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CAPÍTULO V
EL HELENISMO
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EL OCASO DE LA POLIS
I Hemos visto ya que en el siglo IV los cínicos habían hecho esta traslación.
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LAS MONARQUÍAS HELENÍSTICAS
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LOS EPICÚREOS
Epicuro fundó su escuela en Atenas en el año 306. Fue una escuela de larga
vida que tuvo su exponente más conocido dos siglos más tarde en Roma: el
poema De rerum natura de Lucrecio.
La doctrina epicúrea puede sintetizarse en torno a tres conceptos nuclea-
res: el materialismo por lo que respecta a la cosmologia, el hedonismo por lo
que respecta a ética y el utilitarismo por lo que respecta a la filosofía social.
Es un materialismo que recoge la doctrina atomista con el azar como últi-
ma explicación del orden del mundo. Con respecto a los seres vivos defiende
por primera vez claramente la evolución. También el hombre y la sociedad
humana están dentro de este proceso natural. El hombre en un principio es un
animal errante y solitario. Para sobrevivir en un ambiente hostil el hombre se
une a otros hombres. No se trata de un instinto de sociabilidad. Se trata única-
mente del deseo individual de felicidad, cuyo objetivo inmediato es la seguri-
dad. De modo accidental los hombres descubren el fuego y a partir de él van
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LOS ESTOICOS
* * *
Sobre estas ideas de filosofía antropológica y social construyeron los estoicos
su pensamiento político, cuyo esquema podríamos sintetizar diciendo que
proyecta a escala universal los dos principios básicos de la polis según Aristó-
teles: la comunidad de iguales y el imperio de la ley. Respecto a lo primero, los
estoicos proclaman la igualdad de todos los hombres, pero de acuerdo con la
primacía de la interioridad, se trata de una igualdad interior que no tiene por
qué reflejarse en las condiciones sociales, ya que éstas son todas indiferentes,
incluso la esclavitud. La igualdad estoica, a base de hacerla interior, resulta
ineficaz. Bastará con que cambie la actitud hacia las cosas exteriores para que
el principio estoico se transforme en el importante principio de todos los dere-
chos humanos. Respecto al segundo principio, los estoicos tienen el honor de
haber sido los creadores del concepto del Derecho natural cuya formulación
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EL HELENISMO 71
definitiva dará Cicerón. Hay una ley natural que impera allí donde hay una
sociedad humana y a la que deben ajustarse todas las leyes positivas. La ley
natural va a operar como un principio crítico de toda decisión política. Se ha
observado que el pensamiento político estoico va en sentido contrario al de
Aristóteles: como los hombres no son iguales, pensaba el Estagirita, la comu-
nidad sólo puede darse a nivel restringido; como todos los hombres son igua-
les, pensaban los estoicos, sólo hay una comunidad universal, la cosmópolís.
Los estoicos llenaron de contenido positivo la cosmópolis de los cínicos.
Los estoicos toman una actitud positiva respecto de la vida política. En pri-
mer lugar, conciben la formación política en función del Derecho, más exacta-
mente en función de los dos Derechos: el local positivo y el universal natural.
La definición estoica de polis, que será recogida por Cicerón, es muy significa-
tiva: agrupamiento humano que habita en un territorio y se rige por un Dere-
cho. Es muy importante la presencia del Derecho en la definición. La estructu-
ra política aparece como garante del Derecho, que en último término es Derecho
natural. En segundo lugar, valoran positivamente la actividad política, frente
al quietismo predicado por Epicuro. En tercer lugar, proponen como forma
política ideal la vieja Esparta tal como la constituyó Licurgo. En cuarto lugar,
ponen su acento sobre el orden, lo cual a nivel político significa una cierta acen-
tuación de la relación de subordinación sobre la de participación. Esto se ex-
plica muy bien, supuesta la interiorización de la libertad que es propia de la
antropologia estoica. La libertad no se entiende tanto como capacidad de par-
ticipar en la elaboración del orden social cuanto como capacidad de someterse
a él por puro convencimiento personal de que dicho orden es razonable. Final-
mente, se tenía que producir en moralistas tan exigentes como los estoicos una
natural desconfianza hacia la democracia y una natural inclinación hacia algu-
na especie de despotismo ilustrado. A pesar de la preferencia teórica por la
constitución mixta, las circunstancias les empujaban a valorar la monarquía.
Esta inclinación explica muy bien la abundancia de reyes helenísticos que tu-
vieron como consejeros o pedagogos a sabios estoicos, abriendo la serie Antígo-
no II de Macedonia, amigo de Zenón. La política estoica siguió un camino in-
verso al de Platón: este quería hacer rey al sabio; los estoicos, que parten de la
realidad monárquica, pretenden hacer sabio al rey.