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Baltasar Gracián

Curso analítico de Filosofía Moderna, FFI, UAQ.


Ana Karina Pedrero Vargas
15/08/2017
Su vida en relación a su obra.
Nació el 8 de enero de 1601 en Belmonte, Catalayud. Su familia era de clase media, su
padre fue Francisco Gracián, médico, de familia aragonesa, su madre era muy religiosa,
razón por la cual cinco de sus hijos se hicieron religiosos. Murió en Tarazona en 1658, el 6 de
diciembre. De 1619 a 1658 estuvo con los jesuitas de la corona de Aragón, en momentos
políticos y sociales muy importantes para España, los cuales influenciaron bastante en su
obra. El 30 de mayo de 1619 Baltasar entra al noviciado en Tarragona, de la provincia de
Aragón, cuya corona tenía ya una larga historia y un carácter federativo en el que cada
estado tenía plena autonomía con respecto a los demás, con diversidad de lenguas, de
leyes, de instituciones políticas, los lazos eran, únicamente, los reyes. Pero los cambios
históricos dan lugar a un localismo que va provocando una incomprensión y hostilidad contra
todo lo que no sea local. Lo cual entorpecerá el desarrollo de la intelectualidad de la época y
el acceso a cierto material. La enseñanza de la filosofía en todos los colegios de la
Compañía, partían entonces de Aristóteles, quien será, junto a San Ignacio, una de las
influencias más grandes de Gracián.

En el barroco, se retoma la estética aristotélica de la imitación, le sucede la estética de la


invención: para Gracián, antes «la imitación suplía el arte, pero con desigualdades de substituto»,
ahora «entendimiento sin agudeza ni conceptos es sol sin luz, sin rayos». Aun en este terreno,
tanto la Retórica y la Poética aristotélicas como la Ratio jesuítica abrían un portillo a la libre
inventiva barroca. Sería una retórica si expusiese, esencialmente, los preceptos de la oratoria; una
poética, si encaminase los ingenios a la poesía. (Batllori y Peralta, Baltasar Gracián en su vida y
en sus obras, p. 15).

La evolución de su obra en relación con su vida, la exponen muy claramente los biógrafos:
La distancia que va de la Agudeza de 1648 al Arte de 1642 representa su formación en la
academia de Calatayud. En Huesca, de 1636 a 1639, concibe sus dos primeras obras: El
Héroe (1637) y El Político (1640), en las que utiliza las experiencias del desarrollo de su

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juventud. En Huesca, de 1646 a 1649, publica El Discreto, donde recoge experiencias vividas
en Zaragoza, en la corte de la Cataluña alzada contra Felipe IV, Tarragona y Lérida, y en
Valencia. El Oráculo manual y arte de prudencia (1647), completa y amplía el Arte de
ingenio, publicado en Madrid el año de 1642, en su definitiva Agudeza y arte de ingenio
(1648), y planea ocho obras más, hasta llegar a doce, El Ministro Real, El Atento y El
Galante. Mencionan que El Criticón fue probablemente diseñado y en parte escrito en
Huesca.

Las innegables dependencias de Castiglione, de Maquiavelo, de Botero, de Malvezzi, se


superponen a una larga serie de vivencias. Gracián fue elaborando en su interior esa primera obra
durante los treinta y seis años que vivió antes de darla a la imprenta. Muchos de los
antimaquiavelistas españoles, sobre todo los eclesiásticos y jesuitas, pudo conocerlos antes de
llegar a Huesca, principalmente en Gandía; pero su Héroe es algo mucho más hondo, es la
proyección hacia un mundo ideal —que no es el suyo—, de su afán de superarse en su vida
ascética —la suya propia— y en su vida ambiental —que ya vimos cómo, por causas extrínsecas,
no alcanzaba entonces en su provincia el mismo nivel que en las restantes de España—. De ahí
esa extraña mezcla de elevación —reflejo ascético— y de artimaña —reflejo de la lucha contra su
medio, más bien que victoria del maquiavelismo sobre el antimaquiavelismo, que en él y en otros
muchos autores españoles e italianos se ha notado—. Gracián hubo de llegar a Huesca en 1636
con el ideal de su Héroe perfectamente delineado en su interior, y probablemente también en el
papel: el contacto con el grupo de Lastanosa y con nuevos libros estimulantes fue solo la
determinante última. (Batllori, y Peralta; p. 46)

Sus obras.
La Contrarreforma (Concilio de Trento de 1545-1563) y los conflictos religiosos (Guerra de
los Treinta Años, 1618-1648), llevaron a muchos escritores del siglo XVII a buscar nuevas
formas para difundir las ideas del renacimiento. El barroco literario se convirtió en un intento
de compatibilizar los modelos renacentistas con la doctrina de la Iglesia Católica. "El Héroe"
es un ejemplo de esta tendencia, las ideas e influencias son renacentistas, pero el estilo
pertenece al barroco español, en el uso del lenguaje, y en la espiritualidad y la fe como
justificación de toda acción. "El Héroe" es un libro escrito en un estilo literario "conceptista".
Una corriente estética en la literatura castellana barroca que se caracterizó por la búsqueda
de la concisión en la forma de expresar los pensamientos y las ideas, por el uso constante

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del ingenio y de juegos de ideas y de palabras con la intención de impresionar al lector.

“El Héroe” expone veinte “primores” o consejos. La intención del autor, que explica en la
introducción al lector, es ofrecer una "brújula de marear a la excelencia" y "una arte de ser
ínclito con pocas reglas" para que líderes y gobernantes sepan enfrentarse con éxito a los
retos de su época, pero de manera compatible con la fe y la doctrina cristianas. Hay una
unidad en su obra, desde "El Héroe", Gracián reúne los medios de los que dispone el hombre
para lograr el éxito en una sociedad, dando por hecho que dicha sociedad no es la más
“aguda”. Esta serie de manuales que publicó Gracián, estaban enfocadas a un líder, o más
bien al hombre público de su tiempo.

Su esquema lógico podría ser el siguiente 1: la heroicidad consiste en la eminencia en lo mejor


(primor 6) y la excelencia del primero (primor 7), de modo que la personalidad (primor 1), y más en
concreto la voluntad (primor 2), del Héroe tengan algo de incomprensible y cifrado para los demás.
La heroicidad supone otra serie de prendas naturales, que son: el entendimiento (primor 3); el
corazón de rey (primor 4), el gusto relevante (primor 5), la gracia de las gentes (primor 12), el
despejo (primor 13), el natural imperio (primor 14), la simpatía sublime (primor 15) y la ausencia de
afectación (primor 17). La heroicidad está además en función de la fortuna o destino (primor 10) —
con su inestabilidad (primor 11)— y de las paradojas del criticismo humano (primor 19). Por eso,
en el orden práctico, la heroicidad parte de la sana elección de los empeños (primor 9), siempre
plausibles (primor 8), y renovados (primor 16) con la máxima emulación (primor 18). El Héroe del
cielo, y no de la tierra, sería en definitiva el verdadero Héroe. «Emprendo formar... un varón
gigante..., sacar un varón máximo..., bosquejarle Héroe y universalmente prodigio». Gracián quiere
que en su libro se encuentre «una razón de Estado» de cada uno, «una brújula de marear a la
excelencia», y un arte de «ser ínclito con pocas reglas». (Batllori, y Peralta; p. 55).

Gracián nunca dará el mismo nombre a las partes de sus libros, primores, realces, discursos,
aforismos, y crisis. Lo cual era propio de su tiempo: escoger con mucho cuidado y
originalidad, un tanto rebuscada, nombres diferentes para el mismo fin. Quizá la obra en la
que más se nota la complejidad de su pensamiento y, a la vez, en la que más se aprecia su
pertenencia a la época es en “El criticón”, una sátira social y tratado moral, una novela
filosófica y autobiográfica que pone en evidencia las fallas humanas y cómo vencerlas para
llegar a ser persona de bien, con un estilo muy propio del barroco, leyéndolo se puede

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conocer al autor, al país, y a la época. Su obra se aprecia también en cómo levó su vida la
juventud la gastó en el bello vivir en saber, saberse y hacerse persona, la segunda con todo
lo bueno del mundo; y la tercera, para sí, con la última felicidad, el filosofar. Mencionan sus
biógrafos que la belleza, la bondad y la verdad esenciales, categóricas y transcendentales, y,
por tanto, con su raíz y terminación divina, son la clave de la vida y de la obra graciana. (Cfr.
Batllori y Peralta; capítulo VI).

Su influencia posterior.
Los alemanes Rochefocuald, Nietzsche y Schopenhauer son autores que lo recuperaron, o lo
tradujeron, mucho antes que los españoles. Y ya se había hecho popular en el ámbito
comercial, con manuales de autoayuda y de cómo ser buen empresario, cómo ser un líder,
su realismo conciliado con la moralidad de su obra fue, quizá, lo que lo popularizó más que a
autores como Maquiavelo, a quien se le tachó de cínico perverso. Lo cierto es que este tipo
de frases cortas “citables” se hicieron sumamente populares, y a Gracián se lo encuentra en
multitud de colección de frases célebres, quizá porque la fuerza literaria de la sentencia
breve mantiene la facilidad de la lectura, de la comprensión y de la retención. Esta
recuperación del autor lo rescató del olvido para bien y para mal, ya que por una lado se hizo
un tremendo reduccionismo de su obra; pero, por otro, se animaron varios investigadores
(hispanos) a sacarlo tanto del baúl, como de los libros de autoayuda. Se le ha recuperado en
la UNED de Catalayud, hacia temas como hermenéutica, literatura y filosofía, filosofía de la
discreción, ética moral, y ética social, y se le ha relacionado con Maquiavelo y con Cervantes
en comparativos analíticos, y en psicología también se le ha estudiado por “El Criticón” y el
recorrido que hace por la experiencia y personalidad humana.

Entre las nuevas investigaciones de los hispanos se encuentra Heleno Saña, y menciona que
“siguiendo a Heráclito y anticipando a Hegel”, Gracián afirma que la vida es lucha
permanente entre contrarios, un estado de discordia contrarrestado sólo por la Providencia
Divina. Todo en la vida del hombre es frágil e incierto, excepto el paso del tiempo y la llegada
de la muerte. Antes de Hegel, con su devenir y la filosofía del progreso, Gracián subraya que
nada cambia y que la historia no es, como dirá Nietszche después, sino el eterno retorno de
lo mismo (ver el capítulo de “El Criticón”: La rueda del tiempo) estamos viendo lo mismo que

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sucedió hace doscientos años, solo falta la memoria, dice Gracián anticipándose a Vico con
sus corsi y ricosrsi (de acuerdo con Saña).

Su estilo.
Menciona Saña que hay una declinación intelectual en España, a consecuencia de la
situación socio-política del periodo, el estilo es más realista y, definen algunos, autocrítico.
Saña, sitúa a Baltasar Gracián entre estos autores “cansados, escépticos y desilusionados”.
Lo expone como representante de escepticismo clásico español, afectado por la disciplina de
su Orden, menciona que es un filósofo a la defensiva, siempre atento y desconfiado de
aquello que nos pueda dañar, dice que en Gracián se aprecia solamente lo cerebral, no
entran las pasiones. En cuanto a su estilo lo tachan algunos de exhibicionista de su
erudición, rebuscado, y forzado. Pero su estilística da mucho que analizar, y se le ha
trabajado mucho (a pesar de ser un autor no tan estudiado en la academia) en estética y en
hermenéutica.

Citas de sus obras.


“Excuse a todos el varón culto sondarle el fondo a su caudal, si quiere que le veneren todos.
Formidable fue un río hasta que se le halló vado, y venerado un varón hasta que se le
conoció término a la capacidad; porque ignorada y presumida profundidad siempre mantuvo,
con el recelo, el crédito.” (El Héroe, primor I: Que el héroe platique imcomprensibilidades de
caudal).

“Es el juicio trono de la prudencia; es el ingenio esfera de la agudeza. Cuya eminencia y cuya
medianía deba preferirse, es pleito ante el tribunal del gusto. Aténgome a l que así
imprecaba: – Hijo, Dios te dé entendimiento del bueno. (El Héroe, primor III: la mayor prenda
de un héroe).

“Es la estimación, preciosisima; y de discretos, el regatearla.” (El Héroe, primor V: gusto


relevante).

“—¡Oh vida, no habías de comenzar, pero ya que comenzaste no habías de acabar! No hay

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cosa más deseada ni más frágil que tú eres, y el que una vez te pierde, tarde te recupera:
desde hoy te estimaría como a perdida. Madrastra se mostró la naturaleza con el hombre,
pues lo que le quitó de conocimiento al nacer le restituye al morir: allí porque no se perciban
los bienes que se reciben, y aquí porque se sientan los males” (El Criticón, 1ra parte, Crisi
primera).

“Pretendió entrar en la bestial plaza un gran filósofo y poner tienda de ser personas, feriando
algunas verdades bien importantes, aforismos convenientes, pero jamás pudo introducirse ni
despachó una tan sola verdad, ni el más mínimo desengaño; con que se hubo de retirar. Al
contrario, llegó un embustero sembrando cien mil desatinos, vendiendo pronósticos llenos de
disparates como que se había de perder España otra vez, que había acabado ya la casa
otomana, leía profecías de moros y de Nostradamus, y al punto se llenó la tienda de gente y
comenzó a despachar sus embustes con tanto crédito, que no se hablaba de otro, y con tal
aseveración como si fueran evidencias. De modo que aquí más supone un adevino que
Séneca, un embustero que un sabio.” (El criticón, crisi quinta.)

“Muere el hombre cuando había de comenzar a vivir, cuando más persona, cuando más
sabio y prudente, lleno de noticias y experiencias, sazonado y hecho, colmado de
perfecciones, cuando era de más utilidad y autoridad a su casa y a su patria: así, que nace
bestia y muere muy persona” (El criticón, crisi tercera).

“300. En una palabra: santo. Es como aconsejarte todo a la vez. Es la mayor de todas las
perfecciones, centro y motivo de las felicidades. Si eres santo, serás: prudente, atento,
sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, con entereza, feliz, plausible, verdadero y un héroe universal.
Tres “S” te hacen dichoso: santidad, salud y sabiduría. La virtud es el sol del mundo terrenal,
y su luna es la buena conciencia. Es tan hermosa que lleva la gracia de Dios y de la gente.
No hay cosa más amable que la virtud ni más aborrecible que el vicio. Ella es lo verdadero,
todo lo demás es burla. La capacidad y grandeza debes medirla a través de la virtud, no por
la fortuna. La virtud se basta y se sobra. Al hombre vivo, lo hace amable, y muerto,
memorable.” (Oráculo manual, y arte de la prudencia).

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Bibliografía recomendada sobre el autor:
GARCÍA CASANOVA, Juan Francisco (ed.). El mundo de Baltasar Gracián. Filosofía y literatura en el
Barroco, Granada, 2002. Ediciones Polifemo.
CANTARINO, Elena; BLANCO Emilio (coords.). Diccionario de conceptos de Baltasar Gracián.
Madrid, 2005.Ediciones Polifemo.
GRACIÁN MORALES, Baltasar. Obras completas, Madrid, 2011.Ediciones Polifemo.
GRACIÁN MORALES, Baltasar. Agudeza y arte de ingenio. Edición de Ceferino Peralta, 2 vols.,
Zaragoza, 2004.Ediciones Polifemo.
EGIDO, Aurora. Humanidades y dignidad del hombre en Baltasar Gracián. Salamanca,
2001Ediciones Polifemo.
EGIDO, Aurora, MARÍN PINA, Mª Carmen y otros. Baltasar Gracián: Estado de la cuestión y nuevas
perspectivas. Zaragoza, 2001.Ediciones Polifemo.
ANDREU CELMA, José María. Baltasar Gracián o la ética cristiana. Madrid, 2008.Ediciones Polifemo.
GRANDE YÁÑEZ, Miguel. Justicia y Ley Natural en Baltasar Gracián. Una indagación sobre la fuente
iusnaturalista del Humanismo. Zaragoza, 2001.Ediciones Polifemo.
GRANDE YÁÑEZ, Miguel, PINILLA BURGOS, Ricardo (eds.). Gracián: Barroco y modernidad.
Madrid, 2004.Ediciones Polifemo.
GARCÍA GIBERT, Javier. Baltasar Gracián. Madrid, 2002. Ediciones Polifemo.

Enlaces de conferencias sobre el autor:


https://youtu.be/8l34nbms0dM
https://youtu.be/peEC7hhhVlo
https://youtu.be/DSGJCpNiudc

Bibliografía
BATTLORI, Miguel, y Peralta, Ceferino. (1989) Baltasar Gracián en su vida y en sus obras. España:
Institución Fernando el Católico.
GRACIÁN, Baltasar. (2001) El Héroe. Barcelona: Editorial Estrategia Local.
_________________(2001) El Criticón. Barcelona: Editorial Estrategia Local
_________________(2001) El arte de la prudencia. Barcelona: Editorial Estrategia Local
SAÑA, Heleno. (2007) Historia de la Filosofía española, su influencia en el pensamiento universal.
España: Editorial Almuzara. Capítulo VII, Gracián.

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