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J.M.B.: Están fallando porque no saben cómo contarnos lo que ocurrió luego
del No en el plebiscito y lo que está pasando hoy. La situación actual es muy
compleja, tiene muchas caras y no es fácil de entender. Casi nadie, incluidos
los partidos políticos, la entienden. Y no solo acá, mucha de la prensa en el
mundo occidental está en crisis porque la información ha dejado de
diferenciarse de la publicidad, y eso va en aumento. El fenómeno Trump y su
gestualidad es el ejemplo perfecto.
SEMANA: ¿Según usted qué deben hacer los periodistas para contar bien
lo que ocurre?
SEMANA: Usted dice que a los medios les falta país. ¿A qué se refiere?
J.M.B.: La palabra ‘país’ tiene que ver con dos cosas, una de ellas es la
memoria. Yo he vivido obsesionado con la falta de memoria en los medios. La
otra dimensión es la geografía. Algunos aprendimos la geografía con la Vuelta
a Colombia porque al paso de los ciclistas nos iban contando montones de
historias de las diversas regiones: de qué vivían, a qué se dedicaban, cómo era
el tipo de labranza. Y el problema hoy es que el país tiene otra geografía ya
que es mucho más ancho y más diverso, no son sus capitales, el verdadero es
un montón de nombres de municipios o veredas claves, tanto en términos
económicos, como en términos sociales, como los sitios donde hubo masacres.
Ahora las noticias llegan de lugares que ni siquiera sabíamos que existían. Esa
geografía es la que menos nos enseñan y nos cuentan los medios, y ese es el
complejo país que necesitamos conocer.
J.M.B.: Hay mucha más gente de la que tenemos que acordarnos, incluso
mucho más que de los próceres. Hay mucha gente valiosa en este país que
merecería que su nombre apareciera en los medios. No solo en la televisión,
buena parte de la prensa de hoy debería estar hecha con relatos de vida. Lo
han entendido algunos diarios y unos pocos periodistas como Alfredo Molano
con sus relatos épicos…
J.M.B.: Las inmensas mayorías están pudiendo hablar por primera vez.
Montones de gente no tenían derecho a la palabra y hoy la tienen. Se está
creando una sociedad de la información social, pues todo requiere un
intercambio: el médico, la escuela, el trabajo. Las redes hoy no son
solo Facebook o Twitter, sino toda la información que vamos dejando a lo largo
de la vida en todas las instituciones por las que necesitamos pasar. Y eso es lo
que hace de internet un enigma que los adolescentes manejan mejor que la
mayoría de los adultos.