You are on page 1of 17

Tomado del libro formación pedagogía y saber, escrito por el Doctor

Armando Zambrano Leal

CAPITULO

II
FORMACIÓN-CONCEPTOS

*En la formación alcanzada nada desaparece, sino que todo se guarda."

La experiencia es la esencia de la formación. Ella resuena en el tiempo; ahí por el


dolor o la alegría que produce. La experiencia es formación y en ella habita su
tiempo transcurrido. No hay formación sólo por la capacidad y el conocimiento
promovido; más acá está la experiencia. El saber nutre la formación y con ella se
sedimenta la huella; es experiencia por su voluntad de poder. Cuando sé, me alojo
en el recuerdo y pongo a prueba la experiencia del conocer. Saber, siempre es una
manera original de reflexionar tal o cual conocer. La disposición del saber es
experiencia singular; su decurso nos reafirma en el tiempo. El tiempo contenido en
la experiencia es saber; pues reactiva lo conocido de otro modo. El sentido de la
educación va hacia delante -es un tiempo futuro-, el de la formación hacia atrás - el
tiempo transcurrido-. El límite de la educación es la acción, el de la formación la
reflexión. Reflexión hacia atrás; la vuelta completa sobre la experiencia; la mirada
que vuelve con otros ojos y un espíritu marcado por la circunstancia del hacer. El
dolor se levanta allí donde el martillo cae sobre el dedo. El milimétrico retirar la
cosa-causa hace explotar el grito. El abismo entre la acción y la sensación es
experiencia. Experiencia como momento y cuyo tránsito es el instante y el evento.
" El evento permanece lo más extraño (...) y lo que se inaugura en la fundación del
ser-ahí es el evento"131. Toda acción nos fija un lugar; el evento lo realza. Cuando
sabemos estamos en un lugar; tal como el lugar que ocupa en nosotros el leer. Allí
donde la palabra nos reclama encontramos nuestro lugar; si ella no nos altera en la
esencia y nos mueve hacia el círculo de la pregunta, pierde su lugar y nosotros el
nuestro. Estar en la palabra y en el texto es vivir la experiencia del lugar-lectura. "El
"ahí universal" del ser en la palabra es el milagro del lenguaje, y la más alta
posibilidad del decir consiste en retener su transcurso y su huida y en fijar la
cercanía al ser"132.

Experiencia como lugar, cuyo inicio comienza en el acto de educar; abre la


puerta de la formación. Interpretar tal abrir es nuestro objetivo en este capítulo.
Tratar de penetrar el signo de la experiencia en la formación traduce la apertura de
nuestro espíritu. Apertura hacia la comprensión; fijando la mirada en el signo de la
experiencia, el tiempo, la capacidad, la afectación y la transformación.
Comprender es un juego hermenéutico cuya apuesta se dirige a la esencia del ver.
El diálogo con otros funda la comprensión (entender de algo); "lo que viene al
lenguaje permanece como aquello que debe ser comprendido, pero sin duda es
siempre captado, verificado como algo"133.

*Gadamer Hans-Georg, Verdad y método, tomo l, Salamanca, Sigúeme, 2001, p.40.

131.Heidegger Martin, Aportes a la filosofía: acerca del evento, Buenos Aires, Biblos, 2005, pp. 40-
41
132.Gadamer Hans-Georg, Arte y verdad de la palabra, Op. Cit, p. 44.
133. Gadamer Hans-Georg, Antología, Salamanca, Sigúeme, 2001, p. 194.

La formación es un concepto fuerza en nuestra línea de pensamiento.


Tratamos de interpretarlo y para ello nos vinculamos a la narrativa; aparece en la
experiencia de nuestro decurso. La experiencia plural marca nuestra vida y nos lleva
a interrogarla. Preguntar por algo, saber de ese algo, ir hacia su conocimiento,
atribuye a nuestro espíritu un ejercicio de experiencia. El trasegar por ella es un
asunto de memoria cuyo primer registro consistirá en abrirnos hacia los
componentes. Nos apoyamos en Gadamer y luego, nos vinculamos con Ricoeur. El
primero nos dice que la formación es un concepto donde se hace más perceptible el
cambio espiritual"134, el segundo nos permite interpretarla si por ello
comprendemos el símbolo y "éste da qué pensar"135. La interpretación es un
ejercicio de "sospecha" y de "recolección del sentido"136. Interpretar la "formación"
desde sus conceptos es una tarea que se abre a la interpretación y desemboca en la
comprensión. Se trata de narrar sus conceptos y abrir el espacio para proseguir la
ruta hacia el sentido y el retorno. El concepto que nos preocupa se debate entre
"formación como capacidad" y "formación como devenir". La primera alude a los
contenidos de conocimiento adquirido; la segunda a la afectación de tal
conocimiento en nuestro ser. La transformación lo evidencia toda vez que la
experiencia actúa en el tiempo. En medio de ella, el saber asoma y la orienta. El
sentido de la formación ocurre en la relación saber-transformación. La Altura, legada
en el pensamiento de Levinas, sucede cuando el "saber de si” transforma los
contenidos del sujeto. "La formación es un modo de percibir que procede del
conocimiento y del sentimiento de toda la vida espiritual y ética y se derrama
armoniosamente sobre la sensibilidad y el carácter"137. La formación es un viaje que se
inicia en el justo momento en que el otro nos enseña su cultura adulta. Cuando papá
y mamá se unen, sin saberlo, el profesor comienza nuestro viaje de formación. La
progenitura de la formación tiene su génesis con la prohibición, prosigue con la
exaltación y avanza cuando tenemos necesidad de volver nuestra mirada al tiempo
transcurrido. Nuestra vida está atravesada por la formación y en ella los saberes se
vuelven signo. Avanzar, luchar, alcanzar el temple en nuestras vidas significa pasar
por el saber; luego éste se vuelve signo pues encarna nuestra humanidad. Cuando
fijamos nuestra mirada en él, entramos en la experiencia de la formación. Todo
comienza, pues, con el saber.

134./bid.,p. 38

135.Ricoeur Paul, De l'interprétation: Essai sur Freud, Paris, Ediüons du Seuií, 1965, p.48.
136.El texto de Ricoeur nos introduce en la interpretación a partir de la "sospecha" y del "sentido".
Precisamente, interpretar es sospechar un sentido en el texto, en la palabra o en el concepto. Tal
ejercicio se dirige a la comprensión total. De l'interprétation.
137.Gadamer Hans-Georg, Op. Cit, p. 39

EL SABER COMO SIGNO


En la formación el saber es signo; en la educación un objeto. En la primera informa
un estado del ser; en la segunda una finalidad. En la formación, el saber es un signo
cuya marca es espiritual pues anuncia un modo y una disposición de uno en el
mundo. En la educación es un medio de conocimiento. El saber es un signo
profundo que anuncia la transformación de alguien; en la educación sólo evidencia
la técnica y su uso. El saber se instala en la subjetividad; en la educación se vuelve
contenido o instrumento. Por eso, el saber es signo de la subjetividad. "Un signo es
una entidad psíquica con dos caras: concepto e imagen"138; como entidad psíquica
está en nosotros y buscamos interpretarla; es exterior cuando vemos el objeto ahí.
El signo es portador de vida, pues expresa el objeto en su estado sensible. La
palabra es signo por el mundo que ella promueve. "Lo que hace de algo un signo es
su propósito de representar, o que se lo utilice con-el propósito de sustituir o estar
por otra cosa"139. Pierce ve en el signo la terceridad, pues involucra tres elementos
y no es reducible a menos elementos (objeto, signo e interpretante)140. La acción del
signo es ser mediador entre el objeto y el interpretante; está en función de una cosa
respecto a la idea que modifica en la interpretación. Signo es aquello que nos llama
en la relación entre un nosotros y el mundo donde habitamos. El mundo es signo al
mismo tiempo que somos signos por interpretar, nos anuncia Heidegger. El signo es
lo que emana de la cosa y nos lleva al plano de la interpretación. Interpretarlo es un
ejercicio de saber. Hacerlo es ir camino hacia la comprensión141. El signo nos llama
porque concede la energía, toda la energía, no resuelta de la cosa interpretada. 138.

Saussure De, Ferdinand, Cours de linguistíque genérale, París, Payot, 1987, p.99.
139. Blasco L. Joseph; Grimaltos Tobies y Sánchez Dora, Signo y pensamiento, Barcelona,
Ariel, 1999, p. 99.
140. Ibíd., p. 62.
141. Navarro Cordón Juan Manuel, "Hermenéutica filosófica contemporánea", en La Filosofía
hoy, Barcelona, Crítica/filosófica, 2000, pp. 119-136. Se presenta en este texto, un interesante
balance de la hermenéutica y de su objeto: la interpretación-comprensión. Las tesis desarrolladas
por Nietzsche,

Cuando interpreto un texto, la palabra se hace signo al vincular el mundo del otro y
su espacio. La energía que transita entre la cosa y el sujeto deviene realidad, llama
nuestra atención. Cuando la palabra emerge en la actuación del otro, surge junto a
ella el signo. Es signo lo que aparece ante nuestros ojos como espectáculo y lo
interpretamos para comprenderlo.
El saber es signo porque promueve la energía entre lo que somos, hacemos y
pensamos. Cuando el niño o el adulto expresan sus argumentos, la palabra se vuelve
signo. La manera como lo hace, el modo de decirlo, la forma de abordar un
problema es un signo de su propia historia. El modo, primero. Decir de un modo u
otro aparece como signo. Lo interpretamos cuando nos preguntamos el por qué. El
modo marca la dirección en la actuación. Como el niño o la niña trabajan en .—sus-
tareas se vuelve un signo que merece nuestra atención. Su silencio y la resistencia
frente a un ejercicio deviene signo y lo interpretamos para poderlo comprender. De
aquí nacen las hipótesis más fecundas del logro o del fracaso escolar; luego se
desplazan al aparato racional de la sociología cuyas variables sociales se vuelven un
mecanismo explicativo todo poderoso142. Todo comienza con las preguntas: ¿por
qué aprende un niño?, ¿cuándo aprende un niño o una niña?, ¿qué factores sociales
intervienen en el logro o fracaso escolar?, ¿en qué condiciones los mejores tienen
buenos resultados? Los interrogantes provienen del aprendizaje y de la enseñanza
y se desplazan a todo el universo de la educación. El signo también es psíquico
cuando entra en el campo de la psicología o del psicoanálisis. Allí las variables
sociales pierden relevancia. El especialista se queda en el terreno de la psiquis del
sujeto para interpretar el deseo, el fantasma, la inhibición o la representación. Todo
saber es un signo por interpretar si nos detenemos en el modo abierto de su
realización. El modo de ser, de hacer, de reaccionar, hace visible el signo como
saber.
________________________
Heidegger, Ricouer, Gadamer, Vattimo apuntan a la comprensión y al lugar que ocupa la
interpretación y el artículo los delimita siguiendo una historia ~ de sucesiones cuyo punto de
partida es Aristóteles, luego Schleirmacher y Dilthey
142. Van Zanten Agnés, L'école. L'état des sauoirs, Paris, La Découverte, 2000.

Saber es un signo de la formación. Cómo aprendemos y cómo nos trasforma lo que


aprendemos constituye la pregunta inicial del saber. Saber está en el aprendizaje
como reflexión, menos como poder y máquina del hacer.
La física del saber está en sus contenidos. Su movimiento en el modo de decirlo,
señalarlo, expresarlo e informarlo. Ante los otros, es el modo lo que marca la
diferencia de saber. Alguien sabe más por el modo de decirlo que por la física de su
contenido. Cuando alguien expone un tema, desarrolla una tesis o despeja una
ecuación, es el modo el que opera pues narra el contenido. El modo es la energía de
la convicción y por ello es un argumento fuerte. El sujeto formado es aquel cuyo
modo de saber se evidencia en su discurso. Saber decir y saber hacer hace visible la
formación de un sujeto. La intensidad del modo es energética para cada uno, quien
la domine expone su experiencia como formación. El saber del profesor está
inscrito en el modo menos en sus contenidos. Un buen profesor es, que se quiera o
no, un modo de decir y de acompañar. La diferencia entre un buen profesor y aquel
cuya mediocridad no se oculta, reside en el modo de exponer su saber. El profesor
formado antepone un modo especial de enseñar, el "mediocre" actúa torpemente; se
limita al contenido de un texto. Un buen profesor siempre está atento a buscar los
signos de la vida y los, trae al campo de su saber para enriquecerlo. El otro, puede
escapar de; la torpeza si se asume de otro modo en el saber143. Es el modo lo que;
hace la diferencia entre dos sujetos de saber. No consiste el modo en: saber más y
menos, sino en la manera como opera en la comunicación. El saber está al servicio
de la transformación de un sujeto y su espiritualidad se anuncia en el modo. La
convicción ante un saber entraña la correspondiente transformación de uno, por eso
es espiritual.
_______________________
143. La literatura sobre la educación deja ver, del lado del profesor, la narración \ de lo "bueno" y
de lo "malo". Algunos hablan del "excelente" profesor. En; todo caso, es el saber y el modo como
se relaciona con el lo que hace la 1 diferencia. La figura del profesor es central en la literatura.
Cripure, Topaze, Unrat, son apenas unos ejemplos de ello. Cf. Pujade-Renaud Clade, L'école dan
la littérature, París Esf, 1986, pp. 97-112.

Como signo, la espiritualidad del saber realza su lugar en la formación de un sujeto.


No es el modo solamente, también su entrega; lo que se presenta a él y lo que
expone al otro. Aprender es entrar en el signo del saber expuesto, su apropiación es
espiritual. En el momento en que se nos enseña algo, lo aprendemos por ensayo y
error, tal ejercicio se presenta como signo y lo decodificamos para poderlo asir.
Hacer nuestro un saber, es primeramente, penetrar su universo. Ello exige tiempo,
prudencia, silencio y escucha. El tiempo del saber no ocurre por la inmediatez del
acto, sólo en el hecho, cuando lo ponemos a prueba y con él solucionamos un
problema. El conjunto del aprendizaje consistirá siempre en potenciar el recuerdo.
"Aprender es recordar, pero el recordar no excede al aprender, al tener un
presentimiento" m. El tiempo del saber es reminiscencia, impulsa al sujeto a
recordar lo aprendido. No se recuerda el modo del aprender, sino su contenido en la
situación. Uno se detiene en su contenido, jamás en la atmósfera de su provocación.
Cuando recordamos el contenido de un aprendizaje, el saber se ensancha por la
situación nueva. En cada acto nuevo expandimos siempre la atmósfera del saber. La
transposición del contenido de un saber opera por la genialidad para acomodar lo
sabido y superar la demanda que impone en nosotros una situación inesperada.
Saber como competencia es resolver una situación con agilidad y destreza. Tal
resolver en la escuela está atravesado por el error145. Para la institución escolar, el
error es implícito y cada uno lo vive de manera especial. Desconocerlo es pretender
hacer de la educación un acto de adiestramiento. El error es factor de aprendizaje,
tal vez su terreno más firme. Después del error viene el aprendizaje y lo que queda
de él es una fuerza especial en cada uno de nosotros. Algo queda cuando hemos
olvidado todo porque "precisamente el saber se inscribe en la capacidad de
encontrar, reconstruir, vincular, inclusive de reaprender"146; en la originalidad de
tal resolver se evidencia la espiritualidad del saber; su encarnación en nosotros.
Recordar es estar en la situación primera, cuando tenemos que dar cuenta de un
aprendizaje. Recordar actualiza el aprendizaje; lo vuelve real. Sólo hay aprendizaje
cuando el saber que poseemos nos permite estar en una situación cómodamente.
_______________________
144. Deleuze Gilíes, Proust y los signos, Op. Cit, p. 78.
145. Astolfi Jean-Pierre, L'erreur, un outil pour apprendre, París, Esf , 2006. El concepto de
error es fundamental en la enseñanza. En relación con las competencias, él aparece como una
posibilidad y el ejercicio del ensayar. Su lugar es positivo si se comprende que la escuela es un
lugar atravesado por el "error". De igual manera, es un concepto sin duda tan antiguo como el
proyecto de educar.
146. Perrenoud Philippe, Pédagogie différenciée: des intentions á Vaction, Paris, Puf, 1997, p.
69.

La educación prepara al sujeto para que él pueda estar oportunamente en las


situaciones que vivirá y que no serán jamás auténticas situaciones. El "como si..."
de ella siempre será un ensayo frente a una situación. Ella prevé la situación por
medio del ejemplo, la mimesis. La educación escolar prepara la situación
hipotéticamente, como si fuera a suceder. Ella entrega los elementos e instrumentos
necesarios para que cada uno pueda resolver una situación sin jamás hacer realidad
tal situación. Esa gran lucha entre "situaciones reales" y "situaciones-simuladas"
constituye la gran distancia entre escuela y realidad. La realidad escolar es un
ejercicio marcado por la simulación; la realidad concreta la sobrepasa. Siempre la
institución escolar trata de aproximarse a lo que sucede en la realidad; pero queda
rezagada precisamente porque ella cambia de manera vertiginosa/Mientras la
escuela va detrás de la realidad, ésta se transforma. Los modos de enseñanza y
aprendizaje son simulaciones, jamás situaciones reales. Se simula un acto aunque
éste provenga de la realidad tardía.
El gran desafío escolar consistirá en estar a la par de lo que sucede en la práctica
real de los individuos; la escuela delimita un tiempo. Según Meirieu, "La Escuela
es, primeramente, la institución que hace del futuro su principio. Y que para
preparar el futuro se otorga la misión de transmitir el pasado. Está habitada por la
preocupación de encamar el pasado en el presente para hacer que exista el futuro. Y
por la voluntad de proyectarse en el futuro para dar sentido al pasado. Es una
creación de los hombres para dar cuerpo a la continuidad del mundo"147. El tiempo
de la escuela es un vaivén entre pasado y futuro. El presente une los dos tiempos. El
hacer en tal presente nunca alcanza el futuro, su saber estará determinado por la
distancia entre lo real y lo posible. El saber escolar es distancia, reflexión y
anticipación; ella prepara a los alumnos para que puedan actuar cuando la apuesta
sea decisiva.
__________________
147. Meirieu Philippe, La Escuela Hoy;, Barcelona, Octaedro, 2004, p. 36

Este vaivén del tiempo crea las condiciones de la espiritualidad. El modo y la


técnica se amparan en la razón del hacer y proyectan la espiritualidad del saber.
Para saber es necesario detener el tiempo, indultar la emoción. Este ejercicio es
espiritualidad del saber. Luchar contra nuestros propios afanes es un acto de poder
que alimenta nuestra espiritualidad. Ante la fuga y el querer hacer las cosas
rápidamente, sólo hay una solución: indultar la rapidez; suspender la emoción; ser
pacientes para poder ver más claro. Este es un desafío importante en la escuela.
Saber escuchar y tener paciencia para aprender es estar en una relación espiritual.
Decimos espiritualidad para contemplar lo que somos por medio del saber. La
entrega en su aprehensión, su desarrollo posterior, la evidencia en la actuación. La
espiritualidad de un saber trastoca nuestras representaciones y se vuelve un sendero
al interior de nuestro ser. Cada vez que nuevos desafíos aparecen en nuestro
caminar, los saberes van modificándose. Estar atento a ello es prueba de
contemplación. "El pedagogo está convencido de que lo específico de los saberes
escolares, consiste, al mismo tiempo, en ser herramientas de integración en un
contexto dado y medios para elevarse por encima de este contexto"148. Esta
disposición hace del pedagogo un pensador de las situaciones escolares. El
pedagogo se nutre de la realidad, lucha contra la distancia entre "saber escolar" y
"saber social". Busca disminuir tal distancia por medio de su experiencia. "El
docente es aquel que vincula y desvincula. Vincula al niño con el mundo y, en
particular con la sociedad que lo acoge. Pero lo aparta de la servidumbre de este
mundo y de esta sociedad"149. Tal ejercicio exige del profesor una inteligencia
social muy grande y una rebeldía constante.

______________________
148./bíd.,p.80
149. Ibíd., p. 81. Creemos que la traducción "atar" y "desatar" no cumple con el verdadero sentido
que guarda "lier" y "délier" en el texto del profesor Meirieu. Se trata del vínculo más que del
"atar". Vincular es conectar con un algo, unos valores, una cultura. Desvincular, significa ejercer
éticamente el poder, por medio del saber, para que el estudiante pueda devenir él mismo. La
reflexión de un saber exige desvincularse de la cultura ambiente para poder pensar nuestro lugar
en ella. Es un apartarse momentáneamente, de manera crítica. Por eso, aprender en Meirieu, es
"vincular" y "desvincular"; el profesor es un medio para llevarlo acabo.

Demanda de él una disposición espiritual para comprender las exigencias del


mundo y a la vez, astucia para sacar al niño de los peligros existentes allí. La
autonomía» verdadera se adquiere por medio de la lucha entre un "estar como sí...,y
el "renunciar a él". Cuando cada uno sabe tomar decisiones. Toma la mejor decisión
cuando se está en una encrucijada es un asunto de autonomía. Ser autónomo no
significa optar por la mejor elección, sino elegir conscientemente. No siempre la
mejor elección es positiva para nuestro crecimiento espiritual. De la misma forma,
nada garantiza que lo entregado por medio de la educación surta un efecto esperado.
La altura de la educación, sus efectos, sus logros sólo tienen lugar en la formación.
Cuando cada uno expresa con sus actos y sus hechos lo aprendido. Nada garantiza
que mi alumno será lo que imaginé; puede desviarse y ofrecemos lo peor. Para
evitar esto, hay que instalarse en la pasión de nuestro saber; con ello dejaremos una
huella que el otro recordará si así lo quiere. El juego ético de nuestro actuar
consistirá en escapar a la espera, pues ubicándonos en el presente sólo así podremos
esforzarnos mejor por el otro. Reciprocidad y espera no deben constituir un fin en sí
mismo, sino un esfuerzo por nosotros mismos.
La reciprocidad150 vicia la relación con el otro, lo somete al juego del| interés y
desvirtúa su verdadera vocación. No esperar nada del otro, ni siquiera su
reciprocidad, nos hace más libres. La ética en educación es primordial porque nos
libera del actuar de cualquier modo; nos saca de la manipulación para ubicarnos en
el campo de la responsabilidad. Ser; responsables frente al otro, es un ejercicio que
comienza con el cuidado»; de nosotros mismos.

Entonces, la espiritualidad del saber es contemplación; un modo de estar y maneras


de dejarnos afectar por él; la transformación que suscita en nosotros. El paso del no
saber al saber es espiritual porque acontece en el ritual. El modo de aprender y de
aplicar lo que sabemos de lo que conocemos reactiva dicha espiritualidad.

_________________
150. La ética ocupa un lugar especial en la reflexión educativa. Desde la perspectiva de Levinas
es un ejercicio vigilante sin espera; desde Aristóteles una manera de ponderar nuestras
actuaciones y, para ser más contemporáneos, desde Adela Cortina, la práctica de una sana relación
con el otro. Cf. Levinas Emmanuel, Ethique et Infini, París, Fayard, 1982; DifficileLiberté, París,
Albin Michel, 1976.

Por otra parte, el; saber nos anuncia la profundidad de un sujeto. Hay profundidad
cuando la relación con un saber permite explorar nuestra propia experiencia. Así
como el escritor busca comprenderse en el mundo que narra, el sujeto narra su
formación a través del saber. Narración en cualquier caso, pues anuncia un modo de
estar aquí. Lo que sabemos es una reflexión frente a lo que conocemos. Saber sobre
la historia no implica conocer la historia, sino ser afectado en la reflexión que sobre
ella hacemos; tiene un tiempo, pues sólo sabemos cuando miramos hacia atrás;
cuando decidimos hacer el balance de lo que realmente conocemos. Tal saber afecta
positivamente la vida de un sujeto. Reactiva su subjetividad, la profundiza por el
modo y la disposición en cada uno. "El sujeto reflexiona y reflexiona sobre sí
mismo: separa, lo que lo afecta en general, un poder independiente del ejercicio
actual; es decir, una función pura y sobrepasa su propia parcialidad"151. Este
ejercicio es posible por medio del saber. Su uso no está exclusivamente al servicio
de un comprender el mundo, ni resolver los problemas a los que se enfrenta; es para
uno mismo. "La doble potencia de la subjetividad consiste en creer e inventar;
presumir los poderes secretos, suponer unos poderes abstractos, distintos"152. El
saber es subjetividad en la recta historia del sujeto. Es una narración de sí mismo.
Ser por uno mismo está allí donde el saber se expresa.
El saber es un signo y anuncia lo que un sujeto es; visibiliza su subjetividad. Todo
saber se instala en ella, la transforma y la enriquece. Por eso, el modo de
relacionamos con un saber afecta nuestro ser interior. Dejamos de ser lo que éramos
por medio de los saberes; éstos nos apartan del estado ignorante para ponernos en el
horizonte de la espiritualidad. El saber no se aplica como un poder, es ante todo un
modo de crecimiento espiritual. Cuando alguien expone lo que sabe, narra su ser;
habla de su historia. La historia de un sujeto es ante todo un estar en el saber. Sólo
es poder cuando se utiliza para defender el lugar que ocupamos en el mundo, para
subvertirlo o encontrar nuestro lugar.
__________________
151. Deleuze Gilíes, Empirisme et subjectivité, Paris, Puf/Epiméthée, 1993, p. 91.

El saber es un signo de la formación porque expresa la subjetividad del sujeto y


acontece en la experiencia. La educación empuja la rebeldía de un sujeto
apoyándose en el saber; tener conciencia de ello significa estar formado. Cuando
decidimos reflexionar nuestra historia lo hacemos por medio del saber; lo que
aprendemos es saber si apunta a transformar lo que somos. Estar en la formación es
ver la transformación y el lugar que en ella ocupan los saberes. La experiencia del
saber sedimenta la altura de formación de un sujeto. En consecuencia, un saber es
un signo de la formación; hace visible nuestra experiencia. Hay experiencia como
saber y saber de la experiencia. Los dos modos afectan nuestra interioridad; son el
resultado del paso de la educación a la formación.

Experiencia-ciframiento
La experiencia es la esencia de la formación. Si la formación es un estado espiritual,
una transformación, la sucesión de cambios en el individuo, la experiencia
materializa estas cualidades. Sólo por la; experiencia vemos el trasegar del hombre;
en ella habitamos para narrar nuestra propia existencia. Es un movimiento que
vuelve sobre lo ) vivido. El volver es propio a la experiencia; negar el volver impide
que/ lleguemos a la fuente de nuestro espíritu. Todo volver es un recomenzar y allí
brota la alegría de lo nuevo. Distanciarse es una experiencia, al menos uno de sus
modos; lo mismo la ruptura. Lo que estos eventos causen en nuestro ser será tenido
por experiencia. La experiencia, nos dice Dewey, es cambio e interacción153. Lo
que experimenta el niño, el joven o el adulto en sus aprendizajes provoca en él un
cambio. Hay cambio si hay transformación de nuestras representaciones; si
podemos dejarnos afectar para estar mejor en el lugar de nuestra vida. Hay
experiencias que son antieducativas. "Una experiencia es antieducativa cuando
tiene por efecto detener o perturbar el desarrollo de ulteriores experiencias (...)
puede producir embotamiento y falta de sensibilidad y de reactividad"154. Pero una
experiencia educativa que apunte al cambio en los sujetos es rica si logra sus
resultados.
________________________
153. Dewey Jonh, Experiencia y Educación, Buenos Aires, Losada, 2000. Especialmente las
páginas 21-30.

Despertar la conciencia en el otro es un resultado positivo; dejar en él una inquietud


es ya un paso grande en la historia como humanos. La experiencia es interacción y
esta condición es necesaria. Mejor aun, la interacción es la energía de! cambio y las
dos juntas la materia viva de la experiencia. La experiencia ¿el buen profesor deja
huella; la del mediocre indiferencia.

La interacción es potencia; es el viaje entre el deseo y la realidad; entre decir y


hacer. Sin interacción, la experiencia se cubre de pobreza.
Aprender exige interactuar con lo que nos rodea; buscar el momento o la ocasión
para poner a prueba los contenidos del aprendizaje. Allí, donde la interacción tiene
lugar, el aprendizaje alcanza una altura singular. Cuando aprendemos a cantar
debemos interactuar con la voz y las melodías de diferente género; si se trata de leer
requerimos de los libro. Por medio de los libros nos ponemos en relación con el
mundo. Para contar es necesario conocer el dinero y las operaciones que se dan en
la vida práctica; para calcular sólo basta con aplicar las recetas de cocina. Por el
placer de cocinar aprendemos mejor el cálculo y la composición de los ingredientes;
para conocer la materia y su peso es preciso mirar las piedras y traerlas al aula de
clase. Para medir y poner a funcionar nuestro sistema métrico, el patio escolar o la
loza donde descansan nuestros pies, es más que suficiente como método de
aprendizaje; también lo es una flor o un cuadro de Picasso. En la mano el peso toma
la forma de la sensación y se enriquece con la vista. La interacción nos permite
descubrir la belleza del mundo, su universo y lo que allí duerme. Interacción es
ensayar, tantear, caminar largas jornadas hasta llegar a producir un cambio en
nuestras vidas. La interacción es requisito esencial del cambio; sin ella quedamos
estáticos y perecemos poco a poco. La lucha contra la "muerte" está en el cambio y
en la interacción. ¿De qué otro modo podemos salvarnos a nosotros mismos sino es
apostando y corriendo nuevos riesgos?
En el riesgo germina la riqueza de la creatividad. Ser creativo significa estar
dispuesto a cambiar, poner a funcionar de otro modo lo que sabemos y conocemos,
reinventar la técnica para poder sobrevivir en este mundo. La velocidad del presente
impone el cambio y exige la interacción. Lo vertiginoso de la sociedad sin vínculos,
reclama de cada uno disposición para el cambio. ¿Podemos aprender a cambiar con
estructuras conservadoras y saberes poco flexibles? Tal vez no. Se requiere ir
caminando a través del cambio e interactuando con el mundo sin que la alienación
nos paralice. Luchar contra la alienación es la experiencia más significativa en un
mundo que todo lo ofrece de manera rápida.

Apartarse de ella es un asunto de poder y de resistencia. En cada uno de nosotros


habita ese poder si la educación nos ha ofrecido los medios para hacerlo. Un sujeto
alienado es un sujeto, ante todo, paralizado; salir de dicho estado exige fuerza y
convicción. La historia del saber155 es precisamente la fuente de la crítica y el punto
de partida hacia el eterno combate contra la alienación. Conocer la historia de un
saber es vivir la experiencia de su tiempo de creación y ello es tan importante^
como saber la génesis de nuestro mundo, sus teorías, sus refutaciones.
La experiencia del saber está en la historia; trasegar por ella nos ayuda a rechazar el
facilismo del pensamiento domesticador.

La experiencia está en la vida. Dilthey nos dice que de la reflexión; sobre la vida
nace la experiencia vital156. Todo lo que nos acontece, inclusive lo más alegre y
poderoso para un estado cercano a la felicidad es, esencial para la formación. Todo
lo que nos sucede se vuelve experiencia y la sopesamos en el horizonte de nuestros
intereses. La experiencia se perfila, en cada uno, de diversos modos. "Su fondo
común en todos lo constituyen las intuiciones del poder del azar, de la
corruptibilidad de todo lo que poseemos, amamos o bien odiamos y tememos, y de
la| constante presencia de la muerte, que determina, de modo omnipotente para cada
uno de nosotros la significación y el sentido de la vida"157.
____________________
155. El campo didáctico internacional nos muestra la necesidad de trabajar laj historia de los
saberes. En dicha historia se aprende cómo un saber nace! se vuelve grande y hasta llega a
producir discursividad. La historia del saber es objeto de la didáctica. Su grandeza consiste en
mostramos la relación-j que han mantenido nuestros antepasados con el conocimiento. No es, d<|
ninguna manera, una técnica para enseñar sino para situamos en su historia de otro modo. Véase,
por ejemplo, Clary M., Les "écoles historiques", eri 3eme encuentro Internacional sobre didáctica
de la Historia, la Geografía 1 Ciencias Económicas y Sociales, Paris, INRPP., 1988. Develay
Michel,, l'apprentissage á l'enseignement, Paris, Esf, 6a Édition, 2004.

________________
156. Dilthey Wilhelm, Teoría de las concepciones del mundo, Barcelona, Altazal
157./faíd.,p. 42

La cadena sucesiva de experiencias en los seres humanos se abre a todos para abrir
el horizonte común. La convicción que de ella surge recae en la educación y se
generaliza como saber humano. Resistir a la muerte es una experiencia común, no
lograr vencerla de igual manera. En tal lucha, como en aquellas cuyo fin es el
dominio de la naturaleza, la experiencia se replica como saber común. Lo que se
enseña es la experiencia del conocer, es decir saber. "Todo lo que nos domina
como costumbre, uso, tradición, se funda en las experiencias vitales comunes"158.
Allí nace la socialización, el ejercicio de transmisión de la experiencia común.
Pero socialización no es solamente enseñanza, es aprendizaje y experiencia de la
cultura común. Entrar en la experiencia de dicha cultura significa estar afectado
por ella y lograr lo mejor para uno. "Las experiencias vitales que fundan la realidad
del mundo exterior y mis relaciones con él, las más importantes son las que limitan
mi existencia, ejercen sobre ella una presión que no puedo eliminar, que frenan mis
intenciones de un modo inesperado y que no puede alterarse"159. La experiencia de
todos se vuelve experiencia para cada uno porque somos a través del otro. Lo que
el otro es, en su existir, toca mi ser en la relación que mantengo con él.
Desconocerlo sería estar muerto para una relación vital y humana. La relación con
los otros, la interacción vital con cada uno de ellos, toca mi ser. La magia del toque
consiste en compartir algo de los otros; ello nutre nuestra existencia. A la vez que
buscamos ser nosotros mismos, el espectáculo del otro nos transforma. La amistad
es un espectáculo cuyo lugar es el compartir. "Si dejamos a un lado el trato
ordinario de los hombres entre sí, relaciones anudadas "ocasionalmente o por
comodidad", o los afectos familiares, es el amor de lo que la verdadera amistad se
distingue con mayor fuerza"160. La experiencia del amor es un hoyo profundo y
sin fondo; revive nuestro existir, pues se alimenta del espectáculo que el rostro del
otro nos ofrece. La amistad es lucha al mismo tiempo que amor. La lucha la revive,
la pone en su justo lugar. La amistad es una experiencia vital, un saber que se
aprende por el error.
________________
158./bíd,p42.
159./bíd.,p.42.
160. Jankélévicht Sophie y Ogilvie Bertrand, La amistad: en su armonía, en sus disonancias,
Barcelona, Idea Book, 2000, p. 11.

El tiempo de la amistad sedimenta el saber de uno mismo. El otro es un vértice de


nuestro existir, sin él nada queda en el espíritu. Con él, se reaviva la esperanza y
luchamos contra la soledad. El acompañamiento es vital, pero a veces puede
ocasionar esclavitud. Salir de este estado exige reconocer nuestro lugar. La amistad
es una experiencia de luchas con nosotros mismos; aprender a quedamos siendo
prudentes con lo que hacemos. La amistad del profesor es vital en la constitución
de nuestra identidad. Ella marca el recuerdo si aquel ha sido generoso con su saber;
si éste mantiene una relación mediocre con él, irrumpe la desesperación y partimos
sin siquiera recordar su rostro. El rostro es lo más desnudo; "el rostro es
significación y significación sin contexto"161; es transparente por la emoción del
decir. El rostro del profesor es la altura de su saber; su profundidad es la
experiencia vital. Ella nos marca a tal punto que cuando menos lo pensamos él
aparece en el recuerdo. Del buen profesor recordamos dos cosas: su pasión con el
saber y la amistad que nos ofrece. De nosotros depende sopesar tal ofrecimiento.

La experiencia es, pues, vital en la formación. Relata la fenomenología del


encuentro con el saber, el otro y el entorno. Es un ir hacia delante y hacia atrás; un
tiempo abierto. Su importancia es de tal magnitud que difícilmente la podemos
asir. Ella marca la ruta de un sujeto; es su historia y la historia de los otros que
habitan en él. Por el saber, el camino del existir del otro salva nuestra soledad. La
relación extendida, abierta, clara con el otro marca la emoción del existir. De ella
depende nuestra transformación. Cuando encontramos al otro y en él un saber,
nuestro ser se transforma. Integramos saberes en la misma proporción que
encontramos al otro. A través del leer nos comunicamos con el otro; en el diálogo
también. La escucha y la risa fortalecen nuestro existir porque afecta el espíritu.
Escuchar es un disponerse frente al otro, es un respeto soberano. Reír reinicia el
encuentro y abre el espíritu a tal punto que volvemos al estado de infancia. La
experiencia como esencia de la formación está en la relación con el otro, con el
saber, con nuestro espíritu; amplía nuestro lugar haciendo más soportable la estadía
en este mundo.
_____________

161. Levinas Emmanuel, Ethique et infini, Op. Cit, p.80.

La experiencia en la formación visibiliza el peso del espíritu de cada uno. La


manera como nos exponemos a ella, reabra nuestra grandeza o simplemente nos
pone en el dolor de nuestras miserias. "La experiencia es una noción abierta,
polisémica: producto, proceso y trayectoria, modo de formación, escapan al control
y a la orientación de la formación y al mismo tiempo objeto sin cesar cuyo
problema es necesario integrar, articular a las formas institucionalizadas de la
formación"162. En efecto, este concepto se conecta con la formación de manera
directa. Permite reflexionar la formación como la continuidad del gesto de la
educación. Sirve para organizar la formación si por ésta entendemos "vínculo entre
teoría y práctica, entre saberes académicos y saberes de la práctica, de la vida o de
sí"163. El peligro de ver la formación como un instrumento de perfectibilidad
consiste en asignarle contenidos. Tal como la experiencia institucional muestra en
nuestro medio. La "formación integral" aparece como un propósito no técnico en la
Educación Superior. Se le nombra así para "mostrar" que el conjunto de saberes
disciplinares contribuyen a forjar en los sujetos una integralidad. La formación
integral se comprende mal. Tal comprender obedece al lugar que ocupa la técnica
del saber en nuestras instituciones superiores. "La formación integral va más allá
de capacitación profesional aunque la incluye. Es un enfoque o forma de educar.
La educación que brinda la universidad es integral en la medida en que enfoque a
la persona del estudiante como una totalidad y que no lo considere únicamente en
su potencial cognoscitivo o en su capacidad para el quehacer técnico o
profesional"164.

_______________________

162. Mayen Patrie y Mayeux Catherine, "Expérience et formation", en Revue Savoirs, n° 1,


2003, p. 17.
163./bíd,p. 17.
164. Orozco S. Luis Enrique, La formación Integral, Bogotá, Uniandes, 1999, p. 27. El texto del
profesor Orozco es importante para nuestro medio. Rivaliza con la técnica y sus formas; nos
pone alerta contra el discurso de la racionalidad técnica; llama nuestra atención frente a la
persona, su totalidad, su arte, su trascendencia. ¿Lo habrán entendido los administradores
universitarios? El texto es una contestación contra el discurso cuyo fin es empobrecer, vía las
competencias, el sentido profundo de la formación.

La formación integral tiene su base en la experiencia. El modo y los medios para


que cada uno la viva en su proceso de formación marca la diferencia entre. una
"sociedad para el hacer" y una "sociedad para el pensamiento".
En una sociedad para el hacer la experiencia se limita a los contenidos de un saber,
es exclusivamente cognoscitiva; pierde su esencia viva-aparta la emoción y el arte.
Una formación basada exclusivamente en la técnica, empobrece a los sujetos, los
esclaviza, arruina su capacidad para pensar; aleja a los individuos de la
trascendencia brindándoles la, sensación de la cantidad. A más diplomas, lo
individuos creen están formados; se consideran portadores de un discurso. El falso
discurso de la calidad formativa reside en la cantidad de certificados. La calidad no
está en la cantidad; su verdadera esencia reside en la disposición! al cambio. La
calidad consiste en saber reflexionar la cantidad; sus, condiciones dependen más de
la actitud que de la aplicación. El robot aplica las órdenes programadas, el sujeto
formado las reflexiona. Por, su parte, una sociedad del pensamiento crítico es, que
se quiera o no una sociedad que trabaja sobre la profundidad, la disposición y el
cambio en cada uno. Busca que los individuos puedan reflexionar lo que, hacen, lo
que aprendieron y lo que les queda por saber. Una sociedad de pensamiento reduce
la cantidad; evita el efecto diploma como un fin en sí mismo y promueve
condiciones verdaderas de formación. Una sociedad del pensamiento no ve la
escuela como un fin, sino como un medio, construye espacios complementarios
para que los sujetos puedan vivir el aprendizaje de otro modo. La diferencia entre
una "sociedad del hacer" y una "sociedad del pensamiento" reside en la manera ^
como la formación es entendida. Para la primera es un aprendizaje más elevado de
la técnica; para la segunda es un aprendizaje elevado; para la reflexión. La
disposición de cambio en un sujeto depende tanto de las condiciones sociales como
de las estructuras de formación. Estar dispuesto a cambiar, ser mejor, vivir sin
violencia es el resultado de una formación integral. La formación basada en la
simple técnica impide, indultar la violencia, precisamente porque su soporte es la
ganancia, la competitividad y el egoísmo. Allí surge la violencia más cruel.

La experiencia tiene lugar en el tiempo. Cuando algo nos sucede, lo allí vivido no
tendrá lugar sino en un tiempo posterior. Los efectos de una acción se hacen
visibles con el transcurrir del tiempo. Lo mismo que los efectos de una buena
lectura comienzan cuando leemos la última página de un libro. Una buena novela
fortalece nuestra experiencia una vez la hemos terminado; un buen profesor toma
cuerpo en nosotros cuando tenemos necesidad de recordar su saber; en todo caso
cuando su presencia se hace; ausente con la última palabra de sus cursos. Tanto en
el libro como con el profesor, sus enseñanzas surten efectos en nuestro espíritu; ya
sea porque nos plantea un problema, o bien porque nos muestra una forma de
realidad. Libro y profesor son congénitos, hacen parte de una misma estirpe. "Toda
nuestra experiencia posee ya un contenido. Su contenido será el que le dé nuestro
espíritu"165; el paso del tiempo determina tal contenido. La manera como nos
exponemos a ella marca la diferencia. "La experiencia resultará dolorosa para
quien busca en ella, pero difícilmente lo dejará sin esperanza"166. Toda experiencia
porta la marca de nuestro espíritu y en ella resalta la firmeza de nuestra esperanza.
"Uno sólo se experimenta así mismo", nos recuerda Benjamín a través de la lectura
del Zaratustra167. La formación, pues, es experiencia en tanto sin ella caemos en la
máquina del saber. El tiempo cubre su amplitud y crea la huella en cada uno de
nosotros. Sin experiencia no hay saber y tampoco formación, sólo capacitación. El
tiempo de la experiencia es vital en la formación y por esto es inmedible, comienza
allí donde la reflexión brota.

You might also like