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INNOVACION Y ACUICULTURA

Ing. Nicolas Hurtado Totocayo


Gerente General
H & J Ingenieros Consultores SAC
Tel. (51 1) 2674610
Cel. (51) 999788781
E-mail: nhurtado3@yahoo.com
Lima – Perú, 2005

El concepto de innovación tiene décadas rondando los ambientes


tecnológicos, administrativos y de negocios y ya está tocando las puertas de
la acuicultura. Pero, ¿qué es la innovación? En pocas y entendibles palabras,
innovar es la aplicación de nuevas ideas, conceptos, productos, servicios
y prácticas con la intención de mejorar la productividad de un proceso. Una
condición esencial para considerar dentro de la innovación a una idea,
concepto, producto, servicio y práctica, es que su aplicación sea exitosa. Es
decir, no sólo hay que inventar algo, sino ponerlo a funcionar para que en la
práctica la productividad realmente se vea afectada positivamente.

La acuicultura como industria nueva tiene que ser por definición la


industria de la innovación. Todo está por descubrirse. Prácticamente todos los
días los operarios de las granjas acuícolas se enfrentan a un sinnúmero de
desafíos que terminan solucionando con su ingenio y creatividad, aportando
así un componente al proceso productivo que mejora la productividad de la
granja en cuestión, situación que cumple perfectamente con la definición del
concepto de innovación.

Sin embargo, estos desafíos sorteados con la capacidad creadora de


una o un grupo de personas, por lo general no se documentan, no se
describen sistemática y ordenadamente en un papel, ni se lleva ningún tipo
de registro sobre ellos y mucho menos se podría organizar un expediente
para la solicitud de su patente, situación que se consideraría por demás
osada. De esta manera, la chispa creadora, condición sine qua non de la
innovación, termina por perderse entre estanques, peces y bombas, y la
producción de conocimiento no se genera.

Al cabo de unos años, esta persona o grupo de personas se van de la


granja con todo y sus conocimientos y cuando se presenta algún desafío
similar, la empresa se ve en aprietos para resolverlo. Trata de conseguir
otras personas que lo solucionen, y así sistemáticamente, año tras año,
hasta que de tanto estar dando vueltas en el mismo circulito se establece un
“procedimiento”, que por lo general se transmite de boca en boca desde el
dueño de la granja hasta el operario que tiene que estar listo por si sucede el
percance y en lugar de conocimiento se genera “sabiduría”.

La cuestión es que el valor de las empresas hoy en día reside en el


conocimiento que generan más que en el volumen de su producción. Hoy se
puede comprar un camarón de China, Ecuador, Malasia, México, Colombia,
Tailandia, prácticamente en cualquier lugar del mundo. Y, para cuestiones
prácticas, nada los diferencia entre uno y otro. Igual pasa con el salmón, la
tilapia, el basa y muchos otros productos acuícolas.
La eficiencia y la productividad de cada una de las empresas que
producen camarón, tilapia o cualquiera de estos productos, y que les da
la oportunidad de producir a menor costo, con un producto de mejor calidad,
entregado en mejo- res condiciones y tiempo, es lo que hace la diferencia. Y
esta diferencia está dada por la innovación y la generación de
conocimiento puestas en práctica.

Al referir a la acuicultura como la industria de la innovación, se quiere decir


que es una industria que constantemente está descubriendo procesos. Sin
embargo, un proceso que no está descrito en forma sistemática y de manera
ordenada, para que cualquiera pueda entenderlo y aplicarlo, no es
conocimiento en sí; pues no se puede llevar a la práctica fácilmente, no
puede producir una mejora de la productividad sistemáticamente y por lo
tanto no se convierte en innovación y carece de valor.

El primer paso para hacer valer el conocimiento que el desarrollo de la


acuicultura ha generado es documentarlo. Cada empresa, cada negocio
acuícola que documente debidamente sus procesos productivos, estará
generando conocimiento, que descrito detalladamente facilitará su
utilización por parte de sus operarios y que éstos, al utilizarlo generarán una
mejoría en la productividad que al final se traducirá en un componente
de innovación para la empresa. Este proceso puesto en función
consecutivamente, es lo que hace lo que en el mundo de los negocios se
llama “empresas innovadoras”, esas que están siempre a la vanguardia y que
valen más.

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