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Si alguien pensaba que iniciar un proyecto productivo es un asunto que sólo depende de sus
decisiones y por lo tanto, sólo le incumbe a usted, la noticia es que el mundo cambió.
En la actualidad vivimos en un mundo cada vez más incierto y exigente, hoy más que nunca,
el progreso de los diversos actores de la sociedad depende de las oportunidades que
identifiquen para trabajar con otros, crear sinergias y poder enfrentar riesgos para contribuir
a que nuestro entorno sea un lugar cada vez más propicio para crecer.
Las empresas sea cual fuere su tamaño y lugar en que se encuentren no son una excepción
a esto.
Las empresas no sólo están en el mercado para entregar bienes o servicios y contribuir a la
creación de riqueza. También son parte de una sociedad y, ahora, para alcanzar el éxito a
largo plazo deben no sólo cumplir con sus legítimos objetivos económicos si no, al mismo
tiempo, buscar que su negocio avance a la par con el desarrollo de los grupos que les
permiten crecer y del medio ambiente
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En los últimos años, la actividad minera, impulsada por los altos precios internacionales, se
ha convertido en uno de los sectores de mayor crecimiento en el país. Así, hoy encontramos
operaciones mineras en veintiún de las veintiséis regiones. Este incremento de la actividad
minera ocurre, en nuestro país, en un entorno social dinámico y no exento de dificultades.
En este contexto, se presentan diversos escenarios que representan un reto para los
distintos actores involucrados. Así, encontramos empresas con una comprensión limitada de
la realidad social del medio en el que operan, o comunidades que tienen poco o ningún
conocimiento sobre los procesos que involucra la actividad minera. Cuando una empresa
minera llega a una zona, es a menudo vista como extraña y potencial generadora de
impactos negativos y conflictos. Es usual que esta respuesta esté condicionada por
experiencias previas de los pobladores de la zona con operaciones mineras que se
realizaron sin consideraciones por el cuidado ambiental o social.
Otro escenario frecuente es aquel donde las comunidades perciben a las empresas como la
solución a sus problemas de desarrollo. Este exceso de expectativas genera presiones
sobre la empresa que pueden afectar una adecuada gestión social. El Estado, por su parte,
no se involucra lo suficiente o es un agente ausente. La falta de un rol activo del Estado
como regulador, fiscalizador y mediador incrementa las posibilidades de conflicto. Los
proyectos mineros pueden entonces volverse “campos de batalla” para los distintos grupos
de interés, algunos con reivindicaciones legítimas y otros con agendas propias.
La acuicultura puede mejorar la sustentabilidad de los predios, permitiendo que las familias y
las comunidades manejen sus recursos naturales en forma eficiente.
La acuicultura es una actividad que se puede integrar a otras actividades como la agrícola,
ganadería, forestal, crianza de animales, turismo ecológico, producción de productos
ecológicos y orgánicos contribuyendo con la preservación del medio ambiente.
Los sistemas integrados que incluyen la acuicultura semi-intensiva son menos riesgosos
debido a su eficiencia derivada de los sinergismos entre los rubros productivos, su
diversidad de productos y su mayor seguridad para el medio ambiente. Basándose en estos
sistemas son una alternativa para beneficiar a los pequeños productores de comunidades en
vías de desarrollo.
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El Peru posee muchas características para el desarrollo de la acuicultura como condiciones
climáticas Favorables (+ 21 microclimas), Innumerables extensiones de espejo de agua.
(+12,000), posición geoestratégica a nivel de América, facilidades comerciales TLC, APEC y
otros, proveedores de harina de pescado de altísima calidad a bajo precio y sobre todo la
existencia de profesionales capacitados y con amplia experiencia.
Los productos de acuicultura de la Sierra y Selva tienen un gran potencial dentro del
Mercado Externo, así mismo recalca la necesidad de darle valor agregado y lograr la
certificación orgánica para poder acceder al mercado Europeo.
Entre las especies cultivadas para exportación tenemos a la trucha, pejerrey de agua dulce y
el Paiche, existiendo otras especies promisorias como la Tilapia, Bagre y Gamitada.
Es en esta etapa en que las Empresas Mineras y otras pueden ingresar a apoyar a manera
de Responsabilidad Social el desarrollo y crecimiento de los pequeños acuicultores
ayudándolos con la elaboración e implementación de estrategias integrales de apertura
comercial que busque convertir a las PyMES del sector Pesca y Acuicultura en un sector
exportador, que sirva de base para la generación del desarrollo sustentable que permita el
desarrollo de su competitividad.