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La importancia literaria de Ana Frank, John Kennedy Toole y Andrés Caicedo

“¡Ea, coraje y adelante! ¡Al final todo se arreglará,


porque lo que yo quiero es escribir!”
Ana Frank

La época actual demanda que cada obra escrita tenga un papel crucial en el desarrollo de
la humanidad, pues de estas el ser humano descubre su historia, su mundo, su vida y hasta a él
mismo. De esta forma, muchas obras intentan posicionarse como promotoras de literatura, pero
como se ha visto a lo largo de la modernidad, muy pocas pueden merecer aquella posición. Aquel
criterio no se da al azar, cada obra es analizada desde su estructura superficial y profunda. Algunas
obras brillan por sus características literarias, otras en cambio, demuestran un trabajo nada
complaciente tanto para el crítico como para el lector. De aquí, que muchas obras como sus autores
han pasado a la posteridad, haciéndose casi inmortales, viviendo en sus obras. Así, Ana Frank con
su: diario y cuentos, John Kennedy Toole con su novela: La biblia de neón, y Andrés Caicedo con
su cuento: Infección, han sido proclamados como autores de obras literarias de su época como para
la actual. Aun así, para afirmar si estas son en verdad obras literarias y que tienen valor, es menester
describir algunas características que demuestran su importancia.
Como primera instancia hay que aclarar que en las diferentes obras, al momento de nombrar
algún detalle de estas, se hará desde una visión crítica y objetiva. En otras palabras, se hablará de
los personajes por ejemplo, desde una ética civil, y no desde una percepción subjetiva. Ya que esto
limitaría el campo de caracterización de estos. Dicho esto, es de igual importancia mencionar que
no se resaltará la literalidad de las obras, no por ser algo sin importancia, sino porque desviaría el
análisis a un aspecto lingüístico, y lo importante aquí, es describir las diferentes imágenes que se
dan en cada texto al ser leídos y analizados.
Toda obra se enmarca en pequeño círculo en donde transcurren sus sucesos, claro está que
esto sucede en la misma realidad, con excepción de que en las obras, el autor a través del personaje
se permite auto reflexionar, entender e influir en su configuración, tanto en pensamiento como en
comportamiento, desviando al personaje en un camino de cambios a base de sus ideales. Dicho
esto, es fundamental afirmar que unas de las características fundamentales por las cuales las obras
son tan importantes e influyentes, es la edad que tuvo cada autor al escribirlas. A primera vista, no
parece ser un rasgo importante, pero como diría la misma Ana: «Los jóvenes no tienen miedo de
decir la verdad». En las tres obras ninguno ignora su realidad ni la tergiversa, sino que grita y
advierte lo que en verdad es sin temor. En otras palabras estos autores a tan corta edad escriben lo
que todos saben pero nadie dice. También puede hacerse una misma referencia con muchas otras
obras, en las que los adultos rodeados de mentiras prefieren acoplarse a ellas que denunciarlas.
Tómese por ejemplo, aquel cuento de Hans Christian Andersen (2005): El traje nuevo del
emperador, en donde el niño denuncia la mentira con la que se viste el rey:

(…) Los ayudas de cámara encargados de sostener la cola bajaron las manos al
suelo como para levantarla, y avanzaron con ademán de sostener algo en el aire;
por nada del mundo hubieran confesado que no veían nada. Y de este modo echó a
andar el Emperador bajo el magnífico palio, mientras el gentío, desde la calle y las
ventanas, decía:

-¡Qué preciosos son los vestidos nuevos del Emperador! ¡Qué magnífica cola! ¡Qué
hermoso es todo!

Nadie permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía, para no ser tenido
por incapaz en su cargo o por estúpido. Ningún traje del Monarca había tenido tanto
éxito como aquél.

-¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño. (p.56).

Lo anterior lo podemos ver de una forma diferente en cada obra, pero con un mismo
propósito; advertir que no todo con lo que el hombre vive, debe aceptarse. Es así, como Ana es la
única que sabe que, no por estar encerrada y viva medianamente, tiene que aceptar su vida como
si fuese lo mejor. Caicedo, grita que todo lo que la gente cree necesario para vivir, es tan solo es
una excusa para mantener su vida estúpida y sin sentido, dado que, nunca lograron lo que quisieron,
ahora con su banalidad intentan llenar dicho vacío. Toole, en su novela advierte que el pueblo de
David, por pertenecer a uno de los países más importantes luego de la segunda guerra mundial,
tiene que ser el pueblo donde la miseria no tenga cabida. La mejor forma para aprovechar un
talento y a la vez mostrar insatisfacción del mundo: es escribiendo, de esta forma, se puede mostrar
el lado oscuro que nadie se atreve a ver y comprender en sus vidas, en pocas palabras la verdad
que a tantos asusta.
Es prudente advertir que se tiene más material de Ana, por ende, se dará un análisis de sus
cuentos, porque estos enmarcan la manera metafórica en la que Ana, a través de relatos, refleja
una actitud crítica del mundo que vivió y que quería volver a vivir. Los diferentes cuentos también
complementan al diario.
Una de las mayores aptitudes de un escritor frente a la realidad, debe ser cuestionarla, el
todo por la parte, sin ignorar nada, en especial cuando algo es tan grave. Este es el caso de los
distintos jóvenes autores, cada uno se intrigó y cuestionó su realidad, ninguno estaba a favor de
ellas, les eran incomprensibles. En el cuento: ¿por qué? Ana (1982), acepta que es una persona
que tiene muchas dudas, y que muchas de ellas no pueden ser resueltas por sus padres o
desconocidos: “Cuando me hice mayor, comprendí que no se puede preguntar a todo el mundo y
que hay muchos ¿por qué? que no tienen ninguna respuesta.” (p.159). Algo notable es que, los
demás autores debieron tener esta misma reflexión en la que entendieron que su mundo necesitaba
ser cuestionado para llegar su verdadera esencia.
Muchos consideran el día domingo como uno de los más especiales, en especial para un
niño, aquel día, la vida vale más, cada niño agradece que llegue ese día: no tareas, no colegio, no
problemas, tan solo el descanso y el gozo que tanto niño ansía. Un caso muy distinto describe Ana
(1982), en su cuento: Domingo, en este hace uno de los contrastes de la vida que ella tiene y que
le transmite al lector: “Lo que sucede en las casas de la ciudad durante la semana ocurre también
los domingos aquí, en el «Escondite». Mientras otros se ponen ropa bonita y salen a tomar el sol,
nosotros permanecemos fregando, barriendo y lavando la ropa.” (p.77). Y no es que Ana quisiese
decirle al lector que en un escondite no se tenga tiempo para descansar, sino le expresa que con el
simple hecho de alejarte de la vida como se conoce, las acciones cambiarán tu vida como la
conocías.
Para muchos el “Extranjero” de Albert Camus, confirmó que muchos hombres no tienen
ninguna relación con el mundo, que su existencia es tan solo algo creado por los mismos hombres
que crearon aquel mundo. Harto de los incontables defectos humanos, Meursault prefiere alejarse
de toda aquella realidad frívola y contemplarla a su forma, tal vez así sabría que si actuaba mal
habría de ser por su mismo criterio y decisión, no por la de los demás. Esto no se presenta de igual
forma pero si se encuentra similitud en el cuento “Katrientje”, en el que Ana (1982), se muestra
inconforme y con total convicción de aceptar que con una guerra o no, seguirían existiendo
personas detestables y ella estaría gustosa a ser ella misma sin importar la desolación:
No tenía amigas ni esperaba tenerlas; hasta su madre la encontraba extraña y, por
desgracia, la niña se daba cuenta. El padre tenía demasiado trabajo para ocuparse
de su única hija. Por eso, Trientje no tenía a nadie más que a sí misma. No le daba
pena estar siempre sola; nunca había conocido otra vida y con poco se conformaba.
(p.81).
Como lector, al leer el diario de Ana, se concientiza la posición que ella tenía en la guerra,
la cual era ninguna. Ella estaba a la deriva, por ello fue que murió, porque sin opción tuvo que
resignarse a el futuro que la guerra quiso para ella. Lo único que pudo hacer en aquella situación
fue expresar de una manera escrita todo el sufrimiento, la desolación y el temor que vivió. A lo
largo de “Miedo”, Ana (1982), describe la imagen que se forma al escuchar y sentir un bombardeo,
el color rojo que se forma tanto por el fuego, como por la sangre que de esta causaba:
Incluso mamá, de ordinario tan serena, había palidecido. Las explosiones
continuaron cadenciosamente. De pronto, se oyó un tremendo estallido seguido de
un horrible griterío. Yo salí corriendo tan aprisa como pude. Con una mochila
colgada del hombro y vestida con ropas de abrigo; escape de allí. No sabía dónde
iba, solo quería alejarme de aquel brasero. (p.112).
Aunque Ana ilustraba a forma de cuento un relato que tal vez le ocurrió. Lo que ella debió
ver de las personas que estaban muriendo a causa de las bombas, luego lo transcribió para que el
lector pudiese transportarse por medio de una lectura a aquel momento, es algo por lo que será
reconocido su diario y sus cuentos. Y aunque ella transmitió mucho de su dolor a su diario y sus
cuentos, no solo fue aquella sensación. Muchas de las que ella transmitía, había una muy recurrente
cuando escribía, la felicidad. Aquella que no le era concedida por largo tiempo, aquella que era
soñada, pero igual de importante para que se perdiera en tan inhóspito lugar, como era aquel
encierro. En cuentos como Felicidad, El sueño de eva, La florista, Ángel de la guarda, Riek, Joke
y El enano sabio, Ana siempre hablaba de lo ilógico que era para la gente pelearse; siempre
transmitiendo aquel amor que tenía por la naturaleza, siempre buscando ser feliz, En todos ellos la
moraleja radica en que la gente si podría llegar a ser feliz. Aquella felicidad que no tenía, por lo
menos podía imaginarla, vivirla psíquicamente y trasmitirla como si ella misma la viviese. Porque
al final de tan doloroso encierro, nunca pudo perder la esperanza.
De esta forma los cuentos de Ana Frank, deben ser considerados no por su magia limitada,
ni como algo que vive en la mente de una chica sofocada de la guerra, sino por su gran talento por
personificar las dos esencias principales de la guerra de manera metafórica: el miedo de estar en
ella y la felicidad que da al saber que no será para siempre.
Es algo ineludible no aceptar que cada obra tiene su propio mundo, su propia realidad, su
propio existir, su propio tiempo… Todo depende de cómo el escritor quiera dar la sensación de
vida en su obra. En el caso de los autores propuestos, cada uno se enmarca en un tiempo de la
historia del hombre, por decirlo así. El escrito de Ana es durante la guerra, el de John es después
de la guerra, y el de Caicedo ocurre mucho después de la guerra. Pero, ¿qué importancia puede
tener esto frente al actual problema de enmarcar a las distintas obras descritas como literarias?
Toda obra desde su creación, ha permitido en la actualidad ver el proceder del hombre, de su
comportamiento en su momento, de la visión de la realidad que se tenía, de los vicios de la
humanidad y sus defectos. En especial sirve para comparar, dado que, al tomarse dos obras de un
distinto momento podrá verse si todo lo anteriormente mencionado sigue igual o si en cambio, ha
transcurrido una transformación. Esto es lo esencial de una obra en el marco histórico: el progreso
del hombre. De acuerdo a lo anterior, en la obra de Ana Frank es evidente la desolación que un
hombre como Hitler puede causar; es inexplicable, no obstante, Ana también advierte que aquel
no será tan solo el único destructor (por no decir malo), Ana Frank nunca habla específicamente
de él porque nunca consideró a alguien peor que otro, para ella todos eran iguales, por poco o
mucho daño que hiciesen. En un análisis actual esto es verdad; nadie niega que Hitler ha sido
catastrófico, pero no ha sido el único. Leopoldo II, rey de Bélgica, fue alguien de quien pocos
sabrán, este hombre hizo un daño mayor que Hitler. En el Congo esclavizó, mutiló y mató a miles
de personas solo por la absorción de caucho, dado que en su momento fue muy popular. A lo que
se quiere llegar, es que, Ana advierte que si el daño del führer fue algo aterrador, no será el único
que agobie tanto a una parte de la humanidad, parte porque no todos sufrieron los daños de Hitler.
Que gracias a que fue enemigo de Estados Unidos se hizo popular es diferente, que sirvió como
pantalla de humo para que todos pensaran que aquel sería el único enemigo, es distinto. Por ello,
Ana recalcaba que prefería pensar en lo bello del mundo y no en su miseria, dado que aquella no
solo permanecería con Hitler.
Por otro lado, David en “la biblia de neón”, tiene ese acercamiento del dominio de la iglesia
sobre personas crédulas que utilizaban a Dios como excusa para olvidar sus pecados mundanos y
conseguir la eternidad bienaventurada (la salvación), que es la misma paz. Donde la iglesia se
comercializa mientras la guerra sigue su curso, que en realidad no ha acabado. David presencia
como un lugar que debería ser pacífico, es más bien utilizado como lugar de adoctrinamiento
religioso. Donde un hombre nace sin libertad, porque está condicionado a vivir como una persona
condescendiente con el mismo pueblo, sin posibilidad de alejarse de aquel lugar aprisionador, a
menos de que seas de una clase alta o que toda tu vida se aleje de ti; solo de esta forma se podrá
ser libre verdaderamente. En un contexto actual esto tiene una significación cortante para muchos,
eficaz y coherente para otros: esperar a que se muera cada cosa de tu existencia, para empezar una
nueva.
En “Infección”, Caicedo deslumbra al lector con su escritura al mostrar una realidad
moderna, en la que lo más fructífero es lo material y lo superficial del consumismo. Cada persona
es determinada según quién sea y qué tenga. Lo más importante es ignorar la verdad y sumergirse
en aquella realidad creada para que la ignorancia crezca a medida de que nos controlan más. Cómo
no odiar algo así, es tan cierto lo que relata Caicedo (1998), hasta tal punto donde, palabras como:
¿Y qué? ¿Busca algo positivo uno? ¿Lo encuentras? Ah, no. Lo único que hace
usted es comer mierda. Vamos hombre, no importa en que forma se encuentra su
estómago, piense en su salvación, en su destino, por Dios, en su destino, pero esta
bien, eso no importa. ¿Qué no? Vea, convénzase: por más que uno haga maromas
en esta vida, por más que se contorsione entre las apariencias y haga volteretas en
medio de los ideales, desemboca uno a la misma parte, siempre lo mismo… lo
mismo de siempre. Pero eso no importa, no lo tome tan en serio, porque lo más
chistoso, lo más triste de todo es que UD. Se puede quedar tranquilamente, s u a v
e m e n t e, d e f e c á n d o s e, p u d r i é n d o s e, p o c o a p o c o, t ó m e l o c o
n c a l m a… ¡Calma! ¡Por Dios, tómelo con calma! (p.39).
Significan, que a pesar de estar en la miseria y saber que es miseria, es mejor estar en ella
que amenazar con eliminarla, porque es más eficiente ser dominado que doblegarse ante ella. Así,
la cuestión aquella de que si el hombre ha cambiado, puede decirse que sí, a tal punto que, se logra
diferenciar aquel sujeto dominante del dominado. Y una pequeña excepción, aquella persona
crítica y reflexiva que entiende en qué posición está su mundo y que también aborrece el hecho de
no poder cambiarla, sino tener que ignorar todo porque al resto del mundo le parece admirable que
se crea que Hitler ha sido el peor de la historia, que la religión nunca cesará porque muchos ya
saben que es el camino más efectivo para su beneficio propio; ya que solo se necesita un buen
discurso, porque mentes añorando ser esclavizadas religiosamente, hay muchas, y por último pero
no menos importante, creer que la modernidad está hecha para que la gente goce de cosas
materiales como desee, pues de esta forma serás el ser humano más perfecto que hay, sin importar
que el resto de tu vida sea un asco, mientras puedas tener unos poco pesos para conseguir cualquier
cosa, estarás viviendo. Así que, sí, si hubo un cambio, la gente aprecia más la miseria.
Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, puede que el mundo sea un entorno hostil y sea
preferible evitarlo, pero efectuarlo no es sencillo. Por ello, el trabajo de la literatura vuelve a
mostrarse. La literatura siempre será aquel medio para dejar la realidad a un lado, y adentrarse en
otra. No significa que la realidad sea ignorada, es algo imposible, ningún lector podrá leer sin tener
sus rezagos de la actual. Tan solo que al dirigirse a la realidad del autor nos trasladamos a un lugar
donde estaremos como observadores frente a situaciones que dependiendo de la realidad que se
esté leyendo, nos acogerá y adentrará, hasta que no queramos regresar al mundo real. He ahí uno
de los valores de una obra literaria. Por ejemplo, en el diario de Ana, es deslumbrante el cómo una
chica puede alejarse de una realidad tan agobiante, para crear más y tener el poder de expresarla
de tal forma, que el lector pueda sentir que aunque sea un día de pelar patatas, la autora puede
expresar que aquella situación es tan importante y transcendental en entorno así. En la “biblia de
neón” David, introduce al lector en un mundo donde aquella realidad tan solo es mostrada en su
unidad más pequeña pero no por eso, significa que no haya sorpresas y uno que otro chiste sobre
la situación de otras personas que creen que viven en perfecta armonía. Y en “infección”, el lector
notará como el personaje de este cuento se ahogaba con miles de palabras que encierra Cali (en
ese momento consumidor, donde nadie prestaba atención, tan solo “vivían”), y que después de
retenerlas tanto tiempo, tuvo que gritarlas a una ciudad que cada vez se hundía más, y que no tenía
intención de salir de dicho bache. Esta es la forma de escapar de una realidad, dirigiéndose a obras
como las mencionadas, donde también los personajes quieren alejarse de su existencia.
La importancia de una obra radica en la significación que se le da, pero este significado
puede variar tanto en la conformación del texto como lo que quiere mostrar el autor. De esta forma,
Lotman asegura en su escrito “sobre la delimitación lingüística y literaria de la noción de
estructura”, que el significado de la obra puede variar desde el contexto del lector hasta la del
autor. Esto es lo que produce la polisemia en los distintos lectores. Por lo cual no tendrá el mismo
significado el diario de Ana para alguien que haya sobrevivido al holocausto sin mayor problema,
que aquel que por suerte lo sobrevivió. Lotman (1972), abordando más el tema de la polisemia
afirma que: “La plenitud y la riqueza del contenido artístico llegan a ser posible cuando se eliminan
las significaciones inútiles y se introduce al mismo tiempo a la palabra en una estructura compleja
exterior a la lengua, y expresada por los medios de la lengua.” (pag.118). De esta forma, el cuento
de Caicedo como el Toole, comunican un mensaje que está en el interior de su estructura, tan solo
deshaciéndose de la superficial, es posible llegar a la profunda, donde el significado será tan solo
uno. Este significado estará dividido entre dos estructuras como lo propone Lotman, la lingüística
y la literaria. La primera está en el campo de lo lógico, cuando la segunda en la imagen. El
problema de la estructura lingüística es que se guía más por la composición del texto, que de las
conexiones que puede haber entre las palabras que lo componen, lo cual desvía el significado a
uno erróneo. Por ejemplo, si se juzga el diario de Ana como el cuento de Caicedo desde su
composición escrita, no se llegaría a ninguna parte. En cambio al entender cada obra, compuesta
como un todo y sus partes, será mucho más fácil comprender que su propósito es representar el
problema actual de la humanidad. No obstante, no se puede negar que las obras no tendrían el
mismo criterio, si se tratase de una novela histórica, policíaca, o si fuese poesía. Pero tampoco es
aceptable considerar que el significado sea dado por la estructura, ya que la esencia del diario,
sería una serie de lamentaciones de una chica de quince años o menos.
Por otra parte, quién habla de sentido, es Mikel Dufrenne, quien asegura, que como el
contexto, la intención del autor es necesaria para el sentido de una obra, debido a que el autor
siempre busca decir algo al mundo, y utiliza al sentido como herramienta para ello. Por lo cual
describió que el sentido de toda obra literaria se da por tres condiciones, por lo cual, vamos a ver
si las obras citadas desde el principio las cumplen.
Para empezar, la primera condición según Dufrenne (1972), para que una obra tenga
sentido es: ‘(…) que su lenguaje no tienda al onanismo, que se refleja de algún modo al mundo,
aunque sea para negarlo o para hacer de él el telón de fondo de lo imaginario’. (p.218). La segunda
es: “(…) que los elementos de ese conjunto sean, también ellos, significantes”. (p.218). Y la
tercera: «(…) que haya alguien, no solo para decir el sentido con las palabras, sino también para
leerlo en las cosas que lo sostienen o en las palabras que lo dicen». (p.220).
De acuerdo a la primera condición de Dufrenne, los tres textos tienen un sentido literario
ya que cada uno en su forma y estructura, refleja el mundo; de hecho lo reflejan tanto que ven su
esencia, de ahí que los autores lo cuestionen. La segunda condición es cumplida, porque como
habíamos dicho se entiende a la obra en su todo con sus partes. Cada obra, en su estructura desde
diario hasta cuento, está escrito de tal manera para que, cada unidad tenga un significado que le
aporte a la imagen hecha en la obra. Y la tercera se ha cumplido hasta el momento en este escrito.
Dicho de otro modo, desde el inicio de este ensayo se ha hecho hincapié en el sentido de las
distintas obras con diferentes argumentos.
Dufrenne (1972), también acierta con Lotman, al afirmar que en la obra literaria no es solo
estructura: “(…) quisimos decir que el sentido no reside por entero en la estructura, y que hay un
estado salvaje del sentido, que la palabra presupone, la literatura reanima y la crítica estructural no
puede ignorar”. (p.223). De esta forma, el debate que hay del “diario de Ana Frank” como del
cuento de Caicedo no pueden ser obras literarias por sus estructuras, dado que, por ejemplo, un
diario no puede llegar a ser una obra literaria. Pero esto sería verdad si se reduce el sentido literario
a un hecho estructural, pero en realidad para encontrar un sentido en cualquier obra no se debe
ignorar la estructura, sino complementarla con el metalenguaje, para entender en su estructura
profunda la verdadera esencia, por no decir su sentido.
El sentido literario actualmente puede ser también considerado como poder literario. Esto
es afirmado por la escritora Simone de Beauvoir, quien se cuestiona si hay obras en la actualidad
que no llegan a ser obras literarias por no pertenecer a ese campo limitado de la literatura.
Entonces, en su investigación advierte que para que una obra tenga ese poder (sentido) literario es
menester que tenga una interconexión de perspectivas entre escritor-lector. Por ello, Beauvoir
(1970), afirma que al escribir:
Es preciso un lenguaje que tenga la marca de alguien. Hace falta un estilo, un tono,
una técnica, un arte, una invención. Todo esto puede ser muy distinto según los
escritores; es necesario que el autor me imponga su presencia, y cuando me la
impone, de la misma manera me impone su mundo. (p.72).
Porque de la forma en la que lo describe Beauvoir, en otras palabras es, cuando el autor me
impregna de su contexto me invita y me permite adentrarte tanto en aquel mundo, hasta tal punto,
que puedo considerarme más que un simple observador. Aquella sensación es innegable a la hora
de leer a Ana, porque como lector se puede sentir como se veía arrinconada por un bombardeo
repentino a altas horas de la noche. A Toole, cuando se sentía el descontento de él al volver cada
día a su casa y ver en lo que se había convertido su madre por la guerra. A Caicedo, al tener en
frente un bar vacío de personas, pero lleno de objetos.
Para definir más el poder que debe tener una obra, Beauvoir (1970), aclara que una vez
realizada una obra, aquella debe sobrepasar el tiempo:
Por consiguiente las palabras luchan contra el tiempo, contra la muerte; pero
también luchan contra la separación, pues tienen el poder creo que esta es,
precisamente, una de sus funciones más evidentes y necesarias de restituir su
generalidad a lo que tenemos de más singular: al paso del tiempo, al sabor de
nuestra vida, a la muerte, a la soledad. (p.79).
No hay una muestra más clara de la importancia de una obra, como la expuesta, que puede
ser también entendida como la inmortalidad de una obra. Aquella inmortalidad servirá para que en
el futuro se pueda dar un vistazo a ese pasado donde Ana Frank, John Kennedy Toole y Andrés
Caicedo deslumbraron al mundo en su momento y en la posteridad con su impactante forma de
percibir y no callar lo que el mundo les mandaba soportar, y de seguro pasará lo mismo en un
futuro.
Beauvoir afirma que, el papel del escritor es fundamental, no solo enmarca rasgos
importantes para ser un creador del poder de la literatura, sino que, Simone (1970), también
considera necesario afirmar que, “Cada escritor ha sido llevado a la literatura por caminos muy
distintos, pero pienso que ninguno escribiría si no hubiese sufrido, de una u otra manera, la
separación y si no buscase, de una manera o de otra, el modo de anularla”. (p.79). Y aunque sea
simple casualidad, tanto por parte Ana, como de Caicedo (de Toole no se está muy seguro), sus
historias, en especial la de Ana, no es muy confortable. De hecho, estos autores sufrieron tanto,
que si pudiesen escribir una obra de lo que sucedió en su muerte, sería espectacular.
Sartre por otro lado quiere hallar la significación que el lector busca en los libros. En el
desarrollo de esta cuestión, Sartre considera que las obras para los lectores, no son meros objetos,
son una herramienta para que el hombre salga de su realidad y a la vez pueda integrar una
experiencia única. De esta forma ya sabemos que al leer a los autores se cambia de realidad
(mundo), por no decir que se salen y pasan de una a otra. Pero en la experiencia, puede decirse que
es aquella en la que cada autor confronta al lector con la realidad, en la que supone saber y
participar, y aquella realidad verdadera que el lector ignora.
Para Sartre (1970), cada persona siempre busca llenar un vacío en su vida. La forma de
saciarlo varía, pero una de las imprescindibles para él es la lectura, “(…) creo que esta significación
deber una que él mismo no tiene en su vida, algo que se le escapa; tiene las palabras a su
disposición, como cualquier otro, pero hay algo que se le escapa en la vida, puesto que busca algo
en los libros”. (p.104). Lo único que se puede decir al respecto, es que las tres obras propuestas
llenan aquel vacío con una realidad cruda pero necesaria. Aunque de este mismo proceso de llenar
aquel vacío también provoque más.
Sartre (1970), menciona algo fundamental para que la obra le produzca aquella
significación al lector:
Si ha vivido ese momento de libertad, es decir, si durante un momento ha escapado
gracias al libro a las fuerzas de alienación o de opresión, téngase la seguridad
de que no lo olvidará. Creo que esto es lo que puede hacer la literatura, o por lo
menos cierta literatura. (p.108).
Quedará en el criterio de cada lector lo anterior, cada uno tendrá que decir a conciencia si
en realidad los textos propuestos desde el inicio pueden lograr lo que menciona Sartre. Aunque
esto es muy condescendiente con el lector, dado que, por ejemplo, es muy raro el que lea a Toole
y no quiera seguir leyéndolo si le dijese que tiene otra y única novela. Así, lo que advierte Sartre
sirve como característica para que las obras propuestas sean literarias.
Una de las características esenciales que tiene personaje-autor es, como se ha visto una
rabia contenida, por su vida, por su encierro, su destino ya marcado y por su impotencia de no
poder hacer nada al respecto. Cada uno explora a profundidad su ser, hasta que entiende su
frustración y decide plasmarla, es ahí cuando por ejemplo, Ana, con ganas de ver de nuevo a la
naturaleza de cerca, se refugia en la escritura para prometerse a sí misma que lo logrará un día, de
esta forma desahoga toda la rabia que la invade. En Toole, la sátira que hace de la vida que rodea
a David sin escatimar detalles; y en Caicedo, con su menosprecio por el pensamiento que la gente
pudiese tener de él, arroja como piedras al cuerpo, las palabras que tanto merecían. Esta es la forma
como también se justifican tanto autores como la existencia de cada personaje. Aun así, no
significa que se la única forma en cómo se percibe la rabia en los personajes y el tema que describen
intolerable. Tómese por ejemplo el fragmento del cuento de Ana (1982), el “pozo de la inequidad”
donde esta, le parece ilógico personificar al cuerpo humano a las exigencias de otros: “No creo
que seamos tan distintos de la naturaleza. Y si como personas somos parte de la naturaleza, ¿por
qué habría de avergonzarnos la forma en que ella nos ha vestido?”. (p.98.). Como también en Toole
(2006), cuando David estaba asfixiado de los fetiches de la gente; donde más que preocupación
por su madre, era una íntima repugnancia por la persona, lo que producía que le preguntasen a
David por la condición de su madre:
Me pregunté si pensaban en cómo me sentía al oírles hablar así. Cuando la hija de
una mujer del pueblo tuvo un aborto nadie dijo ni una palabra al respecto, nadie le
preguntaba cómo estaba su hija. Eso mismo quería yo con respecto a mamá, y
confiaba en que dejaran de hablar de ella y de preguntarme. (p.78).
Y en el caso de Caicedo (1998), donde cuestiona la personalidad de las personas, ninguno
es quien cree que es, tan solo es un telón enorme de la pútrida esencia que en realidad es:
Conozco un amigo que le da miedo pensar en él, porque sabe que todo lo de él es
mentira, que él mismo es una mentira, pero que nunca ha podido –puede- podrá
aceptarlo. Sí, es un amigo que trata de ser fiel, pero no puede, no, lo imposibilita
su cobardía. (p.37).
Una duda recurrente persiste a la hora de hablar de las distintas obras, una de ella es, ¿qué
hubiese pasado si los escritores hubiesen sido ricos? Es normal que la persona en la posición más
de baja de una estructura social juzgue el porqué de su lugar y de los demás, como las diferentes
situaciones por las que se tiene que pasar por pertenecer a dicho lugar. De lo anterior, cada autor
no por su capricho no pertenecía a una clase social muy alta. Y de haber sido así, se duda que el
diario de Ana sea lo que es hoy, al igual de que Toole se quejara de la guerra, de la alienación de
vivir en una ciudad importante y de la comercialización de la religión cuando tal vez este y su
familia hipotéticamente adinerada se aproveche de ella. Caicedo no tendría un cuento que se
llamará infección, en realidad no tendría cuento, como ser adinerado lo que menos le importaría
sería comunicar a la humanidad el deterioro por el que pasan. La importancia de que por ejemplo,
Ana (1982), fuese de una familia poco agraciada financieramente permite que esta, tenga la
posibilidad de cuestionar y alegar sobre la condición adinerada de los demás, de otra forma, no
habría un eje importante para ser literatura, la liberación de ideologías, tómese por ejemplo el
cuento de ella misma, “Dar”:
Todos los hombre nacen iguales y todos han de morir. Nadie puede llevarse de este
mundo sus riquezas. La fortuna, el poder y los honores duran pocos años. ¿Por qué
aferrarse, pues, con tanto afán a lo que es efímero? ¿Por qué, los que tanto tienen
no pueden dar a sus semejantes lo que a ellos les sobra? (p.116)
Ahora bien, algo que debe resaltarse a este punto es la contraposición que se hace en las
tres obras, en especial a la hora de vivir. Ana, quiere vivir, sin importar que tan malo haya sido el
panorama para ella, siempre quiso vivir, sin importar qué obstáculos le pusiese la vida. Ana (2007),
en su diario siempre lo manifestó: “Créeme, un año y medio de encierro es demasiado. Nos
volvemos injustos e ingratos. Pero los instintos no se dejan sujetar. ¡Quisiera bailar, silbar, ir en
bicicleta, ver mundo, disfrutar de mi juventud, ser libre!”. (p.135). David, tan solo vive, sin
decisión a cambiar o rehusarse, ya que no hay manera de que el evitase aquella vida, tenía que
acoplarse como fuese. Y por parte de Caicedo, en su cuento, el personaje no quiere vivir, a pesar
de que no lo expresa, es obvio sus ganas de dejar este supuesto mundo, así tal vez el odio por las
personas que habrían producido esto, no sería tan malo, que coincidencia que pasó así.
Dando un panorama casi completo de las obras, hay un aspecto importante faltante ¿cómo
se configuran cada una en la actualidad? Uno de ellos, es que tanto Ana, Toole, y Caicedo son y
fueron productos para el capitalismo tan caníbal. Cosas de las cuales se le atribuye a la modernidad,
si cada autor en su momento describió el horror y desagrado de su realidad, muchos aún añoran
que lo mismo suceda en este tiempo, que llegue un autor que no busque como muchos el dinero,
ni la fama, sino lo característico de la literatura, una obra que revolucione, como lo planteaba
Sartre. Por lo menos tenemos consuelo, que mientras llega aquella obra, podremos distraernos con
muchas que fueron en su momento obra literaria.
En conclusión, el sentido y significado de cada obra, siempre radicará en el lector y en el
crítico. El primero, porque será a través de la lectura subjetiva, que logre transportarse al momento
en el que transcurren los sucesos dentro de la obra. En el segundo, porque el crítico tiene la tarea
de ver en la obra sus distintos componentes, los cuales serán fundamentales para que un texto
pueda ser catalogado como obra literaria o no. Así, tanto el lector ordinario, como el crítico, serán
esenciales para que la obra no sea tan solo un medio de transmisión sin sentido, sino un texto capaz
de llegar a las personas, para que estas salgan, aunque sea por un momento de tan asfixiante
realidad, que a tantos enoja y decepciona. Por ello, siempre serán recordadas frases como:
“Bienaventurados los imbéciles, porque de ellos es el reino de la tierra.”, “Me puedo sacudir de
todo mientras escribo; mis penas desaparecen, mi coraje renace” y “Eso me hacía pensar en cómo
las personas a veces pueden hacer cosas de las que nunca las habrías creído capaces”, de
escritores que a tan corta edad lograron ser reconocidos por haber tenido el coraje de describir toda
la carencia de verdad del mundo que les rodeaba, de la mejor forma posible, la literaria.

Referencias
Andersen, H. C. (2005). El traje nuevo del emperador. Bogotá: Editorial everest.
Caicedo, A. (1992). Calicalabozo. Bogotá: Editorial norma.
Camus, A. (2008). El extranjero. Bogotá: Editorial atenea.
Dufrenne, M. (1972). Estructura y sentido. La crítica literaria. En Estructuralismo y literatura (pp.
207-223). Buenos aires: Editorial nueva visión.
Frank, A. (2007). Diario de Ana Frank. Bogotá: Berbera editores.
(1982). Cuentos. Barcelona: Plaza y janes editores, s.a.
Kennedy, T. J. (2006). La biblia de neón. Bogotá: Editorial anagrama.
Lotman, J. P. (1972). Sobre la delimitación lingüística y literaria de la noción de estructura. En
Estructuralismo y literatura (pp. 109-123). Buenos aires: Editorial nueva visión.
Sartre, J. (1970). ¿Para qué sirve la literatura? España: Proteo.

Escrito por:
Jojhan Mauricio Paez Bello 20162160322
Ivonne Damaris Ariza García 20162160003

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