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Definición de atención
La atención como un mecanismo que pone en marcha una serie de procesos u operaciones
gracias a los cuales, somos más receptivos a los sucesos del ambiente y llevamos a cabo una
gran cantidad de tareas de forma más eficaz.
1) Los procesos selectivos, que se activan cuando el ambiente nos exige dar respuesta a
un solo estímulo o tarea en presencia de otros estímulos o tareas variados y diversos.
Por ejemplo, centramos en lo que dice nuestro profesor en clase y no en la
conversación que paralelamente tiene lugar en el pasillo.
2) Los procesos de distribución, cuando el ambiente nos exige atender a varias cosas a la
vez y no, como en el caso anterior, centramos en un único aspecto del ambiente. Uno
de los casos más ejemplificadores de esta situación es la actividad de conducir:
mientras vamos conduciendo hablamos con nuestro acompañante, miramos por el
espejo retrovisor para comprobar si alguien quiere adelantarnos, tenemos que
controlar el movimiento de los pedales y la palanca de marchas, etc.
Desde este punto de vista, vamos a definir la atención como el mecanismo implicado
directamente en la activación y el funcionamiento de los procesos y/u operaciones de selección,
distribución y mantenimiento de la actividad psicológica.
Con respecto a los procesos cognitivos, el que más estrechamente se ha vinculado con la
atención ha sido la percepción. La atención se ha concebido en muchas ocasiones como una
propiedad o atributo de la percepción gracias al cual seleccionamos más eficazmente la
información que es relevante para el organismo. Esta propiedad selectiva de la percepción
produce dos efectos principales:
1) Que se perciban los objetos con mayor claridad. Esta fue la postura generalmente adoptada
por la psicología científica de finales del siglo XIX, y aún hoy día persiste en buena parte de
modelos teóricos, sobre todo en el ámbito de la atención visual.
2) Que la experiencia perceptiva no se presente de forma desorganizada sino que, al excluir y
seleccionar datos, estos se organicen en términos de fondo y figura.
Por lo que respecta a la inteligencia, ya en 1890 James afirmaba que las personas de mayor
capacidad intelectual también tenían una mayor capacidad para prestar atención.
Hoy, por el contrario, la postura más general es afirmar que la atención puede ser
conceptualizada como un componente estructural de la inteligencia. Por ejemplo, la capacidad
que un sujeto tiene de reorientar con cierta rapidez su atención y la capacidad de atender a
más de un estímulo a la vez se consideran componentes importantes de la inteligencia. Desde
este punto de vista (véase, por ejemplo, Stankov, 1983,1987):
1) Los procesos atencionales no solo seleccionan la información perceptual entrante, sino que
también intervienen en el procesamiento activo de esta.
2) Atención e inteligencia se definen en términos de habilidad para manejar una gran cantidad
de información. Carr (1984), por ejemplo, afirma que la atención es un proceso ejecutivo
implicado en la selección de metas, la planificación de las secuencias de las operaciones
necesarias para alcanzar dichas metas y en la ejecución de esas secuencias.
Consideramos que esta idea es importante de señalar porque el estrecho vínculo que desde el
inicio de la psicología científica ha existido entre atención y percepción ha hecho que la
primera haya sido estudiada sobre todo en las primeras fases del procesamiento, es decir, en
el momento de análisis de la información. Pero volvemos a insistir en la idea de que la
atención actua a lo largo de todas las etapas dei procesamiento.
Este es el punto de vista de las concepciones más actuales de la atención, según las cuales esta
actua como un mecanismo vertical que articula los distintos procesos psicológicos y que ejerce
una función de control sobre ellos (Tudela, 1992; Roselló y Mir, 1996; Ruiz-Vargas y Botella,
1987). Las funciones específicas más importantes de dicho mecanismo serían las siguientes:
1) Ser más receptivos a los sucesos dei ambiente.
2) Llevar a cabo un adecuado análisis de la realidad.
3) Facilitar la activación y el funcionamiento de otros procesos psicológicos.
4) Ejecutar eficazmente las tareas, sobre todo aquellas que exigen esfuerzo.
El proceso atencional.
Desde el momento en que los mecanismos atencionales se ponen en marcha, la actividad
atencional pasa por tres momentos: inicio, mantenimiento y cese.
La fase de inicio, también conocida con el nombre de captación de la atención, tiene
lugar, o bien cuando se producen ciertos câmbios en la estimulación ambiental, o bien
cuando comenzamos la ejecución de una tarea. En el primero de los casos, las propias
características de los objetos (color, tamano, novedad) captan involuntariamente
nuestra atención, y la manifestación conductual más típica suele ser la orientación de
los receptores sensoriales a la fuente de estimulación; en el segundo, según el tipo de
habilidades y/o destrezas que demande dicha tarea, se activarán unas u otras
estratégias atencionales. El estúdio de la fase de captación de la atención ha sido una
de las áreas que mayor interés ha suscitado en la investigación psicológica, y de hecho
el concepto de orientación ha sido considerado como una de las propiedades más
importantes de la atención (véase, por ejemplo, Ruff, 1990; Sampascual, 1985). Hay
ocasiones en que ciertos objetos captan nuestra atención, pêro inmediatamente
dejamos de atenderlos. Sin embargo, para poder procesar la información que se nos
presenta, o para poder desarrollar eficazmente una tarea, la atención ha de
permanecer focalizada durante un cierto tiempo.
Se considera que el mantenimiento de la atención comienza cuando han transcurrido
4-5 segundos desde que se inicia la fase de captación. La duración de este período de
tiempo es, por supuesto, variable. Ahora bien, cuando el período de tiempo es
considerablemente amplio, entonces hablamos de atención sostenida.
Finalmente, por mucho tiempo que mantengamos nuestra atención en una
información o en una actividad, llega un momento en que se produce un cese de la
atención. Esta fase tiene lugar, como su propio nombre indica, cuando desaparece la
atención prestada a un objeto, o cuando dejamos de concentramos en la tarea que
estábamos desempefíando. A nivel perceptivo, una de las manifestaciones más claras
de cese de la atención tiene lugar cuando los objetos se presentan en el ambiente de
forma repetida. En estos casos, la sensibilidad neural dei organismo disminuye, y se
manifiesta una falta de interés para seguir prestando atención ai objeto. A nivel de
respuesta, si la tarea ha sido excesivamente larga y hemos mantenido la atención
mucho tiempo, uno de los efectos más típicos es la sensación de cansancio y fatiga. Si
adernas, la tarea era monótona, la sensación de fatiga va acompanada de la de
aburrimiento.
Una de las respuestas atencionales donde mejor se observa la secuenciación dei proceso
atencional es la conocida con el nombre de respuesta de orientación. Dicha respuesta, también
conocida con el nombre de conducta de orientación o reflejo de orientación (RO) se define
como la primera reacción dei organismo ante aquellos estímulos que son nuevos o
significativos para él. En estos casos, el organismo presenta un patrón característico de
câmbios esqueléticos, hormonales y fisiológicos, llamados en ocasiones componentes de la RO
(Martínez-Selva, 1984), tales como orientar el cuerpo hacia la fuente concreta de estimulación
-los perros y gatos, por ejemplo, levantan las orejas o dirigen la cabeza-, interrumpir otras
posibles acciones que se estén haciendo en ese mismo momento, aumentar el tamano de la
pupila, la tasa cardíaca se enlentece en un primer momento y justo a continuación se acelera,
etc. Dichas manifestaciones siempre son las mismas, es decir, independientes dei tipo de
fuente estimular que la suscita. Por ello, se dice que la RO es inespecífica respecto ai tipo de
estimulación que la provoca. Sin embargo, la magnitud con que se producen estas
manifestaciones, medida a través de la latência y la duración de los distintos componentes de
dicha respuesta, puede variar de
un caso a otro.
Por otra parte, a partir de los anos 70 han surgido diversos modelos que han intentado
delimitar el papel de la RO en el procesamiento de la información. Por ejemplo,
las teorias de recursos atencionales postulan que su función básica es evaluar hasta qué punto
es pertinente asignar recursos a los estímulos nuevos y/o significativos (Dawson, Filion y Schell,
1989; Õhman, 1979). Según esta hipótesis, el organismo cuenta con una serie de mecanismos
preatencionales que detectan y evalúan los estímulos de forma automática y sin requerir
atención consciente. Ahora bien, si este mecanismo preatencional identifica un estímulo como
nuevo o significativo, se produce una "llamada" a los recursos centrales de procesamiento y se
inicia la RO. Por su parte, Spinks, Blowers y Shek (1985) postulan incluso que la RO no solo
facilita el procesamiento de los estímulos que la suscitan, sino que es capaz de facilitar
también el procesamiento de acontecimientos futuros.
Amplitud:
Mucha gente piensa que solo puede atender a una cosa cada vez; pêro esta es una creencia
errónea. Existe una evidencia clara de que podemos atender ai mismo tiempo a más de un
evento, un proceso de decisión o una respuesta. El concepto de amplitud o ámbito de la
atención hace, pues, referencia, a:
1) La cantidad de información que el organismo puede atender ai mismo tiempo.
2) El número de tareas que podemos realizar simultaneamente. Incluso en el caso de llevar a
cabo una sola tarea, hay veces que la cantidad de procesos implicados en ella es muy grande y
tenemos que utilizar vários ai mismo tiempo. (ej manejar)
Intensidad:
Todos tenemos la experiência de que, aun bajo las mismas circunstancias, unas veces estamos
más atentos y otras veces menos. Dicho fenómeno se conoce con el nombre de intensidad de
la atención o tono atencional. La intensidad se define, pues, como la cantidad de atención que
prestamos a un objeto o tarea, y se caracteriza por estar relacionada directamente con el nivel
de vigília y alerta de un individuo: cuanto menos despiertos estemos menor es nuestro tono
atencional; y por el contrario, cuando estamos bajo condiciones de alerta es cuando se
intensifica dicho tono.
Un hecho importante es que la intensidad de la atención no siempre es la misma, sino que
puede variar de unas ocasiones a otras. Cuando se producen câmbios de intensidad de la
atención tiene lugar un fenómeno conocido con el nombre de fluctuaciones de la atención, y
en el caso concreto de que se produzca un descenso significativo de dichos niveles décimos
que se produce un lapsus de atención. En cualquier caso, el tiempo que puede durar cada
fluctuación puede ser variado; desde tan solo unos milisegundos, hasta horas o incluso dias.
Cuando los câmbios de intensidad de la atención son cortos y transitórios reciben el nombre
de câmbios fásicos, mientras que cuando son largos y relativamente permanentes se les
denomina câmbios tónicos.
Oscilamiento:
Una tercera característica de la atención es que cambia u oscila continuamente, ya sea porque
tenemos que procesar dos o más fuentes de información, o porque tenemos que llevar a cabo
a dos tareas y se dirige alternativamente de una a otra. Dicho fenómeno se conoce con el
nombre de oscilamiento o desplazamiento (shifting) de la atención.
La capacidad para oscilar la atención rapidamente es un tipo de flexibilidad que se manifiesta
en situaciones diversas, pêro muy especialmente en las que tenemos que atender a muchas
cosas ai mismo tiempo o en aquéllas en que tenemos que reorientar nuestra atención porque
nos hemos distraído. En este sentido, una línea de investigación importante ha sido la de
analizar el tiempo empleado en desviar la atención.
Control:
Si bien en ocasiones la actividad mental que desarrollamos no va orientada a ningún fin
específico -en cuyo caso decimos que la atención es libre-, en la mayoría de los casos el sujeto
ha de llevar a cabo tareas que le exigen determinadas respuestas y que tienen unos objetivos
concretos. Cuando la atención se pone en marcha y despliega sus mecanismos de
funcionamiento de una manera eficiente en función de las demandas del ambiente hablamos
de control atencional o atención controlada. A diferencia de la atención libre o no controlada,
el control atencional exige en la mayoría de los casos un cierto esfuerzo por parte del sujeto
para mantenerla. Es cada vez más numeroso el número de autores que enfatizan que el
control es una de las funciones más importantes de la atención (véase, por ejemplo, Baars,
1988; Logan, 1978,1980; Norman y Shallice, 1986; Reason, 1979,1984; Ruiz-Vargas, 1993;
Shallice, 1988; Tudela, 1992). Algunos incluso afirman que es la característica que mejor la
define, y conceptúan la atención como un mecanismo de control que posee una serie de
funciones concretas.
Manifestaciones de la atención
Como cualquier proceso y/o actividad psicológica, la atención posee una serie de
manifestaciones -por ejemplo, solemos mirar aquellos objetos a los que prestamos atención-.
Dichas manifestaciones nos permiten hacer inferencias sobre los mecanismos de
funcionamiento de la atención. De ahí la importancia de conocer cuáles son y cómo se
producen dichas manifestaciones. Las más importantes son:
1) En primer lugar, la propia actividad generada por el sistema nervioso. Dichas actividades
pueden ser internas o externas. Las primeras reciben el nombre de fisiológicas y las segundas
motoras.
2) Un segundo tipo de actividad es el rendimiento que el sujeto muestra en una serie de tareas
en las que se supone que típicamente están implicados de forma importante los mecanismos
atencionales. Las actividades implicadas en este tipo de tareas reciben el nombre de
actividades cognitivas.
3) Finalmente, la atención va acompañada en la mayoría de los casos de una experiencia
subjetiva de que "prestamos atención".
• Actividad electroencefalográfica
A nivel del sistema nervioso central, las neuronas de la corteza cerebral emiten de forma
continua y espontánea una actividad eléctrica de un determinado potencial. Dicha actividad se
conoce con el nombre de actividad electroencefalográfica (EEG). Este potencial eléctrico sufre
variaciones irregulares que dependen del estado de sueño- vigilia en el que se encuentra el
individuo, y se analiza en aparatos de registro que escriben el potencial eléctrico como una
onda sinusoide cuya frecuencia y voltaje puede variar. Cuando un individuo se encuentra
despierto y relajado, presenta un tipo de ondas que oscilan de 8 a 10 cps (ciclos por segundo) o
herzios, y cuya amplitud oscila entre los 40 y 50 V. Dicha actividad se conoce con el nombre de
actividad alfa. Pero cuando se halla especialmente atento se produce una respuesta
electroencefalográfica conocida con el nombre de patrón de activación o desincronización EEG.
Dicha respuesta consiste en la desaparición del ritmo alfa presente hasta ese momento, que es
sustituido por un ritmo beta más rápido, de 18 a 30 cps y cuya amplitud sobrepasa los 20 uV.
En definitiva, la EEG nos informa fundamentalmente del tono atencional geneai de un
organismo.
• Tasa cardíaca
También conocida con el nombre de ritmo cardíaco o frecuencia cardíaca (FC) se define como
el número de latidos del corazón durante un período de tiempo determinado. La tasa cardíaca
oscila en condiciones normales y de reposo entre los 60 y 100 latidos, si bien dicho ritmo
puede presentar fluctuaciones en cada latido. Al igual que la actividad electromiográfica, la
tasa cardíaca es también un índice del nivel de activación de un organismo y de la atención que
se presta a un estímulo. Asimismo, aquellas tareas que exigen atención y esfuerzo pueden
llegar a provocar fluctuaciones importantes del ritmo cardíaco.
• Tamaño pupilar
Una característica de la pupila del ojo es que, como resultado de la contracción y relajación de
la musculatura del iris, aumenta o disminuye bajo ciertas circunstancias.
Una de estas circunstancias es el caso de la atención. En efecto, una de las respuestas
atencionales más típicas es la dilatación pupilar. Dicha respuesta tiene lugar cuando aparecen
estímulos novedosos o interesantes para el individuo que provocan una orientación hacia
dicho estímulo, así como cuando se desarrollan tareas que exigen atención y esfuerzo mental.
Algunos de los factores analizados anteriormente no pueden ser definidos exclusivamente por
las propiedades de los estímulos. Algunas características de los objetos exceden el ámbito de
las dimensiones físicas estimulares, y también son importantes aspectos más relacionados con
juicios subjetivos que el individuo hace del objeto. Este fenómeno se observa en factores
determinantes tales como la novedad, la complejidad o la relevancia. En concreto:
1) Los estímulos complejos captan más la atención. Ahora bien, los objetos que son
excesivamente complejos no captan tanto la atención como aquellos que sufren
ciertas modificaciones con respecto a otros objetos que sí nos son familiares. De
hecho, la función que normalmente relaciona la complejidad con la atención tiene
forma de U invertida; en otras palabras, parece que las personas se sienten atraídas
por patrones de complejidad media (Berlyne, 1966; Brown y Gregory, 1968).
2) Los estímulos más novedosos o inusuales atraen más la atención que los familiares.
Pero esta relación no siempre es tan sencilla, puesto que la concepción de hasta qué
punto un objeto es novedoso para un individuo depende, evidentemente, de la
experiencia previa de dicho sujeto.
Styles
Shiffrín nos ofrece una definición más precisa: "El término atención se ha utilziado para
referirse a todos aquellos aspectos de la cognición humana que el individuo puede controlar (.
.) y a todos los aspectos de la cognición relacionados con las limitaciones de recursos o de
capacidad, incluidos los métodos para abordar dichas limitaciones". Obsérvese que aquí se ha
utilizado la palabra "todos" en dos ocasiones, lo cual indica que, incluso en esta definición,
entran en juego muchos aspectos de la atención.
No obstante, existe cierto acuerdo en que la atención se caracteriza por una capacidad
limitada de procesar información, y que este procesamiento se puede controlar
intencionadamente. Desimane y Duncan ( 1995, pág.193) plasman las propiedades de la
atención visual diciendo lo siguiente: "El primer fenómeno básico es la capacidad limitada para
procesar información. En un momento dado sólo se puede procesar y utilizar una pequeña
parte de la información que llega a la retina". Sin duda, tenemos la sensación subjetiva de que,
aunque seamos capaces de elegir a qué prestar atención visualmente, existen importantes
limitaciones en la cantidad de información a la que podemos atender en un momento
determinado. Sólo podemos mirar en una dirección a la vez y sólo percibimos parte de la
escena visual. Y esto es una característica esencial de la actuación humana con la que todos
estamos familiarizados subjetivamente y sobre la que existe un amplio bagaje de pruebas
empíricas.
Resulta evidente que la "atención" es un término que se emplea para referirse a distintos
fenómenos y procesos, y esto no sólo sucede entre los psicólogos, sino también en el uso
cotidiano que le damos a este vocablo. Esto parece haber sido así a lo largo de la historia de la
psicología. El mismo término se aplica a distintos aspectos y experiencias en el lenguaje
cotidiano, y cada psicólogo lo defme de una manera. Uno de los motivos por los que tuvo
tanto auge el movimiento conductista en psicología fueron las dificultades que encontraron los
psicólogos a principios del siglo XX para definir con precission términos como atención y
conciencia.
Treisman( 1 964d), una de las investigadoras que más ha contribuido al desarrollo de las
teorías de la atención, comenzó su artículo "Selective atención in man" (La atención selectiva
en el hombre) del modo siguiente:
Hace cincuenta años los psicólogos pensaban que La atención era ''la focalización de la
consciencia " o "una mayor claridad de una idea en particular". Sin embargo, estas y otras
definiciones, relacionadas con las facultades mentales o con la experiencia subjetiva,
demostraron ser estériles para la investigación empírica y acabaron con una serie de
controversias poco concluyentes, aunque recientemente ha resurgido el interés: por este
problema.
Esta autora insistió en la necesidad práctica de comprender la atención y en el desarrollo del
enfoque del procesamiento de la información, al proporcionar éste una metáfora para
elaborar modelos de procesos internos y permitir avanzar en el conocimiento de las bases
neurofisiológicas como factores importantes en este renovado interés por el estudio
atencional. Por lo tanto, el conductismo cayó en desgracia, y el enfoque cognitivo, que
consideraba al ser humano como un procesador de información, tomó el mando como
metáfora predominante de la mente.
(corte texto)
La memoria está íntimamente ligada a la atención. Parece que recordamos aquello a lo que
hemos atendido. "Siento no haber prestado atención al color de su vestido, pero es que estaba
escuchando lo que decía". Aunque hayamos visto el vestido y, de hecho, demos por supuesto
que ella llevaba un vestido, no recordamos nada en absoluto de él. Así, si queremos
asegurarnos de que alguien recuerde lo que le estamos diciendo, le pedimos que preste
atención. Otros aspectos importantes son cómo afecta a la memoria el procesamiento
atencional y cómo afecta a la atención una tarea memorística concurrente, aunque existen
pruebas de que buena parte del procesamiento se lleva a cabo sin necesidad de atención y sin
que esa persona tenga recuerdo alguno del evento. No obstante, aunque tal vez no sea capaz
de recordar de forma explícita en un nivel consciente la presencia de cierta información
concreta, pruebas posteriores pueden demostrar que los estímulos ''no atendidos" han
causado efecto, sesgando o preparando respuestas posteriores.
Hay que tener en cuenta, también, que para que un estimulo sea aparentemente "inatendido",
parece que tiene que ser "inconsciente". Esto nos lleva a otro asunto espinoso: ¿qué relación
existe entre la atención y la experiencia consciente? Al igual que sucede con la atención, el
término "consciencia" posee diversos significados. Por lo general decimos que somos
conscientes de aquello a lo que prestamos atención. A lo que prestamos atención se encuentra
en la Memoria a Corto Plazo (MCP) o de trabajo ( working memory). Lo que tenemos en la
memoria a corto plazo es lo que estamos pensando conscientemente en ese momento. La
memoria y la atención están íntimamente relacionadas entre si a la hora de planificar y de
supervisar las actividades cotidianas. La atención en el control de la acción es otra forma de
atención que dirigimos en función de las metas o de lo que pretendemos hacer. La cuestión del
control intencionado y voluntario en el que la conducta se planifica según las metas
propuestas y las instrucciones constituye un campo creciente de investigación sobre el tema.
Atención y percepción
En una serie de experimentos en los que se utilizaron distintas versiones de la tarea de Eriksen
y Eriksen ( 1 974), Lavie ( 1 995) manipuló sistemáticamente la carga perceptiva para calibrar
su efecto sobre la interferencia que causaban los distractores irrelevantes. Para ello, en primer
lugar, Lavie fue variando el tamaño del conjunto de posibles targets entre uno y seis, y
encontró que el efecto de interferencia de un distractor con una respuesta incompatible al
target sólo era significativo en condiciones de baja carga.
En otro experimento se manipularon las demandas de procesamiento solicitando dos
modalidades de procesamiento diferentes ante una forma coloreada que se presentaba junto
al target. Dependiendo de la combinación de color y de forma, el participante tenía que
responder o no al target, en lo que se denominó situación de "acción 1 inhibición" (Go 1 No-
go). En las tareas de carga reducida, los sujetos tenían que responder al target si la forma era
azul ("Go"), pero no si era roja ("No-go"). Sin embargo, en la condición de carga elevada, "Go"
fue indicado con un círculo rojo o un cuadrado azul, y "No-go" con un cuadrado rojo o un
círculo azul. Considerando que se necesitaba la atención para integrar correctamente los
colores y las formas en la presentación, así corno la existencia de una carga de memoria, Lavie
( 1995) predijo que la condición de carga elevada reduciría la interferencia ejercida por un
distractor incongruente que también estuviera presente en la pantalla.
Los resultados confirmaron que la interferencia de los distractores incompatibles sólo se
producía en la condición de baja carga.
Para Lavie ( 1 995), "esa carga perceptiva desempeiia un papel causal a la hora de determinar
la eficiencia de la atención selectiva" (pág. 463). El experimento de Eriksen y Eriksen (1974) era
de carga reducida, y por tanto sobraba capacidad atencional para procesar los distractores, lo
que conducía a la aparición de la selección tardía. Por el contrario, en el experimento de
Sperling ( 1960) la carga era elevada, lo que requería destinar toda la capacidad atencional a
procesar el tatget, y de ahí la necesidad de una selección temprana. Este argumento podría
haber resuelto la discrepancia y el debate sobre si la atención selectiva era temprana o tardía.
Luria
Desarrollo de la atención