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EL CUERPO OBSOLETO
Pareciera como si desde nuestro origen un impulso innato nos empujara a traspasar
la simple apariencia para adivinar las pasiones, emociones e inclinaciones morales
de nuestros congéneres a través de sus rostros. Ciertamente, las claves para
descifrar la escritura secreta del rostro varían en el tiempo. Quizás nuestros
maestros en esta atávica costumbre de penetración fueron los fisonomistas, que
desde Aristóteles a Lavater, pasando por los filósofos herméticos, presos del delirio
analógico, buscaron semejanzas y parentescos con todo lo que les rodeaba. Ellos
entendieron al hombre, “a su cuerpo y a la posición que ocupa en el espacio físico,
en el contexto de una visión cósmica del universo” donde “todo grano de arena y
cualquier hoja contiene el infinito, donde existen sutiles armonías entre el cuerpo y
el alma, y misteriosas afinidades morales presiden las relaciones entre formas
humanas y animales”
Hoy ya nadie cree que el tamaño de una oreja pueda determinar los valores
morales de un individuo. Al contrario, la superstición fisonómica ha tomado otros
derroteros. ¿Cuáles son hoy los nuevos signos a descifrar? Ciertamente se asocian a
la tecnología digital, la ciencia médica y la ingeniería genética. ¿Qué interrogantes
suscita esa nueva identidad que puede forjarse mediante la alteración a voluntad
de los rasgos de un rostro con un simple programa informático? Se dirá que, al fin y
al cabo, estas variaciones no tienen consecuencias reales. Pero, ¿qué decir de las
improntas, esta vez permanentes, de la cirugía estética sobre los rostros? Ahora son
las emanaciones del Uno capitalista las que se extienden en nuestros rostros y en
nuestras almas/subjetividades. No olvidamos que las remodelaciones en la
apariencia del rostro, a través de la cirugía plástica, se soportan como una forma de
inclusión en el modelo dominante, ni que la uniformidad de rasgos que implica está
asociada a la personalidad plana, siempre feliz, siempre joven, que el sistema
reclama, pues la promesa de crear la propia identidad es mera ilusión: rostros
intervenidos, rostros domeñados. No deja de sorprender que, al tiempo que la
especie humana va reduciendo su variedad, aumenta el número de especies
vegetales y animales en vías de extinción, todas aquellas con las que los
fisonomistas enlazaban sus analogías. Y es que al menos éstos perseguían la unidad
del hombre con el cosmos. Muy al contrario, la superstición de la economía funciona
como una magia negra que todo lo consume y desintegra
Para demostrar sus teorías sobre el “ángulo facial” o la “línea de la animalidad”, los
modernos fisonomistas (Le Brun, Camper, Lavater) desplegaron en sus dibujos una
serie de perfiles de criaturas muy diversas donde afloraba la escala evolutiva
completa (por ejemplo, la metamorfosis de una cabeza de rana en Apolo, donde
Lavater quería demostrar su teoría de la evolución: cuanto más perfilado el rostro,
más irracional su portador), creando toda una serie de seres intermedios, híbridos
entre el animal y el hombre, criaturas de rostros inquietantes que mostraban hasta
qué punto es frágil el umbral que separa lo humano de lo animal. Un desasosiego
similar despiertan ciertas experiencias artísticas extremas que ponen en conexión
cuerpo y tecnología. Tal es el caso de las “acciones quirúrgicas” que la artista
francesa Orlan desarrolla y que tienen por objeto su propio cuerpo, y, más
concretamente, su rostro. Sus performances consisten en someterse en vivo a
cirugías plásticas del rostro con las que busca la definición de formas alternativas
de subjetividad femenina construidas a base de yuxtaponer en su propio rostro
distintos ideales de belleza: en sucesivas intervenciones ha ido adquiriendo la
frente de la Gioconda, la barbilla de la Venus de Boticelli, la nariz de una Diana de la
escuela de Fontainebleau…Su propósito es denunciar cómo la imagen de la mujer
ha estado sometida a una construcción estética en la que ella nunca fue la
protagonista. Una muestra de que no utiliza la cirugía plástica como forma de
embellecimiento o rejuvenecimiento fue su séptima operación, en la que le fueron
implantadas en las sienes, a modo de cuernos, unas prótesis que habitualmente se
utilizan para realzar los pómulos. El próximo “guiño irónico al patriarcado” será
construirse una enorme nariz maya en Japón….
La visión del resultado final no puede hacernos sino recordar las metamorfosis, ya
citadas, ideadas por los fisonomistas, y situar el rostro de Orlan entre una de esas
hibridaciones, pero no ya entre el animal y el hombre, sino entre éste y ese nuevo
prototipo que promete la ingeniería genética. Un rostro, es cierto, sobre el que
podremos ejercer, como hace Orlan, nuestro derecho a construir la imagen propia
-el derecho de propiedad sobre nuestra apariencia-, pero nada más quimérico que
crear una identidad a la carta cuando en el actual sistema no somos dueños ni de
nuestra propia subjetividad. En realidad, el rostro de Orlan nos enfrenta a la
contemplación, nada tranquilizadora, del camino hacia esa nueva raza o género,
que ya no es humano, sino posthumano -quizá mezcla de hombre y cyborg
precursor del rostro venidero: he aquí el rostro del futuro.
En la sociedad de consumo actual asistimos a una nueva lógica que plantea una
doble inversión: mientras los objetos se humanizan –y, en muchos casos, se
divinizan- el individuo contemporáneo deviene mercancía.
“Somos libres –sostiene Beatriz Sarlo- Cada vez seremos más libres para
diseñar nuestro cuerpo: hoy la cirugía, mañana la genética, vuelven o volverán
reales todos los sueños (…) Somos libremente soñados por las tapas de las
revistas, los afiches, la publicidad, la moda. La cultura nos sueña como un cosido
de retazos”. Si existe un cuerpo liberado que encuadra en aquella lógica es el
cuerpo ideal, el cuerpo joven y hermoso, sin ningún problema físico. Ese cuerpo
ideal, el que no sufre, no siente, no envejece ni muere es, en definitiva, el
artificialmente natural: aquel en el que se invierte. Para eso, se ha creado la
necesidad de purificar, aseptizar, estirar, decolorar, vale decir, culturizar el
organismo en estado bruto. La lógica del mercado, en definitiva, obliga a construir
un organismo adulterado, descafeinado y desnatado o, como decía Paul Virilio, un
telecuerpo que permita no ser, sino aparecer más guapos [.
En los últimos años, miles de mujeres japonesas se han operado los ojos
para parecerse a las occidentales, prueba de la pérdida de la identidad a manos
de la conversión del individuo en objeto, sometido a leyes mercantilistas. Deseo,
liberación, ilusión: no puede hablarse de libertad cuando se le permite a uno
hacer lo que desea, pero se le lleva a desear lo que interesa que desee [. En ese
sentido, sólo habrá liberación del cuerpo cuando haya desaparecido la
preocupación por él ]. Lo cual parece una utopía en una sociedad en la que sólo lo
que se observa lleva implícito algún grado de relevancia.
Consumo cosmético compulsivo, obsesión por las dietas, adicción a las cirugías. La
lógica del mercado apunta al corazón de la sociedad narcisista y su mundo de
sueños e ilusiones. Cualquier recurso es válido para intentan siquiera alcanzar el
prototipo de belleza hegemónico que impone el mercado a través de los medios de
comunicación. La sociedad no ignora que ese canon que se propone como
paradigma de hermosura es “el resultado de múltiples manipulaciones cosmético-
quirúrgicas, pero aún así el mercado de las apariencias obliga a admirar la imagen
reconstruida de una belleza estandarizada, eternamente joven e imposible.
Si los parámetros de belleza han sido impersonalizados, adquiriendo un status de
objetividad, existe una renuncia deliberada al cuerpo propio, imperfecto y diferente,
para subordinarlo a la lógica de la no diferenciación, “aunque el costo sea morir un
poco para volver a renacer de la mano de las tecnologías que promueven la
clonación de las apariencias y la producción de estereotipos”
Como bien apunta Lourdes Ventura, “resulta una triste paradoja que las formas
irreales/ideales de la muñeca Barbie sean las que llevan cuarenta años impresas en
el inconsciente de varias generaciones de mujeres (…) Si la Barbie fuera humana
ostentaría unas medidas imposibles: 100-45-80, no tendría la menstruación a causa
de su delgadez y padecería trastornos psicofísicos de todo tipo. La obsesión por
unos patrones estéticos artificiales no hace más que recordarnos que la muñeca
Barbie ha triunfado sobre la realidad”
Así, la belleza, modificado su ideal armónico y trascendente, se ha convertido en
espejismo, en simulación. Una modelo, trasfigurada por las cámaras, constituye la
efigie perfecta de la seductora de la que habla Baudrillard: “Sin cuerpo propio, se
vuelve apariencia pura, construcción artificial donde se adhiere el deseo del otro”
Una de las más populares rebeliones feministas practicada por las mujeres en
Internet es el cybergrrl-ism, en todas sus variantes. Con un registro frecuentemente
irónico, paródico y agresivo, abarca un conjunto de manifestaciones de la mujer
articuladas en el ciberespacio: desde listas de correo y chat hasta prácticas
artísticas y publicaciones de ciencia ficción, cyber-punk y pornografía; desde
proyectos contra la discriminación y manifiestos sobre la libertad sexual hasta
espacios de autopromoción artística y servicios de empleo y de cita
Fue a partir del pop que el hibridismo y la androginia se consolidaron como modo
de representación. Explotando al máximo las posibilidades del “look”, el maquillaje
y los efectos especiales del videoclip (y, en ocasiones, recurriendo a la intervención
directa sobre la naturaleza del propio cuerpo a través de la cirugía plástica y los
implantes), comenzaron a circular en ese entonces el joven David Bowie con sus
piernas depiladas y hot pants; la robotizada y musculosa Grace Jones; la imagen a
la vez erótica y asexuada, femenina y masculina, blanca y negra de Michael Jackson
o Prince, expresando la utopía de un tercer sexo y una tercera raza .
Muchos de los cuerpos que circulan en Internet no son más que imágenes
mercantilizadas de la sexualidad (particularmente de la sexualidad femenina y
“alternativa”), presentadas sin recontextualización crítica alguna. No obstante,
existe una gran cantidad de representaciones que intentan dar cuenta de las
nuevas y complejas condiciones sociales, culturales y económicas creadas por las
tecnologías de la globalización.
My Procedures List
I had:
Eye lifts Breast implants out
Nose jobs Dermabrasion
Cheek implants Chemical peels
Lip enhancement Fat transfers
Cosmetic Dentistry Liposuction
Chin reduction Filler injections
Jaw reshaped Laser treatment
Facelifts And much more…
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