Éstas, noble Reina, son ¿Quién nuestras prendas le dio?
HAMETE.
Las causas justas de amarle.
Lo que concertáis los dos, Todo este infame linaje
Espero ver en Jaén, Debe de estar conjurado
Adonde ahora me voy, Contra Almanzor; y la Reina,
Y adonde será cristiano, Que más en Zelindo reina .

Xarifa, place á Dios,


si
Que en el granadino estado,
Y gozará trece villas Es cómplice en el delito.
XARIFA.
Que su padre le dejó.
XARIFA. ¿Es Hamete?
HAMETE.
Notable me ha parecido
El mismo es.
La historia, y á mi esperanza
LUCINDO.
De notable confianza,
Ilustre Maestre, ha sido.
Danos, señora, los pies.
XARIFA.
Que, en fin, ¡hay en mi linaje
Tanto bien Nunca esa humildad permito
MAESTRE. A los que yo tanto quiero.

Yo voy, señora, HAMETE.


A Jaén de priesa ahora, No errarás, cuando confíes
Antes que á cercarla baje De nuestro amor.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 29

XARIFA. Para que el daño en el principio atajes,


Sois Zegríes, Que amenaza tu vida y tu corona,
De quien tal lealtad espero. La humildad subas, la soberbia bajes,
¿Cómo las fiestas cesaron? Escucha la traición que á tu persona
HAMETE. Tienen los Bencerrajes concertada:
Porque se va Reduán Castiga al malo, al bueno galardona.
Á Jaén.
XARIFA. Sale Zaidc al paño.
¿Y no tendrán
Más valor los que quedaron? ZAIDE.
LUCINDO. ¡Zegríes con el Rey, y el Rey turbada
Todos Bencerrajes son, La habla y la colorí

Y era fiesta de Zegríes, REY.


De quien es mejor que fíes. Prosigue, Hamete.
XARIFA. HAMETE.
Yo tengo igual afición Intentan, lo primero, que Granada
Á tan ilustres linajes, Al rey Fernando la cerviz sujete,
Amando á los que desean Que al africano yugo, desde el godo

Mi bien, sin mirar que sean Que perdió la corona en Guadalete,


Zegríes ni Bencerrajes. Sujeta vive. Y han tenido modo
De que venga el Maestre disfrazado
Vase. Donde le puedan informar de todo.
En hábito, señor, de moro ha estado
HAMETE. En su conjuración y desafío
Por Alá, que es fingimiento Con Zelindo una noche concertado.
El amor, y las razones Salió por él, y con el mismo brío
Traición, con que á sus traiciones Que asaltando á Jaén dijo ¡Santiago!
Da contrario entendimiento. Que ha confirmado el pensamiento mío.
Pues esto es hecho, Lucindo. No es bajeza decir, que es fiero estrago
LUCINDO. Del África, con otro caballero
El Rey viene. Que no menos que de él me satisfago.
HAMETE. En mí y Lucindo ensangrentó su acero,
Hoy ha
de ser Y nos quitaron una banda y plumas,
El día que ha de saber Porque la vida les pedí primero.
Las traiciones de Zelindo. Éstas, porque mayor traición presumas,
Hoy trae la Reina al cuello y al tocado.
Sale el rey Almanzor. REY.
¡Santo Alá! ¿Qué me dices?
REY. HAMETE.
Direisle á Reduán que ponga á punto Que consumas
Ese escuadrón, porque en vistoso alarde Este linaje afeminado,
vil,

Pueda pasar por el Álhambra junto. Antes que la ciudad al Rey entregue,
Y avisad á la Reina, que esta tarde Y te quite la vida conjurado.
Quiero que escaramucen en la vega. Y cuando de la Reina amor te ciegue,
HAMETE. La Reina viva con mayor recato,
Alá, señor, tu vida aumente y guarde. Y no salga á jardín ni á reja llegue.
REY. De este Zelindo el parentesco y trato,
¡Oh amigo Hamete! ¿A Reduán le niega ¿De qué puede servir al honor tuyo,
Tu espada su valor? Ni este linaje, á tu favor ingrato?
HAMETE. REY.
Ciertas heridas, ¡Por el divino Alá, si no destruyo
Nacidas de pasión tan loca y ciega, Esta canalla vil, y al honor mío
Han tenido mis fuerzas oprimidas El valor soberano restituyo
Pata servirte. Que tiene de mi padre Abdenadío,
REY. Que no merezco entre los hombres nombre!
Si estuvieran presos HAMETE.
Quedaran más seguras vuestras vidas. ¡Oh gran señor! De tu valor confío.
11 \mi:ti:. REY.
Ya que llegan los bárbaros excesos, haré un castigo que á Granada asombre:
Yo
Señor, de aquestos locos Bencerrajes -Contra mí se conjuran Bencerra;
A tantos desatinos y sucesos, No ha de quedar de su linaje un hombre.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
30

¿Cristianos en Granada en moros trajes? Y que á Granada pretenden


Entregar al rey Fernando;
Bueno estoy yo, buena lealtad es ésta:
Porque metieron en ella
¡Medio cristianos, bárbaros linajesl
Al Maestre de Santiago,
Oué bien lo Bencerraje manifiesta Que con otro caballero
Leina contra mí, y aun fuera
poco,
Salió con ellos al campo;
Pues más estimo el verla deshonesta.
loco? Y que los venció confiesan,
¿Á quién no volverán traiciones Por asegurar su engaño.
Decid á Reduán deje la guerra,
Dicen que una banda y plumas,
Oue á mayores victorias me provoco. Trofeos que les quitaron,
~
Más enemigos nuestra tierra encierra:
Han visto á la Reina puestas
Ya no quiero que salga de Granada;
En el cuello y el tocado,
Que más me importa sosegar mi tierra.
LUCÍ:
De donde arguyen que tiene
heroica espada Zelindo amoroso trato
Alza, famoso Rey, la
Con ella, para que el Rey
Y siega tantos cuellos de traidores.
REY. Se incite con este agravio.
El Rey, que la quiere bien,
Llamadme á Reduán, que un alma airada
Más celoso y más airado
Ni escucha ruegos ni permite amores.
Que de perder la ciudad
Vase.
Está de su pecho ingrato.
Esto es lo que van diciendo,
ZAI DE. Esto es lo que van tratando
Cobardes en la campaña,
¿Hay semejante traición
Lisonjeros en palacio.
De aquestos fieros villanos?
Envidia los ha movido;
¿Cómo os detuvisteis, manos,
Mas, ¿qué me detengo tanto
En tan honrada ocasión?
Si les importa las vidas
¿No fuera mejor llegar
El ir con tiempo á avisarlos?
Y dar la muerte á los dos? LINDARAJA.
lOh Rey, no permita Dios
Zaide, una vida que tengo,
Que así te dejes cegar!
Esa ofreceré por ti.
Sale Lindaraja. Vase Zaide.
Salen Zelindo y Zulema.
LINDARAJA.
¿Qué es ésto, Zaide? ¿Por quién ZELINDO.
Das estas voces? ¿Qué tienes? Qué, ¿le viste?
¿Son amores ó desdenes? ZULEMA.
ZAIDE.
Señor, sí.
Ya no hay amor ni desdén.
ZELINDO.
Fortunas son, Lindaraja,
Contento en extremo vengo.
Que ahora escuchando estuve, ZULEMA.
Que como á los bajos sube, Cuando de Jaén volvía
También á los altos baja. hacenda alia,
puesto que he visto muchas,
De lievar tu
Y Topar con él, que de acá
Ninguna más á tus pies.
Con so escudero venía.
LINDARAJA.
Decerle, cómo quedaba
¿Pues no me dirás lo que es?
ZAIDE.
To ropa, joya, dinero,
Entregado al cabaliero,
Sí diré, si tú me
escuchas.
granadinos, Que logartenente estaba.
Caballeros
El zenda liegar segura,
Aunque moros, hijosdalgo,
Porque darme seis soldados,
Con envidiosos intentos Todos valentes, forzados;
Al Rey moro van hablando.
Hamete y Lucindo son E gamenar noche oscura,
No se perder una pluma.
Los autores del engaño: ZELINDO.
Uno Zegrí y otro Alife,
queda en salvo mi hacienda,
Si
Gran traición van ordenando.
Sólo resta que mi prenda
Dicen que los Bencerrajes,
Para partir se resuma.
Linaje más que el sol claro, ZULEMA.
Están contra su corona qué gran contento!
¡Oh señor,
De secreto conjurados,
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 31

Andar tierra de grestiai ZELINDO.


Estar allí como herman ¿Qué haré?
Darme lindo alojamiento, ZULl
Comer bon toceno alia, Por aquesta oriüa,
Todos el brindar á mí, Como deccr en Castilia,
Todos andarse tras mí, Tomar el de Villadiego.
Zolema acá y acoliá, Sobimos al punto el yegua,
No haber soldado grestiano El huir á toda ley;
Que no tomar barba logo; Porque un bescozón de un rey
Esta térra al poto fogo, Echar el cabeza on legua.
Todo sostente ano; ZELINDO.
Pasa, trego, alcuzcuza, ;La Reina podré dejar!
Agua, pepino, melón, ZUL I

É por regalo, alcatrón. Arre acá con vosancé,


ZBL1 Se poner cadena al pe,
40 mejor te hallas tú ¿Quén podcldo rcmedear?
Con el sustento cristiano?
MA. Salen Sultán , Fatimín y Zaide.
Cuando yo venir de alia
Estar forte; al ir de acá ZAIDE.
Estar flaco, estar liviano. No debo más de avisaros
LINDARAJA. De esta traición.
¿Sabes, famoso Zelindo, ZULEMA.
El daño que te promete Tos parentes.
La envidia del fiero Hamete FATIMÍN.
Y la traición de Lucindo? Zelindo está aquí.
ZELINDO. SULTÁN.
Bien sé que son mis contrarios. Que intentes
LINDARAJA. Dar á tu vida reparos
Al Rey han hablado en ti. Es justo, rapaz; pues fuiste,
ZELINDO. Como se dice, ofensor
¿Pues qué le han dicho de mí? De honra y gusto de Almanzor,
LINDARAJA. Si á Xarifa pretendiste;
Sospechas de intentos varios Pero nosotros, ¿por qué
Contra su honor y opinión: Habernos de huir y dar
Porque hoy la Reina ha sacad) Causa á la fama vulgar?
Banda y plumas que le has dado, ZAIDE.
Que dicen que suyas son. Y másá la que se ve;
Mira por ti, Bencerraje, Que aunque es mentira y maldad
Porque sin ella ó sin ley, El decir que con traición
Presumo que quiere el Rey Hacemos conjuración
Poner fin á tu linaje. Para entregar la ciudad
Vase.
A Reyes castellanos,
los
Si nos degüella Almanzor,
ZULEMA. Mejor está nuestro honor
Garda el poto. En nuestros pies que en sus manos.
ZELINDO. ZELINDO.
¿Qué es aquesto? Pues si decirles consienten
ZULEMA. Que ciudad entregáis
la
La envedea, ¿qué hay que pensar? Y rey Fernando la dais,
al
ZELINDO. Bien se ve que en todo mienten.
|En tal gusto tanto azar! Pero Lindaraja aquí
iQué se mude el bien tan presto! Sólo me dijo el rigor
ZULEMA. Con que, celoso, Almanzor
El Reina, estamos colgada, Me está amenazando á mí.
Que sacar plumas, sonior. FATIMÍN.
ZELINDO. Por ti, Zelindo, suced
|Qué poco sabe el amor! Estas desdichas.
No guarda secreto rn na la ZELINDO.
ZULEMA. No ha sido
Por eso pentarle cegó. De mí Almanzor ofendido.
;

OBRAS DE LOFE DE VEGA.


32
Que tenéis, añade amor
Traidores son, mentir pueden;
yo Mis pensamientos honrados.
Que amar á Xarifa
Si el Rey á la Reina prende,
No fue" delito en Cártama.
SULTÁN.
No se ha de decir de mí
Eternamente que huí;
Basta, Zelindo, la fama.
ZELINDO.
Que más una infamia ofende
Que el perder la breve vida.
¿La fama sola? Eso no. ZAIDE.
FATIMÍN.
Loco estás.
¿A qué viniste á Granada? ZELINDO.
ZELINDO.
Esto es amor,
Á verla.
Y la infamia del honor
FATIMÍN.
Pues no hay disculpa;
En ningún tiempo se olvida.
SULTÁN.
Que de quien la quiso es culpa
No sin causa otros linajes
Verla después de casada.
Tan envidiosos están.
Huye tú, como culpado,
Mas ninguno del linaje Hamete y Lucindo; guarda
Salen Reduán,
Noble y leal Bencerraje, de alabardas.
Jamás traidor ni afrentado,
Ha de huir, sino esperar,
LUCINDO.
Pues estamos inocentes. Reduán,
ZELINDO.
Aquí he visto,
Los más nobles Bencerrajes.
Por más, Fatimín, que intentes REDUÁN.
Mi peligro aconsejar,
Caballeros, el Rey prenderos manda:
Noha de querer mi valor
Sed presos, dad las armas.
Admitir tan mal consejo, ZAIDE.
Pues cerca á la Reina dejo Ya sabemos
De perder vida y honor. Que nos mandaba el Rey prender, Alcaide;
Si vosotros esperáis,
Pero ¿sabéis por qué?
Y no siendo conjurados, REDUÁN.
Á ser en la muerte honrados Sólo sé, Zaide,
'
Parece que os conjuráis todo el linaje.
Que me manda prender
¿Por qué he de acabar conmigo? FATIMÍN.
¿Contra mi honor tal bajeza?
¿Pues es delito ya ser Bencerraje?
¿Cómo dejar su belleza ZELINDO.
En manos de su enemigo? Sí lo debe de ser donde hay traidores.
Si Bencerraje nacisteis, HAMETE.
Tan Bencerraje nací: Como todos los que andan en amores
La misma sangre hay en mí,
Son locos, y los locos hablar pueden;
Por quien tan ilustres fuisteis.
Licencia á disparates se conceden.
Y si desamáis la vida SULTÁN.
Por conservar vuestro honor,
Las armas doy á Reduán, que es noble,
¿Cómo yo, con tanto amor,
Pondré mi honor en mi huida?
Y no á los que profesan trato doble.
LUCINDO.
Esto bastaba á infamar,
Hablen ahora aqueste tiempo breve.
Parientes, vuestro linaje: ZELINDO.
Yo he de morir Bencerraje, Ya saben que sé yo, cuando se pruebe,
Y no he de degenerar.
Hacer mejor que hablar.
Demás, que era obligación HAMETE.
Pasar una igual fortuna Sí, con las manos
Con vosotros, pues ninguna campo los cristianos.
Que prestan en el
Me ha de dar más opinión. ZELINDO.
Resuélvome en esperar Vencidos pone el miedo
¡Ah gallinas!
El mal que á todos viniere. noche, que yo puedo
Ilusiones de
ZA1DE.
Hacer pedazos, sin llamar cristianos,
Que un hombre culpado espere
Zegríes con los pies, sin buscar manos.
Debo, Zelindo, culpar. LUCINDO.
Que los demás van fiados
¡Oh qué cuitada cosa hablar rendidos 1

En su inocencia. SULTÁN.
ZELINDO.
¿Pues de que te parece que lo estamos?
Al valor
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 33

¿No ves que el no ponernos en defensa LINDARAJA.


Nace de ser esta prisión sin culpa? Harto mejor te estuviera
REDUÁN. Que allá con él te casaras.
Allá daréis después vuestra disculpa.
Á la torre caminen, caballeros, Salen el rey Almanzor y Reduán.
Donde hallarán á muchos del linaje.
ZEL1NDO. REDUÁN.
Más quiero yo ser preso y Bencerraje Pocos ó ninguno quedan.
Que libre y ser traidor y lisonjero. REY.
BAJÓTE. ¿Ninguno se ha resistido?
Está loco de amor este escudero. REDUÁN.
Ninguno.
Vanse. REY.
Milagro ha sido.
ZULEMA. REDUÁN.
Seguer es justo, aunque el temor me oprime, ¿Cómo quieres tú que puedan,
Al zenzerraje en esta desventura. Llevando yo tanta guarda?
¡Ah repacilio! que podelde hoyendo Aunque ellos con gran prudencia
Escapar el bescozo de la morte. Blasonan de su inocencia,
¿E querer esperar? Qué amor tan forte
¡
I Y nada les acobarda.
Si el Rey tratar de ensangrentar la esbada, REY.
Salir como una zebra de Granada, Qué ¿Zelindo no se huyó?
É dar viso al Maestre de Santiago, REDUÁN.
Que estar amego; é verse posto en medio, No, señor.
Con Almanzor servemos de remedio. REY.
¿Tú estás aquí?
Vase. XARIFA.
Cuanto á mi inocencia sí,
Salen Xarifa y Lindaraja. Cuanto á tus agravios no.
Si los cobardes Zegríes
XARIFA. Y otros villanos linajes,
De ver que no se defienden, Porque de los Bencerrajes
Sus inocencias se saben. Y su lealtad desconfíes,
LINDARAJA. Les levantan que á Fernando
Ya en el Alhambra no caben Le quieren dar á Granada,
Los Bencerrajes que prenden. Causa que justificada,
XARIFA. Y con derecho probando
Pues ¿prenden todo el linaje? Todos los puede acabar,
LINDARAJA. ¿Por qué me añaden á mí?
No dejan persona alguna Que aunque Bencerraje fui,
De alta y de baja fortuna, No tienen que me envidiar.
Como sea Bencerraje. Yo, ¿qué galas inventé?
XARIFA. Dime: ¿á qué toro salí
Y
qué, ¿ninguno se ha ido? Que cuchillada le di?
LINDARAJA. ¿Con qué rejón le maté?
Dicen que no están culpados, ¿A qué damas en ventanas
Y que han de morir honrados, Llevé los ojos jamás?
Pues honrados han vivido. ¿Contra mi crédito das
XARIFA. A dos envidias tan vanas?
¿Qué es lo que dicen de mí? No contra mí, que este ultraje
LINDARAJA. Más viene á ser contra ti.
Que quieres bien á Zelindo, ¿Hay otro delito en mí
Porque de Hamete y Lucindo Más que ser yo Bencerraje?
Han visto prendas en ti. Si á Zelindo tengo amor,
XARIFA. Es que con él me he criado;
En Cártama me crié Pero tú sabes si he dado
Con Zelindo, que es mi primo; Causa á ningún deshonor.
Su sangre y su amor estimo, Bien pagas el amor mío,
Que otra causa no la sé. Y el estimarte y quererte,
Estas son cosas tan claras, En querer darme la muerte
Que su prisión no me altera. Con testimonio tan frío.
,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


34
LINDARAJA.
Que tienes otro gusto,
si usar de esta piedad
En
Y del mío estás cansado, Muestras generoso pecho.
Para dejarme has hallado REY.
El estilo más injusto;
Fué por no estar satisfecho
Que no puede resultar De su infamia y deslealtad.
De mi deshonor tu honor. Y por no dar que decir
REY.
En materia de mi honor;
Si yo he tenido amor
te Porque pienso que es mejor
Bien lo puedes tú juzgar.
Cubrir que no descubrir.
¿Qué cosa jamás quisiste Celos de honor son pinturas
Que no la hiciese por ti? Que hasta quitar la cortina
No vivía el alma en mí Solamente se adivina
Tanto como tú viviste. Que hay en el cuadro figuras.
Contra mí conjuración Mas si correr se permite
Se ha levantado en Granada: Todos conocen quién son,
Que estés en esto culpada Y no hay después opinión
No lo sé, sospechas son. Que de los ojos las quite.
Habla contra ti la fama, Ven conmigo, que mañana
Y si á tu primo querías, Te quiero hacer coronar.
¿Por qué no me lo decías
Vase.
Con libertad en Cártama?
A la cual quiero volverte LINDARAJA.
Con las joyas que te he dado. iQué posesión vino á dar
Que no porque me he mudado Una esperanza tan vana!
Quiero que te den la muerte. Pero no estoy muy segura,
Desterrada vivirás Que según el Rey está,
Lo que tuvieres de vida, Mañana me dejará
Porque estés agradecida, Por otra nueva hermosura.
Si arrepentida no estás.
Vase.
Que no me ofendiste creo, soldados.
Tello y Carpió
Mas díceme el corazón Salen el Maestre ,
,

Que principios de obras son MAESTRE.


La esperanza y el deseo. En fin, que Reduán dejó la empresa.
Da las insignias reales TELLO.
ALindaraja, que es justo creo
Con la venida de Fernando
Que reine, y reine en mi gusto, Que mudó parecer.
Cuando de mi gusto sales. MAESTRE.
Yo daré Reina á Granada ¿Pues qué sospecha?
De diferente linaje; TELLO.
Que de sangre Bencerraje Que con la gente que su alteza
tiene
No habrá sucesión honrada. más defendida.
Estaría Jaén
Reduán, con ella,
Parte, MAESTRE.
Vuelve por la posta aquí. mi vida;
XARIFA. Perdí el mayor deseo de
alcaide Reduán me
holgara
Que del
Alabo, señor, en ti le cumplía
palabra
Ver cómo la
Que de Lindaraja bella en una noche.
Hicieses esta elección,
De dársela ganada
TELLO.
Y beso los pies
así le
¿Ahora sabes que el decir es fácil?
Como á mi Reina, pues es MAESTRE.
Digna de tu sucesión. el moro,
LINDARAJA. Pues prometióle mi cabeza
armas,
Alza, Xarifa, del suelo;
Ó por lo menos mis cruzadas
veneras de oro.
roja insignia y las
La
Que ese llanto y tu desdicha vida del Rey!, que
ya tenia
Templan la fuerza á mi dicha.
Y mor dama.
XARIFA.
Prometida la suya á cierta
¿Quién viene aquí?
A dos os guarde el cielo.
los
Sale Zulema, muy triste.
Que de Cártama salí
Sola, humilde y pobre dama, ZULEMA.
Y vuelvo rica á Cártama, ¿De qué tener recelo?
De haber sido Reina aquí. Zolema estar: tu veda garde el
cielo.

Vasc con Reduán.


,

LA ENVIDIA DE I. A NOBLEZA. 3S

MAESTRE. CARPIÓ.
¿Dónde vas con tal tristeza? De Castillanzul le tengo.
¿Qué hay de nuevo? ¿Qué tenemos? ZULEMA.
ZULEMA. Pos, Carpió, dalle on tragilio;
|Ah sonior, estar perdido Que bien ver que si no bebo
Todo el pasado soceso: A no podemos llorar
que hablamos,
Si dejar llanto Al desdichas que tenemos.
Saber vosancé que preso
Estar por el Rey Zelindo. Vanse.
MAESTRE. Salen el Rey, Lindaraja y Hamete.
¿Preso?
ZULEMA. LINDARAJA.
É que tenemos medo Yo noquiero persuadirte;
Que le cortar el bescozo, Que aunque Gomel, tengo miedo.
Si no le codimos presto. REY.
Cabalicros zenzerrajes Ni yo, Lindaraja, puedo,
Que estar bonos cabalieros, En esta parte servirte.
Todos prender Almanzor, Todos |por Alá divino!
Todos Alhambra tenemos. Han de morir.
Porque los potos Zegríes, LINDARAJA.
Con envedeosos ententos, Sus mujeres
Decer que estar conjurados Me escriben.
De dar á Herrando so reino. REY.
Querer matar á Xarifa, Sin duda eres
Tener de Zelindo celos, Para piedad el camino;
Mas la piedad y el amor Pero si hubiese excepción,
Arrebocar mandamento. Era dejar sospechosa
Hacer Reina á Lindaraja, Nuestra justicia, y no es cosa
Y con Redoán hacemos Que conviene á mi opinión.
Que Xarifa andar Cártama, Otra vez lee la lista,
Para vivir en desterro. Hamete, de los culpados,
Decer Zegríes de ti Y acaben hoy mis cuidados.
Que en el hábeto moresco LINDARAJA.
Estar Granada á tratar ¿Quién hay que al llanto resista?
El traición que no sabemos. HAMETE.
¡Oh glarisimo Maestre,
Honor del nombre Bachecol Lee.
No permeter que Zelindo, Lista de los Bencerrajes
Pos tanta fezón tenemos,
Que por la conjuración
Morer en tan temos años,
Prende su alteza.
Dolor de sus años temos.
REY.
MAESTRE. ¿Quién son?
No llores, aguarda un poco: LINDARAJA.
Hablar á Fernando quiero, iQué envidia entre dos linajes!
Y pidiéndole una carta, HAMETE.
Partir áGranada luego.
Pon á punto seis caballos, Lee.
Y con seis soldados, Tello,
Partamos á ver si habrá Fatimín, Zaide, Albadoro,
Para Zelindo remedio. Bridante, Arfindo, Sultán,
Bocamino, Claridán,
CARPIÓ.
Tarfe, Alí, Boazén, Frisoro,
Ea, Zulema, ya es ido Gazul, Zazo, Almoralife,
El Maestre; no hayas miedo Tiselo, Ridarfo, Osmín,
Que si llega á verle vivo Benizarro, Jazimín,
Muera ese ilustre mancebo. Ormuza, Leocán, Alife
Tú vienes cansado, ven Y, el más culpado, Zelindo.
Y descansarás. REY.
ZULEM \. ¿Cuántos son?
¿Tenemos HAMETE.
Un gotilia que le damos? Son veinticuatro.

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


36
MAESTRE.
REY.
Por atravesar las leguas
Hoy el sangriento teatro
Que hay de Jaén á Granada,
Los lleve, Hamete, Clarindo,
Que es donde hoy te señalé, He traído tanta priesa,

aquel mármol ensangriente


Que vengo desalentado.
Y REY.
Sus cuellos, que no hay que intente.
HAMETE. ¿Qué quiere tu Rey? ¿Qué intenta?
¿Está en Córdoba?
Yo voy.
MAESTRE.
Vase. En Jaén.
REY.
LINDARAJA.
Ya el traidor se fué.
¿Queda bueno?
MAESTRE.
REY.
Bueno queda.
¿Qué dices?
LINDARAJA. Aquesta carta me dio.

Que
es justa cosa
cabeza.
Dale una carta, y el Rey la besa y pone en la
Que se castiguen soberbios.

Sale Lucindo. Suplicóte que la leas.


REY.

LUCIN'DO. Carta del que llaman Santo,


Bien merece la cabeza.
El Maestre de Santiago,
Con seis caballeros, llega Lee.
De paz, y á la puerta Elvira
«Ilustre Rey de Granada, nuestro amigo: á
Sólo aguarda tu licencia
mi noticiaha llegado que entre los caballe-
Para darte una embajada man-
ros Bencerrajes que tenéis presos, está un
De su Rey. Zelindo, hijo de D. Alvar
cebo que se llama
REY.
¿Que hasta la puerta Pérez Pacheco, hermano del Maestre, que es-
tando preso en Cártama le resultó de los amo-
De Granada haya llegado?
res de Zelinda. Suplicóos que se le
deis al
L'jCINDO.

Como á Embajador, le dejan. Maestre, siendo posible; que por él haré que
os vuelvan la villa de Alhama, que vos
estimáis
Tu real palabra pide. demás que fuéredes servido, fuera
REY. tanto, y lo

Yo la doy. de la obligación que reconoceré siempre. Vues-


LUCINDO. tro amigo. El rey de Castilla.-»
Yo voy con ella.
¿Zelindo sobrino vuestro?
MAESTRE.
Vase.
Señor, eso es cosa cierta.
REY.
REY.
Agora mandé cortar
¿Qué novedad, Lindaraja,
Sus mucho quisiera
cuellos;
Traerá el Maestre á mi tierra?
LINDARAJA. Que antes de la ejecución
Llegara esta carta vuestra;
Cosas de la guerra son.
Pero váyanlo á mirar.
Por ventura quiere treguas.
REY.
Vase Lucindo.
¿Cómo, si nunca el cristiano

Molestó nuestras fronteras


MAESTRE.
Con más gente y más valor?
¿Habrá desdicha como ésta?
REY.
Salen el Maestre y Tello.
No há media hora que mandé
MAESTRE. Que los corten las cabezas.

Déme los pies vuestra alteza.


Pero en caso que viviese,

REY. ¿Qué seguridad me queda


Los brazos, Maestre noble. De darme por él Alhama?
MAESTRE.
Esas almohadas llega
pecho Esacarta es mayor prenda
Al mejor hombre que al
Tuvo la señal bermeja.
Que si te diera en rehenes
Siéntate, honor de cristianos. Su hijo.
LA ENVIDIA DE LA NOBLEZA. 37

REY. Y ya llegaba la reliquia triste


Si vive, venga Destc linaje el de la cruz bermeja,
Zclindo á ver á su tío. Cuando Zelín, que luto y llanto viste,
TRE. Lleno de sangre y de dolor se queja.
Tello, moriré de pena. Dice que Reduán, á quien le diste,
TELLO. Que nunca un grande amor bien aconseja,
Ten esperanza, señor. A Xarifa, cayó en una celada,
MAESTKL. No lejos de la vega de Granada.
¿De qué quieres que la tenga, En fin, Xarifa, Reduán, su gente,
Si aquí se escuchan las voces Van á Jaén cautivos.
De la espantosa tragedia? rey.
¡Caso extraño!
Sale Lucindo.
HAMETE.
I.UCINDO. Por un Mendoza, capitán valiente,
Estando ya degollados Autor de esta desdicha y de su daño.
Veintitrés hombres, y puestas REY.
Para lo mismo Zclindo ¿Qué puede haber que un desdichado intente?
Las rodillas en la tierra, ¿Cómo es mi ejemplo claro desengaño?
Que por estar el postrero Parte, Hamete, y alcanza al gran Pacheco;
En la lista, la postrera Di que el Alcaide á su sobrino trueco.
Suerte había de tocalle. No quiso Alá que yo gozase á Alhama;
Llegué y dije: espera, espera: Fuerza será volverla, parte luego.
Que no muera manda el Rey. HAMETE.
Desatáronle la venda, ¿Para qué le enviabas á Cártama?
Y queda en una almohada REY.
Desmayado. Porque con celos más cuerdo es ciego:
el

MAESTRE. Es, Reina, Reduán hombre de fama;


Da licencia, Por justamente entrego.
él la villa

Gran señor, que mi sobrino LINDARAJA.


En esta ocasión me vea. ¿Y por Xarifa no?
REY. REY.
Que vea y que le lleves
te Quede cautiva,
Permito; que si pidiera Porque sin celos Lindaraja viva.
Tu Rey, como pide una, Vase.
Las veinticuatro cabezas,
Todas fueran á servirle, Salen el Rey D. Fernando, el Maestre de Calatrava
y soldados.
Y aun basta que tú lo quieras.
FERNANDO.
Vase el Maestre y Tello. Dichosas nuevas son.
EL MAESTRE DE CALATRAVA.
LINDAR AJA.
La misma tierra
Cuerdo has andado en hacer
Que ganó Scipión, viniendo á España,
Lo que el Maestre te ruega.
Es la que gana el Príncipe, que encierra
REY.
Mayor valor, por ser mayor hazaña.
Los reyes, aunque enemigos,
Si Roma le premió por esta guerra,
Lindaraja, por las guerras,
Costa del mar que á Cartagena baña;
Tenemos este respeto.
España le dará laurel más noble,
Demás, que en aquestas ferias
Gano la villa mejor, Ó ceñirá su frente grama y roble.
FERNANDO.
Y doy la más baja prenda. También dicen que Murcia y Alicante
Sale Hamete. Se le han rendido á Alfonso.
EL MAESTRE DE CALATRAVA.
HAMBTB. Justamente
gran señor, del gran teatro,
Salía, La fama su valor escriba y cante (i).
Donde representó la muerte agora,
Formadas de figuras veinticuatro, Salen D. Juan de Mendoza, Reduán ,
Xarifa
y moros cautivos.
La tragedia mayor que el mundo llora.
Pues del Nilo al Genil, de Tile á Batro, MENDOZA.
Y del ocaso á la rosada aurora, A ti de España generoso Atlante,
Será famosa, en tanto que la frente
Del sol se muestra en el purpúreo Oriente. ii Falta un verso.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Donde, como en aquél cargan la frente


Á Zolemica sonior.
FERNANDO.
Las estrellas del ciclo, en ti sus muros,
¿Quién es aqueste?
Que en tu valor estriban más seguros,
MAESTRE.
Presento á Rcduán, aquel famoso Es Zulema.
Alcaide de la Alhambra, cautivado,
Moro de grande lealtad,
Con la que fué su Reina, á quien celoso
Que en todas estas tragedias
Destierra el Rey del granadino estado,
Puesto que ha peleado valeroso,
A don Alvaro acompaña.
ZULEMA.
Por ir de poca gente acompañado,
á tus pies, como le ves, rendido. Ya haber dejado el pelieja
Viene
REDUÁN. É no moro, sonior,
ser
Ni querer llamar Zolema.
Y por besarlos mi ventura ha sido.
FERNANDO.
FERNANDO.
la guerra, Reduán valiente;
¿Cómo quieres que te llamen?
Esto es
ZULEMA.
Cuando venir pensabas arrogante
Si ser padrino su alteza,
Á ganar á Jaén, humildemente Llamar, como vos, Herrando.
Vienes á que del suelo te levante.
FERNANDO.
Vos, Xarifa, vivid alegremente,
Fernando tu nombre sea.
Y esta prisión ni os rinda ni os espante,
ZELINDO.
Que en mí tendréis un verdadero amigo.
XARIFA. Dadme licencia, señor,
Para que diga á la Reina,
Por tal piedad, señor, á Alá bendigo;
Digo á Xarifa, que soy
Hoy se ha cumplido mi mayor deseo,
de cristianos; El que á ventura tuviera,
Que fué vivir en tierra
me veo, Que fuera ahora cristiana,
Y más ahora que á esos pies
Para casarme con ella.
Para besar vuestras heroicas manos.
XARIFA.
Zelindo, muy Si el Maestre, mi señor,
Salen el Maestre de Santiago, Tello,
galán, de cristiano, y Zulema, de lacayo
gracioso. A los dos nos da licencia,
Hoy seré también cristiana.
FERNANDO.
MAESTRE.
¿Cómo os llamaréis?
Ahora, Tello, que lo he visto, creo
XARIFA.
Que está preso el Alcaide. Quisiera
ZELINDO.
Soberanos Saber el nombre, señor,
De mi señora la Reina.
Cielos de amor, vuestra piedad es ésta.
FERNANDO.
ZULEMA.
Agora sí que todo andar de festa.
Doña Juana.
XARIFA.
MAESTRE.
Pues, señor,
Aquí tenéis, gran señor,
Ese os suplico que sea.
Mi sobrino, que ya llega MAESTRE.
En traje que os puede hablar.
ZELINDO. Reduán, tu Rey le vuelve
Déme los pies vuestra alteza.
Al Rey, mi señor, la fuerza
FERNANDO. Y villa de Alhama, joya
Que dio por Zelindo en ferias,
Seáis, Zelindo, bien venido.
ZELINDO. Libre te puedes volver
Ya.
No, gran señor, ya no sea
REDUÁN.
Ese mi nombre.
Los pies os besa.
FERNANDO.
Hoy me partiré á Granada.
Pues ¿cómo?
ZULEMA.
ZELINDO.
Aunque yo no lo merezca, ¡Ah sénior Reduán! ¿querelda
Don Alvaro, por mi padre, Un bota para el camino?
MAESTRE.
Me pondréis hoy en la iglesia.
Aquí acaba comedia,
la
FERNANDO.
Prisión de los Bencerrajes
¡Qué linda presencia y talle
Notable Lástima fuera
1
Y envidia de la nobleza.
Que muriera con los otros.
ZULEMA. FIN.
Conocer la altezabestra
EL HIDALGO BENCERRAJE
EL HIDALGO BENCERRAJE
COMEDIA FAMOSA
I'E

LOPE DE VEGA CARPIÓ


DIRIGIDA

Á D. a Ana de Pina
HIJA DE JUAN IZQUIERDO DE PINA, SECRETARIO DE PROVINCIA.

Cuando no hubiera sido opinión de tantos sabios que suele anticipar los años el entendi-
miento, el ejemplo que Vm. nos ha dado en los pocos suyos bastaba á confirmarla, siendo tan
grande, que parece en todas sus acciones imposible; si bien á quien considera de donde tiene
origen parecerá tan fácil. Oí recitar á Vtu. en un jardín cierto día algunos versos, y conside-
rando que los entendía tan bien como los decía, y que los decía con extremo, propuse dirigirle los
de esta comedia, para que, juntamente con honrarla, pueda ocupar los ratos que permitiere la
labor en leer sus versos; que si lo que le quedaren de memoria le oyese alguna ves, no quiero
otro premio de la voluntad con que se los ofrezco.
Dios guarde á Vm.

Lope de Vega.
EL HIDALGO BENCERRAJE

FIGURAS DE LA COMEDIA
Doña Elvira de Vi- Fátima, su mujer. Hamir.
vero. Jazimín, Bencerraje. Don Luis Girón.

Don Juan de Mendoza. Daraja, su mujer. Sancho de Cárdenas,


Don Luis de Vivero, Tarfilo, Alcaide. Alcaide.

Mayordomo del Rey. Leocán, moro. Medrano. \

Alabarderos. Páez, soldado. Carpió. j


Soldados.

Mahomad, Rey de Gra- Arfel. Salgado. ]

nada. ZuLEMA. Daraja.

ALABARDERO.
ACTO PRIMERO.
Fuese mientras han danzado.
MAYORDOMO.
¡Deshonesto pensamiento!
ALABARDERO.
Sale D. Juan de Mendoza, y D." Elvira en hábito
de hombre, con capa y espada. Aquí hay un hombre embozado.
MAYORDOMO.
don JUAN. Desembozaos, caballero.
Aquí puedes esconderte, DON JUAN.
Mientras esta gente pasa. Quedo, señores: no quiero.
DOÑA ELVIRA. MAYORDOMO.
Podrán verme. Matalde, licencia os doy.
DON JUAN. DON JUAN.
Podrán verte Don Juan de Mendoza soy.
Si el sol, cuya luz me abrasa, MAYORDOMO.
Abre camino á mi muerte. Y yo don Luis de Vivero.
Embózate herreruelo;
el DON JUAN.
Que también del cielo,
el sol ¿Dónde va vuseñoría
Sin ser visto, por él sube, Con alabardas y gente?
Cuando alguna parda nube MAYORDOMO.
Reboza su rostro al suelo. Falta una sobrina mía
De palacio.
Sale un mayordomo del Rey y cuatro alabarderos. DON JUAN.
Sumamente
MAYORDOMO. Me pesa. jQué alevosíal
Grande sentimiento ha dado MAYORDOMO.
Tan injusto atrevimiento. ¿Quién viene con vos?
OBRAS DB LOPE DE VEGA.
44

DON JUAN. Que debe un noble advertir


Un paje. A Dios, á su Rey y tierra;
No aconsejando en la paz,
MAYORDOMO.
Ni con armas en la guerra.
¿Dónde vais?
DON JUAN.
DON JUAN.
|Yo, señorl
A pasear;
MAYORDOMO.
Mas ya es razón que me ataje
Sois un rapaz,
El iros á acompañar,
Aunque no estoy en buen traje. Y quien os defiende yerra.
Mirad por vos, que no estáis
Vamos; que os debo servir,
Del cuchillo sólo un dedo.
Y, como es razón, sentir
Vamos, guarda.
Una desgracia como ésta.
Qué propio fin de una fiesta! guardas y D. Luis.
I

MAYORDOMO. Vanse los

Dióle lugar de salir.


DON JUAN.
Y antes que me acompañéis, Si esto usáis
Aquí aparte os quiero hablar. puedo
Conmigo, cielos, bien
Suplicóos que me escuchéis.
DON JUAN. Decir que favor me dais.
|Doña Elvira!
¿Qué me queréis preguntar?
MAYORDOMO.
DOÑA ELVIRA.
lEsposo mío!
Si acaso vos la tenéis.
DON JUAN.
DON JUAN.
Ni sé si el talle ó el brío
(Yo, señorl
MAYORDOMO. Ó el corazón lehan parlado
Quién era el paje embozado,
Es cosa llana
Que la servís, é imagino A tu generoso tío.
Por lástima de mi edad,
Que el Rey os corte mañana
La cabeza: sois sobrino Y por hacer amistad
Al Marqués, ó, lo más cierto,
Del Marqués de Santillana,
Por no ver su honor más muerto,
A quien tengo obligación Dio paso á mi libertad.
'
Tan grande, que á la del Rey
Cuerdo viejo y valeroso,
No acudo como es razón;
Que de la amistad la ley Yo estoy en peligro extraño.
DOÑA ELVIRA.
La fuerza en esta ocasión.
Ahora teméis, esposo;
El indicio era bastante
Ahora, en medio del daño,
De ser su galán y amante
Estás cobarde y quejoso.
Para prenderos, don Juan.
DON JUAN. Pero si estimas tu vida
Más que mi honor y mi amor,
¿Qué importa ser su galán
Vete, que, infame y perdida,
Para traición semejante?
MAYORDOMO. Me volveré sin honor
Adonde la muerte pida.
Quedo, no os alborotéis;
Vete, que así, descompuesta,
Conoced esta amistad,
Iré á palacio sin honra,
Que sois mozo; y no penséis
Que por sacar la verdad Donde daré por respuesta
Os digo que la tenéis.
Que tu miedo y mi deshonra
Advertid que soy quien soy;
Son máscaras de esta fiesta.
Que si el paje descubriera Y bien máscaras serán,
Pues me han costado más caras
Que desde aquí viendo estoy,
Yo sé quién mañana fuera Que te merezco, don Juan.
¡Pluguiera á Dios que danzaras
Con menos honra que voy.
Ello es hecho; sólo os ruego
Más cierto y menos galán!
desamparéis, Mas ya que disfraz se nombre
Que no la
Este amor, para que asombre
Pues á tal desdicha llego,
Mas que con ella os caséis, Tu cobarde proceder,
Ya que habéis sido tan ciego. Toma traje de mujer,
A Granada os podéis ir; Ya que me le has dado de hombre.
Mudémonos, si tú quieres,
Que á su Rey, puesto que moro
Le podéis, don Juan, servir,
Ya que en tal máscara estoy,
Guardando siempre el decoro
Tú de mujer, pues lo eres;
El. IIIDAI.CO BENCERRAJK. 45

Yo de hombre, pues lo soy. MAHOMAD.


DON JUAN. ¿Y también
osaréis fiar

Extrañas sois las mujeres. Que ese bien le durará?


FÁI'IMA.
¡Con qué brevedad teméis!
|Qué presto desconfiáis! Si del bien contento está,
¡Qué fácil sangre tenéis! Durará mientras es bien.
¡Qué sin razón os quejáis! MAHOMAD.
¡Qué injustamente ofendéis! Del casarse por amores
¿Yo, mi bien, dejarte aquí, Muchos ejemplos tenemos,
Por mil vidas? Ahora bien: Porque siempre los extremos
No es tiempo de estar ansí. Dan en extremos mayores.
Conmigo, señora, ven, FÁTIMA.
Y sabrás que soy quien fui; Algunos que han elegido
Que pues tus miedos exceden Cuerdamente compañía,
Del buen crédito que cobras, Y no por la fantasía
Porque satisfechos queden De un amor de ayer nacido,
Te responderán mis obras; El mismo bien que eligieron
Que mis palabras no pueden. Fué creciendo con gozalle.
Tomar pretendo el consejo, MAHOMAD.
Puesto que mi intento doble, Sí, pero para estimalle
Tanto porque fué de un viejo, ¿Qué diligencias hicieron?
FÁTIMA.
Como porque fué de un noble,
De honor y piedad espejo. Buscar no sólo hermosura.
A Granada iré, llevando MAHOMAD.
Por justo y dichoso agüero i
Pues qué?
FÁTIMA.
El ver que me está amparando
El mismo honor de Vivero Buen entendimiento,
Contra el rigor de Fernando. Porque éste es el fundamento
Ven segura de mi amor, Donde el amor siempre dura.
Que no te puede olvidar. La hermosura el primer día
DOÑA ELVIRA. Se goza, y siempre es menor,
Iré contigo, señor, Porque de la edad la flor
Al fin del mundo, á mostrar Pasa con veloz porfía.
Que no tiene mi amor;
le Lo que es nuevo en la mujer
Pero advierte que hasta el punto Siempre, para dar contento,
De estar casados, mi honor Es el buen entendimiento
Ha de andar con mi amor junto. Y el honesto proceder.
DON JUAN. Cuantas veces el casado
Vivirá en tu mi amor
fe Halle este bien, que procura,
Y en tu deshonor difunto; Aunque de poca hermosura
Yo hago pleito homenaje, Dulcemente acompañado,
Señora, de no ofenderte. Tendrá el amor sin rigor
DOÑA ELVIRA. De jamás mostrarse ingrato,
Pues vamos; que de esa suerte Porque entendimiento y trato
Tendrás en Granada un paje Son epítimas de amor.
Y una esclava hasta la muerte.
Sale Leocán.

Vanse.
LEOCÁN.
Sale Mahomad, rey de Granada, y Fátima, su mujer. El gallardo Jazimín
Y Daraja, su mujer,
MAIIOM AD. Os vienen á ver.
¿Cómo va á vuestro hermano,
le
Reina, con el casamiento? Vase.
FÁTIMA.
Que estará, señor, contento, MAHOMAD.
Me parece que es muy llano; Y á ver
Á la fianza me atrevo De nuestra contienda el fin;
Del contento que ha mostrado; Que en él se verá el contento,
Que casarse enamorado Y en ella aquella hermosura,
Es todo el bien de un mancebo. Con que el amor siempre dura
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
46
Sale Leocán.
En el buen entendimiento.
LEOCÁK.
Sale Jazimin, muy galán, y Daraja, su esposa.
Un caballero cristiano,
Gran señor, te quiere hablar.
JAZIMÍN.
MAHOMAD.
Déme tu alteza los pies.
UAHOMAD. Bien puede el cristiano entrar.

Alza, amigo bencerraje,


JAZIMÍN. Salen D. Juan y D. a Elvira.
Déjame que al suelo baje
Porque la tierra me des;
DON JUAN.
Y da las manos, señor, mano.
Danos á besar tu
Á mi esposa. MAHOMAD.
UAHOMAD.
¿De dónde, cristiano, vienes?
Alzad del suelo.
JAZIMÍN.
DON JUAN.
Pues de esa manera apelo, De Córdoba.
valor.
MAHOMAD.
Gran Reina, á vuestro
FÁTIMA. ¿Cómo queda
Hermano, tanta humildad Fernando?
JAZIMÍN.
DON JUAN.
Aunque me conceda
Aunque vuestro hermano soy,
La ira ocultar sus bienes,
Debo imaginar que estoy-
Es tan alto el resplandor
Sujeto á esa majestad.
DARAJA. De sus virtudes, que enciende
las dais á él, Mi lengua, por más que emprende
Pues no se
Dadme las manos á mí. Enmudecerla el rigor.

FÁTIMA. Queda bueno, y queda igual

los brazos En paz á Numa,


á Trajano;
Eso no : sí,

Aunque con envidia del. En guerra, es César hispano,


MAII0MAD. Es católico Anibál,
Ayer os di parabienes, Es un nuevo Escipión,
Cuñado, del casamiento; Es una imagen de Marte,
Hoy os le doy del contento: Es su autoridad sin arte
Un retrato de Catón.
Sea para muchos bienes.
JAZIMÍN. Es un Licurgo cristiano,
Tienes, gran señor, razón; Es un fénix, es un sol,
Hoy mayor parte me alcanza; Es Alejandro español
Que ayer fué de la esperanza Y es Aquiles castellano.
Así que el venirme del
Y hoy es de la posesión.
MAHOMAD. Y desnaturalizarme
Cumplido un grande deseo, De la patria, es más culparme
No suele en tanto estimarse. Que poner la culpa en él.
Vengóte á servir á ti,
JAZIMÍN.
Aunque él era buen señor,
Cumplido para cansarse,
No porque faltase amor
Que en poco se estima creo.
Ni en mí;
felicidad
Mas cuando sale mayor
Que se tuvo imaginado, Mas por haber muerto allá
Disminuyese el cuidado, Un hidalgo en desafío,
Pero auméntase el amor. Poco menos que igual mío,
MAHOMAD. Que por esto vengo acá.
Dame tu real amparo
Todavía estás galán;
Por la lealtad que prometo
No has, Jazimin, aprendido
El lenguaje de marido. Como vasallo, sujeto

JAZIMÍN. A tu nombre ilustre y claro.


MAHOMAD.
Esta licencia me dan
Aquellos hermosos ojos, ¿Quién eres?
DON JUAN.
Y no se extienden á más. Soy un sobrino
MAHOMAD.
¿Seguro y contento estás Del Marqués de Santillana,
Cid de la nación cristiana.
De sus desdenes y enojos?
F.L HIDALCO BENCERRAJE. 47

Que pues que vienes huido,


MAHOMAD.
Habrás la posta corrido.
La cabeza al nombre inclino.
DON JUAN.
¿Serás Mendoza?
DON JUAN. En diez horas he llegado.
Señor, Tres caballos dejo muertos.
MAHOMAD.
Yo soy don Juan de Mendoza.
MAHOMAD. Pues descansa, que es razón;
El alma, don Juan, se goza
Que después habrá ocasión
De tu nombre y tu valor. De tratar nuestros conciertos.
Leocán.
Dame, en honra del Marqués,
LEOCÁN.
Cristiano amigo, los brazos,
Señor.
Y darásme mil abrazos MAHOMAD.
Por el Mendoza después.
Aposenta
Más estimo tu venida
Que siCórdoba ganara.
á
En mi Alhambra estos cristianos.

DON JUAN. DON JUAN.


Mil veces beso tus manos.
Tu valor mi vida ampara, MAHOMAD.
Y así te ofrezco mi vida.
MAHOMAD. Ten de su regalo cuenta;
¿Quién es este caballero Y quisieren salir
si

Después á ver á Granada,


Que te acompaña?
DON JUAN. Por allá tan celebrada,
Es mi hermano. Como ellos suelen decir,
MAHOMAD. Dos caballos enjaeza,
Por Alá, gentil cristiano. Que el sol tenga envidia dellos,
¿El nombre? Con más piedras y oro en ellos
DON JUAN. Que hay en su carro y cabeza.
Lleve don Juan el melado,
Luis de Vivero.
MAHOMAD. Que sabe de entrambas sillas,
Llega, que quiero abrazarte.
Con bozal de campanillas
DOÑA ELVIRA. Y caparazón morado.
Hácesme tan gran favor, A
Luis darás el overo,
Que eternamente, señor, Donde la Reina salió
Me has obligado á alabarte.
Cuando á Dinádamar vio.

La causa encubrirla quiero.


MAHOMAD.
Id en buen hora, cristianos;
Tú mereces mucho más:
Fátima bella Descansad de la jornada.
Besad á
DON JUAN.
Las manos. Con buena estrella,
Señor, sangre y la espada
la
Don Juan, caminando vas.
Te ofrezco, y beso tus manos.
No he visto igual hermosura.
DOÑA ELVIRA.
Dadnos, señora, los pies. Elvira.
Vanse D. Juan y D.»
FÁTIMA.
Alzaos.
JAZIMÍN.
DARAJA.
Algo confuso te veo.
iQué gallardo es!
MAHOMAD.
DOÑA ELVIRA.
Ya tenemos por ventura Contento estoy, Jazimín;
La desgracia del perder Que esa confusión, en fin,
La patria, por merced tanta. Es de lo que apenas creo.
FÁTIMA. Estimo de este apellido
Cristiano amigo, levanta. Cualquier cristiano en extremo:
JAZIMÍN. Jamás de su engaño temo;
Mucho parece mujer. Ninguno traidor me ha sido.
JAZIMÍN.
¿Suelen hacer cada día
Disfraces de aquesta suerte Yo pienso que has sospechi 1 i

Los cristianos? Que es aquel menor mujer.


MAHOMAD.
MAHOMAD.
De su muerte Pienso que lo puede sor,
Pienso que ocasión sería. Y puedo haberme encañado.
Si es mujer, ;por Alá santo,
Tú vendrás, don Juan, cansado;
, :

OBRAS DE LOPE DE VEGA.

JAZ1MÍN.
Que no vi cosa más bella!
Así comienza:
JAZIMÍN.
Yo vi señales en ella Lee.
Que de pensarlas me espanto.
«Sancho de Cárdenas, nuestro Alcaide de
Si lo fuese, ¿que dirías si pasare á Granada
Iznatorafe: estad advertido
Del intento del cristiano? Mendoza con D.
a
Elvira de Vivero,
MAHOMAD. D. Juan de
de su mano ó solo, ó en hábito de paje, como nos han di-
Que la trajo
cho, corriendo lo más que os fuere posible de
Para ponerla en las mías. recado, que
la vega, preso le poned á buen
Y que del no me fiara, así conviene al servicio de Dios y nuestro. De
Aunque á servirme dispuesto,
Córdoba.— Yo el Rey.-»
Porque quien me engaña en esto
En lo demás me engañara.
MAHOMAD.
que ha sido cierta
|Por el sagrado Alá,
Sale Tarfilo: La sospecha que tuve de este paje!
FÁTIMA.

TAKF1LO. ¿Que aquel paje es mujer?


frontera DARAJA.
Las guardas, gran señor, de la
¿Pues no lo escuchas?
De Iznatorafe, cerca del castillo, FÁTIMA.
Un soldado cristiano cautivaron. su belleza prometía.
No menos
MAHOMAD.
Sale Páez, soldado. Parte con guarda, Abencerraje, al punto
Y prende ese villano caballero.
JAZIMÍN.
MAHOMAD.
Prenderle, pues, ¿por qué?
Entre el soldado.
MAHOMAD.
PÁEZ.
Porque yo quiero.
Aquí, señor, me tienes.
JAZIMÍN.
MAHOMAD.
En llegando á que un rey diga: esto mando,
¿Eres tú del Alcaide?
PÁEZ. Para que sirva de razón su gusto,
No he servido Su voluntad no tiene resistencia:
Alcaide. Aquello es ley que el rey quiere que sea:
En mi vida al
MAHOMAD. Mas mira que don Juan vino á tu amparo,
¿ Pues
quién eres? Y que en ninguna cosa mostrar puede
PÁEZ. Un rey que es rey, como en hacer defensa
Al hombre que otro rey ofender quiere.
Un soldado del Rey, que vivo en Córdoba
MAHOMAD.
Mi nombre es Páez; de su sueldo vivo.
MAHOMAD. No entiendes mi intención: camina luego,

Y nosotros podremos entretanto


¿Á qué venías?
Bajarnos á la torre de Comares,
PÁEZ.
Sólo á ver la fuerza. En cuyo estanque un rato al son del agua
Pasemos lo que falta de la fiesta.
MAHOMAD.
FÁTIMA.
¿Á ver la fuerza de un castillo humilde?
Celosa voy de Mahomad.
¡Qué coloso de Rodas, qué pirámides DARAJA.
De Egipto en Menfis, qué sepulcro en Caria! Los cielos
Este es espía del Alcaide mismo:
Hicieron sombra del amor los celos.
Dalde tormento.
PÁEZ.
Salen D. Juan y D." Elvira.
La verdad es justo
Que se diga á los reyes, aunque pocos
DON JUAN.
Suelen ser tan dichosos que oigan muchas:
¿Qué te parece Granada?
Del rey Fernando le traía una carta
DOÑA ELVIRA.
Y no para tu daño, á lo que pienso. Una pintura extremada
MAHOMAD.
Que el alma y la vista admira
Muestra la carta.
de Elvira
PÁEZ. Desde la sierra
Hasta la sierra Nevada.
Este es, señor, el pliego.
DON JUAN.
MAHOMAD.
Todo es un bello jardín.
Léela ,
Jazimín.
EL HIDALGO BENCERRAJE. 49

DOÑA BLVIRA. Diré áMahomad quién eres;


Los altos del Albaicín Que no es razón que me impida
Son fuertes. Posesión que darme quieres
1 ON JUAN. Una esperanza fingida.
Y por la vega, DONA ELVIRA.
Que el cristal del Genil riega, Pues que del moro has fiado
Lo es mucho Bibataubín. Tu vida, tu honor podrás.
El Alhambra es edificio DON JUAN.
Que aunque dentro ha dado indicio Ya vengo determinado.
De ser para Venus hecho,
De fuera muestra provecho Sale Jazimín con gente.

Para el marcial ejercicio.


Estos cármenes son bellos, jAznrÍN.

Puesto que en cerros tan altos, Quedaos vosotros atrás,

Pues bañando sus cabellos Pero con mucho cuidado.


Las acequias dando saltos, DON JUAN.
Bajan al Dauro por ellos. ,Oh gallardo Abencerraje!
No hay palmo de tierra solo, JAZIMÍN.

Donde no quepa un jardín, Don Juan, el Rey mi señor,


Ni mira de polo á polo Informado que este paje
Calle como el Zacatín Es mujer, cuyo valor
La hermosa vista de Apolo. Te iguala en noble linaje,
Mas toda aquesta hermosura, Manda prenderte; no seas
Así Dios me dé ventura, Loco, deja estar la espada,
Que me entristece, señora; Si es que la vida deseas;
Pues el alma que te adora Procede cuerdo en Granada,
No goza el bien que procura. Hasta que libre te veas;
Fué yerro el traerte ansí Que con la vida no hay cosa
Y no poderme casar. De cobrar dificultosa.
DOÑA ELVIRA. DON JUAN.
Mucho me espanto de ti. El Rey en esta ocasión
¿Amor se puede quejar No cumple su obligación,
Presente el bien? Siendo obligación forzosa.
DON JUAN. Debajo estoy de su amparo
Mi bien, sí. Y su palabra real.
No le goce, Elvira, quien JAZIMÍN'.

Viva ausente ó con desdén, No niego lo que es tan claro;


Mas quien tiene ocasión tal En que no fuiste leal
Y es querido, ¿qué más mal Tiene esta queja el reparo.
Que no gozar de su bien? Pues si tú leal no fuiste,
Puso la gentilidad Y por tu hermano vendiste
A Tántalo en el infierno Una dama de Isabel,
Agua y fruta en cantidad; El Rey ha sabido el fiel,
Mas, para tormento eterno, Tú que la traición hiciste.
Fué disfrazada piedad. DON JUAN.
Tal yo, por mi desventura, ¿Cómo sabe que es mujer?
No gozo, aunque lo procura ¡Que yo no lo sé, por Diosl
El alma, que nunca para, JAZIMÍN.
Las manzanas de tu cara No te intentes defender;
Y el cristal de tu blancura. Que no es cuestión de los dos,
¿Qué le importa al avariento Sino del Rey el poder.
El dinero que no gasta, Fernandoescribe que es dama
La música al descontento, De Isabel, y que se llama
La esperanza al que no basta Doña Elvira de Vivero.
Paciencia ni sufrimiento? ¿Queréis más señas?
Los dátiles en la palma, DON JUAN.
Y el agua, Elvira, en la mar No quiero
Son desesperada calma: Vida, ni en mi muerte fama.
Pues mira cuál puede estar Pero si me ha de entregar
Quien es Tántalo del alma. Mahomad al rey Fernando,
Muda el traje, por tu vida; Todos me habéis de matar.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
5o

Si no, razón es, señor,


JAZMÍN.
Que la sentencia revoque.
¿Qué estás, don Juan, porfiando? honor de esta dama
Por el
¿No ves que es beberte el mar entonces quién era,
Querer tu tuerza oponer
No dije
Si el trajeofende su fama;
Al poder de un Rey airado?
Pero después te dijera
¿No ves que no es defender
encomendado Quién es y cómo se llama.
Un castillo ~
Mudar su traje quería.
Morir por una mujer?
¿Qué delito fué el llegar
¿Qué pendón ó qué bandera
De la suerte que venía,
Te ha dado en la guerra el Rey Para quererme amparar
Para que primero muera
De un Rey que hacerlo podía?
Su alférez, por justa ley, |Bien á servirte vendrán
Que darla ó rendirla quiera?
Los hombres de mi valor,
Mira que sólo es prisión,
Pues este pago les dan!
Y que estoy yo de por medio; MAHOMAD.
Los Abencetrajes son
¿Qué dices de esto?
Hombres que han dado remedio JAZIMÍN.
A muchos de tu nación, Señor,
también le han
Y recibido.
Que tiene razón don Juan.
Fíate de mí que soy ,
MAHOMAD.
Quien esa espada te pido.
DON JUAN. Oye aparte.
JAZIMÍN.
Mucho pienso que te doy; Mira bien
Mucho de quien soy me olvido. es razón que le prendas.
JAZIMÍN.
Que no
MAHOMAD.
Yo hago pleito homenaje Todo he visto también;
lo
Que no recibas ultraje;
Pero tiene amor dos vendas
Desta palabra te goza,
Con que alma y cuerpo no ven:
Porque si tú eres Mendoza, á nuestros ojos
Una pone
Yo soy, don Juan, Bencerraje.
DON JUAN. Y otra á los de la razón;
Que el fingir estos enojos

A cuenta de tu valor, No nace de su traición.
Aunque eres del Rey cuñado, DON JUAN.
Pongo mi vida y mi honor.
TARFILO. ¿Pues de qué?
MAHOMAD.
El Rey, señor, ha llegado. De mis antojos.
JAZIMÍN.
DON JUAN.
Aquí está el Rey mi señor.
Tendráslos de esta mujer.
MAHOMAD.
Salen el rey Mahomad y Leocán.
Para decir de qué suerte,
LEOCÁN. Jazimín, has de saber
Que quiero darle la muerte.
Ya, señor, presos están. DON JUAN.
MAHOMAD.
1 ¿Á quién?
¿A un Rey engañas, don Juan MAHOMAD.
LEOCÁN.
¿A quién puede ser?
Cristiano, ¿á un Rey es bien hecho
DON JUAN.
Venir con fingido pecho?
MAHOMAD. A ella, pensaba yo.
MAHOMAD.
Prende ese paje, Leocán.
Pues, ¿por qué?
DON JUAN.
DON JUAN.
Si yo, señor, intentara Por imitar
Hacerte traición, juzgara que mató
Que era mi muerte razón.
Un Rey de Asia,

MAHOMAD. Una mujer singular,


Cuyo rostro le venció.
¿Luego no llamas traición MAHOMAD.
Mentir á un Rey en la cara?
Eso fué bárbaro hecho.
DON JUAN.
DON JUAN.
Mentir en cosa que toque
¿Y no es bárbaro dar muerte,
Al Rey, es bien que á rigor
De la razón á despecho,
A su justicia provoque,
EL HIDALGO BENCERRAJL. 51

Á un hombre de pecho fuerte, La voluntad sola es- bien


Por gozar un flaco pecho? Que mande, gobierne y rija,
MAHOMAD.
Y el apetito también,
Y que á su gusto dirija
Dime, ¿aqueste no es cristiano? Cuantos antojos le d«-n.
Luego ya en matarle gano. Con esto te he respondido,
JAZIMÍN. Y de amor filosofado
¿Cómo? Lo que enseña á mi sentido.
MAHOMAD. JAZIMÍN.

Un enemigo menos, Notable amor has pintado;


Y más que si es de los buenos Poco platónico has sido.
Cortarás ciento en su mano.
MAHOMAD.
JAZIMÍN. Para mi ley, Jazimín,
¿Habrás tú por dicha oído No es filósofo Platón.
JAZIMÍN.
Que cristiano haya tratado
Moro ansí? Amor es honesto fin.

MAIIOMAD. MAHOMAD.
Tan cierto ha sido, Si le rige la razón.

Que fué á las cañas jugado Y aquí no hay razón, en fin,

Y del Rey cristiano herido. Y tú no la tienes ya


DON JUAN. En repugnar á tu Rey
¿Y qué Rey? Lo que diciéndote está.
MAHOMAD. JAZIMÍN.

Don Pedro á un Rey Si tu voluntad es ley,

De mi nombre, y de Granada. Donde el Rey quisiere irá;


JAZIMÍN. Pero apártale de ti,
¿Quién era? Y quédate con su Elvira,
MAHOMAD. Que también es tuya ansí.
Mahomad Muley, MAHOMAD.
En el campo de Tablada, Calla y adelante mira,
Sin más razón que otra ley. Bencerraje.
JAZIMÍN.
JAZIMÍN.
¿Por qué le mató? ¿Cómo ansí?

MAHOMAD. MAHOMAD.
El tesoro ¿No ves que aqueste cristiano
Que trajo le dio codicia. Mientras viva dará guerra
Pues si á un rey matan por oro, A esta mujer- Y es muy llano
¿Á un hidalgo es injusticia Que á mi amor el paso cierra
Por una mujer que adoro? Si volver piensa á su mano.
JAZIMÍN.
Anda, que nunca has querido.
JAZIMÍN. Finge matarle, pues es
Quise y quiero, pero ha sido Lo mismo.
MAHOMAD.
A quien es hoy mi mujer.
MAHOMAD. Necio, ¿no ves
No es querer, aunque es querer Que el alma se lo dirá
Mientras la tuviere acá,
Pagar un amor debido.
Lo que no podrá después?
Amor entonces lo es
JAZIMÍN.
Cuando anda todo al revés,
Porque está su fortaleza Espíritus semejantes
En ser el gusto cabeza No saben cosas secretas;
Y ser la razón los pies. Presos están.
MAHOMAD.
No han de ver ojos, ni oídos
Oir, y si fuere, á pocos;
No te espantes,

Porque han de estar los sentidos Porque son medio profetas


En una casa de locos Las almas de los amantes.
JAZIMÍN.
Á sólo su gusto asidos.
que yo
Lo que es alma no ha de obrar Ahora bien; vete,

Por potencia intelectiva, Le mataré como mandas.


MAHOMAD.
La memoria ha de cesar;
Que la razón discursiva Amor la sentencia dio.
No ha de hacer más que callar. En Scila y Caribdis andas.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
52
DON JUAN.
DON JUAN.
La nobleza verdadera
¿Luego anegáronle?
Consiste en la virtud sola;
DOÑA ELVIRA.
No. Sólo este fin considera,
MA1IOMAD. Y ésta en la fe se acrisola
Como su causa primera.
Elvira.
DOÑA ELVIRA. ¿La verdad de nuestra fe
Señor.
Quién es el que no la ve?
Luego el virtuoso es llano
MAHOMAD.
Leocán Que es noble, el noble cristiano,

tenerte en prisión,
Y que el que no, no lo fué.
Ha de JAZIMÍN.
Y Jazimín á don Juan.
De Alejandro, ¿qué dirás?
DOÑA ELVIRA.
DON JUAN.
Si obedecerte es razón,
Que hizo mil desatinos.
Sin razón prisión nos dan.
JAZIMÍN.
MAHOMAD.
Lleva á las torres Bermejas, Y de mí, ¿qué juzgarás
Si por tan varios caminos
Alcaide, esta dama.
Te doy que es más?
la vida,
DON JUAN.
DON JUAN.
¡Oh, injusto!
me dejas, ¿Mándame matar el Rey?
Mas pues sin ella
. JAZIMÍN.
Déjamela hablar.
MAHOMAD. El Rey me manda matarte;
No es justo Pues si lo manda Muley
Que aquí le digas tus quejas. Y la vida quiero darte,
Nobles habrá sin tu ley.
DON JUAN.
Vanse el Rey, D. a Elvira y Leocán. ¿Que me manda matar?
JAZIMÍN.
Sí.
DON JUAN.
DON JUAN.
|Cielos! ¿Para qué es la vida
Pues mátame.

En tantos males y penas? JAZIMÍN.
¿Quién hay que morir me impida?
Ves ahí
¡Sangra, bárbaro, estas venas,
Cómo hay bárbaros cristianos,
Donde está esa prenda asida!
Pues tomáis con vuestras manos
Si nacen del corazón,
De donde principio tienen, La muerte.
DON JUAN.
Romperlas será razón,
¿Qué haré? ¡Ay de mí!
Que á estar sin principio vienen, JAZIMÍN.
Pues esos ojos lo son.
Vivir.
Como de un punto se tira DON JUAN.
Una línea y otra, mira ¿Para qué sin quien
Que me tiras de las venas,
Es la vida por quien vivo?
Llevándome con mil penas
JAZIMÍN.
El corazón, que es mi Elvira.
Para cobrarla más bien.
¡Ah, Rey bárbaro, en efeto!
DON JUAN.
JAZIMÍN.
Side ti favor recibo,
Cristiano, tú eres discreto.
DON JUAN. Podrá ser que me la den.
JAZIMÍN.
No, que si lo hubiera sido
No hubiera á un moro creído,
Tu talle, tu fuerte mano,
Que en la nobleza es defeto.
Tu fama, tu valentía
JAZMÍN. Y el ser, Mendoza, cristiano
Me obliga á más cortesía
¿Defecto es no ser cristiano
Para ser noble?
Que la de este Rey tirano.
DON JUAN. Es propio de Bencerrajes
Hacer por los caballeros
¿Pues no,
De otras leyes ó linajes:
Siendo argumento tan llano?
Ya sabes nuestros aceros
JAZIMÍN.
¿No es noble quien lo nació Y nuestras galas y trajes.
El Bencerraje en naciendo
Ó lo ganó por su mano?
EL HIDALGO BENCERRAJE 55

ser noble nace. JAZIMÍN.


Sabe que á
Mucho vencerás huyendo. Un hidalgo castellano
Lo que la vida no hace, De los que Mendoza son.
¿Cómo lo has de hacer muriendo? ZULEMA.
Toma este consejo mío, ¿Ser Mendoza ó ser mentira?
JAZIMÍN.
Y guarda, Mendoza, el brío
Para cobrar tu mujer Es sobrino del Marqués
Cuando tengas más poder, De Santillana.
Porque ahora es desvarío. ZULEMA.
DON JUAN. Vos mira
¿Pues cómo podré salir Que ser enganio despoés
Sin ser visto de Granada? Que pasamus porta Elvira,
JAZIMÍN. Estos beliacos acá
Tarfilo. Decimos que estar Toledo,
TARFILO. O santos balios allá,
Señor. Borriques, Cerdas, Cenedos,
JAZIMÍN. Al que Rey el cruz le da.
Tú has de ir Fengir que por nostro estrago
Por una aljuba y espada, Traer allá un zanahoria
Alfanje quise decir; Que liamamos de Santiago,
Y tú, Arfel, llama á Zulema. Porque de alguno vetoria
DON JUAN. Le damus Herrando en pago.
Contigo ¿qué habrá que tema? Decir que trae en Sevilia
JAZIMÍN. Al pecho el rávano verde
Escapa ahora la vida; Que liamas de Alcantarilla,
Que perdella mal perdida E ser que el memoria perde,
Nunca es valor, sino tema. Que estar roja y amarilia.
Este vestido de moro JAZIMÍN.
Y el Zulema que te doy, Esto, Zulema, es muy cierto;

Para este caso un tesoro, Vino aquí con una dama


Del laberinto de hoy Por hallar en el Rey puerto;
Serán, don Juan, hilo de oro. Pero el Rey la adora y ama,
Zulema ha estado cautivo; Y ahora piensa que es muerto.
Sabe la lengua y la tierra. La vida le quiero dar;
DON JUAN. Vestirle quiero de moro;
Por ti en tantas muertes vivo. Tú mismo le has de sacar.
JAZIMÍN. ZULEMA.
Quien no se aconseja yerra. ¡Oste poto!
DON JUAN. JAZIMÍN.
Ya tus consejos recibo. Este decoro
JAZIMÍN. Debo á lo que soy guardar,
Con éstos saldrás de aquí Y á un Mendoza se le debe.
Donde yo te avisaré. ZULEMA.
Estar bono, ser Mendoza.
JAZIMÍN.
Sale Zulcmi con calzón lar¿o, bonete y turca. donde
Ven con él él te lleve.
ZULEMA.
ZULEMA. É dejalde al Rey el moza.
Arfel decimus á mí JAZIMÍN.
Que me liamar vosancé. Cobrársela pienso en breve.
DON JUAN. ZULE". \.

¿Es éste Zulema? Se ser grestiana é ser bella,


JAZIMÍN. ¿Para qué querer volvella
Sí. Despós de estar del Rey pota?
DON JUAN. JAZIMÍN.
Buen talle. Esa es causa muy remota;
JAZIMÍN. Que es una ilustre doncella.
Es otro Sinón ZULEMA.
Para cualquiera invención. Lustre malo.
ZULEMA. JAZIMÍN.
¿Quén estar este grestiano? ¿Malo ilustre?
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
54

ZUI.l
Los grestianos castellanos,
Tan hombres por vostras manos,
Cuando un zapato quitamos,
Traer un rueda al besgozo.
Porque lodo no deslustre
DON JUAN.
De mocho que refregamos,
Decimos que tener lustre.
Vayase vistiendo.
¿Para qué querer Mendoza
Este diablo de este moza
estar refregada? Es costumbre.
Despós de
ZULEMA.
DON JUAN.
¡Tan bon mozo
Mataréme con mi espada
Carlancas traer de alanosl
En sabiendo que la goza.
ZULEMA. Mucho mirándole espanta.
Pos ben podelde matar.
¿Cómo sofrir el garganta
JAZIMÍN. Lo que no traer un berro?
Mira que no puede ser
A un buey poner un cencerro;
Que el Rey la pueda gozar. Vos traer aquí cincuanta.
JAZIMÍN.
ZULEMA.
Ponte el bonete y la toca.
Como vos decer mojer,
ZULEMA.
Acá decemos mojar.
Un columna estar muy forte; A lástima me provoca
Esto, pobreto sénior,
Un monte tener cimento
Que ya el alfección de amor
Firme de la misma sorte;
Dentro del alma me toca.
Un peniasco estar al vento,
¿Por dónde habernos de andar?
Sin temer tempo ni morte;
JAZIMÍN.
Mas un mojer no creelde,
La de los Gómeles
calle
Que aunque estar tempo rebelde,
Puedes, Zulema, tomar,
En dándole un golpecilio
Caemos de colodrilio Y como otras veces sueles,
É hacemos que querelde.
el
En el Zacatín entrar,
DON JUAN. Bibarrambla y calle Elvira,
Espero en Dios que ha de ser, Y por su puerta saldrás,

Zulema, roca en el mar, Y que no le miren mira.
DON JUAN.
Si el Rey es mar de poder.
ZULEMA. Y no salgamos jamás
En Dios ser bono esperar, De amar y querer á Elvira.
ZULEMA.
Mas no esperar en mojer.
más feroz Caliar, diablo don Gaiferos;
Porque ser la
Haca galega tamben Todos estar muy parleros.

voz Yo muero, el vida me quito,


En el tretilia, y la

Servimos seis anios ben É picalde un mosquito


si

É al postre damos el coz. Liamar cuaranta barberos.


DON JUAN.

Sale Tarfilo.
Adiós, Bencerraje amado;
Escríbeme lo que hubiere
TARFILO. De mi bien tiranizado.
JAZIMÍN.
Aquí tienes el vestido.
JAZIMÍN. Cuando Zulema volviere

mi esposa. Sabrás si estás obligado.


Vuelve, Tarfilo, á
DON JUAN.
Di que el Rey
TARFILO. Adiós, Granada; adiós silla

Ya lo entendido. De mi octava maravilla;


JAZIMÍN. Quiera Dios que nos veamos.
ZULEMA.
Ya no hay que hacer otra cosa;
Adiós, Granada; que andamos
Que te le vistas te pido.
DON JUAN. Al tabernas de Castilla.
Tenme, Zulema, este cuello
Vanse.
Y sacaré la valona.
ZULEMA. Salen el Rey, y Elvira de dama.
Mucho me espantar de vello.
MAHOMAD.
¿Qué borrico del tahona,
Qué macho poder traello? Si bien estaba primero,
,

II. HIDALGO BENCERRAJE. 55

Mejor estarás así. Que cuando en su orilla mores


Para que me atreva á ti Te cantarán ruiseñores
En el ser porque te quiero. Como el cisne sus exequias.
Dame una mano. Celebrados carmesíes
DO \ ELVIRA. La calle que es de tu nombre;
No pidas Granada, por que te asombre,
Mano sin alma, señor, Granos de rojos rubíes.
Ni de aquel mi honesto amor Bib arrambla sus balcones,
El curso dichoso impidas. Para que en fiestas estés,
Quien algo ha de dar por fuerza Y para adorar tus pies
Una mano ha de tener; Bibalmazán sus pendones.
Pues si está en otro poder, La vega con su verdura,
¿Qué poder hay que me tuerza? Rojo trigo y verdes parras;
MAHOMAD. Su nieve las Alpujarras,
Llevaré del alma palma Corridas de tu blancura;
Si aquesta mano te gano, Dinadámar su corriente,
Porque suele ser la mano Todos los campos sus frutos,
El plato en que viene el alma. Mis vasallos sus tributos
DOÑA ELVIRA. Y yo el laurel de mi frente.
No te han dicho la verdad
Del plato que el alma tiene, Sale Jazimín.
Porque siempre el alma viene
En plato de voluntad.
Que para tan gran tesoro JAZIMÍN.

No era de amador bizarro: Lo que mandaste, señor,


La mano es plato de barro En ejecución se puso,
Aunque con dolor notable
Y la voluntad de oro.
El alma era cosa impropia De quien mirándolo estuvo.
Que en tierra humilde se diese, La fuente de los leones
Ni era justo que viniese Le llevé á mirar confuso,
Sino en su potencia propia. Para que muriese entre ellas
Conquistar la voluntad Hombre que su nombre tuvo:
Es de pechos de valor; Mirando estaba las aguas
Que quien la fuerza, señor, Que con violento curso
Tiraban perlasal mármol,
Agravia su calidad.
Si para el alma te armas, A donde las manos puso,
Advierte con mejor vista
,
Cuando de dos cuchilladas,
Que con almas se conquista, Teniendo un alfanje turco,
Y las ciudades con armas. Volvió corales las perlas
MAHOMAD. Y el alma al cielo traspuso:
Tú misma das la sentencia Hice sepultar ei cuerpo,
Que yo puedo desear, Aunque en indigno sepulcro,
Pues alma te quiero dar Y haciendo lavar la fuente
Y le has hecho resistencia. Y el suelo apenas enjuto,
Dale en tu desdén entrada; Volvió á correr murmurando
Así veas tu persona El cruel imperio tuyo;
Con la famosa corona Que lo mal hecho hasta el agua,
De nuestra imperial Granada. Y los mismos aires mudos,
Gozarás oro de Dauro, Lo murmuran y reprueban.
Verde jaspe de Genil, MAHOMAD.
Del Albaicín la sutil ¿Violo, por ventura, alguno?
Toca y de tu frente lauro. JAZTMÍN.
Daráte Generalife Zulema, un criado mío,
Flores que esa mano arranque; Que ya por largos discursos
Comares en blanco estanque, De su lealtad estoy cierto.
Te dará dorado esquife; DOÑA ELVIRA'.
Bibataubín con soldados ¡Ay cielos!
c
De qué me turbo?
Te hará salva cada día; ¿Á quién han muerto, señor?
Zacatín y Alcaicería ¿Quién es, señor, el difunto?
Te darán tela y brocados; MA HUMAD.
Los cármenes sus acequias, Dísclo tú, Jazimín;
: ;

ODKAS DE LOPE DE VEGA.


50
Por no merecerte el mundo.
Que yo de lástima huyo.
JAZLMÍN.
Quedo, señora, ¿es de veras?
Vase el Rey.

Ríase.
JAZIMÍN.
Sosegad, Elvira, el pecho; DOÑA ELVIRA.
Que aunque en este infame cupo No es de veras, que me burlo.
La muerte de vuestro esposo,
En mis entrañas no pudo;
Mandóme darle la muerte,
Pero el cielo que lo supo
Me mandó que le guardase.
DOÑA ELVIRA.
¿Vive? ACTO SEGUNDO.
JAZIMÍN.
Y viva un siglo y muchos;
No porque obligue amor
le
De traición igual le excuso; Salen Tarfilo, Leocán y Arfel.
Que quien vencerse no sabe
Ni es merece triunfo.
Rey ni
ARFEL.
DOÑA ELVIRA.
¿Que de esa suerte está por la cristiana?
¿Adonde está mi don Juan? TARFILO.
JAZIMÍN.
De esta manera está por doña Elvira,
Las obligaciones cumplo
Bien á pesar del reino que gobierna;
De Bencerraje y de noble,
vulgo Porque ni oye á nadie ni despacha,
Si lo soy, dígalo el
Ni trata de la paz ni de la guerra,
Con un moro y en su traje Ni hay hombre que negocie ni que trate
Salió, señora, seguro
Cosa que menos que de amores sea;
Por vuestra puerta don Juan
este punto
Todos los mozos de Mahomad, á ejemplo,
De Mendoza; en Visten é inventan nunca vistas galas,
Zulema, que acompaña,
le
Aderezan turbantes y bonetes

Luego que pierda los muros,
vendrá á Granada.
De zafiros, balajes y crisólitos;
De vista
Plumas de Oran coronan sus cabezas,
DOÑA ELVIRA.
En vez de los laureles de la fama.
De no adoraros me culpo; Con esto las fronteras de Castilla
Vos sois mi bien, Bencerraje.
JAZIMÍN.
Los soldados y alcaides de Fernando
poned luto Corren la vega y en la puerta Elvira
Haced llanto,
las lanzas y las dagas.
Osan clavar
Que sufriendo y esperando ARFEL.
No hay imposible ninguno.
iQue se haya Mahomad cegado
tanto
DOÑA ELVIRA.
De una mujer!
¿Daré voces? LEOCÁN.
JAZIMÍN.
Yo, Arfel, como testigo,
Eso importa.
DOÑA ELVIRA. Te pudiera decir notables cosas
Indignas del valor de un Rey
que tiene
¡Ay Rey tirano! verdugo mejor de toda el África
Sangre de lo
De mi esposo, no va bien
Y origen de Mahoma, cuyo nombre
Quien á tu poder me trujo.
JAZIMÍN.
Mas como hablar de los mayores sea
Cosa reprehendida de hombres
sabios,
Va tan bien, que ya lo creo,
Agravio al cielo, á la lealtad ofensa,
Y si es verdad os pregunto. Sólo diré que si el amor le dura
DOÑA ELVIRA. Alpujarras
Verán presto las altas
Venga la muerte [ay de mí! de nieve por el suelo
Sus cabezas
Cortó á mi esperanza el frute.
A de Fernando valeroso;
los pies
¿Cómo, viviendo sin ti, humilla
La vida que tengo sufro? Que lo que es de Granada ya le
corona de nácar, para lauro
Moriré; matarme quiero;
Su
Dame aquese alfanje injusto; De la famosa frente de Isabela.
ARFEL.
Mátame, para que estemos, donde el espejo claro
Triste ciudad,
Como en vida, en muerte juntos.
En quien mirarse los vasallos deben
Fuístete, don Juan, al cielo
, ;

EL HIDALGO BENCERRAJE. 57

El casamiento te aplica.
Está tan eclipsado y ofendido.
TARPILO. ¿Dónde hay gusto que no pica
Él viene. Y placer que está parado?
LEOCÁN. Para ser gustoso amor,
Y con él viene su cuñado. El placer no ha de parar
TARFILO. Que el procuralle alcanzar
jQué cuerdo es Jazimín, qué bien casado! Hace su gloria mayor.
¿Qué quieren éstos aquí?
Salen Jazimín y el Rey. JAZIMÍN.
JAZIMÍN. Señor, negociar querrán.
Mira que parece mal. MAHOMAD.
MA1IOMAD. Muy enfadosos están;
Cegóme amor los sentidos. Di que se vayan de ahí.
JAZIMÍN. JAZIMÍN.

Abre sólo los oídos, Caballeros, ¿qué queréis?


ARFEL.
Que es la obligación Real.
Oye siquiera á tu gente, Quien nos oiga.
JAZIMÍN.
Representa el nombre sólo,
Mira que en el cielo Apolo Está en razón.
No se duerme eternamente. MAHOMAD.
Tal ha de ser el buen rey ¿Qué dicen?
JAZIMÍN.
Discurriendo en las esferas
De su reino. Sus voces son
MAHOMAD. Justas.
Tarde esperas MAHOMAD.
Poner á amor freno y ley. ¿Cómo lo sabéis?

JAZIMÍN. JAZIMÍN.

Mayor que amor es el mar, Porque debes gobernar,


Y con ley y freno vive Pues reinas.
TARFILO.
Que de! margen le prohibe
Que pueda jamás pasar. Señor, escucha.
MAHOMAD. MAHOMAD.
Ese púsosele Dios. ¿Así habláis?
JAZIMÍN. LEOCÁN.
Pues imite á Dios el hombre. razón mucha
La
MAHOMAD. Nos fuerza, señor, á hablar.
Y que el mar mayor se nombre MAHOMAD.
Que amor, ni iguales los dos, ¡Perros!
¿Dónde lo has visto y oído? JAZIMÍN.
Si todo cuanto hay criado No tienes razón.
Está de amor ocupado, MAHOMAD.
Padre de cuanto es y ha sido. Mataldos, daldes la muerte.
Todo es amor, todo es guerra, JAZIMÍN.

Sin resistencia ninguna, Detente, por Dios, y advierte


Del cóncavo de la luna Que te ciega la pasión.
Hasta el centro de la tierra. LEOCÁN.
JAZIMÍN. Señor, si haberte servido
Si gozaras de tu Elvira En la guerra y en la paz,
Estuvieras disculpado, Hace á Leocán incapaz
Mas sin haberla gozado De la merced de tu oído,
Que andes loco al mundo admira. Noescuches; mas si es razón
MAHOMAD. Oir á quien sirve bien,
Bencerraje, poco sabes Y que á sus servicios den
De amor, porque casamiento el Siquiera este galardón,
Del arca de su contento Oye una sola palabra,
No te dio todas las llaves. Y si hablare más, podrás
Jazimín , son
tres llaves Matarme.
Las que en sus contentos veo: MAHOMAD.
La privación, el deseo Ya hablaste más.
Y posesión.
la fácil JAZIMÍN.
Esta postrera te ha dado: Señor, los candados abra
8
, , .

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


58
Que á verte dejar lleguemos.
De tu oído la razón JAZIMÍN.
MAHOMAD.
Zulema.
Deja, cuñado, mis
pies.
ZULEMA.
¿Qué quieres, Leocán?
Sénior.
LEOCÁN.
JAZIMÍN.
Que des
¿Qué habernos
Quien nos oiga sin pasión.
no quieres; Negociado por allá?
No gobiernes, si
ZULEMA.
Danos un gobernador. Allá dejar en un horta
MAHOMAD.
Aquel cabalero á fe.
¿Dicen bien? JAZIMÍN.
JAZMÍN.
Muy bien, señor.
En una huerta, ¿por qué?
ZULEMA.
MAHOMAD.
Porque decelde que importa
Pues, Jazimín, tú lo eres: Mudar traje de hortelano,
Oye tú, gobierna, rige; Que te podemus decir
Vosotros, obedeced.
TARFILO.
Y asentar para servir
Con un soldado grestiano.
Al reino has hecho merced JAZIMÍN.
Que sin quien oiga se aflige.
|Válame Alá, que esto ha hecho!
ZULEMA.
Vase el Rey.
No ver diablo vosancé,
Que el Rey
JAZIMÍN.
JAZIMÍN.
Mejor, caballeros, fuera, Bien dices, bien fué;
Pues es mi valor ninguno, Ya lo que teme sospecho.
Que de vosotros alguno ZULEMA.
Para el gobierno eligiera.
Él se quedar en frontera,
Mas pues fué gusto del Rey,
,
Entre el moro y el grestiano,
Negociad con vuestro igual. Porque huir al que estar llano
TARFILO.
Del beligro que le espera,
Eres de sangre Real, Se venir el moro entrar
Y digno por justa ley. Donde el grestiano vivir,
Y es tan justo que á tu espada r, si el grestiano venir
É ingenio obediencia den, Huir donde el moro estar.
Que esto sólo ha hecho bien A bon fe que estar marrajo
Después que reina en Granada. Porque Herrando tener gozo
ARFEL.
De pretamus el besgozo.
Á ti, Bencerraje noble, JAZIMÍN.
Acudiremos.
Habla, Zulema, más bajo.
JAZIMÍN.
ZULEMA.
Creed estar so potilia?
¿Adonde
Que os oiré.
Que un recado le traer.
ARFEL.
JAZIMÍN
Y harás merced ¿No me escribe á mí?
Sin que la vara se doble. ZULEMA.
TARFILO.
Al querer,
Goza el gobierno mil años.
Que el tenerte, es maravilia,
ARFEL.
Este carta á vosancé,
Rey te deseamos ver.
Y ésta ser.
JAZIMÍN.
Vanse. Rey viene.
Ten, que el

JAZIMÍN. graciosamente por el pescuezo,


poder Esconda las cartas
Quedo, amigos, que el
y salen el Rey y D.' Elvira.
Oye muy lejos sus daños.

ZULEMA. ,
Sale Zulema con una lancilla y
unas alforjas.
I
Ah Rey! venir.
JAZIMÍN.
ZULEMA.
No conviene
Gracias le damus Alá,
»

HIDALGO BENCERRAJE. 59

Zl LEMA.
Turbarte.
zuli.m \.
El caita toma,
Torbar, ¿bor qué? Que él te decir cómo está.

H WIOMAD. DOÑA ELVIkA.


Ya me cansa tu porfía. ¿Queda bueno?
DOÑA ELVIRA. ZULEMA.
Pues descansa de cansarte. ¡Oh, qué haber hecho
Zl'I.l HA. De sentimentos por vos!
No estar ben bor esta parte, DOÑA ELVIRA.
I3or ésta berdcr podía. ¿Está triste?
Joradiós que estar turbado: ZLLEMA.
Mucho que podelde un Rey. Joro á Dios,
MAHOMAD. Que tener diablo en el pecho.
|Oh Bencerraje! Bon fe que deber de ser
JAZIMÍN. Vos una grande pecañia,
¡Oh Muley! Porque selde cosa extrania
UAHOMAD. El que vemus padecer.
Conquisto un amor forzado, Ne comemus, ne bebemus,
Una roca en medio el mar, Todo andar fora de sí,

Una esfinge, una quimera, Cara qui, cara colí,


Un imposible, una fiera, Que asnu en noria parecemus.
Una llama elementar. Tal andar pobre sénior,
Amanso un áspid, un tigre, Que baciencia é vida acaban;
Que ve los hijos traspuestos; No pensalde yo que daban
Mira qué peligros éstos Tamben cámaras de amor.
Para que yo no peligre. ¡Qué pildoras haber dado
Domo un indomable potro, A un hombre flor de Castilia!
Un león de fieras rey, A fe que estar becarilia,

Y una mujer de otra ley Que vos tenelde hechizado.


Y que su amor tiene en otro. DOÑA ELVIRA.
ZULEMA. ¡Ay, Zulema! ¿Qué decía
¡Que aquesta el beliaca estar Cuando salió de Granada?
Que á don Juan traer ansí; ;Llamóme su prenda amada
Ésta amada prenda mía
2
Bon moza estar por aquí,
Un Rey hacelde humiliar! ¿Lloró una lágrima?
¡Él pensar tenelda en puño, ZULEMA.
Y elia no queremus ver! ¿Estar
¡Bon calaña de mojer! Borracha, que eso decir?
¡Á fe, que estar bon beduña! Ne comer más, ne dormir,
MAHOMAD. É ser un fonte en llorar.
¿Quién es aquél? ¡«Ay, decía, mi Elverica,
JAZIMÍN. Me potilia, é me contento,
Un criado En el horta que estar sentó

Que vive en un carmen mío, No tenerte por borrica!


Que cierta miel de rocío Andamus sembrando aquí
Á tu Elvira ha presentado. Lechogas é berenjenas,
Llega, Elvira, y agradece, É tamben sembramus penas,
Para que ánimo cobre, Fruto amargo bara mí.
Al moro el presente pobre Sin otras bolosofías
De servirte. Que no podelde aprender;
DOÑA ELVIRA. Mas temer que estar mojer,
Él lo merece. Y que mudar en dos días.
Dios te guarde. DOÑA ELVIRA.
ZULEMA. ¡Mudarmel Bien me conoce:
Hacerte acá, No tiene valor la tierra
Como decir el paloma. En su tesoro y su guerra,
Con que un bárbaro me goce;
Aparte los dos. Ni oirá de mi voz los ecos.
ZULEMA.
DONA ELVIRA. Todas ansí lo jorar,
¿Y don Juan? Y al primero golpe dar
,

OBRAS DE LOPE DE VIGA.


6o
Reverdece al gusto mío.
En el dinero de hocecos. |Bien haya la abeja, amén
DOÑA ELVIRA.
De cuya boca salió!
Pues eso no te alborote. MAHOMAD.
ZULEMA.
Pues si quieres, haré yo
Vete, seniora, y caliar; Que la colmena también
Que temer que es Rey pensar Engasten en piedras y oro.
Que yo estar el alcabote. DOÑA ELVIRA.
É joro á Dios se sabelde, No, señor; estése allá
Que me hacer danzar al sol. Mientras el cielo le da
Don Juan ser galgo español, Oro y perlas de mi lloro.
É porque querer querelde; ZULEMA.
Que yo venir por resposta Sénior, yo querer volver
Cuando avisar Jazimín. Se dar vosancé licencia.
DOÑA ELVIRA. JAZIMÍN.
Vuelve á la tarde, que, en fin, Vete, y ven con diligencia.
Te ha tenido mucha costa, ZULEMA.
V quiero un regalo darte. Volvemos á anochecer:
MAHOMAD.
¡Bon cifio, lendo consejo!
Para pagarle, mi Elvira, Joro á Dios de alcabotar,
Lo que quieres darle tira Aunque Rey mandar quitar
En Granada y otra parte. Á puro azote el pellejo!
¿Quiéresle hacer mi cadir,
Mi alcaide, mi capitán? Vayase Zulema.
ZULEMA.
¡Bonos los enganios van, MAHOMAD.
Bon medrar é mal servir!
quisiera, Jazimín,
Yo
Si de la guerra trajera Oue esta mujer persuadieras
El corpo como un esparto, Y que á su desdén pusieras
No me diera el Rey un coarto Con altas promesas fin.
Ne por ventura me oyera. Dile mi amor, mi poder,
No hay cifio como alcabote, Cuéntale mi perdición.
No hay renta como truhán, JAZIMÍN.
Mas á gran beligro están
Es bárbara obstinación
De penca é del garrote.
la La tema de una mujer;
DOÑA ELVIRA. Pero haré lo que me mandas.
Señor, si fuera capaz
Doña Elvira
El hombre de algún valor, DOÑA ELVIRA.
Pudiérasle hacer favor Bencerraje
En la guerra y en la paz; JAZIMÍN.
Pero es pobre jornalero, Ya le sirvo al Rey de paje.
No es para vara ó castillo. DOÑA ELVIRA.
MAHOMAD. servicios andas.
En buenos
Toma, buen hombre, este anillo: JAZIMÍN.
De mi mano honrarte quiero. Que te hable me ha mandado.
Pienso que vale el diamante DOÑA ELVIRA.
Mil escudos de Castilla. Ponte delante: leeré
ZULEMA.
Este papel.
Mi humildad se maravilla, JAZIMÍN.
Sénior, de un ben semejante. Yo
estaré
Mas vendo un Rey me bon
celo,
Como cortina á tu lado.
Hacer de conta que toma Mas si son á toda ley
De la mano de Mahoma Sol tus ojos y en él
dan,
Un estrelia de su cielo. Y del papel de don Juan
DOÑA ELVIRA. Salen reflejos al Rey,
En haberle así premiado Verá el Rey conesa lumbre
favor;
Me has hecho un grande Lo que dice en el papel.
señor,
Que miel más dulce ,
DOÑA ELVIRA.
criado.
No pienso que se ha Sol con tanta lluvia
en él,
Bien la llaman de rocío, No temas que tanto alumbre.
Pues de tan seca mudanza Rey mientras ella lee.
Sale el
La hierba de la esperanza
P.I. HIDALGO BENCERRAJE. 6l

MAHOMAD.
.1 UI'jMAD.
Tinta y pluma.
Dulce desdén, ¿áqué remota parte,
Y Dios, si en esta ocasión
;ay,
A qué tierra, á qué cielo diferente,
Por papel del corazón
Apacible, cruel, helado, ardiente,
Aquí pusiera la suma!
No fuera yo para poder templarte? ELVIRA.
Hermosos ojos, pues ignora el arte
.

Bien lo toma.
Ciencia de serenar la hermosa frente,
JAZIMÍN.
Donde hace el sol su más ilustre oriente, Y sin enojos.
Y tantas flechas el amor reparte,
DOÑA ELVIRA.
Decid, ¿qué puede hacer para agradaros
¿Qué cosa se puede hallar
Quien sólo en esto ocupa la memoria
5

5 Más fácil para engañar


Noble desdén, ¿de quién queréis vengaros
la victoria, Que de un celoso los ojos?
Que cuanto más segura
Me dais desdén en esos ojos claros,
Sale Amir con recado de escribir.
Pena mirando, y con miraros gloria.
DOÑA ELVIRA.
AMIR.
Yo he leído.
Aquí está tinta y papel
JAZIMÍN.
JAZIMÍN.
Pues responde.
DOÑA ELVIRA. Toma y escribe.
DOÑA ELVII.A.
No me dejan escribir; Qué engaño!
Que me guarda siempre Amir, ¡

JAZIMÍN.
Y pluma y papel me esconde.
JAZIMÍN.
¡Qué inocente de su daño
Está el Rey!
No te dé pena; yo haré
DOÑA ELVIRA.
Que delante el Rey escribas.
Habla con él.
DOÑA ELVIRA.
Jazimín , hazlo, ansí vivas.
la gente,
JAZIMÍN. Sobre una mesa escriba, y de espaldas á
porque no perturben: adviertan esto, que importa.
Pluma y papel pediré.
Lo primero, has de escribir JAZIMÍN.
Un papel al Rey pidiendo
Alguna cosa ó diciendo Ya escribe.
MAHOMAD.
Que te deje de servir.
¿Qué me querrá?
Luego, el otro escribirás
JAZIMÍN.
A don Juan sin que él lo vea;
No sé ¡por Dios! su intención;
Daréle el suyo que lea,
me Melindres pienso que son.
Y tú el otro darás.
MAHOMAD.
DOÑA ELVIRA.
La traza entiendo.
¿De qué?
JAZIMÍN.
JAZIMÍN*.
Señor, De quererla ya.
MAHOMAD.
Con doña Elvira he tratado
Quererla, ocasión ha dado
Favorezca tu cuidado
Para tanto disfavor,
Y no desprecie tu amor;
Dice que quiere pedir Pues amor, ¿no engendra amor?
JAZIMÍN.
A Tu Alteza en un papel
Cierta cosa.
Pienso que es razón de estado
MAHOMAD. Criar con una igualdad
Di que en él Los hijos y las mujeres.
MAHOMAD.
Puede mi reino escribir. ¿Cómo?
Ponga el fénix, mas no escriba
JAZIMÍN.
Imposibles semejantes,
muy
usado entre amantes, Estimar sus placeres
Que es
voluntad.
Y no sabemos que viva. Y encubrir la
MAHOMAD.
¡Holal
Bien dicho, ,por Alá santo'
Sale Amir. Porque el hijo y la mujer,
No conociendo el querer,
A>ÍIR. No se nos regalan tanto.
Señor. Parece que el papel muda.
62 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

MAHOMAD.
JAZIMÍN.
Jazimín,
No la debió de agradar,
Muy agradecido estoy.
Y otro querrá comenzar. JAZIMÍN.
MAHOMAD.
Eso sospecho.
A dar á Zulema voy
JAZIMÍN.
Este papel.
MAHOMAD.
Es sin duda.
Vencí en fin.
No la mires que una dama
,

Se turba, y más doña Elvira, Vayase Jazimín.


Delante de quien la mira.
MAHOMAD. Lea.

Antes se turba quien ama. más lugar


«El no tener
¡Con qué gracia que ponía
Para escribirte, señor,
La mano en aquel papel!
Es causa que tanto amor
Presumo, Jazimín, que él,

ser negro se corría;


No te pueda declarar.
De Basta decirte que estoy
Parece que una azucena
Suspirando noche y día
Iba bruñendo la plana,
Por tu alegre compañía,
Ó que la hermosa mañana Donde con el alma voy.
Perlas sembraba en arena.
JAZIMÍN.
De ella eres dueño, y es llano
Que no dice lo que siente,
¡Qué comparación impropia!
Porque estar un Rey presente,
La tinta que escribe, ¿es perlas?
MAHOMAD. ¿A quién no turba la mano?
Quien te dará aqueste, en fin,
¿No pudiera ennegrecerlas
Te dirá mi voluntad,
Ser mañana de Etiopia,
Donde yo estoy abrasado? Y que pagues la amistad
Que debes á Jazimín.
Haz cuenta que otro Faetón
Él dirá lo que has de hacer
Pasó por mi corazón.
Para gozarnos los dos.
DOÑA ELVIRA.
Quédate, mi bien, adiós,
Jazimín
MAHOMAD. Y Dios te me deje ver.»
MAHOMAD.
Ya te ha llamado.
JAZIMÍN.
¿Hay ventura como ésta?
¿Cuál hombre fué tan dichoso?
¿Qué mandas?
DOÑA ELVIRA. ¿Que os daré, desdén hermoso,
Este papel Por esta dulce respuesta?
Si yo hubiera presumido
Darás al Rey, y á don Juan
Que era vergüenza, señora,
Éste.
JAZIMÍN.
Desdén que es amor ahora,
Quedo: buenos van. Ya lo hubiera remitido
DOÑA ELVIRA. A la pluma y al papel.
¡Bien haya el que te inventó,
Voyme.
Instrumento por quien yo
JAZIMÍN.
¿Adonde? Vencí desdén tan cruel!
¡Bien haya el hombre primero,
DOÑA ELVIRA.
Negra tinta licor franco,
A reírme de él.
,

Por quien hoy acierto al blanco


Vayase D. a Elvira. Del bien que gozar esperol^
Y |bien haya el ave, amén,
Que las alas extendió,
MAHOMAD.
¿Dióte el papel? Y el cuchillo que cortó
JAZIMÍN. La primer pluma también!
Sí, señor.
haya el primero lino
¡Bien

MAHOMAD. De donde el lienzo salió


Muestra.
Que en papel se transformó,
JAZIMÍN. Y el que hoy á mis manos vino!
Vasallos fiestas haded,
,

Yo tengo que hacer:


Jugad cañas, corred toros,
Goza á solas tu placer,
Solo estima tu favor:
Tomad todos mis tesoros,
¡Guárdete Alá! Yo os hago á todos merced.
EL HIDALGO BENCERRAJE. 63

Sale Jazimin. JAZIMIN.


Esto dice.
JAZIMÍN. MAHOMAD.
Á Zulema he despachado Pues ¿qué hay que te escandalice-
la carta de su esposa:
JAZIMÍN.
Con
|Oh industria, al fin poderosa, Quise verlo bien en él.
Contra un Argos desvelado! Ahora bien, vaya Tu Alteza
Mas iayl que el Rey está aquí. A Generalifc un poco,
MAHOMAD. Y espéreme allí.
Bencerraje MAHOMAD.
JAZIMÍN. ¡Estoy loco!
Gran señor Allí espero su belleza.
MAHOMAD.
Vasc el Rey.
Que la gloria del favor
De mi bien, consiste en ti;
Que til sabes el remedio JAZIMÍN.
Llamaron los filósofos la luna
De mi mal.
JAZIMÍN'. Tierra celeste, y con razón es tierra,
¿Yo de tu mal? Pues la humedad que lo terrestre encierra,
MAHOMAD. No ladeja tener firmeza alguna.
Que esté de contento igual ¿Qué mucho que no se halle en ti ninguna,
Tu voluntad sola en medio. Mujer mudable (quien la busca yerra),
Lee este renglón, y al fin Si eres tierra celeste, que destierra
Verás si es tu voluntad. La paz más firme y la mejor fortuna?
¡Oh luna desigual! Creciendo enojos,
Lea. Que pones tantas quejas en los sabios,
De quien ve las menguantes de tus ojos:
«Y que pagues la amistad ¡Qué bien dicen por ti los que son sabios,
Que debes á Jazimin. Que quien de tales lunas hace antojos,
que has de hacer Merece ver con ellos sus agraviosl
Él dirá lo
Para gozarnos los dos.»
JAZIMÍN. Sale Daraja.

¿Qué es ésto?
MAHOMAD. DARAJA.
Dilo, ¡por Dios! A pedir vengo, mi bien,
Y dime cómo ha de ser. Que me hagas un favor.

Aquí lo deja en tu mano JAZIMÍN.

Mi Elvira: mi reino toma, Yo le recibo mayor


Jazimin, que ¡por Mahoma! En mandarme tú también.
De embarcarme al africano. DARAJA.
Dime lo que habéis tratado. Ciertas damas, mis amigas,
JAZIMÍN. Me piden que á Dinádamar
¿Yo con ella? Ó á la huerta de Abenámar
MAHOMAD. Nos lleves.
Tú con ella. JAZIMÍN.
JAZIMÍN. Mucho me obligas,

¡Ah, mujer mudable y bella! Esposa en mandarme;


bella,
MAHOMAD. Pero soy gobernador
Ya estás, Jazimin, pesado. Deste reino, y fuera error
La otra me quiere bien, De su gobierno alejarme.
Y tú me aborreces ya; Como el Rey tanto ha dormido,
La otra rendida está, Hay mil negocios que ver.
Y tú me muestras desdén. DARAJA.
Cuñado, si no es de esencia Luego ¿no piensas hacer
Ser rey, baste aqueste nombre. Una cosa que te pido?
JAZIMÍN. JAZIMÍN.

|Oh, maldiga el cielo el hombre mi bien; mas no iré yo;


Sí,

Que fía la fe de ausencia! Vaya mi gente contigo.


Muestra otra vez el papel. DARAJA.
H \HOMAD. Luego ¿tú no irás conmigo
Míralo bien. Aunque vayas después?
,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


64
Porque en el mismo engaño me anochece,
JAZ1MÍX.
No; Con ansia extrema de que viva ó muera,
Espero un bien que dilatado crece,
Que se quejarán de mí.
Para que pene más quien más espera.
¿Qué has de estar allá?
DARAJA.
Sale Zulema, cantando.
Ocho días.
JAZMÍN.
ZULEMA.
Pues bien podré. Paseábase el Rey moro
DARAJA.
Y bien podrías Por la vega de Granada;
La barba tener crecida,
Ir conmigo.
Quitársela procuraba.
JAZIMÍN'.
¿Cómo ansí?
Al barbero que tenelde,
Aguardalde en horamala,
se notará en Granada,
Que
Porque tamben los barberos
Tras el descuido del Rey,
Andar al Rey con las barbas.
Yesto que yo hago es ley
DON JUAN.
Siempre entre nobles guardada.
Vé, amores, por vida mía;
Ó me engaño, ó aquí cerca
Pienso que algún hombre canta.
Que yo iré á verte después. Dejar quiero el azadón,
DARAJA.
esa mano me des,
Que es la voz aljamiada.
Como ZULEMA.
Te espero por todo el día.
JAZIMÍN.
Canta.
La mano y palabra doy,
Y con ella dos abrazos.
Preguntaba á sos morecos
DARAJA.
Los que ganar so soldada,
Despacio espero tus brazos.
JAZIMÍN.
Cuántos son tres veces tres,

Que el Rey no saber contalias.


Daraja, á consejo voy.
DON JUAN.
DARAJA.
¡Cielos! ¿No es aquél Zulema,
Tu vida guarden los cielos.
Que de aquella cuesta baja?

Vase. Zulema, Zulema amigo.


¿Qué digo? Zulema, aguarda.
ZULEMA.
JAZIMÍN.
Adoro en mi bella esposa,
Canta.
Casta, honesta, sabia, hermosa,
Sin pensamiento de celos;
Allí hablar un moro vejo
Pero cuando vuelvo á ver
Que estaba pescando ranas,
Á doña Elvira mudar,
Que teñe mochos dineros;
Estoy por imaginar
Mire ben cómo los gasta.
Que no hay verdad en mujer. DON JUAN.
Pues don Juan, si es justa ley
¡Zulema amigo!
Guardar la amistad debida, ZULEMA.
Ó me ha de costar la vida, ¡Seniorl
Ü no ha de gozarla el Rey. DON JUAN.
Vasc. ¡Mensajero de mi alma!
¿Qué me dices, cómo vienes?
Sale D. Juan vestido de hortelano, con su azadón. ¿Entraste acaso en Granada?
¿Qué dicen allá los moros
DON JUAN. guarda,
Que están de la Alhambra en
¡Oh prolijo esperar de un bien en duda!
De aquel Mendoza sobrino
No sé cómo le aumenta la tardanza, Del Marqués de Santillana?
Pues nunca el mar de amor tiene bonanza,
¿Qué dice el Rey de mi muerte?
Ni á tenerla jamás ausencia ayuda.
¿Qué dice de mí, qué trata
De mil colores el temor se muda,
Doña Elvira de Vivero?
Sécase por momentos la esperanza;
¿Traes recado, traes cartas?
Que la imaginación que al daño alcanza, ZULEMA.
Del verde tronco la color desnuda.
Sivosancé hablamos tanto,
Aquí, donde llorando me amanece
Vos venilde de Granada,
Y hasta la noche el llanto persevera
EL HIDALGO BENCERRAJE.
«35

É yo ser quen acá estar: Hecha alguna zangamanga'


Decer, contar lo que pasa.
DOM JUAN.
'.
JUAN. ¡Válame Dios! ¿Soy á quien
¡Ay, Zulema el corazón
,
Escribe tu mano ingrata,
Es el que hablando descansa' Doña Elvira, estas razones?
ZULEMA. ZULi
Pos tenelde quedo un poco, ¡Oh cotorrera pecanial
O calíamos noramala. |Por Mahoma, eso zancajo
Esta carteza es de aquel Que lleno de telaranias,
Que os querer como á so ánima; Como pemil en bodega,
Por no haber mas tempo, breve, Colgar en Meca so casa,
Mas por amistad moy larga. §ue pagamos vosancé,
DON JUAN. no ser Zuliemal
Espera, que ya la leo.
DON JUAN.
¡Oh Bencerraje de famal
Basta.
¡Que pudo un bárbaro Rey
Lea. Más que mi lealtad cristiana!
Para mí, sin ser mujer,
«Donjuán, ya creyó tu muerte Fuiste, doña Elvira, casta,
El Rey, pero no tu dama; Y para un moro galán,
Ella queda buena y firme, Más infame que la Ca
Que basta ser yo su guarda, ¿Esto merece mi fer
Pues me costará la vida Pues ¡vive Dios, que esta infamia
O el Rey no podrá gozarla. Te ha de sacar, aunque estés
El Bencerraje, tu amigo
En medio de las entrañas!
Hasta la muerte.» Haré pedazos la huerta,
ZULEMA. Sentirán sus verdes ramas
Esta carta El fuego de un ofendido.
Ser de aquella picarilia.
ZULEMA.
La vostra damos cerrada, Estar quedo enhoramala,
Y aunque ella la recebir Que ranear el berenjenas,
Y delia ganar el gracias, Lechogas y verdolagas.
El Rey pagamus el parte,
DON JUAN.
Que le damos con el tianca. No ha de quedar cosa aquí.
¡Joro á Dios que estar bonica,
ZULEMA.
É que qutremus besarla
¡Bonos los melones para!
A no estar delante el Rey!
¡A fe que medramos, horta!
DON JUAN.
DON JUAN.
Espera, Zulema, aguarda.
Y tú, perro de vil casta,

Lea.
¿Qué me trajiste? ¿qué fuego
Es este con que me abrasas?
«¿Para qué en vano persigues Fué esta carta la camisa,
Una voluntad forzada?» Soy Hércules en España,
¡Válame Dios! ¿Qué es aquesto? ¡Vive Dios, que he de matarte!
ZULEMA. ZULEMA.
¿Eso decemus el carta? ¡Ay, Mahoma, que me mata!
DON JUAN.
Lea. Vuelve, enséñame el camino;

« Para qué te cansas tanto, Dame, perro, el almalafa;


c

Pues en conquistar te cansas Que á Granada he de volví r

Una mujer imposible?» ZULEMA.


¿ ss Alia estar en el cabana,
¡Cielos, qué extraña mudanza!
«Antes me daré la muerte
Mas no volver, que estar loco.

Que vaya donde me aguardas, DON JUAN.


Porque yo tengo mi gusto.» Daca el almalafa, acaba;
¿Mas qué locura buscar
ZIU
¡Oh botilia descarada! Con un almalafa el alma?
¿Eso haberte resbondido? Vase D. Juan.
¡Jora Dios que estar beliaca,
ZULEMA.
É que tener con el Rey
Éste liamamus bon ciño;
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

publique.
Que se toque trompeta ni
escapa,
Si de ésta el cabeza SANCHO.
Nunca más ser alcabote,
Avisad al trompeta que no toque.
Dios hacer pargatas!
Jora Vaya Dios con nosotros, y su Madre
Vase. Santísima; el apóstol Santiago
el voto
Nos dé su ayuda; que cumpliendo
alcaide de Unatorafe,
Sale Sancho de Cárdenas, Que hizo el rey Ramiro de Castilla,
que puedan.
y todos los soldados
Prometo de pagarle el mismo sueldo
SANCHO. Que ganare un soldado de á caballo.
CARPIÓ.
soldados generosos,
Paréceme, Dios te dará victoria.
dan de Mahomad las nuevas
Según nos SANCHO.
Moros de paz, que no tiene Granada En él espero.
Mucha defensa, cuanto más su
vega.
MEDRANO.
MEDRANO.
Valiente es el alcaide.
alcaide
Señor Sancho de Cárdenas, SALGADO.
De y capitán famoso
Iznatorafe, Y caballero.
Fernando,
Desta frontera, por el rey
Mahomad, que ha de perder
Tal pintan á Salen Jazimín y D." Elvira.
Cava
Como Rodrigo á España, y ser su
de Vivero.
La bella doña Elvira DOÑA ELVIRA.
SALGADO.
¿Yo al Rey amores?
miente un cautivo fugitivo,
Si no JAZIMÍN.
inhábil
Está para el gobierno tan Pues ¿quién,
cuñado Jazimín, Audalla,
Oue á su Si con mis ojos lo vi?
Bencerraje por sangre, se le
ha dado,
conquista Pero en afrentarme á mí
Y él, sólo entretenido en la
Estoy corrido también.
De la bella cristiana, sólo atiende cármenes. Tú dices que está en mi mano
A los baños, las fuentes y los El gozarte, Elvira, el Rey;
SANCHO.
aunque pocos, ¿Esa es la lealtad y ley
Pues siendo ansí, soldados, Que guardas á tu cristiano?
castillo,
Dejemos la mitad en el Si de un moro se contara,
muro,
Y los demás corramos hasta el baña. ¿Qué dijérades allá?
Genil y el Dauro
Cuanto riega DOÑA ELVIRA.
presa
Haremos por ventura alguna Bencerraje, claro está
Fernando nos de gloria,
Que acerca de Que un bárbaro le llamara.
Castilla
Riqueza para todos, y en JAZIMÍN.
ser
Eterna fama. Pues ¿qué es lo que quieres
carpió. goza,
Si el Rey, Elvira, te
Escoge los que quieres Siendo mujer de un Mendoza?
nombres,
Oue te acompañen, por sus mismos Mas dirás que eres mujer.
contigo.
Porque todos desean ir
DOÑA ELVIRA.
SANCHO.
quedan ¿Tú viste mi letra?
No menos hacen, Carpió, los que JAZIMÍN.
fuerte;
Que los que van, en defender el
Sí.
La presa habernos de partir con
ellos.
DOÑA ELVIRA.
Cebríán González, punto,
Vaya el alférez jAy, cielos, en este
sargento Núñez, vaya
Cuevas,
Vaya el Para tanto daño junto,
Mercadillo,
Carpió, Medrano, Juares, En el suceso caí!
de Arguijo y Ñuño Camareno,
Tristán JAZIMÍN.
con adargas
Estos nueve á caballo ¿De qué suerte?
lanzas, pues los tienen
todos buenos
Y DOÑA ELVIRA.
bien tratados; y de á pie
Juan de Arcos
Y Maqueda, Vega,
Que troqué
Montánchez, Mendo, Ortiz, Los papeles, y al Rey diste
Zúñiga y Ortuno;
Serna, Pereda, El de don Juan.
ballestas.
Lleven sus morriones y JAZIMÍN.
Conmigo somos veinte, diez caballos Si lo hiciste
Y diez peones; pienso que bastantes De esa suerte, engaño fué;
honroso hecho.
Para emprender cualquiera Ysólo en ver que conforma
Alto; á ponerse á punto.
Con tu honor esa disculpa,
CARPIÓ.
Pongo á mi suerte la culpa.
No permitas
EL HIDALGO BENCEKKAJE.

DOÑA ELVIRA. Jora Dios no haber leído


Al Rey del engaño informa. El carta, cuando faltar
JAZIMÍN. Como el pelota, é quedar

Cortaráme cabeza la Sen alma, alentó é sentido.


Si ve que escribes por mí. El horta que haber sembrado,
DOÑA ELVIRA. Alá remediar podemos,
Pues remedio me di
el El verdura que tenemos,
De conservar mi firmeza. Contalde todo arrancado.
j AZI MIS. El berenjena é melón
Entretenerle. iber dejado una rama;
DOÑA ELVIRA. Se vos somos del Rey dama,
¿Podré? Tenelde loca razón,
JAZIMÍN. Que estar don Juan cabalero
Si tú quieres, bien podrás; Valentc; mas ¿qué me quejo?
Que una mujer puede más Que estar el mojer espejo,
Que cien mil hombres. Que hacer rostro al que prcmero.
DOÑA ELVIRA. DOÑA ELVIRA.
¿Por qué? ,Ay, Zulema de mi vida!
JAZIMÍN. ZULI
Porque un melindre fingido, ¡Ay, el diablo que Iievnr!
Una lágrima, un favor, Ben conocelde al mirar,

Al hombre de más valor Que estar vos moy relamida.


Le pone á sus pies rendido. Agora hacer zorroclocos
DOÑA ELVIRA. Cuando todo el berenjena
Yo haré todo mi poder Andar berdido en la arena
Hasta vencer ó morir, É todos estamos locos.
Para que puedas decir Bon recado que tener
Que hay firme alguna mujer. Por saber qué está en Granada,
A dar una cuchillada
Sale Zulema. Al pota de so mojer.
DOÑA ELVIRA.
ZALEMA. ¡Ay, Dios! Mira, Jazimín,
Bonos andamus, al fe, Que en Granada está don Juan.
Con el ir, con el venir, JAZIMÍN.
En que sénior de servir,
el Agravios, ¿qué no podrán?
Zoliema, vos vosancé. Ama, y es hidalgo en fin.
JAZIMÍN. Voy á detenerle.
Zulema, seas bien venido. ZULEMA.
DOÑA ELVIRA. Ad verte
¡Ay, Zulema! Bien llegado. Que estar en traje de moro.
ZULEMA.
Ben llegado, bon recado, Vase Jazimín.
Hacer contra estar berdido:
¡Valga el diablo á el que parilo DOÑA ELVIRA.
Al pota de vosancé! Zulema, á don Juan adoro;
¿Para qué enviar á mé Hoy verá don Juan mi muerte.
Cuando eso al otro escribilde? La carta era para el Rey,
Que venir morto é de sorte, Y Jazimín la trocó,
Que ser melagro liegar: Que lade don Juan le dio.
|Con bona carta enviar ZULEMA.
A Zolema por el porte! ¡El carta dar á Moley!
Se vos hacemos el buey DOÑA ELVIRA.
Al marido que tenelde, Fué yerro no lo advertir.
É por acá entretenelde, ZULEMA.
Y á ver el qué digo al Rey, Luego vos no estar beliaca.
¿Para qué escribir pecania
Tantas maldades alí? Sale D. Juan.
DOÑA ELVIRA.
Fué yerro, ¡triste de mil DON JUAN.
ZULEMA. Amor de seso me saca,
Yerro estar, ¡
linda patrania I Celos me han hecho venir.
68 OBRAS DE LOPE DE VEGA

Que el Caide decer que sí.


Ahora estarás contenta
DON JUAN.
De mi muerte, doña Elvira.
DOÑA ELVIRA. Creo el engaño, y también,
Elvira mía, tu amor.
¡Mi don Juan!
DON JUAN. ZULEMA.
Eso es mentira, Pos habrá zalda, sénior.
DON JUAN.
Tuyo no, que ya es afrenta:
Perjura ,
¿ausencia tan breve Dame esos brazos, mi bien.
ZULEMA.
Te ha obligado á tal mudanza?
¡Ah potos, cómo estar bono!
¿Esa fué mi confianza,
3 Tras los celos la amistad:
Luna mudable, aire leve
Pretad proquieto, pretad,
¿Ya me aborreces asf?
¿Ya te has entregado al Rey?
Que me el cávala perdono.
¡Qué buena lealtad, qué ley!
¡Vengúeme el cielo de ti; Huyan D. Juan y Zulema, y sale el Rey.
Que á ti de mí, si no basta
Haberte gozado un perro,
JAZIMÍN.
Presto verás que tu yerro
El Rey viene. ¿Qué has de hacer?
Con esta sangre se gastal
Á morir vengo, cruel, DON JUAN.
Y á decir que Jazimín Huir.
MAHOMAD.
Vendió al Rey.
¿Qué gente es aquesta?
Sale Jazimín.
JAZIMÍN.
Los que llevan á la fiesta
DOÑA ELVIRA. Á Daraja, mi mujer.
Escucha. ZULEMA.
Zolemica estar, sénior,
JAZIMÍN.
En fin, Que al horta andar con seniora.
JAZIMÍN.
No soy amigo fiel;

En fin, al Rey te he vendido; Parte,Zulema, en buen hora:


En fin, Elvira ha tratado Di que por hacer calor,
Tu deshonra; en fin, has dado Hasta que caiga la siesta,
En que yo tu muerte he sido. Y entre con fresco la tarde,
Y
¡con loco atrevimiento No me atrevo.
ZULEMA.
Vienes á morir sin causa!
DON JUAN. Alá te guarde,
Que alia decir el que resta.
Pon á tus razones pausa
MAHOMAD.
Y escucha mi sentimiento.
JAZIMÍN. ¡Buen labrador!
JAZIMÍN.
Digo que tienes razón
¡Gentil mozo!
Por la carta de su letra;
ZULEMA.
Que con celos no penetra
Amor la buena intención; Escapamos esta vez,
En peligro andar el noez;
Pero si era para el Rey
Mahoma guardar besgozo.
Y turbada la trocó,
MAHOMAD.
Y la tuya al Rey le dio,
¿Tienes ya determinado
Será el morir justa ley.
¿Será razón tener queja Mi remedio, Jazimín?
JAZIMÍN.
De un amigo tan leal?
te ha puesto en tanto mal? Ya se va trazando el fin,
¿Quién
¿Qué loco amor te aconseja? Gran señor, de tu cuidado.
MAHOMAD.
Vete, don Juan, que esto es cierto,
¿Tendrá término mi mal?
Y lo que crees engaño.
,

DOÑA ELVIRA. ¿Qué plazo pone mi bien ?


DOÑA ELVIRA.
Si no basta el desengaño
Que con lágrimas te advierto, Ya rindiera mi desdén
Mátame, mi bien, á mí A tu Majestad Real,
Si no estuviere celosa.
Antes que te mate el Rey.
MAHOMAD.
ZULEMA.
¡Tú! ¿De quién?
Creeldo, sénior Moley,
1.1. HIDALGO DESCERRAJE. 69

DOÑA ELVIRA. Engaño del corazón,


Yo me lo sé. Las voces mi muerte son,
MAHOMAD. Que me entró por el oído.
Si después que te miré,
Cristiana, miré otra cosa, Sale Tarfilo.
Alá me quite la vida.
DOÑA ELVIRA. TARFILO.
Yo sé que á Zaida has hablado. ¿Por qué males tan notables
JAZIMÍN. Se aumentan con la tardanza,
¡Oh, qué bien le has engañado! Y se aleja del remedio
MAHOMAD. El daño que se dilata?
Zaida no vista, querida; Sabrás, Bcnccriaje noble,
¿Quién te ha dicho esa locura? En las más breves palabras
DuÑA ELVIRA. Que el sentimiento concede,
Antes que te dé una mano, Que ha cautivado á Daraja
Por vida de aquel cristiano Sancho de Cárdenas, hombre
A quien diste sepultura, A quien el cristiano encarga
Quehas de asegurar mis celos; De Iznatorafe la fuerza,
Porque quien me ha de querer, Y que conocéis por fama.
No ha de amar otra mujer Con veinte soldados suyos,
Si fuese el sol de los cielos. Los diez con lanzas y adargas,
MAHOMAD. Sobre caballos jinetes,
¿Qué dices? Que el Betis dio yerba y agua;
UOÑA ELVIRA. Los diez de á pie con ballestas.
Lo que has oído. Estaba al salir del alba
MAHOMAD. Entre los álamos verdes
Espera. Que cercan á Dinadámar,
DOÑA ELVIRA. Cogió tu gente, que, en fin,
No hay que esperar. Era poca y mal armada,
Tan de improviso, que todos
Vase. Se encerraron en las salas;
Mas como Daraja bella,
JAZIMÍN. Tan rica y gallarda estaba,
¿Celos lehas querido dar Y le dijese su gente
Cuando ves que te ha querido? Que era reina de Granada,
MAHOMAD. Sólo contento con ella,
Pues ¿tú también, Jazimín? Aunque en esto no se engaña,
JAZIMÍN. Ó porque temió socorro,
No tienes razón, señor; Dejó de batir la casa,
Fingieras tenerle amor, Y dando vuelta al castillo
Siquiera hasta ver el fin. Los demás nobles y damas,
Y después, á Zaida hablaras A Granada se volvieron
Y á otras mil. Por el jardín de Abenámar.
MAHOMAD. JAZIMÍN.
|Plega á los cielos ¡Ay de mí, que tantas veces
Que si son justos los celos, Con miedos me dijo el alma
Ni tengo amor con dos caras, Este suceso presente!
Una hora sola no viva, ¡Ay, esposa! ¡Ay, prenda, amada!
Gane Fernando á Granada! ¡Armas, parientes! ¡Señor!
JAZIMÍN. Di que salgan del Alhambra
El Alhambra alborotada. Las guardas de tu persona,
MAHOMAD. Mientras mis deudos se arman!
;Cómo? M UMMAD.
¿Hay tan grande atrevimiento?
Dentro. ¿Hay tal soberbia cristiana?
¡Hasta mis muros allegan!
¡Daraja cautiva! JAZIMÍN.
MAHOMAD. Y aun aquí llegan sus lanzas:
¿Qué es aquello? Tú tienes la culpa, Rey,
JAZIMÍN. Que por servir á tu dama.
Si no ha sido Cuando te corren la vega
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
JO
JAZIMÍN.
Tienes la espada en la vaina.
¿Qué le pides?
MAHOMAD.
MAHOMAD.
Si la tengo, Jazimín: Que le mande
Yo sabré tomar venganza;
Que vuelva á Daraja él luego.
Yo cobraré tú mujer. JAZIMÍN.
JAZIMÍN.
¿Qué le ofreces?
|Armas, Bencerrajes, armas! MAHOMAD.
I
Armas, Gomeres, Zegríes, Tras el ruego,
Muzas, Moravides, Mazasl
Le ofrezco rescate grande.
Caballeros granadinos,
JAZIMÍN.
Que me llevan á Daraja! ¿Qué le das?
MAHOMAD.
Doce cristianos
Nobles, y plebeyos treinta.
JAZIMÍN.
¡Que no pueda tanta afrenta
ACTO TERCERO. Vengarla con propias manos!
MAHOMAD.
Aquí está Fátima.
FÁTIMA.
El cielo
Salen Fátima y Tarfilo.
Sabe, hermano, mi dolor.
JAZIMÍN.
FÁTIMA.
Cualquiera que tenga amor,
«¡Tanto se tardó en llegar?
Sentirá mi desconsuelo.
TARFILO.
con cuidado, Díceme el Rey que ha ofrecido
Aunque llegó
Ya estaba el fuerte cerrado,
A Fernando un gran rescate.
FÁTIMA.
Y defendido el lugar:
Que por interés se trate,
Tu hermano escribió al cristiano.
FÁTIMA.
Cordura me ha parecido;
Que por las armas ya es tarde.
Y ¿qué dice?
JAZIMÍN.
TARFILO.
Lo que ves:
Cuando yo supe mi ofensa,
Ya estaba puesto en defensa
Que por ningún interés
Aquel alcaide cobarde.
Quiere volverla á tu hermano.
FÁTIMA.
Sale Arfel.
¿Si le ha parecido bien?
TARFILO.
ARFEL.
Esa sospecha se tiene:
Dame los pies.
Jazimín celoso viene, MAHOMAD.
No sé si loco también. Tú seas bien venido.
FÁTIMA.
JAZIMÍN.
Adora en Daraja. Fernando?
TARFILO. ¡Ay, Arfel! ¿Qué responde el rey
¿Manda al alcaide que me dé mi esposa?
Creo
ARFEL.
Que le ha de costar la vida.
FÁTIMA. Fernando, gran señor, me ha recibido
No la quieras más perdida Con la benignidad que suele á todos,
Porque es, sin duda, un príncipe magnánimo.
Que en un celoso deseo.
Mandóme regalar aquella noche,
TARFILO.
Rey con Y que por la mañana me enseñasen
Aquí viene el él.
Las grandezas de Córdoba y sus muros:
Salen el Rey y Jazimín. Vi, no sin copia de profundas lágrimas,
MAHOMAD. Nuestra mezquita y sus trescientos mármoles,
Donde puso el famoso Rey del África
Esto escribí alrey Fernando,
Y estoy respuesta esperando.
Las campanas del templo de Santiago;
JAZIMÍN. Vi las defensas, vi los caballeros,
¿Quién llevó la carta? Las máquinas de guerra y los caballos,
MAHOMAD. Volví á besar sus manos después de esto,
Arfel. Y dióme un caballero de su casa,
EL HIDALGO BENCERRAJE. 71

El cual viene conmigo para hablarte. Hagáis lo que Isabel os pide.


MAHOMAD.
¿Qué calidad? Vase la Reina.
ARFEL.
Él la dirá. MAHOMAD.
MAHOMAD. Escucha.
Pues entre. Aquí me dice tu Rey
Que por trueco de Daraja,
Pues no hay engaño ó ventaja,
Sale D. Luis Je Vivero.
Aunque en diferente ley,
Le dé una dama no más,
DON LUIS. De quien dice que eres tío.
Dame tus manos. DON LUIS.
MAHOMAD. Y para tanto mal mío
Bien venido seas. Como adelante verás.
¿Eres noble? Supimos de un moro allá

DON LUIS. Que mataste á su marido;


¿No basta ser cristiano? A mi sobrina te pido,
Que en siéndolo, bien puede cualquier Príncipe, Pues ya sin marido está.
Que no lo sea, darme asiento y lado. Que si fuera de Daraja,
MAHOMAD. Quieres oro, así la adoro,
¿Dátele allá tu Rey? Que como señales oro,
DON LUIS. Te le daré con ventaja.
Mi Rey da asiento Fuera de esto, ¿qué razón
A los que están cansados de las armas. Tienes tú para tener
MAHOMAD. Mi sobrina en tu poder
Pues si allá te le dan, aquí le tienes. Como á los que esclavos son?
DON LUIS. ¿En qué guerra tus soldados
Pues porque allá le tengo, aquí le tomo. Cautivaron á don Juan,
Esta carta, señor, mi Rey te envía, De cuya vil muerte están
Con su sello Real que es de creencia. Sus parientes afrentados?
MAHOMAD. El marqués de Santillana,
En mi cabeza pongo el nombre incierto, Con cuantos Mendozas tiene
Habla á la Reina mientras leo la carta. España, vengar previene,
Mahomad, su muerte inhumana.
Lea para sí. Esto no me toca á mí.
Doña Elvira de Vivero
DON LUIS. Es mi sobrina, ésta quiero,
Señora, vuestra alteza me perdone; Y por ésta vengo aquí.
Que sólo por no haberla conocido Mira, pues, cómo ha de ser,
Sin hacer lo que debo tomé asiento. Porque traigo orden, en fin,
La famosa Isabel, honor y gloria De entregarle á Jazimín
De Castilla, Aragón, España, el mundo, A Daraja en su poder.
Os desea salud, y me ha mandado Sancho de Cárdenas sabe,
Que os ruegue de su parte sumamente Por cartas del Rey, su acuerdo.
Entercedáis por lo que os pido á entrambos. MAHOMAD.
FÁTIMA. Ni eres mensajero cuerdo,
Alá guarde á Isabel, que de mi parte Ni hablas como hombre grave.
Será servida, porque soy dichosa Hombre que viene á pedir
En que se ofrezca cosa de su gusto. Apenas se ha de quejar,
MAHOMAD. Cuanto más amenazar
Aquí dice que en todo te dé crédito. Donde es dudoso el salir.
¿Tú eres don Luis el de Vivero? DON LUIS.
DON LUIS. A tu Embajador allá,
Pienso De otra suerte le trató
Que me conocen bien tus capitanes. Mi Rey.
MAHOMAD. MAHOMAD.
Reina, á don Luis conviene hablar á solas. Si compuesto habló.
Dame lugar. Hicieras lo mismo acá.
FÁTIMA. Pero porque me he enojado,
Suplicóos, señor mío, Cosa que á la majestad
DL LOPE DE VEGA.
7-

Note prendan ó te maten,


Desdice, con brevedad,
Ó, por ventura, á los dos.
Vivero, irás despachado.
DON LUIS.
Dile á Fernando, ó a ti,
Si es tuyo lo que pretendes,
A su Dios,
fe te traiga

Que hablando en ello me ofendes, Aunque ellos no se rescaten.


Y que estimo más que á mí Y él vive, que como estoy,
Y que ni reino esta mujer. Puedo á Daraja entregarte.
JAZIMÍN.
Y sal luego de Granada.
En Córdoba pienso hablarte.
Vasc el Rey. DON LUIS.
Pues allá sabrás quién soy.
DON LUIS.
Si la lengua de la espada Vanse, y salen, D. Juan, de hortelano con su azadón,
y Zulema.
Pudiera aquí responder,
Por el Rey, por mí, por ella,
ZULEMA.
Creo
JAZIMÍN*. Dejar, pesar de mi mal,
Sácala, cristiano; El zadón y el berenjena,
Que vive Alá soberano, Que tenemos grande pena.
De morir por defendella. DON JUAN.
DON LUIS. Será con mi pena igual.
ZULEMA.
¿Quién eres tú?
JAZMÍN. Ser tan igual, que ser propia.
Jazimín, DON JUAN.
El Bencerraje marido ¿Qué ha sucedido, Zulema?
ZULEMA.
De Daraja.
DON LUIS. El Zaide que el vega quema,
¿Tú? Más que el sol quemar Tiopia,
JAZIMÍN. ¿No pasalle por aquí
Yo he sido. Antiller,con los soldados,
DON LUIS. Con esclavos é ganados?
Tente, que es tu Rey, en fin. DON JUAN.
Piadoso, airado, cruel, Pasar alegres los vi.
Bueno ó malo, ten respeto, ¿Mas qué me puede importar
Pues eres noble en efeto Su pesar ni su placer?

Y juras serlo con él. ZULEMA.


Pero, ¡extraña ceguedad Placer no poder tener,
Es ser Mahomad tu cuñado, Que es de Jazimín pesar.
Y haber á Elvira negado DON JUAN.
Por Daraja, Mahomad! De Jazimín, ¿de qué modo?
Cuando un Rey no la pidiera, ZULEMA.
Como Fernando por ti, En el horta de Abenámar,
¿No era justo darla? Junto al fonte Denadámar,
JAZIMÍN. Que alí socedelde todo,
Sí, Cautivar Cárdenas forte,
Si Rey bárbaro no fuera. Alcaide de Iznatorafe,
¡Ah, cristianos, cómo el cielo Dando á Zaide y Abenafe,
Me aficiona á vuestro trato! A Zelín y á Tarfe morte,
Pero hablemos con recato, La belísima Daraja,
Porque tu daño recelo. Del Bencerraje mojer.
Vete, Vivero famoso, DON JUAN.
Y aquesta palabra toma Haz cuenta que mi placer
Por Dios, que no por Mahoma, Del pesar al centro baja;
Vil profeta, mentiroso, No me pudieras decir
De quetendrás algún día Cosa más triste, Zulema.
Juntos á Elvira y don Juan. ¿Qué puede haber ya que tema?
DON LUIS. No es tanta pena el morir.
¿Á donjuán? ¿Qué estrella es ésta que ha sido
JAZIMÍN. De tanta conformidad
Vete, que están Así en hacer amistad
Celosos de mi osadía. Como en nuestro bien perdido?
.

EL HIDALGO BENCERRAJE. 75

Elvira en poder del moro; Que el sol á merar se para,


Daraja en el del cristiano.. Alba no vista llover.
É como las perlas vía,

Sale Jazimín en hábito de cristiano, muy galán, con Para salir en so frente,
una ballesta al hombro y un sombrero de j)lumas. Otra vez volvió al Órente,
Con estalde al Mediodía.
JáZIMÍN. JAZIMÍN.
¿Cual amigo hortelano,
es, don Juan, que el Rey
;Ay, tirano
Que el mejor camino ignoro, Carta de Fernando tuvo,
El atajo de la villa? En que tu contento estuvo
DON JUAN. Y mi remedio en su mano.
¿Quién lo pregunta? Con ella vino Vivero,
JAZIMÍN. Que por su sobrina daba
Un soldado Mi Daraja, y se obligaba
De Córdoba, que ha llegado A entregársela primero.
Con la gente de Castilla. Porque por toda Castilla
DON JUAN. Sola tu muerte se suena,
¿Vos cristiano? Jurare Pero fué darle una almena,
Que sois galán Bencerraje. Para pedirle una villa.
JAZIMÍ.N. Despidióle tan airado,
Aunque traigo sólo el traje Que la ley de Embajador
Traeré algún día la fe. Le libró de su furor,
¿Mas cristiano no es aquel Y él se fué desesperado.
Que tiene el alma cristiana? Pues yo, que de todos tres
DON JUAN. Alcanzo el mayor pesar,
Eso, amigo, es cosa llana, Luego te vine á buscar
Pues habrá bautismo en él. En el hábito que ves,
JAZIMÍN. No para librar mi esposa,
Pues cristiano seré yo, Más para tener contigo
Que en mi pecho, está muy llano. Consuelo, como en amigo
Tengo por alma un cristiano Adonde el alma reposa.
Que allá el bautismo tomó. c
Qué me aconsejas, don Juan?
DON JUAN. DON JUAN.
¿Cómo se llama? Que en Iznatorafe entremos,
JAZIMÍN. Y que á Daraja saquemos
Don Juan. A pesar del capitán.
DON JUAN. JAZIMÍ.N.
Y ese don Juan, ¿quién es? ¿Respondes como Mendoza,
JAZIMÍN. Ó es como de amigo el modo?
Vos, DON JUAN.
Que os guarde mil años Dios. Yo respondo como todo.
ZULEMA. ZDLBM \

¡Qué tiernos brazos se dan! Vamus á librar el moza.


DON JUAN. Que por Alá de perder
¡Ay, Bencerraje querido, El vida de bona gana.
Cuánto tu desdicha sientol DON JUAN.
JAZIMÍN. La fuerza era cosa vana,
Como ves, mi sentimiento La industria lo puede hacer.
Adonde estoy me ha traído. JAZIMÍN.
ZULEMA. ¿Cómo entraremos, que están
¿É Zolicma no brazamus? Las guardas siempre en la puerta?
JAZIMÍN. ZULEMA.
|Ay, Zulcma, muerto estoy! Yo dar endustria encoberta,
ZULEMA. Se parecelde á don Juan.
A Daraja vimos hoy; DON JUAN.
Por estar Zaide no hablamus. ¿De qué suerte?
JAZIMÍN. ZUL! " I

¿Que la has visto? Andar acá,


ZULEMA. Que en el cameno decir.
É vi caer DON JUAN
Blancas perlas de so cara, Bien le podemos seguir.

XI
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
74

ZULEMA. La ha de dar luego por mí.


SANCHO.
Liovamos Malafa allá.
Si mi ciega voluntad,
DON JUAN.
Mora, te moviera á ti,
La Almalafa, ¿para qué?
ZULEMA. Yo te diera libertad
Sin que á nadie la debieras,
Caliar é venir comigo,
NiMahomad volviera á Elvira;
Hacemus el que te digo,
Valga el diablo á vosancé.
Mas como no consideras
Mi amor, cualquiera mentira,
Daraja. Juzgas, Daraja, por veras.
Vanse, y salen Sancho de Cárdenas y
es que el de Vivero
Verdad
SANCHO. Va de parte de Fernando,
Conozco que eres mujer Á quien ya de vuelta espero;
Mas que la dé estoy dudando,
De un noble, pero ¿qué importa?
Por lo mismo que yo quiero.
Ya eres esclava.
DARAJA. Que el moro con afición
Este ser No estimará al Bencerraje.

Es un hilo que se corta,


Sale Medrano.
Mas no se puede torcer.
Advierte, Cárdenas bravo,
DARAJA.
Que el cuerpo sólo es esclavo;
¿No ves que cuñados son?
Que por eso el albedrío
¡Un noble, y de gran linaje,
Se llama libre, y el mío
Según tiene presunción!
Por un extremo le alabo.
SANCHO. Y dos moros á la puerta
No contradices así,
Juntos del castillo están.
SANCHO.
Daraja, mi pensamiento;
Dásela, Medrano, abierta.
Si el cuerpo es esclavo aquí,
Ciertas sospechas me dan
Con el cuerpo me contento,
Y estése el alma por ti.
Que el negocio se concierta.
MEDRANO.
DARAJA.
Con esa licencia voy.

Hablas con poca advertencia;
SANCHO.
Que el alma, si tu prudencia
¿Cristiano y moros con él?
El valor que tiene tasa,
Cierto de mi daño estoy;
Es el dueño de esta casa,
Mas, pensamiento cruel,
Á quien se pide licencia.
En paz quedaremos hoy;
Pues si ella es libre, y no quiere.
¿El cuerpo cómo querrá?
Que está tan mal á un cristiano

El ponerle en una mora,


De donde mejor se infiere
Que en esto que pierdo, gano,
Que nadie le gozará
Mientras licencia no diere. Y si á un capitán desdora,
Díganlo el Griego y Romano.
SANCHO.
¿Alejandro y Escipión
Tú debes de imaginar
Que has de librarte muy presto, No forzaron sus cautivas
Y así te piensas guardar. En otra igual ocasión?
DARAJA.
Juan en hábito de cristiano, muy
galán Jazi-
De mi pensamiento honesto Sale D ;

mín de moro, y Zulema de moro gracioso.


No tengo yo qué pensar.
Sea desde aquí á mil años.
DON JUAN.
Ni tus bienes ni tus daños
Han de atropellar mi honor. Mil años, alcaide, vivas.
SANCHO.
SANCHO.
Mira que suele el amor ¿Quién eres?
DON JUAN.
Hacer algunos engaños.
DARAJA.
Don Luis Girón.
SANCHO.
Si por Elvira te escribe
¡Oh, famoso caballero!
El Rey que luego me des,
Y su tío la recibe,
Aunque jamás os he visto,
¿Cómo de tu amor no ves Daros mil abrazos quiero.
JAZIMÍN.
En el engaño que vive?
No es cierto que Mahomad ¡Qué mal, Zulema, resisto
II. HIDALGO BENCERRAJE. 75

Ver la vida [jor quien muero! JAZIMIN.


y.u.i MA. Alá te guarde, Muley.
y hacer señas
Caliar, diablo, ZULEMA.
A Daraja, que no hablar. Mahoma guardar, sénior.
o JUAN. -
DARAJA.
El grande valor que enseñas, Mil mercedes te haga el Rey.
La vega, que haces temblar, SAN'
Y esas sierras de altas peñas; Hazme, Girón, un favor;
Tu nombre, que el Rey alaba, Que es de amigos justa ley.
Sancho de Cárdenas fuerte, DON JUAN.
Á quererte me inclinaba. ¿Qué mandas?
SANCHO. SANCHO.
¿A qué vienes de esta suerte? Come conmigo,
DON JUAN. Mientras se arman diez soldados
Vengo por aquesta esclava. Para que vayan contigo.
Esta carta, caballero, DON JUAN.
Es de don Luis de Vivero. Soldados son excusados,
SANCHO. Y el favor, si soy tu amigo;
De don Luis hechura soy; Los soldados, porque van
IVro sin ella le doy Moros á su misma tierra,

Crédito á tal mensajero. Y ese favor, capitán,


DARAJA. Porque á prevenir la guerra
¡Esposo mío! Prisa los maestres dan.
ZULEMA. Soy de vuestra cruz también
No falta Y hoy en Córdoba he de entrar.
Se no que el caide lo ver; SANCHO.
Caliar, que el corazón falta. Pues Dios con bien.
te lleve
DON JUAN. DON JUAN.
Comienza, alcaide, á leer. Cuando al Rey fueres hablar,
SANI Derecho á mis casas ven.
Leerla quiero en voz alta. ZULEMA.
La astucia me maravilia.
Lea. JAZIMIN.
Vamos, que estoy con cuidado.
Yo Granada y di á Mahomad la carta
fui á ZULEMA.
de Femando, el cual, más por temor que por Bona estar la gangavilia:
gusto, me mandó luego entregar á D. Elvira,
a
Como alniño haber tratado
mi sobrina, que llevé conmigo á Córdoba; mu- Que le haber dado papilia.
cho se alegró el Rey de verla, y porque vos no
perdáis el rescate de vuestra esclava, os hace Todos se van.

merced de un hábito de Santiago; á D. Luis Salen Mahomad, D.-1 Elvira y Tarfilo.


Girón envía Su Majestad, con esos moros, por
Daraja: entregareisla luego.» MAHOMAD.
Mi humildad la causa ha sido
Volveros quiero á abrazar De tu soberbia tirana:
Por albricias de esta nueva. Como perjura cristiana
DON JUAN. Niegas lo que has prometido.
No os quise luego dar,
la Ya no quedas satisfecha
Porque en vos no es cosa nueva Que jamás á Zaida hablé;
Merecer tan buen lugar. Ya no ves cierta mi fe
De paso, me dijo á mí Y fingida tu sospecha.
Don Luis que á Córdoba vais, ¿Cómo respondes ahora
Que hallaréis al Rey allí; Con tal tibieza á mi fuego?
Pues si los pies le besáis TARFILO.
Y él os ayuda, por mí ¿No habla?
Vendréis con una encomienda. MAHOMAD.
SANCHO. ¡Quién fuera ciegol
Girón, la vida y la hacienda Pues estás muda, señora.
Para serviros son poco; Responde, aunque sea desdenes;
Con el hábito estoy loco: Mas para ser de este modo,
Llevad, moros, vuestra prenda. Toda mármol y amor todo,
;

OBRAS DE LOPE DE VEGA.



MAHOMAD.
¿Niegas lengua que tienes?
la
Con razón
Aún no hablas; ahora bien,
Me llamarás inhumano;
Quizá será por tu mal.
Mira, Jazimín, si puedo
TARF1LO.
tristeza igual,
Cobrar por armas tu esposa.
Siente con
No parece justa cosa
Señor, tu rigor también.
Mostrar á Fernando miedo;
La libertad le has negado Toma palabra de mí,
Que Fernando te ha pedido
Por esta Real corona,
Por Daraja, y ha sentido
De que yo vaya en persona
Que no la hayas obligado.
No la aflijas, que sospecho Y te la saque de allí.
le falta razón.
No quiero que los cristianos
Que no
MAHOMAD. Presuman de mí temor.
JAZIMÍN.
Mayor es su obligación,
Creólo de tu valor,
Si fuera noble su pecho;
Beso tus Reales manos,
Pues ve que por estimalla
aunque adoro, como es
Y justo,
Pierdo á Fernando el respeto,
Y á Jazimín, que, en efeto, A Daraja, mi mujer,
Eres Rey, y he de querer
Mayor es su agravio, y calla;
Más que mi vida tu gusto.
Pues de Fátima los celos
Estése Daraja allá;
No tienen menos rigor.
Goza mil años tu Elvira.
Habla, imagen de mi amor MAHOMAD.
Y retrato de los cielos; Tu fidelidad me admira.
Habla, que es notable mengua;
JAZIMÍN.
Mas es de sol tu hermosura,
¿Adonde, señor, está?
Que eres bella criatura,
MAHOMAD.
Pero careces de lengua;
Presa la tengo en poder
Pero si las tienen, luego
De Tarfilo.
Son rayos que dan enojos, JAZIMÍN.
Y así son de sol tus ojos, Bien has hecho;
Que tienen lengua de fuego.
Quizá ablandarán el pecho
"

No aprovecha, pues, Tarfilo;


Métela entre cuatro rejas
De tan rebelde mujer.
¿En qué torre?
De aquellas torres Bermejas, MAHOMAD.
Y mude mi amor estilo.
En las Bermejas.
Trueqúese el gusto en rigor
JAZIMÍN.
Y en venganza la piedad; Con menos fuerza bastara.
Que son blandura y verdad MAHOMAD.
Padres bastardos de amor.
Tú sólo has de ver su cara,
Ea, ¿qué tardas?
TARFILO. El sol no ha de entrar sus rejas.
Que, en fin,
Dice que ella te dirá
Has aguardado á este punto. Lo que piensa hacer de mí.
JAZIMÍN.
DOÑA ELVIRA.
todo junto Bien se traza por aquí
Yo lo hablaré cristiano la tendrá;
Mi
En viéndome Jazimín.
MAHOMAD. Que allá le dejo escondido
Con mi esposa y con Zulema.
Pues á él sólo y no más MAHOMAD.
Deja entrar donde ella esté.
¿Qué dices?
Lleve Tarfilo á D. a Elvira. JAZIMÍN.
Que tanta tema
DOÑA ELVIRA.
Pudiera causar olvido,
Lo que quiero le diré.
aumenta amor.
MAHOMAD. Y que en ti se
MAHOMAD.
Mi remedio le dirás.
hablar;
Ahora bien: vuélvela á
¡Oh, vive Alá soberano,
Que el dulce y agro en amar
Que mueras en la prisión!
Son desdén y el favor.
el
Sale Jazimín. Siendo lo dulce templado
Con el agro del desdén,
jazimín.
Guisa amor el querer bien,
Guárdete Alá.
EL HIDALGO BENCERRAJE.

Y queda el gusto engañado. GUARDA SEGUNDO.


JAZIMÍN. Bien dices.
Con tu licencia allá voy; Vete, señor, donde tu gusto fuere.
Mas ¿cuándo quieres cercar TARFILO.
Este castillo y mostrar Aunque tengo que hacer dentro en Granada
Que deudo soy?
tu sangre y Forzosamente, no osaré quitarme
MAllOMAD. Un punto de la torre; estad alerta,
Júntese mañana gente, Que en la primera sala de esta reja

Y cobremos á Daraja; Estoy jugando al ajedrez con Zaide.


Haz que lo diga una caja, Dame una voz si necesario fuere.
Y que va el Rey. GUARDA PRIMERO.
JAZMÍN. Alá tu vida y tu salud prospere.
Alá aumente
Tu vida, invicto señor. Salen D. Juan y Zulema, y D. Juan con hábito
de moro.
Vase el Rey y sale Zulema.
DON JUAN.
ZULEMA. ¿Qué más armas que esta espada
¿Qué tenemus? Y el ánimo de este-pecho?

JAZIMÍN. ZULEMA.
Parte luego Ponerte en este repecho,
Y di á don Juan que le ruego, Que estar el porta guardada.
Si estima en algo su honor, DON JUAN.
No si me ven
importa, que
Que dejando á buen recado
Á mi Daraja, á las rejas Presumirán que soy moro,
De las dos torres Bermejas Que aquí está la luz que adoro.
Venga de secreto armado; ZULEMA.
Que habernos de hacer al Rey É tu morte estar tamben.
Una burla bien pesada. Retirarte de esta parte.
ZULEMA. DON JUAN.
Vos tener alma obligada, Ya viene aquí Jazimín.
É hacemos con bona ley;
Mas guardar que no resulte Sale Jazimín.

É que no pensalde vos.


JAZIMÍN. JAZIMÍN.

Como encomiende á Dios,


se Hoy de la amistad el fin,
¿Qué habrá que se dificulte? Don Juan, pretendo mostrarte.
ZULEMA. No me queda más que hacer
Pos yo saber un portilio; Que aventurar esta vida;
Venir de presto al ribazo Pero el alma agradecida

É darémosle gatazo Hoy te la quiere ofrecer.

Como alcaide del castilio. ¡Ah de la torre!


GUARDA PRIMERO.
¿Quién es?
Salen Tarfilo y dos guardas con alabardas. JAZIMÍN.
Jazimín soy.
TARFILO. GUARDA PRIMERO.
Ninguno ha de pasar de estos umbrales, ¡Oh, señor!
Si no es el Bencerraje, ya os aviso, JAZIMÍN.

Porque es orden del Rey. Soldados sois de valor,


GUARDA PRIMERO. Allá lo veréis después. (Aparie
No tengas pena ¿Qué orden os dio Tarfilo?
Que se atreva en Granada moro alguno GUARDA PRIMERO.
Ni aun á mirar las puertas de la torre. Que entre solo.
GUARDA SECUNDO. JAZIMÍN.

En fin, que si viniere el Bencerraje, Tened cuenta,


Ese sólo nos dices que entrar puede; No os suceda alguna afrenta.
Advierte cuál. GUARDA TRÍMERO.
TARFILO. Ya sabemos el estilo.

¿No sabes que este nombre JAZIMÍN.


¿En qué cuarto Elvira está?
Se debe sólo á Jazimín?
78 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

GUAKI'A PRIMERO. DON JUAN.


primero, señor.
Agradezco el avisallo;
En el
JAZIMÍN. Por los caballos partid.
ZULEMA.
Voyla á hablar.
. | IRDA PRIMERO. Ya los tener ben á punto.
Ila/nos favor TARFILO.
Con el Rey.
JAZIMÍN. Dentro.
Habladme allá.
Buena treta al Rey hacéis.
Vase Jazimín. DON JUAN.
Parece que respondéis
ZULEMA. Jugando á lo que pregunto.
Liegar por aqueste lado, Treta al Rey dicen que hago.
ZULEMA.
Que sentir hablar.
DON JUAN. Gatazo le liamar mé.
Ya llego,
TARFILO.
Aunque con poco sosiego,
Porque Jazimín ha entrado. Dentro.
Voces son de alguien que juega.
Perdí la dama.
TARFILO.
ZAIDE.
Dentro.
Dentro.
Jaque de aquí.
DON JUAN. Gané.
¡Bien, por Dios! TARFILO.
Ese os pienso dar á vos,
Si á tanto mi dicha llega. Dentro.
ZAIDE. Alcaide, con pagar pago.
DON JUAN.
Dentro.
Pagarás con la cabeza
Guardad dama. la El descontento del Rey.
DON JUAN. ZULEMA.
¡Ay de míf Me joro á Dios que Moley
Dice que guarde la dama. Le hacer faltar el corteza.
ZULEMA.
Tamben jugamos quen ama, Sale D. a Elvira en hábito de moro, muy galán, con un
capellar rebozada, que es el que llevará Jazimín.
Y haber dama y Rey aquí.
TARFILO. DOÑA ELVIRA.
Decid, guardas, al alcaide
Dentro.
Que tenga mucho cuidado.

|Oh, qué treta os pienso hacer?


GUARDA PRIMERO.
Pues ¿por qué no le has hablado?
ZAIDE. DOÑA ELVIRA.
Porque jugaba con Zaide.
Dentro.
Moros, ¿quién va?
DON JUAN.
Toda la tengo entendida.
¿Quién pregunta
DON JUAN.
La que yo le tengo urdida A un moro noble quién va?
ZULEMA.
Tarde la puede entender.
Que un moro salir de alia
TARFILO. Tan galán, corneco apunta.
DOÑA ELVIRA.
* Dentro.
Muy
|Válgame Dios! ¿Qué querrán?
cerca el moro me mira.

El caballo apercibí. jEs don Juan!


ZULEMA. DON JUAN.
¡Es doña Elvira!
Que apercibir el caballo.
LL HIDALGO BESCERRAJC. 79

\ ELVIRA. JAZIMÍN.

Quedo, que mirando están. Yo salgo de la manera


ZULEMA. Que en estas torres entré.
¿Topar Sancho el so rocín? GUARDA PRIMERO.
ELVIRA, Al alcaide llamaré.
¿Es posible que te veo? Tarfilo.
DON JUAN. JAZIMÍN.
Que se cumplió mi deseo. ¡Oh, villano!
ZULEMA. GUARDA PRIMERO.
No hablar hasta ver el fin. Espera.
DON JUAN. JAZIMÍN.

Dame esos brazos, mi bien. Esperad aquí, don Juan.


ZUI.i DON JUAN.
Levar diablo estar razón Amigo, á tu lado estoy.
So vida é so corazón Sale Tarfilo.
E so ánima tamben.
Vamos de presto de aquí. TARFILO.
DON JUAN. ¿Qué es esto?
Parte, amores, con Zulema; JAZIMÍN.

Que es bien que la vida tema Yo que me voy,


De que me la ha dado á mí. Y éstos teniéndome están.

Aquí me quedo á esperar. GUARDA PRIMERO.


DOÑA ELVIRA. Señor, Elvira ha salido
Bien haces, guárdete el cielo. En traje moro.
DON JUAN. TARFILO.
Parte que estoy con recelo. ¡Oh, traidor!
ZULEMA. ¿Pues cómo al Rey tu señor ?

En porta Elvira aguardar. JAZIMÍN.


Mientes, que leal he sido;
Vase D. a Elvira con Zulema. Que allá queda doña Elvira.
TARFILO.
DON JUAN. Guardas, entralda á buscar.
|Oh Jazimín, moro hidalgo! GUARDA PRIMERO.
.¿Con qué vidas un Mendoza, Eso es quererte engañar.
Que por ti su esposa goza, TARFILO.
Te podrá servir en algo? Pues quitémosle la vida.

En grande peligro estás, JAZIMÍN".

No sé cómo has de salir. Tarfilo, tus años goza.


DON JUAN.
Sale Jazimín. ¡Matarle, infame linaje!
Es Jazimín Bencerraje,
JAZIMÍN'. Y yo don Juan de Mendoza.
Aquí vendrá luego Amir
Péauenlos muv bien y vanse, v salgan soldados, caja y
Y te dirá lo demás.
bandera en orden; D. Luis Girón, D. Luis de Vivero,
CUARDA PRIMERO. v los Reyes Católicos detrás, con sus bastones. Podrá
¿Quién sale? hacer la reina Isabel la que hiciere de Reina mora.
JAZIMÍN'.
Yo soy, soldados. DON FERNANDO-
GUARDA PRIMERO. Sentí, como era justo, la respuesta
Tú, ¿pues no saliste ya? De un bárbaro, aunque Rey.
JAZIMÍN. DOÑA ISABEL.
¿Yo he salido? Muy justo ha sido
GUARDA PRIMERO. Tomar armas y que sienta el moro,
las
Tente allá, No que tomáis venganza del agravio,
Que habernos sido engañados. Sino que dais á su maldad castigo.
JAZIMÍN. DON LUIS.
¿Tente á mí, perros, qué es esto? Conozco, invictos Reyes generosos,
GUARDA PRIMERO. Fernando, de Aragón corona y gloria,
Mira, señor, que ha salido Isabel, de Castilla gloria y fama,
Un moro con tu vestido, Que mi sobrina doña Elvira tiene
Y tú sales descompuesto. Gran culpa de su mal, y que del ci
OBKAS DE LOPE DE VEGA.

Le ha venido castigo semejante; DON FERNANDO.


Pero considerando que ha perdido Buenos talles.

Á las manos de un bárbaro su esposo,


Y que sin ser cautiva está cautiva Salen Jazimín, D. Juan Daraja y D." Elvira, todos de
,

Donde también corre peligro el alma, moros bien puestos, y Zulema con ellos.
Hazaña será digna de esos pechos
Molestar al tirano de Granada, DON JUAN.
Hasta que me la vuelva ó la rescate Tú los puedes hablar.
Por trueco de Daraja ó por tesoro. JAZIMÍN.
DON FERNANDO. Yo quiero hablalles.
Vivero, cuando fuera doña Elvira Fernando Rey de Castilla,
Una mujer plebeya, el desacato Conquistador de Granada,
De Mahomad bastaba solamente, A quien han dado los cielos
Cuanto más el haberla yo criado. Tanta ventura en las armas;
Erró como mujer; ya que no tiene Ilustrísima Isabela,
Amparo de su esposo, toca al mío Que con virtudes tan altas
Su remedio justo.
libertad y su Escureciste los nombres
Yo correré la vega de Granada, De las griegas y romanas,
Yo espantaré sus muros, yo haré presas Yo soy un moro Zegrí,
En todas sus aldeas y lugares, Nieto del famoso Audalla,
Yo talaré los campos y los trigos, Conocido de vosotros
Yo cortaré los árboles, y creo Por la victoria de Baza.
Que si fuera posible les quitara El día de aquel profeta
Las aguas, á venir de estotra parte, Que el moro y cristiano alaban,
Como á Granada vienen de las sierras. Me ciñó el rey Mahomad
¡Á mí se atreve el bárbaro! Este alfanje en el Alhambra.
DON LUIS GIRÓN. Es costumbre entre nosotros
No dudes Que á quien el Rey ciñe espada
De que estará, señor, arrepentido Alguna hazaña pida le
Cuando vea que vienes en persona De la Reina cualquier dama.
Con tan famoso ejército á su vega. Lucinda, bella entre muchas,
DON FERNANDO. Que tiene Fátima Arlasca,
Don Luis Girón, con ochocientos hombres, Hija de un alcaide moro
Por divertirle, iréis de esotra parte Y una cautiva cristiana,
Del helado Genil, porque nosotros Me pidió que le trajese
Lleguemos de improviso hasta sus muros; (Y cuerpo á cuerpo en batalla)
Que me muero por verlos y mostrarles La cabeza de un Vivero
Las banderas y cruces que algún día De la cruz de Calatrava;
Poner espero en sus almenas fuertes. De este mayordomo vuestro,
DON LUIS GIRÓN. Desea tomar venganza:
El cielo os dé, señor, tantas victorias La causa yo no la sé,
Que parezcáis al español Trajano Vivero sabrá la causa.
Y á los godos santísimos que os dieron Si acaso está en los presentes,
La sangre ilustre por tan largos años. Con vuestra licencia salga;
DOÑA ISABEL. Que aquí en el campo le espero
Moros vienen aquí. ¡Si por ventura Con la lanza y con la adarga.
Arrepentido Mahomad, pretende DON LUIS.
Volverte la cautiva! AVuestras Altezas pido
DON LUIS. Que me dejen responder.
Ya se acercan. DON FERNANDO.
DON LUIS GIRÓN. Quien tan bien lo sabe hacer
Cuatro parecen. Bien aceptará el partido.
DON LUIS. DON LUIS.
Y es ansí que traen Moro, que te guarde Dios:
Otros dos á las ancas de sus yeguas. Aquí me tienes presente,
DON LUIS GIRÓN. Pero un grande inconveniente
Un escudero á pie con ellos viene. Se me ofrece por los dos.
DON LUIS. Cuando llevé la embajada
Ya se apean. De mi Rey, me pareció
DOÑA ISABEL. Que te vi en Granada yo,
Ya llegan. Y me ofreciste tu espada;
EL HIDALGO BENCERRAJE. H
Que eras Bencerraje allí DON LUIS.
Sospecho que me dijiste: Que no te ofenda recelo
¿Pues si allá Jazimín fuiste, Lo que te quiero decir.
Cómo eres acá Zegrí? DON FERNANDO.
-
JAZIMÍN . Habla, Vivero.
Llégate cerca, Vivero, DON LUIS.
Que te quiero hablar. Señor:
DON LUIS. A mi sobrina he casado
¿Pues cómo Con un caballero honrado,
Tomas las armas? Digno de estado mayor.
JAZIMÍN'. DON FERNANDO.
No tomo: ¿Cuándo ó cómo?
Darte á tu sobrina quiero. DON LUIS.
DON LUIS. Prometí
¿A mi sobrina? De que la librase,
allá al
JAZIMÍN. Para que el premio alcanzase,
Detente; Lo que un Rey te niega á ti.
Que importa en esta ocasión Disfrazóse en traje moro
Alcanzar del Rey perdón Un hidalgo castellano,
Para cierto delincuente. Y con un fuerte africano,
DON LUIS. Que adora en el Dios que adoro,
¿Para quién? Y viene á pedir bautismo,
JAZIMÍN. De una torre la sacó.
Para don Juan. DON FERNANDO.
DON LUIS. Pues di que venga, y que yo
¿Don Juan vive? Le daré en premio á mí mismo.
JAZIMÍN. DON LUIS.
Y está aquí. Hay un grande inconveniente.
DON LUIS. DON FERNANDO.
¿Viene con vosotros? ¿Cómo?
JAZIMÍN. DON LUIS.
Sí. Un delito, señor.
DON FERNANDO. DON FERNANDO.
Hablando en secreto están. Aunque haya sido traidor,
DOÑA ISABEL. Dile que el perdón intente.
¿Qué puede el moro querer? DON LUIS.
DOÑA ELVIRA. No es más de el haber sacado
Zulema, ¿es bella la
Reina? De en casa de un hombre noble
ZULEMA. Una mujer.
No ver sol en cuanto peina DOÑA ISABEL.
Tan socelente mojer, Pues al doble
Y ora Dios que estar más linda Merece ser perdonado,
Que Cicerón é que Orlando. Si le dio satisfacción.
JAZIMÍN. DON LUIS.
Y la viene acompañando Sí, señora.
Mi bella Daraja Arminda. DON FERNANDO.
DON LUIS. Di que venga,
Quisiera decirlo al Rey; Y que por seguro tenga
Pero importará primero De su delito el perdón.
Su perdón. DON LUIS.
JAZIMÍN. Beso los pies de tu alteza.
Mira, Vivero, A los moros voy á hablar.
Que es tu sangre.
DON LUIS.
Sale Sancho de Cárdenas.
Es justa ley. SANCHO.
Déme los pies á besar,
Llegue á los pies del Rey. Gran señor, vuestra grandeza
DON FERNANDO.
Merced te vengo á pedir. ¿Sois hidalgo de este alarde?
DON FERNANDO. SANCHO.
¿Qué quieres? Alza del suelo. Sancho de Cárdenas soy,
.

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


8a

JAZIMÍN.
Que en Iznatorafe estoy
Danos los pies, gran señor.
Por alcaide. DARAJA.
DON FERNANDO.
Y señora, que guarde
tú,
Dios os guarde
SANCHO. El cielo en su compañía
hábito, señor,
De este generoso Marte.
Por el
DON FERNANDO.
Que me distes de Santiago, Decidnos todos quién sois.
De mis servicios en pago JAZIMÍN.
Y de mi celo en favor,
Soy Bencerraje (i).
Esos pies beso mil veces. DARAJA.
DON FERNANDO.
Yo soy Daraja, su esposa.
¿Hábito os he dado yo? DON LUIS.
SANCHO.
Cobrad la cautiva, alcaide.
Vivero me lo escribió, SANCHO.
Y con uno de sus trece. A los pies delRey, es libre;
DON FERNANDO.
De mi error debo culparme.
¿Quién era? DON JUAN.
SANCHO.
Pues ya, señor, me perdonas,
Don Luis Girón,
Ya será justo que hable;
Á quien á Daraja di
Yo soy don Juan de Mendoza.
Por mandarlo vos ansí. SANCHO.
DOÑA ISABEL.
Éste fué el que aquella tarde
Todo parece invención.
Se llamó don Luis Girón.
DON FERNANDO.
DON JUAN.
Don Luis, ¿vos habéis llevado Verdad es; que por pagarle
Hábito al alcaide?
DON LUIS GIRÓN.
A Jazimín la amistad
Vine en diferente traje;
lYo!
Él me cobró á doña Elvira,
Ni á mí Vivero me habló, quise á su esposa darle:
Yo
Ni él á Daraja me ha dado. estoy á los pies del Rey.
SANCHO. Ya
DOÑA ISABEL.
No es aqueste el caballero
Señor, estas amistades
A quien yo á Daraja di.
Merecen perdón y premio:
DON FERNANDO.
Pues vos sois nuevo Alejandre,
¿Que la distes?
SANCHO.
Valga aquí mi intercesión.
ZULEMA.
Señor, sí;
¡Ah, señor Rey! Escochalde
Que me lo escribió Vivero.
DON FERNANDO.
Un balabra al bon Zoliema,
Que estar hejo de me madre.
Vivero.
DON FERNANDO.
DON LUIS.
¿Quién es aqueste morillo?
Señor.
ZULEMA.
DON FERNANDO.
Creada del Bencerraje.
¿Pues vos
Yo ser de todo el caboto,
Carta alcaide escribistes
al
El que traer y llevalde
Con que á Daraja pedistes?
DON LUIS.
De Iznatorafe al Granada,
De Granada á Iznatorafe.
¡Engañado os han, por Dios! DOÑA ISABEL.
¿Qué es de la carta?
¿Quieres ser cristiano?
SANCHO.
ZULEMA.
Esta es.
¿É cómo?
DON LUIS.
É bota se tener darme
No es mi letra.
É un boquito de bernil.
DON LUIS GIRÓN.
DON FERNANDO.
Ni yo fui
Recibo contento grande
Quien al alcaide la di.
De este dichoso suceso.
DON JUAN.
Llegad todos á sus pies.
diría:
(i) Verso incompleto. Probablemente
Hinqúense de rodillas á los Reyes D. Juan, Jazimín,
Yo, señor, soy Bencerraje,
Daraja, D. a Elvira y Zulema.
83
EL HIDALGO BENCERRAJE.

DON LUIS (,IRON.


Bautizaránse esta tarde,
Mil años el cielo os guarde.
Y seremos los padrinos DON JUAN.
Para que despulís se casen.
Aquí acaba la comedia
El hábito de Santiago
Del Hidalgo Dencerraje.
Confirmo y doy al alcaide,
Uelardo dice que halló
Por rescate de Daraja,
Esta historia en los anales
Servicios y buenas partes.
DON LUIS.
De los Reyes de Granada.
Ella es cierta: perdonalde.
Vivid, Católicos Reyes.
EL HIJO DE REDUÁN
EL HIJO DE REDUÁN
COMEDIA
DE

LOPE DE VEGA CARPIÓ

JORNADA PRIMERA

LOS QUE HABLAN EN ELLA SON

Alboyn. Lizara, dama.


Baudeles, Rey de Gra-
Benalmi:. Jafer.
nada.
Arfilo. Fatimán.
Reduás, Alcaide.
Alzira, Reina. Moros son todos, y dos
Ardano, criado.
pajes con hachas.
Gomel, Principe. Zelora, dama.

REDUÁN.
Sale Baudeles, Rey de Granada, y Reduán, y Ardano,
paje. En viendo tu semejante,
Verás que el amor te aspira
Conocimiento bastante,
BAUDELES.
Y ¿tiene buena presencia? Como al que en espejo mira
Su mismo rostro delante;
REIHÁN.
pero bien hecho. Que de parecerle allí
Es alto,
BAUDELES. Que es tan semejante á sí,
Ya, después de tanta ausencia,
Le tiene aquel mismo amor.
BÁLDELES.
Apenas tendrá mi pecho
No hace efecto menor
Paternal correspondencia;
Sola la memoria en mí;
Aunque la sangre paterna
Mayormente, si me acuerdo
Resucita fresca y tierna
Cualquiera memoria antigua,
De aquella por quien hoy pierdo
El seso, el alma y la vida,
Luego que el alma averigua
Que por ser tan bien perdida,
La vida que la gobierna.
88 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

L'uando más loco, soy cuerdo. Con más fuerza que destreza,
Y ¿cómo está la cristiana De los cuernos le asía,
Madre de mi hijo? Y con la fuerte cabeza,
REDUÁN. Besar el suelo le hacía.
Hermosa, Al oso y al jabalí,
Gallarda, fresca y lozana, Sin dardo ni lanza allí,
Aunque afligida y llorosa De manera le apretaba,
De aquesta ausencia inhumana. Que sin vida le dejaba,
Notifiquéle tu gusto Y destos algunos vi,
Y cómo era ya muy justo Que á sus puertas, por su honor,
Que Gomel venga á la corte, De la sangre á quien reservo,
Por lo que á su honor importe, Está tinta alrededor,
Aunque reciba disgusto. Como los cuernos del ciervo
Y quedando sus mejillas, En casa del cazador.
Que afrentar suelen las rosas, BAUDELES.
Por el desmayo amarillas, Qué, ¿tan bravo es el mozuelo?
Y sus lágrimas hermosas; REDUÁN.
Pero no pude sufrillas; Que será un Muza recelo.
«No te espantes, Reduán, BAUDELES.
De ver que corriendo están, Está con mezcla cristiana,
(La bella cristiana dijo) Adonde de mejor gana
Que las lágrimas de un hijo Pone sus fuerzas el cielo.
En medio del alma están. REDUÁN.
No porque al Rey se le llevas, Lo mejor que tiene es tuyo;
Que, en fin, es su Rey y padre, Y aunque de ser lisonjero
Cuyas grandezas apruebas, En cosas tan propias huyo,
Mas por temer, como madre, El ser tan gallardo y fiero,
De su madrastra las nuevas. Á ser cristiano atribuyo.
Dícenme que es tan celosa Porque para ser lozano
La Reina, y tan deseosa Un cristiano hidalgo, es llano
De saber del Rey el pecho, Que ha de tener algo moro,
Que temo que á su despecho Y aun es al moro un tesoro
Le dé muerte rigurosa. Tener algo de cristiano.
Y más si sabe que es mío, Gomel, tu hijo, en efecto,
Ó si por dicha le ve Aunque está en nombre de mío,
Tan lleno de gracia y brío», Es un bastardo perfecto,
Yo entonces le aseguré Muy legítimo en el brío,
Su temor y desvarío, Y á ninguna ley sujeto.
Y le dije: «Hermosa Narda, BAUDELES.
Muy sin razón te acobarda Y él, ¿sabe acaso, ó sospecha
La Reina; que á toda ley Que es mi hijo?
Es Gomel hijo del Rey, REDUÁN.
Y Reduán quien le guarda. No lo sabe,
Lo que hasta agora se sabe Ni ha tenido sospecha;
tal
Es que Gomel es mi hijo; Que á vencer pecho tan grave
Ni habrá hombre que se alabe Aun el moro no aprovecha.
Que el Rey le dio parte ó dijo Su madre, en fin, lo ha encubierto,
Deste suceso tan grave. Porque teme velle muerto,
Así, que en nombre de mío Y así Gomel ha creído
Ha de vivir en la corte.» Que es mi hijo, y se ha tenido
BAUDELES. En toda Alhama por cierto.
¿Qué, en fin, es mozo de brío? BAUDELES.
REDUÁN. Dime cómo le veré
Que ha de haber tiempo que importe Sin que sepa que el Rey soy.
A tu Real corona, fío. REDUÁN.
Porque es opinión y fama Que le traiga Ardano haré,
Por todo el monte de Alhama, Si en esto gusto te doy.
Donde está hecho pastor, Vé, Ardano.
Que no le iguala en furor ARDANO.
Un novillo de Jarama. Volando iré.
Y que al más bravo que vía, Ya Ardano por GomeL
,

IX MIJO DE RELIAN. 89

REDUÁN. Con mujeres, que aquí están,


No quisiera que le vieras I)e captivos que he vencido.
Tan desnudo como andaba ALZTRA.
En el monte entre las fieras. Vuelve, bizarro pagano;
baudei.es. Que me burlaba.
Como está le ¡magín REDI
Tara que ansí le trajeras; No encierra
Que antea lo tendré por gusto. Hurlas este pecho sano.
REDI ALZTRA.
Más galán fuera más justo; Eres soldado en la guerra,
Pero pues gustas de vello, Y no en la paz coitesano.
Así he mandado traello, BÁLDELES.
Pastor, villano y robusto. Tiene Reduán razón
BAUDELES. Porque vos, sin ocasión,
No hay contento sin azar: Afrentáis á Reduán,
Ya nuestra conversación Que es el mejor capitán
Viene la Reina á estorbar. tiene nuestra nación.
¿En qué fundastes los celos
Entra la reina Alzira, Lizara y Zclora, damas. Que aquí de mí presumistes?
¿Qué sospechas, qué recelos,
ALZTRA. Qué papel, qué paje vistes,
No vengo á mala ocasión; Ó qué señal en los cielos?
¿Solos, y en este lugar? ¿A qué balcón me incliné ;

¿Qué hacías, qué tratabas? ¿A qué dama le escribí?


Pero ¿quién duda que acierto ¿En qué calle paseé?
Si digo de lo que hablabas? Decid, ¿qué toros corrí
Por mi vida, ¿era concierto? Ó qué cañas intenté?
¿Dónde ibas, qué ordenabas? ¿Qué cifra trae mi bonete,
¿Era en carmen esta fiesta, Ó qué pluma en seis ó siete
Ó en orilla de Genil? Que no sea vuestro color?
¿Aun no merezco respuesta? Luego el Rey no tiene amor
¿Es, Reduán, muy gentil Ni es Reduán su alcahuete.
Aquesa dama? ALZIRA.
REY. Todos tenéis una falta:
¿Cuál? Si celosas no vivimos,
ALZIRA. Decís que el amor nos falta,
Esta. Y si acaso os los pedimos,
REDUÁN. El más cuerdo grita y salta.
Que del Rey estés celosa, Pues, ¿cómo esto ha de ser?
Lo tengo por justa cosa, Enseñadnos á querer,
Aunque sin razón lo estás; Y queriendo no querer,
Que en celos se muestra más Y sintiendo no decir,
Toda pasión amorosa. Ó diciendo enmudecer.
Mas que tu alma se inquiete ZELORA.
Y que me
hagas, sin ley, Deja, señora, estas iras;
El paje de su retrete Que es color de sus maldades,
¿No ves que le vengo al Rey Porque hacen, si los miras,
Muy grande para alcahuete? De sus mentiras verdades,
Reduán, que en armas fieras Y nuestra verdad mentiras.
Hasta los pechos Genil, Quédese aquí Reduán
Venció cristianas banderas, Solo, bravo y capitán;
¿Quieres que oficio tan vil Que alguna quejosa tiene.
Ejercite en sus riberas? REDUÁN.
Que á pesar de los villanos Ese juez me condene
Que te dan sus pareceres, Y los que con él están,
Nunca servían mis manos Si en palabra ó pensamiento
Al Rey de traer mujeres, El Rey ni yo os ofendimos.
Sino de matar cristianos. LIZARA.
Este mi oficio ha sido, A quien tiene por tormento
Y no tan vil y abatido: Los celos que le pedimos,
Si tiene amores, serán No le sobra sentimiento:
; ,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


90
Llega y di cómo te llamas
Yo á lo menos , bien me holgara
Pide sus manos, y luego,
,

Que el sujeto que yo amara


Con humildad y sosiego,
Mártir de celos me hiciera.
A la Reina y á sus damas,
BAUDELES.
Porque así lo hacen otros
Y yo, que me los pidiera
De más calidad que vos.
Cuando en ocasión me hallara.
GOMEL.
ALZIRA.
¿Quién son los otros?
Hallados en ocasión, REDUÁN.
No son por aficionar, Nosotros.
Que antes dañan la afición.
GOMEL.
Entra Ardano. ¿Que aqueste es el Rey? ¡Por Dios,
ARDANO. Que es hombre como los otros!
~
¡Hola, que me deis las manos!
Tu hijo está aquí: ¿ha de entrar?
BAUDELES.
REDI "ÁN.
De mis brazos cubrir quiero
¿No tienes más discreción?
Reina está aquí,
Aquesos tuyos villanos;
Ves que la
majadero, así? Que es sangre de un caballero
¿Y hablas, Corona de los paganos.
A1Z1RA.
Deja, pues, que los apriete
Antes le deseo ver;
Por lo mucho que promete
Reduán, hazle traer.
REDUÁN. El valor que en ellos vive.
REDUÁN.
No está para verte á ti;
De vos, señor, lo recibe
Porque es, como habrás sabido,
Para que á vos se sujete;
En una cristiana habido, Y aunque ese traje le encoge,
Y ha veinte años que un ama,
Agradecido os está,
Entre las sierras de Alhama
Pues tal brazo el suyo escoge.
Hecho pastor le ha tenido. GOMEL.
ALZIRA.
que esté Eso ¡por Dios! se me da
De cualquier suerte
Que me apriete ó que me afloje.
Le quiero ver.
¿Tengo de hablar á la Reina?
REDUÁN.
REDUÁN.
Si es posible,
Sí, hijo, de buena gana.
Primero le vestiré.
GOMEL.
AI.ZIRA.
Cualquiera juzgo que reina,
Lo contrario es imposible;
Hecho á ver una villana
Yo he de ver.
le
Que ni se pule ni peina.
REDUÁN.
ALZ1RA.
Tráiganle;
¡por Dios, que me afrento! Yo soy.
Pero, GOMEL.
ZELORA.
Pues dame esos pies.
Á todas nos das contento; ALZIRA.
Haz que letraigan agora,
¡Extraño rústico es!
Pues la Reina mi señora, GOMEL.
Gusta dello.
REDUÁN. Cuanto vos sois melindrosa,
Es justo intento. Aunque os tenéis por hermosa.
Dadme acá.
alquicel de alarde y un bonete ZELORA.
Entra Gomcl con un
colorado y unas abarcas de
,
pellejos. No se los des.
Desto á Reduán arguyo,
ARDANO.
Que lengua y rostro,
tal talle,
Gomel señor, viene aquí.
el tuyo:
,

GOMEL.
No era para ver
Enseñárasle por monstruo,
¿Qué es, padre, lo que me quieres?
BAUDELES.
Pero no por hijo tuyo.
ALZIRA.
¡Cuánto me parece á mí!
Basta ser él de quien es,
GOMEL.
No para darle los pies,
¿Quién son aquestas mujeres
Mas para darle las manos.
Y ese moro que está ahí?
GOMEL.
REDUÁN.
Entre moros y cristianos
La Reina y el Rey que amas
EL HIJO DE REDUAN. 91

No hay hombre como el que ves; Que vos no me haréis llorar


Porque la tosca melena, Con vuestra hermosura helada,
El abarca y alquicel, Sino reir y burlar

Muy poco al alma condena; De veros tan engañada.


Mas la sangre que está en él, ¿Para qué me trujo, Ardano,
De hidalgos deseos llena. Mi padre entre aquesta gente,
Es mi padre Reduán, Valiente como cristiano,

Y del linaje Guzmán; Y como moro insolente,

Una cristiana mi madre, Y necio como villano?


Que en valor vence á mi padre, Ya mi desdicha prevengo:
Y él á cuantos aquí están. Yo no soy para palacio,
Lo que es vestido no es alma, Ni la cólera que tengo
Ni al alma adorna el vestido; Me puede dar tanto espacio
Que si á ella va la palma, Como esto que á sufrir vengo.
Un alma soy que ha tenido |Vive Alá, que no consienta
Un cuerpo desnudo en calma. Ni aun del Rey aquesta afrenta!
Pero dad gracias á Dios; ARDANO.
Que en parecemos prolijos Bien pareces nuevo en corte.
Ya nos pagamos los dos, GOMEL.
Pues yo no daré á mis hijos No hay corte que me reporte
Tan ruin madre como vos, A que estas burlas no sienta;
Ni vos me querréis á mí Soy nacido entre villanos,
Para que marido os sea. Y estos cuentos cortesanos
LIZARA. Me saben mucho á desprecios.
Pon paz, Reduán, aquí. ARDANO.
ZELORA. No es la corte para necios.
No he visto cosa más fea UCMEL.
Desde el punto que te vi. Pues ¿para qué será buena?
GOMEL. ¿Para mujeres cobardes,
Ya os he dicho lo que sé. De que está poblada y llena?
REDUÁN. ARDANO.
¿Qué sientes? Bien es que de hablar te guardes;
BAUDELES. Que es culpa de mucha pena.
Que en él se ve Si á la corte habitar vienes,
Una soberbia invencible. Áspero lenguaje tienes;
ALZIRA. Que has de sufrir muchas faltas,
No haya más. Porque si á decillas saltas,
GOMEL. Bien es que tu vida ordenes.
¿Será posible GOMEL.
Mandándolo vuestro pie? Ahí están cuatro ovejas;
ALZIRA. Éstas no pueden faltarme,
Mirad, señor, qué mandáis; Y una cama de pellejas;
Que me voy hacia el jardín. No hay para qué aconsejarme,
BAUDELES. Que al mismo viento aconsejas.
Que de un esclavo os sirváis.
ALZIRA.
Entran Fatimán, Alboyn yjafer, moros.
Quedaos, mi bien: ¿á qué fin
Agora me acompañáis?
BAUDELES. FATIMÁN.
Por vida vuestra, que he de ir. Ardano nos dirá del.
REDUÁN. ALBOYN.
Gomel, aguárdate un poco; Pues ¿dónde quedaba Ardano?
Que ya yo vuelvo á salir. JAFBR.
ZELORA. En el patio del verjel.
Dale un vestido á esc loco ARDANO.
Porque nos haga reir. Aquí has de ser cortesano;
Que éstos buscan á Gomel.
Vanse todos, y quedan Go ncl y Ardano'solos. FATIMÁN.
Si es hijo de Reduán,
GOMEL. Él será muy gentilhombre,
Anda, cuerda destemplada; Muy discreto y muy galán.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
92

ALBOYN.
ARCANO.
moro nombre. ¿Habla aquesta piedra acaso?
Ésto es un «le
FATIMÁN.
GOMEL.
Y ¿es el suyo?
Para deciros que es necio,
ARDANO. No será de lengua escaso.
Fatimán. GOMEL.
ALBOYN. ¡Oh padre! ¿Que tal desprecio
Jafcr, Ardano está aquí. Por tu causa sufro y paso?
JAFER.
ALBOYN.
Ardano Hará muy buen cortesano.
ARDANO. FATIMÁN.
¿Buscáisme á mí? Di que le enseñen, Ardano,
JAFER. Luego á bailar una zambra,
Para que baile en la Alhambra
Danos cuenta de un mancebo
Con las moras de la mano.
Galán, en la corte nuevo.
ARDANO. JAFER.

Éstos procuran por ti: Pues, á fe que no promete


¿Qué mancebo? Ser mal galán y jinete,
FATIMÁN. Si en lugar del acicate
Un hijo hermoso Con las abarcas le bate
De Reduán el valiente; Cuando el caballo sujete.
ALBOYN.
Que .ya estoy del envidioso,
Según le pinta la gente, ¡Qué requiebros que dirá
Si acaso sale al terrero!
Galán, discreto y curioso.
ARDANO. FATIMÁN.
¿Es Gomel? Zelora me ha dicho ya
ALBOYN. Que le dijo este grosero
Así se llama, «Qué fea y qué necia está.>
JAFER.
Que agora vino de Alhama.
ARDANO. ¿Cómo eso la diría?

que buscáis. ALBOYN.


Pues éste es el
Será requiebro en su tierra.
FATIMÁN.
FATIMÁN.
¿Quién? Alboyn, por la fe mía,
GOMEL. Que si el padre no le encierra,
Yo: ¿de qué os admiráis? Que haga una gran villanía;
"
JAFER. Que éste es más monstruo que hombre.
ALBOYN.
De tu talle y de tu fama.
FATIMÁN. Con razón le da tal nombre.
JAFER.
¿Tú eres hijo de aquel bravo,
De moros corona y honra? Ya de celos me abrasaba,
GOMEL. Porque yo imaginaba
le

De honrar mi padre me alabo, Muy discreto y gentilhombre;


Aunque él á sus hijos honra. Yo conozco alguna dama
ALBOYN. Que ha dado celos con él,
Antes pareces su esclavo. A lo menos con su fama.
ALBOYN.
JAFER.
verdad, Ardano. ¿Que te parece, Gomel?
Dinos la
ARDANO. GOMEL.
¡Por Alá, Jafer, que es éll Ardano, á mi padre llama;
ALBOYN. Que me deshago en coraje.
ARDANO.
¿Que este grosero villano
Llaman el fuerte Gomel, ¿Quieres que á la huerta baje?
Medio morisco y cristiano?
Vase Ardano.
FATIMÁN.
¿Éste es aquel que en Alhama
GOMEL.
Tuvo tan soberbia fama?
JAFER. Vé, por Dios, que aquí te aguardo.
¿Aqueste el Alcaide dijo ¿Qué hago, qué me acobardo?
Que era su retrato é hijo?
¿Cómo sufro tanto ultraje?

¡Por Dios, que su nombre infama!


¡Que éstos se burlen de mí!
K.L HIJO DE REDI" AS. 93

Asómansc Luara y /.clora á la ventana. El gallardo capellar


Y aquella toca del brazo,
/ti. ORA.
I.I/ARA.
dama le ha de negar
Aun agora se está aquí,
Zelora, aquel tu galán.
En esta hora su regazo?
ALBOYN.
ALBOYN.
Fuera novedad de fama
Con él está Fatimán,
Querer poner un mastín
Y tu Alboyn está allí.

1.1/ \RA. En las faldas de una dama.


L1ZARA.
Estaránse entreteniendo,
Hazme un placer, Alboyn.
Y dése loco riendo
ALBOYN.
Que Reduán lia traído.
JAI IMÁN. Servicio en corte se llama.
I. IZARA.
¿No ves que está suspendido?
JAFER.
Que pues hoy queda Granada
El aire se está bebiendo:
Tan perfecta y tan honrada
Tened paso; que el balcón Con un cortesano igual,
Os puede dar luz al suelo; Le toques un almaizal
Ya merece galardón Y le ciñas una espada,

que al del cielo Porque veamos si el traje


Por los soles,
Hicieran comparación.
En tan mal cuerpo alma pone.
ALBOYN.
BATIMÁN.
Engañado te has, ¡por Dios! Pues si él así se compone,
en cada sol hay dos, ¿Quién duda que no aventaje
Que si
Cuatro soles veo allí. Al más galán que se entone?
JAFER.
Hagamos fiesta con él,
Caballeros.
Eos dos me matan á mí,
FATIMÁN.
Y los cuatro á mí y á vos. Es muy justo
No os espantéis que dijese
Que solos dos allí había; Darle un vestido á Gomel,
Que era justo que temiese, Porque á todos nos dé gusto
Cuando cuatro soles viese, Haciendo donaire del.
Abrasar alma mía.
el
Que lo que mandan las damas,
Y como la luz que veo Que son de amor vivas llamas,
Muy bien cumplillo me está.
Ea creo por sola fe,
JAFER.
Si solos dos soles veo,
Menos penará el deseo Cortesano es, ;por Alá!
Que en su luz ardiendo esté. ¿Qué sirve andar por las ramas?
ZELORA. Ea, ponte aquesta toca.
GOMEL.
¡Ah, gallardo Fatimán!
No, no; primero la espada.
FATIMÁN.
JAFER.
¡Oh, rayos de gran belleza
Que en mi alma ardiendo están! ¿La espada? A risaprovoca.
ALBOYN.
Z1LORA.
Qué, ¿notáis la gentileza Estará bien empleada.
FATIMÁN.
Del hijo de Reduán?
¿Sacáis, por ventura, muestras Mejor un freno en la boca.
JAFER.
De las galas de su traje
Para mejorar las vuestras? Ciñe presto, mentecato.
FATIM \S. Mete Gomcl mano.
Tales son, que aquestas muestras
GOMEL.
Me hacen que le aventaje.
Eso estábamos mirando. [Oh moros de bajo trato!
LI/ARA. |No soy hombre, por Mahoma,
Pues idlas bien contemplando Cuando los tres no me coma,
Del bonete al borceguí. Y luego á los treinta mato!
ALBOYN.
COMÍ I..

¡Que éstos se burlen de mí! ¡Vive Dios, que va de veras!


¡Vive Alá, que estoy bramando! Apartad, que no es razón
GOMEL.
I.I/ARA.
Notad del bonete el lazo, Esperad, que burlas son.
94 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

FATIMÁN'. ZELORA.
1 luye, Jafcr, ¿qué esperas? ¿Osárasme tú decir
JAFER. Que le amabas, á no oir
Éste, ¿es hombre, ó es león? De mí que amor le tenía?
LIZARA.
Mctelos á cuchilladas. Zelora, por la fe mía,
Que he de amalle hasta morir;
GOMEL. Porque Alboyn ya ha salido,
Hombre soy hecho entre fieras. Con la bajeza presente,
ZELORA. Del alma en que le he tenido;
|Por Alá, Lizara hermosa, Que el moro que no es valiente,
Que no creyera tal cosa! No merece ser querido.
Por ese patio los lleva. Tú querrás á Fatimán,
LIZARA. Que es muy valiente y galán.
De quién es ha hecho prueba. ZELORA.
ZELORA. Á puros espaldarazos
¡Extraña fuerzal Me lo ha echado de los brazos,
LIZARA. Y libres sin él están.
|Espantosa! Sisomos competidoras,
ZELORA. No nos llamemos amigas
Agradado me ha el villano: Si al moro que adoro adoras.
|Qué gallardo puso mano! LIZARA.
¡Qué á tiempo, con qué destreza! Ya, Zelora, te fatigas,
LIZARA. Y lo que yo siento, lloras.
Es buena naturaleza,
Entran Ardano y Gomel.
Y tiene un Girón cristiano.
ZELORA. ARDANO.
Cuanto mal me parecía, ¿Eso habías de hacer?
Le he cobrado voluntad. GOMEL.
LIZARA. Eso hice:
Mucho ha ganado la mía. Si no te ha dado gusto, poco importa;
ZELORA. Quiero que sepas satisfice el mío.
Yo pienso hacerle amistad. |Qh perros viles, hidalguillos pobres,
LIZARA. Caballeros de ayer, plumitas, bandas,
Yo también desde este día. Cortesanos de burlas y mentiras,
ZELORA. Fanfarrones delante de las damas!
Pues por si acaso adelante ¡Vive Mahoma!
Me agradare en lo demás ARDANO.
Y merece ser mi amante, ¡Paso, que te temo!
Desde hoy avisada estás. GOMEL.
LIZARA. Pues cuando así me veas, aunque amigo,.
Y tú desde aqueste instante; Quítateme delante, Ardano, y vete;
Que podría ser que hallase Que en este punto mataré á mi padre.
En él sujeto que amase; ARDANO.
Y así, prevenirte quiero. Ya yo me doy por muerto.
ZELORA. GOMEL.
Yo te lo dije primero Estáte quedo.
Que nadie imaginase.
lo ¿No viste por el suelo á los cobardes?
LIZARA. ARDANO.
Sí; mas ¿no te respondí A todos tres, Gomel, los vi en el suelo,
Que, por no ser de mi gusto, Pidiendo á tu rigor misericordia.
Te le daba todo á ti? GOMEL.
Y dártelo no era justo, No los maté porque los vi rendidos,
Que le quiero para mí. Llorando todos tres como mujeres;
ZELORA. Pero quité una banda á cada uno,
Pues cómo, ¿quiéresle bien? Que son las tres que atadas tengo al brazo:
LIZARA. La azul á Fatimán, á Alboyn la verde,
No le quiero, mas podría; La amarilla á Jafer, aquel morillo
Que ya sus prendas se ven Que blasonaba mucho é hizo poco.
En el valor este día, ARDANO.
Y las de mi amor también. Has hecho como noble y caballero:
EL HIJO DE RBDUÁN. 95

El tiempo y tus desengaños


La victoria con sangre no es victoria,
Se lo dirán poco á poco.
Y del contrario los despojos bastan.
•i;l.
ZELORA,
Presto verás á Gomel
¡Ah, mi señor Gomel!
LIZARA. Con un glorioso trof<
¡Ah, caballero!
ARDÍ
ARU !
¡Por Dios, que le lisonjeo
De miedo que tengo del!
Alza los ojos al balcón, y mira
GOMEL.
Que te llaman las damas, cuando menos.
LI..
El crédito del Alcaide
Sospecho que me bastr.ia,
Por el señor y caballero, Ardano,
Desconocí mi ser, que entre sus labios
Y si el ser vivo dañara,
El de mi abuelo Albenzayde.
No ha un hora que era de villano y monstruo.
ZELORA. Pero son tan maliciosos
Estos moros de Granada,
¿Queréisme dar alguna desas bandas?
LIZARA. Que hasta ver blanca la espada
Quieren estar recelosos.
Pues tres tenéis, dad una á cada una,
Pues blanca la vieron ya,
Y quedaráseos otra por memoria
De aquesta hazaña de tan fuerte pecho. Y si no la ven sangrienta,
GOMEL. Harto lo está de la afrenta
No es hazaña vencer tres medios hombres
Que pasaron poco ha.
~
Ni mi padre ni mi abuelo
El que desquijarar leones suele,
Quiero ya que me acrediten,
Matar los colmilludos jabalíes
Sino aquestos, que compiten
Y por los cuernos los armados toros.
De buena gana os diera las tres bandas; Con los Hércules del cielo.
Que mucho mejor que Atlante
Pero por ser las tres la primer cosa
Que con la espada adquiero, perdonadme; Su máquina sostendré.
ARDANO.
Que aquestas tres, azul, verde, amarilla,
Las damas vienen.
Ocuparán un cuadro de mis armas GOMEL.
Junto á las medias lunas de mi padre. A fe,
ZELORA.
dos bajamos Tierno estoy como un diamante.
Yo sé que si las allá
Que no las negaréis. Entran Zelora y Lizara, moras.
GOMEL.
ZELORA.
Si os veo tan cerca,
No te cause admiración
No es posible que aquestas os negase,
El vernos desta manera.
Porque aun el alma no estará segura.
GOMEL.
LIZARA.
Mucho mayor me la diera
¿Oué dices de su raro entendimiento?
ZELORA. El veros en el balcón.
voy perdida.
Que en tan alto, había pensado
Baja, que
LIZARA. Que érades cosa del cielo;
Y yo rendida. Pero viéndoos en el suelo,
ZELORA. Ya me habéis desengañado.
LIZARA.
¡Gomel es mi señor!
Como oro entre la mina
el
LIZARA.
¡Gomel mi vida! Y el diamante por labrar;
Como el coral en el mar
Bájanse las moras. Y en concha la perla fina;
GOMI L. Así como el tosco traje
¿Cómoquieres esto. Ardano? Desta montaña ó desierto,
Tienes, Gomel, encubierto
¿Qué juzgas del morisquillo?
ARDANO. El valor de tu linaje.
Una un cuchillo
sierra y
Ya te habernos conocido
Poned tiempo en la mano.
al
No más de por lo que has hecho;
Que del oro de tu pecho
Por la prudencia la una,
Artífices hemos sido.
Figurada en tiempo estaba,
Y de talsuerte creímos
Y la otra declaraba
Lo que reluce y parece,
Tu discreción y fortuna.
Y aunque pareces loco,
tes
Que ya por quién te merece
Insano y de pocos años,
En competencia venimos.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
96

ZELORA. A nadie quiero agraviar;


De dos solo soy suyo.
las
Escoge, fuerte Gomel,
ZELORA.
De las dos la que te agrada,
Que ésa de hoy más es llamada Más vale un agravio tuyo
Dichosa, firme y fiel.
Que el favor de otro lugar:
toca Escoge la que te agrada;
Ésa labrará la

Que á tu bonete revuelvas Que aunque soy de otro querida,


Si no soy favorecida
Cuando de la guerra vuelvas
A Granada en verte loca.
,
Me preciaré de agraviada.
GOMEL.
Ésa la manga curiosa
las cañas, Si aquesto ha de ser forzoso,
Que saques para
Cansado de las hazañas Algún corte se ha de dar,
Porque yo no he de agraviar
De la guerra peligrosa.
Ésa la banda polida
Lo que es igualmente hermoso;
Y el almaizal con que dances, Y el corte, señoras, sea

Cuando de la mano lances Que escribiré en seis renglones


La lanza, en sangre teñida. De mi amor las condiciones,
Porque cada cual las vea.
Daráte el mote ingenioso
Para el campo de la adarga Y que, siendo leídas,
la

Breve cifra, apenas larga, Con ellas quiera quererme,


Para el penacho vistoso. Desde aquí quiero ofrecerme,
Saldrá luego al mirador
Y en sacrificio mil vidas.
Cuando tu caballo pase, Seré suyo hasta la muerte
Sin género de mudanza.
Y cuando otros, entrarásc,
LIZARA.
Preciándose de tu amor.
Por eso escoge, Gomel, Pues ya tengo confianza
La prenda que más te agrade. Que has de quererme y quererte.
ZELORA.
GOMEL.
Pues yo, de desconfiada
Cada cual me persuade
Mereceré ser querida,
Que á ninguna sea cruel;
Que tales os hizo Dios, Porque siempre es preferida
Que siéndoos agradecidas, La humildad enamorada.
GOMEL.
Hago dos almas y vidas
Digo, señoras, que aquella
Para ofrecer á las dos.
Ni sé cuál he de querer, Que, vistas las condiciones
Ni sé cuál he de dejar, De mis nuevas aficiones,
Y siendo forzoso amar, Se persuadiere á tenella,
Será desta vida dueño,
A las dos había de ser:
Escojo, en fin, á las dos, Y de lo poco que valgo,
Entre otras muchas que vi. Y de moro hidalgo
la fe

ZELORA. Por esta verdad empeño.


ZELORA.
¿ Á entrambas ?
GOMEL. Por más ásperas que sean,
Digo que sí, Las abraza, en fin, mi amor.
LIZARA.
Por no ofenderos á vos.
ZELORA. Gloria se llama el rigor
Luego ¿yo había de ser De los que aman y desean.
GOMEL.
La que habías de dejar,
Del todo anochece ya,
Á no ser forzoso amar
Por forzoso agradecer? Y la blanca luna asoma:

GOMEL. Id, señoras, con Mahoma.


ZELORA.
No digo tal, es engaño.
/.[ [.ORA. Y quede contigo Alá.
Mira que amor nunca ha sido
'.Vanse las moras, y queden Gomel y Ardano.
Amor siendo aborrecido,
Que á eso llaman desengaño:
ARDANO.
Una sola has de querer.
GOMEL. ¿Qué condiciones son éstas
Que les piensas escribir?
Esa es ley de su rigor;
GOMEL.
Pero soy nuevo en amor,
Y no sé cuál ha de ser. Fáciles son de cumplir
IX HIJO DE REDUÁN. 97

A voluntades dispuestas. :i L.

Esta noche las verás, Esta es abarca de monte.


Porque mañana las lleves. BÁLDELES.
ARDANO. Ponte aquesta ropa, ponte.
Si á despreciallas te atreves,
GOMEL.
Hecho de hielos estás. Aun no acabáis de quitalle.
BAUDELES.
Entran el Rey, Rcduán y criados. Este rico capellar
REDUÁN. Te puedes poner también.
Cansado estarás, sin duda, GOMEL.
De aguardarme todo hoy. Ya parezco hombre de bien.
COMÍ r..
RBDOÁW.
Cansado de verme estoy El traje sabes honrar.
Como persona desnuda; BAUDELES.
Que de aguardar no me canso. Cíñete agora mi espada;
REDUÁN Que hijo de padre tal,
Besa las manos al Rey. La misma espada Real
GOMEL. Quiero que se llame honrada.
Eso es justo y justa ley.
BAUDELES. Desenvaina en ciñéndosela, y dice con ella
en la mano.
Tus brazos son mi descanso.
¿Quién te ha dado aquesa espadar
GOMEL. Yo juro por el padre que me hizo,

Ardano me la ha traído; Famoso entre cristianos y paganos


Que en casa que ha vivido
la Cuya opinión al mundo satisfizo
Ha estado siempre colgada. Con los nombrados hechos de sus manos;
REDUÁN. Y por la misma mano que deshizo
Bien te la puedes quitar, Mi dura enemistad con los cristianos,

Que ese estilo es muy villano; Y por lo de Guzmán que tengo della,
Que el Rey, de su misma mano, De no la hacer cobarde ni perdella.
La suya te quiere dar. Y por la flor de nácar que está encima
GOMEL. De tu corona, é imperial granada,
Más villana es esta espada Y por los hechos á quien diste cima,
De lo que has imaginado, Ciñendo acaso aquesta misma espada,
Aunque en estar á mi lado Y por los bellos ojos de mi Alcima,
Ya puede llamarse honrada. Bella entre sierras, como nieve helada,
Alas pues la del Rey me honra, Y por lo que deseo estar con ella,
Toma, Ardano, y llevarásla. De no la hacer cobarde ni perdella.
ARDANO. BAUDELES.
¿Guardaréla? Así lo entiendo yo, y así lo creo,
, COMEE. Que en ser hijo de tan ilustre padre,
Guardarásla; Has de ser un azote de cristianos,
Que importa mucho á mi honra. Y un Cid de moros, campeador famoso.
BAUDELES. ¡Hola, pajes, llama quien le acompañe!
Traéme aquí una marlota Vayan hachas con él hasta su casa,
Y un bizarro capellar. Que Reduán se ha de quedar conmigo.
REDUÁN. GOMEL.
Comiénzate á desnudar Beso, señor, tus pies.
Esa abarca pobre y rota. BAUDELI ^.
BAUDELES. Ten por muy cierto
Trae borceguí también. Que siempre te he de dar aquestos brazos.
GOMEL. REDUÁN.
Yo bueno y recio
le traigo Aquí están ya las hachas.
De Córdoba, que me precio GOMEL.
De calzarme justo y bien; Pues camina.
Que bien supe alguna vez, BAUDELES.
Aunque no en juego y combate, Vamos, Alcaide, á mi retrete.
Sacar dorado acicate REDUÁN.
Y guarnecido jaez. Vamos.
REIH
Ouedanse allí cuatro moros del Rey, Trijardo,
Es buen hombre de á caballo. Arillo, Jafery Uenalme.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
98
En los pajes del Rey lo he conocido.
TRIJARDO.
ARFILO.
fuertes,
¿A quién no admira, caballeros Rebócese, señores, todo el mundo:
Ejemplo y de granadinos moros
flor
Paso, que llega.
Esto que el Rey con un bastardo ha hecho? GOMEL.
¿Puede sufrirse que le dé su espada
¿No queréis volveros?
que ayer mandaba un roble,
A un villano
sobre un hombre Volveos ipor mi vida! que no importa;
Y que sus brazos ponga
Que ya yo sé las calles de Granada.
Hecho á llevar los haces de la lena
TAJES.
monte de Alhama desgajaba?
Que del
No podemos dejar de acompañarte,
aquesto?
¿Pareceos justo de sufrir
Alcaide nos lo manda.
ARFILO. Que así el
TODOS.
de la fortuna.
Mudanzas son, al fin, ¡Mueran!
baja;
Levanta humildes, y ensalzados PAJES.
son de Reduán el bravo.
Privanzas nos matan!
TRIJARDO. ¡Ay, santo Alál ¡Justicia, que

No se Arfilo, del Alcaide;


murmure, hachas.
Echan las
Oue los ojos del Rey son los privados,
ofenda;
Y se los quebrará á quien los GOMEL.
Hablad del hijo, indigno desta honra mato.
la fortuna.
Volved, necios; que yo soy quien los
En que agora le ha puesto BENALME.
JAFER. somos;
Paso, fuerte Gomel, nosotros
Decid, señores, lo que más
importa;
Paso, paso, detente; ¿no conoces?
Paréceme que á Benalme preguntes
este caso.
Somos Arfilo, Jafer y Benalme.
Lo que se deba hacer en GOMEL.
BENALME.
que pues es de noche. Y yo Gomel.
Sólo me holgara, JAFER.
Y tan obscura como veis la hace, ^No nos conoces?
Probáramos la burla solamente GOMEL.
espada,
Al bravo que del Rey ciñó la No conozco á ninguno.
No más de para ver cómo la rige.
ARFILO.
TRIJARDO. ¡Por Mahoma,
Esta calle que sale del Alhambra mundol
Que tiene talle de acabar el
Ha de seguir por fuerza, y ¡por mi vida! GOMEL.
délo;
Que le hemos de probar, si gustáis No ha de quedar ninguno, ¡por Mahoma!
hachas,
Y paso, que estas son las mismas
JORNADA SEGUNDA

PERSONAS
LlZARA. ., Reduán, Alcaide. Benalme.
Moras.
Zelora. Baudeles, Rey. Arfilo, moro.
I

Ardano, paje. Alzira, Reina. Un paje del Rey.

Gomel, Príncipe. Jafer.

Salen Zelora y Lizara. Galán, y de fuerte espada,


Que ya es la flor de Granada,
ZELORA. Como su padre lo ha sido.
¡Qué gallardo ha paseado, Finalmente, mi deseo
Lizara, el fuerte Gomell Tan esclavo es de su talle,
I.IZARA. Que bien puede no agradalle
Mil ojos se van tras él; Lo que á mi desdicha creo,
Y á fe, que no se han quedado Pero no dejar de amalle.
Los que tú pusiste en él; ZELORA.
Que mostrabas tanto gusto Desa opinión es la mía,
De verle vestido al justo Y así, espero aqueste día
Sobre el bizarro alazán, La tormenta y la bonanza;
Que has dado más de á un galán Que aunque pierda la esperanza,
Celos, temor y disgusto. No he de perder la porfía.
ZELORA. No sé si de su valor
Los tuyos se quedarían; Ó de aquesta competencia
Que que espantaban
¡por Alá! Ha nacido la violencia
Los moros que te miraban, Deste mi abrasado amor,
Lo que sus lenguas decían Que venció á mi resistencia;
Mientras la calle pasaban. Pero sé que ya es en vano
Y pues no está averiguado Con ningún remedio humano
De cuál está aficionado, Quererme honrar esta vez.
Y á cuál de las dos se inclina, LIZARA.
Tu confianza imagina Ya viene nuestro juez.
Mientras pienso mi cuidado; zelora.
Que en balde confiada estás ¿Quién dices?
De que Gomel tuyo es. LIZARA.
LIZARA. Su paje Ardano.
Es tan grande el interés,
Que ahora lo siento más Entra Ardano.
Que lo he de sentir después.
Porque de suerte ha salido zelora.
Este moro aborrecido, Seas bien venido.
OIIRAS DE LOPE DE VEGA.
IOO

ARDANO. Porque á un tiempo el sol y yo


Creo Nos hemos de ir á acostar.
Si otro alguno anda por ella,
Que no soy mal esperado,
Ni tengo de acuchillalle,
Lo uno, porque he tardado, Ni pienso entrar en la calle
Lo otro, porque el deseo Mientras anduviere en ella.
Da pena y pone cuidado.
Gomel mi señor envía
Yo no tengo de reñir
Por mi dama ajenos duelos,
Este papel.
ZEI.ORA. Porque no me ha de dar celos
Sólo un día Ni me los ha de pedir.
deseo
Que he de hablar y gozar
Que este tenía,
De todas cuantas quisiere,
Mil años me han parecido.
LIZARA. Y cuando en esto me viere,
hablas de parte mía,
Ha de sufrir y callar.
Tú De nadie me diga bien,
Porque tengo el corazón
Porque no lo he de sufrir,
De desdén y de temores
Con más penas y dolores, Y téngole de decir
Bien de cuanto quiera bien.
Que si fuera mi afición concluya
Cuando, en efecto,
De dos mil años de amores.
El bien que entre amantes pasa,
En resolución, me abraso
Ha de venir á mi casa,
Por Gomel.
ZEI.ORA. Que yo no he de ir á la suya.
Y
yo por él Tengo de decir á todos
Que mi alma la aborrece,
Mil muertes, Ardano, paso.
Y ella, que no me merece
LIZARA.
Yo he de morir por Gomel.
Y me adora de mil modos.
ZEI.ORA.
Siempre me ha de andar rogando,
Y enfadado yo con ella,
Yo vivir.
ARDANO. Y cuando me ría della,
Desmayárseme llorando.
¡Extraño casol
LIZARA.
Ha de tener gran cuidado
Que me aborrezca ó me quiera, De hacerme camisas buenas,
Nadie me puede quitar
Darme bandas y cadenas
Y algún dinero prestado.
Que en mi alma pueda estar.
ZELORA. Pedirme más de favor
Es pecho de amor hidalgo,
Pues yo, que viva ó que muera,
Porque en pidiéndome algo
No le he de dejar de amar.
Es acabado el amor.
Lee ese billete, Ardano;
Que ya glorioso y ufano
En fin, que no siendo dar,
corazón.
Ni hablar, ni bien querer,
Siento el
Lo demás he de hacer;
LIZARA.
Que hasta allí puedo llegar. •
Amor,
LIZARA.
Templa conmigo el rigor

De tu poder inhumano.
No leas más.
ZELORA.
Antes pudiera,
Lee Ardano el papel.
Lizara, haberlo dejado.
LIZARA.
«Constituciones de amor
Yo te doy á Gomel dado.
Compuestas al albedrío ZELORA.
De cierto amante muy frío Gomel quisiera.
Cuando yo á
Que nunca tuvo calor: LIZARA.
~
La que á mí me ha de querer,
Bien se pueden estampar
Primeramente no pida
Aquestas Constituciones.
Que la tenga fe en mi vida, ZELORA.
Porque no la he de tener.
Si él da en Granada lecciones,
ítem, no la he de escribir
Mal lo habernos de pagar.
Sino cuando yo quisiere, LIZARA.
Ni tengo de ir donde fuere
Bien parece que es villano.
Si acaso no acierto á ir.
ZELORA.
Si me mandare rondar ciencia,
Si él enseña aquesta
De noche, digo que no,
EL HIJO DE REDUÁN. 101

Píen puede prestar paciencia Aquesto, sino locura;


Este mísero cristiano. Que no es bien que un hombre se arme
I.IZARA. Sino en forzosa ocasión.
¿Desa manera se escribe GOMEL.
Á las damas de palacio? Yo sé que tuve razón,
ARDANO. Fuese ó no fuese probarme.
Vayanse en esto despacio, ¡Gentil co^a que si hoy ciño

Que un libre con otro vive; Por mano del Rey la espada,
Que poca ofensa les hace Venga una cuadrilla armada
En decir su condición. A probarme como niñol
ZELORA. Sintiéranme cobardía
Tienes, Ardano, razón, Esta vez, que es la primera;
De nuestra locura nace. Que á fe, que no me la diera

En resolución, me abraso, Tu sangre ni valentía.


Ardano amigo, por él: Que en la primera cuestión
Yo he de morir por Gomel, Está el ser cobarde un hombre,
Por Gomel mil muertes paso. Ó saliendo con buen nombre
LIZARA. Quedar con buena opinión.

¿Burlas?
REDUÁN.
ARDANO. Gomel, yo locreo así,
Que viva ó que muera, Y eso mismo te aconsejo;
A Gomel tengo de amar Que soy mozo cuando viejo,
LIZARA. Porque mozo y viejo fui.
El paje ha dado en fisgar. Pero ya que aquella gente
ARDANO. Se descubrió ser amiga,
Que me aborrezca ó me quiera. ¿Qué es la razón que te obliga
LIZARA. Seguir temerariamente?
Mucha razón has tenido GOMEL.
De reirte de mí y désta; Sólo el haberme probado
Pero espera la respuesta, Pudo ofender mi paciencia,
Ardano, si eres servido; Y ponerme en contingencia
Que en un punto escribiremos. Que fuese ó no fuese honrado.
ARDANO. ¿No lo dudarán de rr.í,
liso haré con mucho gusto. Que me vienen á probar?
ZELORA. Luego bien será mostrar
Ü nos pagará el disgusto, Lo que he heredado de ti.
Ó quien somos no seremos. REDU ÍN.
LIZARA. Por el Rey sólo me pesa
Aguárdate un poco aquí. Que á Benalme hayas herido.
GOMEL.
Vanse. Si en las espaldas ha sido,
Gentil pesadumbre es ésa.
ARDANO. A no huir, no le diera,
Id, señoras,que aquí aguardo: Viendo su espada delante;
Él es un cuento gallardo Mas ¿cuál fuera el ignorante
Cuanto en mi vida le vi. Que pudiendo no le diera?
Corridas van del suceso, Él tiene en esto la culpa,
Pero no de la cuestión; Pues que no se defendió.
Perdió Gomel la ocasión, REDUÁN.
Pero no ha perdido el seso. ¿Quieres que le diga yo
Si su libertad estima, Al Rey aquesa disculpa?
Téngala siempre ganada; GOMEL.
Que la mujer despreciada, Pues qué ¿parécete mala?
,

A gran venganza se anima. REDUÁN.


Pero yo sé que procura Hora bien, esfuerza el pecho;
Otra esperanza mejor. Que el Rey dice que es bien hecho,
Y con mejor te iguala.
el

Entran Reduán y Gomel. GOMEL.


Es Rey, en fin.
redi: án. RKDUÁM.
No llames, hijo, valor
Y ha ordenado
102 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

GOMEL.
Que noche en el Alhambra
esta
Los dos dicen para mí.
Se haga una fiesta y zambra
REDUÁN.
En que has de entrar embozado.
Confieso que eres dichoso.
Porque quiere hacelle fiesta
A cierta dama Zegrí,
Lee el papel.
Que Dios sabe lo que á mí
De malas noches me cuesta.
«Al hijo de Reduán »
Y quiero que le des celos,
GOMEL.
Porque viendo tu valor,
amor, Zegrí.
Todos te tienen
REDUÁN.
Y te ponen en los cielos.
Quiero la dama nombralla. Así se llama.
PAJE.
GOMEL.
¿Cómo se llama? El uno me dio una dama,
REDUÁN. El otro me dio un galán.
Zelora.
GOMEL.
GOMEL. ¿Galán á mí? ¿De qué modo?'
• REDUÁN.
Pues ¡por Alá! que no ha un hora
Que acabo de desprecialla. No sólo dichoso eres
Ardano En enamorar mujeres,
ARDANO. Pero los hombres y todo.
Señor GOMEL.
GOMEL. Ése me importa que guarde.
¿No es ésta REDUÁN.
La dama á quien escribí? ¡Por Alá, que has de leelle!

ARDANO. GOMEL.
La respuesta aguardo aquí. Soltad.
REDUÁN. REDUÁN.
Deja.
¿De ayer venido, respuesta?
GOMEL. GOMEL.
No hay dama, de ayer llegado. He
de rompelle.
REDUÁN.
Que para su amante ó prenda
No me busque y me pretenda. Eso no, así Dios te guarde.
REDUÁN. GOMEL.
¿Á Zelora has despreciado? Pues dejadle.
GOMEL. REDUÁN.
Sí haré;
A Zelora desprecié.
REDUÁN. Dime lo que es.
GOMEL.
Pues ¡por Alá! que ha dos años
Que tengo mil desengaños No es posible.
REDUÁN.
En crédito de su fe.
Hijo, por todo Mahoma, ¡Brava condición!
ARDANO.
Que ni la hables ni la veas.
¡Terrible!
GOMEL.
GOMEL.
De mi alma, padre, creas
Que es tronco que no se doma; Padre, después lo diré.
REDUÁN.
Y
que he de escribir de suerte,
Y con tan libre desprecio, ¿No es mejor decillo agora,
Que me ha de tener por necio Si es cosa en que puede un viejo
Y procurarme la muerte. Darte su ayuda y consejo?
REDUÁN. GOMEL.
En
esto sólo consiste Leamos el de Zelora.
El tener vida ó perdella. REDUÁN.
GOMEL. Vaya esotro, ¡por tu vidal
Yo juro de no querella, GOMEL.
Por el valor que me diste. ,
Padre, no me enfadéis más.
REDUÁN.
Entra un paje. ¿Conmigo enojado estás?

PAJE. GOMEL.
Para ti, Gomel famoso. Lee, Ardano; nadie lo impida.
Dos papeles traigo aquí. Lee Ardano el papel.
EL HIJO DE REDUÁN. 103

COMEL.
«Al hijo de Reduán,
Al de la Sierra Nevada, No sé.

Al caballero pastor REDUÁN -


.

De montañas de Alhama,
las
¿Quieres que vaya contigo?
Zelora Albenzayde, en nombre GOMEL.
De las damas del Alhambra, Por padre os sufro mil cosas;
Destierra perpetuamente Que á otro nada le sufriera.
REDUÁN.
De su tierra y de su gracia.
Y por grosero galán, Gomel
1EL.
Desde hoy privan las damas
le

De todas conversaciones, ¿Qué queréis?


Balcones, rejas, ventanas. REDUÁN.
Espera.
Que no entre en la mezquita,
Ni junto á los coches vaya,
Vase Gome!, diciendo:
Ni se ponga en el bonete
Pluma ó señal de esperanza.
Que no pase la carrera, ¡Qué de palabras ociosas!
REDUÁN.
Ni menos en Bibarrambla
¡Por Alá, que sale el Rey,
Salga al encierro de toros,
Ni con cuadrilla de cañas. Y que seguille no puedo!
Que no traiga empresa ó cifra, Sigúele tú.
ARDANO.
Ni mote por el adarga,
Ni pueda en escaramuza Tengo miedo;
Platear la fuerte lanza. Que es hombre sin Dios ni ley.

pida REDUÁN.
Que eternamente no
Empresa, toca ni manga, Anda, necio, no te espante.
ARDANO.
Ni dé música de noche,
Ni ronde, ni ciña espada. Tiene muy pesado el brazo:
Que ande solo, como aquel ¿Quieres que me dé un porrazo
Que no se siente del alma, Que en un mes no me levante?
Negando tributo á amor,
Entra el Rey.
Que cuantos le tienen pagan.

Y damos nuestra licencia


BAUDELES.
A todas las moras bajas,
Que puedan llamarle suyo, Entraos vosotros allá;
Pues en lealtad las iguala. Que Reduán quiero solo.
á
Dada en la fuente del Jaspe, REMAN.
Al cuadro de las retamas, Hasta donde llega Apolo
Presidiendo Arlaja, y siendo Te haga señor Alá.
Zelora su secretaria.» Y al mismo ruego que veas
GOMEL. Criado aqueste rapaz,
|Válame Alá soberano, Cuerdo y galante en la paz,
Y qué curioso papel! Y valiente en las peleas.
REDUÁN. BAUDELES.
Y tanto que adoro en él ¿Qué te parece si muestra
Por escribille tal mano. El heredado valor?
REDUÁN.
PAJE.
Digo que ha de ser, señor,
Si le estimáis, veisle ahí.
Este Infante gloria vuestra.
REDUÁN'. BAUDELES.
Hasme hecho un gran placer. Malhan pasado los moros
lo
GOMEL. Que se han burlado con él.
Yo tengo un poco que hacer; REDUÁN.
Mi señor, quedaos aquí. Es como un león Gomel,
KKüUÁN. Enseñado á vencer toros.
¿Dónde te hallaré? BAUDELES.
GOMEL. Iluélgome que salga as(;
Ya digo Travieso y fuerte le quiero.
Que al momento volveré. REDUÁN.
REDUÁN. Y tan galán caballero,
¿Es pesadumbre? Que ya te desprecia á ti.
1Q4 OBRAS DE LOPB DE VEGA.

BAUDELES. Ven conmigo, y trazaremos


El traje que he de llevar.
¿De qué suerte?
REDUÁN. REDUÁN.
Que las damas Basta mudar capellar
Todas se abrasan por él. Y que un jaco nos echemos.
BAUDELES.
BAUDELES.
Iré como tú ordenares,
Y ¿quiere alguna Gomel?
REDUÁN. Y quiero vestirme al justo
¡Pues no!
Vase el Rey.
BAUDELES.
¿Cuál?
REDUÁN. REDUÁN.
Irás á gozar tu gusto,
La que tú amas.
BAUDELES. Y yo á llorar mis pesares;

¿La que amo busca? Que tanto puede estorbar


REDUÁN. Un infinito poder,
Sí; Que no sólo no he de hacer,
Pero yo sé que Zelora Pero apenas he de hablar.
BAUDELES.
Vase.
¿Cómo?
REDUÁN. Entran Jafer, Alboyn y Fatimán.
Le
quiere y le adora.
BAUDELES. JAFER.

¿También te burlas de mí? Esta deshonra, aquesta mancha eterna,


Pero ¿sabes qué he pensado, Esta afrenta, que es bien que así se llame,
Ya que hablamos de mi bien? Esta vergüenza, agora fresca y tierna,
Que deseo que le den Deste nuestro suceso vil é infame,
Hoy en la zambra un recado, No sólo al que la espada bien gobierna
En el cual digo que quiero Incita que su sangre se derrame
Hacer á sus rejas fiesta Dése moro cristiano Gomelejo,
Mientras la Reina se acuesta. Pero aun al más caduco y débil viejo.
REDUÁN. Y no sólo á los viejos, mas aquellas

¡Bueno estás! Á quienes la amistad y paz es dada,


BAUDELES. Que con la rueca á veces muchas dellas

Por ella muero. Han hecho más que hombres con la espada.
REDUÁN. No quiero á las presentes ofendellas,
Que el tiene manchada
mismo deshonor
Pero guarda que la Reina
Lo sepa. No que ciño, pero alguna
sólo la
BAUDELES. Que no faltó cuando faltó más de una.
No lo sabrá Mi espada, invictos moros granadinos,
Más del alma en quien no está, Tiene, y las bandas vuestras también tiene,
Que sólo en mi reino reina. Con que hace arrogantes desatinos,
REDUÁN. Y á enamorar en el terrero viene;
¿Quién has de llevar contigo?" No perdidas acaso en los caminos,
BAU DELES. Sino con tanta infamia, que conviene
Solo he de ir. Cobrallas, y cortalle aquella lengua
REDUÁN. Que habló con arrogancia en nuestra mengua.
Luego ¿sin mí? Un papel á palacio le he enviado,
BAUDELES. Diciendo que le aguardo en este puesto,
Digo solo, porque á ti Adonde vengo solo y desarmado;
Te hago solo conmigo. Que según es furioso, vendrá presto.
REDUÁN. Mi intento no es vencerle en estacado,
Beso tus pies dos mil veces; Aunque era el más honrado presupuesto;
Que en llevarme allá, señor, Que no he de aventurar ligeramente
Me haces un gran favor. Mis prendas y el honor de tanta gente.
BAUDELES. Matarle quiero, que es lo más seguro,
Más que esto, Alcaide, mereces; Que mientras vive, nuestra honra muere;
Que es razón á toda ley, Su muerte sola y vuestro bien procuro,
Pues habrá tanto galán, Que entre los tres ningún remedio espere.
Llevar un buen Reduán Pásele el que pudiere el pecho duro,
Donde no respetan Rey. Haciendo cada cual lo que pudiere,
!

II. HIJO DE REDUÁN. 105

Y quede entre su sangre sepultada Y hallo tres en el puesto.


Aquella infamia, con razón vengada. |Oh, caballeros villanosi
! MAN. Mas ¿qué he de hacer? Ea, pues,
De
toda suerte es buena la victoria, Yo soy muy torpe de pies,
Jafer amigo,con industria ó fuerza, Menester habré las manos.
Mayormente, de infamia tan notoria, Quiero llegar á hablar,
Que á ser villano al más hidalgo esfuerza. No parezca cobardía.
Acábese la loca vanagloria, FATIMÁN.
Y la corriente la fortuna tuerza; ¿Si quiere huir?
Que no es bien que por serle á él cobarde, ALBOYN.
De tan hidalgos pechos haga alarde. Mal podría;
Que un pastor que era ayer guarda de cabras, Que yo le sabré alcanzar.
Hecho á regir un álamo grosero, JAFER.
No ha de afrentar en obras y palabras Temiendo está, ¡por Alá!

La sangre de un honrado caballero. COMEL.


ALBOYN. ¿Cuál de vosotros me envió
Antes ¡oh tierra! las entrañas abras, Aqueste billete?

Y me confunda en el ardor primero JAFER.


Del fiero abismo, que sufrir consienta Yo.
Tal linaje de infamia, tal afrenta. COMEL.
Muera el villano Gomelejo al punto, ¿Tú fuiste?

Y la hinchazón de la soberbia sangre JAFER.


Cualquiera espada déstas, porque junto
Con la furia el espíritu desangre; COMEL.
Que ipor Alál que en viéndole difunto Bien está.
He de beber de su maldita sangre, JAFER.
Aunque sospecho que muriese luego, Y lo digo en él,
que te

Porque es especie de veneno y fuego. Pienso hacer aquí verdad.


Si á ti te tiene espada, á mí una prenda GOMEL.
En que consiste vida, gusto y honra, ¡Extraña seguridadl
Y pesaráme que Granada entienda ¡Por Alá, que eres cruel!
Que un bastardillo infame nos deshonra. JAFER.
Que á su enemigo con ventaja emprenda No soy más que lo que ves.
El que de hidalgo se corona y honra, COMEL.
Parece caso infame, y es engaño; En fin, qué, ¿me matarás?

Que el enemigo vivo es mayor daño. JAFER.


JAFER. Sí haré.
Haceos, caballeros, á esta parte; GOMEL.
Que me parece que he sentido gente. ¿Tú solo no más,
FATIMÁN. Ó en conversación los tres?

Ninguno de de aquí se aparte,


los tres FATIMÁN.
Sino muramos todos juntamente; Para quien no lo merece,
Veamos este fanfarrón de Marte, No hay término que se guarde.
Que si la espada agora no me miente, COMEL.
El suelo á palmos la rodilla mide, ¡Por Alá, que es bravo alarde
Vuelve las bandas y perdón me pide. ¡Bravo escuadrón me parece!
Pensé, luego que llegué
Entra Gomcl. Y os vi juntos, enojarme,
Viendo por uno llamarme,
COMEL. Y que después tres hallé.
Sospecho que habré tardado, Y al punto que conocí
Pero á buen tiempo he venido; Lo que os estoy obligado,
Y es que por no ser seguido, Estoy menos enojado
Mil calles he rodeado. Que antes que llegase aquí.
Que mi padre Reduán, No
confesaré que á otros
Como propia sangre mía, Debo más bien que me hacéis;
Sospechó lo que sería Que, en efecto, me tenéis,
El papel de aquel galán. Por más hombre que vosotros.
Pero ¿cómo ha sido aquesto? Y mira cuan llano es
me habéis ordenado;
Traición El haberme honrado así;
Uno me ha desafiado, Que en venir tres contra mí,
14
,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


io6
JAFER.
Valgo más que todos tres.
¡Muera!
Á fe, que no estaba loco FATIMÁN.
Quien ese consejo os dio; ¡Mueral
Que para hombre como yo, GOMEL.
Uno y dos era muy poco.
Espera un poco,
aun fué corto pensamiento
Y Veréis quién ha de morir.
Hacer de tres escuadrón, JAFER.
Porque si honrados no son,
¡Por Mahoma, que he de huir!
Lo mismo fuera de ciento. FATIMÁN.
Como ya el ánimo vil quien aguarde este loco.
Os conozco, y sé lo que es,
No hay
ALBOYN.
Eso me da que seáis tres,
¡Válate el diablo por hombre!
Que si fuésedes tres mil.
FATIMÁN.
¿Qué hombre yo para miedo
Huye, Jafer.
De tres morillos villanos? JAFER.
Que todas vuestras tres manos Tras ti voy.
Cortaré con sólo un dedo. GOMEL.
Y aun á ser las manos más
tenéis en ellas,
Agora sabréis quién soy,
Que dedos
Las que no cortare dellas Y que Gomel es mi nombre:
¡Oh canalla! Aquesta es
Os las pienso atar atrás.
Tres bandas os he quitado,
La venganza que el Rey toma.
FATIMÁN.
Y si os tornáis á rendir,
Huye, Alboyn.
Con otras tres tengo de ir,
GOMEL.
Que son de nuevo honrado.
seis,
(Por Mahoma,
Volved á desafiarme
Que se me van por los pies!
Otra vez, y serán nueve,
Y como aquestas os lleve, Entrase.
Podréis volver á matarme.
Esta mano y esta espada, Salen el Rey, la Reina, Reduán y damas; Zelora
Tantas mil os quitarán, y Lizara, á las ventanas.

Que no se halle tafetán BAUDELES.
En las tiendas de Granada.
FATIMÁN. Por daros contento he hecho
Aquesta zambra esta tarde.
¡Ea, fanfarrón soldado,
ALZIRA.
Tu muerte está entre nosotros!
Por vuestro lo sospecho.
el
GOMEL.
REDUÁN.
[Cuánto diérades vosotros
Por no haber esto intentado!
De celos se abrasa y arde.
BAUDELES.
Mas que si os dejo, ¿que os vais? viene estrecho,
El amor le
¿Que se os hace angosto el campo?
Ninguna cosa le agrada.
Porque sé que cuando estampo REDUÁN.
La planta en tierra, tembláis.
Antes el gusto le enfada;
Pero no os veréis en eso;
Que es, en efecto, celosa.
Que si aguardáis y no huís, BAUDELES.
De los tres, como venís,
¿No viene la Reina hermosa?
Se contará un buen suceso. REDUÁN.
Del uno pienso llevar
Estálo mucho enojada.
Las orejas. ZELORA.
JAFER.
Asentaos, señor, aquí;
¿Las orejas?
GOMEL. Mejor vuestra libertad
Porque de un revés, parejas
Ha sido siempre de mí.
BAUDELES.
Con la cara, han de volar; hemos hecho amistad?
¿Ya no
Del otro, la barba, y luego,
¿Por qué me tratáis así?
Del que queda, las narices. ALZIRA.
ALBOYN.
que dices.
Son amistades fingidas.
Mira ¡perro! lo
BAUDELES.
GOMEL.
Gomel? ¡Oh, reniego! Pues con un alma en dos vidas
¿Perro á
¿Sin ella puede vivir?
Meten mano.
EL HIJO L>E REDUÁN. 107

ALZIRA. JAFER.
¿Cómo pueden decir
se ¡Por Alá, cansado vengo.
Verdades tan mal sentidas? Lleno de infamia y castigo!
REDUÁN. Los Reyes están aquí.
Como soy tan desdichado,
Entra Fatimán.
No sólo de ti merezco,
Zelora, ser despreciado; I -ATIMÁN.
Pero por el Rey me ofrezco ¡Que hasta aquí vino tras mí!
Á darte un largo recado. ¿Hay toro como este perror
ALZIRA.
¡Que en el Alhambra me encierro'
La razón que tengo es mucha,
Yo soy hombre, y mujer fui.
Y más justo mi rigor, ¡Bravo caso, por Alá!
Que engaños escucha;
tus
Porque entre celos y amor, Entra Alboyn.
Mi alma batalla y lucha.
Yo os he visto un poco tierno. ALBOYN.
BAUDELES. ¡Que con vida llego acá'
Si con otra alma que vos, ¿Estoy en seguro ya?
Diosa mía, me gobierno, Aún lo veo y no lo creo,
Abráseme ¡plegué á Dios! Porque aunque aquí me veo,
Todo el fuego del infierno. Entiendo que estoy allá.
ZELORA. JAFER.
¿El Rey dices que me quiere ¿Hirióos á vos?
Hablar esta noche? FATIMÁN.
REDUÁN. A mí no.
Paso, ALBOYN.
No lo sienta, no se altere Ni á mí tampoco me hirió.

Quien hace del viento caso JAFER.


Y de celos del sol muere. ¡Válame Alá! ¿Cómo ha sido?
Digo que te quiere hablar; FATIMÁN.
Por eso procura estar Por haber muy bien corrido,
Esta noche en el balcón. Y que á ninguno alcanzó.
ZELORA. JAFER.
Háceme el Rey sin razón, No nos sienta alborotados;
Pero puédelo mandar. Poneos bien los capellares
REDUÁN. Y mostraos más sosegados.
Sabe Dios, bella Zelora, FATIMÁN.
De qué manera mi pecho ¿Cuentan de los Doce Pares
Los agravios del Rey llora; Sucesos tan señalados?
Que al fin agravio le ha hecho ALBOYN.
Á Reduán, que te adora. Que no me digan de Muza,
Pero ¿qué se puede hacer? De adarga lanza y jineta
,

Porque, en fin, ha de vencer En la diestra escaramuza,


Ó por fuerza ó por razón. Cuando aquí este moro aprieta
ZELORA. Y las dos espadas cruza;
No se fuerza la afición Que es vana imaginación
Por interés ni poder. Decir que hay suelto león
REDUÁN. Que se compare con él.
Habrásle de amar forzada. JAFER.
ZELORA. No puede hacer con Gomel,
Por mi fe, que no sé á quién Reduán comparación.
El amor forzoso agrada.
REDUÁN. Entra Gomel.
Bástale que quiere bien
al
Gozar de la cosa amada. GOMEL.
11AUDELES. Quien á tales campos va
Lizara será testigo, Como á caza, lleve galgos:
Reina, del amor que os tengo. Pues ¿qué hay, señores hidalgos?
LIZARA. Todos estamos acá.
Tratádolo ha el Rey conmigo.
Al sacar la mano para ponerse el capellar.
Entra Jafcr huyendo. se espantan todos.
, ;

OBRAS DB LOPE DE VEGA.


ioS

¡Vive Alá, que es fuerte cosa!


Ea, que no se me guarden FATIMÁN.
Por mi fe, que no hay de qué. déjale.
Pásate acá ,

JAFER.
GOMEL.
¿Quiéresnos dejar? me
No importa, que allá iré.
GOMEL.
JAFER.
Sí haré,
me aguarden: ¿Hay historia más graciosa?
Para que otra vez
Pues ándaste tras nosotros,
Son muy gentiles paganos.
¿Esto se puede sufrir?
FATIMÁN,
GOMEL.
Eso nos dirás después. Porque allá me habéis de huir,
GOMEL.
Me estoy acá con vosotros.
¡Por Dios, que tengo á sus pies REDUÁN.
Más lástima que á sus manos!
¡Ah! Gomel, ¿quieres dejallo?
Larguillas tienen las faldas;
No lo entienda el Rey también.
Por ellas les conocí,
¿Piensas que parece bien?
Porque siempre yo les vi GOMEL.
Las plantas y las espaldas.
¿Por qué me enseñan los pies?
A fe, que habéis de pagallo.
Que no sé herrar los caballos, Entran Bcnalme y Arfilo
Que mejor sabré curallos.
FATIMÁN'.
BENALME.
Eso nos dirás después.
GOMEL.
De mala gana he venido
Por no ver aquel galán.
A fe, que á no estar mujeres JAFER.
En el lugar donde estamos harán
Grandes favores le
JAFER.
Sin haberlos merecido;
Ya tu valor confesamos.
Que son todas las mujeres
¿Qué nos buscas? ¿Qué nos quieres?
GOMEL.
Amigas de novedades.
BENALME.
jQue no valieran los pies
Sihe de decir verdades,
Como las manos os valen, Volveréme.
'
Aunque en el huir se igualen! JAFER.
FATIMÁN.
No te alteres;
Eso nos dirás después. parecerá muy mal.
GOMEL.
Que
BENALME.
¡Vive Alá!
Aún no tengo el brazo sano,
JAFER.
¡Ay!
Y háceme gran daño.
JAFER.
BAUDELES.
En vano,
¿Qué ruido
Benalme, imaginas tal;
Es ése? Que aunque es verdad que la herida,
GOMEL.
Viendo el contrario, revienta
Apreté la mano
Fresca sangre, no contenta
Aquí á Jafer. Ah, villano
¡
!

De la injuria recibida,
¿Deso poco te has sentido?
REDUÁN.
Aquí has de considerar
Que es mucho mejor que veas
Gomel , desvíate acá.
GOMEL. La persona que deseas,
Para poderte vengar.
Aquí señor, estoy bien
,
BENALME.
Que hay conversación también, sustente
Eso ha hecho que
Y luego iremos allá.
La vida con el agravio.
JAFER.
JAFER.
Nosotros te alejaremos.
GOMEL.
Véngate tú como sabio;
tengo de Que tiempo aguarda el prudente.
No, no, que allá ir.
ZELORA.
En pasándose á un lado del tablado ,
se vaya Gomel I
Ah, Jafer!
tras ellos. JAFER.
¡Señora mía!
A L b oY N .

ZELORA.
¿Qué gustas de perseguir
Oye una palabra.
Los que agravio no te hacemos?
,

EL HIJO DE REDL'AN. 109

JAFER. Cualquier acometimiento


Y mil. Que aquí hicieras, bastaría.
GOMEL. JAFER.
¡Por Dios, que es treta sutil! Y ¿de qué modo podría
¿Celos á mí todavía? Saiir con mi atrevimiento?
Ya es tarde para engañarme. FATIMÁN.
REDUÁN. Porque el Rey, y cuantos ves,

Dichoso el que tal merece. Se meterán de por medio.


COMEL. JAFER.
No peor remedio,
ha sido el
Yo apostaré que le ofrece
Por lo menos el matarme. El mejor de todos es.
FATIMÁN.
¡Qué arrogante que estará
Ofreciendo montes de oro! Lo uno, á toda Granada
JAFER. Darás gran satisfacción
¡Bueno es esto, á fe de moro! Que tienes mala opinión
¿Qué furia me trajo acá? De tu mano y de tu espada;
¿No es bueno que me ha pedido Lo otro, verá Zelora
Zelora, necia y cruel, Que hiciste lo que pidió.
pida ó quite á Gomel JAFER.
Que
El listón que trae ceñido? Bien creo que podré yo
Sin duda, debe de dalle, Salir con mi intento ahora;

Si es de alguna dama, celos; Pero después, ¿no es forzoso


Pero ¿quién tan loco ¡cielos! Que éste se vengue ?

FATIMÁN.
Ha de llegar á quitalle?
Hay hombre tan desdichado? Es engaño
¿
Creer que ha de hacerte daño
¡Que aquesto me pida á mí!
FATIMÁN. Preso, ausente ó temeroso;
¿Hablaste á Zelora? Que el Rey hará diligencia
JAFER. Para que su furia cese.
Sí.
JAFER.
FATIMÁN. Muy buen pensamiento es ése;

Celos tu favor me ha dado. Y tú le harás resistencia.


JAFER. FATIMÁN.
A mí, mal de corazón. Eso, á su cargo lo toma
FATIMÁN. La amistad que te profeso.
enfermo JAFER.
Pues ¿estás del?
JAFER. Pues alto: por buen suceso
Pide que quite á Gomel Queda rogando á Mahoma;
No menos que aquel listón. Que yo acometo.
FATIMÁN. FATIMÁN.
¿El listón? ¡Por Alá santo, Él te guíe.
JAFER.
Que un ejército de hombres
De los más famosos nombres ¡Ah, Gomel, Gomel!
No bastan á emprender tanto! COMEL.
¿Qué quieres?
Ya no te envidio el favor.
JAFER. JAFER.
Yo renunciaré en ti.
le Desvíate y no te alteres.
GOMEL. GOMEL.
listos murmuran de mí: Bastará que me desvíe:
¡Rabiando estoy de furor! ¿Cuándo me has visto alterar
FATIMÁN. De tus fieros y blasones?
¿Sabes qué puedes hacer, JAFER.

Y será consejo sabio, Dejémonos de razones;


Para deshacer tu agravio Esa cinta me has de dar.
Sin que te pueda ofender? GOMEL.
Lo que el enemigo,
pide
JAFER.
Dilo ¡por Dios! Fatimán; Jamás se ha de conceder;
Que estoy en gran confusión. Pidiótela una mujer,
FATIMÁN'. Que de vista soy testigo;
"
Para librar tu opinión Y si ella te quiere mal,

En quien las muestras están, En esto lo verás bien,


;

no OBRAS DE LOPE DE VEGA.

quiere que te la den


Mientras enojado estoy;
Que
Con este agudo puñal.
Y probad á no valeros
JAFBR. Por lo que de padre os dan
desvía! Veamos si el ser Reduán
|Ah, perro! [Afuera ,

BAUDELES. Puede mellar sus aceros.


REDUÁN.
¿Qué es aquesto, Reduán?
JAFER. ¡Aguarda, puesl
GOMEL.
Bien saben los que aquí están,
Acá abajo,
Gomel, tu descortesía.
Que no en las salas del Rey.
GOMEL.
REDUÁN.
Á lo menos, tu locura.
REDUÁN. ¡Aguarda, perro sin ley!
GOMEL.
¡Por Alá, que de una suerte
Merecen dos la muerte
los No toméis, padre, trabajo.
BAUDELES.
Por tan gran descompostura!
BAUDELES. Seguidle todos, no haga
¡Prendedlos! Con su hijo una locura.
REDUÁN. REDUÁN.
¡Date á prisión! No es bien que tal travesura
GOMEL. Te agrade ni satisfaga.
ALZIRA.
¡Haceos afuera, padre!
Sin tu presencia, señor,
REDUÁN.
No hayas miedo que le aplaque
¡Oh vil, de cristiana madre,
Loco, rapaz, fanfarrónl En espacio que le saque
¿Sabes que el Rey está aquí? De su sentido el furor.
GOMEL. Vé ¡por Alá! á remediallo,
Con enojo no hay ley.
el No le mate, que es cruel.
REDUÁN. BAUDELES.
En esto ha dado Gomel:
¡Rinde aquesta espada al Rey^
GOMEL. ¡Hola! Ensíllenme un caballo.
Si el Rey me la pide á mí.
Vase el Rey.
REDUÁN.
Y ¿á mí no?
GOMEL. ALZIRA.
¡Padre, teneos! ¿Cuál de entrambas ha entendido
REDUÁN. Sobre qué fué la ocasión ?
L1ZARA.
¡Mataréte, por Alá!
GOMEL. Celos entiendo que son,
¡Padre, deteneos allá! Que de Zelora ha tenido.
REDUÁN. ZELORA.
¡Oh, traidor! Un poco tengo que hablarte:
GOMEL. Éntrate, Lizara, allá.
ALZIRA.
¡Reduán, volveos!
REDUÁN. Haz que nadie no entre acá
¿A mí no me das la espada? Hasta que vuelva á avisarte.
GOMEL. LIZARA.

Como padre, bien pudiera, Haré, señora, tu gusto.


ALZIRA.
Mas venís de otra manera,
¿Qué es, Zelora, lo que quieres?
Y traéis la vuestra alzada.
REDUÁN. ZELORA.
Por el Rey, bien podéis dalla; Que remedies, si pudieres,
Que yo vengo en su lugar. La ocasión de tu disgusto.
GOMEL. ALZIRA.

El Rey me pudo dar,


la ¿Cómo así?
ZELORA.
Pero no puede quitalla.
REDUÁN. Porque yo soy,
¿No te parece que soy, Reina, aquella que el Rey ama,
Sin ser padre, quien podré Y que ya el vivir desama
Quitártela? Por la pena que le doy;
GOMEL. Haz de mí lo que quisieres,
No lo sé Ó me destierra ó me mata.
EL HIJO DE REDUÁN. III

ALZIRA. Entran el Rey y Reduán.


¿Que esto es lo que el Rey trata?
¿De qué lloras? No te alteres. REDUÁN.
ZELORA. Castigo habrá menester
¿No quieres que llore en ver Si no le pones la mano;
Que sin culpa te ofendí? Sin duda que va perdido.
ALZIRA. BAUDELES.
Antes conozco de ti Tú también culpa has tenido,
Que eres principal mujer; Que le has perseguido en vano.
Y en esto estás engañada, ALZIRA.
Pues es cosa conocida Pues, señor, ¿fuese Gomel?
Que estoy del Rey ofendida BAUDELES.
Y de ti desengañada. El prendelle fué imposible.
Calla, no te aflijas tanto; REDUÁN.
Que este servicioy lealtad ¡Por Mahoma, que es terrible!
Han hecho en su voluntad Pensé matarme con él;
Tanto gusto, amor y espanto; No me tiene más respeto
Y así, haré que te aventaje Que si no fuera su padre.
Más de lo que tú deseas, ALZIRA.
Y que por lo menos seas Aunque esto á sus años cuadre,
Cabeza de tu linaje. Crialde. Alcaide, más quieto.
Con toda solicitud REDUÁN'.
La virtud su premio alcanza, Yo haré, señora, de modo
Porque es la mejor privanza Que le escueza mi castigo.
La que alcanza la virtud. ALZIRA.
Pero ¿cómo has sabido No por aqueso lo digo;
Del Rey la nueva afición? Que es bueno sepa de todo.
ZELORA. REDUÁN.
En esta misma ocasión ¿No es esto amor paternal?
Reduán me ha persuadido; Pero ipor Alá, señora!
Digo persuadido, hablado. ¿Qué me valió ser agora
ALZIRA. Su padre?
Y ¿qué te ha dicho del Rey? ALZIRA.
ZELORA. ¿Hay caso tal?

Que á fuerza de toda ley REDUÁN.


Solicita tu cuidado. Porque tira cuchilladas

ALZIRA. Tan aprisa, y de tal suerte,


Y ¿qué es lo que te aconseja? Que su acero es de la muerte,
ZELORA. Y cera nuestras espadas.
Cuantos salieron de aquí,
Lo contrario, como aquel
Que me adora.
Y otros mil que van tras él,
Dan voces: «¡Guarda, Gomel!»
ALZIRA.
Y él corriendo aquí y allí.
¿Y tú á él ?
Parece que se ha soltado
ZELORA. De leonera un león.
la

Que muy en vano se queja. BAUDELES.


Finalmente, me pidió Pensé estorbar la cuestión,
Que entre las dos y las tres, Y así me vuelvo espantado.
Cuando tu acostada estés, Por ahora no se hable
Le salga á hablar. De fiesta ni regocijo.
ALZIRA. ALZIRA.
Eso no; Digo que tenéis un hijo
Pero sí, mejor será; Invencible y admirable.
Que yo quiero estar contigo, Del alboroto, no estoy
Para ver de mi enemigo Tan buena como solía.
Los requiebros que dirá. BAUDELES.
ZELORA. Pues ¿qué tenéis, vida mía?
¿Y si allá te echa de ver? ¡Desdichado en todo soy!
ALZIRA. ALZIRA.
¿Cómo, si estoy disfrazada? No más de la alteración;
Y dejándome acostada Y gustara de acostarme:
112 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

BAUDELES.
Ven, Zelora, á desnudarme.
Mientras no tendré
lo estáis,
BAl'DELES.
Toda el alma lastimada.
Mal haya, amén, la cuestión.
Reduán, bravo suceso,
¡Por Alá, que á no ser cosa
Ella se acuesta temprano;
Que á Reduan le tocara,
Que muy caro le costara! De verla enferma, estoy sano.
ALZ1RA.
REDUÁN.
no estoy quejosa. Habla paso.
Que dellos
BAUDELES.
BAUDELES.
Estoy sin seso.
Pues ¿de quién?
ALZIRA. Y jqué de tiempo tendremos
De vos no más, Para hablar al alma mía!
Porque fingís sentimiento. Hasta que nos vea el día,
BAUDELES. Hablar y gozar podremos.
REDUÁN.
¡Mi vida, si no lo siento,
Que yo no sienta jamás 1
Las armas á punto están;
ALZIRA. Por llevarlas no se pierde.
BAUDELES.
Vamos, que no importa nada;
Que luego me alegraré. Denme la marlota verde;
Que quiero salir galán.
Vase la Reina.
JORNADA TERCERA

Sale Gomel. BAUDELES.


Y en postura de valiente;
GOMEL. Pero dejarála presto.
¡Brava reprensión me ha dado REDUÁN.
De las locuras que he hecho !
¿Tenéis algo que hacer?
Cerca de enojarme he estado, GOMEL.
Porque no cabe en mi pecho ¿Cómo os he de responder
Sufrir á quien me ha engendrado. A tan grande necedad?
Aunque ver al Rey loarme, BAUDELES.
Abrazarme y perdonarme, No es mala la libertad;
Ha hecho que al padre mío Hidalgo debe de ser.
No le haga un desafío GOMEL.
Para matalle ó matarme. Cuando que hacer no tuviera,
¡Gentil cosa que un villano ¿Pareceos que me estuviera
Cincuenta veces vencido, Serenando por aquí?
Me diga soberbio y vano: REDUÁN.
«Esa cinta me ha pedido» ¿Dientes tiene?
Y que yo no ponga mano! GOMEL.
Mucho me quiere enfrenar .Pesia mí,
Este padre, y porfiar Que sin ellos no comiera!
A hacer mi espada cobarde; REDUÁN.
Pues guárdese ó no se guarde, Y ¿cuándo os iréis?
Que alguna vez le he de dar.
GOMEL.
Cuanto más, que yo no sé
mi madre
De día.
Si es mi padre, ni
Me ha dicho bien cómo fué; REDUÁN.
Y mientras es ó no es padre, Pues ¿qué tenéis que hablar?
Alguna vez le daré. GOMEL.
Del Rey me siento obligado No es tanta la dicha mía:
Por haberme perdonado. No hago más que adorar
Gente suena por aquí; En aquella celosía.
Si á buscarme viene á mí, REDUÁN.
Á muy buen tiempo ha llegado. Pues desa suerte, bien es
Que os vais y volváis después.
Van el Rey y Rcduán, vestidos de noche. GOMEL.
¡Vive Alá, que todo el mundo,
REDUÁN. Ni las furias del profundo,
¿No digo yo que no es puesto No muevan de aquí mis pies!
Éste para estar sin gente? BAUDELES.
BAUDELES. ¿Si es algún desesperado?
¿Es hombre? REDUÁN.
REDUÁN. ¡Di quién eres! Es mejor:
Y á punto puesto. Matalle no es acertado.

XI
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
"4
BAUDELES.
GOMEL.
Aguárdame con Gomel,
Ni os lo aconsejo, señor;
Reduán, en esa esquina,
Que me precio de hombre honrado.
Mientras Zelora se inclina
BAUDELES.
Alcaide. Al balcón de aquel verjel.
Teneos al
REDUÁN.
COMEL.
¡Fuera! Vení acá, bravo; humillaos.
BAUDELES.
BAUDELES.
Esperadme y apartaos.
jAh, Reduán! REDUÁN.
COMEL.
Vení que hacéis hazañas
acá, el
No pudiera
Con hombres por las campañas,
Ser otro sino mi padre:
Con damas por los saraos:
¿Por qué á pesar de mi madre,
Vení acá, seamos amigos.
Me sigue desa manera? GOMEL.
REDUÁN.
Gome!! Como de quién soy no tengo,
(Por Mahoma, que es
testigos,
BAUDELES.
Reduán, tantos
Mil veces á pensar vengo
Pues no te enojes con él;
llegar á hablalle.
Que fuésemos enemigos (i).
Déjame
Porque sabed que se enfada
A tal hora, y en la calle,
Mi cólera con mi espada
¿Qué hacías aquí?
COMEL.
De que, por padre, seáis
¿Quién es él? El que sólo no tembláis
BAUDELES.
De sus filos en Granada.
REDUÁN.
El Rey soy.
Calla, que eres loco; escucha.
COMEL.
¡Oh, mi señor! ventana.
Salen la Reina y Zelora á la
Dame esos pies.
BAUDELES.
ALZIRA.
¡Por Alá,
España valor, Que el Rey me sienta, recelo (2).
Que eres de
BAUDELES.
Y que ya Granada está Porque ya su luz es mucha,
Temblando de tu furor! en mi cielo.
Débesme tanta afición,
Y va menguando
ZELORA.
Que con ser esta ocasión Rey?
¿Es el
Para mí de gran defecto, BAUDELES.
Te me descubro en efecto. Yo soy, mi bien.
COMEL.
ZELORA.
Conozco mi obligación. estáis solo, yo también.
Si
BAUDELES.
BAUDELES.
Quiérote con gran extremo.
GOMEL. Solo vengo.
ZELORA.
Yo por pondré la vida
ti

mundo, que no temo.


Y yo
lo estoy.
Contra el
BAUDELES.
BAUDELES.
¿Qué os dijo el Alcaide hoy?
Yo tengo bien perdida
la
ZELORA.
Por un celo en que me quemo:
Que os he parecido bien.
Mira que fío de ti BAUDELES.
Lo que nunca osé de mí. Es eso tanta verdad,
GOMEL.
Que no habrá comparación
¿Vienes á hablalla ?
BAUDELES.
Que iguale á mi voluntad.
A eso vengo;
Buena lengua y armas tengo. edición de Valencia, 1605. En la de
(1) Así en la
GOMEL. Milán, 1619, dice:
Vé, que yo te aguardo aquí. Que no somos enemigo?.
BAUDELES.
La primera lección hace mejor sentido.
Habla á tu padre.
(2) En la edición de Valencia:
GOMEL.
Hábleme él. Que no me s'.enta recelo.
EL HIJO DE REDUAN. 115

ZBLORA. Y ya me tiene enfadado


Pues ¿qué es vuestra pretensión? Con su melindre y enfado.
BAUDELES. ZELORA.
Gozar de vuestra beldad. También seré yo enfadosa:
ZELORA. ¿La Reina tienes en menos
Cuando yo no me fiara Que á mí?
De vuestro mucho valor, BAUDELES.
Que sé que no me engañara, ¿Por qué no, si eres
Conociera vuestro amor Hija de padres tan buenos?
En una furia tan clara. ALZIRA.
Y aunque debo obedeceros, ¡Ay, desdichadas mujeres!
Quiero desde luego haceros jAh hombres, de engaños llenos!
Vuestro deseo imposible. BAUDELES.
BAUDELES. 1
¿No sabes tú que yo puedo
Yo sé que lo hará posible Dejar y tomar mujer?
La gran fuerza del quereros. ZELORA.
ZELOKA. Deso mismo tengo miedo,
Yo sé que vos miraréis Porque en su desgracia quedo
Lo que al Alcaide, mi padre, Cuando quede en tu poder.
Y á mis hermanos debéis, BÁLDELES.
Y que distes (1) á mi madre ¿En desgracia? ¿De qué suerte?
Del bien que hacerme podéis. ZELORA.
Yo espero salir honrada, Que procurará mi muerte
Casada y bien empleada Viendo que su daño soy.
De vuestra casa Real, BAUDELES.
Y no con infamia tal ¿Muerte? Palabra te doy
Desterrada de Granada. De matarla.
Que en lo demás, sabe Dios ZELORA.
Lo que yo os quisiera á vos ¿Cómo?
Como igualaros pudiera, BAUDELES.
Y este amor honesto fuera Advierte.
Para casarnos los dos. Ella está enferma.
BAUDELES. ZELORA.
Muchos días ha, Zelora, Es verdad.
Que yo aborrezco á la Reina; BAUDELES.
Que aunque lo descubro agora, Y agora queda en la cama,
Aquesa belleza reina Y aunque poca enfermedad,
En alma que te adora.
el Luego á su médico llama,
Con mis ojos la escogí, Pues aqueste
Como agora hago de ti, ALZIRA.
Que no es de mejor linaje; ¿Hay tal maldad?
Que de mi abuelo fué paje BAUDELES.
Tu padre, el alcaide Alí. Tendré yo hablado de suerte,
De suerte, que bien podré Que diga que está á la muerte,
Repudialla, y lo haré Y que una cierta bebida
Para casarme contigo. Será su remedio y vida,
ALZIRA. Y que dársela concierte;
Dile á todo que sí. Y verás cómo ejecuta
ZELORA. Su muerte y nuestro deseo
Digo Una dracma de cicuta.
Que estoy cierta de tu fe. ZELORA.
Pero tú no consideras Ya me parece que veo
Que, dejando á tu mujer, Cómo Granada se enluta.
Me dejarás cuando quieras Pero mira que has de darme,
Alguna dama querer. De que nunca has de dejarme,
BAUDELES. Esa palabra Real.
No más; en vano te alteras; BAUDELES.
Porque es mujer melindrosa, El día que hiciere tal,
Celosa de cualquier cosa, Venga un extraño á heredarme.
Déjame subir arriba,
(1) En la edición de Valencia debéis. Que te haré pleito homenaje
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
u6
Salen Arfilo, Jafer, Benalme y Fatimán.
Si en eso mi gloria estriba,
Que seas mientras yo viva ARFILO.
Cabeza de tu linaje;
que antes de dos días,
Ya no es envidia, mas vergüenza grande
Y
que tú porfías La que me obliga á desear su muerte,
La Reina
Viendo que á tal locura se desmande;
Que después te ha de dar guerra,
frente la tierra.
Que más por dicha que por brazo fuerte
Cubra su
ZELORA. Se escapa de peligros semejantes,
Pues sube.
Y el Rey se los celebra de tal suerte.
ALZ1RA. Venga la industria, porque sean bastantes
Mucho te fías. Sus brazos fieros á este monstruo fiero,
ZELORA. Tigre cruel, enano de gigantes;
Calla, que no importa.
Que ya no hay en Granada caballero
ALZIRA. Que no se ofrezca con su hacienda y vida,
Aguarda; Y entre su sangre quiera ver su acero.
JAFER.
Que yo haré que esté contigo.
El lobo astuto, al pie de la guarida,
Aunque el temor me acobarda
Armado el lazo, queda preso y muerto,
Y pensará que es conmigo,
Y la tigre cruel, del cuello asida.
Será una empresa gallarda.
ZELORA. Así, llegando á efecto algún concierto

Pues éntrate en mi aposento. Oue entre los cuatro nos parezca sano,
ALZIRA. Lo quedará si puedo este Roberto;
cama Que lo que dicen del cruel romano
A tu propia voy.
Agora se ve en este granadino,
REDUÁN.
Morisco vil, genízaro cristiano.
¿Cómo vienes?
BENALME.
BAUDELES.
Desde Poniente al postrer polo austrino
el
Muy contento;
No he sido rey hasta hoy No creo que hay tan bárbaros salvajes,
Que reina mi pensamiento. Ni en esta tierra extraño peregrino.
REDUÁN. No se sepa, Jafer, de los linajes
¿Qué te ha dicho? Que fueron casi reyes desta tierra,
Llamados los famosos Bencerrajes.
BAUDELES.
Á abrirme ha ido A éstos hizo siempre dura guerra
GOMEL. Una envidia mortal, que de los hombres
La blanda paz y la amistad destierra.
No poco dichoso has sido;
Después de haber ganado mil renombres
Pero merécelo el Rey.
BAUDELES. En guerra y paz, y haber subido al cielo
El amor no tiene ley. Su patria cara y sus hidalgos nombres,
REDUÁN. Un cierto moro, falso y de mal celo,
¡Por Alá; que soy perdido!
Le dijo al Rey que el más galán andaba
BAUDELES. Con la Reina, llamado Moraycelo.
Demos vuelta hacia el terrero; Fué de suerte su industria, que no acaba
Hoy de llorar Granada su tragedia,
Que he de entrar por el verjel.
REDUÁN. Pues con su sangre sus peñascos lava.
Triste, ¿qué remedio espero? Y si esta misma industria nos remedia,
BAUDELES. Yo fío que Gomel no quede vivo,
A la puerta, tú y Gomel Ó de toda su casa, parte ó media.
ARFILO.
Me aguardaréis.
me apercibo,
REDUÁN. A decillo á Baudeles
(i).
Que este villano con la Reina trata
¡Rabio, muero!
BENALME.
Una cólera me toma,
Será sagaz y peregrino hecho,
Que es muy poco que me coma
Las piedras. Y digno dése ingenio, y que del todo
GOMEL. Fatimán asegura nuestro pecho;
¿No vamos? Y como tú lo hagas dése modo,
Todos seremos, cual verás, testigos.
REDUÁN.
Vete:
Qué, ¿aún he de ser alcahuete?
¡Oh, reniego de Mahomal (i) Seguramente faltan versos:
por lo menos el úl-
terceto que deb.a
timo verlo de este terceto, y otro
Vanse. seguirle.
EL HIJO DE REDUÁN. i;

ARFILO. De más valor, ni que me dé esperanza,

Veréis cómo lo trazo y acomodo. premio de reinar le galardona,


Si el
EATlMÁN. Como su espada, brazo, pecho y lanza.
Parientes somos y fieles amigos, ZELORA.
más estrecho á amigos tales, Helo do viene el fuerte granadino.
El lazo
Cuanto á Gomel le somos enemigos;
Si con la industria que pretendes sales,
Entra Gomel.

Jamás nuestra amistad será deshecha.


ARFILO. COMLL.
Todos sois caballeros principales, No hay en el ancho mundo ya cristiano
Y de ninguna parte habrá sospecha Con más razón de tu corona diño.
Que descubra el secreto que tratamos ¡Oh flacas flechas del amor tirano,

Con tantos brazos de amistad deshecha. Que ha respetado el mundo y teme el cielo!

¿Cómo salís tan flojas de mi mano?


Salen la Reina y Zelora. Convirtióse mi pecho de agua en hielo,
Como cristal que al sol no se derrite,

ZELORA. Contra gracia y perfección del suelo.


la

¿Que, en fin, gozó de ti sin conocerte? De ver al Rey contento, no hay quien quite
ALZIRA. De la cabeza á aquel mi padre necio
A todo dio lugar la noche obscura, Que muerte procure y solicite.
la

Por el amor, que ciega de tal suerte, Y yo hago de todas tal desprecio,
Que no ha caído el triste en su locura. Que si ¡Bueno, por Dios! La Reina estaba
Matarme prometió con falso intento Oyendo de mi amor el poco precio.
Por medio del doctor que á mí me cura; ALZIRA.
Pero saldrále en vano el pensamiento, Atenta tus blasones escuchaba.
Que yo se la daré sin que hoy me pase. Qué, ¿no sabes de amor?
ZELORA. GOMEL.
¡Calla, por Dios! ¡Qué extraño atrevimiento! No soy tan fiero,
ALZIRA. Aunque es verdad que en su desprecio hablaba.
Yo
buscaré una espada que traspase ALZIRA.
Su duro corazón, que de otra suerte, Pues ¿cómo le maltratas?
Hace el dolor que el corazón se abrase. GOMEL.
ZELORA. Porque quiero
Pues ¿cómo es eso? ¿Tú dalle has la muerte? Á una villana, pero tibiamente,
ALZIRA. Y más agora, siendo caballero.
Buscaré un moro, á quien daré mi vida: Yo sé que si sujeto conveniente
¿Cuál te parece más gallardo y fuerte? Hallase de mi gusto, yo amaría;
ZELORA. Y amando, fuese temerariamente.
¿Determinada estás? ALZIRA.
ALZIRA. ¿Qué sujeto esperas que podría
Y aborrecida. Ser á tu gusto?
Hoyde aqueste tirano he de vengarme, GOMEL.
Aunque á la muerte quede yo ofrecida. El que tan alto fuese
Ya pasó la ocasión de aconsejarme; Cuanto del suelo el cielo se desvía.
Ten lástima de mí, querida amiga. ALZIRA.
ZELORA. Si una reina te amase y te quisiese

Cánsate, Reina, ya, de lastimarme. ¿Sería igual á tu merecimiento?


¡Muera el tirano, muera, pues te obliga GOMEL.
Á que le mates! Tal, que apenas el suyo mereciese.
ALZIRA. ALZIRA.
¿Quién dará la espada? ¿Deseas con tan alto pensamiento,
ZELORA. Según eres bizarro y arrogante,
No qué moro más leal te diga,
sé Verte reinar en el sublime asiento?

Ni sé cómo te puedas en Granada GOMEL.


Fiar de hombre más robusto y fiero, Decondición he sido semejante,
De fuerte brazo y condición airada, Que, aun siendo pastorcillo, entre otros ta'.cs,
Como deste Gomel, de quien espero Para que más mi natural te espante,
Que como le prometas la corona, Haciendo de un bastón insignias reales,
El reino abrasara, como otro Ñero. Y de pellejos púrpura preciosa,
AL/IRA. Caballero en humildes animales.
Dices muy bien; que no hay aquí persona Me hacía rey, y la canalla ociosa,
u8 ODRAS DE LOPE DE VBGA.

Que en hombros me llevase algunas veces. Señor de aquesta vida.

ALZIRA.
GOMEL.
¡Bravo caso!
Y ¿por reinar harías cualquier cosa?
ALZIRA.
GOMEL.
Sospechosa, señora, me pareces. Sólo por adorarte me desamo.
ALZIRA. Ha dado una sentencia rigurosa
Contra tu vida, luego que yo muera,
Antes estoy hablando por tu gusto,
Si acaso al mío tu persona ofreces;
Que es una eterna cárcel temerosa.
~ de manera
Si tú quieres, Gomel, haz
Que ese valor, Gomel, me viene al justo mi vida
Para emprender una famosa hazaña: Que vivamos los dos, y que
Dame los brazos, capitán robusto. Tenga el remedio que de ti se espera;
GOMEL. Que no es razón que sea mi homicida,
Por sólo que conozco lo que vales.
Reina, jamás pasó de África á España
GOMEL.
Moro de más valor, y aun yo sospecho
Que ni te burlas, ni tu fe te engaña. ¿Eso intenta? No más tu llanto impida;
Que Rey que ha dado dos sentencias tales
No llores tiernamente, que has deshecho
Hoy morirá con tan violenta muerte,
Gran parte de tu justa confianza,
Que pise del infierno los umbrales.
En no tener asegurado el pecho.
ALZIRA.
Nunca se ve del cielo la mudanza
Dame esos brazos y esa mano fuerte;
Si en ocasión legítima se mira,
En que rigió cayado, hoy fuerte lanza. Que tuya soy, y tuya mi corona.
GOMEL.
Dime á la empresa y pretensión que aspiras,
¡Que el fiero Rey me trate de tal suerte!

¿Desta manera el perro galardona


Dime, hermosa Reina, en qué consiste,
Servicio de mi padre? Mas ¿qué pienso?
Y enjuga el bello rostro, hermoso y tierno.
¡Si el cielo mis deseos perfecciona!
Cuyo sol, con ese agua obscureciste;
Que si fuese bajar al hondo infierno, A rey aspiro con valor inmenso;
Cosa que vivo no se le permite,
al
Rey he de ser, no sólo de Granada,
Mas de la tierra donde nace incienso.
A Radamonte quitaré el gobierno (2).
¿Qué vida quieres que del mundo quite? ¿Qué principio más noble que la espada
¿Qué naves que navegue? ¿Qué montañas? Puede tener un rey, casa ó linaje?
La guerra sola es en el mundo honrada.
¿Qué pecho que enternezca ó solicite?
ALZIRA.
¿Qué fieras que te rinda más extrañas?
¿Qué la sierpe de Arcides? ¿Qué tesoro? Luego, mi bien, que de la cuadra baje,
¿Qué desafío en plazas, en campañas? Le atraviesa aquel pecho fementido.
GOMEL.
¿Qué vellocino? ¿Qué manzanas de oro?
¡Por Mahoma, que rabio de coraje!
¿Qué dragón de Medea que te mate?
ALZIRA.
ALZIRA.
Otro su igual. En viendo el pecho ya de muerte herido,
GOMEL. Di á voces ¡Viva Alzira! ¡Gomel viva!
¿Cuál es, Alzira? Que un escuadrón te espera prevenido.
~
ALZIRA. Luego haré que Granada te reciba
Un moro. Por su rey y señor, no poco ufana,
GOMEL. Pues con este tirano fué cautiva.
GOMEL.
¡Moro! ¡Pesia Mahoma! Y ¿es combate,
Déjamehacer; que no ha de haber mañana
Ó que caiga de súbito ese perro?
ALZIRA. Cosa con cosa en este reino todo:
Oye, si quieres que verdad te trate. Monte haré la ciudad, la sierra llana.
GOMEL. Soy de la parte de mi madre godo,
Y lo demás es conocido yerro. Y de mi padre, bárbaro africano,
ALZIRA. Y á los pasos de Atila me acomodo.
El Rey ha conocido que te amo Ha de regir el mundo aquesta mano,
Y entre cristiano y moro ver el mundo
Y que en el alma tu retrato encierro. de Alejandro Magno,
GOMEL. Nuevas reliquias

Pues ¿ámasme tú á mí? Primero en años, y en valor segundo.


ALZIRA.
ALZIRA.
Sólo te llamo El Rey baja: adiós.
GOMEL.
Adiós.
ALZIRA.
(1) Faltan versos.
Probablemente Lope escribiría Redamante. Zelora, quédate ahí.
(a)
BL HIJO DE REDUÁN. 1 ij

Entran el Rey y Reduán.


.Padre!
BAUDELES. ÁN.

Confío, Alcaide, de ti ¿Qué haces, di?

Lo que pasamos los dos; GOMEL.


Y en efecto te declaro |Por mi fe, que sois discreto:

Que la Reina ha de morir; Queríame el Rey matar


No te quiero persuadir. Y gánele por la mano.
COME!.. REDUÁN.
¿En qué piensas, qué reparo? ¡Oh traidor!
REDl'ÁN. GOMEL.
Aquí está sola Zelora. Ya
es, padre, en vano

BAUDELES. El quererlo remediar.


¿Es posible tanto bien? Sientan al Rey en una billa.
Esos brazos se le den
Al esclavo que te adora. REDUÁN.
¿Cómo has estado, mi vida, ¡Que era tu padre, y no yo!
Desde ayer que te dejé? BAUDELES.
ZELORA. Reduán, ¿quién me mató?
Mi pensamiento dejé REDUÁN.
Y mi castidad perdida; Gomel, tu hijo.
Que sé que no has de cumplir BAUDELES.
La palabra que me has dado. ¡Ay de mí! (i).

BAUDELES. Hijo, ¿qué causa te he dado


Hoy, como tengo jurado, Para matarme?
Mi mujer ha de morir. COMF.L.

GOMEL. ¿Qué es esto?

¡Por Alá, que está diciendo ¿Yo hijo?

Que ha de morir su mujer! ZELORA.


BAUDELES. Da voces presto.

Y que reina te he de hacer GOMEL.


Del alma y reino muriendo; Espera, que estoy turbado.
Que es muy diferente ya REDUÁN.
Tu gusto, Zelora hermosa, ¡Ah, Gomel, qué mal lo has hecho!
Y el de la Reina enfadosa. GOMEL.
ZELORA. ¿No sois vos mi padre?
Todo es uno, ¡por Alá! REDUÁN.
BAUDELES. No;
Tan diferente es la gloria Que padre que te engendró,
el

Que contigo recibí, Hoy le has traspasado el pecho.

Que en nombrar la Reina aquí ZELORA.


Aun me ofende la memoria. ¿Hijo suyo? ¡Estoy helada!
Morirá sin falta alguna; GOMEL.
Que hoy he un agüero
visto ¿Hijo suyo? Decid cómo;
Del bien que en gozarte espero Que pondré en el suelo el pomo
Y de su mala fortuna. Y me arrojaré en la espada.
GOMEL. REDUÁN.
Gran deseo de reinar Porque la Reina cruel
Me da voces en el pecho; No te matase, celosa
Matar al Rey no es bien hecho; De aquella cautiva hermosa,
Mas no lo puedo excusar. No te lo he dicho, Gomel,
La primera piedra es Ni lo sabe hombre nacido.
Del edificio que hago, ZELORA.
Sobre quien un grande estrago ¡Cerca de la muerte estoy!
Tengo de fundar después. A avisar la Reina voy
Ya lo ejecuto en efeto. Del negocio sucedido.
|Muera el Rey! COMEL.
BAUDELES. ¡Oh padre del alma mía,
¡Ay, ay de mil Cuya sangre he derramado!
AS.
jGomol! (i) Falta el primer verso á esta redondilla.
120 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

¿Por qué el cielo me ha dejado Será aquesta la primera


De sus manos este día? Que ha de infamar mis victorias.
Si fuerza alguna tenéis, Ya, ¿qué puedo hacer que cuadre
Tomad esta propia daga, A ganar fama, ó reinar,
Porque en parte satisfaga El que se enseñó á matar
La muerte que padecéis; En la sangre de su padre?
Tomad, traspasadme el pecho. Del primer hecho en la guerra
BAUDELES. Hace el hidalgo varón
Faltaré para matarte, Sus armas y su blasón,
Pero no para abrazarte Honra su linaje y tierra.
En el punto más estrecho; ¡Mirad qué primero hecho,
Bien sé que te han engañado. Armas y blasón mortal:
GOMEL. Un hijo con un puñal,
Si agora me dais la muerte, Que pasa á su padre el pecho!
Sabré un tiempo de qué suerte no me doy la muerte
Si aquí
Vida y muerte me habéis dado. Es porque quiero vengarte
La Reina cruel me dijo De quien me obligó á matarte,
Que queríades matarme. Y me engañó desta suerte.
BAUDELES. Queda en paz.
Antes siempre pensé honrarme BAUDELES.
Como de tan fuerte hijo. Gomel, Gomel,
GOMEL. Dame primero un abrazo.
Y que era por ocasión GOMEL.
De que en Granada decían ¿Cómo ha de abrazarte el brazo
Que nuestros gustos tenían Que te dio muerte cruel?
Una misma (i) pretensión; Que no es posible que acierte
Y que si yo te mataba, A darte, padre y señor,
Con ella me casaría, Un abrazo con amor
Y de Granada tendría El que te le dio con muerte.
La corona que esperaba; Vase.
Y que con pecho inhumano
Hoy me habías de dar muerte: BAUDELES.
Incitado de tal suerte, Gomel, oye.
Puse en tu sangre la mano. REDUÁN.
REDUÁN. Ya se fué;
Sin duda, Rey, que ha sabido Temiendo su estrago quedo.
De Zelora el mal suceso. BAUDELES.
BAUDELES. De mi gente tengo miedo
Bien se ha visto, y que por eso Si envuelto en sangre me ve;

Mi muerte habrá pretendido. Porque si el caso no sabe,


¡Oh hijo! ¿Quién te engañóf Sin duda le matarán.
Celos son, celos lo han hecho. REDUÁN.
GOMEL. Sólo deseando están
Pues traspasa luego el pecho Que esta su arrogancia acabe.
Que, aunque inocente, pecó; Entran Jafer, Benalrae, Arfilo y Fatimán.
Y cuando de bravo y fuerte
Gané fama esclarecida, FATIMÁN.
Será mancha de mi vida ¡Muerto es Rey! ¿Quién dicen que lo ha
el
benalme. [muerto?
Haberte dado la muerte.
La espada que me ceñiste, Por el palacio aquella voz se esparce;
Esa misma te mató, No se suena otra cosa en el Alhambra;
Ésa la muerte te dio, Algunos dicen que Gomel lo ha hecho.
REDUÁN.
A quien tú la vida diste.
matar mi padre aquí
Si Aquí está nuestro Rey vivo y herido.
Dicen los moros de España FATIM \N.
Que es la primera hazaña, ¡Oh famoso Baudeles! ¿Qué es aquesto?
jafer.
¿Que dirá el mundo de mí?
Pues cuando gane las glorias ¿Quién te ha muerto, señor?
Que de un hombre fuerte espera, ARFILO.
¿Cuál enemigo

(i) En lá edición de Valencia una incierta. En tu sangre Real la mano ha puesto?


-

L HIJO DE REDUÁN. 121

BADDELES. ALBOYN.
Amigos, sosegaos. Es un demonio
BENAI.ME. Cercado de las furias del infierno.

Pues ¿cómo quieres REDL'ÁN.

Que con tu muerte pueda haber sosiego? ¿Adonde bueno, hidalgos?


BÁLDELES. FATIM \N.
La Reina, sospechando que quería Dado habernos
Hacer otro segundo casamiento En peligro mayor que el que dejamos.
Y despreciar el suyo y sus dos hijos, ALBOYN.
Llamó a Gomel, y con celosa rabia Fuerte Alcaide, yo creo que, pues tienes
Le dio á entender que yo quería matalle Tan buen entendimiento y valor tanto,
Y que me
diese muerte, y le daría Tendrás por bien que en cuanto se sosiegue
Su persona y el cetro deste imperio. La furia de Gomel, á nuestras casas
No sabiendo Gomel que era mi hijo Llevemos estas moras, porque vivan
(Y y no cual todos piensan
al fin lo es, Seguras nuestras honras y sus vidas;
Que es Reduán
su padre verdadero), Que con ellas, en fin, casados somos.
Por librarse del daño que temía, REDUÁN.
Y, codicioso de reinar, me ha muerto, ¿Casados? ¿Cómo?
í.l ha llorado ya su triste engaño,
FATIMÁN.
Y es hijo á quien amé toda mi vida, Las palabras bastan.
Y de valor, sin duda, para dalle REDUÁN.
De aqueste reino, y aun del mundo, el cetro. ¡Fuera cobarde, que el Alhambra tiene
Yo os pido por la fuerza que en sí tienen Alcaide y Rey á quien tener respeto!
Las últimas palabras, que ninguno FATIMÁN.
Le niegue la corona y obediencia, ¡Otro Gomel tenemos! ¡Huye, huye!
Porque descanse el alma, que ya parte. REDUÁN.
F A TIMAN. ¿No te bastaba, di, Zelora infame,
Murió, sin duda. Haber sido la causa de la muerte
REDU \\\ De nuestro Rey, sino que, muerto, quieras
|Ah, Reyl ¡Ah, señor mío! Dar muerte á los que viven por amarte?
No hay que llamar; llamó la dura muerte ¿Adonde ibas tan furiosa y libre
Á las puertas del alma, que es la vida. ¿No sabré yo mejor guardar tu vida
JAFER. Que no aquel abatido medio alarbe?
Llevémosle á su cuadra, si os parece, ZELORA.
Y dése cuenta á la nobleza toda Engañado te tiene, Alcaide fuerte,
De lo que el Rey cuando murió nos dijo. El Rey, que aquí también murió engañado,
ARFILO. Sino de su mujer, que en mi aposento
¡Ay, desdichado Rey, qué fin tuvieron Estuvo con el Rey aquella noche;
Tus singulares hechos victoriosos! Y como supo de su propia boca
Que quería dejalle y dar la muerte,
Llévenle los cuatro moros, y queda solo Reduán.
Procuró con Gomel lo que hoy has visto.
REDUÁN. REDUÁN.
Aunque me esfuerzo á sentimiento y pena, Qué, ¿eso es verdad?
Tal me tiene el amor de aquella ingrata, ZELORA.
Que apenas he podido entristecerme; Pregúntalo á la Reina,
Antes siento en el alma una alegría De quien también Lizara fué testigo.
Que antiguo dolor destierra della,
el LIZARA.
Fuera de que, reinando Gomel, quedo Verdad es, Reduán, este suceso;
Tan rey como él y tan señor de todo. Que yo propia lo he visto por mis ojos.

Grande alboroto suena. REDUÁN.


Pues si es así, confíame tu vida;
Entran Lizara, Zelora, Fatimán y Alboyn, que se Que bien la guardará quien te dio el alma.
las lleva.
LIZARA.
LIZARA. La Reina oigo dar voces: ¿si la matan:
vuestras En manos REM
Están agora, amigos, nuestras vidas. Bien merece morir.
FATIMÁN. LIZARA.
Como una vez salgamos de palacio, ¡Muera la ingrata!

No temáis á Gomel ni á todo el mundo.


ZELORA. Entra la Reina con dos hijos delante, y Gome! detrás
¡Qué bravo estrago hace! con una espada desnuda.
12: OBRAS DE LOrE DE VEGA.

ALZIRA. NIÑO.
Madre, libertad le pida.
Qué, ¿estos niños no te mueven,
ALZIRA.
Tirano moro, á piedad?
GOMEL. En tus manos va mi vida.
muerte aprueben, ZELORA.
Yo sé que tu
Cuando llegaren á edad, Y la mía.
LIZARA.
Si ellos fueren quien ser deben.
REDUÁN. Y la de todas.
Detente, espera, Gomel.
GOMEL. Vanse, y quüdase Gomel.

¿Puede dejar de morir?


REDUÁN. GOMEL.
No. Los consejos del más viejo
GOMEL. Quitan guerra y ponen paz,
Pues ¿qué quieres decir? De razón y de consejo,
REDUÁN. Y así, con causa eficaz,

Que no sea muerte cruel. De castigarla ahora dejo.


ALZ1RA. Ser su mal de tanto exceso
Hijos, rogádselo vos Da voces á la razón;
Poique no quedéis sin madre. Pero bien está en prisión
GOMEL. Hasta el fin de mi suceso.
Ella os mató vuestro padre; Que el pueblo, ya sosegado,
Quejaos al cielo los dos. Tomará del caso enmienda,
NIÑO. Cuando mi razón entienda
Ya que el padre nos faltó, Y la sinrazón que ha usado.
Quedaremos satisfechos
Entra Jafer.
Si nos quedan estos pechos
Y el valor que nos crió. i
JAFER.
¿Adonde habernos de ir,
¿En qué ha de parar, Alá,
Ó quién nos ha de acoger?
GOMEL. Tanto alboroto y malicia?
Ni me habéis de enternecer: No hay derecho, no hay justicia,
[Vive Dios, que heis de morir! Porque en la tierra no está.
REDUÁN. Rompiendo van y robando
Lo que yo, Gomel, hiciera, Todo el palacio.
GOMEL.
Fuera en aquesta ocasión
Detente:
Poner éstos en prisión
Hasta que el reino tuviera; ¿Dónde huyes?
JAFER.
Y después de coronado,
Ejecutar, como Rey,
De la gente
Lo que mandare la ley Que te viene amenazando;
~
Y el granadino Senado. Que aunque saben que eres Rey,
GOMEL. Y que el Rey lo quiso así,
Quiero tomar tu consejo: Dicen que en matarle allí
Á una torre los tres lleva; Rompiste la misma ley;
Á ti la vida te deba, Y de dos hijos que son
Que ya en tus manos la dejo. Legítimos de la Reina,
Y
quítame de delante El mayor dicen que reina.
También esas dos mujeres. GOMEL.
ALZIRA. Errada fué la prisión;
Eres noble, al fin Rey eres; Que mejor fuera matallos.
JAFER.
El mundo tus hechos cante.
Quisiera besar tus pies, Que huyas te aconsejo;
te

Pero tengo á tus pies miedo. Que á toda Granada dejo


REDUÁN. Llena de armas y caballos,
Quédate aquí. Y en el Alhambra mil moros
GOMEL. Ofendidos de tu injuria,
Aquí me quedo. Que roban á toda furia
REDUÁN. Ropas, joyas y tesoros;
Venid conmigo los tres. Y de manera han rompido
¡Qué bien todo lo acomodas! Cuantas puertas han hallado,
;

EL HIJO DE REDl'AN. 123

Que á leonera han bajado


la Que no es temerario intento,
Y un gran león desasido, Pues que sobre tal cimiento
El cual por palacio hace Los pies de mi imperio fundo!
Un estrago tan cruel, Si el magnánimo león
Que no halla moro en él Significa fortaleza,
Que no le rompa y deshace. Ved los pies y la cabeza
¡Santo Alá, vesle do viene! De qué fortaleza son.
Si el león es lo más fuerte
Entra el león; huye Jafer. Y yo soy más fuerte que él,
¿Por qué ha de temer Gomel
1
COMEL. Fortuna, envidia ni muerte.
No me espanto de leones. Sueño me ha dado; agora veo
JAFER. Mi temeraria arrogancia,
¡Huye! Pues que tan poca distancia
COMEL. Del morir al vivir veo.
¿Á mirarme te pones? ¡Cuando vienen á matarme
Extraña presencia tiene: Me estoy durmiendo! Qué digo? ;

Éste, con sola la daga Haced oficio de amigo:


Y el capellar en el brazo, ¡Hola, que habéis de guardarme!
Llevará de mí un abrazo ¡Oh sueño, que puedas tanto!
Que mal provecho le haga;
Pero ¿cómo no me emprende, Entran Jafer, Benalme, Arfilo, Eatimán y Alboyn
Y tocándome me tira, con espadas desnudas.
No asalta, ni se retira,
No me busca, ni me ofender JAFER.
¿Qué es esto, bestia cruel, Pues que no ha salido afuera,
Cómo no has arremetido? Aquí estará.
Sin duda que ha conocido TODOS.
Que soy león como él. ¡Muera, muera!
con quien yo tuve
¿Si es éste BENALME.
Desde muchacho amistad ¡
Santo Ata I

En aquella soledad FATIMÁN.


De montes donde anduve?
los ¡Mahoma santo!
Sin duda; ya le conozco;
No es posible que me ofenda Retíransc unos detrás de otros de miedo del león.
Quiero llegar, porque entienda
Que su amistad reconozco. FATIMÁN.
¡Oh, buen amigo! ¿Qué hay.' Teneos; ninguno huya.
¿Cómo va? ¿Qué es menester? ALBOYN.
¡Por Dios, que es cosa de ver Que es infamia y cobardía.
El regocijo que tray! JAFER.
Dame uno y mil abrazos; Aquesa gran valentía,
Que no eres tú mal amigo Deste invencible se arguya.
Para el conflicto enemigo ARFILO.
Que quiere hacerme pedazos. ¿Hay espectáculo igual?
Gran agüero de reinar JAFER.
lia sido aqueste león. ¿No es bueno que está durmiendo
¡Oh, qué extraña confusión! En la mitad del estruendo
Quiero a Alejandro imitar; De su peligro mortal?
Sentaréme en esta silla BENALME.
Y sobre él pondré mis pies. Tal guardia tiene á los pies.
JAFER.
Siéntase, y póngase el león debajo de los pies. Yo no llegaré á matalle.
FATIMÁN.
De la industria humana es ¡Bravo rostro!
Ésta una gran maravilla. JAFFR.
¿Quién me verá desta suerte, ¡Bravo talle!

Que no se admire y espante? ALBOYN.


¡Por Alá, que soy bastante Digno del imperio es.
A vencer la misma muerte ARFILO.
Y hacer temblar el profundo; . Adunde podréis hallar
124 OURAS DE LOPE DE VEGA.

Que defienden tu persona.


Rey como éste á toda ley,
GOMEL.
É hijo de vuestro Rey,
á quien él quiso heredar?
Dame, Reduán, los brazos,
Y Que no serán menester:
¡Qué hombre más valeroso
¡Grande ha sido tu poder!
Ni más valiente soldado,
REDUÁN.
Domador, y no domado,
Envidiado, y no envidioso! Y dichosos tus abrazos.
Caballeros granadinos, Ya quedan en la prisión
Vayan las envidias fuera; Tus enemigos.
GOMEL.
No muera Gomel. Bien haces;
TODOS.
No muera. Que importa el sosiego y paces
ARFILO. De mi reino y pretensión;
Sois de fama eterna dinos.
Que ya aquestos caballeros
¡Viva Gomel, Gomel viva! Por Rey me han obedecido.
TODOS.
REDUÁN.

Viva, viva!
Hante obligado y servido.
I

GOMEL. GOMEL.
¿Qué es aquesto? Los dos hago consejeros,

TODOS. Y á los otros dos les doy


Ten el león, tenle presto.
Las tenencias de Alhajara,
GOMEL. Y á ti de Alhama la vara,
Porque obligado te estoy;
¡Hola, á mis pies te derriba!
TODOS. Y á vosotros los castillos

¡Viva Gomel! De Guadix y Murabel


FATIMÁN.
GOMEL.
¿Esto es sueño, Vivas mil años Gomel,
,

Si tantos puedes vivillos.


Ó por ventura es verdad?
GOMEL.
FATIMÁN.
Hoy serás desta ciudad Y á ti, que amor paternal
Seguro y dichoso dueño
-
.
Te tuve, por más honor,
Hago mi Alguacil mayor
Déjanos besar tus manos;
Que por Rey te obedecemos. Y Capitán general.
JAFER.
GOMEL.
Ponte esta insigne corona
¿Qué dices?
ARFILO Y ponte el cetro en la mano,
Rey te hacemos, Por más fuerte que el Tebano
Gloria y señor de africanos.
Que el mundo á voces pregona;
FATIMÁN. Y subamos á caballo,
Porque en Granada entraremos;
Traed el cetro y corona.
JAFER. Que á buen tiempo llegaremos.
GOMEL.
Aquí viene Reduán.
Eres mi fiel vasallo:
Entra Reduán. Ven conmigo, Reduán,
Que désta, tuya es la media.
reduán. Aquí acaba la comedia
Del Hijo de Reduán.
Y mil que á la puerta están
PEDRO CARBONERO
y

PEDRO CARBONERO
COMEDIA FAMOSA
DE

LOPE DE VEGA CARPIÓ


DIRIGIDA AL FLORIDO INGENIO

DE

D. Diego Félix Quijada y Riquelme.

Después que vi los ochenta sonetos, que Vm. llama Soliadas, propiedades del Sol, efectos y

fábulas aplicadas d la hermosura de Finclda, creció mi deseo de su conocimiento, y la idea, que


mi imaginación de los rayos de
por sus cartas había fabricado con más noble pintura, ilustró
Exento. Sr. Duque de Alcalá,
su ingenio. Escribióme Juan Antonio de Ibarra, Secretario del
en todas las ocasiones
cuan acepto era Vm. en esa insigne ciudad, de sus teólogos y filósofos ,

veintitrés años de edades cosa


que se ofrecían, y cómo estaba opuesto á sus cátedras, que en
habían soli-
maravillosa, y aunque fuera crédito para otros muchos, no aumentó al mío lo que
el cuidado con la hermosura:
citado los versos, donde la dulzura compite con la erudición, y
Bartolomeo Escala: «Solet
aquí no entra amor con su apasionado juicio, ni aquellas palabras de
excusare, et muñiré.»
amor mutuus, etiam qux minus firma posita sint, ut quandoque accidit,
que á lo escolástico, hay
Hallo cu Vm. un ingenio asentado, que para hablar más á lo cortesano
de los legos, de los
ingenios en pie, de rodillas y en éxtasis, que aquí no trato de los ridículos,
censurantes, de los malcontentos, de los envidiosos y de los alocados.
Hay ingenios nomit
fila-
de ataracea , y de remedios de argentería . y de oropel, duros, ruidosos y brillantes

teros me consumen, verbi gratia, el que me reprendía que había dicho emperadora, muy vano de

que él sabe que se habí: de decir emperatriz: es disparate, poique en Castilla no hay tal
y
como se ve por ha latinizado con aspereza lo que tune
ejemplo, sino que la curiosa bachillería
embajadora ¡lamen emba-
en su lengua con blandura: emperatriz ha dado causa para que á la
'" llamaremos canta-
jatriz y á la tutora de sus hijos tutriz de donde se sig
,
, ;

triz , y á la habladora hablatriz, yd este modo SexcentaUa. Las


,
siempre, fatigan mucho á los que siempre escriben, y si algo me debe mi lengua, no quiero yo

decirlo, si ella no lo dice. Vuelvo pues, d encarecer


,
el asiento de su ingenio de Vm. y la per-

fección con que desde aquí le miro lejos de tan bajas consideraciones, y remontado d la sustan-

i y utilidad de las cosas, porque le alabo y estimo. Dijo Pico Mirandulano d Her-

violao Bárbaro, tratando si eloquentia ct orationis ornatus an deceat philosophum, que vivía,

y pensaba vivir, non in scholis grammaticorum, et pedagogijs, sed in philosophorum coronis, in

conventibus sapientum, ubi non de matre Andromachaj, non de Niobes filijs, atque id genus

levibus nugis, sed de humanarum, divinarumque rerum rationibus agitur, et disputatur. Esto me
adrada mucho, si bien por otras opiniones no daña la elocuencia la historia, la fábula y el cono-

cimiento universal de las más esenciales letras, á lo menos desde que vi mal acepto tai libro de

un gran teólogo, por la falta del arte del escribir, aunque sustancial, sin elocuencia, y aquello

que llamaba Pedro Liñán los dulces engaños del entendimiento; que la invención hizo más
únicos á Homero y Virgilio, que lo que fueron célebres sus versos, pues mucha parte de los dos
ha hecho filosófica y moral la sagrada veneración de sus escoliastes. Daré con algunas obras
7)tías estos versos de Vm. á luz, para que hagan el efecto que la vela en la linterna, en la mitad

del libro; tan gustoso y tan admirado me siento de ellos, aunque para satisfacción del amor con
que los leo (que suele tener fuerza de fe) bastaba la aprobación de D. Juan de Arguijo, caballero

en todo rigor científico, y de integridad y costumbres dignas de mayor fortuna, si su filosofía


cristiana, con naturaleza de armiño, no la cerrara el paso. ¡Cuan diferente es el presente, que
d Vm. envío! mirando el título de su candido ingenio, y limpia nobleza, no se ha de juzgar por

el nombre de Pedro Carbonero, sino por el valor de la verdad de la historia y del que tuvo un
hombre andaluz de aquellas prendas, que para siempre le dedicó al bronce de la inmortalidad, y
yo lo mismo ahora con el de Vm., que á no ser esto así, satis profecto fuerat, como dijo Policiano,
vixisse unum diem quod tam foret imperfectum animal, ac posse etian inter infecta illa, quae

vo'centurephemera connumerari. Pero no pudieudo en esta ocasión cosas más dignas, ni dar
mayores alabanzas á quien tan bien las merece, tam deesse scias animo verba, quam rebus ani-
mus deest. Dios guarde á Vm., y le deje lograr tan felices años, los que yo le deseo. De Madrid,
14 de Mayo de 1620.
Capellán de Vm.,

Lope de Vega Carpió.


PEDRO CARBONERO
FIGURAS DE LA TRAGICOMEDIA

Rey.
130 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ANDRÉS.
ANDRÉS.
Con la espada. Muy bien.
FIDELIO.
FIDELIO.
¿Contra toda una ciudad? ¿Va alguno con él?

ANDRÉS. ANDRÉS.
También
Contra un mundo; aunque sospecho
si las cosas que ha hecho
Va con él su primo hermano,
Parecen temeridad, Que Alfonso tenía por nombre,
Con industria tan sutil Y ya se llama Tadeo;
Las intenta, y de tal modo, Y un morillo, que no creo
Que sale muy bien de todo. Que ha visto el mundo tal hombre,
FIDELIO. Es el que los ha enseñado
Temo que algún hombre vil La lengua; llámase Hamete.
De estos lugares, le venda, Éste en Granada los mete
Envidiando sus tesoros, Con tanta industria y cuidado,
Viendo que engañando moros Que en un año no han caído
Ha ganado tanta hacienda. En el hurón con que caza.
FIDELIO.
ANDRÉS.
No hará, porque es bien quisto; Pues moro, ¿por qué traza
el

Y un moro vende á un pobre,


si A ser su amigo ha venido?
ANDRÉS.
Se le fía, aunque no cobre,
Como alguna vez lo he visto; Cautivóle Pedro un día
Yse le da muy barato: Que iba una yegua á correr,
Presta dineros. Y aficionóse de ver
FIDELIO. Su talle y su valentía;
Qué, ¿tiene De suerte que, visto el modo
Tal condición? Con que los moros engaña,
ANDRÉS. A cuanto va le acompaña,
Cuando viene, Y es el que lo encubre todo;
Hace á todos franco plato. Toca su parte al primero,
Anda Pedro allá en las sierras Está rico y anda ufano,
Con su famosa cuadrilla, Aficionado al cristiano,
Tanto, que por maravilla No sé si diga al dinero.
FIDELIO.
Baja á las pobladas tierras;
Trata como capitán ¡Que á tanta llaneza vino!
ANDRÉS.
Su compañía gallarda;
Vino á esa llaneza Hamete,
Tiene su cuerpo de guarda,
En que dos ó tres están; Viniendo á ser alcahuete,
Porque por todos son doce, Por saberle bien el vino.
Tres más que los de la fama, Pero Pedro viene aquí
Con otros dos compañeros.
Á quien por devoción llama,
Y por los nombres conoce,
De los Apóstoles santos. Sale Pedro Carbonero, con montera y capote de dos
aldas, y ballesta al hombro, y con él Matías y Simón.
A mí por suerte me cupo
Andrés, y esta plaza ocupo.
FIDELIO.
PEDRO.
¡Plega que entre tantos
al cielo
¿Llevaba el moro
dineros?
MATÍAS.
No haya alguno que le venda!
ANDRÉS. No le hallamos un cequí.
SIMÓN.
No que estos días
lo temáis;
Cayó la suerte á un Matías, Aquí está Andrés.
ANDRÉS.
A quien su guarda encomienda, Este hidalgo
Y es de gran fidelidad.
FIDELIO. De Andújar te quiere hablar.
PEDRO.
¿Con qué industria va á Granada?
ANDRÉS. Hablarme puede y mandar
en emboscada Si puedo serville en algo.
Su cuadrilla,
FIDELIO.
Pone junto á la ciudad,

Y él va en hábito africano. Merced me podéis hacer


FIDELIO. Trayéndome de Granada
¿Habla la lengua? Una cautiva.
PELRO CARBONERO. '31

11 I-RO. LIDOMIO.
¿Es casada? señor Pedro aquí:
¿Está el

HO. PEDRO.
No, mas pensábalo ser. Yo soy; ¿qué quiere, buen viejo?
11 URO. LIDOMO.
¿Traéis memoria? Honor del mundo y espejo
FIDELIO. De la milicia, oye.
En la mía IEDRO.
Traigo bien toda la historia, Di.
Y en papel esta memoria LIDONIO.
Del suceso de aquel día. Yo soy de Jaén; tenía
Sólo un hijo, en quien miraba
Dale un papel y léele Pedro.
Estas canas; no guardaba
PEDRO. Como su vida la mía,
«Cautivaron en las huertas de Andújar, la Y
dejando mi obediencia,
mañana de Pascua de Espíritu Santo, el año Fué á Antequera, y cautivóle
pasado, en una celada de Muley Xarife, á Ró- Alí Rolan, y vendióle
sela; está en su poder y vive en la calle de los Al Rey, que por su presencia
Gómeles.» Y por ser gran cazador,
No hay orden que le rescate;
¿Qué me darás por Rósela Bien creerás que me combate
Si en Andújar te la doy? Para su remedio amor;
FIDELIO. Temo no se vuelva moro.
Lo que tengo y lo que soy, PEDRO.
Sea guerra ó sea cautela, ¿Traes memoria?
Si me la traes es tuyo. LIDONIO.
PEDRO. Este papel.
Cien ducados me darás.
FIDELIO. Sale una mujer.
¿No más?
PEDRO. MATÍAS.
Yo no quiero más. Bien puedes hablar con él.

FIDELIO. MUJER.
Tu nobleza, Pedro, arguyo. Ofreceréle un tesoro.
PEDRO.
Vete con Dios. Lee Pedro el papel de Lidonio.
FIDELIO.
El te guarde. PEDflO.
¿Quieres fianzas? «En los olivares de Antequera cautivaron
PEDRO. los moros de Alí Rolan á Francisco; vive en
¿De qué? el Alhambra del Rey en las huertas de Xene-
,

FIDELIO. ralife.»
Del dinero. ¿Sois pobre?
PEDRO. LIDONIO.
Que las dé Pues ¿no lo veis?
No quiero. PEDRO.
FIDELIO. Id con Dios.
No te acobarde LIDONIO.
El ver que no te las doy. ¿Veré mi hijo?
TEDRO. ANDRÉS.
Si te traigo la cautiva Tues ¿ya no veis lo que dijo?
Tú me pagarás. PEDRO.
FIDELIO. Digo que entrar le veréis
No viva Por vuestra casa contento,
Si tu cautivo no soy. V os llevará cien ducados.
PEDRO». LIDONIO.
Anda, no se te dé nada; Veas tus años logrados,
Que cuando no me los des, Y en tu hacienda lar^o aumento.
Ella y yo tenemos pies Cuando el tiempo vuelva en nieve
Y sabemos á Granada. I :i rubia barba, señor,
Para su Alcalde mayor
Vase Fidelio, y sale Lidonio, viejo pul 're.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
132
SIMÓN.
El rey Fernando te lleve.
Pedro, procediendo así,
Este es Pedro Carbonero,
Vendrán mil hombres por ti
Pedro, platero famoso,
Desde Adamuz á Sevilla.
Pedro, perlero precioso,
¿Cuando por milagros vivos
Coralero y diamantero.
Nos escapan los talones,
Y de cuanto cubre el mapa, En la pretina te pones
Tales Carboneros son
Memoriales de cautivos?
Dignos de llevar carbón
Si te sueñas secretario,
A la cocina del Papa. Vete á la corte del Rey;
Vase. Que entre gente de otra ley
Más secreto es necesario.
PEDRO. Debalde rescatas ya

¿Qué quiere aquella mujer? A los pobres; ¿estás loco,

SIMÓN. Ó tienes la vida en poco,

Que le traigas á su esposo.


Que á tanto peligro está?
PEDRO.
PEDRO.
Quien no quisiere seguirme,
Un memorial es forzoso
Simón, yo no le hago fuerza;
Para que lo pueda hacer.
MUJER. El corazón que me esfuerza
Tiene el fundamento firme.
Aquí traigo memorial,
Y ochenta escudos prevengo.
No daña la caridad
PEDRO. A quien anda en lo que yo,
Si á un hombre que me ayudó
¿Hacienda tenéis?
MUJER. Parto con él la mitad.
Sí tengo, Al pobre, por quien me ayuda
mucho el caudal. Dios, que victorias reparte,
Aunque no es
PEDRO. ¿Es mucho que le dé parte,
Dad sólo cincuenta escudos. Y que á su remedio acuda?
ANDRÉS.
ANDRÉS.
Tiene razón Pedro en esto;
¿Hay oidor ni presidente
Quien no tiene corazón
Que tenga tal despidiente?
SIMÓN. Para seguir su opinión,
nos tiene mudos. Vuélvase á su casa presto;
A todos Que á la plaza que dejare
Están en cadena fiera
Los otros allá muriendo, Yo sé que hay opositores.
MATÍAS.
Y estálos acá vendiendo ¡Ved qué colegios mayores!
Como si libres los viera.
¡Qué consejo!
mujer. PEDRO.
Lee Pedro el memorial de la
Todo pare;
Que en este cañaveral
PEDRO.
Siento gente.
«Bernardo Alvarez, cautivo en Archidona,
Alcaice- SIMÓN.
vive en el Zacatín, como entramos al ¡Alerta!
ría, en casa de Zufén, platero de piezas de
ANDRÉS.
jaeces.» Apresta
pretina. Una jara en la ballesta.
Pónese los memoriales en la
SIMÓN.
Dos moros son, ¡pesia tal!
Bueno está así: vete á Dios,
Buena mujer, á tu casa.
Salen Tadeo y Hametillo, de moros.
MUJER.
Él te guarde.
TADEO.
SIMÓN.
¿Que esto pasa? ¿Si son ellos?
HAMETILLO.

Vase la mujer.
No sabemos.
PEDRO.
Quedo; no tires,Matías.
MATÍAS.
MATÍAS.
Sí pasa, por mí y por vos
Y por toda la cuadrilla.
¿Qué gente?
PEDRO CARBO>-IRO. 133

TADEO. A Xorosalén la rica


aquí cordero,
:ar cara
¿Tirar querías?
HAMKTII.LO. Tolis pecata mundilia;

¡Ah, bon recado tenemos! Aquel que cuando Isabel


MA'I í \S. Le tenemos al barriga,
Mereció como en cristal
A mí, la mira derecha.
II WIi. I II. I.". V( r el checho de María;

Joro á Dios no ser por ti,


Rey Manzor ordena fiestas,
Cual nonca haber sido vistas,
Que meterme un palmo á mí
Por ser el año seteno
Por el barriga del flecha!
¡Váldcte Dios, vosancél
Que estar corona ceñida;
Ya desconocelde el mego. Porque ser entre los moros
TADEO. Recebida profecía,
Que de setc en sete andar
¿Tan desconocido llego?
MATÍAS. Modanza en reinos é villas,
Sacar so locida gente
Tanto, que milagro fué.
1 EURO. El mañana de aquel día
Pues Tadeo, ¿cómo ha id '
Con capetanes al vega,
TAUEO. Balestas, lanzas é picas.

Disfrazado en este traje Corren hasta Dinadámar,


Fonte de agua pora é limpia,
De un hidalgo Abencerraje,
Por forastero tenido, Sos soldados por heleras
Fui en extremo regalado; De sus fcciales regidas.

Que como tan francos son, Sacamos todos los ficios

Honran en toda ocasión Muy locidas compañías,

Cualquier forastero honrado. Con sus férez y sus cabos,


De Vélcz de la Gomera Y otras mil zarandagilias.
Los cabreteros cazalde
Dije que era natural.
PEDRO. Una gente que podía,
Es el hombre principal. A tenemos rey Herrando,
TADEO. Ganalde el África misma.
primera Los alfahareros también
Supe, señor, la
Que lado del Rey se pone.
al
Dejar el ollas cocidas,
PEDRO. Que ya no hacemos pocheros,
¿Cómo se llama? Armas jora á Dios! muy limpias.
TADEO. lé te decir de los sastres?

Cerbín. Traer bandera tendida,


PEDRO. Que llegar al fin del mondo;

Es Bencerraje, que al fin, Hortos no, sino reliquias.


Todo lo adorna y compone. Albañires que vencelde,
1IAMET1LLO. Espantamos bizarría;

Tener razón, ¡por Alá! De herreros no decer nada,


No haber Granada lenaje Trocan herró en plata fina.
Que ser como el cencerraje. Buñoleros estar bonos,
ANDRÉS. É mal haya la desdicha,
Harto buen nombre le da, Que por no haber taberneros,
Según que en Granada suena. Ño salir su compañía.
PEDRO. Finalmente, venir todos,
Sólo con esta amistad Que estar fiesta prevenida,
l': los nobles, por
su parte,
Pienso entrar en la ciudad:
¿Que fiesta, Hamete, se ordena? Jugar cañas á cuadrillas.
HAMI ILLO. 1
La de sacar cencerrajes,
Morada, blanca, pajiza,
Para el noche venturosa
Llevar ventaja que nega:
al
Del celebrado Baptista,
¡Por Alá, que estar mentira!
Profeta de vuestra ley,
Y de la nuestra alegría; Leonada sacar Gómeles,
Tamben blanca y amarilla,
Aquel que deccr crestianos
Zegries sacar azul,
Que nacemos por estima,
Y que de comer cozcuzu Oro y encarnado á listas.

Por altas montañas frías; Almoradíes de verde,


Aquel Santo, cuya mano Con mil esmaltadas cifras;
134 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Naranjado Rcduanes, SIMÓN.


Con soles de argentería. Entra primero á comer,
Los Aliatares, rosados, Y toma, porque no esperes.
Donde mil esferas pintan;
Saca una bota de vino de un zurrón y dásela.
Salen también los alcaides
Del Baicén, del Caicería, Bebe mucho.
Del Bibataubín y Alhambra,
Bibalmazán, Portalvira, HAMETILLO.
Todo estar ya puesto á punto, |Oh, bon megol
Ya los caballos relinchan; SIMÓN.
Que por verse con jaeces, ¿Es para hogaño?
Están pedendo las cilias. MATÍAS.
Las damas andar tamben Ved con qué espacio lo toma.
Con mil feites, mil lejías HAMETILLO.
Xalbcgándose las caras Que esto no probar Mahoma:
Con elseñor de Turquía, ¡Por Alá, que estar picaño!
Porque en quitándole el paz ¿Quién inventar este ben
Que tenelde por encima, Entre vosotros, cristianos?
Logo le damos el feite SIMÓN.
É mojar el salserilia. Noé, en los primeros años
Mochas bengalas é tocas; Del mundo.
Mocha labrada camisa, HAMETILLO.
Mocha media encarrojada, ¡Qué hombre de bien!
Mocha argentada botilia, Un milagro verle aquí.
Que al más helado, al más tebio, MATÍAS.
Que una vez su rostro mira, ¿Cuál es?
Le llevas el corazón HAMETILLO.
Al casa de Proserpina. Que
esto invente un no,
Todos estar ocupados: Y que á nadie se le dio
Pedro, á Granada camina; Que no dijese que sí.

Que traerás dos mil cautivos SIMÓN.


E setecentas cautivas. No era sino Noé.
PEDRO. HAMETILLO.
Alegrádome has, ¡por Dios! Sí he fuera mejor nombre:
MATÍAS. ¿Tenéis sed? dicen á un hombre.
Buen Hamete, Dios te guarde. SIMÓN.
PEDRO. Y ¿qué responde?
Vamos á que esta tarde
allá, HAMETILLO.
Conmigo entraréis los dos; Sí he.
Que hablando ese Bencerraje SIMÓN.
No tenemos qué temer. Una gota al improviso,
TADEO. Le eleva, que no se mueve.
Espaldas nos has de hacer. HAMETILLO.
HAMETILLO. Pues ¿no queréis que me eleve,
|VaIga el deablo tu lenguaje! Si estoy en el paraíso?
Espaldas ya tener hechas. SIMÓN.
TADEO. Oid, que habla castellano.
Este es modo de decir. MATÍAS.
PEDRO. Como esas lenguas oiréis.
De moro me he de vestir
Luego, por quitar sospechas. Señala la bota.
Seguidme.
HAMETILLO. HAMETILLO.
Simón ¿Con este órgano queréis
Que no sepa canto llano?
Vasc Pedro.
Cae borracho.
SIMÓN.
¿Qué quieres? SIMÓN.
HAMETILLO. Llevadle á dormir, que es cura
¿No hay un gota que beber? Del vino.
PEDRO CARBONERO. '35

MATÍAS. Que merezca en estas rejas


Quiérole asir. Decir amorosas quejas,
II AME TILLO. Ni entrar galán al terrero,
No me llevéis á dormir; En no siendo Bencerraje.
Que perderé esta dulzura. FIDAURA.
SIM' Son de Granada la flor.
Recuerda, Juan, por tu fe; SARRACINO.
Que el dormir te tiene muerto. Dalifa, el rey Almanzor
HAMETILLO. Desciende de mi linaje.
Más me mata estar despierto, Yo me espanto que hayan dado,
Pues bebo, y no estoy en pie. Siendo mujeres discretas,
Aunque á vuestro ser sujetas,
Vansc todos, llevando medio arrastrando á Hamete. Por la mayor parte errado,

Salen Sarracino y Almoradí.


En
preciarse de tener
Bencerrajcs por galanes,
SARRACINO. Donde hay tantos capitanes
Llega presto, Almoradí; De más sangre y más poder.
Que abrió Fidaura el balcón. Mira que soy Aliatar
ALMORADÍ. Por madre, y por padre Zayde,
Ya sé que estos rayos son De la Alhambra antiguo Alcaide
Del sol que amanece allí. Y Almirante de la mar.
Pero mira, que han abierto ¿Es Cerbín más bien nacido?
El de Dalifa también. DALIFA.
SARRACINO. Sarracino, el gusto es rey;
Ya por celajes se ven Ya sabes tú que en su ley
Los cielos que han descubierto. No hay fuerza, sino partido.
ALMORADÍ. Yo sigo mi inclinación,
Y yo, donde el sol me avisa, Esto en palacio aprendí.
Llegar á su reja quiero. ALMORADÍ.
Pierdo, por Almoradí,
Sale Dalifa á una ventana, y Fidaura á otra. Fidaura, en esta ocasión,
Habiendo padres y abuelos
DALIFA. Ganado gracia y valor
¿Qué gente pisa el terrero? Con los reyes.
FIDAURA. FIDAURA.
¿Qué gente el terrero pisa? El mayor
DALIFA. Es amor; reina en los cielos.
En no viendo que pasea Y éste, de una misma flecha,
Abencerraje, me voy. Y con unas propias llamas,
FIDAURA. Ha herido á todas las damas.
No hay Bencerraje, y estoy ALMORADÍ.
Por irme. Tú confirmas mi sospecha.
SARRACINO. Locas estáis y furiosas,
¿Quién hay que crea Como ganados que pacen
Lo que éstas dicen aquí, Monte ó prado donde nacen
Siendo los dos lo mejor Hierba ó aguas venenosas.
De Granada? ¿Es posible que en alguna
ALMORADÍ. No haya un gusto diferente,
Si el valor Que enferméis de un accidente
Que miras, Fidaura, en mí, Y sigáisuna fortuna?
Pierde por mi sangre noble, ¿Que siendo en sus pareceres
Quejaréme de mi estrella. Tan varia cualquier mujer,
FIDAURA. Rija un solo parecer
Bien puedes quejarte de ella. República de mujeres?
ALMORADÍ. |Cosa nueva, por Alál
DALIFA.
Y de ti me quejo al doble;
Que ella me dio nacimiento No te canses, Sarracino,

Ilustre en esta ciudad, Al l'.encerraje me inclino;


Y tu loca liviandad Yo soy Bencerraje ya.
Me da, Fidaura, tormento. Todo aquello es mi disgusto
En fin, que no hay caballero Que Bencerraje no fuere;
136 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ALMORADÍ.
La dama que no los quiere,
No diga que tiene gusto. Yo estoy loco.
SARRACINO.
Son gallardos, liberales,
Galanes, blandos, famosos,
Yo perdido.
ALMORADÍ.
Fuertes, valientes, airosos,
Tiernos, humildes y graves.
No
hay caballero que ya
Son de manera Pueda vivir en Granada.
SARRACINO. SARRACINO.
Detente; La ciudad alborotada,
Que á más furor me provoco, Toda de su parte está.
Ni el oficial sabe hacer
De que vengo yo á estar loco
Gala, si no es Bencerraje
Teniendo tú el accidente.
¿Estás en ti? |Plega al cielo
El inventor.
ALMORADÍ.
Que si no hiciere venganza
¡Que no ataje
De esta tu loca mudanza,
Vivo me sepulte el suelol El Rey su loco poder!
DALIFA.
SARRACINO.
No escucho yo desatinos, No hay caballo sin su marca,
Ni estas ventanas se abrieran, Que tenga valor ni precio;
Sino pensara que fueran Quien no es Bencerraje, es necio,
Si el cielo y la tierra abarca;
Los Bencerrajes divinos.
No hay valiente sin sus manos,
Quítase de la ventana. No hay armas sino las suyas.
ALMORADÍ.
SARRACINO. Eso á rigor lo atribuyas

,¡Esto se sufre?
De los cielos soberanos.

ALMORADÍ. SARRACINO.
Privan con el Rey; su gusto
En efeto,
Gobierna el reino en la guerra,
Fidaura, ¿un Almoradí
Quieres tú que esté por ti Y en paz mandan la tierra,
la

A un Bencerraje sujeto? Y dicen todos que es justo.


¿Tan grande milagro hicieras, No hay hombre que ose tocar
Criado de Bencerraje;
Que para aquesta mañana
De San Juan dulce tirana,
,
Más quisiera ser su paje
Alguna prenda me dieras? Que Sarracino Aliatar.
FIDAURA. Oye una imaginación
No hay dama que la haya dado Para derribar al suelo
A quien no sea de aquel Su soberbia.
ALMORADÍ.
Linaje noble y fiel
¡Vive el cielo,
Que es Bencerraje llamado.
No hay tratar; esta es moneda Que intente cualquier traición!

Que corre en palacio ahora:


Sale un paje moro con adarga y lanza.
Quien Bencerraje no adora,
Por vil entre todas queda.
PAJE.
ALMORADÍ.
Prendas les dais para honrallos, No está Cerbín en el puesto
Siguiendo un loco interés, Que me dijo; yo tardé;
Pero al pintor culparé,
Que ellos las ponen después
Que no la acabó más presto.
Al cuello de sus caballos.
ALMORADÍ.
¡Ay de quien dentro del alma
Pone una cinta, una flor! Éste es paje de Cerbín.
FIDAURA. ¿Dónde bueno, caballero?
PAJE.
Si es el linaje mejor,
Lleve la victoria y palma. A buscar en el terrero

Locura es haberte oído; A mi señor.


ALMORADÍ.
Cierro la ventana: adiós.
¿A qué fin?

ventana. PAJE.
Quítase de la
Para que la empresa vea
Que en esta adarga ha mandado
SARRACINO.
Pintar.
Buenos nos dejan las dos.
II 1 1.0 CARBONERO. 137

SARRACINO. Señas traigo que se llama


Bien muestra el cuidado Xaricarfe tu señor.
De la dama que desea. HAMETII.LO.
¡Brava letra, bravo cielo! No tenelde vos temor;
Pero ¿qué pajaro es éste? Venir donde estar quien ama.
PAJE. Ser de Andújar y vivir
Éste es pájaro celeste, En calle de los Gómeles.
Que jamás desciende al suelo. RÓSELA.
SARRACINO. ¿Eres tú, Pedro, el que sueles
¿No tiene pies? Tan libre entrar y salir

PAJE. En esta ciudad?


No, señor. PEDRO.
ALMORAI'Í. Yo soy;
Y ¿dice? No me descubras, pues ves
PAJE. Que te va tanto interés.
«Siempre en el viento RÓSELA.
Mi esperanza y pensamiento.» ¡Ay, Pedro, á tus pies estoy!
SARRACINO. Si la vida á darme vienes,
Bien significa su amor. ¿Cómo he de pagarte así?
Yo le imaginaba ahora PEDRO.
Favorecido. Satisfecho estoy de ti.
PAJE. RÓSELA.
Es secreto. ¡Gallarda presencia tienes!
SARRACINO. Yo te había imaginado
¿Cómo? Un hombre sangriento y fiero.
PAJE. ¿Tú eres Pedro Carbonero?
Quiere á lo discreto. PEDRO.
SARRACINO. Á veces estoy tiznado
¿De qué suerte? Más de sangre que carbón,
PAJE. Que es con lo que más me alegro,
Goza y llora. Porque sólo tengo negro
SARRACINO. De penas el corazón.
Bien dice. RÓSELA.
PAJE. Yo
pienso que se han juntado
Voyle á buscar. E! tuyo y el mío.
PEDRO.
Vase el paje. ¿En qué modo?
RÓSELA.
SARRACINO. Porque ya le tengo todo
Estoy loco de coraje. De ese tu carbón tiznado.
Que hasta el cielo es Bencerraje PEDRO.
He venido á imaginar. Pues guárdate; que el pintor
ALMORADÍ. Con carbón, en vez de tinta,
Dime lo que habías pensado. Señala aquello que pinta:
SARRACINO. Mira no te pinte amor.
Salgámonos del terrero; HAMICTILLO.
Que á solas decirte quiero ¿Ya andamos en concetecos?
Un pensamiento extremado. ¡Bona fe que estar beliaco!
PEDRO.
Vanse. Ya me dices que te saco
De aquel alma en dulces ecos,
Salen Rósela, cautiva, y Pedro Carbonero, vestido
de moro, y Hamctillo. Y
que has de rendir un hombre
Que el mundo no le ha rendido.
PEDRO. RÓSELA.
No te alteres, sino entiende Si quien tantos ha vencido
Lo que diciéndote estoy. Me rinde tan alto nombre
RÓSELA. Por tan dichoso interés,
¿Sois cristiano ó moro? Laureles, triunfos y palmas,
PEDRO. Para mis cabellos almas
Soy Para rendir á sus pies,
Quien sólo tu bien pretende. Llévame, Fedro, contigo;
8
138 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

PEDRO.
Que estoy cerca de que un moro
Goce por fuerza el tesoro Sí, pero ponte un vestido
Que á tus méritos obligo. De moro, porque éste ha sido
Seré, como quien se humilla De tanto peligro ayuda.
RÓSELA.
A tu amor y á tu poder,
La que guise de comer Yo le buscaré.
Á tu famosa cuadrilla.
Cuidaré de tu persona, Vasc Rósela.
De tu ropa y tu vestido,
PEDRO.
Y no por lo que te pido, Es gallarda
Pues tu voluntad me abona
Aquesta cristiana, llámete.
Y vienes aquí por mí,
HAMETILLO.
Sino porque me pareces
El hombre que más mereces Estar toda un ramillete.
PEDRO.
De los que hasta ahora vi.
Tú verás en pocos días ¿Donde nuestra gente aguarda?
HAMETILLO.
Los regalos que te haré.
HAMETILLO. Aquí decer que vendría.
Valga el diablo vosancé,
Que saber de poterías. Salen Cerbín, bencerraje, y Tadeo, de moros.
PEDRO.
Guárdale, Hamete, decoro, TADEO.
Que es hija de un hombre rico. Hoy verás con qué verdad
HAMETILLO. Un cristiano en la amistad
¡Por Alá, señor Perico, De un Bencerraje confía.
CERBÍN.
Ser pota como yo moro! .

A Pedro yo temer logo Estoy tan agradecido


Que ver la conversación, A que verdad me has tratado;
Que como vos ser carbón, De cristiano te he estimado
Emprendellc presto el fogo. Más que moro te he querido.
Ella estar fogo é mojer, Por hidalgo te tenía
Vos ser Pedro Carbonero, De Vélez de la Gomera.
Soplar el diablo ligero, Y ¿dónde está?
TADEO.
É como estopas arder.
¿Como querer ésta aquí, Aquí espera,
E no la mora que amar, Que vino en mi compañía.
Aquél es, llégale á hablar.
É quererte regalar?
PEDRO. CERBÍN.
Hamete, al cielo temí. Pedro, bien puedes hablarme,
Es gran pecado en mi ley Amigo soy, y á abrazarme;
Tratar con mora un cristiano. Podéis seguro llegar;
HAMETILLO. Que vuestra buena opinión
¿É yo, que estar africano Con deseo me tenía
E vostro vino beber? De que llegase algún día
PEDRO. En que mostrar mi afición.
Eso no importa. Sois un hidalgo valiente,
HAMETILLO. Y aunque sois en ley cristiano,
¿No toma Os doy mi palabra y mano
Enojo Mahoma? De amaros eternamente,
PEDRO. Y de que á ningún nacido
No. Diré quién sois.
HAMETILLO. PEDRO.
Por eso me esconder yo Bencerraje,
Donde no lo ver Mahoma. Ningún hombre en tu linaje
PEDRO. Amigo traidor ha sido.
Vete, Rósela, á tu casa, Fama tenéis por el mundo
Y á media noche está alerta De nobles; tomo esa mano
Para aguardarme á tu puerta. De caballero africano,
RÓSELA. Con quien amistades fundo
Por ella, mi Pedro, pasa; Con lazo de eterno amor.
Que yo esperaré sin duda. Vivo de industria en la guerra;
PEDRO CARBONERO. 139

ALÍ.
No he llevado de esta tierra
Hombre que tenga valor. ¿Sois de Vélez?
Si allá no le lie cautivado
TADEO.
1. a tierra
Cuerpo a cuerpo, aquí no ha sido
Por mis palabras vendí Nos dio vida.

Ni de mi ingí nio engañado. ALÍ


Gente humilde q;ie allá puede Con la guerra,
Servir, es la que yo engaño. Hay poca gente que parta,
Si allá no hay guerra algún año, Y haréisme grande favor
Que el Rey la tregua concede, Que ésta llevéis á su alcaide.
Por no estar ocioso en casa, TADEO.
Á buscar la vida vengo; Sobrino soy de Abenzayde;
Muy buenos caballos ten Yo se la daré, señor.
Ninguno del Betis pasa
Hasta que seis años tiene, Alá os guarde.
í.ns (Idiosasgamenosas HAMETILLO.
De Córdoba dan sabrosas ¿Qué tomar
1lierbas, que el pasto entretiene. Carta de nadie?
ALÍ.
Yo los hago de mi ma
De éstos te daré un morcillo, Ya tiene

Un melado y un rosillo, La carta.

Que me daban el verano SARRACINO.


Mil escudos por los tres. Vete que viene
Con tres hojas de Toledo, El Rey.
Que puedes cortar sin miedo HAMETILLO.
Sobre rodela ó pavés. Presto camenar.
Y si vas á nuestra tierra, Decer el guarda
Verás cuál vienes de allá. TADEO.
CERBÍN. El Rey sale.

Mi clama en la reja está;


PEDRO.
Donde vive amor no hay guerra. No soy Pedro Carbonero,
Perdonadme; que he de entrar Si en su casa al Rey no espero.
TADEO.
A dalla un papel.
PEDRO. No hay valor que al tuyo iguale.
Yo espero.
Salen el Rey y la Reina, y guarda.
Vasc Cerbín.

TADEO. REY.
¿No te agrada? Desde aquí podéis, señora,
PEDRO. Ver pasar los caballeros.
Es caballero. REINA.
TADEO. ¿Quién son los que van primeros?
REY.
¿Qué hay, Hamete?
HAMETILLO. Zayde y Zarte entran ahora.
Bono estar; REINA.
Mas ¡plega Alá que algún día ¿Qué lleva en la adarga Zarte?
No engañamos confianza! REY.
TADEO. Un sol que va amaneciendo.
Quien teme, Hamete, no alcanza. REINA.
HAMETILLO. ¿Dice la letra?

Ni perder quien no confín. REY.


Ensaliendo,

Salen Sarracino, y Almoradí, y Ali, criado. me pone en otra parte.»


REINA.
Al.í. ¿Y Zayde?
Aquellos dos moros son
Los que de Vélez vinieron. Lleva un delfín.
SARRACINO. REINA.

En éstos, pues no se fueron, ¿La letra?


REY.
Se funda nuestra invención.
re tormenta.»
Llega y dales esta carta.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

RBIHA. SARRACINO.
Bien dice. ¿Quién duda que es de algún Abencerraje?
ui.y. TADEO.
Bien representa Para llevarla á Vélez me la dieron.

es tormento en fin. REY.


Su amor, que
REINA. Leeré la carta y la traición que encubre.
PEDRO.
Una zambra viene aquí.
¡Ay, cielos, quien somos le dijeronl
iQué confusión, qué ruido! (i).
si

REY. TADEO.
Toda la noche es de fiesta, Todo cuanto ha pasado se descubre.
PEDRO.
Ya veis que es noche de Juan.
SARRACINO. Aquí nuestras desdichas nos trajeron.
REINA.
Mientras que danzando están
L& quiero hablar. Color turbado al Rey el rostro cubre;
REY. Pues ¿cómo para mí secreto oculto?
¡Buena es ésta' REY.
No he oído tan notable insulto.
Salen algunos moros de máscara, y bailan una zam- Lee el Rey la carta.
bra, y entretanto hable al oído al Rey Sarracino, hin-
cado de rodillas; y el Rey y la Reina han de estar «Los Bencerrajes de Granada al Alcaide de
sentados en unas almohadas. Vélez, salud. De nuestras juntas ha salido de-
Cantan. cretado matar al Rey y hacelie de nuestro li-
naje, que es el que en el mundo merece la co-
Riberitas hermosas rona; vamos avisando á todos los que son de
De Darro y Genil, él, para que estén con armas en las manos, y

Esforzad vuestros aires, se rebelen á su tiempo las fortalezas.»


Que me abraso aquí.
Hermosas riberas No ha de pasar adelante:
Donde yo nací, Sarracino, prendan luego
La que fué mi muerte Este linaje arrogante.
En vosotras vi, REINA.
En el fuego es Julio, Que templéis la furia os ruego;
En la vista Abril; No es información bastante.
Esforzad, etc. REY.
Orillas hermosas Si no la hubiere, soltallos;
Que el cristal cubrís, Salgan á Bibalmazán
Tened, que me muero, Y Puerta Elvira atajallos,
Lástima de mí. Las ballestas del Sultán
Si encubre las llamas Y de Aliatar los caballos.
De nieve y jazmín, Y á este infame
Esforzad vuestros aires, TADEO.
Que me abraso aquí. Yo, señor,
REY. Dándome un papel cerrado,
¿Hay maldad semejante? ¿Cómo te he sido traidor?
REINA. REINA.
¿Qué es aquesto? El moro está disculpado.
¿De qué estás, Almanzor, alborotado? HAMETILLO.
REY. Hecho un perro estar Manzor.
¿Es éste el moro? Alá nos sacar con ben.
SARRACINO. REINA.
Sí, señor. Esto es envidia y maldad.
REY. PEDRO.
iQue en esto Los me den;
cielos fuerzas
El amor y privanza me han pagado! Que espero de esta ciudad
Dame la carta que te dieron presto. Sacar á Cerbín también.
IIAMETILLO. Voyle avisar.
¿No te fora mejor no haber tornado? REINA.
TADEO. Sólo un hombre
Señor, aquesta carta me dio un paje. Vasc Pedro.

(i) Deben faltar dos versos. No ha de quedar en Granada


;i
I-I DRO CARBONf.RO. i

Que Abcnccnaje se nombre.


SARRACINO.
Levanta, señor, la espada,
Haz que hasta el África asombre. ACTO SEGUNDO.
ALMOKAD!.
Derriba el soberbio celo
Y levanta la humildad
Al trono de verdad,
la
Salen Pedro y Rósela, de moros.
Que es la condición del cielo.

Van hablando al Rey, y éntranse con él.


Sólo Dios, Rósela, sabe
Con la pena que he venido.
REINA.
Rey ROM
¡Qué poco con el valgo!
No oso hablar, á nada salgo: No hay mal que no esté escondido
Rey digan desatinos
ie al
Adonde envidia cabe.
la
Es una inquietud
fiera
Caballeros granadinos,
Aunque moros hijosdalgo! Que al propio dueño persigue,
Hablando van al oído, Es una sombra que sigue
Mas que me pintan culpada, Los pasos de la virtud.
Mira el bien y no le alcanza,
Según los quiero.
TADEO. Como la imán siempre al Norte,
Si ha sido Pestilencia de la corte

Error venir á Granada, Y rayo de la privanza.


Cuandovi que amanecía,
Dígalo el mal sucedido.
IF.TILLO. Y que llamando á la aurora,
Ver cómo le andar trazando Entre las nubes que dora
La morte á este noble bando, El sol, Venus se escondía,

É hacer tales fengementos. Pensé que me habías burlado,


TADEO. Ó que negocios mayí
Con envidiosos intentos Que los de amistad y amores
Al Rey Chico van hablando. Te habían, Pedro, ocupado.
HAMETILLO. Y quíseme desnudar;
Buscamos Pedro. Mas cuando te vi volver,
TADEO. Vistiéndome este placer,
No llores. Me desnudé este pesar.
PEDRO.
HAMETILLO.
Si por la noche viniera
Que andar á librar Cerbín,
Por ti, Rósela querida,
Que estar cegó en sus amores.
TADEO. Tu y mi vida
libertad

Caerán los buenos, en fin, En contingencia pusiera;


Resbalando en los traidores. Que los alcaides y guarda^,
Al Rey estuve temblando. Discurriendo la ciudad,
HAMETILLO. Tienen grande cantidad
No temer hacer bon pecho. De ballestas y alabardas.
TADEO. Prendiendo los Benccrrajes,
¿Quién va al Rey aconsejando? Todos quedan en prisión.
HAMETILLO. RÓSELA.
Sarracenos lo haber hecho. Traiciones y envidias son
TADEO. De diferentes linajes.
PEDRO.
Gran traición van ordenando.
Con hachas hicieron día
La noche, confuso abismo
La ciudad, porque el Rey mismo
A la prisión asistía.
Mil damas con rostros bellos,
Mil viejos por las ventanas;
is mesaban sus canas,

Y éstas sus rubios cabellos.


Quieren decir que también
Está la Reina culpada.
14= OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ROSM \.
PEDRO.
espada No dirá, que lo más cierto
¡Ay, Pedro, tienta ta
brazo prevén; Es que al Rey se lo dirán
V el fiero
viene gran gente aquí! Traidores que siempre están
Que
PEDRO. Con el veneno encubierto:
Estas cobardes arañas,
Calla, y ffogete mi paje.
RÓSELA. Sin fuerzas y sin valor,
Preso trae un Bencerraje Que hacen veneno la flor
Un alcaide Almoradí. En telas de sus entrañas.
! RO. Bien puede el Almoradí

¡Vive el cielo, que sospecho Soltarte, que es caballero.


ALMORADÍ.
Que es Cerbín, que le he buscado
Toda Granada, y pensado Pues ¿cómo un moro extranjero
Que estaba en salvo! Osa hablar del Rey así?
PEDRO.
Sale Almoradí, y moros de guarda traen á Cerbín Yo no digo del Rey nada;
preso.
Que al soberano señor
CERBÍN. Debe respeto y amor
¿En mi pecho Toda lengua y toda espada.
Halla el Rey culpa y traición? Traidores de trato doble
¿Yo quiero matar al Rey? Son los que afrento, ¡por Dios!
ALMORADÍ. De los cuales no sois vos,
Bencerraje, de la ley Pues sois caballero noble.
Es el alma la razón Volved á Cerbín la espada,
Fundado está en hacer Llevadle preso con ella,
El Rey esta diligencia; Pues tiene Almanzor por ella
Pues quisiste hacer ausencia, La corona de Granada.
Culpa debes de tener. Que si no hubieran nacido
TEDRO. Bencerrajes, ya el cristiano
Vete, Rósela, a esta casa Tuviera el cetro en la mano,
Que digo, en el Albaicín, Que con sangre han defendido.
Mientras que llego á Cerbín Y no sé si acierta el Rey
Para saber lo que pasa; En derribar las colunas
Pregunta allí por Hamete, De su reino, que en algunas
Y di que te esconda allí. Carga su corona y ley.
RÓSELA. Mas como envidia y privanza
¿Cómo tengo de ir sin ti? No se sientan á una mesa,
PEDRO. Siempre al villano le pesa
Mi ventura te promete, De lo que el honrado alcanza.
Rósela, seguridad; Vos tenéis obligación,

El sol apenas se ve, Alcaide, á templar su furia,


Y es posible que esté
no Viendo que de aquesta injuria
Tan despierta la ciudad. Tendrá el Rey información.
RÓSELA. Y que con el desengaño
Vuélvate el cielo con bien. Volverá el Rey á estimar
Los que intentó de afrentar
Vase.
La envidia, para su daño.
PEDRO. ALMORADÍ.
¿Qué es esto, amigo Cerbín? ¿Hase visto atrevimiento
CERBÍN. Como éste?

Que voy preso, preso en fin, PEDRO.


Con Almoradí. Dadle la espada;
PEDRO. Llévela, preso, envainada
¿Con quién? Por honra de vuestro intento;
CERBÍN. Que desnuda no ha servido
Con un amigo, el mayor. Ninguna á Almanzor tan bien.

PEDRO. ALMORADÍ.
I lábraselo el Rey mandado. ¿Qué es esto? ¿Quién eres?
PEDRO.
Pero ¿qué causa habéis dado?
¿Quién?
CERBÍN.
Dice el Rey que soy traidor. Un hombre soy bien nacido,
IF.DRO CARBONERO. 143

RÓSELA.
Que
vuelvo por quien lo es,
estoy.
Y nací de quien lo era I

HAM
En Vélez de la Gomera. ,tar acá.
ALHORADÍ.
ROS:
Temo que ocasión me des
Para quitarte la v ida. Abre, que ha un año que espero.
HA-:
PEDRO.
.Quién ser vosr ¡Válatc el diablo!
Que temas, bien puede ser;
mer ¿Pecarilio vosancé?
Que i

ROS'
Ya la traición conocida.
ALMORADÍ. ¿En el traje no si

[Prendedlel Y en razones que hablo?


las
HAMETE.
PEDRO.
íañana, Desa suerte, ¿qué querer?
Vertemos el orenal.
Y hay poca gente despierta.
ROS I

ALMORAi
¡Matadle!
Mira que temo algún mal;
PEDRO. Que me podrán conocer.
HAMETE.
Es cosa muy cierta
Morirme de mala gana. Pos ¿quén ser vos?
RÓSELA.
|Fuera, perrosl ¡Ea, villanos!
Soy Rósela:
¡Un escuadrón de traidor •

Prenderme!
¿Tengo de decirlo á voces?
Hamete, ¿no me conoces?
Mete mano. Mira que cesa la vela
Y que ya tocan las cajas.
HAMETE.
moro I.°
¡Ah, potilia! Calia el boca;
Fuerzas mayores
Que el Alhambra que me toca
No he visto.
Estar trepas al tenajas.
MORO 2.°
RÓSELA.
Terribles manos.
PEDRO. Pues vestirte es necesario.
HAMETE.
Aquí, Bencerraje, aquí;
Pocos son, y no es de día.
¿Como tan presto beber,
CERBÍN\ Que aun no he sentido decer
¡Oh, buen hidalgo!
Agua ardente é letuario?
PEDRO. Mas esperamos alia,

Confía, Que ya poner el quizel.

Confía, y vente tras mí.


Vase.
Vanse. Sale Rósela.
ROS.
RÓSELA.
Éste es el fuerte Albaicín Qué hará mi Pedro? que de
c
él

En la cumbre de Granada,
Tengo gran cuidado acá.
Yde Hamete la posada No sosiega el corazón
Ausente de que ama, lo
Está de esta calle al fin.
Aunque aquélla me parece, Que es la puerta donde llama
Cerrada está; es de mañana; La mano de la razón;
Que como es razón temer,
Que no llama á la ventana
sol, aunque el alba crece.
Avisa el alma del daño.
El
Tirar una piedra quiero:
Sale Tadeo.
Hamete
TADEO.
Asómase llámete (i'iá la ventana con tocador
y candil. ¡Que de tan injusto engaño
, la causa mujer!
HAMETE. ¡Que Tedio, por un antojo,
¿Qué estar alia? Todo el honor ha perdido,
V guste haberme traído

comedia
Desesperado de enojo!
(i) En otras partes de la se le llama Ila-
.Si ha vuelto en casa de líamete?
mctillj.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
144

ROS i
La ciudad que está cercada,
|Ay de mí! El Alhambra alborotada,
Un moro viene.
TADEO. Donde ayer muertos nos vimos?
l'n morillo he visto aquí, De aquestas temeridades,
Que entre las piedras se mete: ¿Qué bien se puede esperar?
~ RÓSELA.
Sin duda que ha sido espía.
|Traidor, tu muerte ha llegado!
¡Qué tiempo, amor, qué lugar
RÓSELA. De concertar voluntadesl
Deten, moro, el brazo airado,
Salen Pedro y Cerbín.
Y el noble acero desvía.
¿Eres, por dicha, pariente
PEDRO.
De Xaricarfe?
TADEO. Aquí que aguardase,
dije

No soy, Y estará también Tadeo.


CERBÍN.
Sino extranjero, que voy
Buscando ahora mi gente; ¡Oh, cómo tengo deseo
Que á Veloz quiero partirme. Que de Almanzor te librasel

Sigúeme tú.
PEDRO.
RÓSELA. En gran peligro se vio.
No, señor; TADEO.
Que me encondí de temor. Gente viene; meted mano.
Yo solo pensaba irme. ¿Quién es?
PEDRO.
Sale Hamcte. Yo.
TADEO.
HA METE. ¿Pedro?
¿Qué diablo hacer al cristiana? PEDRO.
desora de vos? ¿Es Tadeo?
¿Es tal
TADEO. CERBÍN.
¿Cristiana? Tadeo.
HAMETE. TADEO.
Sí, ¡joro áDios! ¿Quién te libró?
RÓSELA. CERBÍN.

¡Ay,triste; mi muerte es llana! ¿Quién, si no Pedro, podría?


¿Cómo, Hamete, has descubierto PEDRO.
Lo que Pedro te encargó? ¡Rósela!
HAMETE. RÓSELA.
Caliar, bobilia, que yo [Querido dueño!
Estar más ben al concertó: HAMETE.
Éste ser el premo hermano ¿Hamete estar algón leño?
Del Pedro que vos querer. ¿Nadie hacer más cortesía?
TADEO. PEDRO.
¿Que ésta es cristiana y mujer? ¡Oh, Hametillo! ¡Por Dios vivo
RÓSELA, Que te estimo y que te quiero
¿Que vos, señor, sois cristiano? Más que á todo!
TADEO. HAMETE.
De Pedro soy alma propia, Carbonero,
Si no es que vos lo sois ya, Ya estar vosancé cativo
Que donde la vuestra está, Me carazón dal feción.
La mía estuviera impropia. ¿Qué tenemos?
¿Dónde queda? si sabéis. TADEO.
RÓSELA. ¿Que en prisión
Vio que por el Zacatín Te has visto?
Llevaban preso á Cerbín CERBÍN.
Un alcaide y cinco ó seis En prisión está
Moros, soldados de guarda, La mayor parte, Tadeo,
Y á librarle se quedó. Del linaje Bencerraje;
TADEO. Yo solo, de este linaje,
¿Esa locura intentó? Libre pienso que me veo;
¿Cómo que no le acobarda Aunque no sé de qué suerte
El peligro en que estuvimos, Podrá de Pedro la espada
TEDRO CARBONERO. '45

Sacarnos hcy de Granada Vamos, é yo enganiar moros


Sin tener prisión ó muerte; Decendo andar á cavar.
PEDRO.
Que aunque á librarme de aquellos
Le vi matar dos ó tres, Esto es saber cautivar;
Y los demás a sus pies
Pienso ganar mil tesoros.
Deben el venir sobre ellos. Ven Rósela, ven Tadeo;
No podrá de un escuadrón Animo, Cerbín.
CERBÍN.
Que cada puerta defiende,
Ninguna
Librarme, como pretende,
Su esforzado corazón. Fuerza tiene la fortuna
Tiene la Puerta de Elvira Contra el valor que en ti veo.
HAMETE.
A Rustan con cien caballos
modar pelejos.
Que el sol madruga á mirallos Alto, pos:
PEDRO.
Y á los de su carro admira;
Están en Bibalmazán Entra en casa.
HAMETE.
Cien lanzis de Jazimín;
Cercan á Bibataubín A bona fe

Doscientas de Reduán. Ser horón de vosancé,


Y en las demás de esta suerte; É moros estar conejos.

Y hasta en las calles y plazas Vansc.


Son las industrias y trazas
Contracifra de la muerte; Salen Sarracino y guardas.
PEDRO.
SARRACINO.
Donde fuerza no vale,
la

Y el peligro es senda estrecha, Hoy manda el Rey que con mayor cuidado
Si la espada no aprovecha, Se guarden estas puertas, porque quiere
Que la justa sentencia se ejecute
Con el ingenio se sale.
Todos hemos de tomar En los Abencerrajes.
GUARDA i.°
De moros de campo el traje,
Ningún hombre
Y tú mismo, Bencerraje,
lias de salir á cavar. Ha salido, señor, la Puerta Elvira,

Hamete será el señor Sin que fuese mirado atentamente;


Que nos lleva concertados, Pero ¡por Dios, que á todos mueve á lástima
Y para que mis soldados Que tan alto linaje á morir venga
Alcancen parte mejor, Una muerte tan baja y afrentosa!
á vueltas lleve también
SARRACÍN >.
Que
Otros moros jornaleros, Celindo, no merecen los traidores
Porque entre los verdaderos Honra en la muerte, y más cuando se atreven
Se encubran los falsos bien. Al crimen que los francos Bencerrajes:
TADEO. Presa tienen la Reina también.
|Rara industria!
GUARDA l.°

CERBÍN.
¿Cómo?
No pudiera Pues ¿es, señor, de este linaje?
SARRACINO.
Ser de otro ingenio.
HAMETE. Entiendo
(É que yo Que tiene algún jirón de aquesta sangre;
Librar todos? Pero dícese de ella, y lo han jurado
PEDRO. Dos hidalgos de Fez Almoradíes,
¿Por qué no? Que amaba un Bencerraje, y pretendía,
HAMETE. Matando al Rey, que el Bencerraje fuese
E! peligro considera. Rey de Granada.
PEDRO. GUARDA I.°

Ello está considerado: Y ¿sábese quién era?


Concierta moros, y sal SARRACINO.
Una vez al arrabal, Muley Hamete el mozo, dicen todos
Y venga el mundo cifrado. Uc-pecto de su talla y su hermosurn.
Yo de librar á Cerbín,
lie Cual nunca la ha tenido moro en África:
Yo le meteré en la vega. Excede el rostro en la blancura Arfilo,
HAMETE. La nieve de la sierras en que nace
Nonca el fortuna á vos nega, El helado Gcnil; sus ojos verdes
Pedro, on ventoroso fin. A los jaspes que cría entre sus aguas;

19
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
M"
El color de la boca y las mejillas
Y que alpregón de la ley
Más sangrienta que se ha hecho,
Imitan los que nacen en Granada;
Cierres,Hamete, el oído,
Es rojo, de cabellos erizados Verás y oirás qué ha podido
Como unos hilos de oro, en vez de bozo; La envidia de un traidor pecho.
Airoso cuerpo, cuello y manos
blancas.
HAMETE.
GUARDA I.°
|Ah, potos! Envidia pura
Grandes testigos son contra su vida.
SARRACINO. Haber vendido este gente,
Reina niega. Forte, galiarda é valente,
No se sabe muy bien; la
¿Qué gente?
É de Granada hermosura.
GUARDA I.°
Erloa ver Alá sabemos
Jornaleros de la vega. El que liorar.
GUARDA i.°
Salen Pedro, Hamete, Cerbín, Tadeo y
Rósela, y Vé en buen hora.
trabajadores, con
otros dos moros ó tres, como
azadas.
Vanse las guardas.

GUARDA l.°
HAMETE.
Con todo, se han de mirar
Poco á poco alertamente: A Fedaura, so seniora,
Alcen los rostios. Ver ben liorando podemos.
HAMETE. ¿Qué lievas este papel?
Párente, ¡Gran peligro andar pescozo!
Mas bona fe estar bon mozo,
Ben poder dejar pasar;
Todos estar de mis vinias. É hacelde amestad con él.
GUARDA I.° É vos, Pedro, demandalde,
¿Tanta gente? El que repleca no hacelde,
HAMETE. Que Pedro mucho querelde,
E pocos son; E no ser querer de balde.

La herba estar compasión, A esto quedalde acá:

Que cobremos las campinias. A Bebarrambla premero,


GUARDA 1.° Andar á ver mal tan sero,

¡Qué rico está el buen Hamete! Despós ayodarme Alá.
PEDRO.
Vase.
Quédate, Hamete, en Granada,
Y á la parte concertada, Salen un moro y Sarracino.
En anocheciendo vete.
MORO.
Hamete. Que de Granada
se cierren las puertas
Vanse todos, y vuelve
Manda el Rey, Sarracino, mientras dura
HAMETE. La ejecución de la sentencia injusta
y andar á la serra,
Caliar, Oue se hace en Bibarrambla del linaje
el África.
Que alia iremos á boscar: Mejor que á España vino desde
SARRACINO.
Más ser el que aqué gastar,
Calla, Leocán, no digas que es injusta.
Que el provecho de la térra.
MORO.
GUARDA I.°
Tantos jornales,no niego Yo digo en esto lo que todos dicen,
Que es lo que la hacienda roba. Yo lloro en esto lo que todos lloran.
SARRACINO.
HAMETE.
Joro á Dios, con ona arroba Cerrad, moros, las puertas.
MORO.
No hacelde de pasa é hego!
Ya cerramos.
Jornalero andar alí,
Que hoy pensalde de perder ¿Quiéreslos ver?
SARRACINO.
Todo el gana de comer.
A Bibarrambla vamos.
GUARDA I.°

y ¿ya comerá? Vanse.


HAMETE.
Ya sí. Salen Fidaura y Dalifa.
¿Cuándo decemos que el Rey
DALIFA.
Degoliar el cencerrajes?
No se atreve el vil tirano
GUARDA 2."

Si no es que los ojos bajes, A que en Bibarrambla sea.


PEDRO CARBONERO. 147

F1DAIUA. Me haber dado tal logar,

¿Quien hay, Dalisa,que crea Que hasta aquí poder entrar.


FIDAURA.
Un caso tan inhumano?
¿Quien hay que no se arrojara ¿Cómo en lugar tan remoto
De mejor gana a la muerte? Para los hombres, entraste?
DALIFA. Hombre, ¿dónde vas así?
IIAMETILLO.
En que te escuchan advierte,
Y en que te miran repara. ¿Vos no conocelde á mí?
1 IDAURA. FIDAURA.
No puede, amiga, el dolor, ¿Cómo estas cuadras pisaste?

Porque acabara la vida HAMI : II. I.".

Si se viera resistida
Caliar, que ser mensajero
Tan grande fuerza de amor; De Cerbín.
FIDAURA.
Que cuando callar se intenta,
¿Vive?
Del corazón imagina
como mina, HAMETILLO.
Que viene á ser
Sí bebe,
Que, si no sale, revienta.
¿Está en los presos Cerbín? He de so mano recebe
DALIFA. Este carta.
FIDAURA.
¿Quién duda? Será el primero.
FIDAURA. ¿Vivo, ó muero?
HAMETILLO.
¿Cómo, cielos, que no muero
Viendo tan cerca su fin? Bebe, por estar hablando.
DALIFA. ¡Válgate Dios, nunca á vos
FIDAURA.
Y mi Tarfilo, Fidaura,
¿No te sirve de consuelo?
Su y firma ¡por Diosl
letra
FIDAURA. Es ésta que estoy mirando:

Mal de ajeno desconsuelo, Tiemblo de amor y temor:


Las esperanzas restaura. Pongo en el papel la boca.
No porque es tu mal ajeno HAMETILLO.
Para mí, que propio es: Caliar, deablo, que estar loca;
Voces dan; helados pies, Leelde, que estar mejor.
Moved mi vida á un veneno. Lee Fidaura:
Dalifa, ¿de qué dan voces?
DALIFA. «Las manos de un cristiano, Fidaura mía
Débenlos ya de sacar me han librado de las del Rey tirano, y hoy,
A una sala á degollar con su ayuda, salgo de Granada; alégrate de
Esos verdugos feroces, mi dicha; que presto volveré á sacarte del
Que en la plaza no han osado, Alhambra, dándome Dios vida: la tuya guarde.
De temor del pueblo. — Cerbín. »

FIDAURA. FIDAURA.
Corre, ¿Hay talnueva, hay tal contentor
Dalifa baja á la torre; Dame esos brazos, amigo.
Mientras me arrojo en mi estrado. , Tanto bien?
DALIFA. HAMETILLO.
Voy. Merar qué digo:
Vosancé caliar so intento;
Vase. Que en pasar estos noblados,
Cerbén venemos por elia.

FIDAURA. FIDAURA.
¡En mi estrado dije! ¡Cielo, ¿Dónde está?
Ahora es bien que me ampares! HAMETILLO.
De esta torre de Comares Fidaura belia,
Me quiero arrojar al suelo. Ya estar con doce soldados
Que valer por mil quinientos,
Sale líamete. Todos castanios de fama.
FIDAURA.
IIAMETILLO. ¿Como capitán se llama?
el

El alboroto (1) HAMETILLO.


No entender los pensamientos;
(1) Verso incompleto. Mas ter.elde por verdad,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
148

Que quiero regalar.


le
Que no coja Almanzor.
le
HAMETILLO.
FIDAURA.
Es hombre el más sengolar
|Ay, Cerbín; ay, mi señorl
de laciudad? Que ha posta la espada mano:
¿Si salió
HAMETILLO. Gardar que nadie te note.
FIDAURA.
Ya estar fora; yo le vi
Con on azada en el hombro.
Y ¿cómo, si es de importancia?
HAMETILLO.
FIDAURA.
¿Di tu nombre?
No haber tan londa ganancia
HAMETILLO. Como ser uno alcabote.
Yo me nombro Vanse.
FIDAURA.
de mí. Salen el Rey, Sarracino y Almoradí.
No te receles
HAMETILLO.
SARRACINO.
Hameteco mi nombre,
estar
Benamexí, No dudes que estará dentro en Granada.
Nacer en
REY.
Haberme creado aquí; un preso!
¡Que un moro solo te quitase
Tenemos amor á on hombre ALMORADÍ.
Que ser castanio, é server
Si tú vieras la fuerza de su espada,
De lo que querer mandar.
FIDAURA. No tuvieras dejalle á mucho exceso.
REY.
Quiérote este anillo dar.
¿Está ya sentencia ejecutada?
la
HAMETILLO.
SARRACINO.
É yo querer receber.
FIDAURA. Si quieres ver el trágico suceso,
la luz divina
Vuelve los ojos á la sala, y mira
iQue vive
señor! ¿Vivo eres,
Los sangrientos ejemplos de la ira.
De mi
Cerbín? cabeza
Corre una cortina y vense con invención
las
HAMETILLO.
encima de una mesa.
Seniora
FIDAURA.
REY.
¿Qué quieres?
Este es el fin que la soberbia tiene,
HAMETILLO.
un hombre ingrato al beneficio.
¿Estar esta pedra fina?
Y el ser
SARRACINO.
FIDAURA.
A tal bajeza el que se ensalza viene.
Vale un tesoro; mas di, ALMORADÍ.
¿Cuándo veré yo á mi bien?
HAMETILLO. Bajar los altos es del cielo oficio.
REY.
Acá volver yo tamben,
Banquete ha sido próspero y sorene;
Escreberle vos por mí;
Yo tendré en la memoria este servicio;
Que yo traer el resposta.
Nunca puso á rey tal mesa;
vasallo
FIDAURA.
Otro anillo te he de dar. De que entre ellas no esté Cerbín, me pesa.
ALMORADÍ.
HAMETILLO.
te daré ese postre, si yo puedo,
Yo
Tanto podemos bligar,
Antes que el sel mañana en el Poniente
Que alia corremos el posta.
Peine al cabello su dorado enredo,
FIDAURA.
Y encubra al Indio su abrasada frente.
Cuantas tengo en las dos manos
SARRACINO.
Te he de dar.
tengo miedo,
la sierra
HAMETILLO. Que se meta en
Y en Orgiva esconda algún pariente.
le
Serto provecho.
ALMORADÍ.
¡Oh, qué lindo! Quedar hecho
No es posible, señor, que haya salido.
On obispo de castanios. REY.
Voy á la serra en que está; jGran tragedia ha sido!
Cubrid los cuerpos.
Cameno de Andójar es.
SARRACINO.
FIDAURA.
serviré después.
Aquel mancebo que aun estando muerto
Yo le
HAMETILLO. Mostraba de su rostro la hermosura,
Gárdete, seniora, Alá.
Era Muley Hamete.
REY.
FIDAURA.
Y ¿será cierto
Y dirásle tú al cristiano
I'I.DRO CARBONERO. 149

amó con locura? SARRACINO.


Que la Reina le tal
SARRACINO. En fin, Alcaide, son envidias mías.
RUSTAN.
Lo que hasta ahora tiene descubierto
El Rey se va; no puedo ahora hablarte.
Rustan Celín, que la verdad procura,
No condena á la Reinn.
Vase Rustan.
REY.
El ciclo quiera
no muera. ALMORADÍ.
Que se libre la Reina y que
Y yo también el envidioso he sido.
SARRACINO.
SARRACINO.
Tiénesla amor, y justamente creo,
Porque Muley líamete era muy mozo, ¿Qué quieres? Á los dos nos hacen parte
Y era muy alto su primer empleo. De culpa que jamás hemos tenido;
REY. Granada, Almoradí, quiere culparte,
Mis celos muestran de su muerte el gozo. Aunque dicen verdad, pues el olvido
SARRACINO. De Fidaura fué causa de este engaño;
Era, señor, muy
desigual empleo, Yo hice por Dalifa el propio daño.
Á quien apenas apuntaba el bozo. Juntos somos culpados, y así, es justo
REY. Que juntos el remedio procuremos;
La sangre sobre el mármol de la fuente, Que viva Alí me da mortal disgusto,
Guardará su memoria eternamente. E importa que la vida le quitemos.
SARRACINO. Dióle la carta al moro, y sabe el gusto
Aquí viene Rustan. Que de la muerte de Cerbín tenemos;
REY. Antes que nos descubra, pues importa,
Pues ¿cómo toma Vivo le entierra y la cabeza corta.
ALMORADÍ.
Granada este suceso?
Alí me ha sido siempre leal criado;
Sale Rustan. Pero para vivir menos sujeto,
Hoy á Genil le sacaré engañado,
RUSTAN. Y nuestro engaño quedará secreto
No quisiera Si está todo mi honor aventurado
Hablarte en estas cosas [por Mahoma! En poner tus consejos en efeto.
Toda Granada contra ti se altera: Camina y buscarémosle.
SARRACINO.
De donde el Albaicín la frente asoma, La mengua
Hasta fuente del jardín postrera,
la

Que está en Gencralife, todo es llanto; De todo nuestro honor está en su lengua.
Nunca pensé que lo sintieran tanto.
Vanse.
Pénense luto, cierran las ventanas;
Unos dicen que ha sido alevosía
Sale Pedro Carbonero en su hábito, y
Tadeo, Andrés
Por invidia de cartas africanas Simón, Cerbín de moro, y Rósela con calzones,
y y
De alarbes que han echado á Berbería; capotillo, montera y ballesta.

Otros dicen que son tretas cristianas,


PEDRO.
Porque muera la fama y valentía
De los Abencerrajes de Granada, Estamos ahora en parte,
Y entre Fernando con desnuda espada. Cerbín, que todo el poder
Culpan á Almoradí y á Sarracino, Del mundo no puede ser
Y algunos Aliatares y Gómeles, Para que te prendan parte.
Por celos de la fama, que á Cerbino De aquestas altas montañas
Amaban, siendo Almoradíes crueles. Soy dueño, de tal manera,
Crece el rumor, la furia, el desatino; Que, como Marte en su esfera,
Que si no lo remedias como sueles, Reino entre aquestas cabanas.
No pongo duda que la humilde plebe No verás encina ó roble,
Tome las armas y á ofenderte pruebe. Sierra ni peñasco fiero,
REY. Que de Pedro Carbonero
Echa, Rustan, un bando, que al momento No tiemble, con ser inmoble.
Ninguno traiga luto ni haga llanto, Las aves, antes que el sol
So pena de la vida; que es mi intento Ó sus rayos las enricen,
Hacer las fiestas del Baptista santo; cPedro Carbonero, dicen,
Comiéncese de nuevo, y el contento, El cordobés español.»
A pesar del dolor, se doble tanto, Con mis doce compañeros
Que dure el regocijo quince días. He ganado mil tesoros,
Robando á Granada moros,
Vasc el Rey.
iSo OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Te servirá eternamente.
Del Xaragui jornaleros.
TADEO.
Traigo cautivos cristianos,
¿Qué ha de hacer de esta gente
se
Como has visto repartir;
Que me los suelen pedir
Que anda en el monte perdida?
PEDRO.
Deudos, parientes y hermanos.
¿Dices los moros cautivos?
Sólo esta bella mujer
TADEO.
No he dado á quien la pidió;
Pero no la fuerzo yo Pues ¿quién?
PEDRO.
A que viva en mi poder, Vayanse á vender.
Que ella me muestra afición,
TADEO.
Y gusta de aquesta vida.
CERBÍN. ¿Adonde y cómo ha de ser?
PEDRO.
Si de ti, Pedro, es querida,
Dondequiera, si están vivos.
Sobra á Rósela razón,
TADEO.
Y de no querer volver
Á sus deudos, mucho más; Uno solo, de coraje,
Que es deuda estar donde estás, Es muerto.
PEDRO.
De agradecida mujer.
RÓSELA.
¿Emperróse?
TADEO.
No la libertad es parte
Sí.
Que me diste, Pedro mío,
PEDRO.
Para que con este brío
Sigas las armas de Marte;
Alto: vayan por ahí;

Sino el tenerte afición, Aunque de precio se baje,


No vuelva al monte ninguno.
Y siguiendo la luz
el ir
TADEO.
De un Alejandro andaluz,
¿Quién irán?
De un español Cipíón.
PEDRO.
Eres el sol de estos ojos,
Simón y Andrés.
Por quien ni las más extrañas
Peñas de aquestas montañas ¿Cuántos son?
SIMÓN.
Darán á mis pies enojos;

Ni llevar por esa cuesta
Son veintitrés,

Tan alta, en veloz corrida, Y de más años algunos.


PEDRO.
La espada que ves ceñida,
Ni en el hombro la ballesta; A veinte escudos los den,

Que cuando en verdes espartos Uno con otro.


SIMÓN.
Solamente el pie tuviera,
Iré corriendo ligera
voy. Yo
CERBÍN.
De Sierra Morena á Martos.
Soy tuya: mi profesión
Mirando tu gracia estoy.
PEDRO.
Es guerra; el valor arguyo
De que soy soldado tuyo, Y ¿parécete bien?
CERBÍN.
Capitán de mi afición.
Bien.
Moros sabré cautivar
Del Xaragui de Granada,
Vanse Simón y Andrés.
Sabré manejar la espada
Y la ballesta tirar; Entra Hametillo, á lo gracioso, con alforjas

Y
sabré quererte tanto, y una azagaya.
Pedro de los ojos míos,
HAMETILLO.
Que pasaré á pie los ríos,
Y, en tu ausencia, el de mi llanto. ¡Oh, bendeto estar Alá,
Que habernos acá liegado!
PEDRO.
Quisiérate responder PEDRO.
Tan tierno como era justo; ¿EsHamete?
HAMETILLO.
Pero debo al ser robusto,
Dejarme de enternecer. ¡Bon recado!
PEDRO.
Yo estoy tan agradecido,
Rósela, á tu voluntad, Ea, los brazos me da;
Que de amarte con verdad Ya sabes que soy primero.
al amor prometido,
HAMETILLO.
Tengo
Este pecho y esta vida Ahora ben, brazos te damos;
\'l
PEDRO CARBONERO.

HAMETILLO.
¡Par Dios, macho
le costamos,

Sénior Pedro Carboncrol Logo vos cobrar el porte,


Pos sendo yo el que le importe,
mko.
Yo pago con afición. No cobrar el porte yo;
HAMETILLO. Por bona fe, que haber hecho
Machos alpargates rasgo, Obespo Fcdaura á mí.
CERBÍN'.
Vos, Carbonero, ser trasgo,
Desde que el alma le di
Volverse el paga carbón.
Abracemos á Cerbín No tengo prenda en el pecho.
HAMETILLO.
Y á Tadeo.
ROS! |Por Mahoma, eso espenazo
Y ¿á mí no? No te traer otra á vos!
CEU:
h ametillo.
¿Quién ser vos? Somos amigos los dos;
RÓSELA. ¿Qué más porte que un abrazo?
Yo. HAMETILLO.
HAMETILLO. Pos ona prenda traer,

¿Quién ser yo? Que dar para tu consuelo,


ROS! E no la dar.
CERBÍN.
¿No me conoces, rocín?
HAMETILLO. ¡Santo cielo!
¡Válgate el deablo, poteca, ¿Prenda suya en tu poder?
Qué bona andar, y que fresca! ¿Qué prenda, Hamete?
HAMETILLO.
¿Quén te haber dado gregesca?
RÓSELA.
Ona banda
Para que pasar la aosencia.
Mi Pedro.
HAMETILLO. CERBÍN.
¿Ser vos, so pereca? No haces buena diligencia
RÓSELA. Si no das lo que te manda.
¿ya no lo ves? HAMETILLO.
Soy hombre;
HAMETILLO. Ne vos hacer bon amante
Ya ser soldado de fama, Se no das bridas á mí.
CERBÍN*.
Ser camarada de cama
Conmego. Este anillo no te di
RÓSELA. Por ser tan rico el diamante,
Hablemos después, Y por ella le he de dar.
Estafeta de embelecos. HAMETILLO.

Vase. Mostra.
CERBÍN.
HAMETILLO.
Ya está en tu poder.
É ¡joro á Dios! se dormer, HAMETILLO.
Que Hamete hacerte parcr
Tres docenas de Hametecos. Pos ahora no tener
CERBÍN. Banda ¡bon pagado estar
¿Que hay, Hamete, de Granada? Del porte que te pedí!
HAMETILLO. CERBÍN.

Este carta dar á mé En fin, me


engañó; leer quiero.
1'edaura, é ser para te. HAMETILLO.
CERBÍN. ¡Ah, sénior Carbonero,
¡Oh prenda del alma amada! Esto aprendemos de ti!
|Oh papel! ¡Oh letras míasl
Carta.
¡Oh consuelo de mis malesl
iiami ni.i.o.
¿No traer po: «Cerbín, cuando que sacaban los Bcnce-
vi

CERBÍN. rrajes de baño para cor-


la torre á la sala del ,

A prendas tales tarles las cabe/as, me quise arrojar de la torre


de Comar. irdines; pero como en este
Se da el porte en alegrías.
RAM] II.I.O.I
tiempo llegase Hamete, cobré aliento con tu
¿En alegrías? carta. Dice que espere, que vendrás por mí; yo
: ÍN. vivirécon esa esperanza; cúmpleme la palabra,
?•»
¡Pues no! y Dios te guarde.
15* OBRAS DE LOPE DE VEGA.

CIRBÍN. ¿Qué macho que el perros ladren?


Pues ¿cómo, líamete, ya el Rey Mandar que el garda que haber
Degolló los Bencerrajes? Bajado dos horas antes
HAMETILLO. Al calie de los Gómeles,
Por no dar trestes mensajes Desde el torre de Comares,
Haber caliado Muley; Ocopar el plaza nova,

Ser tragedia lastimosa. Y Zacatín, sen haliarse


el

CERBÍN. Hasta el treato otra cosa


Y qué, ¿Fidaura sintió Que armas, lanzas é forbantes.
Tanto el entender que yo Sober á la Alhambra toda,
Iba á la muerte afrentosa, É que en torno la cercasen,
Que se arrojaba Sen que á ver el acto treste
HAMETILLO. Consenter entrar á nadie.
¿El qué deces? É yo, que antes haber edo
Ser verdad, elia querer, A dar to papel, haliarme
Pero dejarlo de hacer Dentro, lleno de temor,
Por no hererse en al nareces, É ver el caso; escochalde:
Que se no, ya amortajamos, Saler delante on trombeta,
É descansar con Mahoma. Cuyo son, rompendo el aire,
CERBÍN. A pesar de mi bonete,
Aliento y trabajo toma, Hacer el cabello alambre.
Pues aquí despacio estamos, Logo, en larga procesión,
líamete, y di cómo fué. De en dos en dos los algaides
HAMETILLO. De portas é de castillos,
Que me place, aunque tomar Con amarellos semblantes;
Pena. É tras ellos un pregón
CERBÍN. Que decer palabras tales:
Comienza á contar. «Sepan todos cuantos beben,
HAMETILLO. Que éstos son los cencerrajes,
Escocharme vosancé: A que nostro rey Manzor
On martes, cuando ya el sol, Mandamos descabezalies
-Bordando los Alejares, Por traidores al Corona,
Desde las torres Bermejas E á so sénior desleales.»
Eba á Genel á baniarse, Yo entonces, entre mes dentes,
Manda Rey chico Manzor, Aunque temblamos el carnes,
Que Alá pocos años garde, Decemos: «¡Poto, mentes,
E tan pocos, que no lieguen Que estar honrado lenaje!»
Á ver so vida otro martes, Entrar en la sala todos;
Cerrar á Granada el portas, Desnodó on hombre on alfanje,

É poner garda en las calies É sobre ona blanca pela,


De loceda infanterea, Fonte de poros cristales,
E de fortes capotanes. Cortar todas las cabezas,
Toda la gente correr É con el calente sangre,
Al Bebarrambla, á la parte El mármol blanco é lustroso
Que haber on treato triste Volver por mel partes jaspe.
Enlotado, forte é grande. CERBÍN.
Neneos, mojeres é vejos, Dame, Pedro, licencia que me mate;
En ona voz lamentable Que no es la vida para mal tan grande.
Dar gretos, lamiar Mahoma; PEDRO.
Él dormer, é no escocharles. ¡Tente, Cerbín! ¿Eso dices?
Mesarse el que tener barbas, CERBÍN.
El que no tener, terarse Son todos deudos y padres,
De los cabelios le vi, Todos hermanos y primos.
E rasgar los almaizares. PEDRO.
Mas tenendo el Rey temor Vive que Dios te guarde,
tú,
Que el cedad se alborotase, Para que á Fidaura cobres;
Vendo tanto sentemento Que trabajos semejantes
Hasta en pedras é animales, Nunca el cielo los envía
Que yo ver loriar el perros, A hombres bajos y cobardes.
Y este no ser disparate; Vete á desnudar conmigo;
Que si lioraban los moros, Que antes que dos meses pasen
PEDRO CARBONERO. '53

Espero verte en Granada. Respondan al atambor


CERBÍN. Con relinchos los caballos;
Veréme en Granada tarde. Júntense en Bibataubín
¿Cuántos murieron, Hamete? Mis alcaides y escuadrones;
HAMETILLO. Bajen los blancos pendones
Alí, Soltán Bencerraje, Del coronado Albaizín;
Maniloro, Rocaferro, Hable Marte y calle Amor,
Tarfilo, Modarra, Alfaide, Pues con la espada en la mano
Sen otros de menos conta Osa el cobarde cristiano
Que quedar presos en cárcel, Atreverse á mi valor.
Para sacar otro dea, RUSTAN.
Porque el dolor no se acabe. Si se vieran en Granada
CERBÍN. Los Abencerrajes francos,
Dame, Pedro, licencia que me mate; Vieras mil turbantes blancos
Que no es la vida para mal tan grande. Y mucha lanza empuñada,
PEDRO. Cubrir la Puerta de Elvira,
Desesperado se fué; Y que estuvieran temblando
Corre, Tadeo, á atajarle. Los cristianos de Fernando,
TADEO. Que ya tus murallas mira.
Ya voy; tú ven con Rósela Segura su tierra estaba
Poco á poco á los jarales. Antes de esta fiera ley;
HAMETILLO. Bien se te emplea, buen Rey,
¿É ya, Pedro, no comemos? Buen Rey, bien se te empleaba.
PEDRO. Creíste á la envidia vil,
Sí, Hamete. Y que llegue es gran razón,
HAMETILLO. Con el cristiano pendón,
¿Qué haber que darme? A la margen del Genil;
PEDRO. Y que se atreva su espada
Un buen cabrito de leche, Hacerte infames ultrajes,
Dos conejos que aquí nacen, Por matar los Bencerrajes,
Vino de Castillanzul, Que eran la flor de Granada.
Que hará que las piedras hablen, SARRACINO.
Jamón de Rute, y de grana, Calla, Rustan, no prosigas
Cuando las hebras le saques. Con palabras descompuestas;
HAMETILLO. Mejor andaban en fiestas
Dame, Pedro, lecenca, que el gaznate Que entre lanzas enemigas,
Remoje, é beba en ona bota grande. Con galas afeminadas,
Llenos de olores y plumas,
Más vanos que las espumas
De sus yeguas alheñadas,
Haciendo á las damas locas
Ademanes y visajes,
Andaban los Bencerrajes
Entre algodones y tocas.
ACTO TERCERO. ALMORADÍ.
Dice verdad Sarracino:
Alábalos de galanes,
Pero no de capitanes,
Sale el rey Almanzor, Sarracino, Almoradí y Rustan Nombre de su infamia diño.
Con cañas por los tejados
REY. De Bibarrambla, ¿qué importa.
Haced
sacar mis banderas, Siendo su lanza tan corta,
Empuñen lanzas y adargas, En los paveses dorados?
Cubran en hileras largas, Granada sabe el estrago,
Darro, y Genil, tus riberas; Tor más fuerte que los muestres,
Dejad las zambras y galas Que sufrió de los Maestres
Y el cortesano ornamento; De Calatrava y Santiago,
Dad tafetanes al viento, Por entregar sus banderas
Tocas, plumas y bengalas. Á Bencerrajes cobardes,
El amor de los vasallos 1 en hacer alardes,
liestroa
Se ve en las cosas de honor; Torpes en las armas fieras.

XI
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
'54
ALf.
RUSTAN.
¡Ah, generoso Almanzor,
Ano estar aquí su Alteza
ALMORADÍ. Defensa del Alcorán,
aquí, Cuan mal oyes á los buenos,
Tiics si él no estuviera
ansí Cuánto fías de traidoresl
«Osaras tú hablar
nobleza? Esos dos aduladores,
Contra toda la
RUSTAN. De infamia y lisonja llenos,
Una carta me mandaron
[Buena estuviera Granada
ser los nobles tan pecos,
Que diese aquel moro, que era
A De Vélez de la Gomera,
Que de dos mozuelos locos
En quien tus manos h hallaron
La defendiera la espadal zambra aquel día
REY. Cuando en la

Sarracino te avisó,
No se hable más: ¿qué es aquesto
Siendo él quien la escribió,
En mi presencia?
RUSTAN. Aunque la letra fingía.
Por esto has dado la muerte
Señor,
mi Al más famoso,
linaje
Yo vuelvo por valor,
Que la envidia ha descompuesto, Más noble y más valeroso,
Y con la voz popular, Más leal, gallardo y fuerte
Que de África vino á España;
Que suele ser voz del cielo.
REY. Y por esta causa, á mí,
Conozco, Rustan, tu celo, Como secretario fui
De aquella cobarde hazaña,
Pero no es tiempo de hablar.
Aunque ignorando su intento,
Sale un paje. Hoy al campo me sacaron,
Y entre los dos me dejaron
PAJE. Casi en el último aliento;
Un moro pide licencia, Pero defendió mi vida
Mal herido: ¿puede hablarte? El cielo, para que el daño
REY. Reparase del engaño
¿Herido? Pues ¿de qué parte? De inocencia perdida.
la
PAJE. sangre, y te pide
Clama su
Él lo dirá en tu presencia. Venganza, y la mía también.
SARRACINO.
Sale Alí, moro, herido. el traidor.
Bien finge
ALMORADÍ.
ALÍ.
Muy bien.
Pues tanta dicha he tenido (i)
SARRACINO.
Que he llegado á ver tus puertas,
Escucha mis justas voces. ¡Qué bien las palabras mide!
REY.
REY.
Pues ¿qué es aquesto, villanos?
¿De dónde vienes así?
ALMORADÍ.
ALÍ.
El Rey le va dando orejas.
Gran señor, yo soy Alí, SARRACINO.
Sospecho que me conoces,
Envidiosos cortesanos
Que al Almoradí servía,
Del favor de algunas rejas,
Que Alá quiere disfamalle
Habrán hecho están invención.
Contigo, y que no se calle
REY.
Su infamia en la muerte mía.
ALMORADÍ. ¡Qué maldad tan conocida!
¿Vendiera este hombre la vida
¡Perdido soy, Sarracinol
SARRACINO. Para hacer esta traición?
¡Ah, infames, que habéis causado
¿Qué haremos, Almoradí?
REY. El mayor mal que ha cabido
Cuenta lo que pasa, Alí, Jamás en hombre ofendido
Que su traición imagino:
Ni en señor mal informado!
El corazón me decía
Toma esa puerta. Rustan.
RUSTAN. La verdad algunas veces;
La guarda está aquí, señor. Que da el cielo á los jueces
Tal vez don de profecía.
¡Oh perros, cuyos linajes,
(i) Faltan los dos primeros versos de esta redon- Con envidia y vil concierto,
dilla.
PEDRO CARBONERO. •55

Hamete y Tadeo, al fin


Mi honor y hacienda habéis muerto,
Me faltan, que con Arbín
Matando á los Bencerrajes!
Fueron, al nacer el día,
Si á un rey infamia no fuera
Manchar la espada en traidores A ver la hermosa Fidaura:
¿Qué haré, cielo y campo verde?
Tan vilesy aduladores,
Que la ocasión que se pierde,
Yo propio la muerte os diera.
se restaura.
ALMORADÍ. Tarde ó nunca
Han la comida
ido por
Señor
REY. Matías,Simón y Andrés;
Pues ¿osas hablar? A Córdoba fueron tres
Lleva, Rustan, estos perros,
Con la presa ayer traída.
Cuatro están en los atajos;
Y hazlos en puntas de hierros remedio de hacer señas;
Públicamente empalar.
No hay
SARRACINO. Ya suenan entre las peñas
Pues ¿no escuchas?
Los ecos roncos y bajos;
RUSTAN. Pero, pues, donde no puede
Valerme la espada, intento
No, villanos.

|Ah, buen Rey, que llegó el día


La industria, un gran pensamiento,
En que vieses la porfía Que si tan bien me sucede,
Y envidia de estos tiranos! Me ha venido á la memoria:
Ya no hay con qué el yerro dores, En esta cabana están
Vestidos y armas, que harán
Si no es con castigos tales;
Pues no oiste á los leales,
Más segura la victoria.
Quiero en las más altas ramas
No escuches á los traidores.
REY. Poner aquestas monteras,
Llevad á curar á Alí, Las armas en las primeras,
Sobre estas verdes retamas.
Y á esotros dadles muerte.
la
SARRACINO. monteras, y
Saca de la cabana armas, arcabuces y
Rey, escucha valos poniendo en lo alto del tablado,
de manera que
ALMORADÍ. parezcan personas vivas.
Rey, advierte
REY. No están los venablos mal;

Llevadlos luego de aquí. Cuerpos fingen las cortezas;


RUSTAN. Éstas parecen cabezas.
Caminad, infame gente. ¿Quién ha visto escuadra tal?
¡Ea, señores soldados

Llévalos Rustan. Sin sueldo, guárdenme bien


Las espaldas; siempre estén
REY. Con los venablos calados!
|Abran los ojos alerta,
A la torre voy á ver
La Reina; que quiero hacer Que intento un hecho notable,
Nueva corona á su frente Y óiganme; ninguno hable,
De perlas y de esmeraldas, Ni del orden se divierta;
Con esmaltes y colores, Que le colgaré de un roble!
Más que tiene hermosas flores Si así los soldados fueran,
iQué pocas quejas que
dieran'
Generalife en sus faldas.
lArma, alerta, gente noble!
iQuc como á persona baja
La tratase yo aquel dial Plática les quiero hacer,
|Ay, Alindaraja mfal Y animarlos á guardarme;
|Ay, mi linda Alindarajal Mas ¿de qué sirve cansarme?
Que no será menester.
Vase el Rey.
moros.
Salen Arfego, Zulcma y otros
Sale Pedro Carbonero con ballesta y montera.
zui.'

PEDRO. Serán las mejores fiestas


Grande cantidad de moros Que se hayan hecho en Granada.
AREEGO.
Siento atravesar la sierra,
Está la ciudad vengada.
Más que con señal de guerra,
rEDRO.
Con riquezas y tesoros.
[Hola, á punto las ballestas!
lOh, grande desdicha mía!
>

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


i
56

ARFEGO. PEDRO.
Porque de sólo saber Las manos volved atrás;
Que murieron por traición, Que con ataros no más,
Alegre de su opinión, Pagaréis cierto interés,
Muestra contento y placer. Y pasaréis norabuena.
ZULEMA. ZULEMA. •

Deseo, Arfego, llegar, ¿Qué haremos?


Por ver castigar alguno. ARFEGO.
PEDRO. Callar la boca.
¡No se descuide ningunol ZULEMA.
ARFEGO. Si es que nuestra gente es poca
Gente siento. Y está la montaña llena:
PEDRO. ¿No veis sombreros cristianos?
¿No veis armas?
Recio. ARFEGO.
¡Por Alá;
En
su lugar Que rabio!
Esté todo hombre escondido, PEDRO.
Sin salir de la arboleda; ¿No acaban ya
La espada y ballesta queda, De volver atrás las manos?
Y tenga atento el oído. ZULEMA.
ARFEGO. Veslas aquí; ten mancilla.
¿Qué es esto?
ZULEMA. Átalos.
Cristianos son.
PEDRO. PEDRO .

¿Sabes quién soy?


Hace que habla con ellos. ARFEGO.
Eso espero.
¿De qué sirve disparar? PEDRO.
Yo no pretendo matar; Yo soy Pedro Carbonero,
Tened la jara, Simón. Y esta gente mi cuadrilla:
|No salgáis, por vida mía, Vayanse dejando atar.
Andrés! Yo sólo he de ser Ya digo que no tiréis;
Quien he de reconocer. Si tiráredes, no untéis
ZULEMA. Con hierba el hierro al tirar.
Que no disparen porfía; ZULEMA.
Podrémonos defender. ¡Brava cosa! ¿Que éste es Pedro?
ARFEGO. ARFEGO.
No, que nos han de matar. Caro cuesta el regocijo.
ZULEMA. PEDRO.
Siempre temí el encinar. Soy Pedro, por quien se dijo:
PEDRO. «Pedro, con vos poco medro.
¿Quién va? ZULEMA.
ARFEGO. Para dar aquella gente
Ya lo puede ver. Honrada que sustentáis
PEDRO. PEDRO.
Ya os digo que nadie tire: No tiréis, que si tiráis,

Tadeo, Felipe, Juan, Me enojaré bravamente.


Mirad que soy capitán, ZULEMA.
Si es justo que eso se mire. Os daremos cien ducados;
¿Quién va? Libres nos dejad partir.
ZULEMA. PEDRO.
Manda á los cristianos Por aquesa senda han de ir,
Que no tiren. Ya que están todos atados;
PEDRO. Y no traten de concierto,
No hayan
miedo; Que han de ser todos vendidos.
Que soy quien mandarlos puedo. ¿Cien ducados, mal nacidos?
¡Todo nombre tenga las manos! Vayan subiendo ese puerto.
ARFEGO. La gente que ven ahí,
Moros somos, ya lo ves. Me los tiene cada día
PEDRO CARBONERO. 157

TADEO.
De costa, que es compañía
Muy costosa para mí. ¿Por qué?
Caminen. CERBÍN.
ZULEM \. ¿Podré aventurarme? (1)
|Ay, desdichados! TADEO.
PEDRO. Seguramente.
Caminen de dos en dos. CERBÍN.
¡Muy bien lo han hecho, por Dios! ¿Qué gente
Vénganse á comer, soldados. Es ésta con una caja?
TADEO.
Vansc. Todo el Alhambra baja.
HAMETILLO.
Salen Cerbín, líamete y Tadeo.
Escochar poco, párente,
IIAMETILLO. Que ser on bando.
Ya notener que esconder; TADEO.
No haber en toda Granada Cerbín,
Contra vos, lanza ni espada; No huyas, no te receles.
Todo ser festa é placer. RUSTAN
Todo el pobló decer venan, Bajarás por los Gómeles
Á ona voz, los cencerrajes, A entrar en el Zacatín.
É ahorcamos los lcnajes
Á quien el traición se preban. Sale Rustan con gente, y tambor de guerra delante,
el cual echa el bando siguiente:
Empalado estar sénior
Sarraceno, Almoradí,
Quemado en fogo. TAMBOR.
TADEO. «Sea notorio á todos los caballeros Bence-
¡Que así rrajes, huidos ó escondidos en Granada ó fuera

Te favoreciese amor, de ella, como, por haberse declarado su lealtad,


Que cuando entrar pretendías el Rey les da licencia que vuelvan libremente

En la Alhambra, de secreto, á sus casas, con seguridad de la palabra Real


Donde tu vida, en efeto, para sus vidas y haciendas.»
A tal peligro ponías,
Que era imposible salir, RUSTAN.
Halles aquesta mudanza! Camina á la plaza nueva.
CERBÍN. TADEO.
¡Oh, cuánto á su tiempo alcanza Ya, ¿qué tienes que dudar?
Un determinado huir! HAMETILLO.
Si en Granada me estuviera, c
Qué te parecer, que estar
En mi inocencia fiado, Sospenso?
CERBÍN.
Ya me hubiera degollado
Del Rey la inclemencia fiera. El placer me eleva:
HAMETILLO. Hablar quiero al Rey, Tadeo;
Sí, sí, ya estar vosance Besar quiero al Rey la mano.
Sentado en el chimenea TADEO.
De Mahoma. Ya que tu negocio es llano
CERBÍN. Y en Granada en paz te veo,
Ahora vea A mí y á Hamete nos da
El Rey qué linaje fué Licencia para volver
El que quiso destruir, Donde Pedro quedó ayer,
Y por traidor desleal, Pues sabes cuan solo está,
Sembrar sus casas de sal. Y mira si mandas algo.
¡Cuánto se ve con vivir! CERBÍN.
IIAMi: TILLO. Dile á Pedro Carbonero
Es tanto, ¡por veda mea! Cuánto estimo, precio y quiero
Que se Hamcte morcr luego, La amistad de tal hidalgo,
No ver más que ver un cegó, Y que por toda la vida
Aunque estar el medio dea. Le quedo en obligación,
Merar qué digo. Y que haré con afición
CERBÍN. Cuanto en Granada me pida.
Estoy
Dudoso de publicarme. Falta un verso.
><;8 ODRAS DE LOI'K DE VEGA.

En esta caja saqué Y temiendo la muerte ó el ultraje,

Anoche de mi posada No haynieve de las sierras que no excedan.


Ciertas joyas; todo es nada, ¿Adonde huyó Cerbín Abencerraje?
Pero es señal de mi fe. RUSTAN.
Llévaselas, y dirás ¿Cómo es posible que saberlo puedan
Que perdone á un desterrado; Las guardas? porque es fama que en Granada
Que la humildad del estado Oculto vive.
No puede ofrecerle más. REY.
TADEO. Es muy gallarda espada.
Yo en su nombre, Bencerraje, Perder un capitán me pesaría
Beso las manos mil veces De tanto nombre.
Por la merced que le ofreces,
Sale un paje.
Respondiendo á tu linaje,
Que fué ejemplo de grandeza
PAJE.
Y de liberalidad. Aquí pide licencia
CERBÍN.
Para hablarte, Cerbín.
Conoceré su amistad, REY.
Su valor y su nobleza, Alegre día:
Lo que tuviere de vida. Di que venga Cerbín á mi presencia.
Alá os guarde.
HAMETILLO. Sale Cerbín solo.
Adiós quedar.
CERBÍN.
Vanse. Rey Almanzor, pues la inocencia mía
Y de toda mi estirpe y ascendencia
TADEO. Tan clara has visto, como el sol es claro,
A bien servir, bien medrar. Cerbín vuelve á las alas de tu amparo.
¡Qué sangre tan bien nacida! Vedme, señor, aquí; que si el primero
HAMETILLO. Era en servirte, en acudir lo he sido
¡Oh corpo de mi Cerbín, A recibir tu gracia.
Estar párente á Mahoma! REY.
TADEO. Hoy, Cerbín, quiero
Hamete, el camino toma; Que seas en tu honor restituido;
Pedro es nuestro centro y fin. Confirmóte por noble caballero,
HAMliTILLO. Leal, honrado, noble y bien nacido,
¿No enseñarme lo que va Y en fe de aqueste amor, pide mercedes.
En la caja, á bona fe? cerbúí.
TADEO. Tú me y restaurarme puedes;
perdiste,
Allá te lo enseñaré, Y si el poder que pierde se restaura,
Y tendrás tu parte allá. La merced que te pido solamente
HAMETILLO. Es que me des mi esposa.
Mochas veces ir al fonte. REY.
Joro á Dios haber temido ¿Quién?
Alguna que estar dormido CERBÍN.
Dejar el asa ó el frontel Fidaura.
REY.
Vanse. Con cuatro villas que esa espada aumente.
Salen el Rey y Rustan. CERBÍN.
Es mi primero movimiento, y aura
RUSTAN. Es la vida que vivo.
No puedo decir el alegría,
te REY.
Gran señor, que mostraban en Granada Hoy
en la frente
Cuando el pregón la libertad decía De la Reina pondré coronas nuevas:
De aquella noble sanare disfamada; La gozarás, porque este amor me debas.
Tu vida pienso que por este día CERBÍN.
Será por tantos siglos dilatada, Beso tus pies Reales.
Respecto de las muchas bendiciones,
Sale Zulema.
Que alcances á dos mil generaciones.
REY. ZULEMA.
Amaban con razón este linaje, Sin aliento
Y dícenme que del algunos quedan, Vengo, señor, desde la sierra Elvira.
PEDRO CARBONERO. 1 59

REY. ¿Cómo podré llevar tan vil oficio


Contra un hombre que vida y ser me ha dado,
¿Viene el cristiano?
ZUL! Ni ser ingrato á tanto beneficio?
Está, señor, atento, Pues excusarme de esto es excusado,
cristiano, á más el blanco tira; Siendo importante á su Real servicio,
Que aunque es
Escucha un andaluz atrevimiento,
Y estando en su poder mi amada esposa,
Y el gran valor de sólo un
hombre mira: Temo su muerte ó su prisión forzosa.
que piensas que á tu tierra lo primero que Almanzor me manda,
No es Fernando el

Pone las armas y amenaza guerra.


Y por ello mi esposa me promete;
Pues remedio ha de haber; amor ablanda,
Por más que en medio la razón se mete.
Pues ¿quien?
ZULEMA. Si fuera solo, ó todos de mi banda
Un hombre humilde, sólo un Mas -qué he de hacer si Arfego le acomete
Abenadín que le matem<
Tan humilde, que Pedro Carbonero [hombre,
.;

¡Oh! ¿A trescientos soldados detendremos?


Tiene por nombre, mas errado el nombre,
Pero escribirle quiero que se huya,
Que debiera llamarse Pedro acero.
Éste, con tal valor que al mundo asombre, Y no hallándole allí, disculpa es llana,
escuadrón, valiente y fiero, Y no habrá quien á engaño lo atribuya,
Con pequeño
al paso de tus moros,
camino Ni á que yo tengo inolinación cristiana.
Sale al

Y les roba sus vidas y tesoros.


Sale Fidaura al balcón.
Todos los robos que en Granada había
De cautivos de moros jornaleros, FIDAURA.
De que se lamentaban cada día, voz tuya?
Así de la ciudad, como extranjeros, Mi querido Cerbín, ¿es la
CLKBÍN.
Aqueste Carbonero los hacía
La que escucho, á lo menos no es humana;
Solamente con doce carboneros:
Ataje este carbón agua de espada; Angélica parece su armonía.
FIDAURA.
Que si se enciende, abrasará á Granada.
Ocho moros ató donde yo iba. ¿Que amaneció de mi remedio el día?
CERBÍN'.
Una tarde, señor, mas quiso el cielo
¿Que te gozan mis ojos, prenda amada?
Que me escapase de su furia altiva,
FIDAURA.
Que es rayo ardiente del morisco suelo. ven mis ojos?
¿Que en el Alhambra ya te
Mira los moros que de vida priva
CERBÍN.
En invierno, en verano, al sol, al hielo,
Salteando, matando y cautivando, ¿Que llegó la ocasión tan deseada?
FIDAURA.
Ó para que le prendan echa un bando.
REY. ¿Que ya ha llegado el fin de mis enojos?
á Granada, CERBÍN.
;1 [ay desvergüenza igual? ¿Junto
Ya muerteseñora tengo en nada.
Un hombre solo autor de tanta afrenta? la , ,

FIDAURA.
A buen tiempo llegó, Cerbín, tu espada;
Tú solo, por mi honor, la empresa intenta; La muerte triunfa ya de mis despojos.
CERBÍN.
Suspende el gusto á tu Fidaura amada,
¿Cómo has estado, hermosa prenda mía?
A mi servicio tu persona atenta;
FIDAURA.
Que en volviendo con éste muerto ó preso,
Como la noche hasta que llega el día.
La gozarás, contándome el suceso.
hombres, los más bravos CERBÍN.
1 lenle trescientos
El Rey te me promete por esposa.
Que hay en Granada; y parte, Cerbín, luego;
FIDAURA.
Que quiero que me traiga esos esclavos,
El Rey sabe mi amor, tú mi deseo.
Y que á sus acogidas ponga fuego; CERBÍN.
Y ordenarás también, Rustan, dos cabos
Para esa gente. Pero voy á una guerra que es forzosa.
l ÁN\ FIDAURA.
Abenadín y Arfego De mi desdicha, mi Cerbín, lo creo.
CERBÍN.
Irán con él.
KIY. No pienso que será dificultosa.
Cerbín, Alá te guarde; FIDAURA.
3

1 1 1/ por salir aquesta misma tarde. ¿Qué mayor mal, si un hora no te veo
i por el jardín, y hablemos cerca.
Yansc, y queda Cerbín solo. CERBÍN.
¡.ís. ¡Dichosos males cuando el bien se acerca!

¿1 lay desdicha como ésta? Ay, Pedro amado! Yansc.


it"o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Sale Pedro Carbonero con Rósela. Con que las velas despliega.
El juego, al que de él se agrada,
PEDRO. Al fin le viene á dejar
Cansado, Rósela, estoy. Más en cueros que la mar,
RÓSELA. Pues es nada cuanto nada.
¿Del camino, ó de esta vida? El amor de la mujer
PEDRO. Es negocio sin reparo;
Algo tiene de perdida, Que placer siendo tan caro,
Más es pesar que placer.
Si en tantos peligros doy.
RÓSELA. Y ansí, la guerra, aunque es bella
Por la fama del obrar,
Deseo que te recojas
Por tu descanso, mi bien; Es juego, mujer y mar,
Que no porque á mí me den Que los más acaba en ella.
PEDRO.
Estas montañas congojas.
Que en la Libia más ardiente, Tu consejo, prenda mía,
En la Arabia más desierta, Recibo, como de quien
Adonde la fénix muerta Sólo procura mi bien
Vuelve á alegrar el Oriente, Y mi honrada compañía.
Viviera alegre contigo. Dame que yo los sosiegue,
PEDRO. Que verás que me sosiego;
Descansar pretendo ya, Y porque en mujer ó juego,
Si esque de mi trato está Ó en alta mar no me anegue,
Advertido el enemigo. Serás entonces mi esposa;
Hablaré á mis compañeros; Que ya me ha escrito tu hermano,
Que no haré sin su licencia Porque en un centro tan vano
De estas montañas ausencia. Nunca el corazón reposa.
RÓSELA. Yo también le he respondido
Son tan robustos y fieros Que ya tu marido soy,
Y tan codiciosos de honra, Y que muy de paso estoy
Que de hacienda iba á decir, A cumplir lo prometido.

Que no te podrás partir Dice que me darán casa


. De ellos sin mucha deshonra. Con algunas heredades;
Todo lo que es ir atrás Haremos las amistades;

De lo que tienes jurado, Que el enojo al fin se pasa


Es entre ellos reputado Adonde hay satisfacción.
RÓSELA.
A cobardía no más.
Pues que no pretendas fin, Quiero arrojarme á tus pies;
También es cosa cansada. Que este término al fin es
PEDRO. Hijo de tu condición.
Envióme de Granada Viviré mientras viviere
Preciosas joyas Cerbín; A esa palabra obligada.
PEDRO.
Con las cuales y el dinero
,

Que de esclavos he sacado Yo á tu amor, Rósela amada,


De moros que he cautivado, Lo que de vida tuviere.
Retirarme á Cabra quiero,
ACórdoba ó á Montilla, Salen Tadeo Hamete Matías Simón y Andrés.
, , ,

Y descansar de esta guerra.


RÓSELA. TADEO.
Albricias pudieras darme
Si tú te vas de la sierra,
Lo propio hará tu cuadrilla. Si lo que traigo supieras.
PEDRO.
Descansa, luz de mis ojos,
Duerme una noche en tu cama; En otra ocasión pudieras
Con menos contento hallarme.
Que son de ganada fama
Inútiles los enojos. ¿De qué son?
TADEO.
Hasta ganalla es razón
Que el hombre anhele y suspire, De aquesta carta.
PEDRO.
Y que después se retire,
Es de sabios opinión. ¿De una carta? ¿Es de Cerbín?
HAMETE.
La mar paga al que navega
Por ella tarde ó temprano, Ya estar en Bibatauvín,
Que del mora no se aparta.
El atrevimiento vano

PEDRO CARBONERO. 161

Leer esta vosancé, PEDRO.


Que decir que es de Herrando, Que partamos quiero.
Rey de Castilla. HAMETE.
I'I.DRO. Señor Pedro Carbonero
Pues ¿cuándo PEDRO.
Á sus oídos llegué? ¿Qué me quieres, Hametillo?
¿Cuándo mi humildad, Tadeo, HAMETE.
Toco" en su pecho Real? ¿Cómo estar los dos de conta?
MATÍAS. PEDRO.
Tu fama, Pedro inmortal, Pues qué, ¿ya te quieres ir?

Solicitó su deseo. HAMETE.


De las torres de Cañete El qué hacemos, vos decir;
Te la acaba de enviar Si estar solo, tanto monta.
Don Alonso de Aguilar. PEDRO.
PEDRO. Tórnate, Hamete, cristiano,
Pues bien será que la acete, Y vete á servir al Rey;
Poniéndola en la cabeza. Mira que es bárbara ley
SIMÓN. La del cobarde africano.
• Lee sepamos
: lo que es. Adora la ley de Cristo,
HAMETE. Sigue su Evangelio, Hamete,
¿No te la mandar después Que es la que el cielo promete.
Quetar? HAMETE.
ANDRÍS. Al verdad, habernos visto,
No fuera grandeza. Y estar bona; porque, al fin,
Comer jamón, beber vino.
Lee Pedro Carbonero la carta. PEDRO.
Yo te prometo un padrino.
«Yo he sabido, Pedro Carbonero, que el HAMETE.
Rey de Granada ha tenido noticia de que le ¡Oh! ¿Qué decemos, baicín?
robas su tierra y cautivas sus moros; tiene Que tener alia mojer
deseo de vengarse de ti, y sabiendo yo tu mu- É hejos.
cho peligro, te pido que, porque yo junto en PEDRO.
Andújar mis adaltes (i) y almogávares para co- Acá tendrás
rrer la campiña de Córdoba y la vega de Gra- Todo eso mejor.
nada, te vengas con tus soldados á la corte; HAMETE.
que, fuera de que á todos les daré honras y No más;
plazas, á ti te haré capitán y tendré cerca de Crestiano querer volver.
mi persona, para hacerte la merced que merece Escrebimos ley que tome
un hombre de tu ánimo y fuerzas. Dios te Axa, y que si no tomar,
guarde. El Rey. » Que el diablo haber de lievar
Al femó que estar Mahoma.
PEDRO. PEDRO.
¿Hay semejante ventura? Mis brazos te doy por eso,
TADEO. Y todos, como á cristiano.
iQue merezca tu valor
Sale Juan solo.
Carta del Reyl
PEDRO. JUAN.
¿Quién mejor, Un moro andaba en el llano
Tadeo, si el Rey procura Por ese olivar espeso,
Entrar la vega? Que una carta te traía
MATEO. De Cerbín; fuíla á pedir;
Ninguno. Hubo miedo y dio en huir.
|Alto: á la torre, soldados! TADEO.
SIMÓN. .Válgame Dios! ¿Qué sería?
Trabajos bien empleados; PEDRO.
Calor y hielo importuno Nuevas de su casamiento;
Que al soldado y al caudillo Ella es de poca importancia
Premia. Si ha de haber tanta distancia
Del suyo á mi alojamiento:
Mañana me iré á la corte.
Quizá adalides. Lo que pude, hice por él.
?

OBRAS DE LOPE RE Vi CA.


[62

PEDRO.
MATÍAS.
¿Cuáles armas, Andrés, si es un ejército
¿Qué puede ser un papel
importe? ¿No ves trepar los moros á docenas
De un bárbaro, que te Por las peñas arriba, como cabras?
que iré, si tú quieres,
más, TADEO.
A seguille hasta Granada.
PEDRO.
La carta de Cerbín, que no te dieron,
Era, sin duda, aviso.
No entiendo que importa nada; PEDRO.
Déjale estar; no te alteres; Pues ¿qué haremos?
Tracemos nuestro camino. MATEO.
TADEO. armas.
Si es cierto, Pedro, dar las
Nuestro camino ha de ser
HAMETE.
Mañana amanecer;
al
¡Hola, Pedro! ¿Saber estos beliacos
V supuesto que eres diño,
Estar crestiano?
Pedro, de mayor blasón, PEDRO.
Todos parabién te dan te pese, Hamete;
No
Del nombre de capitán. tu propia sangre te bautizas,
PEDRO. Que con
Y desde aquí te vas derecho al cielo.
Cuantos me le dan lo son, HAMETE.
Y yo soy soldado suyo. ¡Ah, Pedro, Pedro, cómo yo tomara
Rósela, no te entristezcas; Alhambra aquesta noche!
Cenar en el
Antes es bien que me ofrezcas PEDRO.
Parabién del bien que es tuyo; hora:
Hijos, soldados, ya llegó la
Mira que yo no podré razón, ni que el Rey sepa
Rendiros no es
Irme á la corte sin ti.

RÓSELA. Que atados nos llevaron á Granada.


Escóndete, Rósela, entre esos mimbres,
De mi mal me entristecí, Y venid á morir los que sois hombres.
Y de tu bien me alegré; RÓSELA.
Pero como tú me lleves,
Contigo moriré, porque no quiero
Ninguno se alegra más;
Vivir sin ti.
Hazlo, mi bien; cumplirás
Con lo mucho que me debes. Dentro.

Suena dentro gran número de moros y


cajas
Comiéncese el estrago!
de guerra, y dice Abenadin:
Cajas.
ABENADÍN.
Cerrad en torno el cerro, no se escape
PEDRO.
Un hombre. ¡Virgen, valed á Pedro
Carbonero!
FEDRO. Santiago!
¡Santiago, doce Apóstoles,
Voz alarbe es ésta (i).
SIMÓN. ¿ntranse; den-
Echan mano á las espadas todos y y
¡Extraña novedad!
MATEO.
con cajas y bandera.
¡Notable caso!
TADEO. PEDRO.
cerro;
La voz dijo: «Cerrad aquese Hoy veré vuestro valor.
No se escape ninguno.» ABENADÍN.
ANDRÉS.
Qué, ¿os resistís, miserables,
¿Pues los moros
Doce á quinientos?
Osan decir estas palabras? (2). ARFEGO.
PEDRO. No hables,
¡Válgame el cielo! ¿Si nos han vendido?
Sino ejecuta el furor.
CERBÍN.
Dice dentro Arfego:
tantos,
Si fueran tantos á
ARFEGO.
¿Quién llevara la victoria?
¡A granadinos
ellos, valerosos, ABENADÍN.
A ellos, que ya están muy bien cercados! De tantas sangres y llantos,
ANDRÉS. muestran la memoria
Aquí
armas, Pedro: qué, ¿lo dudas?
Saca las Peñas, árboles y cantos.
ARFEGO.
rendir?
(1) Verso incompleto. Qué, ¿no se quieren
(2) Verso incompleto.
PEDRO CARBONERO. 163

CERBÍN. URO.
1 1

Aún no cesan de subir, No debiera yo fiar


Y en aquel cei ro se ven. De quien fué á su Rey traidor.
ABENADÍN. CERBÍN.
Pues allá iremos también, Ni yo merezco llevar
Si en alto quieren morir. Ese premio de mi amor.
CERBÍN. Yo te escribí que me había
No subáis, que si en lo llano Dado el Rey aquesta gente,
No hay herida de cristiano Que huyeses por cualquier vía.
Que no os cueste veinte vidas, Que una vez del monte ausente,
Donde dobláis las heridas, Pues te di de plazo un día,
Doblarán muerte sus manos. Yo hiciera mi diligencia
ABENADÍN. Y me volviera á Granada.
Cerbín, ¿estás en tu seso? Si esperaste, en contingencia
,1 lase de dejar por eso De tu temeraria espada,
La victoria: Culpa tu poca prudencia,
CERBÍN. Y no me culpes á mí,
¿Por qué no? Que á mi Rey obedecí,
¿Qué es lo que el Rey nos mandó 1
Por cuya hazaña me ha dado
AKIF.GO. Mi esposa.
Matalle ó llevalle preso. PEDRO.
CERBÍN. Cerbín honrad",
Pues llevémosle en prisión. Ya no me quejo de ti,
ABENADÍN. Y estimo este desengaño
Llégale de paz á hablar. Más que el vivir, si pudiera,
CERBÍN. Porque el recibir el daño
Retírese el escuadrón. Del amigo, más altera
¡Oh, cuánto deseo estorbar Que la ofensa del extraño.

Su forzosa perdición! ¿Podrás mi muerte excusar


Oye de paz, Pedro, un poco. Sin que pierda de mi honor?
HAMETE.
Retíransc los moros. ¡Ah, Cerbín! ¿No te acordar
Asómase Pedro Carbonero en lo alto del monte. Del carta que dar sénior?
CERBÍN.
Cerbín soy. Tú, Hamete, puedes bajar,
PEDRO. Que librar tu vida juro.
¡Cerbín infame! HA METE.
Más en verte me provoco. No querer, que estar crestiano:
CERBÍN. Morir é vever procuro,
¿Eso es razón que me llame Baptizar sangre mi mano,
Quien me conoce? ¿Estás loco? Que andar al cielo seguro.
PEDRO. PEDRO.
Tú lo eres, moro ingrato, Virgen sin mancilla,
Pues habiéndote servido Hoy mueren y muero,
Con tan verdadero trato, Pedro Carbonero
¿Cómo, traidor, me has vendido? Con su cuadrilla.
CERBÍN. Hoy lleva la muerte,
Antes tu muerte dilato En agraz marchitos,
Y tu remedio procuro. Trece mancebitos,
PEDRO. Todos de una suerte;
¿Cómo, si sobre seguro Que dejando Hamete,
Vienes con armada gente Que os da su palabra,
Contra un amigo inocente, Cuatro son de Cabra
Sin casa, defensa y muro? Y tres de Alcaudete.
Eres bárbaro, en efeto: Quieren en Castilla
¡Mal haya aquel buen conceto Su fama dejar,
Que de Bencerrajcs tUV< Cuatro de Aguilar
CERBÍN. Y uno de Montilla.
Esparce á tu sol la nube, CERBÍN.
Pedro, pues eres discreto, Vuelve, Pedio, en ti,

Y juzga bien de mi honor. Y vuélvete moro,


OBRAS DE LOPE DE VEGA.
i6 4

En el dolor de la fatal caída!


Tendrás un tesoro
|Ah, Pedro! Sabe Dios que he procurado
En el Rey y en m¡.
Guardarte de este tránsito forzoso,
Curarás la herida,
Gozarás tu amor,
Mas fué precisa voluntad del hado.
PEDRO.
Daráte Almanzor
Rósela, aquí hace fin tu amado esposo;
Regalada vida.
Virgen, yo muero; Cristo en cruz clavado,
Serás su vasallo
Válgame ese costado poderoso.
Si á servirle pruebas,
Custodio, defendedme.
Daráte armas nuevas,
Lucido caballo.
Muere.
Crecerá tu vida
Como verde cedro, CERBÍN.
Casaráte, Pedro,
Pedro expira,
Con mora garrida.
al cielo mira.
PEDRO. Besa la cruz, y aparte
No lo quiera Dios, Cerbín.
CERBÍN. Salen Abenadín, Arfego y moros.

Mira que ya te acometen;


ABENADÍN.
Muerto ó vivo te prometen mueven,
Arfego y Abenadín.
No mueven á piedad, á furia
PEDRO. Doce hombres á quinientos.
ARFEGO.
Despidámonos los dos;
Y han costado
Morir quiero, morir quiero.
¡Oh mundo, no más con vos! Más de noventa.
ABENADÍN.
Muera Pedro Carbonero,
Ved lo que se atreven
Y muera en la fe de Dios. capitán determinado.
Hombres de un
Quitase de allí. CERBÍN.

andan unos tras Honras, Abenadín, y fama deben


Toma otra vez dentro la batalla,
otros, y suenan escopetas, y
baja rodando por el Los tiempos justamente á tal soldado.
monte Pedro Carbonero, como con las ansias de la ARFEGO.
muerte. Hasta aquella mujer valió por siete.
ABENADÍN.
PEDRO.
Quedé el postrero, para ver la muerte
Cayó en su sangre bautizado Hamete.
CERBÍN. ,
De todos mis famosos compañeros.
CERBÍN. Aquíse labre, aunque es gente enemiga,
Sepultura de piedra, y letra bella,
Un cuerpo viene aquí, ¡qué hombre tan fuerte!
Impresa en blancos mármoles, que diga
Envuelto en sangre el rostro y los aceros.
¿Quién es?
Que Pedro Carbonero yace en ella.
PEDRO. Álzadle en hombros con piedad amiga,
Quien á este tiempo llega á verte. Pues tanto al cielo obligaréis con ella,
CERBÍN. Dando fin al suceso verdadero
¿Es Pedro?
De los hechos de Pedro Carbonero.
PEDRO.
Toman el cuerpo en hombros los moros, y vans:
Pedro soy. por su orden.
CERBÍN.
¡Que vengo á veros, FIN DE LA FAMOSA COMEDIA
DE «PEDRO CARBONERO».
Famosas manos que me disteis vida,
EL REMEDIO EN LA DESDICHA
EL REMEDIO EN EA DESDICHA
COMEDIA DE LOPE DE VEGA
DIRIGIDA

Á D.' MARCELA DEL CARPIÓ, SU HIJA

Montemayor, autor de la Diana, aficionado a


Escribióla historia de Jarifa y Abindarrácz,
de su
no inferior á los ingenios de aquel siglo:
nuestra lengua, con ser tan tierna la suya, y
esta comedia en mis tiernos años.
Allí pudierades saber
prosa, tan celebrada entonces, saqué yo
conquistas del
verdadero las Corónicas de Castilla en las
este suceso, que nos calificaron por
ingenio, favoreced el
obligación acudir á la sangre que al
reino de Granada: pero si es más
la nema vuestra me
los defectos de aquella edad, que en
mió con leerla, supliendo con el vuestro
pienso que te pidió la naturaleza al cielo
para
parece tan fértil, si no me engaña amor, que
menos á mis ojos les parece asi, que en los que no
honrar alguna fea,y os le dio P or yerro; á lo
han visto,pasará por requiebro. Dios osguarde os haga dichosa, aunque tenas partes para
y
os
mi fortuna, hasta que tengáis consuelo, como vos lo sois m
no serlo, y más si heredáis

Vuestro padre.
EL REMEDIO EN LA DESDICHA

PERSONAS
Abindarru /.
, ;

OBRAS DE LOPE DE VECA.


170
ABINDARRÁEZ.
JARIFA.
¡Ah, si mi hermana no fueras! (Aparte.)
Si para lamentarme,
vida, JARIFA.
Aquí, donde perdí mi libre hermano! (Aparte.)
quieren darme ¡Ah, si no fueras rrá
Lugar no
ABINDARRÁEZ.
El blando río y planta endurecida,
Señora, ¿de qué sabéis
Al cielo es bien que pida
Que hermanos somos los dos ?
Piadoso oído atento.
JARIFA.
Oidme, cielo hermoso;
Óyeme, amor, contento
De lo que os quiero á vos,
libre intento Y vos á mí me queréis.
De haber triunfado de mi Todos nos llaman ansí,
Con arco poderoso.
ABINDARRÁEZ. Y nuestros padres también;
Que, á no serlo, no era bien
Si hay algún dios piadoso
Dejarnos juntos aquí.
Para con los amantes, y si alguno
ABINDARRÁEZ.
Deste mal amoroso
Si ese bien, señora mía,
Probó el rigor, tan fiero é importuno
Por no serlo he de perder,
Pues no hay amor ninguno
Vuestro hermano quiero ser,
§ue pueda ser tan fiero,
me remedie ó mate; Y gozaros noche y día.
JARIFA.
Que por mi hermana muero,
Pues tú, ¿qué bien pierdes, di,
Y en tan dulce imposible desespero:
Por ser hermanos los dos?
Tal es quien me combate. ABINDARRÁEZ.
JARIFA.
Al último remate
A mí me pierdo y á vos:
¡Ved si es poco á vos y á mí!
De mi cansada vida, al postrer dejo, JARIFA.
Cuando no es bien que trate me parecía
Pues á mí
De buscar medicina ni consejo, Que á nuestros amores llanos
Como cisne me quejo.
Obligaba el ser hermanos,
Fiero amor, inhumano
Mi hermano adoro y quiero, Y que otra causa no había.
ABINDARRÁEZ.
Por imposibles muero.
Sola esa rara hermosura
Vense. A mí me pudo obligar,
ABINDARRÁEZ. Ese ingenio singular
¡Jarifa!
Y esa celestial blandura,
JARIFA.
Esos ojos, luz del día,
¡Abindarráez! Esa boca y esas manos;
ABINDARRÁEZ. Porque esto de ser hermanos,
¡Hermana! Antes me ofende y resfría.
JARIFA.
JARIFA.
¡Hermano! es justo que en el amor,
No
ABINDARRÁEZ. Abindarráez, tan justo,
Dame esos brazos dichosos. De hermanos, halles disgusto,
JARIFA. Siendo el más limpio y mejor.
Dadme vos los vuestros caros.
Amor que celos no sabe,
ABINDARRÁEZ. Amor que pena no tiene,
¡Ay, ojos bellos y claros!
A mayor perfección viene,
JARIFA. Y á ser más dulce y suave.
Quiéreme bien como hermano:
¡Ay, ojos claros y hermosos!
ABINDARRÁEZ. No te aflijas ni desveles,
Sigue el camino que sueles,
¡Ay, divina hermana mía!
JARIFA.
Verdadero, cierto y llano;
hermano mío gallardo! Que amor, que no tiene al fin,
|Ay,
ABINDARRÁEZ. Otro fin en que parar,
¡Qué nieve cuando más ardo! (Aparte.) Es el más perfecto amar;
Que es al fin amar sin fin.
JARIFA.
(Aparte.) ABINDARRÁEZ.
¡Qué fuego entre nieve fríal

ABINDARRÁEZ. Ah, hermana! ¡Pluguiera Alá


1

¿Qué esperas, tiempo inhumano? (Ap.) Que vuestro hermano no fuera,


JARIFA. Y que este amor fin tuviera,
¿qué esperas? (Aparte.) Que el de mi vida será,
Tiempo inhumano,
EL REMEDIO EN LA DESDICHA. 171

Y que celos y querellas ¿Soy su hermano? Digo hermano,


Tuviera más que llorar Y responde el eco, no.
Que arenas tiene la mar Testigos quiero tomar.
JARIFA.
Y que tiene el cielo estrellas!
Por bienes que son tan raros, ¿Qué testigos?

Era poco un mal eterno; ABINDARRÁEZ.


Que penas, las del infierno Esos ojos,

Eran pocas por gozaros. A quien por justos despojos


Mas, pues vuestro hermano fui, Mil almas quisiera dar.
No despreciéis mi deseo. ¿No respondéis? Culpa os doy,
JARIFA. Lenguas de fuego inhumano.
Antes le estimo, y te creo. No me miran como á hermano;
ABINDAKI No es posible que lo soy.
¿Pediréte algo? Pues ¿preguntaré á la boca?
JARIFA. Ésta no dirá verdad,
Sí. Cuando pura voluntad
ABINDARRÁEZ. El instrumento no toca.
¿Sí? Pues ¿á los tiernos oídos?
JARIFA. Pero ya con escucharme,
Sí, pues. Ó pretenden consolarme
ABINDARRÁEZ. Ó quitarme los sentidos.
¿Qué te pediré? El gusto, si está olvidado,
JARIFA. ¿Qué pregunta le he de hacer?

Lo que te diere más gusto: Que gusto de la mujer


el

Todo entre hermanos es justo. No quiere ser preguntado.


ABINDARRÁEZ. Mas ¿qué importa, ojos, oídos,
No fué justo, pues que fué. Boca, manos, gusto, haceros
Ahora bien: dame una mano, Testigos, si he de perderos
Y pondréla entre estas dos, Sólo porque sois queridos?
Por ver si así quiere Dios Dése, pues, ya la sentencia,
Que sepa que soy tu hermano. En que sea el cuerpo hermano,
JARIFA. Y alma no; que es en vano
el

¿Aprietas? Querer que tenga paciencia;


AT.INDARRÁEZ. Pero, aunque vencido estoy
Doyla tormento Y á la muerte condenado,
Porque diga la verdad; Quiero morir coronado,
Que es juez mi voluntad, Pues como víctima voy.
Y potro mi pensamiento. Dadme, hermosas flores bellas,
Con los diez dedos te aprieto, Rubí, zafir y esmeralda
Cordeles de mi rigor, Para hacer una guirnalda.
Siendo verdugo el amor,
Que es riguroso en efeto. Compone una guirnalda.

Pues agua no ha de faltar,


Que bien la darán mis ojos; JARIFA.
Di verdad á mis enojos. Bien es que te adornes dellas.
JARIFA. Triunfa de mi loco amor
Paso, que es mucho apretar; Y de mi seso perdido;
Que no por tu vida.
lo sé, Que, aunque piensas por vencido,
ABINDARRÁEZ. Yo sé que es por vencedor.
Yo no lo pregunto á ti. Pon la rosa carmesí
I \KIFA. De mi prestada alegría,
¿Ha de hablar la mano? Y mi celosa porfía
ABINDARRÁEZ. En el lirio azul turquí;
Sí. En el alhelí pajizo
Bien podéis, mano querida Mi desesperado ardor,
Pero mi pregunta es vana Y en la violeta el amor
Y ella calla en el tormento. Que mi voluntad deshizo;
A lo menos, en el tiento Mi imposible en el jazmín
No sabe á mano de hermana. Blanco, sin dar en el blanco.
¿Que al tin lengua te faltó? DARRÁBZ.
Dime, blanca, hermosa mano: ¡Cuánto se te muestra franco
!

OBRAS DE LOPE DE VEGA.

El cielo, hermoso jardín Huélgomc mucho de hallaros


Bella guirnalda he tejido,
En esta ocasión aquí:
Llegad que quiero abrazaros.
Ciña mis dichosas sienes. ,

ABINDARRÁEZ.
Pénese la guirnalda. Sin duda trae Alborán
JARIFA. Buenas nuevas.
ZORAIDE.
Galán por extremo vienes.
ADINDARRÁEZ. No me dan
Poco gusto, si este invierno
Y coronado y vencido.
JARIFA. Descansare del gobierno
Muestra, pondiémela yo. De militar capitán.
ABINDARRÁEZ.
,t >ué te parece de mí?
¿Dejó Fernando la guerra?
¿Ño estoy buena?
ABINDARRÁEZ. ALBORÁN.
Mi bien, sí. Por este año está olvidada.
ZORAIDE.
JARIFA.
¿Soy tu hermana?
Colguemos todos la espada,
ABINDARRÁEZ. Y esté segura la tierra,
Mi bien, no; Y la frontera guardada;

Y en lo que os quiero me fundo. Que harto el cuidado me aprieta

JARIFA. En defender á Cártama,


Forque jamás en la cama
Dime ya tu parecer.
ABINDARRÁEZ. Me halló el sol ni la trompeta,

Hoy acabáis de vencer, Que la gente al campo llama.


Como otro Alejandro, el mundo. Fernando es ido á Toledo:
Parece que agora en él Seguro pienso que quedo
No cabe vuestra persona, De dejar la casa. Ven,
Y que os laurea y corona Responderé al Rey y á Hacen
Por reina y señora del. Cuanto agradecerles puedo.
JARIFA. Ó quédate, si por dicha
Abindarráez quisiere
Si así fuera dulce hermano,
,

Vuestra fuera la mitad. Saber nuevas.


ABINDARRÁEZ. ABINDARRÁEZ.
¿Tanto bien á mi humildad?
No hay que espere
Dadme vuestra hermosa mano. Después de la nueva dicha.
Aquí mi esperanza muere. (Aparte.)
Zoraide y Alborán. ZORAIDE.
es/ Ven tú, Jarifa, que tengo
ZORAIDE. Que hablarte.
¿Eso dicen en Granada JARIFA.

Del buen Fernando? Adiós; luego vengo.


AI.BORÁN.
Esta nueva Vanse Jarifa y Zoraide.
\
Agora la fama lleva.
ZORAIDE. ABINDARRÁEZ.
Tu buen suceso me agrada: ¿Que aquí mi padre se queda? (Aparte.)
No hay á quien amor no deba. ¿Posible es que vivir pueda
ALBORÁN. La esperanza que entretengo?
Es muy propio del valor Alborán, ¿que no hay jornada?
Obligar al tierno amor ALBORÁN.
Desde el propio hasta el extraño. Ya el cristiano ha recogido
Sobre la pica ferrada
No habrá más guerras este año,
Que ansí lo dice Almanzor. El tafetán descogido
ZORAIDE. De la bandera cruzada.
¿Traes cartas? Ya Mendozas y Guzmanes,
ALBORÁN. Leivas, Toledos, Bazanes,
Señor, sí. Enríquez Rojas Girones,
, ,

ABINDARRÁEZ. Pachecos, Lasos, Quiñones,


Nuestro padre. Pimcnteles y Lujanes,
ZORAIDE. Truecan las armas por galas,

¡Oh hijos caros! Por música el atambor,


1,1. REMEDIO EN LA L.ESDICH\. '73

Si dellos tienes esperanzas vanas,


Y por las plazas las salas,
Alcances hijos, sucesión dichosa;
Y á Belona por Amor,
Y dellos en moriscas africanas
A quien nacen nuevas alas.
que colgados de tu cuello,
Ya Bcncerrajes, Zegríes, Los nietos,
Con tiernas manos jueguen con tus canas,
'/aros, Muzas, Alfaquícs,
Abenabós, Albenzaides, Ansí primero veas su cabello
Nevado que tu muerte, y lleno acabes
Mazas, Gómeles y Zaides,
De fama y años, que Alá puede hacello,
lacenes y Almoradíes,
1

Dejan lanzas, toman varas, Que me digas, pues sé yo que lo sabes,


Si soy yo Bencerraje, y si desciendo
Juegan cañas, corren yeguas;
le los que alabas y es razón que alabes,
Que se escuchan á dos leguas I

Los relinchos y algazaras


como por ventura estoy temiendo,
I i,

Con que celebran las treguas. Soy hijo del alcaide de Cártama,
ABIHDARRÁBZ. Puesto que la verdad del alma ofendo;
¿Abcncerrajes dijiste? Que por la fe que el noble estima y ama,
Pues ¿han quedado en Granada De guardarte secreto eternamente.
Después del suceso triste? )¡me tú lo que dicen alma y fama.
1

ALBORAS.
ALBORA N.
¡Oh ilustre y generoso descendiente
Fuese la lengua engañada
Al nombre ilustre que oiste; De aquellos malogrados Bcncerrajes
Que ya no hay en todo el mundo Por su valor y envidia juntamente!
Sino tú.
¡Oh reliquia de aquellos dos linajes!
ABIN'DARRÁl Z. ¡Oh fénix de su muerte á sangre y fuego,
¿Cómo? Porque mejor de los aromas bajes!
ALBORAS'. En este punto de Granada llego,
No digo Y el traer sangre tuya en la memoria
Sino que eres tú segundo (Que casi te la doy en llanto ciego),
Al valor de que es testigo Ha hecho que te obligue con su historia,
Cielo, tierra y mar profundo. Que ya la sabes por ajena fama,
ABINDARRÁLZ. A restaurar su antiguo nombre y gloria.
No, Alborán, eso me di. No es tu padre el alcaide de Cártama;
Dame esa mano. Que puesto que es tan noble, fué Selimo.
ALBORÁN. Pero el Alcaide, como ves, me llama.

Mancebo, No puedo detenerme.


ABINDARRÁLZ.
¡Qué deudos perder te vil
Tanto estimo
Reviente con llanto nuevo
ALBORÁN.
El alma de nuevo aquí.
No te miro vez alguna, Venme después á hablar.
AHINDARRÁEZ.
Que de su triste fortuna me dejas?
¿Que así
Y próspera no me acuerde: ALBOKÁN.
A nadie de vista pierde
La envidia, aunque esté en la luna. Perdona un poco.
Aún veo en viles espadas
Vase.
Las cabezas separadas
De aquellos ilustres cuellos,
ABINDARRÁEZ.
Y asidas de los cabellos,
En el Alhambra clavadas. Mi esperanza animo:
Aún corre la sangre aquí, Cierre la puerta el alma á tantas quejas.
Hermosas, claras, cristalinas fuentes,
Y aún aquí la envidia aleve
Me parece que la bebe. Jardines frescos, celebrados árboles,
|ue aquí me vistes de Jarifa
hermano,
|Oh vil Gomcl, vil Zegrí' <

¿Lloras? Ya no soy el hermano de Jarita,


AB1NHARR.Ü/. Ya puedo ser su amante y ser su esposo:
Su historia me mueve. Dad todos parabién á Abindarráez.
Pero dime, Alborán, así los cielos Ya no soy aquel triste Abindarráez
Te dejen ver el fin de tu esperanza, Que os daba tanto llanto, puras fuente;;
Y lo que quiete., bien gozar sin celos: Ya no escribiré hermano, sino espose,
Por de los verdes árboles.
las cortezas
Ansí en el campo tu gallarda lanza
Y en la plaza tu caña sea famosa, Pero, si no me
quiere mi Jarita,
¡Cuánto mejor me fuera ser su hermano
5

Y el Rey te dé su Alhambra en confianza; me quiera, ser su hermano


Ansí de amiga cara ó dulce esposa, Mas, aunque no el
,:

174 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Ya quita esperanza á Abindarráez


la A Venus, cuanto afeminas
De que el alma ve en Jarifa.
la gloria A nuestro Marte sangriento?
Dirán que esto es verdad las sordas fuentes, Dime la causa, señor.
Y sus hojas harán lenguas los árboles: NARVÁEZ.
Tanto es el bien de poder ser su esposo. Todo Ñuño, declararte
es,

Si sólo el ser posible ser su esposo Que, puesto que armado Marte,
Estorbaba del todo el ser su hermano, Le vence desnudo amor.
Jardines, hiedras, flores, plantas, árboles, ÑUÑO.
Aqut, donde lloraba Abindarráez, Pues qué, ¿un fuerte capitán
Hechos sus ojos caudalosas fuentes, Puede á nadie estar sujeto?
Aquí se llama esposo de Jarifa. NARVÁEZ.
¡Cielos! ¿Que gozar puedo de Jarifa? ¿A un dios no?
¿Que ya es posible que yo sea su esposo? ÑUÑO.
Riendo lo murmuran estas fuentes, ¿Dios?
Que me llamaron tristemente hermano. NARVÁEZ.
Decid que soy su esposo Abindarráez; En efeto,

Que el viento os dará voz, amigos árboles. A amor ese nombre dan.
¡Qué de veces al pie de aquestos árboles ÑUÑO.
Miré los bellos ojos de Jarifa, ¿Quién le dio?
Y ella me dijo: «¡Hermano Abindarráez!» NARVÁEZ.
Pues ya su esposo soy, no soy su hermano, La antigüedad.
O á lo menos ya puedo ser su esposo: ÑUÑO.
Decídselo, si vuelve, claras fuentes. ¡Gentil dios! ¡Buena razón!
Fuentes, ya cesa el llanto; verdes árboles, ¡Donde hay tanta imperfección,
Ya parto á ser esposo de Jarifa, Inconstancia y variedad!
Que ya no soy su hermano Abindarráez. Entre otras mil cosas, dos
Le quitan ese gobierno.
Vase.
NARVÁEZ.
¿Cuáles son?
Narváez y Ñuño. ÑUÑO.
\ No ser eterno,
NARVAEZ. Forzoso atributo en Dios
Bañaba el sol la crespa y dura cresta Y carecer de razón.
Del fogoso león por alta parte, NARVÁEZ.
Cuando Venus lasciva y tierno Marte, Luego amor, ¿no es inmortal?
En Chipre estaban una ardiente siesta. ÑUÑO.
La diosa, por hacerle gusto y fiesta, No; que al primer vendaval
La túnica y el velo deja aparte; Suele mudar de opinión;
Sus armas toma, y de la selva parte, Y tarde se ve en mujer
Del yelmo y plumas y el arnés compuesta. Amor firme, amor durable.
Pasó por Grecia, y Palas viola en Tebas, NARVÁEZ.
Y díjole: «Esta vez tendrá mi espada Antes no hay mujer mudable
Victoria igual de tu cobarde acero.» Cuando comienza á querer,
Venus le respondió: «Cuando te atrevas, Y no hay para qué te afirmes
Verás cuánto mejor te vence armada En el engaño que cobras
La que desnuda te venció primero.» Hacérnoslas malas obras,
ÑUÑO. Y querérnoslas muy firmes.
Oyendo he estado hasta el fin, Antes amor en el hombre
Si en historias tengo parte, Suele ser más imperfecto.
Esa de Venus y Marte, ÑUÑO.
Desarmado en el jardín; Antes, por ser más perfecto,
Y que Palas la vio en Tebas, Le dieron como hombre el nombre,
Y vencerla quiso armada, Porque á ser, antes ó agora,
Porque cortase su espada Más en mujer su valor,
Desde la gola á las grebas; No le llamaran amor.
Y que Venus respondió NARVÁEZ.
(Que es todo filatería) ¿Qué le llamaran?
Que armada la vencería ÑUÑO.
Quien desnuda la venció. Amora.
Pero, señor, ¿á qué intento NARVÁEZ.
Tanto estos días te inclinas ¡Amora!
, ,

EL REMEDIO EN LA DESDICHA. '/ 5

Pondréme unos almaizales,


NT ÑO.
Y hecho moro, iré á Coín
Sí. ¿No pintamos
Como mujer piedad, la
Á traerte el serafín,

La castidad, la verdad, Que aquesta noche regales;


Porque en ellas tanta hallamos: Que basta por testimonio
Pues si en mujer el querer Que te firmes don Rodrigo
Es de perfección capaz, De Narváez.
NAR'
¿Por qué le pintan rapaz,
¡Oh Ñuño amigo!
Y no en forma de mujer? |Vive Dios, que eres demonio!
Mas, dejando á las escuelas
Pero la letra cristiana,
Tan vanas sofisterías
¿Cómo la podrá entender?
Dime, señor, ¿de qué días
ÑUÑO.
Es este dolor de muelas?
narvái /.. Que para todo ha de haber
Remedio é industria humana.
De un mes.
ÑUÑO. Aquel moro, tu cautivo,
Y ¿quién te enamora? La escribirá.
NARVÁr:z.
NARVÁEZ.
Dices bien.
Bien dices; que mora fué.
ÑUÑO.
ÑUÑO.
Pues voy por él.
¡Mora!
NARVÁEZ.
NARVÁEZ.
Trae también
Mora.
ÑUÑO. Recado.
ÑUÑO.
Bien podré
A la pena mora.
Ya le apercibo.
Cantarte:
¿Dónde la viste?
Vase.
NARVÁEZ.
En Coín.
NARV\EZ.
ÑUÑO.
Amor, si fuerais igual
¿Cuándo?
A la edad y al cuerpo mío,
NARVÁEZ.
En las treguas pasadas, Yo os retara en desafío;
Pero así, parece mal.
Dando á unas rejas doradas
Aquel fronterizo fuerte
Por remate un serafín.
ÑUÑO. Aquel andaluz temido,
Aquel Narváez, que ha sido
Y el zancarrón de Mahoma, Entre moros rayo y muerte,
¿Te da á ti desasosiego?
vencéis, hoy sujetáis
Hoy
NARVÁEZ.
Con una mora. ¿Qué es esto?
|Oh Ñuño! Todo soy fuego,
Que hable ó calle, duerma ó coma. escribir y Arráez.
ÑUÑO. Ñuño con recado de
No se te dé dos cuatrines; NIÑO.
Consuelo y regalo toma,
Toma esa pluma. Di presto.
Que en el cielo de Mahoma ARRÁEZ.
Son bajos los serafines.
que mandáis?
¿Qué es, señor, lo
Estas moras son lascivas;
NARVÁEZ.
Tú eres hombre famoso; en tierra,
Hinca la rodilla
No será dificultoso
Gozarla, como la escribas.
Y escribe.
ARRÁEZ.
Toda esta tierra te adora
Decid, señor.
Por galán, noble y discreto, NARVÁEZ.
Valiente, rico: en efeto,
¿Eres hombre de valor?
Ya te conoce esa mora. ARRÁJ .'.
Dame una carta, y yo haré paz y la guerra.
Fuílo en la
Que venga esa galga aquí. N \ R \

¿Dónde tan á solas ibas


¿Llevarássela tú? 2

NIÑO. Cuando ayer te cautivé


ARRÁEZ.
Después te lo contaré,
Que bien su arábigo sé.
;

176 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Señor, que esta carta escribas. Que el mundo ha visto y tenido.


NAKVÁEZ. NARVÁEZ.
¿Cómo te llamas? Toma, Ñuño, y á un balcón
ARRÁEZ. De cuatro rejas azules,
Arráez. Después que te disimules
NARVÁEZ. Con trazada invención,
la

¿De dónde eres? Dirige tus pasos ciertos;


ARRÁEZ. Que en la plaza le verás.
De Coín. Llama á su puerta.
ÑUÑO. ÑUÑO.
¿Conoces al serafín Y ¿qué más?
De Rodrigo de Narváezf NARVÁEZ.
NARVÁEZ. La respuesta y los conciertos.
Calla, loco, que ya escribo. ÑUÑO.
ÑUÑO. La mora ¿se llama?
No creo que lo estás poco. NARVÁEZ.
Alara,
Dicta Narváez y escribe el moro. Y que es casada he sabido.
ÑUÑO.
¡Cuántos locos hace un loco! Creo que con su marido
¡Cuerdo yo, que libre vivo! Más presto se negociara
¡Vive Dios, que es gran flaqueza Que te tienen tanto amor
Tropezar la voluntad! Los moros destas fronteras,
Que amor es enfermedad, Que es lo menos que pudieras
Y sale por la cabeza. Alcanzar de su favor.
Yo no quiero más amor ARRÁEZ.
Que mis armas y caballo; Dice Ñuño
verdad,
la
En esto mis gustos hallo, Adoran tu nombre y fama.
Y me porto á mi sabor. ÑUÑO.
Sólo mi arnés es mi dama; Voyme.
Éste adoro, déste fío, ARRÁEZ.
Tanto, que, á no ser tan frío, ¡Dichosa la dama
Aun le acostara en la cama. Á quien tienes voluntad!
Yo le limpio, yo le visto, NARVÁEZ.
Porque en la necesidad Guíete amor.
Me muestra la voluntad
Con que una espada resisto. Vase Ñuño.
Mi amor es lanza y caballo; 7
Soldado que á amor se inclina, NARVÁEZ.
Tan cerca está de gallina, Dime, Arráez,
Cuanto pretende ser gallo. ¿Dónde ayer ibas?
Bien que, amor, ya os tengo á vos ARRÁEZ.
Alguna vez por juez; Señor,
Pero esto sola una vez, Sólo á saber que el amor
Que no ha de ser más, ¡por Dios! Era mayor que Narváez.
La mujer, fácil estopa, Mi cautiverio he tenido,
Es mancha de aceite, fuego, Señor, por bien empleado,
Que, si no se ataja luego, Sólo por ver humillado
Cunde por toda la ropa. Hombre á quien nadie ha vencido.
NARVÁEZ. Yo iba á ver mi labor,
No tengo que decir más. Y aléjeme, sin pensallo,
ARRÁEZ. Donde me llevó el caballo,
Mucho debe á tu valor Y á él le llevó el furor.
Esta á quien tienes amor. NARVÁEZ.
NARVÁEZ. Pues ¿en qué ibas divertido?
Bien la quiero. ARRÁEZ.
ARRÁEZ. En un largo pensamiento
Tierno estás, Con que á veces mar y viento,
Pues te confiesas vencido, Cielo, fuego y tierra mido.
Siendo Narváez, señor, NARVÁEZ.
El hombre más vencedor Moro, pues sabes el mío,
, ,

EL 1 I MEDIO EN LA 1jESI>1C1I A. '77

Dimc el tuyo; que, si puedo,


Obligado á tu bien quedo. Aunque soy cristiano, en fin,

AKKÁI X. Te he de dar mi parecer:


De tu grandeza lo fío. Mira no entienda de ti

NARVÁEZ. Que de su amor no te fías,

Esta mi pasión me obliga Que, en viendo que desconfías,


Á pensar qué quieres. Todo lo ha de hacer ansí.
ARRÁEZ. Amala, sirve y regala,
Quiero Con celos no la des pena;
Pero mi tormento fiero Que no hay mujer que sea buena
No permitáis que os le diga; que piensan que es mala.
Mayor es que amor airado. ARE
NARVÁEZ. No sólo das libertad,
Mayor que amor puede ser? Mas saludables consejos.
c

ARE NARVÁEZ.
Es celos de mi mujer, Pues estoy de darlos lejos
Rodrigo; que soy casado. Y tengo necesidad.
NAR\ Parte á Coín, porque veas
|Con celos, y estás a< Mi mora, que no conoces.
No lo quiera Dios, Arráez; ARRÁEZ.
Ya eres libre. |Plega al cielo que la goces
ARRÁEZ. Con el gusto que deseas!
¡Oh gran Narváez!
1 [i , vive mi honor por ti; Vanse.
Dame esos pies.
NARVÁEZ. Abindarráez y Jarifa.

Vete luego.
AliINDARRÁEZ.
Llamando. Ya que no me amáis, señora,
Como antes, de amor tan llano,
Pá< /. Cual era el de vuestro hermano,
llabladme más tierno agora,
Pácz. Decidme lo que sentís,
Jarifa hermosa, y creed
l.Z. Que me hacéis mayor merced
Señor Cuanto más de mí os servís:
NARVÁEZ. Ya pasó el temor cobarde
1 'ale á este moro Que la hermandad nos ponía;
Su caballo y armas. Habladme, Jarifa mía,
ARRÁ1Z. Más tierno, así el cielo os guarde.
Lloro JARIFA.
De alegría. ¿Qué tengo de decir?
te
rÁr.z. ABINDARRÁEZ.
Ya lo entrego. Tu ingenio, ¿puede ignorar
Qué es hablar, sabiendo amar,
Vase. Sabiendo amar, qué es sentir?
JAE1FA.
ARK Si digo lo que te quiero,
Yo te enviaré mi rescate, ¿Qué te puedo decir más?
A fe de hidalgo. ABINDARR LbZ.
NARVÁEZ. Es libroó carta que das
Con celos Sin el título primero;
No quieran, moro, los cielos Cuando al Rey quieren hablar,
Que yo en la prisión te mato ;
O negociar por escrito,
Vete libre, que es razón, le llaman grande, invito?

Aunque puro lo has quedado, JARIFA.


Que con celos y casado le suelen llamar.
No quieras mayor prisión. AniNI'AKK \EZ.
¿Tienes hermosa mujer? Pues títulos tiene amor.
ARRÁEZ. IFA.

No la hay más bella en Coín. no?


; !

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


178

ABINDARRÁEZ. Que tanta gloria me apresta!

y vida Cada año os haré una fiesta


Mi bien ,
ahita
esperanza entretenida,
Por señal de mi alegría.
La Oh bien sufrido tormento!
Ansí negocia el favor. I

JARIFA. I
Oh bien lograda esperanza,
mi bien? Bien fundada confianza,
Luego ¿diréte
ABINDARRÁEZ. Bien nacido pensamiento!
¡Alegres pesares míos,
¿Soy tu bien?
JARIFA. Discreta y justa porfía,
Sí.
Cuerda y famosa osadía,
ABINDARRÁi:/.. Venturosos desvarios
Pues bien dices, ¡Dulce amar, dulce penar,
autorices Dulce temer, dulce ver,
Y porque ansí le
Dulcísimo padecer,
Al amor contra el desdén.
JARIFA. Felicísimo esperar!
¡Favoreced hasta el fin
Luego, si mi alma eres,
Empresa tan justa, cielos,
¿Ansí tengo de llamarte?
ABINDARRÁEZ. Sin mudanza, olvido y celos!
JARIFA.
¿Eso tengo de enseñarte,
Mi padre viene al jardín.
Ó es que decirlo no quieres?
ABINDARRÁEZ.
Nadie las ciencias podría
experiencia saber;
Huyamos.
Sin la
JARIFA.
Rías no es posible aprender
Dame la mano;
El amor y la poesía:
Deja de estar temeroso.
El hacer versos y amar,
ABINDARRÁEZ.
Naturalmente ha de ser.
JARIFA. Ya temo, secreto esposo,
Sino es siendo tu mujer,
Lo que no público hermano.
Vamos donde no nos vea
Yo no me puedo esforzar.
ABINDARRÁEZ. Tratar de nuestro contento;
Que aún temo que el pensamiento
Pues, mi bien, si soy cautivo
Visto de sus ojos sea.
De tu padre, y como preso,
Mira que me has de querer.
Por aquel triste suceso,
JARIFA.
En de su guarda vivo;
fe
Hasta morir he de amar.
te
Si él piensa que yo no sé
ABINDARRÁEZ.
Que soy preso Bencerraje,
Del envidiado linaje Pues yo no te he de olvidar.
JARIFA.
Que un tiempo el más noble fué,

¿Cómo te podré pedir? Eres hombre.


ABINDARRÁEZ.
Casémonos de secreto,
Cuanto el ser preso y sujeto
Y tú mujer.
JARIFA.
Puedan, mi bien, permitir.
JARIFA. Para ti soy piedra.
ABINDARRÁEZ.
Como palabra me des
libre la cumplirás.
Y yo.
Que
JARIFA.
ABINDARRÁEZ.
eso, ¿á quién le importa más? Pues no temas.
Y ABINDARRÁEZ.
Dame tus hermosos pies.
Probaré.
JARIFA.
JARIFA.
La mano quiero dar:
te
Tuya soy desde este día. Quiéreme mucho.
ABINDARRÁEZ.
ABINDARRÁEZ.
Sí haré.
Yo tuyo, Jarifa mía: JARIFA.
Ya bien te puedo abrazar.
¿Ya no soy tu hermana?
JARIFA.
como esposo, ABINDARRÁEZ.
Como hermano y
No.
De que ya te doy la mano.
JARIFA.
ABINDARRÁEZ.
No hables de eso de hermano,
¿No en público?
ABINDARRÁEZ.
Que vuelvo á estar temeroso.
Aún no quisiera.
¡Oh famoso y claro día,
!

1.L REMEDIO ES LA DESDICHA. 1/9

JARIFA. ALARA.
Ya eres mi bien. ¡Qué necios que sois los dos,

AUIXDAKI El alcaide en enviarte,


Tú mi vida. Y tú en venir!
JARIFA. si
otra bien; Aparte.)
¿Soy tu hermana?
A|:[S'IiARRÁEZ. Pero es el primer desdén.
Sí, fingida. ALARA.
JARIFA. A ti no debo culparte,
¿Y tu esposa? Que eres, en fin, mensajero;
AHINDARl Aunque á buen tiempo has venido,
Verdadera. Que no está aquí mi marido,
Y ha tres días que le espero;
Vanse. Pero á él, que es tan discreto,
Alara y Darín.
Como nos dice la fama,
Mucho le culpo.
ALARA. XUÑO.
¡ Moro á mí de Alora Si os ama,
DARÍN'. No tiene culpa, os prometo.
A ti Esta carta leed agora,
Busca un morisco de Alora. Veréis en lo que se funda.
ALARA. ALARA
¿Dice á Alara? Va la necedad segunda.
DAR IX.
Sí, señora. Lee.
ALARA.
Di que entre. «Narváez, alcaide de Alora.»
DARÍX. Ay de mí La firma es suya,
¡
!

Ya viene aquí. Y la letra de mi Arráez.


¿Quién escribe esto á Narváez,
Sale Ñuño en hábito de moro. Cristiano, por vida tuya?
ÑUÑO.
ÑUÑO. Un moro, para que fuese
Dame, señora, los pies, Más claro.
Después que te guarde Alá. U.ARA.
ALARA. ¿Qué suerte de hombre?
¿Si mi Arráez preso está? ÑUÑO.
Moro, di presto lo que es. Ni sus señas ni su nombre
XUÑO. Podré darte, aunque quisiese.
Solos habernos de hablar. Dos días ha que está cautivo,
ALARA. Que en una celada dio.
Salte allá fuera , Darín. ALARA.
¿ Sabe á quién escribe ?

Vase Darín. XUÑO.


No.
XI' Ño. ALARA.
Para venir á Coín Algún consuelo recibo;
Quise este traje tomar; Que es en extremo celoso.
Que sabed que soy cristiano Esta letra he conocido.
Y soldado de Narváez. ÑUÑO.
ALARA. ¿Cómo?
No son nuevas de mi Arráez: ALARA.
Salió el pensamiento vano. Que es de mi marido.
Pues, cristiano, el capitán, ÑUÑO.
¿Qué puede quererme á mí? Aún cuento gracioso.
será el

XU\". Luego el cautivo de allá,


No os quiere poco si aquí , ¿Es vuestro marido 3

Correspondencia le dan. ALARV.


Está perdido por vos, Sí.

Que os vio en las treguas pasadas ÑUÑO.


Sobre estas rejas doradas. Yo negocio por aquí. (Aparte)
?

1 8o OBRAS HE LOPE DE VEGA.

Segura la prenda está. Si os hace el Rey á vos mercedes tantas ?


Pues alto: venid conmigo, ¿Por ventura soy yo del Rey esclavo?
Trataréis de su rescate. ¿He cometido algún delito enorme
ALARA. Contra sus leyes ó real cabeza,
lusto será que del trate,
Que me manda dejar solo en Cártama,
Aunque injusto el ir contigo. Y sujeto al alcaide que aquí viene;
Pero donde está mi Arráez, Y á vos, que sois mi padre, y á Jarifa,
Más sus celos aseguro, Mi amada hermana, que á Coín se partan?
ZORAIDE.
Y más si su bien procuro. Rey manda:
Pero ¿qué dirá Narváez? Hijo, el Rey me lo escribe, el lo

Yo voy á responder y obedecelle.


Que voy á lo que me llama,
Tú entretanto, Jarifa, haz que aperciban
Sin duda, creerá de mí.
M ÑO. Tus mujeres tu ropa, que esté á punto,
Basta; que llevo de aquí (Aparte.) En tanto que Alborán parte á Granada.
JARIFA.
A uno mujer, y á otro dama.
ALARA. Ansí lo haré, señor, que á la partida
Mas diga lo que quisiere, Ya estoy desde esta tarde apercibida.
Pues se ha de desengañar:
Vase Zoraide.
Mis joyas quiero llevar,
Y el dinero que pudiere. ABINDARRÁEZ.
Vamos, que es de amor indicio.
Haré ensillar en qué vamos. Sola esta vez quisiera,
ÑUÑO. Dulce señora mía,
Una para dos llevamos; (Aparte.) Hacerme lenguas para hablaros tanto,
No anda muy malo el oficio. Que del alma se viera
La pena y la porfía;
Vanse. \ Mas salga por los ojos, vuelta en llanto.
De que viva me espanto
Zoraide, Jarifa y Abindarrácz.
Tan desdichada vida,

ZORAIDE. Siha de quedar en calma


pesar con más extremo. Apartándose el alma
No me puede donde estaba asida.
mi partida, Abindarráez, De aquellos brazos
Forzosa es
Cártama es más forzoso, Fui esposo ayer presente;
Y el dejarte en
En poder del alcaide que aquí viene; Hoy, ¿qué seré, si estoy de vos ausente
¿Que os vais, hermosos ojos,
Que así lo escribe el Rey y así lo manda.
ABINDARRÁEZ. Soles del mismo cielo?

¿Que así lo manda el Rey y así lo escribe? ¿Que dejáis vuestra tierra y vuestro amigo?
ZORAIDE. ¿
Que de ausencia y enojos,
Nubes del bajo suelo,
Que me parta á Coín con mi familia
Eclipsan vuestra luz, que adoro y sigo?
Me manda el Rey, y que te deje solo
Que no hablaréis conmigo,
Aquí en Cártama mientras Zaro ,
viene, ¿

Ni me diréis amores ?
Que ha de ser el alcaide de Cártama.
Yo me he de partir hoy, porque me manda ¿Que no podré tocaros?
Que acuda de Coín á la flaqueza, ¿Que ya no podré hallaros
los fieros cristianos oprimida,
Entre estas aguas y olorosas flores?
De
Ejercitados en continuos robos, ¿
Qué es esto vida mía? ,

JARIFA.
Celadas, quemas, correrías, talas, día,
De de entrambos el postrero
la
Y otras malas y ruines vecindades
Si no me consolara,
Que suelen siempre hacer los fronterizos,
más donde Rodrigo de Narváez Gallardo dueño mío,
Y
Está con tal valor, consejo y fuerza. Señor del alma, que la tuya adora,
Que es uno de los nueve que publica Que la fortuna avara
Del Sur al Norte española fama.
la
Ño es peña, monte ó río,
ABINDARRÁEZ. Sino mudable viento de hora en hora
manda Rey y así lo escribe? La ausencia que ya llora
¿Que así lo el
ZORAIDE. El corazón presente,
Hijo Dios sabe lo que á mí me pesa,
,
Me acabara la vida,

Si basta solamente decir hijo.


Que vive entretenida
ausente,
¿Cómo puedo exceder de lo que él manda? En que has de estar tan poco tiempo
ABINDARRÁEZ. Cuanto pueda llamarte
¿De qué me tiene el Rey á mí tal odio, Para poder secretamente hablarte.
181
EL REMEDIO ES LA DESDICHA.

No
habrá ocasión tan presto,
Cuando te llame á verme,
Que presto la ha de haber, aunque ya es tarde. ACTO SEGUNDO.
Y en pago, esposo, desto,
Tan tuya quiero hacerme,
Que entre mis brazos tu venida aguarde.
ABOrD ARRÁEZ.
Narviez ,
Páez, Alvarado, Espinosa y Cabrera.
Huya el temor cobarde,
Señora, de mi pecho,
NARVÁEZ.
Si ese bien me prometes.
JARIFA.
Daldc la mano, Alvarado,
Paso: no te inquietes,
Y no haya más.
ALVARADO.
Que por ventura por mi bien se ha hecho;
No permitas,
Que, viniendo secreto,
Tendrán nuestros deseos dulce efeto. Pues siempre honor solicitas,
Yo entiendo que mi padre Que pierda el que me han quitado.
NARVÁEZ.
Irápresto á Granada,
á contar lo que es;
Yolvedme
( que tendrá otro justo impedimento
)

Que á nuestra vida cuadre, Que en lo que hasta agora entiendo,


Y yo estaré ocupada Poco vuestro honor ofendo.
ALVARADO.
En sólo este cuidado y pensamiento.
ABINDARRÁEZ. El mío pongo á tus pies;
Pero no has de permitir
Y en este apartamiento,
¿Qué me dejas por vida, Que quede en mala opinión.
NARVÁEZ.
Si la vida me llevas?
cuestión?
; Sobre qué fué la
JARIFA.
ESPINOSA.
La esperanza y las nuevas
partida. No se la mandes decir;
De que será tan presto tu
ABINDARRÁEZ. Que es parte y dirá á su gusto.
,

ALVARADO.
¡Al fin te vas, señora!
yo me muero agora! Yo diré mucha verdad,
¡Triste de mí, si
JARIFA. Y el que más.
NARVÁEZ.
No morirás, mi vida, Paso: acabad;
Que la mía te queda.
HAKRÁF.Z. Que ya recibo disgusto.
ESPINOSA.
Pues viviré mil siglos inmortales.
Dame, esposa querida, Óyeme, señor, á mí.
NARVÁEZ.
Tus brazos, en que pueda
El alma descansar de tantos males.
Ni Alvarado ni Espinosa
JARIFA. Me han de hablar ni decir cosa;
Véngante tan iguales Páez lo cuente.
PÁEZ.
Como yo lo deseo. Pasa ansí
ABINDARRÁEZ.
¿Llamarásme? Y remítome á Cabrera,
JARIFA. Que estaba delante.
NARVÁEZ.
¿Eso dudas?
Acaba.
ABINDARRÁEZ.
t\ez.
No haré, si no te mudas.
Jugando Alvarado estaba,
¡Ay, cuántos siglos ha que no te veo!
JARIFA. Y Hspinosa desde afuera;
¿Cómo, si no has partido? en una suerte dudosa,
Y
ABINDARRÁEZ. Sin pedirla ó ser tercero,
Pensé que era pasado, y no es venido (i). A pagar de su dinero
Juzgó la suerte Espinosa.
Alvarado respondió:
muy común en las
«¿Quién le mete en esto » Y luego
1
1) El partir: género de elipsis 5

obras de Lope.
Replicó Espinosa «El juego; :

Que veo juego, y tercio j


«Mejor fuera que callara».
Dijo Alvarado más recio.
Dijo Espinosa: « Algún necio
> !

18: OBRAS DE LOPE DE VEGA.

La suerte le barajara; NARVAEZ.


Que yo sé de tropelías. ¿Qué es eso?
Alvarado replii
ZARA.
«Miente el que dice que yo Una pobre esclava
Puedo hacer bellaquerías.» Que en nobleza que alaba
la

Espinosa en este punto El mundo, espera favor.


El sombrero le tiró, NARVÁEZ.
Metieron mano, y llegó ¿Qué es esto, Ortuño?
El presidio todo junto, ORTUÑO.
Y pusiéronlos en paz, Esa perra
Hasta que con la alabarda Me levanta no sé qué.
Llegaste al cuerpo de guarda. NARVÁEZ.
NARVÁEZ. ¿Cuya es?
Y ¿en eso estás pertinaz? ORTUÑO.
¡Gentil engaño porfías 1
Tuya y mía fué,

Si estotro dice que sabe Y cautiva en buena guerra.


Tropelías, ¿en qué cabe ZARA.
Que entiendas bellaquerías, Señor, de noche y de día
Y que lo entiendas por ti? Me hace fuerza y maltrata.
Y elhaberle desmentido, NARVÁEZ.
A Espinosa no ha ofendido, ¿Ansí la esclava se trata?
Pues él lo dijo por sí, ORTUÑO.
Y si ofensa no se ve, Miente, por tu vida y mía;
Ni Alvarado desmintió, Sino que no entiende bien:
El sombrero que tiró Y cualquier cortés favor
De ningún efecto fué; Luego piensa que es amor,
Y cualquier soldado sabio, Y fuerza dirá también:
Que en agravio, si le hubiera, Haciendo estaba mi cama,
Las espadas juntas viera, Y porque á ayudarla fui,
Dirá que cesó el agravio. Se vino huyendo de mí.
No hay cosa que con haber NARVÁEZ.
Metido mano á la espada, ¡Sí, sí; deso tienes fama!

No quede desagraviada, Ahora bien ¿qué te he de dar


:

Porque es lo posible hacer. Por ella?


Quede esto á mi cuenta, y yo ORTUÑO.
Vuestro honor tomo á mi cargo,. Tuya es.

Y satisfacer me encargo NARVÁEZ.


Lo que otro diga. Di, acaba.
ALVARADO. ORTUÑO.
Eso no; Ya ves que es buena la esclava,

Que nadie hablará en aquello Y mejor de rescatar.


Que hablare tal capitán. NARVÁEZ.
NARVÁEZ. Doyte por ella una copa
Y esas manos, ¿no se dan? De plata: vé al repostero.
ALVARADO. ORTUÑO.
Sí daré, pues gustas dello. Doyle yo, pobre escudero,
ESPINOSA. Diez mil y cama de ropa,
Su amigo soy. Y una copula me das
i

ALVARADO. NARVÁEZ.
Yo su amigo. Sin dinero estoy, ¡por Diosl
Pero di que te den dos
Ortuño y Zara.
Si con tanta sed estás.
ORTUÑO. ORTUÑO.
¿Con quejas capitán?
al Beso tus manos.
ZARA. NARVÁEZ.
Por dicha en él hallarán Ya, mora,
Mas piedad que en ti, enemigo. Eres mi esclava.
ORTUÑO. ZARA.
Óyete, galga. Sí soy.
ZARA. NARVÁEZ.
¡Señor! Pues yo libertad te doy:
183
EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

Vete á tu tierra en buen hora. Mis fuerzas ó en paz ó en guerra.


AI.
ZARA.
ivo moro! En esta tierra
Déte el cielo mil victorias,
Caudillo de los cristianos.
Suelen desafíos usar;
Yo quiero luchar contigo.
z.
Vase.
Y yo con adarga y lanza.
ESPINOSA.
CADREKA.
¡Qué rotas tiene las manos!
Yo con la espada si alcanza ,

PÁlZ. La suya á igualar conmigo.


NURO.
Y qué llenas de honra y glorias!
1

A todos juntos os reto,


Peralta. Fuera del alcaide.
PÁEZ.
Bien;
PERALTA.
Aquí, señor, está el moro
Mas conmigo solo ven.
NIÑO.
Que viene por el rescate
Eres valiente en efeto;
Del sargento.
NARVÁEZ. Mas no vengo á pelear,

Buen quilate Sino á avisar á Narváez.


I

NARVÁEZ.
Descubre esta vez el oro!
Salios todos, y tú, Páez,
No tengo un real, ¡por Dios!
Haz esas puertas guardar.
Llama ese morillo aquí,
PÁEZ.
Y por él me lleve á mí,
Bien dices; que éste podría
Ó estemos juntos los dos.
Intentar tu muerte.
Pero escucha: al repostero
ALVARADO.
Di que mi plata le dé;
Vamos.
Que yo la rescataré
Cuando tuviere el dinero. Vanse los soldados.
Venga el sargento al momento,
NARVÁEZ.
Donde es también menester,
Ya moro solos estamos.
Porque más vale comer , ,

NLÑO.
Sin plata que sin sargento.
PERALTA. ¿No me conoces?
NAR<
¡Oh Alejandro! ¡Oh gran Narváez!
Querría.
NARVÁEZ.
NIÑO.
Id vos, Peralta, con él.

PERALTA. Soy el moro Marfuz.


NARVÁEZ.
Voy, señor.
Creo
Vase. hombre,
Que famoso
eres y gran
p Á e z .
Aunque nunca oí tal nombre;
¿Qué das por él ? Mas verte el rostro deseo.
NARVÁEZ. NIÑO.
Quinientos escudos, Páez. Soy sobrino de Mahoma;
PÁEZ. Vengo á matarte.
NARVÁEZ.
Aunque deesclavo le sacas,
Por esclavo le has comprado.
¿A mí?
NLÑO.
Sí;
Ñuño, en hábito de moro, con un rebozo.
A ti pues.
NIÑO. NARVÁEZ.
¿Hay acaso algún soldado, ¿Adonde?
NIÑO.
Que no tenga fuerzas flacas,
Aquí.
Que quiera luchar conmigo?
NARVÁEZ. NARVÁIV.
Pues alto: la espada toma.
¿Por dónde este moro entró?
NIÑO.
¿Quién puerta y licencia dio
En mi casa á mi enemigo? Pues ya, como ves, la empuño.
NI ÑO.
NARVÁEZ.

Yo me entré solo á probar ¡Ea, moro, á mí te ven'


iS.j OBRAS DE LOPE DE VEGA.

HUNO. De que hayáis venido agora.


Nufto soy. ¡Qué grande hermosura! (Aparte á Ñuño.)
NAK\ ÑUÑO.
¿Ñuño? Mucha.
NUÍiO. NARVÁEZ.
En aqueste punto envío
Descubriéndose. Vuestro marido de aquí,
Aunque no le conocí.
Pues ¿quien? ALARA.
NAK\ Besóos los pies, señor mío,
¡Válate el diablo por Ñuño I Por la merced recibida;
ÑUÑO. Pero soy tan desdichada,
¿No sabes lo que ha pasado? Que á sus celos y á su espada
NARVÁEZ. Qfrezco mi cuello y vida;
¿ Cómo ? Que, como allá no me halle,
ÑUÑO. No ha de creer mi intención,
El moro que escribió, Sino que ha sido invención
Era el dueño de quien yo Por gozarme y engañalle;
. La misma carta he llevado. Pero ya, después que os veo
NARVÁEZ. Tan gallardo, ilustre y fuerte,
¿Qué dices? Tendré por justa mi muerte
ÑUÑO. Y por vida mi deseo:
Que
es su marido, Cuanto publica la fama
Y que, viendo su prisión, Es poco en vuestra presencia.
Viene á verle. NARVÁEZ.
NARVÁEZ. Yo os quise mucho en ausencia,
Y á ocasión Y presente, el alma os ama;
Que ya libremente es ido. Pero en ella me ha pesado
ÑUÑO. Que de la carta haya sido
¿Ido? Tercero vuestro marido,
NARVÁEZ. Á quien libertad he dado.
Envióle á su casa. ALARA.
ÑUÑO. No os cause, señor, pesar,
¿Por qué? Sino servios de mí;
NARVÁEZ. Que ya que he venido aquí,
Porque era celoso. Vuestro amor quiero pagar.
ÑUÑO. Y ¡dichosa yo, si acaso
¡Por Dios, que es cuento donoso! Amor firme hallase en vos!
Todo á propósito pasa; NARVÁEZ.
Que la mora traigo aquí, ¿Qué te parece? (Aparte á Ñuño.)
Y ansí la podrás gozar, ÑUÑO.
Pues da el marido lugar. ¡Por Dios,
NARVÁEZ. Que habla desenvuelto y raso!
¡Qué buen remedio le di! ¿Vos erais la desdeñosa? (Aparte.)
ÑUÑO. Malo estaba de entender;
La vida ¡por Dios! le has dado, No he visto fácil mujer
Pues á su casa le envías Que no sea vergonzosa.
Cuando á la tuya traías NARVÁEZ.
La prenda que le has quitado. Yo os agradezco en extremo
¡Buen recado hallará en ella! La voluntad, mi señora;
¡Oh celosos! Siempre vi Pero, aunque elalma os adora,
Que sucediese ansí;
les La ofensa de mi honor temo;
El guardalla ts no tenella. Que parece que deshonra
NARVÁEZ. Mi opinión y calidad,
Bien dices. Que á quien di la libertad
ÑUÑO. Le venga á quitar la honra.
Ya viene: escucha. ¿Qué dirá vuestro marido,
Sino que yo le engañé?
Alara.
Y sabe el cielo que fué
NAK\ No habiéndole conocido.
Pésame, ¡por Dios! señora, Sabed que soy caballero,
SDICHA. 185
EL REMEDIO EN LA IjI

Peralta, Ortuño, Alvarado, Espinosa y Cabrera.


Y que quitalle el honor
Contradice á mi valor.
I.TA.
NO.
(Aparte.) Albricias!
Mejor dirás majadero. ,

Gózala, ¡pesia mi vida' \¡ Narváez.)


(') si no, dámela á mí.
Yo te las mando.
ORT'
ALARA.
Señor, ya be \cnido aquí, ¡Ea, fiestas y alegría!
I.TA.
Y os quiero si soy querida;
Dos mil ducados te envía
Y aunque- ese término sea
De socorro el rey Fernán
Uel valor que en vos se ve,
MAR\
Advertid que pensaré
Que os he parecido fea. Dios guarde al Rey mi señor
,0. Esta tarde hay paga.
AI. VARADO.
Dale esc contento, acaba;
.Vivas
Que en amor no hay cor!
NARVÁI /. Mil años, y del recibas
Basta, Ñuño. Alara mía,
Premio igual á tu valor!
Ái z.
Más os amo que os amaba;
Más hermosa estáis aquí Ea, poned mesas luego;
Que entre las rejas azules. Todo os lo he de dar, ¡por Dios!
ÑUÑO. Y á ser diez mil, como dos.
ESPINOSA.
Ya entiendo; no disimules:
Peralta, mis pagas juego.
Señora, queredme á mí.
I'ÁEZ.
(Vive Dios, que es impotente! (Aparte.)
NARVÁEZ. ¿Quién habrá que eso no haga?
NARVÁEZ.
Ñuño, parte y vé con ella
A Coín. Vos, mora bella, Llama aquesas cajas, Páez.
CABRERA.
Tenedmc por vuestro.
ÑUÑO. ¡Vivan Fernando y Narváez!
Tente; ALVARADO.
No pierdas esta ocasión. ¡Paga!
NARVÁI Z.
CABRFK A.
¡Paga!
A quien libre quise hacer,
ORTUÑO.
¿He de quitar su mujer?
ÑUÑO. ¡Paga!
ESPINOSA.
¡Oh nuevo andaluz Cipión 1

¡Paga!
Hazañas son de tu mano.
Vamos, Alara, de aquí.
Vanse.
ALARA.
¡Que me desprecies ansí! Abindarráez.
¡Oh riguroso cristiano!
ABINDARRÁEZ.
Esperanza entretenida,
Vanse Alara y Ñuño. Mal nos llevamos los dos:
No hay quien lleve como vos
NARVÁI Z. Hasta la muerte la vida.
Si fuémayor la gloria y noble el pago Sois una vela encendida,
Que dio en España á Cipión la fama Que va ardiendo hasta acabarse;
Ell no querer gozar la presa dama, Pues también, si ha de matarse,
Que el vencimiento ilustre de Cartago; Quedaráse el alma á obscuras;
Y si después de ioso estrago Y entre tantas desventuras,
De Darío, más heroico el mundo llama Bueno es vivir y quemarse.
esperanza, el cuidado
Por
Al macedón, que no violó su cama, ti,

Mi deuda con lo mismo satisfago. Entretiene de una suerte


No quiero que me estimen ni me alaben Al soldado entre la muerte,
Las propias ni las bárbaras naciones, Y en el palo al sentenciado;
Porque en mi pecho sus grandezas caben. En el mar al que va á nado,
Al peregrino en el yermo,
No son los capitanes Cipiones,
Ni Alejandros los reyes, si no saben En el peligro al enfermo:
Vencer sus apetitos y pasiones. Y ansí, yo por ti en la guerra.
[86 OURAS DE LOPE DE VEGA.

Cordel, peligro, mar, tierra, Suspiros, lágrimas, quejas.


Hablo, vivo, como y duermo. MANILORO.
Todo se finge por ti, ¡Por Dios, que si al cuerpo dejas,

Dudosa y tarda esperanza; Que ella le venga á perder!


Por ti lo imposible alcanza No digo que no penes,
te
Quien tiene esperanza en ti. Mas que para poder dar
Si se pasa el mar ansí, Fuerzas á tan buen penar,
La enfermedad, el cordel, Tendrás más si á comer vienes;
En esta ausencia cruel Porque el que bien ha comido,
De mi querida
Jarifa Más peso llevará á cuestas.
Pasa hasta el fin de mi vida, ABINDARRÁEZ.
Pues está el remedio en él. Tu inocencia manifiestas,
Y vos, hermosa señora, Tu libertad y tu olvido.
Acordaos que aquí los dos Vete con Dios, Maniloro,
Vivimos, queriendo Dios, Y déjame aquí morir.
Con más regalo que agora. MANILORO.
Desde la noche á la aurora, Mucho ese eterno sentir
En este jardín hermoso Hace ofensa á tu decoro;
Pasábamos el gozoso Y
aun á tu Jarifa ofende,
Tiempo que agora nos falta, Que tanto tu vida estima.
Porque la gloria más alta ABINDARRÁEZ.
Tiene su fin más dudoso. ¿La estimar
Mas ya estaréis, por ventura, MANILORO.
Destos tiempos olvidada, Sí, pues la anima,
Porque la gloria pasada Y que se aumente pretende.
Poco en la memoria dura Y
pues tu pecho recibe
De quien olvidar procura. Su alma, y casa le has hecho,
Para vivir sin tormento ¿Por qué maltratas el pecho
Bien lloré mi apartamiento; Adonde Jarifa vive?

Que bien echaba de ver ABINDARRÁEZ.


Que palabras de mujer ¡Ay, Maniloro! ¿Qué intento?
Tienen la firma del viento. Mal hago en querer morir,
Bellas flores y jazmines, Si elhuésped ha de salir
Que hurtábades por favor Del pecho en que le aposento.
A su aliento vuestro olor Viva yo; sustento venga;
En estos frescos jardines, Viva Jarifa.
¡Mirad á qué tristes fines MANILORO.
Han venido mis victorias! Eso sí.

¡Mirad cuáles son las glorias, ABINDARRÁEZ.


Y los tormentos qué tales! Mas ¿no es engaño, no, ansí,
Pues no me mataron males, Que vida en ausencia tenga?
Y me han de matar memorias. Si muero, mi alma irá
rtver á Jarifa luego.
Maniloro. Vete con Dios.

MANILORO. Celindo, con una carta. 1


Ya, señor, las tres han dado:
Hora será de comer, CELINDO.
Si por dicha, como ayer, Creo que llego
No quedas olvidado.
te Á buen tiempo.
Deja la melancolía; MANILORO.
Come, y desecha la pena; ¿Quién va allá?

Que aunque comas, será cena, CELINDO.


Pasado lo más del día. Celindo soy, Maniloro.
Aunque á Jarifa aguardaras ¿Y Abindarráez?
Con la mesa puesta ansí, MANILORO.
Era ya tarde. ¡Oh, Celindo!
AB1NDARRÁEZ. Aguarda.
|Ay de mí! ABINDARRÁEZ.
Que en sólo el cuerpo reparas; A
morir me rindo:
Déjale al alma comer Tanto, ausente, peno y lloro
"

'«7
EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

MANILORO. Y un freno de campanillas,


La más fuerte de mis sillas
¿Qué me darás, y tendrás
Nuevas de Jarifa y cartas? Y una adarga de Gazul;
ABINDAB.EÁSZ. Una lanza de dos hierros,
I ,a vida, el alma que partas. Que los extremos se igualen,
MANILORO. Por si al camino me salen
Algunos cristianos perros,
Celindo
I.AI.I. Ál.Z.
habrá salido andaluz
¡Amigo! ¿Aquí estás? Tan galán á escaramuza,
Ni Aímadán, ni el moro Muza,
DO.
Dame tus pies, y ésta toma.
Contra el de la roja cruz.
AMNDARRÁEZ. Ea, mi bien, aguardad
bien se me conceda! Vuestro Abindarráez: ya voy.
ie tal

ino mi Jarifa queda?


•.do.
Vase.

gracias á
ia, Mahoma.
abindarkáf.z. MANILORO.
Loco está, á fe de quien soy.
Mil besos doy á su firma,
CELINDO.
Que hasta el alma me penetra:
¿Qué hará el sentido? La letra Amor es enfermedad.
MANILORO.
Sola mi gloria confirma.
Voy á darle de vestir.
Lee. CELINDO.
Tiene razón de querella,
Esposo: Mi padre es ido
<
Que le adora, y es tan bella
A Granada desde ayer. Cuanto se puede decir.
MANILORO.
Venmc aquesta noche á ver »

¡Cielos, yo pierdo el sentido!


¿Está seguro el camino?
CELINDO.
En el camino podré
Leer, amigos, lo demás. Para moro tan valiente,
.Qué importa un mundo de geni
:

Maniloro, ¡no me das


MANILORO.
Caballo? ¿Heme de ir á pie?
Mi vida, ¿que podré veros? ¿Va solo 3
CELINDO.
Mi alma, ¿que podré hablaros?
Solo, imagino.
Mis ojos, ¿que he de gozaros
Y en estos brazos teneros? Vanse.
Ea, loco estoy del todo.
Celindo, ésta toma, ten; Arráez, á caballo.
Y tú estas joyas también:
Vuestro soy y vuestro es todo. ¡Gracias á Alá, que llegué
Dame una marlota rica, Donde mi muerte ó venganza
Llena de aljófar y perlas, Descansarán mi esperanza!
Que ha de verme y ha de verlas Aquí al muro arrojaré,

Quien al sol su lumbre aplica. Pidiendo guerra, la lanza.


Dame un hermoso alquicel Pero ya están en el muro.
Ó bordado capellar,
Narváez, Ortuño, Páez. Alvarado, Cabrera. Espinosa
Y también me puedes dar y Peralta en el muro.
Alguna banda con él.
Dame bonete compuesto NARVÁEZ.
De mil tocas y bengalas c
Moro dices á caballo?
Y plumas, porque no hay galas ORTLÑO.
Que luzgan sin plumas: presto. Desde aquí puedes mirallo.

Dame
una manga bordada ARRÁEZ.
De aljófar y oro, á dos haces. Vengarme é> morir procuro: (Aparte.)
Los amores son rapaces: Ouiero desde aquí retallo.
~
Con rapacejos me agrada. Don Rodrigo de Narváez,
Valiente por sóloel nombre,
Dame borceguí de lazo
Y acicate de oro puro, Y más cobarde en los hei
Y porque vaya seguro, Que gallardo en las razones:
Ensillarásme el picazo. Tú, que, fingiendo valor
Tonle una mochila azul Entre quien no te conoce,
iXS OBRAS 1)1". LOPE UE VEGA.

Has ganado injusta fama Por asegurar tus celos


Del ocaso á los triones: Y temer tus sinrazones.
Yo soy Abenabó Arráez, Si con ella te he ofendido,
A quien ayer, como doble, ¡Plega al cielo, moro noble,
Diste libertad fingida; Que me atraviese la espada
Quien no te entiende, te compre. De un moro villano y torpe!
Mi infamia trazaste, Alcaide; A fe de hidalgo y cristiano,

Que apenas pasé del monte, Por la vida, que Dios logre,
Cuando á mi casa enviaste Del rey, mi señor, Fernando,
El mayor de tus ladrones. Por quien guardo aquestas torres,
A mi mujer me ha robado; So pena de que en castigo
Que primero que la goces, Vuelva sin honra á su corte,
Te pienso sacar el alma, Que no he tomado su mano,
Cuerpo á cuerpo, entre estos robles. Ni en presencia dicho amores.
¿Esos eran los consejos Y tú eres, moro, el primero
De caballero y de noble? A quien doy satisfacciones;
|Buenas tretas son, Alcaide! Y no te las doy por mí,
Quien no te entiende, te compre. Que no temo armas ni voces,
Apenas entré en mi casa, Sino por ella, á quien debes
De donde pensaba entonces El amor que desconoces
Enviarte un rico presente, Con esos injustos celos
Cuando entiendo tus traiciones. Y villanas presunciones.
Iba yo por el camino PÁEZ.
Cantando tus grandes loores, moro! Señor mío,
¡Pesia al
Y pensando qué rescate ¿Con él en eso te pones
Te diese, aunque rico, pobre. Tú, que no sueles sufrir
Imaginaba caballos, Marsilios niRodamontes?
Atados en los arzones Aguarda; que á puros palos
Ricos alfanjes de Túnez, Le haré que el camino tome
Con mochilas de colores; A reñir con su mujer
Finas alfombras de seda, Los celos que se le antojen.
Frenos y estribos de bronce, NARVÁEZ.
Y unos para ti de plata, Páez, no salga ninguno,
Sin otras joyas y dones; Si no es que el moro responde
Cuando la mejor que tengo, Que no está contento desto.
Hallo que me falta; y dióme PÁEZ.
Más pena en que tú la tengas, Suplicóte me perdones;
Y me aconsejes y robes; Que le he de quitar la vida.
Que la traición del amigo ORTUÑO.
Más se siente y duele al doble; Tiene razón. Baja, corre,
Y engañar, fingiendo amar, Ó haremos todos lo mismo.
Es gran bajeza en el hombre. ALVARADO.
Por eso te desafío Mejor es que alguno nombres
A ti, á tres, á seis, ádoce, De los que estamos aquí
Y os reto como á villanos, Sufriendo que nos deshonre.
Como á infames y traidores, CABRERA.
De que no tenéis palabra El que llegare más presto, /
Ni miráis obligaciones; Basta.
Que no hay entre todos uno NARVÁEZ.
Que amigo no deshonre.
el Ninguno me enoje.
Dame mi esposa, Rodrigo, ESPINOSA.
Si mis palabras te corren; Perdona, que no ha remedio.
Que no he de salir del campo PERALTA.
Menos que muera ó la cobre. Baja, y la boca le rompe.
NARVÁEZ. NARVÁEZ.
Moro, engañado has venido; ¡Por vida del Reyl
Queá quitarte las prisiones FERALTA.
Vinoá mi Alora tu Alara, No jures.

Como verás cuando tornes. NARVÁEZ.


Porque apenas vino aquí, ¡Ah, señores! ¡Ah, señores!
Cuando á volver se dispone, Quítanse todos del muro.
l89
EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

Cuando fuera Coín Granada o Córdoba!


IAEZ.
ARRÁLZ.

Dentro. Yo te doy la palabra, y por Mahoma


Te juro de querella y regalalla.
NARVÁEZ.
Permíteme, Alcaide ilustre,
ahorque. Parte con Dios; que buena mujer tienes
Que de una almena le
era. En Coín, y en Alora buen amigo.
Cuando alguno tratare de enojártela,
Dentro.
Acude á mí, que yo seré tu espada.

Los cielos guarden tu famosa vida.


Dame licencia, señor,
Que las narices le corte. Vase.
ARRÁBZ.
Basta, que vienen todos los cristianos.
NARVÁEZ.
hice en presumir de un hombre
Mal noble
listo es mi gusto: no replique nadie.
Una bajeza igual; pero los celos
No dan lugar á la razón, ni miran Ñuño.
intenta.
Si es justo ó no lo que su rabia
Bien puedo á la defensa prevenirme,
NIÑO.
Que dijera mejor para la muerte, en Coín Alara;
ilustre Alcaide,
Ya queda,
Porque cualquiera dellos es un Héctor, qué enredos son aquestos,
Mas yo no sé
Y el Alcaide famoso el mismo Aquiles. Pues parte de aquí agora su marido.
NARVÁEZ.
Alvarado, Ortuño, Páez, Cabrera y
Espinosa
tita,
deteniéndolos. Vino en su busca, no la hallando en casa.
con las espadas desnudas, y Narváez
ÑUÑO.

NARVÁl /..
Tiene aqueste camino tantas sendas,
Que el miedo y las celadas han causado
Ténganse, digo: ténganse, soldados,
( ;por vida del Rey!
)
Que le hemos siempre errado en el camino.
NARVÁEZ.
PERALTA.
Señor, ninguno Mohíno estoy del moro, aunque habéis visto

Quiere ofenderte.
Que le he hablado tan bajo y tan humilde.
NARVÁEZ. La culpa tengo yo de que se atrevan,
Envainen pues. Por la quietud con que en mi casa vivo.
ARRÁEZ. La buena vecindad lo causa. Basta;
¡Oh ilustre Que yo lo enmendaré de aquí adelante;
Rodrigo, á quien el cielo haga dichoso
Y dése buen principio en esta noche.
Nueve, los más gallardos de vosotros,
Sobre todos aquellos que celebra armen luego;
Ensillen sus caballos y
La antigüedad con palmas y laurclesl
Rendido estoy á tu nobleza, y veo
Oue quiero poner miedo á estos villanos,
Que mi ignorancia fué mi propio engaño; Y que no tengan de sosiego un hora.
queda; y si te hallaros
Aunque amor á todos da disculpa,
si
Tú, Ñuño, aquí te

Para salir al campo descansado,


¿Por qué no la tendrán mi amor y celos.'
Vé, y podrásme alcanzar donde ya
sabes.
Si tú, si tus soldados, si los hombres,
ÑUÑO.
Si las aves, los peces, si las fieras,
Si todo sabe amor, si todo teme
En quitándome aquestos galgamentos
Perder su bien, y con sus celos propios Y mahométicos hábitos, te alcanzo.
Defiende casa, nido, mar y cueva, No te apartes de aquellos olivares.
NARVÁEZ.
Llora, lamenta, gime y brama; advierte
Corre, que aguardo. ¡Holal Secreto.
allí te
Que celos y sospechas me obligaron
No sepan en Alora que salimos.
Al desatino que á tus pies me rinde.
NARVÁEZ.
Vanse todos menos Ñuño.
Moro, la libertad que yo te he dado
Me obliga á tu defensa y sabe el cielo ;
ni so.
Que te he dado tres cosas en un d(a, pensamiento,
Extraño fué de Alara el
Que es dellas cada cual la más preciosa: presencia de Narvá
La libertad, la honra, y hoy la vida. En viendo la

Pues en todo el camino no ha cesado


Vuelve á Coín; pero primero jura
Uie no has de dar á Alara pesadumbre;
<
De destilar mil perlas de sus "jos.
Que si lo sé, [por vida del Rey juro De enamorada, tierna y despreciada;
la mujer con el desprecio quiere.
Que he de quemar tu casa, y á ti en ella,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Díjele mi razón, pero fué en vano; De los ganados cercanos


Que tiene el alma del Alcaide llena. Hace en las piedras ruido
Mendoza sin ver aún á Ñuño.
Con las manos, de corrido,
Se muerde las mismas manos.
MENDOZA. Creció ya la desvergüenza
¡Gracias al cielo, que estos muros veo, Desta bárbara canalla,
Ya de mi cautiverio el cuello libre! Y es lo mejor atajalla
¡Oh generoso Alcaidel Claro ejemplo En los pasos que comienza
De aquellos capitanes felicísimos Que en los fines remedialla.
Cuyas cenizas honra Italia y Grecia Todos sois fuertes soldados,
Mas ¿cómo es esto? Salgo de entre moros, Todos hidalgos, y hallados
Y primero que encuentro ¡es moro en casa!
el En famosas ocasiones:
ÑUÑO. Aquí son, con las razones,
Señor Mendoza Los consejos excusados.
MENDOZA. Deseo hacer una presa
¿Quién es? Con que enviar á Fernando,
ÑUÑO. Que siempre me está obligando,
Yo soy Ñuño. Algún fruto desta empresa;
MENDOZA. Que ha mucho que estoy callando.
¡Oh Ñuño amigo! Yo soy como el labrador
ÑUÑO. A quien alquila el señor
Muchos años goces La viña por su tributo,
La libertad. Pues si no le rindo el fruto,
MENDOZA. Quejarse puede en rigor.
¿Adonde
está el Alcaide? PERALTA.
ÑUÑO. Famoso Alcaide de Alora
Por el portillo entiendo que ha salido Y de la fuerte Antequera,
Con algunos soldados de secreto; Que á Sevilla honrar pudiera,
Que quiere hacer aquesta noche un robo. Si la ocasión es agora,
MENDOZA. Suceso dichoso espera;
No excuso de servirle ni de verle, Que cualquiera piensa hacer
Y besarle las manos como á padre, Lo que se debe, á tener
Por la merced de mi rescate. Tu militar disciplina.
ÑUÑO. PÁEZ.
Vamos; Gente á caballo camina.
Que yo sé dónde van. ¿Quién será?
MENDOZA. ESPINOSA.
Pues, Ñuño, ensilla. ¿Quién puede ser?
ÑUÑO. NARVÁEZ.
En quitándome aquestas sopalandas.
MENDOZA.
Oid; que llegan aquí.
V
Pues ¿cómo estás ansí? Mas ya imagino Mendoza y Ñuño, con lanzas y adargas.
Que habrá por qué.
ÑUÑO. ÑUÑO.
Sabráslo en el camino. Ellos, sin duda, serán.
MENDOZA.
Vanse.
Mas ¡qué encubiertos están!
Narváez, Peralta, Pácz, Espinosa, Alvarado NARVÁEZ.
y otros cinco soldados (i). ¿Quién va allá?
MENDOZA.
NARVÁEZ. Quién somos di. (Ap. á Ñuño.)
Todo hombre esté atento y surto, ÑUÑO.
Que apenas nos oiga el viento, Tus soldados, capitán.
Con tan poco movimiento, MENDOZA.
Como el lobo cuando al hurto Ñuño y Mendoza.
Camina solo y atento; NARVÁEZ.
Que si en los montes ó llanos ¡Oh, Mendoza!
La libertad justa goza
(i) La nota de la edición que copiamos añade:
Mil años.
con adargas, lanzas y acicales, lo mejor que MENDOZA.
///alan; t/ue esta es la salida de importancia.* Dame tus pies.
)

EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

NAK\ Allí vivo adonde muero,


Allá hablaremos después. Y estoy do está mi cuidado,
ÑUÑO. Y de Alora soy frontero,
Qué, ¿perdiste aquella moza? Y en Coín enamorado.
NARVÁEZ.
Sale Abindarráez.
Calla,Ñuño; que me importa.
Y pues aquí hay dos senderos,
ADINDARRÁEZ.
Divididos, caballeros,
¡Gracias á Alá que ya llego! (Para
Será la empresa más corta.
ÑUÑO. ÑUÑO.
Vengan diez mil moros fieros; ¡Bizarro moro! (Ajarte á sus compañeros.
Que en diez hay para diez mil. ALVARADO.
NARVAL/. ¡Gallardo!
Habla con voz más sutil. ABINDARR ÁF.Z.
Si el contrario nos aprieta, Llévame al premio que aguardo, (Para sí.)

Acudid á esta corneta. Dulce Amor, aunque eres ciego.


ALVARADO. ESPINOSA.
Cualquiera contrario es vil. ¡Detente, y date á prisión!
NARVÁI /. ABINDARRÁEZ.
Los cuatro venid conmigo, ¡Cristianos!¡Oh suerte avara! (Apar
Y los cinco id por allí. De mi dicha lo jurara.
Ñuño, calla. ¡Oh cielo! ¿A tal ocasión?
ÑUÑO. ÑUÑO.
Harélo ansí, Date, ó morirás.
Aunque en no yendo contigo, ABINDARRÁEZ.
Voy y sin mí.
sin fuerzas ¿Ansí
ALVARADO. Se dan los hombres cual yo?
¿Por dónde, Ñuño, echaremos?
ÑUÑO. Pelean (i).
Por entre estos olivares.
ESPINOSA.
Vanse Narváez, Mendoza y otros tres soldados. ¿Qué hay, Peralta?
PERALTA.
ESPINOSA. Aquí me hirió.

¡Plega al cielo que topemos ALVARADO.


Ó ganados ó aduares! ¡A él, que me ha herido á mí!
ÑUÑO. PERALTA.
Y algún moro que almorcemos. ¡Bravo esfuerzo!
ALVARADO. ÑUÑO.
¿Acordáisos de aquel día ¡Extraña cosa!
Que solo Narváez venía? A cinco ha desbaratado.
ESPINOSA. PERALTA.
Paso; que he oído cantar. Ya está en el suelo Alvarado,
ALVARADO. Y medio muerto Espinosa.
Aquí podéis escuchar, Dad un silbo al gran Narváez.
Que parece algarabía.

Narváez y cuatro soldados.


Abindarráez, dentro.

ABINDARRÁEZ. NARVÁEZ.
¿Qué es esto, amigos?
Canta: ÑUÑO.
Que un moro
En Cártama me he criado, Nos mata.
Nací en Granada primero, ABINDARRÁEZ.
Y de Alora soy frontero, ¡Oh cielo que adoro, (Aparte
Y en Coín enamorado. Ayuda tú á Abindarráezl
Aunque en Granada nací
Y en Cártama me crio, (i) Dice la nota de la edición antigua
En Coín tengo mi fe lanzas v a.i.irsaf se lia de hacer esta
Con la libertad que di. centra une, per ¡ue es cesa MWMM
19= OBRAS DE LOPE DE VECA.

NAK'. Os tiene tan lastimado?


ABINDARRÁEZ.
Á los cuatro que vienen con él:
Ya os perdí, señora mía; (Aparte.)
Paso, no le acometáis. Gloria mía, yo os perdí;
Caballero fuerte y diestro, Dulce Jarifa, mi bien,
Siendo tanto el valor vuestro Ya os perdí.
Como entre cinco mostráis, NARVÁEZ.
¡Dichoso aquel que os venciesel Ami casa ven;
Y aunque yo arriesgue mi vida, Serás preso y dueño allí.
La juzgo por bien perdida Pero holgárame en extremo
Como en vuestras manos fuese. Saber tu pena importuna;
Pero al fin he de probar; Que esto de guerra es fortuna,
Que empresa de tanta gloria Que mañana por mí temo.
Sólo intentalla es victoria. Alza ese rostro, noble caballero;
ABINDARRÁEZ. Porque á la libertad pierde el derecho,
Pues alto: dadnos lugar. Perdiendo en la prisión el prisionero
El ánimo que debe al noble pecho.
Aquí batallan el Alcaide y Abindarrdez. j
Esos suspiros tiernos, ese fiero
Dolor, no corresponde á lo que has hecho;
PÁEZ. Ni menos es tan grande aquesta herida,
Á no estar el moro herido Que cause indicios de perder la vida.
Y de pelear cansado, Ni tú la has estimado de manera
Diera al Alcaide cuidado. Que dejes por tu honor de aventuralla:
NARVÁEZ. SÍ es de otra causa tu tristeza fiera,
Moro, date por vencido, Dímela, que ¡por Dios! de remedialla
Ó si no, daréte muerte. ABINDARRÁEZ.
ABINDARRÁEZ. Ya el alma en tu nobleza aliento espera;
En tu mano está matarme; En vano mi temor sus penas calla.
Mas vencerme y sujetarme, ¿Quién generoso caballero?
eres,

En otra mano más fuerte. NARVÁEZ.


Tu esclavo soy. |Ay de mí! (Aparte.) Satisfacerte de quién soy espero:
¡Ay de mí! ¡Mil veces ay! Rodrigo de Narváez soy llamado,
Pues ya para mí no hay Soy Alcaide de Alora y de Antequera
Sino llorar que nací. Por el Rey de Castilla.
ABINDARRÁEZ.
¡Á tal tiempo, vil fortuna!
Desespero, ¡por Alá! ¿Que he llegado
Mataréme. A tus manos, Alcaide?
NARVÁEZ. NARVÁEZ.
Triste está. Tente, espera.
ABINDARRÁEZ. ABINDARRÁEZ.
Ya no hay esperanza alguna. (Aparte.) Ya no me quejo del rigor del hado,
NARVÁEZ. Puesto que ha sido en ocasión tan fiera.
¿Hombre de tanto valor Huelgo de ver, Alcaide, tu presencia,

Siente tanto el verse preso, Aunque me cuesta cara la experiencia.


Ó es las heridas? No me ha agraviado mi fortuna en nada,
ABINDARRÁEZ. Y pues debo estimarme por tu hacienda,
No es eso. No es bien que esta flaqueza afeminada
NARVÁEZ. De cosa tuya sin razón se entienda.
Pues ¿qué? Retírese tu gente, y confiada
ABINDARRÁEZ. Mi alma en tu palabra, ilustre prenda,
Desdicha es mayor. Sabrás mi historia y muerte de dos vidas;
NARVÁEZ. Que no lloro prisión ni siento heridas.
Ataos este lienzo en ellas, NARVÁEZ.
O aguardad, y os le pondré. Soldados, vayan todos adelante.
ABINDARRÁEZ. ÑUÑO.
Aquí en el brazo saqué ¿Quedaré yo?
Lo que más me duele dellas. NARVÁEZ.
¡Oh, mal trazada alegría! (Aparte.) Camina tú el primero.

¡Triste! ¿Qué haré?


ABINDARRÁEZ.
NAR\ ¡Que la fortuna en tiempo semejante
¿Que cuidado Me trajo á verte, ilustre caballero!
REMEDIO EN I-A DESDICHA. 193
Eí.

dando de todos ellos


Pero, porque te dé dolor y espante,
historia triste referirte quiero; Sólo mi tío y mi padre.
Mi
ventura, porque más te obligue, Derribáronles las casas,
Que por
Sabrás que es amor.
Mandando la misma tarde
NARVÁEZ. Pregonarlos por traidores
Di. Y su hacienda confiscallcs.
ABINDARK.U.Z. No quedó en Granada alguno
Escucha. Que este nombre se llamase,

NARVAEZ. Sino son los dos que digo;


Prosigue. Que no pudieron culpalles.
AP.INDARRÁEZ. No quiso que en la ciudad
Famoso Alcaide de Alora, Los varones se criasen,
Invicto y fuerte Narváez, Y mandó sacar las hijas
A quien por tantas hazañas En África ú otras partes.
Y así, á mí ¡triste! en naciendo,
Pudieran llamar el Grande:
Sabrás, capitán, que á mí Me llevaron al Alcaide

Me llaman Abindarráez, De Cártama, hombre muy rico,

Ilustre en armas y sangre.


A diferencia del viejo,
Que hermano de mi padre.
era Éste tenía una hija,
Nací desdichado al mundo, Rodrigo, en belleza un ángel,
De la casta abencerraje, Que es el mayor bien que tengo;
Y porque sepas la suya, Si otro tengo, Alá me falte.
Escucha ansí Dios te guarde:
,
Crióse conmigo niña,
Hubo en Granada otro tiempo Engañados é ignorantes,
Este famoso linaje, Que ser hermanos creímos;
En la paz gallardo y sabio, Mas no engaña el tiempo á nadie.
Y en las armas arrogante. Crióse amor con nosotros,
Del Consejo eran del Rey Niños, niño; grandes, grande:
Los ya viejos venerables, Lo que pasó en este tiempo,
Los mozos seguían la Corte No es tiempo que aquí lo trate.
Ó enguerra capitanes.
la
Desengañónos un moro,
Amábalos todo el pueblo Y vimos en un instante
Y aun los moros principales, El imposible posible,
Y más el Rey sobre todos, Y lo posible alejarse.

Con honras y oficios graves. Casámonos de secreto;

No hicieron cosa jamás Pero ,en gloria semejante,


Que su valor no mostrase, Que se partiese á Coín
Mandó Almanzor á Zoraide,
Siendo en todo tan gentiles,
Valientes y liberales, Y que á mí, mientras viviese,
Que en Granada se decía Otro Alcaide me dejase
Que no había abencerraje En Cártama, donde he estado
De mala disposición, Ausente del bien que sabes.
Necio, escaso ni cobarde. Lloramos nuestra partida,
Eran maestros de todo, Y partiendo, si se parte,

Inventores de los trajes, Concertamos que en ausencia


De las galas, de los motes, De su padre me llevase.
Y de otras ilustres partes. Fuese su padre á Granada;
No sirvió dama ninguno Escribióme, y yo esta tarde
Que su favor no alcanzase, Aderéceme cual viste,
Ni dama llamarse pudo Por ir de gallardo talle.

Aguardándome está agora:


Sin galán abencerraje.
Pero la envidia y fortuna, [Mira si lloro de balde,
Una vil y otra mudable, Pues voy herido en prisiones,
Los derribaron al suelo; Sin bien entre tantos males'
y
De Cártama iba á Coín,
Que siempre los altos caen.
Breve jornada, aunque alargue
Que al Rey quisieron matar
Y con sus reinos alzarse, Siempre la tierra el deseo.
Les levantaron zegríis; Poniendo montes y mares;
Si fué cierto,Dios lo sabe. Ibael más alegre moro

Cortáronles las cabezas Que vio Granada, á casarme


Un triste y aciago martes, Con mi señora Jarifa,
194 OBRAS DE LOPE PE VEGA.

Que ya en su vida me aguarde. ACTO TERCERO.


Véome preso y herido,
Y lo que siento es que pase
De mi bien la coyuntura.
Abindarráez.
Déjame agora matarme.
NAKVÁKZ.
Notable es tu suceso, fuerte moro; ABINDARRÁEZ.
Pero, pues tanto tus designios daña Agora que á mi bien no pone obstáculo
La dilación, no es justo que los pierdas; La fortuna cruel, y mis pies débiles
Que has sido por extremo desdichado. Los rayos de mi sol llevan por báculo,
Pero hallaste el remedio en la desdicha; Que el llanto enjugan de mis ojos flébiles,

Y porque veas que mi virtud puede Haciendo al alma verdadero oráculo,


Vencer á tu fortuna, si me juras Mis esperanzas hasta agora estériles,
,

Volver á mi prisión dentro en tres días, Tendrán, ya libres de otra fuerza bélica,
Libertad te daré para que vayas Fin en los brazos de mi esposa angélica.
Á gozar de Jarifa, tu señora. Venció Narváez mi fortuna trágica,
ABINDARRÁEZ. Y dióme libertad como magnánimo;
Beso tus pies mil veces, gran Narváez; Que no hay en toda el Asia, Europa y África,
Que harás en eso, aunque es hazaña tuya, Caballero de tanta virtud y ánimo:
La mayor gentileza que en el mundo Y así, aunque herido, aquella dulce mágica,
Ha hecho caballero generoso. Que adoro como al sol, mi pusilánimo
NARVAEZ. Aliento, desmayado y melancólico,
|Ah, hidalgos! Ha vuelto un Hétor ó Alejandro argólico.
En mis desdichas, hasta agora infelices,
Vuelven los soldados. Si esto no es sueño fábula y apólogo,
,

Remedio hallaron mis intentos felices.


I'ÁEZ. Y el corazón, de su ventura astrólogo.
¿Qué nos mandas? Teneos un poco, luna y claras élices;
NARVÁEZ. Que ya llego á Jarifa, que ya el prólogo
Este preso, Le digo de mi historia, y los capítulos
Señores, si gustáis de darme, quiero Ccn dulces besos y con tiernos títulos.
Salir por fiador de su rescate. ¡Quién fuera Adonis bello ó de Liríope
PERALTA. El hijo que murió en el agua viéndola, ;

Haced, señor, de todo á vuestro gusto. Ó la lengua de Apolo y de Calíope


NARVÁEZ. Tuviera para hablalla, respondiéndola!
Dadme esa mano diestra, Abindarráez. Mas fuera á un alemán y á un negro etíope,
ABINDARRÁEZ. A un dulce ruiseñor y á una oropéndola,-
Tomad, señor. Darles comparaciones verisímiles:
NARVÁEZ. Mas basta ser en el amor tan símiles.
¿Juráis y prometéisme, Aquí llega, Jarifa, vuestra víctima;
Como hidalgo, venir á mi castillo Abrid, que pasa ya la luna errática.
De Alora, y ser mi preso, al tercer día? Seréis de mis heridas dulce píctima,
ABINDARRÁEZ. Sólo en oyendo vuestra dulce plática:
Sí juro. Seréis, señora, mi mujer legítima;
NARVÁEZ. Que así en la orilla fresca y aromática
Pues partid enhorabuena; De aquella fuente fué nuestro propósito,
Y si queréis mis armas ó persona, Y amor de nuestras almas el depósito.
Iré con vos. Pena traigo, señora; mas reportóla
ABINDARRÁEZ. Con ver que llego á puerto salutífero.
Vuestro caballo quiero, Mi esperanza se alarga pero acortóla
;

Porque entiendo que está cansado el mío. Con la grandeza de Narváez belífero.
NARVÁEZ. Ya os casaréis, y ya, cual dulce tórtola
Tomalde, y vamos. Que mató el lazo ó cazador mortífero,
ÑUÑO. Que el alto nido derribó del álamo,
Tuvo extraña dicha. Lleno de sangre dejaréis el tálamo.
ABINDARRÁEZ. Jarifa y Cclindo.
Basta; que hallé el remedio en la desdicha.
JARIFA.
Dentro.

¿La voz, dices, de mi bien?


II. REMEDIO EN I.A DESDICHA. "J$

(Cómo vienes? ¿Vienes bueno?


ABINDARRÁEZ.
Dentro. A tu servicio, y que fuera
Muerto, aquí vida tuviera,
Digo que le oí llamar. Mi cielo hermoso y sereno.
AIIISIjARKÁEZ. JARIFA.

A Jarifa siento hablar, ;Cómo has pasado mi ausencia?


ABINDARRÁEZ.
Y á Celindo oigo también.
Tiemblo la sangre me acude
,
Como sin ti, mi Jarifa;

Al corazón ¡Buen testigo! Que es donde batalla y rifa


Que no puede el enemigo El seso con la paciencia.
Hacer que el color me mude. No me han faltado recelos,
Desmayo dulce me acaba, Miedos y desconfianzas.
JARIFA.
Siento aflojarse las fuerzas.
jMiedos! ¿De qué?
Salen Jarifa y Cclin<!<j. ABINDARRÁEZ.
De mudanzas,
JARIFA. I de olvidos y celos.
lijas

¡Ksposo! Pero volviéndome á ti,


ABINDARRÁEZ. Todo quedaba seguro.
Si no me esfuerzas, Tú, ¿estás buena?
JARIFA.
Para expirar casi estaba.
Cobre aliento el alma mía Por ti juro,

En tus brazos, dulce esposa. Que es mucho jurar por ti,

JARIFA. Y por esos ojos míos,


Ya estaba de ti quejosa, Juramento que no sale
Y más del temor del día; Sino á fiestas, que no iguale
Que como la noche fuera El tuyo á mis desvarios;
De un siglo, un siglo esperara, Porque he pensado que allá
Sin que esperar me cansara, Ya tenías otro gusto;
Si esperara que te viera. Que de tu tardanza el susto
ABINDARRÁEZ. Aun aquí durando está.
|Ay, brazos hermosos míos! ¿Cómo has tardado?
¡Ay, puerto de mis tormentos,
ABINDARRÁEZ.
Vida de mis pensamientos No sé;

Y de mis temores fríos! Que buena priesa he traído.


Descanso de mi esperanza, JARIFA.

Fin de mis deseos cumplido?, ¡Ay, que esposo tan querido,


Centro de aquestos sentidos En hora buena lo fué!

Y cielo que el alma alcanza; Llegada es ya la ocasión


Gloria que esperé y temí, Que de aquestos brazos goces.
Regalo que imaginé, ABINDARRÁEZ.
Premio de mi pena y fe, ¿Es posible que conoces
Para quien sólo nací. Mi enamorada afición?

Hálleme agora la muerte, Sí conoces, pues la pagas.


Que esta noche me ha buscado. JARIFA.
JARIFA. Ya en efecto soy tu esposa.
jAy, dueño de mi cuidado! ABINDARRÁEZ.
¿Posible es que vengo á verte? Quiere Alá, Jarifa hermosa,
¡Ay, mi bien, mi dulce esposo. Que así mi amor satisfagas.

Mi Abindarráez, mi señor, CELINDO.


Parte sola en quien mi amor No estéis agora en razones:
Ha dado al alma reposo; Entra á dormir, bencerraje.
Luz de mi alma y sentido, JARIFA.
Vida de mi entendimiento, Mira si hay doncella ó paje,

Consuelo en mi sufrimiento, Celindo, en esos balcones.


De mil celos oprimido; CELINDO.
Rey desta alma y desta casa, Todo está seguro. Ven,
1>estos brazos gusto, y vida No os amanezca en hablar.
Desta tu esclava rendida, ABINDAR'.

A quien justo amor abrasa! ¿Puedo entrar?


,

OURAS DE LOPE DE VEGA.


i
96

JARIFA. A su extremada hidalguía.


Puedes entrar. ¿Cómo queda?
ABINDARRÁEZ. ardino.
Voy, mi alma. Algo indispuesta,
JARIFA. Aunque para que compuesta
Entra, mi bien. Viniese esta caja, ayer
Echa, amigo, esa alcatifa. Se levantó.
AlilNDARRÁEZ. NARVÁEZ.
¡Cuánto te debo, Narváez! Quiero leer
Para darte la respuesta.
Por ti goza Abindarráez
De su querida Jarifa. Lee.
\
Narváez, Ñuño, Táez y Alvarado. «Ya que no me quieres bien,
NARVÁEZ. No es de pecho principal
Descansen todos, que hoy á mediodía Sufrir que me traten mal;

Concertaremos si salir podremos; Pues siendo tu amor desdén,


este descuido llaman cobardía
¡Me han dado castigo igual.
Que
Los viles fronterizos que tenemos; De ti maltratada he sido
Y aunque la presa desta noche es mía, Con el desdén recibido;
Va sé que su rescate partiremos; De mi marido, de celos,
Y cuando me engañara Abindarráez, Porque me han dado los cielos
Yo hice lo que debo á ser Narváez. Mal galán y peor marido.
Ponga todo hombre la acerada silla Y pues que por ti me dan,
Entre los mismos palos del pesebre, No admitiendo tu consejo,
Porque en diciendo la trompeta ensilla, Vida que de vivir dejo;
Hasta el caballo la cadena quiebre. Ya que no como á galán
Esté la lanza donde pueda asilla, Como á mi padre me quejo.
Con que en el campo su valor celebre, Esas camisas labradas
Y el arnés que no falte hebilla ó perno, Te envío, mal acabadas
Que se vista mejor que algodón tierno. Por hacellas con secreto;
Veamos si con esta pena ó miedo Que llevan, yo te prometo,
Sil desvergüenza se sosiega un poco;
Más lágrimas que puntadas.
Que en no mostrando lo que valgo y puedo, La sangre que lleva una,
Luego el morisco vil me tiene en poco. No la laves, que por ti
Presumirá llegar hasta Toledo, Me la sacaron á mí;
Según se precia de arrogante y loco, Porque no hay hora ninguna
Cuanto más hasta Alora y Antequeía, Que no me traten ansí.
Si duerme aquí como en Argel pudiera. Yo no pido que tu olvido
l'ÁEZ. Deje de ser lo que ha sido;
Un moro pide para hablar licencia. Pero, pues por ti me dan,
NARVÁEZ. Sé enemigo ó sé galán,
¿Es hombre principal? Ó dame mejor marido.»
PÁEZ. ¡Cómo, qué! Abenabó Arráez,
Es un criado ¿Así cumplió el juramento?
De Alara, según dice. Que me haya engañado siento;
NARVÁEZ. Mas, ¡por vida de Narváez,
¡Ah, dura ausencia! Que no se la lleve el viento!
¡Con qué fiero rigor que me has tratado! Moro infame, ¿no sabías
¡Oh leyes del honor, cuya inclemencia Que mi propia vida herías,
Quita el gusto del alma procurado! Que está en aquel pecho honesto?
mas no pude; ÑUÑO.
Gozar de Alara pude ;

Que pierde el bien quien al honor acude. Tú tienes la culpa desto,


Por hacer alejandrías.
Ardino. Deja esas francas divisas;

A r d i n o.
Que si gozaras de Alara,
Con un pequeño presente El moro no la llevara
Alara salud te envía Donde te enviara camisas
Y esta carta. Con la sangre de su cara.
NARVÁEZ. Á Ardino:
Gallardía,
¿Que en aquel rostro has sufrido
Moro amigo, conveniente
I.I. II. MIDIÓ EN LA DESDICHA. '97

NAIC-
Hacer un corto rasguño Di.
Con el palo ó con el puño? ÑUÑO.
ARDINO.
.Habernos de ir cierto? (Ap. á Narváes.)
¿Qué he de hacer, si es su marido!
NARVÁEZ.
Sí.
Térro, aguarda.
ÑUÑO.
NARVÁEZ.
Escucha, Ñuño, Pues difrázate con algo,
<; vamos como yo fui;
-o.

No hay escuchar. ¡Vive Dios,


Que aunque eres tan animoso,
Podrá el perro malicioso
Que hemos de reñir los dos,
Venderte á los de Coín.
Y que le he de dar mil palos' NARVÁEZ.
NARVÁEZ.
Para mí no hay, Nuflo, en fin,
Aguárdate. Peligro dificultoso.
.o. Yo he de ir á Coín. Vos, Páez,
¡Qué regalos! Tened á punto la gente
ARD1NO. Por si fuere conveniente.
ARDINO.
Señor, remedialdo vos
Seguro estás, gran Narváez.
Con poner miedo á mi amo,
ÑUÑO.
Que os tiene miedo y respeto.
NARVÁEZ. No lo está mucho, pariente.

Remediarlo te prometo Yansí, vuelvo á aconsejarte.


Oye, por tu vida, aparte.
Por lo que la quiero y amo,
Y por quien soy, en efeto. Habla bajo á Narváez.
ARMIÑO.
Vos, ¿tenéisla algún amor?
ALVARADO.
NARVÁEZ.
¡Que mal hace el capitán! (Aparte á P
Grande; pero por su honor
I'\EZ.
Y hacer á Arráez amistad,
Tales combates le dan
Enfreno la voluntad
Ira, gusto, amor y Marte.
Y doy la rienda al valor. NARVÁEZ.
ARDINO.
Pues, señor, sabed que tiene
Á cuanto venga me obligo.
ÑUÑO.
Concertado de matalla.
NARVÁl /.
Pues, señor, seguirte quiero.
NARVÁEZ.
(Matalla! Ni osar miralla.
ARDINO. Darte mi ventura espero.
Ñuño, César va contigo,
Creedme que lo previene.
NARVÁEZ. Como él lo dijo al barquero.
Entra, moro, á descansar.
Y ¿podré yo remedialla?
ARDINO. Tú, Ñuño, empiézate á armar.
ÑUÑO.
Podrás, viniendo conmigo
Esta noche de secreto.
Lo que llevé
NARVÁEZ.
NARVÁEZ.
¿Cómo ansí?
Pues ármate, Ñuño amigo;
ÑUÑO.
Que esta noche le prometo
Al moro infame castigo.
Un jaco.
NARVÁEZ.
¡Camisa, y ensangrentada!
Dame otro á mí,
[Vive Dios que, ésta vestida,
No la mude ni otra pida Y hazme el overo ensillar.

1 lasta que con esta espada


Vanse.
Quite al perjuro la vida!
ÑUÑO. larifa, Abindarráez, Celindo, Bajamcd,
Yo, aunque poco las refresco y músicos.
Por el trato soldadesco,
JARIFA.
lista es bien que le consagn-.
Toda casa se huelga
la
Aunque la cueza en vinagre
De mi bien y tu contento,
( .uno herreruelo tudesco.
Porque de sólo tu aliento
Vamos donde está esc gal;,; i

Pero escucha aparte.


Saben que mi vida cuelga.
198 OBKAS DE LOPE DE VEGA.

No te escondas de ninguno. En ser de tal hombre esposa?


Llegad, besalde los pies. CELINDO.
BAJAMED. Que es muy noble está muy claro,
Quien señor de todo es, Y que fué elección discreta;
¿Por qué se teme de alguno? Pero él también es dichoso
Con nosotros te has criado, En ser dueño y ser esposo
bencerraje; ¿qué has temido? De una mujer tan perfeta.
¿Ó acaso estás encogido, Y puesto que humilde estás,
Como recien desposado? Acá os juzgamos tan buenos,
ZARO. Que no merece menos,
si él

Aunque al Alcaide tenemos No hallara en la tierra más.


Por legítimo señor, Sentaos, y canten los dos
De tu crianza el amor Mientras el almuerzo llega.
Y obligación conocemos. JARIFA.
Quien te tuvo por su hermano, Ó esto es verdad, ó estoy ciega.
No será dificultoso Más, mi bien, merecéis vos.
Que te tenga por su esposo. ¿No es esto verdad?
JARIFA. ABINDARRÁEZ.
Da, esposo, á todos la mano. |Ay, triste!
ABINDARRÁEZ. JARIFA.
Los brazos les daré. Aquí Canta, amiga.
Podréis estar á placer, ZARA.
Viendo esta fuente correr. ¿Qué diré?
JARIFA.
JARIFA.
En otra te di yo un sí,
En otra dueño te hice Á Abindarráez:
Deste bien que hoy se confirma;
Aquí se rompió la firma, ¿Qué extremo es ése? ¿Qué fué?
Y la deuda satisfice. CELINDO.
Viendo estas rosas y flores, Di aquella que ayer dijiste.

Estos árboles y fuentes, JARIFA.


Tengo, Abindarráez, presentes Cualquiera podréis decir.
Nuestros pasados amores. Mandaldos, señor, sentar.
Parece que aquí te veo ABINDARRÁEZ.
Enamorado y turbado, Sentaos.
En mis respetos helado, JARIFA.
Y abrasado en tu deseo; ¡Tanto supirarl
Y salir llenas de amor, ABINDARRÁEZ.
Del alma tierna encendida, ¡Ay, que estoy para morir! (Aparte.)
Cada palabra vestida
ZARA.
De diferente color.
¿Es posible que te ven Canta.
Mis brazos cerca de sí?
¿Que puedo llegarte á mí, Crióse el Abindarráez
Y regalarte también? En Cártama con Jarifa,
Amor mío, no me olvides, Mozo ilustre, abencerraje
Que harás la cosa más fiera En méritos y desdichas.
Que en hombre humano cupiera, JARIFA.
suyo mides;
Si tu ser al ¡Dichosa el alma mía,
Que no debe de ser hombre Que dio tan dulce fin á su porfía!
En quien tantas gracias hay.
ZARA.
ABINDARRÁEZ.
¡Ayl Canta.
JARIFA.
¿Qué dices, mi bien? Pensaban que eran hermanos;
ABINDARRÁEZ. En este engaño vivían;
¡Ay! Y ansí, dentro de las almas
JARIFA. El fuego encubierto ardía.
Bien merece de ángel nombre. JARIFA.
Celindo, Bajamed, Zaro, ¡Dichosa el alma mía,
¿No he sido yo muy dichosa Que dio tan dulce fin á su porfía!
. ,

DESDICHA. '.<9
El. REMEDIO EN J.A

/. \ UA
Te da pena y soledad?
.Mi mucha facilidad
Canta. O mi poca hermosura?
has hallado ahora en mí
i

desengaño Lo que ausente imaginabas,


Pero llegó el
n las penas que pasabas
Con el curso de los días,
poco el bien que te di?
V ansí, el amor halló luego
Mas los maridos sois ríos,
Las almas apercibidas.
ABINDARKÁl /.. Que en allegando á la mar
¡Triste del alma mía, (Aparto
De la noche del gozar,
Perdéis del curso los bríos.
Que dio tan triste fin á su porfía!
¿Tan fea soy, engañador?
ZARA. ¿Tan poco te he regalado?
Debes estar enseñado
n a
( .1 t .

A otra experiencia mayor.


Si amartelado venías,
Quisiéronse tiernamente,
Hasta que, llegado el día
¿No era remedio bastante
Una mujer ignorante
En que pudieron gozarse
Dieron sus penas envidia.
Que para mujer querías?
ABINDARRÁEZ. Yo no supe más amores
¡Triste del alma mía, ( Iparte i
Que los que á tu boca oí:
á su porfía! Si sabes más, más me di;
Que dio tan triste fin

JARIFA. Y si mayores, mayores;


No cantéis más. Bien está.
Que esa en quien es bien que quepa
Bien os podéis todos ir.
Tu alma, y que ansí la nombres,
CEL1NDO. Aprendidos de otros hombres,
Algo le quiere decir. (Aparte.)
No es mucho que muchos sepa.
JARIFA.
Vete, pues, tirano injusto,
Salios todos allá.
Levántase.
BAJAMED.
Todo se lo quiere á solas. (Ap
ZARA. Con tu gusto y mi deshonra;
No toma el ser novia mal. (Aparte.) Que es mejor quedar sin honra
Que casada con disgusto. .

Vanse Zara, Bajamed, Celindo y los músicos.


Y yo me
sabré matar.
ABINDARRÁEZ.

AISINDARRÁEZ. Detente, Jarifa mía;


Del mar en que voy mortal, (Aparte.)
Que si escucharte podía,
Hasta morir llegan olas. Fué querer tu amor probar.
JARIFA.
Escucha, espera.
JARIFA.
Ingrato, esquivo, cruel,
¿Qué quieres?
Y el más villano del suelo,
ABINDARRÁl./-
¿Cuál hombre ha criado el cielo

Que puedan fiarse del? Que menos traidor me nombres;


.Piensas que no entiendo más Que jamás los nobles hombres
Que declaran tus suspiros? Se burlan de las mujeres.
Pues bien veo que son tiros Oye, espera, por tu vida:
Que al alma asestando estás. No me hagas correr tras ti,
Con ellos y con los ojos Que apenas me tengo en mí,
Dices más que con la lengua, De dolor de cierta herida.
Para que trague mi mengua No soy yo ingrato á tus abras,
Poco á poco tus enojos. Pues vengo á ser tu marido;
¿Quieres matar con sangría, Ni el suspirar causa ha sido
i dasme el veneno á tragos?
I
De la sospecha que cobras.
Los hombres ¡dais tales pagos! No fué tu poca hermosura
¡Ay de la que en hombres (tía! Ó mucha facilidad;
Que eres ángel en beldad
¿Qué suspiras, di, traidor?
\ nina en la compostura.
de qué estas triste, injusto,

Ni te imaginó mi amor
I

Después que ofrecí á tu gusto,


Mas perfecta en mí pintada;
Tras la vergüenza, el honor? gozada
Que antes, después de
¡ué es lo que en tal coyuntura
ÍO i
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Me has parecido mayor. Pero sentí que sonaban


Ni soy río en la corriente, Por largo trecho las fuentes:
Que en la mar he de parar; ü era envidia, ó tu alabanza.
Que es mi amor el mayor mar, Estas, por todo el camino,
Y ansí es bien que el tuyo aumente. Jornada, aunque breve, larga,
Ni he venido amartelado; Iban alternando á veces
Que Dios sabe que tú has sido Entre la lengua y el alma,
Quien de aquesta boca ha oído Cuando de unos robles verdes
Amores que te he enseñado. Entre pálidas retamas
Alegra el rostro y escucha, Oigo relinchos y voces,
Volviendo á tu gracia el alma, Y alzo la lanza y la adarga;
Que está ya la vida en calma. Pero al punto estoy en medio
JARIFA. De cinco lanzas cristianas;
Y dime, ¿la herida es mucha? Mas sin soberbia te digo
¿Dónde la tienes? Á ver. Que eran pocas otras tantas;
¿Quién te hirió? ¿Cómo? Y quizá porque eran pocas
ABINDARRÁEZ. Trajo luego mi desgracia
Mi esposa, Otras tantas de refresco,
No es herida peligrosa. Y una la mejor de España.
JARIFA. Éste fué el Alcaide fuerte,
Todo lo quiero saber. Si sabes su nombre y fama,
¡Ay de mí, que no era en vano Que es de Alora y Antequera,
El quejarte y suspirar Y estaba puesto en celada.
Toda la noche! Apartó sus caballeros,
ABINDARRÁEZ. Desafióme á batalla,
Has de estar Como caballero fuerte,
Atenta. Cuerpo á cuerpo en la campaña.
JARIFA. Como era fuerza, aceté;
Di, esposo, hermano. Y ansí, con la luna clara,
ABINDARRÁEZ. Comenzamos nuestra guerra,
¿Tu hermano soy todavía? Jugando las fuertes lanzas;
JARIFA. Y pues al fin me venció,
Fuese la lengua; perdona. No me alabo; decir basta
ABINDARRÁEZ. Que tenía tres heridas,
El trato antiguo la abona. En brazo, muslo y espaldas.
Escucha, Jarifa mía: No me las dieron huyendo;

Llegó á Cártama Celindo Pero quien con diez batalla,


Con tu carta, cuando estaba También sospecho que tiene
El sol inclinado al Sur, En las espaldas la cara.
Pardo y triste, y no sin causa. Don Rodrigo de Narváez,
Leíla, bésela, y dile Que así el Alcaide se llama,
Albricias de mi esperanza, Me prendió y llevaba á Alora,
Que se perdió en el ausencia t De sus diez hombres en guarda,
Después de llena de canas. Cuando, viendo mi tristeza,

Vestíme, hermosa señora, Si le contaba la causa,


Colores, plumas y galas; Me prometió dar remedio;
Que un alegre pensamiento Y ansí, fué justo contarla.

Con todas tres se declara. Hizo el cristiano conmigo


Bajé á nuestra huerta antigua, Esta gentileza extraña
Y despedíme en voz alta Con sólo mi juramento,
De los árboles y flores, Porque le di la palabra
De las fuentes y las aguas. Que dentro el día tercero
Diles mil abrazos tiernos, Volvería á Alora sin falta
Y ellos también se inclinaban A ser su preso y cautivo.
Á darme para ti muchos, Mira si es justo quebrarla,
Que aún tienen alma las plantas- Y mira, mi bien, si debo
Puse al estribo las mías Llorar mi suerte contraria,
Pues le he de llevar el cuerpo
Sin el arzón, y á la casa
Le dije, volviendo el rostro: De quien tú tienes el alma.
«Piedras, Jarifa meaguarda.» JARIFA.

No sé si me respondieron; No es justo que á hombre tan noble


MEDIO EN LA DESDICHA.

ALARA.
La palabra le rompáis,
Digo que hablado no más.
Sino que antes la cumpláis
ARRÁEZ.
Con satisfacción al doble.
¿De qué suerte?
Cuando os quisierais quedar,
ALARA.
No os lo consintiera yo; No me aprietes.
Que á quien tan bien procedió
No se le puede encañar. Y ¡el traerme á tu heredad

Gran valor mostró el cristiano, Fué para tal crueldad!


¡Bien cumples lo que prometes!
Y obligó vuestro valor: ARRÁEZ.
No han hecho hazaña mayor engaño he querido
Alejandro Mano. Con este
César ni
Quitarte la vida aquí.
De la herida vuestra y mía
Paciencia habré menester,
Todo lo que pasa di,
Pues sabes que lo he sabido.
Pues es forzoso volver
ALARA.
Dentro del tercero día.
Digo que siempre Narváez
Pero perdonadme vos
Si con esto os importuno;
Me ha tratado con desdén,
prometistes uno, Aunque me ha querido bien,
Que si

Es fuerza que le deis dos.


Y ésta es la verdad, Arráez.
razón deste despecho
La
Yo, que soy vuestra cautiva,
Tengo de ir con su cautivo,
No ha sido haberme olvidado,
en vos, mi bien, vivo, Sino sentirse obligado
Porque si

No es justo que sin vos viva. Á la merced que te ha hecho;


Tracemos partir á Alora Porque es de tanto valor
ARRÁEZ.
Antes que mi padre venga.
ABINDARRÁEZ. No le alabes.
ALARA.
¿Quién hay, Jarifa, que tenga
señora? Dien le alabo;
Tal esposa y tal
Que no quiere que á su esclavo
No muestras menos valor
Falte por su causa honor.
En ir con tu Abindarráez,
ARRÁEZ.
Que entonces mostró Narváez,
Y aun creo que éste es mayor. ¿Qué te ha enviado?
ALARA.
esas manos hermosas
Dame Aquel papel
Por merced que me haces;
la
Que ansí por mí satisfaces Que tú escribiste.
arráez.
Obligaciones forzosas.
Conozco tu heroico nombre
Y ;no más?
Y entendimiento en querer Llévala á lo interior de la huerta.
Enseñarme, aunque mujer,
Ardino.
Lo más que debo á ser hombre. Narváez y Ñuño, en hábito de moros, con
Pues es forzoso ir á Alora,
ARD1NO.
Y quieres acompañarme,
Hasta allá no he de curarme Dentro en su heredad estás,
Si no lo mandas, señora. Y aun pienso que cerca del.
NARVÁEZ.
Prevengamos la partida
Para que el día tercero Entre aquellos olivares
Cumpla á tan buen caballero Desta huerta hablando están.
NIÑO.
La palabra prometida;
Que yo fío del que allí Nuestros caballos se oirán:
De nuestro remedio trate. Bien es que aquí poco pares,
JARIFA. Porque los ate en la cerca.
Y cuando no haya rescate, Si hay yeguas en los establos,
Yo daré el alma por ti. Relincharán como diablos
Si les da el viento de cerca.
Vansc. Vuélvete, señor, á Alora;
Que hay grande peligro aquí.
Arráez, atando las manos con un cordel á Alara.
NAK\
ARRÁEZ. Ñuño, en mi vida te vi
Vuelve esas manos atrás, Con miedo, sino es agora.
ÑUÑO.
Y confiésame de plano
Si te ha gozado el cristiano.
Señor, cuando solo vengo.
202 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Jamás temo al enemigo; Ese cobarde Rodrigo,


Mas cuando vengo contigo, ¿Podrá á tan justo castigo
Miedo de perderte tengo. Agora impedir mi mano?
NAK\ i -
Que si la ponía en ti,

Pues calla, que es desvarío; Dijo que á Coín vendría


Y pues el cielo te ha hecho Y mi casa quemaría,
Sin poner miedo en tu pecho, Y aun dijo que dentro á mí.
No le pongas en el mío. ¡Por Alá, que habló el villano
Cuanto más, que no habrá aquí, Tal, que me obliga á reir
Siendo en el campo heredad, De ver que entrar y salir
Tanta gente. Le parezca que es tan llano!
ARDINO. |Óh Rey, que por eso pasas!
Así es verdad. ¿Que digan cristianos quieres
NARVÁF.Z Que forzarán las mujeres
Y algo valdré yo por mí. Y pondrán fuego á las casas?
Escuchemos lo que pasa. ¿Quién dio á Narváez cuidados
De los casamientos? Di.
Vanse. ¿Por dicha es nuestro alfaquí,
Alara, atada, y Arráez.
Que compone los casados?
Él habla entre su canalla;
ARRÁEZ. Que aquí, no sé si conmigo
No se excusa tu castigo, Osara perro enemigo
el

ü me dirás si Rodrigo Cuerpo á cuerpo hacer batalla;


3 Que no hay una hormiga en
Ha entrado en mi propia casa. él,

Ni en otros diez, para Arráez.


Salen Narváez, Ñuño y Ardino sin que los sientan,

y quedanse escuchando. NARVÁEZ.

NARVÁEZ. Adelantándose.
De mí pregunta. Escucha. (Ap.
la á Ñuño.)

ALARA. Aquí tienes á Narváez,

Jamás le he visto en Coín. Moro villano y cruel.


ÑUÑO. Desnuda presto la espada.

Él la da tormento, en fin. (Aparte.) ARRÁEZ.


Debe de ser de garrucha. ¡Ay de mí! Vendido soy. (Aparte)
ARDINO. Señor, á tus pies estoy,
Él la debe de matar. (Aparte.) Y te la rindo envainada.
ARRÁEZ. NARVÁEZ.
Y tú, cuando á verme fuiste, ¿Por qué tan humilde quieres
¿Qué con él, qué hiciste?
hiciste Ofender tus altos nombres?
ALARA. arráez.
No más de hablar. Porque todos somos hombres
ARRÁEZ. Hablando con las mujeres.
¿Sólo hablar? Mal mi palabra cumplí.
¿Qué te dijo? Pues has visto lo que pasa,
ALARA. Ves aquí, señor, mi casa:
Que si hubiera Abrásame en ella á mí.
Sabido que era mujer ÑUÑO.
Tuya, se dejara arder «¿Quién dio á Narváez cuidados
Primero que me escribiera. De los casamientos? Di.
arráez. ¿Por dicha es nuestro alfaquí,
Más paso. Di la verdad, Que compone los casados?

Perra, que te mataré. ¿Osara el perro enemigo


alara. Cuerpo á cuerpo hacer batalla?»
¡Ay, que me matan! NARVÁEZ.
NARVÁEZ. ¿Por qué Alara, Ardino, calla,
¿Podré, (Aparte á él.) Y no viene á hablar conmigo?
Ñuño, sufrir tal crueldad? alara.
ÑUÑO. Porque sé que has de dejarme
Aguarda. Otra vez en el poder
arráez. Deste moro, y ha de ser
Y ese villano, Ocasión para matarme.
-
EL REMEDIO EN LA DESDICHA.

Podrá ser que le alcance en el camino.


NARVÁEZ
CELI
No será: fiad de mí.
Tomemos nuestros caballos, Bien puede ser.
ZORAIDE.
Que á Alora quiero Uevallos,
ÑUÑO. ¡Ah, fiero bencerraje,

Bien haces. Vamos de aquí. Deshonra de mi honor y mi linajel

ARRÁEZ.
Yanse.
|Á qué punto, triste moro,
Te han traído injustos celos!
Narváez, Alara, Arráez y Ñuño.
ALARA.
¡Ay, mi Alcaide de los cielosl
NARVÁFZ.
NARVÁEZ.
Va que en Alora mi dulce Alara,
estáis,
¡Ay, Alara, que te adoro! (Aparte.)
Pruebe vuestro cruel fiero marido
Vanee. El gusto de escuchar estos requiebros,
Pues no quiso sufrir celos injustos.
Zoraide, Colindo, Bajamcd y Zara.
ALARA.
zoraide. Ya no es aquese nombre el propio suyo;
¿Qué es lo que dices, bárbaro enemigo? Que yo, señor, me he de volver cristiana.
ARRÁEZ.
CEL1NDO.
Córtame, gran Alcaide, la cabeza, Ni yo quiero tener el que he tenido;
Si te parece que la culpa es mía.
Que quien tiene mujer que le da celos,
ZORAIDE. Mejor dirá que tiene sobre el pecho
¿Adóndccstá Jarifa?
Un águila que come sus entrañas,
CELINDO. Un monte grave y una eterna pena.
No presumas NARVÁEZ.
Si vos cristiana habéis de ser, señora,
Que alguno de tu casa parte ha sido
Daréle libertad, y á Coín se vuelva.
Para tanta desdicha.
ZORAIDE. Y vos podréis quedaros en Alora,
luego Dime Donde no os faltará lo que perdistes.
Celindo, ARRÁEZ.
Quién la llevó y adonde está,

Ú pasaréte aquese infame pecho. Pues eso quiero; y si sufrir no pude


CELINDO. Mujer hermosa, viviré sin ella,
Señor, cuando á Granada te partiste, Y haré cuenta que es muerta; que bien puedo,
Vino aquí de secreto Abindarráez, Pues si es cristiana, no es la que solía.
NARVÁI Z.
Y se casó con ella.
ZORAIDE. Primero que á Coín vuelvas, Arráez,
¡Ah, santo cielo! Le has de dar la mitad de tu hacienda
Cumplióse lo que yo siempre temía. Para que viva aquí; si no, no creas
¿Que en fin el mal nacido abencerraje Que deste cautiverio libre escapes.
ARRÁEZ.
Se casó con Jarifa? Pues di, perro,
¿Quién le dijo que no era hermano suyo? Y es poco lo que pides; yo me ofrezco
CELINDO. De darla con que viva, y es partido
Dicen que ha mucho que ellos lo sabían, A trueco de escapar de sus rigores.
NARVÁEZ.
Y que casados de secreto estaban.
ZORAIDE. Pues alto: en esto queden concertados.
¿Dónde la tiene agora?
Páez.
BAJAMED.
El miedo tuyo,
esconde de tus ojos. p Á e z.
Por ventura le
CELINDO. Dame, señor, albricias.
Bajamed, que ha sido fuerza NARVÁEZ.
No es miedo,
Buenas sean.
Ir á Alora los dos, porque era preso
táez.
De su alcaide Narváez, y al tercer día
Juró volver, si libertad le diese; Su palabra ha cumplido Abindarráez.
NARVÁEZ.
Y ella, como
mujer, con él ha ido,
Ansí por no esperar tu justo enojo, No esperé menos yo de su nobleza;
Que al fin acude á lo que debe en todo.
Como por no dejar á su marido.
ZORAIDE. PÁBZ,

Ensíllame un caballo, ponlc á punto; Y trae su persona acompañada


De una bella morisca rebozada.
Dame una lanza y una adarga fuerte.
!

OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Abindarráez y Jarifo.
NARVÁEZ.
¿Cómo va de las heridas?

ABINDARRAEZ. ABINDARRÁEZ.

Danos, ilustre Narváez, Un poco las tengo hinchadas.


NARVÁEZ.
Los pies á mí y mi esposa.
NARVÁ1 /. Aquí os serán bien curadas
vengáis, Jarifa hermosa, De quien os diera mil vidas.
Y vos, noble Abindarráez. Zoraide y moros.
ABINDARRAEZ.
Bien merezco lauro y palma
ZOR AI D e .

De la merced que recibo, Dentro.


Pues siendo el cuerpo el cautivo,
Digo que tengo de entrar.
Te vengo á traer el alma.
NARVÁEZ.
JARIFA.
Yo, famoso don Rodrigo, ¿Qué alboroto es ése?
Como á quien de tu valor ZORAIDE.
Cupo la parte mayor,
Tu nombre alabo y bendigo; Saliendo.
Y así, vengo á ser tu esclava.
¡Afuera!
NARVÁEZ.
Mi señora seréis vos. Si en tu casa no estuviera
NARVÁEZ.
¡Cuan justamente á los dos
El cielo á amar inclinaba,
Vuelve la espada á envainar,
Que sois en extremo iguales Y di quién eres.
ZORAIDE.
Y estad vos, Jarifa hermosa, Yo soy
De Abindarráez quejosa,
Que dice de vos mil males; El Alcaide de Coín.
NARVÁEZ.
Que aunque mucho me decía,
Hallo agora más en vos, Ya sé tu enojo, y en fin,

Y es grande engaño, ¡por Dios! De por medio agora estoy.

JARIFA. Deja, famoso Zoraide,



¡Qué extremada cortesía! Las armas, que esto ya es hecho.
ZORAIDE.
Antes, si él os engañó
Con deciros bien de mí, Por ti las dejo, á despecho
Vengo á estar corrida aquí. De mi honor, famoso Alcaide.
NARVÁEZ. No pudieran venir ellos
El que lo ha de ser soy yo; Á otro sagrado mayor.
NARVÁEZ.
Que si tal huésped creyera
Si éstos son yerros de amor,
Que mi pobre casa honrara,
Ya viene el perdón con ellos.
De otra suerte la ensanchara
Noble es el abencerraje;
Para que mejor cupiera.
Por tu hijo le has tenido:
Pero si en la voluntad,
Que perdones te pido,
le
Como en la casa, se vive,
Ésta el alma os apercibe Pues es de honrado linaje.
ZORAIDE.
Y os da á vos su libertad. puedo negar
Ya sois, señor bencerraje, ¿Cómo te
Cosa que tan justa es?
De Jarifa: andad con Dios.
NARVÁEZ.
AliINDARRÁEZ.
Besa, Abindarráez, sus pies.
Ella y yo somos de vos ABINDARRÁEZ.
Con justo pleito homenaje.
JARIFA. Temblando habré de llegar.

Llegad, Jarifa, también.


Señor, no me desechéis,
ZORAIDE.
Que quiero yo ser muy vuestra.
NARVÁEZ. Por mis hijos los recibo.
Sujeta el alma se os muestra Mas quedaos con el cautivo.
NARVÁEZ.
Para que vos la mandéis.
Y perdonad si no había Es de Jarifa.
ZORAIDE.
Preguntado cómo estáis.
JARIFA.
¿De quién?
NARVÁEZ.
Con la salud que me dais,
Dando vida á la que es mía. A Jarifa se le di.
EL REMEDIO ES LA DESDICHA.

NAR.
JARIFA.
Queden al dote obligados.
Yo, señor, le doy á vos. JARIFA.
NARVÁEZ. Dos arcas de ropa blanca,
Pues yo os entrego á los dos. De mi mano os enviaré.
NARVÁEZ.
zoraim:.
Esas solas tomaré,
Yo á vos tres, dándome á mi;
Por ser de mano tan franca.
Y os daré seis mil ducados ZORAIDE.
Por los tres.
Su yerro juzgo por dicha.
NARVÁE/.. NAKVÁI Z.
Esos le doy
Y yo haberos obligado.
Á Jarifa.
Aquí acaba, gran senado,
JARIFA.
El remedio en la desdicha.
Vuestra soy.
LOS HECHOS DE GxVRCILASO DE LA VEGA
Y MORO TARFE
(INÉDITA)
COMEDIA
DE

LOS HECHOS DE GARCILASO DE LA VEGA


Y MORO TARFE
COMPUESTA POR

LOPE DE VEGA
(INÉDITA)

FIGURAS DE LA COMEDIA

GlALCANO, Alcaide. Gakcilaso DE LA Vr.GA.


Tarfe.
Moros.
DOS CRIADOS DE G\RCI- Galindo, señor de Palma.
Leocák.
LASO. Portocarrero, caballero
La Reina mora.
cristiano.
Dos DAMAS. Joan Renegado, Alcaide.
Moras. La Fama.
FÁTIMA. Alhama, mora.
dos cautivos cristianos. El rey D. Fernando.
Gazul, moro.
DOS Ó TRES MOROS. El Rey moro.

Y anda por su norte mi deseo,


JORNADA PRIMERA. Entre Caribdes y la fuerte Scila.
Gozó mi atrevimiento del deseo
A pesar de su padre y de su primo,
Peligros que en el mar de tu amor veo.
Sale Tarfc, hermano .del Rey de Granada, y Lcocán,
moro.
tarfe.
Tu buendeseo y mi ventura estimo,
tarfe. Gallardo moro, en lo que el alma puede,
¿Viste, Leocán dichoso, aquella estrella, Pues que con él mi pérdida redimo.
LEOCÁN.
En cuyo fuego ardiente se aniquila
Ilustre Tarfe, tu virtud excede
El corazón y el alma que está en ella?
La del más venturoso abencerraje;
su padre, vila, Hace al que sirve que obligado quede.
Aunque con miedo de
• :
.

2IO OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TARFE. TARFE.

Amigo, ya que en eso nlc aventaJ e ¡Oh dura y desigual naturaleza,


Nacida y engendrada por mi daño!
Mi contrarío Gazul, yo me consuelo, ~
Que no es de los más pobres mi linaje. ¡Oh rara, noble y celestial belleza!
LEOCÁN. ¡Que ni el curso de un mal, ni de otro engaño
Testigo es, Tarfe, el sol que alumbra el suelo Las mal gastadas horas, que perdido
Que no lo dije porque así te agravies, Me han traído á tan triste desengaño,
Pues que en sólo servirte me desvelo. Haya en tu pecho, Fátima, movido
Y cuando fuera conocido agravio, Alguna piedad, que tan segura
Gazul, por Bencerraje aventajarte,
Ensangrientas tu mano en un rendido!
Le ganas por galán valiente y sabio. ¡Que haga impresión en una peña dura
Pero dejemos, si te canso, aparte Una gota de agua, y que en tu pecho
Aquestas cosas, y direte en breve, Jamás se imprima un mar de desventura!
LEOCÁN.
De tu desdicha y mi disgusto parte.
TARFE. Tus lágrimas no buscan tu provecho;

Qué, ¿al fin sucedió mal? Resista á la fortuna tu pujanza,


LEOCÁN. Deje al dolor el ánimo deshecho
Fortuna aleve TARFE.
Se muestra en tu justicia tan injusta, Mándame, amigo, con espada y lanza

Que mil desgracias en tu daño mueve. Resistiruna puente á mil cristianos,


~
Di tu recado, Tarfe, á la que gusta Y ten de aqueste brazo confianza,
De darte, sin razón, amarga muerte, Y no á sufrir de aquellos soberanos
Porque de verte vivo se disgusta. Ojos hermosos un mirar con ceño,
Volvió el hermoso rostro, de la suerte A cuyo fuego no resisten manos.
Que encendida víbora pisada,
la
Rinde, cautiva, prende, quita el sueño,
Que ni al vestido ni al cuerpo toca (i);
No menos rigurosa, airada y fuerte.
Y de un color de rosicler bañada Por eso á desmayar mi pecho enseño.
La hermosa cara y los sangrientos ojos, Pues si por dicha de la dulce boca,
De aquel desdén y cólera incitada, Teñida en ira sale la palabra,
Dijo casi llorando: «Mil enojos Ablanda un pecho de marmórea roca;
Te dé Mahoma, y ese cuerpo triste Que no hay buril que el blando plomo abra,
Sirva -al cristiano bando de despojos Ni artífice con punta diamantina,
Antes que al moro que mi alma viste La plata, el oro, el bronce, rompe y labra,
De ricas esperanzas, Tarfe perro, Cual puede el rostro y la beldad divina
Le des la fiera muerte que dijiste.» En la dureza de un helado y frío,
en lo que me afirmaste del destierro,
Y Pues á su fuerza, hielo, nieve inclina.
Dice que lo desea. Sirva de ejemplo el triste pecho mío,
TARFE. Cuya tibieza vino á tanto fuego,
¡Ah, falsa, ingrata! Que sujetó mi fortaleza y brío.
LEOCÁN.
¡Yo cumpliré tu gusto! Pero es yerro,
Verdad que puede, Tarfe, el niño ciego
Porque si mi destierro Gazul trata,
Mi muerte y su dichoso casamiento, Prender la libertad; pero bien puede
Con que mi nuevo intento desbarata, La discreción favorecerla luego.
TARFE.
A efecto llegará su injusto intento
Y el fin que espera de mi triste vida, Por agora la plática se quede;
no impide un loco pensamiento.
lo Que has andado más libre que discreto.
Si
¿Eso respondió la fementida?
te LEOCÁN.
LEOCÁN. Pondré silencio, si á tu gusto excede.
Esto me respondió, y aun yo sospecho TARFE.
Que está de su blandura arrepentida. Tu voluntad tan apacible aceto,
TARFE. Valiente hidalgo, y desde aquesta hora
Rasgúese en partes mi abrasado pecho; Pagarte con el alma te prometo,
De mis ojos se funde un mar segundo; Y pues del fuego que en mi pecho mora
Mi triste corazón quede deshecho; Conoces la ocasión, ¿cómo podría
Publíquese mi muerte por el mundo, Ver la hermosura que mi alma adora?
Y sépase que es Fátima la causa LEOCÁN.
En cuyo pecho mi justicia fundo. Saliendo de la Alhambra á mediodía,
LEOCÁN.
Pon, lagrimoso Tarfe, al llanto pausa, hace sentido, pero así está en
(i) Ni es verso ni
No des tanto lugar á la tristeza, el manuscrito, que no es original, sino copia harto
Pues ves los males que en el alma causa. estragada.
:i
LOS HECHOS DE GARCILASO DE LA i

Decían que Reina, con sus damas,


la
Mi alma celosa toca,
Á cazar esta tarde se salía. Y no la dichosa tuya!
si ya en mi daño ordena
Irá con ella la que en vivas llamas
,< )

Tu corazón abrasa en su tesoro, Mi dulce enemigo, amor,


Y Abencerraje que desamas.
el falso
Que lleves esa color

Verás la gala del soberbio moro, Para burlar de mi pena?


;Ay, Fátima de mi vida,
La presunción con la divisa y traje,
Las gallardas empresas de fino oro; Cuan descuidada agora
Y tal, que en las colores del plumaje Sigues la caza, señora,
Muestra que nunca conoció á Granada En la tuya embebecida!
Otro más venturoso Abencerraje; Sigúela, y tus glorias caza
Y Fátima, en su gloria transformada, Hasta gozarlas del todo:
Medir sus pasos con los bellos ojos, Aunque en diferente modo,
Poco discreta y menos recatada. Entrambos vamos á caza.
TAKI 1 .
Yo sirvo de cazador
Deten tu lengua, encubre mis enojos; De campo; sirve el cuidado,
Que mi celoso pecho consumido, Que cazando me han cazado
Ofrece á mi desdicha mil antojos. Y entregado á mi dolor.
LECi Mis pensamientos, por suerte,
El algazara y son de este ruido Son lebreles en desgracia.
Debe de ser la Reina, y es sin falta. Fué la caza vuestra gracia;
Erróla, y cacé la muerte.
TARFE.
LEOCÁN.
Dame favor, Mahoma esclarecido,
Mira, Tarfe, que ya van
No acabe Tarfe en ocasión tan alta.
Un largo cuarto de legua.
TARFE.
Apártanse ;í un lado los dos, y sale á caballo la Reina
y algunas damas moras, y con cada una de ellas un Pues ensíllame una yegua
moro hablando, y entre ellos Fátima y Gazul, y algu- Ó mi caballo alazán;
nos moros con arcos delante, y el alcaide Gualcano, Que quiero buscar mi muerte,
y dan vuelta al teatro.
Ó quiero buscar mi vida.
ALCAIDE. ¡Ojalá no se me impida
Pase adelante esa gente, Que en una ó en otra acierte!
LF.OCÁN'.
Sosiégúese el desconcierto.
Vamos, que en la caza veo
TARFE.
¡Ay, amigo, yo soy muerto Un gran bien que amor te traza.
Con ver mi vida presente! TARFE.
¿No es, Leocán, mi luna bella No fuera mala la caza
La del celoso vestido? Si la alcanzara el deseo.
LEOCÁN'.
Vanse.
Sí, Tarfe, y su sol querido,
El moro que va con ella. Sale Fátima con un arco.
TARFE.
FÁTIMA.
¿Haslo dicho por Gazul 3
LF.OCÁN'. ¿Adonde estampas la ligera planta,
Por el mismo. Ciervo gentil, que al aire huyendo igualas?
TARFE. Bien se compara ligereza tanta
No le veo. Al tiempo viejo y sus veloces alas.
LLOC.ÁN'. ¿Por qué de mí tan sin razón se espanta
Quita el velo del des< Tu cuerpo hermoso? ¿Ó si por dicha escalas
Mira el de la toca azul. El ya rendido al tiempo la herida,
ítFE. De aquesta mano, en tu dolor movida?
¡Oh favorecido moro, Ríndeme ya despojo tan debido,
El más dichoso del suelo! Pues meterte en el agua es excusado;
¡Oh Fátima, sol del ciclo. Mas ¡ay, que por los pasos he venido
A quien con el alma adoro! De mi descuido, al centro mi cuidado!
Ni más ni menos voy que ciervo herido,
Kntranse todos, y quedan Tarfe y Leocán. Buscando el agua y el licor templado.
Rendida voy, y casi por la herida
TARFE. El alma sale, en llamas encendida.
¿Hácclo por honra suya Mirad, Fátima, que si tanto fu
Gazul? ¡Ay, que aquesa toca, con esperar templanza,
Si tanto arder,
2i:
OBRAS DE I.OPE DE VEGA.

Añada el nombre de esposo


Podrá hallar en el alma algún sosiego;
Al de tu dulce cautivo?
Mas es licor divino la esperanza,
FÁTIMA.
Al cielo santo humildemente ruego,
Gazul de mi vida y alma,
Por este mi deseo y confianza,
Quede el disponerlo al cielo;
Me muestre aquel que en su presencia tiene
Sisoy algo en este suelo,
Aquel remedio que á mi mal conviene.
Gozad por vuestra la palma.
Entra Gazul. Vivid seguro y ufano
Con esperanza y contento,
GAZUL. Pues que en este mismo intento
¿Dónde me llevas prendado, Viene mi padre Gualcano;
Dulcísima fantasía,
Mas no sé si por ser primos
Siguiendo la gloria mía Querrá dar licencia el Rey.
GAZUL.
Después de tanto cuidado?
Donde la vida entretengo, No conozco aquesa ley;
amor me ha traído, Sólo la de amor estimo;
Y donde
hermoso vestido Pero yo le tengo grato,
Con el
De mis esperanzas vengo. Y le agradaré mejor
Aunque en mi Fátima espero Con el divino favor
Gloria y descanso alcanzar,
De muchos nobles que trato.
¡Plega al cielo, vida mía,
Es tan largo el esperar,
Que esperando desespero. Que el caso suceda bien!
FÁTIMA.
El estado á que he venido,
Mis ojos vean, mi bien,
No le menosprecio yo,
Llegado tan dulce día.
Que nadie de amor se vio'
Pero dejando esto aparte,
Tan enriquecido (i).
Aunque este bien me asegura Sin mí, ¿cómo os fué, mi gloria?
GAZUL.
Fátima, en su dulce hablar,
Sin vos no, que esa memoria
Soy tan pobre de lugar,
Cuanto rico de ventura. Jamás de mi pecho parte;
Y aunque en parte desabrido, Que el tiempo que por presencia
No~os contempla el alma mía,
Vivo sin ver un desdén,
Tan rico de aqueste bien, La amorosa fantasía
Suple la falta de ausencia.
Cuan pobre y perdido (2).
Tiéneme perdido y pobre Habéisme de preguntar
El gusto de mi deseo,
Cuándo mis ojos os vieron,
Con cuya muerte peleo Y diré que entonces fueron
Hasta que la vida cobre. Dos fuentes, y el pecho un mar.
¿Y en vos, Fátima?
Y tan mal con él me avengo, FÁTIMA.
Que, sin poder resistir,
No puedo
He de vivir ó morir vos estoy,
Decir que con
Del fiero dolor que tengo.
FÁTIMA. Porque si de vos me voy,
Gazul, ¿cómo va en la caza? No me voy, que con vos quedo.
GAZUL.
GAZUL.
Ese favor soberano
Muy bien, pues en este trance
He dado á la caza alcance; Sube de punto mi fe;
Pero el alcance me caza.
Pero deciros podré
Es caza tan desigual, Que he ganado por la mano.
suple amor, Pero cuando me dejáis,
Que si no la
¿Pensáis que de vos me parto?
Es cubrir un pobre azor
Ni de vos, mi bien, me aparto,
Tras un águila caudal.
Dulce Fátima, y mi gloria, Ni vos tampoco os quedáis.
FÁTIMA.
¿Cuándo, señora, podré
Presto os pagáis, por mi fe;
Levantar en tanta fe
Pero lo que dicho habéis,
Las banderas de victoria?
¿De qué suerte lo entendéis?
¿Cuándo querrá el hado esquivo
GAZUL.
Que un hombre tan venturoso
Fátima, hoy os lo diré.
No meparto aunque os partáis,
fi) Verso falto.
Pues vamos juntos los dos,
(2) Tampoco este verso consta.
'3
LOS HECHOS DE GARCILASO LE LA VECA.

Ni tampoco os partís vos, Dejad entre mis llamas satisfecho


voy, conmigo vais. n vivo corazón de nieve y hielo;
Que si
I

Halla con su mano eterna Ved el descanso, el bien de mi provecho,


Goce de tal preeminentes (
i
,
pan mis quejas y justicia el cielo,
Y salgan dando á todo el mundo espanto
Que dos cuerpos diferentes
Sólo un alma los gobierna. Las lágrimas postreras de mi llanto.
FÁTIMA. jOh dulce encuentro' ¡Oh Fátima dichosa,
Bien sabéis exagerallo. Dame los pies, si ya la blanca mano
CAZ! L. Es indigna de serme piadosa!
1 ÁITMA.
Harto mejor sé sentirlo;
Aunque el que sabe sufrirlo, ¡Detente, Tarfe, allá'.

TARFE.
Nunca sabe declarallo.
¡Oh cielo inhumano!
Los soles, hebras y sellos,
Suerte enemiga, muerte perezosa,
Son las prendas de mi alma,
Y gozan eterna palma ¿Por qué no rompes ya mi pecho insano?
Ojos y boca y cabellos; Mostrad con roja sangre el dolor tanto
Y tales los hizo Dios, Las lágrimas postreras de mi llanto.
FÁi:
Que con ser milagro al suelo,
Cuanto es el poder del cielo
Tu falso y villano pecho,
Son de tal extremo en vos. ¿En qué pensaba, cautivo,
FÁTIMA. Cuando al bien por quien yo vivo
Contento me da escucharos, Jurabas dejar deshecho?
Enviásteme á decir,
Y en tan alto encarecer,
El callar es responder Sin vergüenza ni temor,
Que te mandaba el amor
Á quien no sabe igualaros. muerte ó morir.
¿Qué tal os parezco á vos? Darle la

GAZUL. Primero con mil enojos


Tal, que vuestro rostro extraño Te despedacen, tirano,
No me incita á menos daño Que puedas poner la mano
Que á no conocer á Dios. -
Donde yo ponga los ojos.
Conozco yo al sol y estrellas Y que si dura y airada
Y adoro á la blanca luna, De hoy más querría mostrarme,
Y á vos, porque siendo una, Jurabas, para matarme,
Dais más luz que todas ellas. Desterrarte de Granada.
Son vuestros ojos tan bellos, ¿Piensas tú que á mí me importa
Que, á no saber el valor Tu destierro?
TARFE.
De su divino Hacedor,
¡Oh suerte amarga!
Le conociera por ellos.
Gente suena, dulce esposa; ¡Oh vida enojosa y larga,
Entre estos árboles quiero Para mi martirio corta,
Esconderme. Ya es tiempo que desesperes!
FÁTIMA. Pero ¿qué sirve querer,
Aquí os espero. Si en tan largo padecer
¡Oh fortuna rigurosa! Vida y muerte no me quieren? (i).
¡Fátima, rebelde y dura
Desvíase Gazul á una parte. Más que el bronce, y á mi llanto,
Sale Tarfe.
Más que el áspid al encanto
Sorda, por mi desventura!
TARFE. Cuando aquese pecho fuera
Cansados pasos, que mi triste muerte Más duro, si puede ser,
Lleváis, mi larga y enojosa vida, Cual siempre os he de querer,
Si no lo impide mi contraria suerte, Aunque viva y aunque muera.
Igualad al deseo la corrida; No sé si mi fe merece
Dad fin á mi dolor amargo y fuerte. Que tan mal pago me deis,
Pues no se mueve aquella endurecida; Pues porque me aborrecéis
Llorad, cansados pasos, entretanto, Todo el mundo me aborrece.

Las lágrimas postreras de mi llanto. Y sipor mi suerte fiera


Salid, suspiros del ardiente pecho, Que no me queráis merezco,
Quemad el aire y abrasad el fuego,
con-
(O Así en el manuscrito, pero quitrín no es
(i) No hace sentido. sonante de desesf
-14 OBKAS DE LOPE DE VEGA.

Á mí por vos me aborrezco; Reina insigne y poderosa,


¿Quién hallaré que me quiera? Viniendo por este prado,
IMA. Bien ajeno y descuidado
No pues defiendes
te alargues, De hallar tan inorme cosa,
Quien vive en mi corazón. Corrí desde donde estaba
IARFE. A ciertas voces que oí,
¿Vive aquella sinrazón Y al tiempo que llegué, vi
Con que mi muerte pretendes? Que esta dama se quejaba;
¿Tan libremente lo dices? Publicando su maldad
I ÁIIMA. Se quejaba del tirano,
No, porque yo nóro estoy. Porque con violenta mano
TARFE. Forzaba su honestidad.
¿Eres esclava? Mirad si en el trance esquivo
FÁT1MA. Fué bien hecho lo que hice.
No soy. GAZUL.
TARFE. Reina, en lo que Tarfe dice
Tu bien y mi mal desdices; Miente como vil cautivo,
Pero en ese caso tal, Que yo fui el que á las voces
Bien disimuláis los dos. De aquesta mora salí,
|Ah, Gazul, mal te haga Dios Y elque libertad la di
Si puede hacerte algún mal! De aquellas manos feroces;
Al fin, Fátima, desprecias Yen defensa de su honor
Un Tarfe lleno de amor, Y deste crédito mío,
Y un Bencerraje traidor Desde aquí le desafío
Para tu contento' precias. Y le reto de traidor.
REINA.
Sale Gazul de donde estaba. Paso: un poco sosegad,
Gazül, vuestra presunción,
GAZUL.
Hasta que desta quistión
Aunque el callar fuera sano,
Se conozca la verdad.
El honor poco resiste,
Averigüelo la ley,
Y en que traidor dijiste,
lo
Y juzgarse ha igualmente;
¡Mientes, cobarde villano!
Que si vos sois mi pariente,
Echan mano á las espadas.
Tarfe es hermano del Rey.
Vos, Fátima, declarad
TARFE. El caso, pues sois presente.
Huélgome que no dirás, FÁTIMA.
Gazul, que ha sido en tu ausencia. Digo que si Tarfe miente,
FÁTIMA. Gazul no dice verdad;
Delante de mi presencia Que ninguno me forzó,
Es mal hecho no haya más. Porque andando yo cazando,
TARFE. Hallé á los dos peleando;
Fátima, todo el amor La causa no la sé yo.
No vale un mínimo agravio. REINA.
FÁTIMA. No hay quien os pueda entender.
¡Ay, Gazul, sé tú más sabio; ALCAIDE.
Refrena el brazo, señor! Yo entiendo que mi sobrino
No haría tal desatino;
Entran la Reina y el alcaide Gualcaro,
Lo demás bien puede ser.
y algún moro adelante.
REINA.
REINA. ¡Hola! Alcaide, ten el paso,
Alargad el paso, Alcaide, Y en esta extraña ocasión
Mirad quién son los traidores. Llevaldos á la prisión
ALCAIDE. Hasta que el Rey sepa el caso.
Las dos espadas mejores Y porque estos caballeros
Después de Muza y Benzaide. Han turbado mi deseo (i),
¡Tened un poco, sobrino; Vamos al Alhambra luego:
Sosegad, Tarfe, la furia! Dejad la caza, monteros.
TARFE.
El vengar aquesta injuria, (i) Falta la rima. Probablemente escribiría el
Alcaide, á ti te convino. poeta sosiego y no deseo.
, ;

:n
HIXHOS DE GARCILASO DE LA \

JUAH.
No guarda justicia el Rey:
Entiendo, en ocasión tal
Que una sinrazón igual
JORNADA SEGUNDA.
Me hizo mudar de ley.

Estando en mi ley cristiana,


En la ciudad de León
anillo en dedo, Di á una dama el corazón,
Entra Tarfc sin espada, y trac un
el
Peregrina y soberana.
y sale con él Juan Renegado.
Un vecino, caballero,

TAI; I
Regidor de la ciudad,
Desta divina beldad
I'ucs has querido, cristiano,
Hizo el amor prisionero.
Saber la extraña ocasión
Éste amaba esta belleza;
Por qué me tiene en prisión
Pero es razón que se entienda
Mi enemigo, el Rey mi hermano,
itá atento á mi dolor;
Que me excedía en hacienda,
Pero no en sangre y nobleza.
Mas porque sospecho luego
Viendo aquesto, quise yo
Que te ha de abrasar mi fuego,
temor. Aceptarla en casamiento,
1 labio con algún

JUAN. Y el viejo padre, contento,


mucho, Tarfc animoso, El casamiento aceptó.
No es
Cuando supo el caballero
Que con la pena que sientes
Que yo me casaba, hablóle
La dura congoja aumentes
Al cauto viejo, y mostróle
De mi pecho lastimoso.
Dame cuenta de tu pena; Gran cantidad de dinero,
lastimado Diciendo: «Si vos queréis
Que un corazón
de su cuidado Ser desta hacienda el gobierno,
Descansa
Recibid por vuestro yerno
Con la desventura ajena.
TARFE. Al que delante tenéis.
Sabrás, Juan, que la envidiosa
Las endemoniadas canas,
De vil codicia movidas,
Fátima, y amor cruel,
Concertados ella y él Fueron luego enternecidas,
Y mis esperanzas vanas.
De hacer una hazaña honrosa,
hija le prometió,
Su
Él hizo que yo adorase
Puesto el tesoro en la palma,
Una beldad sin compás,
Y á mí la vida y el alma
Y ella, por mostrarse más, las manos me quitó.
Que por otro me dejase. De
Éste es Gazul, primo suyo;
Cuando supe su codicia,
Publiquéla en la ciudad,
Un villano Abencerraje,
Por quien en rabia y coraje
Y su traición y maldad
Manifesté á la justicia.
Mi sangre y vida destruyo.
Pero la justicia injusta,
Ofrecióse en cierto encuentro
Mi venganza, y no faltó Que aqueste nombre merece
Quien al traidor le estorbó Quien al rico favorece
Contra el pobre, en causa josta,
Bajar al obscuro centro.
Diósela contra razón,
Visto por mi hermano, el Rey,
Y á mí, porque airado y fuerte
Prendióme su crueldad,
Prometí darle la muerte,
Y dio á Gazul libertad
en prisión
Contra y ley.
la justicia
Túvome un año
Con esta pena y tormento Al cabo del cual salí
Vivo yo, porque mi estrella De la ciudad desterrado,
Le adora, y su padre della Tan triste y desesperado,
Gusta de su casamiento. Que mi muerte pretendí.
~
Nunca permita Dios,
lo
Vine á servir á tu hermano
A Granada, y á tornarme
Y si ha de haber diferencia
Es porque piden licencia, Moro, sólo por vengarme
Del enemigo cristiano.
Porque son primos los dos.
Alcanzarla es cosa dura, Y aunque en vuestra ley estoy,
Pero si la ha de alcanzar, El nombre no le he mudado,
¡ue hasta quedar vengado
Es que el Rey se la ha de dar
Han de conocer quién soy.
Por castigar mi locura.
:i< OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TARFE. Aunque hidalgo, el más villano

Espantado me ha el suceso; Para que con dura mano,


Príncipe, le des castigo.
Mas si tan mal me sucede,
Mi hermano es Rey, y bien puede Dame, señor, atención;
Tenerme sin culpa preso. Que con lo que agora pruebo,
|Ay, Fátimal Tus tesoros Quiero que juzgues si llevo

Contemplo en ajenas manos; De mil partes la razón.


Que si esto hicieron cristianos, TARFE.
¿Qué puede esperarse en moros? De mi
brazo satisfecho,
¿Que al fin te tornaste moro Di lo el alma sientes;
que en
Por vengarte del cristiano? Que tus lágrimas ardientes
JUAN. En ira abrasan mi pecho.
Tanto pudo amor tirano Ten de tal fe confianza,
Y aquella beldad que adoro. Y porque estés más seguro,
Mas ya que mudé la ley Contra todo el mundo juro
Por tan pequeño interese, De hacer por ti la venganza;
Quiso el hado que tuviese Que vienes á tan extraño
En la ajena tan buen Rey. Tiempo, que presente estoy,
Dióme copia de riqueza Que he de vengar desde hoy
Con que pueda vivir bien; Mi propio y ajeno daño.
Hízome alcaide también ALHAMA.
Desta torre y fortaleza. Sabrás, Príncipe excelso granadino,
TARFE. Que para mi dolor y eterno duelo,
Venturosa fué tu suerte. En triste estrella y desdichado sino,
Pero ¿quién viene hacia acá? Me dio una hermana el enemigo cielo.

Un moro hidalgo, deste nombre indino,


Entra Leocán. El más villano que sustenta el suelo,
Amóla con amor tan lisonjero,
LEOCÁN. Que en el pensarlo me consumo y muero.
Ilustre Tarfe, aquí está Quísola, y con palabras engañada,
Un moro que quiere verte. Dándola fe de ser su dulce esposo,

TARFE. La triste, con aquesto confiada,


Dile que entre. Cerró su pecho falso y alevoso.
LEOC. N. ;
Con atrevida fuerza deshonrada,
Ya es entrado. El desleal, á cielo y tierra odioso,
Y apenas puso fin á su deseo
Leocán, y entra Alhama en hábito de moro. Cuando se arrepintió del caso feo,
« Y era la causa que el traidor tirano

ALHAMA. Otra mujer tan sin razón quería,


Prospere el cielo tus cosas ,
Que en mi venganza el cielo soberano
Y á las más altas y honrosas Castigó su alevosa villanía.

Traiga á tu abatido estado. Por otra la aborrece el vil villano,


Haz que esta gente se aparte; Por quien suspira y muere cada día,
Que quiero á solas contigo Y él, muriendo por ella, deja el llanto
Dos palabras. Al alma que le quiere y ama tanto.
TARFE. Ni le mueven el cielo ni la tierra,
Juan amigo, Ni el ver su dama pobre y deshonrada,
Retírate aquella parte. Ni el valor que el hidalgo pecho encierra,
Ni el ver su dama más que tigre airada.
Vase Juan. Mas como ve que en cosas de la guerra
Mi tierna edad es poco ejercitada,
ALHAMA. Teniendo su palabra en poco precio,
Noble moro granadino, Hace de mis cosas menosprecio.
El valor de tus blasones, Por eso, si te mueve el triste llanto
Que entre varias naciones Deste mancebo perseguido y pobre,
Alcanza nombre divino, Pues eres en las armas fuerte tanto,
Me ha forzado á visitarte Que no hay valor que aquel tuyo no sobre,
Para pedirte, señor, Haz que mi hermana, en matrimonio santo,
Si pudiere mi dolor Por ti su honra y su marido cobre;
Y lágrimas ablandarte, Que el galardón que no te ofrece el suelo,
Venganza de un enemigo, Por tu virtud te lo promete el cielo.
VEGA. -17
LOS HECHOS DE CARC1LASO DE LA

TARFE.
Cautivos, adornad el rico estrado:
¿En que os tardáis, canalla aborrecible?
Cuando tu rostro y lágrimas amargas,
CAUTIVO.
Que con justa razón por él decienden,
moviera al caso que me encargas; Ya se ejecuta, Alcaide, tu mandado:
No me ¡Maldiga Dios maldad tan insufrible!
La tierra y cielo, que tu llanto entienden, JUAN.
La virtud y nobleza con que alargas
Cristiano bajo, infame y desechado,
Mis pocas fuerzas, que tu bien pretenden,
¿Lengua tienes conmigo?
Y la razón que tienes de tu parte, CAUTIVO.
Agora incitan contra el misino Marte. ¿Que es posible
Y así, prometo que si el Rey mi hermano
Que habiendo sido natural cristiano,
Me diere libertad en este día, Seas cruel como Nerón tirano?
Con esta fe, palabra é hidalga mano,
Acuérdate que fuiste noble hidalgo
Vengar tu causa como
propia mía;
Y de cristianos padres engendrado.
Y haré, si puedo, que el soez villano
Conozca la traición y alevosía;
Vanse y entra el Rey moro, y Tarfe,
los cautivos,
Y juro, por la fe de caballero, Fátima, Gazul y Gualcano.
Hacerle ser su esposo verdadero.
Camina, y dame aviso cuando veas
REY.
Mi porque con ella ilustres
libertad,
Aparejad la gente mientras salgo,
El vitorioso tiempo que deseas.
ALHAMA. Y este negocio quede averiguado.
Dame, Príncipe, aquesos pies ilustres. Asiéntase el Rey.
TARFE.
Levanta; y porque más mi intento creas,
Y poco aqueste crédito deslustres, Salga Tarfe á su Real audiencia.
JUAN.
Este anillo te doy, con el cual quiero
Todos están, señor, en tu presencia.
Puedas pedirme lo que darte espero.
REY.
ALHAMA.
has sido
Acepto la merced; y plegué al cielo Bien sabes, Tarfe, que en Granada
Respetado por ser hijo de reyes,
Tu vida guarde y en estado aumente,
Te dé la palma á tu virtud decente. Y como á mi segundo obedecido
De las vecinas granadinas greyes;
Vase Alharaa. Mas no será contigo permitido
borres con tus fuerzas nuestras
leyes,
TARFE. Que
el alarde de Almanzor,
hermano,
En parte quedo con algún recelo; Ni que
Poco sosiego el alma me consiente; Te ponga en las costumbres de tirano.

Tengo información de lo que has hecho,


Que en lo que prometí gozar trofeo,
Conmigo mismo sin razón peleo. Degenerando de tu noble agüelo;
Acuerdóme yo bien que habrá dos años Obras de bajo y abatido pecho,
Que esto me sucedió con una dama, Que no levantan su valor del suelo.
Y es sin razón que con mis propios daños Tanto estás de tu suerte satisfecho,
Aventuré á ganar renombre y fama; Que no contemplas la del alto cielo;
ejemplo,
Pero fenezcan largos desengaños; Debieras dar al mundo eterno
Que el vivo fuego que en mi pecho inflama Pues eres la columna de mi templo.
dispongas
No me consiente reparar en cosas, Digo, en resolución, que te
pedir lo que de mí pretendes,
Aunque contrarias á mi gusto, odiosas. Para
Y que primeramente presupongas
Entra Juan Renegado.
Que no soy en juicio aquel que entiendes:
JUAN. De razón y justicia te compongas;
Invencible Tarfe, el Rey tu hermano, Que si y defiendes,
della resbalas
Negaré la hermandad á la injusticia,
Por dar remate á tanta diferencia, la justicia.
Dándola á la razón y á
Con Fátima y Gazul y con Gualcano TARFE.
Entra en la torre á su Real audiencia.
mío,
TARFE. Injusto Rey, injusto hermano
Alcaide Regó, al cielo soberano Injustamente tu sangrienta furia
brío
Mi pecho vuelva escudo de paciencia. Incita y mueve el enfrenado
tan atrevida injuria;
JUAN. Para vengar
desvarío;
Recógete, señor, á tu aposento; Mas venza mi humildad tu
hermano poco á Tarfe injuria;
Que ya las voces de la guarda siento. Que un Rey
esa que me tienes imputado
.

Vase Tarfc y salen dos cautivos cristianos


,
Hablaste como rey mal informado.
con el estrado para el Rey.
218 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

El juez discreto tapa el un oído Hasta ver gusto tuyo,


el

Cuando oye aquella parte del que acusa, Mando en prisión.


llevar

Y hasta que el reo justamente ha oído, Dice Tarfe que le halló


La ejecución de la sentencia excusa. A Gazul con ira fiera
Bien al contrario, ingrato Rey, ha sido, Forzándola, pero niega
Pues que tan nueva causa está conclusa Fátima y dice que no.
Sin informarte de mi pecho sano; Y cuando pudiera ser,
Mas eres Rey, y por mi mal mi hermano. Yo, que del caso me agravio,
Acuérdate, Álmanzor, de mis hazañas Perdono el pasado agravio
Contra el cristiano bárbaro enemigo, Y se la doy por mujer.
De quien tiembla el valor de las Españas, REY.
De quien temblara agora el Cid Rodrigo. ¿Qué respondes, Tarfe?
Si con tal galardón me desengañas, TARFE.
No soy tu hermano ni por tal me digo; Digo
Y quien dijere tal, de mí se ausente, Que y engaño
este concierto
Que cual villano y por la barba miente. Fué pasado, por mi daño,
Por Gualcano, mi enemigo.
Levántase el Rey. Mas, pues su hija le da,
Dejándome en vida muerto,
REY.
Y tú gustas el concierto,
Refrena, loco, tu arrogancia injusta, No hay qué demandarte ya.
Y en mi paciencia tu soberbia prueba; REY.
Que ya mi pecho de sufrirla gusta, Fátima
Que no es tu loca condición tan buena. FÁTIMA.

Siéntase el Rey.
Rey soberano
REY.
Propon, Gualcano, tu justicia justa, ¿Gustarás obedecer
Veremos con qué causa te reprueba; En esto á tu padre, y ser
Y dada la sentencia por mi mano, Mujer de tu primo hermano?
Haga su gusto mi enemigo hermano. FÁTIMA.
GUALCANO. Aquesa voluntad sella

Invictísimo Álmanzor, Mi gusto y responde así,

Cuya equidad es igual Que como en ella nascí,


A la corona Real Tengo de morir en ella.
Y á tu virtud y valor: REY.
Mi hija, que está presente, Yoentiendo tu voluntad
Y Gazul, sobrino mío, Y la que tu padre tiene,

De cuyo valor confío Y tanto en mi gusto viene,


Estar de la culpa ausente, Cuanto fué necesidad;
Se hallaron solos un día Y aunque me resulte pena
En una huerta cazando, De que ansina se concluya,
Sin ofensa alguna hablando El juez la causa suya
De su honra y de la mía; Ha de juzgar por ajena.
T
Y como se dividiesen, Digo, pues, en testimonio,
Tarfe, tu hermano, llegó, Que los dos primos podáis
Y á Fátima la incitó Contraer, cuando queráis,
A que los dos se quisiesen. Legítimo matrimonio.
Mas siendo su intento vano Y en mi palacio y Alhambra,
Y en balde aquella porfía, Delante mis gentes todas,
Con los celos que tenía Se celebrarán las bodas
De Gazul, su primo hermano, Con su regocijo y zambra.
Llamóle con ira ardiente Y mando que no sea osado
De traidor Abencerraje, Tarfe, y le sea notorio,
Sabiendo que su linaje Entrar en el desposorio,
Ningún villano consiente. Secreto ni arrebozado;
Gazul, que escuchaba el caso, Que no faltará padrino
A tu hermano desmintió; A gente de tal valor.
Y luego, la Reina y yo, Híncase Gazul de rodillas.
Que pasábamos acaso,
Sosegamos la quistión, GAZUL.
Y por mandamiento suyo, Dadle los pies, Álmanzor,
,

219
LOS HECHOS DE GARCILASO
DE LA VEGA.

Quiero, señora, agradarte.


A aqueste vasallo indino. En este lugar me aguarda;
Que si tiene libertad,
Levántase.
Cumplirá tu voluntad.
TARFE. Vase Leocán.
¡Dura sentencia, por mi mal
oída,
ALHAMA.
Para mi daño eterno confirmada,
Ya me parece que tarda;
Contraria ley de la razón debida, Mas ;ay de mí, desdichada!
Con y sin justicia ejecutada!
ira Contra el pecho riguroso
iVillano Rey, canalla descreída, De Tarfe, no es provechoso
Toda junta en mi muerte conjurada! Traer rodela y espada.
¿Sabéis que soy aquella espada y
mano
¿Cómo tengo de poder,
Que hunde cuello al español cristiano?
el
Aunque es grande el interés,
¡Miradme todos juntos á la cara,
'

Pelear, pues al fin es


juro
Que, por Mahoma y este brazo, La mejor mujer, mujer?
Hacer que esta maldad cueste tan cara, El miedo púneme en calma;
Que no viva de hoy más hombre seguro! Más mi propósito fuerte
Y haré, si no me deja y desampara, Es que tú me des la muerte,
Que no les valga el granadino muro, Engañador de mi alma.
entonces vuestro Rey estime en
poco
Y Cuando una mujer se allana
espada en el furor de loco.
La fiera De amoroso sentimiento,
Rey. La más pesada es un viento,
Vase Tarfe, y levántese el
Y más cuerda, de lana.
la
Tarfe mi alma adora,
A
REY.
De quien yo la muerte espero,
Ninguno de vosotros se alborote, Y por esta causa quiero
So pena de caer en mi desgracia; Morir de su mano agora.
Mal entendisteis el gallardo mote, Dejo mi esperanza vana
La presunción, jactancia y eficacia. Porque cuando me engañó,
Dejaldc, que por más que se
remote (I),
pasada gracia:
En mi atrevimiento halló
No ha de volver á la La más honesta liviana.
Veamos si las obras ó los fieros, Buen ánimo, corazón,
Le son en su venganza compañeros. Que hoy hace fin el tormento;
Mas porque no requiere más espacio Rendid el postrer aliento
La ejecución de vuestro intento (2), quien os causó pasión.
locura me desgracio,
A
Aunque por su Bien sé que me he de perder;
Seré padrino en vuestro casamiento. Pero si amor me desprecia,
Alcaide, poned guardias en palacio, La más discreta es más necia,
Y á nadie dad el Real alojamiento. Y la de más ser, sin ser.
Alguna gente. Ya siento en el alma gozo;
GUALCANO.
mandado. Algún nuevo huésped tiene:
Haremos tu
Mi Tarfe es éste que viene,
REY. rebozo.
mi lado.
Echarme quiero el
Vos, Gualcano y Gazul, id á

Entran Tarfe y Leocán.


espada,
Vansc todos, y salen Alhama, con su
en hábito de moro y Leocán. ,
LEOCÁN.
te trató tu hermano?
leocán'.
¿Que desa suerte
TARFE.
Extraño intento es el tuyo, cielo santo
Desta manera quiere el
Y extraño tu atrevimiento. un soez vi laño,
ALHAMA. Vengar el pecho de
que ha sentido el caso tanto,
Mas Tarfe,
Leocán, con este intento, Benccrraje tal venganza,
Piará en el
Mi triste vida concluyo. mundo temerario espanto.
leocán. Oue quede al

Turado tengo que


espada y lanza
la
Ahora bien: por contentarte desarmado
Y por saber el suceso No dejarán mi cuerpo pienso alcanza.
Si aquesta vida
adonde
De Gazul y de tu preso, regalado,
Ni menos dormir sueño
mezquita,
Ni entrar en el Alhambra
ni

traidor quede vengado.


(1) St .
Hasta que del
(2) Este verso no consta.
,

220 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LEOCÁN. Contra tu vida ser tan cruel y airada.


ALHAMA.
Movido me has á lástima infinita,
La herida, ingrato Tarfe, que me diste,
Apasionado Tarfe, y considero
Que justa causa á tu furor incita;
No pone mi dudosa vida en calma,
que agora, Tarfe, al brazo fiero Sino es que tu presencia lo resiste.
Y más Mas la que tuve |ay mísera! en el alma,
ofrece una contienda que
es figura
Se
Desde el punto tirano que á la clara
De humilde oveja y lobo carnicero.
TARFE. Gozaste de mi honor la injusta palma,
mi larga desventura, Mil vidas que tuviera me quitara,
Tal me tiene
Pues cuando por tu mano no muriera,
Que mi desnudo pecho está acerado
su fortaleza dura.
Yo misma de vivir desesperara.
De resistir
LEOCÁN. Triunfa, traidor, con arrogancia fiera,
Antes que mi dolor las puertas abra
Ese pequeño mozo arrebozado
Al alma, que ya quiere salir fuera.
Es al que prometiste, estando preso,
Bien cumples como hidalgo la palabra
Vencer por una dama en campo armado,
Que tan fingidamente á mí me diste,
Teniendo libertad.
TARFE. Pues ya mi sangre tu dureza labra.
Y ¿viene á eso? Con el nombre de esposo que me diste
LEOCÁN. Cumpliste la fealdad de tu deseo,
El corazón, el ánimo y las armas, Y en deshonor eterno me pusiste.
Goza por muchos años el trofeo
Le traen á esperar diestro suceso.
TARFE. Y acaba de matarme; que esta herida
¿Sabes quién soy, que contra mí te
armas? No llega donde ya llegar deseo.
TARI-E.
Vuélvete, deja el loco atrevimiento.
ALHAMA. ¡Pluguiera á Dios que con mi sangre y vida

¿Tan presto de mis armas te desarmas? Tu lealtad pagara, Alhama bella,


Antes que ver maldad tan cometida!
Primero que mi honroso pensamiento
Y te sirves de vengarte de ella,
si
Pueda bajar del estrellado cielo,
Conesta punta de mi propia daga
Verás tu sinrazón y mi tormento.
Toma venganza de tu mano en ella.
si de darme muerte no se paga
Y
Echan mano.
Tu beldad de piedad, haz una cosa
TARFE. Que á tu honor y mi honra satisfaga:
Concédeme la mano por esposa;
Pues defienda tu cuerpo aqueste celo.
Que de ser para siempre esposo tuyo
Da un golpe á Alhama y cae en el suelo. Te doy mi indigna mano y venturosa.
ALHAMA.
ALHAMA. Ya mi perdido aliento restituyo,
yo soy muerta! Y esa palabra con tu mano aceto,
¡Ay, Alhama cuitada,
Que al fin vuelve lo ajeno á dueño suyo.
TARFE.
TARFE.
el suelo?
¿Tan pronto tu soberbia dio en Eternamente, esposa, te prometo
LEOCÁN.
De serte firme y fiel, por lo que gano:
Deten la espada, Príncipe, despierta,
Levanta, que á tu gusto me sujeto.
Porque á quien has vencido es una dama ALHAMA.
Firme en la vida, y en la muerte cierta.
¡Ay, dulce levantar; ay, dulce mano,
Sabrás que aquesta mora fué tu Alhama,
Que así levanta un bajo pensamiento!
Que quiso más morir por mano tuya,
TARFE.
Que ver burlada su inocencia y fama.
TARFE. Vengado me veo ya del Rey mi hermano,
Que aunque es tan principal mi casamiento,
¡Oh, gran traición; el cielo me destruya
Le ha de pesar por fuerza, porque ha sido
Si no me lo pagares, vil villano!
LEOCÁN. Sin su gusto y Real consentimiento;

me manda que te huya. Mas como quiera que haya sucedido


El amistad
Por orden y discurso de los hados,
Vasc Leocán. No puede ser su acuerdo resistido.
Vamos donde seamos desposados,
TARFE.
¡Que hayas hecho, traidor, mover mi mano,
Y os curad de la herida vuestra (i),
Dando fin á sucesos desdichados
Y ensangrentar los filos de mi espada Y buen principio á la fortuna diestra.
En la beldad de un rostro soberano!
Si acaso vives, mora desdichada,
Este verso es corto.
Cuéntame por qué causa pretendiste (i)
I.OS HECHOS DE GARCILASO DE I/A
'
221

Suelta, perdido Rey, suelta las riendas


Al llanto amargo ó las airadas manos,
Y adonde te repares y defiendas;
Que atrevido Rey de los hispanos
JORNADA TERCERA. el
Ha juntado en la empresa valerosa
Los leones fierísimos cristianos.
Viene en su campo, Rey, la más famosa
Gente que tiene la invencible España,
Salen c! Rey moro, Tarfc y el alcaide Gualcano. De gloria y nombre eterno deseosa;
Y el fiero Rey, con la sangrienta saña,
REY. En aqueste propósito tan firme,
Hasido para mí tanto contento, Que ya sus filos en tu sangre baña.

Tarfe, que tienes ya nombre de hermano REY.


Con este venturoso casamiento. Qué, ¿no cansas ya de perseguirme,
te
Mahoma, de su trono soberano, Mahoma injusto, que posible sea
Dará suceso próspero a tus cosas Que vengues tu furor en destruirme,
Con pecho piadoso y larga mano; Que porque clara tu injusticia vea,
Y á tus fuerzas hazañas tan famosas, Con este azote acabes mi pujanza,
Victorias y trofeos, que en el mundo Que sólo acrecentar tu ley desea?
Se puedan celebrar por venturosas. Reniego de la falsa confianza
TARFE. Que tuve en tu valor, pues en mi daño
Invicto Rey, tu brazo sin segundo Has hecho en mi valor tan gran mudanza;
A mi flaqueza pone esfuerzo tanto, Mas ¡ay, fingido Dios, que en balde baño
Que no me espanta el hórrido profundo. En lágrimas aquel robusto pecho,
Que más se muestra en el peligro extraño!
Como de un largo sueño me levanto,
Y mi locura y juventud condeno Alcaides, procuremos el provecho;
Y" de mi mucha libertad me espanto. Dad un pregón Real dentro en Granada,
Tu hermano será tan justo y bueno, Publíquese su mal por largo trecho,
Que ya de hoy más las venideras obras Hágase alarde de mi gente armada,
Mi pecho dejan de ofenderte ajeno. Repárense los fosos y los muros,
REY. La gruesa cerca esté fortificada,
Con sola esa humildad mi gracia cobras, Salgan las armas y los petos duros,
Y quedas tan de veras admitido, A quien la blanda paz puso en la tierra,
Que la pérdida ganas y recobras. Que no es ya tiempo de vivir seguros;
Los instrumentos que en su centro encierra
Entra Juan Renegado. Salgan acicalados y lucidos,
Suenen los añafiles sangre y guerra,
JUAN. Vengan con vuestros pechos atrevidos
[Oh caso nunca visto ó sucedido, Los hierros y pendones de las lanzas,
Desdicha del estado granadino, De la cristiana sangre guarnecidos;
Tan sin razón del bárbaro oprimido! Cóbrense las perdidas esperanzas;
Todas las veces que mi pecho inclino, Que nunca rey temió, ni menos temo,
Aunque de mi pecado se corrige, De la fortuna encuentros y mudanzas.
Con esta nueva pena desatino. TARTE.
REY. Ese valor te basta, Rey supremo,
¿Qué nueva pena, Juan, tu pecho aflige? Para que por el mar del valor tuyo
Alcaide, dame cuenta de tus quejas. Sigamos los demás á vela y remo;
JUAN. Y porque en ira ardiente me destruyo.
|Oh Rey, que de Granada rige,
el cetro Que en esta empresa tal mi pecho cobra.
A cuánta desventura te aparejas, Las obras doy para testigo suyo.
Pues ya tu reino, tu corona y mando, GUALCANO.
Entre las manos de la muerte dejasl Vamos donde se ponga por la obra
Sabrás que el rey cristiano don Fernando, Lo que conviene al daño repentino,
Viene con gran furor contra Granada, Mientras el tiempo y el lugar nos sobra.
Eterna destrucción amenazando, RUY.
Y en tu anchurosa vega desdichada Ardiendo voy en loco desatino.
Ha hecho una ciudad gallarda y bella,
Vanse.
De grueso muro y torres adornada;
Tiene asentadas en el hilo dellas,
Descúbrese un lienzo, v hise de ver en el vestuario
De seda y oro tan gallardas tiendas, una ciudad con sus torres llenas de velas y lumina-
Que todo el cristianismo ha junto dellas. rias, con música de trompetas y campanas.
, ; ;

OBRAS DE LOrE DE VEGA.

GARCILASO.
Salen Garcilaso, Galindo y Portocarrero.
Agora que á solas he quedado,
es bien,

PORTOCARRERO. Pensar la noche obscura en que ha vivido


Guerreros, nuestra ciudad Mi tierna edad y mi florido estado
Es de valor tan profundo, En el silencio del eterno olvido.
Que no se ha visto en el mundo Ya es tiempo, corazón, que el brazo osado,
Entre mis verdes años escondido,
Otra de mayor beldad.
Digna de ser celebrada Emprenda pues llegó al estado de hombre,
,

Por toda España mereces; Empresas de mortal fama y renombre.


¿Posible es que ha de estar llegado el tiempo
Santa Fe, ¡cuan bien pareces,
En la vega de Granada! En que podría eternizar mi fama,
GALINDO. Y que esté en regocijo y pasatiempo
En el descanso de la blanda cama?
¡Cuan alta belleza alcanza!
Y es de tanta perfección, Y pues que me concede esfuerzo el tiempo,
Que muestra en ella el Icón Y el furor de mis venas se derrama,
La fuerza de su pujanza. Es menester que viva en mi memoria
¡Cómo alegre y adornada La sed ardiente de renombre y gloria.
Á nuestra vista te ofreces! Los pechos de los héroes valerosos
Santa Fe, ¡cuan bien pareces Que en mi tiempo y estado precedieron,
En la vega de Granada! Los ánimos y pechos generosos
PORTOCARRERO. Que eternizarse al mundo merecieron
Galindo señor de Palma,
,
Las armas, las divisas, los famosos
Y mi buen Garcilaso,
vos,
Renombres claros que á su estirpe dieron,
Entended que á cada paso Incitan esta mano descuidada,

Se me regocija el alma. Pues sabe gobernar lanza y espada.


¡Oh ciudad fortificada, Los antiguos romanos, levantados
Que en nueva esperanza creces! En carro y triunfo por la excelsa Italia,
Santa Fe, ¡qué bien pareces Ceñidos de laurel porque esforzados
Sujetaron á Grecia y á Vandalia,
En la vega de Granada!
¿Qué más gloria y bien querer, Y otros del alta fama señalados
Qué contento y alegría, Que sujetaron á Alemania y Galia,
Que haber hecho en sólo un día Las muestras dieron en su edad más tierna
Lo que nadie pudo hacer! De aquel nombre inmortal y gloria eterna.
Publiqué el cristiano bando, En mi tiempo también miro y contemplo
Que donde imposible fué, La de Rodrigo, cuya valentía
Cercada está Santa Fe Puede servirme de presente ejemplo,
De mucho lienzo encerado (i). Pues tantos reyes de mi edad vencía.
GALINDO. ¡Oh fuerte amparo y valeroso templo
¡Qué alegre y vistosa risa De fortaleza, esfuerzo y gallardía,

Es el ver contra el pagano Levanta en tu memoria y firmamento


Tanto bizarro cristiano, Las alas de mi humilde pensamiento!
Tanto pendón y divisa; En esta empresa pienso señalarme
Ver tanto caballo atado, Cuando se otrezca buena coyuntura;
Quebrando frenos y riendas, Que el brazo y el saber aventurarme,
Asentadas ricas tiendas La fe de ser cristiano me asegura.
De sedas, oro y brocado! Sobre esta verde hierba quiero echarme,
GARCILASO. Pues agrada á la vista su frescura;
Con la pujanza que vino Que el trabajo pasado de lo hecho,
La fuerte Roma en Cartago, Hace que al sueño rinda el laso pecho
Promete el león divino sale la Fama por encima del muro
Échase á dormir, y
Destrucción y eterno estrago tocando una trompeta.
En el muro granadino.
FAMA.
Nadie en tu seno encerrado,
Dormido joven, que en el alma velas,
Fortísima España, escondes,
Ya es llegado estado venturoso
el
Pues con brazo tan osado,
De muchos duques y condes Por cuya fama y gloria te desvelas
Todo el campo está adornado. Ya, ilustre mozo, el pecho valeroso
Levanta, dando á todo el mundo espanto
Vanse los dos y queda Garcilaso solo. Tu buen deseo noble y generoso;
Ya me apercibo para el dulce canto;
(i) Falta la rima.
Ya suena en el Oriente y el Ocaso
LOS HECHOS DE GARCILASO DE LA V

te ensalza tanto; Fl enemigo león,


La gran hazaña que
Ya el nombre del heroico Garcilaso No me sufre el corazón

del español al africano,


Dejar de probar la espada.
Vuela
Bien sabes tú quién yo soy
Y por el Asia toda extiende el paso;
Ya pones al ejercito cristiano
Y de mi pujanza el modo,
Ánimo y corazón, divino Marte, Y que tiembla el mundo todo
Con esa tierna y valerosa mano; Por dondequiera que voy.
Ya de la fe de Cristo el estandarte Al fin, con mi brazo fiero,
Levantas con prudente valentía; La empresa en el alma estampo,
Y pienso retar el campo
Ya suena tu valor en cualquier parte;
Desde el primero al postrero.
Va de la Virgen celestial María,
Por ensalzar su gloria y santo nombre,
Y fío en la luna y sol
Y en el profeta Mahoma,
Se te apareja el premio en este día.
Y en este brazo que doma
Goza, mancebo ilustre, del renombre.
El cuello al fiero español,
|Oh, qué virtud de gozos tan extraños
Eternizar mi memoria
Te ofrece, porque el bárbaro se asombre!
Haciendo tan fuerte presa,
El fruto coge de tus verdes años,
Sujeta del alarbe la insolencia, Que goce en aquesta impresa
daños. El lauro, triunfo y victoria.
Recibe gloria de sus tristes
JUAN.
Da, joven, á tu clara descendencia
Príncipe, campo todo
si al
Las armas que te ofrece tu Vitoria,
Quieres hacer una afrenta
Dignas de todo honor y reverencia,
Y á la dichosa herida da la gloria Que della se corra y sienta,
Daréte de presto el modo.
Que merece tal madre por tal hijo, TARFE.
Pues eterniza el siglo de memoria.
Levanta ya al alarbe que está fijo,
Digo que sólo es mi intento
Deshacer este cristiano
En su locura y atrevido caso,
Dale con honra tuya fin prolijo.
Con la lengua y con la mano
Para mayor detrimento.
Levanta, ilustre mozo, alarga el paso,
JUAN.
Que ya el real de don Fernando aprieta.
Pues sabrás que éstos imploran
¡Al arma, al arma, ilustre Garcilaso!
Recuerda, pues, al son de mi trompeta (i ). Una poderosa infanta
Que dicen que es madre santa
Vase la Fama tañendo la trompeta, y despierta De aqueste su Dios que adoran;
Garcilaso al ruido.
Y rezando cada día
GARCILASO. Con devota contrición
Ó estoy soñando ó en el real cristiano
,
Una devota oración
Al arma tocan. ¿Qué descuido es este?
Que llaman Avemaria;
Ésta, como buen vasallo,
Aparejaos de presto, espada y mano,
Y el pecho y corazón su esfuerzo preste. Te daré, pues que te atreves,
¡Oh! Aguarde el fiero bárbaro inhumano
Que por menosprecio lleves
Que Santa Fe, con su española hueste, En la cola del caballo.

mundo irá ganando Sal del muro granadino


Puede vencer, y el
El poder del Católico Fernando. Al real de Santa Fe;
Que yo te la escribiré
Vasc Garcilaso con la espada desnuda en la mano, En un blanco pergamino.
y entran Tarfe y Juan Renegado. Será tanto el menosprecio
\
Que al real con ella harás,
JUAN. Tarfe, que no alcanzarás
Si de tu esfuerzo y valor Con la lanza mayor precio.
TARFE.
Menos noticia tuviera,
Tarfe, no te consintiera No pudiera de tu mano,
Ejecutar tu furor; Juan generoso, otra cosa
Mas porque estoy satisfecho Venirme más provechosa
De tu brazo y fuerte mano,
Para ofensa del cristiano.
Digo que al real cristiano Las armas, lanza y caballo
Baje aquese honroso pecho. Ya yo las tengo muy buenas,
TARFE. Y aquesa letra que ordenas
Teniendo casi en Granada Es para menosprcciallo.
Yete al momento á tu casa
Y ese letrero me escribe;
(i) Falta un verso.
--4 OBRAS DE LOI'E DE VEGA.

Que el corazón que en mí vive, Vivir tu cautiva ausente?


De rabia mi pecho abrasa. TARFE.
JUAN. Siempre vivirá presente
Ilarélo por agradarte El alma, que con vos queda.
Y animarte como espero, Enjugad el rostro hermoso,
Y entienda el cristiano fiero Mi gloria, y las blancas perlas,
eres granadino Marte. Porque el alma, en sólo verlas,
Desmaya y pierde el reposo.
Yase. Si piensas que he de dejarte,
Plega á Dios que tu cautivo
TARFE.
De ti no se aparte vivo,
Si este esfuerzo se derrama,
Si el partirme ha de ser parte.
Á pesar de la fortuna,
ALHAMA.
Sobre cuerno de la luna
el
Entronizaré mi fama.
Y ¿no temerá esta triste
Su daño y tu vida incierta?
Una vez puestos los ojos
TARFE.
En la honra atrás ganada,
No, que la esperanza cierta
No he de volver á Granada
A lafortuna resiste.
Sin los cristianos despojos.
Juntos quedamos los dos;
Aunque me muestre fierezas
Que aunque me parto, mi vida,
Aquesta vez el león,
No es bastante la partida
Yo guarneceré el arzón
Para apartarme de vos.
De seis cristianas cabezas.
ALHAMA.
Sale Alhama. Qué, os pensáis partir?
¿al fin
TARFE.
ALHAMA. Por fuerza habré de partirme,
¿Es posible, Tarfe mío, Y en partiendo, apercibirme,
Que desposado de ayer, Señora, para morir.
Salgas hoy al campo á hacer ALHAMA.
El cristiano desafío? Aunque alma va con vos,
el
Bien se muestra en vos la fe Del cuerpo que queda aquí,
Y palabra prometida. Antes que os partáis de mí,
TARFE. La vida me aparte Dios.
Dulce esposa de mi vida, ¿Quién de mis ojos te aparta?
A quien el alma entregué, ¿Quién te me lleva, señor?
Sabe el cielo si quisiera TARFE.
Hacer aquesta jornada, Aunque me detiene amor,
Si en la ciudad de Granada Mándame el honor que parta;
Otro mi segundo hubiera. Mas aunque me lleva á parte
Yo no lo puedo excusar; Donde goce el galardón,
Que en lo que toca al honor, ¡Pártase mi corazón
Cualquier negocio de amor Antes que de vos me aparte!
Se ha de perder y dejar. ALHAMA.
Confiad, mi dulce Aíharna, ¿Cómo tengo de sufrir
Deste brazo y fuerte espada, De ausencia sólo un momento?
Que en la presente jornada TARFE.
Ganaré victoria y fama. , Considerando el contento,
Y cuando permita Dios Mi bien, de verme venir.
Queden mis fuerzas perdidas, ALHAMA.
Bastará á darme mil vidas ¿Cuándo vendrás?
El acordarme de vos. TARFE.
Pero bien podéis tener Cuando hubiera
Segura la gloria y palma; Vencido.
Que quien os lleva en el alma, ALHAMA.
A nadie puede temer. Ya me has vencido,
ALHAMA. Porque te vas.
Pluguiera á Dios, dulce esposo, TARFE.
Que antes de ser tu esposa, El vencido,
Cortara muerte envidiosa Ninguna vitoria espera.
El hilo de mi reposo. ALHAMA.
¿Cómo es posible que pueda Di, pues, ¿estáslo?
225
LOS HECHOS DE GARCILASO DE LA

TARFE. De tan divina y valerosa hazaña,


Sí estoy. Levantad por el mundo el estandarte
ALHAMA. De aquel divino y poderoso Marte:
Ya habéis sabido el principal intento
¿De quién?
TARFE. Que al necesario punto me ha traído,
De aquesa beldad. La honrosa empresa y claro fundamento
ALIIAMA. Kn tan heroicos hechos admitido,

¿Fué fuerza?
Y que llevando el celestial cimiento.
TARFE. De vuestra fe cristiana recibid-,
En vuestros corazones no habrá cosa
Fué voluntad,
Que con el alma te doy. Á nuestra libertad dificultosa.
ALHAMA. Agora es tiempo que el esfuerzo vuestro
Al cielo en el efecto se levante,
¿Al fin me dejas?
TARFE. Y que ese brazo valeroso y diestro
No dejo. En tan honrosa empresa se adelante,
&LHAMA. Porque la gloria del esfuerzo nuestro,
Pues ¿no te vas?
La fama en alta voz divulgue y cante,
TARFE. Y que se dé á tan célebre victoria
Como puedo; Por largos siglos célebre memoria.
PORTOCARRERO.
Que más en tus ojos quedo,
Invictísimo César don Fernando,
Cuanto más dcllos me alejo.
ALHAMA. Fuerte pilar de la cristiana Iglesia,
¿Dónde me llevas? Defensa de la fe, Marte católico;
TARFE. Tu virtud discreción y fortaleza
,

Metida Enciende tanto nuestro pecho y ánimos,


Que en ello estriba la esperanza nuestra,
Con alma en su lugar.
el
Después de la que tiene á cargo el cielo:
ALHAMA.
Todos mano,
sujetos á su fuerte
¿Cuándo me piensas dejar? obedecemos,
TARI "E. Tu justo mandamiento
Cuando dejare la vida. Por lo que á nuestra fe, y á ser vasallos
De grandeza tan alta, nos importa.
Mas mira que se hace tarde REY.
Y tengo mucho que hacer. entiende bien, Portocarrero;
ALHAMA. Todo se
príncipe
Y es hasta gloria y de dichoso
Mahoma, con su poder, ilustres héroes;
Tener vasallos tan
Aquesa mi vida guarde.
TARFE. Oue cada cual lo puede ser de España,
No se eclipse el sol hermoso; no de sola España, mas del mundo.
Y
Cuando me paro á contemplar la estima
Que me das dos mil enojos. corazones,
ALHAMA. De vuestros valerosos

No se enjugarán mis ojos


Al cielo rindo las debidas gracias;
Hasta verte victorioso. Y reparando en vuestra gallardía,
No estimo la ventura de Alejandro
Ni los feroces brazos de su ejército; 3
Pero tened. ¿Qué novedad es ésta
G ALINDO.
Un moro que en su talle y garbo muestra
viene,
Ser de alto talle, arremetiendo
JORNADA CUARTA. Y sospecho que viene á pedir campo.

Sale Tarfe al desafío, con lanza larga y bandera


tablado.
y adarga, por el

Entran el rey D. Fernando, Galindo, Portocarrero


y Garcilaso.
TARFE.
Bando cristiano ,ajuntado
REY.
Para vuestro intento fiero,
Nobles guerreros, fuertes españoles,
¿Cuál será aquel caballero
Honor y gloria de la fuerte España,
En armas aventajado,
Defensa de la fe, cristianos soles,
Pues de vuestro sitio estampo
Cuya virtud y fortaleza extraña
(0 La planta en vuestra deshonra,
Que por ensalzar su honra
Se salga conmigo al campo?
(1) Falta un verso.

XI
226 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y pues del alto teatro Para que mi brazo pueda


Os ayuda vuestro Dios, Hacer fuerza en su fiereza;
Salga uno, salgan dos, Y no me sea negado,
Salgan tres ó salgan cuatro. Aunque guardo mi decoro,
Probad mi pecho acerado; Que combata con el moro
Salga todo el campo entero, Que se mostró tan osado;
Ó salga Portocarrero, Y pueda yo dar indicio
Comendador afamado. De lo que adelante haré
Muéstrese el pecho esforzado En defensa de la fe
Como en el reto de lindo, Y en vuestro Real servicio;
Ó salga ese buen Galindo, Que yo espero, confiado
Señor de Palma nombrado. En Dios, victorioso gozo.
<Qué estáis suspensos mirando? REY.
Vengad los fieros denuestos; Garcilaso, soismuy mozo,
Y no hay ninguno déstos,
si Y en armas poco usado;
las

Salga el propio rey Fernando. Baste aquese pecho sano;


Supla el rey por el vasallo, Pero combate tan fiero
Muestre su esfuerzo y poder; Dejalde á Portocarrero,
Que yo le haré entender, Belicoso castellano;
Si quisiere aquí proballo Ó si no, con pecho osado
Con aqueste brazo osado, Podrá ganar esta palma
Que para vengarse sale, Galindo, señor de Palma,
Lo que mi persona vale, En la guerra ejercitado.
Y que soy intitulado GARCILASO.
Aquel león desatado, |Oh respuesta! ¡Oh brazo mío!
Hijo del rey Alitarfe, [Oh mancebo desdichado!
El valiente moro Tarfe,
Vase.
En la guerra señalado.
Es lo menos de mi estado GALINDO.
Ser en aqueste distrito
Hermano del Rey Chiquito, Bien Garcilaso ha mostrado
De Granada tan nombrado. La sangre y el nuevo brío.
Salid luego á demandallo REY.
Á mi poderosa diestra, Guerreros, á recoger,
Que por más deshonra vuestra No nos resulte desorden;
Traigo en cola del caballo, Y dése luego la orden
Porque sólo he procurado Con el mejor parecer.
Vuestra deshonra infinita, Refrenad la fuerte espada;
Con cinco letras escrita Que yo sé bien á quién cabe
En un pergamino atado, Hacer que Tarfe se alabe
Para volver más ufano De la arrogancia pasada.
Al cabo de mi porfía,
Vuestra fe y Avemaria Vanse todos y sale Garcilaso.

Que reza cualquier cristiano.


Salga el español gallardo, GARCILASO.
Que buena ocasión tenéis; ¡Que sea posible, Rey, crueldad tan grande!
Y si no me lo creéis, ¡Que me niegues licencia tan debida
Aquí en el campo os aguardo. Á aqueste brazo y á mi buen deseo!
¡En ira se consume el triste pecho,
Vase. Viendo que menosprecie un vil pagano
Híncase de rodillas Portocarrero. Lo que estimó la Trinidad eterna!
¡Oh Virgen sacra, esclarecida Reina!
PORTOCARRERO. ¿Cómo consiente vuestra sacra mano
Poderosa Majestad, Una maldad que pone espanto al mundo?
Aquesta licencia pido. ¡No puedo ya sufrir tan varios golpes
GALINDO. Como me da en el alma aquesta afrenta!
Rey escelso, esclarecido, Voluntad de mi Rey, dejadme libre;
Yo aguardo tu voluntad. Que en la de Dios estriba mi esperanza.
GARCILASO. ¡Hola, criados, gente que me sirve,
Pido á tu Real Alteza Sacad de presto mis lucidas armas;
Licencia se me conceda Armad del vivo acero el cuerpo mío,
527
LOS HECHOS DE CARCILASO DE LA VEGA.

Que el corazón, de amor de


Dios armado, Sale la Fama por encima del muro tañendo
Al pagano promete dura muerte! una trompeta, y dice:

armas. FAMA.
Salen dos criados con las
Ya llega á ejecución mi buen deseo;
dichoso cuello, Ya, puestos en el largo campo armados,
Pon esa gola en mi
mi deseo, Al cristiano y al fiero alarbe veo;
Porque enderece al cielo
premio que me aguarda Va se encuentran los pechos acerados;
Y en él contemple el
Ya la lanza del joven Garcilaso,
Si muero por defensa de la Virgen.
guarde Rompiendo pasa al moro los costados;
Aprieta el peto, porque encubra y
noble corazón, que me endereza Ya se apea; ya va con diestro paso;
El
Ya le corta del cuello la cabeza;
Á aquella empresa honrosa que tomaran Ya España mira el venturoso caso;
Mil ángeles y el dulce secretario
la embajada del Eterno Padre,
Ya feneció del moro la braveza;
De
dado y concedido. Ya de la sangre bárbara matiza
Si del les fuera
El suelo la cristiana fortaleza;
Pon sobre mi cabeza la celada,
Ya el bando infernal se atemoriza
Señal de la corona de victoria
Que ya me si muriendo vivo.
espera De ver tan tierno mozo amenazallo
Dame ese escudo de la fe cristiana, Y que por tal hazaña se eterniza;
Ya la cola del caballo
quita de
Con cuyo amparo pienso defenderme
El pergamino y letras que traía,
De la soberbia é hinchazón del bárbaro.
Muestra esa lanza de mi buen deseo,
No acabando de leello y abrazallo;
Por quien espero la victoria y lauro;
Ya viene con esfuerzo y gallardía;
Y conviene que mi voz publique
ansí,
Y mientras hago mi oración al cielo,
Por todo el mundo el hecho de valía;
Con el mayor secreto que ser pueda
Bien es que le divulgue y multiplique.
Aparejadme mi alazán caballo.
CRIADO. Yo parto á Asia y á África volando,
Cumpliremos tu justo mandamiento. Porque el debido lauro y premio aplique;
Después, el mundo todo atravesando,
Irá mi voz parlera y dulce trompa
Vanse los criados, y dice Garcilaso hincado
de rodillas: Aquesta hazaña honrosa publicando,
Sin que el ligero tiempo la interrompa.
GARCILASO.
Vase.
Padre del cielo, á cuya diestra y gloria
Está sentado el Hijo omnipotente, Sale Garcilaso con la cabeza del moro
Y espíritu divino refulgente, y el pergamino al cuello.
Inmenso, trino y uno, en mi memoria;
GARCILASO.
Virgen, de quien de regalada historia
Gracias te doy inmensas,
Tus loores canta el cielo dulcemente,
Por cuyo dulce sí la humana gente Divino Rey del cielo,
Gozó del enemigo tal victoria; Pues que con larga y abundosa mano
Ángel Gabriel, que fuiste mensajero Tan alto bien dispensas

Para tan dulces nuevas escogido», Al abatido suelo


Diciendo alegremente: tAvemaría; De aquese pecho eterno soberano.
Dadme victoria del alarbe fiero, Ejército cristiano,
Pues con deseo y ánimo debido Con agradable canto
En vuestras manos pongo el alma mía. Dad gracias al que pudo
Ser acerado escudo
Levántase y dice: Contra el señor del reino del espanto.
Dando y palma
victoria
A quien corazón y alma.
le rinde
Ya es tiempo de salir á la batalla,
Que el arrogante moro aguarda y piensa ¡Oh letras! ¡Oh señales
los despojos á Granada; Principio de mi gloria,
Volver con
Ya mi caballo apercibido:
estará Dulce palabra tierna y regalada!
Quiero por esta parte más secreta ¡Oh letras celestiales,
campo que el Rey lo vea.
sin De quien tan dulce historia
Salir al
Quedó en el mundo escrita y celebrada!
lÁnimo, corazón, que agora es tiempo;
Si ladescomulgada
Vaya en mi guía el ángel de mi guardal
Mano del fiero moro,
Vase. Vuestro valor divino
Puso en lugar indino,
228 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Pues que tanto le pareces


Menospreciando el celestial tesoro,
Yo os pongo y os señalo En la edad y en el hazaña;
Que si él venció con su mano
Dentro del alma, por mayor regalo.
Al gigante filisteo,
Ángel divino y santo,
También gozas tú el trofeo
De nuestra dulce boca
Vertiendo perlas en el claro día,
De semejante tirano.
Que al mundo ensalza tanto Y pues por tan alto modo
Y al enemigo apoca, De aquesa divisa te armas,
Esas han de ser tus armas
Tan tiernamente dijo: «Avemaria.»
La bárbara porfía Y de tu linaje todo.
Goza del lauro ganado
Del injusto pagano,
Porque la huella y pisa, Y armas que traes al pecho,
Pues éste es el primer hecho
Siendo clara divisa
De cualquiera católico cristiano. En que tu brazo has mostrado.
Mas ya, Señor, bendigo
Y pues en aquesta vega
Vuestra justicia, que le dio castigo.
Tan alta hazaña hecho has,
Ya llego donde está el Rey, Desde hoy más te llamarás
Garcilaso de la Vega.
Que ya sale á recibirme.
GARCILASO.

demás caballeros, é híncase


Por esa grandeza valgo
Sale el Rey con los
de rodillas Garcilaso. Hoy un supremo interés:
Déme tu Alteza los pies.
REY.
Fuerte amparo, escudo firme
Levanta, mancebo hidalgo,
De la católica ley,
Á vuestros pies me presento
Y publíquese este caso
Por heroico y sin segundo;
Y á vuestra grandeza pido
Perdón de no haber cumplido
Suene por el largo mundo
El nombre de Garcilaso.
Vuestro Real mandamiento.
REY. Hágase por tal victoria,
Fiesta en todo nuestro real,
Levanta, ilustre mancebo,
Honor y gloria del mundo; Dando con suceso tal
Levanta, David segundo, Dulce fin á nuestra historia.
David valeroso y nuevo;
Que este nombre en toda España FINÍS
Y en todo el orbe mereces,
EL CERCO DE SANTA FE
LA FAMOSA COMEDIA
DE

EL CERCO DE SANTA FE
E ILUSTRE HAZAÑA

DE GARCILASO DE LA VEGA

LOS QUE HABLAN EN ELLA

El rey D. Fernando. Martín Fernández. Tarfe.


Moros.
Celimo.
La reina D. a Isabel. Conde de Cabra.
Doña Ana. Garcilaso de la Vega. Alifa, mora.
Damas. Dos ó tres moros.
Doña Juana. Tres soldados.
El Gran Capitán. Un portugués. Y moros músicos.

Hernando del Pulgar. Algunos moros.

Y que el honor romano solicite;


JORNADA PRIMERA.
Y puesto que se precie Babilonia
De los muros del Lago de Alfaquite (i),

Y tú con cera y lienzo los recibas,


Salen el Conde de Cabra y el Gran Capitán, Aunque le pese al tiempo, inmortal vivas.
y D. Martín Fernández.
MARTÍN.
Sin que tengas de Troya inciertas calles,
CONDE. Ni de Atenas heroica escuelas ciertas,
Santa ciudad, que el santo nombre toma Ni, como Roma, montes tengas, valles,

De nuestra santa fe tu intento santo, Ni, cual Venecia, tengas casas, puertas;
halles,
Y ya de un Rey que el mundo oprime y doma, Sin que oro en ti, como en las Indias,
honren sus cien puertas,
De Europa claro honor, de África espanto; Ni, como Tebas, te
Opuesta al gran cultor del vil Mahoma, Cual Milán armas, cual Sevilla olivas,
Que la sangre española infama tanto, Aunque le pese al tiempo, inmortal vivas.
CONDE.
Pues ya de orgullo su arrogancia privas,
Aunque le pese al tiempo, inmortal vivas. Oh famoso don Gonzalo!
¡

capitán.
nombre de Colonia, id en edición de Valencia, 1605. En la de
Si aqueste antiguo \s¡ la

tiempo no permite n 1619:


Ciudad ilustre, el
,

Que traiga origen de la gente Ausonia, De los muros de Lago, de Alfaquite


OBRAS DE LOPE DE VEGA.

I \\. Murió en Loja peleando,


¡Oh Conde de Cabra ilustre, Que fué el valiente Girón,
Que al mejor del mundo igualo! Viejo en valor, mozo en años.
CONDE. Aquélla de grana es vuestra,
En vos valor ilustre,
el Valeroso don Gonzalo
A vuestras obras señalo. De Córdova y de Fernández,
MARTÍN. Primos, parientes, cuñados.
¡Oh caballeros famosos, Así van los apellidos
Á quien los siglos dichosos Mendozas, del Infantado,
Del Cid santo ponen fin! Toledos, de Albas de Tormes,
CAPITÁN. Y de Burgos los Vélaseos.
¡Oh valiente don Martin, De Valladolid la rica,
Que hacéis los nuestros gloriosos? Mil soberbios castellanos,
¿Qué os parece la ciudad? Que por no cuento
ser tantos,
MARTÍN. Sus dejando
apellidos,
Digna del nombre que tiene, A la fama de sus hechos,
Por quien le da calidad. También de su nombre el cargo.
CONDE. No hay señor que aquí no tenga,
Todo el cielo en sí contiene Y en la tienda y en el campo,
Su pequeña cantidad; Cada uno su divisa,
Que abarca todo.
la fe lo Todas de colores varios,
CAPITÁN. Verdes, azules, pajizos,
Pues Santa Fe, de este modo, Con leones á los lados,
Contiene la tierra y cielo. Con castillos y calderas,
CONDE. Torres, flor de lises, manos.

Así declara el celo


lo Y por estas y otras cosas
De nuestro invencible godo. Promete el Rey, y ha jurado,
Este nombre, y la esperanza, Que ha de comer uno á uno
Gran Capitán que en vos,
tiene, De ti, Granada, los granos,
Nos da justa confianza Ya le abrase el Julio ardiente,
Que entre nosotros no viene Ya hiele el frío Marzo,
le

Tal valor, espada y lanza. Sin desnudar el vestido,


Y quiero en vuestra presencia, Al hielo y calor templado.
Señor, si me dais licencia, Arde el muro con las luces,
Decir cómo se alojaron Fuegos, velas, teas, hachas (i),

Los que á la empresa llegaron. Campanas y chirimías,


CAPITÁN. Trompetas, pífanos, canto.
Ya os escucho. Asómanse á las almenas
CONDE. De Granada, por mil cabos,
Dadme audiencia. Los asombrados moriscos,
Cercada está Santa Fe Viejos mancebos, muchachos.
De mucho lienzo encerado, Los viejos temen la muerte,
Y alrededor muchas tiendas Los mancebos ser esclavos;
De terciopelo y damasco. Los muchachos, viendo aquesto,
En la más alta de todas, Van á las madres rolando,
De brocado de tres altos, Y ellas, viendo el gran estruendo,
De atadas flechas y yugos No pudiendo remediarlo,
Y de coyundas bordados, Quisieran abrir sus vientres
Se alojan los nobles Reyes Y allá quisieran tornarlos.
Doña Isabel y Fernando, ¡Ah! Permita el santo cielo
Y luego la demás gente Llegue el día en que veamos
Por varias tiendas del campo. Poner, Granada, en tu Alhambra
Aquella cruz que está allí, La cruz del pendón cristiano.
Con aquel pendón en cuadro, CAPITÁN.
Es del Cardenal famoso, Por la relación os doy,
Del Pereiro antes llamado. Conde, los brazos.
La otra, más adelante, CONDE.
Con trabas á los lados,
las Yo soy
Ha sido de un valiente hombre- Muy vuestro amigo.
Por su persona y sus manos.
Este fué un gran caballero; (:) Falta la asonancia.
233
EL CERCO DE SANTA FE.

CARCILASO.
CAPITÁN.
Sí, señora,
Seréis
Y de Bohorques, que ahora
Mi capitán.
A su gran noble apellido
Salen la Reina y damas, y Hernando del
Pulgar Le da el suyo esclarecido
y Garcilaso. En cuanto el sol mide y dora
REINA.
REINA.
Al que así en aquesta empresa
Ya tendréis
desde hoy. Va mostrando su valor,
Casa en que vivir
CONDE. Doy mi favor, porque cesa
La virtud sin el honor,
La Reina y damas.
REINA,
Y con él vivir confiesa,
Porque es del, y él de ella es diño;
Que al fin
Y así, á premiallos me inclino.
De tanta empresa, el fin PULGAR.
Adonde asistan tendrán.
¿Quién, señora, como vos?
¡Oh Conde! |Oh Gran Capitán!
Que por bien de España, Dios
¡Oh valiente don Martín!
Dotó de ingenio divino.
¿Que os parece Santa Fe? REINA.
CAPITÁN.
El muro quisiera ver;
Que aquí la vuestra se ve
Vamos así paso á paso.
Y la del Rey mi señor,
PULGAR.
Y se ha de ver el valor^
No os canséis.
De quien á su lado esté. REINA.
Hoy, por ser el primer día, Iré á placer.
Os prometo alguna hazaña.
CONDE. Reina y Pulgar, y quédanse las damas
Vanse la
Yo, Reina y señora mía, y Garcilaso.
Pienso correr la campaña ANA.
Desde el alba al mediodía.
MARTÍN. ¿Estáis mejor, Garcilaso?
GARCILASO.
Y yo pienso acompañallos.
CAPITÁN. Mejor, señora, que ayer.
ANA.
Pues alto. Dennos caballos.
REINA. ¿No fué nada aquel dolor?
GARCILASO.
Pues yo prometo tres joyas.
PULGAR. Todo, con vuestro favor,
Se desvanece y destierra.
Irán á ganar mil Troyas,
JUANA.
Si así pretendes honrallos. la guerra,
CAPITÁN. Parece mucho en
Que pueda (1) andar tierno
amor.
Danos á todos tus pies.
GARCILASO.
REINA.
Y tiernos pueden andar.
Los brazos os quiero dar.
JUANA.
CONDE.
Los placeres y los gustos
iQué valor! García, mezclar.
MARTÍN. Se pueden,
GARCILASO.
Del cielo es.
Sí, que al contento,
disgustos
CAPITÁN.
Le suelen acompañar.
Puede el mundo gobernar. ANA.
REINA.
Bastante disculpa ofrece.
Partid, y habladme después.
GARCILASO.
Vanse los tres. Otra hay más, que es amar yo
A quien tan bien lo agradece.
JUANA.
Poco ha que conocí
Eso al extremo llegó.
De este Martín el valor.
CAKCILASO.
PULGAR.
se muestra aquí, Por eso amor me enriquece.
No poco JUANA.
Deseoso del favor
Suplicóos que no os canséis;
Que ha merecido de ti.

REINA.
rmde. en la edición de Milán.
¿Es Fernando? 1 1 )

30
234 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Hágase lo que queréis. soldado I.°

ANA. Pica.

Creo, por lo que me abraso, PULGAR.


Que me debe Garcilaso Pues dime, ¿qué terciopelo
Todo el favor que le hacéis, Más verde á su gusto aplica,
Pues que arrojóme por vos. Que esta sobremesa rica
JUANA. Que labra en el campo el cielo?
¿Estáis celosa de mí? soldado 2.°

ANA. Más á diez.


¿Yo celosa? SOLDADO I.°
GARCILASO. Reparo y digo,
¡Bien, por Dios! ¡Por el sepulcro sagrado
¿No basta que esté yo aquí, De San Vicente
Señoras, entre las dos? REINA.
ANA. ¡Oh enemigo! (i).

Y
aun porque estar confeséis ¡El sepulcro habéis jurado;
Entre las dos, me ofendéis, No os iréis vos sin castigo!

Que en una habéis de estar sólo, SOLDADO I

Como está en el cielo Apolo |La Reina!


Y como un alma tenéis. REINA.
Una sola, una requiere; Ven acá; di,
Alma no ha de ser partida, ¿Sabes quién fué San Vicente
Porque partida se muere. De Avila?
GARCILASO. SOLDADO I.°

Vuestra es el alma y la vida, Señora, sí.

Una os busca y otra os quiere. REINA.


Nunca la satisfacción ¿Quién fué?
En el amor fué discreta; SOLDADO I.°

Pero vos tenéis razón, Un


mártir excelente,
Porque un alma tan perfeta Que está sepultado allí.
Confirma vuestra opinión. En Castilla es uso agora
Jurarle.
Salen dos soldados.
REINA.

soldado i Pues que se pierda.
Tiende ahí. Llama al capitán.
soldado 2.° SOLDADO i.°
Ya tiendo; jueguen, Señora
Y allá jueguen los Guzmanes
REINA.
Que quieren que hombre les ruegue;
Denle dos tratos de cuerda.
Crujan allá tafetanes.
¡Plegué á Dios PULGAR.
soldado i .° Ya, Reina, sus culpas llora;
Tiende ese pliegue. Él jura de no jurar.

soldado 2.° SOLDADO i

¿El qué? ¡Juro Por Dios, esta cruz y vos,


soldado i.° De no jurar ni jugar.
El de la capa. REINA.

Salen la Reina y Hernando del Pulgar.


Y ¿ahora no?
SOLDADO I.°
REINA. ¡No, por Dios!
¿Juegan éstos? PULGAR.
PULGAR. Aqueso nunca acabar,
es
¿No lo ves? Id en buen hora, soldado,
Después, quien primero escapa Y mirad cómo juráis.
Son tus espaldas y pies REINA.
A buscar tierra del Papa (i). ¿El soldado que es honrado
REINA. Ha de jurar?
Y ¿en el suelo juegan? PULGAR.
Qué, ¿no os vais?
(i) Parece que estos tres versos no debían estar
en boca de Pulgar, sino de uno de los jugadores. (i) Este verso es largo.
.

EL CERCO L>E SANTA FE. 235

re:
SOLDADO I.°
A eso salí.
,Vive Dios, que no he jurado!
PULGAR.
PULGAR.
Vuestra rara discreción,
Acaba ya, si queréis.
Que ha dado á nuestra nación
SOLDADO .° 1

no jurar digo! Tanta luz, hoy ha de dar,


¡Por Dios, de
PULGAR. Con nuevo arte militar,
Nuevo ejemplo de opinión.
Muy buen recado tenéis.
Sale un soldado solo.
Vasc.
\DO.
REINA.
Con tal desdicha y pobreza,
Y qué, ¿no ha de haber castigo
el jurar remediéis?
¿En qué menos podré dar?
Con que GARCILA
Y esto del sepulcro santo Mirad que está aquí Su Alteza.
Que en Castilla juran tanto, REINA.
Tengo de avisar al Rey,
¿Dónde vais?
Porque se vede por ley SOLDADO.
Para castigo y espanto.
Voy á cortar
Salen dos soldados con una mujer. De un moro cuello y cabeza.
.° REINA.
soldado I
¿Solo y sin orden?
¿Ya no se sabe que es mía? SOLDADO.
¿Para qué es toldo con yo, No tengo
Que no sufro cuartería?
Otra cosa que comer;
SOLDADO 2.°
,Mirad si con orden vengo!
¿De oferta garla?
SOLDADO I
.° Y sé que he de perecer
Pues ¿no? Si en Santa Fe me entretengo.
Y ¡por Dios,que he peleado
Soy yo todo valentía.
SOLDADO 2.° En Loja, Córdoba y Baza,
El gusto de la mujer
Y mil heridas me han dado,
De que pudiera hacer plaza
Dirá lo que hemos de hacer:
Si paga el Rey aplazadol
Que escojas no más aguardo. REINA.
MUJER.
Creo que pagarte puedo;
¿Quién será mi Mandricardo?
Que soy del Rey tesorera.
SOLDADO I.°
SOLDADO.
Yo, digo.
SOLDADO 2.°
,Mandarásme matar fuera?
REINA.
Yo lo he de ser.
.° Que no haré; estáte quedo.
SOLDADO I

Alto: remítase esto


Toma este anillo, y por él

Dirás á tu capitán
A término más honesto.
Te dé diez pagas.
fLa Reina, que el Real visita!
SOLDADO.
SOLDADO 2.°
Si en él
Dame mi bastón, mocita;
Prendas de tu mano están,
Tomad el camino presto.
REINA.
Mejor será honrarme de él.
|Por vida del Reyl
No quiero comer, ni quiero
PULGAR. Otra cosa; mas espero
Señora, Pagártelo en diez cabezas

No mires á su bajeza.
De moros, ó vuelto en piezas,
Morir lidiando el primero.
REINA.
REINA.
¡Sacar espadas agora!
Diez me darás.
¿No fuera más gentileza SOLDADO.
Contra esa canalla mora? Diez sin falta.
PULGAR.
REINA.
Idos, soldados, de aquí;
Pues alto: el anillo es tuyo;
Y vos, mujercilla, andad. Con sangre alarbe lo esmalta.
Sipor el Real va ansí, SOLDADO
Verá Vuestra Majestad
Basta; no dirán que huyo,
Mil cosas.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
236

alta. Celimo, que moriría,


Reina valerosa y
PULGAR. Y dónde estaba esta mano,
ansí (i) á los flacos animes! Y
que sería con celo
iQue
Y gana de defender
¡Que ansí sus hechos estimes!
REINA. La más hermosa mujer
premio, el más ruin Que había ahora en el suelo.
Con honra y Parecióme disparate
Viene á ser un paladín.
PULGAR. Que agora en el suelo esté
Mujer que ocasión me dé
Tal valor y alma le imprimes.
REINA. Para que nadie me mate.

Éste hará un hecho famoso,


Y ansí, enfadado de vello,
Con ánimo y corazón,
De mi valor ayudado. Entre una y otra razón
Seguéle la voz y el cuello.
Dicen desde adentro:
CELIMO.
Tú has muerto al moro más sabio
¡Bizarro moro, furioso!
Que jamás Granada tuvo.
¡Qué atrevido, qué esforzado, TARFE.
Qué gentil caballo hermoso! Si lo fué, ¿cómo no estuvo
PULGAR.
Prevenido de su agravio?
Sin duda, aquella^ algazara CELIMO.
Es que alguno desafía. Mañana ensillomi overo,
REINA.
que han dicho repara.
Y salgo á correr la vega.
En lo TARFE.
PULGAR.
Reina mía, Esta gente loca y ciega,
Ya lo entiendo,
¿Sabe que soy Tarfe el fiero?
Y se me ha visto en la cara.
¿Piensa acaso ese su Conde
Subios donde le veáis
Que ellos llaman de Tendilla,
Mientras salgo.
REINA.
Que Alhama, una pobre villa,
Voy. Sus riquezas corresponde?
Estaba el Mendoza en ella,
PULGAR.
Si vais, Y derribárnosle un muro,
Seguro está el fin del caso. Y él, por estar más seguro
REINA. Y que no le echasen de ella,
Hizo pintar lienzos viejos
Vamos señor Garcilaso;
,
Con sus puertas y ladrillos,
Qué haréis, si agora calláis?
i
Y puestos en los portillos,
Celimo, moros. Los engañó desde lejos;
Éntranse todos y salen Tarfe y,

Y viéndolos alterados
CELIMO. Y que pagalles no pueda,
Hizo de papel moneda
Envaina el alfanje.
TARFE. Y dio paga á sus soldados.
CELIMO.
Creo
honrada, Astutos son por extremo!
Que no he hecho cosa 1

Guárdete Alá, barbacana,


Después que me ciño espada,
De estratagema cristiana.
Sino la que ves y veo. TARFE.
el filo es duro,
Y el brazo y
Esto de estos lienzos temo;
Y tiernos los nervios de ella;
Porque nunca estos Ulises
Que entiendo que di con ella
Sin causa mueven un pelo.
Desa otra parte del muro. CELIMO.
CELIMO.
¿Que aún no está seguro el cielo
Él echó buena jornada.
TARFE.
De que sus plantas no pises?
suma, Alifa viene.
Al que es buen letrado, en
No han de embotalle la pluma
Sale Alifa, mora.
Los aceros de la espada.
A las manos de un cristiano TARFE.
De poca edad, me decía,
¡Oh Mahoma!
¿De quién vienes triste, ó quién
edición de 1605:
(i) Ansí, dice constantemente la Puso en el rostro desdén,
ax;' la de 1619.
; ,

'17
EL CERCO DE SANTA FL.

toma? No en el arzón,
trujerc
De quien el cielo le
Que no obligue á mi pasión (i;
¿Qué es esto, señora mía?
ALIFA.
Mis penas ni mis proezas.
Que jamás en baile ó zambra
¿Es bueno que tres cristianos,
Salgas á bailar conmigo;
Con las lenguas en las manos, Que me mi enemigo
afrente
Infamen tu cobardía?
sobre ese muro A y en la zambra.
tus ojos,
Yo estaba Que me mate un vil cristiano
Cuando arre-meter los vi;
Por una mujer del cielo,
Que aún pienso que no creí Como lo dijo el mal celo
Que estaba en lugar seguro. Del viejo astrólogo Ardano.
«Cabra y Córdoba», feroces
Que no tenga sepultura
Dijeron los dos primeros;
En Granada, y me la dé
«Bohorqucs», dijo el tercero,
El campo de Santa Fe,
Y todos tres á tres voces. Como el cristiano procura.
Al fin tanto arremetieron,
Que diga de mí la fama
Que tres lanzas que tiraron, Que huyendo me dieron muerte,
Casas y muros pasaron,
Y que no merezca verte
Y en Bibarrambla cayeron. Viva el alma que te ama.
TAKFE.
¡Hola! Ensillen mi alazán,
¡Santo Alá! ¿Qué hasta Granada
No se me vayan por pies:
Llegaron?
ALIFA.
Aguárdame, cordobés
Y lo vi yo.
Que llaman Gran Capitán;
~
TARFE. Y tú, Cabra, espera un poco,
lanza en Granada entró? Que andas por riscos al fin
¿Que
ALIFA. Y no me huyas, Martín,
espada! Que así se castiga un loco.
¡Plegué Alá no entre su
TARFE. Vase Tarfe.
|A pesar del Alcorán! CELIMO.
¿Qué tal agravio consiento?
Furioso va: ¿con qué causa
Mas si los tres fueran ciento,
Le has provocado á tal furia?
Hoy ciento y tres morirán. ALIFA.
Yo los conozco y señalo, que tu amor me injuria
Por lo
Alifa mía, los tres:
El Conde de Cabra es,
Y tu deseo me causa;
Que puesto en esta ocasión
Y el capitán don Gonzalo; Hoy la muerte le darán
Martín Fernández aquel
El Conde y el Capitán,
Que el tercero dio la voz,
Hombre valiente y feroz Luz del cristiano pendón.
CELIMO.
Y que me he visto con él. Luego ¿tú deseas su muerte?
Hora bien ¿qué me darás
,
ALIFA.
Por aquellas tres cabezas?
porque deseo tu vida,
ALIFA. Sí,
De quien es aborrecida
¿Qué menos que tus proezas
Ouien te adora de esta suerte.
Granada envidió jamás? ~
¡Ah, Celimo! ¿Qué rigor
Escoge de cuantas prendas
Te obliga que así me trates?
Puede darte un casto amor. CELIMO.
TARFE.
cinta de favor,
¿Ya tenemos disparates?
Una ALIFA.
Porque tenga amor dos vendas.
ALIFA. Son hijos de un loco amor.
CELIMO.
Pues toma, Tarfe valiente;
guerra y armas,
En tiempo de
Que si las traes yo te juro
,
Marte nos gobierna,
Cuando
Que no escriba en mármol duro
La fama el hecho presente,
Sino en el alma, do estampo de Valencia, y parece mejor
(i) Así en la edición
Ese invencible favor.
lección que la de
TARFE.
Que no obligues á mi pasión,
Hoy, de Aquiles el furor
edición de
Corre de la vega el campo. que trae, con quebranto del verso, la

Milán.
Si todas las tres cabe/as
=38 OURAS DE LOPE DE VEGA.

¿Con esa blandura tierna ALIFA.


De mi valor me desarmas? Quien nos sigue
Cuando está el león Fernando CELIMO.
Con sus hijos siempre invitos, Viento alcanza.
Dando en esa vega gritos ALIFA.
Y á Granada amenazando; Quien nos ama
Cuando asienta su real, CELIMO.
Á pesar de nuestros ojos, Anda perdido.
Donde ellos ven sus despojos ALIFA.
Y nosotros nuestro mal; <Tú querrás?
Cuando en su tienda miramos CELIMO.
Tanto castillo y león, Bien ando así.

Con más cruzado pendón ALIFA.


Que una selva tiene ramos; ¿Tan libre?
Y
cual si toscos alcorques, CELIMO.
Y no borceguíes, calzara, Nacílo yo.
Escucho de su algazara ALIFA.
Córdoba, Cabra y Bohorques, ¿Que no me has de querer?
¿Quieres que trate de amor, CELIMO.
Y más con mujer de amigo? No.
ALIFA. ALIFA.
¿Yo su mujer? ¿Y que me aborreces ?
CELIMO. CELIMO.
Mujer digo, Sí.

Pues mayor.
te la tiene ALIFA.
No permitas que le mate Pues Mahoma te maldiga;
El cristiano, que no es justo, Que del la venganza espero.
Pues que por sólo tu gusto CELIMO.
Se ha calzado el acicate. Mientras á ninguna quiero,
Espérale vencedor, No hay remedio que me obliga.
Gozoso de sus proezas,
Y de aquellas tres cabezas Vase Alifa, y salen tres ó cuatro moros.
'
Hará lo que el cazador.
Porque no es justo querer ARDAYN.
Que quiera tan animoso, Celimo dirá del. ¡Oh gran Celimo!
Elmoro más valeroso, CELIMO.
La más ingrata mujer. jOh valeroso Ardayn, Leocán valiente,
ALIFA. Muzarque fuerte, bélico Cártamo!
Vuelve el rostro. ¿A quién buscáis?
CELIMO. ARDAYN.
¿Qué me quieres? A Tarfe, como amparo
ALIFA. Y defensor de nuestra amada patria.
Resuélvete. CELIMO.
CELIMO. Pues ¿hay algo de nuevo?
Ya lo estoy. ARDAYN.
ALIFA. ¿Qué más quieres
¡Celimo! Que el peligro tan grande que se espera
CELIMO. De la soberbia gente castellana
De mármol
soy. Contra nuestra Granada, pues entienden
ALIFA. Que no falta otra cosa sino darnos
¿Sabes quién soy? Aquella falsa fe que llaman santa?
CELIMO. CELIMO.
Mujer eres. Que sea Tarfe vuestro amparo, es justo;
ALIFA. Pero que así temáis, no me parece,
¿Qué es mujer? Porque él está contento y satisfecho
CELIMO. De que se hayan venido á nuestras manos,
Mujer, olvido. Como en redil de cuerda los corderos;
ALIFA. Que esto el lienzo del cerco significa.
¿Eso no más? Salió agora de aquí por un portillo,
CELIMO. Prometiéndole á Alifa tres cabezas
Y mudanza. Que pueden ser del Gedeón de España.
EL CERCO DE SANTA FE. = 39

A su propio natural.
portugués.
¿Eran, acaso, de aquel fraile fuerte
Eso non, que es zumberisa;
Que trae la cruz pintada en la capilla,
Que siendo portugués, basta,
O de aquel caballero Fernán Gómez,
Que chega su esforzó fasta
Y de Pedro de ZÜñiga la otra?
Os ceos que Hércules pisa;
Porque estos tres yo sé que corren juntos
Que nunca rey de cristaos
Y nos dividen nuestra vega y campo. Chegara á Granada así,
LI-I.IMO.
Si él non tuviera allí
No son sino otros tres más valerosos;
Portugueses por hirmaos.
Pero desdicha es grande, y gran desdicha, SOLDADO i.°
Que estemos tan cobardes y encogidos, Pues ¿qué han hecho en la conquista
Que ya no haya cristiano que no clave
De Granada?
A las puertas el hierro de su lanza. PORTUGI
CÁRTAMO.
Feitos tales,
Eso nace de haber sentido mi
Que á os de Aquiles son iguales;
En nuestros corazones, lenguas y ánimo: Mas la ambeja ya está vista.
Óyense ya las voces de los niños,
Non cuidéis que son engaños:
El llanto de los viejos y mujeres,
Decir vos los feitos minos,
Y así se atreven tanto los cristianos;
caballos, por ventura, hubiera,
Que heu he morto más moriños
Que si
Desempedrando las vacías calles,
Que ten días milhos años.
muro. Pero si las cosas ten,
Por ventura no osaran ver el
MUZARQUE. Prueba he valor por fe,
Faced lo que yo faré.
Quiéroos dar un consejo para todos,
soldado 2.°
Porque los viejos, cuando no en las armas,
¿Qué habéis de hacer?
Aprovechan mejor en los consejos:
PORTUGUÉS.
Porque entienda Granada que no estamos Decís bien.
Medrosos y encogidos con el cerco. que fazo.
Ollay, ollay lo
Salgamos á la plaza en diez cuadrillas,
Y cinco á cinco jugaremos cañas; Vase.
Entenderán en esto el gran desprecio
Que hacemos del cristiano rey Fernando, soldado i.°
Pues que hacemos fiesta cuando entienden
tememos su cuchillo. Acercándose va al muro.
Que nosotros
SOLDADO 2.°
ARDAYN.
Está loco.
¡Por Alá, que eres sabio é industrioso!
SOLDADO I.°
Siempre en guerra vencen los ardides:
la
allá en su Alhambra;
Eso te juro.
Estése el Rey ocioso
á Granada.
SOLDADO 2.°
Que aquí defenderemos
CELIM". ¡Bravo valor!
SOLDADO I."
No sé si es buen acuerdo el que seguimos
¡Fuerte brazo!
No estando Tarfe aquí.
SOLDADO 2.°
ARDAYN.
Que tú eres Tarfe Acercándose va á él.
SOLDADO I .°
Y el mundo todo: vamos, gran Celimo.
CELIMO. Si salen, no queda vivo.
SOLDADO 2.°
Vamos, que sólo vuestro gusto estimo.
Será á lo menos cautivo,
Vanse todos, y salen un portugués Si no es el moro cruel.
y dos soldados. A las puertas llega ya:
PORTUGUÉS. (Temerario atrevimiento!
Non motejéis, castellanos,
daga.
Sale el portugués con un rótulo en la
Os portugueses así.
SOLDADO I.°
PORTUG'
Afrentáisnos tanto aquí,
Qne hemos menester las manos. Valeroso pensamento,
PORTUGUÉS. Aquí os testigos dexa.
Vos cuidáis que Portugal Fica vos rótulo aquí
Non engendra Viríatos, Para alumbrar mi fazaña.
SOLDADO I."
SOLDADO 2.°
Ello ha sido cosa extraña.
Siempre hay algunos ingratos
240 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

PORTUGUÉS. Tira su armada ballesta.


Mas ¿qué mucho que presumas
Voyme: ninguen ven tras mí.
Levantarte como espero,
Agora verá o real
Si son las flechas de acero,
Si ésta es fazaña ó novela:
Inda que pese a Castela, Y son de papel las plumas?
¡Rótulos de desafío
¡Vítor, vítor, Portugal!
Y de arrogancias cristianas!
Vase. Puertas, pues ya sois ventanas,
Mirad vuestro agravio y mío.
SOLDADO 2.° Sacaros mi brazo intenta,
¡Por Dios que ha andado atrevido,
,
Porque dagas enclavadas
Y que es hecho muy honrado! Estén á mis pies postradas,
Y el dueño que me hizo afrenta.
Sale D. Martín Fernández con otro rótulo en la
daga. ¡Ah, Granada, ya te humillas!
Presto pienso que te acabes;
MARTÍN. Que cuando barrenan naves,
¿Que portugués ha llegado
el Debe de ser para hundillas.
Donde tantos no han podido? ¡Ah, qué mal hizo mi mano
Quiero ver si contradice En sacar estos aceros;
Á mi honor en cosa alguna; Que por estos agujeros
Él tiene buena fortuna; Se podrá entrar el cristiano!

Este rótulo así dice:


«Aquí chegó Basco Figueiro.» Suenan de dentro cascabeles y tambor, y hablan
los moros desde dentro.
Confieso que ha sido hazaña
Memorable y de renombre;
Pero yo quitaré el nombre, Pero ¿qué ruido es éste?
Que es casi afrentar á España. Mahoma, ¿cañas no son?
Más adelante pondré:
Adentro:
«Aquí Basco no llegó»;
Pero sospecho que yo Corre, Celimo, al balcón.
Menos bien de esto saldré. TARFE.
El mundo viene tras mí: ¡Alá su favor me preste!
Moros en la vega espero.
Adentro:
Vase.
Á la ventana de Alifa,
SOLDADO l.° Pues que Zaida la acompaña:
Sobre el rótulo primero ¡Por Dios, que di con la caña
Puso Martín otro allí. En medio de la alcatifa!
Él es valeroso hidalgo; TARFE.
Cañas juegan: ¡estoy loco!
Vamos á contarlo.
SOLDADO 2.° más tierno
¿Si aquel cristiano
Ven. Me ha muerto, y voy al infierno
Caminando poco á poco?
Vanse todos, y sale Tarfe lleno el rostro de sangre Pero no, porque á mi cuenta
y la espada en la mano. Este agravio se tomó,
Porque un hombre como yo
TARFE. No sufriera tal afrenta.
No sé si he salido bien,
Aunque con la empresa salgo. Adentro:
Peleé con diez cristianos
Solo, por el santo Alá: Dame ese overo, Aliatar;
¡Cerrada la puerta está! Muestra esa caña, Celín.
¡Oh, cobardes ciudadanos! TARFE.
Mas ¿qué es esto que está en ella? Cañas juegan. ¿A qué fin
Dagas de cristianos son, Se pueden cañas jugar?
Que han llegado en ocasión
Que Tarfe no estaba en ella. Salen los moros todos.
¡No fuera, Granada, esta
Tu puerta, y llave esta mano! ARDAYN.
Ya eres blanco do el cristiano Por aquí á la plaza vamos.
EL CERCO DE SANTA IX.
241

MUZARQUE. En el mundo eternamente!


A ellos, fuerte Mendoza
Mejor á Bibataubín. i

TARFE. Y valerosos Toledos,

Canalla loca y ruin,


Que ya en sus cobardes miedos
Gloria España y triunfos goza!
¿Que hacéis?
ARDAYN. ¡Nobles Girones, á ellos!

Cañas jugamos. Don Fernando viene a<¡uí.

TARFE.
Entra D. Fernando del Pulgar.
Moros infames, españoles moros,
Que no africanos y de noble casta, PULGAS.
¿Agora cañas y en plaza loros,
la

Cuando el cristiano vibra espada y asta?


( 1 )
De mi orden excedí
muros tesoros Por irme cebando en ellos,
Agora, cuando y
Garcilaso.
El rey Fernando y sus contrarios gasta,
GARCILASO.
¿A plaza salís con añafiles,
la
Hernando ilustre,
Llenos de plumas y de tocas viles?
Por la orden que tenía
Agora, cuando veis mi cara y barba
Llena de sangre, ¿osáis ceñir la vuestra
Me quedé atrás este día,
De mucha seda, y en espesa parva De España valor ilustre.
PULGAR.
Huyendo, obscurecéis la gloria nuestra?
Por lo mismo vengo yo.
¿Posible es que en el pecho no os escarba
¡XILASO.
Aquel valor de la invencible diestra
¡Que aqueste Tarfe atrevido
De aquel gallardo Muza, que á Rodrigo
de Jerez castigo? Hasta Santa Fe lo ha sido I

Le dio en los campos


PULGAR.
¿Qué locura es aquesta no pensada,
Sin fe á Santa Fe llegó;
Cobardes, aunque hidalgos ciudadanos?
Vergüenza es hacer tan poco,
¿Cómo ha de conservarse esta Granada
Si así le faltan sus mejores granos?
Y que éste se vuelva así.
Volved á Santa Fe la asta y la espada, sale luego.
Habla la Reina desde dentro y
Atemorizad soberbios los cristianos (2);
Seguidme todos, y decid: ¡Mahomal
REINA.
TODOS.
¿Este fué orden que os di?
el
¡Mahoma!
TARFE. Deteneos, escuadrón loco.
Si para tener la espada
Ése os ayude.
TODOS. Mi bando y orden no os fuerza,
El pendón toma. Habré de llegar por fuerza
Hasta el muro de Granada.
PULGAR.
Tente, señora; ¿dó vas?
REINA.
A tener ese escuadrón.
PULGAR.
JORNADA SEGUNDA. Sosegad corazón:
el

Ya todos vuelven atrás.


REINA.
¿Cómo atrás?
y sale Garcilaso solo.
PULGAR.
Empiézase con una batalla ,

No digo huyendo,
GARCTLASO. Sino con honra y victoria;
|Á ellos, Martín famoso,
Que por vuestro honor y gloria,
Española y noble espada, Isabel vienen diciendo.

Que ya conoce Granada Salen todos los cristianos.


Vuestro pecho valeroso!
TODOS.
¡A ellos,Conde valiente,
¡Isabel, Isabel viva!
Cárdenas fuerte y Guzmán,
KI !N a.
Cuyos hechos vivirán
Y el Rey, mi señor, también.
;án.
Vimbra dice un las antiguas ediciones, pero
(1)
el
Todos hecho bien;
lo habéis
verbo vimbrar no se consigna en nuestros léxicos. Vuestro nombre el tiempo escriba.
{i\ A este verso le sobra una silaba.
;

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


242
CAPITÁN.
REINA.
caudillo. Por eso callé su nombre.
Notable es este MARTÍN.
PULGAR.
Y ¿no sabremos el nombre
Es Tarfe un moro
valiente,
de su gente, Que estaba en tercer lugar?
El amparo CAPITÁN.
cuchillo;
Y de los nuestros Parece que ya sabéis,
va tan bien herido,
Pero él Martín, que sois vos.
Buen don
Que no volverá tan presto, MARTÍN.
Aunque también es en esto Luego ¿soy yo?
Dichoso como atrevido. CAPITÁN.
capitán.
¡Sí, por Dios!
he sabido de un moro,
Hoy MARTÍN.
Que ayer venía tan fuerte, ¡Oh perro, y vida tenéis!
Cuando escapó de la muerte REINA.
plaza el toro,
Como de
""
la
¡Por mi vida, don Martín,
Que á una mora prometió
hombres; Que no salgáis del reall
Tres cabezas de tres MARTÍN.
los nombres,
De los dos callo Vuestro mandato Real
Pero el tercero soy yo.
REINA. Se ha de obedecer en fin
¡Bizarro prometimiento!
Y sabe Dios si vos sola
Pudiérades detenerme.
Ufana debe de estar; REINA.
Pero no podrá lograr de hacerme,
Un servicio habéis
Su arrogante pensamiento. Flor de la hidalguía española;
¿No sabemos quién han sido
A mi tienda acudiréis.
Tan odiosos á esa dama? MARTÍN.
CONDE.
Yo haré lo que mandáis.
Pues no es mengua de su fama,
REINA.
Que digáis quién son os pido. ¡Qué mal obediente estáis!
CAPITÁN.
CAPITÁN.
Callaba por no obligaros,
Mal enojado le habéis.
•Conde; que vos sois el uno. REINA.
CONDE.
valor ninguno. Hoy, don Gonzalo, he tenido
No fué por
CAPITÁN.
Nuevas del Rey mi señor.
CAPITÁN.
Yo no pretendo alabaros;
¿Vendrá presto?
Mas creed que si la fama REINA.
No estuviera á vuestros pies, El gran rigor
No fuérades de los tres ha detenido.
Del tiempo le
Que á Tarfe pide su dama. CAPITÁN.
CONDE.
¿Su Majestad está bueno?
Hora bien: Tarfe promete REINA.
Mi cabeza, ¿no es así? Bueno me dicen que está.
CAPITÁN.
MARTÍN.
Así del moro lo oí,
¡Que mi cabeza anda ya
siete.
Y otras tres, y aun otras
CONDE. De mora en mora al sereno!

arrogancia brava Pues yo os haré de un morillo,


Pues por su
Que conozcáis á Martín.
Yo os prometo á vos, señora, REINA.
La misma mora que adora, ¿Entróse por cerco al fin

Para que os sirva de esclava.
REINA.
Ese rebelde castillo?
CAPITÁN.
Pues ¿cómo, si está guardada
Yo sospecho que costó
Que nadie la puede ver? Gran gente la arremetida.
CONDE.
MARTÍN.
Ahora yo quiero saber
¡Que allá prometan mi vida,
En qué parte está encerrada. Y acá esté durmiendo yo!
Vase el Conde. REINA.
¿Qué orden se ha de tener
REINA.
Conde intentar? Del Rey, en su ausencia y mía?
¿Qué querrá el
;

243
EL CERCO DE SANTA FE.

MARTÍN. Para no morir, señora,


Con tal cargo de conciencia:
¡Mi cabeza le ofrecía!
Veslo ahí.
Sábado debía de ser.
REINA.
CAPITÁN.
|Bravo soldado!
No permitáis, gran señora,
GARCILASO.
Hacer ausencia de aquí.
Tal, que afrenta nuestro miedo.
MARTÍN.
REINA.
¡Mi vida ofrecéis ansí?
¿De dónde eres?
No viviréis vos un hora. solí
REINA.
Gonzalo,
De Toledo.
Donde vos estáis,
REINA.
Que en lugar del Rey os dejo,
consejo, ¿Cómo te llamas?
Que á Néstor en el
SOLDADO.
Y en armas á Héctor igualo, Hurtado.
Aún no hará falta Su Alteza. REINA.
MARTÍN".
No habrás hurtado á la fama
¡Que este moro de ruin fama
El nombre, Hurtado famoso,
Dé en requebrar á su dama Antes, heroico y glorioso,
A costa de mi cabeza' Muy de justicia te llama,
CAPITÁN".
De ese favor era diño
Y no sus nombres impropios;
Que más quisiera soldados
Un Torcuato y un Cipión. Una docena de hurtados,
Que diez mil de bienes propios.
Entra el soldado que prometió las diez cabezas,
El anillo recibido
con dos ó tres cabezas, y herido.
Está en ti bien empleado,
SOLDADO. Porque dirán que es de Hurtado,
mala ocasión. Pero no que hurtado ha sido.
No llego á
CAPITÁN. Tú de mí, de hoy más, serás
Más que lo propio estimado;
¿Qué es esto?
REINA. Que siempre lo que es hurtado
Ya lo adivino.
Se suele estimar en más.
SOLDADO. Llévenle luego á curar;

Reina ilustre, Isabel clara,


Que si él vive, cierto ha sido
Que ha hurtado lo que ha podido,
Pues he llegado á tus pies,
No es muerte, no, vida es,
Y no tiene más que hurtar.
Lacabeza que á las nueve
Que aun un Cesar la envidiara.
mi aliento Falta si la tuya es,
,

Aquí te ofrezco
Gozará el lauro después
Entre esta sangre vertida,
Que á tal hazaña se debe
Y aquí te ofrece (1) mi vida, ~
Y de los tiempos no esperes
Un honrado pensamiento. Que te han de agraviar los daños.
Dígnate de rccibillo,
SOLDADO.
Pues fué por tu mano honrado.
REINA.
Vivas infinitos años,
Corona de las mujeres.
¿Quién eres?
SOLDADO.
Vase.
Aquel soldado
A quien hoy diste el anillo.
REINA.
Diez cabezas prometí;
¡Honra notable!
Aquí traigo la una de ellas; GARCILASO.
Nueve corté, mas entre ellas,
;Extremado!
Ésta que ves escocí;
PULGAR.
Por aquella que faltó,
Del nombre envidioso quedo.
Aquí te ofrezco la mía, GARCILASO.
Pues mi palabra este día
El que de mi casa heredo
Tan mal mi brazo cumplió;
Diera por habella hurtado.
Restituyo en tu presencia
RFINA.
El anillo y piedra agora,
¿Cómo no habláis vos, Martín?
MARTÍN.
Así en edición de Milán: en la de Valencia,
(1) la
¿Qué tengo de hablar, señora,
ofrezco.
: ,

244 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Viendo honrar lo hurtado ahora, ¿La vega miden tus pies?


Que hasta ahora ha sido ruin? Pero muy de liebres es
De envidia estoy, que querría Correr bien en campo llano.
Hacer esta espada piezas, «Ensíllenme mi alazán,
De que éste os dé diez cabezas No se me vayan por pies:
Y un moro ofrezca la mía. Aguárdame, cordobés
A no haberle visto yo Que llaman Gran Capitán;
Otra vez este soldado, Y tú, Cabra, espera un poco;
Creyera que las ha hurtado, Y no me huyas, Martín. >
No que Hurtado las hurtó. Palabras del viento al fin

El que á la caza se inclina, Y promesas de hombre loco:


Suele, la vez que no caza, Vuélveme el listón, villano;
Comprar la caza en la plaza Y no me hables jamás.
Y colgalla en la pretina. TARFE.
Mas éste, no es tiempo aquí Has dicho
De que le quiten su honor: ALIFA.

I
Por Dios, que es buen cazador, Dijera más
Porque trae la sangre allí! De tus bravatas, tirano.
REINA. TARFE.
Hora bien, envidia honrada Si es poco, cuando remata,
De vos la pueden tener; Como velas (i) nuestras luces,
Que esa espada puede ser Llegar á afrentar sus cruces
De otro Aníbal envidiada. Con nuestras lunas de plata;
El valor de aquellos Pares Si es poco, así de tropel
Se ha pasado á España ahora, Hacer en ellos matanza,
Desde donde el sol le adora Y clavar más de una lanza
En sus deíficos altares. En la tienda de Isabel;
El capitán don Gonzalo, Cíñete la espada casta,
Harto á Roldan corresponde; Ponte el jaco, adarga aplica,
Reinaldos, de Cabra el Conde; Corre el campo, yegua pica,
Con Urgel á Orlando igualo; Lanza empuña vibra el , asta;
Vos, Martín, sois Oliveros; Romperás la castidad
Durandarte, Garcilaso; Del virgen acero nuestro;
Y á ese mismo tono y paso Serás otro Ruger diestro
Son los demás caballeros. Y otra Marfisa en beldad.
Venid. ¿Qué aguardas, viendo su estrago?
MARTÍN. Sal por mí, la lanza toma;
¡Gran Reina! Que yo no he visto á Mahoma
GARCILASO. Como ellos á Santiago.
¡Gran dama! Y quizás entenderán
CAPITÁN. Que eres tú, y huirán de ti,
Que habrá de ocupar, confío, Como mil moros que vi
Aquel asiento vacío Que del otro huyendo van.
De los nueve de la fama. ALIFA.
¿Culpa pones á los santos
Vansc todos, y salen Tarfe, Alifa y Celimo. De los cristianos? ¡Qué bien!
TARFE.
ALIFA. Y esas cabezas también
Déjame de hablar, cobarde Traerás de esos y otros tantos;
No me digas tus disculpas; Que si Gonzalo y el Conde
Que para tus graves culpas Y Martín huyen de mí
Llega el desengaño tarde. Mal puedo traerte aquí
¿Son éstas las tres cabezas Sangre que de mí se esconde.
Que de darme prometiste? El listón que me has pedido,
|Bien la palabra cumpliste! A no ser poco respeto,
¿Aquestas son tus proezas? Te volviera ;
que en efeto,
,

Es éste el bajar Aquiles


,: No cumplí prometido.
lo
Por la vega de Genil ? Mas mi palabra te doy
No sé si mancha tan vil
Lavarán hechos tan viles. (i) Así en la edición de Valencia. Hielas, en la de
¿Huyendo vienes, villano? Milán.
EL CERCO DE SANTA FE.
243

ALIFA.
De atallc á una lanza mía
Y de clavalle este día
Y yo tuya, cruel.
la
CELIMO.
(Aunque tan cobarde estoy)
tienda de la Reina; ¡Que ya no te dueles de él'
En la
ALIFA.
Y esperar, para vengarte,
Duélete de mí, enemigo;
Á los tres y propio Marte
al

Que en la quinta esfera reina. Que por ti doy en que siga


ALIFA. Tarfe locura como ésta.
CELIMO.
Pues ¿cómo lo podré ver?
TARFE. Vamos á ver esta fiesta,
Verás mi amigo, enemiga.
Si salieses á deshoras
Por donde salen mil moras Conde de Cabra.
Vanse todos, y sale el
Por agua, podría ser;
Que es un pequeño portillo,
CONDE.
Y es toda muy
pobre gente
hombre que al fin promete
El
La que bebe de esa fuente,
Porque la guarda un castillo. Lo que no puede cumplir,
CELIMO. Há menester luego asir
La ocasión por el copete.
Yo querría concertaros
Y que cobrase amor
te A
Reina prometí
la
De la hermosa dama,
Tarfe
Alifa, por tu valor,
Si hoy viese tus hechos claros.
Aunque estuviese en la cama.
Con la gente de su casa ¡Oh Conde, triste de ti!
Y otros criados y gente, ¿Qué prometiste, di, Conde?
Podrá ver muy fácilmente ¿No lo pensaras primero?
Lo que con ellos te pasa. Más uno que es caballero
Hará que del agua fría A su valor corresponde.
Henchir los cántaros quiere, Mi palabra está ya puesta,
Y por si algo sucediere, No puedo volver atrás
Iré yo en su compañía. Aunque se aventure más.
¿Qué te parece? Parece que de una cuesta
TARFE. Veo bajar muy apriesa
Á mí bien, Gran tropel de moros: ¡cielo,

Si Alifa quiere. A vuestra clemencia apelo


ALIFA. Para tan dichosa empresa!
Yo sí.

Salen Alifa, Celimo, y moros, y moras


con cántaros,
TARFE.
vamos de aquí; y cantando los músicos.
Pues alto:
Gente y cántaros prevén;
Que desde el verde repecho Si venir por la Granada,
De la fuente me verás Aya, aya, tener la espada.
Hacer hecho que jamás No estar para vos, cristiano,
Hombre temerario ha hecho. Maduro el grano.
ALIFA. Si pensar el cristialinío
Vete á armar, que aqueso basta. Que temer vuestro cuchilio,
CELIMO. Estar vivo y caudilio, él

Vamos, porque salirpueda. Y ella estar muy


bien guardada,
TARFE. Aya, aya, tener la espada.
Ven y verás cómo queda Rey chico, grande enemigo,
Blandiendo el cuerpo del asta. Y Mahoma estar amigo;
Tener mucha pasa é higo,
Vase Tarfc solo. É mucha oveja salada.
Tener la espada.
CELIMO. CELIMO.

¡Que esto quiere tu mal trato! Desde aquí podéis mirar


¿Cuál montaña te engendró? El campo del enemigo,
ALIFA. Y á Tarfe en la vega entrar.
Que sería milagro, digo,
¿Cómo estamos vos y yo 1
1
)

Si vivo le veis tornar.


De cuentas, Cclimo ingrato?
CELIMO.
Esa dureza maldigo. (1) Será, en la edición de Valencia.
246 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Mira á Santa Fe vistosa, Es porque gozar deseo


Mira aquella tienda hermosa La vida dulce y amada.
Que á todas excede y pasa; ALIFA.
Que al mayor palacio y casa ¡Que estés, Celimo, tan ciego!
Vence en valor, suntuosa. Vuelve en ti.
Mira pendones y cruces, CELIMO.
Que si la vista reduces Por vivir hoy,
A esa niebla y confusión, Libertad y armas entrego.
Parece vario escuadrón CONDE.
De abejas entre dos luces. Cuando sepáis quién yo soy,
Mira cómo darán tregua, Creo que tendréis sosiego:
Si es suyo nuestro ganado, Di, moro, que Alá te guarde,
Hasta el caballo y la yegua, ¿Podré yo acaso contigo
Que de lo propio y hurtado Ver á Granada esta tarde?
Se ocupa una grande legua. CELIMO.
Y no te espantes que hinchan Como te des por mi amigo (1),
Tanta vega sus caballos; No hay cosa que te acobarde,
Que en sintiendo que los cinchan, Podrás pasear por ella;
Tal se ensanchan, que escuchallos Pero, dime: ¿qué deseo
Puedes aquí, si relinchan. Es el que te lleva á vella?
Tarde, Granada, te armas CONDE.
Si has de dar tu sangre en trueco, Sólo me lleva el deseo,
Y del valor te desarmas. Porque dicen que es tan bella.
ALIFA. CELIMO.
Aun aquí me suena el eco, Dímelo, ¡por vida tuya!
Celimo, de voces y armas; Porque mi valor se arguya
Confieso que tengo miedo. De que ya tu esclavo soy.
CONDE. CONDE.
Aun no puedo estarme quedo, Solamente á verla voy
Porque en sintiendo algún moro, Por la grande fama suya.
Por ninguna vena ó poro CELIMO.
. Detener la sangre puedo. Di lo que te lleva allá.
¡Deteneos, cobardes perros! CONDE.
Júrame aquí por tu Alá
Huyen todos, y quüdanse Celimo y Alifa. Que me guardarás secreto.
CELIMO.
CELIMO. Por Mahoma te prometo,
¡Huye, señora Y por Meca, donde está
ALIFA. CONDE.
¿Huir yo? Pues sabe que voy á ver
Mátenme tus propios yerros. De Tarfe la hermosa dama;
CONDE. Que me mata, desde ayer,
Todo el escuadrón huyó, De su hermosura la fama.
Como liebres, por los cerros. CELIMO.
¡Date! Bien presto pudiera ser;

CELIMO. Que Alifa es, que está presente,


Espera, no me mates; De su luz y gloria ausente.
Doyme á tu valor, señor. CONDE.
CONDE. ¿Qué dices?
Suelta la espada. CELIMO.
ALIFA. Ya me ha pesado,
¡Ah, traidor! Ya me cuesta lo que he hablado
Estos son tus disparates El mal del que se arrepiente.
Y tus promesas y amor. CONDE.
CELIMO. ¿Á cuál hombre, como á mí,
Vesla aquí. Tal cosa le ha sucedido,
ALIFA. Yendo descuidado así?
¡Traidor, la espada Quiero ver si esto es fingido
Le entregas! ¿Qué es lo que veo? ¿Sois vos Alifa?
CELIMO.
Si se la dejo entregada, (1) En la edición de Milán falta el mi.
H -47
EL CERCO DE SANIA •

Pues al fin ya va conmigo.


A I. II' A.
No y sí. Vanse todos, y sale la Reina y caballeros.
CONDE.
REINA.
¿Por qué?
ALIKA.
Presumo, valerosos caballeros,
Porque estoy cautiva. Que después que mi Rey se partió á Baza
Habéis hecho tan célebres hazañas,
Amigo de Tarfe soy: Que pueden gloriarse en todo el mundo,
Vivid vos, y Tarfe viva.
Y talando los montes y los campos,
¿Qué os prometió ayer y hoy
Y asolando las fuerzas y castillos
El que tanto con vos priva?
A los moros furiosos de Granada,
AUPA. ¿Cómo les va á los moros y á los muros
de ayer no lo cumplió.
Después de estas refriegas y combates?
Lo PULGAS.
CONDE.
A los moros, señora, mal, sospecho;
¿Qué mucho, si prometió
Hacernos por vos mil piezas
1
A los muros más bien, que son más fuertes,
A MI A. Los cuales yo prometo á Vuestra Alteza
Prometióme tres cabezas. Que son los más gallardos y bien hechos
CONDE. Que debe de tener ciudad de España:
Ésas saber quiero yo.
Vensc las torres, las almenas fuertes,
¿Cuáles eran?
Entre árboles y huertas, que á la vista
C ELIMO. Ofrecen un objeto de gran gusto.
GARCILASO.
Ya, ninguna,
No le diera pequeño á Vuestra Alteza
Pues que con ellas están:
Ver lo que pasa siempre en esas guerras.
De Martín Fernández una, REINA.
Y otra del Gran Capitán,
Eclipse de nuestra luna. Y ¿qué es, García?
GARCILASO.
CONDE.
Dicen que una mora
¿Y la otra?
De las más principales de Granada,
AMFA.
Era del Conde Tiene una higuera al pie del mismo muro,
Y como el ir por la madura fruta
De Cabra.
CONDE. Siempre es uso y costumbre entre los moros,
¡Ese soy, villanos! Viene por la mañana con un moro
¡Tira por ahí!
Con su cesta de mimbres en el brazo,
Y le descuelga por el muro abajo,
CEL1MO.
Donde cantando está y comiendo higos.
Responde
REINA.
Á sus hechos soberanos.
ALIFA. Y ¿eso es cierto, García?
GARCILASO.
Espera.
Sí, señora.
CONDE.
REINA.
Camina.
ALIFA. ¡Ah, quién tuviera de ellos!
MARTÍN.
¿Adonde?
Caballeros,
CONDE.
Al real, que te he mandado, Sin duda que me manda que los traiga.
CAPITÁN.
Alifa, á la Reina.
ALIFA. ¡Plegué al cielo (i),
Aunque en ello mil vidas se aventuren!
¡Ay, triste!
REINA.
CONDE.
Ya el llorar es excusado. ¿Tantas ha de costar cosa tan poca'
ALIFA. Donde vais, don Martín?
MARTÍN'.
Tú, ¿quién era le dijiste?
Llámame ;;n pn,
CELIMO.
Alifa, el dueño es honrado. Vn<e P. Martin solo.
ALIFA.
CATUÁN.
Mas ¿qué te llamo enemigo,
yo contigo? Sin duda va por ellos
Si es gusto el ir

CONDE.
Lo que á la Reina ofrecí, rso incompleto.
Seguro lo tengo aquí, lem.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

REINA. Bien os podéis volver.


querría perder tan buen soldado. CAPITÁN.
No
GARCILASO. Parte seguro;
hará; que es el peligro muy notorio
PULGAR.
No
Y la empresa sería temeraria. Que no saldré, por vida del Rey juro.
CAPITÁN'. CAPITÁN.
Yo, á lo menos llamárala imposible. Vamonos, Garcilaso.
rULCAR. GARCILASO.
Quiéreos, señora, don Martín de suerte, Á veros llevo
Que arriesgara mil vidas por serviros; Un tordillo andaluz que me han traído.

Mas retiraos, que viene á toda priesa CAPITÁN.


Corriendo un moro hasta la misma cerca. Habéis de ser un singular mancebo,
REINA. Por la afición que á Marte habéis tenido;
GARCILASO.
Yo me retiro, y eso mismo os pido.
PULGAR. A vuestra disciplina, señor, debo
Dadme luego mis armas y caballos. Lo que seré de hoy más y lo que he sido.
CAPITÁN. CAPITÁN.
Vengan las mías, que se acerca mucho. Dios os guarde, García; que tal Laso
GARCILASO. No lo ha de estar hasta un famoso caso.
¡Qué atrevimiento! Aquí su voz escucho.
Vanss el Gran Capitán y Garcilaso, y quédase
Fernando del Pulgar.
Vanse todos, y sale Tarfe con una ianza y un listón
en el hierro.
PULGAR.
TARFE. ¿Lanza en la tienda de la Reina? ¿Lanza
|Oh Alifa! Si me miras, mira un hombre A vista de la gente de Castilla,
Al hecho más feroz precipitado En medio de la gloria y esperanza
Que ha dado á España, á Francia, al mundo De que Granada su pendón le humilla?
[nombre; Fernando, á vos os toca la venganza,
Vuelve en esta lanza atado,
el listón Sin que de arnés se trance ó peine hebilla.
De tal manera, que hasta el aire asombre, Hora bien: ya se fué el moro; pensemos
Pues eres por mi honor de amor guiado. Qué género de enmienda tomaremos.
Entró dentro en la tienda, fué derecha; Este villano trae, yo lo he visto,
Mas eran plumas, y de amor la flecha. Una cinta en el hierro, que sospecho
Que de su dama fué; pues si armas visto,
Vase Tarfe, y salen Pulgar, Garcilaso ¿Por qué no emprendo algún famoso hecho?
y el Gran Capitán. Cristiano soy, soldado soy de Cristo,
Su Madre traigo en guerra y paz al pecho:
PULGAR. Pues sea mi dama aquella Virgen pura
Digo que he de ir. Que excede á toda angélica criatura;
CAPITÁN. Virgen más pura que del sol la lumbre,
¡No iréis, por vida mía! A cuyos pies la luna arrodillada,
Que basta que la Reina lo ha mandado. Muestra vuestra divina mansedumbre
PULGAR. Y la frente de estrellas coronada;
¿No veis que desde allí me desafía? Vos, por quien fué la antigua pesadumbre
GARCILASO. De aquella sierpe sin igual domada,
Siempre este moro fué desvergonzado; Perdonadme si á ser galán gallardo

Todos sabemos ya sus valentías, Me un Bernardo.


atrevo, siendo oficio de
quien palabras faltan, quiero,
Y que ha medido á pies la vega y prado Yo, pues, á
Cuantas veces ha hecho estas hazañas; No como el Ilefonso toledano,
No falta ya sino que tiren cañas. Mas como belicoso caballero,
PULGAR. Serviros hoy las armas en la mano;
Hasta vengarme de esa gente mora Y pues motes se escriben, lo primero,
Estoy el pecho en cólera abrasando. En el favor divino y cortesano,
¡Por vida de la Reina mi señora, Quiero escribir un mote en honra vuestra,
Perro villano! Principio de la gloria, y salud nuestra.
CAPITÁN. En un virgen y blanco pergamino,
Paso, don Fernando; La Avemaria escribiré dichoso
Que no habéis de salir al campo agora. Que el Paraninfo celestial divino
PULGAR. Os dijo en aquel día venturoso;
Vuestro mando obedezco y vuestro bando. Con él hacer un hecho determino
^49
EL CERCO DE SANTA FE.

Hinche la cesta á placer.


Que por mil siglos quedará famoso; CELIMO.
Que, á pesar de ese perro que me incita,
mezquita.
1 no come, y otro toma.
Mañana he de clavallo en la
Alí.
Allí lo clavaré con esta daga,
nombre, Oh, bendígalos Mahoma,
Para ensalzar vuestro famoso Cuál son al amanee
Y sólo quiero de este intento en pagahombre. |No trujera un panecillo,
fin de un
Que el servicio aceptéis, ni
Por no comellos en pelol
Aquesto, gran Señora, os satisfaga, MOKA.
Porque á esa vil canalla el ver asombre
cielo ¿Qué dices, Alí?
El nombre á quien adora tierra y ALÍ.
hombres general consuelo.
Y es de los Oh, cielol

Aquí anda un tordo ó grillo.


Vasc. MORA.
Agora estás divertido,
Sale D. Martín.
Si es que á los higos requiebras.
ALÍ.
MARTÍN.
¿Comen higos las culebras?
Toda noche he pasado
la
MORA.
Encubierto con el muro,
¿Por qué?
Hasta que su manto obscuro ALÍ.
Ella propia me ha negado. He sentido ruido.
No dije á lo que venía, MORA.
Pero trujóme el antojo Desde aquí nada se ve.
De laReina, y el enojo ALÍ.
De ver que nadie lo hacía. causa tengo miedo.
No sin
¡Ah, fruta preciosa y bella! MORA.
Como Tántalo me he vuelto,
Que no es nada: estáte quedo.
Que estoy en la fruta envuelto ALÍ.
Y no puedo comer de ella. Que me han asido del pie.
Baja, moro, que abre el día; MORA.
Quizá el alma le reserva, gamo ó cierva.
Mira si es
Si le dicen que en la hierba ALÍ.
Tal vez el áspid se cría.
No será*sino león;
Ruido siento en el muro;
Sin duda que es culebrón,
Quizá debe de bajar: Que da vueltas por la hierba.
Aquí me quiero arrimar, MORA.
Debajo del tronco duro. Que no es nada, estáte quedo.
donde hade ALÍ.
Salen dos moras y una á la almena,
,

puesta una higuera abajo, y atan un moro, y No malo tirar:


sería
estar
descuezanle con una cesta en el brazo. ¡Por mi fe, que he de cantar,
Que tengo un poco de miedo!
CELIMO. ~
Matija fisansa ficamini
Baja, y aprieta las manos.
Os madax fididuma os maguyari.
ALÍ.

Tened bien.
cantar, llega D. Martín, corta la soga
CELIMO. En acabando de
y llévase el moro.
Muy bien tendremos
ALÍ.
MORA.
Porque perrada no demos, ¿Vístelo? Dilo á mi gente,
Como dicen los cristianos.
Para que vayan tras de él.
MORA.
CELIMO.
Alí
¡Pobre Alí!
AT.f.
MORA.
Señora .Suerte cruel!
MORA.
CELIMO.
¿Hay maduros?
|Traidor cristiano!
AI-Í.
MOKA.
T.os tordos lo dirán bien. ¡Insolente!
MORA.
Tú lo pareces también,
Vansc.
Que aún no están de ti seguros:
OBRAS DE LOPE DE %'EGA.
250

del Pulgar con el Avemaria ARDAYN.


Sale Hernando
pergamino y puesto en lapunta de la daga. Avemaria;
en el
Que yo bien hablo aljamía.
PULGAR. TARFE.

Santas letras de aquel Ave Y ¿qué es eso?


ARDAYN.
Que bajó del cielo al suelo,
La oración
Al más humilde señuelo,
Aunque más dulce y suave: De la mayor devoción
Dadme favor con que os clave Que ellos rezan cada día.
TARFE.
A las puertas del infierno;
Que si el Capitán eterno Pues ¿aquesto sufro y callo?
Entró en ellas siendo Dios, Que fuera del muradar,
Bien podéis en ésta vos Un brazo, que no un pulgar,
Fijar vuestro nombre eterno.
No ha de cantar ni ser gallo.
Aquí os dejo, Ave divina, A la cola del caballo

En puerta de cazador, Ataré este pergamino.


Adonde entra sin temor Vamos de aquí.
ARDAYN.
Mano que la vuestra inclina.
Ya adivino
Ya la canalla camina,
Para ver la novedad: Su desventura y la mía;
No estoy bien en la ciudad; Que este nombre de María
Moros, en la vega espero. Es singular y divino.
TARFE.

Vase. Que ya sabemos quién es:

Reina del cielo la llaman.


teniendo. ARDAYN.
Sale Tarfe, y moros que le vienen
Mucho los cristianos aman
TARFE. Su nombre; déjale, pues.
TARFE.
Salir quiero.
ARDAYN. ¿Tienes honra?
ARDAYN.
Tente, fiero.
TARFE.
La que ves.
TARFE.
Dejadme.
ARDAYN. Ardayn, ¿de eso te agradas?
Tente. ¡Oh necio! ¿De qué te enfadas?
ARDAYN.
TARFE.
Soltad. Pulgar se sabrá vengar.
TARFE.
Muzarque, Cártamo, Ardayn;
¡Oh, qué donoso Pulgar!
No sabemos para qué
¡Matarélo á pulgaradas!
Me detenéis.
CÁRTAMO.
Ya lo sé;
Ésta es celada, en fin.

TARFE.
¿Es, acaso, aquel Martín?
CÁRTAMO. JORNADA TERCERA.
Es Hernando del Pulgar;
Un soldado singular
Por sus famosos pulgares.
ARDAYN. Salen el Rey y la Reina.

¡Qué pulgas tan singulares


REY.
Sabe Santa Fe criar!
Donde vuestro divino entendimiento
TARFE.
¡Ah, reniego de Mahoma Y vuestro gran valor, señora, estaba,
Nadie podrá decir, ni lo consiento,
Y de todo su Alcorán!
¿No temo un Gran Capitán, Mi señora y mi bien, que yo faltaba;
Que sin vos me faltara ese contento.
Y aquí una pulga me doma?
ARDAYN. Podréis decir que igual dolor me daba
El verme ausente del amor que os muestro;
Calla, y el rótulo toma.
TARFE. Mas no, que hay falta en el gobierno vuestro.
¡Dichoso el día que en humano cielo,
¿Cómo dice?
-3 1

EL CERCO DE SAN I

Y aunque en ausencia de algunos


Donde aquel gran principio y fin glorioso, No hay lengua que los abone,
Una alma tan igual bajó del cielo, Si errare mi torpe ingenio,
Para vestirse en cuerpo tan hermoso!
KLINA.
Vuestro gran valor perdone.
Con doscientos de á caballo
Galán venís.
RI.Y.
Corre el campo Fernán Gómez,
celo Tan soberbio y orgull.
Todo se debe al
One á Marte en condición pone.
De esc valor divino y milagroso.
REINA.
Juan Zapata le sigue,
luna, Ayo y nuevo Jenofonte,
Sol de España, quien de ese sol es se señala
luz alguna. Que no menos
Razón fuera que diera
medio la tierra, Entre moros escuadrones.
Mas como cuando está en
También asuelan, destruyen,
El sol alumbra á todo el horizonte,
Los valerosos Girones,
Y cuando en los Antípodas se encierra, Con los Manríquez de Lara,
Queda obscura la tierra, el llano, el monte;
Suárcz, Sotomayores.
Así vuestra presencia ata la tierra,
contrario se remonte. Ha puesto el Gran Capitán
I [aciendo que el
Mil astas con mil blasones,
Sois Salomón en paz, y en los combates,
Hasta dentro en Bibarrambla,
Seleuco, Dario, Ciro y Mitridates.
Y el de Cabra, ilustre Conde.
REY.
Martín Fernández los sigue
Adonde están tan buenos caballeros,
Con grande valor y nombre,
En nada creo yo que habré faltado.
De nuestra nación cuchillo,
Gonzalo, ¿cómo estáis?
CAPITÁN. Y de los moros azote.
Sólo con veros, Cuando llegan á las manos
he trocado. Con los moros escuadrones,
Mis años hoy en días
REY. Cual rayos que caen del cielo,
Atalan y descomponen,
¿Y vos, Fernando?
PULGAR. Destruyen, derriban, matan,
Deseando haceros Atropellan, entran, corren,
Escaramuzan, pelean,
Algún servicio por recién llegado.
REY. Suben, caen y socorren.
Pero entre cuantos yo vi
García, ¿cómo estáis?
GARCILASO Ilustres fuertes varones,

Como la hechura Ninguno iguala á la hazaña,


dura. Digna de grande renombre,
De esas manos, que en ellas crece y
REY. Al que Hernando del Pulgar
Conde? Hizo ayer, para que cobre
¿Dónde está el
PULGAR. Gloria España, nombre el mundo,
A cierta empresa es ido, Y honra nuestros españoles.
más buenos. Tiró ayer un Bencerraje,
Porque andan ocupados los
REY. Que en las plumas se conoce,
Hasta nuestra tienda un asta
Así en Baza las nuevas he tenido,
Con un lazo de listones.
Y la tendrán de hoy más reinos ajenos; Viendo Fernando la empresa,
Mas ¿qué es lo que de nuevo ha sucedido?
GARCILASO. Que es digna de honor y nombre,
Yo, señor, que soy quien hago menos, En un virgen pergamino
soy mozo, os lo diré. El Avemaria pone.
Que al fin
RF.Y.
Parte furioso á Granada,
El aumento Y con la daga, de un golpe,
Del gran valor se os muestra.
En la mezquita la clava
GARCILASO. En sus láminas de bronce.
Estadme atento. Los moros salen á él
Después que os fuisteis á Baza, Con grita, algazara y voces,
quinto en nombre, Y él de todos se defiende,
Famoso Rey,
de Marte Como Orlando y Rodamonte.
Porque la esfera
vio ahora, donde es justo
En quinta esfera se pone, corones,
Han hecho tan grandes hechos Que de laurel le

Vuestros claros españoles, No el deifico, el celestial,


Que á su honrada frente adornes.
Que sus soberbias hazañas
Y éstas y otras mil hazañas,
Sobre el Septentrión se ponen.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
25^

REY.
Dignas de grandes renombres, en Granada?
Hernando del Pulgar, ¿Quién eres allá
I la" hecho
CELIMO.
Que es de vuestra estrella el norte.
CAPITÁN. Hijo de un alcaide soy,

¿Qué es esto, señor? Cuyo cargo me dio hoy,


REY. Más que su herencia, mi espada.
Entrad. REY.

Conde? ¿Quién es esta mora?


¿Es el
CELIMO.
REINA.
Alifa,
¿Qué ruido
Sobrina del Rey, por quien
Es éste?
CONDE. Tarfe, á quien muestra desdén,
Sea bien venido, Así con vosotros rifa.
Señor, Vuestra Majestad.
Por ella viene á la vega
KEY. Tan orgulloso y feroz,
Y ella lanza y voz
por
Ya os había, Conde amigo,
Echado menos mi amor; Tan aprisa al aire entrega.
REY.
Alzaos.
CONDE. Pues ¿no se casa?
CELIMO.
|Oh Rey y señor,
Gran gloria es estar contigo!
No quiere.
REY.
Á la Reina prometí
De Tarfe la hermosa dama, ¿Porque es tan principal?
CELIMO.
Aunque estuviese en la cama;
Pero al fin la traigo aquí. En sangre ilustrey Real,
Ninguno al otro prefiere;
Y pues vos habéis venido,
Partid el bien, el presente; Pero quiere
REY.
Celimo os sirve valiente,
Moro hidalgo y bien nacido. ¿Á quién?
REY. CELIMO.

¿Quién, si no vos, Conde, pudo


A mí.
REY.
•Acabar tan alta empresa?
Todo el real lo confiesa. ¿Y tú?
REINA. CELIMO.

Y yo, con verlo, lo dudo. También la estimara;

¿Eres tú, Alifa? Pero en amistad tan cara,


ALIFA. No es justo que pase así.
Yo soy REY.
Qué, ¿tú eres de Tarfe amigo?
Alifa, tu esclava.
REINA. CELIMO.
Amiga, Téngole en lugar de hermano.
REY.
No llores, aunque te obliga
La desventura de hoy; ¡Cuál eras para cristiano!
CELIMO.
Que no soy dueño tan malo.
ALIFA. Quizá lo seré contigo.
REY.
En sólo veros, señora,
El cautiverio de agora ¡Plegué á Dios! ¡Hola!
CONDE.
A mi libertad igualo.
Señor
¡Bendiga Alá esa hermosura,
REY.
Y deje con larga mano,
vuestro amado cristiano Tratad al alcaide bien,
De
Gozar vida en paz segura! Y á Alifa les den
él y
CELIMO. Igual regalo y honor.
Y
yo, poderoso Rey,
moro.
A ventura tengo igual Entra Martín con una cesta de higos y un
Ver tu persona Real,
MARTÍN.
Luz de la cristiana grey.
¡Dichoso mi cautiverio, ¡Pasa adelante, perrazo!
Que es libertad en rigor, Llega á la Reina.
REY.
Pues vine á ser del mayor
mundo ¡Oh Martín!
Que tiene del imperio!
¡53
EL CERCO DE SANTA FE.

MAk
¿Traéis los higos, en fin?
Por esa merced.
Sacad la cesta del brazo.
RO
MARTÍN.
Responde que no me agrada.
Los y moro
higos, la cesta
MAI
He, mi señora, alcanzado.
KEIN i.
Moro, ¿por qué dejas de irte?
MORO.
¿Cómo es eso?
MARTÍN. Porque más quiero servirte
Vu he llegado Que no volver á Granada.
Adonde esos pies adoro.
Yo te he cobrado afición,
Tus caballos curar quiero.
REY.
REY.
¡Oh don Martín!
MARTÍN. ¡Buen morillo!
MARTÍN.
¡Oh señor!
El escudero
Perdonad si no os hablé.
REY. Te he de hacer de mi pendón.
REY.
Tomad los brazos.
MARTÍN'. Gran ruido hay en el real;

El pié, Allí, Gonzalo, acudid.

Que me deis será mejor. Entra un criado.


REINA.
CRIADO.
Sabed, señor, que en el muro,
Cierta higuera asida estaba, A almenas salid,
las

Por do este moro bajaba, Gran señor, que hay grande mal;
De todo el campo seguro; Que allí un moro desafía
se me antojó fingir
Y Cuantos hay en Santa Fe,
De aquella fruta gustar; Y en ofensa de la fe
Ver lo debió de causar, Trae
REY.
Según ocasión que di.
la
Dilo.
Martín por los higos fué;
CRIADO.
Higos y moro ha traído.
REY. El Avemaria.
REINA.
Valerosa hazaña ha sido,
Premio es bien que se le dé, ¿Dónde? (i)
CRIADO.
Eso á mi cuenta; acudid
A mi tienda. A la cola del caballo,

CAPITÁN. Atada con un listón.

Bien merece REY.


Castigallo es gran razón.
Premio.
GARCILASO. GARCILASO.
La
fruta parece Yo hablaré si agora callo.

La cisterna de David.
MARTÍN. Subid, mi señora, al muro.
REINA.
Señora, pues ya es por uso
Que en Castilla se ejecuta, Vámosle á ver, caballeros.
MARTÍN.
Que el que la primera fruta
Que en la villa ó ciudad puso, Taife es quien hace estos fieros.
ALIÍA.
No pague alcabala de ella,
¡Que aún vive este vil perjuro!
Por él libertad te pido;
(0
Súbense todos al muro, y queda Garcilaso.
Dadle este premio por ella.
REINA.
GARCILASO.
Lo que Martín dice, haced.
REY. Todo es hazañas, hazañas,

Tenga el moro libertad. Y yo sólo con vergüenza:


MARTÍN. ¡Oh brazo, á honrarme comienza
Los pies allí le besad. Si es que tu fuerza acompañas!
MORO. Comienza á dar gloria y nombre,
Brazo valeroso y fuerte,
¿Por qué?

(i) Falta un verso. (i) Verso incompleto entre dos redondillas.


,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


-54

Vosotros, que de ser hombres


Á tuprosapia, de suerte
Os habéis puesto á pañales,
Que á los de este siglo asombre;
Que no es bien estar ocioso Con las mantillas de seda
Por lienzos de tantas partes;
En el arte militar
Ovejas en los rediles,
El que pretende alcanzar
En el mundo fin famoso.
Que á pacer con el sol nacen,
V pues depende la honra O paños en arpillera,
Del que guardarla procura, Ó trigo dentro en costales:
Si queréis saber quién soy,
Y soy de Laso hechura,
Imitar a quien me honra. Para que el son no os espante,
Hoy apercibe su trompa Como á mujeres paridas
La veloz Fama, y su rueda Trueno ó campana que tañen,
Tenga la Fortuna queda, Estadme bien advertidos,
Porque mi bien no interrompa. Oid, oid, que soy Tarfe,
Que si deja de rodar, El sobrino de Almanzor,
No me podrá perseguir, Y del Alhambra el alcaide.

Pues el que piensa huir, Las Alpujarras son mías,


Suele mil veces bajar. Y los ricos Alijares,

Vistos se han muchos audaces Y tengo en Bibataubín


Perderse por temerarios, Mis armas en cuatro calles.
Y vencer muchos contrarios Estando en Granada ayer,
Los prudentes y sagaces. Llegó un cristiano arrogante
Prudencia y sagacidad Que llamáis Pulgar vosotros,

Me adornan, aunque soy mozo; Y tiene buenos pulgares,


Que entre el nuevo y tierno bozo (i) No sé diga en los dedos,
si

Da voces mi calidad; Que bien entra, bien sale;


si

La cual, con grave fervor, Pero sea lo que fuere,


Para que de ella me valga, Él vino á un hecho notable.
Me dice que al campo salga Clavó ayer en la mezquita,
Y que saldré vencedor. Sobre sus conchas de alambre
Pues si es así, Tarfe fiero, Ese rótulo que veis

Apercíbete á la guerra; Donde el caballo lo trae.


Quisieron salir á ello
Que sale á correr tu tierra
Un mancebo caballero; De los moros principales,

El cual, por blasón y guía Pero guardóse esta empresa


Lleva ser enamorado Para que yo la vengase.
Quisieron salir Zegríes,
Del nombre santo y sagrado
De gloriosa María;
la Gómeles, Abencerrajes,
Con el cual me voy á armar: Abenzaides, Abenyucas,
Y si este nombre me ampara, Ametes, Abindárraez;
¿Quién espero me hatá cara, Pero yo vengo en su nombre,
Ni quién me osará mirar? Que soy de este peso Atlante,
Porque claramente sé Y á todos desafío,
así,

Que es de los cristianos norte, Pobres, ricos, chicos, grandes.


Y espada de agudo corte Salga Fernando, el Rey vuestro,
Al que le falta su fe. Si más que el gobierno sabe,
En vos, fuente de clemencia, Porque su Isabel le vea,
Mi esperanza y mi alma estriba: Que gusta de ver combates.
Ahora bien, yo subo arriba Salga ese Gran Capitán,
A pedir al Rey licencia. Los Girones y Aguilares;
Salgan aquestos Manriques,
Vase. Sotomayores, Suárez,
Que armados á tres y cuatro,
Sale Tarfe.
Y al mundo, si el mundo sale,

TARFE. Tarfe reta y desafía


Cristianos de Santa Fe, De villanos y cobardes.
Entre lienzos y cendales, Salgan aquí esos Maestres,
Como en vuestro muro fuertes Los capilludos y frailes,
que combate; Esos que las cruces rojas,
Al aire los
O blancas, ó verdes, traen.

(i) Gozo dicen con error las ediciones antiguas. Cobrad vuestra Avemaria,
»

^55
EL CERCO DE SANTA FE.

clave Escoge entre muchos uno,


Que no es mucho que la
Puesto que á muchos agravies;
Un cristiano en nuestras puertas
) la abate.
Que aquí sobran caballeros,
Si un moro ansina (
i
Aunque los méritos falten
Pusísteisla á la vergüenza
Para tan divina empresa,
Cuando queréis que se ensalce,
peso falso en horca:
A quien los ángeles bajen.
Como REY.
(Ved qué hazaña tan ínfac
Venid todos á mis tiendas
Aquí traigo el pergamino,
Porque lo demás se trate,
Cristianos cobardes;
viles,
Que yo daré grandes premios
Que aquí desde el alba espero Ave me alcance.
Hasta las tres de la tarde.
A quien esta

Vasc. Vanse.

REY.
Salen Garcilaso y criado.
Casi he llorado de veros
En tal puesto, Virgen Madre, GARCILASO.
Reina y Señora, á quien dijo
Cíñeme esa espada.
Tan alta palabra el Ángel. CRIADO.
REINA.
Ten.
Y yo estoy ardiendo en ira GARCILASO.
De que este moro se alabe ¿Es la buena?
De hacernos aquesta ofensa CRIADO.
Y tratar tan mal un Ave. Corta un hombre,
GARCILASO. den.
Puesto que armado le
Dadme licencia, señor,
GARCILASO.
Para que á la vega vaya (2); nombre?
¿Si os cobraré, santo
Que yo quitaré la vida
No merezco tanto bien.
Aquese bárbaro alarbe.
REY.
Dame una lanza.
CRIADO.
Garcilaso, sois muy mozo Ésta es.
Para empresa semejante; GARCILASO.
Hay aquí otros caballeros
¿Es bueno el hierro?
De más experiencia y partes. CRIADO.
GARCILASO. Extremado.
No me lo neguéis, buen Rey; GARCILASO.
Dádmela, que Dios os guarde,
Dame una adarga ó pavés.
Que también David fué niño,
CRIADO.
Y matar pudo al gigante.
Aquel escudo he sacado
REINA.
Que viste ayer.
Era milagro, García, •
GARCILASO.
Y agora menos se hacen, Maestra, pues.
Después que esta nuestra fe
CRIADO.
Confirmó con tantas paces.
Dice: «Si Dios es con nos,
GARCILASO.
¿Quién dirá que es contra nos?
Pues, señor, si no hay remedio, GARCILASO.
Quiero á mi tienda bajarme,
Así lo dice esta letra.
Donde mis desdichas llore,
¿Quién os sirve que no impetra,
Mis años y mis pesares.
REY.
Virgen, de vos ó de Dios?
Déjame solo con ella;
A eso, en buen hora id.
Que quiero á solas hablalla
¡Oh Virgen! ¡Que así os ultraje
Un moro que no os conoce, Y como á tal adoralla;
Que es justo, pues hoy por ella
Y de aquesa suerte os tratel
puntol Al moro he de hacer batalla.
|Dadme mis armas al
MARTÍN.
Vase el criado.
Tente, señor, no te armes;

Virgen sagrada, que del alto seno

(i) Kn la edición de Valencia dice (¡tuina.


Kn la De la Divinidad fuiste enviada
se des-
de Milán y otras pusieron asi, con lo cual A poner al dragón el duro freno
truye el verso. A su boca infernal, desenfren..
(:) Falta el asonante.
:
5 6 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Pítima i) sacra, que al mortal veneno,


( Que levanta mi nombre hasta el cielo:
'
causó enfermedad tan bien curada,
|ue Es tan ilustre hazaña, que confío
Esposa del Esposo, Virgen Madre Que llegará su nombre en sólo un vuelo
Del Hijo, Hija del Eterno Padre; Del abrasado signo al Norte frío,
re del gran David, huerto cerrado, Y en él tocando, por su fama ilustre,
Ramo de paz, Linalocl (2) precioso, Cobrará España nuevo honor y lustre.
hasta los cielos levantado,
Iro FAMA.
Sol que guía y da luz al sol hermoso, Ya sale el libro y el estilo eterno.
l'alma que con su fruto delicado Di, España, el caso.

Crió la vega aquel panal sabroso: ESPAÑA.


Dadme de vuestra gracia, que si venzo, Ya te he dicho el caso,
Á ser nuevo español, Virgen, comienzo. Honor del siglo antiguo y el moderno.
Yo voy en nombre de la Virgen santa, FAMA.
En cuyo nombre venceré pagano; al ¿Cómo es su nombre?
Que si me ayuda y es mi dicha tanta, ESPAÑA.
Azote vengo á ser de Tarfe el vano. Heroico Garcilaso,
Desde postrer cabello hasta la planta
el De sangre y de valor supremo,
ilustre
Siento un nuevo furor. Yo parto ufano. Puesto que en sus proezas voy de paso.
Virgen, si me ayudáis, tengo por cierto FAMA.
El rótulo en mi mano, á Tarfe muerto. Venció este mozo en nombre de María.
ESPAÑA.
Vase. Pues, Fama, adiós.
Salen España y la Fama. FAMA.
Adiós, España mía.
ESPAÑA.
Oye la voz de España, Fama ufana, Suena ruido de armas dentro, y salen Tarfe
En quien tan breve término y sucinto, y Garcilaso.
Corona soy de la nación cristiana.
FAMA. TARFE.
¿Quién eres tú, que al nuevo laberinto ¿Tú arrojarme del caballo?
De mi templo subiste? ¡Oh santo Alá!
ESPAÑA. GARCILASO.
Fama hermana, ¿Qué te espanta?
Yo soy hermana de Fernando quinto. TARFE.
FAMA. ¡En un mozo fuerza tanta!
¡Oh España amigal ¡Oh España belicosa! ¡Quién pudiera imaginallo!
¿Quieres de mi pendón alguna cosa? GARCILASO.
Que aquí tengo tres raros españoles, ¿No ves que el cielo gobierna
Á Bernardo del Carpió, al Cid famoso, Mis deseos y mis brazos?
Ambos de nuestra España raros soles, TARFE.
Y al gran Pelayo, norte luminoso, Pues yo basto á hacer pedazos
Que en la tierra mi trompa eternizaba Toda su máquina eterna.
Con voz suave y canto sonoroso; GARCILASO.
Que aunque muertos, sus hechos infinitos, Ríndete, moro blasfemo.
Como ellos, en mi coro tengo escritos. TARFE.
No menos en mi tierra y real teatro ¿Tú, mozo, rendirme á mí?
Tengo, por su valor tan sin segundo, ¿Piensas que porque caí,
A ese valiente y fuerte Viriato, Tu débil espada temo?
Y á Isabel y á Fernando, luz del mundo, ¡Ah, Mahoma! ¿Qué es aquesto?
A quien confío con honroso trato GARCILASO.
Darle á Granada, que en su honor me fundo. ¡Valedme, Virgen María!
Espero un Carlos quinto, un gran Filipo, TARFE.
Para quien guardo á Apeles y á Lisipo. Cumplióse la profecía
ESPAÑA. De Ardano, cumplióse presto.
En mi español y granadino suelo Por decirme con buen celo
Un hazaña comienza un hijo mío Te maté, astrólogo Ardano,
Que me mataría un cristiano
Por una mujer del cielo.
(1) En la edición de Milán victima; pero es indu- ¡Ah, María, vencedora,
dable que Lope escribió piíima (emplasto que se
aplica sobre el corazón).
Qué tarde te conocí!
(2) En la misma edición Líbano.
Gravemente te ofendí,
2 57
EL CERCO DE SANTA FE.

GARCILASO.
Justamente muero agora. moro
Ya he vencido al fiero.
¿Cómo te llaman, cristiano?
REY.
GAKCILASO.
Tal estrella os hizo guía;
Garcilaso.
Vos sois un gran caballero.
TARFE.
REINA.
buen mancebol
¡Ah,
Inmortal desde este día,
Consuelo en mi muerte llevo
También os quiero abrazar.
Por ser muerto por tu mano. CAPITÁN'.
GARCILASO.
Ya no te vale huir, A todos nos da lugar
En esc pecho esforzado.
Que será tu muerte al doble.
GARCILASO.
TARFE.
Vuestro rótulo he cobrado
No huyo, no, que soy noble;
Fuerte Hernando del Pulgar.
Cara á cara he de morir. PULGAR.
Mejor diréis: Yo le honré,
Desde dentro: Dando nombre y calidad
A mi empresa; esto es verdad,
Porque yo le cautive
Recibe, moro famoso,
La muerte.
Y vos le dais libertad.
Hoy sois noble caballero
TARFE.
Del gran Tusón verdadero
¡Oh, Alá enemigo!
GARCILASO.
De aquel Cordero divino,
Que, en efecto, el pergamino
Cabeza, venid conmigo,
Viene á ser piel de cordero.
Y vos, rótulo precioso; Y como Cordero fué
Humillarme quiero á vos
Por el nuevo vencimiento,
En el vientre de María,
Hoy María en él se ve.
Y daros gracias sin cuento MARTÍN.
Como archivo de mi Dios.
Tú, que las iras aplacas,
A vuestro cuello este día
Corona y premio se dé,
Domesticando á soberbios,
Porque con tal provisión,
Diste á mis débiles nervios
Carros, armas y blasón,
Fuerza, y á mis venas flacas.
Os obedezca la fama,
A mi espíritu alentaste Que ya de los nueve os llama
Con esa gracia infinita,
nación.
Y en morisma y mezquita
la
De la cristiana
CONDE.
Un nuevo Samsón echaste. Muchos años os gocéis.
Besaros quiero, y poneros, DAMA.
Rótulo, en mi indigno cuello,
A todas parte nos cabe,
Mellando á mi bien el sello, Ave
Buen Garcilaso, del
Si es que alcanzo mereceros.
De que maestresala hacéis,
Ya música me aperciben,
Diestro, gallardo y suave.
Y viene todo el real; REY.
Por vos, Madre celestial,
Doyles por armas el nombre
Con música me reciben.
De María, porque asombre
A todo el mundo esta hazaña;
Entran todos, y dice el Rey. Que á quien tan bien le acompaña,
Es bien que de ella se nombre.
REY.
Y pues al morillo infame
David valeroso nuevo,
En la vega el cuello siega
Tan digno de otra Michol, Y el rótulo nos entrega,
Fuerte y gallardo español,
De hoy más quiero que se llame
Garcilaso de la Vega.
Valentísimo mancebo,
Sea su esposa doña Ana,
De España y del mundo sol:
Pues ya su afición es llana,
La antigua Jerusalén,
Y cuatro villas le doy.
Israel,Judá, Belén, REINA.
Sale á gozarte triunfante,
Y yo su madrina soy.
A ver el nuevo gigante CAPITÁN.
Y á daros el parabién. Tal Apolo á tal Diana;
Dadme esos brazos primero.
> i
:
58 OBRAS DE LOPE DE VECA.

Hoy, de y de Celimo,
Alifa Á la tierra más extraña
Que han de ser,
cristianos Su nombre, volando el Ave;
El bautismo se ha de hacer. Porque con esto se acabe,
REY. Senado, la ilustre hazaña.
Que esto sucediese estimo,
Porque se aumente el placer. FIN DE LA FAMOSA COMEDIA DE
Publíquese desde España «EL CERCO DE SANTA FE>.
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA
COMEDIA FAMOSA
DE

LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA


DE

LOPE DE VEGA CARPIÓ

PERSONAS
Rodrigo, su esclavo. El rey D. Fernando.
Don Jorge, Comendador.
Garcilaso de la \
Don Fernando, ídem. Doña Beatriz.
Doña Ana. El Conde de Palma.
Don Luis, caballero.
Antonia, doncella. Hernando del Pulgar.
Galdido, lacayo.
Don García de Toledo.
Veinticua- EsrERANZA, esclava.
Don Fernando,
Midrano, criaao. Dos Embajadores.
tro de Córdoba.

DON FERNANDO.
JORNADA PRIMERA. Por su sangre, á toda ley;
Oue por lo demás, indignos.
¡Cuánto se ha holgado de vernos
comendadores,
Tan robustos y soldados!
Salen D. Jor^c y D. Fernando, (Que nos dejó niños tiernos)
"y D. Luis, caballero.
Ytan cerca de ocupados
don jorge. En militares gobiernos,
Y no con malas haciendas.
Grande merced nos ha hecho DON 1.1 Is.

El Obispo mi señor. tan altas prendas


Y. más si
DON FERNANDO.
A los méritos reduces,
Corresponde á su buen pecho,
Por buena sangre, las cruces,
Ha igualado á su valor,
Por obra, las encomiendas.
Y su sangre satisfecho.
Y.i tenía infirmación
pon luis.
habéis servido
Que en Granada
os trate como sobrinos,
Que
¿Qué os admira, si sois dignos
Al Rey m esta ocasión,
Y que lian parejas corrido
De serlo del mismo Rey!
;

26: OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Hazañas y obligación. La misma sangre que sacan.


Huélgase en extremo en veros DON JORGE.
Tan soldados y galanes, No hemos de salir en ellos.
Tan honrados caballeros, DON LUIS.
Y que en tres mil capitanes No hagáis así burla de ellos;
Hayáis sido los primeros. Mirad que se correrán,
Cuando agora me llamó, Estando ya en el zaguán,
Que os aprestase mandó, Si los vuelven sin correllos.
Dos caballos, en que vais DON FERNANDO.
Por la ciudad. Póngannos dos, por tu vida,
DON FERNANDO. Más mansos.
¿Vos pensáis DON LUIS.
Salir, don Jorge? ¿Cómo?
DON JORGE. DON FERNANDO.
Yo, no; A la brida.
Que de Córdoba, en Castilla DON LUIS.
Dicen los que al viento igualas, Creo que de mí os burláis;
Que por mucha maravilla Mejor es que los pongáis
Nace el caballo con alas, En carrera que en corrida.
Y el hombre sobre la silla; DON JORGE.
Y
que el niño, aunque no entienda Dejadlos, don Luis, así;
Que es Córdoba flor de España, Que os aseguro de mí,
Y apenas á hablar aprenda, Que á Córdoba no le pese
Sobre el caballo de caña De verme.
Sabe dar y quitar rienda. DON FERNANDO.
Aquí, en ponelle los pies Descuido es ése,
Dicen que sabe el caballo Don Jorge, estando yo aquí,
Si es el hombre cordobés, Viendo en fiestas hoy acaso
Para querello y amallo, Con caña, con lanza ó luz,
Y revés si no lo es.
al Al veloz curso ó al paso
Yporque no me inquiete, Subir caballo andaluz,
Más quiero, aunque me promete Si fuere el mismo Pegaso.
. Tan buen padrino á mi lado, En cualquier nave me engolfo,
Ser á pie galán soldado, Ni temo estrecho ni golfo,
Que á caballo mal jinete. Con todo me estrello y rifo
DON FERNANDO. Domar puedo al Hipogrifo,
Yo soy de tu parecer, Como se dice de Astolfo.
Y no salir en lugar DON LUIS.
Que cualquier niño ó mujer Pues no desconfíes:
alto:
Sabe picar ó parar, Venga algún paje que os calce.
Pies, cuerpo y brazo, al correr. DON FERNANDO.
DON LUIS. Traedme unos borceguíes.
No burléis por tales fines DON JORGE.
Los caballos y aderezos A mí, la humildad me ensalce.
Que están en esos patines DON FERNANDO.
Con bandas á los pescuezos ¿Ya de mis retos te ríes?
Y listones á las crines; Córdoba hará que me vengue.
Jaeces, que es un tesoro
Su valor, obra de un moro Sale Galindo, lacayo, la capa al brazo y la espada
Famoso entre los Ganzules; desnuda, y dicen dentro:
Caparazones azules ¡Aparta, aparta!
Bordados de plata y oro. GALINDO.
Entrad, veréis cuál están, No importa:
De española furia llenos, ¡Téngase, señor perrengue,
Un bayo y un alazán Ó haré que Juan de la Horta
Desempedrando el zaguán Los dos ojos le derrengué!
Y jabonando los frenos. DON JORGE.
Parece que están diciendo |Vive el Señor, que es Galindo!
Que hasta salir no se aplacan, |Ah, borracho!
Y entre el espumoso estruendo, GALINDO.
A vueltas están comiendo ¡Mentís , loco!
, > » ,

263
LOS COMENDADORES DE COI

Me dijo, sacando el bayo:


. JORGE.
•;Es este puerco el lacayo
¿Hablas conmigo?
CALI NI 'O. Del sobrino del Obisp
«Callad, le dijeron dos
Al decillo,
Que estaban con el guillote,
{Me hablaste? valiente que vos.
más
DON FERNANDO.
Que es

Detente un poco:
«Gana me da, ¡vive Dios!
Dijo, de asille un bigote.»
¿Con quién lo has?
GALINDO. Y entonces la rienda arrojo,
Con un grillo. Y acercándome, desato
La lengua con este enojo:
DON JORGE.
«Si está preñado el mulato,
Envaina ya, majadero.
GALINDO. Llegue, cumplirle he su anU
«Los negros, dijo, no son
Manda á la cólera tú
Judíos, y es argumento
Que me deje.
bien la cuesti'.n,
DON JORGE. Que aprueba
Que hubo en Nacimientoel
l£-,tá hecho un cuero.
Negros, y no en la Pasión.
¿Tú espada en casa? ¡Jesú!
Yo entonces, con algún brío,
¿Hoy venido, y hoy grosero?
GALINDO. Le dije: «Perro, no ladre;
Que bien puede ser judío
Reportóme.
Por parte de su madre,
la
DON JORGE.
Y basta ser gusto mío;
Si al balcón
Obispo
Que él no es fino de Segovia,
Saliere el
DON FERNANDO. Sino muy bajo cinqueno.»

Es llana, Replica, y el cuerpo agobia:


1 Judío veinticuatreno,
Galindo, tu perdición.
Con más faldas que una novia
GALINDO.
Repórteme con cuartana:
Tómeme esta bofetada ;

Y dióme con el sombrero.


¿No sabe que soy león? la acicalada,
DON FERNANDO. Yo arranco
Y ya fuera el negro harnero,
Iremos á un hospital
A no ser por gente honrada
Por ella.
¡Sal aquí, perro!
DON JORGE.
DON FERNANDO.
Di lo que fué.
Está quedo.
GALINDO.
DON LUIS.
No queréis al hombre mal
Bien os podéis sosegar;
Según en esto se ve.
DON JORGE. Que yo le haré castigar.
DON FERNANDO.
¿Veis éste? No tiene igual:
Es mi privado y querido.
La mano le habéis de dar;
(1).
DON FERNANDO.
Cuenta, necio, lo que ha sido.
Que es un mozo de caballos

DON JORGE. De casa, y hombre de bien.


DON JORGE.
Di presto lo que ha pasado.
GALINDO. Los nuestros, don Luis, nos den.
DON FERNANDO.
¿Resuello por algún lado?
Haced al patio sacallos.
Que creo que vengo herido.
DON JORGE. Y tú con nosotros ven.
DON JORGE.
Miradlo, Fernando, vos.
DON FERNANDO. ¿Adonde, Fernando, iremos?
DON FERNANDO.
No tienes, nada, jpor Dios!
DON JORGE. Á visitar nuestra prima,
Que harta obligación tenemos.
¿Qué has tenido, mentecato?
DON LUIS.
GALINDO.
Y aun es la prima más prima
|Ay, que fué con un mulatol
DON JORGE. Que en Córdoba visto habernos.
DON JORGE.
¡Buenos estaban los dosl
GALINDO. ¿Es hermosa?
Como si yo fuera un payo,
Falta un verso en esta quintilla.
Y el cocinerillo obispo, 1 )
2O4 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

DON LUIS. El corte de las espadas,


Un ángel bello; Y á vuestra frente rendillas,
En rostro, manos y cuello, Todas de palma enlazadas.
Vence alabastro y ja;:mín; CONDE.
Toda es bellísima, al fin, Señor, si la palma mía
Desde los pies al cabello. Osdiera aquesta Granada,
DON JORGE. en palma vuestra podría;
Pésame muy en extremo Pero fué palma sembrada,
Que esté ausente el Veinticuatro; Que ha dado el fruto tardía.
Que ya el recatarse temo, Perdonad su rustiqueza;
Y yo su fama idolatro, Que humillarse á Vuestra Alteza
Y en su memoria me quemo. Tiene por mayor hazaña.
DON FERNANDO. REY.
¿De qué se ha de recatar Antes es palma de España,
Siendo sus primos? Que ha de ceñir su cabeza.
DON LUIS. Vos, Hernando del Pulgar,
Por dar Creedme, que eternamente
Ejemplo de casto pecho; Vuestra hazaña singular
Que con hermanos lo han hecho Vivirá de gente en gente,
Otras del mismo lugar. Desde el nuestro al Indo mar.
DON FERNANDO. Que el Ave, por quien tan ciertas
Aquésos son disparates; Vemos nuestras peticiones,
De verla es justo que trates, De estas vidas, en Dios muertas,
Ó tómelo mal ó bien. Ya que no en los corazones,
DON JORGE. La clavastes en las puertas.
Haz, Galindo, que nos den Fuisteis un Marte Gabriel,
Borceguíes y acicates. Que con la embajada escrita,
Tanto os parecéis á él.
Vanse. PULGAR.
Quien al moro se la quita,
Salen el rey D. Fernando, Garcilaso de la Vega, el
Conde de Palma, Hernando del Pulgar y D. García
Más tiene del Ave y del.
de Toledo. Si clavé el Avemaria
En puertas de Granada,
las
REY. De Garcilaso podría
Estoy, nobles caballeros, Loarse más ser quitada
De vosotros bien servido, Al moro que la traía.
Pues vuestros blancos aceros GARCILASO.
Habéis en sangre teñido Vos habéis dado sujetos
De aquellos bárbaros fieros. A la fama en qué emplearse,
Y aunque
es de Dios la victoria, Y á los poetas concetos,
Él quiere que vuestra gloria Porque más debe loarse
No se obscurezca de olvido, La causa que los efetos.
Pues habéis engrandecido Vos la disteis á mi empresa.
La fe con tan larga historia. REY.
Ya poseo la Granada, Con vuestra alabanza cesa
Que tan agria, áspera fué, La que á entrambos puedo dar.
Dulce, madura y cortada, GARCILASO.
Y de católica fe Mis armas ha de envidiar
La cabeza coronada. El cielo.
Costóme mucho el venir REY.
A podella conseguir, Harta gloria es ésa.
Después de tan larga guerra; GARCILASO.
Que estaba en nevada sierra, Ya luce el Avemaria
Tan áspera de subir. En mis banderas y escudos,
Débeseos, Conde de Palma, Donde detiene el día.
el sol
Mucha parte de la empresa; REY.
Ya desa palma no es palma ¿Por qué nos tenéis tan mudos
El fruto que antes profesa; Vuestros hechos, don García?
Granada lleva esa palma. ¿O han de ir éstos como salva,
¿Quién vio palmas con granadas? Y de vuestro sol el alba,
Pero así suele ingenuas Que á mí encarecerlo puedo?
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

VEINTICUATRO.
Hablad, famoso Toledo, Ya,
Honor de la casa de Alba. Que Granada y sus extremos
CAIXÍA.
Por tuya, señor, está,
Entre tales caballeros,
El sosiego en que te vemos
¿Qué puedo, señor, decir? Licencia á todos nos da,
REY.
primeros Y á venírtela á pedir
El que fué de los
mi casa,
I'ara volver á
En hacer y proseguir,
Si aquí no te he de servir.
Se alaba de los postreros;
REY.
No fué vuestra espada en blanco,
A guerra que aquí pasa,
la
Ni fué vuestra lanza mimb
La paz se debe seguir.
Que ya llega al cielo franco, Vete, Fernando, y descansa
El ángel azul y blanco
Con tu mujer, que ya es justo.
De vuestro dorado timbre. VEINTICUATRO.
Hoy queda por vos el nombre Nunca el servirte me cansa,
De Toledo eternamente, Pero da el ocio disgusto
Adonde la asombre
vida
Si Marte la furia amansa.
De ver un hombre excelente, Y en los que somos casados
Si quien es tan grande es
hombre.
Corre más la obligación
PAJE.
Rey invicto, está
De la patria, y los cuidados
Aquí,
De acudir á los que son
Don Fernando el Veinticuatro Forzosos, y no excusados.
De Córdoba, que hoy se va, Córdoba te dio sus hijos,
Y de Écija tres ó cuatro
Que en conquistar esta tierra
Hidalgos.
REY.
Has visto firmes y fijos,
Descansen ya. Más para andar en la guerra,
Vuélvanse á sus casas todos,
Que para los regocijos.
Ya la guerra se acabó;
Pues volvieron de mil modos yo
Las fiestas tendrélas
Por España y por su honra, mandas.
Con mi familia, si
Desde la infamia y deshonra REY.
Del primer rey de los godos.
Para tan justas demandas
¿Quién son?
PAJE.
No puedo decir de no.
Siento apartarte de mí,
Esteban Sarmiento,
Que sabes que te estimé.
Y Pedro Trillo.
VEINTICUATRO.
REY.
Este Trillo Siempre, señor, os serví,
mucho cuento: Siempre esa luz mi sol fué,
Es hombre de seguí.
Un su abuelo, con un trillo Y como sombra os
Dicen dio la muerte á ciento.
No he podido daros más,
PAJE.
Siendo mi caudal tan poco.
REY.
Martín Fernández, también,
En Fernando, ¿te vas?
De Bohorques, está aquí. fin,

REY. VEINTICUATRO.
¡Qué gran soldadol Señor, mi intento revoco;
DON GARCÍA. Ni me voy, ni iré jamás.
Harto bien Hagamos, señor, aquí
Pelear, señor, le vi Tres tabernáculos juntos.
Con la espada de Jaén. REY.
Valientes hombres han sido
Todos los de este linaje. Ahora bien, justo es así;
REY. Muévase amor en dos pur.
Muy bien los he conocido.
Aunque haya distancia en ti.
Vete á ver tu casa, y lleva
Entre el Veinticuatro, paje.
Este anillo de mi mano
Sale el Veinticuatro. VEINTICUATRO.

VEINTICUATRO. Haces de Alejandro prueba;


Los pies, gran señor, te pido. Que honrar á un tosco aldeano
REY. No es en reyes cosa nueva.
Fernando? Guardaré aqueste diamante.
¿Qué es esto,
,

266 HURAS DE LOPE DE VKGA.

Que en tu servicio lo soy REY.


Tanto más firme y constante, A
Córdoba escrito tengo:
Que puedo labrarle hoy Hablad á mi secretario.
Mejor que su semejante. VEINTICUATRO.
Si el anillo antiguamente Ya el recibiros prevengo.
Era de prisión señal, REY.
Esa tendré eternamente; Poco será necesario
Que de Águila tan Real Si no es que aquí me detengo.
Ser presa, es honra excelente. En Toledo me veréis;
El amor y obligación Que me da priesa Toledo.
De dármele, engastar puedo VEINTICUATRO.
En el alma, que es razón, Guárdete el cielo.
Y el oro y piedra, en el dedo REY.
Que llaman del corazón. El que veis
Y será este anillo así, Es hombre de quien fiar puedo
Por el venturoso hallazgo Cuanto conquistado habéis.
De la libertad que di, DON GARCÍA.
Vínculo en mi mayorazgo, Conocido es su valor.
Y piedras de amor en mí. REY.
Y deste círculo puedo Salgamos al corredor:
Decir, que al cielo segundo Despacharé los soldados,
Más obligado le quedo, Para partir aprestados.
Pues puede abrazar un mundo, CONDE.
Y se ha cifrado en mi dedo. |Gran merced!
Mas como el móvil primero GARCILASO.
Trae á los cielos tras sí, ¡Bravo valorl
Así de este anillo espero
Vanse.
Que traerá mi amor tras ti,
Del primer punto al postrero. Salen D. a Beatriz y D. a Ana.

Mejor le pudo emplear ANA.


En Hernando del Pulgar Gallardo acompañamiento.
Vuestra Alteza, que en mí, indigno, BEATRIZ.
Porque este anillo era digno Enesta ausencia celosa
De tan famoso pulgar. Del Veinticuatro, no hay cosa
Garcilaso de la Vega Que pueda darme contento.
Esa piedra ha merecido ANA.
En la mina de su vega, Buena ha sido la carrera;
Pues de su mina ha salido Bien la ha pasado don Juan.
Piedra que la vista ciega. BEATRIZ.
También al Conde de Palma Es por extremo galán,
Este anillo soberano Si él mismo no lo supiera.
Diera mejor sangre y alma, ANA.
Para palma de tal mano, ¡Qué lindo sacar de mano
Y por mano de tal palma. Al parar sobre los piesl
Don García de Toledo, BEATRIZ.
Que es tan heroico español Harto lindo todo es,
Tuviera, mejor que puedo, Si no fuera lindo y vano.
Este círculo de Sol DonPedro, que es más robusto,
En el Alba de su dedo. No me ha parecido mal.
Pero en fin, ha amanecido: ANA.
No quiero decir en mí; No tiene tu gusto igual,
Que en toda Córdoba ha sido. Mas no hay disputas en gusto.
REY. En fin, ¿robusto ha de ser?
Que lo merecisteis vi, BEATRIZ.
Que estoy de vos bien servido. Y lo contrario te asombre;
Id, Fernando, á vuestra casa. Que no es bien que tenga el hombre
VEINTICUATRO. Semejanza de mujer.
Beso á Vuestra Majestad ANA.
Los pies por merced que pasa ¿Que así don Luis te agradó?
Más distancia á mi humildad, BEATRIZ.
Que hay una gloria sin tasa. Flojo es, aunque es bien hecho.
267
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

DON FERNANDO.
ANA.
Agora, pues menor soy,
Pon á esas rejas el pecho;
Os hablo.
Que un forastero pasó.
DOÑA BEATRIZ.
Esperanza viene aquí. Hablad norabuena.
Sale Esperanza, esclava. DON Il.INANL'O.
Pues don Jorge ha preguntado,
BEATRIZ.
Prima, vuestra salud ya,
Más quisiera mi esperanza, Don Fernando ¿cómo está?
Aunque mi deseo alcanza DOÑA BEATRIZ.
¿Búscasme?
Para partirse aprestado.
KRANZA.
Saca unas sillas aquí.
Señora, sí.
DON FERNANDO.
BEATRIZ.
¿Tenéis carta?
¿Qué quieres? DOÑA BEATRIZ.
ESPERANZA.
Habrá tres días.
Dos caballeros
DON JORGE.
Entran en el patio agora.
;Oh, tristes desdichas míasl
BEATRIZ.
¿Dónde me lleváis así?
Si ¿es tu señor? ESPERANZA.
ESPERANZA.
Las sillas están ya puestas.
No, señora;
DOÑA BEATRIZ.
Que parecen forasteros.
Sentaos: llega esta almohada.
BEATRIZ.
DON JORGE.
Y ¿traen pajes?
Alma confusa y turbada,
ESPERANZA. ;

Tres ó cuatro. ¿Qué novedades son éstas


DON FERNANDO.
BEATRIZ.
¿Quién es, señora, estadam?
Mis primos son, así me goce (1).
DOÑA BEATRIZ.
Sale Galindo. Sobrina de mi marido.
DON FERNANDO.
GALINDO. Buen talle tiene.
¿Vive aquí el dos veces doce? DOÑA BEATRIZ.
ESPERANZA. Escogido.
¿Quién dices? DON FERNANDO.
GALINDO. Así doña Ana se llama:
El Veinticuatro. Pues sepa vuesa merced,
BEATRIZ. Que le soy muy servidor.

¿Eres de mis primos? DOÑA ANA.


GALINDO. Muy bien me debéis, señor,
Soy. Hacerme tanta merced.
GALINDO.
Si das licencia, entrarán.
Y ella, prima, ¿no me habla?
Salen D. Jorge y D. Fernando. ESPERANZA.
Quítese allá.
DON JORGE. GALINDO.
Á tus pies, señora, están ¿Para qué
DOÑA BEATRIZ.
Puntillos? que la daré
Bueno: mis brazos os doy,
Coz, que la deje sin habla.
Primos míos. BSFBRANZA.
DON JORGE.
Mi señora ¡Qué bien! ¡Gentil cortesíal
DOÑA BEATRIZ. c
Ya haces del fanfarrón?
GALINDO.
Muy bien venido seáis:
Es ésta mi condición.
¿Cómo venis? ¿Cómo estáis?
ESPERANZA.
DON JORGE. mía.
Tues sepa que no es la
En mi vida como agora.
CALI)
Vos, mi señora, ¿estáis buena?
prima, puedo yo
Una
A vuestro servicio estoy.
Tratalla á mi gusto ya.
ESPERAN- I

silaba en este verso. Probablemente 5


¿De cuándo acá
5
(i) Sobra una ¿Yo prima
Lope escribiría tal en vez de si.
:<>s OURAS DE LOPE DE VEGA.

GALINDO. DOÑA BEATRIZ.


Luego ¿no? ¡Que así de un mirar se imprima
ESPERANZA. Tan fiero amor!
No. DON JORGE.
GALINDO. Advertid
¡Lindo no! DOÑA BEATRIZ.
Luego donde un (i) amo honrado Pues doña Ana ¿qué os parece?
Tiene alguna prima honrada, ¿No don Jorge muy galán?
es
¿No viene á ser la criada DOÑA ANA.
La prima de su criado? Por don Fernando se van
ESPERANZA. Los ojos, que me enloquece.
¡Extremada obligación! DOÑA BEATRIZ.
GALINDO. Ya por concertado pase
¿Cómo te llamas? ¿Lucía? Tan desigual parecer:
ESPERANZA. ¡Venturosa la mujer
No tengo nombre. Que con don Jorge se case!
GALINDO. DOÑA ANA.
¡Porfía! ¿Qué dicha se igualaría
¡Ea, prima de un ladrón! A la que le quepa en suerte
Si eres Francisca, comienzo Don Fernando?
Cuatro efes que tendrás: DON FERNANDO.
Fría, fea y flaca serás. Pues advierte
ESPERANZA. Que doña Ana esté por mía:
Mas qué, ¿te llamas Lorenzo? Y pues mi prima te agrada,
GALINDO. Como me has encarecido,
Aquí traigo el sobrescrito. Dichosa elección ha sido.
ESPERANZA.
DON JORGE.
No que cuatro eles tuvieras,
¿No es perfecta?
Porque loco y ladrón fueras.
GALINDO. DON FERNANDO.
¿Y la cuarta? Es extremada (i).
ESPERANZA. DON JORGE.
Lacayito. Hete hecho levantar
GALINDO. Porque vuelvas á sentarte,
¡Vive Dios, que eres del potro, Hermano, en esa otra parte,
Aceituna cordobesa! Y yo en el mismo lugar.
Toca, perra. Ya, señora, hemos hablado;
ESPERANZA. Perdonad la grosería,
De hablar cesa. Y más la que
es propia mía,
GALINDO. El sentarme á vuestro lado.
Ea, esas burlas con otro. DOÑA BEATRIZ.
DON JORGE. Es ventura para mí,
¿Hay mayor desdicha que ésta? Tan cerca poderos ver;
¡Que hable con quien no quiero, Podrá el alma responder,
Y que á Beatriz, por quien muero, Que os tiene cerca de sí.
Plaga don Fernando fiesta! DON FERNANDO.
DON FERNANDO. Como mudé de lugar,
¿Hay suerte más inhumana? Mudé también de ventura,
¡Que á Beatriz toque la mano, Aunque de vuestra hermosura
Y que don Jorge, mi hermano, Temo que me ha de abrasar.
Esté hablando con doña Ana! DOÑA ANA.
DON JORGE. Antes pienso que os enfría,
Don Fernando Según lo poco que os mueve.
DON FERNANDO. DON FERNANDO.
¿Qué hay? Pues seréis como la nieve,
DON JORGE. Que abrasa de puro fría.
Oid, ESPERANZA.
Con licencia de mi prima. De esta vez digo mi nombre.

(i) En la edición antigua, algún, lo cual destruye (i) Falta el es en la edición antigua, pero es nece-
c verso.
|
sario para el verso.
,

269
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

Los ecos de la razón.


CAl.INDO.
No prima, cómo ha sido
sé,
¿Y es, en efecto?
Haberos puesto en la puente,
ESPEKANZA.
hsperanza. No por ser falso el sonido
CALI
De mis ojos, si en la frente
Dice amor que voy perdido,
¿Cómo en la misma mudanza
Mas porque al honor disuena
Quieres que tenga el homl>:
la
ESPERANZA.
Una segunda de pena,
de que soy fiel.
Y una tercera de injuria,
Tenga
DO.
Que dando á la cuarta furia,
Llega á la quinta la pena.
Serás, no me he engañado,
si
Ojos, manos, lengua, oídos.
eranza de ahorcado, mas ya tocas
1 larán cuerdas;
Que la tiene en el cordel. De diferentes sonidos:
ESPERANZA. locas,
Con tal primor, cuerdas
Di tu nombre. :
¿Quién templará dos sentidu-
GALINDO.
Ya me rindo, Pues en tan breve distancia
Es la menor disonancia
Por no ser altivo ingrato;
Aventurar alma y vida;
Tiene el principio de gato,
Pero de tu mano herida,
Todo lo demás es lindo.
Hará el morir consonancia.
ESPERANZA.
Será cisne mi instrumento.
Galindo te has de llamar.
GALINDO.
Cantando en la muerte ufano,
Si canta mi atrevimiento,
Añade á servicio tuyo; Porque tal prima y tal mano,
Mas di, ¡por Dios! .tienes ayo (1),
Harán un divino acento.
Ú puede el hombre hablar?
Romped mi vihuela en mí,
Mira que soy valentón, estima
Que el mismo cielo la
Como es á todos notorio, Y la toca desde allí.
Y que traigo un locutorio
De monjas por guarnición; DOÑA BEATRIZ.
Y hoy he rompido á un mulato
Por armonía tan alta
Cinco dientes y tres muelas.
recelas?
Yo no sabré responder,
¿De declararte
Pero suplirá el querer
.Que" te espantas? la falta:
ESPERANZA. De la respuesta
Contentaos conesto, y ved
Oye un rato.
para mí..
Que es tarde, aunque
CALINDO.
DON JORGE.
¿Qué tengo de oirte, penca?
Dejadlo estar, prima, así;
ESPERAN/ A.
A vuestro asiento os volved.
Hombre tengo á mi disgusto;
|Holal Apercibí esa gente.
Que por lo que toca al gusto,
que estoy mostrenca.
¿Qué nos mandáis?
l'or mi fe,
DON FERRANDO.
GALINDO.
¡Bueno voy!
¿Es machucho ó moscatel?
ESPERANZA.
Doña Ana, palabra os doy
De amaros eternamente.
Brios de bellaco tiene.
DON JORGE.
GALINDO.
Sepa yo de don Fernando,
llagóte voto solene,
doblar por Prima, nuevas cada día.
Que pueden él.
DOÑA BEATRIZ.
DON JORGE.
ha puesto Ni ya tenerlas querría,
Prima, á quien el cielo
Ni pienso estarle aguardando.
Con tan divino primor,
DOÑA ANA.
Al instrumento os he puesto,
Yos veréis por la ciudad
Que admirándose el pintor,
Cosas que más gusto os den.
Rompió la estampa tan presto, DON FERNANDO.
De cinco cuerdas, que son amén,
Nial fuego me abrase,
Sentidos del corazón,
Si á otra dé mi voluntad!
Y ella del alma los trastes;
Pero de éstos vos llevaste*
quintilla
; iltan los dos últimos versos de esta
(1) Falta la
, :

: 70 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

GALINDO. Sale el Veinticuatro, de camino, y criados.


Esperanza, adiós.
ESPERANZA. VEINTICUATRO.
Adiós. Llama á esa puerta, Medrano.
GALINDO.
MEDRANO.
Lo dicho, dicho. Las muías, con el ruido,
ESPERANZA. Han despertado el oído
Está bien. De quien no te guarda en vano.
GALINDO.
¿Querrásme? Salen Rodrigo, esclavo, Esperanza y D.=> Ana.
ESPERANZA.
Sí. VEINTICUATRO.
GALINDO. ¡Que ya en mi casa me veo!
¿Bien? RODRIGO.
ESPERANZA. Dame
esos pies.
Muy bien. VEINTICUATRO.
GALINDO. |Oh, Rodrigo!
¿Esta noche? RODRIGO.
ESPERANZA. ¿Cómo vienes?
Sí, á las dos. VEINTICUATRO.
Bueno, amigo;
Vanse. Ya se cumplió mi deseo.
Sale el rey D. Fernando y caballeros. ¿Cómo estás, Esperancica?
ESPERANZA.
REY. Ya, con mi señor,
verte,
Si esto es así, no es justo detenerme; De tu esperanza y favor
Haced que esté aprestada la partida: Está mi esperanza rica.
Ecija me perdone, Jaén y Córdoba, DONA ANA.
Que me llama Toledo muy aprisa, Con lágrimas en los ojos
Y palabras de esta dulce carta.
las Os recibe mi alegría.
CONDE. VEINTICUATRO.
Toda esta tierra siente tu partida, ¡Oh Anal ¡Oh sobrina míal
Desde Genil al Betis, que se cubren, DOÑA ANA.
En vez de luto, de espadañas y árboles; Ya os perdono los enojos
Pero Castilla, de tus plantas huérfana, Que de no me haber escrito,
También, invicto Rey, te llama á voces. Señor mío, me habéis dado.
GARCILASO. VEINTICUATRO.
No niegues este bien á quien te llama, ¿Estás buena?
Y á tu leal Castilla, que desea DOÑA ANA.
Verte triunfar, como á su Octavio Roma, Triste he estado.
Después de tantas guerras y conquistas VEINTICUATRO.
Cuelga la espada, valeroso Príncipe, ¿Y ahora?
En tanto que tus reinos y vasallos DOÑA ANA.
Están en blanda paz gozando á Numa; Alegre infinito.
Y en los famosos templos las banderas ESPERANZA.
De tantos enemigos humillados. Mi señora viene ya.
Si á tu humildad no fuera pesadumbre,
Castilla hiciera, el tiempo que le queda, Sale D.a Beatriz.

Arcos, columnas, carros y pirámides, VEINTICUATRO.


Con mejores renombres y atributos. ¿Cómo, mi bien, la postrera?
REY. DOÑA BEATRIZ.
Partirme es fuerza: adiós, ciudad insigne, Si el placer lugar me diera,
Que tanto me costáis de angustia y pena; Y alma, que en vos está,
el
Estadme agradecida, pues os saco Por la ventana saltara
De esclava de Mahoma y doy á Cristo, por este corredor.
En quien estáis como señora hermosa; Gracias á Dios, mi señor,
Ya no sois de los bárbaros cautiva Que ya veo vuestra cara:
Ni daréis voces, ofendiendo al cielo; Otro abraco os quiero dar.
Que sola érades vos la desdichada, Jesús, qué bueno venís!
Siendo en España vos la más granada. VEINTICUATRO.
Vanse. ¿Estáislo vos?
;

-\"I
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

VEINTICUATRO.
DOÑA BEATRIZ.
La obligación es por vos.
lié decís?
DOÑA BEATRIZ.
Pues con vos, ¿no lo he de estar? Pues mejor me ayude Dios,
Si muerta ahora estuviera
Que vos rondéis la ciudad.
Y mano me tocara,
esta
¿Hay á quién dar alegría
Al mundo otra vez tornara
Y recibir parabién?
Y por milagro viniera. VEINTICUATRO.
VEINTICUATRO.
Alto: una ropa me den:
El placer os da licencia
No haya más, señora mía.
Para decir imposibles.
¿Qué hay que cenar, Esperanza?
DOÑA BEATRIZ.
ESPERANZA.
Y haber sido terribles
el
Señor, como no supimos
Los sentimientos de ausencia.
Que no tuvimos
venías,
Dadme, mi bien, esas manos. honesta pitanza;
VEINTICUATRO.
Más que la
Pero no te dé cuidado,
Dejad ya tantos excesos.
DOÑA BEATRIZ.
Que no falta un perdigón
Con que se gaste un limón,
¿Qué hay de salud y sucesos? Sobre un torrezno cortado;
VEINTICUATRO.
sanos. Dos conejos hay en casa.
Que en Córdoba estamos VEINTICUATRO.
Veisnos aquí, que, ¡por Dios!
¡Oh pesar de mi capotel
Que no comen cordobeses Yo quiero entrar hoy á escote:
Los moros. Luego al momento los asa.
DOÑA BEATRIZ.
¿Eso dices que no es nada?
Son los arneses ESPERANZA.
De acero, y diamante en vos. Matarte puedo un capón.
Y vos, Medrano, ¿venís VEINTICUATRO.
Con salud?
No gastes otro limón.
MEDRANO.
ESPERANZA.
La que me das.
VEINTICUATRO.
También tengo una empanada.
VEINTICUATRO.
Desde hoy le tened en más:
os servís Mas matalle: y ¿de qué? di.
De gente hidalga
Que allá ha muerto su morillo, ESPERANZA.
Y aun pienso que más de dos. De palominos, señor.
DOÑA BEATRIZ. VEINTICUATRO.
¿Valiente sois? amor
MEDRANO. No en balde te tengo
Ahorrándote vas así.
Sí, ipor Dios!
Si yo muero con mi lengua,
Mi señor puede decillo. hombre vivo.
DOÑA BEATRIZ. No servirás á
¡Oh, cuánto gusto recibo!
¿Habéis allá regalado 5
jQuién pone en casarse mengua
Al Veinticuatro muy bien?
MEDRANO.
"¿Quién era aquel ignorante
5
Que habló mal del casamiento
Sin ti, aunque el mundo le den;
contento
¿ Tiene otro estado el
Pero téngole obligado. delante?
DOÑA BEATRIZ. Que ahora tengo
~
El que está más enfadado,
Quitadle aquellas espuelas,
Pruebe alguna vez siquiera
Dadle ropa, descalzalde.
VEINTICUATRO. A hacer que viene de fuera:
Verá lo que es ser casado.
No llego á mi casa en balde.
RODRIGO. Miren aquí mi familia,
quitarélas.
Mis criados y mujer,
Espérate ,

VEINTICUATRO.
Reventando de placer,
¿Qué hay de Juan? ¿Qué hay de
Siciha.
Déjalas estar, Rodrigo;
Todos los he de abrazar,
Que he de ir á besar los pies
Que, aunque negros, gente son.
Al Obispo. RODRIGO.
DOÑA BEATRIZ.
bondad ¡Qué condiciónl

Iréis después,
¡

DOÑA BEATRIZ.
Que ahora os quiero conmigo;
Rabiando estoy de pesar.
Esta noche descansad.
OBRAS DE LOPE DK VEGA.

\ i l\ riCUATRO. Y cargado de sol, dije: Teneos,


Iasta los perros parece
I Deseos locos, que me
habéis burlado.
Que alegra verme en mi casa. Vos quitasteis los ojos de improviso,
té piensa quien no se casa? Y cayendo conmigo mis deseos,
La libertad envejece. Fué mayor el castigo que el pecado;
¡Oh, alegre y dichoso estado! Pero tan obstinado,
Si lacabeza me duele, Que otro Luzbel he sido,
Tengo al fin quien me consuele, En no ver luz ni estar arrepentido.
Que mi mujer á mi lado.
es,
mi mal,
Siente, en efecto, Sale D. Fernando con capa y rodela, como de noche.
Alégrase de mi bien,
Y, en efecto, tengo quien DON FERNANDO.
Lo sienta con rostro igual. Ya no quiero más bien que sólo amaros,
Si me ausento, me desea, Ni más vida, señora, que ofreceros
Si vengo, me da sus brazos, La que me dais, cuando merezco veros,
No con fingidos abrazos, Ni más gusto que veros y agradaros.
Como de otros bien se crea. Para vivir, me está bien desearos,
Mira mi hacienda, y regala, Para ser venturoso, conoceros;
Es médico y es consuelo: Sólo le pido á Dios, para entenderos,
Si es buena, es prenda del ciclo, Ingenio que ocupar en alabaros.
Y del infierno si es mala. La pluma y lengua, respondiendo á coros,
Vamos, hijos, á cer.ar, Quieren al cielo espléndido subiros,
Descalzadme: acostaréme. Donde están los espíritus más puros;
Que entre vuestras riquezas y tesoros,
Vase.
Papel y lengua, versos y suspiros,
DOÑA BEATRIZ. De olvido y muerte vivirán seguros.
¿Quién esto escucha y no teme, DON JORGE.
Doña Ana, en qué ha de parar? Hombre es éste. ¿Qué he de hacer?
DOÑA ANA. ¿Quién va allá?
Anda, señora, no temas; DON FERNANDO.
Que de aquestos engañados ¿Quién lo pregunta?
Tiene amor muchos culpados. DON JORGE.
DOÑA BEATRIZ. Punto tiene, pues me apunta.
Cuanto me hielo, me quemas. Pase.
¡Oh, nunca hubiera venido! DON FERNANDO.
¿Qué hará don Jorge esta noche? Él pase.
DOÑA ANA. DON JORGE.
Cuando la ronde de noche (i), Podría ser.
Sufrirá, que es tu marido. ¿Tiene qué hacer?
DOÑA BEATRIZ. DON FERNANDO.
¡Ay de la que ha de fingir ¿A qué efecto
Gusto con quien no le tiene! Le he de dar cuenta de mí?
DOÑA ANA. DON JORGE.
Y ¿qué viene?
le diré si Suelo yo pedirla así.
DOÑA BEATRIZ.
Mete mano.
Que sufra el veime morir.
DON FERNANDO.
Vanse.
Tente: ¿no eres más discreto?
Sale D. Jorge con capa y rodela, como de noche. DON JORGE.
DON JORGE. ¿Conocísteme?
Deseandoestar dentro de vos propia, DON FERNANDO.
Señora, por saber si soy querido, Yo, ¿cuándo?
Miré ese rostro, que del cielo ha sido, DON JORGE.
Con estrellas y sol, retrato y copia. Ea, que esa valentía
Y siendo cosa á mi humildad impropia, Por conocerme sería.
Vime de luz y resplandor vestido Gente viene: oye, Fernando.
Con vuestros ojos, cual Faetón rendido,
Sale Galindo á lo gracioso, de noche,
Cuando abrasa los campos de Etiopia. con casco y rodela.
Pues viéndose en el cielo y paraíso,
GALINDO.
(i) Consonante repetido. Si en el poyo más limpio ó más pestífero
273
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

DON JORGE.
tu cocina fresca y
aromática,
De plática A mi desdicha maldigo.
Duermes por no escuchar la dulce ;Entróse?
lacayífero,
De este cautivo pobre DON FERNANDO.
mortífero,
Despierta de mi pena al son Sí.
Circe fregática,
Medea pucheril, DON JORGE.
Pues eres la piscina y la probátiea. No podemos
Que me ha de dar remedio salutitero, Estar en la calle más.
Vuelve los pernizarcos ojos rígidos gal;
A este ojizambo amante en mil recámaras, A ella digo.
tísicas.
El alma llena de éticas y DON JORGE.
frígidos,
Mira que de tener los pies tan ¿Dónde?
Podrá, señora, ser que me den cámaras,
GALINDO.
Que para ti serán crueldades físicas.
B,
DON JOl Esperanza, no hablaremos?
Parece que viene acá. JORGE.
(.ALINDO.
No hayesperanza aquí.
Dos hombres hay, ¡vive Diosl
Visitémosle mañana.
DON JORGE. GALINDO.
aqueste acomete á dos,
Si Adiós, esperanza vana.
Ó es loco ó armado está. DON FERNANDO.
GAL1NDO. búscala en mí.
Si es ésa,
¿En la puerta de mi daifa?
No, ¡por Dios! ¡Fuera de ahí!
DON JORGE.
¿A dos te llegas así?
GALINDO.
No se me da una azufaifa.
DON JORGE. JORNADA SEGUNDA.
¿Es Galindo?
GALINDO.
¿Es mi señor?
DON JORGE. Salen D. a Beatriz y el Veinticuatro, solos.
(Ah, borracho!
GALINDO. VERSTICUATRO.
¡Fuera, digo!
¿Cómo puedo replicar
DON FERNANDO.
A Córdoba en lo que os digo,
Ea, bueno está.
Pues es llano que conmigo
DON JORGE.
Puede mejor negociar?
¡Qué amigo
Sabe que me quiere bien
Es éste de armas y amor! El Rey mi señor, y sabe
¿Adonde vas?
GALINDO.
Que estoy en su pecho grave
Acreditado tan bien,
Aquí tengo puedo pedir
Que no le
Un poquillo de esperanza.
DON JORGE.
Cosa que deje de hacer:
Córdoba me ha menester:
¿Que aun á ti parte te alcanza? á su gusto acudir,
GALINDO.
Debo
Por su hijo, y porque tengo
A la misma tienda vengo.
El'oncio que sabéis:
Sale D. a Ana á la ventana. Paciencia tener podéis,
Beatriz, en tanto que
vengo;
DOÑA ANA.
Que no hay desde aquí á Toledo
|Ce, ce!
DON FERNANDO. Tanto mar, que cause enojos.
DOÑA BEATRIZ.
Señas son.
Basta que haya el de mis
ojos.
DOÑA ANA. VEINTICUATRO.
¿Qué digo?
En anegarme puedo;
ése,
¿Es don Jorge?
no sólo yo, que el alma,
Y
GALINDO.
Y otros cuatro
Con ser de la muerte exenta,
DOÑA ANA. Podrá en él correr tormenta,
^ ) tener la vida en calma.
Ya es venido el Veinticuatro.
: !

274 GURAS DE LOPE DE VEGA.

Ya que al otro puso Dios De Córdoba es interés,


Márgenes, y vive en ellas, Y mi papel no es
así,
Al mar de vuestras estrellas La relación de mi espada.
Ponedlas mi vida vos; Negocios de la ciudad,
Que aunque llevo tanto fuego, Tendrán su despacho presto;
Cuanto á resistirse muestra, Y veo que el ir á esto
Es una lágrima vuestra Es de mucha autoridad.
Un diluvio en que me anego. También ver al Rey deseo;
Sosegad, pues, el diluvio; Que le tengo mucho amor.
Y mientras la oliva toma DOÑA BEATRIZ.
Mi fe, Cándida paloma, ¡Ay, Fernando, mi señor
Salga el sol dorado y rubio. Cómo esas palabras creo!
Ea, pues, habíame ya; ¿Quién duda que á ver no vais
Que me enojas de esa suerte. Alguna reina de aquellas
Piensa en que ya vuelvo á verte, Que en la corte
Verás qué gusto me da. VEINTICUATRO.
Y piensa que en toda parte No habléis de ellas;
Soy tu marido, y un hombre Que en el honor me tocáis.
Cuya alma lleva tu nombre, Yo, mientras vos me viváis,
Pero alma no se parte.
el Que os me guarde Dios mil años,
Que cuando el pecho me abras, ¿Haceros, ausente, engaños,
No es de un mármol diferencia, Con las reinas que decís?
Pues el curso de la ausencia ¡Qué mal mi amor conocéisl
Es ya como las palabras. No hablemos, señora, en eso:
Que dellas se dicen bien O el partir os quita el seso,
Que unas á otras se enlazan; Ó por sin él me tenéis.
Las ausencias amenazan Hora es ya de mi partida
Ya con lo mismo también. ¡Hola, Rodrigo!
DOÑA BEATRIZ. RODRIGO.
No bastaba la pasada: Señor
¡Plegué á Dios que pare en éstal DOÑA BEATRIZ.
VEINTICUATRO. ¡Qué poco estimáis mi amor
Es muy diferente aquesta, VEINTICUATRO.
Que es una breve jornada. Sois alma de esta vida:
el
Ved la distancia que encierra, Llámame á Carpió y Medrano.
Para que la vuelta importe RODRIGO.
El negociar en la corte ¡No fuera contigo yo!
O el acudir á la guerra. VEINTICUATRO.
Mejor despacho y prosigo ¡Ojalá!
Mi negocio de ordinario, RODRIGO.
Allí con el secretario, Luego ¿voy?
Que allá con el enemigo. VEINTICUATRO.
Y así, más breve jornada No.
En paz que en guerra cruel, Mostrad, señora, esa mano.
Aquí dándole un papel, RODRIGO.
Que acullá con el espada. Señor
DOÑA BEATRIZ. VEINTICUATRO.
Por más breve la tuviera, Véteme de ahí;
Que espada y no pluma corte; • Que acá serás menester.
Que los negocios de corte RODRIGO.
No pasan de esa manera. ¿Que no he de ir?
Sirve en Granada un soldado, VEINTICUATRO.
Va á la corte á negociar, No es menester:
Y más tarda en despachar Esos dos vengan aquí.
Que no en haber peleado. Beatriz, entre estededo y el pequeño,
VEINTICUATRO. Y grande, luego al corazón aplico
Verdad es que alguno habría Este diamante, aqueste anillo rico,
En la corte tan novel, Más que por sí, por el valor del dueño.
Que le pesase el papel En él todo mi crédito os empeño,
Más que la espada algún día. Y en él todo mi amor os certifico;
Esto no es pretender nada, Para su estimación el mundo es chico;
.

275
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

sueño. A su fianza me obligo.


La plata es precio vil, el oro es En tales manos cayese
Yo os doy aquí mi ser, mi honor, mi
hacienda:
decoro,
Siempre mi honor.
Esta es mi fe: con mi leal
DOÑA BEATRIZ.
esculpida.
Aquí mi hidalga sangre está Ya lo está.
Guardadle bien, que os doy en esta prenda
crédito, anillo, plata y oro,
Valor, Salen D. Jorge y D. Fernando
Lealtad, fe, honor, hacienda, sangre y vida.
DOÑA BEATRIZ.
JORGE.
Yo lo estimo como es justo,
¡Que el Veinticuatro se va,
Y en el alma engastaré,
Y que ahora lo supiese!
Por ser oro de la fe ¿Cómo, señor, á Toledo
De vuestro amor y mi gusto. Sin dar parte á vuestra hechura?
No temáis que el mundo pueda VEINTICUATRO.
Sacarle del corazón. ciudad procura:
VEINTICUATRO Esto la
En obligación le quedo;
Grande muestra de afición
Que entre muchos que hay mejores,
He hecho, pues con vos queda; me
Que en mi vida pensé yo
Á sus negocios elige.
¿Quién lo dijo?
Que le apartara de mí. RODRIGO.
Yo lo dije
Sale Rodrigo.
Al subir los corredores.
JORGE.
RODRIGO.
Pues ¿importaba el secreto?
Tus primos están aquí. VEINTICUATRO.
VEINTICUATRO.
¿Dirán que estoy, ó que no?
Á mis primos no importaba.
Dame de vestir, acaba.
¿Quién son? JORGE.
RODRIGO.
¿Hoy os partís, en efeto?
Los Comendadores.
VEINTICUATRO.
DONA BEATRIZ.
Entren: ¿qué reparas?
Ya me voy.
¡Jesús! FERNANDO.
VEINTICUATRO.
Y ¿es vuestro gusto
No entendí que tú gustaras Que os vamos acompañando
No tengo amigos mayores.
Jorge y yo?
Son mis deudos, y tan buenos, VEINTICUATRO.
Que me honro de su lado; Fernando!
¡Jesús,
Que por ellos no ha llegado que es justo:
menos. Eso al Obispo,
Su linaje á valer
Servidle, que es lo que importa,
Hónrase el Obispo mucho
Para que os haga merced
De tener sobrinos tales,
¡Holal Botas me traed.
Porque son muy principales.
FERNANDO.
DOÑA BEATRIZ.
¿Hoy harás jornada corta?
¡Qué bien su alabanza escucho, VEINTICUATRO.
Por la parte que me alcanza, Adamuz llegaré,
Hasta
De Jorge, mi dulce amigo! sin luz.
Aunque camine
Porque al fin, del enemigo JORGE.
Es más cierta la alabanza.
Con ella irás á Damuz,
VEINTICUATRO.
Que* hay poca tierra.
¡Qué galanes, qué hidalgados, VEINTICUATRO.
Qué bien que lucen ahora! No sé.
Y aun os prometo, señora, FERNANDO.
Que son muy buenos soldados. bien, hasta Alcolea
Ahora
Pues don Jorge no es discreto;
Contigo iremos.
Es una perla, ¡por Dios! VEINTICUATRO.
DOÑA BEATRIZ.
Yo os beso
Yo sé que os sirven á vos
Las manos por el exceso:
Y os pagan el buen conceto; Para cuando vuelva sea;
Que todo cuanto conmigo
Que ahora secreto voy.
Tratan, es vuestra alabanza.' FERNANDO.
VEINTICUATRO.
Jorge, démosle lugar.
Mozos de grande esperanza:
=76 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

VEINTICUATRO. El de gozar tu presencial


¿No me traéis de calzar? ¡Bien haya quien ventas hizo,
Con gentil espacio estoy. Hasta las sillas y frenos!
JORGE. FERNANDO.
Dios, señor, con bien os lleve. Por mi fe que estamos buenos:
VEINTICUATRO. ¿Este es amor ó es hechizo?
Él os guarde más que á mí. JORGE.
JORGE Pues ¿no quieres que esté loco,
Jesúsl No paséis de aquí. Viendo al Veinticuatro ausente?
BEATRIZ. GALINDO.
Hace, primos, lo que debe. Caminando hasta las veinte.
JORGE. JORGE.
Señora, consuéleos Dios Para mi deseo es poco;
En esta ausencia. Que camina en un instante,
BEATRIZ. Con sola una fantasía,
Él lo haga. Desde el Austro á Mediodía,
VEINTICUATRO. Desde Poniente á Levante.
Bien quiero á Jorge. GALINDO.
BEATRIZ. Díme; si el mundo has andado,
Él os paga ¿Has visto en algún zaguán
VEINTICUATRO. La silla del alazán,
¡Qué bonitos son los dos! Que esta noche me han hurtado?
JORGE.
Vanse.
Galindo está de mi humor;
¡Bien empleada crianza ¿Qué me dices, Galindillo?
En mozos tan gentilhombres! FERNANDO.
BEATRIZ. Ya de ver, me maravillo,
Galanes son. La calidad de tu amor.
VENTICUATRO. Está quieto, vuelve en ti.

Y muy hombres. JORGE.


BEATRIZ. ¡Jesús, ido el Veinticuatro!
¡Qué bien su alabanza!
le está GALINDO.
Rodrigo, Carpió, Medrano ¡Que entre tres sillas ó cuatro,
¿Qué es esto? La mejor faltó de allí!

RODRIGO. JORGE.
Á punto están todos. ¡Oh, qué días que me esperan!
VEINTICUATRO. ¡Oh, qué noches que me aguardan!
Pienso el irme de mil modos, Pero ya las horas tardan,
Y detiéneme esa mano; Los deseos desesperan.
Pero ahora, hasta partirme, ¡Ay, Beatriz!
Aún no se me ha puesto el sol. FERNANDO.
BEATRIZ. A todos toca
Agua dice este arrebol. Parte del gusto mañana;
VEINTICUATRO. Que también quiero á doña Ana.
Diga fuego, que es más firme. JORGE.
Hoy, alma, te vuelves loca.
Vanse. GALINDO.
Salen los Comendadores y Galindo. También entraré en la danza; .

Pero
JORGE. JORGE.
¿Hase visto igual ventura ¿Qué te maravilla?
Como la mía, Fernando? GALINDO.
Ya me estoy pronosticando Acordarme de la silla,
Que un siglo su ausencia dura. Me hace olvidar de Esperanza.
¡Ay hermosísimos ojos! JORGE.
¿Posible es que he de gozaros, Ea, que el perdón te alcanzo.
Sin ser de su cielo avaros, GALINDO.
Por desdenes y despojos? Luego ¿no habrá sobresalto
¡Bien haya quien hace ausencia! De salario?
¡Bien haya quien inventó JORGE.
Caminos, pues hallé yo No.
;

CÓRDOBA. 77
LOS COMENDADORES DE

Alcanzaréis mi esperanza;
GAL1NDO.
Pues alto:
Que eso tiene y eso alcanza
danzo. Quien da su esperanza al viento.
Salto, bailo, canto y FERNANDO.
FERNANDO. ahora?
¿De qué es la tristeza
Tente, bestia. JORGE.
JORGE.
Viene tras él la alegría,
Déjale, día:
Voltea: Que es noche que sigue al
Que muy bien hace.
Yo os perdí, dulce señora.
No haya cosa que no sea FERNANDO.
Gusto y fiesta
Dime, ¿el Obispo no fué
GALINDO.
Quien ahora te llamó?
¿Voltearé?
JORGE.
JORGE.
Sí fué; mas él me mandó
¿Pues no? viento mis quejas dé.
GALINDO.
Que al
FERNANDO.
¿Soy yo buratín?
maroma ¡Cómo! Don Jorge, ¿ha sabido
Si hubiera aquí una Nuestros amores?
Pero |por Dios, que me aploma JORGE.
El peso del nalgatín! No, hermano.
FERNANDO.
Sale D. Luis.
Pues ¿qué te quejas en vano?
JORGE.
LUIS.
el Obispo Igual mi desdicha ha sido.
Señor don Jorge, FERNANDO.
Os llama.
¿Cómo?
JORGE.
JORGE.
Fernando, espera. Mándame partir
Vanse. A ver el Rey á Toledo.
FERNANDO.

GALINDO. ¿Hoy?
JORGE.
Déjale estar, que ya era
Hoy, si partir puedo,
Rey, príncipe y arzobispo.
FERNANDO. Por lo menos á morir.
GALINDO.
Galindo, aunque disimulo, tal ventura
los dos.
¿Hase visto
Más me huelgo que Como la mía, Fernando?
GALINDO.
querer, ¡vive Dios,
Ya me estoy pronosticando
Tú, de siglo su ausencia dura.
Que un
Que no sabes más que un mulol ¡Bien haya quien ventas hizo,
En esta ocasión de ahora,
Hasta las sillas y frenosl
Todo es néctar y ambrosía; JORGE.
Tienes boca más fría
la
Calla, necio.
Que un alma de cantimplora. FERNANDO.
Anda, que agravias al bien Yo, á lo menos,
En no saberlo estimar. No soy tan antojadizo;
FERNANDO.
Pero sé de mi ventura,
Debajo de este callar,
Sufrimiento y diligencia,
Siento más y amo también;
Que de temores de ausencia
Que la divina hermosura
Tengo á doña Ana segura.
De doña Ana no es tan poca, De que te vayas me pesa
Que hasta un mármol no provoca;
Pero ¿qué se puede hacer?
Y no es el alma tan dura. JORGE.
Bien la quiero, mas no estoy alma perder
¡Que podrá el
Tan loco como mi hermano. de esta empresa!
La victoria
que he de partirl
¡Ah, cielos,
Sale D. Jorge muy triste.
FERNANDO.

JORGE.
Yo miraré por las dos:
pensamiento vano, Vete, don jorge, con Dios.
Bien veis,
JORGE.
Cuan en popa el viento os doy.
pensamiento, Bien es, pues voy á morir.
Subid por el
, :

278 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Sale D. Luis. FERNANDO.


Que me vaya
LUIS. Aquesta tarde á Sevilla.
El Obispo quiere hablarte. Y no menos se contenta;
FERNANDO. Que excusándome salir,
¿A quién, á mí? Dice que puedo dormir
LUIS. En esta primera venta;
A don Fernando. Y por más que don Luis hizo,
FERNANDO. Dice que pongan los frenos
i
A mí? A las muías.
LUIS. GALINDO.
¿qué estás dudando?
•> Sí, lo menos,
Yo, á
¿Es mucho ahora llamarte? No soy tan antojadizo;
FERNANDO. Pero sé de mi ventura,
Mas no me quiere á mí,
¿qué, Sufrimiento y diligencia,
Para que á Córdoba deje? Que de temores de ausencia
Tengo á doña Ana segura.
Vanse.
FERNANDO.
JORGE. ¿Burlaste de ver poner
¿Que es posible que me aleje Tan dulce fin á mi empresa?
Señora Beatriz, de ti? GALINDO.
¡Oh Galindo! ¿Qué he de hacer? De que te vayas me pesa;
GALINDO. Pero ¿qué se puede hacer?
También tengo que llorar. FERNANDO.
JORGE. Haré, necio, un desatino.
Pues ven acá, agua del mar, GALINDO.
Cual nube para llover. Yo miraré por las dos:
A Toledo y al Rey voy Vete, don Jorge, con Dios.
Con pretensiones, que diera, FERNANDO.
Cuando la del reino fuera, ¡Aun si fuera mi caminol
Por adonde estoy;
estar Para que el mal no me aqueje,
Que es mi centro, que es mi esfe Hallara remedio en mí.
Que es de mi vida y contento GALINDO.
El sólido pensamiento, Mas qué, ¿no me quiere á mí,
Causa y materia primera. I Para que á Córdoba deje?
Ya yoestoy encomendado. FERNANDO.
¿Qué quiere ahora mi tío? Hete de hacer las narices
GALINDO. JORGE.
No es sin causa, señor mío. Fernando, paciencia, y vamos.
JORGE. FERNANDO.
¿Quién se lo habrá revelado? ¡Buenos, por mi vida, estamos!
Aunque es obispo, no es santo; GALINDO.
No debe de ser por eso. Y de Esperanza, ¿qué dices?
GALINDO. FERNANDO.
Será por curarte el seso, Que ¡vive Dios, que has de ir

Que en Toledo curan tanto. Con el uno de los dos!


Al Nuncio quizá te envía GALINDO.
Por bulas de buen asiento. ¡Ay, no me por Dios!
llevéis,
JORGE.
Sale D. Fernando muy triste.
Qué, ¿te pensabas reir?
FERNANDO. ¡Ea, á Toledo conmigo!
él entiende el pensamiento, FERNANDO.
O á nuestro amor pone espía. ¡No, sino á Sevilla irá!
¿Hay desdicha, ni dolor GALINDO.
Que al mío igualarse pueda? Desconformes estáis ya
Búrleme, pasé la rueda, Un remedio.
Pisé mi esperanza en flor. JORGE.
¿Quién de la ajena mancilla Di.
No tiene la risa á raya? GALINDO.
JORGE. Ya digo.
¿Qué te ha dicho? A Sevilla dice el uno,
;

2 79
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

JORGE.
El otro dice á Toledo; caballo me den.
Haz que un
Yo, que si en Córdoba quedo GALINDO.
No se agraviará ninguno.
JORGE.
No hay silla.
JORGE.
Eso no, que mi tristeza
Necio, compralla.
Sé que te habrá menester.
FERNANDO. Vanse.
ha de haber
Ello, suertes
Sale Rodrigo, esclavo, y Esperanza
Con quién va la buena pieza.
JOl '

RODRIGO.
Sea así.
te has burlado de mí,
Pues
FERNANDO.
Falsa y fingida Esperanza,
Llégate acá:
Bien se ve que al viento alcanza
¿Cuál quieres más?
JURGE.
Quien pone esperanza en ti.
Dilo, á ver. A un lacayo, á un bellacón,
Rascamulas, alcahuete,
FERNANDO.
De los que de siete en siete
Escoge, vino ó beber.
JORGE.
Van al mar en procesión;
Beber escojo.
A un hombre del baratillo,
Que se alquila y aun se vende,
FERNANDO.
¿Das lo que un alma defiende?
Ya va.
ESPERANZA.
üi, Galindo, de estos dos,
No hay fuerza sin un portillo.
¿Qué escoges, beber ó vino? ¿Qué quieres? Por él entró,
GALINDO.
adivino Puesto que me defendí.
Beber, ó vino,
RODRIGO.
Mucho hay que entender, ;por Dios!
Sin vino, no hay qué beber,
No nace sólo de ti,

Mas de quien causa dio.


la
Sin beber, ¿qué importa el vino? que yo no he sabido
¿Piensas
Pero ya que el vino vino,
falta el placer.
Que don Jorge
Sin beber ESPERANZA.
Un hombre rico y enfermo, ¿Qué don Jorge?
De comer puede tener, ¿Qué sirve que enredos forje
Fero no poder comer.
JORGE. Tu entendimiento abatido?
RODRIGO.
Habla.
GALINDO. ¿Galán es de mi señora?
Ya sé todo lo que pasa,
¿Pensáis que duermo?
Y que el honor de esta casa,
Todo esto es filosofía.
FERNANDO. Porque le destierran llora;
Ya sé que el noble blasón
Filosofía vinosa.
GALINDO. Que en esas puertas está
no es cosa Publica la infamia ya
El vino por sí
De su total destrucción.
Que á nadie gusto daría. ESPERANZA.
El beber se siente el gusto,
es mejor:
Habla bien.
Luego beber RODRIGO.
Beber escojo, señor. ¡Ay, Esperanzal
JORGE.
ESPERANZA.
Conmigo.
GALINDO. Que es doña Beatriz mujer,
Yo
de ello gusto. Y en ella quieres poner
FERNANDO. Ordinaria semejanza.
RODRIGO.
Á despedirnos partamos.
Déjate de eso: yo estuve
GALINDO.
La otra noche puesto en vela,
Á Toledo voy, en fin,
Hecho del sol centinela,
Que es cerca de San Martín.
JORGE. Que cubre la infame nube
ver nuestras prendas vamos.
Y oí lo decía
que le
A Don vil mujer;
Jorge á esa
gal;
Mas no importara, á no ver
Por acá estaba Cazalla,
á Alanís no voy también.
Lo que ella le respondía;
Y
.

280 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Sé también lo que trató GALINDO.


Don Fernando con doña Ana, Falsa, inconstante, traidora.
Y aun tengo por cosa llana Fácil, liviana, sutil,
Que si gozó.
quiso la ¿Con un esclavo tan vil

ESPERANZA. Te estás regalando ahora?


En eso mientes. Adiós.
RODRIGO. ESPERANZA.
Yo miento; que es un loco.
Calla,
Pero no me negarás GALINDO.
Que á este son bailado has Pues ¿qué es lo que te decía?
Con el lacayo instrumento; ESPERANZA.
De aquí nace que, como ellas Celos de ti me pedía.
Los quieren bien ames tú ,
GALINDO.
Á quien los sirve. ¿Eso es poco?
ESPK RANZA ESPERANZA.
¡Jesú, ¿Qué más poco?
Qué de cosas atropellas! GALINDO.
No falta sino que digas ¿Que están detrás escuchando?
Que la mona y papagayo RODRIGO.
Andan de amor Oyendo mi mal estoy.
RODRIGO. GALINDO.
¡Que á un lacayo Diciendo el recado voy
Toda mi esperanza obligas! De don Jorge y don Fernando.
ESPERANZA.
Sale Galindo.
¿Qué quieren?
GALINDO. GALINDO.
Al eco del nombre mío, Venir acá.
Que dice lacayo, cayo; ESPERANZA.
Y por vida de mi sayo, Pues vé, y di que vengan.
¡

Que no di el golpe en vacíol GALINDO.


¡Pasito, que di en la red! Voy.
RODRIGO. RODRIGO.
¿Éste es tu bravo? Ahora por darte estoy,
GALINDO. Perra esclava
¡Oh, qué lindol ESPERANZA.
RODRIGO. Tente allá.

¿Qué manda el señor Galindo? RODRIGO.


GALINDO. ¡Vive Dios! ¡Si no mirara
Servir á vuestra merced: Lo que yo sé, que te había
Cierto recado traía, Mas no importa; que algún día
Y hanme dado mi recado -
Te saldrá todo á la cara.
Si estávoarced ocupado, No quiero llorar mi mal,
Podréle dar otro día. Pues se ofrece otro mayor;
ESPERANZA. Que el honor de mi señor
Dádmele, señor, á mí. No tiene en el mundo igual.
GALINDO. ¡Ah, traidores!
A vos, sí.
ESPERANZA.
ESPERANZA. ¡Calla, perro!

Decid. Que te costará


GALINDO. RODRIGO.
Aparte. Sí haré:
RODRIGO. Por mi señor callaré,
¿Es secreto? Que en decillo cobro el yerro;
GALINDO. Mas ¡plegué al cielo que el suyo
¿Puedo hablarte? No desagravie algún día
ESPERANZA. Su honor, que la afrenta mía
Sí. Es libre y no tiene cuyo!
GALINDO, Ser esclavo me contenta,
Pues escúchame. De mi bajeza me alabo;
ESPERANZA. Que en ser afrenta de esclavo,
Di. Viene á ser libre de afrenta;
28l
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

DOÑA ANA.
Mas tú veras.
I'n ciego sigue á otro ciego;
ESPERANZA.
Ay de mí, qué triste voy!
Ya te digo
Pero pensando en el bien,
Que cierres ojos y boca.
Comunicado mayor,
RODRIGO.
Pierdo el respeto al honor,
|Ah, señora necia y loca,
Y aun al peligro también.
Tu entendimiento maldigo! Holguémonos, pues quedamos
Eso sí, di al mar furioso
reduzca Solas, que no hay qué temer.
Que no brame y se
DOÑA BEATRIZ.
A un punto, que no produzca
tiempo forzoso: .Qué tormento puede ser
La tierra al
Igual al bien que gozamos?
Di que el aire no sustente,
pare, ¡Ay, amiga! ¿No has oído
Queme el fuego, el sol se
Entrar caballos en casa?
Lo por venir se declare, DOÑA ANA.
Lo pasado esté presente; Alguien que la calle pasa,
Pide á un amante firmeza,
En casa te ha parecido.
Pide á un celoso placer,
DOÑA BEATRIZ.
Y di que en una mujer Vé volando, Esperancilla;
Falte mudanza y flaqueza.
Que yo sé que no me engaño.
Salen D. a Ana y D. a Beatriz.
Salen D. Jorge, D. Fernando y Galindo,
con botas de camino.
DOÑA BEATRIZ.
Por asegurar, sin duda,
DOÑA ANA.
No han vuelto á vernos, doña Ana.
¡Oh, qué espectáculo extraño!
DOÑA ANA.
DOÑA BEATRIZ.
No fué mi esperanza vana;
¿Qué te admira y maravilla?
Que todo, el tiempo lo muda.
¡Jesús, espuelas y botas!
Estabas muy afligida
¿Cómo es eso? ¡Ay, pensamiento!
Viendo Veinticuatro aquí;
al
Sin duda que por el viento
Dolióse el tiempo de ti,
Y dio á tus recelos vida. Van mis esperanzas rotas;
Sin duda que no merecen
Vive alegre, imaginando
Mis locuras otro pago,
Que todo se ha de hacer bien.
DOÑA BEATRIZ. Sino el miserable estrago
Qué, ¿quieres mucho también,
Que mis sentidos padecen;
Sin duda que ya no dudo
Por tu vida, á don Fernando?
DOÑA ANA. Que viene cerca mi muerte,
En ausencia de mi tío Pues pintan de aquesta suerte
Lo que le quiero verás. Al tiempo ligero y mudo;
DOÑA BEATRIZ. Sin duda que, pues dudáis,
Que es todo mi bien perdido.
No le puedes querer más
Que yo al dulce primo mío. Habladme, primo querido:
Estoy loca de contenta, ¿No respondéis? ¿No me habláis?
DON JORGE.
Ciega en hacerle favor;
Responda el alma si de ti partida
Que sobre la sangre, amor,
Como oro en azul asienta. Puede decir que tiene vida el alma,
calma,
Mucho tiene negociado Que mientras su paciencia tiene en
La sangre cuando amor llega; Aun con ser inmortal no tiene vida.
La sangre me incita y ciega, Hoy el tirano autor de mi partida,
Mucho ha de ser mi cuidado. De la vida del alma me desalma,
la palma
Mas ¡mira qué dulce vida Por más que al paso resistió
Del Veinticuatro en ausencia, De mi firmeza, á tu esperanza asida.
Esperar la resistencia Voy á Toledo, porque así lo quiere,
Toledo,
De la libertad perdida! Siendo el que quiero yo: voy á
partir difiere.
iQué dulces horasl ¡Qué días! Que una hora apenas el
Mas ¿cómo voy, si en Córdoba me
quedo,
¡Qué noches tan venturosas!
alma, el cuerpo muere;
¡Alárgaos, horas dichosas! Y cuando parte el

Que partir quedar tampoco puedo?


y
¡Deteneos, lágrimas mías!
DOÑA ANA.
¡Ay, qué enamorada estoy!
Y si por la confesión
¡Ay, sangre! ¡Ay, amor! ¡Ay, fuego!
36
XI
28: OBRAS DE LOPE DE VEGA.

De Jorge, á quien dan tormento, me hallaréis


Si os detenéis
No negáis al que yo siento, Ya muerta cuando volváis.
Por ser la misma ocasión. DON JORGE.
Traéis los propios indicios, Guardaré el anillo en prenda
Hasta el silencio traéis; De partida y la fe;
la

No hablo, que me mataréis Cuando á otra mano le dé,


Con mayores sacrificios. Éste de alquitrán se prenda.
Basta ya; lo dicho creo: Será mi consuelo solo
Id libres, porque esta vez En esta ausencia.
Pague escuchando el juez DONA ANA.
Lo que ha condenado el reo. Fernando,
DON FERNANDO. Esta cinta os doy.
¡Pluguiera á Dios que sin hablar pudiera DON FERNANDO.
Quejarme y ser de todos entendido! Mirando
Pero si al alma van por el oído, Estoy en su lumbre Apolo.
Oye la causa de mi mal siquiera. Tendráme de los cabellos
Fuerza es partir, que voluntad no fuera: Con los suyos soberanos,
Así lo quiso hacer quien no ha querido, Que es trenza de vuestras manos,
Que si querido hubiera, hubiera sido, Y hecha de reliquias de ellos.
Ño duro mármol sino blanda cera. ESPERANZA.
Voy á Sevilla, porque un mismo río Toma esta toquilla riza,
Las lágrimas de entrambos lleve y vuelva, Galindo.
Creciendo el mar que ensancha el margen frío. GALINDO.
Mas primero que el curso el sol resuelva, me das?
¿Enredos
Verás el fénix de tu fuego y mío ESPERANZA.
Vivir cuando la muerte le resuelva. Y entra adentro y llevarás
ESPERANZA. Seis varas de longaniza.
Y
yo, ¿qué diré de ti, GALINDO.
Gal indo ingrato y cruel? ¡Ay, favores de mi pecho!
Triste rostro tienes: del ¿Cuándo os veré dentro de él?
Más que quisiera entendí. DON JORGE.
¿Hate el Obispo mandado Cese ese llanto cruel,
'
Ir á Granada ó Valencia? Que no es, mi bien, de provecho.
¿Es general la sentencia Adiós.
Para el señor y el criado? DOÑA BEATRIZ.
¿Vaste ó quedaste? Responde; Qué, ¿ya os vais?
Que en ir ó quedar consiste DON JORGE.
Vida alegre ó muerte triste: Con vos
Y si te vas, dime adonde. Queda el alma.
GALINDO. DON FERNANDO.
¡Pluguiera á Dios que sin hablar me oyeras Adiós, doña Ana.
Con tácito silencio estas razones, DOÑA ANA.
Y antes que hablara, fieros tiburones Adiós.
Me sepultaran en sus panzas fieras! GALINDO.
Pero pues mi silencio vituperas, Mi Esperanza enana,
Denme en invierno cámaras, melones, Adiós.
Y en verano, las aguas sabañones, ESPERANZA.
Si por mi voluntad partir me vieras. Mi lacayo, adiós.
Voy á Toledo á ver el artificio,
No digo el de Juanelo, que es aguado; Vanse todos.
Mira cuál voy por ti, sirva de indicio.
Si no es de San Martín, puro y de vino; Salen el Rey, Garcilaso y el Conde de Palma.
Que así siete aguas pasaré cuitado,
Llevando fuera el agua y dentro el vino. CONDE.
DOÑA BEATRIZ. Mejor se duerme aquí que en la campaña,
Este anillo, Jorge, os doy En pobres tiendas con angostos catres.
Por prenda de esta partida: GARCILASO.
Guardadle como la vida Por esta paz no es mucho, ilustre España,
Si sois mío y vuestra soy. Que á tu Fernando adores é idolatres.
Y pues á negocios vais, CONDE.
Que presto volver podéis, ¿Qué dicen, Garcilaso, de tu hazaña
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

REY.
Tus vasallos y villas, Cuerva y Batres?
GARCILASO. Serán soles de España y honra mía.
Yo sé que mi Isabel está contenta,
Fiestas han hecho al rótulo divino; 5
Y la princesa lo estará, ¿quién duda.
Que yo por mí no soy de fiestas diño. EMBAJADOR 1."
"
Mejor pudiera Palma estar gozosa, aumenta,
Conde, de ver en vos tan gran soldado,
A Rey que así la fe y la gloria

Bien es que trancamente


el ciclo acuda;
Y que en esta conquista religiosa Que ya por Alemania y Flandes cuenta
( i

heroico valor habéis mostrado.


|

Tan La fama noble y la verdad desnuda,


COM'I
Lo que has hecho en España, ilustre godo,
Grande es esta ciudad, y populosa. á todo.
GARCILASO.
Que has dado glorioso fin

Has hecho la hermandad, y desterrado


Es fuerte asiento de cristiano estado,
La cizaña que dice el Evangelio,
De los Reyes católicos es cima Y su rito judaico reprobado,
Do España tiene su corona encima. En el tiempo que ha visto el pastor Delio
el cielo quiera
iOh famoso Toledo, Encumbrar á un ingenio delicado,
Que alguna de mis vegas te eternice!
CONDE.
Mayor que de Trajano ó Marco Aurelio,
Rey sale acá fuera.
Dando á los moros fin, y al gran castigo
Paréceme que el
Que Dios á España dio por don Rodrigo.
ahora, en este felice casamiento
Y
Sale el rey D. Fernando y dos Embajadores.
Has mostrado tu pecho tan glorioso,

REY.
Digno de fama y de inmortal asiento,
solemnice, V de igualar el número famoso.
Justo es que así se asiente y REY.
Y puesto, Embajadores, que quisiera
Embajadores, al momento;
Partid,
Hacer en eso lo que el Duque dice,
mismo. Que para el tiempo ya será forzoso.
Desta suerte es lo
EMBAJADOR 2°
EMBAJADOR I .°
De tu gusto Guárdete el cielo, y tan dichoso seas,
Duque más de lo que es justo. Que en tus columnas el Plus ultra veas.
No espera el
REY.
Vanse los Embajadores.
Yo pienso que será gran bien de España
Dar al duque Filipo de Austria, insigne,
REY.
Mi hija doña Juana.
EMBAJADOR 2° Acertado negocio me parece
No se engaña Éste que voy, amigos, procurando.
GARCILASO.
Tu Majestad cuando á ese bien se incline;
se acompaña, El cielo, gran señor, te favorece,
Que de tales virtudes
Tus arbitrios famosos esforzando.
Que no hay hombre que de ellas no adivine REY.
Que Dios le guarda para cosas grandes: Duque se me ofrece.
Gran príncipe en el
Así lo dicen Austria, España y Flandes. PAJE.
EMBAJADOR I .° Fernando.
Aquí está el veinticuatro don
Es ángel en el rostro, que pudiera REY.
Hacer temblar á Apeles y á Lisipo; detengas, y cualquiera
Entre, no le
Su discreción y gracia tan severa,
Que ahora negociar conmigo quiera.
A la de Numa y César anticipo.
REY.
Sale el Veinticuatro.
Pues alto: tenga España, y Dios lo quiera,
Cual Grecia y Macedonia, otro Filipo, VEINTICUATRO.
Que dé Filipos en Castilla tales, despedirme de ti,
Que ganen mundos á Alejandro iguales; A
Ya que despachado estoy,
Que un Cario dicen que le espera á España,
Vengo por partirme hoy,
Y otro (i) Filipo que con nuevos mundos Con tu licencia, de aquí;
Verán los que la aurora en perlas baña, pies.
Dadme, gran señor, los
Tocando los Antípodas profundos. REY.
EMBAJADOR 2."
Córdoba, pídeme más.
Si es ciencia y experiencia, no me
engaña:
VEINTICUATRO.
Filipo y Alejandro, sin segundos,
Por las honras que la das
De los Filipos que hoy Austria te envía.
edición antigua O», con
quebranto del
verso y el sen- (i) En la
(i) En la edición anticua un, pero el
verso.
tido pid.n que se lea otro.
284 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

VEINTICUATRO.
Te pido que me los des.
Llégate, don Jorge, acá.
Está Córdoba tan loca,
JORGE.
Que hoy para tus pies, señor,
Si aquí tal padrino está,
Todo cuanto es su valor
Ha puesto en mi humilde boca. Yo fío que presto parta,
No sé yo si la gran madre Y que irébien despachado.
VEINTICUATRO.
España tal hija tiene,
¿Cómo el Obispo quedó?
Y más ahora que viene JORGE.
A amarla tanto su padre.
Bueno.
¡Plega al cielo, Rey invito,
VEINTICUATRO.
Que al mismo cielo corona,
¿Viste á Beatriz?
Que hasta la tórrida zona
JORGE.
Llegue tu español distrito;
No;
Y que á tu yugo y coyundas
Venga humilde el Scita helado; Que anduve muy ocupado.
VEINTICUATRO.
Y en su pecho no domado,
Mal lo hicistes.
Las leyes de Cristo infundas!
JORGE.
Que en cuantos reyes el cielo
Fué imposible.
Ha dado al suelo, te pinto
Mas heroico por ser quinto, Y su gran recogimiento
Impidió mi buen intento.
Que es quinto que lleva el suelo.
VEINTICUATRO.
PAJE.
Es, de encogida, terrible.
Don Jorge está aquí, sobrino
De don Francisco Soliel, Yo aseguro que está ya
Puesta entre cuatro paredes.
De Córdoba Obispo.
VEINTICUATRO. JORGE.
Y él, Pues eso creerlo puedes:
Recogidísima está.
Por sí, de tus manos diño.
REY.
Que es un gallardo soldado
Veinticuatro
Y un mancebo virtuoso,
VEINTICUATRO.
Y traeen su rostro hermoso
Señor
'
Ejecutoria de honrado.
REY.
REY.
Mira
Ya le conozco, Fernando:
Poco ha que encomendé Aquí aparte.
VEINTICUATRO.
Á él y á su hermano, y lo sé.
¿Qué me quieres?
VEINTICUATRO.
REY.
Justamente.
REY. No don Fernando, si eres
sé,

Que entre os mando. El que ya miro, y me admira.


¿Acuerdaste que te di
Sale D. Jorge. Una sortija en Granada?
VEINTICUATRO.
JORGE. Sí, señor, de mí estimada
Más que el alma que está en mí.
Dame, gran señor, la mano,
REY.
Y aquesta carta recibe.
iBien se te (i) ha echado de ver!
Tomará el Rey la carta y estará con mucha atención, ¡Bien la has guardado!
con ella en la mano, mirando el anillo que D. Jorge VEINTICUATRO.
trae.
Qué, ¿mal?
REY.
VEINTICUATRO.
Será de prisión señal,
No hay rapaz en cuanto vive,
Más galán y cortesano. Como en Roma solía ser.
Engastaréla en el alma,
Es primo de mi mujer.
GARCILASO. Será vínculo que herede
Es digno de todo honor. Mi mayorazgo: ésta puede
JORGE. Honrar al Conde de Palma.
Garcilaso de la Vega
¿Qué estáis mirando, señor?
REY.
Recibo en verte placer. (i) Falta el te en la edición antigua, pero es nece-
Álzate; leeré la carta. sario para el verso y para el sentido.
285
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

Como está el olmo á la yedra


La merecerá mejor.
A ver si se seca ó medra.
VEINTICUATRO.
Por faltar á un moro fe,
Culpas, invicto, señor 1 1
el juicio perderé,
Sin saber que el amor ciega.
REY. Ó sabré por qué dijiste:

á ti te la dé «Si á tu mujer se la diste,


¡Bueno es que
la vea! Que tu mujer te la dé.»
Y que en don Jorge
de mí'. ¿Qué estoy pensando.'
v
VEINTICUATRO.
¿Cómo aqueste la trujera,
¿Don Jorge?
REY.
Cuando ella no se la diera?
|Harto bien se emplea! Luego ya fué cierto el cuándo.
prendas de fe' Diósela, ¿qué estoy dudando?
¡Bien guardas
¿Quién no dirá que así fué
Pues no guardaste el anillo, me guarda fe?
Porque no
Dalde en tenencia un castillo.
Rey, mucho en esto dijiste:
VEINTICUATRO. «Si á tu mujer se la diste,

enojo mi culpa esfuerza.


Que tu mujer te la d
Tu ¡Ea, que me vuelvo loco!
Cuando, señor, me partí las leyes:
La honra ayudan
De Córdoba, hasta volver. Las palabras de los reyes
La di en prenda á mi mujer, Siempre dicen mucho en poco.
De que ya el alma le di.
¡A qué furia me provoco!
Quererla tanto me abona.
Pero por la posta iré;
REY.
Que más por la posta fué
Eso sí: ya estoy pagado; consiste:
Honra que en mujer
Que pensé la habías dado,
«Si á tu mujer se la diste,
Don Fernando, á otra persona.
mujer eres tú mismo:
Que tu mujer te la dé.»
Tu ¡Ah, cartel; que eres, ya se,
Uno solo sois los dos,
así lo ha ordenado Dios.
La más importante pieza
Que la cabeza,
VEINTICUATRO. Para cubrir
Donde mi infamia se ve!
¡Oh rabia! ¡Oh celoso abismo!
¡Ay de mí, triste! ¿Qué haré? Ha de haber arrojado el sombrero, y álzale al decir
REY. esta última copla.
Fernando, ¿de qué estás triste?
Si á tu mujer se la diste,

Que tu mujer te la dé.


Venid, don Jorge, conmigo;
Luego os quiero despachar.
JORGE.
pies os quiero besar
JORNADA TERCERA.
Los
Por tal merced.
VEINTICUATRO.
¡Ah enemigo!
Salen D.* Beatriz y D- Ana, y Antonia, doncella
de labor.
Vanse todos, y queda solo el Veinticuatro.

BEATRIZ.
¿Qué es esto que en este punto
Dame esa almohadilla, Antonia.
Ha pasado por mis ojos? ANA.
De mis mortales enojos
Dame á mí también la mía;
Debe de ser el trasunto.
Que traigo en la fantasía
Mas ya de mi honor difunto obscura Babilonia;
Una
La triste sombra se ve.
¿Cómo la dio? ¿Cómo fué?
Y el ocio suele causar
Melancolía y tormento.
Mas ¡oh buen Rey!, bien dijiste: BEATRIZ.
«Si á tu mujer se la diste, entendimiento
Es dar al
Que tu mujer te la dé.»
" Para tristeza lugar.
;Dice la honra ó la piedra? ANTONIA.
Mas el que la tiene honrado,
Aquí tienes tu almohadilla.
Bien verá á qué está obligado, ANA.
jY la mía?
Seguramente faltan v
(1)
286 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ANTONIA. Sale Esperanza.

Tú también
Siéntate. ESPERANZA.
ANA. Dejad, mi señora, luego
Siéntome, y bien. La impertinente labor.
BEATRIZ. BEATRIZ.
|Ay, mi Toledo! ¿Ha venido tu señor?
ANA. ESPERANZA.
jAy, Sevilla! No estéis con tanto sosiego:
BEATRIZ. Al corredor, presto, presto,
Hago estos anchos, doña Ana, Que pasa don Jorge.
Con el alma y el deseo, BEATRIZ.
Para mi don Jorge (creo ¡Ay, cielo!
Que vendrá de hoy á mañana), ESPERANZA.
Y no doy puntada en ellos, Poco á poco va, y recelo
Que el alma no me traspase, Que á hablar enfrente se ha puesto.
Rogando al tiempo que pase, BEATRIZ.
Para enlazar otros cuellos; Ana, suelta la almohadilla:
Que éstos, más presto tendrán Ven á ver mi caminante.
El fin que á los otros pido. ESPERANZA.
ANA. Pues creo que en este instante
Yo menos curiosa he sido, Llegó el otro de Sevilla.
Mas labro un lienzo galán, ANA.
De extremada cadeneta, Esta basquina te mando
Para aquel mi ausente ingrato Si don Fernando ha venido.
BEATRIZ. ESPERANZA.
|Hola, Antonia! canta un rato; En albricias te la pido;
Que estoy del alma inquieta, Que ya vino don Fernando.
Y sosegaráse el mar Vanse y queda Esperanza.
,

De mi alterada alegría. Sale Galindo con fieltro y aderezo de camino.


ANTONIA.
¿Qué diré, señora mía? GALINDO.
BEATRIZ. No puedodejar de entrar
Mi ausencia puedes cantar; Al pasar por vuestra puerta.
Pero, pues es para el llanto ESPERANZA.
Mejor aqueste sujeto, Si no quieres verme muerta,
Dila de amor; que, en efeto, No me llegues á abrazar.
Me entretendré tanto cuanto. GALINDO.
¿Ese melindrico ahora?
Canta la doncella lo siguiente: ¿Para qué es ese turrón?
ESPERANZA.
Los Comendadores, ¿Melindres son?
Por mi mal los vi. GALINDO.
¡Tristes de vosotros, Pues ¿qué son,
Cuitada de mí! Desamorada señora?
Jorge y don Fernando, ESPERANZA.
De cruces rojas,
las Temor de que el alegría
De nuestras congojas No me cause algún desmayo.
Se fueron burlando, GALINDO.
Pues no llega el cuándo Ea, pesar de mi sayo,
De volver aquí. Échate aquí, percha mía.
¡Tristes de vosotros, ESPERANZA.
Cuitada de mí! Bodavitos de Toledo.
|En qué triste día GALINDO.
Se trató el amor Como no traigo de allá.
Que con tal rigor ESPERANZA.
A dos desvía,
los Si llego, ¿qué me dará?
Pues el alma mía GALINDO.
Os lleva ansí! El alma, alma puedo.
si el

¡Tristesde vosotros, ESPERANZA.


Cuitada de mí! Cheriba yo algún regalo.
28 7
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

GALINDO.
Para no venir con él,

No poco en Toledo hicimos;


¡Oh, qué gracioso cheriba!
Lo que adelante venimos,
Llega, que te haré una criba,
Entramos primero que él.
Mudanza de zambapalo.
ESPERANZA. Pero, en fin, que llegará,
Sin que esta noche os habléis
Ya te aborrezco; yo sé
Mirad, que en alerta estéis.
Que algo nuevo me has traído. BEATRIZ.
GALINDO.
Todo me persigue ya;
Un botinillo polido,
Que conjurados á una,
Que te repique en el pie;
Aunque muerte no me dan,
Una valona de corte,
Para mi desdicha están
Y un hurraco toledano.
ESPERANZA. El amor y la fortuna.
La nueva de su venida
Y ¿qué hay en la corte, hermano?
GALINDO. Me ha de dar mayor pesar
Que me puede entonces dar
¿Qué puede haber que te importe? su partida.
Estáse Toledo allí,
La verdad de
Vé, Galindo, y di que esté,
Con su alcázar y sus puentes.
Por sí ó por no, aquesta noche.
Paséanle pretendientes,
GALINDO.
Que en la corte se usa ansí.
¿Piensas que ha venido en coche?
Y en casa de los señores, La posta es peor que á pie.
Lisonja, envidia y privanza;
Déjanos ir á acostar;
Y anda la pobre esperanza un mal trotón,
Que traigo de
En poder de corredores. rueda de salmón
Haymil ricos ignorantes,
Como
El arrabal circular.
Y mil necios inocentes; Si él se metiere en dibujos,
Perecen los inocentes, vendremos
Paciencia; á verte
Y gastan los ignorantes. Después que untados estemos,
Damas de guadamací,
Y vendremos como brujos.
No tienen solo un real;
BEATRIZ.
Las que son de más caudal,
Di que venga al fin del día
Se escriben con el Sofí.
Para que nadie le note.
Los pobres hacen retablo GALINDO.
De sus duelos y pesar;
|Hí de puta, matalote,
No hay dinero que jugar,
Y juégase del vocablo.
Y qué espinazo tenía!
BEATRIZ.
Hay poetas de romance,
En bronce mi pena estampo.
Que parecen de latín, GALINDO.
Y hay vino de San Martín, llamaron cruz'
seso que lo alcance. ¡Qué bien la
Que no hay
No hubo posta hasta Adamuz,
Desde Almodóvar del Campo.
Salen D. a Beatriz y D. a Ana.
ANA.

BEATRIZ. Dile, Galindo, á Fernando,

Por cierto, que va galán. Que me dicen que es venido,


ANA. Que no mude de vestido
Hasta verme.
Bien parece de camino.
GALINDO.
BEATRIZ.
Voy
volando.
Y ¿que don Fernando vino?
|Ah, rocín de Bercebú,
Luego aquí los dos están
(.ALINDO. Cuál me tienes el rabel!
BEATRIZ.
También Galindo está aquí.
BEATRIZ. No se puede hablar con él.
¿Qué lehas preguntado tú?
En verdad que he de abrazarte.
ESPERANZA.
GALINDO.
Las nuevas que puedo darte,
Lo mismo me ha dicho á mí.
BEATRIZ.
Ya puedes verlas en mí. á Dios que no sea!
Venimos aunque hemos hecho A y, plegué
Diligencia por llegar;
(0
Que el Veinticuatro ha de estar
Falta un verso.
Aquí esta noche sospecho. 1
2SS OBRAS DE LOPE DE VEGA.

BEATRIZ.
¿Qué haré? ¿Quedaréme aquí,
Yo pienso que os he pagado,
Si me he de quedar helada?
ESPERANZA. Y aun pienso que me debéis.
VEINTICUATRO.
|Ay, señora, mi señor!
Mas vos me debéis á mí
Sale el Veinticuatro y criados, de camino. Z. Lo que presto cobraré,
Cuando el galardón os dé
VEINTICUATRO. De lo que hicisteis por mí;
Nunca las almas de amor Que espero ver ocasión
Hallaron larga jornada.
En que pagados quedemos,
Mi señora
Aunque la vida nos demos
BEATRIZ. Por mayor satisfacción.
Señor mío Pues Ana, ¿en qué has entendido?
ANA.
Y ¡cuál he estado sin vosl
VEINTICUATRO. En mi ordinaria labor.
BEATRIZ.
Creo que Dios!
lloráis, ipor
BEATRIZ. ¿Quieres descansar, señor?
VEINTICUATRO.
Será del alba el rocío,
Que tras la noche saldrá
Ese deseo he traído;
Á anunciar que viene el sol.
Que á fe que si no es aquí,

VEINTICUATRO. No pudiera descansar.


BEATRIZ.
En pasado arrebol
el
Dennos luego de cenar.
Prometió bonanza ya.
VEINTICUATRO.
Descanse yo en esos brazos.
BEATRIZ. Y presto; que no comí,
Con el deseo de veros.
¿Cuál, señor, habéis venido?
BEATRIZ.
VEINTICUATRO.
culpa ha sido. Desde que os fuisteis de aquí
Del tiempo la
Ana, dadme mil abrazos;
No ha habido contento en mí.
VEINTICUATRO.
Que en mi vida he deseado
No dudaré yo en creeros;
Ver mi casa como ahora.
¿Estáis muy buena, señora? Que sé de vuestro valor,
BEATRIZ. Virtud y recogimiento,
Muy mala sin vos he estado. Que os debo gran sentimiento,
VEINTICUATRO. Si no os pagase mi amor.
BEATRIZ.
¿Cómo estará de otra suerte,
¿Habéis negociado á gusto?
Mujer que lo quiere ser?
VEINTICUATRO.
Salí de Toledo ayer,
Y hoy, señora, llego á verte.
Dos negocios que tenía,
(0- Propuse al Rey en un día,
Verdad que no pudiera
es
Uno justo y otro injusto;

Pasarlas de otra manera


Yera de Córdoba el uno,

Con este justo cuidado; Y el otro mío, y de honor.


BEATRIZ.
Que no le tuve en mi vida,
¡Por Dios vivo! como ahora
Como el Rey os tiene amor,
BEATRIZ. No habrá negado ninguno.
VEINTICUATRO.
Y ¿lo juráis?
condición igual,
VEINTICUATRO. Que no hay
Sí, señora.
Ni voluntad sin desdén;
BEATRIZ. El de Córdoba hizo bien.
BEATRIZ.
¿Tanto de vos soy querida?
VEINTICUATRO. ¿Y el vuestro?
VEINTICUATRO.
Tanto, que todo el camino
En extremo mal.
Fuisteis mi imaginación;
BEATRIZ.
Que en vuestra contemplación hiciera reina Dios,
Siempre asida el alma vino.
[No me
Que á fe que estuviera hecho!
Dios sabe que me debéis
VEINTICUATRO.
Este ordinario cuidado.
¡Por mi vida, que sospecho
Negociar mejor con vosl
Cierta cosa, hacienda suya,
(i) Falta un verso.
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.
&9

UJB.
Me ha mandado averiguar:
Sí.
Por él la vengo á cobrar, JUAN.
Que es bien que la restituya. ello es casamiento.
Pues
Persona á quien yo la di,
LUIS.
Quiere que á mí me la dé; yo viva.
No será mientras
Yo digo que lo sabré, Poned á la espada mano.
Y haré lo que fuere en mí. JUAN.
Vamos adentro, y de todo
Que me place.
Os daré esta noche cuenta. LUIS.
¡Ah lengua! ¿No estáis contenta?
Pues en vano
BEATRIZ.
Vuestro pensamiento estriba.
Pues todo se hará de modo;
Que hacienda de rey, señor, Éntranse acuchillando.
¿Cómo se puede encubrir? puede
I.INTICUATRO. Sale D. Jorge haciendo que mete
mano y no
\

Casi lo voy á decir:


JORGE.
Mi lengua tiene el honor.
Don Luis riñe: tiempo es éste
De mostralle ;Ah, fiera espada!
Vase.
¿Ahora estáis apretada?
BEATRIZ. ¿Quieres que el honor me cueste?
Acuchillándose van
Hermana, siJorge viene,
Sin que sacalla pudiese.
Dile todo lo que pasa,
Y que dueño de esta casa,
el
Sale D. Fernando.
El cuerpo, el alma no tiene.
FERNANDO.
Vanse.
¿Qué ruido, hermano, es ése?
Salen D. Luis y D. Juan. JORGE.
Con duda, están
llaves, sin

LUIS. Las espadas desde el día


este comedimiento,
Con Que salimos de Granada.
FERNANDO.
Paréceme que obligara
A quien me diera en la cara Del camino está tomada,
Tan escrito el pensamiento. Que este orín la humedad cría.

Ya he propuesto las razones Ya salió. ¡Válgate, pues


Que tengo, señor don Juan. Que otra cosa iba á decir.
JUAN.
JORGE.

Todas ellas no me dan |Por Dios, gentil despartir


Bastantes satisfacciones. Éste de Santelmo esl
FERNANDO.
Decirme vuestra merced
Que en esta casa no entre, ¿Cómo así?
JORGE.
Y decir que no me encuentre,
Pero no iré,
Que en esto me hará merced,
No me da lugar á mí Que es después de la tormenta.
Para, haciéndolo, quedar La cólera me revienta.
FERNANDO.
En el honrado lugar
Decidme ya lo que fué.
Que hasta ahora pretendí;
que honrado JORGE.
Que no puede el es
Retirarse de ese modo. Por quebralla estoy ¡por Dios!
LUIS. En esta piedra.
Siéndolo yo, queda todo, FERNANDO.
Estad quedo.
Como es razón, acabado.
JORGE.
No lo he pedido con fieros,
Sino con la cortesía Riñó don Luis.
FERNANDO.
De obligación vuestra y mía,
Ya no puedo
Y el honor á caballeros.
Si ése es vuestro pensamiento, Disculparos.
JORGE.
A lo que os ponéis mirad.
JUAN. Ni yo á vos.
¿Ello va á decir verdad? ¡Qué cosa tan vergonzosa!

XI
290 OBRAS PE LOPE PE VEGA.

No me atraveséis la espada. Por estos malos agüeros.


FERNANDO.
Sale Medrano.
Qué, ¿tanto estaba apretada?
JORGE.
vida vi tal cosa. MEDRANO.
En mi
Mirad qué será de mí. ¿Dónde bueno, caballeros?
FERNANDO. JORGE.

Consolaos con lo que ahora ¿Medrano con tanta prisa?


MEDRANO.
Me ha sucedido.
JORGE. El Veinticuatro os suplica,
En buen hora. Y mi señora también,
Decid lo que es. Comáis con ellos.

FERNANDO. JORGE.
Pasa así. ¡Qué bien
JORGE. Á mis tristezas se aplica!
¿Es muy largo el cuento? Deja la misa, Fernando,
FERNANDO. No hagamos esperar.
No. FERNANDO.
JORGE. Voy á comer y mirar.
muy largo, os dejo. JORGE.
Porque si es
FERNANDO. Y yo á desear mirando.
Mirándome en el espejo, Vanse.
En cuatro partes se abrió.
JORGE. Salen el Veinticuatro y Rodrigo.
Debisteisos de aojar
VEINTICUATRO.
Si tan lindo os parecisteis.
¿Quebró el cristal en que os visteis? Di la verdad de todo.
RODRIGO.
Una higa haced comprar.
FERNANDO.
Señor mío,
No he tenido tal agüero En tu casa nací, tú me has criado,
Desde el día en que nací. Tuyo es mi ser.

JORGE. VEINTICUATRO.
¡Hechizo de mi vida,
Peor me sucedió á mí,
Haciendo mal al overo; Dame esos brazos, dámelos mil veces!
Que el freno se me quedó, Hijo, ¿qué haré?
mano. RODRIGO.
Con las riendas, en la
FERNANDO. Señor, que ahora es tiempo
Esta noche toda, hermano, De cobrar el honor que te han quitado.
VEINTICUATRO.
Un mal sueño me espantó.
JORGE. ¿Que, en efecto, perdí mi honor, Rodrigo?
RODRIGO.
¿Cómo sueño? ¡Por Dios juro
Señor, no le ha perdido quien le cobra:
Que esta noche un grito oí,
Que estuve una hora sin mí, ¿Un mentís no se cobra por el duelo,
Viendo el aposento obscuro! Por dar de palos, y ésos con la muerte?
Pues un perro, allá en la calle, Pues también la rompida fe se niega
jQué aullidos daba y aprisal Por dar la muerte á los que son culpados.
FERNANDO. VEINTICUATRO.
Vamonos, don Jorge, á misa. ¿Sabes qué es honra?
RODRIGO.
JORGE.
Galindo
Sé que es una cosa
FERNANDO. Que no la tiene el hombre.
VEINTICUATRO.
No hay que llamalle.
Bien has dicho:
JORGE.
¿Dónde está el picaro? Honra es aquella que consiste en otro;
FERNANDO. Ningún hombre es honrado por sí mismo,
Habrá Que del otro recibe la honra un hombre;
Visitado sus ermitas. Ser virtuoso hombre y tener méritos,
JORGE. No es ser honrado; pero dar las causas
Debemos cuatro visitas, Para que los que tratan les den honra.
Y come Obispo ya.
el EUque quita la gorra cuando pasa
Mas no perdamos la misa El amigo ó mayor, le da la honra;
!

291
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

RODRIGO.
El que da su lado, el que le asienta
le
más.
No basta, que aún hay
En el lugar mayor; de donde es cierto INllCLATRO.
Que la honra está en otro y no en el mismo. ¿Cómo?
Mas ¿para qué me pongo en referirte RODRIGO.
Lo que es honor? Sin duda que estoy loco; Esperanza
Mas presumo, Rodrigo, quejojiago
Es de Galindo, un mozo de don Jorge;
Por que sab
dilatar lo
Tanto, que si las yeguas estuvieran
< aunque deseo saberlo lo dilato,
lúe presumiera
En casa y no en el campo,
Porque hasta que lo .-pn, aún honra tengo. los caballos.
1 1 .:k;o.
Que también las cubrieran
VEINTICUATRO.
Bien dices que consiste la honra en otro,
¡Bueno, bueno por Dios! ¡Pese á la infame,
Porque si tu mujer no la tuviera,
Injusta, mal nacida y sin vergüenza!
No pudiera quitártela; de suerte ¡Es mujer, que bastaba!
Que no la tienes tú: quien te la quita. RODRIGO.
VEINTICUATRO.
No des voces.
¡Ay, honra, al fin sofística inventora
VEINTICUATRO.
De tantas ceremonias y locuras!
¡Reventaré como preñada víbora
Acertó quien te puso las coronas
¿No veis que tengo el pecho lleno de áspides?
De los Césares altos y sus triunfos,
<Cuál fué el villano que la honra santa,
En el noble laurel, mortal y lírico,
fama inmortal, en los trofeos,
Que es de los hombres el mayor tesoro,
En la
Que debiera engastarse entre diamantes,
En las aras que antiguamente hicieron
el templo santo La puso en vasos de sutiles vidrios,
Los Macabeos, que en
Que con cualquiera golpe que dan, quiebran?
De Jerusalén colgar pudiesen;
La honra se derrama como el agua.
Pero en mujer, ¿por que Porque fué
3 justa.
¿Que dije bien del casamiento?
Mas ¿qué dilato tanto mi desdicha? RODRIGO.
Ea, Rodrigo, ¿cómo pasa todo? Pienso
RODRIGO.
siempre fué loable.
disculpes, saca luego
Que el casamiento
Para que me VEINTICUATRO.
Algunas cartas de esas que te he escrito.
malas,
VEINTICUATRO. Bien dices, que á no haber mujeres
¿Qué estimación se diera á tantas buenas?
Ésta, Rodrigo, es una.
Por el plomose sabe cuál es oro,
RODRIGO.
Por experiencia vemos qué es la ciencia,
A leer comienza. la
perfecto,
Por lo que es imperfecto, lo
Carta. Y así, la mujer buena por la
mala.
Dios lo inventó, la Iglesia lo recibe
«Señor, mucho conviene á tu honor que no
Por Sacramento; adoróle y estimóle:
hagas tan larga ausencia de tu casa y de Cór-
Pecados míos son; Dios me castigue.
doba, porque lo uno honras como honrado
dueño, y lo otro alegras como buen criado.»
entrar
Salen Medrano, D. Jorge y D. Fernando, y
al

cae D. Jorge.
RODRIGO.
No leas más, eso basta.
MEDRANO.
VEINTICUATRO.
¡Ay de mí, triste, Aquí vienen don Jorge y don Fernando.
Que no entendí jamás estos renglones! JORGE.
Bien sé que eres fiel; disculpa tienes; ¡Jesús mil veces!
Yo soy culpado solo: di, Rodrigo, VEINTICUATRO.
¿Quiere doña Beatriz su primo?
Esperad ¿qué es esto?
:

RODRIGO.
Quiérele. ¿Caistes?
JORGE.
VEINTICUATRO.
¿No lo veis?
¿Goza á doña Beatriz su primo?
VEINTICUATRO.
RODRIGO.
¡Hola! Traed agua.
Gózala.
VEINTICUATRO. ¿Si os habéis hecho mal?
JORGE.
¿Y don Fernando? ¿Cómo es posible,
RODRIGO.
me dais la mano?
A tu sobrina. Si vos, primo y señor,
MEDRANO.
VEINTICUATRO.
Basta. Aquí está el agua.
)

OBRAS DE LOPE DE VEGA.

JORGE. Hablar al Comendador?


Que no, que no. RODRIGO.
VEINTICUATRO. |Con qué cara ese traidor,
Bebedla, Fingida risa me muestra!
éste es delito que se prueba, Están comiendo, y no creo
Que como
es menester cordeles y agua. Será bien que los habléis,
También
FERNANDO. Si dilatarlo podéis.
desdicha son aquestos? GALINDO.
¿Qué agüeros de
VEINTICUATRO. Digo que hablalle deseo;
Que le traigo aquí un papel
Bebed más.
JORGE. De mucha importancia y pena.
RODRIGO.
Bueno está.
FERNANDO. Dar nueva en comida y cena,
Dame ese barro. Es disparate cruel,
Del susto que me has dado, bebo. Que suele á todos quitar
JORGE. De todo punto el comer.
Bebe, Si es buena, con el placer,
barro, y á beber provoca. Si es mala, con el pesar.
Que es fresco el
FERNANDO. Iré á decille que estás
Cayóseme, ¡por Dios! Tú le has aojado. Aquí: ¿cuál es de los dos?
VEINTICUATRO. GALINDO.

No importa; acá los hay de Estremoz buenos. Don Jorge.


RODRIGO.
|Hola! ¿Está la comida aderezada?
MEDRANO. Galindo, adiós.

Sí, mi señor.
VEINTICUATRO. Vase.

Pues vamos, primos míos.


JORGE. GALINDO.
Dile que aguardo no más.
¡Qué comida tan dulce!
VEINTICUATRO. Después que miro á Esperanza,
la postrera. Y Anda el perro con vejigas,
RODRIGO. Por celos de ciertas ligas,
Ya lo entiendo, señor. Colores de su mudanza.
VEINTICUATRO. Con esto el sentido pierde
Aquí te espera. De unacelosa afición;
Que enefecto, azules son,
Vase.
Aunque es la esperanza verde.
RODRIGO.
Sale Esperanza.
La honra del casado es fortaleza
Donde está por alcaide el enemigo,
ESPERANZA.
Con voz y rostro de fingido amigo,
De cocina he salido,
la
Porque es de la mujer igual flaqueza.
Suelen decir que por naturaleza Puesto que estaba ocupada.
GALINDO.
Son fáciles al mal, pero yo digo
Que de nuestra soberbia fué castigo, Buena estáis y colorada:
Porque está la soberbia en la cabeza. ¡Qué galán el fuego ha sido!
¡Oh dura ley del mundo, que la honra ¿Qué te ha dicho? ¿Qué te ha hecho,
No está en la mano, sino en una propia Que te ha puesto vergonzosa?
Del hombre mismo y de sus costumbres! (i) No he visto nácar de rosa,
¡Cuan fuerte caso es que la deshonra Como tu cara y tu pecho.
ESPERANZA.
Esté en un arca, que es la mujer propia (2),
De donde mil ladrones traen vislumbres! Tal he tenido que hacer
Por regalar á tus amos.
Sale Galindo. GALINDO.
GALINDO. ¡Áy de los pobres que estamos
¿Puedo, con licencia vuestra, Hasta las dos sin comerl
¿Cómo de mí te acordaste?
ESPERANZA.
( 1
son ni hacen sentido. El
Dos versos que no lo ,
Luego ¿olvidéme de ti?
texto de esta comedia está estragadísimo en muchos GALINDO.
pasajes.
Consonante repetido. ¿Tienes algo por ahí
(2)
293
CÓRDOBA.
LOS COMENDADORES DE

VEINTICUATRO.
Que aquí desvanezca y gaste? ¡Que cuando se ciegan dos
Que no he cortado ¡por Dios! Se desvergüencen así'.
La cólera, en confianza (Caso extraño, que imaginan
De tu cuidado, Esperanza, Que son ciegos los demás!
Y creo que son las dos. ¡Pues qué presto el fin verás
ESPEKAN/.A.
una presa.
A qué tus pasos caminan! puedes
No ha de faltar
¡Ah traidor, que hablarme
GAL1M"»-
Sin que la vida te quite!
Sihay vino, basta un alón, ¡Ay, quién te hiciera el
convite
Porque los alones son Que á sus caballos Diomedes!
Con lo que vuela una mesa. '

Miren con la desvergüenza


"
Por eso dice el Gascón: Que se hablan, que se miran,
Alón que pinta la uva, Que hasta los cielos se admiran
Porque no hay en una cuba Que su temor no les venza!
Para pasar un alón. Aunque ahora mi deshonra
Beberé por tu salud Viéndolos en la comida,
Y la de doña Beatriz. Dando veneno á mi vida
ESPERANZA.
de perdiz
Y difamando á mi honra.
¿Qué aguardo, pues, que en
Dos tetillas efecto.
Serán de mayor virtud. Señores primos por hoy, ,

GALINDO.
mi mal! Que os dejo pensando estoy.
¿Tetillas? ¡Pesia JORGE.
ESPERANZA. prometo.
Pues que lo erráis os
las manos, no me
Ten toquen.
FERNANDO.
GALINDO.
¡Cómo! ¿Quedáis todavía
¿A quién hay que no provoquen En que os habéis de ir á caza?
Esas de pavo real? JORGE.
ESPERANZA. la plaza,
Vamonos, primo, á
Para la segunda vez Que declina mucho el día;
Tengo un grigüesco valón, "
Que mañana, de mañana,
Que es lo bajo de un capón. Podéis ir, é iré con vos.
GALINDO. VEINTICUATRO.
Para mí basta una nuez, Esta tarde he de ir, ¡por
Diosl
Aunque sea de ballesta; Llama á Rodrigo; (1)
Que con un puño de sol Pero déjale, que viene.
Suelo beber un farol Pues, Rodrigo, ¿ podré ir
De San Martín sobre apuesta. Al campo?
ESPERANZA. RODRIGO.
Este farol ¿es latín? Podrás salir
GALINDO. tiene;
Si el rocín paciencia
Es un jarro de un azumbre, Que está de ayer bien cansado.
Que da á la taberna lumbre VEINTICUATRO.
Del bendito San Martín. Ensíllamele, camina.
ESPERANZA.
¿No me habláis?
Entra, que han comido ya, BEATRIZ.
Y comerás un bocado. Estoy mohina
Vanse. De ver en lo que habéis dado.
Beatriz.
¿Hoy al campo? ¿No es mejor
Salen el Veinticuatro, Comendadores y D.» Con vuestros primos holgaros?
VEINTICUATRO.
FERNANDO.
estado.
Quiero entre esos aires claros
Buena la comida ha Esparcir el triste humor;
BEATRIZ.
Que aquel negocio del Rey,
Y mejor la vista está. Que os he contado, me da
JORGE.
Disgusto.
Después de tanto regalo, BEATRIZ.
Sólo ya el de veros siento. ¿No sabéis ya
Es el encarecimiento Que es sin consejo ni ley?
Que á tanta merced igualo.
Solo el Fénix no hallo aquí,
(1 Verso incompleto.
he visto en vos.
1

Pero ya le
294 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

FERNANDO. JORGE.
Siempre en la comida ha estado Muestra, á ver qué dice en él.

Encareciendo el buen día;


Lee el papel.
Vaya, y lleve compañía
De un primo y buen convidado, «Oficio hiciste de amigo;
Y quédese Jorge aquí. Y con dejarme en el caso,
JORGE. No me habéis venido á ver.»
Yo tengo de primero.
ir el ¿Está herido?
VEINTICUATRO. FERNANDO.
Por la fe de caballero, Así ha de ser,
Que no se ha de hacer así, Que no se quejará acaso.
Que el Obispo os eche menos; GALINDO.
Ya que á comer le faltáis, Un brazo pasado tiene.
Á la cena es bien que vais. Otra nueva te traía.
¡Hola! ¿Has echado los frenos? FERNANDO.
JORGE. ¿Preguntó Su Señoría
¿Quién va con vos? Por los dos?
VEINTICUATRO. GALINDO.
Rodriguillo, Más bajo viene.
Cuatro perros y un falcón, JORGE.
Y algún repuesto al arzón, ¿Cómo?
Para subir el cuchillo GALINDO.
De esa pedregosa sierra. En la caballeriza
FERNANDO. Este recado me han dado.
Pues, ¿dónde vais? FERNANDO.
VEINTICUATRO. Y ¿qué es, señor, el recado
No me alargo; Que en tal parte se autoriza?
Que no es el camino largo GALINDO.
De lo que llaman Trasierra. El alazán y el overo

Pero con todo, estaré Han reñido, y de una coz


Tres días por esos cerros. Mató el alazán veloz
¡Ea, que ladran los perros! Al overo.
¿Quieres que me vaya á pie? JORGE.
JORGE. Mal agüero.
¡Por vida de vuestra esposa, RODRIGO.
Que perros me han metido
los Ya, señor, está ensillado.
Sus voces por el oído! VEINTICUATRO.
Está el alma codiciosa. Pues alto, y vamos de aquí.
Con vos he de ir. JORGE.
VEINTICUATRO. Adiós, prima; ¿vendré?
Eso no. BEATRIZ.
BEATRIZ. Sí.

Acabad, llevadle allá. FERNANDO.


VEINTICUATRO. ¡Lindamente se ha trazado!
Con el Obispo estará
Mejor. Vanse, y quedan D. a Beatriz y D. a Ana.
JORGE.
¿Qué importa? Iré yo. BEATRIZ.
VEINTICUATRO. con mi propio marido
Si
¡Por mi vida, que me enoje! Esto concertado hubiera,
Ni aun me habéis de acompañar. No creo que sucediera
FERNANDO. Como veis que ha sucedido.
Eso podéis perdonar: ¡Ah, noche, que tardas ya!
Ir ó acompañar, escoge. ¡Vete, perezoso día!
VEINTICUATRO. ¿Posible es, sobrina mía,
Ahora bien, salid conmigo. Que sola esta casa está?
¿Que ya es ido el Veinticuatro?
Sale Galindo. ¿Que ha de ser este aposento,
De mi esperado contento
GALINDO. Entapizado teatro?
Don Luis me dio este papel. Esperanza, Esperancica
.OMENDADORES DE CÓRDOBA.

ESPERANZA. A sobrepaso el rocín,


Y con su Rodrigo, en fin,
Señora.
BEATRIZ. Perro, y los perros guiando.
FERNANDO.
¡Gran loca estoy,
Gocemos de la ocasión
A mil partes vengo y voy! Mientras anda en sus destierros.
Presto ropa y lumbre aplica;
BEATRIZ.
Abre aquesos cofres, anda.
Rabia le mate los perros,
ESPERANZA.
¿Ahora andamos en esto?
Y aguilica el su falcón.
JORGE.
BEATRIZ.
Dame, mi vida, esa mano.
|Ay, don Jorge! Enjuga presto
RBMAHDO.
Cuatro sábanas de holanda.
Saca pastillas, pues sabes,
Y vos la vuestra.
ANA.
Del escritorio pequeño, |Ay! ¿Qué ha sido
Haz fiestas al nuevo dueño.
Aquel golpe?
¿Qué aguardas? Toma las llaves. ESPERANZA.
Perfuma esta cuadra toda,
Que ha caído:
Echa aquella colcha indiana.
Mas caiga, que el suelo es llano.
Hoy es, amiga doña Ana,
Nuestro desposorio y boda. Vase.
Ya parece que anochece. BEATRIZ.
¿Está eso limpio? ¿Está bien?
ANA. Vamos adentro.
ESPERANZA.
Nunca amaneció tan bien Galindo,
Como ahora que anochece.
¿Haste de ir?
Gritan dentro. GALINDO.
¡Qué lindo es eso
En la calle hay cuchilladas:
Para quien no come queso!
Escucha.
ESPERANZA.
BEATRIZ
¿Será don Jorge?
Pues no le parezca lindo.
GALINDO.
ANA.
¡La boba!
No es tiempo que espadas forje;
ESPERANZA.
No sale el triunfo de espadas.
Ahora bien, vamos;
Deja, no te asomes, riñan;
Que aquí está cierto aposento,
Que aun para venir es presto.
ESPERANZA. De tan mal techo y cimiento,
Que en é! esteras guardamos;
Ven á ver cómo está puesto:
Pero estará más secreto
Verás qué manos lo aliñan.
BEATRIZ. De los criados de casa.
GALINDO.
Eso creo yo muy bien:
Entre amantes todo pasa,
Mis brazos te quiero dar.
ESPERANZA. Que esteras son en efeto.
~
Sobre ellas pienso mejor,
¿Huele bien?
BEATRIZ. Que ellos en bordada cama,
Haz perfumar Gozar mi fregona dama.
ESPERANZA.
Urfa camisa también,
Y apercibe colación. Vamos, mi bien.
GALINDO.
Salen D. Jorge, D Fernando y Galindo. Toca, amor.
JORGE. Vanse.
Allá queda, y con mal vaya. Veinticuatro y Rodrigo bajando por arriba
Salen el ,

BEATRIZ. del teatro.


¡Ay, Jesús!
FERNANDO.
RODRIGO.
Paso: no haya No pon bien el pie.
caigas,
VEINTICUATRO.
Ruido ni alteración.
ANA. Baja con tiento, Rodrigo.
¿Dónde queda? [Ayuda el cielo me Je'

JORGE. ¡Qué bien los llevé conmigo,


Caminando Y qué bien que los dejél
296 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

RODRIGO. FERNANDO.
Acostados estarán; ¿Que Veinticuatro ha llegado?
el

Que los de casa lo están, JORGE.


Según lo dice el silencio. Domine^ memento mei\
VEINTICUATRO. ANA.
Hoy, ¿en qué me diferencio ¿Por dónde, señor, ha entrado?
De otro furioso Roldan? VEINTICUATRO.
|Ay, honra, veisme aquí ya |Ea, traidores, villanos!

En vuestro teatro puesto, ANA.


Como todo hombre lo está; |Señor! ¡Tío!

Que nacimos para esto, VEINTICUATRO.


Desde que Dios ser nos da! Cuentos vanos.
Uno representa el Papa ANA.
Con su pontificia capa, ¡Muerta soy!
Otro el Rey con su corona, FERNANDO.
Otro su misma persona, ¡Y yo también!
Que su puesto ocupa y tapa;
Otro con él corresponde, Salen el Veinticuatro, D. a Beatriz y Rodrigo.

Es Duque, y menos que él,


Éste Marqués, y aquél Conde, BEATRIZ.
Y otro le sirve y responde, Tened espada, mi bien.
la

Porque aquél se sirve de él; VEINTICUATRO.


Tal es, y un hombre ciego (i), Mi mal cortarán las manos.
Oficial y ciudadano, RODRIGO.
Tal pone el pueblo en sosiego, Desmayóse.
Con vara ó pluma en la mano, VEINTICUATRO.
Y honor representa luego. No la mates;
Y mirad lo que le plugo Quiero que sienta la muerte,
Al cielo en darme este yugo; Aunque su muerte dilates.
Que entre las figuras todas,
La honra, autor de mis bodas, Dicen dentro Galindo y Esperanza:
Me vino á dar el verdugo.
¡Ea, desnuda la espada, ESPERANZA.
No te mueva compasión! Aquí puedes esconderte.
RODRIGO. ¡Ánimo!
Entra, que si entra manchada GALINDO.
De afrenta y mala opinión, De esto no trates.

Saldrá con sangre lavada. ¡Santa Bárbara, San Blas!


VEINTICUATRO. ESPERANZA.
¡Infame y traidor amigo, Métete bien en la estera.

Ya te viene á dar castigo VEINTICUATRO.


El cielo! Vente tras mí. Entra, y cuanto hallares, ¡muera!
JORGE. GALINDO.
¿Qué es de mi espada? |Ay de mí! ¿Veisme algo por detrás?
VEINTICUATRO. ESPERANZA.
Toma esa puerta, Rodrigo. Salte, Galindo, acá fuera.

Entra el Veinticuatro con la espada desnuda. Éntranse el Veinticuatro y Rodrigo.

Sale D. Jorge en camisa, con una ropa de levantar, Salen Galindo y Esperanza, cada uno metido
y el Veinticuatro tras él, y éntranse. en su estera.

JORGE. GALINDO.
Dios castiga mis pecados. ¿Dónde iremos? ¡Ay de mí!
VEINTICUATRO. RODRIGO.
|Muere, traidor! Aquí está Medrano.
JORGE. VEINTICUATRO.
¡Justa ley! ¡Dale!
RODRIGO.
Jorgillo, el negro, está aquí.
(i) No es verso ni hace sentido. Acaso escribiría
VEINTICUATRO.
Lope:
Tal es cojo, tal es ciego. Aunque el ser negro le vale,
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA. 2Q7

RODRIGO.
Jorge es blanco para mí.
RODRIGO.
Llámame perro cautivo.
GALINDO.
¿Morirán las dueñas?
<Qué harán del pobre lacayo?
VEINTICUATRO. NTItTATkO.
.

¡Dalas! ,Mátale, que á todo estuvo


GALINDO. Presente, y su hablar detuvo;
Todo va arreo, sin duda. Y pues lo supo, y confieso
ESPERANZA. Que no me dijo el suceso,
Cerrado han cuadras y salas. Señal es que culpa tuvo!
GALINDO. RODRICO.
¡Quién fuera hormiga ó aluda, Ya es muerto.
VEINTICUATRO.
Porque me nacieran alas!
ESPERANZA. Bien muerto está.
¿Sabes el Anima Christei GALINDO.
GALINDO. ¡San Nicodemus, San Quirce,
Supuesto que la supiera, San Remigio'
VEINTICUATRO.
Se me olvidara.
ESPERANZA. Escucha acá:

Resiste ¿Quién reza?


RODRIGO.
Este temor.
GALINDO. ¡Oh, bellaca Circe,
Si pudiera; Esperanza!
Pero ya es muy tarde, ¡ay tristel VEINTICUATRO.
¿Quién fué aquel desvergonzado No lo es ya.

Que me hizo amante tierno, RODRIGO.


Siendo un roble mal cortado? Los dos para en uno son.
¿Quién me hizo suelo de invierno, Este es vuestro galardón:
Que tan presto me ha esterado? ¡Muera el infame villano!
¡No estuviera yo en Argel, VEINTICUATRO.
Y no en pulpito de esteral ¡Qué esteras para el verano!
RODRICO. BEATRIZ.
Aquí está Celia. ¡Ah, señor!
VEINTICUATRO. VEINTICUATRO.
¡Ésa, muera! ¡Dime león,
GALINDO. Dime furia, dime fuegol
Nadie perdona el cruel. BEATRIZ.
VEINTICUATRO. No mi señor, tan ciego:
estéis,

Salgamos, Rodrigo, fuera. Conozco que os he ofendido.


RODRIGO. VEINTICUATRO.
No queda viva persona. ¿Qué pides?
VEINTICUATRO. BEATRIZ.
Basta que maté la mona, Confesión pido.
Porque ya me parecía VEINTICUATRO.
Que de corrido salía. Pues entra: confiesa luego.
GALINDO. Salen el Rey, Garcilaso y el Conde.
¡Que aun la mona no perdona!
¿Qué hará de mí, que es lo mismo? GARCILASO.
VEINTICUATRO. Ya el serenísimo se acerca,
Duque
¿No ha vuelto aquesa mujer Y ya le aguarda la dichosa España,
Del desmayo ó parasismo? Como á quien ha de ser amparo suyo.
RODRIGO. CONDE.
Ya se comienza á mover. Notables fiestas las ciudades hacen:
VEINTICUATRO. ¡Qué levantados arcos aperciben!
¡No hay más fuego en el abismo! GARCILASO.
¿Quién suena? Mucstranse Barcelona y Zaragoza
RODRIGO. Con el aplauso y triunfo que á los Césares
Es el papagayo. Pudiera Roma, en los dorados siglos
VEINTICUATRO. Que se llamó cabeza de la tierra.
Pues ¿éste dejaste vivo? CONir.
¡Vele á matar como un rayo! No queda atrás nuestra imperial Toledo,
» , ;

298 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

REY.
Que con tantas pirámides y estatuas,
Levántate, Fernando,
Cubriendo va las plazas principales
Y los famosos lienzos de su iglesia. Y di á qué vienes.
VEINTICUATRO.
GARCILASO.
España su bien muestra, su aumento, Oye atentamente,
Nuestra
Que lo que público es, que te lo cuente.
Con heredero de tan alto príncipe,
Bien te acuerdas, rey Fernando,
Que si es posible, su grandeza iguala.
REY. Que me diste en unas fiestas

De esta elección, famosos caballeros,


Un diamante en un anillo,
Espera un grande bien nuestra corona, De mis servicios empresa;
Y no menos ventura para España; Y que viniéndote á ver,
Le viste en las manos bellas
Y así es razón que su venida muestre Del comendador don Jorge,
Agradecido rostro y alegría.
Aquel de la cruz bermeja.
Éste será quien la defienda y guarde
Reprehendísteme Rey,
Del africano moro y fiero bárbaro,
,

Del turco de Asia y del cristiano apóstata:


Y disculpando tus quejas,

Yo, luego que mi hija doña Juana,


Te que se le di
dije

De España serenísima princesa, A mi mujer en mi ausencia.


Quede en la posesión con el Gran Duque, Tu me respondiste entonces:
«Pues se le diste á ella,
si
Pienso partirme á mi querida Ñapóles,
Ella es razón, Veinticuatro,
Honra de mis empresas y conquistas,
Por el Gran Capitán, honor de Córdoba.
Que la sortija te vuelva.
CONDE. Las palabras de los reyes
Luego ¿dejas á España?
Son balas de pieza gruesa
REY. Que matan con sólo el aire,
No la dejo, Puesto que el cuerpo no ofendan.
doy príncipe en Filipo. Entró la palabra al alma,
Pues que la tal
PAJE. Y porque la causa de ella
gran señor, don Diego de Haro. Fuese más cierta, en mi casa
Aquí está,
Hice luego diligencia.
Sale D. Diego. Díjome un esclavo mío
Que los dos hermanos eran
DON DIEGO. De mi mujer y sobrina
Galanes en mi presencia.
Beso, señor, los pies de tu grandeza.
REY.
Convidólos á comer,
Pues, don Diego, ¿qué hay?
Y en los ojos de él y de ella
DON DIEGO. Leí la historia del alma,
Vengo á avisarte Escrita su luz sin letras.
Fingí una caza de burlas,
De que don Juan, mi hermano, muerto queda,
Doña Constanza de Haro, mi sobrina, Y fué la caza de veras,
Porque aquella misma noche
Debajo de tu amparo y esperanza:
Licencia tuya y que á Vizcaya vuelva. A Córdoba di la vuelta.

REY. Entré por unas paredes


No muy altas, de la huerta,
Pésame de perder tal caballero;
Pero doña Costanza no se parta
Que fué desde mi deshonra
Sin que primero yo la vea, don Diego;
Toda la casa bajeza.
obligaciones á su padre, Hallé los Comendadores
Que tengo á mi mesa,
Que comían
Y quedo en su lugar para sus hijos.
Acostados en mi cama,
PAJE.
Veinticuatro. Holgando en sus brazos de ellas.
Aquí está el
REY. Tenían luz encendida,
¡.Quién, Fernando? Sobre un bufete dos velas
PAJE. Mas, como eran cuerpos muertos,
Gran señor, el de Córdoba.
¿Qué mucho que las tuvieran?
REY. Tomó don Jorge su espada,
Pues entre. Pero Dios, que á tiempos ciega,
Holgaréme de velle.
Ó el miedo que el Sacramento
VEINTICUATRO. Pone á quien sus leyes quiebra,
|Oh, claro Príncipe Hizo que de una estocada
mundo tiene ya lleno de historias! Cayese su infamia en tierra,
Que el
Dame esos pies. Y que volviese mi honra
;

299
LOS COMENDADORES DE CÓRDOBA.

Con tu generosa boca.


A estar sobre las estrellas. REY.
Desmayóse mi mujer; Eso á mí solo me toca:
Dejóla para más pena,
Decí á mi Alcalde mayor
Y discurriendo la casa,
Que no hable en esta justicia,
Maté cuantos hubo en ella: Que yo lo tomo á mi cargo,
A don Fernando, á doña Ana, Que no quiero más descargo
Dos dueñas, cuatro doncellas,
Ni más probada malicia.
Pajes, escuderos, mozas,
Antes, pues, doña Constanza,
Lacayos, negros y negras.
Hija de don Juan de Haro,
Los perros, gatos y monas,
que era Por mi tutela y amparo,
1 lasta un papagayo,
Nombre de mi hija alcanza:
También traidor, pues hablaba
Os la doy para mujer.
Y no me dijo mi afrenta.
VEINTICUATRO.
Volvió del sueño Beatriz,
Yo soy de sus pies indino.
Pidióme con voces tiernas DON DIEGO.
Que confesión
la diese
Dadme esos brazos, sobrino.
Quísela bien y otorgúela. VEINTICUATRO.
Trujóla mi esclavo un fraile,
Vuestro esclavo quiero ser.
Y ya de su culpa absuelta, DON DIEGO.
La misma espada que ciño,
Al que es honrado honra Dios.
Y que desnudo, que es ésta, VEINTICUATRO.
Pasó su pecho seis veces;
Y ahora á tus manos llega
Y castiga al que difama.
REY.
Desnuda como la ves,
nueve de fama
Ya los la
A que cortes mi cabeza.
Son veinticuatro con vos.
REY.
VEINTICUATRO.
Hecho famoso y notable, Córdoba os queda obligada.
Tan digno de eterna fama, REY.
Que de un Rey, noble te llama,
Y de un Reino memorable. Y yo, por tal hijo, al cielo,
Dando á vuestro español suelo
Sois, don Fernando, tan diño
Una historia tan honrada.
De premio por tal venganza, VEINTICUATRO.
Que hasta un Rey parte le alcanza Cuanto he perdido he ganado.
Del honor que á vos os vino. GARCILASO.
Hónrase Córdoba más
Vuestro valor lo remedia;
Que por Séneca y Lucano,
De tener tal ciudadano. Y aquí acaba la comedia
VEINTICUATRO.
Del honor desagraviado.
Cuanto he pedido me das: FIN.
Has confirmado mi honor
LOS GUANCHES DE TENERIFE
Y CONQUISTA DE CANARIA
,

COMEDIA LA FAMOSA
DE

LOS GUANCHES DE TENERIFE


Y CONQUISTA DE CANARIA

SIGUIENTES
HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS
El rey Bencomo. FlRÁN.
Don Alonso de Lugo.
Dacil, su hija. Un agorero, bárbaro.
Lope Fernández.
Tinguaro, gencraL Cajas, banderas.
El capitán Trujillo.
Siley, capitán.
Soldados de unos y
El capitán Castillo.
Manil. otros.
Un soldado.
Españoles.

Tercera vez animosos


ACTO PRIMERO. A Tenerife volvéis,
A probar los belicosos
Brazos que ya conocéis,
De sus bárbaros famosos.
vuelta un monte, por la otra parte
será Tercera vez este mar
Dando una
estandartes; tocarase Habernos vuelto á pasar,
una media nave con muchos
el Maestre de
una Trompeta, y dirán en la proa Y desde la Gran Canaria,
Guerra, e general
campo, y D. Lope Fernández de de la Por tanta fortuna varia,
D Alonso de Lugo y los capitanes Trujillo Nos dan sus puertas lugar.
Coba y Castillo:
Bárbara es esta nación
ALONSO.
Y desnuda de riqueza,
Mas nuestra justa intención
Valerosos españoles,
Es resistir su fiereza.
Que en la patria fuisteis soles, ¡Ah, piadosa Religión'
Alejandros en la guerra, demonio de sí,
Eche al
Catones para la tierra, Como de Canaria
salió
Y para la mar faroles: Por vosotros, y por mí;
Vosotros que en las conquistas es cosa á razón contraria
Que
De naciones nunca vistas
Sufrir tal vecino aquí.
Habéis hecho hazañas tales, Aquel Arcángel divino
Que los tiempos inmortales Con quien tengo devoción,
Serán vuestros coronistas.
, , ;

304 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y que en nuestra guarda vino, ALONSO.


Nos dará en nuestra ocasión |Tierra, tierral
CASTILLO.
Luz, puerto, amparo y camino.
Él nos sirve de fanal, ;Oh, quién en ella
Cuya espada celestial Pusiera el piel

Pondrá á estos bárbaros yugo. LOPE.


LOPE. Los paisajes
Gran don Alonso de Lugo, Descubren los lejos della.

Nuestro invicto Genera!, ¡Ea, españoles valientes,


La razón que os ha traído Que saltan los corazones
Á conquista presente,
la Por ver los Guanches presentes!
Justa, heroica y santa ha sido, CASTILLO.
Y á España tan conveniente Si he dicho algunos blasones
Como cuantas ha tenido. Los enemigos ausentes,
Sola Tenerife queda, Aquí los haré verdad.
Destas islas de Canaria TRUJILLO.
Que resistírsenos pueda, Ondas, puerto nos dad.
el

Y así, es cosa necesaria, ALONSO.


Puesto que en valor exceda ¡Favor, divino Miguel!
Á los bárbaros pasados, TRUJILLO.
Ó conquistarla, ó morir Puerto es éste.
Como españoles soldados; CASTILLO.
Que esta empresa no es seguir Echadme en él.

Las fortunas ni los hados LOPE.


Sino la fe, la razón, Deten la temeridad.
El honor, la Religión CASTILLO.
Y la gloria del laurel. Yoprocuro vuestra gloria
CASTILLO. Más que mi honor y memoria.
Lope Fernández, si en él LOPE.
Consiste nuestra opinión, Toma ejemplo de Trujillo.
Después de lo que debemos CASTILLO.
Á la fe que profesamos, Salte en la tierra Castillo;
Hasta morir seguiremos Que él os dará la victoria.
Los dos nortes que llevamos,
Vaya dando la vuelta la nave, de suerte que vuel-
Por cuyas estrellas vemos.
va á quedar como monte. Entre el rey Bencomo, bár-
Si en este blanco arenal
baro, en aquel traje de pieles; Siley, capitán, y Dacil,
Una vez la planta estampo, hija del Rey tendido el cabello, con su arco y flechas.
,

Ganaré fama inmortal,


Con tal Maestre de campo, BENCOMO.
Y con noble General. ¿Qué que quieres de mí?
es lo
Las ondas no sean contrarias: Que tan humilde te veo.
Écheme en tierra un esquife, DACIL.
Y veréis os rinden parias
si Que me cumplas un deseo,
Los Guanches de Tenerife, Pues de tu sangre nací.
Como las otras Canarias. BENCOMO.
TRUJILLO. Pues ¿para deseos tuyos
Castillo, vuestro valor, Buscas encarecimientos,
No estas islas , todo el mundo Si el alma tus pensamientos
Le reconoce. Aún no sabe si son suyos?
CASTILLO. ¿Qué puedes tú desear,
Señor Hija, que yo no lo quiera?
Trujillo, yo en vos lo fundo, DACIL.
Como del mundo el mayor; En esa verde ribera,
Que puesto vos á mi lado, Cuya selva pisa el mar,
¿Qué bárbaros, qué demonios Hay una fresca laguna
No han de temblar, si han temblado Que vierte una fuente bella
Los que hoy rinden testimonios Quisiera bañarme en ella,
Por todo el mar conquistado? Porque no he visto ninguna
¿Es tierra, por dicha, aquélla? De tanta hermosura y flores
TRUJILLO. Por las márgenes y orillas,
Parécelo en los celajes Donde otras mil fuentecillas
LOS GUANCHES DE TENERIFE. 305

Le pagan censos menores. Toda esa blanca ribera.


El armonía y concierto
Hoy hemos de consultar
De los pajarillos varios,
Á nuestro Dios sobre el caso;
El más peligroso paso
y canarios,
Jilguerillos
Volverán el alma á un muerto. Es de esa laguna al mar.
Irán cincuenta soldados
Míransc en su claridad
En guarda tuya, y la harán,
Tantos árboles frondosos,
Bañándote, aunque estarán
Que se enloquecen de hermosos,
Lejos del agua alojados;
Con ver sombra y novedad.
otra suerte, no es razón.
De
Tal copia de ánades llueve,
DACli.
Y tanto en sus aguas medran,
Digo, señor, que eso es justo,
Que parece que la empiedran
De copos de blanca nieve. Y que á mi quietud y gusto
Si el viento incita las olas,
De mucha importancia son.
Forma unas labores tal Con ellos y tu licencia
Parto á la fuente.
Que no se labran iguales
BENCOMO.
Sino es en tus tocas solas.
Siley,
Las copas que en torno están,
Cuando las sacude el viento, Mira que el honor del Rey
¿Qué cuerdas en instrumento Consiste en tu diligencia.
SILEY.
Más suave acento dan?
En los árboles ya secos, Dame tu cuidado á mí,

Dentro del agua hacen nidos Y vive sin él, señor.


Mil pájaros, escondidos
Vanse la Infanta y Siley.
Entre los ramillos huecos.
Porque entretejen, señor,
BENCOMO.
De los que traen en los picos,
¡Hola! ¿Qué es ese rumor?
Unos edificios ricos
CRIADO.
De nunca vista labor.
De los árboles de enfrente Tus nobles vienen aquí.

Comen sin pena ninguna,


Y beben de la laguna Entra el general Tinguaro y otros bárbaros,
y un agorero.
El agua seguramente.
Alrededor, todo el suelo
TINGUARO.
De tantas flores se tifie,

Que parece que la cifte Aquí viene Sileno, tu agorero,


Para saber, señor, como has mandado,
El arco del mismo cielo.
Y porque á cosa tan bella Si á tufamosa isla, Tenerife,
No ser muerta le conviene, Volverán otra vez los españoles.
que alma tiene BENCOMO.
Jurarías
Cuando el sol se mira en ella; Mis recelos habéis adivinado.
Porque de su cuerpo fragua Di, Sileno, ¿qué sientes?
SILENO.
Un recogido arrebol,
Con que el retrato del sol
Rey invicto,

Le sirve de alma en el agua. Desta famosa que ya sola


isla,

BENCOMO. Queda en la sangre antigua de los Guanches,


Hija, de suerte has pintado Que tantos siglos se llamaron dueños
Esa laguna, esa fuente, De las Canarias, yo he mirado atento
Que á ser á un padre decente, Todas las cosas que al servicio tuyo
Me viera en ella á tu lado. Han sido convenientes estos días,
los árboles,
No quiero estorbar tu gusto; Y he hallado, en la observancia de
Pero advierte que tememos En ondas del mar, en las estrellas,
las
Los españoles; que habernos En y en el ponerse,
el salir del sol
Probado ya su disgusto. En los nocturnos cantos de las aves,
las entrañas de las muertas
fieras
Dos veces se han atrevido En
que á Tenerife
Á esta isla con su armada, Y en otras cosas mil,
Y dos veces de su espada Vuelven tercera vez con alas blancas
Nos habernos resistido. Aquellos negros pájaros de España
Tememos vez tercera
la Que, como ya sabéis, llaman navios.
Por gente que nos falta,
la La determinación con que ya llegan
Cuya sangre roja esmalta Es de morir ó conquistar la isla.

XI 39
306 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Bien sé que tengo yo vasallos tales,


Esto alcanzo, esto sé, esto te digo;
Agora, ordene el cielo tu remedio,
Que sabrán defenderme y ofendellos;
Que aún está la fortuna de por medio. Mas bien puedo quejarme de su fuerza,
BENCOMO. Tirana para mí, pues no ofendiéndoles,
|0h poderoso é ínclito planeta, Ni teniendo riquezas que codicien,
Vienen á molestarme entre estos montes,
Que con tu resplandor el mundo ilustras!
Llenos de solos árboles y peñas;
¿Cómo permites que las claras ondas
Pero venid conmigo y aplaquemos
En que se miran tus divinos rayos
Enturbien estos pájaros de España, Al sol, que por ventura está enojado.
TINGUARO.
Que con alas de cuerdas y de lienzo
Bien dices: hazle un grande sacrificio;
Vuelan encima de la mar furiosos,
Trayendo en sus entrañas esta gente No perdones en él toros, ovejas,
Aves, peces, olores, ni las vidas
Que nos molesta con tan varias armas,
Y nos quiere arrojar injustamente De nuestros hijos.
BENCOMO.
De aquella patria que nos diste propia, En el cielo espero
Desde que nos hiciste entre estos montes?
¿Voy yo, por dicha, á conquistar á España? Que, antes que por él salgan muchos soles,
Habernos de vencer los españoles.
¿Tengo pájaros yo que allá me lleven?
¿Codicio las mujeres de su tierra, Vanse.
Las galas que se visten, y las cosas
Lope Fernández, Castillo, Trujillo
De que adornaste sus dichosos reinos? Salen D. Alonso,
¿Qué me quieren á mí, que me persiguen? y soldados.
¿Que tengo yo que de su gusto sea?
ALONSO.
¿Qué riquezas me ven, qué plata y oro?
TINGUARO. Este sitio me parece

No te entristezcas, gran señor, ni al cielo Que era bien fortificar.


LOPE.
Te quejes de las cosas; que es más justo
Esta peña le guarnece,
Rendirle gracias que enviarle quejas.
vengan; traigan Y desta parte la mar
Vengan los españoles,
nos dejen, de sus tierras, Segura defensa ofrece.
Riquezas, que
ALONSO.
Y cosas peregrinas que nos honren,
Como otras veces de experiencia sabes; A las espaldas las naves,
Es la mejor.
Vasallos tienes que sabrán quitárselas
LOPE.
Y su furia. ¿De qué temes
resistir
Ya tú sabes
La fuerza de unos hombres embaidores,
Cuánto los espanta el son
Que fingen fuego, truenos y relámpagos,
De un reforzado cañón.
Y no saben luchar, correr, dar saltos, ALONSO.
Jugar un árbol, esgrimir un pino,
Huyen como libres aves.
Tirar un arco, derribar un toro
Sentémonos por aquí,
Asido por los cuernos diestramente?
SILEN0.
Y hagamos nuestro consejo.
LOPE.
Dice Tinguaro bien; y es cosa indigna
¿Traerán asientos?
De tu valor temer los españoles, ALONSO.
Que sólo con embustes son valientes. Por mí,
iQuién supiera como ellos hacer aves
Basta esta peña.
De madera labrada, lienzo y cuerdas,
LOPE.
Con que volar encima de
aguas!
las
En tu espejo
(Quién armas de metal resplandeciente,
Me miro.
Con que resisten nuestras duras flechas! ALONSO.
¡Quién vestidos tan ricos de colores!
Y
yo, Lope, en ti.
¡Quién aquellos cañones embutidos
Siéntense los capitanes,
De voces, de centellas y de bodas,
Que vienen por los aires resonando!
Y hagan los soldados tienda.
LOPE.
Si ellos fueran valientes, cuerpo á cuerpo
Retírense atrás, galanes.
Probaran nuestras fuerzas, ó esgrimiendo,
¿Qué habrá que tu brazo emprenda,
Como dice Tinguaro, un fresno, un pino.
BENCOMO.
Que no lo acabes y allanes?
ALONSO.
Conozco, amigos, que esta gente astuta,
Generosos caballeros,
Lo que le falta en fuerzas, tiene en ánimo; En razón desta conquista
Pero debo estimar el alto ingenio
No tengo qué proponeros;
Con que saben hacer cosas tan raras.
LOS GUANCHES DE TENERIFE. 307

CASTILLO.
La tierra otras veces vista,
Anime vuestros aceros. Y
;no merece Castillo
Que della seréis señores, Esta empresa como vos,
Señor capitán Trujillo?
Y como conquistadores
ganada ALONSO.
La repartiréis,
Por los filosespada,
de la De la ambición de los dos
Tantas veces vencedores. Me quejo, y me maravillo
Yo, aunque soy el General, No tengamos pesadumbres
Al principio de la guerra.
Seré en partirla el menor
LOPE.
Y con un soldado igual. costumbres.
Lo que tengo por mejor Son ya sus viejas
CASTILLO.
Y juzgo por principal,
Es que, pues de la riqueza, Yo sé un poco desta tierra.
TRUJILLO.
Que en bárbaros no hay ninguna,
No hay que tratar, la nobleza Y yo he pisado sus cumbres.
CASTILLO.
(0-
Del aljófar, oro, plata ¿Ha de faltar ocasión
Y seda; estos Guanches son Para que ganéis después
En la conquista opinión?
Gente que en ganados trata,
TRUJILLO.
Lejos de toda ambición.
La tierra es bella, y podría La principal, ésta es,

Tener en sí más provecho Puesto que todas lo son.


ALONSO.
Del que por bárbaros cría:
Ya hemos venido, esto es hecho, Caballero, bien está;
Esto es honra vuestra y mía, Dése un medio.
LOPE.
Y de España lo es también.
¿Cuál será?
Lo que hemos de hacer se trate,
ALONSO.
Y buen principio nos den,
Porque su fe se dilate, Echa suertes.
LOPE.
Pues nuestros intentos ven,
Los cielos, que aquí nos guían. Eso es justo.
LOPE. TRUJILLO.

Si lo que estos montes crían Diga Castillo su gusto.


CASTILLO.
Es honra, victoria y fama,
Que desde España nos llama, Con eso lo he dicho ya.
ALONSO.
Y que sus reyes nos fían,
¿Qué tenemos que tratar Retiraos, Lope, á esta parte.
LOPE.
Más interés que la guerra?
La isla se ha de ganar; ¿Cómo han de ser?
ALONSO.
Ya, sin ganar esta tierra,
Deste arte.
No hay que volver á la mar.
Trátese cómo ha de ser Sacad, como yo, la daga.
LOPE.
La entrada, y con qué concierto.
CASTILLO. Qué queréis que diga ó haga?
¿

me pedís parecer, ALONSO.


Si
Desde que tomamos puerto Esta suerte se reparta
Se entrará á reconocer. Entre los dos desta suerte:
¿Qué estáis tratando si tienen Que el que con la mía acierte,
Ó no tienen estos fieros, A reconocer se parta.
LOPE.
Que con las bestias convienen?
Tomad, y allá las reparta
Haced sacar los aceros
Que en vuestro servicio vienen, Su elección.
Y probemos la fortuna. ALONSO.
TRUJILLO. Castillo, advierte:

Si ha de entrar persona alguna ¿Cuál destas dagas te agrada?


CASTILLO.
Á reconocer, haced
A Trujillo esta merced, La dorada.
ALONSO.
Que no quiere otra ninguna.
¿Á ti, Trujillo?
TRUJILLO.

(1) Kaltan dos versos. La misma.


,

308 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LOTE. Bien alta y crecida está.


No hicimos nada, Ninguno te puede ver.

Trujillo y Castillo
MANIL.
Porque
Ven que es tuya la dorada. ¡Qué de melindres y extremos!
ALONSO. FIRÁN.

Vuelve á retirarte aquí. ¡Hola! ¿Quieres que acechemos?


MANIL.
¿Qué haré?
LOPE. Sí ¿cómo pudiera ser?

Dos ciudades di, Por ver tanta hermosura


si

Ó dos capitanes fuertes. Y peregrina belleza


ALONSO. Igualó naturaleza
César y Alejandro. A la exterior compostura.

LOPE. Mas mira que son rodeos


En suertes, De que resultan enojos,
Porque dar gloria á los ojos
César fuera para mí.
ALONSO. Es infierno á los deseos.

Capitanes aquí están,


Vayase.
César y Alejandro: ¿á quién
Escogéis?
CASTILLO. DACIL.

Otros dirán Agua suave y ligera


A Alejandro, y dirán bien, Que mansamente corriendo,
Que fué el mayor Capitán. Parece que vas haciendo
Pero yo á César me inclino, Camino á la primavera,
Porque supo lo que obró. Siendo los más rigurosos
TRUJILLO. Del insufrible verano,
Yo que fué divino.
al griego,
Extiende tu blanca mano
ALONSO. Por este cristal hermoso.
Quien dijo á César, ganó. Apercibe un blanco lecho
CASTILLO. En las ondas desta fuente,
Por aquí tomo el camino. Porque á su fácil corriente
Ponga el abrasado pecho.
Vayase. Tú, hierba, esconde en tus flores
Arco, flechas y vestido,
LOPE. (0
¡Con qué determinación Entre tus varias colores;
Parte! Porque las suyas poner
ALONSO. Con las muchas que me enseñas,

Es gallardo soldado. Si no es poniendo unas señas


TRUJILLO. No le podré conocer.
Suertes y mujeres, son Esta rama quede aquí;
Para dichosos. Aves, en ella os sentad,
ALONSO. Cantaréis la libertad
Formado Con que sin amor nací.
Quede el valiente escuadrón Todos dicen que es amor
Para cualquiera suceso. Una pasión que conquista
LOPE. La libertad por la vista,
Algún temerario exceso Con apacible dolor.
Temo de Castillo. Pero yo no la he perdido;
ALONSO. Que de mil cosas que veo,
Si él Ninguna he dado al deseo,
Se empeña en algún tropel, Ni el alma por el oído.
No escapa de muerto ó preso. |Válgame el sol! ¿Qué es aquello?
¿Es gigante aquel tan alto,
Entre la Infanta acompañada de algunos bárbaros. Que con uno y otro salto
Viene levantando el cuello?
DACIL. Hombre parece, y vestido.
Retiraos todos allá, Pero ¿cómo, si lo es,
Cuanto ninguno me vea. Camina con cuatro pies?
SILEY.
Aquí la espadaña y nea (i) Falta un verso.
LOS CUAMCHES DE TENERIFE. 309

|Ay, triste, si me ha sentido! En cuya alfombra me siento.


Dos caras tiene; mas no, Mas ;qué de imaginaciones,
Que ya en dos se va partiendo; Qué de varios pensamientos
Uno es chico (no lo entiendo Acuden á un hombre solo,
Y en los campos á lo menos!
Si es persona como yo);
El otro ha dejado al pie Aquí pensara un poeta
Escribir en dulces versos
De un árbol; él viene acá:
|Ay, Dios, si me matará! La fábula de Narciso,
soy muerta si me ve. El príncipe de los necios,
Yo
Que se enamoran de sí.
Pero quiérome subir
En un álamo de aquestos, Aquí, algún viejo avariento,
Si estos montes fueran de oro
Que sobre la fuente puestos
Miran las aguas reír.
Y estas arenas dineros.
Aquí, un jugador, sus flores
En él estaré segura,
Porque llamar á mi gente, Y las ganancias del juego;
Tan lejos de aquesta fuente, Cómo unos naipes se hacen
Será cansancio y locura. Y cómo se estudia en ellos.
Aquí, un letrado, en sus Baldos;
Súbese en unos riscos, que estarán hechos con ramas,
Un médico, en sus Galenos;
y entre el capitán Castillo, armado.
Un tomista, en sus cuestiones;
Un amante, en sus deseos,
CASTILLO. Y un como yo,
soldado,
armas, Que anda por reinos ajenos,
Con el peso de las
Si ha de volver á sus naves.
El fuerte calor del tiempo
Y el cuidado del camino, Pero ¿qué es esto que veo?
Traigo un volcán en el pecho. ¿Cómo puede ser que haga
Parece que son las plumas Dos sombras mi propio cuerpo,
Como se ven en las aguas
Llamas del ardiente fuego
Que por las venas exhalo, Deste cristalino espejo?
Y todo mi cuerpo incendio. Cuando en el vino las viera,
Orillas deste pantano,
No fuera el milagro nuevo;
Buscando el principio vengo Pero verlas en el agua
De su arroyo, que ha dos horas No carece de misterio.
Que mi sudor propio bebo. Alzo la vista á los olmos
¡Qué hermosa y fresca laguna! Que en las ondas están viendo
Parece un luciente espejo. Sus verdes ramas. ¡Ay, Dios!
¡Qué fuente sonora y mansa! No en vano dos sombras fueron
¡Juega perlas con el viento!
Las que retrataba el agua.
Beber quiero, que ella misma ¡Qué bello hermoso mancebo,
Parece que está diciendo: Si, por dicha, no es mujer,

cBrindis, capitán Castillo, Como lo muestra el cabello!

Mas ¿si es ave destas islas?


En esta copa de hielo.»
Que los que del Mundo Nuevo
¡Bendígate Dios, amén,
Claro, segundo elemento,
Vuelven á España, nos cuentan
Templanza de los cansados, Mil embelecos como éstos.
ídolo de los enfermos! ¡Ox, ox! ¡No es ave, por Dios!
¡Más vales en ocasiones, Si es fruta, no tiene precio.
Aunque no quiera el Tudesco, ¡Bien haya el árbol que lleva
Que el vino aromatizado! Fruto de tanto sustento!
Otra vez te abrazo y beso. Aunque un filósofo dijo,

Lavarme quiero la cara, Viendo la mujer de un griego


Pues para limpiarme luego, En una higuera ahorcada
He de traer, ó me engaño, Por cierto enojo de celos,
Que si todas las higueras
En la faltriquera el lienzo.
¡Ah, guerra, y más de conquistas Llevaran higos de aquellos,
Fuera el árbol más hermoso
De bárbaros tan diversos
De la humana policía, De cuantos sustenta el cielo.
Extraños son tus sucesos! Mas ¿si es ángel, por ventura?
Ya nos habernos lavado; Que en muchas historias leo
Bien será que descansemos Que á capitanes cristianos
En esta margen florida, En guerra se aparecieron.
3io OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Quiéreme hincar de rodillas: Por cautivos de su dueño,


Ángel, nunca fui tan bueno No te entendiera palabra;

Que vengas á visitarme, Que, por mi contento, aprendo


Ya ves las faltas que tengo: Algo de vuestro español.
CASTILLO.
Soy el capitán Castillo;
Enamoro, juro, juego, ¿Quién eres?
Puesto que trato verdad DACIL.

Y por tu Señor peleo. Esto.


Dos mil heridas me han dado CASTILLO.
Por la Fe ¡Callas! Mas creo ¿Qué es esto?
Que buscas mi General, DACIL.

Santo y devoto en extremo Lo que ves.

Del arcángel San Miguel; CASTILLO.


Mas ¿para qué me detengo? ¿No tienes nombre?
Si eres alguna invención DACIL.
Destos bárbaros isleños, Dacil me
llamo, y ya puedo
Que adoran, tratan y hablan Llamarme cautiva tuya.
Con los diablos del infierno CASTILLO.
Asirle quiero de un pie. Dacil, no temas.
DACIL. DACIL.

¡Tente, español! No temo.


CASTILLO. CASTILLO.
¡Santos cielos! Yo soy un hombre español.
DACIL. DACIL.

¡Tente, español! ¡Lindo español!


CASTILLO. CASTILLO.
Ángel, baja, Aquí vengo
Y pues tienes lengua, hablemos. Con estos conquistadores.
DACIL. DACIL.
Ya bajo. ¡Lindo español!
CASTILLO. CASTILLO.
¿Qué es lo que dices? Hoy me han hecho
DACIL. Reconocer esta isla.
Que bajo. Perdóname, que te llevo,
CASTILLO. Para que cuentes allá
Poco
te entiendo, La disposición del reino
Y habrá menos que eres ángel, Y que importa saber
lo

Porque sospecho que, á serlo, Antes que por él entremos.


Hablar español supieras. DACIL.
No he visto rostro tan bello: ¡Lindo español!
¿Quién eres, bárbara hermosa? CASTILLO.
DACIL. No soy lindo;
Una mujer que, temiendo Trigueño sí, barbinegro,
Tu furia, allí me subí. Aunque ningún boquirrubio
CASTILLO. Me la ha ganado en lo tierno;
Á mi fortuna agradezco, Que aunque en la guerra me tienen
Y de mayores venturas Por atrevido y soberbio,
Lo tengo por buen agüero, Delante de una mujer
Que seas la primer cosa Soy un tímido conejo.
Que en estas montañas veo. ¿Vesme aquí? Pues vive Dios,
Tres días ha que camino Que me acontece riñendo
Por lagunas y por cerros, Matar dos y herir catorce,
Para hallar á quién llevar De suerte alentado y diestro;
Á los amigos que dejo Y volviendo á ver mi dama,
En las naves que nos traen. Llorar dos horas de celos,
¿Entiéndesme? Y sufrirle bofetones,
DACIL. Araños, voces y enredos.
Poco entiendo. ¿Entiendes esto que digo?
Yá no haber de otras jornadas DACIL.
Tres ó cuatro compañeros ¿Dices que llevas propuesto
Tuyos quedado en la isla Matar muchos de nosotros,
LOS GUANCHES DE TENERIFE

Siguiendo este camino.


Y á mí, que también soy de ellos,
MANIL.
Darme muchos bofetones
Dos son éstos.
Y tirarme los cabellos?
los hallamos!
CASTILLO. ¡Qué ventura será si
SILEY.
Conciértame esos laúdes.
Veis aquí tres sobre esta hierba puestos.
Mas ¿para qué gasto tiempo? FIRÁN.
Caminemos por aquí.
ramos?
DACII-. ¿No es gente aquélla, entre esos verdes
SILEY.
¡Lindo españoll
CASTILLO. Aquí esperad; para morir dispuestos,
Yo les llevo Cincuenta somos. ¿Qué teméis?
MANIL.
Un papagayo. ¡Por Dios, Espera,
Que pienso que está diciendo,
Que un hombre es solo. ¿Morirá?
Cada vez que aquesto dice:
SILEY.
«Daca la barca, barquero!»
No muera.
Vansc.
Salen Dacil, Infanta y el capitán Castillo.
Salgan los bárbaros, Siley, Manil, Firán y otros,
con mazas y arcos. CASTILLO.

SILEY.
Parece que no me guías
Hacia la mar, y á la tierra
Hame dado cuidado su tardanza.
MANIL. Te vuelves.
DACIL.
Tienes mucha razón; y ser podría
Tu miedo yerra,
Que, pensando en el agua hallar templanza,
La sepultase ya su arena fría.
Y en ese engaño porfías;
FIRÁN.
Que no voy tan descontenta
Yo llamé cuanto
la la voz alcanza, Como imaginas, contigo.
CASTILLO.
Pero no respondió.
SILEY.
Bien puedes irlo conmigo;
¡Señora mía! Que va tu honor á mi cuenta.
Mi nombre es Castillo, y vas
¡Hermosa Infanta! Sólo me responde
Como dentro de un castillo.
El eco, que en los árboles se esconde. DACIL.
MANIL.
De un hombre me maravillo.
¡Dacil! ¡Ah, Dacil!
CASTILLO.
SILEY.
Tiempo es ya perdido; Tus prendas merecen más.
DACIL.
Sin duda se ahogó, ¡triste! ¿Qué haremos?
Por que en tu trato advierto,
lo
FIRÁN.
No, Manil, que estuviera aquí el vestido. Ó tú eres el más honrado
MANIL. Del mundo, ó yo no te agrado,
Destas sendas los céspedes miremos.
Que debe de ser lo cierto.
CASTILLO.
SILEY.
En lo postrero te engañas;
Algún extraño mal le ha sucedido;
Mas contigo me sucede
Por esta senda misma caminemos, hombre que ver puede
Que señas ha dejado, á la costumbre Lo que á un
Frutas de tierras extrañas,
Nuestra, de su desdicha y pesadumbre.
La sarta que de blancos caracoles Que viéndolas tan hermosas,
Bien las desea comer,
Llevaba al cuello, de ámbar embutidos,
En señal que la llevan españoles Mas teme que pueden ser
Por ventura venenosas.
Rompió, y dejó en las sendas esparcidos.
MANIL. Confiésote que no sé
de que unas tocas enarboles, Comer, Dacil, tu hermosura;
No hay más
(3 dos cendales dése fresno asidos,
Que temo que en tu blandura
Mi muerte y veneno esté.
Para que los cincuenta nos juntemos. DACIL.
FIRÁN.
hallaremos. Tenéisnos por hechiceras
Por estos caracoles la
A las bárbaras canarias
SILEY.
Veis aquí uno.
Los españoles.
CASTILLO.
FIRÁN.
vamos Las varias
V éste otro;
312 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

CASTILLO.
Naciones siempre extranjeras,
De los peligros se guardan. Pues yo, ¿qué te puedo dar?
SILEY. Mas estas plumas te doy,
¡Mataldc, tiempo es agora!
Porque si ya tuyo soy,
CASTILLO. No tengo más que volar.
DACIL.
¿Ves como es verdad, señora?
Pero nunca se acobardan Vaya el sol contigo.

Castillos como yo.


CASTILLO.
Los
DACIL. ¿Cómo,
¡No le matéis! Si en ti se me pone el sol?

CASTILLO. MANIL.
Ni podrán. Por aquí ven, español.
DACIL. CASTILLO.
Fortuna, el partido tomo.
Yo lo mando, capitán:
DACIL.
|No le matéis!
SILEY. Oye, Castillo.

¿Cómo no? CASTILLO.


CASTILLO. Señora
quieres ver DACIL.
Déjalos, si
vale un español. ¿Tenéis mujeres allá?
Lo que
SILEY. CASTILLO.

¡Yo solo á ti, por el sol! Ninguna aquí.


DACIL. DACIL
Bien está.
Haréisme descomponer.
El español ha venido Vete, español, en buen hora.
CASTILLO.
Con la armada de Canaria,
Que tantas veces contraria ¡Que era la hija del Rey!
Para Tenerife ha sido. ¡Famosa ocasión perdí!
Entrando á reconocer ¿Por dónde iré?
MANIL.
Me halló, y tan bien me ha tratado,
veis me ha obligado. Por aquí.
Que á lo que
SILEY.
Vanse Castillo y Manil.
Yo te debo obedecer;
Pero el Rey se ha de enojar.
DACIL.
DACIL.
Camina agora, Siley.
Enoje. Manil SILEY.
MAN1L. A que se ha de enojar
fe,
Señora Tu padre de lo que has hecho.
DACIL. DACIL.

Con este español agora Que me está más bien, sospecho,

Has de ir en guarda hasta el mar; Dejar que se vuelva al mar,


Que él te tratará muy bien. Que verle conmigo ir.
SILEY.
MANIL.
Yo haré tu gusto, que es justo. ¿Por qué?
DACIL.
DACIL.
Esto que digo es mi gusto. Porque ese por qué
MANIL. Yo le siento, yo le sé

Español, conmigo ven. Y no le quiero decir.


DACIL.
acaso Salen el capitán Trujillo y un soldado.
Parte, español, y si

Allá te acuerdas de mí
CASTILLO. SOLDADO.
Después que diste vuelta á la ribera
Que me acordaré de ti,

Para ver si Castillo parecía,


Ten por sin duda.
DACIL. Vino el caballo solo, que pudiera
Habla paso, Exceder la lealtad y valentía
Y toma aqueste cordón Del que estimó Alejandro de manera,
En señal de que me pesa Que de jaspes y mármoles, un día,
De no ir contigo presa, Le hizo labrar túmulos diversos,
Quedando en mayor prisión. Y honralle de epigramas y de versos.
LOS GUANCHES DE TENERIFE. 313

las riendas, rotos los estribos


Pues me mandaron guiarte.
Rotas
LOPE.
Y herido de las ramas dcste monte, Señor, no es aquél Castillo?
Aunque con pies tan sueltos y ojos vivos {

DON ALONSO.
Que le pudo envidiar Belcrofontc;
¡Válgame Dios!
Fueron con él los llantos excesivos CASTILLO.
De todo el escuadrón; cogióle Aponte, Capitanes,
Cuyo había sido, que, con justo miedo,
¿Qué nueva capilla es ésta?
En viéndole llegar, se estuvo quedo.
¿Es muerto Lope Fernández,
Todos, en fin, de parecer han sido
Que no es posible que quedase preso Ó el general don Alonso?
ALONSO.
El capitán, pues el caballo, herido,
Por ti honras se hacen;
las
Se vino al mar desde ese monte espeso.
Que todos estamos vivos.
Por muerto se ha llorado y se ha tenido,
CASTILLO.
Culpando todos su atrevido exceso,
Mil años el cieloos guarde.
Y el General, piadoso, á honrarle viene LOPE.
Con elpostrer honor que un muerto tiene.
Hicieron en un risco un altar santo,
Tu caballo, maltratado,
Que por esos arenales
Con una imagen del Arcángel bello
Vino ti, nos ha puesto
sin
Que contra el gran lucero pudo tanto,
Que del cielo le echó por el cabello. En cuidados semejantes.
CASTILLO.
Aquí se ha hecho un túmulo, entretanto
Que en Canaria, mejor, pueden hacello, Yo os lo agradezco, señores,
Donde, sobre una tumba, entre dos cruces,
Mas mucho os anticipastes;
Ha mandado poner algunas luces. Que no tengo gana agora
TRUJILLO. De morirme ni enterrarme.
Días estuve perdido
Mal agüero ]por Dios! de la victoria,
Hacer hoy las exequias de Castillo, En esas lagunas grandes,
Hasta que en una topé
Aunque así las merece su memoria.
SOLDADO. Una presa razonable,
me maravillo. Porque era del rey Bencomo
Del General, señor,
La hija, la infanta Dácil,
Sale D. Alonso, y una caja con luto, Lope Fernández, Que se bañaba en sus aguas
un alférez con una bandera arrastrando, y descúbrase La siesta de aquella tarde.
un túmulo con dos ó tres luces. Ésta traía conmigo,
ALONSO. Pero, siguiendo el alcance
Cincuenta bárbaros, ella
Téngale Dios, soldados, en su gloria.
LOPE. No consintió que me maten.
Aquí ha llegado capitán Trujillo.
el Y para que más seguro
ALONSO. Hasta la mar me guiase,
De su servicio me dio,
Honraréis, capitán, un gran soldado.
Como lo veis, ese guanche.
TRUJILLO.
ALONSO.
Y el amigo que tuve más honrado.
ALONSO. ¡Prodigiosa historia!
LOPE.
Salió de aquí con el valor que vistes,
¡Extraña!
Y trujónos las nuevas de su muerte TRUJILLO.
El caballo de Aponte, que más tristes
¡Es peregrina y notable!
Nos dejó su piedad y ánimo fuerte.
trujillo. ¿Entiendes algo?
MANIL.
Si á cualquiera difunto luto vistes,
Sí, entiendo.
Bien ganarás la isla de esta suerte,
No porque de su honor, señor, me pesa, Que aunque de bestias nos traten
Allá vuestros españoles,
Mas porque alargas nuestra honrosa empresa.
No somos tan ignorantes;
Salen Castillo, capitán, y Manil. Las veces que habéis venido,
CASTILLO. Por maestros nos dejastes
Entra, que ya no es razón Algunos cautivos vuestros:
Que te vuelvas sin que hables
Si no hablo bien, perdonadme.
ALONSO.
Al General de la armada.
MANIL. ¿Sabe tu Rey mi
venida?
MANIL.
Agravio, español, me haces;
Que yo no vengo cautivo, De un agorero la sabe.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
3H
ALONSO.
ALONSO.
¿Tiene gente?
No lo busco.
MANIL.
MANIL.
Gente tiene.
Ni te canses.
ALONSO. Pobres cabanas tenemos;
Leyes, no hay quien las quebrante;
¿Gente bastante?
MANIL, Acá no hay hombre que mienta,
Bastante, Ni á su Rey se atreve nadie;
Lo que él manda, se obedece;
Porque aunque fuéramos pocos,
Lo que él quiere, eso se hace.
Uno de los nuestros vale ALONSO.
Por un millón de vosotros,
Que sois, como dice el traje, ¿Cómo te llamas?
MANIL.
Hombres de poco valor. Manil.
ALONSO.
ALONSO.
Ya puede te engañes,
ser que
Llévale, así Dios te guarde,
Porque en los cuerpos pequeños
Caben corazones grandes. De todo lo que aquí miras,
MANIL. Un presente de mi paite.
MANIL.
¿Cómo podéis tener fuerzas
Para las nuestras iguales,
¿Qué llevaré?
ALONSO.
Atacados y ceñidos
Tú lo escoge.
Por el cuerpo en tantas partes?
MANIL.
El cuello en las lechuguillas,
La cintura en ese traje, Dadme un cuello.
CASTILLO.
Que allá nombráis zaragüelles Que te agrade.
Y hacéis ver si cogen aire:
El mío, Manil, deseo.
Los brazos, en esas mangas, MANIL.
Y los pies, para que anden,
Pues ése quiero llevarle.
En zapatos tan estrechos. CASTILLO.
Las piernas, ¿de dónde salen,
Atadas con esas ligas?
Toma.
MANIL.
. Ni es posible que se ensanche
Con tan estrechas ropillas
Yo parto contento.
A fe, que el Rey me lo pague.
El corazón por las carnes.
ALONSO.
Acá sí que, en traje libre,
hombres gigantes ¿Por qué?
Hallaréis
MANIL.
Que se comerán un toro molde
Porque llevo el
Y se beberán dos mares;
los cuellos arrogantes,
Y machacarán de un golpe, De
Donde tome la medida
Con un cepejón de un sauce,
Para que los corte y mate.
Diez ó doce de vosotros.
TRUJILLO.
TRUJILLO.
Bárbaro, dile que el lienzo
Bueno está, isleño, no hables;
Será su flaqueza fácil,
Y si os preciáis de valientes,
Que lo que dentro venía
Retirémonos aparte
Eran columnas de jaspe.
Yluchemos una apuesta.
ALONSO.
MANIL.
Póngase la gente en orden,
[Sifuera seis años antes,
Tú me vieras victorioso 1
Y por ese monte marche;
Porque agora, ciertos males
Que yo espero la victoria
Han marchitado mis bríos. En la espada de aquel Ángel.
ALONSO. Y basta vivir, Castillo.
CASTILLO.
No leenojemos, dejalde.
¡Vive Dios, que sólo baste
Mas, pues ya viniste aquí,
A sorberme, como huevos
Dime: ¿Es tu Rey hombre grave?
Frescos, canastas de Guanchesl
¿Castiga, premia, en qué entiende?
¿Tenéis leyes? ¿Hay ciudades?
¿Cómo os gobernáis aquí?
MANIL.
Espantóme que callases
Si tenemos plata y oro.
LOS GUANCHES VE TENERIFI.. ?I5

Es dos limpios caracoles,


¿A qué vienen españoles
A conquistar mi pobreza?
ACTO SEGUNDO. TINGUARO.
Si las vecesque han ve*nido
Tantas vidas han dejado,
¿Qué es lo que te da cuidado?
OMO.
Salen Bencomo, Tinguaro, Siley y otros bárbaros.
Ver que despiertan mi olvido.
BENCOMO. Por dicha, ¿voy á buscar
Pues ¿qué me quieren á mí A los españoles yo?
Estos españoles locos? ¿Qué pájaro me llevó
TINGUARO. Por encima de la mar?
Ya te digo que son pocos. ¿Tengo yo rayos y truenos
BENCOMO. Como ellos? ¿Formo yo acaso
¿Sábeslo bien? Fuego con que un hombre abraso,
TINGUARO. De que todos vienen llenos?
Señor, sí; ¿Traigo yo picos agudos,
Que Manil habló con ellos. Sino estos dardos tostados,
BENCOMO. Y algunos ramos cortados,
¿Quién es Manil? Ya de sus hojas desnudos ;

TINGUARO. El arco y flechas, ¿no son


Un pastor Armas hidalgas del mundo?
De mi ganado. ¿En qué fuego oculto fundo
SILEY. La muerte, engaño y traición?
El valor
Natural que vive en ellos, Entre Manil con el cuello.

Sin otro interés, los mueve.


BENCOMO. MANIL.
Pues si es deseo de gloria, Poderoso rey Bencomo,
Guanches, notable memoria Sabe que vengo de ver
La fama á su nombre debe. Todo el español poder.
Yo soy un Rey que el primero BENCOMO.
Salgo á guardar mi ganado; ¿Tú, Manil?
Es mi palacio dorado MANIL.
Sí, señor.
La cueva de un risco entero.
De una vez Naturaleza BENCOMO.
Mis aposentos labró; ¿Cómo?
En ellos no encierro yo MANIL.
La codiciada riqueza. Yo fui con un capitán
Sobre pieles de animales Gallardo, así el sol me ayude,
Duermo hasta que sale el día, Y en cuanto conocer pude
Desde que la noche fría De los buenos que allá están.

Baña sus negros umbrales. Y sirviéndole


de guía,
Es harina de cebada, Por mandado de la Infanta,
En un guanigo molida, Vi que su fuerza no es tanta

Mi sustento y mi comida, Como su loca osadía.


Sobre unas brasas tostada. Hablé con su General,
Alguna silvestre fruta Yél de ti me preguntó;
Á aquellos árboles debo; Respondíle, y pienso yo
Agua con las manos bebo Que á propósito y no mal.
De aquella riscada gruta. Sus pájaros negros vi,
Si algún vasallo en el mar Y de lienzo son sus alas,
Halla un caracol ó bucio, Con palos, cuerdas y escalas,
Muy limpio, oloroso y lucio, Que diz que vuelan así.
Me le suele presentar. Sus armas y trajes bellos
Éste, y otros más pequeños, No juzgo á cosa tan fuerte,
Me cuelgo alguna mañana Que no les halléis la muerte
Del cuello, en trenzas de lana, Si se la buscáis por ellos.
Cuando hacéis fiestas, isleños. Díjome aquél su mayor
Pues si toda mi riqueza Que te escogiese un presente
3i6 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

mejor de su gente,
Mas quiero dar el presente
De la
Y éste te traigo, señor,
A la Infanta; aunque ésta es.

Porque veas de qué modo


Sale Dacil.
Traen los cuellos armados
Los españoles soldados.
BENCOMO. Dame, señora, esos pies.
DACIL.
Muestra á ver.
MANIL. ¡Oh, Manill
MANIL.
Mírale todo.
BENCOMO. El cielo aumente,
Gran señora, tu hermosura.
Esto, cosa blanda es;
DACIL.
Si esto defiende sus cuellos,
¿Cómo queda elespañol?
Bien podéis cortar en ellos.
MANIL.
MANIL.
Con la belleza que el sol,
Cuanto desde lejos ves,
Ansí Dios me dé ventura.
Desde cerca es todo ansí;
DACIL.
(0.
temer, gran señor. ¿No es gallardo?
No hay que MANIL.
BENCOMO.
Yo no vi
Á mi hija aqueste lleva. Hombre que así me agradase:
T1NGUAR0.
Díjome que te acordase
Por gala española y nueva
Que está sin alma por ti.
Tendrá el presente á favor, DACIL.
Porque desde ayer está
Pues ¿dónde se le cayó?
Llena de mortal tristeza. MANIL.
BENCOMO.
Esta española fiereza
En ti dice que la tiene.
DACIL.
Notable pena le da.
¿En mí?
Ya se imagina cautiva, MANIL.
Y ansí, soy de parecer, Si á jurarlo viene,
Porque contento y placer
Dale el crédito que yo.
De su venida reciba, DACIL.
Que contra los españoles me la diera,
Si el español
Hagáis fiestas, bailes, juegos,
¿Yo no la viera, Manil?
Convites y grandes fuegos.
MANIL.
SILEY.
Será cosa tan sutil,
Si ellos duraren tres soles
Que se entrará dondequiera.
Sin que se alarguen al mar,
DACIL.
Tenme por hombre imprudente.
BENCOMO. No la siento, ¡por el sol!
MANIL.
Junta, Tinguaro, la gente,
Pues, sin duda, está contigo.
No á salir, sino á esperar; DACIL.
Que en medio de esta montaña
Busquemos, Manil amigo,
Les quiero hacer un engaño.
TINGUARO. El alma deste español.
MANIL.
Más en tu bien que en tu daño
Mira si está en el cabello.
Vive esta gente de España.
DACIL.

Vanse todos. ¿Cómo puedo yo contar


Las hebras ?
MANIL.
MANIL.
Púdose entrar
Aunque al español traté
Poco tiempo y de camino, A los pechos por el cuello.
DACIL.
A su valor peregrino
Ya la miro, y no está aquí.
Aficionado quedé.
MANIL.
No me enfada su nación, español no miente,
Pues el
Aunque volví por la mía,
Que es gallardo y es valiente
Y de verle me holgaría
Cuanto en mi vida le vi.
Si se ofreciese ocasión.
Desnúdate, y por ventura
La hallarás donde sospecho.
(i) Faltan versos.
LOS GUANCHES DE TENERIFE. 317

DACIL. MANIL.

No sé qué traigo en el pecho Bien puedes mirarte en mí.


DACIL.
Desde que vi su hermosura,
Si fueras quien digo yo.
Que no me deja dormir
MANIL.
Ni en cosa tener placer.
MANIL. Dame el alma que te dio

El alma debe de ser, Y seré español ansí.

Que allá debe de vivir. Mas en una fuente ponte


DACIL. A mirar tu hermosa cara,
Pues ¿por dónde se entraría? Que baja risueña y clara

MANIL. De las quiebras de aquel monte,

Por los ojos, digo yo. Y


sabrás cuan bella estás.
DACIL. DACIL.

Por ellos, sin duda, entró: Vamos. ¡Ay, hombre hechicerol


¿Hay mayor hechicería? Si ya con dos almas muero,
¡Triste de mí, que no en vano Di, ¿para qué me la das?
No podía yo dormid Mas si esto tenéis por palmas,
MANIL. Si os hablo me he de tapar
Que éstos deben de venir Los ojos, para excusar
Llenos de hechizos, es llano. Que no se me entren las almas.
DACIL.
Éntrense y salgan capitán Trujillo y Palmira,
Tal estoy desde ayer tarde, ,
el
bárbara.
Que me muero y no sosiego;
Todo el pecho es vivo fuego.
MANIL. PALMIRA.

Á que yo me guarde
la fe,
Si por ese monte abajo
De que ningún español Quieres llegar á las cuevas,
Me meta el alma en el pecho. Entre esas olivas nuevas
Dilo á tu padre. Hallarás un verde atajo;
DACIL. Luego una fuente pequeña
Sospecho Que forma en el prado un charco,

Que tiene ofendido al sol. Y cuanto un tiro de un arco,


MANIL. Enfrente una blanca peña.
Este cuello me ha mandado Allí, español capitán,

Que te dé, porque ya sabe, Comienza la habitación


Dacil, tu tristeza grave. De aquesta nuestra nación,
DACIL. Donde ya juntos están
¿Quién te lo dio? Todos los más importantes,
MANIL. Los más valientes y diestros
Aquel soldado. De los nobles Guanches nuestros,
DACIL. En que hay algunos gigantes.
¿Mi capitán? Ayer fué mi padre allá,

MANIL. Que por eso estás aquí,


Sí, señora. Y el compañero que allí

DACIL. Con mi amiga Erbasia está.


Déjamele dar mil besos, Dicha habéis los dos tenido
Que no son muchos excesos En que estén en su consejo;
De quien en su dueño adora. Que, aunque ya mi padre es viejo,
¿Podrémele yo poner? Es valiente y mal sufrido.
MANIL. Al principio llevé mal
¿Por qué no? Darte esta noche posada
DACIL. En mi cueva mal labrada,
Ayúdame. Aunque español principal.
MANIL. Mas después que conocí
Aguarda. La blandura de tu trato,
DACIL. Perdí el honesto recato,
¿Estoy bien? Y la libertad perdí.
MANIL. Ya me pesa que te vayas,
Estás gallarda. Y iplega á Dios que tengáis
DACIL. La tierra que deseáis
|Oh, quién se pudiera ver! En estas desiertas playas,
31» OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ERBASIA.
Y que no os maten aquí,
Y di,
Como otras veces, los nuestros!
TRUJILLO. ¿El verla no puede ser?
VALCÁZAR.
Son estos bárbaros vuestros,
Dentro de ti la hallarás
Si me das crédito á mí,
Locos en no nos querer Después que me haya partido.
PALMIRA.
Por amigos, pues queremos
Darles la fe que tenemos.
Dime, español bien nacido,
TAI. MIRA. Si de mí te acordarás.
TRUJILLO.
Por lo que puedo entender
De vuestra lengua, español, En prendas de la memoria
Sé que engañados están; Que pienso tener de ti,
Pero ¿cómo dejarán Palmira, el alma te di,

Por ese tu Cristo al sol? De amor la mayor victoria.


PALMIRA.
Cuanto á mí, yo te prometo
quiera desde aquí. ¿El alma?
Que le
TRUJILLO.
Pues ¿no la ves?
Sale Valcázar, soldado, y Erbasia, bárbara.
PALMIRA.
ERBASIA. No la he sentido, |por Dios!
TRUJILLO.
¿Haste de acordar de mí,
Pues juntas están las dos.
Español noble y discreto?
VALCÁZAR. PALMIRA.
Tiénesme tan obligado Yo la buscaré después.
Del presente acogimiento, Y estoy muy agradecida
Que tu alma me hayas dado.
Que por todo extremo siento
TRUJILLO.
Partirme, á fe de soldado.
Á reconocer la tierra Yo estoy con grande cuidado.
Salimos Trujillo y yo. Quédate con Dios, mi vida;
¿Entiéndesme bien? Que si Dios nos da victoria,
ERBASIA. Nos volveremos á ver.
¡Pues no! PALMIRA.
VALCÁZAR. De tu alma has de tener,

Que esto es costumbre en la guerra. Aunque no quieras, memoria.


TRUJILLO.
Llegamos anoche aquí;
Tú Valcázar
y esa tu amiga fuistes
que nos VALCÁZAR.
Tan corteses, distes
¿Qué hay, capitán?
Cena y posada.
ERBASIA. TRUJILLO.
Es ansí. Que nos partamos de aquí.

VALCÁZAR. ¿Lloran?
VALCÁZAR.
Pues ¿quién se podrá olvidar
De tan justa obligación? Sospecho que sí.

ERBASIA. ERBASIA.

¿Qué prenda de tu afición Palmira


PALMIRA.
Me dejas?
VALCÁZAR. ¿Qué?
Quiero dejar ERBASIA.

El alma. ¡Ya se van!


ERBASIA. PALMIRA.
Muéstrala, á ver. pasé en toda mi vida
No
VALCÁZAR. Noche con mayor cuidado.
Ya te la he dado. TRUJILLO.
ERBASIA. En una cueva encerrado,
¿Tú á mí? Yo la tuve por perdida.
VALCÁZAR. Cayéndomeestoy de sueño.
Sí.
VALCÁZAR.
ERBASIA. Y yo, en viendo algún lugar
¿Cuándo? Donde pueda descansar,
VALCÁZAR. Doy á mis sentidos dueño.
Esta noche. Vayanse.
LOS GUANCHES DE TENERIFE. •

PALMIRA. Del monte.


ya se han idol TINGUARO.
¡Ay, Erbasia,
ERBASIA. Si gente fuera

¡Lindos hombres!
Que aquí de guerra viniera,
PALMIRA. No se alejara del mar.
|Por extremo! ARFISO.
olvidar temo. Son éstos muy atrevidos.
Que nos han de
ERBASIA. TINGUARO.
¡Por Dios, que tienes razón!
Es imposible su olvido,
A lo menos para mí, ¿Son éstos?
ARFINO.
Porque el alma me dejó.
PALMIRA. Los mismos son,
Que deben de estar dormidos.
Si es por eso, también yo
TINGUARO.
Dichosa en lo mismo fui.
Pero di, ¿cómo hallaremos
¿Tan vuestra la tierra es,
Españoles fanfarrones?
Las almas que nos han dado?
ERBASIA. ¿Ya tenéis nuestras naciones
Buscándolas con cuidado. Tan puestas á vuestros pies,
PALMIRA. Que desta suerte dormís?
ARFINO.
Y ¿adonde ó cómo podemos?
ERBASIA. ¿Dejo la maza caer?
TINGUARO.
Vamos á ver á la Infanta,
más sabia mujer. Bajeza no se ha de hacer
Que es la
PALMIRA. Cuando conmigo venís.
El que duerme, muerto está;
Bien dices, que en el saber,
A cuantas hay se adelanta; Yo no he de matar los muertos.
ARFINO.
Y ella, contándole el caso,
Nos dirá cómo tenemos Pues matémoslos despiertos.
TINGUARO.
Las almas de quien queremos.
ERBASIA. Arfino, tiempo vendrá.
El arma que trae ceñida
Pues alarga, Erbasia, el paso,
Antes que se encienda el sol Le quiero agora quitar,
Por estas secas riberas. Y aun no quieren despertar.
PALMIRA. ARFINO.

Ya no te irás aunque quieras; Muestra á ver.


TINGUARO.
Que estás sin alma, español.
Está vestida.
Vuelvan á salir Trujillo y Valcázar. ARFINO.
Quítale la camisola.
TRUJILLO.
TINGUARO.
Esta peña me parece
Segura para dormir. No acierto.

VALCÁZAR. ARFINO.
Ponía en el suelo;
No puedo el sueño sufrir,
Porque resistido, crece; Tira.
TINGUARO.
Y la noche que he pasado,
Temiendo siempre la muerte, Que es ansí recelo;

Me le ha causado tan fuerte, Ved la traición española.


ARFINO.
Que me caigo de mi estado.
TRUJILLO. ¡Ay, lo que dentro teníal
Valcázar, echaos aquí. Tócala, á ver.
VALCÁZAR. TINGUARO.
Estaos quedos.
Aquí, Trujillo, me duermo.
ARFINO.
TRUJILLO.
¿Sueltas?
Ese es campo solo y yermo.
VALCÁZAR. TINGUARO.
¡Córteme los dedos!
Sólo sé que estoy sin mí.
ARFINO.

Tinguaro, bárbaro, y soldados, Arfino y otros. ¡Qué traición!


TINGUARO.
ARFINO.
¡Qué alevosía!
Digo que los vi bajar ¿Por dónde se ha de tomar?
320 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

ARFINO. VALCÁZAR.
Álzala por la cabeza. El escuadrón nos espera:
TINGUARO. No demos que sospechar.
¡Arma extrañal ¿Era buena?
ARFINO. TRUJILLO.
[Hermosa pieza! ¿Cómo puedo
TINGUARO. Lo que vale encarecer?
¡Quién la supiera jugarl No la quisiera perder
Pero veréis |vive el sol! Por lo que vale Toledo.
Que los he de echar de aquí
misma. El rey Bencomo, Manil, Siley y bárbaros.
Con la
ARFINO.
Para mí MANIL.

Quiero la deste español. Esto causa su tristeza,

TINGUARO. Yo te digo la verdad.


BENCOMO.
No se la quites.
ARFINO. ¿Hay más notable maldad
¿Por qué? Que española gentileza?
SILEY.
TINGUARO.
Porque sólo he de cumplir Como han probado á vencerte

Lo que he dicho, hasta morir, Con armas, y no han podido,


Aunque jugarla no sé. Los cobardes han querido
Con las almas de otra suerte.
Vayanse. Alma le dio un español
A mi hermana.
MANIL.
VALCÁZAR.
¡Hola, Trujillol
Alma le ha dado,

Con que el seso le ha quitado.


TRUJILLO.
¿Qué hay? BENCOMO.
VALCÁZAR. ¡Brava maldad, por el sol!
¿Habéis sentido ruido? Pero ¿cómo se la dio?
MANIL.
TRUJILLO.
Ella, por los ojos cuenta.
Gente pienso que he sentido.
SILEY.
VALCÁZAR.
Para no crecer tu afrenta,
¿Si son los bárbaros?
TRUJILLO. Callaba mi afrenta yo.
|Ay! Sabe, señor, que á Palmira,
VALCÁZAR. Mi hermana, mujer, no Palma,
¿Qué buscáis? Le dio otro español el alma;
TRUJILLO. Y si esto también te admira,

La espada. Erbasia, que desposada


VALCÁZAR. Con Tinguaro, el General
¿Aquí De tu campo, el más leal
Puesta en los tiros se pierde? Y el más valiente soldado,
TRUJILLO. De otro español que la vio
Tiene el alma, y anda triste.
Alta está la hierba verde;
BENCOMO.
Cubrirla puede.
VALCÁZAR. Y ¿es cierto que tú le viste?
SILEY.
Es ansí.
TRUJILLO. Ella misma lo contó.
BENCOMO.
¡Vive Dios, que no parece!
VALCÁZAR. Luego ¿por esas montañas
¿Qué habernos de hacer? Dando almas andarán?
SILEY.
TRUJILLO.
No sé. Éstas de su capitán
VALCÁZAR. Deben de ser las hazañas.
BENCOMO.
¿Si alguna bárbara fué?
TRUJILLO. Parte, Siley, y dirás
Gente, y no lejos, se ofrece; Al General desa gente
Volvámonos á la mar; Que venga, como valiente,
Que estoy mal desta manera. A matar hombres no más;
TENERIFE. 321
LOS CLANCH1 S L>E

Que no engañe mujeres las


Ó me remedia, ó verás
soldados El fin de mis pocos días.
Con dar almas de BENCOMO.
Á los pechos descuidados.
No te entristezcas ansí.
Sil.) Y.
Cantad, bailad, alegrad
Yo voy.
DESCOMO. De mi alma la mitad.
11..
Pues discreto eres,
¡Ay, triste!
No tengo que te avisar
OMO.
De lo que de mí le digas.
Siéntate aquí.
Vase Silcy.
Músicos, y baile canario.

MAN1L. MÚSICOS.
Ya viene, y sus dos amigas Españoles bríos,
La procuran alegrar. Mirar y matar;
Volveréis vencidos:
música.
Sale la Infanta, y Palmira, y Erbasia, y la
Ean, falalán.
PALMIRA.
Vino á las Canarias
Por el rey don Juan,
Alégrate, que también
Con lucida armada,
Tenemos almas nosotras.
DACIL. Un gran capitán.
Puso gente en tierra,
¿Que os las han dado á vosotras
Salió de la mar,
Y que lo tenéis por bien, Tomó cuatro islas;
Y no sentís mi accidente? Por el Rey están
ERBASIA.
Lanzarote, el Hierro,
Antes nos hace alegrar.
MANIL. Y luego se da
La Fuerte Ventura,
Debiéronselas de dar
En el nombre más.
Con los cuerpos juntamente;
Españoles bríos,
Y como á ti no te han dado
Mirar y matar;
Más del alma, no te espantes
Moriréis vencidos:
Si á memorias semejantes
Fan, falalán.
Vive tu cuerpo obligado. Reyes
Católicos
DACIL.
un no sé qué Que en Castilla estáis:
¿No sentís
Fernando, á quien ciñe
De las almas españolas,
Laurel militar;
Allá, cuando estáis á solas?
Isabel gloriosa,
PALMIRA.
Que agora enviáis
Yo no.
ERBASIA. Con fuertes soldados
Nuevo General,
Ni yo.
DACIL.
Nuestra Tenerife
Dicha fué.
No penséis que está
Sentimientos me atormentan
Tan desnuda de armas
Deste español cada punto.
Como allá pensáis.

MANIL.
Los rayos de fuego,
Plomo y alquitrán,
Sintiéronlo todo junto,
Y no les queda qué sientan. No espantan los Guanches
DACIL.
De aqueste lugar.

no veo la ocasión,
Los pájaros negros
Si
Con que el mar pasáis,
Yo moriré de tristeza.
BENCOMO. Dejarán las alas
Hija, con mucha aspereza
Ó aquí morirán.
Tratas mi amor y afición.
No son nuestros Guanches
Alégrate, que ya fueron
Como los demás,
Pues en las batallas
A que el General cristiano Os hacen temblar.
Ejecute con la mano
Dos victorias tienen
El intento á que vinieron,
Que ganado os han;
Y no con hechicerías.
n V II,.
De sangre teñísteis
El blanco arenal.
Señor, yo no puedo más;
CHIRAS DE LOPE DE VEGA.
322

Españoles bn'os, A la ocasión que habernos deseado

Mirar y matar; Para ceñirnos de laurel la frente.


CASTILLO.
Volvereis vencidos:
El bárbaro, señor, amedrentado,
Fan, falalán.
Estará por sus riscos escondido,
Toquen una caja de guerra y espántense, Pues apenas parece algún soldado.
parando el baile. LOPE.
BENCOMO. El no habernos la entrada defendido
Sol divino, ¿qué es aquesto? Muestra que su temor y cobardía
TINGUARO. Para las vidas pedirá partido.
TRUJILLO.
Los rayos y truenos son
Cuando de riscos ásperos venía
Con que esta fiera nación
Temor siempre nos ha puesto. Con Valcázar ayer, reconociendo
MANIL. Qué gente el Rey, que ejército tenía,
Ya se deben de acercar. Oímos de armas belicoso estruendo;
TINGUARO. Digo de gente á la defensa puesta,
¿Qué mandas hacer, señor? La ofensa y no el partido previniendo,
BENCOMO. De que entendimos que á salir se apresta,
A mi capitán mayor Ó, por lo menos, resistir el paso.
CASTILLO.
Mandé esconder y alojar
Seis mil hombres tan gallardos Sería ese rumor su baile y fiesta
Como en Tenerife viven, Ó
consultar sus ídolos acaso.
TRUJILLO.
Que en ese monte aperciben
Sus mazas, arcos y dardos. Éstos no tienen ídolos, Castillo,
Acometamos nosotros Y son sus fiestas en el campo raso;
É irémonos retirando, Y de que eso penséis me maravillo,
Porque al irnos alcanzando Que muy poco sé yo de lo que es miedo.
CASTILLO.
Salgan del monte los otros;
¿Quién os lo niega, capitán Trujillo?
Que me dicen que son mil,
TRUJILLO.
Y catorce mil seremos,
Con que el monte dejaremos Si con prudencia aconsejaros puedo
Teñido en su sangre vil. Lo que soléis con mil temeridades,
TINGUARO. No pienso yo que de lo justo excedo.
ALONSO.
Marcha, señor, que hoy es día
Caballeros, ¿en tantas amistades
De ganar honor y gloria.
BENCOMO. Mete el demonio esa discordia agora?
CASTILLO.
Vuestra será la victoria,
Que sola la industria es mía. ¿Que discordia ha de haber te persuades?
PALMIRA. "Trujillo y yo seremos desde agora

Dacil, ¿qué piensas hacer? Más amigos mil veces que hemos sido;
DAC1L. Ni pienso yo que mi valor ignora,
Ir á llorar mi desdicha,
Que mis temeridades no han tenido
Porque consiste mi dicha, Hasta agora la culpa de la empresa,
No en ganar, sino en perder: Pues ni la habéis ganado, ni perdido.
TRUJILLO.
Tal por mi Castillo soy,
Que aquestos matar esperan. De vos todo el ejército confiesa,
Castillo, un gran valor, y yo el
primero.
ERBASIA.
CASTILLO.
No hayas miedo tú que mueran
Razón muy vuestra, capitán, es ésa.
Nuestros españoles hoy.
LOPE.
DACIL.
¿Por qué, estos homicidas
si Cada cual es honrado caballero;

Son fuertes por mil extremos? Cada cual á sus Reyes ha servido,

ERBASIA. Y que los servirá también espero;


Porque sus almas tenemos Trujillo dice bien, que haber venido

Y guardaremos sus vidas. Sin resistencia á parte tan estrecha,


sin sospecha de peligro ha
sido;
No
Vayanse.
Y Castillo también, que no sospecha
Entren en orden los españoles Trujillo, Valcázar, Que en éstos hay valor.
Lope, Castillo y el general D. Alonso. ALONSO.
¿Qué nos cansamos
ALONSO.
En lo que al Rey no sirve ni aprovecha?
Llegado habernos animosamente
DE TEN) 323

Que os dio tan honrada patria;


Para la santa empresa que llevamos,
algunos de vosotros
Apruebo los recelos de Trujillo,
nuestras montañas andan,
Pues tan adentro de la tierra estamos,
V el valeroso pecho de Castillo. A escondidas de los hombres,
V ALCÁZAR. Dando á las mujeres almas.
bárbaro del monte al llano baja, no es de caballeros
Un I >

Ni de soldados que tratan


Donde su peña forma aquel portillo.
I.OPE. Vencer á sus enemigos
Para llegar aquí, la senda ataja. Con armas en la campaña.
[Cosa que se rindiesen á partido!
Un Castillo de vosotros,
ALONSO. En pecho de la Infanta
el

¡Hola! No suene más trompeta 6 caja.


Su alma ha puesto de suerte,
CASTILLO. Que de tristeza la mata.
El llega valeroso y atrevido.
También una obscura noche,
En Palmira y en Erbasia
Sale Siley. Otras dos almas han puesto
Un Trujillo y un Valcázar.
SILEY. ¿Es esto justo, españoles,
Bien venidos, españoles, Que traigáis almas de España
Nación más discreta y sabia Para dar á las mujeres,
Que valiente, grande y fuerte. Que su vida y gloria os llaman?
Vosotros, que las Canarias ¿No bastan las invenciones
Ganasteis á vuestros Reyes, De relámpagos y espadas,
Trayendo por la mar casas Sino que hechicéis los pechos,
Cargadas de hechicerías, Metiendo en los pechos almas?
De rayos, truenos y espadas; A esto mi Rey me envía,
Vosotros, que sin llegar Y á deciros que os aguarda
Á las manos ni á las armas En la falda de ese monte,
Para daros la batalla;
Dais con un hombre en la tierra

Con esos hierros que hablnn, Que no quiso resistiros


Pues por esas negras bocas De Tenerife la entrada,
Apenas dicen palabra Por mataros donde pueda
Que no mate á quien la escucha, Desnudaros en su casa.
CASTILLO.
Y en oyéndola se caiga;
Vosotros, que á Tenerife ¡Ansí Dios te dé victoria,
Venís con tanta arrogancia, Que me dejes que yo haga
Como si estos Guanches fueran Satisfacción y respuesta
Hijos de vuestras esclavas; A este guanche y á esta infamia!
Vosotros, que por dos veces ALONSO.
Habéis vuelto las espaldas, No, Castillo, no es razón;
Y á vuestros pájaros negros Dondequiera, á la embajada
Tendido en el mar las alas: Se guarde su privilegio.
Bencomo, Rey desta isla, CASTILLO.
Y Rey sin oro y sin plata, ¿Qué embajada ó calabaza?
Sin aparato y grandeza, Diérale yo un torniscón,
-Sin palacios y sin guardas;
mano cerrada,
Así, la
Hombre que, como nosotros, Con que le hiciera tortilla
Por esos prados repasta Las nances en la cara,

Cabras monteses y ovejas Y fuera á quejarse luego


Silvestres, toros y vacas, De que Castillo no guarda
Dice que, ya que venís Al embajador las leyes.

A conquistar desde España ALONSO.


Un campo lleno de piedras, Guanche
SILEY.
Un monte cercado de agua,
Hagáis como caballeros, Español
Peleando con las armas, ALONSO.
Oye.
Lo que obliga la nobleza,
SILEY.
Pues que blasonáis de tantas;
Habla.
Porque valerse de enredos,
De invenciones y marañas, ALONSO.
Desdice de aquel valor Dile á Bencomo, tu Rey,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
324

¡Tente, bárbaro, y espera!


Ese guardador de vacas,
TINGUARO.
Que yo no vengo á sus islas
¿Quién te ha dicho que no espero?
Ni por oro, ni por plata.
Vengo á obedecer no más Que á ser tu ejército entero,
El mismo valor tuviera.
Lo que mis Reyes me mandan, TRUJILLO.
Que reduciros desean
Esa espada he conocido
A ley de Cristo santa.
la

Á Fernando y á Isabel, Por la guarnición.


TINGUARO.
Que ansí mi Reyes se llaman,
Sí harás;
No obliga humano interés,
Obliga piedad cristiana. Y á agradecerme vendrás
Que no te maté dormido.
Que no habernos menester
TRUJILLO.
Tierra, sobrándoles tanta
Antes la vengo á cobrar.
En Castilla y Aragón,
TINGUARO.
Sin la que tiene en Italia.
Ni para riqueza suya, Despierto te quiero yo.
TRUJILLO.
Con nuestra sangre comprara
Muestra.
Dos plumas, diez caracoles
TINGUARO.
Y seis pellejos de cabras.
¿Digo yo que no?
A obedecelíe venimos, TRUJILLO.
Sin enredos ni maraña?;
La vida te ha de costar.
Estas armas que traemos,
En todo el mundo son armas; guerra
Vuelvan á tocar las cajas, y sonando la
Que dar almas á mujeres,
salgan Lope Fernández y D. Alonso.
Son amorosas palabras
Que los bárbaros no entienden.
LOPE.
S1LEY.
Retírate, señor.
Basta, español, eso basta.
ALONSO.
Eso le diré á mi Rey, hecho
Pues ¿es bien
Que donde digo os aguarda. Lope famoso,
CASTILLO. Que yo no muera aquí,
Viendo todo mi ejército deshecho?
¿Qué aguardas?
ALONSO. LOPE.
jEa, señores, Será, señor, un caso lastimoso.
Ya la ocasión es llegada! Si deste monte por lo más estrecho,

Hoy es día de mostrar Este bárbaro Guanche, belicoso.


El valor que os acompaña. Puso siete mil hombres en celada,
LOPE. ¿•Qué importa el brío y la española espada?
'

¿Mil soldados no más, aunque gallardos,


Acomete, que son pocos.
CASTILLO. Para catorce mil Guanches importan,
Y son tan pocos, que faltan Con tantas flechas y tostados dardos,
Para Castillo otros tantos. Que ni fuegos ni aceros los reportan?
ALONSO.
ALONSO.

|San Miguel, y cierra España! Lope, en la resistencia fueron tardos


Por nuestro mal.
Las cajas toquen, y hagan la batalla, saliendo algunos LOPE.
bárbaros con los españoles, y luego Tinguaro con la ¡Cuan animosos cortan,
espada de Trujillo.
Con las mismas espadas que truj irnos,
TINGUARO. Las vidas que hoy á un bárbaro vendimos!
No salgáis, Guanches famosos,
Hasta mejor ocasión; Sale Valcázar.
Pocos los contrarios son,
Puesto que son valerosos;
VALCÁZAR.
Estad á punto esperando,
¡Oh, valeroso General! ¿Qué haremos,
Hasta cogerlos en medio,
Porque no tengan remedio. Que apenas de mil hombres hay cincuenta?
Mira que en no perderte nos perdemos,
Sale Trujillo. Y que tu vida su victoria aumenta.
Permite que á la mar nos alarguemos;
TRUJILLO. Vuelva siquiera un hombre que dé cuenta
¿Qué es esto que estoy mirando? Desta desdicha á nuestra patria España.
'

..LANCHES DE IENLRIFE.

ALONSO. De su temeridad! ;No es cosa clara


más justa hazaña? Que en los primeros á morir se pone?
Y ¿no será morir
ALONSO.
LOPE.
¿Qué gana en morir, si con la v
se
¡Qué gallardo español! ¡Dios le perdone!
Podemos restaurar lo que has perdis- Vanse.

Salgan el rey Uencomo y los bárbaros, trayendo


Sale Trujillo, sangriento. banda ó espada de
cada uno un sombrero, ropilla,
español, y Manil una bota.
TRUJILLO.
)MO.
Cobré mi espada, aunque con tanta herida,
I

¡Gracias al divino sol


Que vengo poco menos que vencido.
LOPE. Por la victoria ganada!
SILEY.
¡Trujillo!
TRUJILLO, ¿Que aquesta se llama espada?
¡Caballeros!
ano.
ALONSO. Y es propio nombre español;
La perdida Que de la espada sospecho
B illa, no el honor, que no
ha sido, lo Que españoles se llamaron.
soldados no hay cincuenta, SILEY.
Pues que de mil
Luego ¿ellos las inventaron?
Nos obliga á morir.
TRUJILLO. BENCOMO.
¡Si fuera afrenta! Hoy no han sido de provecho.
Yo soy de parecer que á la ribera Este pienso que es sombrero.
Del mar retires esa gente poca Y ésta es ropilla ó jubón.
TINGUARO.
Que se libró de la batalla fiera,
Escondida en la cueva desa roca. ¿Que aquestos los rayos son?
LOPE. Probar á tirarle quiero.

ésta fué la vez tercera, PALMIRA.


Y yo, que aunque
Pues sangre y la afrenta nos provoca,
la
¡Quítate, Tinguaro, allá!
TINGUARO.
Volvamos cuarta vez á Tenerife.
ALONSO. ¡No tira!
BENCOMO.
¿Con qué, sin un soldado ni un esquife?
LorE. Pruébale, á ver.
Volvamos á Canaria, que mi hacienda, TINGUARO.
Mis ingenios de azúcar y otras cosas, No acierto.
MANIL.
Haré que en plaza pública se venda,
Y armaremos dos naves belicosas. ¿Qué puede ser
3

Gente haremos también que hacer emprenda Esto que aquí dentro está
En Tenerife hazañas generosas. Un español la trata,
ALONSO. Que huyendo por una roca
hacienda? Se la ponía á la boca,
¿Valdrá la
LOPE. Y no sé qué le decía.
Nueve mil ducados, Quiero esconderla, y después
Que bastan para naves y soldados. Veré lo que dentro tiene.
ALONSO. TINGUARO.
Sólo el volver á Tenerife luego, ¡Qué triste la Infanta viene!

Lope Fernández, guerra me obligara, BENCOMO.


Á no morir precipitado y ciego. ¿Día de tristeza es
LOPE. El de tan alta victoria?
DACIL.'
¡Alto: á la mar!
TRUJILLO. No estoy yo triste, señor.
Camina á la mar. BENCOMO.
ALONSO. Merezca yo por favor
¡Para' Que te alegres de mi gloria.
VALCÁZAR. Mira tantos enemigos
¿Qué quieres? Por esa campaña muertos,
ALONSO. Y de sus galas cubiertos
¿V Castillo? Nuestros parientes y amigos.
TRUJILLO. Las almas que os habían dado,
¡Buen sosiego Á morir con ellos fueron;
326 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

La riqueza que trujeron, MANIL.


Por este monte han dejado. Algún veneno.
(O DACIL.
¡Ea, parientes! ¿Que' hacemos? A ver, dame.
Ni una prenda dejemos.
les MANIL.
T1NGUAR0. Espera, probaré yo.
En carnes han de quedar. DACIL.
¿Qué te parece?
Vayanse, y queden Dacil y Manil. MANIL.
Bien sabe.
DACIL. DACIL.
¡Ay, Manil, y cuántas veces Pues dame á mí.
Te dije que me
buscases MANIL.
Aquel español que adoro! Espera un poco.
M \NIL. DACIL.
Si le busqué, el sol lo sabe; ¿Otra vez?
Pero ¡había tantos muertos, MANIL.
Que fuera imposible hallarle! ¡Quiero matarme
DACIL. Aprisa, por no sentillo!

¿Será muerto? lOh, qué muerte tan suave!


MANIL. DACIL.
No lo dudes. ¿Cuándo me he de matar yo?
DACIL. MANIL.
Pues yo tengo de matarme. Espera, ¡ansí Dios te guarde!
MANIL. Que me falta de morir
Será muy gran necedad. Un poco por esta parte.
DACIL. DACIL.
Muchos dicen que se parten ¿Estás ya muerto del todo?
Las almas, cuando se mueren MANIL.
Los cuerpos, á un reino grande. Temo que el vtneno falte,
Pues si es muerto mi español, Según que tardo en morirme.
Luego, como yo me mate, DACIL.
Iré al mundo donde está. Pues si dejas que se acabe,
MANIL. ¿Con qué me he de matar yo,
Y ¿has de tú sola á buscarle?
ir Para que á tu lado baje?
DACIL. MANIL.
¿Quieres tú venir conmigo? Yo me moriré por ti.
MANIL. DACIL.
jBien quisiera acompañarte! Muestra acá, que me deshaces.
Mas ¿cómo me mataré? MANIL.
DACIL. Toma, y muérete poquito.
Eso, Manil, es muy fácil.
MANIL. Bebe Dacil.

Á mí no me lo parece.
DACIL. DACIL.
Puedes, como yo, arrojarte Yo he bebido.
Deste risco. MANIL.
MANIL. Pues no aguardes,
Prueba tú Si vamos al otro mundo,
Primero, para enseñarme. A que lo sepa tu padre.
Aunque, si verdad te digo,
Entre las armas que traen Sale Castillo, herido.
Los españoles, yo hallé
Esta que ves, esta tarde. CASTILLO.
Quien sale los muertos,
de entre
Saque la bota ¿Para qué entre vivos sale,
Que luego le han de matar?
DACIL. ¡Benigno cielo, ayudadme!
Pues ¿qué es lo que tiene dentro? ¡Sustentadme, espada, un poco,
No para que en vos descanse,
(i) Falta un verso. Pero porque en vuestra cruz
..LANCHES DE TENERIFE.

¡Por el sol, que no he topado


Comience palabras tales!
HANIL. Una legua que me canse!
¿Estamos ya en otro inundo?
Todo se me hace florestas,
DACir.. Todo gloria se me hace:
qué muerte tan fácil! Por momentos, á otro mundo
¡Ay, sol,
;jarto de aquí. ¡Adelante!
Mi españoles este herido.
CASTILLO. ¿Hay cosa para morirse?
¡Qué muerte tan agradable!
¿Qué" ven mis ojos delante?
¡Hola, Infanta! ¡Hola' |Aquí, Dacil!
¿Es Dacil?
DACIL.
.Murámonos esta tarde!
Yo soy, mi bien.
CASTILLO.
Mal herido, hermosa Dácil,
Vengo á morir á tus brazos;
Favor que el cielo me hace. ACTO TERCERO.
DA<
Luego ¿no estás muerto?
CASTILLO.
No.
Salen Manil y Firán.
DACIL.
Pesado me ha de matarme.
HANIL.
CASTILLO.
Echa por acá el ganado,
Luego ¿piensas que estás muerta?
DACIL. Que ya es hora de ordeñar.
FIRÁN.
Sí,mis ojos, por buscarte;
¿Por dónde? que hacia la mar
Con un arma de españoles,
Se va más recio que al prado.
Que dentro veneno trae. MANIL.
CASTILLO.
Muestra.
Como ya libre nos da
DACIL. El español su ribera,
Vesla aquí, señor. Á salir se atreve afuera

CASTILLO. Del monte y prado en que está.


FIRÁN.
Tal pudiera yo curarme
¡Nunca vuelvan, plega al sol,
De las heridas que tengo;
Que éste es un licor suave, A Tenerife esos locos!
MANIL.
Que allá le llamamos vino.
bien, á curarme.
Valientes son, mas son pecos;
Vamos, mi
DACIL. Que una vida de español
~
¿Que no estoy muerta?
Ha costado mil isleños.
FIRÁN.
CASTILLO.
De sueño. Diz que habían de volver.
MANIL.
DACIL.
Pues ven, que quiero guardarte
No se deben de atrever,

De la furia desta gente, Ó nolos dejan sus dueños,

Y con hierbas saludables, Que diz que los Reyes son


Que acá conocemos muchas, De Castilla.
FIRÁN.
Secretamente curarte.
Aquí ha quedado
Vánse los dos.
Un español muy honrado,
Capitán de su nación.
MANIL.
CASTILLO.
Ya le conozco, y aun sé
Daréte el alma mil veces.
DACIL. Quién y cómo le curó,
Mejor es que allá la guardes; Y aun fui por las hierbas yo,
No me des alma, Castillo, Que en ese monte busqué.
FIRÁN.
Que me hace andar por los aires.
Ya está aquí todo el ganado.
U \NIL.
MANIL.
¿Hay más alegre camino
mundo sabe, Metámosle en esta cueva,
En cuantos el
al otro mundo
Firán, porque no se mueva
Como el irse
Antes que salga ordeñado.
Sin pagar posada á nadie?
326 OBKAS DE LOPE DE VIGA.

VIRAN. En el pesebre aquel día

Quita esas ramas, con quien Para consolar sus quejas.


Está la puerta cerrada. ¿Qué digo? ¡Buena mujer!
|Ah, buena mujer!
Ábrase una puerta de esta cueva, que será de rama, FIRÁN.
y véase una imagen de Nuestra Señora
con una can No habla.
déla en la mano y su santísimo Hijo.
MANIL.
MAN1L. Más que si fuera una tabla.
FIRÁN.
Gente hay aquí.
FIRÁN. Pues no lo debe de ser,
¿Si es celada Porque mujer y no hablar
De español? Míralo bien. No mas querría
es posible;
MANIL. Que llamases María,
la

Una mujer me parece. Porque así suelen llamar


FIRÁN. Los de España sus mujeres.
MANIL.
¿Una mujer?
MANIL. ¡Ah, María! ¡Hola! ¿Novéis
Y en su traje, Que esa casa que tenéis
Parece de otro linaje. Es nuestra?
FIRÁN. FIRÁN.
No poca hermosura ofrece ¡Qué blando eres!

¿Si la dejaron aquí ¡Hola, María; hola, madre


Los españoles? De ese niño; habladme á mí!
MANIL. MANIL.
No sé; ¡Menos te responde á ti!

Alas no viniera, á la fe, FIRÁN.

Que ha un año y más. ¿Era soldado su padre?


FIRÁN. ¿Murió en la batalla?
Es ansí. MANIL.
Creo,
Un niño tiene en los brazos,
Firán, que nos tiene en poco.
Y el niño un pájaro tiene.
MANIL. FIRÁN.

Con una candela viene ¡Linaje atrevido y loco!


MANIL.
Á darle tiernos abrazos.
FIRÁN. Saber es viva deseo.
si

Como está la cueva obscura, ¡Mujer, la de la candela,


la candela. Hablad, y salid acá!
Trajo acaso
MANIL. ¡Como se estaba, se está!
FIRÁN.
Yo temo alguna cautela.
FIRÁN. Ningún peligro recela.
MANIL.
¿Cautela en tanta hermosura?
MANIL. Pues ¿es bueno que os vengáis
Mal conoces españoles: Al pesebre de mis cabras?
Un cierto licor bebí Y ¿aun no pagáis con palabras?
De sus naves, y dormí Salid fuera, ¿qué aguardáis?
Mientras salieron tres soles. ¡Pardiez, que os he de tirar

Sin duda que se han dejado Esta piedra! ¡Ay, ay de mí!


FIRÁN.
Esta mujer, que ha parido
En esta cueva. ¿Qué tienes?
FIRÁN. MANIL.
El marido, Que
el brazo ansí

Vencido y desbaratado, Se me ha venido á quedar.


FIRÁN.
Se debió de huir al mar,
Y en el monte la dejó. Bájale.
MANIL. MANIL.
Aquí, sin duda, parió. No puede ser.

FIRÁN. FIRÁN.
Pues ¿cómo en este lugar, ¿Hase secado?
MANIL.
Que es un pesebre de ovejas? 1

MANIL. Y tan yerto


El muchacho abrigaría Como si estuviera muerto.
, ,

IOS GUANCHES DE TENERIFE. 329

FIRAN. Ó es hija , ó madre, 6 mujer


Kncantadora mujer, De algún poderoso Dios!
Un cuchillo tengo aquí, En vos desde hoy más confío,

Que á un español le tomé; Y por mi dueño os abrazo,


Pues yendo á tener el brazo
lisa mano os cortaré,
¡Ay de mí! Del Rey, me disteis el mío.
Con que hicisteis
Sano estoy, gracias á vos.
|Ay, Manil, que me he cortado
SILEY.
Mi mano propia!
MANIL. ¿Ya estás sano?
¿Quién eres, MANIL.
¿No lo veis?
;Oh Reina de las mujeres!
FIRÁN.
Que ansí nos has castigado?
¿Quién sois, Señora?
|Ah, pastores de la sierra!
MANIL.
¡Ah, isleños! ¡Traición, traición
Si habéis
De la española nación
Adorado por Dios,
al sol
Que os ha dado tanta guerra!
¡Amo mío, ayuda aquí! Mirad como tiene aquí
Un Sol en los brazos tal,
Salen Silcy, Tinguaro, el rey Bencomo y Arfín. Que obscurece al celestial.
FIKÁS.

SILEY. Ruégale, Manil, por mí.


¿Qué es esto? ¿De qué das voces?
MANIL. Entre Palmira.

Los españoles atroces


PALMIRA.
Nos han muerto.
REY. ¿Qué hacéis de aquesta suerte descuidados,
¿Cómo ansí? Isleños, con la paz, y en tanto olvido
Pues ¿no ha un año que la tierra De aquellos españoles castigados
En paz y sosiego está? Que por vergüenza fueron, y han venido?
MANIL. Ya resplandecen en la playa armados
Dejaron prendas acá De aquel su acero de oro guarnecido
Que esta obscura cueva encierra. Ya responden los aires á sus truenos,
¿No veis aquella mujer? De fuego vivo y negro polvo llenos.
REY. Los pájaros navios, cual de flores
Una mujer está allí. Mirar un prado por Abril pudieran,
MANIL. Se cubren de banderas de colores,
Queriendo entrar, ¡ay de mí! Con cuyas ondas las del mar se alteran.
No me quiso responder; Retumban los sonoros atambores,
Una piedra alcé del suelo, Y las blancas espadas reverberan
Con lumbre que, al mirarla en las orillas,
Fuíle á tirar, y al tirar
Juzgaréis por estrellas las cuchillas.
Me pudo el brazo dejar
Como convertido en hielo. Los varios gritos, voces é instrumentos,
Firán, por venganza mía, Bien muestran el aliento á la venganza,
Fuéle á cortar una mano; Y que de la victoria los contentos,
Cortóse una suya. Previene la lisonja á la esperanza.
REY. El cielo, el mar, las ondas y los vientos
En vano Favorecen su justa confianza;
La encantadora porfía Si no salís al paso, rendios luego,
Á de la muerte;
librarse Que es gente que en el agua enciende fuego.
REY.
Pondré en el arco una flecha.
MANIL. Palmira, yo soy Rey; yo por dos veces
Tente, Rey, que no aprovecha Eché de Tenerife esa canalla,
Contra una mujer tan fuerte. Y mil les echaré, que sois jueces
REY. Todos de mi valor en la batalla.
¡Quítate delante, necio! Yo soy dios de la mar, si ellos son peces;

MANIL. Este pino que veis que agora calla,


¡Señora, ayudadme agora Dará á sus naves golpes que las hunda
Para que os ¡Ay, Señora
libre! De la cara del mar á la profunda.
Grande valor, grande precio Ya somos todos españoles mira ;

Debéis de tener en vos; Que ya sus lenguas entendemos vengan ;

Que quien esto pudo hacer, Armados de metal, de acero, de ira,


,

330 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y esos rayos horrísonos prevengan, ¡Sané!


MANIL.
Que como entonces volverán, Palmira,
Aunque más plomo y negro polvo tengan. ¿Sanaste?
FIRÁN.
Ven cómo soy, yo soy aquel gigante
jSané!
Que á beberme la mar seré bastante.
|Por que si tomo los navios,
el sol,
MANIL.
Que los arroje á España con la mano! Pues bésale los pies.
FIRÁN.
(Seguidme todos, capitanes míos,
Desnudaréis al español tirano! Dadme,
TINGUARO. Señora, esos pies mil veces.
quién no darán sus fuertes bríos MANIL.
¿Á le

Contra el poder del Príncipe cristiano? Cajas suenan.


S1LEY. FIRÁN.

Toma consejo en lo mejor primero. El alarde


REY. De los españoles es
Al que una vez vencí, dos mil espero. MANIL.
Cierra la cueva.
FIRÁN.
Vanse todos. Ya esparcen
El vivo fuego á los pechos
FIRÁN. Y el polvo negro á los aires.
Detente un poco, Manil,
Los españoles entren. Don Alonso, Lope Fernández,
Y pues tu mano cobraste ,
el capitán Trujillo, Valcázar. Caja, bandera, arcabu-
Pídele á aquesta Señora ces.
Que la mía me restaure.
No te vayas sin decirle ALONSO.
Mi dolor. Con tanta prosperidad,
MANIL. ¿Quién duda el fin de la empresa?
Señora madre LOPE.
Dése niño ansí mil años
,
Tierra, hacednos amistad,
Le goce abrace y regale
,
Pues que la mar nunca cesa
Ansí le vea tan hombre, Adonde hay menos piedad.
Que derribe los gigantes, TRUJILLO.
Que dé la mano á Firán El Ángel que siempre guía
Como á mí el brazo denantes: Á don Alonso parece
,

Señora de la Candela, Que viene en su compañía.


Que no sé nombre que os llame, VALCÁZAR.
Sino es que os llamáis María, Lope Fernández merece,
Nombre que españoles saben, Por tan ilustre hidalguía

Dalde la mano y creed ,


Como fué vender su hacienda
Que cada mañana y tarde Para que venir se emprenda
Vendremos los dos aquí Al intento comenzado,
Para que jamás os falte Fama donde el sol dorado
El necesario sustento, Más rojos sus rayos tienda.
Leche, truel y dulces dátiles. ALONSO.
Y á vos, Niño, pues tenéis Con la hacienda que ha vendido,
Gusto de pájaros tales, Fama ha comprado inmortal,
Os prometo traerlos vivos Aunque siempre la ha tenido.
Con que juguéis, y ellos canten. LOPE.
María de la Candela, Basta, señor General,
Ea, no haya más, sanalde. Que os haya en algo servido.
Él no lo quisiera hacer.
Cantan la copla con música por lo alto deun risco;
FIRÁN.
pase una procesión de candelas, que estarán en una
¡Ay, Señora, perdonadme; rueda.
Que á vuestro niño prometo
Traer mañana un haz grande TRUJILLO.
De cañas de azúcar. ¡Ay! ]Gran música!
MANIL. ALONSO.
¿Qué es eso? ¿Cómo aquí?
FIRÁN. LOPE.
¡Cosa admirable! ¿Es la tierra adentro?
LOS GUANCHES IjE TENERIFE. 331

TRUJILLO.
VALCÁZAR.
Sí. Si á Trujillo le permites
ALONSO. Desamparar tus banderas,
Él irá á reconoce r
Pues ¿música concertada
Entre bárbaros?
Lo que esto puede ser.
ALONSO.
TRUJILLO.
En nada Marchar juntos es mejor;
Que ya sé vuestro valor
Orden político vi
Después que trato con ellos. Y no le quiero perder;
Que en el monte luces varias
VALCÁZAR.
coronados Yo que son luminarias

Quedo, ¿no veis
De aquel monte los cabellos De la victoria que en él
De más orbes estrellados A Fernando y á Isabel
Que el cielo que está sobre ellos
1 Dan hoy las siete Canarias.
ALONSO.
Las luces que desde el mar Toquen, y marchen, y salga Castillo, en hábito
de bárbaro, con la infanta Dacil.
Vimos en tierra, son éstas.
LOPE.
CASTILLO.
Ya, ¿que tenéis que dudar,
¿Qué es lo que piensas de mí?
Pues la tierra os hace fiestas, DACIL.
De que la habéis de ganar? te has hecho,
Que ya bárbaro
Después que te cubre el pecho
Esta es la copla que se canta: El mismo traje que á mí.
CASTILLO.
¿Celos, Dacil? pues ¿de qué?
Aquel que todo lo supo,
DACIL.
Que es Dios, que todo lo sabe,
Destas mujeres hermosas,
Virgen, te alabe,
Que, de mi bien envidiosas,
Pues en tus entrañas cupo,
Y en cielo y tierra no cabe. Te engañan, y yo lo sé.
TRUJILLO. Pues mira que ha un año ya
Que estás, mis ojos, aquí,
Bien desde el mar os decía
Que la vida que te di
Que el resplandor que se vía CASTILLO.
Era en Tenerife.
VALCÁZAR. Esa en los tuyos está:
.Extraño Mira que soy bien nacido,
Prodigio!
Y que allá donde hay nobleza
TRUJILLO. Se tiene por gran bajeza
Aquel primer año El no ser agradecido.
Curásteme, y de la muerte
Que con tan nueva osadía
"*
ATenerife vinimos, Me reduciste á la vida;

Si está el alma agradecida,


Por esos montes pusimos
La misma razón lo advierte.
Cruces, cuyo verde suelo
DACIL.
Corona de luz el cielo.
VALCÁZAR. ¿Por qué no te determinas
A ser mío, como soy
Yo me acuerdo que trujimos
Castillo (Dios le perdone)
Tuya?
CASTILLO.
Y yo una grande á aquel risco.
Porque siempre estoy,
ALONSO.
Aunque á tu gusto me inclinas,
Bien puede ser que corone
Esperando que españoles
El cielo aquel obelisco
Vuelvan para que nos lleven.
Adonde su sol se pone.
DACIL.
Pero pienso que es lo cierto
No hayas miedo que lo prueben,
Que estos bárbaros, que entienden
Porque aquesta vez mostróles
Que ya llegamos al puerto,
Fuegos juntándose encienden. Mi padre notables bríos;
LOPE. Mató ochocientos y más.
C \STI1.L0.
Pues si ellos son, yo os advierto
esas hogueras Presto, señora, verás
Que en haciendo
Sus artillados navios
Es que hacen sus borracheras,
Desta valiente nación,
Sus bailes y sus convites.
332 OBRAS DB LOPE DE VEtíA.

Roto mi traje primero;


Y cubiertos los pendones
¿De qué te espantas?
De castillos y leones
DACIL.
Y de barras de Aragón.
Cuatro islas han ganado,
No quiero
Disculpas.
Y con español valor CASTILLO.
Á monsieur de Betancor Verdades son.
De la Gran Canaria echado;
DACIL.
Que el Capitán general,
Llamado Alonso de Ocampo, Jura de ser mi marido,
Hombre que en regir un campo Pues que te precias de hidalgo.
CASTILLO.
Merece fama inmortal;
Con Lope Fernández Guerra, Lo juro, por cuanto valgo,
Natural de las montañas, De serlo como lo he sido.
DACIL.
Han hecho insignes hazañas
Por la mar y por la tierra; ¿Haré testigos?
CASTILLO.
Y Trujillo de la Coba, ¿A quién?
De Jerez de la Frontera,
DACIL.
Dentro de su quinta esfera
A Marte la espada roba. A esta peña.
CASTILLO.
Con don Alonso de Lugo,
Todavía
Á Tenerife vinieron
Muchos que entonces murieron, Eres bárbara.
DACIL.
Por lo que á los cielos plugo;
Pero no por esto creas
Algún día
Que dejarán de volver. Me puede importar, mi bien.
CASTILLO.
Disparen un arcabuz. Pues digo que yo te doy
Delante de aquesta peña....
DACIL. DACIL.

¡Ay, cielos! ¿Qué puede ser? Espera, la mano


enseña.
CASTILLO. CASTILLO.

Sólo decir que me creas. Pues digo á fe de quien soy,


¿Ves como mi gente es ésta? De ser tu esposo y marido.
que admiro DACIL.
Cuando del valor
No estás cierta, quiso un tiro Peña, mira que lo escuchas.
CASTILLO.
Que lo estés de su respuesta.
¡Cielos, por tanto favor Yo he visto ignorancias muchas
Beso la tierra mil veces! Y muchas cosas oído
DACIL. Destos bárbaros, después
Pues su venida encareces, Que los trato, mas como ésta

Fingido ha sido tu amor. Ninguna.


DACIL.
CASTILLO.
Pues ;no quieres que reciba No me molesta
De su venida placer? Que ya con tu gente estés,
Pues ya me has dado la mano,
DACIL.
Ya no tengo qué temer; Y es esta peña testigo.
me CASTILLO.
Amor de tu bien priva.
español, agora?
¿Iraste,
Digo que á serlo me obligo.
|Triste de mil
Sale Firán.
CASTILLO.
No es razón
FIRÁN.
Que creas esa traición
De un esclavo que te adora. Parte, valiente cristiano,
DACIL. Donde nuestro Rey te espera,
Bien lo veo en el contento Que se quiere aconsejar
Que muestras. Contigo, porque del mar
CASTILLO. Cubre la blanca ribera
Esta alegría Aquella armada española
Nace de mía,
la patria Que otras veces viene aquí.
DACIL.
Que es natural pensamiento.
Vivo en bárbara nación, ¿La de los pájaros?
LOS CLANCIILS DE TENERIFE. 53

FIRAN. Al bello Niño otro día.


MANIL.
Sí;

Que ya bandera enarbola,


Hoy llevársele querría.
\N.
Y viene arrojando gente
Pues ¿cómo cogerás? le
A tierra su General.
MANIL.
CASTILLO.
La copa de aquel manzano
Yo daré remedio igual
Antes que defensa intente.
Se cubre dellos; ¿qué haremos?
\N.
Vamos, Dacil.
Si ha de ir vivo, no tiremos.
DACIL.
MANIL.
Hoy enseña
Vivo ha de estar en su mano.
Tu lealtad.
CASTILLO. |Ah, pajarillos canarios,
Soy bien nacido. Cuyos sabrosos piquillos
Andan picando ramillos
DACIL.
Por esos árboles variosl
Más eres.
CASTILLO.
¡Ah, jilguerillos pintados

¿Qué? Más que vestido español,


DACIL. Que le dais música al sol
Mi marido. Luego que dora los prados!
CASTILLO. ¡Ah, calandrias, que cantáis
Al aurora en los barbechosl
¿Hay testigos?
DACIL. Golondrinas que en los techos
Esta peña. De las cabanas moráis;
Ruiseñores, tan corteses
Vayanse los dos. Y discretos en callar,
Pues sólo os oyen hablar
FIRÁN. De todo el año tres meses;
Si este español generoso Aberramías, doranes,
No vuelve esta guerra en paz. Que andáis por esos palmitos;
(Bencomo está pertinaz, Oropéndolas, mosquitos,
Atrevido y victorioso), Lechuzas y alcaravanes;
La isla se ha de perder. Gorriones prevenidos,
Que llaman zorras con alas;
Manil, con una cesta.
Gaitas llenas de más galas
MANIL. Que los campos más floridos,
~
Bajad, bajad, que os lleve
Van por el aire sutil.
FIRÁN. De vuestro asiento frondoso
¿Adonde bueno, Manil? Á aquel mi Niño amoroso,
MANIL. Para la mano de nieve
Voy á llevar de comer, De la Señora divina
De la candela en la mano.
Como suelo, á la Señora
De la Candela, Firán. mano de Manil.
Un árbol lleno de pájaros se baje á la
Y estos pájaros que van
Azotando el aire agora,
No se quieren detener, ¡Oh milagro soberanol
,E1 árbol la copa inclinal
Y al Niño le prometí
FIRÁN.
Llevarle alguno.
FIRÁN. Coge, dichoso Manil.
MANIL.
Es así.
MANIL. No cojo por escoger.
FIRÁN.
Pues no le puedo coger.
FIRÁN. Aqueste puedes coger.
MANIL.
Pinardo en cierta invención
Cogió muchos. Parece un florido Abril.
MANIL. Ea, los demás se vuelvan,
Es gallardo Que otro día irán allá.
FIRÁN.
Para mil cosas Pinardo.
FIRÁN. Ya árbol derecho está.
el
MAN1I .

Lleva, Manil, la ración;


Que el pájaro llevarás Todos, Firán, se resuelvan
;

334 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

A que esta Señora es Comamos más seguros de enemigos?


Más Diosa que el mismo sol. TRUJILLO.
I KAN.
I No es pobre mesa la que tiene amigos.

¿Si es éste el Dios español? Siéntome en este suelo más contento


MANIL. Que en sus sillas de tela el avariento.
Abre. ALONSO.
FIRÁN. Pan no á lo menos, y tocino.
falta,

Arrójate á sus pies LOPE.


MANIL. Aun queda fruta seca en nuestra nave.
Señora de la Candela, TRUJILLO.
Veis aquí vuestra comida. La salsa bernardina á todo sabe.
¡Brindis á la salud del Rey Católico!
Encendida la vela. ALONSO.
Carauz, señor Trujillo, y los sombreros
FIRÁN. En las manos, bebamos luego todos.
¡Por el sol, que está encendida! LOPE.
MANIL. Un higo para el mar y sus trabajos.
Ya el pajarillo se vuela ALONSO.
A la mano de su Niño. Yo hago la razón, y á brindar vuelvo
Holgaos, mi Niño, con él. Por Isabel, la Reina castellana.
FIRÁN.
Toquen dentro los tamborillos de los bárbaros.
No vi tan rojo clavel.
MANIL.
Ni yo más nevado armiño. LOPE.
FIRÁN. Sobre nosotros vienen, don Alonso.
Pésame que los dé el sol. ALONSO.
MANIL. Primero he de beber.,
Cierra la cueva, Firán TRUJILLO.
Que yo iré, pues aquí están, Eso me agrada,
For un sombrero español. Y venga el mundo, que no importa nada.
FIRÁN. ALONSO.
Pues ¿cómo te atreverás? Ya crece el alboroto, caballeros;
MANIL. No nos hallen así; dejad la mesa.
Algo llevaré á vender TRUJILLO.
Que por ello podrá ser Guárdela el campo en tanto que volvemos.
Que me le den. ALONSO.
FIRÁN. Ea, Trujillo, que hoy es nuestro día.

Bien harás. TRUJILLO.


MANIL. Tuyo es el corazón, la espada es mía.
Pues ven, que algún español
Me le dará. Vanse, dejando allí los manteles y comida,
FIRÁN. y Manil salga.
Bien lo sé.
MANIL. MANIL.
Ni es justo que el sol les dé, A mala ocasión llegué,
Pues son más bellos que el sol. Pues asombrando estas peñas,
Las trompetas hacen señas
Vanse. Que la batalla se dé.

Salgan los españoles. Y no sola es prevención,


Pero defendiendo el paso,
ALONSO. La dificultad del caso
Tended sobre esa hierba los manteles. Se pone en ejecución.
Comamos, capitanes, un bocado. Vine por un guardasol,
VALCÁZAR. Y no querría llevar
Los manteles, señor, están tendidos. Algún rayo, que del mar
LOPE. Arroja el fiero español.
Sacad cualquiera cosa que tengamos. Mas ¿que es esto que está aquí?
ALONSO. Mesa y comida parece;
¿Querrá Dios que algún día en otra mesa, Pero ya guerra crece,
la

Y con otro servicio diferente, Aunque esto es paz para mí.


En altos edificios levantados, A no ser tanto el temor,
LOS GUANCHES DE TENERIFE. J3S

Pienso que aquí me sentara; codicia me haya puest >.

DACIL.
dicha, me levantara
valor; Español, ¡mátame presto!
Lleno de español
Que este vino que me cuenta
Entre Castillo.
Castillo que allá se bebe,
Un cierto espíritu embebe CASTILLO.
Que el menor desmayo alienta.
Basta, que á Dacil perdí;
|Oh españoles! ;Qué prudentes
Supremo Autor! Pero ya cautiva está;
Os hizo el
Justo fué, pues la rogué
Si bebéis este licor,
¿Qué mucho que seáis valientes? Que se escondiese. ¿Qué haré?
DACIL.
Probar quiero si conforma
Éste con aquel pasado.
¿Por qué no me matas ya?
TRUJILLO.
Disparan. Cuando yo á mitar viniera
Mujeres, te reservara
Rayo ha sido; si me han dado, Por lo que obliga esa cara.
me informa. DACIL.
Tú de la verdad
Crece el tirar: ;ay de mí, ¿Qué es lo que tu brazo espera?
TRUJILLO.
Que no me dejan probarte!
¿Eres mujer principal?
Pero si puedo llevarte,
CASTILLO.
¿De qué me lamento aquí?
Recogeré la comida, ¡Hola, capitán valiente!

Y mientras andan los rayos, ¿Cuándo la española gente


Remediaré mis desmayos Suele proceder tan mal?
Con esta dulce bebida; No se ganan vuestros nombres,
Que á cuatro veces suaves Si lo que pareces eres,

De licor que el alma baña, Cautivando las mujeres,


Pelearé con toda España Sino matando los nombres.
Suelta la presa y camina;
Y me tragaré sus naves.
La vida, español, te doy.
Trujillo tras ellos. TRUJILLO.
Los bárbaros huyendo, y
¿Sabes, bárbaro, quién soy,
TRUJILLO. Y que la hermosura inclina

Esta vez, bárbaros viles, A detenerse los ojos?


CASTILLO.
Venimos más bien templados.
FIRÁN. Sé que no estás muerto ya
Deten los brazos airados. Porque el Sol contigo está.
TRUJILLO. TRUJILLO.
Hoy seré español Aquiles; Tu Sol será mis despojos,
El fuego que aquél á Troya, Y tu quedarás aquí
A Tenerife pondré. Muerto á mis manos.
CASTILLO.
Huyanle, y entre la infanta Dacil. ¿Quién? ;Yo?
Mal sabes que el ser me dio
DACIL. La misma patria que á ti;
Aunque hoy nos habéis vencido,
|Á mí seguirme! ¿Por qué
Oro, plata, piedra ó joya? Yo no lo estoy, y la gloria

|Ah, españoles, que parece Sin mí de vuestra victoria,


Que habéis ido por valor, No es posible que haya sido.
Pues vencéis al vencedor TRUJILLO.
Que vuestro laurel merece! ¡Bárbaro, fiero, arrogante'
Ya la suerte se ha trocado. ¿Tú qué puedes importar
TRUJILLO. Ni gloria alguna quitar
1

¡Tente, bárbaral En victoria semejante


DACIL. ¿Quién eres? ¿Eres el Rey
ndréme; Desta isla?
muerte no teme, CASTILLO.
Que quien la
¿Qué puede temer, soldado? Un hombre soy
TRUJILLO. Que entre bárbaros estoy,
No he visto cosa que aquí Pero no soy de su ley.
336 OHRAS DE LOPE PE VEGA.

CASTILLO.
Mas tú, ¿quién eres, que tanto
Sí,
Blasonas de tu valor?
TRUJILLO. Que viviendo amor en mí,

esta espada, mejor Puse la patria en olvido.


Con
Te responderé entretanto.
Dacil sola.

Acerqúense.
DACIL.
CASTILLO. Ya me espantaba yo que la fortuna,
¡Válgame el cielo! ¿Qué veo? La mayor enemiga que amor tiene,
Es el capitán Trujillo? No mudase mi bien al mal que viene,
c

TRUJILLO. Pues no sabe tener firmeza alguna.


¿Es Castillo? ¡Qué presto á los contentos importuna
CASTILLO. Los pesares solícita previene!

Soy Castillo. ¡Qué poco en un estado se detiene,


TRUJILLO. Pues no ha parado próspera ninguna!
Cumplió el cielo mi deseo. Mas aunque más mudable y fácil eres,
Qué, ¿vivís? Seré más firme mientras más me asombres,
CASTILLO. Por vencer la opinión de las mujeres.
Pues ¿no lo veis? De fáciles nos dan mudables nombres,
Herido y muerto me vi, Y todos nuestros varios pareceres
Y por la esclava viví Habernos aprendido de los hombres.
Que ya por vuestra tenéis.
TRUJILLO. Sale el rey Bencomo.
Su esclavo seré, y le ruego
Que me perdone. BENCOMO.
DACIL. Ya, por lo menos, enemiga suerte,
Señor, No tengo qué temer, que es el consuelo
Yo lo soy dése valor. De los que vienen á un estado triste.
TRUJILLO. Vencieron esta vez los españoles
Pues perdonadme, que luego Mis arrogantes fuerzas con sus artes;
A Castillo os volveré, No hallé defensa á sus veloces rayos
'
Porque no tendréis á mal En mis arcos y flechas venenosas.
Que le lleve al General. ¿Quién está aquí?
CASTILLO. DACIL.

Señora, luego vendré; Quien llora tus desdichas.

Que no excuso que me vean BENCOMO.


Los amigos. No es desdichado, hija, el que te ha visto.

DACIL. Es desconfianza que me ha dado


la

Si allá vais Día de tanto mal para nosotros;


No volveréis. Y si tu cautiverio solamente
CASTILLO. Puede ser para mí muerte y desdicha,
No
temáis, Ruégote que te escondas mientras pasa
Ni vuestros recelos crean La furia destos hombres, y reformo
Que me olvidaré de vos. La gente que me queda y la que espero,
TRUJILLO. Para probar segunda vez la suerte.
Ea, Castillo, ¿qué hacéis? DACIL.
CASTILLO. Aunque te deje, voy á obedecerte.
Aquí os ruego que esperéis,
Que ya volvemos los dos. Vase.
TRUJILLO.
Palabra os doy de traeros BENCOMO.
Vuestra prenda. Nació el valor para sufrir desdichas,
DACIL. Que no le tiene quien se rinde á ellas;
De vos fío, Así tienen imperio las estrellas,
Capitán, todo el bien mío. Así se truecan en dolor las dichas.
CASTILLO. Hacerse luego bien las cosas dichas,
No pensé volver á veros. Es causa de decir que hay dicha en ellas;
TRUJILLO. Que cuando el hado se desdice dellas,
¿Que vivir habéis podido Se deben ellas de llamar desdichas.
Entre estos bárbaros? Sentarme quiero, de sufrir cansado,
337
LOS GUANCHES DE TENERIFE.

A los cristianos, cortaría mi cuello


En estas peñas, sol, mientras me enseñas Con una blanca espada que vibraba,
Que fin tendrá principio tan errado.
Aunque era espejo al oro del cabello;
Mas mátame, y diré que me despeñas,
peso de un hombre desdichado,
Que el Evangelio posesión tomaba
Porque el
Deste Cristo, me dijo el mozo bello.
Apenas le podrán sufrir las peñas.
Ya no hay que replicar; cuando un esquife
arcángel Viniera solo, es suyo Tenerife.
En sentándose, salga ó baje de alto el TTNGCARO.
San Miguel con una espada desnuda.
Señor, tú harás lo que te manda
el cielo,

prudente en el partido.
MIGUEL. Pero has de ser
Rey de Tenerife, escucha.
BENCOMO. El que lo manda, enseñará mi celo,
¡Ay, ciclos, eres el sol!
Que yo en ser obediente habré cumplido.
SILIV.
Que para rayo español,
Sipuede tu dolor tener consuelo,
Esa claridad es mucha.
MIC' Es ver que al español te hayas rendido.
BENCOMO.
Rey, yo soy el Capitán
Bien dices, aunque ya tan solamente
De la milicia del cielo,
quien también la del suelo
Al cielo estoy rendido y obediente.
A
Hoy los españoles dan. Vansc.
Yo he sido su protección, Lope Fernández.
Yo aquestas islas conquisto; Salen los españoles D. Alonso y
Ya el Evangelio de Cristo
ALONSO.
Quiere tomar posesión.
Yo no pienso que fué sueño.
Dales piadosa acogida;
LOPE.
Que si no te rindes luego,
Ni lo parece, señor.
Con esta espada de fuego
ALONSO.
Vendré á quitarte la vida.
Aunque ver vuestro valor
el
Vase. Casi dcstas islas dueño,
BENCOMO. Me pudiera sosegar,
¡Qué bien has hecho |oh Capitán famoso!
No vivo tan sosegado
En irte de mis ojos brevemente; Que no desvele el cuidado
Mis ojos en tierra y mar.
Que helado el corazón y temeroso,
Vi, ó soñé, que el Ángel vía
Lugar apenas en el pecho siente!
Con siete ninfas hermosas,
¡Siley, Arfín, Tinguaro belicoso!
Que, coronadas de rosas,
¿Nadie me escucha? ¡Ah, Capitán! ¡Ah, gente!
Al rey Fernando ofrecía.
.

Salgan todos. Pregúntele entre mil varias


SILEY. Luces, músicas y fiestas.
Dime, señor, ¿qué son éstas?»
¿De qué das voces?
BENCOMO. Y respondió: «Las Canarias.
Escuchad, amigos, Que ya todas siete son
Que no me dan temor los enemigos: De Fernando é Isabel,
Estando yo sentado en esta peña, Que por Castilla y por él
Hoy tomaréis posesión.»
El cielo vi romper, y del tesoro
Que la parte oriental del sol enseña, Y díjome que buscase
En este monte un tesoro.
Bajar un Capitán en cercos de oro.
LOPE.
La pieza de sus armas más pequeña,
Sin duda que hay plata y oro.
No digo el rostro, que temblando adoro, ALONSO.
Daba más luz que la mayor estrella
¡Oh si alguna mina hallase!
Y todo carro de la luna bella.
el
Tendidos los cabellos, que cubría
Salen Trujillo y Castillo.
Un morrión, que en plumas y diamantes,
No con los españoles competía,
TRUJILLO.
Aunque me parecieron semejantes, ha de dar
Porque sé que te
Mas con los tornasoles que hace el día,
Este presente contento,
De diversos colores y cambiantes,
Cuando aparece el sol recién nacido, A tu valor le presento.
ALONSO.
Y queda el aire de su luz vestido.
No tengo con qué pagar
Díjome que si luego no me daba
«3
OBRAS DE LOÍ'E DE VEGA.
)3«

Hasta que hayamos ganado


La isla. ¿Es el General? Ó que tomé con cautela,
Porque personaje igual Señora de la Candela,
No será humilde soldado. Porque menos sol os dé,
CASTILLO. Traigo con aquel contento
Esclavo soy de Trujillo, Que de serviros recibo,
Pues él me presenta á vos. Pues por vos pienso que vivo,
TRUJILLO. Y aun es justo pensamiento.
Yo lo soy suyo, ¡por Dios! Pésame que no hallé
Que es el capitán Castillo. Otro chiquito que diera
ALONSO. Á vuestro hijo, y quisiera
¿Castillo vivo? Que el sol tampoco le dé;
CASTILLO. Que como está tan dormido
Aquí herido, Con la leche que le dais,
Señor General, quedé. Si del sol no le guardáis
ALONSO. Andará el sol atrevido.
¡Hoy nuestra victoria fué! Aunque mejor lo pensara
¡Hoy sí que habernos vencido! Si dijera por los dos,
Dadme esos brazos. Que el mucho sol que os da á vos,
CASTILLO. A él le sale de la cara.
¡Señor, Abrir quiero. ¡Ay, ay de mí,
Con esperanza de veros Que no están aquí! ¿Qué haré?
He vivido, y para haceros Señora, ¿adonde se fué?
Demostración de mi amor! ¿Por qué me ha dejado así?
LOPE. ¡Ay de mí, Señora mía,
Dadnos parte de Castillo. Señora de la Candela!
VALCÁZAR. ¿Dónde está, que no consuela
Y á todos, señor, también. Mi esperanza y mi porfía?
ALONSO. Oye, Tomé, este hombre,
Vístanle, que no está bien. ¿Dónde se fué, dónde está?
LOPE.
De veros me maravillo Todos los bárbaros y las mujeres.
Tan bueno en aqueste traje.
CASTILLO. SILEY.
Toda mi historia sabréis. Por aquí se acercan ya.
ALONSO. BENCOMO.
Señores, pues ya sabéis, Rendirme y hablaros quiero.
Aunque vuestro gusto ataje, DACIL.
Lo que os dije del tesoro, No
soy yo de parecer
No hay sino luego intentar Que á una gente tan ingrata
Cómo se puede buscar; Te rindas, ni á Tenerife,
Que si en Tenerife hay oro, Nuestra antigua y noble patria,
¿Cuáles Indias son como ella? Sujetes cobardemente
LOPE. Al loco imperio de España.
Señalad el monte vos'. BENCOMO.
ALONSO. Calla, hija, que no es justo,
Pues vamos, que espero en Dios, Si el cielo nos amenaza,
Que siendo Miguel la estrella, Querer resistir al cielo.
Hoy tendrá España un tesoro. TINGUARO.
LOPE. Señor, los cristianos bajan.
El primero he de cavar. PALMIRA.
CASTILLO. ¡Ay, si viniese Trujillo!
¿Qué es lo que vais á buscar? ERBASIA.
LOPE. ¡Ay, si viniese Valcázar!
No menos que un monte de oro.
Todos los españoles, con azadas los soldados,
y Castillo, ya muy galán.
Vanse.

Sale Manil.
ALONSO.
Por aquí habéis de cavar;
MANIL. Que las candelas que estaban
Este sombrero que hallé, Por corona deste monte,
LOS GUANCHES Ul. TENERIFE. 339

De ser mi esposo y te vas?


Que está aquí eloro señalan.
CASTILLO.
BENCOMO.
¿Yo á ti?
Si buscáis, cristianos fuertes,
DACIL.
Oro, perlas, piedras, plata,
Pues ¿no?
No lo hallaréis escondido,
CASTILLO.
Sino es en nuestras entrañas;
¿Cuándo?
Con las cuales nos rendimos
DACII
Como el cielo nos lo manda
.

Aguarda:
Por un Capitán que hoy
Peña, ¿no eres tú testigo?
Con una desnuda espada
Me amena/iV .No me la di''^
CASTII.I
ALONSO.
¿Piensas que hablan
Tente, Rey,
Alza del suelo; que basta
Las peñas?
DACIL.
El nombre á cuyo valor
Cuando Dios quiere.
Respeto justo se guarda.
ALONSO.
Si el cielo os manda rendir
¡Oh, qué maravilla extraña!
A que agora os abrazan,
los
Manda que con grande amor Caíganse unos riscos, y véase dentro la imagen y ,

Os reciban. cncTma las candelas, y el Ángel, en medio de ellas,


BENCOMO. diga:
¡Viva España!
li >I>OS.
ÁNGEL MIGUEL.
[Viva!
Este tesoro hay aquí,
ALONSO. Que es la Virgen Candelaria.
CASTILLO.
Para que yo crea,
Isleño, esto no os cansa,
si
Señora, si sois testigo,
Que que dicen las lenguas
lo Yo cumpliré la palabra.
MANIL.
Es lo que sienten las almas,
Españoles, sabéis
¿Á qué parte deste monte
si

Hay minas de oro ó de plata? Quién es esta hermosa dama,


BENCOMO. Decidlo á un hombre que ha días
Ya os dije nuestra pobreza; Que de su pobre labranza
Que si aquí el cielo las guarda, Trae á su hijo y á ella
No sabemos nosotros,
lo
Leche, miel y frutas varias.
montañas CASTILLO.
Si bien en esas
Hemos visto muchas luces. Esta es la Madre de Dios,
DACIL. La que en sus entrañas santas
Le trajo y parió, quedando
Puesto que amistades hagan,
Españoles más dichosos Virgen.
BENCOMO.
Que valientes, con España
[Hermosura rara!
Estos nuestros viles hombres,
Las mujeres, que se agravian, Por ella todos queremos
No pasan por estas paces. De vuestro bautismo el agua.
ALONSO. CASTILLO.

Pues ¿por qué razón no pasan? Y yo casarme con Dácil,


DACIL. En siendo Dácil cristiana.
TKVIILLO.
Porque sois unos traidores;
Y yo, que he sido engañada Yo, señores, con Palmira.
VAL CAZAR.
De ese soldado que ya
Traéis tan lleno de galas, Y yo con la bella Erbasia.
ALONSO.
Sustentaré que lo sois,
Con este pino en campaña. Por lo menos, comenzamos,
CASI II LO. La población con tres casas
No alborotes á tu padre Y con tan sagrado templo
Ni á tus isleños, Infanta; De la Virgen Candelaria,
Que no es traidor el que debe Que ha de ser nuestra Patrona.
CASTILLO.
Amor, si en lo mismo paga.
DACII.. Aquí comedia acaba
la

¿En qué me pagas á mí. Con que acabó Tenerife


La Conquista dé Canaria.
Si me has dado la palabra
EL NUEVO MUNDO
DESCUBIERTO POR CRISTÓBAL COLÓN
LA FAMOSA COMEDIA
D¿

EL NUEVO MUNDO
DESCUBIERTO POR CRISTÓBAL COLÓN

ACTO PRIMERO

FIGURAS DEL PRIMER ACTO


i.la, Contador mayor del
Cristóbal Colón. Duque de Medinaceli.
Duque de Medinasidonia, Rey.
Bartolomé Colón.
y dos pajes. La Providencia.
El rey de Portugal.
El Gran Capitán. La Imaginación.
El Duque de Alencastre.
El rey D. Fernando. La Religión Cristiana.
Mahomed, Rey de Gra- a
La reina D. Isabel. La Idolatría.
nada.
Pinzón, piloto. Un Demonio.
Dalifa, mora.
Alvaro (i) de Quintan i-
Zelín. Alcaide.

COLÓN.
su hermano, con
Cristóbal Colón; Bartolomé Colón, las señas
unos papeles. La novedad de
Mis pensamientos detiene.
COLÓN.
¿A quién le dirán, hermano,
hermano, podrás Oue otro mundo, jamás visto,
Desde aquí,
Prometo darle en la mano,
A Ingalatcrra partir,
Que no diga que conquisto
Y al rey Enrico hablarás.
La esfera del viento vano?
BARTOLOMÉ.
Mil veces atrás me vuelvo,
Pienso que te ha de admitir
Y otras tantas me resuelvo
Éste en cuyo reino estás.
En estas temeridades;
Porque al fin noticia tiene,
En fábulas y verdades
Que es lo más que te conviene, Mil pensamientos revuelvo.
Del nuevo mundo que enseñas.

texto de la comedia.
(,) Debe üecir Aictuo, y asi está en el

544 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Una secreta deidad Tor hospital y por muerte,


que 1" intente me impele,
\ Por sepoltura y posada.
Hiriéndome que es verdad; Llegado al tránsito, pues,
IHie, en fin, que duerma ó que vele, De dar á su dueño el alma,
Persigue mi voluntad. Moviendo los dientes fríos,
¿Qué es esto que ha entrado en mi? La voz ya trémula y baja,
¿Quién me lleva ó mueve ansí? —No tengo, Colón, me dijo,
¿Dónde voy? ¿Dónde camino? Otro premio ni otra paga
¿Qué derrota, qué destino De tu rica voluntad
Sigo ó me conduce aquí? Y tu pobre mesa y cama,
|Un hombre pobre, y aun roto, Sino son estos papeles,
Que así lo puedo decir, Que de marear son cartas,
Y que vive de piloto, En que van mis testamentos,
Quiere á este mundo añadir Mis codicilos y mandas.
Otro mundo tan remoto! Estos son mis muebles todos:
Pero mi buen nacimiento, Raíces, no hay que buscallas;
De su humildad descontento Que todos son bienes muebles
Y de mi patria famosa, Cuantos de la mar se sacan.
Genova, insigne y dichosa, Por el Océano, pues,
El triangular fundamento, De Poniente caminaba,
Alientan el pecho hidalgo Cuando una tormenta fiera
Á exceder al griego Euclides; Mi seso y nave arrebata.
Que si con mi intento salgo, Sin norte, aguja ni tiento
Venzo la fama de Alcides Por sus anchuras me pasa,
Y más que sus hechos valgo. Donde vi con propios ojos
BARTOLOMÉ. Nuevo cielo y tierras varias,
Espera, hermano, en el cielo; Tales, que nunca los hombres
Que no sin causa ha movido Pensaron imaginarlas,
Tus pensamientos y celo, Cuanto más que fueran vistas
Puesto que Dédalo has sido Y de nuestros pies tocadas.
En el arte y en el vuelo. La misma tormenta fiera
Que no hayas miedo que el sol Que allí me llevó sin alas,
• Tus altas alas derrita, Casi por el mismo curso
Aunque toques su arrebol. Dio conmigo vuelta á España.
No se vengó solamente
El Rey de Portugal y el Duque de Alencastre, En los árboles jarcias,
y
y criados.
Sino en mi vida, de suerte
REY. Que ya,como ves, se acaba.
Grande empresa solicita. Toma esas cartas y mira
¿Es por ventura español? Si á tales empresas bastas;
DUQUE. Que si Dios te da ventura,
Aquí está, infórmate de él. Segura tienes la fama.
REY. Dijo, y apretando el cuello,
¿Cuál es de los dos? De donde entonces colgaba
DUQUE. El alma, que ya salía,
Aquél. Cortó el hilo á las palabras.
REY. Yo, que aunque pobre nací,
¿Eres tú aquel nuevo Tales Tengo para cosas altas
Que de aqueste mundo sales Entendimiento y valor,
Para buscar otro en él? (Que aquí no es vil la alabanza),
COLÓN. Quiero, si me das favor,
Yo soy Cristóbal Colón, Desta empresa temeraria,
Alto Rey de Lusitania: Desta tierra nunca vista
Nací en Nervi, pobre aldea Ser el primero argonauta.
De Genova, flor de Italia. Iré á darte un Nuevo Mundo
Ahora vivo en la isla Que á Portugal rinda parias,
Que de la Madera llaman, Para tu gloria y aumento:
Adonde aportó un piloto, Piedras, perlas, oro, plata.
Huésped de mi humilde casa. Dame algunos portugueses,
Éste, de la mar perdido, Naves, carabelas, zabras;
Enfermo, vino á tomarla Que yo romperé con ellos
EL NUEVO MUNDO. 345

Las nunca tocadas aguas.


Ánimo tan alto y fuerte.
REY.
Serás señor del camino
Calla, Duque, ni aun oilla
Que el sol más ardiente abrasa,
Es cosa á quien soy decente.
Y la gente que le habita
Vete, Colón, y en Castilla,
Haré que bese tus plantas.
REY. (Que se creen fácilmente),
No sé cómo te he escuchado, Les cuenta esa maravilla.
Colón, sin haber reído,
Que en Portugal no has de hallar
Hasta el fin lo que has hablado; Más crédito ni lugar.

El hombre más loco has sido


ha visto y criad. El Rey y el Duque se vayan.
Que el ciclo
|Un muerto con frenesí
COLÓN -

Te pudo mover ansí


.

Con dos borrados papeles! Guarden los cielos tu vida.


Si de engañar vivir sueles,
Ya mi esperanza perdida,
¿Cómo te atreves á mí? Del mar sale y vuelve al mar.
Los cosmógrafos famosos ¿Qué haremos, Bartolomé?
BARTOLOMÉ.
En tres partes dividieron
siempre estudiosos: Luego al punto á Ingalaterra,
La tierra,
África, Asia,Europa fueron Si gustas, me partiré,
COLÓN.
Sus nombres claros y hermosos.
Yo á Castilla, porque es tierra
Europa, la más pequeña,
De quien es cabe/a Roma, A quien más amor cobré.
Francia, España, Italia enseña, En Sanlúcar ó en el Puerto
Á Noruega y Creta doma, Me hallarás entretenido,

Y de Germania á Cerdeña. Si el Rey no acepta el concierto.


BARTOLOMÉ.
África, de más decoro,
Digo en grandeza y distrito, Enrico Séptimo ha sido
Dio á Cartago triunfo y lloro, Siempre cosmógrafo experto,
Tiene á Libia, Etiopia, Egito, Y creo que ha de acetar
Y desde el Numidio al Moro. Esta empresa en su provecho.
COLÓN.
Asia, que á Troya solía
Obedecer, á Albania, Quisiera al de España hablar,
Persia y Media señorea, Mas tiene que hacer sospecho
Á Palestina y Judea, Más en tierra que en la mar.
Citia,Arabia y Gedrosía. Que la guerra de Granada
Pero que tras estas partes, Le trae bien ocupada
Halles más, yo no lo creo, La persona, hacienda y gente,
Si no es que sus partes partes, Y á la propia es más decente
Ó de aquel gran Tolomeo Que á la tierra imaginada.
Quieras exceder las artes. Los dos Duques de Medina-
Vete en buen hora; procura Sidonia y Celi he de hablar.
BARTOLOMÉ.
Cura para tu locura;
No seas como alquimista; A embarcar te determina.
COLÓN.
Lo que está visto conquista;
Á lo que fué te aventura; Ya, hermano, me tiembla el mar;
No busques en lo imposible, Alguna cosa adivina.
(Que perderás el juicio),
Remedio cierto y posible. Vanse.
Ni por un corto resquicio
Salgan Mahomet, Rey Chico de Granada, y
Dalifa,
Mires un mundo increíble.
dos músicos, y moros de acompañamiento.
Que con la luz de un farol y
Mal hallarás señas de él
En mapa ni estanterol; MAHOMET.
Que la raya de un papel Aquí gozarás mejor,
No es el camino del sol. Dalifa, del fresco viento.
DALIFA.
Ignorantes, de esa suerte
Van á procurar su muerte, No importa poco al tormento
Y á los reyes inquietud. De tanto fuego de amor.
DUQUE. Aunque el viento que aquí corre,
No carece de virtud Como al alma ha de llegar,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
346

DALIFA.
Si no es para descansar
De suspirar se socorre. La guerra y el viento calla
MAHOMET. Y suena esta fuente fría.
Si aquí me tienes presente,
¿Oué importa suspiros y aire? Canten, suene dentro un atambor, y salga Zelín,
Alcaide.
¿O díceslo por donaire
Del fuego que el alma siente?
ZELÍN.
Todo junto su elemento
No me puede refrescar; ¡Oh valeroso Rey Chico,
Que hasta el mismo suspirar Para tus desdichas grandet
Sale del fuego que siento.
¿Ahora es tiempo de amiga,
DALIFA. Que el enemigo combate?
El cuidado de la guerra ¿Ahora en su vil regazo,
Para amar te desocupa, Como griego Alcides, yaces,
el
Cuando con la lanza mide
Si de cristianos te ocupa
Torres, murallas y adarves?
El rey Fernando la tierra.
MAHOMET. ¿Ahora estos instrumentos
Bien dices, que para amarte, Tus locos privados tañen,
Marte llaman su furor, Cuando las cristianas cajas

Y para amarte es mejor Están rompiendo los parches?


Después que trato con Marte. ¿Ahora suenan sus voces
Cuanto más que bien sabrás Tiernas, lascivas y amantes,
Que en Chipre ese dios tan fuerte Cuando ellos sobre tus muros
Apellidan fuego y sangre?
Le pudo rendir de suerte
Venus, que no lo fué más. Baudeles, tu viejo tío,
Confieso que el Rey cristiano Entre palabras notables,
De mi Granada se antoja, Con maldiciones te afrenta,
Mas no por eso me enoja De que Alá tu vida guarde.
Su famosa espada y mano. Murió Muza sobre Loja,
Y dame tú que mi tío Que aquel cristiano arrogante
El Alhambra no tuviera, De la cruz de Calatrava,
. Y que aquesta ciudad fuera Le pasó de parte á parte.
De un dueño y de un señorío, El Conde de Palma ha muerto
Que yo la guardara de él; En la campaña á Albenzayde;
Que si alguna mengua ha habido, Don García de Toledo
Por ser reino dividido Mató á Celindo y Azarque.
Ha llegado á verse en él. A manos del capitán
Tengo sólo el Albaicín, Cordobés Gonzalo Hernández
Y con tan pocos amigos, Murieron Alí y Zulema;
Que ya sólo son testigos Mató Garcilaso á Tarfe;
De mi acelerado fin. A Reduán valeroso
Ha muerto el Marqués de Cádiz;
Bien que hasta ahora no llega
Ni á vencellos ni á cansallos, Por el Conde de Tendilla
Yacen muertos cuatro alcaides.
Porque cinco mil caballos
Andan corriendo la vega, Vélaseos y Pimenteles
De los cuales cada día No dejan vivo linaje
Recibe infinitos daños. De Gómeles y Zegríes,

DALIFA. Vanegas, Zaros y Zaydes.


Guarde Alá tus pocos años, Santa Fe crece y se aumenta,
Y aumente tu monarquía. Hecha por nueve ciudades:
cansará este invierno Sevilla, Córdoba, Andújar,
Que él se
Del cerco y de la esperanza, Jerez, frontera de Alarbes,

Pues que la mayor que alcanza Jaén, Úbeda, Baeza,


Le ha dado el término eterno. Carmona, Écija y partes,
Aquí me quiero sentar, Labrando los nuevos muros,
Aunque perdonen las flores. A de Granada iguales.
los

MAHOMET. Ó ó te defiende,
te rinde

Mientras callan atambores, Porque aguardar que te maten


Bien podréis los dos cantar. No es hazaña de rey noble,
Que Alejandro así lo hacía Sino de esclavo cobarde.
Para entrar en la batalla. Deja el Albaicín, que riges,
347
EL NUEVO MUNDO.

Por cierto, hermano, vos habéis


venido
Y tus jardines infames;
A cosa que-es locura tratar de ella.
Deja el ámbar y las flores,
¿Vos Nuevo Mundo? ¿Vos la gente opuesta?
Juega el freno, embraza el ante. COLÓN.
Mira que ya tu Granada
Mirad esta derrota.
Abre las puertas y calles, CELI.
Y es señal que están maduras
¿Cuál?
Cuando las granadas se abren.
< Ol.ÓN.
Jurado Fernando tiene Aquesta.
Que no ha de llegar el martes CELI.
Sin ponerla por principio
|Qué gracioso papel de disparates!
En sus manteles reales. el seso!
MAHOMED. iParece que aquí habéis cifrado
SIDONIA.
¡Que á tanta desdicha llego!
¡Oh ambición! ¿Qué no habrá que no retrates?
Zelín, ¿podré defendella?
ZELÍN.
Ved lo que tiene aqueste loco impreso:
El Indo, el Nilo, el Ganges y el Eufrates
Tarde y mal, que entrar por ella
Medirá con un átomo.
Pía jurado á sangre y fuego.
COLÓN.
MAHOMED.
Y. en eso,
¿Rendiréme?
ZELÍN. ¿Qué duda pones? Mira aquí el viaje.
CELI.
¿Qué partido
1 ¡Bien lo acredita el hombre!
Te podrá el cristiano hacer
SIDONIA.
MAHOMED.
Y bien el traje.
Tu consejo es menester. CEI.I.
¡Oh Zelín, estoy perdido! buen hombre, cuánto ha sido
¿No sabéis vos,
Dalifa, consultar quiero
Ventilado de antiguos y modernos
Tu remedio con el mío. zona ha producido
Si la tórrida
DALIFA. eternos.'
Hombres que sufran fuegos tan
En Alá, señor, confío COLÓN.
Que has de hallarle. señor, también los ha tenido
Citia,
MAHOMED.
En él espero. Que sufrieron sus ásperos inviernos;
Hoy á ese Gran Capitán
Y así el ardiente clima tener debe
Quien sufra el sol, como la Citia nieve.
Me ha de ir á llamar Zelín. SIDONIA.
ZELÍN.
¿Luego antípodas hay y hombres opuestos
¿Ríndeste ya? ahora?
MAHOMED. Á nuestros pies, como yo estoy
COLÓN.
¿Qué otro fin
Esos voy á buscar.
Mis esperanzas tendrán? SIDONIA.
Cuentos son éstos
Vanse.
Oue Esopo entre sus fábulas ignora.
¿Hombres á nuestras plantas contrapuestos?
Entren Colón, los Duques de Mcdinaceli y Sidonia
COLÓN.
y pajes. aurora.
¿Por qué no? Como viven á la
noche la mitad del año,
CELI. Quien sufre
¿Por qué no sufrirá del sol el daño?
No he visto tan gracioso hombre en mi vida. '
los fríos de Noruega.
Considerad
¿De dónde, hermano, sois? CELI.
COLÓN.
Duques famosos Ahora bien, hombre, vos habéis sabido
De dos Medinas, sangre esclarecida Lo que la antigüedad tan sabia niega,
Que la tierra á segundos ha medido.
De Guzmanes y Cerdas generosos. donde el sol despliega
sucesión vuestra, extendida Id norabuena
Así la atrevido;
El manto de sus rayos
Por los límites claros y dichosos Faetonte.
Que vos seréis allí como
De vuestra España, eternamente viva; SIDONIA.
Que oirme sólo en galardón reciba. horizonte!
¡Que éste emprenda buscar otro
Ya os dije que Colón es mi apellido, abrasa sol haber podía
¿Adonde el
Y que es mi patria Genova la bella,
la isla que os conté resido.
Hombres adustos que vivir pudiesen?
Aunque en COL('N.
SIDONIA.
la tierra fría?
¿No es ejemplo, señor,
¿Y mejor no estuviérades en ella?
348 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

SIDONIA. Señora, así os guarde Dios;


Eso sábese ya. Que debe de convenir
COLÓN. Al fin de vuestro deseo.
Y esto, si fuesen. DOÑA ISABEL.
Esta proposición tan falsa mía, Este peligro en que os veo
Cuando tus matemáticos la viesen, Quiero ahora resistir.
Yo aseguro Di, moro: el Rey, tu señor,
CELI. ¿No puede venir acá?
No habléis, Duque, dejalde. ZELÍN.
¿Nuevo Mundo decís? Si le hay, tomalde. Eso desconforma ya,
COLÓN. Reina, á su real valor.
Para eso pido vuestra ayuda. Fuera de eso, si lo sabe
CELI. Granada, daránle muerte,
Bueno. Pues la entrega desa suerte
Celi es mi mundo sólo. Siendo una ciudad tan grave.
SIDONIA. DOÑA ISABEL.
El mío Sidonia. Pues ¿por dónde irá seguro
¡Ah palacio de error é injuria lleno, Gonzalo á tratar las paces?
Nuevo caos, confusa Babilonia! ZELÍN.
Si de ellas te satisfaces,
Vanse.
Por un portillo del muro;
PAJE l.° Que la noche y el secreto
Señor Colón, aquí que estoy ajeno Le meterán en Granada,
De dar con éstos en tan loca erronia, Donde á la paz deseada
¿No me daréis de aquese mundo un poco? Se dará dichoso efeto.
COLÓN. Que lo que el Gran Capitán
No están dos dedos de llamarme loco. Tratare con Mahomed,
paje 2. a Por inviolable tened,
Señor, yo tengo tanto frío en invierno Como es el mismo Alcorán.
Que iré de buena gana á esotro mundo, DON FERNANDO.
Pues hace el sol allí su curso eterno, Matarme un tan gran soldado
Más ardiente, más claro y rubicundo. Estando casi rendido,
COLÓN. Era cerrar el partido
Salir quiero de aquí. Las puertas desesperado.
Era no esperar piedad,
Vase. Y hacerme con esta injuria
Doblar la gente y la furia
paje I.° Para ganar la ciudad.
¡Con qué gobierno No es posible que el Rey moro,
Su tema disimula! Señora, intente traición.
paje 2.° ZELÍN.
Yo me fundo Seguros conciertos son,
En que si hubiera el mundo que éste indicia, Por Mahoma, en quien adoro;
O le hallara Alejandro ó la codicia. Que pues juro por Mahoma,
Bien se me puede creer.
Entren los Reyes Católicos, el Gran Capitán y Zelín. DOÑA ISABEL.
Sí, porque te has de absolver
CAPITÁN. Dése juramento en Roma.
Esta licencia, señor, Ahora bien, Gran Capitán,
Os suplico que me deis. ¿Como queréis que esto sea?
DON FERNANDO. CAPITÁN.
Es empresa que emprendéis
la Que es lo que el alma desea,
Digna de vuestro valor. Mil pensamientos me dan,
Mas la Reina me aconseja, Y que se rinde Granada.
Gran Capitán, lo contrario. Dadme, señora, licencia.
capitán. DOÑA ISABEL.
Pues seráme necesario Tened con mucha advertencia
Formar de ella y de vos queja. La persona recatada,
No os agravio á los dos, Y en nombre de Dios partid.
Pues que presentes estáis; CAPITÁN.
Pero no me detengáis, En tal nombre y vuestro amparo
349
EL NUEVO MUNDO.

habrá tenido igual gloria.


No
Mi buen suceso está claro. ZELÍN.
DON FERNANDO.
Gonzalo, oíd,
No le niega Alá victoria,
Al inoro,
Como Fernando la pida.
Que de oir al enemigo
Siempre resulta provecho. Vanse.
a i.ín.

Al rey de Granada has


hecho un piloto
amigo. Entren Colón, Bartolomé, su hermano, y
Tu feudatario y llamado Pinzón.
Granada es tuya, no dud
DON FERNANDO. COLÓN.
Quiéralo Dios. ¿Eso responde el inglés?
CAPITÁN.
BARTOL"
Ven, alcaide;
Esto dijo rey Enrico,
el
¡Es tu nombre ?
Más feroz el portugués.
que
Zl.l.ÍN.
COLÓN.
Zelín Zayde
Que no hay quien quiera ser rico,
Bien es que el hábito mudes, Extraña novedad es.
Porque vayas encubierto BARTOLOMÉ.
Y puedas entrar seguro Aun noquiso consultar
Por el portillo del
muro,
Matemáticos, ni dar
Á tratar este concierto.
A mi pretensión oídos.
CAPITÁN. COLÓN.
Pues entremos en mi tienda ¿Quién vio en la tierra perdidos
Hasta que la noche obscura Andar los hombres del mar?
Me dé lugar y ventura BARTOLOMÉ.
Para que nadie me ofenda. Tan imposible, decía,
Que yo fío de tu Rey. Que era haber más mundo y gente
ZELÍN.
De la que se conocía,
Puedes con mucha razón, Ni habitar la zona ardiente,
Porque el matar á traición Como calentar la fría.
Es gran pecado en su ley. Dice que si algún derecho
Y más á ti, que no hay moro Al mundo que has dicho ó
hecho
Que no te adore y alabe Por Rey le ha tocado allí,
Por tu fama heroica y grave, Todo lo renuncia en ti
Digna de laurel y oro. Para tu bien y provecho.
Nuevo Cid, gran cordobés, COLÓN.
Hasta en África te llaman ¡Cosa extraña, que en mil
gentes
Y de manera te aman, Que he dicho este mundo ignoto
Que se humillan á tus pies. amigo piloto,
Sólo tú,
Cree, famoso Gonzalo, consientes.
Le conoces y
Que Mahomet está rendido
¡Que conquiste el rey don Juan
Y quiere darse á partido,
partido malo.
La India, que es tan dudosa,
No siendo el
Y á que tantos hombres van,
Que él y su tío se llevan Y juzgue dificultosa
Tan mal, que ha sido ocasión La que mis manos le dan!
De la triste sujeción ¡Y que el Rey de Ingalaterra
Que de los cristianos prueban.
No ocupe en tan fácil guerra
El viejo está ya cansado,
Dos naves y cien soldados,
El mozo de amores ciego De curiosidad forzados
De una mora, rayo y fuego. De ver una nueva tierra!
Que á Granada el cielo ha dado. Pues |vive Dios! que lo creo
Ya la resistencia es poca; Que la hay, y que es sin duda.
Fernando acaba su empresa, PINZÓN.
Con que de los moros cesa Confuso, Colón, te veo.
La arrogancia injusta y loca. COLÓN.
Hoy se libra vuestra España Alas de favor y ayuda
De su antigua sujeción. Faltaron á mi deseo.
CAPITÁN. PINZÓN.
Glorias de Fernando son Aconsejóte que fueses
Y ésta la mayor hazaña. Al rey Fernando, y que
dieses
Su felicísima vida
35° OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Esta ventura á Castilla, BARTOLOMÉ.


Porque á su corona y silla No te alejes, como sueles,

Tan heroico aumento hicieses. Dos leguas imaginando.


Y andas tibio en negociar. Y, pues, partir determinas
COLÓN. A tu casa ya cansado,
Ya lo intenté, pero a todos ¿Qué trazas ó qué imaginas?
Doy ocasión de burlar,
Arguyendo de mil modos Vayanse el piloto y Bartolomé Colón: quédase Colón
sentado; mira el papel conel compás en la mano.
Que no se puede habitar.
Porque dicen que á Etiopia,
Con no ser gente tan propia, COLÓN.
Abrasa el sol, como vemos. Quiero aquí esperar sentado
BARTOLOMÉ. Al pie de aquestas encinas.
¿Á quién la empresa daremos La superficie es una
Que á todos parece impropia? Del agua y de la tierra;
COLÓN. Ser esférica muéstralo la sombra
Sólo el contador mayor De la eclipsada luna,
Alonso de Quintanilla Y que en medio del mundo
Ha tomado esto mejor; Está constituida inmoble y firme.
Que es hombre en toda Castilla Cinco zonas la parten,
De grande ingenio y valor. Como á la esfera círculos:
Éste es aquel que compuso La equinoccial, les polos y los trópicos.
Las leyes de la hermandad, Habítanse las frías,

Y el que á escucharme se puso Aunque apenas se habitan;

Con menos riguridad, Las templadas son fáciles y alegres.

Y á creerme se dispuso. Esta que en medio yace


Un ingenio singular En los trópicos puesta,

De ver grandezas tratar Por el discurso ardiente del sol claro


No se espanta, antes se goza: Perpendicular siempre,
Al cardenal de Mendoza Inhabitable (i), adusta
Me mandó comunicar. Se muestra á nuestros ojos ;
pero el cielo

Hablóle, y estuvo bien Me inspira lo contrario,


En mis negocios, gustando Y me muestra que hay gente,
De que crédito me den; Y que este nuestro polo tiene antípodas.
Habló luego al rey Fernando, Mas, ¿qué me canso en vano?
A quien he hablado también. El que es pobre, ¿en qué estriba,
Pero, en fin, ha respondido Pues alas tiene en la derecha mano
Que anda en la guerra ocupado Y una piedra en los pies que le derriba?
Que con Granada ha tenido,
Y que, cual veis, me ha dejado Baje de lo alto una figura vestida de muchos colores, *
y diga:
Más pobre que entretenido.
Porque hasta acabar la guerra
IMAGINACIÓN.
Que dentro en su tierra encierra,
Y que á Granada le den, ¿Qué es lo que piensas, Colón,
Dice que buscar no es bien Que el compás doblas y juntas?
COLÓN.
Esta imaginada tierra.
¡Ah, Dios, que no hay rey que quiera ¿Quién eres que lo preguntas?
IMAGINACIÓN.
Un Mundo Nuevo, un tesoro
Que aquesta mano le diera! Tu propia imaginación.
PINZÓN. COLÓN.
moro, Pienso que el que es pobre y sabio
Deja que se rinda el

Y al Rey Católico espera. Muere en el mundo sin fama.


IMAGINACIÓN.
Haz á España aqueste bien.
COLÓN. Ya de la que á ti te llama
Antes me quiero partir, Rompe la trompeta el labio.

Y buscar mi paz también; COLÓN.


Luego los dos podéis ir Quiero volverme á mi tierra;
A que esa ropa nos den. Que no hallo en nadie favor.
Que yo os quedo aquí esperando,
Mirando aquesos papeles (i) En la edición príncipe dice por errata:
Y con mi compás trazando. Y una habitable.
3Si
KL NUKVO MUNDO.

La posesión leentregué.
IMAGINACIÓN.
RELICIÓN.
España te ofrece honor
Quien posee con mala fe,
En acabando la guerra.
COLÓN. En ningún tiempo prescribe.
Ya está muy averiguado
La de mis desdichas sigo:
Que desde su redención
Déjame ir á descansar.
IMAGINACIÓN. Me usurpas la profesión;
Todo lo tengo probado.
Ya no te puedo dejar;
El testamento de Cristo
Que te he de llevar conmigo.
COLÓN. A la Iglesia presenté,
: Ella heredera fué,
la
¿Adonde quieres llevarme
IMAGINACIÓN.
Como en el traslado has visto.
IDOLATRÍA.
Ásete á mí fuertemente.
¿Qué? no entiendo testamentos.
COLÓN.
RELIGIÓN.
Imaginación, detente,
Está con sangre firmado,
Que quieres desesperarme.
IMAGINACIÓN.
Con siete sellos sellado
De los siete Sacramentos.
Conmigo has de ir, ven tras mí.
COLÓN. De la Fe las Indias son;
Dios quiere gozar su fruto:
¿Adonde me precipitas?
IMAGINACIÓN.
Vuélvele ¡infame! el tributo.
IDOLATRÍA.
Donde que solicitas
lo
Ya no tiene redención.
Veas si ha de ser ansí. PROVIDENCIA.

Levántele en el aire y llévele al otro lado


del teatro, Pues de lo que está cobrado
sentada
donde se descubra un trono en que esté
la
Por la falsa idolatría
Providencia, y á los lados la Religión cristiana y No hay hablar, Religión mía;
la Idolatría.
Vaya á mal lo mal ganado.
Esta conquista se intente,
Atiende en aquesta audiencia
Que para Cristo ha de ser.
De tu negocio el cuidado. IDOLATRÍA.
COLÓN.
Yo pienso defender
la
¿Quién juzga en aqueste estrado?
IMAGINACIÓN. Con armas, industria y gente.
Providencia.
Unos indios ignorantes
La divina
Con su retórica vana
Que adoran sólo la luz,
¿Adorarán vuestra cruz?
La Idolatría te ofende. RELIGIÓN.
COLÓN.
me defiende? Y tan presto, que te espantes.
¿Quién es la que
IDOLATRÍA.
IMAGINACIÓN.
Es la Religión cristiana.
No permitas, Providencia,
Hacerme esta sin justicia,
Ya, divina Providencia,
Pues los lleva la codicia
La cristiana Religión
Al gran Cristóbal Colón A hacer esta diligencia.
So color de religión,
Ha traído á tu presencia.
PROVIDENCIA. Van á buscar plata y oro
Del encubierto tesoro.
;Qué dices, Idolatría?
PROVIDENCIA.
IDOLATRÍA.
mi posesión me atengo. Dios juzga de la intención:
Que á
RELIGIÓN. Si Él, por el oro que encierra,

Yo, que á pretenderla vengo,


Gana las almas que ves,
En el cielo hay interés,
Porque de derecho es mía.
es mucho le haya en la
tierra.
IDOLATRÍA. No
Tras años innumerables Y del cristiano Fernando,
Que en las Indias de Occidente
Que da principio á esta emp;
Vivo engañando la gente Toda la sospecha cesa.
Con mis errores notables, Dentro un Demonio.
Tú, cristiana Religión,
DEMONIO.
Por medio de un hombre pobre,
Licencia de entrar demando.
¿Quieres que tu fe la cobre
PROVIl'EV i\.
Estando en la posesión?
¿Quién es?
El demonio en ellas vive;
= OBRAS DE LOPE DE VEGA.
35

DI MoNIO. Las que en Granada, escucho.


ti,

El rey de Occidente. DOÑA ISABEL.


PROVIDENCIA. ¡Bien parece aquel pendón!
Ya sé quién eres, maldito; DON FERNANDO.
Entra. ¡Si ha sido el trabajo mucho,
Mucho ha sido el galardón!
Entra ahora. MAHOMED.
DEMONIO. Todo invencible cristiano
¡Oh! tribunal bendito, Ese valor soberano
Providencia eternamente, Lo ha merecido del cielo.
¿Dónde envías á Colón DON FERNANDO.
Para renovar mis daños? Mirando al cielo, mi celo
c
No sabes que há muchos años Puso tu imperio en mi mano.
Que tengo allí posesión? No te aflijas, muestra aquí
No despiertes á Fernando, La sangre y valor real.
Déjale andar en sus guerras; MAHOMED.
¿Las no conocidas tierras La gran ciudad que perdí
Andas ahora enseñando? Tiene recompensa igual
¿En ti cabe sin justicia? Sólo en que te sirve á ti.
PROVIDENCIA. En ti está bien empleada
Calla, boca de maldad. Mi defendida Granada
DEMONIO. De tantas bocas y manos,
No los lleva cristiandad, De tantos reyes cristianos
Sino el oro y la codicia. De quien embotó la espada.
España no há menester Irme pretendo á Almería,
Oro, que oro tiene en sí; Pues que me la das por mía,
Sépanlo buscar allí, Donde llore que tu hazaña
Que aún yo haré parecer.
lo Hoy ha quitado de España
Mis subterráneos ministros La africana monarquía.
Lo mostrarán; deja estar DON FERNANDO.
La no vista tierra y mar ¿Dónde va tu viejo tío?
Sino en sólo mis registros. MAHOMED.
No me hagas este agravio. Pienso que se parte á Fez.
PROVIDENCIA. Tú, generoso Rey mío,
La conquista se ha de hacer. Como piadoso juez
DEMONIO. Perdona mi desvarío.
|Y yo no tengo poderl ¡Oh, cuánto te quiere Alá!
¿No soy fuerte, no soy sabio? ¡Cuánto de tu parte está!
Pues el trágico castigo
Vayase el Demonio.
De España por don Rodrigo
IDOLATRÍA. En ti se restaura ya.
Vaya en buen hora, que allá Dadme esos pies, y licencia.
Nos avendremos yo y él. Entrad en vuestra ciudad,
PROVIDENCIA. Pues hace su Rey ausencia
Ve, Imaginación, con él A la mayor soledad
Donde el rey Fernando está. Que ha visto humana paciencia.
IDOLATRÍA. Y
vos, heroica señora,
¡Bien tratas la Idolatría! Gozad del mejor marido
IMAGINACIÓN. Que hay del ocaso al aurora.
Vamos, amigo Colón. DOÑA ISABEL.
COLÓN. Basta, que me ha enternecido.
¿Qué es esto, Imaginación? DON FERNANDO.
¿Es posible que eres mía? Es Rey al fin.
DOÑA ISABEL.
Vanse y ciérrase el trono. Y al fin llora.
DON FERNANDO.
Cajas y música, y voces: «¡Granada por el rey Fer- Vamos, porque la mezquita
nando!», y salgan la Reina, ei Rey y el Rey Chico, y
acompañamiento. Se consagre á quien nos da
La ciudad que al moro quita.
DON FERNANDO. DOÑA ISABEL.
Agradables voces son Ya el Conde en lo alto está,
II. MUEVO MUNDO. 353

aplauso y grita. Arrimaba sus hombros á su fuego?


Ya suena el
CONTADOR.
Vayanse, y quedan los moros. Eso Servio de Etiopía.
lo entiende
COLÓN.
Dentro.
Creed que son las Indias que yo busco;
,1 que hay gentes,
plata, perlas y oro,
¡Granada por don Fernando!
Animales diversos, varias aves,
ZEI.ÍN.
Arboles nunca vistos y otras cosas;
¿Qué estás, Rey Chico, escuchando
En tiempo que eres tan chico? Yo sé que el cielo anima mi propósito,
imaginación levanta al cielo.
maiiomu». Y mi
CONTADOR.
Mis desdichas multiplico,
Los Reyes salen ya, que hablarte quieren.
Que voy la vida acabando.
Adiós, famosa é ínclita Granada,
El rey Fernando, la reina Isabel y gente
Laurel de España, que su frente cierra;
Blanca y hermosa en la Nevada Sierra,
COL'
Bermeja ya de sangre derramada.
Déme vuestra Alteza sus pies.
Adiós el mi Albaicín y Alhambra amada,
DON FERNANDO.
Adiós Generalife, adiós mi tierra, Álzate,
Que ya de vos la envidia me destierra,
Oue se ha juntado á la cristiana espada. Colón amigo, y dime de qué suerte
~
De la torre más alta á lo profundo Hemos de dar principio á tu viaje.
COLÓN.
Gima tu pesadumbre, á quien suplico acabastes la conquista
Señor, pues
Llore mi mal, si le alegró mi dicha.
mundo, Felicísimamente de Granada,
Si el Rey Chico hasta aquí me llamó el
No me llame de hoy más el mundo chico, Ahora es tiempo de ganar un mundo,
Pues ha cabido en mí tan gran desdicha. Que no penséis que es menos lo que ofrezco.
Grande es España, pero sois tan grandes,
Vayanse. Que si no le añadís un mundo nuevo,
Contador mayor. Es imposible que quepáis entrambos.
Colón y el
El que os ofrece aquí Colón ahora
CONTADOR. A los antiguos se perdió de vista;
No espante
te que cause maravilla, En sus tablas le ignora Tolomeo,
Colón amigo, la que á España has dado Que si no vio las Fortunadas islas,
Con prometer al suyo un mundo nuevo, Ni á Tule (i) conoció, ¿qué os maravilla
Siendo tú el inventor de aquestas Indias, Oue niegue de horizonte los antípodas, 2
fierra en su longitud de ochenta
grados
Que aquí no le sabemos otro nombre.
Yo iré si tú, señor, me das ayuda
COLÓN.
señor Contador, tengo otras veces A conquistar los indios, los idólatras;
Ya, nuestra
Al cardenal don Pedro de Mendoza Que es justo que á la fe cristiana

Y á vos mis intenciones referidas; Reduzca un Rey que se llamó Católico,


Los hombres han de hallar estos secretos, Con la prudente y más dichosa Reina
Que no las rudas aves y animales. Que han visto las edades de oro antiguas.
DOÑA ISABEL.
Y á ellos que les dio naturaleza
si

Ciencia á las veces de inventar las ciencias, Tan justo celo y tal principio creo
De hallar las hierbas y saber virtudes, Que del cielo será favorecido;
De conocer las piedras y las causas De mi consejo inténtese el viaje.
De la serenidad y tiempo adverso, DON FERNANDO.
Colón, ¿qué has menester para esta
empresa?
¿Qué mucho que los hombres, y hombres sabios,
COLÓN.
Conozcan estas cosas inauditas? todo
CONTADOR. Señor, dineros; que el dinero en
Es el maestro, el norte, la
derrota,
El serlo tanto admira, que hasta ahora fuerza,
Ninguna ha sido á nuestro ingenio y ojos El camino, el ingenio, industria y
El fundamento y mayor amigo.
Tan imposible. Á los antiguos mira. el

COLÓN'. DON FERNANDO.


¿Cómo imposible, muestro autores
si te La guerra de Granada me ha costado
Que digan esta tierra ha sido hallada Lo que ya por ventura habrás sabido.
COLÓN.
En los tiempos del grande Augusto César,
Como se ve en los versos de Virgilio Señor, en Dios espero que muy presto
Cuando dijo en el sexto de su Eneida
Que había una tierra fuera del camino La edición príncipe dice disparatadamente
r.:
i i )

Del sol y las estrellas, donde Atlante La enmienda es de la edición de Baudry.


OBRAS DE LOPE DE VEGA.
354

tiempo COLÓN.
Saldrá España de pobre y habrá ,

Que no se tenga en tanto el oro y plata, Dadme licencia porque pienso luego
,

hasta aquí preciosas En Palos de Moguer hacer mi flota,


Y que las piedras
Y en nombre de Dios ir, y hallar la tierra
Se vengan vender á humilde precio.
á
Que os ha de dar riqueza, y á mí fama.
Yo he menester armar tres carabelas DOÑA ISABEL.
Con hasta ciento y veinte compañeros,
se ofreciere, Guíete el cielo.
Que puedan pelear, si
COLÓN.
O quedar en la tierra que probare.
Yo os prometo y juro,
Deciseis mil ducados es lo menos
Generosa señora, de dar nombre
Que serán á mi intento necesarios.
DON FERNANDO. Á la tierra que hallare, conveniente
Del vuestro, y que llamándola Isabela
¿Habrá decid, Alonso, quien nos preste
Exceda á la de César y Alejandro.
Este dinero á mi y á Colón?
CONTADOR.
DON FERNANDO.
Creo, Argos no fué tan largo marinero.
DOÑA ISABEL.
Señor, que lo dará Luis de Santángel,
Extraño pensamiento.
Que fué nuestro escribano de raciones. DON FERNANDO.
DON FERNANDO.
El fin espero.
Pues dádselo á Colón, y el cielo guíe
Sus altos pensamientos y deseos,
FIN DEL PRIMER ACTO.
Porque á la fe se vuelvan los idólatras
Y se ensanche de España el señorío.
ACTO SEGUNDO

FIGURAS DEL SEGUNDO ACTO

Colón.
,

356 OBKAS DL. LOrE DE VEGA.

KAY BUYL.
1
Que quiere volvernos bestias!
Si á Jonás Dios permitió COLÓN.
Fuese en el mar arrojado, Dejad, Pinzón, las molestias,
Fué porque no le cumplió Que más me espanto de vos.
Lo que del le fué mandado; ¿Vos no sabéis, como diestro,

Mas Colón, no. Que no os engaño?


TERRAZAS. PINZÓN.
¿Cómo no? Sí engaña.
FRAY BUYL. ¡Alto, á España!
Como antes le ha obedecido TERRAZAS.
Si esta inspiración ha sido, |Alto, maestrol

Y á Nínive quiere ir. COLÓN.


PINZÓN. ¿Qué suspiráis por España?
Andad, padre, que á morir ARANA.
Nos ha el villano traído. Sí, que es el Egipto nuestro.

Si esto fuera inspiración, Daca sustento, ó siquiera


Dios le enseñara la tierra, Una sombra de ribera,
Cual hizo á Moisés y á Aarón Un celaje, nube ó ave.
Después de tan larga guerra, TERRAZAS.
Pues fué de Dios permisión. ¡Echémosle de la nave!
FRAY BÜYL. ARANA.
Antes los que la dudaron, ¡Vaya al mar!
De ella después no gozaron. BARTOLOMÉ.
ARANA. Detente, espera.
Pues luego, ¿habernos de andar ARANA.
Cuarenta años por el mar? Déjanos, Bartolomé.
FRAY BUYL. BARTOLOMÉ.
Los que sufrieron llegaron. ¡Qué! ¿Así matáis á mi hermano?
TERRAZAS. ARANA.
¡Deogracias, qué bueno está, Sólo este remedio sé:
Que si sufrieron, comieron O poner en él la mano,
Hasta no más del maná! Ó poner en tierra el pie.
Mas aquí, ¿qué bien nos dieron, PINZÓN.
¿Tierra? ¿Adonde la ha de dar?
Si comemos tablas ya?
Si esto Dios nos prometiera, Hizo un mundo sin cimiento
La hambre y sed se sufriera; En su ingenio singular,
Pero un hombre fabuloso Como molino de viento,
COLÓN. Y estemundo va á buscar.
El fin más dificultoso ¿Qué aguardamos? ¡Caiga!
Ve fácil quien cuerdo espera. COLÓN.
PINZÓN. ¡Tente!

Pues si habernos de esperar, Y una palabra no más


Colón, ó nuevo Moisén, Me escucha.
Seca con tu vara el mar; ARANA.
Haz una fuente también Di diez, di veinte;
Que el Oreb pueda regar, Pero con mil no podrás
Y pasaremos, en fin, De nuevo engañar la gente.
El desierto Rafidín. COLÓN.
Mas sin sustento, agua ó tierra, Si dentro de unos tres días

Todo el camino se cierra. No mostrare tierra nueva,


COLÓN. Que me matéis.
Cese el injusto motín, TERRAZAS.
Y mirad ejemplos varios ¿Aun porfías?

De muchos que el sufrimiento BARTOLOMÉ.


Por trabajos voluntarios No es el término ó la prueba
Trajo á tan próspero aumento, Tan larga; esperar podrías.

A pesar de sus contrarios. FRAY BUYL.


Mirad solos estos dos: Por Dios os ruego, españoles,
Argos y Ulises. Que tres días esperéis

PINZÓN. Ver celajes y arreboles


¡Por Dios, De otro horizonte.
EL NUEVO MUNDO. 357

ARANA.
Pues en esta justa guerra
Injusta sangre se vierte.
¿Y diréis
Que eras indigna del suelo
Que veremos nuevos soles? Que tan mal te conoció,
FRAY BU Y I..
Pues que nunca te adoró
Esto se ha de hacer por mí.
Como al mismo sol del cielo.
ARANA.
Ese me alumbra en tu cara;
Ahora bien, pues quede así. El alma se mira en ti.
TERRAZAS.
;N'o respondes?
¡Buen Levante! TACUANA.
COI.'
|Ay de mí,
Iza esa entena.
Si como quisiera hablara!
Dad á la bomba
carena.
Disimulad, corazón,
¡Señor, acordaos de mí!
La fuerza de este tirano,
Mientras que tiene en la mano
Con grita se cierre la nave.
Más ventura que razón.
panderos, dos in- I-ULCANQUELI.ÍN.
Indios salgan con tamborcillos y
dios y dos indias, v detrás otros dos como novios y Habíame y no me desprecies,
acompañar, siéntense. Sus nom- mí sujeto
tienes en
los pudieren
que y Pues
Mareama, Dulcanquelhn,
bre^Tecué.Autó, Palca,
Tacuana.
Un hombre que te prometo
Que si me tratas me precies.
Hay cacique en esta tierra
(ante así una india y respondan otros: c

Tan generoso y gallardo,


Desde occidente pardo,
el
Hoy que sale el sol divino, Donde nuestro dios se encierra,
Hoy que sale el sol, Hasta la cuna en que nace?
Hoy que sale de mañana, ¿Quien en tierra y mar pudiera,
Hoy que sale el sol, Fuera del sol en su esfera
Se juntan de buena gana, y hace,
Que todo lo rige
Hoy que sale el sol, Ser como yo poderoso?
Dulcanquellín con Tacuana,
¿Naturaleza y fortuna
Hoy que sale el sol, No se juntaron á una
Él Febo y ella Diana,
Para hacerme venturoso?
Hoy que sale el sol. Dióme la naturaleza
A cacique tan hermoso, Cuerpo, ingenio, brío, furor,
Hoy que sale el sol, Sangre, arrogancia, valor,
Y á esposa de tal esposo,
Salud, fuerza y ligereza.
Hoy que sale el sol,
Dióme la fortuna hacienda,
Nuestro Arcito glorioso,
Hízome rey, sujetó
Hoy que sale el sol, lo que ordenase yo
Consagre el canto famoso
A
Cuanto voz humana entienda.
Hoy que sale el sol divino, ~
Dióme la paz y la guerra
Hoy que sale el sol. ó quitar;
DULCANQUELLÍN. A mi poner
Perla y coral en el mar,
¡Bien habéis todos cantado,
El oro y plata en la tierra.
Bien bailado y bien tañido! escoria
Sale el diamante en su
¡Bien mi desposorio ha sido
De la mina, donde en vano
Recibido y celebrado! trabajo humano,
Resiste al
Mas ¿qué menor alegría
De su dureza victoria.
Mereciera mi ventura,
Sale el topacio de gualda
Y tu divina hermosura, morada amatiste,
Hermosa Tacuana mía?
Y la
El jacinto que azul viste,
Dichosa mi antigua pena
La continente esmeralda.
Y cuanto pasé por ti. El colorado rubí,
Esta es tu tierra, que aquí
Con el vario girasol
No has de pisar cosa ajena. Y cuanto sustenta el sol
El monte, la verde orilla Potosí.
Desde Guayra á
Del mar azul, esta playa
Y todo sirve á mis pies,
Y donde quiera que vaya servirá á los de entrambos,
que á tus pies se humilla.
Y
El
Sólo adornando los tambos
sol,
No te aflija el parecerte
Adonde conmigo estés.
Que te he robado á tu tierra,
OliRAS DE LOPE DE VEGA.
35$

tendrás luego Sírveme, amigo galán,


De la tierra
Conquístame, gana el pecho
Bravos animales y aves,
En los aromas suaves, A aquellos regalos hecho
la fénix fuego.
son de
Que tanta pena me dan.
Que
Enamórame, no quieras,
La perdiz, el papagayo
Por dar rienda al apetito,
Con el avestruz plumoso,
Perder el bien infinito
La garza, el padrón hermoso
vistoso guacamayo,
Que de amar amando esperas.
Y el
¿Qué te diviertes, qué piensas?
La oveja que sufre carga,
¿Tan mal te aconsejo?
La vaca fértil, el gamo, DULCANQUELLÍN.
La liebre, al tronco del ramo Mal;
De tuna ó mczquique amarga.
Siendo recompensa igual
Y en la mar el tiburón
Que el huevo saca á la arena, Tu fuerza de mis ofensas.
Que es mi mortal enemigo
El delfín que á la ballena
El que te dan por esposo,
De quien estos arcos son.
Pues de frutas y mayquiz, Y he venido á ser dichoso
Cazabe, miel, cocos, chiles
En darle el mayor castigo.
Que á un hombre es cosa insufrible
Y otras, cuya agua destiles
Quitar la propia mujer;
De su sabrosa raíz,
honor y el querer
Es tierra dichosa y bella,
Que es del
El sufrimiento terrible.
Y mucho más mi afición,
Mas porque de mí no creas
Que no hay rica posesión
compare con Que todo bárbaro soy,
Que se ella.
TACUANA. Mi fe, Tacuana, te doy
Dulcán, yo tengo entendida
De cumplir lo que deseas.
Servirte quiero, pudiendo
Tu tierra y tu voluntad; Gozarte; mira qué amor,
Pero no es la libertad
Donde el mismo vencedor
Por ningún precio vendida.
Se está á sí mismo venciendo.
No digo que te aborrezco;
Esperaré un mes, un año,
Pero que, en fin, me has traído
De mi padre y mi marido
Un siglo en esta conquista;
Donde tus brazos merezco.
Que basta el bien de tu vista
Para no sentir mi daño.
Esta noche había de ser
Mas mira que no te huyas,
Su esposa, si en esta tierra
Oue soy quien te ha de guardar,
No lo estorbara la guerra
Que en ella sueles hacer.
É intención me puedes dar
"
Es tu enemigo mi esposo, Con que la tuya destruyas.
Viviré seguro así.
Supiste aquí nuestro trato,
TACUANA.
Distenos arma y rebato Ongol,
Por nuestro divino
Y robásteme furioso.
Dios en que nos habla el sol,
esto no puede ser,
Con
En tantas guerras y pleitos, De no apartarme de ti.
DULCANQUELLÍN.
Que de tus bodas y areitos
Pues esa palabra aceto.
Reciba el alma placer.
AUTÉ.
Y por el sol te suplico, Dulcanquellín, ponte en pie.
Dulcán, echada á tus pies,
DULCANQUELLÍN.
Que algún término me des, ése, Auté?
¿Qué ruido es
Ya que al tuyo no replico, AUTÉ.
En que pueda amor cobrarte, tálamo quieto.
En que puedas con amor
Rompe el
Que de lo alto del monte
Gozarme, y pueda mejor
Enamorada gozarte. Un hombre fuerte desciende.
DULCANQUELLÍN.
Que una mujer desabrida, solo te ofende?
¿Un hombre
Supuesto que hermosa sea,
AUTÉ.
Ha de parecer muy fea
A punta ó á punto ponte,
De ajenos brazos asida. *

Porque parece de guerra,


Quizá, si ahora te agradas,
Te~enfadarás de mis cosas;
Y un hombre solo y armado
Suele ser como un nublado
Que por eso son hermosas
Las feas enamoradas. Que la tempestad encierra.
: :

EL NUEVO MUNDO. 359

DULCANQUELLÍN. Cuál mayor aliento enseña.


Tira con el arco á un blanco,
Dices, amigo, verdad:
Aunque sea del cielo estrella,
Á verle en alto te sube;
Que me obligo á dar en ella
Que el que no temió la nube
Si de aquí una piedra arranco.
Padeció la tempestad.
Juega conmigo esta maza,
Mas ya le tengo presente
Compite en ciencia del cielo,
¿No es éste Tapirazú?
AUTÉ. Pinta un arco, un cuero, un velo,
Salta, corre, pesca, caza.
¿Quieres apuntarlo tú,
Haz otras finezas tales,
( > que yo le tire?
DULCANQUELLÍN. Que á todas te desafío
Tente. Dentro en tu tambo y buhío
Ó en desiertos arenales.
un monte. DULCANQUELLÍN.
Tapirazú, indio, con una maza, baje por
Bien ha sido necesario
¿Hasta mi casa y buhío
Hoy tu ejemplo y tu furor
Para creer que el amor
Osaste, infame, llegar?
TAPIRAZÚ. Es tan loco y temerario.
Fuera del sol, ¿hay alguno
¿Dónde no hallará lugar
La fuerza de un desvarío?
Que me haya desafiado?
Para morir no hay defensa:
¿Hombre mortal ha llegado,
La flecha, el hierro se aparta, Y hombre que en efecto es uno,
Y aunque tu defensa es harta, A competir con mis brazos?
Perdona, sol, á quien miro,
Yo sé que es mayor mi ofensa.
(0- Que según alto le tiro,
Mientras ocupado estaba,
En ti le he de hacer pedazos
Que á mi Ongol sacrificaba Ó si se escapa de ti,
Pasando del cielo el vuelo,
Del monte una tigre hermosa,
Con ramas de liquidámbar, Cayendo en el mismo cielo
Mirra, laurel y canela
Verá más que desde aquí.
¿Sabes, por ventura, tú
La cubría, y perfúmela
Con gomas de almizcle y ámbar; Que soy yo Dulcanquellin?
TAPIRAZÚ.
Cuando, sintiendo el ruido,
Vine donde sólo hallé ¿Y tú no sabes, en fin,
El sacrificio, en que fué Que soy yo Tapirazú?
tuyo ofrecido. ¿Desa manera te atreves
Mi honor al
Procuré juntar mi gente, A un señor de siete ríos,
Acobardóse, temió; Que colman estos vacíos
De aquellas desiertas nieves?
Pero no he temido yo,
¿Tú del brazo asirme á mí
Que aquí me tienes presente,
al cielo,
Donde sólo á morir vengo Para levantarme
Pudiendo yo abrir el cielo
A los ojos de mi esposa,
Para disculpa forzosa Para sepultarte á ti?
Si te cojo, he de arrojarte
De la obligación que tengo.
Que no digo del amor, De suerte al centro profundo,
Pues ella le ha conocido; Que has de atravesar el mundo
Y ansí, cacique, te pido,
Y pasar de la otra parte.
DULCANQUELLÍN.
Por el sol, por tu valor,
Des el arco á aquella mano Lejos estaré de ti
Que alma me traspasó,
el
Si al otro horizonte voy:
Porque así quedaré yo Suelta la maza, aquí estoy.
TAPIRAZÚ.
Muerto, vivo, herido y sano.
Suelta el arco.
Y si esto mal te parece, DULCANQUELLÍN.
Pon en méritos la prenda,
Vesle aquí.
Para que mejor se entienda
Quién de los dos la merece. Pero guarda, que en mis brazos
Toma un tronco, alguna peña Te he de consumir de modo
Que deshecho el cuerpo todo
En esos hombros, Meamos pedazos.
Lleve el aire los
Si los dos la sustentamos,
TAPIRAZÚ.
Tu desvergüenza me agrada;
(i) Falta un verso.
OURAS DE LOPE DE VEGA.
360
TODOS.
Pero ten conocimiento,
¡Hao!
Que basta sólo mi aliento
DULCANQUELLÍN.
Para convertirte en nada.
Este día
asirse, disparen dentro
Es aquel que mis abuelos
Andando alrededor para
dos ó tres arcabuzazos, y digan dentro:
Pronosticaban aquí.
Dentro.
¡Tierra, tierra, tierra, tierra!
DULCANQUELLÍN. ¡San Pedro!
TODOS.
¡Válgame el poder del sol!
¡Hao!
¿Truena el cielo ó brama Ongol?
COLON.
TAPIRAZÚ.
¡Tierra, tierral
Esto algún misterio encierra.
DULCANQUELLÍN. DULCANQUELLÍN.
¡Tantos truenos, tanta guerra!
Camina do suena, Auté.
AUTÉ. Ongol, ¿en qué te ofendí?
Voy volando. Entre Auté.
DULCANQUELLÍN.
AUTÉ.
Para un poco.
¡Oh valeroso cacique,
Agradece, infame y loco,
Lo que se oye y no se ve; De esta isla amparo y guarda!
Vuelve los ojos al mar
Que esto te ha dado la vida.
TAPIRAZÚ. Y verás en él tres casas.
Casas en el parecer
Antes, villano, recelo
Que debe de abrirse el suelo
Y personas en la traza,
Que, envueltas en unos lienzos,
Ó brama con tu caída,
Caminan sobre las aguas.
Que ya querrá tragar,
te
Dentro vienen unos hombres
Sabiendo que es gusto mío.
TACUANA. Que traen sobre las caras,
Como en la misma cabeza,
Cese agora el desafío,
Espeso cabello y barba.
Pues tendréis tiempo y lugar
Unos asiendo unas cuerdas,
En que le podáis hacer:
Con que los lienzos se alzan,
Prevenid este alboroto,
Que el cielo, en sus ejes roto,
Y otros dando muchos gritos
Porque los oigan las tablas.
Hoy se debe de caer.
Es gente alegre y discreta,
Dentro. Que unos á otros se abrazan
Y quieren salir á tierra
¡Tierra, tierra, tierra, tierra! Á hacer areitos y danzas.
Te Deum laudamus, Señor. Las carnes son de colores,
DULCANQUELLÍN. Ápartes angostas y anchas,
Otra vez vuelve el furor. Que solamente les vi
TAPIRAZÚ. Blanco rostro y manos blancas.
Oíd, que en la mar se encierra. De donde á veces salían
De unos palos unas llamas
Dentro.
Envueltas en trueno y humo
¡En nombre de Dios!
Que me dejaron sin habla.
TODOS. No pude entender la suya,
¡Hao! Aunque en todas sus palabras
DULCANQUELLÍN, Dios, tierra y Virgen decían,
¡Cielos! Que deben de ser sus casas,
Si no es que Dios y la Virgen
¿Qué es esto?
se llaman,
Su padre y madre
Dentro. Y algún amigo
la tierra
Que anda ausente de su patria.
¡Santa María! Mirad qué pensáis hacer,
TODOS. Que según las casas andan
¡Hao! Presto estarán con vosotros
Más que en vuestros tambos altas;
Dentro.
Que más andará en la tierra

Quien corre bien por el agua.


¡San Juan!
,

36l
J-L NUEVO MUNDO.

COLÓN.
UULCAN^UELLÍN.
¿Es posible que te veo
Ignorante, ¿qué me dices?
Madre tierra, madre amada?
Peces son, peces que braman;
|Hoy mi palabra cumplí!
Que andando por esas islas PINZÓN.
A hartarse de carne humana, A tus pies nos arrojamos,
Se han comido aquesos hombres
Y ¡perdona á los que erramos
Que á voces sus dioses llaman,
En desconfiar de ti!
Y con la gran pesadumbre COLÓN.
Los vomitan en la playa,
Padre, dadme aquesa cruz,
Dando un trueno cada uno
Que arrojan de las entrañas.
Que aquí la quiero poner;
TAPIRAZÚ. Que éste el farol ha de ser
Que dé al mundo nueva luz.
Yo sé mejor lo que ha sido,
FRAY BUYL.
Que éstas son reliquias claras podréis.
Aquí fijarla
De los gigantes que un tiempo COLÓN.
Vinieron á estas montañas.
Hincaos todos de rodillas.
Eran hombres de la altura
andaban FRAY BUYL.
De un pino, y que siempre
mar pescando ¡Dichosa arena y orillas
Orilla del
Que tal planta merecéis!
Sobre esas rotas pizarras.
Cada cual hable con ella.
Contaba destos mi abuelo
CCLÓN.
Que por allí se juntaban
Hombres con hombres: un día Yo primero hablo con vos,
Se abrió el cielo en partes varias
Cama ilustre, donde Dios-
bajó del un mancebo
Hombre murió echado en ella.
Y Vos bandera bella
sois la
Con una camisa blanca,
Que hizo con ellos guerra Que contra el pecado alzó
Tirándoles muchas llamas, El que en vos muerto venció
De las cuales hoy en día La muerte dándonos vida,
Hay las señales y estampas De las armas guarnecida
En estas peñas que están Que con su sangre estampó.
FRAY BUYL.
Por varias partes quemadas.
Árbol de la nave hermosa
Pero, ¿qué aguardáis aquí ?

De la Iglesia, tú que igualas


|Á huir, que á tierra bajan!
Huye, Tacuana mía! Con jarcias y con escalas
I

TACUANA. La que Jacob vio gloriosa


[Válgame el sol, yo soy muerta! ¿Qué vela más venturosa
AUTÉ. Que una sábana, mortaja
Ongol me valga! Del cuerpo que de ti baja,
¡El ídolo
DULCANQUELLÍN. Que escota como un azote?

Más que personas, parecen Y aquel tu gran sacerdote,


¿Qué piloto le aventaja?
Huyan todos los indios, y entren Colón y Bartolomé, BARTOLOMÉ.
fraile
Fray Buyl, Pinzón, Arana, Terrazas: traiga el Vara de Moisés divina
una cruz grande verde.
Que dividió el mar Bermejo;
COLÓN. Farol, norte, luz, espejo
Por donde el hombre camina,
iTierra, y tierra deseada!
BARTOLOMÉ. En aunque indina,
esta tierra,

|Ya te beso, amada tierra! Por no conocer al cielo,


COLÓN. Te planto, aunque con recelo
|Mil besos quiero dar!
la Por ser destierro de Egito;
Por el largo desear, Pero si en fe no le imito
Después de tan larga guerra, Veré el prometido suelo.
ARANA.
Se llame, la Deseada.
ARANA. Verde de victoria
laurel
De la cabeza de Cristo,
¡Buen nombre!
TERRAZAS. Ya en el otro mundo visto
Igual al deseo (1 ). Para vuestro honor y gloria;
Oro en medio de la escoria
dice disparatadamente: Desta falsa idolatría,
(1) La primera edición
Igoal al del feo. Pues la sangre que os tenía
,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


3 62

Por todos se derramó,


Y deshelando mis pies.
Hombres son, y hombres hermosos;
Creced adonde os plantó
Calor tienen y blandura.
Nuestra cristiana osadía.
TERRAZAS. |Cuánto puede la hermosura 1

Arpa de David, templada ¡Qué humanos y qué amorosos!


Señas hacen; si mi nombre
Donde estuvo, en tres clavijas
Preguntan, responder quiero:
Fijo, aquel que tuvo fijas
¡Palcal ¡Palca!
Las cosas que hizo de nada;
COLÓN.
Donde aquella delicada
Música, que el santo Apolo
Lo primero
Dice Palca.
Cantó á siete voces solo,
el cielo,
BARTOLOMÉ.
Hizo entristecer
¿Es rey, es hombre?
Convertid á vuestro celo
¿Es la tierra? ¿Es guerra ó paz?
Todo este bárbaro polo.
PALCA.
Barca en que pasó la vida
¿El señor pregunta, en fin,
El mar mayor de la muerte,
Cacique Dulcanquellín?
No como Dios, que era fuerte,
COLÓN.
Pero como hombre temida.
Camisa santa, teñida No es de entenderse capaz,
De aquella sangre inocente
Que al fin es bárbara lengua.
BARTOLOMÉ.
De que tiernamente
Josef,
Cacique debe de ser
Lloró Jacob y María
Sed nuestra bandera y guía Que habrá adentro que comer.
Entre esta bárbara gente. Y Dulcán, que no habrá mengua.
COLÓN. Y por ventura Quellín,
Bien está así; sólo resta Será el pan ó será el vino.
COLÓN.
Saber si hay gente.
PINZÓN. ¿Vino aquí? ¡Qué desatino!
Sí habrá. ¡Ved qué gentil Candía ó Rín! (i).
PALCA.
FRAY BUYL.
Creo que me han preguntado
La isla señales da.
ARANA. Si hay acaso otro señor

¿Quién viene? En esta isla mayor:


TERRAZAS. Las señas le han declarado;
Quiéroles decir que sí.
Mujer es ésta.
BARTOLOMÉ. ¡Tapirazú, Tapira !

ARANA.
¿Mujer?
COLÓN. Ea, pues adentro mira,
Así lo parece.
Que comer hay, ¿no es ansí?
PALCA.

Entra Palca huyendo. A boca ha señalado.


la
¿Comer pide? Sí, mandioca,
PALCA. Cazaví.
PINZÓN.
Huyendo, en el fuego he dado.
COLÓN.
Mostró la boca.
BARTOLOMÉ.
Tente, mujer.
PALCA. Y aun el hígado ha mostrado.
Ya he llegado Sin duda habrá que comer.
COLÓN.
A quien muerte me ofrece.
la
Ésta llamará la gente.
¡Mísera Palca de ti,
Señalar quiero la frente,
Un rayo te ha de matarl
COLÓN. El brazo, sitio y poder.
Dejádmela regalar:
Ya entiende; un espejo muestra;
Dádsele, y un cascabel;
Sosiega, escucha.
Toma, y miraraste en él.
PALCA.
No está en afeitarse diestra:
|Ay de mil
COLÓN. Mirádole há por detrás:
ves 5 Vuelve y en la luz te mira.
Hombres somos, ¿no nos
Toca, toca, atienta, habla. Mírese.
PALCA.
junto.
(i) En la primera edición, candiaorin, todo
Ya voy cobrando mi habla
IL NUEVO MUNDO.

[• A I. C A .
Que ésta el mismo Tolomeo
La ignoró.
lAyl tKAY BUYL.
COLON.
¡A qué gran trofeo
De vellc se retira;
Te da el cielo inmortal puerta'
Paso, que se espanta más.
Serás, Colón, sin segundo,

Dale los cascabeles y tómalos. Y no has tenido primero.


COLÓN.
Que saquéis las armas quiero.
¡Tenia, que huye'
PALCA. |Nuevo Mundo!
BARTOLO
|Ay de mí!
¡Nuevo Mundo!
¡Otra Palca como yo
Los cascabeles tomó! la crur.
Entran los indios espantados y llegan á
COLÓN.
Dale una sarta.
DULCANQUELLÍN.
PALCA.
Qué, mar?
¿se volvieron al
Eso sí.
TAPIRAZU.
TERRAZAS.
Ved lo que han dejado aquí.
¡Del cristal se maravilla!
TACUANA.
FRAY BUYL.
¡Poco solimán vendieran
¿Qué es esto?
TAPIRAZl'.
Si así del espejo huyeran
¿Es madera?
Las mujeres de Castilla!
DULCANQUELLÍN.
Anda, ve y llama más gente.
Sí.
Dalde más sartas que dar.
TAPIRAZU.
PALCA.
Luego ¿podréla tocar?
¿Que á otras vaya á llamar
DULCANQUELLÍN.
Me dice? Voy prestamente.
Toca.
TAPIRAZU.
Vayase.
Ya la toco; llega;

COLÓN. Toca tú, todos tocad;


Mientras que la gente llama, De madera es, en verdad.
TACUANA.
Saquemos armas todas.
las
iQué lustre!
BARTOLOMÉ.
DULCANQUELLÍN.
Lo que es más justo acomodas;
El mirarla ciega.
Temes su bárbara fama.
¿Para qué la han puesto aquí?
Lo que á Alejandro costaron TAPIRAZU.
Otras bárbaras naciones,
Donde puso los pendones Tres hierros tiene clavados
Que todo el mundo ganaron, Hacia el pie y en los dos lados.
DULCANQUELLÍN.
Has de tener en los ojos,
Valeroso genovés. Ya lo entiendo.
AUTÉ.
COLÓN.
Diferente mundo es
Veamos, di.

despojos, DULCANQUELLÍN.
Éste, que es ya mis
Ésta, con aquestos hierros,
Ó por deciros mejor,
De aquel Fernando de España, En esta arena fijaron
A quien esta tierra extraña Éstos que el mar navegaron
Consagra vuestro valor. Quizá por largos destierros,
Que Alejandro nunca vio Para meter á la tierra
Este mundo en que ahora estáis, Las casas desde la mar,
Que ya vosotros pisáis Y en estos hierros atar
Y que Colón descubrió. Aquellas cuerdas.
AUTÉ.
FRAY BUYL.
No yerra.
Pues ¿de cuál India escribía
DULCANQUELLÍN.
A Aristóteles su amigo
tirando desde aquí,
Y maestro, si es testigo Y
Irlas trayendo hacia acá.
Della Quinto Curcio hoy día?
TAPIRAZU.
COLÓN.
Tues ¿qué aguardas? Orden da
Padre, de la descubierta;
OBRAS DE LOPE DE VBGA.
364

Que de este monte excedía


Para arrancarla de aquf.
TACUANA. Los pinos que en él están.
Él traía dos cabezas,
Bien dices, todos tiremos.
TAPIRAZÚ. Y la una á la mitad
que he pensado Del cuerpo.
|Por mi vida
DULCANQUELLÍN.
Que nos hemos engañado, |Gran novedad!
Y en quitarla yerro hacemos! Cielo, ¿qué prodigio empiezas?
DULCANQUELLÍN.
TECUÉ.
¿Cómo?
TACUANA. Pequeña me pareció
La de arriba, así como ésta,
Que debe de ser
Mas la que está en medio puesta
Alguna sagrada cosa.
Del cuerpo, el cuerpo me heló.
TAPIRAZÚ.
DULCANQUELLÍN.
¿Burlas, Tacuana hermosa?
TACUANA. ¿Es grande?
TECUÉ.
¿No la ves resplandecer?
Grande, abierta
TAPIRAZÚ.
Sin duda que es atalaya
De narices, y á los lados
Para subirse sobre ella.
De unos cabellos rizados,
DULCANQUELLÍN. Pescuezo y frente cubierta.
Toda la boca espumosa,
Bien dice, y mirar desde ella
Sus casas, ribera y playa.
Y el habla delgada y alta;
AUTÉ. Gruñe, brama, corre y salta
Con ligereza espantosa.
Antes pienso que es señal
Largas las orejas tiene,
Para en su sombra entender
Abiertas y levantadas,
Del sol el curso, y saber
Ancho el pecho, aunque delgadas
De su luz el medio igual. piernas, mas fuerte viene;
Las
Entre Marearaa. Y tiene cuatro.
DULCANQUELLÍN.
MAREAMA.
¿Qué escucho?
¿Qué hacéis, caciques, aquí?
TECUÉ.
Qué ¿quieren volver aquellos gamo
Que en la cara traen cabellos? Como oveja ó es.
DULCANQUELLÍN.
TACUANA.
Mareama? Pues si tiene cuatro pies,
¿Vístelos,
MAREAMA. ¿Qué mucho que corra mucho?
TECUÉ.
Sí,
Es barrigudo.
Que ya de aquellos bullios TAPIRAZÚ.
Vuelven á tierra otra vez. ¿Eso más?
DULCANQUELLÍN.
DULCANQUELLÍN.
Sol, de los hombres juez,
¿Tiene barba?
Esfuerza estos brazos míos,
TECUÉ.
Y si estos dioses no son,
En eso para;
Dame la victoria de ellos.
hombre trae en la cara
Las que el
Tecué, corriendo. Tiene el otro por detrás.
DULCANQUELLÍN.
TECUÉ.
Hoy, Tapirazú, recelo
Que para tan cerca vellos
Nuestra injusta perdición.
Me ha bastado el corazón. TECUÉ.
Aquí tiemblo de pensallo.
TAPIRAZÚ. Y aun más largos creo que son
Que casi llegan al suelo.
Tecué, ¿qué es lo que has visto?
DULCANQUELLÍN.
TECUÉ.
Alto, arranca del madero.
Pues el temor no resisto;
Más digo cuanto más callo. Que éste sin duda está aquí
Para traer desde allí
Aquellas casas preñadas
Sus casas.
Tantos hombres han parido,
TAPIRAZÚ.
Que hasta la tierra ha sentido
Tira.
Sus nunca vistas pisadas.
caigan
Uno vi entre ellos, Dulcán, Al tirar disparen algunas escopetas y
en tierra.
Tan alto, que juraría
365
KL NUEVO MUM>'->.

DULCANQUELLÍN
DULCANQUELLÍN. ¿Tú?
|Ayi PALCA.
TECUK. Si.
|Ay, muero! DULCANQUELLÍN.
DULCANQUELLÍN.
Sólo en verte nos consuelas.
Señora, Dios, ó lo que eres, ¿No estabas allá cautiva?
¡Misericordia de mil PALCA.
Daos en los pechos.
Callad que os visita el cielo.
TACUANA.
Perded el miedo y recelo
Qué ¿ansí,
Que de tanta gloria os priva;
Ongol, destruirnos quieres? Que estos huéspedes no son
Palo santo, palo hermoso, De guerra, sino de paz.
Dios en ti no conocido, DULCANQUELLÍN.
sido
Si acaso de Dios has De lo que fué pertinaz
Instrumento poderoso,
Al cielo pido perdón.
No nos mates por tu ofensa, Palca, ¿habláronte?
Que ya todos te adoramos. PALCA.
DULCANQUELLÍN. ¿Pues no?
Ya de rodillas estamos DULCANQUELLÍN.
Á tu Majestad inmensa. ¿Qué entendiste?
Palo más rico y suave PALCA.
cinamomo y canela,
Que el Que querían
Digno que fénix que vuela
el
Comer, y que aquí os traían
Hasta el sol en ti se acabe.
Desto que os mostrase yo.
Así fenezca su vida
En tí, madero famoso, Dale los cascabeles.
Y de tu fuego oloroso
Nazca otra vez consumida, DULCANQUELLÍN.
Que perdones nuestro error. Suena á ver. ¡Qué linda cosal
TECLE.
PALCA.
Árbol seco, así te veas
Mirad qué cuentas tan bellas.
Con fruto, si le deseas, TACUANA.
Y más que mirra en olor. Palca, ¿traen muchas de ellas?
Que admitas este buen celo.
PALCA.
AUTE.
Muchas, Tacuana hermosa.
Planta del sol soberano, Y uno como agua me han dado
Así llegues el verano Que tiene cara y reluce.^
al cielo,
Con tu verde punta DULCANQUELLÍN.
Que no vuelvas á tronar.
¿Qué buen hado los conduce
DULCANQUELLÍN.
Adonde nadie ha llegado?
Ruégaselo tú, mi esposa;
Que rogar mujer y hermosa Mírase al espejo.
Las piedras suele obligar.
TACUANA. mi rostro recelo.
agujeros
Que éste es
Ansí de estos ¿Qué teméis?
Miraos todos.
Mane un licor, árbol santo, TECUÉ.
Más que y acanto
el linaloel
Tienes, cacique, razón;
Y aromáticos maderos,
Los rostros de aquestos son.
Que sane cualquiera herida TAPIRAZÚ.
Ó mal peligroso y fuerte,
Y éste el tuyo, ¿no lo veis?
Y que pueda de la muerte DULCANQUELLÍN.
Volver á segunda vida. Miradme á ver.
Que de nosotros te duelas. TAPIKAZÚ.
Entre Palca. Ya te vemos.
DULCANQUELLÍN.
PALCA.
Levantaos de ahí.
Soy aquél.
¿Qué hacéis? TAPIRAZl'.
DULCANQUELLÍN.
Al natural.
Es Palca. DULCANQUELLÍN
PALCA.
¡Oh cielosl que siendo tal,
Yo soy.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
366
DULCANOUELLÍN.
Dos este imperio tenemos.
venido, Barucoa, Barucoa.
Si éstos no hubieran COLÓN.
Al sol os juro á los dos
jGran tierra debe de haber!
Que no adorara por Dios. ARANA.
TAFIRAZÚ.
nos han cogido.
No dudes, gran general,
Cuatro ó seis
Que no ha hecho hazaña igual
Saltad por aquestas peñas,
De todo el mundo el poder.
Colón y los demás. COLÓN.
Con lo que aquí hubiese quiero
palca.
Partir á España, y dejar
Bajad, bajad, no temáis.
A mi hermano en mi lugar,
COLÓN.
Que bien merece el primero.
Amigos, ¿para qué os vais? quedaránse con él
FRAY BUYL.
Y
Los que volver no quisieren.
Llamadlos, hacedles señas. FRAY BUYL.
COLÓN.
Todos, Colón, le prefieren,
Bajad, amigos, acá.
Porque él es tú y tú eres él.
Tomad, tomad. Pero ¿qué piensas llevar?
BARTOLOMÉ.
COLÓN.
Ya descienden.
Llevaré animales y aves,
ARANA.
Los que aquí extraños hubiere.
No son rudos. TERRAZAS.
TERRAZAS.
Otra cosa España quiere.
Bien lo entienden.
Ya presumo que la sabes.

Bajen de donde estén subidos. COLÓN.

COLÓN. Hace señas que sí.

Los brazos huésped me da. ¿Dices oro?


Idlos abrazando á todos; PINZÓN.
Repartid lo que traéis. Eso no más.
PINZÓN.
COLÓN.
Hombre soy ¿no me atentéis?
¿Tenéis desto?
COLÓN. TERRAZAS.
Usad piadosos modos Que sí dijo.

Y mostradles alegría. COLÓN.


FRAY BUYL. regocijo?
Pues ¿de qué es el
Mi cruz les quiero sacar: ARANA.
Ya la empiezan á adorar. Del oro que hallando vas.
¡Oh cruz! hoy es vuestro día. COLÓN.
Refrescad la redención desta gente
La salvación
De todo el género humano. Es mi principal tesoro.
Hoy pierda Luzbel tirano TERRAZAS.
Del reino la posesión. Que bien busquemos el oro,
;Qué milagro tan patente, Que eso es largo, aunque es
decente.
Que estos animales rudos Ve, amigo, y trae de esto alguno.
La adoren ciegos y mudos! ARANA.
COLÓN.
hay más gente.
Ya va.
Pregúntale si
PINZÓN.
FRAY BUYL. pese de esto.
No te
Por señas dicen que sí. COLÓN.
COLÓN.
De que lo pidas tan presto
Esto traemos, no guerra. Me pesa.
BARTOLOMÉ. PINZÓN.
¿Cómo se llama esta tierra?
¿A quién importuno?
DULCANQUELLÍN.
¿Es algún señor ingrato?
Guanahamí, Guanahamí. ¿Es algún acreedor?
COLÓN.
¿No lo dio el cielo mejor,
Digno por cierto es de loa lo dio tan barato?
Pues se
Su ingenio que al mundo espante. ¿Este oro es adquerido
¿Hay tierra más adelante?
367
EL NUEVO MUNDO.

DULCANQULLLÍN.
Cosiendo, arando, escribiendo, Sospecho
Ó que lo han visto naciendo Que nos piden que comer.
Y sin sembrallo cogido? PALCA.
Llevallos es menester
Un indio con barras. A tu real tambo y techo.
DULCAN'.'U.LLÍN.
Mata, Auté, cuatro criados
Ya trae, pese á mi mal.
COLÓN. De los más gordos que hallares,
Tomad con menos codicia. Y entre silvestres manjares
Los pon en la mesa asados.
PINZÓN.
AUTE.
Esto es nuestro de justicia,
Voy.
Y á nuestro trabajo igual.
DULCANQUELLÍN.
ARANA.
Venid.
Bien haya cuanto pn
COLÓN.
KRAZAS.
¡Cielos! Hoy fundo
Bien haya cuanto sufrí.
La fe en otro mundo nuevo.
FRAY BUYL.
España, este mundo os llevo:
Qué, ¿besas las barras?
TERRAZAS.
¡Nuevo Mundol
TODOS.
Sí,
¡Nuevo Mundo!
Mientras les dices la fe.
COLÓN.
FIN DEL SEGUNDO ACTO.
¿Habrá que comer?
ACTO TERCERO

FIGURAS DEL TERCER ACTO

Terrazas. Pinzón. Tapirazí.

Arana. Reyes Católicos. Tacuana.


Indios.
Colón. El Gran Capitán. AUTÉ.
Su HERMANO. El Contador mayor. Palca. — Tecué.
Fray Buyl. DuLCANQUELLÍN. ItldlO. Un Demonio.

Terrazas y Arana Y de Colón la osadía.


Conocerán su ignorancia,
arana. Con Ingalaterra y Francia,
En se partió Colón
fin, Portugal y otras naciones.
A España, y nos deja aquí. ARANA.
terrazas. ¡Qué atraerá de corazones
Fuese Moisés, quedó Aarón; Del nuevo imán la ganancia!
Que su hermano puede ansí TERRAZAS.
Gobernar nuestro escuadrón. La golosina del oro,
A los Católicos Reyes De quien dice el gran poeta
Va á pedir orden y leyes, Que no hay edad ni decoro
Y que por mares profundas Que no sujete, hoy sujeta
Domen su yugo y coyundas Del Nuevo Mundo el tesoro.
A aquestos bárbaros bueyes. Despoblaránse las tierras
arana. Por ver las nuevas que encierras
Brava admiración y espanto Nuevo Mundo en tu horizonte,
Ha de dar al español Viendo este mar ltano y monte
Nuevo Mundo, y mundo tanto. Segundas farsalias guerras.
TERRAZAS. ARANA.
No ve más el claro sol Del miedo dice un discreto
En cuanto extiende su manto. Que estaba el oro turbado,
Luego que llegue la nueva Amarillo é inquieto
Del mundo que Colón lleva De tantos como es buscado
Al Católico de España, Para este avariento efeto.
No ha de haber provincia extraña Y tantos le han de buscar,
A quien la envidia no mueva. Que ha de subirse el color
ARANA. A un quilate singular.
Aquellos á quien pedía TERRAZAS.
Socorro y no se le dieron,
¿Vendrá el oro á ser mejor?
jQué sentirán ese día?
TERRAZAS. ARANA.
El yerro grande que hicieron Más esconderse y faltar.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
370

TERRAZAS. A nuestro padre darás.


AUTÉ.
¿Tenéis mucho?
ARANA. Como lo mandas lo haré.
PINZÓN.
Tengo (i)
¡gloria á Dios! me basta, Pues vete, y no digas más
Lo que
verme en España vengo; De cómo yo te envié.
Si á
Que aquí paciencia se gasta, Y dale aquesas naranjas,
oro que yo tengo. Que adonde faltan las granjas
Y no el
TERRAZAS. De Sevilla y de Valencia,
Más vale aquí su presencia
Agora ven mis recelos
Que el oro en barras ó franjas.
Que no hay sin contento ricos;
Que en estos bárbaros suelos
Vase Auté.
¿A qué efecto ó causa aplico
Tantas barras y tejuelos?
ARANA.
Tengo más ó busco más;
¿Adonde el indio despachas?
Pero todo este tesoro
PINZÓN.
Deja mi disgusto atrás.
Pues que no estás en el oro,
Á Haití, señores, le envío.
TERRAZAS.
Oh contento, ¿dónde estás? papel?
¿Y el
Al cielo he sido importuno
PINZÓN.
Por tener y más tener;
Son viejas tachas.*
Ya tengo sin gusto alguno; á un negocio mío,
De donde vengo á entender Va el indio (

Y déjame dos muchachas.


Que no te tiene ninguno. ARANA.
ARANA.
Aun tú no lo pasas mal.
Tenéis razón, y advertid
¡Vive Dios que hay hombre aquí
Que está en fe este oro ó quimera,
Que diera todo el caudal
Como las arcas del Cid.
Porhallar en Guanahamí
Pese á tal, ¡quién lo tuviera
Despacho á ventura igual!
Entre Toledo ó Madrid!
TERRAZAS. ¿Cómo fray Buyl no viene?
PINZÓN.
Razonable era en Sevilla,
Ya escribo que no tiene
le
Entre aceituna y ostión.
ARANA. Razón de no darse prisa,
Contento, no es maravilla
Que aquí se espera su misa
Que aquí estés sin perfección, Con regocijo solene.

Siendo tu centro Castilla.


Y los indios y cristianos
Ya al cielo alzamos las manos
Y pues no hay hombre ninguno,
Por ver aquel día franco
Siendo común patria el cielo,
Que no esté de gusto ayuno, Que baje Dios al pan blanco
De los cielos soberanos.
Mucho se engaña en
suelo el
Pienso que la conversión
Si piensa tenerte alguno.
De Haití y la de Barucoa
Dime, contento, en qué estás:
Causan esta remisión.
¿Es honra, es vida, es tesoro?
TERRAZAS.
Pues quien tiene de ti más,
Pensando que estás en oro, Con todo, es digna de loa
No sabe por dónde vas. Y de remuneración.
PINZÓN.
TERRAZAS.
Doce naranjas le envío,
¿Querrá Dios que vuelta demos
Donde el tesoro gocemos, Que otras doce no me quedan,
Que aquí poco gusto da? Con este indio, que yo fío
ARANA. Que al comer comerlas puedan,
Y cuando estemos allá Aunque pese al mar y al río;
Lo de acá codiciaremos. Que es hombre de diligencia
Y habla un poco de español.
Pinzón y un indio; Auté, con un plato de naranjas, ARANA.
ó cestilla, que es mejor. Si nuestro padre hace ausencia
PINZÓN. De Haití, á la puesta del sol
Éste, como digo, Auté Gozamos de su presencia.
Y mañana se dirá
Verso corto.
La primera misa aquí.
(i)
;

EL NUEVO MUNDO.

TERRAZAS. Que Clapillán, padre mío,


Tacuana viene hacia acá. Me le dio para que goce
Déjamela hablar á mí, Del indio más generoso
Que entiende la lengua ya. Que hay desde el Sur á los Triones.
PINZÓN. De un Anacona he sabido
Pues yo voy á ver si hallo Que me aguarda en ese bosque
Las dos muchachas de Auté. Con una hamaca y diez indios

ARANA. En que me lleven veloces.

de Si hasta allá me vais guardando


Mucho te precias gallo.
¿Una no basta? Os daré tan ricos dones
PINZÓN. Que diez caballos de España
No sé. No muevan el oro en cofres;
Daréos arcos y jaras,
Yo, hermano, negocio y callo.
Corazas y escudos dobles
Vase Pinzón. Entre Tacuana. De piel de adobadas fieras
Y de pescados feroces;
TACUANA. Daréos con ricas plumas
Si os preciáis de hijos del sol, Levantados morriones,
Valerosos españoles, Con planchas de oro cubiertos,
Como lo dicen los rayos Destos veinte y destos doce.
Que disparáis á los hombres, Mujer soy, por mujer puedo
Pedir al hombre, y tan hombre,
Esos endiosados talles,
rostros nobles, Misericordia y justicia
Lengua hermosa y
Amoroso acogimiento, Para que mi esposo cobre.
TERRAZAS.
Ingenio y ciencia conformes,
Lo más entendido tengo,
Ansí veáis esta tierra
Sujeta á vuestros pendones, Tacuana, de tus voces;
Y este vuestro Dios y Cristo Sigúeme y no tengas pena
Triunfador de nuestros dioses; Que tu pretensión estorbe
Y la cruz que nos predica Que por ser mujer es justo
Aquese bendito monje, Darte ayuda, y baste y sobre,
Que la trujo en sus espaldas Para que nadie te ofenda,
Por la redención del orbe, Que nuestra defensa escoges.
Desde Haití á la hermosa Chile Ya sé que Dulcán te oprime
Generalmente se adore, Y á tu marido se opone.
Y la misa que esperamos Mas hoy gozarás sus brazos,
Mueva nuestros corazones; Sin que los míos sobornes.
Y así veáis esas barras, Que el oro y dones que ofreces
Que acá tal espanto ponen, Será para que le bordes
Hasta la cinta crecidas, Ricas mantas en que duerma,
Por tan larga edad se logren; Rica hamaca en que repose.
TACUANA.
Y volváis á vuestras patrias,
El cielo te dé su ayuda,
Y que vuestros hijos pobres
Español.
Jueguen ricos al tejuelo
TERRAZAS.
Con el oro de estos montes,
Arana, oye.
Ó los traigáis á casar
ARANA.
Con nuestras hijas, adonde,
¿Dónde la bárbara llevas?
Mezclándose nuestra sangre,
TERRAZAS.
Seamos todos españoles.
Que me libréis del tirano Amor mis quejas socorre.
Cacique, bárbaro y torpe, ¿Dónde quieres que la lleve

Que aquí me tiene cautiva Sino á lugar que la gocen


Entre sus brazos disformes, Mis necesitados brazos?
2

Desde que las casas vuestras ¿Soy yo de carne ó de bronce


TACUANA.
De tan extrañas regiones
Vinieron abriendo el mar Basta, que aqueste español

A nuestra playa sin orden. No es Dios, pues que no conoce


Yo soy Tacuana, de Haití, El pensamiento que traigo,
Que he vivido desde entonces Perdida por sus amores;
Sin mi esposo, á quien Dulcán Que con aquesta invención,
Fingiendo tales razones,
Me robó la misma noche
372 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Vengo á sus brazos rendida Palca, ¿cómo va de pechos,


Porque así me lleve y robe. Á ver?
Él piensa que me hace fuerza, PALCA.
Y amor sin fuerza me pone Que no tengo oro.
Donde descanse mi pena ARANA.
Que tanto peligro corre. De eso estarán satisfechos.
TERRAZAS. Sólo estos vuestros adoro,
Vamos, Tacuana hermosa. Que de oro mejor son hechos.
TACUANA. No busco aquel oro aquí,
Quisiera saber tu nombre. De que ya tengo un tesoro.
TERRAJAS. PALCA.
Rodrigo. Pues ¿cuál oro?
TACUANA. ARANA.
¿Engáñasme acaso? El tuyo.
TERRAZAS. PALCA.
No hay por qué sospecha tomes: Ansí,
Terrazas es mi apellido. Pues, serás crisol del oro
De mi linaje Y tendrásme toda en ti.
TACUANA. ARANA.
¿Eres noble? No vi tal facilidad.

(0 Por deshonra tienen éstas


TERRAZAS. El negar la voluntad;
¡Mal españoles conocesl Que del no vestirse honestas
TACUANA. Les nace la enfermedad.
¿Harásme fuerza? Soy tuyo, en fin.
TERRAZAS. PALCA.
Ninguna. ¿Si tú quieres?
TACUANA. ARANA.
Dame la mano. A andar así las mujeres
TERRAZAS. De España, ¿quién se quejara?
Perdone Mas si tanto oro sobrara,
Esta vez juramento,
el Ni aun pidieran alfileres.
Que el amor todos los rompe.
Fray Buyl y el indio, con el papel y las naranjas.
Vanse Tacuana y Terrazas.
FRAY BUYL.
ARANA.
Muestra, buen indio, el papel.
¡Que sea yo tan desdichado!
AUTÉ.
¡Que todos tengan su gusto!
Esto me han dado que darte;
Que no hay piloto embreado
Pero dime, ¿éste ha de hablarte?
Que ya no le venga al justo
FRAY BUYL.
Un amoroso cuidado.
Veré lo que dice en él.
¡Y que yo perezca aquí!....
Lea el papel.
Entre Palca.
«Padre, con grande deseo
PALCA. Cristianos é indios aquí
¿Iba, español, Tacuana Piden que vengas de Haití.»
Por la playa ahora? AUTÉ.
ARANA. ¡Qué extraños prodigios veo!
¡Sí!.... ¡Por el sol, que el papel habla!
¿Vas por ella, Palca hermana?
PALCA.
FRAY BUYL.
Sólo en su busca salí;
Vuelva á leer.
Que echó menos Dulcán
la
Y el tambo á voces nos hunde. «En Guanahamí se ve
ARANA. Que sola la cruz la fe
De ésta quiero ser galán, Milagrosamente entabla.
Aunque en disgusto redunde Con deseo de oir misa
De cuantos con ella están. Quedan todos.»
AUTÉ.
(i) Falta un verso. ¡Sol divino!
.

BL NUEVO MUNDO. 373

hntran Dulcanqucllín y Terraz •>

¡Que calló todo el camino


Y que hable aquí tan á prisa'..... DU.CANQUEI.ÜN.
Bien digo yo que éste es Dios,
En Rodrigo, ¿se fué?
fin,
Y que hace hablar á quien quiere. TERRAZAS.
Digo, Dulcán, que lo vi.
FRAY BUYL.
DULCANQUELL! N
Vuelva á leer.
¡No me avisaras allí!

TERRAZAS.

lo fuere,
Cuan presto pude llegué.
cEl regalo, si
DULCANQt'EI.I
Es partir una de dos.
¡Que el fiero Tapirazú
Doce naranjas te envío,
Me ha robado á Tacuana!
De dos docenas.» ¿A ver? TERRAZAS.
Aquestas doce han de ser.
No hay parida tigre hircana
¿Cómo es aquesto, hijo mío?
Que se queje como tú.
Las cuatro faltan aquí.
DULCANQUELLÍN.
AUTÉ.
¿Piensas, gallardo español,
¿Quién te lo dice?
Que es poco lo que me cuesta
3

FRAY BVYL.
El papel. Gran persecución es ésta:
Sin duda se enoja Ongol,
AUTÉ.
Que le dejé y desprecié
¡Si aquesto creyera del!
Por el Cristo que decís.
FRAY BUYL.
TERRAZAS.
¿Comístelas?
Antes por lo que decís
AUTÉ.
Sí.
Que Ongol se estime y se precie
FRAY BUYL. Os quiere Dios castigar,
¿Sí?
Y también porque no es ley
AUTÉ.
Que quieras tú, por ser Rey,
Sí;
La ajena mujer gozar.
Basta, que yo le predico
Pero de rodillas pido
Lo que para mí no escojo.
Al papel y á ti perdón, DULCANQUELLÍN.
Que á saber su condición
Rabiando estoy del enojo.
No las hubiera comido. TERRAZAS.
FRAY BUYL.
más Al enojo no replico;
No lo hagáis otra vez.
Pero mira que es razón
AUTÉ.
Que de su marido goce.^
Tú lo verás.
DULCANQUELLÍN.
FRAY BUYL.
¡Qué temor ¡Qué mal, Rodrigo, conoce
De mi amor la obligación!
Tiene al papell
Mal corresponde al regalo
AUTÉ.
De tantas caricias lleno;
¡Oh, traidor!
Pero el poco á gusto es bueno,
FRAY BUYL.
Y el mucho á disgusto es malo.
Mirad que es Dios el juez.
AUTÉ. ¿Y van camino de Haití?
TERRAZAS.
¿Calláiscuando lo comía
Por tu miedo se emboscaron.
Y habláis cuando acá las doy?
DULCANQUELLfN.
FRAY BUYL. 3

Qué, ¿en el bosque se quedaron


Por hoy ocupado estoy, TERRAZAS.
Y ya es tarde, y pasa el día.
Dentro del bosque los vi.
Ven mañana á Barucoa, DULCANQUELLÍN.
Y llevarásme.
Di, ¿sabréme yo tener
ALTÉ.
Español, En uno de tus caballos?
TERRAZAS.
¿A qué hora?
¿Para qué?
FRAY BIYL.
DULCANQUELLÍN
Con el sol
Para alcanzallos.
Tendrás aquí la canoa.
TERRAZAS.
üran yerro vienes á hacer,
Vansc.
OBKAS DE LOPE DE VEGA.
374
Que España
dice que desde
Porque es mañana la misa
Trujo un embreado,
barril
Que ha de decir nuestro padre; Y muérome por comclla;
Que no hay disculpa que cuadre Pero este diablo ó papel
Á la culpa que te avisa Hace que por miedo de él
Que siendo Rey y mayor
No me atreva á comer de ella.
Darás, faltando del templo, No responde.
¿Parlarálo?
Ocasión de mal ejemplo
¿No digo yo que al comer
Y escándalo de tu error. Se hace mudo? Quiero ver
Allá, en España, decimos
Si entre estas ramas se esconde.
Que son los reyes espejo Quedo se está, no se muda;
Donde se mira el consejo
seguimos. Parece que se ve un poco,
Que los vasallos
Quiero taparle; ya toco,
No que enojarás
faltes,
Ya pruebo. ¡Dios sea en mi ayuda!
Á Bartolomé Colón, Ésta parto, pese al sol.
Y al cielo en esta ocasión Y qué alma tiene tan dura!
Ofensa notable harás. i

¿Si me engañó por ventura


Y sabiendo el Rey de España Por vengarse el español?
Que no acudís á la fe,
Otra pruebo; peor ha sido.
Deshará cuanto se ve
Mas que se come recelo
Que el mar Occidente baña. Esto que arrojaba al suelo,
Y mi palabra te doy Y es la cascara y vestido.
Que la misa celebrada, Yo he dado en lo que es verdad.
Con mi rayo y con mi espada ¡Oh qué lindo! Cuatro puedo
Te ayude, á fe de quien soy. Comer. Satisfecho quedo
DULCANQUELLÍN.
Del gusto y curiosidad.
¿Que palabra me das
la
Limpiarme la boca quiero:
De cobrar mi esposa?
TERRAZAS.
No lo conozca el papel;
Digo Mas ya viene el dueño de él.
Ahora no hay parladero.
Que la traeré.
DULCANQUELLÍN.
Entre Fray Buyl.
Pues, Rodrigo,
Ésa me basta y no más. FRAY BUYL.
¿Cuándo el padre viene?
Pues, amigo Auté, es ya hora;
TERRAZAS.
Creo Que desde lejos te vi.
AUTÉ.
Que estará mañana aquí.
En playa amanecí,
la
DULCANQUELLÍN.
Entre la noche y la aurora.
¿Y dirá la misa?
TERRAZAS.
Aquí la canoa espera.
Aqueste me dio Pinzón
Sí.
DULCANQUELLÍN.
Con que hicieras colación,
Pensando que anoche fuera.
Verle y oiría deseo. FRAY BUYL.
Ven y darás la instrucción ¿Traes papel?
Del altar del sacrificio.
AUTÉ.
TERRAZAS.
Este que ves.
Harás á Dios gran servicio. diréis nada.
DULCANQUELLÍN. Ahora no
No es poco en esta ocasión. FRAY BUYL.

Lea.
Vanse.

«La canoa va aprestada


Auté entra con un vidrio de aceitunas y un
papel.
Para que la vuelta des.
AUTÉ. Dice nuestro general
Que vengan contigo aquí
Ya me parece que es hora los indios de Hay tí.»
Todos
Que el padre salga de Haití, AUTÉ.
Porque llegue á Guanahamí
No me ha sucedido mal.
Mañana al salir la aurora. no le avisa.
De la fruta
Con un vidrio me ha enviado comer!
¡Como no la vio
Pinzón de una fruta extraña,
375
EL NUEVO MUNDO.

FRAY BUYL.
FRAY BUYL.
Todopoderoso.
TODOS.
Vuelva á leer.
Todopoderoso
FRAY BUYL.
«Que en Guanahamí puede ser
Que así entréis será forzoso
Que oigan todos juntos misa.»
En la Iglesia vuestra madre.
AUTÉ.
Señor, pues los redimistes,
Aun no ha acabado de hablar; Daldes gracia y eficacia;
Alguna cosa recelo. Daldes el agua de gracia,
Pues que la sangre les distes.
FRAY BUYL.
Decid todos lo que os muestro
Vuelva á leer.
En la tierra y en la mar.
TAPIRAZÚ.
Comiénzanos á mostrar.
«Y por hacer lo que suelo
FRAY BUYL.
En este estéril lugar,
Padre nuestro.
Para que hagas colación TODOS.
Doce aceitunas te envío.» Padre nuestro.
Muestra á ver; ¿qué desvarío
Vanse.
Te ha dado tal turbación?
¡Como! ¿cuatro te has comido? Entren Dulcanquellín, Bartolomé
Colón, Pinzón
AUTÉ. y Terrazas.
Qué ¿aun lo vio estando tapado?
BARTOLOMÉ.
Como en el agua han estado, Así queda trazado á mi
contento;
Hanse deshecho y podrido, vanos
Pero presume que estos dioses
Y échelas, buen padre, á mal templo quedar limpio,
Han de salir del y
Por no dañar las que quedan. letras
Porque allá dicen las sagradas
FRAY BUYL.
tus yerros excedan,
Que Cristo y Belial, Dios y el demonio,
Cuando
daré castigo igual.
No se pueden hallar en un sujeto.
Te DULCANQUELLÍN.
Esto ya sé lo que ha sido.
AUTÉ.
Bartolomé, yo creo lo que dices,
de papel.
Temo tu Dios y tus razones temo;
No más fiar
Pero esta ley y fe que
profesamos,
Como recibimos, la tenemos
la
Los indios que puedan y Tapirazú. la ensenaron,
Nuestros padres, que aquí nos
abuelos la aprendieron,
TAPIRAZÚ. Ya de nuestros
tal suerte
con Ellos de sus mayores, de
Todos hemos de ir él
innumerables sus principios.
Que tiene
A ver lo que ha prometido. Ongol, que llamáis ídolo.
Por mí, no digo
Que nos dice que este Dios esfera;
Pero al sol derribara de su
Ha de bajar á sus manos. indomable
FRAY BUYL. Que no hay cosa más fiera é
Que el apellido y voz del vulgo.
común
¡Oh hijos, oh mis cristianos!
deja
TAPIRAZÚ. Deja que oigan esa misa, y
se aficionen
Que á tu Cristo y sus leyes
Padre, ¿habernos de ir con vos? Haití, generalmente,
FRAY BUYL. Guanahamí y
Con Barucoa y con las demás
islas,
Sí, hijos, á ver la misa. sin duda
Que de ellos mismos nacerá
¿Hay canoas para todos? suelo con los mismos ídolos,
TAPIRAZÚ. Dar por el
triunfo y gloria de ese
Dios tan alto,
Traerémoslas de mil modos. En
Tan poderoso y fuerte.
Lo que hemos de hacer avisa. BARTOLOMÍ.
FRAY BUYL. No pretendo,
No más de partir conmigo, mira
Dulcán, descontentarte; pero
É ir rezando de aquí allá.
enojes á Dios. Dios en su mano
TAPIRAZÚ. Que no
el mundo:
Tiene tu imperio y el de todo
Pues ya todo á punto está. padre que la misa diga
FRAY BUYL. Yo aguardo al
templo tenéis bien adornado,
Pues sus decid como digo.
Y aunque el
ídolos.
No quisiera tener aquí los
Creo en Dios padre. PINZÓN.
TODOS. dioses,
Creo en Dios padre. Deja, señor, sus engañados
37<> OHKAS DE LOPE Dl¡ VEGA.

Que mayor confusión, pena y afrenta Hasta el infierno los meten.


Que á la vergüenza estén ante la cara Aquí cayó Lucifer,
De aquel Supremo contra quien se alzaron Como Esaías refiere;
Cuando, cual sabes, los echó del cielo. Que amaneció la mañana
DULCANQUELLÍN. Adonde siempre anochece.
¿Mis dioses han tenido con el tuyo En su corazón decía:
Alguna pesadumbre antes de ahora? «Yo pasaré de los ejes
TERRAZAS. Del cielo y de sus estrellas,
¿Quieres que en breve te declare y muestre Para que á Dios igual quede.
Quién son tus dioses y quién es el nuestro, Sentaréme sobre el monte
Así en grosero modo, porque entiendas Del Testamento, en la frente
De su naturaleza alguna cosa, Del Aquilón, excediendo
Cuanto la puede percibir un bárbaro? Las nubes que resplandecen.»
DULCANQUELLÍN. Este rebelde á su Dios,
No deseo otra cosa. Desde entonces odio tiene
TERRAZAS. A los hombres, y procura
Dios te inspire Ser dios engañosamente.
Entendimiento, y luz su luz te envíe. Y así como entre vosotros
UnDios, aunque tres personas, Más ocasión se le ofrece,
Padre increado, el mismo siempre, Os habla, os dice que es dios
Hijo engendrado del padre Y os engaña cuanto puede.
Y espíritu precediente, Métese en estas estatuas,
Cuando crió los dos mundos, Y por los casos presentes
Aquel descubierto y éste, Los futuros conjetura,
Crió nueve coros altos Y con este ardid os vence.
De espíritus excelentes. Fuera de que él es muy sabio,
Era destos el mayor Que Ezequiel así lo siente
Tan perfecto, hermoso y fuerte, Cuando le llama cherub

Que se aventajaba á todos, Que ciencia grande contiene.


Como mirto los cipreses.
al Pues condoliéndose Cristo
Asistían á su rostro, De que entre vosotros reine,
Como ante el príncipe suelen Que le costasteis su sangre
El privado y los vasallos En la cruz, muerta la muerte,
Con los oficios que ejercen. Al rey Fernando de España,
Tratando, pues, su Hacedor Cristianísimo y prudente,
Con ellos de su alta mente Manda que á Colón envíe,
Casos futuros del Hijo, Éste que á su fe os convierte.
Que hombre humano vino á hacerse, Mirad ahora quién son
Luzbel, que así se llamaba, Los ídolos que prefiere
Envidioso de que hubiese El vulgo ignorante á Cristo,
Hombre á quien él adorase, Que cielo y tierra obedecen:
Contra el mismo Dios se vuelve. Que este Cristo, porque el hombre
Junta su parcialidad A Dios ofendió de aleve,
De los muchos que pervierte, Bajó á morir, y salvarle,
Por no obedecer á Cristo, De una Virgen, Virgen siempre.
Que hombre y Dios más que ángel fuese. Resucitó, y fuese al cielo,
Alzan banderas soberbios, Y porque el hombre tuviese
Porque ninguno subiese Al mismo que le amó tanto,
De naturaleza á gracia Debajo de aquella especie
Por medio de Cristo; y vienen De pan y vino quedóse,
Armados de su osadía Bajando todas las veces
Sobre los campos alegres Que se dice aquella misa
Del sol con guerras civiles Que sus palabras refiere.
Rebelados y rebeldes. DULCANQUELLÍN.
Los buenos toman la empresa Muylargo y intrincado y muy difícil
Defendiendo fuertemente Todo eso me parece; venga el padre
La exaltación de los hombres, Y trataremos con espacio deso;
Y al Dios y Cristo obedecen. Que pues el oro di, de que habéis hecho
¡Quién como Diosl, dicen éstos, Lo que cáliz llamáis y otras vasijas,
Y con espadas ardientes No niego que le soy aficionado;
De la divina justicia Pues os juro que anoche, oidme todos,
: .

EL NUEVO MUNDO. 377

Aquél soberbio impaciente


Ongol me diera muerte, reposando
Que castigó su Hacedor
En mi tambo real, si no tuviera Por rebelde é imprudente,
padre,
Esta cruz que me ha dado vuestro
Seguir á Cristo es mejor.
Que me rogó que la arrojase luego;
Mas yo no quise, y fuese dando gritos Demonio, y téngale.
Entre en hábito de indio el
Que despertaron mi dormida gente:
Llámele y no volvió, y esta mañana NIO.
Me dijo que jamás verme podría ¿Dónde vas, Dulcán? Detente.
Si esta cruz de mi pecho no arrojaba. DULCANQUELLÍN.
BARTOl OMÉ.
puedes de esto, ¿Quién eres?
¡Oh enemigo traidor! Bien
DEMONIO.
Cacique, colegir que si la teme
Tu dios.
Es menos que ella, y que es el que te dice DULCANytLLLÍN.
Rodrigo que del cielo fué arrojado. Pues di,
DULCANOLELLÍN.
¿Por qué al salir me detienes?
Ansí lo creo.
DEMONIO.

Entre Arana.
Porque no vayas allí.

DULCANyUELLÍN.

ARANA. Perdóname si á eso vienes,


padre, Porque ya lo prometí.
Ya ha llegado el
DEMONIO.
Grangeneral, y junto al templo aguarda
Quitaréte yo la vida.
Donde ha de celebrar la misa. DULCANQU ELLÍN
BARTOLOMl'.
El cielo No harás.
DEMONIO.
Ayude nuestras justas intenciones,
¿Pues adonde vas?
Y hoy que Dios baja aquí, salga el demonio.
DULCANQUELLÍN.
¿Vienes, Dulcán?
DULCANQUELLÍN. A la misa prometida.
DEMONIO.
Ya voy, que sólo aguardo
¡Oh, qué gracioso que estás
Que aperciban mis andas, porque vaya,
con regia pompa. Con esta amistad fingida!
Como suelo salir,
Éstos, codiciando oro
13ARTOLOMÍ:.
De tus Indias, se hacen santos,
No tardes.
Fingen cristiano decoro,
DULCANQUELLÍN.
Mientras vienen otros Untos
Empezad, que yo voy luego.
Confuso estoy: lo que concedo, niego.
Que lleven todo el tesoro;
Que ya el otro llega á España.
Vanse. DULCANQUELLÍN.
¿En qué veré, dime Ongol,
Dulcanquellin solo.
Que aquesta gente me engaña?
DEMONIO.
¿Qué haré? ¿Dejaré mi Ongol
En que ha negado el sol
te
Por este Cristo extranjero,
Su que
luz no te acompaña;
Dios-hombre y Dios español? ,

¿Dejaré luna y lucero,


En que aquel falso Rodrigo,
Noche, día, cielo, sol?
Que se vende por tu amigo,
Pero sí lo dejaré;
Te ha robado á Tacuana,
Y de verla esta mañana
Aunque la causa no sé
En su tambo soy testigo.
De que aventure su luz
Dice que el otro la lleva,
Por esto que llaman cruz,
En que su martirio fué. Ya por la escondida cueva,
Mas no los puedo faltar, Ya por el bosque intrincado,
Que de su gusto excedo,
si
V está con ella acostado.
Temo que me han de matar; Ved si es buena la fe nueva.
DULCANQUELLÍN.
Mas ¿quién busca á Dios por miedo
¿Rodrigo con Tacuana?
Si por amor se ha de hallar?
DEMONIO.
No hay cosa más imposible ¿Qué dudas?
Ven á su tambo.
Que dejar la antigua fe
1N
DI I -

Y á costumbre terrible.
la
¡Oh gente vil, inhumana,
Pero si Ongol ángel fué,
iteras de piedad desnudas,
Y Cristo Dios invencible;
OBRAS DE LOPE DE VKGA.
37»

de ley cristiana! Se quite aquesta cruz de donde estaba.


Con pieles
TACUANA.
¡Oh españoles, oh traidores!
Bien dices, tirad todos; ya está fuera.
lArmas, gentes! ¡Indio, al arma! DULCANQUELLÍN.
DEMONIO.
Llevalda luego y en la mar echadla.
Da voces dalas mayores;
,
,

La razón te ayuda y arma.


Salga una cruz, con música, de donde la otra estaba,
De ellos saldréis vencedores. muy semejante á ella; suba poco á poco.
Alborota aquella misa.
DULCANQUELLÍN.
¡Mas escuchad, que reverdece el tronco!
¡Mueran, mueran!
¿Qué es esto, sol divino?
DEMONIO.
TACUANA.
Dilo á prisa.
Que se aumenta
DULCANQUELLÍN.
|Mueran, mueranl Allá voy.
Y va creciendo el árbol.
TAPIRAZÚ.
DEMONIO.
Tened cuenta.
Camina. DULCANQUELLÍN.
DULCANQUELLÍN.
Mal hemos hecho en matallos.
Yo haré que hoy
Vamonos al padre á ver.
Se vuelva en llanto la risa
TACUANA.
chirimías y descúbrase un altar con muchas
Desde hoy comienzo á temblallos.
Toquen
velas y una cruz en él, y de arriba caigan dos
ídolos, TAPIRAZÚ.
hábito el capitán cetro has de ser
y salgan seis demonios y en su Hoy palo el
hable.
Del Rey de aquestos vasallos.
Danos otra vez perdón.
DEMONIO.
DULCANQUELLÍN.
Vencido soy; venciste, Galileo,
Sin duda que es verdadera
Como dijo el apóstata Juliano;
La cristiana religión;
Venciste, Cristo, resistime en vano; dijere que no, muera.
el trofeo.
Quien
Tuya es la gloria, el triunfo y TAPIRAZÚ.
Ya que en el blanco pan bajar te veo
Haz que lo diga un pregón.
A tomar posesión del reino indiano,
Cedo el derecho á tu divina mano
Vayanse.
Y bajo á las prisiones del Leteo.
Como en puercos estaba entre esta gente, El Rey Católico y la reina Doña Isabel,
Que así mandaste y ya me arrojas
me lo ,
y acompañamiento.
Desde sus cuerpos á otro mar profundo.
No me llame su dios eternamente. DON FERNANDO.
Pues hoy del nombre y reino me despojas,
Colón, señora, ha venido;
Tuyo es el mundo; redimiste el mundo.
Hoy ha entrado en Barcelona
Con una nueva corona
Salga Terrazas con la espada desnuda, defendién- De un nuevo mundo adquirido.
dose, y Dulcanquellín con una maza sobre él, y los Ya le ha visto mucha gente;
demás indios sobre los otros.
Ello sin duda es verdad.
DOÑA ISABEL.
DULCANQUELLÍN.
Es la mayor novedad
I A ellos, que no son lo que publican!
Que ha visto el siglo presente;
TERRAZAS.
Y si dijera el pasado
|Ay de mí, que soy muerto!
DULCANQUELLÍN.
No fuera error lisonjero.
DON FERNANDO.
¡Muere, infame!
Ni la verá el venidero.
ARANA.
¿Dónde están nuestros rayos? El Gran Capitán.
TAPIRAZÚ.
Qué, ¡no hay rayos!
C 'PITAN.
DULCANQUELLÍN.
Colón, señora, La llegado
Con falsa relación y falsos dioses
Apretado de la gente,
Nos venís á robar oro y mujeres.
suerte que pone espanto.
De
AUTÉ.
DON FERNANDO.
Muertos son los más de ellos.
Quien supo, quien hizo tanto,
DULCANQUELLÍN.
Merece aplauso decente.
Pues al punto
EL NUEVO MUNDO. 379

Que autor de tal redención


Por monstruo y por maravilla,
Algo de Cristo ha tenido.
Sin primero ni segundo,
Vos, Cristóbal, como el santo
Le vea el mundo, pues dio un mundo
De estos mares ya vecinos,
A los Reyes de Castilla. Hoy pasáis los peregrinos
Entra el Contador Alonso de Quintanilla. En hombros que pueden tanto.
Y mirad que os digo en esto
CONTADOR. De vuestros hombros y vos
Que ó se ha puesto en ellos Dios
Ya puerta Colón.
está á la
DON FERNANDO. Ó al menos su Iglesia ha puesto.
Recibo el don más profundo
Abridla de par en par,
Y si no, hacedle lugar,
Que ha dado á rey hombre humano,
Como en Troya al Paladión. Pues recibo de esa mano
Y será bien menester,
No menos que un nuevo mundo.
que en la verdad se cae; Por el cual no sé qué paga
Ya
Que con el mundo que trae
Os pueda dar; pero doy
Quizá no podrá caber. Lo que puedo, porque hoy
DOÑA ISABEL. Se dé principio de paga.
Abrid al conquistador Ya sois Duque de Veraguas
Del mundo toda la puerta, Y Almirante de la mar,
Pues tiene en la fama abierta Y aun armas os quiero dar
Sobre marítimas aguas:
La del premio y el honor.
Dos castillos, dos leones,
medio desnu- Por Castilla y por León.
Colón, en camino; seis indios bozales COLÓN.
dos, pintados; un paje, con un plato de barras de oro,
y otro con papagayos y halcones. Si tanto honráis á Colón
Con obras y con razones,
COLÓN. Haréis que vuelva á buscar
Dadme, gran señor, los pies, Otro mundo y mil que daros;
Y vos, heroica señora. No porque podré pagaros,
DON FERNANDO. Mas empezar á pagar.
Menos, con veros ahora, Estos vienen ya enseñados,
Lo creo. Sí, es él. Y os piden, señor, bautismo.
DOÑA ISABEL. DON FERNANDO.
Sí, él es. Seré el padrino yo mismo.
COLÓN. COLÓN.

Aquí, Católicos Reyes, A vos están humillados.


Para que veáis quién soy, Tengo mucho que contar
En ocho meses os doy De todo lo sucedido.

Otro mundo á quien deis leyes. DON FERNANDO.


Veis aquí de las primicias, El alma, con el oído,

(0- A solas os pienso dar.

Veis aquí lagente y oro. El oro, Reina, os concedo;


DON FERNANDO. En vos lo quiero emplear.
DOÑA ISABEL.
De que merecéis albricias.
Alzaos, Alejandro nuevo, Y yo se lo quiero dar
Aunque mayor y el segundo; A la iglesia de Toledo;
Que él ganó en su vida el mundo Que una custodia famosa
Que en ocho meses os debo. Pueden, señor, de ello hacer.
No hay antiguo capitán DON FERNANDO.
Con que os dé comparación; Memoria heroica ha de ser
Las de la fama, Colón, De esta hazaña generosa.
Ventaja y lugar os dan. Entrad, Duque, y vos, señora,
Vos tenéis lauros y palmas Venid á oir á Colón
De capitán sin segundo, Una extraña relación
Que mundo del mundo ignora.
Que á España habéis dado un mundo el

Y á Dios infinitas almas.


DOÑA ISABEL.

Cristóbal, vuestro apellido Vamos, y trátese luego


Os da alabanza, Colón, Del bautismo de esta gente.

Éntrense.
(i) Falta un verso.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
^jj

Contador mayor. Con música entre acompañamiento, fuentes, y agua-


Quedan Gran Capitán y el
y los Reyes detrás, y antes de
el
manil, y los indios
ellos Colón, con una bandera con sus armas y
una
CAPITÁN. letra á la redonda.

Estoy del caso presento


DON FERNANDO.
Suspenso, admirado y ciego.
Bien parece la bandera
Esta sí que fué conquista
En ocho meses no más. Y el declarado blasón.
CONTADOR. DOÑA ISABEL.

Gloriosa, Genova, estás.


Todo se debe á Colón,
Hoy tu república vista
Luz de este mundo primera.
DON FERNANDO.
Nuevas y alegres colores,
Dése cuenta al Santo Padre
Pues entre tus capitanes
Tan heroicos y galanes De esta conversión y tierra,
Es Colón de los mejores. Y á Genova, pues encierra
Tales hijos y es tal madre.
Ya el nunca visto horizonte
DOÑA ISABEL.
De los indios de Occidente
¿Cómo dice aquella empresa?
Se ve en España presente,
COLÓN.
Como desde un alto monte.
Ya sus indios mira aquí,
Por y por León,
Castilla

Y de su centro el tesoro. Nuevo Mundo halló Colón.

CAPITÁN. DON FERNANDO.


¿Pagaráse con el oro Su honor y el nuestro confiesa.
Lo que le prestaron? Vamos á dar el bautismo
CONTADOR. Á estos primitivos dones;
Sí.
Sacrificios y oraciones
Que llevó diezy seis mil Á Dios, y el corazón mismo.
Hoy queda gloriosa España
Y trae el doble en las barras.
CAPITÁN. De aquesta heroica victoria,
Siendo de Cristo la gloria
¡Y extrañas preseasl
CONTADOR. Y de un genovés la hazaña.
¡Bizarrasl Y de otro mundo segundo
Castilla y León se alaba.
De esmeraldas y marfil,
COLÓN.
Mil pájaros peregrinos
Y aquestos nuevos vasallos. Y aquí, senado, se acaba
CAPITÁN. La historia del Nuevo Mundo.
Ya salen á bautizallos.
CONTADOR. FIN DE LA COMEDIA DEL NUEVO MUNDO.
Los Reyes son los padrinos.
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN

COMEDIA FAMOSA
DE

FREY LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIÓ

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Julia, dama. Don Juan de Córdoba.


El Rey D. Fernando.
Fabricio Ursino. El Capitán Ñuño de Ocampo.
El Almirante de Castilla.
García de Paredes. El Gran Capitán.
El Condestable.
Alberico. Julio, criado.
Espínelo.
Un Paje. Morata, lacayo.
Pompeya, dama.

Desengastar el sol os considero


ACTO PRIMERO. De aquel esmalte azul, sin persuadirme
Que le saquéis de Ñapóles, ni pueda
Haber engaño que á su nombre exceda.
Corre del Norte al Sur la ilustre fama
Salen Espínelo y Alberico. De Gonzalo Fernández, de tal modo,
Grande á voces, como veis, le llama,
Que el

espínelo. Y ya lo es tanto que lo ocupa todo :

Puesto que su grandeza se atreviese, Y puesto que la envidia le desama,


Con el valor de su invencible estrella,
Y á sus persecuciones me acomodo,
Confieso su virtud y su grandeza.
Y de Alejandro la opinión tuviese, espínelo.
Que por el nombre ya igualó con ella,
Saldráel Gran Capitán, aunque le pese,
No hay en la tierra estado con firmeza.
Puesto que va creciendo cada día
Aquesta vez de Ñapóles la bella,
Porque mis cartas van haciendo efeto. Su autoridad y nombre en todo el suelo,
alberico. También mengua en su Rey, por causa mía,
El crédito que tiene de su celo
No hay que advertir á un hombre tan discreto.
Pero parece que podréis primero La nave que las aves desafia
Sacar, por más que la calumnia afirme,
Y con alas de lienzo excede el vuelo
A las estrellas fijas del crucero,
De su pluma veloz, que al aire extiende,
Que en las esferas le llamaron firme: Una remora débil la suspende.
,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


384

A ver lo que nos manda su excelencia.


Yo he escrito al rey Fernando de Castilla,
ahora,
Por muerte de Isabel, sin ella Vase el paje.
Que aquestos reinos á Felipe humilla,
Por Juana, de su puesto sol aurora.
ALBER1CO. |Cosa que haya entendido nuestro trato!
ESPÍNELO.
¿Creerálo el Rey?
Bueno fuera que el Rey le diera aviso.
espínelo.
ALBERICO.
No hay amistad sencilla,
que en sola un hora ¿No puede ser?
Amor ni voluntad,
espínelo.
los príncipes al suelo
No derribe en
Es imposible caso.
Cualquiera información, bueno ó mal celo. ALBERICO.
El Rey con esto sospechoso vive
Nunca tanto os fiéis de la mentira,
Y del Gran Capitán mil quejas forma, Que luego se conoce, si se mira,
Que su inocencia, fe y lealtad le escribe, que por eso,
quien la fama universal conforma:
Como moneda falsa,
Con no finge el peso.
tan mal recibe, Aunque finge el color,
Mas la satisfacción
Y lo que toda Ñapóles le informa, Salen Pompeya y Julia, damas.
Por el temor que de su yerno tiene,
Que ya de Flandes á Castilla viene. JULIA.
Que sólo quiere que se vuelva á España,
Ya tan española estás
Y á don Alonso de Aragón envía Que todos lo echan de ver.
Con el gobierno de este reino.
POMPEYA.
ALBERICO.
Extraña Mucho más lo pienso ser
Si tú licencia me das.
Causa de competencia. JULIA.
espínelo.
Yo no hablo con malicia,
El Rey porfía
Ni he codiciado á don Juan,
A quedarse en Castilla.
Si bien, por cuerdo y galán,
ALBERICO.
Amor le engaña; Pone en tus ojos codicia.
POMPEYA.
Por Isabel la posesión tenía:
Más me agrada que Fabricio,
Si hereda Juana, justamente ha
sido
Yo te digo verdad;
la
El Rey, el Archiduque, su marido.
Pero de mi voluntad
Reine Felipe de Austria; que á su nieto
rey Fernando Es éste el primer indicio.
Carlos no ha de quitarle el
Que de los pasos de amor
El natural derecho.
espínelo. Aún no he tocado el segundo,
Vive inquieto, Ni en sus pensamientos fundo
Principios de mi favor.
No dejar á Castilla procurando:
Que si del Gran Capitán
Aquí mi información halló su efeto, como sabes, sobrino,
Es,
Y persuadióse el Rey, imaginando
También es Fabricio Ursino
Que en Gran Capitán caber podría
el
Tan noble como don Juan.
Darle este reino al que á reinar venía.
JULIA.
ALBERICO.
¿Para qué buscas rodeos
No me espanto que el Rey lo haya creído, En cosas tan declaradas?
Celoso de su yerno, y que en desgracia
A España, de quien te agradas,
De Fernando el Virrey haya caído, Te llevan siempre deseos.
Aunque estuvo primero en tanta gracia. Siempre ha de ser victoriosa
espínelo.
España, siempre mejor:
Yo sé que ya tengo persuadido
le
con fuerza y eficacia
Más en ti señal de amor,
Que es desleal, Que en mí de que estoy celosa.
Tan fuerte, que podrá sólo mi engaño Nunca de alabar te olvidas
Sacarle de este reino con su daño.
Sus triunfos y sus despojos;
Sale un pije.
Que aun las niñas de los ojos
Tienes de español vestidas.
POMPEYA.
PAJE.
Comohablo con don Juan,
El Virrey, mi señor, me mandó ahora
os llamase á los dos.
Y que se acerque le dejo,
Que Y son los ojos espejo,
ALBERICO.
Los dos iremos Vése su traje galán.
LAS CUENTAS DEL CUAN CAPITÁN.

Habla también con él


tií
Que aquel papel es traslado.
JULIA.
Y vestirás de español
Tus niñas, aunque en el sol Declarado está su amor. (Aparte )

Nadie se ha mirado bien. DON JUAN.


JULIA. Pompeya me pregunté).

Pompeya? JULIA.
¿Burlas,
POME'EYA. Esperad, dígalo ella,
No creo Por ver si viene con ella
Que me he burlado contigo, Esta respuesta.
Después que tratas conmigo. DON JUAN.
JULIA.
Eso no;
Como eso puede un deseo. Que es poner en mi verdad
Don Juan viene á meter paz. Falta, y vos no sois juez
POMPEYA. De preguntas, ni esta vez
Aquí no hay guerra ninguna; De saber mi voluntad.
Que si es mujer la fortuna, Digo que me pregunté,
Amor es niño y rapaz. Qué era amor, y respondí
En este soneto así.
POMPEYA.
Sale D. Juan de Córdoba
Ya quise decirlo yo;
DON JUAN. Mas por no ser descortés.
Dióme
aviso de esta junta Hablando el señor don Juan
Mendoza, y quise gozar Quise callar.
JULIA.
Tan buena visita, y dar
Respuesta á vuestra pregunta, No podrán (Aparte.)

Que va en aqueste papel. Mis celos callar después.


POMPEYA. ¿No dijiste que el papel
Siéntese vueseñoría; Era de cosas de España?
Que aunque es la pregunta mía, DON JUAN.
No quiero respuesta en él. Pues en eso no os engaña,
DON JUAN. Si es amor cuanto hay en él.
JULIA
También os la quiero dar
A boca, si sois servida. ¿Sólo en España hay amor?
POMPEYA.
JULIA.
De celos estoy perdida. (Aparte )
Si sus grandezas están,
POMPEYA. Julia, todas en don Juan,

Pues quiero el papel guardar Por su sangre y su valor.


Para mejor ocasión. Tratando su amor aquí
De cosas de España trata.
JULIA.
Da D. Juan un papel á Pompeya, y siéntanse
los tres. Pues ¿ama?
POMPEYA.
JULIA.
A quien no es ingrata.
JULIA.
¿Respuesta á pregunta?
¿A quien no es ingrata?
POMPEYA.
Sí.
POMPEYA.
Sí.
JULIA.
JULIA.
Veamos. (Aparte.)
POMPEYA. Basta; que aun vengo yo á ser
No es para ti; Alcahueta entre los dos.
Que cosas de España son. DON JUAN.
JULIA. ¿No escucháis?
JULIA.
También tengo yo deseo
Hablando vos,
De la grandeza de España.
Muestra á ver. Será fuerza enmudecer.
POMPEYA. DON JUAN.
¡Ya estás extraña'
Lee.
DON JUAN.
Que se burla Julia creo.
Aquí tengo el borrador, .La opinión general pinta desnudo
engaña;
Si es de mi ingenio el cuidado; Al ciego amor, y en esto no se
49
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
3 86

Lo que ahora nos decís:


Que cuando de intereses se acompaña
Que con ventaja sentís
pudo.
Ni lo es, ni lo será, ni serlo
gala tosco ingenio, al rudo, Por la que en saber tenéis.
• Dicen que es al
FABRICIO.
extraña,
Propia amistad, correspondencia
inhábil maña, Fuera error, señor don Juan,
Mano al avaro y al
Alabar mi entendimiento:
Freno al soberbio y al cobarde escudo. ventaja al sentimiento
que conquista Doy
• Dicen que es un afecto
el alma empleo, Por ocasión que me dan.
la
La hermosura, en quien hace
Amo un divino sujeto.
Sin que prudencia humana le
resista.
POMPEYA.
• Yo digo que es amor, y
en mí lo veo,
engendró la vista,
Señor Fabricio, si nace
Un animal que le
manos el deseo.» Del sujeto lo que hace
Dio vida el trato y
Sentir y no el ser discreto,
JULIA.
Quiero un argumento hacer.
Á ver el papel; que entiendo
FABRICIO.
Que lo decís de memoria.
DON JUAN. Señora Pompeya, estoy
Rendido; ventaja os doy,
Viene Fabricio.
JULIA.
Pero á ninguno en querer.
TOMPEYA.
La historia (Aparte.)
Si amase el mismo sujeto
De su amor voy conociendo.
me engaña! Otro amante, ¿sentiría
¡Necia esperanza
Lo mismo que vosr
FABRICIO.
Sale Fabricio Ursino.
Sí haría,

FABRICIO.
Siendo de su causa efeto.
POMPEYA.
No vengo á buena ocasión, ¿Luego á nadie aventajáis
Pues vuestra conversación
En sentir?
Ocupa el valor de España. FABRICIO.
DON JUAN.
Debe de haber
Siempre vos, señor Fabricio,
En toda parte tenéis
A quien ds favorecer,
Pompeya hermosa, gustáis;

El lugar que merecéis.
FABRICIO.
Que aunque presidir aquí
Tan justamente podéis,
El de esta casa codicio
La causa que defendéis
Como la de más valor.
Os la ha dado contra mí.
DON JUAN.
Siéntase.
Nodefiende la señora
Pompeya causa ninguna;
¿Qué se trataba?
DON JUAN.
Que si defendiera alguna,
Fuera la vuestra; y si ahora
Leía
Tuve yo necesidad
Un soneto.
De defensa, fué por ser
FABRICIO.
Ignorante, y conocer
¿Trataría
Vuestra rara habilidad.
Dulces afectos de amor?
Las armas he profesado
DON JUAN.
Siempre al lado del Virrey,
No trataba sus afectos,
Mi tío, viviendo en ley
Sino sus definiciones.
FABRICIO.
De español noble y soldado.
No sé lo que es argumentos;
Tiene mil aplicaciones amara, bien sé
Pero si
Y diferentes conceptos.
Que amor á mi firme fe
Yo nunca supe escribir; Le enseñara sentimientos.
Pero á ninguno daré
Ventaja en la firme fe
Y pues vos sabéis sentir
De la manera que amar,
Con que he sabido sentir.
DON JUAN.
Yo me aplico á pelear,
Aplicaos vos á escribir.
Quien ama, siente, y al paso
Escribid, y el premio os den;
De amor es el sentimiento,
entendimiento Pues todos, Fabricio, en suma,
Si no es que al
Dicen que Italia da pluma
Deis esta excelencia acaso.
Y si es así, alabaréis
Y España las armas.
387
LAS CUESTAS DEL GRAN CAPITÁN.

POMPEYA. Con la espada.


FABRICIO.
Bien.
FABRICIO.
Y yo seré
Quien esta verdad sustente.
Muy bien.
I'OMPEYA.
Fabricio y no le deja
nueva hazaña
Si tan Vase D. Juan; quiere salir
I'ümiieya.
Como esta conquista ha sido
Ese nombre ha merecido que no es justo.
Para las armas de España,
No me tengáis,
i.YA.
No es mucho que á Italia den
Suplicóos que os detengáis.
La pluma. FABRICIO.
FABRICIO.
Italia, señora, Vos el honor me quitáis,
Pompeya, por vuestro gusto.
En otros tiempos y ahora
I'OMPEYA.
Tiene las armas también.
Eso es engaño; y creed
A Roma reconoció honor
Por reina el mundo, y á España
Que miro sólo el

Sujetó; con quien se engami


De mi casa.
FABRICIO.
Quien la pluma la aplicó:
Eso es rigor.
Plumas y armas suyas son.
POMPEYA.
DON JUAN.
Hacedme aquesta merced;
Si Italia al mundo tenía
Que después tendréis lugar.
A sus pies, ya llegó el día
JULIA.
Que no ha tenido nación
Don Juan se fué: bien podéis
Que no le ponga en su cuello,
Dejarle.
Y muchas veces España.
POMPEYA.
FABK1CIO.
Tiempo tendréis
Eso mismo os desengaña
En que le podáis buscar.
De que el tiempo pudo hacerlo, FABRICIO.
Mas no faltar el valor
¡Qué buen pago de mi amor
De sus ínclitos varones.
DON JUAN. Al fin de tantos desvelos!
Ya entonces de otras naciones Pues vos me matáis con celos,
Victoriosas fué mayor, Y él con quitarme el honor.
Dejando los alemanes, Vanse.
Que pisaron la frente:
le
España á nadie consiente acompañamiento y el Gran Capitán y García
Sale ,

Hoy mejores capitanes. de Paredes, de camino.


Que yo sé que si viviera
GARCÍA.
César, diera su laurel
Al Gran Capitán, y de él
Otra vez vuelvo á besaros
Humildemente aprendiera El pie.
CAPITÁN.
La militar disciplina.
FABRICIO. Y
otra vez abraza,
García, á quien más te quiere.
Esa es pasión española;
GARCÍA.
Porque en Italia fué sola,
Rara, insigne y peregrina, ¡Vive Dios! que con ser patria,
De quien todas las naciones Estaba de los cabellos
Aprendieron. En España, y que las alas
DON JUAN. De las aves, por venir
Con mayor prisa, envidiaba.
No la mía.
¿Cómo está vuestra excelencia-
FABRICIO.
CAPITÁN.
Por ser bárbara podría
Decirlo; que sus pendones ¡Oh, buen Paredes, bien p
No hanllegado por valor, Todo el amor que me debes!
GARCÍA.
Sino por ventura aquí.
¡Pesia tal! si la campaña
DON JUAN.
Quien dijere, si por nií Del mar fuera de enemigos,
Se ha dicho tan grande error, No dudo que de la espada
Huyeran las libres olas
Que España es bárbara, miente. agua.
V yo volara en el
Y esto afuera probaré
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
3 88

CAPITÁN. Carlos, hijo de Felipe,


Por su madre doña Juana
¿Qué hay en Castilla, García?
Ha de ser Rey de Castilla.
¿Es cierto que el Rey se casa?
GARCÍA. Mucho la verdad agravian
Los que á Fernando aconsejan.
No, señor, que ya lo está:
Ya el rey Fernando y Germana Yo á lo menos con tardanzas
Respondo á sus advertencias
De Fox hicieron sus bodas;
Para sacarme de Italia;
Con que está toda alterada.
Que que le sirvo aquí.

Su legítimo señor,
Felipe, Archiduque de Austria,
Y pues que llego á tratarlas,
¿Qué hay de mis cosas, García?
Su yerno por su mujer
¿Qué dicen de mí? ¿Qué tratan?
La princesa doña Juana, GARCÍA.
Que por su madre Isabel
Por Dios, señor, que si tengo
Queda Reina propietaria,
Quieren venir á reinar,
De decir verdad, que andaba
Rehusando hablaros en ellas,
Quieren embarcarse á España; alma.
Porque me han podrido el
Pero Fernando no quiere
Salir de ella, á cuya causa
Todo es enviar, señor,
Mil informaciones falsas
Padece el reino.
CAPITÁN. Contra vos estos bellacos,
¿Qué intenta? Picaros, sucios, canallas.
GARCÍA. ¡Por vida de!
CAPITÁN.
¿Intentará gobernarla?
Paso, quedo,
CAPITÁN.
Paredes; ya sé quién anda
Eso ¿cómo puede ser
Si ya sus dueños se embarcan?
En estas cosas.
GARCÍA.
Que dos señores apenas
La envidia
Gobiernan bien una casa.
Es la sombra de la fama.
Con ser inferior la luna
Bien se me alcanza, señor,
Al sol, á las veces anda
Opuesta á su resplandor
Que si la grandeza es tanta,
Os dará más enemigos
Y asombra su hermosa cara. Que habéis muerto en mil batallas.
GARCÍA.
Como enverano ardiente
el
Grande amor tiene Castilla
Llueve y aquel agua
tal vez,
Al Católico.
CAPITÁN. Se convierte en sabandijas,
Repara Han sido vuestras hazañas:
Justamente en que le debe
De cada gota ha nacido
La grandeza en que se halla. Una envidia; que aunque bajan
Del cielo de vuestras glorias,
Él ha echado los hebreos
Y por quien el grande os llaman,
Que á Castilla molestaban,
Los ladrones de los montes,
La humildad de su malicia
Los bárbaros de Granada. Y el calor de vuestra fama
Cría monstruos de traiciones
Ha restaurado las letras,
Ha levantado las armas Que sobre la tierra saltan.
Escriben al Rey mil quejas,
Y fundado á nuestra fe
Y la primera os levantan
Las inquisiciones santas.
Verdad es que en toda empresa Que á Ñapóles queréis dar
Merece justa alabanza Al Rey Archiduque de Austria;
La católica Isabel, Que os escribís con su padre,
Y que de secreto tratan
Que á las griegas y romanas
frente. Que les deis las fortalezas
Quitó el laurel de la

GARCÍA. De Ñapóles y Calabria.


Mal sus méritos le paga La segunda que dejasteis
Pasar con cierta embajada
Fernando en casarse ahora.
CAPITÁN. A don Antonio de Acuña
Sí, quedio la palabra,
le
A Roma, cuando os mandaba
Prenderle el Rey, que quería
Muriendo, de no lo hacer,
Saber por aquellas cartas
Porque ya pronosticaba,
Como es costumbre en quien muere, Lo que al Pontífice escribe;
Porque sospecha que el Papa
Las futuras menazas.
3*9
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN.

Le da priesa al Archiduque Que no por otro interés,


Y quien lo piensa, ó se engaña
Para que á Esparta se parta.
Dicen que vos no salís Ó miente. Si está engañado,
Mire que si viene á España,
De Ñapóles, porque aguarda
Vuestra suspensa fortuna
Ñapóles se ha de perder;
Si miente, tome esa daga
El fin de aquestas mudanzas.
¡Voto á los diablos! Y sígame.» No salieron

CAPITÁN. Las señoras de la sala,

Paredes, Digo, aquellos gentilhombre.


CAPITÁN.
Con paciencia.
GARCÍA. En verdad que yo enviaba
Cuando hablan Buen embajador en vos.

En vuestra reputación, ¿No hay cartas?


GARCÍA.
¿Paciencia?
CAPITÁN. No traigo carta-.,

¿No es cosa clara Porque todas son lisonjas


Que la habernos menester? Y mentiras disfrazadas,
CARCÍA. Y basta que os diga yo
Clara ú obscura yo andaba Lo que he visto y lo que pasa;
Buscando alguna ocasión Que no he mentido en mi vida,

Para cruzarle la cara, Ni he faltado á mi palabra,


Perdone vuestra Excelencia, Ni dicho que Dios os guarde
A la envidia cortesana. Deseando que se caiga
Cortárame cien cabezas Este muro sobre vos,
El Rey, y supiera España Como los que firman cartas.
Que es Paredes vuestra hechura, Y he reparado, señor,
Y vos la mejor espada Que todas son firmas falsas;
Que ha servido á rey. |Por vida! Que si escriben una cosa
CAPITÁN. Y otra tienen en el alma,
Tener la vuestra envainada Si no cumplen lo que dicen,

Tantos tiempos en la corte Y en cuanto dicen engañan,


Toda esa cólera causa. No son firmas verdaderas.
GARCÍA.
Salen el paje Espínelo y Alberico.
Confieso que es para mí
,

El andar entre opalandas


PAJE.
Cansada cosa, señor,
Entrad, que el Virrey aguarda.
Y que es un sangrarme á pausas.
espínelo.
Unos rizados mozuelos,
Que apenas, cuando los hablan, ¿Qué manda vuestra excelencia?
CAPITÁN.
Sabe un hombre son ellos
si

Ó si habla con sus hermanas, Espínelo, yo he sabido


Andaban allí briosos, Que, engañado ó pervertido,
|Por cierto de buena traza, Osáis hablar en mi ausencia.
Para hacer un escuadrón! Sin esto aunque maravilla,
¡Calzas, cueras, guantes de ámbar! El ver malicia tan clara,
Discurrían en la guerra. De Juan López de Vergara,
Y á la fe que si se tarda Mi Secretario en Castilla,
El rey Fernando en salir He sabido que escribís
Y se han de tomar las armas, Al Rey lo que se os antoja,
Que no hay para qué Felipe Con que se altera y se enoja;
Traiga gente de Alemania Pues claramente decís
Contra su enojado suegro. Que yo le quiero entregar
Éstos también murmuraban Esta ciudad á su yerno,
De que no queréis venir. Por donde nuevo gobierno
Yo un día saqué una daga, Quiere Fernando enviar,
"
Y atravesando un bufete, Y aun me dicen que es su hijo
Adonde jugando estaban, Don Alonso de Aragón.
Dije: «El Duque, mi señor, No habéis tenido razón.
MÍNELO.
Sirve á Fernando en Italia
1

De guardarle el reino en paz, Eso que Vergara os dijo,

Mientras estas cosas andan, Si él en Italia estuviera,


39o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

A Espínelo, que ha salido


Hiciera yo desdecir.
CAPITÁN. De aquí enojado y corrido?
CAPITÁN.
No me había de escribir
Sobrino, una diligencia
Cosa que verdad no fuera.
Para templalle la pluma,
Aqueste reino gané
Porque dice mal de mí.
Con mi sangre y con mi espada, DON JUAN.
Y de la lealtad jurada le habéis querido aquí
Nunca á Fernando falté. Que
Matar, va diciendo, en suma
Es mi Rey y mi señor,
CAPITÁN.
Y si él á llamarme envía, ¿Matar?
No será la culpa mía,
GARCÍA.
Que será de algún traidor.
¿No fuera mejor
Id con Dios, sin replicar,
Que se quejara de veras?
Y enmendaos en escribir;
CAPITÁN.
Que no es seguro mentir,
Dejadle hablar.
Y siempre lo fué callar.
GARCÍA.
ESPÍNELO.
¡Que esto quieras!
Ya dije á vuestra excelencia
Que á estar aquí el Secretario
Vase el Gran Capitán.
GARCÍA.
No es el hablar necesario,
DON JUAN.
Sino
¡Fuésel
CAPITÁN.
GARCÍA.
Paredes, paciencia.
GARCÍA.
¿Cómo va de amor?
DON JUAN.
Salid fuera, que
Después que os fuisteis, García,
CAPITÁN.
jGarcía!.... Muy favorecido estoy.
GARCÍA.
ESPÍNELO.
Si lo estáis cuando me yoy,
Yo os daré satisfacción,
Venir fué ignorancia mía.
Señor, en otra ocasión.
En fin, ¿ya os hace favor
Vanse los dos. Pompeya?
DON JUAN.
GARCÍA.
Arrojadamente.
¡Oh, qué paciencia tan fría! GARCÍA.
Si vuestra excelencia trata
Bien haya quien ama y siente.
Á estos picaros así, DON JUAN.
¿De qué se espanta? ¿Esto oí?
¿Luego vos tenéis amor?
¡Pesia! ¡Esta flema me mata!
GARCÍA.
Déjeme vuestra excelencia;
Si tuviera, que en efeto
Que no quiero más de ver
No soy de piedra, don Juan;
Si aqueste sabe correr.
CAPITÁN.
Pero esto de otro galán
Que pique en lindo y discreto
Paciencia.
GARCÍA.
Es cosa que á cortos plazos,
Si alguna vez me tocara,
¡Oh, tanta paciencia!..
rt la mujer desollara
Pues déjeme ver siquiera, hiciera pedazos.
Pues no le quiere matar,
Y al hombre
Lo que necesario es,
Si aqueste sabe bajar
¿No se compra?
Al patio sin escalera; DON JUAN.
Que no le haré mal, por Dios. Así es verdad.
CAPITÁN.
GARCÍA.
Eso no quiero creer.
GARCÍA.
Pues quitar de voluntad
¿Cómo no se han de atrever,
Y poner en interés.
Por el nombre me querían
Si sois de esa suerte vos?
Ver en Castilla las damas;
Sale D. Juan.
Yo no andaba por las ramas
Con algunas que me vían,
Mas daba lindo dinero.
DON JUAN.
¿Qué ha hecho vuestra excelencia
Y un día una bellacona
?

LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN. 391

GARCÍA.
Me dijo muy socarrona:
t|Oh valiente caballero! Lo que me niega Don Juan Aparte.) <

Con razón entre romanos Le diré al Gran Capitán;


Es tu fama encarecida, Que importa á su honor y fama.
Porque no he visto en mi vida Que estos bellacos se atreven
Hombre de mejores manos. > A su sangre, viendo ya
DON JUAN. Que elRey enojado está,
¿Qué la disteis
1 Y lo que tienen le deben.
GARCÍA.
Vase.
Cien doblones,
Que esto doy, y no desvelos;
DON JL'
Pero si me diera celos,

La diera cien mojicones.


Que lleve, me
dice aquí,
Conmigo otro caballero;
Sale Julio, criado de Fabricio, con un papel.
Pero llevarle no quiero,
Que será bajeza en mí.
JULIO.
Que para dos, con razón,
Basta un Córdoba: mas creo
Una
palabra querría
Al señor don Juan.
Que éstos vendrán con deseo
DON JUAN. De hacer alguna traición.
Hablad. ¡De mi locura me espanto!
JULIO.
Pensarlo será mejor;
Aqueste papel tomad, Mas las cosas del honor
Que quien le firma os le envía. No quieren pensarse tanto.
Vase.
Dásele y vase.
Salen Pompeya y Julia.
DON JUAN.
Id con Dios. Milagro fuera (Aparte.) POMPEYA.
No hacer ese caballero Dé la vuelta el coche luego.

Su obligación; leerle quiero. JULIA.


Perdida vas.
Lee. POMPEYA.
¡Voy sin mí!

«Don Juan, Fabricio os espera JULIA.


De esa otra parte del río Éste es el río, y aquí
Con un amigo no más.> Mal templarás tanto fuego.
GARCÍA. POMPEYA.
¿Qué es eso? No le llevo yo de amor,
DON JUAN. Que en eso, Julia, te engañas;
Nada. Mas de las cosas extrañas
GARCÍA. Que suceden por mi honor,
;A qué vas? ¿Será bien que en la ciudad
DON JUAN. Digan que la causa fui

Dios os guarde. JULIA.


GARCÍA. ¿Quién ha de pensar de ti

¿Es desafío? Que le tienes voluntad?


DON U AN. POMPEYA.
Es de una dama el papel: ¿Yo á Fabricio?
CAR' ÍA. JULIA.
No lo dice tu color. A don Juan digo.
DON ¡VAS. POMrEYA.
Son efectos de mi amor, |Deja esos celos!
Que está desdeñosa en él. juiia.
GARCÍA. No puedo;
de pesadumbre
Si es cosa Que tengo miedo
á los tuyos
A estas paredes podéis Y al amor por enemigo.
Arrimaros, y vei< 1 HPEYA.
1

Saltar de las piedras lumbre. Quémame entretener


DON JUAN. Y ninguna cosa veo
Ya digo que es de una dama 1
|ue satisfaga al deseo.
,

OBRAS DE LOPB DE VEGA.


39^
CAPITÁN.
Salen D. Juan y Morata, lacayo.
¿Temor don Juan? Cuando fuese

DON JUAN. El contrario que tuviese


Paredes: la envidia vuestra,
Si después de anochecer
Que no puede ser mayor.
No vuelvo á casa, Morata, GARCÍA.
Dirás que á Loreto fui
Digo que me ha parecido,
Á una promesa. Por verle descolorido
MORATA.
¿De mí Y algo encogido, señor;
Que por dicha yo me engaño.
Te guardas?
CAPITÁN.
DON JUAN.
Si fuera ingrata En fin, ¿al río salió?
GARCÍA.
Mi condición á tu amor,
En lo que á la tuya toca Y me dijo quien le vio

Que iba solo.


No fuera la causa poca CAPITÁN.
De tu queja y mi rigor. ¡Caso extrañol
Éste es caso que no cabe
DON JUAN.
En tu calidad.
¿Hay desdicha semejante?
MORATA.
¿Por qué, iQue cuando con tal valor
Voy á procurar mi honor,
Si siempre Morata fué
Se pone el mundo delante!
De tus pensamientos llave? ¿Qué se pudiera juntar
¿No vine de España aquí?
con lealtad ? Que más infame mi fama?
¿No te serví
dama
faltado á la verdad
De aquesta parte la
¿He
mí? Por quien sale á pelear,
De hidalgo? ¿Qué has visto en
DON JUAN. Y de ésa el Virrey mi tío.
¿Qué dirá un noble afrentado,
Lleva el caballo, Morata,
Sino que los he juntado
Y no me preguntes más, A impedir el desafío?
Que ya me enojas.
MORATA. Entre tanta confusión
Tu harás ¿Qué haré? Mas ya he visto un barco;
Alguna cascabelada (i).
Yo le desato y me embarco.
POMPEYA.
Pero Pompeya está allí,
Señor don Juan, ¿no es razón
Que del coche se apeó.
Que nos habléis?
Confieso que me engañó
DON JUAN.
El haberte visto así. ¿Quién me llama?
Llevo el caballo, y diré CAPITÁN.
Lo que me mandas, señor; ¡Ah, sobrino! ¿Dónde vais?
Que solo estarás mejor.
DON JUAN.
POMPEYA. ¿Quién es?
CAPITÁN.
¡Ah señor don Juan! ¿Eso preguntáis?
DON JUAN.
Querría Un deudo vuestro.
POMPEYA.
No responder, si pudiese.
Una dama.
iQue á tal ocasión viniese! DON JUAN.
¿Hay mayor desdicha mía?
[Señora!
Salen el Gran Capitán y García de Paredes CAPITÁN.
Escuchadme á mí.
GARCÍA.
DON JUAN.
Yo os he dicho la verdad.
¡Señorl
CAPITÁN.
CAPITÁN.
¿Y es sin duda desafío?
Perdonad, señora;
GARCÍA.
poco brío Que tengo que hablar ahora
El color, y el
dicho esta necedad;
Con don Juan secreto aquí.
Me han Tomad el coche y volveos
Que basta ser sangre vuestra.
A la ciudad.
POMPEYA.
(i) Falta la rima. La obediencia
(2) Falta un verso.
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN. 393

á vuestra excelencia,
DON JUAN.
Debida
Templa mis justos deseos. Paredes, ¿qué es esto?
GARCÍA.
Y porque lo que quería
A don Juan, lo hará mejor
Ese divino valor. Vuestro tío me mandó,
CAPITÁN. A quien debo obedecer,
Que le acompañase aquí.
Señora, esta causa es mía,
DON JUAN.
Con lo poco que la entiendo.
buen hora. jQuién se lo ha dicho?
Id en
GARCÍA.
Vansc las dos.
;En Palacio
Buscáis eso? Lindo espacio.
DON JUAN. DON JUAN.
Imagino Honra y opinión perdí.
CAPITÁN.
Que estoy sin honra.
CAPITÁN. Don Juan
¡Sobrino!
DON JUAN.
¡Señor!
DON JUAN.
CAPITÁN.
¡Señor!
Aquí dice
CAPITÁN.
Oid. No me ofendo Fabricio Ursino que salga
De que sirváis una dama, Otro con vos.
DON JUAN.
Ni de que en tal ocasión
Es verdad.
Se ofrezca alguna cuestión
CAPITÁN.
Desto que celos se llama:
Que, claro está que ha de haber ¿Cómo vais solo?
DON JUAN.
Celos adonde hay amor.
Pensaba
Y aunque por vuestro valor
No seré yo menester, Que bastaba ser quien soy.
CAPITÁN.
Estoy corrido que siendo
Sangre tan vuestra encubráis Para traidores no basta.
Vuestros sucesos, pues vais Yo tengo de ser, sobrino,
Donde me han dicho. Quien vaya con vos.
DON JUAN.
DON JUAN.
Yo entiendo,
No vaya

Señor, que os han engañado. Vuestra excelencia, señor,


( APITÁN. Que me quitará la fama,
Dadme luego aquel papel. Pues dirán que vos vencisteis;
DON JUAN. Vaya Paredes.
CAPITÁN.
¿Qué papel?
;La espada
c VPITÁN.
Yo veré en él De Paredes no queréis

Á lo que estáis obligado. Que os quite el nombre en Italia!

DON JUAN. DON JUAN.


¡Yo, señor! ¡Señor!
CAPITÁN.
CAPITÁN.
Acabad ya. Paso, no lo entienda;
DON JUAN. Id y acercar una barca
De que os engañen me pesa. Con que pasemos los dos.
CAPITÁN. DON JUAN.
¡Por vida de la Duquesa, Vuestra excelencia lo manda;
Que me obliguéis! Mas yo voy con poco gusto.
DON JUAN.
Y. .se.
Aquí está.

capí
Dásete.
Éste sin duda pensaba v Aparte. 1

. AVIl'ÁN. Hacer que aquestas mujeres


Su desafío estorbaran.
Pues dejádmele leer.
Perdido está ,vive el cielo!
Lee para si.
¡Quién pensara que faltara

OBRAS DE LOPE DE VEGA.
ÍO-t

espínelo.
Mi sangre en él! Pues remedio
La verdad brevemente declaradme.
No falte donde ella falta. Que aunque vos le tenéis por enemigo,
Paredes tengo
GARCÍA. Por sangre del Virrey, también le
Señor, ¿qué es esto? Por enemigo yo.
FABRICIO.
¿Dónde va don Juan? ¿Qué tratas? Vos sois mi amigo,
¿Qué imaginas?
CAPITÁN. Y con vuestro valor seguro vengo.
Un barreno No era Pompeya tan cruel conmigo,
(Que de todo os advierto y os prevengo)
He menester.
Antes que el español la visitase.
GARCÍA.
espínelo.
¿Y dejabas dejasel
¡Mala elección, mal gusto que os
Ir don Juan, que le tiene
á FABRICIO.
Desde las sienes al alma? Respondía tal vez á un papel mío
¿Adonde quieres agora
Y con risa en los ojos me miraba,
Que vaya por él?
Con que amor aumentó mi desvarío,
CAPITÁN.
Aguarda: Oue la correspondencia me animaba,
f al vez la margen de este mismo río,
Allí una barca fabrican
Á quien su pie de flores esmaltaba,
Y están clavando las tablas; Me vio dichoso merecer su mano,
No pueden estar sin él.
Dejando el coche de su sol tirano.
GARCÍA.
Aquí la vi y aquí la dije amores;
Hay de ellos tanta abundancia Aquí los escuchó, y aquí á escucharme
En músicos en poetas,
,

Se pararon las aguas, y las flores


En caballeros y damas, Se alzaron de las hojas á envidiarme.
Que lo dudo sin razón. Mas todos estos lances y favores
CAPITÁN.
Desmayaron sus fuerzas y á dejarme ,

Y en valientes, ¿no?
Se dispuso, ofendida la esperanza
GARCÍA.
Si hablas De ver en mi firmeza su mudanza.
pensallo!
¡Vive Dios, que me muero de
De valientes, no sé yo vella,
No sé quien trujo este español á
Si de barreno te escapas.
CAPITÁN.
Que por mi honor las asperezas callo
Oue usó conmigo en pago de querella:
¿A mí, Paredes? pie le alaba, admírale á
caballo;
GARCÍA. A
bella,
Perdona; Y siendo Italia, como veis, tan
España ha de ser íértil en su boca
Que aunque en ejércitos mandas, De cuanto en guerra y paz á un reino
toca.
También te precias de noche español villano
Hoy sobre aquesto el
De darte diez cuchilladas. porfía,
CAPITÁN. Se alargó de manera en su
Oue me á decir qne el reino hispano
obligó
Bien lo dijeras si agora (Aparte.) bárbaro en todo procedía.
Como
Supieras lo que me aguarda:
Pompeya me detuvo.
Voy á matar un sobrino, espínelo.
Voy á dar vida á mi fama. ¿Qué?
FABRICIO.
Vanse.
La mano.
Salen Fabricio y Espínelo. espínelo.
Pues ¿qué fué la respuesta?
ESPÍNELO.
FABRICIO.
Ya el barco se volvió. Que mentía.
FABRICIO.
¿Veis aquí la ocasión del desafío?
Ventura ha sido
No habernos visto nadie. Sale el Gran Capitán mojado.
espínelo.
Agora quiero,
capitán.
Mientras viene el traidor que os ha ofend ido, salí del
Gracias al cielo que río.
Saber la causa, y estimar primero ESPÍNELO.
Que me hayáis entre tantos elegido. Un hombre á nosotros viene.
FABRICIO. FABRICIO.
Teneros por valiente caballero No es don Juan.
Y por amigo me obligó: escuchadme.
n

LAS CUENTAS UEL CKAN CA»

( jue con su lejigua y su pluma


l.IO.

¡Extraña cosa I
Me destruye y me deshonra

¿No es éste el Virrey? Con mi Rey, pues me levanta


Mil testimonios que adorna
FABRICIO.
Él es; Con prevenciones fingidas
La infamia queda notoria Y palabras mentira
De su sobrino.
No me conviene matarle;
dirán, si fuese agora,

El cobarde Que es de miedo de que escribe


Al rey Fernando mis cosas.
Se lo ha dicho.
; icio. Viva y escriba, que creo
¿Qué más honra Que aunque traiciones componga
Para mí?
Ha de tener mi verdad
ESP1N1
Más fuerza que las lisonjas.

1 lieos verdad; Que aquel honor que mi espada


Sin peligro le despojas. Ganó con tantas vicU
i u i
No es posible que le infame

|Ah, caballeros'
Una lengua fabulosa;

FABRICIO. Esto le ha de dar la vida,


¿Quién es? Esto que le mate estorba;
CATUÁN. Que el haber malos es causa
Suplicóles que me oigan. Que los buenos se conozcan.
Este papel se ha enviado Si Dios por un solo bueno

A mi sobrino, en que nombran Vida á mil malos otorga,


Dos á dos el desafío Viva un malo por mil buenos
Que están esperando agora. Que en este reino me aderan.
Entre la luna y el sol,
Elme escogió, como amigo
Que más de cerca le toca; ¿Qué importa que se interponga
Kmbarcámonos los dos, La tierra? Pues ese eclipse
Pero alteradas las ondas No dura apenas un hora.
Y no sabiendo del remo, Fernando es sol, yo soy luna,
Tú la tierra, pues ¿qué importa
Por venir los dos á solas,
Zozobró el barco; yo al agua Que pongas sombra en el sol

Me arrojé, pásela toda; Si has de quedarte por sombra?


Mas no sabiendo nadar
Vase.
En ella don Juan se ahoga.
Yo vengo por él, yo basto,
FABRICIO.
Él soy, que no importa
mismo
Que sean dos. ¡Metan manol ¡Extraño suceso!
ESPÍNELO.
¿Qué aguardan? ¿Qué se alborotan:
i SIINELO.
Y tal,

Que apenas aliento cobra


Señor, vos sois el Virrey:
Representáis la persona Mi confusión y vergüenza.
FABRICIO.
De Fernando en este reino;
Fuera desto, las victorias Bien será que te dispongas
Y hazañas vuestras no piden A no escribir desde hoy
Espadas menos famosas Sino las verdades solas.
espínelo.
Que de César ó Alejandro.
FABRICIO. Si ya comencé á mentir,
Gran Capitán, á quien honra Y personas poderosas
Me ayudan, que en esta envidia
Con aqueste nombre el mundo,
Si á las armas españolas Con mi pluma se conforman,
Habéis dado más banderas ¿Cómo he de volver atrás-
Que hay en estos sauces hojas, espada y da^a
Sale D. Juan, mojado, con la la
¿Quién ha de medir su espada
Con la vuestra victoriosa?
las dos rendidas.
DON JUAN.
Veis aquí
CAPITÁN. Mi fortuna rigurosa
Fabricio, si me reporta Venció mi honor que del cuello
Alguna cosa, es venir Del alma cuelga por joya.
Llegué á la orilla nadando,
A vuestro lado persona
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
396

Aunque con fuerzas tan pocas


Que no sé si he de poder
Ganar opinión honrosa;
Pero piérdase la vida,
ACTO SEGUNDO.
Como quien al mar arroja
Lo menos, que es el hacienda.
Ya en la margen arenosa Salen el rey D. Fernando y el Almirante.
Me esperan mis dos contrarios.
¡Ah, caballeros! DON FERNANDO.
espínelo.
Premio de reino, en fin.
¿Qué sombra
ALMIRANTE.
Es ésta? La vulgar gente
DON JUAN.
Clarísimo Fernando, es atrevida,
Yo soy don Juan,
Luego que causa para serlo siente.
Don Juan soy, ¿de qué se asombran? DON FERNANDO.
Con un amigo venía,
Castilla, á tanto bien desconocida,
Zozobró el barco en las olas,
Yo coroné de mi laurel tu frente,
Él es muerto, yo soy vivo.
Á costa de mi sangre y de mi vida;
¡Mano á las espadas pongan! hebreo.
Yo te limpié del moro y del
FABRICIO.
¡Qué bien me pagas, obras y deseo!
Don Juan, el Gran Capitán mío;
Vino, Almirante, á España el yerno
Vino aquí; su valerosa esposo;
Felipe vino, de mi Juana
Persona, como Virrey,
Conozco que es su Rey, mas tal desvío
Mi honor á su cargo toma.
estoy satisfecho ya.
Me tiene triste y con razón quejoso;
Yo Pero en el cielo y su poder confío
DON JUAN.
Que, como á padre suyo generoso,
Yo no, Fabricio; que torna
Castilla eche menos algún día.
me
Mal el que es desafiado ALMIRANTE.
Sin la sangre ó la victoria.
debió su monarquía?
¿Quién duda que os
espínelo.
aquí yo, Pero dice, señor, que, Isabel muerta,
Mira que estoy
dejar, perdona,
Reina y señora nuestra castellana.
Y no he de
Ya Felipe es su Rey, y en esto acierta,
Que riña solo Fabricio.
DON JUAN. Heredando estos reinos doña Juana:
Cuanto os mandó, señor, se desconcierta,
¿Tú eres? ¡Suerte dichosa!
Pues con la serenísima Germana
A Fabricio mataré
Os casasteis, habiendo prometido
Por el papel, que fué loca
villano, De no casaros; pues lo habéis perdido.
Presunción, y á ti,
Diez cuentos que mandó daros de
renta,
Porque al Rey mintiendo informas.
Y nuevo mundo conquistado
la del
cuenta
Meten mano. Por Colón, sin la mucha que se
maestrazgos de que habéis gozado,
De los
espínelo. Tienen esta corona descontenta
casado;
Viendo, Fernando, que os habéis
¿Palabras? decir se atreve
Conoce el bien, pero á
DON JUAN.
[Mueran, infames! Oue á la muerta Isabel la mitad debe.
" fronteras,
Ella se halló con vos en las
FABRICIO.
Y á vuestro lado mereció las glorias
Tú lo eres.
Que de Genil os dieron las riberas
espínelo.
No respondas. Por tantas y tan célebres victorias;
DON JUAN. Y pues con su favor vuestras banderas,
Agora veréis, traidores,
Oue á la fama darán bronces é historias,
Si son las palabras obras.
A Perpiñán y á Ruisellón cobraron
Y á Ñapóles la bella conquistaron,
beneficios,
Mótelos á cuchilladas. Claro está que de aquestos
Señor, os resultó mayor provecho,
Y que os pagó también con sus servicios
hecho:
El favor y merced que le habéis
Que deseasteis hijos dais indicios,
De vuestro casamiento satisfecho,
A quien dejéis de Ñapóles la silla,
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN. 397

ALMIRANTE.
En daño de los Reyes de Castilla.
¿Por qué?
Pues no os maravilléis que al rey Felipe,
DON FERNANDO.
Su señor natural, pues vuestro nieto
Carlos lo es ya, respete y anticipe
Porque basta ser mi daño.
ALMIRANTE.
En obediencia, gusto, fe y respeto.
DON FERNANDO. En eso se ve el engaño
¿Y es fuerza de razón que participe Y la desdicha se ve.
Quien fué la causa de ese mismo efeto Por la cruz de aquesta espada,
Del agradecimiento que me debe? Que miente el que esto os escribe,
AI. MIRA'. Y que el Gran Capitán vive
Yo sólo os digo lo que al reino mueve. Firme en la lealtad jurada.
De Carlos, vuestro nieto, pronostican Que cuando el Rey de romanos
Eso quisiera intentar,
Que ha de humillar el mundo á su corona,
No diera el Duque lugar
Del imperio las águilas le aplican
Y de á la abrasada zona:
la fría
Á pensamientos tan vanos.
DON FERNANDO.
Temen que tengáis hijos, y replican
Casar con hijo de rey
Que estuviera mejor vuestra persona
En Aragón ó Ñapóles. Su hija, y hacerlos reyes,
DON FERNANDO. ¿No es de temer?
Juicio
ALMIRANTE.
No en las leyes
Del vulgo, ingrato á tanto beneficio.
Pero porque sepáis en cual estado De un hombre de buena ley.

Tiene á Ñapóles hoy mi ingrato yerno, Quien ese reino os ganó


Leed aquesta carta, que ha llegado Y tanto honor os ha dado,
Contra el Virrey que tiene por gobierno. Bien merece ser honrado
ALMIRANTE. Con el crédito que os dio.
DON FERNANDO.
Ya os he dicho otra vez cuan engañado
Ya le he mandado prender.
Os tiene de la envidia el odio eterno
mundo. ALMIRANTE.
Contra el Gran Capitán, honor del
DON FERNANDO. Erráis contra vuestro honor,

Leed, veréis en qué razón me fundo. Y haréis un hecho, señor,


Que no sabréis deshacer.
Lea el Almirante.
¡Vive Dios, que si en prisión
ALMIRANTE. Al Gran Capitán ponéis,
«El rey Felipe, Archiduque, y el Rey de ro- Que en todo el mundo perdéis
manos, su padre, prometen al Gran Capitán, Honor y reputación!
porque tenga en su nombre las fortalezas de ¡Ah envidia, á lo que has llegado!
este reino, irle á ayudar en persona, y casar
Basta que intentas el sol
Fa- Eclipsar de un español
al duque D. Fernando, hijo del rey D.
drique, con su hija mayor, y hacerlos reyes, Que tiene el mundo admirado.
DON FERNANDO.
poniendo al Gran Capitán en la gobernación
perpetua de aquel gobierno.» Quedo, Almirante, que luego
Haré que ese acuerdo cese.
DON FERNANDO. ALMIRANTE.
La firma no la leáis. Si un ave, señor, pudiese,
ALMIRANTE Fuera justo darle el pliego.
Ni aun quisiera, por no ver DON FERNANDO.
Hombre que os pueda poner Yo lo quiero remediar
En la confusión que estáis. Con darle, Almirante, en pago
DON FERNANDO. El maestrazgo de Santiago.
ALMIRANTE.
¿Qué os parece?
ALMIRANTE. Los pies os quiero besar.
Que es mentira. DON FERNANDO.
DON FERNANDO. Basta, alzaos; que esto es temor,
¿Mentira? Viendo que en Castilla están
ALMIRANTE. Mis hijos, que al Capitán
Sí, gran señor, Grande tengo grande amor.
Y no debéis al amor En aquestas disensiones
De don Gonzalo esa ira. Ñapóles es mi sagrado,
don n: UÑANDO. Y á lo que me han informado,
Yo sé que es cierto. Me animan sus dilaciones.
39« OBRAS DE LOPE DE VEGA.

CAPITÁN.
¿Por qué no se viene á España?
ALMIRANTE. No he tenido
Porque os sirve bien allí. Manos jamás contra pies.
GARCÍA.
DON FERNANDO.
¿Ni les diste un cintarazo
No sé si lo crea ansí.
ALMIRANTE. Siquiera?
CAPITÁN.
Quien os escribe os engaña.
*" Paredes, no;
Y tratalde bien, por Dios;
Que si ingrato respondéis, Que un hombre que allí se halló
A Castilla enseñaréis
También me detuvo el brazo.
GARCÍA.
A ser ingrata con vos.
¿Quién era?
Vanse. CAPITÁN.
El Gran Capitán.
Salen García de Paredes y el Gran Capitán.
GARCÍA.

GARCÍA. Ya lo echamos al valor.

Pues ¿cómo sabrán, señor.


Si supiera que querías
El barreno para hacer
En qué obligación te están?
Tal cosa, pudiera ser
En mi tierra, un azotado
Que las ignorancias mías Dio al verdugo cien escudos
' Porque se los diese mudos,
Te dieran algún enojo;
CAPITÁN. Que era honrado y delicado:
~
Bien está muerto, Paredes.
En saliendo por la puerta,
Así la mano asentó
GARCÍA.
Decirlo y hacerlo puedes
Que al primero que le dio
Á tu libertad y antojo;
Le dejó la espalda abierta.
muerto El hombre volvió del yugo
Pero ¡vive Dios! que has
Al caballero mejor
La cabeza al golpe fiero

De tu sangre, y que fué error. Y díjole: ¿y el dinero?


CAPITÁN. Y aquí respondió el verdugo:
Todos habían de ser
|A buen tiempo!
GARCÍA. Como éste, y así sabrá
Pues ¿no es cierto? En qué obligación me está
Por el dinero de ayer;
CAPITÁN.
¿No me dijiste que estaba
Que si quedo se los diera,
Bien sabe que no podía
Cobarde y descolorido?
GARCÍA. Conocer la cortesía
¿Y no pudiera haber sido
De los que adelante espera.
Aplico, y digo que yo
Que el corazón le apretaba,
Les diera tal cintarazo,
De puro valor, el pecho? brazo
Pero ¿qué hiciste después?
Que conocieran el

CAPITÁN. Que á los demás perdonó.


Salí á tierra. Sale un paje.
GARCÍA.
Habría tres PAJE.
Ó cuatro, ya lo sospecho, Aquí ha llegado don Juan.
Destos gallinas. ¡Ah Dios, CAPITÁN.
Quién estuviera á tu lado! ¿Qué don Juan?
CAPITÁN. GARCÍA.
Fabricio es hidalgo honrado ¿Cosa que fuese
Y esperaba dos á dos. Tu sobrino y que viviese?
GARCÍA.
¿Matólos vuestra excelencia? Entren D. Juan y Morata.
CAPITÁN.
MORATA.
Dijeron que no era ley
Confusos de verte están.
De nobles contra el Virrey, DON JUAN.
Y parecióme prudencia. Dame tus pies.
GARCÍA.
CAPITÁN.
Es el temor muy cortés,
[Vive el cielo,
Muy hablado y comedido.
Que de que viva me pesa!
¿Algo hiciste?
J.AS CUENTAS DEL GRAN CAÍ 399

CAPITÁN.
DON JUAN.
Dame esos brazos, que llegan
En el pasado peligro
Tuve por ventura inmensa A derribar mi valor

El ver, señor, que nadaba A los pies de tu prudencia.


No juzgues lo que ha pasado
Tan diestro vuestra excelencia.
Con lo poco que sabía, A poco amor, sino á prueba
Aunque tarde, llegué á tierra De tu valor.
dos enemigos DON JUAN.
Y hallé mis
En
el agua
Que estampaban el auna,
No pruebes desa manera
Como celosos novillos
n valor que pesa tanto;
sus contrarios esperan.
I
Que
Metí mano para entrambos; Que anegarás su firmeza.
CAPITÁN.
Que no hay ventaja que tema
Quien nace Córdoba al mundo Ya es hecho; con mis fortunas,
Y que tiene sangre vuestra. Don Juan, las tuyas consuela.
Presto habernos de ir á España;
Maté á Fabricio, Espínelo
Huyó, mas dejóme en prendas Aquí estarás, ten paciencia;
Esta capa y esta daga Que nadie te ha de ofender.
DON JUAN.
Que trae Morata. ¡Hola, muestra'
Basta, señor, que lo quieras
A Fabricio le quité
Para que don Juan te sirva
Del cuello aquesta cadena;
Que donde hay desconfianzas Y, como es justo, obedezca.
CAriTÁN.
Serán forzosas las señas.
Pues, Paredes, ¿qué os parece?
Para espada que tan bien
GARCÍA.
Pechos contrarios barrena,
Estoy, señor, con vergüenza,
Nunca barrenéis las barcas
Adonde el honor navega. Aunque contento de ver
Porque no es clavo el honor El valor que don Juan muestra.
Que ha menester, cuando entra, Por vida del Rey, señor,
Que dé el barreno lugar Y vuestra, que más quisiera
Donde él sabe entrar por fuerza.
Ser don Juan en este día
Para cobardes espadas
Que Alejandro, Pirro y César.
Esas barrenas son buenas, Yo he hecho mil desafíos
Entre naciones diversas:
Que donde hay fuerza en la sangre
Sabrán entrar por las piedras. Con alemanes, con moros,
Vuestra licencia me dad Con diablos, y nunca vea
Para que á España me vuelva; Vuestra honra sin envidia
Si hice cosa como ésta
Que no quiero que me deis
Agua sin tratos de cuerda. Ni la vi más bien lograda.
CAPITÁN.
Más de la que yo bebí
Callad, que Peralta llega.
Sangre á mis contrarios cuesta;
Dos veces sois mi padrino, Entra Tcralta, capitán.
Una allí y otra en la iglesia.
PERALTA.
Para enseñarme á nadar,
Fué muy costosa experiencia Esta carta es de Castilla.
CAPITÁN.
Irse el maestro y dejarme
Mostrad.
Sin enseñarme la ciencia.
GARCÍA.
Salí, finalmente, y soy
¿Ya temes?
Tan Córdoba, como era
CAPITÁN.
Del Gran Capitán sobrino,
Que tema
Duque en Terranova y Sesa.
Que el agua me echó á la orilla, Es justo mis enemigos.
GARCÍA.
No como á persona muerta,
Más como al ámbar más fino. Lee.
CAPITÁN.
¡Dios guarde á vuestra excelencia!
CAPITÁN. No son buenas nuevas.
GARCÍA.
Sobrino, don Juan, sobrino, quitáis
En fin, don Juan, ¿ya
Hijo.
DON JUAN. Capas?
DON JUAN.
Ese nombre pudiera
¿Qué queréis que haga?
Só!o volverme á tus ojos.
4CO OBRAS DE LOPE DE VEGA.

GARCÍA.
CARI t&.

Eso, porque satisfaga Y de las ajenas yo

La opinión (pie deseáis. Os mando un millón entero.


CAPITÁN.
Y aunque de aquel desafio
Callad, Paredes.
Vuestro honor tan libre escapa,
GARCÍA.
No ha sido mala una capa No quiero.
Para quien sale del río.
DON JUAN. ¡Pesar de quien me parió!
Cuando ya tú te amohinas,
Si yo saliera temblando
Que eres la misma prudencia,
Fuera la capa mejor.
GARCÍA. ¿Quieres que tenga paciencia?
¡Picaros, putos, gallinas!
Siempre que nada el honor
Se ha de ir cubriendo y guardando. Vanse.
Y no ha sido cosa impropia
Nadar, don Juan, y mojarse, Salga Pompcya, disfrazada de hombre, con capa
Quien tan bien supo enjugarse y espada.
Al sol de su fama propia.
POMPEYA.
CAUTÁN.
Noche, que has dado lugar
¡Válgame Dios!
GARCÍA. A cuanto intenta el deseo;
¿Qué tenemos? Noche, cuyo rostro feo
Suele el amor desear;
¿Cáese el mundo? Que si vos
Noche, enseñada á callar
Hacéis extremos, por Dios,
Tantos gustos y placeres;
Que está el mundo en sus extremos.
CAPITÁN. Máscara del sol, pues eres
Avísame aquesta carta Tan amiga de disfraces,
Que el Rey me manda prender. Que de sus ausencias naces
GARCÍA. Y de sus venidas mueres.
Siendo quien soy, me he fiado
¡Voto á los diablos!
CAPITÁN. De ti mirando, en efeto,
,

¡Que ayer Que tienes para el secreto


Partes con que le has guardado,
La mía á Fernando parta
Porque tu manto estrellado
Con tanta seguridad,
Todo es ojos ¡gran fortuna!
Y él prevenga mi prisión!
De quien amando importuna;
GARCÍA.
Pues para no dar enojos,
A vuestrareputación,
Estando tan llena de ojos
Grandeza y autoridad,
No puede haber cosa alguna No tienen lengua ninguna.
Noche, la parlera fama,
Que ofenda, ni Dios lo quiera,
Si no es que la envidia fiera
En susurrar siempre abeja,
No sé qué dijo á mi reja
Emborrache á la fortuna.
CAPITÁN. ¡Ó lo que escucha quien ama!
Pienso que mi honor infama
No me ha sacado de mí
Cosa como ésta en mi vida.
La nueva de un desafío,
GARCÍA. Atrevido al honor mío;
Que pudiéndole lavar,
Si fuera aquí la ofendida
Le quiso el amor manchar
Mi persona, fuera ansí;
Porque viendo lo que pasa Con toda el agua de un río.
Saliera de mis casillas;
No me he atrevido á fiarme
Pero vos ni aun de rodillas
De los que en mi casa están,
Para saber si don Juan
Saldréis de tan grande casa.
Es muerto, para matarme.
CAPITÁN.
Vestíme para informarme
Voy á escribir. De los soldados que aquí
GARCÍA. Hacen guardia, pues en mí
Yo á aguardaros. Ya no hace guarda el honor;
CAPITÁN. Porque mal quien tiene amor
Sabe guardarse de sí.
Sobrino, venid conmigo,
¿Cómo me podré informar
ie os quiero ya por amigo.
Si vive don Juan ó es muerto?
DON JUAN.
Esta vida puedo daros.
Más quiero pena en el puerto
4OI
LAS CUENTAS DEL GRAN CAUTAS.

mar. MORATA.
Que esperanza por la
¿Para qué quieres que llegue
¿Á quién podre preguntar?
Si, como corren ios tiempos,
Pero ¿qué amor me engañó?
Que si en mi pecho asistió Hay puestas por las esquinas
Por alma, muerto fuera,
si
Seis mangas de arcabuceros?
CÍA.
También el cuerpo muriera
Donde por alma vivió. ¿Quién va? Desviaos a
Que yo sabré lo que es esto.
Salen García de Paredes, D. Juan y Morata. ¿Quién va? digo. ¿No responde?
GARCÍA. ¿No se mueve? ¿Es estafermo?
No me puedo sosegar. ¿Qué aguarda, que le sacuda?
DON JUAN. ¿Habla, ó doyle?
XYA.
El amor no da sosiego.
caí
Caballero,

Téngole al Gran Capitán Tened la espada, por Dios,


Por tantos merecimientos, Y advertid que no os ofendo.
CÍA.
Y porque yo sé también
La voluntad que le debo. ¡Qué figura, qué persona!
Con esto en toda esta noche ¿Es de la prisión del huerto?
Y en mil ¡por los altos cielos! Porque en nombrando á Gonzalo
Que he de estar en esta puerta; Caerán todos por el suelo.
POMPEYA.
Y que viene el infierno
si

Con más escuadras de diablos Señor


GARCÍA.
Que de su alcázar cayeron,
Déjese de voces.
Que primero han de matarme
Que se diga que está preso. ¿Es notifico, ó prenderlo?
DON JUAN. ¿Es de fiistibus ct armisi
Yo no Paredes, quién
sé,
Porque tengo de San Pedro
Tendrá tanto atrevimiento; Esto de matar judíos.
POMPEYA.
Que es hombre el Gran Capitán
Que solamente de verlo Señor, que me oigáis os ruego
Tiemblan naciones que apenas Aquí aparte.
GARCÍA.
Dueño humano conocieron.
garcía. ¿Traerá acaso
Dame, don Juan, que decline Para hablar boca de fuego?
La fortuna, y verás luego Pues tire, que por los santos
Venir á ser tronco humilde Que lo parecen sin serlo,
El más levantado cedro. Que si me yerra
POMPEYA.
¿No has visto pintar á Esopo
Advertid
La fábula del león muerto,
Tendido en un verde campo Que soy mujer.
GARCÍA.
Y cubierto de conejos?
¿Cierto?
Pues ¿qué más ejemplo quier-
POMPEYA.
DON JUAN.
Cierto.
No vale ahora el ejemplo;
GARCÍA.
Que está vivo el león.
garcía. Pues veis toda la braveza
¡Ah, Dios! De Paredes: en oyendo
Vivo llamas á quien vemos Mujer, pareció un gazapo.
rOMPEYA.
Desfavorecido, y ya
En odio de su Rey puesto. A muy buena dicha tengo
mi amor toca Que seáis Paredes; en vos
Ahora bien, á
Mi desdicha arrimar quiero.
Morir; esto sólo quiero.
GARCÍA.
Vete á acostar.
DON JUAN. Arrimarme quiero, madre.
¿Cómo irme? POMPEYA.
¿Quiérole por dicha menos? Oid.
GARCÍA.
GARCÍA.
Espera; ¿quién está allí? ¿Cuánto va que vengo,
DON JUAN. Según soy de venturoso,
Llega, Morata, á saberlo. A ser alcahuete vuestro?
5'
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
402

Que os precipita el amor.


En fin, sois mujer
GARCÍA.
POMPEYA.
Y noble. Ya os conozco en decir eso:
Vos sois la humildad, sin duda;
GARCÍA.
Que el Gran Capitán la ha puesto
siendo mujer, lo creo;
En A la puerta de su casa,
el dar es grande
nobleza,
Que Porque todos entren dentro
Y ésta tenéis por extremo:
Quejosos de mal pagados,
¿Quién sois, que siendo mujer,
Soldados rotos y enfermos,
Y que rebozada os veo, Mujeres pobres, viudas,
A las puertas del Virrey,
puesto Religiosos, niños, viejos.
Del Gran Capitán, que ha
¿No es verdad?
Su nombre sobre los nueve POMPEYA.
Que el de la fama tuvieron? Yo soy, Paredes,
Presumo que sois la envidia; Pompeya.
La envidia sois; que aquí dentro GARCtA.
Vive el valor, la verdad, Señora
La lealtad y el mayor pecho POMPEYA.
De un invencible varón Vengo
Que vio la guerra y el tiempo. Sólo á saber de don Juan,
POMPEYA.
Porque me han dicho que es muerto.
No que soy la envidia;
creáis GARCÍA.
Su bien y aumento deseo.
GARCÍA. Es verdad.
POMPEYA.
¿Sois la mentira, por dicha? ¡Triste de mí!
Porque de ella dijo un griego GARCÍA.
Que era hermosa y bien vestida,
Paso, esperad.
Y de colores diversos. POMPEYA.
POMPEYA.
¿Cómo puedo?
Antes por tratar verdad
GARCÍA.
En peligro me veo.
jQué digo! muerto de amor.
tal
GARCÍA.
Don Juan, allí viene un deudo
¿Pues qué seréis á la puerta
De Fabricio; él viene solo;
Del Gran Capitán? Sospecho
Haced como caballero.
Que sois la verdad, la fe, DON JUAN.
La justicia, el santo celo, ¿De Fabricio?
La militar fortaleza, GARCÍA.
La fama de tantos hechos. ¡Caso extraño,
Mas no digo bien; que todos
Que por más que huyo de serlo
Estos atributos creo
Siempre he de ser alcahuete!
Que á la puerta no estuvieran, Ya que me vistan merezco
Que están dentro de su pecho. De terciopelo de plumas:
¿Sois la desdicha por dicha?
Fondo en miel.
Y está bien dicho; pues viendo
Su dicha, desdichas quieren Vase Paredes.
Borrar sus merecimientos. DON JUAN.
Pues desdicha, ¿qué queréis? ¡Ah, hidalgol
Diréis que es Mario, Pompeyo, POMPEYA.
Belisario y otros tales: iCielos!
No decís bien; que sirvieron La voz de don Juan parece.
Á Repúblicas gentiles, DON JUAN.
el Gran Capitán á
aquellos
Y El buscarme en este puesto
Cuyo católico nombre
No me ha parecido bien.
Quedará en España eterno. ¿Viene acompañado?
Al mejor Rey |vive Dios! POMPEYA.
Que tuvo cristiano cetro, Vengo
Engañan unos bellacos Con don Juan.
Envidiosos y soberbios, DON JUAN.
Que dicen que es desleal ¿Con qué don Juan?
El Gran Capitán. POMPEYA.
POMPEYA.
El de Córdoba.
Teneos,
403
LAS CUENTAS DEL CRAN CAI1TAN.

deje Fernando, que ha


ilustrado
ION JUAN. Que la
su gallarda frente!
Con mil coronas
¿Á qué efecto ALMIRANTE.
Dice que viene conmigo? príncipe tan santo y que le ha
dado
P0M1I YA.
Un
El ser que tiene, es lástima que salga
Porque en alma le tengo.
Como por fuerza y siendo tan amado.
el
DON JUAN. ESTA ULE.
¿No ve que yo soy don Juan No puede haber obligación que valga
De Córdoba? Contra reinar sus reyes justamente
POMPI YA. hidalga.
Ni en la plebeya ni en la gente
Ya lo veo;
Ñapóles se parte, aunque lo siente,
A
Por eso vengo á buscarle,
Reino suyo, en efecto, y conquistado
Y es hombre, como pienso, dignamente
aquel Gran Capitán, que
si
De
Sígame.
Vive de aqueste nombre laureado,
DON JUAN.
Aunque pese á la envidia que le sigue
Yo soy tan hombre Rey tan sin razón airado.
Y tiene al
Que con ver que mayor yerro ALMIRANTE.
No puedo hacer que seguirle, ¿Quién es este cruel que le persigue?
Digo que seguirle quiero. CONDESTABLE.
Morata. adivina.
MOR ATA. Son tantos ya, que apenas se
ALMIRANTE.
Señor. obligue
Tanta virtud no es mucho que le
DON JUAN.
Alberico, señor de Terracina,
¿Paredes Castrioto
Juan Bautista Espínelo,
Se fué del todo?
MORATA. Y la parte que llaman Anjoína.
CONDESTABLE.
Y diciendo Admírame que causen alboroto
Que era alcahuete.
En el pecho de un príncipe tan sabio.
DON JUAN. ALMIRANTE.
¿De quién?
Á fe que no hicieran de mi voto.
le
MORATA. agravio:
La larga ausencia es madre del
¿Qué sé yo? en su lealtad, por más que pueda,
DON JUAN. No sé que
Pueda la envidia ni aun mover el labio.
Aqueste mozuelo queda;
Felipe, nuestro Rey, seguro
Me ha dicho aquí que le siga. Irse Fernando es justo, y lastimoso
MORATA. le conceda.
Que tal licencia el tiempo
Si de don Fabricio es deudo,
Entró en Valladolid con suntuoso
Mira que te han de matar.
Aparato la reina doña Juana,
DON JUAN.
Acompañada de su amado esposo.
Si lo excuso, infame quedo. vana
Adórale de suerte |ay, fuese
Yo voy tras él.
Tal opinión!, que dicen que de celos,
MORATA. amor tirana,
Celos, pasión de todo
Y yo cojo
Ha'dado en tantas ansias y desvelos,
Cuatro, y quisiera quinientos, parte
Que se teme que pierda aquella
Terrones de azúcar piedra. dieron por mejor los cielos.
DON JUAN. Que al alma
CONDESTABLE.
Por otra parte, sospecho Fernando de Castilla parte
En fin,
Que irse y decir Paredes
Que era alcahuete, es enredo
Y á Ñapóles se va.
ALMIRANTE.
De alguna dama; al fin, voy. Fernando viene.
MORATA. CONDESTABLE.
Es pensamiento discreto; aparte.
Mucho siento que el tiempo nos
Porque dejarte Paredes ALMIRANTE.
Por más imposible tengo extrañas tiene!
¡Mas qué mudanzas tan
Que ser venturoso un sabio
Y ser desdichado un necio. Salen el rej Fernando y el capitán Nuio
de Ocampo.
Vanse.

Entren el Almirante y el Condestable y criados. DON FERNANDO.


Las caTtas he recibido
CONDESTABLE.
Con mucho gusto y contento.
Crueldad notable que Castilla intente
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
404

NUNO. Marqués de Denia.


DON FERNANDO.
Jamás en su pensamiento Eso es fuerza,
Cupo haberos ofendido.
DON FERNANDO. Pues há tanto que se nombra
Mi Mayordomo mayor.
¿Dicen que trata casar
ALMIRANTE.
Su hija el Virrey?
ÑUÑO. Va don Diego de Mendoza,
Ya es justo, Y don Juan, su hermano, entrambos
disgusto, De sus armas honra y gloria.
Mas no por datos
os pretende avisar.
Don Fernando de Toledo
Y así
De acompañaros se goza,
DON FERNANDO.
Próspero Colona Hermano del Duque de Alba;
Si de
Se la da al hijo mayor, Va don Fernando de Rojas,
Que Marqués de Denia.
lo es del
Claro está que su favor
DON FERNANDO.
Le obliga.
ÑUÑO. Ya los amigos se apocan;
Á
vuestra corona Que siempre en poca fortuna
Gonzalo Fernández mira; Son las amistades pocas.
ALMIRANTE.
Vuestro servicio es su ley;
De Aragón lleváis los Condes
Vos sois, gran señor, su Rey,
Que lo demás es mentira. De Aranda y de Ribagorza,
DON FERNANDO. Y su Justicia Mayor
Amigo Ñuño de Ocampo, De acompañaros se honra;
Si el Gran Capitán quisiera, Don Alonso de Aragón,
en España estuviera. Duque de Villahermosa,
Hoy
ÑUÑO. Y otros nobles de Valencia

No está tan seguro el campo, Y Cataluña, que agora


Vienen con mucho contento
Que sea servicio vuestro
Desamparar tan gran plaza; De la insigne Barcelona.
amenaza DON FERNANDO.
Alguno á Italia
Castilla, de ti me voy,
Que ha envidiado el valor nuestro.
Vos, en efecto, señor,
Aunque me quedo contigo;
Vais á Italia, y lo veréis
Trátasme como á enemigo:
Por vuestros ojos, y haréis
Tu amigo y tu padre soy;
Pero más contigo estoy
Al Gran Capitán favor
No mandando que le impidan Cuanto más dejarme quieres.
El salir de Castilnovo. No me espanto que te alteres:
DON FERNANDO. Tu Rey es Felipe y Carlos;
Ya los decretos innovo
Pero déjame envidiarlos;
Hasta que otros medios pidan Que te amo, aunque ingrata eres.
Mientras vivió mi Isabel,
No me
dejan sosegar
Contenta te vi, Castilla;
Con lo que me dicen del.
ÑUÑO. África por mí se humilla

¡Qué Capitán más fiel Á tu divino laurel.

Tenéis en tierra y en mar! De moro, hebreo y cruel

DON FERNANDO. Salteador limpié tu muro;


Ya voy á vivir allí; Ya queda todo seguro.
Yo seré Virrey y Rey; ¡Qué buen galardón me ofreces!
Que ya quiero ser Virrey, Pues más mi amor aborreces
Mientras más tu bien procuro.
Pues no soy Rey como fui.
¿Prevínose mi partida, Aunque te dejo sin guerra,
Almirante? Siento con justa inquietud
ALMIRANTE. Que llegue tu ingratitud

Sí, señor,
Á arrojarme de tu tierra.
Aunque con tanto rigor Quien agora me destierra,
Mal forzada y bien sentida. Bien podrá ser que algún día
DON FERNANDO. Conozca la falta mía;
¿Quién va conmigo? Mas con razón me desvío,
ALMIRANTE. Porque amor y señorío
El primero No sufren bien compañía.
Es don Bernardo de Rojas, A embarcarse, finalmente,
LAS CUENTAS DBL GRAN CAP1TAS. 405

Mas temo lo que dirán


Se va tu padre y tu amparo,
Rey te dejo ilustre y claro, En Ñapóles, si se sabe,

Príncipe en todo excelente. Siendo persona tan grave.


PGM Y A. 1- 1:
¡Plegué al cielo que en la frente
De Carlos, mi nieto, veas Y ya ¿qué importa, don Juan,
Si tú has de ser mi marido?
La corona que deseas
MORATA.
Del gran imperio alemán'
Que ya mis ojos te dan Señor, ¿qué te estás cansando?
Lo que no quiero que creas. En mujer que vive amando
Añade fuego el olvido:

Yasc. Pompeya quedar no puede


Sin ti; si á España te vas
ALMIRANTE. Y no la llevas, harás
Que muerta en la orilla quede
¿Hay lástima como ver
Un Rey salir de este modo? Ó que se arroje en la mar.
CONDESTABLE. Son las mujeres ansí.
El tiempo lomuda todo, DON JUAN.
Que tiene inmenso poder. Nunca, Morata, entendí
ALMIRANTE. Que la pudiera olvidar.
MORATA.
¡Cosas puede el tiempo hacer
Tan notables! Los hombres, gozando, olvidan
CONDESTABLE. Cuánto ellas aman gozadas,
El gobierno Porque quedan empeñadas
De Castilla es de su yerno. Y no hay favor que las pidan.
ALMIRANTE. Y así al arrepentimiento
Trocado queda en los dos; Del deseo llaman sombra.
Que solamente el de Dios DON JUAN.
Puede ser imperio eterno. Por ello el amor se nombra
Breve y difícil contento.
Vanse. MORATA.
Entren D. Juan y Pompcya. iTu tío!
DON JUAN.
POMPE v.\. No importa nada;
Ya no me pienso mudar Pompeya ha de ser mi paje,
El hábito; ya he perdido, Aunque ya ni en este traje
Como la vida, el sentido. Ni en el que pasó me agrada.
DON JUAN. MORATA.
No es perder lo que es ganar; Gustos hay sin olvidallos.
Si no es que tienes en poco DON JUAN.
Que yo tu marido sea. Los más dulces son más feos,
POMPEYA. Porque el fin de los deseos
¿Quién habrá, don Juan, que crea Es principio de olvidallos.
Un pensamiento tan loco?
DON JUAN. Sale el Gran Capitán.
En fin, ¿embarcarte quieres?
POMPEYA. CAPITÁN.
Agora, don Juan, verás Cuidados sobre servicios,
Que amor, sin dar paso atrás, Puesto que sois mal pagados,
Es tudesco en las mujeres. De que sois bien empleados
DON JUAN. Es justo que deis indicios.
Mándame el Gran Capitán, A buen Rey habéis servido;
Viendo el peligro en que estoy, No tenéis de qué os quejar,
Partir áEspaña. Porque el poderle engañar
POMPEYA. Ser hombre la culpa ha sido.
Y yo soy Nohubiera más justas leyes
De las que también se van; Que y obedecer,
servir
Por lo menos, voy contigo. Si acaso pudiera ser
DON JUAN. El no ser hombres los reyes.
Pompeya, mayor favor Pues, en fin, porque lo son
No me puede hacer amor Vemos que son engañados
Si llevo tu luz conmigo; De los mal intencionados
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
406
Tiene y no quiere
la culpa,
Con siniestra información.
Que que es menos se pierda.
lo
Yo he servido, y no me deja
Lleve el diablo mi linaje,
La envidia lograr mi fe, Desde la primera abuela
Pues á quien serví y amé si es que la tuvo,
De Caín,
De mis lealtades se queja. Y que yo desciendo della.
¡Que hiciese Dios dos oídos
¡Voto á!
Para darnos á entender CAPITÁN.
Que el escuchar ha de ser García, García
A informantes y ofendidos! GARCÍA.
¡Y que un Príncipe no guarde, Deja
jGarcía, García!
Siendo supremo juez, del diablo!
La flema cuerpo
El uno, y sí alguna vez
|

Que ya está todo por tierra.


Oiga mal y escuche tarde! CAPITÁN.
|Brava desdicha! Sobrino,
¿Cómo?
¿Qué hacéis aquí? GARCÍA.
DON JUAN.
Está aquí un Auditor,
De partida
Trataba.
Ó calabaza, y no deja
Que te metan un papel
CAPITÁN.
Que quiere darte.
No, por mi vida; CAPITÁN.
Que yo estoy ya de camino
Pues venga,
Para aguardar á mi Rey
Y démele de su mano.
É informarle bien de mí; GARCÍA.
Que ha puesto duda en que fui ¿Consentirás que te prenda,
Contra la firmeza y ley
Si es acaso provisión?
De quien más le adora y ama, CAPITÁN.
Que de vasallo se escribe.
Pues ¿quién habrá que se atreva
DON JUAN.
Quejosa la envidia vive
A un hombre á cuya fortuna
Se juntaron las estrellas?
De vuestra grandeza y fama.
CAPITÁN.
Soy yo muy grande, Paredes;
Sobra mucho mi cabeza
¿Quién es ese hidalgo?
A cualquier vara del mundo.
DON JUAN.
GARCÍA.
Es
Para que eso verdad sea,
Un paje que he recibido Déjame que yo le coja
Para España. horcajadura, y deja
CAPITÁN.
Por la
Que le arroje en un tejado;
¿Es bien nacido?
DON JUAN.
Que valieren letras,
si le

Ñi hubiere párrafo ó ley


Sí, señor.
POMPEYA.
Que de volar le defienda,
Dame tus pies.
Yo quiero ser un gallina,
CAPITÁN.
Una mandria y una hembra,
Pues bien sabrá el Auditor
Levanta, amigo, del suelo. que llega,
De la ley ntultunt,
Porque ya tan bajo estoy
Si no se reduce al acto,
Que en los brazos te le doy.
POMPEYA. A ser nada la potencia.
¿Qué que puedes, si aquí
es lo
Prospere tu vida el cielo;
Prenderte de un hombre dejas?
Que tú saldrás con victoria CAPITÁN.
De tan viles enemigos,
¡Hola! Que entre el Auditor.
Sirviéndote de testigos GARCÍA.
Para tu corona y gloria.
Pues ¡voto á Dios! que si entra,
Entre Paredes.
Que ni Bartulo ni Baldo
Le aderecen la cabeza.
GARCÍA.
Entre el Auditor.
Esto es hecho.
CAPITÁN.
AUDITOR.
¿Qué hay, Paredes?
Después de darme las manos,
GARCÍA.
Gran señor, Vuestra excelencia,
'

No, nada; vuestra excelencia


407
LAS CUENTAS DEL CRAN CAPITÁN.

CAPITÁN.
Esta carta es de Fernando.
Basta que han hecho que sea
CAPITÁN-
Mentiras y testimonios,
¿Para mí?
Envidias y falsas lenguas,
AUDITOR.
Próspera persecución
Vino con ésta,
La mía.
Y manda que en vuestra mano DON JUAN.
La ponga.
El cielo no deja
CAPITÁN.
Dentro se cierra Que se logren los deseos
Que envidia y malicia inventan
Una cédula.
CAPITÁN.
GARCÍA.
|Que este hombre
Responder luego me importa,
Y dar á España la vuelta.
Esté con aquesta flema! DON JUAN.
CAPITÁN.
quiero ver,
Ven, Pompeya.
La cédula POMPEYA.
Porque la carta es la letra
No me nombres
y firma del secretario. DON JUAN.
GARCÍA.
me ciega! Ven, Fabio.
|Brava cólera POMPEYA.
Lea el Gran Capitán. Iré donde quieras.
CAPITÁN.
CAPITÁN.
la gracia de Dios, Rey
Gran dicha, Paredes!
«Don Fernando, por I

GARCÍA.
de Castilla, de Aragón, de Ñapóles, de las dos
¡Grande!
Sicilias, etc.Acatando los grandes y muy se-
Fernández Pero grande como vuestra;
ñalados servicios que D. Gonzalo
Córdoba, Duque de Terranova y Sesa, Y Dios lo ha querido ansí;
de
reino de Ñapó- Que si la carta no llega,
nuestro Teniente general en el
esperamos que cada día nos Y es provisión de prisión,
les ha hecho, y
méritos, pro- Y no es provisión de hacienda,
ha 'de hacer, y á su gran valor y Vuela el señor Auditor.
nuestra fe y pala-
metemos y aseguramos por CAPITÁN.
Dios nuestro Señor y á
bra real, y juramos á
Santos cuatro Evangelios, que ¿Muy lejos?
la Cruz, y á los
nuestra GARCÍA.
luego en siendo venido á España á Doscientas leguas.
quiera que estuviere, resigna-
Corte, ó donde
perpetua
remos en su favor la administración
del
que tenemos por autoridad apostólica
maestrazgo de Santiago, y daremos las supli-
Padre para
caciones necesarias para el Santo
que sea proveído del dicho maestrazgo, y
le

entregaremos todas las villas y fortalezas de


la ACTO TERCERO
manera que él lo quisiere.»

No leo más. ¡Hay tal suceso!


Salen Julia y Alberico.
GARCÍA.
Los pies mil veces os besa, JULIA.
Gran Maestre de Santiago, porque, amando,
Fuese con él,
Esta humilde hechura vuestra. perdona.
DON JUAN. Amor á nadie
ALBERICO.
Yo, señor, digo lo mismo.
GARCÍA.
Embarcóse en Barcelona
El católico Fernando,
¡Oh qué famosa encomienda
Das esta vez á García!
Y por irle á recibir
CAPITÁN. Se embarcó el Gran Capitán
Dártela mayor quisiera. En Gaeta, á quien don Juan
Fué á acompañar y servir.
Tomad señor Auditor,
,
JULIA.
Esta cadena, aunque sea de que fué cierto
Menor que la de mis brazos.
No dudes
AUDITOR. Que á Pompeya se llevó.
ALBERICO.
Esa es la mejor cadena
Presto á Fabricio olvidó.
Que pueden honrar los míos.
408 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

JULIA. Le ayudó á ganar su espada,

¿Qué puede esperar de un muerto Su consejo, su osadía,


Si falta lealtad á un vivo?
Su dicha, su religión,
Demás, que ella no le amaba, Su verdad y su lealtad,
Porque al español mostraba Y lo que en esta ciudad
Un loco amor excesivo, Ganó de honor y opinión.
Dijo cómo era envidiado
Con que me abrasó de celos.
ALBERICO. De cuantos Reyes había,
don Juan Por la espada y valentía
Si vuelve, Julia,
Hoy con el Gran Capitán, De tan heroico soldado.

Pide venganza á los cielos. Yque todas las naciones


JULIA. Temblando la suya están
¿Pues entra en Ñapóles hoy Por la del Gran Capitán.
JULIA.
Fernando, su Rey?
AI.BERICO. [Encarecidas razones!
Ha dado Pero si le quiere así,
¿Por qué de saca? Italia le
Admiración y cuidado.
ALBERICO.
JULIA.
Yo por extremo lo estoy Pienso que á la envidia aplaca,
Que siendo muerto Felipe, De que hay tanta parte en mí,
Su yerno, no se haya vuelto Y asegura su temor.
JULIA.
Á Castilla.
ALBERICO. Prosigue en hacerle mal.
Está resuelto Dile al Rey que es desleal,
que es propio anticipe Píntale ingrato á su amor;
Que lo
Que el que yo tengo á don Juan
A lo que ha de ser de Carlos,
Su nieto. Me obliga á su perdición.
ALBERICO.
JULIA.
Es gigante la opinión
Por justas leyes
De este ilustre Capitán.
Él y su madre son Reyes
De Castilla. Tres cosas juzgó imposibles
ALBERICO. La antigüedad: la primera,
A gobernallos Que imitar nadie pudiera
Sus vasallos le han llamado, Los rayos inaccesibles

Y la razón le provoca; De Júpiter; la segunda,

Pero dice que le toca Quitar á Alcides Tebano


Dejar este reino honrado Aquel tronco de la mano
De su presencia en quietud. A la de Marte segunda;

JULIA. La tercera, pretender


Más cuidados le darán Vencer los versos de Homero;
Sacar al Gran Capitán Y á estos imposibles quiero
Que mayor lo venga á ser
De Italia, cuya virtud
Quitar al Gran Capitán
No ha podido contrastar
La envidia. La opinión que le da el mundo.
JULIA.
ALBERICO.
Aun
si bien supieras Advierte en lo que me fundo:

El fin de tantas quimeras, Dile tú al Rey que don Juan


Y en lo que pudo parar Dio muerte á Fabricio Ursino
Tanta falsa información Y á ti en el campo te hirió,

JULIA. Porque el Virrey le mandó


Que hiciese este desatino,
¿Cómo?
ALBERICO. Respecto de que intentasteis
En
llegándole á ver Escribir su deslealtad

(Tal fuerza suele tener Por cumplir con la verdad


Con los buenos la razón) Y obligación que jurasteis.
Le dio el Rey dos mil abrazos, Que yo me quiero fingir
Y de suerte le alabó, Mujer del muerto Fabricio.
Que la lengua confirmó Tú hablarás por su servicio,
Lo que mostraron los brazos. Y yo queriendo pedir
Contó lo que le debía De mi marido la muerte,
Cuando el reino de Granada Porque en secreto lo fué.
LAS CUENTAS DEL '

LÍA.
ALBERICO.
lOh, cómo en tu amor se ve Hoy salieron de Ñapóles, y á punto
Que es pasión terrible y fu
De guerra, aderezadas ricain' :
Consejo celoso ha si Veinte galeras, que mostraban junto
Valor y adorno al húmedo tridente.
Disparan dentro El mar entonces (.peregrino asunto
Para un ingenio en versos eminent*
JUMA. en ser espejo tan sereno al cié
Que en sus cristales retrató su velo.
¿Es ésta salva?
ALBERICO. Llegó al castillo con silencio, y 1

Ya entró Entró en la capitana el rey Fernando


Con la reina Germana, y el sosi
El Rey.
JULIA. Se fué por todas partes alterando:
Ya Ñapóles vio en disparando, al eco de su fuego
undieron horrísonas tronando
Su César esclarecido.
ALBERICO. Las galeras con tanta artillería,
discurre la ciudad
Ya Que el mar si era agua ó fuego no sabía.
Gente española. Cuantas naves estaban en el puerto,
Cuantos castillos la ciudad amparan,
Vansc. Como si fuera música á concierto,
Salen D. Alvaro Osorio y García de Pai
Y sin ser tempestad, rayos disparan.
Acostáronse al muelle, y descubierto,
GARCÍA. Desembarcados en los brazos paran
No sé Gran Capitán, que dio á I- ornando
De aquel
La misma que ahora va pisando.
tierra
Cómo os lo diga, que fué
puente
De notable autoridad. Llevó á la hermosa Reina por la
Del brazo, con tiernísimas razones,
Mas, señor embajador,
Todo honor que le dan
este Hasta un barco vistoso y eminente,
Merece el Gran Capitán, Envidiado de grandes y barones.
Que dio á España tanto honor. Éste,cuya pintura fué excelente,
OSORIO. Copioso de figuras é inscripciones,
Aunque lo soy de su yerno, (>cupaba soberbio aquel distrito.
Que Dios tiene, os certifico Opuesto á las pirámides de Egito.
privilegios,
Que al rey Fernando me aplico Juró Fernando aquí sus
Y deseo su gobierno. Y el estandarte Real dio de su mano
Al fin volverá á Castilla; A Fabricio Corona.
OSORIO
Pero ¿á quién piensa dejar
¡Honores regios!
En Ñapóles?
GARCÍA.
GARCÍA.
No hay pensar Ya es Alférez mayor napolitano.
OSORIO.
A laenvidia reducilla.
los sacrilegios,
Yo sé bien que no ha de ser La envidia, que inventó
El Duque. No dormiría entonces.
OSORIO.
GARCÍA.
Fs en vano
Mucho le ha honrado
Quererla que en los favores
resistir;
El Rey.
GARCÍA. Sus quejas y sus penas son mayores.
Ñapóles ha estado En un caballo blanco el gran I-ernando
exceso,
Tal, que pudiera poner Subió gallardo, que, sin ver su
Iba al son de la música
danzando,
Envidia á Roma, aunque fuera
Si bien con gravedad
sintiendo el peso.
En los triunfos de Trajano.
en otro que, el valor mirando,
OSORIO. La Reina
No la he visto. ,
si allí pudiera tener seso,
GAKi ÍA. Grave pisaba, y al pisar fingía

Será en vano Que ignoraba su misma gallardía.


Que su grandeza os refiera; De rienda los barones los llevaban,
Mas solamente diré A quien los reyes de armas proseguían;
De la manera que entró. Luego al Gran Capitán acompañaban
servían.
OSORIO. Los que en la paz y guerra le
Por ser de su yerno, yo 1
a ti rstidos al sol desafiaban;
Acompañarle excusé. armas con sus rayos competían;
OBRAS DE LOPE DK VBGA
4'Q

moro De Ñapóles.
Que en de Sesa y Córdoba, hasta el
las CAPITÁN.
Puso sus lunas en sus rayos de oro.
Sorrento, Aún no entráis
El Cardenal de Borja, el de En mi casa y ya pagáis
han seguido,
Y los embajadores le
Posada tan miserable
Y con aqueste espléndido ornamento Con tan ilustres mercedes.
discurrido.
Por toda la ciudad han OSORIO.
mayor recibimiento
No te cuento el Gran Condestable le ha hecho.
fué visto ni oído,
Que de la iglesia
GARCÍA.
Adonde de dos cisnes se apearon, Y aún es poco á tan gran pecho,
Porque al seglar valor se aventajaron.
Sí, ¡por vida de Paredes!
Ya llegan, ves, á nuestra casa,
como OSORIO.
la del Grande Capitán se
apean,
Que en ¿De qué sirve contrastar
la envidia con razón se abrasa
De que Su valor los envidiosos?
de ver que sus honras tales sean.
Y GARCÍA.
Recibe al Rey, y no con mano escasa,
emplean, De andar necios y quejosos
Pues reino y casa y alma en él se Y de cansarse de hablar.
Y él le honra más que rey honró vasallo;
Ó sienta el Rey ó no sienta
Público es esto, lo secreto callo.
Lo que dice y lo que hace,
Caías, chirimías y acompañamiento
por palenque y , Al fin de la virtud nace
reina Uermana y Del Gran Capitán.
salen D. luán, el rey Fernando, la
la trae del brazo; Julia y los
el Gran Capitán que ,
OSORIO.
demás, y Pompeya en hábito de hombre. ¿Qué intenta
envidia si viene á ser
La
DON FERNANDO.
Próspera persecución?
En vuestra casa, Gonzalo, CAPITÁN.
Me aposento con tal gusto, Como mis méritos son
Como veis.
Cortos, debéis de querer
CAPITÁN.
Señor augusto,
Que habiendo de aposentar
Vuestra grandeza, señor,
Si fuera el alma regalo,
Crezca mi humilde valor
Aquí la Fénix se hallara,
Para que podáis entrar.
Aquí el palacio de Creso. Que no sé cómo cupiera
GERMANA.
Un Rey en este lugar
No es el honraros exceso,
Si el que le ha de aposentar
Porque ninguno igualara
Gran Condestable no fuera.
A lo que vos merecéis. DON FERNANDO.
CAPITÁN. '
Duque, engañado estuvisteis;
Señora, ¡tanto favorl
Estimad vuestro valor;
GERMANA.
Que no os puedo hacer mayor
Gran Capitán, este amor
De lo que vos os hicisteis.
No á mí sola le debéis, No hay grandeza que yo os mande
Sino al mundo, y estimad
Con que grande os pueda hacer,
Que á muchos que habéis vencido; Pues vuestro mismo poder
Que sois amado y temido. mundo grande.
Os hizo en el
DON FERNANDO. quien es grande ya
Pues en
Duque, de vuestra lealtad
Por sus hechos, por sus glorias,
Estamos muy satisfechos;
Por sus insignes victorias,
Vos sois el hombre mejor Bien cabrá un Rey, bien podrá
Que tuvo español valor
Aposentarse en su casa.
Y de más heroicos hechos; CAPITÁN.
Bienaventurado es
Aquí mi fortuna cesa,
El Rey que os ha merecido,
Pues á la casa de Sesa
Pues habéis puesto y rendido
pies. La de Castilla se pasa.
Tanto enemigo á sus
CAPITÁN.
Vanse, y al entrar detiene Julia á D. Juan.
A los vuestros, gran señor,
Hoy vuestra hechura se humilla. JULIA.
DON FERNANDO.
Detente.
Junto á mí quiero en Castilla DON JUAN.
Vuestro invencible valor. ¿Quién es?
Levantaos, gran Condestable
411
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN.

juma.
JULIA.
Yo soy.
¿Aquesto sufro-
DON JUAN.
DON JUAN.
Bueno está, Fabio; tú quieres
Julia?
JULIA.
Echarme á perder.
POMPEYA.
Sí.
n haces,
DON JUAN.
Pues ¿qué me quieres? Amor mío, en detenerme,
JULIA. Que si no
DON JUAN.
¿Haste acogido á sagrado?
Vete, por Dios.
Bien haces, dichoso eres;
JULIA.
l'areces, Córdoba injusto,
Español, ¿esto consientes-
Al dichoso delincuente
Pues antes de medio día
Que pasando Dios entoni 1

Sabrá el Rey, que ya Rey tiene


Del palio le favorece.
Ñapóles, cómo á traición
El de Fernando te asiste;
Diste á Fabricio la muerte.
Con él defendido vienes,
Que si no
Vase.
DON JUAN.
¿Tú hablas así?
JULIA.
DON JUAN.
Mientes, [vive Dios!
Y aun esto apenas mereces, POMPEYA.
Por las muchas que me has da
Espera.
POMPEYA.
DON JUAN.
Adviertan vuesas mercedes
¿Qué quieres hacer?
Que no es aqueste lugar
POMPEYA.
Para celos.
Ponerle
JULIA.
¿Quién os mete, Cinco sellos en la cara.
DON JUAN.
Señor paje, en mis agravios?
Anda, loca.
¿Sois por ventura alcahuete
POMPEYA.
De don Juan?
POMPEYA. Quien no entiende
¿Por qué buscáis Lo que quiere, pruebe celos,
Á un hombre que os aborrece? Que allí sabrá lo que quiere.
JULIA.
Yanse.
Porque es ingrato á mi amor
Y porque pienso que tiene Salen el rey D. Fernando y un Contador mayor.

De lo que merece menos,


CONTADOR.
Pues á lo que es menos quiere.
Por todas estas cartas te suplican
POMPEYA.
Vayas á gobernar, claro Fernando,
¿Quién es lo menos?
Á Castilla, que ya toda alterada
JULIA. No reconoce dueño ni le admite.
Pompeya. Tu hija serenísima en la muerte
POMPEYA. Del rey Felipe inhábil ha quedado
Notable engaño padece De gobernar.
DON FERNANDO.
Vuesa merced; que esa dama,
¿tanto lo ha sentido?
Qué
Por más que de sí se precie,
CONTADOR.
Le hace mucha ventaja.
JULIA. No se quiere apartar de su marido
Así como expiró, vestir le hizo
Advierta, paje,que miente.
POMPEYA. De una ropa de tela y le calzaron;
Advierta que verdad digo Púsole muchas joyas de diamantes,
Y le conserva.
con varios olores
Y que celos la enloquecen.
Sin apartarse del tan sólo un punto,
JULIA.
Haréos matar. Que de alma al cuerpo del difunto.
sirve
roMri I \. DON 1KRNANDO.
¿Para qué! .Extraño amorl
CONTADOR.
¿No ve que tengo parientes
En la corte? Es fábula el que escriben
, BRAS DB LO?B DE VEGA.
413
DON FERNANDO.
Porcia, Euriades, Julia y Artenu
a.
De ¿Y es cierto?
agora
Pues siendo así, ya ves que es niño ALBERICO.
Tu nieto Carlos: vuelve, que te adora Mira
si es cierto;
Casti señor, y no permitas
Pues el mismo desatino
Que en ella pasen cosas inauditas.
que te lian dado Pensó ejecutar en mí,
No mires los enojos
Y con seis hombres me hirió.
Particulares odios ni intereses: JULIA.
Mira como piadoso los que te aman,
Si tus piesmerezco yo,
Y que sus grandes con amor te llaman. Por quien soy y por quien fui,
éstas
Esta carta es del Duque de Alba, y Hazme justicia, señor:
Tondestable y Almirante: mira
Don Juan de Córdoba ha muerto
Con qué palabras te provoca el Duque A mi esposo.
Del Infantazgo, y tantos que desean DON FERNANDO.
Que vayas á poner remedio en todo. ¡Que encubierto
DON FERNANDO. gran errorl
Me tengan tan
Digo que buscaré el más fácil modo, JULIA.
En sosegando á Ñapóles, y haciendo Denoche, con gran secreto
Capitán general Virrey, que quede
Y armas, en mi propia casa
De Gonzalo Fernández sustituto, Me le mató.
Porque conmigo ya le llevo á España. DON FERNANDO.
Qué, ¿esto pasa?
Salen Espínelo, Alberico y Julia.
JULIA.

espínelo.
Tú eres Príncipe discreto,
Tú valeroso, tú sabes
Entrad, que á nadie su presencia niega. deslealtad del Virrey:
ALBERICO.
La
Castiga, pues eres Rey,
El resplandor de la verdad me ciega.
Señor, delitos tan graves.
ESPÍNELO.
Toma testigos, verás
Danoslos pies, gran señor,
Lo que descubres en él.
A Alberico y á Espínelo. espínelo.
DON FERNANDO.
Si quieres saber si es fiel,
Que os estimo sabe el cielo, Tómale cuentas no más.
Por vuestro mucho valor, DON FERNANDO.
Y que os estoy obligado. Vos, mi Contador mayor,
ALBERICO.
Se las tomad.
¿En fin llevas al Virrey CONTADOR.
A España? ¿Será bien
DON FERNANDO.
Voy á ser Rey Que cuentas, señor, te den
Tanta lealtad y valor?
De lo que estaba olvidado. DON FERNANDO.
ALBERICO.
Haced luego lo que os digo.
¿Cómo has tomado la muerte
JULIA.
De Fabricio Ursino? Prospere tu vida el cielo.
DON FERNANDO. DON FERNANDO.
¿Quién?
Hoy conoceréis mi celo.
espínelo.
¿Esto te encubren también? Vanse todos y queda el Contador.
DON FERNANDO.
¿Murió Ursino? CONTADOR.
ESPÍNELO.
El que no tuvo enemigo,
Y de esta suerte :

Ni tuvo virtud, ni en él
Que mandó el Gran Capitán
Hubo señal de valor.
Que porque no te escribiese
Sus cosas, muerte le diese Gran Capitán y García de Paredes.
Sale el
Secretamente don Juan.
DON FERNANDO. capitán.
¿Quién es don Juan? Rey mi señor?
¿Está aquí el
ALBERICO.
CONTADOR.
Su sobrino.
se ha entrado, y van con
él
espínelo.
Ya
Del reino algunos barones.
Ésta es la mujer del muerto.
413
LAS CUENTAS DEL GRAN CAi

Y Estado que tiene


Que hablase á vuestra excelencia j

,1'apeles á buscar va
Me mandó, y con su licencia, Quien con su eterno valor
Escuche cuatro razones.
capí Y el acero de su espada
izo temer del mundo?
No tienes que recelarte,
todas las paredes ¿En qué bujarrón profundo
Que pues
bien puedes Vive aquesta envidia airada?
Tienen oídos,
¡Pesia á cuantos mal nací
Dar á Paredes su parte.
listan agora en sus camas,
Entre jardines y damas,
Aún no sabe el Contador
Llenos de ámbar los vestidosl
La merced que vos me hacéis.
CONTADOR. ,No fuera yo un labrador,
sabéis L'n sacristán ó un peraile'
Gran Capitán, ya
¡Bien haya un bendito fraile,
Que si no hu ¡or,
Un letrado y un docí
No hubiera envidia.
capitán. ¿Sangre que habernos vertido
Es verda' 1. Buscan agora en papeles:
contador. ¿Qué queréis, ceros crueles,
Rey me manda tomaros A~un hombre que no ha tenido
El
Arena el mar para ceros
Cuenta, y yo vengo á avisaros
Que ha de ser con brevedad, De la suma de las sumas
Porque se quiere partir De sus victorias? ¿Qué plumas
Luego que compuesta quede Han de sumar sus aceros
La ciudad.
Á números infinitos?
CAP]
¿Dónde los habéis de hallar,
Cuanto el Rey puede Si no se pueden sumar

Mandar, sabré yo servir. Ni están en el mundo escritos?


¿Contar quiere un Contador
Digo que cuentas daré
De lo que se me ha entregado Lo que mil historiadores
Para el reino eonquistado,
No pueden ser contadores,
ganalle le gasté. Siendo infinito valor?
Que en
¡Oh envidia! pero ¿qué fuera
¿Así respondes?
De quien con el Rey privara?
CAPITÁN. Disculpa pienso que hallara
¿Qué quien Si el Rey le favoreciera.
Mas de su misma persona
El que bien supo gastar,
Buena cuenta puede dar. Que cuenten será mejor
GARCÍA. Que ha muerto este Contador.
¿Cuentas tú?
Salen D. Juan y Pompeya.
CAPITÁN.
Sí, no te alteres.
GARCÍA.
DON JUAN.
¿Valdrá lo que el Rey te ha dado Mi amor, Pompeya, me abona;
Los dos reinos que le das?
Que si Julia da en querer
CAPITÁN. Á quien tanto le aborrece,
Que amor con desdenes crece,
Él me dará lo demás,
Si el alcanzado.
Rey quedare Y más amor de mujer,
Voy á buscar los papeles. ¿De qué tiene culpa el mío,
Sólo en el tuyo ocupado?
POMPEYA.
Vase.
Amor que no fué pagado,
Nunca llegó á desvarío.
CONTADOR.
Si en algún tiempo no hubieras
Y yo los libros.
á Julia, yo sé
Amado
Vase. Que nunca con tanta fe
Firmeza en sus ojos vieras.
iine, donjuán, á mí;
GARCÍA.
¿Qué es esto? En esa tu amor emplea,

El Rey en cuentas se ha puesto


Y desde agora posea
Por cuatro envidias crueles La esperanza que perdí.
Con quien le lia dado el honor No te de pena i,ue intente
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
4'4
¿Dónde, en efecto, le llevas?
El verte, Julia, y vivir;
CAPITÁN.
Que yo me sabré morir me mandan.
Desesperada y ausente. A Castilnovo
GARCÍA.
DON JUAN.
¡Buenas nuestras cosas andanl
¡Ah, mi bien!
GARCÍA. ¡Cuentas, prisiones y pruebas!
CAPITÁN.
Éste es don Juan.
DON JUAN. No sé si os pida la espada.
DON JUAN.
¡Ah, señora !

rOMPEYA. No, porque no la daré,


¿Qué me quieres? Porque yo no la saqué
DON JUAN. Contra la lealtad jurada.
GARCÍA.
Terribles sois las mujeres.
POMPEYA. Ni será justo quitar
Espada que al Rey sirvió
Si injustos celos nos dan.
DON JUAN. Tan bien como he visto yo.
CAPITÁN.
Bien dices: injustos celos,
Con os quiero llevar.
ella
Porque todos vuestros gustos
DON JUAN.
Son pedir celos injustos.
POMPEYA. Vamos, Fabio.
POMPEYA.
Mi vida acaben los cielos
¡Voy sin mí!
Si no nacen de mi amor.
DON JUAN.
Decid, García, al Virrey
Sale un Capitán y soldados con arcabuces.
Que vaya á rogar al Rey.
CAP1IÁN.
Vanse, y queda García de Paredes.
Dése vuestra señoría
A prisión.
GARCÍA.
DON JUAN.
Pues yo, ¿por qué? Y podrá rogar por sí^
CAPITÁN. Que está la envidia en lugar
Que lo habernos menester.
Sólo deciros sabré
Ño sé qué tengo de hacer:
Que Su Majestad me envía.
GARCÍA. Ni acierto á hablar ni á callar.
Mándame hablar la razón,
¿Qué es esto?
DON JUAN. Y que no hable el respeto:

Manda prenderme A callar estoy sujeto.

El Rey.
GARCÍA. Sale el Gran Capitán y dos Contadores. Descúbrese
una mesa, silla, libros y recado de escribir.
Sí hará, que ha llegado
La ambición á tal estado,
CAPITÁN.
Que temo que han de ponerme
Estos los papeles son.
En ocasión de intentar CONTADOR I.°
Algún desatino.
Y éstos los libros: aquí
CAPITÁN.
Se siente vuestra excelencia.
Yo
GARCÍA.
Sólo sé que me envió
Y aquí he de tener paciencia.
Quien me lo puede mandar,
¿Papelejos? ¡Pesia mí!
Porque sabe Dios, Paredes,
¡Ved cómo se van sentando!
Lo que esta prisión sentí.
GARCÍA. ¡Ved los libracos que hojean!
¿Que aquestas las hojas sean
Bien puedes creer de mí,
Que sé también lo que puedes, Que estuvieran relumbrando
Cuando este reino ganó
Y que de aquí no llevaras
El Duque de Sesa, cielos,
Á don Juan, si no temiera
Que el Gran Capitán dijera Con tanta sangre y desvelos,
Que sus verdades tan claras Y que la fama escribió
Por tan extraños caminos
No tienen necesidad
De defensa, que éstas son Su historia en libros de cuentas,
Para darnos ocasión
Y no con plumas atentas
En sus anales divinos?
De alguna temeridad.
415
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPÍ 1 AS.

¿Cuándo Gon/.alo Fernández


;Ved qué Livio escribe aquí,
Volvió atrás?
Ó qué Cornelio discreto! CAPITÁN.
Aunque ya pudiese ser Dejad los pliegos,
Que aquí estuviese Cornelio,
Y vengamos á las sumas.
Que en las cortes de los reyes
GARCÍA.
Hay muchos Tácitos déstos.
¡Qué palos diera yo en éstos
Mas no importa, que algún día,
En las dos planas de atrás!
Si no propios, extranjeros
CONTADOR 2°
Escribirán tus hazañas
Pues que gusta de saberlo
Y tus soberanos hechos. Vuestra excelencia, señor,
Siempre fué España infeliz

En historiadores, siendo
Que bien se ve por sus hechos
Cuya espada dio á la pluma La cólera que ha tenido,
Suman los cargos doscientos
Más levantados sujetos.
El que está sentado allí
Y sesenta mil escudos.
CAPITÁN.
Diera á Jenofonte, griego,
¿No más?
Diera á Tranquilo, romano,
CONTADOR 2.°
Materia á libros eternos,
¿Es poco?
No á los de cuentas del Rey, CAPITÁN.
Porque no han de contar ellos No creo
Valor de quien tiembla el mundo mundo
Que tal reino en todo el
Y que le ha dado tres reinos.
CONTADOR I
.° Se haya ganado con menos.
GARCÍA.
Ilácesele á vueselencia
Yo sélo ¡voto á los diablos!
Cargo
GARCÍA. Y que sustento y dinero
Ya comienza el pleito. Se quitaba á cuchilladas,
CONTADOR I
." Y que enemigos le dieron.
CAPITÁN.
De seis mil escudos de oro También traigo yo papel;
Que en Valladolid le dieron,
Vayan, vayan escribiendo.
Otros diez mil en Madrid
Y veinte mil en Toledo. Saca un papel
A Ñapóles se enviaron,
GARCÍA.
Con el capitán Vivero,
¿Papel el Gran Capitán?
Ocho mil, y en Alejandría
¡Acabóse! .Vive el cielo,
Unos honrados hebreos
GARCÍA. Que quiere acabarse el mundo!
CAPITÁN
¿Hebreos y honrados? Miente,
A pagar de mi dinero, Lee.
Aunque sus parientes sean;
después que pusieron «Memoria de lo que tengo
Porque
Gastado en estas conquistas,
n Dios en tantos trabajos,
Que me cuestan sangre y sueño,
De manera los ha puesto,
Y algunas canas también. >
Que no tienen en el mundo
GARCÍA.
Honra, ciudad, rey ni reino.
Allá decía un discreto
Y ¡voto á Dios! que si tomo venían por años
Aquel librazo de en medio,
Que no
cabeza, Ni canas ni los cuernos:
las
Que le aturda la
majadero Vese claro, pues el sol
Porque honre el
Tiene de edad lo que el tiempo,
A quien Dios quitó la honra.
Y se está tan boquirrubio
CAPITÁN.
Señor Contador, dejemos
Como cada día le vemos.
Partidas de diez y veinte.
La luna está toda cana
Desde niña, y le salieron
¿No hay suma?
CONTADOR I.° Cuernos aquel mismo día.
CAPITÁN.
Aquí lo veremos,
Primeramente se dieron
Que por la plana de atrás
Suma este folio primí A espías ciento y sesenta
GARCÍA. Mil ducados.
CONTADOR I.°
¿Hay mayor bellaquería? ¡íantos cielos!
¿Plana de atrás? ¿Qué es aquesto?
4iC OBRAS bE LOPE DE VEGA.

CAPITÁN. Y andaban siempre tañendo.


CAPITÁN.
¿Qué os espantáis? Bien parece
Más, de limosnas á pobres
Que sois en la guerra nuevo.
Soldados, curar enfermos
Más, cuarenta mil ducados
De misas.
Y llevarlos á caballo,

CONTADOR 2." Treinta mil y cuatrocientos


Pues ¿á qué efecto? Y cuarenta y seis escudos.
CAPITÁN.
CONTADOR 1.°

Á efecto de que sin Dios No sólo satisfaciendo


Va vuestra excelencia al Rey,
No puede haber buen suceso.
GARCÍA. Mas que no podrá sospecho
demás que entonces, Pagarle con cuanto tiene.
¡Y cómo!
Suplicóle que dejemos
Andando todo revuelto,
No se hallaba un capellán Las cuentas, que quiero hablarle.
Por un ojo. Levántanse.
CONTADOR 2.°
CAPITÁN.
Al paso desto
Pues, García, ¿qué hay de nuevo?
Yo aseguro que le alcance. GARCÍA.
capitán.
Que mandó prender el Rey
Como se va el Rey huyendo
De tantas obligaciones, A don Juan.
CAPITÁN.
Quiero alcanzarle y no puedo.
¿Cierto?
Más, ochenta mil ducados
GARCÍA.
De pólvora.
Tan cierto
CONTADOR 2.°
Que lo vi con estos ojos.
Ya podemos
CAPITÁN.
Dejar cuenta.
la
GARCÍA. La causa ya la sospecho;
Bien hacen; Voyle á hablar de veras.
GARCÍA.
Temerosos son del fuego.
CAPITÁN.
Yo
No quise hacer lo que suelo;
Escuchen, por vida mía.
Más, veinte mil y quinientos
Que el capitán de la guarda
Y sesenta y tres ducados
Es mi amigo y vuestro deudo.
cuatro reales y medio
Pero aquestos Contadores
Y
Que pagué á portes de cartas. ¿No fuera bien que al infierno
CONTADOR 1" Fueran á-contar que yo
Les metí cuatro cuadernos
Jesús!
GARCÍA. Destos de plana de atrás
¡San Blas! Dentro de los mismos sesos?
CAPITÁN.
Vanse los dos.
Y en correos
Que llevaban cada día
CONTADOR I.°
A España infinitos pliegos.
GARCÍA. ¿Qué os parece?
CONTADOR 2.°
¡Vive Dios! que se le olvidan
Que estoy maravillado
Más de doce mil que fueron
A Granada y á otras partes; De ver el gasto.
CONTADOR 1.°
Y aun era tan recio el tiempo
El Rey.
Que se morían más postas
Que tienen las cuentas ceros.
Sale el rey D. Fernando.
CAPITÁN.
Más, de dar á sacristanes
DON FERNANDO.
Que las campanas tañeron Pues ¿qué hay de cuentas
Por las victorias que Dios
Con el Gran Capitán?
Fué servido concedernos, 2.°
CONTADOR
Seis mil ducados y treinta
Que
ha dado; las
Y seis reales.
con intentas.
CARCÍA. Mas yo no sé lo que él

Sí, que fueron De espías y de misas ha gastado


Más que le has dado.
Infinitas las victorias,
LAS CUENTAS DEI. GRAN CAÍ 417

Esta noche dos platos en que coma,


.es las misas cuentas? ie no hay enemigo á quien quitarlos.

OH I.° 'i A.

Dice que no hay sin Dios buenos sucesos. Sí ¡voto á cuanto puedo, sin ofensa
FERNANDO. De Dios!
Tiene razón. CAPITÁN.
con ¡
Y que don
Juan, sobrino mío,
Con un millón de excesos Mató á Fabricio Ursino en desafío,
Alcanza en dos partidas tan notorias, No como dicen estos envidiosos.
Que sólo en sacristanes que tañeron GARCÍA.
A las fiestas, señor, de sus victorias j
¿Qué importa que lo digan? Todos mienten.
Seis mil ducados cuenta que les dieron, CAP I :

Sin más treinta y seis reales. Juliano es su mujer, sino celosa


DOS fi .: Dama de mi sobrino; por moverte
Justas glorias A castigarle han hecho aqueste enredo.
Alegrías y fiestas merecieron. CAR
¡ADOR 2." Sí ¡por vida del Rey! y son gallinas.
Pues de espías, señor, nos dio sumados DON FERNANDO.
DON FERNANDO. ¿Quién es este soldado?
¿Cuánto? CAPITÁN.
CONTADOR 2.° Éste es García
Ciento y sesenta mil ducados. De Paredes.
De pólvora es locura lo que cuenta. DON FERNANDO.
DON FERNANDO. ¿Vos sois aquel sonado?
Debe de castigar malos deseos. GARCÍA.
CONTADOR I.' No sésoy sonado ó soy mocoso;
si

Veinte mil y quinientos y sesenta Yo sé que os he servido ¡oh generoso


Y tres ducados cuenta de correos. Rey de Aragón y Nápolesl al lado
Y añade cuatro reales á esta cuenta Del mejor capitán que el cielo ha dado
Para justificarla. ¿\ rey cristiano.
DON FERNANDO. DON FERNANDO.
Sus trofeos ¿Es pobre el buen Paredes?
Dan voces contra tanta envidia fiera. GARCÍA.
CONTADOR i.° Mas qué ¿quiere pedirme algo prestado?
Si oyeras á García de Paredes CAPITÁN.
Contar cómo las postas se morían, Señor, de fama y de virtud es rico.
Sospecho que le hicieras mil mercedes. GARCÍA.
Más rico soy que vos, Rey soberam
Sale el Gran Capitán y García.
Porque quien no desea cosa alguna,
CAPITÁN. Dos higas puede dar á la fortuna.
García, á España de esta vez me envían. DON FERNANDO.
GARCÍA. Pues de renta ledoy tres mil ducados.
Agora hablarle libremente puedes. CAPITÁN.
CAP1T .\. Certificóos que son bien empleados.
Bravos alientos las verdades crían. GARCÍA.
Aquí, invicto señor, á tus pies tienes Esos los gastaré sólo en serviros
Tu hechura. Y en soldados amigos camaradas,
DON FERNANDO. Cuyas lenguas, señor, son las espadas,
¡Oh, Condestable, á tiempo vienes! Y no estos bellacones gallinosos.
¿No sabes como ya me voy á España, DON FERNANDO.
Y como vas conmigo? Ya sé que mal me informan envidio
¡Holal den libertad á don Juan lúe
viendo ii Porque entretanto haré que se pub!;
A Vuestra Majestad; pero primero Un testimonio del valor del Duque.
Quiero satisfacerle de dos cosas. CAPITÁN.
Es la primera que en servicio suyo El cielo te prospere largos años.
I [e gastado mi vida con mi hacienda. GARCÍA.
CÍA. ¿Tres mil de renta yo? Brindis, fortuna,
Sí ,por vida del diablo! treinta veces. Por la salud de los amigos.

Que le he sido leal y que no tengo •se.


OURAS DE LOPE DE VEGA.
4 i8

QucJan los Contadores. Para gran bien.


OSORIO.

CONTADOR I.°
Es tan justo,
Todo Rey generoso y augusto,
Sucede al bien, porque del modo
Duque Que os darán mayor blasón
Que trazan su caída sus contrarios,
Que vuestro reino ha tenido
Desde el claro Clodoveo.
El cielo levanta á más grandeza
le
REY luis.
Y de laurel corona su cabeza.
Ver á Fernando deseo.
OSORIO.
Cajas dentro.
De Ñapóles ha partido,

CONTADOR 2° Y es imposible tardar


¿Qué cajas son éstas? Por bonanza que ha hecho.
la

CONTADOR I.° REY LUIS.


Creo Que viene con él sospecho,
Que el Rey se embarca. Por el sosiego del mar,
CONTADOR 2° Aquel divino español,
Parece Si teme como la tierra,
Que en banderas ofrece
las Que fué rayo de la guerra
El testimonio y trofeo Más claro que el mismo sol.
OSORIO.
Que debe al Gran Capitán.
¡Que de esa suerte le honréis
Salen cajas, dos banderas ó guiones, uno del Rey y Es digno de vuestro nombre!
otro del Gran Capitán, con las armas de entrambos; I

REY LUIS.
dos maceros, con sus cotas, y un Secretario detrás,
i

«¡Cuándo tendrá España un hombre


SECRETARIO. Como el que agora tenéis?
Aquí quiero publicalle;
pienso que en esta calle (Disparan dentro.)
Que
Más enemigos están.
OSORIO.
Lee.
Salva han hecho, gran señor:
Emperador, Reyes, Príncipes,
cPontífice, Sin duda que ya han llegado.
Potentados, Duques y Barones, á todos noti- REY LUIS.

fico y hago saber: que considerando que es de Bien este puerto ha mostrado
ánimo generoso y agradecido tener perpetua Reconocer su valor.
memoria de las buenas obras y servicios reci-
bidos, y no ocultarlos ni pasarlos en disimula- Con música de cajas, chirimías y arcabuces, salen don
Espínelo, Albenco y touos,
ción, para dar testimonio dellos con gran ala- íuan, García de Paredes,
la Reina, á quien
banza de todos. Acatando que al ilustre y mag- Y á la postre el rey D. Fernando y
trae del brazo el Gran Capitán, y
Pompeya, de dama.
nánimo varón Gonzalo Fernández de Córdoba,
Duque de Sesa y Terranova, mi Capitán ge-
REY LUIS.
neral, debo tan innumerables servicios y bue-
nas obras, y que sus esclarecidas hazañas han Días há que estoy aquí
pasado todas las que se han obrado desde el Sólo esperando que venga
principio del mundo hasta su tiempo, doy esta Vuestra Majestad.
fe y testimonio de su gran virtud y mereci-
DON FERNANDO.
Señor,
miento, lealtad, constancia y fortaleza, y le de-
claro por el más insigne y leal Capitán que ja- ¡Tanto amor! Fineza es ésta
más sirvió á rey. á este siglo como á los
Y así Que aumenta mi obligación

que vendrán, aseguro y quiero que sea notoria Y mi voluntad aumenta.


REY LUIS.
esta verdad de mi obligación, y del insigne
valor deste excelente y nunca bastantemente ¿Vienen Vuestras Majestades
alabado español. Y lo firmo de mi nombre y Buenos?
GERMANA.
hago publicar en Ñapóles á 25 días del mes de
Febrero del año de 15 10.» Quien á veros llega,

Tuviera gusto y salud


Tocan las cajas y éntrense todos. Cuando viniera sin ella.

REY LUIS.
Sale el rey Luis, D. Alvaro Osorio y acompañamiento.
¿Duque de Sesa?
REY LUIS. CAPITÁN.
¡Señor!
Pienso que estas paces son
I.AS CUENTAS DEL CRAN CAPITÁN. 419

Sentarse, Duque, á sus mesas.


REY LUIS.
GARCÍA.
¿Cómo venís?
CAPÍ i
¿Qué dirán los envidiosos,
Si la Reina,
Dime, don Juan, cuando sepan
Que con tres Reyes sentado
Mi señora, respondió
Está Gonzalo á la mesa?
Que viene bien, el que llega
¡Ah putos! jPor cuantos huesos
A veros, ¿qué han de decir
De cortesanos entierra
Los que son hechuras vuestras?
1 I Y I.UIS.
La pretensión y el despecho,
Gran Capitán. Que suele andar con muletas,
Vos sois el
CAPITÁN. Que si aquí cogiera alguno!
DON JUAN.
Rey Luis, vuestra grandeza
¡Paso, que los tienes cerca!
Hará humildes los leones,
GARCÍA.
Y las águilas pequeñas.
¿Quién?
REY LUIS.
JUAN.
'.-

Si fuérades mi
vasallo,
Alberico, y á quien
Yo sé, Gonzalo, qué hiciera.
I'ÁN. Le rompí media cabeza.
GARCÍA.
i

iié hiciérades, gran señor,


Pues hablen, y ¡voto á Cristo!
Con quien hoy los pies os besar
REY LUIS. Que les rompo la otra media.
Las mesas dejan los Reyes.
Ganara el mundo con vos.
CAPITÁN.
Levántanse.
Que gano es cosa cierta,
le
Pues soy mayor, y he ganado
CAPITÁN.
Que me honréis de esta manera.
Ya que con tanta grandeza
REY LUIS.
¡Holal Dennos de cenar.
Honran Vuestras Majestades
OSORIO. Quien tanta humildad profesa,
Aquí está puesta la mesa.
Les suplico, interponiendo,
Aunque atrevimiento sea,
Sacan la mesa. La autoridad del gran Rey
Que hoy les ha dado la cena,
REY LUIS.
Que perdonen á don Juan,
Conmigo cenar tenéis.
Que, casado con Pompcya,
DON FERNANDO. Les sirve en este camino.
La Reina no viene buena, DON FERNANDO.
Pero veranos cenar. Huélgome de conocerla.
GERMANA.
Siéntanse.
Y yo de hacerla merced.
DON JUAN. DON FERNANDO.
Sí, pero es razón que entienda
jCon qué majestad se sientan!
GARCÍA. El Duque, que también él
¡Son Reyes, nacen así! Ha de hacer lo que me enseña.
CAPITÁN.
REY LUIS.
Dadle, gran señor, licencia ¿Cómo, señor?
DON FERNANDO.
Al Gran Capitán, que aquí
Perdonando.
Cene con nosotros.
CAPITÁN.
DON FERNANDO.
Fuera .Pues hay alguno á quien pueda?
Quitarle esc honor, crueldad.
DON FERNANDO.
Sentaos, Duque. A Espínelo y Alberico.
ALBERICO.
CAPITÁN.
Si la rueda A tus pies, señor, confiesan

Se asienta de mi fortuna, Que eres grande, pues no pudo


Sentaréme á detenella. Vencer la envidia tus fuerzas.
GARCÍA.
Siéntase con grande humildad, y cantan mientras En esto, ilustre senado,
cena. finia parte primera,
Da
REY LUIS. Próspera persecución,
Quien vence reyes, bien puede Para que aguardéis la adversa.
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLAL15A
;

COMEDIA
DE

EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES


Doña Isabel de Ara
ChAVBS DE VlLLALBA. Un trompeta.
El Gran Capitán. Orlando.
Don Juan de GuzmAn.
Diego García de Paredes. Aspramonte, tudesco.
Toledo y Camilo, criados.
Don Diego de Mendoza. Alguna gente.
Doña Barbara dama.
,

Un paje y cuatro soldados El Embajador de España.


Dorotea en hábito de hom-
,

arcabuceros. Arlas y Mendoza.


bre.
Pbdro Navarro. Conde de Matera.
Mr. de Aubení y Mr. Namur-
Adolfo y Guillermo. Mr. db Alegre.
cio, generales franceses.

DON JUAN.
ACTO PRIMERO Eso será si los de Francia quieren.
CH.W ES.
¿Pues hay alguna novedad agora?
DON JUAN.
Juan
Saldan Chaves de Villalba, de camino, y D. en España.
de Guzmán, de rúa. Todo lo pintan fácil
CHAVES.
Piensan que el mundo al rey Fernando adora,
DON JUAN.
Vuelvo á decir mil veces norabuena. Y más que por la propia en tierra extraña.
DON JUAN.
CHAVES. mora,
El que en su casa en paz descansa y
Y vos seáis las mismas bien hallado.
DON JUAN. Mal juzga del que duerme en la campaña,
Del rico el pobre, el moro del cristiano,
Bueno venís, mas con alguna pena.
CHAVES. Del cuerdo el loco, del enfermo el sano.
CHAVES.
El áspero camino lo ha causado.
Como en España juzgan, causa tienen;
DON JUAN.
Pero decidme el fin de su conquista;
jCómo queda la guerra?
CHAVES. Pues los franceses y españoles vienen
Buena, y llena Debajo de un gobierno, enseña y lista,5
qué manera en esto se convienen
De las nuevas del reino conquistado.
DON JUAN. no nación que tanto se enemista
Ha venido á juntarse deste modo?
¿Conquistado decís? DON JUAN.
CHAVES.
Hsto refieren. En breve pienso referirlo todo
4=4 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Hecha la paz con Maximiliano, DON JUAN.


! lespués de tantas guerras de importancia, Para que laque tiene signifique,
I sar Augusto, Emperador romano, Fernando, el Rey de España, fué sobrino
El rey Luis Duodécimo, de Francia, De don Alonso, el que á ganarlos vino.
Dando por Carlos, Príncipe, la mano, Don Juan, Rey de Navarra, fué su hermano,
Aunque la tierna edad pone distancia; Y muerto el Rey el año que se cuenta
Porque el Príncipe tiene un año sólo, Del nacimiento y bien del Hombre humano
Niño más bello que es el mismo Apolo. De mil y cuatrocientos y cincuenta,
CHAVES. Heredó de Aragón el cetro hispano,
Oid, por Dios, ¿de un año le han casado? Y un bastardo el de Ñapóles: contenta
DON JUAN. Sicilia de entregarse al de Navarra,
Que es con madama Claudia os apercibo, Que á las cadenas enlazó la barra.
Del César primogénita. Deste bastardo don Fadrique viene,
CHAVES. Y siendo el Rey Católico avisado
Hanle dado Que Ñápeles le toca y le conviene,
La muerte á quien no sabe si está vivo; Quedó con el de Francia concertado.
Si de un año no más le han dado estado, Por ella el Conde de Gayazo tiene
Aunque es hijo de Rey, nació cautivo; Y Milor de Obvení campo formado,
Triste del, que en naciendo, á perder viene Con que hasta Roma entrando, no se escapa
El bien que el hombre siendo libre, tiene.
, Santángel de armas ni de miedo el Papa.
DON JUAN. Detuvieron su furia coloneses,
No es la suerte entre reyes tan avara; Hasta pasar del río Garillano,
Del casamiento fuimos socorridos Mas á Capua ganaron los franceses,
Para que el hombre á la mujer gozara, Del gran Fabricio defendida en vano,
La vergüenza y temor de honor vestidos; Y porque de alabar jamás no ceses
Porque si ningún hombre se casara, Aquel famoso Capitán cristiano
Cuantos nacieran fueran mal nacidos. Que Gonzalo Fernández se apellida,
CHAVES. Oye una cosa extraña, por tu vida.
Yo apruebo el casamiento, y no el temprano. Habíale dado don Fadrique tierras
DON JUAN. A don Gonzalo, por servicios hechos,
Fué del cielo remedio soberano. Y sabiendo la causa destas guerras,
No hubiera honor, no hubiera padre cierto, Fe y amistad de los reales pechos.
No hubiera estado ó sucesión segura, CHAVES.
Y entre reyes no hubiera otro concierto ¿Volvióselas acaso el Rey?
Que les diera la paz que se procura: DON JUAN.
Hecho el que digo, y siendo descubierto, No yerras;
La misma paz con don Fernando jura, Castillos, guardas, tiros y pertrechos,
Y el español y el albanés (i) se abrazan Diciendo que lo dado le volvía
Y la conquista deste reino trazan. Porque su reino á conquistar venía.
La razón por qué el Rey de España ha sido CHAVES.
A don Fadrique de Aragón contrario, ¿Era su rey Fernando?
Fué porque ingrato á su favor ha sido, DON JUAN.
Queriendo hacerse á Francia feudatario; Así, con esto,
El reino de Sicilia, pretendido Por España hizo guerra don Gonzalo,
Del cristiano, del turco y del corsario, Que á toda la Calabria queda opuesto.
También quiso poner en poder suyo. CHAVES.
CHAVES. A de Aquiles su persona igualo;
la
A su culpa sus daños atribuyo. Pudieron los de Francia llegar presto
TON JUAN. Al paraíso, al último regalo,
Por sucesión legítima no eran A Ñapóles la bella, á quien entrega
Ñapóles ni Aragón de don Fadrique (2); Don Fadrique en saber que Francia llega.
Que Católico Rey darse debieran
al DON JUAN.
Cuando el justo derecho se le aplique. Ya consus hijos y mujer, partido
CHAVES. Por Francia y por España el reino queda,
Qué, en fin, ¿con la razón se recuperan? Y ya que lo demás ganado ha sido,
Quieren los reyes que partirse pueda;
(1) Albanés por francés, y Albania por Francia es Mira, Chaves, al tiempo que has venido
sustitución que hizo Lope, obligado por la censura, Para que el gusto del trabajo exceda;
liemos restablecido la verdadera lección en todos Que hoy se parten las tierras que han ganado,,
los pasajes en que era posible sin destruir el verso,
pero no sucede así en este y en algún otro.
Y aquí los generales se han juntado:
(2) Por errata en la primera edición, Enrique. Ese Gran Capitán, cual digo, el nuestro,
;

4»5
I.ASÓN DE LOS CHAVES DE VII.I.

CHAVES.
Duque de Nemors por el de Francia.
Y el
Es el mayor socarrón
CEU
Que has visto en toda tu vida.
Galán soldado, valeroso y diestro. A BÁRBARA.
. JUAN.
Estaba la ropa asida
Ha sido en la conquista de importancia.
CHAVES. A la tabla del sillón.
TOLEDO.
Mas volviendo, don Juan, al gusto vuestro, Si una ley se hiciese
Que no fué del amor poca ganancia,
:

Que muriese la mujer


¿Hay en este país algo que os duela?
I JUAN.
En el lugar que naci<
gola á la escarcela.
Porque ni en ir ni en volver
Soy fuego, de la
CHA Tanto trabajo nos diese.
bisoño, Si fuera voluntad mía,
Pues, yo, don Juan, hablando á lo
cuello soy ceniza. Ni un cuarto de legua iría
Desde el grcgüesco al
tierra á la ajena
DON JUAN. Desde su
pasado otoño Todo es quejarse y dar pena
Aquí llegó por el
deste campo riza:
Y lo más bellaquería:
Una española
Si me tengo, no me tengo;
Del lugar que del oso y del madroño
se autoriza, Si me caigo, no me caigo.
Por armas coronadas DOÑA BÁRBARA.
Dice que es natural.
CHAVES. Yo, amigo, ¿en qué te detengo?
TOLEDO.
¿De Madrid? Bueno.
DON JUAN. Yo sé los huesos que traigo
Fué estrella de aquel cielo tan sereno. Y de la suerte que vengo.
CHAVES.
Apéenme, no me apeen;
Ténganme, déjenme estar.
¿Tenéisla?
DON JUAN. cQue hay hombres que esto deseen?
|Ah! yo los vea remar,
No lo sé;bien lo quisiera.
CHAVES. Y aun á los que no me creen.
posada
Si llegan á la
Holgárame que traigo cierta dama,
,

Ha de haber cama por fuerza,


De que en su compañía estar pudiera.
DON JUAN. Y en no siendo regalada
¿Es bella?
No hay boca para que tuerza
En una espuerta doblada.
CHAVES.
Así parece á quien bien ama.
Pues comer no hay que esperar:

DON JUAN. En un monte pide peces


Y pasteles en el mar,
¿Llega ya cerca?
CHAVES. Y es antojo las más veces
De haceros desesperar.
Que su voz me altera.
DON JUAN.
DON JUAN.
Yo he mirado muy bien,
la
¿Cómo se llama?
extremo hermosa,
CHAVES. Y es por tanto
Bárbara se llama. Que merece que le den
DON JUAN. La manzana de la diosa
¿Es discreta? Y la libertad también.
CHAVES. Habladla.
CHAVES.
Parécelo, á fe mía.
DON JUAN. Quise aguardar

Pues bárbara será por ironía. Por dejárosla mirar;


Que me huelgo, como digo,
Salgan D. a Rarbara, con capotillo y sombrero, De que le agrade á mi amigo
y Toledo, criado de Chaves. Lo que me suele agradar.
DOÑA BARDARA. A ¿Señora mía?
DOÑA BÁRBARA.
Jesús! Tengo de caer.
¡Ser.
TOLEDO.
CHAVES.
Tan recio te has apeado
Que no te pude tener. ¿Venís cansada?
DOÑA BÁRBARA.
Lleve el diablo el desalmado
Venia,
Que camina con mujer.
DON |UAN. Y en viéndoos cesó el ri¿or
Co-i el mozo trae cu Del cansancio que traía.
426 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TOLEDO.
DON JUAN.
Mi seo don Juan, ¿quién ó cómo
¡Que propio efecto de amor!
Conozca vuesa merced Tomará ciertas maletas?
De Chaves un gran amigo. Que es cosa de mayordomo.
DOÑA BÁRBARA. DON JUAN.
Para que me hagáis merced.
¿Hay argén?
TOLEDO.
DON JUAN.
Bien lo interpretas,
¡Oh, qué Bárbara!
CHAVES. Ellas pesan, y no es plomo.
Creed, DON JUAN.
Señora, que habláis conmigo. Aquí vienen dos criados.
DOÑA BÁRBARA. Salgan Camilo, criado, y Dorotea, en
hábito de paje.
Cómo, ¿es el señor don Juan?
CAMILO.
Que esas señas suyas son.
DON JUAN. Creo que ya son llegados.
DOROTEA.
Yo soy don Juan de Oristán (i).
¡Oh qué rara perfección! Bravos huéspedes tenemos.
CAMILO.
DOÑA BÁRBARA.
Son dos gallardos extremos.
Por mi vida, que es galán.
TOLEDO. DOROTEA.
Que vuesa merced también Son dos medios extremados;
Conozca á Toledo. Que pues son galán y dama
DON JUAN. Medios de un todo serán.
CAMILO.
¿Á quién?
TOLEDO. De dos un alma se llama.
DOROTEA.
A Toledo.
galán.
DON JUAN. Gentilhombre es el
CAMILO.
¡Oh, buen Toledo!
Dadme esa mano. Y la dama de la fama.
TOLEDO. DON JUAN.
Bien puedo; ¡Doroteo!
DOROTEA.
Que hombre soy.
¡Señor!
DON JUAN.
Apretad bien. DON JUAN.
Parte,
TOLEDO.
Leal como un castellano, Y esa ropa que han de darte
Hidalgo como un navarro, Haz que á recaudo se ponga,
Franco como un veneciano, Y el aposento componga
Como un genovés bizarro De loque hay bueno, Duarte.
DOROTEA.
Y alegre como un romano.
Como un español brioso, ¿Qué camas mandas hacer?
DON JUAN.
Como un esguízaro fresco,
Como un francés generoso, Una. ¿No lo ves?
animoso DOROTEA.
Como un numancio
¡Ah, sí!
Y fuerte como un tudesco.
DON JUAN.
Gallardo como alemán,
Duro como catalán, ¡Malo está de conocer!
DOROTEA.
Como un aragonés fuerte,
Huéspeda tienes aquí,
Y todo hasta la muerte, entender.
Para serviros, don Juan. Que ha de darme en qué
DON JUAN. DON JUAN.
No en balde le encarecistes. ¿Celos aquí, Dorotea?
DOROTEA.
¡Bello humor!
CHAVES. ¡Qué bella mujer!
Es extremado; DON JUAN.
En cansada vinistes,
fin,
No es fea.
DOROTEA.
Pero ya habéis descansado.
Ni de mal talle el galán.
DOÑA BÁRBARA.
DON JUAN.
Luego que os miré y me vistes.
Ya que he dado me dan:
los
Plega á Dios que por bien sea.
(i) Antes habia escrito Lope Guzmdn.
427
1,L BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALUA.

CAMILO.
1 HAVKS.
Tu pensamiento adivino;
Yo querría, si queréis, De regalarte me encargo.
Don Juan, irá ver partir TOLEDO.
Las que dicho habéis;
tierras
Como un coral eres fino;
Que á casa se puede ir Toca y vamos.
Mi bien con quien vos mandéis. CAMILO.
DOS JUAN. ¿Esta moza
Pues llévela Doroteo, hacer ó es hurtada?
Dístcsla á
Que es toda mi confianza. TOLEDO.
DOR<-
Pregúntalo al que la goza.
Serviros, señor, deseo. CAMILO.
DOÑA BÁRBARA.
Parece honrada.
Merece toda privanza. TOLEDO.
CHAVES.
Es honrada,
¡Bonito rapazl el vicio retoza.
Mas con
DOÑA BÁRBARA. CAMILO.
No es feo.
su hidalgo apellido.
Dime
DON JUAN. TOLEDO.
Pues por ese mismo estilo
Bárbara.
Vayan Toledo y Camilo CAMILO.
Por la ropa. Es nombre fingido.
CHAVES.
TOLEDO.
Adiós, mi bien.
Yo tengo sospecha igual;
CAMILO.
Que creo que es principal, K
¡Señor!
Y que hay un padre ofendido.
DON JUAN. CAMILO.
¿Qué?
CAMILO.
Vamos por estas maletas;
¿Diré también
Que creo que han hecho salva.
TOLEDO.
Que haya algún regalo?
Ya escucho las escopetas.
DON JUAN.
Dilo.
Vayanse Toledo y Camilo.

Vayanse
3
Chaves y D. Juan; hablen aparte Dorotea DOROTEA.
y D." Bárbara.
¿Chaves, decís, de Villalba?

CAMILO. > DOÑA BÁRÜAKA.


¡Parece que te inquietas!
¿Iremos por esta ropa? DOROTEA.
TOLEDO.
No hago, por vida mía,
lo
¿Es lejos tu alojamiento?
CAMILO.
Sino que allá conocía
Copa. Algunos deudos que tiene.
La hostería de la
TOLEDO. Muy honrado hidalgo viene
sustento? Hoy en vuestra compañía.
Buen agüero. ¿Hay buen
CAMILO.
Yo creo que no hallarán
plus hay viento en popa.
En todo el campo ninguno
Cuando hay hombre y galán.
TOLEDO. Tan gentil
DOÑA BÁRBARA.
¿Es alegre este país?
CAMILO. Xo, pues yo ya he visto uno.
DOROTEA.
Si se siembra argén, da fruto.
¿Quién, por tu vida?
TOLEDO.
DOÑA BÁRBARA.
Al fin, ¿contento vivís? Don Juan.
CAMILO.
DOROTEA.
Hay mucho del bel presuto.
TOLEDO.
Qué, ¿os ha parecido bien?
DOÑA BÁRBARA.
¿Y vino? ansí vame agradando.
Ansí,
CAMILO.
POROTFA.
Como ámbar gris.

TOLl
V Chaves á mí también;
á ser mujer, voy pensando
¿Y de aquella que el camino
.

no le hiciera desdén.
Hace sentir cuando es largo?
438 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

DOÑA BÁRBARA. Que ésta ha mirado á don Juan


Partes tiene de hombre honrado; Y Chaves me lleva el alma.

Que es muy noble caballero,


discreto y bien criado, Un alarde por una parte de españoles y una bandera
Muy armas de Castilla; Diego García de Paredes
con las
Blando en paz y en guerra fiero,
Gran Capitán por Y por otra parte, otro
general.
y el
Que es un león enojado. de franceses con bandera de las armas de Francia.
DOROTEA. Mosiur de Aubení y el Duque de Nemurs, llamado
¡Qué bravos hombres produce Mosiur Namurcio, por general.
Trujillo!
CAPITÁN.
DOÑA BÁRBARA.
Este rapaz luce Famoso general del francés suelo,
Agora entre mil famosos Por el Rey famosísimo y dichoso,
Con principios generosos A quien prospere largo tiempo el cielo,
Á que la sangre le induce. Haciendo que su reino poderoso,
DOROTEA. Sin ofensa de España, se dilate
Bien os habéis empleado. Del eclipsado Ocaso al Norte hermoso;
DOÑA BÁRBARA. Pues ha llegado el último combate
Amor le tengo. Que á la conquista de este reino hacemos,
DOROTEA. De dividirle es justo que se trate.
¿Y no más? Y pues que juntos oído misa habernos,
DOÑA BÁRBARA. Dándonos San Antonio el templo suyo,
No es amor desatinado, Por medianero en esto le tendremos.
Porque no quiero jamás Bien sabes que mi Rey y el noble tuyo
Si no es cuando me han dejado. A Ñapóles conquistan juntamente,
DOROTEA. Aunque al tuyo la gloria le atribuyo.
¡Lindo humor! Que de tu pecho, general valiente,
DOÑA BÁRBARA. Sospecho que si fueras preguntado,
No suele ser Que al español dijeras llanamente.
""

Este humor nuevo en mujer. Pero quedando cada cual honrado,


DOROTEA. Y esta conquista entre los dos partida,
En los hombres es lo mismo; Que habernos igualmente trabajado,
Que un desdén es un abismo Aquí será razón que se divida
Que un hielo puede encender. De suerte que, quedando sin agravio,
DOÑA BÁRBARA. La razón juzgue y el derecho pida.
NAMURCIO.
¿Quiere bien don Juan?
DOROTEA. Gran Capitán, tan valeroso y sabio,
Sí, quiere. Que así te llaman hoy varias naciones,
Y tú verás por quién muere, Y la envidia también, mordiendo el labio;
A cuyo Rey, que en las estrellas pones,
Si volvemos á Milán.
DOÑA BÁRBARA. Sin ofensa de Francia, poner veas
Qué, ¿allá sus ojos están? Del uno al otro polo sus pendones:
DOROTEA. Esta verdad pretendo que me creas,
Oue deseaba verte como Aquiles
Llora ausencia.
DOÑA BÁRBARA. Deseaba á Héctor, ó cual Turno á Eneas.
Desespere. Tus bien trazados miembros y gentiles
DOROTEA. Estoy mirando, y tu modesta cara,
Quiero engañar esta loca, Terror y espanto de enemigos viles.
Mientras no sabe quién soy, Guárdete Dios, que á tu prosapia clara
Por ver si amor le provoca. Dejarás una fama, como el cielo,
DOÑA BÁRBARA. Que mueve los demás y nunca para.
~
¡Qué lejos! Cansada voy. Agradecido á tu compuesto celo,
DOROTEA. Digo que habernos todos trabajado
Pues ya la distancia es poca. Y con igual sudor pisado el suelo.
DOÑA BÁRBARA. También con sangre igual se ha conquistado,
El cansancio me desalma. Y así es razón que dividido sea,
DOROTEA. Ó como fué primero concertado.
CAPITÁN.
Vamos, que aguardando están.
DOÑA BÁRBARA. Pues, Duque invicto, este papel se vea,

Ve adelante. En que su división quedó trazada.


DOROTEA. AUBENÍ.
Ansí es razón: vueseñoría le lea.
Voy en calma;
V1LLALBA. 429
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

GARCÍA.
CAPITÁN.
espada, ¿Qué tan bueno? que, por Dios,
Más que de pluma entiendo de la
Que ya de lo justo excedes,
Pero leeréle, si es que os sirvo en esto.
Y probémoslo los dos.
AUBBNÍ.
caí 1

|Bravo español!
NAMUKCIO.
Buen García de Paredes,
¿Quién os mete en esto á vos?
Es humildad cifrada. GARCÍA.
que la furia os muestre presto.
Yo os digo
¿No quiere vueseñoría,
GARCÍA.
Pesar de quien me engendró,
Los de Francia murmuran. Que vuelva por 1

DON JUAN.
CAIi
Ya presumo
1 es día
Que sin pendencia no saldremos desto. ni yo,
Que lo hagamos vos
CAPITÁN.
Mientras no hay descortesía.
Ansí el papel, por abreviar, resume:
Dice mosiur de Aubení
Lee. Que lo que dijere aquí
Sustentará con la espada:
«En conquista del reino de Ñapóles, el
la
Duodécimo y el rey Hasta aquí no ha dicho nada;
rey de Francia Luis 1) (

¿Pues qué os toca á vos ni á mí?


católico de España D.
Fernando V quedaron
GARCÍA.
tierra de
convenidos dcsta suerte: Que toda la Yo no soy tan advertido;
de Benavento y la Brusa,
Labor, el Ducado en esto, en la condición,
Ñapóles sea de los franceses. Y la Cala-
Y
con Soy al cielo parecido,
bria y Basilicata, tierra de
Otranto y Pulla
Que castigo la intención
pertenece al Católico.»
Como el yerro cometido.
NAMURCIO.
CAPITÁN.
Desa suerte ya está hecho
Valerosos capitanes,
Que Ñapóles tiene Francia,
Caballeros albaneses,
Y que es de su derecho;
lo
Generosos y galanes:
Sihay engaño, es de importancia
En materia de intereses,
Volver por nuestro provecho.
Por mil Romas y Milanes
Que en eso no es bien permitas, No torceré la justicia,
Cuando tuyo solicitas,
el
Ni menos tengo codicia;
Que se nos olvide el nuestro.
CAPITÁN.
Que he dado más que ganado,
el vuestro
Después que como soldado
Antes yo pretendo
Ejercito la milicia.
NAMURCIO. mi Rey,
Esta hacienda es de
¿Pues qué nos das ó nos quitas?
CAPITÁN.
Y ansí fuera caso injusto,
Señores, no hacer lo justo,
Ya lo que es vuestro tenéis.
NAMURCIO. Por justo derecho y ley,
Sin vuestro agravio y disgusto.
Sí,pero de los confines AUBUNÍ
Es bien que parte nos deis. Más pensé que con agravio.
CAPITÁN.
CAPITÁN.
Pesado me ha que en los fines
Señor, la paz se pretende;
Esa codicia mostréis. Procuradla como sabio.
NAMUKCIO.
DON JUAN.
Sin más que le tocarán,
Este negocio se enciende.
Hoy á Francia se darán GARCÍA.
Mella, Aversa, Andria y Bitonto.
De que se tarda me agravio.
CAPITÁN.
AUBENÍ.
A lo que es justo estoy pronto, Con la paz se hará mejor;
Á ley de buen capitán;
Que bien españoles saben
Pero advertid que no os toca.
Nuestra milicia.
AUMENÍ.
CAPITÁN.
A responder me provoca: ¡or,
Sí toca, y muy bien ganada, que se acaben
Más cordura es
Y haré bueno con la espada con amor;
Estas cosas
Lo que diga con la boca.
Que si españoles sabemos,
Vuestra milicia tan bien,
(1) Dúvils hizo decir á Lope la censura.
:

43o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

También, porque nos honremos, Fruto, aunque ahora se tarden.


bien GARCÍA.
Los de Francia saben
Que, ofendidos, ofendemos. Aunque suelen las abejas
GARCÍA. Comer flores, ahora no,
¿Ansí habláis? ¡Bueno, por Dios! Que en guarda leones dejas.
CAPITÁN. AUBENÍ.
muy solo. Leones he visto yo
Paredes, estoy
GARCÍA. A los pies de Francia ovejas.
pues está con vos GARCÍA.
No estáis ,

El mejor de polo á polo, El día que Francia es dama,


Y el mundo es poco á los dos. Y algún español león
NAMURCIO. Por mujer la adora y ama,
Éstos tenemos cercados Rendido por afición,
De vuestra gente y la mía Oveja á sus pies se llama.
Con ejércitos formados; Y dejemos esto aquí,
Creo que mejor sería Señor mosiur de Aubení.
AUBENÍ.
Echarlos destos Estados.
CAPITÁN. Más veces España dio

Ahora bien, gran general; Mujeres á Francia.


CAPITÁN.
Esto se divide mal.
NAMURCIO. Y yo
Por los dos lo digo ansí
¿Pues qué podemos hacer?
CAPITÁN. Sin muchos reyes que os dio,
poner Un rey que tuvistes santo
En lo por partir,
De nuestra España nació.
Nuestro estandarte Real.
NAMURCIO.
Pongan en estos confines
Sus armas Francia y España, Y Francia le estima tanto,
Mientras que lo determines. Que ella lo confiesa y yo.
CAPITÁN.
NAMURCIO.
Bien es, pues nadie se engaña, Con esto, gran general,
Que á tu parecer me inclines; Me voy.
NAMURCIO.
Traed un escudo aquí
Dios vaya contigo.
De las armas albanesas.
GARCÍA.
CAPITÁN.
Traedlas de España. ¡Señor!
CAPITÁN.
NAMURCIO.
Ansí, ¿Qué?
GARCÍA.
Las condiciones expresas
Esto queda mal.
Se quedan por ti y por mí;
CAPITÁN.
Y las armas estarán
me es testigo
no dividido, Paredes , Dios
Para lo
Que queda partido igual.
el
Y allá juzgarlos podrán. CARCÍA.
AUBENÍ.
¡Extremada traza ha sido! No hay lobo que á mí me muerda
NAMURCIO. Ni en poblado ni en campaña.
CAPITÁN.
Como de tal Capitán.
¿Qué hay aquí que España pierda?
GARCÍA.
Traigan dos escudos de armas, unas de Francia
y otras de Castilla. Quedar las armas de España
Puestas á la mano izquierda.

Estas rojas fijo aquí,


Muramos, que no aprovecha
Para que espanten ansí Ir con honra y con sospecha.
CAPITÁN.
Las enemigas naciones.
CAPITÁN. Paredes, esto es error,
Más espantan los leones Porque donde está el señor
Que nacen donde nací; Esta es la mano derecha.

Aquí pongo á que guarden


los
h
Vayase el Gran Capitán con su gente.
Estas flores que tú has puesto,
Que á fe que no se acobarden.
AUBENÍ.
NAMURCIO.
¡Oh cómo este español es arrogante!
Las flores nos darán presto ,
431
I L BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA.

Bárbaro soy ya de modo ,

NAMURCIO.
Que hasta el alma que te di
.¡Cuándo todos no son desa manera? bárbara acomodo;
MJBBHÍ.
A ser
quede Mira hay Bárbara en mí,
si
Mal hemos hecho en permitir que
Y si soy bárbaro todo.
Indecisa de Francia la venl
Si hago ofensa á un caballero
Ni españoles iguales con nosotros.
NAMURCIO. Como Chaves de Villalba,
mal hecho, rómpase la tregua;
Y amigo tan verdadero,
Si eso es
¿Qué honra me queda salva
Que con lo que tenemos conquistado
Presto será de Francia lo que queda.
O cuál galardón espero?

AUBENÍ.
Mas si por una mujer
señor, para que entienda
Se suelen reinos perder
¿Cómo haremos, Y ser reyes enemigos,
El Español que estamos con
disgusto,
aventajados? Que se pierdan dos amigos
Y que habernos de ser
¿Qué novedad ha de ser?
NAMURCIO.
Seguir quiero mi deseo;
Vaya un trompeta y dígale que luego Pero aquesta Dorotea,
Deje á Capitanata, y della saque Transformada en Doroteo,
El presidio que tiene de jpañoles, 1

Del bien que el alma desea


Ó que por fuerza se la quitaremos.
AUBENÍ.
Es peligroso rodeo.
¿Qué haré? ¿Qué será de mí?
Pues por si del recado no lo entiende,
Lleve un requerimiento por escrito. Sale Dorotea.
NAMURCIO.
DOROTEA.
Así está bien, y en su adquirida tierra
Para mi mal vino aquí
Podréis entrar.
AUBENÍ. Este gallardo mancebo,
Comiéncese la guerra. Este basilisco nuevo,
Que me ha muerto, y yo le vi.

Si mirando mata el fiero,


Vayanse marchando. Sale D. Juan.
Y viene á morir mirado,
En vano remedio espero;
DON JUAN.
Que, visto, vivo ha quedado,
Amor, no te pintan mal
Con rayos, pues eres rayo
Y no mirándome, muero.
¿Mas si ha visto, aunque sin ver,
Fn fuego y presteza igual:
Lo que soy en propio ser
De improviso estoy mortal
último desmayo.
Con mi traje y con mi nombre,
Y en el
Pues él me tiene por hombre,
Mas dime, amor, si yo amaba,
Y, en efecto, soy mujer?
¿Cómo la razón, esclava,
Pues en verdad que yo adoro
Se pudo librar tan presto
De aquese hermoso supuesto
Un hombre que por mí muere,
Si por él suspiro y lloro,
Donde con el alma estaba?
Sino que quiere y le quiere
Que seas ciego, no lo niego.
Una mujer como un oro.
¿Cómo has hecho, te pregunto,
Pues el traje que me dan
Que un fuego queme otro fuego,
Es propio para quien ama;
Sino es de Fénix difunto,
Que estoy mejor, me dirán,
Para que renazca luego?
Para galán de su dama,
Amar, bien se puede amar;
Pero no, amando, olvidar
Que dama de su galán.
Mas ;ay! mi dueño está aquí.
Sin causa, agravio ni celos,
¡Señor!
Si no es que quieren los cielos
DON JUAN.
Un nuevo amor engendrar;
;Oh, mi Dorotea!
Mas este ciego no es huéspedes?
¿Qué hay de los
Hijo de su luz hermosa,
DOROTEA.
Limpio al principio y después; Fui
Mas de la adúltera diosa,
Que le dio por interés A alojarlos.
DON JUAN.
Bárbara, bien he probado
¿Que ésta sea
Que el amante transformado
Contradicción para mí?
Queda en quien ama, y de suerte
me ¿Que quien era ángel ayer,
Amor en ti convierte,
Que por bárbaro he quedado. Hoy se convierta en demonio,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
432

pueda DOROTEA.
Quién dirá que ser?
Aquí estaba
Todo es, amor, testimonio
Para decírselo yo.
De tu infinito poder.
DOROTEA. CHAVES.
¿Posible es, que éste es don Juan? Ven conmigo.
DOROTEA.
¡Qué diversos pareceres
Nos da un gesto, un ademán! Soy tu esclava.
CHAVES.
¡Cuan justamente, oh, mujeres,
De varias el nombre os
dan! ¿Qué?
Quiero, sin mirar que he sido
DOROTEA.
Mujer, decir que en mujer
Que tienes un esclavo
Todo es mudanza y olvido, En mí.
CHAVES.
Porque me quiero valer
Del sagrado del vestido. Tu servicio alabo.

Mas no me fué de provecho, Vayanse Chaves y Dorotea.


Porque, abrasándose el pecho,
No hay en el vestido injuria. DON JUAN.
¡Extraña es de amor la furia: ¡Oh, cómo se ha hecho bien!

Con ser hombre me ha deshecho! ¡Victoria deamor me den!


Láminas de plata ha sido, Lo que hoy pretendo, hoy lo acabo.
Sobre madera de roble, Extraño mi pensamiento;
La fuerza deste vestido, Mas ¿quién puede contrastar
Y ejecutoria del noble, Un amoroso tormento?
Comprada del mal nacido. Camilo entre.
Fresco color de manzana,
CAMILO.
Dentro herida y fuera sana,
¿Sabes que quieren marchar?
Fe cristiana en hombre moro
DON JUAN.
Y cojín de tela de oro
Ni tú, Camilo, mi intento.
Que tiene el alma de lana.
CAMILO.
Mujer, en efecto, he sido,
Y he hecho como mujer, ¿Qué hay?
DON JUAN.
Aunque era de hombre el vestido.
DON JUAN. Sin réplica alguna,
Yo he dado en que esto ha de ser, Porque no pido consejo;
Que esto es amor y fortuna:
Y hago bien, que estoy perdido.
La dama le he de quitar Sin Bárbara á Chaves dejo
Á Chaves con un enredo, En las puntas de la luna.
Parte capitán Navarro,
al
Con que la pienso gozar.
Y di que me envíe aquí,

Chaves entre. De aquel su tercio bizarro,


Cuatro hombres.
CAMILO.
CHAVES.
Harélo ansí.
¡Bueno, por mi vida, quedo,
DON JUAN.
Si ya nos mandan marchar!
DON JUAN. Hoy hurto á Febo su carro.
¿Qué es esto? Vayase D. Juan.
CHAVES.
Que el general CAMILO.

Manda aprestar y partir. Si como el otro le guías,


DON JUAN. Caerás perdido en el mar,
¿Hay desasosiego igual? En que extrañas fantasías
¿Dicen donde quiere ir? Hace amor á un hombre dar
CHAVES. En término de dos días.
Donde quiera, me está mal; ¿A un amigo esta traición?

Que descansar me importaba. Ciegos tus efectos son:


DON JUAN. Ni tener, ni guardar fe.
¿Sábelo Bárbara? Entre Dorotea.
CHAVES.
DOROTEA.
No.
DON JUAN. Quien esto á sus ojos ve,

Parte y díselo. Intenta su perdición;


DE V1LLALBA. 433
EL BLASÓN DE LOS CHAVES

DOROTEA.
No queda al álamo blanco
Chaves, fortuna ordena
la
Más enlazada la vid Que os pueda el alma gozar.
Que los dos en campo franco.
Todos de mi parte están.
¡Tiernas lágrimas, salid,
Yo me voy, mientras se van,
Que ya del pecho os arranco!
Viendo Angélica y Medoro
A alguna parte á esconder;
Que, en efecto, soy mujer
Enredarse en lazos de oro,
Y quise bien á den Juan.
Por volverme estuve Orlando.
CAMILO. capitán D. Diego de Mendoza y el Gran
Sainan el
¿Qué lamentando?
te vienes Capitán y Diego García de Paredes.
DOROTEA.
CAPITÁN.
Mudanzas del tiempo lloro.
CAMILO. En esto, pues, señor don Diego, estamos:
¿Luego has sabido el intento Que poniendo las armas de los Reyes,
El nuestro y el de Francia, en los
confines,
De tu don Juan? en sus Cortes,
DOROTEA. Ellos lo determinen
¡Ay de mí! Y nosotros guardemos lo ganado.
DON DIEGO.
Quiérole decir que sí;
Todo se ha hecho bien cual se esperaba
,

Ya sé todo el fingimiento.
<ILO. Del gran valor dése invencible pecho;
harás?
Pero Diego García de Paredes
¿Y qué
DOROTEA. Dice que los de Francia aquí han tenido
Con vuestra señoría más soberbia
Quedarme aquí.
De la que sufre en otras ocasiones.
¿No es bueno, que no sé nada.
CAPITÁN.
Y respondo á Camilo?
Señor don Diego de Mendoza, el hombre
le
CAMILO.
¿No me con qué estilo
dirás Que entre sus enemigos no es astuto
Nunca tendrá ocasión para vengarse,
Estás del cuento avisada?
DOROTEA. Y perderá la honra con la vida.

sólo corre aquesto en nuestros


tiempos;
Celosa, escúchelo y vilo.
No
CAMILO. Pero, en ejemplo de las sacr;.s letras,
Pues si esta dama se lleva Vemos un rey David fingirse loco.
Mientras los hombres no perdemos nada,
Don Juan, como lo ha trazado,
¿Qué has de hacer? Es bien salir en paz de las cuestiones:
DOROTEA. Mi Rey, sus armas, yo, mi gente, España,
Extraña prueba No hemos perdido en esto cosa alguna.
Del secreto mal guardado; Ya estoy de dos ejércitos cercado,
Y válgome de industrias como griego.
Pero no es en amor nueva.
Miren por dónde he sabido
Un soldado.
Que quiere aqueste atrevido
Hurtarle su dama á Chaves.
SOLDADO.
CAMILO.
¿Posible es que aquesto sabes, Un trompeta está aquí, general ínclito.

CAPITÁN.
Y no pierdes el sentido?
DOROTEA. ¿ Es de Francia ?

SOLDADO.
Esto me viene muy bien;
Del mismo.
Que si éste queda sin dama, CAPITÁN.
Y yo sin dueño también, Di que llegue.
Yo pierdo á quien me desama
Y gozo á quien quiero bien. Sale un trompeta.
Callar quiero; que no pudo
Darme el ciego amor desnudo
TROMPETA.
Mayor ventura. Nanuircio,
CAMILO. El Duque de Nemurs, mosiur
El rigor Besa tus manos, general famoso,
Suele dejar del dolor Más que Torcato, Scipión y Curcio,
Al que le padece, mudo. Y dice que pedirte le es forzoso
ésta ansí debe de estar,
Y Que luego entregues á Capitanara,
Pues calla con tanta pena. Sacando su presidia i tiempo honroso.
Quiero al capitán hablar. Y mosiur de Aubení también repara
En que luego le entregues esta fuerza
Vayase.
55
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
434

Que agora tu español presidio ampara,


Que entre los dos se acabara
no la tomarán por fuerza. ,Todo lo que viene aquí.
Porque si
CAPITÁN. Y el presidio español
que
Ni sacaré, ni espero,
le
Dile, amigo, al general
Que pues no ha tenido estima Ni lo puedo, ni lo quiero;
De comedimiento igual, Que se mueven, como el sol,
Su descortesía me anima Que otro le mueve primero.
Para que le trate mal. Que aunque tengo diez soldados,
Acaba de hacer la tregua, Y ellos diez campos formados,
Soy tan grande por mí solo
Y del no estoy media legua,
Y ya el parecer es otro. Que ocupo de polo á polo,
GARCÍA. Y aun me aprieta los costados.
Eso es; darásme el potro, Que primero que de Italia

Ó he de matarte yegua. la Me arroje su brazo fiero,


CAPITÁN. Pasaré la primer Galia;
Dile que siempre con ellos Que ésta es manopla de acero,
muy comedido, No es guante de ámbar ni algalia.
He sido
Y que no tan sólo dellos Soy del lugar donde nacen
Defenderé mi partido, Buenos caballos, y quiero,
Pero que pienso ofendellos. Pues tanto en Albania aplacen,
Esto confiando en Dios, Pasar un ganado entero
Aunque para excusar muertes, A ver si en sus campos pacen.
,

Asaltos y trances fuertes, Y eso de grande me agrada


Mejor fuera que los dos Sólo en España. Esto doy
Echáramos estas suertes. Por respuesta á tu embajada;
TROMPETA. Que allá por sangre lo soy
Con este requerimiento Y acá lo soy por la espada.
TROMPETA.
Su mandamiento he cumplido.
CAPITÁN. Así lo diré.
CAPITÁN.
Yo me doy por requerido,
Pues parte.
Aunque mi comedimiento
Ha de ser siempre el que ha sido.
Vayase el trompeta-correo.
Leed, García.
GARCÍA.
¿Este ultraje GARCÍA.

Sufre tu divino honor? ¡Ah bravo invencible Marte,


CAPITÁN. Agora hablaré á mi gusto!
CAPITÁN.
Leed.
¿Dónde iremos? Porque es justo
GARCÍA.
¡Que del cielo baje! Estar en segura parte.
CAPITÁN. DON DIEGO.
¡Leed! ¿Es buena Basilicata?
GARCÍA. GARCÍA.

Yo leeré, señor. Mejor estás en Barleta.


¡Ah, pesar de mi linaje!
DON DIEGO.
Bien dice; de marchar trata;
Lee.
Que es más segura y quieta
«Mosiur Namurcio, mosiur de Aubení, en Y el mar la baña en su plata;
nombre del Rey de Francia, requerimos al Tendrás por allí sustento.
CAPITÁN.
duque de Sesa D. Gonzalo Fernández de Cór-
Es gallardo alojamiento.
doba, á quien llaman en España el Gran Capi-
GARCÍA.
tán, General suyo en Ñapóles por Fernando V,
su Rey Católico, entregue y deje luego á
¡Que como yo mil no hubiera!
CAPITÁN.
Capitanara, sacando della el presidio que tiene
Si hallarse otro vos pudiera,
de españoles. Donde no, con este protesto la
tomaremos por fuerza.» Paredes, bastaban ciento.
Bárbara
&
Entren cuatro soldados con arcabuces;
CAPITÁN. y D. Juan, y Chaves de
Villalba.

Dile á mosiur de Aubení


DON JUAN.
Y losdemás, que lo oí,
Y que ojalá que él gustara Para más seguridad
V1LLALBA. 435
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

Irá con estos soldados.


CHAVES.
Los franceses, alterados,
Publicando enemistad,
ACTO SEGUNDO.
Cubren montañas y prados.
Parte, señora querida,
Por el orden de don Juan,
Que allá te llevas mi vida; Salgan Chaves y Dorotea.
Aunaue, si juntas están,
No es justo que se divida. CHAVES.
DOÑA BÁRBARA.
Al hombre que ya se muere,
Yo voy con tal desconsuelo, es justo darle esperanza,
No
Que me cubre el alma un hielo. Ni que pierde el bien que alcanza
al
DON JUAN.
Decirle que tiempo espere.
jPáez!
Al que sin razón pleitea,
PÁEZ.
No es razón entretener,
¿Señor?
Ni alque no tiene poder
DON JUAN.
Escuchad: Y lo imposible desea.
El que el mal cierto dilata
El camino atravesad
No busca remedio igual,
En no viendo gente.
PÁEZ.
Porque dilatando el mal
Harélo. Coge de improviso y mata.
No se puede, Doroteo,
soldado 2.°
Con un amante burlar;
¡Alto! Partamos de aquí.
DON JUAN. Que mal se puede engañar
Un amoroso deseo.
Un barco aguarda en la playa; En vano engañar porfías
Secreto, y metedla allí.
soldado 3. Las sospechas que me dan
mundo á mar vaya, De que no llegue don Juan
Cuando el la
A Barleta en tantos días.
Fiad de Ortuño y de mí.
DON JUAN.
Los franceses habrán dado
ir con ella
Con mi gloria llanamente,
No será malo
bagaje llegue.
Y, como era poca gente,
Hasta que al
La escolta desbaratado.
CHAVES.
pues no vuelve don Juan,
Y
Honráisme y honráisla á ella.
Habránle muerto también,
DON JUAN.
Porque no goce mi bien
Adiós.
CHAVES.
Algún albanés galán.
¡Ay mi verdadero amigo!
¡Ay, Bárbara bella,
Amor de Francia ciegue!
los
¡
Ay don Juan ya te perdí!
, ,

mi pecho? ¡Quién pues que mueres por mí,


Si es ciego amor, i cómo acertó
,

¿cómo vivo? Pudiera morir contigo!


Y si acertó mi pecho, Que de manera te he amado,
Si el bien poseo, ¿cómo soy cautivo?
pago pecho? De tu lealtad y amor cierto,
¿Y cómo libre, si le
Que quisiera ser el muerto
Si me regala amor, ¿qué mal me ha
hecho?
¿en qué es esquivo? Por no quedar obligado.
Si es liberal conmigo,
Que como en satisfacción
¿Cómo, si es blando, es fuerte y vengativo?
Tuya no tengo que hacer,
Si es daño, ¿cómo busca mi provecho?
Inmortales han de ser
Si yo siento dolor, ¿qué son favores?
es poco? Mi amor y tu obligación.
Si es mucha la pensión, ¿qué bien no DOROTEA.
¿En un gozado bien por qué hay recelos?
Señor, como los engaños
[Oh amor, camaleón de mil colores,
Suelen mantener la fe,
Alegre carmesí, pajizo loco,
Con esperanza verde, azul con celos!
Y pocas veces se ve
Provecho en los desengaños,
Gustaba de entretenerte;
Que una pena entrenida,
En fin, dilata la vida,
cierta ha de dar la muerte.
Si
Mas ya que fuerza ha de ser
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
436

¿De quién lo sabes?


Venirte á desengañar,
DOROTEA.
Oye que hay que fiar
lo
De Páez,
De un falso amigo y mujer.
CHAVES. Un soldado que allá fué,
Cómo, Doroteo, di, Y en el concierto me hallé
¿Sabes ya que está cautivo De la barca y del arráez.
CHAVES.
Aquel ángel, por quien vivo?
¿Quién te lo ha dicho? ¡Ay de mí! ¿Luego, sin duda, don Juan
¿Murió don Juan? Habla claro. Se va con mi amada pena?
DOROTEA.
Dos vidas pierdo en los dos.
DOROTEA. Como Paris con Elena,

¡Que engañado estás! Surcando las aguas van.


CHAVES. Ó ya está en salvo ó fluctúa.
¡Ay, Dios! CHAVES.

Que más en don Juan reparo; Á llegar donde suspiro,

Que ella es mujer, y me fundo Yo fuera otro Cinegiro


En que otras mil se hallarán, En defender la falúa.
Nadara, y el borde asiera
Y amigo como don Juan
se ha de hallar en el mundo. Con estos brazos romanos,
No manos
DOROTEA. Y en cortándome las

Con los dientes la tuviera.


Á lo menos como tú, amigo fiero!
¡Vil mujer,
De tanta lealtad y amor;
Que don Juan es un traidor, ¡Él traidory ella traidora!
Aunque es hidalgo. ¿De cuál de los dos agora
CHAVES. Es bien quejarme primero?
ijesúl Ella es Bárbara, en efeto;
¿Traidor? Y mujer, disculpa tiene.
DOROTEA. Él que á ser bárbaro viene,
,

¿Pues eso no es llano, Siendo hombre hidalgo y discreto,


Si lo quiero descubrir?
Es en aquesto el culpado.
CHAVES. ¿Cómo le podré seguir?
¿Tal te atreves á decir Que es imposible salir,
Delante de mí, villano? De de Francia cercado.
los
DOROTEA. No sé cómo me prometa
Es traidor de engaños lleno. Tomar de Roma la vía,
CHAVES. Porque llegan cada día
¿Ansí agradeces el pan Á los muros de Barleta.
Que has comido de don Juan? Pero ¿cómo me detengo
DOROTEA. De no me arrojar al mar?
No ha sido sino veneno. Que no pudiendo llegar,
CHAVES. Mataré el fuego que tengo.
DOROTEA.
Si no mirara, picaño,
Que eres rapaz ¡Qué mal con quejas la cobrasl
DOROTEA. CHAVES.
Ten la daga, Dos bárbaros me han llevado
Y empléala en quien te paga Mi bien y honor mal guardado,
Ese amor con tal engaño. Uno en nombre y otro en obras;
CHAVES. Pero dime Doroteo, ,

¿Qué engaño? ¿Qué es lo que dices? ¿Cómo te quedaste aquí?


DOROTEA. DOROTEA.
Que te ha llevado don Juan Porque no digan que fui
A Bárbara. Y que ya están, Parte en delito tan feo.
Porque más te escandalices, Y costárame el quedar
En el puerto de Ostia, ó cerca. La vida, que ya les daba,
CHAVES. Pues viendo que me quedaba,
¡Válgame el cielo! Don Juan me mandó matar.
DOROTEA. Acogíme á tu sagrado;
Esto pasa. Que traía un pistolete

CHAVES. Encubierto Navarrete.


Todo el infierno me abrasa, CHAVES.
Todo su fuego me cerca. ¿Quién?
;

V1LLALLA. 437
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

DOROTEA. Y no de poca importancia,


Para sufrir la arrogancia
De los cuatro, un soldado.
Con que el de Francia te inquieta.
CHAVES.
GARCÍA.
Y éstos, ¿de qué tercio son?
suerte las han tenido,
De
DOROTEA.
Aunque en ellos naturales,
Del conde Pedro Navarro, á ser las obras iguales,
Que
De los cuales el bizarro
Chacón, No se hubieran resistido.
Era el alférez
CHAVES.
Y los otros dos Ortuño
Suplico á vueseñoría
Páez y el que te he nombrado.
CBAVBS.
Que para cierto combate,
á mal recado.
En que un amigo rescate,
No la lleva
Me dé licencia este día,
iQué tarde espada empuño!
la
DORO A 1 I .
Que defendiendo una dama,
Preso está del Albanés
No que en llegando á la mar,
,
CAPITÁN.
Los que digo se volvieron. Hazaña piadosa es
CHAVES.
¡Muéstramelos!
Y digna de nombre y fama.
DOROTEA.
¿De quién sabéis que está preso?
CHAVES.
No tuvieron que me envió.
á acompañar;
De un papel
Culpa en irle
CAPITÁN.
Que él decía que era suya,
Albanés ¿Y el dueño que le rindió
Y que por el
Es sabedor del suceso?
La guardaba. CHAVES.
CHAVES.
Que no ha de dalle por talla
Verdad es;
Me escribe, sino comprado
Todo al traidor se atribuya.
Con sangre.
¿Esto es amistad?
DON DD2GO.
DOROTEA.
¡Extraño soldado!
Repara
CAPITÁN.
En que te pueden oir.
CHAVES. Pues, alto, haced la batalla.
Den orden para salir
De aquí tengo de salir,
Si mil vidas me costara. A este hidalgo de Barleta.
GARCÍA.
DOROTEA.
Pues el desafío aceta,
'
El general viene.
CHAVES.
Él sabrá hacer y decir;
Espera; Que dejando la honra salva
por leal De otros soldados, es hombre
Que te quiero
Que merece fama y nombre.
Y porque eres de mi mal CAPITÁN.
Testigo.
DOROTEA. ¿Quién es?
GARCÍA.
En tu bien quisiera
Chaves de Villalba.
CHAVES.
CAPITÁN.
Irás conmigo.
¿Conocéisle vos, Paredes?
DOROTEA.
GARCÍA.
Si haré.
empeño Es de la tierra, y de tales
Tu paje soy, y te
Padres, que entre otros iguales
Mi fe, que mejoro el dueño,
Ponerle á tu mesa puedes.
Porque en el otro no hay fe. CAPITÁN.
¿De Trujillo?
Entren e! Gran Capitán, Diego García, don
Diego,
GARCÍA.
de Mendoza y el capitán Pedro Navarro.
Sí, señor

Que aun de su talle se infiere.


CAP11ÁN.
CAPITÁN.
Ansí estaremos seguros
Pues vaya donde quisiere;
En uno y otro lugar;
éste defiende la mar
Que yo salgo por fiador.
Que CHAVl ^.

Y esotro los fuertes muros.


Beso á vuestra señoría
DON DIEGO.
Las manos mil veces.
Muy buen sitio fué Barleta,
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
438

CAPITÁN. Al general, que hoy le ampara,


Parte. No le corto media cara
CHAVES. Ó las piernas desjarreto.
TOLEDO.
Y á vos, invencible Marte, ¡Rapaz afeminadillo!
Honra de la patria mía.
GARCÍA. Si mi amo no estuviera
Presente,yo le pusiera
Si allá no os sucede bien,
Lo que de quien sois confío, La mano en todo el carrillo.
Llamadme, pariente mío, Pase esto aquí con recato;
Para allá le desafío,
Y préndanme á mí también.
CHAVES. Aunque guante no le envío,
Pero tome ese zapato.
Yo procuraré, García,
DOROTEA.
Que no os deba más que amor.
Desvíe vuesa merced.
¡Doroteo!
DOROTEA. ¿A mí coz?
CHAVES.
¿Mi señor?
CHAVES. Bien está ansí.
TOLEDO.
¿No vas en mi compañía?
DOROTEA. A no estar quien está aquí,
Hasta la muerte, y mil vidas Te arrimara á la pared.
CHAVES.
Que tuviera te ofreciera.
CHAVES. Seguidme sin replicar.
DOROTEA.
Sigamos aquella fiera,
Porque otras tantas me pidas. Yo os cogeré, fanfarrón.
TOLEDO.
Salgo bebiendo los vientos,
¡Vive Dios, medio capón,
Como tigre, de mi cueva.
DOROTEA. Que os acabe de caparl
CAPITÁN.
Hijos del alma te lleva.
CHAVES. A Taranto puede ir

Bien dices: los pensamientos.


Con buena guardia Navarro.
h DON DIEGO.
Toledo entre. Todo su tercio es bizarro.
PEDRO.
TOLEDO.
ando perdido. Él y yo te han de servir.
En tu busca
CAPITÁN.
¿Sabes ya lo que ha pasado?
CHAVES. Lezcano, con el Armada,
Podrá guardar entretanto
Sé que mi bien me ha llevado mar de Otranto.
Aquel amigo fingido.
La villa del
DON DIEGO.
¿Hay otra cosa, Toledo?
TOLEDO. Buen gobierno.
PEDRO.
¿Más que esto quieres que haya? Buena espada.
Quien fué en su escolta á la playa escuadra de Luque.
Me ha dicho todo el enredo, Y más la
CAPITÁN.
Y que Bárbara pensaba Socorro espero mayor,
Que tu orden era aquélla. Emperador
CHAVES. Que envía el

está culpada ella?


Por orden del Archiduque.
Qué ¿no PEDRO.
TOLEDO.
yerno de Fernando
Como
¿Pues quién, señor, la culpaba?
CHAVES. Vuelve por su hacienda.
GARCÍA.
Doroteo fué el primero, Envía
Y él dice que consintió.
Muy lucida infantería
TOLEDO.
Tudesca.
Doroteo te mintió,
CAPITÁN.
Á pagar de mi dinero: Estoyla esperando;
Porque si tú la mandaste
Que son siete compañías
Ir con él, y ella obedece,
Tuya culpa parece.
la
De á quinientos hombres.
DON DIEGO.
DOROTEA.
Plata
Él miente, y agora baste;
Que por guardar el respeto Hace falta.
BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA.
439
I L

CAPITÁN. Y no se sepa, don Diego.


GARCÍA.
Eso se trata,
¡Qué" Alejandro!
Vendrá de aquí á pocos días.
DON DIEGO.
Yo entretengo los soldados
¡Un César eres!
Con decir que hay gran dinero,
Que ya de Venecia espero cabo de
lintrcn Adolfo, alférez francés; Guillermo,
Por papeles aceptados:
escuadra, y tres soldados con arcabuces.
Y DO hay memoria en España
De dineros ni de letras. GUILLERMO.
DON DIEGO.
Contadme, por vida mía,
Bien su descuido penetras.
CAPITÁN.
Los sucesos de Barleta.
ADOLFO.
Es necesidad, y extraña;
Anda la caballería
Que ha hecho mucho en Granada
Toda la noche inquieta,
El Rey, y es poco provecho.
DON DIEGO. %
Y muchas veces el día;
Que como
negocio es
¿Las Indias?
CATUÁN. En que cada cual desea
Mostrar bríos de francés,
Será, sospecho;
ó nada. Más por honra se pelea
Que agora son poco
Trujo á Granada Colón
Que no por el interés.
El campo corren y cruzan,
Cinco mil escudos de oro,
Con nuevas de un gran tesoro
Y á golpes con las espadas
Los arneses desmenuzan.
Y tierra de promisión.
Diólos la Reina Isabel
Y en concierto ó con celadas
Batallan y escaramuzan;
Á Toledo, con que han hecho Cualquier de Francia, advertid,
La Custodia.
DON DIEGO. Que de Roldan tiene el brío,
Era el provecho Cualquiera español, del Cid.
GUILLERMO.
Grande, y dan primicias del.
¿Qué fué lo del desafío?
Sale un soldado. ADOLFO.
;Queréislo saber?
SOLDADO. GUILLERMO.
Una nave, gran señor, Sí.
Llena de ropa navega ADOLFO.
Al puerto. Oid:
CAPITÁN. La caballería francesa,
Haz cuenta que llega
La que trae por divisa
Para tu bien y favor. Blanca banda y rosas de oro,
Parte, y di que entre el patrón En Barleta desafía
YJque compraré la ropa. A la española, que el pecho
SOLDADO. Cruza, por costumbre antigua,
Ella trae viento en popa. Con la banda carmesí,
En que su furia publica.
Disparen.
Que son pocos y ellos muchos,
jOye! Los españoles decían,

Vayase.
Y que fueran iguales
si

Ganaran fama y estima.


DON DIEGO. Con estos tantos á tantos
Hizo salva un cañón. A determinan,
salir se

CAPITÁN. Y once ú once al campo salen


Llegando del plazo el día.
Gente hay iota y mal vestida;
Si hay quien me quiera fiar,
En el campo de Tiano,
Esta ropa he de comprar, Que las murallas cubrían,
Y hoy ha de ser repartida. Que por ser parcial Venecia
DON DIEGO. A entrambos, seguros iban.
mercaderes Entraron once franceses
\A De Bari dos
De la manera que pintan
Te fiarán.
CAPITÁN. A Cario Magno, á Roldan,
Pues vamos luego, A Rugero el de Marfisa,
, , , ,

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


440

A Godofre de Bullón, Y francés soy por la vida,


Y francés digo que España
A Valdovinos de Frisia
Ganara el precio aquel día,
A Reinaldos, á Oliveros,
Si cuatro franceses bravos
Borbón y mosiur de Guisa;
Á Luis Santo, cuando armado Con esta industria no obligan
Las lunas de África eclipsa, A detenerse al contrario
Que vencedor se imagina.
Y al Condestable de Francia
Con la espada en sangre tinta. Y fué que algunos caballos
Que en la campaña yacían,
Luego otros once españoles
Les sirvieron de trincheras,
Como en retrato se miran:
Defensa, foso y fagina.
El gran Bernardo del Carpió
Con esto llegó la noche,
Y el primer Rey de Castilla,
El Conde Fernán González
Y la batalla indecisa
Quedó por entrambas partes
Y el valiente Cid Ruydíaz,
Sin ventaja conocida.
Los Reyes con quien casaron
Doña Sol y doña Elvira, Dieron á los españoles
Don Diego Ordóñez de Lara, La destreza y valentía,

Don Bermudo y don García, Y constancia y firmeza


la

Don Jaime, Rey de Aragón, Á la francesa cuadrilla.


Aquel español Paredes,
Y Santo Rey de Sevilla.
el
Las armas, del pie á la gola, Que llaman Diego García,
Con el solresplandecían; Fué celebrado en extremo
celadas con mil plumas
Porque la espada perdida,
Las ,

Y lazos de argentería.
Se defendió á pura piedra;
Ricos caballos bridones,
Y la misma fama aplican
Fuertes aceradas sillas, A Diego de Vera, el bravo.
Mira si hay más que te diga.
Ellas y las riendas, de ante,
GUILLERMO.
Y de oro espuelas y hebillas. Holgádome he con extremo,
Eran de ver los colores,
Adolfo, de oir la historia.
Crines blancas ó teñidas;
Gente viene.
Cuál es bayo, cuál castaño,
ADOLFO.
Cuál español, cuál de Frisia.
Acométense de suerte
Ánadie temo.

Que no creo que se embistan Salgan Chaves, Toledo y Dorotea.


Dos galeras con más furia
Tronando la artillería. CHAVES.
De pasan
la cuja al ristre Ya mi desdicha es notoria;
Las fuertes lanzas que vibran, De mi fortuna blasfemo.
Descalabrando los aires Salí de Barleta y di
Con los pedazos y astillas. En celada de enemigos:
Sacan los fuertes estoques, Hoy perecemos aquí.
Tajos y reveses tiran,
Y como herreros en yunque Apúntenle.
El blanco acero acuchillan.
ADOLFO.
Cuál entra por este lado,
Cuál por el otro se libra, ¿Quién va allá?
CHAVES.
Quién corta rienda y cadena,
Amigos, amigos.
Cuál escarcela ó loriga.
ADOLFO.
Cuál, de las crines asido,
¿Eres español?
Por donde no quiere aguija,
CHAVES.
Haciendo las cerdas riendas
Sí.
Y apretando la barriga.
TOLEDO.
Cuál corta el rostro al caballo,
Sí.
Cuál á su dueño derriba,
ADOLFO.
Que no sintiendo su peso
Pues, ¿cómo amigo?
Precipitado camina.
CHAVES.
Cuál pone el pomo en el pecho
No vengo
Para que de punta embista,
Cuál caballo inobediente De guerra.
ADOLFO.
Ya cocea y ya se empina.
Guillermo, yo soy de Francia,
Yo aquí te tengo.
441
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE V1LLALBA.

Con que al viento descalabras,


CHAVES.
Sin guerra voy á mi tierra.
No estimo tanto dineros
Al'OLIO. Como tus buenas palabras.
Suelto el arcabuz y aceto
Aquí, hermano, todo es guerra;
El desafío.
Date ó la cuerda prevengo.
CHAVES.
¿Quién eres?
CHAVES.
Yo voy
Honrado soy Con gran priesa á cierto efeto
De que cuenta no te doy,
Y cabo de aquesta tropa,
Porque requiere secreto;
Yo á nadie las armas doy.
ADOLFO. Pero daréte una prenda
Por rescate y desafío
Pues que el dinero y la ropa
Para la vuelta.
Por darte, español, estoy.
ADOLFO.
Daca la espada.
¡Que emprenda
CHAVES.
¿Quién eres? Este español tener brío!
ADOLFO. Pues hoy el que tengo entienda.
Daca la prenda.
Adolfo.
CHAVES.
CHAVES.
Aquí doy
|Ah, Diosl
ADOLFO. Esta cadena y retrato
¿Qué te espantas? De la dama de quien soy.
CHAVES. ADOLFO.
he de dar! ¿Es bella?
iQué la
CHAVES.
TOLEDO.
¿Morir quieres? No lo es el trato.
ADOLFO.
ADOLFO.
Vete.
Ó piensas mover las plantas,
CHAVES.
Ó nos tienes por mujeres.
Con esto me voy.
Acaba ya.
TOLEDO.
CHAVES.
Si eres noble, Acabóse esto.
CHAVES.
Como se te echa de ver,
Ya quedo
¿De mí que puedes querer?
ADOLFO. Libre.
TOLEDO.
Rescate.
CHAVES. ¡No se remitiera
Tendrásle al doble A las armas!
CHAVES.
Con hidalgo proceder.
TOLEDO. ¡Buen Toledo!
DOROTEA.
¡Mas que ha de dar ocasión
Para que nos pase el pecho ¿Qué dices?
TOLEDO.
El alma de aquel cañón!
DOROTEA. Todo
es quimera;
Que voy muriendo de;miedo.
Buena gallina te has hecho.
TOLEDO.
ADOLFO.
Llega, Guillermo, y advierte
Aquí no hay ser fanfarrón;
No es fruta aquesta que como; En la gallarda española.
camino tomo GUILLERMO.
Dése, ó el
Por aquellas casas viejas; ¡Qué bizarra!
ADOLFO.
Que me andan por las orejas
Los ruiseñores de plomo. Fuego vierte.

CHAVES.
GUILLERMO.
Pues cuerpo á cuerpo, francés, ¿Ésta te dio en prendas?
No sé cómo se acabara; ADOLFO.
Mas pues esto guerra es, Dióla.
En que te daré repara GUILLERMO.
Un moderado inb
¿En qué prendas?
ii'.
ADOLFO.
Yo, español, porque no abras
De mi muerte.
La boca para hacer ñeros,
56
XI
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Brame el bronce sonoroso,


GUILLERMO.
Entendí de desafío.
Y repartáis la gloria,
no
ADOLFO. Aunque repartáis el oro.
Mejor ésta desafía. Éntrese.
Á batalla el pecho mío;
NAMURS.
Pues es, siendo esclava mía,
Señora de mi albedrío. |Fuego del cielo en quien aquesto esperol
AUBENÍ.
GUILLERMO.
El campo y los generales
Marche ese campo; que esta infamia sola
Borrar de Francia la opinión pudiera.
Marchan al muro.
NAMURS.
ADOLFO.
¡Ay de mí! ¡Temeraria mujer!
AUBENÍ.
Namurs y Aubení y más gente. ¡Brava española!
NAMURS.
AUBENÍ. Á Canosa me voy con rabia fiera.
Si con dos asaltos tales AUBENÍ.
Bari no se rinde aquí, También puedes tomar la Chirinola,
No sé qué puedes ni vales. Castillos que están cerca de Barleta.
NAMURS. ADOLFO.
¡Que nos haga una mujer ¿Qué no puede mujer? ¿qué no sujeta?
En Bari tal resistencia!
Salga un soldado.
¡Oh pesar de mi poder!
Ya no me basta paciencia; SOLDADO.
Volvámosla á acometer. ¡Con qué descuido estáis, nobles señoresl

Salga en el muro D. a Isabel de Aragón.


% Una Armada española es ya surgida.
NAMURS.
DOÑA ISABEL. ¿Dónde?
SOLDADO.
Franceses, sabéis que soy
Hija del rey don Alonso;
En Mecina.
AUBENÍ.
Que doña me llamo
Isabel
Aquí es mejor procures
Y que de Aragón me nombro.
La ofensa á una mujer apercibida;
¿Pensáis que si don Fadrique,
Vil, cobarde y temeroso,
Aquí es mejor las armas aventures.
SOLDADO.
Rindió á Ñapóles, por falta se apellida
De valor y de socorro, Don Fernando de Andrada
Su general,porque murió el primero,
Tengo en la parte bastarda
Su sangre? Engañáisos todos; Don Pedro, á lo que oí, Puertocarrero.
NAMURS.
Que es legítima la mía
Y mis pensamientos otros. Del Gran Capitán era cuñado,
Dióme Aragón y Navarra Que yo le conocí.
SOLDADO.
Sangre de los reyes godos; Rijoles muerto,
En
El que conquistó este reino
Fué mi padre generoso. Al de Andrada, señor, dejó nombrado,
Si á Bari tenéis cercada
Oue, cual digo, en Mecina tomó puerto,
Con cerco más trabajoso De don García de Ayala acompañado
Que á Troya los reyes griegos, Don Hugo de Cardona y Filiberto,
No he de rendirme á vosotros. El de Caravajal y Alonso Ñuño,
¡Qué ilustre empresa traéis, Y con Pacheco el capitán Ortuño.
NAMURS.
Aunque buena para sordos! vueseñoría
Pues, milor de Aubení,
¿Una mujer conquistáis?
Cobardes sois ó sois locos. Se parta á la defensa á Terranova.
AUBENÍ.
¡Tantos fuertes generales,
Tantos soldados briosos, Al punto haré marchar la infantería,
Tantas municiones fuertes, Que, ociosa aquí, sólo destruye y roba.
NAMURS.
¡Tanto hierro y tanto plomo!
Vamos, que si la gente que le envía
Todo por una mujer,
El César á Barleta el campo innova,
Para una mujer es todo,
Pienso que ha de ponernos en estrecho.
Que en lugar de fuerte acero AUBENÍ.
Se cubre de lino el rostro! pecho.
Ea, asestad esos tiros; Por eso queda Marte en vuestro
443
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE
VII.LALBA.

Entren D. Juan y D.» Bárbara. \ Tú eres el bárbaro ya.


DON JUAN.
que quien te amó,
liien dices,
DOÑA BÁRBARA.
viento Y por amarte está,
tal
La culpa pones al
Más que bárbaro quedó.
Del viaje que has trazado
lAh, ingrata desconocida!
Con tu traidor pensamiento; Pues cuanto más advertida
Mas bien el viento has culpado,
De mi culpa y traición vienes,
Que viento ha de ser tu intento. Más obligación me tienes
ya que al puerto salías,
Y Y más me debes la vida.
¿Por qué desde él me traías
No quiero darte disculpa
A Roma con tanta furia, Ni decir que no es traición
Si no es que vista la injuria
La que tu pecho me culpa;
Por la absolución venías?
Que aumenta tu obligación
¿Tú eres hidalgo? ¿Tú eres
La grandeza de mi culpa.
Español? ¿Tú de Oristán'
¡Mira qué extraño rigor
Mucho de Oristán difieres;
Para que tu favor goce
Que los que lo son, don Juan,
De un imposible favor;
No afrentan á las mujeres.
Que en mi traición se conoce
Que le has hurtado sospecho,
La calidad de mi amor!
Y tienes como tirano;
Desta suerte, si á mi amigo,
Mas si es por justo derecho,
Que yo quise más que á mí,
Será Oristán contrahecho
Hice esta traición que digo,
De pintor de mala mano.
Más que á mí te quiero á ti,
Que á ser del original,
Pues quedo por su enemigo.
Y de la Casa Real,
No culpes mi obligación,
Ni huyeras los enemigos,
Que ella misma te asegura
Ni ofendieras los amigos,
De mi amorosa razón;
Ni á mí me trataras mal.
castiga tu hermosura,
Cuando todos los que hoy son,
< )

Autora de mi traición.
Ó por venganza ó porfía, |Divinos ojos, piedad!
Merecía tu traición;
Que aunque es grande mi maldad,
Chaves no la merecía,
Vuestra hermosura es mayor;
Por su hidalga condición.
Contábame en el camino
Que no ha de ser del amor
estabas obligado Juez la ajena crueldad.
Que le
Chaves me habrá disculpado,
Mil veces, que á darte vino vine en mí,
Porque, como
La honra que le has quitado mi cuidado,
Habrá visto
Con este vil desatino.
Y por vos, dentro de sí,
¿Qué dirá el mundo de ti
Cuando sepan tu maldad? La ocasión que me habéis dado.
DOÑA BÁSBARA.
¿Qué dirá Chaves de mí
¡Qué disculpas y quimeras
Mientras sabe que es verdad
Tarfviles y sin sustancia!
Que engañada le ofendí?
Déjame.
Ahora bien: en Roma estoy; DON JUAN.
Vete y déjame, que voy
Qué, ¿aun hoy no esperas
Con ánimo de volver
A hallar y reconocer A ver en Roma de Francia
Aquel dueño de quien soy. Su Rey, con tantas bandi
Mira que hoy entra por Roma
Y no te pongas delante
Deste resuelto accidente; A besar al Papa el pie.
DOÑA BÁRBARA.
Que puedes hacer que intente tierras os doma,
Por cuantas
Una hazaña que te espante.
DON JUAN. En Italia no estaré.
Y esta fe y palabra toma.
Paso, Bárbara, detente.
DON JUAN.
.A BÁRBARA.
¿Pues por hombre me has tenido
Que no soy bárbara, no;
Que habiéndote aquí traído
Así te puedo dejar?
(i) El verdadero apellido, según
el primitivo re- DOÑA BÁRBARA.
pero
parto de los personal, s. debía ser Gusmdn, Lo que no puedes gozar,
Lope le cambió en Oristán por exigencias de la Dejarlo es mejor partido.
censura ó por otros respetos.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
444

intentes nada
ASPRAMONTE.
Camina y no
porque ya sabes Justo será que le acuda.
Contra mí,
tierra sagrada;
DON JUAN.
Que aquesta es
escribo á Chaves ¡Quitarte tengo la vidal
Que desde aquí ASPRAMONTE.
Y es la mar breve jornada.
DON JUAN. Este propósito muda;
Ahora bien: descansa agora,
Que hay aquí quien la defienda.
DON JUAN.
Que luego harás lo que intentas.
DOÑA BÁRBARA. ¿Quién?
ASPRAMONTE.
Quita esta mano traidora,
De laguardia de Francia
Que aun en tocarme me afrentas.
DON JUAN. El alférez.
DON JUAN.
Deja esos fieros, señora;
Cuando entienda
Ven á la posada, acaba.
Que aquesto es mi propia hacienda,
DOÑA BÁRBARA.
Se irá á hacer guarda á su estancia.
¿Cómo es eso? ¿Soy tu esclava?
DON JUAN. ASPRAMONTE.
¡Vive el cielo! ¡Si no vienes! ¿Cómo?
DOÑA BÁRBARA. DON JUAN.
¿En tierra del Papa tienes Riño á mi mujer.
Bríos? |Brava cosa! ASPRAMONTE.
DON JUAN.
¡Brava! Si es tu mujer, español,

¡Pues, vive Dios, que si luego No es ése buen proceder;


posada, Que esas pendencias el sol
No vienes á la
Que he de hacer! No las ha de oir ni ver.
DOÑA BÁRBARA. En su aposento cerrado,
Donde apenas haya entrado,
Qué, ¿estás tan ciego?
Las marido cuerdo.
riñe el
DON JUAN.
DON JUAN.
¿Dejarte desamparada?
Eso no. Con enojo no me acuerdo
DOÑA BÁRBARA. Si hace sol ó está nublado.

Desvía, te ruego. Vete con Dios tu camino.


DON JUAN. DOÑA BÁRBARA.
Señor, pues sois alemán,
Pides lo que no ha de ser,
Ni puedo, señora, hacer:
Que tienen valor divino
Hombre he sido hasta robarte: En el socorro que dan,
Quiéroos tomar por padrino.
No permitas que en dejarte "
Me vuelva de hombre en mujer. No soy de aqueste soldado
DOÑA BÁRBARA. Mujer; que antes él, señor,
Desvía, que daré voces.
De mi esposo me ha robado.
ASPRAMONTE.
DON JUAN.
¡Marrano, español traidor!
¡Mataréte, vive el cielo!
DOÑA BÁRBARA. ¿Hace sol ó está nublado?
¡Matadle!
¿Matarme?
DON JUAN.
DON JUAN.
Tente, francés;
|Oh, mal me conoces!
DOÑA BÁRBARA. Que soy noble caballero,
¿No hay quien de mí tenga duelo? Y siéndolo tú, eso es
DON JUAN. Término bajo y grosero,
Porque soy uno y sois tres;
Tente, ó mataréte á coces.
Que si solo aquí vinieras,
No sólo me defendieras
Aspramonte, tudesco, en su hábito, alférez de la Que esa mujer me llevara,
guarda del Rey de Francia, con tres ó cuatro alabar-
deros, ó bastan dos, y el uno se llame Orlando.
Pero elalma te sacara,
O mil almas que tuvieras.
ASPRAMONTE.
ASPRAMONTE.
¡Oh, español!
Voces oigo.
.° DON JUAN.
ALABARDERO I
Soy Oristán,
Y son, sin duda,
Que fué primero alemán.
De una mujer ofendida.
VILLALBA. 44 3
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

ASPRAMONTE.
ASPRAMONTE.
Pues apostemos que no.
¿Sabes con quien hablas? Di.
DON JUAN.
DON JUAN.
¡Muerto soyl
Si estuvieras solo aquí
Te don Juan.
lo dijera
Huyase.
ALABARDERO 2.°
Mira que es este Aspramonte,
ASPRAMONTE.
Con quien en Albania espantan Ya te avisé;
Los niños. más obligado;
DON JUAN. No estoy á

A pensar ponte, Jamás con hombre rifé


Que en habiéndole pegado
Si es gigante de arrogancia,
gigantes monte. Pudiese tenerse en pie.
Que soy de
Vente, señora, conmigo,
que aunque es tan corpulento,
Y
Pienso, cayendo sobre él,
Donde descansar podrá ,

Ser un Etna de su intento.


Que ésta te doy como amigo
ASPRAMONTE. De no ofenderte jamás,
Ni amores tratar contigo.
¿Qué estáis hablando con él?
Dejo en Albania una dama
Ve, español, llama otros ciento.
DON JUAN. Que alma su objeto llama,
el

Solo basto.
Y juré de no ofendella
ASPRAMONTE. Mientras que supiere dclla
¿Tú? Cuidado! i
Que me quiere, escribe y ama.
ALABARDERO 2.° Tudesco soy de nación;
Por mi fuerza y valentía
Mira que en la palma sola
En pie tiene un hombre armado. En Francia tengo opinión,
DON JUAN. Y por eso el Rey me fía
¿Yo del cabello colgado? Su guarda.
ASPRAMONTE. DOÑA BÁRBARA.
jBrava arrogancia española!
Y con gran razón.
Yo voy segura, mas quiero
Si mis fuerzas no has sabido
Que sepas quién soy primero.
Y en las armas la destreza,
ASPRAM
Hoy quedarás advertido
A costa de tu cabeza Deso gusto.
DOÑA BÁRBARA.
Que es el último partido.
Pues advierte,
Y de solo un golpe dado,
No sólo quedarás muerto, Porque veas de qué suerte
Pero también enterrado; Estoy en trance tan fiero.
v
Toledo, ciudad famosa,
Porque hasta su centro abierto
Corona ilustre de España,
Irás vestido y calzado.
DON JUAN. Como lo muestra y enseña
Tanto del puedes abrir, En sus imperiales armas,
Que, pasando el mundo todo, Para más desdicha mía
Vaya á otra parte á vivir, Fué mi nacimiento y patria,
seré de aquese modo
Pues no heredé de mis padres
Y
Antípoda sin morir. Virtud, sino sangre hidalga.
ASPRAMONTE. Bien que tuve en mis principios
Eso fuera si yo abriera Grave y honesta crianza,
El suelo por donde entraras Con i¿ual recogimiento
Y el golpe en ti no le Jiera, Dentro y fuera de mi casa;
Que como cuña reparas Pero un día de San Juan
Me llevaron á la plaza
Al martillo que te espera.
DON JUAN. y á mis amigas,
Ires,

mundo es leño, y yo A ver un juego de cañas.


¿Luego el

Soy la cuña, y tú el martillo? Antes del vi entrar por ella,


Con bizarro talle y galas,
Riñe. mancebo forastero,
l n
ASPRAMONTE. ido de verde y nácar.
te le pinto, mosiur;
Adivina quién te dio.
DON JUAN'. no se han de creer gracias
¡uien con amor las cuenta;
iQué bien sabré resisüllo!
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
446
ASPRAMONTE.
Decir que tengo basta.
le
Como andan Francia y España
Luego puse en él los ojos,
A cuál tiene más poder,
Y no pienses que sin causa,
Quiero probar en campaña
Ni que los honestos míos
Quién la mejor ha de ser.
Livianamente miraran,
Por las esquinas de Roma
Sino que el hombre en paseos,
En idas y vueltas varias, Hoy he de poner un reto.
ORLANDO.
Enviaba con los suyos
Recaudos á mis ventanas. Y hoy á Italia Hércules doma.
ASPRAMONTE.
Salió un toro; partió á él,
Mientras que la espada aprieto,
Cuya dura cerviz clava
Con un rejón, de tal suerte, La pluma en la mano toma.
Que allí le derriba y mata.
Entre Chaves, Toledo y Dorotea. \
Dio voces vulgo alegre;
el
Codiciáronle las damas,
CHAVES.
Que echándole bendiciones entrada
(Famosa ha sido la
Me enamoraron el alma. Roma Albanés!
En fin, él me conocía, Que hizo en el
TOLEDO.
Y cañas acabadas,
las
(Bella presencial
Con hachas corrió mi calle DOROTEA.
Y me abrasó sin las hachas. ¡Extremada!
Siguióme después en misa,
TOLEDO.
Hubo terceros y cartas;
Dícese que ha de ir después
Que pocas han menester
Voluntades concertadas.
A Genova.
CHAVES.
Vine á tanta ceguedad,
No me
agrada;
Que, fiada en sus palabras,
Libertar pretende á Pisa,
Salí con él una noche,
Viendo al duque Valentín,
Y sin honra á la mañana. De cuyo agravio se avisa.
Con miedo de la justicia TOLEDO.
Me trujo consigo á Italia,
Todo ese viaje, en fin,
Donde ese español que huyó,
Echa nuestra gente en risa.
Aunque medio muerto escapa, CHAVES.
Me robó con un engaño ¡Viva aquel Gran Capitán,
De Barleta, donde estaba,
De quien ya nueva me dan
Y me trujo donde agora Que de Ñapóles va echando
Con tu nobleza me ampara.
ASPRAMONTE. Al suizo y al francés bando!
TOLEDO.
Huelgo en saber que eres noble:
Ganando las tierras van^
Llevadla á mi alojamiento.
Lleven áD.° Bárbara.
u Por cierto se dice aquí
Que á la roca de Anguitola
DOÑA BÁRBARA. Huyó mosiur de Aubení
De nuestra gente española.
El cielo tus años doble. CHAVES.
ASPRAMONTE.
¡Tal era la que iba allí!
Quédate, Orlando, un momento. DOROTEA.
ORLANDO.
Con don Fernando de Andrada
Una dama ablanda un roble.
Antonio de Leiva iba.
Propósito habrás mudado.
TOLEDO.
ASPRAMONTE.
También en otra jornada
En eso te has engañado; Prendió Navarro á Acuaviva.
Á madama Claudia adoro, CHAVES.
Y hela de guardar decoro Y Lezcano con la Armada
Entretanto que la agrado.
Sujetó en el mar de Otranto
Más alto es mi pensamiento:
que agora le fundo
La francesa.
En lo
TOLEDO.
Pasa las nubes y el viento;
Y entretanto,
Que el ganar fama en el mundo
El Gran Capitán ganó
Es mi verdadero intento.
ORLANDO. A Rubí, y allí prendió
que quieres hacer? Su general.
¿Qué es lo
447
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA

CHAVES. Cuál que una barra de cien libras tiras;


Causa espanto. Cuál que esgrimes espada de cincuenta,
¡Ay cielos, si esa victoria Y otras cosas ansí maravillosas.
ASPRAMO
Me pudiera dar el gusto
Que otro tiempo! Dicen verdad, y todo aquesto es poco.
DOROTEA. Toca esa caja, y á Palacio vamos.
La memoria Vayanse.
De aquel tu agravio y disgusto
DOROTEA.
Convierte en pena la gloria.
CHA .
Carteles son, señor, de desafío
Los que por Roma los de Francia ponen.
¿Hallaremos á don Juan
CHAVES.
En Roma? leamos lo que dicen.
DOE' i
Pues se han ido,

Si aquí no están, Cartel.


No hay de hallarlos cierto modo.
El mejor Rey del mundo es el de
<
Francia;
TOLEDO.
Si dicen otra cosa, á punto ponte;
Habrán venido por todo,
Y absueltos de Roma irán. Que en campo lo defiendo, con distancia
De seis días, firmélo yo, Aspramon:
Hallarle será imposible,
TOLEDO.
Que Roma por sí es tan grande,
Que era trabajo terrible, ¡Qué espantoso cartel:
DOROTEA.
Y más cuando no hay quien ande ¡Brava arrogancia!
Con tanta gente insufrible. TOLEDO.
Toda Roma está ocupada,
hay tienda sin albanés: Échale encima de Sicilia el monte,
No
Cuál compra calza ó espada,
Que éste es, sin duda, Encelado ó Tifeo.
DOROTEA.
Cuál sombrero, cuál arnés,
Cuál plumas y cuál celada. Las obras no serán como el deseo.
TOLEDO.
Éste la capilla rota
¡Ah, señor, que le miras divertido!
Trueca por otra, y da encima;
DOROTEA.
Cuál camisa ó la toca;
la
¡Ah, señor! ¿Duermes?
Cuál, que ser devoto estima,
TOLEDO.
Va descalzo, y compra bota;
¡Qué tristeza extraña!
Cuál la liga, cuera de ante;
CHAVES.
Cuál el zapato y el guante;
Cuál vende joya ó cadena. Ni divertido estoy, ni estoy dormido.
TOLEDO.
CHAVES.
Oid; una caja suena.
Esto al Embajador toca de España.
CHAVES.
DOROTEA.
Id delante, y dejadme.
Soldados vienen delante.
TOLEDO.
¡Qué ofendido
Alabardas y caja. Orlando y Aspramontc
con unos carteles. ¿, Se muestra del cartel!
DOROTEA.
¿En qué le daña?
ASPRAMONTE.
TOLEDO.
Para la caja y fija esos carteles.
ORLANDO. Es loco, ¡vive Dios!
DOROTEA.
Con cuatro que aquí pongas, basta y sobra. Duelo del tengo.
ASPRAMONTE.
TOLEDO.
Ocupa, pues, Orlando, esas esquinas.
ORLANDO. El mejor rey es Dios.
DOROTEA.
Roma se espanta deste atrevimiento. A eso me atengo.
ASPRAM0N1L.
CHAVES.
De mí, ¿qué dicen?
Fernando Quinto
ORLANDO. España bella, tu

Corre ya la fama De ti destierra al Moro y al Hebreo;


De tu notable fuerza, y asi dicen
Funda la Inquisición, santo trofeo;
Mil cosas en corrillos unos y otros:
Gana á Granada en término sucinto;
Yeso en campo de sangre Alarbe tinto,
Cuál dice que eres Hércules tudesco;
Cuál que levantas de la tierra un hombre Héctor en fama, en fuerzas Machabeo,
Con un dedo no más, aunque esté armado; Y del ladrón y su cruel deseo
448 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Hermandad deshace el laberinto. EMBAJADOR.


Con la
Siéntese.
El nombre de Católico es su nombre,
CHAVES.
Y tanto con el cielo y mando priva,
Que de la envidia se defiende y salva. Si no trataban vuestras señorías
En costumbres es ángel, que no es hombre: Cosa que no merezca interrumpirse,
Pues, si hay razón, Fernando Quinto viva,
Diré mi pretensión, y á lo que vengo.
muera en Roma Chaves de Villalba. EMBAJADOR.
Ó
Viene señor don Diego de Barleta,
el
Y pretende besar los pies al Papa;
Y aunque hemos de salir, no es tarde agora.
CHAVES.
Vueseñoría escuche, que el deseo
Mi atrevimiento en lo que digo abona.
ACTO TERCERO. DON DIEGO.
¡Gallardo mozol
EMBAJADOR.
|Y de gentil persona!
Embajador de España y D. Diego CHAVES.
Entre el \

de Mendoza. \ Yo soy, generoso Duque,


Noble Embajador de España,
DON DIEGO. Caballero de Trujillo
La venida del Rey de Francia teme, De los Chaves de Villalba.

Señor Embajador, y no sin causa, Vine de Barleta á Roma,


Nuestro Gran Capitán; ansí me envía Y no por mi propia causa,
Desde Barleta á mí con estas cartas, Porque sospecho que el cielo
Porque á Su Santidad bese las manos, Para otra mayor me guarda.
Y de su parte y la del Rey de España Entré cuando el Albanés
Le pida que no sea la presencia Hizo su famosa entrada,
Del Albanés para su daño parte, Y estando mirando alegre
Mas que, neutral, á nadie favorezca. Su grandeza, armas y galas,
EMBAJADOR. Tras una escuadra de gente
Señor don Diego, con razón se teme Oí tocar una caja,
Don Gonzalo Fernández, si se inclina Detrás de la cual venía
Su Santidad á la francesa parte, Alguna gente de guarda.
Aunque ser español lo contradice. Entre ellos un hombre fuerte,
Sentaos aquí, y tracemos de qué modo Armado el pecho y la espalda,
Le hablemos hoy. Sobre una calza tudesca,
DON DIEGO. Hasta la rodilla baja;
La traza está muy llana, Los tafetanes pajizos

Si de vueseñoría voy honrado. Y coloradas las fajas,

Y de los mismos colores


Entre un paje. Las grandes y abiertas mangas.
La mano izquierda traía
PAJE. En el pomo de la espada,
Aquí está un caballero de Trujillo. Y un bastón en la derecha
EMBAJADOR. Lleno de clavos de plata.
Dile que entre. Pusieron en cuatro esquinas
PAJE. Del romano foro ó plaza
Señor, entrad. Carteles de desafío
Y palabras temerarias.
Entre Chaves. Leí uno en que decía
Que Aspramonte sustentaba
CHAVES. Que el mejor rey de los reyes
Las manos Era el de Francia, en campaña.
Me dé vueseñoría, le suplico. Vime español, y mancebo
EMBAJADOR. De ilustre familia y casa,
Vuesa merced muy bien venido sea. Y temerario reto
vi el

[Hola! llega esa silla. En ofensa de mi patria.


CHAVES. Y al irse al ocaso Febo
Otras mil veces Llegué á una esquina, en que estaban
Beso á vueseñoría los pies. Siete franceses diciendo
,

I .1. BLASÓN DE LOS CHAVES DE VILLALBA. 449

Si dices otra cosa, á punto ponte;


Mil libertades de España,
Y que alabando al tudesco, Que en campo lo defiendo, con distancia
De fuerzas nunca domadas, De seis días: firmélo yo, Aspramonte.*
EMBAJADOR.
Le llamaban en su lengua
Aspramonte que este nombre
es soberbio,
El Hércules de Alemania.
Corríme, y dije que yo Tiene entre los de Francia y alemanes;
Sabía que el Rey de España Pero pues vos, mancebo generoso,
Sin igual era en el mundo, Queréis tomar tan gloriosa empresa,
Por sangre y grandezas tantas. Armas, hacienda, la persona y vida
Y asiendo el cartel, quitéle; Desde hoy tendréis para servicio vuestro.
Donde, sin ser arrogancia,
DON DIEGO.
Digo, señor, que salí España y el Rey suyo eternamente
Os deberán estar agradecidos.
De mil famosas espadas.
hMBAJADOR.
Hice camino por ellas
Hasta llegar á mi casa, Venid, y escribiráse la respuesta;
Adonde hablarte propuse, Que con la gente de mi guarda y casa
Jurando, que si me amparas, La fijaréis, y para el plazo y día \
Saldré á campaña con él, Saldréis de mi persona apadrinado.
CHAVES.
Y haré hasta morir batalla,
Por el rey Fernando Quinto Beso los pies de vuestra señoría.
EMBAJADOR.
Y por España afrentada.
Ampara causa tan justa, Seréis de España y aun del mundo honrado.
Noble Embajador, y estampa
Vayanse, y salga Aspramonte y Adolfo.
Dos clavos en este rostro.
Pobre soy, armas me faltan.
ASPRAMONTE.
Y hónrame, Duque, este día;
Con trágicas nuevas vienes.
Que no es bien que entienda Francia
ADOLFO.
Que no hay español en Roma
Que defienda al Rey de España. Estas de Ñapóles son
Si te parezco mancebo, Y al Rey vengo á hablar.

Toma esta mano


ASPRAMONTE.
y palabra
Que he vencido toros y hombres No tienes

Antes que tuviese barba. De qué pedir galardón


Y que si él es hombre fuerte, Si las albricias previenes.
En destreza no me gana ADOLFO.
Ni en corazón español, Quiso mosiur de Aubení
Que en nombrándole, me falta. Que á darlas viniese aquí.
Fernando es Rey virtuoso, ASPRAMONTE.
De costumbres tan cristianas, Adolfo, no se las des;
Como lo saben aquellos No va mal el Albanés.
Que aun hoy al Mesias aguardan. ADOLFO.
Mira, señor, qué obediente Como yo te digo á ti;
Vino á la Iglesia romana; Porque es la pérdida sola
Mira cómo entre los moros No acabar ya de vencer,
El pendón de Cristo ensalza. Siendo esa gente española.
Favor Duque, ilustre Duque, ASPRAMONTE.
¡Armas, y viva la patria! En fin, campal ha de ser
Que éste es el fiero cartel La batalla en Chirinola.
Y soberbia alemana.
la
ADOLFO.
EMBAJADOR. Pienso que en ese lugar
¿Qué os parece de aquesto? Los campos se han de juntar.
1 DIEGO. ASPRAMONTE.
Que merece Cree que es cosa discreta
El señor Chaves que vueseñoría Que te vuelvas á Barleta
Le ampare y honre. Y al Rey le dejes hablar.
EMBAJADOR. ADOLFO.
Este papel leamos. Quiero seguir tu opinión.
ASPRAMONTE.
Lean. Si vuelves, hazme un placer.
ADOLFO.
«El mejor Rey del mundo es el de Francia; Servirte es obligación.

XI 57
, >

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


45°
ADOLFO.
ASPRAMONTE.
Cotejando el rostro estoy.
Aquí tengo una mujer,
DOÑA BÁRBARA.
Española de nación
Casada con un soldado ¿Qué miráis y os admiráis?
ADOLFO.
De Barleta; allá le lleva,
Y quítame este cuidado. Que tan venturoso soy.
ASPRAMONTE.
ADOLFO.
tu servicio prueba,
Desta vez os concertáis.
Haré en
Llévala, y en el camino
Porque estoy enamorado.
ASPRAMONTE. Remedia ese desatino;
¿Enamorado? Que ya mi parte te alargo.
ADOLFO. Éste es á quien hoy te encargo.
En extremo, DOÑA BÁRBARA.
Y traigo mi dama aquí,
¿Va á Barleta?
ASPRAMONTE.
Y que se me enoje temo.
ASPRAMONTE. Y della vino.

Aquí la traes, ¿cómo ansí? Es un alférez francés,


ADOLFO. Mi amigo y de hidalgo trato.
ADOLFO.
En el lugar que me quemo.
¿Ves esta cadena? ¿Conocéis este retrato?
ASPRAMONTE. DOÑA BÁRBARA.
Bien. |Ay cielos, mi rostro es!
ADOLFO.
ADOLFO.
saco del pecho. No lo he comprado barato.
Pues ya la
ASPRAMONTE. DOÑA BÁRBARA.
¿Cómo vino á vuestra mano?
¿Es retrato?
ADOLFO.
ADOLFO.
Sí,y bien hecho;
Un español castellano
La caja es buena también. Me desafió en Barleta.

ASPRAMONTE. Si es su dueño, que sujeta


El mundotened por llano.
No es malo gusto y provecho.
ADOLFO. DOÑA BÁRBARA.
Es prenda de un prisionero Y que es la vida que adoro.
ADOLFO.
Que se fué y me la dejó.
ASPRAMONTE. No lo mostró.
DOÑA BÁRBARA.
Ésta es la que tengo yo.
¿De qué suerte?
ADOLFO.
ADOLFO.
¡Jesús I

ASPRAMONTE. Vencíle.
Mostrártela quiero.
DOÑA BÁRBARA.
ADOLFO. El suceso lloro.
ADOLFO.
No es posible.
ASPRAMONTE. Y habiéndole dado muerte,
¿Cómo no? Le quité esta joya de oro.
Bárbara.
DOÑA BÁRBARA.
ADOLFO. ¡Triste nueva!
ADOLFO.
Sin duda es.
Pasó ansí.
¿Qué dice en este reverso
DOÑA BÁRBARA.
De aquesta manera un verso?
Desventurada de mí.
ASPRAMONTE.
Léale.
Desmayóse; mal has hecho.
ADOLFO.
«Bárbara antes, no después. Quiero sacarla del pecho
ASPRAMONTE. El español.
Ni el rostro al suyo es diverso. ASPRAMONTE.
Vuelve en ti.
Sale D. a Bárbara.
<u DOÑA BÁRBARA.
Que murió mi bien; desvía;
DOÑA BÁRBARA. Dame esa daga, traidor:
¿Qué que mandáis?
as, señor, lo Hoy es tu muerte ó la mía.
;

VILLALLA. 451
hL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

Español había de ser


A DOLÍ- o.
El dueño de aquesta hazaña.
iExtraña fuerza de amor I

¡legaré, y ansí jui


DOÑA BÁRBARA.
Me los comeré á bocados?
Euadncs soy este <lía.
añol conmigo en puntosl
ASPRAMONTE.
Si me sentís, desdichados,
Ea, deja esa locura,
Caeréis de temor difuntos.
Que no hay agravio en la guerra;
Poned vuestro papelillo,
Quien agravia es la ventura.
no importa; y tú, pobrete
AD<»'
tierra E ignorante mozalbillo,
Por Dios, que en sagrada ¿Quién en responder te mete?
Le hice dar sepultura,
de mi escuadra
Que eso es venirte al cuchillo.
Y acompañar CHAVES.
honrada gente.
En hombros de Bien está ansí; poned luego
\ BÁRBARA.
Del Embajador de España
.

¡Ay de mil puerta.


ASl'KAMONTE.
Otro á la
ASPRAMONTE.
Nada le cuadra. Estás ciego.
doSa bárbara. cuerpo, en campaña
¿Tú, cuerpo á
|Oh francés fiero, insolente!
ASPRAMO Con el mismo Aquiles griego?
El cielo á voces taladra.
Vayanse Chaves y su gente, tocando la caja.
DOÑA BÁRBARA.
Dejadme, que loca voy
¡Oh mozo mal advertido
Á dar voces por las calles. Y peor aconsejado!
¡Mi bien muerto, muerta soy!
ASPRAMONTE. Como cordero has venido
Para ser sacrificado
No hayas miedo que le halles. Y á pedazos dividido.
ADOLFO.
Mal sabes qué fuerza esconde
Detenía.
ASPRAMONTE.
Aqueste brazo cruel
en eso estoy.
Huye de mí, busca adonde.
Sí,
**>
Mas leamos el cartel;
Bárbara, y sígale Adolfo.
Veamos lo que responde.
Vayase D.-'

Cartel.
Ve tras ella, si la quieres;

Que yo tengo un caso honroso.


es el de España:
ADOLFO. «El mejor rey del mundo
hidalgo
donde fueres. Esto defiende un español
Iré tras ti
armado en la campaña.»
ASPRAMONTE. Que saldrá al plazo
¡Español hubo de ser!
Mucho á Marte riguroso
mujeres: ¿No había un rey de romanos,
Afeminan las
Bohemios ó transiivanos?
La
militar disciplina
¿Faltóle á Hungría poder
Camina con más ventaja,
Cuando amor no la afemina. Y al de Ingalaterra manes?
Nadie tiene atrevimiento
¿Qué es lo que toca esa caja
Que con tal gente camina?
Como español, nadie honor
Como español, nadie aliento
Chaves de Villalba, Como español, nadie amor
Salean soldados, caja y cartel, y
icón bastón y armado, detrás de todos. Como español. ¡Bravo intento!
¿Quién defiende bien su tierrar
CHAVES.
Español, ¿quién á su Rey?
Esa basta en esa calle.
ASPRAMONTE. Español, ¿quién hace guerra?
Español, ¿quién guarda ley?
Apostaré que es cartel,
Español todo lo encierra!
Y que vienen á fijalle; É

Todos desean vencer


Y á fe que viene con él Al español; todos ver
Un mancebo de buen talle.
Al español; todos miran
Fijen el cartel.
Al español, porque admiran
Parece el traj aña; La envidia de su poder.
Ahora bien: culpar no debo
Tero mal hago en tener grandeza
El deseo y la
Su esfuerzo por cosa extraña.
=
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
45

De aqueste español mancebo: Que como tu desafío


Da á su patria su cabeza; Todo es armas y bravatas,
Es otro Scévola nuevo. Cuantos te sirven y tratas
Que aunque ha de morir agora Andan con el mismo brío.
Como fama y patria adora, Y si en las cosas de Marte
Hace muy bien en salir, Puede, por ventura, amor,
Porque con un bel morir Aunque tierno, tener parte,
Tuta la vita se onora. Dime qué sientes, señor.
¿Puedo ya en Bárbara hablarte?
En'.ren Chaves, Toledo y Dorotea, cargados los dos CHAVES.
de armas y espadas. u Doroteo ¡vive el cielo!
TOLEDO. Que con la duda y recelo
No tienes mal que escoger; De que fué en esto culpada,
Que todas son extremadas. Dentro del alma abrasada
CHAVES. Me nace otra alma de hielo.
Allá las puedes poner. Fuera desto, el desafío
DOROTEA. Me ha quitado todo amor;
No es poco de agradecer Que es honor de un rey y mío,
Que haya aquí buenas espadas; Y de mi patria es honor.
DOROTEA.
Ésta no se pone mal.
CHAVES. Que has de vencer confío;
le

Ni tú con ella, por Dios. Mas si una mujer hubiese


Hombre eres. Que aquí en Roma te quisiese,
DOROTEA. ¿No la favorecerías?
Hombre, y que tal. CHAVES.
hiciéramos los dos ¿Amor en tan pocos días?
¡No le
DOROTEA.
Ese desafío campal!
TOLEDO. ¿Haríaslo?
CHAVES.
¿Tú con él?
DOROTEA. Como fuese.

Yo. DOROTEA.
CHAVES. Es un celebrado cuento;
Bien á fe Que, como paje de amor,
Agradezco tus deseos. Mil me declaran su intento.
TOLEDO. CHAVES.
No en lo que se ve,
tiene, Di á ver.
En cuarenta Doroteos DOROTEA.
Para dar un puntapié. Escucha, señor.
DOROTEA.
CHAVES.
Hete de decir que mientes.
TOLEDO. Ya te escucho.
DOROTEA.
Y yo quebrarte los dientes.
Estáme atento.
CHAVES.
Ea, mete las espadas, Noble Chaves de Villalba,
Toledo. Mozo generoso, ilustre,
TOLEDO. Corona de tu linaje,
¿De qué te enfadas ? Que sobre los cielos subes:
Siempre habláis cuando hay parientes. Mil veces que para hablarte
DOROTEA. Amor su deidad me infunde,
Para darte un espetón, La vergüenza me detiene
Borracho, ¿he yo menester Que de atrevida me culpes.
Parientes? Mujer soy, que no soy hombre.
TOLEDO. CHAVES.
¡El fanfarrón! ¿Qué me dices?
DOROTEA.
Y después todo es correr.
Que me escuches,
Vayase Toledo. s Y no interrumpas mi historia.

CHAVES. CHAVES.
Ya es mucha conversación. Ve diciendo, y no te turbes.
DOROTEA. DOROTEA.
No te espantes, señor mío, Nací en Madrid, noble Chaves,
VILLALBA. 453
EL BLASÓN DE LOS CHAVES DE

Porque es víspera del martes,


Y porque no me preguntes,
Quién soy, basta que te diga
Y al fin casáronme un lunes.
¿Quieres ver un hecho heroico?
Que no heredé sus costumbres.
Amor, que nació en el mundo
Y advierte que no disputes
Si es temeridad ó no,
Para azote que destruye
Que en amor todo se sufre.
Las libertades que el cielo
Pues la noche de mi boda,
Hizo en los hombres comunes;
Llevándome entre mil lumbres
Amor, que por ser tan loco,
Que lo que goza descubre, De mi casa á la del novio,
Siempre le pintan desnudo,
Amor á don Juan induce.
Con dos amigos honrados
Ó que lo está de virtudes; Furioso á la calle acude,
Amor, que no hay justa ley
Que no deshaga y anult, Y de mil deudos y espadas
Libre en sus brazos estuve.
Porque es como la fortuna,
Esto con tanto peligro,
Que no hay cosa que no mude,
Rompió mis castos deseos, Que á los golpes, como en yunque,
Hasta las piedras del suelo
De manera, que los puse
Centellas de fuego escupen.
Todos en este don Juan,
ansí la nobleza encubre.
Murió mi cuitado esposo,
Que
Eran huéspedes en casa Y es razón que le disculpe,
hidalgos andaluces, Porque muerto no dejó
Dos
Lugar adonde le injurien.
A quien visitaba, acaso
Viéndonos así los dos,
Porque este caso resulte.
Y de Octubre
á los principios
Ellos fueron los terceros,
Ya estábamos en Valencia,
Dcllos sus amores supe;
Primero que le denuncien.
Que no hay tan seguro pecho
Vinimos á Barcelona,
Que no venzan y perturben.
Del juego en que me perdí,
Donde quiere amor que ocupe
Y á tanto mal me reduce, Todo el mar mi ardiente fuego,
Ellos me dieron las caitas Y que le encienda y le surque.
Alistóse en VUlafranca
Llenas de requiebros dulces.
Comencéle á responder Don Juan, porque se asegure,
Lo que honestamente supe, Y quiso que aqueste traje
Hasta que el sol de su amor Me defienda y disimule.
Deshizo mi honesta nube. Por su mal, viniste á Melfa,
Caían sobre un jardín Y aunque desto te disgustes,
Unos balcones azules, También por mi mal viniste,
Si no es que mi bien procures.
Donde mi honor y vergüenza
Colgué de sus balaustres. Don Juan por tu amada prenda
Pues saltando una pared Hizo aquel famoso embuste,
Este traidor, me dispuse Y yo, el que ves por tus ojos,
A hablarle desde sus rejas Que dentro en mis ojos lucen.
Si fuere contento el cielo
Todas las noches que pude.
De pecho sobre les hierros, Que deste enemigo triunfes,
Ño es bien que siendo quien eres
Que por consejeros tuve,
Cuantos dije y hice fueron Mi remedio dificultes.

Yerros que el tiempo no cubre. Mira, Chaves, que me matas,


En medio de aquestas glorias, Me abrasas y me consumes,
Porque no hay gloria que dure, Y que es razón que este llanto
Me pide un hombre á mis padres, Con mano piadosa enjugues;
Y en casarme se resumen. Que cuando de mi remedio
Lo que yo lloré, Villalba, m de veras te descuides,

Si en lo que es amor discurres Con matarme habré cumplido,


En mujer que quiere bien, Tú con quien eres no cumples.
B ta que decirlo apunte.
i
CHA
Mas ni que llore ni enferme, Espera, que suena gente,
Que me enoje ó que me enlute, No sea el Embajador.
Fué parte para estorbar
DOROTEA.
Que en este lazo me añuden.
Suspiros lo son de amor,
Llegó un lunes desdichado,
Que el serlo se le atribuye Óyelos tú blandamente.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
454

Salga D. Juan, con dos criados del Embajador;


Arias Herido vienes á hablarme,
debajo del sombrero y una Porque no tenga que hacer:
y Mendoza, con un paño
banda. Ó tú, digno de la muerte,
ARIAS. Viendo tu culpa y violencia,
Tened ánimo, que ya Has buscado en penitencia
Estamos dentro de casa. Quien te hiriese desa suerte.
PON JUAN. Á tus pensamientos vanos
La herida que el brazo pasa, Otro tu igual buscarías,
Notable dolor me da;
Porque tú no merecías
Que la cabeza no es mucho. Que pusiese en ti mis manos.
CHAVES. Que no te hicieran ofensa
Señor Mendoza, ¿qué es esto? Al juntar nuestras espadas,
MENDOZA. Porque estaban enseñadas
Un caballero indispuesto. Á reñir en tu defensa.
DON JUAN. Esto también me pagaste
Olvidando de quién fuiste,
¡Ay Diosl
DOROTEA. Que el mayor bien que me viste
De los brazos me quitaste.
¿Qué veo? ¿Qué escucho?
MENDOZA. Estima, vil caballero,
Hale herido un albanés, Tu herida y mi fama honrada;
Y escribió al Embajador Que no es barreno mi espada
Que le diese su favor,
Que entra por otro agujero.
Que español y Guzmán es. Que sin resistir llegara,
Vileza, yno hazaña fuera;
Mandóle traer á casa
Pero sano te viera,
si
El Duque, y curarle en ella.
CHAVES. Sin duda que te matara.
della. Para tan justa mudanza
Digna piedad del y
MENDOZA. Presumo que vienes muerto,
Esto es, señor, lo que pasa. Y en los muertos es muy cierto
CHAVES. Que es infamia la venganza.
Entra donde seas curado,
Esperad, que por Guzmán
Y Español, hablarle quiero: En mi cama y mi aposento;
Que, aunque esto te digo, siento
¿Qué es aquesto, caballero?
¿Dónde ó cómo herido os han? Que te he querido y amado.
¿Fué desafío, ó traición?
Que como me acuerdo aquí
DON JUAN. Que mi grande amigo has sido,
Espejo me has parecido
Hoy estar muerto me salva.
¡Jesús, Chaves de Villalba
Y estoyme mirando en ti.
En Roma y esta ocasiónl
Y verás, si en ti reparas,
Déjame echar á tus pies, Que fué hallarte desleal,
Quebrando el fino cristal
Porque me mates con ellos,
Porque me hicieses dos caras.
Que no para merecellos.
CHAVES. Entra con justa esperanza
Oue el enojo no me venza,
¿Cómo? ¿Es don Juan?
DON JUAN. Porque he visto en tu vergüenza
Don Juan es. Satisfecha mi venganza.
CHAVES. Recibe aqueste criado,
Álzate, don Juan, del suelo;
Que ya sabes tú quién es,
Que si el suelo te ha sufrido, Y trátale bien después,
Pues antes mal le has tratado.
No estando á mis pies rendido,
Rendidos perdona el cielo.
Que mi palabra te doy
Que vengas herido ansí Que va honrado más que vino,
Y que á la ingrata imagino
Es haber anticipado libre estoy.
De quien ya tan
Lo que yo estaba obligado,
Calla, y no me digas della,
Si te hallara, á hacer en ti.
Que no quiero saber.
lo
Traes en estas heridas,
DON JUAN.
Y en venirte á hallar con ellas,
No te quiero responder
Segundad para aquellas
Por mí.
De mis manos merecidas. CHAVES.
Que como en llegarte á ver
Pues ¿por quién?
Era forzoso vengarme,
;

DE VILLALBA. 455
EL BLASÓN DE LOS CHAVES

Aunque no son de tu dama.


DON JUAN.
CHAVES.
Por ella.

.'ES.
¿De qué son?
TOLEDO.
Pues ¿qué dirás?
Nuevas de fama,
DON JLAN.
Si de Melfa las codicias.
Que, engañada,
CHÜ
Hasta aquí se lia resistido, se dice por ahí?
¿Qué
Y que por ella me ha herido TOLEDO.
Hoy una extranjera espada. Que venció el Gran Capitán;
CHA.
en su poder? Ya los de Francia se van,
¿Y tiénela parte de aquí.
don ju.\n. Y su Rey
CHA
Sí tiene y quién es ignoro. .Entrará el Gran Capitán
VIS.

mi perdido tesoro! En Ñapóles?


¡Ah, TOLEDO.
DOROTEA.
¿Quién lo duda?
¡Mirad lo que vengo á ver! CHAVES.
C 1 1 A
Para que á verlo no acuda
Entra, amigo Doroteo,
Mil cosas en medio están;
Y curarás á don Juan.
Pero si Dios me concede
DOROTEA.
Victoria, allá iré, Toledo.
Esas noblezas me dan
TOLEDO.
De servirte más deseo.
Justamente tienes miedo.
Y pues tú le has perdonado, CHAVES.
Quiérole en esto servir; puede.
Ni el mundo dármele
Mas si escapo de morir, TOLEDO.
Yo he de morir á tu lado. Dígolo, porque se ríe
Dame la palabra, Chaves, de que un mozo tierno
Roma
Que me has de volver á España.
CHAVES. Á un monte de bronce eterno
Animoso desafíe;
Si le curas.
Que del gigante Golías
DOROTEA.
No se cuenta lo que del.
[Cosa extraña!
CHAVES.
CHAVES.
cumplo sabes. También produjo Israel
Doyla, y que la
DON JUAN. Manos como son las mías.
Doroteo, Si ese hombre es elefante,
No te vengues,
Seré ratón que le rompa
En un muerto. hueco de trompa,
DOROTEA. Por lo la

¡Ah, vil, traidor! Y otro David, si es gigante.

disculpa amor,
Yo le venceré.
Mas si te
TOLEDO.
No culpe amor mi deseo.
Eso sí.

Vayanse D. Junn y Dorotea. CHAVES.

CHAVES. Y haré poco, que hoy ha sido


Mucho más lo que he vencido.
Entrad, señores, con él,
TOLEDO.
Y haced cuenta que es mi hermano.
ARIAS. ¿A quién has vencido?
CHAVES.
El verte con él humano, mí. Á
Nos hace dolemos del; TOLEDO.
Que, aunque el caso no sabemos,
Esa es victoria mayor
Bien venios su deslealtad.
CHAVES. Mas déjasme con cuidado.
CHA'.
Haréisme en esto amistad.
MES I
A don Juan he perdonado.
TOLEDO.
En esto te serviremos.
¡Gran nobleza, gran valor!
Vanse los criados. Arias y Mendoza con él.
CHA .

Sale Toledo, lacayo. Aquí entrar herido,


le vi

TOI V le he mandado curar

Bien me puedes dar albricias, En mi aposento.


456 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TOLEDO. ADOLFO.
Has de dar Quitarásmela perdida;
Fama eterna á tu apellido. Yo á ti el alma con el pie.

¿Sobre qué fué? CHAVES.


CHAVES. ¡Francés!
Por roballe ADOLFO.
Á Bárbara, que quedó ¡Español!
En poder del que le hirió. CHAVES.
TOLEDO. Advierte
¿Dice el nombre? ADOLFO.
CHAVES. ¿Qué he de advertir? ¡Gran valor
Ni aun el talle. En casa de Embajador!
Llégame esa silla aquí, Aquí eres valiente y fuerte.
Y entra á saber cómo está. CHAVES.
TOLEDO. Y tú, francés, cuando hablabas,
En su templo te la da ¿No estabas en tu escuadrón?
La fama. ADOLFO.
CHAVES. Si allá mis bravatas son,
Vete. ¡Ay de mí! Y aquí tus palabras dabas,
Grande fué mi atrevimiento, Sal conmigo adonde sea
Pues he puesto en contingencia Italia, no España ó Francia.
De un Rey de tanta prudencia CHAVES.
El alto merecimiento. Harélo en breve distancia,
Porque mi valor se vea.
Salen D. :<
Bárbara y Adolfo.
ADOLFO.
¡Detente, visión, esperal Pues acaba de salir,

¿Eres verdad, ó qué fuiste? Y cobrarás cadena,


la
ADOLFO. Si el retrato te da pena.
Á sagrado te viniste. CHAVES.
DOÑA BÁRBARA. ¿Tanto deseas morir?
¡Ten, traidor, tu mano fiera! ¡Toledo!
Mira que esta casa es ADOLFO.
Del Embajador de España. ¿A quién llamas? Tente.
ADOLFO. CHAVES.
¿Qué importa? No llamo á nadie de miedo.
CHAVES. ADOLFO.
¡Oh visión extraña! Bueno, llamando á Toledo,
¡Suelta la dama, francés! Dices que no llamas gente.
DOÑA BÁRBARA. CHAVES.
¡Chaves! No llamo yo la ciudad.
CHAVES. ADOLFO.
¡Bárbara! ¿Pues á quién?
ADOLFO. CHAVES.
¿Eres, di, Sólo un criado,
El soldado que en Barleta Para que tenga cuidado
Por su persona sujeta De Bárbara, esto es verdad.
Me dio esta cadena? ADOLFO.
CHAVES. Bárbara ha de estar conmigo
Sí. Hasta que venza.
Pero déjame abrazar CHAVES.
El ángel que traes contigo; Sea ansí.
Que no sabré lo que digo Mi bien perdona.
,

Hasta acabarla de hablar. DOÑA BÁRBARA.


ADOLFO. ¡Ay de mí!
Antes no quiero que llegues CHAVES.
Si no me pagas la talla. Después hablaré contigo.
CHAVES.
El concierto fué batalla. ~ García de Paredes y Pedro Navarro.
Sosiégate, y no te ciegues;
Que luego te quitaré NAVARRO.
La cadena con la vida. Huélgome de venir en este día.
,

DE V1LL 457
EL BLASÓN DE LOS CHAVES

Que á su muerte sus amigos,


(,AkCÍA.
saca francesa furia llenos,
El de Aubeni rendido, y libre Vinieron á ser testigos
rota infantería.
De Anguitola su
De dos sucesos tan buenos.
NAVARRO.
Que Chaves, más fuerte allí
¿Salió armado?
GARCÍA.
Que acosado jabalí,

Y llevaba una casaca A un lado y otro volvía,


Y al vulgo que le seguía
tela blanca y alcachofas de
oro.
De Iba arrojando de sí.
NAVARRO.
Albanés aplaca. Por más que contra su tierna
Aquí la furia el
Edad se atrevan y esfuercen,
C\RCÍA.
de la plaza el toro Rompe, mata y desgobierna.
No va saliendo
A aquél lleva el brazo á cercen,
Más roto y más cansado.
NAVARRO. A cuál el cuello ó la pierna,
Es gente fiera A cuál de punta acomete,
GARCÍA. A cuál de revés derriba,
A cuál por las puertas mete,
De la milicia guardan el decoro. Y no es pasión, ansí viva,
Los Síndicos y el Conde de Matera
dan las llaves Que mató dos é hirió siete.
Hoy al Gran Capitán le
DOROTEA.
De Ñapóles. Creólo de su valor.
NAVARRO.
vulgo el campo altera. ¿Qué hace?
Ya el
TOLEDO.
GARCÍA.
Armándose queda,
Con galas y con músicas suaves,
cielo, Puesto entre Marte y amor.
Su nombre levantando al
invicto
DOROTEA.
Vienen de todo el reino los más graves.
¿Llora Bárbara?
NAVARRO.
TOLEDO.
¿De dónde viene agora? Que pueda
GARCÍA.
De Gandelo, Vivir es mayor rigor:
Allí llora, allí suspira,
Ocho millas de Ñapóles.
abraza y le mira.
Allí le
NAVARRO.
DOROTEA.
Bien puedes
mejor del suelo. Gente suena; sí, son ellos.
Ser grande al lado del
Vámosle á acompañar, señor Paredes.
Salga D. a Bárbara, Chaves y D. Juan. 2-
- Salgan Dorotea y Toledo.
CH.v

TOLEDO. Deja que en tus ojos bellos


Salga el sol, que al sol admira.
Admiración te causara
Ver la furia de aquel día.
No me llores, si no es
DOROTEA. De mi triste muerte agüero;
me Que este alemán albanés
,Que á su lado no hallara!
TOLEDO. Es no más de un caballero.
DON JUAN.
Para tanta valentía
Mejor es que alegre estés
Tienes muy limpia la cara.
Y cierta del vencimiento.
DOROTEA.
DOÑA BÁRBARA.
Y antes de salir el bozo entrar contento
¿Cómo puede
Á Alejandro y Scipión,
;No hacían mortal destrozo?
En quien muerto te lloró,
TOLEDO. Y cuando vivo te halló
Fué para tanto tormento?
No tiene el mundo león
Cree que en esta partida
Como este gallardo mozo.
DOROTEA. Llevas mi vida en la tuya;
albanés mató, Mira no mates mi vida.
¿Y que al
CHAVES.
Y le quitó la cadena?
TOLEDO. Guárdela el cielo, que es suya,
El retrato le quito"
Y en ningún tiempo divida.
su pena Tú, Don Juan, aunque no estás
De la imagen de
Tan fuerte y convalecido,
Que con el alma rindió.
estacada entrarás
*"
de menos; En la
Pero eso fué lo
,

JURAS UE LOPK DE VEO A.


458

Por padrino. Chaves con acompañamiento; Dorotea, con una ro-


DON JUAN. dela, en que traiga por divisa un cordero que degüe-
lla un dragón; Toledo, las armas; Don Juan, padrino,
Esos pies pido;
y D. a Bárbara, en hábito de hombre, con un rebozo,
Todo es castigarme más; y por letra; «Esto espero.»
Que con término tan noble J
Crece mi maldad al doble. EMBAJADOR.
CHAVES. Éste puedes levantar.
Tú, Tancredo y Doroteo, ASPRAMONTE.
Llevad las armas. Basta que en verme se asombre.
TANCREDO. Qué ¿no te pudo matar
Hoy creo Sólo el eco de mi nombre?
Que te ciñen lauro y roble. CHAVES.
CHAVES. Ya he llegado á la ocasión.
¿Está todo prevenido? EMBAJADOR.
TANCREDO. ¿Qué es lo que trae pintado
Sí, señor. Villalba por su blasón?
CHAVES. DON DIEGO.
Bárbara, adiós. Un cordero coronado,
DOÑA BÁRBARA. Que tiene muerto un dragón;
Mi bien, paciencia le pido. La letra dice: «Esto espero.»
DOROTEA. CHAVES.
¡Qué tiernos están los dos! ¿Eres tú Aspramonte el fiero?

TOLEDO. ASPRAMONTE.
Pelean Marte y Cupido. ¿Y tú Chaves de Villalba?
CHAVES. CHAVES.
Ea, que me dais enojos; Yo soy.
Vuestros serán los despojos, ASPRAMONTE.
Si venzo, y del patrio suelo Paz, salud y salva,
La honra y victoria. Como á noble y caballero;
DOÑA BÁRBARA. Huelgo en extremo de verte,
El cielo Que aunque tus señas sabía,
Te vuelva vivo á mis ojos. Te hallo agora menos fuerte,
Y más fuerte te quería
Por honrarme de tu muerte.
Acompañamiento, caja y padrino; Aspramonte de-
trás, y un paje con una rodela, en que traiga por di-
¡Mozo eres!
visa un hombre con un monte acuestas y un león á CHAVES.
los pies, y por letra: «Esto puedo.» Mozo soy.

"í.
ASPRAMONTE.
DON DIEGO. El corazón te ha engañado.
está en el campo Aspramonte,
Ya CHAVES.
Y trae por su divisa Siempre crédito le doy.
Un hombre que tiene un monte ASPRAMONTE.
Y que un león muerto pisa. Mal, por mi fe, me has tratado,
EMBAJADOR. Y de ti ofendido estoy;
Á leer la letra ponte. Que me has hecho carnicero
DON DIEGO. En venir como cordero
Esto puedo, dice allí, A que te desuelle y abra.
Montes tiene y leones vence. CHAVES.
ASPRAMONTE. Pues yo te doy mi palabra
Jueces, ya estoy aquí, Que tengo carnes de acero.
Y antes que el campo comience Aun no me has visto á la luz:
Quiero hacer algo por mí. Hierro soy; con hierro cierro;
EMBAJADOR. Ésta es hierro hasta la cruz.
Aquí no se viene á juegos, ASPRAMONTE.
Sino á veras, Aspramonte. Pues seré como avestruz,
ASPRAMONTE. Tragándote como hierro.
Ya veréis, si no estáis ciegos ¡Pobre de ti!
Que sustento solo un monte, CHAVES.
Y un Etna, aunque arroje fuego. Pobre soy,
EMBAJADOR. Que pobre y noble nací,

Chaves viene, y es un hombre. Y pobre en Italia estoy.


Í.ASÓN DE LOS CHAVES DE V1LI 459

ASPRAMONTE.
ASPRAMO] estoy i n.
Va poco te importa á ti,
En la estacada ni en
Pues has llegado hast¡
Que en la muerte I

CHAVES.
Rendido, arrogan
ASI .

¿Tan muerto estoy?


AS I' KAM''
Hoy mi soberbia me doma,
i lo ves?
Que otro no pudo jan
Muerto soy, español fuerte;
CHA
Mi presunción fué mi muerte.
I palabra, no de obra.
ASPRAMO'
V mi humildad mi victoria,
¡i ¡ué n al te puse á mis pies
De queá Dios le doy la gloria.
[Mírate, y soberbia cobra! 'KA-
DO:
CHA
Déjame abrazarte y verte.
¿Díceslo por el !
Que has traído por blasón? Bárbara, -;aquí e
ASPRAMON II'.
ÁRBARA.
Sí. ¡de
CHA
La voz, que el Duqu 'de.
Pues yo traigo un cordero, AJADOR.
Por la humildad con que espero mil abra
Dadme, Chaves,
Vencer tan fuerte drr
Y por España, los brazo?,
ASPRAMO defiende.
V el Rey, que el vuestro
¡No halló España otros más buenos! CHAVES.
Menester es, si no das
ajenos, En su nombre esos pies beso.
En pedir brazos OR.
Ó que tú te vuelvas más, mal herido.
que yo me vuelva menos. Creo que estáis
Ó CHAVES.
CHAVES.
Eso, señor, os confieso.
Este menos, alemán,
EMBAJADOR.
Es lo menos que en campaña
Pero pues habéis vencido,
Ha puesto jamás España
Todo es dichoso suceso.
De los buenos que allá están. DON JUAN.
V lo más de aquesta hazaña; parabién,
Con el justo
Que quedas tú tan atrás
Del término de los buenos,
Sabe que has muerto también
Al que me hirió.
ie cuando todo el compás
CHA
I mundo fuera lo menos, contento
•_oy
Era para ti lo más.
V en la materia que toco, De vengarte, y en mí siento
Esas bravatas que escucho
Que el alma me dijo quién.
Pero cúmpleme un d,
Te han declarado por loco;
De estimar á Dorotea.
Que los que blasonan mucho, DON JUAN.
Siempre vienen á hacer poco.
Asr: Será mi bien, Doroteo.
DOR r
Afrentar quieres tu Rey
Quiero que mi dueño sea,
V tu patria.
CHA' Por el valor que en ti veo.
CHA'.
Ea, villano,
á Bárbara yo me ofrezco
Que
Toma el martillo en la mano.
do:.
Darle de su amor la pali
TOÑA BÁRBARA.
¿Va sabéis los dos la
merezco.
Por tanto amor la
Deste campo? CHAVES.
CHAVES.
Serás dueño de mi alma.
Todo es llano.
DOÑA I'.ÁRr.ARA.

Caladas las celadas, combatan de martillo


dos veces Con tus brazos me enriquezco.
ó sean hachas de armas, y luego espadas, OR.
ó tres,
Insta que caiga el alemán. Chaves deVUlalba heroico,
Mancebo gallardo y fuerte,
DON DIEGO.
España, til madre noble
|Venció Chaves!
\S I)K LOPE DK VEGA.
46o

Hoy en mis ojos las miras.


Mil laureles te promete.
CHAVES.
CHAVES.
No llores, que me enterneces.
Vamos, generoso Duque;
EMBAJADOR.
Que del placer se detiene
heridas. Caminemos á Santángel;
La sangre de mis
TOLEDO. Cajas y trompetas suenen.
DON JUAN.
Déjame que esos pies bese.
CHAVES. Aquí el Blasón de los Chaves,
¡Oh, Toledo!
Senado ilustre, fin tiene.
TOLEDO.
LOS CHAVES
|0h, señor mío! FIN DE LA COMEDIA DEL «BLASÓN DE
hay alegres, DE VILLALBA».
Si lágrimas
DE PAREDES
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA
Y EL CAPITÁN JUAN DE URBINA
(INÉDITA)
.
COMEDIA FAMOSA INTITULADA

LA CONTIENDA
DE

DIEGO GARCÍA DE PAREDES


Y EL CAPITÁN JUAN DE URBINA
(INÉDITA)

EN MADRID Á 1 5 DE FEBRERO

AÑO DE 1600

ACTO PRIMERO
PERSONAS QUE HABLAN EN ÉL
DURINO.
Lambino.
Diego García de Pa-
Fulvio.
El Gran Cantan.
redes.
Un AMIGO suyo. El Duque de Urbino.
Juan de Urbina. Emili °-
Alvaro de Paredes, Un ALGUACIL. I Capitanes.
César.
Zamudio. Un correo. \

Tansilo, caballero. El GeMeral del Papa.


Pizarro.
Toscanelo. Criados Soldados.
Clarinda. I

Horacio. * suyos.
Alfeuio.

dieco.
romanos, y Juan
Salen huyen Jo Alferio y Lambino,
de Urbina v Diego Garcia de Paredes tras ellos, El Papa estará acostado,
con las espadas desnudas. Y Dios, que en los cielos mora,
alferio. No hará milagros ahora
Porque os hayamos quitado
Si por la capa lo habéis,
Nunca tuve mejor capa La capa.
vida escapa. urbina.
Que la que la
URBINA. ¡El belitre Hora'
Huélgome que lo entendéis. ALFERIO.
ALFERIO. dinero?
¿Queréis también el
Aquí del Dios y del Papa
464 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

URBINA. Que en cueros han de volver.


FULVIO.
Las capas solas quitamos.
ALFERIO. ¿Pasaremos?
DIEGO.
Pues tomad, que ya os las damos.
URBINA. No, señor.
compañero FULVIO.
Ésas, yo y mi
Hoy doy mi fe que partamos. Pues ¿por qué?
ALFERIO. ZAMUDIO.
¿Esa maldad se usa en Roma? La mujer vaya,
LAMBINO. Paredes, con todo honor.
camino toma DIEGO.
Alferio, el
Agradézcate la saya.
Y no repliques palabra.
DIEGO. URBINA.
¿Descalabro? Suelta la capa, hablador.
URBINA. FULVIO.
Descalabra. Veisla ahí.
LAMBINO. ZAMUDIO.
¡Ay!
Caminen, pues.
DIEGO. FULVIO.

Juro á Dios que no os coma., Valedme, ligeros pies.


|Ah, marranos españoles!
Huyendo vanse. <~L Huye.

URBINA. URBINA.
¿Son de Pedro ó de Pelayo? No se os dé dos caracoles.
DIEGO. DIEGO.
En de San Pedro
la tierra ¿Cómo no?
Pelo alcanza todo sayo. FULVIO.
URBINA. ¡Para uno, tres!
Yo con ese Pedro medro, ZAMUDIO.
Y con Pelayo desmayo. ¡Mirad qué gentil galán!
DIEGO. ¡Aquí deja la mujer!
Ya viene Zamudio aquí. DIEGO.
ZAMUDIO. ;Qué mujer no dejarán?
En la voz os conocí. URBINA.
¿Ha caído algún pescado? ¿Qué es lo que habernos de hacer?
URBINA. ZAMUDIO.
Dos habernos desollado. Aquí tres capas están.
ZAMUDIO. URBINA.
¿Luego falta para mí? Tome Diego García,
ésta
URBINA. Ésta es vuestra y ésta es mía.
Retírate, que no hará. ZAMUDIO.
¿Y la mujer, cuya es?
Fulvio con una dama. >
DIEGO.
DAMA. Uno escoja de los tres
¿Y es muy lejos la posada? Para pasar hasta el día.
FULVIO. DAMA.
No, mi vida; cerca está. No
os quiero, españoles fuertes,
URBINA. Agraviar, pues que sois tales.
¡Buena viene la empanada! ZAMUDIO.
FULVIO. Pues ¿qué haremos?
Gente suena DAMA.
URBINA. Echad suertes,

¿Quién va allá? Para que quedéis iguales.


FULVIO. DIEGO.
Un hombre y una mujer. Cortesanamente adviertes.
ZAMUDIO. Mas ¿qué suertes se verán
Sin duda deben de ser Si no aguardamos al día?
Estos dos Eva y Adán. Porque ahora no podrán.
URBINA. dama .

Después lo parecerán, La lengua hacerlas podría.


PAREDES.
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE

Si Platón os escuchara,
ZAMUDIO.
Que era ignorante escribiera
D¡.
DAMA.
( i por su dios adorara;
Que, en fin, como era gentil,
De esta suerte serán:
Viendo ese ingenio sutil,
Al que de vosotros diga
Dijera que sólo di
Mayor encarecimiento,
Pudo saber lo que vos,
Seré esta noche su amiga.
DOGO. Y os hiciera de marfil.
mi
Yo lo acepto.
Por Dios, que la habéis subido
URBINA.
Yo
consiento. Donde no puedo alcanzarla;
ZAMUDIO. Pues con haber presumido
un gentil pudo adorarla,
¿Quien hay que lo contradiga?
URBINA. La habéis en dios convertido.
Pues ¡susl comience Zamudio. Y es cosa para creer

ZAMUDIO.
Que Aristóteles, gentil,
líizo un dios de una mu;
Digo que naturaleza
Mas cierto que á un dios tan vil,
Os hizo con tanto estudio,
en vos su belleza
Fué ignorancia y no saber.
Que cifró
Y dio á las demás repudio. Y
digo, señora mía,
Que sois tan mala, aunque os pese,
Fueron Lucrecia y Elena
Que si por suerte algún día
Borrones de vuestra cara:
Cuanto es maldad se perdiese,
La comparación más buena,
Cifrado en vos se hallaría.
Cuando con vos se compara,
No fué Faustina tan mala;
Está de vos más ajena.
Si un ángel, que no sabemos La gran Thais no os iguala,
Ni la que enseñó á poner
Con qué beldad le hizo Dios,
Precio al gusto en la mujer,
Que espíritus no los vemos,
Que ya se tiene por gala.
Quisiera ver, viera en vos "
Sois más fea que Thersite,
De su gracia los extremos.
Y si Apeles le pintara Y tan necia como vos,
Porque no hay quien os imite;
Y este rostro retratara,
Aquel que después os viera, Y si algo no hizo Dios,
Sois vos, si esto se permite.
Por ángel os conociera
Si disparate no fuera
Y el no visto imaginara. demonio hacer pudiera,
V si ha de ser conocido, Que el

Primero que ser querido, Como se dice, personas,

Lo que llega al sentimiento, Y por ellas hizo monas,


Y antes que al entendimiento En vos su hechura se viera.
DAMA.
Ha de tocar al sentido,
Con haberos visto á vos, No digáis más, bellacón;
La gracia que puso tn Dios Que á vos os escojo y quiero,
Por gallardo y fanfarrón.
En un ángel le imagina.
Diga ahora Juan de Urbina. mano.
Vanse Diego y la dama, dándose la
URBINA.
Mas rindámonos los dos.
DAMA.
DIEGO.
¡Acabad, decid! ; Dónde vamos?
DIEGO.
[NA.
Yo d A un mesón.
ZAMUDIO.
Que sois dama tan discreta,
¿Hay mayor bellaquería.
Y en todas ciencias perfeta,
Que á Paredes fué á escoger?
Que enseñáis, y sois testigo,
IKI-1NA.
A Roma, á Atenas y Creta; aborrecía,
Sí, porque la
A Carmenta, á la Sibila
Que es condición de mujer.
Vuestra excelencia aniquila;
ZAMUDIO.
Casandra y Safo son locas,
No, sino ventura mía.
Y las tres Gracias son pocas URBINA.
Con las que esa voz destila.
mujeres van con quien
I. as
Si Aristóteles OS viera,
Mejor las conoce, y cieo
Por necio se confesara;
59
XI
466 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

URBINA.
Que más bien
el retratarla
¡Y tú medir la campaña!
Pudo encender su deseo
ALGUACIL.
Y engendrar nuestro desdén. ¡Muestra la espada, villano!
Gente viene.
ZAMUDIO. URBINA.
Estoy de suerte, ¿Zamudio?
ZAMUDIO.
Que á mil Aquiles y Pirros,
muerte. ¿Qué?
Urbina, daré la
URBINA.
Sale un alguacil con su gente, y los capeados, todos Bien pregunta.
con rodelas. ZAMUDIO.
URBINA. Dásela, que eso está llano.
5 URBINA.
Vara es ésta.
ZAMUDIO. Bien dices: asga la punta.
ZAMUDIO.
Y con esbirros.
URBINA. ¿Meto mano?
URBINA.
¿Si nos buscan?
¡Mete mano!
ZAMUDIO.
Eso advierte. ALGUACIL.
ALFERIO. ¡Aquí del Papa!
URBINA.
Aquí digo que quedaron.
ALGUACIL.
Ese adoro,
Que ni soy indio ni moro.
Aguardad, que aquestos son.
ALGUACIL.
ZAMUDIO.
que aquéllos llamaron ¡Muerto soy!
Basta,
ZAMUDIO.
Todo este armado escuadrón.
URBINA.
Vete á curar.
URBINA.
(Tal miedo de aquí llevaron!
ALGUACIL. Más capas pienso llevar
Que quita en la plaza un toro.
¿Qué gente?
ZAMUDIO.
Vanse.
Dos hombres solos.
ALGUACIL. Sale un correo.
¿Españoles?
CORREO.
A
URBINA.
No sé si con la priesa que he traído,
¿Pues hay hombres
Aunque cansancio toda fuerza doma,
el
Sino españoles? Temiólos
Puede nadie primero haber venido
El mundo.
ALGUACIL. A dar mis nuevas al Pastor de Roma.
Decid los nombres. Ya parece que el carro esclarecido
URBINA. Por los balcones del Oriente asoma,
¿Pide los nombres? Y que el sol, madrugando por guiallos,
ZAMUDIO. Pisar estrellas hace á sus caballos.
Pidiólos. Los siete montes que la cercan veo:
URBINA. El Celio, Viminal y el Aventino;
Yo me llamo Fierabrás. Del sacro Tibre el círculo, y rodeo
ZAMUDIO. Donde la loba por los hijos vino.
Yo Rodamonte. Mas, ¿para qué también llegar deseo,
ALGUACIL. Después de la aspereza del camino;
¡Muy bienl Que la que traigo, en fin, es mala nueva,
URBINA. Y de los males poco bien se lleva?
Bien ó mal, esto hay no más. Éstos son de la guarda, ó yo me engaño,
ALGUACIL. De la persona y majestad del Papa.
|Ea, las armas me den!
Salen Alvaro de Paredes, hermano
de Diego, y v
¡Vuelvan las manos atrás! Pizarro, con dos alabarderos.
URBINA.
ALVARO.
¡Español, fuera de España,
Y rendir armas! No creas Por no vivir, Pizarro, de hacer daño,
Esa afrenta ni esa hazaña. Y de quitar de noche espada ó capa
PIZARRO.
ALGUACIL.
En fin, gozan sus plazas, ¡caso extraño!
¡Oh, traidor! ¡Morir deseas!
PAREDES. 467
.A CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DI.

PIZARRO.
ALVARO. bizarra!
¡Vaya una gresca
El no ser conocido cubre y tapa DIEGO.
de bajeza.
Cualquier acto en un hombre .Hay dados?
PIZARRO. ÁLV
Bien sé vuestro valor y mi
nobleza.
No.
COkREO. • DIKGO.
;Podré entrar, caballeros? l'ues la barra
ALVARO.
Podéis un rato tirar.
¿Es correo?
correo.
¡Venga!
A cardenal Guidón traigo un recado ÁL\
Que importa al Papa, á quien decir deseo ¡Aquí est;i!

Cómo Montefrascún se ha levantado


Ái.\ 1
Yo ¡por Dios,
feo.
¿Contra Su Santidad' Delito Que en viéndola me desnudo
P1ZA1 ÜRBI
El de Urbino, por dicha, lo
ha causado.
(Jue yo podré tirar dudo.
COKREO. I' IZA
Duque dan la culpa.
Al Tiraremos dos á doa.
ALVARO. DIEGO.
Entrad, que es justo
Tira.
injusto.
Poner remedio á caso tan URBINA.
PIZARRO. No podré, de veras:
Volviendo á nuestra plática, me alegro Tú, que estás brioso, tira.

Que García de Paredes, vuestro hermano, DIEGO.


Y Juan de Urbina, que en el manto negro Mira que el Papa nos mira
De la noche vivían por su mano, Detrás de esas vidrieras.
Montenegro
Juan de Vargas, Zamudio y URBINA.
Hoy sirvan al Pontífice romano;
¿Dónde está?
Que no es tan bajo oficio el de la guarda, DIEGO.
Pues es soldado y honra su alabarda. En aquel balcón.
Verdad es que es García caballero, URBINA.
Y sois hijos de Sancho de Paredes; Pues arrimo la alabarda.
Pero, como decís, al extranjero ALVARO.
Quien da de comerhace mercedes. le
ha de ser gallarda:
le La fiesta
Alvaro.
Ponte en calzas y en jubón.
espero
Por no nos descubrir, que hacerlo URBINA.
tiende las redes,
Si la necesidad Mirar al galán su dama,
Andamos de esta suerte, que sobrinos El capitán al soldado
Somos de un Cardenal. Y el dueño grave al criado,
PIZARRO.
Le incitan á gloria y tama.
V sois bien dinos.
Hoy la quiero procurar,
Salen Paredes y Juan de Urbina. Pues Su Santidad nos mira.
ALVARO.
DIEGO.
Gente se allega.
Hoy, pues la guarda nos toca,
PIZARRO.
Entretenemos podremos. Pues tira.
¿Alvaro? DIEGO.
ALVARO. que queréis tirar?
¿Qué es lo
¡Señorl URBINA.
DIEGO. mano ah< ra.
Probemos la
I
|ué haremos?
Que la ociosidad 110 es poca. criados Horacio.
Salón Tansilo. caballero, y
ALVARO. Toscanclo y Durino.
Si no ejercitas las manos,
Pierdes el seso, García. TANSILO.
11; go.
Los españoles bizarros
Macen de un día
vanos.
Están echando desgarros.
s
kCIOi

[a canalla hablad.
A qué se puede jugar?
468 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TANSILO. Con las armas de tu Rey,


Oid con el arrogancia Del oro de mejor ley.
Que quiere tirar aquél. ¿Qué miráis? ¿De qué estáis mudos?
TOSCANELO. DIECO.

¡Quién le viera en un cordel Es porque con tu riqueza


Danzar la morta de Francia! Nos has querido espantar:
TANSILO. Yo, pobre, quiero tirar
Estarán los fanfarrones No más de por gentileza.
Pensando que solos pueden Si te agrada, toma y tira.
TANSILO.
Tirar en el mundo.
durino. Eso allá se lo dirás

Exceden Á tus iguales no más,

En soberbia á mil naciones. A que tu bajeza aspira.


TANSILO. ¿Tú te has de igualar conmigo?
¡Por Dios, que no he de sufrir ¡Tú tirar conmigo en balde!
DIEGO.
Que á ojos del Papa tiren,
Mientes.
Ganen honra y que los miren!
DURINO. TANSILO.
¡Matalde, matalde!
Xo lo podrás impedir.
TANSILO. DIEGO.
¿Qué es matar? Ea, Urbina amigo;
Podré; ¡que Alcides no tuvo
De aquestos brazos la fuerza! Que yo con barra sola
la

DURINO. Pienso matar cinco ó seis.


Pues alto, el ánimo esfuerza.
TANSILO. Meten todos mano, y con barra Paredes, riñen.

Nunca el temor me detuvo.


TANSILO.
¿Hay aquí algún español
De arrogancia tan bizarra ¡Aquí de Roma!
URBINA.
Que quiera tirar la barra
Sabréis
Conmigo hasta puesto el sol?
DIEGO. Lo que es bajeza española.
HORACIO.
Y
hasta que vuelva á salir:
Y si cien veces saliera, ¡Ay, que me han muerto!
DIEGO.
Siempre, hasta que se pusiera,
Eso sí.
Me holgara de competir.
PIZARRO.
¿ Desnudos?
TANSILO. Al Papa quejarte puedes.
URBINA.
De buena gana.
Ten, Horacio, el ferreruelo: Los dos he muerto, Paredes.
DIEGO.
Tú espada, Toscanelo.
la
URBINA. Deja esos tres para mí.
¡Brava arrogancia romana!
DURINO. Sale Zamudio y la dama de Paredes.

Quítate también la cuera.


TANSILO. DAMA.
Ya, español, estoy desnudo. No sabía su valor;
DIEGO. Mas después que le traté,

¿Qué has de jugar? Le conozco, y le cobré,


TANSILO. Zamudio, notable amor.
Eso dudo. ZAMUDIO.
¿Hay algo? Es García de Paredes
DIEGO. Hombre noble, aunque le has visto

¡Ojalá lo hubiera! Tan pobre, y aun me resisto


ALVARO. De que satisfecha quedes,
¿No hay, por Dios, entre los tres, Por no decirte un secreto
Un cuatrín ó parpallola? Con que supieras quién es.
DIEGO.
DAMA.
¡Ni una parpallola sola! Digo que estoy á sus pies
TANSILO. Toda rendida, en efeto.
Español, tiremos, pues; Llévame, por vida tuya.
Que aquí pongo cien escudos, A servir su gentileza;
DE PAREDES. 469
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA

Á la barra García de Paredes,


Que no miro su pobreza, Urbina:
Alvaro, Montenegro y Juan de
Sino en la grandeza suya. gente
Llegaron á mirarnos noble
No ha de faltar á García
Y buena parte del infame vulgo,
Lo que hubiere menester, Cuando un hidalgo, puesto en medio,
dice
Porque soy una mujer -.rogante.
Que tirará con
Perdida por valentía.
hombre más bizarro Desnudóse, y poniendo cien escudos,
Dame el
Sobre querer tirar por gentileza,
Del mundo, que si es gallina, pensadas:
Dijo á Paredes cosas mal
Más me enfada y amohina Desmintióle, y haciendo de la barra,
Que si caminase en carro.
Soy muerta por ver un hombre
No sé que fué, pero matamos cinco,
descalabrados.
Sin otros diez que van
Todo marcial y arrogante, Prendiéronnos á todos; pero el Papa,
Tan arrojado, que espante
Sabida la verdad, nos dio por libres
Con solamente su n< mbre.
No de aquellos fanfarrones
Y á Paredes ha honrado, como es ju
El cual, cansado de esta
humilde vida,
Que conciertan cuchilladas acertado,
sacuden pagadas Se ha dado á conocer, y fué
Y las
Al cardenal de Santa Cruz, su tío,
A sombra de los cantones;
capitán del Papa
Sino como este Paredes, Y queda hecho
Contra Montefrascón, que se rebela.
Que, riñendo como un bronce,
ZAMUDIO.
De doce, mata los once
suceso!
Y piensa que hace mercedes. ¡Extraño es el
ZAMUDIO. DAMA.
¡Vive Dios, que eres, Clarinda, ¡Ah! ¿Gentilhombre?.
Mujer de notable humor! PIZARRO.
DAMA.
Yo no tengo á hombre amor ;Qué mandáis?
DAMA.
Que ningún hombre le rinda. Que toméis aqueste anillo
~
Éste, que ya Italia nombra
De albricias del suceso y Icdpiseta.
Por más gallardo, éste sigo: PIZARRO.
Quiero buen árbol amigo,
Besóos las manos.
Para estar á buena sombra. ZAMUDIO.
ZAMUDIO.
está aquí Paredes:
Ya
Presto te pondré con él,
hablarle puedes.
Si te diere contento,
Que Pizarro viene aquí.
DAMA.
Alvaro
Salen Paredes, Juan de Urbina y
¿Es su camarada?
ZAMUDIO.
de Paredes. V
Sí.
,
URBINA.
DAMA.
De la honra recibida,
Llega, é infórmate del.
ZAMUDIO. Aunque vos la honráis tamL.
' ¿Qué tenemos, Pizarro? Cuanto es ya cosa sabida,
PIZARRO. Os da Urbina el parabién
¿Dónde estabas, Y os desea larga vida.
No cumpliera el Cardenal
Que no te hallaste en nuestra gresca?
Con su ser tan principal
ZAMUDIO.
Gresca, Si así su sangre no honrara;
Que hace bien elque la ampara,
¿Es juego de las armas ó del dado?
Y el que la desprecia, mal.
PIZARRO.
ALVARO.
De armas, y tanto, que este día
las
Yo, García, como hermano,
Pensé que amaneciéramos los cuatro
Creo que excusado esl
Remando en la galera de San Pedro.
ZAMUDIO. Pues tan buena parte gano;
Mas el parabién os doy,
¿Qué dices?
PIZARRO. Si es esto lo cortesano.
ZAMUDIO.
Lo que escuchas.
ZAMUDIO. Dádsele al señor García,
¿Da qué suerte? Alvaro, de parte' mía.
PIZARRO.
PIZARRO.
Y de la mía también.
Tirábamos delante del Pontífice
47o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

DIEGO.
DIEGO.
Pues oid, por vida mía:
No fuera, señores, bien
Sin tan noble compañía;
No será más claro el sol.
Mi nombre de pila es Diego;
Y cierto que estoy contento,
Soy Paredes, y soy luego
Sólo por poder serviros,
Basta decir español.
Que esto tenga por aumento;
Que aunque por acá pensáis
Y así pretendo deciros Que somos muy fanfarrones,
Cómo repartir intento.
Hago mi alférez á Urbina, En mis humildes razones
Pensaréis que os engañáis.
Y mi sargento á mi hermano;
Nací en Trujillo, un lugar
Que de uno y otro me inclina
Ver el valor soberano
De Extremadura, y extremo
Con que á la virtud camina;
De los extremos que temo
Que os pueden desagradar.
Y por cabos de ella irán
Mis padres obedecí
Pizarro y Zamudio.
URBINA. Lo poco que los traté;

¡El cielo A mis maestros honré,


Aunque letras no aprendí.
Dé vida á tal capitán!
ALVARO. Seguí las armas, que amor
¡Marte laurel!
No me debe pensamiento,
PIZARRO. Y así tan libre y exento
¡Fama el suelo!
Vivo, siguiendo mi humor.
DIEGO. Y aunque otras veces la callo,
Mi venida á Italia fué
Para serviros serán.
ZAMUDIO. Porque á tres hombres maté
cierta dama Sobre interés de un caballo.
Aquí quiere
Mi manera de querer,
Hablaros, señor García.
DIEGO. Si vos gustáis de que os quiera,

¿Es Clarinda?
Ha de ser de esta manera,
ZAMUDIO. Porque de otra no ha de ser:

Así se llama. Yo
os tengo de visitar
DAMA. Cuando á mí gusto me diere,
Huelgo de hallarme en el día Y fuere ó si no fuere,
si

Principio de vuestra fama.


No me habéis de preguntar.
Jamás me habéis de pedir
¡Mil parabienes os doyl
Vestido ó cosa notable,
DIEGO.
No porque soy miserable,
Ya sabéis cuan vuestro soy. Mas no lo puedo sufrir.
DAMA. Antojo de algún regalo
Eso vengo á confirmar. No os pase por pensamiento,
DIEGO. Porque es pedírsele al viento,
Si yo me puedo obligar, A quien por lo sordo igualo.
Yo de mi gusto he de dar
En la obligación estoy.
DAMA. Lo que me estuviere bien;
por mi dueño Mas por amor y desdén
Yo os querría Nadie me obligue á pechar.
Muy de asiento. Y lleve el diablo al traidor
DIEGO.
Que dio primero á mujer
¿De qué modo?
Dineros por su placer,
Que esto de amor es empeño.
DAMA. Siendo común el amor.

Que fuésedes mío todo,


A éste siguieron otros
Que compraron sus placeres,
Hasta en la mesa y el sueño.
Porque si no, las mujeres
DIEGO.
Nos dieran á nosotros.
le
Ahora bien; yo no soy hombre
Que os he de engañar, señora:
No digo que no daré
que os hable ahora, Algo que os pueda servir;
Si queréis
Sabréis mi humor y mi nombre,
Mas no lo habéis de pedir,
Que entonces lo negaré.
Y si no, mirad el día ~
Por causa grave ó liviana
En que podremos hablar.
DAMA. Celos no os causen recelos;
Ahora os quiero escuchar.
Que pedir dinero y celos
,

DE PAS 471
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA

¿Juan de Urbina?
Lo escucho de mala gana. UKBINA.
Si me ausento, no
escribáis,
,Señor mío?
Porque no he de leer;
lo DIEGO.
Que ausente podéis hacer Esta hermosa dama
os fío.
Todo cuanto vos queráis. URBINA.
Desmayaros por flaqueza Conocéis mi hidalgo trato.
Ó llorar si se hunde todo, DIEGO.
No lo hagáis de ningún modo; Acompañadla, que en tanto
Que os quebraré la cabeza. Voy á ver al Cardenal.
Melindre es grande trabajo URBINA.
Para mí, y aun para vos; No fué Achates tan leal,
Que os echaré ¡vive Diosl Ni pudo quereros tanto.
Por una escalera abajo. DIEGO.
Decirme mal de un amigo Venid, parientes, conmigo.
No lo sufriré á mi padre, ALVARO.
Puesto caso que á mi madre Todos iremos con vos.
Me diésedes por testigo. DIEGO.
más que al retablo
No miréis
Adiós, mi señora.
En la iglesia, estad en vos, DAMA.
Porque delante de Dios Adi''s:
No me ha de mirar el diablo. Temerario intento sigo.
Porque es mucha libertad
'Si estoy en tienda no
entréis,
Quédanse la darai y Ur'oina.
Ni por la calle me habléis;
Que se pierde autoridad. URBINA.
"
Consejo en cosas de duda Basta que os habéis prendado
No me le deis para nada, Del capitán con razón.
espada
Ni me detengáis la DAMA.
Si acaso la veis desnuda.
Es Paredes un león.
Que con esto y otro tanto URBINA.
Que por escrito os daré, Aun vos conocéisle atado:
Os doy mi palabra y fe Dióle la cuartana el cielo
De quereros tanto cuanto. De la presente pobreza;
DAMA.
Que si no, de su fiereza
Digo que os quiero querer: Temblara, Clarinda, el suelo.
Desdeñarme no aprovecha. Pero ya el tiempo le llama
DIEGO.
hecha,
Adonde en distancia poca
No temáis la lista
Ocupe toda la boca
Más que está por hacer.
la
Con sus hazañas la fama.
¿Y qué os mueve á tal flaqueza.- DAMA.
DAMA.
Señor alférez yo soy, ,

El ver por qué es imposible Aunque mujer pobre y sola,


Alguna vez apacible
En lo que es alma, española,
Hombre de tanta braveza. Y ésta á Paredes le doy.
No hay cosa como el desprecio Aquel desprecio y desden,
Que abrase una mujer;
así
Aquel hielo y valentía
Pero yo os espero ver
Es para mí bizarría,
Muy amoroso y muy necio. Por lo que le quiero bien.
MEGO.
sólo á Montefrascón,
No
Señora, quedad con Dios; los montes Rífeos
Pero á
Que Montefrascón me envía
á
Me llevarán mis deseos
El Tapa, y mi compañía
á las dos:
Y mi libre condición.
Marcha mañana URBINA.
De vuelta os veré.
,S prometo que t.

DAMA.
Antes quiero Buen gusto en seguir el s 1

A lo menos yo le argí
Tirar plaza de sóida ' i

que en amarle hacéis.


De lo
Y marchar á vuestro lado Los hombres que le
Por paje ó por mochilero. tanto amor,
1 ,e leñemos

Que su privanza y fa
Si vais, procurad recato.
472 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Como !a del Rey buscamos. Ni desde entonces la vi.

¿Adonde tenéis posada? AMIGO.


DAMA. ¿Si es ésta por dicha?

Yo vivo en este cuartel. FULVIO.


URBINA. Sí.

De gente viene un tropel. DAMA.


¿Qué tenéis? ¿No escuchas ya lo que pasa?
DAMA. URBINA.
|Ay, desdichada! Todo lo tengo entendido.
URBINA. FULVIO.
¡Mudado se os ha el color! ¿Clarinda?
URBINA.
Salen Fulvio y tres amigos. Hidalgo, teneos;
Que para vuestros deseos
DAMA. Está el paso defendido.
Éste es Fulvio, á quien solía FULVIO.
Estar sujeta, y podría ¿Quién le osará defender,
Desatinarle mi amor. Siendo aquesta mujer mía?
Él llega: por vida vuestra, URBINA.
Que huyamos por esta esquina. Quien viene en su compañía,
URBINA. Si es de su amigo mujer.
¿Sabéis que soy Juan de Urbina? FULVIO.
DAMA. ¿Haste casado, Clarinda?
Vuestra persona lo muestra; DAMA.
Pero son cuatro estos hombres. Yo no.
URBINA. FULVIO.
Yo soy cuatro y cuatro mil; ¿Pues qué?
Que aquesta canalla vil DAMA.
No tiene más de los nombres. Españolado,
DAMA. Que es como haberme casado,
¿Qué dices? Pues no hay fuerza que me rinda.

URBINA. FULVIO.
Esto que escuchas: Déjate de disparates:
Que si cuatro mil no quieres, Vuelve á tu antigua afición.
Soy cuatrocientos mil. DAMA.
DAMA. Fulvio, los tuyos lo son,
Eres Y es mejor que no los trates.
Mil Españas. URBINA.
URBINA. Basta el coloquio, galán;
No
son muchas; Que ya se me sube el humo
Que soy español, y tengo Donde, si sale, presumo
Mil honras, y en cada una Que huyendo la calle irán:
Mil Españas. Esto hasta aquí lo he sufrido,
DAMA. Pero en lo demás me enfado.
La fortuna FULVIO.
Te ayude. Español desatinado,
URBINA. ¿Qué dices?
Con
ella vengo. URBINA.
Y eso de volver esquina Lo que has oído.
Á éstos decirlo puedes; FULVIO.
Que soy alma de Paredes ¿Eres más que tú?
Y cuerpo de Juan de Urbina. URBINA.
FULVIO. Y me corro
Quitáronme la cual digo De ser tanto.
Tres marranos españoles. FULVIO.
AMICO. está loco!
¡Si

¿Y ella no lloró? URBINA.


FULVIO. Para los que son tan poco
Lloróles, Yo no he menester socorro.
Pero no volvió conmigo; FULVIO.
Antes no acude á su casa, Deja, español, la mujer.
473
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DL PAJ

duque.
URBINA.
Ya sabréis, don Gonzalo valeroso,
¡Mete mano!
HLVIO. La intención del Pontífice romano.
CAPITÁN.
|Muera!
AMIGO. Todo, señor, es público: á lo menos
¡Muera! No disputo las causas ni me toca;
CRBINA. Pero en vuestro servicio, que á esto vengo,
Desde este día vestiré las armas.
1 .so si yo lo dijera
DUQUE.
Lo pudiérades creer.
i I LVIO. En ellas fundo mi esperanza toda;
hombre! Ellas serán la fuerza de mi empresa.
,Hay tal
CAPITÁN.
AMIGO.
,llay tal furor! A lo menos, la muestran de mi áni

URBINA. Puro y sencillo en el servicio vuestro.


DI Q0E.
¿Huís, cobardes?
Tomad este bastón ¡oh luna ilu
DAMA.
Del de mis pensamientos!
edificio
¡Á ellos,
Y marche el campo á vista del romano.
Urbinal
CAPI1ÁN.
URBl
Ya voy tras ellos. Besóos las manos, generoso Duque,
DAMA. Por tantas honras y palabras tales.
DUQLE.
Yo tras ti.

FULVIO. ¿Quién sino don Gonzalo las merece,


|Muera el traidor!
Nuevo español Trajano, nuevo Alcides?
CAPITÁN.
Fernández Vos mi España ahora, donde quiero
sois
Éntranse, y salen el Gran Capitán Gonzalo
de Córdoba y el capitón Emilio. Nacer de nuevo, porque juntamente
Conmigo nace aquel valor ilustre

CAPITÁN. Que se pueda llamar de vuestro pecho.


DUQUE.
Por merced que el Duque me promete
la
estandarte.
Emilio, sus manos generosas. Toca á marchar: levanta el
Beso, CAPITÁN.
EMILIO.
Vos un César, Duque; el mismo Marte (i).
Vos se la hacéis, pues sólo vuestro nombre
sois

Ha causado tal ánimo en su ejército, las armas


Éntrense, y salen un guión ó General de
Que todos se prometen la victoria. del Papa, y el capitán César, y gente
con trompetas.
Sois un nuevo Alejandro, Pirro y Dario;
Sois la gloria de España, y quien ahora
GENERAL.
Ocupa los dos polos con su fama. desmayadas no levanta
CAPITÁN. ¿Qué fuerzas

Quisiera serlo yo para servirle,


Ver estas armas y cruzadas llaves?
Macedle salva á aquesta empresa santa,
Emilio amigo, más que para honrarme,
Porque servir al Duque es honra mía. l
Timón de la Romana y de otras naves:
Sólo en mirar su sacra vista espanta,
Como al águila miran otras aves.
Sale el Duque de Urbino y acompañamiento. 7-
¡Oh gavia ilustre que de palma y cedro
EMILIO. Estás sobre la nave de San Pedro!
CÉSAR.
Él viene sólo á veros.
DUQUE. Todos, señor, hincada la rodilla,
Qué ¿es venido Hacen salva al guión sacro romano,
Con general aplauso y maravilla
Don Gonzalo Fernández?
CAPITÁN. De verle al puño de tu heroica mano;
Aquí vengo, Parece que, desnuda la cuchilla
parte de Castilla Otra vez el Apóstol soberano
Gran Duque, por la
rey Fernando. Contra el pueblo infiel que armado intenta
Y liga hecha con el
DUQUE. Sacar del yugo la cerviz exenta.
Dadme esos brazos, español famoso,
Lustre y gloria de España, honor de Córdoba. borrada toda la escena
(i) En el original está
CAPITÁN. que un héroe
anterior, tal vez porque hubo reparo
Vos, que lo sois de Italia, dad los vuestros como el Gran Capitón y de tan
grande calidad sir-
P. Mtguk
A quien por ellos levantado espera viese las armas de otro Duque. Nota de (

Volar sobre las alas de la fama. San. <¿i I i


OBRAS DE LOPE DE VEGA.
474

GENERAL. Y demos buena cuenta de nosotros.


URBINA.
No es menester, soldados valerosos,
La guardia que nos toca está segura.
Para animar á fuerza que no cesa,
DIEGO.
Esforzar vuestros brazos valerosos
¿Quién es ese soldado que pasea
Con la justicia de esta santa empresa:
Romanos sois, y todos tan famosos Hablando con Pizarro y con mi hermano?
pesa.
advertiros que lo sois me URBINA.
Que de
¡Bueno! ¿Ya no conoces á Clarinda?
Hoy el Duque de Urbino guerra os hace:
DIEGO.
Vuestra es la causa; de vosotros nace.
Hayamos parte todos de la plática.
Salen Diego García de Paredes, Juan de Urbina,
Clarinda, vestida de soldado.
Alvaro de Paredes, y en hábito de hombre, Clarinda.

DIEGO.
CLARINDA.
Quien la tiene en el alma, suyo es todo.
Dadme esos pies.
GENERAL. DIEGO.
Alzaos, señor, del suelo, Muy tiernamente habláis, señor soldado.
CLARINDA.
Y decidme quién sois.
DIEGO. Estoylo yo con vos por todo extremo.
De estos soldados DIEGO.

Soy general romano, y del Pontífice No ha de correr ahora ese lenguaje:


Nombrado capitán para esta empresa; Todo ha de ser desgarro y valentía,
Y así con ellos y con mi persona Todo ha de ser cuidado con las armas.
CLARINDA.
Vengo á serviros.
GENERAL. Quien los tiene de vos no tiene pocos,
Español gallardo, Y siendo vuestros, bien serán valientes;
¿Sois por dicha García de Paredes? Y por Dios, que no he sido tan cobarde,
DIEGO. Pues en Montefrascón escalé el muro
El mismo soy, y el que, sirviendo al Papa, Y fui de los primeros que rompieron
Tomé á Montefrascón, subiendo al muro A las ocho banderas de la plaza.
De unas enramadas de dos álamos Y miente quien dijere lo contrario.
DIEGO.
Y unas travesadas fuertes cuerdas;
Maté las centinelas por mis manos, Ahora á pesar de mi linaje.
sí,
CLARINDA.
Rompí del enemigo las banderas,
En plaza saltando desde el muro;
la
Y del mundo, si quiere, y de mil mundos.
DIEGO.
Y vuelvo á Roma con iguales honras.
Reformándose algunas compañías, Gentiles bríos.
me manda CLARINDA.
Su Santidad, como lo veis,
Que con la mía sirva en esta empresa. Son lecciones vuestras.
GENERAL.
Toquen dentro, y entren las cajas, y meten ruido.
Sois vos muy digno de ésta y de otras honras
Y pues habéis venido á tan buen tiempo, Dirán:
Estad á la defensa de este paso.
DIEGO. ¡Al arma, al arma! ¡El enemigo viene!
DIEGO.
Harélo como debo, y haced cuenta
Que en él ponéis leones de Castilla. ¡Válgame Dios! ¡Tan presto nos probaron!
GENERAL. URBINA.
Pues yo voy, capitán, de vos seguro. ¡Vive Dios que es verdad! ¡Las armas toma,
CÉSAR. Que sobre ti desciende todo el mundo!
honra ha hecho aqueste bárbaro DIEGO.
iQué inútil
Españolejo, fanfarrón y locol Si el mundo viene, Urbina, ¿qué remedio?
GENERAL. URBINA.
César, no murmuréis; dásela el Papa, Abrir camino con laespada.
Y es justo que San Pedro la bendiga. DIEGO.
¡Cierra,
Vanse, y se quedan solos los españoles.
famosa gentel ¡Cierra España,
Cierra,
DIEGO. España!
Juan de Urbina. URBINA.
URBINA. ¿España dice? ¡Cosa extraña!
Señor....
DIEGO. Desnudan las armas y salen fuera, tocando cajas,

Estad alerta, y fingen una guerra.


»

DE PAREDES. 475
LA CONTIENDA DE DIECO GARCÍA

Deis la victoria ó la hazaña.


Sale César.
t Pues ya en su nombre toma
La espada, más justo fuera
CÉSAR.
Decir ¡Roma y ¡viva Roma!
1

¿Hay arrogancia tan fiera Que no España, pues no era


Como la de este español? La que al enemigo doma.
¡Por Dios, que es ya de manera,
Porque si cuatro habéis sido,
Que no está seguro el sol Españoles castellanos,
Dentro de su cuarta esfera!
Los que habéis acometido,
Corriendo va la campaña
Trescientos son los romanos
Con ira y soberbia extraña, Con que los habéis vencido.
Y sirviendo espada y mano DIE'.o.
Al Pontífice romano,
César, en ocasión tal,
Va diciendo: «¡España, España!»
Y otras que son naturales,
tiene que ver aquí
¿Qué
El hombre que es más leal,
España, si es esta gloria Divertido, da señales
De Roma, que nunca oí?
Que vuelve á su natural.
Quien se enoja con fiereza,
Dentro.
Aunque sea en tierra extraña,
Habla en su naturaleza;
¡Victoria, España!
CÉSAR.
Y no es tan vil cosa España
¡Victoria!
Que ofenda vuestra nobleza.
Que yo os juro que sospecho
¿Esto ha de sufrirse así?
Que este nombre pudo más
¿Victoria España, romanos?
Que no las armas al pecho;
Que no se nombró jamás
Sale General, Diego García, Juan de Urbina
el
y los demás.
Que no fuese de provecho.
Los cuatro que acometimos,
GENERAL. Es verdad que cuatro fuimos;
Pero los cuatro tan buenos,
¡Oh valientes castellanos! los trescientos menos,
Que son
¡Cuan bien que habéis defendido
Vuestra guarda, y se han teñido
Y por cuatro mil hicimos.
En lo demás, de que erré
Las armas de vuestras manos!
En nombrar la patria mía,
Ponga en el estanterol
Mientes, que acertado fué.
De su barca el Pastor santo CÉSAR.
La empresa de un español ¡Fuera!
Que hoy se ha levantado tanto, GENERAL.
Que llega su nombre al sol. ¿Qué descortesía
DIEGO.
Es ésta?
Pondrá, señor, á lo menos DIEGO.
Unos deseos tan buenos, ¡Allá lo diré!
Que se verán envidiados
El capitán y soldados Vase Diego.
Por lealtad de que están llenos.
Conoced á Juan de Urbina, CÉSAR.
Que es quien hoy ha peleado
Yo te seguiré, villano,
Por su nación vizcaína.
GENERAL. Y luego te desafío

Es un valiente soldado Vase César.


De la marcial disciplina.
URBINA.
GENERAL.
Soylo vuestro, que esto sobra.
CÉSAR. Detenedlos.
El que alguna cosa obra
Vase General.
En virtud de otro poder,
En el suyo no ha de hacer IRB1KA.
Lo que por el otro cobra.
Ya es en vano.
Bueno es que en la campaña CLARINDA.
Vais diciendo á grandes voces:
viva España! Ya se desató el león mío
« ¡Cierra España,
Coronado y africano.
V en este nombre, feroces,
476 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

quiero esperar; GENERAL.


Aquí los
Que me tiembla el corazón ¡Quedaos todos aquí, guardad la puerta!
SOLDADO PRIMERO.
Sólo de verle enojar.
GENERAL. ¡Alerta, hola, alerta!
TODOS.
Dentro. ¡Alerta, alerta!
SOLDADO PRIMERO.
Mirad que será traición No jugaremos.
Y que os haré castigar. SOLDADO SEGUNDO.
CLARINDA. ¿Por qué no, si hay dados?
Paredes altas, españoles muros, Paredes
Vanse y quedan los soldados de guarda, y sale
Que con ser de Paredes sois defensa, quedito.
Más que la que tener España piensa
DIEGO.
En los de piedra antiguos y seguros:
Las argamasas y los cantos duros Sihoy no intento
No pueden resistir tanto su ofensa, Aquesta hazaña, en que me va la vida,
Como pared de fuerza tan inmensa Sin duda á manos de esta gente muera.
Que va dorando el sol con rayos puros. Coger quiero furioso esta alabarda.
¡Ah paredes más altas que solía ¡Todos morir, afuera!
Babilonia mirar su altiva piedra! SOLDADO PRIMERO.
¡Ay! ¡Que me ha muerto!
Sed los cimientos de la vida mía;
DIEGO.
Que si de estas paredes fuese yedra,
No dudo que segura viviría; ¡Ea, canalla vil!

Que así quien bien se arrima crece y medra. SOLDADO SEGUNDO.


¡Ayuda, ayuda!
DIEGO.
Sale el General y soldados con alabardas, y traen
preso á Diego García de Paredes. De ellos cayeron; de ellos van huyendo.
Pasarme quiero al campo del contrario.
GENERAL. Con un arcabuz.
¡Tal insolencia es digna de castigol
DIEGO. ¡Oh, por Dios, que está aquí la centinela!
Ya, señor, te rendí mi espada honrada. SOLDADO SEGUNDO.
CLARINDA. ¿Qué gente?
DIEGO.
[Triste de mí! ¿Qué es esto, Juan de Urbina?
URBINA. De paz soy.

Es, Clarinda, que haciendo el desafío,


SOLDADO SEGUNDO.
¿Qué nombre? ¡Presto!
Cortó al capitán César la cabeza.
GENERAL. DIEGO.

Metedle en esa tienda á buen recaudo, ¡Este es el nombre!


SOLDADO SEGUNDO.
Y estén de guarda ocho hombres.
URBINA. ¡Ay qué me ha muerto!
Mas ¡ocho! DIEGO.
Huyamos;
No te aflijas, Clarinda, ven conmigo;
Hablaré con su hermano y con Zrmudio, Que si á los atrevidos favorece
Y por Dios que los tres mueramos juntos, Y es á los temerosos importuna,
Ó habernos de librarle. De los cabellos llevo la fortuna.
CLARINDA.
¡Hay tal desdicha! FIN DEL ACTO PRIMERO.
ACTO SEGUNDO
PERSONAS QUE HABLAN EN ÉL

Alvaro de Paredes. Embajador de Ferrara.


Zamudio.
Tancredo. Ídem de Urbino.
PlZARRO. lúdeseos.
Bayardo. Ídem de Florencia.
El Coronel Salcedo.
Lucrecia, dama peregrina. Un Secretario.
Juan de Urbina.
Seis Embajadores: Horacio, napolitano.
El Marqués de Pescara.
Embajador de Roma. Doña Emilia.
Diego García de Paredes.
Ídem de Venecia. Lidia, criada.
Ridolfo.
Roberto, centinela francés. Ídem de Sena.

ZAMUDIO.
Zamudio y Pizarro.
Murió con Rodrigo Ponce.
PIZARRO.
PIZARRO.
Referidme alguna cosa
;Que en los años que he faltado,
Por discurso ó por hazaña;
Por casos tan enemigos,
Tanto se hayan aumentado, Que aquella mi vida ociosa
Tantos años en España,
Zamudio, nuestros amigos
Vuelve á Italia deseosa.
En honra, hacienda y estado!
ZAMUDIO.
¡Qué capitanes tan grandes
Estadme, Pizarro, atento.
Son ya Paredes y Urbina! PIZARRO.
ZAMUDIO.
Estaré con tal contento
No los hay más, aunque andes
la China
El más alegre del orbe,
De Portugal á
viento no estorbe,
Y desde Castilla á Flandes. Que porque el

Rogaré que calle al viento.


PIZARRO.
ZAMUDIO.
|Tales sus principios fueron!
ZAMUDIO. Cuando la guerra del papa
De manera se aumentaron, León décimo, el año quinto,
Y en fama y virtud crecieron, Por defender á Lorenzo
De Médicis, su sobrino,
Que atrás los nueve dejaron,
Y dos á nueve añadieron. Fué cuando os partisteis vos;
PIZARRO. Fué cuando Paredes hizo
De suerte que ya son once. Aquella famosa hazaña
ZAMUDIO. Matando á César Fabricio,
Con mil estatuas de bronce Y rompiendo la prisión
Se pasó al Duque de Urbino.
Y copia de historias largas.
PIZARRO. Ya sabéis de sus hazañas

En fin, murió Juan de Vargas. Aquel suceso inaudito;


:

4/á OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Que os hallasteis en la entrega Le acusó, mal advertido


De Ñapóles, y en el sitio ElRey de sus envidiosos.
Que á verse el Gran Capitán Que Paredes satisfizo.
Con monsiur Namurcio vino, Siguióse después su muerte,
En la rota de la tregua Perdiendo España el auxilio

Y en elbravo desafío De la más gallarda espada


Que tuvieron once á once. Y del más alto juicio.
PIZAB.RO. Tras de Fernando,
ella la

Y soy de vista testigo Que por primer Filipo


el

Que allí Paredes y Urbina Volvió á regirla otra vez


Fueron dos leones libios. Y quedó don Carlos niño,
ZAMUDIO. Pero ya fuerte mancebo,
Después acá han hecho cosas Dando á sus glorias principio,
Que no se han visto ni escrito. Fué, á pesar de sus contrarios,
Ya sabéis lo de Barleta Emperador elegido.
Y aquel encuentro tan digno Descompúsose con Francia,
Del gran valor cordobés, Y contra su furia y bríos
En Chirinola digo.
la
El de Pescara en Milán
PIZARRO. Puso á su duque Francisco.
Ya los dejé capitanes Las guerras y los sucesos
En ese tiempo, y recibo De esta enemistad nacidos
Gran gusto que me contéis No se pueden referir,

De nuevo lo sucedido. Porque es proceso infinito.


ZAMUDIO. Entre las muchas hazañas
Mientras Fabricio Colona Que la fama al mundo dijo
Tomaba á Lagofocino, Del capitán Juan de Urbina,
Entró en Ñapóles la bella La de Lodi solemnizo;
El nuevo Alejandro y Pirro:
Que, prendiendo al castellano,
Un palio al Gran Capitán Jamás en guerra se ha visto
Cubre, de brocado fino,
Tanto valor ni despojos
Que descubrió las envidias Ni tanta fama en mil siglos.
De algunos falsos amigos. Aquí con el de Pescara,
Castilnovo, San Vicente Que, como veis, ha venido
Se rindieron un domingo: A socorrer á Pavía
Que la entregue ha puesto sitio,
Tomó después á Gaeta
Están Urbina y Paredes,
Y destruyó su presidio.
opinión y hacienda ricos,
Murió Alejandro tras esto, De
Que á unos frascos de vino Dando su consejo y armas
Por yerro echaron veneno,
Fama al tiempo, al mundo libros.
PIZARRO.
Sucediendo el tercio Pío;
Tened, que sin duda viene
Que fué cuando en Roma entraron
El Marqués esclarecido.
Tan feroces los Ursinos,
ZAMUDIO.
Matando los españoles
Ya promete la fama
le
Con arrogante alarido.
Bronce fuerte y mármol liso.
Después al Marqués de Mantua
Esperó en Monte Casino \S
Salen Marqués de Pescara, Juan de Urbina,
El Gran Capitán, habiendo el
coronel Salcedo y soldados.
el
Su resistencia rendido
Luego la del Garellano, MARQUÉS.
En cuyo sangriento río
que entraron en Pavía?
Aquella famosa hazaña En fin, ¿decís
SALCEDO.
Hernando de Illescas hizo,
Que llevándole una bala Ya Francisco de Haro ha entrado en ella

La mano derecha, él mismo Lo que Antonio de Leiva le pedía:


Tomó el pendón en la izquierda, Cuatro cañones, disparando de ella,
En las ancas llevó su compañía.
Y así siguió al enemigo. MARQUÉS.
Fenecida ya la guerra,
Muchas castillos ¡Qué! ¿La pólvora, en fin, metió por ella?
tierras y
SALCEDO.
Repartió el Gran Capitán
Y á ver á Fernando vino.
La pólvora llevaban en zurrones
Allí fué donde del palio [ Con cuerdas enlazada á los arzones.
PAREDES.
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE

URBINA.
MARQUÉS.
¡Preso estoy! El brazo inclina,
Bien. ¡Ha sido el socorro de importancia!
URBINA. La espada toma, vesme aquí humillado.
MARQUÉS.
Yo sé que de esta vez,
Marqués invito,
intento el Rey de branca.
Llevad de aquí á Salcedo.
No saldrá con su SALCEDO.
MARQUÉS. Determina
Creo que el sueño y el comer le
quito:
encamisada de importancia? Cómo me dejes del traidor vengado,
¿Será la
Pues por guardar respeto á tu persona
á vuestros pareceres me
remito.
Que Voy de esta suerte.
URBINA.
URBINA.
sobra.
Serálo con extremo, y éste (Gran señor, perdona!
SALCEDO. el pecho:
La espada honrada es ésta,
¡Extrañas alas tu soberbia cobra! ese puño y pásale, que es justo,
otros hombres Toma
Deja, Urbina gallardo, que
ellos puedo,
Digan primero lo que entre Hincase de rodillas y le da la espada
Pues exceden en títulos y nombres,
te por la guarnic
Que yo soy coronel y soy Salcedo.
URBINA. mal lo he hecho,
Pues por guardar mi honor tan
Que enemigo con tu espada asombres
al tu disgusto.
francés le pongas miedo,
Que no he considerado
Y al bizarro
Mal á lo que te debo he satisfecho;
Es el título grave que te honra. Mas tú en la casa de Avalos augusto,
SALCEDO. .(i).
¿Qué cosa, fuera de eso, me deshonra:
URBINA. Que disculpan verás mi atrevimiento,
Salcedo, coronel famoso, La honra v el primero movimiento: obliga,
Noble
que no eres muy honrado, La una al hombre en.todo tiempo
Yo no digo
El otro, como ves, no es en
su mano;
belicoso
Pero que el brazo fuerte y fama diga,
soldado. Pero haz un hecho que la
Es el título y nombre del capitán cristiano;
SALCEDO. Entre los muchos,
Siempre contra la furia tu enemiga
¿Hame por dicha en el rigor forzoso vano:
Opuse el pecho, y no le opuse en
Faltado el brazo y el temor sobrador si á ti te agrada,
URBINA. Pecho que te sirvió,
espada.
Pásale tú, que ya te doy la
No digo tal; mas digo que hablar puedo MARQUÉS.
Adonde hablare el coronel Salcedo. Urbina, á nuestra honrada
disciplina
SALC!
que importa el buen castigo,
hablare, sí, merced que hace
Ya sabes lo
Adonde se inclina,
á quien le sirve. Y aunque mi pecho á tu perdón
El gran Marqués perdona mismo amigo.
URBINA. La guerra no al
Lrbina,
Espero Torcato dio la muerte á'su hijo,
ocasión que digo:
de qué nace Con menos causa en la
Que me digas, Salcedo,
que si el bando se celebra
Marqués hablar primero. Bien sabes
Querer ante el quiebra.
SALCEDO. Es digno de la muerte el que le
soldado
aquí no satisface Yo sé que no perdonas al
Pues el oficio
Que en un átomo rompe tu preceto:
si

Y ser yo tan hidalgo y caballero, Pues mira cuánto más me has incitado.
¿Qué ha de satisfacer?
URBINA.
Ruido dentro.
Yo soy hidalgo,
Y que vales por las armas, valgo.
lo
me has perdido el general respeto
SALCEDO. Si
has obhgaco
¡Mientes!
La humildad con que aquí me
aceto.
URBINA. Para disculpa de mi enojo
ZAMUDIO.
¿A mí, villano? ¿Á Juan de Urbina?... se amotina'
¡Oye, señor, que el campo
TODOS JUNTOS.
[rale un bofetón Urbina y dale una cuchillada
de Urbina!
i

al mismo tiempo. ,No muera, viva, viva Juan


MARQUES.
MARQUÉS.
¡Soldados! ¡Paso! ¡Paso!
¿En mi presencia? TODOS.
SOLDADO. |Viva, viva'
¡El brazo le ha cortado'
MARQUÉS.
(i) Falta un verso.
¡rrendedle!.
48o OBRAS Dl£ LOPE UE VEGA.

Sale Roberto, soldado franc¿s.


MARQUÉS.
,Viva en buen hora! Vuestro es, llevalde.
TODOS. ROBERTO.
;No me bastaban mis duelos,
|Vamos, y viva, y galardón reciba!
Pesar de quien me parió?
Tómanle en peso. ¡Por Dios, gentiles consuelos,
Centinela ahora yo,
URBINA. Cuando se rasgan los cielos!
|No me obligáis, hidalga gente, en balde! ¿Es posible que un perdido
MARQUÉS. Salga esta noche escogido
Toda guerra en ser bienquisto estriba,
la Por centinela perdida?
Y pues él lo merece, libertalde; ¿Esto es soldado? ¿Esta es vida
En extremo me huelgo, porque ha sido Para un hombre bien nacido?
Para no le matar gentil partido. ¿Tengo yo más que perder?
La cadena y trancelín
Sale Paredes.
Se lo llevó Lucifer:
DIEGO. ¿Y no lleva el dueño, en fin?
Después de agradecerte que hayas dado Él no sabe hacer placer.
La vida, gran señor, á Urbina, vengo Qué, ¿no hay algún diablo ocioso?
¿De su escuadrón engañoso
Sólo á saber si estás determinado
De hacer la encamisada. Todos están ocupados?
MARQUÉS. ¡Más pierdo de mil ducados
Intento tengo. Con un belitre, un sarnoso!

DIEGO. ¡Oh, dados, qué infame fruto


Vuestras estampas me dieron!
Si tu excelencia, en fin, se determina,
¡Siempre á un francés dan tributo!
Que reconozca el campo le prevengo:
¡Vive Dios, que se hicieron
Vaya un soldado.
MARQUÉS. De los huesos de algún puto!
Vuestro voto abona, ¡Que no hubiera un hombre aquí,
Que irá á reconocerle mi persona. Ni un diablo, á pesar de mí!
DIEGO. El infierno está con llave:
¿Vos, gran señor? Si esto es saber, ¿el que sabe,
MARQUÉS. Cómo sabe y pierde así?
|Yo! Pues Matóme el siete, y llevar

DIEGO. Mi hacienda tiene otro dueño.


Yo no lo digo ¡Y enviarme aquí á velar!
Echarme quiero á buen sueño,
Porque vos no seáis mejor soldado;
Pero reconocer al enemigo, Que en esto me he de vengar.
En los caudillos siempre fué culpado. Y ojalá que el español
MARQUÉS. Se os entre y cause disgusto;
¿Yo no soy, y vos sois de esto testigo, Que muy de remifasol
El que en la guerra de Andrea Doria, á nado, Pienso dormir á mi gusto
Las amarras corté de dos navios Hasta que me llame el sol.
Que ya llevaban enemigos míos? Por Dios, que me causa miedo
DIEGO. Ver que al demonio he llamado;
Sí, señor, que sois vos. Pero santiguarme puedo,
MARQUÉS. Que habiéndome santiguado
Luego bien puedo Seguro y contento quedo.
Ir á reconocer el campo.
Marqués y Paredes.
DIEGO. Échase á dormir, y salen el
4/
Y tanto,
vuestro valor más cierto quedo DIEGO.
Que de
Que de aquel godo que dio á Roma espanto; Vuestra excelencia camine
Mas yo os suplico, y perdonad si excedo Con los pasos del león,
De lo que era razón y me adelanto, Y hacia este lado se incline.
Que llevéis á Paredes con vos. MARQUÉS.
MARQUÉS. Sihay gente en este bastión,
Vamos; No es bien que me determine.
DIEGO.
Q je más veremos cuantos más seamos.
está seguro,
Todo el campo
Vanse. Desde la trinchera al muro.
PAREDES. 48I
LA CONTIENDA DE DD2GO CARCÍA DE

URBINA.
MARQUÉS.
En vano,
¡Si es fingido este silencio,
Alvaro, tu miedo es,
Que el sueño no diferencio
Aunque es el peligro llano.
De la cama al campo duro! Alvaro.
DIEGO.
Temo su mucha locura.
No me parece fingido.
URBINA.
MARQUÉS.
centinela.
Cuando su vida aventura,
Aquí está la
DIEGO.
Mas no la del General.
ZAMUDIO.
Este francés se ha dormido,
que como Argos vela. Ya tarda, y en caso igual
Si no es
MARQUÍS. No es la tardanza segura.
ROBERTO.
Vino y sueño le han rendido.
DIEGO.
Qué, ¿no mequeréis dejar?
PIZARRO.
¿Qué haremos?
MARQUÉS. ¿Qué es esto?
Alvaro.
Llevarle en peso
¡El señor Marquésl
Al campo, donde sepamos
ZAMUDIO.
El nombre.
Danos tus pies á besar.
DIEGO.
URBINA.
¡Extraño sucesol
Danos á besar tus pies.
MARQUÉS.
MARQUÉS.
Asid de esta parte.
DIEGO. Á todos quiero abrazar.
ROBERTO.
Vamos.
¡Válgame Dios! ; Dónde estoy?
DIEGO.
Ásenle juntos y llávanle.
¿Aun duerme?
ROBERTO.
ROBERTO.
Bueno, y soñaba
|Señor, mis culpas confieso!
MARQUÉS. Lo que al diablo rogué hoy.
DIEGO.
Camina y calla, soldado.
ROBERTO. ¿Cómo así?
ROBERTO.
Diablos, aunque os he llamado
Que me llevaba.
No ha sido de corazón MARQUÉS.
DIEGO.
¡Notable, á fe de quien soy!
|Demonios piensa que son!
Pero, ¿por qué?
Sin duda que lo ha soñado.
ROBERTO.
Vanse, y salen Urbina, Zamudio, Pizarro y otros Por el juego:
soldados, con sus camisas sobre las armas, y sobre De él y del diablo reniego;
las camisas las bandas rojas, y Alvaro de
Paredes.
Que no es menos haber dado

ZAMUDIO. Entre vosotros.


MARQUÉS.
Así nos manda vestir.
Soldado,
URBINA.
Acá también habrá fuego.
iQué gallarda encamisada!
PIZARRO. ¿Dónde está el Rey?
ROBERTO.
Ya me muero por salir.
No sé de él.
URBINA.
MARQUÉS.
A no ser vos colorada
Daca un potro.
Bien os supiera teñir.
ROBERTO.
PIZARRO.
Espera un poco:
Las camisas, capitán,
El Rey está en Mirabel.
De suerte lo quedarán MARQUÉS.
Que sea todo divisa,
¿Está ahí Lutreq?
Pues la banda y la camisa
ROBERTO.
De una color volverán. Tampoco,
ALVARO.
Que pienso que está con él.
Temor tengo que mi hermano MAR'.
No meta al señor Marqués nombre; que quiero entrar
Di el
En algún peligro.
61
XI
;

482 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TANCREDO.
Por tu campo.
ROBERTO. Aguardad, dama, que salga
Es porfiar El alba, y el sol con ella,
A un mármol; eso ni esotro.
ni Que hasta la luz de él y de ella
MARQUÉS. No habrá consejo que os valga,
¿Cómo que no? Muestra el potro. Porque en una encamisada
ROBERTO. Con el de Pescara está.
LUCRECIA.
Paso, que ya quiero hablar.
MARQUÉS. ¿Vendrá vivo?
TANCREDO.
|Di el nombre!
ROBERTO. Sí, vendrá,
|Ah Dios! Que es su persona encantada;
MARQUÉS. Porque opuesto Juan de Urbina,
Dilo, pues. Donde es la muerte notoria,
ROBERTO. Suele salir con victoria
¿Quién sois vos? Por donde nadie imagina.
LUCRECIA.
MARQUÉS.
Soy el Marqués ¿Teneisle por muy dichoso?
RIDOLFO.
De Pescara.
ROBERTO. Más que se ha visto soldado.
LUCRECIA.
|Ah, pesia tall
Creedme que es desdichado
Dormir bien, despertar mal.
MARQUÉS. En lo importante y forzoso.
TANSILO.
¡Dilo!
ROBERTO. Él no lo ha sido, á lo menos
San Francisco es. Para las cosas de Marte,
MARQUÉS. Pues que hay de él en toda parte
|Ea, españoles briosos;
Hazañas y libros llenos
Ea, fuertes italianos;
Y á no haber en las Españas
Paredes tan bien nacido,
Ea, alemanes furiosos!
Las espadas en las manos No hubieran igual tenido
Habéis de quedar famosos. Sus prodigiosas hazañas.
Éstos han pasado ríos
La fama se gana obrando.
Ya os llama, ya está esperando Con el acero en las bocas,
El enemigo en campaña. Roto castillos y rocas
Nadie diga: ¡Cierra España! Y vencido desafíos;
Ganado empresas notables,
Sino en el alma, y callando.
Salido de encantamientos,
desnudas las espadas, y salen
Intentado atrevimientos
Entran sin cajas,
dos tudescos y una mujer. Temerarios y admirables.
Franceses é italianos
RIDOLFO. Celebran sus altos nombres,
Bien puede ser que le halléis; Porque son estos dos hombres
Pero ahora pongo en duda Dos Hércules, dos Trajanos.
Que á daros contento acuda. Pero en esto, entretenida,
LUCRECIA. Rompe los cielos ahora
Mal mi negocio entendéis. La blanca y rosada aurora,
No penséis que de liviana De plata y nácar vestida.
Retírate y volverás
De Ñapóles vengo aquí.
RIDOLFO. Cuando la gente descanse.
LUCRECIA.
Yo sé, desde que nací,
Que amor imposible allana.
lo
El cielo os guarde.
RIDOLFO.
De Ñapóles á Pavía Y amanse
No es mucho; que ya se sabe
El cuidado con que vas.
Que vuela amor, sin ser ave,
Con alas que él mismo cría. >
Vase.
LUCRECIA.
Yo os confieso que es amor; Sale el tudesco Bayardo.
Mas no se le tengo á él,
BAYA.RDO.
Porque vengo á hablar con él
Yo parto mal despachado.
Sobre cosas de su honor.
:

DE PAREDES. 4»3
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA

BAYARDO.
[Reniego de mi nación!
Pues yo, ¿qué culpa he tenido?
TANCREDO.
Esta es, señor, la respuesta,
¡Hola! ¿Quién va?
DAYARDO. Y yo mensajero soy.
MAR'
Amigos son.
TANCREDO. Ten, Urbina.
URBINA.
¿Quién? Oye.
BAYARDO.
MAI.\
Un tudesco soldado.
Ya estoy
RIDOLFO.
Atento.
¿Eres tú aquel que ha traído MIGO.
La carta del Rey de Francia? Un cordel apresta.
BAYARDO.
URBINA.
Yo soy.
1 [DOLFO. . La carta de V. M. en que me pro-
recibí,
¿Y fué de importancia? mete grandes honras y sueldos porque lleve
BAYARDO. tudescos á su servicio: lo cual no
mi persona y
he de morir no-
Mal Jorge me ha respondido. acepto, porque nací noble y
RIDOI.IO. ble sirviendo al Emperador, mi señor,
como
Jorge Frontesperge es hombre al más glorioso príncipe del mundo, y esto

De valor, y es General mismo responden mis soldados en mi nom-


Nuestro. bre.— Jorge Frontesperge.'
TANCREDO.
RIDOLFO.
No hay tudesco igual
Eso, señor, respondemos.
Es noble en obras y nombre.
RIDOLFO. Viva Carlos!
TANCREDO.
En efecto; el Rey francés ¡Carlos viva!
Quitar quiso su valor
MARQUÉS.
Del campo al Emperador.
BAYARDO. ¡Y éste muera!
RIDOLFO.
Con más honra é interés.
En esta oliva
RIDOLFO.
Para ejemplo lepondremos.
Mientes, grosero villano,
BAYARDO.
Que Carlos le da más honra;
,Señor!
Que ese interés es deshonra.
RIDOLFO.
Sale Zamudio. Acaba, villano.

iTatiscot con el ladrón!


ZAMUDIO. BAYARDO.
|Paso! |Nadie meta mano! ¿Traer cartas es traición?
Mirad, tudescos, que aquí TANCREDO.
Llega su excelencia ya. Id diciendo el Credo,
hermano.
MARQUÉS.
Salen Marqués Paredes y Urbina
el
¡Todo nos sucede bienl
,

DIEGO.
MARQUÉS.
Qué brava la rota ha sido!
¿Cuándo más seguro está I

URBINA.
El campo? ¡Ahorcadlos ahí!
Todo el campo se ha rompido.
RIDOLFO.
DIEGO.
Oye, señor, la razón.
MARQUÉS. Luego ¿muerto no?
URBINA.
¿Qué razón podéis tener? También.
RIDOI.l ' I.

MARQUÉS.
Éste ha venido á vender,
Gran General, su nación. Qué, ¿no estaba el Rey allí?

DIEGO.
MARQ
No mintió la centinela,
¿Cómo?
Que en Mirabel mira y vela.
RIDOLFO.
MARQ1
Al nuestro le ha traído
Cartas para rebelarle.
Bien hace en mirar por sí.
1. 11 GO.
Creo que Francia esta vez
Mandad luego desnudarle. Nos ha de dar la batalla.
484 OBRAS DB LOFK DE VEGA.

DIEGO. URBINA.
Sí, por Dios vivo,
No rehusaremos el dalla

Y sea Marte el juez: Si acaso no me han hurtado


Que vos, príncipe famoso, Y este cuerpo me han dejado.
LUCRECIA.
Y la virtud del gran Carlos,
Bien pueden desbaratarlos. Gusto en miraros recibo.
MARQUÉS. URBINA.
Jorge ha sido generoso. Y yo, mi señora, á vos.
DIEGO. LUCRECIA.
Premiarle, señor, debéis. Qué, ¿vos sois aquel valiente?
ZAMUDIO. URBINA.
Preguntadlo á aquesta gente.
Al oído. LUCRECIA.
Una mujer peregrina Qué, ¿vos sois ?

Pregunta por vos, Urbina; URBINA.


¡Sí, juro á Dios!
Mirad si hablarla queréis.
URBINA. LUCRECIA.
El Marqués se irá muy presto: ¡Posible es, que con vos hablo!

Decid que espere. Gallardo sois y discreto.


ZAMUDIO. Qué, ¿sois, señor, en efeto
Sí haré. Juan de Urbina?
DIEGO. URBINA.
No estéis, señor, tanto en pie Soy el diablo.
LUCRECIA.
Y en tan desabrido puesto:
Retiraos á descansar. Pues no os habéis de enojar.
MARQUÉS. URBINA.
Todos lo hemos menester: ]Oh, qué graciosa mujer!
Mis armas son mi placer; Mirad qué habéis menester,
Mi descanso, pelear. Que yo no os quiero engañar
LUCRECIA.
Éntranse el Marqués y Paredes. Una mujer (i)
URBINA. URBINA.
Decid que llegue Zamudio ¡Esto es bueno!
Con la mujer. Ya estoy de cólera lleno
ZAMUDIO. Y vendré á estarlo de rabia.
Veisla aquí. Si mujer os ha ofendido,
URBINA. Otra mujer buscaréis.
¿Ya sois alcahuete? LUCRECIA.
ZAMUDIO. Oid, ¿no os vais?
Sí, URBINA.
Para serviros lo estudio.
¿Qué queréis?
LUCRECIA.
Sale Lucrecia. Que aunque mujer, hombre he sido.

LUCRECIA. URBINA.
¿Quién es Juan de Urbina? Allá, en los años pasados,

URBINA. Paredes una traía


Yo. Que esas dos cosas tenía,
LUCRECIA. Y entrambas por sus-«pecados;
¿Vos? Pero ésta no puede ser,
URBINA. Que há un mes que murió en Milán.
Dícenlo por ahí. LUCRECIA.
LUCRECIA. No, que en Ñapóles están
¿Podréos hablar sola? Este hombre y esta mujer.
URBINA. URBINA.
Sí. ¿Qué es el hombre?
LUCRECIA. LUCRECIA.
¿No importa este hidalgo? Mi marido.
URBINA. URBINA.
No. Cuasi entiendo vuestros duelos.
LUCRECIA.
Qué, ¿vos sois ? (i) Falta un verso.
48$
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PAREDES.

LUCRECIA.
EMBAJADOR DE URBINO.
Plegué al cielo que de ella, como él puede,
Y por su maldad y celos
Resulte el bien de Italia y el sosiego.
Á buscaros he venido.
EMBAJADOR DE SENA.
URBINA.
Imposible parece lo contrario,
¡Bravas espuelas traéis
celos hasta Pavía!
Siendo tan justo lo que Italia intenta.
Con
EMBAJADOR DE URBINO.
¿La mujer?
LUCRECIA. Aquí vienen los dos Embajadores
Es vuestra. De Ferrara y Florencia.
URBINA. EMBAJADOR DE SENA.
El puesto habernos
¿Es mía.'
LUCRECIA. Ganado hoy á vuestras señorías.

Oidme, no os alteréis: Entran el de Ferrara y Florencia.


Vos lo habéis de remediar.
URBINA. EMBAJADOR DE FLORENCIA.
No ha sido por falta de cuidado
Qué, ¿ya no tengo honra?
LUCRECIA. Que para aquesta Junta se ha tenido.
No. EMBAJADOR DE FERRARA.
Envíese un recado al de Venecia
URBINA.
Y á monseñor Embajador del Papa.
Ni tú vida.
EMBAJADOR DE SENA.
Dale con la daga.
Antes parece que ya los dos vienen.
LUCRECIA. Éntrense estos dos.
|Ay!
ZAMUDIO. EMBAJADOR DE ROMA.
Si la dio, Tardado habremos.
EMBAJADOR DE FERRARA.
Matóla: quiero llegar.
Antes han venido
¡Cómo! ¿Á una mujer tan bella?

|Notable cólera ha sido! Á muy buen tiempo vuestras señorías.


URBINA.
EMBAJADOR DE SENA.
Aquí se siente Roma.
Y aun á haberlo vos oído,
EMBAJADOR DE ROMA.
Estuviérades como ella.
ZAMUDIO.
Aquí Venecia.
EMBAJADOR DE FLORENCIA.
¿Yo?
URBINA. Aquí Ferrara.
SI: dad gracias á Dios EMBAJADOR DE VENECIA.
Florencia aquí se siente.
Que no lo oísteis.
ZAMUDIO. EMBAJADOR DE ROMA.
Decid, Sena tome esta silla.

EMBAJADOR DE FLORENCIA.
¿Qué os hizo?
URBINA. Y ésta Urbino.
Callad y oid: EMBAJADOR DE ROMA.
Llevémosla entre los dos. ¿Quién de vuestras señorías hablar quiere?
EMBAJADOR DE FLORENCIA.
Llévanla entre los dos. Adonde vos estáis, señor, ninguno.
ZAMUDIO. EMBAJADOR DE ROMA.
Pues alto, con licencia vuestra, digo:
|Tanto enojo!
URBINA. La triste y llorosa Italia,
¡Estoy perdido! Más llorosa y afligida
ZAMUDIO. Que estuvo en tiempo de Casio
Mostrad, Urbina, templanza. Y del vengativo Atila;
URBINA. Vestida del negro luto,
Yo tomaré venganza
la De llanto y dolor vestida,
Que pide mi honor perdido. Cubierta de un negro velo
Sobre tocas amarillas,
Vanse, y pónganse seis sillas en el teatro, y salen el Y la cabeza del mundo
Embajador de Sena y el de Urbino, y traigan sus fué de laurel ceñida
Que
trajes.
Por tantos triunfos romanos
EMBAJADOR DE SENA. De África, de Asia y las Indi
Creo que habremos sido los primeros Coronada de ciprés
De los que en esta Junta hemos de hallarnos. Y de cadenas asida,
, ,

486 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Que sus fuertes manos atan Siunánimes se confirma,


Y sus libres pies cautivan, Dar á Ñapóles un rey
Al Papa se ha presentado Que á Italia defienda y sirva

Y le ha pedido justicia Para quien viene esta carta


De los que de su cabeza De mano del Papa escrita,

Su gran corona derriban, Y que la firméis todos


De los que usurpan sus reinos, Después de su santa firma.
Su libertad tiranizan, Del gran Marqués de Pescara
Interrumpen su sosiego Es esta corona digna,
Y su grandeza aniquilan. Cuyas hazañas ahora
Ya por las civiles guerras Teme Francia, el mundo admira.
De sus repúblicas mismas, Perderá á Ñapóles Carlos:
Ya por extranjeras armas, Saldrá España, siempre altiva,
t

Teme su total ruina. De Italia, quedando en paz.


Fernando quinto de España Hable ahora el que replica.
Sobre Ñapóles la rica EMBAJADOR DE VENECIA.
Tuvo las guerras con Francia, Yo, por la parte de Venecia, digo
Que tanto á Italia fatigan. Que firmaré la carta.
Ya la casa de Aragón EMBAJADOR DE SENA.
Perdió también á Sicilia, Yo por Sena.
Y muerto el Gran Capitán EMBAJADOR DE FLORENCIA.
Otra vez reina la envidia. Yo por Florencia.
Heredó Carlos sus reinos, EMBAJADOR DE FERRARA.
Que en ser quinto atemoriza, Yo con mucho gusto
Firmaré por Ferrara, deseando
Porque fué quinto su abuelo
Y es Marte la esfera quinta, Que el gran Marqués se llame rey de Ñapóles.
Y sobre la triste Italia
EMBAJADOR DE URBINO.
Yo, por Urbino, pienso hacer lo mismo,
Tantas guerras pronostica.
Con Francia ¡cuántas esperan! Con el deseo de la paz de Italia.
Que según algunos dicen (i), EMBAJADOR DE ROMA.
Si no es que al tiento lo digan, Dad, Secretario, aquesa carta á todos.
EMBAJADOR DE SENA.
Su rey Francisco está preso
Y ya á Genova camina. Mostrad la pluma: ya ha firmado Sena.
Pronostican de Borbón, EMBAJADOR DE FLORENCIA.
Que la francesa divisa Florencia dice aquí.
Ha dejado, hombres de Italia EMBAJADOR DE FERRARA.
Famosos de astrología, Y aquí Ferrara.

Que hasta las puertas de Roma, EMBAJADOR DE URBINO.


Lleno de soberbia é ira, Yo pongo Urbino.

Ha de llegar con su gente EMBAJADOR DE VENECIA.


Tudesca, española y suiza.
Yo pondré Venecia.
EMBAJADOR DE ROMA.
Y aun dicen que entrarán dentro,
Y que se verá encendida, Hacéis como quien sois, nobles repúblicas,
Como en tiempo de Nerón Y esto será por esta Junta y día
Y con mayor tiranía: Lo que sólo se trate; que adelante,
Y que el piloto de Pedro, Para lo que más fuere de importancia,
Dejando la nave aprisa, Nos juntaremos en aqueste puesto.
EMBAJADOR DE VENECIA.
Buscará, huyendo á Sant-Ángel,
Ángel de guarda ese día. Lleve esta carta el Secretario.
EMBAJADOR DE SENA.
Por esto, ilustre Senado,
Lleve,
Noble Sena, Urbino rica,
Para que le aprovechen las albricias,
Florencia bella, Venecia
Que no serán pequeñas, por un reino.
Prudente y Ferrara antigua,
SECRETARIO.
Se trata ahora de hacer
Aquesta famosa liga Guárdeos el cielo por merced tan grande.
EMBAJADOR DE ROMA.
Sólo para el bien de Italia,
Que nadie en su daño mira. Pues con esto nos vamos, y tú dile
Propónese lo primero, Que el Papa le dará la investidura.
SECRETARIO.
|Cuán digno es el Marqués de esta ventura!
(i) Este verso sobra en el romance, aunque hace
falta para el sentido. Vanse todos.
4*7
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PAREDES.

HORACIO.
Salen Horacio y Juan de Urbina.
Mostrad: á ver
URBINA.
HORACIO.
¿.stas son.
¿Qué me podéis vos querer?
URBINA. Hoy pagarás tu traición.
HORACIO.
Sólo os quiero preguntar,
Que soy nuevo en el lugar,
Por una noble mujer;
<A D. 1 Emilia, mujer
Porque vengo de Pavía
Del capitán Juan de Urbina.»
Y cierta carta le traigo.
HORACIO. URBINA.
[Ah, sí, por mi fel Ya caigo, Si esoque lees sabías,
Y es muy gran señora mía. ¿Cómo, infame, te atrevías ?

Aquesas cartas ¿no son


Dale Urbina con la daga.
De Juan de Urbina?
URBINA. HORACIO.
Del mismo, ;Ay!
Que hoy ha de ser el abismo URBINA.
De tu eterna perdición. |A1 infierno camina!
|Ay honra, que introducida HORACIO.
Fuiste en el mundo, de alguno
Huye.
Que no la dejó á ninguno,
Porque la tuvo ofendidal [Muerto soy!
¿Qué bárbaro pudo hacer URBINA.
Que de aquel bien, en que cabe Huyendo va,
Tanto bien, tenga la llave Y lleva pasado el pecho;
Una mudable mujer? Pero huye sin provecho,
iQue esté sin culpa el varón La muerte le alcanza ya.
Sirviendo su patria y rey Presto perderá la luz
Y que le alcance esta ley Del sol, que viviendo vio,
De la infamada opinión! Porque ¡por Dios! que llegó
HORACIO. Desde la punta á la cruz.
¿Qué habla aqueste entre sí?
Quien al bueno ofender quiere,
URBINA. Este galardón recibe;
Ya mi venganza apercibe Que hombre que ofendiendo v
Tu muerte. Pues ¿dónde vive? Con semejante cruz muere.
HORACIO. Quiero llamar en mi casa.
Vive doña Emilia aquí; ¡Ah de arriba! jAh, buena gentel
Mas ¿quién os dijo que yo LIDIA.
Os diría de su casa? ¿Quién llama?
URBINA. URBINA.
Gente de campaña pasa Un marido ausente.
A
quien se lo preguntó. LIDIA.
Como há días que faltaba,
Y que es vuestra le advirtieron En alto.

La casa
HORACIO. ¿Por quién tal desdicha pasa?
Verdad dijeron ¿Quién es?
URBINA.
Diciendo que la arrendaba.
Confuso estoy. ¿Si por dicha, Soy el capitán.
LIDIA.
Lucrecia, mi vil mujer,
Le ha escrito ó dado á entender ¿Es éste cuerpo de guardia?
URBINA.
Al capitán su desdicha?
Las cartas quiero tomar No, que á quien tan mal le guardan (i ),

Y ver lo que escribe en ellas. ¿Qué guardas le bastarán?


¿podremos LIDIA.
Las cartas vellas?
URBINA. ¿Qué capitán?
Vos de leer ( ),
las habéis i
URBINA.
Porque yo tengo que hacer. Ve, camina.

Falta la rima.
(i) Falta la rima. ( i )
488 OBRAS DB LOPI DE VEGA.

¿Qué capitán puede ser? Mientras ausente vivía;


Si se acuerda mi mujer, Que, en efecto, no sabía
Dile que soy Juan de Urbina. Lo bueno que en vos dejaba.
LIDIA. ya, mi señora,
Ahora
|Ay, seftoral |Mi señor! Que os veo, salud tendré,
EMILIA. Pues la honra que dejé
Jesús! Á la puerta bajo. Volveré á cobrar ahora.
EMILIA.
Baja Emilia. |Ay de mil [Cuan justo fuera
Que no os viera ni os hablara,
URBINA. Si el verosno me obligara
Baja y verás el más bajo A que luego el alma os dieral
De los que han tenido honor. jTantos días sin memoria,
Pero si puede la espada Tantos años sin presencia,
Desagraviarle por ley, Tanto olvido, tanta ausencia!
La que es honra de su Rey URBINA.
Quede en tu cuello manchada. Ea, no lloréis, mi gloria;

Mas en vano alaba Francia Que ya sabéis que el servicio


Mi espada con mi presencia, De mi Rey me ha disculpado:
Pues hago sin advertencia Por éste vivo ocupado
Cosa de tanta importancia. En el militar oficio.
No muera esta injusta así, Yo tendré de hoy más lugar,
Pues podré buscar su muerte Y ahora os vengo á servir:
Más secreta, y de suerte Por Dios, que no me he de ir
Que nadie (i) sospeche en mí. Sin que no os podáis quejar;
Llevarla quiero á la mar, Que yo os dejaré de suerte
Con su gente, en una barca, Que descanséis y acabéis
Donde, si una vez se embarca, De la ausencia que tenéis,
Todos me lo han de pagar. Que es comparada á la muerte.
Porque pienso hacer de suerte, EMILIA.
Cobrando que perdí,
lo Entrad, mi bien, donde pueda
Que si se embarcan aquí, Daros mil cuentos de abrazos,
Hallen el puerto en la muerte. Por gozar en esos brazos
Y para que infames tratos Lo que de vida me queda.
Paguen inocentes cuellos, URBINA.
Tengo de embarcar con ellos Vamos, que su honor reparan.
Hasta los perros y gatos. EMILIA.
No ha de quedar cosa viva Lidia, poco gusto esperen.
En mi casa que no muera, LIDIA.

Y es la honra herida fiera iQue de cuantos allá mueren,


Que de toda razón priva. A esta bestia no mataran!
EMILIA.
Salen Emilia y Lidia. Si aquí vinieremi Horacio,
Dile que está Juan de Urbina.
EMILIA. LIDIA.

En hora buena, señor, Que se irá presto, imagina,


Que en aquesta casa os vea. Y le gozarás despacio.
URBINA.
Vanse.
|Oh, Emilia!
LIDIA. Marqués de Pescara, Paredes, Zamudio y el
Salen el \
Y para bien sea. Secretario de la Junta romana.
URBINA.
Es para bien de mi honor. MARQUÉS.
EMILIA. Seáis muy bien venido. ¡Hola, Paredesl
¿Venís bueno? Decid que nos den sillas.

URBINA. SECRETARIO.
No lo estaba Yo sospecho
Que ninguno, señor, más bien venido,
(i) En el manuscrito dice: Por el provecho vuestro y el de Italia.

Que el vulgo no sospeche en mi, MARQUÉS.


con lo cual se deshace el verso. Sentaos, por vida mía.
I.A CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PAR! 489

SECRETARIO. Yo sirvo al César, al divino Carlos,


A Carlos, hijo de Filipo de Austria,
Siéntase. A Carlos, nieto de Fernando quinto:
He recibido de él muchas mercedes,
En Hincho estimo Y nombrarme yo ahora rey de Ñapóles
vuestra excelencia me honre ahora, Es hacerle traición.
Que así
SECRETARIO.
Porque después mejor me haga mercedes.
Ya, para eso
MARQJ
á boca? Traigo en estos papeles pareceres
¿Tenéis más que decirme
SECRETARIO. De cristianos teólogos, de sabios
Sólo Juristas, de famosos capitanes

Que de la gran victoria contra Francia, Y la gracia del Papa sobre todo.
MAR'
De parte del Pontífice y repúblicas, más sobre esto; salte afuera:
Os doy el parabién: 1" demás puede
No hablemos
Saber vuestra excelencia de esta carta,
Yo sirvo al César español; yo sirvo
Al César: esto digo: «No quiero
Y tener mis albricias en memoria.
Reinos; no quiero ofrecimientos.»
SECRETARIO.
¿Puedo leer en público?
SECRETARIO. Señor
Presumo MARQUÉS.
Calla y salte afuera:
Que será de importancia quedar solos.
SECRETARIO.
H \K<.
¿Hay cosa como aquesta
1

Paredes, esa gente se retire.


¿De qué griego ó romano se ha contado
PAREDES.
Hazaña semejante?
Soldados, despejad la tienda.
ZAMUDIO.
Vamos. Vase.

SECRETARIO.
MARQUÉS.
Ya puedes leer, señor.
Yo soy Avalos;
MARQUÉS.
Solos estamos: Que no hay más griego ni romano pecho
Siete sellos y firmas aquí veo. Que la virtud de mi valor y sangre.
SECRETARIO.
Sale Urbina.
Ya con Su Santidad están conformes
Sena, Ferrara, Urbino, Venecianos
URBINA.
Y la rica Florencia.
MARQUÉS. Déme vuestra excelencia los pies.
Escucha un poco: MARQUÉS.
Pienso
Carta de! Papa ó de la Junta. Que aquí mi pensamiento os ha traído.
Urbina, ¿cómo estáis?
• Hijo muy amado nuestro: Al bien de Italia
URBINA.
conviene, después de otras muchas causas, que Nunca más bueno
seas rey de Ñapóles; y que dándote yo la in- Que cuando, gran señor, puedo serviros.
vestidura, con el ejército que se junta
>
MARQUÉS.
SECRETARIO. ¿Cómo os ha ido en Ñapóles?
URBINA.
Pasa adelante.
MARQUÉS.
De suerte

¿Que adelante pase? Que en mi vida he visto más honrado,


me
SECRETARIO. Y traigo, por venir con más contento,
¡Cómo, señor! ¿Tan grande es el contento? Cartas de la Marquesa mi señora.
II l'.S.
MARQUÉS.
Mejor decir pudieras la tristeza. Mostrad, por vida mía.
SECRETARIO. URBINA.

Tristeza 1 ¿Pues de qué? Si Roma, y luego


Yo quisiera
¡

De Italia las repúblicas se juntan


Ya que te traigo nuevas, fueran tales
Á darte la corona que te espera, Que pudiera pedirte albricias.
MAR.
Y que tan justamente no ha ceñido .Cómo?
Sienes de capitán desde Alejandro
URBINA.
UARQ1 ÉS.
Merced te hace el César, que Dios guarde,
Secretario de aquella ilustre Junta:
XI
49o OBRAS DE LOPE DE VECA.

De cuatro mil ducados. ¿Quién, sino tan gran Victoria


MARQUÉS. De sí misma la tuviera?
¿Qué me dices? ¿Quién, sino Colona, fuera
DIEGO. Tan firme en su honor y gloria?
Éstos te da de premio. |Oh grandeza sin igual!

URBINA. Mas despreciar corona


la

¡Gentil premio! Esta divina Colona,


MARQUÉS. Es Victoria celestial.
Por ser del César, mi señor, estimo Puede Italia agradecer,
Con mucho gusto esa merced tan grande; No que no la quiso un hombre,
Por lo demás, los doy y los traspaso Pero que de reina el nombre
En Juan de Urbina, que es amigo mío. No ha estimado una mujer.
URBINA. Mas ¿qué mucho, si lo es
Beso mil veces esos pies. Por virtudes y grandeza?
DIEGO. Que á otras sirve en la cabeza
|Oh príncipe, Y á mi Victoria en los pies.
El más gallardo que ha tenido el mundo! ¡Viva Carlos!
MARQUÉS. DIEGO.
Ver quiero lo que escribe la Duquesa. Ya se va
El Marqués.
Lee. URBINA.
Vamos con él.

«Aquí se dice, Marqués mi señor, que han MARQUÉS.


hecho á vuestra excelencia rey de Ñapóles la Á lo menos de fiel

Junta del Papa, Ferrareses, Venecianos y Flo- Corona el tiempo me da.


DIEGO.
rentinos. Yo le suplico encarecidamente, por el
amor que siempre me ha mostrado, no acepte ¡Mil años, señor Urbina,
por ningún caso tal partido sino que, poniendo Gocéis de tales mercedes!
URBINA.
los ojos en su valor, los desconfíe de tal empre-
sa; que el César es nuestro señor legítimo, y Vuestros son, señor Paredes,
yo estoy más honrada con Pescara, siendo ella Y el capitán Juan de Urbina.
MARQUÉS.
y yo de vuestra excelencia, que con
ser reina
de' Ñapóles quitándosele al Emperador, que
¡Ay mi Victoria divina!
Dios guarde, en cuyo servicio se han de acabar
nuestras vidas. — Victoria Colona.» FIN DEL ACTO SEGUNDO.
ACTO TERCERO

PERSONAS QUE HABLAN EN ÉL

Zamudio. Juan dl Urbina.


Don Hugo de Moncada,
Don Pedro Caballero, Alvaro de Paredes.
Virrey de Ñapóles.
hermano de D." Iimilia. El Marqués del Basto.
Diego García de Paredes.
Felisena, cortesana. Soldados que acompañan.
Pizarro.

Salen D. Hugo de Moneada, Virrey de Ñapóles, Y si la muerte, aunque á locura cuentes


y Diego García de Paredes. Este encarecimiento, fuera viva
Y cosa que anduviera entre las gentes,
DON HUGO. Alargara esta mano vengativa
Qué ¡murió el gran Marqués, Paredes! A sacarle el espíritu del pecho
DIEGO. Por más ahujeros que ves en una criba.
Creo DON HUGO.
Yo estoy del amor grande satisfecho
Que hasta misma muerte le han llorado,
la
Que tuviste al Marqués.
Habiendo sido su mayor trofeo,
DIEGO.
Teniendo al Duque de Milán cercado
Es de tal suerte,
Cuasi diez meses en el gran castillo.
Que estas locuras digo por despecho,
¡Murió del mundo el más galán soldado!
¡No sé dónde templar pudo el cuchillo
Y quiero prevenirte y disponerte
A que sus armas, que él honraba en vida,
La fiera Parca que segó tal cuello!
¡Lloro en pensallo y tiemblo de decillo!
Honren aquestos brazos en su muerte.
DON HUGO.
¡Llore la juventud mozo tan bello;
Llore Pescara su señor famoso; Y quedará de mí favorecida
Huérfana Italia, rompa su cabello! Tan justa causa.
DIEGO.
Dejó esta cárcel con final reposo
Esto, señor, pretendo.
El año treinta y cinco de su vida.
DON HUGO.
DON HUGO.
Y es honra de tus hechos merecida:
¡Triste tragedia! ¡Caso lastimoso!
Esto ha de ser, si al gran Marqués no ofendo
Y es ¡oh Paredes! con razón sentida
Del Basto, su pariente, y á otros
tales;
De ti su muerte, que te amó en extremo.
DIEGO. Que á los demás las armas les defiendo.
*"
Ellos todos, pues son tan principales,
¡Por la cruz que á mi lado veis ceñida,
Porque si juro nunca soy blasfemo, Gustarán que Paredes las herede,
Y á las armas darán brazos iguales,
Que si otro que la muerte le matara,
Cuando fuera Tifón ó Polifemo, Que ninguno como él vestirlas puede.
Que el alma de las carnes le sacara Do mi opinión á todos le anticipo;
los excede,
es lo mismo que dar, y aun
Con los pies, con las manos, con los dientes!....
mil tuviera, mil quitara' A Alejandro las armas de Filipo.
¡Y que si
492 0URAS DE LOPE DE VEGA.

Sale Pizarro. / La Liga, pues, medrosa, y más medroso


El gran Pastor, á Ñapóles escribe
PIZARRO. A Carlos de Lanoy, que ya gozoso
Zamudio ha llegado aquí Pisando el sol, sobre sus rayos vive.
Con las nuevas de Borbón. Despacha Carlos á Borbón famoso;
DON HUGO. Borbón la carta y persuasión recibe,
A extremado tiempo son. Y temiendo al cristiano César nuestro,
ZAMUDIO. Mostróse capitán piadoso y diestro.
¿Puedo entrar, Pizarro? Mas los soldados, vueltas las espadas
PIZARRO. Y las bocas de tiros y mosquetes,
SI. Le dicen: «Hoy serán en ti manchadas
ZAMUDIO. Si en Roma desleal los pies no metes.»
Vuestra excelencia me dé Con esto, las banderas levantadas
Sus manos. É hiriendo el sol los blancos coseletes,
DON HUGO. A Roma, al son de las trompetas, marcha,
Zamudio, alzaos Estampando las plantas en la escarcha.
ZXMUDIO. Los veinte mil tudescos que llevaba,
Sí <¡me las da? Por odio que al Pontífice tenían,
DON HUGO. A Roma caminaban, que ya estaba
Levantaos. Tal, que sus montes de dolor gemían
Que aqueste brazo os daré. Los ojos con que ya su mal lloraba.
¿Qué hay de Borbón? Catorce mil italianos veían
ZAMUDIO. Ir contra su Cabeza y Madre antigua,

Dadme oído; Que este número de ellos se averigua.


Veréis su extraño suceso. Porque, señor, de nuestros españoles
DON HUGO. Seis mil no más, y mal contentos, iban,
Siempre que escucho, profeso Que el tafetán doblando y tornasoles
Estar á quien habla asido. Jugar con la bandera al viento privan:
ZAMUDIO. Borbón, viéndolos tristes, animóles
Famoso é ilustrísimo don Hugo, A que sus nombres en la fama escriban.
Gloria y honor del nombre de Moneada, Llegó, en fin, publicándose enemigo,
Á quien por Carlos de Lanoy le plugo Con los cuarenta mil hombres que digo.
Al César dar esa ciudad sagrada: Ranuzo Cheri, capitán del Papa,
Borbón, francés inobediente al yugo Remiso en la primera resistencia,
De la obediencia al propio Rey jurada, El muro de soldados cubre y tapa
En Bolonia entendió que el Papa había Con débil fuerza y corta diligencia.
Roto la tregua que con vos tenía. Al castillo el Pontífice se escapa
Y persuadido mal de los soldados, A resistir del campo la violencia,

Por tantas felicísimas victorias Y Borbón á la puerta de San Pedro


Contra el Francés habidas, engañados, Ni repara si es pino ni si es cedro.
De Roma quiso obscurecer las glorias A de Mayo, en un funesto día,
seis

De la injuria del César animados. Da asalto á Roma el que hoy á Atila iguala;
Fábulas le refieren por historias; Y aunque famosamente resistía,
Y aunque es verdad que algunas le habían he- Por la mayor defensa el muro escala.
No era suya la causa ni el derecho, [cho, Mas, cuando armado de valor subía,
Borbón y el pesar le doma
resiste, De un arcabuz le derribó la bala,
Que al César sabe que ha de dar, y luego Diciendo con francés ánimo á un hombre:
La vil canalla las espadas toma «Cúbreme el rostro, porque á nadie asombre.»
Y una noche interrumpen su sosiego. Con esto suena Marte, y los de afuera
«Parte, le dicen; parte, infame, á Roma, Á los de adentro, que á mirarlo estuve,
Y mete la ciudad á sangre y fuego, Tal prisa dan, que con violencia fiera
Vengando á Carlos con tu fuerza airada, De plomo esparcen una densa nube:
Pues tiempo la afrenta y tú la espada.»
el Cuál cae; cuál de verle no se altera,
Parte Borbón, aunque forzado, y rompe Sino que con mayor ánimo sube,
Los canos Alpes de la blanca nieve, Y eligen, por la muerte que su alfange
Donde ni el de Saluces le interrompe Tiñó en Borbón, al Príncipe de Orange.
Ni por Venecia Urbino se le atreve. Gánase Roma, y entran los tudescos
Codicia que los ánimos corrompe Sin perdonar capillas ni coronas,
La mal pagada soldadesca mueve: Que en Puentefusco, sin tomar refrescos,
Pasa por Sena y por Florencia amiga; Mataron siete mil y más personas.
Que no se prenden águilas con liga. Olvidan los de Italia parentescos,
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE
PAI .

Aunque de padre no más.


Cual nacieran por heladas zonas,
si
H.I.ISENA.
Robando templos y forzando monjas,
Justamente airado estás.
Sin que les muevan ruegos ni lisonjas. PEDRO.
El César supo esta desdicha estando
Su efecto has visto este día.
En la leal Valladolid de Espai La ocasión de la traición
Donde dejó las fiestas que ordenando
Que para matarle intento
Estaba por la pena de esta hazaña:
Me ha dado su condición;
Que quince días después que saqueando Que es Juan de Urbina un sangriento
Borbón estaba á Roma y su campaña,
Y desatado león.
El príncipe Filipo, aunque segundo,
Y porqui: él también la hizo
Para ser sin segundo vino al mundo.
DON HUGO.
Cuando su honor satisfizo;
Aunque pienso que el traidor
¿Habiendo tan gran príncipe nao
Levanta á su mismo honor
Tanto pesar mostró Carlos hispano?
DIEGO.
Ese testimonio hechizo.
Yo, que en mis fuerzas no veo
Fué justo por haber su gente sido
Valor para resistir
La que enoja al Pontífice romano. Su opinión, brazo y trofeo,
DON HUGO.
ha de estar enternecido.
No puedo hacerle morir
No dudo que
Si no es por este deseo.
¡Digno valor de un príncipe cristiano!
Por eso te he persuadido
Mas yo, como vasallo, al nacimiento
Que con un papel le llames,
Del gran Filipo he de mostrar contento.
Porque, en tus brazos dormido,
Arda Ñapóles toda en luminarias;
Ates sus brazos intames,
Háganse fiestas, justas y torneos
Vengando mi honor perdido.
Con disfraces y máscaras tan varias
Porque si él metió en la mar
Que declaren de España los deseos.
DIEGO. Una mujer inocente
Con ánimo de vengar
Dirán estas Repúblicas contrarias
Culpas de marido ausente,
Que son contra el Pontífice trofeos,
Allí la pudo matar.
Porque rompió la tregua y por la furia
Con que al Emperador ha hecho injuria.
Yo en otra barca, engañado
DON HUGO. De tus brazos y enredado
Paredes sabe Dios que á mí me pesa
,
En lazos de tus cabellos,
Le mataré, porque en ellos
Y que estas fiestas por Filipo intento, Estará Sansón atado.
De quien, por más placer de aquesta empresa, FELISENA.
Quiero saber el alto nacimiento:
Ya sabes lo que te quiero,
Un astrólogo sabio, que profesa
ciencia, llamaré al momento.
Y que por sólo agradarte
Aquesta
ZAMUDIO. De amor y cuidado muero.
DON PEDRO.
Vamos, que es bien lo que el Virrey ordena.
Donde fuerza no es parte,
la
DON HUGO.
Vencer con la industria quiero.
Vos, Zamudio, poneos esta cadena.
Corta el cabello á Sansón,
Vanse. Felisena de mis ojos,
Otra Dalila en traición,
Salen D. Pedro Caballero, hermano de D." Emilia,
Y lleva tú los despojos
y Felisena, cortesana.
De este africano león.
DON PEDRO. FELISENA.
Esa crueldad que te digo A llamar gente camina;
Con mi hermana Emilia usó Que ya el traidor se avecina
Kste soldado enemigo. Al lazo, ó me engaño.
FELISENA. DON PEDRO.
Cuasi de todo fui yo, Voy.
Don Pedro, parte y testigo; URBINA.
Pero no sabía que |Ah, gente!
Fuese tu hermana (2). FELISENA.
DON PEDRO. ¿Quién es?

Fué hermana mía, URBINA.


Yo soy.
FELISENA.
Dos líneas de prosa, 'que han sustituido al pri-
nombre.
I
1 )

Diga el
mer verso de una quintilla.
494 OBRAS DB LOPE DB VEGA.

URBINA. URBINA.
Juan de Urbina. Siempre lo ha sido.
FELISENA. FELISENA.
,Señor maese de campo! Sabed que para rascar
URBINA. La cabeza es el contar
¿Es vuestro este papel? Un cuento, lindo saínete.
FELISENA. URBINA.
Sí; Contadle, que ya os promete
Que quiero hacer con vos campo. Entrambas cosas pagar;
URBINA. Pero ¿qué ha de parecer
¿Sabéis quién soy? Que un hombre de aqueste brazo
FELISENA. Venga á ver una mujer
¡Pesia mí! Y se duerma en su regazo
También yo la planta estampo; Acabándola de ver?

Mas no piséis con tal fuerza, FELISENA.


Que se me
caerá la casa. Parecerá que un soldado
URBINA. No duerme en ninguna parte
Tendréla yo, sin que tuerza Si no con mujer al lado,
es
Mano que el acero pasa Y así pintan al dios Marte
Y que al diamante se esfuerza. Con la de Chipre abrazado.
FELISENA. Y pues mientras él dormía
¡Paso! No
juguéis de puño. Amor sus armas vestía,
¡Qué poco sois cortesano! Jugando con la celada,
Hecho me habéis un rasguño. Quitaos vos, señor, la espada.
URBINA. URBINA.
Tengo enseñada la mano Eso no, señora mía:
A cuando la espada empuño. Nunca más es menester
FELISENA. Que estando un hombre dormido.
Noestán bien disciplinados FELISENA.
Para el amor los soldados, ¡Pues espada y con mujer!
Porque con una mujer URBINA.
Lo mismo quieren hacer Ésta mi mujer ha sido
Que estando en campaña armados. Y no la puedo ofender.
Tomar quiero una almohada; Si mi enemigo viniera

Que de veros tan furioso Y espada me viera,


sin

En poco estoy desmayada. ¿Quién duda que me matara?


URBINA. Y si con ella me hallara,
¡Qué melindre tan gracioso! ¿Quién duda también que huyera?
FELISENA. El Cid, no sólo dormido,
Sentaos, que ya estoy sentada. Pero muerto, dama, estaba
URBINA. Cuando el hebreo atrevido
¿Aquí en el suelof La barba tocar pensaba
FELISENA. Del rostro nunca ofendido.
Pues ¿dónde? Si el Cid á este desconcierto
Yo que algún duque ó conde
sé Desnudó la espada muerto
Diera un lugar por un palmo Y movió el derecho pie,
De este suelo. Mejor, dormido, podré
URBINA. Con la que traigo despierto.
¡Qué buen salmo FELISENA.

Si vuestra gloria responde! Bien decís, y bien parece


Sentado estoy y sentido. Que sois un Hércules nuevo.
FELISENA. URBINA.
Rascaréos la cabeza. Eso poco me engrandece,
URBINA. Que aunque á tus brazos me atrevo,

|Oh, pues, contadme dormido! Menos amor me enloquece;


FELISENA. Que él, su fiereza rendida,
¿Es condición? Tuvo hasta el alma dormida,
URBINA. Y yo en aquesta jornada
Es flaqueza. Duermo ceñida la espada
FELISENA. Y élcon la rueca ceñida;
¿Y gusto? Pero ya dormirme siento,
;

495
LA CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DE PABBDSS.

FELISENA.
Que en rascarme la cabeza
El está muy bien atado.
Siento notable contento.
DON PEDRO.
FELISENA.
¡Notable sueño le ha dado!
Presto sentirás tristeza.
URBINA. Bien te puedes levantar,
¿Qué dices?
Que le queremos matar.
FILIS
FELISENA.
Hoy muere un galán soldado
Que oigas el cuento.
URBINA. Pero ¿quién lo pudo hacer
Sino engaño de mujer?
Di, por tu vida, hija mía.
FELISENA. ¡Cuasi estoy enternecida!...
URBINA.
Un rey, pienso que de Hungría,
¿Qué es esto, mujer fingida?....
Que allí los más cuentos son,
Iba á caza de un león
Despierta y se ve atado
Con seis monteros un día.
URBINA.
llevaba!
FELISENA.
¡Muy poca gente
FELISENA. .Llega!
URBINA.
Y cuando junto á una fuente
Ya no puede ser;
Tomando refresco estaba,
Le dijo el más diligente Que aunque atado, soy bastante
animal bramaba. Á hacer pedazos las cuerdas
Que el fiero
Cuando fueran de diamante.
¿Entiendes? Ya no respondes.
El rey dijo á los monteros: espada.
Rómpelas y desnuda la
«Decidme, monteros, dónde.»
Y siguiendo á los primeros, DON PEDRO.
Vio que en un bosque se esconde.
¡Matalde!
Perdióse de todos presto,
URBINA.
Y anocheciéndole en esto,
¡Qué mal te acuerdas
Sintió que el cielo se abría.

Con balas de nieve fría Del nazareno gigante!


Rompiendo el manto funesto. Ya están rotas por mis manos.
¿Entiendes? Proseguir quiero ¡Esta es mi espada, villanos!
DON PEDRO.
Hasta que nada se mueva.
¡Señor, tu cuñado soy!
En fin, el rey que refiero URBINA.
Pasar quiso en una cueva
El granizo y aguacero,
¡Yo os acuñaré desde hoy
En la cual halló un salvaje Con estas armas, tiranos!
FELISENA.
De fiero y extraño traje,
Y una doncella con él Arriba me subo y cierro.
URBINA.
Quiero tomar el cordel
Y enviar á don Pedro un paje. ¡No ha de quedar vivo un perro
Mas ya viene De toda esta casa infame!
Sacude con la espada.
rodelas
Sale D. Pedro y tres soldados con
DON PEDRO.
DON PEDRO. ;Xo hay justicia?
¿Entraré?. URBINA.
FELISENA. No la llames;
¡Quedo! castigo tu yerro.
Que yo
DON PEDRO.
Aquí vienen tres amigos. Vase y salen Paredes y Pizarro
;
Átale bien!
DIEGO.

Atanle. Yo pretendo, Pizarro, como digo,

Las armas del Marqués.


PIZARRO.
KELISFNA.
¡Tengo miedo!
Y es justa cosa;
Que como vos ninguno las merece.
DON PEDRO.
DIEGO.
Quien duerme y tune enemigos,
Hablado tengo al gran Marqués del Basto
Por muerto contarle puedo.
; » ,

49G OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Para ver si las quiere su excelencia, ¿Si estáenfermo, por dicha, Juan de Urbina?
Porque ningún derecho hay como el suyo. Porque no, mejor pudiera hablarme.
si

PIZARRO. Alvaro, lee, que aun para una carta


¿Y qué responde? Nunca pude tener paciencia.
DIEGO. ALVARO.
Que el que tiene deja, Muestra
Y dice que pretenda yo las armas; El papel, siendo tal la amistad nuestra.
Que si algún capitán de nuestro ejército Lee Alvaro.
Mañana no saliera á defendérmelas,
Me las dará con general aplauso. «A mi noticia ha venido,
PIZARRO. Famoso y noble Paredes,
¿Pues es negocio puesto en desafío? Que de arrogancia movido,
DIEGO. Lo, que merecer no puedes,
De ninguna manera; que colgadas En mi afrenta has pretendido.
Encima de su espléndido sepulcro, No sé, por Dios, quién repara
Las han de pretender con solos méritos En una cosa tan clara;
Los que quisieren competir conmigo. Que ya entenderás que son
riZARRO. Las armas honra y blasón
De esa manera, vuestras son las armas, Del gran Marqués de Pescara.
Qun ningún capitán tendrá los vuestros Que ese acero y malla fina
Y esta contienda es muy notable y célebre De Marte, á quien el morir
Para España é Italia, pues parece Robó la parte divina,
Que se renueva aquel antiguo siglo Ninguno puede decir
En que, después de destruida Troya, Que no son de Juan de Urbina.
Telamonio y Ulises competían Mías son, que en paz y en guerra
Sobre las armas del famoso Aquiles. En mí su valor se encierra;
DIEGO. Y no las pidiendo el cielo,
Yo no temo á ninguno en competencia: A nadie con mejor celo
Salgan y digan su razón y hazañas Se le han de dar en la tierra.

Italianos (l), españoles y alemanes; Deja, pues, la pretensión,


Que á lo menos las mías son más ciertas, Que cuando laureles pises,
Pues todos las han visto con sus ojos. Mal vencerás mi razón,
Pues yo soy discreto Ulises
Sale Alvaro de Paredes.
Y tú loco Telamón.
ALVARO. Dirásle, pues, al del Basto,
¿Es mi hermano? Que yo tu fuerza contrasto
DIEGO. Y que has dejado la empresa.
Yo soy: dime, ¿qué hace DIEGO.
El Virrey? No leas más, que me pesa
ALVARO. De la paciencia que gasto.
Allá queda con su astrólogo ¡Pesia al villano, y aún !

Alzando una figura al gran Filipo, ALVARO.


Contando de su vida grandes cosas. Calla
DIEGO. Que á mí me pesa de
suerte
¿Qué dice? Que á él y á toda su canalla
ALVARO. Hoy los ofrezco á la muerte
Que ha deser notable príncipe: Y los desafío á batalla.
Toma este papel que para ti traigo. DIEGO.
DIEGO. ¡Álvarol.
¿De quién? ALVARO.
ALVARO. ¡Déjame!.
De Juan de Urbina. DIEGO.
DIECO. Tente.
¿Quién le trajo? ¿Cuándo tú sueles hablar
ALVARO. Adonde yo hablar intente?
Un paje á tu posada. ¿He menester yo buscar
DIEGO. Al amigo ó al pariente?
¡Cosa nueva! Deja estar al mal nacido;
Que ¡por vida del Virrey!
(i) Para que el verso constase habría que leer
Que ha de estar arrepentido
Halos. Antes de una hora.
,

497
l.A CONTIENDA DE DIEGO GARCÍA DB I

Marqués del Basto


Salen D. Hugo de Moneada, el
ALVARO. y criados.
¿Qué ley

Sufre á un bárbaro atrevido?


HA!
PIZARRO.
Esto dice García de Paredes,
Señores, por dar lugar
vuestra cólera justa
A quien deseo todo gusto y honra,
A Sobre las pretensiones y el
derecho
Quise hasta ahora callar;
Que ha tenido á las armas d<- mi tío
Mas ya que ha llegado á injusta, Dios tiene
El Marqués de Pescara, que
Tomo licencia de hablar: Y aunque es verdad que yo pudiera dárselas
Paredes propuso aquí
Como soy de sus bienes heredero,
Que las armas no por armas capitanes,
Por no agraviar á tantos
Se darían. Quiero que al parecer del campo todo
IilKGO.
remita por votos la justicia.
Se
Y es así.
DON HOCO.
1I/.ARRO.
Generoso Marqués del Basto ilustre:
Luego sin causa te armas, Las armas de aquel célebre soldado
Aunque fuese contra mí, vive y vivirá mil siglos,
Que muerto
Porque yo puedo pedillas
Si por dicha pudiera ser ;

Y tú solo merecellas.
Que se colgaran en la quinta esfera,
Y así podrás recibillas,
Allídebieran por famosas armas,
deltas
Aunque en competencia
,

Por símbolos de fama honor y


gloria,
,

Haga Urbina maravillas. joya del dios Marte, por adorno


¡por vida tuya!
Por
No hagas De su estrellado templo estar
colgadas.
En Ñapóles alboroto,
Mas no pudiendo ser, bien es que
imites
Pues es bien que se concluya griegos,
El antiguo consejo de los
Por común aplauso y voto
Si es la razón tuya ó suya.
Y se las des al que mejor de todos
hazañas.
Pruebe en arenga larga sus
Vamos á hablar al Marqués, MARQUÉS DEL BASTO.
Y veréis cuan justo es Las del famoso capitán Urbina
Lo que os proponga á los dos.
A Paredes presumo que se oponen;
DIEGO.
Él y todo el ejército que ahora
Dices bien; pero ¡por Dios!
Aquí se halla, está, señor, citado
Que él lo dijera á sus pies.
Para juzgar la nueva competencia:
Pero ven, responderemos
Abrid aquese templo y dadnos
sillas.
PIZARRO.
DOK HUGO.
Ni eso quiero permitir.
DIEGO.
Razón será; que ya la gente viene:
hermosa vista tiene.
Puesto que triste,
¿Pues qué?
PIZARRO. de paños negros
Descúbrese un templo y un sepulcro
armado, y los escudos
Que calléis. con el cuerpo del Marqués
seis hachas en sus blan-
DIEGO. de sus armas alrededor, y
ardiendo; toman sillas D. Hugo y el del Basto
Callemos. dones
de cajas y trompetas, odos
v van entrando al son
y
,

PIZARRO. por una parte, y detras Paredes Y


oí que pudieren
detras Juan de Urbina,
|

Que aquí se ha de competir por la otra otros tantos, y


y sentados en bancos
dirá el
Con la razón que tenemos.
DIEGO.
MARQUÉS DEL BASTO.
Pues ven al Marqués.
PIZARRO.
Habiendo con razón determinado,
Camina. Famosos capitanes, que este día
Quede por vuestros votos decretado
DIEGO.
Quién estas armas merecer podría,
Tú sólo tenerme puedes.
PIZARRO. Paredes, como veis, tan gran soldado
Por su valor y heroica valentía,
Hoy á la razón te inclina.
Urbina en obras y en presencia,
DIEGO. Y el grande ,

Quieren entrar en justa competencia.


|Mi alférez á mí!
PIZARRO. Oid sus obras, sus famosos hechos,
Paredes, Y juzgad por la parte que os agrade
Del derecho y justicia satisfechos
Callad.
DIEGO. Que cada cual de entrambos persuade.
'

Iguales son sus brazos y sus


pechos;
;Á mí Juan de Urbina!... de escuchar se enfade,
I Y aunque la envidia
Vanse.
6*
ai
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
49 R

Estad atentos y escuchad que historia Caballero de Trujillo


Merece este laurel corona y gloria. ,
Con mil cruces en parientes.
Si por hazañas, me tocan,

Paredes, haciendo una reverencia al Marques


Que hoy tan vivas resplandecen,
y al virrey 1). Hu£o, luego dirá á todos lo siguiente: Y aunque todos las sabéis,
Mi justicia os las refiere.
DIEGO. Yo salí de España el año
Gracias á Dios que ha venido Mil quinientos y siete,
A tal desgracia Paredes,
Habiendo muerto cuatro hombres
Que Urbina con él se iguale. Con mi espada solamente,
¡Qué dirá quien esto oyere? Porque Ruy Sánchez de Vargas,
Locura parece mía Buen caballero y jinete,
Pretender lo que él pretende, Me siguió sobre un caballo
Porque aunque él salga vencido Con alguna de su gente.
Le ha de honrar el que le vence. Llegué á Roma con mi hermano;
¡.>uién á aquel Gran Capitán, Y como de ley carece
Que ya los Elíseos tienen, La necesidad, vivía
Esto pudiera decirle, Como las águilas suelen.
(
*ue honraba á los buenos siempre! Y por no me descubrir,
Porque cuando me sentaba De encogido que fui siempre,
A su mesa muchas veces, Á un Cardenal primo hermano,
De escudero le servía Pasé esta vida tres meses.
Urbina , el que veis presente. Fui alabardero del Papa,
Y aunque esto es gran honra suya, Y no es razón que me pese,
Que antes que soldado fuese,
Señalando á Urbina.
Fué lacayo de un romano
Y le sirvió de valiente
Hasta que entró por la puerta Pues él lo fué y Juan de Vargas,
De la milicia, á valerse
Zamudio, Pizarro y Vélez.
De ella y del juego, en que hacía
Tirábamos cierto día
Suertes de una y otra suerte. Á la barra diligentes,
Si ganaba, lo callaba; Todos delante del Papa,
Si perdía, diestramente Al sol en un campo verde:
Arrebataba el dinero, Tuve allí con un romano
Y aunque más voces le diesen, Palabras de las que escuecen,
Y metiéndolo á barato, Y mátele con la barra
Con espada y con los dientes
la Y con otros seis ó siete.
Se como ahora
salía, Díme al fin á conocer
Con estas armas entiende. Al Cardenal mi pariente,
V" dióme una compañía
Mas no podrá, que si acaso
De mi virtud duda hubiere, De que hice á Urbina alférez.
La nobleza de mi sangre ¿Pues es razón que se ponga
Me presenta y ofrece.
las Con su capitán aqueste
¿Y para qué un hombre bajo Que hasta ahora se estuviera
Tan lucidas armas quiere, Quitando capas vilmente?
Fuimos á Montefrascón,
Que mostrarán su linaje
Sus rayos resplandecientes? Subí con mi espada el fuerte,
El que nunca tuvo armas, Maté las guardias (i) del muro,
Por armas se desvanece: Vencí su plaza, y gánele.
¿Cómo quiere las mejores Volví á Roma, y luego el Papa
Quien ningunas mostrar puede? Me mandó que prestamente,
Pida el soldado la pica, Honrado del mismo cargo,

El arcabuz ó el mosquete; Contra de Urbino saliese.


el

Que las armas de los grandes Allí vencí tres mil hombres;

Caballeros las hereden. Y sobre que dije alegre


Diego García soy yo ¡Viva España! fui retado
De Paredes; no paredes De César, capitán fuerte.
De cal y canto y ladrillo, Mátele en campo, y prendióme
Sino de nobleza fuerte.
Sancho de Paredes fué Centinelas dice el manuscrito, pero
para que
(i)
guardas.
Mi padre, y no hay más que pruebe, conste el verso, hay que leer guardias ó
-

LA CONTIENDA L>L DIEGO GAliCÍA bt PAREDES.

Entre Zamudio, Alvarado,


El General: desáteme,
VUlalba, Aldana y Gutiérrez,
Maté diez hombres y, libre,
¿Qué hizo este fuerte brazo.
me luque y dejóle.
al 1

Allí fué donde, en camisa, Y después, ¿qué le sucede?


Que á un francés y á dos he¡
Tenté un río en su corriente
Maté en campo heroicamente.
Y vencí la gran batalla
Que hoy Venecia y Roma sienten. Á éste di con una porra,
Degollaron seis mil hombres, Que le hundió todo el almete,
Diga Urbina, si se atreve, Y por él salí después
Si son más los que él ahorca
A la campaña seis veces.
De los que no le obedecen. ¿Qué hice en lo de Vincencio
i partí al campo; Y del Garellano, enfrente
De la artillería de Francia-
Recibióme alegremente,
Donde me eligió por uno Diga otro tanto mi alférez.
De sus nobles coroneles, Fui con el Gran Capitán
l'onga Juan de Urbina ahora A España, donde le muerden
Envidiosos, á quien yo
Sus hazañas insolentes
Quise retar justamente.
Con éstas que voy contando,
Écheles un guante, y como
Porque todas son crueles,
Ninguno alzarle quisiese,
Y quiéroos decir en una
El Rey me volvió mi guante,
Muchas que su nombre ofendí n.
Porque estaba el Rey presente.
Que fué cuando le acusaron
Desde allí me fui á mi tierra,
Á su mujer falsamente,
Que en una barca, en la mar, Y á ciertos jaques ó jeque*
Metió su casa, de suerte
Quemé en Coria, con sus damas.
Fui á Trujillo y soseguéme:
Que hasta perros y gallinas
Donde un día un zapatero
Quiso que á la fiesta fuesen.
Los cuales, y un tierno niño, Vino temerariamente
>iz que á probarse conmigo;
Echó á la mar y á los peces, I

Y nadando á la ribera
,
Vi un pozo, asile y échele.
Después, ¿qué hice en Navarra,
Salió bramando impaciente.
Qué contra tantos franceses?
Así es valeroso Urbina
,

Lo de las Comunidades,
Con las míseras mujeres.
Mirad un hombre cruel Por largo es bien que lo deje.
Diré lo que hice en Pavía
Cómo puede ser valiente!
Pero ya es justo que cese
Y si no, pues que se precia
discreto, diga en breve
Para que os refiera Urbina
De
Cómo traerá esta celada Sus hechos, muy elocuente.
Lo del coronel Salcedo,
Con la que tiene en la frente.
tanto crédito pierde,
Pero volviendo á mis cosas,
armas se deben Y los hombres que ha colgado
A mí estas
Por lo que en Ravena hice Por bandos de nueve en nueve.
Sólo os pido, gran señor,
En batallas diferentes.
Matáronme mi caballo, Que de quien sois se os acuerde.
Que así en la guerra acontece Puesto que no hay en el mundo
Y con tres arcabuzazos Lo que estas armas merecen.
Fui preso, herido de muerte; M.-.r^ués
Pero llevándome asido Levántase Urbina, y hace su reverencia al

y al Virrey, y ilice así:


Cuatro hombres, por una puente
Con ellos me eché en el río, URBINA-
Y al fin, nadando, escápeme.
Si el cielo, ilustres yaror.
Seis leguas caminé armado,
Donde, queriendo ofenderme, Honor y gloria de España,
Escuchara nuestros ruegos,
El coronel Palomino
Oraciones y plegarias,
Me decía de esta suerte:
había sido locura Nosotros del gran Marqu
. Que
Á tanta gente oponerme. • Y él de sus armas gozara;
Desafíele, y salimos
Mas no quisieron los hados
Desnudos: reñí, y mátele. Y la inexorable Parca.

En aquella gran bataila,


Y pues ha llegado el día
Que se hizo trece á trece, En que se han de dar sus arm:.^
OBRAS DE LOPE DE VEGA.
5<x>

Aunque él me afrenta, se engaña,


A [uién es bien, sino á quien
Por escudero de aquel
Si él viviera las dejara?
Que Gran Capitán se llama,
Todos sabéis que el Marqués
Conmigo comunicaba
Én el desafío de once,
Por su mano, en la estacada
Sus secretos pensamientos,
¡Hasta las cosas del alma!
Me metió, donde los tres
Maté á los ojos de España,
Xo las diera al que las pide:
lachóme al cuello sus brazos
Y aunque es loco en la deman Y dióme su mesa, en paga
Y yo tenga la elocuencia
Del servicio que le hice,
Que os ha servido en mil causas,
Dios ayude á cada uno.
Y quiso llevarme á España.
Y si él de noble se alaba, Y pluguiera á Dios que fuera,
Pues quedándome en Italia
Lo que no sé no lo niego,
,

Por pobreza los dos fuimos


Si porque ello diga, basta. 4» ,

bueno, ¿qué le importa Alabarderos del Papa;


Si él no es
i-iarse de hazañas tantas?
Que el delito del capeo
Parece cosa excusada
El ser yo bueno, señores,
Por los nobles compañeros
la luz de mis hazañas;
Zamudio, Poncio y Villalba.
Mas, pues se alaba de noble,
¿Y quién culpará al león
También yo quiero alabanza.
Que el gamo con hambre caza,
Juntas de Urbina y Mendoza
Ni al extranjero que quita
Muestra Vizcaya las casas:
La capa, estando sin capa?
Si á la Mendoza dio el cielo

Los señores que la ensalzan, Y eso que él dice que hizo


Cuando tiraba á la barra,
Ahora por mí á la mía
,Cómo lo cuenta sin mí,
Los dará al cielo Vizcaya.
No es menos gloria el ser yo Que fui toro de Jarama?
Elromano que serví
El primero de mi casa,
Hízome merced con causa,
Pues ser postrero en la suya
Que le defendí de seis
Le da á Paredes ventaja.
Si la antigüedad es noble,
Que en el suelo le mataban.
Y esto tengo por honor;
Porque á Extremadura alaba,
Que sus cosas temerarias
Y, tierra ganada ayer,
Son locura y no valor,
Con Vizcaya la compara,
Yo no quiero mayor prueba No de hombre, de tigre hircana.
Que la que él dice en mi causa, Yo por mi Rey solamente
He puesto mano á la espada,
Pues con lo que más me honra
Por mi amigo y por mi honra,
Piensa él que más me daña.
Cuando alguno me la agravia.
Yo vine un pobre escudero
Á Italia, y tengo, á Dios gracias, Lo que dice de Salcedo
Que corté el brazo, no carga
Veinte mil y más ducados
Mi opinión pues todo el campo
De renta honrosa ganancia.
,
,

Si el ser yo escudero y pobre


Me libró y se puso en arma.
Me da Paredes por falta, Y en el llamarme cruel,
Él, que se alaba de ilustre,
Como ignorante se engaña,
Pues que di muerte á un traidor
¿Cómo no tiene unas calzas?
Esto es porque no piense
Y á una mujercilla ingrata.
El que sus afrentas vengue
Con sus fábulas pasadas (1)
Querer las armas por noble Y satisfecho se halla,

Cuando tantos nobles callan. ¿Cómo le afrenta el castigo


venganza?
Si le libra la
Que si eso fuera, el Marqués
El que dice que le han dicho
Del Basto las heredara,
Muchos que miente, en sus barbas,
El grande Antonio de Leiva
Si se ha vengado me diga
Ó algún Henríquez ó Lara. ,

entre los dos Por qué afrentado se llama.


Mas pues hoy
Está puesta la demanda, Y dígame por qué efecto
Oidme aunque en propia boca
,
Cuando con su mujer casta,
La alabanza ofende y cansa. Que lo fué, por Dios señores,
,

Iba á acostarse á la cama


Después que á Italia pasé,
Ponía una daga siempre
Debajo de la almohada;
(1) Ouizá pesadas '.
, 1

CARCÍA DE PAREDES.
LA CONTIENDA DB DIECO

En la rota de Novara (i),


Y después, con un montante Ni defendiendo á Milán,
Furioso se levantaba, Ni prendiendo al Rey de
Francia;
Tirando, por darle miedo, Que ojalá que éstas nos dieran
Mil reveses por la cuadra. Ganándolas en campaña,
Castigar á los culpados Aunque era deshonra mía
\ o es crueldad, como él me
T
infama,
Medir contigo mi espada:
Pues por miedo del castigo
Porque á quien un zapatero
Tanto respeto me guardan; Osó decirle en su cara
Que en San Tiau yendo huyendo,
,
Que con él se probaría,
Una voz una palabra,
Otro zapatero basta.
Volvió la gente á sus puestos Suplicóos, nobles señores,
Y esperaron cara á cara. Juzguéis con piedad mi causa:
Esto es el ser capitán, Dadme estas armas á mí,
Y no la infame arrogancia Si queréis bien emplearlas;
Con que con trescientos hombres, Que si yo no las merezco,
Kstando en una emboscada, Cuelguen con espada y lanza
viniendo tres mil:
1 )ijo,
En un templo, para todos
• de los que me acompañan
Si Y por honra de su fama.
Fuera cual yo cada uno, MARQUÉS DEL BASTO.
Tantos á tantos estaban, ¿Qué os parece, señores? Uno á
uno
Porque yo valgo por diez, Decid los votos.
Y á treinta igualan.
así, tres
-

DON HUGO.
A quien respondió un soldado, Mejor es que á voces
Natural de Salamanca:
Se digan.
No hay aquí quien, como tú, TODOS.
Por diez y diez mil no valga.* ¡Que no se den las armas á ninguno! ( z)

Y acometiendo con esto,


MARQUÉS DEL BASTO.
Perdió el seso y la batalla. Pues tú mismo, Marqués, las armas goces,
Esto retó Palomino
Y si fuere mejor darlas á alguno,
Y en esto le hago ventaja, feroces:
Juzgue el Senado cuál de estos
Que por loco no le fían Que, dando fin, su autor no determina
Lo que á mi cordura encargan. Si serán de Paredes ó de
Urbina.
•Quién en Genova y Marsella
Arremetió á la muralla? FIN.
.Quién mató cuatro franceses
En Madrid á 15 de Febrero de 1600.
Que á Ortuño desvalijaban?
quién el Emperador LOPE DE VEGA CARPIÓ.
Ha escrito ahora una carta
Diciendo que ver desea UCENCIAS.
De Juan de Urbina la cara? entremeses Je
Véase esta comedia, cantares y
Ponga con aquestas cosas -Kl Secretario, Tomás Grac.ás Dastisco, y de
ella
Paredes aquella tranca su censura.-En Madrid á 2 S de etc.-Por orden
del
provisor de la
Con que echó en el fuego en Coria Sr. Gonzalo Guerrero, canónigo y
esta comedia de La
Los rufianes y las damas. santa Iglesia de Jaén he visto ,

cZtünda de DU¿0 García de Paredes y no hallo en


Esa es bestial valentía; se pueda dar licencia para
ella cosa por la cual no
Que yo, no sólo con armas representarse.-En Jaén, á .6 de Enero de
.6.4.-
Venzo, mas con el consejo, E
i Becerra, autor de come-
*V¿ :*"; i-Doy licenciaobispado,
Ingenio é industria rara. para que.repre-
dias en esta ciudad y
Soy soldado é ingeniero: Gare.a de P^es.
sente esta Comedia de Diego
llago fosos, trincheas, cavas, Fecho en Jaén á .7 de Enero de *£-<**?**
Busco sitios, bastimentos, de Mata_
G.errero -Por su mandado, Sebastian
original, correc-
Por mí se mina y se asalta. Correeida y concertada con su
Junio ,0
Conmigo trató sus hechos ción^ i? censuras y licencias-Madrid y
1781.— Miguel Sasz de Pliegos.
Marqués de Pescara; de
El gran
Quien me dio su propia renta,
Navarra en el manuscrito
Mejor me diera sus armas. 1 )

No es verso.
Yo no digo lo que he hecho
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA
LAS BATUECAS DEL

DUOUE DE ALBA

COMEDIA FAMOSA
DE

FREY LOPE FÉLIX DE VEGA CARPIÓ

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

Don Juan de Arce. Taurina.


Duque de Alba.
Mendo de Almendárez. Triso.
Ruiz Páez, su Mayor-
Ramiro de Lara. Marfino. Bárbaros.
domo.
Brianda, dama. Pl LASCO.
GlROTO.
Bárbaros. Darinto.
MlLENO. Geralda, bárbara.

En un sujeto divino
ACTO PRIMERO. Es caso torpe y endino
Zampuzar tanto desdén,
Porque escatimar el bien
Non es de pecho benino.
sueltos, unas
Salen Taurina, bárbara, con los cabellos TAURINA.
pieles por vestidos, y Giroto, bárbaro,
con melena
Tan menos, Giroto, es josto
y pieles.
Dar á una mojer disgusto,
giroto. Por ser un homc robusto.
GIROTO.
Aduélete de mi amor,
Pues ¡vive el sol! que me tostó
Cruel y hermosa Taurina.
taurina. En ese rescoldo injusto.
Faz que tu meliendrc apraque,
Giroto, atempra el furor.
El ver que buscas á otra
GIROTO.
Atempra tú la mohína V que nonca me sonsaque;
me acucia dolor. Que á quien tantos enquillotra
Con que el
'•i
XI
?

506 OBRAS DE LOPE DE VECA.

Dará fortuna un baque.


la
¡Mala fiera que te coma!
Y al cielo, Taurina,
prega ¡Qué libertanza que toma!
Que non te venga algún mal. ¡Con qué rigor que le escurre!

TAURINA. TAURINA.

¿Qué me has de hacer? ¿Pues no quieres que me escuna


G1ROTO. Si me estás amojinando?
Emagina Ó so persona ó so burra.
GIROTO.
Que desesperanza igual
Hasta los fechos camina. Tu fuego me está tostando.
TAURINA. ¿Non te duele que me tuna
TAURINA.
¿Fechizarásme?
GIROTO. Un home desengañado,
Non sé, ¿Qué quiere de una mojerf
Batuecas GIROTO.
Mas si en todas las
¿Siempre está el cielo nubrado?
Hay fechicera, la fe,

Que has de ver cómo te secas ¿Non suele tras el llover

melena al pie. Salir el Sol colorado?


Desde la
Tras el invierno ¿non viene
Tengo de tu camisón
Un gran pedazo, tan luengo: La primavera gentil?
Darte tiene mal torzón, La nieve que el Marzo tiene,
¿No se la derrienga Abril,
É tú verás si me vengo
Aunque envuelta en agua suene?
De tu engrato corazón.
doy gosto ¿Non tienen estos castaños
Bien sé que non te
Porque soy home robusto, Fruta nueva en los erizos,
Para las lides disposto,
Taurina, todos los años?
TAURINA.
Y faces, siendo injusto,
que
De mis entrañas magosto. Vete á facer tus hechizos,
¿Gustas tú que te requiebre Non me quillotres engaños;
MÜeno, fraco y endebre, Que soy nieve, y non hay fuego
Menos bárbaro que yo, Que del monte me derriengue,
Que de tus penas lo esto. Ñubrado sin el Sol luego,

TAURINA. Castaño con que se albergue


¡Qué importuno! ¡Dios me liebre! El tiempo la fruta niegue.
Anda, Giroto, en buen hora; Non hay pensar que me muevas.
Fechízame, que otro habrá
Que me desfechice. Sale Mileno, bárbaro, con melena corta y pieles
toscas.
GIROTO.
En sora
Que el fechizo non podrá MILENO.
Vencer tu esquivez traidora; Ojos, non deis tales nuevas
Mas yo, Taurina, quería Al alma, que non merece
Que tú ficieses por bien Tanto mal como le ofrece

A mi dolor cortesía; Mojer siempre falta en pruebas.


Que acoitarse en un desdén ¿Mas cómo ya mis sentidos
Desenlustra la hidalguía. Negarán al alma bien
TAURINA. Lo que han mirado atrevidos?
Giroto, ya non te cale Que donde los ojos ven
Por bien, ni por malquerer, Non niegan los oídos.
lo

Lo que del alma non sale. Mas ¿qué dudo?


¿Si llegaré?

GIROTO. Pero loco amor, ¡detente!


¿Eres becerra ó mojer? ¿Mas quién amando non pudo?
TAURINA. Que no está en el ser valiente
Facer pocheros non vale. El ser un garzón membrudo.
Porque no hay vaca tan hosca Fablando están de la guisa,
Cuando del noviello hoyendo Que dos que se quieren bien:
Por los romieros se embosca, La risa el gosto me avisa;

Ni buey se escombra en reduendo Porque cuando dos se ven


Cuando le pica la mosca, Se asoma el alma en la risa.
Como una mujer que aburre. ¡Voto al sol, que me deshago!
GIROTO. ¿Yo merecía este pago?
¡Mal ancho te despachurre! ¡Ah Taurina! ¡Eres mojer!
, ,;

507
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA.

MIL!
Non se lo quiero entender.
Determinarme non oso,
Si pasa coita, ¿qué fago?
Porque sé tus engañanzas.
Guarde vos Dios, si fincáis
TAl'KISA.
Conmigo en buena intención,
.Qué mayores seguranzas
Y en pro de mi bien habráis.
De un pensamiento celoso,
TAURINA.
¡Mía vida, mío corazónl
Que en presencia de contrallo
Satisfacer el querido?
¿Dónde por el monte vais?
MILENO.
mu 1

Quita los brazos fingidos,


Digo que mil quejas callo
Viendo á mi rcval vencido,
Taurina, que en mis enojos
Vi de otro coello prendidos;
Como ciervo, toro ó gallo;
Que lo que miran los ojos V con que me abrace- cuido,
Que bastará para ver
No lo niegan los oídos.
Que le has habrado al descuido.
Guarda, no me agurres, ende;
CULI
Dios prega que la mudanza
Que de amor tu pecho enciende, De palabras de mojer
Siempre mis fechos descuido,
Tan mal pague tu esperanza:
Guarda en el fuego que prende.
Mas de las que dice un home
Y
Giroto, debieras
tú,
Es bien que venganza tome.
Antes que os deis tal abrazo,
Considerar que eran mías
Las prendas que vituperas,
La jara de mal frechazo
Compradas por tantos días Por las entrañas me asome.
¿Sabes tú, endebre garzón,
De penas de tantas veras. mismo Sol pecas,
Non habernos de reñir, Que contra el

Que soy en esta ocasión


Que por mojer lo he jorado; Batuecas
Del valle de las
Ni es justo, vos sé decir, ;

Que un home desengañado El más soberbio varón


¿Sabes que el más fuerte enebro
Se determine á morir.
Deshago, desgancho y quiebro?
Cuando en las manos te viera
¿Que arranco un fresno de cuajo,
De un oso, de un jabalí
Ó de otra bestia cualquiera Y que un castaño desgajo,
Si con él mis fuerzas puebro?
Yo te librara de allí,
¿Sabes que descuerno un toro,
Ó yo por ende muriera. Que un jabalí desquijaro,
Mas en los brazos de un otro
Como yo, mal Dios me faga Que por la prenda que adoro,
Ciervos, que en el curso paro,
Sinon fuya como un potro
Traigo en la choza en que moro?
Que amor con amor se paga,
¿Sabes que porque reservo
Y quillotro con quillotro.
TAURINA. La fuerza, fugí veinte años
Tente, mío bien adorado, De mojer, que es mal protervo,
Que non es este grosero Más que enebros ni castaños,
Jabalí, toro ni ciervo?
De mis ojos estimado:
Mas, ende, ¿por qué me canso?
Á ti soldemente quiero,
A quien el espanto he dado. Para morir te apercibe.
MILtNO.
Non me pago de hombres tales,
Vil conejo, ciervo manso,
Nin pasan estos despojos
Del corazón los umbrales; Que en faldas de mojer vive,
Bueye de arar, ronco ganso.
Que las niñas de mis ojos
¡Vive la hermosa Taurina,
Juegan con prendas iguales.
Que has de ver quién es Mileno!
Mírate amoroso en ellas,
como Mas non pase esta mofina
Non furioso, estás;
Que si así llegas á vellas, Ante sus ojos.
GIROTO.
De espanto que les darás
¿Tan bueno
Será fuerza amortecellas.
Te ha hecho amor? pues camina.
Mas si te ves con brandura
Y con tu faz sosegada Que Dios non me faga bien
Verás con tal compostura Si no te arrojan mis mañas,
Que del primero vaivén
En cada niña cifrada
El alma que te procura. Las nieves de estas montañas,
Ende, ¿de qué estás penoso? Muerte y sepulcro te den.
508 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TAURINA. Ha propuesto á los Batuecos


Mileno mío, non fagas Triso no sé qué embelecos,
Atal cosa por mía fe. De que el de más seso y talle
¡Qué mal el mi amor me pagas! Gobierne y rija este valle,
MILENO. Montes y páramos secos;
Non estés, mi agroria, en pie; Que diz que los animales,
Con serlo, tienen gobierno,
Siéntate en estas aulagas,
Mientras te traigo en presente Y que es males que homes tales

De este villano bausán Estén sin él.


TAURINA.
La loca y testuda frente.
¡Sol eterno,
Vanse los dos y queda Taurina. Que por nubarrones sales!

TAURINA. Da vida al mi amor Mileno,


¡Cielos, á gerirse van! Para que los mande á todos.
GERALDA.
¡Non sé qué amor lo consiente!
Imaginanzas del bien mío perdido Mileno dijo que bueno:
Prenotan mi dolor y mi deseo, Se le empuja de mil modos.
Giroto, de fechos lleno.
Y los romuzgos del dolor, que creo
Mira, Taurina, que ya
De so quicial sonsaca mi sentido.
Amor me tiera y face que atrevido Tiene Giroto algún voto.
TAURINA.
Mi esprito se adelanta al mal que veo;
Geralda, Mileno está
Que non hay caso de pensar tan feo
Que amando non se tenga prevenido. Al embocar de este soto,
Crece el camino, la esperanza cae, Con tu garzón: tiempos há
Y en soras cual sosiego la entretiene, Que sobre mi amor baraja;
Presto verás la ventaja.
Encaramillotada se destrae.
GERALDA.
Dos deseos, en fin, quien ama tiene:
¡Oh, que mal oso te muerda!
Uno que va por bien, y non le trae,
Y otro que va por mal, y siempre viene. De la tu afición se acuerda.
Allá voy.
Sale Geralda, bárbara, con el cabello suelto, TAURINA.
vestida también de pieles. Por aquí ataja.
GERALDA. GERALDA.
¿Has vido por esta sierra, Si le ha venido algún daño,
Taurina, que el cielo guarde, Tú lo pagarás.
TAURINA.
La dulce paz de mi guerra,
Sol que mis entrañas arde,
De ti

Gloria y honor de esta tierra, Non se me


da aquel castaño.
GERALDA.
Aquel que non hay ligero
Venado que del se escurra, Escúrrete por aquí.
TAURINA.
Aquel sogur que turra (i),
Aquel que al oso más fiero Si te agarro
GERALDA.
A lanchazco despachurra?
Si te apaño
Dame, así logres tu amor,
Señas de Giroto, amiga. Vanse.
TAURINA.
Salen Triso, Marfino, Pelasgo y Darinto, bárbaros,
¿Dónde vas con tal furor? con pieles y melenas cortas y bastones en las manos.
Que non sé cómo te diga
MARFINO.
La coita del mío dolor.
GERALDA. Parece que ensoñaste esas locuras.
PELASGO.
¿Tienes murria, por mía fe?
Uno mayor que todos, ¿de qué suerte?
Algo pavorida estás.
TAURINA. DARINTO.
Non puedo tenerme en pie; ¿Sujetos dice Triso que seamos
Mas ¿para qué en busca vas A un home como todos?
MARFINO.
De Giroto?
GERALDA.
Non se acuerdan
Los más ancianos del batueco valle
Oye por qué.
De haber oído sus mayores, Triso,
Que jamás algún home de nosotros
(i) Así está en la primera edición, pero ni es ver-
so, ni hace sentido. Hobiese sido más que sus iguales.
ALBA. I -i
LAS BATUECAS DEL DUQUB DE

DARINTO.
DARINTO. homes
Marfino, por ventura Las que se hallan, muestran que otros
La ignorancia,
Habitaron aquí, mas no prenotan
Habrá sido la causa.
MARFINO. Que haya gentes pasados estos montes.
TRISO.
¿Qué ignorancia-
valle, ¿Qué pudieron tener que se igualase
Nosotros habitamos este
Cerrado de estos montes i
nos, A lo que ayer hallé, que traigo envuelto
En esta piel por admirable
Cuyas sierras empinan sus cabezas
MARFINO.
A topetar con las estrellas mismas, ¿Qué hallaste?
sabido
Sin que jamás ninguno haya TRISO.
primero que nos dio principio.
Quién fué el
Yeislo aquí: judgad ahora
En esta lengua habramos, estas chozas Quién pudo facer obra tan extraña.
Nos cubren, estos árboles sustentan,
Y la caza que matan nuestros arcos. Desenvuelva una piel y saque una cspaJa vieja
Si vivimos en paz sin ser regidos muy mohosa.
Y nos habernos aumentado tanto, P EL ASGO.
¿Por qué das ocasión que nos
deshaga
¡Válame el Sol! ¿Qué miro?
Alguna envidia donde nunca reina? DARINTO.
TRISO.
Razón tienes,
Cosas que se descubren cada día
Triso, de encarecer obra tan rara;
En este valle, la ocasión me han dado ¿Pero qué sientes tú que será aquesta
1

Por donde cuido que es mayor el


mundo
TRISO.
que en nuestra imaginación cabe;
De lo Esta es arma, sin duda; que aquí tiene
Que no es posible que el autor primero
Por donde la abarcar, que éste es el corte.
Que nos hizo á nosotros, no criase l'ELASGO.
Otros también.
DARINTO. ¡Qué sabiondo que te enhetra el cielo!
¡Extrañas cosas dices! Nunca se vido en las Batuecas home
Que tuviese tan altas cuidaduras; [gente.
¿Más homes que nosotros? ¿Por adonde?
Sin duda que hay más tierra y que hay más
¿Tú non ves que han subido esas montañas DARINTO.
Atrevidos garzones, y se han vuelto
Y ¿adonde hallaste aquestas armas, Triso?
Diciendo que se agota el mundo en ellas
TRISO.
Y que más en las puntas por las nubes? Hállela en estas peñas, cncobrida
TRISO.
Con las ramas de algunos madroñales.
¡Ah Darinto' ¿Es posible que el que fizo MARFINO.
Aquel Sol tan fermoso y rellocientc
¿Y non buscastes más?
Con la Luna tan branca y rellanada, TRISO.
Uno con cara de oro, otro de prata, Non lo he mirado.
Y todas las estrellas que los cercan; MARFINO.
Estas fuentes que corren, estos árboles,
¿Quién viene aquí?
Estas frutas y caza solamente TRISO.
Las fizo y las crió para tan pocos?
Giroto viene a'.rado.
PELASCO.
¿Pocos te parecemos?
Sale Giroto con un bastón.
TRISO.
¿Pues qué somos
GIROTO.
Para que tal grandeza merezcamos?
MARFINO. Dicen que rey facéis; que así se nombra
El que gobierna, rige y sobrepuja
que esas estrellas, Sol y Luna
Calla,
Son manchas de la capa de los cielos. A todos los demás: mucho me asombra,
TRISO. Que non sé la razón que vos empuja.
¿Quién vuestro valle del « .
nombra?
Las manchas son defectos en las capas,
¿Quién vos apremia y con rigor estruja?
Y allí semejan guarniciones ricas. dueñas.
¿Quién vos viene á robar las vuesas
Pero decidme: si este valle fuera
¿Son ejércitos de homes estas per.
La redondura de la Tierra toda,
¿Cual otro regimiento vos conviene
Estos arroyos, que corriendo vemos,
Fueras ende de aquel que há tantos años
Y estos ríos, que siempre se despeñan,
Luego como tocaban en el cabo se lee asi este verso,
Volvieran otra vez encia nosotros. (0 Enla priman edición
evidentemente errado:
l'ELASGO.
c=.con.
.iJuiOn vuesiro Talle del senlimieiKo
¡Qué cosas tan extrañas, qué conjuñas!
5 io OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Que yo non la daré ni á ti, Mileno,


1 vuesa alcunia y abolongo viene
)e

Entre estos bajos niebros y castaños: Nin á Giroto, de arrogancia lleno.


GIROTO.
Y en caso de que alguno vos enfrene,
¡Triso!
Si con el mal facer crecen los daños,
TRISO.
¿Cómo sin mí tenéis tal atrevencia,
¡Giroto!
Que facéis estas cosas en mi ausencia?
GIROTO.
Cada que imaginéis un home fino,
¡Suelta!
Giroto es vuestro rey, non cale ajeno;
TRISO.
Yo que furioso este bastón empino,
¡Non la agarres!
De sangre de osos y de toros lleno.
MILENO.
No relinchéis, que, por Sol divino, el

Oue si alguno remuzga, que es tan bueno, Dámela, Triso, á mí.


TRISO.
Que le he de hacer, que á un golpe le remito,
el esprito.
Nin á ti quiero;
Brotar por las narices
Que aunque viejo, por más que te embizarres,
Sale Mileno con su bastón. Sabré matarte con el mismo acero.

MILENO. MILENO.
Aparta el brazo ya.
¿Rey se face sin mí? ¿Quién es el loco
TRISO.
Que intenta facer rey donde yo falto,
Que con la testa en las estrellas toco,
No me desgarres

Y de este valle al monte doy un salto? Nin subas á mis canas altanero;
¿Quién á Mileno encaramó tan poco Que aún hay en estos flacos brazos nervios
Que tuvo al mismo cielo por más alto? Que farán humildosos los soberbios.
MARFINO.
¿Ncn soy yo aquel que paso á pies los ríos,
Rompiendo el agua con los brazos míos? Non es razón facerle fuerza á un viejo.
TRISO.
¿Non soy yo aquel que de un aliento corro
Si hubiera rey, ninguno me enforzara;
Del un extremo al otro deste valle,
Que al lobo más feroz quito el cachorro Que el rey, encaletrado en buen consejo,
Y fago que á mi voz el viento calle? La su facienda cada cual pagara.
GIROTO.
¿Non soy yo aquel que si levanto el morro
Non se queje por mí: yo se la dejo.
Tiemblan las fieras de mi cara y talle?
MILENO.
¿Non soy yo aquel que el mismo Sol dorado
Dejóla por virgüeña de su cara.
Arrancaré de donde está cravado?
TRISO.
Si habéis de facer rey que vos gobierne,
Facéis como fidalgos, que tal nome
Á Mileno elegid, batuecos homes; abuelos más home.
Ora faga calura y ora invierne,
Le daban mis al

las armas y á diversos nomes:


Pero advertí que donde esto había
Fuerte á
Puede haber otras cosas de importanza.
Si queréis que un cerril toro descuerne,
MILENO.
Que tú, Giroto, por apenas domes,
¿Non se podrá buscar?
Echádmele, y faré que mis despojos,
ojos.
TRISO.
Que vierta sangre por narices y
Bien se podía,
TRISO.
Rompiendo de estas peñas abastanza.
se ha tratado facer rey, ni agora
Nin MARFINO.
Se fabla más que de esta hallanza mía, dos la valentía:
Mostrad ahora los
Que estaba en esta peña encobadora. brazo la pujanza.
GIROTO. Aquí verás del
PELASGO.
¿Cuándo la hallaste?
TRISO. Rompe, Mileno, tú.

mediodía. MILENO.
Ayer al
¡Válgame el cielo!
MILENO.
Parece que se viene el monte al suelo.
¡Arma notable!
GIROTO.
golpes con los bastones, y se abra ó caiga
de
¡Extraña! Dan
lo altouna puerta hecha de peñas y ramos, y dentro
MILENO.
de una cueva se ve un cadáver sobre un
lienzo, y la
¡Lidiadora! tenga una lanza en la mano
calavera será de pasta:
con dos leones y dos castillos
GIROTO. V un escudo en la otra letras: r. b. U. K.
pintados, y alrededor estas cuatro
Ya es mía.
MILENO.
MARFINO.
Mía es.
TRISO.
¡Válgame el sayo! ¿Qué es esto?
Menos porfía; ¡Qué notable maravella!
i

ALBA. 5"
LAS BATUECAS DEL DUQUE L>E

GIROTO. Con garras y lanas tales,


Son en nuestros valles vistos
Non fuyáis, gente, tan presto;
Por montañas ni arenales.
Que fugir solo (Je vella,
hombres denuesto. Luego es señal que hay más gente,
Muestra en los
MILENO. Más mundo y cosas más bellas.
DAR!
Yo non fuyo, que aquí esto,
Non lo cuidas bien, pariente,
Que un difunto non me pasma.
TRISO.
Que esas cosas pudo hacellas
De quien eres descendiente,
¿É quién aquí soterró
Los fueros de esta fantasma:
Y el tiempo haber consumido
y animales.
¿Cuidáis que os engaño yor
TRISO.
MILENO.
Las casas puede haber si
Será cualque fechicera.
TRISO. Que, en efecto, cosas tales
Cubren los tiempos de oh
Non á la fe, que si fuera
Mas
animales hubiera
si
Non tuviera esas pinturas.
DAR1NTO. En Batueca de este talle,

En otras cuevas obscuras


Su línea permaneciera,
Hay homes de esta manera; Y en lo reduendo del valle
Algún semejo se viera.
Mas como non han tenido
ende que fuera ;

Esas ensegnas famosas,


Cuando entre rojo arrebol
Por nuesos los he tenido.
MARFINO. Se desliza el Sol de aquí,
Decidme, ¿dónde va el Sol,
Bien prenotan estas cosas
Que se sume todo allí?
Que aquí otra gente ha venido.
PELASCO. ¿Tiene alguno nuevo oca
A la fe, Triso, que el mundo Donde de noche se acuesta?
GIROTO.
Non se campuza en Batueca.
TRISO. habrás de un notabre cas-j,
En lo que miráis lofundo. Que yo mido (i en esa cuesta )

GIROTO.
i
|ue á otro mundo lleva el paso,

carne tien seca. Más gente debe de haber.


Toda la
TRISO. TRISO.

te acerques furibundo.
Pues lo que podéis facer
Non
GIROTO. Es transponer todo el valle;
¿Cómo non? Antes pretendo Que el que más semejas halle
Quitalle aqueste guinchón.
Nuestro señor ha de ser.
DARIN'TO. GIROTO.

|Brava fazaña!
Pues tenme, Triso, el guinchón;
MILENu. Que yo los voy á buscar.
MILI
No entiendo
Que aquestas fazañas son, Y mí me guarda el trabón;
á

Y que lo cudéis me ofendo.


Que non me cuido quedar
Si el home vivo estuviera,
Sin probar hoy mi intención.
TRISO.
Fazaña me pareciera;
Venid, y os enseñaré
Mas pues nin chista nin fabra,
Quítale ende la tabra, Por onde subir al monte
Y en soras que vivo fuera. Podáis sin trabajo á pie,
TRISO. En antes que el Sol transmonte,
»ue cabizbajo se ve.
Cerrad con aquella losa
i

MILE^O.
La fuesa, fidalgos homes,
Y oid la mi fabra honrosa Non jaras, no arena seca
Tan digna de vuesos nomes, harán que el sobir me impida,
¿i tanta gloria se trueca.
Alcuznia y prez generosa.
GIROTO.
Esas casas, que pintadas
Que non volveré con vida,
Se ven en este trabón,
seré rey de Batueca.
Non son en Batueca halladas, ( )

Que nuesas casas no son Vansc.


Tan polidas fabricadas.
Ni esos fuertes animales,
Parece que debía decir cuido y no mida.
Tan feroces y tan listos, ( )
512 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y la Católica Reina
Salen D. luán de Arce y Mendo de Almendares, Es primero Duque de Alba,
criados del Duque de Alba.
Es Conde de Salvatierra,
DON JUAN. Marqués de Coria y señor
Mondo, si habéis de ayudarme De lo más que el Tormes riega.
En la pretensión que os digo, Cuando fué el Duque á casarse,
Podré de vos, como amigo, De Castilla á la Duquesa
Seguramente fiarme. Pedí me hiciese mercedes;
Pero si darme pensáis Y el noble Duque, por ella,
Consejos que no pretendo, Me hizo su Maestresala,
Guardarme de vos entiendo, Pajes y ración me aumenta.
Aunque mi amigo seáis. Vime ya mozo y galán,
MENDO. Y el oficio y galas nuevas
Don Juan, desde que venistes Me dieron atrevimiento
Con el Duque de Alba aquí, Para pretender con ellas
Y os traté y os conocí, A una doncella de casa,
Por la merced que me hicistes, Hermosa, noble y discreta,
Propuse con tal lealtad Y á pesar de la lealtad,
Seros amigo de veras, Estoy casado con ella.
Que es cansaros en quimeras Yo aseguro que entre ti,
Dudar de esa voluntad. A este punto consideras
Que no habrá padre ni hermano Por dónde pudo don Juan
Por quien hiciese ¡por Dios! Escribir, hablarla y verla.
Lo que haré, don Juan, por vos. ¿Quién duda que estás pensando
DON JUAN. En tantas guardas y dueñas?
Dadme aquesa hidalga mano Que dueñas son en Palacio
Y
escuchad, Mendo, la historia Los dragones de Medea;
Mía, desde que entré en Alba; Porque ven más que los linces,
Que este mi temor fué salva Y á treinta pasos penetran
A vuestra hidalga memoria. El papel y el pensamiento,
Don Fernando de Toledo, Las palabras y las señas.
Señor de Valdecorneja Quien pintó dragón á Palas
Y primero Conde de Alba, En guarda de las doncellas,
Aquel que venció en Requena No vio dueñas, que es sin duda
La más famosa victoria Que la pusiera una dueña.
Que la antigüedad celebra; Pues, Mendo, entre tantos Argos,
El que desde Ecija á Ronda Si quiere amor, se hallan flechas;
Corrió el Alarbe y frontera, Porque es amor como el Sol,
Y en Málaga, en su Ajarquía, Que por los resquicios entra.
Cuando dejando el caballo No digo que la he gozado,
(0 Pero que esta noche intenta
En sangrienta
la batalla Entrar por aquellas tapias
Hizo á su gente un portillo Á las puertas de esta huerta.
Entre lanzas y saetas; Éstas salen á estos campos
El que con tantas virtudes Que son del Tormes dehesa;
Taló de Guadix la guerra, Tormes, que va á Salamanca
Y entre Granada y Jaén Desde la sierra de Béjar.
Ganó tantas fortalezas, Bien sé que es grande el peligro,
Crió á mi padre y le dio Mas si me meto en la sierra,
Armas, caballo y enseña, Junto á la Peña de Francia,
Conque á su lado anduviese Defenderánme sus peñas;
Como adalid en la guerra. Que aunque sepa, hecho salvaje,
Pero llevándolos Dios Vivir con Brianda entre ellas,
A mejor vida, me dejan La tendré por mejor vida
Encomendado á su padre Que de los Duques la mesa.
Que sus Estados se heredan. No quiero las esperanzas
Don García de Toledo De mi señora, ni quieran
Á tan alto valor llega, Mis pensamientos que aspiren
Que por el rey don Enrique A sus tesoros ni rentas.
Que esperanzas en señores,
(i) Falta un verso. Yo sé bien, Mendo, que llegan
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA. 513

Contigo mi pensamiento;
Á trocar su verde en blanco,
Pues siempre en canas se truecan. No temas, que de quien digo
A Brianda quiero sola. Nos habernos de fiar.
BRIANDA.
La hora y la senda es ésta;
Ayudadme, que el consejo Pues, ¿cómo podré bajar?
desprecia. MENDO.
Ofende á quien le
MKNDO. En los hombros de un amigo;
El que tal resolución
Pon algo en ese balcón,
Tiene obstinada en el alma, Y en estas manos los pies.
BRIANDA.
Mal podrá poner en calma
El gusto con la razón.
¿Es Mendo?
Bueno fuera aconsejaros, DON JUAN.
Pero habéisme prevenido;
Sí, Mendo es;

Amigo soy, y he venido, Que de amor y amistad son


El mío y el suyo efetos.
Don Juan, sólo á acompañaros.
BRIA
No pienso que es deslealtad
De vasallo la que hago En hombre estoy transformada,
Contra el Duque, ni mal pago Y bajo á esta liga atada.
á su voluntad. Adiós, amigos discretos.
Le doy
Que Brianda no le toca
Baja Brianda, en hábito de hombre, por una liga,

Más que por criada aquí, teniéndola los dos, y dicen:


Y cuando no fuera ansí, DON JUAN.
Vuestra amistad me provoca.
Asienta, mi bien, el pie
No es tiempo de imaginar Sobre estas manos.
Si es bien hecho ó es mal hecho; BRIANDA.
Mas ya que os ofrezco el pecho, Ya estoy
Sólo os quiero preguntar
Sobre tus manos.
Por qué no la habéis pedido DON JUAN.
Por mujer. Yo soy
DON JUAN.
Preguntáis bien.
Tu esposo.
BRIANDA.
MENDO.
Pagas mi fe.
Yo sospecho que os la den, DON JUAN.
Pues que la han de dar marido.
Por aquí desciende luego.
DON JUAN.
BRIANDA.
Bien sé que en mí la empleara
¿Qué camino has de tomar?
La Duquesa, mi señora; DON JUAN.
Mas priva con ella ahora, Amor nos quiera guiar;
Mendo, un Ramiro de Lara,
Pero no sabrá, que es ciego.
Que desde niño ha criado, Hacia la Peña de Francia
Y éste por mujer la pide. Habernos de ir.
MENDO.
BRIANDA.
¿De suerte que se os impide Dulce esposo,
Gozar tan dichoso estado?
Sólo en tu centro reposo.
DON JUAN.
Cuando fuese de importancia,
No sólo me impide el bien, Libia contigo,
Iré á la
Pero, temiendo que llegue
El tiempo en que se la entregue,
Y hasta el más remoto Polo,
Que sólo es patria el bien solo.
Y á su pesar se la den,
DON JUAN.
Este desatino intenta.
Ye delante, Mendo amigo.
MENDO.
BRIANDA.
Señas oigo.
Adiós Duque, y adiós Alba;
DON JUAN.
¿Ella será?
Que voy como Clicie nueva,
Adonde mi sol me lleva,
ventana.
Pues ser por amor me salva;
Sale Brianda a la
Adiós, Tormes, que en presencia
BRIA"
De mi amor supiste tanto:
Pues creciste con mi llanto,
¡Ah! ¿Sois vos?
DON JUAN.
ngua ahora con mi ausencia.
Yo soy, y está Vanse.
65
«'

OBRAS DE LOPE DE VEGA.


5'4

De esas tierras el madroño,


Salen Giroto y Geralda, bárbaros. Siya colorados son
GIROTO. Agárrame por la cinta,
Non cale que me detengas; Y el Sol en tu guarda quede.
GERALDA.
Ya sabes tú qué es honor.
GERALDA. Vete, en antes que se enrede
Tú non sabes qué es amor, Entre las nubes que pinta.
Pues que de mi amor te aluengas. Abrázanse los dos, darále el cordón y v.ise ella.

¿Onde te llevan pensijos


GIROTO.
Por los enramados cerros,
Quedan los campos cuando el Sol se zampa
En que facen los encierros
Coliebras y lagartijos? Y de nuevos ojos se zabulle,
los

¿Onde subes por las nieves Tales, que ni ave canta, ni agua bulle;
Que rematan en las nubes, Todo parece que su luz lo escampa.
Que si á los cielos te subes, El oso cae en la asechanza y trampa,
Ñon hay por qué non me lleves? La trucha por lo fondo se escabulle,
Los osos y jabalíes Non hay casada tórtola que arrulle
Te farán mala acogencía, Ni ganado en la arena cama estampa.
En venganza de mi ausencia, En viéndole enhebrar sus hebras de oro,
Cuando en la tuya te fíes. Asómase la noche fosca y fría;
En demás, que los batuecos Todo lo llora en lamentoso coro.
Que á tal empresa te envían, Yo soy campo vestido de alegría,
Porque te envidian, porfían Y en soras que me falta el sol que adoro,
Á persuadirte embelecos. La negra noche que sociede el día.
Tú codicioso, Giroto, Vase.
De mayores honoranzas,
Das efecto á sus venganzas, Salen D. Juan y Brianda.
De mis querencias remoto.
BRIANDA.
¡Ay de ti! y jay de mí luego!
¿Dónde me llevas, don Juan,
¡Qué me durará este llanto!
GIROTO. Por tan grandes asperezas,
No bañes, Geralda, tanto, Que ya á caminar empiezas
Que me zampuzas en fuego. Por donde las aves van?
Manda á tus nieñas, pues son Que después de cuatro días
Los huéspedes de tus ojos, Que entre aquestas peñas vas,
Que non lloren por enojos, Como dentro en Alba, estás
Sangre del mío corazón; Temiendo dueñas y espías.
Desagárrame el vestido, Ninguna peña te agrada,
Y dame lugar, que es tarde. Ninguna cueva segura.
GERALDA. DON JUAN.
Amor que face cobarde, ¡Ah Brianda! ¿Por ventura
Sabe facer atrevido; Vienes de mi amor cansada?
Pues que non puede ser menos, ¿Piensas tú que del poder
Toma esta cinta de lana De los grandes Duques de Alba
Que ayer de mañana
fice Así un hidalgo se salva
Sobre aquellos verdes fenos, Con una débil mujer?
Si viniera acompañado
Y ten de mí memoranza,
Pues lo debes á mis quejas. Para hacerle resistencia,
GIROTO. Con más tibia diligencia

Pregue á Dios que en mis ovejas Buscara lugar sagrado.


Fagan los lobos matanza; Pero ya Mendo perdido,
Pregue á Dios que mi centieno Que fué á buscar de comer,
Con amapolas se embuta; Ó que lo ha fingido ser,
Que falte á mis prantas fruta Si fué mi amigo fingido,

Y á míos noviellos heno; ¿No quieres que busque aquí


Non haya garbanzo en parva De este monte el más secreto?
BRIANDA.
Cuando los trillos escarbo,
Ni en los mis cañares barbo, Que lo es harto te prometo,
Ni canas en la mi barba, Que voy guardada de mí.
Si non te guarde el cordón
Alza los ojos, verás
Y te traigo, en testimonio, Peñas que tocan al cielo,
LAS BATUECAS DEL DUQl I DI ALBA. 515

mu. 1

Y bájalos luego al suelo,


Su fermosura, á la fe,
Y apenas suelo verás.
mío daño.
Que un castaño en aquel valle Da aseguranza á
¡Válgame el Sol! ¿Esto había
Parece pequeña flor.

DON JUAN. Desotra parte del mundo?


,Ah Triso, sabio y profundo:
Ansí, Brianda, es mejor
Catad si verdad decía.
Para que nadie nos halle.
Espérame un poco aquí, Tembrando esto de mirar
Mientras busco alguna fuente Una tan branca figura;
Que temple esta sed ardiente. Non he visto catadura
BRIANDA. Tan sabrosa de acatar.
Las piernas tiene amariellas
Un arroyo suena allí.
DON JUAN. Y todos brancos los pies,
Allá voy.
Y de la faz al envés
BRIANDA. Con más luz que las estrellas.
Aquí te espero. Si es home de por acá,

IN JUAN.
Qué lindo mundo á la he!
BRIANDA.
¡Temiendo bajo por Dios! ,

BRIANDA. ¿Si hablaré? ¿Qué le diré?


es serrano! |Hola! ¿Quién
A morir trujo á los dos ¡Si

Amor. ¿Huyes?
MILl
DON JUAN.
Fué amor verdadero. Non
fuyo de vos.
¿Quién serás que me aterrís?
Vase.
Kn la fabra me decís
BRIANDA. Que sois semejo de Dios.
Asperísimas peñas, donde apenas ¿Hay más mundo de este cabo?
BRIANDA.
Ha llegado jamás estampa humana,
En cuyas fuentes vierte la mañana ¡Qué serrano tan feroz!
Escarcha, en vez de flores y azucenas. Daré á don Juan una voz.
Montañas de son. bríos y hayas llenas, Llama á D. Juan.
Último fin de mi esperanza vana,
Antigua sierra de tu nieve cana, ,Don Juan!
milf.no.
Castillo que de hielo forma almenas.
Profundos valles del obscuro invierno, Tu temor no alabo,
á los que llama guardéis:
Que
Lóbrega habitación piedras que trac
,

De su furiosa lluvia el curso eterno. Llevemos este garzón,


Que bien puedo decir que amor me trae Que él nos dará la razón
De lo que vos non sabéis.
A morir entre el cielo y el infierno,
Si de vosotros mi esperanza cae.
Garzón, non fuyáis de mí.
BRIANDA.
Sale Mileno, bárbaro, solo.
¡Don Juan!
MILENO. milf.no.
Callad, por mía fe,
A despesar de Taurina,
La montaña he trascolado; Que vos despachurraré
Mas por más que he caminado, Si uno vos endono ansí.

mí se avecina. BRIANDA.
Más tierra á
No hay duda, el mundo es mayor; ¡Don Juan, que un monstruo me lleva!

MILENO.
Que quien fizo tanto cielo,
No ficiera un corto suelo Home so, tened los brazos;
l'ara tamaño valor. Que haré de los míos lazos
El manto que ha de cobrir Con que vos lleve á mía cueva.
BRIANDA.
El home, igual ha de ser.
¿Mas qué es lo que vengo á ver? ¡Ay! ¡Ay!
BRIANDA. MILENO.

¡Ay Dios! ¡Fermosas estrellas!


UiLENO. Non sé qué tienes garzón, ,

Esto por fuir. Que en el mismo corazón


BRIANDA. Me vas faciendo cosquiellas.
,Qué bárbaro tan extri Llévala en brazos, y éntranse y se da fin

¿Si le llamaré? ¿Qué hai 1


al primer acto.

5.6 OliKAS DE LOPE DE VEGA.

DUQUE.
Ruy Páez,
Caballeros, apréstese mi gente,
ACTO SEGUNDO. Y todas cuantas armas estén limpias.
RAMIRO.
Lee, señor, primero aquesa carta:
Su Majestad la escribe.
Salen el Duque de Alba, el Mayordomo y criados. DUQUE.
Aprestad luego,
DUQUE. Que ya sé que me manda que le siga;

Qué, ¿tampoco parece el Maestresala? Ir su persona, es carta.


MAYORDOMO. MAYORDOMO.
Falta don Juan desde la misma noche, A mucho obliga.

Y un gentilhombre de Alba, amigo suyo,


Que se llamaba Mendo de Almendares, Lee la carta del Duque.
Hijo de Alvaro Mendo.
DUQUE.
¿No habéis hecho Carta. — «Duque de Alba, mi primo, yo
Alguna diligencia de importancia? me parto á Granada: en tanto que os ordeno
MAYORDOMO. otra cosa, es mi voluntad que quedéis en el
Cuanto ha sido posible habernos hecho: gobierno de Castilla con título de Virrey; que
Por el camino fué de Salamanca, los caballeros como vos, tanto pelean gober-
Hasta Fuente Aguinaldo, Ruy Melcndez, nando los vasallos como venciendo los enemi-

Y á Portugal, por Saelices, fueron gos. Partid luego á la corte, que tengo que
Ortuño de Mendoza y Alvar Núñez; hablaros en mi partida, y encomendadme á la
Por Peñaranda, hasta Segovia, Argote, Duquesa. Dios os guarde. El Rey.»
Y Escovar vino ayer de Pidrahita;
Sin éstos otros hombres y peones duque.
Van discurriendo por diversas partes. Aunque Reyes con la espada
servir los
DUQUE. Fuera mi gusto y voluntad, no puedo
¡Que tuviese don Juan atrevimiento, Negar que la merced que el Rey me hace
Habiéndole criado desde niño, Con el gobierno de Castilla, ha sido
Para darme un enojo semejante! Notable confianza y bien supremo.
(¡Echáronse las rejas en la torre? Pide alguna merced, pide, Ramiro.
MAYORDOMO. RAMIRO.
Ya todos los balcones tienen rejas. Señor, muchas mercedes hacer puedes,
Pero entre todas, la mayor que puedo
Sale Ramiro de Lara, de camino. Pedir á tu valor, á tu real sangre,
De emperadores descendiente ilustre,
Ramiro viene aquí. Es sola una mujer, que sola adoro,
DUQUE. Y que para mujer te pido.

Seáis bien venido. duque.


RAMIRO. Nombra,
Déme los pies, señor, vuestra excelencia. Ramiro, la que estimas en mi casa.
DUQUE. RAMIRO.
¿Cuándo salisteis de la corte? Ya sabe mi señora mi deseo,
RAMIRO. Que ya la he dado parte.
El lunes. duque.
DUQUE. ¿Y es su gusto?
¿Sus Majestades quedan buenos?
RAMIRO.
RAMIRO. Sí, señor.
Buenos, duque.
Aunque para Granada de camino. Di quién es, y muchos años
DUQUE. La goces y te goce; que yo quiero
Qué, en fin, ¿van en persona á la conquista? Ser tu padrino.
RAMIRO. RAMIRO.
Gran señor, Brianda.
La Católica Reina, belicosa,
Acompaña en la guerra á su Fernando; duque.
Y con esto se anima tanta gente, ¿Cómo?
Que no queda en Castilla un solo hidalgo, RAMIRO.
Cuanto más noble ó título. Brianda.
1

517
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA.

¡UÉ.
Que diz que á su padre oyó
Apresten los caballos; Que otras pinturas que vio
El mismo nombre mostraban,
Mirad que he de partir dentro de un hora.
Y que éstas dinificaban
Vasc. Lo que habramos vos y yo.
RAMIRO. Y tornóme á rezomir
¿Por qué me
vuelve el Duque las espaldas» En que hay gente en otra parte.
MARI
¿No merezco á Brianda, por ventura,
Ruy Páez? ¿No soy yo tan bien nacido Un hombre siento groñir.

Como Brianda?
MAYORDOMO. Sale Milcn'j con Brianda debajo del brazo.

Sí, por cierto, Lara,


MU.
Y de solar muy noble y conocido;
Y si el Duque se fué no fué de
enojo, Non tienes de qué acuciarte,
Sino de pena y lástima; que os quiere-
Que non te llevo á morir.
BRIANDA.
Corno á hechura que sois de mi señora.
RAMIRO. ¿Pues habrá muerte mayor
¡Válgame Dios! ¿Es muerta? Que ir en tus brazos?
TRISO.
MAYORDOMO.
A
Dios pluguiera; ¡Ay, cielo!
público y en Alba, ¿Quién face aqueste rumor?
Mas pues en casa es
sabed, Ramiro, MILENO.
Y lo habéis de saber,
Non vos yactéis por el suelo,
Que Brianda se fué con don Juan de Arce
Por los balcones desta torre. Ni se vos mengüe el valor;
RAMIRO. Mileno soy, veisme aquí.
|Cielos! PELASGO.

¿Qué es lo que escucho? ¿Qué es lo que agarras así?


MAYORDOMO. MILENO.
Aquí, Ramiro, importa Un home del otro mundo,
Mostrar valor, mostrar entendimiento. Que deste valle profundo
RAMIRO. A los extremos subí.
¿Dónde dicen que están? Y mirando á todos lados,
MAYORDOMO. Vide montes, vide sierras,
No
se ha sabido, Ir arroyos despeñados

Supuesto que se hicieron diligencias. A la reduenda otras tierras,


RAMIRO. Otros valles y otros prados.
¿Es posible que tanto desconcierto Paréceme que es mayor
Haya cabido en hermosura tanta? El mundo. ¿Y qué mejor prueba,
MAYORDOMO. Si queréis prueba mejor,
¿Cuándo tuvo concierto la hermosura? Que ver los homes que lleva
RAMIRO. De este fermoso color?
Cuando la esmalta la vergüenza noble. Non somos desemejantes,
MAYORDOMO. Ó allá menos el Sol turra;
Mas estos fatos galantes,
Si ellos temieran la venganza vuestra
Vos fuisteis la ocasión de su hermosura. Por poco que se descurra,
RAMIRO. Non facen más ignorantes.
Irme quiero á la guerra de Granada. ¡Qué lindo vestido tien!

MAYORDOMO. PELASGO.
Haréis muy bien; que quien amando yerra .Habrá?
MILENO.
Suele tener ventura por la guerra.
¡Pues no! como habráis.
MARFINO.
Salen Triso, Darinto, Pelasgo y Marfino, bárbaros.
¡Oh tierra llena de bien'
TRISO. MILENO.
Letras diz Frasio que son Habrá con él. ¿Qué cuidáis,
1

Las negras de aquel escudo, Que no os habrará también


TRISO.
Fechas con agua y carbón.
UAKINTO. Home del mundo divino,

Pues ¿de quién saberlo pudo? Rico de tales despojos,


TRISO. Cual en jamás antes vino
1 le su abuelo Meleddn, Ni al oído ni á los ojos
5 i8 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

De todo el valle vecino, DARINTO.


Dadnos nuevas de la tierra Nada sabemos
Onde tal gloria se encierra. TRISO.

¿Posible es que há tantos años ¿Qué español?


Que entre niebros y castaños BRIANDA.
Vivamos en esta tierra El Rey de España.
home TRISO.
Sin haber visto algún
De tu catadura y faz? ¿Qué es España?
Non fabra; di que non tome BRIANDA.
Pena. Aquesta tierra

MILENO. Que el mar por mil partes baña.


Alégrate, rapaz. TRISO.

Dinos la tu tierra y nome; ¿Qué es mar?


Que nosotros non sabemos BRIANDA.
Que haya más mundo que el valle El agua que encierra
Que entre aquestos montes vemos. El mundo en sí.

BRIANDA. TRISO.

Aunque es bárbaro su talle, (Aparte.) ¡Cosa extraña!


Son piadosos sus extremos. ¿España se llama el mundo?
¡Caso extraño! ¡Que esta gente BRIANDA.
Entre aquestos montes viva No, sino una parte del.
TRISO.
Sin dueño!
TRISO. ¿Parte del? ¡Caso profundo!
Así el Sol luciente ¿Luego hay más que España en él?
BRIANDA.
Segure tu faz altiva
De barba, y tu vida aumente Y aun otro mundo segundo
De suerte que á la cintura Que va á descubrir Colón.
TRISO.
Llegue el pelo branco y cano,
Que nos digas en qué altura, ¿Quién es Colón?
BRIANDA.
En qué monte ó en qué llano
Fizo el Sol tu fermosura.
Un varón
¿Hay otros cual tú ende allá? Que otro mundo piensa hallar.
BRIANDA. TRISO.

¿Luego no habéis visto gente? ¿Por dónde va?


TRISO.
BRIANDA.
Por la mar,
No más desta que aquí está;
Que de esa sierra la frente Que todas las aguas son.
TRISO.
Con la nieve en el Sol da.
¿Será España del tamaño
Ni nosotros ni home alguno,
Ya padre ya agüelo sea, De este valle?
BRIANDA.
Ha visto mundo ninguno.
BRIANDA.
¡Caso extraño!
¿Quién habrá que aquesto crea? Mas que cien mil valles es.
TRISO.
PELASGO.
¡Santo Sol!
Non te esquives importuno.
BRIANDA. BRIANDA.
Santo Sol, pues.
Serranos, qué ¿no sabéis
TRISO.
Cuya en que estáis,
es la tierra
Ni el gran señor que tenéis? No mientas.
BRIANDA.
TRISO.
¿Qué señor?
Á nadie engaño.
TRISO.
BRIANDA.
¿Luego ignoráis somos aquí
Mira, que
El dueño que obedecéis? Doscientos homes y más.
TRISO. ¿Hay más en España? Di.
BRIANDA.
Nosotros no conocemos
¿En tanta ignorancia estás?
Otro Dios ni rey que el Sol,
TRISO.
Cada que encima le vemos.
BRIANDA. Solos estos homes vi.

BRIANDA.
¿Ni que es Fernando, español,
Vuestro Rey? No hay lugar tan pequeñuelo
519
LAS BATUECAS DEL DUyUE DE ALBA.

TRISO.
Que no tenga más dos veces.
¿Cristo es Dios?
TRISO.
BRIANDA.
¿Y hay muchos? Cristo bajó
BRIANDA.
Cubren el suelo, De Dios, que es su Padre, al suelo,
Como las aguas de peces, Y á los hombres redimió,
Porque se cubrió del velo
Como de estrellas el cielo.
Ciudad hay que tiene en sí Que de una Virgen tomó.
TRISO.
Doscientos mil hombres.
TRISO. ¿Qué es Virgen?
¿Tantos? BRIANDA.
Su Madre Santa.
¿Y caben juntos así?
TRISO.
BRIANDA.
¿Como se llama?
Y muchos más.
BRIANDA.
TRISO.
María.
¡Cielos sant-
TRISO.
¿Por qué entre montes nací?
Homes, el me espanta.
garzón
¿Qué facen juntos? MARFINO.
BRIANDA.
Entienden Tan alta sabiduría
El mayor caletre encanta.
Cada cual en su ejercicio, BRIANDA.
Que unos de los otros penden.
TRISO.
¿Cómo habéis vivido aquí.
Hombres, sin Dios y sin ley?
¿Y el Rey?
¿Y habláis castellano así ;
BRIANDA.
DARINTO.
Es supremo oficio.
se suspenden. (Aparte.) Dicen que fuyendo un rey
De escucharme
Vino á portar por aquí;
Este Rey premia y castiga,
Defiende el mal, paga el bien.
Y que ciertos labradores,
TRISO. Ü soldados de una guerra,
garzón, qué te diga. Se encerraron en la sierra
Non sé,
Que miras
¿Ese Rey acaso tien
pe i. ASGO.
Home que le contradiga? Nuestros mayores
BRIANDA.
Guerra tiene con un moro.
Nos dejaron esta tierra,
TRISO. La cual, por estar cerrada
¿Qué es moro?
De peñas que al cielo llegan,
BRIANDA. No fué jamás trascolada,
De ley contraria. Porque las montañas niegan
TRISO. Á esa España la pasada.
¿V qué es ley?
Aquí nos hemos criado:
BRIANDA. Si la tu lengua sabemos,
La fe que adoro. Sin duda en tiempo pasado
TRISO. Fuimos tales cual te vemos,
¿Qué es fe?
Y él mismo nos ha trocado.
BRIANDA.
BRIANDA.
Cosa necesaria Sin duda sois castellanos
Para salvarse. De la perdición de España,
TRISO. Que huyendo los africanos,

Eso ignoro. Cerrados de esta montaña,


labitáis en estos llanos.
¿Quién se salva? 1

DARINTO
BRIANDA.
¿Qué tiempo habrá lo que narras?
El buen cristiano.
BRIANDA.
TRISO. Seiscientos años y más.
¿Qué es cristiano? ¿Tenéis casas?
BRIANDA. I'II.ASGO.

El que la ley De pizarra-*

De Cristo, Dios soberano, Por delante, y por detrás


encobijados de parras.
Sigue, que es divino Roy,
nuestro es Rey humano. Vive aquí por la tu vida,
Porque el
!

520 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Y enséñanos esas cosas. Por cinco noches ó seis,


BRIANDA. Aquestos los niervos son
No puedo. Secos al Sol.
TRISO. BRIANDA.
¿Quién hay que impida, |Lindos son!
Si aquí con gusto reposas, MARFINO.
Que aquí tu gusto resida? Estos panderos facemos
Rey te faremos, y vive De los pellejos que vemos
Donde á vivir nos enseñes. Más cortidos en facción.
BRIANDA. Estas reduendas son fajas

Cierta cosa lo prohibe. De fierro falladas ende


MILENO. Por estas peñas más bajas.
¡Ay, por el Sol, non te alueñes, DARINTO.
Nin la tu merced se esquivel Si la ignorancia te ofende,
Que aquí tendrás el cabrito Conocemos tus ventajas.
Y la manchada ternera;
Aquí el corderillo escrito; Sale Taurina, bárbara.
Aquí miel en la cera
la
Y la trucha en el garlito; TAURINA.
Aquí la castaña tiesa, ¿Que facéis de esta manera,
A quien el erizo guarda; Batuecos homes, holgando?
La nuez, en su cárcel presa, Que Giroto, en la ribera
Y aquí, con la pera parda, De este arroyo, está lidiando
Tendrás la rubia camuesa. Con una encantada fiera.
Quédate, y di qué te falta. ¡Ay Sol! ¿Otra estaba acá?
BRIANDA. DARINTO.
En la montaña más alta ¿Es como ésta?
Un hermano me dejé TAURINA.
MILENO. Aun es mayor.
Pues calla, y por el iré. PELASGO.
Pues vamos todos allá.
Vase BRIANDA.
|Si es don Juan!
MARFINO. TRISO.
¿Qué ciervo así corre y salta? No hayas pavor;
¡Ea presto, le traerá! Que non te le matará.
Rey has de ser.
BRIANDA. Vanse los hombres.
Bien está;
Digo que quiero ser Rey, TAURINA.
Y que os daré aquella ley ¿Eres home?
Que fué vuestro origen ya. BRIANDA.
Que en sólo ese gran deseo, ¿No lo ves?
Que fueron cristianos veo TAURINA.
Los hombres de quien venís. ¿•Quién te trujo aquí?
PELASGO. BRIANDA.
¿Que facéis, que non ceñís Mileno,
Su testa de oro y poleo? Que así le oí nombrar después.
TRISO. TAURINA.
Ponle esta verde guirnalda, ¿"De cuál cielo tan sereno
Y, cantando, le llevad Pusiste en tierra los pies?
Por esta arenosa falda. BRIANDA.
PELASGO. Desde Alba vine aquí.
La canción encaramad, TAURINA.
Que pase al monte la espalda. Bien se cata en tu arrebol
BRIANDA. Que vienes de Alba.
Cómo ¿instrumentos tenéis? BRIANDA.
¿De qué las cuerdas hacéis? ¡ Ay de mí
MARFINO. TAURINA.
De culebras, en arroyos Porque quien no fuera sol,
Atadas, en fondos hoyos No saliera de Alba así.
, . , .

IBA. '2
LAS BATUECAS DEL DU'
I

tus facciones bellas Con tus ojos soberanos!


Mas en
maraviellas, Que á verla el sol de tus ojos
Face el cielo
Te derritiera las manos.
En que ya de Alba has venido,
Pues con ser el Sol salido, Deja que apegue la boca
a temprar en la nieve
Se ven en ti las estriellas.
NDA. El fuego que me provoca:
Traigo mi sol < clipsado Cuidará el alma que \x
De llanto.
La branca ni> oca.

TAURINA. licsala la mano


Rempujas bien;
La ocasión de todo has dado, ¡Qué pellejo tan sotil!
ven BRIA
Que las estriellas se
el Sol turbado. Don Juan tarda: algo red
En estando
TAU!
Y de aquí gosto que arguyas
Que si tú non
turbaras, le Parece que en pardo Abril
No hobiera visto las tuyas; Bebí la lluvia del cielo
F.n un vaso de marfil,
Que si en su fuerza miraras,
luces suyas. ¿liaste de quedar acá-
Turbáranme
Dichoso el famoso suelo BEIAKDA.
Donde así los homes son: Si viene el hermano mío.
TAURINA.
Mas como su bien recelo,
Que en ser de Alba, eres garzón Cuido, que en tu acato está.
De linda parte del cielo.
BRIANDA. Salen don Juan, Giroto, Triso y los demás.

¿Cómo en tanta rustiqueza


GIROTO.
Tales ingenios tenéis?
taurina. Non ficiera el desafío,

Porque enseña la cabeza, Si él se me rindiera allá.


DON JUAN.
Y acucia el punto que veis
La ruda naturaleza. Ni yo me rindiera á ti,

Si canta, cuando ama el ave, Que soy caballero noble


TRISO.
Son más craro y más suave
¿Qué mocho que una mojer, El tu hermano viene aquí.
GIROTO.
Que tal gloria acierta á ver,
Sepa más de lo que sabe? Esa tu punta y mío roble
r.KIANDA. No se igualaban allí.
BRIANDA.
Pues ¿qué gloria ves en mí?
TAURINA. Hermano don Juan.
DON JUAN.
La que non miré jamás,
¡Hermano!
Ni por estos valles vi;
Pues el pracer que me das, ¿Es posible que te veo?
Ya me sonsaca de mí. ,Oh cielo, á mi llanto humano!
Encia tus ojos me estiras, Este solo bien deseo
De guisa, que me desgarras De tu poder soberano.
me Aeora entre monstruos fieros,
El esprito que tiras: o
Semejo que tienes garras Entre sangrientos leones,
En los ojos con que miras. Entre enemigos aceros.
¿Podríate yo tocar? Entre bárbaras naciones
BRIANDA. Me dan gloria esos luceros.
¿Sabes, mi bien, dónde estás
:

Bii ii podrás seguramente.


TAURINA. BRIANDA.
¿É dejaráste catar? Habla bajo, que esta gente
Sabe mucho y siente más.
Tómala la mano. DON JUAN.
De este bárbaro valiente
BRIANDA. No me pude huir jamás;
La mano basta, detente. Que me persiguió de suerte
TAURINA. Que, á no llegar los que \ < -

Parece fojas de azar. Lloraras, amor, mi muerte.


Yo cato por casos llanos. BRIANI A.

¡Que esta nieve tenga enojos Habíalos, don Juan, cort< -.


522 GURAS DE LOPE DE VEGA.

Y nuestro peligro advierte; De cuerpos y almas presentes,


Que es la cosa más extraña Al cielo y Duque ofendido.
mayor maravilla Pues damos, como en las palmas
Y la
Que has visto. En los páramos y calmas
DON JUAN. De un monte, para obligallos,
¿Cómo? Al Duque tantos vasallos,
BRIANDA. Y al cielo otras tantas almas.
En Españ.i, ¿Has dicho que eres mujer?
BRIANDA.
Y en el riñon de Castilla,
Encierra aquesta montaña ¿Eso había de decir,

Gente que, en fin, descendió Que era echarnos á perder?


DON JUAN.
De los fugitivos godos,
Cuando España se perdió. Aquí habernos de vivir:
DON JUAN. Bárbaros hemos de ser;
Que que aquí nos puso,
el cielo,
Y ¿ hay más que éstos f

BRIANDA. Nos enseñará camino


el

Habrá en todos, De lo que su Autor dispuso.


mayor no me engañó, BRIANDA.
Si el
Doscientos hombres y más. Que murmuran imagino
DON JUAN. De este nuestro hablar confuso:
Cosa no vista jamás, Su Rey me han hecho y maestro.
i

DON JUAN.
Ni imaginada en España!
Pero tal es la montaña Sigue el hado que nos guía.
Que habernos dejado atrás, Contóme el intento vuestro
Que, según tengo mirado, Mi hermano Celio, y quería,
Hace un castillo cercado Pues es tan sabio y tan diestro,
De peñas que al cielo llegan. Que le oigáis y obedezcáis.
BRIANDA. GIROTO.

Que los enseñe, me ruegan, Non hay cosa que queráis,


Y reduzga á buen estado. Que non la fagamos todos;
Porque no saben que hay Dios, Que en decir que somos godos,
Ni más mundo que este valle. Alta honoranza nos dais.
GIROTO. Decidnos ende las cosas
¿Qué están habrando los dos? Que sabéis de nuestro origen,
TRISO. Tan raras y fazañosas.
DON JUAN.
Algo debe de contalle
Del valle, de mí y de vos. Hermano, pues Rey te eligen
DON JUAN. De estas montañas famosas,
¿A quien contarán, Brianda, Entretanto que el furor
Que entre Alba y Ciudad Rodrigo Pasa de los Duques de Alba,
Gente sin Dios ni ley anda, Aquí estaremos mejor.
BRIANDA.
Haciendo á este valle abrigo
Montes de una y otra banda, Tu vida defiende y salva,
Que lo tuviera por cierto? Y de mí no hayas temor.
¡Y que en aquesta montaña Quesi mil años viviese,

Estos peñascos nevados,


Vivan en tal desconcierto,
Desde que tomó en España Y de estos obscuros prados
Tarife, de África, puerto! Sola la hierba comiese,
Pero parece que el cielo, Viendo tus ojos amados,
Cuando Católico Rey
el
Mostrase tener deseo
Destierra, con aquel celo De lo que perdí.
DON JUAN.
Que ensalza de Dios la ley,
¡Mi bien!
Los moros que á nuestro suelo
Trujo el conde don Julián, Así de tu amor lo creo.
TRISO.
Quiere que estos castellanos,
Que desde entonces están Celio, á coronarte ven

Sin saber que son cristianos, De verde salvia y poleo.


BRIANDA.
Sepan que perdidos van.
Yo pero es razón
lo haré,
Y no sin causa ha querido
Que en tanto que la instrucción
Que nos hayamos perdido,
Para ganar estas gentes,
( >s doy para ser cristianos,
LAS BATUECAS DEL DUOUE DE ALBA. 523

godos hispanos La ley de hidalgo, que debo


Como los
A un amigo tal, me atrevo
De vuestra anticua nación,
Adoréis la señal santa
A descender á este valle
Por peñascos tan cerrados,
Con que Dios nos redimió.
Que volverlos á subir
OTO.
No espero, sino morir
¿Qué señal?
BRIA En la arena de estos prados.
Una que espanta ¡Válgame Dios, que es mirar
Al cielo desde este suelo!
Al que del cielo cayó,
Las peñas tienen el cielo,
Por ser su soberbia tanta.
Y el cielo parece un mar.
Venid, que de aquel serbal
Entre las nubes se embebe
La haré, juntando dos ramas.
DARINTO. Su extremo, y acá están ellas
Cargándose las estrellas
Triso, ¿quién cuidara tal?
TRISO. Sobre sus hombros de nieve.
¡Si de aquel gigante el celo
El Sol non vierte más llamas
Fuera verdad! Éstos son
De su boca celestial.
Vamos. Los montes con que Tifón
GIROTO. Quiso conquistar el cielo.
Encía aquella malva ¿Posible es que yo he bajado,
cosa me he atrevido
:

Hay una gran serbalera. Y á tal

DON* JUAN. ;Oh amistad, cuánto has podido


En un pensamiento honradol
Ya eres Rey, mi vida salva.
BRIA Dime, serrana, qué, -aquí
Si de Castilla lo fuera! Habita gente?
r.F.KALDA.
DON JUAN.
Hasta agora
¿Qué me hicieras?
BRIANDA. Non había coidado en sora,
Duque de Alba. Que se trascolaba allí.

•Lue^o hay hombres por allá?


:do.
Vansc.
Sin duda no ha visto gente,
Sale Geralda, huyendo de Alendo. Que este monte con la frente

Escalando el cielo está.

GERALDA. El traje y lengua es extraña,


Home, ¿qué quieres de mí? Aunque buen talle de moza.
MENDO. .Tienes muy lejos la choza?

Detente, serrana, un poco; GERALDA.


Mira que me llevas loco So faldas de esta montaña.
Por estas peñas tras ti. Y á la fe, si me atreviera,

GERALDA. Que por vuesa coita ya


¿Quién eres? Detente allá. Os encarrillara allá,

Toda entelerida esto. Y algo de yantar os diera.


MENDO. Mas non sé.

Hombre soy, hombre soy yo; MENDO.


Escucha, llégate acá. No hayas temor,
GERALDA. No te desvíes.

Bien cuido en tu fabla y talle GERALDA.


Que eres home, mas non vi Non puedo
Home que semeje á ti Asegurarme tan cedo
En cuantos sostienta el valle. Del concebido temor.
MENDO. Si os miro, y os voy á habrar,
No soy de este valle, no, La mía pranta se me amuzga,
Porque á la Peña de Francia Porque el esprito remuzga
Por un caso de importancia Que me venís á matar.
íbamos un hombre y yo. MEMO.
Y en esta fragosa sierra Llégate acá.
Voy perdido desde ayer, GERALDA.
Que fui á buscar de comer. Tengo empacho.
¿Qué infierno es éste, ó qué tierra? MENDO.
Que sólo por no quebralle Yo te tocaré.
5 -'4
(JURAS 1>E I."1'K l't

GERALDA. Granizos, con que adarvan nuesas reses,


Eso non. Y facen aparir por las riberas
Non me pecilguéis, ¿arzón, Fantasmas de la altura de cipreses,
Retiradvos ende un cacho. De sangre la reduenda Luna afeitan
MENDO. Y en secar á los homes se deleitan;
jExtraña rusticidad! A ninguna de todas he querido
Llega, y en quien soy repara, Contar el pensamiento que me acucia,
Tienta las manos, la cara. Porque en tu ciencia en soras he tenido
GERALDA. Dende que te conozco más fiducia:
Hombre es por la mía verdad; Aquel mancebo, por mío mal venido,
Ya vos pierdo el pavorfo. Aquella cara desbarbada y lucia
MENDO. Me tiene tal, que pierdo, Adulfo, el tino.
Todas las cosas tratadas ADULFO.
Espantan menos. Ya sé lo que es amor.
GERALDA. TAURINA.
Á osadas, De amor me fino.
Que me paga el vueso brío, Toma mi manso enzamarrado en lana
Y á non querer con presura Y cabra mejor del fato mío,
la

\'n garzón del mío tamaño, por la mañana


Si ie cataste ayer
Vos amara todo hogaño Bebiendo el agua del arroyo frío;
Por la vuesa catadura. Toma, Adulfo, un costal de nuez temprana,
Mas en quizá no os verá, Ó para tu mujer, ó tu amorío,
Que yo vos esconderé. Un huso de serbal con una rueca
MENDO. Que non la tenga tal fembra en Batueca,
No puedo tenerme en pie; Y remedia el dolor que así me acosa
Algo de comer me da. De este garzón.
GERALDA. ADOLFO.
Cansado debéis de estar; Sin interés, Taurina,
Venid á la choza mía, Faré que goces de la faz fermosa,
Que coido que vos podía Que así pecilga tu ánima mezquina.
Desfaller el non yantar; Vete detrás de aquella falla umbrosa,
Que después me comparéis Que baña esa fontana en prata fina;
Un antojo que me ha dado. Que yo te llamaré quien presto faga
MENDO. El saludable emplasto de tu llaga.
No hay sin comer buen soldado. TAURINA.
GERALDA. Pues ende me retiro por un cacho,
Buena persona tenéis. Vé en tanto coida la encomienda mía.
Cuando no estéis aterido, Vase.
Nos casaremos los dos;
Que quiero parir de vos ADULFO.
Un home tan bien vestido. Descoida que te arriedre de ese empacho,
Antes que el Sol en nube esconda el día.
Vanse. ¡Oh tú que en forma de barbudo macho
Sueles venir á la presencia mía,
Salen Taurina y Adulfo.
Fantasma que non sé cómo te nombras,
TAURINA. Mas sé que eres señor de negras sombras!
Yo esto, Adulfo, en este triste estado. Así llegue el Invierno en que tan largas
,

ADULFO. Serán noches, porque de ellas goces,


las

¿Tan presto amaste un home de otro mundo? Que des remedio á penas tan amargas
TAURINA. En tocándote el eco de mis voces:
Si su fermosa faz has prenotado, Si yo fago por ti cuanto me encargas
Non te parecerá mi error profundo. Y te doy los espritos más feroces,
ADULFO. ¿Qué mucho que me abrandes este pecho,
Fermoso por mía fe, ya te he habrado, Pues es de carne y no de peñas hecho?
Y es algo más repuesto que el segundo:
Sale un demonio en forma de sátiro, media máscara
Yo tengo de servirte; coida en sora hasta la boca, con cuernos; hasta la cintura, un des-
Lo que intentas facer si te enamora. nudillo de cuero blanco, y de la cintura á los pies, de
TAURINA. piel, á hechura de cabrón, como le pintan.
Aunque hay en este valle fechiceras
DEMONIO.
Que derruecan los árbolesy mieses
Con nubes que respingan troncaderas, Ya no me pidas, Adulfo,
LAS H\rUEC\S DEL duque de alba. 5

á tus preguntas acuda


De un Alba seréis vasallos,
Que
el gusto que solía,
Que el Sol de Cristo os anuncia.
Con
Ya no nos veremos más:
Sin replicarte á ningu
Una mujer fué la culpa
Va no me pidas que forme engañé!
¡Seis siglos os
Tempestades, cuya furia
¡Cristo vive, su cruz triunfa'
Abrasen los verdes ca
Y los ganados destruj Vasc.
Y.i do m pulas que escriba
ADULFO.
Letras en la blanca Luna,
.Válgame Dios! ¿Qué es aquesto?
Y que en nublados al Sol
¿Qué extrañas enigmas son
Tina la cabeza rubia.
I. as que esta tosca visión
No me pidas que enternezca
Tan pavorida ha propue
La voluntad, que más dura
resiste á quien la adora, Non entiendo lo que dice,
Se
Pero entiendo que se va.
Y que mi fuego la infunda;
Porque me voy de esta tierra, Sale Taurina.
En cuya verde espesura TAURINA.
Estuve seiscientos años
-Fizo mi remedio ya?
Con tan próspera fortuna, ADULFO.
Y en quietud, cuando Rodrigo
Por una loca hermosura
Lo que me acuciaste fice;

Pero negra figura


la
Rindió la mísera España
Á la africana coyunda. Que me suele responsar
Dice que de este Hogar
Y de aquí salgo en el tiempo
Que Isabel, Judie seginn"
Fuye con grande presura.
Mi cama, como a Holofernes,
Y aunque me endona razón,
Coido que non hay persona
Baña de sangre de injuria.
ie de la razón que endona
Mujer me dio grande parte
Encalletre la ocasión.
De España, y mujer procura
Quitármela; que mujer Sólo diz que esta señal
Fué siempre mi desventura. Que en estas peñas se ha puesto
No me voy de este rincón, Su poder ha descompuesto.
TAURINA.
Cuyas campañas profundas
(erró la naturaleza ¿Qué señal, Adulfo? ¿Cuál?
ADULFO.
1 estas nevadas columnas,
)e
Porque aquí viene Isabel; Esos dos palos cruzados
Que de Isabel la hermosura, Que por las peñas se ven.
TAURINA.
Del moro en Granada, ahora
El fechicero también
Está eclipsando las lunas:
Enjurió los míos cuidados.
Voyme porque en estos riscos
Ya iba buscando remedio
Apenas hay peña alguna
Donde no estén los dos palos, A la coita que esperaba.
Que por dármelos se cruzan. ;Hoy mi esperanza se acaba!
que ha venido ,Fiero amor, matada qut
Ésta fiera
Ha dado en esta locura. ¿Eso tu amigo responde?
¡Dos mil señales ha puesto! Duro amor, mío fin procuras;
Dame licencia que huya; Que para tus mataduras
Que tienen tanto poder Ñon hay remedio que bonde;
Desde aquella sangre pura Mas si pregar y prañir
Que los convirtió en el mundo, Mueven y facen, coitado,
Que por su coral me apunta Un quillotro encaramado
El hombre, y nunca me yerra; En porfiar y rehortir,
Que apenas el alma escuda Yo prañiré de tal suerte

Con esta ballesta santa, Que te mueva, cielo mío;


Cuando mis ojos deslumhran. Que si non en ti confío
Todos cuantos palos ves En cucia esto de la muerte.
Por estas peñas desnudas, Salen Brianda, D. Juan, Triso, rd.is^o.
Mirfino
Tantas flechas me han tirado y Darinto.
Aquellas manos injustas.
BRi a N D \ .

Nuestra amistad se acabó:


Estas señales son las que os he dicho
Am' los tiempos se mudan.
!

OBRAS DE LOPE DE VEGA.

TRISO. DON JUAN.


Las señales que dices adoramos, Esta defensa tened.
Y nos parecen bien por estos montes.
TAURINA. Sale Giroto con un bastón, siguiendo á Geralda
Aquí viene el mío bien, Adulfo amigo. y á Mendo.
¿Non es bello el garzón?
ADULFO. GIROTO.
¡Qué lindos homes, ¿En mío lecho? ¡Por el cielo santo,
el

Taurina, que sostienta el otro mundo! Que vos he de facer un despachurro,


BRIANDA. Como si vos tolleran con un canto
La ley que os digo tiene el Duque de Alba, GERALDA.
Que es señor de esta tierra y de otras muchas. Non faré poco si de ti me escurro.
DON JUAN. MENDO.
Valdecorneja es otro hermoso valle, ¡Detente, bestia!
Donde hay ricos valles, y los pueblan GIROTO.
Gente como nosotros; y sin esto, Huésped, no me espanto;
Marqués de Coria, que en Extremadura De tu facienda la maldad aburro.
Es antigua ciudad. ¿Di quién te trajo aquí?
MARFINO. BRIANDA.
Qué, ¿hay tanto mundo? ¿Qué es esto, fiero?
DON JUAN. GIROTO.
Conde de Salvatierra se apellida Fallé en mi lecho un vueso compañero.
Fuera de los lugares que os he dicho: DON JUAN.
Aunque, por cierto, que no debe el Duque ¡Mendo!
Tener en menos este valle extraño, MENDO.
Donde cosa tan rara ha sucedido. ¡Don Juan!
DON JUAN.
Hágase dentro un gran ruido y salgan por entre Primero á Celio abraza:
los árboles del monte llamas- Celio se llama ya quien sabes.
MENDO.
PELASGO. Digo
¡Válgame el Sol! iQué truenos! ¡Qué ruido! Que el cielo el bien de aquesta gente traza.
DON JUAN.
Dentro.
¿De qué te quejas tú, Giroto amigo?
Ya nos vamos, ya nos vamos. GIROTO.
DARINTO. El brazo que la muerte le amenaza
Que se van dicen. ¿Quién son? Suspendo por vosotros y el castigo. ,

PELASGO. Fállele, por lo menos, en la falda


¡Qué voces! ¡Qué triste son! De esta mujer.
MARFINO. BRIANDA.
Llamas echan de los ramos. ¿Es tu mujer Geralda?
TRISO. GIROTO.
La misma nieve se abrasa. En soras non.
BRIANDA.
Dentro. mundo
Pues en el otro
Por unos hon.bres extraños Sólo el marido es agraviado.
Echáis de seiscientos años GIROTO.
Huéspedes de vuestra casa. ¡Bueno!
DON JUAN. Cuando yo tengo amor, en razón fundo;
No temáis, que aquestos son Que me toca el agravio de home ajeno.
De aquella cruz enemigos, MENDO.
Que, temiendo sus castigos, Bajando deste valle á lo profundo,
Huyen su hermosa visión. Más de cansancio que de agravio lleno,
Dicen que há seiscientos años Esta serrana hallé ,
que, condolida,
Que engañados os tuvieron, Puedo decir que restauró mi vida.
Y por esta cruz perdieron No estaba para agravio, ni he pensado
El logro de sus engaños. Más que en volver á mi perdido aliento.
A nosotros nos creed, DON JUAN.
Y dejaldos donde van. Con él es bien que estés desengañado.
MARFINO. GIROTO.
, Extraño yavor nos dan! Nunca el amor se desengaña á tiento.
LAS DEL DUOUb DE l

Triso, no tengo de esta gente agrado.


Más bello que el Sol,
TBJ Todos juntos digan:
TODOS.
¿Qué conjuñas?
GIROTO. Que le guarde Dios.
Traición ó fingimiento. uso.

Uno á uno descienden de la sierra.


Corone su frente
i RISO. De olorosa flor
El valle, diciendo:
¿Qué nos querrán facerf
GIROTO. TODOS.
Emprender guerra. Que le guarde Dios.
Ellos tienen espadas guinchadoras,
|Viva el Duque de Alba,
Que así las llaman ellos.
IRISO. Que es nuestro señor!
Verdad erara. 1n^an sus vasallos:
GIROTO. TODOS.
Mas que dormiendo qual que vez en soras, Que le guarde Dios.
UNO.
La traición que te digo se decrara.
TRISO. Montes de Batueca,
Éste que se escondió tan á deshoras, Que de nieve sois,
Y non vino con éstos cara á cara, Decid humillados:
TODOS.
Me ha causado pavor.
GIROTO. Que le guarde Dios.
Mileno viene. UNO.
Al Rey castellano,
Sale Mileno. Más bello que el Sol,
Todos juntos digan:
MILENO. TODOS.
Conté del monte cuantas peñas tiene. Que le guarde Dios.
BRIANDA.
¡Oh, Mileno, qué en vano te has cansado!
Aquí mi hermano está, y aun ha venido
El amigo que ves.
MILENO.
Asaz me he holgado.
GIROT'>.
ACTO TERCERO.
Corrido, Triso, estoy de haber temido;
Venga del otro mundo conjurado
El mayor capitán, el más locido;
Venga su Duque de Alba y su Fernando, Salen Ruiz Páez, mayordomo del Duque de Alba,
y Ramiro de Lara.
Mientras los nervios destos brazos mando.
MILENO.
MAYORDOMO.
Batuceos, non estéis en la tratanza
en hora buena
¡Mil veces
De rey que vos gobierne.
DARINTO. Vengas, Ramiro de Lara!
Sí queremos. RAMIRO.
MARFINO. ¿Quién alegre te mirara,
Todos lo codiciamos á bastanza. Alba de mi sol serena?
TRISO. ¿Quién te viera con el gusto
Pues á la guisa nuesa le llevemos; Que cuando miraba en ti
Suenen los estrementos, faced danza, La hermosura por quien fui
Cantinelas faced. Soldado de mi disgusto?
músicos. MAYORDOMO.
Delio, cantemos. Qué ¿no ha podido la guerra
TRISO. Vencer el pasado amor?
de adelfa coronado, RAMIRO.
Y tú, Delio,
Canta en la alfombra de este verde prado. Renueva alma el dolor
el

I A ISO. A la vista de esta tierra.

Al Rey castellano, MAYORDOMO.


Que le guarde Dios. ¿Viene el Duque mi señor?
OTRO. RAMIRO.
Al Rey que ha venido, Hallóse el Duque en Granada;
:

5-* OBRAS DE LOl'E Dli VEGA.

Que no le sufrió la espada Salen cuatro villanos del Castañar, lugar al pie de la
Tener atado el valor. Peña de Francia; son Belardo, Lucindo, Valerio
Pero haciendo como aquel y un Alcalde.
Que alrededor de su escudo
Poner las banderas pudo ALCALDE.
De tanto alarbe cruel, Mira bien lo que dices.
Fue" de una saeta herido, BELARDO.
Saliendo de Santa Fe, Verdad digo,
De un bencerraje, que fué Y que subiendo al monte mi ganado,
Del Duque entonces vencido. Que el cabrío, de peñas siempre amigo,
Cuya enfermedad y herida Andaba de unos pámpanos colgado,
A hacer voto le obligó, Vi á la sombra de un verde cabrahigo
Cuando en el trance se vio Un monstruo, un hombre, un animal sentado.
l'ltimo fin de la vida, LUCINDO.
De ir á la Peña de Francia Animal, monstruo y hombre; ¿de qué modo?
Antes que su casa viese; BELARDO.
Y que yo solo viniese, Porque me pareció que lo era todo.
Le pareció de importancia, LUCINDO.
Á avisar á mi señora ¿Tenía barbas?
Por las cartas que la he dado. BELARDO.
MAYORDOMO. Sí, barbas tenía.
Vos venís un gran soldado. LUCINDO.
Vamonos juntos agora; Mira no fuese acaso alguna cabra.
Que quiero besar las manos BELARDO.
Al Duque, y llevar de casa ¿Cabra? ¡Oh, qué lindo! Hablaba y respondía,
Ropa y regalos. Y le pude entender una palabra.
RAMIRO. VALERIO.
Él pasa ¿Pues qué te dijo?
De Peñaranda á los llanos; BELARDO.
Esta tarde va á dormir Al tiempo que subía,
Dos leguas de Salamanca; Detrás de una salvaje cornicabra,
Haced llevar ropa blanca, Me dijo: «Hola, pastor, escucha.»
Y aun alguna de vestir, VALERIO.
Por si se quiere mudar ¿Y luego?
De las galas de soldado. BELARDO.
MAYORDOMO. Volé, como cohete á quien dan fuego.
Ya estoy, Ramiro, avisado ALCALDE.
De lo que manda llevar; ¿Por qué no respondiste?
Que mi señora me dio BELARDO.
Orden de lo que he de hacer. Si me diera
RAMIRO. Lugar el miedo de mirar su talle,
Alba, ¿por qué os vuelvo á ver No hay duda que le hablara y respondiera,
Después que mi sol faltó? Pero no me atreví ni aun á miralle
Decid, Ruiz Páez, ¿jamás Una como esta nunca vista fiera
Se supo de esta mujer? Subió á los montes desde el hondo valle,
MAYORDOMO. Habló con un pastor el otro día
No se ha podido saber Y le pidió del vino que tenía.
De ella y de su amante más ALCALDE.
De que ciertos labradores Nunca jamás al valle ha descendido,
Los vieron poca distancia Ni de este pueblo, ó de otro comarcano,
De la alta Peña de Francia. Hombre, por más ligero y atrevido
RAMIRO. Que fuese, ni lo oí de algún anciano,
¡Desdichado de amores!
fin Como éste, ni aun por señas lo he sabido,
Iríanse á Portugal. Que habite nadie en su profundo llano.
MAYORDOMO. LUCINDO.
Donde quisieren estén. Estos días, Alcalde, solamente
RAMIRO. Ven y oyen gente.
los pastores luces
Con memorias del bien
las ¿Qué que tú viste
tenía, Belardo, el
De nuevo se siente el mal. Que fuesen señas de hombre?
BELARDO.
Vanse. Barba y cara,
,

LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALEA. 529

Salen D Juan y IJrianda, vestidos de bárbaros.


Piernas, brazos y voz.
LUCINDO.
lé hablar le oíste? DON JUAN.
KDO. Gran soledad se padece.
que os engañara: BRIA
No presumáis de mí
Pieles de jabalí y de ciervos vi Notable pena me da.

Cual suele el segador el antipara; DON JUAN.


Con cuerdas las abarcas encordela, Bárbaros estamos ya.
BRIA
Con que por nieve y peñas trepa y vuela.
ALCALDE. Hasta el alma lo parece.
DON A"..
Á fe que no está solo, y que sospecho Jl

Que, como cuando se nos va de casa Ya no hay vestido ni cosa


Un gato al monte, y queda montes hecho, De las que habernos tra;
BRIA
La caza mata y la campaña arrasa,
Conforma al almi el vestido.
Así el que de estos hombres, por despecho,
monte y valle pasa, JUAN.
De alguna villa al
1

Se volverá también hombre salvaje, ,Oh soledad rigurosa!


Y matará quien á su choza baje. Por esos montes subí,
Necesario será que el pueblo ordene, Cansado de estos villanos,
Pues es el Castañar de los honrados
Desde cuyos cortos llanos
Que la Peña de Francia en sus pies tiene, Dos pastores descubrí;
capitán valiente y cien soldados Pero ninguno esp
Un
Espantados de mi traje,
Que pase al valle por donde éste viene:
Que pues él pasa, pasarán guiados Porque del mismo lenguaje
Del más diestro pastor de aquesta tierra.
N'igún hombre se espantó.
LUCINDO. Pienso que si en este estado
El noble Duque nos viese,
Será muy justa y conveniente guerra.
BELARDO. A compasión se moviese,
Y si demonio acaso,
éste fuese algún Y que del yerro pasado
Que os quisiese engañar y descendiros, Ños concediese perdón.
BRIANDA.
Donde, después que os viese en aquel raso,
Podiese á su contento sacudiré ,
Yo, puesto que estoy contigo,
¿Pareceos que hay por donde dar un paso Que te veo, gozo y sigo,
Ni polca después con que subiros? Que de amor las glorias son,
VALERIO. Siento el vivir como fiera,
Para eso vaya el cura y la cruz lleve. Sin Dios, sin iglesia y ley,
BELARDO. Porque no fuera su rey
Sino quien la mayor fuera.
No podrá descendir por tanta nieve.
LUCINDO. ¿Qué haremos para alcanzar
¿Quién será capitán? Perdón del Duque ofendido ?
ALCALDE. DON JUAN.
¿Quién tiene brío Mendo otra vez, atrevido,

Como tú para serlo y más ventajas


,
Los montes quiere trepar,
Para bajar del monte al valle frío, Para ver si algún pastor
Tú que los nidos de las torres bajas? Sabe si el Duque está en Alba.
LUCINDO. BRIANDA.
Pues, alto, yo lo acepto. ¿Há mucho?
VALERIO. DON JUAN.
En Dios confío Desde hoy al alba.
BRIANDA.
Que los has de vencer.
LUCINDO. Débesle notable amor;
Tocar las cajas. Que no sé yo cuál amigo
DELARDO. Su patria y casa dejara,
¿No te pondrás galán? Y hasta el mismo ser trocara,
LUCINDO. Sólo por vivir contigo;

Veráslo agora. Que tú ya tienes aquí


KDO. Aquello de que has gozado.
Mas que se torna loca en verte Flora. DON JUAN.
Aquel escudo pintado
Vanse. Y aquella lan/.a le di

Que aquel cadáver tenía


53o OBRAS DB LOPE HE VEGA.

Por el bien que en mí conoces


De aquel sepultado godo;
Que lo habrá menester todo Y el buen crédito que tienes;
Si en los pies no se confía. Y á Taurina muchas más,
¡Quiera Dios que halle camino De quien informado estás,
Como salgamos de aquí! Y por quien á hablarme vienes.
Taurina viene. Es justa proposición,
BRIANDA. Yen extremo estoy contento
¡Ay de mí! De que tan buen casamiento
DON JUAN. Se ponga en ejecución.
Ha vuelto á su desatino. Mas debes considerar
BRIANDA. Que se ha de guardar en todo
Estos días ha tornado Aquel orden, traza y modo
Á rogarme que la quiera, Que allá solemos usar.
TAURINA.
Y en una extraña quimera,
Para hacerme fuerza, ha dado. Cada que cumpra á tu honor
¿Triso no baja con ella? Alguna cosa emportante,
DON JUAN. Me fincarás tan constante
Triso viene. Como en el pasado amor.
BRIANDA. Que non quiero mayor palma
Pues verás Que ver que me quieres bien,
Si puede llegar á más Y que atranques el desdén
La desdicha de mi estrella. Que me trascolaba el alma.
DON JUAN.
Salen Triso y Taurina. Brianda, ¿cómo prometes
TRISO. Casarte?
BRIANDA.
Como
nos has enseñado,
Celio, tantas cosas buenas,
Déjame á mí.
TRISO.
Y en Batueca á duras penas
Hay luz del error pasado, Celio, lo que importa di

Á todos ha parecido Para que su mano acetes;

Que porque de tu saber Que si es dote, non sé yo


Pueda este valle tener, Quién de la nuesa pobreza
Que has con tu ciencia enlocido, Te podrá dar más riqueza.
BRIANDA.
Siempre de ti socesión,
Gustes de tomar estado; No reparo en eso, no.
TAURINA.
Porque non siendo casado
Non tendrás satisfacción. Yo te daré todo un prado
Y
así, habiendo de elegir De feno en hasta la cinta,
Para tu merecedura Que la Primavera pinta
Mujer de igual catadura, De flor el Abril rosado.
Sabia en amar y servir, Daréte un arroyo fresco
Habernos ende pensado Que crucia de un monte á otro,
Que percolles á Taurina, Donde con caña y quillotro
Non porque fué mi sobrina, Truchas salmonadas pesco.
Ni haberme ella quillotrado, Daréte cien avellanos,
Son porque es la más erguida, Treinta castaños y más,
De mejor caletre y talle Que desde aquí los verás
Que yace moza en el valle, En aquellos verdes llanos.
Y está del tu amor ferida. Daréte cien reses grandes
Condiciones que, á decir, Y cuatrocientas pequeñas,
Son con la tuya ajustadas, Tan mansas, que con tus señas
El ir y venir las mandes.
Farán bienaventuradas
Las horas de tu vivir. Daréte dos chozas buenas,
No pajizas ni ahumadas,
Non hayas miedo que gruñas
Si á tu posada la llevas; Y en carrascas acopadas
Que allá verás, si la pruebas, Veinte corchos de colmenas.
Qué tomo de moza empuñas. Lino y cáñamo sé hilar,
Ensuélvete, así te goces: De que son los camisones
I cuenta que suegro soy.
Iaz Que á las vegadas te pones;
BRIANDA. Y también te quiero dar,
Gracias, ¡oh, Triso! te doy Para que veas si es justo
;

3'
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA.

.DA.
Quererme más tiernamente,
Un alma que eternamente A buscar parten content
ley de tu gu
l
J
ara el Duque embajador
Viva en la
.DA. De estas bodas.
JUAN.
Quererme, Taurina, bien
es mejor
Es el dote que yo estimo;
Desengañar sus intent
Pero mi hermano y mi primo
BRIANDA.
Saben que ha de ser también,
No, porque temo á esa gente,
Y es que cuando allá se casa
Algún rey ó gran señor,
En los hechizos tan diestra,
Que me matarán.
A quien le iguala en valor DON JUAN.
Da cuenta de lo que pasa.
Hoy muí
De suerte que es menester
Hacer primero la salva
Mendo el valor.
BRIA'
Al famoso Duque de Alba.
TAURINA.
Cuando intente
Ir á cualquiera lugar,
Pues ¿cómo lo ha de saber?
BRIANDA. No será mal recibido.
JIAN.
Enviando un mensajero
.

un noble ofendido
l'.rianda,
Que de esas montañas pase
Cerca está de perdonar.
Que en diciendo que me case,
Deseo también salir
No hay más, por mujer te quiero.
TRISO. De este valle, por temer

¿Está cerca este lugar?


Tu parto cerca.
BRIANDA.
BRIANDA.
muy presto. Poner
Preguntando irá
TAURINA. Remedio.
DON JUAN.
¿Quién será, tío, indispuesto
¿Hay alguno?
Para que le vaya á habrar?
IDA.
TKISO.
Huir.
Mileno ó Giroto creo
DON JUAN.
Que irán, por quererte bien.
TAURINA. ¿Dónde ó cómo en este traje,
Pues vámoslos á habrar. Y con el duque ofendido?
TRISO. Cuenta el crédito ofendido
Ven. De este bárbaro linaje,
TAURINA. Si te coge el parto aquí.
BRIANDA.
¡Adiós, ojos con que veo!
BRIANDA. No podría ser
sé si

¡Adiós, dulce gloria mía! Darles, don Juan, á entender


TAURINA. Que allá se acostumbra así.

DON JUAN.
¿Non oyes aquel requiebro?
¿Qué se acostumbra?
¿Qué dura faya, qué niebro
BRIANDA.
Non se desquillotraría?
» Parir
Non me guarde Dios, amén,
Si non adoro, míos ojos.
te
Los hombres en nuestra tierra.

BRIANDA. DON JUAN.


Tú me quitas mil enojos ¿Hablas de veras?
BRIANDA.
Con ver que me quieres bien.
TAURINA. La sierra

¿Cuándo, Celio, será el día Es áspera de subir:


El mejor remedio es ébte.
Que te percollé en míos brazos?
non te fago pedazos, DON JUAN.
Si
Non logre la vida mía. ¿Creeránlo?
BRIANDA.
Que si una vez tu cenceño
Cuerpo mi cuidado apaga, Cuanto les digo.
DON JUAN.
Non habrá perro que faga
Más caricias á su dueño. Aunque estén muy bien contigo,
Temo que el vivir nes cueste.
¿Pero de quién ha de ser
Vase con Ti i:

V.\ parto?
53^ OBRAS DE LOPE DE VEGA.

BRIANDA. No dónde me incline


sé hacia
Diré que allá, Que pueda hablar,
á algún pastor
Si el hombre preñado está, Porque hay senda que camine
Es el padremujer.
la Como la nave en el mar.

DON JUAN. Hacia aquella sierra blanca,


No has dicho igual desatino; Más que en hierba en nube franca,
Ahora bien, míralo bien. Es el camino del Tormes,
BRIANDA. Que baña, en peñas disformes,
Cuando en este engaño den, Los muros de Salamanca.
Otro remedio imagino. Por allí deben de estar
DON JUAN. Béjar, Alba y Salvatierra,
¿Si? ¿Mas para no casarte? Y allí la peña y altar
BRIANDA. De la Virgen que esta sierra
Ven, que allá lo pensaré. Pudo en cielo transformar.
DON JUAN. No veo pastor ninguno:
Habla á Triso. Sueño y cansancio importuno
BRIANDA. Me aprietan; guarde este canto
¿Para qué? El escudo y lanza, en tanto
DON JUAN. Que duermo y que viene alguno.
Envíalo á alguna parte;
Échase á dormir.
Que es sabio, y será notorio
Que tu engaño ha de decir.
Salen con caja y bandera los labradores que pudie-
BRIANDA.
ren; Belardo, Lucindo, Valerio y el Alcalde, armados
Más, que vengo graciosamente.
DON JUAN.
¿Á qué? LUCINDO.
BRIANDA. Parad las cajas; aquí
Á parir Nos sentamos á tratar
El día del desposorio. Por dónde se ha de bajar.
BELARDO.
Vanse. Todas las señas perdí.
ALCALDE.
Sale ¡Viendo, vestido de bárbaro con pieles y abar-
cas, y con la lanza y escudo referido.
¿Luego ya no se te acuerda
Por dónde el camino va?
RIENDO. VALERIO.
Ya que del profundo valle No hay senda en llegando acá
Á la cumbre de este monte, Que no se deshaga y pierda.
Por donde abrí cierta calle, BELARDO.
Subo al mayor horizonte Tratad de dar un refresco
Y puedo alegre miralle, Al pie de aqueste peñasco;
Decid, pensamiento mío, Salga lo añejo del frasco
Pues á la patria os envío, Y de la alforja el pan fresco.
¿Qué se dice allá de mí? Y no tratéis de otro modo
Que la amistad advertí Pensar descender allá.
En el mayor desvarío. ALCALDE.
¿De cuántos juzgado soy Cansada la gente está.
Por muerto? Y sin duda alguna BELARDO.
Vivo muerto, pues lo estoy ¿Qué quieres, si es peñas todo?
Donde sólo á mi fortuna Sentaos, porque en la guerra
Culpa de mis males doy. Se ha de comer por momentos.
Pero ¿por qué me lamento
Si sobre tanta amistad Siéntanse.
Hace mi mal fundamento?
¿Y es sola la adversidad LUCINDO.
Quilat; del pensamiento? Conviene que estéis atentos
De don Juan he sido amigo, Á la cumbre de la sierra,
Su adversa fortuna sigo, Donde dicen los pastores
Años he vivido aquí, Que han visto los animales.
Porque sé de él que por mí BELARDO.
Lo mismo hiciera conmigo. Entre aquellos matorrales
Mucho me atrevo á bajar; Que encierran silvestres flores,
LAS BATUECAS DEL DUQUE DE ALBA. ¡33

sentado.
BELARDO.
El que os dije vi
|Válgame el ciclo!
VALERIO.
Despierta Mcndo.
¡Ay de mí'
LUCINDO.
MENDO.
Tiradle un dardo.
¡Válgame el ciclo! ¿Qué es esto?
VALERIO.
¿Qué desventura me ha puesto Ya lejos.
De hombres cercado?
tantos
ALCALDE.
Armados vienen. ¿Qué intentan?
¿Contra quién se arman así?
¡Qué diestro va por las peñas!
VALERIO.
Quiero escuchar desde aquí,
Él tiene las mismas señas,
Si acaso la causa cuentan.
LUCINDO. Abarcas, cinto y pellejos;
Sin duda que aquí dormía.
Tengo notable deseo
BELARDO.
Topar un monstruo de aquestos.
Hierve de monstruos el monte.
MENDO.
LUCINDO.
De nosotros hablan éstos.
LUCINDO. Alto, á seguirle disponte.
muy feo?
BELARDO.
¿El que tú viste es
BELARDO. Sólo volando podría.
No que arriedro vaya,
tiene el
¿Qué es lo que aquí se dejó?
VALERIO.
Lucindo, mejor facción.
VALERIO. Una lanza y un escudo.
LUCINDO.
¿De tan mala hechura son?
BELARDO. ¿Lanza y escudo?
ALCALDE.
Sentado al tronco de un haya
¡Estoy mudo'
Me cogió cuando le vi;
BELARDO.
Pero desde peña en peña
Juzgaréis si os mentí yo.
Hasta parar en la aceña
Del río rodando fui.
En peligro está la tierra.
LUCINDO.
Es cosa de tanto espanto,
Que desde entonces lo sueño. ¡Qué viejas armas traía!
MENDO. ALCALDE.
Para huir las dejaría
No es el peligro pequeño
Más ligero por la sierra.
En que estoy.
LUCINDO.
¿Qué admiras tanto: Sale el Duque de Alba, Ramiro y el Mayordomo.
BELARDO.
todos no los matáis,
Si
DUQUE.
Y permites que se ausente
¡Extraña aspereza!
Tan fiera y bárbara gente,
RAMIRO.
No hayáis miedo que tengáis ¡Extraña!
Hijos ni haciendas seguras.
LUCINDO. DUQUE.
¿Vivos me habían de quedar Sólo por quien vive aquí
Caminar se puede así
Algunos?
MENDO. Esta fragosa montaña.
No hay
que aguardar: -Mas á qué efecto serán
Socorredme peñas duras; Las cajas que hemos oído?
BELARDO.
Que
morir entre villanos
Es la desdicha mayor, ¡Qué de monstruos han venido!
ALCALDE.
Que el oprimido valor
Los pies defienden las manos. No nos sientan, que se irán.
LUCINDO.
Vase huyendo por el monte. Sacudid de golpe en ell<

DUQUE.
\DO. ¿Qué gente es ésta?
I DCINDO.
¿Es monstruo aquel que va allí?

ALCALDE. Esperad,
Que ésta es gente de ciudaJ,
De salir ahora acaba;
Que entre nosotros estaba. Hablad primero con ellos.
,

534 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

BEI.ARDO. Es la que buscando vais?


¿Sois monstruos? LUCINDO.
DUQUE. Yo lo diré, pues estáis
¡Tente, villano! De este suceso inocente.
BELARDO. Ciérrase un valle, el más profundo y solo
¿Sois monstruos? Que en el mundo formó Naturaleza,
RAMIRO. De inmensos montes, que de eterna nieve
¡Bestia, detente! Cubiertos, á paso impiden,
la vista el

LUCINDO. Cuanto más á los pies: que no se sabe


¿Cómo detente? ¿Qué gente? Que hayan puesto las plantas en su extremo.
DUQUE. Aquí dicen que viven, y no es fábula,
¡Deten la furia, serrano! Unos hombres ó monstruos que estos días
BELARDO. Han subido á robar nuestros lugares.
¿Sois monstruo? El cura revolvió todos sus libros,
DUQUE. Y dice que si aquí viven salvajes
¿Estáis locos, hombres? Que sin duda serán de aquellos hombres
BELARDO. Que se escondieron entre aquestas peñas,
Digan si son monstruos presto. Huyendo de los moros africanos,
DUQUE. Cuando el godo Rodrigo perdió á España.
No sin causa armas se han puesto. DUQUE.
LUCINDO. ¡Extraña cosa I

¿Son monstruos? Digan sus nombres. MAYORDOMO.


DUQUE.
¡Por extremo extraña!
¿De dónde sois,labradores?
BELARDO. DUQUE.
Del Castañar, que venimos ¿Hombres en este valle, que han vivido
Á matar monstruos. Desde el último imperio de los godos?
LUCINDO. LUCINDO.
Supimos Así lo dice el cura.

Que en los peñascos mayores DUQUE.


De este monte andan á caza No es engaño,
De hombres, y hemos hecho gente. Sí es verdad que los hay, y que son bárbaros;
DUQUE. Y habla como estudiante, y ha leído.
Cosa ha sido conveniente, LUCINDO.
Cristiana y piadosa traza. ¡Oh, qué lindo es aquéso! No ha dejado
BELARDO. Historia que no sabe. El otro día
Digan si son monstruos. Nos contó la del perro de Alba á todos,
RAMIRO. Y las persecuciones de los indios,
Hombre, Con las coplas de pase la Galena,
Deja el villano furor; Y de Antón, el vaquero de Morana.
Que es el Duque tu señor. DUQUE.
LUCINDO. En más estimaré que verdad sea,
¿El Duque? Respeto el nombre, Que todo lo que valen mis Estados.
Y humillóme á vuestros pies. LUCINDO.
BELARDO. Señor, no lo dudéis; que en este punto
Qué ¿no son monstruos? Estaba uno durmiendo entre nosotros,
LUCINDO. Y como nos sintió, dejó las armas
Si salva, Y corriendo se fué por esos montes.
Invencible Duque de Alba, DUQUE.
La ignorancia ya lo ves:
,
¿Armas dejó?
Perdona el atrevimiento LUCINDO.
De tus vasallos. Las que miráis presentes:
DUQUE. Esta lanza mohosa y este escudo.
Yo estoy DUQUE.
Satisfecho: á todos doy ¡Válgame Dios, qué antigüedad tan grande!
Perdón. MAYORDOMO.
BELARDO. El escudo, señor, lo dice á voces.
Por Dios, mucho siento Que está de cuero antiguo bien cubierto
Que no son monstruos. Y tachonado todo por las orlas.

DUQUE. RAMIRO.
¿Qué gente Aquí tiene las armas de Castilla.
5 DEL DUQUE DE ALBA. )3S

DUQUE.
MAYORD''
jPues vos sabéis de letras?
Castillos y leones son aquestos.
LUCINDO.
KAMIRO.
en cuatro letras,
Muy bien puede
El año tiene aquí, y
Fiar su señoría de Belardo,
Que son T. S. D. R., hay una cifra,
hombre que ha leído el Flos Sandorum
su dueño. Que es
Que por dicha era el nombre de tribuna los domingos:
DUQUE. Y canta en la
Compone villancicos.
Era de setecientos y cincuenta, DUQLE.
vosotros
Dice el número aquí: .quién de Bueno es esto.
Sabe el año ?
RAMIRO. ¿Vos componéis?
BELARDO.
Señor, del Nacimiento
Estoy muy descompues:
De Cristo, setecientos y trece a
Porque entonces reinaba el rey Rodrigo,
Que me arrojó mi padre á la fortuna,
Cual pan á perro que morder preterid •,

Como en Italia el español Teodosio.


Porque dejase hacienda el padre al hijo.
Así lo dice el rey Alfonso el Sabio,
DUQUE.
Y con el arzobispo don Rodrigo
En mi servicio recibiros quiero.
1 Ion Lucas de Túy.
BELARDO.
QUE.
Pues de esa suerte Siha de pagarme en lo que suelen otros,
se formó el antiguo escudo,
Mejor es que me valga por mi pico.
Habrá que ,'UE.
Y que en él se pusieron estas letras,
Decid lo que entendéis de aquestas letras.
Más de seiscientos años. BEI.ARDO.
RAMIRO.
El que corre, T. S. D. R., desta suerte entiendo:
Tonto soy, Duque, remitidlo á un sabio.
Que es mil y cuatrocientos y setenta MAYORDOMO.
Del reino de Isabel, aún faltan muchos.
DUQUE. [Oh, qué graciosa bestia!
JUE.
iQuién entendiera aquestas cuatro letras,
Bien ha dicho:
Para enviar la lanza y el escu I i

Que á un sabio se remita, y que él es tonto.


Al Católico Rey!
MAYORDOMO. Estoy maravillado de este caso.
Basta enviarle;
MAYORDOMO.
donde viven hombres tan insignes, Ha de causar á España maravilla.
Que
Mejor podrá saberse.
¡Hombres de casi setecientos años,
DUQUE.
Parta luego De habitación en un profundo valle,
leyes!
Salamanca un hombre; que le lleve Sin conocer que hay Dios, ni rey, ni
A escribe mayor fábula?
¿En qué libro se
Al rector, que le ponga en tales manos
Que venga declarado. Ahora bien, esto es cosa que me toca,
RAMIRO. Como señor de aqueste monte y valle,
A mi juicio Y más como á cristiano caballero.
Diré lo que estas cuatro letras dicen. Yo pensaba cazando entretenerme
MAYORDOMO. Por estas sierras jabalíes y osos:
Si das licencia, todos lo diremos.
La caza sea de estos hombres bárbaros.
DUQUE. Júntense los villanos de estos valles,
Ilaréisme gran placer. Y con diversas armas y azadones
RAMIRO. Abran camino á los caballos míos;
T. S. D. R. Que he de bajar yo mismo á ver el valle,

Quieren decir: Tú solo, Dios, reinaste. Y reducir á esta perdida gente


DUQUE. A Dios, á rey y á ley y á orden política.
MAYORDOMO.
No dice mal.
MAYORDOMO. Será una hazaña digna de quien eres.
DUQUE.
A mí me escucha agora.
Pues, alto, vamos al lugar: vosotros
T. S. ü. R., así declaro:
Tener, saber de Dios recibe el hombre. Guiad delante; y vos, Belardo amigo,
DUQUE. V.i estáis en mi servicio.
BELARDO.
¡Buena interpretaciónl mas hombre falta.
Quiera el cielo
HKLARD0.
Que tenga más ventura que he tenido:
Si sumerced me diese la licencia,
En verdad que lo cierto le diría. Pero, ¿quién vencerá su poca dicha,
;

53ó OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Si tuvc*por partera á la desdicha? Parir y criar.


GIROTO.
Vanse. Si á ti

Salen Giroto, Milcno y Taurina. Te facen cuidar, que así


Fijos los homes adquieren,
GIROTO. Non te quiero reprochar;
Mira primero, Taurina, Mas yo sé que no se ha vido
Que cuides bien lo que fablas Home en Batuecas parido
Que por ventura son fablas Nin que sopiese criar.
Nacidas de tu mofina. ¡Cuánto há que yo tengo acuerdo!
TAURINA. Y de pensar que parió,
Digo que Celio parió (i), Aunque riéndome esto,
Y que el niño he visto yo Non dudes que el seso pierdo.
En su regazo dormido; Y es verdad que ellos saben
si

Y Geralda me ha contado Facer tan alta invención,


Que le vio colgado ayer De que los más sabios son
Del su pecho. De todo el mundo se alaben.
MILENO. Cuando te haya persuadido
Puede ser A que lo pudo facer,
Que algún niño hubiese hallado ¿Querrás tú,Taurina, ser
Y
le recogiese así; Mujer de un home parido?
Mas pensar que le parió ¿Cómo os pensáis concertar?
Non lo digas. ¿Quién ha de parir en casa?
TAURINA. TAURINA.
¿Por qué no? Mucho lo que veis que pasa
Ende que lo vio y lo vi. Al mi amor face entibiar;
GIROTO. La querencia le he perdido;
Calla, Taurina, en mal hora. Non me casaré con él
¿Siendo home, parido está? Por non parir como él,
TAURINA. Ó como yo mi marido.
Sí, que los hombres de allá MILENO.
Dicen que paren en sora. Justa paga amor
te ha dado
MILENO. De tu desdén y mudanza.
¿Non catas que son engaños? TAURINA.
TAURINA. Bien podéis tomar venganza
En que es costumbre lo fundo De ver á mi amor preñado.
Los hombres del otro mundo Notable desgracia ha sido;
Parir de siete en siete años. Pues, casándome con él,
GIROTO. Cuando pienso parir del,
Cuando persuadirte quieras Viene á mi poder parido.
Que un home pueda parir, GIROTO.
Cuida si puede salir, ¿Non podía ser que fuese
Para que fables de veras; Mojer?
Que non es el tiempo ya MILENO.
De inocencia pasada.
la Tanto puede ser,
TAURINA. Que si non fuese mojer,
Que non estoy engañada; Non puede ser que pariese.
Yo sé que parido está. A la fe, que si non fuera
¿El gallo non pone un huevo? Por non alterar la paz,
¿La liebre no es fembra y macho? Que yo viera si el rapaz
MILENO. Ser home y mujer pudiera.
Ten de tal decir empacho.
Salen D. Juan y Mendo.
TAURINA.
¡Válame el Sol! ¿Non es nuevo DON JUAN.
Haber otro mundo allá, Decidme loque ha pasado.
Otras cosas y otros fatos, MENDO.
Rey, letras, oficios, tratos? Sino huyo como digo,
Pues así también habrá No vuelvo, don Juan amigo,
Homes que sepan, si quieren, Con vida del monte al prado.
DON JUAN.
(i) Fa'ta el primer verso. Triste, ¿qué habernos de hacer
LAS BATUECAS DEL DUQUE DB ALÚA. 537

En aquesta soledad, Homes que empuñan cuchilla


Sin remedio de piedad Fará este bastón tortilla,

Cuando más fué menester? Como una sartén faz huevos.


Luego que de aquí partiste
Pidióme Triso á Brianda Sale Gcralda.
Para Taurina, que anda
Loca, enamorada y triste. GERALDA.
Dísela con un concierto, Gran mal, homes de Batueca:
Que la boda dilataba; Todo esotro mundo baja
Mas cuando ya cerca estaba, Por esas peñas, que ataja,
Llegó el preñado encubierto Como están de hierba seca,
A descubrirse de modo De homes, armas y caballos:
Que parió. Ya non nos vale fuir.
HENO . GIROTO.
¿Y hanlo sabido? Qué ¿han podido decendir?
DON JUAN. Vamos, Mileno, á matallos.
En nuestra tierra he fingido MILENO.
Que paren hombres y todo; Ya por matados los cuenta.
Pero, en fin, han murmurado DON JUAN.
Y no lo llevan muy bien. Teneos hasta saber
MENDO. La gente que puede ser
Aquí están. Y lo que en el valle intenta.
DON JUAN. GIROTO.
Y
aquí también Que non cabe aguardar más.
La del marido preñado. U .DO.
Guárdeos el cielo. Hablad á Triso primero
GIROTO. Y juntad gente.
Buen Mendo, GIROTO.
¿Cómo ha ido allá? Hoy espero
MENDO. Saber lo que non jamás.
Muy mal; DON JUAN.
Que á un ligero ciervo igual No es razón sin juntar gente.
Vengo de la sierra huyendo. MILENO.
GIROTO. Bien fabla don Juan, Giroto;
¿Huyendo de quién? Juntémosla del mío voto,
MENDO. Y de manera se intente
La gente La resistencia facer,
De un lugar, tras ese monte Que non muramos allí.
Que en subiendo á su horizonte GIROTO.
Se mira sentado enfrente, Vamos.
Os han echado de ver, MENDO.
Y creyendo que sois fieras Echad por aquí.
Que subís de estas riberas DON JUAN.
A hurtar, matar y comer, ¡Ay, cielos! ¿Quién puede ser?
Un escuadrón han formado
Y conquistaros pretenden. Vanse.
MILENO.
Si ellos el valle descienden, Duque de Alba
Dicen dentro, y luego van saliendo el
Vive el Dios que me has contado, y sus criados y los villanos.
Que home no vuelva con vida
A contar que aquí bajó. LUCÍS DO.
GIROTO.
;Ojalá que viese yo Dentro.
Aquí esa gente atrevida!
Que por el divino Sol, Por aquí van huyendo, al arma toca.
Faciendo en antes la salva DUQUE.
A quien llamáis Duque de Alba, Toca, que es caza dulce y agradable.
Que non quedase español; IIELAKI'O.

(O- Subiendo van por esa excelsa roca.


MAYORDOMO.
( 1
1 Falta m El sitio es en extremo inexpugnable.
XI 68
538 OBRAS DE LOPK DE VEGA.

DUQUE. DUQUE.
de su parte es poca, ¿Qué es esto?
La resistencia
Pero el lugar tan áspero y notable, ¿Qué ofensa puede ser la que éste dice?
Que si por bien no fuese, es imposible. MAYORDOMO.
Habrá muerto algún hombre de esta tierra.
Sale D. Juan.
Sale Ramiro de Lara con el escudo.

DON JUAN.
me da á besar, Duque invencible. RAMIRO.
Tus pies
DUQUE. No dirás que he tardado.
¡Tened! no le hagáis mal. DUQUE.
DON JUAN. ¡Qué felice
Ni lo merezco, Suceso espero, Lara, de esta guerra!
vengo á entregar tantos vasallos. RAMIRO.
Pues te
DUQUE. Para que más la empresa se autorice
¿Podráslo hacer? Y sepas bien lo que este valle encierra,
DON JUAN. Ya viene aqueste escudo declarado:
Á
dártelos me ofrezco; Seiscientos años há que fué pintado.
DUQUE.
Que no podrás con armas conquistallos.
No pienses que el servicio te encarezco, ¡Notable cosa!
RAMIRO.
Que por lugar que ni hombres ni caballos
Podrán bajar, y sin saber las sendas, Muchos hombres dotos
Es imposible que ganalla emprendas. De Salamanca, gran señor, le vieron;
Conquistan los dos Reyes á Granada, Pero de remotos,
las historias tan

Su vega corren y sus moros vence; Que lejos del escudo y blanco dieron;
Mas ésta, de montañas coronada, Pero juntos después todos los votos,
Jamás acabará lo que comience; En este parecer se convinieron:
Mas yo con arte en parte que la espada Que fué de un coronista muy curioso
Haré que de corrida se avergüence, En medallas é historias.
DUQUE.
Te los daré vencidos si una cosa ,

Haces por mí, que no es dificultosa. Y es forzoso.


DUQUE. RAMIRO.
Hombre, cualquier que seas, si me entregas Ese difunto que en la cueva estaba
Esta gente, que aquí vive encerrada, Del rey Rodrigo dicen que es sobrino;
Haré cuanto me pidas. Y que huyendo los moros africanos,
DON JUAN. Murió entre aquestas peñas, y su gente
Pues no niegas Le dio la sepultura igual al tiempo.
Esa piedad de reyes heredada, Llamábase este godo Teodofilo;
Por tantos años en costumbres ciegas, Y así dice el escudo en cuatro letras:
De sus primeras leyes olvidada, T., Teodofilo dice; S., sobrino;
Con sólo que una culpa me perdones, La D. y la R., de Rodrigo, y junto:
Te rendiré los fieros escuadrones. Teodofilo, sobrino de Rodrigo.
DUQUE. DUQUE.
¿Tu culpa? ¿De qué suerte? Sin duda es la verdad. ¡Gallardo ingenio!
DON JUAN. ¡Bien declaradas letras! Pues ver tengo
Antes lo jura El cuerpo, y darle honrosa sepultura,
Por vida de la cosa que más quieres. Cual es digna de un príncipe cristiano,
DUQUE. Y este escudo enviar al Rey Católico.
|Por la Duquesa juro!
MAYORDOMO.
DON JUAN. Ya vienen á tus pies todos los bárbaros.
Pues procura DUQUE.
Recoger tus soldados, si pudieres; Di, Ruiz Páez, que vienen aquí todos
Que mi esperanza en tu valor segura, Los descendientes de los reyes godos.
Yo te traeré los hombres y mujeres Sale D. Juan con todos los bárbaros, hombres y
mu-
Que habitan este valle. jeres, yMendo y Brianda con su hijo en brazos, y
DUQUE. échanse todos á los pies del Duque.
Parte presto.
DON JUAN. DON JUAN.
Á hablarlos de tu parte voy. mi palabra he cumplido,
Si
Cumple, señor, tu palabra;
Vase D. Juan. Ves aquí aquestas reliquias,
.AS BATUfc'-A- III. DUQUE Dt ALBA. 539

España. DUQUE.
Ya de los godos di:
Quién?
Éstos son los descendientes t

>, aquellos que la habitaban


DON JUAN.
I

Brianda.
< uando la perdió Rodrigo
M QUE.
Por amores de la Cava.
Dü<2
Brianda y don Juan-
kAMIRO.
Grandes has hecho
servicios me
|Aj , cú
No hayáis temor, gente hidalga.
Sor, aquí está mi espada.
Llegad: ¡abrazadme todos!
DTK,
TRI
Ramiro.
1.1o jurado,
Todos, gran Duque, te abrazan. 1

DON JUAN.
Que según éste nos cuenta,
Paso, Ramiro de Lara;
Es razón y deuda clara;
l'orque eres nuestro señor
Que soy caballero noble.
duque.
Siendo tuya esta montana.
Ramiro, el amor te engaña;
CIROTO.
jue la ofensa no fué tuya,
Todos somos venturosos I

Sino ofensa de mi casa.


En que de sangre tan alta
.Cómo habéis vivido aquí?
Vmgamos á tener dueño.
BRIANDA.
DUQUE.
Señor, en esta montaña,
Amigos, mi nombre ensalza
vuestro señor luyendo de tu furor,
Más el ser
1

Que la gran tierra heredada Nos dio amor sagrado y casa.


DUQUE.
De los claros descendientes
Yo os perdono, y nuevam. m.
Que dan principio á mi casa.
Os vuelvo á mi casa y gracia,
Yo os daré bautismo á todos,
Que á la gran Peña de Francia Y os daré con que viváis.
1 labemos de irdesde aquí. Y de este valle en las faldas
DON JUAN. Fundaré algunos lugares,
iSeñor, tu palabra falta!
Que con sus iglesias altas,
DUQUE. jueces y oficiales tengan
Di la ofensa que me has hecho. Esta noble gente en guarda.
DON JUAN. ¿Oueréislo así?
TODOS.
Yo soy
Sí, queremos,
DUQl I .

¿Qué temes? ;Acaba! Publicando en voces altas:


DON JUAN. ;Viva el Duque que nos rige!
DON JUAN.
Don
Juan de Arce soy, señor,
Y aquesta que me acompaña. Y aquí, senado, se acaba
Con aquel niño en los brazos, La historia de las Batuecas,
Es Brianda. Caso notable en España.
LOS PORCELES DE MURCIA
COMEDIA FAMOSA
DE

LOS PORCELES DE MURCIA

HABLAN EN ELLA LAS PERSONAS SIGUIENTES

Don Fernando. Fileno, villano. Dos guardas.


Dos músicos. Luis.
Don Luis. Niños
Don Vasco. Lucrecia, dama. Don Pedro.
Don Lope. Lisandro.
Carrillo, lacayo
Doña Ángela. Lisandro. Don Juan.

Teodora. Fabio, labrador. ; wordomo


Tirrena. Ginés.
Villanos.
Belardo. Beatriz, esclava.

DON PEDRO.
ACTO PRIMERO ;Por qué azul?
DON VASCO.
Celoso estoy.
DON PEDRO.
Salen D. Luis, D. Vasco, D. Pedro y D. Fernando. ¿Y el nácar á qué se aplica?
DON VASCO.
DON PEDRO. De la crueldad de mi dama
Tome un cuarto, don Fernando. Nace esta celosa llama.
DON FERNANDO. DON LUIS.
Si me dejáis escoger Luego crueldad significa.

Los colores. DON VASCO.


DON VASCO. Los que á los colores dan
Ha de ser, Los sentidos que han querido,
Los que yo tengo dejando. Le han dado aquí este sentido.
DON FERNANDO. Sale Carrillo, lacayo, con un papel
¿Y si con alguno doy?
DON VASCO. carrillo.
Azul y nácar dejad, En conversación están.
Y cuantos quedan sacad. ¿Cómo le podré, sin ver
544 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Los demás que se le doy, Lleve el diablo los papeles;


Dar este papel? Que mi vida y mi bien,
entre
II.ig.ilc señas con un papel. Luego hay algo que les den.
DON LUIS.
DON LUIS. ¿Qué haré?
Yo soy, CARRILLO.
Don Pedro, de parecer ¿Qué harás? Lo que sueles.
Que saque el puesto á su gusto. DON VASCO.
DON PEDRO. Aunque he mirado á traición,
Por mí no hay contradicción, Aquel papel que ha leído
Porque negro y blanco son Don Luis, juraré que ha sido
Colores de mi disgusto; De donde mis celos son.
Lo negro muestra tristeza, Y ¡vive Dios! que sospecho
Lo blanco mi suerte en él. Que le ha enviado á llamar.
CARRILLO. DON LUIS.
Aun no ha mirado el papel; ,Quién nos querrá prestar?
lo
Aun no ha vuelto la cabeza. CARRILLO.
DON FERNANDO. Que no lo hallarás sospecho.
Ya que vengo á tomar,
le Úsase tan mal volver
Advertid que ha de salir Lo que prestado se debe,
Don Luis conmigo. Que apenas hombre se atreve
DON LUIS. Hacer á nadie placer.
Es decir, DON LUIS.
Que no le queréis sacar. ¡Ah, cielos, que sea yo
Pues todos sabéis que estoy Tan caballero y tan pobre,
Sin caballos. Que á mil mal nacidos sobre!
DON FERNANDO. CARRILLO.
Yo os daré ¿No ves que el cielo le dio
Caballos. Por pensión de aquella afrenta
DON LUIS. La hacienda?
Pues yo saldré. DON LUIS.
¿Qué es aquello? Pluguiera á Dios
CARRILLO. Que trocáramos los dos
Es para hoy. Esta sangre á aquella renta.
DON LUIS. Ahora bien; buscarse tiene.
Ve el papel.
Ven conmigo. Adiós, señores.

Esperad, yo vuelvo luego. Vanse D. Luis y Carrillo.

Carrillo, ¿es papel?


DON PEDRO.
CARRILLO.
¿Os vais?
Papel
DON FERNANDO.
Que há un hora que estoy con él,
Fué papel de amores (i).
Y hubiérale visto un ciego.
DON VASCO.
DON LUIS.
Yo también tengo que hacer;
Lee. Después nos podemos ver.
«Á la huerta del Rey voy, DON FERNANDO.
Aunque con harto cuidado En la pelota os aguardo.

De mi parto (i), que ha llegado Vanse D. Pedro y D. Fernando.


Ó muy cerca de él estoy.
Fué antojo el verla, que antojos DON VASCO.
Sin ver me han dado pesar; Este papel es sin duda
Venidme luego á buscar, De doña Angela. ¿Qué haré
Por vida de vuestros ojos, Para saber lo que fué?
Y para mí y una amiga Amor, mis celos ayuda;
Traiga Carrillo un regalo.» Que para el bien que te pido,
Lo primero, no era malo. No siento amigos mejores,
CARRILLO. Pues son los descubridores
Es favor de amor con hirra.

(i) Falta el último verso de esta redondilla y el


(i) En la primera edición dice erróneamente parte. primero de la siguiente.
LOS PORCELES DE MURCIA. 545

CARRILLO.
De las Indias del oído.
Seguirle quiero, y saber Llega.
N LUIS.
1 lónde doña Ángela está.
No
acierto á ir;

Vasc D. Vasco, y salen D. Luis y Carrillo. La vergüenza de pedir,


Carrillo, me vuelve atrás.
CARRILLO. CARRILLO.
Si quieres que vuelva allá, Á los hombres encogidos

Yo sabré darle á entender habían de poner


Que no he topado contigo. A monjas un mes.
DON LUIS. DON LUIS.

|Ah dura necesidad! ¡Que ayer


|Y que en toda la ciudad Sacaste aquellos vestidos!
No se descubra un amigo! CARRILLO.
CARRILLO. Mira que las cuatro son.
Amigo para prestar DON LUIS.

No le hallarás, cosa es clara; A fuerza de un hombre honrado,


Que ya sé no te faltara Huelgo de haberos hallado,

Si fuera para tomar. Don Vasco, en esta ocasión.


Para fiestas, para cenas, DON VASCO.
Para gustos hay millares, ¿Dónde bueno?
Pero no para pesares, DON LUIS.
Ni para aliviar las penas. llame pedido
DON LUIS. Cierto regalo una dama,
¿No hay algo que empeñar? De mis pensamientos llama
CARRILLO. Y gloria de mis sentidos.
No. Heme hallado sin dinero.
DON LUIS. c
Tenéis veinte escudos?
Lleva aquellas calzas mías, DON VASCO.
Carrillo, donde solías. Sí;

CARRILLO. Y aun treinta llevaba aquí.


Eso también se cansó. Tomad.
DON LUIS. DON LUIS.

¿No hay cosa que presto pueda No, los veinte quiero.
Repararnos? DON VASCO.
Enojaréme, por Dios.
Sale D. Vasco.
¡Ojalá fueran quinientos!
DON VASCO. DON LUIS.

Estos son. Son tan nobles pensamientos,


DON LUIS. Como, al fin, de quien sois vos.
|Ah! sí, lleva aquel jubón. Tomo el bolsillo y querría
CARRILLO. Mañana, aunque siempre os deba,
¿Cuál el de tela? Volver el alma que lleva,
DON LUIS. Y con la de oro la mía.
El de seda. Viváis mil años, amen;
CARRILLO. Que si no fuere mañana,
Pídenme fianzas luego. Será en toda esta semana.
DON LUIS. DON VASCO.
Quedo, don Vasco está aquí. Antes pagaréis más bien
CARRILLO. Enviando mañana á casa
¿Solo? Por trescientos ó por mil.
DON LUIS. DON LUIS.
Sospecho que sí. Besóos las manos. Gentil
DON VASCO. Término.
Mis celos me llevan ciego. CARRILLO.
DON LUIS. Por Dios, que pasa
¿Pediréle? Los límites de quien es.
CARRILLO. DON LUIS.
Bien podrás. Guárdeos Dios.
DON LUIS. DON VASCO.
¿Voy? El cielo os guarde.

69
546 OBRAS DE LOPE DE VECA.

DON LUIS. Tajo, que sus muros baña.


Toma, Carrillo, que es tarde. DOÑA ÁNCELA.
CARRILLO. ¡Hermosa huertal
Basta, señor, que me des
TEODORA.
Diez escudos.
DON LUIS.
En España
Toma, acaba; No hay mejor fertilidad.

Gástalos todos. DOÑA ÁNGELA.


CARRILLO. Notable hermosura tienen
Costaron Estos árboles, Teodora.
Poco. TEODORA.
DON LUIS. Mayor la tienen agora
¿Poco? Si llegaron Que á gozar tus ojos vienen.
Al alma que en prenda está, DOÑA ÁNGELA.
¿La vergüenza del pedir Por la lisonja te doy
Te parece poco, necio? Los brazos; más quedo, amiga.
CARRILLO. TEODORA.
El tener no tiene precio. Olvidé, Dios te bendiga,
DON LUIS. Que estás
Y el no tener es morir. DOÑA ÁNGELA.
CARRILLO. No digas que estoy;
¿Quién le ha enseñado á noblezas Que no se ha visto mujer
Á quien sin ellas nació? En el trance en que me veo.
DON LUIS. TEODORA.
Nobleza que se heredó Saber tiempo deseo.
el
Suele hacer muchas bajezas. DOÑA ÁNGELA.
Déjate de sangres frías; ¿Qué tiempo quieres saber?
Lo que soy por mí, eso valgo, ¡Ay, Teodora, por momentos
Porque ese sólo es hidalgo Espero el parto y la muerte!
Que sabe hacer hidalguías. TEODORA.
Pues si ya estás de esa suerte,
Vanse D. Luis y Carrillo.
Temerarios pensamientos
DON VASCO. Son aguardar en tu casa,
Dudoso quedo y pensando Pues no se podrá encubrir.
Que no es de Ángela el papel, DOÑA ÁNGELA.
Pues pide dinero en él ¿Á quién tengo de decir
Y don Luis lo anda buscando. La desventura que pasa?
¡Válgame Dios! ¡Si ha pedido ¿Tú no ves que no hay pariente
Algún regalo! que creo De quien me pueda fiar?
Que admite bien su deseo. TEODORA.
Notable burla habrá sido Haz que don Luis, si hay lugar,
Darle yo mismo el dinero, Casarse contigo intente.
En que el servirle consiste, DOÑA ÁNGELA.
Para que agrade y conquiste Mi padre no ha de querer,
La misma dama que quiero. Que es muy pobre don Luis.
No porque es agravio en él, TEODORA.
Que él no sabe que la adoro. Si laverdad le decís,
Amo y temo, busco, ignoro. ¿Qué ha de decir? ¿Qué ha de hacer?
¡Ay, desengaño cruel! DOÑA ÁNGELA.
Quiero seguir al criado; Para la verdad, Teodora,
Pues ya que quieren los cielos ¿Adonde ha de haber vergüenza?
Que á mi amor sigan mis celos, TEODORA.
Mis celos á mi cuidado, Pues tu remedio comienza,
Mi cuidado al pensamiento, Doña Ángela, desde agora;
Lo que pienso á lo que veo, Si estando tu honor en medio
Lo que veo á mi deseo, Falta vergüenza al engaño,
El á un ángel y yo al viento. Pues no la tuviste al daño
No la tengas al remedio.
Vase, y salen D. a Ángela y Teodora.
¿Mas cómo has disimulado
TEODORA. Estando tan adelante
Mucho ilustra laciudad Desventura semejante?
1 ;

LOS PORCELES DE MURCIA. 547

Sale Carrillo, con dos mozos, con dos tabaques.


DOÑA ÁNGELA.
lie fabricado
Q\¡ ntar y en el hablarle á tiento,
Si esto es posible en mujer.
A otra Babilonia torre.
CARRILLO.
ORA.
Bien decís; luego socorre
Ya llegáis cerca.

i fingido enfermar.
os,
Luego aciones
1

Que se han alejado mucho.


La doncella, luego ene. ORA.
1 .¡lie este merece,1

Voces, doña Angela, escucho.


Y á veces hay opiniones. CARRILLO.
Pero en su que vive
Juedo, que aquí están las dos.
La de su mucha virtud, i

Luego es falta de salud Dadme, señora, eso-, pies.

DOÑA ÁNGELA.
Y el remedio se .apercibe.
Carrillo, seas bien venido.
Tomarás acero.
CARRILLO.
DOÑA ÁNGELA.
1 la sido Perdona si tarde ha sido,
Don Luis el que yo he tomado, Porque lo supo á las tres
Aquel esclavo que tienes,
Y acero que me ha cortado
Y aun muerto el honor perdido. Que, como sabes, te adora.
ODORA.
Las mañanas que salía,
Teodora, no me llamaba ¿Ya no hablas á Teoó
CARRILLO.
La cara con que engañaba
quien sin color me vía. Y le doy mil parabienes
Á
Y dando
muestra al volver De estas dos ninfas al río,
Al cielo de estas estrellas,
Del provecho que esperaban,
Muchas veces me forjaban De sus primaveras bellas,
1 i.mde no era menester. De este campo siendo estío.

Que con más color venía ¿En qué habéis venido, y quién
De la que fuera razón; Viene también con las dos?
DOÑA ÁNGELA.
Que la vergüenza y traición
A la cara me salía. En dos coches.
CARRILLO.
Pues no pienses que esto es
Pues, por Dios,
Sólo, para tanto mal.
TEODORA. Que hay que merendar muy bien.
DOÑA ÁNGELA.
¿Pues hay desventura igual?
DOÑA Á'.'l I i..
Mis primas están acá
Y sus tías de Teodora.
Tú juzgarás después:
lo
KRILLO.
Don Vasco me quiere y pide
A mi padre por mujer. Para todos hay, señora.
TEODORA. Supuesto que es tarde ya,
¿Qué temes, si no ha de ser? ¿Dónde quieres merendar?
DOÑA ÁNGELA. DOÑA ÁNGELA.
Que me persigue y me impide, Al son del agua.
CARRILLO.
Y que mi padre podría, Pues quiero
Codicioso de su hacienda,
Para que mi mal se entienda, Poner la mesa.
Tratarme de esto algún día. DOÑA ÁNGELA.
TEODORA. Aquí espero,
¿Nunca le has hablado ? Y tú me podrás llamar.
¿Vendráme don Luis á ver?
DOÑA ANGELA. CARRILLO.
Sí. puerta ha bajado.
Ya por la
TEODORA.
¿Por qué no le desengañas? I e y sale ü. Vasco.
DOÑA ÁNGELA.
DON VASCO.
He hecho cosas extrañas,
ha pasado
Y aun algunas contra mí. Por esta acequia
Mas por no dar á entender No se me puede perder;
¡e para que no me viese
A don Luis su atrevimiento,
4 8 ODRAS DE LOPE DE VEGA.

Desde lejos le seguí. DOÑA ANGELA.


Una mujer hay aquí. Sí haría,
¡Cosa que mi ingrata fuese! Sí, decir que adoro en él.
Dos son; por Dios, que sospecho DON VASCO.
Que Ángela y Teodora son; No topa en eso.
Que á saltar el corazón DOÑA ÁNGELA.
Lo está diciendo en el pecho. Pues ¿pudo
¿Qué dudo? ¡Ah, señora! Ser otra cosa?
DOÑA ÁNGELA. DON VASCO.
¡Ay, cielo! Yo creo
DON VASCO. Que él muy buen deseo;
tendrá
No os alteréis. Pero no manda un escudo.
DONA ÁNGELA. Treinta le presté: por Dios,
¿Yo, por qué? Á mi costa merendáis.
Un hombre sois. DOÑA ÁNGELA.
DON VASCO. Ruégoos, don Vasco, que os vais
Y el que fué Y nos dejéis á las dos;
Más desdichado en el suelo. Que este término no es digno
¿Qué tengo más que esperar, De hidalgo.
Habiendo visto mis ojos DON VASCO.
Que os sirve don Luis? Siempre lo soy.
DOÑA ÁNGELA. DOÑA ÁNGELA.
¡Qué enojos! Como á tal el nombre os doy.
DON VASCO. DON VASCO.
Por fuerza os he de enojar, No fuera de vos indigno
Porque, queriéndole bien, Por nobleza ni riqueza:
Y él sirviéndoos, como cosa Sabéis que en todo os igualo;
Tan suya, será forzosa Pero come del regalo,
Que me tratéis con desdén. Á costa de mi nobleza.
¡Este mal se me encubría, Y á don Luis no digáis nada,
Tratando yo de casarme! Porque me venga á pedir
DOÑA ÁNGELA. Otro con que he de servir
Á mí no podéis culparme. Mujer tan bien empleada.
DON VASCO.
Cúlpeos la desdicha mía. Vase D. Vasco.
DOÑA ÁNGELA.
No os quise; no os engañé. DOÑA ÁNGELA.
DON VASCO. ¡Ay Teodora! Antes el cielo
Es verdad: yo estoy contento Hoy la vida me quitara,
De que mi buen pensamiento Que pluma y papel tomara
Sólo de serviros fué. Para tanto desconsuelo.
En don Luis os empleáis ¡Ay, disparate, don Luis!
Mejor que en mí, que, en efeto, ¿Cómo afrentaste con éste?
Es galán, noble y discreto, ¡Quiera Dios que no me cueste!
Tal, en fin, que vos le amáis. TEODORA.
Pero vengóme á reir Calla. ¡Qué poco sufrís,
De ver que tan pobre está, Coléricos, los que amáis!
Que si aquí regalo os da ¿Qué importa, si era su amigo?
Prestado lo ha de pedir. DOÑA ÁNGELA.
DOÑA ÁNGELA. Sin duda que mi castigo,
Pobre es don Luis, mas no tanto Cielos, acercando vais.
Que á nadie prestado pida.
Sale D. Luis.
DON VASCO.
No os enojéis, por mi vida, DON LUIS.
Y podré deciros cuánto. Si á la Naturaleza se olvidara,
DOÑA ÁNGELA. Hermoso prado, el arte de hacer flores,
I
Yo enojarme! Sacara de Doña Ángela colores,
DON VASCO. Pues que los cifra su divina cara.
Aquel papel Para el jazmín la frente le prestara;
Que le escribisteis, ¿pedía Las mejillas, que están vertiendo amores,
Una merienda? Para las rosas, donde están mejores,
'

LOS PORCELES DE MURCIA. 549

Sin los claveles que á la boca hurtara. ¿Qué importa creer que os sobre
Hízola Dios jardín y paraíso, Si os avergonzáis así?

Donde es mi amor Adán, Eva el deseo, Yoos quiero pobre, mi bien,


Manzana su valor, sierpe su aviso: Que harta riqueza sois vos.
El cielo me castiga si la creo; Tratemos verdad los dos;
Mas pues hacerla tan hermosa quiso, Los que no tienen, no den.
¿Por qué me dio los ojos con que veo? Si necesidad tenéis,
TEODORA. Mejor amigo soy yo;
Don me
parece aquél.
Luis Que lo que don Vasco os dio
LONA ÁNGELA. Por fuerza lo volveréis.

No me pareció, Teodora, Mas yo lo que llanamente


Mal en mi vida, y agora Os diere como mujer,
Un demonio miro en él. Ha'iiéismelo de volver
DON LUIS. En abrazos solamente.
Mi bien, dulce prenda mía, DON LUIS.

Gran dicha fué sola hallaros. ¿De esto enojo nacía?


el

I)e qué nace retiraros 5 Mirad, bien mío, que es cosa


c

¿Quién de mi fuego os desvía? Entre hombres justa y forzosa


Á mi luz os vi llegar Y que no es afrenta mía.
Mil veces, Ángela hermosa, Así se vive y se trata,
Como ciega mariposa Así se acomoda todo,
Hasta dejarse quemar. Porque á no ser de este modo....
Mas ya la luz que á los cielos DOÑA ÁNGELA.
Fué igual, pues vos la igualáis, No quiero ser más ingrata,
Con la pena que me dais Y cuanto más de vergüenza
Se ha vuelto infierno de celos. El pedir os ha costado
Pues, Angela, si el desvío Tanto más queda obligado
Vuestro, aunque sois mi mujer, Mi pecho.
Infierno me puede hacer, DON LUIS.
¿Qué seréis siendo ángel mío? Eso sí. Comienza.
DOÑA ÁNGELA. Á dar vaya á la humildad
Dejaos ya de esas locuras. En que la suerte me puso.
DON LUIS. Corrido estoy y confuso.
|M¡ alma, esposa! ¿qué es esto?
TEODORA.
¿Quien te adora ha descompuesto Tú has hecho gran necedad.
Voluntades tan seguras? DOÑA ÁNGELA.
TEODORA. Bien arrepentida estoy,
Ea, prima, deja ya Mas en lo que da á entender,
Esa mala condición. No lo siente.

D IH LUIS. TEODORA.
¿En qué he dado ocasión
le
Puede ser.
Que tanto enojo me da? DON LUIS.
¿Alzo los ojos, si paso, Gente viene, yo me voy.
Ni aun á las luces del cielo, DOÑA ÁNGELA.
Si no es que verla recelo No, sino quédate aquí,
En sus estrellas acaso? Por vida de aquestos ojos;
¿Entro en toda la ciudad Que el fin de nuestros enojos
Adonde le dé sospecha? No se solemniza así.
DOÑA ÁNGELA. Entre estos árboles puedes,
Que no es celos, ni ésta es flecha Mi bien, estar escondido.
De aljaba de necedad. DON LUIS.

Es enojo, con razón, El caballo con Leonido


De que yo un regalo os pida; Dejo en aquellas paredes.
Que antes perdiera la vida Iréle á avisar.
Que verme en esta ocasión. doña ÁNGí
Que vos, muy necio, pidáis Yo haré
Dinero prestado á un hombre Que Carrillo vaya allá.

Que aborrezco sólo el nombre, Aqueste gusto me da,


Mirad ocasión me dais.
si ¡Por vida de!
Si hay, entre vos y entre mí, DON LUIS.

Tanta llaneza, y sois pobre, No me iró;


55o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Digo que me quedo aquí. Corrido, necio y picado


Sin duda que me ha entendido. De quien me ha tratado así.
DOÑA ÁNGELA. Que quiero ver si esta fiera
Ya mis primas han venido. Habla á don Luis; pero creo
DON LUIS. Que ha cumplido mi deseo
¿Es aquél el coche? Primero que le tuviera.
DOÑA ÁNGELA. Ya me ha visto, no hay tratar;
Sí. Esconderme he; hablarle es justo,
Aquí te quiero enviar Porque con mostrarle gusto
Algo que meriendes luego. La iremos los dos á hablar.
DON LUIS. ¡Por acá, señor don Luis,
Si más disimulo el fuego, A pie y solo! ¿No me habláis?
Pienso que he de reventar. ¿De qué tan suspenso estáis,
Como niña tengo el pecho; Qué miráis ó qué sentís?
Doile fuego, mudo estoy. ¿Qué es lo que ese pensamiento
DOÑA ÁNGELA. Orillas del Tajo fragua?
iDon Luis! Porque á los tristes el agua
DON LUIS. Es un divino instrumento.
¡Señora! ¿Qué hacéis entre aquestas flores
DOÑA ÁNGELA. Y hierba de olmos vestida?
Yo voy. ¿Qué mal tenéis? ¡Por mi vida!
TEODORA. ¿Es acaso mal de amores?
Que se ha de volver sospecho. ¿No respondéis?
DOÑA ÁNGELA. DON LUIS.
Mira que al estribo has de ir ¿Qué respuesta
Conmigo, porque de noche Merece un hombre que ha sido
Podrás entrar en el coche. Conmigo amigo fingido?
DON LUIS. DON VASCO.
De estribo quiero servir, ¡Fingido amigo el que presta!
Angela bella, á tus pies. Pues yo pensé que os hacía
DOÑA ÁNGELA. Más verdad en la amistad,
Ven, Teodora. Que en una necesidad
TEODORA. Prestar al que lo pedía.
Ven, que espera, DON LUIS.
Cuando fueran mil ducados,
Vanse Ángela y Teodora. Y no treinta escudos fueran,
Como en el rostro se dieran
DON LUIS. Quedaban harto pagados.
¿Que esto mis desdichas quiera? Que no os debo nada es llano;
¡Que esto es ser pobre, esto es! Que quien cuenta el bien que hace,
¡Ah pobreza, madre infame El mismo se satisface
De la bajeza y deshonra! Y se paga de su mano.
|Oh madrastra de la honra, Y si esta paga se cuenta,
Demonio el mundo te llame! Aunque es infame su nombre,
¡Que si para el cielo eterno ¿Cuánto más lo será un hombre
Ángel guía y norte fuiste,
,
Que lo cuenta por afrenta?
No te amando yo, caíste ¿Pido yo los treinta escudos
Desde ese cielo al infierno! Para mi afrenta? los nobles
Que señor y la pobreza
el Que no saben tratos dobles,
Mal pueden juntos estar Del bien que han hecho son mudos.
Con quien ha de profesar Los que no lo son ni han sido,
Capa y espada y nobleza. Como nunca bien han hecho,
Si aquí no fuera forzoso Váseles luego del pecho
A quien amo obedecer, Como es por fuerza adquirido.
Yo fuera, don Vasco, á hacer ¿Para no tener en calma,
Un hecho. |Ay, cielo piadoso! Es bien que con tanta mengua
¿Vivís vos, que viene aquí? Hace ventana la lengua
Por donde se asome el alma?
Entra D. Vasco.
¡Treinta escudos! ¡Gran caudal!
DON VASCO. ¡Gran prestar, gran acudir,
En la huerta me he quedado Para venirlo á decir
LOs CORCELES DE MURCIA. 55»

Tras de mí!
ellos. ,Triste
Á una mujer principal!
TEODORA.
¿Hay de qué alabaros más?
¿Hay otra cosa en mi afrentar De lo sucedido aquí
¡Que este número de treinta Muy poco me maravillo.
Sabéislo vos muy de atrás' Que muy grande necedad
. VASCO. Aquí el decíroslo fué:
Cuando con Ángela b Lo que en el campo se ve,

Fué corrido de pensar, Sucederá en la ciudad.


Di \-
No de verla regalar
¡Ah, lengua! ,A1 finde mujer!
Mas de que a mi costa fui
Túvela amor, ignorante ¿Qué mal el mundo no tiene
De que ella os lo tuvo á \
Principio de ti?

TEODORA.
Y arrepentíme, por Dios,
De necedad semejante. Ya viene.

Si pahbras enojosas Ya viene.

Las que aquí le dije han sido, doña Angela.


No fué mucho; que á un corrido ¡Torna, placer!
Se perdonan muchas cosas. Sale D. Luis.
Si soy noble, otras grandezas
Dirán lo que hago y digo, don luis.
Porque vos no sois testigo queda como merece;
Él
Para jurar en noblezas. Ánimo, mi bien; que agora
Que ella es mujer principal Tengo de saber, señora,

Osaré negar también; Quién me estima y aborrece.


Pues á vos os quiere bien Don Vasco queda tendido:
Y mí me quiere tan mal.
á Carrillo corriendo fué
Lo que es número de treinta Por el caballo.

No lo sabe mi linaje, DOÑA ÁNGELA.


Y no recibe ultraje,
así
No sé

De quien con la suya afrenta. Si vivo ó tengo sentido.


Que en linajes tengo brío DON LUIS.

De hidalgo, con tanta ley, Ángela, ¿sois mi mujer?


Que serán treinta con rey, DOÑA ÁNCELA.
Porque le ha habido en el mío. Sí, mi bien.
Mas los treinta que decís, DON LUIS.
Si á dineros los igualo, Venid conmigo
Serán moneda de palo Por los montes.
Con que os mate. DOÑA ÁNGELA.
DON LUIS. ¡Ay, amigo!
Vos mentís!
I
También mi muerte ha de ser.

DOS VASCO. DON LUIS.

Obras importan, villano. ¿Cómo?


DON LUIS. DOÑA ÁNGEI A.

¡Ése, don Vasco, sois vos, De este sobresalte".


Y danzaréisle, por Dios, DON LUIS.

Huyendo por fuerza el llano! Ven á ayudarla á subir,


Teodora.
Éntmnse riñendo, y salen Teodora, D. a Angela TEODORA.
v Carrillo.
Si importa huir,
DOÑA ÁNGELA. El monte es espeso y alto;
Bien dije yo, que ellos son. Ánimo, pues quieres bien.
CARRILLO. DOÑA LnGI \. I

Tarde, señora, has venido. ¡Qué dolores y qué enojos!


DON VASCO. DON I.US.
Tú verás si noble he sido. Si tú murieses, mis ojos,
TEODORA. Don Luis morirá también.
|Ah, señores, no es razón!
CARRILLO. V inse. y salen Tirrena y Helar Jo. villanos.
¡Tente, señorl
DOÑA ÁNGELA. BELARDO.
Vé, Carrillo, Yo no sé qué puede ser
552 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Tan temerario alboroto. FILENO.


TIRREN'A. El colmenar se endemoña.
No las castréis de mi voto; ¡Ay! ¡Ay!
Son dadas á Lucifer. TIRRENA.
BELARDO. Dad con el gabán
Verás cuál salen acá. Padre.
TIRRENA. BELARDO.
Desviar, padre. Ya le doy con él.

BELARDO. FILENO.
Aquesto es hecho, Ofrezco al diablo la miel,
Ya no serán de provecho. Y aun los que por ella van.
TIRRENA. TIRRENA.
Y Fileno, ¿dónde está? Dadle más recio.
BELARDO. BELARDO.
Pienso que le habrán comido. ¡Ox allá!
TIRRENA. FILENO.
¡Que tan pequeño animal A piernas tirad, tío.
las
Pique y haga tanto mal! TIRRENA.
BELARDO. ¡Oh, pobre Fileno mío!
Tirrena, defiende el nido. Comérsele tienen ya.
Si no hay cosa más cobarde BELARDO.
Que una gallina y defiende ¡Ox! Son el diablo.
Sus pollos, ¿de qué te ofende FILENO.
Que una abeja su miel guarde? Id de presto
Que es gente que tienen rey, Por el cura del lugar.
Y que en república están; BELARDO.
Que marchan con capitán Yo las haré conjurar.
Y tienen gobierno y ley. Vase.
¿No has visto sus escuadrones?
TIRRENA. TIRRENA.
¡Pardiez! no quisiera vellos, ¿Fuese?
Porque si al alba son bellos, FILENO.
Después todo son traiciones. Sí.
Quien se las ve de las frescas TIRRENA.
Flores al alba vestidas, Descubre el gesto.
Con sus cueras guarnecidas Quítase la máscara.
Y con sus calzas tudescas;
Quien se las ve los piquillos, FILENO.
Pies y manos y pescuezos Cuanto al gesto, con la red,
Llenos de flores de brezos, Como á monja me han tratado;
De romeros y tomillos, Que han hablado y no han tocado.
Yquien se las ve enojadas TIRRENA.
En iguales ocasiones Dios te ha hecho gran merced.
Con sus agudos lanzones ¿Podréme llegar á ti?

De furia y soberbia armadas, FILENO.


Parecen indios de Chile, Podrás, que ya se partieron.
Á fe, que guardan el oro. TIRRENA.
BELARDO. ¿Hiciéronte mal?
Pues ¿qué flecha de indio ó moro, FILENO.
Puesto que hierbas se afile, Hicieron
Deja más rabia y ponzoña. Cuanto pudieron en mí.
Parecen mucho al amor
Entra Fileno, puesta una míscara de castrar.
Las abejas.
FILENO. TIRRENA.
|Ay! ¡Ay! ¿De qué suerte?
BELARDO. FILENO.
¿Qué es eso, Fileno? Que siendo niño, es tan fuerte
FILENO. Y da tan grande dolor.
lAy! ¡Ay! TIRRENA.
TIRRENA. Enseñarán lasmujeres
Todo viene lleno. A guardar su miel, Fileno.
I.OS JÓRCELES DE MURCIA. 553

FILENO. BELARDO.
Antes muestran que es veneno Aun eso es otra cosa.
I,o dulce de sus placeres.
MU. SO.
El que va por miel contento, ¿Qué otra cosa?
Por más que entonces le agrada, ¿No dicen que les dan penas iguales
A fe que le da picada A los que hacen y á los que consienten?
La abeja arrepentimiento. BELA
TIRRENA. ¿Pues quién pare, Fileno?
Todos lo decís así, MI !

Y no hay tormento ni pena Una señora,


Que os eche de la colmena; Que á la cuenta debió de ir de camino.
Pues algo bueno hay allí. Entra Carrillo con nn niño en brazos.
fileno.
Con hambre no se siente,
la CARRILLO.
Tirrena, el daño esperado, ¿Es por aquí la choza, buena gente?
Porque antes de haber pagado BELARDO.
Ningún hombre se arrepiente, Sin duda que es aquesta la criatura.
Mas después ¿Parió vuestra señora?
TIRRENA. CARRILLO.
I teja la queja, Va ha parido,
Que vanamente os quejáis; Mas puesto que parió, pariendo queda.
Pues sin honra nos dejáis, FII.l

Como sin vida á la abeja. ¿Pariendo queda? ¿Cómo si ha parido?


CARRILLO.
Sale D. Luis.
Apenas dio la luz al claro día,
DON LUIS. Este niño que veis, cuando comienzan
Pastores de los montes de Toledo, A darle otros dolores, y sin duda
Muévaos á compasión la desventura. Que otro le queda.
TIRRENA. FILENO.
¿Que es esto, vais perdido? Ella es mujer de chapas;
DON LUIS. De dos en dos los echa, cual si fuera
A Dios pluguiera, Para una isla.

Que ése fuera mi mal; socorred presto BELARDO.


Una mujer que con dolor de parto Presto la poblara.
Expira entre los brazos de dos árboles. Id, buen hombre, siguiendo aquesta fuente,
TIRRENA. Que ella os pondrá en la choza.
|Ay, pobre de ella! ¿Y era vuestra esposa? CARRILLO.
DON LUIS. Dios os guarde.
Era mi esposa.
TIRRENA. Vase.
Quédate, Fileno,
FILENO.
Por sivuelve mi padre; que entretanto
I. a llevaré á la choza.
A fe que tenéis huéspedes.
BELARDO.
DON LUIS.
¿Qué quieres,
Vamos presto.
aquesta casa?
Si vienen á parir á
FILENO.
No echéis por las colmenas, que sería Sale Tirrer.a con un niño.
Posible que os comiesen la criatura.
¿Hay cosa semejante? TIRRENA.
¡Bendígante los ángeles mil veces!
Vanse, y sale Belardo.
¡Oh, qué lindo zagal! ¡Qué lindos ojosl
BELARDO. FILENO.
¿Qué hay, Fileno? ¿Otro muchacho?
FILENO. TIRRENA.
¡Pardiez! más mal de lo que pensamos. Y lindo por extremo.
Allá queda pariendo vuestra hija. BELARDO.
II E LARDO. Por lo menos serán cinco los huéspedes.
¿Pariendo? FILENO.
I II ENO. ¿De tres se han vuelto cinco?
No pariendo, que otra pare; TIRRENA.
Ayudando á parir pienso que digo. Todos fueran


S54 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Como el que agora veis. Dios te bendiga. Siquiera descanse aquí.


¿No parece que quieres decir taita? BELARDO.
FILENO. ¿Eso me dices á mí?
¿Taita, Tirrena? No. Vuelve á salir Carrillo con el niño.
TIRRENA.
Pues qué, Fileno? CARRILLO.
c

FILENO. Niño, con la sangre mía


Ta, ta, ta, ta, que quiere salir otro. Sabe Dios si os sustentara.
TIRRENA. No lloréis, no puedo más.
Todo lo puede hacer quien más ha hecho BELARDO.
Del polvo de la tierra. ¿Dónde con el niño vas?
FILENO. Detente, infame, y repara.
Ella es hermosa CARRILLO.
TIRRENA. ¿Infame? ¿Por qué ra?.ón?
Es un ángel, por Dios. Como tardasteis, volvía
BELARDO. Á ver si su madre había
Su esposo viene. Llegado.
TIRRENA.
Sale D. Luis.
|Oh! Gran confusión.
DON LUIS. BELARDO.
Apenas, labradores generosos, ¡Perro, suelta el niño!
Mi desdichada esposa, entre estos árboles, CARRILLO.
Dio á luz esos dos niños que habéis visto, Toma.
El que llevó á la choza mi criado BELARDO.
Y el que tiene presente esta pastora, ¡Que si armas trajera aquí!

Cuando siento venir en busca mía CARRILLO.


La Hermandad y justicia de Toledo, ¿Tú qué tienes contra mí?
Ya sea por querella de su padre, BELARDO.
Ya por la herida ó muerte de don Vasco, ¿Posible es que no me coma
Competidor conmigo de esta dama. Estos niños de dolor?
Ruégoos, por Dios, que, en tanto que es forzoso CARRILLO.
Huirme de esta tierra ó esconderme, ¿Qué tienes, hombre?
Le deis en vuestra choza acogimiento. BELARDO.
¿Qué tengo?
Vase. CARRILLO.
BELARDO. Pregunto.
no se fuera el traidor,
Si BELARDO.
|Voto al soto! que le hiciera veo difunto
¡Si

Que sin pagar no se fuera Á don Vasco, mi señor,


La muerte de mi señor. Hombre que yo le he criado
TIRRENA. Y que mi mujer le dio
|Ay, luego don Vasco,
tío! Sus pechos!
El señor de aquesta hacienda, CARRILLO.
.Es muerto? ¿Quién te contó
BELARDO. Que don Luis muerte le ha dado?
Dame esa prenda, BELARDO.
Que estrelle en aquel peñasco. Huye, infame, que tras él
Suelta, Tirrena. Viene la Hermandad.
TIRRENA. CARRILLO.
¡Ay de mí! ¡Ay, cielol
Qué debe aqueste inocente? Defendedme.
;

BELARDO. BELARDO.
Parte, Fileno, á esa fuente, Nunca el suelo
Si ella dicenque está allí, Sufra tu dueño cruel.
Y aunque venga muerta luego, Huye Carrillo y sale D. a Ángela.
Sus hijos ha de tomar.
FILENO. Estoy, Tirrena, por dar
Pues voila luego á buscar. A un mastín estas criaturas.
TIRRENA. TIRRENA.
No hagáis tal crueldad os ruego; ¿Es posible que procuras
Padre, padre, sólo un día A dos ángeles matar?
LOS PORCELES DE MURCIA. 555

FILENO.
(Padre! [Padre!
DOÑA ÁNGELA. Y éste también, que de mí,
¿Adonde, di, Por verme llorar, se ríe.
|Dios os consuele! ¿Queréis
Quieres que te siga muerta?
I 'ILF.NO.
Que la guíe?
;<rx>.
Hoy tu desventura es cierta;
Andad acá.
Que su gente viene aquí.
TIRRENA.
DOÑA ÁNGELA.
Ella presto morirá;
Señores, si sois cristianos
Terrible crueldad hacéis.
Y mi inocencia sabéis,
¿Cómo, decidme, ponéis
y queda D. Ángela, con
Vanse los tres,
a los niíoi
En dos ángeles manos?las en los brazos.
Matadme á mí, que ya estoy
DOÑA ÁNGELA.
Casi muerta, y con piedad
Llevadlos á la ciudad; Prendas del alma que os adora y ama,
Que os quiero decir quién soy. Si vida el cielo en tanto mal concede

Mirad que tienen abuelo A quien en las desdichas sola excede


Que os sabrá satisfacer. A cuantos por amor tuvieron fama.
BEI.AKDO. Vamos los tres donde la suerte os llama,

Ese tu galán, mujer, Porque contenta de matarme quede


Que parta un rayo del cielo, Fruto de mis entrañas, donde puede
Mató el señor de esta hacienda. Mejor el fruto que en la verde rama.
Juzga tú si es fuerte cosa
Venid conmigo, hermosas luces bellas;
Tenerte aquí. Que llevando dos ángeles por guías,
DOÑA ÁNGELA. Pondré gran esperanza siempre en ellas,
Es más piadosa Esforzad contra el tiempo mis porfías,
Que justa. Pues, en efecto, servirán de estrellas
BELARDO. En el tornar de las desdichas mías.
¿Es bien que se entienda de regocijo, y salgan músicos
Den gritos dentro
Que yo fui el encubridor? cantando á la fiestade una ermita, y dos ó tres
Toma tus hijos, camina. hombres y una dama.
TIRRENA.
MÚSICOS.
jPadre!
BELARDO. A la Virgen bella
Tirrena, imagina De aquesta ermita
Que incitas más mi furor. Cielo y tierra celebren
FILENO. Su dulce día.
L'NO SOLO.
No seas cruel.
BELARDO. A la bella Virgen,

¿También Que á tantos guía,


Te me pones tú delante? Da salud, rescata,
iQué bien parece, ignorante, Da gloria y vista.
Murcia, que la tiene
Que no le quisistes bien!
Toma tus hijos. Por amparo, diga:
TIRRENA. (Cielo y tierra celebren
Señor, Su dulce día.i>

Fileno los llevará.


DAMA.
FILENO. Entrémonos por aquí,
Yo los llevaré hasta allá. Mientras que á velar entramos.
BELARDO. HOMBRE I."
¿No que fuera traidor
veis Cortemos algunos ramos.
Al pan que comí en su casa HOMBRE 2.°
Más de treinta años? ¿Haremos cabana?
TIRRENA. MISICOS.
Señora, Sí.

Sabe Dios que esta alma llora, Vera, dama, don


Salen otros músicos y Lucrecia de
El mal que la vuestra pasa. Lope, su marido, y criados.
No puedo más; Dios os guíe;
Tomad el niño. Cantan:
DOÑA ÁNGELA.
¡Ay de mí! Morenica me adoran
5S<S OLIRAS DE LOPE DE VEGA.

Cielos y tierra; De tantos hijos cargada?


Que del Sol de mis brazos ¡Que una desdicha heredada
Estoy morena. Tanto mayorazgo cobre,
UNO SOLO. Y que á treinta mil ducados
Tanto sol me ha dado De renta falte heredero!
Del niño hermoso, DON LOPE.
Que hasta el pecho amoroso En Dios, mi Lucrecia, espero; i

Tengo abrasado: En él pongo mis cuidados.

Todos me han llamado DOÑA ÁNGELA.


Blanca azucena; Pediré limosna aquí;
Que del Sol de mis brazos Que éstos que á la Virgen velan.
Estoy morena. Es muy cierto que se duelan
DON LOPE. De mis hijos y de mí.
Lucrecia mía, si aquí |Ah, mi señora, por Dios
Obrase milagro el cielo, Que de esta pobre tengáis
Ya por tu cristiano celo PiedadI
Ó por consolarme á mí, LUCRECIA.
Y nos diese Dios un hijo, ¿Dos hijos criáis?
De los dos tan deseado, DOÑA ÁNGELA.
¡Cuál sería celebrado Y de un parto son los dos.
Este común regocijo! LUCRECIA.
María, Reina del ciclo, ¿De un parto?
Siun mayorazgo me dais, DOÑA ÁNGELA.
Yo os prometo que tengáis Sí, mi señora.

De plata asiento en el suelo. LUCRECIA.


Untrono os haré, señora, ¿Sois casada?
Adonde pongáis los pies. DOÑA ÁNGELA.
LUCRECIA. Sí, lo fui.
¿Qué importa que voces des LUCRECIA.
Si no nos escucha agora? ¿Dos paristes?
Deja, don Lope, de hacer DOÑA ÁNGELA.
Promesas; airado está Dos parí.

El cielo. LUCRECIA.
DON LOPE. ¿Dos juntos?
¿Comienzas ya DOÑA ÁNGELA.
Tu soberbio proceder? Dentro de un hora.
un rey del suelo importuna
Si á LUCRECIA.
El que mercedes pretende, ¿No honrada vos?
fuistes
Jamás el cielo se ofende DOÑA ÁNGELA.
De importunación ninguna. Bien sabe Dios que lo he sido.
LUCRECIA. LUCRECIA.
No lo merezco. ¿Que haré? ¿Dos juntos y de un marido?
DOÑA ÁNGELA.
Entra D. a Ángela con un saco de peregrina y sus Como esto puede hacer Dios.
dos hijos en los brazos. DON LOPE.
Callad, señora, y mirad
DOÑA ÁMGELA. Que Esaú y Jacob nacieron
Siguiendo mi esposo amado, De un parto.
(Qué de montes he pasado LUCRECIA.
Y qué de leguas á pie! Esas cosas fueron
Á Murcia me dijo un hombre, Por precisa voluntad
Á quien contó su desdicha, Del cielo.
Iba llorando, Qué dicha
i
DON LOPE.
Hallar señas de su nombre! ¿Y qué sabéis vos
;Si habrá pasado á Valencia, Lo que de éstos quiere hacer?
ó si á Cartagena fué LUCRECIA.
Para embarcarse? ¿Agora me hacéis creer
LUCRECIA. Que éste es milagro de Dios?
No sé |Una picara bribona
Si me ha de faltar paciencia. Que así lo quiere decir,
¿Ves, don Lope, aquella pobre Por milagro ha de parir!
LOS PORCELES DE MURCIA. 57

DON LOI'E.
Cantad todos, que á cota puerta
Nos lleva el Sol de María.
Amiga, vete y perdona;
Que esa cara da á entender Cantan:
Que eres honrada.
LUCRECIA.
Esa cara Morenica me adoran
se repara,
Cielos y tierra;
Muestra bien, si
Que del Sol de mis brazos
Cuan baja debe de sor.
DON LO. Estoy morena.
Lucrecia, mira que es cosa
Fuerte aquesta condición.
LUCRECIA.
¿Milagros dicen que son
Infamias? ¡Graciosa cosa!
DON LOPE.
ACTO SEGUNDO.
Mira, Lucrecia, que obra
Esto la naturaleza
Sin milagro.
DOÑA ÁNGELA. Salen Lisandro, mercader, de camino, y Fabio.
¡Esta pobreza,
labrador.

Qué mala opinión que cobral


LUCRECI \. FABIO.

|I de andar hospitales,
Iarta Yo tuviera que comer,
Mesones, campos y tierras, Si, por ventura, supiera
|Hará milagrosl Que tan buen huésped tuviera.
DON LOPE. LISANDRO.
Tú yerras Antes me
quiero volver;
Elldecir palabras tales. Que sólo, Fabio, he venido
LUCRECIA. Á ver esta tempestad.
Digo que si yo pariere ¿Hizo algún daño?
doy EABIO.
Dos hijos, te licencia
Que me mates. Pensad
DON LOPE. Qué cuidado habré tenido.
Ten paciencia. Son los gusanos de seda
DOÑA ÁNGELA. La cosa más delicada
Probar la que tengo quiere. Que hoy tiene el mundo criada.

LUCRECIA. LISANDRO.
Digo que sin más probanza, Bien encarecido queda,
Por adúltera me mates. Con decir, si lo procuras,
DON LOPE. Que vuelven á renacer
Que no digas disparates. Al pecho de una mujer
DOÑA ÁNGELA. Como si fuesen criaturas.
Si la maldición alcanza Del Fénix sabio se admira
De una mujer miserable El mundo, que á nacer vuelve
A una mujer poderosa, Del fuego en que se revuelve
Plega á Dios y á su piadosa Y que á nueva vida aspira.
Mano Yno le da maravilla
LUCRECIA. Ver que el gusano de seda,
No dejes que hable. Muerto una vez, vivir pueda
DOÑA ÁNGELA. De tan pequeña semilla;
Que de un parto tantos paras Verle morir en la casa
Que tu lengua te condene. Que labra, después que toma
LUCRECIA. Nueva forma de paloma
¿Esto sufres? Y el aire volando pasa;
DON LOPE. Sin otras cosas que callo
Razón tiene. Porque las sabes mejor,
LUCRECIA. ¿A quién no admiran?
Siempre tú la infamia amparas. KABIO.
DON LOPE. Señor,
Ya se fué, Lucrecia mía, Notables secretos hallo
Y ya laermita está abierta; En este animal pequeño.
558 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LISANDRO. LISANDRO.
En fin;¿ninguno murió Yo paso, Fabio, adelante
En esta tempestad? Á ver la demás hacienda.
FABIO. FABIO.
No; La que tengo en encomienda
Que soy cuidadoso dueño. Segura está, Dios mediante.
Con panderos y sonajas LISANDRO.
Los hicimos tal ruido, Pues él te guarde; que luego
Que los truenos no han sentido Daré vuelta por aquí.
Ni se han movido en las pajas. FABIO.
LISANDRO. Fiad, Lisandro, de mí.
¿Ya les das hoja?
FABIO. Vase.
Ya comen.
LISANDRO. Sale D. Luis en hábito de soldado pobre.
Los morales, ¿cómo están?
FABIO. DON LUIS.
Cien hojas por una dan, Cansado y con hambre llego.
Aun antes que se las tomen. Nueve meses puede haber
Apenas los acabamos, Que de mi enemigo huyendo
Lisandro, de desnudar, Pasé esta tierra, temiendo
Cuando ellos vuelven á dar De la justicia el poder.
Más hojas que les quitamos. Embarquéme en Cartagena
LISANDRO. Para Oran, donde he vivido
¿Quién te ayuda? Triste, ausente y perseguido
FABIO. De aquella mi dulce pena.
Fué desdicha Hábito pobre tomé,
Estar mala mi mujer Con nombre humilde viví,
De un preñado, aunque ha de ser A los Alarbes salí,
Para mi contento y dicha. Entre sus lanzas pasé.
Mas recibe en su lugar Que mis penas y cuidados
Una pobre con dos hijos, Me daban pecho tan fuerte,
Que todos estos cortijos Que vi cómo huye la muerte
Los puede honrar y mandar. De los hombres desdichados.
Es bella, señor Lisandro; No pude sufrirlo más:
Que si tú la ves, dirás A España volví á saber
Que no podía ser más De mis hijos y mujer.
La que dio muerte á Leandro. Angela, si viva estás,
Es discreta por extremo, De tus ángeles me di,
Gran gobierno, gran mujer. Ó si hacéis coro en el cielo,
LISANDRO. Enviad de allá consuelo
Yo la quisiera tener. A quien no le tiene aquí.
FABIO. Ayer me desembarqué
¿Quiéresla por dicha? En Cartagena, y hoy llego
LISANDRO. A otro mar, en que me anego
Temo De ver que en España entré;
Llevar celos á mi casa; Que si allá roto vivía,
Que es mi mujer insufrible. En fin era tierra extraña:
FABIO. Mucho lo siento en España,
Pero no, que es imposible, Porque al fin es patria mía.
Si ese veneno le abrasa, Quiérome aquí recostar
Que deje de darle celos, Antes que entre en Murcia, y ver
Porque es mujer tan perfecta, Si me podrán conocer;
Gallarda, hermosa y discreta, Que es éste insigne lugar.
Como la han hecho los cielos. Tiene, en razón de la seda,

Mi hijo su parte ayuda. Todo el trato que en Toledo,


LISANDRO. Y ser conocido puedo.
Y los suyos, ¿quién los cría? FABIO.
FABIO. Al pie de aquella arboleda
Ella misma, aunque de día He visto un hombre sentarse,
Y de noche á todo acuda. De mala traza y vestido,
LOS PORCELES DE MURCIA. 5S9

FABIO.
Algún soldado habrá sido de mi tío?
Vos ¿sois hijo
Enemigo de embarcarse: don luis.
De éstos que por las aldeas
Si acaso no se me olvida
Comen y dicen que van
Que asími padre se llama.
A las Italias, y están FABIO.
Contando en las chimeneas
China, ¡Cosa que primos seamos,
Que allá en Flandes ó en la
Hombres que á la guerra vamosl
Mataron á Eneas Troyano,
DON LUIS.
En tanto que asa el villano
Pecho que las armas ama,
A su pesar la gallina.
Nunca de padre se acuerdan.
Y en viendo el agua, se fragua
mismo cortijo; Ni los parientes estiman;
La vuelta al
Que á valer por sí me animan,
Que un astrólogo les dijo
Puesto que la vida pierdan.
Que tienen peligro en agua.
¡Ah, mancebo! |Hola, soldado!
Ya pensaréis que os engaño.
FABIO.
¿No escucháis? ¿No respondéis?
DON LUIS. No soy tan malicioso.
DON LUIS.
¿Quién es?
A nadie le es más forzoso
FABIO.
Buen vestido, seda ó paño,
Yo.
DON I.UIS. Que al soldado, porque roto,
¿Qué me queréis? Aunque haya sido un Roldan.
FAUIO. Se burlan de él.
FABIO.
¿Háse, por dicha, embarcado
No lo harán
El señor capitán ya?
DON LUIS. Los que fueren de mi voto.
DON LUIS.
Yo, amigo, no voy; que vengo
Habrá soldado que venga
De Oran á España, en que tengo
Lleno de plumas y galas,
Padres.
Que dos noches malas,
sin ver
FABIO.
Eso bien está. Honra, y premio tenga.
oficio

Y ¿de dónde sois?


Y un roto, con mil heridas,
DON luis. Irá á dar sus memoriales,

Manchego. Por dicha, á los hospitales,


FABIO. Donde se acaban las vidas.
FABIO.
¿De qué pueblo?
Que seas mi deudo ó no,
DON LUIS.
De La Roda. No lo tratemos aquí.
FABIO. Yo crío, y no para mí,
Buena gente toda. Seda que un hombre me dio.
DON LUIS. Es la sazón en que cojo
Toda. La hoja: si vos queréis,
FABIO. Pues estáis pobre, podéis,
es vuestro nombre? Si no lo habéis por enojo,
¿Cómo
DON LUIS. Entreteneros aquí.
Diego. DON LUIS.

FABIO. Sin salud vengo y no puedo


Y ¿qué apellido? Caminar; con vos me quedo.
FABIO.
DON LUIS.
Martín. Pues alto; echad por aquí.
FABIÓ.
Vanse.
Un tío tengo yo allá

De ese nombre. Entran D. Lope y D. Vasco.


DON LUIS.
DON LOPE.
Y ¿cómo está?
FABIO. Por carta supe de don Juan, mi primo,
No lo sé. Mas ¿á qué fin Señor don Vasco, la desgracia vuestra;
Lo preguntáis? que en mi vida Mas ya de la salud, que tanto estimo,
Os doy el parabién.
Le vi.
DON VASCO.
DON LUIS.
Bastante muestra
Porque es padre mío.
56o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

De la merced que siempre me habéis hecho, Preñada esta Lucrecia, y ha llegado


Con que más confirmáis la amistad nuestra. Al mes del parto.
De vos, señor don Lope, satisfecho DON VASCO.
Estoy; los cumplimientos aquí acaben; [Por mil años sea!
La vida tiene un peligroso estrecho; ¡Nazca un varón, y aumente Dios su estado!
Sané de dos heridas, que me daban DON LOPE.
Por términos la vida, de hora en hora, Pista noche á cenar quiero que os vea.
Pero qué en cuerpo estaban.
lo exterior del DON VASCO.
Mas alma vienen, porque agora
las del La he de tener en Murcia, es imposible;
Las siento más que en su primero día. Mas porque el vuestro de mi amor lo crea,
DON LOPE. Mañana pienso que será posible
Terrible amor que tras agravio adora. Volver de Cartagena; y ese día
¿Qué se ha sabido de ella? Veré á mi prima.
DON VASCO. DON LOPE.
Que seguía Hoy fuera convenible;
Los pasos de su amante. Que mañana en el monte andar querría.
DON LOPE. Mas ¿cómo no pasáis de Cartagena?
¿Y no otra cosa? DON VASCO.
DON VASCO. Porque llevo hasta allí la compañía;
Fábulas grandes, en lisonja mía: Allí se ha de embarcar, que así lo ordena
Que se embarcaron, nueva rigurosa; Toledo; que esta gente el Rey le ha dado.
Y que murieron en la mar. DON LOPE.
DON LOPE. Pues, don Vasco, volved en hora buena,
Pues muera Que en mí tenéis un deudo y un Criado.
El fuego murió su causa hermosa.
si DON VASCO.
DON VASCO. ¡Guárdeos el Cielo, y dé lo que deseo!
Amor quiere que viva.
Vase.
DON LOPE.
¿Pues qué espera? DON LOPE.
No ha habido amor en esperanza. Y á vos os libre, y ponga en el estado
DON VASCO. Que con Lucrecia en tanto bien poseo.
Creo
Sale Beatriz, esclava.
Que vive; aqueste engaño considera.
DON LOPE. BEATRIZ.
En ese engaño estribará el deseo. No
há don Lope, mi señor,
Buscad remedio. Media hora que pensé
DON VASCO. Pedirte albricias.
¿Cuál? DON LOPE.
DON LOPE. ¿De qué?
El de casaros; BEATRIZ.
Haciendo en rica esposa honroso empleo. Pero ya cesó el dolor.
Yo tuve mocedades que contaros DON LOPE.
Pudiera agora, pero (i) todas ellas, ¿Pensastes que ya paría
Como suelen del Sol los rayos claros Mi Lucrecia?
Las nubes deshacer, vine á perdellas. BEATRIZ.
Y mas si el cielo os da la paz que llaman Imagínelo.
Del matrimonio en hijos ó hijas bellas. DON LOPE.
DON VASCO. ¡Ayl ¡Déla el suceso el Cielo,
Ya que entonces más se adoran y aman,
sé Cual es la esperanza mía!
Y donde no está paz no vive el gusto, ¿Dicen que es parto?
La hacienda y la concordia se derraman. BEATRIZ.
Tenéisla vos, porque con gran disgusto Sospecho
Mi señora Lucrecia, me decían Que será entrada de mes.
Estaba por su falta. DON LOPE.
DON LOPE. ¿Sin duda, Beatriz, lo es?
Y no era justo. BEATRIZ.
Mas ya los Cielos que perder se vían Si mi deseo aprovecho,
Tan rico mayorazgo, nos han dado Grandezas ha de tener.
Lo que nuestros deseos les pedían: DON LOPE.
Beatriz, si mi bien codicias,
(i) En la edición antigua para. Tu libertad será albricias.
6.
LOS PORCELES UE MURCIA. 5

FABIO.
BEATRIZ.
Por ti.
Un mayorazgo ha de hal
DOÑA ÁNGELA.
DON LOl B.

dolor cesó? ¿Por mí?


En fin; ¿el
FABIO.
BEAI1 I/.
Sí, que celos tiene.
Sí, señor.
DOÑA ÁNGELA.
DON LOrE.
¿Luego bien pu ¿De quién?
FABIO.
Ir hoy al monte sin miedo?
De cualquier que viene
BEATRIZ.
A esta casa. Y aun de mí.
Y mañana, ¿por qué no?
D<, 'A.
Que ya entiendo, que deseas
Que te vayan A buscar No creo yo que Ginés
Con las nuevas, por no estar
Me quiera A mí.
Adonde el suceso veas.
Sí, la quiero.
DON LOPE.
FABIO.
Bien dices; llama A Teodor,
Traje anoche un forastero,
Y haz que me den de vestir.
BEATRIZ. Que mi deudo dice que es.
¿Al monte al fin quieres ir?
Que viene ahora de Oran,
DON LOPE. Soldado, roto y enfermo;
Tengo al suceso temor. Que estaba en un campo yermo,
Como las bestias lo estAn.
BEATRIZ.
En fin; ¿tu vista le niegas?
Y porque quiero que esté
DON LOl'E. Aqueste verano en casa,
De vivos celos se abrasa.
[Oh, qué mal mi temor mides!
DOÑA ÁNGELA.
BEATRIZ.
que le pides. ¿Celos de mí? ¿Pues de qué?
Dios te dé lo
DON LOPE. Ginés, ¿qué es tu pretensión?
Por tu libertad le ruegas. ¿No me ves de hijos cargada?
GINÉS.
Sale Fabio con un palo. Ginés, su hijo, y Doña Ángela c
Quiero yo con ellos nada?
de villano.
Ya sé yo que vuestros son.
DOÑA ÁNGELA.
FABIO.
Desvíate. Pues ¿con quién?
GINÉS.
DOÑA ÁNGELA.
Con ella sola.
No le des.
GIM DOÑA ÁNGELA.
Por mal camino, no tal;
Déjala, Teresa, llegue.
Quizá que el diablo me ciegue. Por el camino real.
FABIO.
FABIO.
amo? Las orejas y la cola
Pues ¿tú
DOÑA ÁNGELA. Le faltan para ser bestia.
Calla, Ginés. Materéle. ,Fuera, digol
GINÉS.
GINÉS.
¿Cómo tengo de callar? ¡Teneos, padrel
DOÑA ÁNGELA.
¿Soy roble que me varea?
Fabio, amigo,
DOÑA ÁNGELA.
Es tu padre. ¿Tú sufres tanta molestia?
GINÉS. ¡Desvíate!
GINÉS.
Aunque lo sea.
¡No ha de estar
FABIO.
Dame, Teresa, lugar El soldado en casa?
FABIO.
A que siquiera le dé
No.
Dos muertos en las costillas.
DOÑs WILA.
GUÍES.
Soldado? ¿Dónde durmió?
iQue yo no sufro cosquillas! c
FABIO.
FABIO.
Allá durmió en el pajar.
No, pues yo os las quitaré.
DON \ ÁNGELA. Y la bestia anoche quiso
¿Sobre qué es esto? Ponerle fuego.
7>
XI
562 uUUAS DE LOPE DE VEGA.

GIN1 Pero creed que, aunque ha sido


Es verdad. Cama en pajas, juraré
FABIO. Que en más de ocho meses fué
¡Quién hiciera tal maldad! La más blanda que he tenido.
C.1NÍ.S. DOÑA ÁNGELA.
¡Padre, mirad, que os aviso Mucho pasan en la guerra
Que le echéis, ó he de quemares' Los hombres.
FABIO. DON LUIS.
Ya no hay esperar. ¡Afuera! Mucho he pasado
CINES. En la guerra de un cuidado
¡Tente! Que me ausenta de mi tierra.
DOÑA ÁNGELA. Anoche á Murcia llegué
Ya no quiero. Desembarcando de Oran.
FABIO. Mis vestidos, que no están
Espera. Tan sanos como mi fe,
GINLS. Me
aconsejaron, señora,
El diablo puede esperaros. Que hasta la noche aguardase,
Porque en su tiniebla entrase,
Vansc los dos. Y amanezco en vuestra aurora.
Que vuestro padre me halló
DOÑA ÁNGELA. En el campo, y condolido
¿Soldado y roto? ¡Ay de mí, De mi pobreza y vestido
Que en viendo algún desdichado, Esa posada me dio.
Se me acuerda el triste estado Donde han visto los pesares
En que estoy y en que me vi! Con quien mi desdicha encuentra,
Las entrañas me ha movido Que el sol que en palacios entra
A procurarle algún bien; Entra también en pajares.
Quiero intentar que le den Y pues hoy un sol se ve
Siquiera un pobre vestido. Dar luz en cosas tan bajas,
Que tener compasión de él, Que temo encendáis las pajas
Será tenerla de mí, Que de la cama saqué.
Que como sin él me vi, ¿Sois hija, como lo pienso,
Me imagino á mí sin él. Del dueño de esta alquería?
A la puerta del pajar DOÑA ÁNGELA.
Con lágrimas he llegado, Su hija soy.
¡Qué digo! ¡Ah, señor soldado! DON LUIS.
¿No es hora de levantar? Muy bien podría
Mire que ya es medio día. Atreverme, cielo inmenso,
A decir que ya cansada
Dentro. Naturaleza de obrar
Cosas nuevas, estampar
DON LUIS. Muchas por una le agrada.
¿Quién me llama? Ese rostro he visto yo
DOÑA ÁNGELA. En otra hermosa mujer.
Una mujer. ¿Qué miráis sin responder?
DON LUIS. DOÑA ÁNGELA.
Mi muerte debe de ser. Miro, soldado, que os dio
DOÑA ÁNGELA. Muy pensamientos
sutiles
Mejor dijera la mía. La cama en que habéis dormido.
Levántese de esas pajas. DON LUIS.
Duerme el rico en dulce olvido
Sale D. Luis lleno de pajas. En colgados aposentos,
El pobre dormir porfía,
DON LUIS. No viene el sueño que llama,
Ya me levanto con ellas, Y así suele ser su cania
Aunque tuve cama en ellas Su estudio y su librería,
Que hace á las ricas ventaja. Y aunque digo que dormí,
Si no salí luego dama Toda la noche pensé
Por sacudillas, no os pese; En esto mismo que hallé.
Que no es bien que alguien dijese DOÑA ÁNGELA.
Que me llevaba la cama. ¿Pues qué habéis hallado en mí?
1 .

563
LOS PORCELES DE MURCIA.

iy bien pagáis la posada!


DOS LUIS.
,Esa es la paga mi
Mi retrato, que no puedo
I. A.
ar que el original
Salió agora del pajar
Seamáspro] «1.
DOÑA ÁNGl LA. Y rogóme le quitase
Las pajas.
¿De dónde sois?
DON LUIS.
DON LUIS.
De Toledo. Que me limpiase

DOÑA ÁNGELA. No es justo os dé pesar,


Aunque los dos trabéis bodas.
De Toledo, y me porfía GIN
Que sois primo de mi padre.
Sí,pero es limpiar muy fuerte
DON LUIS.
cuadre. Quitar las pajas de suerte
El serlo no es bien le

DO 'A. Que se le han pegado todas.


al^ún día Rondaba: si acaso aguardas
Que temo yo vi
Limpiarte el brazo, aguardar,
A Toledo en otro nombre
Que uno con otro limpiar,
Del que tengo.
DON LUIS. Mas es oficio de cardas.
¡Santo 1
Ahora bien; sólo te abone,
Hacéis que me
cubra un velo Ya que he visto lo que pasa,
Que quiere salir de casa
Y que de veros me asombre. Quien se limpia y se compone.
Ojos, si mi pensamiento
Limpio estás, vete en buen hora.
Me dice que viendo estáis DON LUIS.
Aquel ángel que buscáis,
vuestro consentimiento.
¿Dónde ?
Dad GINÉS.
Decid que sí, tristes ojos,
Donde tu camino.
Cielo, que aún puede ser
DOÑA ÁNGELA.
Que pueda el alma tener
¿Camino? Si anoche vino!
Un bien tras tantos enojos.
Hermosa señora mía, ¿No ves que ya en casa mora?
no sois vos, ¿No ves que de los morales
Sois vos; que si
La hoja viene á coger?
No me dé contento Dios,
(.INÉS.
Ni de vida solo un día,
Angela, ¿qué respondéis?
Y aun fruto pudiera ser
Con lindos descuidos tales.
DOÑA ÁNGELA.
Si él mora ya en tu moral,
¡Ay cielo, mi nombre oí!
Deshoje, derribe, coja.
¿Eres don Luis?
DON LUIS. ¿Para qué quiero la hoja
Mi bien, sí. Sin fruto?
DOÑA ÁNGELA.
DON \ ÁNGELA.
No digas tal;
¡Ay ojos, no lo dudéisl
DON LUIS. Que eres un necio, Ginés;
Esposa mía, aunque estoy Haz amistad de soldado,
Pues á servirte ha llegado
Tan triste y desfigurado,
Mira que el alma he guardado
Limpio de todo interés.
r.iNÉS.
Que con los brazos te doy.
DOÑA ÁNGELA. Y tan limpio que trocara
Para tener en tu cuello A sus pajas mi capote.
DOÑA ÁNGELA.
Alma tan hecha pedazos,
¿Eso es bien que te alborote?
Pongo en tus hombros mis brazos.
DON LUIS. Dale la cama y repara
te quiero bien,
En que yo
Yo la mía en tu cabello.
es un hombre
Y que soldado el

Abrázansc, y sale Gincs. Que apenas sé yo su nombre.


DON LUIS.

Liego llamo, y también


me
GINBS.
Martín, apellido en fin.
Teresa, dice señor.
GINBS.
DOÑA ÁNGELA.
El uno habéis de dejar,
¿Cómo qué?
ie si el Diego fué á limpiar
GINBS.
irá limpiar el Martín.
No dice nada;
564 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Soy vuestro amigo, más sea Que te encerraste conmigo,


Con condición si queréis Sin llamar otro testigo
De que sucio siempre estéis. Sino tu propia mujer?
DON LUIS. ¿De Don Lope, mi señor,
¿Quién hay que mis dichas crea, Eras, por dicha, su dama?
Angela? Vuelve, por Dios, á la cama,
DOÑA ÁNGELA. Mira que es mucho rigor.
Mi bien. LUCRECIA.
GINÉS. Si me hubiera sucedido
¿Qué es eso? Beatriz, como todas suelen,
¿Quédaos algo por limpiar? Yo estuviera en mi regalo
DOÑA ÁNGELA. Y descansara dos meses.
La mina. Yo le pidiera á Don Lope
DON LUIS. Las cosas raras que tiene
¿Podréte hablar? El mar, la tierra y el aire,
DOÑA ÁNGELA. Aves, ganados y peces.
Después. Visitáranme, Beatriz,
DON LUIS. Por momentos mis parientes,
Dichoso suceso. Las señoras que hay en Murcia,
¿Mis hijos? Que amor y sangre me deben.
DOÑA ÁNGELA. Pero siendo mi desdicha,
Vivos están. De la manera que adviertes,
DON LUIS. Me espanto que estés contenta,
¿Adonde? Y descansar me aconsejes.
DOÑA ÁNGELA. Y para que entiendas bien
Aquí. Mis desventuras, atiende,
GINÉS. Beatriz, á mi historia triste.
¿No venís? Que si Dios no me tuviese
DOÑA ÁNGELA. De su mano en este punto,
Vamos, pues. Mil pensamientos me vienen
GINÉS. De que con mis propias manos
¿Qué le decís? Procure darme la muerte.
DON LUIS. Yo me casé con Don Lope,
¿Yo? Caballero descendiente
GINÉS. De la ilustrísima casa
Sí. De los señores de Vélez,
DON LUIS. Que esta tierra conquistaron,
¿Que por dónde van? De cuyas hazañas tienen
GINÉS. El apellido Fajardo,
Por aquí, ¿no lo entendéis? De los Alfajares Reyes,
¡Por Dios que me he de acostar A quien mató en desafío
Esta noche en el pajar El Don Juan de quien descienden;
Por que después me limpiéis. Que puesto que yo soy noble,
No tanto como él merece.
Vánse. El mayorazgo y hacienda
Salen Beatriz y Lucrecia. De mis abuelos procede,
Vera, por parte de padre,
LUCRECIA. Y por mi madre, Meneses.
¿Cuándo vendrá tu señor? Viendo que Dios no me daba
BEATRIZ. Hijos que heredar pudiesen
¿De la cama te levantas Un mayorazgo tan rico,
Tan presto? Pedíselos muchas
veces.
LUCRECIA. Y después que mil novenas
¿De qué te espantas, Tuve en partes diferentes,
Beatriz, en tanto dolor? Una tarde en una ermita,
BEATRIZ. Puede ser que tú te acuerdes,
¿No me tengo de espantar Una mujer con dos niños
De que esta noche haya sido De sus pechos tiernamente
Tu parto, y no hayas querido Asidos, como en la parra
Sola una hora sosegar? Colgar sus racimos suelen;
¿No he de espantarme de ver Que con sus bocas de rosa
565
LOS PORCELES DE MURCIA.

Que adúltera y me maten,


fui
Bebiendo blanca leche,
la
O de Murcia me afrenten.
los
Como los tiernos corderos
Porque no digan sus damas
En los arroyuelos beben,
Me pidió limosna humilde, Que Lucrecia de Meneses
A quien yo soberbiamente De un hombre solo, y de un parto,
Trate mal, quizá de envidia
Parió, como puerca, siete.
BEATRIZ.
De ver que Dios se los di<
Enternecida de oirte,
Y que una mujer tan rica,
Que así lo permite y quiere, Con lágrimas he bañado
Por los secretos que él sabe,
Tu relación.
LUCRECIA.
Mayorazgo no tuviese.
Mi cuidado
Y entendiendo que de un parto
Eran los dos inocentes, No tiene más que advertirte.
La llamé mujer infame, Sácame de él; que tendrás
Libertad por premio luego.
No creyendo que pudiese BEATRIZ.
Parir dos hijos de un hombre,
Que mires bien te ruego.
lo
Siendo cosa que acontece
LUCRECIA.
Por momentos en el mundo.
¿Qué puedo mirarlo más
5

Y dije que si me hiciese muerte


Preñada, y pariese dos,
¿No ves que será mi
Mi marido, justamente,
É infamia de mi linaje?
BEATRIZ.
Como adúltera é infame,
Darme la muerte pudiese. Pues quiero mudar de traje

Maldíjome la mujer Y partirme á obedecerte.


LUCRECIA.
Con lágrimas tan ardientes,
¿Para qué, pues has de ir
Que hasta el cielo penetraron,
Y el pecho de Dios encienden.
Como que vas á lavar?
BEATRIZ.
Pues esa noche, Beatriz,
Antes que á Murcia volviese, Segura puedes estar
Sin duda me hice preñada, Que te tengo de servir.
En mal punto, en triste suerte. Ven á escoger el que dejas.
LUCRECIA.
El encerrarme contigo
El hermoso has de dejar.
Fueron sospechas que siempre
Tuve de este mal suceso, Uno solías amar,
Viendo ensancharse mi vientre. Y ya por muchos te quejas.
Tanto, que del cuello en bandas Vanse.
Le traje asido tres meses,
lacayo
Sin osar salir de casa, Salen D. Lope, de caza, v Lisandro, y Carrillo,
Ni poder aunque quisiese. de D. Luis.
Parí, Beatriz, como has visto,
DON LorE.
No dos hijos, sino siete;
Siete de un parto, Beatriz,
Toda mi gente he perdido,
No sé yo de quién se cuente. Pero más vengo admirado
|Sin duda Dios me castiga!
Que Teodor me haya dejado.
LISANDRO.
Dios lo ordena, Dios lo quiere,
Algo le habrá sucedido.
Por las soberbias que dije,
Y atrevimientos mil veces. Y en la caza, es ordinario

Pero, pues Don Lope es ido El alejarse y perderse.


DON LOPE.
A casa, á mí me conviene
Salir de aqueste peligro, Y suele siempre ofrecerse

Con tu ayuda de esta suerte. Cuando ha de ser necesario.


Toma una canasta grande, Dejé, Lisandro, á Lucrecia
Y como que ropas Heves Casi en días de parir,
Al para lavar,
río Cosa que no osé decir,
Los seis de mis hijos siete Cuánto en mi casa se precia.
Pondré en medio de los paños, Y quisiérale enviar
Que echados en su corriente A saber cómo se siente,

Con piedras, el más hermoso Porque en habiendo accidente,


Querrá el cielo me herede.
que La pudú-so regalar.

Vamos á esconder, Beatriz: Por cuya falta he llegado


No diga mi esposo ausente, Casi de Murcia á la puente.
OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LISANDRO. Y que á bien librar la penca,


Si mal en volver se siente Suelen llevar el compás,
Aquí tengo yo un criado; Por no vestirme detrás
lYro no sé si sabrá Lo que es palmilla de Cuenca.
Por ser en Murcia tan nuevo. La noche antes del tormento,
DON LOPE. Pinté, y puse enfrente de él,
¿Pues de dónde sois, mancebo? Con un carbón por pincel,
USANDRO. Que fué mi negro instrumento,
Desde ayer conmigo está. Una horca, un ahorcado,
CARRILLO. Un verdugo encima puesto,
De Toledo soy, señor. Con aquel bellaco gesto,
DON LOPE. Y un cordel al cuello echado.
Buena tierra. Después, cuando estaba asido
CARRILLO. Al potro, y vueltas me daban,
Para mí Con que decir me obligaban
No fué muy buena. Verdad del dolor vencido,
DON LOPE. El rostro con mil pasiones,
Es así; Volvía al verdugo feo,
Siempre trata con rigor Y decía, ya te veo,
La patria á sus propios hijos. Ya te creo, nones, nones.
¿Qué érades allá? El juez y el escribano
CARRILLO. Pensaban que lo que vía
Muy poco; Era el demonio, y que hacía
Pero de servir á un loco, Mil cruces, todo cristiano,
Que en fiestas y regocijos Hasta que con mayor miedo
Gastó su hacienda, fui menos, Que yo tuve me quitaron
Pues llegué casi á morir. Del potro, y me desterraron
DON LOPE. Por dos años de Toledo.
Nunca pierden por servir, DON LOPE.
Los que sirven á los buenos. El tiene gentil humor.
CARRILLO. Por Dios que hubiera holgado
Hálleme en una cuestión, De que fuera mi criado.
Donde si mano metí CARRILLO.
La meta, señor, en mí Y yo de tan buen señor.
Un africano león. LISANDRO.
Y del monte de Toledo, Cuando fuera un hijo mío
La Hermandad, que me prendió, Me holgara en dárosle.
Á su cárcel me llevó, DON LOPE.
Donde encarecer no puedo Acepto
Lo que he pasado en diez meses. La merced, porque en efecto
DON LOPE. Es hombre de gusto y brío.
La cárcel, cosa es sabida, Ya está conmigo.
Que es purgatorio en la vida. CARRILLO.
CARRILLO. Esos pies
jSi bien, señor, lo supieses! Me dad, señor, á besar.
Como supieron que yo DON LOPE.
De los caballos sabía, Tu nombre.
Quisieron que cierto día CARRILLO.
(Nunca tal me aconteció), Puede fiar
Almohazase un potro rucio, Del hombre; que hidalgo es.
Que cinchándome con él, DON LOPE.
Con agua, pelo y cordel, ¿Cómo?
No he visto espejo tan lucio. CARRILLO.
Y
hasta que se puso el sol, Carrillo.
AI son de aquella almohaza, DON LOPE.
De contar me daban traza, ¿Pues eres
¡Ved que hermoso facistol! De los Carrillos?
Pero ya que de este punto, CARRILLO.
Supuesto que es canto llano, Mejor.
Sé que el verdugo es la mano, Oye mi origen, señor,
Y la horca el contrapunto; Si saber mi nombre quieres.
LOS PORCELES DE MURCIA. 5<V

DON LOPE.
Mi padre y madre vivían
Agora sí, mi dulce amada esposa
En Mescas, y en su casa
Nuestra amistad eterna confiada,
Como en otras muchas pasa, Queda inviolablemente ya apretada
Un pozo entre dos tenían.
Contaban que un sacristán, En lazo de heredad y paz dichosa.
En vano quise atar alguna cosa:
Que en la otra casa vivía,
Si no pusiese un nudo en su lazada,
Por aquel pozo salía
dejaba firmemente atada,
la
Desde una Pascua á San Juan.
.

Pero de desatarse peligrosa.


Á curar, porque mi i

Es confuso edificio Babilonia,


Se iba al campo muchos días,
El casamiento y su divino escudo,
Algunas melancolías
De que era enferma mi ma Como de la experiencia testimonio.
.a sucesión que hacerle gloria pudo,
Nací yo, y como pasaba
I

Que supuesto que es lazo el matrimonio,


Por el carrillo el buen homl nudo.
nombre Mientras faltan los hijos falta el
No me pusicnm el

Del que entraba, ni el que estaba. Sale Beatriz, con una cesta grande r . dos
Porque el lugar, sin remedio, guardas.
Me llamó desde chiquillo, GUARDA 1.°
Por el carrillo, Carrillo,
Digo que tengo de ver
Que soy hijo de por medio.
DON LOTE. Lo que en la canasta lleva.
BEATRIZ.
El es propio para mí.
Quedo; que nadie se atreva,
¿Sabes caminar?
CARRILLO. Que aunque esclava, soy mujer.
Soy ave. GUARDA 2°
don LOPE. Perra, si lo sabe ya,
¿Para qué se maravilla-
Vaya á Murcia; mas no sabe
DON LOI'E.
Mi casa
CARRILLO. ¿No es aquella Beatricilla?
,.or Dios, c adónde va?
¿Está en Murcia?
DON LOPE. Ellos vuelven á porfiar,
Ya querrán fiestas los guardas.
Sí.
CARRILLO. GUARDA 1.°

¿Pues cómo se ha de esconder Suelta ya, perra, ¿qué aguardas?


BEATRIZ.
La casa de un regidor
De vuestro nombre y valor? Quedo; que no han de llegar.
DON LOPE. DON LOPE.
Pues que al anochecer
di Algo lleva, pues porfía.
BEATRIZ.
La cena este prevenida.
CARRILLO. ¿Quieren no ser majaderos?
J
GUARDA 2.'
Voy.
LISANDRO. Suelta, galga.
me voy DON LOPL.
Y yo también
¡Ah! Caballeros,
Á la alquería.
DOM LOPE. ¿Saben que esta esclava es mía?
Yo soy \rda i.°

Vuestro amigo. ¡Oh, mi señor Regidor!


LISANURO. Si ella primero dijera
Hacienda y vida De quién era, nadie hubiera
Á vuestro servicio están. Mostrado tanto rigor.
Tensamos, porque acontece
Váse Carrillo y Lisandro, ciudadano, por otra parte Por puntos, que aquí sae.
Algo sin registro y daba
i ON LOTE. Tanta ocasión que parece
Cuando mi amistad probéis Que le importaba la vida
Veréis lo que en mi tenéis. El no dejarlo mirar.
LISANDRO. BEATRIZ.

Honrando los nobles dan. Sino hablé fué por pensar,


Señor, que era conocida.
\ isc.
don LC
Todo lo que has dicho creo.
5 68 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

GUARDA 2° Has de saber, señor mío


La porfía perdonad; DON LOPE.
Que nos pone la ciudad Habla.
Para mirar. BEATRIZ.
DON LOPE. Y parió
Ya lo veo. DON LOPE.
GUARDA ." 1 ¡Lo que tardas!
Y como con tal cuidado BEATRIZ.
Se alejaba de la puerta ¡Siete hijos!
De ciudad, encubierta,
la DON LOPE.
Mirando uno y otro lado, ¿Siete?
Sospechamos con razón BEATRIZ.
Que era seda, y aun hurtada. ¡Siete!
DON LOPE. DON LOPE.
Esta mi esclava es honrada. ¡Santo Dios!
GUARDA 2.° BEATRIZ.
Ya le pedimos perdón. La desdichada
DON LOPE. Temiendo que la matases,
¿Quieren algo? Sospechando alguna infamia,
GUARDA 2.° Y que por Murcia no fuese
Que nos mandes. Afrentada de sus damas,
DON LOPE. Con gran secreto metió
Vayan con Dios. Los seis en esta canasta,

GUARDA I Escogiendo el más hermoso,
Él te guarde. Que queda en brazos del ama.
Estos llevaba á arrojar
Vanse los guardas. En el río
DON LOPE.
DON LOPE. Tente, para
¡Á lavar, Beatriz, tan tarde, ¿Cómo en el río? ¿Qué dices?
Y por rodeos tan grandes! ¿Esa mujer es cristiana?
¿Cómo te alejabas tanto BEATRIZ.
De la ciudad, ó qué llevas Prometióme libertad.
Que á descubrir no te atrevas? Yo, porque no la mataras,
¿Qué te espantas? Iba á obedecerla, y Dios
BEATRIZ. Trajo tras de mí estas guardas.
¡Dasme espanto! Porque diesen ocasión
DON LOPE. A que de mí sospecharan
¿Yo? Pues ¿de qué? ¡Vive Dios, El hurto, con que has sabido
Que algo has hurtado, y ha sido Lo que llevo y lo que pasa.
Lo que llevas escondido, DON LOPE.
Pues lo escondes de los dos! ¡Milagros del cielo son!
Y debías de buscar Pues toda aquesta mañana
Algún lacayo ó criado Ando alrededor del muro
Á quien dar lo que has hurtado: Con salir al campo á caza.
Pues téngolo de mirar. Los esclavos he perdido
BEATRIZ. Que las ballestas llevaban;
¿Yo, señor? ¡Guarda, no llegues. Los perros desde ese arroyo
Que paños de sangre son! Pienso que se han vuelto á casa,
DON LOPE. Y he topado mil amigos
¡Saltos me da corazón!
el Que me detienen y hablan;
-Cómo que me niegues?
verlo ¡Todo porque Dios quería
¿Parió Lucrecia? Que le gozasen seis almas!
BEATRIZ. Ven conmigo y toma en hombros
¡Ay de mí! Esas prendas delicadas;
Parió, señor. Que sin saberlo Lucrecia
TON LOPE. Tendrán diferentes amas.
Pues ¿qué esto? Por aquestas alquerías
BEATRIZ. Quiero esta tarde dejallas
¡Oye; escucha y sabrás presto Sin que sepan quiénes son;
Qué parió y qué llevo aquí! Y por la cruz de esta espada,
569
LOS PORCELES DE MURCIA.

Mas no me deja llegar


Que si á Lucrecia le dices,
La noche al bien que deseo.
Ni de esto entiende palabra, IjON luis.
Que deje en el pecho el pomo
,Que nunca tengo lugar!
Y la punta en las espaldas.
Gi:
BEA
¿Llámasmc tu sol, Teresa?
I

Yo te la doy, señor mío.


DOÑA ÁNGELA.
DON LOE!
Quien es mi sol bien me entiende;

Pues sigúeme, que si callas


Aunque como se atraviesa
Mejor tendrás libertad,
La noche que lo defiende
Cruel, Lucrecia, aunque casta.
De darme su lumbre cesa.
Ángeles, en Dios confío
En mi vida, mi señor,
Que os dará vida tan larga
vuestra historia qi. Me has parecido tan bien.
Que de GINÉS.
Eterno ejemplo en España. el favor.
Yo te agradezco
Vanse, y entran con dos canastillas D."
Angela DOÑA ÁNGELA.
y (jinés. ,Que los ojos que te ven
Se están muriendo de amor!
tés.
A no ser por el nublado,
¿Quieres que la lleve yo
Mi sol, los brazos te diera.
Porque no vayas cansada? GINÉS.
DOÑA ÁNGELA.
¿Nublado? Habráste engañado;
No, mi Ginés. Dámelos, Teresa.
GINÉS.
DOÑA ÁNGELA.
¿Por qué no?
Espera.
DOÑA ÁNGELA.
GINÉS.
Porque aliviarte me agrada
Cielo azul y verde prado,
Lo que descanso me dio. ¿Adonde el nublado está?
GINÉS.
Pues ¿ámasme tú? Da una vuelta y vele.
DOÑA ÁNGELA.
¿No ves Si tú estás, Martín, acá
DOÑA ÁNGELA.
Lo que te quiero, Ginés,
Ese nublado decía.
Pues no te dejo llevar
GINÉS.
La cesta?
GINÉS.
Más antes yo lo sería,
que luz te da.
Si fué el sol
Quiérome echar
cesta á tus pies.
Ah, Teresa, ¡vive Dios!
Con alma y
DOÑA ÁNGELA. Que yo soy mal adivino:
Vos tenéis amor los dos.
c
Adónde Diego quedó? DON LUIS.
GINÉS.
¿Qué hay, Ginés?
No habrá la suya henchido,
MNÉS.
Porque más tarde llegó.
Estoy mohíno.
cesta de hojas. DON LUIS.
Sale D. Luis, en traje de villano, con
Mohíno, ¿con quién?
DON LUIS. GINÉS.
Basta, que sin mí se han ido, Con vos.
Mas alcanzarélos yo; DON LUIS.
Mas ¡ay cielo! ¿No es aquella Déjate de eso, pues eres
Mi luz, mi norte, mi estrella? Tan grosero, que has dejado
DOÑA ÁNGELA. Que una mujer que tú quieres
Á don Luis he visto allí. El hombro lleve cargado;
¡Que esta bestia ande tras mí No sabes servir mujeres.
Sin poderme librar de ella! Muestra á Teresa, que yo
DON LUIS. Le quiero llevar por ti.
¡Que no la pudiera hablar GINÉS.
Sin testigosl Como llevar eso no;
Que la cesta le pedí,
Halla con D. Luis, que está detrás.
V la cesta me negó.
DON LUIS.
DOÑA ÁNGELA.
¡Suelta!
Mi sol veo,
57o OBRAS DE LOPE DE VEGA.

CINES. FABIO.
¡No quiero! |Bestia! ¿Quién así te ha puesto?
DOÑA ÁNGELA. GINÉS.
Esperad; ¡Voto al sol que me engañó,
Con dos lienzos os tapad Y de cesta vuelto en cestol
Los ojos DON LOPE.
GINÉS. ¿Quién es este labrador?
¿Para qué apuesta? FABIO.
DOÑA ÁNGELA. Mi hijo, que nunca fuera.
Y el que acertase á mi cesta DON LOPE.
La llevará. ¿Vuestro hijo?
GINÉS. GINÉS.
Pues atad; Sí, señor.
Que yo sé que acertaré. FABIO.
DON LUIS. ¿Cómo estás de esta manera?
Átale bien. GINÉS.
DOÑA ÁNGELA. Traigo venda de amor.
la
¿Ves? ¿No estaba Teresa aquí?
GINÉS. FABIO.
No veo. Esa busco.
DOÑA ÁNGELA. GINÉS.
Ven, y callando estaré. Pues con Diego
DON LUIS. Se burlan de mí y de ti.
Hablarte, mi bien, deseo. FABIO.
DOÑA ÁNGELA. Que en mi casa os ruego
entréis
Echa por aquí. Para que os sirváis de mí.
DON LUIS. Que el uno de estos varones
Sí haré. Teresa le ha de criar.
DOÑA ÁNGELA. DON LOPE.
Este bosque es intrincado: Yo nunca pago en razones:
No nos hallará en un día. Con obras suelo pagar,
Fabio, mis obligaciones.
Vánse los dos.
FABIO.

GINÉS.
¿Cuyos son?
Voy, pues estoy avisado. DON LOPE.
De una mujer
Salen Fabio, D. Lope y Beatriz con el niño. Principal; pero advertid
Que nadie lo ha de saber.
FABIO. FABIO.
Dos niños Teresa cría. Ya entiendo.
DON LOPE. DON LOPE.
Qué, ¿no los ha destetado? Aquí aparte oid:
FABIO. Cristiano lo habéis de hacer.
Ya por servir,
los quiere, FABIO.
Dar á y es mujer
criar, ¿No lo viene?
De quien os puede decir, DON LOPE.
Lo que es remitido al ver No ¡por Dios!
No tenéis más que pedir, Tanto importaba el secreto.
FABIO.
Ginés coge á Fabio por detrás. Si aquí me dejáis los dos,
De prometo.
criárosle
GINÉS. DON LOPE.
¿Sois Teresa? Fabio, mi honor dejo en vos.
FABIO. Da el niño á Beatriz.
¿Qué es aquesto? FABIO.
GINÉS. Mostrad.
|Yo soy, Teresa! BEATRIZ.
FABIO. Besarle quiero primero.
¿Quién? ¡Dios te bendiga! Tomad.
GINÉS. FABIO.
|Yol ¡Oh qué hermoso caballero!
571
LOS PORCELES DE MURCIA.

DON LOPE.
Ó mi señor te enviara
Adonde verte pudiera.
Volvamosá la ciudad.
¿Sabes algo, por ventura,
FABIO.
Ion Luis?
Enviadme el otro presto. DOÑA ÁNGELA.
DON LO 1

Aquí está.
Yo tendré, Fabio, cuidado. CARRILLO.
Vasc y la esclava. ¿Contigo?
DOÑA ÁNGELA.
FABIO.
Y mi esposo es ya.
¿No vienes? CARRILLO.
CINES.
¡Para qué mi vida dura!
Bueno me has puesto;
Ya que estáis juntos la muerte ,

Mas justamente han dejado


Corte el hilo de mis años.
Todas tres cestas á un cesto. DOÑA ÁNGII.A.
Oye mis bienes y daños.
CARRILLO.
Dímelo, ¡por Diosl
DOÑA ÁNGELA.
Advierte.
ACTO TKRCERO. Con los dos ángeles bellos
Que con aquel sobresalto,
En los montes de Toledo
Parí entre aquellos peñascos,

Salen Carrillo y D. a Ángela.


Vine caminando á Murcia,
Por siguiendo los pasos
ir

CARRILLO. De don Luis; mujer, á pie,


Y dos niños en los brazos.
¡Vuélvame á abrazar, por Dios!
DOÑA ÁNGELA. Al cabo de algunos días
Llegué á sus hermosos campos;
¡Mil veces quiero abrazarte!
CARRILLO.
En la sazón de la cría
De su seda , donde Fabio,
Yo para cumplidas darte
El dueño de aquesta hacienda,
Abrazos de dos en dos.
Señalándome salario,
¿Cuánto habrá que no nos vemos?
Me recibió en su servicio.
DOÑA ÁNGELA.
Serví, y al cabo de un año,
Hará diez años y más. aquí,
¿cómo estás?
Vinodon Luis por
Pues, Carrillo,
CARRILLO. Que, de Oran desembarcado,
Roto, enfermo, pobre y solo
Salud, gloria, á Dios tenemos.
DOÑA ÁNGELA. Le halló Fabio al pie de un árbol.
También le trajo á su hacienda,
¿Y siempre en Murcia has vivido?
CARRILLO. Donde con dulces abrazos
Se juntaron nuestros cuerpos
Después de nuestro suceso
Y las almas descansaron.
En que un año estuve preso,
Luego don Lope, que agora
Siempre á don Lope he servido.
Tienes, Carrillo, por amo,
Que como el santo prelado secreto,
Aquí con grande
De Toledo ganó á Oran,
Nos trajo estos dos muchachos,
De toda Castilla van arroyo
Que al pasar de aquel
Hombres de alto y bajo estado
Á servir al rey allí,
Los viste alegres, jugando
Con otros dos, porque son
Y yo llevaba este intento;
Los de mi primero parto.
Mas mudé de pensamiento
Críelos, y aquellos míos
Después que esta tierra vi;
de Fabio;
Crió la mujer
La belleza de la cual
Casámonos en efecto,
Me convida á estar en ella.
DOÑA ÁNGELA. Donde después nos ha dado
El cielo tres hijas bellas;
¡Es fértil, es noble, es bellal
CARRILLO. Pero advierte que me llamo
Teresa, y Diego mi esposo,
No tiene España su igual;
Que con sayo tosco y basto
Pero mejor lo dijeras
Sirve y cubre su valor,
Si antes de agora te hallara,
,

572 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Hasta que los dos sepamos CARRILLO.


Que se ha olvidado en Toledo De algún amigo ó pariente.
La desgracia de don Vasco. DOÑA ÁNGELA.
CARRILLO. Pues dile que estaba ausente
¡Notable historia es la tuya! Mi esposo en esta ocasión,
Pero si sólo aguardáis Y que en viniendo irá á hacer
A lo que decís, ya estáis Lo que nos manda.
Libres de la muerte suya. CARRILLO.
DOÑA ÁNGELA. En efecto
¿Cómo? Me voy sin verle.
CARRILLO. DOÑA ÁNGELA.
Escapó de la herida. El secreto
DOÑA ÁNGELA. Te encargo.
¿Cierto? CARRILLO.
CARRILLO. No
es menester.
Y á Oran se partió Guárdete, señora, el cielo;
Adonde presumo yo Dile á don Luis este amor;
Que pasa una triste vida; Yo sé que en tanto dolor
Que la desesperación Le servirá de consuelo.
Le hizo dejar su tierra.
DOÑA ÁNGELA. Vase Carrillo.

Si él vive y está en la guerra,


Sale Luis en traje de villano, que es hijo de D. a Án-
No es imposible perdón.
el
gela, y D. Pedro, otro muchacho, caballero con un
CARRILLO. palo tras él.
¿Cómo imposible? No hay cosa
Más fácil. LUIS.
DOÑA ÁNGELA. ¡Malos años! ¿Vos matarme?
Luego ya puedo ¡Madre, madre!
Ir ó escribir á Toledo. DOÑA ÁNGELA.
CARRILLO. Luis, ¿qué es esto?
Bien puedes, Angela hermosa; DON PEDRO.
Pero advierte en el recado ¿En sagrado os habéis puesto,
De don Lope mi señor. Perro, después de afrentarme?
DOÑA ÁNGELA. LUIS.
¿Carrillo, es algo de amor? ¿Perro yo? Mentís.
CARRILLO. DOÑA ÁNGELA.
Si de amor tiene cuidado ¡Don Pedro!
No me ha dicho nada á mí. ¡Perro á mi hijo! ¿Por qué?
Sólo aquel papel me dio DON PEDRO.
Para Fabio, y me mandó Si lo es ó no, no lo sé.
Que esto te dijese á ti. DOÑA ÁNGELA.
Que el lunes años cumplía ¿Esto de criarte medro?
El mayorazgo que tiene, ¿Que así los pechos deshagas
Y que una fiesta solene En que te tuve dos años,
A sus parientes hacía. Con las penas y los daños
Que allá con tu esposo fueses Que te he criado?
Y los dos niños llevases, LUIS.
Y para que te alegrases No hagas
Y allípena estuvieses,
sin Caso de ese necio.
Llevases también los tuyos. DON PEDRO.
DOÑA ÁNGELA. ¿Así
De muy buena gana iré; Me tratáis? Yo os cogeré.
Mas confieso que pensé LUIS.
Que eran estos niños suyos. Coger allá, ¿para qué?
CARRILLO. Buenos estamos aquí.
¿Eso cómo puede ser, Suelta el palo, y tú verás,
Si es satisfacción bastante, Cuando aquese prado midas,
Que vayan á estar delante Bueno á bueno, á tres caídas,
De Lucrecia, su mujer? Cuál de dos puede más.
los
DOÑA ÁNGELA. DON PEDRO.
Pues ¿de quién piensas que son? Yo no tengo de luchar,
)

573
LOS PORCELES UE MURCIA.

Que me agrada una corteza ( i

Que yo no soy labrador.


LUIS. Y un ajo tosco agrada. me
DOÑA ÁNGELA.
Debes de ser gran señor.
¡Déjalo ya; no seas necio!
DON PEDRO.
¿Sobre qué fué la cuestión?
¡Yo tengo de pelear
DON PEDRO.
Con espada y con pavés,
Cosas de importancia son.
Como caballero armado, 1, A"' ¡I.A.
Y echar de moros al prado ¿De qué impoitancia?
Cabezas de tres en tres! PEDRO.
LUIS.
De prec.o.
¡Pobres moros, cuál irán
DO -A ÁNGELA.
Sin cabezas á sus casas!
DON PEDRO. Dímelo, por vida mía.
DON PEDRO.
¿Burlaste?
DOÑA ÁNGELA. Jugaban nuestros hermanos
¿En burlas lo pasas? A la chucha en estos llanos;
Blas ganaba, y Juan perdía.
Por dar una bola, Blas
Pues, ¡por Dios!, señor Roldan,
Que nunca mora enviude Empujó de tal manera
Por vuestra merced allá,
A Juan, que, por dicha, fuera
Veras el juego y aun más.
Aunque las moras de acá
Sobre si fué bien ó no,
Con buen aire las sacude;
Luisillo y yo nos cogimos,
Que es el mayor comedor
Porque en burlas nos sufrimos
De moras que vi en mi vida.
DON PEDRO. Muchas cosas él y yo.
Mas poique, sin pensar mal,
Cuando el moral me convida
Le llamé villano, afuera
Y anda la seda en labor, me que era
Como las moras con rabia Se hizo, y dijo
Hijo de una tal por cual.
De los moros que han de ser
Ya entenderás lo que digo;
Los que me pienso comer,
Pero aunque quién es no sé.
Que hasta en el nombre me agravia.
LUIS.
Basta que mi madre fué
¡de hambre, dirá! Para que le dé el castigo.
¿De rabia? ,

Que, como se llama hidalgo,


Y por tu vida Teresa, ,

Tiene más hambre que un galgo. Y así Dios me dé lugar


DOÑA ÁNGELA. En que te pueda pagar
Calla, Luis; bueno está ya.
Lo que no poder me pesa,
LUIS. Que me hagas tanto bien
Cuando por disculpa dé De decirme quién ha sido
Mi madre, y que si he tenido
De las moras que ha comido,
Humilde padre también.
Que por los moros ha sido
Enemigo de la fe; No quiero ser arrogante,

Porque más que paja un buey Humildad quiero tener,


Come muñidor del vino,
el
Pues no fué culpa nacer
Sabiendo que es el tocino De una mujer semejante.
como el rey. Así va la humana ley,
Tan hidalgo
DON PEDRO. Porque si á escoger se diera,
.Hay más necios barbarismos? Al nacer ninguno hubiera
LUIS. Que no quisiera ser rey.
Pero ya sé larazón. Es el mundo ciego abismo,
DON PEDRO. Mas si es la virtud valor,

Yo sé que nace mejor


¿Y es?
El que nace de sí mismo.
LUIS.
Que los que hidalgos son DOÑA ÁNGELA.
Siempre comen de sí mismos; Pedro, así te guarde Dios,
Pues yo quiero ser villano, Que no sé más de que aquí
Señor don Pedro, y luchar; Te trajo don Lope; á mí
Hacer del pan la cuchar, Tenéis por madre los dos.
Que es del pan, y aun de la mano;
Coma su sopa dorada (ii Rima falsa, muy extraña en un poeta nacido
Con la de plata en su mesa; en Castilla la Nuuva
574 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Él dice que una señora De merendar á los dos.


Te parió con gran secreto, DON PEDRO.
Él lo calla por respeto Yo sabré quién soy, ¡por Dios!
De Lucrecia, á quien adora; Por ver si puedo hablar.
Pero el lunes lo verás, LUIS.
Y antes podrá ser también. Ven; jugaremos después.
DON PEDRO. DON PEDRO.
En fin, ¡que no sabes quién! ¡Yo saldré de este desprecio!
DOÑA ÁNGELA. Porque no puede hablar recio
De él entonces lo sabrás. El que no sabe quién es.
Dale la mano, travieso,
Y sed amigos los dos. Vanse, y sale D. Vasco y D. Lope.
DON PEDRO.
Si se desdice. DON LOPE.
DOÑA ÁNGELA. ¡Buena vuelta habéis hecho, por mi vida!
¡Por Dios, Diez años há, don Vasco, que pasando
Que no repares en eso! Por Murcia, me dijisteis que mañana
LUIS. Á honrar aquesta casa volveríades,
¿Desdecir? De buena gana: Y hoy es el día que en mi casa os veo.
Desdígome de ofender DON VASCO.
Á Dios, á quien debo el ser, Entré en la mar, don Lope, con intento
Á mis padres, á mi hermana. Sólo de ver las naves, y aquel día
Desdígome, si dijere Supe como en Oran don Luis estaba,
Mal de la virtud, ó bien Puesto que disfrazado en pobres hábitos.
Del vicio, ó infamare á quien La venganza, la honra, el desatino,
Sin culpa alguna estuviere. El poder que llevaba y los consejos
Desdígome, si pensare De amigos mozos, cuerdos pocas veces,
Traiciones contra mi amigo Me llevaron á Oran, donde no sólo
Y de ser falso testigo, Nuevas hallé, pero ni señas de ellos;
Aunque el mundo los ampare. Allí he vivido honrado, y he servido
Desdígome boca y labios Tan bien al rey, que dando vuelta á España
Si á mi amigo revolviere Aquel año que fuisteis á Castilla,
Cuando manos no tuviere Me ha hecho mil mercedes.
Para vengar mis agravios; DON LOPE.
Pero hasta que estés desdicha Eran todas
De haberme arrogante y vano Dignas de vuestro mérito.
Llamado perro y villano, don vasco.
Don Pedro, lo dicho dicho. Con ellas
DOÑA ÁNGELA. Volvía á Toledo, y alegré mi patria
Luisillo, tiene razón; Con galas de soldado, que no digo
Uno por
otro se vaya. Con las hazañas que de mí sabía.
DON PEDRO. Pero porque veáis qué vueltas tiene
El agravio tiene á raya El tiempo en sus mudanzas, y que influye
Tu amor y mi obligación. La que los cielos dan en los mortales:
Doyle la mano. Yo vi una hermana de don Luis, ¿qué digo?
LUIS. Un ángel vi.
Esto sí. DON LOPE.
DON PEDRO. Vendréis apasionado.
Que tengas en mucho quiero, DON VASCO.
La mano de un caballero. Añadid, de casarme concertado.
LUIS. DON LOPE.
Si hoy lo sois, ayer lo fui. Daros quiero mil veces mil abrazos,
DON PEDRO. Porque con ello cesarán las iras,
¿Tú? ¿Cómo? Vendrá don Luis, si es vivo, y como hermanos
LUIS. Viviréis en Toledo en paz.
Porque llevé DON VASCO.
Una carga á mi padrino Sus deudos
Caballero en un pollino. Y el padre de doña Angela han escrito
DOÑA ÁNGELA. En varias partes en Italia y Francia,
Sí, que caballero fué. A quien, si los hallare, les refiera
Venid; porque os quiero dar La paz y el gusto con que soy su hermano.
LOS PORCELES DE MURCIA.
575

LUCRECIA.
DON LOPB.
¿Qué me decís?
¿Pues cómo si tenéis hecho concierto cielo en doña Ana.
Cifróse el
De casaros, don Vasco, ó por qué causa Es un ángel; no ha nacido
Volvéis á Oran?
DON VASCO. En Toledo más belleza,
Más virtud, ni más nobleza.
ACartagena vuelvo,
LUCRECIA.
Porque he tenido nuevas que ha llegado
Mi hacienda allí; que no me importa poco Habéis, primo, procedido
Estar presente cuando tomen tierra Como quien sois.

Los esclavos que traigo; y por mi vida, DON VASCO.


Que os tengo de servir con una esclava La ciudad
Que cautivé yo mismo, que pudiera
Cautivar algún libre su hermosura.
Ha hecho mil regocijos.
LUCRECIA.
DON LOTE.
manos, que por ser despojos Dios os dé, don Vasco, hijos,
Besóos las
Para más firme amistad;
De hazañas vuestras, las tendré en mis ojos.
Al nacimiento del mío
Salen Lucrecia y Beatriz.
Hace don Lope una fiesta.
Ocasión de honrarme es ésta:
LUCRECIA. Que lo habéis de hacer confío.
DON VASCO.
No os habéis de ir esta vez
¿Estáis ya tan temerosa
Sin que os vea, señor primo.
DON VASCO. De la palabra?
LUCRECIA.
De lo que amo y estimo,
No estoy.
Hago á don Lope juez.
DON VASCO.
Dadme, señora, esos brazos
Merecidos de su amor.
Á vos, Lucrecia, os la doy.
LUCRECIA.
DON LOPE.
No quiero usar de rigor, Mi ausencia ahora es forzosa.
Por no perder los abrazos;
Que voy á las alquerías
Que el enojo que tenía Donde cierta hacienda tengo;
Perdonadme si hoy no vengo
Me quita el gusto de veros.
DON VASCO. A comer.
DON VASCO.
Por castigo de ofenderos
Pues estos días
Baste la vergüenza mía.
LUCRECIA. Que tengo de estar aquí,
¿Queréis, don Lope, dejarme?
Así quiebran los soldados
DON LOPE.
Las palabras.
DON VASCO. Vos podéis acompañarme
Si la di, Si tenéis gusto.
DON VASCO.
Va vengo á cumplirla aquí.
LUCRECIA.
Eso sí.
Tras tantos años pasados. Vamonos ya, que mi prima
DON VASCO. Dará licencia.
LUCRECIA.
Desdichas, guerra, amor, mar,
El fiador,
Que cualquiera por sí solo
Puede, desde Polo á Polo, Que es don Lope, mi señor,
Esta máquina alterar, Para que os la dé me anima.
Fueron la causa, señora; Id en buen hora los dos.

Y aunque con mucha os quejáis, DON VASCO.


Don Lope, es tierra de caza.
Mirad cómo me tratáis,
DON LOPE.
Que vengo casado agora.
LUCRECIA. Famosa.
Eso sólo me moviera DON VASCO.
Para que os diera perdón. Pues demos traza
DON VASCO. De entretenernos, por Dios.
DON LOPE.
Y más siendo la ocasión
Paz de una guerra tan fiera. Perros y escopetas creo
Que no los tenéis mejores.
Porque sabed que es hermana
De mi enemigo don Luis DON VASCO.
Mi esposa. Adiós, prima.
, »

576 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LUCRECIA. En otra parte empleada.


Adiós, señores. CARRILLO.
No serás tan estimada.
Vanse los dos. BEATRIZ.
Yo, á lo menos, suya soy.
BEATRIZ. CARRILLO.
Triste y confusa te veo. jExtraña resolución!
LUCRECIA. Pues, Beatriz del alma mía,
Que estoy confusa confieso; Este hierro me tenía
Mas si preguntas de qué, Traspasado el corazón.
Beatriz, sólo te diré Con buscar unas tenazas
Que temo algún mal suceso. Le sacaré como muela.
Porque aquestas precauciones BEATRIZ.
No sé el efecto que tienen. ¿Y si le duele?
BEATRIZ. CARRILLO.
Si de justa causa vienen, Que duela.
¿Por qué confusa te pones? BEATRIZ.
LUCRECIA. Pues pese á treinta almohazas,
En tantos años no ha sido Con el picaro lacayo;
Celebrado nacimiento
el Piensa que ayer no lo vi
De su hijo, aunque contento Con Inesilla.
Está de haberle tenido, CARRILLO.
Y ahora sus deudos junta. ¿Yo?
BEATRIZ. BEATRIZ.
Como es ya grande, señora ¡Síl
Él mismo parece agora CARRILLO.
Respuesta de tu pregunta. Hablaríala de soslayo,
LUCRECIA. Mas de medio á medio.
Enpartiéndose me avisa, BEATRIZ.
Beatriz, de que fuera están. Digo
BEATRIZ. Que lo vi, y la pellizcó.
Ya sospecho que se van. CARRILLO.
Vase, y entra Carrillo.
¿Que he pellizcado á Inés yo?
BEATRIZ.
CARRILLO. Y ella dijo: «quedo amigo.
¿Adonde con tanta prisa? Advierta ¡por vida del!
BEATRIZ. Que para colgados son.
Iba, Carrillo, á saber, Y él, haciendo el socarrón
Si mi señor se partía. Con la izquierda á lo cruel,
CARRILLO. Le dijo muy puesto en calma:
Yo le vi cuando salía, «¡Ese botín colorado,
Y me procuré esconder. Inés, tú le traes calzado,
BEATRIZ. Y á mí me
aprieta hasta el alma!»
¿Pues cómo con él no vas? Noentendí bien lo demás;
CARRILLO. Pero sé que la abrazó,
Por quedarme donde vea Y aun que la besó.
El bien que el alma desea; CARRILLO.
Que está Eso no;
BEATRIZ. Beatriz, engañada estás.
¿Dónde? Que á Inés le había caído
CARRILLO. Una pajilla en un ojo,
Donde estás. Y como le daba enojo
BEATRIZ. Y yo soy su conocido,
¿Vienes ya como otras veces? Me dijo que la soplase
CARRILLO. Y por eso me acerqué.
¡Detente, Beatriz hermosa (ij, BEATRIZ.
Escucha lo que merecesl Eso, por su vida, fué;
BEATRIZ. Pudo ser que me engañase.
Ya te he dicho que yo estoy CARRILLO.
Así Dios guarde á dos padres
(i) Falta un verso á esta redondilla. Que tuve, como es verdad,
,

LOS PORCELES DE MURCIA. 577

Gente para África, Diego:


Y que toda la ciudad
Ginés se ha de partir luego
Sabe que somos compadres.
DEA :
A ser soldado en Oran.
Pues diga, ¿hablarála más? Ya le di una espada mía,
CARRILLO. en la ciudad compró
más Vestidos.
No te daré enojos.
DON LUIS.

¿Ni la soplará los ojos?


No pensé yo
CARRILLO. Que tu enojo llegaría

Ni la soplaré jamás. A desterrar á Ginés,


III A I KIZ. Ni á que pasase la mar;
Venga á hablarme el lacayo En casa se ha de quedar,
Á las dos, por donde sabe. Que es tu hijo, y justo es.
CARRILLO. Yo y mis hijos y mujer
|Oh mi Beatriz, más suave Será mejor nos vayamos,
Que cañafístula en Mayo! Pues tanto enojo os damos.
FABIO.
BEATRIZ.
Adiós. rtntes su muerte has de ver.
Vaya el bellaco á la guerra,
CARRILLO.
Guárdete los cielos. Quizá será hombre allá.

BEATRIZ.
Sale D. Pedro.
A fe que otra vez le aceche.
CARRILLO.
No hay en el mundo escabeche DON PEDRO.
Como fregona con celos. Ginés á guerra va,
la

Y yo quedo en esta tierra.


Vanse, y salen Fatuo y D. Luis, en traje Eso no, ¡viven los cielos!
de labrador. Que á Oran tengo de ir con él.

FABIO.
FABIO. ;Qué perdición tan cruel
¿No me he de espantar de ti, Ha nacido de tus celos!
Que de una bestia hagas caso? DonPedro, ¿qué espada es ésa?
DON LUIS. ¿Dónde de esa suerte vas?
Si supieras lo que paso DON PEDRO.
No te espantaras de mí. A la guerra.
FABIO. FABIO.
Digo bien; tengo entendido ¿Pues no hay más?
I iON PEDRO.
Que Ginés te dará enojos.
DON LUIS. De que antes no fui me pesa.
Habla á Teresa en mis ojos. DON LUIS.

FABIO. Pedro, sin licencia mía,


Ya estoy de todo advertido. Que estoy en lugar de padre,
DON LUIS. Y sin gusto de tu madre,
Cuando estaba por casar, Pues es madre quien te cría,
Bien fuera que la sirviera; ¿Te quieres ir de esta suerte,
Pero casada, ¿qué espera? Y en tan tierna edad soldado ?
FABIO. DON TEDRO.
¡La vida me
ha de quitar! Ya vengo determinado,
Si tuviera entendimiento, Ni temo el mar ni la muerte.
Supiera el daño que hacía, ¿Tú no lo fuiste?
Que es un ciego á quien no guía, DON LUIS.
Que va por la luz á tiento. Sí fui.
Bien creerás que he castigado DON PEDRO.
Como á bestia su porfía; Pues déjame que lo sea.
Pero apenas se desvía DON luis.
Del camino comenzado. Si tu valor lo desea,
Y así que conozca quiero, Imítame, Pedro á mí.
Cuan hombre de bien nací, DON PEDRO.
Pues por no perderte á ti ¿Cómo?
No verle en mi vida quiero. DON MIS.
Aquí hace un capitán En ir cuando seas hombre.
578 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

Sale Luis, villano, hijo de D. Luis, con un sombrerillo FABIO.


de plumas de gallo y su espadilla.
Es bastante.
LUIS.
No hay que detenerme, madre, Sale Ginés con un morrión de soldado á lo gracioso
Que aunque le pese á mi padre, y una lanza.

Perdone el amor y el nombre. GINÉS.


Á la guerra tengo de ir, Fuera nadie me detenga.
Pues Pedro y Ginés se van. FABIO.
DON I.UIS. ¿Qué es esto, es mi hijo?
¿Dónde vas, Luisillo? DON LUIS.
LUIS. Sí.
A Oran. GINÉS.
DON LUIS. ¿Son moros?
Por Dios, que me hacéis reir. FABIO.
¡Á Oran! ¿Qué hierba pisastes ¿Estás en ti?
Que todos á Oran os vais? DON PEDRO.
LUIS. Venga el mundo
Padre, no medetengáis, LUIS.
Que vos también os soldastes. El mundo venga.
DON LUIS. GINÉS.
¿Dónde vas? ¿Son moros? Díganlo presto,
LUIS. Porque hay muchos que matar.
A matar moros. FABIO.
DON LUIS. ¿Adonde vas?
¿A matar moros? CINES.
LUIS. A la mar.
¿Pues no? FABIO.
Y aun de allá pienso traer yo ¿Quién de esta suerte os ha puesto?
Sus riquezas y tesoros. GINÉS.
DON LUIS. Venga la mar luego aquí,
Plega á Dios que sea así. Y entremos en ella á prisa.
LUIS. DON LUIS.
¿Veis que traigo ceñida?
la Fabio, ¿no te mueve á risa?
No ha de quedar moro á vida FABIO.
DON LUIS. ¿Á risa? ¡Pesar de mí!
¿Conoces los moros? ¿Dónde vas mentecatón?
LUIS. GINÉS.
Sí. No soy Catón, sino Hercules.
DON LUIS. DON LUIS.
¿Quién son? Mejor es que disimules.
LUIS. LUIS.
Unos hombres son ¿Queréis que os dé un topetón,
Azules y colorados, Ó algún garrote en la cholla?
Que viven por despoblados DON LUIS.
Y adoran el zancarrón. ¿De ésto no tomas placer?
Basta enseñarles la cruz, GINÉS.
Basta darles una voz; He Dios, que tengo de ser
Que es gente que come arroz, Como otro Mucio Scevola.
Pasas, higos y alcuzcuz. FABIO.
Si bebieran vino casto, Éste causará mi muerte.
Si comieran buen tocino, DON LUIS.
No me pusiera en camino, ¿Esto tenéis por agravio?
Pues para pasas yo basto. FABIO.
FABIO. ¿Qué más mal?
¿Qué es vino casto, ignorante? DON LUIS.
LUIS. Dejadle, Fabio,
Vino virgen que en su vida Que se rompa de esta suerte;
Trató con agua. Que estando una vez rompido
DON LUIS. Será hombre, y no ignorante.
Escogida GINÉS.
Definición. ¿Pues quién se pondrá delante,
LOS PORCELES DE MURCIA.
579

Los cuartos de aquel hombre á media noche.


Estando ya corrompido?
Sale Doña Angela. Vos veréis las desdichas que acomodo:
Teodor, ¿están los niños en el coche?
DOÑA ÁNGELA.
TEODOR.
Don Lope, labio, está aquí.
Todos están en él.
FABIO,
DON LOPE.
Antes que entre entraos allá,
Hoy volveremos
Que después se tratará aunque trasnoche:
De la guerra A Murcia con los seis,

CINES. ¡Oh Fabio, Dios os guarde! ¿Qué tenemos


¿Iremos? De nuevo por acá?
FABIO.
DON PEDRO.
Sólo serviros.
Sí.
DON LUIS.
FABIO.
Entraos presto. Angela, ¿de qué estáis haciendo extremos?
DOÑA ÁNGELA.
gi>.
¿No miras aquel hombre?
Ya se irán.
FABIO.
Seguidme los dos.
Hay que deciros
DON PEDRO.
Camina. Grandes cosas de Pedro y Juan.
LUIS.
DON LOI'E.
¿Son cosas
¿Dónde vas?
GIMES. Que obligan á sus padres á suspiros?
FABIO.
Á
la cocina
Mientras que vamos á Oran. Antes son tan hidalgas, tan honrosas,
Y tan nobles, que son los dos soldados
Vánsc, y salen D. Lope, D. Vasco y Teodor En que se ven sus almas generosas,
DON VASCO. Escucha á parte.
DON LOPE.
Notable admiración me das en verte
alquerías, Di.
Ir recogiendo en tantas
DON VASCO.
Tantos niños, don Lope, de esta suerte. ¡Cielos sagrados!
¿Están, por dicha, á cargo tuyo, y crías
Los expósitos que hay en Murcia agora? Doña Angela, ¿no es ésta que aquí veo,
¿Adonde vas con tantas niñerías? Y aquel don Luis? ¡Ay ojos engañados!
¿Es ilusión por dicha del deseo?
Si supiera Lucrecia mi señora,
Que estos conejos tienes en Vivares Mas no es engaño de mi fantasía,
Mirándolos estoy y no lo creo.
De la una, y otra madre labradora,
Diérale nuestra casa más pesares No sin razón don Lope me decía
Que los que suelen darle tus ausencias, Que callase si viese extrañas cosas.
¡Por Dios, que lo que es ésto me declares! Yo callaré si es honra suya, y mía,
DON LOPE. Porque si al de Lucrecia son forzosas,
Don Vasco, todas estas diligencias Alguna entre las cuatro está secreta.
que verás presto, DON LUIS.
Se dirigen á un fin

Con el justo laurel de mis paciencias; Huir fueran hazañas vergonzosas.


Bien imagino lo que juzgas de ésto, Él es don Vasco, el alma lo interpreta,
Pero es muy al revés, por vida tuya Que Don Lope sin duda le ha traído,
DON VASCO. No porque has sido de quien soy profeta
Agora en confusión mayor me has puesto. Sino porque Carrillo, mal nacido,
DON LOTE. Le ha contado quien somos.
DOÑA ÁNGELA.
Y para que una cosa se concluya, Estoy muerta;
Al servicio de Dios tan importante,
Al bien de mi mujer, y á la honra suya; Ya no hay huir, que ya eres conocido.
FABIO.
Te suplico por Él, que si delante
Vieses de ti, mientras el fin te digo, No es menester, señor, que se me advierta.
Los sombras que vio Osorio el estudiante, Tan por entero la intención que tienes;
No despliegues los labios. Mañana estoy con ellos en la puerta.
DON VASCO. DON LOFE.
Primo amigo, Pues mira que si un punto te detienes,
Hermano ¡vive Dios! de estar á todo Destruyes mi intención, |Diegol Teresa!
DON LUIS.
Como una piedra, y que á callar me obligo,
Si viese descender del propio modo ¿Qué nos mandas, señor?
.

58 >
OBRAS DE LOPK DE VEGA.

DOÑA ANGELA. DON LOPE.


Que á prisa vienes. ¿Qué tiene aquesto que ver
DON LOPE. Con mis hijos? Mas no quiero (Aparte.)
Estos niños me
llevo, aunque me pesa; Darle secreto á entender.
el
Id mañana á comer los dos conmigo, DON VASCO.
Para que hagamos cuentas sobre mesa. Venganza pienso que espero,
DON LUIS. Y es su hermana mi mujer;
Iremos á servirte, ¿yo no digo Ó puede que haya creído
Que sabe ya quién somos? Que no los he conocido.
DOÑA ÁNGELA. Don Lope, bien sé quién son.
De tu vida DON LOPE.
Tengo recelo; moriré contigo. No sabéis, aunque el perdón
DON LUIS. De no lo decir os pido.
Pues á comer, esposa, nos convida, DON VASCO.
Ya sabe que no somos labradores. ¿No queréis que esto yo entienda?
DON LOPE. DON LOPE.
Ya es me despida.
tiempo que de todos Yo sé que no lo entendéis.
Adiós, amigo Fabio; adiós, señores. DON VASCO.
DOÑA ÁNGELA. Yo vi el galán y la prenda.
¡Señores dijo, grande mal te espera! DON LOPE.
Á Dios que os dé propósitos mejores. Bien sé que los niños veis.
DON LOPE. DON VASCO.
Fabio, sacad los niños acá fuera. No hayas miedo que le ofenda.
Vánse D. Luis, D. a Ángela y Fabio. DON LOPE.
¿Ofender? ¿A quién decís?
DON VASCO. DON VASCO.
Mandado me habéis callar: No quiero darle á entender
No quiero deciros nada, Que conozco á don Luís.
Que bien había de hablar. DON LOPE.
DON LOPE. Ya el uno me viene á ver.
Mi honra tengo obligada No digáis lo que sentís.
Y habeisme de perdonar.
Sale D. Pedro.
DON VASCO.
No hay que tratar, ya callé, DON PEDRO.
Puesto que juntos los vi. Si me da
ese caballero
DON LOPE. Licencia, señor, de hablaros,
Juntos aquí los dejé. Hablaros aparte quiero.
DON VASCO. DON LOPE.
¿Y han vivido siempre así? ¿Qué me queréis?
Notable secreto fué. DON PEDRO.
DON LOPE. Preguntaros
Siempre los dos han vivido Cierta cosa.
Aquí con este secreto. DON LOPE.
DON VASCO. Hablad: ya espero.
Yo he callado, aunque he sentido DON PEDRO.
Lo que Dios sabe, os prometo ¿Trajísteme vos aquí?
DON LOPE. DON LOPE.
Fuerza de mi honra ha sido. Yo os traje.
DON VASCO. DON PEDRO.
Eso deseo saber. ¿Muy niño?
DON LOPE. DON LOPE.
Mañana lo habéis de ver, Sí.
Que juntos hemos de estar. DON PEDRO.
DON VASCO. ¿Y á mi hermano Juan?
Respeto el estar casado DON LOPE.
Con su hermana; callaré. También
DON LOPE. DON PEDRO.
Pues eso, ¿qué os ha obligado? Hombre soy, y hombre de bien.
DON VASCO. ¿Pareceos que esto es así?
¿Qué más queréis que lo esté DON LOPE.
Estando ya concertado? Que sois hombre, ya lo veo.
;8i
LOS PORCELES DE MURCIA.

LOPE.
Que seáis hombre de bien,
.

No lo sé, aunque lo deseo. Los dos os quiero enseñar.


PEDRO. Conmigo podéis venir.

yo también. PEDRO.
Si vos lo sois,
DON LOPE. Pues con eso iré con vos.
Seguidme, don Vasco. Vamos.
No os enojéis; yo lo creo.
DON PEDRO. DON VASCO.
¿Qué habéis tratado los dos?
¿Quien os me dio cuando era
DON LOPE.
Niño?
DON LOPE. De este secreto tratamos.

Una dama. DON PEDRO.


DON PEDRO. Cosas humildes, á Dios.
¿Quién es? Yansc.
DON LUÍ'
Salen Lisandro y D. Juan de Salazar, corregidor
I .

Quiso que no lo dijera. de Murcia.


DON PEDRO.
LISANDRO.
¿No lo he de saber?
DON LOPJ .
Esto me tiempo que se iba.
dijo al

Después. Y merced esté avisado


así vuestra

DON PEDRO. De hacer lo que por éste le suplica.


DON JLAN.
Mucho ese después me altera.
1 laré de buena gana lo
que pide,
Aquí quisiera saber
Lisandro, amigo, el regidor don Lope.
Si mi madre era mujer
De buena ó de mala fama; Lee asi.

Porque hay aquí quien la infama,


Y no lo debe de ser. cVuestra merced se halle en todo caso
Si sois mi padre, ¡por Dios, En mi casa á comer, porque me importa
Señor, que me lo digáis, Al honor y la vida juntamente,
Pues hoy me parto de vos! Algunos caballeros y testigos
DON LOPE. Y un secretario.
DON JLAN.
¿Vos?
DON PEDRO. Extraña cosa.
LISANDRO.
Yo.
Extraña.
DON LOPE.
Iremos los dos DON JUAN.
A Murcia primero, donde ¿Qué quiere hacer don Lope con testigos,

A vuestros padres veréis; Juez y secretario?


LISANDRO.
Que ese valor corresponde
A lo que de ellos tenéis.
No lo entiendo.

DON PEDRO. No debe de ser cosa de disgusto,


,Tor qué mi madre me esconde? Porque he visto su cara alborotada
Que sé yo que no se precia Con regocijo, y fiesta, y aparato
De tenerme por su hijo; De comida solemne.
mi padre, es necia. DON JUAN.
Si vos sois
DON LOPE. ;Si son bodas?
conoce me dijo LISANDRO.
Quien la
Que es casta como Lucrecia. ¿Bodas, señor Corregidor? No creo
DON PEDRO. Que tenga hijos tan grandes.
Pues ¡vive Dios! que soy yo DON JUAN.
Pues él llama
Por mí mismo tan honrado
gente,
Como aquel que me engendró; Juez, testigos, secretario y
ventura disfraza su tristeza
Y que á no tener pensado Por
Que sois vos quien ser me dio, Con la demostración de esta alegría;
Dijera que lo era más. Y por hacerme gusto, que vos mismo
Mas hijo á padre es vergüenza Podréis mejor, iréis, Lisandro amigo
Que se le atreva jamás; A convidar á don Ginés de España,
Círculos son de compás A Luis de Rocamora, [van de Zúñiga
Que acaba donde comienza. Y á don Diego Fajardo.
LISANDRO.
Y si con vos he de ir,

me habéis me dar Iré dudoSO


Palabra
Iasta saber la causa que le mueve.
Que me lo habéis de decir. I
582 OBKAS DE LOPE DE VEGA.

DON JUAN. DON JUAN.


Pues hoy es el convite; el tiempo es breve. ¿No es más que para esto?
Vansc. SECRETARIO.
No.
Salen un mayordomo, Carrillo y Beatriz, teniendo
por los lados una mesa. DON JUAN.
¡Oh mi señora Lucrecial
MAYORDOMO. LUCRECIA.
Sacadme esa mesa aquí. Mucho esta casa se precia,
CARRILLO. Su dueño, señor, y yo
Ya está fuera. De que la honréis en tal día.
MAYORDOMO. DON JUAN.
Allegad bien Vos, ella y él honrarán
Los bancos. Á cuantos en ella están.
BEATRIZ. Saber la causa querría.
Ya están. LUCRECIA.
MAYORDOMO. Es fiesta que al nacimiento
¿No hay quien De don Sancho hace su padre.
Os ayude? DON JUAN.
BEATRIZ. Hijo de tan buena madre
Hasta así. Merece tanto contento.
MAYORDOMO. CARRILLO.
Muy bien de ese modo está. Ya ha venido mi señor.
BEATRIZ.
Mi señora sale ya. Salen D. Lope, D. Vasco y D. Sancho, y un niño
aderezado, que es el mayor.
Sale Lucrecia.
DON LOPE.
LUCRECIA. ¡Qué mal pudiera este día
¿Los músicos no han venido? Tener perfecta alegría
CARRILLO. Sin vuestro heroico valor!
No es gente que faltará. DON JUAN.
Su criado vino ya, Esta casa es tan honrada
Y una tiorba ha traído (i). De sus dueños generosos,
LUCRECIA. Que á huéspedes más famosos
¿Qué es tiorba? Diera nobleza heredada.
CARRILLO. LUCRECIA.
Un instrumento, Dejemos los cumplimientos
Que tiene, aunque largo y llano, Y tratemos de comer.
Más cuerdas que un cuerpo humano, DON JUAN.
De dulce y suave acento. Aquí podremos tener
Su inventor, si bien te acuerdas Todos iguales asientos.
De que las cuerdas son pocas, DON LOPE.
En tantas guitarras locas Don Sancho esté junto á vos.
Hizo un son de muchas cuerdas. DON JUAN.
LUCRECIA. ¿Es el mayorazgo vuestro?
Malicias no faltarán. LUCRECIA.
BEATRIZ. Vuestro esclavo é hijo nuestro.
Ya viene el Corregidor. DON JUAN.
LUCRECIA. Gran caballero por Dios.
Y don Lope, mi señor. DON LOrE.
BEATRIZ. Traigan luego de comer,
Él y don Vasco vendrán, Y vosotros cantad algo.
Luego que juntos estén
Los señores convidados. Salen D. a Ángela, D. Luis, Fabio y Ginés de villanos, y
traen seis muchachos muy bien puestos, con D. Pedro.
Salen el Corregidor, los caballeros y el Secretario.
DON LUIS.
DON JUAN. En casa de un un noble hidalgo,
¿Para qué somos llamados? Teresa, no hay que temer.
SECRETARIO. DON JUAN.
Las mesas lo dicen bien. Este señor, mi lugar.
es,
DON LOPE.
(i) Estrofa de seis versos. Caballeros, salgan todos.
583
LOS PORCELES DE MURCIA.

VASCO..
Quisimos tener novenas,
¿Por qué peregrinos modos Una pobre con dos hijos,
Llorando lágrimas tiernas,
Don Lope me ha de obligar?
A ha traído,
la justicia
Le pidió por Dios limosna,
Que ya don Luis está allí: Y ella, envidiosa de verla,
Pues vive justicia aquí, Sabiendo que eran de un parto,
La llamó infame y ramera,
Paces habrán pretendido.
IN LOPE. Y adúltera á su marido,
¡Beatriz! Y jurando en mi presencia
BEATRIZ. Que si los pariese así
¡Señor! Le cortase la cabeza.
DON LOPE. La pobre, vuelta los ojos
Ksta llave Al cielo, con inocencia,
pidió pariese tantos
Toma, y trac de mi aposento 1

Que al fuesen vergüenza.


mundo
Aquel plato con gran tiento.
BEATRIZ. Oyóla y pariendo
el Cielo,
Siete de un parto en mi ausencia,
Voy.
DOÑA ANGELA. Escogió á Don Sancho entre ellos;
¿Qué es esto? Los demás puso en la cesta
Que en la mesa estáis mirando,
DON LUIS.
Dios lo sabe. Y á esta esclava tan secreta,
LUCRECIA. Que lo ha callado hasta agora,
Alzad aquesta toalla. Que los eche le encomienda
SECRETARIO. En la corriente del río;
Mas Dios, cuya gran clemencia
Aún no hay principios aquí.
DON LOPE. Se dolió de sus seis almas,
Yo le daré. Quiere que tope con ella
DON LUIS. Al salir de la ciudad,
¿Cómo así? Donde, mirando por fuerza
DON LOPE. La cesta, en sospecha de hurto,
Escucha, Lucrecia, y calla. Vi que mis seis hijos eran:
Amenácela y llevé
Trae Beatriz una cesta cubierta con una fuente.
Por las casas de estas huertas,
¿Vienes, Beatriz? Donde los seis se han criado.
BEATRIZ. Todos los tengo aquí fuera:
Sí, señor. Ya sabéis todos en Murcia
DON" LOPE. La calidad de mi hacienda;
Pon en la mesa ese plato, Diga Lucrecia cuál de ellos
Que no me costó barato Este mayorazgo hereda;
De vida, sangre y honor. Porque no es bien que don Sancho,
Descubre. Si no es primero lo sea.
DON JUAN. Corregidor sois, don Juan;
Pues ¿cómo es esto? Esto os requiero en presencia
DON LOPE. De todos estos señores;
¿Conoces aquesta cesta, Ypara que así se entienda,
Lucrecia? Testimonio os pido, y quiero
LUCRECIA. Que su Majestad lo sepa;
¿Cómo en tal fiesta Y pues Lucrecia parió,
Este disparate has puesto? Como el animal que ceba
DON LOPE. Su cuerpo del sucio lodo,
Caballeros que presentes Quiero que mis hijos tengan
Y sentados á mi mesa Desde hoy nombre de Porceles,
Os halláis aqueste día, Para que el suceso sea
Que toda esta ciudad piensa Inmortal mientras que el sol
Que de don Sancho, mi hijo, .Mimbre el cielo y la tierra.
'. JUAN.
El nacimiento celebra
Mi casa por ser tan rica Extraño caso.
SECRETARIO.
Y ser de los cielos prenda;
ible.
Sabed que, estando una t

Eli una ermita Lucrecia,


DON |1 U».
Mi esposa, y yo, que á su ima ¿Es esto verdad, Lucí
$8 4 OBRAS DE LOPE DE VEGA.

LUCRECIA. DON JUAN.


Sí, señor;verdad es todo. ¿Quién son estos labradores?
DON LOPE. DON LOPE.
Don Vasco, la historia es ésta, Despacio quiero que sepas
Que entonces os encubría. Su historia, que son los dos
DON VASCO. De Toledo la nobleza.
Es muy diferente y nueva DOÑA ÁNGELA.
De la que yo imaginaba; Yo fui la pobre por quien
Pues tratando vos la vuestra Tienes los hijos.
Pensaba yo que es la mía. LUCRECIA.
DON LOPE. La deuda
¿ Cómo ? En que estoy pagaré presto;
DON VASCO. Con que las hijas que tengas
Doña Ángela es ésta, Con mis Porceles se casen.
Y éste don Luis. DOÑA ÁNGELA.
DON LOPE. Tres tengo, como el sol bellas.
¿Qué decís? LUCRECIA.
¿No veis que aquesta es Teresa, Beatriz tenga libertad;
La que crió mis dos hijos? Carrillo, pues la desea,
DOÑA ÁNGELA. La goce.
Puesto que á tus manos muera, CARRILLO.
Doña Ángela soy. Seré su esposo.
DON LUIS. DON LOPE.
y yo Con mil ducados de renta.
Don Luis. Venid todos al jardín
DON JUAN. Donde hay puestas otras mesas,
Extrañas quimeras. Y donde veréis mis hijos,
DON VASCO. Que para comer esperan.
Tu cuñado soy, don Luis; DON LUIS.
Tu hermana es mi esposa bella, De los Porceles de Murcia
Que el deudo nos hace amigos. Aquí acaba la comedia.
DON LUIS.
Yo gano en que tú lo seas. FIN DE LOS PORCELES DE MURCIA.
ÍNDICE
DE I.AS

COMEDIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO

Píqiiab.

IX
Observaciones preliminares
i

La envidia de la nobleza
39
El Hidalgo Bencerraje
85
El Hijo de Reduan
>25
Pedro Carbonero
i6s
El remedio en la desdicha

de la Vega y moro Tarfe


C Los hechos de Garcilaso
229
El Cerco de Santa Fe
259
Córdoba
q Los Comendadores de
3 01
Canaria
Los guanches de Tenerife y conquista de
34»
Nuevo Mundo descubierto por Cristóbal Colón
El
381
Las Cuentas del Gran Capitán
42»
El Blasón de los Chaves de Villalba
461
Paredes y capitán Juan de Urbina.
La contienda de Diego García de
el

5°3
Las Batuecas del Duque de Alba
54>
Los Porceles de Murcia

74
PO Vega Caroio, Lope Félix de
6A38 Obras
Al
1890
t.ll

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