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La familia y la cultura
Por otra parte, las familias también inculcan y reproducen valores culturales que
tienen que ver con las ideas y los hábitos. Esos valores se manifiestan en el tipo
de relaciones entre las personas, así como en las actitudes hacia la vida. Por
ejemplo, nuestro país tiene una tradición cultural patriarcal y machista, lo que
por lo general es reforzado con la formación que se da en las familias. Así, cuando
algunas madres enseñan a sus hijas a encargarse de las labores domésticas, pero
se lo prohíben a sus hijos porque no es “cosa de hombres”, entonces se está
reforzando ese machismo cultural. Esto significa que no todos los valores
culturales que se enseñan en la familia son positivos. Por lo tanto, deben ser
modificados.
La familia debe estar preparada para los cambios que ocurren en la sociedad y no
permitir que sus normas y costumbres e conviertan en situaciones rígidas.
Confrontar los valores culturales como los valores éticos universales es
importante para lograr ese objetivo.
Los valores éticos son ideas que nos orientan en la vida y nos hacen comprender
y estimar a los demás. Se relacionan con la imagen que vamos construyendo de
nosotros mismos y con la idea de nuestro lugar en la sociedad. El primer espacio
donde aprendemos y aplicamos los valores es en la familia.
Según el filósofo José Ramón Fabelo, la relación entre la familia y los valores se
da en tres niveles:
- La familia es un filtro de los valores sociales, porque mide la influencia que los
cambios morales de la sociedad genera en los individuos. Así, en muchos casos la
familia se convierte en el único freno para controlar a las personas que,
influenciadas por los medios de comunicación y los mitos sociales, desarrollan
actitudes inmorales. Pero esto también significa que la familia reproduce la crisis
de valores que hay en la sociedad, es decir, que la principal manifestación de que
una sociedad está perdiendo su visión étnica es la crisis de la familia.
3. Problemática familiar
Pero si los problemas se generan porque uno o más miembros de la familia dejan
de cumplir o desempeñar sus responsabilidades y obligaciones, originando con
ello que la familia se desestabilice, entonces hablamos de una problemática
familiar.
- Abandono del hogar por parte de uno de los padres. Sea cual fuere el motivo
del abandono, quien queda como jefe de familia (padre o madre) debe asumir la
responsabilidad de ser el sustento material, moral y emocional para sus hijos.
Esto implica tener que hacer cambios para cubrir las carencias que se originan.
Por ejemplo, trabajar más horas, distribuir las tareas con los demás miembros de
la familia, etc. esta situación afecta emocionalmente a los hijos, causando en ellos
preocupación, enojo, ansiedad e incluso cierto sentido de culpabilidad.
- Consumo de sustancias como alcohol y drogas. Esta práctica puede darse tanto
en los padres como en los hijos y derivar en peligrosas adicciones. Genera
situaciones de violencia familiar (agresión física y psicológica, en especial a los
miembros más débiles de la familia), falta de recursos económicos (el dinero que
debía ser para la familia se malgasta en la compra de estas sustancias), ausencia
del hogar por varios días (el adicto sale a consumir y no regresa hasta que está
cansado, necesite alimentación o más dinero), entre otras.
Cuando son los padres los que generan estas situaciones, los hijos suelen asumir
las siguientes actitudes:
- Evaluar a los padres como malos modelos por sus conductas inadecuadas, y
manifestar su rechazo desobedeciéndolos.
Cuando los hijos son los que generan estas situaciones, los padres suelen asumir
alguna de estas actitudes:
Una crisis familiar puede ser superada si la familia reúne estas condiciones: