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Soy madre de un niño de 13 años con un cuadro depresivo y trastorno de ansiedad por separación

o ansiedad generalizada, que incluye autolesiónes, dificultat de control de impulsos, hiperactividad,


fobias…
He tenido que recurrir a especialistas privados, porque los enfermos psiquiàtricos somos los
olvidados de la medicina nacional. Y digo somos, porque yo soy afecta de un trastorno afectivo
bipolar tipo II. En su día fuí ingresada. Estaba entre alchoolicos, drogadictos y sentí -y desde luego
no por los enfermos que allí éramos- como si me hubieran puesto un cartel de “marginada social”.
No hay sensibilidad social, ni conocimiento de lo que son estas enfermedades. La sociedad en la
ignorancia de lo que puede hacer una desorganización biológica cerebral nos califica de personas
que no están bien, por no decir locos. Se atreven a juzgar, a decir qué tienes què hacer e incluso
llegan a decir que los medicamentos son drogas. Que si quieres, puedes salir sin medicarte. He
llegado a oir tantas sandeces que estoy inmunizada contra la estupidez humana.
Sin embargo, si somos capaces de entender que el Alzheimer es una enfermedad, de que el Cáncer
és una enfermedad, ¿por qué resulta tan difícil entender que una persona con una enfermedad
psiquiátrica padece una enfermedad sin que por ello signifique que ha perdido el juicio y que ésta
situación persista para siempre?
Según la OMS, dentro de pocos años, las enfermedades psiquiátricas pronto pasarán a ocupar el
primer puesto a nivel mundial, en lo que a cantidad de personas afectadas se refiere.
Sin embargo, siguen sordos, ciegos e insensibles.
El dolor es exponencialmente mas cruel, si esta enfermedad se produce en nuestros hijos.
Padecemos la irresponsabilidad gubernamental, la incompetencia sanitaria, la ignorància social y
nuestra lucha y sufrimiento en la soledad propia de aquel que se sabe no comprendido, no
reconocido y no auxiliado.
Estamos solos. Pero a pesar de ello, jamás permitiré que mi hijo lo esté. Jamás permitiré que haga
de su enfermedad un tabú. Ni que le marginen, ni que le ignoren. Ni que crea que por ello está
descapacitado, cuando a mi juício, los granes descapacitados son precisamente los que hoy ocupan
cargos directamente relacionados con el poder de decidir y el actuar en consecuencia.
Aunque a veces parecemos no importar a nadie, debemos negarnos a vivir y a permitir que nuestros
hijos crezcan y padezcan la ceguera, el silencio y la ignorancia, luchando con toda nuestra fuerza,
para proteger su y nuestra dignidad, reclamando y exigiendo el deber como personas, a recibir lo
que por humanidad y responsabilidad nos toca y sin embargo, se nos ignora. Callar las voces
ignorantes que hablan sin saber, que aconsejan sin conocimiento y demandar cualquier abuso,
cualquier imposición así como cualquier deficiencia que exista o pueda existir. Exigir una
concienciación general a nivel gubernamental y social, tal como lo hacen con el mal trato de género,
con campañas de ayudas sociales a personas ciegas o con síndrome de down, a enfermos de
alzheimer, a no beber si se conduce, etc. etc.
En el mundo que habitamos desgraciadamente, todo funciona igual. Hasta que alguién con poder no
se implique, hasta que no hagamos ruído y molestemos a los responsables con trajes de ejecutivo
y poca implicación por conveniéncia política o económica, esto no se solucionará. Seremos en un
futuro no muy lejano, los pacientes con más gasto para la salud pública. Quizás entonces, para
cuando el mal sea ya insostenible -tal como ocurre ahora con el petroleo-, entonces quizás alguién
logre algo.
Sin embargo, soy esceptica incluso así.
Tenemos un caso claro. El hambre en el mundo podría erradicarse. Sin embargo, mientras trascurre
un día en nuestras vidas, 60.000 personas mueren en el mundo cada dia por inanición. Y a nadie,
nadie con poder para parar esto, le ha importado jamás.
Costamos mucho dinero, mucho trabajo y somos pacientes de larga curación o larga enfermedad,
algunas medicándose de por vida como yo, por eso somos literalmente un incórdio nacional. Todo
se reduce al final, a lo mismo de siempre. A la historia de cómo funciona el mundo, o acaso alguién
no conoce el dicho “Poderoso caballero, Don Dinero”.
Recibid mi más sincera felicitación.

Extraido de: http://medicablogs.diariomedico.com/psiquinfantojuvenil/tag/carta-de-una-


madre-cuyo-hijo-sufre-patologia-mental/

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