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Bogotá D.C.

, 30 de abril del 2018


Oficio No. CCE-CNCAE

Doctor
ALEXANDER VEGA ROCHA
Consejero ponente
Consejo Nacional Electoral
Avenida Calle 26 No. 51-50
Edificio Organización Electoral -CAN
Bogotá D.C.

Ref.: Recurso del ministerio público contra la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018 que
decidió denegar la solicitud de revocatoria de la candidatura del ciudadano ANTONIO QUINTO
GUERRA VARELA a la Alcaldía de Cartagena de Indias, radicado 4101 y 4102 de 2018 CNE.

I. TEMA POR TRATAR

JUAN CARLOS CORTÉS GONZÁLEZ, viceprocurador general de la Nación,


actuando como agente del ministerio público ante esa Corporación, en mi
condición de presidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos
Electorales de la Procuraduría General de la Nación, sustento el recurso de
reposición contra la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018, que decidió
denegar la solicitud de revocatoria de la candidatura del ciudadano ANTONIO
QUINTO GUERRA VARELA a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T y C,
proferida dentro de la actuación radicada con los números 4101 y 4102 de
2018 CNE.

La Procuraduría General busca que esa Corporación decrete la nulidad de la


Resolución 0995 del 27 de abril del 2018, debido a que dicho acto se profirió
por parte del Consejo Nacional Electoral sin contar con la mayoría calificada
que se exige legal y reglamentariamente. Ello exige que se retrotraiga la
actuación y se convoque nuevamente para proferir la decisión que en derecho
corresponda.

Esta agencia del ministerio público, en lo que tiene que ver con el fondo de la
cuestión, solicita que se ordene la revocatoria de la inscripción de la
candidatura del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA a la Alcaldía de
Cartagena de Indias, D.T. y C., para la elección que se llevará a cabo el 6 de
mayo del 2018, pues se encuentra incurso en la inhabilidad consagrada en el
numeral 3.º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado por el artículo
37 de la Ley 617 de 2000, porque:

‒ Suscribió el contrato‒otrosí 1 con el Ministerio de Vivienda, Ciudad y


Territorio el 30 de octubre del 2017, es decir, dentro del año anterior a la
elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018.
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‒ Se encontraba celebrando con el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio,
dentro del año anterior a la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del
2018, los contratos 591 del 7 de septiembre del 2016, 329 del 26 de enero
del 2017 y el contrato‒otrosí 1 del 30 de octubre del 2017.

‒ Se encontraba celebrando con el departamento de Bolívar, durante el año


anterior a la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018, el contrato
461 del 1º de marzo del 2017.

Para explicar mi solicitud, procederé de la siguiente manera: I. concretaré los


hechos, II. haré un recuento de los antecedentes de la presente actuación
administrativa, III. señalaré cuáles son los fundamentos de la Resolución 0995
del 27 de abril del 2018, IV. indicaré porqué la Resolución 0995 del 27 de abril
del 2018 se profirió sin contar con la mayoría calificada que se exige legal y
reglamentariamente, generándose con ello la nulidad de lo actuado a partir
de la expedición de la mencionada Resolución, V. explicaré en qué consiste
la equivocación de fondo en que incurrió el Consejo Nacional Electoral, al
considerar que ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA no se encuentra inhabilitado
para inscribirse como candidato a la elección atípica que se adelantará en la
ciudad de Cartagena de Indias, D.T y C y VI. reconstruiré, en debida forma, la
argumentación que debe tenerse en cuenta para resolver el presente caso.

II. HECHOS
La presente actuación administrativa tiene como finalidad determinar si el
ciudadano candidato ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA se encuentra
inhabilitado, como efectivamente lo está, para inscribirse en las elecciones
atípicas en las que se eligirá alcalde de Cartagena de Indias, D.T. y C, el
próximo 6 de mayo del 2018 y, por tanto, también lo estaría para
posesionarse en ese cargo.

La inhabilidad en la que se encuentra incurso ANTONIO QUINTO GUERRA


VARELA es la consagrada en el numeral 3.º del artículo 95 de la Ley 136 de
1994, modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000, que dice:

Artículo 37.- Inhabilidades para ser alcalde. El Artículo 95 de la Ley 136


de 1994, quedará así: Artículo 95.- Inhabilidades para ser alcalde. No
podrá ser inscrito como candidato, ni elegido, ni designado alcalde municipal
o distrital: […]

3. Quien dentro del año anterior a la elección haya intervenido en la gestión


de negocios ante entidades públicas del nivel municipal o en la celebración
de contratos con entidades públicas de cualquier nivel en interés
propio o de terceros, siempre que los contratos deban ejecutarse o
cumplirse en el respectivo municipio. Así mismo, quien dentro del año
anterior a la elección, haya sido representante legal de entidades que
administren tributos, tasas o contribuciones, o de las entidades que presten

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servicios públicos domiciliarios o de seguridad social de salud en el régimen
subsidiado en el respectivo municipio [Resaltado fuera del texto original]

Lo anterior debido a que el otrosí-contrato 1 del 30 de octubre del 2017 se


suscribió dentro del año anterior a la elección atípica que se llevará a cabo
en el distrito de Cartagena de Indias, D.T y C el 6 de mayo del 2017, siendo
partes de este acto jurídico ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA y el Ministerio
de Vivienda, Ciudad y Territorio, entidad pública del orden nacional, y cuya
ejecución se efectúo en el municipio en donde se van a llevar a cabo las
elecciones para alcalde.

Adicionalmente, ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA se encontraba celebrando


con el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, dentro del año anterior a la
elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018, los contratos 591 del 7
de septiembre del 2016, 329 del 26 de enero del 2017 y el contrato‒otrosí 1
del 30 de octubre del 2017.

Y con la Gobernación de Bolívar se encontraba celebrando, durante el año


anterior a la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018, el contrato
461 del 1º de marzo del 2017.

III. ANTECEDENTES PROCESALES


Por reparto celebrado el 23 de marzo del 2018, le correspondió conocer la
presente actuación administrativa al Consejero ALEXANDER VEGA ROCHA.

El 3 de abril, el consejero sustanciador asumió el conocimiento del presente


asunto y dio inició al procedimiento de revocatoria de inscripción del
ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA; en esta misma providencia se
ordenaron la práctica de algunas pruebas.

El 10 de abril del 2018, ante solicitud hecha por el ministerio público, se


dispuso practicar unas nuevas pruebas y, en esa misma fecha, ANTONIO
QUINTO GUERRA VARELA, por intermedio de apoderado judicial, ejerció su
derecho a la defensa, solicitando denegar, sin argumentos sólidos, la solicitud
de revocatoria de su inscripción para las elecciones atípicas a celebrarse el
6 de mayo de 2018.

El 19 de abril del 2018, el ministerio público solicitó que se revocara el acto


de inscripción de ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA, ya que el mencionado
ciudadano se encontraba y aún se encuentra, inhabilitado para ocupar el
cargo de alcalde de la ciudad de Cartagena de Indias D.T y C, por encontrarse
incurso en la inhabilidad consagrada en el numeral 3º del artículo 95 de la
Ley 136 de 1994, modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000. Ese
mismo día, a pesar de la inhabilidad existente, el Partido Conservador
Colombiano indicó que el ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA podía

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inscribirse como candidato a la elección atípica de la Alcaldía de la ciudad de
Cartagena de Indias, D.T y C.

El 24 de abril del 2018, el ministerio público anexó a la presente actuación


una serie de pruebas documentales que demostraban que ANTONIO QUINTO
GUERRA VARELA conocía, al momento de suscribir el otrosí-contrato 1 del 30
de octubre del 2017, que necesariamente se realizarían elecciones atípicas
en la ciudad de Cartagena de Indias, D.T y C, y que esa prórroga tendría un
efecto inhabilitante en su aspiración a dicha dignidad.

El 26 de abril del 2018, el consejero ponente ALEXANDER VEGA ROCHA


presentó anta la Sala Plena del Consejo Nacional Electoral, conformada por
los magistrados ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO FRANCO RAMÍREZ,
GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ, IDAYRIS YOLIMA CARRILLO PÉREZ, EMILIANO
RIVERA BRAVO, ALEXANDER VEGA ROCHA, ARMANDO NOVOA GARCÍA, HÉCTOR
HELÍ ROJAS JIMÉNEZ y FELIPE GARCÍA ECHEVERRI el proyecto de la decisión a
tomar, en el sentido de denegar la solicitud de revocatoria de la inscripción
de la candidatura del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA a la
Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T. y C, inscrito por el Partido Conservador
Colombiano para la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018.

La votación al proyecto fue de 5 votos a favor y 4 en contra. Los consejeros


que votaron en contra fueron ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO
FRANCO RAMÍREZ, ARMANDO NOVOA GARCÍA y HÉCTOR HELÍ ROJAS JIMÉNEZ, no
lográndose por tanto la mayoría calificada exigida en el artículo 20 del Código
Electoral para tomar decisiones de fondo; la citada norma dispone lo
siguiente: «En las reuniones del Consejo Nacional Electoral el quorum para
deliberar será el de la mitad más uno de los miembros que integran la Corporación,
y las decisiones en todos los casos se adoptarán por las dos terceras partes de los
integrantes de la misma».

La decisión debía tomarse entonces por las dos terceras partes de los
integrantes de la Corporación, es decir por 6 consejeros; al no lograrse la
mayoría cualificada, el Consejo Nacional Electoral procedió a nombrar dos
conjueces, con la finalidad de que la decisión lograra tomarse por la mayoría
legal cualificada exigida por el Código Electoral. Los conjueces nombrados
fueron los doctores MARIO GONZÁLEZ VARGAS y MAURO ALBERTO APONTE,
quedando la Corporación integrada, para efectos de esta decisión, por 11
consejeros.

El 27 de abril del 2017, el consejero ponente ALEXANDER VEGA ROCHA


presentó nuevamente anta la Sala Plena del Consejo Nacional Electoral,
conformada en esta oportunidad por los magistrados ÁNGELA HERNÁNDEZ
SANDOVAL, BERNARDO FRANCO RAMÍREZ, GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ,
IDAYRIS YOLIMA CARRILLO PÉREZ, EMILIANO RIVERA BRAVO, ALEXANDER VEGA
ROCHA, ARMANDO NOVOA GARCÍA, HÉCTOR HELÍ ROJAS JIMÉNEZ y FELIPE

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GARCÍA ECHEVERRI y por los conjueces MARIO GONZÁLEZ VARGAS y MAURO
ALBERTO APONTE, el proyecto de la decisión a tomar, en el sentido de denegar
la solicitud de revocatoria de la inscripción de la candidatura del ciudadano
ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T. y
C, inscrito por el Partido Conservador Colombiano para la elección que se
llevará a cabo el 6 de mayo del 2018. A esta sesión no asistieron los
consejeros ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO FRANCO RAMÍREZ y
GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ.

La votación al proyecto fue de 6 votos a favor y 2 en contra. Los consejeros


que votaron en contra fueron ARMANDO NOVOA GARCÍA y HÉCTOR HELÍ ROJAS
JIMÉNEZ.

Ante tal circunstancia, el agente del ministerio público puso en conocimiento


de la Sala que no se contaba con la mayoría calificada necesaria para tomar
la decisión, en los términos del artículo 20 del Código Electoral. Sin embargo,
dicha petición no fue atendida y se procedió a tomar la decisión dentro de la
actuación administrativa, en los siguientes términos:

ARTÍCULO PRIMERO: DENEGAR la solicitud de revocatoria de la


inscripción de la candidatura del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA
a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T. y C. (Elección Atípica), inscrito por
el Partido Conservador Colombiano para la elección que se llevará a cabo el
seis (6) de mayo de 2018.

SEGUNDO: La presente Resolución se notificará en estrados y contra ella


procede el recurso de reposición, el cual deberá interponerse en la audiencia
de adopción y notificación de la decisión, según lo establecido en los
artículos 67, 74 y 76 de la ley 1437 de 2011

Contra esta decisión tanto el actor, como el ministerio público interpusieron


recurso de reposición. Procedo ahora a sustentarlo con los siguientes
argumentos.

IV. FUNDAMENTOS DE LA DECISIÓN RECURRIDA


Los argumentos que sirvieron al Consejo Nacional Electoral para tomar su
decisión son los siguientes:

- No existe plena prueba para afirmar que el otrosí 1 al contrato de


prestación de servicios profesionales n° 329 de 2017, suscrito entre el
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio y ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA
es un contrato adicional al 329 de 2017, además, tal circunstancia la deberá
resolver el Consejo de Estado.

- La celebración de contratos durante el año anterior, como causal


inhabilitante para inscribirse como candidato a alcaldías, al que se refiere el
numeral 3° del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado por el artículo
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37 de la Ley 617 de 2000, se debe empezar a contabilizar desde el momento
de la suscripción del contrato.

Por tanto, al no existir ningún contrato suscrito con entidades públicas por
ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA durante el año anterior a la celebración de
la elección atípica para escoger alcalde de la ciudad de Cartagena de Indias,
D.T y C, la cual se llevará a cabo el 6 de mayo del presente año, el
mencionado ciudadano no se encuentra inhabilitado para inscribirse como
candidato a la alcaldía del citado Distrito.

Aunque existen razones jurídicas de fondo para sostener la posición expuesta


por el ministerio público, pues la ejecución del contrato durante el año anterior
a la celebración de las elecciones pone en ventaja a ANTONIO QUINTO GUERRA
VARELA y desequilibra el proceso electoral, dicha postura es contraria a la
jurisprudencia del Consejo de Estado y es esa Corporación judicial la llamada
a resolver el caso objeto de estudio.

V. ARGUMENTOS DEL MINISTERIO PÚBLICO

5.1 Nulidad de la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018

El artículo 41 del Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso


Administrativo, señala que es una obligación de las autoridades
administrativas corregir las irregularidades que se hayan presentado en la
actuación administrativa; el citado artículo preceptúa textualmente lo
siguiente:

ARTÍCULO 41. Corrección de irregularidades en la actuación


administrativa. La autoridad, en cualquier momento anterior a la expedición
del acto, de oficio o a petición de parte, corregirá las irregularidades que se
hayan presentado en la actuación administrativa para ajustarla a derecho, y
adoptará las medidas necesarias para concluirla

Cuando la irregularidad es de carácter sustancial, de no ser corregida, genera


la nulidad del acto administrativo. La figura jurídica de las nulidades tiene
como propósito restar eficacia al acto procesal que no se ajuste al
cumplimiento de los fines y funciones del proceso, cuando no exista otro
remedio para subsanar un error.

En el presente caso, la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018 fue dictada
por un número de magistrados del Consejo Nacional Electoral que no
constituía la mayoría calificada exigida por el artículo 20 del Código Electoral,
por lo que se emitió sin competencia, lo que configura una irregularidad
sustancial de dicho acto, que genera su nulidad, conforme a las explicaciones
que se expondrán a continuación: I. se explicará la figura del juez competente,
II. se explicará el alcance del artículo 20 del Código Electoral y III. se resolverá
el caso concreto.
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5.1.1 El juez competente

El artículo 29 de la Constitución Política consagra el derecho fundamental al


debido proceso, indicando que este derecho fundamental se aplica a todas
las actuaciones judiciales y administrativas y que: «nadie podrá ser juzgado
sino […] ante juez o tribunal competente».

La figura del juez competente es un subprincipio del derecho fundamental al


debido proceso y hace parte de la categoría más amplia denominada por la
doctrina como juez natural, garantía que a su vez se conforma por las
siguientes tres subgarantías:

1. Juez legal previamente establecido, subgarantía que tiene que ver con la
competencia.
2. Independencia judicial, que implica que ningún poder puede influir en la
consideración del caso.
3. La imparcialidad frente al caso.

La competencia para resolver un asunto administrativo debe estar señalada


legal o reglamentariamente. En algunos casos, por su complejidad, el
legislador ha querido que la autoridad administrativa sea colegiada y ha fijado
las reglas para deliberar y decidir. Cuando dicha autoridad es colegiada, la
competencia no radica en uno solo de sus miembros, o en una parte de ellos,
sino que se expresa por el organismo a través de la mayoría que exija la ley.

5.1.2 La competencia del Consejo Nacional Electoral

El artículo 264 de la Constitución Política señala que:

El consejo Nacional Electoral se compondrá de nueve (9) miembros elegidos


por el Congreso de la República en pleno, para un período institucional de
cuatro (4) años […] Sus miembros serán servidores públicos de dedicación
exclusiva, tendrán las mismas calidades, inhabilidades, incompatibilidades y
derechos de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia

Por su parte, el artículo 20 del Código Electoral señala que: «En las reuniones
del Consejo Nacional Electoral el quorum para deliberar será el de la mitad más uno
de los miembros que integran la corporación, y las decisiones en todos los casos se
adoptarán por las dos terceras partes de los integrantes de la misma». Conforme
a esta norma, el número que se requiere en el Consejo Nacional Electoral
para deliberar es el de 5 magistrados, y para decidir, según el reglamento de
esa Corporación, el número mínimo de votos es 6, pues el artículo 11 de la
Resolución 65 de 1996 «por la cual se dicta el Reglamento de la Corporación»,
dispone: «Quorum. En las reuniones del Consejo el quorum para deliberar será el
de la mitad más uno de los miembros que lo integran y las decisiones se adoptarán
en todos los casos por no menos de las dos terceras partes de los mismos».

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Así también lo ha entendido el Consejo de Estado, en decisión del 2010, al
señalar que:

De acuerdo con la disposición anterior, el Consejo Nacional Electoral


solamente podrá entrar a deliberar cuando se reúnan la mitad más uno de
sus integrantes, de modo que compuesto por 9 personas, ello será viable
cuando se reúnan al menos 5 de ellos1. Y el quórum decisorio será “en todos
los casos” equivalente a las dos terceras partes de los miembros de la
entidad, valga decir que las decisiones sólo se pueden adoptar con un
mínimo de 6 votos2

Vale la pena resaltar, que el ordenamiento jurídico ha establecido una


modalidad de mayoría calificada para todas las decisiones que adopte el
Consejo Nacional Electoral. No basta con que se resuelva mediante mayoría
simple (mitad más uno de los magistrados que integren el quorum
deliberatorio o mitad más uno de los magistrados que integran la sala), sino
que se exige las dos terceras partes de los votos, en relación con los
miembros de la sala.

Cuando no se logra la mayoría decisoria, el Código Electoral ha previsto, en


el artículo 21, la figura de los conjueces, disponiendo que:
El Consejo de Estado elegirá un cuerpo de conjueces del Consejo Nacional
Electoral, igual al doble de sus miembros en forma que refleje la composición
política de éste. Cuando se presenten empates, impedimentos o
recusaciones aceptados por el Consejo Nacional, o cuando no haya
decisión, este sorteará conjueces. En casos de impedimento o
recusaciones, el conjuez será de la misma filiación política del Consejero
separado [Negrillas fuera del texto original]

Figura que también es desarrollada por el artículo 6.º del Reglamento del
Consejo Nacional Electoral, que dispone: «Conjueces. En caso de
impedimentos, recusaciones o empate y cuando habiendo varios proyectos,
propuestas o tesis sobre un mismo asunto, ninguno haya obtenido el número de
votos requeridos para quedar aprobados, se sorteará conjueces».

1
La forma de calcular esta cifra, cuando la corporación está integrada por un número impar, como
es el caso del Consejo Nacional Electoral, ya fue decantada por la jurisprudencia de la Sección,
quien al efecto ha dicho: “1. Las normas señaladas como directamente infringidas en la demanda
determinan claramente que para la validez de las decisiones que adopten las corporaciones públicas
se exige la asistencia de la mayoría de los miembros que las integran y el voto de la mayoría de los
asistentes, entendiéndose por mayoría, cuando estén integradas por un número impar de
miembros, la aproximación por defecto del número que resulte de dividir por dos el número
de integrantes más uno.” (Consejo de Estado – Sala de lo Contencioso Administrativo – Sección
Quinta. Sentencia del 21 de septiembre de 2000. Expediente: 2427. Actor: José Antonio Capacho
García. Demandado: Secretario Concejo Municipal de California – Santander. Criterio adoptado por
esta Corporación según sentencias del 23 de noviembre de 1977, Consejero Ponente Carlos Galindo
Pinilla, del 25 de octubre de 1983, Consejero Ponente Eduardo Suescún Monroy, y del 31 de agosto
de 1988, Consejero Ponente Miguel González Rodríguez.).
2
Fallo del Consejo de Estado, Sección Quinta, radicado 11001-03-28-000-2009-00051-00. C.P
MARÍA NOHEMI HERNÁNDEZ PINZÓN.
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Nótese que las normas hablan de la no toma de decisión, figura que se da
cuando no se logra la votación requerida legalmente, esto es 6 votos a favor
de una postura; en estos casos, como lo dispone el Código Electoral, se
requiere del sorteo de conjueces para adoptar la decisión que en derecho
corresponda, la cual, se debe tomar con las dos terceras partes de los
integrantes de la sala.

Los conjueces no son miembros permanentes del Consejo Nacional


Electoral, pero sí son servidores públicos de carácter transitorio y, por esa
misma razón, miembros transitorios de esa Corporación – para efectos de la
decisión de que se trate -, quienes cumplirán las funciones señaladas en el
artículo 21 del Código Electoral, única y exclusivamente para la sala a la que
han sido convocados.

Cuando son llamados para adoptar la decisión, ellos no remplazan a ningún


consejero, lo que sí sucedería en los casos en que un magistrado del Consejo
Nacional Electoral se declarara impedido o sobre él prosperara una
recusación. Como los conjueces no remplazan a ningún consejero, con su
elección la sala se recompone, integrándose para este caso con el número
de los magistrados (9 conforme lo ordena la Constitución Política), más el
número de conjueces.

Así las cosas, si frente a una votación de 5-4 como en el presente asunto, el
Consejo Nacional Electoral llama a dos conjueces para poder adoptar la
decisión (previendo justamente que la Corporación se constituya con un
número impar de miembros), la sala se recompondrá por el número de 11
miembros, y la mayoría calificada para decidir corresponderá a las dos
terceras partes de 11, es decir 7 votos, que serán los requeridos legalmente
para tomar la decisión.

Se resalta, las decisiones en esta instancia se toman con mayoría calificada


y esta solamente puede entenderse cuando se aplica la proporción de votos
que exige la ley, sobre el número de miembros de la sala de decisión. Es
evidente que si el Consejo Nacional Electoral, recompuesto con conjueces
adicionales, adopta una decisión con 6 votos, este número no constituye
mayoría calificada pues se requiere votación a favor, equivalente a las dos
terceras partes de los miembros que conforman la sala, que por efectos de la
designación de conjueces y por la propia determinación del Consejo, ha sido
reconformada para efectos de la decisión de que se trate.

Aplicar una regla de mayoría calificada estática, solamente en función de los


titulares de una corporación, vuelve nugatorio el sentido de la calificación que
el legislador hace, pues es bien claro, que lo que se exige es que quienes
adoptan una decisión, luego de deliberar sobre la misma, sea un número
superior a la mitad (en este caso dos terceras partes) de quienes participan

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o de quienes pudieron participar en la deliberación, esto es, en función del
número de integrantes de la Sala (titulares más conjueces).

Esta misma postura la ha asumido el Consejo de Estado al señalar:

[E]l diseño que en la norma acusada se le dio a los conjueces resulta ser
contrario al artículo 264 Constitucional, puesto que no resulta razonable que
un miembro del Consejo Nacional Electoral sea desplazado de sus
competencias constitucionales y legales por las hipótesis mencionadas en el
acto acusado. En efecto, ni el empate ni la consecución del número de votos
necesarios para adoptar una decisión, son razones válidas para desplazar
de sus atribuciones a dichos funcionarios y entregárselas a conjueces para
que las ejerzan con total independencia de los mismos. Si debiera aplicarse
un símil, bien podría decirse que, según las normas citadas en el acápite
anterior, en esos eventos lo procedente sería designar un conjuez para que
dirimiera el empate, o designar el número de conjueces necesario para lograr
la mayoría requerida, pero de ninguna manera impedir a los titulares el
desempeño de sus funciones, a pesar de que no están impedidos para
intervenir.

Bien claro se dijo arriba que el ejercicio de la Facultad Reglamentaria por


parte de las autoridades administrativas debe surtirse con sujeción a los
parámetros legales dictados por el constituyente y por el legislador. Sin
embargo, además del reparo cualitativo que se acaba de hacer a la
inexistencia de causal alguna que impida actuar a los integrantes del Consejo
Nacional Electoral bajo los dos supuestos indicados, de igual forma debe
reprocharse que en la expedición del reglamento de la entidad no puede,
bajo ninguna circunstancia, disminuirse el número de sus integrantes
requerido para conformar el quórum deliberatorio o el quórum decisorio.

Eso es ciertamente lo que pasa con el acto acusado. A pesar de que el


artículo 264 Constitucional dispone que el Consejo Nacional Electoral se
compone de 9 integrantes, con los cuales debe obrar para la toma de
decisiones, en la resolución demandada se permite que sean apenas 3
conjueces quienes conozcan y decidan de los asuntos en que se presente
empate o en que no se obtenga la mayoría requerida. Contraría esa
disposición igualmente lo previsto en el artículo 20 del Código Electoral,
donde se establecen el quórum deliberatorio y el quórum decisorio, pues
como bien lo señaló el accionante las deliberaciones, que deben surtirse al
menos con 5 de sus 9 integrantes, bajo esos dictados pueden adelantarse
con apenas 2 Conjueces; de igual forma las decisiones, que
constitucionalmente deben asumirse con al menos 6 de los 9 integrantes,
pueden asumirse con el voto de 2 Conjueces.

Además, no advirtió el Consejo Nacional Electoral que según lo prescrito en


el artículo 20 del Código Electoral, “las decisiones en todos los casos se
adoptarán por las dos terceras partes de los integrantes de la misma”
(Negrillas de la Sala), regla de mayorías que opera tanto si actúan los
titulares de la Corporación, como si lo hacen los conjueces, ya que donde el
legislador no distingue no le es permitido al intérprete hacerlo.

En definitiva, si bien el constituyente y el legislador reconocieron al Consejo


Nacional Electoral la facultad de darse su propio reglamento, la forma como
se hizo en el artículo 4.º de la Resolución 0730 del 25 de agosto de 2009,
10
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respecto de la actuación de los conjueces, fue contraria a Derecho porque
sin razón válida se desplazó a los titulares de la función constitucional y legal,
e igualmente porque a través de esa metodología se permitió que fuera un
número inferior de integrantes al legalmente establecido el que estudiara y
decidiera los asuntos en que se presentara empate o que no se obtuviera la
mayoría para adoptar una decisión, violándose así lo dispuesto en los
artículos 264 Constitucional y 20 del Código Electoral3

Si la decisión se toma con un número menor a las dos terceras partes de los
miembros que conforman la sala, esta habrá sido adoptada sin competencia
para ello, violándose, como se explicó en el acápite anterior, la figura del juez
natural y configurándose una irregularidad de carácter sustancial que genera
la nulidad de dicho acto.

5.1.3 Caso concreto

El 26 de abril del 2018, el consejero ponente ALEXANDER VEGA ROCHA


presentó anta la Sala Plena del Consejo Nacional Electoral, conformada por
los magistrados ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO FRANCO RAMÍREZ,
GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ, IDAYRIS YOLIMA CARRILLO PÉREZ, EMILIANO
RIVERA BRAVO, ALEXANDER VEGA ROCHA, ARMANDO NOVOA GARCÍA, HÉCTOR
HELÍ ROJAS JIMÉNEZ y FELIPE GARCÍA ECHEVERRI el proyecto de la decisión a
tomar, la cual disponía que se denegaba la solicitud de revocatoria de la
inscripción de la candidatura del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA
a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T. y C, inscrito por el Partido
Conservador Colombiano para la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo
del 2018.

La votación al proyecto fue de 5 votos a favor y 4 en contra. Los consejeros


que votaron en contra fueron ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO
FRANCO RAMÍREZ, ARMANDO NOVOA GARCÍA y HÉCTOR HELÍ ROJAS JIMÉNEZ, no
lográndose por tanto la mayoría calificada exigida en el artículo 20 del Código
Electoral para tomar decisiones de fondo; la citada norma dispone, como ya
quedó señalado en el acápite anterior, lo siguiente: «En las reuniones del
Consejo Nacional Electoral el quorum para deliberar será el de la mitad más uno de
los miembros que integran la corporación, y las decisiones en todos los casos se
adoptarán por las dos terceras partes de los integrantes de la misma».

La decisión debía tomarse entonces por las dos terceras partes de los
integrantes de la corporación, es decir por 6 consejeros, al no lograrse la
mayoría cualificada, el Consejo Nacional Electoral procedió a nombrar dos
conjueces, con la finalidad de que la decisión se tomara por la mayoría legal
cualificada exigida por el Código Electoral. Los conjueces nombrados fueron
los doctores MARIO GONZÁLEZ VARGAS y MAURO ALBERTO APONTE, quedando

3
Fallo del Consejo de Estado, Sección Quinta, radicado 11001-03-28-000-20009-00051-00. C.P
MARÍA NOHEMÍ HERNÁNDEZ PINZÓN.
11
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la corporación integrada, para la decisión concreta en el asunto, por 11
consejeros.

El 27 de abril del 2017, el consejero ponente ALEXANDER VEGA ROCHA


presentó nuevamente anta la Sala Plena del Consejo Nacional Electoral,
conformada en esta oportunidad por los magistrados ÁNGELA HERNÁNDEZ
SANDOVAL, BERNARDO FRANCO RAMÍREZ, GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ,
IDAYRIS YOLIMA CARRILLO PÉREZ, EMILIANO RIVERA BRAVO, ALEXANDER VEGA
ROCHA, ARMANDO NOVOA GARCÍA, HÉCTOR HELÍ ROJAS JIMÉNEZ y FELIPE
GARCÍA ECHEVERRI y por los conjueces MARIO GONZÁLEZ VARGAS y MAURO
ALBERTO APONTE, el proyecto de la decisión a tomar, en el sentido que se
denegaba la solicitud de revocatoria de la inscripción de la candidatura del
ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA a la Alcaldía de Cartagena de
Indias, D.T. y C, inscrito por el Partido Conservador Colombiano para la
elección que se llevará a cabo el 6 de mayo del 2018. A esta sesión no
asistieron los consejeros ÁNGELA HERNÁNDEZ SANDOVAL, BERNARDO FRANCO
RAMÍREZ y GLORIA INÉS GÓMEZ RAMÍREZ.

Al estar conformada esta sala específica con 11 consejeros (9 titulares y 2


conjueces), ella podía deliberar con la mitad más uno, es decir con 7
consejeros; como estaban presentes 8, hasta ese momento no existía
ninguna irregularidad en la actuación que se estaba surtiendo, pero para
tomar una decisión se requería mayoría calificada de 7 votos.

La votación al proyecto fue de 6 votos a favor y 2 en contra. Los consejeros


que votaron en contra fueron ARMANDO NOVOA GARCÍA y HÉCTOR HELÍ ROJAS
JIMÉNEZ. Ante esta situación, el ministerio público puso en conocimiento de la
Sala, en ese momento, que no se tenía el quorum necesario para tomar la
decisión, al no contarse con la mayoría calificada exigida por el artículo 20
del Código Electoral, sin embargo, dicha petición no fue atendida y se
procedió a proferir la Resolución 0995 dentro de la actuación administrativa.

Al haberse tomado la decisión con un número menor a las dos terceras partes
de los miembros que conforman la sala, esta se adoptó por unas personas
que no tenían competencia para ello, violándose, como ya se explicó, la figura
del juez natural, configurándose una irregularidad de carácter sustancial que
generó la nulidad, desde ese instante, de dicho acto administrativo.

Ante la irregularidad sustancial ocurrida, este ministerio público solicita a la


sala competente del Consejo Nacional Electoral proceda a decretar la nulidad
dentro del proceso administrativo de la referencia, a partir de la expedición de
la Resolución 0995 del 2018 y vote nuevamente el proyecto de Resolución
que finalice la presente actuación administrativa, esto es, que se retrotraiga
la actuación a la convocatoria de sala de decisión en única instancia, dentro
del presente asunto y que además se otorgue la oportunidad de interponer el
recurso de reposición a las partes y al ministerio público.
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5.2 El otrosí 1 si es un contrato

En el presente acápite, demostraré que el otrosí 1 al contrato 326 de 2017 no


es un acto modificatorio al contrato sino un contrato adicional, para lo cual
desarrollaré los siguientes puntos: I. explicaré con más detenimiento cuales
fueron las razones que tuvo el Consejo Nacional Electoral para concluir que
el otrosí 1 al contrato 329 del 2017 era una modificación a ese contrato y no
un contrato adicional; II. señalaré cuales fueron los errores de argumentación
jurídica y valoración probatoria en que incurrió el Consejo Nacional Electoral
para llegar a esa conclusión y III. reconstruiré, en debida forma, la
argumentación para llegar a la solución acertada que se debe tomar en este
caso.

5.2.1 Argumento de la Resolución del 26 de abril de 2018

Sobre este punto, en la Resolución atacada se dijo:

Resalta el Ministerio Público y los peticionarios que uno de los contratos fue
objeto de un contrato adicional, ya que el otrosí suscrito en realidad fue un
nuevo contrato y no una mera adicional contractual, situación que tampoco
está totalmente probada en el sub lite, razón por la cual, iteramos, es la
Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo, la encargada dentro de un
proceso judicial, determinar si en efecto este otrosí constituye o no un
contrato diferente al inicial que pueda o [sic] inhabilitar la candidatura del
ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA.

Ciertamente, pueden existir algunos contratos que son denominados como


un otrosí, pero en realidad constituyen un nuevo contrato (contrato adicional),
como cuando no es posible concluir alguna razón objetiva que justificara
alguna adición del contrato en cuanto al plazo, pero esto no quiere decir que
siempre que se suscriba un otrosí, este constituya un nuevo contrato y difiere
al inicial, pues cuando en un contrato se encuentra cuantificada la labor
contratada si es posible ampliar el plazo y esto en medida alguna genera un
contrato diferente al inicialmente suscrito, al constituir una mera adición del
contrato.

Tanto la jurisprudencia como la doctrina nacionales consideran que las


nociones de contrato adicional y de adición de contrato no corresponden a la
misma figura jurídica, pues por el primero se entiende aquel contrato que
implica una modificación fundamental del convenio inicial, y en la segunda
se refiere a una mera reforma del contrato que no implica una modificación
de su objeto, caso en el cual no constituye un nuevo contrato sino una mera
prorroga o adición […]

Ante este argumento, a folio 172 del expediente encontramos Certificación


suscrita por la Coordinadora (E) del Grupo de Contratación del Ministerio de
Vivienda, Ciudad y Territorio adujo que: «El otrosí al contrato 329 de 2017
no modificó el objeto contractual», por lo tanto, será el la [sic] Jurisdicción de
lo Contencioso Administrativo, la encargada de analizar el argumento
propuesto por el Ministerio Público y determinar si en efecto, dicho otrosí

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implica o no un contrato adicional que genere inhabilidad para el ejercicio del
cargo […]

INEXISTENCIA DE LA PLENA PRUEBA DE LA INHABILIDAD

Adicionalmente, debe indicarse que uno de los presupuestos para la


revocatoria de la inscripción de una candidatura por parte del Consejo
Nacional Electoral, es la existencia de plena prueba de la causal de
inhabilidad endilgada, situación que no se encuentra demostrado en el
expediente, toda vez que no se acreditó por parte de los peticionarios que el
otrosí suscrito por el candidato, fuera un contrato adicional o diferente al
originalmente suscrito por él y el Ministerio de Vivienda, ni tampoco que los
actos de ejecución contractual generan inhabilidad, pues como lo referimos
detalladamente, existen dos posiciones diferentes, por lo cual, es el Consejo
de Estado el llamado a unificar jurisprudencia sobre el particular.

Por todo lo anterior, y además de no existir plena prueba de la causal de


inhabilidad endilgada, no puede menos que denegarse la solicitud de
revocatoria en estudio.

5.2.2 Errores existentes en la Resolución del 25 de abril de 2018

Para el ministerio público existen en el aparte de la Resolución 0995 del 27


de abril citada, errores de argumentación jurídica y valoración probatoria que
llevan al Consejo Nacional Electoral a tomar una decisión equivocada; los
errores son los siguientes:

- Señalar que el asunto que se pone a su conocimiento no puede ser resuelto


por ellos sino por la jurisdicción contencioso administrativo.

- Considerar que el único criterio para determinar la diferencia entre un


contrato adicional y una adición del contrato es la cuantificación del objeto.

- Indicar que no hay plena prueba respecto a que el otrosí 1 del 30 de octubre
del 2017 es un contrato adicional.

A continuación, procederé a explicar el por qué de estas equivocaciones.

5.2.2.1 Competencia del Consejo Nacional Electoral para resolver el


presente debate

El artículo 265 de la Constitución Política, modificado por el artículo 12 del


Acto Legislativo 1 de 2009, señala cuales son las funciones del Consejo
Nacional Electoral, disponiendo lo siguiente:

El Consejo Nacional […] Tendrá las siguientes atribuciones especiales: […]

12. Decidir la revocatoria de la inscripción de candidatos a corporaciones


públicas o cargos de elección popular, cuando exista plena prueba de que

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aquellos están incursos en causal de inhabilidad prevista en la Constitución
y la ley. En ningún caso podrá declarar la elección de dichos candidatos

Así mismo, el inciso 5.º del artículo 108 de la Constitución Política reconoce
esta competencia, al señalar que: «Toda inscripción de candidato incurso en
causal de inhabilidad, será revocada por el Consejo Nacional Electoral con respeto
al debido proceso».

Esta competencia la reconoce la misma Resolución 0995 del 27 de abril del


2018 y por eso procedió a abordar el estudio de fondo del problema que se
le pone en consideración.

La competencia que tiene el Consejo Nacional Electoral, tal como se


desprende de las normas constitucionales citadas, se circunscribe a la
revocatoria de inscripción de candidatos inhabilitados y a no declarar la
elección de estos.

Lo que busca esta facultad es que, como acto previo a la elección, el Estado,
a través del Consejo Nacional Electoral, evite que personas incursas en
inhabilidades puedan llegar a ocupar cargos en corporaciones públicas o de
elección popular, burlando el ordenamiento jurídico. El artículo 265 de la
Constitución Política, finaliza con una prohibición categórica dirigida a los
miembros del Consejo Nacional Electoral, al indicarles que: «en ningún caso
podrá declarar la elección de dichos candidatos».

Téngase en cuenta así mismo, que permitir la elección de un candidato que


se encuentra inhabilitado, genera falta disciplinaria, conforme lo dispuesto en
el artículo 23 del Código Disciplinario Único y que, igualmente, se generan
responsabilidades penales contenidas en la Ley 1864 de 2017.

Una vez que se profiere decisión sobre la inscripción de candidatura – y sin


perjuicio de lo relacionado con la declaratoria de elección -, el Consejo
Nacional Electoral pierde la competencia jurídica sobre dicha actuación, la
cual, solo en ese momento pasa al Consejo de Estado, siempre y cuando se
ejerza una acción de nulidad electoral. Si el ciudadano no fue electo no se
darán los requisitos jurídicos para adelantar la acción referida.

Ahora bien, en la actuación se le pusieron al Consejo Nacional Electoral de


presente diferentes problemas jurídicos, relacionados con la inscripción del
candidato a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T y C, ANTONIO QUINTO
GUERRA VARELA, que, en tanto tienen que ver con la inscripción de un
ciudadano a un cargo de elección popular, debe resolver de fondo el Consejo
Nacional Electoral.

No es de recibo, y es una manera de eludir responsabilidades, sostener que


ante la dificultad que presenta el caso, quien debe resolver los temas
sustanciales es el Consejo de Estado y no el Consejo Nacional Electoral,
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pues, como se acaba de explicar, las competencias de una y otra Corporación
son diferentes. Al Consejo Nacional Electoral le corresponde revocar la
inscripción de un candidato que se encuentre inhabilitado, lo que le impone
estudiar los alcances y límites de las inhabilidades, competencia que no tiene
el Consejo de Estado, pues a este alto tribunal le corresponde conocer la
acción de nulidad electoral, que no tiene nada que ver con inscripción de
candidatos.

Es claro entonces que, al Consejo Nacional Electoral le corresponde decidir,


cuando existe plena prueba, si hay inhabilidad o no. Lo que no puede hacer
es que, ante la dificultad jurídica que presente el caso, manifieste que los
temas sustanciales del debate, no los probatorios, los debe resolver el
Consejo de Estado.

En el presente caso, el Consejo Nacional Electoral eludió los análisis de fondo


que se le pusieron de presente, pretextando que había opiniones contrarias
en el proceso, y en lugar de resolver el debate y tomar una posición jurídica
al respecto, afirmó que este lo debía resolver el Consejo de Estado, al señalar
que: «será el la [sic] Jurisdicción de lo Contencioso Administrativa, la encargada de
analizar el argumento propuesto por el Ministerio Público y determinar si en efecto,
dicho otrosí implica o no un contrato adicional que genere inhabilidad para el
ejercicio del cargo».

Con el argumento dado por el Consejo Nacional Electoral, que presupone no


tomar postura sobre el conflicto que se le puso en conocimiento, se omite el
cumplimiento de la función constitucional que se le otorga en el numeral 12
del artículo 265 y se la traslada al Consejo de Estado, quien no la tiene.

El Consejo Nacional Electoral está en la obligación de tomar postura respecto


a la naturaleza del otrosí 1, para indicar si se trata de un contrato, que lo es
además, o de sustentar sus argumentos para indicar que no lo es, pues esa
es la función que constitucionalmente se le impuso.

Empero, después de sostener esto, procedió a indicar que dentro de la


actuación no existía plena prueba de la inhabilidad que se le imputaba a
ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA, trasladando el debate al tema probatorio y
no a las consecuencias jurídicas de la conducta probada. La decisión se
balancea entonces entre un argumento que afirma la inexistencia de prueba
y otro que dice que el Consejo Nacional Electoral no es la autoridad
competente para determinar la naturaleza jurídica del otrosí 1 del 30 de
octubre del 2017.

Lo cierto es que a la actuación se incorporó copia del contrato 329 del 16 de


enero del 2017 y del otrosí 1 del 30 de octubre del 2017, que son las pruebas
suficientes y necesarias para demostrar la existencia de las obligaciones que
surgían de ese contrato y otrosí, y lo que debe hacer el Consejo Nacional

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Electoral es analizar estos dos actos jurídicos para verificar si es el otrosí 1
un contrato o no. Esta controversia no es de carácter probatorio, es jurídica,
por lo que el Consejo Nacional Electoral se equivoca cuando afirma que no
hay plena prueba, pues confunde la existencia de la plena prueba, con el
análisis jurídico que sobre ella se debe hacer.

A continuación, explicaré cuales son los criterios que debe tener en cuenta el
Consejo Nacional Electoral para determinar si el otrosí 1 del 30 de octubre de
2017 es un contrato y pondré en evidencia que dentro de la actuación existe
plena prueba para llegar a esa conclusión, solicitándole finalmente que tome
postura sobre la naturaleza del otrosí 1.

5.2.2.2 Criterios para diferenciar un contrato adicional de una adición al


contrato

Como ya se señaló en la intervención del ministerio público del 19 de abril del


presente año, los contratos son una de las especies de los actos jurídicos,
entendidos estos como la manifestación de la voluntad encaminada a
producir efectos jurídicos. Conforme a esta definición, los elementos del acto
jurídico son dos: I. la manifestación de la voluntad, que puede ser de uno o
más sujetos y, II. el objetivo específico a que dicha voluntad se endereza,
correspondiendo esta a la producción de efectos jurídicos.

Ahora bien, teniendo en cuenta el número de partícipes en el acto jurídico,


este se ha clasificado como actos jurídicos unipersonales y actos jurídicos
bilaterales, siendo llamados estos últimos, por un sector de la doctrina, como
convenciones, «las convenciones, se suelen definir diciendo que son los acuerdos
de las voluntades de dos o más agentes encaminados a crear, modificar o extinguir
relaciones jurídicas. Pertenece a este género los contratos, que son la fuente
principal de las relaciones obligatorias»4.

Legalmente, el concepto de contrato o convención está definido por el artículo


1495 del Código Civil, que dice: «contrato o convención. Es el acto por el cual
una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa» . La doctrina
patria considera que esta definición es defectuosa, entre otras razones,
porque:

[L]a identificación que el texto legal transcrito hace entre las nociones de
convención y de contrato tampoco es de recibo en la doctrina que considera
que la primera es el género y, la segunda es una especie dentro de este. En
efecto, el objeto de las convenciones es la creación, modificación o extinción
de relaciones jurídicas de cualquier naturaleza, al paso que el objeto principal
y, generalmente exclusivo del contrato es la creación de obligaciones, o sea,
de esos vínculos jurídicos específicos en virtud de los cuales una persona
llamada acreedor puede exigir de otra denominada deudor la ejecución de

4
Confrontar Guillermo Ospina Fernández, Eduardo Ospina Acosta. Teoría General del Contrato y
del Negocio Jurídico. Sexta edición editorial Temis, 2000 pág. 43.
17
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una prestación: dar, hacer o no hacer alguna cosa. En conclusión, bien se
puede decir que todo contrato es una convención, pero no que toda
convención es un contrato5

Conforme con lo expuesto, lo fundamental para determinar si estamos ante


un contrato o ante otra especie de convención es la creación de obligaciones.

Para el caso objeto de estudio, lo determinante y por tanto el problema


jurídico a resolver es si el otrosí 1 del 30 de octubre del 2017 creó o no
obligaciones y, conforme a ello, concluir si se trataba de un contrato o de una
modificación al contrato original.

Para resolver ese problema jurídico se puede acudir a diferentes criterios,


como lo es, para el caso de los contratos de prestación de servicios, la
cuantificación del objeto en el contrato inicial, pero no es el único criterio; otro
sería, por ejemplo, que el objeto del contrato original, en un contrato de
prestación de servicios, se hubiera agotado.

Con fundamento en lo dicho, podemos decir que la Resolución 0995 del 27


de abril se equivoca al considerar que lo determinante para establecer si
estamos ante un contrato adicional o ante una adición del contrato es la
cuantificación o no del objeto, cuando esto es apenas uno de tantos criterios
para determinar ese aspecto. Lo determinante, se reitera, para resolver este
aspecto, es la creación o no de una obligación por parte de la convención.

El Consejo Nacional Electoral omitió, como ya se dijo, analizar los aspectos


que son esenciales para determinar si el otrosí 1 es o no un contrato y
trasladó, sin razón alguna, ese análisis al Consejo de Estado.

5.2.2.3 El contrato 329 del 26 de enero de 2017 no cuantificó el objeto

Analizando el contenido del contrato 329 del 2017, labor que no hizo el
Consejo Nacional Electoral, pues no realizó ninguna valoración probatoria,
observamos que el citado contrato no cuantificó el objeto, basta con
confrontar el texto del contrato, en la cláusula que define el objeto, para darse
cuenta de ello; el otrosí dice al respecto lo siguiente: «OBJETO DEL
COTRATO: Prestar los servicios profesionales para apoyar jurídicamente en los
procesos de gestión de proyectos del sector de agua potable y saneamiento básico,
así como en la estructuración e implementación de los planes, estrategias y políticas
a cargo del Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio».

El objeto del contrato 329 de 2017, como se ve, es amplísimo. Tan lo es, que
ni siquiera con las estipulaciones de las obligaciones de las partes se puede
cuantificar; el contrato fija, de la siguiente manera, estas obligaciones:

5
Num. Pag. 43.
18
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OBLIGACIONES DEL CONTRATISTA. Para la celebración y ejecución del
presente contrato, el CONTRATISTA dará cumplimiento a los derechos y
deberes consagrados en los artículos 4.º y 5.º de la Ley 80 de 1993, en
especial se obliga a: OBLIGACIONES ESPECÍFICAS: 1. Brindar el Apoyo
Jurídico requerido en los procesos de gestión de proyectos y en el desarrollo
e implementación de los programas de Agua Potable y Saneamiento Básico
en el departamento de Bolívar. 2. Brindar apoyo en la gestión, estructuración
e implementación de esquemas de aseguramiento de la prestación de
servicios públicos de Agua Potable y Saneamiento Básico en el
departamento de Bolívar. 3. Apoyar la Gestión de los procesos y proponer
mecanismos que incentiven la creación de proyectos departamentales en los
cuales se integren políticas de inversión conjunta de la Nación, entidades
territoriales y otras entidades del sector agua potable y saneamiento básico.
4. Participar en las reuniones, convocatorias y eventos, a los cuales sea
designado por parte del supervisor y reportar los resultados y acuerdos de
los mismos, en los formatos aprobados. OBLIGACIONES GENERALES: 1.
Cumplir con los pagos correspondientes al Sistema General de Seguridad
Social Integral, de conformidad con lo establecido por la normatividad
vigente. 2. Afiliarse a la Administradora de Riesgos Laborales y en su calidad
de contratista, cumplir con lo establecido, en el Decreto 1072 de 2015. 3.
Practicarse examen preocupacional anexando el certificado respectivo al
MINISTERIO en los términos y oportunidades establecidas en el artículo
2.2.4.2.2.18 Decreto 1072 de 2015. 4. Cumplir las normas, reglamentos e
instrucciones del Sistema de Gestión en Seguridad y Salud en el Trabajo
definido por el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio. 5. Participar en las
actividades de prevención y promoción organizadas por la entidad, Comité
Paritario de Seguridad y Salud en el Trabajo y lo desarrollado por la
Administración de Riesgos Laborales y en general cumplir con lo establecido
en el artículo 2.2.4.2.2.16 del Decreto 1072 de 2015. 6. Desarrollar las
actividades y productos materia del contrato bajo los principios, lineamientos
y directrices trazadas en el Sistema Integrado de Gestión y el modelo
estándar de control interno del MINISTERIO. 7. Hacer uso de los formatos
establecidos en el sistema integrado de Gestión, ejecutar sus procedimientos
y efectuar los registros según corresponda a su actividad contractual. 8.
Asistir y participar en los talleres y demás convocatorias del Sistema
Integrado de Gestión y el modelo Estándar de control interno a los que sea
convocado y cumplir los acuerdos y tareas que en ellos se determine. 9.
Salvaguardar y responder por los equipos y elementos que le sean
asignados para el cumplimiento de sus actividades contractuales. 10.
Mantener la reserva y confidencialidad de la información que obtenga como
consecuencia de las actividades que desarrolle para el cumplimiento del
objeto del contrato. 11. Conocer y acatar lo dispuesto en el Manual de
contratación del MINISTERIO. 12. Informar oportunamente de cualquier
petición, amenaza de quien actuando por fuera de la ley pretenda obligarlo
a hacer u omitir algún acto u ocultar hechos que afecten los intereses del
MINISTERIO. 13. Mantener actualizado su domicilio durante la vigencia del
contrato y cuatro (4) meses más y presentarse al MINISTERIO en el
momento en que sea requerido por el mismo para la suscripción de la
correspondiente acta de liquidación, en caso que aplique. 14. Cumplir con el
objeto del contrato. 15. Adelantar oportunamente los trámites y cumplir los
requisitos para la ejecución del contrato. 16. Defender en todas sus
actuaciones los intereses del MINISTERIO y obrar con lealtad y buena fe en
todas las etapas contractuales. 17. De ser necesario desplazarse a otras
ciudades del país previa aprobación del supervisor. 18. Mantener
actualizado, en el Sistema de Información y Gestión del Empleo Público
19
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‒SIGEP‒ su hoja de vida con los respectivos soportes. 19. Informar
oportunamente cualquier anomalía o dificultad que advierta en el desarrollo
del contrato y proponer alternativas de solución a las mismas. 20. Atender
las peticiones y/o consultas que le indique el supervisor y se relacionen con
el objeto del contrato. 21. Asistir y participar en los comités, incluidos los de
evaluación de propuesta, reuniones, talleres, juntas y demás eventos que le
indique el supervisor y se relacionen con el objeto del contrato. 22. Utilizar la
herramienta de Gestión Documental GESDOC‒BIZAGY para gestionar,
tramitar y controlar la correspondencia que le sea asignada, en medio físico
y/o electrónico y realizar todas las actividades definidas en la misma para el
proceso de Gestión Documental dentro de los términos legales
correspondientes de cada documento 23. Las demás que determine el
supervisor y que se relacionen con el objeto contractual. 24. Conocer y
aplicar lo dispuesto en la política Antisoborno del MINISTERIO

De las cuatro obligaciones específicas y de las 24 obligaciones generales del


contratista transcritas, no es posible cuantificar el objeto, ni determinar una
metodología para hacerlo.

Tampoco es posible cuantificar el objeto del contrato a partir de las


obligaciones del Ministerio, las cuales fueron especificadas en el contrato 329
del 2017 en los siguientes términos:

OBLIGACIONES DEL MINISTERIO: Por su parte, el MINISTERIO se obliga


a: 1. Pagar al CONTRATISTA el valor del presente contrato en las
condiciones pactadas. 2. Ejercer la supervisión para verificar el cumplimiento
del objeto contractual y las obligaciones a que se compromete la
CONTRATISTA. 3. Suministrar al CONTRATISTA, la información y
documentos que requiera para desarrollar el objeto contractual. 4.
Reconocer con cargo a los recursos destinados del presupuesto nacional los
gastos de viaje y desplazamiento a que haya lugar, durante la ejecución del
objeto del contrato, previa aprobación del supervisor

Queda demostrado, conforme a la prueba que obra en la actuación, que el


objeto del contrato 329 de 2017 no era cuantificable.

5.2.3 Reconstrucción de los argumentos

Evidenciada la omisión argumentativa en que incurrió la Resolución 0995 del


27 de abril del 2018, es necesario reconstruir la decisión a partir de las
premisas correctas que, como se ha explicado, son las siguientes:

5.2.3.1 Premisa jurídica

La premisa jurídica correcta que se debe usar para resolver el presente caso,
es la siguiente:

‒ Lo que diferencia un contrato adicional de una adición al contrato es que en


el primero se crean nuevas obligaciones y en el otro no. Si no hay creación

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de obligaciones, pero sí modificaciones o terminación de obligaciones, nos
encontramos ante una convención diferente a un contrato.

Para determinar si hay o no creación de nuevas obligaciones y por tanto si se


trata de un nuevo contrato, existen diferentes criterios, algunos de estos son:

1. Que se firme un otrosí para ampliar el plazo, cuando en el contrato original


no se haya cuantificado el objeto a ejecutar. Este criterio ha sido utilizado
reiteradamente por el Consejo de Estado; así, por ejemplo, en decisión del
2004, el Consejo de Estado señaló lo siguiente:

[E]n el contexto de la causal de inhabilidad prevista en el numeral 3.º del


artículo 43 de la Ley 136 de 1994, modificado por la Ley 617 de 2000 artículo
40, el contrato adicional celebrado por el candidato dentro del año anterior a
su elección, solamente será inhabilitante en la medida que se ocupe de
adiciones al objeto del contrato, pues en la medida que recaiga sobre
alteraciones del valor (Vr. GR. Reconocimiento de un mayor valor por
cantidades de obra ya ejecutadas) o del plazo, ha de colegirse que no hay
un contrato adicional sino una adición o reforma del contrato, que por lo
mismo queda descartada como “contrato” para efectos de invalidar la
elección de un candidato6

La anterior línea jurisprudencial fue ratificad en decisión del 2006, a la que


me referí en mi memorial del 19 de abril, en esa oportunidad se dijo lo
siguiente:

En efecto, la ampliación del plazo en todo contrato sólo puede obedecer a la


insuficiencia del mismo, esto es, a la insuficiencia del término convenido para
el cumplimiento de la obligación pactada. Ahora, esa falta de tiempo sólo
puede calcularse si se ha cuantificado la obligación en cuestión, pues es en
esa medida en que puede identificarse, de una parte, lo que haría falta por
ejecutar y, de otra, el tiempo que ello demandaría […]

[N]o siendo posible la ampliación del plazo de la orden de prestación de


servicios número […] y no obrando en el expediente elemento de juicio
alguno que permita entender que la ejecución de labor contratada mediante
esa orden de prestación de servicios requería de honorarios adicionales,
para la Sala es claro, entonces, que lo acordado el 24 de diciembre de 2002
corresponde, en realidad, a un nuevo contrato7

2. Que se firme un otrosí ampliando un plazo, cuando el objeto del contrato


original se ha ejecutado en su totalidad.

3. Que se firme un otrosí ampliando no solo el plazo, sino también el objeto y


el valor del contrato.

6
Sentencia del 20 de mayo de 2004, radicado interno 3314, Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Quinta, C.P. MARÍA NOHEMÍ HERNÁNDEZ PINZÓN.
7
Sentencia 26 de enero de 2006, radicado interno 3761, Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sección Quinta,C.P DARÍO QUIÑONES PINILLA.
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5.2.3.2 Premisa fáctica

Dentro de la actuación se probó, como ya se explicó, que:

1. El objeto del contrato 329 de 2017 no cuantificó su objeto y que se firmó el


otrosí 1 a este contrato el 30 de octubre de 2017, ampliando su plazo, esto
quedó debidamente probado.

2. Que a pesar de no cuantificarse el objeto del contrato 329 de 2017, en él


se dijo, en la cláusula novena, lo siguiente:

NOVENA ‒ INFORMES: El CONTRATISTA se obliga a presentar por escrito


los informes que solicite el MINISTERIO a través del supervisor del presente
contrato. Sin perjuicio de lo anterior, el CONTRATISTA deberá presentar a
satisfacción del supervisor un (1) informe mensual de avance en lo que se
relacionen las actividades realizadas en cumplimiento del objeto contractual,
para un total de diez (10) informes

En tal sentido, el objeto del contrato original se ejecutó en su totalidad. Por


su parte, el otrosí 1 del 30 de octubre de 2017 se refirió a un nuevo objeto,
que, al igual que en el contrato 329, no era cuantificable; sobre estos informe
el otrosí 1 dijo, en su cláusula cuarta, lo siguiente: «INFORMES: Modificar la
cláusula novena del contrato en el sentido de adicionar dos (2) informes más para
un total de doce (12) informes».

De lo anterior se puede concluir que los objetos del contrato 329 de 2017 y
del otrosí 1 del 30 de octubre del 2017 eran diferentes, pues el establecido
en el contrato 329 se había ejecutado en su totalidad. Los dos nuevos
informes correspondían a una nueva obligación.

Nos encontramos entonces ante la firma de un otrosí ampliando un plazo de


un contrato que había ejecutado la totalidad de su objeto. Esto también quedó
debidamente probado.

3. En el otrosí 1 del 30 de octubre del 2017 se amplió el plazo del contrato


329 de 2017 hasta el 31 de diciembre de 2017. También se amplió el objeto,
pues se exigió la presentación de dos informes más y, finalmente, también se
amplió el valor. Sobre este último punto, en la cláusula segunda del otrosí 1
se dijo: «ADICIÓN. Adicionar el valor del contrato en la suma de VEINTE
MILLONES DE PESOS ($20.000.000) M/CTE, para un valor total del contrato de
CIENTO ONCE MILLONES TRESCIENTOS TREINTA Y TRES MIL
TRESCIENTOS TREINTA Y TRES PESOS ($111.333.333) M/CTE».

Téngase en cuenta que, si el plazo se hubiera ampliado con la finalidad de


ejecutar el faltante del objeto pactado, no hubiera sido necesario adicionar el
valor del contrato, lo anterior lo que indica es que se estaba contratando un
objeto nuevo. Esto también quedó debidamente probado.

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No es cierto por tanto, como lo señala el Consejo Nacional Electoral, que no
exista plena prueba dentro de la actuación, lo que no se dio por parte de esa
Corporación fue su debida valoración. Además se están confundiendo los
conceptos de valoración probatoria y las consecuencias jurídicas que se
derivan de la conducta probada.

Se probó la existencia del otrosí 1 del 30 de octubre del 2017, pues copia de
este se aportó a la actuación y una vez aportada la plena prueba, le
correspondía al Consejo Nacional Electoral determinar si el otrosí 1, por su
contenido, era un contrato y no dejarle esta labor a la jurisdicción.

5.2.3.3 Conclusión

Al configurarse los criterios antes señalados, es necesario concluir que el


otrosí 1 del 30 de octubre de 2017 creó nuevas obligaciones entre ANTONIO
QUINTO GUERRA VARELA y el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, por lo
que el otrosí 1 es un contrato adicional y no una convención adicional de un
contrato, encontrándonos ante un otrosí-contrato, lo cual es reconocido por
este mismo acto jurídico, que en su parte considerativa dice textualmente lo
siguiente:

RAÚL JOSÉ LOCOUTURE DAZA […] obra en nombre del MINISTERIO DE


VIVIENDA, CIUDAD Y TERRITORIO […] y ANTONIO QUINTO GUERRA
VARELA […] hemos convenido celebrar el presente Contrato, hemos
convenido celebrar el presente otrosí al contrato de prestación de servicios
profesionales nº 329 de 2017

Es decir, son las mismas partes en el contrato las que reconocen que se trata
de un otrosí‒contrato.

5.2.4 Configuración de la inhabilidad

Ha quedado demostrado que el otrosí‒contrato 1 firmado entre ANTONIO


QUINTO GUERRA VARELA y el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, es un
verdadero contrato adicional.

Que el otrosí‒contrato 1 se suscribió el 30 de octubre del 2017.

Que el otrosí‒contrato 1 se ejecutó en el distrito de Cartagena de Indias, D.T


y C.

Y que las elecciones atípicas para alcalde en el distrito de Cartagena de


Indias, D.T y C se llevarán a cabo el 6 de mayo de 2018.

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Los anteriores hechos llevan a la configuración de la inhabilidad consagrada
en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado por el
artículo 37 de la Ley 617 de 2000, que dice:

Artículo 37.- Inhabilidades para ser alcalde. El Artículo 95 de la Ley 136


de 1994, quedará así: Artículo 95.- Inhabilidades para ser alcalde. No
podrá ser inscrito como candidato, ni elegido, ni designado alcalde municipal
o distrital: […]

3. Quien dentro del año anterior a la elección haya intervenido en la gestión


de negocios ante entidades públicas del nivel municipal o en la celebración
de contratos con entidades públicas de cualquier nivel en interés
propio o de terceros, siempre que los contratos deban ejecutarse o
cumplirse en el respectivo municipio. Así mismo, quien dentro del año
anterior a la elección, haya sido representante legal de entidades que
administren tributos, tasas o contribuciones, o de las entidades que presten
servicios públicos domiciliarios o de seguridad social de salud en el régimen
subsidiado en el respectivo municipio [Resaltado fuera del texto original]

Lo anterior debido a que el otrosí-contrato 1 del 30 de octubre del 2017, se


suscribió dentro del año anterior a la elección atípica que se llevará a cabo
en el Distrito de Cartagena de Indias, D.T y C el 6 de mayo del 2018, por parte
de ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA con una entidad Pública, como lo es el
Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio, y se ejecutó en el municipio -
Distrito en donde se van a llevar a cabo las elecciones para alcalde.

Esta es una de las razones que expone el ministerio público para que se
cambie el sentido de lo resuelto en la Resolución 0995 del 27 de abril y en su
lugar se proceda a ordenar por parte del Consejo Nacional Electoral la
revocatoria de la inscripción del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA
a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T y C, inscrito por el Partido
Conservador Colombiano para la elección del 6 de mayo próximo.

5.3 El alcance del concepto de «celebración de contratos» en la


inhabilidad consagrada en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de
1994, modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000

En el presente acápite, demostraré que el concepto: «celebración de contratos»


al que se refiere el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994,
modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000, en nuestro ordenamiento
jurídico comprende las diferentes etapas contractuales, es decir, la etapa
precontractual, de ejecución y de liquidación del contrato, para lo cual
desarrollaré los siguientes puntos: I. explicaré con más detenimiento cuáles
fueron las razones que tuvo el Consejo Nacional Electoral para concluir que
el concepto de «celebración de contratos» solo abarca la suscripción del
contrato; II. señalaré en qué circunstancias es procedente separarse de la
jurisprudencia existente III. indicaré en que consiste el concepto de unidad del
ordenamiento jurídico, IV. demostraré cual es el alcance que nuestro

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ordenamiento jurídico le ha dado a la expresión «celebración de contratos», V.
haré una interpretación constitucionalmente útil de la inhabilidad que surge
de la «celebración de contratos» durante el año anterior a las elecciones, al que
se refiere el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado por
el artículo 37 de la Ley 617 de 2000 y, finalmente, con los argumentos
expuesto VI. expondré cuál es la decisión que se debe tomar en el presente
caso.

5.3.1 Argumento de la Resolución del 26 de abril de 2018

Sobre este punto, en la Resolución atacada se dijo:

Así pues, aunque las argumentaciones de los peticionarios y del Ministerio


Público, en el sentido de indicar que, como los contratos contaban con unos
plazos de ejecución y que uno de ellos fue objeto de un otrosí, y en atención
a que estos acontecimientos ocurrieron dentro de los 12 meses anteriores a
la elección, el demandado se encuentra inhabilitado para ser elegido en
dicho cargo, son razones valederas y que deben ser revisadas a efectos de
dar sentido útil a la proscripción en estudio, pero no es esta entidad la
encargada de valorar dicha posición, sino la Jurisdicción de lo
contencioso Administrativo, entidad encargada de revisar sus posturas
jurisprudenciales para efectos de mantenerlas o modificarlas.

Ciertamente, contrario a la afirmación efectuada por el Procurador Delegado


en el sub lite, es abundante la reiteración jurisprudencial que en desarrollo
de la norma que el Legislador Patrio consagró como causal de inhabilidad,
en donde la ha restringido a la fecha cierta de su suscripción o celebración,
es decir, dejó por fuera aquellos términos o plazos de ejecución, los cuales,
en sentir del Alto Tribunal de lo Contencioso Administrativo, no pueden ser
computados para efectos de configuración de esta prohibición […]

Por tal motivo, encontramos dos interpretaciones posibles sobre la


inhabilidad concerniente a la celebración de contratos, una, la que propone
el Agente del Ministerio Público según la cual, esta incluye los actos
postcontractuales o de ejecución; y la segunda, la fijada por el Consejo de
Estado, concerniente a que, el hecho de que el contrato suscrito se haya
ejecutado dentro del periodo inhabilitante, y así mismo, que este se haya
liquidado o prorrogado dentro de ese mismo tiempo, no es motivo para
declarar la prosperidad de la inhabilidad estudiada, toda vez que tal
prohibición única y exclusivamente se predica para la celebración o
suscripción del contrato, que lo debe ser dentro del marco de los doce (12)
meses anteriores a la elección

Aunque el Consejo Nacional Electoral encuentra la postura del ministerio


público más ajustada a los derechos constitucionalmente reconocidos,
finalmente se acoge al precedente jurisprudencial del Consejo de Estado.

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5.3.2 Fuerza de la jurisprudencia en el ordenamiento jurídico
colombiano

Una de las mayores discusiones jurídicas que se ha dado en Colombia en las


dos últimas décadas, es el valor de fuente del derecho que se le debe dar a
la jurisprudencia, sobre todo a la de los más altos tribunales.

Constitucionalmente la jurisprudencia no es fuente de derecho, sino que sirve


como criterio de interpretación; así se deriva de lo expuesto por el artículo
230 de la Constitución, que dice: «Los jueces, en sus providencias, sólo están
sometidos al imperio de la ley/ La equidad, la jurisprudencia, los principios
generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial»
[Negrillas fuera del texto].

A pesar de que la jurisprudencia no es fuente de derecho, la Constitución


consagra como garantía fundamental nominada la igualdad, que aplicada a
las decisiones jurisdiccionales, tanto en sentido material como formal, implica
que los jueces en casos fácticos similares tomen las mismas decisiones.
También nuestro ordenamiento jurídico reconoce como derecho fundamental
innominado el de la confianza legítima, que en materia jurisdiccional, implica
que quien acude a ella tiene el derecho a que su petición se resuelva de la
misma manera a como se ha hecho con otras semejantes.

Lo anterior no implica una adopción del sistema de precedentes en Colombia,


que, como ya se dijo, solo reconoce la ley como fuente de derecho, pero sí
conlleva, en principio, que el derecho deba ser interpretado conforme lo han
hecho los más altos tribunales, salvo que se den argumentos de mayor fuerza
que permitan separarse de la jurisprudencia; así lo ha expresado la Corte
Constitucional en varias decisiones, una de ellas del año 2006, en donde dijo:

[S]obre la disciplina judicial o el deber de los jueces de armonizar sus


decisiones respetando una mínima racionalidad fundada en el acatamiento
de sus decisiones previas, se pronunció también esta Corporación en la
sentencia C-252 de 2001. (M.P. CARLOS GAVIRIA DÍAZ). En ella se dijo que la
disciplina jurisprudencial significa “que en Colombia los jueces tienen una
obligación positiva de atender los materiales legitimados en los cuales se
expresa el derecho. Y uno de esos materiales, es, ahora, la jurisprudencia
que se viene a agregar a los ya tradicionales (Constitución y ley) 8. Por ende
el deber de atender los precedentes, resulta consustancial al ejercicio
armónico de la función judicial, no sólo en atención a las decisiones propias
y de los superiores, sino en armonía con los alcances mismos de la
Constitución”.

Como es bien sabido, entonces, en materia de precedentes, este tribunal


desde sus orígenes ha establecido mecanismos jurídicos para proteger la

8
En esta sentencia, se propugna por una teoría fuerte de precedentes. Al respecto pueden
consultarse entre otras, las sentencias C -037 de 1996. M.P. Vladimiro Naranjo Mesa, T-175 de 1997.
M.P. José Gregorio Hernández Galindo, SU-640 de 1998, SU 168 de 1999, T-009 de 2000 y T-068
de 2000.
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igualdad y la consistencia de sus precedentes, como ha ocurrido, por
ejemplo, con las sentencias de reiteración y las providencias denominadas
SU en materia de tutela. En igual sentido, la sentencia SU-1219 de 2001
(M.P. MANUEL JOSÉ CEPEDA) precisó que fue el propio constituyente quien
estableció el mecanismo de revisión de fallos de tutela, como un dispositivo
perfilado para “controlar las sentencias de tutela de los jueces
constitucionales que conocen y deciden sobre las acciones” a fin, no sólo de
“unificar la interpretación constitucional en materia de derechos
fundamentales, sino erigir a la Corte Constitucional como máximo Tribunal
de derechos constitucionales y como órgano de cierre de las controversias
sobre el alcance de los mismos.”9

28. En lo concerniente específicamente al precedente vertical en materia


constitucional, para el caso de los jueces y tribunales, lo cierto es que si bien
éstos son independientes y autónomos en sus decisiones conforme al
artículo 228 de la Carta, esta libertad constitucional no implica precisamente
desligarse de la Carta, ni de la interpretación vinculante que realiza la Corte
a partir de sus sentencias.

Aunado a lo anterior, el desconocimiento de los precedentes constitucionales


puede llegar a vulnerar en sede judicial los derechos ciudadanos a la
igualdad y al acceso a la justicia (C.P. Art. 13 y 29), como ya se ha dicho,
teniendo en cuenta que si la aplicación de la ley y la Constitución dependen
de la libre interpretación de cada juez, el resultado final puede llevar a que
casos idénticos se resuelvan de forma diferente por diversos falladores, lo
que a la postre desvirtuaría por completo la seguridad jurídica en materia
nada menos que constitucional10-11.

Esa misma sentencia, sin embargo preciso en qué casos y bajo qué
circunstancias los jueces de instancia se podían separar del precedente
jurisprudencial, indicando que:

iii) En el caso de un precedente relevante […] el juez estará obligado a


conocerlo y a acogerlo a fin de asegurar el acceso a la justicia en condiciones
de igualdad, salvo que encuentre razones debidamente fundadas que le
permitan separarse de él, cumpliendo con una carga argumentativa
encaminada a mostrar que el precedente es contrario a la Constitución,
en todo o en parte.

30. Ahora bien, la exigencia de seguir el precedente también compete a los


jueces y tribunales de instancia, frente a las decisiones tomadas por sus
superiores, con el fin de armonizar y unificar la jurisprudencia.

7
Por no ser relevante en esta oportunidad, no se analizará a profundidad el alcance del precedente
horizontal de la Corte Constitucional. Sin embargo, a título de ilustración, debe señalarse que
existen mecanismos ante la Sala Plena, dirigidos a obtener la nulidad de fallos proferidos por las
Salas de Revisión de la Corte Constitucional, cuando éstos desconocen precedentes
constitucionales establecidos por la Corporación con anterioridad. Al respecto, pueden consultarse,
entre otros, los siguientes autos: A-006 de 2004 (M.P Alfredo Beltrán Sierra); A-096 de 2004 (M.P.
Rodrigo Uprimny Yepes); A-070 de 2005 (M.P. Marco Gerardo Monroy). Sobre los alcances
generales de estas nulidades pueden verse entre otros también los siguientes autos: Auto 063 de
2004 (M.P. Manuel José Cepeda); Auto 031 A de 2002 (M.P. Eduardo Montealegre Lynett) y Auto
232 de 2001 (M.P. Jaime Araujo Rentería).
10
Sentencia T-566 de 1998. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
11
Sentencia T-292 de 2006. M.P. MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA.
27
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En la sentencia C-836 de 2001 (M.P. RODRIGO ESCOBAR GIL)12 relacionada
con la obligatoriedad de la doctrina probable de la Corte Suprema de Justicia,
la Corte Constitucional resaltó que la “igualdad de trato frente a casos iguales
y la desigualdad de trato entre situaciones desiguales,… obliga
especialmente a los jueces”. Esta sentencia, por lo tanto, hizo especial
énfasis en la fuerza obligatoria de la doctrina probable, para los jueces y
tribunales de instancia, justificando tal obligatoriedad en que: proviene “(1)
de la autoridad otorgada constitucionalmente al órgano encargado de
establecerla, unificando la jurisprudencia ordinaria nacional; (2) del carácter
decantado de la interpretación que dicha autoridad viene haciendo del
ordenamiento positivo, mediante una continua confrontación y adecuación a
la realidad social y; (3) del deber de los jueces respecto de: a) la igualdad
frente a la ley y b) la igualdad de trato por parte de las autoridades y; (4) del
principio de buena fe que obliga también a la rama jurisdiccional,
prohibiéndole actuar contra sus propios actos”. 13

El juez inferior debe, de conformidad con la Constitución, atender la doctrina


reiterada que un superior haya fijado frente a las normas legales pertinentes,
pudiéndose separar de tal línea jurisprudencial, siempre y cuando
“exponga clara y razonadamente los fundamentos jurídicos que
justifican su decisión” 14.Desde esa perspectiva, la autonomía judicial en el

12
En este caso, se estudió el tema de la doctrina probable en relación con el artículo 4 de ley 169
de 1.896, que reza lo siguiente: “Artículo 4. Tres decisiones uniformes dadas por la Corte Suprema,
como tribunal de casación, sobre un mismo punto de derecho, constituyen doctrina probable, y los
jueces podrán aplicarla en casos análogos, lo cual no obsta para que la Corte varíe la doctrina en
caso de que juzgue erróneas las decisiones anteriores.”
13
Sentencia C-836 de 2001, M.P. Rodrigo Escobar Gil (Aclaración de voto de Manuel José Cepeda
Espinosa y Marco Gerardo Monroy Cabra y Salvamento de Voto de Jaime Araujo Rentería, Alfredo
Beltrán Sierra, Álvaro Tafur Galvis y Clara Inés Vargas). En esta ocasión la Corte resolvió declarar
exequible el artículo 4º de la Ley 169 de 1896, “siempre y cuando se entienda que la Corte Suprema
de Justicia, como juez de casación, y los demás jueces que conforman la jurisdicción ordinaria, al
apartarse de la doctrina probable dictada por aquella, están obligados a exponer clara y
razonadamente los fundamentos jurídicos que justifican su decisión, en los términos de los
numerales 14 a 24 de la presente Sentencia.”
14
Sentencia C-836 de 2001, M.P. Rodrigo Escobar Gil. Si bien la Corte Constitucional no se
pronunciará esta oportunidad sobre los atributos de la carga argumentativa para desligarse del
precedente, por no ser un tema pertinente en este caso concreto, es importante tener en cuenta
algunos de los siguientes elementos en el caso del precedente vertical: en la sentencia T-688 de
2003 M.P. (Eduardo Montealegre Lynett) se dijo precisamente que: “para efectos de separarse del
precedente por revisión son necesarios dos elementos. De una parte referirse al precedente anterior
y, por otra, ofrecer un argumento suficiente para el abandono o cambio. El primer requisito es
respuesta al principio de interdicción de la arbitrariedad, pues sólo puede admitirse una revisión de
un precedente si se es consciente de su existencia.” Con respecto a los argumentos plausibles para
separarse del precedente generado por la Corte Suprema de Justicia, dijo la sentencia que se cita,
lo siguiente: “Dado que la Corte Suprema de Justicia se encuentra en el vértice de la justicia ordinaria,
imponen un precedente vertical del cual los jueces pueden apartarse, siempre y cuando se expongan
razones poderosas. Tales razones no pueden apoyarse en meras reflexiones individuales del
fallador, sino que tienen que ser el resultado de un análisis y reflexión sobre los argumentos
expuestos por la Corte Suprema de Justicia. Ello demanda (i) que expresamente se considere el
criterio de la Corte Suprema y (ii) que se ofrezcan razones para separarse del precedente, que
pueden ser: (a) que se establezca que la ratio no se aplica al caso concreto, por existir elementos
relevantes en el caso que obligan a distinguir; (b) que la Corte Suprema no haya considerado
elementos normativos relevantes, que alteran la admisibilidad del precedente; (c) que desarrollos
dogmáticos posteriores al pronunciamiento del tribunal de Casación, basados en la discusión con tal
decisión, lleven a la convicción de que es posible adoptar una postura que mejor responde a la
institución jurídica; (d) que tribunales superiores, como la Corte Constitucional o la Corte
28
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ámbito interpretativo, garantizada en el artículo 228 de la Constitución, tiene
sus límites, que son entonces los derechos constitucionales de las personas
que acceden a la justicia, y la estructura funcionalmente jerárquica de cada
jurisdicción (artículos 234, 237 y 241 C.P.)15

En este sentido, la jurisprudencia de la Corte Constitucional permite a


aquellos que ejercen actividades jurisdiccionales, formal o materialmente –
como en el caso -, a que se separen de los precedentes, siempre y cuando
se cumplan con unas reglas, siendo estas las siguientes:

1. Una carga de transparencia, que implica anunciar la existencia de un


precedente contrario a la decisión que se va a tomar y

2. Que el juzgador encuentre razones debidamente fundadas que le permitan


separarse del precedente, cumpliendo con una carga argumentativa
encaminada a mostrar que este es contrario a la Constitución o a la ley, en
todo o en parte.

No es justificable entonces que cumpliéndose con una carga argumentativa


encaminada a mostrar que el precedente es contrario a la Constitución o a la
ley, después de ello, se tome una decisión conforme a la jurisprudencia, pues
ello implicaría darle mayor valor a la jurisprudencia que a la Constitución y la
ley, por ello se equivoca el Consejo Nacional Electoral, cuando en la
Resolución 0995 del 27 de abril del 2018 afirma que: «no le es viable a esta
corporación administrativa legalmente, apartarse del precedente
jurisprudencial, ni la encargada de resolver esa solicitud de variación
jurisprudencial, sino la propia Jurisdicción de lo Contencioso Administrativo
en su oportunidad» [Negrillas y subrayados del texto]

El Consejo Nacional Electoral, aunque es una autoridad administrativa,


cumple una función que materialmente implica administrar justicia, que, para
el caso bajo estudio, es la de revocar las inscripciones de candidatos que se
encuentran inhabilitados. Además sus miembros son servidores públicos que
están sometidos al imperio de la Constitución y las leyes y no a la de los
precedentes jurisprudenciales, por tanto si existen argumentos de peso que
demuestren que la jurisprudencia es contraria a la Constitución o la Ley, al
Consejo Nacional Electoral sí le es viable apartarse del precedente
jurisprudencial, sin que ello implique una usurpación de funciones,
como equivocadamente lo entiende la Resolución que es objeto de
impugnación.

En lo que sí acierta el Consejo Nacional Electoral, es en señalar que:

Interamericana de Derechos Humanos, se hayan pronunciado de manera contraria a la postura de


la Corte Suprema de Justicia; o (e) que sobrevengan cambios normativos que tornen incompatible
con el ordenamiento jurídico, el precedente”.
15
Sentencia T-292 de 2006. M.P. MANUEL JOSÉ CEPEDA ESPINOSA.
29
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Ciertamente, como de conformidad a lo normado en el artículo 10 del
CPACA, en el propósito de adoptar las decisiones de su competencia, las
autoridades deben tener en cuenta las sentencias de unificación
jurisprudencial del Consejo de Estado en las que se interpreten y apliquen
dichas normas y, en el sub lite no existe unificación jurisprudencial que deba
ser adoptada por este órgano administrativo electoral, pues lo que
encontramos es que existen dos posibles interpretaciones sobre la misma
norma jurídica, una según la cual el candidato QUINTO GUERRA se
encontraría inhabilitado y otra conforme la cual no lo estaría

En conclusión, el Consejo Nacional Electoral sí puede apartarse de la


jurisprudencia del Consejo de Estado siempre y cuando encuentre razones
debidamente fundadas que le permitan separarse del precedente,
cumpliendo con una carga argumentativa encaminada a mostrar que este es
contrario a la Constitución o a la ley, en todo o en parte.

En el presente caso existen razones debidamente fundadas que permiten


separarse de la jurisprudencia del Consejo de Estado, las cuales procedemos
a ponerlas de presente:

5.3.3 La unidad del ordenamiento jurídico

El principio de unidad del ordenamiento jurídico implica que todas las normas
derivadas de la misma norma fundamental tienen estrecha relación entre sí y
que por ello, en su interpretación, existe una estrecha conexión que ha de
eliminar, a la hora de resolver un supuesto concreto, las posibles o aparentes
antinomias o vacíos de una particular rama del derecho, así como ha de
integrar las lagunas existentes con normas procedentes del mismo
ordenamiento o de otros superiores o parciales.

Lo anterior conlleva a que en el momento de realizar cualquier interpretación


de un concepto que aparece en una ley concreta, deba tenerse en cuenta
todas las normas vigentes del ordenamiento jurídico.

5.3.3 El alcance del concepto «celebración de contratos» en el


ordenamiento jurídico colombiano

En nuestro ordenamiento jurídico se utiliza en varios normatividades el


concepto de celebración de contratos, un ejemplo claro, y que es la materia
del presente debate, es en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de
1994, modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000, sin embargo en
estas leyes no se define qué debe entenderse por celebración de contratos y
si ella abarca no solo la suscripción, sino también la ejecución y liquidación
del acto jurídico.

Otra Ley que se refiere a la celebración de contratos es la 80 de 1993, que


titula su artículo 11 de la siguiente manera: «De la competencia para dirigir
licitaciones y para celebrar contratos estatales» , sin embargo dicho artículo
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tampoco da claridad respecto a si la celebración de contratos engloba la
etapa precontractual, contractual y poscontractual.

La Ley que da absoluta claridad respecto a lo que debe entenderse por


celebración de contratos es la 599 de 2000, Código Penal, que por la
naturaleza que regula es la más restrictiva y fragmentaria del ordenamiento
jurídico.

El Código Penal tipifica una serie de delitos relacionados con la celebración


indebida de contratos, en su libro segundo, dedicado a los delitos en
particular, título XV, que desarrolla los delitos contra la administración pública,
capitulo IV. Todos los delitos que allí se contienen se refieren a especies de
indebidas celebraciones de contratos. En este Capítulo se tipifican las
siguientes conductas punibles:

- Violación del régimen legal o constitucional de inhabilidades e


incompatibilidades (art. 408),

- Interés indebido en la celebración de contratos (art. 409),

- Contrato sin cumplimiento de requisitos legales (art. 410) y

- Acuerdo restrictivo de la competencia (art. 410 A)

Se reitera, todo lo que allí se consagra abarca lo que debe entenderse por
celebración de contratos. Bajo esta esfera de interpretación, que se hace a
partir de la unidad del ordenamiento jurídico, es absolutamente contundente
el espectro que cubre el concepto de celebración de contratos en el artículo
410, que, como ya se dijo, tipifica la conducta punible de contrato sin
cumplimiento de requisitos legales en los siguientes términos: « El servidor
público que por razón del ejercicio de sus funciones tramite contrato sin observancia
de los requisitos legales esenciales o lo celebre o liquide sin verificar el cumplimiento
de los mismos incurrirá en prisión […]». En tal sentido la celebración de
contratos cubriría su tramitación precontractual, su suscripción, su ejecución
y su liquidación y este es el alcance que legalmente se le debe dar al concepto
de «celebración de contratos» que trae el numeral 3º del artículo 95 de la Ley
136 de 1994, modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000.

El concepto de celebración tiene condición de permanencia en el tiempo, para


efectos del régimen sancionatorio del Estado, como acaba de verse en
relación con la normatividad penal.

Por tanto, desde el punto de vista del ordenamiento jurídico, la interpretación


correcta al concepto de celebración de contratos es la que se acaba de dar y
por ello se justifica separarse de la jurisprudencia del Consejo de Estado.

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5.3.4 El alcance que se le debe dar al concepto «celebración de contratos»
para que sea útil constitucionalmente

La inhabilidad consagrada el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994,


modificado por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000, tiene como finalidad
asegurar la igualdad de los candidatos en las contiendas políticas, sin que la
contratación estatal sirva como instrumento para sacar ventaja en los
procesos electorales.

Una correcta interpretación de la inhabilidad que se viene analizando, que


permita respetar su finalidad, implica entender que el verbo celebrar abarca
tanto la suscripción como la ejecución del contrato.

Recuérdese que la finalidad de la inhabilidad es evitar que se le otorgue al


candidato un privilegio y ventaja frente a los demás aspirantes, las cuales se
darían con más intensidad en la ejecución del acto jurídico que en su mera
suscripción.

En otros términos, se debe entender que el contrato se está celebrando


durante todo el término de su vigencia. Lo anterior implica que la inhabilidad
que se viene analizando es de carácter permanente. Sobre las inhabilidades,
la Corte Constitucional en sentencia C-1212 de 2001, se pronunció,
señalando que:

Las inhabilidades o inelegibilidades son impedimentos establecidos por el


constituyente o por el legislador, que restringen el acceso a la función pública
de personas que, a su juicio, carecen de las cualidades requeridas para
ejercerla. Así mismo, se consideran “como hechos o circunstancias
antecedentes, predicables de quien aspira a un empleo que, si se configuran
en su caso en los términos de la respectiva norma, lo excluyen previamente
y le impiden ser elegido o nombrado

En cuanto a la finalidad de establecer inhabilidades, en la sentencia referida


se indicó:

La finalidad de establecer inhabilidades radica en garantizar los principios de


moralidad, idoneidad, probidad, transparencia e imparcialidad en el ejercicio
de la función pública, entendida esta como “el conjunto de tareas y de
actividades que deben cumplir los diferentes órganos del Estado, con el fin
de desarrollar sus funciones y cumplir sus diferentes cometidos y, de este
modo, asegurar la realización de sus fines". Dado que dicha función se dirige
a la atención y satisfacción de intereses generales, resulta razonable que se
exija a las personas que aspiran a ejercerla, poseer cualidades suficientes
que garanticen su desarrollo con arreglo a los principios mencionados. Así
pues, a través de las inhabilidades se busca asegurar la excelencia en el
ejercicio de la función pública, a través de personas idóneas y con una
conducta intachable

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En cuanto a las finalidades constitucionales que cumplen las inhabilidades,
en especial la que se refiere a la celebración de contratos en interés
particular, la Corte Constitucional, en Sentencia C-618 de 27 de noviembre
de 1997, señaló que ella pretende:

[E]vitar una confusión entre intereses públicos y privados. En efecto, quien


ha intervenido en nombre propio o de terceros en la celebración de un
contrato con la administración, en principio defiende los intereses
particulares frente a los intereses del Estado, mientras que el alcalde tiene
exactamente la función contraria, pues su función es la preservación de los
intereses del municipio, por lo cual le corresponde incluso ejercer un control
sobre los propios contratistas. Por ello, y como bien lo señalan los
intervinientes, resulta razonable evitar que llegue a ser jefe de la
administración local quien, como particular, ha participado en una
contratación que interesa al municipio, sin que medie un plazo prudente
que garantice la no incidencia del funcionario en las medidas, recursos
y evaluaciones que se encuentran en cabeza de la administración.

De otro lado, la inhabilidad también puede cumplir otra finalidad


constitucionalmente relevante, pues obstaculiza el aprovechamiento de
recursos públicos para desfigurar los procesos electorales. En efecto,
un contratista, por el hecho de adelantar obras de "utilidad para la
comunidad, puede llegar a ejercer una cierta influencia local, que podría
aprovechar en los procesos electorales municipales, con lo cual se
viola la igualdad en este campo y se altera la propia dinámica de la
participación política [Negrillas fuera de texto]

Tratándose de procesos electorales, la jurisprudencia citada dispone que una


de las finalidades constitucionales de las inhabilidades para ser alcalde es
preservar el principio de igualdad que debe imperar entre los competidores o
aspirantes a un cargo de elección popular, y blindar el uso de recursos
públicos, para evitar así que este se trasgreda cuando a un ciudadano y
posible candidato se le otorgan ciertas prerrogativas, de las cuales no gozan
los demás, la cual se materializa a través de diferentes situaciones
generalmente relacionadas con la posibilidad de poder disponer de recursos
provenientes de lo público, como consecuencia de relaciones contractuales
entre el Estado y un ciudadano aspirante a un cargo de elección popular.

Así, para esta agencia se entiende el principio de igualdad como aquélla


prerrogativa que se debe mantener entre los diferentes ciudadanos que
compiten para obtener el voto popular, sin que existan circunstancias
originadas en el aprovechamiento de recursos públicos, que le permita a
cualquiera de los candidatos en relación con los demás, lograr imponer por
esta causa una mayor influencia frente a la comunidad. Es por estas razones
que el verbo celebrar contenido en la norma analizada, no debe limitarse a la
fecha de suscripción del contrato, sino a toda su vigencia; el verbo celebrar
abarca tanto la suscripción como la ejecución del contrato.

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Debe tenerse en cuenta además, para la correcta interpretación de la
inhabilidad objeto de estudio, lo expuesto por la Sección Quinta del Consejo
de Estado y que fue resaltado por la Resolución impugnada, al indicar que:

[E]n su jurisprudencia [la del Consejo de Estado] propuso un giro a la hora


de interpretar el régimen de inhabilidades electorales, pensando en el
elector, y no ya en el elegido.

Ha dicho la Sala Electoral del Consejo de Estado que el análisis de la


autoridad electoral debe incorporar, en su examen, los principios de
prevalencia del interés general, igualdad, transparencia, la misma legitimidad
democrática, así como los principios pro hominum (humanidad), pro
electoralem (electorado) o pro sufragium (electores) que subyacen a la
función electoral16.

Atendiendo a los anteriores principios, que son los que irradian la función
electoral, por encima de aquellos que favorecen al elegido, debe tenerse en
cuenta que, ciertamente, el contrato puede llegar a ser una plataforma para
el candidato que, prevalido de los logros que con este se consiguen, generen
un impacto positivo en la comunidad.

La sociedad termina, entonces, asociando los logros del contrato con los del
candidato, lo que lo pone en ventaja frente a los demás contendores,
resquebrajando la igualdad electoral.

La plataforma electoral que conlleva, de suyo, un contrato estatal, se genera


con su ejecución, y no con su celebración, que la mayoría de las veces
aparece oculta frente al electorado.

Es la ejecución contractual la que empodera al candidato contratista y, por


tanto, esa misma ejecución es la que debe resultar relevante para el análisis
del extremo temporal inicial de la inhabilidad.

En este contexto, la adecuada forma de contabilizar el elemento temporal de


la inhabilidad por contratación implica tener como extremo temporal inicial,
el fin de la ejecución del contrato, y como extremo final, la fecha de las
elecciones, según se desprende de los planteamientos efectuados por el
Procurador Delegado.

5.3.5 Reconstrucción de los argumentos

De acuerdo a lo expuesto, tenemos lo siguiente:

- Que el Consejo Nacional Electoral sí puede apartarse de la jurisprudencia


del Consejo de Estado siempre y cuando encuentre razones debidamente
fundadas que le permitan separarse del precedente, cumpliendo con una
carga argumentativa encaminada a mostrar que este es contrario a la
Constitución o a la ley, en todo o en parte.

16
Consejo de Estado, Sección Quinta, sentencia de unificación de 7 de junio de 2016, radicado n.º
11001-03-28-000-2015-00051-00 ALBERTO YEPES BARREIRO.
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- Que en el presente caso existen razones debidamente fundadas que le
permiten al Consejo Nacional Electoral separarse de la jurisprudencia del
Consejo de Estado, en lo que tiene que ver con el alcance de la inhabilidad
consagrada en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado
por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000.

- Las razones fundadas provienen de una interpretación de la inhabilidad


consagrada en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado
por el artículo 37 de la Ley 617 de 2000, a partir de la unidad del ordenamiento
jurídico y de la finalidad constitucionalmente valida de su creación, que
permiten concluir que el concepto de «celebración de contratos» comprende la
suscripción, ejecución y liquidación del contrato.

5.3.6 Configuración de la inhabilidad

Conforme a lo expuesto, ha quedado demostrado que ANTONIO QUINTO


GUERRA VARELA:

‒ Se encontraba celebrando, en su modalidad de ejecución, con el Ministerio


de Vivienda, Ciudad y Territorio, dentro del año anterior a la elección que se
llevaran a cabo el 6 de mayo del 2018, los contratos 591 del 7 de septiembre
del 2016, 329 del 26 de enero del 2017 y el contrato‒otrosí 1 del 30 de octubre
del 2017.

‒ Se encontraba celebrando, en su modalidad de ejecución, con el


departamento de Bolívar, durante el año anterior a la elección que se llevaran
a cabo el 6 de mayo del 2018, el contrato 461 del 1.º de marzo del 2017.

Los anteriores hechos llevan a la configuración de la inhabilidad consagrada


en el numeral 3º del artículo 95 de la Ley 136 de 1994, modificado por el
artículo 37 de la Ley 617 de 2000, que dice:

Artículo 37.- Inhabilidades para ser alcalde. El Artículo 95 de la Ley 136


de 1994, quedará así: Artículo 95.- Inhabilidades para ser alcalde. No
podrá ser inscrito como candidato, ni elegido, ni designado alcalde municipal
o distrital: […]

3. Quien dentro del año anterior a la elección haya intervenido en la gestión


de negocios ante entidades públicas del nivel municipal o en la celebración
de contratos con entidades públicas de cualquier nivel en interés
propio o de terceros, siempre que los contratos deban ejecutarse o
cumplirse en el respectivo municipio. Así mismo, quien dentro del año
anterior a la elección, haya sido representante legal de entidades que
administren tributos, tasas o contribuciones, o de las entidades que presten
servicios públicos domiciliarios o de seguridad social de salud en el régimen
subsidiado en el respectivo municipio [Resaltado fuera del texto original]

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Esta es una de las razones que expone el ministerio público para que se
cambie el sentido de lo resuelto en la Resolución 0995 del 27 de abril y en su
lugar se proceda a ordenar por parte del Consejo Nacional Electoral la
revocatoria de la inscripción del ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA
a la Alcaldía de Cartagena de Indias, D.T y C, inscrito por el Partido
Conservador Colombiano para la elección que se llevará a cabo el 6 de mayo
del 2018.

VI. PETICIÓN
De acuerdo a lo explicado en la presente sustentación de recurso, esta
agencia del ministerio público le solicita a esa Corporación que:

- Decrete la nulidad de lo actuado desde la votación que dio lugar a expedir


la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018, por haberse adoptado por un
número inferior a las dos terceras partes de la sala del Consejo Nacional
Electoral, conforme a las razones que se dieron en precedencia.

- Una vez decretada la nulidad y en todo caso que se pronuncie sobre esta
materia, se le solicita al Consejo Nacional Electoral que revoque el numeral
primero de la parte resolutiva de la Resolución 0995 del 27 de abril del 2018,
y en su lugar ordene la revocatoria de la inscripción de la candidatura del
ciudadano ANTONIO QUINTO GUERRA VARELA a la Alcaldía de Cartagena de
Indias, D.T. y C., inscrito por el Partido Conservador de Colombia para las
elecciones que se llevarán a cabo el 6 de mayo de 2018.

Atentamente,

JUAN CARLOS CORTÉS GONZÁLEZ


Viceprocurador General de la Nación

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