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CAPITULO
II
FORMACIÓN-CONCEPTOS
131.Heidegger Martin, Aportes a la filosofía: acerca del evento, Buenos Aires, Biblos, 2005, pp. 40-
41
132.Gadamer Hans-Georg, Arte y verdad de la palabra, Op. Cit, p. 44.
133. Gadamer Hans-Georg, Antología, Salamanca, Sigúeme, 2001, p. 194.
134./bid.,p. 38
135.Ricoeur Paul, De l'interprétation: Essai sur Freud, Paris, Ediüons du Seuií, 1965, p.48.
136.El texto de Ricoeur nos introduce en la interpretación a partir de la "sospecha" y del "sentido".
Precisamente, interpretar es sospechar un sentido en el texto, en la palabra o en el concepto. Tal
ejercicio se dirige a la comprensión total. De l'interprétation.
137.Gadamer Hans-Georg, Op. Cit, p. 39
Saussure De, Ferdinand, Cours de linguistíque genérale, París, Payot, 1987, p.99.
139. Blasco L. Joseph; Grimaltos Tobies y Sánchez Dora, Signo y pensamiento, Barcelona,
Ariel, 1999, p. 99.
140. Ibíd., p. 62.
141. Navarro Cordón Juan Manuel, "Hermenéutica filosófica contemporánea", en La Filosofía
hoy, Barcelona, Crítica/filosófica, 2000, pp. 119-136. Se presenta en este texto, un interesante
balance de la hermenéutica y de su objeto: la interpretación-comprensión. Las tesis desarrolladas
por Nietzsche,
Cuando interpreto un texto, la palabra se hace signo al vincular el mundo del otro y
su espacio. La energía que transita entre la cosa y el sujeto deviene realidad, llama
nuestra atención. Cuando la palabra emerge en la actuación del otro, surge junto a
ella el signo. Es signo lo que aparece ante nuestros ojos como espectáculo y lo
interpretamos para comprenderlo.
El saber es signo porque promueve la energía entre lo que somos, hacemos y
pensamos. Cuando el niño o el adulto expresan sus argumentos, la palabra se vuelve
signo. La manera como lo hace, el modo de decirlo, la forma de abordar un
problema es un signo de su propia historia. El modo, primero. Decir de un modo u
otro aparece como signo. Lo interpretamos cuando nos preguntamos el por qué. El
modo marca la dirección en la actuación. Como el niño o la niña trabajan en .—sus-
tareas se vuelve un signo que merece nuestra atención. Su silencio y la resistencia
frente a un ejercicio deviene signo y lo interpretamos para poderlo comprender. De
aquí nacen las hipótesis más fecundas del logro o del fracaso escolar; luego se
desplazan al aparato racional de la sociología cuyas variables sociales se vuelven un
mecanismo explicativo todo poderoso142. Todo comienza con las preguntas: ¿por
qué aprende un niño?, ¿cuándo aprende un niño o una niña?, ¿qué factores sociales
intervienen en el logro o fracaso escolar?, ¿en qué condiciones los mejores tienen
buenos resultados? Los interrogantes provienen del aprendizaje y de la enseñanza
y se desplazan a todo el universo de la educación. El signo también es psíquico
cuando entra en el campo de la psicología o del psicoanálisis. Allí las variables
sociales pierden relevancia. El especialista se queda en el terreno de la psiquis del
sujeto para interpretar el deseo, el fantasma, la inhibición o la representación. Todo
saber es un signo por interpretar si nos detenemos en el modo abierto de su
realización. El modo de ser, de hacer, de reaccionar, hace visible el signo como
saber.
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Heidegger, Ricouer, Gadamer, Vattimo apuntan a la comprensión y al lugar que ocupa la
interpretación y el artículo los delimita siguiendo una historia ~ de sucesiones cuyo punto de
partida es Aristóteles, luego Schleirmacher y Dilthey
142. Van Zanten Agnés, L'école. L'état des sauoirs, Paris, La Découverte, 2000.
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148./bíd.,p.80
149. Ibíd., p. 81. Creemos que la traducción "atar" y "desatar" no cumple con el verdadero sentido
que guarda "lier" y "délier" en el texto del profesor Meirieu. Se trata del vínculo más que del
"atar". Vincular es conectar con un algo, unos valores, una cultura. Desvincular, significa ejercer
éticamente el poder, por medio del saber, para que el estudiante pueda devenir él mismo. La
reflexión de un saber exige desvincularse de la cultura ambiente para poder pensar nuestro lugar
en ella. Es un apartarse momentáneamente, de manera crítica. Por eso, aprender en Meirieu, es
"vincular" y "desvincular"; el profesor es un medio para llevarlo acabo.
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150. La ética ocupa un lugar especial en la reflexión educativa. Desde la perspectiva de Levinas
es un ejercicio vigilante sin espera; desde Aristóteles una manera de ponderar nuestras
actuaciones y, para ser más contemporáneos, desde Adela Cortina, la práctica de una sana relación
con el otro. Cf. Levinas Emmanuel, Ethique et Infini, París, Fayard, 1982; DifficileLiberté, París,
Albin Michel, 1976.
Por otra parte, el; saber nos anuncia la profundidad de un sujeto. Hay profundidad
cuando la relación con un saber permite explorar nuestra propia experiencia. Así
como el escritor busca comprenderse en el mundo que narra, el sujeto narra su
formación a través del saber. Narración en cualquier caso, pues anuncia un modo de
estar aquí. Lo que sabemos es una reflexión frente a lo que conocemos. Saber sobre
la historia no implica conocer la historia, sino ser afectado en la reflexión que sobre
ella hacemos; tiene un tiempo, pues sólo sabemos cuando miramos hacia atrás;
cuando decidimos hacer el balance de lo que realmente conocemos. Tal saber afecta
positivamente la vida de un sujeto. Reactiva su subjetividad, la profundiza por el
modo y la disposición en cada uno. "El sujeto reflexiona y reflexiona sobre sí
mismo: separa, lo que lo afecta en general, un poder independiente del ejercicio
actual; es decir, una función pura y sobrepasa su propia parcialidad"151. Este
ejercicio es posible por medio del saber. Su uso no está exclusivamente al servicio
de un comprender el mundo, ni resolver los problemas a los que se enfrenta; es para
uno mismo. "La doble potencia de la subjetividad consiste en creer e inventar;
presumir los poderes secretos, suponer unos poderes abstractos, distintos"152. El
saber es subjetividad en la recta historia del sujeto. Es una narración de sí mismo.
Ser por uno mismo está allí donde el saber se expresa.
El saber es un signo y anuncia lo que un sujeto es; visibiliza su subjetividad. Todo
saber se instala en ella, la transforma y la enriquece. Por eso, el modo de
relacionamos con un saber afecta nuestro ser interior. Dejamos de ser lo que éramos
por medio de los saberes; éstos nos apartan del estado ignorante para ponernos en el
horizonte de la espiritualidad. El saber no se aplica como un poder, es ante todo un
modo de crecimiento espiritual. Cuando alguien expone lo que sabe, narra su ser;
habla de su historia. La historia de un sujeto es ante todo un estar en el saber. Sólo
es poder cuando se utiliza para defender el lugar que ocupamos en el mundo, para
subvertirlo o encontrar nuestro lugar.
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151. Deleuze Gilíes, Empirisme et subjectivité, Paris, Puf/Epiméthée, 1993, p. 91.
Experiencia-ciframiento
La experiencia es la esencia de la formación. Si la formación es un estado espiritual,
una transformación, la sucesión de cambios en el individuo, la experiencia
materializa estas cualidades. Sólo por la; experiencia vemos el trasegar del hombre;
en ella habitamos para narrar nuestra propia existencia. Es un movimiento que
vuelve sobre lo ) vivido. El volver es propio a la experiencia; negar el volver impide
que/ lleguemos a la fuente de nuestro espíritu. Todo volver es un recomenzar y allí
brota la alegría de lo nuevo. Distanciarse es una experiencia, al menos uno de sus
modos; lo mismo la ruptura. Lo que estos eventos causen en nuestro ser será tenido
por experiencia. La experiencia, nos dice Dewey, es cambio e interacción153. Lo
que experimenta el niño, el joven o el adulto en sus aprendizajes provoca en él un
cambio. Hay cambio si hay transformación de nuestras representaciones; si
podemos dejarnos afectar para estar mejor en el lugar de nuestra vida. Hay
experiencias que son antieducativas. "Una experiencia es antieducativa cuando
tiene por efecto detener o perturbar el desarrollo de ulteriores experiencias (...)
puede producir embotamiento y falta de sensibilidad y de reactividad"154. Pero una
experiencia educativa que apunte al cambio en los sujetos es rica si logra sus
resultados.
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153. Dewey Jonh, Experiencia y Educación, Buenos Aires, Losada, 2000. Especialmente las
páginas 21-30.
La experiencia está en la vida. Dilthey nos dice que de la reflexión; sobre la vida
nace la experiencia vital156. Todo lo que nos acontece, inclusive lo más alegre y
poderoso para un estado cercano a la felicidad es, esencial para la formación. Todo
lo que nos sucede se vuelve experiencia y la sopesamos en el horizonte de nuestros
intereses. La experiencia se perfila, en cada uno, de diversos modos. "Su fondo
común en todos lo constituyen las intuiciones del poder del azar, de la
corruptibilidad de todo lo que poseemos, amamos o bien odiamos y tememos, y de
la| constante presencia de la muerte, que determina, de modo omnipotente para cada
uno de nosotros la significación y el sentido de la vida"157.
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155. El campo didáctico internacional nos muestra la necesidad de trabajar laj historia de los
saberes. En dicha historia se aprende cómo un saber nace! se vuelve grande y hasta llega a
producir discursividad. La historia del saber es objeto de la didáctica. Su grandeza consiste en
mostramos la relación-j que han mantenido nuestros antepasados con el conocimiento. No es, d<|
ninguna manera, una técnica para enseñar sino para situamos en su historia de otro modo. Véase,
por ejemplo, Clary M., Les "écoles historiques", eri 3eme encuentro Internacional sobre didáctica
de la Historia, la Geografía 1 Ciencias Económicas y Sociales, Paris, INRPP., 1988. Develay
Michel,, l'apprentissage á l'enseignement, Paris, Esf, 6a Édition, 2004.
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156. Dilthey Wilhelm, Teoría de las concepciones del mundo, Barcelona, Altazal
157./faíd.,p. 42
La cadena sucesiva de experiencias en los seres humanos se abre a todos para abrir
el horizonte común. La convicción que de ella surge recae en la educación y se
generaliza como saber humano. Resistir a la muerte es una experiencia común, no
lograr vencerla de igual manera. En tal lucha, como en aquellas cuyo fin es el
dominio de la naturaleza, la experiencia se replica como saber común. Lo que se
enseña es la experiencia del conocer, es decir saber. "Todo lo que nos domina
como costumbre, uso, tradición, se funda en las experiencias vitales comunes"158.
Allí nace la socialización, el ejercicio de transmisión de la experiencia común.
Pero socialización no es solamente enseñanza, es aprendizaje y experiencia de la
cultura común. Entrar en la experiencia de dicha cultura significa estar afectado
por ella y lograr lo mejor para uno. "Las experiencias vitales que fundan la realidad
del mundo exterior y mis relaciones con él, las más importantes son las que limitan
mi existencia, ejercen sobre ella una presión que no puedo eliminar, que frenan mis
intenciones de un modo inesperado y que no puede alterarse"159. La experiencia de
todos se vuelve experiencia para cada uno porque somos a través del otro. Lo que
el otro es, en su existir, toca mi ser en la relación que mantengo con él.
Desconocerlo sería estar muerto para una relación vital y humana. La relación con
los otros, la interacción vital con cada uno de ellos, toca mi ser. La magia del toque
consiste en compartir algo de los otros; ello nutre nuestra existencia. A la vez que
buscamos ser nosotros mismos, el espectáculo del otro nos transforma. La amistad
es un espectáculo cuyo lugar es el compartir. "Si dejamos a un lado el trato
ordinario de los hombres entre sí, relaciones anudadas "ocasionalmente o por
comodidad", o los afectos familiares, es el amor de lo que la verdadera amistad se
distingue con mayor fuerza"160. La experiencia del amor es un hoyo profundo y
sin fondo; revive nuestro existir, pues se alimenta del espectáculo que el rostro del
otro nos ofrece. La amistad es lucha al mismo tiempo que amor. La lucha la revive,
la pone en su justo lugar. La amistad es una experiencia vital, un saber que se
aprende por el error.
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158./bíd,p42.
159./bíd.,p.42.
160. Jankélévicht Sophie y Ogilvie Bertrand, La amistad: en su armonía, en sus disonancias,
Barcelona, Idea Book, 2000, p. 11.
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La experiencia tiene lugar en el tiempo. Cuando algo nos sucede, lo allí vivido no
tendrá lugar sino en un tiempo posterior. Los efectos de una acción se hacen
visibles con el transcurrir del tiempo. Lo mismo que los efectos de una buena
lectura comienzan cuando leemos la última página de un libro. Una buena novela
fortalece nuestra experiencia una vez la hemos terminado; un buen profesor toma
cuerpo en nosotros cuando tenemos necesidad de recordar su saber; en todo caso
cuando su presencia se hace; ausente con la última palabra de sus cursos. Tanto en
el libro como con el profesor, sus enseñanzas surten efectos en nuestro espíritu; ya
sea porque nos plantea un problema, o bien porque nos muestra una forma de
realidad. Libro y profesor son congénitos, hacen parte de una misma estirpe. "Toda
nuestra experiencia posee ya un contenido. Su contenido será el que le dé nuestro
espíritu"165; el paso del tiempo determina tal contenido. La manera como nos
exponemos a ella marca la diferencia. "La experiencia resultará dolorosa para
quien busca en ella, pero difícilmente lo dejará sin esperanza"166. Toda experiencia
porta la marca de nuestro espíritu y en ella resalta la firmeza de nuestra esperanza.
"Uno sólo se experimenta así mismo", nos recuerda Benjamín a través de la lectura
del Zaratustra167. La formación, pues, es experiencia en tanto sin ella caemos en la
máquina del saber. El tiempo cubre su amplitud y crea la huella en cada uno de
nosotros. Sin experiencia no hay saber y tampoco formación, sólo capacitación. El
tiempo de la experiencia es vital en la formación y por esto es inmedible, comienza
allí donde la reflexión brota.