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VIII.

Origen y estructura de la Fama y Obras pósthumas (1700)

Apenas nueve años después de otorgar la "Licencia del Ordinario" para la Inun-
dación castálida de la entonces desconocida monja mexicana, el mismo vicario
de Madrid, don Alonso de Portillo y Cardos, firmaba idéntico documento para
el .-tercer tomo de la lamentablemente ya fallecida 'Fénix americana', intitulado
más tarde Fama y Obras pósthumas de la Madre luana Inés de la Cruz
De Inundación castálida, como libio, se ha hablado mucho; del Segundo volu-
men casi nada; de la Fama, apenas suficiente l Se sabe que el bachiller don Lo-
renzo González de la Sancha reunió cierta cantidad de textos fúnebres y poe-
mas laudatorios escritos en ocasión de la muerte de sor Juana, con la intención
de imprimirlos aquí, con el previsible titulo de Exequias Mitológicas, Llantos. Pié-
rides, Coronación Apolínea en la Fama Pósthuma de la Singular Poetisa Sor Juana

Inés de la Cruz Por varias razones, las principales económicas, aunque no todas
conocidas, eso no fue posible "La idea de imprimir estas Exequias no cuajó, se-
guramente porque la empresa era demasiado cara y riesgosa para los impresores
de la ciudad de México"2

1 Antonio Alatone opina que el menos conocido de los tres libios es el tercero Fama y
Obras pósthumas Madrid, 1700, edición facsimilar Introd de Antonio Alatone Apéndices de
Gabriela Eguía-Lis Ponce México, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, 1995, p ix
2 Ibid., p. xi. El subrayado es mío El adjetivo riesgosa es más que elocuente, aunque no ex-
plique más el investigador

335
3361 %& prisa de los tmalados"

Paralelamente, Juan Ignacio de Castoreña y Uisúa, quien en muy poco


tiempo llegó a sei "Capellán de Honor de su Magestad, Protonotario Iuez Apos-
tólico por su Santidad, Theólogo, Examinador, Prebendado de la Santa Iglesia
Metropolitana de México", entre otros, planeaba apenas un viaje a España para
cursar el doctorado en teología en la Universidad de Ávila3 Dado que De la
Sancha no pudo llevar a término su propósito, Castoreña se llevó esos papeles
pretendiendo imprimirlos en Madrid 4 Completó lo anterior con lo que pudo
reunir todavía inédito de sor Juana, pero parte de esas obras que él solicitaba no
le fueron entregadas, presumiblemente por don Carlos de Sigüenza y Góngora
Ya en España pidió más colaboraciones a numerosas plumas peninsulares

Como explica Alatorre, la idea original era la de hacer unas 'Obras postumas
y fama! y Castoreña debió pasar mucho tiempo escribiendo a México para que
le enviaran los manuscritos de sor Juana que no pudo llevarse personalmente
En caso de ser Sigüenza el poseedor de aquellos originales, sería también el blan-
co de los reproches que hace el editor en el "Prólogo a quien leyere":

Esperaba también recoge: otros manuesciitos de la Poetisa [ ] Quáles sean


éstos, después te instruyo; quedáronse en la Aménca, pues quando mitrans-
poite de Nueva España á estos Reynos, no los pude aveí a las manos; pero si

3 Alatone pone en duda el buen nivel académico de esos estudios ídem


4 Paia todos los detalles de cómo ñaguó en libro el material de la Fama véase Alatone, An-
tonio, "Paia leei la Fama y Obras pósthumas de Soi Juana Inés de la Cruz", en Nueva Revista de
Filología Hispánica, t xxix. México, El Colegio de México, 1980, pp 428-508, así como la citada
"Introducción" a la edición facsimilar También importantes, aunque con imprecisiones, los ca-
pítulos que le dedica a este episodio Francisco de la Maza en Sor Juana Inés de la Cruz ante la
kistona
Origen y estructura, de la Fama y Obias pósthumas I 337

con certidumbre á la memoiia: retiromeíos h vraño, con noble ambición de ate-


sorarlos, ó recatólos la discreción de mesurada prudMa, q malogré obligar con
mis instancias [. .] 5

Castoreña se enreda en sus propias telas A la sección mexicana de enco-


mios —que dispone al final del libio en algún momento de todo este trasiego—
incrusta una nota en la que da cuenta de la existencia de la recopilación hecha
por González de la Sancha y explica que la ha llevado a Madrid 'discurriendo'
que de cualquier foima se imprimiría en México, junto con la oíación fúnebre
de don Carlos de Sigüenza y Góngora Para anudar más fuerte, dice Castoreña:
"Entre los demás papeles, los siguientes [o sea, los que él reproduce en la Fa-
ma] son muy elegantes, numerosos, y discretos; y sobre todo, muy expresivos
de su debida lástima", De esto hay que entender que largas eran las Exequias y
que el editor de la Fama elige sólo algunas, para lo cual expone una razón ab-
surda: "no abultar este Tomo con demasía", Y lo poco que incluye no atiende a
la nombradla de los vates mexicanos, como esperaba De la Maza, sino que pri-
vilegió a aquellos que formaban paite del "gremio universitario", Extraño crite-
rio, se diría

Francisco de la Maza hace una reflexión interesante que no tiene mucho eco
en Alatorre: ¿de quiénes eran esas lastimeras plumas mexicanas que lloraron la
muerte de nuestra poetisa y que reunió Lorenzo González de la Sancha?: "De
esos ingenios sólo cinco son poetas, y de importancia sólo tres: Ramírez de Var-

5 Castoreña y Ursúa, Juan Ignacio de, "Prólogo a quien leyere", en Fama y Obras pósthu-
mas ed.cit, p [120] El subrayado es mío
3381 "La prisa fíelos traslados*

gas, Ayena y Santoyo Los demás, quitando a González de la Sancha y a Olivas,


son ilustres desconocidos"6
Desde luego que De la Maza se atena ante la ausencia de don Carlos de Si-
gúenza, pero además aclara que, cuando muere sor Juana, todavía vivían Ga-
briel de Mendieta Rebollo, José Francisco de Isla, Pedro de Avendaño, Juan Car-
los de Apello Corbulacho, José Luis de Velasco Arellano, fray José Gil Ramírez,
Pedro Muñoz de Castro, Francisco de Aguilar —quien se dice que pronunció la
misa en el funeral de la jerónima—, Francisco de Acevedo, Clemente Bugueiro,
por lo menos, si no es que también Ambrosio de Lima, y que, en opinión de
Francisco De la Maza, eran muy superiores a los que sí figuran en la Fama7

Ya para enero de 1699, Castoreña y Ursúa se dio cuenta de que la idea origi-
nal no se sostendría más y tuvo que cambiar el título, privilegiando las compo-
siciones sobre sor Juana por encima de las de la monja Esto puede confirmarse
en los documentos oficiales que inauguran el tomo Pero ¿por qué sucedió eso?
La historia es más larga La manera en que nos enteramos de que don Carlos
de Sigüenza y Góngora escribió una oración fúnebre es precisamente porque
Castoreña lo dice en uno de sus múltiples prólogos ¿Por qué no llevaba ese
papel el futuro editor?

6 Maza, Francisco de la, op cit, p 135, Se lefieie a Alonso Ramírez de Vargas, Francisco
de Ayena Santa Maria (aquel pueitoriqueño poi el Sigüenza se vio envuelto en proceso inqui-
sitorial), Felipe de Santoyo García, al propio Loienzo González de la Sancha y al bachiller Mar-
tín de Olivas, quien dieta las escasas lecciones de latín a soi Juana
7 Sobre casi todos ellos —los que están en la Fama y los que no— se encuentran datos, y
obras, en Poetas Novohispanos. Estudio, selección y notas de Alfonso Méndez Planearte Méxi-
co, Imprenta Universitaria, 3t, 1942, 1943 y 1945 (Biblioteca del Estudiante Universitario)
Véase también Ribera, Diego de, BREVE / RELACIÓN / DE LA PLAVSIBIE POMPA, / y Cordial regocijo,
con que se celebró la Dedicación / del Templo del ínclito Mártir S[AN] FELIPE DE JES*?S, / Titular
de las Religiosas CAPVCHINAS [ ,] México, Viuda de Bernardo Calderón, 1673.
Origen y estructura, de la Fama y Obras pósthumas I 339

Alatone llama la atención sobre el hecho de que no se publicara la mayor


parte del material de las Exequias Mitológicas. Castoreña decide ya muy tarde, por
los problemas con los escrupulosos novohispanos, excluir gran paite de sus tex-
tos, dejando sólo la infamante cantidad de diecinueve —dos de los cuales son del
original editor; González de la Sancha, así que con seguridad el problema no fue
con él (Por contraste, entre aprobaciones, censuras, advertencias, noticias y elo-
gios propiamente dichos, la sección española —en la que no sin intención se co-
loca el zacatecano— cuenta con cincuenta textos) Obras de sor Juana figuran
dieciséis (que apenas sobrepasan las 150 páginas), si por obras entendemos tam-
bién los documentos que firmó al final de su vida, y que a veces han impresiona-
do más por estar rubricados con sangre que por las implicaciones que conllevan

Las vicisitudes de la impresión de la época, aunadas a las desavenencias


que tuvo Castoreña con sus pares mexicanos (poseedores de los últimos ma-
nuscritos de sor Juana) y a la ferviente respuesta de los admiradores españoles
de la monja mexicana, hicieron de este postrer libro un pequeño rompecabezas
que con mucha precisión ha armado y explicado Antonio Alatone Por la ma-
nera en que se acomodan los pliegos (según las distintas series de signaturas),
ha podido determinar cómo avanzaba la impresión y cómo se iba agregando
material nuevo en pliegos intermedios que desquiciaban el orden natural con
que debió concebirse De hecho, existen ejemplares de la misma edición de
1700 en los que el concierto de los pliegos es uno y otros que se encuaderna-
ron de forma distinta Asimismo, se insertaron hojas sueltas cuando ya no era
posible enclavar un nuevo pliego de cuatro hojas, como es el caso de las pági-
340 I "La prisa de los traslados"

ñas [143-144]; en la primera se da noticia de la décima acióstica de la segunda,


y para Antonio Alatoire no hay posibilidad de duda: poi el tono y los datos que
proporciona Castoreña, la autora del poema que allí figura es la Condesa de Pa-
redes En fin, no se trata aquí de repetir toda la información que corre me-
ticulosamente detallada en los textos citados

Lo que sí falta por exponer aqui es la interpretación reciente que hace Elias
Irabulse sobre la significación de la Fama y Obras pósthumas a raiz de un su-
puesto proceso secreto que se le siguiera a sor Juana desde la publicación del
sermón de Palavicino; de dicho proceso no ha dado pruebas el investigador

El nombre de Antonio de Aunzibay y Anaya es conocido por dos testimonios


que dejara, irónicamente, Carlos de Sigüenza y Góngora A él le dedica una obra
de juventud, el Oriental Planeta Evangélico* panegírico a San Francisco Xavier:
Véase que el título completo ostenta todos los cargos que ocupó Sigüenza a lo
largo de su vida, ya que se trata de edición postuma (él muere ese mismo año
de 1700), pero cuando lo escribió tenía sólo 17 años, De la Maza dice que fue "la
vanidad del canónigo Aunzibay [la que hizo] que se publicara [ ,] pues a él esta-
ba dedicado el pobre poema [!]"9 De ser así (nada inusual en la época), el provi-
sor estaría saludando con sombrero ajeno, creciéndose con los laureles nada
menos que de los dos epígonos de la cultura novohispana

8 Oriental Planeta Evangélico, Epopeya sacro-panegjnca Al Apóstol Grande de las Indias S[an]
Francisco Xavier. Escrvióla él D[octó]r D[on] Carlos de Sigüenza y Góngora, Cosmógrapho del Rey
N[uestro] Señor, Cathedrático Jubilado de las sciencias Mathemáticas, y contador de esta Real Univer-
sidad, Examinador general de Artilleros, y Gente de Mar, Capellán proprietario del Hospital del Amor
de Dios, ministro del Tribunal del Santo Officio, y su Corrector General de libros. Diólo a la estampa
D[on] Gabriel López de Sigüenza, y lo dedica al Señor L[icencia]do D[ori\ Antonio de Aunsibay, y
Anaya, Canónigo de la Santa Iglesia Caihedral de esta dudad, Juez Provisor y Vicario General de es-
te Arzobispado Con licencia de los Superiores en México por Doña María de Benavides, Año de 1700.
9 Maza, Fiancisco déla, op c i í , p 127
Origen y estructura- de /«Fama y Obras pósthumas I 341

(La otra ocasión en que Sigúenza nombra a Aunzibay es en Alboroto y motín


de los indios de México, en un dato de poca monta )
No voy a detallar todo este planteamiento ya que lo que hay que analizar
aquí son las vaiiantes, peio es fundamental dejai al menos esbozada la teoiía
de Trabulse.10 Después de exponer cómo se llevó a cabo el proceso episcopal or-
questado por el arzobispo Aguiar y Seixas y ejecutado por el canónigo Aunzi-
bay, sostiene liabulse que la Fama y Obras pósthumas fue una intencionada he-
rramienta para, una vez más, modificar la imagen pública de sor Juana

El historiador propone que, luego de prohibir a la monja que publicase cual-


quier cosa, lo que explicaría ese tan —todavía- misterioso "silencio final",
Aguiai y Seixas se irguió sobre la forzada 'conversión' (no acatada, por cierto,
poi Juana Inés) y pretendió difundir algo que el autor del artículo llama "la te-
sis hagiográfica del prelado" Afirma Trabulse que la Fama "iba a ser publicada
con la aprobación de Aguiar y Seixas", lo cual tiene que ser una confusión Si
se refiere a la recopilación de González de la Sancha, debió decir las Exequias
mitológicas, Si realmente se refiere a la Fama, el arzobispo de México no podía
aprobar una obra que iba a editarse en España Lo otro que propone el descu-
bridor de la Carta de Serafina de Cristo es que Castoreña, joven ambicioso, fue
"instrumento dócil y fiel de la estrategia" del arzobispo Dice que la Protesta de
la Fe, la protesta concepcionista y la Petición en forma causídica tuvieron que ser
copiadas del archivo episcopal, con anuencia del provisor Aunzibay, si no es que

10 líabulse, Elias, "El silencio final de Soi Juana", en Sor Juana & Vieira, trescientos años
después Anejo de la revista Tinta, pp 143-155
342 I "La. prisa de.los traslados*

dilectamente de Aguiai: Otia de las razones en que sostiene Elias Trabulse esta
idea es la "densidad religiosa" de los textos de soi Juana que allí figuran, pero
nosotros hemos podido ver cómo la silueta de sor Juana se había ido cincelan-
do por parte de sus editores —si no es que de ella misma- desde 1689, dando
un giro notable en 1690, y redefiniéndose en 1692 No es de extrañar que la Fa-
ma tuviera la misma misión, pero eso no necesariamente prueba que la orden
procedía del episcopado mexicano, Desde la perspectiva que propone el histo-
riador, la 'anónima' décima acróstica que "corona" la sección española no pue-
de ser de María Luisa Manrique de Lara, quien desde luego no se hubiera pres-
tado al juego del enloquecido Aguiar También dice Trabulse que, muerto
Aguiar y Seixas, en 1698, las aspiraciones de Castoreña se volcaron sobre aquel
personaje que todavía podría apoyarlo en su intento, Manuel Fernández de
Santa Cruz, pero nunca aclara que este último también murió bastante antes
de publicarse la Fama, el Io de febrero de 1699 No es este el lugar para pro-
nunciarme a favor o en contra de una u otra postura Si el "mito hagiogiáfico"
de sor Juana fue creación de Aguiar y Seixas, de Fernández de Santa Cruz, de
Antonio Núñez de Miranda, de Juan Ignacio de Castoreña y Ursúa, del padre
Diego Calleja —incluso avalado por la Condesa de Paredes y Francisco de las
Heras (Tineo ya había muerto)—, no es tampoco el presente trabajo espacio
para intentar definirlo Consigno las anteriores opiniones tan sólo para enmar-
car a la Fama y Obras pósthumas en su contexto histórico-editorial
VIII. 1. Las ediciones de 1701 y 1714

Como es bien sabido, hubo dos ediciones de la Fama en 1701: la de Barcelona y


la de Lisboa Utilizamos la de Barcelona y a ella nos referimos siempre que de-
cimos "1701", salvo indicación en contra Hubo también, por supuesto, edición
en 1725, con la que no hemos podido contar: Quisiera adelantar desde ahora
que las diferencias entre las ediciones de la Fama son mínimas, de ninguna
manera comparables con las de sus antecedentes

La Fama de 1700 la dedica Castoreña (¿él solo?) a la reina en turno, doña


Mariana de Neoburg Baviera, "por mano" (¿a través?) de doña Juana Pignatelli
de Aragón y Cortés, Duquesa de Monteleón y Terranova, Marquesa del Valle de
Oaxaca" Carlos II y doña Mariana, su segunda esposa, no habían tenido descen-
dencia (tampoco la tuvo con la primera), La Guerra de Sucesión comenzó justa-
mente ese año de 1700 (y terminó en 1713) Lógicamente, las dedicatorias no
aparecen más en 1701 (en ninguna de las dos ediciones); sólo se dice que esos
textos fueron recogidos e impresos por Castoreña, quien reduce a dos sus títulos
personales En 1714 se "consagra" el libro a la "Soberana Emperatriz de Cielo, y
Tierra", la virgen María La edición de 1725 omite todas estas leyendas e incluso
el nombre de Castoreña (como ocurre también en la edición del segundo tomo
de 1725; sólo en la del primer tomo se conserva el nombre de Juan Camacho

343
3441 "La pisa de losti asíaMf

Gayna, que fue quien lo 'sacó a luz') De la misma forma en que desaparece la
dedicatoria de la portada, las dos dedicatorias en prosa a estas mismas señoras,
que con tanta afectación escribió Castoreña, también tienen que eliminarse
La edición de 1701, entonces, comienza con la "Advertencia" que en 1700 fi-
gura en la página [143], es decir; aquella en la que se avisa que la décima que
sigue es de una gran dama que se ha dignado responder a los ruegos del editor
criollo, léase, el presunto texto de la Condesa de Paredes, que, sobra decirlo, es
la página que sigue en 1701 Con ello, esta edición de la Fama se acercaba a la
Inundación castálida, que inauguraba sus páginas con un prólogo métrico de fa-
moso personaje 1714, en cambio, inicia el volumen con una dedicatoria a la
virgen María (que es entre plegaria y súplica), firmada por Francisco Laso, que
es obviamente quien costea la publicación Lo único destacable de este preli-
minar es lo que el editor espera que provoque la lectura de sor Juana:*[. ] que
quanto ay en este Libro, rinda muy copiosos frutos de agrados de Dios, de gus-
to vuestro, provecho de las almas, y salvación de muchos pecadores" No hay
que olvidar que la empresa de 1714-1715 eia la de imprimir los tres tomos, y
este mismo Francisco Laso había cubierto los gastos del tomo uno ese mismo
año de 1714, dedicado a san José y a santa Teresa de Jesús Quizá la "densidad
religiosa" de la Fama le confería ya mayores alturas celestiales

Esa edición de Barcelona 1701 presenta muchas erratas; para no ir más lejos,
las siete diferencias que presenta en la "Aprobación" de Diego Calleja contra la
de 1700 son todos errores El orden de once pliegos consecutivos está cambiado
con respecto a la fácsimilar de 1700, en la que los pliegos a, b, y c se intercalan
Análisis de las variantes entre la Fama y Obras pósthumas y las ediciones de 1701 y 17141 345

entre los de seis y siete calderones, casi con seguridad porque siguió un ejem-
plar de la de 1700 dispuesto de esa misma forma, pero el contenido es el mis-
mo La edición de 1714, por su parte, sigue el orden de la de 1700 que editamos
en facsimilai; salvo los cambios ya indicados en las dedicatorias

IX. Análisis de las variantes entre la Fama y Obras pósthumas


, y las ediciones de 1701 y 1714

IX. 1. La "Aprobación" de Diego Calleja


Esta "Aprobación" tiene su antecedente en una "Vida" de soi Juana que el jesui-
ta escribió, presumiblemente a finales 1695, sin el párrafo inicial que figura en
la Fama El manuscrito está en la Biblioteca Nacional de Madrid y fue publica-
do en 1910 por Amado Ñervo en su Juana de Asbaje, libro que últimamente han
reeditado tanto Antonio Alatorre como Aureliano Tapia, La "Vida" también la
publicó Ermilo Abreu Gómez en 1936 y la reproduce además don Francisco de
la Maza Tapia dice que De la Maza debió basarse en Abreu, cometiendo mu-
chos errores en su transcripción, pero la del padre Tapia no es mejor edición
Él coteja contra la Fama de Barcelona de 1701 y la de Madrid 1714, e intenta
señalar las variantes, pero francamente pasó de largo por muchas de ellas
Además, como ya dijimos, la edición de 1701 contiene muchas erratas

Sea como fuere, lo más relevante entre la "Vida" y la "Aprobación" son las
vanantes que se presentan a nivel de párrafos Los cambios de palabras aisla-

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