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El judaísmo reformista se funda en Alemania a principios del siglo XIX, como resultado
de la emancipación que sacó a los judíos del gueto y les dio igualdad de derechos. La
primera sinagoga reformista se fundó en Seesen, Alemania en 1810 y en Estados Unidos fue
en Charleston en 1836.
Desde sus inicios, el judaísmo reformista clásico eliminó la observancia obligatoria de
los mandamientos. Considera al judaísmo como una revelación en constante evolución,
donde sus aspectos éticos son más importantes que los aspectos rituales. Le dan más
importancia a que sus miembros tengan una experiencia espiritual personal, que el cumplir
con una serie de creencias y ritos establecidos. El judío reformista dialoga con la tradición,
la escucha y después practica su judaísmo a su manera. Esta postura altamente individualista
resultó en una falta de definición de principios claros que rigieran la conducta general de sus
miembros, lo que permitió una gran diversidad de rituales en sus templos.
Introdujeron el rezo al unísono en el idioma del país, el uso del órgano y de un coro, los
sermones semanales, la vestimenta del rabino y del jazán que imitaba a los pastores cristianos
y fomentaron el servicio de los viernes en la noche, para permitir a sus miembros seguir con
sus ocupaciones el sábado. Consideran las enseñanzas de los profetas bíblicos como
la parte central del judaísmo, por lo que Tikun Olam, el mejorar el mundo, es central en
su actividad comunitaria. Rechazaban el concepto del judaísmo como un pueblo, se
consideraban ciudadanos de religión judaica, por lo que se opusieron al movimiento sionista.
A raíz de la tragedia del Holocausto, del establecimiento del Estado de Israel, de la situación
del judaísmo soviético en su tiempo y especialmente del efecto que la Guerra de los Seis Días
tuvo en todo el mundo judío, el movimiento cambió. El nuevo judaísmo reformista ahora
acepta que son parte de una comunidad judía global, por lo que participan y apoyan a
Israel en todos los campos. También proponen un “regreso a la tradición,” reintroduciendo
costumbres que tenían valor sentimental, como la ceremonia de Bar Mitzvah o usar más
hebreo en el rezo, aunque sus miembros y congregaciones tienen la última palabra.
Promueven una completa igualdad en cuestión de género y de preferencia sexual. Su
programa Outreach busca atraer a matrimonios mixtos, con el objeto de integrar a la pareja
no judía. En 1983, reconoció que el judaísmo podía transmitirse tanto a través de la madre
como del padre, siempre y cuando los hijos reciban una educación de alguna forma judía. Su
postura plural atrajo nuevos miembros, convirtiéndolo en el movimiento judío más grande
en los Estados Unidos.
En 1999 adoptaron en Pittsburgh la “Declaración de Principios del Judaísmo
Reformista” que fue aprobada después de una acalorada discusión entre los delegados. Aun
así, cada comunidad y cada miembro del judaísmo reformista tiene la libertad de seguir esos
principios o no. Las recomendaciones de los órganos que rigen el movimiento reformista no
son obligatorias. Eugene Borowitz nos dice: “Los judíos reformistas pueden escoger para
ellos mismos no solo en lo que creen sino cómo deben actuar como judíos. Esta libertad de
escoger es poco usual en la religión, porque casi la mayoría de las religiones enfatizan la
disciplina y la obediencia”. En el movimiento reformista cada quien puede diseñar su propio
judaísmo como un traje a la medida.
Bibliografía: Explainig Reform Judaism, por Eugene B. Borowitz y Naomi Patz, y otras
fuentes.
https://www.enlacejudio.com/2016/06/08/el-judaismo-reformista-un-traje-a-la-medida/
CONSERVADOR
Durante siglos, dentro del judaísmo predominó una corriente ortodoxa unánimemente
aceptada y respetada. Pero, en 1789, la Revolución Francesa con sus postulados de igualdad,
libertad y fraternidad, trajo aparejadas profundas transformaciones en todos los niveles. Las
comunidades judías de Europa occidental se vieron afectadas por las nuevas ideas que
reclamaban un status equitativo para todos los individuos y que enfatizaban el predominio de
la razón por encima de la fe. La ortodoxia tradicional exigía la observancia estricta de todos los
preceptos religiosos sobre la base de la Torá o Biblia judía. Para muchos judíos, la esencia se
mantenía incólume ante el paso del tiempo, pero el ritual y las costumbres debían adecuarse a
los tiempos modernos.
HISTORIA
El movimiento conservador -como una respuesta religiosa adicional a la condición
moderna- surgió a mitad del siglo XIX en Estados Unidos, con la creación del Seminario
Teológico de Nueva York en 1885. Los que se identificaron con esta corriente creían en la
emancipación, en la secularización del estado y en la occidentalización del judío. Aceptaban
que era inevitable el que se dieran cambios en los hábitos religiosos, y pusieron énfasis en el
hecho de que el pueblo judío era un organismo que renovaba su espíritu al responder
creativamente a los nuevos retos.
Esta actitud fue representada en este país por el rabino Isaac Leeser. Pionero en la
introducción del inglés en el servicio religioso, Leeser propuso modificaciones en el ritual.
Intentó cooperar con los líderes del movimiento reformista para organizar la Unión Rabínica y
Congregacional en la que las distintas fuerzas podrían cooperar en la creación de un cuerpo
religioso americano unificado.
Sin embargo, estos esfuerzos no tuvieron éxito. Las figuras rabínicas que arribaban
procedentes de Europa eran, en su mayoría, reformistas y luchaban contra la imposición de
antiguas restricciones o la creación de una nueva autoridad. El reformismo alcanza gran éxito,
y para fines del siglo XIX, un 88% de las sinagogas se identificaban con esta corriente. Pero,
muchos de los que se negaron a participar en el movimiento reformista cooperaron con los
conservadores. En Nueva York, el rabino Sabato Morris comenzó a presionar para que se
organizara una escuela rabínica dedicada al conocimiento y a la práctica del judaísmo
tradicional, como se ordena en la Ley de Moisés. En 1887 se organizó el Seminario Teológico
Americano (STA) en respuesta a lo que se consideraba un exceso racionalista y antihalájico
de los reformistas: (La Halajá es el cuerpo de leyes que rigen el comportamiento judío).
A principios del siglo XX, el STA recibió un gran impulso, gracias a la figura de Solomon
Schechter (1850-1915). Este consideraba que el judaísmo se moldeaba de acuerdo a los
cambios en las condiciones sociales y económicas, así como por su propia dinámica interna.
Por ello, para sobrevivir, el judío tendría que absorber parte de la civilización en la que vivía, y
a la vez, establecer sus propios valores culturales. La mezcla de la tradición y la sociedad
moderna constituía la base del judaísmo conservador.
Para 1920, muchas congregaciones se autodenominaban conservadoras e intentaban
hacer una síntesis entre el judaísmo como religión y como cultura. El movimiento conservador
creció y con el tiempo, se convirtió en una de las principales fuerzas religiosas.
SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS
Los conservadores se basan en la observancia de la Halajá con algunas modificaciones en
el estilo de vida. Los exponentes de este movimiento aceptan toda la estructura rabínica
tradicional. No obstante, permiten la interpretación de la ley de acuerdo a sus necesidades y
convicciones.
Los conservadores se caracterizan principalmente por:
- La observancia limitada de las leyes dietéticas. A diferencia de los ortodoxos que son
muy estrictos en la preparación de los alimentos y de los reformistas, que no proponen ningún
ajuste en la práctica de este ritual, los conservadores mantienen la observancia limitada
del kashrut o leyes dietéticas judías.
-La mezcla de hombres y mujeres. En las sinagogas conservadoras como las
reformistas, y a diferencia de las ortodoxas, no existe separación entre hombres y mujeres.
-La observancia del shabat. Mientras que los ortodoxos prohiben totalmente la utilización
del automóvil en shabat, y los reformistas lo permiten, los conservadores indican que se puede
viajar en coche para cumplir con los preceptos religiosos como lo es el de asistir a la sinagoga.
-La postura de la mujer dentro del ritual. Los conservadores como los reformistas,
permiten una mayor participación de la mujer; por ejemplo, pueden llevar el rezo y decir el
Kadish u oración en honor de un fallecido.
Los conservadores no se comprometen a una plataforma definida de principios y dogmas, y
mantienen una relativa apertura en los rituales y creencias de sus miembros. En la práctica,
pretenden perpetuar la tradición, cultivar la educación y encontrar la unidad entre los judíos.
Porque, a diferencia del movimiento reformista que enfatiza la idea de Dios, y de la ortodoxia
que se basa en la Torá, el judaísmo conservador subraya la importancia del pueblo judío e
intenta hacer una síntesis entre el judaísmo como religión y sus aspiraciones nacionales y
culturales.
BIBLIOGRAFÍA
Ausbel, Nathan The Book ot Jewish Knowledge Crown Publ. Inc., USA, 1964
Siegel, Richards & Rheins, Carl The Jewish Almanac Bantam Books, USA, 1980
https://www.tribuna.org.mx/judaismo/626-el-judaismo-conservador.html
ORTODOXO
http://www.esacademic.com/dic.nsf/eswiki/666876
MUJER EN EL JUDAISMO
"Ama a tu esposa como a ti mismo y hónrala más que a ti mismo". (Yevamot 62-b: Talmud)
El papel de la mujer judía en la vida actual no se puede definir sin conocer los preceptos
históricos y raíces que lo nutren. Sin embargo, es difícil generalizar sobre la condición
femenina a lo largo de la historia, ya que se deben tomar en consideración los diferentes
estilos de vida a través de las épocas y la enorme variedad de circunstancias a las que las
mujeres se tuvieron que adaptar, condición universal no privativa a la mujer judía.
En los tiempos bíblicos la sociedad hebrea, como muchas otras, era patriarcal. La mujer
tenía una posición subordinada al hombre; debía sujetarse a la autoridad paterna hasta que
contraía matrimonio, momento en que pasaba a ser propiedad del esposo. Esta costumbre se
encuentra ilustrada en la Biblia en la historia de Jacob y Raquel, en la cual él tuvo que trabajar
siete años para casarse con ella.
Durante esta época se establecieron distinciones legales muy claras entre los sexos,
mismas que marginaban a la mujer en lo referente a su participación en las actividades
religiosas y comunitarias; así por ejemplo, una mujer no podía dar testimonio legal ni servir
como jurado. A pesar de esto, los judíos también decretaron leyes que prohibían el abuso y el
maltrato a la mujer. Muchos relatos bíblicos, como el de Dina y Tamar (Génesis 34) indican
que el honor de la mujer era salvaguardado y protegido por encima de todo.
Aunque la legislación bíblica más antigua presuponía que la mujer era un ser pasivo cuyo
destino estaba controlado por el hombre, la narrativa habla de mujeres con mucho poder como
Rebeca, independientes como Raquel, y profetas y líderes como Miriam y Débora, ya que a
pesar de ser una sociedad patriarcal, en la sabiduría, refranes, proverbios y música judías, la
mujer y la imagen materna ocupan un lugar preponderante. Surgen así las cuatro madres del
pueblo judío: Sara, Rebeca, Raquel y Lea, pilares de toda una nación.
A pesar de que la mujer judía se veía restringida por ciertas limitantes, estaba obligada a
cumplir con mandamientos de importancia, lo que le permitía participar en la vida comunitaria.
Era considerada esencial en la transmisión de la identidad religiosa en el medio familiar. Como
raíz espiritual de la educación, la madre es responsable de que los valores se transmitan de
generación en generación. Es por ello que es considerado judío aquel que nace de madre
judía.
La madre se consagra a prender las velas que santifican el sábado e iluminan los hogares
judíos durante otras festividades, ya que desde el punto de vista cabalístico la luz representa
la unidad y la armonía. En los tiempos post-bíblicos y talmúdicos el status de la mujer judía
fue mejorando. Se le permitió tener mayores derechos sobre su propiedad privada y se
estableció el contrato matrimonial a través del cual el hombre prometía mantener, honrar y
apoyar a su esposa.
Sin embargo, el status de la mujer permaneció virtualmente sin cambios hasta el siglo XI
e.c. cuando el rabino Gershom de Mainz, convenció a un grupo de eminentes sabios de que
se estableciera una legislación que prohibiera al hombre ser bígamo o divorciarse sin el
consentimiento de su esposa. Esta ley significó un cambio fundamental para la vida de la
mujer judía.
En 1846, en una conferencia en Breslau, Alemania, varios rabinos reformistas otorgaron la
igualdad religiosa a la mujer, pero no fue sino hasta 1972 cuando el Seminario Reformista del
Hebrew Union College ordenó a la primera mujer rabino; para 1984 había ya 72 de ellas.
El movimiento conservador, a pesar de aspirar a la igualdad, no otorgó esta concesión sino
hasta 1984 en su Seminario Teológico Judío. La corriente ortodoxa aún se niega a aceptarlo.
De acuerdo a la tradición judía, la mujer, a diferencia del hombre, no se ve obligada a
cumplir con los preceptos religiosos que se establecen para determinadas horas o días. El
objetivo de esto es liberar a la mujer de observar mandamientos que interfieran con sus
labores en el hogar y con la familia y especialmente en la atención a los hijos.
Como la mujer no tenía que estar inmersa en las prácticas religiosas no necesitaba recibir
educación formal, por lo que se limitaba a escuchar las lecciones que se impartían a los niños.
Con el paso del tiempo, diversas autoridades religiosas sugirieron que la mujer debía
recibir instrucción ya que tiene la responsabilidad de fomentar la educación en el hogar. Poco
después de la Primera Guerra Mundial, el judaísmo ortodoxo reconoció que la mujer debía
recibir una educación formal. Fue así como en 1917 se organizó en Cracovia, Polonia, la
primera escuela para mujeres, principio del sistema educativo femenino conocido como Beth
Yaacov, que aún existe.
Actualmente, el papel de la mujer en el mundo ha evolucionado y ésta ha llegado a
participar activamente en distintas vertientes del quehacer humano. La mujer judía no se ha
quedado a la zaga: las feministas continúan impulsando el cambio en una lucha constante
porque las mujeres compartan con los hombres los mismos derechos y obligaciones con el fin
de construir una mejor sociedad.
https://www.tribuna.org.mx/judaismo/610-la-mujer-en-el-judaismo.html
Son la espina dorsal de la familia, pues paren de seis a siete hijos de media,
se ocupan de la casa, del marido e incluso algunas trabajan dentro del
barrio, la mayoría como maestras. Su formación es muy elemental. Mientras
tanto, los hombres meditan, estudian la Torá y algunos de ellos se dedican
al comercio del diamante en el East Side de Manhattan, negocio y cuyo
centro de actuación está en el triángulo Nueva York-Jerusalén-Amberes.
A los tres años, los niños haredim o hasidim (son conceptos muy similares
pero todos son ultraortodoxos) empiezan a dejar crecer los payos
(tirabuzones laterales) y a usar el tzitzit y la kippah, un pequeño casquete
redondo que cubre parte de su cabeza.
La solución, explica la letrada, pasa por una larga espera, ya quela media
para lograr el divorcio en Israel es de diez años, según las ONG, y de dos, según
el Gobierno. Hay chicas que se buscan una solución intermedia:pagan a sus
esposos para que les dejen separarse. “No es extraño que renuncien a la
vivienda o a la manutención de los hijos por lograrlo. Llegan a una
verdadera desesperación”, añade la abogada Adahan. Según la Israel
Women's Network(IWN, una de las principales organizaciones feministas ),el
42% de las mujeres ultraortodoxas reciben golpes de sus maridos, y un 24%
sufre violencia sexual.
Las judías de éxito neoyorquinas viven en el el barrio Upper East Side, junto a
Central Park. Son poderosas y libres, no tienen problemas con su forma de
vestir ni necesitan cortarse el pelo al casarse. Y pueden ser atendidas por
los mejores ginecólogos de la ciudad para controlar su maternidad.
Seguramente algunas preferirán comprar sus joyas en Tyffany's pero si
vamos al Lower East Side de Manhattan, “distrito de los diamantes y las
sinagogas”, podríamos verlas también en las numerosas joyerías cuyos
propietarios son judíos.
A pesar de pertenecer todas ellas a una misma religión, son más cosas las que
las separan que las que las unen. Pasear por Nueva York o por Jerusalén lo
constata. Todo depende del barrio.
https://elpais.com/elpais/2014/01/15/mujeres/1389762000_138976.html