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Gestatio y Gerere
A partir de lo que hasta aquí venimos desarrollando sobre Capital Social y los conocimientos adquiridos
sobre temas como el territorio y la gestión, creemos en la posibilidad de asociar al Capital Social y a la
Cultura Institucional a la gestión. Si tenemos en cuenta lo que Milton Santos dice sobre el hecho de
buscar el origen de las palabras, vemos que gestión significa gerere y gestatio, administrar y concebir,
racionalidad y creatividad.
La pregunta sería entonces ¿de qué modo el capital social y la cultura institucional se relacionan con esto?
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Como sabemos, el Capital Social es aquello que generan las personas para satisfacer sus necesidades por
ende en el acto de satisfacción hay una cuota de creatividad muy grande. O sea, si ante una determinada
necesidad el Capital Social actúa satisfaciendo las necesidades no cabe duda que esto solo se logra a
través de un acto de creatividad, a través de la gestatio Por lo tanto, todo Capital Social implicaría
creación. La gerere en cambio, representaría la actividad que las instituciones realizan, representaría la
administración, la racionalidad.
Desde esta perspectiva, se genera aquí una relación con los conceptos de necesidad y satisfacción de
Pichon Riviere. El autor considera que la urgencia de satisfacer las necesidades constituye el motor de la
conducta humana y desde nuestra perspectiva el Capital Social actúa satisfaciéndolas. En cambio, si lo
que es Cultura Institucional es una política de Estado que tiende a satisfacer las necesidades de los otros
lo que tiende es a una burocratización de los procedimientos; con lo cual deja poco lugar a la creatividad.
En el proceso de aceptación de una acción creativa aparecen todas las instancias de resistencia al cambio.
Por consiguiente, como dijimos anteriormente, la cultura institucional se asociaría a la gerere, a la
administración.
Bourdie entiende que el Capital Social está constituido por la totalidad de los recursos potenciales o
actuales asociados a la posesión duradera de relaciones más o menos institucionalizadas. Esa totalidad de
recursos se basa en la pertenencia a un grupo. A su vez, los beneficios derivados de la pertenencia al
grupo constituyen el fundamento de la solidaridad que los hacen posibles.
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Para el sociólogo francés, hablar de Capital Social, significa hablar de un capital que sirve al conjunto de
los miembros individuales del grupo y ejerce un efecto multiplicador sobre el capital efectivamente
disponible.
En este sentido, el Capital Social asume una existencia cuasi-real, que se ve mantenida y reforzada
merced a relaciones de intercambio. En estas relaciones de intercambio, en las que se basa este Capital,
los aspectos materiales y simbólicos están inseparablemente unidos, hasta el punto de que aquellas sólo
pueden funcionar y mantenerse mientras esta unión sea reconocible.
Al mismo tiempo, el capital cultural y el capital económico son, para Bourdie, los dos principios de
diferenciación más eficientes. A partir de los mismos, los agentes o los grupos son distribuidos en el
espacio social. Por su parte, el capital simbólico, dice el autor, no es otra cosa que el capital económico o
el cultural cuando es conocido y reconocido.
Por otra parte, el Bourdie considera que los ritos de institucionalización -a menudo descritos como ritos
de iniciación- caracterizan los momentos esenciales. Este trabajo de institucionalización resulta, para el
autor, necesario para producir y reproducir conexiones útiles que aseguren el acceso a beneficios
simbólicos y materiales.
Capital Social y Desarrollo Local, incertidumbres según Camagni. Desde el comienzo, Camagni se
encarga de aclarar que el concepto de Capital Social ha sido descuidado por los estudios regionales y cree
que esto ha sido factiblemente por que el concepto es bastante similar a otros utilizados en análisis de
sistemas locales.
Una vez hecha esta aclaración por parte del autor y como hemos mencionado con anterioridad, el Capital
Social se puede definir, para Camagni, como el conjunto de normas y valores que rigen la interacción
entre las personas, las instituciones a las que están incorporadas, las redes de relaciones que se establecen
entre los diferentes agentes sociales y la cohesión global de la sociedad. Considera además que el Capital
Social compone el elemento aglutinador del conjunto de la sociedad.
El autor considera lícito afirmar que el concepto de Capital Social tiene una sugestiva base especulativa
que se corresponde con la tradición institucionalista y evolutiva en economía. Cree además, que es
necesario evitar que el concepto se convierta en un catch word que sea usada para cualquier cosa.
Propone entonces, dos dimensiones del concepto con el objetivo de poner de manifiesto los canales a
través de los cuales los diferentes elementos pueden influir en el desarrollo local y también para verificar
cómo y en qué condiciones pueden ser objeto de actuación política.
Estas dos dimensiones son, la macro y la micro. En la primera se hallan instituciones y reglas del juego.
Pueden ser de carácter formal, definido objetivamente, o de carácter informal, convenciones, códigos de
conducta, valores y representaciones. En la segunda, entre los elementos formales se encuentran las redes
sociales y asociacionismo, también hay relaciones individuales. En cambio, entre los informales se
encuentran la confianza, la reputación y todas las formas de participación individual, no estructuradas, de
participación individual en las decisiones públicas o colectivas.
Tal como lo sintetiza, el autor, estas dimensiones al igual que las diferentes categorías de Capital Social se
superponen, se enriquecen entre sí y se refuerzan.
De la misma manera que nosotros, Camagni ve al capital social como un activo. Cree que la acumulación
del capital debe ser realizada a través de un proceso costoso, en términos de tiempo y esfuerzo, individual
y organizativo.
Es de suma importancia el hecho de que el autor exprese en el texto, su preferencia en el uso de la noción
de capital relacional sobre la de capital social; ya que entiende que el primero parece un concepto más
selectivo que el segundo, además de que presta menos a la objeción de que donde exista una sociedad
exista alguna forma de Capital Social.
Camagni concluye diciendo que la planificación estratégica, mediante la creación de Capital Social,
elabora nuevas formas de auto-organización y de gobernabilidad de la comunidad que ubican en el centro
de los procesos de decisión y de las transformaciones locales al conjunto de la ciudad.
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Reflexiones sobre el Capital Social por Atria En su artículo, el autor examina el concepto de Capital
Social y las dimensiones o ejes centrales que lo componen. Además, se discuten algunas estrategias para
potenciar su desarrollo con el fin de lograr que los grupos sociales en posición de indigencia y pobreza
puedan superar esa condición.
Atria entiende al capital social como la capacidad efectiva de movilizar productivamente y en beneficio
del conjunto, los recursos asociativos (los que realmente importan son las relaciones de confianza,
reciprocidad y cooperación) que radican en las distintas redes sociales a las que tienen acceso los
miembros de cierto grupo. Explica, además, que la distribución social del mismo tiene al igual que otras
formas de capital, tal es el caso del capital económico o del humano, cierta forma de distribución en la
sociedad. Sin embargo, aclara que la relación entre la distribución del capital social y la del ingreso no es
lineal. Por lo tanto, no todos los grupos de una determinada sociedad tienen la misma dotación de Capital
Social. Atria, al igual que otros autores, cree en la idea de que los grupos pobres albergan una
considerable cuota de Capital Social, con lo cual si estos grupos lograsen usar productivamente ese
capital contaría con una herramienta valiosísima para mejorar su condición económica y de esa forma
salir de las líneas de la pobreza.
Originadas a partir del concepto de Capital Social, las formas de las estrategias e instrumentos de política
son abordados por los agentes públicos en un marco de superación de la pobreza. O sea, esta perspectiva
supone, desde la esfera del Estado y sus agencias, un importante grado de flexibilidad en el enfoque de las
políticas la cual asume las características de la noción de Capital Social. Atria cree que si los agentes
públicos aplican instrumentos provenientes del enfoque de Capital Social para apoyar las políticas de
superación de la pobreza esto asegura, según Atria, un mínimo de eficacia en la aplicación de dichos
instrumentos y tiene que ver con la manera en que deben combinarse las dimensiones de asociatividad y
empoderamiento.
El autor reconoce la existencia de dos dimensiones, a partir de las cuales se podrían alinear las distintas
formas de abordar la definición del concepto de Capital Social. De estas dos dimensiones, la primera se
refiere a la capacidad especifica que posee un grupo determinado para movilizar determinados recursos.
Alrededor de esta dimensión se concentran dos nociones sumamente importantes, el liderazgo y su
antagonismo, el empoderamiento. La segunda dimensión, esta sujeta a la disponibilidad de redes de
relaciones sociales. La asociatividad y el carácter de horizontalidad o verticalidad de las redes sociales
están implicados en esta última dimensión. Estas cualidades han resultado ser la base para que el autor
diferencie entre redes de relaciones en el interior de un grupo o comunidad, las redes de relaciones entre
grupos o comunidades similares y las redes de relaciones externas. Tanto el empoderamiento, que se
relaciona con la primera dimensión, como la asociatividad, de la segunda, representan lo que Atria
denomina como estrategia de potenciamiento del Capital Social.
Finalmente, el autor destaca la importancia del empoderamiento y afirma que un grupo empoderado es un
actor capaz de exigir una cuota importante de participación para definir qué es lo que demanda de los
agentes públicos
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Trigilia: Capital social y desarrollo local.Al igual que lo hace Camagni, Trigilia relaciona el concepto de
Capital Social con el desarrollo local, cree que este concepto beneficia la puesta a punto de políticas más
adecuadas.
En este sentido, el autor ve al Capital Social como el conjunto de las relaciones sociales de las que en un
determinado momento dispone un sujeto individual o un sujeto colectivo . En este sentido, continua
Trigilia, mediante el capital de relaciones se tornan disponibles ciertos recursos (información, confianza,
etc.) que le dan a los actores la posibilidad de llevar a cabo objetivos que de otra manera serían muy
costosos de alcanzar. El desarrollo de las relaciones tácitas es proporcionado por el Capital Social por que
favorece la circulación de la información y las relaciones fiduciarias entre los diferentes sujetos.
Como señala Trigilia una vez más, el Capital Social adquiere suma importancia en las nuevas formas de
organización económica. Sus ventajas se cristalizan en todos los individuos que participan en a la red, o
sea, que esta característica resume por que la mayor parte de las formas de Capital Social son creadas o
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destruidas como subproducto de otras actividades . De esta forma se explica que la existencia de otro tipo
de relaciones ayude al crecimiento de formas de Capital Social que pueda ser utilizado en el plano
económico. Aunque, agrega el autor, lo más relevante desde el punto de vista del desarrollo local es que el
Capital Social no siempre es positivo.
En cuanto al tema de la cultura, Trigilia dice que tiene un papel fundamental en la orientación de las
conductas que se desarrollan a partir de las redes que de ella se alimentan. Esto, continua el autor, es algo
que debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar las posibilidades de empleo de las redes en el campo
económico. No obstante, el recurso compuesto por una identidad cultural propicia puede debilitarse y
hasta retroceder hasta formas de Capital Social que terminen obstaculizando el desarrollo si la política no
provee las condiciones apropiadas.
A lo largo de su texto, el autor pone especial énfasis en las instituciones públicas extralocales (él la llama,
regionales, nacionales y agrega, en Europa, las comunitarias) ya que considera que las mismas deben
poseer la capacidad adecuada para ayudar a los actores locales y precisar los proyectos, sin dejar de ser
determinantes y transparentes al elegir los proyectos más pertinentes. O sea, la función de las
instituciones públicas sería hacer crecer el Capital Social para que por intermedio del mismo los recursos
que sostiene el desarrollo sean utilizados de la mejor manera posible.
Desde esta perspectiva, Trigilia sostiene que el rol del Capital Social para el desarrollo local significa una
reformulación del rol del Estado. Dice el autor, las instituciones públicas (...) deberían ayudar desde arriba
a los sujetos locales a movilizarse desde abajo para producir y emplear eficazmente el Capital Social.
Desde nuestra propia perspectiva esto reflejaría la necesidad que poseen los diferentes actores, miembros
de una sociedad, de asociarse, de juntarse para desarrollarse, etc. La necesidad de co-construir, queda
implícita en esta última frase.
Aplicación del concepto de Capital Social a hechos de la realidad En este punto, y a partir de todo lo
desarrollado, intentaremos cristalizar con hechos concretos como la elaboración de Capital Social es
esencial para un propicio desarrollo local.
Dos experiencias vividas por el equipo de Territorio y Gestión nos servirán de modelo. Uno es el proyecto
de los Caminos Rurales Pavimentados, el otro el Proyecto de Desarrollo del Área Industrial en Puerto
Deseado, Santa Cruz. Ambos proyectos constituyen un claro ejemplo de lo que queremos significar bajo
el concepto de Capital Social. El primero nació en el año 2001 y tuvo como objetivo inicial, la
pavimentación de los caminos rurales en el centro de la Provincia de Buenos Aires. El segundo, iniciado
en el año 2003, pretendió brindar elementos de análisis para la implementación de un modelo de gestión y
desarrollo industrial acorde con las características particulares de la zona de estudio.
A pesar de sus objetivos tan disímiles, ambos proyectos presentaron características similares. Tanto el
primero como el segundo fueron posibles gracias a la generación, por parte de los actores sociales
participantes, de Capital Social.
Dijimos anteriormente que era necesario para el desarrollo la participación conjunta, la interacción y la
articulación, tanto de las Instituciones, como de los agentes de desarrollo y los sujetos de cambio.
Asimismo, compartiendo la visión que sobre el concepto tiene Fukuyama, consideramos que el Capital
Social es la capacidad que las personas tienen para trabajar juntas para fines comunes en grupos y
organizaciones. Por último, creemos importante destacar que la dialéctica que se da entre el Capital
Cultural y el Capital Económico es intrínsicamente necesaria para la elaboración de Capital Social.
Todos estos puntos que acabamos de mencionar fueron precisamente los que predominaron durante el
avance de estos dos proyectos. Y son los mismos puntos, los que nos hacen considerar a ambos proyectos
como excelentes ejemplos para explicar lo que entendemos por Capital Social.
El proyecto de Caminos Rurales Pavimentados y el proyecto de Desarrollo del Área Industrial en Puerto
Deseado contaron desde el principio con la participación de las Instituciones (municipio, instituciones de
la comunidad, etc.), los agentes de desarrollo y los sujetos de cambio. La articulación de estos actores dio
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la conjunción perfecta para generar y movilizar Capital Social y de esta manera obtener los resultados
esperados. Dicha articulación dejó reflejada la necesidad que, los diferentes actores, tienen de asociarse
para co-construir. Aunque creemos necesario aclarar que no solo estamos hablando de la articulación
entre actores sociales, sino también de la articulación que se dio entre el Capital Cultural / Simbólico y el
Capital Económico.
Una breve reseña de los mismos nos ayudara a entenderlo mejor. En el caso de los Caminos Rurales fue
sorprendente ver como los productores iban articulándose, iban compartiendo inquietudes, problemas e
ideas; muchos de ellos era la primera vez que se veían, pero eso no resulto ser un obstáculo para llevar
adelante este proyecto que los movilizo desde el principio. Pero vale aclarar que este no solo fue un
proyecto de los productores, si bien fueron el actor central del mismo, sino que además fue fundamental
la articulación de estos con las empresas cementeras y los gobiernos locales, en un primer momento, y el
gobierno provincial luego.
En el caso del Desarrollo del Área Industrial sucedió algo semejante al primer caso, si bien la cantidad de
gente involucrada en dicho proyecto fue mayor y estuvieron representados los diferentes sectores de la
sociedad.
Las fuerzas vivas de la localidad se vieron motivadas por el tema y decidieron participar activamente en
la toma de la decisión. La cuestión de la localización del área industrial es un tema central para la
totalidad de la localidad motivo por el cual los actores se vieron atraídos a participar. Las diferentes
instituciones de la localidad también se vieron involucradas y de esta manera, con la participación de
todos se logro generar el Capital Social necesario para alcanzar la meta esperada. Y no solo eso, sino que
además se logro el consenso para llevar a cabo un Plan de Desarrollo Estratégico. Vale decir que el
Capital Social generado fue tal que permitió pensar en la realización de acciones futuras para el desarrollo
de Puerto Deseado. Parafraseando a Bourdie, podemos decir que el Capital Social actúo en Puerto
Deseado como un factor multiplicador, de ideas, de ganas.
Consideramos que estos dos ejemplos nos son sumamente útiles para demostrar lo que queremos decir
cuando hablamos de Capital Social por que ellos reúnen las nociones más importantes que tomamos de
los autores anteriormente desarrollados. A modo de cierreCreemos estar en condiciones de afirmar que
nuestra posición teórica, con respecto al concepto anteriormente trabajado, no se aproxima íntegramente a
la de alguno de los autores que aquí hemos desarrollado, sino que por el contrario de cada uno de ellos
toma algo. Como bien mencionáramos con anterioridad no hay aún una definición admitida de manera
unánime sobre lo que es y sobre lo que no es el Capital Social, lo cual nos otorga cierta libertad para
elaborar una definición del concepto acorde a nuestras propias necesidades.
Los ejemplos descriptos anteriormente pueden dar una pauta de la idea que hemos formado sobre Capital
Social después de haber leído a los diferentes autores que tratan el tema.
De esta forma, al comenzar el trabajo, definimos al Capital Social como una red social potencial o activa
que dispara, que moviliza, capitales culturales, económicos y simbólicos, en una interacción dialéctica
con una cultura institucional. Dentro de los capitales culturales que moviliza el Capital Social se
encuentran las relaciones que, como bien dice Bourdie, sirven al conjunto de los miembros individuales
del grupo y ejercen un efecto multiplicador sobre el capital efectivamente disponible. De lo antedicho se
deduce que, el Capital Social en toda circunstancia suma, para bien o para mal , pero siempre suma, se
potencia. Esto esta estrechamente relacionado con la idea que expresamos antes, el Capital Social es una
activo.
Siguiendo en esta línea, creemos que otro de los puntos que colabora en la elaboración de nuestra
concepción de Capital Social es el que se relaciona con lo que dice Trigilia en su texto, sobre la necesidad
que, los diferentes actores, tienen de asociarse para co-construir. Esta característica que el autor le asigna
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al concepto, tiene mucho que ver con nuestra filosofía, tiene que ver con que uno mas uno es más que
dos, tiene que ver, una vez más, con el carácter de activo que le otorgamos al Capital Social. Como
complemento de esta idea, Fukuyama considera que el Capital Social es la capacidad que las personas
tienen para trabajar juntas para fines comunes en grupos y organizaciones. Para el autor, esta capacidad
implica confianza, cooperación, las que a su vez dependen de los valores compartidos, de la buena
socialización a una cultura con dichos valores. La posición tomada por el autor contribuye a la
elaboración de nuestra posición, ya que la misma refleja la idea que nos moviliza que es la de co-
construir, la de trabajar juntos.
Asimismo, es fundamental que exista una fuerte relación entre el Capital Social y la cultura institucional.
Tanto las instituciones como los agentes de desarrollo deberían colaborar para elaborar Capital Social.
Desde lo institucional se debe buscar el cambio, se debe movilizar Capital Social. Por lo tanto, ambos
actores, deben funcionar como portadores de propuestas tendientes a capitalizar mejor las potencialidades
locales.
Bibliografía
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Capital cultural, escuela y espacio social. Ed. Siglo Veintiuno. México, 1997. Bourdie, P.: Espacio Social
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Territorialidad local y desarrollo rural. Complejidad en el proceso de formación de agentes de desarrollo.
Redes sociales e interinstitucionalidad. Terceras Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y
Agroindustriales. Buenos Aires, 2003. Trigilia, C.: Capital Social y Desarrollo Local, en El Capital
Social. Instrucciones de uso. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2003.Atria, R.: Capital Social:
concepto, dimensiones y estrategias para su desarrollo, en Capital Social y reducción de la pobreza en
América latina y el Caribe.Camagni, R.: Incertidumbre, capital social y desarrollo local: enseñanza para
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Madrid.Spinelli, E. y Fedeli, M. J. : Hacia la construcción de una mirada cultural dialéctica en el campo
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Red Puna. Terceras Jornadas Interdisciplinarias de Estudios Agrarios y Agroindustriales. Buenos Aires,
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Kliksberg, B. y Tomassini, L. (compiladores): Capital social y cultura: claves estratégicas para el
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