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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


Universitaria, Ciencia y Tecnología
Universidad Bicentenaria de Aragua
San Cristóbal - Estado Táchira
Cátedra: Psicopatología
Facilitadora: Psic. Estefanía Chacón

CIE – DSM
Línea de Tiempo

Elaborado por:
Murillo S. Sandra
9245827
VI Trimestre – T1

Octubre 2017
Para la Organización Mundial de la Salud los trastornos mentales y del comportamiento
revisten gran importancia en cuanto a salud pública se refiere, ya que son cada vez más
frecuentes en la sociedad, creando un alto grado de discapacidad y sufrimiento a las
personas que los presentan y un considerable daño y aflicción a familiares y personas
con las cuales viven o comparte. Es común que los gobiernos de la mayoría de los
países a nivel mundial traten de establecer criterios de igualdad para las personas con
discapacidades que tiene que ver con la parte física, no siendo igual para aquellos que
padecen trastornos mentales o de conducta, lo que los hace un apéndice poco agradable
de la sociedad. La búsqueda de la identificación y clasificación de los trastornos que
aquejan al ser humano desde el punto de vista cognitivo y de conducta es un arduo
trabajo realizado por profesionales que basados en la investigación y las estadísticas
desean darle nombre a las patologías que han aparecido y seguirán apareciendo
afectando a muchos, pero que no debe ser factor para apartarlos y execrarlos, por el
contrario saber qué padecen y cómo se manifiesta sirve para darles la atención que
requieren ellos y sus familias.

La preocupación de la OMS y las agrupaciones psiquiátricas de los países desarrollados


en cuanto a mejorar el nivel del diagnóstico y la clasificación de los trastornos mentales
han motivado que las bases conceptuales de las clasificaciones hayan evolucionado
notablemente respecto a las de hace unas décadas. Cuando se elaboraron las primeras
clasificaciones de enfermedades su utilidad era netamente administrativa y de obtención
de datos para registros estadísticos. Sin embargo, las clasificaciones actuales pretenden
además de cubrir este objetivo, ayudar a que la investigación clínica, epidemiológica y la
atención profesional se realicen con unos criterios uniformes, así como dar mayor
exactitud en la práctica clínica respecto a los elementos a tener en cuenta cuando se
establece un diagnóstico. Como resultado de esa búsqueda y acercamiento a la
exactitud diagnostica actualmente se utilizan el DSM V y el CIE-10, además de los
glosarios de términos.

Clasificación Internacional de Enfermedades

Para fines históricos es importante explicar que la Clasificación Internacional de


Enfermedades, conocida como CIE (1,2 y 3) fueron coordinadas por Jacques Bertillon,
Jefe de los Servicios de Estadística de la ciudad de París, quien se dedicó a la
preparación de una clasificación de causas de defunción, en la cual se hacía distinción
entre las enfermedades generales y las que se localizaban en un órgano o sitio
anatómico específico. Esta clasificación fue aceptada y utilizada por países de Europa,
Norteamérica y algunos de Sudamérica a partir de 1893.

A partir del CIE-4 y hasta los actuales momentos las decisiones sobre las clasificaciones
son coordinadas por la Organización Mundial de la Salud presentadas por este. Hasta
la CIE-5, este modelo de clasificación incluía sólo las enfermedades que eran causa de
enfermedad o invalidez. En la CIE-6 se incluye por primera vez un capítulo para las
enfermedades mentales, en el Capítulo V que se encuentra dividido en tres apartados:

1) Psicosis
2) Desórdenes neuróticos
3) Trastornos del carácter, del comportamiento y de la inteligencia

La CIE7 no introdujo casi variaciones, pero en la CIE8 se incorporó un glosario con las
principales categorías clínicas, lo que permitió incorporar un lenguaje médico común y
mejoró la fiabilidad en el área diagnóstica. Esta versión dividía las alteraciones mentales
en tres grupos:

1) Psicosis
2) Neurosis, trastornos de la personalidad y otros trastornos mentales no psicóticos
3) Oligofrenia

Aunque la CIE9 casi no introduce cambios en el capítulo V - Trastornos Mentales la OMS


publica en 1992 el CIE-10, es decir décima revisión de la Clasificación Internacional de
las Enfermedades y Trastornos relacionados con la Salud Mental. En él se establecen,
a parte de los 21 capítulos que cubren todo el panorama médico, un sistema de
clasificación de los trastornos mentales con ejes diagnósticos variables, entre ellos:

Eje I (Síndromes psiquiátricos clínicos)

Eje II (Trastornos específicos del desarrollo)

Eje III (Nivel intelectual)


Eje IV (Condiciones médicas)

Eje V (Situaciones psicosociales)

Eje VI (Evaluación global de la discapacidad)

Cabe resaltar, que el CIE-10 contempla dentro de los trastorno del comportamiento y de
las emociones de comienzo habitual en la infancia y adolescencia, los llamados
Trastornos hipercinéticos, junto con los Trastornos disociales y los Trastornos
disociales y de las emociones mixtos". Podemos decir que los trastornos hipercinéticos
son en el CIE-10 lo que el TDAH en el DSM.

Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales

Por su parte el DSM también tiene su propia historia y características que lo convierten
en un manual que van desarrollándose, tal y como avanzan las investigaciones
científicas.

DSM-I (1952)

Elaborado por el comité precursor de la actual Asociación Americana de Psiquiatría


(APA). Se desarrolla en torno al concepto de reacción de Meyer: Trastornos mentales
como reacciones a los problemas vitales y a las dificultades de los individuos.
Influenciado por la obra de Freud, utiliza términos como mecanismos de defensa,
neurosis.

DSM-II (1969)

Abandona la noción de reacción, pero sigue manteniendo conceptos psicoanalíticos.


Manifiesta una vaguedad en cuanto a la definición de categorías, asemejándose al CIE-
8. Se da un cambio de terminología, dejándose de hablar de enfermedades para
empezar a hablar de trastornos y eliminándose los conceptos de psicosis y neurosis.

DSM-III (1980)

Se basa en el DSM-II. Suprime conceptos vagos con el objetivo de crear un sistema


ateórico y descriptivo, suprimió el término neurosis como concepto aglutinador y criterio
rector de los trastornos de ansiedad, que pasan a organizarse en dos grupos: fobias y
estados de ansiedad. Esta clasificación desarrolló una definición de criterios
pormenorizados para la identificación de los trastornos, con criterios explícitos de
inclusión y exclusión. Sistemas clasificatorios en psicopatología

Llegando a una descripción amplia de cada trastorno incluyendo características


esenciales y correlacionales: edad de comienzo, deterioro, factores predisponentes,
tasas, patrones familiares y criterios para un diagnóstico diferencial. Los criterios se
basan exclusivamente en signos, síntomas y rasgos observables o inferidos y no en
modelos etiológicos, exceptuando los trastornos con base orgánica. Este uso de criterios
diagnósticos operativos se debía al deseo de hacer más científica la clasificación clínica,
pero con una utilidad escasamente documentada desde el punto de vista empírico. El
DSM-III fue la primera clasificación psicopatológica en introducir un diagnóstico
multiaxial.

DSM-III-TR (1987)

Muy similar a la versión anterior, los cambios que se produjeron respecto al DSM-III
fueron los siguientes:

Desaparición de la diferenciación entre “Abuso de sustancias” y “Dependencia de


sustancias”; supresión de la categoría específica Homosexualidad Egodistónica y de la
diferenciación entre Trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad”;
reordenación de los trastornos afectivos a Trastornos del estado de ánimo. Distinción
entre “Sucesos estresantes agudos” y Circunstancias estresantes duraderas. Se dio un
cambio de la denominación, pasando de Nivel máximo de adaptación en el último año a
la Escala de evaluación global de funcionamiento (GAF). Dio lugar a la entrevista
estructurada.

DSM-IV (1994)

Con la publicación del DSM-IV se pretendió, además de una coordinación con la CIE-10,
dar prioridad a los resultados de las investigaciones sobre cualquier otro criterio de
decisión, incluido el consenso entre expertos.

Las características más destacables del DSM-IV son:


Se mantiene el sistema multiaxial, ampliando en el eje IV las circunstancias generadoras
de estrés y manteniendo, en el eje V, el uso del GAF. Los trastornos quedan organizados
en 16 categorías diagnósticas más otro apartado para otras alteraciones no recogidas y
que pueden ser foco de atención. Excluye los trastornos mentales orgánicos e incluye
las categorías de delirium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognitivos.
Se reformulan algunos criterios de ciertos trastornos del estado de ánimo y de ansiedad,
así como de algunos trastornos de personalidad, desaparece el trastorno de
personalidad pasivo-agresivo.

DSM V (2013)

Los cambios principales que sufrió el DSM, publicado en el año 2013 son:

En lo referente al lenguaje los diferentes trastornos quedan agrupados en el apartado


Trastornos de la comunicación. Se incluye un nuevo trastorno: el trastorno de la
comunicación social, para indicar las dificultades que algunas personas tienen a la hora
de comunicarse socialmente. Las dificultades de aprendizaje de lectura, escritura y
matemáticas se incluyen en el apartado llamado “Trastorno del aprendizaje especifico”.
Este trastorno comprende la Dislexia y la Discalculia.

En cuanto a la Esquizofrenia se ha puesto la exigencia de la presencia de al menos dos


síntomas del criterio A para el diagnóstico de Esquizofrenia, y que al menos uno de los
criterios sea la existencia de delirios, lenguaje desorganizado o alucinaciones. En lo
referente al Trastorno Bipolar el criterio para su diagnóstico ha de tener en cuenta tanto
los cambios en el estado de ánimo como los cambios en la actividad. Otra novedad es
que el TOC, el Trastorno por estrés post-traumático, y el Trastorno por estrés agudo ya
no están incluidos en los Trastornos de Ansiedad, sino que están incluidos en un nuevo
capítulo llamado Trastornos relacionados con los traumas y los factores de estrés.

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