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El Perú y las Cortes de Cádiz.

Los reformistas criollos frente a los separatistas y


absolutistas
La Pepa: 200 años

Por: Antonio Zapata Velasco (Historiador)


El 19 de marzo de 1812 en Cádiz se proclamó la primera
Constitución española; era el día de San José y recibió el nombre de la
Pepa. Fue una Constitución liberal que llegó a regir en América colonial y
recibió entusiasta apoyo criollo. Los partidarios de Cádiz constituyeron un tercer partido, entre la
independencia y el absolutismo; su carta finalmente se perdió y han sido olvidados, pero en su momento
fueron una opción que avanzó bastante y solo se rindieron ante poderosas fuerzas externas que los
rebalsaron. Veamos la historia.

Los acontecimientos se precipitaron tras la invasión napoleónica de la Península Ibérica, la prisión de sus
reyes y la proclamación de José Bonaparte como nuevo rey de España. Los franceses fueron rechazados
en diversos lugares y se inició la guerra que los historiadores peninsulares llaman “independencia”,
contra la invasión francesa. Los pueblos españoles formaron Juntas, para gobernar en nombre del rey
Fernando VII, que se hallaba preso de Napoleón. Ese movimiento juntista llegó a América y con su
extensión comenzaron las guerras latinoamericanas por la emancipación.

Hubo Juntas en todas las ciudades importantes de Hispanoamérica, salvo en México y Lima. Las capitales
de los viejos virreinatos fueron inmunes al proceso político que estremeció al resto de la región. Aunque,
en el interior de ambos virreinatos también hubo rebeliones contra el poder central. En el caso del Perú,
los insurgentes se levantaron en Tacna, Huánuco y Cusco.

¿Por qué los criollos de los virreinatos más antiguos fueron más conservadores? Los historiadores han
encontrado que hubo razones negativas y también estímulos positivos. Entre las primeras destaca el
miedo al indio. Los criollos habrían actuado movidos por el temor a una sublevación indígena que
alterara el orden social, si se cuestionaba el vínculo político con España. Por su lado, el principal estímulo
positivo fue la convocatoria a Cortes, para redactar la Constitución cuya aprobación cumple 200 años.

Es decir, cuando los franceses habían ocupado las dos terceras partes de la Península y la resistencia era
desesperada, los españoles abrieron una oportunidad de participación política. La Constitución de Cádiz
establecía una monarquía constitucional, cuyo congreso sería integrado por diputados provenientes de
España y de Hispanoamérica, electos en pie de igualdad.

Los criollos de una buena parte del Perú, y sobre todo de Lima, optaron por esa propuesta política,
buscando reformar las relaciones con España antes que separarse de ella. La temprana opinión pública
letrada estuvo a favor de la igualdad con las provincias peninsulares y lograr un tratamiento no como
colonia sino como reino. A su vez, buscaron influir en España y no limitarse a la esfera local.

Así, el criollo peruano Vicente Morales Duárez presidió algunas sesiones de las Cortes y otro limeño,
José Baquíjano y Carrillo, fue electo miembro del Consejo de Regencia, que ejercía el Poder Ejecutivo
en nombre del rey preso. Preferían ser “cola de león antes que cabeza de ratón”. Quisieron cogobernar
España, en vez de independizar un país andino bañado por el lejano océano Pacífico.

La primera fase de la guerra de emancipación fue ganada por los reformistas. Su suerte se tornó adversa
cuando cayó Napoleón y fue liberado el rey de España. Al llegar a Madrid, Fernando VII restableció el
absolutismo, derogó la Constitución de Cádiz y apresó a los liberales, que habían resistido en su nombre
la invasión francesa. Ahí se terminó la chance de los criollos reformistas, su liderazgo fue disuelto por la
represión y carecieron de respuesta.
Después del regreso de Fernando VII, la guerra de emancipación pasó a ser librada por los polos
extremos, independencia versus absolutismo; mientras que, la carta tercerista e intermedia de la reforma
era dejada de lado. Por ello, los criollos de Lima llegaron apocados a 1821, la apuesta de su corazón
había sido derrotada de antemano. Ellos habían sido los hombres de la Pepa.

Fuente: Diario La República (Perú). Miércoles, 21 de marzo de 2012.


ndependencia de Argentina
Los argentinos había logrado independizarse de España en 1810, al derrocar la virrey Hidalgo de Cisneros (25-5-1810).
Durante algunos años lucharon contra la resistencia realista, ganando varias batallas como la de San Lorenzo (1813), donde
destacó don José de San Martín.

Desde el Virreinato del Perú también recibieron ataques realistas. Para enfrentarlos, enviaron tres ejércitos (1811, 1813 y
1815), pero fueron derrotados por las fuerzas del virrey Abascal.

Independencia de Chile
En 1817, un ejército argentino al mando del general José de San Martín cruzó la Cordillera de los Andes para luchar por la
Independencia de Chile. El mismo año los patriotas ganaron la batalla de Chacabuco, pero fueron derrotados en Cancha
Rayada. Finalmente, el 5 de abril de 1818, San Martín ganó la decisiva batalla de Maipú. Poco después, preparó su expedición
al Perú.

Independencia del Perú


En setiembre de 1820, San Martín desembarcó en Paracas y se instaló en Pisco. Poco después se trasladó a Huaura. Al
comenzar 1821, varias ciudades del norte se adhirieron a los patriotas. Mientras tanto el general José de La Serna dio un
golpe de estado contra el virrey Pezuela (29-1-1821) y negoció el retiro de San Martín en la Conferencia de Punchauca (2-
6-1821).

San Martín rechazó retirarse y decidió sitiar Lima. Esto provocó que La Serna y sus tropas huyeran rumbo al Cusco. San Martín
ingresó a Lima y proclamó la Independencia del Perú el 28 de julio de 1821.

Don José de San Martín gobernó Perú con el título de Protector hasta el 20 de setiembre de 1822. En esta fecha se retiró sin
haber expulsado al ejército realista de la sierra sur del Perú.
Fuente: http://resumen-corto.blogspot.pe/2013/06/resumen-corto-de-la-corriente.html

Corriente Libertadora del Norte

Se llama así a la campaña independentista liderada por Simón Bolívar entre 1810 y 1826. Se inició
luchando por la libertad del Virreinato de Nueva Granada (Colombia, Venezuela y Ecuador) y terminó
al conseguir la independencia de Perú y Bolivia.

Independencia de Colombia, Venezuela y Ecuador

Después de una década de sangrientos enfrentamientos, Simón Bolívar consiguió la independencia de


Colombia al derrotar a los españoles en la batalla de Boyacá (7-81819). La independencia de Venezuela
la consiguió al vencer en la batalla de Carabobo (24-6-1821) y la de Ecuador al ganar en Pichincha (24-
5-1822).

Independencia del Perú

En julio de 1822, Simón Bolívar se entrevistó con don José de San Martín en Guayaquil. El resultado fue
el retiro de San Martín del Perú para que su campaña libertadora sea culminada por Bolívar. Éste llegó
a Lima en setiembre de 1822 y fue nombrado Dictador del Perú en febrero de 1822. Así, al mando del
Ejército Unido Libertador derrotó a los españoles en la batalla de Junín (6-8-1824) y su lugarteniente
Antonio José de Sucre los venció en la decisiva batalla de Ayacucho (9-12-1824).
http://corrientelibertadoradelnorte.blogspot.pe/2012/11/corriente-libertadora-del-norte-resumen.html
LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ: Entrevista a Scarlett O´Phelan

Gracias al Reportero de la Historia encontré la entrevista de Verónica Uribe a la prestigiosa historiadora


ScarlettO’Phelan, experta en rebeliones indígenas del siglo XVIII y el proceso de la independencia del
Perú. Se reproduce aquí tres preguntas que giran en torno a sus temas de investigación.
¿Hay muchos mitos alrededor de la independencia del Perú?
Bueno, en el artículo “El mito de la independencia concedida” intento mostrar que en las primeras juntas,
las de La Paz y Quito, hubo participación de criollos peruanos. Esto quiere decir que los peruanos no
estuvieron al margen de este proceso de luchas por las autonomías regionales que se dio tras el vacío
de poder que dejó la salida de Fernando VII. Aunque en la segunda fase del proceso de independencia
ya hay un repliegue de estos sectores y aparecen nuevas figuras importantes como San Martín y Bolívar,
eso no significa que no haya habido un deseo de independencia surgido desde el Perú.

¿Qué nuevos proyectos tiene Ud. para la Universidad de Cambridge?


La idea del proyecto es trabajar, por un lado, el proceso de las juntas de gobierno, y por otro, ver los
diferentes casos continentales. Me interesa explicar el particular caso de la independencia del Perú en la
medida en que aquí no hubo una élite dirigente clara que llevara a cabo este proceso. Lo que hubo en
el Perú fue mucha participación de comunidades indígenas, de castas de color.

¿Qué aspecto falta investigar en el proceso de independencia en los Andes?

Por ejemplo, alrededor de un personaje central como Túpac Amaru no se ha tocado mucho el hecho
de que él era un cacique ilustrado, un individuo muy metido en todo lo que significó la Ilustración.
Siempre se ha enfatizado su parte indígena, que por supuesto existió ya que era un hombre entre dos
mundos, pero la parte ilustrada que lo caracterizaba se ha dejado de lado.

FUENTE: http://www.amautacunadehistoria.com/2008/09/scarlett-ophelan-y-la-independencia-del.html

ENTRE LA REFORMA Y LA REVOLUCIÓN: LA INDEPENDENCIA PERUANA EN DEBATE


Por: Historiador Daniel Morán-2008

A continuación, ofrecemos las diferentes interpretaciones que existen sobre la independencia en el


Perú. Con ese fin, se ha visto oportuno recurrir ‒a veces en demasía‒ a las citas textuales de los
historiadores que se ocupan del tema.
Es en respuesta a esto se editó “La independencia en el Perú: Las palabras y los hechos” de Heraclio Bonilla
y Karen Spalding. La finalidad, según ellos, fue poner al descubierto lo que la historia oficial con tanto
ahínco quería ocultar; que la “independencia fue concedida más que obtenida.” Aquella afirmación causaría
revuelo en el ambiente nacional y es a partir de aquel instante que la polémica en torno a la independencia
se mantendrá hasta nuestros días. Recordemos, entonces, que el debate marcó la confrontación de dos
maneras de comprender e interpretar la época de la independencia, una suerte de combate: historia contra
historia; la tradicional (historia oficial) y la nueva historia (historia crítica).

1. LA INDEPENDENCIA PERUANA COMO PROCESO


Para la historiografía (estudio de temas históricos oficial la
independencia es un proceso nacional, es el resultado de
una toma de conciencia colectiva. Lo cual demostraría la
unidad y uniformidad de la población peruana, es decir,
el Perú mestizo como el protagonista principal de la lucha
emancipadora. Es un proceso nacional, nos dicen los
tradicionalistas, porque abarca un período de tiempo en
donde se inicia con la rebelión de Túpac Amaru en 1780,
desarrolla, consolida y consigue en 1824 con las batallas
de Junín y Ayacucho - nuestra liberación de España, la
misma que se extendería a lo largo del virreinato
peruano.En apreciación de José A. de la Puente Candamo:
“La proclamación de la independencia que se va
produciendo en uno y otro lugar del Perú [...] constituye clara manifestación de un mismo proceso
humano, en el cual está presente una voluntad de autonomía [...] expresa un espíritu creado en un largo
proceso de madurez.”

Así, para la historia tradicional, todas las regiones del Perú buscaron la ruptura con el régimen colonial.
Además, la toma de conciencia colectiva lleva a entender que tanto los criollos, mestizos, indígenas, negros
y demás castas, hicieron suya la idea común de lograr su independencia. Los grandes desequilibrios sociales
dejaron de existir y todos unidos - en la sociedad mestiza - con una sola meta, obtuvieron el triunfo.
Veamos la siguiente cita: “El Perú llega a la independencia por un pausado y firme recorrido humano en
el cual cada persona, en su propia conciencia y en su momento, se adhiere a la causa de la separación de
España.”
Por su parte, Raúl Porras Barrenechea considera que “cincuenta años de trabajo costó la libertad en el
Perú”, y que la conciencia revolucionaria de los peruanos estuvo formada desde antes de la crisis española
de 1808. En pocas palabras, para Porras “la idea de independencia había ganado en el Perú todos los
espíritus” y, por lo tanto, era inminente la ruptura con España.

Aquella tendencia nacionalista de la independencia iba a ser refutada por Heraclio Bonilla y Karen
Spalding. En su opinión, la independencia fue un proceso, pero no nacional. Las diferentes regiones del
virreinato no tenían los mismos intereses ni deseaban la separación definitiva. Igualmente, es erróneo
hablar de una toma de conciencia colectiva por la mayoría de peruanos, así como la formación de un
Perú mestizo. Porque no existió una unidad en la sociedad colonial. Ésta fue “altamente estratificada y
diferenciada y sus líneas de separación y de oposición fueron trazadas a partir de criterios económicos,
raciales, culturales y legales.” Es una sociedad heterogénea con un gran abismo social, en donde no es
apropiado sustentar la existencia de una sociedad mestiza como autora de la independencia. Para Bonilla
y Spalding, los argumentos de la historia tradicional al respecto tratan de ocultar el conocimiento real y
objetivo de las grandes fisuras sociales existentes en el período colonial peruano. En esa misma línea de
interpretación, John Lynch afirmó que la sociedad colonial estaba marcada por profundas divisiones
sociales y económicas, lo cual impedía una posible unión fuerte y duradera de los diferentes grupos sociales
a favor de la independencia.Incluso, recalca que existieron divisiones dentro de cada una de las mismas
clases sociales, por lo cual no lograron formar un sector homogéneo y cohesionado.

Esta fuerte diferenciación social explicaría entonces el fracaso de los levantamientos autónomos sucedidos
en el virreinato peruano, que no, precisamente, buscaron la emancipación de España.
Sin embargo, la historiografía tradicional ha querido encontrar como sea causas netamente internas en el
proceso estudiado. Así, consideran que la rebelión de Túpac Amaru en 1780 marcaría el inicio de la
emancipación. A través de tal afirmación quieren probar que la independencia siempre estuvo inmersa en
las conciencias de los peruanos.
En forma contraria a dicho argumento, Bonilla y Spalding afirman que: “Esta rebelión, a pesar de lo que
corrientemente se afirma, no tuvo vinculación directa con la independencia [...] se produjo cuatro décadas
antes y fracasó”.Incluso, en opinión de la mayoría de los historiadores de la historia crítica, así como de
Charles Walker y Sarah Chambers, la rebelión en vez de causar una propagación del descontento popular
y la búsqueda de libertades, ocasionó la consolidación del orden colonial. Debido a que el gobierno
virreinal llevó a cabo una represión brutal contra todos aquellos que habían participado en la insurgencia.
Los criollos, que en un primer momento apoyaron la lucha del cacique de Tungasuca, pronto le dieron la
espalda al ver la peligrosidad que causaba la movilización indígena. Porque pensaban que sí triunfaba
podría haberse convertido en una revolución social que alterara las estructuras coloniales y con ello su
situación privilegiada, pasando así todo el poder a las clases populares. Aquel sería un antecedente por el
cual la elite limeña, posteriormente, luchó contra cualquier intento revolucionario, pues, temían que se
volviera a repetir sucesos pasados que hicieran temblar su base de poder y estabilidad.
Asimismo, es evidente que: “Estas diferencias, por otra parte pueden traducir también antagonismos
económicos y sociales concretos entre [los] grupos criollos.” En ese sentido, entendemos el no éxito de
las rebeliones de Huánuco (1812) y Cuzco (1814). El temor criollo y la fragmentación interna de los grupos
involucrados en la lucha, así como la represión armada enviada desde Lima jugaron en contra.
En los mencionados hechos históricos se demuestra, según la historia crítica, la incesante persistencia de la
historiografía tradicional por encontrar causas netamente internas en el proceso independentista.
El contexto internacional en que estuvo inmersa la corona española es tomado como simples influencias
rechazando “todo nexo orgánico entre el mundo internacional y la situación peruana.” Sin embargo, los
tradicionalistas se olvidan que la independencia del Perú y Sudamérica fue posible gracias a la crisis del
Estado metropolitano. La invasión francesa a la península en 1808, motivó que el imperio español
estuviera más preocupado en lograr su propia liberación, que en dedicarse a resolver los problemas de sus
colonias en América. Así, la mayoría de historiadores - a excepción de la historia tradicional - creen que
estos “acontecimientos europeos desencadenaron el comienzo de los movimientos de la independencia
en Hispanoamérica.” Considera a La Gran Rebelión de 1780 como un movimiento precursor de la
independencia.
En el caso de Alberto flores Galindo los planteamientos son distintos. Si bien coincide en la importancia
de la crisis española para el desarrollo de las revoluciones americanas, cree, sin embargo, que la revolución
de Túpac Amaru II “proponía una alternativa frente al orden colonial. Por eso no se trató sólo de un
levantamiento: fue una revolución popular [...] Es así como la independencia comenzó en el Perú antes
que en otros territorios del imperio español.” Su posición en este punto se acerca a los planteamientos de
los tradicionalistas.
En cambio, ScarlettO’Phelan Godoy, a través de sus investigaciones sobre los movimientos sociales
anticoloniales del siglo XVIII en Perú y Bolivia, inserta a la rebelión de Túpac Amaru en la cima de las olas
de protestas sociales de aquel siglo. Para ella, dicha rebelión sacudió los cimientos del edificio colonial
peruano y propuso, aunque limitadamente, una alternativa de gobierno entre los habitantes de
América. Pero aquel movimiento “tuvo una naturaleza más reformista que revolucionaria.” En
definitiva, O’Phelan concluye que la rebelión no puede ser calificada como una revolución. Aquí
contradice la tesis de Flores Galindo.

John Fisher uniéndose al debate afirma que la rebelión de


Túpac Amaru e incluso la del Cuzco en 1814: “fueron
conservadoras en términos de sus objetivos sociales y
económicos fundamentales.” No se puede negar el
descontento local y regional que existía en el virreinato
peruano, pero de allí que los rebeldes quisieran romper
totalmente con España, no es la tesis más apropiada. El
significado de aquellas rebeliones, según Fisher, estaría en
una especie de recordatorio de la amenaza potencial de una
actividad revolucionaria de esa magnitud, ocasionaría a los
intereses y a la posición socio-económica privilegiada de los grupos criollos.
Sería, sin embargo, en palabras de O’Phelan, la crisis de 1808 la que ofrecería las condiciones objetivas
para la lucha independentista en el Perú y América.
Como hemos podido apreciar, las posiciones en torno a este punto tienen sus similitudes como sus
marcadas discrepancias.

2. EL PAPEL DE LOS ACTORES HISTÓRICOS EN LA INDEPENDENCIA


Al final, en apreciación de Bonilla y Spalding: “la elite peruana no luchó por la independencia. Se
conformó y se acomodó” a las circunstancias del tiempo. Aquí apreciamos el carácter dubitativo de
aquella clase social. Y el por qué John Lynch denominó a la independencia peruana como una revolución
ambigua.
Las causas de esa actitud de la elite son complejas, pero, podemos señalar, siguiendo a Pablo Macera, que
los criollos no se decidieron ni por el cambio político debido a que sus intereses económicos estaban en
juego y por su temor a una posible transformación radical que atentara contra aquellos intereses.Era casi
imposible pedir a la elite peruana, más aún limeña, que rompiera con el sistema vigente, pues su
predominio y poder radicaba en el mantenimiento de dichas estructuras. Además, internamente no
existieron ni las bases materiales ni los fundamentos ideológicos que impulsaran a la liberación. La
ideología de la elite no estaba estructurada. Dicha clase social no había tomado conciencia de sí misma
como grupo diferente y opuesto al de España. Su marco ideológico seguía siendo aún netamente colonial
y tradicional. En esencia, los liberales peruanos “eran sobre todo críticos del régimen antes que rebeldes.”
La historia tradicional, en forma contraria, va a entender aquel comportamiento de la elite, en un primer
momento, como algo natural debido al ambiente cambiante de la época. Posteriormente, esa
incertidumbre, según los tradicionalistas, terminó y se pasó de una fidelidad inicial a la corona al inevitable
reconocimiento de separación.
En ese sentido, la historia tradicional ha puesto especial atención en el análisis de los precursores e
ideólogos de la emancipación. Algunos de ellos reformistas en un inicio y luego separatistas. Así, tenemos
a Túpac Amaru, Baquíjano y Carrillo, Rodríguez de Mendoza, Viscardo y Guzmán, Hipólito Unanue,
Sánchez Carrión y una lista más amplia que no sería este el momento de enumerar.
Afirmando la importancia de estos personajes en la independencia peruana, Raúl Porras Barrenechea
consideraba que: “El movimiento de la independencia americana no pudo ser un hecho ni un impulso
violento, sin la idea revolucionaria, fruto ésta de una obra civil e intelectual de la cátedra y del periódico.”.
Más adelante insistía en que:

“Estallada la revolución el esfuerzo de los caudillos hubiera sido ineficaz sin el concurso de los hombres
del pensamiento y de la palabra que agitan y renuevan la conciencia política de los pueblos, transforman
la opinión, combaten las viejas instituciones e inauguran sistemas y leyes plenas de utópico optimismo.”
Nos atrevemos a pensar que es, precisamente, por aquel motivo que estos personajes tomaron la batuta
y las negociaciones en los últimos momentos de la lucha. No tenían otra opción. Estaban buscando
conseguir el mantenimiento de sus privilegios e intereses. Esas ideas revolucionarias de aquellos peruanos
- que menciona Porras Barrenechea - eran en realidad, desde nuestro punto de vista, las ideas y la
propaganda conservadora de la elite para lograr el dominio político que se les estaba escapando de las
manos. Era asentarse, definitivamente, en la cima de la pirámide social del nuevo Estado republicano,
cuidando sus intereses y no exclusivamente de las clases populares. De allí entendemos, la afirmación de
Porras, de que el pueblo fue el gran olvidado: “no le tocaron en los repartos del triunfo las ventajas
políticas ni las económicas y aun vio oscurecidas las de su gloria.”
Entonces, en palabras de la historia tradicional, el hombre peruano si vive el proceso de la emancipación.
Unos luchan, conspiran, mueren defendiendo el ideal de la separación; en cambio, otros dudan o están
en contra de aquel objetivo. Pero, de todas formas, “lo esencial es que existen sectores muy importantes
de peruanos, en diversos rumbos de nuestro territorio, que se esfuerzan [...] para hacer triunfar el principio
de la independencia.”
Aquí ya ingresamos al papel de las clases populares en el proceso de la emancipación peruana. Al revisar
los textos de los historiadores tradicionales, podemos advertir - como ya lo recordamos hace unos
instantes - la mayor importancia que se le da a los próceres, ideólogos y personajes ligados a la vida
política. El pueblo es nombrado, pero no con el verdadero valor que merece. Se prefiere hablar del
hombre peruano y no de las diferentes clases sociales existentes en aquel período. Es que expresar los
intereses disímiles y contradictorios entre dichas clases mancharía al peruano unido y mestizo que logra la
emancipación. Aún así, la historia tradicional cree en la decidida participación de los peruanos en la lucha
por su liberación.

ACTIVIDADES
Contesta a las siguientes interrogantes de acuerdo a su enunciado.

CRITERIOS ANALÍTICO CREATIVO PRÁCTICO


¿Qué falló o faltó en nuestro proceso Demuestra… ¿Cómo podría ¿Cómo se aplica la Historia del
histórico para que se diga que la aplicarse la teoría de la proceso independentista a
Enunciado 1

Independencia fue concedida? gravedad a la Historia en el nuestra propia vida?


proceso independentista?
¿Cómo sucedieron los ¿Cómo podría haber ¿Cuáles son las
acontecimientos en el Río de la favorecido “el apoyo repercusiones de la
Plata, Chile y Caracas para que externo” que recibió el Independencia del Perú?
desemboque en la Independencia Perú frente a la rendición
Enunciado 2
de América? de los españoles ?

1. Si pudieras aparecer en alguna situación de la Historia, ¿Qué verían y qué harían?


2. Describe un problema que algún personaje de la historia deberá enfrentar y predice cómo resolvería este
personaje.
3. Registre un pasaje de la Historia que les haya resultado interesante. Dí lo que registraste.
4. Describe un momento en el cual hayan experimentado una situación o sentimiento similar a algo descrito
en la Historia.
5. ¿Qué cosa de la Historia les recuerda a algo de su propia vida?.

EL PRIMER CONGRESO PERUANO

La primera convocatoria a congreso constituyente fue realizada por el general don José de San
Martín mediante el Decreto Nº 146, del 27 de diciembre de 1821. Para dar cumplimiento al
dispositivo mencionado se conformó una comisión encargada de preparar el reglamento de
elecciones y se fijó el número de diputados -79 propietarios y 38 suplentes-, los cuales serían
elegidos con arreglo al cálculo de la población de cada departamento.
Formalmente instalado el 20 de setiembre de 1822 aún bajo el Protectorado San Martín,
predominó la tendencia liberal, asumió el sistema republicano y actuaba bajo inspiración
ideológica de Toribio Rodríguez de Mendoza, quien dirigió las juntas preparatorias para la elección
del primer presidente del parlamento. Las primeras sesiones se desarrollarán en la sede del
Convictorio de San Carlos
Francisco Javier Luna Pizarro, clérigo arequipeño, asumió la primera presidencia del congreso
republicano.
“Fue esta asamblea una reunión de hombres ilustres. Muchas de las figuras mejores de la época,
en el clero, el foro, las letras y las ciencias sentáronse entonces en los escaños legislativos. Entre
titulares y suplentes, de 1823 a 1825, hubo una mayoría de veintiséis eclesiásticos y veintiocho
abogados. En número muy inferior estuvieron los médicos (ocho), los comerciantes (nueve), los
empleados (seis), los militares (cinco) y los propietarios (cinco). Once diputados propietarios y tres
suplentes no eran peruanos de nacimiento. Había entre ellos nueve de la gran Colombia, tres de
la Argentina, uno del Alto Perú y uno de Chile.” (BASADRE; 2005)
Con la instalación del primer Congreso Peruano y el retiro de San Martín, fue evidente el triunfo
republicano. Así, llegó a su fin la tendencia monarquista, aunque posteriormente Riva Agüero
intentará con este discurso sanmartiniano pactar con el virrey La Serna, razón por la cual Bolívar
terminó acusándolo de traición.
Este primer parlamento republicano liberal, inició suprimiendo todos los títulos de castilla y sus
equivalentes sanmartinianos, además desautorizó la misión García del Río (búsqueda de un
príncipe europeo). Sus objetivos fueron: Promulgar una constitución, elegir un representante del
Estado y terminar con la amenaza española en el Cusco.
Bolívar y la Ilustración
“Bolívar fue un reflejo de la época en que vivió, y en el podemos advertir las huellas de las ideas
ilustradas, las democráticas, las absolutistas e incluso contrarrevolucionarias. Además de
Montesquieu y Rousseau, O´Leary menciona otros autores que le marcaron de forma especial:
Hobbes y Spinoza, Helvetius, Holbach y Hume. Esto no significa, sin embargo, que esos pensadores
ejercieran una influencia precisa o exclusiva sobre él. Leía bastante, y lo hacía para ejercitar la
mente y educarse a sí mismo, para adquirir conocimientos en general y no tanto buscaba seguir un
programa específico. (...) En su estudio de los filósofos de los siglos XVII y XVIII encontró fuentes
que consideraba intelectualmente estimulantes y que le ayudaron a desarrollar sus ideas, pero es
muy probable que su lectura le sirviera más para reafirmar y ampliar su forma de ver el mundo
que para crearla: escepticismo y liberalismo no fueron producto de sus estudios, pero éstos
contribuyeron a confirmarlos.(…) Insistir demasiado en los orígenes intelectuales de la revolución
bolivariana y poner énfasis excesivo en la influencia del pasado es oscurecer su verdadera
originalidad. Bolívar no era un esclavo de los ejemplos de Francia y Norteamérica. Su revolución
fue única, y, al desarrollar sus ideas y políticas, no se preocupó por imitar modelos del mundo
occidental, sino por responder a las necesidades de su propia América.
Bolívar no leía para imitar sino para equipar su mente y estar en condiciones de realizar un análisis
propio a la hora de diseñar políticas nuevas. Más allá de la filosofía, lo que le interesaba era la
ilustración aplicada y el liberalismo práctico. En ese sentido, él era el modelo de la revolución por
venir. Cuando le preguntaban la causa de la protesta americana, solía responder “los intereses
americanos”, y en cuanto a las ideas, estaban ahí para ser puestas a prueba y proporcionar
explicaciones. Desde su punto de vista, las raíces de las independencias había que buscarlas en la
deconstrucción del Estado criollo por parte de España, su sustitución por un nuevo Estado imperial
y la alienación de las elites americanas. Al resentimiento criollo se sumaba el malestar popular,
algo que los venezolanos habían observado en las colonias vecinas y advertían en su propio país,
una situación con mayor potencial para una revolución social que para un cambio político. En
esta secuencia, la ideología no ocupa la posición principal y no se le considera una “causa” de la
independencia. En cualquier caso, ésta era la época de la revolución democrática, una era en la
que las ideas cruzaban las fronteras en Norteamérica y Europa para no dejar ninguna sociedad
intacta. Luego, después de 1810, a medida que los hispanoamericanos empezaban a obtener
derechos, libertad e independencia, Bolívar invocaría las ideas para defender, legitimar y clarificar
la revolución, un momento en el que sus abundantes lecturas se convirtieron en una fuente de
argumentos y ejemplos.” (Lynch, 2010: 37-39).

Bolívar y la idea de libertad


“La libertad de los philosophes no era suficiente para Bolívar. La libertad como fin en sí mismo
podía no ser liberación. Esto era lo que pensaban los liberales españoles de las Cortes de Cádiz,
que suscribían las libertades defendidas por la Ilustración y estaban dispuestos a ofrecérselas a los
hispanoamericanos, pero con la misma determinación les negaba la independencia. En otras
palabras, era posible apelar a la Ilustración para garantizar una mayor libertad en el marco
hispánico y justificar un imperialismo reformado.(…)La Ilustración, por tanto, no llegó aplicar las
ideas de libertad e igualdad a las relaciones entre los pueblos, y no produjo una noción de
liberación colonial o de guerra de independencia. Esta tarea correspondería a quienes impulsaron
la independencia de Norteamérica e Hispanoamérica. En gran parte del mundo atlántico el
liberalismo pos ilustrado no fue por sí mismo un agente eficaz de emancipación. Jeremy Benthman
fue uno de los pocos pensadores reformistas de la época que aplicó sus ideas a las colonias,
defendió la independencia como principio general y dejó al descubierto las contradicciones
inherentes de aquellos regímenes que practicaban el liberalismo en casa y el imperialismo en el
extranjero. Sin embargo Benthman fue una excepción, y la mayoría de los liberales continuaron
siendo no menos imperialistas que los conservadores, un reflejo de los intereses de la nueva
burguesía y su deseo de mercados cautivos. Por consiguiente, las ideas de Bolívar sobre su
emancipación no pudieron inspirarse en las fuentes europeas e hispánicas. Al igual que los
protagonistas de la revolución norteamericana, el futuro Libertador tuvo que diseñar su propia
teoría de autodeterminación nacional, algo que hizo en el curso de la lucha por la independencia,
y esta fue una contribución a la era de la revolución, no por un producto derivado de ella. Bolívar
fue un ejemplo perfecto de una de las lecciones de la Ilustración, “piensa por ti mismo”, y de la
invitación rousseaniana a “ser uno mismo”.” (Lynch, 2010: 45-47)

Bolívar en el Perú
En 1823 Perú representaba un reto para Bolívar y su gobierno era el blanco de su desprecio. Tras
la partida de San Martín no había un gran libertador con el que pudiera negociar. Los criollos no
se comprometían, y era imposible confiar en la aristocracia. El presidente, desde febrero, era José
de la Riva Agüero, que se había hecho nombrar en el cargo con el grado de gran mariscal: “El
congreso premió no sólo con el poder político sino con el más alto grado militar al caudillo que
había provocado la rebelión de de la fuerza armada contra él y que no había actuado en una sola
campaña o en una sola batalla”. Poco dispuesto a liberarse a sí mismo, Perú era además renuente
a que otros asumieran esa tarea. Esto provocó entre la población un resentimiento mucho mayor
que el que había causado la presencia española, por lo que el nacionalismo peruano se manifestó
por primera vez no contra los españoles, sino contra los americanos. Con todo, los peruanos tenían
una cruz. Dos años de conflicto habían minado su economía, ya de por si frágil, además de reducir
su nivel de subsistencia a enfermedades como la malaria, la disentería y la tifus, así como las duras
condiciones climáticas de la época. En 1822 no estaban en capacidad de soportar el azote de una
nueva confrontación.
Bolívar sintió toda la fuerza de la xenofobia andina aun antes de haber entrado en Perú. Después
de la liberación de Quito estaba ansioso por perseguir al enemigo en el sur y ofreció su
colaboración a los dirigentes peruanos, pero su ofrecimiento no sólo fue rechazado, sino que la
prensa peruana lo vilipendió. “Parece que miembros del gobierno nos tienen más celos a nosotros
que miedo a los españoles”, comentó. Bolívar pensaba que tenía derecho de intervenir en Perú en
defensa de la revolución americana sin necesidad de que se le invitare: “Aquellos enemigos se
vienen para acá si yo no voy a contenerlos allí, y que el país enemigo no se debe considerar como
país extranjero, sino como país conquistable”. Con todo, dudaba se dirigirse o no a Perú,
consciente de la inestabilidad que dejaría tras de sí y el caos que tenía por delante: “El deseo de
terminar la guerra en América me impele hacia el Perú, y me rechaza, al mismo tiempo, el amor a
mi reputación”. En marzo de 1823 acordó destinar seis mil hombres a Perú, y en abril envió a
Sucre, su precursor elegido, para que estableciera el contacto con el gobierno peruano y asumiera
el mando de la división colombiana de avanzada. Sin embargo, en Perú estaba aislado, y la división
de las distintas facciones le impedía actuar. En junio una fuerza realista tomo Lima, y él a duras
penas consiguió evacuar la ciudad y salvar el ejército. “No es describible el estado de anarquía en
que todo estaba sepultado…he comprometido mi reputación y perdido a Lima estando en mis
manos el ejército. Crea U. que he maldecido el momento en que yo vine a Lima. ¡Cuánto ha sido
lo que U. ha exigido de mí!”, se quejó. El gobierno huyó al Callao, donde el Congreso depuso a
Riva Agüero y nombró a Sucre jefe supremo. No obstante, Riva Agüero se negó aceptar su
destitución. Para alivió de Sucre, se retiró a Trujillo, seguido por un grupo de congresistas, donde
reunió un ejército y disolvió el congreso. Este volvería a reconstituirse en Lima, después de que los
realistas hubieran abandonado la ciudad, para nombrar un nuevo presidente. Torre Tagle, al que
Riva Agüero se negó a reconocer y quien literalmente se compró un grupo de partidarios con
dinero del tesoro público.
Perú estaba partido en dos zonas, el sur, bajo ocupación española, y el norte, dividido por la
guerra civil. Fue esta situación de anarquía, en extremo inconveniente, lo que impulsó a la clase
dirigente peruana a solicitar la ayuda de Bolívar, que entonces tenía sus propios problemas dentro
del mundo revolucionario. (Lynch, 2010: 246-247) ”

El nacionalismo peruano y Bolívar

“El nacionalismo fue usado como un arma política en las disputas por el acceso a los cargos
públicos. Era un modo de descalificar a un adversario por un pesto público, y reducir el número
de competidores. La propaganda nacionalista acusaba a los extranjeros de no representar los
intereses nacionales, sino los suyos propios (y los intereses “nacionales” ajenos a los del Perú). Por
esta razón teórica no se les permitía ocupar pestos estatales más importantes, lo que fue ratificado
en las constituciones al estipularse el requisito de ser peruano de nacimiento para ocupar la
presidencia. Y la tendencia fue a ampliar esta restricción a otras esferas del Estado.
El nacionalismo apareció como un factor crucial en la política peruana con San Martín (con las
pasiones que creó Monteagudo) y, sobre todo, con Bolívar. En Trujillo, el presidente Riva Agüero
no aceptó que el congreso invitará Bolívar, un extranjero, a que finalizara la guerra de
independencia. Hubo sectores de la elite limeña que vieron a este último como un déspota
extranjero. Bolívar tuvo éxito con algunos miembros de ella, como Orbegoso, pero hubo un grupo
con el que podía tratar sólo usando medidas represivas. Una de las primeras órdenes fue el exilio
de Riva Agüero, acusándolo de haber mantenido conversaciones con los comisionados del virrey
La Serna y de haber traicionado la revolución.
En 1824 el congreso dio poderes dictatoriales a Bolívar, en aras de la eficiencia en la guerra de la
independencia y para evitar debates internos (los diputados estaban al tanto de las tendencias
anárquicas en otros países latinoamericanos). El poder total le fue entregado por el tiempo que
fuera necesario para liberar el país del dominio español. En 1825 el congreso fue bien controlado
por Bolívar y le volvió a otorgar poderes dictatoriales nuevamente, considerando que era el único
que podía salvar al país de la anarquía. De este modo, Bolívar ejerció un poder constitucional
cesarista con el cual podía silenciar todo reclamo nacionalista de “el Perú para los peruanos”. Pero
hubo una oposición abierta en las elecciones de 1826, que permitió al sacerdote Luna Pizarro, y a
otros diputados de Tacna, oponerse a la “mano dura” bolivariana, aduciendo que el libertador
tenía excesivo poder y que era extranjero.
Bolívar estuvo al tanto del desarrollo del nacionalismo en Sudamérica, que podía solucionar el
sueño de una confederación panandina: él veía el nacionalismo como la madre de la anarquía
política. Cuando dejó el Perú, el aconsejó al ministro Pando se olvidara de la Confederación de
los Andes porque entendía la inevitabilidad del deseo de la elite peruana de autogobernarse. Es así
que Pando debía crear una suerte de Estado bolivariano dentro de las fronteras peruanas.
Bolívar no estaba equivocado en lo que respecta a las fuerzas nacionalistas que el Perú escondía.
Su autoridad pudo mantenerlas en jaque pero, cuando se fue y le delegó el poder a San Cruz, no
pudo dejar su carisma. El golpe de Estado del 26 de enero de 1827 destruyó el Estado Bolivariano.
Mariátegui y Vidaurre condujeron el golpe en nombre de la libertad y de la nación peruana,
acusando a Bolívar de ser un dictador extranjero. (Aljovín, 2000:248-250)

Bolívar y la Constitución Vitalicia de 1826

“No obstante de haber sido derrotado, el argumento monárquico constitucional seguía siendo
respetado como una forma ideal de gobierno. Pando sería su principal defensor después de 1824.
Pando construyó su carrera pública como un liberal moderado que pensaba que una monarquía
constitucional era la mejor solución. Él fue sobre todo apreciado por sus conocimientos y por sus
relaciones internacionales. Antes de arribar al Perú en 1824 fue ministro de la administración
española, a comienzos de la década de 1820. Tuvo que huir cuando Fernando VII retomó el poder
absoluto. En el Perú fue ministro de Bolívar y Gamarra, y con ambos intentó imponer el orden y
difundir propaganda política. Pando organizó una reunión social en su casa en donde abrazó las
“ideas de orden”. Él favorecía la monarquía constitucional debido a que ésta reducía las pasiones
políticas y no necesitaba de elecciones presidenciales. La monarquía constitucional era una
combinación perfecta de libertad de libertad y orden, y contenía lo mejor de la monarquía y la
república. Una monarquía constitucional tenía que proteger las libertades individuales. Ella creaba
la armonía política a fin de desarrollar el país, pues la libertad y el orden llevaban al progreso. Así,
era importante tener un gobierno fuerte en un país como el Perú, donde el legado colonial había
creado una cultura servil.
El libertador Bolívar fue visto como la solución a la anarquía. Su carisma y su ejército le permitieron
consolidar su poder en el Perú. Él era como un Napoleón Bonaparte andino y tuvo el poder
necesario para redactar la constitución según sus propios objetivos. Su poder político convenció a
tres de sus seguidores de pedirle que construyera una monarquía constitucional que lo colocase a
él como rey de un Estado panandino. Sin embargo, Bolívar no aceptó el pedido por su animosidad
personal para con la monarquía y por la experiencia de Napoleón e Iturbide le mostró que para
el nuevo príncipe era extremadamente difícil mantenerse en el poder. Bolívar optó por una
solución distinta: la Constitución Vitalicia de 1826, que instituyó una suerte de combinación de
monarquía y república, y su sueño panandino (Perú, Bolivia y la Gran Colombia). Bolívar era
consciente de la inestabilidad política de un régimen republicano y de la estabilidad de la
monarquía, pero estaba fundando uno republicano. Ello no obstante, él se vio como el presidente
vitalicio del país panandino que sería el resultado de la anarquía. (…)
En la constitución de 1826, el poder estaba concentrado en un presidente que permanecería en el
cargo de por vida y que no era imputable ante el congreso. Había pocas limitaciones a la
presidencia pero sus funciones eran más limitadas: el comando del ejército y el nombramiento de
la administración pública de finanzas, paz y guerra. De otro lado, el vicepresidente, que sería el
sucesor del presidente, era elegido por éste y aprobado por el congreso. Sin embargo, el presidente
podía despedirlo y designar a otro.” (Aljovin, 2000:103-105)

Bolívar y los indios

“El proyecto bolivariano debió afrontar tensiones sociales en los territorios que liberó. Primero
con relación a los negros y los pardos, dada la conformación racial de la región caribeña del
virreinato de Nueva Granada (actuales estados de Panamá, Venezuela, Colombia y Ecuador), y
luego con relación a la población india, a medida que su ejército libertador avanzaba hacia el sur.
Liberada la Gran Colombia y trasladado su escenario de lucha al virreinato peruano Bolívar actuó
consecuentemente con su ideario democrático liberal, proclamando en 1825, luego de la
emancipación lograda en los campos de Junín y Ayacucho, la supresión de los servicios personales
de los indios, la abolición de los curacazgos y la distribución de las tierras de las comunidades entre
los indígenas. Su objetivo parecía muy claro: sentar las bases para la constitución de una nación de
ciudadanía extendida, sustentada en la pequeña propiedad rural, con los indios liberados de las
relaciones pre capitalistas que, además de perpetuar el carácter estamental de la sociedad, frenaba
el desarrollo de las fuerzas productivas. Las implicaciones reales de estas medidas para el Perú
fueron, sin embargo radicalmente diferentes de los objetivos que Bolívar soñaba. La abolición de
los curacazgos dio el golpe de gracia a las estructuras de poder de población indígena, debilitándola
en su conjunto frente a la arremetida de los criollos y mestizos, empeñados en heredar los
privilegios de las fuerzas coloniales.
(…) La abolición de la servidumbre indígena fue letra muerta, en gran parte gracias al
debilitamiento de las estructuras internas de resistencia de las poblaciones originarias. Y el “reparto
de tierras” entre los indios comuneros no cumplió su objetivo, puesto que estos tenían poderosas
razones para defender el régimen comunal. Pero la desprotección legal de las comunidades, en
cambio, abrió el camino a la expoliación de sus tierras por el latifundismo republicano, que en las
décadas siguientes arrinconaría a buena parte de la población indígena hacia las peores tierras, al
tiempo que se convertiría en un poderoso agente para la extensión de la servidumbre que Bolívar
quiso suprimir.” (Manrique, 1995: 40-41)

Bibliografía

Aljovín de Losada, Cristóbal (2000) Caudillos y Constituciones: Perú 1821-1845. Lima: PUCP-
Instituto Riva Agüero- Fondo de Cultura Económica
Lynch, John (2010) Simón Bolívar. Barcelona: Crítica.
Manrique, Nelson (1995) Historia de la República. Lima: Fondo Editorial de COFIDE.

Observar:¿De qué se da cuenta Ud. sobre las consecuenias de “La Pepa”


Haga una observación cuidadosa, no inferencias verificarse de primera mano; son aquelllas cosas en las
que todos pueden ponerse de acuerdo. Las inferencias don conclusiones basadas en información o
evidencia.

Pensar: Relacione lo que Ud. Observa con lo que ya sabe sobre el tema.
¿Qué similitud o diferencia nota entre lo que experimenta y lo que tienen guardado en la memoria?
¿Nota aspectos o elementos diferentes? ¿Recuerda sus experiencias de una manera diferente?

Preguntar:¿Qué curiosidades surgen de sus investigación? ¿Qué preguntas emergen de su


comparación entre experiencias actuales o más recientes y lo que usted supone que es verdad?¿Qué
otros factores causales pueden estar operando?

Historia

¿De qué manera los indíegas se


involucraron en ? ¿Que
Comunicación tendríamos que hacer nosotros ciencia
para sobrevivir en el futuro?

Matemáticas

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