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“Bergoglio es un tiempista de la espiritualidad”

Entrevistado por el programa Diálogos de Actualidad de Radio María Argentina, el sacerdote Diego
Fares sj se refirió a su relación con el hoy papa Francisco, como fue su primer encuentro hace más
de 40 años y cuáles fueron los gestos y enseñanzas que lo marcaron en su camino sacerdotal.

El padre Diego Fares es jesuita mendocino, filósofo y actual redactor de la revista italiana Civiltà
Cattolica. Pero también es señalado como uno de los hijos espirituales de Jorge Bergoglio, quien lo
recibió en 1975, en el noviciado jesuita de San Miguel, en Buenos Aires, cuando el joven
mendocino pidió ingresar a la Compañía de Jesús. Bergoglio además fue su profesor y director
espiritual y a quien él reconoce la persona que le “enseñó a predicar los Ejercicios Espirituales”.

“Ya cuando era profesor del teología pastoral hablaba de ser ‘pastor con olor a oveja’, y nos
enseñaba San Agustín, Job, Von Balthasar con una claridad que impresionaba…Un día escribió en
el pizarrón 30 o 40 citas de memoria, y cuando le pregunté cómo hacía para recordarlas, me dijo
que se había levantado a las 4 de la mañana para aprenderlas” recuerda Fares sobre quien siendo
su maestro, su mentor y su amigo.

En otro tramo del diálogo con Radio María, el padre Fares reconoce que lo que más admira de
Francisco es su capacidad de discernimiento: “El discernimiento (como lo hace Francisco) se hace
poniendo el pellejo. No es una operación intelectual. No es ver dónde me conviene, sino dónde me
pide el Espíritu Santo que dé testimonio. El coraje de discernir lo que Dios quiere para el bien de su
pueblo es una gracia que uno tiene en la medida en que se juega por ese pueblo. Porque si uno elije
desde afuera a ver quién ganó y no se expone, no es discernimiento. Bergoglio es una persona de
ese discernimiento. Su conducción espiritual y pastoral en el discernimiento está abierta al Espíritu
Santo. Él conoce el corazón de la gente y los signos de los tiempos. Bergoglio es un tiempista de la
espiritualidad, sabe cuándo tiene que cuidar un límite con misericordia y paciencia, y cuándo tiene
que dar el pasito para poder ganar una batalla para Dios. Tiene un sentido del tiempo, y es único
en eso. No todos tienen esta gracia. Dios da esas cosas a algunos y se las da a uno para que sea el
pastor de todos”, dijo Fares.
¿Cómo marcó su propia vida el testimonio de Bergoglio? “Me marcó en todo, pero en lo espiritual
me enseñó a predicar los Ejercicios y eso es muy importante. En lo intelectual me abrió a la lectura
de (Romano) Guardini, de (Hans Urs) Von Balthasar, y, pastoralmente, con Bergoglio conocimos el
valor de nuestros barrios, porque en los barrios te encontrás con la ‘patria grande’, el lugar donde
el ‘pueblo fiel de Dios’ nos forma a los curas, nos hace pastores” sostuvo.

Fares también contó que Bergoglio les enseñó a encontrarse “con el pueblo fiel de Dios”, esa
conceptualización central que interviene en ciertos momentos de la religiosidad popular, que no
es una cosa sociológica o política sino una categoría mítica que aparece cuando surge lo más
hondo del ser humano, por ejemplo en la resistencia contra el mal, en la defensa de los valores:
“El pueblo de Dios somos nosotros caminando a Luján. La gente común, la gente de a pie,
solidariamente unida cuando hay una inundación o en una marcha donde se reclama por algo
bueno; cuando nos unimos buscando el bien común. Por el contrario, dejamos de ser ‘pueblo fiel’
cuando nos dividimos, cuando nos chicaneamos, cuando buscamos el interés particular” o cuando
se ve al “pueblo trabajando por y con los más pobres, involucrándose con ellos. Por eso es inútil
tratar de explicárselo a uno que usa al pueblo para ganarse un voto y después le roba.”

Finalmente Fares , autor de varios libros que el propio Papa recomienda, asegura que antes de que
Bergoglio fuera obispo, nunca se imaginaban que podría llegar a ser papa. Pero que cuando lo
crearon Cardenal, sí: “Bromeábamos y decíamos…’¿te imaginás si Jorge fuera papa?’, como
diciendo ‘si a Dios se le ocurriera hacer una de esas picardías, ¡qué bueno que sería para la
Iglesia!’, pero era como un sueño. Realmente es algo inolvidable cómo el Señor nos ha cumplido
este sueño”.

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