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SELECCIÓN DE TEXTOS
Descubras una tradición milenaria. Las raíces que derivan ya de legados anteriores y suelen
tener orígenes mitológicos, religiosos, históricos o legendarios, que, de una u otra manera,
han
influido en los discursos literarios ulteriores, los cuales no son sino una renovación y una
actualización constante de esos mitos y símbolos antiguos.
Amplíes tus horizontes, tu campo de visión, para comprender las diferentes concepciones
de mundo visión que coexisten.
Puedas establecer conexiones con otras disciplinas y campos del saber.
INTRODUCCIÓN
- Socialización.
(30’)
A partir de estas tres definiciones de más abajo acerca de mito intentá armar una
propia con un compañero o grupo. Indicá al menos cuatro rasgos que permitan
reconocer un mito.
“Pero, ¿os parece bien que, como mayor a los más jóvenes, os haga la
demostración relatando un mito, o avanzando por medio de un razonamiento?
Enseguida, muchos de los allí sentados le contestaron que obrara como
prefiriera.
Me parece, dijo, que es más agradable contaros un mito”.
El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento que ha tenido lugar
en un tiempo primordial, el tiempo fabuloso de los "comienzos". Dicho de otro
modo: el mito cuenta cómo, gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una
realidad ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o solamente
un fragmento: una isla, una especie vegetal, un comportamiento humano, una
institución. (...) El mito no habla de lo que ha sucedido realmente, de lo que se ha
manifestado plenamente. Los personajes de los mitos son seres sobrenaturales. Se
les conoce sobre todo por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los
"comienzos". Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la sacralidad
(o simplemente la "sobre-naturalidad" de sus obras. En suma, los mitos describen
las diversas, y a veces dramáticas, irrupciones de lo sagrado (o de los
"sobrenatural"). (...) El mito se considera como una historia sagrada y, por tanto,
una "historia verdadera", puesto que se refiere siempre a realidades. El mito
cosmogónico es "verdadero", porque la existencia del Mundo está ahí para
probarlo.
Hay muchos criterios que se pueden aplicar para clasificar a los mitos. En la antigüedad se
trataba entonces de ordenar los mitos “según habían surgido en el tiempo”, unos antes y otros
después, y así sucesivamente. Los libros más importantes serían entonces de Hesíodo (Trabajos y
Días), Ovidio (Metamorfosis) y el gran Apolodoro.
Aquí proponemos dos clasificaciones sencillas. La primera en función de aquello que explican
(pasado, presente y futuro) y la segunda en base a la forma en que han sido contados en la
literatura.
(1) Mitos relacionados con el origen. Dan a conocer cómo surgieron los mismos dioses
(Teogonías), e incluso el mundo (Kosmogonías), los hombres (Antropogonías) u otros seres, como
montañas, plantas, animales… (Etiologías).
(2) Por otro lado, ya centrados en el “presente” de los seres humanos, se sitúan los que dan a
conocer qué es lo bueno y qué es lo malo, cuál es la conducta mejor y cuál, por ende, reprochable.
Estos mitos se denominan: Éticos. Son más difíciles de identificar con claridad, a diferencia de los
anteriores. Nos referimos, por ejemplo, a la manzana de la diosa Discordia, el ya conocido relato
entre Eco y Narciso, el relato de Eros como hijo de Poros y Penia, prácticamente la totalidad del
viaje de Odiseo (Ulises) o de Jasón y los argonautas.
(3) Para terminar, los relacionados con preguntas sobre el futuro. ¿A dónde o cómo será ese
mundo? Sabido es que en la literatura, para poder contar con detalle y verosimilitud estas
cuestiones, hace falta que algunos “hombres o seres” vengan de aquel mundo que atrapa a los
mortales. Cuentan que lo consiguieron pocos, pero algunos de gran importancia. Entre ellos
Hércules, Orfeo, Eneas… y pocos más. Gracias a ellos tenemos un mapa del mundo “de abajo”
(Hades) que agrupa a los relatos mitológicos conocidos como escatológicos. Destacamos la
descripción de los Campos Elíseos, la figura de Caronte y del can Cerbero, pero también historias
que atañen a los dioses de allí abajo como Thanatos o Proserpina.
Respecto a las formas que adquieren, y que hay que tener en cuenta porque los destinatarios y,
en parte, también la historia es modificada, nos hacemos cargo de los famosos géneros literarios.
Un género literario es una forma, como molde social, que sirve para la comunicación. Por ejemplo,
una carta es un género literario adecuado en ciertos contextos, en algunos de los cuales no es
válida una poesía. ¿A algún padre se le puede ocurrir escribir una poesía para pedir cita con el
tutor de su hijo? Pensaríamos todos que está algo mal de la cabeza, cuanto menos. Pero tampoco
se puede escribir una novela o una obra de teatro para hacer una declaración de amor. Lo justo en
ese momento es algo que sea claro y bonito, y también directo.
En atención a los géneros literarios, por lo tanto, en la antigüedad los textos se agrupan en torno a
tres modos.
(a) La épica, en torno a los grandes acontecimientos o personajes, escrita en poesía para ser
narrada y declamada en público por “profesionales” de la lengua y de las tradiciones de los
pueblos.
(b) La dramática, en su versión de comedia y tragedia, sirve también como sustrato para contar
historias capaces de tocar los extremos de la persona: bien hacia la risa descontrolada -y pobre del
dramaturgo que no lo consiguiese- o bien hacia el llanto y la compasión -y pobre de quien
prometía estas emociones y no las alcanzase-.
(c) Tampoco podemos dejar de lado la lírica. Aunque no es como tal un género literario que pueda
ser compredido al margen, para muchos, en el mundo clásico grecolatino, por cuestiones
didácticas así lo entendemos. La lírica versa sobre los sentimientos interiores, frente a las grandes
hazañas de legendarios guerreros. Estos sentimientos interiores se expresan por lo tanto a través
de poemas, en cuya bocanada aparecen alusiones continuas a los dioses y sus propias aventuras.
Clasificá los mitos presentes en los textos del 7 al 22 siguiendo la propuesta de clasificación
(mitos de origen, éticos y escatologicos), anterior.
La etimología de “símbolo” nos remite a su significado. Del griego symbolé, symbolon significa
acuerdo, encuentro, reunión. El símbolo es portador de sentido, evoca un significado que no está
presente. En el ámbito del imaginario social el símbolo ocupa un lugar privilegiado (…) el símbolo
puede camuflarse, esconderse, pero en ningún caso extirparse.
Lo significado del símbolo es su función: es una “cosa” que no hace referencia a sí misma sino que
remite a otra. No importa qué “cosa” sea símbolo. Puede ser un objeto material, una palabra, un
sueño, una imagen, una narración…De ahí que comprender el símbolo implique siempre percibir
dos elementos: el símbolo, y aquello que el símbolo significa.
El símbolo construye el mundo. Este surge siempre a través de un símbolo, de las formas
simbólicas. No hay en consecuencia dos mundos: el real y el simbólico, sino uno solo. El mundo
“real” –por llamarlo de algún modo- es siempre “simbólico”, porque en todo momento es un
“mundo construido”.
Todo rito se caracteriza por la repetición de un gesto arquetípico que tuvo lugar en el origen de la
historia (…) todo rito es un “regreso” al origen, un retorno al mito. No se trata de una simple
“conmemoración” de lo mítico, sino de un verdadero regreso, de reinstaurar un tiempo y un
espacio sagrados, y por lo tanto de escapar del flujo cotidiano de al historia.
(…)es un acto simbólico, el que la comunidad recobra la armonía que había perdido o estaba
vacilante (…) es un regreso al origen, un retorno a la armonía originaria, al orden al kosmos.
Según Hesiodo, los héroes eran seres de una raza diferente a la de los mortales y a la de los dioses.
Los semidioses son personajes nacidos de la unión de un mortal y de un dios (muchos de ellos son
hijos de Zeus).
Muchos de los héroes que la mitología griega nos muestra, son seres humanos mortales que han
sido honrados después de su muerte con ese “carácter” ya que su destino fue digno de ser
narrado tras su fallecimiento, por extraordinario.
Así, Tántalo, Edipo o Cécrope son unos héroes, al igual que Heracles, Aquiles o Perseo. Su
comportamiento a menudo los lleva al “hybris” (que actualmente lo conoceríamos como “a lo
heroico”) y su muerte es la mayoría de las veces violenta.
Por extensión, todo aquel personaje que ha conocido un destino digno de ser contado es
nombrado héroe. Dentro de estos héroes encontraríamos a los jefes militares de la Ilíadao o a los
héroes epónimos de Atenas.
Como antes hemos adelantado, los semidioses son la gran mayoría hijos de Zeus. Son hijos que el
Dios ha engendrado en mortales, ya que el descendía muchas veces a la Tierra con este propósito.
Como ejemplo podríamos ver a la madre de Perseo, Dánae. En esa ocasión Zeus se transformó en
lluvia de oro para entrar dentro de la torre donde la joven fue encarcelada.
Texto 10. Castración de Urano. Hesíodo, Teogonía 135-207. (trad. de A. Pérez Jiménez)
Pues bien, cuantos nacieron de Gea y Urano, los hijos más terribles, estaban
irritados con su padre desde siempre. Y cada vez que alguno de ellos estaba a
punto de nacer, Urano los retenía a todos ocultos en seno de Gea, sin dejarles salir
a la luz y se gozaba cínicamente con su malvada acción.
La monstruosa Gea, a punto de reventar, se quejaba en su interior y urdió una cruel
artimaña. Produciendo al punto un tipo de brillante acero, forjó una enorme hoz y
luego explicó el plan a sus hijos. Armada de valor dijo afligida en su corazón:
"¡Hijos míos y de soberbio padre! Si queréis seguir mis instrucciones, podremos
vengar el cruel ultraje de vuestro padre; pues él fue el primero en maquinar
odiosas acciones".
Así habló y lógicamente un temor los dominó a todos y ninguno de ellos se atrevió
a hablar. Mas el poderoso Cronos, de mente retorcida, armado de valor, al punto
respondió con estas palabras a su prudente madre:
"Madre, yo podría, lo prometo, realizar dicha empresa, ya que no siento piedad por
nuestro abominable padre, pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones".
Así habló. La monstruosa Gea se alegró mucho en su corazón y apostó
secretamente en emboscada. Puso en sus manos una hoz de agudos dientes y
disimuló perfectamente la trampa.
Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la tierra ansioso de
amor y se extendió por todas partes. El hijo, saliendo de su escondite, logró
alcanzarle con la mano izquierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz,
enorme y de afilados dientes, y apresuradamente segó los genitales de su padre y
luego los arrojó a la ventura por detrás.
No en vano escaparon aquéllos de su mano. Pues cuantas gotas de sangre
salpicaron, todas las recogió Gea. Y al completarse un año, dio a luz a las poderosas
Erinias, a los altos Gigantes de resplandecientes armas, que sostienen en su mano
largas lanzas, y a las Ninfas que llaman Melias sobre la tierra ilimitada. En cuanto a
los genitales, desde el preciso instante en que los cercenó con el acero y los arrojó
lejos del continente en el tempestuoso ponto, fueron luego llevados por el piélago
durante mucho tiempo. A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca
espuma y en medio de ella nació una doncella.
Primero navegó hacia la divina Citera y desde allí se dirigió después a Chipre
rodeada de corrientes. Salió del mar la augusta y bella diosa, y bajo sus delicados
pies crecía la hierba en torno. Afrodita [...] la llaman los dioses y hombres, porque
nació en medio de la espuma, y también Citerea, porque se dirigió a Citera.
Ciprogénea, porque nació en Chipre de muchas olas, [y Filomédea, porque surgió
de los genitales]
La acompañó Eros y la siguió el bello Hímero al principio cuando nació, y luego en
su marcha hacia la tribu de los dioses. Y estas atribuciones posee desde el
comienzo y ha recibido como lote entre los hombres y dioses inmortales: las
intimidades con doncellas, las sonrisas, los engaños, el dulce placer, el amor y la
dulzura.
Texto 16. Hades. Descripción del mundo subterráneo. Platón, Fedón 113d-114c.
(trad. de E. Lledó)
Siendo asi la naturaleza de esos lugares, una vez que los difuntos llegan a la región
adonde a cada uno le conduce su daímon, comienzan por ser juzgados los que han
vivido bien y piadosamente y los que no. Y quienes parece que han vivido
moderadamente, enviados hacia el Aqueronte, suben a las embarcaciones que hay
para ellos, y sobre éstas llegan a la laguna, y allá habitan purificándose y pagando
las penas de sus delitos, si es que han cometido alguno, y son absueltos y reciben
honores por sus buenas acciones, cada uno según su mérito. En cambio, los que se
estima que son irremediables a causa de la magnitud de sus crímenes, ya sea
porque cometieron numerosos y enormes sacrilegios, o asesinatos injustos e
ilegales en abundancia, y cualquier tipo de crímenes por el estilo, a ésos el destino
que les corresponde los arroja al Tártaro, de donde nunca saldrán y los que parece
que han cometido pecados grandes, pero curables, como por ejemplo atropellar
brutalmente en actos de ira a su padre o su madre, y luego han vivido con
remordimiento el resto de su vida, o que se han hecho homicidas en algún otro
proceso semejante, éstos es necesario que sean arrojados al Tártaro, pero tras
haber caído en él y haber pasado allá un año entero los expulsa el oleaje, a los
criminales por el Cocito, y a los que maltrataron al padre o a la madre por el
Piriflegetonte. Cuando llegan arrastrados por los ríos a la laguna Aquerusíade,
entonces gritan y llaman, los unos a quienes mataron, los otros a quienes
ofendieron, y en sus clamores les suplican y les ruegan que les permitan salir a la
laguna y que los acepten allí y, si los persuaden, salen y cesan sus males; y si no,
son arrastrados otra vez hacia el Tártaro y desde allí de nuevo por los ríos, y sus
padecimientos no cesan hasta que logran convencer a quienes dañaron
injustamente. Pues esa es la sentencia que les ha sido impuesta por sus jueces. En
cambio, los que se estima que se distinguieron por su santo vivir, éstos son los que,
liberándose de esas regiones del interior de la tierra y apartándose de ellas como
de cárceles, ascienden a la superficie para llegar a la morada pura y establecerse
sobre la tierra. De entre ellos, los que se han purificado suficientemente en el
ejercicio de la filosofía viven completamente sin cuerpos para todo el porvenir, y
van a parar a moradas aún más bellas que ésas, que no es fácil describirlas ni
tampoco tenemos tiempo suficiente para ello en este momento. Así que con vistas
a eso que hemos relatado, Simmias, es preciso hacerlo todo de tal modo que
participemos de la virtud y la prudencia en esta vida. Pues es bella la competición y
la esperanza grande.
Texto 17. Ovidio Metamorfosis 89-150. trad. de A. Ramírez de Verger
La primera edad que se creó fue la de oro, la que cultivaba
la lealtad y el bien, sin autoridad, por propia iniciativa, sin ley.
No existía el castigo y el miedo, ni se leían amenazas
en tablas de bronce ni suplicante la gente temía
el rostro de su juez, sino que sin autoridad vivían seguros.
El pino talado en sus propias montañas todavía no había bajado,
para visitar el mundo extranjero, a las límpidas aguas del mar,
y los hombres no conocían más que sus propios litorales.
Todavía no rodeaban a las ciudades fosos profundos,
no existía la trompeta recta, no los cuernos de bronce curvo,
no los cascos, no la espada: sin la práctica militar
la gente vivía sin problemas en medio de una paz agradable.
Incluso la tierra misma, libremente, sin que el azadón
la tocase ni el arado la hiriera, lo daba todo por sí misma,
y contentos con el alimento producido sin exigirlo nadie,
recogían los frutos del madroño, las fresas salvajes,
el cornejo, las moras que cuelgan en los duros zarzales
y las bellotas, las que caían del copudo árbol de Jove.
La primavera era eterna, y plácidos Céfiros de tibia brisa
acariciaban las flores nacidas sin simiente;
y también la tierra producía sin arar frutos,
y el campo sin barbecho se blanqueaba de espigas preñadas.
Ya corrían ríos de leche, ya ríos de néctar,
y amarilla miel goteaba de la verde encina.
Una vez que se envió a Saturno al tenebroso Tártaro
y el mundo estaba bajo Jove, llegó la prole de plata,
peor que el oro, más valiosa que el amarillento bronce.
Júpiter acortó la duración de la antigua primavera,
y a través de inviernos, veranos, desiguales otoños
y breve primavera dividió el año en cuatro estaciones.
Entonces por primera vez el aire, quemado por tórridos calores,
se abrasó y el hielo quedó colgado congelado por el viento;
entonces por primera vez penetraron en casas: las casas eran
antros, espesos matorrales y ramas entrelazadas con cortezas;
entonces por primera vez se arrojaron semillas de Ceres
en largos surcos y gimieron los novillos oprimidos por el yugo.
En tercer lugar, después de ésta, vino la generación de bronce,
más cruel de carácter y más dispuesta a las terribles armas,
pero no criminal sin embargo; de duro hierro es la última.
Enseguida irrumpieron en esta edad de peor metal crímenes
de todo tipo, y huyeron el pudor, la verdad y la lealtad;
y en su lugar penetraron los engaños, los fraudes,
las insidias, la violencia y el deseo criminal de poseer.
Desplegaban las velas a unos vientos que el marino todavía
no conocía bien; las quillas que se habían erguido
largo tiempo en las altas montañas saltaron sobre mares ignotos,
y el precavido agrimensor marcó con largas lindes
la tierra antes de todos como la luz del sol y la brisa.
Y no solamente se exigía a la rica tierra las cosechas
y el alimento debido, sino que se llegó a las entrañas de la tierra,
y se excavaron las riquezas, acicate para el mal,
las que ella había escondido y acercado a las sombras estigias;
y ya había aparecido el hierro nocivo y el oro más nocivo
que el hierro: apareció la guerra, que lucha con uno y otro,
y blande las armas tintineantes con mano sangrienta.
Se vive del botín; el huésped no está seguro con su huésped,
ni el suegro con su yerno e incluso es rara la avenencia
entre hermanos. El varón trama la muerte de su esposa, ésta
la del marido; madrastras terribles preparan los pálidos acónitos;
los hijos preguntan antes de tiempo por los años de su padre.
Vencida yace la piedad y la Virgen Astrea abandona, la última
de los celestiales, las tierras empapadas de muerte.
Génesis 6-7.
Viendo Yavé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y que su
corazón no tramaba sino aviesos designios todo el día, se arrepintió de haber
hecho al hombre en la tierra, doliéndose gravemente el corazón, y dijo: "Voy a
exterminar al hombre que creé de sobre la faz de la tierra; y con el hombre, a los
ganados, reptiles y hasta las aves del cielo, pues me pesa haberlos hecho". Pero
Noé halló gracia a los ojos de Yavé (...)
(...) Diluvió durante cuarenta días sobre la tierra, crecieron las aguas y levantaron el
arca, que se alzó sobre la tierra. Siguieron creciendo, creciendo las aguas sobre la
tierra, y el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. Tanto crecieron las aguas,
que cubrieron los altos montes de debajo del cielo. Quince codos subieron las
aguas por encima de ellos, cubriéndolos. Pereció toda carne que se arrastra sobre
tierra: las aves, las bestias, los vivientes todos que pululan sobre la tierra y todos
los hombres (...) , quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca. Ciento
cincuenta días estuvieron altas las aguas sobre la tierra.
La conciencia mítica entiende que todo debe haber tenido un origen y si ese origen queda
cubierto por las tinieblas del tiempo y del misterio, ello no significa que no pueda ser recuperado
por la imaginación.
Con los mitos, el ser humano busca acortar la distancia que lo separa del universo irracional.
Supera ese abismo, mezclando todos los orígenes: no sólo el mundo y el hombre, sino también los
animales y las plantas, todo lo que nace y vive , se deshace y muere, pero vuelve y continúa.
Entre los griegos, el Destino limitaba los poderes individuales del hombre y de los dioses, regía la
vida de los héroes y castigaba a aquellos que hubiesen quebrantado el orden, el equilibrio y la
moral.
Layo, rey de Tebas, comete en su juventud varios crímenes. Némesis (diosa de la venganza)
actuará contra él y sus descendientes y les hará pagar las malas acciones para restablecer el
equilibrio. Así, Edipo, (hijo de Layo) será perseguido por el Destino y deberá pagar las culpas de su
padre con sus propias culpas.
La culpa era, para ellos, como una enfermedad que se adquiría y podía manchar a quien nada
hacía para contraerla, o a quien, inocente, obraba en forma equivocada. Tal era el caso de Edipo.
En cambio, Antígona (hija de Edipo y Yocasta), a pesar de ser una heroína predestinada al dolor, no
es enjuiciada por el Destino pues con su fuerza y su amor fraternal expiará los actos horrendos
que abrumaron a su familia.
Layo (rey de Tebas) se casó con Yocasta. Bajo su reinado el oráculo de Delfos influyó
decisivamente en las aventuras y desventuras de su familia. Las predicciones del Oráculo eran
inexorables. Los reyes tebanos no debían tener herederos, porque el primogénito mataría a su
padre y llevaría la ruina al palacio de Tebas.
Layo y Yocasta desobedecieron y la voz del oráculo se hizo presente cuando Layo, angustiado por
el cruel destino de los suyos, volvió a consultarlo. Ante la misma respuesta, el hijo recién nacido
fue entregado a un esclavo del palacio para que lo llevase muy lejos del reino y lo matase.
Al pie de un monte, elcriado encontró a unos pastores de Corinto, quienes recogieron apiadados
al príncipe de malos presagios. El rey de Corinto, Pólibo, cría a Edipo (que se llamó así porque tenía
los piecitos hinchados) como si fuera su propio hijo. El joven creció rodeado de cariño y le
elogiaron la elegancia, mientras los mozos lo imitaban. En la corte, sus padres adoptivos, (que él
cría legítimos) agradecían a los dioses el haberlo educado con sabiduría.
Pero Edipo, marcado por el Destino, se enfrentó con su trágica historia. En una fiesta popular le
revelaron su propia identidad. Acosado por la desazón y la incertidumbre, decidió consultar con el
oráculo de Delfos. Las palabras salieron de la sacerdotiza:
MATARÁS A TU PADRE, DESPOSARÁS A TU PROPIA MADRE Y DARÁS AL MUNDO UNA ESTIRPE
DETESTABLE.
Ante tales anuncios, huyó despavorido en dirección opuesta a Corinto, lugar que él creía fatal
para él. Sin rumbo, herido por los rayos del sol, se durmió y con inocencia, cuando un carruaje lo
interceptó, reaccionó coléricamente, se trabó en lucha mortal con los heraldos, el cochero y el
noble del carro. Ciego de ira, ya manchado de culpa sin saberlo, siguió su huida y entró a Tebas.
Allí una esfinge (enviada de la diosa Hera, esposa de Zeux) presentó un enigma :
¿CUÁL ES EL ANIMAL QUE TIENE CUATRO PATAS AL NACER, EN LA EDAD ADULTA SE ARRASTRA
CON DOS Y AL ATARDECER CON TRES”
Como nadie le respondía, ella castigaba a los tebanos destruyéndolos con sus propias guerras.
Edipo llegó y develó el misterio con exactitud:
...............................................................................................................................................................
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A partir de los textos 11, 18 y 21 clasificá los personajes que aparezcan en dioses, semidioses,
héroes y otros (aclará su naturaleza).
INTERTEXTOS
Texto 1. La casa de Asterión. J. L. Borges
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro: Biblioteca, III,I
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que
yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es
verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y
también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro
aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay
otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis
detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo,
Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una
cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por
el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano
abierta. Ya se había puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la
grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se
encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se
ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo;
aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres;
como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y
triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he
retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo
aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las
galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta
de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta
ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la
respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando
he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a
visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la
encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la
canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya veras cómo el sótano se bifurca. A
veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa
están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un
pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del
tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe
y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el
mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son
infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el
mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Quizá yo he
creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus
pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia
dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron,
quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé
que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde
entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el
polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a
un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un
toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
*
¡Oh, qué gritos se sentían en las alcobas cerradas.
por encima de las casas! Rumores de tibia aurora
Qué espesura de puñales pámpanos y peces cambian.
y túnicas desgarradas.
Por las escaleras tristes *
esclavos suben y bajan.
Émbolos y muslos juegan Violador enfurecido,
bajo las nubes paradas. Amnón huye con su jaca.
Alrededor de Thamar Negros le dirigen flechas
gritan vírgenes gitanas en los muros y atalayas.
y otras recogen las gotas Y cuando los cuatro cascos
de su flor martirizada. eran cuatro resonancias,
Paños blancos enrojecen David con unas tijeras cortó
las cuerdas del arpa.
Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, rasgó su túnica de diversos colores que
llevaba, puso las manos sobre su cabeza y se fue gritando.
Escribí un relato moderno a partir de los hechos narrados en Prometeo y Pandora, donde
los personajes comentan alguna transgresión.
APÉNDICE:
Para seguir leyendo: Actividades a distancia sobre textos de Marco Denevi y Horacio Casstillo
(Los relatos que siguen han sido tomados de una obra de Marco Denevi, escritor argentino. )
Desde el alcázar del palacio lo vio llegar a Itaca de regreso de la guerra de Troya. Habían pasado
treinta años desde su partida. Estaba irreconocible, pero ella lo reconoció.
–Tú –le dice a una muchacha–, siéntate en mi silla e hila en mi rueca. Y ustedes –añade
dirigiéndose a los jóvenes–, finjan ser los pretendientes. Y cuando él cruce el lapídeo umbral y
blandiendo sus armas quiera castigarlos, simulen caer al suelo entre gritos de dolor o escapen
como del propio Ayax.
Y la provecta Penélope de cabellos blancos, oculta detrás de una columna, sonreía con
desdentada sonrisa y se restregaba las manos sarmentosas.
No se oyen más que portazos. El portazo de Teseo después que Ariadna le pregunta: ¿Y? ¿Para
cuándo otro minotauro? El portazo de Minos porque Pasifae, aburrida se asoma a la ventana y
mira al toro. El portazo de don Juan Tenorio apenas doña Inés quiere saber qué harán para pagar a
los acreedores.
Paris debió dictaminar quién era la más bella entre Juno, Minerva y Venus. Eligió a Venus
porque, en su adolescencia, había visto a Juno y a Minerva, y ahora le parecieron menos hermosas
que en el recuerdo que conservaba de ambas.
Las mujeres de Tracia, célebres por su desenfreno, se sintieron rabiosas porque Orfeo, ya viudo
de Eurídice, las trataba con indiferencia. Entonces lo acusaron de ser afecto al vicio griego y
después, para castigarlo por ese vicio, lo lapidaron.
SILENCIO DE SIRENAS
Cuando las Sirenas vieron pasar el barco de Ulises y advirtieron que aquellos hombres se habían
tapado las orejas para no oírlas cantar (¡a ellas, las mujeres más hermosas y seductoras!)
sonrieron desdeñosamente y se dijeron: ¿Qué clase de hombres son éstos que se resisten
voluntariamente a las Sirenas? Permanecieron, pues, calladas, y los dejaron ir en medio de un
silencio que era el peor de los insultos.
Se encontraron por un capricho del azar. No se conocían, pero les bastó mirarse para caer
fulminados por lo que en Sicilia llaman el rayo del amor. Sin pronunciar una palabra corrieron al
lecho (al de ella, que estaba siempre pronto) y se lanzaron el uno contra el otro como los pugilistas
en el gimnasio.
A la mañana siguiente fue Eneas el primero que despertó. Decidido a proseguir su viaje por el
Mediterráneo, e incapaz de abandonar a una mujer sin una explicación, le dejó sobre la mesita de
luz un papel en el que escribió con sublime laconismo: "¡Desdichada, lo sé todo! Adiós".
Y se fue, la conciencia tranquila y el ánimo templado.
LA VUELTA DE ODISEO.
Penélope, desde el alcázar del palacio, lo vio llegar a Itaca. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Habían
transcurrido treinta años desde que Ulises partiera hacia Troya. Y ahora estaba de vuelta, débil,
viejo, enfermo, arruinado por los padecimientos y las privaciones. Pero yo le prepararé un regreso
glorioso, pensó.
-Tú -le dice a una muchacha- siéntate en mi silla e hila en mi rueca.
-Y vosotros -añade, dirigiéndose a los jóvenes- fingid ser los pretendientes. Y cuando él cruce el
lapídeo umbral y blandiendo sus armas pretenda castigaros, simulad que caéis al suelo entre ayes
de dolor o huid como delante del propio Aquiles.
Y la provecta Penélope de cabellos blancos, oculta detrás de una columnas, sonreía con
desdentada sonrisa y se restregaba las manos sarmentosas.
i
Bibliografía general empleada para el armado de este cuadernillo:
BERNABÉ, A., Hierós logos. Poesía órfica sobre los dioses, el alma y el más allá, Madrid, 2003.
GUTHRIE, W.K.C., Orfeo y la religión griega. Estudio sobre el "movimiento órfico", (trad. española)
Buenos Aires, 1970.
Kirk.G.S. (1992). La naturaleza de los mitos griegos. Labor. Barcelona. España.
Bauzá , Hugo Francisco. (1998). El mito del héroe. Morfología y semántica de la figura heroica. Capital
Federal. Argentina , F.C.E..
Melich. Juan Carles (1997). Antropología simbólica y acción educativa. Barcelona, Paidos.