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Aprender a escuchar para aprender a vivir

La conversión inicia, por así decirlo en el oído.

Pbro. Víctor Manuel Rendón Santana

El principal cometido de este tiempo de la Cuaresma es que volvamos a Dios con todo el
corazón. En la liturgia de la Palabra de estos días, podemos ver como el pueblo de Israel y con
él, personajes concretos, después de hacer una reflexión sobre su vida de cara a Dios, se dan
cuenta de cuan apartados viven del camino de Dios, y empezando por un anhelo del corazón,
terminan iniciando un viaje existencial hacia Dios, direccionando hacia él la vida toda.

Haciendo una sencilla reflexión sobre los textos de este tiempo, podemos ver la existencia de
un elemento esencial en el camino de la conversión: Escuchar. De esto bien pudiéramos decir,
que la conversión inicia, por así decirlo en el oído, el sentido encargado de percibir los sonidos
y mensajes del exterior del cuerpo para hacerlos comprensibles al razonamiento humano,
procesado en el cerebro y haciendo eco en el corazón.

En la Sagrada Escritura, Dios insiste y los profetas en nombre de Él, en la importancia de


prestar atención, de escuchar su palabra, lo que tiene que decir, que es sin duda una palabra
germen de vida. De hecho, los mandamientos en el libro del Deuteronomio empiezan con la
exhortación: Escucha Israel (Shemá (Cf. Dt 6, 4)). Escuchar se convierte en la ante sala del
cumplimiento de los mandamientos, para aprehenderlos antes hay que escucharlos, pues la
Palabra de Dios, no es una corazonada, sino un mensaje concreto que engendra camino, y un
camino dinámico que engendra vida.

En la situación del salmo 81 aparece una aspiración de Dios: Ojalá me escuchara mi pueblo.
Israel caminaba por un camino paralelo al de Dios, se había en cierto modo apartado de su
voluntad, y estaba poniendo su confianza en sus mismas fuerzas, antes que en las de Dios, y
aun cuando la situación se tornaba difícil, Israel permanecía obstinado en su mal camino. El
salmo presenta una solución: la escucha “Ojalá me escuchara mi pueblo”, la sola escucha se
convierte en condición para cambiar el rumbo de la suerte del pueblo.

Este tiempo cuaresmal es con todo, un tiempo para escuchar, la meditación de su Palabra y la
oración propia de estos días nos hablan de la necesidad que tenemos a escuchar. Podemos
caer en la tentación de dar por hecho que tenemos todo claro, que conocemos lo que Dios
quiere, perdiendo de vista que la escucha es un elemento necesario en la vida cristiana, más
aún en el proceso de conversión.

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