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Narciso siglo

veintiuno
de españa
editores
Pizarra sa

Análisis
estructural
de la
novela
Primera edición, 1970

SIGLO X X I D E ESPAÑA E D I T O R E S , S. A.

© Emilio Rubín, 7 — Madrid-16


Narciso Pizarro, 1970

D E R E C H O S RESERVADOS CONFORME A LA L E Y
Impreso y hecho en E s p a ñ a
Prlnted and made in Spain
Depósito Legal: B I - 2281 - X970
Impreso en GRÁFICAS ELLACURIA
Buenos Aires, 13. Bilbao
Í N D I C E

ADVERTENCIA IX
INTRODUCCIÓN 1

Frimera Parte

LA «SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA»
CAPITULO I: Los fundamentos de la sociología de la
literatura de Luden Goldmann 11

CAPITULO 11: La sociología de la novela y la noción


de estructura 33

Segunda Parte

ESTRUCTURALISMOS Y TEORÍAS DE
LA IDEOLOGÍA
CAPITULO IIÍ: Lingüística y análisis estructural de
los relatos 67
CAPITULO IV: Las teorías de la ideología en el len­
guaje 107
CAPITULO V: La estructura de la novela 139
Advertencia

Este trabajo es un ensayo, es decir, la redacción


provisional y sumaria de las conclusiones parciales de
una investigación en curso. IM división en dos partes
corresponde a dos etapas de la investigación: la pri-
mera, un examen de la sociología de la novela de
L. Goldmann, corresponde a lo que fue el origen de
una reflexión "sociológica" sobre las producciones cul-
turales. La segunda parte de este trabajo es el testi-
monio de lo que la semiología y otras disciplinas pro-
ducen como efecto en la reflexión sociológica: una for-
ma distinta de plantear problemas distintos.
Creo que, continuando el trabajo empírico y teó-
rico sobre estos temas, llegaremos, mis colegas y yo,
a modificar sustancialmente muchos de los plantea-
mientos y de las conclusiones aquí expuestas. Actual-
mente, las investigaciones sobre la lingüística del enun-
ciado así como las nuevas tendencias de la semiología
francesa están aportando contribuciones con las que
hay que contar. Cuando este libro sea publicado ya es-
tará, en muchos aspectos, sobrepasado...
Tengo que agradecer aquí la ayuda de mis colegas
y amigos de las Universidades de Québec {Campus de
Montreal) y de Montreal, señora Nicole Frenette, seño-
res De Ipola, Bourque y Van-Schendel, sin cuyas crí-
ticas este trabajo seria peor, así como las de los seño-
res Marcel Chouinard y Gaetan St.-Pierre, asistentes de
investigación y amigos, que han vereficado empírica-
mente muchas hipótesis y sin cuyas pacientes críticas
e interesantes sugestiones hubiera dejado de lado mu-
chas cuestiones importantes. Finalmente, agradezco a la
señora M , " Lourdes Ortiz su traducción de las partes
de este texto escritas, originalmente, en francés.

N. FIZARRO.

Montreal, abril 1 9 7 0 .
Introducción

L a literatura ha sido durante m u c h o tiempo el do­


minio " sacralizado" de la actividad humana, debido a
la existencia de una mitología de la "creación" que la
sustraía precisamente del dominio de la ciencia. Sólo
desde hace escaso tiempo se aplican métodos científi-'
eos para el estudio de la hteratura. ^ L a aplicación de
estos métodos ha despertado entre el público y los crí­
ticos literarios tradicionales las mismas reacciones que
provocaron las primeras tentativas de elaboración de
una ciencia de la naturaleza. Pero como los especialis­
tas de la literatura poseen un profundo sentido de lo
sagrado, han exigido el respeto de la especificidad del
hecho literario: los sociólogos han tenido que tranqui­
lizarles afirmando que su tentativa no iba a producir
una "reducción" de la especificidad, sino que pretendía
ante todo su explicación y su comprensión.
Pierre Macherey ha realizado una extensa crítica
de los críticos ^ y ha enunciado con claridad la necesi­
dad de construir una teoría de la producción literaria:
su obra plantearía los primeros jalones. Sin embargo, en
Para una teoría de la producción literaria sólo conseguía
delimitar el lugar que debería ocupar una teoría de

1 L a expresión "aplicar métodos científicos" implica una división


que en realidad no existe entre un método pre-existente y su aplica­
ción a objetos concretos. L a empleamos aquí no sólo porque se halla
consagrada por el uso, sino además porque describe el camino seguido
en los comienzos del estudio científico de la literatura.
2 Fierre M A C H E R E Y , Four une. théorie de la production littéraire,
París, Maspero, 1966, p. 332.

[1 ]
2 INTRODUCCIÓN

este tipo, sin llegar a hacer la conceptualización preli- ,


minar a toda tentativa de construcción de una teoría
de carácter general.
E n la elaboración de las teorías, la conceptualiza­
ción es una etapa fundamental, cuya importancia se
debe resaltar en todo momento. L a formación d e los
conceptos científicos es una tarea que choca con nume­
rosos obstáculos como ha demostrado Bachelard a lo
largo de su obra sobre la génesis de los conceptos en
la historia de las ciencias de la naturaleza. E n una pri­
mera aproximación, el investigador sólo dispone para
aprehender su objeto de estudio de las palabras del
lenguaje vulgar, de los conceptos del conocimiento co­
mún. E n su primera tentativa de categorización, el
investigador se ve sometido a las imágenes, a analogías
que le conducen a generalizar sus primeras observacio­
nes y "se generalizan las primeras observaciones cuando
sólo un momento antes no se observaba nada"^.
E l estudio de las relaciones, el enunciado de
las leyes empíricas, la construcción de teorías, sólo son
posibles cuando se dispone de categorías adecuadas.
P e r o estas categorías no nos son dadas por la observa­
ción. E s necesario construirlas, porque, como dice B a ­
chelard, " e l primer obstáculo es la experiencia primera,
la experiencia situada antes y por encima de la crí­
t i c a . . . " . * Situado ante sus propias observaciones, sin
recurrir a una conceptualidad rigurosa, coherente y bien
fundada, uno se ve forzado a titubear, sometido a sus
prejuicios que toman forma de pre-conceptos. E n t o n c e s
se empieza a comparar y toda comparación al ser "ger­
men de mitologías tiende a explicar mediante las falsas
luces del conocimiento común, aquello que debía ser
esclarecido discursivamente".* P o r muy honesta que

3 Gastón BACHELARD, La jormaüon de l'esprit scientifigue, Pa­


rí», Vrln, 1947, p. 20.
4 G. BACHELARD, op. cit., p. 23.
5 o, BACHEL.4RD, Le materialisme rationnel, París, PDT, 1953,
p. 21).
INTEODUCCION 3

sea la observación n o garantiza la objetividad de las


descripciones que de ella se hacen, porque se aplican a
los objetos, categorías que, aunque n o son siempre
"imágenes generalizadas", provienen con frecuencia de
otros campos del conocimiento y no son adecuadas para
el o b j e t o estudiado.
L a adecuación de los conceptos a los' objetos espe­
cíficos a que deben ser aplicados, n o es el fruto de un
camino rectilíneo con un sentido único, sino que es el
resultado de un doble trayecto que va de l o real a lo
racional y de la racional a lo real, en un ir y venir
incesante. Como dice Bachelard:
" . . . l a s revelaciones de lo real son siempre recu­
rrentes. L o real nunca es " l o que se podía creer", sino
que es siempre lo que se hubiera debido pensar. E l pen­
samiento empírico es claro, después, cuando el instru­
m e n t o de las razones ha sido puesto a p u n t o " . ^
E n t r e los dos polos de este ir y venir, lo racional
y lo real, no es posible elegir uno en provecho del otro
, y llegar a construir conceptos científicos. E n sociología
de la literatura, donde l o real es la obra literaria que
es preciso describir en primer lugar para, inmediata­
mente después explicarla, lo real es de un tipo especial­
mente peligroso que se corre el riesgo de describir con
sus propias palabras y n o con las de la ciencia. Al hacer
esto, la crítica literaria, que es una reflexión que versa
sobre la obra, n o se convierte en una ciencia de la
literatura. L a "seducción de la observación particular
y coloreada",'' cuyos estragos denuncia Bachelard en la
historia de los conceptos de las ciencias naturales, es en
nuestro campo un obstáculo cuyo poder lo muestra la
historia de la crítica literaria. Macherey hace un aná­
lisis profundo de las particularidades de e s t e tipo de
discurso sobre las obras, que sigue siendo un arte por-

lA'-
6 G. BACHELARD, op. c i t . , p . 13.
7 G. BACHELARD, op. cit., p. 20.
4 INTRODUCCIÓN

que no ha sabido hallar la " discursividad característica


del verdadero saber". ^ P e r o Macherey, demasiado
preocupado por "reconocer en la obra el tipo de nece-
cidad que la determina, y que n o se reduce indudable-
mente a un sentido", ^ olvida también, a su vez, esta
etapa necesaria del trabajo teórico cuya necesidad, sin
embargo, reconoce: la construcción de conceptos rigu-
rosos.
Admitimos con Macherey que "la obra debe ser
elaborada, tratada, ya que sin ello nunca sería un hecho
teórico, el objeto de un conocimiento; pero también
que debe dejársela tal cual es, ya que si no, se elabora-
ría un juicio de valor sobre ella y n o un juicio teó-
rico". P e r o n o basta con enunciar la necesidad de
elaboración y de tratamiento de la obra; es preciso defi-
nir los métodos y las técnicas de esta elaboración, de
este tratamiento. Aquí es donde fracasa la tentativa de
Macherey y por ello es necesario que tomemos como
punto de partida de nuestro análisis las tentativas de
conceptualización que él critica (sin mencionarlas explí-
citamente) como las del Goldmann, a pesar de que
Para una teoría de la producción literaria sea una ad-
vertencia contra los peligros de "la interpretación" que

8 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 15.


9 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 96.
10 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 96. Macherey considera a la no-
vela corao lo daña que es necesario explicar, y en este sentido su
atirmación es contradictoria con su voluntad explícita de definir lo
que existe de especííicamente literario en la novela. E n efecto, el
objeto puro, tal y como es presentado por la teoría del objeto, no
existe. E n las novelas se pueden encontrar —y se encuentran— elemen-
tos de un discurso que no son específicamente literarios, sino ideoló-
gicos, elementos que se pueden hallar en los textos filosóficos además
de en la novela. E l libro que tenemos ante nosotros es una novela,
pero no solamente una novela; intercalados en el discurso novelesco
do la novela se hallan otros discursos que hay que distinguir del pri-
mero, sin que esta distinción sea en modo alguno "un juicio de valor
y no un juicio teórico". E n este sentido no estamos de acuerdo con
esta connotación de la expresión de Macherey cuando afirma que es
pracslao "dejar la novela tal cual es".
INTRODUCCIÓN 5

él identifica con la búsqueda de un sentido en la


obra. "
C o m o ha dicho Bachelard, "la dialéctica de lo racio­
nal y de lo experimental provoca constantes inversiones
que hacen que sean totalmente vanas las descripciones
de las primeras averiguaciones, totalmente inestables
las primeras construcciones de conceptos". •'^ E s t a ines­
tabilidad es inevitable y fecunda, a pesar de que el
primer sistema de conceptos sea falso: " t i e n e al menos
la utilidad de desligar al pensamiento, alejándole de la
experiencia sensible; el primer sistema moviliza al pen­
samiento". Y esta movilización del pensamiento per­
mite un retorno a la experiencia con preguntas nuevas
y más precisas que modifican el sistema conceptual y
permiten que recomience la dialéctica de la racionali­
dad y de lo empírico. P o r eso, en este trabajo vamos
a hacer un estudio de la sociología de la novela de
Lucien Goldmann, cuyo esfuerzo teórico es una ten­
tativa de construcción de una conceptualidad científica
en literatura; a no ser que se adopte una actitud ente­
ramente empirista, el estudio científico de la novela no
puede hacerse sin un análisis crítico de las teorías que
versan sobre él.
E l fin de nuestro trabajo es la construcción de un

11 P. M A C H E R E Y , op. cit., p. 94. E s t e "sentido" que Macherey


no distingue del concepto goldmanniano de "estructura significativa",
(iltiere a veces del "sentido de la obra" que Ma<;herey critica con
razón.
12 Gastón BACHELARD, L'activité de la psysique contemporaine,
París, P U F , 1951, p. 2.
13 G. BACHELARD, La formation de l'esprit scientifigue, París,
Vrin, 1947, p. 20.
14 Lucien GOLDMANN, Pour une sociologie du Román, París,
fiallimard ( I d e e s ) , 1964, p . 372. ( H a y edición castellana, P a r a una so­
ciología de la novela, trad. de Jaime Ballesteros y Gregorio Ortiz,
Madrid, E d i t . Ciencia Nueva, 1967, p. 240. Damos las citas según esta
Iraducción). Si el punto de partida de este t r a b a j o es la obra de
Goldmann no es porque yo c r e a que la perspectiva goldmanniana es
privilegiada p o r su "cientiíicidad", sino porque, en t a n t o que soció­
logo, he empezado a estudiar el problema como los sociólogos lo es­
tudian. Quiero decir con esto que las exclusiones de otras perspecti­
vas son frutos de la especialización más que de u n a voluntad de ex­
clusión explícita.
6 INTRODUCCIÓN

método de análisis estructural de la novela. L a estruc­


tura de la novela como toda estructura, es estruc-
• turante con relación a las obras que ella expresa, y
estructurada por otra estructura. E s t a última sólo puede
ser una estructura ideológica. E n efecto, aunque se
puede concebir que un sistema de referencia al nivel de
las "conciencias individuales" de los autores puede ex­
presar algunas características específicas de novelas par­
ticulares, no puede en cambio explicar las estructuras
de la novela de una sociedad y de una época dadas, ni
tampoco de la novela como género. '^^
Planteado de este modo, el problema de la defini­
ción de la estructura de la novela se halla Hgado con
la problemática de las estructuras ideológicas, y a pesar
de que el estudio de esta última problemática sobre­
pasa los límites de este trabajo, era indispensable dis­
cutirlo, al menos de forma somera.
E n el curso de la investigación me he dado cuenta
de la posibilidad existente de construir un esquema
axiomático de la estructura de la novela. Si h e cedido
a la tentación de esbozar ese esquema se debe a que
estoy de acuerdo con Piaget acerca del papel de los
esquemas axiomáticos en la génesis de las ciencias;
" E s evidente que un esquema axiomático' o que
un "modelo abstracto" en economía o en sociolo­
gía, y no menos en la química (cristalografía e t c . )
o en la física nunca puede suplantar a la obser­
vación o a la experiencia. P e r o lo es también que
en modo alguno pretende hacerlo. Su único papel
es modelar nuevos instrumentos de análisis y de

15 E s t a concepción de la estructura, simultáneamente estructurante


y estructurada, es la de Jean Piaget, Le structuralisme, P U F , 1968,
pp. 6-7 ( t r a d . castellana E d . Proteo, Buenos Aires, 1968). Implica que
.su conciben las estructuras como sistema de transformación. E n el
capítulo II discutimos sobre este problema.
16 L a oposición "estructura biológica"—"conciencia individual" en
(il contexto de esta introducción tiene un carácter indicativo. E n el
liirciir capitulo discutimos sobre estos términos, de fundamental im­
portancia teórica.
INTRODUCCIÓN 7

comparación y a este respecto todas las axiomá­


ticas coherentes han sido útiles"
E n esta perspectiva e l capítulo p r i m e r o del presente
trabajo está dedicado al estudio d e algunos conceptos
que fundamentan la sociología de la novela de Gold­
mann. E l segundo capítulo trata de la noción de "es­
tructura de la novela" en Goldmann. E n el tercero se
hace un análisis de los fimdamentos teóricos de la pers­
pectiva estructuralista, y en el cuarto, un examen de
las teorías de la ideología. Finalmente, en e l quinto y
último capítulo propongo un modelo de análisis de las
novelas asentado en una teoría explícita sobre los me­
canismos de producción de objetos significantes.

17 J e a n PIAGET, Recherches sociologigjies, Genéve, Droz, 1965,


p. 102.
PRIMERA PARTE

L a "Sociología de la novela"
CAITTtrLO I

Los Fundamentos de la Sociología de la Lite-


ratura de Luden Goldmann

Después de haber precisado que la finalidad de este


trabajo es definir un conjunto de conceptos que per-
mitan establecer métodos de análisis estructurales de
las obras novelescas, y habiendo seleccionado Fara una
sociología de la novela de Goldmann ^, es necesario in-
tentar esclarecer el sentido de los conceptos que en la
obra se encuentran, y para realizar esta labor hay que
(icudir a la totalidad de los escritos de Goldmann y más
roncretamente a sus textos teóricos y metodológicos.
H e intentado limitarme a establecer los lazos exis-
tentes entre los conceptos que nos sirven c o m o instru-
mentos e n el trabajo crítico y los diferentes aspectos
de la sociología de Goldmann que contribuyen a dar
un sentido a la sociología de la literatura. Pero' las im-
plicaciones de las cuestiones estudiadas en este primer
capítulo son muy amplias y su examen sería, por sí solo,
el objeto de un trabajo más importante que éste.
L a sociología de Goldmann está organizada por el
concepto de estructura. P e r o su sentido sufre una pe-
queña variación que intentamos mostrar en el segundo
capítulo y que pone e n evidencia la existencia de un
nuevo problema. H e pretendido plantearlo de forma

1 Lucien GOLDMANN, Le sujet de la création culturelle, "L'hom-


ino et la Société", 6 ( o c t „ Nov., Déc. 1967), pp. 3-15.

[11]
12 SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA

explícita y por eso he realizado una tentativa de enfo­


que del mismo en el tercer capítulo.
La variación de sentido de un concepto cuya im­
portancia está suficientemente demostrada en las cien­
cias humanas, era índice de la aparición de una pro­
blemática nueva, es decir, de la aparición de una serie
de cuestiones que los conceptos desarrollados en las
obras anteriores no podían tratar de una forma satis­
factoria y coherente. Pero, al estudiar este problema,
mucho más general que el que constituía el fin de mi
trabajo, corría el riesgo de alejarme considerablemente
del asunto tratado y, sin embargo, era hacerlo una pre­
misa indispensable para la continuación de la investi­
gación.
Debido a la ruptura teórica mencionada antes, el
examen de Para una sociología de la novela es llevado
al capítulo siguiente.

EL ESTRUCTURALISMO GENÉTICO

E n un reciente artículo, Goldmann caracteriza su


método de análisis de los fenómenos culturales como
estructuralismo genético.
E l estructuralismo genético es una teoría que en
primer lugar considera que las ciencias humanas tienen
como objeto los comportamientos humanos. Según esta
teoría, los comportamientos humanos, los hechos socia­
les, son significativos^ y la significación de los hechos
es dada por la integración del objeto estudiado en una
totalidad relativa más amplia ^. Estas " totalidades rela­
tivas" — l a s estructuras—
" n o son invariables y permanentes, sino que cons­
tituyen el resultado de una génesis; además, sólo I
se puede comprender el carácter significativo de

2 L. GOLDMAN, art. cit., p. 4.

3 IWd., p. 4.
DE L . GOLDMANN 13

una estructura a partir de un c o n j u n t o de situa­


ciones actuales, en el interior del cual nacen, dadas
las tentativas del sujeto ya estructurado a su vez
por su devenir anterior, para modificar antiguas
estructuras, para responder a los problemas plan­
teados por esas situaciones" *.
E s t a cita nos proporciona, en resumen, los princi­
pios que fundamentan el método goldmanniano de aná­
lisis de los hechos sociales, y concretamente, de las
producciones culturales. P e r o para captar la naturaleza
de las diferencias que existen entre la sociología de
Goldmann y los otros estructuralismos de origen mar-
xista, conviene precisar su pensamiento en relación con
el problema del sujeto, c o n la noción de significación
y con la de estructura y conciencia colectiva.

PROBLEMA DEL SUJETO'


T o d o s los estructuralismos tienen en común el re­
chazo de la perspectiva historicista y antropológica de
la primacía de la praxis, una de cuyas obras más repre­
sentativas es la Crítica de la razón dialéctica de Sartre ^.
V.n esta perspectiva, el comportamiento individual cons-
lituye la praxis del único sujeto posible: el individuo.
\'.\ estructuralismo afirma el carácter determinante de
las estructura sobre los comportamientos de los indivi­
duos e intenta situar las prácticas al nivel de las "formas
de existencia" de las estructuras, cuya naturaleza es en
muchos casos difícil de conocer. Rechaza, por tanto, las

4 ídem.
.5 L a s notas que van a continuacidn sólo buscan enunciar los tér­
minos y las opciones fundamentales de un debate, cuya importancia
(Itibe ser considerada como decisiva p a r a el porvenir de las "ciencias
lluml^nas". P o r tanto no pretenden agotar la problemática que subyace
II listo debate, y deben ser consideradas tan precarias c o m o indispen-
Biiblus con respecto a nuestro proyecto específico: la elaboración de
un método de análisis estructural.
(i J e a n Paul S A E T E E , Critique de la raison dialectique, París,

I
lUmard, 1960 (trad. castellana E d . Losada, Buenos Aires).
14 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

teorías sociológicas cuyo objeto es el comportamiento


de los sujetos.
E n un trabajo reciente sobre la obra de Lévi-Strauss,
E . D e I p o l a d e s t a c a que la polémica entre Sartre y Lévi-
Strauss se desarrolla en el terreno común de su común
aceptación de la dicotomía praxis-estructuras. L a po­
sición de Goldmaim tiene además el interés de situarse
justamente fuera de esta dicotomía.
Para Goldmann " e l conocimiento de la vida histó­
rica y social es una toma de conciencia del sujeto de la
comunidad humana. ^ A diferencia de las ciencias de la
naturaleza que estudian "un conjunto de hechos exte­
riores a los hombres, de un mundo sobre el que recae
su acción", ^ las ciencias humanas son "el estudio de
esta acción en sí misma, de su estructura". Además
el estudio de la acción es a su vez un hecho social, lo
que supone para las ciencias humanas "una identidad
parcial entre el sujeto y el o b j e t o del conocimiento".
Vemos que lo mismo para Goldmann que para los
teóricos historicistas, el objeto de la sociología está cons­
tituido p o r las acciones, los comportamientos humanos.
P e r o Goldmann, a diferencia de los historicistas, con­
sidera que el sujeto de la acción no es el individuo; se
comprende este rechazo de la perspectiva del sujeto
individual, porque su aceptación nos llevaría inevita­
blemente a encerrarnos en una explicación que sería, en
último término, psicologista.
Las acciones poseen una estructura, pero n o en el
sentido de los estructuralistas, q u e conciben la estruc­
tura como distinta de los objetos estructurados. L a to-

7 Emilio De IPOLA, Le structuralisme ou l'histoire en exil, tesis


no publicada, París, 1969.
« Lucien GOLDMANN, Sciences humaines et Philosophie, París,
Gonthlor (Meditations), 1966, p. 89. ( E d . castellana Las ciencias hu­
manas y la filosofía, Galatea, Nueva Visión, Buenos Aires, 1958.
Trad, por Josefina Martínez Alinari).
n Ibld., p. 33.
10 Ídem.
DE L . GOLDMANN 15

laudad de las acciones de un grupo social dado cons-


lituye la estructura determinante de una acción particu-
lar de ese grupo.
L a noción de sujeto plural es la contrapartida nece-
saria de esta concepción de la estructura, de las accio-
nes. E n efecto, para Goldmaim, el verdadero sujeto de
la acción no es el individuo, sino el grupo, y la carac-
icrística fundamental de la vida social es la acción co-
lectiva; acción colectiva que no es pensada como una
adición pura y simple de las acciones individuales que
tienden al mismo fin, sino colectiva por su misma natu-
raleza. Cuando dos individuos levantan una mesa, no
es cada uno de ellos quien la levanta, porque siendo lo
bastante pesada ninguno de los dos por sí solo es capaz
<!e realizar esa acción. E s t e ejemplo que Goldmann cita
a menudo, muestra c ó m o , según su concepción, la ac-
ción colectiva es susceptible de ser pensada como una
realidad estructurada, es decir, como el comportamiento
de un sujeto plural. E l sujeto plural, a su vez, está
estructurado por sus acciones precedentes, y las estruc-
turas se modifican ante las nuevas situaciones.
E s t a concepción del sujeto de la acción plantea al-
>!unos problemas que Goldmann aborda en el artículo
citado. Uno de los más importantes para nuestro propó-
sito es el de las producciones culturales. Las produc-
ciones culturales han sido pensadas c o m o acciones indi-
viduales y se han ligado a las conciencias individuales.

11 E s t o s breves comentarlos no pretenden resolver el problema de


In naturaleza exacta —pslcologista o no— del m o d o de explicación
(¡oldmanniano. Las estructuras, concebidads c o m o las totalidades estruc-
turadas de las prácticas del sujeto plural, no nos garantizan necesaria-
monte la salida del subjetivismo.
E n efecto, es interesante ver cómo las concepciones teóricas de
Goldmann le impiden plantear el problema de las clases sociales fuera
de la problemática lukacsiana de la conciencia de clases, y cómo la

E
noción de "máximo de conciencia posible' hace converger la explica-
hacia el concepto que Alain Touraine emplea en sus últimas
(La société post-industrielle y Le Communisme utopigue), el
ímo de acción posible".
2 L . GOLDMANN, Le sujet de la création culturelle, ed. cit., p. 4.
16 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

Goldmann considera que los fenómenos de conciencia


dependen de las prácticas del sujeto plural; las con­
ciencias individuales participan en una menor o mayor
medida de las estructuras de la conciencia colectiva del
sujeto plural, estructuras que se forman, igual que las
de los comportamientos materiales, en las acciones co­
lectivas del grupo. Las conciencias individuales están
en relaciones intrasubjetivas por la existencia de comu­
nicaciones inter-individuales en el seno de la acción co­
lectiva del grupo-sujeto

LA NOCIÓN DE «ESTRUCTURA SIGNIFICATIVA»

Hemos visto que para Goldmann el comportamiento


es significativo. Pero es importante comprender la no­
ción de significación en Goldmann en sus relaciones
con la noción de sujeto plural estructurado ( y estruc­
turante ) .
La significación de un hecho —comportamiento o
conjunto de comportamientos— no puede pensarse
fuera del sujeto estructurado, del grupo-sujeto. L a no­

l i Ibid., p. 4. E s t e párrafo no pretende más que exponer las


Ideas de Goldmann respecto a este t e m a . E l "problema del sujeto" no
está resuelto en sociología, y eso a pesar de las indicaciones que se
pueden extraer de la obra de Marx sobre el modo de construcción de
una teoría del sistema social que no esté fundada sobre los valores y
las orientaciones de los individuos y de los grupos. Que aceptemos o
rechacemos la interpretación de Althusser de la teoría y del método
marxiano no es un obstáculo: la interpretación de Althusser es proba­
blemente ideológica en la medida en que es estructuralista, pero El
Capital es un ejemplo del modo en el que se puede pensar la cons­
trucción de una teoría del sistema social en la que los "sujetos" de­
saparecen. L a s relaciones "intrasubjetivas" de las conciencias en el
"grupo sujeto" son procesos de intercambio: lo importante es compren­
der cómo esos procesos están estructurados. Y una vez definidas las
estructuras de las diferentes formas de intercambio es posible pensar,
ron los seraiólogos de la escuela de la revista Tel Quel, que no nece-
Bltiinios p a r a nada una noción idealista c o m o la de "conciencia colec­
tiva". Si conservo la expresión "conciencia colectiva" es p a r a simpli-
Ilciir: tendría que decir "las estructuras que rigen los intercambios del
grupo en sus relaciones con los otros grupos de una formación social
riada". Serla demasiado largo... pero m á s correcto. Hubiera podido
emplear también la noción de estructuras semióticas de segundo orden.
Pero asta terminología me hubiera alejado considerablemente del cam­
po oonoeplual de la sociología de la literatura —lo cual es quizá
mejor—, pero tendría que volver a escribir este Ubro.
IS L . GOLDMANN

ion de significación está ligada a la estructura global,


en el seno de la cual se insertan los hechos; la inser-
ción en una estructura más amplia define la significa-
ción objetiva del hecho. E s la noción d e "estructura
significativa" que constituye el concepto-director del
17

método goldmanniano de análisis de los hechos sociales.


Goldmarm escribe:
" E l concepto de estructura significativa consti-
tuye el principal instrumento de investigación y de
comprensión de la mayoría de los hechos huma-
nos, pasados y presentes."
La noción de estructura significativa nos sitúa en
•leño centro de nuestra problemática, y para analizarla
es preciso captar con qué sentido emplea Goldmann
la palabra "estructura". E n la misma obra el autor
ilefine la noción de estructura, citando, e n una nota a
pie de página, una definición de Piaget:
"Diremos en primer lugar que hay una estruc-
tura ( e n su aspecto más general) cuando los ele-
mentos están reunidos en una totalidad que pre-
senta determinadas propiedades en tanto que tota-
lidad y siempre que las propiedades de los elemen-
tos dependen, entera o parcialmente, de estos ca-
racteres de la totalidad." ( E t u d e s d'épistémologie
génétique. T. II, J e a n Piaget, " L o g i q u e et equi-
l i b r e " , p. 3 4 . )

Goldmann añade:
"Piaget piensa que las "estructuras" pueden
ser interpretadas c o m o el producto o el resultado
de un proceso autónomo de equilibración."
" E n el fondo, estamos totalmente de acuerdo

16 Lucien GOLDMANN, Recherches dialectiques, P a r í s , Gallimard,

I
tB9, p. 115. (Hay ed. oast., Invesiigaciones dialécticas, U. C. V., Cara-
U , 1962, p. 265. Trad. por E d u a r d o Vázquez).
I 10 Ibid., p 105, ed. cast.
1g SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

con él. Pero nos parece, sin embargo, que es limi­


tar el sentido de la palabra estructura a su aspecto
estático, mientras que los "procesos autónomos de
equilibración" son a su vez estructuras dinámicas,
cuya naturaleza específica debe desprenderla el
investigador en cada investigación particular." ^'^

Esta larga cita es importante porque resume, de


forma especialmente clara, el sentido que concede Gold­
mann a la noción de estructura en las obras anteriores
a Para una sociología de la novela. E n efecto, Gold­
mann emplea la noción de estructura tal y como Piaget
la define en el texto citado, es decir, en el sentido de
una totalidad cuyas propiedades determinan las de los
elementos que la componen. P e r o esta totalidad, que es
fruto de un "proceso autónomo de equilibración", y
este mismo proceso, son para Goldmann realidades di­
námicas. L a insistencia del autor sobre la concepción
de los procesos de equilibración como "estructuras di­
námicas" se explica fácilmente si se percibe la relación
que existe entre los comportamientos y las estructuras,
relación que hemos estudiado en el párrafo precedente.
H e m o s visto que Goldmann concibe la existencia de
un sujeto colectivo, es decir, que concibe las prácticas
como los comportamientos estructurados del sujeto
colectivo, y de este modo rompe la dicotomía praxis-
estructuras. E l carácter dinámico de los "procesos
autónomos de equilibración", el hecho de ser pensados
como estructuras dinámicas, se comprende en la me­
dida en que las estructuras son para Goldmann totali­
dades de comportamientos de sujetos colectivos.

Más adelante veremos de qué modo la noción de


estructura ha evolucionado en Piaget, tal y c o m o la
presenta en su última obra y las diferencias existentes

17 Ibld., 105.
la T.n ruptura de la dicotomía es, quizá, más nominal que real...
II) Capítulo 2.
L. GOLDMANN 19

n la que Goldmann emplea. Pero lo esencia de la


noción de estructura en Piaget — e l hecho de pensar
las estructuras como resultado de procesos autónomos
de equilibración— se encuentra también en la noción
de Goldmann. E l adjetivo "significativa" que añade
éste a la palabra estructura se justifica fácilmente; las
estructuras son significativas porque son totalidades,
cuyas propiedades determinan las de los elementos que
las componen, y también porque sus propiedades están
determinadas por las de las totalidades más amplias que
las engloban.
Goldmann concibe de otro modo el concepto de
"significación"; emplea la noción de "finalidad interna" ^
(a la que también llama "finalidad o b j e t i v a " ) de los
hechos ( c o m p o r t a m i e n t o s ) . Ea finalidad de un hecho
(de un comportamiento) no depende de la conciencia
del sujeto; adquiere su significación en la totalidad de
comportamientos en la que es incluido. Si un gato corre
para atrapar a un ratón decimos que la finaUdad de la
carrera del gato es atrapar al ratón, y esto, con inde-
pendencia de que el gato tenga o no tenga conciencia
del porqué de su caza.
E a noción de finaUdad interna de los comportamien-

1ios y la de significación reenvía una vez más a la no-


ión de estructura, en el sentido en que Goldmann l o
rmplea. L a significación de un elemento nos es dada
por el conocimiento de la estructura de que forma parte;
del mismo modo la significación del hecho complejo
ue la estructura explicita, se alcanza mediante el cono-
imiento de una totalidad englobante más amplia.
La noción de estructura — l o mismo que la defini-
ión del objeto de la sociología que lleva consigo— im-
ica una serie de problemas teóricos y prácticos que
necesario tener en cuenta: de modo general, el de

20 L . GOLDMANN, Investigaciones dialécticas, p . 105.


20 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

las relaciones entre las estructuras de comportamientos


de distinta naturaleza y, concretamente, el de las rela­
ciones del arte, de la filosofía y las demás formas de
expresión con los comportamientos económicos.
Antes de pasar al examen de este problema, vamos
a exponer lo que Goldmann llama las grandes leyes de
estructura que clarifican considerablemente el estado
de la cuestión.

LAS «GRANDES LEYES DE ESTRUCTURA»

Las leyes de estructura son, según Goldmann, el


determinismo económico, la función histórica de las
clases sociales y la conciencia posible.
E l determinismo económico proviene, para Gold­
mann, del hecho de la importancia de la actividad eco­
nómica en la vida de los hombres, importancia que
depende de la existencia de necesidades materiales y de
una situación en la que estas necesidades no son inme­
diatamente satisfechas; estas exigencias obligan al hom­
bre a una actividad económica que ocupa una gran parte
de su vida y que, dada la unidad de la personalidad,
organiza su conciencia. E l determinismo económico con­
cebido de este modo no rechaza la influencia de los
fenómenos ideológicos, sino solamente la posibilidad de
una explicación inmanente de los fenómenos ideológicos,
mientras la "sociedad de la abundancia" no sea una
realidad.
La noción de clase social está ligada con la de deter­
minismo económico. A pesar de que la actividad eco­
nómica es esencial para todos los hombres, los medios
no son idénticos para todos. D a d o que la producción

21 L . G O L D M A N N , has ciencias humanas y la filosofía, ed, cast.


cit., p. 68.
22 L. CTOLDMANN, ibld.
23 L , G O L D M A N N , i o s ciencias humanas y la filosofía, ea. cast
olt. (1658).
1^ L. GOLDMANN

de los bienes materiales es la actividad económica fun­


damental, la organización de la sociedad depende de las
21

relaciones de los hombres con la producción material,


i,as clases sociales son grupos definidos, en primer lu­
gar, por su posición en relación con la producción, des­
pués por las relaciones que mantienen e n t r e sí, y, por
último, en tanto que son "las infraestructuras de las vi­
siones del mundo". Las clases sociales son "los únicos
grupos cuyas escalas de valor son específicas porque
cada una de ellas tiende a un ideal diferente de orga­
nización social de c o n j u n t o . . . " ^ * A partir de esta afir­
mación se puede concluir que Goldmann asocia a la
clase social una visión del mundo, y que esta visión del
mundo lleva consigo una escala de valor específica, lo
iiue tiene una importancia determinante para el desarro­
llo de nuestro modelo de la estructura de la novela.
L a noción de conciencia posible de un grupo expresa,
para Goldmann, "posibiUdades en el plano del pensa­
miento y de la acción en una estructura social dada"
r,a conciencia real de un grupo es " e l conjunto de con­
ciencias individuales y de sus tendencias, tal y como
resultan de la influencia mutua de unos hombres sobre
los otros y de sus acciones sobre la naturaleza". La
conciencia real de un grupo no alcanza, p o r lo general,
HpJ máximo de conciencia posible en su situación, en la
CNtructura social de que forma parte. P e r o en cambio
Kuccde que algunos individuos aislados pueden alcan-
la; son los creadores de obras importantes en filo-
sfía, en literatura y en arte. Sus obras son importantes
precisamente porque expresan, bajo una forma concep-
j o ] , literaria o plástica, el máximo de conciencia posi-
llc del grupo a que el autor pertenece.
Dada la finalidad de este trabajo, no se puede exa-
l a r con detalle cada una de estas leyes de estructura.

24. Ibid., p. ES.


28 Ibid., p. 100.
26 Ibid., p. 100.
22 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

porque un examen de ese tipo desbordaría los límites


que se han fijado. Sin embargo, es necesario indicar su­
mariamente la forma en que Goldmann piensa las rela­
ciones entre las estmcturas de la producción económica
y las de la conciencia colectiva.
Para Goldmann, las estructuras económicas son es­
tructuras de comportamientos económicos. Considera lo
económico como "la manera de procurarse los ingresos
mediante el trabajo, la fuerza, la explotación, el disfrute
de ciertos privilegios, e t c . " L o s comportamientos eco­
nómicos son, por tanto, determinantes de " l a manera
de pensar" de los hombres, debido a su importancia
cuantitativa en relación con la totalidad de los compor­
tamientos humanos. Esta importancia proviene de la
necesidad tanto para el pueblo como para las clases do­
minantes. E s c r i b e :
"Indudablemente, existen excepciones indivi­
duales, pero son extremadamente raras y, a menos
que se introduzca el milagro en la explicación de
la historia, hay que reconocer que para la enorme
mayoría del género humano, la actividad econó­
mica ha tenido siempre una importancia capital
para la manera de sentir y de pensar. Quedan
las clases dominantes; pero, también éstas han
consagrado siempre una gran parte de su tiempo
y de su actividad a organizar su vida económica y
a defender sus privilegios."^^
Por tanto, lo determinante de las formas de sentir
y de pensar es el hecho de actuar económicamente, por­
que las acciones de carácter económico, dada su impor­
tancia, organizan al resto de los comportamientos. Gold­
mann considera que,
" c o m o no hay en la conciencia del individuo —sal­
vo raras excepciones— compartimentos estancos

J7 Ibld., p. 72.
28 Ibld., p. 71.
r
^H¡
L. GOLDMANN

sustraídos a las influencias del resto de su perso-


nalidad. Precisamente por eso el individuo consti-
tuirá siempre una unidad más o menos coherente.
P^sto basta para explicar y confirmar el privilegio
23

de la acción de los factores económicos en la his-


toria pasada y contemporánea. P o r q u e los hombres
están constituidos de modo que para amar, pensar
o crear deben vivir, nutrirse y vestirse"
E s t e modo de considerar las relaciones entre las es-
tructuras de la conciencia y las estructuras de los com-
portamientos económicos lleva consigo el problema de
la determinación, o de los procesos de génesis, de las
estructuras de la conciencia. ¿ C ó m o se efectúa la trans-
iormación de la estructura de los comportamientos eco-
nómicos de los diferentes grupos de una sociedad dada,
en estructuras de su conciencia colectiva?
E s t a cuestión es una cuestión teórica. D e hecho,
debemos plantearla de forma más concreta, más precisa.
Debemos precisar los diferentes niveles de la conciencia
colectiva, y para ello apelar a las otras dos leyes de

t tructura.
L a noción de clase social en el pensamiento mar-
sta y en la obra de Goldmann desempeña un papel
primordial. Goldmann piensa que las clases sociales son
nriipos definidos en primer lugar por "su función en
la producción y después por las relaciones sociales con
M | p s demás clases".^" E s t o s dos factores son completados
por un tercero: "las clases sociales constituyen las infra-
estructuras de las visiones del mundo".
Las visiones del mundo son estructuras de la con-
ncia colectiva de un grupo y además, para Goldmann,
" e l máximo de conciencia posible de una clase so-
cial constituye siempre una visión psicológicamente

|i!H. L . GOLDMANN, Las ciencias humanas y la filosofía, ed. cit.


Cit. p á e . 70-71.
SO. Ibid, p. 85.
81. Ibid, p. 85.
24 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

coherente del mundo que se puede expresar en el


plano religioso, filosófico, literario o artístico"

LA CONCIENCIA Y LAS PRODUCCIONES


CULTURALES: LAS VISIONES DEL MUNDO

Acabamos de ver cómo se establece la relación, en


el pensamiento de Goldmann, entre los comportamien­
tos económicos, los grupos sociales y la conciencia co­
lectiva. Pero antes de poder pasar al estudio de las
estructuras específicas de la producción novelesca, debe­
mos precisar algunos aspectos del método d e Gold­
mann.
H e m o s visto que el máximo de conciencia colec­
tiva de una clase social constituye una visión del mundo,
que comporta una escala de valores específicos y que
las visiones del mundo pueden expresarse en los dife­
rentes dominios de las producciones culturales.
Nos queda por examinar las relaciones que existen
entre el máximo de conciencia posible de una clase, las
escalas de valores específicos de esta clase y su visión
del mundo. Sin entrar en una discusión de la concep­
ción goldmanniana de las ideologías y las visiones del
mundo, se hará constar solamente la relación que él
establece entre las escalas de valores y las clases socia­
les, cuyo máximo de conciencia posible constituye una
visión del mundo. Por una parte, la noción de visión
del mundo es el nombre que adquieren las estructuras
significativas de las producciones culturales de un grupo
dado. E n sus estudios empíricos como Le Dieu caché,
Goldmann nos muestra c ó m o construye una estructura
significativa, la "visión trágica", que caracteriza a una

32. L . GOLDMANN, Las ciencias humanas y la filosofia, ed. cit. p.


86-86.
33. L . GOLDMANN, Le Dieu Caché, París, Gallimard, 1955. Trad.
cast, con ol título El hombre y lo absoluto. Trad. por Juan R a m ó n Ca-
jpella, 1.» ed. Península (Barcelona) 1968, 530 págs.
t i,, GOLDMANN

se social a partir del análisis de las obras producidas


por los autores de un grupo determinado. P e r o , además,
25

lii visión del mundo está ligada a las estructuras econó-


micas, ya que es el máximo de conciencia posible de
lina clase.
Es evidente que es necesario conocer lo que cons-
tituye la conciencia colectiva, real o posible, de los gru-
|H)s sociales antes de poder precisar mejor la noción de
visión del mundo. P e r o es difícil fijar con exactitud los
lítnites de esta noción en Goldmann.
Croldmann considera a la conciencia colectiva como
una realidad compuesta: por una parte, sus elementos
Hon conciencias individuales, pero la conciencia colec-
tiva no es reductible a la suma de las conciencias indi-
viduales; por otra, en el seno de un grupo real, las
i'onciencias individuales están en relaciones intrasubje-
tivas (porque el grupo constituye el sujeto de la acción
N(K'ial). Se puede decir que la conciencia colectiva es
la estructura de los elementos simbólicos necesarios para
ta comunicación entre los individuos en el seno de las
acciones colectivas del grupo-sujeto.

t Una estructura particular es la que Goldmann llama


isión del mundo" y que coincide con la conciencia
lectiva de las clases sociales. L a coherencia de una
visión del mundo está unida al hecho de que es el ma-
r í t i m o de conciencia posible de esta clase. P o r q u e el má-
^Plmo de conciencia posible de un grupo, de una forma-
ción social, está determinado por las formas de compor-

I
lumiento — s o b r e todo económicas— de este grupo, y
C 34. E s precisamente esta interpretación de la noción de conciencia
loloctiva la que nos permite pensar una síntesis entre los métodos es-
Enicturaüstas y la sociología de la novela. De una cierta forma, es una
liitdrprclación marxiana de un pensamiento "marxista". T o m o a Marx
Ul pie de la letra cuando escribe (en La Ideología Alentaría): "la con-
"a es el lenguaje". E s t a orientación se ha desarrolado en Francia
ite los últimos años de f o r m a considerable. L o s trabajos de De-
("De la Grammatologle") y de Julia Kristeva ("Essais de séma-
lyse") llegan, por caminos diferentes, a conclusiones —o parten de
itulados— semejantes.
26 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

por las relaciones que mantienen con las de los demás


grupos.
E l tipo de razonamiento que nos permite el uso de
la noción de "conciencia posible" es un razonamiento
límite, que no describe mecanismos o procesos, sino es­
tados de una realidad dada en función de un determi­
nado número de variables que la afectan. Se puede com­
parar fácilmente el modo de razonamiento, o razona­
miento termodinámico, desarrollado por Carnot para ex­
presar la transformación del calor en energía mecánica,
y oponerlo a los métodos de la teoría cinética de los
gases que describen procesos. Se trata de dos formas
de razonamiento distintas y compatibles. E l uso de la
noción de conciencia posible permite establecer los lími­
tes en el interior de los cuales se forma una configu­
ración determinada de la conciencia real. E l estudio de
los procesos mediante los cuales se forman las configu­
raciones de la conciencia real de los grupos depende de
la explicación psicológica. Goldmann, al comprender la
importancia de una psicología genética y estructural para
su sociología de la cultura, apela a los resultados de la
psicología de Piaget.

PSICOLOGÍA GENÉTICA Y EXPLICACIÓN


DE LOS HECHOS CULTURALES

La psicología genética de J e a n Piaget constituye para


Goldmann una de las teorías más importantes de las
ciencias humanas contemporáneas. Para Piaget, la gé­
nesis de la inteligencia y de los valores (juicio m o r a l )
se explica mediante procesos de coordinación de las ac­
ciones, en el curso de los cuales, los conceptos, al mismo
tiempo que los valores, se organizan en totalidades y,
al hacerlo, se constituyen; porque no hay concepto sin

35 Ver Investigaciones dialécticas, ed. cast. cit. p. 117 a 144.


36 Ibid., pp. 105 a 144.
un; I,, GOLDMANN 27

s i s K ' i n a de conceptos, ni valor moral fuera de un sis-


ii-ina de juicio moral, de una escala de valores. E l estado
de equilibrio de los sistemas conceptuales sucesivos es
lii inteligencia adulta, del mismo m o d o que el de los
sistemas de valores es el "sano juicio m o r a l "
U n o de los fundamentos de la sociología de la cul-
tura de Goldmann reposa sobre la idea marxista de que
es la vida quien determina la conciencia y n o la con-
ciencia quien determina la vida. L a teoría de Piaget,
Ilindada sobre investigaciones empíricas, garantizadas
l'or el rigor del método experimental, confirma el carác-
r genéticamente primero de la acción como' funda-
mento de la conciencia, indicando el m o d o en que las
uleas y los valores del individuo son e l resultado de un
liroceso de equilibración, en el que las acciones se coor-
dinan, s e organizan y se constituyen en sistemas. P o r
iiinto, esta teoría es fundamental para la sociología de
lii cultura. Estos sistemas evolucionan hacia estados de
i-i|ii¡Iibrio en los q u e no sólo intervienen las acciones
individuales, sino además las estructuras sociales, las
M-laciones entre los individuos y entre los individuos y
I inundo, en la medida en que las estructuras sociales
I. k-iminan las modalidades de las acciones posibles.
' .i)lc!mann considera a la psicología de Piaget como la
i'.icología coherente con el materialismo histórico ( l a
iK-Jología m a r x i s t a ) , y a la epistemología genética de
l'ingct como una especie de reescritura, fundada en in-
vestigaciones experimentales, de la epistemología mar-
ista y el materialismo dialéctico.

' 87 Jean PIAGET, Psyckologte de l'intelligence, París, Armand


Un, 1963.
_3li Jean PIAGET, Le jugement moral chez l'enfant, París, P U F ,
Trad. castellana El juicio moral en el niño, E d . Francisco
ptritn, Madrid, 1935, 405 págs. Trad. Juan L o m a s .
31) Jean PIAGET, Introduction a l'cpistémologie génétigue, 3 vols.
PUF, 1950.
' 40 L . GOLDMANN, Investigaciones dialécticas, ed. cast. cit. p. 119.
28 SOCIOLOGÍA D E LA LITEEATUEA

EL ANÁLISIS DE LOS HECHOS CULTURALES:


SOCIOLOGÍA DE LA LITERATURA

E s >precisaniente en la perspectiva histórica que aca-


bamos de describir donde se sitúa el análisis goldman-
niano de los hechos culturales y concretamente de las
obras literarias.
Dos trabajos de Goldman — L a comunidad hu-
mana y el universo en Kant y El hombre y lo abso-
luto— nos permiten ver cómo estos principios teóri-
cos generales permiten un método de análisis.
E l camino seguido tanto en El hombre y lo abso-
luto como en La comunidad humana y el universo
en Kant consiste en:
1. Análisis de la obra ( o de las obras) para des-
pejar su estructura significativa: es decir, el conjunto de
relaciones entre elementos significativos.
2. Análisis de estas estructuras comparándolas con
las relaciones sociales del grupo a que pertenecen los
autores de las obras estudiadas ( l a burguesía alemana
en La comunidad humana y el universo en Kant y la
nobleza de toga en El hombre y lo absoluto) con los
otros grupos en una formación social determinada.
3. Constitución de una estructura significativa que
engloba la estructura de cada una de las obras del autor
estudiado. E s t a estructura corresponde a la visión del
mundo del grupo. Esta visión del mundo explica la
estructura, significativa de las obras y constituye el má-
ximo de conciencia posible del grupo.
En este camino es necesario señalar el papel de la
noción de "conciencia posible". C o m o hemos hecho
constar más arriba, la conciencia posible de un grupo
en una formación social determinada es pensada por
C.roldmann como una estructura que limita y condiciona

41 ídem, la communauté humaine et l'univers ches Kant, París,


PUF, 1848.
VV: I,. GOLDMANN 29

Itt percepción de la realidad social a este grupo. ¿Pero


qiii' es lo' que nos permite conocer a esta estructura, la
wnciencia posible?
Según Goldmann, la conciencia posible se estudia
considerando las relaciones económicas, políticas y cul-
tiiritics del grupo estudiado con los demás, grupos de la
misma formación social, lo mismo que su evolución.
Como la conciencia colectiva es una estructura que
forma parte de las estructuras de la formación social y
l i c i i c una función de coordinación de los comporta-
mientos reales y posibles del grupo en el interior de la
misma formación social, es posible trazar los límites de
la conciencia si se conocen estas relaciones. D e este
modo en El hombre y lo absoluto la conciencia posible
df la nobleza de toga se define por la evolución de las
i'c'l liciones concretas de este grupo con los demás grupos
di" la sociedad francesa, concretamente con el poder real,
el papado y la nobleza cortesana. Estas relaciones se
cHi-acterizan por la contradicción entre e l abandono de
los jansenistas por la Iglesia —^fundamento ideológico
de- sus reivindicaciones— y su función social concreta
i | i i c se halla ligada a las estructuras del Estado nacional

V centralizado, que desarrolla una nobleza cortesana.


I'lsta posición de los jansenistas, que deben afirmar la
\'i*rdad de los valores de la Iglesia para justificar sus
u'ivindicaciones y al m i s m o tiempo tienen que aceptar
c | i i e esa misma Iglesia, con la Bula de Alejandro V i l
i | i i c condena el Augustinus ( 1 6 5 7 ) , apoye al poder real

V « la nobleza cortesana, oponiéndose de este modo a


• lis intereses, lleva consigo, en el nivel de la conciencia
' 1 >lcctiva de la nobleza de toga, la afirmación de la
verdad de los contrarios, del primado de la ética y de la
Insuficiencia de todo conocimiento humano, elementos
<'i)nstitutivos de la visión trágica. P e r o la visión trágica
no es definida sólo a partir de las relaciones sociales
i i i i r c los grupos; se define también mediante el estudio
30 SOCIOLOGÍA D E LA LITERATURA

de las obras de Pascal y de Racine. Goldmann compara


las relaciones sociales con las relaciones entre los ele­
mentos significativos —las estructuras significativas— de
las obras literarias del grupo, y esta comparación es la
que permite la definición de la visión del mundo.
E s t e recorrido, el mismo que sigue en su análisis
del pensamiento de Kant, se caracteriza, por tanto, por
el establecimiento de una relación entre una estructura
social y una visión del mundo. Procede mediante el estu­
dio de los casos concretos, estableciendo correlaciones
entre las dos estructuras, "correlaciones análogas que,
en este caso, eran en muy gran parte subconscientes e
involuntarias". Y las correlaciones no explican nada y
sólo sirven para describir un hecho que hay que expli­
car. Salvo si se acepta la teoría de la "conciencia-refle­
j o " , que escamotea la cuestión del modo específico de
determinación de las estructuras particulares de la con­
ciencia por la infraestructura, puede decirse que este
problema no ha sido resuelto por Goldmann y, además,
que en ninguna parte lo ha formulado explícitamente.

CONCLUSIÓN

En la obra de Goldmann anterior a Vara una socio­


logía de la novela se encuentra una teoría sociológica,
que para explicar las producciones culturales, emplea
los conceptos "estructura significativa", "sujeto colec­
tivo", "visión del mundo" y "conciencia posible", que
hemos intentado definir más arriba.
Esta teoría y los métodos de análisis de las obras
literarias que de ella se desprenden, escamotean el
problema del modo de determinación de las estructu­
ras de la "conciencia colectiva" por las estructuras so­
ciales en el sentido amplio, así como el de la función
específica de estos procesos. P e r o si se acepta que las
correlaciones descritas por Goldman entre la "visión
trágica" y las obras de Pascal y de Racine son reales,
lÜK L . GOLDMANN 31

tonces son "correlaciones" entre estructuras, es de-


cir, entre totalidades que tienen una naturaleza de
objetos de pensamiento, incluso cuando los objetos rea-
les ''^ que ellos expresan son sus formas d e existencia.
El problema que el m é t o d o de análisis goldmanniano no
iborda, y que según nuestro parecer es, el problema cen-
tral de la sociología de las producciones culturales, es
el de la definición del sistema de las transformacio-
nCN específicas de las estructuras de los comporta-
mientos en estructuras de la "conciencia colectiva", y
Un de ésta, en estructuras significativas d e obras cultu-
nilcs y en particular de las obras literarias. Si este pro-
blema no se formula y resuelve, la explicación socioló-
| i c a de las obras culturales tiene que reducirse a la
tcoiía del reflejo o disolverse en el psicologismo, las
utlo-explicaciones mediante la creatividad o la influen-
o a una sagaz mezcla entre ambas,
l'.n Para una sociología de la novela, Goldmann se
rnfrcnta a este problema —veremos de qué m o d o — a ;
pesar de que lo formula de forma confusa; en efecto,
en esta última obra el autor formula la cuestión de la
¥Ktructura del género literario, que podría aproximarse
H Iii cuestión de la definición de un modo específico de
l'ansformación de las estructuras de la "conciencia co-
t i v a " , en las de las obras literarias.
P e r o c o m o la cuestión de los modos de transforma-
'fí específicos de las estructuras de la conciencia co-
tí va en obras literarias específicas ( l a n o v e l a ) no es
ipMcitamente formulada — c o m o intentamos demos-
r en el capítulo I I — en Para una sociología de la

43 E s t a distinción entre objeto de pensamiento y objeto real h a


desarrollada especialmente p o r Louis Althusser en Lire le capital,
I, París, Maspero, 1966. T r a d . cast. Para leer el Capital, Siglo
Itluno, ed. México, 2^ ed., 1969. Trad. de M a r t a Harnecker, pp.
K 77. Althusser cita a Spinoza y a Marx, en los que se encuentra
eitu distinción.
48 E n el capítulo I I veremos el lazo existente entre "estructura"
t"lllitoma de transformaciones".
32 SOCIOLOGÍA D E LA LITEHATUEA

novela, Goldmann reduce el problema del modo de


transformación a la definición — p o c o afortunada— de
una "homología de estructuras" que, al no poder si­
tuarse en el nivel de las estructuras de la conciencia co­
lectiva, es desplazada hacia las estructuras del inter­
cambio en la economía mercantil. P o r tanto, entonces
es inevitable recurrir a la vez a la teoría del reflejo y a
la explicación psicologista ( s e n t i m i e n t o s ) .
E n el capítulo siguiente voy a tratar de establecer,
criticando la teoría goldmanniana de Para una sociología
de la novela, las condiciones que permiten una formu­
lación más precisa del problema de los sistemas de trans­
formaciones específicas de las visiones del mundo en
estructuras de obras literarias.
(lAIMTIJLO I I

1.(1 sociología de la novela y la noción de


estructura

\A\ sociología de la novela de Goldmann quiere es-


hililc-cer una relación entre la forma novelesca (la "es-
i i ' i K i u r a del género" novelado) y la estructura social, en
lii i i i i e tienen de común con las sociedades y las épocas
han producido las novelas. P o r otra parte, intenta
explicar obras novelescas concretas en términos socio-
li'igicos, no sólo porque esto ayuda a comprender mejor
liiN obras, sino, además, porque el conocimiento de la
( i l i i M puede permitirnos definir mejor la sociedad que la
lili producido.

Ion sus estudios precedentes, Goldmann analiza las


iiiigcdias de Racine o los Pensamientos de Pascal, en
i i i i i i l o a su contenido, mostrando los lazos existentes
s'lili'c la visión del mundo que ellos expresan y la con-
iicia posible del grupo, visión determinada por las
iones de este grupo con los demás grupos de la so-
^ f d IPiliid
n de la época. Pero los aspectos formales de las
rus estudiadas no quedaban suficientemente explica-
I, L a Sociología de la novela se diferencia de los de­
is estudios de Goldmann por esta preocupación por
VXplicar la forma novelesca y no sólo las novelas con-
Itfls, Se podrían, por tanto, distinguir dos cuestiones:
explicación sociológica de la forma novelesca y la
dc" Iiis novelas concretas en lo que tienen de específico.

[33]
34 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

L a explicación de las novelas concretas se realiza en


términos familiares a los lectores de Goldmann, porque
e l método de análisis es esencialmente el mismo que
en El hombre y lo ahsoluto o en sus estudios sobre
K a n t , que hemos descrito en las páginas precedentes.
L a única diferencia importante es el uso de la noción
del " h é r o e problemático", de la de los valores auténti­
cos y d e la de los valores del mundo; todas ellas nocio­
nes definidas en el estudio de las estructuras del gé­
nero novelesco. P o r tanto, importa subrayar el estudio
d e la "forma novelesca" en sus dos aspectos de com­
prehensión, es decir, en la descripción de las estructu­
ras del género novelesco y en la explicación de estas
estructuras englobándolas en estructuras más amplias:
las del intercambio en la sociedad capitalista. P o r con­
siguiente, hay dos aspectos distintos en la sociología
del género novelesco: la estructura del género y la ex­
plicación sociológica de esta estructura. Goldmann abor­
d a finalmente otro problema que es planteado por su
tratamiento de los dos precedentes: la evolución del
género novelesco.
E s t e capítulo estudia y critica el sentido de la no­
ción de estructura en la sociología de la novela, con la
ayuda de dos recientes trabajos sobre la noción de es­
tructura. Para hacerlo, expongo en primer lugar el con­
tenido de Para una sociología de la novela, e inmediata­
mente después, intento precisar el sentido del concepto
d e "estructura de la novela", para, al final, después de
una exposición crítica de dos análisis de la noción de
estructura, formular algunas conclusiones sobre las con­
diciones que debe cumplir todo método de análisis es­
tructural de las novelas.
Jf NOCIÓN D E ESTRUCTUBA 35

SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

t ESTRUCTURA DEL GENERO NOVELESCO

I H [ Goldmann describe la estructura del género nove-


^ H c s c o basándose, sobre todo, en los análisjs lukacsia-
tíos ^ de la forma novelesca, que completa con algunos
I É É j o n c e p t o s tomados de G i r a r d ^ . E s c r i b e :
" " L a forma de novela que estudia Lukács es la c a -
fflclerizada por la existencia de un héroe (definido en
frosc feliz), con la expresión de héroe problemático.
La novela no es otra cosa que la historia de una
biísqueda degradada ( q u e Lukács denomina "demonía­
c a " ) , búsqueda de valores auténticos en un mundo tam­
bién degradado, pero a nivel más avanzado y de modo>
distinto." ^
Esta definición de la estructura novelesca caracteri-
M , según Goldmann, si no "la forma de la novela en
(tcncral, al menos uno de sus aspectos más importantes:
(y probablemente desde el punto de vista de la génesis,
ej primordial)." *.
Los valores auténticos son aquellos que "sin hallarse
manifiestamente presentes en la novela constituyen, d e
niDilo implícito, la base de la estructuración del con-
|nii(o de su universo" ^. E s t o s valores son específicos
fir cada novela, y varían de una novela a otra. Veto
fndii novela está organizada, de modo implícito, por un
tlciiTminado conjunto de valores.
Los valores auténticos son buscados por el h é r o e
fl'oWcmático y organizan el mundo. E l héroe es llama­
do problemático porque la búsqueda de valores autén-

I Georg LUKÁCS, La teoría de la novela. París, GontMer ( M e -


diHllims), 1963, Trad. cast. Siglo X X . Buenos Aires.
a Pené GIRARD, Mensonge romantígue et verité romanesgue,.
N r l « , Brasset, 1961.
II L. GOLDMANN, Para una sociología de la novela, ed. cast. cit..
p. 16.
«I L. GOLDMANN, Para una sociología..,, ed. cast. cit. p. 16.
I. Ibld., pág. 16.
36 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

ticos es una búsqueda degradada, inauténtica. También


el mundo está degradado. Pero lo que caracteriza a la
novela y convierte al género novelesco en una forma
d e naturaleza dialéctica, es la diferencia de naturaleza
entre las dos degradaciones: la del héroe y la del mun­
do. Si n o existe esta diferencia de naturaleza, la comu­
nidad del héroe y del mundo es total y la ausencia de
ruptura conduce a la epopeya o al cuento. Si la ruptura
es total, estamos ante una tragedia o una forma de poe­
sía lírica®.
L a forma dialéctica de la novela nace de la existencia
simultánea de una oposición constitutiva, debido a la
diferente naturaleza de sus degradaciones respectivas, y
de una comunidad suficiente, "que es consecuencia del
hecho de que ambos se encuentran degradados respecto
a los auténticos valores"
E l contenido de la novela es la historia de la bús­
queda degradada de auténticos valores en el mundo
degradado. L a oposición constitutiva y la comunidad
suficiente entre el héroe y el mundo son las característi­
cas fundamentales de sus relaciones.
L o s análisis de Girard aportan a Goldmann un con­
cepto determinante en la evolución de su teoría: el de
mediación. La forma de degradación más importante,
la "forma primera desde el punto de vista de la géne­
sis, la que hace nacer el género literario de la novela",
es para Girard y para Goldmann, la mediatización, "la
reducción de valores auténticos al nivel implícito, y su
desaparición como realidades manifiestas" *.

LAS TIPOLOGÍAS DE LA NOVELA

Lukács distingue tres tipos de novelas, a las que


llama respectivamente "del idealismo abstracto", del

6 Ibid., p. 17.
7 Ibid., páR. 17.
8 L . GOLDMANN, Para una sociología..., ed. cast. cit., p. 23.
Y NOCIÓN D E ESTRUCTURA 37

"romanticismo de la desilusión" y " l a novela de educa­


ción". Al final de su o b r a ' Lukács esboza la descripción
de una cuarta categoría, a la que pertenecerían las no­
velas de T o l s t o i , que marca los comienzos de una supe­
ración hacia la epopeya y que, según Goldmann, " e x i -
^ c i r í a un tipo de análisis diferente".
• P La novela del idealismo abstracto se caracteriza por
la conciencia del héroe, demasiado estrecha c o n relación
al mundo y a la actividad del héroe. E l segundo tipo, la
novela psicológica, se caracteriza por la pasividad del
héroe y "su conciencia demasiado amplia para sentirse
satisfecho de lo que el mundo convencional en que vi­
ve puede proporcionarle..."^^. P o r último, el tercer
tipo, la novela educativa, se caracteriza por la autoelimi-
nación del héroe, que abandona la búsqueda problemá­
tica sin renunciar por ello a los auténticos valores. Lu­
kács califica este abandono de "madurez viril".
L a tipología de Girard se funda sobre dos tipos de
mediación, que diferencia: la mediación exterior y la
mediación interior, según que el agente mediador per-
icnezca o no al mundo de la novela. Una idea funda­
mental de G i r a r d es la del progreso de la degradación
como característica del relato novelesco.

MSTETICA Y ETICA

Tanto para Lukács como para Girard, el novelista


debe rebasar la conciencia de sus héroes. Lukács llama
"ironía" a este transcender, mientras que Girard habla
ffíie "humor". P e r o mientras que Lukács limita la trans­
cendencia a la conciencia del héroe, Girard la extiende
R la degradación. Para Lukács, con el que está de acuer-
Goldmann, la transcendencia de la conciencia del

9 G. LUKÁCS, La teoría de la novela.


10 L . GOLDMANN, Para una sociología..., ed. cast. cit. pág. 22.
11 Ibld., p. 17-18.
12 Ibid., p . 17-18.
38 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

héroe por el escritor es una transcendencia degradada,


y por tanto "la historia de la búsqueda degradada, de­
moníaca o idólatra es, en todo caso, la única posibilidad
de expresar realidades esenciales" Porque los valores
auténticos que organizan la obra, y de los que se trata
en todo momento, "no existen más que bajo una forma
abstracta y conceptual en la conciencia del novelista,
en la que comportan un carácter ético". ^*
Las ideas abstractas, que no pueden encarnarse en
personajes conscientes o en realidades concretas, son pre­
sentadas bajo una forma degradada, "a modo de una
ausencia n o tematizada" y constituyen un elemento
estéticamente constitutivo de la obra. Lukács considera
que "la novela es el único género literario en que la
ética del novelista se transforma en un problema esté­
tico de la o b r a " . ^®
E s t a descripción del género novelesco es l o que cons­
tituye para Goldmann la estructura del género noveles­
co, estructura que es necesario explicar integrándola
en estructuras más amplias.

LA EXPLICACIÓN PSICOLÓGICA DE LA
ESTRUCTURA DE LA NOVELA
L a sociología de la novela de Goldmann se funda­
menta en dos hipótesis esenciales: la primera s e aferra
a la homología entre la estructura del intercambio en la
economía liberal y la del género novelesco; la segunda
postula la existencia de determinados paralelismos en su
evolución ulterior.

13 L . GOLDMANN, Para una sociología..., ed. cit. cast. p. 21.


14 Ibid., p. 22.
15 Ibid., p. 22.
16 Ibid., p. 22.
Y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 39

LA PRIAÍERA HIPÓTESIS

Goldmann constata que los análisis marxistas sobre


la novela versaban sobre la relación entre el contenido
de las novelas y la realidad social que ellas reflejan. Sin
embargo, según él, el primer problema que debe abordar
una sociología de la novela es el de la relación entre la
jornia novelesca y la estructura del medio social en el
interior del cual ha sido producida.
L o que caracteriza a la forma novelesca es, esencial­
mente, la degradación, que, en cuanto al héroe, se ma­
nifiesta por la mediatización, "la reducción de los va­
lores auténticos al nivel implícito y su desaparición co­
m o realidades manifiestas" Esta compleja estructura
es, según Goldmann, homologa de la del intercambio
en una economía que produce para el mercado. E n las
sociedades individualistas nacidas de la producción para
el mercado, los valores de uso de los productos, que son
los valores auténticos, están mediatizados por el valor
de cambio de esos productos, y de este modo reducidos
a lo implícito, eliminados de la conciencia de los hom­
bres, l o mismo que los valores auténticos en la estruc­
tura del género novelesco.
L a importancia de la actividad económica en la vi­
da cotidiana de los hombres, al hallarse los valores au-
téntcos (valores de u s o ) en esta actividad económica,
reducidos a lo implícito, y al ser el valor de cambio, la
mediación necesaria para realizarla, hace que los hom­
bres vivan la problemática de la degradación y se con­
viertan, de este modo, en individuos problemáticos, en
tanto que consumidores. L a estructura de las relaciones
económicas y la de la novela son homologas, precisa­
mente en la medida en que, los hombres que viven en
sociedades que producen para el mercado, no pueden

17 L . GOLDMANN, Para una 'sociología..., ed. cast. cit. p. 23.


40 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

alcanzar los valores de uso (valores auténticos) si n o


es con la mediación del valor de cambio. E s t a homolo-
gía entre las estructuras es tan rigurosa para Goldmann,
"que podría hablarse de una única estructura que se
manifiesta en dos planos diferentes".

EL PROCESO GENERADOR DE LA HOMOLOGÍA

E l problema que Goldmann se plantea es el siguien-


te: ¿ C ó m o pueden ser homologas la estructura de in-
tercambios de las sociedades que producen para el mer-
cado y la de la forma novelesca? L a explicación habi-
tual, que utiliza la noción de conciencia colectiva no es
aplicable, porque, según Goldmann, no se puede des-
cubrir ninguna estructura análoga a la de la novela en
la conciencia colectiva; y si no se pasa por el interme-
diario de la conciencia colectiva, no se puede, ni en
sociología marxista ni en la n o marxista, establecer re-
laciones significativas entre estructuras.
La estructura de la novela, tal y como la analizan
Lukács y Girard y la describe Goldmann,
"no parece ser de ninguna manera la transposición
imaginaria de las estructuras conscientes de tal o
cual grupo en particular, sino que, por el contra-
rio, parece expresar ( y quizá sea éste el caso de
una parte muy extensa del arte moderno en gene-
r a l ) una búsqueda de valores que ningún grupo
social defiende efectivamente y que la vida econó-
mica tiende a convertir en implícitos para todos
los miembros de la sociedad"

1 8 Ibid., p. 2 6 .
1 9 L . G O L D M A N N , Para una sociología..., ed. cast. cit. p. 2 8 .
E s curiosa la identificacldn que Goldmann hace entre estructuras
conscientes y las "estructuras de la conciencia". Se puede decir que
los valores explícitamente declarados pertenecen a las estructuras
de la conciencia... Una vez más encontramos una concepción subje-
iivist'j. de las estructuras del "sujeto colectivo" y un Índice m á s del
carácter nominal de la "ruptura" de la dicotomía prácticas-estructuras
que Goldmann "efectúa".
.Y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 41

E n esta cita hay una diferencia fundamental con los


láHsis concretos que Goldmann realiza, y concreta-
I m e n t e con los análisis de las novelas de Malraux, que
¡ s o n explicadas en función de los contenidos de la con-
l ciencia colectiva de los intelectuales europeos entre las
Idos guerras^". P e r o esta incoherencia sólo se debe a la
[distinción entre análisis de la forma novelesca como es-
(tructura de un contenido, que a su vez, es analizado en
[términos de conciencia colectiva. M á s adelante podre-
Imos ver cómo se puede resolver esta aparente contra-
Idicción y las consecuencias que ello adquiere en el plano
| d e la explicación de la forma novelesca.
P e r o , una vez que Goldmann rechaza la explica-
'ción de la estructura novelesca mediante e l eslabón de
la conciencia colectiva, es preciso buscar en otra parte.
La homología de las dos estructuras se convierte para
Goldmann en una "transposición directa de la vida eco-
nómica a la vida literaria" que intenta comprender
recurriendo al análisis marxista del fetichismo de la
mercancía ( o de la reificación), cuya parte esencial con-
siste para Goldmann, en la transformación de la con-
ciencia colectiva en un "simple reflejo de la vida eco-
nómica".

LA ACCIÓN CONVERGENTE DE CUATRO


FACTORES DISTINTOS
L a teoría de la reificación y la teoría de la "con-
ciencia-reflejo" son más bien una justificación que una
explicación de la homología entre las estructuras eco-
nómicas y las estructuras novelescas.

20 Ibid., pp. 37-187. Goldmann construye la visión del mundo


de los intelectuales europeos a partir del estudio de sus temas y su
problemática en la filosofía europea, de Heidegger a Sartre. Define
esencialmente un sistema de pensamiento en donde la existencia de
valores humanos de c a r á c t e r universal es puesta en entredicho en
una filosofía de la angustia, cuyos temas esenciales son la acción y
la m u e r t e .
21 L . GOLDMANN, Para una sociología..,, ed. cast. cit., pág. 29.
22 Ibid., p. 29.
23 Ibid., Investigaciones dialécticas, ed. cast. cit. p . 61-103.
42 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

Goldmann formula la hipótesis de la existencia de


cuatro factores, cuya acción convergente podría explicar
el proceso de ligazón entre las dos estructuras.
E l prim.er factor es el nacimiento de "la categoría
de la mediación como forma fundamental y cada vez
más desarrollada del pensamiento... con la tendencia
implícita a pensar el acceso a todos los valores bajo
el ángulo de la mediación..." E l segundo factor es la
subsistencia de individuos problemáticos, que perma­
necen determinados por valores cualitativos tanto en
su comportamiento como en sus pensamientos, pero
que, sin embargo, no pueden sustraerse a la influencia
de la mediación. E n tercer lugar, Goldmann admite la
hipótesis de "un descontento afectivo no conceptua-
lizado" ya sea en el conjunto de la sociedad o en las
capas medias, a las que por lo general pertenecen los
novelistas. E s t e descontento se expresaría en la novela.
Goldmann menciona como cuarto factor, la existencia,
en las sociedades individualistas que producen para el
mercado, de valores que, sin ser universales, tienen una
"validez general". Eran los valores del individualismo
liberal, ligados a la existencia del mercado, a partir de
los cuales se había constituido la categoría de la biogra­
fía individual, elemento constitutivo de la novela que to­
ma la forma de una biografía del individuo problemáti­
co, a causa de la acción del segundo factor (existencia
de individuos problemáticos que tienden a valores cua­
litativos) y también debido a la contradicción existente
entre los valores individualistas de la sociedad liberal
y las limitaciones que esta misma sociedad impone a su
realización.

24 L . G O L D M A N N , Para « n a sociología..., ed. cast. c i t . , p . 30.


25 Ibid., p. 31. E l carácter subjetivista de este tipo de expli­
cación no requiere más comentarios...
y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 43

LA SEGUNDA HIPÓTESIS

El paralelismo de las evoluciones posteriores

Cuando la sociedad que producía para el mercado


evoluciona y se pasa del régimen de libre concurrencia
al capitalismo moderno, que se caracteriza por la concen­
tración de capital y la formación de monopolios, los va­
lores individualistas, que estaban ligados al mercado
concurrencial, desaparecen. Paralelamente en la evolu­
ción de la forma novelesca se constata una evolución
que se caracteriza p o r el paso de la novela de héroe
individual problemático a la desaparición del héroe. E n
este proceso, que no ha terminado todavía, se pueden
distinguir, según Goldmann, dos etapas:

La etapa de transición
—Caracterizada por la tentativa de reemplazar los
valores individualistas por otros de ideologías diferen­
tes, concretamente de origen socialista, y reemplazar
la biografía individual por las ideas de la comunidad.

')esde Kafka al presente


— L e segunda etapa comienza poco más o menos
Icón Kafka y se extiende hasta " l e Nouveau R o m á n "
|contemporáneo. E s t a etapa, que todavía n o ha termina-
i d o , se caracteriza por " e l abandono de todo intento de
éustituir el héroe problemático y la biografía individual
j p o r otra realidad, y por el esfuerzo por elaborar la no-
Ivela de la ausencia del tema, de la no existencia de
I t o d a búsqueda que progresa"

2S L . GOLDMANN, Para una sociología..., ed. cast. cit. pp. 32-33.


44 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

LA NOVELA Y LA BURGUESÍA
Goldmann piensa que la novela es una forma opo-
sicional en el desarrollo de la sociedad burguesa. E s una
forma literaria ligada al desarrollo de la burguesía, pero
"que no es la expresión de la conciencia real o posible
de esta clase"
E s t o plantea el problema de la existencia de obras
que expresarían los valores conscientes de la burguesía.
Según Goldmann, el único gran novelista burgués sería
Balzac. E n la obra de Balzac el universo está estructu­
rado por los valores burgueses individualistas,
que triunfan sobre los antiguos valores feudales. L a
posibilidad de que exista un universo novelesco estruc­
turado por los valores individualistas, podría deberse,
según Goldmann, a la existencia de una burguesía que
estaba a punto de construir una nueva sociedad, en la
cumbre de su eficiencia histórica, cuya expresión sería '
la obra de Balzac.
P o r otra parte, el carácter individualista y antihistó-;,
rico del pensamiento burgués, y e l hecho de ser al mis­
m o tiempo un pensamiento profano que niega todo lo
sagrado, celeste o inmanente, le convierte en "la prime­
ra forma de conciencia realmente aestética" For­
mas novelescas secundarias, c o m o las novelas del tipo
que comienzan en Delly y termina con Dumas o S y é ,
constituyen una "literatura paralela" que narra la h i s - ;
toria individual de un héroe positivo, cuya existencia
está permitida por el carácter conceptualizado de l o s '
valores temáticos de la conciencia burguesa.

LOS ESTUDIOS CONCRETOS


E n los estudios sobre las novelas de Malraux o so­
bre la obra de Genet, Goldmann intenta despejar la es­
tructura interna de las novelas, y explicarla después, por

27 L . GOLDMANN, Para una sociología..., ed. cast. cit. p. 33.


28 Ibid., p. 35.
Y NOCIÓN DE E S T E C C T ' J R A 45

la situación de la sociedad capitalista en un momento


determinado de su historia. E s necesario señalar aquí,
que en el estudio sobre las novelas de Malraux, Gold-
mann recurre a las categorías "visión del mundo" y
"conciencia colectiva", a las del héroe problemático, y
también a otras del tipo "relaciones entre -tal y tal per-
sonaje", actitudes de u n personaje con relación a otro
y a los valores de los personajes

LA NOCIÓN DE ESTRUCTURA EN LA
SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA
L a palabra estructura aparece, a lo largo de la
obra de Goldmann, en contextos diferentes y a niveles
de abstracción y de análisis distintos. H a b l a de "estruc-
tura interna de la o b r a " , de "estructura del género no-
velesco", de "estructuras sociales", "estructuras signifi-

II cativas" (los hechos h u m a n o s ) , "estructuras" de las


visiones del mundo y de "infra-estructuras de las visio-
nes del mundo" (las clases sociales).
Después de haber comprobado la importancia del
concepto de estructura en la sociología de la novela de
Goldmann, su carácter "comprehensivo" y "explicati-
v o " en la teoría, vamos a intentar ahora delimitar su
sentido en los diferentes contextos en donde aparece.
Después lo compararemos con las definiciones formales
de Barbut, Boudon y Piaget, e intentaremos mostrar
que, un análisis riguroso del concepto de estructura, per-
mite plantear algunos problemas de la sociología de la
nov^i, en una perspectiva metodológica coherente.

EL SENTIDO DE LA PALABRA «ESTRUCTURA»


EN LA SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA
Para conocer el sentido de la palabra estructura
en los escritos de Goldmann, podemos, o bien buscar

29 Ibid., p.
4(i SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

una definición formal dada por el autor, o bien estu-


diar las palabras con que el autor la asocia en los escri-
tos y el contexto en el que la em_plea.
E n los estudios sobre K a n t , Pasral o Racine, Gold-
mann emplea la palabra estructura en contextos que la
asocian a la noción de sistema, de totalidad organizada,
de conjunto de relaciones entre los elementos de un
todo, cuyas propiedades, en tanto que se trata de un
todo, determinan las relaciones entre los elementos. E s
decir, que, por lo general, es empleada con un sentido
muy próximo al de la definición explícita que citamos
en el capítulo precedente.
Pero en la sociología de la novela es utilizado de
otra forma. Si debiéramos basarnos exclusivamente en
las "asociaciones sinonímicas" de la palabra estructura
en esta obra, nos sería difícil precisar su sentido; esto
nos impediría ver la función teórica del concepto de
estructura en la sociología de la novela, que es diferen-
te de la que corresponde a la definición citada. L a for-
ma mejor de proceder para determinar su función teó-
rica es seguir el método de Boudon, es decir, estudiar-
la no en el contexto limitado de sus asociaciones con
sus atributos, sino en el más amplio contexto de la teo-
ría o del método de análisis en la que se inserta. V a m o s
a estudiar su sentido con esta perspectiva, ciñéndonos
a las expresiones "estructura del género novelesco" y
"estructura interna de la obra", y a su papel en la teoría
de la novela.
La noción estructura del género novelesco es equi-
valente, en la sociología de la novela de Goldmann, de
la noción "forma novelesca" e implica, siempre que es
empleada, la connotación de una oposición forma-conte-
nido. Los materiales teóricos que constituyen la "estruc-
tura del género novelesco", que Goldmann quiere ex-
plicar, proceden de La teoría de la novela, obra que
escribió Lukács, en su juventud, con una perspectiva
NOCIÓN DE ESTRUCTURA 47

Idealista, con una perspectiva de evolución de las for-


aas, consideradas como esencias. E n el prólogo del au-
or a la edición de 196,3 de La teoría de la novela^,
Lukács describe la perspectiva teórica en que esta obra
abía sido publicada en el curso de la primera guerra
tiundial. Afirma que:
" L a teoría de la novela es la primera obra, en­
tre las que dependen de las ciencias del espíritu,
que ha aplicado concretamente los resultados de
la filosofía hegeliana a problemas estéticos.""^.
Y más adelante:
" E l autor de la Teoría de la novela no va tan
lejos. Intenta establecer una dialéctica de los géne­
ros, fundada históricamente sobre la esencia de las
formas literarias y donde se da una ligazón más
interna que en H e g e l , entre categoría e historia;
intenta concebir mediante el pensamiento un ele­
m e n t o fijo en el c a m b i o . . . "
Las modificaciones de detalle que la lectura de G i -
rd sugiere a Goldmann, y concretamente la identifica-
5n d e "degradación" y "mediatización", n o cambian
carácter abstracto y esencial de la "estructura del gé-
ero novelesco" que describe — y que intenta expli-
ar— Para una sociología de la novela. L a noción de
b t r u c t u r a implica, c o m o veremos más adelante, la no-
fión de "sistema de transformaciones de un conjunto
relaciones" y si se da que una estructura es cerrada,
decir, si las transformaciones se realizan dentro de un
ampo de posibilidades de realización, que ella implica,
tsta "cerrazón" no es el "elemento fijo en el cambio"
de que habla Lukács, esta "esencia de la forma" que
itenta delimitar.

30 G. LUKÁCS, ed francesa, cit.


31 Ibid., p. 10.
32 I b i d , p. 11.
48 SOCIOLOGÍA DE LA NO\rELA

La "estructura del género novelesco" que Gold­


mann intenta definir utilizando los análisis del joven
Lukács no puede escapar a las limitaciones que implica
el modo de su definición. E s t a estructura es sólo una
"idea de la forma", una esencia, y no un concepto cien­
tífico construido en un proceso de "abstracción reflexi­
v a " ; una teoría científica de la novela sólo puede cons­
truirse a partir de una conceptualización bien definida
al nivel del análisis del sistema de relaciones existen­
tes en las novelas concretas.
Una manifestación interesante de las dificultades
que arrastra el modo de definir la "estructura del géne­
ro novelesco" es la necesidad de hablar de su evolución.
E n efecto, si la estructura que Goldmann describe, es
realmente la estructura del género novelesco, n o se ve
por qué es preciso modificar la estructura para explicar
diferentes tipos de novelas. P o r ejemplo, la noción de
"héroe problemático" no puede aplicarse a los héroes
de las novelas de Malraux, y Goldmann en el análisis
que hace de ellas se ve obligado a definir la categoría
"personaje problemático colectivo" ^' para explicar "la
condición humana" y la de " h o m b r e de acción" para
referirse a los personajes de La Vía Real y Los
conquistadores, que no entran tampoco en la categoría
de los "héroes problemáticos", a pesar del carácter am­
biguo de la definición del concepto del "héroe proble­
mático". D e l mismo modo que el concepto héroe pro­
blemático no explica los héroes de Malraux, el de "bús­
queda degradada", que es también un elemento de la
"estructura del género", no puede explicar la sucesión
de acontecimientos que constituyen las historias de es­
tos héroes.
L a oposición forma-contenido que lleva consigo la
noción de estructura del género novelesco se manifiesta

33 G. LUKÁCS, La teoría de la novela, p. 159.


34 Ibid., p. 87.
I NOCIÓN DE ESTRUCTURA

en sus relaciones con la noción de "estructura interna


de la o b r a " , que el autor emplea en los análisis concre­
49

tos. E n el contexto en que se empla esta categoría, su


significación sería la de "estructura del contenido de la
novela". Fácil de descubrir, porque Goldmann no va­
cila en ponerle en relación con las "estructuras intelec­
tuales..., de la época" lo que excluye en cambio
cuando se trata de las "estructuras del g é n e r o " , cuya
liomología con las estructuras económicas n o se realiza
n través del eslabón de la conciencia colectiva. Los dos
mecanismos explicativos, e l que pasa por el eslabón de
la conciencia colectiva para explicar la "estructura in­
terna de la obra", y el que no pasa por él, cuando se
trata de "la estructura del género", muestran perfecta­
mente cómo la sociología d e la novela se propone ex-
|->licar dos cosas: la " f o r m a " y el " c o n t e n i d o " . Estas
"dos cosas" son distintas en la medida en que la teoría
de la novela no implica una teoría de los lazos existen­
tes entre ambas. L o s únicos lazos mencionados, se ha­
llan en los análisis concretos ( c o m o el de las novelas
de M a l r a u x ) y consisten en expresiones del tipo "héroe
problemático", "degradación" y "valores auténticos",
más bien en la descripción de la estructura interna, que
en su construcción. E l empleo de estas expresiones se
hn hecho posible porque ha habido un deslizamiento del
«cntido de estos conceptos.
Al plantear el problema de la forma de la novela,
(ioldmann lo hace de manera idealista, aceptando la
oposición forma-contenido, lo que le impide pensar el
pi-oblema de las estructuras del género a partir de las
estructuras de obras concretas, analizadas con la concep­
tualidad que había empleado en El hombre y lo ab-
wltUo y que había descrito en has ciencias humanas
\ la filosofia. E s t o crea el problema de la explicación,
fuera del camino que va de las infraestructuras econó-

36 G. LÜKACS, La teoría de la novela, pp. 61-62.


50 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

micas hasta la estructura del hecho cultural, pasando


sucesivamente por la conciencia posible, la conciencia
real y la visión del mundo, y de la homología que él
constata entre esta esencia del género a la que llama
estructura y la estructura del intercambio, considerada
casi como una esencia.
E l lazo entre la estructura interna y las estructuras
del género novelesco, lazo que falta en la teoría de la
novela de Goldmann, impide por otro lado, la defini-
ción de la estructura interna en términos rigurosos. Los
análisis concretos emplean un conjunto de conceptos,
cuya utilidad es incierta y su formulación nula e impi-
den por ello la definición de protocolos de observa-
ción. E l papel de la teoría del género novelesco sería pro-
porcionar, a través de las configuraciones de las conje-
turas novelescas posibles, un conjunto de conceptos que
permitieran el análisis de la estructura interna en tér-
minos rigurosos.

DEFINICIONES FORMALES DE LA NOCIÓN


DE ESTRUCTURA

Desde que la búsqueda d e estructuras aparece como


un método de análisis de los hechos sociales que permi-
t e un tipo de explicación y descripción de los objetos
de un rigor muy grande ( o un aparente r i g o r . . . ) nume-
rosas obras y numerosos artículos han intentado definir
el sentido del concepto "estructura". E n t r e esta monta-
ña de documentos, he elegido una monografía de Ray-
mond Boudon un artículo de Marc Barbut apareci-
do en el número de " T e m p s Modernes", dedicado a los
"problemas de estructuralismo" y a un librito de

36 Rayniond BOUDON, A quoi sert la notion de structure?, París,


Gallimard, 1968, 235 p.
37 Marc B A B B Ü T , Le sens du mot "structure" en mathemátigues,
L E S TEI^IPS MODERNES; 246 (noviembre 1966), pp. 791-814. Incluido
en Problemas del estructuralismo, Siglo X X I , México, 1967, pp. 94-119.
NOCIÓN D E ESTRUCTURA 51

J e a n Piaget, de reciente aparición Las obras de Pia­


get y de Boudon, al haber sido escritas c o n diferentes
perspectivas, permiten, a mi parecer, establecer impor­
tantes distinciones que contribuyen a la definición del
método estructuralista en sociología. E l artículo de Bar­
but, que trata de la noción de estructura en matemáti­
cas, aporta, en su perspectiva, precisiones en cuanto a
las relaciones entre la noción del isomorfismo y la de
estructura. • , •• •• ' •• * < .

LA TENTATIVA DE DEFINICIÓN DE BOUDON

Boudon rechaza la posibilidad de definir la noción


de estructura de forma inductiva, a partir d e las dife­
rentes definiciones que pueden encontrarse en la bi­
bliografía sociológica. E l único resultado que se obten­
dría de este modo sería elegir el denominador común de
estas diferentes definiciones y lo que se conseguiría se­
ría una noción muy p o b r e .
Partiendo del estudio de la noción de estructura en
los trabajos en que es empleada, Boudon llega a dis­
tinguir dos tipos de contextos diferentes. E n el primero,
^ M a palabra estructura es empleada cuando se trata de
^ B e s i g n a r el carácter sistemático de un objeto —para in-
^ H i c a r , en otros términos, que se está ante un conjunto
^ p b caracteres interdependientes— o cuando se quiere
subrayar que un método tiene como efecto describir un
objeto c o m o un sistema" Cuando la palabra estruc-
se emplea en este tipo de contexto, Boudon dice
le se da una definición intencional, que él diferencia
la definición efectiva de la palabra estructura, que
irresponde al segundo tipo de contextos, es decir, cuan-
la palabra estructura es empleada en el marco de
teoría de sistemas.

38 J . PIAGET, El estructuralismo, cit.


39 R . BOUDON, Op., cit., p. 35.
52 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

D e hecho, la distinción de Boudon, a pesar de que


resulta útil para explicar el uso de la palabra estructu­
ra en los textos sociológicos, es un poco artificial, por­
que la definición efectiva de la palabra estructura, que
corresponde a la teoría de un sistema, implica que en
primer lugar se debe definir el sistema cuya teoría va
a hacerse a continuación, teoría que se llamará estruc­
tura.
Todas las estructuras efectivas no son del mismo
tipo: Boudon distingue cuatro tipos, que se obtienen
por la combinación de dos características de las estruc­
turas eficaces; la "verificabilidad" de la teoría del siste­
ma y la "definición" del sistema sobre el que versa la
teoría. Las estructuras efectivas del tipo I son, por
tanto, teorías verificables de un sistema-objeto bien de­
finido, y las del tipo I I , teorías verificables de un ob­
jeto-sistema mal definido; las estructuras del tipo I I I ,
teorías n o verificables de un objeto-sistema bien defini­
do, y las del tipo I V , teorías no verificables de un ob­
jeto-sistema mal definido. E n t r e las estructuras del ti­
po I , Boudon clasifica a las de Lévi-Strauss {Las es­
tructuras elementales del parentesco) y las de Chomsky
y Miller, en su análisis de la acentuación del inglés.
E n t r e las del tipo I V , menciona a las "estructuras so­
ciales" de Parsons.
Está claro que, para Boudon, las "verdaderas" es­
tructuras científicas son las del tipo I , es decir, las teo­
rías verificables de sistemas-objetos bien definidos. Pe­
ro, y esto es importante para distinguir la concepción
de Boudon de la de Piaget, el autor considera que los
que determinan "la eficacia de lo que se puede llamar,
en términos genéricos, los "métodos estructuralistas",
depende de las características del objeto considerado"
Las "características del o b j e t o " que menciona, consisten
en su grado de definición en tanto que sistema (obje-

40 R. BOUDON, Op. cit., p. 102.


NOCIÓN DE ESTRUCTURA 53

to-sistema definido o n o ) . E s t o quiere decir, simple­


mente que Boudon piensa que el hecho de que un ob­
jeto esté bien definido en tanto que sistema es una pro­
piedad del objeto.
Su noción de objeto-sistema bien definido se hace
perfectamente clara cuando se la compara con su con­
cepto de teoría científica. Boudon piensa que ima teoría
científica es un sistema hipotético-deductivo verificable.
Entiende como teoría verificable o científica, el modo
le construcción de las teorías (sistemas hipotéticos de-
luctivos) que permite que "pueda demostrarse su fal­
sedad" E s t e criterio, que reduce el carácter cientí­
fico de una teoría a la posibilidad de demostrar que
es falsa es el mismo de Popper^^, que B o u d o n acepta
completamente, con una sola puntualización: es nece­
sario distinguir niveles de falsificación, " n o se puede
hacer una dicotomía". P o r tanto, Boudon cree que una
teoría es imicamente un sistema hipotético-deductivo.
F.s científica, si es "falseable". Pero la teoría — e l sis-
lema hipotético-deductivo—, en tanto que tal, no tiene
otros lazos con el objeto real que el de la posibilidad
que sea demostrada o no su falsedad. E s c r i b e :

" L a noción de estructura tiene una significa­


ción simple que puede resumirse fácilmente dicien­
do que: una estructura es siempre el producto de
una teoría a príori destinada a explicar un objeto-
sistema en tanto que sistema"
Boudon piensa que la teoría debe ser a príori, por­
que tiene una concepción empirista del o b j e t o . E n efec-
lo, se siente "profundamente refractario ante una po-
íción de tipo realista que postulara la existencia —en

41 Ibid., p. 191.
42 K a r l R . POPPER, The logic of scientific discovery, Nueva York,
lie B o o k s , 1939. Hay trad. cast. La lógica de la investigación cien-
T r a d . de Víctor Sánchez de Zavala. Madrid. Tecnos 1962.
43 Ibid., p. 189.
54 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

las c o s a s — de "estructuras" que habría que descu­


brir"
Y o pienso, igual que Boudon, que las " c o s a s " no
tienen estructura. Pero los objetos no son, para noso­
tros, cosas; están construidos por las "estructuras inten­
cionales", por su descripción en tanto que sistema. El
empirismo y el idealismo son complementarios: preci­
samente porque Boudon piensa que los objetos son
cosas, las teorías sólo pueden existir a priori. Y tam­
bién por ello, la estructura intencional no es otra más
que intencional, porque los objetos no tienen estructu­
ra y por eso la teoría "a priori" del objeto-sistema es
la estructura efectiva (efectiva significa, la única verifi-
cable, la única p o s i b l e ) . P o r tanto, se puede conside­
rar que para Boudon, la estructura es un sistema hipo-
tético-deductivo (formal) cuyas hipótesis son "a prio­
ri". Esta estructura es verificable (o no), y su eficacia
depende de las propiedades objetivas del objeto' expli­
cado por la estructura. I.o que vuelve, decir una vez
más, que sólo se pueden explicar los objetos si son ex­
plicables ( s i son "objetos-sistemas" bien definidos), y
que no hay método estructural sino solamente " l a bús­
queda de teorías aplicables a los sistemas concebidos en

44 Ibid., p. 189. E s fácil ver en la noción de "estructura" de


Boudon las consecuencias de la posición de Popper. E n efecto, Popper
en su libro identifica el carácter científico de ima teoría con su
posibilidad de falsificación, no con su capacidad para expresar la
realidad. Porque en el descubrimiento científico, según este autor,
sólo hay lógca en el proceso de verificación ("falslfioacidn", porque,
según él, no -se puede demostrar la verdad sino sólo la no-falsedad),
ya que las hipótesis que sustentan la teoría son arbitrarias. E s fácil
darse cuenta del carácter idealista de la epistemología de Popper, y a
que las teorías científicas se convierten, bajo su óptica, en sistemas
deductivos fundados sobre hipótesis a priori, cuyo único criterio de
validez es la no-contradicción de las conclusiones con la experiencia.
L a ciencia no es un conocimiento de la realidad, lo real no existe,
sólo hay experiencias que niegan ( o no niegan) las conclusiones ex­
traídas de nuestras ideas a priori.
De este modo Boudon se ve obligado a considerar que el sistema
que la teoría expresa es una propiedad del objeto. Y que la estruc­
t u r a es solamente una intención de descubrir que el objeto tiene la
propiedad de ser un sistema, o bien una teoría, necesariamente a
priori, que no hay procesos de conocimiento sino sólo técnicas de
verificación ( v e r las líotas en la página siguiente).
y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 55

tanto que sistemas", "teorías cuya especificidad reside


en su tentativa de manifestar el carácter sistemático de
los objetos que consideran"

LA NOCIÓN DE ESTRUCTURA EN PIAGET .

Piaget piensa que existe un método estructuralista.


Este método implica dos etapas, la primera de las cuales
consiste en descubrir, en nuestro campo de estudio, un
objeto estructurado mediante la construcción de un sis-
tema de transformación que posee las características de
totalidad y autorregulación. L a estructura del objeto es
"un sistema de transformaciones, que implica leyes en
tanto que sistema ( p o r oposición a las propiedades de
!os e l e m e n t o s ) y que se conserva o se enriquece por el
mismo juego de sus transformaciones, sin que éstas
lleguen más allá de sus fronteras o recurran a elementos
exteriores. E n una palabra, una estructura comprende
de ese modo los tres caracteres, de totalidad, transfor-
maciones y autorregulación"
La segunda etapa del método estructuralista, des-
pués del "descubrimiento de la estructura" es la
l'ormalización. Piaget añade: "sólo es necesario com.-
jirender que esa formalización es obra del teórico, en
tanto que la estructura es independiente de é l " La
lormalización no es única: existen diferentes niveles po-
sibles de formalización " q u e dependen de las decisio-
ss de teórico, en tanto que el hecho de existencia de la
iictura que éste descubre debe ser precisado en ca-
dominio particular de investigaciones"
A l afirmar la necesidad de precisar el modo de exis-
sncia de la estructura, Piaget insiste, una vez más, so-

4.5 R. P O P P E R , Op. cit. p. 189.


46 J . PIAGET, El estructuralismo. ed. cast. cit. p. 10.
47 Ibid., p. 11.
48 I b i d , p. 11.
49 Ibid., p. 11.
56 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

bre el hecho de que las estructuras son siempre estruc­


turantes, lo que recalca que la noción de estructuras y
la de transformaciones están ligadas. Cada una de las
posibles transformaciones tiene un modo de existencia,
definido por las propiedades de la estructura. E l con­
junto de transformaciones posibles tiene, también él,
sus propiedades, es decir, que constituye un sistema,
una totalidad, por las relaciones o leyes de composición
que unen unas transformaciones con otras. E l carácter
de totalidad del sistema de transformaciones que ca­
racterizan a una estructura ( p o r q u e las transformacio­
nes son estructuras) hacen de ella un objeto estructu­
rado. E n t o n c e s es posible comprender el sentido de la
afirmación de Piaget:
" S i lo propio de las totalidades estructuradas
deriva de sus leyes de composición, son, pues, es­
tructurantes por naturaleza, y esa constante dua­
lidad, o más precisamente bipolaridad de propie­
dades, de ser siempre a la vez estructurantes y es­
tructuradas, explica el éxito de la noción q u e . . .
asegura su inteligibilidad por su mismo ejercicio.
Ahora bien, una actividad estructurante sólo pue­
de consistir en un sistema de transformaciones." ^ .
Sin la noción de transformación, la abstracción, la
constitución de sistemas hipotético-deductivos, n o es
creadora de estructuras sino de formas. Sin la noción
de transformación, el descubrimiento de una o de las
totalidades estructuradas no conduce a la definición de
una estructura, sino a la definición de una forma, de
una esencia. Se podría decir que las formas son siste­
mas abstractos estructurantes que n o son estructurados.
Y por eso, los formalismos que n o son estructuralismos
no pueden expresar nada de la génesis de las formas,
porque los sistemas hipotético-deductivos sólo pueden

50 J . PIAGET, El estructuralismo, ed. cast. cit. p. 14.


Y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 57

tener dos posibles orígenes, " o el de una predestinación


eterna o el de un constructivismo"
I Wk P o r tanto, Piaget opina que el m é t o d o estructura-
" lista, en el sentido propio, no se puede disociar de una
solución constructivista del problema de la génesis de
las estructuras. Porque si los "sistemas hipotético-de-
ductivos verificables" del conjunto de relaciones empí-
ricas constatadas ( o "sistemas-objetos, para continuar
empleando la terminología de B o u d o n ) , que constitu-
yen, todavía con el sentido de Boudon, la estructura
efectiva, estructurante, no son a su vez también es-
tructurados ( l o que implica la concepción de la estruc-
tura c o m o sistema de transformaciones), n o se puede
explicar su origen sino es mediante el " a priori" de
Boudon, o por la "predestinación eterna" de que habla
Piaget. Y si las estructuras son a la vez estructurantes
y estructuradas, esto implica que, c o m o señala Pia-
get, "la investigación de las estructuras sólo puede de-
sembocar en coordinaciones interdisciplinarias" por-
que " s i se quiere hablar de estructuras en un dominio
artificialmente restringido, c o m o lo es siempre una cien-
cia particular, se llega muy pronto a no saber dónde
situar el " s e r " de la estructura"
P o r tanto, la perspectiva de Piaget es la siguiente;
o bien las estructuras son seres construidos por una
construcción abstracta o genética, lo que implica que
sean sistemas de transformaciones —estructurantes y
estructuradas— o son solamente estructurantes, y enton-
ces la única solución para el problema de su génesis es
la predestinación eterna. E n los dos casos son totalida-
des; en los dos casos pueden ser cerradas. P e r o si no
se las define como un sistema de transformaciones, uno
se ve conducido a un "estructuralismo" que "recubriría

51 Ibid., p. 121.
52 J . PIAGET, El estructuralismo, ed. cast. cit. p . 118.
53 Ibid., p. 118.
55 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

en rigor todas las teorías filosóficas no estrictamente


empiristas que recurren a formas o esencias, desde Pla­
tón hasta Husserl, pasando sobre todo por Kant, y aun
ciertas variedades de empirismo como el "positivismo
l ó g i c o " que utiliza formas sintácticas y semánticas para
explicar la l ó g i c a . . . " ^ .
E l artículo de M a r c Barbut sobre El sentido de la
palabra estructura en matemáticas^^, coincide con la
posición de Piaget. E n efecto, las dos aproximaciones
sucesivas que realiza con la noción de estructura en ma­
temáticas, la que emplea los términos isomorfismo
y representación y la más general, construida sobre con­
ceptos de homomorfismo y correspondencia, se inscri­
ben ambas en la noción de sistema de transformaciones.
I^as propiedades del sistema de transformaciones en tan­
to que sistema, de que habla Piaget, en el caso concreto
de las estructuras descritas por B a r b u t son el isomorfis­
m o de las representaciones y el homomorfismo de las
correspondencias. Las representaciones y las correspon­
dencias son transformaciones. E s indudable que el tipo
d e transformaciones que componen el sistema y las pro­
piedades del mismo en tanto que tal, se hallan ligadas.

COMPARACIÓN DE LAS DEFINICIONES


PRECEDENTES . . .

A la luz del análisis de Piaget, está claro que la


definición que da Boudon de la estructura como teoría
de un sistema (siendo el sistema el conjunto de rela­
ciones empíricas que constituye una totalidad) que de­
ja a un lado la noción de transformación, sólo puede
aceptarse si se acepta al mismo tiempo el recurrir a los
" a priori" para explicar el origen de las estructuras de­
finidas de este modo, cosa que sólo puede hacerse en
e l contexto de una filosofía idealista o lógico-positiva.

54 Ibld., p. 11.
55 M. B A R B U T , op. cit.
Y NOCIÓN DE ESTRUCTURA 59

H e m o s demostrado más arriba que la aceptación de


una perspectiva de este tipo lleva consigo que sólo pue­
de hacerse la teoría de aquellos objetos q u e tienen la
propiedad de ser sistematizables, y que, c o m o las cate­
gorías que definen los objetos no están construidas sis­
temáticamente, es preciso tomarlas allí donde se las en­
cuentra, y se acaba por encontrarlas en el mismo lugar
que muchas categorías esenciales: en una ideología, que
es, c o n mucha frecuencia, la ideología dominante... Por­
que la única razón válida para no construir e l objeto de
tal forma que se le pueda explicar, que se pueda despe­
jar su estructura, es la de no querer hacerlo.

LAS ESTRUCTURAS NOVELESCAS DE GOLDMANN A LA


LUZ DE LA NOCIÓN DE ESTRUCTURA

H e m o s visto que una estructura se define por un


sistema de transformaciones ( y que es cerrado). Pero
un sistema de transformaciones no es más que un pro­
ceso de conceptualización. E l más sencillo de estos pro­
cesos de categorización, de estos sistemas de transforma­
ciones, es eí isomorfismo de las representaciones, cuyo
ejemplo concreto es la traducción de un lenguaje A a
un lenguaje B , en el caso de que los dos lenguajes ten­
gan la misma sintaxis ( i s o m o r f o s ) y que exista un dic­
cionario [conjunto de correspondencias bi-unívocas en­
tre las palabras ( c e m e n t o s de lenguaje) de A y de B ] .
Los dos lenguajes de este ejemplo, A y B , son dos trans­
formaciones que pertenecen al mismo sistema de trans­
formaciones, a la misma estructura.

LA «ESTRUCTURA» DEL GENERO NOVELESCO


Y LA ESTRUCTURA INTERNA

Según Goldmann, y siempre que se entienda que un


género novelesco es "el conjunto de características co­
munes a todas las novelas", existe una estructura del
gO SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

género novelesco. Hemos visto antes, que la noción de


estructura del género novelesco tenía una connotación
formal, por su oposición efectiva a las "estrucuras inter­
n a s " como "estructuras de contenido", y también por
su origen.
E s fácil darse cuenta de que la definición que da
Goldmann de la "estructura del género" no es la de una
estructura, y esto sin fijarnos ahora en cómo la define;
basta con constatar que para explicar los diferentes
conjuntos de novelas, aparecidos en un momento dado,
en una sociedad dada, el autor tiene que recurrir a la
noción de evolución de la estructura. E n efecto, su de­
finición n o define a un sistema de transformaciones (ni
las transformaciones que le componen, ni las relaciones
entre e l l a s ) , que sirva para explicar los conjuntos de
relaciones que él quiere describir. D e hecho, el punto
de partida de la "estructura del género novelesco" n o
es la tentativa de construcción de un conjunto de ca­
tegorías coherentes que permitan la descripción de las
novelas concretas, como conjuntos de relaciones entre
ellas, conjuntos de relaciones que podrían, inmediata­
mente, ser analizados como transformaciones que cons­
tituyen un sistema de propiedades definidas con la ayu­
da de categorías que precisen el modo de existencia de
las transformaciones, sino que es, por el contrario, el
intento de abstracción de una " f o r m a " común a las
diversas novelas, presente en todas, y que definiría al
género novelesco.
Goldmann aplica la noción de estructura interna a
los resultados del análisis de una novela concreta. Sus
análisis de las novelas concretas (los de las novelas de
M a l r a u x ) , establecen conjuntos de relaciones entre los
elementos de la novela ( y ponen en relación estas rela­
ciones con la sociedad que ha producido la novela, aun­
que esto es ya otro p r o b l e m a ) .
I NOCIÓN D E ESTRUCTURA 61

Antes de plantear la cuestión de saber si estos con­


juntos de relaciones definen una estructura, es preciso
ver de q u é forma son descritos. Porque su descripción
está hecha de manera n o formal: Goldmann n o define
en ningún sitio las categorías que permiten aislar los
elementos, ni tampoco las categorías de relación; y me­
nos aún aquellas que describen las propiedades del con­
junto de relaciones, en tanto que conjunto. Evidente­
mente, es posible comprender lo que un discurso quie­
re decir, incluso cuando las palabras empleadas en él no
están definidas formalmente. Pero en c a m b i o n o es fá­
cil (quizá es imposible) extraer las propiedades del
conjunto de relaciones q u e enuncia este discurso, que
se sitúa a varios niveles de abstracción simultáneamente,
que salta de uno a o t r o , l o que, si se empleara la
terminología de Boudon, equivaldría a decir q u e ese dis­
curso constituye un "sistema-objeto" indefinido o mal
definido. E s t o no quiere decir que las categorías em­
pleadas para aislar el o b j e t o o para el enunciado de las
relaciones no sean adecuadas; el problema es que no es
posible saberlo... i
E l anáhsis de la "estructura interna" de las novelas
de Malraux ^ es un t e x t o de 1 5 0 páginas. L o s análisis de
símbolos, el estudio de temas, la definición de las for­
mas de relación entre los personajes, de los personajes
con el mundo, las descripciones de las "aspiraciones" de
los personajes, el estudio de las relaciones entre los
temas y las citas de las novelas estudiadas, constituyen
una parte de los asuntos que Goldmann aborda en su
análisis. Las relaciones entre las categorías empleadas y
entre estas categorías y las de la conclusión son poco
claras. N o contienen ninguna descripción, ni de las téc­
nicas de análisis (protocolos de o b s e r v a c i ó n ) , ni de las

66 L . GOLDMANN, Para una sociología de la novela, ed. cast.


cit. p. 37-187. E l texto no lleva divisiones, ni en capítulos, ni en
parágrafos, ni por temas.
52 SOCIOLOGÍA DE LA NOVELA

categorías analíticas, ni de los tipos de razonamiento


empleados. E s evidente que n o constituyen una descrip­
ción ni de una estructura, ni de u n sistema de relacio­
nes. E s un t e x t o que es necesario interpretar.

CONCLUSIÓN o . , ^ •

E n el capítulo primero, había indicado que en los


escritos de Goldmann se producía un deslizamiento en
el sentido de la palabra estructura. E n efecto, en las
obras que preceden a Para una sociología de la novela
el sentido que Goldmann da a la palabra estructura,
lo mismo que su función en la teoría, aproximan su de­
finición a la de Piaget, que el autor cita, y que está cer­
cana a las concepciones actuales del autor de Bl es­
tructuralismo. E n cambio en Para una sociología dé la
novela, la palabra "estructura" tiene un sentido diferen­
te, e l sentido de una forma, y la posición central que
ocupa en la teoría, la convierte en un híbrido de una
"teoría del reflejo" y de un mecanismo de explicación
psicológica d e las formas.
Pero por otra parte. Para una sociología de la novela
tiene el mérito de enfrentarse a n t e un problema nuevo:
el de la sociología de un género literario. P e r o , c o m o
Goldmann da una interpretación formalista del género
— q u e se manifiesta por la dicotomía forma-contenido—
y la palabra "estructura" desliza su sentido y pasa a
ser un concepto idealista, el problema nuevo de la socio­
logía de un género no es abordado de forma explícita y
no nos lleva al estudio de un sistema de transformacio­
nes específicas de las estructuras, cuya forma de exis­
tencia son las novelas, es decir, a l estudio de las estruc­
turas novelescas.
Sin embargo, y a pesar de que Para una sociología
de la novela defina su objeto de manera formalista, se
pueden encontrar en ella conceptos que en el c o n t e x t o
de un análisis estructural en el sentido adecuado, pue-
Y NOCIÓN D E ESTRUCTURA 63

den resultar útiles. Además, precisamente debido a que


Goldmann se ve obligado a cambiar el sentido de la
palabra estructura para tratar el género novelesco iden-
tificado con la forma, hemos podido definir mejor nues-
tro o b j e t o , como el estudio sociológico del género pen-
Itoado c o m o un sistema específico de transformaciones
" d e las ideologías, cuyas formas de existencia son las no-
velas
E l resultado de nuestro análisis puede resumirse así:
para dar una explicación psicológica de las obras litera-
rias es preciso intentar definir, no una " estructura
forma, no aquello que las obras tienen en común, sino
más bien una estructura en el sentido propio, es decir,
un sistema de transformaciones específicas, que es es-
tructurante, es decir que puede exiplicar las novelas con-
j j r e t a s , como formas de existencia de la estructura, y
áue él mismo, a su vez, es estructurado.

67 E n el momento de publicar este texto, dos a ñ o s después de


redacción, m e doy cuenta de las dificultades del vocabulario em-
pleado. Cuando digo "género pensado como sistema específico de trans-
'Ormaciones" hubiera debido decir, empleando la nomenclatura de
Kristeva, "sistema modulante secundarlo" (cf. Semeiotike, "Re-
¡rches pour une semanalyse P a r í s , Seuil, 1969, p. 4 4 ) . Pensar el
e r o c o m o sistema de transformaciones es no pensar en términos
género... Pero en 1967 la supralingüistica que se está desarrollando
la Unión Soviética y en F r a n c i a estaba confinada en las publica-
rtones especializadas de los lingüistas. Hoy, tanto los lingüistas como
3 sociólogos sabemos que las "superestructuras" y la problemática de
semántica cubren el mismo t e r r e n o . •
ÍÜNDA PARTE

Estructuralismos y teorías de la ideología


CAPITULO III

Lingüistica y análisis estructural de los relatos

ORÍGENES Y PRESUPUESTOS ;: ,

L a distinción saussuriana entre la lengua y el habla


constituye Ja lingüística c o m o disciplina autónoma y
ofrece, paralelamente, el modelo sobre el que habrán
de basarse los procedimientos teóricos de las diversas
escuelas estructuralistas. E n efecto — c o m o se verá más
adelante— la dicotomía "lengua-habla" será interpreta­
da como un caso particular ( y sin duda ejemplar) de la
dicotomía fundadora del estructuralismo, a saber: es­
tructura vs. acontecimiento.
Antes de adentrarnos en la discusión de las implica­
ciones teóricas y epistemológicas de esta distinción, es
preciso analizar la manera en que Saussure la concibe.
La lengua —según Saussure— es "un objeto bien defi­
nido e n el conjunto heteróclito de los hechos del len­
guaje. S e la puede localizar en la porción determinada
del circuito donde una imagen acústica viene a asociar­
se con un concepto. L a lengua es la parte social del len­
guaje, exterior al individuo, que por sí solo no puede
ni crearla ni modificarla; n o existe más que en virtud
de una especie de contrato entre los miembros de la
comurúdad" ^.

1 Ferdinand de SAUSSURE, Curso de Lingüistica General, E d i t o ­


rial Losada S. A., Buenos Aires 1945. 4.'» ed., 1961. Traducción, pró­
logo y notas de Amado Alonso. P á g . 58. Y o subrayo.

[^7]
58 LINGÜISTICA Y

Así, pues, la lengua constituye un objeto suscepti-


b l e de ser estudiado independientemente del lenguaje ^;
mientras que el lenguaje es heterogéneo, la lengua es "de
naturaleza homogénea: un sistema de signos en el que
lo único esencial es la unión del sentido y de la imagen
acústica, y en la que las dos partes del signo son igual-
mente psíquicas" ^.
Dicho de otro modo, la lengua es "un objeto de na-
turaleza concreta: una "institución social"*, un "siste
ma de signos que expresa ideas" ^. L a lingüística, cuyo
objeto es la lengua, forma parte de la "semiología" — o
ciencia general de los signos—, la cual, a su vez, cons-
tituye un sector de la psicología social y, por tanto, de
la psicología general^.
E l habla es, inversamente, "un acto individual de
voluntad y de inteligencia en el que conviene distin-
guir: 1 ) las combinaciones por las que el sujeto hablan-

2 Ibid. Pág. 58. Todos los subrayados son míos. E s t a larga cita,
a la que me referiré más adelante, indica bien las relaciones entre
el modo de definición de lengua "objeto bien definido" y sus condi-
ciones de posibilidad: la imposición social-índividual (social-contrato)
y todos los temas ideológicos del liberalismo...
3 F . de SAUSSURE, Ciírso de Lingüistica General, ed. cit. p . 58-59.
4 F . de SAUSSURE, Curso de Lingüistica General, ed. cit. p. 60.
5 F . de SAUSSURE, Curso de Lingüistica General, ed. cit. p. 60.
E s t a cita es particularmente importante, como se verá después, en
la discusión de la pertinencia de los conceptos de Saussure: parece
manifiesta la concepción idealista de la significación propia a la no-
ción de signo como expresión de la idea... Sin embargo, y c o m o se
repetirá después, el razonamiento de Saussure es complejo y el signo
tiene, además de un significado, un valor. Los saussurianos, salvo
excepciones, tienden a desconocer en general esta segunda dimensión
del signo,
6 La definición de la lingüística c o m o parte de la psicología no
es un error; es perfectamente coherente con la definición, p o r una
parte de los signos como "esencialmente físicos" (cfr. P. de
Saussure, Curso de Linüística General, p. 5 9 ) , y por o t r a , del
sistema de signos c o m o una institución social, "una especie de con-
t r a t o entre los miembros de la comunidad". L a lengua, c o m o objeto
de estudio, se define así en el contexto de una sociedad pensada c o m o
fundamentalmente contractual, cuyos miembros son individuos-sujetos...
E l proyecto semlológlco de Saussure, proyecto que ha sido el fun-
damento del trabajo de Lévi-Strauss, se sitúa, inevitablemente, en
este contexto, compartiendo sus méritos y encerrándose en sus limites.
E n tal sentido, cabe señalar que la explicación que Lévi-Strauss d a
de las estructuras es también, en última instancia, psico-física: las
estructuras, en efecto, pueden ser definidas, según Lévi-Strauss, c o m o
"un conjunto de imposiciones de naturaleza psicológica y lógica, que
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 69

te Utiliza el código de la lengua con miras a expresar


su pensamiento personal; 2 ) el mecanismo psico-físico
que le permita exteriorizar esas combinaciones"
Se ve claramente que la distinción lengua-habla está
fundada en la oposición social-individual, y en una con-
cepción expresiva del habla como exteriorización del
pensamiento individual por el uso de la lengua como
código-instrumento. C o m o nota Paul Ricoeur, esta dis-
tinción permite poner entre paréntesis un hecho impor-
tante: que lo propio del lenguaje no es sólo que el su-
jeto que habla combine "signos", sino que los combine
de forma específica en un discurso significante*. Exami-
naremos más adelante las implicaciones de esta "puesta
entre paréntesis" del discurso.
U n a vez hecha la distinción entre la lengua y el
habla, la lengua se define c o m o "un sistema que no co-
noce más que su orden propio y peculiar" ^: un sistema
de signos, cuyas leyes constituyen el cuerpo de la lin-
güística. E s t e objeto — l a lengua— está definido por el
método de Saussure: se trata de analizarlo c o m o con-
junto cerrado (autónomo con respecto a las otras cien-
c i a s ) ; de explicar lingüísticamente los fenómenos lin-
güísticos. Sin embargo, la noción de fenómeno no apa-
rece c o m o tal.
La noción de signo es inseparable de la de lengua:
lengua es un sistema de signos. ¿ Q u é es un signo?

f o r m a a nuestro pensamiento y que se encuentran, sustancialmente


nticas, en todo espíritu h u m a n o , occidental o exótico, primitivo
civilizado. L a existencia universal de estas imposiciones plantea,
rldentemente, el problema de su naturaleza. E n mi opinión, la hipó-
m á s verosímil, al menos a título provisional, es que ellas se ex-
directamente en la vida mental, que ellas en cierta manera
;tan en ésta determinados aspectos de la estructura de la cor-
iza cerebral y de su modo de funcionamiento" (Oír. Lévl-Strauss,
| X a AntropoIog(a hoy", una entrevista a Claude Lévi-Strauss —por
TCliseo Veron— en "Cuestiones de Filosofía", Buenos Aires, 1962. nos.
, p. 1 6 1 ) .
7 F . de SAUSSURE, Curso de Lingüistica General, ed. cit. p. 57.
8 Paul R I C O E U E , La structure, le mot, l'évenement, en Esprit,
If.» 360, m a y o 1967, pp. 801-821. Se publicó en trad. castellana en Pensa-
ento Critico. L a Habana.
9 P . de SAUSSURE, Curso de Lingüística General, ed. cit. p. 70.
70 LINGÜÍSTICA Y

Problema fundamental que da lugar a un extenso aná­


lisis de Saussure.
P o r una parte, el signo es una entidad psicológica,
la unión del significante y del significado. P o r otra
el signo es un elemento de un sistema de signos. L a
forma en que Saussure define y estudia esta "entidad"
merece un análisis detallado.
P o r otra parte, Saussure declara que: "los signos
lingüísticos, no por ser esencialmente psíquicos son
abstracciones; las asociaciones ratificadas por el con­
senso colectivo, y cuyo conjunto constituye la lengua,
son realidades que tienen su asiento en el cerebro"
P o r otra parte, l o que "el signo lingüístico une n o es
una cosa y un nombre sino un concepto y una imagen
acústica. L a imagen acústica n o es el sonido mate­
rial, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la
representación que de él nos da el testimonio de nues­
tros s e n t i d o s " S a u s s u r e propone luego remplazar
"concepto e imagen acústica respectivamente, con signi­
ficado y significante" Con lo cual se llega a la defi­
nición del signo como unión del significante y del sig­
nificado, "entidad psíquica con dos caras". La palabra
signo se refiere, pues, a la totalidad del significante y
del significado.
Así definido, el signo posee, según Saussure, dos
características principales: primeramente, el signo, to­
talidad en la que se unen significante y significado, es
arbitrario y esta arbitrariedad consiste en la contingen-

1 0 P. de SAUSSURE, Curso de Lingüística General, ed. cit. p. 59.


L a s estructuras de Lévi-Strauss tienen tarnbíén sede en el cerebro
( c f r . nota 127).
11 F . de SAUSSURE, Curso de Lingüistica. General, ed. cit. p. 128.
Y o subrayo.
12 P. de SAUSSURE, CMr.so de Lingüística General, ed. cit. p. 129.
E s t e reemplazamiento es importante: gracias a él se puede dejar de
lado el problema de la distinción entre el "concepto" (significado)
y la huella psíquica de la imagen acústica (significante), asi c o m o
se puede fundar después la distinción entre "valor" y "significado"
del signo y... olvidar, después de Saussure, la noción de valor tal
c o m o Saussure la funda.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 71

cia de la relación de la idea y la imagen acústica y no


en la libertad del sujeto que habla. E s una "arbitrarie-
dad" q u e depende del carácter convencional del signo:
de su carácter de elemento de la lengua, institución so-
cial ( c o n t r a c t u a l ) . E l segundo es el carácter lineal del
significante: puesto q u e el significante es de "natura-
leza auditiva, se desenvuelve únicamente en el tiempo y
tiene los caracteres que toma del tiempo: a ) representa
una extensión; b ) esta extensión es mensurable en una
sola dimensión; es una l í n e a "
L o menos que se puede decir de la definición del
signo es que se presta a confusión. L o interesante es
ver c ó m o se intenta utilizar la noción de lengua como
sistema de signos, y el método "estructural" de la lin-
güística saussuriana fuera de los presupuestos que cons-
tituyen sus condiciones de posibilidad. P e r o antes de
ocuparse de este problema, hay que ver c ó m o Saussure
piensa la lengua como o b j e t o formal ( y no sustancial),
hecho de oposiciones y de diferencias, que se estudia co-
mo una combinatoria.
E l problema, tal c o m o lo ve Saussure, es el si-
guiente: "la lengua presenta, pues, el extraño y sor-
prendente carácter de no ofrecer entidades perceptibles
a primera vista, sin que p o r eso se pueda dudar de que
existan y de que el juego de ellas es l o que la constitu-

ís Ibid. P . 130. L a lectura atenta de las páginas 100 y 101 es


fundamental si se quiere comprender cómo la noción de lengua y la
(inseparable) de signo se definen en el contexto de una concepción
liberal de la sociedad c o m o conjunto de individuos en relación por
múltiples "contratos" y "convenciones". Benvenlste discute la arbitra-
riedad del signo (Problemes de linguistigue genérale, pp. 49-55. De
próxima publicación en Siglo X X I ) y lo atribuye a la confusión de
las diferencias entre los significantes del mismo significado (la cosa)
y diferencias en el modo de unión necesaria del concepto y la palabra
en las diferentes lenguas: "Lo arbitrario no existe aquí m á s que con
respecto al fenómeno o al objeto material y no interviene en la cons-
titución propia del signo ( p . 5 3 ) . Pienso que Benvenlste tiene razón
cuando dice esto, pero que no s a c a las conclusiones necesarias de su
afirmación: la negación de la pertinencia de la distinción entre sig-
nificante y significado, y el rechazo de la noción de signo como
concepto científico.
14 P . de SAUSSURE, Obra citada, 3." édition, p. 133.
72 LINGÜÍSTICA Y

ye" E s decir, los signos ( u n i d a d e s ) , se constituyen


por sus oposiciones, y por sus identidades o, en los
términos de Saussure mismo:
" E l mecanismo lingüístico gira todo él enteramente
sobre identidades y diferencias, siendo éstas la contrapar­
tida de aquéllas. E l problema de las identidades, pues, se
vuelve a encontrar en todos los sitios, pero, también, se
confunde parcialmente con el de las entidades y de las
unidades, del cual no es más que una complicación, por
lo demás, fecunda"
L a problemática que estas citas designan es la de
la noción de estructura — o , mejor, la de la noción de
sistema— tal como aparece, indisolublemente ligada,
al modo de definición de la lengua. Y esto porque si
los signos son los elementos del sistema de la lengua,
sólo el estudio de las relaciones entre ellos permite la
definición de los signos mismos Sin entrar aquí en la
discusión detallada del problema indicado, se puede
subrayar que el planteamiento en términos de elementos
— y sistemas de relaciones entre ellos ( q u e definen los
e l e m e n t o s ) — presenta dificultades sobre todo a nivel
semántico y semiológico, pero que parece suficiente para
tratar los niveles fonológico y morfológico. Y que, pre­
cisamente, el modo de definición de los elementos del
lenguaje constituye un problema, el "problema de los
niveles" en lingüística, del que trataré después, y cuya
solución exige una concepción más elaborada de la no­
ción de estructura como sistema de transformaciones

15 F . de SAUSSURE, p. 184.
16 P de S A U S S U R E , p. 186.
17 P . de SAUSSURE, obra citada, p. 138. E s t o nos lleva al pro­
blema —de una gran dificultad— de la diferencia entre las estructuras
y la estructuración pensada como proceso. Ricoeur escribe que "para
interpretar correctamente este trabajo del lenguaje, es preciso apren­
der de nuevo a pensar, como Humboldt, en términos de proceso m á s
que de sistema, de estructuración m á s que de estructura". Paul Ri­
coeur, Le structure, le mot, l'évenement, en Esprit, n." 360, m a y o
1967, pág. 819. E s t e aspecto se discute m á s adelante.
13 Ver el capitulo V, la concepción de la estructura de Piaget.
SALISIS ESTRUCTCRAL 73

ÍTALOR y SIGNIFICADO DEL SIGNO

E l problema es el siguiente: ¿ C ó m o definir los ele-


entos cuyo conjunto estudiamos c o m o sistema?
aussure advierte que las relaciones definen los "ele-
lentos". E s decir, que los signos se definen estudiando
as relaciones del sistema de signos.
E l signo es significante y significado: e l significan-
es significante porque existe un significado. Saussure
i i c e que la idea delimita el sonido que la representa al
JÉismo tiempo que el sonido (imagen acústica) de la
a l a b r a define (delimita) la idea. Así, la idea, el con-
ato, es el significado de la palabra (del s i g n o ) . Este
tipo de relaciones son las relaciones "verticales" signi-
ficante-significado. P e r o por otra parte, existen relacio-
nes horizontales, en las que el significante se delimita
con respecto a los demás significantes y e l . significado
con respecto a los otros significados. E s t a s relaciones
se vinculan a lo que Saussure llama valor del signo.
Saussure afirma, por una parte, que el significado y
e l valor de un signo son realidades distintas. P o r otra
parte, que el valor define el significado. E l fundamento
de la distinción se encuentra en otra distinción: la del
concepto y su "imagen acústica" ^ . V a m o s a ver cómo.
Saussure escribe: "Ahora se ve la interpretación real
del esquema del signo. A s í ,

Significado
"juzgar"
Significante
"juzgar"

19 E s t u d i a r como sistema es, para Saussure, buscar la explica-


ción del hecho en el conjunto de hechos en el que el primero se sitúa:
nntonces la lengua es sistema porque no conoce m á s que su orden
propio y la lingüística es una ciencia autónoma de las otras...
20 No hay que olvidar que la "imagen acústica" no es el sonido,
idoflnido físicamente, sino la huella o traza en el psiquismo.
74 LINGÜÍSTICA Y

quiere decir que en español un concepto "juzgar" está


unido a la imagen acústica "juzgar"; en una palabra
( m o t ) él simboliza la significación; pero bien entendido
que ese concepto nada tiene de inicial, que no es más
que un valor determinado por sus relaciones con los
otros valores similares, y que sin ellos, la significación
n o existiría"
Se advierte aquí claramente que no hay, para Sau-
ssure, significado del signo sin valor del signo, y que
el valor depende de las relaciones con otros valores. L a
distinción saussuriana entre valor y significado es frágil:
la mayoría de sus seguidores la borran y n o conservan
más que la noción de significado.

LA NOCIÓN DE SISTEMA (O DE ESTRUCTURA)

Percibir, a través de la obra de Saussure, todos los


aspectos de la noción de sistema, es un trabajo arduo.
P o r ello, sólo se ha efectuado en contadas ocasiones.
E s indudable que el término "sistema" tal como
Saussure lo emplea, es un sinónimo del término "estruc-
tura". Sinónimo, no porque sepamos lo que los dos quie-
ren decir, sino porque se sitúan en la misma problemá-
tica: en una problemática elemento-relación, sincronía-
diacronía, sociedad-individuo, forma-sustancia, identi-
dad-diferencia... E s decir, en una problemática consti-
uida por una serie de oposiciones categoriales.
Para ilustrar esta perspectiva, son ejemplares unas
cuantas citas de Saussure.- la lengua es una forma y no
una sustancia" " E n la lengua n o hay más que dife-
rencias" " L a lengua es un sistema de puros valores
que nada determina fuera del estado momentáneo de
sus términos."

21 F. de SAUSSURE, Curso..., p. 199.


22 F. de SAUSSURE, p. 206.
23 F. de SAUSSURE, p. 203.
24 P de SAUSSURE, p. 148.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 75

E n resumen: las distinciones lengua-palabra y sin-


crónico-diacrónicc, son dos distinciones complementarias
y constitutivas de la noción estructura, tal c o m o los es-
tructuralismos la piensan, porque delimitan una totali-
dad, totalidad cerrada — e s decir, que no se "sale de
ella para explicarla"—, y a-histórica. E n efecto, "todo
cuanto es diacrónico en la lengua, solamente lo es por el
habla. E n el habla es donde se halla el germen de todos
los c a m b i o s "
Lengua y sincronía son, pues, paralelas, del mis-
mo modo que habla y diacronía.
Sincronía — Diacronía
Sociedad — Individuo
Forma — Sustancia
Todas éstas son, pues, distinciones paralelas.
La noción de sistema — e n la que se estudia la len-
j a — las implica todas, además de la noción de orden
propio, que funda la autonomía de la lingüística y la
finición de su objeto.

semiología

Fundada en su definición del signo y en el método


¡jde análisis de los sistemas de signos, Saussure concibe
l u n a ciencia nueva, la ciencia de los signos o semiología,
| d e la que la lingüística n o sería más que una sección,
ista ciencia de los signos constituiría una parte de la
psicología social, puesto que el signo — t o d o signo—
J e s una entidad psicológica^^.
L a lengua es "solamente el más importante de esos
I sistemas" (los s i g n o s ) , dice Saussure L a posición
|,de la semiología, que estudiaría las leyes generales
de los signos, sería determinada por el psicólogo.
25 F . de SAUSSURE, p. 172.
26 F . de SAUSSURE, Curso de Lingüistica General, p. 60.
27 Ibid., p. 60.
76 LINGÜISTICA Y

D e todas formas, Saussure precisa que "al consi-


derar los ritos, las costumbres, etc., como signos, estos
hechos aparecerán bajo otra luz, y se sentirá la necesi-
dad de agruparlos en la semiología y de explicarlos por
las leyes de esta ciencia"^*. E s t a profecía define un mé-
todo, tm proyecto cuya importancia en la historia de las
ciencias es decisiva.

LOS ANÁLISIS «ESTRUCTURALISTAS»

L a tentativa de realización del proyecto semiológico


de Saussure toma forma en los últimos veinte años en
Francia. Pero en lugar de definir una ciencia, funda
una escuela: los resultados de la aplicación del " m é t o -
do de la lingüística" a distintos hechos sociales son dis-
cutibles, y eso, incluso aunque sean interesantes. L a
"semiología" no alcanza el rigor de la fonética.
Fascinados por las pretensiones de rigor del proyec-
t o semiológico, son numerosos los investigadores que
intentan analizar hechos sociales de tipo diverso c o m o
"sistemas de signos". Sin embargo, los resultados de la
tentativa no aparecen concluyentes, en particular los
que conciernen directamente a los relatos.
Lévi-Strauss es el primero — y el más serio— de los
representantes de esta escuela. Desde L'Anthropologie
Structurale a sus obras más recientes, el trabajo de L é -
vi-Strauss se define como una tentativa de análisis es-
tructural de los relatos míticos. D e s d e Le Cru et le Cuit
hasta L'origine des manieres de table, la serie de Mi-
tológicos se extiende progresivamente, con una cons-
tancia considerable en la metodología.
Sin entrar en un análisis detallado de los trabajos
de Lévi-Strauss, se puede indicar que lo que este autor
intenta hacer es constituir una meta —"lengua m í t i c a " ,

28 Ibid., p. 62.
(ÍALISIS ESTRUCTURAL 77

sistema de signos que sea autónomo, que n o requie­


ra consideraciones exteriores en su explicación de los
hechos comprobados por el sistema ( y eso, aun cuando
Lévi-Strauss apela, para dilucidar el significado de cier­
tos mitos, a las relaciones de parentesco, a la prepara­
ción de alimentos, e t c . ) .
Las unidades del sistema son los mitemas, "gruesas
imidades de significación" que se definen c o m o rela­
ciones y que agrupan en ellas los " semantemas" ( o
" s e m e m a s " , como los llama G r e i m a s ) , de la misma ma­
nera que estos últimos están compuestos por los morfe­
mas, y los morfemas, a su vez, por los fonemas. E l mé­
todo de análisis consiste en descomponer todo mito en
una serie de mitemas, y estudiar las articulaciones de
estos mitemas en el discurso mismo. S e trata luego de
considerar el mito como un elemento de un conjunto
más amplio: una mitología. E l mito particular es estu­
diado entonces como una de las variaciones posibles
sobre un mismo tema; de u n o a otro de los temas de
una mitología, se pasa por transformación.
Las relaciones que Lévi-Strauss estudia son de dos
tipos: relaciones entre actores en el mito, y relaciones
entre los comportamientos de los actores. C o m o ejem­
plo se puede mencionar el célebre estudio de los mitos
pororó, tupi y ge, en el q u e Lévi-Strauss prueba que es
sible definir una serie de transformaciones (reversi-
i) que permiten el pasaje de mitos tupí a un mito
\ororo y recíprocamente.

ti tí
TUPI > GE >• BORORO

Claude LEVI-STRAÜSS, L'Anthropologie Structurale, ver cita


siguiente (Hay trad. cast. Paidós. Buenos Aires 1969).
78 LINGÜISTICA Y

Los mitos tupí, gé y bororo pueden entonces con­


siderarse como un grupo cerrado de transformaciones
Actualmente Lévi-Strauss prosigue el análisis de con-
jimtos de mitos cada vez más amplios, con el proyecto
de definir la estructura del pensamiento mítico, es de­
cir, el sistema ( c e r r a d o ) de transformaciones de todos
los mitos.
Sin entrar en más detalles respecto al método de
Lévi-Strauss, hay que mencionar que, como el autor mis­
m o lo reconoce, el tipo de análisis que emplea es posible
porque el relato mítico —^literatura o r a l — se caracteri­
za por el hecho de encontrarse entre la lengua y e l ha­
bla (curioso sentido para una meta-lengua) entre la sin­
cronía y la diacronía^^. E n efecto, si el mito pertenecie­
ra solamente al orden del habla — e n el sentido riguro­
samente saussuriano del t é r m i n o — tendría sólo una or­
ganización sintagmática, y no se podría estudiar un con­
junto de mitos como sistema. P e r o "dado" que se sitúa
a medio camino entre ambos registros, el mito posee
además una organización paradigmática que determina
su construcción y que permite la elaboración de la mito­
logía como objeto sistemático, c o m o meta-lengua. Y tam­
bién, porque el mito es un tipo de discurso en el que, un
anáUsis exclusivamente semántico, que deja de lado la
configuración fonética, fonológica, sintáctica y morfoló­
gica del relato mítico, es posible y legítimo. Al menos tal
es la opinión de Lévi-Strauss:

" S e podría definir el mito como un modo del


discurso en el que el valor de la fórmula traduttore-
traditore tiende prácticamente a c e r o . . . L a sustan­
cia del mito no se encuentra ni en el estilo, ni en el

30 Ver: Claude LEVI-STRAUSS, Le Crü et le Cuit, París, Plon,


1964. Trad. castellana: "Lo crudo y lo cocido", F . C . E . , y también
J e a n PANILLON, "L'Analyse des mythes", L'homme, vol. V I , enero-
marzo 1966, págs. 100-105.
31. C. LEVI-STRAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 231.
UALISIS ESTEUCTDEAL 79

modo de narración, ni en la sintaxis, sino en la


historia narrada."
L a posibilidad del análisis se debe, entonces, a una
j^ropiedad del objeto analizado: el análisis del mito como
historia, la forma de constitución de los mitemas como
traducción, en una proposición simple, de los aconteci­
mientos narrados en el m i t o , es posible, porque en los
mitos sólo importa el contenido
E s e contenido, que se encuentra en la historia narra­
da por el mito —pero que no es esta historia— es conce­
bido c o m o una serie de oposiciones constitutivas del
universo semántico, condición de posibilidad de la his­
toria mítica. Los mitemas establecen —manifiestan o
expresan— las relaciones entre las categorías del uni­
verso mental que estructura los relatos míticos.
E s importante comprender, en el método de Lévi-
Strauss, que las unidades del relato mítico, los mitemas,
aunque aislados carezcan de significación la tienen-
en el momento en que se definen c o m o manifestando
las oposiciones constitutivas de la "arquitectura del es­
píritu" (oposiciones como lo crudo y lo cocido, lo puro
y lo impuro, lo animal y lo vegetal) y que, entonces, el
método de Lévi-Strauss está inseparablemente ligado a
la existencia, independiente de los relatos estudiados,
de una estructura de los significados, q u e los relatos ex­
presan, y de los que es la condición de posibilidad. Por
eso los " m i t e m a s " se identifican a los signos: unen un
significante, el acontecimiento de la historia q u e el mito
relata, y un significado, que es una articulación de se­
mantemas, de categorías sémicas.
E s esto precisamente l o que permite a Lévi-Strauss
concebir la mitología como meta-lengua, y la meta-len-

,32 C. LEVI-STHAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 232.


33 C. LEVI-STBAUSS, L'Anthropologie Structurale, p. 233.
34 L o cual es discutido p o r B . y L . Makarius en "Des Jaguars et
des Hommes", L'Homme et la Société, n.» 7, 1968, pág. 231.
80 LINGÜÍSTICA y

gua como situada entre la lengua y el habla: el mitema,


aunque sea, en realidad una frase, define para Lévi-
Strauss, un signo. (Lévi-Strauss ignora completamente
el problema de los niveles que menciona B e n v e n i s t e . )
Si la frase ( m i t e m a ) es signo, entonces hay articulacio­
nes de los significantes que permiten el acceso a las ar­
ticulaciones del significado. Y estas "articulaciones del
significado" son la estructura del relato mítico, en la
medida en que, por transformación de las relaciones en­
tre significantes, la misma estructura del significado se
encuentra detrás de mitos distintos.

Encontramos en la metodología de Greimas los mis­


mos presupuestos que en la de Lévi-Strauss: ima con­
cepción del signo c o m o recipiente de un contenido cuya
"estructura" está hecha de oposiciones y, en consecuen­
cia, un análisis esencialmente formalista del relato.
Se puede discutir detalladamente la teoría del relato
mítico de Greimas: será más fácil compararla con la de
Lévi-Strauss y ver ulteriormente la teoría general de la
significación de Greimas, su "semántica estructural" co­
m o generalización y sistematización de los postulados de
Lévi-Strauss.
Greimas considera, basándose en Lévi-Strauss, que
hay tres elementos fundamentales a tener en cuenta en
la descripción del relato mítico: a ) el armazón ("arma-
t u r e " ) ; b ) el mensaje; c ) el código.
P o r armazón Greimas entiende "la lengua del rela­
t o " , es decir, " e l conjunto de propiedades estructurales
comunes de todos los mitos-relatos" conjunto que,
según él, implica dos planos:

S5 Lévi-Strauss construye el mitema como traducción en una


Irase simple, del acontecimiento narrado en el mito. <
36 A. J. GBEIMAS, "Elements pour une théorie de l'interprétation
du récit mithique", Communications, n.» 8, Seuil, p. 29.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL

a) El plano discursivo: "el mito considerado co­


mo unidad discursiva transfrásica" .
b) El plano estructural: "la estructura del conte­
nido que se manifiesta por medio de la narración"
Según Greimas, la lingüística se limita al estudio de
la frase. Y el análisis estructural de los relatos no puede
considerar al discurso c o m o una pura adición de frases,
sino que, al contrario, lo debe considerar c o m o "un to­
do de significación". E l plano discursivo del relato (ho­
rizontal) es concebido como "una sucesión de enuncia­
dos cuyas funciones-predicados simulan lingüísticamente
un conjunto de comportamientos que tienen una finali­
dad" E l plano discursivo posee una dimensión tempo­
ral.
E n cambio, el plano estructural, la estructura del
contenido, es la articulación de "estructuras elementales
del contenido" —las "categorías s é m i c a s " — oposiciones
de " s e m a s " .
E l mensaje es, para G r e i m a s , la significación parti­
cular de cada mito, significación que se sitúa en los dos
planos, discursivo y estructural. E n el plano discursivo,
el relato es una sucesión de acontecimientos implicando
actores L a descripción del relato en el plano discursi­
vo se hace mediante una serie de categorías actanciales:
los actantes son individuales o colectivos, y dentro de
esta clasificación, héroes-sujetos u objetos-valores*^, des­
tinatarios o destinadores, oponentes-traidores o ayudan-
les-fuerzas benéficasPero los actores o los aconteci-

37 Ibid., p . 29.
38 Ibid., p. 29.
39 Ibid., p. 29.
40 Se verá después cómo "el plano discursivo" ha sido bastante
lilen descrito por Greimas. No p a s a lo mismo con el plano estruc­
tural y , p o r lo tanto, con sus relaciones.
41 E s t a discusión es inoperante. Veremos c ó m o los actores son
•irnultáneamente sujetos y objetos. Ver capítulo siguiente.
42 Ver en A. J . Greimas, Langue et Langage, Larousse, París 1966,
ni capítulo Béflexions sur les modeles actentiels, pp. 172-189, más
Ki'neral. Usamos el artículo citado porque es m á s reciente y más
«Imple.
32 LINGÜISTICA Y

mientas son para Greimas lexemas (significantes) "or-


ganizados por las relaciones sintáxicas, en enunciados
unívocos"
A estos lexemas corresponden, en el "plano estruc-
tural" ciertos "rasgos pertinentes" de significación, cier-
tos semas ( o unidades de significación) que constituyen
propiedades "antropomórficas" de esos significantes-ac-
tores y significantes-acontecimientos.
E l código es la estructura formal de las unidades na-
rrativas, es decir, de los significantes y de los "rasgos
pertinentes de significación" que corresponden a esos
significantes
Sin entrar en más detalles vemos ya que, para Grei-
mas, como para Lévi-Strauss, la estructura del relato
mítico ( y del relato en general) *^ es la estructura del
significado concebida como articulación de oposiciones
d e "unidades de significado", los semas, dentro de cate-
gorías sémicas ( S — negación de S ) .
E l análisis del discurso es, para Greimas, el análisis
d e la manifestación de la estructura del universo de la
inmanencia.
Se puede resumir la "semántica estructural" de Grei-
mas con sus propias palabras:
" E l centro de toda nuestra reflexión teórica
reside en la hipótesis ingenua de que, partiendo de
la unidad mínima de significación, se puede llegar a
describir y a organizar los conjuntos de significa-
ción más amplios. Esta unidad mínima, sin embar-
go, que hemos llamado sema, no tiene existencia
propia y no puede ser imaginada y descrita más que
en relación con algo que no es ella y en la medida

43 A. J . GREIMAS, Elements pour une théorie de interpretatiov


du recit mythigue, p. 30.
44 ¿Por qué "rasgos pertinentes"? Porque la atribución de una
unidad de significado es una operación arbitraria.
45 Ver A. J . Greimas, Sémantique Structurale, París, Larousse
1966, pp. 172-189.
ANÁLISIS ESIRUCTURAL 83

en que forma parte de una estructura de significa­


ción"
E l análisis del relato conduce a una estructura que
es la articulación de los semas que el relató manifiesta
a través del código.
Mensaje — (código) — estructura de la significa­
ción = articulación de categorías sémicas.
H a y que notar que la concepción del código es inse­
parable de un análisis formalista, y de la idea ( y noción-
ideologema burgués) de l o social como contractual.
Greimas emplea en su análisis de los relatos la tipo­
logía que Propp elabora para el análisis de los cuentos
rusos Describiré rápidamente esta tipología de los
actores y de las funciones porque ha sido empleada por
Greimas, y también por B r e m o n d — q u e la modifica li­
geramente, introduciendo la noción de deseo— y porque
inspira los análisis más complejos de R. Barthes.
L o esencial del análisis de Propp es que para com­
parar los cuentos ( r e l a t o s ) hace falta una unidad de me­
dida invariable. D e esta manera se podrán considerar los
cuentos como transformaciones regidas por ciertas leyes
de composición.
Los invariables de los cuentos son las funciones de
los personajes:
" S e puede observar que los personajes de los
cuentos fantásticos, permaneciendo diferentes en
apariencia, edad, sexo, tipo de preocupación, esta­
do civil y otros rasgos estéticos y atributivos, ejecu­
tan, en el curso de la acción, los mismos actos. E s ­
to determina la relación de las constantes con las

46 A. J . GREIMAS, p. 103. E s t r u c t u r a de significación —categoría


mimica—, oposición de un sema y su negación. P o r ejemplo, fuerte -
diSbil.
S — N{S).
47 Ver Todorov, Théorie de la littérature, París, Seuil, 1965, y
fl artículo de V. Propp, "Les transformations des contes fantastiques",
pp. 234-262.
54 LINGÜISTICA Y

variables. Las funciones de los personajes represen­


tan las constantes, el resto puede variar."
A partir de esta comprobación, Propp encuentra
treinta y una funciones distintas Las funciones, únicas
constantes del relato, permiten la clasificación de los ac­
tores en siete clases de actantes, cada clase agrupando un
cierto número de las treinta y una funciones. C o m o se
h a dicho, Greimas hace suya esta clasificación y la em­
plea en el plano discursivo del análisis del mensaje, pla­
n o discursivo que constituye la forma específicamente
narrativa de la estructura del contenido.
Claude Bremond toma también la función como uni­
dad de base para el análisis de los relatos. La función es,
según Bremond, el "átomo narrativo" de las "acciones
y acontecimientos que reunidos en series, engendran un
r e l a t o " ^o.
Las series elementales, combinadas entre ellas, for­
man las series complejas que poseen "configuraciones
variables". Las configuraciones típicas son: el encadena­
miento, la inclusión de un proceso en otro, la articula­
ción de dos series elementales en un mismo aconteci­
miento con funciones diferentes para dos agentes dife­
rentes.
Bremond emplea tres nociones que definen los ele­
mentos de todo relato: la sucesión, la noción de unidad
y el "proyecto humano" de los agentes. Estos tres ele­
mentos se definen, según Bremond, en relación con la
unidad básica, la función, y no pueden definirse más
que en relación con ella, y entre ellos.
Los conceptos de Bremond son importantes. A pesar
del uso de la noción de función, ligada a una concep­
ción formalista del relato (categoría morfológica), Bre-

48 V. PROPP, p. 235.
49 GREIMAS, Sémantique Structurale.
50 Claude BREMOND, "La logique des possibles narratifs", Com-
munications, n." 8, Seuil, 1966, pp. 60 y 76.
I TALISIS ESTRUCTURAL

mond se interesa por las sucesiones


sus articulaciones y el proyecto
de acontecimientos,
humano del "personaje".
Se verá después cómo, fuera del contexto idealista del
85

que B r e m o n d no llega a separarse, las nociones de suce­


sión de acontecimientos, sucesiones elementales y "pro­
ceso virtual" respecto a "proceso real" constituyen con­
ceptos fundamentales para el análisis de los relatos. Bre-
lond escribe:
" T o d o relato consiste en un discurso integran­
do una sucesión de acontecimientos de interés hu­
mano en la unidad de una misma acción. Donde
n o hay sucesión no hay relato, sino, por ejemplo,
descripción (si los objetos del discurso están rela­
cionados por contigüidad espacial), deducción (si
se implican uno a o t r o ) , efusión lírica ( s i se evo­
can por metáfora o m e t o n i m i a ) , etc. D o n d e no hay
integración en la unidad de una acción n o hay tam­
poco relato, sino solamente cronología, enunciado
de una sucesión de hechos desordenados. Donde,
finalmente, no hay implicación de interés humano
[cuando los acontecimientos descritos n o son ni
producidos por agentes ni sufridos (experimenta­
d o s ) por pacientes antropomórficos] n o puede
haber relato, porque solamente en relación con un
proyecto humano tienen sentido los acontecimien­
tos si se organizan en serie temporal estructurada"

E s t a larga cita resume lo que Bremond aporta de


'evo al análisis de los relatos. Veremos después cómo
pueden emplear estos conceptos sin la noción de fun-
!ón y sin una concepción idealista del signo; en un
iinálisis estructural del relato que se sitúa al margen de
los supuestos — i d e o l ó g i c o s — del estructuralismo y de
la sociología de la novela.

Bl C. B R E M O N D , "La loglque des possibles narratiís", Communi-


• ntions, n." 8, Seuil, 1966, pp. 60 a 76.
86 LINGÜISTICA Y

Antes de continuar este breve inventario de los aná­


lisis propuestos, hay que mencionar dos casos particular­
mente interesantes, aunque por razones distintas. P o r
una parte, la teoría de Edwin Muir, expuesta en el li­
b r o The Strucíure of the Novel ( " L a estructura de la
n o v e l a " ) , que, publicado en 1 9 2 8 , en Londres, y reedita­
do más de ocho veces desde esa fecha, es desconocido en
Francia, o, al menos, nunca citado por los estructura-
listas. Y eso a pesar de lo cerca que se sitúa de B r e m o n d ,
en muchos aspectos. Si hay que mencionarlo aquí, n o es
porque se sitúe en la continuación de Saussure, sino por
e l tema de su trabajo y la convergencia de sus posicio­
nes teóricas con las que se desarrollan aquí.
E n la obra de Edwin Muir, The Structure of the
Novel, aparecen la noción de acontecimiento y la de
orden. E n las novelas, escribe Muir,
"se producen cosas en un determinado orden,
y en cada novela deben producirse cosas e n un
determinado orden. Como tienen que producirse
necesariamente, es el orden el que distingue un ti­
po de intriga de otro. L o s acontecimientos siguen
una línea en La isla del tesoro y otra en La feria
de las vanidades.
E s t e volumen será entonces un estudio de al­
gunas de las líneas seguidas por los acontecimien­
tos en las novelas, en otras palabras, un estudio
de algunas de las principales intrigas, cada una de
ellas con su principio interior que la novela ha
utilizado."
P o r tanto. M u i r se plantea el problema de la es­
tructura de las novelas en términos que contienen
dos elementos esenciales, que ya habíamos encontrado
en otro lugar: los acontecimientos y su orden. P e r o si se

52 E d w MUIR, The Structure of the Novel, London, The Ho-


garth Press, 1928 (8.» ed. 1960), pp. 16-17.
ANÁLISIS ESTEUCTÜRAL 87

le compara con la concepción de Bremond, me parece


que la aportación de M u i r consiste, ante todo, en la
idea que se halla en el párrafo que acabamos de citar,
según la cual, es el orden de los acontecimientos, más
que su naturaleza, lo que diferencia las diversas intri­
gas de las novelas.
M u i r se preocupa por otra parte de las relaciones
entre los acontecimientos y los personajes novelescos.
Diferentes tipos de relaciones entre el orden de los
acontecimientos y las personalidades caracterizan a
los tipos de novela que distingue. D e este modo en la
novela de acción, el orden de los acontecimientos, la
acción es la que determina el carácter de los personajes.
" A l estar los personajes levemente caracteri­
zados, los acontecimientos arrastran sus respues­
tas de tal forma que éstas complican la acción. Pe­
ro la acción es lo más importante, ya que la res­
puesta de los caracteres es accidental y siempre
para ayudar a la intriga. Los actores tienen por lo
general los caracteres y el carácter que la acción
exige."
P o r el contrario, en las novelas de caracteres, son
ístos los que determinan el orden de los acontecimien­
tos:
" E n la novela d e acción los caracteres estaban
dibujados para que concordaran con la intriga;
aquí la intriga es improvisada para elucidar los ca­
racteres." 5*.
E l tercer tipo de novela es la novela dramática. En
ella, la relación entre los caracteres y el orden de los
acontecimientos es doble: _

63 E . MUIR, The Sstructure of the Novel, London, The Hogart


I'ross, 1960, pp. 20-21.
64 E . MUIR, The Structure of the Novel, p. 27.
88 LINGÜISTICA Y

" L o s caracteres no forman parte del mecanis-


m o de la intriga; la intriga n o es un simple marco
•que envuelve a los caracteres. P o r el contrario, am-
bos, intriga y caracteres, se hallan inseparablemen-
te tejidos en un conjunto. L o s datos de los carac-
teres determinan la acción y la acción a su vez
cambia progresivamente los caracteres, y entonces
todo impulsa hacia un fin."
Muir considera estos géneros como "tipos idea-
l e s " . E n todas las novelas se encuentran más o menos
aislados estos tipos ideales. Añade, sin embargo, que
se puede ver con toda claridad cuál de los tres domina
en cada novela.
L a obra de Muir, corta, pero muy densa, analiza
también la relación entre los tipos y el tiempo y el espa-
cio, como dimensiones privilegiadas de la organización
de las novelas dramáticas y las de caracteres, respectiva-
mente. P o r dimensión privilegiada, el autor entiende
la variable, en torno a la que se organizan los aconteci-
mientos en la novela dramática:
" E l espacio está más o menos dado, y la acción
está construida en el tiempo." ^ .
E n las novelas de caracteres, la acción es una es-
tructura estática construida en el espacio en un tiem-
po inmóvil 5''. P e r o , si los caracteres están determinados
en la última, es porque la inmovilidad del tiempo lo
exige: la significación de los acontecimientos se halla
en la afirmación de los caracteres, de donde Muir dedu-
c e que los valores de ese tipo de novelas deben ser
sociales. E n la novela dramática, por el contrario, los
valores son "individuales o universales, según como se
elija mirarles" ^ .

55 E . MUIR, The Structure of the Novel, p. 41.


56 E . MUIR, The Structure of the Novel, p. 63.
57 Ibid., p. 63.
68 E . MXriR, The Structure of the Novel, p. 63.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 89

M u i r considera estos dos tipos de novela como:


" N i opuestos, ni en un sentido importante,
complementarios; son dos formas diferentes de ver
la vida: en el tiempo, individualmente y en el es­
pacio, socialmente."
E n la crónica ^ , o t r o tipo de novela que Muir dis­
tingue, las relaciones del tiempo y del espacio son más
complejas que en los dos tipos anteriores. L a acción se
despliega en el tiempo, y solamente en el tiempo, ya
que el espacio, los lugares de la acción, n o sólo son
múltiples, sino que, además, cambian también ellos, en
el tiempo. L a crónica es más bien un proceso que una
historia: el sujeto de la crónica es el cambio. E n la cró­
nica:
" L a acción es accidental, -pero después encon­
traremos que todos los acontecimientos se han rea­
lizado en el interior de un marco perfectamente
rígido. Un marco rígido y una progresión arbitra­
ria e indiferente; ambos son necesarios para la
crdnica c o m o forma estética, como probaremos
más adelante."

P o r último, Muir considera las novelas del tipo


"novelas de período". L a s novelas de período son re­
latos de acontecimientos que ya se han producido (por
el contrario, en los tipos precedentes, los acontecimien­
tos se producen en el p r e s e n t e ) . E n tanto que relato,
en la "novela de período", los acontecimientos están
organizados no de acuerdo con su propio orden, sino
con el orden causal de la exposición conceptual. E l au­
tor considera este tipo de novelas como una novela que
se aproxima a la construcción de un modelo de socie-

5fl Ibid., p. 163.


BO Ibid., pp. 88-114.
61 Ibid., p. 97.
90 LINGÜISTICA Y

dad que solamente el historiador tiene el derecho de


emprender
Como vemos, M u i r emplea los mismos conceptos
que Bremond. E incluso especifica mucho más que este
último las modalidades del análisis del relato. S e verá
después cómo se puede utilizar este trabajo.
Queda por analizar el trabajo de Roland B a r t h e s ,
situado ya en una perspectiva que cabría llamar neo-
saussuriana, pues utiliza la noción de signo y de lengua
con las restricciones que los análisis de E . Benvenis­
te ®^ han introducido en cuanto a la forma de aplicación
de la noción de sistema, y acercándose a la noción de
estructura generadora de Chomsky
Barthes considera los relatos c o m o hechos de habla
y busca un modelo que describa la "lengua" de la que
salen esas "hablas" " y a partir de la cual se les puede
engendrar"
Esta definición del modelo es interesante. P e r o ,
más adelante, la definición de la estructura que da Ber-
thes es contradictoria y demasiado pobre: para él, una
estructura es "un sistema implícito de unidades y de
reglas" E a pobreza de su noción de estructura impi­
de a Barthes el empleo coherente de la distinción de
Benveniste de niveles de análisis lingüístico, y esO' a pe­
sar de que escriba:
" Y , sin embargo, es evidente que el discurso
mismo ( c o m o conjunto de frases) está organizado
y gracias a esta organización aparece como el men­
saje de otra lengua, superior a la lengua de los
lingüistas: el discurso tiene sus unidades, sus re-

62 Ibid., pp. 88-114.


63 E . B E N V E N I S T E , ProUbmes de linguistigue Genérale, Galli­
m a r d , 1966.
64 N. CHOMSKY, Syntactic Structures ( L a Haya, Mouton, 3.» ed.,
1963) y Cartesian Linguistics, Nueva Y o r k , H a r p e r and Row, 1966; t r a d .
cast. de Enrique Wulff, Lingüística cartesiana, Madrid, Credos, 1969.
65 B A K T H E S , op. cit. p. 1.
66 Ibid., p. 2.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 91

glas, su "gramática": más allá de la frase, y a pesar


de estar compuesto únicamente de frases."
Y , en el mismo t e x t o , Barthes dice que la lengua no
puede definirse más que mediante "dos procesos fun-
damentales": a ) " l a articulación que produce unida-
des ( e s la forma, según B e n v e n l s t e ) " y b ) la inte-
gración: que agrupa esas unidades en unidades de ran-
go superior ( e l s e n t i d o ) "
Estas consideraciones, acompañadas de la idea de
Benvenlste, según la cual "ningún nivel puede, por sí
mismo, producir un sentido" y la idea d e la fragmen-
tación del significado entre muchos significantes, "dis-
tantes unos de otros y que n o pueden ser comprendidos
si los tomamos separadamente" impiden a Barthes
el construir una teoría correcta del relato. Y eso porque
aplica mal al discurso la teoría de los niveles de Benve-
nlste: en lugar de analizar el discurso •—y ese tipo de dis-
curso que se llama r e l a t o — como un nivel especifico
con sus particularidades estructurales, Barthes intenta
distinguir tres niveles en el relato: un nivel d e las uni-
dades narrativas, un nivel de las acciones y un nivel de
la narración.
La "unidad narrativa" es para Barthes una "unidad
de contenido", y " e s o quiere decir un enunciado que la
constituye en unidad funcional" Luego distingue dos
lipos de relaciones entre esas unidades: relaciones que
corresponden "a una funcionalidad del h a c e r " : las fun-
ciones. Y relaciones integrativas, verticales, que corres-
ponden a "una funcionalidad del ser": los índices. Las
funciones están, por su parte, divididas en dos tipos:
liis que son nudos del relato, las funciones cardinales.

(!7 Ibid., p.
(iS Ibid:, p. 23.
(ii) Ibid., p. 23.
71) B A R T H E S , op. cit., p. 5.
71 Pág. 23.
72 Pág. 7.
92 LINGÜISTICA Y

y las que sirven para llenar el espacio narrativo entre los


nudos: las catálisis.
Las funciones-nudos son conjuntos finitos de térmi­
nos poco numerosos que constituyen la armazón del re­
lato. Estos nudos son elementos de sucesiones. Vemos
que se acerca al uso corriente d e la noción de función.
E n cuanto a la noción de personaje, Barthes indica
que mientras que en el relato burgués el personaje es
una esencia, en su teoría es un agente (inmanente y no
trascendente), sometido a la noción de acción. P e r o su
crítica es, c o m o veremos, insuficiente.
Sin entrar más en detalles respecto a la tentativa de
Barthes — m á s adelante veremos en qué consideracio­
nes se inspira—, concluiremos esta descripción rápida
de las tentativas de análisis estructural del relato, cons­
tatando la variedad de tratamientos, y el carácter fun­
damental de la problemática del signo en todas ellas.
P o r eso, antes de acabar este capítulo, es importante ver
cuáles son las críticas de que han sido objeto las impli­
caciones teóricas y epistemológicas de su uso, así como
las nuevas perspectivas para la construcción de una teo­
ría científica del lenguaje que tenga en cuenta tales
críticas.

INTRODUCCIÓN A LA CRITICA DEL SIGNO

Hemos visto que la noción de sistema se encuentra


en la base de la lingüística a partir de Saussure. L a no­
ción de sistema-articulación de diferencias basta para
resolver los problemas fonológicos. Pero la lengua no
comprende solamente fonemas (aunque sea también
siempre f o n e m á t i c a ) . P o r encima del fonema hay mor­
femas, y si podemos analizarlos también como articula­
ción, de fonemas — d e la misma manera que el fonema
es una articulación de rasgos distintivos— importa pre­
cisar cómo se articulan estos dos niveles de la lengua.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 93

E l problema de los niveles de la lengua —merismá-


tico, fonemático, morfológico, ,sintáxico— conduce a
B e n v e n i s t e a introducir nuevamente la noción de sen-
tido c o m o instrumento indispensable del análisis lingüís-
tico. Las relaciones horizontales (de las unidades de un
mismo nivel entre ellas) se pueden estudiar gracias a
la existencia de relaciones verticales, que definen las
unidades de un nivel c o m o componentes de los de un
nivel superior. Benvenlste llama forma a las relaciones |
horizontales y sentido a las relaciones verticales Así, j
pues, si una palabra es una unidad en relación horizon- I
tal — f o r m a l — con otras palabras, la definición de la .1
palabra como "unidad" lexical no sólo puede hacerse en
íunción de su integración como elemento de una uni-
dad significante del nivel superior, sino también como
elemento de la frase.
E s t a distinción entre forma y sentido tiene conse-
cuencias importantes, ya que el sentido define las uni-
dades de arriba para abajo y no al contrario. Las frases
definen las palabras como unidades significantes, es de-
cir, distintivas, y las palabras definen los fonemas y es-
tos últimos los rasgos. Ahora bien, ¿qué define, a su vez,
In frase como "unidad" significante?
Benveniste ofrece dos respuestas contradictorias: la
frase es la unidad de significación dada, autónoma. Y ,
ilice también Benveniste, la frase es la unidad del dis-
curso, definida como componente del discurso.
Su argumento es el siguiente: la frase es "unidad"
del discurso pero es unidad de un tipo particular, dis-
tinto de los de niveles inferiores. L a diferencia estriba
en el hecho siguiente: no se pueden inventariar todas
las frases de una lengua. Y si no hay inventario, no hay
relaciones horizontales y, por tanto, n o hay descripción
T'Ktructural posible al nivel de la frase. E s por eso por

7;) E . BENVENISTE.
74 E . BENVENISTE, op. cit.
94 LINGÜÍSTICA Y

lo que Benveniste se ve obligado a atribuir a la frase


una especificidad respecto a los otros niveles, especi­
ficidad que sin duda posee, pero que por sí misma no
explica nada: esta especificidad — l a de ser una propo­
sición—- pensada como explicación sólo se justifica so­
bre la base de una perspectiva netamente sustancialis-
ta ^5.
E l hecho que Benveniste constata, a saber, la im­
posibilidad de definir un conjunto finito de frases, no
implica que no haya posibilidad de un análisis estructu­
ral de la frase. Sólo implica que este estudio estructural
no puede hacerse si la estructura es concebida c o m o una
combinatoria de elementos de un conjunto finito. P e r o
se la puede pensar de otra manera, y Chomsky indica
el camino de una lingüística estructural de la frase; en
efecto, las estructuras de Chomsky son generadoras, y
este término posee, en la lingüística chomskyana, un
sentido preciso: estructura generadora es el conjunto
finito de reglas que definen un conjunto infinito de fra­
ses del lenguaje''®.
Sin aceptar por ello los postulados filosóficos de la
lingüística de Chomsky, y comprendiendo el término
estructura generadora en el sentido apuntado, es inne­
gable que los trabajos de Chomsky indican el camino
por el que se puede desarrollar un análisis del nivel de
la frase. Y es innegable también que estas indicaciones
ponen en evidencia la fragilidad de la distinción saus­
suriana entre la lengua y el habla: la noción de "estruc­
tura generadora" no necesita recurrir a tal distinción.
Como lo indica Benveniste, si un estudio "estruc­
tural" de un nivel lingüístico dado (lexicológico, fono­
lógico) es posible, ello se debe al hecho de que las

75 Ver G. Bachelard, La formation de l'esprit scientifique, cit.


respecto del obstáculo sustancialista.
76 Ver Chomsky, Cartesian Linguistics, cit.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 95

"unidades" del nivel superior permiten la definición de


las del nivel inferior.
E s t a comprobación plantea el problema de la per-
tinencia de la distinción lengua-habla. Para Saussure, si
el nivel de la frase es necesario para definir las pala-
bras, la infinita variedad de frases crea dificultades: la
lengua funciona sobre identidades y diferencias. Pero
las frases son casi todas diferentes: " S i nos figuramos el
conjunto de oraciones capaces de ser pronunciadas, su
carácter más sorprendente es el de no asemejarse abso-
lutamente entre s í " P o r eso Saussure n o considera
la frase como unidad lingüística de un nivel específico:
porque las identidades y las diferencias son esenciales
para poder hablar de un nivel y de una unidad. Q u e la
noción de identidad es fundamental en el pensamiento
estructuralista no presenta la menor duda: reproduzco
el texto anteriormente citado, que aclara la posición
«kl autor:

" E l mecanismo lingüístico gira todo él sobre


identidades y diferencias, siendo éstas la contra-
parte de aquéllas. E l problema de las identidades,
pues, se vuelve a encontrar en todas partes; pero
también se confunde parcialmente con el de las
entidades y de las unidades, del cual n o es más
que una complicación, por lo demás, fecunda"

La identidad define la entidad; pero esto plantea


un problema lógico, que Saussure enuncia en los tér-
minos siguientes: ¿cómo se puede decir que " t a l " tren
e s el mismo tren si los vagones no son los mismos?
O, en fin, la vieja historia del cuchillo de Juan, que
nula año cambia de mango y cada dos años la h o j a . . .
Ahora bien, la noción de signo resuelve, ideológi-
iiimente, este problema. E n efecto, la consideración

77 F . de SAUSSURE, Curso de..., p. 183.


78 F . de SAUSSURE, Curso de..., p. 186.
96 LINGÜÍSTICA Y

del signo como la unión de un significante y un signi­


ficado supone cerrar la lengua — e n su definición saus­
suriana— c o m o sistema autónomo. Si la palabra tiene
un significado en sí, desde la palabra hacia abajo, se
pueden definir los niveles inferiores de la lengua.
T a l es la función teórica de la noción de signo en la
lingüística saussuriana: sin ella habría que definir los
lexemas como unidades en función de la frase, pero
dado que el conjunto de frases es infinito, habría que
considerar la significación como variable, y estudiar sus
condiciones de existencia y sus mecanismos de varia­
ción. L a lingüística n o sería una ciencia autónoma, sino
un sector de la Sociología general...

Benveniste sitúa la significación inmanente al nivel


d e la frase, y desplaza la frontera entre la lengua y la
palabra hacia arriba. Pero esta solución tampoco es
satisfactoria: si la frase es una predicación, el pro­
blema lógico de la predicación queda en pie. Russell
constata que se puede considerar la significación de un
término —de una palabra— como igual a la suma de
sus propiedades, con lo que el significado de la frase
depende de las de sus componentes.

Esa afirmación es el punto de partida de la lógica


formal moderna, tanto de la de Russell como de la de
T a r s k i o Carnap''^. Ahora bien, a pesar del progreso
indudable que constituye esta lógica, hay que recono­
cer que no ha logrado fundar entera y rigurosamente
las matemáticas, y que los teoremas célebres de Godel
y de Lówenheim-Skolem indican, el primero, una in­
compatibilidad entre las propiedades "completo" y "ce-

79 E n el célebre Tractatus Logico-Philosophicus, Wittgensteln es­


cribe: "3.203.—El nombre significa el objeto. E l objeto es su signifi­
cado ("A" es el m i s m o signo que "A"), 3.22.—El nombre representa
en la proposición al objeto" y "3.23.—El postulado de la posibilidad
de los signos simples es el postulado de la determinidad del sentido".
( T r a d . de E . Tierno Galván, Madrid, E d . Revista de Occidente, 1957).
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 97

rrado" para un modelo, y el otro la dificultad de los


lenguajes formales de trabajar con conjuntos infinitos^.
P o r otra parte, Ramsey distingue las paradojas lógi-
cas — q u e se resuelven con la teoría de los tipos lógicos
lie Russell o con la teoría de las categorías semánticas
(le las paradojas semánticas. D e la necesidad de resol-
ver los problemas de las paradojas semánticas, ha resul-
lado una teoría de la jerarquía de los lenguajes y la
noción de meta-lenguaje.
El desarrollo de la lógica formal en esta dirección
—la teoría de la jerarquía de los lenguajes— implica,
como lo demuestra A . Schaff^^, resolver el problema
de la significación en una perspectiva convencionalista.
I'J principio de tolerancia de Carnap, en el plano sintá-
xieo, se acompaña de una solución convencionalista de
los problemas semánticos^.
La solución convencionalista del origen de la signi-
lieación tiene una larga historia, y n o solamente en la
lingüística: la lógica, que se ocupa de problemas simi-
lares desde otra perspectiva, la emplea también. Co-
I liendo el riesgo de simplificar excesivamente, se puede
decir que el postulado común que crea esta problemá-
I ica es el del signo c o m o unión de significante y de sig-
•:ificado, postulado que es inseparable del "estudio de
LIS reglas de formación de esas expresiones a partir de
i^nos más elementales" ^ .
C o m o se va a ver, el convencionalismo y la teoría
lie la significación inmanente son complementarios. L a
111) L a dificultad de Saussure o de Benveniste cuando hablan del
"iunnlto" del conjunto de frases posibles está emparentada con los
poNtulados que comparte con la lógica formal.
Ver Jean Ladvicre, "Le théorepreda..." Cahlers Pour l'analyse, nú-
moro 10, L a Formalissation.
E s t e tema merece un t r a t a m i e n t o mucho m á s extenso y detallado,
jnclono aqui un cierto número de conclusiones que definen un estado
la cuestión, pero de forma indicativa; trato únicamente de señalar
variedad de terrenos en los que el problema se plantea.
81 Adam SCHAFF, Introducción a la semántica, ed. castellana,
j í ' . C . E . , México 1966. Trad. de Florentino M. T o m e i .
82 R, CARNAP, Introducción a la Semántica, pp. 13-28.
83 A. SCHAFF, Introducción a la Semántica,^ p. 56.
98 LINGÜÍSTICA Y

"Semántica estructural" de Greimas presenta los dos


caracteres. Considera que, " c o m o señala R u s s e l l " , si
esto es "ojo es una proposición que asigna una calidad
a una substancia, y si una substancia n o se define por
la suma de sus predicados, es posible entonces que
esto y aquello tengan exactamente los mismos predi-
cados sin que sean idénticos. " E l principio de identidad
sería puesto en entredicho"
Aceptando el principio de identidad, Greimas pos-
tula que "las cualidades definen las cosas, es decir, que
e l sema S es uno de los elementos que constituyen el
término-objeto A y que éste, al final de un análisis ex-
haustivo, se define como la colección de semas Si, S2, S'
etcétera"
E s t e t e x t o demuestra que el punto de partida de la
lingüística estructural y de la lógica formal es el mismo:
veremos cuáles son sus implicaciones.
Las relaciones entre la concepción "estructuralista"
de la estructura y el problema de la significación se
aclaran considerablemente si se tiene en cuenta el papel
de la noción de "identidad" como fundamento de la
"entidad" —unidad constituida por las "relaciones es-
tructurales". E n efecto, cuando se deja de lado la con-
cepción de la estructura como sistema de transforma-
ciones, simultáneamente estructurante y estructurada, y
se la considera como una combinatoria, más o menos
compleja, de "unidades" cuyas relaciones forman un sis-
tema, hay que llegar a admitir que esas "unidades" se
definen "a priori" y que el significado depende de las
relaciones entre "unidades de significación" — l o s semas
de G r e i m a s — cuya existencia se postula más allá de sus
manifestaciones.
D e hecho, Greimas lleva las contradicciones del pen-
samiento saussuriano a su conclusión, conclusión que

84 GREIMAS, op, cit. p. 27.


85 Ibid., p. 27.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL 99

excluye las alternativas que D e Saussure presentía. Grei­


mas considera que la significación de las palabras — t é r -
niinos objeto— e s el resultado de la articulación de
unidades elementales de significación, los semas. Esta
nrticulación el lexema ( o término o b j e t o ) , s e mani­
fiesta e n las relaciones del término o b j e t o con otros
lérminos-objeto, con otros lexemas. P e r o , y esto e s lo
iinportante, si la relación e s posible e s porque s e puede
postular la existencia de una identidad entre los tér­
minos objetos puestos e n relación: esta identidad, que
(ii'cimas llama continuidad, es el resultado d e la exis­
tencia de una categoría sémica, de u n eje semántico: los
Iorminos chico y chica s e ponen e n relación en la conti­
nuidad dada por la categoría sémica "sexualidad",
dentro de las que s e oponen por la presencia de semas
opuestos, masculinidad ( s ) y "feminidad" (no s).
Las categorías sémicas son, para Greimas, las estruc­
turas elementales de la significación: la categoría sémica
e s la discontinuidad, la oposición de dos semas ( S y / S ) ,
'•n la continuidad de un mismo " e j e semántico". Así, y
utilizando s u notación, si A y B son dos términos objeto
(chico y chica, por e j e m p l o ) :

A / r(S) / B

i ' ( S ) designa el " e j e semántico" ( e n el ejemplo, sexo)


\> esta "ecuación" s e analiza como:

A(sOr B ( S 2 )

NI = masculinidad y S 2 == feminidad = no si = / S i
In c | u e conduce a la definición de la categoría sémica
".sexo" c o m o dada por: s i (respecto a ) r s 2 .
E s t e modo de análisis implica que se postula la
existencia de unidades de significación, definidas " a
priori", cuya forma de existencia es la relación entre los
tí'rminos. Y este postulado implica la existencia de un
100 LINGÜÍSTICA Y

lugar de la articulación sémica^^, de un " s i t i o " en


donde los semas existen antes de articularse en lexemas.
Adelantándome a una crítica que se puede hacer de
este análisis, contesto de antemano a un argumento
cuya fuerza me parece indudable; Greimas — o los que
piensan como é l — podrían decir que los semas y las
estructuras elementales de la significación no son, como
yo afirmo, ideas puras, sino simplemente "procedimien­
tos de análisis", que sirven para explicar la significa­
ción de los términos en los discursos existentes. E s t o
es tanto más fácil de afirmar cuanto que Greimas habla
de "inmanencia" y "manifestación" para evitar, justa­
mente, el tipo de lectura que yo he hecho. P e r o una
simple declaración no basta; lo que hay que discutir es
el estatuto epistemológico de la noción de procedi­
miento de análisis, y esta discusión, llevada a sus últi­
mos límites, no entra en el ámbito de este libro.
Para mí, y ésta es la respuesta a la crítica que
puede hacerse de mi discusión de la semántica estruc­
turalista, apelar a la noción de "procedimiento de aná­
lisis" es una excusa poco satisfactoria; las "unidades
elementales de significación" y las "estructuras elemen­
tales" ocupan una posición clave en la teoría greima-
siana y son más que puras hipótesis operacionales; todo
pasa como si, a pesar de las declaraciones de Greimas,
los "átomos de significado" fueran "procedimientos"
sustancializados, cosificados, es decir, conceptos que se
refieren a algo más que un mero procedimiento ana­
lítico.
L o que plantea un problema difícil de resolver es
que, efectivamente, la significación de los términos del
discurso está cosificada; el efecto de la ideología es la
cosificación de la significación, cosificación del mismo
tipo que la del valor de las mercancías. Y que hay que

86 A, J , GREIMAS, Sémantique structurale, París, Larousse, 1966,


y particularmente las páginas 102-104.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL IQl

Lcner en cuenta esta cosificación que transforma la signi-


licación producida en el discurso en significado aparen­
temente inmanente de los términos de la lengua. Pero
itMier en cuenta esta cristalización de la significación, no
iinjilica que haya que utilizar la noción de "unidad ele­
mental de significado" y de "estructura elemental" como
conceptos científicos. E s t a exigencia implica que hay
tille explicar el proceso de fijación de la significación
loportada por los términos, así como el de sus transfor­
maciones: y eso no puede hacerse más que en el con-
irxto de una teoría de la producción de los productos
Rignificantes. Si no, los mecanismos de producción y de
cambio de los productos significantes aparecen como
.iiiiónomos respecto al todo complejo de la estructura
social, y los estructuralismos radicales — c o m o el de
Michel Foucault en " L e s mots et les c h o s e s " — que re-
ilucen la historia de las representaciones a mutaciones
lie "epistemés", se ven justificados.

Cuando Greimas discute el problema de la "signifi-


1 iiei(ín poética", es decir, el del sentido contextual de
las palabras, lo resuelve de forma igualmente idealista,
'lotla palabra en un relato se analiza, piensa Greimas,
(le la forma siguiente: la palabra término-objeto tiene
un significado que se puede dividir en un núcleo sémico,
i (impuesto por la articulación de los semas que la com­
ponen en la lengua, y por los semas clasemáticos, que
dependen del contexto en que la palabra se usa en el
leliito.
E l análisis del relato es, entonces, el estudio de las
oposiciones e identidades de los semas clasemáticos, de
los semas contextúales... E s t a concepción coincide con
lii de Lévi-Strauss: ya hemos indicado que Greimas for­
mula en términos más generales el método Lévi-Straus-
•.laiio de análisis de los relatos míticos. Y este método
:,e puede resumir con una cita de Greimas que pone en
102 LINGÜÍSTICA Y

evidencia el postulado común de la lógica formal y del


estructuralismo:
" E l centro de toda nuestra reflexión teórica es­
triba en la hipótesis ingenua según la cual, par­
tiendo de la unidad mínima de significación, pode­
mos llegar a describir y organizar los conjuntos
cada vez más amplios de significación. N o obstante,
esta unidad mínima que hemos llamado sema no
posee existencia propia y sólo puede ser imaginada
y descrita en relación con algo distinto' de ella, en
cuanto forme parte de una estructura de signifi­
cación"

Así, pues, es evidente que la distinción entre lengua


y habla implica el presupuesto de la existencia de "uni­
dades" de significado, es decir, de ideas puras que apa­
recen al nivel de la lengua: esta hipótesis es necesaria
para explicar el funcionamiento de la lengua c o m o sis­
tema autónomo.
Si la distinción entre lengua y habla crea dificulta­
des, cabe interrogarse respecto a la pertenencia de tal
distinción; en las páginas precedentes se ha visto cómo,
según Saussure, la distinción se funda en una serie
de dicotomías: la lengua es "institución social", mientras
que el habla es "individual", la lengua es "sistema", el
habla acto ("individual") de voluntad y de inteligencia,
la lengua es el resultado de un contrato y el habla libre
albedrío... N o es necesario volver a insistir sobre el
carácter ideológico de esta distinción, sobre el contexto
en que se sitúan estas dicotomías: la ideología burguesa,
que reduce al " c o n t r a t o " las formas de existencia con­
creta de las relaciones de producción. E l signo es como
el valor de la mercancía, representado como una "enti­
dad de c a m b i o " , representación que enmascara la pro­
ducción del producto. Y la lengua, como la economía.

87 GREIMAS, Sémantique Structurale, p. 103.


ANÁLISIS ESTEUCTÜEAL 103

un sistema de relaciones contractuales, en que las volun-


tades individuales se pliegan a leyes abstractas y con-
vencionales que favorecen el cambio.
L a función de la distinción entre la lengua y el habla
es la d e enmascarar la imposibilidad de resolver el pro-
blema de la significación en un contexto liagüístico. E l
i-Icctuar la distinción supone que se acepta la existencia
tic una esfera de la significación en si, que obra, después,
en el lenguaje, aunque su acción existe a nivel de la
Irase o de la palabra. Ahora bien, admitir la existencia
de una substancia de la significación equivale en última
Instancia a suprimir su carácter social, su carácter de
¡iroducto social.
Si se rechaza la distinción de la lengua y el habla
ciue funda la lingüística saussuriana y e l "estructura-
l i s m o " — hay entonces que pensar el lenguaje como una
¡tráctica, es decir, c o m o una producción social — y un
¡iilercambio de productos, lo que está ligado con toda
pioducción— regida por ciertas leyes que aseguran la
rlicacia de los productos de esa producción. Y esto
porque rechazar esa distinción implica negar la existen-
I iii, fuera del conjunto de discursos, de unidades de sig-
nificación de los productos sociales que son todas las
variedades de discurso. P e r o rechazar la distinción fun-
d i \ d o r a de la lingüística saussuriana supone negar
Iii existencia de una solución científica al problema de
!u significación en la lengua, y considerar e l lenguaje,
iii'liculación de las hablas, no como un sistema autóno-
mo, condición de posibilidad del habla, sino como la
estructura de la práctica lingüística, la estructura de los
discursos.
l'.sta perspectiva, que se esboza e intenta precisarse
i-n los trabajos de investigación contemporáneos, rompe
la dicotomía significante-significado, disuelve la noción
(¡c signo y plantea el problema de la significación en el
nivel de las relaciones entre los procesos de producción
104 LINGÜISTICA Y

y de cambio y los agentes, que constituyen los soportes


de dichos procesos. L a noción de práctica significante,
que se sitúa en el contexto de una definición de la es­
tructura como estructura de la práctica y, por lo tanto,
como radicalmente fuera de la dualidad (ideológica) de
la estructura y del acontecimiento, se sitúa entonces al
margen de la polémica entre "historicismo" y "estruc­
turalismo": las prácticas significantes, como todas las
prácticas, son procesos de producción integrados a los
de cambio, estructuradas y estructurantes, que se des­
pliegan en el tiempo: tanto la constancia como el cambio
son prcxresos "dinámicos", es decir, fenómenos que pue­
den ser estudiados en una perspectiva unificada
Estas consideraciones justifican, según creo, la nece­
sidad, que constituye el punto de partida de este tra­
bajo, de buscar una solución al problema de los produc­
tos "literarios" fuera del estructuraHsmo. Pero si las
razones mencionadas no fueran suficientes, queda el
hecho, incontestable, de la esterilidad científica del es­
tructuraHsmo; la "explicación" estructural impide la
formulación de nuevas preguntas, al expulsar del campo
de la "cientificidad" la cuestión del "por q u é " y del
" c ó m o " de las "estructuras" descubiertas. La respuesta
estructuralista es siempre la misma: existen un cierto
número de significados, que se articulan de manera espe­
cífica, y cuyas combinaciones se manifiestan en los fenó­
menos estudiados; postular la existencia de "unidades
de significado" es recurrir — c o m o la publicidad mo­
derna y la medicina antigua— a la explicación de la
propiedad por la substancia a la expHcación del fenó­
meno ( " e l opio hace d o r m i r " ) por la característica subs-

88 L a historia de las ciencias naturales indica que los conflictos


entre las "estáticas" y las "dinámicas" se resuelven siempre en la
explicación dinámica del equilibrio...
89 Greimas define los ejes semánticos como "unidad de sustancia
del contenido" (subrayo y o ) . Cfr. Sémantique structurale, edición ci­
tada, pág. 27. E n todos los estructuralistas, desde Saussure, la forma
(opuesta a la sustancia) es la manifestación del contenido signi­
ficante.
ANÁLISIS ESTRUCTURAL -JOS

tancial de la substancia ("virtud dormitiva" del opio o


"principio blanqueador" del detergente). E s t e tipo de
explicación, radicalmente anti-científico, que Bachelard
llama substancialismo, ha sido siempre perfectamente
compatible con la noción de combinación...
Antes de concluir esta crítica —sumaria y provisio­
nal— del estructuralismo, hay que indicar que, a pesar
<lf los presupuestos acientíficos en que se funda y de los
callejones sin salida a los que conduce, las investigaciones
estructuralistas han ofrecido una alternativa importante
II la investigación en ciencias humanas: su exigencia de
rigor, aunque haya conducido finalmente al falso rigor
iiin nefasto para el progreso de la investigación, ha des-
(ruido muchas de las resistencias que obraban contra el
pliinteamiento científico del problema de las produccio­
nes culturales.
E s importante comprender que el estructuralismo no
c», s i n embargo, un método radicalmente nuevo: com-
pnric c o n la lógica formal la teoría idealista del signo,
In solución "inmanentista" del problema d e la signifi-
i'nci(')n y el convencionalismo de la teoría de la lengua.
La crítica del estructuralismo implica necesariamente
lii crítica, simultánea, del neo-positivismo lógico y de las
teorías de la escuela de la sintaxis lógica.
La "arquitectura del espíritu" de Lévi-Strauss y la
' r a z ó n universal" del " e g o trascendental" n o son dos
poluciones demasiado alejadas del mismo problema de
sif^nificación del lenguaje como medio de comunica-
in. Las relaciones del estructuralismo con las filoso-
ÍIH idealistas del lenguaje y del conocimiento son e v i -
entcs. P e r o no se puede tratar aquí este problema: el
I t u d i o de las implicaciones y de las relaciones de los
antulados de base del estructuralismo con las diversas
losofíns de la primera mitad del siglo X X constituiría
m u cria para una obra considerable y, sin duda, extre-
aadumente útil.
106 LINGÜISTICA y

L a búsqueda de una teoría de las prácticas signifi­


cantes supone: 1 ) que se considera la significación del
discurso' c o m o el producto de un proceso de trabajo,
definido por sus materias primas, instrumentos de tra­
bajo y por un trabajo productivo, es decir, por la apli­
cación, según ciertas reglas, de los instrumentos a las
materias primas; 2 ) que la significación de las palabras
es una variable, y la de las frases también; 3 ) que la
constancia de ciertas significaciones, tanto como su va­
riabilidad, tiene ( y puede) que explicarse como un
efecto de la estructura de las prácticas significantes.
CAPÍTULO IV

IJÜS teorías de la ideología en el lenguaje

I N T R O D U C C I Ó N

E n los dos primeros capítulos he presentado una


descripción y una crítica en los términos propios de la
s(vcioIogía de la novela c o m o una perspectiva de aná­
lisis de la producción literaria. E n el tercer capítulo
he descrito y criticado la perspectiva lingüística, crítica
liccha también desde el interior.
i.as dos problemáticas son inseparables: hemos visto
iHit; la explicación lingüística tiene límites y que los
líniiics son, justamente, la explicación del fenómeno de
la significación, sobre todo a nivel de la frase y de las
Mi'ticulaciones de las frases en el discurso y en el texto.
Y que al no reconocer estos límites, la semiología es una
morfología, "teoría de las formas", un formalismo estéril.
Por otra parte, la sociología de la novela, en los tér-
niinos en los que planteaba sus problemas, también lle-
^nha a un formalismo. P e r o no he analizado los con-
fppios fundamentales de la sociología literaria de forma
etílica. M e he contentado, en el primer capítulo, con
r)(|)i)ncr su problemática y sus nociones.
I'ara constituir una teoría de la novela ( y , quizá,
del relato) hay que efectuar la síntesis de las dos pro-
lilemálicas, lo cual implica transformar sus conceptos.
primera etapa es situar el problema de la significa-
lión ilcl disnirso, el problema de la estructura de las
[ 107 1
108 LA IDEOLOGÍA EN

prácticas significantes en la perspectiva teórica de Gold­


mann y en la de Piaget, que es más elaborada. Para
ello, es preciso analizar, en primer lugar, la manera en
que Piaget y Goldmann plantean el problema de la
conciencia colectiva, de los valores y de la ideología.
Veremos después el contexto en el que se sitúan las
diversas nociones de ideología y cómo se puede elabo­
rar una teoría de las prácticas significantes y de la ideo­
logía en esta perspectiva, que tiene también c o m o ori­
gen los escritos de Marx.

«VISION DEL MUNDO» E IDEOLOGÍA;


GOLDMAN Y PIAGET

Criticar la perspectiva de Goldmann sin referirse a


Piaget es fácil y poco útil; Goldmann —cfr. Recher­
ches Dialectiques (Investigaciones D i a l é c t i c a s ) — consi­
dera que la psicología genética de Piaget es la psicolo­
gía que corresponde a la sociología marxista, también
genética, y que la epistemología genética de Piaget es
una formulación actualizada del materialismo dialéctico,
de la epistemología marxista. T a m b i é n Piaget hace suyo
e s t e punto de vista
E l carácter "genético" del pensamiento marxista
puede ponerse en duda; Althusser lo ha hecho, y de
forma decisiva 2. Así, no se trata aquí de repetir sus
argumentos, sino de ocuparse detalladamente de un
cierto número de conceptos de Piaget ( y de G o l d m a n n )
que se han utilizado, sin crítica, en los dos primeros
capítulos de este trabajo. Sin crítica, en efecto, ya que
antes de examinar en el capítulo I I I la teoría del len­
guaje y, sobre todo, la noción de signo, no se disponía
de los instrumentos necesarios para efectuar un examen

1 J . PIAGET, Etudes Sociologiques, Genéve, Droz, 1961, p. 27.


2 L . ALTHUSSER, Pour Marx y Lire le Capital, Maspero, 1965,
1967 (Trads. casts. de Marta Harnecker, La Revolución teórica de
Marx y Para leer el capital, México, Siglo X X I , 1967, 1969).
KL LENGUAJE 109

crítico de los conceptos de ideología y de "visión del


mundo", examen absolutamente indispensable como
preámbulo para una teoría de la novela.
Antes de adentrarse en la discusión de la "sociolo-
fífa" de Piaget ( y , al mismo tiempo, de G o ld m a n n)
i'onviene aclarar que genético y diacrónico no significan
lo mismo, y que el término "genético" es empleado por
Piaget en dos sentidos: el primero — e l criticado por
A k h u s s e r — significa que se explica un estado dado de
un sistema ( p o r ejemplo, la inteligencia adulta) bus­
cando sus orígenes y sus reglas de desarrollo. E l otro,
(|ne Piaget emplea también — y , particularmente, en
Estructuralismo—, define la génesis c o m o el paso
de una estructura a otra, l o que supone conocer las dos
rsitucturas y pensar en el paso como transformación.
Aunque las dos definiciones pueden parecer casi
Idénticas, hay una diferencia importante: mientras que
lii segunda implica el conocimiento de dos estructuras,
lii primera no exige ninguna.
l'.l ejemplo siguiente, de Piaget, ilustra bien en qué
Hrniido la perspectiva genética es peligrosa: Piaget afir-
nui que el carácter simbólico de los signos "es tanto
imís frecuente en las sociedades que son "primitivas"
cuyas representaciones colectivas son menos abstractas,
TN decir, menos profundamente socializadas" ^. Sabemos,
NÍn embargo, que en las sociedades "primitivas" las "re­
presentaciones" no son menos "abstractas": son sola­
mente' distintas. P e r o la hipótesis de una "mentalidad
pielógica" es necesaria para explicar "genéticamente"
Irl li'vgira como fruto de l a "socialización". L a hipótesis
del salvaje no socializado, individuo aislado, es indis-
peUNiihle como fundamento de una explicación contrac­
tual de todos los hechos sociales. Piaget reencuentra
«qiií n Lévy-Bruhl: el Robinson —^personaje fundamen-
Irtl de- la mitología burguesa— aparece insidiosamente

,1 drucin.') en gran parte a los análisis de Lévi-Strauss. '


no LA IDEOLOGÍA E N

en todas las teorías ideológicas de todos los hechos


sociales, de la lengua hasta el estado. Cuando el signo
( o el estado, o los valores de c a m b i o ) es contractual,
hay que inventar al "hombre antes del contrato": mudo,
solitario, ilógico, puro, principio del proceso "gené­
t i c o " que explica el lenguaje, la sociedad, la lógica, los
vicios...
L a "sociología" de Piaget — y la de G o l d m a n n —
son fundamentalmente idealistas. E s t o se descubre sin
dificultades cuando se analiza su concepción del "hecho
social". L o s hechos sociales son interacciones, caracte­
rizadas por tres aspectos, que se pueden distinguir y
que están siempre presentes en diversos grados: "re­
glas, valores de cambio y signos, constituyen por tanto
los tres aspectos constitutivos de los hechos sociales,
ya que todo comportamiento efectuado en común se
traduce necesariamente en la constitución de normas,
de valores y significantes convencionales"
Vemos que el hecho social es "comportamiento efec­
tuado en común", que se "traduce" en normas, valores
y signos. Y las reglas ( o n o r m a s ) "se aplican al todo
y estructuran incluso a los mismos signos (reglas gra­
maticales) tanto como a los valores (reglas morales y
jurídicas) y a los conceptos y representaciones colec­
tivas en general ( l ó g i c a ) " 5. L o s valores de cambio
"constituyen el hecho nuevo que consolida socialmente
a los valores y los transforma haciéndoles dependientes,
no sólo ya de la relación entre un sujeto y los objetos,

4 J . PIAGET, Etudes Sociologiques, Droz, Genéve, 1965, p. 34.


5 Ibid., p. 31. Aunque no hay lugar, en este trabajo, p a r a des­
arrollar una crítica de la noción de acción y de las teorías ("socio­
lógicas';) de la acción, cabe indicar cuáles son los supuestos en los
que se sitúa p a r a justificar someramente el rechazo de las perspec­
tivas teóricas que definen a los actos c o m o el objeto de las ciencias
sociales.
L a noción de acío. que casi nadie se preocupa de definir, supone,
c o m o lo indica Parsons en Toward a General Theory of Action, la
existencia de un sujeto, es decir, de un agente que eUge libremente
los objetivos y los medios empleados en... la acción, en una situación
dada, situación que informa la acción en la medida en la que existe
KL LENGUAJE 111

1 lino incluso del sistema total de relaciones entre dos


o más sujetos, por una parte y por otra, los o b j e t o s " ^ .
F.n efecto, los valores individuales "siguen siendo varia­
bles y fluidos mientras no dan lugar a intercambios"
y eso a pesar de que están sistematizados por las regu-
Ineiones afectivas, cuyo estado de equilibrio es la volim-
liii!. L o s valores pueden estar más o menos regulados.
" L a función esencial de la regla es conservar los valo-
r c i , y el único medio social de conservarlos es conver­
tirlos en obligados u obligatorios" ^. L o s signos son "el
medio de expresión que sirve para la transmisión de
reglas y valores". Son arbitrarios y suponen una con­
vención. Pero un gran número de signos tienen además
un carácter simbólico, " y el hecho es tanto más fre-
fucnie en las sociedades que son más "primitivas", cuyas
representaciones colectivas son menos abstractas, es
decir, menos profundamente socializadas"^.
Vemos entonces que la teoría del signo de Piaget
ftiincide con la que se ha criticado en el capítulo ante-
i r l o r ; el signo es convención, y el significante, expresión
Convencional de las ideas que existen fuera de él. Que
e l sujeto es una categoría fundamental de esta sociolo-
(ifa, y que el signo ( y n o sólo el significante) es medio
\ée expresión de reglas y valores, los cuales existen en-
I t o n c c s como "contenidos" de las conciencias de los

mtliltillvumünte, es decir, en c u a n t o aparece en la conciencia del su-


Jclii lili lii acción...
No hay una teoría de la acción sin una teoría de las orientaciones
Bliniiiillvus que lundan la elección de una alternativa p o r el sujeto.
AhiMii Ilion, y dado que las alternativas no son tales, en la medida
• I I lililí liis orientaciones que guían la elección están, "interiorizadas"
imiiKi iiormiLs, para los teóricos de la acción, la elección acaba con-
Vllllt'iKlosu en tma elección inconsciente, lo cual se parece mucho a
M » ilnliirmlnlsrao que la teoría de la acción ( y del s u j e t o ) empieza
(iiir itirliiwar. Más adelante, en este texto veremos c ó m o la noción
rtn Bi'i'lón está relacionada" con i m a teoría idealista del signo, ya que
ÍHM "iirlnntuciones" son significados...
II ,1. r i A G E T , Eludes sociologiques, ed. cit. p. 39.
7 Ibld., p. 39.
II Ibld., p. 34. No hay que insistir sobre el c a r á c t e r arbitrario
iIb I«1 utirmación...
II llild., p. 34.
112 LA IDEOLOGÍA EN

sujetos, como ideas puras que el sujeto comiene y el


signo expresa, y al expresar, valoriza.
E n esta perspectiva, la noción de "conciencia colec­
t i v a " de Piaget y la de "visión del mundo" de G o l d ­
man, se articulan claramente con la concepción de la
ideología que conllevan. Según Piaget, "la diferencia
fundamental existente entre las representaciones colec­
tivas y las representaciones individuales es, que el
" n o s o t r o s " se encuentra constantemente sustituido por
e l " y o " y la cooperación por las operaciones simples
L o mismo que en el caso del desarrollo de los conte­
nidos de la conciencia individual, el desarrollo de los
contenidos de la conciencia colectiva está sometido a
un idéntico proceso de equilibración, que resulta de la
acomodación a la experiencia y que asegura su estabi­
lidad. Pero el equilibrio implica, como se ha indicado,
la reversibilidad de las operaciones agrupadas que cons­
tituyen un sistema y la reversibilidad se logra en la
cooperación. P o r q u e la acomodación a lo real, la obje­
tividad, al igual que en el caso de las representaciones
individuales, está sometida a una presión fundamental:
la descentración. E n el individuo, la cooperación hace
pasar las representaciones del egocentrismo a la racio­
nalidad. D e la misma forma la sociedad es también la
que hace pasar las representaciones colectivas de los
grupos (clases sociales), del "sociocentrismo" del grupo
a la "racionalidad".
Las representaciones sociocéntricas son las ideolo­
gías. Estas últimas son "la expresión conceptual de los
valores en los que cree un conjunto de individuos, y
c o m o tal, cumple una función a la vez positiva y muy
diferente de la ciencia: la ideología traduce una toma
de posición que defiende e intenta justificar, mientras
que la ciencia constata y explica

10 Ibid., p. 31.
11 J . PIAGET, Etudes sociologiques, p. 80.
LENGUAJE 113

La ciencia implica por tanto la cooperación entre


grupos. Pero la cooperación solamente es posible
l | P P b intercambios equilibrados. Y el equilibrio de los
iiilcrcambios depende de tres condiciones fundamenta-
Ics: la existencia de una escala de valores común, la
[|ualdad fundamental de los valores que entran en

luego en los intercambios y la reversibilidad. Piaget
CHcribe:
" E l estado de equilibrio, tal y c o m o es defi-
nido por las tres condiciones precedentes, está
también subordinado a una situación social de
cooperación autónoma, fundada sobre la igualdad
y la reciprocidad de los "partenaires" y que se
desprende simultáneamente de la anomía caracte-
rística de la coacción"
más adelante añade:
" P e r o es im-portante precisar que la coopera-
ción, como la acabamos de definir por sus leyes de
equilibrio, oponiéndola al doble desequilibrio del
egocentrismo y la coacción, difiere esencialmente
del simple cambio espontáneo, es decir, del "de-
jar-hacer", tal y c o m o lo concebía el liberalismo
clásico. Está bastante claro, en efecto, que sin una
disciplina que asegure la coordinación de los pun-
tos de vista mediante una regla de reciprocidad,
e l "libre c a m b i o " está continuamente dificultado,
o bien por el egocentrismo (individual, nacional
o resultante de la polarización de la sociedad en
clases sociales) o bien por las presiones (debidas
H las luchas entre tales clases, e t c . )

L a ideología es así concebida como la expresión con-


^tual de los valores de una representación colectiva
p l o - c é n t r i c a , expresión que se traduce en una toma

Ibld, p. 96.
J . r i A G E T , Eludes sociologiques, p. 96.
114 LA IDEOLOGÍA EN

de posición, la defiende y la justifica. Pero, la existen­


cia de estos valores específicos del grupo implica la
existencia de un desequilibrio en los intercambios entre
los grupos, la no-reciprocidad de los "partenaires", la
desigualdad. Y también que sólo el egocentrismo y las
coacciones permiten intercambios de valor desigual.
L a ideología es expresión conceptual de valores que
existen en las conciencias individuales (socializadas por
la interacción) en la afectividad de los sujetos. Si la
ideología no es ciencia es porque el egocentrismo y la
coacción impiden intercambios iguales, y por l o tanto,
escalas de valores iguales.
Mientras que la visión del mundo es estructura de
los contenidos de la conciencia colectiva, la ideología
es expresión conceptual. L a distinción entre visión del
mundo e ideología es paralela a la de idea-expresión.
E s una distinción idealista, y sólo posible gracias a una
concepción formalista del signo: en efecto, los signos
son para Piaget totalidades que unen significante y sig
nificado de forma convencional (mientras que el sím­
bolo es una representación menos socializada, menos
convencional) y constituyen uno de los aspectos del
hecho social. E s t a concepción, suficientemente analizada
en el capítulo tercero, no necesita más discusión: ya
hemos visto cómo está ligada a una concepción idea­
lista de las representaciones —ideas puras que existen
fuera de su manifestación en el signo. L a importancia
de esta concepción del signo es que los valores son
significados robinsonianos, y los valores de cambio sig­
nificados homogeneizados por la interacción.
Evidentemente, esta concepción de los valores y de
los signos es inseparable de la de las reglas: pero para
Piaget las reglas son valores fijados, invariables, que
"regulan" las interacciones: ideas que determinan los
procesos reales.
Sin continuar este análisis —^ya demasiado largo^
101, T.ENGUAJE

podemos preguntarnos: ¿cuál es la forma de existencia


de la conciencia colectiva, de esas representaciones
s(K'i al izadas? E s decir, empleando la terminología de
Althusser, ¿cuáles son los objetos reales, concretos y
ningulares de los que el concepto de conciencia colec-
liva (conjunto de presentaciones organizadas) es el
"objeto de conocimiento"? E s t a pregunta no es formu-
liidn claramente ni por Goldmann ni por Piaget. Y es
i | i i c los dos tienen una concepción expresiva del dis-
iursü. paralela de la concepción idealista del signo como
dignificante-significado.

I.A NOCIÓN DE VISION DEL MUNDO:


UNA LECTURA PARCIAL DE MARX
Qud el título de este párrafo se refiera a una lectura
l>urcial de Marx, no es, c o m o veremos, fortuito. E n
efecto, aunque M a r x escribe en la Ideología Alemana:
"No es la conciencia la que determina la vida sino la
vidii la que determina la conciencia" y aunque em-
plea el concepto de formas de conciencia que corres-
ponde a "la moral, la religión, la metafísica y cualquier
ii(rii ideología" Piaget funda en esta frase su creencia
en In convergencia de la psicología genética y el mar-
llwtno c o m o sociología del comportamiento dejando
lado la concepción clara (aunque poco desarrollada)
M a r x tiene de la conciencia. E n el mismo texto,
íarx escribe:
" Y es ahora solamente, después de haber ya
examinado cuatro momentos, cuatro aspectos de
las relaciones históricas originales, cuando encon-
tramos que el h o m b r e tiene también "conciencia".
P e r o no se trata de una conciencia que sea de golpe

MAKX y E N G E L S , La Ideología Alemana, E d . Revolucionaria,.


1.111 na, 1966, p. 26. Y o subrayo.
Ibld.
Ver J . PIAGET, Eludes Sociologiques, Genéve, Droz, 1966, p. 27.
Ann comparte esta opinión de Piaget. V e r Goldmann, Investiga-
Dialécticas, ed. cit.
116 LA IDE0LCX3IA EN

conciencia "pura". Desde el principio, una maldi­


ción pesa sobre el "espíritu", la de estar "man­
chado" de una materia que se presenta aquí bajo
la forma de capas de aire agitadas, de sonidos, en
una palabra, bajo la forma del lenguaje. E l len­
guaje es tan viejo como la conciencia — e l lenguaje
es la conciencia real, práctica, que existe también
para los otros hombres, existiendo entonces tam­
bién solamente para mí m i s m o . . . "
E n este texto decisivo, a pesar de la dificultad que
manifiesta al pensar un concepto nuevo con las cate­
gorías idealistas de "conciencia", "espíritu", materia"
y sin una teoría del lenguaje, M a r x enuncia la concep­
ción que funda los desarrollos actuales del nuevo sema-
nálisis el lenguaje es la conciencia real, práctica; la
forma de existencia de la "conciencia" es el lenguaje.
P e r o este enunciado de M a r x no podía ser desarro­
llado en su época: las investigaciones lingüísticas no
habían avanzado suficientemente como para servir de
instrumento a una teoría del lenguaje como práctica
social. Como hemos visto, pensar en el lenguaje como
producción en lugar de producto es cosa nueva, que
sólo se esboza en las investigaciones más recientes,
apenas al margen del "estructuralismo", cuya crítica su­
ponen investigaciones que definen un dominio nuevo y
necesario: interacción de la lingüística, la sociología, la
lógica matemática y la epistemología.
Sin insistir por el momento en el planteamiento de
la problemática en la que sitúa la teoría de la novela,
hay que indicar cómo esta concepción de la "concien­
cia", noción que cubre la problemática del lenguaje
c o m o práctica, invierte el planteamiento del problema

17 MARX y E N G E L S , L'Ideologie Allemande, edición francesa ci­


t a d a , p. 43. Cf. ed. cast. cit., p. 30. Subrayado mío.
18 Ver Julia Kristeva, Semeiotike. Recherches pour une séjnana-
lyse. París, Seuil, 1969. Texto de gran importancia que desarrolla
por otros caminos mucho de lo que este libro contiene.
I WL L E N G U A J E

del sujeto, colectivo o individual: el habla n o es "ex-


presión" de la "conciencia" del individuo-sujeto, sino
l]-J

c|uc es " s u j e t o " el individuo al hablar.


Y hay que indicar también que — e n los textos de
M a r x — la noción de ideología no es explícita: a veces
aparece como expresión, c o m o reflejo del modo de vida.
Por otra parte, en el Capital (primera sección, libro I ) ,
aparece como una realidad ambigua: la substancia del
valor, la forma del valor, son categorías q u e clarifican
poco el carácter del concepto tal c o m o M a r x lo em-
pica U n a lectura idealista de Marx es posible porque
I o n textos de Marx son, en ciertos aspectos, ambiguos.
J.a ambigüedad es, ¡por otra parte, del mismo tipo que
la de Saussure: conceptos nuevos todavía mezclados con
viejas nociones ideológicas, pensadas en contextos que
non, radicalmente diferentes, de la novedad que pro-
ducen.

I I , CONCEPTO DE IDEOLOGÍA:
IFUNCIONALISMO Y MARXISMO

Que el concepto de ideología es un instrumento


h J r i c o determinante, nadie lo duda. P e r o en el pensa-
n i i i ' i i i í i sociológico, desde M a r x hasta Parsons, desde
A l i l i i i s s c r hasta Piaget, este concepto está definido am-
Itl^iimínente, es decir, que sus relaciones con los demás

IM s i n embargo, cabría pensar que la crítica de M a r x a Ricardo


plli'n (111 Kcneral la crítica de toda hermenéutica de los procesos
In BiKiiirtmlcos. Ricardo, en efecto, ha sabido leer, bajo la apariencia
liitiifcumblo, la sustancia del valor y su medida: "El valor es tra-
. I'iiro, incapaz de producir el concepto de fuerza de trabajo
i1lHtlii«ulr el do6¡e c a r á c t e r del trabajo cristalizado en la mer-
»|i|ii, MI análisis desemboca en un "impasse" desde el que se t r a t a
miiili'/Jir oso objeto enigmático que ofrece a Ricardo su principio
«itiini: el trabajo mismo. ¿Cuál es el "valor del trabajo"? E s t a
Ulltn coincide con la que se plantea la hermenéutica: ¿cuál es el
Í I I drt sentido: el "significado del significado"? Pregunta Ideoló-
H\ Miirx evita esta cuestión, no es por casualidad: des-constru-
1(1 In unción ideológica de trabajo cumple, en su nivel, la misma
(ili'iii nun le semiología actual: des-construir la noción (ideológica)
plgiiiriiuido.
118 LA IDEOLOGÍA E N

conceptos fundamentales de la sociología cambian se-


gún los contextos.
E l carácter fundamental del concepto de ideología
es debido a la posición que ocupa en una ciencia de la
sociedad. Posición delicada en la intersección de la es-
tructura de los procesos reales con la experiencia hu-
mana del proceso: voy a examinar someramente las con-
cepciones más importantes y frecuentes de esta cues-
tión:

A) La posición marxista simplista.


E l punto de partida es la frase de M a r x :
" A partir de sus procesos de vida real se repre-
senta también el desarrollo de los reflejos y de los
ecos ideológicos de ese proceso vital" ( I . A . 8 pág.
.36) y su continuación "la moral, la religión, la
metafísica y todo el resto de la ideología, así como
las formas de conciencia que les corresponden pier-
den inmediatamente toda apariencia de autono-
mía" ( I . A . 3 6 ) .
Estas dos citadas fundan la concepción que se pue-
de llamar del "reflejo": la ideología es un conjunto de
representaciones que son el reflejo de los "procesos de
vida real". M a r x , en la sección del Capital sobre el Fe-
tichismo de la mercancía, introduce un refinamiento ( a
menudo olvidado por los partidarios de la teoría del
r e f l e j o ) : la ideología refleja los procesos reales, pero
se trata de un reflejo invertido como en la "cámara os-
cura". Y precisa que esta inversión tiene una función
respecto al modo de producción.
Esta concepción de la ideología se acompaña de una
ambigüedad fundamental: M a r x habla de " l a moral, la
religión, la metafísica y todo el resto de la ideología".
E n sus ejemplos, la ideología aparece siempre como
discurso. Y este discurso es expresión del sistema de
KL LENGUAJE 119

idoas: al menos, si en M a r x esta afirmación está contra-


dicha por su identificación de la conciencia al lenguaje,
los defensores de la teoría de la ideología c o m o reflejo
lii interpretan así.
E n el análisis de Por una sociología de la novela,
(en el capítulo I I ) , hemos visto el tipo de análisis al
que esta concepción de la ideología conduce en el cam-
po de sus relaciones c o n la literatura. P e r o este ejem-
plo no agota el campo de las dificultades de las teorías
de! reflejo; la dificultad fundamental consiste, precisa-
mente, en impedir la comprensión de la eficacia especí-
'a de la ideología en las formaciones sociales.
Hay que analizar más detalladamente e l contexto
teórico en el que se sitúa la teoría del reflejo, e insistir
íolire todo, en la concepción implícita de la estructura
del modo de producción que la acompaña. S e puede re-
miinir en la afirmación siguiente: la teoría del reflejo es
complementaria de una definición exclusivamente eco-
lu'iinicu del modo de producción como estructura de las
liirmnciones sociales concretas. L a ideología es "super-
e»iructura", y la superestructura es expresión ( a veces
hii'crtida) de las relaciones de producción y de cambio.
lis Las consideraciones permiten el paso a la concep-
l'lóii exactamente opuesta: la concepción histórico-fun-
«'Inimlista.

l\) La concepción histórico-funciondista


(ion la crítica de la noción de visión del mundo se
irilii ya la concepción historicista de la ideología. Pe-
(iiildmann y Piaget son autores intermediarios y pa-
FIT dflimiiar claramente las posiciones lo mejor es con-
í h l m i r las posiciones extremas. P o r eso me refiero
iji|Hi ,1 'lalcott Parsons, cuya influencia en el pensa-
iiiii i i i i i .sociológico es determinante.

I'',ii resumen, la posición de Parsons es la siguiente:


es un sistema de acción, es decir, un sistema
1(1 i t i l i i i i - n
120 ^ IDEOLOGÍA E N

de valores. Pero al contrario de la personalidad o del


sistema social (también sistemas de acción), la cultura
sólo existe en cuanto que está interiorizada en la per- |
sonalidad o institucionalizada en el sistema social
¿ Q u é son los valores, según Parsons? Los valores
son "elementos de sistemas simbólicos compartidos"
es decir, de un sistema de signos, que "sirven de crite-
rio o standard para elegir entre las alternativas de orien-
tación (de las acciones) que están intrínsecamente abier- |
tas en una situación" L a significación del valor es la
elección de una alternativa de acción por el sujeto. L a
existencia de los sistemas sociales está determinada por
la del sistema de valores comunes cuya institucionali-
zación constituye el mecanismo de regulación de las ac-
ciones que asegura el equilibrio del sistema y, por lo
tanto, y según Parsons su existencia como sistema.
E l equilibrio de la personalidad está garantizado tam-
bién por la cultura interiorizada.
Si en las concepciones estudiadas antes de la ideo-
logía como reflejo, la ideología aparece como puro sis-
tema de representaciones determinadas rigurosamente
por la estructura, en la concepción de Parsons ( y en la
de su predecesor M a x W e b e r ) la estructura social está
determinada por la cultura, que es también un sistema
de representaciones. Dejando de lado por el momento
la concepción idealista de las representaciones, común
a las dos posiciones, se pueden comparar al menos en
lo que concierne a la función de la ideología: el mérito
de la concepción de Parsons es el considerar la ideolo-

20 A este respecto ver Talcott Parsons, Toward a General Tfieory


of Action y The Social System, N. Y . , Free Press, paperbook édi-
tion, 1964.
21 PARSONS, The Social System, p. 12.
22 L a noción de equilibrio y la de sistema están identificadas.
Ver Talcott Parsons, Toward a General Theory of Action, p. 120.
23 Ver en Talcott Parsons, The Structure of the Social Action,
Vol. I I , la importancia que Parsons mismo da al pensamiento de
Weber respecto al papel de los valores en la vida social.
I
r -
KL LENGUAJE 121

jtía ( l a "cultura") como un mecanismo de regulación y


no como representación expresiva, verdadera o falsa,
de los procesos reales. L a ideología, en la concepción de
Parsons, asegura el equilibrio y es una condición de la
existencia del sistema social como sistema.
Está claro para todo lector atento de Parsons, que
el subjetivismo manifiesto del análisis del hecho social
reducido a "acción del sujeto" y, finalmente, a "orienta-
ción normativa" de esta acción, hace que la sociedad no
Hca más que la forma de existencia de la ideología, la
realización de las ideas. Y que esto implica que no se
pueda explicar ni la historia, ni las formas de existen-
B cin de las diferentes formaciones sociales concretas. Sin
B embargo, y respecto al marxismo primario de la teoría
del reflejo, también idealista, aunque de otra manera,
Im teoría de Parsons tiene al menos el mérito de tener
en cuenta la función política y económica de la ideolo-
gía c o m o mecanismo de equilibrio, lo que n o es inde-
pendiente de su popularidad como justificación "a pos-
i c r i o r i " de las técnicas modernas de control s o c i a l ^ .
Cximo hemos visto, la concepción de la ideología de
I'iiif^ct como sistema de representaciones colectivas so-
cio céntrico, acompañado de una escala de valores co-
ini'in, es similar a la concepción de la cultura (ideolo-
yíii) lie Parsons, con la diferencia de que Piaget intro-
dim- la noción de coacción (opuesto de cooperación)
piiiii explicar las escalas de valores distintos, de grupos
nociiilcs distintos, que resultan de intercambios de valo-
i T d ilcsiguales, lo que otorga un poco más de "realis-
Mid" ni análisis. Sin embargo, y al igual que Parsons,
l'iiii'ci concibe la ideología como estructura de la con-
' 1.1 del grupo-sujeto. L a diferencia principal entre
•1 i,iL (trltica de Parsons aquí esbozada es, necesariamente, so-
iM.iM Vtn Max Black, The Social Theory of Talcott Parsons, y
w Mii.'kliiy, Sociology and Modern Systems Theory, así c o m o ' ni-
mil. iii.i "Li's «roupes marginaiui: ideologie et réalité", S o c . n.» 19
Miiiiliniil iiinn.
1¿2 LA IDEOLOGÍA E N

los dos conceptos es que la "cultura" de Parsons es un


sistema de representaciones común a la sociedad entera,
mientras que la ideología de Piaget es un sistema de re-
presentaciones de un "grupo".

HACIA UNA TEORÍA DE LA IDEOLOGÍA

Como hemos visto, Parsons considera la "cultura"


(la ideología) como un sistema simbólico, el cual inte-
riorizado, constituye la conciencia del sujeto de la ac-
ción e, institucionalizado, define el sistema social. E s t a
concepción, que adolece de un coeficiente considerable
de idealismo, tiene al menos la virtud de indicar —ideo-
lógicamente— la función social de la ideología: la de
aparato regulador que mantiene el equilibrio del siste-
ma.
Respecto al pensamiento " m a r x i s t a " que considera
la ideología como reflejo, esta concepción supone, pues,
un neto progreso. Pero, como se ha indicado, M a r x ha-
bía comprendido que la conciencia es el lenguaje y que
la ideología es una instancia de la estructura: únicamen-
te los marxistas economicistas, la "desviación" econo-
micista del marxismo, ha interpretado la teoría marxis-
ta —incompleta—• de la ideología como una teoría del
"reflejo". Y en el pensamiento marxista contemporáneo
se encuentran numerosas tentativas de volver a los orí-
genes y de elaborar una teoría de la ideología más co-
herente, y no idealista.
U n o de los méritos indudables de Althusser es el ha-
ber planteado seriamente estas cuestiones, obligando
así a discutirlas como problemas. Sin embargo, su teo-
ría de la ideología es, en sus escritos de 1 9 6 0 - 1 9 6 5 , am-
bigua. P o r una parte Althusser considera la ideología
como una instancia del modo de producción, es decir,
como una estructura regional. P o r otra, sus definiciones
de la estructura, aunque insisten sobre el carácter de la
EL LENGUAJK

ideología como sistema regulador, caen a menudo en


ima concepción idealista-expresiva^^. Así, p o r ejemplo,
Althusser escribe:
"En la ideología, los hombres expresan, en efec­
to, n o sus relaciones con sus condiciones de exis­
tencia, sino la manera en la que viven sus relacio­
nes con sus condiciones de existencia: l o que su­
pone a la vez una relación real y una relación "vi­
vida", "imaginaria". L a ideología es, p o r l o tanto,
la expresión de la relación de los hombres con su
mundo, es decir, la unidad (sobredeterminada) de
su relación real y de su relación imaginaria con sus
condiciones de existencia reales."
E s t a concepción es coherente con la ausencia en los
textos de Althusser de una teoría del lenguaje. Pero
en ellos se encuentran los elementos que permiten la
eliilioración de una teoría de la ideología, y eso a pesar
<lr las ambigüedades de su noción de "estructura" que
r» concebida como " c a u s a " . . . 2''.

3B A pesar de que en o t r o s textos Althusser condena vigorosa-


iMPtiln (Hcha concepción.
Wl A r . T H U S S E R , Fom Marx, p . 240 ( Y o subrayo) ( p p . 193-194 de
I n I i m i I . castellana c i t . ) .
Aunque, claro e s t á , n o en el "sentido tradicional" de l a noción
rin c i i i i M i . P o r e s o la escuela de Althusser se h a preocupado t a n t o
flí IH lliiiniida "causalidad estructural", que se quiere diferenciar de
In "iiiiiimilldiid" en las ciencias de la naturaleza... eligiendo ejemplos
É|i mU\<í últimas que resisten m a l la crítica del especialista. Se h a
fíirlndii 1111 (concepto, el de "explicación nomológica deductiva" para
(jm'iiii|rrl/.iir lii causalidad en las ciencias físicas y distinguirla de la
WilnMlliluil cMlructural.
f(l iliiuno, la distinción de la "causalidad estructural" de la
Mlltinlldail c u las ciencias físicas n o parece lo bastante fundada como
pm-H m r . l s l l r i i n análisis serio: la mayoría de las diferencias se deben
( liilrriiri'liiclcmes pre-newtonianas de leyes físicas elementales, tan
i f l i H i i i K l i i l c ' i i l i ! ; q u e b a s t a apelar a los conocimientos corrientes de
((•l.m i " i m mostrar su c a r á c t e r especioso. P o r e s o , rechazando al
iiii'iM. 1111IVIslonalmente . — h a s t a que se pruebe lo contrario— esta
miliiri ,1:1 ( i i r i T o n c i a , me parece justo afirmar que Althusser concibe
Ihh i > . n i i i i r i i i i i i s como causas, c o n las connotaciones metafísicas que
mil 1IM|illrii.
I i i r l i i i i de causalidad estructural" me parece entonces que, en
In UmmIii rtd Althusser, constituye una solución nominatista de un pro-
lllmilil iniU.
124 LA IDEOLOGÍA E N

E n efecto, para Althusser la ideología es una estruc­


tura regional, una instancia del modo de producción.
E s t e último es una estructura compleja, articulación
de instancias, entre las cuales hay una instancia domi­
nante, siendo en todos los casos la instancia económica
la que determina, en última instancia, sobre cuál de las
instancias del modo de producción recae el rol dominan­
te. Con esta concepción, la ideología se inserta en el
modo de producción como una sub-estructura, articula­
da con la economía y la política.
L o que no está claro en la concepción de Althusser
es el modo de funcionamiento de la ideología como ins­
tancia del modo de producción. E s decir, una vez que
sabemos que la ideología está estructurada, queda por
definir qué es lo que esta instancia estructura. Dada la
concepción estática y causal que de las estructuras tiene
Althusser, esta cuestión no está formulada. Pero vere­
mos cómo puede plantearse utilizando algunos concep­
tos de este autor en relación con los resultados de la
crítica del signo.
Si se considera que un proceso de producción — q u e
Althusser llama "práctica"— es: "todo proceso de trans­
formación de una materia prima dada en un producto
determinado, transformación efectuada por un trabajo
humano determinado, utilizando medios de producción
determinados" E s t a definición nos permite resolver
las dificultades que se encuentran en la definición al-
thusseriana de la ideología: se puede definir la ideología
como la estructura ( e l sistema de las transformaciones)
de los procesos de producción de discursos no-científi­
cos. E s t a definición provisional se puede precisar más,
estudiando los diferentes elementos que entran en un
proceso de producción: las materias primas, los instru­
mentos, el trabajo que aplica a las materias primas los
instrumentos, según ciertas reglas, y los productos.

28 L. A L T H U S S E R , Four Marx, pp. 161-224. Trad. cit., p 136.


IKL LENGUAJE 125

Respecto a los productos, se puede intentar delimi-


jtar el sentido de la expresión "discursos ideológicos":
los discursos ideológicos son productos que producen
un efecto de significación específico: confieren signifi­
cado a unos términos que se llaman por eso significan­
tes, que se refieren a la posición del agente en los pro­
cesos de producción (aspecto técnico y relaciones socia­
les de producción), y el "efecto de significación" "es
lo que constituye la "conciencia" de los soportes-agen­
tes: los "valores" y las "representaciones". Llamaremos
tinciones —siguiendo así la distinción de Althusser—
l o s significados fijados p o r el discurso ideológico.
La distinción entre "valores" y "representaciones"
e s la paralela ideológica de la distinción fundamental
cutre el discurso sobre los procesos por una parte, y
* u articulación como discurso del agente ( q u e lo cons­
tituye en "sujeto" y ese discurso en " c o n c i e n c i a " ) , y la
rcliición entre el " s u j e t o " y " s u " discurso sobre los pro-
c e N o s , en valores. U n ejemplo aclarará esta distinción:
i i n u frase del tipo " Y o ( c r e o q u e ) ( A es B ) " contiene:
1) Una proposición que concierne lo exterior al
sujeto: " e l sol es un astro" = ( A es B ) .
2) E l pronombre personal " Y o " : la instancia del
sujeto: lo que habla.
3) "Creo q u e " : relación entre ( Y o ) y ( A es
B ) == índice de valor (lógico en este caso) de
verdad: significa ( A es B ) es verdad, atribu­
ye un valor a la proposición.
Q u e existe una estrecha relación entre representa-
tlotics y valores ( l ó g i c o s ) no ofrece la menor duda: en
l i n a teoría científica se pretende que todas las proposi-
ics sean verdaderas... E n el discurso en general exis­
t i r liivtbicn una relación entre "representaciones" y "va-
d i i f n " ; pero la relación en cuestión n o es siempre de
mi N i n a naturaleza. L a relación entre el sujeto y la pro-
126 LA IDEOLOGÍA E N

posición no es solamente del tipo "creo que", " m e pa-


rece que", "pienso que", sino también, y, sobre todo,
del tipo: " m e gusta que", "tenemos q u e " . . . E s t e tipo
de conexiones entre el sujeto ( l o que habla) y la pro-
posición son indicaciones de lo deseado: valores mora-
les (sociales, p o l í t i c o s . . . ) , y no solamente lógicos.
L o que importa por el m o m e n t o es constatar que
el discurso produce un efecto de significación que con-
siste en:
1) Delimitar un "significado" para las nociones
(los términos)
2) Atribuir el significado al soporte, constituyen-
do la instancia del sujeto ( l o que h a b l a ) al
definir el significado ( l o que dice, lo que sig-
nifica ) como significado del signo
3) Poner en relación la instancia del sujeto con
la proposición.
Estas indicaciones sirven para caracterizar los produc-
tos del proceso de producción de los discursos ideoló-

29 E n un libro reciente, P. Bourdieu y J . C. Passeron resumen


sus investigaciones empíricas en sociología de la educación y elabo-
r a n una teoría del sistema de enseñanza. Una de las proposiciones,
la proposición 0.—, que constituye el postulado fundamental de su
teoría, se lee así: "O.— Todo poder de violencia simbólica, es decir,
todo poder que llega a imponer significaciones y a imponerlas c o m o
legítimas disimulando las relaciones de fuerza ("rapports de forcé")
que son el fundamento de su fuerza, a ñ a d e su fuerza propia a esas
relaciones de fuerza". ( P . Bourdieu y J . C. Passeron, La Beproduc-
tion, París, Minuit, 1970, p . 18).
L a acción pedagógica, que es una "violencia simbólica", opera
mediante selecciones, exclusiones e imposiciones de significaciones,
y reproduce la estructura social y los "rapports de forcé" en los
que estas operaciones se efectúan (c£. Ibid., pp. 22-23).
E s t a concepción, resultado de estudios diferentes de los míos,
confirma, desde otra perspectiva, el planteamiento aquí elegido del
problema de las relaciones entre ideología y lenguaje. Las academias
de la lengua son también instituciones del sistema de enseñanza,
mecanismo de reproducción de la estructura social, y la g r a m á t i c a ,
"ciencia normativa", tiene una función reproductora —y reguladora—
al igual que el derecho civil.
30 E s t a s consideraciones coinciden con las de J . Lacan (quien se
inspira en la lingüística). Ver Ecrits, París, Seuil, 1966, y el prefacio
de una nueva edición Ecrits (colección Points), Seuil 1970 ( P r ó x i m a
publicación en Siglo X X I , México).
I
KL L E N G U A J E 127

Igicos. P e r o no es más que una caracterización provisio-


sional. •
Las materias primas del proceso de producción de
discursos son otros discursos. Los instrumentos, las es-
tructuras sintcicticas. L o s procedimientos de aplicación
tic los instrumentos a las materias primas: los modelos
ideológicos; se les ha llameado a veces, sistemas mode-
lantes secundarios y son variantes (transformaciones)
« l e l a ideología.
¿ P o r qué llamamos "no-científicos" un cierto tipo
tic discursos? L a distinción de Althusser entre "efecto
( l e conocimiento" (del discurso científico) y "efecto
(Ir reconocimiento" ( d e l discurso ideológico) sirve pa-
r a efectuar la distinción entre ciencia e ideología. ¿ E n
i p i é consisten los efectos de conocimiento y de recono-
ilmicnto?
Antes de responder a esta pregunta hay que exa-
Itiliuir cuál es la función social de los productos signi-
ílcwntcs en general. L a ciencia es un discurso que se
i l c r c a las prácticas, caracterizado ipor la objetividad,
M decir, por la "adecuación" al objeto. S e "refiere a
I*»" de una forma específica: el método experimental
g H i t i n l i z a —en las ciencias naturales— la correspon-
« I r n c i u entre una serie de proposiciones (un discurso) y
III) c o n j u n t o de operaciones bien delimitado. P e r o esta
Ciilirspondencia no es un modelo — e n el sentido de
" r c p i ' o i l u c c i ó n " de la " e s e n c i a " de la realidad— sino un

irthtiina de transformaciones por el que se pasa de las


rnc'iones a una serie de conceptos, que no son imagen
! t ) i | i K ' conceptualizan, sino reglas de operación.
i t i i u c | > c i ó n actual del átomo no es rma imagen como
j i o i l l u s e r l o el modelo de B o h r : las ecuaciones de onda
La

t i l * Siliodinger o las matrices de Dirac, no son una "re-


| i l o i l i H c i ó n " de la realidad, no nos permiten "imaginar"
Ktiil.i i n . i ' . cjue a ellos mismos. Las teorías científicas
|. i i i . r . permiten comprender que el discurso cientí-
128 LA IDEOLOGÍA E N

fico no reproduce la realidad como imagen, sino coor-


dina un cierto número de operaciones.
Sin detenerse más en estas consideraciones cuyo
carácter indicativo es indudable, se puede ver en qué
consiste la diferencia entre el efecto de conocimiento y
el de reconocimiento, entre el discurso científico y el
discurso ideológico: el primero coordina las operaciones
reales de los agentes en las prácticas, mientras que el
segundo produce una imagen de esas prácticas que los
reproduce como "modelo".
Los modelos econométricos son discursos que repro-
ducen en sus articulaciones las de los procesos econó-
micos a los que se refieren. E l enunciado vulgar " e !
capitalista da trabajo" y "hace vivir al obrero" es tam-
bién "imagen", un modelo del proceso social al que
se refiere. Pero impide la comprensión de ese mismo
proceso en sus relaciones con la totalidad de los pro-
cesos sociales
¿ C ó m o se producen esos discursos? ¿Cómo produ-
cen su efecto? Las materias primas son nociones: "ca-
pitalista", " o b r e r o " , "industrial", " h o m b r e " . . . Estas
palabras se articulan en un discurso, producto signifi-
cante. L a forma de articulación es la significación, lo
que produce el efecto de conocimiento o de recono-
cimiento. ¿ Q u é articula el discurso? ¿Cuáles son los
instrumentos de ese trabajo específico, cuáles son las
reglas de aplicación de los instrumentos a la materia
prima?
Para tratar de este problema, la distinción entre
ideología teórica e ideología práctica es útil, aunque
insuficiente ^^: lo importante es constatar que las prác-
ticas sociales reales (pagar el trabajo de diez personas
y ser pagado por los productos de ese trabajo es un

31 Ver A. BADION, Le Concept de Modele, París, Maspero, 1969,


p. 16 (en preparación trad. castellana Siglo X X I , México).
32 L . ALTHUSSER, Cours de Philosophie pour Sclenti¡iques. París,
Maspero, 1970.
LENGUAJE 129

proceso real) artictilan discursos de tal manera que los


discursos reproduzcan las prácticas: el efecto de reco-
nocimiento es un efecto de reproducción.
Se comprende así por qué el discurso ideológico se
repite: es que las condiciones de reproducción de un
proceso dado son limitadas. P o r el contrario, el dis-
1 lirso científico produce un efecto de reproducción.
E l discurso ideológico interviene en la reproducción
lio los procesos sociales porque se constituye en "con-
Iruido" de la "conciencia" de los agentes de dichos pro-
crsos; es el tipo de " c o n t e n i d o " de la "conciencia" exi-
K¡ilo por la situación de los agentes en el proceso. Mien-
iriis que el discurso científico es un discurso que inter-
^vicnc en el proceso como agente, el discurso ideológico
sm sobre los soportes del proceso, reproduciendo las
íUcicmes sociales de producción que son su condición
existencia, pero n o es directamente agente del pro-
110.
F'/l papel de la ideología es entonces crear la ins-
furia del sujeto, constituir su conciencia c o m o un con-
j n l o de discursos pronunciados en la instancia del yo
[((le! nosotros) exigidos por la reproducción de las rela-
lii)ncs sociales de producción.
LA ideología es pues, en esta perspectiva la estruc-
•ii del proceso de producción de discursos cuyo efecto
(|ircílico es una regulación de las prácticas. E s , por lo
Irtniíi, v\ concepto que se refiere a las reglas de produc-
I' ' un tipo de productos que, c o m o todos los pro-
ILN .ocíales, intervienen en el conjunto de todos los
N O S de producción. P e r o lo que es importante cons-
IR es c|uc los productos ideológicos intervienen sobre
tígentcs, constituyendo la "conciencia" que es exi-
p o r s u s posiciones específicas en los procesos de
« i n i i i ó n que se reproducen.
No hay ijue olvidar el mencionar que los significa-
os i p i r constituyen el sujeto, es decir, las articulado-
130 LA IDEOLOGÍA EN

nes de los significantes producidos por la ideología, se


sitúan en lo que podemos llamar dos niveles: el pri-
mero, del que ya se ha hablado, es el nivel de la "con-
ciencia", es decir, el de la articulación del discurso re-
gido por la ideología, enunciado en la instancia del yo,
con las relaciones sociales de producción y de cambio.
E l segundo es el nivel del inconsciente frettdiano, que
J a c q u e s Lacan ha estudiado en una perspectiva similar.
C o m o escribe Lacan, "el inconsciente es el discurso del
Otro"^^, articulación de los significantes (establecidos
p o r la ideología) que constituye una articulación ex-
cluida de las variaciones de articulaciones significantes
determinadas por la estructura de la ideología. E l "re-
foulement" es el resultado, precisamente, de esta exclu-
sión de las articulaciones del significante que son incom-
patibles con la función reproductora de las estructuras
sociales, de los discursos que ellas producen. E s t a ar-
ticulación excluida existe como efecto de las variaciones
que la acción pedagógica^* de la autoridad familiar
produce respecto a la de las demás instituciones repro-
ductoras de las significaciones
La ideología n o es, por lo tanto, una imagen o un
reflejo de la realidad, no es un conjunto de represen-
taciones: es la estructura generadora de un conjunto de
discursos — y de sus variaciones— que interviene en la
totalidad de los procesos sociales constituyendo la "con-
ciencia" de los agentes — e s decir, los discursos de esos
mismos agentes— como coordinación de sus interven-
ciones en los procesos^®.
La ideología define, elige y fija la significación de
los términos empleados en el conjunto de discursos: los
constituye así en signos, transfiriendo la significación de
la práctica social discursiva a la inmanencia del signi-

33 J . LACAN, Ecrits I, Seuil, 1870, p. 24.


34 Ver en P. Bourdieu y J . C. Passeron, La reproduction, la
definición de este concepto como "violencia simbólica".
35 ¿No es ese el efecto del conocimiento científico?
EL LENGQAJE
131

jicado del signo, constituyendo así la conciencia y eí


sujeto.
L o s discursos que se refieren a los agentes, a la
posición de los agentes en los procesos sociales de pro-
ilucción, atribuyen a los términos un "significado" que
8C presenta en el discurso c o m o valores. L o s valores son
así significaciones, fijadas en significados, de los térmi­
nos que relacionan los agentes a los procesos: en la con-
linuación del texto se hablará de los valores como de
"representaciones"; pero no hay que olvidar en qué
gcnddo se emplea el término, cuáles son sus límites.
I.iis "representaciones" —nociones, conceptos o valo­
res— n o existen más que en el discurso, y denotan las
lirticulaciones discursivas con los referentes del dis­
curso Estos referentes pertenecen al dominio de las
prácticas sociales, y es importante notarlo, pues sólo
UNÍ se disipa el falso problema de "la cosa en s í " como
"referente".

TlíORIA DE LOS VALORES

Uno de los méritos de la teoría de los valores de


l'iiiget es el insistir sobre el hecho del carácter ordenado
de los conjuntos de valores^''. Según Piaget, los valores
lornian escalas de valores, es decir, conjuntos orde-
fhidos
i'.sta indicación, extremadamente importante en el
(Dnic.vto de la definición del valor que este autor da,
l i o se articula claramente con el problema sociológico
lie la significación, ni con una teoría de la ideología, y
.'.o porque su definición implica una concepción idea-

Mi P o r lo demás, lexemas, clasemas, e t c . , no existen m á s que en


Kl dlHcurso; pero están en la lengua, al rnenos según Greimas. E s t o
i'iiiwlM.iiyo una diíerencia que m e parece fundamental.
:IV Vor en J . Piaget, Etudes Sociologiques, op. cit. el artículo
• V'ninriis cualitativos en Sociología".
•11 Una relación de orden es íranstíiua y antisimétrica.
Ii2 LA IDEOLOGÍA E N

lista del valor, acompañada de una concepción subjeti-


vista del individuo en lo social.
E n la perspectiva con la que se trata aquí el pro-
blema de la definición del concepto de valor, la indi-
cación de Piaget respecto al carácter ordenado de los
conjuntos de valores es de una extrema importancia,
pues permite la relación de la noción de valor con la
de ideología y con el problema general de la significa-
ción social conferida a la práctica, constitutiva de la
"conciencia" y del "sujeto".
D e estos problemas, de una dificultad sobre la que
no hace falta insistir, sólo se da aquí un tratamiento
indicativo, un b o c e t o del modo de inserción de una
teoría de la novela en una sociología general que aún
n o existe.
El planteamiento del problema es el siguiente: dada
la definición del valor como representación del modo
de inserción del soporte en los diferentes procesos so-
ciales, la connotación normativa que la noción de valor
ha tenido siempre desaparece, así como el contexto ético
( o económico: economía = ética de la producción ma-
terial: reglas del intercambio material) en el que esta-
ba dada L a introducción, en primer lugar, de la no-
ción de conjunto de valores y después la de conjunto
ordenado de valores, permite un planteamiento de esta
problemática de las relaciones de los soportes (indivi-
duos-agentes ) , con los procesos sociales en los que inter-
vienen, bajo la forma de la representación de esas rela-
ciones, en la perspectiva del soporte. Poulantzas escri-
b e ( 2 2 3 : " L a s ideologías fijan en un universo relativa-
mente coherente n o solamente una relación "real, sino
también una relación imaginaria, una relación real de
los hombres con sus condiciones de existencia invertida
en una relación imaginaria. L o que quiere decir que

S9 Parsons define los valores c o m o símbolos de lo deseable...


LENGUAJE 133

Bs ideologías se refieren, en último análisis, a lo vivido


bumano, sin reducirse por ello a una problemática del
jjeto-conciencia"
E s t e texto precisa b i e n el sentido en el que se ar-
ticulan las nociones de valor y de ideología la ideo-
¡logía puede pensarse c o m o un conjunto de valores, con-
jnto ordenado, articulación de las representaciones de
l a s relaciones reales y potenciales de los agentes-soportes
los procesos sociales de producción y de cambio. D e
esta definición se deduce un planteamiento coherente de
Jo "deseado" como existencia de la representación de un
fiotlo de relación del agente con los procesos sociales
definidos como posibles y cuya relación, en el soporte
definidor del conjunto de valores, con los otros valores
genera la "significación", relación de orden, normativa,
drl " b i e n " y del "mejor q u e " . , , • ';
Antes de considerar algunas de las implicaciones de
rsiii concepción de los sistemas de valores, hay que deli-
mitar la relación con la noción lukacsiana de concepción
"visión) del mundo; la problemática de la ideología
nnu) falsa conciencia y la noción de representación
¡oino sinónimo de concepto dificultan este trabajo.
Arriesgándome a un esquematismo reductor, diré
juc el término representación denota nociones, concep-
categorías y valores. Ninguno de estos cuatro tér-
i n o s indica ideas puras ni "significados", sino modos
pe* ulribución específica de la significación, a los dife-
e n t c ' s términos en el discurso. P o r lo tanto, la defini-
de valor y de ideología dada anteriormente no re-
ilirlvc el problema del status de los valores respecto a
iHN ilcinás representaciones.

Nicos POULANTZAS, Pauvoir politigue et classes sociales de


lililírdiMalislc. París, Maspero, 1968, p. 223 (Trad. castellana. Siglo
U, Mrtxico 1969).
41 L a concepción de la ideología de Poulantzas se inscribe en
riinlmzo categórico de la perspectiva historicista y subjetivista
diillno la Ideología como l a conciencia falsa de u n sujeto colee-
134 LA IDEOLOGÍA EN

E s t e problema está casi enteramente por resolver;


se puede decir, empero, que la representación del modo
de intervención del soporte en el proceso (valor), es
inseparable de la representación general (nocional o
conceptual) del proceso mismo. Y esta afirmación im­
plica que si se puede pensar la ideología como sistema
de valores (conjunto ordenado), hay entonces que pen­
sarla también como representación nocional y concep­
tual del conjunto de procesos sociales y naturales de
producción y de cambio, lo que implica que el término
"concepción del mundo" ( o la "visión del mundo", de
G o l d m a n n ) no es completamente inadecuado y, que si
hay que rechazarlo, es por sus relaciones con una con­
cepción del " s u j e t o " histórico. L a definición de la ideo­
logía aquí empleada no implica la noción de sujeto*^:
es la definición de la estructura general de las prácticas
significantes, de la estructura generadora del conjunuto
de discursos. • • ; , •
Para estudiar el modo de articulación de nociones
y valores como significación del discurso, hay que ape­
lar al estudio de la práctica de la lengua en el discurso:
los sistemas significantes secundarios se articulan con
la lengua y esta articulación es la forma de existencia
práctica de la articulación de los sistemas de valores y
de los de nociones en la ideología.

Notas sobre los sistemas de valores

Voy a intentar dar una expresión formal al con­


cepto de conjunto ordenado de valores; para ello utili­
zaré algunos conceptos de la teoría de los conjuntos
ordenados.
Un conjunto ordenado es un conjunto sobre el que
se ha definido una relación de orden. Una relación de

42 E s decir, le implica solamente en cnanto el sujeto es un


producio de la ideología.
MI. LENGUAJE 135

orden es una relación binaria que se indica (provisio-


iinlmente) por 6 y que e s :
1) Reflexiva a Q a, Y a z E
2) Transitiva a 0 b y b ti c > a 6 c
3) Antisimétrica a Q b y b f) a > a = b
l.a notación ^ ( m e n o r o igual que) será usada como la
irlación de orden.
a y b e E
Dos elementos entre los cuales hay: a ^ b ó b ^ a
»c llaman comparables.
Definición: Relación de orden estricto:
1) a < b quiere decir a ^- b y a ^ b.
2) E n un conjunto ordenado, la negación de a < b
es pues: b ~ a o bien a y b son no compara-
bles, lo que se escribe a\\b.
Si para cada dos elementos a y b ^E se tiene a ~ b
I I /' — a, E es un conjunto totalmente ordenado.
Definición: Sistema de valores.
U n sistema de valores es un conjunto
r = \Fi , V2, - l\\
nrcialmente ordenado (no totalmente o r d e n a d o ) , lo
¡|lic implica que dados dos elementos Vi, Vj £ V, pue-
íi\ estar en las relaciones siguientes:
1 F i ^ F , = > V,< Fj6 = Fj
1) comparables' { o bien
( Vj ^ F,. < Vio Vi - Fi
2) no-comparables Fi || V^ => Vt < Fj y V, })
o lo que es igual: Fj < / ' ¡ y :^ T,

Nota: Dado un sistema de valores V, se puede


finir un número n de subsistemas V* de V tales que
V ' i s un subconjunto totalmente ordenado de V, es
.1. I I , un conjunto V* = | VI, Vj, Vk \ tal que
| M i , Vi, V, e V* o bien Vj ^ Vi o bien Vi ^ Vj
136 LA IDEOLOGÍA E N

Los subsistemas V* totalmente ordenados tienen un


elemento mínimo Vm y rm elemento máximo V M-'
— mínimo: n o hay ningún Vi s. V* estrictamente
inferior ( < ) a Vm
— máximo: n o hay ningún V ¡ s V* estrictamente
superior ( > ) a VM.
E s posible concebir que los sistemas de valores ten-
gan más propiedades que las aquí definidas: por ejem-
plo, quizá fuera más justo describirlos con el concepto
( d e la teoría de los grafos) de arborescencia, es decir,
de un grajo sin circuito con un elemento único al que
no llega ningún arco, y con todos los demás elementos
a los que llega un único arco.
Una definición de este tipo implicaría que, en el
caso en que dos valores son equivalentes (Vi — V,- y
Vj — V i ) , se concibe la igualdad c o m o la desaparición
de uno de los términos: es decir, que si Vi^Vj, se
suprime o bien Vi o bien V¡ del conjunto, puesto que
no se pueden diferenciar.
Dado el estado actual de los análisis concretos, no
creo que se puedan emplear más propiedades, aunque,
probablemente, fueran adecuadas.

CONCLUSIÓN

L o que acabo de decir respecto a la ideología es,


por supuesto, incompleto y provisional. Una teoría de
la ideología se sitúa siempre e n una teoría del conoci-
miento, o, al menos, se define respecto a ella, y aunque
haya mencionado este problema, n o lo he tratado ni
siquiera de forma indicativa. L a distinción entre el
efecto de conocimiento y el de reconocimiento n o son
suficientes, como tampoco lo es la concepción del efecto
de reconocimiento c o m o un regulador del sistema social,
regulador que contribuye a la reproducción de los pro-
cesos de producción manteniendo fijas las posiciones de
líL LENGUAJE 137

k)s agentes, y eso, a pesar de que estas distinciones me


parecen pertinentes.
L o importante para la teoría de la novela es com­
prender que la ideología no es un "conjunto de ideas"
puras que se expresan en los discursos, sino el sistema
de transformaciones de los procesos de producción de
discursos. Y también que los procesos de producción de
los discursos producen el "sujeto", los "valores" y las
"rcjiresentaciones" en general como " c o n t e n i d o s " de la
"conciencia" del " s u j e t o " ; es decir, que si el sujeto, los
valores y la conciencia existen, existen solamente en
lanto que "modelos" ideológicos, en tanto q u e produc­
tos de la ideología. Y que no son, por l o tanto, concep-
|i)s científicos.
Ahora bien, en el estudio del discurso novelesco hay
que utilizar esas nociones ideológicas. H a y que hacerlo
portiue el modo de producción de ese discurso lo exige:
PNto plantea el problema del que se trata e n el próximo
capítulo. E n él veremos c ó m o se establecen las relacio­
nes entre la novela y la ideología, y en qué sentido el
tipo de discurso que llamamos novela está determinado
por la ideología.
CAl'tTULO V ] f

La estructura de la novela

Si se rechaza el postulado de la naturaleza lingüís-


lica de la significación y si, por tanto, no se plantea
este problema al nivel de la lengua, tenemos entonces
que aceptar que hay un orden del discurso, pensando
Cuera de la doble dicotomía lengua ( s o c i a l ) - palabra
(individual); es decir, tenemos que construir como ob-
jeto de la semántica la instancia de las prácticas signi-
¡¡cantes, y pensar la noción de práctica fuera de la pro-
l>lcmática idealista de la acción y del sujeto. Y pensar
rl concepto de práctica significante es pensarlo en su
tu'iiculación con el conjunto de las diversas prácticas so-
i'liilcs, prácticas de la estructura social, y, por tanto,
iiiiiuí del dominio de la sociología.
lin este contexto, una teoría de la novela es po-
•iiblc, y el pensar la producción novelesca como una
l'iiíctica significante, son posibles si, y s ó l o si, se puede
ililinir un conjunto de mecanismos — o reglas generales
di- producción de los productos de esa práctica signifi-
CMiitc específica: las novelas. Las reglas generales de ese
ÍU'ni-cso de producción son entonces, también, los fun-
clsmciilos de la explicación del efecto de significación
dt*l Icxlo, premisas indispensables de una sociología del
voiiüiiimo de los productos de esa práctica. Así, se piensa
1n estructura de la novela como la estructura de una
jjnlciicii significante, es decir, como un sistema que se
•tmllzii c-omo conjunto de reglas de producción de una
«iBtiHicación.

[139 ]
140 LA ESTHUCTÜRA DE

PREMISAS DE LA TEORÍA DE LA NOVELA

Si pensamos la novela como el producto de una


práctica significante específica, y si la teoría de la no­
vela es posible, entonces la teoría de la novela es la
estructura de esa práctica. P o r otra parte, pensar la
estructura de una práctica significante, fuera de la pro­
blemática del signo, implica el abandono de la tentativa
de la definición de "unidades de significación".
Con estas dos premisas se delimita el problema que
hay que intentar resolver: la definición de un sistema
de transformaciones de un conjunto de relaciones sig-
nificadoras, sistema que define simultáneamente las
relaciones y los elementos que entran en relación.
U n sistema de pensar en esos términos supone la
definición simultcmea de "significantes" y "significa­
dos"; es decir, de un sistema de correspondencias entre
dos sistemas de relaciones entre "elementos" definidos
por las relaciones mismas. Las "reglas" de producción
definen las transformaciones de las relaciones compati­
bles con la significación del texto-producto.
Antes de precisar más la definición de la estructura
de la novela examinemos las nociones empleadas por
Goldmann, Muir, Lévi-Strauss, descritas ya en las pági­
nas precedentes.
Las teorías de la novela estudiadas consideran todos
los valores como lo que estructura en última instancia
el relato novelesco, el texto. L a significación (estruc­
tura significativa de G o l d m a n n ) está en relación con
esos valores estructurantes.
P o r otra parte, tanto para Goldmann como para
M u i r o Bremond, la relación entre personajes y valores
se da en la proposición siguiente: los valores son los
valores de los personajes.
Finalmente, los acontecimientos en los que los per­
sonajes están implicados, están en un cierto orden en el
texto, y ese orden está en relación con los "valores" de
I.A NOVELA 141

los "personajes". Así G o l d m a n n describe la novela "bús-


i|ueda degradada de valores auténticos por el héroe pro-
blemático", y Muir establece una tipología de las nove-
las, en función del modo de relación de los personajes
con el orden de los acontecimientos.
L a ausencia de una teoría explícita de las relaciones
entre valores e ideologías, así como la falta de una con-
<'c|-)ción realista de estas últimas es uno de los aspectos
de los obstáculos teóricos y metodológicos que estas
Icniativas de explicación de la novela han encontrado.
l,o que es curioso — a u n q u e se pueda explicar— es
<'óino el uso de la noción de valor está en relación con
il de la noción de personaje, en la ausencia de una des-
cripción clara de los protocolos de observación, que
(iinsiituyen esas dos nociones en instrumentos con un
cierto valor heurístico. L a noción de acontecimiento, no
tli'finida, permite a menudo el pasar al lado de estos
problemas.

ANÁLISIS DE LA NOVELA -

I'J texto es lo dado. P e r o ese dato no hay que inter-


pi'c'iurlo, hay que explicarlo, y hay que hacerlo sin modi-
liciirlo.
Se trata en primer lugar de determinar lo que hay
./iir explicar.- no se debe, efectivamente, confundir nues-
i M kviura — e s decir, el efecto de significación que pro-
• I ' " ' - en el lector— con el texto. E l texto es una suce-
Miiii de frases. L o que importa por el momento es carac-
ii'ii.'ui' la novela, el t e x t o novelesco, respecto al con-
| n n i o lie los textos novelescos y no novelescos.
I'l K'xto novelesco se caracteriza por el modo espe-
cii el que los distintos tipos de frases que vamos
' i l i ' ' >

I LI .|in/.',ii¡r se articulan. E l análisis de la frase presenta


I-I"Mrnias que la lingüística no ha resuelto. Sin em-
1"','1. la única manera de estudiar la novela —^un
142 LA E S T E U C T U E A DE

t e x t o — es pasar por este nivel de análisis. P o r eso hay


que arriesgarse a elaborar una tipología de las frases,
tipología con fundamentos teóricos pertinentes.
L a distinción de Chomsky ^ entre estructura mani-
fiesta ( o de superficie) y estructura latente ( o pro-
funda) puede ser utilizada aquí con provecho: la gra-
mática generativa demuestra que se puede concebir una
estructura latente que, mediante un sistema de trans-
formaciones, genera un cierto número de estructuras
manifiestas distintas.
E l anáhsis de las estructuras latentes depende, se-
gún Chomsky, de un "nivel" más semántico que sin-
táctico. Pero este nivel no ha sido detalladamente estu-
diado. L a hipótesis que funda el presente análisis es
la siguiente: se puede admitir con Benveniste que toda
frase es una proposición; pero las proposiciones, como
l o ha probado Russell, tienen que distinguirse en tipos.
según que los objetos de la predicación sean objeto-i
particulares, clases de objetos particulares, clases de
clases, etc.
Tendremos entonces que admitir que hay tantos
tipos de frases, al menos, como hay tipos de proposi-
ciones.
P o r otra parte, si bien se puede admitir que la frase
contiene necesariamente una proposición, es importante
comprender que no se puede reducir la frase a la propo-
sición. Benveniste mismo indica que en las frases existen
indicadores de subjetividad, términos cuya función no
está en la proposición enunciada, sino en la atribución
del enunciado a un sujeto-persona.
¿ P o r qué una tipología de la frase? ¿ Y qué tipo
de tipología, en función de qué criterios?

1 Noam CHOMSKY, Language and Mind, Hareourt, Brace and


World, 1968.
LA NOVELA 143

E. Benveniste, en e l capítulo X X I de su libro Pro-


hlt-mes de linguistique genérale'^, analizando los pro-
nombres personales concluye que la función de estos
\ términos es la de indicadores de subjetividad: así el
lujeto no es más que lo que habla, el soporte de un
enunciado. Los verbos c o m o pensar, creer, en las formas
reflexivas, sirven de vínculo entre el indicador de sub-
jetividad ( e l soporte) y el enunciado, seguidos de la

I
conjunción que. ,,:.. ,, • y,.
Ivl hecho de la existencia de pronombres personales
y lie los nombres propios con función de sujeto en el
iliscurso nos permite una clasificación de las frases en
<|os tipos: con soporte o sin soporte. A l primer tipo
pci'ienecen las frases c o m o : "Nada, dijo él, pero no soy

I
tu novio" ^, o " ¿ C ó m o te llamas?, dijo bruscamente"*.
AI segundo tipo pertenecen frases c o m o " L a luna es un
rnifro" o "Los hombres son mortales".
E s t a primera distinción no es suficiente: permite
tínicamente descomponer las frases en un enunciado, un
sopor/e y un vínculo entre los dos ^. Y n o es sufi-
clptue porque hay frases que, perteneciendo al segundo
tipo (sin soparte) están contextualmente soportadas.
IJnu frase anterior puede indicar un soporte para el
•nunciado siguiente, separado por un punto en el texto.
A n í , a veces hasta una descripción de un lugar puede
t m r r un soporte contextual. Por ejemplo, y en la misma
novela:
" S e puso a mirar atentamente su habitación. D e l
lecho bajo y musgoso descendía un cable eléctri^
CO" (pág. 2 7 ) .
¡ f r a s e que comienza con " D e l t e c h o " no tiene soporte.

R l'ttrlR, GaUimaid, 1966 ( d e inmediata publicación en Siglo X X I .


K Himhmir d'occasion, p. 162.
* Ihlií., p. 10.
II Ii¡n lii obra teatral el soporte es indicado por el nombre pro-
y Bl vinculo un signo ortográfico como el punto y guión, Pero
•I fttunciado, el soporte se enuncia como sujeto...
144 LA ESTRUCTUBA DE

P e r o está contextualmente relacionada con una subje­


tividad: la del "personaje" J e a n Levesque que " s e puso
a mirar atentamente su habitación".
Por otra parte, y además de esta distinción, se pue­
den distinguir las frases según el tipo lógico de la pro­
posición: distinguiremos entre la proposición universal
( V x , P ( X ) ) y la proposición particular g a s X : P ( a ) .
E n las novelas las descripciones son generalmente pro­
posiciones particulares. P o r ejemplo, en la misma no­
vela:
" L a cama estaba en desorden; algunos libros repo­
saban en la almohada" (pág. 2 7 ) .
Estas dos frases, separadas por el punto y coma, son
proposiciones particulares que se refieren a los libros,
la almohada y la cama de la habitación de J e a n Leves­
que y no a todas las camas o a la cama en general.
Estas distinciones son fundamentales: la especificidad
de lo novelesco estriba en la forma de articulación de
las frases de los distintos tipos en el texto, articulación
productora de la significación del discurso novelesco.
L o importante por el m o m e n t o es ver cuál es la
función teórica de estas distinciones: en un texto mate­
mático no hay frases con soporte (salvo en un prólogo,
e n ejemplos o p r o b l e m a s . . . ) . E n el otro extremo — e n
una obra teatral— todas las proposiciones están sopor­
tadas por el actor (salvo las descripciones que presen­
tan los soportes y los lugares de la a c c i ó n . . . ) .
La novela es el texto en el que se encuentran articu­
ladas las frases con proposición soportada y las frases-
proposición, articuladas en una combinación de suce­
siones cuyo principio de orden n o es, como en el dis­
curso científico, las reglas de la deducción o de la induc­
ción, sino el ideologema del individuo sujeto. L o que
quiero decir con esto es que el orden de las frases está
determinado por la estructura latente de los valores, es
I NOVELA

lecir, de las relaciones de los soportes


los procesos de relación o de cambio.
individuales con

Antes de avanzar más en este análisis, conviene sin-


^ • e t i z a r l a t i p o l o g í a de las frases que se ha expuesto.
145

Con soporte Sin soporte


individual colectivo

_^l'toposiciones
particulares Sv P ( a ) Ev P ( a ) P(a)
universales Sv P Í A ) Ev P ( A ) P(A)

Esta clasificación puede, evidentemente, hacerse más.


linuciosa. P o r ejemplo, las proposiciones particulares
ín de dos tipos, según que el predicado se aplique a
un o b j e t o particular o a un grupo particular de obje-
l o N ( " l a habitación de J e a n Levesque" ( u n o b j e t o ) o
"algunos libros sobre la a l m o h a d a " ) . Y las frases con
n D f i o r t e son también de dos tipos, según que el soporte
(lo que habla, piensa, v e . . . la conciencia del sujeto
romo recipiente del enunciado) s e presente e n la frase
en el contexto.
A partir de estas distinciones sumarias, se pueden
BÍinir los conceptos que permiten explicar la produc-
(li^n de textos novelescos ^.

\.S NOCIONES TRADICIONALES

u) El personaje: S e ha hablado siempre de los


[personajes" novelescos. U n a parte considerable de la
FÍlii'ii literaria ha centrado su atención en la "psicolo-
I I h " de esos "personajes" y en las relaciones de esa.
litología" con la "reaHdad". Incluso la crítica "mar-
ha empleado la noción de personaje — G o l d m a n n
I A c a b a de aparecer el n u m e r o 17 de la revista Langages, con-
Wdo al problema de los enunciados, que contiene interesantes
loillnn (lo E , Benveniste y Tzvetan Todorov, que ha dirigido el
_ » r i ) , uní como de Ch. J . P i l m o r e . Habrá que tener en cuenta-
tportaülrtn de esas investigaciones en una redacción ulterior d e
' trabujo (marzo 1970).
146 LA E S T E U C T U E A D E

nos dice que la novela es la historia de una búsqueda


degradada de valores auténticos por un héroe proble­
m á t i c o — y los estructuralistas, con la noción de actor.
no se alejan demasiado de esta noción.
Si se elige una perspectiva de análisis, centrada so
bre el texto, como producto resultante de un proceso
de producción de significación, cuyas transformaciones
constituyen la estructura, hay que plantearse el pro­
blema de qué es el actor o personaje en el texto mismo:
es decir, cuál es la función del actor o personaje en la
articulación del discurso.
E s fácil confundir el problema de la función: signi-
ficadora del personaje con el de la significación; ahora
bien, hay que considerar que el personaje tiene una
función precisa en el texto mismo: es el soporte de
enunciados, es decir, soporte de discursos. E s t a es su
primera función en la novela: e l narrador dice que P
dice X — t a l es la formulación de la fundón de P .
Por otra parte, P es soporte de atributos: esos atri­
butos constituyen el personaje; se puede escribir una
novela diciendo: " P está loco", y no solamente " P (dice
que) P (está loco)". . • •.
L o que es importante comprender es que, en la
novela — e n el t e x t o — , el personaje es sujeto y que,
como lo indica B e n v e n i s t e e l sujeto es la instancia del
discurso. D i c h o de otra manera: el "sujeto" es "lo que
habla" y, como lo indica Benveniste, la única prueba
de la existencia de la "subjetividad" es el discurso pro­
nunciado en la instancia del "yo". Estas consideraciones
son fundamentales para el análisis del discurso: la difi­
cultad de reducir la frase a la proposición es justamente
que la proposición no necesita un sujeto.
E n la novela el personaje es, pues, "sujeto": soporte
de discursos y objeto en el discurso. E s un punto nodal

7 "De la subjectivité dans le langage", en Problemes de linguis­


tique genérale. E d . cit.
NOVELA 147

t\v la articulación significante del texto novelesco. Pero


antes de continuar este análisis, hay que examinar la
noción de acontecimiento.

I,A NOCIÓN DE ACONTECIMIENTO

La noción de acontecimiento —definida c o m o des-


(lipción de un proceso de producción o de cambio en
li que interviene al menos un personaje— es un con
•. -pto fundamental del método de análisis aquí pro­
puesto.
Está claro que los conceptos "proceso de produc-
o i i n " o "proceso de c a m b i o " no están definidos explí-
I iiimiente.
La noción de producción encuentra en Althusser una
.Icfinición que podemos t o m a r como: transformación de
I I l i a materia prima en producto, efectuada p o r la apli-
• .irión de un trabajo del soporte-agente y del uso, por
I I soporte-agente, de instrumentos diversos: conocimien-
luM (conceptos, series de operaciones t é c n i c a s ) y obje-
/i)y materiales (productos de otros procesos de pro­
ducción).
La noción de cambio es más ambigua: se puede re-
l'iodiar a Althusser el n o haber articulado el concepto
d r producción y el de cambio, que aparece como evi-
di'titc — n o definido*. Su ambigüedad es tanto mayor
' luinto está relacionada c o n la noción de consumo, que
tiipoco tiene una definición explícita en la teoría mar-
salvo en lo que concierne al "consumo produc-
(ciclo A - M ) . Si se quieren clasificar las ideas
cto a la relación cambio-consumo-producción, está
que, el cambio es el paso del producto-resultado
proceso de producción a su intervención como
te en otro proceso de producción: esta perspectiva

Vtir, sin embargo, Balibar, Lire le Capital, tomo I I y trad. oast.


217 a 335.
-J48 LA ESTRUCTURA DE

implica una concepción implícita del tiempo y de la


noción de reproducción y de producción de la existencia
q u e hay que explicitar.
L a definición propuesta de cambio implica que el
consumo es la forma de intervención de los productos
e n la producción de la existencia social de los indivi-
duos-soportes. L o que implica una relación entre la no-
ción de producto y una temporalidad específica. E l con-
sumo de alimentos es la intervención del alimento-pro-
ducto en la producción de la existencia del soporte-con-
sumidor: existencia en el tiempo.
Estas consideraciones no presentan demasiadas difi-
cultades cuando se aplican a los productos materiales
(olvidando, evidentemente, el aspecto significativo del
producto m a t e r i a l ) . Pero cuando se trata de producción
de significación, aunque toda significación tenga un so-
porte material, las nociones de producción y de cambio
presentan dificultades que hay que indicar e intentar
resolver.
E n efecto, si se quiere elaborar un concepto de
acontecimiento como representación de un proceso de
producción o de cambio, no se puede olvidar que este
proceso que el acontecimiento representa en el discurso
es, generalmente, un proceso de producción o de cam
b i o de productos significantes en el que un personaje
está implicado: es decir, que el acontecimiento es la re-
presentación de la producción o del cambio de una sig-
nificación (comunicación) por un personaje.
¿ Q u é quiere decir esta última frase? Quiere decir
que en el acontecimiento la significación producida por
( o comunicada a ) el personaje se presenta como real:
se dirá entonces que el acontecimiento realiza el valor
del producto implicado en el proceso.
L a importancia de estas distinciones aparecerá más
claramente con un ejemplo. E n una novela, por ejem-
plo, un acontecimiento A i es: X se casó con Y. A n a
LA NOVELA 149

Iizado c o m o acontecimiento para X {en el discurso de


X), A i representa la producción de una significación
por el intercambio con Y . E n la misma novela, y en un
elemento de discurso precedente, sabemos que para X ( X
soporte de ese elemento de discurso) el matrimonio con
Y (potencial todavía) representa la realización del valor
"interés económico". A i es entonces, para X , la realiza-
ción del valor interés económico (en el proceso AO^.
E l esquema ( 1 ) indica las distinciones efectuadas.
Estas distinciones no presentan demasiadas dificultades.
L o que sí es difícil es la representación de los valores
realizados — o n o — en cada acontecimiento. E n efecto,
<lccir que A i es R ( V i ) para X , no es difícil. L o difícil
i's establecer en el análisis del discurso soportado por X
• nal es el conjunto de valores realizados en el aconte-
cimiento: es decir, establecer la notación completa de
t-ada A i en términos de V i . E n otras palabras, la signi-
¡icación de A i para el personaje, en el discurso sopor-
tado por el personaje...

Esquema (1)

Acontecimiento Ai: " X {se casa con) Y"


representación de un proceso de intercambio entre
X e Y : intercambio d e información significante
("si quiero").

representación de la realización de un valor para X


(en el discurso de X ) y de otro ( q u e puede ser
el m i s m o ) valor para Y ( e n el discurso de Y ) , es
decir, efectuación de la inserción del ( d e l o s ) so-
|>orte(s) en un proceso (social) de producción o
de cambio.

u (¡muido digo "el matrimonio con Y representa...", hay que


liroiidor que el "representa" quiere decir que en el texto mismo
«II uiiciidntra una proposición soportada por X que enuncia lo que
ilinitica oso matrimonio: y esto sin interpretación, sin "análisis"...
150 LA ESTRUCTURA DE

E l acontecimiento se analiza entonces como R(Vi) para


X, como RCVz) para Y.
Para X casarse con Y . = > realización del interés eco­
nómico = R(Vi)
A l para X = R(V,) ' ' ^;
A , para Y = RíVz) '

LA NOCIÓN DE VALOR :

H e m o s visto que la noción de valor aparece, en las


teorías del relato novelesco, c o m o un elemento funda­
mental de la estructura.
Sin plantearnos el problema —^que no nos concierne
aquí— de la realidad social de los valores, podemos
ocuparnos de la función en el t e x t o novelesco y plan­
tearnos el problema de las relaciones de los valores con
la ideología.
Se puede decir, para resumir, que el valor es la
relación del enunciado al soporte, relación constituti­
va de la "conciencia" al construir sus contenidos. Y po­
demos precisar más diciendo que, los valores sociales
son las relaciones de los enunciados que se refieren a
procesos de producción y de cambio de productos (mate­
riales e informacionales) sociales con e l soporte de esos
enunciados. Entonces está claro que los valores son
siempre los valores de los personajes...
E n la novela los valores y los acontecimientos no
se distinguen más qué en dos aspectos: primeramente,
respecto al tipo de frase: " P i (piensa q u e ) | ( P i ca­
sarse con P j ) = bien j" es una frase que enuncia un
valor, mientras que " P , se casó con P j un domingo de
e n e r o " es un enunciado que se refiere a un proceso de
cambio. L a significación novelesca de este último enun­
ciado —del acontecimiento— está dada por los valores
de P i y de P j , respectivamente. E s decir: la significación
LA NOVELA 151

del acontecimiento no existe en sí. U n acontecimiento,


¡en la novela, tiene la significación que le es conferida
por los elementos de discurso soportados por los so-
portes agentes.
Los valores son, pues, las significaciones "subjeti-
vas" de los procesos d e producción y de cambio: per-
tenecen al dominio de las relaciones imaginarias y en
la novela aparecen como discursos soportados sobre lo
posible.
E l segundo aspecto de la distinción entre valores y
acontecimientos es el de l o posible respecto a lo real: el .
acontecimiento es la realización de la relación ima-
ginaria del soporte y del proceso que llamaremos valor.
Con estas distinciones se puede abordar el proble-
ma de la descripción de las reglas de producción del
texto novelesco. P e r o antes de formularlas hay que dar
un rodeo para evitar confusiones.

NOVELA E IDEOLOGÍA "^'^

L a novela —^y la literatura en general — e s t á en re-


I lación con la ideología. E s t a relación ha sido mal com-
I prendida porque la noción de ideología es poco clara.
Asf, se ha concebido la novela como el "reflejo ideo-
lógico" de la realidad... y se ha llegado a la aberración
crítica del "realismo socialista" como criterio estético.
iVIacherey, como A. Badiou, se ocupa de este proble-
ma. E l último lo hace en u n interesante artículo titula-
do " L a autonomía del proceso estético" indicando
qiic la literatura no refleja imaginariamente la realidad
íiiio que, al contrario, realiza el reflejo. Abandonando
In terminología de Badiou, se pueden resumir sus conclu-
_«iones diciendo que en la novela, la ideología ( l o imagi-
" ¡ i s r l o , el reflejo) se realiza, se presentifica. E n sus pro-

i n A . BADIOU, "L'autonomle du processus esthétique", Cahiers


lf(irxl»(i\\ Lfninisíes, nn. 2-13, 1966, p p . T7-89.
152 LA ESTRUCTURA D E

pios términos, " e l efecto estético produce al contrario


la ideología como realidad imaginaria"
Badiou aporta, y es importante, una concepción de
la significación novelesca que se sitúa fuera de la pro­
blemática de los " e f e c t o s " ideológicos o "estéticos" en la
novela. Su noción de retorno "significa que el proceso
(estético, N. P . ) produce un efecto de significación de
la presencia que es ella misma un efecto del proceso.
P o r eso el modo de producción del retorno está doble­
mente articulado: el efecto de significación es produci­
do como lo es el efecto de presencia".
La presencia a la que Badiou se refiere es la presen­
cia en el texto de los enunciados que lo componen y el
efecto de significación de esos enunciados. D e c i r que
el proceso estético produce significación y presencia en
una doble articulación es decir que la relación del relato
novelesco con la ideología es doble: por una parte, la
novela produce la ideología como realidad imaginaria, es
decir, como contenido de la subjetividad novelesca ( d e
la "conciencia" del " p e r s o n a j e " ) . P o r otra, el modo
de producción de la ideología c o m o realidad imaginaria
es, el mismo, ideológico: el "operador" de transforma­
ción que produce el efecto de presencia de los enuncia­
dos novelescos, es el ideologema del personaje. Y la ar­
ticulación de los "elementos transformados por el lu­
gar que los operadores les prescriben" produce el efecto
de significación.

Esta concepción de Badiou m e parece que constituye


una de las contribuciones más importantes a la teoría
de los productos significantes; va a servir para precisar
la noción de estructura de la novela.

11 Ibld.
LA NOVELA 153

LA ESTRUCTURA DE LA NOVELA

C o m o he indicado al principio, la estructura es el


conjunto de reglas de producción de la significación no­
velesca. Esas reglas suponen la distinción de la reali-
dad histórica y de la ideología del proceso de produc
ción de significación.
L a subjetividad es el operador fundamental del mo­
do de producción de la novela: dicho de o t r o modo, no
hay texto novelesco si los enunciados no están soporta­
dos por una subjetividad. P e r o no es el único operador.
Lo específico de la novela es la articulación de enuncia­
dos del tipo P (a) con los enunciados del tipo Sv P(A)
o SvY' (a). E n la discusión precedente sobre las nocio­
nes de valor y de acontecimiento se encuentran los ele­
mentos necesarios para analizar esta articu'ación de for­
ma detallada.
Antes de emplearlos, me parece importante subra­
yar que los enunciados del tipo P(A), es decir, pro­
posiciones universales no soportadas no pertenecen al
relato novelesco y que aunque se encuentran a veces,
pertenecen a otro tipo de textos: los textos filosóficos.
De la misma manera que una substancia pura es un
producto de laboratorio, un texto novelesco puro es raro:
las novelas concretas poseen proposiciones universales
no soportadas, aunque sean poco numerosas en las
"obras maestras"
E n la novela, pues, encontramos una serie de enun­
ciados que 1 ) o están soportados por una subjetividad
V se presentan en tanto que enunciados de Pi, 2) o son
proposiciones particulares. D a d o que la novela es un
Ipxio finito se puede hacer un inventario de los obietos
pitrticnlares que componen el universo de la novela: el

VI BADIOU los llama "enimciados ideológicos separables".


I!l Ver op. cit. No conservo la terminología porque el adjetivo
tiltil iMp/ro hace referencia a u n a teoría de la ideología como EXPRE-
Nfilrt noiicoptual, que se ha excluido.
154 LA ESTRUCTURA D E

conjunto de objetos de las proposiciones particulares


(soportadas y n o soportadas) se llamará el universo
novelesco.
L o s personajes son elementos del universo novelesco
que soportan enunciados, además de ser objetos de pro-
posición.
La novela es, pues, una sucesión de enunciados de
diversos tipos: el efecto de significación de esos enun-
ciados resulta de su articulación específica en el texto.
Para estudiar los mecanismos por los que el efecto
de presencia y el efecto de significación se producen, co-
mo resultado de una doble articulación, podemos em-
plear el protocolo de observación siguiente:
L Identificar los personajes, es decir, los sopor-
tes de enunciados: lista de Pi = Pi, Pi.Ps--. Pn.
2. Para cada P j , establecer una lista de los aconte-
cimientos en los que Pi interviene: enunciados
en los que | P j i es objeto agente y que re-
presentan un proceso ( y no un atributo)
de producción o de cambio. Elaboración de
una lista \ Aj j i.
3. Determinar, para cada P i , la articulación de los
A j con los enunciados soportados por P i que
determinan la significación subjetiva del A j .
L a significación subjetiva es la relación del so-
porte con el enunciado: es decir, los valores.
E l conjunto de valores del personaje P ¡ se in-
dica por I V j j i.
Se elabora así una lista de significaciones subjetivas
de los acontecimientos, una lista de valores. Conviene
ilustrar con ejemplos lo que esto implica.
E n la novela estudiada, Jean Levesque es soporte
de enunciados y objeto de proposiciones. Una serie de
enunciados establecen las relaciones del soporte con los
LA NOVELA 155

acontecimientos ( y sobre todo, con el abandono de Flo-


r e n t i n a ) . Estos enunciados son del tipo:
J . L . (piensa q u e ) [éxito = b u e n o ]
J . L . (piensa q u e ) [ é x í V o - » - t r a b a j o ]
J . L . (piensa q u e ) [ t r a b a j o = / o c i o ]
J . L . (piensa q u e ) [ é x i t o = alejarse de la miseria]
J . L . (piensa q u e ) [ F l o r e n t i n a = ( m i s e r i a ) U (fe-
minidad, juventud) ]
J . L . (piensa q u e ) [amarras con miseria = obs-
táculos para é x i t o ]
L a decisión de J . L . de dejar a Florentina (aconteci-
miento Ai) es para J.L. la realización del valor éxito so-
cial y económico y la no-realización del valor solidari-
dad.
L a notación del acontecimiento Ai de la sucesión de
J . L . como R(Vj). /R(V2) está entonces determinada
jjpor el texto mismo.
L o s símbolos Vi y Vi representan vedares: ahora
bien, los V ¡ no indican ion enunciado único, sino conjun-
• tos de enunciados soportados por el m i s m o personaje
y relacionados lógicamente en el discurso. Así, por
ejemplo. Vi es el conjunto de significaciones:
É x i t o individual = bueno.
É x i t o = modo de vida caracterizado p o r consumo
de bienes materiales e intelectuales.
É x i t o = dinero A adecuación A posición social.
É x i t o = interés individual.
É x i t o ••= adaptación a las exigencias de la sociedad
moderna.
E s t a lista no es exhaustiva y no necesita serlo a es-
i t r nivel del análisis. E n efecto, las definiciones de los
|V( no pueden completarse más que estudiando las rela-
Icloncs entre ellos^. Y estas relaciones aunque estén a ve-
ICCH explícitamente enunciadas bajo la forma SV(ARB),
.siempre están necesariamente presentes bajo esa for-
Du, Únicamente la continuación del anáhsis del texto
156 LA ESTRUCTURA DE

permite delimitar el efecto de significación. L a próxi-


ma etapa es fundamental,
^. Una vez elaboradas las listas de j A¡ \; corres-
pondientes a cada Pi, se pueden analizar por el proce-
dimiento siguiente:
a) Primeramente se define el conjunto de valores
\Vi\i implicados en la sucesión de acontecimientos
j /ly I ¿ del personaje P¡.
h) En segundo lugar se constituyen suh-sucesio-
nes de Ai, cada una de ellas constituida por todos los
Aj s j ^4/1 i tales que impliquen dos valores Vi, Vi z\Vi \
Dado que hay n valores en el conjunto I Vj \ ¡,
^ „ n (n — 1 ) n^ — n . , ,
c — C„" = == sera el numero
2 2
de sub-sucesiones de j Ai\¡.
c) Cada una de estas subsucesiones de Ai consti-
tuida suprimiendo en la sucesión \A\\í todos los A^
que no implican los dos valores que definen la sub-
sucesión, será considerada como definidora de la rela-
ción en que se encuentran los dos valores que la defi-
nen. Las sub-sucesiones así formadas se llamarán suce-
siones: elementales.

Siguiendo este protocolo, una novela dada aparecerá


entonces como un conjunto ¡ Pi \n de personajes, a
cada uno de los cuales corresponde una sucesión
I Ai i i, de acontecimientos y un conjunto | V,-!; de
valores •—o significaciones subjetivas (del personaje)
de esos acontecimientos— cuyos elementos están par-
cialmente definidos.

E l cuadro siguiente indica los datos:


LA NOVELA 157

Cuadro 1

Sucesión de a c o n t e ­
Personóle cimientos Valores Sucesiones elementales

1 Aj \ vivz
P; \ Ai \ vm
\ Ai \ V2V3

\ Ai \ vzvs
1 Ai i V2V7

i Ai \ V5V7

\ Ai \ V1V7

Pn U/U \ Ai VJV6

Ai 1 VÓVT

1:1. ANÁLISIS DEL SISTEMA DE VALORES

L a novela es la realidad del reflejo imaginario: la


nuvL'la realiza las estructuraciones del discurso que com-
|ioiien la ideología, presentificándolas en un discurso
uriiculado por ellas mismas. E s por esto por lo que la
construcción de una teoría de la novela ha presentado
N J c m p r e dificultades sin cuento: porque no basta de-
iiiosirar que la subjetividad del soporte constituido en
personaje es el ideologema articulador del texto noveles­
co, sino que hay que demostrar la articulación de los
iilcologemas presentificados en la estructuración de los
enunciados que componen el texto.
lil cuadro número 1 pone de relieve las articulacio­
nes de las subjetividades y de los acontecimientos: la
iluvela ha sido descompuesta en un conjunto de sucesio-
«cv elementales de acontecimientos. Estas sucesiones
160 LA ESTRUCTURA DE

R(VO R(Vi)
Vi > V,
/R(V,) /R(Vi)

R(VO /R(V,:
V. ^
/R(V,) R(V,)

R(Vi) R(Vi)
Vi > Vi
/R(Vi) /R(V,)

R(Vj) -» /R(VO
Vi ^ Vi
/R(Vi) R(VO

L a flecha "- >•" indica la sucesión inmediata


de dos acontecimientos en la sucesión elemental.
Vemos que las ocho sucesiones inmediatas son to-
das las combinaciones posibles de las realizaciones o
no-realizaciones de los dos valores considerados. L a co-
rrespondencia se efectúa entre la relación " »"
y las relaciones ^ y ^ . Ahora bien, si queremos es-
tablecer una correspondencia entre el orden de los acon-
tecimientos y el sistema de valores según lo definen
las cuatro relaciones posibles entre los valores tomados
2 a 2 , es decir, Vi > V¡, V,- > Vi, Vi - V¡ o Vi II Vj se
necesitan al menos dos sucesiones inmediatas de acon-
tecimientos: el cuadro siguiente indica la correspon-
dencia:

= > ( V i > V,) A (Vi ^Vi)

Vi > Vi = > ( V j > Vi) A (V, ^Vj)

Vi = V, = > ( V i > V i ) A ( V j > V O

Vi II Vj = > ( V i > Vi) A (Vi ^Vi)


LA NOVELA iDl

Si se combinan las dos correspondencias es posible


definir el conjunto de sucesiones elementales compati­
bles con cada una de las cuatro relaciones posibles entre
los dos valores Y i y Yj. P a r a mayor claridad es fácil
realizar una tabla que parte de las sucesiones inmediatas
y que indica las relaciones entre los valores implicados
compatibles con ellas.
Relaciones posibles

Vi>Vj Vi>v. I Vil! Vi V . = V j


N.° Sucesiones inmediatas

R(V.)- R(Vj)

R(Vi)- */R(Vi)

/R(V,)- R(Vi)

/R(V,)- ^/R(Vi)

R(Vi)- R(Vi)

R(V,)- »/R(VO

/R(Vi) > R(V,)

/R(Vi)- >/R(VO o 1 o

o indica: incompatible con esa relación de orden;


/ indica: compatible c o n ella.
LILILÍ sucesión elemental se compone entonces de las
LULIO sucesiones inmediatas. E s evidente que si la suce-
i i l i M i elemental comienza por la sucesión inmediata N.° 1,

LII sucesión inmediata siguiente tendrá que ser, o bien


LII N." 5 o bien la N.° 6, y q u e si empieza p o r la N.° 2
d. .pues estará la N.'' 7 o la N.° 8; siempre y cuando
luluiita que un acontecimiento no puede ser inme-
diiiimncnte seguido por o t r o acontecimiento d e idéntica
"i)IIULilación subjetiva ni por un acontecimiento de sig-
162 LA ESTRUCTURA DE

nificación subjetiva inversa. E s t e postulado, implícito


en la enumeración de las sucesiones inmediatas, presu-
p o n e la exclusión de 8 sucesiones inmediatas.

1* R(V,)- > R(VO


2* R(V¡)- •>/R{V,)
3* R(Vi)- » R(V,)
4* R(Vi)- */R(Vi)
5* /R(V¡)- */R(V,)
6* /R(V,)- » R(VO
7* /R(Vi)- »/R(VJ)
/R(V,)- * R(Vi)

L a justificación de esta exclusión es doble: en el caso


d e 1*, 3 * , 5 * y 7* si se excluyen es porque, o bien los
acontecimientos son claramente distintos, y entonces es
una redundancia, o bien lo que se ha considerado c o m o
dos acontecimientos n o es más que un mismo aconteci-
miento. E n el caso de las sucesiones 2 * , 4 * , 6 * y 8 *
esta exclusión es debida a las necesidades de coherencia
de la subjetividad novelesca: u n hecho y su contrario
pueden seguirse únicamente si, entre los dos, o t r o acon-
tecimiento modifica la organización de la conciencia del
personaje.
L a justificación de estas exclusiones, como la del
postulado fundamental de correspondencia, tiene, evi-
dentemente, que someterse a la prueba de la experien-
cia. Los textos analizados hasta ahora confirman con
una frecuencia suficiente su adecuación.
A partir de estas consideraciones, es posible cons-
truir las sucesiones elementales, compatibles con cada
una de las relaciones de orden entre los valores Vi y Vj.
Para Vi > Vj, las sucesiones inmediatas componen-
tes son los números 1, 4 , 6 y 7 y las sucesiones elemen-
tales posibles son:
LA NOVELA 163

SI471 = R(Vi)!^/R(V,) -i/R(V,)^iR{V,)-^R(Vj)

S I 4 7 = R(Vi) >/R(VO-^/R{Vi)- R(V,)

SÍ4 = RíVi)- •/R(VO-—•/R(Vi)


comenzando por la N.° 6 , y

Si716

S I 7 I
comenzando por la N.° 4

y S7164
S 7 I 6
comenzando por la N.° 7
Sn
y S l 6 4 7

Sl64 comenzando por la N° 1


•^16
Las reglas son claras, y es fácil ver que sólo hay
cuatro ( 4 ) sucesiones elementales distintas:

R(Vi)- >/R(V,)- */R(Vi) S I 4

/R(Vi)- > R(V¡)- > R(Vi)

R(V.)- > R(V,)- >/R(Vi)

/R(V,)- VR(Vi)- * R(V,) 47

que los de longitud superior son repeticiones.


E n e l caso de Vj > Vi, las sucesiones itmiediatas
l a s número 2 , 3 , 5 y 8 . Se componen de la misma
n a n e r a .

S i Vi = Vj, l a s sucesiones inmediatas componentes


Bfi l a s números 1 , 4 , 5 y 8 , y finalmente, si V i II V,>
número 2 , 3 , 6 y 7 . L a s sucesiones elementales se
3i'iimti tie la misma manera.
•]54 LA ESTRUCTURA DE

B) La sucesión de acontecimientos y el
orden de valores
La sucesión de acontecimientos correspondiente a un
, n^ — n
personaje P,-, i A j ; se ha descompuesto en c = ^

sucesiones elementales. E l análisis de estas sucesiones


nos da el orden del conjunto de valores 1 Vj \ i, ya que
nos da la relación entre los valores dos a dos.
Si se encuentran contradicciones ( p o r ejemplo,
V / > V J , V i = Y2, V 2 > V3) hay q u e volver al t e x t o y
examinar los enunciados soportados por P ¡ que hemos
reunido bajo los símbolos Vi, Vz y V 3 . Se encontrará,
normalmente, que se han cometido errores en la cons-
titución de los conjuntos de significados, o en la nota-
ción de los acontecimientos.
Si se repiten las mismas operaciones con las suce-
siones de acontecimientos de todos los personajes, se
llega a constituir un sistema de valores compatible con
el orden de los acontecimientos y con los enunciados
soportados por todos los personajes del texto, sistema
c o m o el definido en el capítulo precedente.

SINTAXIS Y ACONTECIMIENTOS

Hasta aquí hemos analizado los acontecimientos en


función de un personaje. Ahora bien, en las novelas se
encuentran acontecimientos en los que más de un per-
sonaje está implicado. Dada la definición del aconteci-
miento como enunciado referente a un proceso de pro-
ducción o de cambio en el que al menos un P i es agente,
este tipo de acontecimientos es el más importante, si no
el más frecuente.
Los acontecimientos del tipo " F se casa con E " han
sido atribuidos a la sucesión de acontecimientos de " F "
y a la de " E " . L o que hay que examinar aquí es otro
LA NOVELA 165

aspecto de la estructura d e los textos novelescos: en


efecto, los acontecimientos de ese tipo — c a m b i o de X

I
entre dos personajes— s e anotan como R(Vi) o /R(Vi)
para uno de los personajes, y como R ( V j ) o /R(Vj)
para el otro. Pero esas notaciones no son independien-
tes: el sistema de valores no define solamente el orden
de sucesión de acontecimientos arbitrarios, sino que
define también el tipo de acontecimientos posibles.
V o y a indicar, de forma somera y provisional, los
mecanismos de construcción de los acontecimientos del
tipo " A (cambia X por Y c o n ) B " .
U n acontecimiento de ese tipo puede significar
para A, R{Vi) ó R(Vi) ó /R(Vi) ó /R(Vi). Se tendrá
entonces.

Personaje 1 Personaje 2

A, R(VO R(V.)
AA R(VO /R(V.)
A3 /R(V,) R(V.)
A, /R(V,) /R(V,)
A, R(V.) R(V,)
A. R(VA) /R(V.)
A, /R(V.) R(V,)
A, /R(V2) /R(V,)

Si se considera que el mismo valor puede aparecer


p«ra los dos personajes en el mismo acontecimiento, hay
(|uc añadir las combinaciones siguientes:

R(V,) R(V,)
/R(VO R(V,)
R(V,) /R(V.)
/R(VI) /R(V.)
Ahora bien, si el acontecimiento es un cambio de
| X ) r Y , la realización por los dos personajes del mismo
valor en el mismo Aj implica que ese valor es de un
166 LA ESTRUCTURA D E

tipo particular: del tipo en el que "dar" y " r e c i b i r " son


reversibles, o bien, lo que es más frecuente, que hay
en la "conciencia" de los personajes — e s decir, en el
discurso soportado por e l l o s — una subordinación de!
tipo medios-fines que autoriza la "pérdida" ( d a r sin
recibir) como inversión en la ganancia posible. E s t a se­
gunda posibiUdad, en los términos en los que está aquí
expuesta, es inseparable de la categoría del " h o m o oeco-
nomicus". Este tipo de articulación de la estructura del
acontecimiento con la de la sucesión elemental y la ar­
ticulación medios-fines del discurso soportado por el
personaje son entonces complementarios: esta doble
articulación es uno de los mecanismos de producción del
efecto de significación, y constituye un ejemplo particu­
larmente claro de la forma de acción de la ideología
en la novela: presente en el discurso del personaje, la
ideología estructura los acontecimientos. E l efecto de
presencia y el efecto de significación no son indepen­
dientes.
E l estudio de este tipo de articulación es importante,
pues, en la medida en que pone en evidencia c ó m o el
ideologema medios-fines, inversión (gasto presente)
c o m o medio para obtener una ganancia, posible y futura,
presente e n el discurso de los personajes y en la articu­
lación de los acontecimientos, obra en la estructuración
del texto novelesco. Dado que este ideologema del
" h o m o oeconomicus" es un ideologema burgués, se ve
entonces en qué sentido se puede decir que la novela
es un producto cultural que aparece con el capitalismo
mercantil. L a intuición de Lukács y las afirmaciones de
Goldmann respecto a la relación entre la novela y la
burguesía aparecen entonces como aceptables: una vez
más vemos cómo un examen crítico que demuestra el
carácter ideológico de una teoría no nos autoriza a re­
chazar en bloque todas las proposiciones que la com­
ponen.
LA NOVELA 167

CONCLUSIÓN

L o que he expuesto hasta aquí constituye el esbozo


de una teoría de la novela. L a validez de este esbozo
tiene que establecerse, según creo, de dos formas dis­
tintas: por una parte, se puede analizar la coherencia
y el modo de definición d e los conceptos. P o r otra, hay
que ver en qué medida este esbozo provisional de la
teoría de la novela es adecuado a su o b j e t o ; para ello
hay que analizar un cierto número de novelas detalla­
damente.
E n la Universidad de Quebec, en Montreal, hemos
comenzado, mis estudiantes y yo, un trabajo de este
tipo. Actualmente se analizan una serie de novelas de
dos autores, Gabrielle R o y y Marie Claire Blais. Pero,
dado que teníamos que trabajar simultáneamente los
problemas teóricos y las novelas particulares, el análisis
no está acabado. L o único que puedo presentar es un
ejemplo, excesivamente limitado, de una parte del estu-
I' dio de Bonheur d'Occasion ("Felicidad de o c a s i ó n " ) , de
Gabrielle R o y .

«BONHEUR D'OCCASION»!:
EJEMPLO DE APLICACIÓN DEL MÉTODO

Bonheur d'occasion, de Gabrielle R o y , publicada en


Montreal en 1 9 4 6 por la Société des Editions Pascal,
obtuvo el Premio Fémina en 1 9 4 7 y desde entonces ha
sido una de las novelas franco-canadienses más leídas en
(.)iiebec. E n 1 9 6 6 , Beauchemin la ha reeditado en
Montreal.
Bonheur d'occasion es una novela de varios perso­
najes, que hace una descripción de la vida de los cana­
dienses-franceses de Montreal durante la Segunda Gue-

1 Gabrielle ROY, Bonheur d'occasion, Montreal, Beauchemin,


1^ LA ESTRUCTDEA D E

rra Mundial. E s una novela muy larga (en la primera


edición de 1 9 4 6 , 5 3 2 páginas en dos volúmenes) y en
ella se encuentran varias historias convergentes o para-
lelas, descripciones geográficas y una variedad muy
grande de caracteres. Si se le analiza de la forma tradi-
cional, se puede, como lo hace Monique Genuist, con-
siderar a esta novela — y al resto de la obra de Gabrielle
R o y — como "un testimonio sobre los canadienses-fran-
ceses", como "un buen documento sobre la condición
del obrero canadiense, en particular durante los años
1 9 3 0 , en el momento de la gran depresión económica
que sacudió a América del N o r t e " 2. Monique Genuist
se aplica en su análisis a clasificar las diferentes partes
de la obra de Gabrielle Roy, de acuerdo con conceptos
que desgraciadamente no pueden dar cuenta de la es-
tructura de las obras estudiadas. A pesar de que se en-
cuentran puntos comunes entre su estudio y el m í o , la
insistencia en el estudio de los temas (la mujer, los
personajes novelescos pensados como imágenes de lo
real, como los sacerdotes, los médicos, los obreros, e t c . )
y la separación entre la forma ( d e las obras en general)
y el contenido, hacen de este trabajo un ejemplo típico
de esos discursos sobre la literatura que, para emplear
l a expresión de Macherey, no alcanzan la "discursividad
característica del verdadero saber".

SOMERA DESCRIPCIÓN DE LA INTRIGA 3

Bonheur d'occasion narra la historia de numerosos


personajes, entre los que he estudiado once, elegidos
según un criterio sencillo: los personajes que no llegan
a hacerse, que no tienen historia en la novela, son ex-
cluidos provisionalmente. L o s once personajes que he

2 Monique GENUIST, La créatión romanesque ches Gabrielle Roy,


Montreal, Cercle áa Livre de Prance, 1966, p. 73.
3 Las citas entre paréntesis están sacadas de la edicidn de Beau-
chemin de 1966.

.,I-iiiifiiiiiiiliÉ'ilirÉi«ii
LA NOVELA 169

elegido son los siguientes: Florentine, Azarius, Rosa-


Anna, Daniel, Ivonne y Eugéne Lacasse, J e a n Levesque,
Emmanuel, Alphonse, Boisvert y Pitou.
Florentine, hija mayor de la familia Lacasse, trabaja
en un restaurante popular del barrio St.-Henri; da el
dinero que gana a su familia, muy pobre desde que la
depresión económica ha hecho perder el trabajo de eba-
nista a su padre y el de costurera a su madre Rosa-Anna
Su hermano Eugéne es obrero en paro, y Daniel e Ivon-
ne son niños. E n el restaurante en que trabaja encuentra
a J e a n Levesque, muchacho serio, que estudia matemá-
ticas ( c a p . I ) , trabaja c o m o electricista en una fábrica
y que desea hacerse ingeniero, poniendo los medios nece-
sarios para conseguirlo. J e a n Levesque es para Floren-
I tine la imagen de la ciudad moderna y rica, del lujo, de
los productos de consumo, y es también el medio me-
diante el cual podrá alcanzar el confort y el lujo con
que sueña (cap. I ) . I n t e n t a casarse c o n J e a n Levesque
y está dispuesta a emplear todos los medios necesarios
para conseguirlo. Pero J e a n Levesque ve en ella un
obstáculo para sus ambiciones, para sus proyectos, una
traba a su triunfo, y a pesar de que siente curiosidad
y piedad por ella, por ella que es "mitad miseria, mitad
primavera", después de algunos encuentros y de haber
hecho el amor con ella, la abandona y sigue su camino
sin obstáculos. Florentine, embarazada, no se confía a
su familia y arregla su problema casándose con Emma-
nuel, amigo de Jean Levesque, que se lo había presen-
Indo casi intencionadamente. Emmanuel da a Florentine
ncjíuridad, un poco de dinero, amor... Pero Emmanuel,
iil contrario de Jean Levesque, se interesa más por la
N U c r t c de la comunidad que por la suya propia, se enrola
rn el ejército y parte para la guerra, una guerra que
IIC-1H: terminar con la guerra, en vez de enseñarle a
iiiuirsc para cambiar la sociedad, como pensaba antes
(Ir su partida.
170 LA ESTRUCTURA D E

La historia de los demás personajes es simple: E u -


géne, hermano de Florentine, parte para la guerra des­
pués de haber arrebatado a su madre el poco dinero que
la quedaba, para divertirse antes de su partida. Daniel,
el más joven, sensible, inteligente, muere en un hospital
de W e s t m o u n t , barrio rico e inglés de Montreal, lejos
de los suyos. Y v o n n e , que no puede soportar la reali­
dad de Ja vida de su familia, de la vida del pueblo,
busca en un convento el medio de escapar mediante la
plegaria. Los tres obreros parados, Alphonse, Boisvert
y Pitou, siguen distintas suertes. Boisvert encuentra un
empleo, se casa y olvida a sus amigos en paro. Alphonse,
demasiado consciente ante una realidad que no puede
transformar y en la que no puede integrarse •—es recha­
zado incluso por el ejército—, inventa mundos imagi­
narios de aspecto muy real; en una sociedad que vive
de los desechos de la sociedad de consumo, s e evade
en la bebida y el amor. Pitou, solidario de E m m a n u e l ,
encuentra su primer empleo en el ejército.
Azarius, el padre de Florentine, después de muchos
fracasos en sus tentativas de trabajar en el oficio que
l e gusta, se enrola también en el ejército y parte para
la guerra, consolado con la idea de una guerra que,
según él, es justa y desinteresada. Rosa-Anna, después
de haber contemplado cómo partían todos sus hijos,
encuentra en el salario que el ejército l e paga a su marido
el dinero que tanto necesitaba pero del que hubiera
preferido prescindir.

RESUMEN DEL ANÁLISIS

Vamos a considerar con más detalle las sucesiones


de acontecimientos de tres personajes, Florentine, J e a n
Levesque y Emmanuel, y en seguida demostraremos
c ó m o a partir de este análisis se pueden interpretar los
de los demás personajes.
LA NOVELA 17 [

Florentine ., '
D o s clases de valores aparecen en el discurso de
Florentine: unos, los valores económicos de la sociedad
capitalista. La otra clase de valores está compuesta por
los de la sociedad tradicional: el amor romántico, la
solidaridad en el seno de la comunidad, los lazos fami­
liares. Para simplificar el análisis vamos a relacionar los
valores con estas dos clases a las que vamos a repre­
sentar por V i y V2, respectivamente.
La sucesión de acontecimientos de Florentine puede
representarse con el esquema siguiente, en el que la
primera línea formula la significación real y la segunda
la significación potencial o condicional de los aconteci­
mientos para Florentine: i;

1." 2.» 3." 4.» 5°

R(VO i>/R(V,) ^/R(V:) > R(V,) >R{Y2)


/R(V,) R(V.) »R(V.) >/R(V.) -»R(V,)
I

E l primer acontecimiento es la realización de los


valores de solidaridad: Florentine da dinero a su ma­
dre, dinero que no le sobra. E n el segundo momento,
Morentine acepta, en sus relaciones con J e a n Levesque,
lio realizar su interés (económico, social, biológico)
pura que J , Levesque la ame: el acontecimiento prin-
ci|)al es que Florentine recibe a J . Levesque en su casa
i'iiiindo sus padres no están, que le da de cenar y se
ileja hacer el amor: / R ( V i ) . Y esto para que J e a n Le­
vesque se case con ella [ R ( V 2 ) ] . P e r o , y es el tercer
tii-oniccimiento, J e a n Levesque se va sin dejar su direc­
ción a Florentine, que está encinta [ / R ( V 2 ] y / R ( V i )
y que rompe sus lazos con la familia ( n o habla con su
(iiiulrc, se va de su c a s a ) .
I',n el cuarto momento, Florentine vuelve a ver a
líiiiiiiannuel y se casa con él, con lo cual resuelve el
172 LA ESTRUCTURA DE

problema de sus medios de vida tanto sociales (madre


casada) como económicos [R(Vi)] y eso a pesar de que
no ama a Emmannuel [/R(V2)], aunque cfee q u e puede
amarle. L a novela acaba para Florentine, con la reali-
zación de Vi y V2: su vida económica ha mejorado ( s e
viste, va de compras) y ha llegado a amar a Emman-
nuel...
Reducir la historia de Florentine a cinco aconteci-
mientos sólo puede hacerse dejando a un lado aconteci-
mientos, cuya escritura en términos de valores corres-
ponde a la de los seis más importantes. Por ejemplo,
e l encuentro con Emmannuel, el baile en su casa, son
acontecimientos que, desde el punto de vista de la es-
tructura, no se diferencian del acontecimiento' - / 2 . ,
cuya escritura es /R(Vi) . RCVi), porque Florentine, en
estos intercambios, no realiza su interés personal (Vi)
— e c o n ó m i c o — para realizar su amor hacia J e a n Leves-
que (V2). Procedemos de la misma manera con lo que
sigue, porque al reemplazar un grupo de valores equiva-
lentes y el grupo de acontecimientos correspondiente,
por una clase de valores equivalentes y un aconteci-
miento principal, no se modifica la estructura de orden.
Solamente se la simplifica.

Jean Levesque
Los valores atribuidos a J e a n Levesque (cap. I I )
son V¡ (dinero, é x i t o ) , Vi (solidaridad), V3, una nueva
clase de valores, los del progreso colectivo, que se ano-
tará V j .
Ei: no sale con Florentine y la acecha , .
R(Vi) - ...í,i,
/R(VO •
E2: lleva a Florentine al restaurante
R(V.)
R(Va)
LA NOVELA 173

Er. después de cenar en casa de Florentine, hace el


amor con ella.
R(V,)
/R(V.)
E4: se aleja de Florentine
R(V,)
/R(V2) . R(V3) I
E s interesante señalar que el valor V3, el progreso
colectivo aparece en su realización como una potencia-
lidad para los individuos y no como una realización en
el sentido propio. L a realización de V3 es colectiva: se
afirma RÍVs) cuando la comunidad, cuando cada uno
de los personajes realiza Vi. Por tanto, se trata de una
interpretación particular del sentido de V3, pero es ésta
que implícitamente propone la novela.

Emmannuel
Los valores atribuidos son los mismos que los de
Jean Levesque. P e r o en Emmannuel el interés econó-
mico queda relegado tras la solidaridad-amor y tras el
progreso económico.
E , : deja el colegio y trabaja
/R(V2)
R(V3)
Ej: se enrola en el ejército ,
...... R(V3) ' ,
/R(Vi)

E',: se casa con Florentine ...


m,) ;„;
/R(V.) , ,., ^ ^
! ;.- parte para la guerra
R(V )
/RÍVí)
174 LA ESTRUCTURA D E

También en Emmannuel la realización o no realiza­


ción de los Vs son potenciales, porque al ser V3 un valor,
cuya realización implica a la comunidad, la realización
en el individuo sólo puede reducirse en la novela a afir­
maciones atributivas en cuanto a la posibilidad de su
realización, siendo dada la acción a un personaje.
E l estudio de estas sucesiones, empleando el método
anteriormente descrito, conduce a establecer las relacio­
nes siguientes entre las clases de valores;

Sería demasiado largo describir el análisis de las


sucesiones de acontecimientos que corresponden a los
demás personajes, y, además, los resultados son los mis­
mos en el nivel de las relaciones entre las tres clases de
valores.
Gráficamente hacemos representar estas relaciones:

A
v„ V3 •••• ' •

Ningún personaje de la novela puede realizar


V2 y Vi antes de realizar Vi. Ningún personaje de la
novela puede realizar V3 y Vi antes de realizar Vi. Nin­
gún personaje de la novela puede realizar Vz y V3.
Esta estructura es sociológicamente significativa. Si
se considera que es una subestructura ideológica, los
elementos de esta ideología se expresan así:
Los valores tradicionales (amor, solidaridad,
familia) sólo pueden realizarse si se realizan pri­
mero los valores económicos (interés privado, indi­
vidual) egoístas.
LA NOVELA 175

E l valor progreso colectivo sólo puede reali-


zarse si se realizan primero los intereses económi-
cos individuales.
L a realización de los valores tradicionales y la
de los del progreso colectivo son incompatibles.
P o r q u e en la novela, la comunidad, son los cana-
dienses-franceses (pobres, campesinos, c a t ó l i c o s ) , y los
valores de la comunidad son la solidaridad, el amor, la
vida en común, los valores de uso. E l interés individual
es, en la novela, el dinero, e l éxito, la industria (incluso
la industria de guerra que es descrita de m o d o que bene-
ficia sólo a algunos en detrimento de t o d o s ) . E l pro-
greso de la colectividad es la mejora del nivel de vida,
la cultura, el acceso al lujo, a la vida moderna. E n fin,
la novela afirma que el progreso de la comunidad cana-
diense-francesa sólo es posible rechazando los valores
de la comunidad y realizando los valores individualistas
de cada uno, lo que quiere decir, mediante la integración
al mundo canadiense-inglés y norteamericano, el mundo
del beneficio, de la industria moderna, de la técnica.
Las tres opciones de valores presentadas c o m o posi-
bles corresponden perfectamente a las tres ideologías,
descritas por Marcel R i o u x *, de la sociedad de Quebec.
La ideología tradicional corresponde a la configuración
(V1V2), la ideología de oposición y de desquite, a
(VI V3), y la ideología del desarrollo y la participación
I (V2V3). Bonheur d'occasion es una novela escrita
dentro de la perspectiva de impugnación y de desquite,
porque presenta a (Vi V2) como valores que excluyen
el progreso de la colectividad y a (V2 V3) c o m o irreali-
iínble. E s la perspectiva de la pequeña burguesía liberal
(que está bien representada por la revista Cité Libre),

4 Marcel BIOUX, "Sur l'evolution des idéologies en Quebec",


'•tmr de L'instituí de Sociologie, Université Libre de Bruxelles, n.» 8,
IW», pp. 95-124.
176 ^ ESTEUCTüRA DE

Y la autora Gabrielle Roy, educada en las " P r a i r i e s "


( P r a d e r a s ) , es una canadiense-francesa que sólo puede
concebir que la integración al Canadá inglés es inevitable
y que el éxito individual es el instrumento de progreso
( d e desquite) para los canadienses-franceses.
E l resumen de las conclusiones del análisis de Bon-
heur d'occasion plantea de una forma más concreta el
problema de las relaciones entre las estructuras de las
novelas y la sociedad en que son producidas.
I
I libro se terminó de imprimir en
LTICAS ELLACURIA, calle de
no* Atres, 13, BUbao, el dia 21
1 d* «eptlembre de 1970.
M U cubierta Carlos Fernández
r Moreno.

H» llniíon 3.000 ejemplares.

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