You are on page 1of 1

Ana

3:15 pm y Ana no llega, es su primera sesión terapéutica y un par de días antes me marca para
solicitar mis servicios. Vía telefónica acordamos para el miércoles a las 3:00 pm. 3:20 y aun no
llega, así que decido subir a la azotea del consultorio para arreglar una avería en el suministro del
agua, regularmente cierro la puerta cuando subo a reparar algo a la azotea pero este día pienso
que no es necesario. De pronto escucho de entre las escaleras la voz de mi madre que me dice,
que han llegado algunas personas, que baje pronto a atenderlas. Por fortuna he terminado de
reparar la tubería, así que bajo, entro por el pasillo y observo la sala de espera vacía, me dirijo al
consultorio y abro la puerta, para mi sorpresa, sentadas sobre el sillón está Ana y cuatro o cinco
personas más que sospecho son sus familiares, todos vestidos de un negro que contrasta
fuertemente con el rojo del diván. Más que sorprendido lo que veo me paraliza, un par de ellos
fuma mientras los demás ríen a carcajadas gritan y se insultan. Por sus vestimentas negras y
anticuadas tipo rococó juraría que se trata de un recuadro de la época porfirista. Pregunto
entonces por Ana y en breve una adolecente de entre 16 -17 años se para justo frente a mí y me
dice “soy yo” “vengo a tomar mi terapia” entonces yo le recuerdo que su terapia era a las tres, que
son ya poco más de las seis de la tarde, pero que podemos aprovechar unos quince minutos antes
de que llegue el próximo paciente agendado para las 6:30. Sin embargo en lugar de quedarme allí
con ella como lo haría en cualquier otro momento, salimos -incluida su familia- a caminar por una
vereda en el bosque detrás del consultorio, mientras avanzamos les explico que habrá una
conferencia de Xavier Serrano –director de la Esther y maestro mío- y un chico, que supongo es su
hermano, me interrumpe para pagarme la consulta, segundos después Ana me pregunta que a
qué hora iniciamos su terapia, yo le respondo que ya hemos terminamos, que su sesión fue a las
tres y le digo además que la veo la semana próxima en el mismo horario. Ella se enoja, tuerce la
boca, hace algunos ademanes con la mano y me mira con ojos retadores. Yo me retiro allí y en el
acto se acerca Jesús -un viejo amigo y colega- me abraza en un acto de camadería y me dice, casi
susurrando que le dé una oportunidad, que es su primera sesión y no le he explicado las reglas del
juego, entonces yo le explico que es la mejor forma de explicárselo y de paso vencer sus
resistencias. A lo lejos veo como Ana y los suyos cruzan la avenida y se pierden entre las calles y
los carros que pasan.

You might also like