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Arch.argent.

pediatr 2003; 101(6) / 427

Comentario editorial

Adolescencia y vínculos
Dra. Silvia Di Segni Obiols*

Hace cuarenta años existía consenso la noche por sobre todo. Algunos optan
en la psicología respecto de lo que se por apostar sus vidas, a veces con mucho
entendía por adolescente y se incluía en esfuerzo, a la lotería adolescente que otor-
su definición la forma de vincularse. Se ga premios a unos pocos en la apuesta de
hablaba de alguien que no había supera- llegar a ser futbolistas estrellas, supermo-
do los veintitrés años, que sufría pérdi- delos o participantes de un “reality show”.
das, elaboraba duelos y sentía grandes Todos conviven en la noche.
angustias en el proceso de estructuración Es en este marco donde se deben ana-
de su identidad y de la obtención de su lizar a los adolescentes y sus vínculos
autonomía. Para lograrlo, se apoyaba, no desde dos perspectivas: cómo se vinculan
ya en sus padres, de quienes necesitaba con nosotros, los adultos, y cómo lo hacen
desvincularse, sino en un grupo de pares entre ellos. Los vínculos con nosotros de-
que actuaba como una suerte de “yo auxi- penden de cómo hayamos respondido a
liar” hasta que la etapa terminara. Mien- los cambios ocurridos, ya que nuestra res-
tras tanto, los adultos eran el modelo con puesta no ha sido homogénea.
el cual identificarse; convertirse en uno de Algunos adultos se oponen a la cultura
ellos, el objetivo. Hoy la situación es muy adolescente despreciando todo o mucho
diferente. La adolescencia se ha extendi- de lo que hay en ella, dejando de lado los
do casi indefinidamente, las pér- riquísimos aportes que ha hecho.
didas y angustias aún existen En este grupo hay quienes hacen
pero enmascaradas bajo un dis- Ver artículo concesiones a los cambios sin re-
fraz de “fiesta”, la autonomía se relacionado en nunciar a sus principios y logran
ha vuelto cada vez más difícil, la página 433 buenos resultados en la relación
los adultos perdimos el lugar de con sus hijos; los que se niegan a
modelo social y caímos en el des- hacerlo terminan atrincherados
prestigio de ser identificados con lo viejo. en posiciones demasiado rígidas que sólo
Además, todos los jóvenes, sea cual logran sostener con violencia.
sea su situación socioeconómica, se ven Otros adultos se ubican en el extremo
influidos por aquella cultura adolescente opuesto, planteando a sus hijos un víncu-
que nació en los años ’50 con el rock y se lo simétrico, de “compinchismo” adoles-
consagró en los ’60. La adolescencia se cente. Cuando no se olvidan de que si-
diferenció en el siglo XVII como un perío- guen teniendo responsabilidades y man-
do de moratoria destinado a la formación tienen cierta distancia mínima, logran bue-
personal que los sectores medios urbanos nos resultados; cuando compiten con ellos,
otorgaban a sus hijos mientras que, ac- dejan a sus hijos huérfanos.
tualmente, independizada de todo objeti- Finalmente, otro grupo de adultos se
vo formativo, es un modo de vida que se muestra siempre inseguro sobre qué ha-
desarrolla sobre todo en la noche, a con- cer con sus hijos, dudan, no son continen-
tramano del mundo del estudio y del tra- tes. Cuando aprovechan sus dudas para
bajo. Hoy en día, muchos jóvenes inten- corregir errores, logran buenos resulta-
tan, maratónicamente, participar de am- dos; cuando se paralizan, generan violen-
bas culturas, pasando casi sin descanso cia de sus hijos hacia ellos. Pediatras y
* Departamento de Salud del boliche a la escuela o al trabajo. Otros profesionales del ámbito de la psicología
Mental y de Historia de viven marginalmente y descubren que el sabemos que nos toca mediar a menudo
la Medicina, Facultad
robo o el tráfico de drogas les abren puer- en estas situaciones para atemperarlas,
de Medicina, UBA.
Colegio Nacional tas a un nivel de consumo que no confían para explicar a padres despavoridos o
de Buenos Aires. en obtener por el trabajo y que se valora en simplemente desinformados cómo convi-
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vir y sobrevivir en estas condiciones tan dife- Los jóvenes que sólo se integran a la cultura
rentes a las que les tocaron, y nos tocaron, en adolescente terminan siendo casi extranjeros
la propia adolescencia. en las aulas de sus colegios o en las entrevis-
Si estos cambios, que son comunes a bue- tas laborales, totalmente ajenos a los códigos
na parte del mundo actual, no fueran sufi- del “mundo adulto”, mientras que los que se
cientes, es necesario agregar el efecto que manejan dentro de ambas culturas, estable-
tiene la crisis económica nacional. Nos toca ciendo vínculos con adultos y con sus pares,
hoy ser testigos de situaciones durísimas. logran una síntesis productiva. Esto es posi-
Adultos que se sienten descalificados por no ble cuando sus padres no han renunciado a
ser ya jóvenes y por haber perdido la posibi- su papel de tales, tanto en la presencia afectiva
lidad de sustentar económicamente a sus como en la puesta de límites; cuando les han
familias; adultos que estimularon el consu- transmitido su amor a otros valores, a otros
mismo de sus hijos y cuando ya no pueden aspectos de la cultura, su respeto a otras
sostenerlo no reciben comprensión sino des- ideas, no sólo en palabras sino a través de
precio; adultos que ven que sus hijos se actitudes.
marginalizan porque la exigencia de tener, Ya en el siglo XXI las experiencias vividas
no lo indispensable, sino lo que la publicidad deben sernos útiles para repensar nuestros
les vende como propio de una juventud do- vínculos con los jóvenes. Debido a que si-
rada presiona, mientras el esfuerzo que ellos guen naciendo como bebés y suelen ser cria-
hicieron en años de trabajo no es valorado. dos por adultos, aún somos nosotros los
Analicemos ahora los vínculos de los ado- responsables de sus vínculos más importan-
lescentes entre sí. Los cambios culturales tes. La identificación e idealización que ge-
aportaron por lo menos dos novedades a lo neramos siguen siendo activas y cruciales en
que ocurría en la primera mitad del siglo XX: su desarrollo. Se explicite o no, sus padres,
por un lado, la incorporación de las mujeres sus pediatras y sus docentes seguimos sien-
a los grupos de jóvenes en igualdad de con- do figuras de identificación. La comunica-
diciones; por otro, la descalificación de los ción que establezcamos será decisiva a futu-
adultos ubicándolos en el lugar de “viejos” ro. El afecto y respeto mutuos que desarrolle-
que tienen poco o nada para aportar. Estos mos no prescribe. Cuando la cultura que los
dos ingredientes tienden a consolidar el gru- rodea comience a hacer su efecto no podre-
po de pares como el único de pertenencia. mos pelear contra ella como un enemigo
Aunque los chicos sigan admirando aspec- porque tiene mucho de positivo que no pue-
tos de sus padres, se acerquen sin que sus de atacarse por principio y, además, porque
compañeros los vean a algunos docentes y sería una lucha estéril. Tendrá sentido, en-
aprovechen la privacidad del consultorio tonces, que no renunciemos a los valores
para buscar la ayuda del pediatra, el clima culturales que nosotros hemos absorbido y
que los rodea apunta a consolidar, sobre los sigamos transmitiendo, tendrá sentido
todo, los vínculos entre pares. También es que rescatemos valores y los pongamos en
cierto que éstos son los únicos que en mu- juego en nuestras actitudes; será imprescin-
chos casos dan cierto calor de hogar a chicos dible que encontremos una distancia que no
que, sin ser huérfanos y tampoco de muy sea tanta que impida la convivencia ni tan
bajos recursos, pasan la mayor parte del tiem- poca que se transforme en competencia. Lla-
po solos. La esquina o la plaza reemplazan mativamente, los jóvenes siguen reclaman-
para muchos a la casa donde debían poder do alguna asimetría en los vínculos con no-
encontrarse con adultos para compartir co- sotros. Si bien no se trata de la rigidez de
midas y charlas; la cerveza o el cartón de vino comienzos del siglo XX, sí se trata de esperar
aparecen en vez de la infusión para darse que los adultos cumplamos un rol de tales,
calor y compartir. Los pares son los que están que asumamos nuestras responsabilidades
cuando alguno se pasa de alcohol u otras creando un ambiente mínimamente estable
drogas y hay que llevarlo a rastras; los que que les permita a ellos buscarse a sí mismos,
comparten monedas para comprar algo; los que seamos capaces de hacernos cargo de
que entienden cuando se habla sólo en un nosotros mismos tanto como de ellos y de
dialecto y con una modulación de las pala- estar allí cuando nos necesiten, si no con
bras ajena a la mayor parte de los adultos. verdades absolutas, por lo menos con ganas
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de prestar oídos y ayudar. sobre el mundo adolescente que no podemos


Los profesionales que todos los días nos subestimar en la búsqueda de soluciones y
enfrentamos con estos problemas desde la debemos contar, sobre todo, con la posibili-
pediatría, la docencia o el campo de la psico- dad de generar acuerdos que nos permitan
logía, no estamos afuera de los mismos con- actuar de manera conjunta. La tan mentada
flictos sobre los que se nos pide ayuda. Sufri- continencia de niños y jóvenes pasa, esen-
mos las mismas crisis, tanto en nuestro rol de cialmente, por la coherencia de los adultos
adultos como desde nuestro lugar de argen- que tienen a su alrededor. Para eso también
tinos. Contamos para enfrentarlas con un es necesario que afiancemos los vínculos entre
capital de conocimientos sobre nosotros y nosotros. Pero ése ya es otro tema. 

El primer amor

Lo que sentí, fue como un rayo en mi interior,


que me sorprende el corazón,
todo se rompe, todo estalla,
y algo acaba de morir.

Para sentir otra manera de ser feliz,


otra de manera de sufrir,
otra manera de vivir
lo que hasta ayer era reír.

Qué pasará, a dónde irán mis juegos a parar


y mi inocencia a terminar,
qué nuevo amor será,
qué tal si me querrá,
qué voy a hacer si dice no,
ya yo no mando al corazón,
qué confusión, qué dicha, qué dolor.

Siento al mirar que todo acaba de cambiar,


y veo las cosas para amar,
adiós infancia, ojalá que te recuerde
en mi vejez, con amor.
PABLO MILANÉS 1988

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