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abordarlos
Pero además de todos los factores arriba descriptos, también puede haber
hiperactividad e impulsividad, lo cual agrava el cuadro considerablemente. La
hiperactividad suele presentarse con dificultades. Estos niños mueven en exceso
manos o pies y les cuesta quedarse quietos cuando están sentados o abandonan
el asiento cuando se espera que permanezcan sentados como por ejemplo en la
escuela o a la hora de cenar. Suelen correr o saltar en exceso y les cuesta estar
tranquilos y disfrutar situaciones de ocio. Puede parecer como que tienen un motor
o que “están en marcha” y hablan en exceso. Por otro lado, muchas veces la
impulsividad se manifiesta en responder antes que finalice la pregunta, les cuesta
esperar su turno, a veces invaden o se inmiscuyen en actividades de otros y
pueden llegar a golpear a sus pares.
Si usted cree que su hijo presenta alguno de estos síntomas es imprescindible que
realice una consulta con un médico. Puede el pediatra del, un psiquiatra infantil o
un psicólogo especialista en niñez.
El ADHD es un trastorno del comportamiento que suele ser común y que afecta
aproximadamente a un 4-8 por ciento de los niños en edad escolar. Los niños son
tres veces más propensos de padecer este trastorno que las niñas, aunque aún se
desconoce la razón. Los niños con ADHD actúan sin pensar, son hiperactivos y no
pueden concentrarse fácilmente. Puede que entiendan lo que se espera de ellos
pero tiene problemas ejecutando las tareas que se les encomiendan porque no
pueden permanecer sentados, prestar atención o estar atentos a detalles.
Por supuesto, todos los niños, (especialmente los más jóvenes), actúan de este
modo algunas veces, particularmente cuando están ansiosos o excitados. Pero la
diferencia con el ADHD es que los síntomas están presentes durante periodos de
tiempo más largos y éstos ocurren en diferentes situaciones. Los síntomas
bloquean la habilidad de los niños de poder desenvolverse socialmente,
académicamente y en sus casas. La buena noticia es que con el tratamiento
adecuado, los niños con el ADHD pueden aprender con éxito a vivir manejando
sus síntomas.
Trastorno disocial
El rasgo principal del Trastorno disocial es, según el DSM-IV, "un patrón de
conducta persistente en el que se transgreden los derechos básicos de los demás
y las principales normas sociales propias de la edad". El trastorno causa además
un deterioro del funcionamiento a nivel social, académico y/u ocupacional
clínicamente significativo. En los niños/as diagnosticados con este trastorno:
frecuentemente intimidan o acosan a otros, suelen iniciar peleas físicas, han
usado algún arma que puede causar un daño físico a otros, han sido crueles
físicamente con animales o con personas, han afrontado y robado a una víctima,
han causado fuegos con la intención de causar un daño serio, frecuentemente
mienten para conseguir favores o evitar obligaciones, huyen del hogar durante la
noche mientras están viviendo en el hogar familiar.
La simple aparición de estas conductas no es, sin embargo, criterio suficiente para
la emisión del diagnóstico, ha de existir un deterioro significativo en el ajuste del
individuo, y se ha de considerar el entorno en el que se dan estas conductas.
Existen ciertos ámbitos, como el carcelario, las guerras, las pandillas juveniles,
etc., en los que estos patrones inadaptados de conducta social, son la respuesta
"normal" y por tanto resultan admitidos e incluso valorados por el colectivo.
Si bien, la utilidad de esta distinción no está clara, se sabe que existe un peor
pronóstico para los trastornos de inicio temprano. Por su parte, la CIE-10 hace una
clasificación del Trastorno de Conducta según factores contextuales y de
socialización, estableciendo:
El matiz en este subtipo, recae sobre la idea de que el niño/a posee las
habilidades necesarias para establecer interacciones valiosas.
En lo que respecta al curso del trastorno, éste suele aparecer, de forma gradual,
antes de los 8 ó 9 años y preferentemente en el ámbito familiar para luego
extenderse a otros. Un inicio temprano suele ser indicio de futuros trastornos de
conducta. La presencia del trastorno es más común en familias en las que existe
un problema en la relación de pareja, o en las que alguno de los progenitores
posee una historia de Trastorno de Conducta, Trastornos del Humor, de la
Hiperactividad o de la Personalidad Antisocial.
Factores Genéticos. Hoy en día parece demostrar que en los niños/as con estos
trastornos existen factores herederos de tipo neurofisiológicos, psicofisiológicos y
bioquímico, que predispondrían al sujeto a manifestar conductas infantiles
aversivas y dificultades en el aprendizaje.
Factores Ambientales. Juegan también un papel determinante en la génesis y
desarrollo de los Trastornos de Conducta.