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«La filosofí a es la actividad que

crea conceptos.»

Deleuze
Deleuze

y su herencia
filosófica
COORDINADO
POR
ALAIN BEAULIE
U

TRADUCIDO POR

AXEL CHERNI
AVSKY

1
Índice

DELEUZE Y SU HERENCIA FILOSÓ


FICA

©Presses Universitaires
de France
©de la edición en españ
ol: Campo de Ideas, SL.
Madrid, 2007.

Director de la serie Intele


ctuales: Juan Carlos Kreim
er
intelectuales@ciudad.com.ar

Corrección: Oiga 8. Agog 5 Introducción


lia
Diseño gráfico: Txt edicio por Axe/ Cherníavsky
nes
Arte de tapa: Mariano Lucan
o
17 Prólogo
por Alaín Beaulíeu
Campo de Ideas SL,
CalleAlquimia. 6 21 las estrategias diferenciales
en el pensamiento
28933 Móstoles (Madrid)
España
deleuziano
E-mail: editorial@alfaome
ga.es por Constantn í Boundas
Diferent/ciación ¿Cuándo el

pensamiento deviene
Primera edición: diciembre posible? ·La ética del acont
2007 ecimiento.
Depósito Legal que marca
la Ley 11. 723
1.5.B.N.: 978-84-96089-26
-6 43 ; Deleuz � Estoicos
Impreso enArgentina por por Alaín Beau/íeu
La Cuadricula SRL, Santa
Magdalena 635, Bs.As.
La constitución de un sistem
a • Lógica • Física • Etica
Queda prohibida, salvo excepc

ión prevista en la ley, cualqu Conclusión.


ier forma de reproducción
tribución, comunicación pública , dis­
y transformación de esta obra
sin contar con autorización
de los titulares de la propie
dad intelectual. la infracción 63 la maquinación política de
de los derechos mencionados
pue­ Deleuze y Guattari
de ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelec
tual (artículos 270 y siguien por Manola Antonio/
tes del
Código Penal). El Centro Espa�o
l de Derechos Reprográficos
(www.cedro.org) vela por el Economía libidinal "Organizaci
res­ •
ones internacionales
peto de los citados derechos.
ecuménicas" y minorías.
81 De la estética a la estésica: Deleuze y la cuestión
Introducción
del arte
por Arnaud Villani por Axel Cherniavsky
Nota sobre la filosofía • La impotencia del poder • Deleuze
en el Sahara: el encuentro Buydens/Ranciere/Deleuze ·

Una "estésica" deleuziana · Conclusión.

99 La visibilidad del mundo. Deleuze, Merleau-Ponty y


el cine
por Olivier Fahle
A las filosofías de 'Ja vida, como la de Nietzsche o Bergson, siempre
Cine y filosofía La visibilidad del mundo Nuevos
les resultó poco satisfactoria la noción de "sistema", como organiza­
· ·

fundamentos de lo visible.
ción o estructura filosófica. La sienten demasiado rígida, demasiado
estrecha para soportar la movilidad de los contenidos. Tal es así que
115 La recepción póstuma de la obra de Deleuze
Bergson, leyendo a Spinoza, afirma que hay en su obra "impulsos de
por Stéfan Leclercq
intuición que resquebrajan el sistema"1. Pero como toda crítica, en fi­
Crear e inventar · Deleuze y la modernidad •
losofía, es más indicio de un desafío futuro que de un fracaso pasado,
Las publicaciones póstumas • Los intercesores • Deleuze
la crícica a la noción de sistema conduce a una redefinición, a la ela­
y la pintura contemporánea • Delleuze y la poesía
boración de un concepto más plástico. Así, siempre Bergson, de la es­
contemporánea • Deleuze y el teatro contemporáneo •
tructura de una filosofía en general, dirá que "se parece más a un or­
Deleuze y el cine contemporáneo • Deleuze y la música
ganismo que a un ensamblaje, y es mejor hablar aquí de evolución
contemporánea • Conclusión transitoria.
que de composición"2.
¿Qué sucede con Deleuze? ¿Puede pensarse su obra como un sis­
137 Notas
t�ma? ¿Qué clase de sistema? En una entrevista sobre Mil mesetas, De­
leuze le contesta. a Robert Maggiore que "los sistemas estrictamente
no perdieron nada d'?sils fuerzas vivas"3. Y es cierto que en todos sus
escritos monográficos, sobte Nietzsche, sobre Kant, sobre Bergson,

Deleuze intenta exhibir el s tema, construir el sistema, como si una
filosofía necesitase tanto de un filósofo como de un comentador4. Es
que el filósofo no puede al mismo tiempo decir y explicar lo que di­
ce, afirmar y ordenar lo que afirma. Hace falta un comentador y, De­
Jeuze, en este sentido, se revela como el gran hacedor de sistemas.
Ahora bien, ¿en qué consiste el propio' ¿Cómo se ordena lo que afir­
ma y se explica lo que dice?

..
I N TROD U C C I Ó N I 7
6 I D E LE U Z E Y S U H E R E N C I A FILO S Ó F ICA

práctica e instaurar otra: es ella misma una nueva escala de medida,


Inmanencia y diferencia. Hay dos experiencias que desde un punto
un nuevo sistema de evaluación que Deleuze llamará "ético", en vez
de vista práctico provocan la irritación de Deleuze y que no son difí­
de .. moral".
ciles de explicar, porque todos las encontramos en nuestra vida coti­
Ahora bien, como la más efímera de las prácticas, la más veloz de
diana. La primera es aquella por la que un elemento quiere valer más
las decisiones echan sus raíces en la más profunda ontología, es nece­
que sus pares, sea un hombre sobre sus prójimos, sea un discurso 507
sario llevar la construcción y explicitación de conceptos hasta el nivel
bre otros discursos, una teoría sobre otras rivales, un valor sobre otros
más abstracto y fundamental. Es allí donde Deleuze afirma en ma­
valores. La segunda consiste en la artimaña que ese elemento realiza
yúsculas MONISMO = PLURALISM05. Tal es la llave maestra del
para reducir a todos sus pares jusrnmente a "pares", iguales a él, idén­
sistema deleuziano. Simplemente, hay que traducirla y comprender
ticos a él. La primera experiencia es lo que Deleuze denomina "tras­
por qué está en relación directa con las dos prácticas que se pretende
cendencia", y la segunda, es lo que denomina "identidad", "mismi­
conjurar. Entre la llave maestra, la fórmula ontológica, y las prácticas
dad" u "homogeneidad". La trascendencia consiste en dividir un
efímeras van a formarse una filosofía del lenguaje, una ética, una po­
determinado objeto, sea el mundo, el lenguaje o la política en dos dm­
lítica, una epistemología, una estética y tantas ramas como el sistema
bitos para valorar uno por sobre el otro. Consisre en plantear undua­
pueda tejer.
lismo en el gue un nivel va a aplastar al otro. Es lo gue, a juidu de
Deleuze, sucede filosóficamente cuando Platón divide el mundo <'ll el
¿Qué significa MONISMO = PLURALISMO? El monismo no es otra
ámbito de lo inteligible y en el ámbito de lo sensible, o cuando el
cosa que la inmanencia: la convicción de que el ser es uno y plano, la
cristianismo separa la vida terrenal de la vida ultraterrena. Pt·rn es
oposición a todo dualismo en donde uno de los ámbitos es trascen­
también lo que sucede cuando el psicoanalista reduce un suctlo 11 un
dente. El pluralismo no es otra cosa que la heterogeneidad o la dife­
esquema interpretativo predeterminado, o cuando el Estado dt¡( l ttn
rencia: la idea de que ese único nivel que es el ser, de que ese único
una religión nacional. La identificación o la homogeneización r <:I
plano, en realidad es fragmentario, múltiple. Sin duda, toda la difi­
proceso por el cual esta instancia generalmente dominante kk·1111firn
cultad reside en el signo , pues un término parece contradecir al
"

a lo otro consigo mismo para reducirlo a sí. Es lo que hace el SllJl'lO


="

otro. ¿Cómo lo que es uno puede ser múltiple' ¿Cómo lo que es úni­
con el objeto en el marco de una teoría moderna del conocimjen1o, t•I
co puede ser plural? Pero en realidad, lo que conjura un término no
colono cuando conquista una tierra y la declaración de los dertt liu.�
es lo mismo que realiza el otro. El monismo conjura una dualidad de

l
humanos cuando en nombre de la igualdad valora una diferencia por 1 orden vertical: la posibilidad de que un elemento se eleve por encima
sobre la otra. Para conjurar estas dos prácticas, Deleuze inventa do11
de los demás; el pluralismo promueve una diversidad de orden hori­
conceptos: la inmanencia y la diferencia. La inmanencia es un intcn..
zontal: la posibilidad de que los elementos sean diferentes sin que uno
to por aplanar los dos ámbitos que la trascendencia planteaba, por

1J
domine a los otros. El monismo promueve una horizontalidad de los
fundir sin confundir los dos niveles del dualismo. La diferencia o la
heterogeneidad, consecuentemente, aspiran al respeto de lo diferente
g
ámbitos; el pluralismo conjura una Í ualdad de los elementos. Sin
elevarse por sobre los demás, un elemento podría aspirar a la domi­
en contra de la operación de identificación que reduce a un igual.
nación por una operación de reducción a lo mismo, por una suerte de
¿Implica este doble .movimiento un conformismo o un escepticismo
contagio de su identidad. Por eso, en el mismo plano, es necesaria una
en donde todo da lo mismo' La pregunta no tiene sentido porque el
segunda estrategia que garantice la diferencia de los elementos que lo
origen mismo de esta operación filosófica consiste en conjurar una

i
8 I D E L E U Z E Y S U HE R E N C I A F I LOSÓ F I C A I N T R O D U CCIÓ N / 9

constituyen. MONISMO = PLURALISMO e s l a consigna d e una ontolo­ por ejemplo. La determinación de la lengua como objeto de ciencia
gía qne concibe al ser como una m11/tiplicidc1d de elementos distintos entre sí, implica una operación de abstracción, un recorte teórico que se aleja
heterogéneos, y en donde toda1 las conexiones son posibles, Ja/vo las que res­ de las condiciones reale:; y concretas de la efectuación de la lengua,
tarwan ctÍgtin tipo de rmidad, de totalidad, que conferiría a 1mo de los ele­ que no es otra cosa que una pluralidad de discursos interconectados
mentos 11.na primacía por sobre los demds. Podríamos ilustrar esta ontolo­ y superpuestos entre sí. La lingüística misma no es más que un dis­
gía por el dibujo tan típico de una molérnla: partículas conectadas curso entre otros que, desde un punto de vista pragmático, intenta
entre sí. No casualmente la ética deleuziana conduce a un "devenir­ imponer su visión de la lengua, su concepción de la lengua. Desde la
molecular", que es la versión actualizada de la fusión con el todo es­ perspectiva de un análisis pragmático, se revela como una aliada de1
toica, o del amor intelectual de Dios spinozista. En el ser, todas las Estado o del poder dominante, como una política de la lengua que
partículas están al mismo nivel: todos los hombres, rodas las cosas, to­ intenta darle a un poder establecido una lengua estándar. La realidad
dos los animales. ¿Hay un ser, un Ser? ¿Existe el ser como totalidad? de la lengua podría expresarse bajo la forma siguiente: monismo lin­
No: la unidad o la totalidad del ser no son sino las conexiones entre giiístico y pluralismo discttrsivo.
las partes, más partes entre las partes, y no la subsunción de rodas las
partes en una, o la represenrnci6n de rodas por una. ¿Implica esto la Critica del psicoanálisis. El lugar de la lingüística en la esfera del len­
equivalencia de todas las partes? No: las malas son las que creen en guaje lo ocupa el psicoanálisis en la esfera de la ética. La crítica de De­
una totalidad o unidad, las que en nombre de la igualdad pretenden leuze y Guattari al psicoanálisis puede comprenderse por un lado a
restaurar una forma de trascendencia. El mal, en Deleuze, se resume partir de la crítica de Nietzsche al cristianismo y, por otro, a partir de
en la fórmula siguiente: DUALISMO = TOTALJTARISMO. la crítica de Sartre al marxismo. Según Deleuze, Spinoza y Nietzsche
¿Por qué es esta fórmula la llave maestra del sistema deleuziano' inventan una nueva manera de valorar: ya no se juzga a un ser a par­
Porque sin duda es posible rastrearla en todas las otras esferas. f
tir de un deber ser trasc ndenre, sino a partir de un poder ser inma­
nente. No se le exige a u r ser que debe ser otra cosa que generalmente
Crítica de la lingüística. A nivel del lenguaje, Deleuze y Guartari no le conviene, sino que se le aconseja o explica que puede ser otra co­
van a construir una filosofía que se opone a l a lingüística en tanto in­ sa que probablemente le convenga. El único criterio de la nueva eva­
tento de homogenización y esrnbilieación de la lengua. Si recorda­ luación es la vida: lo bueno es lo que estimula la vida, lo malo es lo
mos el tercer capítulo de los Cursos de lingiiística general, en donde se que atenta contra ella. Como en su época Nietzsche encontraba que el
pretende definir el objeto de la lingüística, se recorta en la heteroge­ Bien del cristianismo era en realidad lo malo para el hombre, escribe
neidad y polimorfismo del lenguaje un objeto homogéneo y simul­ un Anti-Cristo. Como en el siglo XX, Deleuze y Guarrari juzgan que
táneo: la lengua. Se intentará, luego, encontrar en ella constantes el peligro ya no lo constituye el cristianismo, sino el psicoanálisis, y
universales e invariantes. La lengua, piensa Deleuze, no es eso, sino que el consulcorio tomó el lugar del confesionario, escriben un Anti­
un sistema siempre cambiante, siempre moviente, diferente de sí y Edipo. Y lo que le critican al psicoanálisis es un poco lo mismo que
heterogéneo en sí mismo. Tomemos cualquier lengua, siempre esta­ Sartre le critica al marxismo en la Crítica de La razón dialéctica: haber
r� atravesada por dialectos y jergas que funcionan como coeficientes olvidado la singularidad del caso, trabajar con categorías anquilosa­
de vnriación y que están alterando la gramática, la sintáctica y la se­ das, haberse constituido como nuevo dogma. Como el viejo cura re­
mfoticn de una lengua. Tal es el caso del black-engíish con el inglés partía castigos y expiaciones en función de una lista cerrada de peca-
10 I D E L E U Z E Y S U HERE N C I A F I L O S Ó F I C A I N T R O D U CC I Ó N I 1 1
:

dos capitales, el nuevo psicoanalisca reparte tema que escapa a los riesgos de la noción clásica. El peligro, a juicio
culpas y altas en función
de una lista cerrada de perversiones capitale de Deleuze, no es tanto la posibilidad de cosificar la filosofía, de atra­
s. "Siempre se trata de
m a� á Y papá" dicen Deleuze y Guattari. Lo
que el psicoanálisis no parla en una caja sin vida, como lo era para Bergson. El riesgo pasa
vena es que, muchas veces, las perversi más bien por la posibilidad de homogenizar los contenidos, las áreas,
ones, los traumas, no depen­
den de una condición familiar, sino de una de quitarle heterogeneidad a la filosofía repitiendo siempre las mis­
condición histórica, polí­
_
t1�a ge gráfica. El psicoanálisis estaría encerrad mas constantes, imponiendo una totalidad o una unidad a casos en re­
� � o en el triángulo fa­
miliar srn poder ver la realidad que desbord alidad diversos. La nueva noción de sistema como conexión no torali­
a el hogar, la realidad de
la calle, del barrio y de la ciudad. Todo deseo zable de elementos heterogéneos es una conjura de la homogeneidad
es para él deseo fami­
liar, Y de sta manera ignoraría la realidad y la trascendencia a nivel merafilosófico. Es curioso: Bergson propo­
� del deseo, a saber que es
plural y diverso, tan diverso como los individu nía pensar al sistema como un organismo y no como un ensamblaje Y
os deseanres. Por su­
puesto, la práctica psicoanalítica podrá desment Deleuze, bergsoniano, propone exactamente lo opuesto, a saber, un
ir estas acusaciones de
m chas maneras, siendo un buen profesion orden no orgánico, un agencement, cuya mejor traducción sea proba­
� al el que escucha la singu­
landad del caso y no el que aplica una inrerprer blemente "ensamblaje"'. Es que por "organismo" uno y otro entienden
ación ya hecha. Ésta
será enwnces la utilidad del libro de Deleuze cosas distintas. Con ello, Bergson quiere insuflarle vida a la filosofía.
y Guatrari: servirá para
_
d1stmgu1r un buen análisis de un mal análisis.
En todo caso, al psico­ Pero con ello, para Deleuze, se restaura la trascendencia de una tota­
análisis como "escuela", como dogma, se le opone lidad por sobre las partes. En efecto, un organismo es un orden en
la pluralidad de de­
seos heterogéneos. Monismo ético y pluralismo de de.seos. donde la parte recibe su función a partir del todo, en donde el todo es
más que la suma de las partes. Deleuze, al contrario, conservando el
Crítica a la noción clásica de sistema. En tercer lugar, de ser cohe­ vitalismo bergsoniano quiere un orden en donde el codo sea lo mismo
rente, la fórmula ontológica debe valer a nivel metafilosófico: el mis­ que rodas las partes y en donde la función de cada parte valga por sí
mo sistema de filosofía debe ser una pluralidad de conceptos hetero­ misma: un agencement, un ensam bfaje. Monismo sistemático y pluralismo
géneos sobre un mismo plano. Y es, en efecto, la resis de Deleuze en conceptual. \
¿Qué es la filosofía? Una filosofía es un plano de inmanencia habitado
por conceptos heterogéneos en relación de devenir6. La palabra "de­ Un comentario deleuziano. Desde esta perspectiva, resulta especial­
venir" tiene muchos significados en la obra de Deleuze, y si bien en mente deleuziano, un libro sobre Deleuze que se componga de una

a gunos casos se refiere a un tipo de riempo no cronológico, la mayo­ pluralidad de artículos heterogéneos. La primera heterogeneidad co­
na de las veces designa una relación espacial, no recíproca, entre tér­ rrespondiente es la de la vida y la obra. Comentando la obra de Nietzs­
minos hererogéneos. Tal es Ja relaci6n de los conceptos en el sistema che, Deleuze entiende que la anécdota es a la vida del pensador lo que
filosófico, y por eso el devenir es lo que hace al sistema. Es la viga en el aforismo al pensamiento7. Así, va a leer las transformaciones del Za­
Ja estructura, la manguera en el moror. Hemos de pensar el sistema rathfl.stra -de camello en león y de león en niño-, como tres etapas de
filosófico como una multiplicidad de conceptos, de áreas, en conexión l a obra de Nietzsche, pero también de su vida y su salud8. Tal es el ca­
entre sí, pero en donde ninguna o ninguno totalizan a Jos demás, uni­ so en este libro también, en donde el Prólogo de Beaulieu y el artícu­
fican al sistema, en donde ninguna o ninguno toman el lugar del co­ lo de Leclercq se ornpan en parre de la vida de Deleuze, mientras que
razón o la cabeza. Es así cómo Deleuze forja una nueva noción de sis- los otros se ocupan de su obra. La segunda heterogeneidad no concier-
12 I D E L E U Z E Y S U HERE NCIA F I L O S Ó F I C A I N T RO D U CC I Ó N I 13

n e a la vida y a la obra, sino a l a vida d e la obra: e l artículo d e Beau- las mangueras del libro. La distinción entre lo molar y lo molecular
1ieu trata sobre la influencia del estoicismo en el pensamiento deleu­ es una de ellas. Como lo mayoritario y lo minoritario no se distinguen
zian o, el de Leclercq sobre la recepción de la filosofa
í de Deleuze numéricamente, la disc;nción entre lo molar y lo molecular no con­
mientras que el resto de los artículos conciernen al despliegue inrern � cierne a las dimensiones. Lo molar y lo molecular no se superponen
de la obra misma. La tercera heterogeneidad remite a las áreas del sis­ con lo grande y lo pequeño o lo colecrivo y lo individual. Es una dis­
te ma deleuziano que trabajan los comentadores: la ontología cae fun­ tinción transversal a estos ámbitos y que recorre tanto lo colectivo co­
�amentalmente en manos del artículo que abre el libro, la filosofía po­ mo lo individual, las poblaciones y las personas. Con ella, Deleuze
l u1ca es considerada por Antonioli, y la estética, por Villani y Fahle. prerende contestar la típica pregunta de cómo un dictador puede ser

Es a división no implica que no exista una segunda clase de heteroge­ un buen padre de familia o cómo un brillante psicoanalista puede ser
neidad, que concierne siempre a las ramas del sistema, pero dentro de un hombre tan mezquino en su intimidad. Lo molar es el objero de la
cada artículo. Así, el trabajo de Boundas, si comienza por un análisis historia política, militar, económica; lo molecular es el objeto de la
de corre oncológico, pasa rápidamente a ocuparse de la teoría del co­ historia de la vida privada, de la nueva hisroria. Quizá pueda supe ­
'.
no cimiento y de la ética. D e la misma manera, Villani plantea su dis­ ponerse con la microfísica de Foucaulc. "Es demasiado fácil ser ann­
c sión en un plano estético, pero para afirmar justamente que la esté­ fascista a nivel molar, sin ver el fascista que nosotros mismos somos,

tica en Deleuze es inseparable de una ética, o que el arte es inseparable que sostenernos y nutrimos, que nosotros mismos malcriamos, con
de una experimentación. Es por este motivo que propone el término moléculas, personales y colectivas."9 Esta es la distinción entonc s

de "estésica" para reemplazar el de "estética". De esta forma, el plan­ que Antonioli va a superponer con la distinción entre lo macropolín­
teo de Villani no sólo dirige nuestra atención sobre la heterogeneidad co y lo micropolítico, y que Villani va utilizar para caracterizar un de­
de las áreas, sino sobre su conexión o inseparabilidad. Anronioli hace terminado tipo de movimiento, de nomadismo, que no consiste en
lo mismo cuando sostiene que el valor de la política deleuziana reside una traslación espacial, sino en una migración espiritual.
en parte en el hecho de mostrar que es ilusorio querer extraer una es­
fe ra política pura, en desligar a la política de la ética. Pero en este sen­ "
Lo virtual y Lo actual. El espíritu, en Deleuze, e >io virtual. No
por
tido, es el artículo de Beaulieu el que se constituye como una verda­ mate­
ser monista recusa toda distinción posible entre el espíritu y-la
tos
der a puesta en abismo del libro: rastreando la influencia estoica en la ria. Por ser monista, recusa una distinción que vuelva a alguno de
u
fil osofía deleuziana, demuestra cómo la concepción estoica de la filo­ dos términos trascendente respecto del otro. Confiriéndole al espírit
s ofía como sistema tripartito en lógica, física y ética estructura el sis­
el mismo estatus ontológico que al cuerpo, el mismo tenor de
rea i­ �
terna deleuziano en una lógica, una física y una ética. El artículo de Be­ dH­
dad, Deleuze va a ser el mayor esfuerzo por fundirlos sin confun
aulieu se presenta así como una pieza del sistema que hace de espejo y estos
los. Y justamente para distinguirse de un dualismo en el que
refleja al sistema complero. r el es­
términos son exteriores el uno respecto del otro, va a rebautiza
son
píritu como lo "virtual", y la materia como lo "actual". Lo actual
Lo molar y lo molecular. Por otra parte, si es posible llevar la hete­ re­
los cuerpos, el estado de cosas empíricamente observable. Pero la
no
rogeneidad hasta el interior de los artículos mismos, es inversamente alidad no se agota en él. Hay algo can real como lo actual pero que
posible llevar las conexiones afuera de ellos, para ver cómo se relacio­ eso
es actual, can tangible como la materia pero que no es la materia,
nan entre sí, qué es lo que liga a unos con otros, cuáles son las vigas, es lo virtual. Tan colorido como el color, can perfumado como el per-
14 I D E L E U Z E Y SU HE R E N C I A F I LOS Ó F I C A I N T R O D U CC I Ó N I 15

fume e s l o virtual, real sin ser actual. Esca distinción, entre l o virtual Ahora bien, ¿esta concepción de la filosofía no implica la restau­
y lo actual, es una segunda conexión entre los arrículos, pues atravie­ ración o la conservación de dos desniveles: el de la oncología como
sa toda la primera sección del artículo de Boundas, eminentemente fundamento y el de la polícica como lo fundado? ¿No está operando
ontológica, así como el artículo entero de Beaulieu, quien intenta de­ la ontología como causa primera y la política como causa final? En tal
terminar el carácter incorpóreo del acontecimienco. caso, ¿podrían salvarse estos desniveles con las tesis propiamente de­

Son estas nociones, estas conexiones las que, a pesar de una radical leuzianas, considerando a la ontología y a la política como partes en­

heterogeneidad de los artículos, nos permiten respirar un mismo aire tre las partes, con su propia especificidad y su propia singularidad'

deleuziano, percibir una misma temperatura, una cierta coherencia. Tanto Beaulieu al final de su prólogo como Leclercq al final de su ar­
tículo lanzan una flecha al porvenir, hacia esa nueva filosofía que, de­
¿Ca-herencia deleuziana? La búsqueda de conexiones entre heterogé­
leuziana, será su superación, su vuelta de tuerca, una nueva creación
neos en todos los dominios hace que en el terreno antropológico De­
de conceptos. Tal vez, esa filosofía sea la que en el plano de inmanen­
leuze privilegie las relaciones de alianza por sobre las de filiación. "El
cia deleuziano, alise las montañas y rellene los lagos, una que con­
devenir es siempre de otro orden que del de la filiación. Es del orden
quiste una nueva forma de homogeneidad que no se superponga con
de la alianza."1º Ya nivel de una sociología filosófica, esto se tradu­
la que las filosofías de la diferencia critican, ni haga resurgir los ho­
ce en una promoción de la noción de "movimiento" por sobre la de
rrores contra los cuales éstas se construyeron. La estructura de esta fi­
"escuela". Movimientos filosóficos de orden horizontal contra escue­
losofía no podrá ser la de la dialéctica hegeliana ni la de la d11rfe berg­
las filosóficas de organización vertical. Contra una escuela filosófica,
soniana. Deberá encontrar un equilibrio, o mejor, construirse como
con su dogma y sus afiliados, Deleuze prefiere un movimiento, con su
un equilibrio mismo, como la identidad de lo bueno y lo malo en una
ética y sus aliados. ¿Por qué en ronces titular el libro Deleuze, herencia
alternancia evanescente.
filosófica? ¿Por qué no Delenze, alianza filosófica? De hecho, en la ex­
presión, resuena la vieja sentencia kantiana que antecede a la Crítica
de la razón pttra: "legar una herencia a la posteridad.. . "11. La noción
de herencia, por otra parce, en la Crítica del jtúcio, servirá justamente
para dar cuenca de esa parte esencial de la genialidad, no enseñable es­
colarmente, pero transmisible de genio en geniol2. Ahora bien, de su
libro sobre Kant, dice Deleuze: "lo quiero mucho, lo hice como un li­
bro sobre un enemigo ... "13

Ontología y política. La ontología de Deleuze se presenta como una


serie de conexiones entre elementos heterogéneos que escapa a roda
posibilidad de totalización o unificación. Su filosofía del lenguaje, su
filosofía política y su concepción de la filosofía misma se construyen
· sobre esca base fundamental. La estrategia en general está orientada
hacia un objetivo de orden práctico: eliminar todo mal, es decir toda
forma de trascendencia, de totalización, de unificación.
Prólogo
por Alain Beaulieu

Deleuze expresaba una necesidad de no-filosofía apta para revolucio­


nar las maneras convenidas de practicar la filosofía. Deseaba poner un
término al ciclo de las interpretaciones para experimentar mejor . las
fuerzas impersonales, asociaba la historia de la filosofía al "agente de
poder" en el pensamiento, y formulaba ese curioso deseo de salir de la
filosofía por la filosofía. Sus monografías sobre autores adquirieron sin
embargo el estatus de "clásicos" de la filosofía. Nos ponen en presen­
cia de un singular hisroriador de las ideas cuyo espíriru de análiSiSy­
de síntesis es tan esclarecedor como original. Por otra parte, Deleuze
formó parte, a su manera, de los grandes debates de su tiempo (giro
lingüístico, críticas del historicismo y de las filosofías de la concien­
cia, freudo-marxismo, pensamiento de la diferencia y del aconteci­
miento, teoría del sentido y de la significación, etc) ubicando su tra­
bajo en la corriente de la metafísica occidental. De aquí la necesidad
de interrogar la herencia filosófica de Deleuze, diez años después de
la desaparición de su autor.
Luego de las primeras monografías (Hume, Bergson, Nietzsche,
Spinoza) y de la tesis revolucionaria (Diferencia y repetición) que le va­
len un reconocimiento de los medios universitarios, el pensamiento
deleuziano (y guatrariano) es, en los años 1970, abandonado por el
círculo de los filósofos al ser la mayoría de las veces reducido a una
doctrina del deseo anárquico y de la perversión. La ocultación se pro­
longa durante los años 1980 mientras que Deleuze habrá, sobre codo,
logrado despertar la curiosidad de los teóricos del cine. Hay que es­
perar a los años 1990 para ver a la empresa deleuziana reconquistar un
P R Ó LO G O I 1 9
18 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F ICA

decir a l a época del descrédito lanzado sobre su pensamiento e n Fran­


lugar envidiable en la escena filosófica. Aparecen enconces los prime­
cia, cuando presenta comunicaciones en Milán en los coloquios "Psi­
ros verdaderos análisis que intentan determinar e1 eje principal del
coanálisis y políticaº' ( 1973) y "Psicoanálisis y semiótica' ( 1974), an­
pensamiento deleuziano, considerado ya sea como una filosofía de las
tes de asistir a la jornada "Esquizo-cultura" organizada en Nueva
variaciones, del acontecimienro, de lo virtual, de la univocidad, de la
York por la revista Semiotext(e).
inmanencia, o de lo múltiple.

Tres componentes inseparables. La pregunta "¿Debemos olvidar a


El dossier de Deleuze. Desde la desaparición de Deleuze, varios ele­
Deleuze?" no se plantea, hoy, tan fácilmente como podía plantearse en
mentos llegaron para enriquecer el dossier de su recepción: la creación
Jos años 1970 y 1980. Su esrams está asegurado, y la filosofía debe
del Fondo documencal Deleuze (2002) ahora registrado en La bi­
aceptarlo. ¿Pero cómo? Algunos admiten no interesarse más que en
bliotheque du Saulchoir, la publicación de Jos "dichos y escritos" deleu­
las primeras monografías desacreditando todo el resto, otros sostienen
zianos compilados en La úla desierta y otros textos (2002) y Dos regíme­
que la obra original está condensada en Diferencia y re/Jetición y Lógica
nes de locos (2003), la exposición "Deleuze" organizada en París por el
del sentido, otros más dedican toda su admiración al crabajo singular
ministerio de Asuntos Exteriores en colaboración con la Asociación
elaborado con Guattari. Un historiador del pensamiento, un filósofo
para la difusión del pensamiento francés (2003), así como Ja puesta
y un experimentador. He aquí los tres componentes inseparables, y en
on-line de las clases de Deleuze <webdeleuze.com>. Más singular es Ja
última instancia indiferenciables, del "acontecimiento" Oeleuze. Pa­
intrusión poJt mortem de Deleuze en el universo mediático. Hay que
ra él, la historia de la filosofía implica una creación de conceptos que
mencionar el seJJo alemán "Mil mesetas" (lanzado en 1993 y que se ·

no pueden ser más que experimentados en sí mismos concretamente.


volvió "MilMeserasMedia" en 2004) que edita músicas electrónicas li­
Nadie anees de Deleuze había hecho converger tan magistralmente
bremente inspiradas de Deleuze, la aparición del CD-ROM interacti­
estas tres dimensiones. Nadie se había aventurado a ser simultánut­
vo Leer la Ética de Spinoza, imaginado a partir de la interpretación de­
mente historiador, creador y experimentador de conceprns. La posibili­
leuziana (1998), la puesta a Ja venta de las entrevistas filmadas del
dad de esta triple denominación constituye una de las principales he­
Abecedario (2001), y la aparición de varios CD de las clases dadas en
rencias, todavía mal comprendidas, del pensamiento deleuziano.
París VIII (sobre Spinoza en el 2001, Leibniz en el 2003, el cine en el
2005). Los últimos diez años, en los cuales se multiplicaron igual­
Potencial filosófico del pensamiento de Deleuze. El "siglo deleuzia­
mente los comentarios, traducciones y reediciones de la obra, permi­
no por venir" evocado por Foucault es cal vez aquel que consiga dar
tieron dar al pensamiento deleuziano la envergadura internacional
una consistencia inmediata a esta triple figura. Mucho queda por ha­
que le faltaba. Esta laguna era el resultado, principalmente, de la po­
cer en cada uno de estos campos recorridos por Deleuze. En lo que
ca importancia que Deleuze otorgaba a Jos viajes. Parecía contento al
concierne a la historia de las ideas, habrá que clarificar mejor las rela­
ver sus obras traducidas, pero nada Je interesaba menos que despla­
ciones entre el pensamiento deleuziano con los elementos fundadores
zarse al extranjero para ir a discutir sus posiciones. ¡Durante toda su
de nuestra tradición, se trace de La metafísica (¿Cómo puede uno ser
carrera, habrá dado tantas conferencias en el extranjero como el pro­
genealogista mientras se proclama merafísicoi) o de la teología (¿Las
fesor "medio" puede pronunciar en menos de un año! Las últimas par­
fuerzas impersonales, asubjetivas, asignificantes y no orgánicas no
ticipaciones de Deleuze (y las únicas, parece ser) en manifestaciones
conducen acaso a una suerte de teología negativai). El despliegue de
intelectuales en el exterior remontan al principio de los años 1970, es
20 f D E L E U ZE Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

la concepmalidad deleuziana está bien lejos de haber hallado su tér­


mino. Y seguramente el pensamiento de Deleuze seguirá expresando
Las estrategias diferenciales
su potencial filosófico alimentando la contracultura, las redes de lu­ en el pensamiento deleuziano
por Constantin V. Boundas
chas sociales y la creación artística. Por otra parre, muchos usos del
pensamiento deleuziano deben codavía ser inventados.

El presente volumen. La experiencia deleuziana del pensamiento nos


reserva muchas sorpresas en relación a las cuales las contribuciones del
presente volumen ofrecen algunas pistas nuevas de análisis. Constan­
tin �oundas estudia las relaciones entre la diferencia, la intensidad y

lo v rrual/accual para dar una coherencia a la oncología y la ética de­
leuz1anas; Alain Beaulieu muestra de qué manera la idea estoica de un Las filosofías de la diferencia que no tienen ningún compromiso con la
sistema desarrollado según las tres partes de la lógica, de Ja física y de identidad son excesivamente raras. Una vez sustraídas las que, en su
la ética es determinante para la obra de Deleuze, que también consi­ lucha para mantener la primacía de la diferencia, le llegan a dar la es­
gue dar una nueva actualidad a la doctrina del Pórtico; Manola Anto­ palda a la creación de conceptos, el número de las verdaderas filosofí­
.
n10l1 muestra que la micropolítica de Deleuze y Guattari es irreduci­ as de la diferencia se vuelve minúsculo. No es causalidad que las filo­
ble a una ética individualista constituyendo una política enteramente sofías de la diferencia se confundan a veces con las filosofías de los

apta p ra dar cuenta de la dinámica del capitalismo mundializado y de procesos. Aun si no es seguro que una filosofía de los procesos sea tam­
la acc1on particular de las minorías; luego de haber mostrado los lími­
bién una filosofía de la diferencia pura, el movimiento y la reflexión
tes de los comentarios sobre la "estética" deleuziana, Arnaud Villani
sobre el movimienco que constituye la razón de ser de las filosofías de
propone el término "estésica" para calificar la relación singularmente
los procesos constituye un suelo fértil para nutrir la tou heterou philia.
corporal con el proceso de creación arríscica; Olivier Fahle establece
Del río heraclíteo eternamente a/la kai al/a ("diferente y de vuelta di­
acercamientos entre los libros de Deleuze sobre el cine y el pensa­

ferente") a la duración bergsoniana, el derecho de nacimiento de la di­
m1en o de Merleau-Ponry abriendo nuevas perspectivas para la teoría
ferencia está bien protegido. Pero una filosofía de los procesos que so­
de la imagen y de los medios; y Stéfan Leclercq define la modernidad
porta un pensamiento puramente heterológico debe ser capaz de
de la pop'philosophie deleuziana completando su análisis con una serie de
prescindir de los sujetos que conducen el proceso (o de los sujetos que
entrevistas realizadas a los "intercesores" provenientes de diferentes
se hacen conducir por él), debe evitar recurrir a las sustancias que de­
medios arríst.icos.
signan "bloques" en movimicnco, y debe ser libre de toda referencia al
Esperamos que estos textos permitan entender mejor la originali­
punto de origen y a la destinación que guían la trayectoria del deve­
dad del enfoque deleuziano y también den la oportunidad de hacer
nir. Sólo una filosofía de los procesos en la cual proceso y producción
más explícitas las posibilidades ofrecidas por el trabajo de la filosofía.
llegan a confundirse puede, en el fondo, prevenir la subordinación de
la diferencia a la identidad. Me parece que la filosofía de Deleuze en­
cuentra rodas estas exigencias y representa, en la corriente nietzschea­
na, la más consistente de las filosofías de la diferencia.
2 2 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A FIL O S Ó F ICA
L A S E S T R A T E GIAS D I F E R E N C I A L E S / 23

Diferent/ciación 14
ductibilidad de la diferencia . Y es hacia las cuestiones complejas que
resultan de esca coordinación hacia donde dirijo ahora mi atención.
El error que conduce a leer el "ser" de Heidegger como si se rrarase de
un sustantivo es bien conocido. La confusi6n que consiste en leer la las intensificaciones. La ontología deleuziana es una ontología de
"djferencia" de DeJeuze como si se tratase de un ente-subsistente es fuerzasl6 que apunta a corregir el error que consiste en pensar exclusi­
por su parre, cada vez más reconocida. No es que constatemos por pri� vamente en términos de "cosas" y cualidades: privilegiando la cosa ex­
�ue la noción [dilférentiation]
�era vezd1ferenciaci6n deleuziana de "diferencia" signifique al mismo tensa, ignoramos la génesis intensiva de eso que es extenso Los cam­
tiempo y diferenciación15 [différencia­ pos de fuerzas, sin embargo, son experimentados únicamente. según su
rzon] (lo que fue percibido muy tempranamente) . Pero más bien co­ resultado. Utilicé el sintagma "campos de fuerza" porque, en una on­
menzamos a explorar rodas las implicaciones de esta decisión. Com­ tología de las fuerzas como la de Deleuze, la fuerza llega a significar la
prendemos mejor, por ejemplo, la manera por la cual la diferencia no relación entre las fuerzas. Así pues, una tal ontología corresponde a una
se �a . como u� c�n��pro: los conceptos no son procesos, mientras que verdadera diacrítica de las fuerzas en movimiento: las fuerzas son dife­
la d1ferent/ciac16n designa un proceso. De hecho designa el doble rent/ciadas, es decir que son lo que son únicamente en virtud de las re­
proceso de lo real: virtual y actual. Siguiendo la recomendación de De­ laciones diferenciales [dilférentielle.r] que tejen entre ellas. La cantidad
leuze que opta por un lenguaje filosófico dominado por los infinitivos, diferencial [diflérentielle] de las fuerzas se llama "intensidad", mejor,
evitamos todo error que nos conduciría a confundir "diferent/ciaci6n" "intensificaciones". Las intensificaciones son los verdaderos sujetos de
con un nombre. Es por eso que incluso conviene pensar la diferencia los procesos! Pero no son sujetos comprend.idos en un sentido ordi­
7.
deleuziana en términos de "diferent/ciar". Lo que hace inmediatamen­ nario, pues las intensificaciones no corresponden a entes. Aun si son
te posible un� nueva ontología fundada en la intuición de que "ser es responsables de la génesis de los entes, las intensificaciones devienen
.
ser diferent/ciado y diferent/ciante". virtuales aunque constituyendo reales acontecimientos cuyo modo de
Deleuze uriliza el grafema tic porque, en su ontología, Jos proce­ existencia consiste en actualizarse por sí misn1os en los estados de co­
s�s se constituyen por dos flujos interconecrndos (virtual y actual), sas. Las intensidades no existen en ningún otro lugar más que en Ja ex­
siendo los dos plenamente reales. Lo virtual es un proceso diferencia­ tensión que constituyen. A pesar del hecho de que las intensificacio­
do [dilférencie] y diferenciante [dilférenciant] rnyo dinamismo diferen­ nes no sean idénticas a la extensión, la distinción entre las
ciador [différentiatetrr] coincide con su actualización diferenciada [dif­ intensificaciones virtuales y las cosas actuales extensas no debe ser jus­
férenciée]. El producto es el proceso, en tanto el producto-proceso es el
remo de las soluciones y actualizaciones de los problemas. los pro­ tificada por una ontología del chorismoJ o de la separación.
blemas expresan tendencias que corresponden a las soluciones única­ Lo virtual y lo actual. La concepción deleuziana de lo virtual generó
ente porq.ue c�nciernen legítimamente al proceso virtual que sub­
�siste un número infinito de discusiones y controversias18; pero personal­
en el mtenor del producto-proceso y en ningún otro lado. El mente no veo nada misterioso en ella. En la oii: tología deleuziana, lo
valor de esta afirmación depende de la buena coordinación de un cier­
to número de conceptos de los que Deleuze necesita para construir su virtual y lo actual son mutuamente excluyentes aunque unidos para
ontología (fuerza, intensidad, virtualidad y acontecimiento). la coor­ caracterizar lo real. Lo actual/real corresponde a los estados de cosas,
dinaci�n de estos conceptos determinará igualmente si la ontología es decir a los cuerpos y a las mezclas entre cuerpos, o incluso a los in­
cleleuziana es la del puro proceso en condiciones de garantizar la irre- dividuos existentes en el presente. Lo virtual/real corresponde, por su
L A S E S T R AT E G I A S D I F E R E N C I A L E S I Z S
24 I DELEUZE Y SU H E R E N CIA FILOSÓFICA

parre, a Jos acontecimien tos incorpóreos y a las singularidades que cial de un problema transforma el problema en una tendencia. Así, las

pueblan el plano de consistencia, y concierne a un pasado que Deleu­ tendencias valen corno problemas que conducen hacia soluciones re­

ze califica como "puro" en rnnto que nunca fue presente. Lo virtual es sultantes de la tensión entre las fuerzas actuales, proporcionando sen­

algo que, sin ser ni semejarse a un objern x actual, tiene sin embargo tido e inteligibilidad a lo actual, sin no obstante asemejársele.

la capacidad de dar x sin nunca llegar a coincidir, a identificarse, o a


agotarse en x. El tipo de proceso que encontramos operando en la on­ El modo infinitivo y el acontecimiento. El rol de lo virtual en las
cología deleuziana escapa al esquema actual/real-actual/real; su esque­ transformaciones procesuales no puede ser ignorado. Deleuze designa
con frecuencia lo virtual como "cuasi-causa". Lo presenta igualmente
matización obedece más bien al modelo: acrual/rea1-virtua1/real-ac­
tual/real l9. El devenir no es un proceso lineal que va de un actual a como el horizonte de los acontecimientos distinguiendo los aconteci­

otro, sino que debe ser más bien concebido como el movimiento que mientos de los estados de cosas que corresponden a lo actual mismo

va de un estado de cosas actual, que pasa por el campo dinámico de asimilado a las acmalizaciones de los acontecimientos (incorpóreos).

las tendencias virtuales/reales, hasta la actualización de ese campo en En el contexto en el que es establecida una distinción entre los acon­

un nuevo estado de cosas. Este esquema tiene, además, la ventaja de tecimientos y los estados de cosas, Deleuze revindica el infinitivo co­
mo mejor modo verbal para designar el acontecimiento. Enverdecer,
salvar la relación de reversibilidad ente lo virtual y lo actual .
cortar, crecer, morir, etc., son las mejores designaciones posibles para
los puros acontecimientos incorpóreos. Los infinitivos tienen la ven­
Las tendencias. Es preferible pensar lo virtual en términos de tenden­
cias sabiendo también que las tendencias existen en las intensidades taja de garantizar la especificidad y la dererminidad, sin imponer co­
ordenadas subjetivas u objetivas. En su modo infinitivo, los verbos
diferenciadas [différentiéeJ], y gue subsisten bajo la forma de partes ex­
aseguran la reversibilidad entre el pasado y el futuro jugando el rol de
tensas diferenciadas20 {dijférenciées]. Por contraste con el movimiento
matrices internpestivas2 1. Remiten a las fuerzas, a las intensidades Y
de los elementos extensos, las tendencias garantizan la continuidad de
a los actos, más que a las sustancias o a las cualidades. Reducir los
las transformaciones intensivas. Aun si son incitadas por las relaciones
acontecimientos a los estados de cosas para luego asociarlos a un pun­
diferenciales [dif/érentielles] entre las fu erzas materiales, además de ser
to de ruptura en el continumn consistida en "atribuir un estatus nor­
actualizadas por estas últimas, las tendencias no pueden ser reducidas
a las fuerzas materiales sin arruinar la continuidad y la indivisibilidad mativo no justificado a esta discontinuidad y en presentar la inte­

de la duración del proceso. Una tal ausencia de continuidad y de indi­ rrupción en la continu idad en términos que son a la vez ciegos Y
rrascendentes" 2 2.
visibilidad volvería el proceso vulnerable a la paradoja de Zenón. Es
importante no confundir la virtualidad de las tendencias con la idea
platónica de Bien, lo que nos recuerda sin cesar el énfasis deleuziano
Ontología de los procesos. Podemos ver mejor por qué y cómo la on­
tología de Deleuze está construida sobre una concepción de la dife­
en la materialida d . Lo virtual no puede simplemente ser aprehendido
rencia que no está contenida en el "en rela ción a" de la.proposición "x
al final de la reacción en cadena que parciría de la sensación, afectaría
es diferente en relación a y". La difere ncia no es relativa a la identi­
todas las facultades, para finalmente orquestar su resonancia en una
dad. La ontología de Deleuze apunta más bien a capturar la diferen­
suerte de armonía discordante. También hay que tomar otras medidas
cia en sí misma. El lugar central atribuido a la intensidad es el pivo­
para evitar el retorno del platonismo: las tendencias son problemas y
te de la argumentación. En vistas a salvaguardar la continuidad del
los problemas no tienen ninguna solución final, pero la solución par-
L A S E ST R A T E G I A S D I F E R E N C I A L E S I 2 7
2 6 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A

devenir, y para prevenir l a reducción d e secuencias temporales a con­ trucción de la continuidad y de las imbricaciones mutuas de los cuer­

juntos de momentos separados, la ontologfa requiere una distinción pos que son necesarias para una caracterización adecuada de la dura­

entre las diferencias intensivas y las partes extensas. Contrariamente ción del proceso. De otro modo, los procesos continuos serían posibles

a las extensiones en donde el partes extra partes autoriza una división sólo en tanto fórmulas matemáticas desencarnadas.

que no acarrea ningún cambio de naturaleza en estas partes (lo que Oeleuze desarrolla la estructura de la temporalidad requerida por

garantiza la conmensurabilidad de las partes divisibles), las intensi­ su ontología de los procesos a parcir de una relectura ingeniosa de la
duración bergsoniana. Lo que le permite afirmar: que los presentes
dades no pueden ser subdivididas sin acarrear un cambio en su natu­
raleza; son inconmensurables, y la "distancia" que las separa hace de
actuales están constituidos simultáneamente como presente Y pasa­
do, que en todos los presentes la totalidad del pasado está conserva­
cada una de ellas una verdadera diferencia en sí. Reubicando las in­
da, que hay un pasado que nunca fue presente y un futuro que no se­
tensidades en el contexto de las dos dimensiones de la ontología de­
rá nunca presence23. La idea de un pasado que nunca fue presente (el
leuziana (virtual y actual), constatamos que ca rnlizan la actualización
pasado inmemorial), así como la referencia a un fucuro que no de­
de lo virtual, generando la extensión, la linealidad, el tiempo sucesi­
vendrá nunca presente se encuentran igualmente (seglm modalidades
vo, así como los cuerpos extensos y sus cualidades. La relación de re­
diferentes) en los escritos de Derrida y Levinas. Los motivos de esta
versibilidad entre lo virtual y lo actual garantiza el hecho que las in­
postulación varían de un pensador a otro, pero hay un elemento que
tensidades no sean dirigidas hacia una muerte "neguentrópica'' (por
les es común: coda filosofía que privilegia la desactualización del pre­
exceso de potencial energético).
sente en vistas de conectarse con el pasado y el futuro corre el riesgo
Las ventajas de esta determinación conceptual son significativas,
de reificar el pasado (i.e. la reminiscencia de Platón) y el futuro (i.e.
tanto desde un punto de vista epistemológico como ontológico. El de­
las escatologías apocal ípticas). Para prevenir esca reificación, las no­
venir, que moviliza la totalidad de los trabajos de Deleuze, no puede
ciones de "pasado inmemor ial" y de "futuro mesiánico" (Deleuze
ser constituido por una simple yuxtaposición de "corres inmóviles". E l
prefiere hablar de pasado pmo y de eterna repetición de lo diferen­
hecho d e recurrir a tales corres inmóviles fue siempre responsable d e
te)24 son presentadas de manera de salvaguardar la idea de proceso
u n mundo jerarquizado y estático . E n esta ontología, l a s fuerzas toma­
sin recurrir a la mortificación de las tendencias que determinarían el
das in actu constituyen mejores candidatos para una carrograffa dia­
proceso a tergo o ab ende .
gramática del devenir. Por supuesto, el éxito de esta teoría depende de

¿Cuándo el pensamiento deviene posible?


una concepción plausible del tiempo y del espacio que va a permitir el
despliegue de procesos sin sujetos en un contimmm diferencial [différen­
tie/] desprovisro de origen y de finalidad. Ninguna teoría adecuada de La teoría deleuziana de la diferencia encuentra importantes implican­

la transformación y del cambio puede ser contemplada tanto tiempo cias para el conocimiento. Participa de una crícica de la imagen del

como para que dependa de un proceso concebido como la simple se­ pensamiento (de la recognición a la representación) que la tradic ón �
cuencia de estados de cosas múltiples. La exigencia deleuziana de una filosófica consolidó como dogma, introduce una nueva comprensión

transformac ión que va de los estados de cosas (lo actual) a las tenden­ de lo que es la filosofía (una creación de conceptos), exige una nueva

cias (lo virtual), y luego a los estados de cosas (lo actual) previene el metodología (el "empirismo trascendental ") y pone en escena un mo­

desmoronamiento del tiempo y la aparición de momentos temporales delo no tradicional de dialéctica de la verdad y del error (indecidibi­

aislados. Además, esta concepción de la metamorfosis impide la des- lidad de la verdad y la falsedad, "potencia de lo falso").
28 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A LAS ESTRAT E G I A S D I F E R E N C I A L E S I 29

El platonismo erigió la re-cognición como modelo para e l pensa­ zación. Las ideas son virtuales, y su ser corresponde a la matriz de los

miento además de fundar esta imagen del pensamiento sobre postu­ problemas. Es la manera deleuziana de evitar la reducción de lo vir­

lados que le dan una legitimidad de jure que no puede tener defacto. tual a una duplicación fraudulenta de un actual elevado a la potencia

Armado con estos postulados, el platonismo ofrece una imagen del de lo trascende ntal. Lo virtual no debe semejarse a lo actual, y de ma­

pensamiento que conserva de los procesos cognitivos algunos hechos nera similar los problemas no deben semejarse a o representar sus so­

rriviales ilustrando la recognición con la representación. Es cierto luciones. El instrumento de esta rehabilitación de lo trascendental es

que Platón critica la asimilación de la dóxa a la epiJtéme. Pero, para él, el empirismo trascendental.

el error es siempre el de un demonio exterior al pensamiento. Este


paradigma tradicional del pensamiento permanece incapaz de pensar El empirismo deleuziano. El empirismo trascendental de Deleuze su­
la diferencia sin comprometerla. La diferencia se vuelve entonces un pera la experiencia para encontrar las condiciones reales de las cosas,

objeto de la recognición y de la representación subsumido bajo las de los estados de cosas y de sus mezclas dadas en la experiencia25. Su

categorías de la similitud, de la oposición, de Ja analogía y de la objeto no corresponde a lo que es dado inmediatamente, sino más

identidad. Un mundo familiar y preconstituido es acogido por un bien a lo dado inmedia to, es decir a la tendencia o a lo virtual no re­

sujeto él mismo familiar y ya constituido. Para que el pensamiento presentable. La semejanza entre el empirismo trascendental y el tras­

se vuelva posible, es necesario, según Deleuze, definir una alternati­ cendentalismo kantiano es engañosa. Para Kant y Deleuze, la exis­

va que dará cuenta de los "encuencros fundamentales" con las incen­ tencia de facto de lo actual parece estar gobernada por condiciones que

sidades. Es el cogitanclum (noetéon) Jo que mocivará la construcción de existen de jure, pero el de jure kantiano es distinto del in virtu deleu­

un nuevo modelo de pensamienro, y ya no el cogitatum (noetón). El ziano que ya no es caracterizado por un impulso dinámico hacia su

pensamiento deviene el del cogitandmn después de que el sentiendnm y propia actualización. Además, el empirismo deleuziano, contraria­

el memorandum lo prepararon para esta rarea: de lo que debe ser senti­ mente a la crítica kantiana, proporciona una razón genética (y no

d o a lo que debe ser recordado, hasta lo que debe ser pensado. He aquí simplemente escática) a la constitución de lo actual en tanto que las

lo que deviene la cognición una vez que es l iberada de las exigencias condiciones buscadas por el empirismo deleuziano son ellas mismas

de la representación. dadas en lo virtual como condiciones de la experiencia actual (y no

Los gerundios que inspiran el "debe" cognitivo son el resultado de simplemente posible). El kantismo busca determinar las condiciones

una lectura audaz de la teoría kantiana de las Ideas emprendida en Di­ de la experiencia posible, mientras que, para Deleuze, las condiciones

ferencia y repetición. Para Kant, una idea no tiene ningún valor empíri­ reales de la experiencia no exceden lo condicionado. Así, los concep­

co; debe ser únicamente pensada. Deleuze recuerda este imperativo tos deleuzianos expresan el objeto real.

del ser pensado como Idea cuando determina lo vir tual. Pero su kan­ Más que mirar en dirección a la ortodoxia kantiana, debemos ver

tismo se define a través de la decisión de mul tiplicar la Idea hasta ha­ en el empirismo trascendental deleuziano un eco del intuicionismo

cer de ella los gerundios para todas las faClll tades (cogitand11m, memo­ bergsoniano2 6. Las cosas y los estados de cosas son mezclas pensa Jas

randmn, loquendum, sentiendmn). Las Ideas no obedecen al imperativo en términos de "más" y de "menos", es decir en términos de dife1 �n­

platónico "unum nomen unum nominatum". Son más bien las es­ cias de grados. Pero estas mezclas (actuales) son el producto de ten­

tructuras diferenciales [diflérentiellu] de las intensidades singulares dencias (virtuales) que, contrariamente a las mezclas, difieren E l na­

animadas por un dinamismo espacio-temporal en proceso de actuali- turaleza y en especie. La intuición de Bergson ofrece un método de
LAS ESTRATE G I A S D I F E R E N C I A L E S / 3 1
30 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

división de las mezclas relativamente a las tendencias, es decir en fun­ losofía), ni una comunicación (que llega siempre demasiado temprano
ción de las diferencias reales. Así, la intuición bergsoniana es idénti­ o demasiado tarde), sino una creación de conceptos28. Los conceptos
ca a� �mpirismo trascendental de Deleuze. En el caso de la imagen que crea no son ni ideas abstractas ni universales. No designan la esen­
trad1c1onal del pensamiento, la representación, vía la mediación del cia tradicional de las cosas, sino que conciernen más bien a las cir­
concepto, necesita la presencia de un sujeto y de un objeto identita­ cunstancias de emergencia de la cosa (el "cómo". el "cuándo", el "dón­
rios . De todos modos, la virtualidad de la Idea ya no requiere la asis­ de", el "caso partirnlar"). Un concepto condensa las posibilidades de
tencia de tales sujetos y objecos identitarios para devenir real. La re­ actualización de un ente. Constituye así un ensamblaje de singulari­
presentación tradicional corresponde esencialmente a la consciencia dades (que no deben ser confundidas con individualidades). Estando
obedeciendo a la lógica de las soluciones. La idea, al contrario, según constituido por singularidades, el concepto forma él mismo una sin­
Deleuze, es "anterior a la represenración", siendo modelada según la gularidad en la medida que su consistencia interna es producida por
lógica de los problemas y las soluciones. El empirismo trascendental una condensación que lleva al concepto a ser como una intensidad.
explora el campo de esta lógica. Contrariamente al objeto extenso, el concepto no puede ser descom­
Defender un empirismo trascendenrnl significa entonces perseguir puesto en singularidades constituyentes sin que estas singularidades
a los "referentes" de los gerundios: ascender del cogitandum al Jentien­ devengan conceptos diferentes. Y es precisamente la razón por la cual
drmt. Deleuze, para quien la conciencia (esa opacidad en el corazón del los conceptos son intensidades. Aun si las singularidades, es decir los
devenir) padece una intensa reducción, asigna al empirismo radical la componentes de los conceptos, están encarnadas en los cuerpos actua­
responsabilidad de situar la percepción en las cosas, más que de glosar les (sensibles, particulares), no son por ello reducibles a los estados de
con elocuencia acerca de su incorporación en el "cuerpo viviente". Lo­ cosas de los cuerpos en interacción. Corresponden más bien a condi­
calizar la percepción en las cosas parece contradecir la apropiación de ciones virtuales sin coordenadas espacio-temporales pensadas como la
Deleuze de la noción de "constructivismo" utilizada para calificar su expresión de acontecimientos (virtuales y sin embargo reales) en el
método. Pero esta contradicción es remitida a sí misma desde el mo­ proceso de actualización. La misión de la filosofía consiste entonces en
mento en que comprendemos que el constructivismo deleuziano es extraer conceptos a partir de los estados de cosas, de la misma manera
como lo dice ]. Ranciere, la historia de una redenci6n27. Hay que de� que debe extraer el acontecimiento de esos estados de cosas.
volver a Ja percepción la potencia gue perdió. Y lo que es redimido, es
la aístheJú. La inspiración viene aquí por supuesto de Bergson para Historia de la filosofía y tiempo estratigráfico. Los conceptos crea­
quien la materia y el espíritu son reconfigurados en un mundo de imá­ dos por la filosofía tienen una historia, aun si esta historia traza un
genes que se chocan, son desviadas o conservadas . Es eJ espíritu quien "zigzag"29. Así, ser platónico o kantiano hoy significa reactivar los
las conserva, las selecciona y las reactiva. Resulta de elJo que el sentien­ conceptos de Platón o de Kant de una cierta manera, pero siempre en
dum. de Bergson/Deleuze no es nada más que el caosmoJ que está exten­ relación a nuestros problemas. Deleuze cita la respuesta de Robbe­
dido sobre el plano de organización construido por la conciencia. Grillet a la pregunta por saber si hay un progreso en filosofía . "N"o
hay ninguna razón para hacer filosofía como Platón lo hizo, no ¡ or­
Qué es la filosofía. AJ empirismo radical, Deleuze asigna Ja responsa­ que superamos Platón, sino al contrario porque Platón no es :�pe­
a

bilidad de crear conceptos adecuados a lo que debe ser pensado y sen­ cable, y porque no tiene ningún sentido volver a empezar lo que él ya
tido. L1 filosofía no es ni una reflexión (podemos reflexionar sin la fi- hizo para siempre. No tenemos más que una alternativa: o bien his- 'a
LAS ESTRATEGIAS D I F ERENC IALES I 3 3
32 I D E L E U Z E Y SU H E RENCIA FI LOSÓFICA

roria de la filosofía, o bien injertos de Platón para problemas que no Pero una oncología de las intensidades diferenciadas [différenciées}
son más platónicos. "30 Si, como lo sugiere Deleuze, la "hiscoria de la y diferenciantes [diflérenciantes} previene este desliz yendo de la géne­
filosofía" se practica mejor en un tiempo estratigráfico (en vez de cro­ sis dinámica al condicionamiento esrárico . Cuando la fuerza se vuelve
nológico), es decir en el tiempo de la simultaneidad y de la copresen­ predominante sobre la forma, la intensidad (en vez de la extensión)
cia no contradictoria de los problemas filosóficos y de los aconteci­ ocupa una posición central y la cuestión de la génesis de la forma ya
mientos, entonces las contradicciones de las proposiciones filosóficas no puede ser esquivada. Tomemos el ejemplo de la percepción.
inherentes a la historia de la filosofía deben ceder su lugar a las "dis­
yunciones inclusivas" del propio devenir de la filosoffa31 . Diferenciación e integración. La percepción es el resultado de un deve­

Concluimos esta sección agregando dos elementos que conciernen nir, de una "sumación" de grados. Percibir resulta de una integración
a: l/ la habilidad de la oncología fundada en los procesos diferent/cian­ que no es asimilable a un condicionamiento estático: es una génesis. ¿Pe­
res para tratar las cuestiones de constitución genérica; y a 2/ la contri­ ro qué integra? L'l respuesta exige una distinción entre dos operaciones:
bución de esra oncología a la integración de la ctístheJis. la diferenciación [dif/érenácttion] que registra los diferenciales (o "peque­
11 La filosofía crítica de Kant y la fenomenología de Husserl, co­ ñas percepciones" bajo el umbral de la conciencia) en el origen de la per­
mo lo mostré en otra parce32, se toman en serio la necesidad de ex­ cepción, y la integración, es decir la surnación por la cual el espíritu tien­
plicaciones y de consrituciones ,genéricas, aun si las condiciones es­ de a juntar los diferenciales en una sola percepción. Según una vieja
táticas tienen siempre la última palabra en sus trabajos. Para estos distinción aristotélica, "percibir" es un verbo que no marca un proceso
(kíne.ris), sino una terminación (enérgeia)33 . En el centro de toda percep­
dos filósofos, la respuesta a la pregunta "¿Cómo es posible'" (sea
x x
ción, hay algo que no puede ser sentido, aun si sin ese "algo" no pudie­
un objeto de la experiencia o una parcela de sentido) puede ser for­
mulada cuando mostramos que una o varias reglas o condiciones, co­ se haber ninguna sensación. Ese "no-sentido" no es una simple condición
nocidas priori, están implicadas en la constitución de Si el obje­
d x.
formal de posibilidad de la sensación en general, sino el conjunto con­
to que debe ser consriruido es invariable, y si las reglas a priori creto de las pequeñas percepciones diferenciales, es decir los elementos
utilizadas para la constitución no son ellas mismas, por el período de necesarios para la constitución genética de toda cosa que es sentida34.
la investigación, el objeto de una constitución, entonces nuestra in­ La génesis constitutiva. La génesis muestra que la intensidad no es
vestigación trascendental es "estática". Pero si nuestra investigación solamente el ser de lo sensible (tal como Kant lo determinó), pero es
roma en cuenta las condiciones y las reglas que pueden valer para un
x tal que esté deviniendo, y tal que estas condiciones y estas reglas también el ser de la imaginación, de la memoria y del pensamiento.
estén ellas mismas deviniendo, enronces nuestra investigación tras­ No estando más confinada a la categoría de la cualidad, la intensidad
cendental es "genética". Se cree a menudo que la única manera de deviene la ·ratio essendi de rodas las categorías, Ideas y conceptos, así
prevenir la blasfemia que consiste en apoderarse del intellectuJ ar­ como del espacio y del tiempo. La constitución genética revela que las
chetyprtJ usurpando la potencia divina de creación es introduciendo en
ideas regulan y totalizan porgue esas ideas plantean los problemas y
las constiruciones trascendentales (estáticas o genéticas) una disrin­ porque esas ideas, sin ser las únicas prerrogativas de la razón, corres­
ción entre la actividad (lo condicionante) y la pasividad (lo condi­ ponden a cada una de las facultades.
cionado). Las reglas, las estructuras y las formas condjcionan enton­ Finalmente, en la medida que la génesis es la búsqueda del sentien­
clum y del cogitandum, libera la investigación trascendental de la tiranía
ces activamente la materia informe y pasiva.
CIAL ES I 35
DIFEREN
R A T E G I AS
LA S E S T
3 4 I D E L E U Z E Y SU HERENCIA F ILOSÓFICA
reras e ta-
mbar las bar �
, la estet , ica deb. e derru � lud 1-
m. Asi, iol ógico y lo
de lo que es solamente posible35 . � que se busca en las investigaciones dido del sentiendtt cogn
.
1nvo, lo prax
. entr e lo armas
kan tism o guaje y las
relativas a la génesis constitutiva ya no son las condiciones de toda ex­ blec idas por el . gos de len
1ue .
sign ·uica
� que todos. l os bi en una " ar-
co . Lo que no conlleva . más
periencia posible, sino más bien las series de experiencias "anteriores a . esté tica E sto . nifi-
d uc1d os a la . vas. Esto s1g
toda representación" que dan cuenta del trabajo de la singularidad. La de vida sean re " entre sus probl ema "'ticas respecti
te 0, de-
·

manía disco rdan ios de su eJer c1c1


· ·

génesis previene a la reducción de 1o trascendental de una duplicación odos 1os do min


que la aísthesis' en t . de ca ptu ra de las
de las descripciones empíricas . Mientras lo posible sea reducido a lo vir­ ca ta mbién proceso incen
s1. vo
dida com o un Deleuze sob re
be ser comp ren el texto de
tual, la constituci6n genérica y el condicionamiento formal no podrán or mas) . En res umen, ., debe
fuerzas (y no d
e 1as D
encia de la sensac10n,
a viol
ser distinguidos el uno del otro: en estas circunstancias, la génesis será
on37 • con
su ¡e¡na de un (o l o inve rso) . El
Franc1 . s Bac . . 'n
erencitt y repe
t1c10
el proceso de engendramiento de lo real a partir de lo posible, y el con­ . ,,
capi,,tu1 o de Di ac1on
J'
f
1 o como un
ser le'd por una explor
dicionamiento formal será la extracción de lo posible a partir de lo re­ b .ia la rep rese ntac 1on . ,
go
Bac on cam sin
. emb ar
pintor Francis o y que
al. Bien diferente es el trascendentalismo deleuziano por el cual lo rras­ nun ca hab ' ía sido vist el
d e un m undo que cam b'1a l a imagen d
cendental no es concebido a imagen y semejanza de lo empírico, sino
aestética
r
de mane a s1m1
.1 ar Deleuze
fam1 · iar, y . gen,
.

nos es 1· sin ima


que se transforma él mismo en una realidad virtual (ni sensible ni inte­ pensam 1en to
por un nuevo
pensami ento
ligible, sino el ser de lo sensible y el ser de lo inteligible) .
21 La fuerza de esta concepción genética reside en su capacidad pa­ ecim iento
, . a del ac ont
La et1c . de la ontología
ra mostrar que el sentiendum, el memorandum y el cogitandum (por con­ , conf¡inada sólo a los domin ios o de
pura no esta • el sen
te en
traste con los sentidos, la memoria, y las cogitationes) consiguen repo­ La diferencia gar impartan
tam b1'é n un l u
ogía. Encuentra que intenta des-
<

sicionar lo sublime en cada facultad, violentando estas facultades que y de la nool l . . c . (de Dios)" y
con e
son forzadas a captar lo que no puede ser experimentado mediante su deleu ziana que " acabó u
¡ i �: r obligaci ones3B . Para
la ética s r ejo de
deber tras cend ental con L1 a de la virtud que
ejercicio empírico normal. El gerundio intensivo inventa una nueva hacers e del ra una étic
· er se elªbo 1 ma
referencia al deb dife rencia enea
· , afir
reemplazar la
,

pedagogía para nuestras facultades reconectando la sensación de nues­ on. "La


· a 'fundao ;
nsidad como ' ; . . n mo-
opos1c16
.

inte te de la
�m�'
tra experiencia cognitiva con el afecto de nuestra apreciación estética. tiene a la en
ue ab oluram
hvili , se d1snng encia en ge-
Después de todo, los griegos los designaban a los dos (sensación y Fran r;ois Zou rab ic . on de 1· uzgar la exist ·

ya no es cuesu de. l a vi· r-

o de que una ét!Ca


afecto) con el mismo nombre: aísthesis. El retorno al relato kantiano ral Por el hech en dentes.. 39 ·
Pero
val ores trase sentido grie
go y
nos permiti6 ver al mismo tiempo la promesa de la pedagogía conte­ neral en el no mbre de en un
es entend 1' da .
e la v1• rtud . sta, y podda to-
<

nida en este relato y la traición a esta promesa por Deleuze. La idea tud, en dond . ica y esen ciali
s1end t pol6� la mano derecha es la
podr ía segui. r 0 � ;
racional era presentada por Kant como un concepto sin intuici6n. Pe­ nietzscheano, ns tote es) que
pen sar, co mo A · a " pasar-
ro la concordia discordata muestra que la idea estética es una intuición davía incitarno
s a
por su lado, se niega
. en .1dad
int .
mbidiestros. La � con el buen sen

desprovista de un concepto que l e sería adecuado. Y, sin e m b argo, es­ me1·or en los a ' na ' da que ver
.
no nene
man o derec ha" , pues ya de alg ún tlpü de phró­
ta idea estética expresa lo que no puede ser revelado por la idea racio­ se a la deriva
n o mas , de lo que
o com un,
nal36. Todo sucede como si el cogitandttm y el sentiendttm hubiesen si­ do y el sentI" d . �

al exp ert o . como una .v� a


do los dos nombrados. Pero el problema con el criticismo kantiano es nimos rese rvado
ad es . ida
defin Po r Deleuze iC!O O
inte nsid defin
La e'rica de la Aun si esta
.
.
que la sensibilidad se resigna a la receptividad y a la pasividad . De la ntec1 m1ento.
stra
.
dign a ante el aco
primera a la tercera Crítica, el múltiple sensible permanece despren- que se mue
36 / DELEUZE y
S U H E RENCIA F
I L O S Ó F I CA
LAS E S T R A T E G I A S D I F E R E N C I A L E S / 37
recuerda una vieja fór
¡ .
�; : ; : �
e r 1
generar malenrendido · s u apr�piadón corre el riesgo de
i n r 0 s erealice otra red ucc· .. · El deseo como enérgeia. El deseo deleuziano no es la fuente de fan­
ion. mtens1-
·
va. Esta vez} lo que tasmas, pero produce relaciones y conexiones que son reales en sus
es reducido son e1 Sí-m
ismo y el Otro hasta
verlos imperceptibles vol­
(unciones y revolucionarias en su multiplicidad rizomática porque no
. Es el tipo de devenir q .
preperso nales y presubj
etivas, "afectos " como
.
: �i lI
C� intensidades
0 1 I Cac10nes y expr
está definido por la intencionalidad de un "querer ser o tener". El de­
sienes de nuesrra pote . e- seo no carece de nada, al definirse por la expresión o la capacidad pa­
. ncia, y una vú existendi
ligada al conarus s .
z1sta y al deseo deleuzia pmo- ra producir conexiones No es evaluado según el té/os exterior del pla­
no.
.
Para liberarnos del . cer, sino que es el deseo mismo quien distribuye las intensidades del
¡uicw
· · · de DJOS, ' l a intensificación y la
dad de ben Jt' ber rse de inte nsi-
la subj etiv idad , del cam deseo tratando de romper con la disipación de las i n tensidades en la

:
po trascendental y
las coordenadas pers de
onológicas Deb " .
1oc JZad l jos d las �� extensión. El deseo no tiene ninguna efectividad en el interior de la
tipologías asociadas
las morivaciones y a l
a los com�lej os no
.
.
i ;� ::� : �
n e ma icos e a razo

n, a
dialéctica sujeto/objeto en la cual un sujeto y un objeto perfectamen­
te constituidos se confrontan planteando el deseo como una relación
. as buenas acc1o nes, y más cerca de las
raciones de fuerzas topo . con fi1gu­
log1c
. . as y d iagra que les es externa. Si el deseo es pensado como relación interna al su­
. máticas En Lógica del
D eI euze muestra que sentido'
la liberación de la subj . jeto y al objeto, entonces el sujeto y el objeto sufren de la hemorragia
etividad y de·1 camp
trascendenrai personol o sartreana del ser. En estas circunstancias, no es sorprendente consta­
ógico requiere Ja redu
cción de 1 a estruccura-si- ...
·
m ismo y de ¡a estructura-otro, tar que el deseo sea relegado a una necesidad de lo que no se tiene. Pa­
es decir la dec isi . . 6 n de cometer simu .
táneamente un s11icidio l- ra Deleuze, la manera de zafar consiste en pensar el deseo como enér­
y un altrnicidio40
Deleuz sostiene que,
�; ; �
te p ra eidad del ego
si las tesis de artre a S propósito de la con
-
geia, y no como kínesis. En tanto proceso sin téios, o intensidad sin

y del alter ego (siendo intención, el deseo (a la manera del placer en Aristóteles) tiene su
las dos esrrucruras el
su ta o e una dialéctica re- "perfección específica" en cada momento de su duración.
de las conciencias no .
e o1º" c
entonces la r ducción

com o lo sostJene de nuev
(intensiva) de uno prec
" .
ipi 1rá � f� ;;i ��� � o.
J. t t��·
s1,
Conciente de su deuda con Spinoza, Deleuze sostiene que el deseo
no es un estado pasivo, sino más bien un acto realzado por la felicidad
o Sartre, ser visto por otro es la verdad
ver d e1 o tro " ' entoo es del que facilita la formación de ideas adecuadas y que se esfuerza por esta­
� parece apropiado inici
. . ar el doble asesinato/sui-
C 1d 10. red uc1endo pnmero blecer los "buenos encuentros" . El "naturalismo" de la ética deleuzia­
a1 otro s·1 el otro es la
. . estructura de (mun-
d os) posibles (lo que na resuena aquí claramente. La distinción entre los buenos y los malos
sostiene la fenomenolog
ía) • es deci'r 1a cond ic1on . .,
un . e qua non de ¡a "mun
danidad del mundo" encuentros es obtenida, no según el patrón de rtledida de las normas
y de 1 a "percepcw .
. , n vivi- .
da " ' y s1· ¡o posi' ble, no trascendentes, sino más bien sobre la base de las habilidades de los en­
siendo actual, es la fuen .
te de las negat1v1'd ades
ento nces 1 a re d ucció . n del otro o de lo posi ' cuentros construidos y concretos para aumentar la potencia. La experi­
ble hara , reaparecer el cam-
po trascen deneal en su mentación es requerida sin ser una valoración 4 1 : "Nunca hay otro cri­
plenitud de afiumac10n ., . Una vez completa es-
ta reducción ' el cam terio más que el tenor de existencia, la intensificación de la vida"42.
po trascendental surg
: tro"' y 1a t ·
uerza anrropogénica (la
irá com o "otro d'1stm
vis existendi o, en térm
.
to a1 El "tenor de existencia" y la "intensificación de la vida" fundan
- inos delet:-
ianos, el deseo) va a afirm una ética del deseo y de la felicidad a condición de crear una alianza
arse ella misma como
Ia• ener
' "geta creat1va . de
Ja vida. .
con lo virtual. Intentemos comprender a Deleuze cuando afirma que
la ética debe ser una ética del acontecimiento, es decir una "ética de
lo virtual" que sería al mismo tiempo una "ética de la virtud''. Mien-
38 / D E LEUZE y
SU H E R ENCIA
F I LO S Ó F I C A
LAS ESTRAT E G I AS D I F E R E N C I A L E S / 39

tras nuestro abandono a


virtual, la carac terizaciónJoeactu al no hay .explorado el problema de lo
. de la e[!ca : del. euzi. .ana comprendida
cosas, busca el acontecimiento virtual que está actualizado en los es­
como búsqueda de la dign·d1stao1ca d anre e 1 '·Kontec1m
tados de cosas. El verdadero amor fati no consiste en aceptar el estado
.�ent
,. ; oelcorr de cosas actual, sino más bien la contra-actualización de lo actual para
·

de ser confundida con una rnvl . .(ac1.0n,. a la resignacwn e el riesgo


de ser entonces leído omo . amor fati pue- así querer y pensar mejor el elemento virtual inherente al aconteci­
ra. prevenir este error, no blaasta
e mas, banal de las máxim

' as f,ata 1stas . Pa-. miento puro. Querer no "lo que sucede, sino algo en eso que suce­
miento es irreducible a] estado dcon tener presente que el ¡acon ·
rec1 de"44. El acontecimiento virtual está actualizado en estados de cosas
que Deleuze inserrn un proceso edcosas . Tiambien, hay que recordar-
. que, necesariamente, no lo representan, porque Ja actualización no es
e " contr
acontecimientos y los estados d e cosas. Este a-efectuación" ,.entre los una imitación, sino una diferenciación [dilférenciation]. Por consi­
razón de la ética deleuzia pro�es� que esta en el co- guiente, el mimo45 que se encarga de realizar las tareas éticas no es el
na revela 1a verdac1era signif
nidad frente al acontecimie nto. icación de la dig- héroe de la re-presentación de lo mismo, o incluso el kantiano que "re­
L'l ética deleuziana se desh ace ra,.pt"damente de la obligación infi- pite" la máxima hasta que el imperativo categórico se vuelva una ley
nita dirigiéndose hac1'a una b,usg . que apuntan de la naturaleza. Al mimo deleuziano se le atribuye la doble obliga­
mu1 cip1icar las potencias de 1a exis.uetenc
• • da .de 1os . med tos
ia y a a ción de desenmascarar las pretensiones de lo actual por las que quie­
• mr ens1
pues, la cuestión de las re1ac10. nes entre las for ·fiKar. 1a vida .
. Así re ser el único jugador, y de re-activar lo virtual en su proceso infini­
tos se impone. A part1· el momento en gue 1 mas· de v1da y los afec- to de diferenciación [différenciation] respecto de sí mismo46.
definida en términos det dwrm a et1c
, a ya no de ser
de buenas cosrumbres (lopueque "Eso que quieres, quiérelo de tal manera que quieras también su
quiere decir que las costumbresac10no,nteng
e .

su lugar), ehronces la cuesno-


eterno retorno" es un imperativo nietzscheano muchas veces afirma­
tión de la contra-memona. gue es c an do por Deleuze47. Si el eterno retorno concerniese a Jos cuerpos ac­
z de bl .
n s t
e; !�: ���: !:�:�: :su:ej�:��::b�:s !asreco :�:
la autenticidad y de la' la ie' la empresa de ndu
:a:�u;::�:��:: :� :i���
cirse a la romanza de
t tuales, sus cualidades y sus mezclas, la repetición no haría más que re­
ciclar lo Mismo, y la única ética posible sería una moral de la
resignación. Pero el eterno retorno al que Deleuze se refiere remite a
ros de vista debe r . usma e
.t f cada genealó valonz. ac10n de los pun-
. ,
la teoría "de los acontecimientos puros y de su condensación lineal o
de consistencia d:�e¡ set tconst i gicamente, y su plano (virtual) superficial48. Sólo en el caso del acontecimiento puro la repetición
n11 do. puede ser impuesta como una carea para la libertad. Así, la repetici6n
La contra-actualización es como un festival que repite lo que no pude recomenzar. No con el
apunta a devenir digno dedelosloqactu ue nos. su�e . deleuzia. na que
al La consigna
objetivo de multiplicar lo original, sino más bien para elevar la pri­
tencia de actuar. Deleuze no propone asentJt deestúno lleva a una impo­ mera vez a la enésima potencia "de una vez por rodas" y "para todas
gue sucede. L� q�e nos pida te a todo lo
ca del acontec1m1ento �odevue lve a la afirmación segúmen las veces"49. La repetición de la que se trata aquí es alcanzada gracias
acue do. con la concepc16nesesro1c
r
una ética de los estados ndelacosa cual la éti­
s43. De
al proceso de contra-actualización.
· a, el acon .
. es vmu
de 1a et1ca . al, y en la med tec1m1ento como "ob1'eto"
.

Ética y moral. Encontramos en el imperativo del eterno cetorno los


. . ida que 1os acontec1m1entos virrua-. . elementos de una ética y los recursos de una delicada negociación en­
les están siem re
cim iento supo�e ::: ����ru���e:�:e�::a�ª:�e�� a i tre la obligación y la creación, entre la distancia y la amistad o la so­
� e� �:s ele:�:�:��� ciabilidad, entre el afecto y laphrónesis. El hecho de que la "ética" y la
L A S E S T R A T E G I A S D I F E R E N C I AL E S I 41
40 I D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

"teoría d e l a s obligaciones (morales)" sean con frecuencia consideradas .


que existe ieorma Parte del Aión por tener
ya siempre una dimensión
. l, podemos dec1· r que ro -
sión virtua
como sinónimos nos impide considerar estas inclusiones disyuntivas. v1rcua1. En relación a esta dimen . . ,.
. . coexis. ten en el "estado" dinámico de la d1syunc10n
Debemos deshacer ese vínculo. Se da lugar a la confusión entre ética das las difere ncias . . . �
ncion
y moral desde el momento en que se considera la filantropía como co­
.
. 1 us1va.
inc ' idad de la dimensión virtual ¡unto con la disyu
La real ,.
ción necesa ria para el a fi
e co que, se�un la ex-
extensiva a la ética. No sugerimos aquí que una ética sin moralidad inclusiva es una condi � .
de l o
ili, es "la cons1stenc1a misma
no admite ninguna obligación. Lo que Deleuze afirma, es más bien presión utilizada por Zourabichv
que la obligación, para ser admitida, debe ser en primer lugar medi­ existente"52 ·
manizac1on . ,. de1 c��po trascen-
campo et1co graCl�S .ª
da por los hombres y las mujeres cuya nobleza de alma ya fue exami­ La despersonalización y la deshu .
la constr ucción de un
nada y validada por el fuego del eterno retorno. Estos hombres y es­ dental hacen necesaria
da en nomb re de la comp os1b1-
realiza
tas mujeres no están tan lejos del megalópsychoi de Arisróteles. Son una experimentación incesante, se
nros que no podemos espe . "'.'r que
lidad de las diferencias, con eleme
ellos los actores y bailarines, los mimos de la contra-actualización, Pero esta expenmen�ac1�n nunca
arezcan a un produ cto termin ado.
que ameritan el acontecimiento. s del
que nos impone <leven.ir d1gn�
Podemos ahora reunir los elemencos de la ética deleuziana. La des­
�s un juego solitario. Una ética
enriqu ecida por poder osos tmper at1v� �t
acontecimiento está también e
humanización y la despersonalización del campo trascendental, reali­ s. Una vida lo má� llena pos1
poderosas tácticas político-filosófica .
zadas en nombre de las singularidades y los acontecimientos, decons­
felicid ad activa , y que se esfuer za por devemr d1gna del �con­
de una _
truyen el discurso onto-metafísico sobre los valores, devolviendo su ayudada,º al contrario neutralizada
tecimienco, puede finalmente ser .
subordinación a los evaluadores . Los sujetos descentrados que experi­ ecen en la pólts.
por las condiciones que preval
mentan la ética y que son experimentados por ella, abarcan y son
abarcados por el caos111os de una vida anorgánica. El Sí-mismo no es ni
el amo ni el esclavo del Otro, aun si no es el igual de este último. Lo
que no le impide aswnir responsabilidades en relación a una nueva
tierra. Lo que Deleuze escribe a propósito del Robinson de Tournier
y de su búsqueda de un nuevo mundo vale también para él: "El fin,
el fin último de Robinson, es la 'deshumanización', el encuentro de la
libido con los elementos libres, el descubrimiento de una energía cós­
mica o de una gran Salud elemental . "'º
He aquí lo que Deleuze designa por el "devenir-imperceptible":
º'alguien" viene a ponerse en el lugar del "yo" que solía reinar como
amo. Devenir-imperceptible sería imposible si la temporalidad del
(de "mi") devenir se limitase al tiempo calculable y al presente de Ch­
rónos. Es más bien la absoluta simetría de lo que no termina nunca de
pasar y de eso que no llega jamás (el Aión) la que es responsable del
hecho que el yo sea otro. Esca simetría constituye la estructura para­
dójica que ninguna distinción entre i/JJe e idem puede eliminarS 1. Lo
Deleuze y los Estoicos
por Alain Beaulieu

La constitución de un sistema
La filosofía moderna atribuye estatus diferentes al pensamiento anti­
guo. Primero están los "antü1tista.s"53 nosnílgicos de la "bella armonía"
o del "ideal dialógico'', entte los que encontramos a los fieles guardia­
nes de la tradición. Están luego los filósofos que sustraen el mundo
griego de coda capacidad de enseñanza "positiva". Es el caso del Hei­
degger de Ser y tiempo y de Derrida, para quienes las doctrinas platóni­
ca de la verdad y aristotélica del tiempo deben ser de(con)struidas. Des­
pués están los que se arriesgan a una lectura verdaderamente productiva
de los textos antiguos para extraer de ellos una nueva actualidad. Es el
caso del joven Heidegger que hace de Aristóteles un precursor de la
hermenéutica de la facticidad, del Heidegger cardío que conmemora la
poesía presocrática, de Foucault, cuyos últimos escritos sostienen la te­
sis original de un olvido del antiguo cuidado de sí [so11ci de .rot], y de De­
leuze que propone una lectura creativa de los Estoicos.
El encuentro con el pensamiento estoico, lejos de ser un "contra­
tiempo", constituye uno de los principales hilos conductores del iti­
nerario de Deleuze que va mucho más allá de su admiración por la te­
oría de los incorpóreos. Los Estoicos no juegan sólo un rol central en
Lógica del sentido, sino que encontramos también muchas referencias
explícitas a la doctrina del Pórtico en los otros libros de Deleuze54.
Un buen número de elemencos que permanecen implícitos confirman
el estoicismo de Deleuze. Tres de las primeras monografías deleuzia­
nas se dedican así a autores asociados, en diversos grados, a la rradi-
44 / D ElEU Z E
y S U H E R E NCI
D E L E U Z E Y L O S E S T O I C O S / 45
A F I L O S ÓFI C A

ción estoica (Niet


' posible most
zsche, Kant, Spino .
za) · Sería
otras cuatro mono ., rar que poráneos, solamente el contexto socio-político de experimentación
grafía
, 's tam bien
.
vrncuJan a De1euze
mo. El modelo de . . con el estoicis- habría cambiado . Pero, considerando la liteéatura secundaria utiliza­
la induccJ.On ,, empmsta5
. 5 (Hume) ' la teoría
s1gn os56 (Proust) ' Ja c ., de los da por Deleuze, parece sin duda más justo afirmar que el estoicismo
oncepc1on de la infinita d iv1s
...1on
o de las mezclas c , d e la materi a
orpóreas57 (B gson) deleuziano es en primer lugar obediencia ateniense, y que deja en el
miento (Leibniz) 58 p
ueden en e1ec co
';.' y el pens amien to
del aconteci- segundo plano la cuestión de las conductas morales de sí predomi­
mscrib irs e en l a conr.
pensamie nto estoico . muidad del nantes en la época imperial. Deleuze utiliza dos comentadores que pa­
· A ,
s1, el in te ,
res de Dele L!Ze por
sentt"d.o, pero el .
1 os Estoicos hace
. .
explosión con Lógica recen haber atizado su interés por el estoicismo antiguo: Émile
del inten to por devolver .
esro1c1smo está omn la vida al Bréhier conocido, entre otras cosas, por haber expuesto por primera
' ipres
· ence en sus trabaj
os.
vez el problema del tiempo en los Esroicos60, y su alumno, Victor
¿De qué estoicismo Goldschmidt, que consagra al sistema estoico un curso en París, en
se trata ? En ning ún
momento Deleuze se
con Jas distinciones
hist,oncas. respec to de l a esrnela
mece 1951-195 261.
,..
11ere generalmente • del p, Ort1. co. Se re-
I ar en cua,,1es de
a los "Estoico Si los Estoicos son emblemáticos para el pensamiento deleuziano es
. s ,, sin prec's
.

presentantes se inspi ' sus re-


· porque piensan la inmanencia contra Ja "onto-teología" dominante. Lo
adores del p en-
ra59. Como / o sab
se cuida de señalar de entrada en Lógica del sentido cuando
emos' l os h iston·
en tres. etapas en
samiento distingu que Deleuze
el desarro llo de l
estoJ. C1sm
(Zenó11 de e·ltIO,
esto icismo antiguo . o: el escribe: "El lugar privilegiado de los Estoicos viene de que fueron los
. Cleanto' ens1po . . )' med"10 (Posi-
donio, Panecio) e impe iniciadores de una nueva imagen del filósofo, en ruptura con Jos pre­
. rial (S,eneca, Ep1cte . to, Marco Aure]"JO)
med·1 o• 11 amado ateni
to1c1. smo antiguo y . El es- socráticos, con el socratismo y el plaronismo."62 Este enunciado es ob­
jeto de una explicación en la 18� serie, donde Deleuze desarrolla una
.ense ' mant1en ·
. .
e obJet1v
teóricos interesándose . os más
logía Y l os prrn
pnmero en l a cosmo
• . El estoJ. . .
. .
o rgani zación natu c1 p10s
. de topología original del pensamiento antiguo asimilando el modo de
ral C1smo imperial !Jam
que a él refiere, entr ' ado romano, en lo
a en el detalle de"� cuestionamiento presocrático a una investigación de las profanidades
la vida practJ , . Ca.
tant es asum en gen · S s represen­

eralmente el rol de (el agua, el fuego, el volcán, etc.), el platonismo a una búsqueda de la
Hectores de conci encia"
tando a sus discíp ulos . invi­ altura (el cielo de las ideas), y los Estoicos a la conquista de las super­
a e¡erce r un poder de transf
que depende d e ell ormación sobre lo
os y a aceptar lo gue ficies. Sin hablar de "fuente última" para la inmanencia (Deleuze
excede su vo1 unra d.
.
tinciones históricas Estas dis-
del corr ·htt.r del euz1ano que
permanecen ausen res muestra que podemos ser involuntariamente estoicos), hay que admi­
.
.
finge ignorar la evol tir que el estoicismo constituye un modelo paradigmático de experi­
ución de l a doctrr .
na antigu a y l as dis ·
el seno de este mov ns10nes en mentación de la realidad independientemente de la referencia a los ele­
imiento filosófico. �
Todo sucede como
cos formasen para' s1 los Esroi-
Deleuze una escuel mentos primordiales, a las Ideas-Formas y al primer Motor. Deleuze
a de p ensarn1e · .
manera más singular nro unJtaria. De
incluso ' D e1euze a adhiere así a la subversión estoica del pensamiento presocrático, del
b andona el análisis
puntos antiguos de . de los platonismo y del aristotelismo. Sabemos también que Deleuze no es
la doctrrna para interesarse en .
e.iones del estoicism 1 as expenm enta-
Y por los escmores mod
o por ciertos filósofos . un simple discípulo dogmático (basca con pensar en su rravestimiento
nos (Carroll ' B ousq er- del gran orden cósmico) y que propone una lectura original del estoi­
uet, Fitz . gerald' Péguy
, etc.). Podemos supo
que Deleuze cons1.dera . ner cismo clásico. Puede sin embargo ser cualificado de estoico en tanto
la constancia de las ideas estoicas .
estoicismo al estoicism . . Del pnmer
.
o imp ena . 1' y hasta los "neo-estoico conserva algunas de las posiciones centrales del estoicismo. Deleuze re­
s" conrem-
nueva las respuestas a las preguntas planteadas por los Estoicos. No de-
D E L E U Z E Y L O S E S T O I C O S I 47
46 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

las di­
· j a d e recamar y d e problemarizar, por su cuenta, las interrogaciones es­ meros en utilizar el términos
?stema para describir la unidad de
fía, toman do la precau ción de mostrar los
toicas: "¿Qué es vivir en concordancia con la Naturaleza?", "¿Qué es la ferentes partes de la filoso .
3. Deleuze nunca renun� 16 a

est co�­
simpatía entre las cosas?", "¿Qué es asentir ante lo que nos sucede?", pasajes necesarios entre ellas6
etc. Las tesis deleuzianas en relación a la Naturaleza caósmica, a la vi­ un sistem a inman ente en donde las cos as mtera ctua� li­
cepción de .
teóric o y prácti co son insepa rables. Los
da anorgánica y al acontecimiento impersonal derivan del modo de bremente y donde los campo s
·
vivas. "64 El
tamente nada de sus fuerza s
cuestionamiento estoico. Podríamos incluso afirmar que sus libros sistemas no perdieron estric
constituyen un vasco comentario en relación al enunciado "Deus sive apego a esta exigen cia partic ular de �
sistematicida explica por o�
ra
.
ectiva estéti ca, dema siado 11g da a la aprec1� ­
natura". Deleuze nunca puso en segundo lugar la experiencia respecto parce por qué la persp �
a los Esto1-
y muy evidentemente aJena
del conocimiento, la práctica respecro a la teorfa, y siempre privilegió ción intelectual y subjetiva,
os de Deleuze . Confo rmem ente a la ma­
el estudio de las fuerzas concretas en detrimenco de las nociones abs­ cos1 está ausen te en los trabaj
sobre
mas, los escritos deleuzianos
tractas y desencarnadas. En el plano biográfico, su estilo de vida de as­ nera estoica de plantear los proble
el cruce de la lógica (" Lógica"
de la sensa­
pecto vagamente ascético, y su suicidio racional, pueden indicar su ad­ el arte se sitúan más bien en
no lo
s, hacer visibles fuerzas que
hesión a los valores estoicos. En Deleuze, como para los estoicos, la ción), de ]a física (capturar fuerza
ón eman cipad ora del arte, crear nuevas mane-
experiencia del pensamiento debuta con las fuerzas impersonales que son)1 y de la ética (funci
exigen un desposeimienco de sí que lleva a los seres y a las cosas a amar ras de existir).
el mundo tal como es. Es todo lo contrario de las filosofías alarmistas
­
zo de reconexión con el pensa
de la conversión que se nurren de una "crisis de la humanidad" que de­ Una "nueva metafisica". El esfuer
De­
l para dar cuenta del hecho que
be ser superada. Con los Estoicos, Deleuze culciva el arte de mostrarse miento estoico parece fundamenta
metafí­
digno de lo que sucede, aceprando que se puede no salir indemne de adhiere, no sólo a la idea de sistema, sino tamb ién a la
leuze
arla o
que se convino destruirla, super
esta experiencia. sica en un momento en el
"puro mecaf ísico" 6S. Sin embargo le
deconstruirla. Deleuze se decía
ze se
ón a esta consideración. Deleu
El sistema inmanente de la filosofía. De manera más específica, la prestó relativamente poca atenci
on para pensa r una "nuev a metafísica" adecuada a
obra deleuziana recuerda el antiguo procedimiento estoico que con­ entiende con Bergs
filoso­
y ocasionalmente asimila la
siste en desarrollar la filosofía en tres partes complementarias: la ló­ la lógica de las multiplicidades66
s con­
que, mientras puedan ser creado
gica, la física y la ética. La filosofía contemporánea está marcada por fía a Ja metafísica sosteniendo
la metaf ísica sobre vivirá , sin que �u �uerte a�un­
una fragmentación de esta herencia. Algunos bien intentaron salvar la ceptos filosóficos,
cuestionar
Pero, haciendo esto, deia sin
lógica de su asimilación a las matemáticas, algunos físicos quisieron ciada sea nunca "natural"67.
que sería distinta a la metafísi
� ª enten
reanimar la materia hasta reintegrar la hipótesis divina, y un pensa­ la posibilidad de una filosofía . .
:
dor como Foucault permite reconceptualizar el éthos de manera de sal­ o tradic ional del térmi no, es decu como la c1enc1�
dida en el sentid
los dos "mundos" (inteligi�le
Y s�nsi­
varlo de lo que hoy está popularizado bajo el nombre de "ética apli­ que analiza las relaciones entre
no es asimilable a la metaf
1S1ca clas ca
cada". Pero nadie mejor que Deleuze llevó de frente estos tres ble). Una tal filosofía que ya �

r a la suya. En realid d, la 1:1
� taf1s1-
combates contra la matematización de la lógica, la naturalización de parece por otra parte corresponde 1 s ncia ), que
es menos un nombre (una e �
la física y la tecnocrnrización de la ética. Los Estoicos fueron, por otra ca a la que Deleuze adhiere ... .
por eso que, en Lógica del sent1-
ser"). Es
parte, los primeros en sistematizar esca triple experiencia, y los pri- un adjetivo (una "manera de
y S U H E R E NCI
48 / D E LE U Z E
A F I L O SÓFI
DELEUZE Y L O S E S T O I C O S / 49
CA

do, no presenta su filosofía como


fíuna metafísica " . , sino
.
le atribuye a la . que más bien se
noción de super fl"' . retórica (arte de hablar bien). Deleuze sobrepasa esta distinción téc­
meta is1co " o "no
ine un vaJor "
co " situ
. ado en el físi-
límüe de 1os cuer nica. Pero conserva de los Esroicos una premisa no menos determi­
expresan6B. Dele
pos y de 1as prop .
uze defírne este
. nes que los
os1cw
ox1,moron de "super nante. A la manera de la lógica estoica, y en contra de la lógica aris­
como el lugar de
Ja paradº . 1 fí me . metafísica "
Jª Y o presenta como . totélica, la lógica deleu:úana del sentido no es predicativa, sino
tra dic10 . ,n estoica. A una 11erencia
.

concinuac10 . ,.n, de la proposicional. Esta perspectiva acarrea al menos dos consecuencias


mostraremos que e
('isico
. d eleuziano crea 1 siste
. ma meta-
potenci· ai, 1"d a d es · importantes. Primeramente, el análisis lógico concierne a las propo­
nuev as e mexp 1orada
iJ• y al e'th01, de1en
.
e d1end
c1ón al lógo1, a la ph?1 s en rela-
o de todos modos
siciones singulares por contraste con la lógica aristotélica que analiza
.
.

dªd de estos tres la uni-


co que a los est .
e¡"es del pensa . m1en las relaciones con tenor universal enue sujetos y predicados. La lógi­
1 uesos
comparar con un oicos les gustaba
ra, yema, clara
ser vivo (1 ca de Aristóteles supone identidades preexistentes e intenta determi­
.
carne ' �aJma) l con
un huevo (cásca-
), y con un ca mpo nar el valor de verdad de las relaciones. Afícmar "el árbol es verde" o
e' cerca, tlerr a, fruto
s)69_
"Sócrates es un hombre", es presuponer la existencia independiente de
Lógica
las ideas de árbol, de color verde, de Sócrates y de Ja sustancia-hom­
El trabajo de D bre. La lógica esroico-deleuziana ya no busca ligar hechos heterogé­
eleuze no contie
ne ningun ,. tratado de
. o non de Anstor
comparable al Oroa lógica. Nada neos entre sí (ej: Sócrates, hombre, mortal). Lo que le interesa ya no
eta de la lógica
. , eJes , ah ' ' Lóig·zca de Kanc o
de Heoe.::. / a Ja Cien- son las relaciones entre sujeto y predicado, sino los atributos expresa­
. . Descubrim . os en él sin e
singular como m bargo un apego dos por infinitivos (enverdecer, calentarse, intensificar, etc.). No hay
persistente a 1a 1' . tan
og ica, que nunc
misma y que esrá . a es considerada ninguna necesidad de insistir aquí en la importancia de la crítica a los
siemp re vrnculad a en sí
con un ob.¡eto esp
ze elabora una ecífico: Deleu- universales en la filosofía deleuziana Deleuze está fascinado por esta
lógica del sene,"do, .
una lógi ca, de 1a
dades 70. A si,
.
gica de las multi plici sensaci·ón y una ló- manera de describir la realidad con las acciones que la constituyen sin
. , no hay pata < Dele uze
nera J , sino diver.r
c1J 1 og1cas 1ma I'ogica
. ge- hacer intervenir las nociones de clase, de género o de especie, y sin
71
,
. .
particulares que
aparición y de exprican la s leyes
, menos. d.Istrn
agencia m1en . de pretender validar el enunciado por medio de una transposición en un
. ro de feno .
sens ac10n es, m ultipl tos (sentidos, cielo de ideas o en un universo de categorías. Deleuze prolonga el aná­
i cidad ' es). Las
l,ogic
. as deleuzianas
·· 1
e1 emento para comparten un lisis estoico de las singularidades valorando las virtudes ocultas del ar­
dó¡"ico y su efíKaci. . • sie
a impl
. ica mpre una mezcla
1 os cuerpos y los
sign os' 1 a maten. entre tículo indefinido "un" ("una estación", "un devenir", "una vida",
a y las fuerz as . U
mezcla que Dele uze na paradoja y una
ve operando etc.), del ["i1"]72 impersonal ("llueve [il ple11t]", "es de noche [il fait
' en la concepci. ón
' l1' bremen
de la cual se insp estoica de la lógica
ira . te para eJabotar . mtit]'', etc.) y del "uno [ o n]73 " cualquiera ("uno vive [on vit]", "uno
sentido). Las otra su pnmeca lógica
s 16gKas · . (del muere [on meur-t]", etc.). La segunda consecuencia de la ruptura con la
deleuzrnnas parece
' ª
n fiunc1.0nar de
. .
analógica al ser aplic manera
d as en terrenos diferentes lógica predicativa concierne a la renovación del pensamiento silogís­
(las sensac10 .
mulr1pl1cidades). nes, Jas tico. En los Estoicos, la mayor del silogismo pierde su estatus de jui­
cio categórico y se vuelve hipotética (ej: "si el sol brilla, es de día", "si
La ruptura con la
lógica pre dicativa. Diga mas de una mujer tiene leche, dio a luz'', etc.). Se trata entonces de analizar
gica deleuziana no entrada que la ló-
sigue 1 as dos d.lfecc el carácter de necesidad de las relaciones entre las proposiciones que
.
wnes com'unmente estudiad
por J os Estoicos, as
a saber la d'rnl'
ect1c pueden ser condicionales, consecutivas, causales, comparativas o dis­
. a (arte de hablar
con verdad) y la
yuntivas. He aquí dos ejemplos célebres de silogismos hipotéticos
O I C O S I 51
D E L E U ZE y L O S EST
SO I D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

na de nociones comunes
no lleva a la formac n ��
' adquisición deleuzia
la .
formulados por Crisipo, retomados por Di6genes Laercio, y a los cua­ ,
n. Adem ás, es en la relac1on
un senu do comu
de un bc1en sentido o de don de
les Deleuze se refiere en Lógica del sentido: "Si dices algo, eso pasa por
senu .do y e1 no-s i , subraya D e1 euze,
entºdo
de inclusión entr e el .
tu boca; ahora bien, si dices 'carro', entonces un carro pasa por tu bo­ , . a del sentido,,77 .
gene ral de la log1c
res1.de "el problema más
ca"; "Si no perdieron algo, lo tienen; ahora bien, no perdieron cuer­ os Estoicos su no-
, Deleuze conserva de 1
A pesar de esta diferencia . ,
idea segun
nos, entonces tienen cuernos". Es la proposición disyuntiva la que
. de acue rdo con ellos para destruir la
mmalismo · Se pone
capea sobre todo la atención de Deleuze, él que no dejará, desde y des­ 1 p� a h acer '
as1 de la sm­
más que de lo genera

la cual no hay ciencia . '.
. c1ón .
pués de Lógica del sentido, de hacer valer los derechos de la disyunción 1on y de rnvest1ga
ridad el verd ader o objeto de experimentac
gula
inclusiva por la cual los opuestos dejan de ser contradictorios sin nun­
ca llevar a una verdad universal. El famoso enunciado tomado del co­ pre asociada al es-
·

La lógica permanece s1em


.

El estudio del discurso.


mentario de Beckett: "Zapatos, nos quedamos, pantuflas, salimos"74 i
· , ct'co
so sinta autónomo en re1 a-
vuelve al discur .
tudio del discurso y como estoico e1
es emblemático para esca vasca investigación en relación a la síntesis . . es de verdad. Debe considerarse
c1ón a 1as con ¿·ioon . . pues-
na
disyunriva que agota las posibilidades al inregrar la paradoja más allá crea ción l itera
los procedimientos de
. e , s de Deleuzc por (W lfson, Luca,
de coda significación. Con una preocupación coralmente escoica por res contemporáneos

�:: :� práctica por ciertos auto :�
hacer carne el razonamiento, Deleuze afirma: "El gran aporte de Bec­ de escri tura que � 1enen a ro
etc.), técnicas
Brisset Joyce, Roussel, ra n su p
kett a la lógica es mostrar que el agotamiento (exhaustividad) va de "una lengua excran¡e
apar ecer


pee e1 l ngua¡'e hast a hace r
.
la mano con un cierto agotamiento fisiológico ... 75 . . unta a destruir las con-
a
dele uzia no que ap
El imperativo . . .. 7s
¿Cómo asegurar enwnces un cierto grado de validez (distinta de la · lengua". ama 1cal 1da des
a la producción de "agr
� .
�: nciones lingüísticas lleva icau . va acarrea
veracidad) a las proposiciones de un universo poblado de singularida­ ,
auca . de 1 a l'og1c a
. 1,red
ar la gram
·

Y para Deleuze ' liber . o en-


des en donde los juicios categóricos se vuelven inoperatorios? Es aquí . . la cual cad a enuncia d
ua minontana para
la creación de una leng r de un aconte­
donde intervienen las "nociones comLJnes" (koinai ennoai) o "prenocio­ y adqu iere el valo
vidu.'lción
cra en un proceso de indi tenderse se-
nes" (prólepsis). Con o
f rmemente a su deseo de permanecer lo más cer­ . 1ent . o 79 \S ' ,,¡gnómenon) debe aquí en . ,.
cimiento . El acontec1m . e
ca posible de la acción, de intuir directamenre el modo de ser de )as
es d eC1r no com o "lo que a dvien
estoica, .'
gún la definición .0 n
cosas, los Estoicos consideran que el valor de las proposiciones está da­
en arbitrario d e la apan
· c1· ón y de la desapanc1.
obedeciendo al régim 1iace s1g­
, bien como lo que
. , 80
do por "opiniones naturales" formadas a partir de impresiones sensi­ s ) 'sm . mas
estad o de cosa �
e
(el accidente, el en­
bles . Las nociones comunes, desarrolladas por todos en la primera in­ a nece sida d ¡ e ex pr s1on . Es inútil

una ciert
nos estando ligado a .
fancia, permiten "ver" lo naturalmente común a diferentes modos de a del acon tec1m 1ento, pues "el acon-
ido por fuer
ronces buscat e1 sent .
existencia. Lo bueno, lo malo, la extensión, el movimiento, el reposo,
. o,.g¡ , . La lógica
estoico-deleuziana del
t do mism
tecimienco, es el sent senti-
etc., se vuelven entonces nociones comunes76. La lógica ya no es más
una teor ia no re terenc . �l para la cual

nces
sentido implica ento .
d e isom orfiismo .
simplemente una cuestión teórica, sino que comporta también, y an­ por una rela c1on
estan , l.igados
do y acontecimiento
te todo, un aspecto práctico adquirido en la experiencia que será apli­
-
. , presión , Deleuze insis
e
cado en el análisis.Hay que suponer que tales nociones comunes es­
acontec1m1ento y su ex
Circularidad entre el ente de su eiectua-
tán operando en Deleuze, para quien la validez de la disyunción . o a¡ pres
. 1ent
. del acontec1m
ce en 1a irr eductibilidad , " y
.

inclusiva estaría determinada por una experiencia previa de la diver­ "hecho emp1nco
.
cem pora1 . No es simplemente un
ción espac10-
gencia. Sin embargo, por contraste con las nociones comunes estoicas,
52 / D E L E U Z E Y
S U HE R E N C I A F I
D E L E U ZE y L O S EST O I C O S I 53
LO S Ó FI C A

corpóreo, sino que se


duplica también e n .
una contra-efectuació
n que que yo, escnbe Bousquer ' nac1 para encarnar 1 a. ,.gg Este aconreci-
expresa una cierta inde ,
pendencia respecto de
eso en lo que se enca
na82. El acontecimienc r­ mienro-herida no es un estado de cosas que ruv � 1ugar en un presen­
o es de alguna manera
eso que afecta la mat
ria dándole una dim e­ re cronológicamente determinable. Sin origen n1 fi�, se d o una
ensión extra-material
o incorpórea (asómatos)
manifiesta en un cuer
po encontrando su expr
. Se 1 ata ¡·1dad particular
r , a ' ��:1 el (o
llevada a la expresión y en rel acJOn �'l
esión en el !ektón que
i n dolo como s1 se tra-
.
·

traduce generalmente se eso) que es afectado se muestra digno aprehend"é


por el "expresable",
el "decible" o el "enu
do" (el "tiempo etern ncia­ tase de una "verdad ererna"89.
o" o aión, el lugar que
ocupa un cuerpo o tópos
y el vacío fuera del mun ,
do o xéno1 son los orco
s incorpóreos definido
· · a" 0 "lógica
por Ia teoría estoica). s . .
lo que enuncia el acon irrac1ona l". D el euz.
. e opera un a¡·uste de la
u
Nueva log1c .
tecimiento no manifies .
doctrina estoica asimilando las relac10ne s entre los acontecimientos a
ta jamás una esencia ­ .
general o una propieda
d universal, sino que
presa una acción o una ex­ "cuasi - causas" . Conformemente a la log1ca , deleuz . n de la paradoja,
manera de ser83. Hay r
que notar que !a relac _ n ;
entre el acontecimient ión la cuasi-causalidad engendra efectos conrrano� y ncadenamienros
o y su expresión sufr
e de una cierta indeterm
nación en la lógica dele
uziana, porgue e! acto
i­ i. ra 10na
. 1 es90. Así la lógica deleuziana del sentido conc1b ' e
. e el aconte-
de palabra puede tant � �
crear el acontecimient
oB4, como volverse posi
o c1m1ento como lo q ' u.e Puede ser la cuasi-causa simultánea de dos e1ec­
ble por éI85. Sin dud .
hay que admitir que a . , . s 'Provocar así cornentes
ros ant10om1co . · »bJ es. Las lógicas de-
imprev1s1
esta circularidad entr
e el acontecimiento y . .
Nesión depende ella su ex­ d l a sensación y de las mul ttpJ'1c1· d ades funcionan de
misma de la lógica de
la paradoja y de una pro­
blematización del caus :����:�im�ar explic�ndo las relaciones paradojales de continuidad y
alismo.
El acontecimiento es de heterogeneidad.
incorpóreo no sólo porg
ue es la expresión de
una singularidad, sino S ucede que . de 1o s enunciados contra Ja
igualmente porque
pertenece al tiempo . Deleuze afirma la paradoja .
del .
aión, es decir a una tempora razón, que libera los signos de la racionalidad inrerpreranva y com-
lidad que se aparenta .
extrañamente a la
eternidad sin inmortal p rens1va. "No hay Logos subraya Deleuze, so'1 o l'ªY J"ero glíficos."91 Y,
izar, a la manera de
Ja onro-teología, un

sente subsistente En pre­ _


él, como lo enuncia sin embargo, Deleuze d�sea menos romper con la lógica que ref,or­
. tan bien Marco Aur .
desfilan los acontecim elio,1 mar l a. La filosofía
1 deleuziana no es entonces a- ló gIC,'
a pero desarrolla
ientos: "El aión es com
o un río que formarían
los acontecimientos (gign . .
una "nueva lógica"92 o una "lógica irrac10na 1"93 que conserva una
ómena), una corriente violenta.
Ni bien cada
cosa está a la vista, es
arrastrada; y en su luga . , explicativa. Lo más llamativo sin duda, es que Deleuze ve que
func10n
r desfila otra que va a .
arrastrada. "86 Deleuze ser esta lógica revolucionaria opera en los Est s L que 00 pued e ser
propon� por su parre
Ja definición siguient
"Aión ilimitado, deve e: el ¡ a de
nir que se divide al infin . a a maner d:�:� �ia:a tan particular
demostrad o, con¡:;or memente
ito en pasado y en fu­
turo, siempre esquivan pracricar la historia de las ide s, ma's ue travistiendo ciertos elemen­
do el presenre"87. El �
ros fundamentales de la docrrma estoica Es• as1, corno Deleuze rompe
Aión desafía a la vez
"fuera de tiempo" y a el
Chrónos sin reconduc
comun de los Estoicos, sino que destruye ram-

.
ir al "presente vivo" .
currir al carácter "eks o re­ .
no sólo con el sentido ,
tático" de las dimensio .
nes temporales. El Aión
es el tiempo del acon .
bién la idea de una "lógica propos1c10n al u�1ve
. rsal" e independiente
tecimiento que corre
sponde él mismo al
mento de una vida imp frag­ .
respecto de una pragmática de desterritoria11zac1ón que da por su par-
ersonal. Deleuze ejem
plifica el acontecimien­ .
to con la herida de Joe te origen a lo que conviene llamar una "lógica proposicional singular"
Bousquer gue fue, en .
la guerra de l914-192 . .
condenado a la inmovili 8, cuyo ob1et1vo pnmero ya no es hacer conocer, 1'nformar o comunicar,
dad hasta su muerte.
"Mi herida t•xiscfa ante . .
s sino expresar experimenrac1ones s ngul ares 94. A pesar de estas dife-
r
DELEUZE y L
55
O S EST O I C O S I
54 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C IA FILOSÓFICA
ma-
hay vacío' todas
sus partes están ínti
rencias (inherentes a toda tentativa de reformación), Deleuze presen­ uerpos. En el mundo no , do entre las cosas celes -
. y el acuer
1

as a la armoma
ta una prolongación válida del estoicismo estudiando diferentes prác­ nlence ligadas gran . ntarios res-
. . requ iere varios come
tes la tierr a. ..96 E ste pasaie .
ticas literarias contemporáneas aptas para hacer emerger proposicio­ y las de
ersa l ' d e la relac ión entre las
la simpatía univ
nes adecuadas a la expresión de una nueva Naturaleza. El sistema pecto de1 vac 1'o , de
metafísico deleuziano da así a la lógica inmanente de los Estoicos una partes, y del destino. universo en donde
el mun-
actualidad adaptada a nuestro mundo en donde la idea de un "gran Los Estoicos propone
n el model o d un � está
. L a p l en· i rud del mundo
vacto
orden cósmico" perdió buena parre de su potencia de afirmación. do está localiza . do en el med.1 o del mico o ex-
;o se vue [ve ex. tra-cós
ura1 eza, y el vao
unificada por la Nat .
ya no es entonces
. Lo mas ; determ1nante
Física terior al limi , te de l mundo. el caso para Plar
,
on
l co mo era
eterno y extenor a
. 1 muodo natura '. vil), sino que
nsrote
Deleuze un día había formulado el deseo de redactar una filosofía de Motor inmó
. . , 1 es (pnmer

(mundo intelig ible)
Y A·
reales9 7 . E ncontramos
la Nacuraleza95. Le hubiese enconces bastado con reunir cierras partes ven las mas
ural eza se vuel .
,

existentes de sus escritos. En efecto, a la manera de la (micro)política las acciones de la Nat a natural que no tiene
con-
. un sist em
ce en D eleuz e
deleuziana, que no es el objeto de un libro particular pues está dise­ de manera seme1an Natu raleza deleu ziana no es
·
og1camente mas ; rea1. La
uaparn.da ontol; s;
. ence realizada en 1
minada en el conjunto del trabajo, la filosofía de la naturaleza está está perf.ectam
inmanente mas ; que a s ; misma rquiz ado . La
dispersa en los libros de Dcleuze. Pensemos en la omnipresencia de . universo jera
fracc10n , nfer'.ior de un .
misma, y no es la nm-

cia que no admite

ª
las referencias a la rierra, a los animales, a los insecros, a la hierba y a . de rrascenden
· 198 . No sólo
la idea
.fjICHl
aien a
las plantas, a su interés por las ciencias biológicas que va del huevo al Naturaleza es tan Deleuze
1o narural y lo artl te m-
., .
cerebro pasando por el estudio de las relaciones singulares entre el guna distinc10n entre. Naturaleza puramen
lo d e una
e con los E scoi cos el mode . pene tam-
compart rso
cuerpo y los órganos, sin contar los desarrollos otorgados a las cien­ uziana del unive
manente, sino que
1a concepción dele s
cias físicas que van de las leyes de organización de la materia a la ex­ . que recuerda cierra
de prox 1. m� dad y lejanía•
juego
plicación del trabajo de las fuerzas. Todos esrof elementos escanden bién en escena un . vacío y lo llen o. Este
ent re• 1o
as Por los Esco1 cos
los análisis deleuzianos, ya sea ilustrando conceptos o parcicipando de relaciones establ eci d . uera" ' es decir de
un lugar
las fuerzas que "vienen d e af .
su creación. En síntesis, el mundo físico, lejos de estar desacreditado juego es el de
e n él está abolida la d1s-
. e inde term rna
. d o que
exrran - o
o sometido a una "reducción", ofrece a Deleuze un campo de investi­ tan ale¡ado, tan . a la manera d e
"dad · Un poco .
tinción entre la .inte
· · dad y la extenon
non e-
gación inagotable que es fuente de los más grandes asombros. Es in­
cua l l 0 lento y lo rápi do devi .
de a l uz, respe ero de la leia y
negable que la felicidad deleuziana pasa por la experimentación de la la veloci dad l . fórm ula comp
E n u na
mas
tvos.
. . s a1 ser sic · mpre relat , ¡e-
materia animada o de una dinámica natural que escapa a rodo esfuer­ nen ind1 stmto escn · b e.
. "Un a'l'
u
f era
. hasta es ren ; ·ca. ' Deleuze .
.
paradójica, rncluso de excenon-

zo positivista por englobar rnnto las cosas terrestres y celestes, corno que toda forma
d muo d 0 exte nor e incluso conc1 .be
o
amence mas
los cuerpos y los incorpóreos. Para mostrar que la relación panicular ;·ano que to . . fiinit . ; cercano. .. 99 Deleuze
in
de Deleuze con la Naturaleza tiene su punto de partida en la doctri­ dad, en conse cuenoa . . al mismo tiem- .
nor d e1 mundo .
. d de las f uerza . s en el inte
na esroica, partamos de un fragmento tomado de la presentación de la circulanda . est01cismo
Reafirma así su
l de su orig en.
¡·iza l a cuesc·ón . tote'l.ica
; ico y cont ra
Zenón por Diógenes Laercio: "En el exterior de este mundo hay como Po que neutra . . .
la hipótesis ans
or p1 atoo
volcado alrededor un vacío ilimitado, que es incorp6reo. Llamamos contra el mundo exten extra ñas en canto su pa-
vuelven
Las fuerzas se nos
así a lo que puede estar contenido por cuerpos pero que no contiene del prime r Motor.
S6 I D E L E U Z E
y S U HE R E N C IA
D E L E U ZE Y L O S E S T O I C O S ! S l
F I LO S Ó F I CA

saje a la ma[eria (inclu


"
yendo nuestro cuer .
1 po) genera srngu .
e-a
familiares y circulan landades no los unos con los otros. La simpatía universal se mantiene conju­
� en el rnund
o a a manera de una
table y au�ocreada. energía inago-
gándose en plural en la medida que hay tantas maneras en {as que los
cuerpos están naturalmente ligados entre ellos, y en que las fuerzas
Un universo caósmi . convienen o no a los cuerpos, como hay relaciones entre los seres. Se
.co. Las cos as se complican todavía
Deleuze pl antea la más cuand o
existe ncia de una mukip vuelve imposible defi n i r un sistema de relaciones necesarias a partir
"' . Jicidad de mun d os que
tan todos realizados es- del trabajo de una sola razón universal, o de un solo conjunto de le­
e d . de
so
los mundos pueden � : :�
: e�1l: L��1�:: mulcic 6smico en donde yes que gobernarían la rora!idad del universo. Un lazo de simpatía
o ee tre s g s or�an1_
ras de ser diferente
_
zac10nales o mane-
s sin volvee 1mp .
os1·b¡e su coex1stencrn · ID subsiste sin embargo en tanto adaptado a cada mundo. Además, no
O . Afinna
dist intos es ram bien
existencia de mundos i r la encontramos un relato de los orígenes en Deleuze que puede ahorrar­
. "' sostener 1a
separación entre cada ' ' presencia · d e una
uno de ellos · Reenc se una "c(a)osmogonía", y una doctrina de los "ciclos "c(a)osmogóni­
. ontramos entonces e1
estoico, pero mul tipl mo d elo cos", porque no se trata nunca d e pensar el orden surgiendo del de­
icad o al infinito · Acle
mas "' , la fuerza necesari
icos (hex1J
universal de los Esto . a y
. erales, p h.;;sis
, en ¡ os mm sorden, sino de situarse siempre en medio de este estado eternamente
o jJsyché en los anim ales · en J as plan tas
), que penetra el mun inestable de un universo no cíclico, sin comienzo ni fin.
d 0 para garantiz .
dad de lo vivientel O l ar Ja uni­
d e u l ugar en Los mundos deleuzianos forman un agenciamiento que no puede ser
no orgán ica " 1 02 comp� :; ; f¡
, .e ue rzas
ra
�eleuze
. sem1- organ /
a una "po tente vi da
totalizado, aun si las partes que componen a cada uno de estos mundos
aptas para asegurar izadas q ue ya no son
están interconectadas. "Nunca entonces un animal, una cosa, es separa­
'
un orden racional a 1
cad n m�n �ot y a lo
que los hab irn. No ble de sus relaciones con el mundo."107 Ninguna cosa y ningún vi­
estando las fuerzas
organizadas, producen
acti :�� :�: �:
, q e p r rn
. � mente viente pueden definirse por su forma preexistente, pues todos los seres
enronces un universo
. caós
' mico gue tiene el
pecto d e " un muro as- devienen en ere ellos, se envían afectos, se encuentran en el medio de una
de p1edras libres, no
cim entadas • en do
e¡ emenco vale, por .s1, n�1s n d e cad a
· mo y sm . embarso en rela metamorfosis común. La visión continuisra lleva a pensar la interpene­
A s1, ción a los otrosl03
, el gr n tema esto tración de los cuerpos. Este principio estoico de conexión activa y di­
� ico de la simpatía univ .
ersal entr e las cosas
rrestres y as cosas cele te- námica entre las partes implica la presencia de un movimiento, de una
stes encuentr , a una reso
. .
· nanc rn particular en la
filosofía dele u2iana . pensamos aqu1 en · · vibración o de una "tensión mocional" (toniké kínerú)lOS común a los
ria!ización presentados
Jos
¡ mov imie ntos de destern. ro-
como comunes a os cuerpos. Lo que está en conformidad con el naturalismo deleuziano
salnwnes a los salta
tes, a las tormen tas sola
res o magnéticas y •a "A , mo n- que concibe un estado de "universal variación, universal ondulación,
s l �·
. J as ¡angosta '
nes d e d evenir entr a ¡ ª� se­
e los reinos, o inclu ' universal chapoteo" 1 09 en donde la materia se define por diferencias
so a la sing ularidad ' ano"nim a
que une a Jos ¡,��m b
an irna!es l 05. Es lo q
res, 1as plan tas y los de potencial y movimientos intensivos. Hay "proporciones de movi­
leuz. e llama la srnfo
nía de la Naturaleza " I 06.
ue De�
miento y de lentitud, poderes de afectar y de ser afectado que carac­
terizan a cada cosa" l I O . La teoría estoico-deleuziana del movimiento
Relación "sinfóni ca" y multiplicidad permite romper con el modelo explicativo aristotélico del devenir.
de ensamblajes. El .
mulcicósmico de!euzia universo
no no obedece a una Hay fuerzas activas por codos lados en la materia que engendran un
. sola 1 6g ,·ca d e ensam
sino que i mplica una blaje '
· ·

mu!cipJicidad de man sistema de afectabilidad y de atracción que permite la mezcla entre


eras en las ' q ue 1os cuerpos
. .
y Jos ·rnco - eos, la mat
rpor
e, n1-
.
eria y las fuerzas, entr . los cuerpos.
an en re1ac1·o' n "sm10
OICOS I 59
DE L E U ZE y LOS EST
58 I D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A FI LOSÓFICA

la sabiduría co-
o de anclaje definitivo para
ad a 1
J or e ¡ es-
Los estoicos distinguen tres tipos d e mezclas: las mezclas mecánicas primero considera el punr . .
a de libertad inter na pens
entre sólidos (ej: los granos que crecen en la cierra), las mezclas entre mo una pura ficción . La form el rnod e1 o
e con
e difícilmente compat1 b l
.

líquidos o entre líquidos y s6lidos con preservaci6n de las cualidades toicismo imperial se vuelv
de fuga impe rsona les.
(ej: el vino y el agua), y las mezclas entre líquidos o entre líquidos y deleuziano de las líneas

sólidos que destruyen las cualidades (ej: una droga que altera el cuer­
po). Este tercer tipo de mezcla en donde se opera una "fusión" entre Ética
�ien , no en�ont::m::
los cuerpos, y que se deja sin explicar en la teoría arisrocélica de la para nada del soberano
Dele uze no se preocupó q
nes, y la idea de sab1dun
combinación de la materia, empalma con el vasto rema deleuziano del ro de las pasio
en su obra ning ún cuad de ca lma,
de e
tradi ciona les
ce asociada a las virtudes
"encuentro" en donde la potencia es siempre de metamorfosis. " No ·
11ende ¡a más pare
ado y el p et-

. o de reposo nunca es a canz


1
son los dioses lo que se encuentra [ . . . ) Lo que se encuentra, son los prudenc1a o ataraxia. , El estad
-
tramos al conua

e
objet ivo. En con
demonios, potencias del salto, del intervalo, de lo intensivo o del ins­ de sí ya ( no es más
� 10 un
iecto d omm
.
. . e invo­
y el d rino, s1em pr
tante, y que no llena la d i ferencia más que con lo diferente. " 1 1 l El ve­ esura, la locura e
rio arrebatos hacia la desm .
rsonales. y
sin
. por las fuerzas impe
neno y el alimento que estimulan el organismo, el devenir-ballena del 1 uncanamente engendrados .
la con�epc1 · ón es­
z1ano recu pera .
capitán Achab, las contracciones de costumbre, etc., constituyen to­ embargo, el extraño ascet
ismo deleu
1a es
to1ca de una v1 d1
dos casos de encuentros fusionales que no proceden por simple adi­ . . ,
· en conformidad con la Natu
raleza. La d1ferenC
a l men te org an iza-
ziana no está más que parci
e rm1'd ad con 1a Nat
.
ción o combinación, sino que operan una alteración de las cualidades. que 1a N atural eza deleu u-
Los Estoicos y Deleuze consideran entonces como inseparables las de vida que está en como
da. As¡, pues • el modo . . 1a
v1v1r �n con ¡;orm1·d d con
Es por que
raleza deviene caósmico.
cuestiones del contimmm, del perpettmm 11tob ile de la Naturaleza, y de la eso
e
via de la seren i
�d ad • qu
e cond uc1rn · os por la
división ad infinitunz de las partes de la materia al extraer consecuen­ Natu raleza ya no pued

ralez a. E n la
no conforme con la Natu
• un idea l
cias similares para su concepción de la dinámica natural. correspond e ahora a . icte-
ir 1 o que E p
El universo deleuziano ya no está sometido al "gran orden natu­ de Lógica del sentido, a
Deleuze le gustaba repet
epoca
· .. ad oprar
una
1 1 4·
, , .
rn afirm'aba respecto
era a d e v1v1r
de la única man vabd .

ral" pues constituye una extraña mezcla en la cual fatalidad y azar, · · cen
s com o s e p rodu
de dados"l 1 2 er los acontec1m1ento
Providencia y "tiro devienen ind istintos. Lo que Deleu­ buena conducta, es quer �c�u ar " c·Có-
nto de preguntas en
relación ªl �
ze afirma cuando asimila la concepción de un destino lineal con la au­ Lo que lleva a un conju .
Có o jsal-
anecer en la onlla. (
en la superficie sin perm
·
sencia de una visión que permitiese captar los d i ferentes niveles 1 1 3 . mo quedarse cie ,
· ,, d,, la su perfi
'

, y rnda la orgamzac · 1on �


zar esta pol1t1ca, esta g . .
ndo a la supe rficie
Aparentemente, Deleuze se disrnncia d e l estoicismo que rechazaba el varse salva merri-
azar. Digamos que su fidelidad al pensamiento estoico permanece . 1 uso e l lengua1e . y la' vida' <.·Cómo alcan • . oic 1s-
me
todavi,,a e d 1 est
lecciones para rec1b1r
aquí relativa. Es precisamente porque hay una multilinealidad del lla completa? (cuántas . na no pone mas
,, en esee -
e de la obrn d e leuzia
destino que los Estoicos y Deleuze combaten el reino del exigente mo . . )." 1 1 5 Lo que sigu .
[ e a la
v1vu e im on
, pero culn va un arte de
causalismo y del determinismo trágico en nombre de la acción de una n a la noci ón d e superficie a la
existencia un nerto nu, me ro
. anec en ie 1 es
. eptos que perm .
..
d e prec
libertad que permite cambiar lo que depende de nosotros, y al mismo . la
var las pasio nes tnstes, p refe rir
d octnna de las supe
rficies: esqm
tiempo aceptar lo que no. Lo que separa aquí a Deleuze de los Estoi­ mborra-
.

i ad de la opinión '
hace r e 1 e1erc
. 1c10
. · de e
cos se encuentra más bien del lado de la armonía entre la libertad y el franqueza a !a fac1Td e, a cep-
1 16, aprender a devenir dign o de lo que succ. d
destino que permanece realizable para los segundos, mientras que el charse con agua
D E LE U Z E y L O S
61
EST O I C O S I

60 I D E L E U ZE Y SU H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A
etolo-
" l 9 Además , "la Ética como
puede el cuerpo l .
tar el carácter impersonal d e la vida, ejercitarse en dejar d e juzgar, es­ hnsta ahora lo que ' tan
' cia
' respe cto del senti-
120 toma defi1111nva mente su d is
d.ª;da en la disti
Hfa superior" nción entre el bien
y la mora fun
caparse del resentimiento, inicjar el pensamiento por una experiencia
mentalismo religioso
� otro . Comete el
altrui-
y no "perder lo concreto" de las fuerzas, buscar la felicidad que no es
más la rclac 1on con :1 . .
un placer sensual sino un "deseo razonado", etc Estas "reglas de con­ y el mal. Ya no sacraliza t22 para inte resarse me1or en las
sm-
. c idio 1 2 1 y deshace el rostro del ot ;
ales y prein iv1' dua
actuar.
ducta" formarían una ética rigurosa si no se duplicasen también en un lesque regulan el
arte singular d e manifestación de la pertenencia a la Naturaleza. gularidad es impe rson

La etología deleuziana. Se trata siempre para los Estoicos y para De­ con clusi ón
a la mane ra de
. esta ; consn. tuido '
sistem a d eleuzi ano
leuze de participar de un dinamismo que nos asocia a la Naturaleza. Las Mos tram os que el . d e pasai es entre
. la lógic a, la física y
.
, ca, po r una sene . tar
cosas y los seres no son los esclavos de la Nacuraleza, sino que experi­ la filoso fia estoi del aco nteci mien to sin tr�
abordar Ja ló ica
mentan las fuerzas naturales sin inquietarse, sin preocuparse por una No pode mos im­
la ética. entar las fuerzas
eventual absurdidad del mundo, deseando lo que es favorable y huyen­ l a física de los
cuer pos, es im�en
. �s b le ex p erim
de las mane-
.
10nes para 1 a creación
et(o l'og).1camente
. pens ar las impl1cac
.
personales sm más que que-
. Y no P0
do de lo gue perjudica la expresión de la potencia (distinta de todo po­
demos actua r .
der de dominación), para así devolver la felicidad proporcional a la coin­ ras de exis . tir, los Estoicos Y
. igua1 mente que .
cidencia con la Naturaleza. Esta conformidad con las exigencias el aconr ec1 . m1en. to. Vimo s ible/ 1nte-
riendo , dualista (sens
on
odelo de exp1 ·icao.
10 rma
naturales encuentra en Deleuze consecuencias éticas particulares, y más Dele uze recha zan to d 0 m
en bene fi-
. • , etc.)
, maten·a1c
precisamente etológicasl 1 7 , que prolongan de una manera original la
,.. .
tica, poten oa/acto
ligible , teoría/prac eleuz e llama rá el "pla-
expe rime nrao. on , d e lo que D
cio de una estricta que de
enseñanza estoica y spinozista. La etología deleuziana analiza actitudes
rea l no se com¡Jone más
.ia" en dond e lo
no de inmanenc . . nto. A con tinuaci6n de los Es-
c.
iones, de lU-
y comportamienros sin jamás reducir los cuerpos a una esencia o a un
instrumento de conocimiento. Se concentra, al contrario, en l a descrip­
m1e
auvas a1 acontec1
·

singulan. dades rel izar las proposic


. las 'arres d e anal'
med 10 de vida
nca
ción de las relaciones de afectabilidad de las que los \:Uerpos son capa­ roicos, Deleuze prac . propi cio para la
.
erso, y de crear un
·

sionar con el univ ma s1m -


lCI. dad ex
D eleuze no reto
expresión de la ice l' .
ces independientemente de la especie a la que pertenecen. No se trata
. trape rso na l . pero
l n una ve rdad
n de l
simplemente de describir las técnicas de camuflaje que permiten a la b.é ' era maquinació
icos. Hay. rnm .
plemente a los Esto ca por un um-

mariposa confundirse con la roca o la planta, sino también y sobre to­ onia, cósmi
que camb 1a . la arm .
estoi. cismo
. por De1euze .
.
d1ve rgen oa no-
. d ad . 'r:a-
' ias a esta
do de considerar la creación d e zonas de indiscernibilidad entre los rei­ . , . .
sem 1-org arnza ·. do. Es grac
verso mul t1cos m1c � . una nueva actuah
nos. Así sucede para el "pirsch", un método d e caza arcaico en donde el
doctr ina del ; co ad quiere
Poru rta a
pero l a roraridad
rable que la quí en más abie
cazador produce el grito de un ciervo y arbola un penacho sin preten­ anece d e a
' perm
do está ligado , con él todo sentimien to
der imitar al animal, sino creando el estado de indecidibilidad de un de­ arrastra
afuera estelar que
venir-animaJl 18. La etología deleuziana describe las leyes singulares de
la extrañeza de un
liaridad.
de unid ad y de fami
los comportamientos que parecen desprovistos de todo fundamento ra­
cional y que son poderosamente afectados por una vida imperfecra­
mente organizada lnreresándose por los gestos, las posrurns y los mo­
.
dos de existencia particulares, la etología deleuziana contribuye a
relativizar esa afirmación según la cual "Nadie, en efecto, determinó
La maquinación política
de Deleuze y Gu attari
por Manola Antonioli

"La filosofú1 dcviene 'política ' c11a11do <1coge la aporí


a o la incomodidad
propia de la política"

Jacques Ranciere, El deJarnerdo.

"Hay q11e desviar e/ destino q11e empuja al pemamiento hacia el concep­


to, si no se fabricará una economía libidinal que se asemejará a 1111a trivial
economía política, es decir 11na ideología con pretensión de orden, incapaz
de capta r la duplicidad de loJ movimientos llamado1 económims. Hay q11e de­
tJ

jar q1te et pretendido campo teórico sea barrido por las intewidades, aun las
más difíciles de aceptar 'teóricamente'. Nadie puede decir que eJtard a fa. al­
tura de una tarea como éJa, cada uno busca escapar a JIU intemidadeJ y su
i11decidihi/idad rumho al si.ttema y a m ideal binario. "

Jean-Frarn;ois Lyorard, Economa


í libidúu1/.

Deleuze y la política. El aspecto político de la filosofía de Deleuze fue


con frecuencia relegado al segundo plano de los estudios y debates
que le fueron consagrados desde mediados de los años 1990, sobre ro­

da en Francia, en donde se exploró esencialmente 1a dimensión onrn­


lógica y estética de su obra. Hablar de la política deleuziana implica
en efecto tomar en cuenta la complejidad de los libros que co-fir nó
con Félix Guattari (El A nti-Edipo, Kafka, Mil mesetaJ,e·Qué er la f'.Jso­
fía?), mientras que el medio universitario manifiesta una gran esis­
tencia respecto de esta figura atípica e inclasificable de filósofo -mili-
TARI I 65
Z E y G U AT
64 / D E L E U Z E Y S U H ERENCIA F I LOSÓFICA
N POLÍTICA D E DELEU
LA M A Q U I N A C I Ó

uc-
. modos de pcod
n da murac1 , n de los �
dcl presente supon e una profu
tante-psicoanctiista-LingiiiJta, con frecuencia acusada de haber descarria­ . . d e los modos de
. uoo­
n, de las sens1b 1l1dad es, .
' ión ' de las formas de acció .
do a Deleuze123 y de haberlo desviado de ocupaciones más serias. . te ' las msnt
nos ayud a a ent re-
ica, el mee · aro b ien
¡ io
Sin embargo, los libros de Deleuze y Guatrnrl nos ofrecen muchos vi<la ' de la relación con la récn
de De 1euze y Guattari
elementos de reflexión extremadamente actuales, en una época en ncs y la sociedad. y la obra
verlo y anticiparlo .
donde todos los conceptos fundadores de la política y del estar-juntos
deben ser repensados: El Anti-Edipo desarrolla una interpretación "li­
bid inal'" de la política y de la economía, Kafka explora las d imensio­ Econ omía libid inal
nes de una pragmática y de una política de las lenguas, Mil mesetas
. que El Anti- · Edipo . y Mil mesetaJ
ncia
Se olvida con demasiada frecue
de un proye cto uni
, · o �que 1os d os aurores
. ,r
propone una multiplicidad de conceptos esenciales para pensar la evo­ const ituyen las dos partes
,· . , y que asoc ia esrrec 1
1ame nte el de-
llamaron Capitalismo y esq111z
lución de lo polírico1 las rransforrnaciones de los conflictos y las me­ o11 ema
s
se trata de una cnt1c,, . a al sicoanálisi
tamorfosis del capitalismo mundializado, y nociones (rostro, paisaje, una parre ,
seo y la polícica. Por � 'da en par­
nico del deseo (desa rro l a
zofré
rirornelo) cuyo alcance político fue rara vez explorado. en nombre del proceso esqui , ·
. ,
1·cas y
a de l as d inam

ª') AL111 si
otra, d e una cnnc
¡ t mese
Recientemente, asistimos a un debate que concernía la pretendida ticula t en El Anti- Edipo), por
·¡ .
. N t
o (que es el ob ¡eto de
. c1pa
incompacib i l idacl ele la política deleuzo-guaccariana con la democra­ de la historia del capitalism
. p nn . 1 d e El - Anti-
, . 1s y el deseo parecen ser el rema
un l i" bro ma"s direcc.
cia, a parcir de la polémica inaugurada por el libro de Philippe Men­ el psicoanalts a-
.
·1 mesetcu pue d e par ecer
gue Deleuze y !et c1te.rtión ele Írt democracia (ver nora 1). En este contexto, Edipo ' mientras que M z. mism o funoo-
Phil ippe Mengue afirmó que no hay, propiamente hablando , "políti­ mente político, se craca s1e�
. pre e dos aspectos � de un
, . , s, la Polírica está
ca" en la obra de Deleuze y Guarrari, porque proponen más bien un
.
d1mens10nes pol1t 1c�t
namienrn· el incon cienre nene e
. .
mcens .
1dade s d esean res . 8 �� d �
proyecto "ético " de invención de modos de existencia singulares, "la atrav' esada y const ituida por
el pn. mer cap1'culo
1a pro -
ente enunc .
ia d o e n
. d e nt1dad e ntre
elaboración conceptual de una forma de vida concreta e individual tida de El Anti-Edi/10, claram .
es entonces 1a gran '
.' ,. d esean te no
que ya no es necesariamente, n i incluso priorirariamenle, dependien­ ('"Las máquinas deseanres")
. desean .
te . "La p roducc1on
ducci ón social y la produ cc16n .
. l" 125 , el deseo e s
te de la instauración de un nuevo sistema económico y político rad i­ . . d ad de
, una act1v1
socia
calmente otro (alternativo)" l 2 4 . es orca ' cosa que la producc10n .
. que traba¡a . per-
1 a f a 1 t a y
ser expl !Cada por
producción que no puede .
mten
. o r· Las opo-
Ética y acción política. Y sin embargo, la importancia política de es­
l
.a Y la
· a d es de e '
y a 1 a 1itston ·
Petuamente a las sociedades
1 ez a ' la natllta1ez
natura1 eza Y la má-
homb re y 1 a nacur a
ta obra consiste también y antes que nada en demostrar que una ac­ siciones binarias entre et
, ad as: el h omb re, la
"
máqu ina ' deben ser as1 super ,.
e
.
ción política no puede ser separada de una ética (en el sentido here­ egamaqumas " que
con
funn. onam1enco . d ,
, ) y rn
dado de Spinoza y de Foucault, como liberación de las potencias quina escán asociados en el 1 os con ectan
que •
dinero y de energ1a
ersonal .

cortan flujos (de deseo, de


irn p
inmanentes de la vida y teoría de los modos de subjetivación inécli­ . ·
nto rncesa n re e
ocros flu¡'os en un funcionam1e
.. A ntz- [.dipo
cos), que es ilusorio querer separar un dominio político "puro" (orga­ . . . prod ucen de-
Todas las megamáquinas descn
tas en E"/ ,. .
nizado alrededor de un "espacio público" transparente, racional y con­ . hay maqu
l . inas es ra-
.
onamientos ancag on1co ,. . s.
sensual de derecho y de comunicación) de las energfas libidinales, del seo ,. pero según dos funci . . . isca, que rie-
y la gran maqu ,. 111a c ap1ta
tales despócicas o religJOsas,
y una estru
estrato "eco-tecno-cienrífico", de la dimensión estética de La existen­ ,. rarnbi . én
r, pero esta
cia. Un nuevo proyecto polírico adecuado a la extrema complejidad
ctura mola

�en ma vocación represiva
66 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A LA M A Q U I N A C I Ó N P O L I T I C A D E D E L E U Z E Y G U A T T A R I I 6 7

el funcionamienrn imprevisible de grandes y pequeñas "máquinas de "La decodificación de los flujos, la desterritorialización del s� cius
guerra" que se sitúan en los márgenes de las grandes máquinas repre­ forman así la tendencia más esencial del capitalismo. No de1a �e
sivas y que llegan, a veces, de rnanera precaria e imprevisible, a crear acercarse a su límite, que es un límite propiamente esquizofréni �
espacios de libertad. Hay que abandonar entonces la perspectiva de co. ( . . . ) Ir siempre más lejos en la tendencia, hasta el punto en e
una " revolución'', en el sentido de un movimiento [renversementJ 1 26 que el capitalismo se enviaría a la luna con todos sus flu1os: en
generalizado que podría instaurar la libertad y la creatividad molecu­ realidad rodavía no vimos nada. " 1 2 8
lar en el lugar de la represión estatal y policial o de la explotación ca­
piralisrn, porque el funcionamiento maquínico está hecho de dos mo­ En el libro Economía /ibidinal, en 1974, Lyotard describía esta mis­
vimientos coexistentes de territorialización y de desterritorialización, ma tendencia de la manera siguiente:
de represión y de libertad. Todos los tipos de sociedades se caracteri­
posible s. No se constituyó
zan por la presencia de un socim, superficie de inscripción en donde "El d inero del capital reúne los incom
las fuerzas del deseo vienen a inscribirse y toman una forma colectiva y crecim iento corno un s:r
por un lento proceso de nacimiento .
y política, y que tiene como objetivo "codificar los flujos del deseo, de vampi rizació n: ºº. hizo � as
vivo, sino por un acto discon tinuo
inscribirlos, registrarlos, hacer que no corra ninglm flujo que no esté ya estaba ahí, presa de l a disolu cion,
que apoderarse de lo que
rapado, canalizado, regulado" 127 . moned a del otro, medio s
fuerza de trabajo de un lado, masas de
.
de otro mo d o . .. ¡ 29
de trabajo de un tercero, y reorganizarlo
El funcionamiento esquizofrénico del capitalismo. El Anti-Edipo des­
cribe tres formas de inscripción y de registro: la máquina territoriaJ L a máquina capitalista es u n movimiento radical de decodifica­
primitiva, la máquina despótica y la máquina terricorial capitalista. L'l ción de los flujos, el capitalismo nace progresivamente del encuentro
máquina capital i_.<; rn tiene desde su origen un funcionamiento paradó­ de todos los fü1jos decodificados de dinero, de prodLicción Y de me­
jico: por una parre se instaura sobre las ruinas de un Estado despótico dios de producción, de fuerza de trabajo desterritorializada. l proce­
.

de manera de perpetuar su tendencia a regular y a repartir los flujos, a so de desterritorialización se exciende del centro hacia la penfena, de
reprimidos, a aspirar al grado máximo de vigilancia y conrrol. Por otra los países desarrollados hacia los países subdesarrollados "que no cons­
parte, su dinámica interna se alimenta de la decodificación y de la des­ tituyen un mundo aparre, sino una pieza esencial de la máquina ca­
territorialización de los flujos: el capital-dinero, el capital-trabajo, el pitalista nrnndiar· J30 Hoy, la tendencia esquizofrénica de lo que
capital-información deben estar libres de todo obstáculo para producir Guarrari llamaba el CM! (capiralismo mundial integrado) opera e n
el máximo de riqueza pero, al mismo tiempo, deben estar inscritos y ,
todos lados, y parece haber alcanzado su máxima intensid�d : su dina­
registrados sobre una superficie dominable y regulada que permita mica obliga a poblaciones enteras a desplazarse para marg1narl�s l�� ­
conservar allí el control y dirigir los movimientos. La sociedad capita­ go en las fronteras de los países ricos, predica las libertades 1nd1vi­
lista está entonces caracterizada por un funcionamiento esquizofréni­ duales para "luego multiplicar los controles policiales Y rodas las
co, que conjuga dos tendencias opuestas, aquella hacia la territoriali­ formas de vigilancia, alienta a una consumición desenfrenada a imen­ ;
zación, la normalización y la codificación de los flujos, y aquella hacia rada por la publicidad y el marketing, mientras crea en sus margenes
la desterritorialización y la decodificación sin límites: capas excluidas de la consunúción que considera como una fuenre ca­
_
d a vez más amenazante de "inseguridad". Como Marx e n El c�ipztal,
68 I D E L E U Z E
y SU HERENC
POLÍTICA DE D E L E U Z E Y G U ATTARI / 69
I A F I LOSÓFI CA
LA M A Q U I N A C I ÓN
Deleu ze y Guattari
descri ben escos mo\r . .
una mezc la de 1m1en ros .contrad1cr
fascin orios con como realidades ind iscernibles de la evolución de las sociedades desa­
. ación y d e horror,
una fascinación horr
que var.
• 105 co
mpar timos orizada rrolladas . Si la formación capitalista es en efecto en un sentido la más
.
cercana a la realidad del proceso deseante hecho de flujos decodifica­
Desterritorial izaci dos, es también la que ejerce sobre el deseo una represión más fuerte
. . Pero s1. la esgurzofreni
ón y territorializaci
ley fundamen tal a es la que ninguna orra a causa de la potencia mortífera que se expresa en
on.
. . d e1 rncon . crente y del deseo (al contr
ano .
. . d el replreg
. .

farnrlrarist a de la ue su tendencia a la reterricorjalización, y que termina por invadir todo


neurosis) , i:'.por
. ,
que no . ver en el cap1ra¡ ismo
·
ma de liberación una for- aspecto de la existencia. La descripción productivista y "maquínica"
del deseo d e 1 as coJ1fi .
que le impe dían cacion es que l o apnsrona
.
exp ban y del deseo en El Anti-Edipo, así como la identidad entre producción de­
cesarse 11"breme n re ' co
adap tada a la libre - mo 1 a f(ormac1o .,
n social más seante, producción social y producción económica que Deleuze y

expresi o, n d e los llu¡.


os desean res' Para
Guartari ' la resp uest Deleuze y Guattari proponen, pueden parecer demasiado ligadas al dima del
a
'. e dbe buscars. e en l •a d mam
cias opues tas que · • ica
· d e las dos renden-
habita ' n las soc1 ed ad es post-Mayo del '68 por ser todavía actuales.
modernas "civil izadas ":

���:� ;,�:� :es La captación del deseo. En realidad, la evolución actual hacia formas
: �:�ernas civilizadas se definen por
i procesos de de "capitalismo cultura1'· 1 33 manifiesta cada vez más que la captación
. y esrern tonal JZación .. .
l1Zrm de im l. d.o, . . ·
Pero/ �o q11e ue
del deseo es el verdadero motor de la dinámica del capitalismo: ya no
.
Jsterntoncr-
Escas neo-re
¿o ten:11oru
des son conª.frecu rritori alida-
� l1z�n del otro.
encia artific iales, arcaic compramos simplemente "productos" para asegurarnos su uso y pro­
as ' so-¡ o que son arca ,,
mos con una . func 1s- piedad, compramos experiencias (vacaciones, viajes, turismo, pelícu­
ión perfectam ente
moderna"' de acrua1, nuestra manera
. re1 ncrod ucir . frag me ncos de las, exposiciones, j uegos, espectáculos de todo tipo), informaciones y
código , de resuci tar los
vieºoJ s, de rnvenra medios de comunicaciones, y el mercado está cada vez más alimenta­
r pseud os-cód igos o
jergas . " 1 3 1
do por el marketing y la publicidad que crean e imponen deseos, mo­
La ripolo,gía de estos delos de subjetividad, estilos de vida prefabricados.
neo-arcaísm
. os. es extremadamente
e inclu ye todas las variada, Se vuelve entonces cada vez más urgente concebir un proyecrn éti­
formas de " terntoria11s .
sobrevalúa un territ mo" a traves ,, d e las cuales se
orio de perten encia co-político, gue Guattari llamó ecosofía o ecología del espíritu l3 , y gue
4
. y se preten de exdu ir · de a11'i a
c od a persona con . implica pensar la relación de la subjetividad con todo lo qlle la rodea
side rad' .ª corno extran¡e ra (territorialidades
cas , cultura1 es, 1. d ent1. folklóri- (vegetales, animales, sociedad, máquinas, obras de arte), en una épo­
tana
� • s ' reg i·0na1 ism
· os y nacionalism
de pan dilla o d e os, de barrio,
d gran .es -�r�po�)� En ca en donde la degradación del medio ambiente natural se conjuga
la periferia de la máq
movimiento d e uina , . el con una degradación cada vez más visible del lazo colectivo. La ten­
. est ern t oual1zac10n .
. se acornpan- a d e una
l1zación periféri ca reternton a- dencia a la acumulación ilim itada, la tendencia a la expansión gene­
, bªJº 1 a fiarma arca
. . .
ica de déspotas loca
ma insta ncia, es i m p . les · "En u"1 t1. -

osible disting uir la d es . ralizada de las formas más avanzadas del modelo industrial deben ser
terri toriai i zaci ó , tern. ronal
. 1zac10n
y la re- i n tegralmente repensadas en la perspectiva del agotamiento al que
y el derecho de ;: la otra Y :on. corno el revés
:� ;�:�,�:�1;r��:s:·�'.��� nos amenazan: perspectiva del agoramiento de los recursos naturales
. d os esros 1enomenos
simpl es su�erv1ve no son y del planeta que justifica el proyecro ecológico gue concierna al me­
ncias en las soci. edad
. es "civ iliza das" d e orm
·

comporram 1ento cr J· as de d i o ambiente, pero también agotamiento de los recursos cul turales re­
ba les y pnm . 1t1va s, sino que hay

que con sideradas
ducidos a productos estandarizados y destinados a una consumición

__ !
70 / D E L E U Z E

M A Q U I N A C I Ó N P O L I T I C A D E D E L E U Z E y G U A TT A R I / 7 1
Y SU HERENCIA
F I LO S Ó F I CA
IA
inmed iata, y agota
miento de los recursos
del deseo, som · · · dad ' a través de la
tidas frustraciones y etidos a repe- 1 ,d moda.. ¡ 36).• la rosrridad se prolonga en 1a paisa¡1
amen azados de implo .
deviene un rostro e
.
i ual tod o paisa¡e
sión . .
. Ie 1 a Tierra 1 3 7 ' una totalidad s1g-
.
Micropolítica y segment n ificante que produce una config urac10n . , específlca y con rasgos fija­
arida d . de una morf;ol og ía y d e una "usonom1'a • Si la rosrridad y la
9 de Mil mesetas ("Mi
dos, síntesis
.d ad son los. 1. nstrumentos de un acto de cuadri�ular
La meseta .
cropol ítica y segm pa1saJ1
. ' el espacio de
una definición d e la enraridad") parre
"segm enrari dad" de
generalizada q ue manera ca da vez mas ' ' es por los .. n. tornelos" gue el tiempo,
,. apretada
sociedad contempor carac teriza la
. . d ual y colectivo ' es segmentan. zad o a t ravés de lo que Guattari
ánea y que se afirm

a:
1r.
ó con la aparición .ind iv1
1co138 de las .funciones humanas, una ad -
moderno. Un segm del Estado .
ento es una porción
bien delim itada,
despre ndida llamó ave1salla11uento cronogr
de un conjunto; el .
hom bre moderno es ., .
en este senrido un minisrracwn cada vez, mas , ngurosa del nempo en vist as a una renta-
mentario: "Estamos animal seg­
segrn enrari zados por
codos lado s y en bilidad siempre acrecen tada, una lanificación y programación del
direcciones" 1 35. la todas las
que nos componen :
segmencaridad carac
habita r, aprender,
ceriza rodas las
trabajar, jugar, cons
dimensiones tiempo s�cial, en donde la or
ordenac1011 del ternrono . De l
�: � :: �� :1 :�:7
cio
y
.
d
u r
r
po va de la mano con la
,. oman prestada la noción
vive ncia está segm umir, "la
de segmentan.d ad ª 1ª eenología' don de servia para describir socieda-
enrarizada espaci al y
social mente" Los
gL1e habitamos están espacios
segmenrarizados: la . . ..
casa en func ión d es (llamadas "primitivas") cuya organ1zac1on x l , la forma centra-
zas, las calles en de sus pie­ ; �:::
funci ón de la cotal idacl
empresa según la natur
de la ciudad , la
fábrica y la lizada y unificada del Estado. Ongrnanamen e n:es ' l a segmen­
. rerPretada como un prmc1p10
aleza de los trabajos . , .
escuela segCin la eda y las tareas a realizar, raridad era mas,, bien m . d e flexibilidad,
d, las filiales, las disc la
iplin as Estamos segm como la f;o rma de organizaci6n que resulta de la comb.t�ac1on
· ' de códi-
dos circularmente, . enta­
. e l'amc�s
en nuestro barrio, . . .
nuestra ciud ad, nue gos y de territorios, de lmaJeS . y de terrironal1dades rnbales,
el mundo, segmenta stra región, ,
. d e reorganizarse a
dos en nuestra tem
poralidad que se ..
función de "procesos" articula en una segmentac10n en acto y en devernr que no de1a
(escuela trabajo , vida .
episodios bien orde , fam iliar, ere.), y
de los partir de combinaciones siempre nuevas . Oeleuze y Guattari rechazan
nados de una historia .
concebida com o li esta oposición entre lo central y lo segmentano:
infancia, a la edad neal (de la
adulta, a la vejez),
segmenrarizados soci
xualmente (hombres al y se­
, mujeres, heterosexual
es, homosexuales). "'El sistema político moderno es un todo global unificado y uni-
me.sehts para explicar
Muchos conceptos
in tervienen en Mil
canismos de esta emp los me­ ficante, pero porque imp 1'icun su b onjunto de sistemas yuxta-
puesros, imbricados, ordena os, a ca pun ro gue
resa desmesurada de �
cierne ante todo a las
dos categorías estética
segmentarizaci6n,
que con­ �
. el análisis de las
s principales que son . iones
dec1s . pone al día roda suerte de separac10nes, y de procesos
pacio y el tiempo: la el es­
rostridad es una "má
quina absrracra" gue
los rostros en un cam inscribe parciales que no se prol ongan
' los unos a los otros sin defasajes o
desplazamientos ." 1 3 9
po mircropolítico que
orienta las sign ifica
del lenguaje, que insc ciones
ribe a cada uno en un
territorio socio-econó
predeterminado, y que mico
sobre todo instaura
una "normalidad nor
frente a Ja cual roda mada" En vez de la oposición segmenrario/centraliza.c:,o, �r�fi er�� a� e
desviación deviene mar . � �
ginalización y fuen
quietud y de excl usió te de in­ lla entre dos tipos de segmentaridad, una llamada pnm1tlva . y e
,. q ue viene a recortar rodas
n (rostro de niño, de .
mujer, de hombre,
.
estro, del policía, del del ma­ xible'', otra "rrioderna" y ¡;dura"' ¿·istmc1on
.
• lineales o emulares).
médico, tantos prot .
otipos "normales en
men to de Ja historia tal ma­ las otras segmentan d ad es (binarias
, en cal país, en tal
,
situación social, hab
ida cueh ta
72 I D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A F I LOSÓF ICA
LA M A Q U I N A C I Ó N P O L ÍT I C A D E D E L E U Z E Y G U A T T A R I I 7 3

Dos d i mensiones inseparables. Exiscen entonces dos segmentarida­


na deviene planetaria (es la situación que conocemos hoy), los agen­
ciamientos tienen cada vez más tendencia a miniaturizarse Y a de e­
des a la vez, una 11tolar o dura, y otra molecniar o flexible, que no tie­

nen la misma naturaleza pero que coexisten siempre y que no dejan
nir microagenciamiencos. El ejemplo dado por Deleuze y Guarran es
de meterse una en la otra: codo es política, pero roda política es a la _ _
el de la complementariedad "macropolítica de la segundad - micro­
vez micropolírica.y macropolírica, según dis tribuciones y escalas que
polícica del cerroc" analizada por Paul Virilio en La znsegurtdad del te­
atraviesan codos los campos y los domi nios de la existencia. Como to­
rritorio l 40 en la cual la admiración de una gran segundad molar or­
das las oposiciones aparentes que atraviesan los escritos de Deleuze y
Guattari (territoriali zac ión/des cerri torial i zación, sedentario/nómada,
ganizada �iene como correlato la gestión de pequeños miedos, coda
una inseguridad molecular permanente. La micropolírica de Del uze �
ere.), las dos scgmentaridades son en realidad dus di mensiones inse­ .
y Guattari se presenta como una síntesis original de la mKrosoci�lo­
parables, enredadas la una con la otra, la una en la otra: las sociedades
primitivas tienen núcleos de arborificaci6n que anticipan al Estado,
gía de Gabriel Tarde y de la microfísica del poder analizada por �ou­
cault en Vigilc1r y castigar. Micropolícica y macropolítica son en ulti­
pero nuestras sociedades estatales continúan empapánd¿se en un teji­
ma instancia indiscernibles, porque los hechos históricos molares son
do flexible que es el soporte necesario de segmentos duros. La buro­ _
siempre el resultado de mecanismos rniniaturizados, de una multltud
cracia moderna, magistralmente descrita por Kafka, es una segmen­
de focos moleculares.
taridad dura hecha de la separación de las oficinas contiguas y de una
fuerte centralización, pero es también una forma de inventiva y de
La cartografía política de Deleuze y Guattari comprende tres lín�as:
creatividad permanente, de comunicación transversal entre oficinas
Ja línea flexible de códigos y de cerricorialidades encrelazadas, l a hnea
que constituye un medio molecular y de microfiguras de poder que
dura de una sobrecodificación generalizada que anuda el espac10 �a­
cial al aparato de Estado, pero rambién líneas de fuga Y de dernd • ­
son imposibles de reconocer y de identificar. El fascisrno inventó a es­
cala macropolítica el Estado totalitario (segmencaridad dma, modo
?
cación que escapan a todo centro de poder. Cuando la or an1za 10n � �
molar se capilariza y termina por cubrir codo el campo social Y
especial de totalización y de centralización), pero es inseparable de fo­
cos moleculares en interacción, que se multiplican en todas las direc­
�nva­
do los movimientos moleculares que agitan a la sociedad no depn de
ciones antes de resonar en el Estado nacional-socialisra.

m dificar los conjuntos molares estatales o inrerestarales, políticos o
financieros, "como si siempre una línea de fuga, aun si comienza por
Micropolítica y macropolítica. No podemos entonces asignar lo mi­
un minúsculo arroyo, corriese entre los segmentos y se escapase de su
centralización, eludiese su rotalización . " 1 4 1 Los centros de poder e
cropolícico al nivel psicológic6, individual o interindividual, porque
lo molecular, aunque opera en el detalle y pasa por pequeños grupos

definen así por lo que se les escapa o por su impotencia, mucho m�
es coexcensivo a codo el campo social, tanto como la organización mo­
que por sus zonas de pocencia. La cartografía del poder no puede li­
lar. Cada nivel de segmentaridad implica peligros específicos: no bas­
m itarse a los "segmentos duros" de los centros visibles de poder (el
ta con introducir un poco de flexibilidad (o de desterritorialización, o
Estado, la Armada, la Iglesia, la Escuela), porque codo poder ciene
una microtextura en donde se afrontan líneas de fuerza opuestas. . ,
de nomadismo) para que un sistema social y político devenga "me­
jor": las segmencaridades finas pueden ser tan nocivas como los seg­
Uno no puede entonces limitarse a identificar sistemas de opresion
mentos más endurecidos. Cuanto más fuerte es la organización molar,
(política, social o económica) y oprimidos que serían las víctimas de
más suscita una molecularización de sus elementos; cuando l a m<1qui-
ellos, sino que se crata de estudiar líneas de fuerza, de aislar focos de
-
I A M A Q U I N A C I Ó N P O L I T I C A D E D E LE U Z E y G U AT T A R I / 7 5
74 I D E L E U Z E Y S
U HERENCIA F I LO
S Ó F I CA

opresión y líneas de fuga .


que se les escapan, de
segufr los devenires de ce que cada uno encuentre su agujero negr0 y devenga peligroso
una mult iplic idad de . .
líneas o de dimension
es entremezcladas, d
uras en ese agu1ero, d.isponien d o de una claridad sobre su caso, su rol
y su m1s1on, más inqu=erante
o flexibles, microscó . .; .
picas o macroscópica
s. 1 que las certidumbres de l a pnme-
En el mundo contemp

oráneo, a algunas déca
ra línea . " 1 4 2
publicación d e Mil mesetas
das de disrancia de Ja
, tenemos la impresión
d e que, gracias a la
evolución de Ias tecn
ologías de la informaci ·
ón y de la comunicación
,
La segmentación. La segmentación se vo1 v1·6 ' mientras tanto el ins-
las segmenraridades . '
duras están desapareciendo, . do de las
. ·¡ egia
que las fronteras se trumcnto pnv1 ' técnicas de marketing, que instauran
borran, que los espacio-t .
iempos se multiplican,
y que estamos cada vez .
sistemas de control Y de influencia sobre los consumidores, en fiunci'ó n
menos asignados a un
tiempo y a un lugar pre­
rol, a una función, a un
definidos e inmutable
de su edad de su clase social, de su lugar de residencia,
' .
. · de s s ha 'b i-
· �
s. Los medios, los intel
ectuales, los hom bres ros d e consum1c1on, ., segmentación que se vuelve cada vez mas po d e-
po­
rosa y cap1·1 at. a través
líticos difunden un discu .
rso dominante (verdadera
ideología de nues­ de las técnicas de mer profiling que se d esarr0_
tro tiempo) según el
• •

cual el mundo sería cada


vez más accesible, los llan gracias a Internet y a las nuevas tecnologrns.
,.

.1 a en 1 964 •
ind ividuos estarían dota ,.
dos de los privilegios .
de la ubicuidad y de
la " en I!l gesto y la palabra, Leroi-Gourhan babia prevtSto
interactividad, y la aum
entación d e la velocidad, ·
de la rapidez y de la la evolución de las sociedades tecnológicas hacia u ttempo y un es-
· "

cant idad de las comunicac . . � .


iones harfa aumentar casi
automáticamente pac10 superh uman1zad os .. ¡ 43 Afirmaba que el med10 urbano perm1-
el comercio, los contactos . . .; .
(y entonces la democraci
a), a escala mun dial. tió p g resivamente una huma01zac10n casi total d e la trama espacio-
ro
Estos discursos olvid an . .
e ignoran totalmente la
ca d e las dinámicas
dimensión e.rq11izofréni­ temporal, pnmero por la pen odicidad regular de los transportes, y
económicas, sociales y
luego por la "normalización del tiempo" al ritmo de los p ogramas ra-
. e; .
políticas del capitalism
o
' tendencia última de csrns t1en1pos y es-
d101on1Cos y te1ev1suales . La
avanzado, analizadas por . �
Deleuze y Guattari : sabem
os que los espacios
lisos que creemos habit ,,.
ar están en realidad siem
pre más finamente es­ pacios enteramente artificiales podna correspond er, a e;l alpfuncio-
��r
del mercado y por sistem
tirados por la potencia . '
vigilancia y de videovigila
as múltiples de tele­ namiento idealmente sincrónico de todos los md1 1d
� �
s. or es e � �
ncia, que nuestras temp .
oralidades están uni­ • sociedad humana reencontraría así la organ1zac10n de l as s -
med 10, la
os de la producción y de
forrn izadas por los ritm .
la cons umic ión, que ciedades animales más perfectas, aquel1as en don de el i· ndiv1duo no es
rnas que una célc1la·· "No debemos privarnos de pensar que l a l t' bertad
las fronteras qL1e se abren , ,
para perm itir la circulació
n d e los capitales,
de las mercaderías, de las
informaciones y de las perso
nas en los países del individuo puede no representar más que una e ta �
q ue la do
mest1cac1'6n del tiempo y del espacio acarrea la SLt¡ec10ny perfecta d
ricos, se cierran despiadada �
pobres, que una gran parce
mente para los inm igran
tes de los países
.
.
. �
de la población mun dial
está en prisión do­ rodas las partículas del organismo supra-ind1v1
. . d ual . " 144 Más recien­
miciliaria y sedentariz da .
sin recurso por la falta de
temente, Bernard Stl.egler habló de un "devenir artrópodo progreSt-
; recursos materia-
"

de sus prótesis tecnológicas, un ser 111íb n-


les y técnicos. La coexi stenc .
ia de segmentaridades flexib
lo molar y de lo molecular
les y duras, de vo d el consum1'dor rodeado
� ·
tal vez nunca fue más evide
nte: do entre la hormiga en su hormiguero y
una arana ca
_
���rad a en su
·
misma tela (web), víccima de un fenómeno de aurofagia .
"Se ha vencido el miedo,
se han abandonado las orilla
s de la se­
guridad, pero se ha entra
do en un sistema no meno La evolución técnica y sus consecuencias. Lo que les falta, para no­
s concentra­
sotros, a los análisis políticos de El Anti-Edipo y Mtl mesetas es tomar
do, no menos organizado .
, el de las pequeñas segur
idades que ha-
76 / D E L
EUZE Y SU
HERENC IA
I A M A Q U I N A C I Ó N P O L I T I C A D E D E L E U Z E y G U ATTA R I / 7 7
F I L OSÓ F I C A

en cuen ta las
transformaci
ones tecn ológ
poráneas , de Ja
11X:Lendidas a la toral i" da d de las colectividades h um,anas
' y sustraernos
manera en que icas con tem
las máquinas
de todo tipo rec
il la
' entropía morn'fiera q ue nos amenaza.

te nuestra mane onfig uran cot idia
trab ajar, de pe
nsar y de com
ra de vivi r, de nam en­
.
Las segmentaciones d e todo tipo flex1"bl es y duras ' tempera1 es, es-
dríamos lame unicar. Po­
ntar entonces .
la ausencia de
l>nciales, p rod uc t1v1stas o comerc1ales, socia
. les, políticas o secunrn-
nica, ause ncia un pen sam iento de . . . ' .
aun más extraña la téc­
si con side ra
. bles , con micro-agencia-
por otra parte mos que estos .
enteram ente libros están ri'ts . con ílu1os
. no d o:nina
consagrado s al ' ' coexisten s1emp1e
.
111ientos que se les escapan y q ue marcan e1 1 im
' 1·re de su poder. 1as
deseanres " y de anál isis de las
Jas "máquinas "m;íquinas
abs trac tas"
,
n uevas tecnolog1as, con todas sus pos1·bI· 1 1·dades
Sin embargo , .
la reflexión sob de apropiación, d e

'
re
. · mplJCa
n y 1 as n uevas
la
formac;
cuencias polí evol ución técn .
ticas está pres ica y sus cons desvío y de creación que de deseo que
ente en otros text e­
suscitan, son siempre real i d ad es ·b n
· races, que permiten la emergencia
G uarrari, ames os escritos por
y
·
y desp ués de Dele uze y . �
Capi talú
de estrategias y de ¿ispos1
expresó sus mie mo e1q11i zofrenia. Así, Dele . . desconoc1. -
dos en un artíc uze · . nvos de contro1 d e una potencia
dedicado a las
ulo ya clás ico
, da antenormente,
. pe o que ram b1en . , abren la perspectiva de nuevas
des de cont rol "
!46, en donde "soc ieda­
afirma que las
formas de existencia, md1v1dua 1 es y colectivas.

trol serán las de nuevas soci eda .
las computa des de con ­ .
rnética, las de
doras y de la cibe
quinas en cond las má­
iciones de crear
domi nios de la
un con trol con .
tinuo de rodos
exis tenc ia (edu los "Organizaciones i nternac10
. nales ecuménicas"
vida privad a),
caci ón, trabajo,
taurar "Ja ins
talación progresi ele ins­ y minorías
va y dispersa
dom inación", en ele un n uevo régimen
meseta.s ( "700 a· C; - Aparato de captura") ' De-
don de la ause ncia
de fronteras y
de E n la' .
caci ón podría de líneas de dem meseta 13 de M tl
revelarse com o ar­
lel!Ze y Guattan. prnponen una topologia comp e1a
¡ · del poder (de los
osa y represiva
muc ho más peligr
fron teras y los
poderes), que hace rnterven datos es aciales y geográficos heterog é-
cercados Soci que las .
edad es que pare
Ja evol ución de
· �ad,es
. cen gara ntizar a
neos (el terrirorio de las c1u el Xel Estado y de los grupos mre­
las tecn ologías través de
y de l a info
más abiertos y rmát ica espacio
restatales), relaci o nes causales co le .as
flexibles y aseg s-tiempos
berrad indi vidua
l, tejen así en
urar un margen
más gran de para � y enredadas, y muchas ciJ­
mensiones simultáneas d el tiempo . �l \ado de la forma urbana y de la
la 1 i­
real idad el entr
apre tado de una amado cada vez
forma esrara1 d e1 pod er, en contramos la im . porcancia creciente de los
red ele la cual se más
difíc il escapar.
hace cada vez más
"
1 es " y de lo que De1 euze y Guatrari llaman or-
Por su parre, Gua
rrari form ula Ja
"
misma interrog "grupos internac1ona
le5 ecumen 1. cas .
ma sigui ente, en ación bajo Ja for­

El inconciente maqú '


gal1izaciones 111ternac1ona
·
,
nico: "Lo que .
ticam ente de está en juego
La naturaleza .. rnternac'.ona
manera subyace polí­
lo siguiente : ¿es
nte en estas cues . .
. 1 Ka,
tiones, creemos · l" de esros grupos es tal gue imp
< una expansión univer-
desde su origen) 1a tend eneia a una d llUS1on
· c. . , y a
concebible que gue es .
renciada de los
una estructu raci
ón alta mente
s y del socútJ Sal . zac1ones
" . cita
. das en M il mese tas conciernen
comportam iento dife­ •
' • "ecuménica .. . Las orgam
no sea necesaria
sujeción ele los
correlativa a una . ,.
mente · del cap1ta
. 1 is
indi viduos a jerar a dominios hererogeneos:
, espac10 . mo , de la circulac10n de
las mercadenas, . 1 es y de1 traba¡o .
un debil itam iento quías opresivas
metódico de y a
sus espacios de , de cap1ra (lo que llamamos ahora
. , ") d las organizaciones rnteresrara­
"mundialización" o " g lobal1. zac10n
apuesta de Guat 1ibertad " ' 1 47 la .
tari, enun ciada
en libros post
( 1 9 1 9) y la' ONU,' pero e , ramb"1e'n de las formaciones
eriores 148, es que
les como la SDN
m odali dade s de
producci ón subje otras
tiva (procesuales
. . . no y el Is 1am. Con vistas a un analJS1s
religiosas como el cnstianis
son con cebi bles, y singularizan
otras formas de tes) , . . po-
lírico del presente, es esene ''. al su b rayar gL1e esta heterogeneidad no se
distri bución del
as de acción ética
form as alternativ saber y del pode
r,
, estét ica y polít
al azar, que no se trata de lienómenos yuxtapuestos a
ica, que podrían
ser debe ser estuc1 ia­
·
ATTA R I / 79
E U ZE y G U
7 8 / D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A
CA DE DEL
A C I Ó N P O L ÍTI
I A M AQ U I N
no
.
' · "Una
minoría pued e
nnu'da·
c al mayan�a cons
dos y considerados d e manera separada. A medida que las fronteras es­ ¡,, separa de tal o ued e ta mbién com-
eño número: . pero p .
t ornprender
mas � que un pequ soluta, in-
tatales y los límites de la soberanía nacional se borran, las fronteras en­
. r una ' mayoría ab
o m as g ran de ' cons t1tm
mer no pueden ser

tre los fenómenos comerciales, religiosos, políticos y culturales se di­ 1 1rcnd er e l nú d e flujos que
fuminan . La "mundialización" no es sólo una difusión a nivel mundial 1 I e �im'da"\
49 ' multi plicidades de fuga 0 . .
ran ces ' las muje -
. ados (los in mig
mven tana . dos o cens ndo
. ,
del capitalismo clásico, ni un fenómeno puramente económico que no tlcfin itivam enre . d os,
. ere.). En este sen
los deso cupa
iado res precar10s, . sean juzgadas
co- .
tendría ninguna repercusión política, sino un lugar de ruptura y d e n.:s ' los traba . os10 one s
sus prop
, que sus accion es y i ' del merc
a-
discontinuidad, un "umbral" que marca el cambio de naturaleza de to­ 1mparta poco d e v'sca
. . desde el punto
es" o rns 1gn1·r,ican tes pasan
dos los agenciamientos sociales, económicos y políticos, un nuevo mo "no viabl
o com os iciones que no
laz
mueve n a lacgo p . o" l 50 . La po-
agenciamienro del cual todavía no se sabe definir con precisión todos ' lo ' porc¡ue "pro ['
la 1orma-Escad
o mía cap1ta . 1.ista que por stión la axio-
los componentes, y que Deleuze y Guarrari ya habían presentido en más por la econ o en pon er e n cue
. onas c o ns1·sce 'ante tod r115
1
cencia de las m1n ;
l<al·' ya no
1980. Para los dos autores, la tendencia del capitalismo mundializado
. crat a de derribar [renverse
, d se
no es sólo una fuerza que conduce a la homogeneización de las formas m:ítica capi ta l ist1c a m u n
orme e imp erce p-
que es m ultif .
, .insraur.ada' por
c1 pode r de
sociales en el marco de las relaciones incernacionales, sino también un la mayona cepco mayo n-
.
de "revo luc1o . ; n" es un con
la .idea mis ma , que
movimiento que <leja subsistir una gran heterogeneidad de los Estadqs tible y porque ritario por otro
un poder mayo �
iste en reemplazar
(democráticos, totalitarios, teocráticos, etc.) y que asegura un gran iso­ can. o, que cons .
onas
y sus mm .
itaría sus p e n·eenas .
o no puede ha-
morfismo en el cenero, aunque deja subsistir una cierta polimorffa en a su vez susc . . .
sus l"im1 res ' per
no d e¡a de emp uiar .
la periferia . Estas formaciones sociales heteromorfas no constituyen su­ El capit alis mo .
. d in fiinita de flujos
que se esca-
a s.u vez - un. a cant 1da
.
pervivencias o formas transitorias, porque ya están Ílnplicadas, en cier­ cerio sin sus ornr d. ire cc1 . ones: no puede efec-
rodas las
los sentt. d os y e n les que
nde rse s i n canso·r l 1
ro grado, en el sistema de comercio capitalista. Esca franja de forma­ pan en codo s no numerab
. l · r conjuntos
ciones económicas y sociales "atrasadas" no sólo es "tolerada" 1 sino que rse y exce oría s imp lican
de
Las m i n
e
rua
que .instauro, .
d en 1 os modelos
es también exigida por las condiciones mismas de funcionamiento del atraviesan y sacu . .
l os me dios y de las iormas
heterogene1 d ad rac ' hea! de . talle res, de
capitalismo internacional, por ejemplo para procurarse mano de obra e nton ces una os sin ¡era . rquí a , de
. ¡·icac1 6 n de grnp
h.;fiicas, de
ul t1p
. as de guerra pac1
m-
a bajo costo por los mecanismos de descentralización y por los flujos acción, una m montajes exre
e ,
maqum
s, d ente fechados.
re dec1' bles, con e1n .
migratorios La organización internacional del capitalismo no deja en­ cons telac ione . cam
. gentes e is córi
l ca de las
tonces de suscitar y de organizar su "Tercer Mundo", en parre integra­ porán eos , imp mino rías y d e
macropol�r'
.1 �gun
nciar la ineficacia miento au-
En vez de denu
uzc y Guat U.l.�I n o
do a las etapas de su desarrollo . p ensa
proponen mn

.
Estos fenómenos no pueden sino engendrar nuevos tipos de lu­ afir mar que Dete ar toda vía una vez más que
a que recot d .
l 'it1co" ' babn '
en a un d om 1-
ténti cam ente " po
chas, en el mundo del trabajo, de carácter étnico, social o político, y . .
. de las mino n;as no conciern
. " o .. i nd iv1
y la acCLon .,
,

' micro polít ica . que actu-


no podrá tratarse sino de luchas tan mundial izadas como la estructu­ la . 1 ; . ., ' ·dual" ' sino
"ps1co og1co o "énco
e
y
ra política y económica que se erara de combatir, luchas llevadas por nio puramente macropolít icos
reduce a la tl-
on· ¡ u nros
d e' ¡ os é .
so b re los deve nires .
"rninorías" an activame nte . lítico no se
macroecon o�11 ; cas . Si lo po
de las dinámicas onales, el pra-
la exist . en c ¡, a de med'1ac1o . nes inst ituci .
La potencia de las m inorías. Las minorías no se definen por su pe­ c•a 1 porque su pon e
ni. ega ¡· amás la existen-
euze y Gua rtan . no
olític o de D e l
queño nl1mero, sino por el devenir o la floración, por la distancia que yecr o ético-p .
------
80 I D ELEU Z E
y S U H ER E N C I
A FIL O S Ó F I C A

cía o la necesidad
' ele esras med iac ·
� .
es (hacen faJta estra
ta segmentos duros �� tos, hacen fal-

1"1m1t . ar 1 a expansión indi


De la estética a la estésica:
' y hoy, paradoJlcam
'
. ente, se invoca al Esta
do para
nci'1 de las finan as
scriminada de la pore

ercado), sino que pref
igura una acción polí
z y d J Deleuze y la cu estión del arte
:n
tica olecul�
actúa en el seno de 1

os Estados y más allá de sus
'r, mic
por Arnaud Villani
pica y transversal que _ rosco­

"1 np
. l es contra-poderes
fronteras, moviliza
ndo mu
. contra el od ,.
en la h1sroria reciente,
una multitud de m . . '. � �r. As1,
v1m1encos mrnonta
mados "a1rermundia � nos lla-
. ramod"fi J icar las
1istas" pudo acru.r a act1vamente pa
.
onenraciones macroec
" J , y asociac10-

onómic'as del cap1rn .
'
l 1smo mund1a · ·
nes micropolíticas pud .
ieron entrar en reso
nancia
o de una eonsrituc1
< para oponerse

l � respe ero de l a cual


yecro macropolícic . . �
al pro-
on europea
y de 1a cua enuncrnb
no compartían la orie
ntación liberal < .
ción de la dimens·JOn . an la nega­
. social que un pro Hay un malentendido respecto de Deleuze. Éste dijo de mil maneras
duconoá­

ª
yect
ª
_ o uropeo auténticame
.
polírico, que no se redu nte
" , de�bera,, necesa-
zc un gran mercado comun que sus problemas y sus conceptos lo conducían a una tierra
namente tomar en .
cuenta en los anos - por venir.
da, pero nos obstinamos en reubicarlo en una Filosofía antigua, una
Política incuestionada, una Estética tradicional, como si esto pudiese
valer como deleuziano. Mientras los comentadores no estén convenci­
dos de que este bloqueo no puede sino anular su relación, se extrae­
rán coda suerte de rarezas, se sospechará de su postura, se lo acusará
de no entenderse a sí mismo. Así se disfrazó a Deleuze con los vesti­
dos de la diva (hasta las uñas), de ··chivo mecánico" y de falsario, de
hacedor, de genio maligno, de chantre de la muerte, de fanático abs­
tracto del Uno, de viral ista "rnarechalisra" 1 52, de aristócrata, de anti­
demócrata capaz de revoluciones de salón, de teórico de un nuevo su­
prasensible y, para terminar, de fascista que anuncia el holocausto.
Del bufón al indigno, sin duda la lista no está cerrada.

Nota sobre la filosofía


Estas distorsiones continuarán. La filosofía, hay que tener el coraje de
decirlo, es el lugar de terribles !1tchas de poder, y no sólo en la teoría.
Está tomada por este engranaje sin poder deshacerse de él. La omni­
presencia del poder en el campo filosófico, que debería por excelencia
estar exento de él, es un síntoma. Confusión de la palabra con la pa­
labra aurorjzada, conservatismos de la .institución pedagógica (un ins­
pector me susurraba al oído, en la época de /11i/ mesetas: º'Espero que
-
82 / DELEUZE
y SU HERENCIA FILO
SÓFICA DE LA E S TÉT I C A A LA ESTÉSICA / 83

no lea a Deleu ze"),


dictadun ' del "p· 11b!'1sh or pf!r!s
.
. . h " que de bi.1.ira la . 111c;ro eseá dedicado al conocimiento: lo "teorético". Su aplicación no
vest1gación, ¡·erarqu ia . . rn-
' universit ana que re d uce ¡
a cntica,,. . en beneficio 1'.'i inmediata, su coherencia es la prueba de su pe rcinen cia . El segun­
, wissemcha,
<

de lo verdadero el
•r.1.1.teh como prueba d
'

p b'd d . do rrabaja, a partir de la "teoré tica ", sobre la finitud: doxología, reli­

!��:�;;:�\������ i m
;:·��� : :�· ;
ig
g esivida d con u di
� 1
e mre igencia y esa
f 1� ;a ::11 1ei"w:1: '.�:: � Hi6n, ética, política, fenomenología, existencialidad, estética. Todos

,fi , p us·l dominios que conciernen a la vida.


.
no osa contradecir i an1m. 1 d a d que
e1 e l a ilosofia ·y
un "gran nomb re "
der respecto de la , ' i_ aucor·· Lo nuevo que la filosofía puede aportar en el primer caso concier­
,,.

veracidad! En la hegemonía
iza a ce-
. �el log1c1smo, la ign
.
ne a una mejor inregración de los conocimientos. En este sentido es
rancia y Ja morgue o­
_
no son lo p eor. Nos .
. nd1cul1zamos ostentan segunda respecrn de las ciencias . En el segundo caso, se trata de crear
mo s1 fiuese una nove do co­
"nuevas posibilidades de vida". Su rol cons iste en habla1-nos ateste lo qtte
.
de di ez . siglos, afirmando
dad una proposición .
que el primer filósofo
que concescó el e1 lid ,
1.ismo carresiano es RyJe153 meste de le1 vida. Es absurdo entonces comparar su desempeño con el
Lo peor del Iogic .
. ism . .
o elrn 1inarivisra con su "to
no de gran seno - r ", es de la ciencia. la investigación filosófica es indivisa: lo que establece
que fctchc1 la filosofíct.
del lado de las represenrnciones, lo aplica a sus cre aci on es, y son las
.
¿Qué imagen hubiesen
e :�;eJ;dctone...r
dacio de Kafk ci�ncias quienes, incapaces de esta indivisión, ceden el paso anee la ma­
nouch si este últim con Ja­
r: b���;as
o, en vez de tr ansc
nera inmediata en la que la vida nos roca.
a som brosa n o v edad emp render su
. ¡rnb'rese puesto
•se .
confiiar en eJ autor es
un simple req11isito ele
a interpretarlas? La deci
sión de
i
Las cons ecu enc as son múltiples. Primero, no se puede validar una
filosofía evaluando la congruencia de sus dominios y de los caminos
l
. lectura, dando JOr sent
ado
que, si cenemos el dere
die tiene el derecho
cho de pensar lo que
de ,atrib u irle conc
queremos de un au to
r, na­
a
que propone. Los giros del Rorn micismo hasta la Fenomenologfa
epcw . nes que él rechaza expr acercan a la filosofía a su esencia, y permiten el rerorno de Parménides,
samenre .. per� ¿·is(Jn . gamos: esco no constituy e-

e un alivio . Confiiar Heráclito, Hipócrates, Hipias, Antifón que vieron lo indiviso. Los di­
un auror s1gll!fica dejctr . en
lo hc1ble1r Hace falr versos dominios adquieren una imporrnncia estrictamente igual: la es­
sofo lrnble por sí. J,a
ures1sc1ble. y no se
tendencia ; ce;mpl�z
trata aquí de "especial
:�r �;::/';:: que un filó­
,
1 mismo es
tética vale por ética, la fenomenología por política. En fin, respecto ele
ización" Se � una filosofía "complern", las que desprecian el cuerpo y la vida no es­
;;;,�ciali�ta y "encender" lo que quiere e
:
tán más que en el medio del cami no propedéuticas, m edias medidas.
go. es1st1r a esta tend
decir Deleu,'e: lo;ª; � :,�: s� :
ma del ,autor, es 1la­
encia a saltar por enci
cer que no que li. m· ltn e/emento de J!l
corpw qne veng a et contr
. qtte creem ctdeár la crí­
c.e
ttca
La impotencia del poder
os deber hacerle.
Los análisis de Foucault, que difunden los micropoderes, no bastaron
�: "in � ivisión" de la filo�ofía. En términos científic
para hacer capear a la filosofía que ella era el Midas de manos doradas

m'�" qL 1e hasta quc nene


os, Llna teoría no ele poder, y que trcmsforma todo lo q11e toca en impotencia. Glucksmann es­
� su contra-ejemplo. En
la 1•
crítica filosófica tá bien inspirado al ver en el filósofo un "maestro-pensador" pero es
, lectur,n' contaminan d o
al se d a d d e una '
muy torpe al citar como ejemplos a los que podrían escapar a este re­
Ja literatura secundar
revel a con l os con rra- . ia' se
·

, e¡e m los e1 e 1 a obra misma. Pero


� -
. el problema es diferente
en la creación proche o evitar este errot. Que la filosofía moderna se contente con re­
filosófiica,
. Nunca se preseo' verd
arenc1 aderamenre producir el modelo del pensamiento occidental es al mismo tiempo
-·6n a su ttJpert
. d oble anee todo porq
Y si se puede otorgar a Heidegger el mé­
o doblemente doble. Es
_

tiende a dos dominios ue se ex- su ceguera y su indignidad.


que comparten neramen
te su campo. El pri- rito de haber intentado un movimiento de desasimiento \Gelasscnheit)
É S I C A / 85
DE LA ESTOICA
A LA EST

84 I DELEUZE Y SU H E R E N C I A FILO S Ó F I C A
at -
y potencia escán �
inuye. Poder
. .
.
atlr lo qu e dism . ros . .
c.¡ue aumenta, comb i-Al e1and
gor<riano para el htt-
para contrariar los efectos de la tecnociencia, se desacredit6 por no sa­ fa lea "Anc
cual hacen
efecto de /Joder de Jos en un nu do /.
i .· ana" tsH crt
/tt'co del conocwuentn
.

.. , de 1 a filos poder, e-n


- ttf poder por el
ber resistir ni al su palabra ni a la seducción de las
of"a
d ene
t

renar )1 compe nsar /et ten


defin ic1on
La nueva
/, 'd. l '56 tendría esta capac1-
formas !erales del nazismo.
numo destinad o a fi
. ta .
" vt "
vistaJ de la potencÚI y de s
Los dos aspectos de Ja filosofía se precisan. Es doble en sm dominios, t des
la posibi lid1
doble en s11 espíritl/.. Lo dije por simbólico y asimbóLico. Quería subrayar la
ca, ere., ro-
. . rcdefinir
presencia, en una filosofía "completa" de una doble perspectiva sobre dad de desatar. Esté tica, Políti
en ronces
Y
Recibimos una rarea : .
im potencia inco nfes
ada.
e
das mancha das de pod
las cosas, de una conscanre cisura que crea la unidad a la manera en d .
er 1· ncuesnonado
eJ
· con ducir en su

Es exactamente 1 o
émo nos
que las sociedades tradicionaJes, prudentes anee coda emergencia acu­ puso. o� . .
que Deleuze se p<o de
. ra al princ1p10,
mulativa y llamadas por Clastres "contra el Estado", creaban la uni­ , sedu cto
estétic o, evaluando la tentat1va
recorrido
dad a través de la lucha de dos clanes. La resistividad no acumulativa
ere para cernirlo.
Buydens et Ranci
de un Pensamiento capaz de contradicción, de no-actuar, de pasar en­
fallido
tre los extremos, los Taoistas la llevaron a cabo y los Románticos la re­
ara: el encuentro
patriaron. ¿Pero los Occidenrales podrán acaso comprender, confron­
Deleuze en el Sah
e/Deleuze t57
. . O (l990) ' Mi-
Buydens/Ran cier .
v1eJ
E n un texto ya
tados a la destrucción de la Tierra, el sencido de un pensamienrn

dens y la et1ca deleuz1ana.


Buy
, . .
indiviso? tesis que las
e1 mento de no
más hipó
Lo mejor es reagrnpar las dos dualidades. La filoso fía es una !11cha
aventurar •

reille Buydens tiene to débil es la for-


" ·
El pun
indefinida entre una p<lrte propedéutica, asimbólica, represenracional
con• vencer. .
bargo no puede · , , da por la forma
Wl
en
verificadas. Sin em
/. •N . º
. , 1 l c1taC rer1 za
.
esta
un C .. es seg
multipric1 d ael

contingente (P· 2<1)


de
y penetrada de poder (ciencia) y otra pare, simbólica, viviente, creati­ ma.La noción de unda resp ecto
potencia
.
.
-
va, distanciada del poder para privilegiar lc1 (sabiduría). l-Iay tanto secundaria, gul aridad se engan
Es la manera en
u n a sin .
la que
que precisar, con el fin de que no se sospeche que hacemos entrar por las singularidades. . real pero imposible de
. . ,
t a-pliegue

const1ru1r una \'ne an
aqu1,
cha con orras para en donde se traz
' inse¡, arable de
la puerta de servicio el maniqueísmo que echamos por la puerta prin­
1 esta \'111 ca
un Plano
todc1 grcm filo.rofía
'
. l ..
cipal, que es el debate indeGnido de sus pares. Pero enco ntrar , a ser
or. Buy dens no hace uso.
comprende la esencia ele la
. o va
, co del mism .
la inmanencia, lo ttro de
u111vo
decir que una filosofía es simbólice1 y decir que R iemann, del
mu 1 t1p. r1c1da d ("van
. eda d") de
filosofía como este debate Jimbólico, no es lo misn10 l 54.
.
del caoide, de la . tiro de dados-ca01de-
conti ngent e en e "ste
. .
Nada es
Si queremos realmente descubrir filosofías concientes de sí mis­ dado s" de Mallar mé.
fue lanzado.
f1 aurorcs .

momento en q ue tiplicidad)
, l1·a 2s··
mas, nos tendríamos que dirigir para quienes la Voluntad pliegue desde el "La for ma (mul
interviene para englobar la representación. Y así pues cae en un mo­
, en la pagl
en u,, lum
una vacila c10n . uasc en-
De aquí a i nstancia lo
mente segttnda , parque . ·va s p reforrnales." Con
1 a[!·d ad es 1ntens1
es tr ascendental
.
nismo disfrazado debido a la desvalorización eliminadora de uno de

e 1em entos
de s111gu este
dental se constituye ·
instala entre los
los términos. Es por eso que el poder ciene tanto derecho a la exis­ y la "forma"'

. l' !J.car una


que se estética deleu-
como inut1T· izablc Pª'ª 11' '
tencia como la potencia. La filosoíía no puede sino pelearse en un jue­ este dual ismo
ca
en vistas, no del p oder, sino mas, si. e mpr
en formación. S1·
,
conce pto aparece
1 sucede entre las for
go de fuerzas, en donde el poder interviene e
ziana, pues lo rea rno, ¿por que la ca-
de conto
t • le" , como
dt: la potencia. NieLzsche dice: ;,Lo más sorprendente, es más bien el for�a
se en mente una "li-
Buydens no tuvie
, 29)
y roo ¿t· [Jcab
(
cuerpo: nuesrra vida no es posible sino gracias a un perpetuo incer­
cambio entre la obediencia y el mando."155 Filosofar, es favorecer lo .
ractenzan a P ·
acaso como "moviente
HERENCIA
86 / D
ELEUZE Y
FiLO SóFi(
SU

A
nea]"? DeJe
el plieg11e
uze se to mó DE LA ESTÉTICA A LA ESTÉS/CA f 87
e] re cau
do de dis
(singulari tanciarse
dad, mulriµ de la form
l inea] , ni mo .. do Habría tachado Jos e1 os contrasenri dos de la secundariedad·y
g und o, ni licida d, p a, p orgue .
la no) , no
lie gue y p o1n1t1
b!orfl1e').
dific ab le
es ni se­
. ge�ncia . Pues en S pmoza, como en Deleuze, todo es uní-
Vemos, en (¡e s un
efecto, el d ,¡,,Ja con. tm
ualismo
Yl)Co, igua . .
tanto plástica de B uy
la línea en det
como musi de ns: "L
a estética . l necesar10
La veloctdad ha b ··a evitaJo los otros dos contrasentt.dos.. como ra-
cal, estará
rimento de l
deJeuzian a
aforma " (ib la <tsrmción de
entonces ,
1d. ). li•s, son ]o n ómalo nN ad·'' se se guiría de las s . ngu j ar i dades, si una re-
Jimd"da en '.
Po d ríamos
el " mix to
mal an aliz
ma m ás su
' nt e d e velocidad, aun-
ado" de Be leer esta
rgson: la 1
' 1 nd a no t ra ¡ ese con elh un r<1oide roda •
frase según ª. .
. El cl asicismo fi lo 1 ra
negació n forma deJ
efec
·b
via v
na velocidad t1bsol11ta m�s que por su 1' to de fuga. Así,
euziana ser
só fico, 111d.r
ía Ja for ­ ,
'l"" ya no se
Fondo ana
rquista d
iento 68. ;�

e Deleuze el pen sam
modifi c ab dos formas · en ser dis tinguidas, d e b s ua les la segun da perel JO .• la
Fsta "lí
l e y segund
n ota un p . nea
ens amiento
a " de­
del arre
que no co
"potente v1 dae inorgan1ca • . ".. la' forma vibrante todavía rápida, dorada
c

tación. E st nsi guió
amos en la salir se d
p uerta d .
o, Buy de de lrn , ea de fuga, neta en 1 os. afectos o perceptos del arce o en los con-
Es ci err d te atro, no e la represen ­ ,
ns plan re en medio de
i o sofía; la form, a cuasL. muerta de haber s1·¿o tan frena-
sar la línea, a bie n el las máquina
desafío d s.
salir de las e] arre: "¿c ce tos de la f il
.
sobreco
� ut1·1·�able , • ico - matemat1cas,
1 og
p
en 1 a,s proposiciones
nes de fu c/if ica ciones ómo atrave
erza del P ­
oder, des del Saber da todavia iz .
ero
arr apar'" (p
.
y de las
. en durec1·c1 a e1·· 1 po deres y lugares Las 11ura . bilia y el ,,,,_
p

vue lv en a hac ers e de rela cio­ ,
31). Y
esa s po ten
. no digo qu
ci as que con frecuencia
i o nes am rador. Vemos que no es de. una dicotomía entr e lo v irtua . 1 y lo actual,
do fo rmulac sie mpre nos .
biguas. Pe
e De Jeuz
e no haya
lo virtual entre la singulaCJ·c1 ael y la, rnultip1Lc1 . . da d de donde su rge esta filosofía,
primacía de ro fu nd ar arriesga ­
Ja e stética
.
ues no sería más que un i
sobre lo de Deleuze
�11ulismo hi¡1ócrila E s d e un entrelazam1en­
ma, hacer actu al, d en u na
Y Deleuze,
de Ja form e lo tra sce
a un "úJ rim ndental sob . •
ero no menos importante, en donde la
o recurso re la for­ p
lante é d
cuando Je p ", he aq uí to diferente del "qu1asmo
un mal co
. rd es sintiente/sensible,
forma en veloctdc p rocante/tocada.
de éj158. probl em a, mienzo.
se dis tin
gui ó fucr
la d ifi c ulta d es ev l � :�lo con una gran' P robidad: .
"Condenar sin
¿P ues a rem enr e
A un afo u
gué llega
rmrlfis111ol )9: de proceso a r .�serción de la
Bttyclensr
e
de ser rec
fo rma como
api tulado
ma."160 D
e aquí Ja
de la m a
condusi
nera sig
uie nte : el
"Todo es
'enem igo
ro p ue­
otra JOrma
moteo e/ e 1 fracaso n os ¿,.esulra sin
ut
·

. embargo un Po o apres urado . �l simple esca-

' ero com o ex · p li car enton-


( ... )el in ó11: "¿ No ', es la for­
tivid,,d c¡ue
hay que
marc a i n du
dicio de neg,, , s no es la v1a qu e ele�iremos
.
lim ita rse Adema ) •P
( ....m é ero vigor

a constata
• ·o
forma en el
nro dele u%
r
p ensamie dabl eme ces que la forma, lue go de haber sido .
ia no i " (p
denun-
. 58 ).
osamente
• aleg ada en u
nte la noci pCJ ,.
60) Pero las explica­

las p ági ón de
nas siguie ciada, sea ast' '!tim a instancia'
.

ntes i nre
(p .
r i ncipio . 61-63) vuel ven a a c JO
tip licid ad ntan corr
e gi r el p . , . d
segu nda y
conring cnte ciones que s1·guen l inye c n e u na prudencia
de una mu l
, ·ma en el mane¡·o de.la aformal1·c1 a d 'a¡ m i. s mo tJe
(p
teoría : "N
de escrúpul . Se p res ­
o
os a nre su enta a D
eJeuze como mmt . mpo que el ges-
desesr rari fi
to de oponerse a la �orma Sl<;Lle
exagere lleno
g ue n sa l n, s obren
vajemente tiende Buy . . s1·endo salvador 63). Este recurso
p.
1 d e Deleuze una i rnag
final al " no es. p ara tanto " ta
ble reman ··"¿Cóm dens, no
encia de la o in terp r .
, 1a. Lo re-
( en n. d1cu
et ar esra
Hay qu e
.
for mal ¿
incontesta

ro fracaso v er en ­
de] pensa mi
ento dele ella Ja m baja al rango de un p1u
. dente hereronomo.
(p. 60).
de Buydens. uiia no '" arca de un
cier­
.
Pues las
No , pero sí de

consecue
Y ·có mo fund ar una estetJ-
fundir Ja ncias de
multip licida la pr eci uno
d con una p i tación qu Ranciere .. ca deleuziana. Ademas,
la �stet1 ,

ca é r que la forma es con-


deleuzi.ana si el esrudio consiste en demostra
y conring f or ma e hace con
ente" se "li n eal., m ­
.
VLt elven m odificab
Hab 1 end o demostracio Kan drns ky y K lee, con vocabularios
.
tingente.'
uy gra ve le, segund
s. El sp i a
nozi smo
r.
de D eleuze
la ad de la 1orma,
necesi.d
es
opuestos, que el arte se bas::t
, � en vemos que no
8 8 I D EL E U Z E Y SU H E R ENCIA FI L O S Ó F I C A DE LA ESTÉTI C A A LA ESTÉSICA I 89

pod mos sino ser decepcionados por Buydens que, viene pintura"t67. La autonomía (lo c¡ue J-lofmannstahl llamaba la
� en mayor o menor
ed1da, demuestra que no ha.y mw estética de/euziana "columna vertebral"), es an�dizada como "el espacio háptíco egipcio
� . No es lo que
piensan los artistas. Entonces hay que ir a buscar de Riegl desorganizado por la identificación de su contorno con la lí­
del lacio de ese se­
gundo Sahara que es la estética deleuziana según
Rancifrel6I. nea septentrional de Worringer " 168. Sea. Notemos que, en lo que
Cuando Ranciere describe el apone deleuziano como Ranciere ve como "lo plano hápLico" no encontramos lo que en De­
"realización
del destino de la estética", esta fórmula exige ser elucidada leuze hace pensable una inmanencia que resiste a la fuga pero que la
a parcir de
los tres regímenes: "régirnen élico de las imágenes"
, "régimen poéti­ implica al mismo tiempo, el bloque de precepto Y de afecto.
2
co-represenrativo" 16 , "régimen estético del arre". E n su texto "'¿Existe una estética deleuziana?", Rancien:· se pre­
En este (1ltimo "la
º bra e opo e doblemente a su esrntus representa gunta cómo el "sostenerse en sí" puede identificarse con la histeria,
. � � tivo. No es una pa­ �
rienc1a refenda a una realidad que sirve de modelo. que define específicamente corno "la enfermedad que se opone al tra­
No es una forma
activa i uesrn a una forma pasiva"163. Dicho de otro modo, bajo de la obra". Pero todo esto va a ser referido a Aristóteles. La his­
�� el régi­
men estet1co acaba con la representación "poética" terización de la obra, en vez de remitirse a la hystéresis, viene a "com­
en Arjstóteles. La
obra no es ni 11tfmesis prdxeos, 111 mí111esis ph?seos, ni pletar" la desfiguración que anuncia el "régimen estético el rte". �
semejan�al64. Has­
. �
ra aq í no hallamos motivo para rechazar esta Vof/enclung "El modelo clásico de la autonomía de la obra consiste en disociar el
� del "régimen
estétICo del arte" en Delcuze. modelo aristotélico( ... ). Histerizar la obra(... ) querrá decir deshacer
Pero la distancia entre Deleuze y Ranciere, distancia
que deviene
esta organicidad latente en ¡., definición misma de la ·autonomía' de
absoluta al punto de volver b ú11erprecación 528). /te, 111issa erl.
.
de Ranciere impractica­ la obra" (p.
ble, se marca en dos puntos: la teoría estética
de Deleuze no es una La histeria va entonces a sellar la desfiguración baconiana Y su 111-
"alegoría" del fin del arte y no se reduce al
camino de la cruz de un ter prernción deleuziana en Jo figura alegórica del dcsierro: "Habrá que
arte como "Cristo ultrajado"; b histeria que invoca ir hasta ahí, a fin de que rcwe una Justicia que no será más que Co­
Deleuze no tiene
nada que ver con la de Ranciere. Si imaginam
os un puente entre ellos, lor y Luz, un espacio que no será más que Sabara", dice DeleL ze169.

de dolor, o que flo­
ese puen e es el puente de Kafka. que se rcruerce Pero Ranciere interpreta, cif'ndo la Níobe de Sófocles-Holderlm: "Lo

. mear
ta en el aue sin sensible incondicionado es lo que se llama justicia o desierto.( ... ) Só­
sus orilbs. Es una tentativa para llevar a Deleu­
ze a un dominio ajeno a la lógica de s u obra. lo que, alcanzado el desierto justiciero, ( ...) es la ausencia de obra, la
locura. 'Habrá que ir hasta ahí', dice Deleuze. Pero( ...) la obra no iría

Deleuze Y la histeria. Un principio sensaro sería desconfiar cuando hasta ahí más que anulándose"(p. 530). Y como sin embargo bien hay
Deleuze habla de histeria. Sabemos que detesta lo que remite a la neu­ que darle un conteo ido a la obra y a su recría, sobre todo si debe sos­

rosis ' Entonces hay, en la alusión a Ja histeria que retoma de Bacon (a tenerse ella sola, va a haber que inventar "otra forma de hablar" de la
.
David Sylvester)165, algo más c¡ue la "ausencia de obra" a la que la re­ obra, de presentarla in abseutia, y Deleuze se volverá el campeón de

duce Ranciere repitiendo una trivialidad sobre la enfermedad mental. ayuno de la-estética, no poniéndose en la boca nada más que el decir

Rancihe extrae dos fórmLilas que ve incompatibles, de dos textos la imposibilidad de la obra y las figuras c.¡ue:: firman su desaparición.
emparentados, c'Qtté es la filosofia.> y Lógica de !et semctción: "La obra de La obra en Deleuze es ante 10do alegoría de la obra" (p. 531).
arte es u ser de se11sación y nada más: existe en sí"166 y "Con l a pin­ En este punco, Ranciere convoca a Hegel y Schelling. Como Nío­

arte. O más bien, con el pintor, la histeria de-


� . _
tura la h1stena deviene be, habiendo el espíritu alcanz;tdo su inrensidad y forzado a disimu-
90 / DELEUZE
Y SU HEREN
CIA FILO S Ó F
D E LA ESTtTICA A LA ESTÉSI C A / 9 1
ICA

gánico, el roma
larse en lo inor
nticismo17°, gene
no
estético, prese nra al ralizando el régi . ,,
espíritu "foera men li-L1ze la pone en rclacwn con la diferencút!. "Pensamiento-piedra"'
'1 la me1'or expresión, pues el conJLrn .o de d ferenciales de conciencia
de sí". En Dele
en lo sensible de uze, "la presencia . .
533), "la idea de una régimen normal" (p.
una prese ncia que
exce de su
. �
1u
zona de lo sens 1 ede decirse indifere ntemen te pensam1 ento oi pie ra. Desierto 1 es ver-
. d.
d11d, pero poblado a1 i· nfiin1to e pliegues' de singularidades' de mul-
una potencia hete ible calificada por _
rogénea que le la acción de .
cambia el régi · d·
11plic1dad.es , gue son de una cara pensamien . ro y de la otra piedra. Es
samien to (... ) otra m�n, que es del . .
cosa que sí mism pen­
a l incon ci ente "
(ibid), rodas estas
o, d e la conci enc
lo
i a gue se i gu
ala que demuestran las pag
, inas sobre la histeria en Lógica de la sensa­
fórnlllbs que dan
desde J::mpirúmo
y mbjet1vid"d, y tenemos · 6 n de ver• en R anc1·e're , reproducirse lo que
A/itera adquirido cuenca del rol del
y de lo i11vol11ntario
<ión. la 1mpreS1
l)eleuze reproc1la ba a F eu d en su lecrnra d e1 pr es1"d ente Schreberl7 6:
.
desde el Pm11sti
7 l -en síntesis,·
deleuziano adquirido
. _· .
rto, y deJ desierto
r
del espíritu al desie ese ida y v uel ta
rebajar la ri que za de un pro blcmánca a al gunas i"deas preconcebidas
.

al e spíri tu, va a �
"L •

a evolucionar, bajo esrar obl igado . .

te, no porgue eJ
la refe renc ia a c1ue no "desc1en . den hacia la cosa , smo qlie se contentan con borde-
Hegel, hacia la
y
idea de unfin del
espíritu ya no nece ar­ arla (aquí, Aristóteles la rn1mem,
, '
.· Hege l ) el fin del arte, lo "blan-
se, sino porg ue no
hrty nada más: la "li
site de ese fin
para autopresenrar
­ co " y lo "vacío ", e c .
< .)
el�
mpiez a"' de la tabla
cría172, la de Flau
.
berr,
en DeJeuze una tont reemplaza
¿Qué dice Deleuze la .lu.ste na, Dios sabe que no Je gusta, e n
de ser rnn productiva co-
suma cero de la doxa" "la sobrcsignifica
ción que
Ja a si gnifi can cia . .
por "otra tontería: este texto sobre B acon.:> Es cierto esta J eJOS
. "f.
de Jo infinito, el gr an
pc.. ·o
. '
de lo vacío, . f rema,
oleaje indiferente mo Ja esgu1zo r se ernpena
- en extraer
, de ella todo lo pos1tl-
mos" (p. 535 ), " M u n
vo· Si leemos atentamente, hay co da una "lóg ica de la sensación en
que enrolJa y
do sensible puro,
mezcla los át o­ "
lo sensible sent
en t o cid día".
d r as, los árboles, el ido por las pie­
paisaje o el m om este capítulo Vil. Del euze
. p ide que nos remitamos a "tocio manual
.

dra" (p. 536). De aquí


del sjglo XIx so bre la ' de Paul Sollier, Les phe-
hmena" y ·,,l esruc1·0

"Pensamiento .
un Delcuze tom -pie­ •

enumera 1 os sin
a b lanca y l a
ado entr e la n ad
y
alegoría. Podríam os
estar ca nsados de nomiines d'mitoscopiel77_ , to mas histéricos: contractu­
esta vuelta del
ras y paral!Sls, . s 1·as
, y anestesias, (hys-
de lo blanco, de la tern a de la nada, _
mue rrc en la crítica , . . hr. pe resre . ·ración
prec1p1 ' o retraso '
de la obra dele
téresiJ), .. n d"uecta sob re los nervios, cuerpo
órgano transitorio, a c c10
que conocerlo bien uziana. No hay .
para saber que ba;o
Jo plen o, no Jo
el organismo, a utosc op ía . . .
constante. Vamos a vacío, es su tema
de mos trarlo resp
ecro de dos punr
. s1. ce
l bemos rem1nr con A rraud el cuerpo sin órganos
Primero el desierto. os.
pliegue d e Delc uzc. Es cues . .
Podemos resp ond En sín tes is,
rdando El
er a Ranciere reco
tión de la mónada, la esquizofrenia, 1 a h'iste ria tiene la venra1a
del pensamiento -per­
. de ofrecernos una de.sctce-
ieración (as1 lo rnterpreto) de la evo1 uc1on de1 cuerpo orgánico al cuer-
a
en s u envol vimi
cepción-apetito, to mado .•
¡
• .

ento infinito.
Po sin órganos, de 1 os e ·i chés mtermec1·ianos,
cribe este mundo com Deleuze des­ . .
o "un chap oteo, una
' transición que de-
un rumor, una
como, en B aud Pende del nrmo, d elflUJ·o' de la ond a. E·s es ro en efecco' dice Deleuze
danza de polvo". P ero neblina, una .
e laire , una nebl
(con mayor pro{iuncl'd d
nir una esfin ge, en Leib ina puede deve­
niz retomado por te los msranrnneos
. , . del "hombre que co-
Delcuze, la inq
"pequeña p1egadura 17
" 3 perm ite tr.tns
formar eJ desie
uietud como
rre"), lo qu e Bacon prnta.
'. ª. <i� .,
es ulta de ello esta teoría de la sensacwn:
es una on da que pasa de un 111_ vel a otro. El P roblema de lo orgánico
ponde a Ja percepción rto: "Le corre s­
pulv erizar el mund
o, pero también
ste pas.ª ·e de la 011 el a nervios,a h acia
zar el polvo." 174 espirituali­ .
En el mismo sentido, no
es que bloquea • lo sensorial. Pre-

cipi t a y frena: 1 1 Plirud variable recorre el cuerpo sm


de'arn
� .
hGy E spírit u ni Una onda
175. B ast a con y variaciones de
Conciencia de sí,
n1ve es según las
ferenciales de conciencia" sino "di­
remitir a la Idea órganos; traza allí ondas su am plr­
tud.
cuando De-
Cuando en tal nivel la onda se encuencra con fuerzas exteriores,
S T ÉS I C A I 93
CA A LA E
D E LA E S TÉTI
9 2 I D E L E U Z E Y S U H E RE N C I A F I L O S Ó F I C A
.'' 185 Esta
es-

ob¡er
.
os y d e argumenrar
al respecto . e-
. . . , "ll amo cJ1vJ
e s tos est e s 1sr
' ' � e.le design ar . . n sible
una sensación aparece. U n órgano será entonces determinado por este . . S1o, n d e l o se
encuentro, pero un órgano p rovisorio, que no dura más que lo que du­ lt h\ se defin e <.:orno
ex1. s-
a1 111i srno
1on:
d1v1s t ie mpo la
per m1Le
sens1· b ¡es que
. ver
ran el pasaje de la onda y la acción de la fue rza." 178 Deleuze puede u 1i1 de e en allí
. ares y las
tes que de11 n
e v i d en c ias lo s lug
mún y los recor
. .

. m ún se
parnc 1 -
. . . , n. ,, l s6
entonces hablar de "opnmismo nervioso" 179 y convertir la abyección 11�nci a de un co presta a
1s10
de esa d1v
que un co
neurótica en un aumento de potencia.
. la
¡
( . . .) maner a en
l , '· 1rtes res¡Jecnvas
.
s p·uncip ' . · . an
p1.tc 1.. ón y en el que los
unos y os otro r cal o cu
al
· � se.
aro . "Te ne
la este, nc .
De esra vida, hay que afirmar que es potentemente inorgánica, la bo­
polít ica a
HI pasaje de b
vuel ve c l
co mú n . E s-
al
bina de Odradek en Kafka, la manzanidad en Cézanne visra por Law­ Jetenc ias
define así competen
.
cias e me.o m
rence. "El organismo no es la vida. La aprisiona, el cuerpo está e�re­ l io com ú
de
n , dorado
'ocupaci6n ' le
p
un
to de�m
ble en
�� co
visi tema de
co mprene;er
ramente vivo y sin embargo es no orgánico. " 1 80 La sensación es al e el hecho de ser o no m o el sis

una al abra com sentido (y}


ne
ún ( . . . ) podemos q ue defi
p que pue de se r
f'tf11erc1
lo
mismo tiempo lo que uaza, en función del de las fuerzas, un

formas a priori q ue
d mina. juego en la
po-
polin rn y lo que
cuerpo i n -organiza.Jo y lo que desborda todo límite orgánico. Este cter
en
o el lugar de la
, . e stá .
ª1 mismo tiemp y. a 10 q
mos decir,
e ere a 1o que vemos · " t 87
cuerpo desbordante ''de sensaciones", he aquí lo que pinta Bacon se­ ue pode
gún Deleuze, y si no alegorizó pero ¡,i nca
. (. · ·) ¡1 dad
er y la cun
se re11 ra de cir.
emblematizrí a Bacon, es porque Ba­ (Ella} · ¡Ja
la competeno a para _v�
.
1 e ' i nc lu
·

sión y excl
c· :i.c :ton
. sens ·bl -
con el ban
con comprendió este trayecto de las fuerzas insensibles hacia eso que sobre quien tiene
puede sentir lo que permite sentir -1a sensación en formación como Ligando as í rraba .
se re1 ac1o na
¡o y repre sen
.' · ra nto
ós
.
co n su fa
ecible, Ranc1ere .. tado alre-
h e
ble/d
co mo con la
cuerpo ele la pintura. sensi sen
y con el meso,n om tu '
.
s1on' de lo
alegoría ni emblema son los l"érminos ind ica­
.
A decir verdad, ni
,. · ·o
que re de los iguales art 1c10 n •
e de la rep
. .'
pa
dos: Bacon produce bc1¡0 mteJtro.r ojoJ 1'1 ex/Jeriencict que el histérico y el
.
.
co n 1as
t . t ns­
y sin fo rma r ones de A
dedor de los jefes
ensad o ,
refl e:ü
esquizofrénico realizan sobre la superficie de su cuerpo, y Deleuze so­ d ias infenores
. d e PI · tón v1a

rn· e ndo
t
.
'. m o" rep
, y coi1 un .
clase de los guar co mu n t·s
bre la superfi c ie plana y redonda como un huevo del cuerpo de pin­
que
bien com un,
a l ver
ciC re, recu
d i· c1· o nal
cócel es sobre el
se sorpren d e uno .
. Ran '
tura de Bacon. Esrnmos muy lejos del desierto y del fin realizado de Foucault\ 88 . Pero 1 s té tica era
ra, m u l ti pl i ca
de es
experimentación e s téti ca, que a una vasta cultu
los e1e�1 p presenra-
m1m cs1s , des
d • miage n y
la estética. Con Oeleuze, entrarnos en una asne e irn
1c1 a
.
. � . . d e la Es-
históricos
. ) co mo si. los
dice todo sobre su concepción de la creación y hace de la estética una mens 1ona l.
' e tc.
(bi- y rridi ep1. sodios
crítica política al poder, una creación de potencia como una elevación esret � 1ca "
ble ' "confusión
.
· 11// co1mmme . , d.eiett-
la creación. urac iones d e¡ J.emorn e rp recaoon
.
ar una ,· nr . n
a la potencia de
,
te, t.1ca fues en m
que, no puc1o d ,
·

ver aquí por de la " d iv1s 1o


Pode m os . cepro
este be l le con
. ob1e tos ta¡ con10
efec to , en gra n rel ato
-
Una "estésica" deleuziana En
suje tos •. ºb
Zt.ana de la estét ica. . el
rom a los su¡etos
.
y l os
Para entrar en ésta, hay que el ucidar lo que RanciCre proponel S I co­ · r/.'en-
ituye , mientras
de lo sensib le", 1ze ¡J ie nsa
los const
que De !eL '
aG·on tectt
·

división 182 de lo semible. y lo deo'bl e


el
. lugares, l o v1s1·bl e
mo Esta noción rc:ntadora empieza por ligar de la histo1··ia ta1 co rno
Je ros • parres y t"
. uga La
política, ética y c:s tú ica l 8 3 . R.anciEre redefine la política: "(Ella] no es 1 for mc1ción en fi
orro, el cu . .
. " J'
' tuye e n U .. tpo .
ara e 1 un o
resu
del poder" l84; "La poi frica, no es ( . . . ) la lucha por
decons nruy e y

en lo que vale , P' .' zofr .: n 1 co


to los dest ituye , y el
se resume es qui
el ej ercic io el po­
/
.
por 1 a maqt.un
cia l
. /
E
a-nierpo .
.
diferen
todo empieza .
der. Es la configuración de un espacio específico, el recorre de una es­
o d el cu
rm "a-
o nst 1 r uc 1 0
erpo en f J
E n Deleuze,
deja ue esta c
porq ue
fera particular de experiencia, de objetos planteados como comunes y
que corresponden a nna decisión coml111, de sujetos reconocidos, capa- es i n teresante q
y S U H E R EN
94 I DELE U ZE

LA E S T t T I C A A LA E S T É S I C A I 9 5
CIA F I LOSÓF
ICA
DE

O mfts bien tod


ción s e vea co mo .
en transparencu1.
sacw, n, y es la
.
o empi.eza por la
sensación lo que h
ace a1e1¡
1 0 . . si· e1 an1.
sen- l t1i1clro, n o es sólo para señalar una línea d e fuga, es primero porque

de la . de la sens 'ac1ón Y ,
cuen ta en su obra sra consigue dar 'todo es desaplomo, su!tpenso y descenso " . Es significativo que De­
e genes

Lógicct de la semación, en Di­


, 1s
00_
d as hacen bloq . com o rodas esas lr•uie dice esto decenas de años antes que
ue y luego cuer
1 os eJern encos sino el
po, SJen do lo int
pa.v�
� tje· . t
1e L.a onda J SI.ts
1
ere�a " nre, no la form /r1•encia y t·epetició11196 . "La caída es exactamente el ritmo activo" por­
mec./¡
01, enton ces hay
' ao
que
.
hay estética. Pero arre' "toda temión se expe rimenta en una caída". Estas frasesl97
vem os que tod o ,
otra:
cuerp
do de paso, J a csret
. o • p oJ It1co,. .
mism o construi , .
ético, aJ estar él 1ctoman casi textualmente esta "La d iferencia no es razón sufi­
Ka valdrá como
ética, pol frica, etc. ciente del cambio más que en la medida en que este cambio tiende a
Obyectile s y s uiets Del euz. e
:1 mon ta ent�n
·

· ces una teon,


negarla " , o también: "Aun si la diferencia tiende a repartirse en lo di­
desaparecer, debe primero ser sentida . " 1 98
• •

ob yectde 5· Y
mien to: ni obje tos a del conocí-
l 89 c
vers.o de manera de
·
ni su1'e ros srno .
C1es de mscripción . omo sttper l'¡- Generalicemos: hc1y f11ga porqtte, mientras haya vida! debe haber sen­
. .
· 1 ica una ; •
su1ers
.
. Esto nnp 1 ' teor" ta e1e l a sens ación
Y la f11ga e.r 1ma forma de la caídct. ve�-dadera condición trascenden­
.
ler a1 mismo , que va a va-
.

teon•a de Ia
sible.
a1ca estética y
tiem po corno po
yuxrap ongamos fórm vida . hdprevia a toda realidad. La caída da una sensación sin sentirse como
ulas ex t.�1nas - . " Tod a sen
tal, pero es vista mc1sivamente como fuga, necesaria a todo sistema. El
e acto por el cual
ta " 190; "El dev sación es una
enir sens ible es / .
' ª 1 go o algu1en no de-
preg un-
Jª d e deveni r sentimiento suscitado por la ob ra de arre es la suma de los diferen­
.
. ,
.
otro" i 9 I •. "[La
. erenc
., sensacwn] es una .
bilid ad ( � : . ) [es
c1on, de rndis cerni zona d e rncl1f
a 1 canz
. ar] ese punto
.

ia- ciales de conciencia que nacen con motivo de d iferencias de poten­


• _

inm ediatamen ._ que precede


·
cial como caídas y fugas micrológicas. J\lo he1y una "'/egoría del fin del
N
tt.· [la'} d 1'fe tenc
.
arte en Deleuze, pero lo que pasa en el cll'"te es el c1rq11etipo de lo q1te consti­
iac10 n natural"
192
ador com( 0 de
. o
1
trar el denomm •
podremos encon
-
estas fórm ulas .
que el Bacon
que, m ucho antes má s que s1 rec
ordamos tuye toda realiclc1tl.
Dele uz l ab1,,a
� � .
sensa ción en L '
ubicado l a condic
" ·C ' m Aliuera 9 J
genética d e la ión Si lo real se construye direcmmenre sobre el cuerpo y en la más
t. orno la sensa . La preg " unta se vuel la
.
ción podr. a' d arse ve: perfecta univocidad dando misma chance a roda multiplicidad,
fiic1en te para hacer vuelta sobre sí mis .
c. - as 1nscns1b
. ma d e manera ¿gué tipo de división es l o sensible deleuziano? Para retomar e1 hilo,
sentir las , iucrz . su-

y la cues tión de un
E ste es eJ secreto Jes�" 194
la primera ventaja de Dcleuze, es que "cortocircuita" la distancia en­
. .·
ble es eso q ue
ser de lo sensi em p1ns m o trascendental.
no pued e ser sent
tre el conocimienro y el ser, la parte gnoseológica y la parte dedicada
1'd o (emp1nca
El
a la vida, visto que la sensación es en él 1t11a teoría del conocimiento!
.
sin o sentid o (
que no pued e ser
,, trascenc1enta lrnen
, mente) y una
en 1 a srntesis te). E sra asun
estética .Y ttnct po lítica . Por otra parte, y segunda ventaja, no se aver­
"
de lo sens ibl e s1gni.
,. . fiica que el nivel trasc errfa "
.

la Idea tien e ende nte/al 195 de


el diferencw/· v·
i
güenza del lagos d icotómico y contradicrnrio, que lleva en su equipa­
o
todo gue ve1 con
d e1 lado de la
cons-
. . ,, st
acr t' ªr -áne! ose,
t1tuc1on de las ( sensac1·oncs je un poder por lo tanto impensable. "La imagen del pensamiento"
i�.
.
con s tatam os gue
• d J�fcerenc
rión es tamb ién Ja cues- deleuziano es l a crírica del poder, como la palabra es "palabra de or­
la de una
ia: la diferencic1
renci a en la inten ele /101encia/. la
sidad asegurn el ser dife- den", el espacio con trol y el significante, "gran significante".
de Jo sens1.b le

génesis de 1 a scns . , -ac1011 . · , ,· 1seot


.
d i ferencial en la em pírico y el
o ira e¡ ser de lo
ser sen tido (sen
tiendmn). que debe División y repartición. Lo que cuenta no es la distancia entre los �le­
Si Dele uze com la forma, lo vir tLtal y lo actual. Lo que de: wp&t­
cae e n Bacon, fas
enta la carne que menros de la forma y
o las boci
. s, los aran
das por lavabos cabezas aspi ra- ta lo viviente y lo m uerto es la diferencia entre el uso inman< ate y
- a:ws o la hierb
a que absorben
el trascendente de las síntesis. ¿Qué significa entonces "estar separado
S T É S I CA I 9 7
9 6 / D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A DE L A ESTÉ T I C A A L A E

o y con !ª
es cómo, bajo nuestro c�ter�
d e l o que s e puede"? Simplemente: hacer que l a sensación cuya esen­ lo e l territorio. Lo impo ri:ante
cia consiste en caer hacia el encuentro no pueda realizarlo más. Digá­ ción, hacem os un ternt ono a fuerza
sensaci6n como cuerpo en forma
moslo en ·los términos de Ranciere . Si la división en este filósofo re­ de fugarnos19 9 .
mite a la historia, al poder y a la trascendencia, la repartición en
Deleuze remite al acontecimiento, a l a potencia y a la inmanencia. Conclus ión
ros c o n relación a conocet . Hace
La repartición aleatoria de la onda, facilitada si el cuerpo es "sin falta que
Actua r reaccionar s o n prime
órganos" y si deja a los encuen tros formarse, es quien crea pliegues,
repre sentac ión ceda su lugar a una �srés1ca de
� su¡e­
nudos, órganos, sensaciones y bloques. El percepto y el afecco son in­
una es :
ética de la
objeto , sino su acc �6n de
, no existe ni sujeco ni
to activo . De hecho . La
ull.
dependientes si el movimicnro de la sensación en formación es quien funcional prolongado de Uexk
const ituirse ·como por el circulo
por y
construye libremente sus bloques, independientemente de un sujeto, el cuerp o en form ción. El
hacia �
filosofía del uziana evoluciona

ú1 fnerza débil, la vic­ música en Schopenhauer y Nietz
sche.
el
de un cuerpo constituido, de una hisrnria dada . · meto es estécic o vean la
toria pirrónica del pode1· consiste en contl'o lar los enmentros. La creación co­
·
g1ro pr1 . ,,
y si Spino za logra una filosofía plena,
es porque c; mprend10 q�e

mo porencja elevada a la pocencia cransforma los poderes en libertad al espírit u, sino que debrn :o ar el pn�� r
cuerpo no podía agregarse �
l estes � -
segundo giro, de la esrettca a �
y e1 pliegue en efecro de resonancia que "potencia" a su vez sensacio­ lugar . Hay que imponerse un
ze lei·os de poder encon trado s, se d1Stan cia
nes y facultades . ca, y es aqu1, d o nde Deleu •
ra-
icos. Pues estos autores no. ace�
Tenemos en efecto dos formas, pero una es de repartición alearoria de Rancihe, Badio u200, los analít
nem-" ) , la otra ze exige para una filosofía de la hzstorta de

y creadora . .Pero desde el


(Deleuze lo remire al sene ido repartitivo del radical ron la tevoluci6n que Deleu
"

es una de condensación " frenadn" (división que asigna, "-nem + 2"). la filosofía al mism o tiempo crítica
+
pnnc1 -

el primer caso, lo s. En los arnsra s Y en Del�uze,


el
E n los dos casos tenemos vi rcual y acrual. Pero en ze encon tró a los artista
de
pio, Deleu
ro. En la mayor ía los autor es :u� no termi nan e �
actual es lo virtual que cod:wía vibra, y en el segundo, lo virtual coa­ cuerp o es prime
1a
era parte'· gnoseolog1ca de la filosof
gulado. Lo sabemos, el objetivo de la política, de la ética o de la esté­ encontrar fallas en él, la "prim
real, los hombres y las cosas. Transferfr lo ocupa todo el lugar, el merpo es
segundo. Una escésica deleu z1�
na se lle­
tica consiste en cambiar lo
b vida toma las cosas como .son
ía forzándonos a redefi nido.
gnoseológico como tal a los dominios de vará consig o el destin o de la filosof
y no las ve como lransformables más que a fuerza de educación, de vo­
luntad tendida, ele sc1crifici.os comentidos : esla vía no puede sino aliarse al
poder, un terrible poder coercitivo como ideología segura de la ver­
dad (el siglo XX es el horrible resumen de ello). Siempre se hace "lo
que se puede", ¿pero cómo no nos dimos cuenta de que desde hace tan­
to tiempo ta n blfena.r intenciones no condujeron más qm: deJgracias? Odio y
resentimiento, divisiones mal hechas: esttt di11isión e.r de poder.
Deleuze rechazó esta vía. Esto lo obliga a redefinir todo. No se tra­
ta primero de leyes sino de nomadismo molecufctr que permite a un "Ro­
sebud", al brillo de nn ojo rnmbiar el curso de una vida. Deleuze es
una Anrígona que recuerda que la ley no es creativa, que gestiona só-
La visi b i lidad del m u ndo.
Deleuze, M erlea u- Ponty y el c i n e
por Olivier Fahle

Cine y filosofía
Los l ibros de De!euze sobre el cine201 figuran , v ein te años después de
su aparición, entre los más importantes sobre la teoría del cine. En el
mo mento en que, a p arti r de los años 1990, Deleuze se vuelve uno de
los filósofos más discutidos, sus libros sobre e l cine hacen su camino
marcando al menos tres aspectos del pensamiento s o bre la imagen.
Primero, numerosos enfoques teóricos recientes sobre el cine se
apoyan en la obra deleuziana que se volv ió una referencia fundamen­
tal por haber dado el primer impulso para el estudio "cien tífico" del
cine. En toda su publicación reciente, Josef Früchtl trata la evolución
moderna del yo [moi] a través de las categorías hegelianas e ilustra su
propuesta con l a ayuda de las teorías d e Deleuze, celebradas como las
primeras que desarrollaron los vínculos esenc iales entre la filosofía y
el cine202. Del mis rn o modo, Dominique Ch at eau203, que se intere­
sa por la filosofía del cine, concibe el e nfoque de Oeleuze como un
punto de partida para sus i nvestigaciones.
Segundo, constatamos que numerosos concepros construidos en
Í....ti imagen-movimiento y en Lr1 imctgen-tiem/Jo se volvieron ineludibles en
la discusión sobre la teoría del cine. La i m agen-afección, la imagen­
acción y la imagen-cristal (para citar só l o algunas entre las más im­
portantes) alcanzaron su propio ho ri zonte de discusión más allá del
campo d e util ización deleL1ziano y ahora forn1an parte integrante del
vocabulario cinematográfico. No olvidemos que el cine no e s más que
O 1 101
IDAD DEL MUND

1 0 0 I D E L E U Z E Y S U HEREN C I A F I L O S Ó F I C A
LA V I S I B I L

as
6ficas. De cod
do sus ideas fílos
. uar d esarrollan
tes visuales para ora noc10-
co nnn
Merleau-p
un medio204 de la imagen entre otros. La teoría de la i magen repre­ ont la, filosofía elab
que para y tan
maneras, miencras ias represen
senta un desafío importante para el pensamiento actual en relaci6n a D eleuz . e los ined
orros ámbitos, .par� . es una ex-
nes "aplicables" a de los c ual
la historia de la cultura y a la de la filosofía. He aquí la raz6n de por nizac10n, a par tir
si.ble . Esta for
'fiteas se vue1ve po
n. a1es d e orga ma d e
los mode los senso
qué es i nteresante ver en qué medida las ideas deleuzianas sobre el ci­
t
fil oso
ne moderno plantearon los puntos clave para una teoría de lo visual y
nocio nes quie n
plicación de las
pr esen te en Deleuze,
estuvo
parte , siem pre ra, d e. la pin -
proceder, por otra
ico.s a partir de
conceptos filoso, fJ
la li te raru
cómo están ligadas también a otros enfoques, corno por ejemplo el de
elabora muc hos 1aoo los medios y el
1eau- ponty, una re
Merleau-Ponry que ejerce, como Deleuze, una gran influencia en los . , n entre
tura Y del
En M er de per-
debates actuales alrededor de la filosofía de la imagen.
cine. . pue sto que 1a noci6n
dad
la misma fac1Ti es. En los úl -
cine se conc ibe con nves tiga cion
Finalmente, hay una tercera tendencia que concierne a la historia .
e e 1 111 1o con ductor de sus. 1·
e nCla
cepción cons tituy s aparece to-
Merleau- ponty , la
. a los m edio

del cine respecto de la nial Deleuze propone una versión. El límite , reiere
jos de . pin tu ra, y
Las preo cupac
traba la
tra1.es.
timos 10nes por
planteado por Deleuze entre Ja imagen-movimiento y la imagen-tiem­
dav1a
, con más fuerza.
el o . ne, se vuelven cen
po, que coincide con el pasaje que va del cine clásico (hollywoodiano) . poi. otros medi os como
subsi dian amen te .
. de lo vis ual ganan in­
al cine moderno (cin"'e de autor), continúa alimentando las discusiones. mbién la
de lo v1s1b le y ta
. nd o de man
el en-
el
.
ns1611 era decisiva
En él, la dime . .
visible y lo invtst
Sabemos que trabajo de Deleute sobre el cine termina con la filmo­ , deter
mina
lmpo rcan cm
1970, es decir
'ble.
tu
mente
El ojo y el espm
conre stable -
grafía de los años m<ÍS o menos al mismo tiempo que el , . com o en l o
foque ftlos6fico en
fin del cine de autor ral como influenció al cine europeo. ¿ Pero qué

.
viene después? Esta pregunta es probablemente una de las más intere­ mundo
santes si consideramos pertinente, como Deleuze, la idea de una con­ La visib ilidad del arar que e1 �1-
. siste en decl
.
pnn c1pal
. es de ºelcuze con .
os y ¡ e-
representan niveles
tinuación perpetua de pasajes entre diferentes t i pos de imágenes. U na de las res1s tint
. suscanc1 · · al mente dis
A continuación no se tratará ele s i tuar, una vez más, los conceptos ne y la filosofía no disc ipli nas: el
, Dele uze mteg
. . las dos
1a
. nt o .
. bletnas fílos
pensam1e ma-
"fílmicos" de Deleuze respecto de sus genealogías filosóficas. Mostra­ rarquizados del 6ficos son reto
remos más bien de qué manera los análisis de
p10
filosóficas y l os imá-
Deleuzc dedicados al cine produce ideas . ua¡e,
.
l a escr itu ra y las .
sea el leng
Los me d ios, y a
. pren ta, 1a radio ' la fotograf
campo de lo visible en sus libros sobre el cine contribuyen a producir dos por el cine. ,1a, el o-

ele
' �
' im
subo rdtnad os a1 m
crern men te ual ' pero
una filosofía lo visual rndicalrnente nueva. L'l imagen-tiempo, en genes ' o más con . . undo concept .
. ,
ne y la telev .1s10n, , no estan conoci miento.
D es-
. . nes a 1 a percepcio
particular, trata las posibilidades de una teoría de la imagen que, ins­ b er y al
'
a l sa
filosofía
. , n, 1a
pirada en el cine, da un impulso esencial para la elaborando imponen con d ic10 . 11 McL uha n y la Escue
rs1
, teoría mo derna de
los meJ1os (Ma
'ª . en
los med ios se
rcl ependenc ia del
de la de
.
una nueva onrología de lo visual. Este nuevo desafío para una filosofía pensam1 co y
de la imagen se lanza, por supuesto, en el contexro de los nuevos me­
dios de lo visual que van del cine a l a imagen digital pasando por la
de Toron to), la
inte
.
i rred ucible�7.05 . . Del euz:e lo . exp resa a su
manera

1 .
ment o tiene,
volvió un mo ' grafía
·ne m ato
con y co ntra Ber
gson que a c1
televisión . Deleuzc sentó las bases para una tal filosofía de la imagen. co del mov1-·
,. a1 proble1
cuando pre tende ,
XI x' 1a so 1 ue i. on
, filo sófi
na '

, n su pum
nt
También otros filósofos concribuyeron. Es interesante, en particular, al final del siglo m aterialidad
ni. segu
co mpr.en dersc
enfoque dcleuziano que no debe mate rial es, no
complementar el con el de Maurice Merleau­ mient o . ceso s
iritu al. Los pro
pers pe�t 1va esp
Ponty. Como es el caso para Deleuze, el pensamiento de Merleau­
solos el
es, no pued en
desde una estric ta . expl icar po r sí
esos espi ritual
Ponry llega a un punto en el que debe recurrir a los medios y a las ar- más que los proc

------
03
N DO / 1
IBILIDAD
DEL MU
LA V I S

1 0 2 I D E L E U Z E Y SU H E R E N C IA F I LOSÓ FICA
. concienoa
.
de a1go. ( . . .
) La conc ien-

ienci a es s .1 e p r rn a ."207 C� rno B erg-


frente . La conc rn c r d sí ism
e
lo exrerio
, i n te no la concien ci
movimienco de las imágenes . Bergson abandona este dualismo al con­ . n . dad ' • es
· . a p revl O a la eta- -
proceso de
<
cia no tie ne de
resa por el do'' , y trata
yo [mot'}"
cebir las representaciones, es decir las imágenes, como movimientos inte
enu· e el .. es1' b l s a la
serl se el "m Lin
son, Hus y
materiales, localizando el movimiento en un cuerpo privilegiado (el am i n t o sea n acc �
pa de d esd ob fenóme nos
l e
os de los
di ve rso s est ad
, ca . Ya

cerebro) que es definido como un "cenrro de indeterminación" Así, omeoolog
. hacer q ue los reducció n fen _
Par a l 0gr< un ob 1. eto ,
accica una no b ien
1 .i-
Bergson abre una nueva vía encre los dos polos (materialismo e idea­ arlo pr si. mas
descrip ción . < real de
, • n rencion alm
'

e co no ce r la
atu ra leza
n e
. , 1 u' l-
lismo) moscrando de qué manera el movimiento de las imágenes re­ ent
conci enc 1a esta i
nera la
no se trata d

a
mite a un espacio móvil que pone en relación al mundo y al cuerpo,
al objeto y al sujeto. Un mundo cal en el que reina el movimiento
de co mpren
der de
1eto s. E ste
qué m a
auto-an
�T .
a is1s de la con
cie ncia
o d el cual
con d uc1ra
la conc1en -
.
cartesiano lueg
un "', hu
gada a los ob.
l a reali. zar
v ir aje sser lian a
. dudable. Con la
universal de las imágenes se vuelve, según la i n rerprecación deleuzia­ . te ona
a fjina l ll1
ri mo Husser
na de Bergson, una suerte de merncine. Deleuze declara: "Con el ci­
cia vuelve a
ser l a in .
sca n o
itualme nte cre
a do por el modo
m un d o se
1
cen den rn .. l " ' el
e spacio hab
ne, no es que una imagen deviene mundo, sino que el mundo devie­
. su¡. cto y el

\
del "ego rras ' •co en tre el
. ent o fen o en o 1og . rro-
m . d ad de 111te
de cues t i o
ne su propia imagen. ( . ) Este en sí de la imagen, es la materja: no m
. n a 1 cue nt ra cap ao
. nch·a reen
la
algo que estaría escondido detrás de la imagen, sino al contrario la y la
.. n c1e . tuc10 . "' n del ser. Esea
vuelve a cerrar,
co
m:ís de la co ns
ascendencia
n
identidad absoluta de l a imagen y el movimien ro . "206 Graci as a las o d ud ar
ma has ta n
e
ga rse a sí mis nerar una u
. nc·a ,, vuelve a ge
d
·�
c1e ,e-
imágenes que chocan contra el cuerpo y que son reflejadas por él, se de la • co
n o la emp resa
, J. llS·t ament
auto certi dum b re
e desen ca d ena

cuyo aspecto
crean las percepciones, los afectos y las acciones . Esta idea bergsonia­ o hab HL
du d so
lo problema-
, co ncie nc i a
na, brevemente retrnzada aquí, representa. para Deleuze la tentativa ,
a de h
. a. . , lie ac¡uí
nome nolo, g1c og1a ,
de pe nd
más avanzada para solucionar el problema filosófico del dualismo en­ per c i b i do
que se d istan
c a de feno men ol
la per-
Que lo
la
te
i
tre el sujeto y el mundo del cual surge también una nueva concepción . p o r eso . men
. e , E l cine lib
euz e, , y es ta
tico para Del
¡us
"' b·i en
. era
e m as
en el c1n
do. El avance
de B ergson
laje en el mun
de la visibiJjdad, que a su vez no sería imaginable sin la referencia al
para interesars
cine. .
cepc 10n. sub jeti va de su a n c
scen rram 1ento
. de las i mágenes(-
mov1-
n
.

l
Deleuze confronta el modelo de Bergson con las teorías fenome­ ese de
. dem orarse .
e e
recono cer
11
consi ste en ,1a sin
d
. e nomenolog
nológicas. A l a manera de Bergson, 1-Iusserl propone un nuevo méto­ esat 1to nz.a la
'
p or e1em-
euze o
m ienro ) . Del
com
· me nólogos,
or otros feno
1 segu1 ¿° P ocupo poco
"'
do para contrariar los efectos de la objetivación creciente del mundo. y se pre
rJ. e
'fico
cam ino espec1 l\1er leau-pont
a fin de comprender l a ma­
l
p
s .
. -
r c1-
nty sob re el
de Me r
T.J"us
Husserl desarrolla un método descriptivo Corno '
' · q ue un tC '
y.
embar-
ont eau
plo Merl eau-
o
n1 as y su1·
P 'tO l

y el espírit u.
. ales en E/ o1o
nera en Ja que las experiencias concretas (los fenómenos) se p res enta n te
J
exis
·

el cine . N o
Por m argm
etas not as
"'
onty no estan
e rgso n y
a la conciencia La conciencia no es entonces una forma vacía, sino que Merleau-p
�el 1eonc 1 01 B
s
ne2o y es cu
. de
.
po-
o que,. , e n
al contrario está intencionalmente d irigida hacia las cosas y tiene la o
go ' es m anif
erse
. L0 s dos in ten
.
iest tan des hac
tto. -sí y por-s i , in-
. 1 un0 d el o
"' .
siempre conciencia de algo. Con un gesto s i m ilar a la tentativa berg­
conc· i· enc ia
muy ale pdos e uraleza, en
Las
'
soniana, Husserl rechaza el dualism o entre la percepción subjetiva Y ea\'i
y d 'ue-
la nat
e l a s o .
1a
ana ent � ideal ismo y r
i:ii
sició n cartesi.
Así,
. o . son
onty al uab
mbién
ergson
, ta
el mundo exterior objetivo . el n1undo de los fenómenos nunca a¡. o de B
o
.
y e"n1p 1n srn
tele crual 1smo .
nos es dado independ ientemente de las operaciones de la conciencja. s de Vl.e1·l e,au-P
''
1 no o bsca nte al gunas
ncia que presen ta
"No hay conciencia vacía, recuerda Rüdiger Safranski en relación a
rentes re fere
par e n tesc o
p rod uctivo
prueba de un
Husserl, a la que los objetos en condiciones de llenar ese vacío harían
-
105
D E L M U N DO /
B I LI DAD
LA V I S I

1 04 I D E L E U Z E Y S U H E R E NCIA F I LO S Ó F ICA ados . Según Merle-


datos aisl
amblaje de
, P
. ones com o un ens recep-
1in ca
las sen sao
. arri en do primero de la
dificulcades209. E l proyecrn filosófico d e Merleau-Poncy
consiste en
pro ced e de man ' era ana ue luego se unen por la
ont y, . as q
el materialis­
au-P
es sen soria . l es aislad , de
cercar conceptualmente el espacio entre el idealismo y per cepcion . percepciones par ten
· ,. 0 Las sensa
cióo de las .
eraciones de la
ciones y las
[acuitad de 1nte
el ego ya razón . La
mo para llenarlo merafóricamenre. Al contrario de Husserl,
· uni·¡¡icad as
l ecc io
por las op
de i nter­ .
no encuentra una base trascendental sólida, sino una suerte . antes de ser n a partir de es-
los sentt d os la percepció
no cono·be
. 1 ' bio ' ,
.
or I.o s sen
onty, la re­
recepc1on (p
valo móvil entre el mundo y el sí mismo . En Merleau-P o o gia ,. , en cam ti dos) y de síntesis (por
n ueva ps1c .
estable y de percepción nos es
ducción fenomeno lógica no hace aparecer n i nguna base ract. 6 n , de táneo. La
ra doble ope proc eso espon '
ruc tura > , e
reducción se . mo un en
hecho nunca puede realizarse integralm ente, pues cada int elec to ) , s i no co
seg ún la teo ría gesráltica,
1
el
percepció n. En os com o est
ab íl· r y
apoya en el ser-en-el- mundo de cada acción y d e cada vam de ojos espontáneo,
percepción:
ar
fer
e
írt de
d e cerr
Fenomenol o
dada des
g
.
"Hay . 1· n mediato • En un
s I�'ara form
este sentido, podemos leer en la bl aJe .. ar un todo. "Cuando
tan to ensam
nte en el uni­ est án enrre tepd o psi-
una significación de lo percibido que no tiene equivale daro s aisl ad os ya . za an te mí. ( . . . ) La nueva
que rodavía no es ( . . . )
los . o se org ani
re, n 0 un
verso del encendim ienro, un medio perceptiv o .
o, no pie nso el m und ' e nte ndim iento que cons-
pe rcib
l1ªce ver
en el bom b
' o en él
fuera de lo que
,. 1,,1n zad
el ser determin ado" 2 1 º . La reflexión no tlene lugar por y amarrado a él co-
colog1,.a nos
d o,
.
nte ligada a ser que esta
'
pero
., 2 1 2 Lo qu
íntimame un
se reflexiona, sino que permanec e al conrrario s i no entrever un sunl,
uuye el mun e deja
n10
atur al. o el mteres es-
re e1 ,, inte1 ec
lazo n Tod
·
ello. por un "ser ".
t<, .. y el
d e f:asa1e ent
.
. las cons-
que e1 su¡e
im por tan te ' se dt:shace de
. to pe rcibe
, en l ª m
"El mundo que distinguía de mí como suma de cosas o de pro­ e d i da en del ser. Lo
ve rse una parte .
·
ta,. aqu1: . . ara vol
sub ienvas P··
u. r uoones est
ri·cram enre u-Ponty designa como
1o qu e Merlea
cesos ligados por relaciones de causalidad, lo redescubro 'en mí'
cogitationes ,. carde en
ón 00 es
como el horáonte permanente de rodas mis y como m b oc� ará m as ent onces un proceso con-
ás allá de él ' más al lá d e
que d ese
una dimensión respecto de la cual no dejo de situarme. E l verda­ a salvaj e .. ·
. La perce pc i
u n a " onto logí .
s1e1 :npr e m
. sino que va un
perc ibe. Lo que abre
lec tua1es de1
dero Cogito no define la existencia del sujeto por el pensamiento el su¡ eto '
tro lado por s UJ·e· to que .
ª Y es
que tiene de existir, no conviene Ja certeza del mundo en certe­ inre preci . samen te lo
d· des d o .
las capac1 . y el m un
re e1 suj eto
. e. Seg1,Jt1 Mer
za del pensarnienro del mundo, y fi nalmente no reemplaza el duci'ble ent imposible
. .
es p acio irre leau-Ponty1 es
mundo mismo por la significación d e l mundo. Reconoce al con­
nos h ace en ten der el c111
nos hac e comp render que la
que . que
� s e1 ine lo
� , no se trata de
trario a mi pensamiento mismo como un hecho i na lienable y, al cin e. pero ' . Para el cine
p e n sar en el . pon tan , ea
descubrirme como 'ser-en-el-mundo', e l imina roda especie de . org anizaoon es inmediato.
p ercepc1 on , es u na "
. ace pt arla como dato
. n , sino de
ideal ismo . "2 l I la percep cio, gnifica: una y otra
no le
1.fiica ( . . ) qu
desco mpo ner cos a si
din
e una
"U na
.
s1gn . . gen a nuestro pa-
pe l'c
1 ula ue se
sino c¡
. to separado • .
d o 0 los
.

en tend u n1en ir

La percepción en Merleau-Ponty. No es extraño que Merleau-Ponty homb res y de coexist
hab lan a un
busque comprender esta ambigüedad fundamental entre el yo [moi] y cifra r táci tam e nte e1 m u n
der de des
.. 2 1
1 l. 1 "la' sob re el
3 mismo proble ma que
inc
el mundo a partir del concepto de percepción . La percepción está tan­
con ell os . .
p 0
Mer 1ea
no so, 1o se
. de la d uali
y la
to en el sujeto como en las cosas, abre de una manera particular un es­ nty dad entre el espíritu
. nto
u-
[moi]
Bergso n (e1
rn1e
pacio entre el yo y el mundo. Es lo que Merleau-Ponty subraya des man rela que los dos pensa-
. . y 1 a naruraleza) , sino
ncia
en el texto que dedica al cine en donde esrablece una distinción entre re la con cie
m ateria , ent
vieja y nueva psicología. La vieja psicoloBía concibe la percepción y
1 06 / D E L E U Z E
y SU H E R E NC I A
LA V I S I B I L I D A D D E L M U N D O I 1 07
F I LO S Ó F I C A

dores coin cide n tambi .


én en describir a l cue
rpo como una msrancr. .
termediaria, corno . n rn­
un mee/ JO, que :1en
· e en cuenta a la vez
Nuevos fundamentos de lo visible
las cosas y el modo . el estado de
d e comprens1on del · ro.. por supuesto, la
su1e El acercamiento puede parecer aventurero, pero la "revolución coper­
min ología varía enor ter-
memente de B nicana" del cine tal como Deleuze la pinta, es decir la transición del ci­
arse esce úlcimo en e u o ty al apo-
� la fenomenolo;����1 � ,::�� � � � , ne clásico (imagen-movimiento) al cine moderno (imagen-tiempo),
ergson ignoraba. De ¡ e1 egger que
rodas man� eras
' ' en el proyecto puede compararse y completarse con el pensamiento de Merleau­
pen sar el mun do que con siste en
no como una trasce Ponty. Por supuesto, es evidente que los primeros libros de Merleau­
n d enc1· a, sino
· como una amb i-
güedad, fund
e ame
, ntal
< , B ergson
y Merleau-Ponry se Ponty (Fenomenología de la percepción y La estrmtura del comportamiento) se
e1 su1e. ro iorma reúnen. Para eJJ os,
parte d el m un do c¡ue apoyan en las nociones de percepción y de comportamiento. Es a tra­
. constituye, percibe
menta él mismo. E; o experi-
SUJeto (si_ todavía se vés de estos dos fenómenos que Merleau-Ponry desarrolla la noción de
lo pue de llam ar asf)
en el mun do se forma
o nve so ambigüedad que g uía su reflexión . "Percepción y comportamiento,
su concepto J::a r r : �eleuze retoma es ca idea para descri bir
i ' g en-mov1m1ent constata Christian Bermes en relación a Merleau-Ponty, representan
o:
fenómenos que no se dejan describir unilateralmente. Un comporta­
"Toda la dificultad del miento no se deja juzgar solamente en función de su éxito. De la mis­
problema que nos ocup
a viene de que nos
representamos la perc ma manera, una percepción es irreduciblt:: al solo acto de percibir."215
epción com o una fotog
rafía de las cosas
que se comaría desd ' No es azaroso que el comportamiento (gesto, mímica, signo, etc.) y la
e un punto determin
, ad o con un aparato es-
f ecia1 ' co�o el organo de percepci ón, y que
<

se revelaría luego en
percepción constituyan también nociones esenciales para la descrip­
a sustanc,rn �erebral ción deleuziana de la imagen-movimiento, siendo los otros conceptos
por no sé qué proceso
. de elaboración quí­
1ca y ps1� u1ca, pero cóm fundamentales utilizados para describir la imagen-movimiento el afec­
� o no ver que la forog
raffa, si fotografía
1ay, ya esca tomada, to y la acción. Si considerarnos la atención prestada por Merleau-Ponty
ya está sacada, en el
interior mism o de la:
cosas y para todos los al "sentir", entonces una relación con el afecto deleuziano rambién po­
punt os del espacio . "
214
dría establecerse216. Una vez más, no se traca simplemente de acercar
Según Bergson, las zona nociones superficialmente, sino más bien de extraer una posible lógi­
s d e inde terminación
sens 1'bl es. agregan un
as
• pect o varu
· a¡ a los efectos reales de ca común entre el pensamiento de Merleau-Ponty y los libros de De­
l a ·imagen. Esras zona
"indererm ·na " de algun s sens ibles
a �anera la imag en. leuze sobre el cine. En este sentido, el pasaje de la imagen-movimien­
¿No corresponde esta
indetermi�a��n .ª l a amb . to a la imagen-tiempo es rriplemente interesante para nuestra
1guedad que Merleau
-Pon ty pone desde el
vamos para defin i r la . problemática. Primero, presenta un nuevo fundamento para el análisis
percepció n ? <'.·No hay Ll .
• na asom b rosa coinc1de
c1a entre las rnezcJas n- del cine. Luego, contribuye a consolidar la nueva imagen del pensa­
de los efectos reales y
de los efecros virtuales

Bergson, y las mezclas en miento que puede desc r ib irs e con la ayuda del cine. Y finalmente, po­
ele los datos del mun do
y d e 1 os rnodos de com
pren sión del sujeto en ­ demos trazar un paralelo entre esta pequeña revolución copernicana y
Merleau-Ponry .;i iNo .
es sorprendente constatar
que los dos filóso6os b
usquen sostener sus teorí
los desarrollos del pensamiento de Merleau-Ponty de los años 1950 y
as por medio de l a ' ima-
gen y de lo visual' . 1960. Estos tres avances tienen un punto en común: abren perspecti­
vas inéditas para el estudio de lo visual, es decir para el cine en parti­
cular, pero también para los otros medios de la imagen.
U N D O / 1 09
DAD DEL M
LA V I S I B I L I
l OS I D E L E U Z E y S U H E R E N C IA FILO S Ó F I C A
al
. Bellour hace así alusión
iento singLtlar macográfi-
gener al al pen sam "Heg el cine
E l primer pu n t o concierne al cambi o d el eme clásico al cine mod er­ isc ema
pue de ve rse
como un
. .
­
. Eisenstei n debe ser com
no. La imagen-acción , tal como figura e sencial mente en las películas hec ho de que de Deleuze bien
de la filosofía
.
ad ento
la mode rni d
de los siste mas de pensami
e distin ta
hall ywood ianas, fue confrontada a un: cns 1s . El lazo sensorio-motriz ' 1.0"2 19. Y
radical ment filosofar, tal com
o D eleu-
e! l azo � trecto
.
.
.
entre la situación y l.a acción '
. se rompe. Resulta un
p rendida como
heg elian o. "Es ta forma
m odern a de
a de argu m enta­
nuevo tipo d e imagen para las situ . ac1ones opncas y sonoras que ap a- Je tipo una nueva form
den , produce ulari­
la entien haci a las sing

.
rece pnmero en el neo-realismo i taliano de los años 1 950 luego en el , ze y Guattari
que es tá
orientad a, en
la prácti ca,
sorbe codos los
c111e moderno de 1os anos - ción filosófica que ab
1960 .
Est· i situac10n permite liberar lo vi- sistema tradi
cion al
'. recha zo del res, conviene
parti­
dades."2 20 El nociones singula
. •

. s1'bl e d e los con textos de acción. pomend.o en cuestión la relación e


ales y c odas las le y lo vi­
.
tre la visión y lo invisible e a ando la sepa ración entre :; procesos dife renci
po. S chaub opone lo decib

su¡ eto y el bj e ro . " (La s


i n:� �� !�
a i
º � n�
cu ier a por los sentidos antes cularm ente bien
a la i mage
n-ti em
la filosofía clási
ca, y lo visib le
a la filoso­
.� . _ r
asoci ando lo de cib le a te a travé s de una
o "2 1 7 sible , liega solamen
iue la acc10n se f rme en ella , y ut1 /iza o afronta los element�s . . Lo vis ible se desp de la lógica y
fía mode rna que se separa
as perturbaciones padec'd ' as por las acc10n es cond ucen a las imáge- a del tiemp o
_ cro n ológic ) se apoya en
mo­
nes hac1. a . un n. empo q ue ya no es cro o olog1co, pero que produce u na mani festación no ecible ( o lo pens able
cras que lo d rio puede

' en e 1 seno de lª cua1 d i ferentes niveles (se-


. deci ble . "Mien co ntrad icto
de lo (¡ nada
temporal1dad a-cronológica ón temporales
. . de e xcl usi verdade ro !), lo
dos y relaciones mis mo tiempo,
p arad os en la imagen-acción) están in d istrntamente reunidos: el p
. m ento , es deci r al porales y
do y el presente, lo real y 1; 1���;:r10,
. mo mie ntos tem
. ;: ser en el mis mo esca lona
la vigilia y el sueño, la : ce diversos
dib le) cono
visib le (y lo au
cepción y el recuerdo. e '
entonces la divergencia que ."2 21
. cernpo ral es
, de ¡a imagen-mo-
permanecía escondida en la tem pornJidad sucesiva · m odulacione s
ble a lo visible
ción de lo deci
v1m1ento . La mod ifica
lo vis ible. (ord en tem poral sucesi­
gen-acción
le a
va de l a ima
lo decib
). Lo visible
De
e a la que ltán eos
H segundo aspecto concierne al desar rollo del pensamiento deleu- correspond tem porales simu
mpo (órdenes po cro­
vo) a la imagen-tie decible, al tiem
z1ano. Mirjam Schaub establece un laralelo entre los Jos libros de los prin cipi os de lo
­
n o está subo rdina do a icto rio y m últiple. Es
ya trad
Deleuze sobre el cine y la evoluc·6; e su filosofía . Raymond Bellour se vuelve con
narra tivo , s i no que entre lo con ce ptual y
: nológico relac ión
ya había indicado la posibilida e :errazar el encaminamiento del ral inv ierte la

. n te mpo el cine. El con­
pensamiento d e Deleuze a t rave� e sus libros sobre el cine 21 8
.
. ta nuev a situació
com o la rel ació n ent re el
pensamie nto y
uir fenómenos
sin­
Schaub radicaliza esta idea soste111endo que la el iferencia establecida lo senso rial así sensorial para incl
. de subor di narse a lo se abra a otros n i­

P or D el euze entre la filosofía e1astca y la filosofía moderna reaparece cept o deja
que permite
que lo visib le
. te s. Lo n e ahora e n
- gulares y dive rgen visible se defi
.
en la distinción entre 1magen-movi 1en to e 1mag �n-tiempo. La cri Es así como lo
i : ' veles de pensamie
n to .
sólo las imágene
s
·

. i no
s is de la verdad que Deleuze atr buy, ai l fm � de l a imagen-acción co- Del euze explica
que y a
¡ nción d e l o invisi ble. to, sino tamb ién lo s es
­
rresponde t arnbi'e. n a una crisis de ;i. fil osofia que ya no puede apo­ fu el movi mien
ante s pa r a explicar nte está entre­
son dete rmin e, el p rese
yarse más en el modelo univer�a ista, de biendo dedicarse a las Más precisament
i má gen es. a su prop ia
_ , entre, por un lado, la paci os entre las os hasta rem itir
noci nes singulares En efecto, la e:;rcacion s recue rdos pasad
� . . úl t i ple sible . La di-
reona del cine clásico (desarrollada -
l p Arnhe1m, Eisenstein, Balazs cruz ado en los m
a Lln i nte
rstic io entre lo
visib le y lo invi

Kracauer, Bazin) que termina e n os anos 1950, ilustra el pasaje dei ause ncia, es decir
l lO / DELE
UZE Y S U HER

LA V I S I B I L I D A D D E L M U N D O / 1 1 1
E NC I A F I L
O S Ó F ICA

visibl e y 1 o rnv1s
. . 1. b le halla su expr . ,
ferencia enrre lo
.
vuel ven el med 10 { cpción a experiencias sjngulares provenjenres de los trabajos artísti­
a1us tes que se . esmn en los fals
, ra rigar la actualida
os.
<
" eficn.z
mas
y med iáticos.
po
con 1 a v1n ual
l a imag
.
• 1dac1 de 1 a ima
en-movim iento .

.
. d de l'OS Dicho ele otro modo, el enfoque sjstemárico se rele­

po 1lace as1, surg .


subordin ación . gen-tiempo 222.
. del mov1. m1en to al tiem
La ga al segundo plano respecro del trabajo sobre las experiencias singu­
.
es ' singu.l ares, y " .
m1en tos divergent ir los movi- lares del dominio sensorial. Hay una reorientación similar en Deleuze
reacciona de mane
ra simi hr
srn denom mac16n. . ,, . La filosofía que estudia los pasajes del cine clásico al cine moderno, o de la filo­
" libe rnn " d ose
y universal d el pens amiento
sistemático
ulares y d i. vergent
gracias
' a, concepros sing . sofía clásica a la filosofía lnoderna. La pri mera filosofía de Merleau­
.
' · El desp1 1eg
· ue d e lº v1s1
confl uenc ia con es foqados en la
lo sensor1·a1 Ponty no puede s i mplemente caracterizarse como clásica, sino que

de pensami.ento
derno requiere así · · bl e en el cine
un nueva mod o mo- hay considerar que el pensamiento merleau-pontiano de alguna ma­
filosófico .
1 950 1960 .
Es aq ur, d on d e pue de
nera se modernizó enrre los años y La segunda etapa de

aplicarse otrap" p e - a"


quen
este giro en el pensamiento de Merleau-Ponty lo conduce a fundar
revo lució n cope
. Fenomenología de !a j1ercep-
cana operada esta rni­
vez por Me r una ontología de lo visible. El descubrimiento de las ambigüedades
ción
l eau on ry
sigue sien do J a ' . -
' mer1 eau-ponti
obra
' b aSica de l a fi de lo visible lleva a un esbozo de esta ontología que se apoya en las
dosofia
más tard e, sufre ana que,
sin embargo una .. posibilidades de la expresión (principalmenre) artística y pictórica.
. profu nda mutac1on
e�a reon entar Ja . que la condu­
anee1 amiento
tentativa de desm . Merleau-Ponry desea en ronces comprender el desdoblamiento visi­
.
ntu- materia. del dual ismo espí
- ble del ser del cual los sujetos "se apropian " . Como ya era de alguna
manera el caso con la percepción, lo visible no es una simple prensión

fj ' . ensen- amo s más


"El estu dio de Ja del mundo visual, sino que remite a una invisibil idad propia y en la
percepción no p
no
adía
'mala ambigüeda que una
e1 Y d e la
d ' , la m ezc
. l a de l a rnltu . cual la visibilidad se integra. El problema es que, en lo visible, ya

. ·
universali dad,
I
de la i nter iorida . hay tierra firme sobre la cual apoyarnos. Por un lado, es un medio de
d y de l a exteuon
c ad. Pero hay, en
de la expres1. 0n,
.. el fenóm eno
• d ' ' es d
una , buena ambi.. . acceso al mundo o de aperrura al mundo, y por otro, está entrelazado
güeda
, 1 o que parecrn
neidad que reali
.
ecu una esponta-
' za en sí mismo hasta producir un efecto de invisibilidad. El ser se forma
imp osibl e, al cons .
separad o, que reun
elem entos por iderar los
te J'id o 1 a plurali­
en lo visible sin que aparezca el ser bruto o salvaje. No se puede dis­
.. e en un solo .
' el pasa d o y
dad de las món •
adas cernir ese ser bruto a través de la puesta en escena visual o a través de
el presente, la

cultura. "22 3 naturaleza y la


la puesta en forma sin que el ser sea fijado en esta forma. El ser bruto
expresa más bien un nacimiento continuo. " El objeto de Merleau­
Merleau-Ponty y su
no permite a Merle
onto logía de lo visib Ponty no es la 'mirada de un águila' que sobrevuela eJ mundo con so­
. ob­
le. L, noci. ón de
au-Ponty s t f;
percepc ión
beranía. Hace hablar a las cosas desde un punto de vista natural y
dad . Es por eso q
ue la present
1
: �� :�: :
rl
c
cond ones de la
JC�
o una .mala
�mbig e-
ü
serva cómo la subjetividad y la objerividad, el yo [moi] y el mundo
Dos etapas son ambigüedad".
necesa• nas
. para tran
, sformar esca " evolucionan en este intercambio, cómo diaJogan continuamente, se su­
en una "buen a mala ambigüedad"
ambig üedad � .. " E n un . peran y se diferencian recíprocamen re."224 La frecuencia de utilización
pnm er mome nto,
• expres1on con creta
se concentra en . Merleau-Ponty
la de Ja noción de "imaginario", en el úl(imo texw de Merleau-Ponry, es
. tal com o l a encuentra
ién en l as med' ws . visuales (pnn
guaje, pero tamb en el len .

- asombrosa Evoca una "textura imaginaria de lo real" 2 25 y sostiene la


así e1 en fcoque gen necesidad de la visión de tener "su imaginario " 22 6. Esto significa que
tura) . Extiende · c1pa
· lmenre en
la p in-
eral de la fenomen
ología de la p er-
lo visible y lo invisible, lo real y lo imaginario no se oponen, sino que
M U NDO I 1 1 3
IDAD DEL
LA VISI BIL
1 1 2 / D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó FICA
-
nbe e1 cine de
minos de
. - Rossellini en tér
Bazm que desc
mejo r cómo se .
cruzan
lho de And ré
Bazi n al ¡ uego
más bien esrán entrelazados y se completan. Esto s e vuelve más mani­ ento nce s
2 30 - Co mprendemos .
fiesto en lo visible, en particular en la pintu ra que alcanza a sondear el " pai saje menta1"
diferentes (del cine de
sami- ento tan pa­
corri entes de pen radas por Deleuze
mundo interior de la interioridad misma de la visión. La visión del para . ser recupe
Merleau-Pon ty) ladas
visib le de nocio nes desarrol
nty. No
pintor no lleva simplemente hacia las cosas, sino que las rodea, las des­ de lo eme nte, las
'
dent
mode rno . Evi
ra pens ar el eme
para e1 eme so 11
. ; . en Merleau-Po
cribe, las disuelve, introduciendo en ellas una nueva manera de existir . mas prec isas que . .
par Deleuze ción s1m1-
p"onty com\Jarten
ncep
I timo
co
'
una
1
y ubicándonos al mismo tiempo más acá y más allá de ellas. "Se supo­
el ante, D e euz - e y Merleau- s u
- s com-
obst esto
nía que debían circunscribir la manzana o prado, pero la manzana y . .
no debie ndo ser
y de lo vts1b le, a-
lar de la im agen o de la subo rdin
el prado 'se forman' por sí mismos y descienden hacia lo visible como l a representación
venidos de un trasmundo pre-espacial . " 2 27 El sentido se integra a la
- mo delos de
Pre ndidos gracia
s a
man encia del ser que se
mas ; b'ien una , in
s causales . Es de exce-
ción a estructura
.
mente en estado
l
e
visión, pero solamente como proceso y como defasaje, corno si hubie­ srante
,
en on de lo visibl e esrn; con
se una génesis conti nua de sentido. Esra "in tra-ontología"2 28 sugiere despliega
sí mismo.
so respecto de
0 en Deleu-
un nuevo concepto para los medios.
- . de 1a .imagen En Merleau-Ponty com
El medio se vuelve visible. El medio deja de ser el mediador que li­ U n a nue va noc1o
n _· corn p 1e L ' sino
ta que va constan-
isma,
ya no esta; en sí m ra
,
ze, l a imagen or que la supe
teme nte mas a 11'
ga dos incerlocurores hasta confundirse con ese intermediario que de­ .
tem auza .·. ndo un exten
a d e sí misma un ser en d eve-
sino
be en principio (según las teorías tradicionales) desaparecer. Para · y completa,
r;!JO
. nst i tuy e un ente .
sin cesar. No co
I - . -ue, M erleau-Ponty
escnbe:
y
Merleau-Ponry, el medio se vuelve visible en Lanto está entretejido en
visibl e o mvrsr
nir. E n lo
d e e1 fond o de
lo visible. Ya no es entonces invisible, no desaparece como cradicio­
nalmente se esfuma un mediador entre dos interlocutores. Podemos - fósil traído d es
es también un
"Un cierto rOJO, . .; en cuen rn tod
as estos en-
sin mucha dificultad establecer un acercamiento entre esta concep­ tuv1 esem os
nano s. Si
mundos i magr.
1 udo • y en
gene ral un
ción del mediador i nvisible (la mayor parce del tiempo metaforizado co or desn
mo5 que un
1uta '
;
nna
.
cuen tros, descub
.
. le,
.

mente duro ind1 v1s1b


. . ,, 1 que no podría ser mas
por Merleau-Ponty) y lo que hace, según Deleuze, el cine moderno . de ser abso ;
pe <lazo
1940-1970. visible, no es un
110-
entre los años El cine moderno ya no se pliega a los es­ una v1s101
do des nud o a
cine más bien una .
se o f rece to entr e
trictos encadenamientos de sentido del clásico, sino que crea al
que
..
. suerte de estrecho
intenores siem
pre abiertos, algo
smo
que total o nu l a, .
contrario rupturas entre las imágenes. Ya no es lo que puede verse so­
a
iores y horiz ontes
rizo ntes exter distancia diversas
d u\cemente y
bre las imágenes lo que cuenta, sino más bien lo que hay entre las hace resonar ,
que viene a tocar
coloreado
a-
imágenes, es decir la relación entre lo visible y lo invisible. En el mo­ v1s1. 'bl e, una cierra difereno
o
y de viden­
mun do
' de ese m
d e 1 cosa
1 era
regiones color o
1 ac1o
un d o, meno s
mento en el que el cine de acción se vuelve cinc de visión

. ,, n fm
y colores ' crist
ción , u na modu alización mo-
. ferenc1a entre cosas co1 ores
cia, como lo explica Deleuze, enronces aparece un ambiente visible
ento nces, que d i
1 VISI '
1 i 1"dad - Enr re los
co 1oreado o que los du-
que elimina la distinción encre lo que percibe y lo que es percibido, de a - - b'
mentánea del ser tejid o
dos ' encontr ",
si no posib1 1 i-
volviendo a estas dos entidades (al igual que al sujeto y al objeto, a lo anam os el
y los visib 1es preten d.i · ·

ue él no es cosa,
ene , los nutre, y q ..
real y a lo imaginarlo) ind iscernibles."Diríamos que las imágenes .
s.
z -3 1 '
carne de las cosa
plica, los sosti
más objetivas no se componen sin volverse mentales, y pasar a una ex­
dad, latencia y
traña subjetividad invisible."229 Esta idea de Deleuze proviene de he-
1 1 4 / DELEUZE
y S U H E R E N CIA
F I LO S Ó F I C A

sa una onrologfa salv


Merleau-Ponty pien
. mie .
' �<.Je, ntras que Deleu-
ze busca crear conce1no
eme m oderno. Al
s adecuados para el .
consti ruye el 1mee! io
La recepción póstuma
" n�as " a to para hacer surg
e1 cine (moderno) iora bien,
mundo polimorfo de � ir al
de la obra de Deleuzem
las posi bilidades, de
lo visi ble
lo ac tual .
�� � �
e trelaza 1e nro de
e o Vlftua . Deleu
Ja realidad y de
ne moderno recurrien
do a una nueva
ze describe el ci- por Stéfan Leclercq
noción de la< im agen
1 .• �,,. lo que Merlea
nueva concepción de como a una
lo vis.bl
no parece ia ber
tes que él. Deleuze u-P onry realizó poc
o an-
consid erado la prox1· '
_
o-c:ine y los úlc'irno
su pensam1enc . rn1 dad entre
.
. s tra ba¡os de Merleau .
-P� onty. As1m
últim o ª 1 ª fteno men
1a dema siacl o rápi dam ente es re . 1-
del sujeto . Ahora olog ia hus serl iana
que la teoría dt� la .
, bien ' nos parece
.
rece LIO'l , Ieee1 . con1u .
med10s visuales favo imagen y de los
LII� nt de los texcos de
nociones ele euzrn
dos pensadores. las � estos
nas encie rra . Crear e inventar
1 o. y 1a evoluc 1. ' ¡ ¡
está lejos de haber , n un potencia ] que
�� · , tan imp.
si Jo a
ra.nr� para Deleuze,
' gota. c

:1� : �
rn or­ Sin duda, para Deleuze, con o sin Félix Guattari, el rol de la filosofía
se sigue desarrolland
o a r i - e os concep
que el supo elaborar tos consiste en la creación de conceptos. Por esto, la función de la filoso­
fía
. Concep ros qL'e
puede n ser tam bién
por el pen sam ient o fecun dados reside en un proceso creativo y ya no reflexivo233. La filosofía se
de Me rl eau- ponry.
opone entonces a l a historia, si concebimos la hiscoria de la filosofía
como m i rada introspectiva sobre esta materia.
Deleuze está considerado como un gran historiador de la filosofía,
pero sobre todo por los deleuztanos. Como es sabido, sus libros sobre
Spinoza, Nietzsche, Bergson o Hume son hoy las referencias inevita­
bles de estas figuras, pero, al m i smo tiempo, con frecuencia se decla­
ró su falta de objetividad, de fidelidad a la obra estudiada, incluso l a
aparición de i n terprecaciones forzadas, hasta erróneas. Deleuze sería
entonces un hisroriador mediocre cuando la hiscoria encuentra sus va­
lores en la autenticidad de la fuente estudiada, en la objetividad de su
estudio, en la exactitud de los hechos presentados. Pero, al contrario
de una reflexividad de la materia expuesta, Deleuze resalta la cualidad
de las fuerzas desarrolladas por y a través del tema estudiado, su ti­
pología y sus desarrollos, su proceso creativo en sus relaciones con la
realidad misma. Por esta revelación de lo que el autor estudiado qui­
so decir pero no pudo decir (discurso indirecto libre), el comentador
realiza él mismo un acto de creación. Ya no se trata de reflexionar so­
bre la materia, sino de expresar sus procesos de creación, lo que, a su
vez, corresponde a la creación misma. Preferir la creación a la reíle-
LE U Z E I 1 1 7
1 1 6 I DELEUZE Y SU
PÓSTUMA DE L A O B R A D E D E
H E R E NCIA FILOSÓFICA LA R E C E P C I Ó N

en sus d iferen­
comprensión del universo
xión, el agenciamiento a la interpretación. Así pues, es cierto que De­ sión cosmológica para una

leuze no fue nunca un historiador, sino sin cesar un creador en acto. tes moda lidad es.

Tqd a hiscoria debe pertenecer a las formas de creación y evitar todo menos los
marco. Así pues, nos sorprenden
principio reflexivo. Este principio no es en ronces más que una desna­ La filosofía desb orda de su
cuya explo tación sigue siend o inhabitual
ze

ruraliz ción de la materia por un proceso inrerprernrivo, es decir por objet os de esrud io de Deleu
ca, psicoanáli­
ra, cine, matemática, políti
un conJunro de causas elegido a priori como medio de analizar el ob­ en el mundo filosófico: pintu fo se
ía, o inclu so gton ll'tría , literatura y poesía. El filóso
jeto de estudio. Ahora que es nuestro turno, también intentaremos sis, antropolog
y lo piens <t en las comb inaciones en acro que pue­
evitar esta sistemática. aprox ima al mundo
deleuziana.
los concepros de la filosofía
Si la historia de la filosofía reflexiona sobre la filosofía en s í mis­ de ofrecer. De esto nacen
mplación de
si Ja filoso f ía se qued ase aquí, sería todavía conte
ma, la filosofía tiene entonces como tarea, para Deleuze, explorar los Pero
mund o y no movi mien tos del mund o mism o238.
p rocesos creativos allí donde se desarrollan y en el análisis de produc­ los movimienros del
como tarea de la
. de creación de conceptos
nones que se revelan ellas mismas creativas234. La ciencia crea fun­ Si e n Deleuze la operación
opera ción no es más que
yó menos que esta
ciones, el arte crea agregados sensibles, mien tras que la filosofía crea filosofía. es célebre, se subra ­
alcan zar un objet ivo más gran de como filosofía opera
concepcos. La práctica de esrns disciplinas, cada una en su dominio un medi o para
es de exisre ncia2 39. Se erara aquí, por
ilidad
consisre en procesos de creñciones. Si bien escas materias son disrin � toria: crear nuevas posib
Deleuze reco­
filosófico de Nietzsche, que
y que parece, siempre Y
excelencia , del programa
Fouc ault
ras, rienen muchos cipos de conexiones que organizan resonancias y
iento en Mich el
ecos entre ellas. El objetivo de la füosofía será entonces el análisis de noce en funcionam
a su propio rraba jo.
estas resonancias, es decir de escas filiaciones, enue el arte, la ciencia por codos lados , asignar a de
posibilidades de existencia, da cuent
Y la filosofía. La filosofía se abre entonces al mundo cuando la histo­ Este programa, de nuevc1s
sim­
de inven ción que busca , lógic amen te, superar los
una voluntad
Y si se tratase, por inter medi o del
ria que la reflexiona no puede dejar d e cerrarse sobre sí misma235. con­
Lo que puede permitir esta relación con el ocro, con la materia ex­ ples límit es de la filosofía.
, por esta fórm ula, es cuest ión de
ión, ahora
traña, es el intercesor. El intercesor es el elemenrn de esta materia des­ cepto, de un acto de creac
les del tiro
tar todas las fórmulas posib
conocida que perm ite verla y comprenderla, pesarla y sentirla. Es una un p roceso de invención . Inven
los movi mient os del territ orio, inven tar ve­
figura o un concepto, un animal o una planta. Pero sin el rol del filó­ d e dado s, inven tar todos
aleza ni pensa rnien to240 .
Inventar es un
sofo, esta figura, este concepco, este animal o esta planea, no podría locid ades insensatas sin natur
ze. Y en
apare ce canto como crear en los libros de Deleu
expresarse. De la misma manera, escas seres y cosas son las posibili­ verbo que
lo que perm ite la i nvenc ión. Es la creación de
? �
d a es d e e presión del filósofo236. Interacción de materias, de perso­ efecto es la creación
la inven ción de
conceptos lo que autoriza
na1es y de ideas: la filosofía deviene m(ilriple por la creación de con­ nuevas líneas de fuga como
los deveni­
s mane ras de existi r. Los devenires se crean, como
ceptos del mundo. La filosofía del sujeto se ve reemplazada por una nueva
deven ires-a nima les por ejemp lo y, en su agencia­
filosofía cosmol6gica, múltiple y subterránea. Aun si Oeleuze se con­ res-m ujere s, los
nuevas posi­
perpetua), permiten al ser
múlt iples Y
sideró exclusivamente como filósofo, esto debe compararse con el pro­ miento (es decir su creación
el devenir, las líneas de fuga
ceder de los filósofos presocráticos, tan filósofos como astrólogos, as­ b i l idade s de existe ncia. Es
de exis­
ir nuevas mane ras de ser y
trónom · médicos según el caso237. Lo esencial para el investigador
as los que hacen adven
; heterogéne
� rda enton ces de su marc o y extrae, o vuela,
presocranco no es una profundización del pensamiento sino una vi- tir24 1. La filosofía desbo
I 119
1 1 8 I D E L E U Z E y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A
BRA DE DELEUZE
LA R E C E P C I Ó N P Ó S T U M A D E LA O

. . . . . fía abandona su lugar pred


ilecto hacia medi os
en la multiplicidad del mundo los pnnc1p1os, necesariamente nue- en d os senti dos: la filoso
público no
pero tamb ién isco da la posibi li dad a un
o ulares,
d
vos, del ser en el mundo . pp este
o de Niet zsche . Se trata
Toda invención es lóg icamen te nueva· Y así
· Pues, e¡ Jer que se mueve
aquí de
pensam i e nt
filosófico de descu brir el

entr re¡e una red con la modernidad , es decir con los conjuntos de nue­
� ·

una verdadera /10// philo


sophie243 en dond e el texto ya no vale por sí
a, sino que vi­
' de·P de iun
e d i rs e o de estud io de una h i stori
.
vas lmeas de fuga, distintas de él, pero en las cuales no mism o, es decir como objet
de fuga que atraviesa
las ca-
deve nir c o l ín ea
ve por la música un
Hay entonces aJ go así como una máqu in a de guerra concebida po ; om

D e1 eu e m1s1 0 como posteridad o, mejor, como vida póstuma de su


� � tegorías y las mentalid
ades .
televisada. Seglln él,
obra. Esm maqurna se 'apo y'a en d os puntos q u e son las invenciones y las ci ar de toda emi s ió n
.
Deleuze se n egó a par ti
p
. g n ente por una subje tivid
ad
zn t erce
. w �s. La fiilosofía se da así como tarea inventar nuevas m an eras
. los procesos perio dísti
cos se r i e gene ralm
forza ndo en gene­
de ex 1s t 1)r, y de rear e1 tonces las redes de la modernidad (con era la
s_ � ido,
tado , dirig
en acto y absoluta. El sujet
o es orien
otra cosa que su en t i m
_ �
· ral al e n c rev is ado a decir
ien to o, en el caso
. � s
Hisrnna · A¡ m i s mo t1e1 Tipo, tampoco d eprá de j ugarse fuera de sí r
m isma, buscando para ello e l i n e rce or que la n u trirá y • c es tergiversada.s244. Por
. ejem plo,
nue • p�r ella • ar i
de 1970 y 1980 que
t s l ac on
de un mon taje, ve sus de
se ex resará .
p Dele uze fue uno d e los
g r a i ntele ctual es
co n d uc id o por Ber­
ndes
�sí, la recep_ción póscuma de Deleuze .se encuentra en dos punces ó del céleb re programa
nunc a ap arec i ó en el plat
E�! . te en 1 ª pu bl tcación, o republicación d e e
paradó­
.
d istmtos. mero con sis
pri ue enton ces parecer extraño que,
nard Pívo r, "Apó
fo fil mada sea la de
scrof e". P d
s u t abª'º'. el segu1 do, e n las prácticas instauradas por otros q u e er­

.
� � jicam ente, la más larga
entre vista a un filóso
Parnet). Esta
De­

peruan ese pensamiento como materia viviente. dario de Oele11 ze ( co n Clair e


leuze, bajo el título Abece
1989 encerraba rodas las carac
rerfst icas re­
entrevista concebida e n
Deleuze y la modernidad
et,
a Dele uze . En se momento, Claire Parn
queri das para satis facer
e
e la rga data. Su talento
tro, es un cómp llce d
vie j a alumna del maes
de Diálogos en la e d i toria
S i la e presi ón de Deleuze se de arro ll ó por los medios clásicos d
; s l Flam mari on así co­
filos fw (el verbo y la palabra, el li bro , la clase y la conferencia), n

,
: �: p e rm i t ió la realiz ación
exce lente cono cimie nto
de la
nego, ocas 1 on al men te , a u n l1zar medios mas moc1 ern os, que pueden a
s. Adem ás, posee un
mo otras entre vista
uso a Deleuze pre­
obra, de las cl ase s y de
de Dele uze. Le prop
ino perfec tamen te. El
la vida
de en rad as que le conv
veces parecer extraños para un filósofo.
Así en l 973 'acep r' · l a pro es ta de Ri ch ard Pin has, grabar
o, bªJº pu l i m inarme n te una lista
t
fij o en tres sesio nes.
�n d '. seo. Deleuze d ecla ma , pues no can ta, el aforismo 638 d el rb t ro
' ' un solo plano
d ocum en to se realiz ó en

• firmad a por
.
por Claire Parnet. Este A becedario
N1etzsc
� he H1t111ano, demasiado humano. L a m ú s i c a está de Deleu­
_
Rrchard Prnhas ' y 1 a grab acion
, ,
,
es ta presentada bajo el nom bre d e su La entrevista a Deleuze
pop'
da­
philosophie. Los remas abor
.
grupo de rock Schizo242. Por el camino d e 1a musica Deleuze y Ri - a un ej rcici o de
ze es por excelenci
am bié n el contexto en
e
.
p·m1ias consiguen una manera d e confundir los gén e s, y per­

obra Dele uze, pero t


dos exp l ican la vida y la
de
chard ro po, este documento nos
miren al texto nietzs ch eano abandonar el rnarco esrnctamenre filosó-
.
el que esta obm pudo
crear se . Al mismo tiem
ento en
filoso fía en acto sobre temas comunes en el mom
fico en donde se l o estudia
. . para entregarse, por actualidad a las líneas muestra una
y a
creadoras d e 1 a música de los años
'
1970. Del mismo modo esto p ue-
io­
. es de la bebid a, las relac

place res s
el que se efectúa. Los
l razon

los an i ma les deve nires que abraz amos, el


y sus
v iaj es i n móvi les y
. para alcanzar, por la filosofía así mestizada on la
de ser un � ed 10 nes que tenemos con
me dad y l a fel ic idad , los

,
:�� d eporte y la ópera, la enfer
. .
sica, un publico no filosófico. El procedimiento es entonces si�g l
120 I D E LE U Z E Y S U H E R E N C IA F I L O S Ó F I C A LA R E C E P C I Ó N PÓSTU M A D E LA O B RA DE D E L E UZE I 121

e l filósofo enemigo (a veces tan cerGmo) que puede ser Wittgenstein. libro; y, librada así gratuitamente en Intern et, se opone a toda idea de
Deleuze se expresa respecto de pequeños y grandes remas, de los que publicación contra la voluntad de Del euze.
hacen una vida filosófica. Estas clases, puestas así a disposición por Richard Pinhas, cubren
Visiblemente y sin descanso, Deleuze se dirige a un pl1blico no fi­ rodas las épocas y los cernas de la ense ñanza da da en Vincennes por

losófico. La extrema claridad de su discurso, el empleo de lo real co­ Deleuze. Encontramos clases que contribuyen a la redacción del A n ­

mo punto de partida (el profesor, la fidelidad , la resistencia ... ), el hu­ ti-Edipo (1971-1974), Mil 111esetm 0 977- l979), sobre La imagen-movi­

mor que pone en general son elementos que contribuyen a una miento y La imagen-tiempo (1981-l 983 ), pero también clases dedicadas
cómoda comprensión de su pensamienro. El éxirn de esta publicación a flgmas de la filosofía como Kant 0 978) , Leibniz ([980 y 1986-
en video VHS, y de su republicación en DVD, es un acontecimiento l987) y Spinoza 0978-198 l). Enconreamos del mismo modo la re­
cranscripción de muchas conferencias qu e tienen como tema a Berg­
en el mundo cultural245.
son, el tiempo musical y el acto de creación . Este sitio está en
Inicialmente, este documento, bajo la demanda de Deleuze, debía
constante construcción, y sube regularmente a la red textos y docu­
ser difundido de manera póstuma a fin de que no pueda entrar en una
mentos nuevos. La mayor parte del conj unto de estos textos fue tra­
especulación filosófica, económica y periodfsrica. De alguna manera,
ducida al español y al inglés, a veces incluso al alemán y al italiano.
el documento se pretendía tesramenrnrio, l1ltimo testimonio viviente
de un fllósofo desaparecido. En l994, sin embargo, el canal de tele­
visión Arte, en su pcograma !vlctn5polis, difundió este Aheceda1·io en for­ Las publicaciones póstumas
mato de serie semanal gracias a la aurorización de Deleuze. Esro se ex­ Si podemos encontrar entonces la retran.scripción de cierras clases y
plica por el hecho, tan triste, que Deleuze sabía en ese momento que conferencias de Deleuze en el \'(lebde!e11ze, las g rabaciones de algunas
la enfermedad ya no le permitiría más una actividad filosófica. de ellas están actualmente disponibles en e l mercado. Efectivamente,
A parcir de esta relación, precisa y singular, por 1a cual Deleuze Gallimard hizo aparecer en el 200l un a clase sobre Spinoza247 y otra,
trabajó con los medios, podernos presagiar que le hubie�e gustado el en el 2003, sobre Leibniz248.
Webdeleuze246, su proyecto y sus modalidades. Estas grabaciones tienen, evidentemente, la venrnja de restituir la
atmósfera de las clases de Deleuze. La voz metál ica del maestro re­
El Webdeleuze es un site de Internet gue agrupa un gran número de suena en el auditorio de Vincennes dejando pas ar, ocasionalmente,
sus clases dadas de l 972 a l 987 y dacrilogrnfladas para la ocasión. ruidos venidos de piezas vecinas. Con ceptos y digresiones se alternan
Deleuze había prohibido toda publicación póstuma de sus clases bajo con filosofía exclusivamenre práctica_ Una manera singular de ense­
forma de libro. La razón de esto es que pensaba con razón que el esti­ ñar se deja entonces descubrir en don de el ejem plo se transforma en
lo de la escritura es distinto al estilo de la palabra y que una reuans­ personaje concept1tcti, como el bebé de Belcebli. En esta última oportu­

cripción de las grabaciones efectuadas no podía más que desfigurar el nidad, de hecho, Deleuze entona una pequeña canción. Lo esencial es
estilo que elaboró a través de sus libros. Sin embargo, luego de su de­ sin cesar volver la materia viviente, es decir, ex traer las fuerzas más vi­
saparición, muchas editoriales estaban deseosas de publicar sus clases, vas y explorarlas para su propio prov echo: la filosofía sólo debe ser­
con o sin la autorización de los poseedores de los derechos. La creación virnos. Nos asombraremos aun más de esta manera de exponer la ma­
de un site de Internet fue entonces una buena solución. No se trata teria si consideramos lo distinta qne es respect o de lo que puede
más que de una publicación virtual, y no actual como puede serlo un hacerse hoy en los mismos lugares.
123
. A D E DELE UZE /
. S T UMA D E LA OBR
122 / D E L E UZE Y S U H E R E N C IA F I L O S Ó F I C A LA R E C EPC ION PO
· prueba a
rse dominar por s�
m atena y es Ja
Otros acontecimientos póstumos fueron l a aparición, e n l a s "É.di­ rico, tan raro, de no deja _ a creac1·ón · Diez años
, ' de una aute ntic
vez más
de dos compilaciones de artí culos , /_,a isla desierta través de su autor, una o a esperar
tenemos el d e recl
tions de A1imtit, .
ición de Deleuze,
(1953-1974)249 y Dos regímenes ele lom (1975-l995)250. decir ver­ después de la desapar 1 r·Ir de su
e pensado a pa
A
filos ófica que fues �
1
un gran l·bro de creación
dad, no se trata aquí del roda de publicaciones póstumas puesto que nempo de
rar que 1 uego del
y ya no sólo sob re ella. Podemos espe .
la totalidad los a rtíc ul os de estos dos volúmenes artí­ obra ..dad
de (excepto el pnnc1p10 de reflex1v1
nto, es e1 eo. r de un
.
culo La. isla desierht que da título a la primera compilación) apare­ estudio de su pensamie iento un
r de este pensam
su
p udié sem os ver nace
. ,
ció contemporáneamente a Dele uze y bajo sus cuidados. Estos artícu­ que Deleuze aborrece .
i dea d e Jluha
ente (un poco e l a
nierzscheana).

los republicados fueron elegidos y comentados por David Lap o Ltj ad e , proceso creador difer ad con la bi-
. ro
ions Stls ¡\4ttm 1 crea
n , en socied
En e1 2002 las Éclit
' '
coordinador del proyecto. Esrán acompañados de un aparaco crítico 4 Su proyecto
blioteca del St11dchoir, el Fondo d o cume � at
l Dele uze25
os y
pertinente y muy bien documentado. Escas p ubl icacion es alt ernan ar­
. l ra l d a d de los lib r�s ' art ícul
apunta a JU ot ar en
un solo luga r a i
tículos sobre la filosofía de Deleuze (a veces con Fél 1x G uattari ) y ar­
' ro
. de 195 3.
tipo reali zad os por
D e 1 euz e parcir
documentos de rndo .
a

tículos redactados por Deleuze acerca de la actualidad de su tiempo, . a or nú-


rntcnt� ]Untar el
documental Deleuze ·��
pero dejan de lado las entrevisrns periodísticas. Los dos libros mues­ Además, el Fondo o a ori-
e la dele uz1ana en su_i .
s sobr ofía
mero post'ble de libro
filos
� c ontribu
tran el trabajo de Deleuze en su actualidad mism;1, teniendo en cuen­
ra ir al conoc1-
tal Deleuze espe ast
ªJº y
docu men
ta los p roblemas de datación que podían plantearse. Estas dos publi­ . a 1 El l'ondo b
stigadores en su tra
, ayudar a los inve
.

caciones son esenciales para el aprendizaje de la filosofía de Deleuze y �� �e n o de esta filosofía


ación enu c ello s.
del clima en el que pudo crearse. Estos libros son menos útiles para facilitar una comunic

los especialisras en la medida que ya rcnían un conocimien o, mayor


t
o menor, de escos diferentes artículos aparecidos en tonces . Los intercesores
· nte para el
Estos especialistas ya escribieron mucho s ob re la filosofía deleu­ . as es i mporta
t e, cntC
la extensión de las
Como lo decíamos, los no fi-
ziana, aunque el verdadero primer ensayo sobre esta filosofía no apa­
desarro l lo póstumo de
, ·
la f ilosofí a del�uz
iana,
m
pe
e
r
d
o l
�l
·1 t : e p \ esión, no
o d
reció sino en 1994251. Desde enrnncc:s, en todas las lenguas, los ensa­ nca de esª t .filoso f 1a como
lósofos, en su prac ·l pensamiento
deleu-
res1. o t1es diversas a part
yos abundan, generalme n te contradiccorios, a veces brillantes, .a veces . de
ir
es menor. Esrns exp .
a
' rquitectura o la
intentando concebir una lectura dogmática, es decir historicista, de la tura, la poesía, el [eat
r , e�1 cine , la
ziano com o la pin tenecen a la fi-
obra de Deleu ze . Dos libros en p art i cu l ar n1erecen ser record ados : el zonte, que'per
música se real.izan por ge1H. e de todo hon abajo no
J
onemos aquí
dos. L
d e Fran\'.ois ZourabichviJi252 y el de Alain Badiuu253. El espíritu ge­ o s e·cm plos que prop
·
losofía u a otros mun cuenta b 1en • a
nuestro
vos e r 0 dan
son de n inguna manera
ométrico (y l a radicalidad que impone) que encontraremos funcio­ exh aus
·

� :
de la obra de Deleuze.
oy
nando en el li bro de Fran�ois Zourabichvili permite extraer una bue­ umo que se ace
juicio, del uso póst
na tipología del. acontecimiento como eje cc:ntral de la filosofía
deleuziana. El libro de Alain Iladiou, q ue originó un cierto escánda­ a contemporánea
Deleuze y la pintur
h istoria de
.
lo en los medios correspondientes, intenta demostrar que más que la libro raro en la
� . de lasensaci ón255 es un ·
inmanencia, es una univocidad en acto l o que no deja de a li mentar a Francis Bacon. Log tc:t .
us1v •,t m en t e ]Jic
tórico, con-
e e d10 exc
s 1
ob.¡eto
. la filosofía, pues su
d
ntico libro de
i ro es un auté
tu
la filosofía deleuziana El desarrollo de es re primer punto de su refle­
Francis Bacon. E sre l"b
cierne a la obra de
'
xión no fue compartido por codos, pero el 1 ibro tien e el inmenso mé-
124 I D E L E U ZE Y S U H E R E NCIA F I L O S Ó FICA LA R E C E P C I Ó N P Ó S T U M A DE LA O B R A D E D E L E U Z E I 125

filosofía en c1 que Oeleuze no ofr ce lo que sería una lectura filosófi­


e contré la obra de Deleuze, que desde entonces no abandoné. En este
ca de la obra de arre, sino que uriliza la filosofía para captar los afec­ libro "Bacon encuentra a Artaud en muchos punros"256. No se trata
tos y percepros inmanentes a la pintura baconiana. Además de s u en­ el pr mer plano, pero en el análisis de Deleuze del rema de la "Figu­
:
señanza, la obra tiene dos cualidades mayores, la de abrir la filosofía a ra" (que no es el rostro, sino el Cuerpo sin órganos) encontraba analo­
otros campos y la de traer a la filosofía un público disrinro. gías de los problemas que yo intentaba resolver con el primer plano:
Ange-Henri Pieraggi es pintor y nació en 1953. Su trabajo con­ la Figura, como el rostro en primer plano, es una tentativa para "des­
59
siste en la realización de primeros planos sobre telas de gran ca.maño hacer el rosrro en beneficio de la cabeza"257, "(que) es carne 258"2 ,
(generalmente un metro por un metro). Pintura ontológica en donde es decir una entidad impersonal, no individuada.
la figura fragmentaria se da como imagtn del mundo, forzosamente S. L.: ¿Piensa Ud. que La imagen-movimiento de Deleuze ha podido
por venir puesto que está fuera de campo. E incluso muchas veces la tener una influencia en vuestra tipología del primer plano?
figura no se deja más que sugerir y le deja a la imagen un extracto de A.-H. P.: L'l. lectura de Lt1 imagen-111nvi111ir:nto fue muy importante
su mundo, como un drapeado o un manto. La pinwra de Ange-Hen­ para mí. La puesta en evidencia de que un rostro en primer plano pier­
ri Pieraggi revela una vida, pero impersonal. No deja sospechar más de sus conexiones de espacio y de tiempo, de que pierde entonces to­
que fuerzas vivas demasiado grandes como para ser contenidas por el da aptitud a la individuación, a la socialización y a la comunicación,
marco de su cuadro. Fuerzas e inrensiclades sin objetivo, insnbjetivab!e para elevarse al nivel de una entidad que expresa el afecto (y el víncu­
por una figura cuya imagen sería el retrato. Inmanencia de una vida lo establecido por Deleuze con la primeridad de Peirce) fue una gran
en el instante de la imagen solamente captada por la agudeza del ar­ alegría inrelecrual. A partir de aquí, La imagen-movinúento propone dos
tista: Eugene Delacroix decfo que un artistn debe saber captar el mo­ cipos de rostros en primer plano: el rostro reflexivo a la Griffirh (su­
vimiento del obrero en el tiempo que tarda en caer del techo. perficie de rostrificación) que expresa una cualidad pura, y el rostro in­
Stéfam Leclercq: ¿Leyó Ud. a Deleuze antes de ser pintor o lo con­ tensivo a la Eisenstein (rasgos de rostridad) que expresa la potencia, y
trario? que se define por una serie que hace pasar de una cualidad a otra. De­
Ange-l-lenri Piet'dggi: Cuando empecé a pintar rostros en ?rimer leuze precisa que son éstos los dos polos que coexisten generalmente
plano, más o menos a los 20 años (1973- l 974), todavía no leía a De­ en el rratam iento del rostro en primer plano, en el cine. Y que "un ras­
leuze. Mi gran autor era Artaud. Tenía entonces un problema, en pin­ go de rostridad no es menos un primer plano completo que un rostro
tura: llevar la expresión de un rostro hacia la materialidad de la carne entero. A tal punto que no cabe de ninguna manera distinguir los pri­
que lo compone. Pues mi preocupación podía declinarse así: ¿c6mo la meros planos de los muy primeros planos o "inserts" que no mostrarí­
máscara de la individuación puede ocultar el sustrarn de lo viviente an más que una parre del rostro"260. Sin embargo, me parece que una
impersonal (de la carne) que nos constituye? Intentaba lograrlo, en jerarquización aparece aquí, entre el close-up (cuando se encuadra un
pintura, rearando los rostros con el primer plano. Arraud, me parecía, rostro entero), y el insert (cuando no se encuadra más que un fragmen­
realizaba una tentativa análoga, por la escritura, para llevar la expre­ to de rostro o de cuerpo). Si el c!ose-up es el más apto para encuadrar un
sión al cuerpo que la expresa (dándole de alguna manera carne a las rostro reflexivo, el imert está por su parte en condiciones de captai un
palabras). Pero la zambullida de Arraucl hacia las profundidades del rasgo de rosrridad. Y si el close-up (rosrro entero) expresa el afect·\ me
infra-sentido terminaba por asfixiarme. Fue mis o menos hacia los 30 parece que con el inscrt (el idioma inglés lo deja entender) pasarr .Js de
años, por la lectura de Francis Bacon. Lógica de la sensación, cuando en- alguna manera más acá del rostro, quedamos cautivos de la imptcsión
E L E UZE I 127
A DE LA OBR A D E D
126 I D E L E U ZE Y S U H E R E N C IA F I LOS Ó F I C A L A R E C E PC I Ó N P Ó S TUM

orgánica (estando claro que la imagen cine como la imagen fotográfi­


ca es "una suerte de huella"26I tomada en vivo; "eso fue"262, dice Barc­
hes). El imert nos hace ent:onces pasar bajo la superficie expresiva del
rostro, y entrar en "una zona de indiscernibilidad entre el hombre y el
animal"263_ Es bajo esre título que el imert me parece más interesante
para tratar hoy, que el dose-11p (preciso que mi pintura está hecha a par­
tir de focos). Pero me interesan rnenos los imerts de rostro que los in­
Jerts fuern de cuadro, esencialmente de las manos. Porque las manos pa­
recen surgir de la ropa, lo que me permite jugar con la textura de los
tejidos (esta noción de tejido puede atribuirse tanto al cuerpo como al
vestido). Es Clérambault c1uien, hablando de la seda, empleaba el tér­
mino de "flartenaire cutáneo".
S. L.: Por medio del primer plano, hay una impersonalización de
la figura. ¿Debe esro ponerse en relación con las singularidades pre­
individuales en Deleuze?
A. -H. P: Absoluramenre. El rostro en primer plano destruye roda
referencia a un individuo determinado, actualizado. Por medio de la
elevación de un rostro al f:Srntus de entidad que expresa lo Posible, el
primer plano aparece como la prefiguración de todas sus individua­
ciones en retraros caracterizados. Un rostro captado en primer plano Ange-Henri Pieraggi
a"
"Manos cruzadas sobre cejido de espig
:x 1 m, l 999)
(Acrílico sobre tela, 1 m
se retira enwnces hacia lo impersonal y lo pre-individual. I-Iubo un
tiempo en el que se oponía la pintura "abstracta" a la pintura "realis­
ta". Este término de "realismo" es interesante, porque lo virtual no se
opone a lo real, sino a lo actual. Lo que intento encontrar con la pin­
temporánea
tura de primeros planos1 es retirar el realjsmo hacia la zona de virtua­ Deleuze y la p oesía con
jo es crági-
r nació en 1966265. Su craba
lidad de donde las actualizaciones proceden ... sin salir del realismo El poeta Jean-Philippe Cazie
da a esta palab ra. Las catástrofes son
(lo gue Deleuze expresa cuando habla de liberar la Figura de la figu­ co en e 1 sentido gue Nietzsche 111terprera­
idual, ele lo subjetivo, sobre
ración264), es decir sin perderse en la abstracción. De alguna manera, s1empre de 1 orden de lo indiv
Lo uagico es, en cambio pu-
, .
se trata de considerar de lo más cerca posible la superficie que tapiza ecimiento asign ifican te.
cioncs del acont '.,
rea a l mi. o �
miento impersonal que aca�
el rostro, y que precedería a su individuación, esa superficie, com­ ra otencia de vida, movi .
rud:s abst ac
tie po los seres y las cosas
lenn :
puesta de singularidades nómadas, todavía no individuadas, sería co­ � , veloc idade s infi itas
trng1

ca.
y
Esta poes1 a se . ea!t
ippe Cazier es
mo su expresado. Es este plano tenue, esta delgada película genérica tas La poesía de Jean-Phil
una lengua que vendría a
cond100 i ar el
poblada de singularidades pre-individuales e impersonales, lo que za n un lenguaje, y no en
La
� .
�entido, el ritmo y las palab tas26 6. le g nua crea el pensanuento
trato de explorar cuando pinto rostros en primer plano.
128 I DELEUZE Y
SU HERENCIA FILO
SÓFICA LA RECEPCIÓN PÓSTUMA DE LA OBRA DE DELEUZE I 129

cuando eJ lengu je es la expr


esión del mundo. Deshacer la
Y la concordanc1a, crear
� conjunción antes que a Deleuze, Los Tarahttmaras y El tec1tro y su doble. Artaud, li­
el hipo y el tartamudeo Je Ja
_ lengua corres­ ga la escritura al cuerpo: no escribir sobre el cuerpo sino con el cuer­
ponde a Ias técnicas de.esrn poesí
a. po -escritura de un cuerpo que no puede ser sino el CsO. Tenía la in­
Con la poesía de Je n-PhiJipp
. � e Cazier, el rexro renuncia a tuición de que la escritura esraba del lado de lo abjerto, que escribir
. una sig­
�1 c �ncia, a un mensaje o discurso que marcaría al lecto
� era remitirse al afuera, así que Arraud fue un shock. Lo que Deleuze
¡etiv1dad. EJ texto debe ser r como sub­
productor de imágenes, de dice de Arraud y del CsO, y también de la escritura, fue la confirma­
m ndo que muchos tienen en imágenes del
� común267. En efecco, el mun
do nunca ción de mi intuición y una invitación a radicalizar mi trabajo. Si éste
esra f rmado por lo que noso
� tros tendríamos en común, puede leerse como una tipología o ropología del CsO, debería serlo
por lo que todos tenemos difer solamente
ente. Se trata aquí Je una univ también de la escritura y del afuera, del caosmos.
en el sentido que Deleuze da ocidad
a esta palabra26S. El cuerpo S. L.: Generalmente, tu poesía evirn los pronombres personales.
es enc:onc s un rno1 rón de difer del mund �
. � � encias cuando el cuerpo subje ¿Debe esto ponerse en relación con las singularidades pre-individua­
asfixia ba¡o la cantidad de mism tivado se
idad de la cual desborda. les deleuzianas?
Stéfan Le_c�ercq: ¿Leíste a
Deleuze antes de escribir poesí }.-P. C.: Evito los pronombres personales en beneficio de una im­
a?
. Jea�1-P�d1ppe Cc¡zier: Empecé a escribir muy
temprano, durante la personalización. Aun cuando me sucede de escribir Yo, Tú, o Él, hay
infancia. Siempre leí mucho.
A los 12 años
' , Rimbaud, Baudejaire que leerlos como "Nieva[// neige]269. No se trarn de personas sino de
¡ os surrealista . · y
s: Breron, Crevel, Desnos, Élua
rd. Después: Sartre, Ge- afectos o percepros, en el sentido de Deleuze, es decir también de mo­
net, Duras, Sarraure. Desde el
pero ¡11_
principio, leí obras diversas, vimientos. Lo que me interesa, son los devenires -entonces, intento
medi_ aramenre escribí algo así
como poesía. Descubrí a De1eu efectivamente situar mis textos al nivel de las singularidades pre-in­
20 años, n verdadero encuentro ze a los
� : encon tré con Dcleuze una obra que, dividuales de las que habla Deleuze. Me parece que todo esto está en
me parecta, desplegaba en su
idioma lo que se hallaba en mis relación directa con la escritura y el CsO. Soy muy sensible a la idea
Un encuentro, pues, las dos caras textos.
de una misma hoja. Leyendo de que un libro no rjene ni objeto ni sujeto (ver el principio de Mil
leuze de más cerca, mi traba a De­
jo tomó otras direcciones, ligad mesetas), lo que sería una especie dedefinición de la escritura, la evi­
desarrollos del pensamienro de as a los
Deleuze y a su idea de literatura dencia de su relación con los devenires, con el afuera. Situarse al nivel
nor. Fue también un encuentro me­
con un estilo muy fuerte, movi de estas singularidades pre-individuales, es también desencadenar el
tos muy rnren _ mien­
lenguaje y el mundo de la persona y de lo humano y de la cultura, es
sos -todo esto cambién engendró
poesía en mí.
S. L.: El concepto de "cuer
po sin órganos" parece ser deter decir escribir. Deleuze explicó todas estas cosas con la literatura me­
te en tu oesÍl. Sin ser nombrado minan­
� jamás, tu trabajo parece ser la nor o americana (ver por ejemplo Diálogos).
logia � de el. ¿Esto � tipo­
de Deleuze 0 de An­
se debe primero a una lectura
tonio Artaud, o de los dos?
}.-P C.: Mis textos giran alrededor "Lo que sucede: bocas hablan en multitud, tensión
del cuerpo tal como Dclcuze De bocas sin rostro, lejos, en las fronteras,
lo analiza, el cuerpo sin órgan
os. Y el CsO implica en Deleu En las fronteras abiertas de un rostro desarticulado,
fuerzas que lo animan y de las ze las
cuales no se distingue: fuerzas
tr s, cósmicas, animales ... El cuerp rerres­ Desarticulación-roscro sin límites, inhumana
� o no está entonces cerrado sino Mecánica sin mfrada."270
abierto, en sí mismo apertura1 en
relación con un afuera. Leí a Artau
d
128 I D H E U Z
E y SU H E R E
L A R E C EP C IÓN PÓST U M A D E LA OB R A D E D E L E U Z E I 129
NCIA F I L OSÓF
ICA

cuando e l lenguaje
es J a expres ión
y El teatro y s11 doble.
del mundo. Desh .
y la concordanc acer la conJU nción antes que a Deleuze, Los Tarahumarcts Artaud, li­
,
ia, crear el h.ipo
y e l tart
Pon de a 1 as rec ni ca s
. amu deo de
Ja• 1 engua
corres- ga la escritura al cuerpo: no es cribir sobre el cuerpo sino con el cuer­
de.esta poesfa.
Con b poesía de po --escritura de un c ue rpo que no puede ser sino el CsO. Tenía la in­
Jean-Phil ippe Cazi
ni.fi can c1a, a un er' el texro ren
unci. a a una sig- tuición de que la escritura estaba del lado de lo abierto, que escribir
m arcan"a a 1 lect era remitirse al afuera, así que Artaud fue un shock. Lo que Deleuze
. .
mensa ¡ e o d"iscur so que
�"

¡erividad. El text or corno sub-


uctor de i_ máge nes
o debe ser prod
' de i. mag y también de l a esc rit ur a, fue la confirma­
.. 267 E
mundo que muchos ,, enes del dice de Arraud y del Csü,
· ' n efe cto • el muo do
tienen en comun
est'a fo·armado por ción de mi intuición y u na invitación a radicalizar mi trabajo. Si éste
tendríamos en e ...
lo que nosotros nunca

I e1en
por 1 o que todos tene omun, solamente pue de leerse como una tipología o topología del CsO, debería serlo
mos d"f; . re Se reara ' aqu" 1 d e una univ
Deleu ze e¡ a a esta
en el sentido que . también de l a escritura y del afuera, del caosrnos.
' ocidad'
pa!abra268 El c
t e1en
es entonces un mon . uerpo del mundo S. L.: Generalmente, tu poesía evita los pronombres personales.
. tón de¿·¡ ¡ . cias . cuando el CL
asfi xia baj o la cant 1erpo sub"1erivado ¿Debe esto pone rs e en relación con las singularidades pre-individua­
idad de rn .1 sm1.dad se
de Ja cual
Stéfa11 Leclerc : l:
, des b or da .
. antes de escn
les deleuzianas?
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Jean-Philippe Ce1zier· E '
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Siempre leí much . dura nte la
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Desde el princi pio
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. ' 1e1 obras d iversas , pero
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' . D escu b n,, a D e!euz
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poesía
20 años, un verdadero e a los efectivamente si tu ar mis rexros al nivel de las singularidades pre-in­
encuenrio . .. encon ree con
aba en SL' '.d.mma 1
me parecía, despleg Deleuze una obra dividuales de las que habla Deleuze. Me parece que todo esto está en
o que se hª11 ªb a
que,
Un encuentro, pues ' en mis textos. relación directa con la es c ritura y el CsO Soy muy sensible a l a idea
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las dos caras de . .
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· es, liga das mesetas), lo que sería una especie de definición de la escritura, 1a evi­
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desarrollos del pens a l os
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nor. Fue tnmbién un literatura me- dencia de su relación con los deven ir es , con e l afuera. Situarse al nivel
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dos?
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os giran alrededor
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.
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tres, cósmICas, anim ,.. fiuerzas terres­
abier ro ' en s'"i mi.smo .
aper tura, en relac
cerrad o sino Mecánica sin rni rad a ... 270
ión con un aliuera. Leí a
Artaud
130 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A
L A R E C E P C I Ó N PÓST U M A D E LA O B R A D E D EL E U Z E I 131

Enrre los intercesores poéticos, también hay que pensar en Gabrie­


le Frasca, poeta italiano nacido en 1957. Busca con sus textos escribir f n Leclen:q: ¿Leíste a Deleuze antes de interesar
Stéa · te en el teatro?
. . y
para el pueblo que falta. Marcado por la lectura de Deleuze, su poesía Alain j11gnon: Devengo al mismo nernpo un lector de De leuze
...
es una vasta empresa de escritura-otra, apunrando a expresarse por los un hombre de teatro, y no digo esrn simplemen te porque ya o se �re-

para devenir. Ya n o
. ... I
almenre cómo esto empezó. Nunca h a y comien
. . zo
que no pueden. Es rnmbién uno de los traductores italianos de Samuel

)
Beckett y miembro fundador de Asilo poético. Gabriele Frasca publicó me acuerdo cuánJo y cómo (en qué orden), pero sé que estoy (¿quien.
particularmente dos selecciones imparranres, Ribera y Li ma27 l _
es-
en un momento dado en Deleuze y en e1 tean. 0 · Me vuelvo a ver,
1 e eme lápiz en mano (C.,_
tudiante de filosofía, leyendo los dos romos e
ne J y 2: el verdadero título de hecho de /_,a. imagen-movnmento
. .
Deleuze y el teatro contemporáneo
La �
1 retas
.
imagen-tiempo) y empezando a organ1zar en l"b • de notas con vistas
Alain Jugnon es filósofo y dramaturgo, nacido en 1959 . De sus nume­
a una primera obra de teatro (que se 11am.ará' El G11ardarropa). Uno
.
rosas publicaciones, mencionaremos sobre roda en el marco de este ar­
me había hecho encontrar esos ami-
tículo su obra de teatro Nietzsche se casa 27 2 . Como los nietzscheanos Jo
maquinó al otro. y ya Nietzsche
.
gos: lector concentrado, encarnizado, d es1 umb rado de Nietzsche (es-
comprenderán, se trata aquí de una ficción. Esta obra por su concepción
toy primero en Nietzsche antes de estar en Deleuze o en el tearro) des-
misma se posiciona contra la Historia. El héroe, Nietzsche, no evolu­
de la alta adolescencia, leí en Deleuze una maquinaria filos6fica pa a �
ciona ni en Basilea, ni en Sils Maria, ni en Turín. Más bien, encontra­
captar el Nietzsche gue me hacía falta, luego leí en Deleuze una ma-
' • al teatro en ma-
mos a Nietzsche en la playa, en la montaña, en los estudios de un canal
quina para vivir el teatro desde ad entro, para agarrar
vimiento: ni Nietzsche, 01 Deleuze, 01. el rea. t ro son para mi... ob 1etos
de televisión. La obra no rerraza ni la vida ni la obra del filósofo sino . .
. . ·
... son lugares y mov1mien·
que le hace vivir su propia. filosofía. El marco es contemporáneo y le da
de estud10 o de 1nteres, t os. Todo eso, lo re 1 eo

hoy en un texto que cuando 1 e1, por p[lm . · era� vez" fue un shock. En
también al héroe una dimensión intemporal: Nietzsche es de todas las
épocas o no es de ninguna. Al mismo tiempo, ya no tiene relación con . . e l0 P lan-
"Pensamiento nómada" (1973) , Deleuze escC1be: Nietzsch
. o decir • encuenrren l a
la Historia, vive un puro devenir-Nietzsche en una singularización de .
t e a muy claramente: si quieren s ab er 1 o quier
1-
fuerzas gue lo atraviesan. La escritura de esra obra estuvo marcada por .
.
. elt a un nuevo sentido ' a lo que d
una lectura del Nietzsche y la filosofía273 de Deleuze. Enconreamos en
fuerza que da un senndo, si hace ia
go. Conecten el texto a esa fuerza. D e esca manera no • hay un pro ble-

,
ella, insinuados, en la concepción psicológica del personaje principal, . .
ma de interpretación de Nietzsche, no 1J,ly es problemas que de ma-
m,l
los conceptos nietzscheanos resaltados por Deleuze. . .
quinación: maqumar el texto d e Nierzsc1le, buscar con que,. fu erza
Esta obra guarda una relación profunda con la interpretación que ,
exterior actual hc1ce pasar algo, una corriente de energia ... ,.275 P ara mi
.
el teatro da esta
Nietzsche supo hacer de la tragedia antigua274. Tiene la misión de
fuerza, lo es. Es esa vida.
S. L.: ¿Pensás que el cexro de Deleuzc "El agotad 0 .. z 76 ¡ugo, un rol
crear imágenes fuertes que marcan al espectador por mucho tiempo .
(como Nietzsche apareciendo en la televisión) fuera de roda dialécri­
en tu obra Nietzsche se casa?
ca que viniese a moralizar el discurso. Alain Jugnon explota imáge­
· · Sí ' "El agorado'' es un texto importante
A · J. para mí, por osar
el e t eaero sobre Nierzsche.
nes-expresiones capaces de pinchar al público. Nietzsche deviene un
imaginar posible la escritura de una o b ra
personaje épico, héroe de su propia filosofía. El estilo contundente de
Antes de Nietzsche se casa, intenté tres veces escribir una obra so br �
la escritura d a a Nietzsche un tono casi profético, el de una filosofía
para todos y para nadie. Nietzsche: tres textos escritos, escondidos, olvidados. La cuarta vez, vi
, escnbu,
la obra que debia , la vi.
. . no 1a pense, . . es esta máquin a de la que
EUZE I 133
OBRA D E D E L
A D E LA
PCIÓ N PÓST U M
1 3 2 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A LA RE C E
·
zonada . Simple-
ializació n es irra .
. d es cer riror .
da . rno t1vac1
. , d e esta
. on e explic ar. Cam-
La e'l m ismo no pued
es
hablo más arriba la que m e puso en el buen movimiento, el movi­
m ovido por fiuerzas que ico por el de conduc-
miento justo. En "El agotado" y respecto del teatro de Beckett (cier­ me nte po, su rol de técn . . l' .,
bia en t n ce o s pans, por el cam esca desterritona lzac1on
tamente mi único amigo de teatro, con Arraud), Deleuze evoca prec i­ o vag o . Pero
por el t rre , � se m s -
ue
cor' la o ficina � inevitab le. Alain
. ton. a1 zaoon n ecesaria e e, .ª
samente esto: cuando llega la horn, una imagen se hace. No más
a retern porq
i a la cond u
co nlle va n u cción de las máqui nas �
palabras, no más ideas, no m:ís l engua j e, sólo una imagen. Podríamo s
rra rápi d
amente dorad o par ,. permanecen los
na,
pnnc1 -
incluso escribir: jusco una imagen j usta. Así, esc rib i endo Nietzsche se
nueva d'ivers1'd a
d de la pasan .
rravés de la . pulación de 1oys-
ªJº
\o que parece Y
casa, experimenté que podía hacer la imagen-Nietzsche . . . De hecho, - · sc1'a' en la mani
p1os de su .
·
q ue con s1
. pnmer rrab
la obra es un a serie de imágenes-Nietzsche ("Nietzsche en la playa", os d ·uce re_ nces de

eoJueg o y topad
ora son m en , Manu,
"Nietzsche en la montaña" . . . ), no es más que eso, simplemente. Y lo cic ks. Vid . d e 1 0 mism o. Mie ntras canto
cia
tonces una lconstan para él d e
que encontré en el texto de Deleuze, es la fuerza de maquinar el tex­ apa re ce e n . ltiva ' el sueño tan difíci \
s an o,.a , cu
d wcre de a pa . volverá a París alimentad o
por
a1 umno me

to de Beckett, sin saberlo, sin releerlo, sólo trabajo desde adentro lo
h 'cul os . A
ve l arn
ul a r esos
ieter no
que Deleuze d ice de ese texto . . . como un conocimiento impersonal, l og rar m . anip de lo diferente.
reco rno
nir-otro como un lector d e D eleuze .
el mismo que hace posible una realización personal, una individua­ un deve Sane, no es un
os, Gus van ral vez a pesar
ción. Con Deleuze, uno se hace muchos amigos, siempre. Tantos co­ Hast a donde sabem · expl oran
as pel 'iculas 279
· '

mo sea posible. Si "El ago rad o " no desencadenó la escritura de mi , escue la en la que
go, sus eres u1 c1 m•
,.
i . La
se desa-
Sin em bar ,. . as de esta u e-.¡osofa
obra, la posibiliró . . s uy o , cie rtas
cemat � � drama de Colom bine, pa�ece ser un a
tir del _
S. L. : ¿ Acaso el Nietzsche ficcionaJ277 de Nietzsche se casa puede ser phant, ficc1on a par pas1-
rro lla Ele . del term , i' no , cons titui da de
uer a, en el sen t .i d o kafkiano gent e se cruz a y
. d o en donde la
su d 1-
puesto en relación con los personajes conceptuales d e Deleuze y Félix ma 'd rig
ella un mun
Guatrari? ! l os y ga
l e n"as . Corre . p or . . o para algu ' nos ' como John y
'
ernton
A. J. : Sí, absolutamente. Pero prefiero dejar que hable Deleuze: Se h ab la.
La escuel a es un c . son repet itivos, pero
conteci mi· en tos
"Incluso la historia de la filosofía es cotalmente ininleresante si no se
.
para as1st1
. .
r a e·l l a' . Los a proragon1stas. E n
·, ue a n cada vez d e m,
fic ulrad
ane ra d ue · c r.e nte según los . .
deste rntona-
propone despertar un concepto dormido, hacerlo jugar de vuelta en se g
el p unto d e P'
arrida de una
d e ser
ca mb io , la escuel a
pue l es-
una nueva escena, aunque sea al precio de volverla contra él mismo" nos que abandonan e
ado lescentes .asesi

lO P ara
para los d os mejor volver arm ados
(últimas líneas del capítulo ti rulado "Los personajes conceptuales" en · � ac ió n' como
\ iz estu d
¿ Qué es la filosofía?). Nietzsche, como personaje de teatro, le hace eso
de
t abl ec i m 1
. ial
ento con su roater ' es c ue l a es
un gran lugar co-
l de sold ados · La
a la historia de la filosofía: la despierta y la vuelve contra sí misma. Y c a m u fl ado s a a manera
persi gu e sus deven ires, com o
. . cada u no
ún, o terr1t ono, en el que ensa divers1 'dad d e 1 os
m o salvador. La inm .
y el aman ee o co1n
Deleuze cine contemporáneo a se s i n o, corno ste 1 ug ar com ún que es la escuela.
ica con e reterr i -
o s se justif tarismo o de
La pe l ícula notable de Émilie Deleuze, Piel n11eva, fue realizada en alu m n
b'10, e s una bús
qued a de seden ' desie .
rto. El
G erry, en cam d os h e' roe s perd idos e n el
1999278. Muestra la historia de una gran desterrirorialización, de sus . .
si. bl e, p ara
' los
evan e l
ac1ón impo personajes que \\
motivaciones y de sus peligros. Alain prueba videojuegos. Cas ado y ror ial i z d e esos dos
es 1 a 01•archa .
z de diferenciar
el uempo y el
m ov i
rn ienco que l .
padre de un hijo y nacido en París, decide cambiar de vida. Así pues, vue ve rncapa .
s ni o nom b re (Gerry ) se
vist a en un lugar s1n re¡;e-
mi d de
se inscribe en una. pasantía de conductor de topadora en Correze. Allí, ua nd o se p1. et e
Todo se parece c
se hace amigo de otro alumno, Manu, aunque están separados por co- lu gar.
LA R E C E PC I Ó N P Ó S T UMA D E LA O B R A D E D E L E U Z E I 135
1 3 4 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C IA F I L O S Ó F I C A

do por Achim Szepanski), habiendo estos últimos incluso adoptado el


rencia. La angustia del espectador nace d e esta imposibilidad de re­
título de un libro de Deleuze y Félix Guattan .
encontrar un territorio. Enrancia sin objetivo para lo que, al princi­
Pero se erara de hacer una dis tinción precisa entre los pedazos mu­
pio, no era más que juego. sicales que desarrollan cienos conceptos deleuzianos como phyimn mu­
Last days es una fJcción a panir de la muc::rre ele Kurr Cobain, el sical (por ejemplo: Mome on Mars, Main, Oval et Scanner) y otros que
líder del grupo Nirvana. Habiendo el cancanee muerro solo, exis­ samplean la voz de Deleuze. Explotar así su voz, por rnllage o d1Stor:
ten pocos testimonios sobre las condiciones de su desaparición280 . sión no corresponde sino al registro de la representación. En ef��ro, s1
Gus van Sant lo muestra en la enrancia de devenires-otro en donde se trata aquí de un homenaje, sin duda, también hay una figurac10n re­
de la estrella no queda más que una vida singular, pero insignifi­ presentativa de Deleuze que no guarda relación, en los pedazos con­
cante, inmanencia de lo que vive lejos de Ja condición subjetiva de cernientes, con ninguna efectuación de sus conceptos.
la existencia28l _
Deleuze, rnnrn por su filosofía como por sus dos libros dedicados al
Conclusión transitoria
cine, pero no menos filosóficos, pudo marcar un cierto cine de ideas in­
novadoras así como una nueva acritud deJ cineasta en la realización de Las recepciones póstumas de la filosofía deleuziana se en arnan e� l�

la imagen y de la narración. La permanencia de su filosofía así presen­
.
publicaciones filosóficas, por un lado, y en las man1fesrac10nes prnc 1-

te en los Cahier.r du ciné111a o Poútif contribuye necesariamente a una in­ cas de la no-filosofía, por otro. Diez años después de la desapanc10n
fluencia sobre el mundo cinematográfico francés e internacional. de Deleuze, es probablern�nte muy temprano para ver aparec�r c�n­
cepciones nuevas de la filosofía a partir de su trabajo. Las publ1cac10-
nes sobre este tema son casi siempre del orden del comentario Y del
Deleuze y la música contemporánea
análisis. Pero lo que aparece de manera muy visible es que la obra, p� r
Deleuze quiso hacer un libro sobre la música pero, desgraciadamen­ la diversidad de sus temas no filosóficos, pudo manifescarse y sacudir
te, el tiempo no se lo permitió. El pensamiento deleuziano sobre este ámbitos distincos al de la filosofía. Lo que le permite audazmente se­
arre se desarrolla por fuera de las categorías generalmente admitidas guir viva y en movimiento.
y frecuentemente culti vadas. En efecto, si bien Deleuze podía apasio­
narse por la música de R avel, de Schoenberg, fascinarse por el empleo
del leitmotiv wagneriano, ser amigo y comentador de Pierre Boulez,
podía del mismo modo apreciar la canción popular como pudieron
hacerlo Édirh Piaf o Claude Fran�ois282. La univocidad subyacente a
estos tipos de música diferentes proviene de un tratamiento de los
afectos, de la constitución de ritornelos, de la evolución de las veloci­
dades sonoras que estos arriscas, cada uno a su manera, pudieron ex­
plotar. En tanto filósofo, Deleuze no elige particularmente un tipo de
música superior, como lo ha podido ser por algunos la música clásica.
Hoy, principalmente en la música llamada electrónica, las referen­
cias a Deleuze son muy numerosas. Dos sellos se proclaman direcra­
menre deleuzianos, Sub rout (Guy Marc Hinant) y Mil meseta.r (dirigi-
Notas

Bergson, H., Uévol11tion créatrzce, París, PUF, 2003, p. 346. Salvo


ind icación contraria, rodas las traducciones son nuestras.
Bergson, H., La pensée et le t11011'vant, París, PUF, 2003, p. 1 22.
Deleuze, G., Po11rpai·lers, París, Minuit, 1990, p. 48.
4 La evaluación de un tal devenir plantea muchas preguntas, y debe
servirnos por última vez para hacer la prueba de la coherencia sis­
temática de los conceptos nietzscheanos en la teoría de la fuerza"
(Deleuze, G . , Nietzsche et la philosophie, París, PUF, 1998, p. 74);
"Las tres Críticas presentan un verdadero sistema de permutacio­
nes" (Deleuze, G., La phi!osophie critique de Kant, París, PUF, 1998,
p. 97).
Deleuze, G. y Guattari, F., Mil!e platea11x. Capitalisme et Schizophré­
nie 2 , París, Mi1mit, 1980, p . 3 1 .
Deleuze, G . y Guattari, F., Q1t'est ce que la philosophie>, París, Mi­
nuit, 1 9 9 1 , p. 2 3 .
Deleuze, G., Nietzsche et la philosophie, ed. cit., p. 1 26.
Deleuze, G., Nietzsche, París, PUF, 1965, p. 5 .
Deleuze, G. y Guattari, F., Mil/e platea11x. Capitalimze et Schizophré­
nie 2, ed. cit., p. 262.
J O ibid. , p. 2 9 1 .
l 1 Kant, E., Crítica de la razón pura, Prefacio a la segunda edición.
1 2 Kant, E . , Crítica del j11icio, párrafo 47.
1 3 Deleuze, G., Pourparlers, ed. cit., p. 1 .
4
14 El término original es diffém1t/ciation . En francés, dijffrencier es la
acción de diferenciar; mientras que dif/érentier es la operación ma­
temácica que consiste en obcener el diferencial de una función.
N OTAS I 1 39
1 38 I D E L E U Z E y SU H E R E N C I A FILOSÓFICA

les más gue los sentienda y ger11ndi


va gue Deleuze guetía gue fue­

Ambos se pro uncian igual. Con u n término y ocro, Deleuze se re­
n que la estructura de la temporalidad
. sen. Debe sostener tambié
fiere a cosas d1st1ntas, como lo explica el autor unas líneas más ade­ ninguna signifi cación ontoló­
de Bergson y de Deleuze no tiene
lante: d proceso de diferenciación de lo vi rwal y el proceso de di­
algo de lo cual me permit o dudar. No veo ningun a razón
gica,

fer noac16n de lo actual. Para referirse a las dos al mismo tiempo
al pensam iento deleuzi ano y
. para no atribuir un valor onrnlógico
foria_ el neologismo dif
f érentlcier. En castellano, la acción de dife '.
onde a nuestra conjun ción y
tartamudean te del " y " .
renciar como la operación matemática se denomúnn de Ja misma
[El original en francés que corresp
es et. gue esl, la tercera persona del singular del
manera. P�ra el uso que hace Deleuze de esros términos, podríamos
Se pronuncia igual
re, que significar ser y estar.
presente del indicativo del verbo Ct
.
reservar diferenciar para un caso y utilizar diferensiar para el otro , y
conservar así la homonimia. Pero como el término diferensiar no es ía del et contra la ontología
Cuando Deleuzc propone una ontolog
correcto en español, preferimos plegarnos a la tradición, que tra­ imia que en español se
tradicional del est, juega con una homon
duce el neologismo de Deleuze como diferent/ciación, y gue luego,
pierde. N. del T]
l 7 J. Sirnont ,
para cada caso particular aclara entre corchetes a qué diferenciación chez Kant, He-
Essui sur la quantité, la qualité, la relation
corresponde. N. del T V y Apéndi ce.
gel, Delenze, París, I:Harmattan, 1997, cap.
1 8 A. Badiou,
1 5 Sobre d concepto "diferent/ciación", ver G. Deleuze, Dijférence et te, 1 997; A .
Oeleuze. "La clameurde l'€tre11, París, Hachet
répét1t1on, París, PUF, 1968, p. 284-285, 3 1 5_ 3 1 7 y 358 . J.-P. Al­ y J . Gil, "Quatre méchan­
Villani, "La métaphysique de Deleuze'',
cantar;''. " D;ffé��nce", en R. Sasso y A. Villani (comp.), �es cahiers sur un livre méchan r", Futur antérieur, 43, 1998, p. 5 5 -
ces notes
de No�ts, n 3: L� vocabulaire de Deleuze", 2003, p. l l4- l 2 3 ; J. 'Deleuze, u n
7 0 ; V.Bergen, " A propos de la formule de Badiou
W11liams, Dele11zes Dijference and R.epetition: A C1·itical Introd11ction cen e l. Stengers (coord.),
platon icien involon taire"', e n P. Versrrae
ancl G11ide, Ed nburgh University Press, 2003, cap. 3 .
'.
1 6 C. Boundas, , An anthropology of inrensities', Epoche, 7 ( 1 ),
Dele11Ze, París, Vrin, 1998, p. 19-30 .
1 9 G. Deleuze, Différ:ence et répétition, op.
cit. , p. 269-28 5. Ver también
2 002 P · 1 5 - 3 7 . Ver también V. Bergen, L'ontologie de Deleuze, Pa­ , en Dicilog11es, París,
G. Deleuze y C. Parnet, "I:actuel et le virtuel"
, L:Harmattan, 2 00 1 . En "lntroduction inédite: l'onrologie et
ns,
Flammarion, 1996, p. 179-185.
20 G. Adamson,
le transcendantal" (aparecido en F. Zourabichvil'
1, A . Sauvagnar- Bergson
Meta/1hysical tendencies: The Philosoflhy of Henri

gues Y P. Marrati, La philosophie de Deleuze, París, PUF, 2004, p. ne, Monash University,
(tesis de doctocado no publicada), Melbour
6 - 1 0), F. Zourab1chvd1 sostiene gue no hay 01)tología en Deleu­
1999
2 1 G . Deleuze,
ze. Los que le atribuyen una deben mostrar que Deleuze tiene al­
Logiq11e du sens, París, Minuit, 1969, p. 2 1 5 - 2
1 6. Pa-
go que decir sobre 'ª realidad última (sentido metafísico vulgar), s de esta posición de­
. ra u n a discusión de los antecedentes histórico
o que afirma la primacía del ser sobre el conocimiento (sentido París, Vrin, 1936.
leuziana , vet H. Elie, Le complexe signifiettbile,
más profundo). Defiendo por mi parte la posición de una "meca­
2 2 K. Ansell-Pearson, Germinal Lifa. The Difference and nepetition of De­
física vulgar", contra Zourabichvili cuando afirma que Deleuze 1 3 2 (la uaducción es
leuze, New York/Lo ndon, Romledge, 1 999, p.
e� "un filósofo que habrá cuestionado las condiciones de la expe­
" nuestra). Ver también G. Deleuze, LogiqNe
du sen.s, op. cit. , serie
2 3 G. Deleuze, Diflénnce et répétition, op. cit. , cap. II. Vet también
riencia, insatisfecho con Kant y la fenomenología" (p. 6). No veo P.
la pertinencia de esta advertencia. Es como si Zourabichvili de­
Pal Pelbart, O tempo Niio-R.econciliado: Imagem do Tempo em Delettze,
biese sostener que las intensidades y los afectos son ficciones úti-
1 40 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A NOTAS I 141

Sao Paulo, Perspectiva, 1998; F. Zourabichvili, "Aion", e n L e voca­ 3 6 G. Deleuze, La philosophie critique ele Kant, París, PUF, 1963, cap.
bulaire de Deleuze, París, Ellipses, 2003, p. 10- 1 3 . 3; y "L'idée de genese dans l'esthétique de Kant", en I.:íle diserte et
24 Hay que evitar, contra las tendencias sincréticas, identificar las autrcs textes, París, Minuit, 2002, p. 79- 1 0 1 .
concepciones deleuziana y derrideana de la temporalidad. Ver al 3 7 G . Deleuze, Francis Bacon. Logique de la sensation, París, La Diffé­
respecto C. Boundas, "Review Essay: Between Deleuze and Derri­ rence, 1 9 8 1 .
da", Symposium, 9 (1 ), 2005, p . 99-l 14. Una meditación útil sobre 38 C. Boundas, "The ethics of counrer-acrualization", ConceptI, núme-
la temporalidad de San Pablo es presentada por G. Agamben en ro especial 2, 2003, p. 170- 1 99.
"The time that is Jefe'', Epoche, 7 (!), 2002, p. 1-14 . 39 F. Zourab ichvili, Dcleuze. Une philosophie de l'événenient, París, PUF,
25 B. Baugh, "Deleuze and empiricism", Thejottrnal ofthe British So­ 1994, p. 1 1 3.
ciety far Phenomenology, 24 ( ! ), 1993, p. 1 5 - 3 1 ; B. Baugh, "Tras­ 40 C. Boundas, "Foreclosure of the other: From Sartre to Deleuze",
cendental empiricism: Deleuze's response to Hegel'', Man ?tnd The Journal of the B ritish Society of Phenomenology, 24 ( 1),
World, 2 5 (2), 1992, p. 1 33-148; M. Anronioli, Deleuze et l'histoire 1 993, p. 32-43; A. Beaulieu, Deleuze et la phénoménologie, Mons, Sils
de la philosophie, París, Vrin, Kimé, 1999, cap. 2. Maria, 2004, p. 5 5 -66.
2 6 G. Deleuze, Le beigsonisme, París, PUF, 1966, cap. l. 41 Juego de palabras entre expérimentation, experimentación, y experti­
2 7 J . Ranciere, La fr1.ble cinématographiq11e, París, L e Seuil, 200 J , p. se, valoración.
1 50 . 42 G. Deleuze y F. Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, op. cit. , p. 72;
2 8 G . Deleuze y F. Guatrnri, Q111est-ce que la philosophie?, París, Minuit, ver también G. Deleuze, Nietzsche et la philosophie, París, PUF,
1 9 9 1 , p. 37. Ver también P. Patton, "Concept and event'', Man and 1962, p. 77-82.
World, 2 9 (3), 1 996, p. 3 1 5-326. 43 G. Deleuze, Uigiq11e clu sens , op. cit. , p. 175. Ver también C. Boun-
29 G. Deleuze y F. Guattari, Q11'est-ce qm la philoso¡1hie?, op. cit. , p. 2 3 . das, "The erhics of counter-actualization", artículo citado.
3 0 G. OeJeuze, "Enrretien avec Raymond Bellour e t Fran�ois Ewald " , 44 G. Deleuze, Logiqm du sens, op. cit. , p. 175.
Magazine littéraire, 257, 1988, p. 23. 4 5 !bici. , p. 188.
3 ! M . Antonioli, Deleuze e t l'histoire de la philosophie, op. cit. , cap. l . 46 /bicl. , p . 176, 209-2 10.
3 2 C . Boundas, "An ontology of intensities", artículo citado. Ver ram­ 4 7 G. Deleuze, Nietzsche et la phi!oso¡1hie?, ojJ. cit. , p . 77.
bién J. Simont, Essai mr la q11antité, la q11afité, la relation chez Kcmt, 48 G. Deleuze, Logiq11e du sens, op. cit. , p. 209.
Hegel, Delmze, op. cit. , cap. l y 4. 49 G. Deleuze, Différcnce et répétition, op. cit. , p . 384.
3 3 Aristóteles, Merafísica, I X , 6 ( 1 048 b 18-35). 5 0 G. Deleuze, Logique clu sem, op. cit. , p. 352.
34 Este párrafo y el precedente se i nspiran de J . Simont, Essai sur la 5 1 Paul Ricreur explora esta distinción e n Soi-meme co11mze u n antre, Pa­

qllantité, fa qnalité, la nlation chez Kant, Hegel, Defeu.ze, op. cit. rís, Le Seuil, 1990, p. 1 1- 14.
35 G. Deleuze, Différence et répétition, 0/1. cit. , p. 273-276. Sobre la crí­ 52 F. Zourabichvili, Deleuze. Une philosophie ele /'événement, op. cit. , P·

tica de lo posible y la preferencia acordada a lo virtual, ver F. Zou­ 109.


rabichvili, "Deleuze et le possible", en É. Alliez (comp.), DeleJ1ze: • 5 3 E l término original es antiqnisants. Es un neologismo, y por eso s e

une vie philosophique, Le Plessis-Robinson, Synthélabo, 1 998, 3 3 5 - halla entre comillas. Forjarnos un equivalente e n español, "anti­
3 57. cuisras". N. ele/ T
1 4 2 / D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A N O T A S I 1 43

54 Sin establecer l a lista exhaustiva, mencionemos G. Deleuze, Diffé­ 60 De Émile Bréhier, mencionemos solamente: La théorie des incorporels
rence et répétition, París, PUF, 1 968, p. 106; G. Deleuze y F. Guat­ dans tancien stoi'cisme, op. cit. (ln ed. : 1908), Crisi/Jo, París, Alean,
tari, Mil/e plat<a11x, París, Minuit, 1980, p. 1 09; G. Deleuze, Le 1 9 1 0 ; Études de philosophie antiqtte, op. cit. (l" ed. : 1 939).
V. Goldschmidt, Le systeme stoi'cien et l'idée de
Pli. Leibniz et le baroq11e, París, Minuit, 1 988, p. 7 1 -72; G. Delcu­ 6l temps, 0/1. ctt. (l' ed.: 1953).
ze y F. Guattari, Q11'est-ce que Íít philoso¡1hie?, París, Minuit, 1 99 1 , 62 G. Deleuze, Logique du sens, op. cit. , p. 7.
63 V. Goldschmidt, Le systeme stoiáen et l'idée de temps, ófi. cit. , § 26-2 ·
p . 1 20; G . Deleuze y C . Parnet, Dialog11e.r, París, Flammarion, ?
1996, p 77-8 1 . 64 G. Deleuze, Pourparlers, París, Minuit, 1990, P- 48. Ver tambien
5 5 V. Brochard funda la lógica empirista e n l a ciencia estoica. Ver É t11-
G. Deleuze y F. Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, op. cit. , P· 1 4 ;
des de philosophie ancienne et moderne, París, Vrin, 1 926, p. 2 3 7 y 250. G. Deleuze, Deux dgimes de fom, París, Minuit, 2003, P· 3 3 8 .
É. Bréhier contestó sin embargo este aspecto inductivo atribuido a 6) Correspondencia de G . Deleuze, e n A. Villani, L a g11epe et l'orchiclée,
la en i a estoica haciendo constatar que causas y efectos pertene­
ci c París, Delin, 1999, p. 1 30.
66
cen al mismo plano. Ver Ét11des de philosophie cmtiq11e, París, PUF, G. Deleuze, Denx régi111es clefom, op. cit. , p. 3 14-3 1 5 .
67
1 95 5 , p. 1 0 1 - 1 02 y 1 1 3- 1 14 . _
G. Deleuze, Uabécédaire de Deleuze. Avec Claire Parnet (entrevistas
5 6 Sobre la teoría estoica de los signos, ver V. Brochard , Ét11des de philo­
filmadas), realización P.-A. Boucang, París, Vidéo Éditions Monc­
sophie ancienne et moderne, op. cit. , p. 2 3 1 ; É. Bréhier, Études de philo­ pamasse, 1996, letra "H". Ver también G. Deleuze y F. Guattafl,
sophie antiq11e, op. cit. , p. 1 1 5 ; É. Bréhier, La théorie des incorporels dans Qtt'est-ce que la philosophie?, op. cit. , p . 1 4 .
l'ancien stoiámte, París, Vrin, 1 997, p. 3 1 -32; V. Goldscbmidt, Le 68 Ver principalmente p. 1 50, 2 1 4 , 277, serie 3 1 Y serie 34.
systeme stoiáen et l'idée de temps, París , Vrin, 1 969, p. 44, 8 1 ss. y 1 3 1 69 .
Diógenes Laercio, Vie, doctrines,. sentencei des phtlosophes tilustres, Pa­
ss. DeJeuze mismo asocia la teoría d e signos a una de las "grandezas rís, Flammarion, 1 965, p. 64 [VII, 40}.
del estoicismo". Ver G. Deleuze, Dijférence et répétition, op. cit. , p. 1 06; 70 Las primeras dan el título a dos obras de Deleuze. Para la tercera,
G. Deleuze y F. Guattari, Mil/e platecmx, op. cit. , p. 109. remitimos a G. Deleuze y F. Guattari, Mil/e plateaux, op. cit. , 2" me­
57 Prneba de ello es la omnipresencia de Bergson en la obra de _
seta; G. Deleuze, Pourparlers, op. cit. , p. 201; G. Deleuze, Deux re­
Goldschmidt. Deleuze y Guatrnri esrnblecen un acercamiento en­ gimes de fo11s, op. cit. , p. 3 l 5 .
71
tre los Escoicos y Bergson en G. Deleuze y F. Guacrari, Qtt 'est-ce que _ _ ..
El término en francés es agencement. Literalmente, significa arreglo
..

0 "d isposición", 110 en el sentido de una capacidad, ino en el de "la


la philosophie?, op. cit. , p. 1 20- 1 2 1 .
5 8 E n Le pli, op. cit. , cap. 4 y 6 , Deleuze atribuye las tres grandes te­

disposición de los muebles en una habitación" ' por e¡emplo. En la fi­
orías del acontecimiento a los Estoicos, a Leibniz y a Whicehead. .
losofía deleuziana, no obstante, tiene un sentido técnico, y significa
)9 En Lógica del sentido (París, Minuit, 1969), Crisipo posee el nú­
la conexión que tienen entre sí elementos heterogéneos q e compo­

mero más grandes de apariciones. Se dan algunas referencias a Sé­ nen una multiplicidad en la cual ninguno juega el rol dominante, ral
neca (p. 1 5 6, 1 5 7), Epicteto (p. 1 69) y Marco Aurelio (p. 169, como lo hacen cables, bobinas y engranajes en una máquina, por
1 9 1 , 1 94). Los nombres de Cicerón y Sexto Empírico escanden ejemplo. En la bibliografía deleuziana en español, a veces encontra­
igualmente el texto. En Lógica del .rentido, Deleuze remite princi- mos una traducción literal par "disposición", y con mayor frecuen­
.
palmente al nombre genérico "Estoicos" y, en las otras obras, ex­ cia lo que en español sería un neologismo, "agenciamiento" . Des ar­
clusivamente. �
tamos la primera por considerarla imprecisa desde el punto de v1sra
NOTAS I 1 4 5
1 44 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A

semántico. No sin el temor de repetir un error originarjo, elegimos 8 1 lbid. ' p. 246.
8 2 Respecto de la escrucrura doble del acontecimiento, ver ibid. , P ·
plegarnos a la tradición y utilizar el segundo término, agenciamien­ 177.

8 3 E s t a descripción empedernida de las maneras de ser culmina


to. ¿No sería "ensamblaje", sin embargo, una traducción fiel, desde en un

y que no et le baroque, op. cit. ,


el punto de vista del significado, requiere un forzamiento "Manieri smo". Ver G. Deleuze, Le Pli. Leibniz
Logiqne du
de la lengua? Es cieno que su correspondiente en francés es assem­ p. 7 2 . Respecto de las "maneras de ser", ver también
sens, op. cit. , p. 1 4 y l 7 2 ; y en los Estoicos, ver V
b!age, y que puede considerarse como un ensamblaje de semejantes, Goldschm idt, Le
semb/ables, lo que pondría en peligro la heterogeneidad de los térmi­ systbne stoú:ien et i1idée de temps, op. cit. , § 5 .
nos ensamblados. Por otra parce el prefijo, canto en francés como en 84 G. Deleuze, L'image-temps, París, Minuit, 1 98 5 , p . 322 .
castellano, podría implicar que los elementos se agrupan formando 85 G. Deleuze, Logique d11 sem, ojl. cit. , p. 2 l2.
una totalidad o unidad, lo que la equivalencia de los elementos que 8 6 Marco Aurelio, Pemanúentos, IV, 4 3 . Utilizamos aquí l a traducción
de temps, op. cit. ,
se agrupan pretende evitar. Aun así, nos resulta el término más exac­ de V. Goldschm idt dada en Le systeme stoii:ien et /'idée
to entre los existentes, y juzgamos menos valiosa la oscuridad de un p. 1 96 , 11. 7.
término que repele a principiantes que la claridad de otro que pue­ 8 7 G. Deleuze, Logique du sens, op. cit. , p. 14.

de alarmat a los especialistas. N. del T 88 !bid. ' p. 1 74.


7 2 En francés, "llueve", se dice il p!eut. A diferencia del español, que 89 bid. , p . 1 7 2 . Ver también p. 1 7 5 .
suprime el pronombre personal de la tercera persona del singular, 90 Jbid. , p. 46. Ver también la l4' serie.
Flammarion, 1 986, P·
el francés le da un valor impersonal. N del T 9 1 G. Deleuze, Prowt et les signes (1 964), París,
73 El francés, a diferencia del español, cuenta con una tercera persona 124.
del singular neutra, on, que según los casos se traduce por "uno", 92 G. Deleuze, Critique et cliniq11e, of!. cit. , p. 1 0 5 .
como aquí (on 111eurt: uno muere), por "se" (on dit q11e . . . : se dice 93 G. Deleuze, Francis Bacon. Logique de la sensation, op. cit. , P· 55 .
que . . . ), o por "nosotros" (on y va: allí vamos). N del T 94 Respecto d e la ruptura con la lógica proposicional d e la verdad
74 G. Deleuze, en S. Beckecc y G. Deleuze, Q11ad et antres piikes pour la universal, ver G. Deleuze, Logique dzt sens, op. cit., p. 1 3 5 ; G. De­
té!évision. S?tivi de L'é¡misé, París, Minuit, 1 99 2 , p . 5 9 . leuze y F. Guaccari, Mil/e platea11x, op. cit. , p. 184.
75 lbtd. , p. 61. 9 5 G. Deleuze, Pourparlers, op. cit. , p. 2 1 2 .
76 V. Goldschmidr, Le systeme stoi'cien et l'idée ele temps, op. cit. , § 7 8 ; G. 96 Diógene s Laercio, Vie, doctrines, sentences des
philosophes illustres, op.

Oeleuze, Spinoza et le prob/eme de l'expression, París, Minuir, 1 968, cit. , p . 97 [VII, 140).
stoi'cisme, op. cit. , P·
cap. XVII; G. Deleuze, Spinoza. Philosophie pratiq11e, París, Minuit, 97 É. Bréhier, La théorie des incorporels dam l'ancien
1 98 1 , p . 126- 1 32 . 44-4 5 .
7 7 G. Deleuze, Logiq11e du sens, op. cit. , p . 85. 98 G. Deleuze , Spinoza. Philosophie pratique, op.
cit. , p. 1 67 ; G. Deleu-

7 8 G. Deleuze, Critique et cli"ique, París, Minuit, 1 99 3 , p. 93. ze y C. Parnet, Dialogues, op. cit. , p. l20.
7 9 La cuesri6n del acontecimiento es evocada en Diferencia y repeticitfn (p. 99 G. Deleuze, Fo11ca11!t, París, Minuit, 1 986, p. 9 2 . Respecto del

244-245) en referencia a Péguy. Más adelante, son los Estoicos quie­ Afuera, ver también ibid. , p. 104-108, 120- 1 3 0; G. Deleuze Y F.
nes se vuelven los primeros pensadores del acontecimiento. Guattari, Mil/e plateaux, op. cit. , p . 467; G. Deleuze, L'image-temps,
80 G. Deleuze, Logique du sens, of!. cit. , p. 1 7 5 . op. cit. , p. 276.
147
1 46 I D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A
NOTAS I

1 1 7 G. Deleuze, "Spinoza et nous', en Spinoza. Philosophie pratiq11e, op.


100 G . Deleuze, Le Pli. Leibniz et le baroque, op. cit. , cap. V.
l O l É. Bréhier, Ét11des de philosophie antique, op. cit. , p. l 59; É. Bréhier, cit. , p. 164- 1 7 5 .
l 18 B. Hell, Le sang noir. Chasse et mythe du sa11vage e n EJ1rope, París,
La théorie des incorporels dam /1ancien stofriJme, 0¡1. cit. , p. 5 .
l02 G. Deleuze, I:image-temps, op. cit. , p . 109; G. Deleuze y F. Guat­
Flammarion, 1 9941 ver en particular p. 29. Lo que muestra que
el "anti-humanismo" no es simplemente una cuestión parisina y
tari, Q11'est-ce que la philosophie?, op. cit. , p. 1 7 2 .
10 3 G . Deleuze, Critique et cliniqtte, op. cit. , p. 1 1 O . Respecto d e los
posr-'681 como se lo presenta a veces. Respecto de la creación no
mimética de las zonas de indiscernibilidad, ver G. Deleuze, Fran­
cis Bacon. Logique de /e;. sensc1tion, op. cit. , p. 20; G. Deleuzc y F.
"objerns parciales'' que no esperan "ser complerndos y volver a ser
pegados para componer una unidad", ver G. Deleuze y F. Guat­
Guattari, Mil/e plateattx, op. cit. , p. 342-343; G. Dcleuze, Critique
rari,
Dcmti-CEdipe, París, Minuir, 197 2 , p. 50.
et cliniq11e, op. cit. , p. 1 1 y 100.
l04
Spinoza, Ética III, Prop 2, Se.
F. Guattari, Mille platea11x, op. cit. , p. 40 1 .
G. Deleuze y 1 19
10 5 G. Deleuze, Logique d11 sem, op. cit. , p . 1 3 1 . 1 20 G. Deleuze y F. Guattari, Q11'est-ce q11e la philosojJhie.', op. cit. , p .
1 06 G . Deleuze, Spinoza. Philosophie pratiqtte, op. cit. , p . 1 70 .
71.
1 07 G. Deleuze, Spinow. Philosophie pratiqtte, op. cit. , p. 1 6 8 .
1 2 1 G. Deleuze, "Michel Tournier et le monde sans autrui", en Logi­
l08 S. Sambursky, The physical World of the Greeks, London, Routled­
q11e d11 sens, op. cit. , p. 350-372.
ge & Kegan Paul, 1956, p. 1 39 . 122 G. Deleuze y F. Guattari, Mil/e platea11x, op. cit. , p. 205-234.
l0 9 G. Deleuze, L1image-mo11vement, París, Minuir, 1 9 8 3 , p. 86. 123 En el 2003 , en el libro Delenze et la q11estion de la démocratie (Pa­
1 10 G. Deleuze, Spinoza. Philosophie pratique, op. cit. , p. 1 68 . Ver rís, L'Harmattan), Philippe Mengue pot ejemplo habló del en­
también G. Deleuze y F. Guatrari, Mil/e /Jlatea11x, op. cit. , p . cuentro de Deleuze con Félix Guatcari como de un "torcimien­
326. to [gamhissement], en los dos sentidos, del deleuzismo", juicio
1 1 1 G. Deleuze, Différence et répétition, op. cit. , p. 1 88-1 89. que parece ser compartido por muchos lectores y comentadores
l l2 Deleuze encuentra así la función estelar arribuicla por Mallarmé de Deleuze. {Los dos sentidos de gattchissement en francés son:
al azar. Ver Différence et répétitJOn, op. cit. , p. 25 7-2 58 y 3 8 8 ; Logi­ deformación o torcimiento en general, y torcimiento hacia la iz­
que du sens , op. cit. , p. 2 1 1 ; Le Pli. Leibniz et le baroq1te, op. cit. , p. quierda. N. del T]
90; Q11'est-ce q11e la philosophie?, op. cit. , p. 7 3 . 1 2 4 P. Mengue, La philosophie a11 p iige de /'histoire, París, La Différen­
1 13 G . Deleuze, Différence et répétition, op. cit. , p. 1 1 3 . E l destino de­ ce, 2004, p. 306.
1 2 5 G. Deleuze y F. Guattati, L'anti-CEdipe, París, Minuit, 1 972, p.
leuziano se expresa enconces en series de "azares objetivos". Ver
también G. Deleuze, Logique du sem, op. cit. , p. 1 9 8 . 37.
1 14 1 26 El término renverser no significa üwertir, para lo cual existe inver­
G. Deleuze, Logiq11e du sens, op. cit. , p. 1 6 8 ; Epicteto, Manual,
VIII. ser, sino dar vuelta, voltear. Más allá del juego de palabras quere­
1 1 5 G. Deleuze, Logique du sem, op. cit. , p . 184. aliza la autora entre révoiution, revolución, y renversement, la dis­
1 1 6 Filón el Judío describe la experiencia esrnica en términos de una tinción entre renverJer [dar vuelca] y inverser [invertir] es

Études de philosophie antique, importante en Deleuze, quien por ejemplo no propone invertir el
Bien y el Mal, sino darlos vuelta o transmmarlos: el Bien y el Mal
"embriaguez sobria". Ver É. Bréhier,
op. cit. , p. 1 6 3 .
NOTAS / 1 49
1 48 / D E L E U Z E y S U H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A

ed.); Pa-
como valores trascendentes y absoluros e n l o bueno y l o malo co­ 140 P. Virilio, L'insémrité dtt territoire, París, Stock, 1 976 (l'
mo valores i n manentes y relativos. Otro tanto sucede con el ren- rís, Galilée, 1993 (2' ed.).
versement del plaronismo·· no s1gn1
. ·riJea 111verrir
. la copia y el mo- 1 4 ! G. Deleuze y F. Guarrari, Mille platea11x, op.cit. , p . 263 .
ddo para darle a la copia los derechos que antes renía el modelo 1 42 !bid. ' p. 279.
et la paro/e, 2 v o l . , París, Albin M

sino voltear la lógica de la copia y el modelo en su totali dad. Co � 143 André Leroi-Gourhan, L e ge.ste
. , p. 185- 187.
mo el español no dispone d e un sustantivo para la acción de vol- chel, 1964, t . JI: L a mérnoire et les rythmes
te�r o �ar vuelta, proponemos el de "movimiento ". " Derroca- 1 44 !bid. , p . 1 86.
op.
q11e, l. L'époq11e hyperindmtriel!e,
n a l'age
miento nos resulta un término con c1emasiadas conno taciones
·
l4 5 B. Stiegler, De la misere sy111bo!i
. liere. La perte d'indiv iduatio
po 1 Jttcas
� . y sm el sentido ontológico del renver..rement deleuziano ' cit. , "Allégorie de la fourmi

Y por otra parre la disti ncion


· , que rea¡ iza hyperind ustriel'', p. 9 5 - 1 6 2 .
· Deleuze entre la escue- en Pour-
i 4 6 G . Deleuze, "Post-scriptum s u r les sociérés de contr6le",
1a [eco/e]
, y el movimiento ¡ mouvement) , nos autoriza a elegir este
,,, . , parlers, París , Minuir, 1990, p. 240-247 .
ulrimo termino. N. del T.
1 2 7 !bid. , p. 44. 1 47 F. Guatrnri, L'inconscient mctchinique, op. cit. , p. 1 3 1 .
Galilée,
1 28 !bid. , p. l . l4 8 F. Guattari, Les trois écologies, op. cit. ; y Chaosmose, París,
4
1 , 1974 , p. 1 68 .
1 2 9 J .-F., Lyotard, Économie 1 992.
!ibidina!e • París Minu·t
Guarrari, Mil/e platea11x, op. cit. , p.
586.
1 3 0 G De¡euze y F. Guarran,
1 49 G. Deleuze y F.
. L'anti-CEdipe '' º"·
r cit. , p · 274 ·
l 5 0 !bid. ' p. 587.
1 3 1 !bid.
. , p. 306.
1 5 1 Ver l a nora 1 de la p. 49. N del T.
1 3 2 /bid , p. 307 . do de
1 52 El términ o original es maréchaliste y es un adjetivo deriva
1 3 3 Las características del "ca pitalismo .. .
· · cultural fueron descri tas por
marisc al, que remite al título del mariscal Philip pe Pé­
. maréch al,
el econom1sta americano Jeremy Rifkin en The Age of Access, New or y el d irigente del régi­
tain ( 1856- 1 9 5 1). Pérain fue el fundad
Cork, Tarcher/Purnam ' 2000·' erad .
· fr· M . Samt- Upery, L'age u
Je entre 1 940 y 1944, y que
. men de Vichy que gobernó a Francia

/'acce.s París, La Découverte, 2005 . En Francia, Bernard Sriegler la ocupación alemana en la Se­
,

; colaboró con el nazismo durante


1 m para describir Jas características de
, . .
pamo de los anal1S1s de R"fk" guerra mund ial. El términ o rnaréchaliste se empleaba en­
gunda
1 ª " epoca hiperindustrrn · I" · ver De ld mnere "pernn isra". N del T.
.,

symboiiq11e, 1 . L'époque
.
de
· ,
tonce s como sinóni mo pétaini ste,
. "La
hJ'jJermd11strtelle, París Galilée 2004 . spéléologue" (sobre el ensayo
l 53 J onathan Barne s, "Heidegger
1 34 F. Guacran. , Les
'
/�ev11e de 111étaphysiq1te et de mora­
trois écofogies, París ' Galilée ' 1989 . doctri ne de Piaron sur la vériré"),
'

1 3 5 G. Oe1 euze y F. Guattari, Mil/e platettt . ns., , M 1m11t, de demostrar que Heidegger
. . . 1 980 p
1 x' Pa , . /e, nº 2, 1 990, p . 1 7 3 a 1 9 5 , se jacra
254. mient ras confie sa no haber leído de él más que
no dice nada serio
1 3 6 F Guarc · L'mconscrent · · tambi én Jean-Gérard Rossi, "Le
.
• an, " · machmtque, París, Recherches, 1979, P · 94 . una centena de págin as. Ver
Mind /Body problem", en Le corps
1 3 7 Con la traducción se

.
pie rde e1 JUego d e palabras entre paysctge y et l'e.sprit, París, Delagrave,
r finalmente del Dictionnaire
"Skepsis'', 2003 , p. 5 3 . ¿Qué pensa
.
VtSage: "codo paisaje
'
·
[paysage] dev1ene un rostro [visage] de la Tie-
rra". N. del. T phiqzm (dir. S . Aurou x, 2 vol., París, PUF, 1 990),
de notions philoso
13 8 /bid. ' p. 1 1 6. los tienen una bibliografía únicam ente
en donde m uchos artícu
1 39 G. D e1 euze y F Guatrari, Mi!le plateaux, op.cit. , p 2 5 5 .
. anglo-sajo na'
.
1 5 0 / D E L E U Z E Y S U H E R E N C I A F I LO S Ó F I C A
NOTAS I 151

154 Platón presenta múltiples aspectos de este debate simbólico (el


tin de l'esrhétigue", en Magazine littéraire, nº 406: 'Teffet Deleu­
mito, la prohibición de la escricura, la Idea como relación de re­ ze", febrero 2002, p. 38 a 40; en fin, una conferencia escuchada en
laciones, el par de música y gimnasia en la educación de los Fortaleza en octubre de 2004, que debe aparecer en brasilero en
Guardianes, el rexco sobre la "columna luminosa" al final de la octubre de 2005 en las Actas del Coloquio "Nietzsche/Deleuze .
Rep1íblica , la crítica de lapleonexía como agitación multiplicado­
Art et résistance" (dir. Daniel Lins).
ra, la manía y el amor hijo de póros y penía . . . ) pero, estando el 162 Ver por ejemplo J . Ranciere, Le partage d11 sensible. Esthétique et po­
eje de su filosofía prioritariamente orienrado hacia el conoci­
litiq11e, op. cit. , p . 3 1 y ss.; Malctise dans l'esthétiq11e, op. cit. , p. 43 Y
miento, anula sus comentarios por un rechazo del cuerpo y un SS.
desdén de lo sensible d ictados por una preocupación pedagógi­ 163 J . Ranciere, Malaise dans l'esthétique, op. cit. , p. 44-45.
ca y gnoseológica. 164 J . Rancifre, "Existe-t-il une esthétique deleuzienne?", artículo ci­
1 5 5 F. Nietzsche, Fragments posthumes, a11.t. 1884-1885. Oe11vres comple­
tado, p. 528.
te.r, t. IX, trad. fr. M. Haar y M. de bunay, París, Gallimard, 165 Ver F. Bacon, L'ttrt impossib!e. Francis Bacon: Entretiens avec David
1 98 2 , p. 3 1 0- 3 1 2 ,
Sylvester, Geneve, Skira, 1 9 9 5 , p. 9 5 ; y G. Deleuze, Frcmcis Bacon.
Logique de la scnsation, París, La Différence, "La vue, le texte", P ·
1 56 Una consecuencia i nmediata s e manifiesta e n l a prolongación de

la filosofía misma, que recupera su pasado más lejano y devuelve


2 3 y todo el capítulo VII, p . 3 3 y ss.
su lugar a los "excraviados", participen del pensamiento oriental 166 G. Deleuze y F. Guattari, Qu 'est-ce que la philosophie?, París, Mi­

nuir, 199 1 , p . 1 5 5 .
(taoísmo, budismo zen), de la poesía y de la poética (l-liilderlin,
Novalis, Rilke), de la mística (sLilismo, Bohme y von Baader), de 167 G . Deleuze, Frctncis Bacon. Logiqtte de la sensation, op. cit. , p . 37.
la ficción (Beckett, Cowper Powys, D. H. Lawrence), de la refle­ 168 J . Rancifre, "Existe-t-il une esthétique deleuzienne?", artículo ci­
xión artística (Cézanne, Klee), o de Ja uropía (Defoe, Butler).
tado, p. 527.
1 57 Mireille Buydens, Sabara. L'estbétiqm de Delmze, París, Vrin,
1 69 G. Deleuze, Francs
i Bacon. Logique de la sensation, ojl. cit. , p. 2 3 . L a
"Pour demain'', 1990, sobre todo Ja primera parte, p. l a 7 7 .
fórmula viene de Bacon: "Le gustaría poder e n un retrato hacer d e
1 5 8 Correspondencia privada.
la apariencia un Sabara, hacerlo c a n parecido aunque parezca con­
1 5 9 Ver el subrayado de la expresión "formas accesorias" en la página
F. Bacon, L'art impossible, op.
49, y toda la página 50, sobre Ja aformalidad del devenir.
tener las distancias del Sahara." Ver
cit. , p. 1 1 1 . Esta idea es retomada varias veces por Deleuze y Buy­
160 M. Buydens, Sabara. L'e.rthétique de Deleuze, op. át. , 1 990, p. 49.
dens.
Está claro que es imposible traducir la idea de "empirismo supe­ 170 Por La división de lo sensible, sabemos que hay que hacer remontar
rior" de esta manera. Volveremos sobre esto más tarde.
ese viraje ''estético" del arte hasta Vico (Homero poeta a pesar su­
161 Los textos de Jacques Rancitre consultados son: La chair des mots,
yo), a Kant (el genio que ignora la ley que produce), a Schiller
París, Galilée, 1 998 (que contiene "Deleuze, Bartleby et la for­
(doble suspensión de la actividad de entendimiento y de la pasi­
vidad sensible), lo que nos parece inobjetable. Ver J . Ranciere, Le
mule littéraire"); Le partctge d11 semihle. Esthétique et politique, París,
La Fabrique, 2000; Malaise dans l'esthétiq11e, París, Galilée, 2004;
partage d11 sensible, op. cit. , p. 31 y 32.
"Existe-t-il une esrhécigue deleuzienne"', en E. Alliez (dir.), De­ 1 7 1 G. Deleuze, Empirisme et subjectivité, París, PUF, 1 9 54; Proust et les
le11ze. Une vie phi/osophiq11e, p. 526-5 36; "Deleuze accompl ir le des-
signes, París, PUF., 1 970.
1 52 / DELEUZE Y SU H ERENCIA FILOSÓFICA
NOTAS / 1 53

1 83 Nos remitiremos a Ranciere, !Ylalaise dans /'esthétiq1te1 op. cit. , p.


1 7 2 E l término original es betise y viene de hite, bestia, animal. Signi­
3 7 y ss.; Le partage dn sensible, op. cit. , p. 1 2 y ss.; Attx bords dtt po­
fica una tontería, una idiotez. El término que lo traduci ría lite­
litiqtte, op. cit. , p. 2 2 3 y ss.; La mésentente. Politiqtte et philosophie,
ralmente, "animalada", no da cuenca de su sentido exacto por ser
París, Galilée, 1 99 5 .
demasiado excesivo, demasiado fuerte. De todos modos, es im­ 1 84 J. Ranciere, Aux borcls d1t politique, op. cit. , p. 2 2 3 .
portante marcar la relación de los términos en francés, porque en l 85 J . Ranciere, !Halaise clam /'esthétiq11e, op. cit. , p. 3 7 .
Deleuze hay un devenir-bite emparentado pero distinto al deve­ 1 8 6 J. Ranciere, Le partage du sensible, op. cit. , p. l 2 .
nir-animal. N. del T. 18 7 lbicl. , p. 1 3- 1 4 .
1 73 G. Deleuze, Le Pli. Leibniz et le baroq11e, París, Minuit, l988, p. 1 1 5 .
1 88 Ver ] . Ranciere, Le partage dn sensible, op. cit. , p. 6 6 y ss.
1 7 4 /bid. , p . l 1 6, Deleuze evoca el texto d e Tarde: "Monadologie et 1 89 Los términos originales son objectiles y s1trjets. El primero es un ne­
sociologie" que apareció en Essais et mélanges sociologiques, París, ologismo propio de Deleuze y el segundo rraduce al francés un
Maloine, p. 3 3 5 . neologismo de Whitehead, s11perject. Uno y otro reempla;:an las
nociones de objeto y sujeto. N. del T
1 75 G. Deleuze, Le Pli. Leibniz e t le baroqne, op. cit. , p. 1 1 8: "Lejos d e
que l a percepción suponga u n objeto capaz d e afectarnos y condi­ l 90 G. Deleuze y F. Guattari, Q11'est-ce q11e la phi/osophie?, op. cit. , p.
ciones bajo las cu�les seríamos afecrables, la determinación recí­ 185.
proca de los diferenciales acarrea la determinación completa d e l 9l !bici. , p. 168.

objeto como percepción." 1 92 fbicl. , p. 164.


1 7 6 S. Freud, Le préúdent Schrebet: NemarqTtes psychanalytiq11es sur tm cas l 93 Fuerzas descritas muy precisamente como fuerzas de presión, de
de paranoia ( 1 9 1 1 ), París, PUF, 1 99 5 . Notemos que Morton peso, de atracción, de gravitación, de germinación. Ver G. De­
Schatzmann escribió un l i bro muy esclarecedor sobre el rol del leuze, Francis Bdcon. Logiqne de la sensation, oJ>. cit. , p. 40-4 1 .
padte de Schreber, gran ideólogo de la recritud psico-moral, en la 1 94 G . Deleuze, Francis Bacon. Logique de la sensation, op. cit. , p . 39.
l 9 5 E l término original es transcendmt{a!) . DeleuL.e insiste en la dife­
génesis probable d e los síntomas de la "paranoia" del presidente.
Ver M. Scharzmann, Soul MTtrder, New York, Random House, rencia entre lo trascendente, que se opone a lo inmanente, y lo
1 97 3 . trascendental, que se opone a lo empírico. Probablemente aquí el

1 77 G . Deleuze, francis Bacon. Logiqm de la sensation, op. át. , p. 3 5 . autor quiera significar las dos cosas al mismo tiempo. Como en
1 7 8 /bici. , p. 34. francés, l a palabra tramcendent está toda con ten ida en la palabra

1 79 Jbicl. , p. 37. transcendental, el autor se puede limitar a poner las dos últimas le­

1 8 º /bici. , p. 3 3 . tras entre paréntesis. Como en español, "trascendente" lleva una

1 8 1 Conviene agregar a la bibliografía mencionada anteriormente el -e final, debemos reemplazar el paréntesis por una barra, que de­

J. be tener la misma función que, por ejemplo, en "imitadores/as" .


libro de Ranciere reeditado en 2004 por Gallimard en la co­
cltt politiq11e. N. del T.
et répétition ,
lección "Folio/Essais" y titulado A11x bords
1 96 G. Deleuze, Di/
/érence París, PUF, 1 968, p. 3 0 2 .
1 82 El término en francés es partage, significa reparrir y compartir. Lo
1 9 7 G. Deleuze, Francis Bacon. Logique de la semation, op. cit. , p. 54 y 5 5 .
traducimos por "división" porque rnl es el título en castellano del
l 98 G. Deleuze, Di/ /érence et répétition, París, PUF, 1 968, p. 2 8 8 y 292.
libro de Ranciere Le pctrtage dn sensible, "La división de lo sensi­
El subrayado es nuestro.
bl e". N. del T.
1 5 4 ¡ D E L E U Z E Y SU H E R E N C I A F I L O S Ó F I C A
N OTAS I 1 5 5

199 Es el sentido del ritornelo. Esta equivalencia no tiene sentido


2 1 2 M. Merleau-Po
nty, "Le cinéma et la nouvelle psychologi e", ar­
más que para molémlas de pliegues, stoicheia , que son también el
tículo citado, p. 9 1-96.
nombre griego de las nocas, de los nombres y de las letras como
2 1 3 /bid. , p. 1 0 3 .
de los átomos .
2 1 4 Citado a partir
200 Señalo sin embargo la calidad y la congruencia del artículo de An­ de Henri Bergson, i\ilatib'e e t mémoire, París, Félix

ne Sauvagnargues, "De la capture de forces a l'image", publicado


Alean, 1897, p. 26.
2 1 5 C. Bermes, Ma11rice
Merleau-Ponty z1w Ein/ühmng, Hamburg, Ju­
en f?ev11e d'esthétique, nº 4 5 , 2004, p. 5 1 -66.
nios, 1 998, p. 5 7 .
201 G. Deleuze, L'image-mottvement, París, Minuit, 1983� L'image­
2 16 M. Merleau-P
onty, Phénoménologie d e lct perce/1tion, op. cit. , p. 240-
tewps , París, Minuit, 1 9 8 5 .
280.
202 L . Ftücht!, Das unverschtinte lch, Frankfurt/M. , Subrkamp, 2004.
2 1 7 G. Deleuze, L'image-temps, op. cit . , p. 11.
203 D. Cbateau, Ciné111a et philosophie, París, Nathan, 2003. Ver los ca-
2 1 8 R . Bellour, "Penset, Raconter. Le cinéma de Deleuze", en O . Fah­
pítulos 4 y 5 .
.
204 Entendido en el sentido amplio del alemán Medmm . le y L. Engell, Der Film bei Deleuze I Le cinéma selon Dele11ze, Wei­
que designa
al mismo tiempo los medios clásicos de comunicación y toda ins­
p. 22-40.
mar-París, Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1 997,
219 R. Bellour, "Penser, Raconter. Le cinéma de Deleuze", artículo ci­
tancia que sirve de intermediario, como por ejemplo la imagen,
tado, p. 3 2 .
lo visual o la conciencia.
2 2 0 M. Schaub, Delmze im Kino: Das Sichtbare 11 n d das Sagbare, Mün-
205 M. McLuhan, Pottr comprenclre les média s, París, Le Seuil, 1 968.
chen, Fink, 2003, p. 8 2 .
2 2 1 M. Schaub, op. cit. , p. 84.
206 G. Deleuze, L'i111age-mo11ve111ent, op. át., p. 84 y 86-87.
2 07 R. Safranski, Heidegger et son temp s, París, Grasset, 1 996, P · 8 9 .
222 G. Deleuze, L'image-temps, op. cit. , p. 59.
208 M. Merleau-Ponty, "Le cinéma e t la nouvelle psychologie", en
223 M. Merleau-Ponty, ".Un inédit de Maurice Merleau-Ponty", Revue
Sem et non-sem, Geneve, Nagel, 1 9 6 5 , p. 8 5 - 1 06.
209 Ver los textos de Merleau-Ponty sobre I>ergson en de métaphysiq11e et de morrtle, vol. 67, 1962, p. 409.
La Nat11re. No­
2 24 C. Bermes, Maurice Merlettn-Ponty zur Einfiihr11ng, op. Cit., p .
tes. Co11rs du Cotlege de France, París, Le Seuil, 1995. Merleau­
82.
Ponty constata que Bergson intentó, como él, enconcrar una sali­ 2 2 5 M. Merleau-Ponty,
L'(J!i/ et /'esprit, París, Gallimard, 1 964, p. 24.
da al problema cartesiano. Aun si sospecha que Bergson es 226 !bici., p. 59.
todavía demasiado materialisrn, reconoce sin embargo el aparee 22 7 /bid., p. 7 3 .
de Bergson a la filosofía moderna: "Es una gran novedad en 1889, 2 28 M. Merleau-Po
nty, Le visible e t /'invisible, París, Gallimard, 1 964,
� �
p. 280.
y que ciene un porvenir, dar como principio a la filo ofí , no un
yo pienso y sus pensamientos inmanentes, sino un ser-s1-m 1smo cu­
229 G. Deleuze, L'image-ternps, op. cit., p . 1 6 .
ya cohesión es rnmhién un desgarram iento" (M. Merieau-Ponty,
..
2 3 0 A. Bazin, Q 11 cst-ce q11e le cinél!u1?, París, Cerf, 1 98 7 , p . 3 5 3 .
Signes, París, Gallimard, 1960, p. 232).
231 M. Merleau-Ponty, Le visible et /'invisible, op. cit., p. 1 7 5 .
2 1 0 M . Merleau-Ponty, Phénoménologie d e la perception, París, Galli-
232 Mis mayores agradecimientos para Ange-Henri Pietraggi, Jean­
mard, 1945 , p. 5 8 .
2 1 1 /bid. , p . VII-VIII. Philippe Cazier y Alain Jugnon por haber querido colaborar can­
to con la realización de este anículo.
1 5 6 / DELEUZE Y S U HERENCIA F I LOSÓFICA N OTAS / 1 5 7

2 33
co de esre pack ofrece una de las (micas conferencias filmadas de
G. Oeleuze, "Les i ntercesseurs", en Po11r/1ariers , París, Minuit,
Deleuze: "¿Qué es el acto de creación ' " , dada en l a FÉMIS, el 1 7
1990, p . 166.
2 3'1
d e mayo de 1 98 7 .
2 46 Dirección del Webdelenze: <www.webdeleuze.com>
!bid. , p. 168.
2 35 !bid. , p. 1 7 1 : "Lo importanre nunca fue acompaña
r el movimien­
247 G. Deleuze, Spinoza: immortalité et éternité, París , Gallimard, " A voix
to del de al lado, sino hacer su propio movimiento"; G. Deleuzc
haute", 2 CD, 2001. Esca clase fue dada en Vincennes en l9:l l .
y C. Parnet, Dialogues, Patís, Flammarion, 1996, p. 19-20: "La
en la 2 4 8 G. Deleuze, Leibniz: /ime et damnation, París, Gallimard, " A voix
historia de la filosofía fue desde siempre el agente de poder
en el pensamien to. Jugó el rol del represor: haute", 2 CD, 2003. Esta clase fue dada en Vincennes en 198 1 .
filosofía, e incluso
La editorial Gallimard anuncia, para e l 2005, la aparición de un
¿cómo quiere Ud. pensar sin haber leído a Platón, Descarres,
cuarco pack dedicado a ciertas clases sobre el cine.
Kant y Heidegger, y el libro de tal o tal sobre ellos) Una formi­
as del penb­ 2 49 G. Deleuze, L'ile déserte , ed. preparada por D. Lapoujade, París,
dable escuela de intimidaci ón gue fabrica especialist
se Minuit, 2002.
miento, pero que hace también que los que quedan afuera
2 5 0 G. Deleuze, Dertx régimes de fow, ed. preparada por D. Lapoujade,
adapten incluso mejor a esta especialidad de la gue se burlan. "
236 G. Deleuze, Pourpa rlers, op. cit. , p. 17 l. París, Minuic, 2003.
2 37 Diógenes
251 F. Zourabichvili, Deleuze. Une philosophie de /'événement, París, PUF,
Lacrcio, Vie, doctrines, sentences des ¡1hilosophes illustres, Pa-
L 994. Republicado en F. Zourab ichvili, A. Sauvagnargues y P.
rís, Flammarion, 1966.
2 38 G. Deleuze y C. Parnet, Dialog11es, op. ci t. , p . 23: "Trataba en
mis Marraci, La philosophie de Deleuze, Pacís, PUF, 2004.
­ 2 5 2 lbid.
libros precedentes de describir u n cierto ejercicio del pensamien
esa 2 5 3 A. Badiou, DeLeuze. ''La clmneur de /1itre11, París, Hacherce, 1997.
to; pero describirlo, todavía no era ejercer el pensamienco de
2 54 Foods documen caire Deleuze, 43 bis, rue de la Glaciere, 75013
manera.
2 39 G. Del euze, Pourparlm , op. cit. , p. 160. París.
2 40 G. Deleuze y F. Guatcari, Qu'est-ce que la philosophie? , París, Mi- 2 55 G. Deleuze , i Bacon. Logique de la sensation , París, La Diffé-
Francs
rence, 1 98 1 ; reedici6n en Sectil en el 2003.
256
nuit, 1 99 1 , p . 189.
2 4 l G . Deleuze y C . Parnet, Dialog11es, op. cit. , p. 170.
G. Deleuze, Francis Bacon. Logiqne de la sensation , op. cit. , p. 3 3 .
2 57
24 2 Disco de 4 5 rpm producido por Mathieu Carriere y publicado
por lbid. , p . 3 3 .
en 258 E l término e n francés ya no es chair, como e n los casos anteriores,
Disgues Disjuncca (París, 1973). Esta grabación fue retomada
de Ri­ en la repuesta de Ange-Henri Pieraggi, sino viande, que es exclu­
el álbum Électronique Guerilla del grupo de rock He/don
sivamente la carne que se come, la carne de la carnicería. Desafor­
chard Pinhas (París, Disgues Disjuncca, 1 974). Ver también
"Le
Pa­ tunadamente, el español no distingue esros senridos y los agrupa
voyageur'' , en F. Nietzsche, H11main trop hrmtain (187 8-1879) ,
en el único vocablo "carne", pues "vianda" tiene otra significaci �n.
rís, DenoH-Gonthier, 1 97 5 , p. 200-2001 .
2 43 G. Deleuze y C. Parnet, D ialogues , op. cit. , p. L O .
N. del T
2 59 Ibid. ,
244 lbid. ' p. 2 8 . p. 2 l .
2 6°
24 5 Abécédaire de Delellze, París, Montparnasse, 1996, 2 VHS; Abécé­ G. Deleuze, L'image-111011ue111ent, París , Minuic, 1983, p. 1 37

daire de Deleuze, París, Montparnasse, 2004, 3 DVD.


El tercer dis- 2 6l R. Krauss, Le photographiq21e, París, Macula, 1990, p. 52.
1 58 / DELEUZE Y SU H E R E N C I A F I LOSÓFICA

2 6 2 R . Barthes, út chambre e/aire, París. Éd. De l'Éroile, 1980, p . 1 20 .


2 63 G . De1euze, Prancts Bacon. Logique de la sensalion, ojJ. cit. , p. 2 0 .
264 lbid. , p. 1 0 .
26 5 J ean-Philippe Cazier publicó numerosos textos y dos libros: Voix
scms voix, Mons, Éd. Sils Maria, 2002; Écrires, París, Éd. lnvenrai­
re/lnvenrion, 2004.
266 J . -P. Cazier, op. cit. , 2004, p. 1 0 .
267 lbid. , p . 1 5 .
268 G . Deleuze, Díffirence et répétítion, París, PUF, 1968, p . 5 3 y ss.
2 69 En francés: Il neige. En efecto, l a expresión implica el uso imper-
sonal del pronombre personal d e la tercera persona del singular.
En español, la forma también es impersonal, pero implica la su­
presión del pronombre. Ver igualmente las dos notas de la p . 3 3 .
N. ele/ T
270 J .-P. Cazier, 0/1. cit. , 2004, p. 34.
27 1 G . Frasca, Lime, Turín, Einaudi, 1 9 9 5 ; R.ive, Turín , Einaud i ,
2001
2 7 2 A. Jugnon, Nietzsche se marie, Dijon, Éd. A Contrario, 2004.
273 G . Deleuze, Nietzsche et la philosophie, París, PUF, 1 962.
2 74 F. Ni erzsche, Naisumce ele la tragédie ( 1 872), París, Gallimard,
1 97 2 .
27 5 Retomado e n G . Deleuze, T..: ile déserte, op. cit. , p. 357.
2 7 6 G . Deleuze, "L'épuisé", e n S . Beckett y G . Deleuze, Qttctd et autres
pieces pour la télévision, París, Minuit, 1992, p. 5 7 - 1 06 .
277 El término en francés esfictionnci, y como el español "ficcional" es
un neologismo, forjado sin duda para quitarle el carácter ficticio
al personaje d e ficción .
N. ele! T
2 78 Piel rmevt1 de Émilie Deleuze, con Samuel le B i han, Claire Nebout
y Marcial di Fonzo Bo, 1999, distribución Haur et courr, Francia.
279 Cerry, de Gus Van Sant, con Mart Damon y Casey Affleck, 2002,
distribución MK2, Francia. Elephant, de Gus Van Sanr, con Alex
Frosr, John Robinson, Elias McConnell, 2003, d istribución
MK2, Francia. Last days, de Gus Van Sant, con Michael Pitt, Lu­
kas Haas, Asia Argento, 200 5 , distribución MK2, Francia.

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