de mariposas golpeando tus pupilas, y reposando mis labios en tus labios, olvidé en su sabor viejas heridas… Puse por nido del gorrión: ¡Ideas…!!! y mutilé la razón siempre imperante. ¡Me sentí libre…! ¡Sin lazos ni cadenas…! ¡Y retorné de mi ensueño en un instante…! Me pinté en el alma invisibles cicatrices poniendo en ellas las iniciales de tu nombre. Me volví inesperado al esperarte retomando un viejo sueño lacerante. ¡No me busques…!, ¡No podrás encontrarme…! Porque de tanto dolor torné invisible… ¡No me busques…!, ¡No podrás hallarme…! Estoy en tu interior, eterno e intangible…
¡Guárdame allí…!, ¡Pués nunca he de marcharme…!
De ese: ¡El único lugar… En que mi corazón revive…!.