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El Fruto de la Paz

Gálatas 5: 22

Introducción:
La palabra griega de la cual se traduce paz es eirene. Es la seguridad interna de que
estamos reconciliados con Dios por medio de Jesucristo. El alma redimida flota sobre un
mar espiritual de quietud, experimentando la brisa de la misericordia divina.

1. Primero, el fruto de la paz es la seguridad interna de que estamos


reconciliados con Dios por medio de Jesucristo
a) En Romanos 5: 1 leemos: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”
La justificación significa ser libres de la pena y culpabilidad el pecado.
Los beneficios de la justificación hacen que Dios y el ser humano se
estrechen la mano derecha. Produce una reconciliación entre el
Creador y sus criaturas humanas.
b) Para el apóstol Pablo la justificación y la reconciliación son términos
sinónimos (Efesios 2: 16-18) El ser humano no se puede reconciliar
con Dios por sus propios méritos, la reconciliación es la iniciativa
divina que Dios ofreció mediante el sacrificio vicario de Jesús de
Nazaret.
La fe une, pega, adhiere e incrusta a Dios y al ser humano redimido en
una relación vital, comprometida y amistosa mediante la mediación de
Jesucristo.
c) Esa “paz para con Dios” es el efecto de la obra consumada en el
Calvario . En Jesucristo nuestro pecado ya fue juzgado por el Padre.
La justicia divina fue satisfecha por el sacrificio humano de Jesucristo.
No hay nada que religiosamente se le pueda añadir a la salvación. El
ser humano no es salvo por sus méritos sino por los méritos del
Señor Jesucristo. Ni la doctrina ni los dogmas salvan, aunque afirman
nuestro credo y la interpretación que damos al mismo tiempo.

2. Segundo, el alma flota sobre un mar espiritual de quietud,


experimentando la brisa de la misericordia divina:
a) Se define quietud como “sosiego, reposo, descanso” El salmista
David ilustró la quietud con estas palabras: “Junto a aguas de reposo
me pastoreará” (Salmo 23: 2)
Para el vidente de Patmos la quietud espiritual es descrita con estas
palabras: “Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al
cristal…” (Apocalipsis 4: 6 Cf. 15: 2)
El creyente tiene que aprender a reposar bajo la presencia del Espíritu
Santo. El sábado bíblico habla de reposo con Dios. El creyente tiene que
descansar, sentarse, hablar con Dios…
b) Hay que experimentar la brisa de la misericordia divina. El ser humano
se ha transformado en una máquina de tiempo. Vive como si se le
hubiera dado cuerda. Parece que nunca va a frenar y cuando pare es
porque ha chocado.
En medio de este ajetreo, de esta hiperactividad, de esta tensión
psicosocial … hay que recibir la frescura de la brisa de la misericordia
divina. El solo acto de visitar un templo, de sentarse, de navegar en el
río de la adoración y alabanza, de escuchar un mensaje inspirador y
motivador, nos ayuda a estar en paz y a sentirnos en paz. Cuántas
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personas no han testificado que una visita a un templo les libró de
cometer suicidio.

3. Tercero, en una tiempo de crisis sociales se necesita estar en paz


con Dios y tener la paz de Dios:
a) El ser humano experimenta diferentes crisis:
1. La crisis de identidad social.
2. La crisis de realización humana.
3. La crisis que ocurre cuando se está pasando de la adolescencia a
la etapa de adulto.
4. La crisis cuando la muerte llega a nuestro círculo íntimo
(familiares o amigos).
5. La crisis de la media vida (“menospausia” masculina y
menopausia femenina)
6. La crisis del matrimonio (ayuntamientos, separación, divorcio o
viudez)
7. La crisis económica (desempleo, retiro prematuro, pérdida en los
negocios…)
8. La crisis emocional (depresión, conflictos de personalidad,
compulsiones, soledad, tendencias suicidas, temores, miedos…)
9. La crisis religiosa (conflictos entre dogmas y doctrinas, cambio de
congregación, choques de personalidades...)
10. La crisis de la ancianidad
11. La crisis del ministerio cristiano (renuncia, presiones, descontento,
agotamiento, improductividad…)
b) La crisis se puede definir como “una reacción interna hacia un peligro
externo, no se debe confundir con la precipitación de un evento”
(Howard W. Stone) En una crisis la persona mira con temor lo que va
a ocurrir. Luego la persona da valor a ese evento de términos
subjetivos. Moviéndose entonces a emplear los mecanismos de
defensa psicológicos que mejor ha aprendido a usar en su reacción
emocional.
c) Ante las crisis el creyente necesita la ayuda de nuestro Señor Jesucristo,
de sus familiares y de sus hermanos en la fe. Sobre todo necesita
interiorizar para luego exteriorizar una actitud de paz.
La mejor medicina contra las crisis es la paz mental que surge como
un efecto teoterapéutico. El creyente se presentará a Dios como un
paciente emocional y Él le responderá como el sanador psico-
espiritual. Sobre este concepto teoterapéutico léase el libreo Por
favor, ayúdame a cambiar, por el Dr. Mario E. Rivera Méndez,
integrador de los conceptos de teología y psicología.
d) En medio de las crisis necesitamos experimentar la presencia de Dios.
Ante la crisis experimentada por Elías cuando huía de Jezabel, Dios le
envió un ángel (1 Reyes 19: 4-8) y luego habló audiblemente Dios con él
(1 Reyes 19: 9-18) En el horno de fuego el ángel de Jehová dio compañía
a los jóvenes hebreos (Daniel 3: 24-27) En el foso de los leones Jehová
envió un ángel para que estuviera con el profeta (Daniel 6: 21, 22)
Ante la crisis de la tormenta experimentada por los discípulos que estaban
dentro de la barca, Jesús de Nazaret con su presencia trajo la bonanza
(Marcos 4: 35-41) Cuando Jesús está a bordo la travesía es más fácil y las
tormentas se desvanecen.

Conclusión:
El Dr. Robert. H. Schuller ha dicho: “Cuando se desarrolla paz mental las cosas
ordinarias comienzan a parecerles diferentes a usted”: Esto se ilustra con la manera
como vemos nuestro apartamento u hogar después que regresamos de unas
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vacaciones o llegamos después de haber convalecido en un hospital. Todo se ve
diferente, aunque en realidad los que estamos diferentes somos nosotros.

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