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Palenque

Investigaciones recientes

Ana María Parrilla Albuerne


Alejandro Sheseña Hernández
Roberto López Bravo

Coordinadores
Nombre de una reserva ecológica en el estado de
Chiapas, las implicaciones de carácter antropo-
lógico de la Selva Negra han rebasado por mu-
cho la alerta ambiental por su preservación. Es
en este sentido que la colección dedicada a las
ciencias sociales y humanísticas está sellada por
un título cuya resonancia evoca un tema filosó-
fico tan crucial como el que plantea los límites y
alcances de la acción humana sobre los recursos
naturales que le brindan sustento.

Primera edición: 2015

D. R. ©2015. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas


1ª Avenida Sur Poniente número 1460
C. P. 29000, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.
www.unicach.mx
editorial@unicach.mx

ISBN: 978-607-8410-51-4

Diseño de portada: Manuel Cunjamá

Fotografías de portada: Templo del Bello Relieve. Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
Palenque/ INAH.
Incensario de cuerpo completo. Grupo C. Archivo fotográfico del Proyecto
Arqueológico Palenque/ INAH.

Impreso en México
Índice

Presentación������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������9
Ana María Parrilla Albuerne

Dos siglos de descubrimientos arqueológicos en Palenque, Chiapas�����������������������������������15


Arnoldo González Cruz

Palenque, la ciudad de las grandes aguas������������������������������������������������������������������������������������ 59


Roberto López Bravo

Aspectos de política y religión en las inscripciones jeroglíficas de Palenque���������������������75


Alejandro Sheseña Hernández

Los depósitos con ofrendas de Palenque������������������������������������������������������������������������������������� 89


Lizbeth Ortiz Rodríguez

Plástica funeraria en el Clásico Temprano de Palenque: obra mural y vajilla de la


Cámara Central del Templo XX���������������������������������������������������������������������������������������������������� 111
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Refinamiento ornamental de la arquitectura en la antigua ciudad maya de Palenque���������� 147


Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García,
Marlene Sámano, Javier Vásquez
Presentación

Ana María Parrilla Albuerne


Arriba: Sección superior de portaincensario. Cerámica. Elemento 1b/54. Templo de la Cruz Foliada, fachada oeste.
Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.

Página anterior:
Jeroglífico de estuco. Templo XX
Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Este cartucho, que probablemente decoraba la fachada de la última etapa constructiva del Templo XX,
ha sido interpretado como una representación del Dios del Viento.
Palenque. Investigaciones recientes

Presentación

Ana María Parrilla Albuerne1


Facultad de Humanidades
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

C
ompilar y publicar un libro sobre ciendo: que es la aplicación de conocimien-
el sitio arqueológico de Palenque tos históricos y literarios a la explicación de
pudiera parecer una temeridad los monumentos, y la aplicación de las luces
académica si consideramos, como lo hacen que los monumentos ministran a la explica-
algunos colegas, que de las ruinas excavadas ción de las obras de literatura y de historia.
está casi todo dicho. Sin embargo, nosotros Es la reunión de las mas bellas concepciones
consideramos que, a pesar de las excelentes de los hombres de letras y de los artistas co-
publicaciones que se han hecho sobre este mentados los unos por los otros. (Larráin-
tema, siempre existen enfoques diferentes zar, 1875, t. 1: XV)
de investigación e interpretación y nuevos
hallazgos que difundir. Pero antes de que sucediera se habían te-
Palenque comenzó a ser conocido en Eu- nido noticias de los antiguos vestigios di-
ropa occidental durante el siglo XVIII, el Siglo seminados cerca de la población fundada
de las Luces. Es entonces cuando los cambios en 1567, por fray Pedro de la Nada, con el
experimentados en Centroamérica podían nombre de Palenque2. Sin embargo, este co-
sentirse en la economía, la política, las institu- nocimiento sólo era extensivo a indios de la
ciones, el medio sociocultural y la demografía. zona y misioneros españoles, como lo seña-
Este auge, que impactó en las diferentes esfe- lan de la Garza, Bernal y Cuevas (2012: 22).
ras, se desencadenó por diversas transforma- El redescubrimiento de tan espléndida
ciones que se habían dado en Europa: la Re- ciudad se lo debemos a don Ramón de Or-
volución Industrial, que permitió la apertura dóñez y Aguiar, presbítero de Ciudad Real,
de nuevos espacios; las Reformas Borbónicas, nombre por el que se conocía a la actual
que intentaron modernizar la administración San Cristóbal de Las Casas. Derivada de la
en las Indias para la obtención de un mayor anterior información se realizó la primera
provecho económico; la Independencia de las exploración a Palenque en 1784, autorizada
Trece Colonias Inglesas (1776) y, cómo no, la por el entonces Presidente de la Audiencia
Revolución Francesa (1789). de Guatemala, José de Estachería, y dirigi-
da por José Antonio Calderón, teniente de
Millin (Discurso de apertura de su curso de alcalde mayor de Palenque. Este sería el
arqueología en 1799), que había demostrado punto de partida de los recorridos de in-
la utilidad de la arqueología, la define di- vestigación arqueológica en lo que hoy se

Doctora en Historia por la Universidad Complutense de


1 2
La valla o estacada que se hace para cerrar algún terre-
Madrid. Docente e investigadora de la Facultad de Huma- no, en que ha de haber lid, torneo o otra fiesta pública.
nidades de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Diccionario de Autoridades, Tomo V, (1737).

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Ana María Parrilla Albuerne

considera México; como ejemplo, las de especialistas en diferentes ramas del cono-
Antonio Bernasconi o el capitán Antonio cimiento. Una de las personas que estaban
del Río (Catañeda Paganini, 1946) para el vinculadas a dicha comisión era el abogado
caso concreto de Palenque. chiapaneco Manuel Larráinzar, quien reco-
piló por su cuenta testimonios e informes
A esta Provincia de Tzendales perteneció el que ayudaran al mejor conocimiento del
pueblo del Palenque, que oscuro, distante origen de los pobladores de Palenque, el
y casi desconocido, ha adquirido después significado de sus tableros y la función de
tanta celebridad por haberse encontrado sus edificios (Larráinzar, 1875, t. 1: XIII).
cerca de las famosas ruinas de una gran ciu- Resultado de sus indagaciones es un libro
dad magnífica y opulenta, que ha sido obje- monográfico llamado Estudios sobre la historia
to de las meditaciones de los sabios, atrae de América, sus ruinas y antigüedades, comparadas
las miradas del viajero, ocupa las investiga- con lo más notable que se conoce del otro continente
ciones del anticuario, excita la curiosidad en los tiempos más remotos y sobre el origen de sus
del arqueólogo y llama la atención de todos habitantes (1875).
los literatos y amantes del progreso y del sa- Es a través de esta obra, como ya habrá
ber. (Larráinzar, 1875, t. 1: 7) apreciado el lector, que iniciaremos un viaje
por el sitio arqueológico de Palenque utili-
No queremos detenernos demasiado en un zando la información vertida por Larráinzar
recorrido histórico por los descubrimien- para presentar los trabajos de los diferentes
tos y exploraciones realizados en el sitio autores del volumen. Un recorrido históri-
arqueológico de Palenque, puesto que éste co del sitio arqueológico que inicia con la
es precisamente el objetivo del primer capí- mirada de un hombre del siglo XIX:
tulo del presente libro, en el cual, Arnoldo
González Cruz, director del Proyecto Ar- que cualquiera que fuese el lado donde se
queológico Palenque, desmenuza la histo- hicieran excavaciones en los alrededores, se
ria arqueológica del sitio y, como ya señaló encontraban restos de casas, vajilla de barro
Carlos Navarrete (2000), el inicio de las y ladrillos; y existían montecillos y precipi-
investigaciones arqueológicas en México. cios que pudieron formarse con la tierra,
Pero sí nos gustaría destacar el papel jugado arrastrada por las aguas en tan largo tiem-
por un chiapaneco ilustre en la carrera por po; oponiendo por una parte una barrera, y
el descubrimiento y la investigación. abriendo por otra camino, y formando esos
A raíz de la intervención francesa, en precipicios. No encontró una persona que
1862, cuando la profunda crisis política y le diera razón de lo que esto había sido, ase-
económica que vivía México permitió la ex- gurando que era obra de las suntuosas, aun-
pansión del imperio económico, comercial que ruda, de gran belleza: todos los edificios
y político de Napoleón III. Éste aceptó la formaban calles. (Larráinzar, 1875, t. 1:30)
propuesta de los monárquicos y confirmó
al archiduque Maximiliano para ocupar El segundo trabajo que encontramos fue es-
el trono en México. A partir de entonces crito por Roberto López Bravo, nos muestra
se crea una serie de instituciones al estilo hasta que punto han avanzado las investi-
francés para fomentar la ciencia en México, gaciones en cuanto al estudio de la distribu-
como es el caso de la Comisión Científica, ción de los edificios que constituyen el sitio
Artística y Literaria de México, integrada arqueológico de Palenque. Con una traza
tanto por mexicanos como por franceses totalmente ajena al mundo occidental, co-
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Palenque. Investigaciones recientes

menzamos a comprender que los antiguos basos de barro con piedrecitas y bolas de
mayas modificaban el espacio, en algunas vermellon. Se han hallado tambien otra lanza
ocasiones, o se adecuaban a él dependiendo armada de un güijarro, dos pequeñas pirámi-
de la concepción del mismo. En el caso de des cónicas, una piedra morena cristalizada
Palenque el río Otulum marcará la distribu- en forma de huevo, conocida en el país con el
ción de las diversas plazas y conjuntos. nombre de challa, otros dos pequeños jarros
bien labrados, con huesos, dientes y muelas y
La impresión que estos caracteres produ- piedrecitas de challa en forma de lancetas (La-
cen en el ánimo de viagero ilustrado es pro- rráinzar, 1875, t. 1: 177-78)
funda; pensamientos diversos se agrupan
en su entendimiento, pero siempre subli- El interés por saber los tesoros que guar-
mes y elevados. ¿Quién sería el pueblo que daba el sitio se hace presente desde las
dejó estos monumentos de su civilización? primeras exploraciones; sin embargo, el
¿Desde cuándo existía allí? ¿qué grande conocimento por los objetos recuperados
acontecimiento le hizo desaparecer sin se hace incomprensible puesto que a pesar
dejar tras de sí más trazas que esas ruinas, de haberse creado la estratigrafía geológica
esas señales de grandeza y poder, sepulta- desde 1833 por Charles Lyell y se había apli-
das bajo árboles corpulentos y montones cado para trabajos arqueológicos en Europa,
de escombros?...quizá estos geroglíficos en- pronto fue evidente que las capas de depo-
cierren una luz brillante, capaz por si sola sición geológicas eran muy diferentes a las
de disipar las tinieblas. ¡Quién sabe si entre que producía el ser humano. Hoy en día el
ellos se encuentren revelaciones de aquellas cúmulo de datos de esta índole así como su
que obran una revolución en el ser humano! recopilación en publicaciones e informes de
(Larráinzar, 1875, t. 1: 99-100) campo han permitido a Lizbeth Ortiz Ro-
dríguez dar un paso más en la comprensión
Una de las preocupaciones que reitera La- de los depósitos de objetos en el subsuelo
rráinzar en su libro es la poca información del sitio o en el corazón de los edificios me-
que existe sobre el sitio: su historia, la vida diante el uso de nuevos métodos de análisis
cotidiana de sus habitantes, sus creencias y que permitan una clasificación de los mis-
los motivos del abandono y deterioro de sus mos a partir de su intencionalidad.
edificios. En el tercer trabajo hallamos un En la misma línea de investigación, Jos-
artículo de Alejandro Sheseña Hernández hua Bacells y José Armendáriz nos presen-
en el que analiza determinados jeroglíficos tan un trabajo sobre los elementos arqueo-
del sitio arqueológico, éste es una muestra lógicos recuperados en la cámara central
de los grandes avances que se han logrado del Templo XX. En su estudio es clara la
en el desciframiento de la escritura maya y importancia del registro pormenorizado
de que, más allá de la mera descripción de de los elementos hallados en depósitos por
las figuras y personajes que aparecen en los parte de los arqueólogos para fechar y ana-
tableros, encontramos información impor- lizar los objetos encontrados. Pero no sólo
tante de la forma de pensar y conceptuali- los objetos son importantes, durante las
zar de los antiguos habitantes del sitio. excavaciones de depósitos hallamos restos
humanos que en conjunción con el ajuar
En las que ejecutó el capitan Del Rio (excava- que les acompaña nos permite comprender
ciones), sólo se encontraron lanzas de peder- más sobre la relación que los palencanos
nal, corazones de piedra cristalizada, navajas, antiguos tenían con la muerte.
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Ana María Parrilla Albuerne

A un pueblo se le conoce por su arquitec- dir las investigaciones que actualmente se


tura como por su poesía; es la expresión están llevando a cabo en el sitio arqueológi-
de su carácter, como se ha indicado antes, co de Palenque. Muchas de las dudas plan-
que resulta del genio y del gusto unidos, teadas por el hombre ilustrado que fue Ma-
revelandose en sus construcciones, con sus nuel Larráinzar han sido despejadas, pero
diferentes proporciones según su destino y aún son muchas las incógnitas que se nos
circunstancias (Larráinzar, 1875, t. 1: 228) presentan. La divulgación del conocimien-
to es fundamental para crear un debate
El último trabajo que compone la presente crítico de los métodos de análisis y la inter-
obra es el resultado de la actividad inter- pretación de los mismos; pero, también, es
disciplinar de diferentes investigadores: importante para que el público conozca y
restauradoras, arquitectas y químicos con- comprenda a los pueblos que habitaron los
jugan sus conocimientos con la finalidad diferentes lugares en épocas pretéritas con
de encontrar los caracteres sobresalientes la finalidad de conocernos mejor a nosotros
de los edificios, para realizar una adecuada mismos.
restauración. El deterioro y destrucción de
los sitios arqueológicos, que tanto le pre- Referencias
ocupó a Manuel de Larráinzar, continúa
siendo una de las inquietudes de algunas Castañeda Paganini, Ricardo (19469). Las ruinas de Pa-
instituciones y personas particulares. Hoy lenque, su descubrimiento y primeras exploraciones
en día, la protección al patrinomio es uno en el siglo XVIII. Guatemala: Ministerio de Educación
de los temas prioritarios a nivel federal; sin Pública.
embargo, el peligro de pérdida de informa- De la Garza, Mercedes, Guillermo Bernal Romero, Mar-
ción invaluable continua latente. Por todo tha Cuevas García (2012). Palenque-Lakamha: una
ello, el artículo que cierra este volumen, presentación inmortal del pasado indígena. México:
escrito por Martha Isabel Tapia, Martha Fondo de Cultura Económica.
Lameda, Haydeé Orea, Paula García, Mar- Larráinzar, Manuel (1875). Estudios sobre la historia de
lene Sámano y Javier Vásquez, nos permite América, sus ruinas y antigüedades, comparadas
comprender el árduo trabajo de investiga- con lo más notable que se conoce del otro continen-
ción y restauración que culmina la labor del te en los tiempos más remotos y sobre el origen de
arqueólogo, mostrando las actividades que sus habitantes, 5 tomos. México: Imprenta de Villa-
se llevan a cabo una vez concluido el trabajo nueva y Comp.
de liberación de un edificio. Navarrete, Carlos (2000). Palenque, 1784: el inicio de la
Con los seis trabajos que componen el aventura arqueológica Maya. México: Universidad
volumen pretendimos ejemplificar y difun- Nacional Autónoma de México.

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Palenque. Investigaciones recientes

Dos siglos de descubrimientos


arqueológicos en Palenque, Chiapas

Arnoldo González Cruz

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Arriba: Pequeña máscara de la Reina Roja.
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.

Página anterior: Portaincensario. Cerámica. Elemento 1/93. Templo XV-c


Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Este portaincensario muestra el rostro de una mujer de alto nivel social, quien fue conmemorada como antepasado
de la familia de élite que habitaba en el conjunto de pequeños edificios al sur del Templo XV, durante el siglo VIII d.C.
Palenque. Investigaciones recientes

Dos siglos de descubrimientos arqueológicos


en Palenque, Chiapas

Arnoldo González Cruz1


Proyecto Arqueológico Palenque
Instituto Nacional de Antropología e Historia

P
alenque ha sido considerada una de suposición se descartó a partir de 1998, año
las ciudades más importantes de las en que comenzó a ser excavado el magnífico
tierras bajas mayas noroccidentales, Templo XIX, lugar donde fueron descubier-
erigiéndose como el centro de una importan- tos varias esculturas e inscripciones glíficas.
te unidad política durante el Clásico Tardío Los registros testificaron que el edificio había
(ca 250-900 d. C.), destacándose por su de- sido comisionado por Ahkal III, representado
sarrollo urbanístico, por la alta calidad de en dos de los tableros del recinto. Sin embar-
sus obras arquitectónicas y escultóricas, así go, años después un nuevo descubrimiento
como por sus bien conservadas inscripciones cercano a este mismo espacio arquitectóni-
glíficas, que muestran diferentes manifesta- co confirmaría que su reinado inauguró una
ciones culturales de sus antiguos habitantes. época de esplendor en Palenque.
Dentro de estos complejos arquitectóni- En el año 2002, arqueólogos preocu-
cos construidos en la ciudad, uno de los más pados de que el constante crecimiento de
importantes es la Acrópolis, ubicada al sur del vegetación en el Templo XXI pudiera estar
Grupo de las Cruces y distribuida sobre dos dañando estructuralmente al edificio, deci-
grandes plataformas. Desde décadas atrás la dieron realizar trabajos de conservación y
Acrópolis había sido escenario de varios des- exploración para detener dichos deterioros.
cubrimientos arqueológicos que incluían al- Las excavaciones llevadas a cabo en el ángulo
gunas tumbas funerarias e inscripciones que noreste del mencionado edificio permitieron
revelaban la presencia de un gobernante co- localizar un extraordinario tablero esculpi-
nocido como Ahkal Mo’ Nahb’ III (721-ca 736 do que decoraba la cara frontal de un trono
d. C.) Hasta hace apenas diez años era muy (figura 1). La escena mostraba a cinco perso-
poco lo que sabíamos acerca del gobernan- najes, sus nombres fueron identificados por
te Ahkal III. Aunque se aceptaba que había un breve texto glífico situado cerca de su ca-
construido algunos edificios (como el Tem- beza, que representaban una ceremonia ocu-
plo XVIII, la Torre del Palacio y el Edificio 1 rrida el 22 de julio del año 736 d.C., durante
del Grupo IV), varios arqueólogos y estudio- el reinado de K’inich Ahkal Mo’Nahb’ III. El
sos pensaban que su reinado había sido pobre personaje representado en la parte central
en cuanto a la producción de obras artísticas era el famoso gobernante K’inich Janahb’
y arquitectónicas. No obstante, esa errónea Pakal I, también conocido como Pakal II o El
Grande, ya fallecido para ese entonces, y cu-
yos restos mortales yacían en la gran tumba
Arqueólogo por la ENAH, investigador del Centro INAH
1

Chiapas y director del Proyecto Arqueológico Palenque


del Templo de las Inscripciones desde hacía
desde 1989. medio siglo (murió en 683 d.C.).
15
Arnoldo González Cruz

Figura 1. Tablero del Templo XXI.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Pakal fue representado como el portador des patronas de Palenque, los Templos XIX,
del instrumento de autosacrificio sangrien- XX-A y XXI, dedicados al Dios Joven (GI),
to: una larga y afilada espina de mantarraya K’awiil (GII) y K’inich Ajaw Pakal (GIII),
que sostiene con su mano derecha. Pakal respectivamente.
ofrece el instrumento punzante a K’inich Esta magnífica escultura -además de su
Ahkal Mo’ Nahb’ III, el gobernante palenca- mérito estético y calificada como una de las
no en turno, quien luce una capa de plumas mejores piezas labradas hasta ahora halla-
y una diadema sencilla, adornada con lirios das- es una fuente de información arqueo-
acuáticos. Ahkal III le da la espalda, pues lógica e histórica muy valiosa que ilustra
atiende a un sorprendente ser sobrenatural un episodio muy importante de la historia
con rasgos de roedor y que está ataviado de Palenque y es un ejemplo de cómo estos
con una capa de piel de jaguar. En el lado objetos permiten a los especialistas recons-
derecho del tablero se ubicaba un individuo truir incidentes vivos de los gobernantes, su
que fue identificado como U Pakal K’inich, linaje o la visión del mundo de quienes los
el heredero principal (para ser) Sagrado Se- realizaron.
ñor de Palenque. Dirige su atención hacia En los últimos dos siglos, Palenque fue
otra representación del ser sobrenatural, motivo de especulaciones sobre civilizacio-
mismo que le ofrece un atado de plumas y nes perdidas, de admiración estética y de
tiras de papel idéntico al que recibe su pa- curiosidad anticuaria. Pero también ha sido
dre. El joven heredero y Ahkal III aparente- fuente de conocimientos sobre el pasado
mente se autosacrificaron y depositaron su prehispánico, en donde descifrar el lenguaje
sangre en esos atados, quizá para luego que- escrito en las piedras, desentrañar los símbo-
marlos (que era la forma habitual de hacer los de su variado arte y fascinantes escultu-
llegar a los dioses las ofrendas de sangre). ras o estudiar sobre su complejidad social ha
Con su participación en esta ceremonia del sido el centro de atracción de arqueólogos y
año 736, U Pakal K’inich confirmó su dere- especialistas. Buena parte de estos conoci-
cho como heredero al mando (de hecho, sa- mientos se han adquirido a partir del des-
bemos que seis años después, en 742, él ya cubrimiento de pequeños objetos, a veces
se había convertido en señor de Palenque). insignificantes para los ojos inexpertos, así
Los especialistas señalan que este rito de como de grandes e impresionantes hallazgos
autosacrificio tuvo el propósito de consa- que han ayudado a reconstruir parte del pa-
grar los nuevos santuarios de las tres deida- sado de los antiguos habitantes de Palenque.
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Palenque. Investigaciones recientes

Estos pequeños y grandes descubri- la ciudad, así como su industria, comercio,


mientos arqueológicos se iniciarían a fina- bienes de subsistencia, grado de desarrollo
les del siglo XVIII con las primeras expedi- y causa de su destrucción (Cabello, 1992:
ciones que llegaron al sitio. Este interés por 91-115). Durante su visita, Bernasconi le-
la ciudad abandonada le correspondería vantó mapas del sitio en las que figuran 22
a don José de Estachería, presidente de la edificaciones, planos más detallados de dos
Audiencia, gobernador y capitán general de construcciones con su alzado, planta y cor-
Guatemala, quien apoyaría las tres prime- te transversal en la que aparece el Templo
ras expediciones oficiales a Palenque.2 de las Inscripciones y el Palacio, así como
La primera expedición fue realizada en relieves modelados en estuco (Navarrete,
1784 y estuvo a cargo del teniente José An- 2000: 24). Además de la información reco-
tonio Calderón, quien proporcionaría las pilada, inicia la primera recolecta de piezas
primeras ilustraciones de algunos de los del sitio con el objeto de sustentar su repor-
monumentos acompañadas de un pequeño te, retirando así un fragmento de estuco, un
texto. En su informe, Calderón relata su via- panel de piedra con 6 cartuchos glíficos en
je de tres días bajo una fuerte lluvia guiado una de sus superficies y un mascarón de ar-
por indígenas de la región. Menciona haber cilla. Estos objetos pasarían después a for-
encontrado “ocho casas y un palacio” (De mar parte de las primeras colecciones reales
la Garza, 1981: 45-46), así como que el des- españolas provenientes de Palenque. De
monte y las veredas que abrió le permitie- acuerdo con los análisis y comparaciones
ron subir a muchos edificios más, señalando modernas se pudo determinar que el frag-
que la ciudad tenía tres o cuatro siglos de mento de estuco, que corresponde a una ca-
abandono y que había sido fundada por los beza antropomorfa, provenía posiblemente
romanos o gente de Cartago, o inclusive por del interior de uno de los medallones de la
españoles que huían de la guerra contra los Casa A del Palacio; por su parte el panel con
moros (De la Garza, 1981: 45-46). glifos fue desprendido del pasadizo este que
Al recibir el informe de Calderón, el pre- llevaba al subterráneo del Palacio, mientras
sidente Estachería no quedó muy convenci- que el mascarón de arcilla debió ser recogi-
do de los datos recibidos por lo que ordena do en alguna parte de este mismo edificio
al arquitecto de obras reales en Guatemala, (Cabello, 1986: 108).
Antonio Bernasconi, emprender otra ex- Estos primeros informes impactaron
pedición a las ruinas en 1785, en compañía al rey Carlos III y animado por su espíritu
de José Antonio Calderón. A diferencia de ilustrado, ordena que se continúen con las
la primera expedición, Estachería propor- investigaciones sobre las ruinas de Palen-
cionó a Bernasconi un instructivo que le que. Para ello, y debido al fallecimiento de
permitiera recabar información más deta- Bernasconi, el Presidente Estachería comi-
llada, conocer el origen y la antigüedad de siona entonces al Capitán Antonio del Río
para realizar estas nuevas exploraciones.
El primer personaje que escuchó mencionar el sitio de
2 Acompañado por el dibujante Ricardo Ar-
Palenque parece haber sido Ramón Ordóñez y Aguiar, mendáriz, Del Río llega a Palenque a fina-
presbítero de Ciudad Real de Chiapas, hoy San Cristó- les de 1786. En su informe relata que con la
bal de Las Casas, a finales del Siglo XVIII. Hacia 1730
su tío Abuelo Antonio de Solís fue el primer español en ayuda de 79 indios realizó un desmonte y
visitar Palenque, pero tal hecho trascendió hasta que quema general, así como excavaciones de
Ordoñez y Aguiar comunicó la existencia de las ruinas
cuarenta años después, iniciándose así las primeras
diversa índole en los edificios a fin de ob-
expediciones oficiales. Véase Navarrete (2000: 13-15). tener materiales de piedra, relieves, yeso, mezcla,
17
Arnoldo González Cruz

ladrillos cocido y crudos, ollas y otros utensilios que decoraban los edificios y otros recintos
que se encontraran (Castañeda, 1946: 49). Para como las tumbas.
cumplir con su misión, el Capitán del Río A principios de 1807, Guillermo Dupaix
llevó a cabo tal vez la primera excavación y el dibujante Luciano Castañeda pasaron
reportada en el sitio, en donde recuperó 32 varios meses en Palenque copiando inscrip-
objetos entre los que figuran ofrendas cerá- ciones, haciendo dibujos y anotando cuida-
micas, motivos decorativos y una parte de dosamente los monumentos antiguos de la
un altar de piedra. Tanto el informe como ciudad. A pesar de que Dupaix era un militar
los objetos arqueológicos recuperados lle- de carrera, que contaba con conocimientos
garon a Madrid y fueron resguardados en el del arte antiguo de México producto de sus
Real Gabinete de Historia Natural; actual- dos expediciones anteriores y de realizar
mente se conservan en el Museo de América observaciones acertadas sobre los materia-
de esa misma ciudad. El informe de Antonio les propios de la arquitectura palencana, se
del Río indicaba el número de piezas y el le ha considerado también como el primer
lugar donde las había obtenido, por lo que saqueador de objetos que haya operado en
pudo determinarse que del pórtico de la Palenque, por el hecho de haber sustraído
Casa A desprenden tres glifos y de la Casa D un soporte de trono con glifos proveniente
arranca una cabeza antropomorfa de estuco de los Subterráneos del Palacio con el fin
y una piedra con bajorrelieve. De la Casa C de demostrar su estancia en la ciudad an-
toma el soporte derecho del trono y del pri- tigua y para darle fidelidad a su dibujante.
mer escalón que conduce a los subterráneos Debido a que su viaje coincidió con el inicio
del Palacio desprende un panel con glifos de la guerra de Independencia, sus obser-
del lado izquierdo. El resto de los objetos, vaciones y dibujos fueron publicadas hasta
principalmente cerámicos, los obtuvo de 1831, en una edición de Lord Kingsborough
las excavaciones realizadas en los santua- titulada Antiquites of Mexico. Una de las pie-
rios del Templo de la Cruz y Templo del Sol zas publicadas sería el pequeño tablero sus-
(Cabello, 1986: 108). traído, conocido como el Tablero Dupaix y
El interés generado por estas primeras que hoy se conserva en el Museo Nacional
expediciones sentarían las bases para un de Antropología en la ciudad de México.
nuevo periodo de viajes e interpretaciones Entre 1832 y 1881 muchos viajeros más,
sobre Palenque. A principios del siglo XIX inspirados en los relatos de sus antecesores,
se inicia la época de los exploradores y via- describieron paisajes animados con perso-
jeros románticos con una visión más realis- najes ficticios que daban vida romántica a
ta de la ciudad en ruinas, que sustituirá a la las ruinas, movidos por su inclinación por
fantasía desbordada de los que se ocuparon agradar a sus lectores. Sobresaliente entre
de ella en el siglo XVIII, aunque sería tam- ellos fue el conde Jean Frédéric de Waldeck,
bién una época en que se llevarían a cabo quien llegó a Palenque en 1832 y vivió du-
saqueos y excavaciones no sistemáticas. rante un período de 14 meses en una cabaña
Estas excavaciones se realizarán en algunos que se hizo construir al pie del Templo de
casos por pura curiosidad científica, otras la Cruz.3 En busca de lo grande y pintores-
para satisfacer la demanda de coleccionis- co de Palenque, Waldeck buscó vestigios
tas nacionales y extranjeros, así como para griegos, egipcios, hebreos e hindúes en los
incrementar las colecciones de los museos.
En esta destrucción de evidencias históri- 3
Waldeck vivió en Palenque desde mayo de 1832 hasta
cas se continuarán afectando las esculturas julio de 1833. Véase Coe (1995:89).

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Palenque. Investigaciones recientes

estilos palencanos; con exageración vio ele- del conde. El único descubrimiento real de
fantes en los glifos de los tableros, arabes- Waldeck es hoy conocida como la Estela 1
cos en las ventanas abovedadas y armonías o La Muerta. En ella está representado el go-
orientales en los edificios. Sin embargo, uno bernante K´an Balam II, el gran constructor
de los hallazgos importantes del conde fue del Grupo de las Cruces y en cuya parte
la localización de una escultura de piedra inferior fue inscrita la fecha 8 Ajaw, alusi-
caliza junto a un nicho sobre el basamento va al final del katun 13 (9.13.0.0.0. 8 Ajaw,
del Templo de la Cruz: 8 Wo), correspondiente al 18 de marzo de
692 d.C., fecha en la que los nuevos edificios
mientras estaba excavando, descubrí una construidos por este gobernante entraron
estatua, luego otra, exactamente igual, me- en funciones dentro del ceremonial público
dían 8 pies y 5 pulgadas. Quise transpor- (Bernal, Cuevas y González, 2000: 32).
tar una hasta mi cabaña, pero no tenía las En el verano de 1840 un abogado nor-
herramientas necesarias y una de ella rodó teamericano convertido en diplomático
hacia abajo para perderse en la masa de ve- llegó a Palenque. Los relatos de John Lloyd
getación que rodea a la pirámide. Me apre- Stephens sobre un viaje a Chiapas hicieron
suré a medir y dibujar la otra, esperando de Palenque una ciudad de fama mundial.
poder quitarla algún día y desconfiando de Su compañero de viaje fue el inglés Frede-
los vendedores de antigüedades de la villa rick Catherwood, hábil dibujante que con-
(de Palenque), la volteé con la cara hacia el tribuyó con sus ilustraciones al éxito de la
suelo. Siguiendo las excavaciones, encon- obra que se publicaría al final de la travesía.
tré una oquedad perpendicular construida Con estilo ameno y detallado Stephens des-
con piedra con una profundidad de 8 pies cribió de manera objetiva, templos, casas y
y un largo de 9. Las dos estatuas menciona- elementos decorativos. Sus conceptos cro-
das eran cariátides para la tumba o nicho, nológicos y culturales sobre los mayas fue-
desde la puerta central una plataforma se ron razonables y lógicos, destruyendo las
adelantaba a más de 12 pies a la pendiente viejas ideas de sus antecesores sobre estos
de la pirámide y la escalera se paraba en el antiguos habitantes. A través de su libro
nivel del suelo del nicho. (Baudez, 1993: 108. Incidentes de viaje en Centroamérica, Chiapas y
Figura 19) Yucatán, llegarían a ser famosos los tableros
que decoraban los edificios del Grupo de
En la actualidad no existe información so- las Cruces y el Templo de las Inscripciones.
bre la presencia de escaleras que llevaran a Décadas atrás, el tablero del Templo
un nicho o tumba bajo el piso inferior del de la Cruz había sido desmantelado de su
Templo de la Cruz tal como lo describe lugar original y dispersado durante algún
Waldeck, así como tampoco una de las dos tiempo. Un vecino del pueblo de Santo Do-
esculturas que menciona en su texto. Visi- mingo de Palenque retiró el panel central
tantes posteriores señalarían la presencia con la intención de venderlo en el extranje-
de una sola escultura, que hoy se exhibe ro. Sin embargo, debido a su peso y a la in-
en el Museo de Sitio de Palenque y nada de tervención del gobierno, sólo logró llevarlo
restos de una escalera subterránea. Las ex- hasta la orilla del arroyo Otolum, donde lo
cavaciones arqueológicas realizadas sobre vio y dibujó Stephens. Años más tarde fue
el basamento del templo durante la década llevado a la ciudad de México; lo mismo su-
de los noventa del siglo XX parecen con- cedió con el panel izquierdo, el cual fue ex-
firmar que todo se debió a la imaginación traído, en 1909, por Leopoldo Batres y Justo
19
Arnoldo González Cruz

Sierra. Por último, el panel derecho, que se embargo, sus tesoros artísticos, algunos
encontraba desprendido y roto desde la vi- de los cuales ya formaban parte de colec-
sita de Stephens, fue llevado a Estados Uni- cionistas y museos, continuaban siendo
dos en 1842 por el cónsul Charles Rusell, en extraídos. Los métodos utilizados para ob-
donde fue resguardado por el Smithsonian tenerlos provocarán la pérdida de objetos y
Institution hasta que fue devuelto a México datos contextuales, principalmente de tum-
en 1908 (Cuevas y González, 2001: 15-27). bas halladas en esa época.
Las descripciones de Stephens tuvieron Una primera mención sobre la presencia
influencias insospechadas entre los futuros de tumbas en Palenque fue una carta publi-
visitantes de Palenque. Las nuevas expe- cada en el periódico El Monitor Republicano el
diciones, sin perder su labor romántica y 17 de enero de 1880:
anecdótica, se enfocaron principalmente
hacia el conocimiento del pasado maya, de Publica el Siglo XIX la siguiente carta, que
sus logros materiales y de la misteriosa es- contiene interesantes noticias sobre descu-
tética de una civilización netamente ame- brimientos arqueológicos hechos última-
ricana. Uno de estos personajes que conti- mente en las célebres ruinas de Palenque:
nuaría con esta tradición fue el explorador Sr. General D. Vicente Riva Palacios.
Dèsiré Charnay, quien en el año de 1859 México. Palenque, Diciembre 6 de 1879. Mi
viaja a Palenque por primera vez en una mi- apreciable señor y fino amigo:
sión del gobierno francés con el objeto de Estoy actualmente ocupándome de sa-
visitar ruinas mesoamerica­nas. Después de car de las ruinas las piedras esculpidas que
hacer un recorrido por varios sitios del al- se me ordenó llevar para el Museo Nacional,
tiplano, regresa a Palenque en donde nota y de establecer el mejor órden para conser-
el derrumbe de la fachada del Templo de la var estos monumentos de la antigüedad,
Cruz, que vio completa en la primera visita, que por cierto, los encuentro mucho más
así como el relieve del Templo del Bello Re- deteriorados de cómo los ví tres años há.
lieve que había desaparecido. Haciendo algunas exploraciones entre
Uno de los avances técnicos utilizados los muchos montículos de piedra que por
por Charnay en Palenque fue la fotografía; doquiera se hallan, formados por el de-
posteriormente exploradores como Alfred rrumbe de los edificios, he dado con unas
Maudslay y Teober Maler mostrarían con fábricas que tienen la apariencia de tum-
precisión y naturalidad la grandeza de las bas, formando las que ví, que son en núme-
antiguas ciudades y las costumbres de sus ro de seis en dos hileras, un solo edificio,
pobladores modernos a través de sus cáma- dividido en gruesas paredes de mampos-
ras fotográficas (Bernal, 1992: 113-114). Con tería y comunicadas entre sí por estrechos
Charnay se cierra el ciclo de los viajeros ro- conductos. Las cortas dimensiones de
mánticos para dar paso a los iniciadores de cada estancia, pues que miden tres metros
la arqueología científica, en donde surgirán de longitud por menos de dos de latitud, y
grandes americanistas que van a contribuir como dos y medio de altura con lo que le-
a crear una nueva imagen sobre Palenque y vanta el sector, están indicando haber sido
el área maya. la mansión cineraria de los potentados que
En poco más de un siglo Palenque había en estas regiones moraron.
brotado de la espesa vegetación selvática Con efecto, habiéndose practicado una
mostrando la riqueza extraordinaria de sus excavación en una de estas piezas, á las cua-
restos arquitectónicos y escultóricos. Sin les entramos con velas encendidas por ser

20
Palenque. Investigaciones recientes

tenebrosas, encontramos un sepulcro como Por la descripción del relato, estas tumbas
á medio metro de profundidad, cubierto de podrían corresponder a las que se ubicaban
gruesas piedras cuadrangulares asentadas en el interior del Templo XV, ya que eran ac-
de canto, midiendo la arca o nicho como dos cesibles para la época que se realizó esta visi-
metros de largo por setenta y tantos centí- ta4, lo cual comprobaría el arqueólogo inglés
metros de ancho, y poco más de cuarenta Alfred P. Maudslay años después, cuando en
de alto, estando casi vacio. Introdújeme 1891 visita Palenque y nos deja una descrip-
en él llevando una bujía en la mano, hasta ción de este edificio y de su contenido:
descansar en mi cuerpo horizontalmente
sobre una delgada losa que forma el fondo Al norte del montículo del Templo del Sol
del sepulcro, teniendo que tomar esta po- está otro montículo más pequeño que so-
sición porque la abertura era tan pequeña porta un edificio de que su esquina sur oeste
que con dificultad me dió lugar entrando de todavía se conserva en pie. Este montículo
cabeza; y extraje de entre la tierra que había se une por una terraza a un montículo más
caido al practicar la horadación, fragmentos pequeño que contiene las cámaras sepul-
de huesos así del cráneo como de otras par- crales que se muestran en la lámina XC.
tes del cuerpo: Pesarán unas seis onzas; más La entrada a estas cámaras estaba
la ciencia al apoderarse de ellos, acaso los originalmente en la cima del montículo y a
encontrará de mucha mayor gravedad. Los través de una escalinata, con escalones que
conservaré para llevarles juntamente con descienden a la cámara sur-oriental. Esta
los grabados. entrada ha estado intencionalmente cerra-
Me pesa haber contribuido inopinada- da con una laja grande de piedra, y el acceso
mente á demoler con el peso de mi cuerpo a las bóvedas se logra ahora por un agujero
aquellas preciosas reliquias; pero carecien- realizado a través de la mampostería.
do en aquel momento de instrumentos Hay un descenso de dos escalones
propios para destapar bien el sepulcro, y desde el exterior a la galería interna o del
poseído á la vez de grande ansiedad por norte, que está dividida en tres cámaras.
descubrir los restos, procedí de la manera Las puertas de las cámaras del centro y oc-
que dejo a ud reseñada en descargo de mi cidental han sido tapiadas. En la pared del
conciencia. extremo oriental de la galería del sur está
Espero encontrar algunas curiosidades una puerta bloqueada por la mampostería
y tal vez algun otro sepulcro. Tendré gusto, y escombro.
como al presente, de dar á ud cuenta de lo En el suelo de la cámara central hay un
que encuentre. ataúd, hecho de lajas delgadas de piedra, re-
Por las contínuas lluvias no pasé á San
Cristóbal las Casas ántes de venir aquí; más
4
Posiblemente las tumbas del Templo XV eran ya co-
espero efectuar el viaje en buena oportuni- nocidas desde 1832 y su descubrimiento se le deba
dad y ántes de regresar á esa capital en el al conde Frederik Waldeck. Según Echánove Trujillo
(1974:31), con base en datos de su diario, señala que
entrante año, para ver y dar cuenta de las
cuando Waldeck decide construir tres cabañas para vi-
construcciones telegráficas, etc. vir en ellas, en el costado oeste del Templo de la Cruz,
Mientras tanto, ordene ud como guste á que al plantar una de los postes de una de las cabañas
descubre una bóveda que da a un subterráneo todavía
este su afectísimo amigo y muy atento S. Q. desconocido, aunque no se dan más detalles de esta
B. S. M. – M. S. Rodríguez. (Lombardo de estructura, es posible que se trate del Templo XV dada
la cercanía de estas cabañas a este edificio, tal como
Ruíz, 1994: 71-72) las dibuja en una de sus litografías. Véase Baudez
(1993: 113).

21
Arnoldo González Cruz

vestido en el exterior con estuco y cubierto piso de cemento de la cámara, y por lo que
en el interior con polvo rojo. Del ataúd se pude observar el cuerpo fue depositado con
habían robado su contenido. (Maudslay, ci- la cabeza hacia el norte, la ofrenda votiva,
tado en García-Moll 2003: 30) era un vaso simple poco profundo, alineado
con el hombro derecho.
Una descripción de estas mismas tumbas es La segunda cámara, del mismo tamaño
la de Edward H. Thompson, a quien en una y apariencia general que la primera, tenía
breve visita a Palenque realizada a princi- cerca del centro una caja grande, bien he-
pios de 1895, en compañía de William Hol- cha, de 1.52 m de longitud por 0.61 m de an-
mes, le fue señalada la presencia de estas cho y 0.61 de altura, delgadas lajas lisas de
tumbas por parte del Sr. German Kholer, piedra, semejando en su apariencia a la caja
residente de Palenque: de la tumba que yo descubrí. Esta caja tenía,
cerca un esqueleto, y dos vasijas, una en for-
Alrededor de 7.60 m al norte de este se- ma de cuenco y la otra semejante a un gran
pulcro está un montículo amorfo el cual cucharón, ambos de arcilla bien cocida, dos
contiene una cámara real de muertos. Una navajas de obsidiana de 0.20 m de largo y un
estrecha abertura en la parte superior del malacate de cerámica.
montículo, de 0.71 m de ancho por 1.82 m La tercera cámara, similar en tamaño y
de longitud fue sellada por pesadas lajas de forma a las precedentes, contenía un esque-
piedra trabajada y pegada para mantener- leto colocado directamente sobre el piso de
la en su lugar, esta entrada conduce a una cemento de la tumba, dos grandes lajas de
escalera con seis escalones, que terminan piedra lo cubrían, a modo de tienda, una
en una plataforma que mide 5.02 m de lon- descansaba sobre la otra, con los extremos
gitud y 2.11 m de ancho por 2.53 de altura. cubiertos por una lajas más pequeñas, todas
La pared a mano izquierda de esta cámara aseguradas por cemento en su sitio. Por de-
no ha sido abierta. El mortero ha caído casi bajo de esta curiosa, pero efectiva caja mor-
por completo de su lugar y ha sido susti- tuoria, descansaba un solo esqueleto y una
tuido por innumerables puntos brillantes vasija común de paredes bajas.
de incrustaciones de calizas, y de la parte En la esquina suroeste de la cámara
del techo abovedado cuelgan innumerables mayor se encontró un esqueleto colocado
estalactitas. El muro del lado derecho de la con la cabeza hacia el oeste, con una vasija
cámara tiene tres pequeñas aberturas, cada ornamental colocada cerca de su hombro
una de 1.63 m de largo por 76 cm, sólida- izquierdo. La cámara principal se abre ha-
mente selladas con cementante y piedras, cia el oeste hacia otra más pequeña, en rea-
pero ahora abiertas por el descubridor del lidad una continuación, pero separadas por
hallazgo, el señor German Kholer, residente un medio muro. Este cuarto más pequeño
de Palenque. A través de la primera abertu- también contenía un esqueleto sin caja para
ra yo me introduje gateando y descendí un entierro. En la pared aparece una apertura
escalón encontrándome dentro de una bien que conduce hacia una tumba, probable-
planeada cámara mortuoria con la misma mente similar a la ya descrita, sin embargo,
forma general que la descubierta por mí, la parte superior y laterales de esta parte de
pero mayor, siendo ésta de 2.13 m de largo la estructura se encuentran hundidas y es
por 1.82 m de ancho y 3.23 m de altura. En necesario excavar antes de que esta inves-
esta cámara no había ninguna caja mortuo- tigación se pueda hacer. (Thompson, 1985:
ria, el esqueleto yacía directamente sobre el 419-421)

22
Palenque. Investigaciones recientes

Por otro lado, estos mismos exploradores quedan difícilmente vestigios en su sitio,
nos dejarían descripciones sobre una se- pero el piso de la tumba estaba cubierto por
rie de tumbas que se ubicaban en el extre- fragmentos desintegrados de su acabado.
mo suroeste del basamento del Templo de El techo estaba abovedado con la forma del
la Cruz, dejándonos Maudslay esta des- arco falso conocida como arco maya. En el
cripción: centro de la tumba estaba una caja de pie-
dra, de 1.72 m de largo, 0.61 m de ancho y
A dos tercera partes de distancia a la cues- 0.46 m de altura, cada lado de la caja estaba
ta, al ángulo del sur-oeste del montículo formado por laja de piedra pulida cada una
base, hay varias cámaras sepulcrales que ya de 5 cm de grosor. Las lajas internas estaban
se había abierto. En uno de éstos está una montadas sobre los bordes del exterior, de
clase de ataúd corto de piedra, los lados y forma suficiente para permitir que la laja
extremos formados de lajas bien cortadas. que servía como tapa estuviera a ras de los
El contenido había sido robado y se había bordes formando así un depósito bien ter-
pasado por alto sólo unas lascas de jadeíta. minado, decoroso y simple para el muerto.
El fondo y lados del ataúd fueron cubiertos La parte superior de la caja estaba cubierta
con un polvo rojo oscuro. con desechos los cuales con el tiempo y la
Ninguna de las paredes de la terraza humedad se endurecieron convirtiéndose
de este montículo podría verse, a causa en una masa de cemento. Con mucho cui-
de la masa de ruinas con que fue cubierto. dado, al limpiar esta masa adherida encon-
(Maudslay, citado en García-Moll 2003) tré sobre la superficie expuesta las ofrendas
votivas de los antiguos deudos, consistente
Por su parte, el propio Edward H. Thomp- de una pequeña y rota, efigie de un gue-
son describe sus actividades en el Templo rrero de arcilla, con plumas sueltas y otras
de la Cruz: vestimentas de guerrero, puntas de lanza,
cuentas de jade y pendientes de arcilla, ro-
Al sur, 60 grados al oeste se localiza el tas intencionalmente antes de ser puestas
llamado Templo de la Cruz núm. 1, y cer- dentro de la tumba, como indica la posición
ca de dos tercios de la pendiente oeste de de los fragmentos. Esta vieja costumbre de
la pirámide, descubrí una serie de tumbas romper las ofrendas funerarias prevaleció
selladas. Éstas estaban, en su mayor parte, extendida en Yucatán, como mis excavacio-
muy destruidas debido a las largas raíces de nes lo han demostrado. Levantada la pesada
los árboles y por la destrucción de la pirá- tapa encontré los restos de dos esqueletos,
mide, eso hace que su perfil original sólo se sin embargo descompuestos que un toque
puedan hacer conjeturas. Sin embargo tuve los destruía. Uno yacía sobre un lado con
la buena fortuna de encontrar una prácti- los brazos y rodillas flexionadas hacia la
camente intacta, y de la cual desprendo los barbilla. El otro estaba tan degradado por
siguientes hechos: las filtraciones de agua que entraron a tra-
Esta tumba fue construida en el interior vés de las juntas de la caja, abiertas por la
de la pirámide y formó un cuarto pequeño destrucción de la base de la pirámide, que
rectangular de 2.3 m de longitud por 1.82 su posición exacta no pudo ser determina-
m de altura y 2.13 m de ancho. Construido da. Una pequeña jarra de barro, una vasija
con material calcáreo y piedra, tenía la apa- en forma de cuenco, algunas cuentas de jade
riencia de haber tenido una vez una capa y un hermoso malacate grabado también de
de estuco blanco pulido. De este estuco jade, que fue cuidadosamente recuperado

23
Arnoldo González Cruz

y dejado para no disturbar por quizás otro nunca sería igualado entonces en cuanto a la pre-
lapso de siglos. (Thompson citado en Gar- cisión bellísima de sus láminas, la exactitud de sus
cía-Moll 2003: 32) planos, las detalladas observaciones sobre arqui-
tectura y los cuidadosos dibujos de las inscripciones
En este mismo sentido, Holmes describe jeroglíficas (Bernal, 1992: 138).
la misma tumba, aunque tomó los datos de La última parte del siglo XIX y las pri-
su compañero y colaborador, ilustrando en meras décadas del siglo XX, aunque se
su obra algunos de los hallazgos localizados seguía estudiando a la ciudad desde diver-
(Holmes, 1897: 206-208, PL XXIII). El texto sos ángulos, no habría descubrimientos
de Thompson sobre la tumba del Templo de de campo importantes debido principal-
la Cruz sería quizá la primera descripción mente al movimiento revolucionario.6 Sin
formal de una tumba realizada en Palenque, embargo, durante este tiempo transcurri-
aunque este personaje tendría una segunda do ¿Dónde se habían llevado a cabo estas
historia y sería ampliamente conocido, des- actividades arqueológicas hasta ese mo-
graciadamente para la arqueología mexica- mento? Lo que sabemos de este capítulo
na, por sus trabajos en Chichén Itzá.5 de descubrimientos e interpretaciones es
Por su parte, los trabajos de Alfred que todas ellas se concentraban en lo que
Maudslay marcarían el inicio de los estu- hoy conocemos como la Gran Plaza, consi-
dios científicos en Palenque. Maudslay rea- derada como el corazón de la ciudad anti-
lizó el primer gran desmonte del sitio e hizo gua. Al este de la plaza se encuentra el Pa-
varias excavaciones en el Palacio. Asimismo lacio, donde fueron construidas una serie
levantó con exactitud los primeros planos de edificios y una enorme torre alrededor
del centro de la ciudad y asignó nombres a de cuatro patios interiores sobre una gran
los edificios, muchos de los cuales todavía plataforma (figuras 2 y 3). Debido a sus
se conservan. Además llevó a cabo un mi- espaciosos recintos sería el lugar de resi-
nucioso registro fotográfico utilizando una dencia y el área de trabajo de la mayoría de
cámara de placa húmeda y formato grande los viajeros y exploradores que visitaron
que le dio la posibilidad de obtener excelen- el sitio durante los períodos anteriores. El
tes imágenes. Finalmente realizó moldes de Palacio cubre una inmensa área, cuya dis-
yeso y papel maché de las esculturas, cuyas tribución de edificaciones forma un con-
reproducciones sirvieron para plasmar di- junto impresionante que da testimonio de
bujos precisos (Coe, 1995: 117). El resultado un largo ciclo de construcción. La riqueza
de su trabajo en Palenque quedaría registra- decorativa de sus construcciones permitió
do en el volumen de Archaeology que forma- acumular un gran inventario de informa-
ba parte de su obra que tituló Biología centra- ción, siendo el edificio mejor representa-
li-americana, publicada en Londres y, como do gráficamente y el mayormente descrito
señalarían algunos autores posteriormente, para el período que nos ocupa.

5
En 1904 siendo cónsul de los Estados Unidos en
Mérida, Thompson inició trabajos de exploración del
cenote sagrado de Chichén Itzá hasta 1911. Estos 6
Durante ese período los estudios estaban enfocados
trabajos fueron considerados como verdaderos saqueos principalmente en el campo del desciframiento como
por la forma de extraer los objetos arqueológicos y los trabajos de Joseph Goodman (1892), cuyos
su posterior entrega al Museo Peabody de Harvard, estudios se basaban en los dibujos de Maudslay.
lo que ocasionó una protesta del Gobierno Mexicano, Eduard Seler (1915), quien llevó a cabo un estudio
entablando un juicio el cual duraría hasta 1944. Véase sobre ornamentos de estuco y pintura encontrados en
Chase y Shane, (1996: 26-27); Piña Chan (1968: 7-8). el Palacio. Véase Coe (1995: 118-131).

24
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 2. Torre del Palacio.


Tomada de Alfred P. Maudslay. 1890-1891. The Trustees of the British Museum.

Figura 3. El Palacio.
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

25
Arnoldo González Cruz

Las excavaciones modernas en el Palacio Por su parte, al sur de la Gran Plaza


no sólo han revelado una compleja secuencia (figuras 4 y 5) fueron ubicadas cuatro es-
de construcción a lo largo de 400 años de his- tructuras alineadas este-oeste, entre las
toria, sino todo un conjunto de actividades que destacaría el Templo de las Inscrip-
propias de la corte que se realizaban en sus ciones, y que también serían objeto de
espaciosos recintos, decorados con relieves amplias descripciones debido a sus relie-
de piedra labrada y estuco. Es sin duda el área ves de estuco que decoraban las pilastras
que albergó a la clase gobernante y su séquito y por los tableros de piedra que se ubica-
durante una buena parte del Clásico Tardío. ban en el interior de la crujía frontal. Las
Aquí el k´uhul ajaw o “sagrado gobernante” en otras tres estructuras, que se distribuían
turno, tomaba las decisiones más importan- en su parte oeste, no llamaron la atención
tes sobre la administración, la guerra, la de- ya que se encontraban derruidas y cubier-
signación de herederos, la organización del tas con vegetación selvática.
culto religioso y los ritos de entronización.

Figura 4. La Gran Plaza.


Tomada de Alfred P. Maudslay. 1890-1891. The Trustees of the British Museum.

26
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 5. La Gran Plaza vista desde el norte.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Al suroeste de la Gran Plaza existe


otro grupo de edificios que recibiría aten-
ción dada la inmensidad arquitectónica
de sus construcciones y por los tableros
esculpidos en piedra que se conservan en
pequeños santuarios en el interior de sus
templos y que conocemos como el Grupo
de las Cruces. El nombre de este conjun-
to se debe a los elementos centrales de los
tableros al interior del Templo de la Cruz
y Templo de la Cruz Foliada, y que junto
con el Templo del Sol (figura 6) forman la
plaza central del conjunto. Los tres fueron
construidos sobre elevaciones naturales
por medio de basamentos piramidales y
coronados por templos de planta rectan- Figura 6. El Templo del Sol.
gular cuyos santuarios interiores eran in- Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
dependientes. Cada santuario consta de Palenque/ INAH.
lápidas esculpidas en piedra caliza con
escenas y extensos textos glíficos que se Fue aquí donde Antonio del Río llevó a
vinculan con la entronización de K’inich cabo las primeras excavaciones en el inte-
Kan B’alam II, siempre acompañado por su rior del Templo del Sol y Templo de la Cruz,
padre Janahb’ Pakal I. donde Stephens y Catherwood se maravi-
llaron con las escenas de los paneles que
decoraban los templos y donde Waldeck
diera a conocer por primera vez la Estela 1.
Las investigaciones arqueológicas y epigrá-
27
Arnoldo González Cruz

ficas actuales han permitido identificar que res fue posible conocer elementos que de-
estos edificios estuvieron dedicados al culto coraban los edificios y que en la actualidad
de los dioses patronos de la ciudad: el Tem- ya no es posible observar. Este es el caso del
plo de la Cruz fue consagrado al Dios Celes- Templo del Bello Relieve (figura 7), en cuya
te (GI); el de la Cruz Foliada al dios K’awiil pared posterior se situaba un tablero con
(GII), patrono de la agricultura y del linaje relieve de estuco y que todavía observó y di-
gobernante, y el del Sol al dios K’inich Ajaw bujó Waldeck en 1832. Gracias a él sabemos
Pakal (GIII), Escudo del Señor de Rostro que existía un personaje sentado sobre un
Solar, entidad que personificaba al Sol en su trono; cuyos extremos terminaban en cabe-
trayecto por el inframundo. Estos templos zas de jaguar y las garras tenían la función
fueron consagrados en el año 692 d.C. por el de soporte del asiento, con textos jeroglífi-
gobernante K’inich Kan B’alam II. cos en ambos extremos del personaje y cuya
Gracias a los descubrimientos y regis- temática era parecida a la del tablero Oval
tros gráficos de estos viajeros y explorado- del Palacio.

Figura 7. Templo del Bello Relieve.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

A partir de la segunda década de siglo conocido, ya que será reconocida por pri-
XX se inician excavaciones a gran escala mera vez información estratigráfica de los
en diversas ciudades mayas por institucio- edificios, los tiestos cerámicos, ofrendas
nes y universidades de manera profesional, y tumbas, que les permitirán en el futuro
en donde construcciones y objetos cobra- establecer cronologías, ubicando a las ciu-
rán una importancia y un valor antes des- dades mayas en el tiempo y en el espacio
28
Palenque. Investigaciones recientes

en un intento por comprender sus oríge- los cerros, vemos paredes construidas con
nes y el desarrollo de sus constructores. grandes piedras, montículos y pirámides,
Un aspecto importante en los inicios del terrazas y edificios, puentes y acueduc-
siglo XX es también la preocupación por tos. (Blom, 1991:152)
la conservación de estas antiguas ciudades Durante este reconocimiento asigna
exploradas con la finalidad de exponer la números y letras a edificios que carecían
arquitectura, así como la reconstrucción y de ellos, para poder ser identificados en
consolidación de los vestigios, a fin de pro- el futuro, dándole una continuidad a los
tegerlos de los elementos y mostrar a sus señalados por Maudslay. Por otro lado,
visitantes este patrimonio cultural. Es así aunque describe los principales edificios
que bajo estos lineamientos, grandes ex- de la ciudad ya tratados por sus anteceso-
cavaciones se realizarían, principalmente res, considera relevante dibujar muchos
por instituciones norteamericanas, en las detalles ya que “la destrucción sigue día
ruinas de Copán (1896), Uaxactún (1923) con día y lo que se encuentre hoy pue-
y Chichén Itzá (1924) (Bernal, 1992: 168- de estar perdido mañana” (Blom, 1991:
169; Coe, 1995: 136-137). 22). Así, con los planos de Maudslay en
En el caso de Palenque, no pasó mucho la mano, como él mismo lo señala, se de-
tiempo antes de que los arqueólogos em- dicó a hacer un inventario de los relieves
pezaran a mostrar un interés por conocer de estuco, tableros labrados y paredes
un poco más allá de los grandes conjuntos pintadas, principalmente en el Palacio,
monumentales levantados por Alfred P. el Grupo de las Cruces, el Grupo Norte y
Maudslay. A finales del año de 1922 viajó a Templo del Conde (figura 8).
Palenque el arqueólogo danés Frans Blom,
comisionado por la Dirección de Antro-
pología de la Secretaría de Agricultura
y Fomento de México, con el objetivo de
realizar un reconocimiento para determi-
nar qué podía hacerse para conservar las
ruinas (Blom y La Farge, 1986: 229).
Durante su estancia, hasta marzo de
1923, Blom realizó un recorrido extenso,
levantado un plano que cubría un área
mayor del realizado por Maudslay. Varias
páginas de su informe estaban dedicadas
a describir una serie de conjuntos arqui-
tectónicos hacia los cuatro rumbos de la
zona central levantada previamente:
Habiendo terminado lo relativo a la
zona que comprende las ruinas de Palen-
que (se refiere a la descripción de los edi-
ficios del área central), penetramos a la
selva tropical en busca de vestigios arqui-
tectónicos de los antiguos constructores. Figura 8. El Templo del Conde.
Al N. y al S., al E y al O., al pie de los ce- Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
rros, en las planicies y en las cumbres de Palenque/ INAH.

29
Arnoldo González Cruz

Algunos de los descubrimientos de de su ubicación. Además, en un recorrido


Blom proceden de una serie de construc- por una de las paredes que forman el acue-
ciones que él denomina Grupo A, donde ducto del arroyo Otulum, que atraviesa el
encontró cinco tumbas señaladas como se- centro de la ciudad y que dotaba de agua
pulcros (S).7 Aunque algunas de éstas ha- potable a sus antiguos habitantes, se apre-
bían sido despojadas hacía mucho tiempo cia la figura colosal de un enorme lagarto,
de sus objetos por saqueadores, Blom tuvo labrado en uno de los bloques que forman
la fortuna de explorar cuatro tumbas in- el muro este del canal y cuya presencia no
tactas al interior de espacios abovedados. había sido notado por otros.
Éstas, numeradas desde el S1 hasta el S4, se En el pueblo de Santo Domingo de Pa-
caracterizaban por ser sarcófagos de mam- lenque, Blom fotografió dos tableros que
postería de los cuales pudo recuperar va- se encontraban empotrados en la fachada
sijas cerámicas, agujas de hueso, pendien- de la iglesia del pueblo, y que original-
tes de concha nácar, malacates de piedra mente decoraban las jambas del santua-
y fragmentos de obsidiana. Los individuos rio del Templo de la Cruz, mismos que
se encontraban en una posición extendi- Stephens describiera y dibujara in situ.
da y con el cráneo orientado al norte. La Así también, recuperó una serie de ob-
quinta tumba explorada por Blom (S5) se jetos de barro, estuco y escultura que el
ubicaba al oeste de las anteriores, donde exinspector de las ruinas Benito Lacroix,
se localizó una cámara al interior de una residente del pueblo, había sustraído de
estructura que contenía cuatro sarcófagos las ruinas para venderlas. Entre ellas se
de mampostería. Dos de los sarcófagos que encontraba un fragmento de un tablero
se ubicaban al sur de la cámara no pudo de piedra que el explorador nombra como
explorarlos porque se había derrumbado el Tablero Maudslay, dado que fue este ar-
parte de la bóveda, mientras que los otros queólogo inglés quien localizó la pieza en
dos sarcófagos ubicados al norte, a pesar las cercanías del Templo XVIII y la publi-
de estar bien conservados su contenido có por vez primera (Blom, 1991: 106). En
había sido sustraído. A poca distancia de la actualidad se sabe que este fragmento
este grupo arquitectónico exploró otras formaba parte de la jamba izquierda del
tumbas, aunque sin hallar resultados im- Templo XVIII y fue el arqueólogo Alber-
portantes, más que algunos huesos huma- to Ruz quien en el año de 1954 integró la
nos esparcidos. pieza completa, al localizar el resto de los
En diversas estructuras de la ciudad fragmentos durante las excavaciones del
antigua, Blom recolectó una diversidad de templo y que hoy puede apreciarse com-
materiales arqueológicos como fragmentos pletamente en el museo de sitio.
de vasijas, silbatos y cabecitas de barro, así Asimismo, en una segunda visita a
como piezas de estuco, obsidiana y peder- Palenque, Blom tuvo la fortuna de que
nal. Entre estos materiales los más impor- se le mostraran tres fragmentos de es-
tantes fueron 32 jeroglíficos de estuco que culturas, por el guardián de las ruinas,
localizó en una de las paredes del Templo que habían sido localizadas en el Grupo
XVIII, que debido a su estado de conser- de las Cruces. Dos de ellas presentaban
vación tuvo a bien desprender antes que dos líneas de inscripciones jeroglíficas y
éstos se perdieran, pero realizó un dibujo la tercera era parte de un tablero con re-
lieves antropomorfos. Los dos primeros
7
Actualmente conocido como Grupo I-II. pertenecían a las alfardas del Templo de
30
Palenque. Investigaciones recientes

la Cruz, mientras que el tercero formaba La tarea realizada resultó ser enorme,
parte de la jamba norte del Templo de la ya que Fernández se enfrentó al desmonte
Cruz Foliada.8 de plazas y edificios, a la construcción de
La inspección realizada por Blom al un camino adecuado de acceso a la zona
Templo de las Inscripciones, además de su arqueológica para transportar materia-
preocupación por el estado de conservación les e insumos, un campamento para sus
del edificio, nota en el piso del cuarto central estancias de trabajo y una bodega-museo
que una de las losas de piedra que lo forman para resguardar los materiales que obte-
“tiene dos filas de perforaciones, mismas nía en sus exploraciones. Sin embargo,
que acostumbraban cerrar con tapones de estos esfuerzos serían recompensados con
piedra. No me imagino cual era la intención el descubrimiento de numerosas escultu-
de estos agujeros” (Blom y La Farge, 1986: ras y ofrendas cerámicas que enriquecie-
244). Debido a esta observación, décadas ron notablemente la historia cultural de
después, serían analizadas por Alberto la ciudad. Lo más importante de todo fue
Ruz, quien llevaría a cabo una excavación que Fernández y sus colegas fueron los
en el lugar, conduciéndolo posteriormente primeros arqueólogos en realizar trabajos
al descubrimiento arqueológico más impor- de reconstrucción y consolidación de las
tante de la América Precolombina. estructuras, así como la restauración de
A partir de 1934 nuevas intervenciones estucos y pintura mural.
en Palenque se encaminarían a ampliar Las excavaciones realizadas en los pi-
considerablemente el conocimiento de la sos de los templos del Sol, de la Cruz y
ciudad y la conservación de sus monumen- Cruz Foliada permitieron descubrir 23 pe-
tos con la llegada del arqueólogo Miguel queñas ofrendas formadas generalmente
Ángel Fernández del Instituto Nacional de por vasijas cerámicas y que contenían en
Antropología e Historia (INAH). En com- su interior huesos de animales, jades, frag-
pañía de Roque Ceballos Novelo y Hein- mentos de concha y piedra.10 Estas ofren-
rich Berlín iniciarían los primeros trabajos das presentaban características muy simi-
sistemáticos de exploración, consolida- lares a las extraídas por Antonio del Río
ción y reconstrucción arquitectónica de bajo los pisos de estos mismos edificios en
Palenque. La mayor parte de los trabajos 1786. Además de estos objetos, se suma-
de campo, realizados entre 1934 y 1945, se ría una escultura de piedra tallada y dos
concentraron en el Palacio, el Templo del lápidas con inscripciones glíficas, todas
Sol, el Templo de la Cruz, el Templo del ellas pertenecientes al Templo de la Cruz.
Conde y el Grupo Norte.9 Recientemente los arqueólogos creen que
los objetos cerámicos y su contenido fue-
8
En 1925 Frans Blom pasó a formar parte de la Univer- ron parte de la consagración inicial de los
sidad de Tulane y conjuntamente con el etnólogo Oliver
La Farge organizaría una expedición para recorrer los
estados de Veracruz, Tabasco y Chiapas con el objetivo a él en el primero de 1934. Por otro lado, los trabajos
de estudiar vestigios arqueológicos, así como las len- de Fernández en Palenque tampoco fueron continuos.
guas y costumbres de los mayas actuales, publicando En 1938-1938 fue comisionado a realizar trabajos en
sus resultados con el título de Tribes and temples. En Tulúm, Q.R.; en 1940 estuvo en Acanceh Q.R, siendo
esta expedición la mayoría de los datos publicados so- sustituido por Roque Ceballos y Heinrich Berlín y en
bre Palenque es un extracto del informe presentado en 1944 no se realizaron trabajos arqueológicos en el
1923. Véase Blom y La Farge (1986: 227-270). sitio. Véase a García Moll (1991:109-112); Schálvelzon
9
Se sabe que Miguel Ángel Fernández visitó el sitio por (1986: 84-93) y Cuevas (2004: 61-80).
primera vez en 1933, en compañía de Luis Rosado 10
Fueron localizadas tres ofrendas en el Templo del Sol;
Vega, Alberto Escalona y el dibujante Carlos Cámara. 20 en el Templo de la Cruz y dos en la Cruz Foliada.
Aunque el informe no ha sido localizado, hace referencia Véase García Moll (1991).

31
Arnoldo González Cruz

templos y de múltiples rituales realizados


posteriormente para renovar el vínculo del
gobernante en turno con sus dioses (Gon-
zález, 2005: 113-126).
Un primer capítulo en la recuperación
escultórica de Palenque se lo debemos a
los descubrimientos de Miguel Ángel Fer-
nández. Durante sus excavaciones en el
Palacio (figura 9) descubre cuatro escul-
turas en piedra, que hoy conocemos como
las lápidas del Orador, del Escriba, de la
Creación y el Tablero de los 96 glifos. Las
dos primeras aparecieron en el lado sur
de la Torre, en un altar con tres gradas en
cuyos extremos estaban colocadas las lá-
pidas del Escriba y el Orador. En ambos
casos se trata de personajes arrodillados
que portan estandartes y cuyas diferen-
cias estriban en que el primero lleva un
objeto semejante a un punzón para escri- Figura 9. Miguel Ángel Fernández en El Palacio.
bir y el segundo se encuentra con la boca Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
entreabierta y con un ademán de la mano Palenque/ INAH.
que aparenta una acción de oratoria. Por
su parte el tablero labrado de la Creación Cercana a estas esculturas Fernández
fue localizado sobre una escalera que da localizó la lápida de los 96 glifos, conocida
acceso al Edificio J.11 La lápida muestra la de esta manera por el número de cartuchos
representación de un sacerdote en el lado glíficos inscritos. Desde su descubrimiento
izquierdo y en el derecho a una deidad, los arqueólogos y epigrafistas hicieron in-
ambos enmarcados dentro de cartuchos vestigaciones y encontraron que estas ins-
con orillas lobuladas, indicando que se cripciones presentaban fechas y episodios
encuentran en una cavidad subterránea. que registran la dedicación de un templo
El personaje de la izquierda porta un ha- que llaman La Gran Casa Blanca, evento
cha cuyo mango está formado por una realizado por el gobernante K’inich Jana-
serpiente entrelazada. El de la derecha hb’ Pakal I el 4 de noviembre del 654 d.C.
lleva puesta una máscara y la diadema del Los siguientes eventos se relacionan con las
dios Chaahk y su cuerpo muestra marcas entronizaciones de algunos de sus descen-
acuáticas típicas de esa deidad. dientes hasta el año 783 d.C.12
Debido a que Berlín conocía el reporte
de Blom de 1923 sobre los 32 glifos locali-
zados en el Templo XVIII, le propuso a Fer-
nández que se hiciera una excavación en

12
En la actualidad se cree que La Gran Casa Blanca
11
Otros fragmentos de la lápida de la Creación fueron corresponda a la Casa E del Palacio, espacio donde se
localizados por Fernández en el escombro adosado a la presume que se llevaban a cabo las entronizaciones de
Torre del Palacio. los gobernantes.

32
Palenque. Investigaciones recientes

el templo bajo la suposición de que se pu- nes de la sierra. El propósito señalaba era el
dieran encontrar más glifos en el escombro de presentar, al cabo de varios años, un cua-
del edificio en ruinas (Berlín, 1991c: 417). dro cultural e histórico de la vida indígena
Durante las excavaciones y entremezcla- que tuvo como marco la región de Palenque.
dos con el escombro recuperaron 73 glifos (Ruz, 1952: 49)
procedentes de la pared posterior del tem-
plo, aunque la exploración no fue concluida Entre 1949 y 1958 se llevarían a cabo exca-
(Berlín, 1991c: 418-432). vaciones y restauraciones de una decena de
Unos años después de que Miguel Ángel edificios, levantando planos y reuniendo
Fernández y Heinrich Berlín marcaran una una gran colección de artefactos, suficientes
etapa en la historia de las investigaciones en para contar con un enorme cuerpo de infor-
el sitio, el INAH iniciaría nuevas explora- mación arquitectónica, epigráfica, religiosa,
ciones en Palenque, con la participación de iconográfica y funeraria, que le permitió
numerosos especialistas bajo la dirección del reunir un cuadro cada vez más completo
arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier. Su pro- sobre las creencias religiosas, económicas y
grama de trabajo para la ciudad antigua era: organización sociopolítica de los antiguos
habitantes de Palenque. Los hallazgos ar-
el estudio de la arquitectura, inscripciones, queológicos de Alberto Ruz fueron nume-
escultura, modelado y cerámica; investiga- rosos y variados, desde la recuperación de
ciones antropológicas en los restos óseos ornamentos de piedra, vasijas cerámicas,
procedentes de las sepulturas y en los indi- entierros humanos y esculturas, concluyen-
viduos de la región; investigaciones lingüís- do con el gran descubrimiento de la tumba
ticas y etnológicas entre ciertos grupos de de K’inich Janahb’ Pakal I en el Templo de
indios chol que aún viven en las estribacio- las Inscripciones (figura 10).

Figura 10. Templo de las Inscripciones.


Archivo fotográfico del Proyecto Ar-
queológico Palenque/ INAH.

33
Arnoldo González Cruz

En 1949, Ruz y su equipo empezaron restos de edificios importantes sino de pe-


investigando el Palacio, el cual había sido queños complejos arquitectónicos de tipo
un imán para los exploradores y arqueólo- habitacional, en donde el azar desempeñó
gos desde hacía siglos. En una sección de su papel en uno de los descubrimientos
este edificio, que conocemos actualmente menos esperados en esta parte de la ciu-
como Casa A-D, Ruz encontró un tablero dad. Durante la realización de un camino
de grandes dimensiones y gran belleza que que condujera al sitio, las maquinas se to-
decoraba la parte central de la galería y que paron con una plataforma que le servía de
hoy es conocido como el Tablero del Palacio. basamento a una serie de construcciones
La escena central muestra relieves esculpi- conocidas como Grupo IV. Los arqueólogos
dos que presentan a K’inich Janahb’ Pakal I hicieron investigaciones y descubrieron en
y su reina la señora Tz´akb´u Ajaw (señora la parte alta de una de estas construcciones
Sucesión), presentando insignias de “tambor otro hermoso tablero esculpido que Ruz
principal” y los emblemas de guerra “escu- denominaría como Tablero de los Esclavos.
do y pedernal” a su hijo K´an Joy Chitam II El tablero, localizado in situ, se encontraba
(Preciso/ Amarillo Pecarí Amarrado) (Mar- adosado al muro posterior de una habita-
tin y Grube, 2002: 171). En un largo texto ción (Ruz, 1952: 34-38). Esta obra maes-
glífico se registran datos biográficos de K´an tra, tallada en tres paneles de piedra caliza,
Joy Chitam: su nacimiento (644 d.C.), su de- muestra la ceremonia de entronización de
signación como heredero (651 d.C.) y su en- K´inich Ahkal Mo’ Nahb’ III, ocurrida el 30
tronización (702 d.C.), entre otros. Tableros de diciembre del 721d.C. Está acompañado
como estos eran instalados a menudo en el por sus padres: Tiwohl Chan Mat, su pro-
interior de edificios importantes, que refle- genitor, quien le entrega un tocado señorial,
jaban la importancia de la familia real en el en tanto que su madre, la señora Kinuuw
ámbito terrenal como en el ámbito divino. Mat, le ofrece los emblemas escudo-peder-
Tras recuperar este tablero, Ruz comi- nal. En el texto glífico se registran datos
siona a Lauro José Zavala para realizar tra- biográficos de un sajal (jefe militar), llama-
bajos de exploración en el Grupo I-II con la do Chak Suutz´ (Gran/ Rojo Murciélago) a
idea de localizar arquitectura funeraria, en quien se le acreditan diversas victorias mili-
vista de los reportes dados a conocer por tares contra sus vecinos, entre otros aconte-
Blom y Berlín. El grupo arquitectónico que- cimientos (Bernal Romero, 2006: 178; Mar-
da ubicado a unos 200 metros del Palacio, tin y Grube, 2002: 173).
siendo el más próximo al conjunto monu- Siguiendo los pasos de Blom y Berlín, el
mental. Se caracteriza por contar con am- equipo de arqueólogos de Alberto Ruz de-
plias plataformas al pie de un acantilado, cidió explorar el Templo XVIII, no sólo en
sobre las que fueron construidas estructu- el santuario donde sus antecesores habían
ras rectangulares que una distribución es- recuperado cartuchos glíficos sino en toda
pacial organizada a partir de crujías dividi- la estructura. El Templo XVIII fue construi-
das en pequeños cuartos. Las excavaciones do sobre la falda de un cerro que lo limita,
arqueológicas realizadas por Zavala en este con cuerpos escalonados que le servían de
conjunto permitieron recuperar numerosos plataforma y pórtico de tres entradas con un
entierros con ofrendas y abundante mate- santuario en su crujía posterior. Aledaño a
rial de tipo doméstico (Zavala, 1949). este edificio fue construido el Templo XVI-
Algunos de los más valiosos descu- II-A que comparte el mismo basamento y
brimientos de Ruz no procedieron de los características constructivas comunes, tales
34
Palenque. Investigaciones recientes

como la distribución de sus espacios y el uso jeroglífica incisa, una placa de jade grabada
de un núcleo de piedras y tierra, de allí que con un personaje sentado, además de un
ambos han llegado a ser conocidos como los pequeño adorno de diadema del dios Bufón;
Templos Gemelos (Ruz, 1958: 147-151). insignias típicas de los altos dignatarios
Las excavaciones de Ruz en el santuario mayas completaban la ofrenda. Además,
del Templo XVIII le permitieron recuperar una limpieza de escombro en el pequeño
44 cartuchos glíficos, que sumados a los 32 espacio que había entre las tumbas 1 y 2, se
descubiertos por Blom y a los 73 localizados localizó un depósito funerario que se de-
por Berlín pudo reunir 149 de ellos, estable- nominó Entierro I, el cual contenía restos y
ciendo que formaban parte de un tablero de piezas dentarias, mientras que en el espacio
estuco que decoraba el santuario del Tem- dejado entre la tumba 2 y 3 se encontró el
plo XVIII. Debido a que se perdió el orden Entierro II, donde se hallaron huesos muy
original en que habían sido colocadas estas destruidos y un plato de barro color café
inscripciones, los intentos de reconstruc- (Ruz, 1958: 153; Bernal Romero, 2006: 22).
ción resultaron infructuosos para la época Desde la exploración del Templo XVIII,
de su descubrimiento, por lo que sólo algu- los artefactos, restos óseos e inscripciones
nos de los 149 cartuchos glíficos se exhiben fueron cubiertos por un velo de misterio
actualmente en el museo de sitio. sobre sus constructores y quiénes eran los
Entre los hallazgos de este templo, hay personajes enterrados en estas antiguas
también dos tableros esculpidos en piedra tumbas. Hasta hace algunos años se creía
caliza que decoraban las jambas del santua- que había pocas posibilidades de poder re-
rio y un fragmento de portaincensario con cuperar la historia perdida de este edificio.
una fecha glífica. Finalmente, las evidencias Sin embargo, en la actualidad, nuevos des-
más extraordinarias aparecieron a la super- cubrimientos escultóricos y la comprensión
ficie con el descubrimiento de una serie de de sus inscripciones ha avanzado lo sufi-
tumbas bajo el piso. Mientras se explora- ciente como para permitir a los investigado-
ba el pórtico del templo, los arqueólogos res señalar que el Templo XVIII se relacio-
detectaron tres tumbas en forma de cista na con el gobernante Ahkal III y miembros
alineadas sobre el eje longitudinal del edi- cercanos de su familia (Bernal, Guillermo.
ficio. La primera, denominada Tumba 1 y 2006:22; Stuart, 2005: 148-157). Los table-
ubicada en el lado sur, se encontró saquea- ros de las jambas y el tablero de estuco, que
da desde tiempos antiguos, recuperándose no pudo ser descifrado en su momento, pa-
solamente algunos restos óseos pintados. recen indicar esta posibilidad. Incluso se ha
De la Tumba 3, ubicada al norte, se recupe- propuesto que los restos óseos hallados en
raron algunas cuentas, discos y cabecitas de dos de las tumbas puedan corresponder a
jadeíta y fragmentos de un mosaico de con- los progenitores de Ahkal III: el señor Ti-
cha nácar. Sin embargo, la Tumba 2, situada wohl Chan Mat y la señora Kinuuw Mat,
al centro del edificio resultó ser la más rica mismos que aparecen representados en el
de todas. Aunque no se encontró un esque- Tablero de los Esclavos, como ya hemos vis-
leto completo, sino escasos fragmentos de to (Bernal Romero, 2006: 22).
huesos, su ofrenda se componía de piezas Entretanto su templo gemelo, el XVI-
de jadeíta, concha nácar, perlas, obsidiana y II-A, también sería explorado e investi-
pirita, entre otros objetos suntuarios. Tres gado, aunque señalaría un cambio impor-
pendientes de pedernal en forma de ha- tante en cuanto a hallazgos se refiere. La
chuelas, una concha marina con inscripción excavación del edificio, hoy muy destrui-
35
Arnoldo González Cruz

do, dio como resultado el descubrimiento presencia de una ofrenda consistente en


de tres enterramientos alienados sobre la un vaso de barro provisto de tapa y una ca-
crujía frontal. Dos de ellos eran tumbas de becita de jade. La vasija de barro contenía
cista, mientras que en el tercero los restos un núcleo de obsidiana y huesos de jabalí.
habían sido depositados directamente en el Casi al centro del santuario, la excavación
relleno. La Tumba 1, colocada al centro de tropezó con un tubo de mampostería que
la crujía, aunque presentaba escasos restos conducía hacia abajo, hasta una cámara
humanos, contenía una magnifica ofrenda funeraria abovedada construida bajo una
compuesta de una mano de metate, un bi- subestructura piramidal.
facial, una figurilla-silbato de cerámica, un El piso estaba formado por seis grandes
collar de 133 piezas de jadeíta, 107 teselas de losas originalmente cubiertas por un apla-
jadeíta, dos caracoles perforados, 13 piezas nado de estuco, mientras que los muros
de mosaico de concha nácar y nueve nava- estuvieron pintados con motivos en color
jillas de obsidiana. Por su parte, cuando se rojo sobre fondo blanco. En ella reposa-
excavó la Tumba 2, fragmentos de pirita y ban los restos de dos individuos adultos
obsidiana yacían esparcidos en el fondo de cubiertos con cinabrio: el personaje prin-
la tumba, junto con un disco perforado, 22 cipal, un hombre de unos 19 años colocado
cuentas de jadeíta, 23 piezas pequeñas de en posición decúbito dorsal y orientado
un posible mosaico de concha, dos discos hacia el norte, y una acompañante de unos
de obsidiana, una aguja de hueso, 13 pla- 25 años colocada en la esquina sureste
cas de concha nácar y 19 plaquitas ovoides de la tumba y restos de otros. La ofrenda
también de concha nácar. Entre los pocos funeraria que acompañaba a los difuntos
objetos intactos había un cajete y un vaso consistía en tres platos cerámicos de color
de cerámica rojiza. De la pirita se recupe- rojizo, un cajete trípode del mismo ma-
raron aproximadamente 600 fragmentos, terial, 23 cuentas de jadeíta de diferentes
que debieron formar parte de un espejo, así formas y tamaños, dos discos, dos orejeras,
como 96 fragmentos de obsidiana recorta- cuatro discos grabados con sus respecti-
da. Los restos óseos resultaron ser muy es- vos tapones posteriores, tres bifaciales de
casos, ya que de ellos solo se identificó un piedra -que probablemente formaba parte
diente (Ruz, 1958: 263). de un cinturón ceremonial-, una pequeña
Los últimos restos hallados en el pór- máscara formada de teselas de jadeíta y
tico resultaron escasos: dos pendientes de dos piezas de concha que pueden ser be-
concha, tres plaquitas de concha alarga- zotes.
das y un par de cuentas de jadeíta rotas. Esta construcción funeraria recibió
Estos objetos acompañaban partes de un la denominación de Tumba 3 (Ruz, 1958:
individuo adulto que conservaba el cráneo, 264). La rica ofrenda funeraria ha induci-
dientes y algunos segmentos corporales do a los investigadores modernos a pensar
depositados directamente bajo el piso, por que el personaje enterrado en la tumba
lo que se le denominaría Entierro 1 ya que bien podría ser uno de los fundadores de
carecía de paredes formales, como las que la dinastía palencana, ya que resulta signi-
presentan las tumbas. ficativo que la ofrenda cerámica presente
Tras excavar estos restos óseos y ofren- características diagnósticas de un com-
das, el equipo de arqueólogos se dedicó a plejo denominado Motiepa, el cual ha sido
poner atención al cercano santuario. Du- fechado entre el 400 y el 600 d.C., consi-
rante el retiro del escombro, notaron la derándose como una de las tumbas más
36
Palenque. Investigaciones recientes

tempranas localizadas hasta la fecha en hallazgos llegaría con el descubrimiento


Palenque (San Román, 2005: 3-8). de la tumba de K’inich Janahb’ Pakal I en
Los trabajos arqueológicos de Ruz se el interior del Templo de las Inscripciones
extenderían al Grupo de las Cruces, donde un 13 de junio de 1952. A la fecha ha sido
sus monumentos habían proporcionado considerado como el hallazgo más espec-
importantes descubrimientos en el pasa- tacular del México antiguo, revelándonos
do. Parte de su investigación se centraría todo el esplendor de un enterramiento real
en el Templo de la Cruz Foliada, teniendo maya. En 1949 el arqueólogo Ruz escribía:
como objetivo principal conocer el estilo
arquitectónico del basamento que mira al Poco antes que yo saliera de la capital, el
poniente. Aunque los resultados no fue- Dr. Alfonso Caso me había recomendado
ron los esperados, ya que el basamento se en tono de broma “que descubriera de-
encontraba muy destruido, la excavación bajo de algún templo maya de Palenque,
produjo un hallazgo importante. Al inte- otro olmeca”. Evidentemente que no había
rior del mismo, fueron desenterradas ocho ninguna seguridad de que tal cosa pudiera
piezas de barro profusamente decoradas hallarse, pero por proceder, real o supues-
que alcanzaban una altura promedio de tamente, de Palenque objetos pertenecien-
un metro. Estos objetos -de formas cilín- tes a las culturas del Golfo podía pensarse
dricas, huecas y abiertas en ambos extre- en la ocupación del sitio por una población
mos- se caracterizan por estar compuestos no maya en una época más antigua. (Ruz,
de rostros de deidades y otros elementos 1973: 32)
iconográficos. En el momento de su des-
cubrimiento se desconocía su función Sus observaciones no serían equivocadas,
específica, ya que no había fundamentos ya que simplemente no encontró ninguna
para considerarlos, ni como incensarios, ni pirámide olmeca bajo los templos palen-
como urnas, argumentando que los objetos canos explorados por él. Lo que descubrió
no tenían fondo donde depositar el incien- fue la tumba más importante en el área
so. Después de un largo período de dudas maya (figura 11) y en su interior al hombre
sobre la función de estos objetos, excava- que erigió en su mayor parte la ciudad tal
ciones posteriores en este mismo edificio y como la conocemos hoy.
templos aledaños permitirían descubrir un El descubrimiento de la tumba no fue
centenar de ellos, determinando que estos producto del azar. Interesado en las ob-
objetos servían como pedestales para sos- servaciones realizadas por Blom en el piso
tener un cajete de forma cónica donde se del templo, Ruz analizó minuciosamente
quemaba incienso, por lo que recibieron el la losa de piedra caliza perfectamente pu-
nombre de incensarios compuestos (Cue- lida y ajustada que mostraba los diversos
vas, 2007: 33). agujeros en hileras de dos, cubiertos con
Sin lugar a dudas, los hallazgos de Al- tapones de piedra. Al ampliar una antigua
berto Ruz Lhuillier fueron numerosos a lo excavación hecha por saqueadores a un
largo de 10 años de trabajos en Palenque, costado de las losas, descubrió que el muro
permitiéndole ampliar los conocimientos se prolongaba bajo el piso, topando con los
de la arquitectura, escultura y aspectos primeros escalones, los cuales se encontra-
socioeconómicos de sus antiguos habitan- ban obstruidos por una masa de cal, tierra
tes. Sin embargo, la culminación de estos y piedras.

37
Arnoldo González Cruz

Durante tres temporadas de campo, tados del sarcófago fueron esculpidas diez
Ruz estaría dedicado a retirar el relleno representaciones de los antepasados de
con que sellaron el acceso a la cámara y a li- Pakal I, entre ellos sus padres. Las figuras
berar los 67 peldaños, y un descanso inter- surgen de la tierra, a través de los diferen-
medio, que desembocaban en una puerta tes árboles que se observan a sus espaldas.
bloqueada por una gran piedra triangular Sobre la lápida fueron localizadas tres
que había sido unida con estuco. Junto al hachuelas de piedra pertenecientes a un
acceso principal de la cámara fue localiza- cinturón ceremonial, fragmentos de jade y
do un cajón hecho de toscas piedras que plaquitas de concha. Debajo del sarcófago
contenía los restos de 6 esqueletos cubier- había dos cabezas humanas de tamaño na-
tos con cal, que indicaban ser los acompa- tural realizadas en estuco y en la que se ha
ñantes del personaje principal en su viaje al querido identificar a una de ellas como el
inframundo. Después de mucho esfuerzo la mismo Pakal I y varios platos y vasos de
piedra triangular fue removida y la entra- cerámica sin decoración alguna, que pro-
da quedó libre. Allí, delante de Ruz y sus bablemente contenían alimentos.
acompañantes, el Templo de las Inscripcio- Después de maravillarse con los objetos
nes revelaba su secreto celosamente guar- y las escenas que cubrían las paredes, Ruz
dado desde hacía más de trece siglos. se concentró por completo en examinar el
Un umbral separaba a una cripta fu- sarcófago, ya que existían dudas acerca de
neraria cuyas dimensiones eran dignas de si se estaba en presencia de un altar o si
un pequeño templo.13 Las paredes estaban se trataba de un verdadero sarcófago. Por
recubiertas con nueve personajes ricamen- ello, se perforó uno de sus costados en for-
te ataviados hechos de estuco, cada uno ma diagonal, lo cual confirmó que era hue-
con un tocado de un ave cormorán (mat), co, por lo que se hizo necesario levantar la
un escudo con el rostro del dios Sol Jaguar lápida que fungía como tapa.
del Inframundo (GIII) y un cetro con la La lápida del sarcófago, que pesa apro-
imagen del dios K´awiil (GII). Estos per- ximadamente ocho toneladas, fue levanta-
sonajes serían reconocidos posteriormente da utilizando pesados gatos mecánicos de
como los nueve guerreros-regentes del In- ferrocarril en sus cuatro esquinas. Cuando
framundo (Bolon Et Naah). la tapa quedó libre, reveló otra pequeña
El centro de la cripta lo ocupaba una de piedra lisa en forma de pez que enca-
gran lápida de piedra caliza bellamente es- jaba perfectamente dentro del sarcófago
culpida en bajorrelieve, en que se muestra monolítico y cuyos extremos presentaban
a Pakal I ataviado y personificado como el dos tapones de piedra, similares a los en-
dios K´awiil, en el momento de descender contrados en el piso del templo, pero más
al mundo inferior a través del tronco del ár- pequeños y de mejor manufactura. Al re-
bol cósmico, coronado por un ave celeste. tirar este último obstáculo se pudo con-
Su cuerpo es recibido por las fauces de una templar su contenido. Al centro se halla-
serpiente descarnada. La lápida descasaba ban los restos óseos de Pakal I (Figura 11),
sobre un gran sarcófago monolítico reali- rodeado de una rica cantidad de objetos,
zado en piedra caliza y sustentada sobre principalmente cuentas de jade, pirita y
seis soportes de forma cúbica. En los cos- concha; materiales que se utilizaron para
confeccionar collares, brazaletes, anillos,
Las dimensiones de la cripta son de 7 metros de largo
13 diademas y una máscara (figura 12), entre
por 3.75 metros de ancho. otros adornos corporales. Los restos esta-
38
Palenque. Investigaciones recientes

ban cubiertos con cinabrio, un pigmento


mineral de intenso color rojo.
La primera impresión –declaró Ruz-
fue la de contemplar un mosaico en verde,
rojo y blanco. Más tarde el mosaico se des-
compuso en detalles -ornamentos de verde
jade, huesos y dientes pintados de rojo y
fragmentos de una máscara. Estaba mi-
rando la destruida figura del hombre para
quien toda esa obra estupenda -la cripta,
las esculturas, la escalera, la gran pirámi-
de y el templo que la coronaba- había sido Figura 12. Máscara de Pakal.
construida, (para contener) los restos Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
mortales de uno de los hombres más en- Palenque/ INAH.
cumbrados de Palenque. Ese bloque por
tanto era un sarcófago, el primero que se La tumba de K’inich Janahb’ Pakal I es
hubiera encontrado nunca en una pirámi- el recinto funerario más notable del periodo
de. (Benítez, 1995: 5) Clásico Maya construido en el interior de
una pirámide. Además de ser mausoleo fu-
nerario, el Templo de las Inscripciones fue
concebido como un espacio de culto para
este gobernante fallecido. Convertido en
una figura divinizada, el jerarca representó
para sus descendientes un enlace entre los
ámbitos humano y sagrado. La comunica-
ción entre estos planos de existencia debió
establecerse a través de rituales específicos.
La presencia de un conducto –psicoducto—
que parte de la tumba, sube por la escalina-
ta y llega hasta el templo superior, indica un
propósito de comunicación simbólica.
Dadas las características de la tumba
descubierta, pocos funerales debieron ser
más impresionantes que el de Pakal I, que
murió en el 683 d.C., tras un próspero reina-
do de 68 años. Ha sido considerado por los
especialistas como el gobernante más im-
portante de la dinastía palencana, un incan-
sable constructor de la ciudad y quien pla-
nificó e inició la construcción de su propia
Figura 11. La tumba de Pakal. tumba. Fueron tales sus logros, que después
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico de su muerte se le siguió representando en
Palenque/ INAH. monumentos esculpidos, en los que apa-

39
Arnoldo González Cruz

rece como testigo y activo participante de conservación del Templo del Sol, de la Cruz
memorables ceremonias, como una forma Foliada y del Conde (Acosta, 1968a, 1968b).
de consolidar el linaje y el liderazgo político Sin lugar a dudas, el trabajo más im-
de sus sucesores, tal como lo representaría portante para Acosta fue la exploración
50 años después Ahkal III en el tablero que del Templo XIV, ubicado en la Plaza de las
decoraba el trono del Templo XXI (figura 1) Cruces y cercano al Templo del Sol. Se trata
y que hemos descrito letras arriba (Bernal de un pequeño templo de dos cuerpos cuya
Romero, 2004: 18-21). planta arquitectónica es similar a la mayoría
Desde el hallazgo de la tumba de Pakal de los templos palencanos: doble crujía, con
I se han generado muchas explicaciones un pórtico en la frontal y un cuarto central y
y controversias sobre su construcción, dos laterales en la parte posterior. El acceso
inscripciones y relieves. Estas conjeturas principal era por el lado oriente, compuesto
abarcan desde la edad que tenía Pakal II al de una escalinata limitada por alfardas. Las
morir hasta la hipótesis de que el Templo excavaciones realizadas en el cuarto central
de las Inscripciones fue construido sobre le permitió descubrir una ofrenda cerámica
un templo más temprano, que luego fue que contenía falanges de jaguar y cuentas
transformado y reutilizado como tumba, de concha. Al explorar la parte posterior del
con varias cámaras mortuorias de las cuales edificio encontró un tablero fragmentado,
sólo la de Pakal II ha sido hasta ahora des- producto del desplome de bóvedas y muros.
cubierta (Cedillo y Villalobos, 2004: 105). Cuando finalmente pudo ser restaurado, el
Sin embargo, aunque muchas preguntas tablero mostraba a dos personajes en la par-
que rodean a este personaje continúan sin te central enmarcada en ambos lados por
respuestas, lo que sí reconocen los espe- columnas de jeroglíficos. Estudios epigrá-
cialistas es que Pakal II nos legó uno de los ficos posteriores identificaron a Kan Balam
más admirables monumentos de la América II (hijo de Pakal I) danzando, acompañado
Precolombina y que los descubrimientos de de su madre la señora Tz´akb´u Ajaw (se-
Alberto Ruz harían de Palenque un lugar de ñora Sucesión). Según la fecha registrada,
fama universal. ambos han viajado a una época remota (932
En los ocho años siguientes no se llevó a 174 años hacia el pasado), mucho tiempo
cabo ningún tipo de exploración arqueoló- antes de la creación. La pareja se encuentra
gica en Palenque, aunque por el trabajo de sobre tres niveles que están marcados con
Ruz y las publicaciones que de ello resulta- glifos, que señalaban el aspecto que tenía el
ron, el mundo exterior comenzó a familiari- mundo en esa época mítica. Estas mismas
zarse con los espectaculares descubrimien- inscripciones revelaron que el tablero fue
tos, algunos de los cuales comenzaron a ser mandado a labrar por K’an Joy Chitam II
admirados en el museo de sitio. después del año 702 d.C. en memoria de su
A principios de 1967 surge un nuevo pro- hermano K´an B´alam II.
yecto arqueológico a cargo de Jorge Acosta, En esta misma sección del edificio y
quien llevaría trabajos de restauración y ex- enterrados en los cuerpos del basamento,
cavaciones en diversos edificios, logrando Acosta encontró ocho incensarios cerámi-
localizar importantes hallazgos. Acosta ex- cos muy similares a los encontrados halla-
ploró y consolidó la escalinata oeste y sur dos por Ruz en el Templo de la Cruz Folia-
del Palacio, la parte sur y la esquina noroeste da y en la que todavía se discutía su posible
del Templo de las Inscripciones, así como la función (Acosta, 1973: 39-47).

40
Palenque. Investigaciones recientes

Después llevó a cabo excavaciones en un horizontes de interpretación de la sociedad


área al poniente del acceso actual del sitio que habitó la ciudad antigua.
que pusieron al descubierto tres tumbas y A la fecha más de una veintena de edi-
tres entierros en una pequeña estructura, ficios han sido intervenidos y consolidados
donde se pudo recuperar conchas perfora- en menor o mayor grado, los cuales han sido
das, cuentas de jadeíta, agujas de raya fósil y documentados gráficamente, lo que ha per-
vasijas cerámicas.14 mitido un avance en el conocimiento de las
En los años siguientes (1979-1988), el técnicas constructivas de la ciudad. Mere-
sitio fue objeto principalmente de traba- ce especial atención la investigación en las
jos de mantenimiento de los edificios ya unidades de tipo habitacional, de las cuales
explorados, en los que se llevan a cabo no se tenía información de esa índole. Estos
labores de restauración y exploración del trabajos sumados a los realizados en déca-
Templo Olvidado, el Templo II del Grupo das anteriores han dado como resultado
Norte, el sondeo estratigráfico del Palacio múltiples estudios e investigaciones sobre
y el inicio del levantamiento topográfico la arquitectura, cerámica, epigrafía y reli-
del área central del sitio. De ellos destaca gión (González, 2004b: 129-147).
el Templo Olvidado, donde se localizaron Desde el inicio de este nuevo programa
tres tumbas alineadas sobre el pórtico que de trabajos arqueológicos en la ciudad an-
pusieron al descubierto más de 100 piezas tigua de Palenque, los arqueólogos del PAP
de jadeíta, algunas de las cuales formaron concentrarían sus esfuerzos iniciales en la
parte de una pequeña máscara de mosai- investigación del gran complejo arquitec-
co y vasijas cerámicas que se remontan a tónico del Grupo de las Cruces. Como he-
la fase Motiepa del Clásico Temprano de mos podido ver desde el descubrimiento
Palenque (Nieto y Schiavon, 1989: 191-210, de Palenque, viajeros y arqueólogos habían
1990: 159-178). explorado los templos principales locali-
A partir de 1989 se inicia el trabajo del zando extraordinarios objetos. Sin embargo
Proyecto Arqueológico Palenque (PAP). habían pasado por alto los basamentos de
Éste se concibió desde un principio como donde desplantaban los templos. Por lo que
un programa de varios años para la conser- la tarea fue explorarlos para asegurar la es-
vación integral del sitio y de investigación tabilidad de los templos y conocer la forma
científica, los cuales continúan a la fecha. en que éstos fueron construidos. Mientras
Los trabajos han estado enfocados princi- se excavaba el basamento del Templo de la
palmente en la intervención, conservación y Cruz (figura 13), los arqueólogos descubrie-
la consolidación de sus monumentos, dado ron más de 60 incensarios sobre la fachada
el número y la riqueza arquitectónica de los oeste. La posición en que estos objetos fue-
mismos, extendiéndose, por primera vez, ron encontrados sugería que no habían sido
a la preservación de la vegetación y su en- dejados al azar, sino que habían sido colo-
torno. Las intervenciones arqueológicas de cados cuidadosamente en cada una de las
nuevos edificios han permitido recuperar plataformas que conforman el basamento
información arqueológica, amplia y de gran de manera alineada y con distancias unifor-
importancia, que abre aun a la fecha nuevos mes. En los templos del Sol, de la Cruz Fo-
liada y XV (figuras 14 y 15), los arqueólogos
Desgraciadamente Acosta (1976) no presenta un plano
14
hallaron más incensarios sobre los cuerpos
de la ubicación exacta de esta plataforma. Podría tra-
tarse de las estructuras marcadas como EC17 o EC18
de los basamentos, contabilizando en su
(Barnhart, 2000). conjunto más de un centenar.
41
Arnoldo González Cruz

Figura 13. Excavaciones en el Templo de la Cruz.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 14. Portaincensario. Templo XV.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palen-
que/ INAH.

42
Palenque. Investigaciones recientes

de los templos y sepultados en el Grupo de


las Cruces. Algunos fueron enterrados con
ofrendas, tales como braseros de copal, vasi-
jas que quizá contenían alimentos o semillas,
y navajillas de obsidiana (lo cual indica que
se les daba una última ofrenda de sangre).
Los sacrificios podían ser más cruentos: en
algunos casos se han encontrado huesos de
dedos, producto de amputaciones rituales.
La costumbre de renovarlos continuamente
explica por qué se han encontrado tantos
ejemplares. Como podemos suponer, perte-
necen a distintas épocas. Los más antiguos
probablemente fueron producidos hacia el
año 550 d. C. y los más tardíos, alrededor del
800 d. C. (Cuevas, 2007).
En los alrededores del núcleo urbano,
Figura 15. Figurilla. Detalle portaincensario. Templo XV. los arqueólogos continuaron ampliando los
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico conocimientos acerca de la vida cotidiana
Palenque/ INAH. de los palencanos. En estas áreas se ubican
zonas densamente construidas, cuyos edi-
Como hemos visto, anteriores excavacio- ficios estuvieron abovedados en su mayor
nes habían desenterrado algunos incensarios parte, aunque algunos estuvieron techados
en el Templo XIV y Templo de la Cruz Fo- con materiales perecederos, además de tener
liada, pero nadie tenía una explicación satis- también varios niveles constructivos con nu-
factoria sobre su posible función y significa- merosos cuartos comunicados por escaleras
do. Hoy se sabe que estas magníficas obras internas y externas. Estas construcciones se
realizadas en barro fueron elementos fun- encontraban organizadas generalmente alre-
damentales dentro de la vida ceremonial de dedor de patios y plazas. Las excavaciones
Palenque. En ellos se quemaba el copal junto realizadas en el Grupo B, Grupo C (figuras 16
con la sangre que era obtenida a través del y 17), Grupo I-II (figura 18), Los Murciélagos
autosacrificio. La mayoría de los incensarios y Grupo IV (figura 19), profundizan nuestra
se emplearon para rendir culto al Dios Ce- idea de cómo era la arquitectura, sus artefac-
leste (GI) y al Dios Escudo de Rostro Solar tos y las actividades que allí se realizaban.
(también llamado GIII), cuyas imágenes fue- Las excavaciones llevadas a cabo al interior
ron modeladas en los mascarones de la parte de estas construcciones y sus alrededores
central. Otros incensarios muestran rostros han permitido descubrir tumbas de hom-
humanos que corresponden a antepasados bres, mujeres y niños. Por otro lado, numero-
de la dinastía local, también venerados. Los sos objetos relacionados con la preparación y
palencanos los llamaban Ox P’uluut K’u, consumo de alimentos y objetos de carácter
“dioses-incensario”, tal como fue registrado ritual también fueron localizados. Por sus
en las inscripciones glíficas. Los incensarios características arquitectónicas y materiales
se utilizaban aproximadamente 20 años y asociados, se piensa que correspondían a ba-
después los sustituían por nuevos ejempla- rrios residenciales ocupados por familias de
res. Los incensarios viejos eran retirados alto estatus (López Bravo, 2000: 38-43).
43
Arnoldo González Cruz

Figura 16. Incensario de cuerpo completo. Grupo C.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
Palenque/ INAH.

Figura 17. Incensario. Detalle. Grupo C.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
Palenque/ INAH.

Figura 18. Figurilla. Grupo II.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palen-
que/ INAH.

44
Palenque. Investigaciones recientes

tres soportes de piedra. La ofrenda, repar-


tida sobre el piso y bajo la banca, constaba
de cinco vasijas de cerámica, cinco hermo-
sas figurillas antropomorfas de excelente
manufactura y una banca o trono, también
de cerámica, además de un cajete con tapa,
que contenía huesos de ave y una cuenta
semiesférica, probablemente un fragmen-
to de meteorito. Finalmente, junto a los
individuos estaba un cajete de cerámica,
cuentas planas y tubulares de jadeíta y
un núcleo de obsidiana. La Tumba 1 del
Edifico 3 es un ejemplo de un entierro de
individuos que contaban con una posición
social importante, indicada por la estruc-
tura arquitectónica muy elaborada donde
fueron inhumados, además de la riqueza y
diversidad de los objetos que los acompa-
ñaban, siendo una de las variantes de ar-
quitectura funeraria que es común encon-
trar en Palenque.
El tipo de arquitectura y ubicación de
las tumbas, así como la calidad de la ofren-
Figura 19. Escultura. Grupo IV. da dependían de la posición que el indi-
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palen- viduo tenía en la sociedad palencana. La
que/ INAH. gente común generalmente era enterrada
en el piso de sus casas o en lugares cerca-
Entre estos hallazgos arqueológicos nos a ellas, acompañados generalmente de
destaca una tumba proveniente del Grupo ofrendas muy escasas o ausentes. Perso-
B. Las excavaciones realizadas en el Edifi- najes de mayor rango han sido localizados
cio 3 pusieron al descubierto una impor- bajo el piso de los templos y depositados
tante tumba ubicada bajo la galería de este en tumbas de cista y cámaras, conteniendo
edificio. La entrada a la tumba se situaba ofrendas de cerámica, concha, hueso, obsi-
a nivel de la plaza y se encontraba sellada diana y jadeíta. Por su parte, a la muerte
por tres lajas rectangulares. Tras remover de un gobernante o personaje importante,
las lajas de piedra, fueron encontrados tres sus cuerpos eran enterrados generalmen-
escalones que bajaban a un pasaje abierto te dentro un sarcófago al interior de am-
de unos dos metros de largo que comuni- plias tumbas abovedadas, acompañados
caban a una amplia cámara con bóveda de por personas sacrificadas y con objetos
4.60 por 1.50 metros. Sobre la pared no- asociados a su rango político, económico
roeste fueron localizados dos individuos y religioso. Las ofrendas se componían de
adultos de sexo femenino que habían sido lujosos ajuares de jade, concha, obsidiana
acostados encima de dos gruesas lápidas y cerámica, destacando los tocados, las
de forma rectangular apoyadas mediante máscaras funerarias, los cinturones y los

45
Arnoldo González Cruz

cetros (González, 2004a: 23-25). La tum- Las excavaciones arqueológicas realizadas


ba de K’inich Janahb’ Pakal I en el Templo detrás del Templo de la Cruz y que hoy
de las Inscripciones y la tumba de la Reina conocemos como Grupo XVI permitieron
Roja, de la que hablaremos más adelante, descubrir un conjunto de seis edificios
son ejemplos de tumbas muy elaboradas construidos sobre tres terrazas naturales.
que identifican a la clase gobernante. En la parte oriental fueron erigidos tres
En resumen, el descubrimiento de estas edificios distribuidos alrededor de un pe-
tumbas le ha permitido a los especialistas queño patio. En la sección poniente, otros
obtener información en cuanto a la coloca- tres edificios quedaron alineados por un
ción, orientación y formas de disponer el pasillo que corre sobre la terraza interme-
cadáver, las ofrendas que lo acompañaban, dia (González, 1994: 39-45). Las excava-
así como el tipo de arquitectura funeraria ciones al interior de estas construcciones
donde fueron inhumados. Además, con dieron como resultado el hallazgo de una
base en estudios de los restos óseos, ha serie de fragmentos de piedra caliza, labra-
sido posible conocer una parte de las ca- das con inscripciones glíficas y motivos
racterísticas físicas de la población. Entre iconográficos. Su posterior restauración
ellas se sabe que eran individuos de com- e interpretación epigráfica reviste gran
plexión robusta, con una altura promedio importancia, pues registra eventos y per-
de 148 cm para las mujeres, 160 cm en la sonajes que no están documentados en el
población masculina; la cabeza era rela- resto de las inscripciones palencanas. Hoy
tivamente ancha y los pómulos salientes. lo conocemos como el Tablero de K´an Tok
Gracias a los trabajos artísticos realizados y ha sido reconocido como la inscripción
por los palencanos conocemos otros ras- más larga de Palenque, ya que cubre un pe-
gos físicos de la población, como la nariz ríodo de 322 años (Bernal Romero, 2003).
aguileña, ojos almendrados y el cabello Otro hallazgo interesante son los res-
lacio, características que eran comunes tos de un panel de estuco que decoraba
en poblaciones de otras ciudades mayas y uno de los recintos. Unos 80 glifos de es-
que se conservan aún en grupos mayances tuco desplomados sobre el piso fueron
actuales (Márquez Morfin, 2004: 415-442; descubiertos. Además, en el pasillo que se-
Tiesler Blos, 1997: 14-19). Los restos óseos para a los edificios, fue localizado un frag-
también han aportado información sobre mento de tablero en piedra caliza en que
las condiciones de salud de sus habitantes, sobresalen, por su belleza estética, cinco
ya que de acuerdo a la muestra estudia- personajes al momento de descender por
da, se sabe que los palencanos padecieron una escalera cargando un fardo y que hoy
diversas enfermedades. La zona tropical conocemos como el Tablero del Bulto. La
húmeda donde se encuentra Palenque y escultura lleva una fecha que equivale al
la alta densidad de población concentra- primero de abril del 731 d.C. Un texto se-
da en la ciudad debió ocasionar precarias cundario asociado con el personaje central
condiciones de higiene que repercutieron lo identifica como Ahkal III, quién rigió los
en la aparición y difusión de enfermedades destinos de la ciudad entre 721 y 736 d.C.
infecciosas. Cerca de esta escultura se localizaron res-
Otras construcciones exploradas por tos cerámicos de un portaincensarios cuyo
los arqueólogos en la parte central de la mascarón central muestra el rostro del
ciudad les han permitido descubrir el lu- llamado Dios Remero Jaguar, identificado
gar de residencia de la clase sacerdotal. por su tocado que presenta la cabeza de
46
Palenque. Investigaciones recientes

ese felino. Por la posición que guardaban además de observar la escasa presencia de
los restos cerámicos, parecen indicar que enseres domésticos, de restos de alimentos,
dicho incensario estaba en uso antes que el así como la ausencia de entierros, caracte-
techo se derrumbara. rísticas de otras unidades arquitectónicas
De acuerdo con las fuentes de informa- de la elite que subrayan la función de es-
ción recuperada se ha inferido que el Grupo tos recintos. Las evidencias arqueológicas
XVI era el asiento de dirigentes sacerdota- recuperadas indican que el Grupo XVI fue
les y sus auxiliares principales. El texto del ocupado por 450 años, desde el año 400
Tablero de K´an Tok resume en diez pasajes la hasta el 850 d.C. (Rands y Acuff, 1977).
presencia histórica de este segmento sacer- También cercano al Grupo de las Cru-
dotal de la corte local. En ella se relata los ces, los arqueólogos hicieron investigacio-
nombramientos de diez nahb´at los cuales nes en un templo en ruinas conocido como
fueron auspiciados por los gobernantes en Templo XVII. Los descubrimientos hechos
turno. Uno de los primeros que se mencio- allí comprendieron la localización de frag-
nan en la segunda cláusula del tablero como mentos de otro tablero de piedra caliza
Nahb´at Ch´ok es el señor K´ahk´ Chaak, que sería bautizado como el Tablero de los
hermano menor de Ch´away, el segundo go- Guerreros. La escena muestra la captura
bernante de la dinastía palencana en el 445 de un personaje de la ciudad antigua de
d.C. Es probable que en la primera cláusula Toniná por parte del gobernante palenca-
(hoy perdida) se haya registrado el nombre no K´inich Kan B´alam II, ocurrida en sep-
de un nahb´at durante el reinado de K´uk´ tiembre del 687, d. C. El tablero fue escul-
B´alam I, el fundador del linaje. El último pido durante el reinado de este dignatario,
señor que aparece registrado con este nom- quien dispuso que el texto glífico principal
bramiento es Ave Rapaz II, cuando gober- registrara datos biográficos de dos antece-
naba K´uk´B´alam II en el 768 d.C. sores B´utz´ah Sak Chic (una ceremonia
Se cree que los nahb´at eran parientes ocurrida en 490, d.C.) y Ahkal Mo´ Naab´I
cercanos del gobernante principal y sus ac- (su entronización, en 501) (Bernal Romero
tividades estaban relacionadas con el culto y Cuevas, 2000: 205-243).
a los antepasados, invocación de dioses y Pero había un misterio conectado con
seres sobrenaturales, el manejo del fuego el tablero del Templo XVII (figura 20) que
ritual, la quema de ofrendas de sangre y el los arqueólogos no pudieron explicar en su
mantenimiento de los templos. Según los momento. Generalmente en este tipo de ta-
registros epigráficos esta clase sacerdotal bleros esculpidos las escenas y textos están
contaba con diversos grados jerárquicos. formados por tres paneles de piedra. Las
El ajaw nahb´at (“señor del ungimiento”) era excavaciones arqueológicas había podido
el nivel más alto del grupo sacerdotal, se- recuperar solamente el panel izquierdo y
guido de sus auxiliares principales los nah- central del tablero. Las medidas tomadas a
b´at ch´ok y de los que sólo recibían el título los restos de la pared del santuario, donde
de nahb´at (Bernal Romero, 2003: 134-144). originalmente estuvo colocado, sugerían la
Se ha sugerido, por los artefactos en- presencia de un tercer panel, por lo que los
contrados y la cercanía al Grupo de las arqueólogos se preguntaban dónde estaba
Cruces, que el Grupo XVI servía de resi- el panel derecho. El misterio sería resuelto
dencia al grupo que mantenía los templos, una década después.

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Arnoldo González Cruz

Figura 20. Tablero Templo XVII.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

En la Acrópolis Sur se seguirían efectuan- crujía de 30 metros de largo por 9 metros de


do nuevos y excitantes descubrimientos pese ancho, la cual se encontraba interrumpida
al hecho de que dos de sus templos, el XVI- por siete pilastras dispuestas a lo largo y en
II-A y XVIII-B, ya habían sido explorados por el centro del edificio que soportaban las bó-
Alberto Ruz en la década de los cincuenta. vedas paralelas. En la pilastra central fueron
En 1988 un proyecto del Instituto de Investi- detectados los restos de un panel de estuco
gaciones de Arte Precolombino de San Fran- en una de sus caras y en una cara opuesta
cisco llevó a cabo exploraciones en el Templo fragmentos de una escultura de alta calidad
XIX y el XX. Los resultados arquitectónicos estética. Los epigrafistas pudieron identifi-
y restos arqueológicos obtenidos hasta el car que en el tablero de estuco aparecía un
momento nos indican que la Acrópolis Sur personaje conocido como U Pakal K´inich,
experimentó un renovado auge constructivo, quien habría de ser el sucesor de Ahkal III.
fehacientemente reflejado en los edificios así En la cara norte de la pilastra fue descubierta
como una serie de esculturas donde aparece la parte inferior de un tablero de piedra ca-
representado el gobernante Ahkal Mo’ Nahb’ liza, donde se apreciaban los pies de un per-
III (Morales y Miller, 2004: 259-260). sonaje central, así como los pies y las rodillas
Las excavaciones al interior del Templo de dos personajes laterales. Excavaciones
XIX pusieron al descubierto una amplia cercanas a la pilastra permitieron recuperar
48
Palenque. Investigaciones recientes

más fragmentos, pudiéndose reconstruir veda. En los trabajos realizados en la parte


casi el 65% de esta magnífica escultura. El occidental del recinto se observó que el ac-
personaje central resultó ser Ahkal III, quien ceso entre una crujía y otra se encontraba
se encuentra dentro de las fauces de un ave cegado por un muro de lajas colocadas en
cormorán (mat) -animal asociado con la fun- hileras, acomodadas uniformemente una
dación mítica de Palenque- que muestra hi- encima de otra sobre las caras de las pi-
leras de afilados dientes. lastras y el muro oeste, formando un muro
Otro de los monumentos extraordina- divisorio entre ambas crujías. Durante la
rios localizado en este espacio arquitectó- limpieza de estos muros, sin cementante al-
nico fue un trono de mampostería sobre su guno, fueron localizados 110 fragmentos de
pared nordeste. El trono, de 2.50 metros tableros labrados, donde el tamaño y grosor
de largo por 1.70 metros de ancho, se en- de las lajas en ocho de ellos permitió cons-
contraba decorado en dos de sus caras con tatar que formaban parte del panel derecho
tableros finamente esculpidos. El tablero del tablero del Templo XVII, descubierto
del lado sur muestra dos bloques de texto en 1994. Este rasgo arquitectónico indicaba
glífico principal que enmarcan una escena que el plan original del templo había sido
palaciega. En ella se aprecia a siete perso- modificado en una época más tardía y cuya
najes de alto rango identificados mediante presencia puede estar relacionada con anti-
textos secundarios. El tablero oeste, por su guos habitantes que ocuparon los templos
parte, muestra a tres personajes unidos con como espacios habitacionales después de
una gran madeja de cuerda. Al igual que el que la ciudad estaba prácticamente aban-
anterior, el texto principal está distribuido donada. El misterio del panel faltante del
en dos bloques laterales (Bernal Romero, Templo XVII una década atrás, había sido
2006: 26). Este sitial ha sido considerado aclarado por los arqueólogos.
como uno de los mejores ejemplos en el arte
escultórico de Palenque. Los estudios epi-
gráficos recientes sobre este monumento
aportan nuevos datos sobre relación entre
la mitología y la realeza del Clásico Maya en
Palenque (Stuart, 2005).
Las excavaciones realizadas en el
Templo XIX estarían íntimamente relacio-
nadas con las excavaciones realizadas en el
Templo XXI (figura 21) al localizar un tro-
no con características muy similares, don-
de aparece también representado Ahkal
III y que ya hemos señalado al principio de
este escrito. Sin embargo, la exploración
del interior del edificio también nos aportó Figura 21. Templo XXI en proceso de exploración.
otros hallazgos importantes. La planta del Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palen-
Templo XXI guarda una semejanza con la que/ INAH.
del XIX, aunque de menores dimensiones,
ya que sólo cuenta con cuatro pilastras en Sin lugar a dudas el más valioso descu-
su parte intermedia que sustentaban la bó- brimiento del Proyecto Arqueológico Pa-

49
Arnoldo González Cruz

lenque procede de la Gran Plaza. En 1994 su viaje al inframundo. Al fondo del recinto
se habían iniciado sondeos en el Templo había sido colocado un plato de cerámica
XIII, con el objetivo de conocer la secuen- de grandes dimensiones y dos vasos del
cia constructiva del basamento y la forma mismo material.
como ésta fue edificada sobre la falda del Tras registrar y levantar los elementos
cerro que la limita. Al realizar la explo- que rodeaban al sarcófago e iniciar la lim-
ración de los dos primeros cuerpos los pieza de la superficie, fue localizado en la
arqueólogos localizaron los restos de la parte intermedia un pequeño orificio que
escalinata principal, totalmente desplo- atravesaba el grosor de la tapa y que les
mada. Una limpieza posterior les permi- permitió observar parte del ajuar funerario
tió detectar una pequeña puerta tapiada del entierro. Posteriormente se procedió a
sobre un muro del segundo cuerpo a del retirar la lápida monolítica que le servía de
edificio. Después de retirar las piedras que tapa, y se pudo apreciar este sensacional ha-
cubrían el acceso, descubrieron un angos- llazgo en toda su magnitud. En el fondo una
to pasillo que los condujo al interior de colección de jades, perlas, agujas de hueso y
un amplio corredor en cuya pared sur se conchas cubrían y rodeaban a un personaje
encontraban tres aposentos. Los laterales adulto de sexo femenino. Unas 1000 piezas
se hallaban vacíos mientras que la habi- de jadeíta habrían formado parte de una
tación central se encontraba tapiada con máscara (figura 22), collares, orejeras, y
piedras perfectamente acomodadas. ¿Qué pulseras con las que vistieron al personaje
había en el interior de esta habitación?, se para ser enterrado. Entre estos materiales
preguntaban los arqueólogos. Para salir de resaltaba una diadema de cuentas circula-
dudas, decidieron hacer un corte estrecho res planas de jadeíta sobre el cráneo; pie-
en la parte superior izquierda del muro ta- zas rectangulares de color verde manzana
piado y su sorpresa fue mayor, ya que no rodeaban parte del cráneo y pecho. A la al-
estaban preparados para lo que vieron sus tura del pecho también se localizó una alta
ojos: un aposento perfectamente aboveda- concentración de cuentas planas de jadeíta
do donde casi toda el área estaba ocupada y cuatro navajillas de obsidiana. Alrededor
por un sarcófago de piedra caliza. Después de ambas muñecas había pequeñas cuentas
notaron que sobre el sarcófago descansaba de jadeíta pertenecientes posiblemente a
una losa monolítica desprovista de decora- las pulseras; a la altura de la pelvis se lo-
ción. Un pequeño incensario con tapa ya- calizaron tres hachuelas de piedra caliza,
cía sobre su superficie en la parte central y que con seguridad formaban parte de un
al pie del mismo un pequeño malacate de cinturón. Entre las falanges de la mano
hueso. En el extremo oeste del sarcófago izquierda y la pared este del sarcófago lo-
se localizó una osamenta en mal estado de calizamos una concentración de plaquitas
conservación, cuyos estudios posteriores de jade a manera de mosaico, que por sus
permitirían determinar que se trataba de características probablemente formaban
los restos de un individuo adolescente de parte de una pequeña máscara (figura 23).
sexo masculino, mientras que en el extre- Una de las piezas más relevantes de este
mo este fue localizado otra osamenta de un conjunto es una minúscula figurilla tallada
personaje de sexo femenino. Aparentemen- en piedra caliza que apareció en el interior
te estos dos individuos fueron sacrificados de una valva de concha y que se ubicaba en
para acompañar al personaje principal en la esquina nordeste del sarcófago.

50
Palenque. Investigaciones recientes

tos de un polvo rojo que fue identificado


como cinabrio (figura 24). La importancia
del hallazgo de la Reina Roja radica princi-
palmente en el descubrimiento de otro sar-
cófago dentro de una cámara mortuoria al
interior de un complejo arquitectónico. A
pesar de que la cámara y el sarcófago de la
Reina Roja son mucho más pequeños y están
desprovistos de escritura glífica, es el se-
gundo entierro más elaborado de Palenque
después de la tumba de Pakal (González,
1994: 39-45).

Figura 22. Máscara de la Reina Roja.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
Palenque/ INAH.

Figura 23. Pequeña máscara de la Reina Roja. Figura 24. La tumba de la Reina Roja.
Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico
Palenque/ INAH. Palenque/ INAH.

El misterio de este hallazgo se hizo más ¿Quién era esta misteriosa mujer y por
profundo cuando los restos arquitectóni- qué se hallaba dentro de un sarcófago mo-
cos, el sarcófago y la ofrenda funeraria ca- nolítico? Actualmente los especialistas
recían de alguna inscripción glífica que la creen que pueda tratarse de la esposa de
identificara con un nombre, por lo que los Pakal. Los estudios en antropología física
arqueólogos decidieron llamarla Reina Roja, y de la epigrafía, además del análisis de la
ya que las paredes del sarcófago, el cuerpo y evidencia de los materiales arqueológicos
todos los elementos se encontraban cubier- indican que pueda tratarse de la señora
51
Arnoldo González Cruz

Tz´akb´u Ajaw, fallecida en el año 672 d.C., fragmentos de hematita; tres fragmentos de
11 años antes que Pakal. Comparaciones navajas prismáticas de obsidiana, diez pen-
fisonómicas faciales de representaciones dientes de concha y 13 fragmentos de hue-
escultóricas de esta señora con una recons- sos humanos, entre los que se identificaron
trucción de sus restos craneales, permiten parte de un molar, dos segmentos de huesos
establecer dicha identidad (Tiesler, Cucci- largos y dos secciones que posiblemente
na y Romano, 2004: 477-478). Por otro lado, pertenezcan a una mandíbula. Sin duda, la
el hecho de haber sido inhumada en el inte- importancia de este hallazgo radica, ade-
rior de un sarcófago, dentro de un comple- más de los objetos mencionados, en que sus
jo arquitectónico de grandes dimensiones, paredes se encuentran pintadas con figu-
ocupando un lugar preferencial en la plaza ras humanas en color rojo principalmente,
principal y su proximidad al Templo de las cuyo pigmento mayormente utilizado fue
Inscripciones, donde se localiza la tumba el cinabrio (figura 25). Sobre el fondo del
del gobernante más importante de la ciu- muro oeste se pintaron cinco figuras antro-
dad, parece confirmarlo. pomorfas y cuatro más en el muro este, con
A pesar de que podemos considerar a un color rojo-violáceo concentrado. Estos
Palenque como una ciudad pequeña, exis- nueve personajes, que miran al norte, se
ten enormes lagunas sobre el conocimiento presentan con faldellín, taparrabos, cintu-
de sus habitantes, ya que las exploraciones rón y máscaras de cintura, pectoral, tocado
sólo cubren una porción de la extensión y penacho, escudo en la mano derecha y ce-
total del asentamiento, por lo que todavía tro en la mano izquierda y en el rostro por-
permanecen escondidos muchos secretos tando un barbiquejo. En el muro norte, por
en el subsuelo. Hoy en día muchas pregun- su parte, fueron pintados posiblemente dos
tas acerca de los antiguos palencanos conti- personajes zoomorfos, que el deterioro de
núan sin respuesta. la obra mural no nos permite identificarlos
Recientemente, excavaciones arqueoló- plenamente, excepto por la presencia de un
gicas realizadas entre el año 2012 y 2014 en rostro parcial posiblemente de un venado.
el Templo XX han proporcionado indicios
que confirman que la Acrópolis Sur fue es-
cenario de primeras construcciones y modi-
ficaciones arquitectónicas desde el Preclá-
sico Tardío y que continuaron durante el
Clásico Temprano y Tardío. La excavación
llevada a cabo bajo el Templo XX reveló la
presencia de tres cámaras funerarias cuyas
ofrendas las sitúan temporalmente en la
Fase Motiepa, entre 350 y 550 d.C.
La cámara central es de planta rectangu-
lar y sobre el piso se localizaron 11 vasijas
cerámicas y 216 artefactos entre los que se
hallan 70 cuentas, 4 orejeras, 5 discos de
jade y 3 hachuelas de serpentina. Además
se cuenta con la presencia de 70 teselas de Figura 25. Cámara de las pinturas. Templo XX.
jade y concha que corresponden a dos pe- Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palen-
queñas máscaras; también se hallaron 27 que/ INAH.

52
Palenque. Investigaciones recientes

Por su parte, en la cámara este apare- preguntas acerca de la dinámica poblacio-


ció un total de 7, 104 cuentas de coral. Las nal de la región; las posibles relaciones en-
piezas líticas suman una totalidad de 1, 320 tre medio ambiente y factores sociales, y la
cuentas de amazonita, tres orejeras y dos organización política del antiguo señorío
fragmentos de navajillas prismáticas de ob- de Palenque (Liendo, 2000).
sidiana. Con respecto a los restos óseos re- A pesar de dos siglos de investigaciones
cuperados de esta cámara, la mayor parte lo e interpretaciones, no hay duda de que to-
componen pequeños fragmentos de hueso, davía aguardan muchos descubrimientos
mientras en la cámara Oeste únicamente se emocionantes para los arqueólogos y es-
localizaron pequeños restos óseos humanos pecialistas del mañana que acrecentarán y
y de roedores. transformaran nuestros conocimientos so-
La excavación llevada hasta el momen- bre la antigua ciudad de Palenque.
to en el Templo XX nos comienza a ofrecer
información relevante sobre las caracterís- Referencias
ticas arquitectónicas, el tipo de objetos y su
distribución interna que tuvieron lugar en Acosta, Jorge (1968a). Exploraciones en Palenque,
el templo, así como su temporalidad. Aun- 1967. Departamento de Monumentos Prehispáni-
que las excavaciones y la restauración en las cos. Informe Núm. 14. México: INAH.
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al área entre estos sitios mayores. En años Tok: reconstrucción, análisis epigráfico e implicacio-
recientes se han comenzado a recuperar nes historiográficas de una inscripción glífica maya
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56
Palenque, la ciudad de las grandes aguas

Roberto López Bravo


Arriba: La Torre y la Casa E del Palacio.
Foto: Octavio Moreno Nuricumbo / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.

Página anterior: Portaincensario de piedra. Edificio 1. Grupo IV


Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH
Durante el siglo VIII d.C., los miembros de la élite palencana acostumbraban conmemorar
a sus antepasados importantes, y algunos de ellos fueron representados en esculturas como esta.
Palenque. Investigaciones recientes

Palenque, la ciudad de las grandes aguas

Roberto López Bravo1


Facultad de Humanidades
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

D
urante ochocientos años, los habi- –declarada Patrimonio Cultural de la Hu-
tantes de la antigua ciudad maya manidad en 1987—, a la vez que proponer
que hoy llamamos Palenque lu- con exactitud la ruta que las investigacio-
charon por dominar el difícil medio natural nes futuras deberán seguir para esclarecer
que los circundaba. Fruto de su esfuerzo, aspectos todavía poco conocidos. Este tra-
los restos de la antigua Lakamha’ (el lugar bajo presenta algunos resultados del trabajo
de aguas abundantes) han despertado el arqueológico de las últimas décadas, reali-
interés de exploradores, artistas, arqueó- zado en su mayoría bajo el financiamiento y
logos y epigrafistas por más de doscientos supervisión constante del Instituto Nacio-
años. Este largo periodo de acumulación de nal de Antropología e Historia, depositario
conocimientos nos permite sostener con de la investigación, conservación y difusión
certeza interpretaciones sobre el origen y del patrimonio cultural de los mexicanos
funcionamiento de esta magnífica ciudad (figura 1).

Figura 1. El Palacio funcionó como residencia de la familia gobernante, a la vez que como espacio para realizar
actividades administrativas, políticas y religiosas. El patio noreste (que era la entrada principal al conjunto)
era el espacio en el que se exponía a los cautivos de guerra, mientras que el patio sureste albergaba las cocinas.
Fotografía de Octavio Moreno Nuricumbo/Proyecto Palenque/ INAH.

Arqueólogo por la ENAH, con estudios de doctorado en


1

antropología por la Universidad de Pittsburg. Docente


de la Facultad de Humanidades de la Universidad de
Ciencias y Artes de Chiapas.

59
Roberto López Bravo

La ciudad y su entorno en otras secciones del asentamiento (mapa


1). El Proyecto Crecimiento Urbano de la an-
La mayor parte de las interpretaciones publi- tigua ciudad de Palenque fue diseñado para
cadas sobre Palenque están basadas en datos recuperar sistemáticamente información en
epigráficos como apoyo principal. Con la pu- los diferentes barrios de la ciudad, misma
blicación del artículo seminal de Peter Ma- que nos permita aportar nuevas ideas en dos
thews y Linda Schele sobre los gobernantes líneas de investigación principales:
de Palenque en 1974, dio inicio una tradición 1) La reconstrucción del crecimiento de
interpretativa hoy ampliamente divulgada la ciudad a lo largo del periodo Clásico; y
tanto en trabajos especializados como en li- 2)La identificación y análisis de procesos
bros dirigidos al público en general. de producción y consumo efectuados en uni-
Adicionalmente, la mayoría de las inves- dades habitacionales de diferentes niveles
tigaciones arqueológicas en Palenque se han socioeconómicos, organizadas en barrios
esforzado en la recuperación y conservación centrados alrededor de un gran conjunto ha-
de los edificios monumentales en el sector bitacional de élite. Las siguientes secciones
este del sitio, con relativamente poco interés de este trabajo discuten ambos aspectos.

Mapa 1. Elaborado por Edwin Barmhart.

La antigua ciudad de Palenque fue cons- que ocurrió durante el Preclásico Medio,
truida sobre terrazas naturales en las pri- los materiales recuperados por nosotros en
meras estribaciones de las Sierras Bajas. el 19% de los pozos excavados remiten con
Esta localización permitió a los palencanos certeza al final del Preclásico Tardío (450
la observación minuciosa de amplias exten- a.C.-150 d.C.), identificado por la presencia
siones de la llanura aluvial norteña. de materiales Chicanel (principalmente del
Si bien en investigaciones previas se ha grupo cerámico Sierra Rojo, en conjunto
señalado que la ocupación inicial de Palen- constituyen el 3.1% del total de la muestra
60
Palenque. Investigaciones recientes

cerámica), que han servido para identifi- davía no contamos con arquitectura fecha-
car un área de 17 hectáreas dividida en dos ble para este periodo, pero hemos mejorado
secciones discretas distribuidas en los es- sustancialmente nuestro conocimiento so-
pacios planos de mayor tamaño permitidos bre el primer asentamiento que anterior-
por la compleja orografía local. La sección mente se había considerado que únicamen-
oeste cubre un espacio en las márgenes de te cubría el extremo oeste del sitio (mapa
los arroyos Picota y Piedras Bolas, en los 2). La existencia de dos pequeñas aldeas
grupos arquitectónicos Picota, Nauyaca, a lo largo de los arroyos que conservan su
Limón y Retiro de Moisés, mientras que la caudal todo el año sugiere que los fundado-
sección este incluye el lugar ocupado poste- res dieron gran importancia a las posibili-
riormente por el recinto cívico-ceremonial y dades agrícolas de los asentamientos, lo que
unidades residenciales adyacentes como los observamos también en otros sitios rurales
grupos C, I y II. Tomando en cuenta que los de la región habitados a finales del Preclási-
pozos se excavaron en espacios abiertos, to- co, como El Lacandón y Nututún.

Mapa 2. Las investigaciones arqueológicas del Proyecto Crecimiento Urbano de la antigua ciudad de Palen-
que han establecido que durante el Preclásico Tardío existieron dos aldeas diferentes, mismas que fueron
unificadas al principio del Clásico Temprano.
Mapa de Palenque que muestra cambios en las ocupaciones Preclásica y Clásico Temprano.

Durante la siguiente fase de ocupación, el cerámicos Águila Naranja y Polvero Negro,


Clásico Temprano (ca. 150-600 d.C., perio- entre otros. El crecimiento de la ciudad apa-
dos Picota y Motiepa), las dos secciones se rentemente fue el resultado de un proceso
unieron formando un asentamiento de ma- de concentración de población y el desarro-
yor tamaño y un área cercana a 65 hectáreas. llo de una dicotomía rural-urbana: tenemos
Los sondeos con presencia de material asig- evidencia que sugiere que algunas aldeas de
nable a este periodo representan el 64% de la ocupación Preclásica fueron abandonadas al
muestra y los materiales identificados consti- inicio del Clásico Temprano, siendo el caso
tuyen el 17.6% del total de tiestos analizados. mejor estudiado a la fecha la comunidad ru-
La cerámica del periodo pertenece a los tipos ral de El Lacandón. Esta concentración de
61
Roberto López Bravo

población subyace a la inversión de trabajo bren un área de 109 hectáreas, misma que
necesaria para que los edificios cívicos como no es el tamaño máximo alcanzado, como
el Palacio, el Grupo Norte, el Juego de Pelota se verá más adelante. El siguiente periodo,
y el Grupo de la Cruz, fueran objeto de trans- Murciélagos (690-750 d. C.), representa
formaciones arquitectónicas masivas al final el apogeo de la ciudad, pues como se pudo
del periodo. Durante este periodo se observa constatar con la evidencia obtenida por
una creciente adecuación de espacios para el Proyecto Crecimiento Urbano, los son-
utilizarlos y construir más viviendas para la deos con presencia de material asignable a
población en constante crecimiento, la co- esta fase cerámica representan el 86% de la
lonización comienza a dirigirse a las partes muestra, constituyendo el 39.7% de la mues-
elevadas, de una manera radial y no lineal. Es tra total de tiestos analizados (figura 2). La
importante señalar que la ciudad comienza ciudad ocupó durante esta fase alrededor de
a crecer en anillos concéntricos alrededor de 192 hectáreas, llegando a su máximo creci-
los dos asentamientos existentes durante el miento poblacional y de área ocupada; nin-
periodo Preclásico, en vez de una expansión gún otro periodo reflejará este crecimiento
del oeste hacia el este, como ha sido propues- tan evidente. La distribución de los mate-
to por otros investigadores. riales sugiere una ocupación en las partes
El inicio del periodo Clásico Tardío en altas y con gran pendiente, modificando la
Palenque está marcado por la presencia de topografía local mediante grandes rellenos,
materiales asignables al periodo Otulúm nivelaciones y terrazas artificiales, una labor
(600-690 d. C.), localizados en el 71% de los emprendida como respuesta a la necesidad
pozos y representado en el 11.4% del total de seguir colonizando y propiciando mayor
de la cerámica analizada. De acuerdo con la cantidad de lugares habitables para su po-
interpretación epigráfica, se asume que la blación en constante crecimiento. En este
ciudad alcanzó su mayor auge durante este sentido, creemos que es posible sugerir que
periodo, evento marcado por el reinado de la ciudad se volvió más grande y también
Pakal. Los materiales representativos cu- más densamente poblada.

Figura 2. Los espacios interiores del Palacio de Palenque son el producto de numerosas modificaciones arqui-
tectónicas, mismas que son notorias en el tamaño y distribución de los edificios. Entre éstos destaca la Casa
E, ubicada en una posición central, y es el más antiguo de los que se observan. Junto a ella se observa la Torre,
que forma parte de las últimas estructuras construidas durante el siglo IX de nuestra era.
Fotografía de Octavio Moreno Nuricumbo/Proyecto Palenque/ INAH

62
Palenque. Investigaciones recientes

El Clásico Terminal inicia en Palenque con (810-900? d. C.), mismo que fue identificado
el periodo Balunté (750-810). La ciudad expe- por materiales cerámicos asociados a los tipos
rimentó una importante reducción en el área de pasta naranja fina y otros de producción
ocupada, pues únicamente tuvo 82 hectáreas local como las ollas con decoración pintada
en comparación con las 192 de la fase anterior, de líneas y puntos rojos en el cuello y hombro.
con el consiguiente decremento poblacional y Los materiales fueron encontrados en el 35%
de disponibilidad de formas cerámicas diag- de los pozos, representados por el 1.7% del
nósticas al interior de la ciudad, que para este total de la cerámica analizada, y se distribu-
periodo incluyen materiales importados del yeron en ocho pequeños sectores que en total
Grupo Chablekal Gris y otros de producción alcanzaron un área cercana a las 11 hectáreas.
local (figura 3). El periodo Balunté representa Este periodo representa el abandono total
el 26.5% del total del material cerámico anali- de la ciudad y también la presencia de acti-
zado por el PCU y su presencia es detectable vidades de destrucción de esculturas y mo-
en el 77% de los sondeos realizados. Investiga- dificaciones de edificios, especialmente en la
ciones previas en la región han señalado que Acrópolis Sur (figura 4). Si bien estos eventos
durante este periodo se poblaron áreas pre- han sido interpretados como evidencia de la
viamente ignoradas o con escasa presencia, llegada ocasional de visitantes foráneos, que-
como la sección de las Llanuras Intermedias da por explicar la razón por la que decidieron
situada entre las Sierras Bajas y el río Usuma- destruir los espacios mencionados y en cam-
cinta: creemos que la inestabilidad política de bio nunca fueron afectados los monumentos y
la dinastía palencana favoreció el abandono esculturas más impresionantes, como el Tem-
de la ciudad y el movimiento de la población a plo de las Inscripciones.
las áreas antes mencionadas. Esta idea ha sido
presentada anteriormente por los epigrafistas,
y los datos arqueológicos también la soportan.

Figura 3. Las vasijas del tipo cerámico Chablekal Gris Figura 4. El Templo XXI fue dedicado por Ahkal Mo
Fino eran producidas en las llanuras al norte de la ciu- Nahb III a principios del siglo VIII. Comparte con los
dad, y posteriormente importadas para ser utilizadas Templos XIX y XX-a un patrón arquitectónico único,
como vajilla de servicio en fiestas y eventos importan- que consiste en dos galerías paralelas, sustentadas por
tes. Muchas de ellas fueron incluidas en las tumbas de pilastras a las que se accede por una amplia puerta.
la élite palencana a finales del periodo Clásico Tardío. Tiempo después, los tres edificios sufrieron la destruc-
Fotografía de Roberto López Bravo/Proyecto Creci- ción parcial de algunas secciones, y fueron reutilizados
miento urbano de la antigua ciudad de Palenque/ INAH como áreas habitacionales por los últimos pobladores
de la antigua ciudad.
El último momento de la vida urbana pa- Fotografía de Octavio Moreno Nuricumbo/Proyecto
lencana ocurrió durante el periodo Huipalé Palenque/ INAH.

63
Roberto López Bravo

Este proceso de abandono ha sido ob- Roja y el Templo XII o de la Calavera, su


servado también en otras ciudades de la construcción se realizó durante los siglos
Región Noroccidental del Área Maya, como VII y VIII d. C., coincidiendo con uno de
Piedras Negras. Futuras investigaciones los momentos de mayor importancia de
permitirán notar si otras ciudades fueron Palenque como centro de poder (Figura
abandonadas de la misma manera, así como 5). El Templo de las Inscripciones debe
detectar con certeza los espacios que si- su nombre a tres tableros empotrados en
guieron habitados. sus muros, con extensas inscripciones glí-
ficas. Fue diseñado para contener la tum-
Mito y religión en el área central de ba de K’inich Janahb’ Pakal, muerto en el
Palenque año 683 d. C. Pakal fue el antepasado más
importante para sus sucesores, así como el
A partir de 1989 las labores de investiga- gobernante maya que poseyó la tumba más
ción y conservación en la ciudad han sido portentosa. Bajo el Templo XIII se encon-
realizadas por el Proyecto Arqueológico tró, en 1994, la tumba de una mujer noble
Palenque (PAP), dirigido por Arnoldo Gon- a quien se ha llamado la Reina Roja, por-
zález Cruz. Sus trabajos se han centrado que su osamenta fue hallada cubierta de
principalmente en los edificios ubicados en cinabrio (sulfuro de mercurio). Mucho se
las plazas mayores y también en la excava- ha especulado sobre su identidad, siendo
ción de importantes áreas habitacionales posible que haya estado relacionada con
como los grupos B, C, IV y I-II, ubicadas en Pakal, probablemente fue su esposa, o bien
los extremos de la zona central. Gracias a su madre. La riqueza de su ajuar funerario
estas investigaciones, hoy sabemos que los permite asegurar que perteneció al círculo
edificios del área central representan las ac- más selecto de la élite. La mujer murió cer-
tividades relacionadas con la vida cotidiana ca de sus 45 años y fue sepultada dentro de
del gobernante –ajaw–, su familia y personas un sarcófago de piedra liso, a diferencia del
cercanas: el Palacio, residencia del linaje go- sarcófago de Pakal, notable por las inscrip-
bernante desde donde se ejercía el control ciones y relieves que incluye. El atuendo
político-administrativo de la ciudad; los mortuorio de la Reina Roja estaba formado
templos de los dioses patronos de la ciudad por unas 1,100 piezas de jadeíta, malaquita,
(el Grupo de las Cruces) y los templos con- concha, hueso y perlas, que se utilizaron
memorativos de los antepasados (como el para confeccionar ajorcas, pulseras, oreje-
Corredor Funerario). Además de los gran- ras y dos máscaras, una de jadeíta y otra
des edificios, en esta área se encuentran las de malaquita, misma que cubría su rostro
plazas y espacios abiertos más grandes de (González Cruz, 1994; 2002). Finalmen-
Palenque. Esto sugiere que ahí se reunía a la te, el Templo XII o de la Calavera debe su
población durante festividades religiosas y nombre a un mascarón en forma de cráneo
eventos importantes, como las ceremonias de conejo que decora su fachada. Esta ima-
de ascenso al trono y de presentación del gen en las inscripciones glíficas se asocia al
heredero. nombre de la dinastía palencana o al terri-
Al oeste del Palacio se encuentra el torio controlado por ella y se ha leído como
Corredor Funerario, uno de los comple- b’aak, “hueso”. En su interior se excavó una
jos mortuorios más importantes del área suntuosa ofrenda de objetos de jade; entre
maya. Integrado por el Templo de las Ins- éstos destacan algunos de los más grandes
cripciones, el Templo XIII o de la Reina que hasta la fecha se conocen en la ciudad.
64
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 5. La erección del Templo de las Inscripciones implicó la renovación arquitectónica y urbana del recin-
to cívico-ceremonial de Palenque, ya que desde entonces esta imponente estructura quedó establecida como
el centro focal. Sabemos que los antiguos palencanos conocían la función mortuoria del edificio, ya que en los
textos más tardíos se identifica a Pakal el Grande como el señor de la Pirámide.
Fotografía de Octavio Moreno Nuricumbo/ Proyecto Palenque/ INAH.

El Proyecto Palenque, bajo la dirección Cruz al Dios Celeste; el de la Cruz Foliada


de Arnoldo González Cruz, ha iniciado re- al Dios K’awiil, patrono de la agricultura y
cientemente los trabajos de investigación del linaje gobernante; y el Templo del Sol al
y conservación en el Templo XI, el edificio Dios K’inich Ajaw Pakal, también conoci-
que fue construido al centro de la gran pla- do como Escudo del Señor del Rostro So-
za formada por el Corredor Funerario y el lar, que personificaba al Sol en su trayecto
Palacio. Las expectativas de encontrar una nocturno por el inframundo (figura 6). De
nueva tumba en este edificio son muy al- acuerdo con los análisis recientes del epi-
tas, considerando la importancia de este grafista Guillermo Bernal, se ha notado que
espacio. los textos jeroglíficos conservados en estos
El Grupo de las Cruces es el espacio ri- templos tienen tres temáticas: las narracio-
tual más importante de Palenque, mismo nes míticas de los dioses, como la creación
que fue concebido como la imagen del uni- del universo y el nacimiento de las deidades
verso, en donde sus templos simbolizaban patronas; las narraciones históricas de la
los lugares míticos donde los dioses habían dinastía gobernante; y, finalmente, la des-
nacido. Los edificios principales del conjun- cripción de los rituales de consagración de
to estuvieron dedicados al culto de los dio- estos mismos edificios, presididos por Kan
ses patronos de la ciudad: el Templo de la B’alam II entre el 690 y el 692 d. C.

65
Roberto López Bravo

Figura 6. El Templo de la Cruz es el edificio más alto de Palenque, lo que fue posible gracias al aprovecha-
miento de una colina que fue modificada y revestida con paramentos de piedra. El basamento alberga cientos
de portaincensarios de cerámica, de los cuales conocemos una importante muestra recuperada principalmente
del lado oeste.
Fotografía de Octavio Moreno Nuricumbo/ Proyecto Palenque/ INAH.

Desde las excavaciones realizadas en se empezaron a elaborar durante el siglo V


los años 50 (Ruz Lhuillier, 1952, 1962), los d. C., cuando los ejemplares se asemejan a
basamentos de los templos fueron notados los típicos del Petén guatemalteco. Tiempo
como depositarios de numerosos portain- después, los palencanos crearon ejemplares
censarios cilíndricos, de los que en fechas más sofisticados tanto tecnológicamente
recientes Martha Cuevas García ha realiza- como iconográficamente (Cuevas García,
do importantes estudios. Por las inscripcio- 2000; Cuevas García y Bernal Romero,
nes glíficas sabemos que las llamaban Ox 2002).
P’uluut K’u, “dioses-incensario” (Cuevas,
2000: figura 13). Estos objetos se usaban La Acrópolis Sur y el ajaw Ahkal
aproximadamente 20 años, al término de Mo’ Nahb III
este tiempo eran retirados de los templos y
sepultados en espacios sagrados: los basa- Ubicada junto al Grupo de las Cruces, la
mentos. El cuerpo cilíndrico estuvo decora- Acrópolis Sur es el conjunto arquitectó-
do con mascarones de dioses, como el Dios nico en el que se han realizado los últimos
Celeste y el Dios Escudo de Rostro Solar, trabajos arqueológicos de mayor relevancia
y en menor número con rostros humanos, en Palenque. Las excavaciones en este con-
antepasados que también eran venerados. junto se iniciaron en los años 40 y 50 por
En la parte superior se colocaban los brase- Heinrich Berlin y Alberto Ruz, pero las más
ros para quemar copal junto con la sangre recientes se han realizado tanto por el PAP
obtenida del autosacrificio. La costumbre (dirigido por Arnoldo González) como por
de renovarlos continuamente explica por el Proyecto Grupo de las Cruces (PGC),
qué se han encontrado tantos ejemplares: coordinado por Merle Greene Robertson y
a la fecha, más de un centenar. De acuerdo Alfonso Morales Cleveland.
con Martha Cuevas, el estudio de los cam- Los edificios que componen el conjunto
bios estéticos y la distribución de diferen- tuvieron funciones políticas y rituales. To-
tes formas de portaincensarios sugiere que dos reflejan el interés del grupo dirigente
66
Palenque. Investigaciones recientes

por exaltar y legitimar su poder: las inscrip- Dios Itzamnaaj (Stuart 2000: 32). De tal
ciones, esculturas y ceremonias que ahí se manera, la ceremonia ha sido interpreta-
efectuaron conmemoraban tanto sus haza- da no sólo como un ejemplo de la relación
ñas militares como los eventos más desta- entre la política y la religión mayas duran-
cados del linaje al que pertenecían. Los edi- te el Clásico Tardío, sino también como
ficios más antiguos son el Templo XVIII-A un modelo de que, durante el siglo VIII, la
(que contuvo la tumba real más antigua de organización social de la ciudad se encon-
Palenque, construida durante el siglo VI d. traba marcada por la pérdida del poder de
C.) y el Templo XX, que muestra restos de la dinastía palencana, que ocasionaba que
construcciones anteriores y una tumba real, los gobernantes otorgaran importancia a
todavía no excavada completamente, que personajes de otros linajes, quienes incluso
probablemente data de la misma época que fueron numerosamente retratados en las es-
la anterior. culturas reales.
Aproximadamente treinta años después Las excavaciones más recientemente
de que el Grupo de las Cruces fue remode- novedosas en la Acrópolis Sur son llevadas
lado por Kan B’alam II, la Acrópolis Sur fue a cabo por el Proyecto Palenque, que se ha
completada bajo la conducción de Ahkal dedicado a la consolidación del Templo
Mo’ Nahb’ III, Tortuga-Guacamaya-Lago XXI, construido en una posición interme-
III, entre el 721 y el 736 d. C. Este gobernan- dia entre el Grupo de las Cruces y la Acró-
te ordenó modificar inicialmente el Tem- polis Sur. Esta estructura fue originalmente
plo XVIII, que incluyó inscripciones que trabajada hace medio siglo, aunque los tra-
describían a sus padres y a su vida juvenil, bajos fueron incompletos, dedicándose úni-
incluyendo cambios en su nombre y títu- camente a una limpieza de la fachada y la
los. Posteriormente erigió otros edificios, escalera, sin enfocarse en la excavación de
los Templos XIX y XXI, mismos que fueron los cuartos (Ruz Lhuillier, 1958). Fue has-
dedicados como residencias de dos dioses ta 2002 que se inició la excavación integral
patronos de la ciudad, complementando las del edificio. Durante los primeros días se
funciones del Grupo de las Cruces. notó la presencia de muros secos que fue-
Sin duda el proyecto arquitectónico más ron construidos entre los pilares centrales
ambicioso de Ahkal III fue el Templo XIX, del edificio en épocas posteriores al reina-
dedicado al Dios Celeste. Excavado por Al- do de Ahkal III, mismos que destacan por
fonso Morales del PGC, el edificio contó contener numerosos fragmentos de paneles
con un trono y una pilastra hermosamente y tableros de caliza, incluyendo algunos que
decorados. Los tableros del trono destacan resultaron ser la sección faltante del Table-
por mostrar importantes testimonios sobre ro de los Guerreros del Templo XVII (Gon-
la mitología y realeza del Clásico Maya. El zález Cruz y Romero, 2003b: 3).
tablero mayor (o tablero sur) representa Posteriormente fue localizado un trono
el ascenso al trono de dicho gobernante en la esquina sureste del interior del edifi-
acompañado, en vez de sus padres, por tres cio. Similarmente construido al menciona-
nobles con título político y otros tres con do en el Templo XIX, pero con una orien-
título religioso. Además, el ajaw creó una tación distinta, el tablero que decoraba
equivalencia entre su ascenso y el del Dios su lado oeste es la pieza arqueológica más
Celeste, mientras que su acompañante Ja- impresionante que se conoce en Palenque
naab’ Ajaw (quien le entrega la diadema hoy en día. Este objeto contiene 5 persona-
real) fue representado personificando al jes, siendo el central Pakal (el gobernante
67
Roberto López Bravo

sepultado en el Templo de las Inscripcio- na. Alrededor de estas residencias fueron


nes), acompañado a la izquierda por Ahkal sucesivamente agregadas casas más peque-
III y a la derecha por su heredero U Pakal ñas, construidas de materiales perecede-
K’inich. Cada uno de los personajes adjun- ros, en las que habitaba la gente común. Al
tos está en compañía de un ser sobrenatural paso de los años, los antiguos palencanos
que presenta rasgos de roedor (probable- acostumbraron enterrar a los principales
mente una rata). A juzgar por los objetos miembros de sus familias en elaboradas
sostenidos por estos animales y por la es- tumbas bajo los pisos de las casas nobles,
pina de mantarraya para el autosacrificio buscando así la continuidad simbólica del
sangriento sostenida por Pakal, el tablero linaje y el reconocimiento de las acciones
se refiere a un evento ritual efectuado por realizadas por los fallecidos. Los trabajos
Ahkal III y U Pakal K’inich en el año 736 d. ejecutados en algunos de estos conjuntos
C., en el cual fueron representados como permiten comprender la manera en que los
colaborando con su antepasado Pakal, se- barrios se fundaron, para lo que necesita-
pultado decenas de años antes (González mos acercarnos a la fundación de la ciudad
Cruz y Romero 2003b: 19-21). La razón de y las transformaciones ocurridas durante el
esta ceremonia tuvo el propósito deliberado periodo Clásico.
de adherir al joven heredero con la figura de Probablemente el conjunto residencial
su importante y prestigioso precursor, su de élite más famoso de Palenque es el Gru-
bisabuelo, del cual incluso utilizó su seudó- po IV (conocido también como Grupo J de
nimo: el nombre completo del hijo de Ahkal acuerdo la nomenclatura de Frans Blom) ya
III fue U Pakal K’inich Janahb’ Pakal, que ha que en él Alberto Ruz excavó el célebre Ta-
sido traducido como El Protector de Pakal blero de los Esclavos, que conmemora por
II (Bernal Romero 2002: 6). una parte el ascenso al trono de Ahkal Mo’
Nahb III, nieto de Pakal el Grande, y por
Los barrios de Palenque otra los eventos más notables en la vida de
Chak Zutz’, importante noble que obtuvo
Los antiguos palencanos vivieron en ba- significativos cargos religiosos y militares
rrios delimitados por la accidentada to- a lo largo de su vida. El Grupo IV se ubica
pografía del sitio y por los cauces de los en el extremo oeste del núcleo central de
cinco arroyos que recorren la antigua ciu- edificios, y consta de varios agrupamientos
dad. Durante el periodo Clásico (250-900 de construcciones distribuidos en patios.
d.C.), los conjuntos arquitectónicos como La plaza más importante aloja un amplio
el Grupo C, el Grupo IV y el Grupo B fue- edificio abovedado de dos niveles (figura 7),
ron creciendo alrededor de la elegante casa en el nivel superior del cual se encontraron
de una familia noble, cuyos miembros eran el mencionado tablero y también dos por-
la cabeza de un gran grupo social en el que taincensarios de piedra, que representan tal
todos estaban emparentados, compartien- vez a antepasados de Chak Zutz’. El extre-
do un antepasado común. Las residencias mo este de la plaza contiene dos pequeños
nobles comprendían varios edificios above- basamentos piramidales, a los pies de los
dados construidos alrededor de una plaza cuales se localizó una importante área fu-
o patio, y en ellas se realizaban numerosas neraria que incluye tres niveles de tumbas.
actividades productivas a pequeña escala, Trabajos recientes en otro de los patios per-
tales como la manufactura de figurillas y mitieron encontrar un pequeño acueducto
la talla de navajas prismáticas de obsidia- que canaliza el agua de lluvia que descien-
68
Palenque. Investigaciones recientes

de de la plaza formada por el Templo de las ron los objetos para pintar elaborados de
Inscripciones, el lado oeste del Palacio y el hueso animal que acompañaban a un perso-
Templo XI. Otro interesante hallazgo fue- naje masculino, probablemente un escriba.

Figura 7. Plano del Grupo IV.

Las primeras edificaciones del Grupo alrededor de una amplia plaza (figura 8), la
IV (también conocido como Grupo J) se más grande fuera del recinto cívico-ceremo-
erigieron a principios del periodo Clásico, nial de la ciudad. El sector este de la misma
y las modificaciones arquitectónicas conti- contiene un edificio de función religiosa
nuaron a lo largo de seis siglos. Los edificios compuesto por dos basamentos piramida-
principales circundan una plaza, en la cual les posteriormente unidos por un tercer ba-
se han recuperado numerosos entierros. samento, asociado al cual se encontraron
Ubicado en el extremo este del núcleo tres entierros y los fragmentos de varios
central de edificios de Palenque, el Grupo portaincensarios de figura humana com-
C fue el lugar de residencia de una impor- pleta. Los sectores norte y sur de la plaza
tante familia palencana durante el periodo tienen edificios habitacionales abovedados,
Clásico; si bien su fundación se remonta al incluyendo el Edificio 3, un pequeño pala-
año 100 d.C., a finales del periodo Preclá- cio con cuartos distribuidos en tres niveles
sico Tardío. Sus principales edificios habi- que fueron construidos aprovechando una
tacionales y religiosos fueron construidos pequeña colina.

69
Roberto López Bravo

Figura 8. Plano del Grupo C

La plaza central del Grupo C está limita- Tres suntuosas tumbas nobles fueron loca-
da al sur por el Edificio 1 (C2), una residen- lizadas en los edificios del conjunto princi-
cia de miembros de la élite durante los siglos pal, incluyendo todas vasijas cerámicas im-
VII y VIII; y al este por el Edificio 2 (C3,C4 y portadas, espinas de mantarraya, y objetos
C5), un conjunto de tres basamentos unidos. de jade y concha. Los edificios 1 y 2 cuentan
En esta última edificación se localizaron tres con santuarios o altares en los cuartos cen-
tumbas de cista, y los restos de tres portain- trales de sus galerías frontales, en los cuales
censarios de gran calidad. se quemaba copal en portaincensarios de
El Grupo B se ubica al oeste del Grupo piedra y cerámica asociados a los rituales de
C. Construido entre los arroyos Otulúm y comunicación con los antepasados. Por su
Murciélagos, este barrio abarca varias te- parte, el Edificio 1 contaba con un baño de
rrazas naturales que descienden progre- vapor (pibna-il ochitim, en maya).
sivamente hacia la llanura. Fundado en el Entre los numerosos objetos encontra-
siglo V d.C., alcanzó su mayor auge entre dos en los edificios residenciales destacan
los siglos VIII y IX, y fue uno de los últimos por su particularidad los portaincensarios
grupos habitacionales en ser abandonados. que representan a los antepasados venerados
70
Palenque. Investigaciones recientes

de las familias de la nobleza (figura 9). Las Las excavaciones en los grupos habita-
excavaciones en conjuntos habitacionales cionales han aportado también restos de
de élite nos han permitido vislumbrar cómo manufactura de herramientas de obsidiana
estos objetos religiosos eran utilizados. En y pedernal (figura 10). Los análisis en curso
los Grupos B, C y IV se localizaron áreas de sugieren que los grupos habitacionales de
actividad ritual que incluían portaincensa- élite situados en el centro de cada barrio
rios de piedra y cerámica. Los ejemplares de eran el foco de actividades productivas que
piedra representan rostros de antepasados no se hallaban necesariamente controladas
cuyos nombres se leen mediante textos glí- por el grupo gobernante sino que estaban
ficos o bien a través del tocado que remata la asociadas a las actividades de la nobleza.
cabeza. Por su parte, los ejemplares elabora- Se ha recuperado también una abundante
dos en cerámica muestran figuras humanas colección de figurillas cerámicas, que eran
completas, algunas sedentes y otras erguidas probablemente utilizadas en algunos ritua-
(López Bravo, 2000). les del ámbito doméstico. Destacan por su
número una cuantiosa colección de enanos,
así como animales disfrazados de guerreros
(figura 11).

Figura 9. Portaincensario. Edificio 3, Grupo B. Figura 10. La obsidiana es un vidrio de origen volcá-
Foto: Javier Hinojosa/Proyecto Palenque-INAH nico que tiene yacimientos en Guatemala y el centro
Los habitantes del Grupo B construyeron dos san- de México. Por sus características, era utilizada para
tuarios internos, en los cuales se realizaba el ritual de fabricar herramientas cortantes, principalmente na-
comunicación con los antepasados. Este portaincen- vajillas prismáticas, que eran ampliamente utilizadas
sario fue recuperado en el santuario del Edificio 3. por los diferentes grupos sociales de Palenque.
Representa a un sacerdote que porta los elementos Fotografía de Roberto López Bravo/ Proyecto Cre-
del Dios Jaguar del Inframundo, y en el tocado se ob- cimiento Urbano de la antigua ciudad de Palenque/
serva una máscara del Dios Tlaloc. Esta importante INAH.
pieza fue elaborada a finales del siglo VIII d.C.

71
Roberto López Bravo

te encontradas que están cambiando las


ideas que teníamos sobre las relaciones en-
tre el ritual, la política y las tradiciones de la
dinastía gobernante.

Referencias

Bernal Romero, Guillermo (2002). “U Pakal K’inich Ja-


nahb’ Pakal, el nuevo gobernante de Palenque”, en
Lakamha’. Boletín Informativo del Museo y Zona Ar-
queológica de Palenque, Año 1, Núm. 4, Palenque,
Figura 11. Las figurillas de cerámica representaban a Chiapas: INAH, pp. 4-9.
personajes humanos y también deidades. Fueron ela- Cuevas García, Martha (2000). “Los incensarios del Grupo
boradas con una técnica mixta: los rostros provienen de las Cruces, Palenque”, en Arqueología Mexicana,
generalmente de moldes, mientras que los cuerpos y Vol. VIII, Núm. 45, México: Editorial Raíces, pp. 54-61.
extremidades eran modeladas. Finalmente se agrega- Cuevas García, Martha y Guillermo Bernal Romero (2002).
ban elementos decorativos al pastillaje, dándole así “La función ritual de los incensarios compuestos del
cierta individualidad a cada pieza. Grupo de las Cruces de Palenque”, en Estudios de Cul-
Fotografía de Roberto López Bravo/Proyecto Cre- tura Maya, Vol. XXII, México: UNAM, pp. 13-32.
cimiento Urbano de la antigua ciudad de Palenque/ González Cruz, Arnoldo (1994). “Trabajos recientes en
INAH Palenque”, en Arqueología Mexicana, Vol. II, Núm.
10, México: Editorial Raíces, pp. 39-45.
Comentarios finales González Cruz, Arnoldo (2002).“En nuestra portada: más-
cara de la Reina Roja”, en Lakamha’. Boletín Infor-
Pese a ser un lugar en el que los trabajos mativo del Museo y Zona Arqueológica de Palenque,
arqueológicos han sido numerosos, Palen- Año 1, Núm. 2, México: UNAM, p. 3.
que aún nos continúa otorgando datos no- González Cruz, Arnoldo y Guillermo Bernal Romero
vedosos y cambios en las interpretaciones (2003b). El trono de Ahkal Mo’ Nahb’ III. Un hallazgo
conocidas. Durante los próximos años, las trascendental en Palenque, Chiapas. México: INAH/
investigaciones en áreas no abiertas al pú- Nestlé México/ SEDESOL.
blico nos permitirán establecer cómo la López Bravo, Roberto (2000). “La veneración de los an-
ciudad fue creciendo a lo largo del periodo cestros en Palenque”, en Arqueología Mexicana, Vol.
Clásico, y también determinar si el aumen- VIII, Núm. 45, México: Editorial Raíces, pp. 38-43.
to poblacional se debió al movimiento de Ruz Lhuillier, Alberto (19529. “Exploraciones en Palen-
grupos familiares desde otros sitios de la re- que 1950-1951”, en Anales del INAH, Época 5, Méxi-
gión. En cuanto a las excavaciones del Pro- co: INAH, pp. 25-66.
yecto Palenque en curso en el Templo XX y Ruz Lhuillier, Alberto (1958). “Exploraciones arqueológi-
el Templo XI, su continuidad nos ayudará a cas en Palenque: 1954”, en Anales del INAH, Época
comprender los cambios en la organización X, México: INAH, pp. 117-184.
política que la ciudad experimentó durante ___ (1962). “Exploraciones Arqueológicas en Palenque
el siglo VIII d. C., y que seguramente estu- 1957”, en Anales del INAH, Época 14, México: INAH,
vieron relacionados con su abandono ocu- pp. 35-90.
rrido a mediados del siglo IX. Igualmente Stuart, David S. (2000). “Las nuevas inscripciones del
importantes son los nuevos análisis de los Templo XIX, Palenque”, en Arqueología Mexicana, Vol.
textos glíficos y las esculturas recientemen- VIII, Núm. 45, México: Editorial Raíces, pp. 28-33.

72
Aspectos de política y religión en
las inscripciones jeroglíficas de Palenque

Alejandro Sheseña Hernández


En esta página: Pilar decorado procedente del Templo XIX.
Foto: Haydeé Orea

Página anterior: Tablero del Templo XXI.


Archivo fotográfico del Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Palenque. Investigaciones recientes

Aspectos de política y religión en las


inscripciones jeroglíficas de Palenque

Alejandro Sheseña Hernández1


Facultad de Humanidades
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

E
l sitio arqueológico de Palenque ñalar que en algunos monumentos, en los
cuenta con un importante conjunto mismos contextos glíficos, el sustantivo
de monumentos iconoepigráficos derivado presenta el sufijo –il en lugar del
que proporcionan datos invaluables acerca anterior, formando de esta manera el térmi-
de la cultura de los antiguos mayas. Con el no ΄ajaw-il (΄AJAW-li). Alfonso Lacadena y
desarrollo que en los últimos años han teni- SorenWichmann (2002) destacan que de
do los estudios mayas, así como la disciplina las dos formas ΄ajawlel es la más difundida
epigráfica, ahora es posible abordar con ma- aunque también la más tardía. Por su parte
yor precisión todos estos materiales. En las Stephen Houston, John Robertson y David
siguientes páginas se discutirán algunos as- Stuart (2001: 22-23) consideran que hay
pectos que el análisis reciente de algunas de determinada distinción semántica entre las
estas obras permite detallar sobre la política dos formas en dependencia del sufijo usado:
y el ritual tal como eran desarrollados por ΄ajawil significaría “kingness” mientras que
los habitantes de esta ciudad maya clásica. ΄ajawlel “kingship”; según los mismos autores
aquí el sufijo –lel se formaría agregando el
Del término ΄ajawlel y la organización sufijo “institucional” –el al sufijo abstracti-
política de Palenque vo -l- para precisar el significado. Péter Bíró
(2011) reconoce las diferencias morfológi-
El término ΄ajawlel ha sido uno de los más cas entre las dos formas nominales pero,
discutidos en la literatura epigráfica (véase debido a la semejanza que presentan en su
Lacadena y Ciudad Ruiz, 1998; Ciudad Ruiz uso contextual en las inscripciones, no dis-
y Lacadena, 2001; Houston, Robertson y tingue diferencias semánticas. En el mismo
Stuart, 2001; Lacadena y Wichmann, 2002; sentido, Lacadena y Wichmann argumen-
Helmke, Kettunen y Guenter, 2006). Se tra- tan que las diferencias morfológicas entre
ta de un sustantivo derivado que resulta de ambas se deben a que cada variante co-
agregar el sufijo –lel a la raíz ΄ajaw “señor”. rresponde a un dialecto distinto: ΄ajawil en
En las inscripciones esto se transmite a el ch’olano oriental y ΄ajawlel en el ch’olano
través del deletreo ΄AJAW-le-le. Cabe se- occidental, pero en ambos casos la palabra
tendría el mismo significado. En Palenque
la variante usada es ΄ajawlel y aparece en la
Doctor en Historia por la Facultad de Historia de la Uni-
1

versidad Estatal de Vorónezh, Rusia, en colaboración fórmula de ascenso al poder CHUM-la-ja


con el Centro de Estudios Mesoamericanos de Moscú ta ΄AJAW-le (Stuart, 2007) y en fórmulas
Yuri Knórozov. Investigador de tiempo completo en la
Facultad de Humanidades de la Universidad de Cien-
de fin de periodo, como se aprecia en el Ta-
cias y Artes de Chiapas. blero de los 96 glifos (figuras 1 y 3).
75
Alejandro Sheseña Hernández

΄ajaw “menores” que encabezaban los linajes


subordinados al linaje real y que, en un sis-
tema heterárquico, en cohesión soportaban
al gobernante k΄uhul ΄ajaw en lo económico y
en lo político. En este contexto, el término
΄ajawlel, de acuerdo con los autores, se tra-
duciría como “señorío” pero no en referencia
a un territorio sino a un sistema en el que el
gobernante regía sobre una serie de dignatarios
Figura 1. Detalle del Tablero de los 96 glifos. de rango ajaw-oob΄ (Izquierdo y Bernal, 2011:
Redibujado por Braulio Calvo a partir de un dibujo 180-181). En una versión más precisa de la
de Simon Martin. definición, Mercedes de la Garza, Guillermo
Bernal y Martha Cuevas (2012: 12) señalan
A partir de un estudio de las fuentes que el ΄ajawlel se referiría al complejo cúmulo de
coloniales tempranas, Alfonso Lacadena y vínculos personales e institucionales que daban orden,
Andrés Ciudad Ruiz (1998) (Ciudad Ruiz y estructura y movilidad a la sociedad maya clásica.
Lacadena, 2001) argumentan que el signifi- Yo prefiero la propuesta dada por Peter
cado de los términos corresponde a la idea de Mathews y John Justeson (1984: 228) acerca
“reino” en el sentido de territorio (espacio). de que, a partir de su morfología, el término
En yucateco colonial, por ejemplo, la pala- ΄ajawlel (y también ΄ajawil) significa en reali-
bra ΄ajawlil (variante yucateca de la cholana dad “autoridad” en el sentido de “cargo”. Al
΄ajawlel) tiene los significados asociados de respecto, cabe destacar que, de acuerdo con
“reino”, “imperio”, “señorío” (Martínez Her- Ortwin Smailus, en el chontal colonial el su-
nández, 1930: 72; Álvarez, 1998: 53, 54). Sin fijo partitivo –il agregado a nominales otorga
embargo, para Stephen Houston (2000) y a éstas últimas un significado de generaliza-
colegas (Houston et al., 2003) los vocablos ción o abstracción, dependiendo del contex-
para “reino” siguen siendo esquivos en la es- to. Cuando al sufijo partitivo –il se le añadía
critura maya del periodo Clásico. Bíró (2011: a su vez el sufijo abstractivo –el, el primero
52) incluso nota que en las inscripciones clá- adopta la forma –l– y juntos conforman el
sicas las palabras en cuestión nunca apare- sufijo –lel, con el cual se acentúa la abstrac-
cen con alguno de los verbos de movimiento ción de la nominal (Smailus, 1975: 206-207).
conocidos o nunca están asociados a eventos Es el caso justamente de la palabra ΄ajawlel,
de conquista ni con topónimos, por lo que es la cual, en el siguiente pasaje tomado de los
poco probable que se refieran a reinos como Papeles de Paxbolom Maldonado, adopta el sig-
territorios, con lo que yo coincido. Él (Bíró, nificado de “principal” o “gobernante” como
2007a: 97; 2007b: 119; 2011: 50-52, 67) propo- un cargo (Smailus, 1975: 48; Scholes y Roys,
ne como opción que los términos en cuestión 1996: 331-332) (en ésta y en las siguientes ci-
se pueden entender en realidad en el sentido tas textuales las negritas son mías):
de a descent of lines of ajaw into which somebody
can insert him/herself. Although it refers to the ΄king- cah-i u-yithoc-bel paxbolonacha ahua a-ca-than-i-
dom’, it does not refer to its territorial entity but to its hi cah-i-(i)x-me abi u-mol(?)-bel u-ba-ob cab-l-el
descent line (Bíró, 2007b: 119). ahau-l-el-ba-ob
Recientemente Ana Luisa Izquierdo y Llamaron al rey Paxbolonacha, al que
Guillermo Bernal, basados en materiales de ya nombré. Entonces se reunieron los prin-
Palenque, han argumentado la existencia de cipales de los pueblos

76
Palenque. Investigaciones recientes

En el Chilam Balam de Chumayel también en- pecto ajk΄uhun-il (Monumento 183 de Toni-
contramos el mismo uso y significado del ná), ti΄ sak hun-il (Incensario de Palenque) y
término ΄ajawlel (“gobernante”) en su va- yajaw k΄ahk΄-il (Incensario de Palenque) (fi-
riante yucateca ΄ajawlil (Roys, 1967: 25; 1923: gura 2), al agregárseles el sufijo –il (Zender,
476): 2004: 154).

ua yohelob uchic u talelob u uinicilob yahaulilob


whether they know of the coming of the
men and rulers

Interesante es el hecho de que, de acuer-


do con el historiador y hablante tzeltal
Marceal Méndez (comunicación personal
2013), la palabra tzeltal ajwalil, que se com-
pone del sustantivo ajwal “señor” más el
sufijo abstractivo –il, tiene actualmente los
significados de “autoridad” (“funcionario”)
e incluso “gobernador” (véase también Slo-
cum, 1999: 5). Figura 2. Detalle de la inscripción del Incensario de
Aún más interesante es el patrón encon- Palenque.
trado por Marc Zender (2004: 155-159) en Redibujado por Braulio Calvo a partir de un dibujo
el yucateco colonial que muestra claramen- de Marc Zender.
te cómo en expresiones relacionadas con la
toma de cargos las palabras que denotan Así, en vista de que en Palenque, como
esas funciones adoptan sin falta el sufijo en Yucatán, el término ΄ajawlel aparece mo-
abstractivo –il. Considérese como ejemplo dificado de la misma manera por un sufijo
la frase yucateca vacunah ti alcaldeil, ti padrei- abstractivo, en esta caso –lel, y debido a que
lque significa “hacer a uno alcalde, fraile”. el mismo se incluye como parte de la fórmu-
Aquí el verbo vacun significa “poner en pie la clásica de toma de cargos CHUM-la-ja
alguna cosa” (en el sentido de “elegir”), ta ΄AJAW-le, entonces yo considero que
mientras que vacunan se refiere a todo aquel este término se debe entender en el sentido
hombre que está “puesto o apercebido para de “autoridad” como “cargo”: el cargo máxi-
alguna obra o está proveido o elegido para mo de gobernante. De esta manera, en el
algun officio cargo o dignidad” (Martínez caso de la fórmula de ascensión en cuestión,
Hernández, 1930: 885, 886). El mismo pa- su traducción correcta deberá ser entonces
trón está presente, como también lo ha no- “se sienta en calidad de (máxima) autoridad
tado Zender, en inscripciones clásicas que (el gobernante X)” (figura 1).
se refieren a la toma de cargos sacerdotales. A partir de esta lectura, y recuperando la
Justo en combinación con las fórmulas de idea de Bernal, Cuevas y de la Garza (2012:
ascenso k΄al hunal tu bah ti, que significa “fija 12) acerca de la existencia de un sistema po-
la banda blanca en su cabeza como...”, y lítico heterárquico entre los mayas clásicos
chumwan ti, que se traduce como “se sienta de Palenque, yo considero que la autoridad
como...”, los términos correspondientes a máxima vertida en el cargo de ΄ajawlel deri-
los cargos ajk΄uhun, ti΄ sakhun y yajaw k΄ahk΄, vaba del reconocimiento otorgado al k΄uhul
entre otros, adoptan respectivamente el as- ΄ajaw por parte del total de los señores “me-
77
Alejandro Sheseña Hernández

nores” ΄ajaw que encabezaban los distintos (2003, 2004, 2012), Edwin Barnhart (2008:
linajes de la ciudad dada. La idea se refleja 139-150), entre otros. Las mismas propues-
bastante bien en aquellas escenas iconográ- tas han sido hechas por otros investigado-
ficas donde se muestra al gobernante posa- res para el caso de ciudades como Copán
do, en actitud de respeto, en medio de va- (Fash et al., 1992; Fash y Fash, 2002: 23-27;
rios nobles. Así se observa en la cara sur del Fash, 2005; Stomper, 2001: 214-220; Wag-
trono del Templo XIX de Palenque (señor ner, 2006: 154-156) y recientemente tam-
K΄ihnich Ahkal Mo΄ Nahb). bién Bonampak (Tovalín Ahumada, 2013).
Como se puede notar, los ΄ajaw menores Con respecto a Palenque, Izquierdo y Ber-
o cabezas de linaje gozaban en Palenque y nal (2011: 173-179) han incluso ensayado no
otras ciudades de una destacable presen- sólo el reconocimiento de barrios específi-
cia política. Ello se observa en concreto en cos sino también la identificación de uno de
el manejo o emulación, por parte de estos éstos (Grupo IV) con la residencia de deter-
señores secundarios en sus domicilios, y a minado ΄ajaw menor muy importante para
su propia escala, de prerrogativas –para- la historia de Palenque: Chak Sutz΄.
fernalia, motivos iconográficos, diseño de Recientemente, Alejandro Tovalín y el
espacios, etcétera–, teóricamente reserva- que esto escribe (2015) hemos encontrado
das para la élite central; manejo hecho con que el Grupo Murciélagos era la residencia
el beneplácito o incluso con el auspicio del de uno de dichos linajes subordinados, po-
gobernante según lo documentado en fuen- siblemente uno especializado en el trabajo
tes epigráficas (Fash, 2005; Wagner, 2006; con estuco. Los jefes de este linaje repre-
Izquierdo y Bernal, 2011; López Bravo y Ve- sentaban determinada importancia para
negas Durán, 2012; Tovalín, 2013; Tovalín la dinastía gobernante de la ciudad, por lo
y Sheseña, 2015). En este sentido, el k΄uhul menos durante el siglo VIII de nuestra era,
΄ajaw en realidad era una figura en cierta ya que estos señores fueron de aquellos a los
forma dependiente del sostén del conjunto que el gobernante K΄ihnich K΄an Joy Chi-
de los importantes ΄ajaw menores (Izquier- tam habría cedido privilegios con el propó-
do y Bernal, 2011). sito de restaurar la unidad social después de
En Palenque estos señores “menores” la crisis de su captura por parte de Toniná.
habrían residido en los distintos complejos Debido a ello, la familia de esta unidad habi-
habitacionales que rodean el área arquitec- tacional fue permanentemente destinataria
tónica central de esta ciudad, a los que se les tanto de obsequios lujosos (tales como cerá-
ha llamado barrios (Izquierdo y Bernal (2011: mica y huesos decorados con inscripciones,
156-157). La caracterización de dichos com- glifos de estuco, cilindros pedestales, entre
plejos arquitectónicos como unidades ha- otros artefactos), como de privilegios reales
bitacionales, y la equiparación de éstas con como el uso de humanos para ser sacrifica-
barrios semejantes a los existentes en las dos como ofrenda para sus muertos y, más
comunidades indígenas actuales (calpules adelante, la designación de miembros jó-
o grupos residenciales conformados por fa- venes de esta familia en roles rituales clave
milias extensas organizadas en torno a un para la ciudad. La posición destacada del li-
personaje central, el de mayor prestigio por naje de Los Murciélagos no sólo se conservó
su cercanía con el fundador del grupo), han a través del tiempo, sino al parecer también
sido argumentadas convincentemente por se acrecentó hacia finales del siglo VIII d.C.
Rodrigo Liendo Stuardo (2001: 222), Ro- ante el derrumbe del sistema dinástico cen-
berto López Bravo (1995, 2000) y colegas tral de Palenque (Tovalín y Sheseña, 2015).
78
Palenque. Investigaciones recientes

Por último, vemos que el significado ta-΄AJAW-le […] K΄INICH-K΄UK΄[BA-


de “autoridad” para el término ΄ajawlel LAM]) (Tablero de los 96 glifos de Palen-
opera bien en otros contextos además de que) pueden entenderse como “Terminó
la fórmula de ascensión (figura 3). Expre- su primer veintena de años como autori-
siones de fin de periodo tales como tzutzuy dad K΄ihnich K΄uk΄ Bahlam” en alusión
΄ujun winakhab ta ΄ajawlel […] k΄ihnich k΄uk΄ al tiempo en que este personaje ha estado
bahlam (TZUTZ-yi ΄u-1-WINAK-HAB ocupando el cargo.

Figura 3. Detalle del Tablero de los 96 glifos.


Redibujado por Braulio Calvo a partir de un dibujo de Simon Martin.

El término en otras ciudades clásicas ha- De procesiones religiosas y ritos de


bría sido usado de la misma manera. El pasaje (re)fundación en Palenque
de la Estela 21 de Yaxchilán, por ejemplo, don-
de aparece la expresión 9-΄AJAW-le (bolon Palenque presenta un registro referente a
΄ajawlel), se puede leer de la siguiente manera: procesiones religiosas según parece indi-
carlo una de las inscripciones de este sitio.
che-le-TE΄ CHAN-na K΄INICH ΄ITZAM- Se trata del texto del tablero hallado en el
NAJ-BALAM-ma ΄u-CHAN-nu ta-ja-la mo- Templo XXI. La inscripción narra acerca de
΄o ΄u-CHAN-nu 9-΄AJAW-le ΄u-CHAN-nu una ceremonia de autosangrado ocurrida en
΄a-MAN-na ΄u CHAN-nu ΄a-΄IK΄-΄AJ 9.15.5.0.0. 10 Ajaw 8 Ch΄en, 22 de julio de 736
chelte΄ chan k΄ihnich ′itzamnaj bahlam ΄uchanu[l] d.C., realizada por el gobernante en turno
tajal mo΄ ΄uchanu[l] bolon ΄ajawle[l] ΄uchanu[l] ΄aj K΄ihnich Ahkal Mo΄ Nahb, su hijo Upakal
man ΄uchanu[l] ΄aj ΄ik΄ ΄aj K΄inich y, de manera excepcional, el célebre
“Chelte΄ Chan K΄ihnich Itzamnaj Bahlam Pakal incluido aquí aunque ya difunto desde
(quien es) custodio de Tajal Mo΄ y custo- hace varios años, con el objeto de consagrar
dio de muchas autoridades, custodio de Aj los nuevos templos de la conocida triada de
Man, custodio de Aj Ik΄aj” divinidades patronas de Palenque, los Tem-
plos XIX, XX, XXI, construidos en la acró-
La expresión bolon ΄ajawlel puede ser tradu- polis sur como ampliación del Grupo de las
cida literalmente como “nueve autoridades” Cruces. De especial interés es la conexión
pero también como “muchas autoridades”, que se establece en el texto con los eventos
ya que este número también puede funcio- realizados casi mil años atrás, en 7.5.3.10.17 10
nar como indicador de “abundancia” (Ba- Kaban 5 Muwan, 17 de julio del año 252 a.C.,
rrera Vásquez, 1995: 63, 612). por un señor de nombre Ch΄a-? La referen-
79
Alejandro Sheseña Hernández

cia a estos antiguos eventos especifica que 110-111, 229-230; Garza, Bernal y Cuevas,
este personaje colocó por primera vez en un 2012: 234-236). Es posible, según mi opi-
templo las imágenes de los dioses GI y GII nión, que este líder aldeano realmente haya
(González Cruz y Bernal Romero, 2004; practicado el culto a estas divinidades en
Stuart y Stuart, 2008: 110-111, 229-230; Gar- templos perecederos y a un nivel popular
za, Bernal y Cuevas, 2012: 234-236). como se observa actualmente en las comu-
Este último es en definitiva un evento de nidades indígenas de Chiapas, en una tradi-
fundación ideológica semejante a los narra- ción de larga duración.
dos en los mitos indígenas actuales donde Pero el texto concluye especificando, en
la fundación de los pueblos ocurre junto una frase subordinada, que la dedicación de
con la edificación de la iglesia que alber- los templos estuvo vinculada con otro inte-
gará al santo patrono (Castellanos Mora, resante ritual supervisado por el mismo se-
2010). Cabe señalar cómo, de acuerdo con ñor Ch΄a-? y que es descrito de la siguiente
Brian Stross, entre los mayas la dedicación manera según mi lectura (figura 4):
de nuevos objetos creados por el hombre,
como ídolos y templos, requiere del cum- JOY[ti] ?-YAX-PIK ?-NAH-K΄UK΄UM?-
plimiento de una serie muy importante de K΄AN? CHAK-#
rituales que tiene por objeto animar o dar joy ti … yax pik, … k΄uk΄um k΄an nah, chak …
vida. Uno de esos rituales consiste en vestir
o proteger al objeto, lo que tendría su equi- Antes de traducir e interpretar esta frase, y
valente al albergar a los ídolos de la triada en vista de la presencia de la forma verbal
en un templo. De la misma manera, el nom- joy (“dar vuelta”) y la preposición ti, convie-
brar los objetos es otro de los actos ritua- ne ensayar la idea de que los tres bloques
les de dedicación, por ello constantemente ?-YAX-PIK, ?-NAH-K΄UK΄UM?-K΄AN?
encontramos en las inscripciones mayas y CHAK-# se refieran a estructuras arqui-
referencias precisas sobre los nombres de tectónicas.
los templos, entre ellos los de Palenque de-
nominados XIX, XX, XXI, como veremos
más adelante (Stross, 1998; véase también
Castellanos Mora, 2010: 75-81).
En las inscripciones el señor Ch΄a-? apa-
rece como el iniciador del culto a los dio-
ses patronos de Palenque al ser el primer
“gobernante” que construyó templos para
estas divinidades. Se trata de un pasado
evidentemente idealizado a pesar de que
para esas fechas (año 252 a.C.) Palenque
ya estaba habitado según evidencias cerá-
micas. Quizá el señor Ch΄a-? haya sido un
líder aldeano de bastante prestigio cuya fi-
gura con el tiempo fue engrandecida hasta
ser considerado como uno de los primeros Figura 4. Detalle de la inscripción del tablero halla-
gobernantes de Palenque (González Cruz y do en el Templo XXI.
Bernal Romero, 2004; Stuart y Stuart, 2008: Dibujo de Braulio Calvo a partir de una fotografía
publicada en Mesoweb.

80
Palenque. Investigaciones recientes

Y bien, a pesar de que en el segundo


bloque la mayor parte de sus signos pre-
sentan dudas en su identificación, la pre-
sencia segura del signo NAH nah “casa”,
así como las semejanzas estructurales que
presenta el bloque con aquellas halladas
en los nombres de edificios registrados en
otros textos de Palenque, sugieren que la
expresión ?-NAH-K΄UK΄UM?-K΄AN? …
k΄uk΄um k΄an nah “La Casa de la Concha, la
Pluma y …” puede aludir a un templo, tal
vez el dedicado a GII si seguimos el orden Figura 5. Detalle de la inscripción de la cara oeste
de aparición de los dioses en la narración del trono del Templo XIX.
previa. Redibujado por Braulio Calvo a partir de un dibujo
A su vez, el primer bloque, ?-YAX-PIK de David Stuart.
… yax pik, puede servir de apelativo para
otro edificio, el correspondiente a GI. De Si esta apreciación es correcta, entonces
acuerdo con Stuart, la palabra pik en de- la frase completa estaría haciendo alusión a
terminados contextos tiene el sentido de una serie de puntos (estructuras arquitec-
“vestimenta”; así se usa la palabra en una tónicas) que deben ser recorridos en pro-
sección del Tablero Central del Templo cesión concéntrica (Sheseña, 2015). Por lo
de las Inscripciones al narrar acerca de la tanto, la traducción de la frase subordinada
presentación de ropajes a los dioses de la joy ti …yax pik … k΄uk΄um k΄an nah chak … debe
triada en tiempos de K΄ihnich Janab Pakal ser: “(Lo supervisó Ch΄a-?, quien) circuló/
(Stuart, 2010: 166-167). Considerando esto, dio la vuelta por [la Casa del] Primer Ro-
la frase …yax pik puede traducirse entonces, paje …, la Casa de la Concha, la Pluma y …,
según mi parecer, como “primer vestimen- la Gran Casa …”. Esto significa que el ritual
ta”, por lo que el edificio se habría llamado consistía en una procesión circular reali-
“[La Casa del] Primer Ropaje …”. Como se zada entre los tres templos, seguramente
sabe, GI fue la primera divinidad de la tria- alrededor del espacio que media entre ellos
da en aparecer en el tiempo mítico (Stuart, (véase plano en la pagina 113 de este libro),
2010: 158). en calidad de rito de fundación ideológica
Es posible, por último, que el bloque antes y después de introducir en dichos
final fragmentado, que incluye el glifo templos a los tres ídolos palencanos. Esta
CHAK, haya sido en realidad el bloque procesión es claramente de tipo circuito (al
completo CHAK-?-NAH chak … nah “Gran respecto véase Reese-Taylor, 2002).
Casa …”, expresión hallada en las inscrip- La presencia de ídolos en este contexto
ciones del Templo XIX (figura 5). Dado implica desde mi punto de vista determina-
que, según Stuart (2010: 19, 100-107, 160), do desplazamiento de éstos, desplazamien-
la expresión “Gran Casa …” está asociada to procesional como creo que es el caso
en las inscripciones indiscriminadamente narrado en el texto del Tablero del Templo
con los tres dioses, yo creo que el término XXI. Los ídolos en este caso pudieron ser
en general se refería al complejo completo trasladados en andas (véase Freidel, Sche-
de nuevos templos dedicados a la triada. le y Parker, 1999: 307-315; García Barrios y

81
Alejandro Sheseña Hernández

Valencia Rivera, 2009: 92), como desplazan Referencias


actualmente a los santos en Chenalhó (y
en otras comunidades indígenas) duran- Álvarez, María Cristina (1998). Descripción estructural
te la fiesta mixa (Guiteras Holmes, 1986: del maya del Chilam Balam de Chumayel. México:
81-82; Arias, 1985: 179-205; véase también Universidad Nacional Autónoma de México.
Sánchez Morales, 2005 y Álvarez Suárez y Álvarez Suárez, Dora Delia y Omar Wenceslao Selvas So-
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Los depósitos con ofrendas de Palenque

Lizbeth Ortiz Rodríguez


Arriba: Portaincensario. Cerámica. Elemento 2/93. Templo de la Cruz Foliada
Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.

Página anterior: Portaincensario. Cerámica. Elemento 10/93. Templo de la Cruz Foliada


Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Palenque. Investigaciones recientes

Los depósitos con ofrendas de Palenque1

Lizbeth Ortiz Rodríguez2


Facultad de Humanidades
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas

L
os depósitos con ofrendas3 de Palen- responden a determinadas necesidades en
que han sido reportados por varios el sitio, de ahí proceden los distintos tipos
autores como Alberto Ruz Lhuillier de depósitos y rituales (Véase Ortiz Ro-
(1954, 1958a, 1958b y 1958c), Jorge R. Acos- dríguez, 2012, 2015).
ta (1973), Miguel Ángel Fernández (1991),
Gerardo Fernández Martínez (1996) y Los depósitos con ofrendas
Martha Cuevas (2001), en el Templo de la
Cruz, el Templo de la Cruz Foliada, el Tem- Los mayas prehispánicos alcanzaron un
plo del Sol, el Templo XIV, el Templo XVII, gran desarrollo que se refleja en aspectos
el Altar (Grupo de las Cruces), el Templo como la religión y la arquitectura. De hecho,
de las Inscripciones, el Templo XVIII-A y los edificios que se aprecian en sus ciuda-
el Templo V. No obstante, su contenido no des son los que se utilizaban para activi-
había sido totalmente estudiado. dades religiosas o civiles y la residencia de
En el presente trabajo se retoman es- los señores principales o sacerdotes. Dichas
tos depósitos y su significado; se ha con- edificaciones podían ser palacios, templos,
siderado que los elementos que sugieren el adoratorios, juegos de pelota, observatorios,
último son el contenido, es decir, el sim- plataformas para ritos o danzas, puentes,
bolismo de cada elemento que conforma la acueductos, tumbas, terrazas y pirámides
ofrenda, y el contexto, o sea, el simbolismo escalonadas (Ruz Lhuillier, 1997: 66-67).
del edificio. El análisis en conjunto de los Tuvieron una religión que estaba regida
mismos permite identificar tendencias en por dioses a los que debían honrar, por ello
la colocación de ciertos objetos, además algunos rituales estaban destinados a este
de posibilitar la propuesta de una tipolo- fin. Uno de los aspectos religiosos de mayor
gía4. Se ha observado que estos patrones relevancia entre los mayas prehispánicos
fue la práctica de rituales, ya que a través
de la realización de estos actos los hom-
1
El trabajo que se presenta forma parte de la tesis de
maestría Los depósitos con ofrendas entre los mayas bres entraban en contacto con el mundo
prehispánicos en Palenque y Toniná. sagrado, lo que estaba dirigido a conseguir
2
Licenciada en Historia por la Universidad de Cien-
cias y Artes de Chiapas. Maestra en Historia por la
favores de las deidades; dichos rituales eran
UNACH-UNICACH. llevados a cabo en templos, pirámides, pla-
3
Se utiliza esta expresión, ya que en el análisis de mi tesis zas, patios y juegos de pelota (Nájera Co-
se descartaron los que estaban abiertos o saqueados.
4
Para la obtención de las tipologías, primero se realizó ronado, 2004: 13-14). Algunos ritos dejaban
un análisis en particular de cada ofrenda, posterior- vestigios directamente en el suelo, como las
mente se relacionó con el simbolismo del edificio, y
además, se llevó a cabo un análisis de similaridad en
ofrendas de fundación o los entierros (Bau-
el Programa Past. dez, 2004: 196).
89
Lizbeth Ortiz Rodríguez

Cuando un templo era dedicado, los hu- dirigidos a cubrir diferentes necesidades,
manos estaban obligados a realizar ciertos como honrar a los ancestros, favorecer la
rituales que repetían el acto primordial de fertilidad de la tierra, venerar a una dei-
la creación del mundo con el fin de garan- dad, entre otros. Sin embargo, estos tipos
tizar la realidad del templo y su permanen- de depósitos han recibido diferentes deno-
cia. Así, la ceremonia ritual de la construc- minaciones sin que haya quedado claro el
ción se asemeja a la creación del universo concepto.
por los dioses (López Luján, 2005: 38). Los depósitos con ofrendas han sido
Muchos de los depósitos rituales encon- abordados por varios autores (Becquelin y
trados en el área maya son parte de una Baudez, 1979; Chase, 1988; Coe, 1992; Bec-
ceremonia de dedicación o de término de ker, 1992, 1993; Maxwell, 1996; Rodríguez
un edificio. Meléndez (1997); Chase y Chase, 1998,
Violeta Vázquez Campa (2012: 17) in- 2010; Baudez, 2004; Vargas y Meza, 2009;
dica que en general los depósitos se ubican Vázquez Campa 2012, 2013) que han uti-
en estructuras de funciones diversas den- lizado distintos términos y propuesto di-
tro de los sitios y los contextos pueden ser versos significados; no obstante, no se ha
rellenos de estructuras, templos, juegos de profundizado en el significado del conjun-
pelota, tumbas, altares, plazas, escalinatas to de elementos que conforman las ofren-
o estelas. Todos estos lugares eran consi- das, ya que en varios textos sólo se presen-
derados por los mayas como objetos ani- ta una descripción del contenido.
mados y en ciertos casos sagrados, por lo Como ya se ha señalado, los depósitos
que no debe extrañar que llevaran a cabo son llamados de diferente manera, se han
diversos rituales y ceremonias para consa- usado palabras como cache, escondite, es-
grarlos u otorgarles su way (espíritu acom- condrijo, ofrenda, ofrenda de fundación
pañante) o coesencia. o término, depósito ritual. Es importante
Por su parte, Brian Stross (2008: 31) mencionar que los textos que se refieren al
sostiene que para los mesoamericanos el concepto como cache están en francés o en
proceso de creación y animación de obje- inglés; lo anterior supondría entonces que
tos culturales era y es similar al del naci- el problema de la diversidad de términos
miento, mientras que el abandono o la des- se presenta en la traducción al español, en
trucción de esos artefactos era semejante donde los autores han optado por utilizar
a la muerte. En el caso de un edificio, la uno u otro vocablo (para referirse a la colo-
dedicación es la práctica ritual que mar- cación intencional de una ofrenda).
ca su nacimiento figurativo, mientras que Pese a la diferencia de términos, los au-
el ritual de terminación indica su muerte tores coinciden en que los depósitos fre-
metafórica. cuentemente están conformados por una
En algunos rituales eran presentadas serie de elementos variados de jade, con-
ciertas ofrendas dependiendo de la finali- cha, obsidiana, entre otros, contenidos o
dad con la que se llevaba a cabo dicha ac- acompañados de cerámica (a veces ésta no
tividad y el tipo de acto que se realizara; se presenta) que se encuentran en el suelo
en ocasiones se depositaba un conjunto o en otro lugar de una construcción.
de objetos en lugares específicos con un Como se ha indicado, los depósitos
fin determinado. En estos espacios eran son encontrados en edificios, estructuras
colocados varios elementos que conforma- o estelas que fueron construidos o modi-
ban la ofrenda; los motivos parecen estar ficados y que estaban asociados con acti-
90
Palenque. Investigaciones recientes

vidades rituales, sin embargo, existe una Los edificios de Palenque


gran variedad de planteamientos acerca de
su finalidad, además de resaltar la variedad Ya se han señalado los edificios en los que
de expresiones con las que se denomina a fueron encontrados los depósitos que se
este conjunto de objetos colocados como retoman en este trabajo, no obstante en
ofrenda en un determinado lugar. este apartado se presenta la ubicación de
Se debe considerar que la traducción las ofrendas dentro de los mismos. Hay
literal de cache es “escondite” y éste podría que resaltar que dichas construcciones es-
ser el vocablo más adecuado para referirse tán en el núcleo central de la ciudad, espa-
en español a este concepto, no obstante, cio de actividad de la élite. En el Templo
se seleccionó la palabra depósito porque se del Sol fueron localizadas tres ofrendas
cree más adecuado, ya que los elementos que estaban contenidas en cajas formadas
ofrendados no eran escondidos sino colo- por las mismas piedras de relleno (Fernán-
cados intencionalmente. dez, 1991: 239) (Figura 1, a y b).

a)

b)

Figura 1. Ubicación de las ofrendas del Templo del Sol.


Tomado de Fernández (1991: 255).

91
Lizbeth Ortiz Rodríguez

En el Templo de la Cruz, en el piso de el hueco en forma irregular, posteriormente


la galería del santuario, se encontraron 20 se revocó el agujero con estuco en forma de
ofrendas, diez al Este y diez al Oeste de una olla, se depositaron las ofrendas y se revo-
ofrenda central. Estas ofrendas fueron colo- có el suelo con estuco rojo para que no se
cadas en la misma época que las del Templo apreciara su colocación (Fernández, 1991:
del Sol (Fernández, 1991: 265) (figura 2, a y 265) (figura 3). En el mismo edificio, Ruz
b). Para hacer las 20 ofrendas se rompió el Lhuillier ([1958a] 2007: 256) descubrieron
suelo original en forma circular, se ahondó dos depósitos más.

a)

b)

Figura 2. Ubicación de las ofrendas del Templo de la Cruz.


Tomado de Fernández (1991: 269).

92
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 3. Ofrendas del Santuario.


Imagen escaneada y posteriormente modificada en Photoshop por Lizbeth Ortiz, del plano del Santuario del
Templo de la Cruz.
Tomado de Fernández (1991: 276).

César Sáenz reportó la existencia de una caja de ofrenda en medio del pórtico del Tem-
plo de la Cruz Foliada (Ruz Lhuillier, [1958a] 2007: 264) (figura 4). Miguel Ángel Fernán-
dez indicó para el mismo edificio la localización de dos ofrendas (Fernández, 1991: 280).

Figura 4. Ubicación de la ofrenda del Templo de la Cruz Foliada


Tomado de Ruz Lhuillier (2007: 267).

Jorge R. Acosta (1973: 33, 35) señaló el descubrimiento de una ofrenda en el Santuario
del Templo XIV. En el Templo XVII fueron localizadas ocho ofrendas, dos frente al San-
tuario y las restantes dentro del mismo (Fernández Martínez, 1996: 86, 96, 99) (figura 5).
93
Lizbeth Ortiz Rodríguez

Figura 5. Ubicación de las ofrendas (elementos) en el Santuario del Templo XVII.


Tomado de Fernández Martínez (1996).

En la excavación a cargo de César Sáenz ciones, que Alberto Ruz Lhuillier comenzó
en el Altar ubicado en la plaza del Grupo de en 1949 y que finalizó en 1952, se encontró
las Cruces se ubicó una ofrenda (Ruz Lhui- una caja de mampostería pegada al muro,
llier, [1958c] 2007: 330). En la exploración de tapada con doble fila de lajas (Ruz Lhuillier,
la escalera interior del Templo de la Inscrip- ([1954] 2007: 189-190) (figura 6, a y b).

a)

b)

Figura 6. Interior del Templo de las Inscripciones.


Tomado de Ruz Lhuillier (2007: 200).

94
Palenque. Investigaciones recientes

En el Templo XVIII-A Enrique Berlín (figura 7). En el Grupo Norte, en el Tem-


encontró una ofrenda en el Santuario, inme- plo V se encontraron tres ofrendas bajo el
diatamente bajo el primer piso y al eje del piso sobre el eje transversal (Ruz Lhuillier,
templo (Ruz Lhuillier, [1958c] 2007: 464) [1958c] 2007: 447) (figura 8).

Figura 7. Ubicación ofrenda Templo XVIII-A.


Tomado de Ruz Lhuillier (2007).

Figura 8. Ubicación de las ofrendas del Templo V.


Tomado de Ruz Lhuillier (2007).

A continuación se muestra un plano en que se señalan los edificios en los que se


encontraron los depósitos de Palenque.

95
Lizbeth Ortiz Rodríguez

Mapa 1. Edificios en los que se encontraron las ofrendas. Palenque.


Adaptación hecha sobre un mapa de Edwin Barnhart.

Los depósitos con ofrendas en tapa y falsa tapa. Es de forma más o menos
Palenque cilíndrica, con paredes gruesas pintadas
interiormente de rojo; contenía un vaso de
El total de los depósitos retomados de Pa- barro café liso con tapa. Éste tenía polvo, un
lenque fueron 39 (esquema 1), ya que se des- fragmento de tepalcate de barro negro pu-
cartaron aquellos que los responsables de lido, pedazos de mezcla y posible materia
las excavaciones encontraron abiertos o sa- orgánica carbonizada. Una cuenta de jade
queados, puesto que hay ofrendas con cerá- casi esférica que estaba en el fondo de la caja
mica, tierra o estuco y al estar descubiertos, (Ruz Lhuillier, [1958a] 2007: 257-258, 262)
la presencia de dichos elementos puede no (figura 9).
ser intencional. Una ollita de barro café pulido en el exte-
Por razones de espacio, se ha decidido rior y borde interior. Tenía tierra, fragmen-
presentar sólo un ejemplo de los depósitos tos de estuco y varios tepalcates de barro
del sitio. En el Templo de la Cruz, Alberto café; otra ollita con las mismas característi-
Ruz Lhuillier ([1958a] 2007: 256) encontró cas, estaba tapada por un cajete y contenía,
dos ofrendas. Una de ellas contenía: una además de polvo y de una concha, pequeños
caja de piedra caliza localizada en el centro fragmentos de minerales identificados por
de la cavidad y que consistía en recipiente, Eduardo Schmitter, del Instituto de Geo-
96
Palenque. Investigaciones recientes

logía, como azurita, crisocola, microclina, de piedra, en la derecha la ollita tapada por
jadeíta, dioptasa, granate y fragmento de un cajete y en la izquierda la otra. Hay que
calcita con limonita; aguijón de la base de la cola destacar que la vasija que contenía mayor
de un Myliobathis (M. serratuso M. magister), número de objetos era la segunda. A conti-
pez fósil del terciario perteneciente al grupo de los nuación se indica el simbolismo de los ma-
Elasmobranquios batoideos (rayas), según informe teriales encontrados en el depósito.
del doctor Roberto Llamas, director del Instituto de
Biología (Ruz Lhuillier, [1958a] 2007: 2258).
La concha marina pertenece a la familia
Spondylus, probablemente Spondylus ameri-
cana de las costas del Golfo de México (informe
del doctor Llamas), se hallaba en la segunda
ollita y contenía polvo rojizo, dos pequeñas
perlas, una oblonga y otra esférica; dos frag-
mentos de plaquitas de pirita de hierro de
un mosaico; minúsculos pedazos de azurita
y crisocola, y una cuenta de jade semicilín-
drica (Ruz Lhuillier [1958a] 2007: 262).
Figura 10. Depósito cruciforme. Templo de la Cruz.
Tomado de Ruz Lhuillier ([1958a] 2007: 257).

Para los antiguos mayas, los animales
simbolizaban los elementos de la natura-
leza, tales como la tierra, el agua y el Sol,
además de conceptos abstractos como re-
nacimiento e inmortalidad (Pohl, 1983: 55).
Utilizaron fauna en algunas ceremonias y
colocaron sus huesos en tumbas y caches,
además de hacer sacrificios con ellos en
cuevas sagradas o cenotes.
La cerámica colocada en los depósitos, la
mayoría de las veces, servía como recipiente
de otros elementos más pequeños. Frecuen-
temente se encuentran dos elementos: un
vaso que contiene los artículos pequeños y
algo que lo tapaba, ya sea un plato, un tazón
Figura 9. Ofrenda I. Templo de la Cruz. o una tapa. No obstante, en ocasiones apa-
Tomado de Ruz Lhuillier ([1958a] 2007: 259). rece sólo una vasija o dos sin tapa, o algún
otro objeto
Esta ofrenda se encontró en un depósito Las conchas, provenientes de las costas,
cruciforme (figura 10) y estaba ubicada en eran conseguidas mediante el comercio o el
el cuarto central del edificio. Al parecer, es- tributo. Muchas Spondylus, molusco bival-
taba distribuida de la siguiente manera: en vo que posee largas púas en ambas valvas,
la parte central se hallaba el vaso en la caja fueron raspadas para hacer notar una con-
cavidad de color rojo o naranja brillante,
97
Lizbeth Ortiz Rodríguez

talladas de esta forma, se cosían sobre te- Es probable que la presencia de estuco
jidos para utilizarlas en la cintura o como en algunas ofrendas, haya sido intencional,
collares, de igual manera se elaboraron sin embargo también puede ser el resultado
cuentas, dijes, figurillas, etc. de este mate- de la caída del revestimiento. De la misma
rial. Los mayas las usaron para indicar el manera, sucede con la tierra.
agua en sus representaciones. Se colocaron Debe destacarse que el contenido de uno
frecuentemente en ofrendas de fundación de los vasos quizás fue algún material pere-
para contener pequeños objetos o deter- cedero. Además, se puede notar elementos
minadas sustancias. Las perlas fueron uti- asociados al sacrificio de sangre, el aguijón
lizadas como joyería (Miller y Taube, 1993: de raya como punzador, la concha Spond-
153; Baudez, 2004: 417). Las espinas de raya ylus como recipiente del líquido. Las cuen-
se usaron como instrumentos de sacrificio tas de jade se relacionan con la fertilidad.
para perforar la lengua, la nariz, los oídos y, Es probable que este depósito haya es-
probablemente, el pene. Dientes de tiburón, tado relacionado con un sacrificio de san-
espinas de mantarraya, conchas de Spond- gre, por los elementos tan evidentes que se
ylus y otros productos marinos se comer- han indicado. Hay que resaltar el aguijón
cializaron desde el Atlántico y las costas del de raya, pues como lo ha señalado Martha
Pacífico a sitios del interior como Palenque, Cuevas (2008) algunos restos fósiles mari-
Piedras Negras y Nebaj y al menos una par- nos formaron parte de ciertos rituales, ade-
te del suministro de espinas de raya proba- más de ser una de las características de los
blemente se recuperaron de las fauces de los dioses de la Triada.
tiburones muertos (Borheghy, 1961: 284).
La pirita es un mineral compuesto de Contextos y materiales
hierro y azufre. Los espejos de pirita del
periodo Clásico son objetos comunes en el Los contextos en los que se encontraron los
registro arqueológico. El uso de estos ar- depósitos son los siguientes:
tefactos está altamente asociado con algu- 1. Templos
nas deidades, como el dios K’awiil, el dios a. Santuarios
Bufón, el dios C y la diosa O, quienes fre- b. Pórtico
cuentemente portan espejos en sus tocados, c. Frente al Santuario
brazos, piernas o los cargan en las manos, d. Cerca de muro
además de que dichos dioses comparten el e. Cornisa de basamento
culto a las fuerzas de la vida, la agricultura, f. Dentro del templo5
la fertilidad, la adivinación, el ofrecimiento, g. Escalera
etc. (Zamora, 2002: 695; Taube, 1992). h. Indeterminado6
El jade fue la piedra o mineral más precia- i. Umbral del cuarto
do en Mesoamérica. Quizá por su dominan- 2. Altar
te color verde y azul-verde; fue identificado
con el maíz, el agua, el cielo, la vegetación,
incluso con la vida misma (Miller y Taube,
1993: 101-102). Seler y Krickeberg (citado
en López Luján, 1998: 180) señalan que las 5
Cuando se utiliza esta expresión, se hace referencia a
cuentas de jade colocadas dentro de los re- una zona no específica dentro del templo, es decir, que
no entra en las otras categorías.
cipientes de cerámica podrían simbolizar 6
Los autores no indican un lugar específico en el edificio,
gotas de lluvia. es por ello que se creó esta categoría.

98
Palenque. Investigaciones recientes

De esta manera, la mayoría de los depósi- tos se repitieron en ocasiones, lo que puede
tos de Palenque fueron encontrados en los observarse en la gráfica que se muestra a
templos (38), mientras que en el Altar sólo continuación. Se puede notar que en Palen-
hay un caso registrado. Los lugares en los que el lugar con mayor número de casos es
edificios en los que se ubicaron los depósi- el Santuario con 26:

Gráfica 1. Lugares en los edificios en los que fueron encontrados los depósitos de Palenque.

Los materiales encontrados en los depó- 12. Estuco


sitos de Palenque son: 13. Minerales9
1. Cerámica 14. Pirita
2. Huesos animales (jaguar, ave, mono, 15. Cuarzo
pez, jabalí, murciélago) 16. Cinabrio
3. Dientes animales (tiburón o pez) 17. Coral
4. Aguijón de raya
5. Jade La cantidad de depósitos en los que
6. Concha7 aparecen los materiales en Palenque puede
7. Nácar apreciarse en la siguiente gráfica en la que
8. Perla resalta la presencia de tierra en los depósi-
9. Obsidiana tos de Palenque, con 15 casos.
10. Tierra8
11. Caliza

7
Se ha separado “concha” de “nácar” porque los autores
han marcado esta diferencia.
8
La tierra ha sido considerada como un tipo de material,
ya que se ha encontrado dentro de vasijas, por lo que
es muy probable que su colocación fuera intencional.
La presencia de tierra en los depósitos también pudo 9
En ocasiones, los autores utilizan esta expresión para
darse por que éstos estuvieran abiertos, por lo que sólo referirse a varios minerales, en otras indican el nombre
se tomó en cuenta los casos en los que dicho material de ellos, es por esto que algunos de estos materiales
estaba dentro de la cerámica o en depósitos cerrados. están especificados en esta lista.

99
Lizbeth Ortiz Rodríguez

Gráfica 2. Materiales hallados en los depósitos de Palenque.

Significado de los depósitos, según biduría” (sic), o que por ser producción
otros autores local, los elementos de la naturaleza eran
escasos.
Los depósitos de Palenque han sido reto- Alberto Ruz Lhuillier ([1958a] 2007:
mados por autores como Miguel Ángel 297) indica que la presencia de restos
Fernández (1991), Alberto Ruz Lhuillier óseos de peces fósiles en las ofrendas del
([1958a] 2007) y Martha Cuevas (2012). Templo de la Cruz, y de un diente de tibu-
Miguel Ángel Fernández (1991: 297) se- rón del terciario en la ofrenda del Templo
ñala que las ofrendas de Palenque en los de la Cruz Foliada, posiblemente se asocie
Templos del Sol, de la Cruz y de la Cruz con la intención de venerar a “testigos de
Enramada (Foliada) demuestran que fue- épocas remotas” acorde con las creencias
ron colocadas años después de que los cosmogónicas de los mayas, o probable-
edificios fueran construidos. Las vasijas ci- mente a xoc, el gran pez mitológico (tibu-
líndricas de tapa plana con engobe naranja rón o ballena), concebido como monstruo
debieron ser rituales entre los palencanos, del agua.
ya que al edificar sus templos, una vasija No obstante, Martha Cuevas (2012: 36)
de este tipo era ubicada oculta en la cor- señala que la colocación de estas ofrendas
nisa del frente, en el centro de la puerta probablemente esté relacionada con los ri-
principal. tuales de final de katun, cuando se evoca-
Fernández (1991: 297) también indica ban los mitos fundacionales en los que los
que la pobreza de estas ofrendas sugiere dioses protectores de Palenque aparecían
que los sacerdotes de Palenque “fueron como actores protagónicos. Esto a partir
humildes”, tal como “debe serlo todo buen del hallazgo de un centenar de incensarios
sacerdote que ha llegado a la suprema sa- efigie en el Grupo de las Cruces.

100
Palenque. Investigaciones recientes

Los patrones Los restos de fósiles marinos, como


dientes y espinas, se relacionaron con los
La cerámica no está presente en todos los sacrificios de sangre, ya que éstos eran uti-
depósitos de Palenque, no obstante, los lizados para extraer la sangre que se ofren-
materiales encontrados con mayor fre- daba a los dioses y que era quemada junto
cuencia fueron cerámica y tierra. Otros que con el copal en los incensarios, tanto los
pueden considerarse como principales son dientes de tiburón como las espinas de raya mues-
jade, concha y dientes de tiburón y/o pez. tran los bordes aserrados, con desgaste, lo que in-
Es posible que los mayas prehispánicos dica que fueron usados como instrumentos para el
colocaran determinados objetos en una autosacrificio (De la Garza, Bernal y Cuevas,
ofrenda a partir de los elementos propor- 2012: 194). En Palenque, cuando un katún
cionados por la naturaleza, como es el caso llegaba a su fin, los objetos se enterraban
de la presencia de restos fósiles (dientes de y se sustituían, y los sacrificios de sangre
tiburón y huesos y espinas de peces) en los acompañaban estos rituales de renovación
depósitos de Palenque. (Cuevas, 2007: 236).
Al respecto, Martha Cuevas (2008: Martha Cuevas (2007: 320) ha señala-
670) señala que los fósiles marinos cons- do que la conmemoración de los ciclos de
tituían un recurso natural de poca impor- katún quedó expresada en monumentos
tancia en la cultura de Mesoamérica, ya que registran su final, en los depósitos con
que hay pocos vestigios encontrados en piezas relacionadas con los rituales de ter-
contextos arqueológicos. No obstante, en minación en las fases constructivas de los
Palenque éstos tuvieron un papel relevante edificios. Las diferencias entre los sitios
“en la relación con el medio ambiente que arqueológicos del área maya responden a
condujo a la incorporación de los mismos normas culturales resultado de las formas
en actividades rituales”. de organización social características de
La presencia de estos fósiles marinos en cada lugar, en cada época en particular.
contextos rituales supone que su signifi- La forma de los depósitos de Palenque
cado se relacionó con creencias religiosas. presenta dos variantes: de “olla” (figura 11)
Los depósitos en los que se encontraron y de caja (figura 12), esta última formada
estos materiales, muy probablemente se por lajas o en un recipiente especial hecho
asociaban a ceremonias que recordaban el de piedra o cerámica.
comienzo de la era actual, “episodio mítico
en el que los dioses creadores habían pro-
tagonizado gestas ejemplares como haber
hecho emerger la tierra del Mar Primige-
nio”, lo que se refuerza al percatarse que
los dioses de la Triada muestran en su fiso-
nomía dientes de tiburón, espinas de raya
y agallas de pez, elementos distintivos que
los vinculan con el pasado mítico (Cuevas,
2008: 677; De la Garza, Bernal y Cuevas,
2012: 193). Figura 11. Ofrenda de Palenque en forma de “olla”
Tomado de Fernández (1991: 256).

101
Lizbeth Ortiz Rodríguez

Figura 12. Ofrenda de Palenque


en “forma de caja”
Fuente: Fernández (1991: 282).

Se debe destacar que los depósitos con tral y diez ofrendas en cada lado (poniente
“forma de olla” sólo fueron localizados en y oriente). En los depósitos con “forma de
el Templo de la Cruz, por lo que también caja”, se encontró uno “cruciforme”, uno en
es importante resaltar la disposición de és- el Templo de la Cruz Foliada y una caja de
tos, lo que ya ha señalado Fernández (1991) piedra tallada en forma de cruz en el Tem-
con anterioridad. Había una ofrenda cen- plo V (figuras 10 y 13).

Figura 13. Ofrenda 3, Templo V


Tomado de Ruz Lhuillier ([1956] 2007: 475).

102
Palenque. Investigaciones recientes

Los depósitos cruciformes no sólo han descendía la deidad celeste para recibir
sido encontrados en Palenque. En Cival, un las ofrendas de los hombres, como “según
sitio ubicado en el noroeste del Petén, Gua- los textos, descendió la deidad creadora
temala, se localizó una ofrenda con estas GI para recoger la ofrenda may (iij)” (De la
características, la cual muestra la recreación Garza, Bernal y Cuevas, 2012: 141). Este edi-
y manipulación de las fuerzas cósmicas por ficio está dedicado al dios G-I, “no sólo el
parte de la élite. La forma de cruz del “escon- más importante de la Triada, sino la versión
drijo” se asocia con la ya conocida como cruz palencana del dios supremo celeste creador
k’an, ésta se manifestaba como la representa- de la religión maya” (De la Garza, Bernal y
ción en el arte maya del universo dividido en Cuevas, 2012: 143).
cuatro partes con un punto central sagrado, El Templo del Sol fue dedicado a K’inich
de hecho, las élites mesoamericanas utilizaban Ajaw Señor del Rostro Solar o Sol Jaguar
la cruz k’an como el símbolo cósmico fundamental del Inframundo (G-III). Representó el
que legitimaba su pretensión de autoridad divina. Al mundo subterráneo. Se debe resaltar que en
unirse simbólicamente con el centro de la creación el tercer depósito se encontró como ofren-
cósmica dentro del contexto de los rituales públicos, da la representación de la cara de la deidad
los reyes mayas afirmaban su papel en la creación y el solar. Se ubicaron en este edificio huesos de
mantenimiento del mundo (Bauer, 2007). jaguar y mono.
Se encontraron depósitos que contenían En el Templo de la Cruz Foliada, cuya
solamente cerámica. La presencia de estos deidad patrona fue el dios K’awiil (G-II),
artículos resalta si se consideran “recipien- dios regente de la agricultura, se localizaron
tes” probablemente de comida o alguna tres depósitos, uno de los cuales tenía for-
sustancia importante. Se puede conocer ma de cruz y contenía una vasija decorada
una parte del significado de los depósitos con grecas escalonadas, flores y triángulos
si, como se ha planteado en este trabajo, los punteados. Las otras dos ofrendas ubica-
objetos muestran algunas representaciones. das en este edificio consisten en tierra. No
En unos casos se apreciaban, en algunos no es de extrañar que restos fósiles marinos se
y otros más no presentaron. hayan encontrado en las ofrendas del Gru-
po de las Cruces, ya que éstos se relacionan
Los materiales y los contextos con los atributos de los dioses de la Triada.
En el Templo XIV fue encontrada una
Varios de los depósitos de Palenque (23)10 ofrenda en la que resalta la presencia de
fueron localizados en el Templo de la Cruz. huesos de jaguar. Esta ofrenda sigue el pa-
Es muy probable que la presencia del mayor trón de los ubicados en el área del Grupo de
número de éstos en dicho edificio se deba a la Cruces, hay un objeto de origen marino:
la importancia del mismo, ya que este tem- fragmentos de coral. El edificio fue dedica-
plo fue asociado con el nivel celeste. do a los antepasados.
El Templo de la Cruz fue un axis mundi, En el Templo XVII, también dedicado a
pues fue construido sobre un afloramiento los antepasados, se localizaron ocho ofren-
rocoso sagrado considerado el eje del mun- das que sólo contenían cerámica. Llama la
do desde tiempos antiguos. A este edificio atención que no se ha apreciado alguna re-
presentación en dichos objetos. Se puede
suponer que contenían artículos perecede-
De las 23 ofrendas que fueron localizadas en el Templo
10

de la Cruz por Miguel Ángel Fernández (1991) y Alberto


ros, pero ¿cuál sería la razón? ¿Por qué en
Ruz Lhuillier (2007) se descartaron 6. este templo se encuentran solamente esos
103
Lizbeth Ortiz Rodríguez

materiales? Se pueden señalar entonces dos 3) Edificios dedicados a rituales: Templo


posibles patrones: existió una preferencia V y el Altar.
por situar únicamente cerámica o se dio una 4) Edificios funerarios: Templo de las
tendencia por la colocación de la misma con Inscripciones y Templo XVIII-A.
elementos que podían desaparecer.
En el Altar que se encuentra ubicado en En los edificios de Palenque ubicados
la plaza del Grupo de la Cruces, se encon- en el Grupo de las Cruces (Templo del Sol,
tró un diente de tiburón y varios restos de de la Cruz, de la Cruz Foliada, XIV, XVII
cerámica. En esta construcción, en la que y el altar) se encuentran elementos de ori-
seguramente se dirigieron algunos rituales, gen marino, la única excepción es el Templo
se sigue el patrón de la zona, la colocación XVII. Aunque el Templo V no está cerca de
de elementos de origen marino. En el Tem- esta área, también se localizó allí un depó-
plo V del Grupo Norte se localizaron tres sito que contenía dientes de tiburón y pez,
ofrendas, dos de ellas asociadas con elemen- única en el sitio, ya que se encuentra uno u
tos marinos. En uno de estos depósitos la otro, pero no los dos juntos.
caja de piedra era cruciforme. Llama la atención, como ya se ha men-
El depósito del Templo de las Inscripcio- cionado, la presencia de tierra en la mayoría
nes fue localizado en un muro de mampos- de las ofrendas del Templo de la Cruz y de la
tería que delimitaba el corredor al pie de la Cruz Foliada, solamente en estos edificios
escalera interior, justo debajo del cierre de fue encontrado tal material. Aunque sola-
la bóveda. Este edificio fue construido como mente son dos casos de edificios funerarios
recinto funerario de K’inich Janaab’ Pakal, con un depósito en cada uno, se puede seña-
gobernante de Palenque. Es muy probable lar que no hay uniformidad en cuanto a los
que esta ofrenda se relacione con el motivo materiales que conformaban las ofrendas.
del edificio, pero quizá también se asoció Existen pocos casos en Palenque, al me-
con un aspecto fértil, ya que en el contenido nos en la información que se tiene, de filos
del depósito se puede notar la presencia de de obsidiana. En este trabajo se utilizó la
tres platos pintados de color verde, cuentas ofrenda encontrada en el Templo del Sol,
de jade de distintas formas y orejeras del no obstante, además de las reportadas por
mismo material talladas como flor. Gerardo Fernández (1996) en el Templo
En el Templo XVIII-A se encontró un XVII, fueron localizadas otras por Arnoldo
depósito en el Santuario. Resalta, en la González y Miguel Ángel Vásquez del Mer-
única ofrenda localizada en este edificio, la cado durante la colocación de postes para
presencia de una cabeza miniatura de jade. sostener el techo, las cuales consistían en
Probablemente el contenido del depósito vasijas con tapa que contenían navajas de
esté relacionado con el aspecto funerario de obsidiana y falanges de jaguar. En el Palacio
la construcción. fue encontrada otra, que también contenía
Los depósitos de Palenque fueron loca- navajas de obsidiana, en las temporadas de
lizados en edificios que tienen una función exploración de Rosalba Nieto 1984-1988,
distinta, por lo que se pueden encontrar: no obstante, en ninguno de los dos casos se
1) Edificios dedicados a deidades: Grupo han publicado los datos (Martha Cuevas,
de las Cruces (Templo del Sol, Templo de la comunicación personal: 2014).
Cruz y de la Cruz Foliada). La importancia de los santuarios en Pa-
2) Edificios dedicados a antepasados: lenque queda evidenciada con la frecuente
Templo XIV y Templo XVII. colocación de depósitos en estos lugares,
104
Palenque. Investigaciones recientes

tal como se observa en los Templos de a a éstos se encuentra el Templo XVIII-A y un


Cruz, de la Cruz Foliada, V, XIV y XVIII. poco menos el de las Inscripciones. El más
En el Templo de la Cruz Foliada y en el V, alejado es el Templo V en el Grupo Norte,
se encuentra otro contexto además del San- como puede notarse en el mapa 1.
tuario, el pórtico11. En el Templo del Sol, los No debe sorprender la presencia de de-
autores no señalaron la ubicación de los de- pósitos en los edificios de la misma zona si
pósitos en el Santuario, se sabe que fueron tomamos en cuenta que son la mayoría de
localizados en la cornisa del basamento, los que constituyen el centro ceremonial
dentro del templo12, cerca de un muro13 y uno más importante de Palenque.
indeterminado. Es de notar que a partir de A partir de los datos analizados se ob-
esto, el edificio no comparte el patrón de los servaron:
otros que se encuentran en la zona. 1) Depósitos que se caracterizan princi-
En los edificios “dedicados a las deida- palmente por elementos que tienen la función
des” se encuentran ofrendas asociadas a de cortar, pueden ser de origen marino como
éstas (GI, GII y GIII), mismas que poseen dientes de tiburón y probablemente de pez y
gran importancia en el sitio, y con el sa- espinas de raya, o líticos como filos de obsidia-
crificio (relacionado con los restos fósiles na; aunque también presentan objetos como
marinos como espina de raya y dientes de concha, jade o huesos de animales, entre otros.
tiburón o pez, además de algunos filos de 2) Depósitos con presencia de tierra en
obsidiana). la ofrenda.
En los edificios “dedicados a rituales” se 3) Depósitos que solamente contenían
muestra una amplia diferencia, mientras en “recipientes”, es decir, en la ofrenda sola-
el Altar sólo se encontraron elementos de mente se encontraron objetos de cerámica;
cerámica y un diente de tiburón, en el Tem- sin embargo, no debe descartarse la presen-
plo V hay cerámica, jade, concha, nácar, pie- cia de materiales perecederos.
dra y dientes de tiburón y pez.
En la categoría denominada edificios En Palenque el primer tipo se caracte-
“dedicados a los antepasados” mientras en riza por materiales propios de la zona. De
el Templo XIV se ubicó una ofrenda con esta manera se distingue por los dientes de
materiales variados, en las ocho que se lo- pez y/o tiburón o aguijones de raya. Se debe
calizaron en el Templo XVII sólo se reportó resaltar la tierra como parte de la ofrenda;
cerámica; esto no descarta la colocación de en el segundo se indicó anteriormente que
otros objetos que probablemente fueron de sólo se retomaron los depósitos cerrados,
algún material perecedero, lo mismo pudo no obstante no debe descartarse que su
suceder en otros depósitos. presencia sea sólo el resultado del paso del
Es importante señalar que la mayor par- tiempo y no de manera intencional. Hay
te de los edificios en los que fueron encon- que prestar atención en el tercero. Este tipo
trados los depósitos están en una misma de depósitos bien podría estar dedicado a
zona: los Templos del Sol, de la Cruz, de la la colocación de comida u otras sustancias
Cruz Foliada, XIV, XVII y el Altar. Cercano orgánicas, mismas que pudieron ofrecerse a
algún personaje importante.
11
En el Templo V se notan “centro y umbral del pórtico”. Posiblemente estos depósitos pudieron
12
Este depósito se ubicó “a 2.80 m hacia adentro [del corresponder a distintos tipos de rituales.
templo]” (Fernández, 1991: 240).
13
Fue localizado “3.30 m al frente del Santuario” (Fer-
Es probable que en algunos se realizara un
nández, 1991: 240). sacrificio para hacer una ofrenda de sangre,
105
Lizbeth Ortiz Rodríguez

éste ha sido el único identificado claramen- trucciones. En los textos que se revisaron
te. Respecto a los otros materiales (tierra14 no se tuvo otra referencia de depósitos en el
y los recipientes de cerámica) se ha consi- área residencial además del que se ubicó en
derado que se posee poca información para el Palacio y que se mencionó anteriormente.
hacer una propuesta. En el Templo XVII y V se observó la presen-
cia de depósitos que contenían sólo objetos
Conclusiones (“recipientes”) de cerámica
En los depósitos de Palenque hubo mate-
Es probable que el significado de los depó- riales con mayor presencia, lo que probable-
sitos de Palenque se asocie con los temas mente indique una preferencia por el simbo-
predominantes en la iconografía y la epigra- lismo a partir de las necesidades del sitio, Se
fía del sitio: la Tríada y el Mar Primordial. puede notar por lo menos uno: el culto a los
Algunos materiales pudieron formar parte dioses de la Triada (GI, GII, GIII).
de las ofrendas porque estaban presentes De esta manera se puede señalar que el
en el entorno natural del sitio, tal como se conjunto de elementos que conforman las
señaló con la presencia de restos de fósiles ofrendas puestas en depósitos como resulta-
marinos, éstos se adaptaron a los rituales, do de un ritual, expresan determinada forma
ya que hacen referencia a los dioses de la de pensar entre los mayas prehispánicos, ya
Tríada que, en general, constituyen el cul- que los objetos que las constituyen poseen
to principal en el sitio. Se puede notar que cierto simbolismo, mismo que puede estar
los objetos “cortantes” asociados al sacrifi- relacionado con el fin de dicha práctica.
cio son la obsidiana, el aguijón de raya y los
dientes de tiburón. Referencias
Entre los depósitos localizados en los
“edificios dedicados a deidades” la tenden- Acosta, Jorge R. (1973). “Exploraciones y restauraciones
cia fue sacrificio-fertilidad, ya que los obje- en Palenque (1968-1970)”, en Anales del INAH. 7ª
tos ahí encontrados así parecen indicarlo. Se Época, Tomo III. México: INAH, pp. 21-70.
observa que en el centro ceremonial más im- Baudez, Claude-François (1999). “Le sens caché des ca-
portante del sitio fue encontrada la mayoría ches”, en Bulletin 69. París: Societé suisse des Amé-
de los depósitos reportados. Además, se notó ricanistes, pp. 11-23.
un lugar de preferencia para colocar los men- ___ (2004).Una historia de la religión de los mayas. Méxi-
cionados en las construcciones (el Santua- co: UNAM, CEMCA Y CCCAC.
rio). También se notaron varios con huesos Bauer, Jeremy R. (2007). “Entre el cielo y la creación del
de animales en las ofrendas. Cabe resaltar la cosmos mesoamericano”, en Virginia M. Fields y Do-
presencia de los restos de jaguar, ya que este rie Reents-Budets (coords.), en Los mayas Señores
animal también forma parte de los rasgos ca- de la creación. Los orígenes de la realeza sagrada.
racterísticos de los dioses de la Tríada. España: Editorial Nerea.
Es muy probable que la diferencia de Becker, Marshall J. (1992). “Burials as caches; caches as
materiales encontrados en los edificios “de- burials: a new interpretation of the meaning of ritual
dicados a rituales”, se deba precisamente al deposits among the Classic period Lowland Maya”,
tipo de ritual que se realizaba en esas cons- en Elin Danien C. y Robert Sharer (eds.), en New
theories of the Ancient maya, Vol. 3, Philadelphia:
University of Pennsylvania, pp. 185-196.
Se consideró que este material podría formar parte de
14
___ (1993). “Earth offerings among the Classic Period
un culto a la tierra, a la fertilidad, no obstante, no se
cuentan con los elementos suficientes para afirmarlo. Lowland Maya: burials and caches as ritual depo-

106
Palenque. Investigaciones recientes

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Plástica funeraria en el Clásico Temprano
de Palenque: obra mural y vajilla
de la Cámara Central del Templo XX

Joshua Abenamar Balcells González


José Constantino Armendáriz Ballesteros
Arriba: Detalle del muro este de la Cámara Central del Templo XX.
Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.

Página anterior: Vista de la Cámara Central y Cámara este del Templo XX


Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Palenque. Investigaciones recientes

Plástica funeraria en el Clásico Temprano de


Palenque:
obra mural y vajilla de la Cámara Central
del Templo XX1

Joshua Abenamar Balcells González2


Proyecto Arqueológico Palenque
Instituto Nacional de Antropología e Historia

José Constantino Armendáriz Ballesteros3


Proyecto Arqueológico Palenque y Proyecto de Conservación en Bonampak
Instituto Nacional de Antropología e Historia

Introducción sico Tardío cuando se funda la gran ciudad,


o bien del Clásico Temprano cuando se con-

A
unque a la fecha contamos con una solida la dinastía gobernante y Palenque se
gran cantidad de datos arqueológi- erige como el centro rector de la región, in-
cos que permiten realizar interpre- corporando a su hegemonía un centenar de
taciones antropológicas en torno a la vida sitios en la Sierra Norte. En esta dirección,
cotidiana, política y ritual de los antiguos resulta de vital importancia la comprensión
palencanos, estos datos se remiten casi ex- de esos periodos puesto que fue cuando
clusivamente al Clásico Tardío (600-900 sucedieron transformaciones muy impor-
d.C.). En consecuencia tenemos una visión tantes a nivel político-económico dentro
fragmentada de los aspectos para el Preclá- del señorío, así como el establecimiento y
consolidación de las bases ideológicas del
1
Las actividades de investigación presentadas fueron coor- comportamiento ritual que se observa en
dinadas por Arnoldo González Cruz, director del Proyecto
Arqueológico Palenque. Los resultados de investigación los contextos arqueológicos fechados para
fueron posibles gracias a la colaboración de Rogelio Ri- épocas posteriores.
vero Chong, Carlos Alberto García Hernández, Samuel
Galicia Gleason, Benjamin Blaissot, Carlos Varela Sche-
Con el objetivo de lograr una contri-
rrer, Germán Aguilar, Javier Vázquez Negrete. Los análisis bución al conocimiento de las costumbres
químicos, físicos y geológicos fueron llevados a cabo por funerarias, las vajillas de cerámica y la ex-
investigadores del Instituto de Geología de la Universidad
Nacional Autónoma de México, entre ellos Jorge Gama presiones plásticas alrededor del culto an-
Castro, Leticia Alba Aldave, Margarita Reyes, Sonia Ánge- cestral, en el presente capítulo se aborda el
les García, Teresa Pi Piug y Jaime Díaz Ortega.
2
Doctor en antropología por la Facultad de Filosofía y Le-
estudio de la espacialidad y la distribución
tras de la Universidad Nacional Autónoma de México. de los artefactos articulados como ofrenda
Arqueólogo del Proyecto Arqueológico Palenque (INAH). en la cámara central o cámara de las pin-
Investigador postdoctoral de la Universidad de Ciencias
y Artes de Chiapas. turas del Templo XX, un espacio funerario
3
Licenciado en Restauración por el Instituto Boticelli. localizado en una subestructura fechada
Restaurador e Ilustrador del Proyecto Arqueológico Pa-
lenque y del Proyecto de Conservación en Bonampak
para la fase Motiepa (350-550 d.C. aprox.),
(INAH). correspondiente al Clásico Temprano (Bal-
111
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

cells, 2007; González y Balcells, 2014a). formas cerámicas que se destinan al servicio
Dado que la mayor parte de los complejos de la mesa. En el ámbito arqueológico, una
funerarios del núcleo cívico-ceremonial y vajilla se define y reconoce por la unidad
las áreas residenciales de Palenque datan estilística observada en las vasijas, donde
del Clásico Tardío, consideramos que el las formas diversifican las funciones de ser-
estudio arqueológico de este contexto ha vicio y la decoración unifica el conjunto. A
permitido enriquecer el conocimiento de nuestro entender, las vasijas del complejo
las costumbres funerarias tempranas en funerario mantienen una unidad temporal,
un momento histórico relacionado con los estilística y técnica que permite su análisis
primeros gobernantes del linaje palencano. como vajilla al servicio del ritual funerario;
A través del estudio arqueológico de los as- las formas diversifican las funciones, pero
pectos técnicos y artísticos de la obra mural cada vasija mantiene una constante que va
y la capa pictórica dispuesta, del estudio es- más allá de su composición, acabado en su-
tratigráfico, la disposición y asociación de perficie y decoración, criterios que tradicio-
los artefactos ofrendados, poniendo aten- nalmente son empleados para la identifica-
ción especial en los rasgos estilísticos de la ción de vajillas en el sistema tipo-variedad.
vajilla y su integración espacio-temporal, Consideramos que este enfoque limita la
ofrecemos una lectura sencilla sobre la plás- posibilidad de concebir-analizar la lógica
tica ritual-funeraria. Con fines analíticos y de las distintas configuraciones de pasta,
descriptivos emplearemos tres conceptos forma, acabado de superficie y decoración
mediante los cuales queremos guiar al lec- que existieron en determinado conjunto
tor a lo largo de este trabajo: complejo fune- cerámico. En esencia, la principal cualidad
rario, vajilla y plástica funeraria. que permite unificar y articular el conjunto
Usaremos el término complejo funerario es el contexto, no necesariamente su aca-
para referirnos al espacio arquitectónico bado en superficie. Creemos que el análisis
que conserva los elementos tangibles e in- espacial, técnico-estilístico y artístico de
tangibles que, unidos por una idea central, los elementos dentro del complejo, permite
articulan espacial y temporalmente los ele- acercarnos a la plástica funeraria.
mentos relativos al tratamiento mortuorio La plástica es un concepto aplicado a
y los rituales de veneración ancestral. En las artes como la escultura, la cerámica, la
este espacio quedaron contenidos de mane- pintura, el dibujo, el grabado, etc. Desde
ra física la obra mural, el cuerpo, el ajuar y un enfoque pragmático, el término se refie-
las ofrendas. re a una forma de acción mediante la cual
Como parte de los objetos ofrendados, se pretende plasmar o modelar objetos con
destaca el conjunto de recipientes cerámi- materiales dúctiles. A partir de su cualidad
cos que a lo largo del texto son referidos constitutiva, artística y simbólica, se alude al
como vajilla funeraria. Tradicionalmente en conjunto de rasgos que hacen expresiva una
el contexto alimenticio y culinario, se en- obra; el concepto refiere entonces, al arte de
tiende por vajilla el conjunto de utensilios plasmar, formar, articular ideas y cosas a par-
(recipientes y cubertería) que funcionan tir de la modificación de la materia blanda.
como medio de transporte de los alimentos Partimos de la premisa de que el complejo
de la cocina a la mesa, también para servir e funerario sólo pudo ser concebido a partir
ingerir los alimentos, incluso para cocinar- de un proyecto plástico que permitiese arti-
los. Por ejemplo, el conjunto de vasos, pla- cular y hacer expresivo el tratamiento mor-
tos, tazones, cazuelas, cajetes, entre otras tuorio, los rituales funerarios, las ofrendas
112
Palenque. Investigaciones recientes

y los rituales de veneración ancestral en un


contexto de integración espacio-temporal.
El estudio arqueológico del complejo funera-
rio permite acercarnos a la lógica detrás de
las costumbres funerarias de los gobernantes
palencanos tempranos, de los elementos que
garantizaron su permanencia y que al mismo
tiempo posibilitaron sus transformaciones
en momentos tardíos.

Uno de los edificios más antiguos


del sitio

El Templo XX se ubica al suroeste de la Pla-


za Principal de Palenque, en el conjunto ar-
quitectónico conocido como Acrópolis Sur,
junto al Grupo de las Cruces (figura 1). El
edificio muestra una ocupación de al me-
nos 600 años, de 350 d.C. a 900 d.C., aun-
que la primera ocupación seguramente se
encuentra en algún punto de la fase Picota
(200-350 d.C. aprox.), lo cual alargaría la
ocupación estimada. Este hecho ubica al
Templo XX como una de las construccio-
nes más antiguas del sitio. La primera ocu-
pación refiere a una plataforma rectangular
construida sobre afloramientos naturales de
roca caliza, sin basamento escalonado. Pos-
teriormente durante la fase Motiepa (350-
550d.C. aprox.) inició la construcción de
dicho basamento, acompañada de una serie
de modificaciones en la parte superior del
edificio, con una ocupación discreta para la
fase Otulúm (600-700 d.C.), alcanzando su
máxima actividad constructiva y de ocupa-
ción durante las fases Murciélagos y Balun-
té (700-900 d.C. aproximadamente), hasta
adquirir la forma de basamento escalonado Figura 1. Localización del Templo XX en la Acrópolis Sur.
de 20 m de altura en su fachada principal, Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
en el lado Este (figura 2), con un edificio su-
perior cuya planta incluye cuatro pilastras,
dos galerías, un cuarto central y dos latera-
les, siguiendo el patrón de los edificios tipo
templo distribuidos en el Grupo de las Cru-
ces (Balcells, 2007a; Marken, 2007).
113
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Figura 2. Fachada del Templo XX.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

A excepción de la subestructuras del el Grupo Norte y la plataforma central del


Templo XVIII, y parcialmente la del XXII, Grupo IV (Nieto et al., 1984; Tovalín, 1992; San
las cuales muestran ocupaciones en la Román, 2007:51; González y Balcells, 2014a).
fase Motiepa, el resto de los edificios de Materiales cerámicos de la fase Motiepa en
la Acrópolis fueron contemporáneos con contexto de relleno constructivo proceden del
el Templo XX únicamente en fases más primer basamento del Templo de las Inscrip-
tardías. La subestructura del Templo XXI ciones, Grupo XVI, I, C, el Juego de pelota y
presenta materiales y ocupaciones en la varias áreas en el lado poniente del sitio donde
fase Otolúm, mientras que la construcción se han hallado las ocupaciones más tempra-
de los Templos XVII y XIX parece corres- nas, referidas al Preclásico Tardío (Ruz, 1962
ponder estrictamente a las fases Murciéla- y 1973; 1973; López et al., 2004; San Román,
gos y Balunté. En esta dirección, el Tem- 2007:54; González y Balcells, 2014a). Durante
plo XXI es un modelo arquitectónico que la fase Otolúm, el Templo XX fue contempo-
durante la fase Murciélagos se repetiría en ráneo con la subestructura del Templo XIII, y
mayores dimensiones en el Templo XIX, durante las fases Murciélagos y Balunté con el
lo cual explica la ausencia de una subes- Grupo B y los edificios del Grupo de las Cru-
tructura en este último edificio (González ces, por citar sólo estos ejemplos (González,
y Bernal, 2003ª, 2003b y 2004; Straight, 1994a, 1994b, 2011; López, 2000).
2003 y 2007; Balcells, 2007a y 2007b). Por
tanto, los edificios más tempranos de la El complejo funerario y la cámara
Acrópolis Sur son los Templos XVIII y XX central
(González y Balcells, 2014a y 2014b).
Fuera de la Acrópolis Sur algunas cons- Tomando en cuenta el tamaño y acabado
trucciones arquitectónicas contemporáneas de los espacios funerarios encontrados a la
del Templo XX durante la fase Motiepa son fecha en Palenque, éstos pueden clasificarse
las subestructuras de la Casa F del Palacio, en cuatro tipos: fosas, cajas, cistas y cámaras.
114
Palenque. Investigaciones recientes

Pueden contener un enterramiento indivi- ra 3). Durante casi toda la secuencia cons-
dual o múltiple, de manera que los restos hu- tructiva, tanto en el basamento escalonado
manos pueden estar articulados en forma de como en el edificio, se observan diversas y
entierro primario, o bien sin alguna relación repetidas modificaciones técnico-estilísti-
anatómica correspondiente a un entierro se- cas relacionadas con la inestabilidad de las
cundario (González, 2011:69). Algunos casos estructuras superpuestas a través del tiem-
de cámaras funerarias han sido reportados po. Creemos que dado el carácter especial
para el Templo XVIII fechados para la fase del complejo funerario, los antiguos cons-
Motiepa; el Templo de la Calavera, Edificio 3 tructores consideraron su disposición en el
del Grupo Murciélagos, Templo XV y XV-A, lugar más plástico y estable, perdurable y
Grupo B, Templo de la Cruz, Grupo I, Grupo simbólico, es decir sobre la roca madre, por
II y Templo de las Inscripciones, todos ellos debajo del desplante de la etapa construc-
fechados para la fases Otolúm, Murciéla- tiva más temprana, a poco más de 5 metros
gos y Balunté (Ruz, 1962; González, 1994 y debajo del piso de la etapa más tardía. Esta
2011:86-90). El complejo en cuestión puede idea se ve reforzada por el hecho de que, en
clasificarse dentro de esta tipología.4 términos estructurales, el complejo presen-
El complejo se construyó al interior de la ta mayor estabilidad arquitectónica que las
primera etapa constructiva, correspondien- etapas constructivas tardías superpuestas,
te a un momento tardío de la fase Picota, sin cuyo desplazamiento y colapso hacia el
embargo no corresponde a dicha fase (figu- lado norte es evidente.

Figura 3. Corte arquitectónico norte-sur de la localización del Complejo Funerario.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

4
Vale la pena mencionar que en 1999, el Proyecto Grupo de las Cruces del Precolumbian Art Research Institute, a cargo de
Merle Greene Robertson y Alfonso Morales Cleveland, reportó la presencia de la cámara funeraria en cuestión. De manera
poco ortodoxa y asistemática este proyecto llevó a cabo un registro video-gráfico parcial de la cámara a través de un orificio
realizado desde la etapa más tardía hasta el techo abovedado. Por la metodología de excavación y conservación empleada,
así como por problemas políticos con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, dicho proyecto fue suspendido por el
Consejo de Arqueología. La cámara no pudo ser excavada hasta pasados trece años, cuando el equipo de arqueólogos y
restauradores del Proyecto Arqueológico Palenque, estabilizamos la subestructura y accedimos a dicho espacio para con-
firmar que no se trataba de una simple cámara, sino de un complejo funerario con disposición tripartida.

115
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

¿Cómo está compuesto el Complejo? ma de canto (figuras 6, 7 y 8). La entrada


La excavación y estabilización de la subes- a la cámara central fue tapiada con doble
tructura correspondiente al año 2012 per- muro, uno de piedra caliza unido con ar-
mitió identificar un vestíbulo que además gamasa de cal que desplantaba desde el
de localizar el acceso tapiado de la cámara vestíbulo, y otro correspondiente a dos
central, posibilitó descubrir dos cámaras lajas rectangulares envueltas en textil de
laterales en los lados este y oeste (figuras algodón, con recubrimiento de estuco que
4 y 5). Todos los accesos se encontraban daba acceso directamente hacia la cámara
sellados con lajas planas colocadas en for- (figuras 9, 10 y 11).

Figura 4. Planta arquitectónica del Complejo Funerario.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 5. Vista del Complejo


Funerario desde el vestíbulo.
Proyecto Arqueológico Pa-
lenque/ INAH.

116
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 6. Cámara lateral tapiada.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 7. Cámara lateral tapiada.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

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Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Figura 8. Cámara lateral abierta.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

118
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 9. Restos de textil.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 10. Restos de textil.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 11. Restos de textil.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

119
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

La cámara central presenta bóveda y se (figura 12). Los muros norte, este y oeste, así
ubica en un eje principal norte-sur, tiene como la parte escalonada de la bóveda fue-
planta rectangular de 2.85 m de largo por ron repellados con aplanado de cal, sobre
1.52 m de ancho, con una altura máxima de el cual se aplicó una capa pictórica con un
1.80 m hasta el cierre de bóveda, donde se programa iconográfico.
ubica el orificio que conduce al psicoducto

Figura 12. Vista de la cámara central antes de la excavación.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Debido a la riqueza y abundancia de suelos, petrografía, microscopía electróni-


artefactos, la excavación, registro y mues- ca y fechamiento mediante C14. Por cues-
treo se controló verticalmente en niveles tiones de espacio en este trabajo se pre-
de 1 cm y horizontalmente en cuadrantes sentan sólo algunas interpretaciones que
de 10 cm a partir de los depósitos el piso. resultaron de los análisis mencionados.
Una vez excavados todos los niveles se
asignaron capas estratigráficas cuyo aná- El piso de la cámara central:
lisis permitió explicar los procesos de ofrendas, rituales y procesos de
deposición del contexto. A partir de las formación del registro arqueológico
muestras tomadas se realizaron diversos
análisis instrumentales de los depósitos Por los antecedentes de excavación de otras
estratigráficos y artefactos, tales como es- cámaras funerarias de Palenque, los lectores
pectrometría Raman, difracción de rayos de este trabajo estarán curiosos sobre la dis-
X, cromatografía, química y textura de posición de los restos óseos y las ofrendas
120
Palenque. Investigaciones recientes

albergadas en esta parte del complejo fune- los restos óseos del individuo, sin embargo el
rario. Sobre el depósito que cubría el piso de registro solamente permitió identificar trece
la cámara se registró el material de colapso fragmentos en muy mal estado de conserva-
de los muros, una densa concentración de ción y sin articulación alguna. En laboratorio
gravilla, fragmentos de piedra laja careada, se identificó un diente, diez fragmentos de
estuco y escamas de pintura mural (figuras huesos largos y dos fragmentos que posible-
13 y 14). Esperábamos localizar rápidamente mente pertenezcan a una mandíbula.

Figura 13. Vista de la cámara central y cámara este.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 14. Piso de la cámara central antes de excavar.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

121
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Como parte del ajuar y la ofrenda del di-


funto se registraron 70 cuentas, 4 orejeras, 5
discos y 3 hachuelas de jade y serpentina; 80
teselas de concha y jadeíta que correspon-
den a dos máscaras, una que parece haberse
adecuado a un cinturón y la otra asociada a
un tocado; un espejo fragmentado de hema-
tita; 3 fragmentos de navajas prismáticas de
obsidiana y restos de textil, estos últimos
formaron del bulto mortuorio o bien un
bulto de ofrenda. Como parte de la vajilla Figura 16. Vajilla funeraria.
funeraria se hallaron 11 vasijas pertenecien- Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
tes a la fase Motiepa (350-550 d.C. aproxi-
madamente), entre ellas 4 platos, 1 cajete
con vertedera y 6 cuencos (figuras 15-19).

Figura 17. Ajuar y vajilla.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 15. Ilustración del piso de la cámara central y


distribución de artefactos. Figura 18. Elementos de máscara de cintura.
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

122
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 19. Vasijas.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Los artefactos y escasos restos óseos antes de su tapiado final. Por ejemplo, en la
mencionados se encontraron distribuidos Capa I, por debajo de algunas vasijas se ha-
en una columna estratigráfica de 10 cm, llaron escamas de pintura mural. Algunas
caracterizada por la presencia de discon- otras se hallaron depositadas casi direc-
tinuidades horizontales y verticales, es tamente sobre el piso de la cámara o bien,
decir, diferentes grosores y densidades en el nivel de transición hacia éste (figura
de depósitos orgánicos e inorgánicos dis- 21). Partiendo de la premisa de que toda la
tribuidos en cada capa (figura 20). En al- vajilla funeraria corresponde a una misma
gunas áreas de la cámara se identificaron temporalidad, ello supone una prueba de
cuatro capas, en otras se registraron hasta cambio en la distribución original de las
ocho. Las discontinuidades en la columna vasijas. Estas condiciones y la presencia de
estratigráfica pueden ser explicadas a par- fragmentos óseos desarticulados son evi-
tir de dos causas, por un lado debido a la dencia para argumentar un reingreso a la
actividad de los roedores, y por el otro a ra- cámara para reordenar la ofrenda y retirar
zón de un ingreso al interior de la cámara casi todo el material óseo.

Figura 20. Ilustración parcial de los depósitos.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

123
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Figura 21. Platones de la vajilla.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Entre otros casos que no citaremos por políticamente notables, es decir, costumbres
cuestiones de espacio, una evidencia de per- dirigidas a la reafirmación de las condiciones
turbación antrópica del depósito original lo sociales de los grupos dominantes (Welsh,
constituye la disposición de las teselas de 1988; McAnany, 1993 y 1995; Tiesler, 1999).
las máscaras, las cuales fueron halladas sin Tomando las condiciones del registro
articulación (figuras 15 y 18). Por ejemplo, arqueológico descrito, sugerimos que la
aunque existe una densa concentración de presencia de los depósitos alterados fue
teselas en el lado sur de la cámara, junto al causada por un ingreso ritual hacia el inte-
umbral, otras fueron halladas de manera dis- rior de la cámara antes del tapiado final. En
persa sin articulación formal entre ellas, al- esta dirección, hemos podido reconstruir el
gunas distribuidas de manera discontinua a proceso de formación del contexto arqueo-
través de la columna estratigráfica, otras jun- lógico, el cual tiene que ver con la materia-
to a vasijas o bien debajo de éstas, unas más lización del proyecto plástico-funerario,
en contacto con el piso, o colocadas directa- el tratamiento mortuorio, los rituales de
mente con el escombro de la capa superior. veneración ancestral, y por obviedad, con
Vale la pena advertir al lector que el re- los procesos de degradación e intemperis-
ordenamiento de ofrendas y la remoción de mo físico-químico del contexto. Son éstos
restos óseos luego de la descomposición del los agentes que causaron la modificación
cadáver, fueron prácticas comunes entre los de la disposición original de los artefactos
mayas. Recordemos que estas actividades, y restos óseos, hasta quedar la imagen que
asociadas a cámaras funerarias complejas y tuvimos al entrar a la cámara central:
ricas en ofrendas, ubicadas en lugares monu- 1) La elaboración de la estructura arqui-
mentales de carácter cívico-ceremonial, fue- tectónica del complejo, el aplanado y la capa
ron el instrumento y reflejo del culto fune- pictórica, la deposición primaria del cuerpo
rario-ancestral de los grupos gobernantes o y las ofrendas.
124
Palenque. Investigaciones recientes

2) El deterioro de la obra mural y colapso Obra y pintura mural


sobre los depósitos de ofrenda colocados a
nivel de piso. La disposición espacial tripartita del complejo
3) Un evento de reingreso para la remo- y la obra mural contenida sugiere un proyec-
ción de restos óseos, reacomodo de las ofren- to arquitectónico y plástico bien definido que
das y el ajuar funerario. implicó la modificación de la roca madre para
4) El tapiado final de la cámara y relleno comenzar a construir los cimientos, los muros
de la subestructura. y su revestimiento. Ya hemos mencionado
5) El colapso del aplanado mural, los mu- que el complejo ocupa el lugar más estable
ros y la bóveda sobre el último depósito re- del edificio, pero también el más significativo,
movido. sobre la roca madre húmeda de la montaña sa-
6) Disturbio de los depósitos por la acti- grada, cercana al inframundo. En Palenque, la
vidad de los roedores, filtraciones de agua y modificación de la roca madre o su exposición
material de relleno de la superestructura. es un elemento arquitectónico recurrente, su
presencia adquirió un valor simbólico muy
Plástica funeraria fuerte mediante el cual los gobernantes pre-
tendían acercarse al gran mar de la creación, el
En este apartado abordamos básicamente regreso al punto original (Arnoldo González,
dos elementos que nos parecen primordia- comunicación personal, 2014).
les dentro del proyecto plástico de la cámara Los muros fueron construidos a partir de
central: la obra mural con su programa ico- piedra caliza careada, estuvieron repellados
nográfico y las vasijas que componen la va- con aplanado de cal y sobre el cual se aplicó
jilla. Consideramos que son estos elementos un enlucido fondeado en color naranja-rojizo,
los que articularon la idea central del com- producto de la disolución de agua de cal, he-
plejo funerario, la obra mural desde el sopor- matita, cinabrio y aglutinantes orgánicos. Vale
te arquitectónico, y la vajilla desde el nivel la pena mencionar que las cargas de cinabrio y
de piso. Aquí yace el sentido y el poder de la hematita muestran variación a lo largo y ancho
plástica como forma de acción. de la capa pictórica (figuras 22, 23 y 24).

Figura 22. Estratigrafía del aplanado mural.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

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José Constantino Armendáriz Ballesteros

Figura 23. Microfoto de una hojuela de pintura mural.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 24. Microscopía electrónica.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Con respecto al programa iconográfico do, escudo en la mano derecha, cetro-ma-


plasmado sobre el enlucido, no es posible niquí en la mano izquierda y barbiquejo
observarlo en su totalidad debido al colap- (figuras 25 y 26). Un décimo personaje de
so de la capa pictórica, sin embargo se apre- rasgos zoomorfos quedó plasmado en el
cian nueve figuras antropomorfas, cuatro muro norte pero el deterioro de la obra no
en el muro este y cinco en el muro oeste. Los permite una identificación fiable, aunque se
personajes, todos masculinos, miran hacia observa una posible oreja de venado (figura
el norte, se presentan con faldellín, taparra- 27). Los personajes han sido interpretados
bo, cinturón con máscaras, pectoral, toca- como los nueve señores o ancestros de la
126
Palenque. Investigaciones recientes

noche, similares en rasgos antropomorfos y so los personajes que yacen sentados en la


atavíos a los que se observan en el programa escultura de dicha cámara llevan atuendos
escultórico de la obra mural de la cámara casi idénticos a los plasmados en el comple-
funeraria en el Templo de las Inscripciones jo funerario. Resulta significativo que este
(figuras 28 y 29), donde yacen los restos de programa se repita en contextos funerarios
Pakal, contexto fechado para la fase Oto- tardíos pero a través de instrumentos y re-
lúm (600-700 d.C.) (Ruz, 1973:230). Inclu- cursos plásticos distintos.

Figura 25. Muro Este.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 26. Muro Oeste.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

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Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Imagen 27. Muro Norte.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 28. Personaje del Muro Este y Escultura de la Cámara de Pakal.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

128
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 29. Iconografía del Muro Este y Cámara de Pakal.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

El aplanado y el enlucido presentan tex- un recubrimiento uniforme sobre los muros.


turas diferentes pero de igual forma se cons- Más allá de un defecto en la obra esto denota
tituyen por carbonato de calcio y magnesio. el ensayo, el conocimiento de la técnica y la
Las tonalidades rojas empleadas en el pro- reacción de los materiales que constituyeron
grama iconográfico se componen de cinabrio la obra. Desde el piso y la media caña hasta la
y cantidades moderadas de hematita, donde bóveda, la cámara fue revestida con clara in-
la variación de color se obtuvo al modificar tención de aprovechar las características de
la proporción de agua de cal en el recipien- los morteros en su lento proceso de fraguado.
te. Los grosores del aplanado y del enlucido ¿Bajo qué condiciones de luz se produjo
aumentan entre la unión de piedras del muro la obra pictórica? La aplicación de cada fase
y disminuyen dependiendo de la superficie del proyecto plástico por parte de los pinto-
careada de la piedra caliza. En la premura de res quedó inmersa entre rituales, destreza ar-
la aplicación del aplanado es notable percibir tística y técnica, acción compleja filtrada por
que ocasionalmente es la piedra de muro la el evento fúnebre, con un alto grado de sim-
que recibe directamente el color, no el enlu- bolismo en torno a la preparación del espa-
cido, mientras que el goteo del pincel es evi- cio funerario que serviría como contenedor
dente en varias partes del piso estucado. del cuerpo y las ofrendas. Para fijar el aplana-
Es perceptible un proyecto plástico bien do, el enlucido y la aplicación de las primeras
ensayado, sin embargo el soporte mural fue capas de color, los pintores estuvieron entre
aplicado con cierta prisa, dejando huellas de la luz de una antorcha y la oscuridad de la
una herramienta con cerdas gruesas impre- cámara, entre el umbral de la vida y la muer-
sas notables en la superficie sobre argamasas te. Es aquí donde el pintor adquirió un esta-
pobres en cargas de material como para hacer do de conciencia elevada, llámese catarsis,
129
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

donde el fuego, elemento mítico, fue la única te. El fondo pictórico en movimiento con
fuente de luz que lo condicionó para conce- siluetas esbozadas facilitó al artista realizar
bir la superficie modelada y texturizada del trazos firmes, seguros pero irrepetibles. Es
aplanado, bajo el movimiento flamígero. notable que para delimitar los trazos de las
En estas condiciones, el pincel como ve- formas y contrarrestar dicho efecto de cla-
hículo del color quedó sujeto a largas pince- roscuro de la vela o antorcha, el pintor echó
ladas que fondearon el aplanado y buscaron mano de una herramienta de punta afilada,
aproximarse a las siluetas (figura 30). El quizás el cabo de los pinceles, con el cual
ritmo, la repetición, la transparencia y satu- grabó sutilmente las siluetas para lograr una
ración del color en dos o tres aplicaciones, composición plástica e iconográfica que faci-
parecen haber estado condicionadas por un litara detallar cada uno de los nueve persona-
claroscuro devenido de aquella luz incipien- jes y sus atavíos (figura 31).

Figura 30. Detalle del Muro Este.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

130
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 31. Detalle de cetro-maniquí en el Muro Este.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

En cuanto a la paleta de color, impera el La vajilla funeraria


rojo óxido logrado a través de una mezcla
de cinabrio, hematita y calcita, con valores Dentro de este universo pictórico, además
tonales a partir de la disolución de agua de de su función utilitaria, la vajilla también
cal en diferentes proporciones. Los perso- permitió enlazar los elementos tangibles
najes fueron dibujados con una tonalidad de la ofrenda con la obra mural y mante-
semitransparente que sometió la estructura ner la armonía del proyecto plástico. La
del dibujo impuesto sobre la superficie. Las diversidad técnico-estilística de la vajilla
pinceladas modelaron cuerpos y atavíos ha- posibilita su interpretación sobre un esce-
ciendo énfasis en los detalles iconográficos nario dinámico. Las 11 vasijas se hallaron
con líneas de diferentes valores, transpa- distribuidas en dos conjuntos perceptibles
rencias, saturación y, en ocasiones, certeros ligeramente, uno concentrado en la esqui-
empastes de color que contrastan entre to- na noreste, y otro dispuesto en la parte
nalidades. central del muro este (figuras 14 y 32). En
cuanto a clases formales son tres: platos,
cuencos y cajete.

131
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Figura 32. Ilustración del Complejo Funerario.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Con respecto a los platos, dos de ellos son ta es color rojizo, de textura fina. Es posible
trípodes, extendidos y polícromos, con mo- distinguir inclusiones de grano fino (cuarzo,
tivos iconográficos florales y antropomorfos. micas, carbones y carbonatos), con una su-
Ambos presentan paredes ligeramente cón- perficie alisada, engobe naranja lustroso y
cavas, borde corto sutilmente divergente, motivos iconográficos antropomorfos para
soportes subcónicos y pestaña basal. La pas- el caso del Elemento 102 (figura 33).

Figura 33. Ilustraciones de los ele-


mentos 102 y 128.
Proyecto Arqueológico Palenque/
INAH.

132
Palenque. Investigaciones recientes

Ambos platos integran atributos for- Piedras Negras los datos estratigráficos su-
males y acabados en superficie típicos de gieren una ubicación apropiada para Tzakol
la fase Motiepa (pasta, borde y forma) del 2-3 (Muñoz, 2004:7); en cuanto a la decora-
subcomplejo Motiepa Exótico, en posible ción de estos platos, se limita a franjas rojas
relación con los platos trípodes del Gru- y negras al interior o en el borde, o bien con
po Águila (figuras 34, 35 y 36). En Piedras pájaros policromos plasmados debajo de las
Negras, la aparición de la decoración poli- circunferencia del borde (Muñoz, 2004: 7).
croma, engobes anaranjados (como en el El caso del pájaro en platos de temporalidad
Grupo Águila), líneas negras y rojas, sopor- similar a Tzakol 2-3, tiene referencia en Pa-
tes mamiformes y subcónicos, empiezan lenque pero en platos hondos trípodes, por
a aparecer al final de la fase Pom (175-350 ejemplo el Elemento 419 de la Casa F, co-
d.C.) (Muñoz, 2006: 13-15). Sin embargo rrespondiente a la fase Motiepa de la Casa
es hasta la fase Naba (350-560 d.C.) cuan- F del Palacio (figura 35).
do se nota con más frecuencia esta forma
tanto en monocromía como en policromía.
Esta fase se encuentra asociada al inicio de
la construcción de obras monumentales,
momento que también puede correspon-
der a un aislamiento de Piedras Negras con
las tendencias del Petén Central (Muñoz,
2006: 16). En este tiempo aparecen ejempla-
res similares a los de Palenque. La fase Naba
se caracteriza por la aparición de pestañas
basales, soportes cónicos huecos y bordes
engrosados, rasgos que sugieren que esta
fase es más o menos equivalente a los con-
juntos de Tzakol 2 y Tzakol 3 de Uaxactún.
Muñoz (2006: 16) y Golden (citado en Mu-
ñoz, 2006) señalan que esta fase cerámica
corresponde bien a una fecha de radiocar-
bono asociada a un evento de terminación
de fines del Clásico Temprano, obtenida en Figura 34. Elementos 102 y 128. Platos.
la Acrópolis de Piedras Negras. En cuanto a Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
platos de la fase Naba, los más comunes son
los trípodes, poco profundos con soportes
cónicos y una pestaña basal, pertenecientes
al grupo Balanza Negro, Pucte Café y Águi-
la Anaranjado (grupo Águila), más o menos
similares a los elementos 128 y 102 de la cá-
mara. En otros sitios del Petén esta forma es
diagnóstica de los conjuntos Tepeu 1 (per-
teneciente a la última parte del subcomple-
jo Cascada (550-600 d.C. aproximadamen-
te) y principios de la fase Otulúm (600-700 Figura 35. Elemento 102. Plato.
d. C. aproximadamente), sin embargo para Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

133
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

por la ausencia de carbonatos y fitolitos. Por


tanto, si tomamos el criterio de diferencia-
ción de Rands, estaríamos hablando de una
manufactura local para el caso de los ejem-
plares procedentes de la Cámara Central
y del Palacio. Rands (1987) señaló que las
similitudes observadas entre los platos Mo-
tiepa con monocromía, o bien policromía, y
aquellos de la fase Naba de Piedras Negras
sugerían la presencia de un subcomplejo
Figura 36. Elemento 128. Plato. cerámico exótico en Palenque, referente a
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. un momento de apertura técnico-estilísti-
ca a las tendencias generales observadas en
Al parecer, la diferencia entre el subcom- otros centros mayas del Clásico Temprano.
plejo Motiepa exótico y el local radica en la
composición de las pastas, los desgrasantes
(Rands, 1987). Los ejemplares con superfi-
cies lustrosas y los tipos cerámicos carac-
terísticos de la esfera Tzakol, aparecen con
desgrasantes de carbonatos en pastas de
textura fina. Estas pastas exóticas difieren
de las pastas locales por el empleo de des-
grasantes finos a base de carbonatos y la au-
sencia de granos de cuarzo, inclusiones na-
turales en las arcillas de Palenque (Rands,
1987). Los ejemplares de producción local
muestran desgrasantes de calcita y are- Figura 37. Fragmento de platos polícromos.
nas de cuarzo (en mayores proporciones), Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
mientras que los de producción foránea,
abundantes carbonatos (Muestrario PAP, El resto de los platos de la cámara cen-
San Román y Rands, 2004). Los ejemplares tral corresponde a un ejemplar hondo trí-
del Complejo Funerario presentan pastas pode (Elemento 103) y otro de base anular
arenosas de color rojizo, con núcleo negro, (Elemento 127). En el primer caso se trata
de texturas finas, donde los desgrasantes de un plato con borde evertido y soportes
presentan mezcla de arenas con finas par- de tableta (figura 38). Formalmente, este
tículas de cuarzo, micas, fitolitos, carbones ejemplar es típico de la fase Motiepa pero
de tallos y hojas, y una cantidad balanceada incorpora atributos formales (borde, base
de carbonatos (figuras 37 y 50). La presen- y soportes) que remiten a los ejempla-
cia de carbonatos es notable, sin embargo es res conocidos de la fase cerámica Picota
destacable su menor presencia y dependen- (150-350 d. C.). Al mismo tiempo la vasija
cia que en los ejemplares del grupo Águila difiere de los platos Picota en el acabado
(Motiepa Exótico) de nuestro muestrario. en superficie y en pasta. En los ejemplares
En lo que respecta al plato F-419, presenta de nuestro muestrario, los platos Picota
las mismas características en composición tienen pasta de textura casi fina, de color
que los elementos ya mencionados, excepto beige, incluso rojiza, con desgrasantes de
134
Palenque. Investigaciones recientes

arenas de cuarzo y superficie alisada con


acanaladuras verticales a modo de deco-
ración, un baño crema que posiblemente
sirvió de base para el engobe rojo (figura
39). El Elemento 103 tiene pasta arenosa
de color de rojizo con tonalidades ocres,
textura fina, alisado exterior y engobe ro-
jo-monocromo lustroso interior.
El último plato es de base anular y
temporalmente corresponde al subcom-
plejo Cascada (500-600 d. C.) dentro de
la Fase Motiepa (figura 40). Este ejemplar
tiene borde corto ligeramente divergen-
te, pasta arenosa de color rojizo, textura
casi fina, engobe naranja rojizo sobre una Figura 38. Elemento 103. Plato.
base crema. Como elemento decorativo Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
se aplicó una banda rojo-hematita en la
parte exterior del borde. En el exterior es
posible apreciar un baño de agua de cal.
Ejemplares de platos extendidos con base
anular proceden de la Tumba 3 del Templo
XVIII-A, pero carecen de engobe y pre-
sentan un acabado burdo en comparación
al Elemento 127. Rands y Bishop (1999)
asignaron esta forma a la extinta fase Cas-
cada, que originalmente representaba el
Clásico Medio dentro de la secuencia ce- Figura 39. Elemento 103. Plato.
rámica de Palenque (500-600 d.C. aprox.). Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
Esta fase fue eliminada por Rands debido
al precario conocimiento que hasta la fe-
cha tenemos de la cerámica del Clásico
Temprano y los momentos transicionales
de esta tradición alfarera hacia el Clásico
Tardío. Actualmente, la posición de Cas-
cada es confusa. Según Rands (2007: 20)
es un subcomplejo contemporáneo con la
última parte del subcomplejo Motiepa lo-
cal y representa el renacimiento de las pas-
tas finas, o bien como un subcomplejo de
transición hacia el Clásico Tardío (Rands
y Bishop 1999:122), sin embargo descono-
cemos con exactitud su traslape con los
subcomplejos Motiepa Local y Motiepa
Exótico (Rands, 2007). Figura 40. Elemento 127. Plato.
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

135
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

Con respecto a los cuencos, se trata de


seis ejemplares de paredes delgadas con sen-
tadera (figuras 41, 42, 43, 44, 45, 46 y 47).
Todos fueron elaborados a partir de una pas-
ta cremosa color café-amarillento de textura
fina y con engobe naranja rojizo. Es posible
distinguir alisado, pulido y engobado en el
exterior pero es evidente una preocupación
por tratar de mejor forma el interior, con una
capa crema sobre la cual se aplicó el engobe
naranja rojizo. A nivel de composición de
pasta abundan las partículas finas de arenas
de cuarzo y hay ausencia de carbonatos. Al Figura 43. Elemento 45. Cuenco.
igual que los platos, todos los cuencos tienen Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
huellas de uso en forma de raspones, despor-
tilladuras y marcas de utensilios al interior.

Figura 41. Elemento 42. Cuenco.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. Figura 44. Elemento 46. Cuenco.
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Figura 45. Elemento 99. Cuenco.


Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.
Figura 42. Elemento 43. Cuenco.
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

136
Palenque. Investigaciones recientes

Grupo Águila Naranja, fijado tentativamen-


te por Robert Rands entre 350 y 450 d. C.
No obstante, es posible que el proceso de
aplicación de engobe difiera del grupo men-
cionado ya que en Palenque parece enfático
el uso de una base crema intensa y la poste-
rior aplicación del color naranja. En Piedras
Negras las observaciones de Rands (1987) y
Muñoz (2004) parecen referir a tratamien-
tos monocromos, aunque podríamos estar
errados en esta observación.
Figura 46. Elemento 101. Cuenco. Con respecto al cajete (Elemento 44),
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. tiene paredes rectas divergentes y presenta
vertedera (figuras 48 y 49). La pasta es are-
nosa de color rojizo, textura que varía de
mediana a ligeramente fina, con inclusio-
nes diminutas finas de cuarzo. En cuanto
al acabado de superficie se nota un alisado
semifino, restos de engobe rojo monocro-
mo, especialmente al interior del cajete. Se
notan huellas de uso en forma de fisuras y
una pequeña fractura en la vertedera, así
también pequeñas y delgadas incisiones
en el borde.
Figura 47. Elemento 42. Cuenco.
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

Cuencos con sentadera han sido repor-


tados para los conjuntos Tzakol 2-3 en Pie-
dras Negras. Estos ejemplares pertenecen al
grupo Lucha Inciso, presentan alisado fino,
engobe monocromo naranja, incisiones y
acanaladuras (Muñoz, 2004: 6). Las carac-
terísticas formales de los cuencos de la cá-
mara central son típicas en fases tempranas
(Motiepa) y tardías de Palenque (Otolúm
600-700 d. C. aproximadamente incluso
durante la fase Murciélagos 700-750 d. C.
aproximadamente), sin embargo por el tra-
tamiento en superficie hacen referencia, al
igual que los platos, al subcomplejo tem- Figura 48. Elemento 44. Cajete con vertedera.
prano Motiepa Exótico, relacionado con el Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH.

137
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

uso, es posible notar desgaste en diversos


lados de las piezas, raspaduras, deterioro
del engobe y marcas de objetos, es decir,
no se trata de vasijas nuevas al momento
de la deposición, fueron usados de manera
intensa antes y durante los rituales fune-
rarios. Para el caso de los cuencos, parecen
haber contenido líquidos, así lo sugiere la
presencia de marcas y/o concreciones al
interior; los cuencos también presentan
marcas de objetos o uñas en el fondo, qui-
zás para remover un líquido espeso. Los
platos tienen huellas de uso en el fondo,
desgaste y marcas de objetos. Los resulta-
dos preliminares del análisis químico de
las concreciones y depósitos al interior de
las vasijas revelan altos contenidos de ma-
Figura 49. Elemento 44. Cajete con vertedera. teria orgánica. Actualmente se lleva a cabo
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. el estudio cromatográfico de estos depósi-
tos con la finalidad de identificar grasas,
azúcares, entre otros restos químicos que
permitan identificar el contenido de las
vasijas.
En términos temporales y técnico-esti-
lísticos, la vajilla funeraria parece remitir
a dos momentos durante la fase Motiepa,
uno temprano relacionado con la fase Pi-
cota y otro momento (más tardío) relacio-
nado con el fin del Clásico Temprano de
Palenque. Ello plantea la posibilidad de
dos momentos en la deposición de las va-
sijas y la ofrenda. Tomando en cuenta las
características formales de pasta, acabado
en superficie y decoración podemos desta-
car lo siguiente.
Figura 50. Fragmentos de platos polícromos. El plato hondo (Elemento 103) sería la
Proyecto Arqueológico Palenque/ INAH. pieza más temprana y anómala dentro del
conjunto; los platones trípodes (elementos
¿Qué implicaciones pueden despren- 102 y 128) formarían un grupo compacto
derse de estas observaciones? Si pensamos (¿Motiepa Exótico?) puesto que compar-
en la ofrenda como vajilla funeraria, tene- ten composición de pasta, tratamiento en
mos platos extendidos y hondos para con- superficie, engobe y decoración; los cuen-
tener alimentos y/o cosas sólidas, cuencos cos (elementos 42, 43, 45, 46, 99 y 101) for-
y un cajete con vertedera para líquidos. marían otro grupo (Motiepa Local) por su
Todos los ejemplares muestran huellas de unidad en cuanto pasta-forma-engobe; el
138
Palenque. Investigaciones recientes

plato anular (Elemento 127) y el cajete con unidad. Desde un punto de vista plásti-
vertedera (Elemento 44) quedarían aisla- co y decorativo vale la pena mencionar la
dos puesto que no comparten caracterís- importancia atribuida al color rojo, pues-
ticas con los demás elementos (Motiepa to que de 11 vasijas, 9 comparten casi el
Local), a excepción del engobe naranja ro- mismo proceso de elaboración cromático:
jizo del Elemento 127 (similar a los platos un fondo crema, la aplicación del engobe
polícromos). naranja-rojizo, y para el caso de los platos,
A la par de estas variaciones a nivel todos con bandas rojo-hematita en el bor-
grupal, es posible reconocer cohesión en de interior, líneas e iconografía floral y an-
cuanto a su manufactura local, tomando tropomorfa. El Elemento 103 no tiene este
en cuenta las pastas y desgrasantes. Es proceso cromático, pero muestra una pas-
probable que las variaciones técnico-esti- ta rojiza y restos de un engobe naranja-ro-
lísticas observadas en el conjunto cerámi- jizo lustroso en el interior. El Elemento 44
co no tengan implicaciones relacionadas es el único que no posee estos atributos
con una seriación cronológica y diferentes cromáticos en el engobe.
momentos de deposición. Las diferencias Desde el punto de vista espacial, plás-
mencionadas pueden responder a la coe- tico y artístico, estos engobes se integran
xistencia de formas, pastas y tratamientos muy bien con la obra mural de la cámara
en superficie dentro de la fase Motiepa, central, es decir, el uso de pastas y trata-
como resultado del flujo de ideas entre los mientos donde el color rojo y naranja-roji-
antiguos alfareros de Palenque, así como zo impera y se integra con las tonalidades
resultado de la existencia de tradiciones de la misma y del programa iconográfico.
de larga duración que coexistieron en un En esta dirección, vale la pena mencionar
momento específico dentro del Clásico los atributos iconográficos del Elemento
Temprano de este sitio. 102: banda roja en el borde exterior, banda
Desde nuestro punto de vista, esta sería floral alrededor del fondo del plato, entre
una explicación satisfactoria puesto que las bandas se observan cuatro cabezas hu-
resulta estrecho pensar en la producción, manas de perfil con barbiquejo (al igual
flujo y consumo de vasijas unificadas téc- que los personajes de la capa pictórica), de
nico-estilísticamente de manera estricta las cuales emergen pinceles con manchas
dentro de un periodo de tiempo tan largo, rojas en la cerda (figura 35). Es posible
o bien que determinadas configuraciones que estos motivos hagan referencia tan-
de pasta-forma-decoración puedan servir to al programa iconográfico de la cámara
eficazmente como marcadores temporales como al o los pintores encargados de la
tajantes. Además, nuestra experiencia es- obra, o bien a la identidad del individuo
tratigráfica y la configuración de nuestro ofrendado. Con respecto a las bandas flo-
muestrario cerámico indica el traslape de rales o “tipo gota”, al interior de los platos
atributos en las distintas tradiciones for- Motiepa (elementos 102 y 128), al parecer
males, el uso de pastas y formas de larga durante el Clásico Temprano de Palenque,
duración. funcionaron como elemento decorativo
Por otro lado, también es posible argu- y para delimitar elementos iconográficos
mentar que dentro de esta variación nor- del Clásico. Este rasgo es compartido por
mal en la secuencia cerámica de Palenque, el plato trípode F-419 (Casa F–El Palacio),
a nivel formal y en cuanto a tratamiento con las bandas mencionadas enmarcando
de superficie, las vasijas muestran una un ave (figuras 35, 36 y 37).
139
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

El conjunto cerámico refiere a uno de óseas y objetos del primer lugar de deposi-
los momentos más tempranos del Clásico ción para su colocación en otros lugares no
de Palenque (350-550 d.C.), relacionado resultó una práctica rara.
directamente con los primeros gobernan- Para el caso de la Cámara Central, se
tes. También la vajilla puede estar asocia- hallaron 13 fragmentos óseos fuera de su
da con un momento de influencia y/o con- deposición original. Aunque en las cáma-
tacto cerámico hacia el Oriente. La vajilla ras laterales aportaron mayor cantidad de
funeraria en su conjunto ofrece una de las restos óseos, ninguna de las dos presenta
pocas oportunidades para caracterizar las esqueletos completos y ambas carecen
prácticas funerarias tempranas de Palen- de cráneos. Este patrón no es raro en el
que, también es uno de los pocos hallazgos edificio. En el año 2002 se excavó un ni-
cerámicos tempranos en contextos sella- cho funerario ubicado a 0.56 m debajo del
dos hallados hasta la fecha en el sitio. Qui- cuarto SW, se hallaron 11 cuentas y dos
zás sólo las cámaras del Templo Sub-XVIII orejeras de jadeíta, y 1 fragmento de mo-
y otras cámaras funerarias en espera de ser lar (Balcells, 2007a). También podemos
descubiertas podrán equipararse con los mencionar el caso de la cista ubicada a
hallazgos logrados en la Subestructura del 0.49 m debajo del cuarto central, donde
Templo XX, únicos en la historia de la in- sólo aparecieron escasos fragmentos y sec-
vestigación de la sociedad prehispánica de ciones óseas, cuatro dientes, uno de ellos
Palenque. con incrustación de una cuenta de jade, un
cajete bajo y un vaso de la fase Murciéla-
Comentarios finales gos (700-750 d. C.). La falta de entierros
humanos primarios parece haber sido una
Entre los mayas prehispánicos, la muerte constante a lo largo de la secuencia de ocu-
no representaba la culminación absoluta pación del edificio, lo cual indica que sus
del ciclo, sino una fase de transición don- moradores reingresaban a estos espacios
de la continuidad simbólica entre la vida y antes del tapiado final. Para el caso de la
el ocaso se manifestaba en el grado de los cámara central, este reingreso tiene que
poderes que alcanzaba el individuo y sus ver con el reacomodo de las ofrendas y la
objetos al morir (Welsh, 1988:1999; Ties- remoción de restos óseos para colocarlos
ler, 1999:85-86). Ello no implica la inexis- en otro espacio funerario como reliquias.
tencia de diferencias regionales y/o locales El ritual de extracción de huesos de sus
en la concepción de la muerte como pro- tumbas originales y colocarlos en nuevas
ceso simbólico, en el tratamiento mortuo- construcciones erigidas por sus sucesores,
rio o bien en los lugares de deposición, los tenía el propósito de mantener conexiones
cuales incluyeron áreas domésticas, luga- con los antepasados, además de reforzar y
res cívico-ceremoniales, cuevas, cenotes, legitimar el poder del linaje gobernante a
chultunes, etc. (Ruz, 1991). Siguiendo esta través de rituales de veneración ancestral.
lógica, el muerto en su estado incorpóreo Por otro lado, a excepción del caso de
alcanzaba ciertos poderes, de modo que su la Subestructura del Templo XVIII, la ma-
cuerpo y los objetos usados en vida se con- yoría de las cámaras funerarias reportadas
sideraban reliquias, constituyendo los ele- a la fecha en Palenque corresponden al
mentos que permitieron la conexión entre Clásico Tardío (fases Otolúm, Murciéla-
lo natural y lo sobrenatural. Es por ello que gos y Balunté), carecen de pintura mural
la exhumación, remoción de ciertas partes en contexto funerario y, en general, de una
140
Palenque. Investigaciones recientes

plástica tan bien articulada en relación a tructivas comenzaron en la fase Motiepa,


la ofrendas y el programa cromático, como incluso antes, durante la parte final de la
el caso del Templo XX. Aquí reside la im- fase Picota, con un evidente incremento en
portancia del estudio de la cámara central, la fase Otolúm, y el auge constructivo du-
cuyo estudio comienza a generar informa- rante las fases Murciélagos y Balunté.
ción valiosa sobre las prácticas funerarias
tempranas de las familias gobernantes. Referencias
De acuerdo con el análisis arquitectóni-
co de las primeras etapas constructivas del Balcells González, Joshua Abenamar (2007a). “Fo-
edificio, así como por los datos cerámicos, llowing the traces of temple XX: Proyecto Grupo
los cuales corresponden a la fase Motiepa de las Cruces Excavations”, en Damien B. Marken
(350-550 d. C.), sugerimos que el comple- (ed.), Palenque, recent investigations at the Classic
jo funerario está relacionado con algún Maya Center. United States of America: Altamira
miembro del grupo gobernante de Palen- Press, pp. 175-206
que del Clásico Temprano: K´uk´ Balam Balcells González, Joshua Abenamar (2007b). La
(431-435 d. C.), Casper (435-487 d. C.), hermenéutica de los artefactos trasladados a
B´utz´aj Sak Chiik (487-501 d. C.) y Ahkal símbolos: la crítica al modelo de Corte Maya y el
Mo´ Naab´ I (501-524 d. C.). Creemos que comportamiento sociopolítico burocrático del Tem-
alguno de estos dignatarios estuvo ente- plo XIX en Palenque. Tesis de Maestría. Facultad de
rrado en el complejo previo a la remoción Ciencias Antropológicas. Mérida: UADY.
de restos óseos y ofrendas, por la impor- Cucina, Andres, Vera Tiesler y Arturo Romano (2004).
tancia de este personaje, los restos fueron “Los acompañantes de Janaab´ Pakal y de la Reina
removidos para conservarlos como reliquia Roja de Palenque, Chiapas. El significado de sacrifi-
y depositarlos en otro lugar. Es tanta la re- cios humanos en las exequias de la sociedad maya
levancia de esta persona que el programa del Clásico”, en Vera Tiesler y Andrea Cucina (eds.),
iconográfico de la cámara central, se repe- Janaab´ Pakal de Palenque. Vida y muerte de un
tiría muchos años más tarde en la cámara gobernante maya. México: UNAM, pp. 69-102.
del Templo de las Inscripciones. Esto re- González Cruz, Arnoldo (1993). Trabajos arqueológicos
presenta evidencia sólida para argumentar en Palenque, Chiapas. Informe de campo tempo-
que parte de la ideología funeraria repro- rada VI, Archivo técnico. Serie Informes de Campo,
ducida en los elementos iconográficos del Vol. VIII. México, D.F: CONACULTA-INAH.
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gobernante. ___ (1994b). Informe de temporada 1992-1994. Pro-
Por último, queremos señalar que hasta yecto especial Palenque. México: INAH.
hace poco se pensaba que la Acrópolis Sur ___ (2004). “Los templos XXI y XXII de Palenque. Algunos
era un conjunto arquitectónico estricta- resultados de la temporada 2004”, en Lakamha´.
mente tardío, ya que las inscripciones de los Vol. 3, Núm. 13, p. 37.
templos XVII, XIX y XXI hacían referencia ___ (2011). La Reina Roja: una tumba real. México: CO-
entre otras temáticas a eventos relaciona- NACULTA / INAH / Turner.
dos con Ahkal Mo´ Naab III, sin embargo, González, Arnoldo y Guillermo Bernal Romero (2003a). “El
análisis cerámicos recientes de las subes- trono del Templo XXI de Palenque, Chiapas. El reinado
tructuras de los Templos XX, XXI y XXII de K’inich Ahkal Mo’ Nahb’”, en Arqueología Mexica-
permiten sugerir que las actividades cons- na. México: Editorial Raíces, Núm. 62, pp. 70-75.

141
Joshua Abenamar Balcells González
José Constantino Armendáriz Ballesteros

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143
Refinamiento ornamental de la arquitectura
en la antigua ciudad maya de Palenque

Martha Isabel Tapia / Martha Lameda / Haydeé Orea /


Paula García / Marlene Sámano / Javier Vásquez
Arriba: Detalle de la pintura mural al exterior de la Casa E.
Foto: Haydeé Orea

Página anterior: Jeroglífico de estuco. Templo Olvidado


Foto: Javier Hinojosa / Proyecto Arqueológico Palenque / INAH.
Palenque. Investigaciones recientes

Refinamiento ornamental de la arquitectura en


la antigua ciudad maya de Palenque

Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,


Haydeé Orea, Paula García,
Marlene Sámano, Javier Vásquez.1
Seminario-Taller de Conservación de Pintura Mural.
Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía

E
l presente artículo tiene como obje- viviendas, adoratorios, actividades oficiales
tivo hacer una breve descripción de o administrativas, públicas o privadas, etc.
los aciertos técnicos a los que llega- Nos referiremos en particular al área que
ron los arquitectos y constructores de la an- se conoce como la plaza principal, núcleo
tigua ciudad maya de Lakamha’, conocida central de la ciudad, y al conjunto deno-
hoy día como Palenque. minado el Palacio, que consta de un grupo
Cuando visitamos las zonas arqueoló- de edificios construidos en diferentes tem-
gicas, olvidamos que en el pasado fueron poralidades, en el que podemos observar la
ciudades planificadas y desarrolladas para evolución de la arquitectura de esta ciudad
cumplir con diversos objetivos y funciones: (mapa 1).

1
Los autores, restauradoras, arquitecta, químico, han sido Mapa 1. Tomado de Barnhart, 2001.
desde 1992 a la fecha y en diversas temporalidades,
integrantes del Seminario-Taller de Conservación de
Pintura Mural de la Escuela Nacional de Conservación,
Restauración y Museografía (ENCRyM), así como
responsables de labores de conservación de los acabados
arquitectónicos de la zona arqueológica de Palenque.

147
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

Describiremos brevemente las carac- La arquitectura


terísticas espaciales y constructivas de
la arquitectura haciendo énfasis en su La arquitectura no puede entenderse sin
ornamentación, pues ésta alcanzó un de- comprender el entorno natural en donde
sarrollo creativo y técnico en expresiones surge (figura 1), al acercarnos a una arqui-
como la pintura y la escultura, de una tectura de gran calidad formal y espacial
calidad y resistencia que perduran hasta como es el caso de la ciudad maya de Palen-
nuestros días. que, descubrimos ese vínculo indisociable
entre el hombre y la naturaleza.

Figura 1. Palenque: Paisaje natural y cultural.


Fotografía de Lameda, 2010.

Ciudad situada en un imponente en- no, la ciudad cayó en ruinas, a lo que siguió
torno selvático, sus habitantes supieron su redescubrimiento en el siglo XVIII y di-
aprovechar las condiciones geográfico-am- versas exploraciones a partir del siglo XIX.
bientales y el uso adecuado de recursos Durante los siglos XX y XXI se han lle-
naturales disponibles para crear espacios vado a cabo intervenciones arqueológicas y
llenos de vitalidad y en armonía con la natu- de conservación que han ido recuperando
raleza (figura 2). Entre los siglos VII y VIII poco a poco parte de su esplendor. Las hue-
alcanza su máximo florecimiento expresa- llas que han quedado del extenso periodo
do en la calidad arquitectónica y construc- de abandono dificultan su preservación, no
tiva de sus edificios y espacios abiertos; un obstante, parte de su belleza se debe a su es-
siglo más tarde –aproximadamente- llega tado en ruina que ha conformado espacios
su decadencia. Tras largos siglos de abando- con una fuerte carga emotiva.

Figura 2. Integración de la arquitectura en el paisaje selvático.


Fotografía de Lameda, 2010.

148
Palenque. Investigaciones recientes

Palenque fue emplazada en un sitio rico Este centro urbano se fue adaptando a
en recursos naturales, entre los límites de la topografía del lugar creando conjuntos
una amplia planicie que recibe la hume- de edificios desplantados sobre enormes
dad del Golfo y las primeras estribaciones basamentos piramidales en torno a amplias
montañosas de la selva chiapaneca de don- plazas que dominan la profundidad del pai-
de nacen diversos ríos, arroyos y manan- saje. Un complejo y extraordinario sistema
tiales que dan origen a una gran diversidad hidráulico condujo la abundancia de agua
de flora y fauna. pluvial e hídrica facilitando el funciona-
La élite gobernante se establece en la miento adecuado de la ciudad.
parte alta de la montaña, lugar estratégico Los edificios de carácter religioso, admi-
de dominio de la planicie fértil dedicada a nistrativo y habitacional comparten carac-
la agricultura, en donde habita la población terísticas formales, espaciales y constructi-
en un patrón disperso. Los grandes monu- vas muy similares, se diferencian en cuanto
mentos que hoy se contemplan eran el cen- a sus proporciones y por la calidad en sus
tro del poder político-militar y religioso. acabados y ornamentos, esto dependiendo
de su jerarquía (figura 3).

Figura 3. Características formales y espaciales de un edificio típico de Palenque.


Dibujo de Lameda, 2014.

Son edificios de planta rectangular dividida en dos tramos por un muro central (en sen-
tido longitudinal) conformando dos crujías, en algunos casos, éstas se dividen formando
cuartos (figura 4). Existe un equilibrio armónico en sus proporciones y un predominio de
la horizontalidad y del vano sobre el macizo.

Figura 4. Edificios del conjunto arquitectónico del Palacio.


Diferencias en sus proporciones y detalles constructivos.
Dibujo de Lameda, 2015.

149
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

La calidad constructiva de los edificios geométrica son muy estables, constan de


de Palenque se debió en gran medida a un una plataforma de desplante o basamento
buen diseño arquitectónico y a la calidad sobre la que se levantaron los apoyos (mu-
en la manufactura y de los materiales de ros o pilares), sobre éstos se construyó la
origen local empleados en la construcción. bóveda maya o falso arco como también se
Son estructuras que por su conformación le conoce (figura 5).

Figura 5. Crujía Noroeste de la Casa A del Palacio donde se aprecia la bóveda en saledizo.
Fotografía de Haydeé Orea.

Este sistema constructivo se denomina laja de roca denominada losa tapa o cierre
saledizo, consiste en lajas de roca colocadas de bóveda.
en aproximación, es decir, en cada hilada Es interesante mencionar que el arran-
-en el interior del edificio- se va entresacan- que (inicio) de la bóveda maya corresponde
do la primera laja de la verticalidad de los con la cornisa inferior, y la losa tapa, con la
apoyos y así sucesivamente con las siguien- cornisa superior. Finalmente la cubierta es
tes hiladas, de manera que van creando su- el elemento estructural que cierra el siste-
perficies inclinadas a partir de los 3 metros ma para conformar un espacio habitable,
de altura, a la parte exterior se le ha deno- ésta inicia a partir de la cornisa superior, su
minado friso. El sistema se cierra con una altura y pendiente varía según las propor-
ciones de cada edificio (figura 6).
150
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 6. Sistema constructivo saledizo.


Dibujo de Lameda, 2015.

Algunos edificios tienen como remate proteger los materiales constructivos,


una doble crestería hueca que coincide con además de embellecer los espacios. Los
el muro central interior, su función no sólo edificios de mayor jerarquía son ricamen-
es ornamental y simbólica, también brinda te ornamentados con relieves y pintura
estabilidad a la estructura. mural tanto en interiores como en exte-
Toda la construcción se recubre con riores (figura 7).
aplanados de cal-arena, su función es

Figura 7. a) Relieve en piedra. b) Relieve en estuco. c) Pintura mural.


Fotografía de Lameda, 2014.

Con respecto a los materiales, el empleo ron piedras de alta dureza y de gran capaci-
de las rocas sedimentarias calcáreas (cali- dad de carga para la estructura sustentante,
zas) que abundan en la región fueron de- en forma de laja para la bóveda maya y la
terminantes, pues posibilitó seleccionar las cubierta, y suaves, de fácil labrado, para los
más adecuadas para construir: se emplea- ornamentos. Por otra parte, es de destacar
151
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

que este material calizo permitió la obten- están realizados en estuco. En el interior
ción de una cal de muy alta calidad emplea- de los templos se encuentran desde pin-
da como cementante para la fabricación de turas murales, tableros tallados en piedra
morteros utilizados para la construcción de caliza y relieves de estuco (figura 7).
elementos estructurales, acabados (aplana- Es importante mencionar que tanto
dos) y ornamentos (relieves). en interiores como en exteriores existen
Otros materiales locales empleados en restos de policromía, ya que el color for-
la construcción fueron la madera para los maba siempre parte importante de los
dinteles, minerales para elaborar pigmen- elementos ornamentales, así como de los
tos y materiales de origen vegetal para paramentos sin decoración. Los edificios
obtener colorantes y aglutinantes usados presentaban en la época de su apogeo una
para ornamentar la arquitectura. Fueron apariencia muy diversa a la que tienen
pocos los materiales para construir estos hoy día, ya que estaban cubiertos total-
magníficos edificios y, sin embargo, utili- mente con color liso o con motivos.
zados con conocimiento y creatividad lo- La pintura mural fue utilizada como la
graron una riqueza plástica ilimitada. representación bidimensional de su cos-
movisión. Las características formales de
Elementos ornamentales, técnicas la pintura son: trazos libres y línea rápida
y materiales utilizados con degradaciones tonales para crear volú-
menes, texturas y expresividad en la capa
Los elementos ornamentales empleados pictórica. Se empleó una amplia paleta cro-
para enriquecer la arquitectura de Palenque mática en la cual destaca el blanco, negro,
fueron la pintura mural, el relieve en piedra amarillo, rojo y azul e incluso el verde, del
y el relieve en argamasa de cal y arena. Su que contamos con muy pocos ejemplos.
diseño, concepto y función estaba obvia- Al parecer, la pintura mural fue la pri-
mente relacionado con la cosmovisión de mera manifestación artística que se utilizó
sus constructores y habitantes al represen- para ornamentar los muros de los edificios,
tar datos significativos, acontecimientos ya que se puede ver que en algunos inmue-
políticos y de la vida religiosa, e incluso bles las pinturas fueron recubiertas poste-
sobrenaturales, que explican la vinculación riormente con estuco o tableros de piedra.
entre el universo donde habitan los hom- Esta evolución pudo deberse a un cambio
bres con el de los dioses. A través de ellos de gusto estético o bien, a la búsqueda de
se proclamaba la unidad de los gobernantes la tridimensionalidad con nuevas técnicas.
con las deidades, conmemorando hechos Durante la época prehispánica se orna-
importantes en la vida de las dinastías y sus mentaron tanto los muros interiores como
antecesores, además de incluir temas mito- exteriores de los edificios (figura 8).
lógicos, los cuales, de cierta forma, legitima- Un rasgo común de la pintura mural de
ban el poder de los gobernantes (Informe de este periodo es el uso de colores planos, sin
actividades, 2004: 120). embargo, gracias a la concentración o dilu-
El tipo de ornamento de templos y edi- ción del pigmento y al delineado de las figu-
ficios varía de acuerdo a la ubicación que ras podemos tener efectos de volumen. Otra
tienen dentro del mismo: en basamentos, característica de la pintura prehispánica es
escaleras y alfardas fueron principalmente la falta de perspectiva con punto de fuga.
relieves tallados en piedra, mientras que En algunos casos el tamaño de la figura es lo
los aplicados en pilares, frisos y cresterías que nos determina la lejanía de ella.
152
Palenque. Investigaciones recientes

No son muchos los restos de pintura


mural, pero un extraordinario ejemplo es la
fachada de la Casa E en el Palacio (figura 9),
en donde es posible apreciar la geometría y la
abstracción en la ornamentación, además se
destaca una influencia proveniente del Alti-
plano Central (Obregón Martínez, 1996: 47).
Este edificio, está ubicado en el sec-
tor sur-este de este conjunto y se cree
que es el más antiguo del mismo por sus
características arquitectónicas como son
los muros, más anchos que ejecutados en
etapas posteriores, frisos más cortos y
tendiendo a la verticalidad, cornisas con
pendientes pronunciadas, además de ser
el único edificio en la zona que original-
mente carece de crestería (Robertson,
Figura 8. Restos de pintura mural al interior de la Casa 1985: 7-10).
E (arriba) y al exterior (abajo) en la Casa B.
Fotografías de Haydeé Orea, 2014.

153
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

Figura 9. Pintura mural al exterior (izquierda) y al interior (derecha) de la Casa E.


Fotografía de Haydeé Orea, 2014

Por otro lado, el relieve en piedra pue- expresión bidimensional a una tridimen-
de verse como la antesala por el gusto a sional (Obregón Martínez, 1996: 48) en
la volumetría, ya que otorga a las compo- donde los artífices palencanos lograron
siciones un realismo especial (figura 10). una evolución de formas y estilos al in-
Los relieves de piedra y estuco sustituye- cluir las cualidades plásticas que otorga
ron a la pintura mural, transitando de una la luz y la sombra.

Figura 10. Relieve en piedra procedente del


Templo XIX. Museo de Sitio de Palenque.
Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

154
Palenque. Investigaciones recientes

Es importante denotar que el relieve mencionar el bajorrelieve de la escalinata


en piedra se encuentra en las construc- glífica y sus alfardas, en la fachada oeste
ciones más tempranas. Como ejemplo de de la Casa C de El Palacio (figura 11).
una obra con este tipo de factura se puede

Figura 11. Casa C del Palacio, decorada con relieves en piedra en las alfardas, y en las escalinatas. Fotografía de
Haydeé Orea, 2014

La manufactura de los relieves de des ornamentales de la gran ciudad de Pa-


argamasa de cal y arena lenque.
Fue durante el reinado de Pakal (fase
A través de las diversas temporadas de Otulum, 600-700 d. C.) que se llevaron a
trabajo que han desarrollado las áreas de cabo varias remodelaciones, sobre todo en
Restauración y Conservación del INAH2 el edificio conocido como El Palacio (Mar-
en la Zona Arqueológica de Palenque, se tínez Obregón, 1996: 59), en donde se eje-
han hecho observaciones detalladas sobre cutaron extraordinarios relieves en estuco
los materiales y técnicas de manufactura logrando un gran refinamiento formal y
empleados que revelan información sobre técnico (figura 12). Los realces quedaron
cómo los constructores resolvían tanto en plasmados en diversos elementos arquitec-
la técnica como en el diseño, las necesida- tónicos tales como los pilares y en los mu-
ros de las crujías internas. La elaboración
del relieve en estuco y el relieve en piedra
2
En este caso, durante las prácticas de campo del Semina-
rio Taller de Conservación de Pintura Mural de la Escuela permanece en el mandato de Kan Balam
Nacional de Conservación del INAH, (ENCRyM), y de las (Obregón Martínez, 1996: 58) tras la muer-
temporadas de conservación del sitio efectuadas por la
Sección de Conservación del Centro INAH Chiapas, así
te de su padre, expresando en ellos la jus-
como por la Coordinación Nacional de Conservación. tificación del poderío, haciéndolo heredero
155
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

legítimo de Pakal, potenciando el efecto de Autores como Littman, Morris y Landa


la “propaganda política”. hablan del uso de aditivos para la cal como
Los estucos palencanos por lo general algunas cortezas de árboles como el chucun
son altos relieves policromados que desta- (García y Valencia, 1997) que es un agave, el
can por una volumetría que fue aumentan- holol, ha´bin, cahctéabalak´ y ek (Magaloni, 2001).
do conforme fue existiendo un dominio de En Palenque se ha podido identificar la pre-
la técnica de manufactura. El arte destaca sencia de gomas o mucílagos que se mezcla-
sobre todo por su empleo en la ornamenta- ron con la cal (Ca(OH)2); lo que probable-
ción de pilares, frisos y muros con altorre- mente se hizo para retardar su secado y darle
lieves logrados a través de morteros mode- mayor plasticidad, también puede explicar la
lados o moldeados, (conocidos en México gran resistencia que han tenido los aplanados
como estucos), que involucran en su elabo- y relieves de argamasa al paso del tiempo.
ración una argamasa conformada principal- Por otra parte, resulta importante seña-
mente de un cementante, la cal, una carga y lar que los elementos ornamentales tuvie-
arenas calizas. ron que ser diseñados y programados antes
Las características geológicas de esta y durante la construcción de los edificios,
área cultural, rica en calizas, favorecieron ya que algunos relieves por su tamaño y
el uso de la cal, que se obtenía calcinando proyección fuera de muro requieren de más
las piedras calizas obteniendo así la cal viva. soporte, aspecto que se resolvió incluyendo
El material obtenido se mezclaba con agua en el muro lajas de piedra (almas) que so-
para formar la cal apagada y posteriormente bresalen del mismo con el fin de sobrellevar
se combinaba con las cargas o arenas para el peso del estuco de los relieves de mayor
revocar los muros. volumen o proyección sobre el muro.

Figura 12. Friso o extradós de Casa C (izquierda),


y detalle de la escultura en estuco que lo adornaba (derecha).
Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

De igual forma, se ha observado que el terías. La diferencia principal radica en que


trabajo de los relieves en estuco ubicados en estos últimos son de mayor tamaño debido
los pilares y en los espacios interiores de los a su ubicación dentro del edificio y a que la
templos es distinto al de los frisos y las cres- mayoría están modelados.
156
Palenque. Investigaciones recientes

En los relieves de cresterías y frisos, a tra- tales y pedazos de madera como lajas de roca
vés de la observación de los fragmentos de caliza. Las almas de piedra se cortaban y se
estuco que han aparecido en diferentes ex- anclaban o empotraban al muro para sopor-
ploraciones arqueológicas realizadas princi- tar el peso del estuco, los fragmentos de ma-
palmente en el Palacio, se ha encontrado que dera y fibras se empleaban para dar volumen
para dar volumen a los relieves ubicados en y muy probablemente para aligerar el peso
dichas áreas, se empleaban tanto fibras vege- del relieve (figura 13).

Figura 13. Anverso de una cabeza modelada en estuco donde se observa la impronta de la madera que ya ha
desaparecido, así como fragmentos pequeños de piedra incrustados que sirvieron para anclar el relieve a su
soporte.
Fotografía de Martha Tapia, 2014.

En estos casos, durante el proceso se Con el transcurso del tiempo los restos de
iba modelando el relieve incluyéndose madera y fibras se degradaron, quedando
dentro del mortero las fibras vegetales solamente los espacios vacíos que ocu-
y/o la madera para ir dando el volumen y paban y las improntas del material en el
la forma necesarios al relieve (figura 14). estuco.

Figura 14. Fragmentos de relieve que presentan improntas de fibras vegetales y madera en la parte posterior.
Fotografía de Paula García, 2015.

157
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

En el caso de los relieves elaborados en cer una presión que lo dañe. La utilización
pilares y crujías, el volumen se da con lajas de este tipo de almas es común en elemen-
de roca caliza tallada que se incluye en el tos ornamentales de tamaño reducido que
mortero; dichas lajas se conocen también sólo se anclan al edificio a través de ésta
con el nombre de “almas” (figura 15); éstas (figura 16).
proporcionan una estructura interna a ma-
nera de “esqueleto”, que posteriormente se
cubría para dar forma al relieve combinan-
do técnicas de moldeado y modelado.

Figura 16. Relieve modelado que se anclaba al


muro por medio de la piedra lisa o alma que se
empotraba en él.
Fotografía de Martha Tapia, 2014.

En la Casa B del Palacio se puede ob-


servar un esgrafiado que se hizo sobre el
aplanado del muro para delimitar la figu-
ra que se pretendía realizar. Siguiendo el
contorno se iniciaba la elaboración de los
volúmenes.
El modelado en fresco se hacía hasta
lograr completar la imagen para poste-
Figura 15. Inserción de rocas en el aplanado, o riormente llevar a cabo un pulimento de
“almas”, para dar los volúmenes de las figuras. la superficie. Merle Greene Robertson
Fotografía de Haydeé Orea, 2014. (1979: 149-171) establece que primero se
modelaba la figura de los personajes para
En los pilares de algunas casas del Pa- posteriormente ir colocándoles la vesti-
lacio, el alma fue colocada en forma verti- menta. La última etapa se realizaba me-
cal unida con la argamasa de cal y cargas, diante la técnica del pastillaje (figura 17),
como en la Casa C, en donde además po- que consiste en aplicar sobre el relieve del
demos observar un cambio en el gusto de- cuerpo, pequeños elementos de estuco a
corativo al sustituir la pintura mural por manera de collares, sandalias, muñeque-
elementos de estuco que siguen el mismo ras, taparrabos, etc., para posteriormente
patrón de aquélla. aplicar una lechada pigmentada; en otros
Existen además algunas almas que pre- casos el color da la impresión de haberse
sentan un desnivel en las orillas para poder aplicado después de terminar toda la obra
deslizarse al interior del material, sin ejer- (figura 18).

158
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 17. Elementos decorativos realizados en pastillaje (izquierda), y detalles como las tobilleras del calza-
do de un personaje de las pilastras de Casa D (derecha), aplicados en un segundo y tercer momento.
Fotografías de Martha Tapia, 2014 y Haydeé Orea, 2007.

Figura 18. Relieve de estuco en uno de los pilares de


Casa C que dan al patio oeste. En la imagen se puede
apreciar en el cinto y en las muñecas del personaje
como se van colocando estos elementos sobre el cuerpo.
Fotografía de Haydeé Orea.
Figura 19. Estuco al interior de Casa E. En las sec-
Los elementos superpuestos al cuer- ciones con pérdidas se aprecian las superficies lisas
po de los personajes tuvieron que ser “ad- sobre las que los relieves tuvieron que ser fijados con
heridos” a los mismos a través del uso de adhesivos.
pegamentos (figura 19), probablemente de Fotografía de Haydeé Orea, 2014.
origen vegetal, ya que cuando alguno se
desprende con el tiempo, se observa debajo Existe además otra variante para la ela-
una superficie tan pulimentada o bruñida boración de los estucos en la que claramente
que nos indica que no fue posible aplicarlos se puede observar el uso de moldes, este es el
cuando el aplanado estaba fresco3. caso de los medallones en la Casa A y en los

3
Durante los trabajos de conservación, la recolocación
de este tipo de fragmentos de estuco nos obliga a utili- que nos permite asegurar que los constructores palen-
zar adhesivos, ya que no es posible emplear mezclas de canos tuvieron que hacer lo mismo a la hora de adherir
cal-arena para ello porque quedarían fuera de plano, lo estos elementos superpuestos.

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Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

pilares en donde existen glifos (figura 20). Al- des y posteriormente eran unidos al soporte
gunos elementos se trabajaban en dichos mol- con el mismo mortero de cal y arena caliza.

Figura 20. Medallón de Casa A (izquierda) y glifos emblema de Casa D (derecha) donde se puede apreciar el
trabajo de moldeado.
Fotografías de Haydeé Orea, 2014.

Analizando los estucos del Palacio se cionamiento de los métodos y molido, la


puede ver claramente que hay una evolu- distribución de las cargas, la compactación
ción técnica en cuanto al uso de los ma- de la cal y en las proporciones de las pastas”
teriales (figura 21) “es decir, en el perfec- (Villegas y Vázquez, 1993).

Figura 21. Detalle de uno de los pilares


de Casa D.
Fotografía de Haydeé Orea, 2007.

160
Palenque. Investigaciones recientes

En el análisis que se ha realizado para com- anteriormente se dio un mejoramiento de las


prender la composición de los estucos se ha propiedades físicas y mecánicas del estuco,
podido observar que a medida que evolucionó de la misma manera que la disminución en la
la técnica existió una reducción en el tamaño contracción de la cal, problemática que tuvie-
de la arena o carga, y que su distribución en ron cuando aplanaron los muros de la Casa D
mortero fue más homogénea. Con lo indicado del Palacio (figura 22).

Figura 22. Agrietamiento en los aplanados de los pilares de la Casa D.


Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

En cuanto a la técnica pictórica emplea- puede ser ejecutado un mural, debido a que
da, existen muchas controversias, algunos es la técnica más utilizada en este tipo de
estudiosos hablan de la utilización de la manifestación plástica. Pero la técnica del
técnica al fresco mientras que otros asegu- fresco consiste en pintar sobre una superfi-
ran que se usó la técnica del temple. cie de cal húmeda con pigmentos que secan
Erróneamente se le ha denominado a al mismo tiempo que el enlucido del muro.
toda pintura mural “fresco”. Así se conoce Asimismo, se lleva a cabo una reacción quí-
a una de las técnicas pictóricas con las que mica que endurece y fija los colores.
161
Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

Otra de las técnicas pictóricas empleadas No es fácil la identificación química de


pudo ser el temple, que consiste básicamente estos aglutinantes ya que se han deteriorado
en mezclar los pigmentos con un aglutinan- a lo largo del tiempo, pero se ha podido llegar
te de origen vegetal (gomas o mucílagos). El a saber que se trata de polisacáridos, es decir,
aglutinante es el que fija el pigmento al muro azucares (Vázquez y Velázquez, 1996). Pro-
seco, aunque pudo darse el caso de que se apli- bablemente su utilización varió en la zona
cara a un muro húmedo, con lo que se pudo maya de región a región dependiendo de las
dar la combinación fresco-temple en la técnica. plantas y árboles presentes en cada sitio.

Figura 23. Dos rostros con restos de pintura mural. Pilastras del Palacio.
Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

La técnica del fresco o fresco seco pre- Todos aquellos templos y salas, y todas sus
senta una gama limitada de colores debido paredes que los cercaban, estaban muy bien
a que algunos pigmentos reaccionan con la encalados, blancos y bruñidos, que verlos
basicidad de la cal apagada dando como re- de cerca o lejos causaban gran contento
sultado el cambio de coloración. En razón mirarlos, los patios y suelos eran teñidos de
de lo anterior, los pigmentos que se utiliza- almagre bruñido e incorporado con la mis-
ron en la época prehispánica eran principal- ma cal, y tan limpios y lucidos estaban, que
mente extraídos de minerales, mismos que no parecía que manos de hombres lo hubie-
no se alteran cuando entran en contacto con sen hecho, ni que pies humanos los pisasen.
la cal. Dentro de ellos tenemos los óxidos (Torquemada, Cap. IX, 1976: 213)
para los colores rojos y ocres (figura 23).
Torquemada hablaba de los acabados bru- En las Relaciones histórico-geográficas de la
ñidos en tonalidades rojas que cubrían los edi- Gobernación de Yucatán, se menciona la pa-
ficios de la región donde habitaban los mayas: labra ch’oben para describir un pigmento de
162
Palenque. Investigaciones recientes

color rojo conocido como almagre o tierra manecen en los muros exteriores de los
colorada, cuya composición química es óxi- edificios del Palacio están constituidos por
do de hierro y que los mayas usaban para óxidos de hierro (Fe2O3), conocido como he-
pintar cerámica. matita o almagre, mezclados en cantidades
Los estudios químicos han mostrado menores con cinabrio (HgS), mezclados
que los restos de color rojo que aún per- con cal apagada (CaCO3) (figura 24).

Figura 24. Imagen de un corte transversal de la decoración de la torre del Palacio, se identifica en el estrato
1 el aplanado de carbonato de calcio, estrato 2 capa pictórica roja, estrato 3 enlucido de carbonato de calcio,
estrato 4 capa pictórica (arriba) y espectro de fluorescencia de rayos X tomado en la misma zona de la de-
coración, donde se identifican los elementos químicos hierro (Fe), mercurio (Hg) y calcio (Ca) presentes en
hematita, cinabrio y cal (abajo).
Fotografía de Javier Vázquez Negrete, 2013.

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Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

El almagre es un pigmento mineral que, Otro de los pigmentos de tonalidad


en términos generales, fue utilizado por rojiza usados en Palenque fue el mineral
muchas culturas prehispánicas, sin embar- conocido como cinabrio (HgS), sulfuro de
go existen al parecer algunos materiales co- mercurio, cuyo uso se asocia con los ritos
lorantes que no son de origen mineral, este funerarios y ha sido identificado en la de-
es el caso de un rojo (Hansen, Hansen y De- coración de portaincensarios, en la lápida
rrik, 1995: 18-22) obtenido de un colorante, y en el interior del sarcófago de Pakal (fi-
que ha sido identificado por Eric Hansen en gura 25).
unos estucos del área maya.

Figura 25. Análisis mediante fluorescencia de rayos X de la capa pictórica localizada en la sección sur de la
lápida de Pakal (arriba), espectro que indica la presencia de cinabrio (abajo).
Fotografía de Javier Vázquez Negrete.

164
Palenque. Investigaciones recientes

En 1994 Arnoldo González y su equipo obtenida de la calcinación de piedras cali-


de trabajo descubrieron una tumba real zas, los mayas la llamaban Ta’n.
en el interior del Templo XIII, la cual tam- En cuanto al uso del negro, Tozzer
bién muestra una abundante cantidad de (1907) establece que los lacandones obtie-
cinabrio: nen el negro de humo al raspar recipientes
cerámicos en los que queman copal. Pro-
Al igual que el exterior del sarcófago, el in- bablemente la técnica se usó en la época
terior se encontraba cubierto de cinabrio, prehispánica. En el Diccionario de elementos
aunque en cantidades mayores. Todas las pa- del maya yucateco colonial se describe la pala-
redes habían sido saturadas de este mineral, bra poc-mal como negro de tizne o negro de
lo mismo que el fondo. Donde fue depositada hollín; en la pintura occidental se le cono-
una capa de entre dos y cuatro centímetros ce como negro de humo y está compuesto
de espesor que le sirvió de lecho. Por otra de carbón.
parte, los restos óseos del personaje también El interior de todos los templos aún
se encontraban embadurnados por comple- conservan amplias secciones de la deco-
to de cinabrio, lo que inspiro el nombre de ración en color negro (figura 26), incluso
Reina Roja. (González Cruz, 2011: 139) observando con detenimiento se detectan
innumerables superposiciones de capas de
Para el caso del blanco también se uti- este color; las intervenciones nos mues-
lizó la cal tanto la obtenida de conchas, tran un plan de mantenimiento periódico.
(aragonita) que es una calcita mucho más El material usado fue negro de humo cons-
soluble en agua que la dolomita, como la tituido por partículas muy finas de carbón.

Figura 26. Decoración y superposiciones de color negro en el interior del Templo del Sol.
Fotografía de Javier Vázquez Negrete, 2014.

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Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

El pigmento de tono azul turquesa de- Sobre su obtención, algunos autores seña-
nominado azul maya, usado en Mesoamé- lan que es un pigmento que los mayas produ-
rica, es uno de los mayores logros artísti- jeron a partir de la fijación por medio del calor
cos, científicos y tecnológicos de la cultura de un colorante natural, el índigo o añil (ch’oh
maya, sus propiedades químicas y físicas en maya yucateco y xiuquilitl en náhuatl), en
generan un color excepcional debido a que una arcilla que puede ser paligorskita4 (za-
no se afecta por la luz, no sufre alteración clu’m) o sepiolita; aunque también existen
por la acción de ácidos, álcalis, sustancias otras tonalidades de azul obtenidas de pig-
oxidantes o reductoras y disolventes orgá- mentos naturales extraídos de yacimientos de
nicos (figura 27). los minerales de cobre, como la azurita.

Figura 27. Azul maya localizado en decoración de la Casa D.


Imagen tomada con microscopio digital a 50 aumentos.
Fotografía de Javier Vázquez Negrete.

Finalmente, respecto a la obtención del 2012, en el laboratorio de investigación


color amarillo, actualmente los indígenas de la ENCRYM se realiza la extracción y
lacandones utilizan un colorante toma- caracterización química de este colorante
do de la raíz del árbol llamado kanté para para compararlo con los resultados de los
hacer su cerámica. Probablemente dicho análisis de muestras de pintura mural de
colorante también fue usado en la época Palenque y Bonampak (figura 28).
prehispánica en la zona maya para pintar,
y asimismo se fijaba a una arcilla como el
azul maya (Magaloni, 1998: 72). Desde el 4
Attapulgita.

166
Palenque. Investigaciones recientes

Figura 28. Raíz del kanté (arriba) y obtención del pigmento amarillo (abajo).
Foto de Javier Vázquez Negrete, 2012.

Los análisis realizados a la pintura mu- ocre, obtenido del mineral limonita y que
ral de la Casa E mostraron la presencia de químicamente es un oxihidróxido de hierro
otro pigmento amarillo, el conocido como (III) de fórmula FeO(OH) (figura 29).

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Martha Isabel Tapia, Martha Lameda,
Haydeé Orea, Paula García, Marlene Sámano, Javier Vásquez

Figura 29. Amarillo localizado en la pintura mural de los exteriores de la Casa E. Imagen tomada con micros-
copio digital a 50 aumentos. Fotografía de Javier Vázquez N. (arriba). Restos de pintura mural con amarillo,
rojo y azul al interior de Casa E (abajo).
Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

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Palenque. Investigaciones recientes

Figura 30. Pilar con relieves en argamasa o estuco procedente del Templo XIX, en el que aún se aprecian
grandes zonas que conservaron su policromía gracias a que estuvieron enterrados, a diferencia de los que per-
manecieron expuestos a la intemperie en el Palacio y que nos da una idea más certera de cómo pudo haberse
apreciado el color de estos elementos en la época prehispánica.
Fotografía de Haydeé Orea, 2014.

Lo arriba expuesto, nos permite reco- brevivir hasta nuestros días después de casi
nocer que los arquitectos y artesanos de la mil setecientos cincuenta años desde que
antigua ciudad de Palenque fueron desarro- fueron elaborados, algo que no puede decirse
llando técnicas y materiales de manufactura de casi ninguno de los materiales manufac-
acorde a las condiciones en las que ubicarían turados por el hombre moderno para la ar-
los relieves, logrando con ello una especiali- quitectura actual (figura 30).
zación en el trabajo ornamental de extraor- A manera de cierre, podemos afirmar
dinaria calidad. Lo anterior les permitió so- que la calidad constructiva de la arqui-
169
tectura maya en Palenque es reflejo de un Bonampak, Vol. II. México: UNAM / IIE, pp. 49-80.
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tórica y color en las pinturas de Bonampak”, en La croestructurales y de composición química, México:
pintura mural prehispánica en México. Área Maya ENCRyM-UAG. Texto inédito
Rectoría
Ing. Roberto Domínguez Castellanos
Rector

Dr. José Rodolfo Calvo Fonseca


Secretario General

Dr. Ernesto Velázquez Velázquez


Secretario Académico

Lic. Adolfo Guerra Talayero


Abogado General

Mtro. Rafael de Jesús Araujo González


Director de la Facultad de Humanidades
Palenque
Investigaciones recientes

Se terminó de imprimir durante el mes de noviembre de 2015


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López Hernández y la corrección de Luciano Villarreal
Rodas. El cuidado de la edición fue supervisada por la Oficina
Editorial de la Unicach, durante el rectorado del Ing. Roberto
Domínguez Castellanos.

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