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Laura López Grillo

Pontificia Universidad Javeriana


23 de febrero de 2018
Música, Mujeres y Género

THE CLOISTERED MUSICIANS IN THE MIDDLE AGES


“Ful weel soong the service dyvyne”

Anne Bagnall Yardley nació en Seattle, Washington, en 1950; es licenciada con


especialización en música, la mayoría de sus trabajos fueron dedicados al estudio de la
música en la iglesia en una variedad de contextos, pero con focalización especial en la liturgia
y sus aspectos sociológicos y sus problemas de género. Aparte, se reconoce abiertamente
como cristiana, episcopal y cantante de coro.
En su texto la autora empieza con una reflexión, <<las mujeres debían guardar silencio en las
iglesias>>, según los textos académicos, las mujeres no podían acompañar las voces
masculinas en los cantos religiosos, reflexión que se da… debido a que las mujeres no eran
un agente externo a las iglesias, eras actores activos en la liturgia, actividad principal y central
de las actividades comunitarias en la época medieval.
Es entonces necesario mostrar como funcionaban las cotidianidades y actividades propias de
la época, primero, existían dos tipos de instituciones religiosas, los monasterios y los
conventos de monjas, instituciones que si bien eran diferentes en cuanto una es para
hombres y otra para mujeres, respectivamente, se tenía una estructura y organización igual.
Las actividades musicales, las prácticas litúrgicas y su manera de funcionar eran exactamente
igual, ambas inmersas y dedicadas a la devoción de Dios y a adquirir fuertes habilidades
musicales e intelectuales.
La autora evidencia entonces, uno de los problemas estructurales que había, en cuanto a
que había una exigencia igual para ambos géneros, pero para las monjas había un trato
diferente ya que en vez de enseñarles y exigirles a leer en Latín, se les traducían los escritos
para que pudieran entender a profundidad.
Surge entonces el maso de Hroswitha, una monja que cambia la imagen de lo que significaba
ser mujer en el contexto religioso. Esta mujer tenía talentos y conocimientos excepcionales
que la igualaban a sus semejantes masculinos.
Para entender la importancia de esta monja la autora muestra en un segundo intento como
funcionaban estos institutos y las normas que había para poder contar con una correcta
devoción; la actitud y la humildad eran aspectos claves para poder cantar apropiadamente,
características que eran mas importantes y valoradas que las habilidades de canto. Estas
habilidades eran tomadas en cuenta al momento de tener los repertorios, donde sin
importar el género, monjas y monjes eran organizados, de manera conjunta para ejecutar
un solo espectáculo.
Hasta el siglo quinto, se mantenían entonces estas tradiciones no excluyentes, pero para el
comienzo de este se empezaron a realizar ceremonias de reconocimiento público del voto
virginal y de la bendición del velo y sus otras ropas. Surge entonces la primera tradición
excluyente solo para las mujeres, o monjas de la época.
La autora evidencia como tras este evento se desencadenaron otros que conllevaban a la
desmeritación de las monjas, donde eran juzgadas constantemente por no tener una
devoción apropiada, evidenciado en sus errores al cantar.
Se compara entonces está supuesta falta de devoción, que en realidad era mas una falta de
técnica, o una mera equivocación con textos que se encuentran luego donde había evidencia
que cantaban monjas, pero que de manera implícita o explicita no era tan evidente en los
registros históricos.
La autora continúa comparando esta característica, que estaba presente en los mandatos de
los obispos de la época, como Jhon Longland, obispo de Lincoln y lo contrapone contra la
monja ya mencionada Hildegard, la cual fue resaltada como una mujer inteligente, fuerte y
con un fervor religioso. Esta monja fue comparada con uno de los grandes hombres Dronke,
el cual destacaba lo poéticas, flexibles y rigurosas que eran sus composiciones.
Comparación que continua con una reflexión en la cual se pregunta porque no hay mas
registros de las grandes composiciones que hacían las monjas, si todas y cada una de ellas
recibía esta educación musical y dedicaba su vida a ella.
Considero que el texto contribuye mucho a pensarse de donde vienen realmente las
discriminaciones de genero dentro del ámbito religioso, ya que la autora muestra una
postura diferente a lo que se conoce de la religión católica occidental, muestra que en la
época medieval, se manejaban pensamientos, costumbres y relaciones interpersonales
diferentes, adaptadas si, a una concepción religiosa… pero en la cual no había, al menos en
un principio una distinción clara de si uno de los géneros era mejor que el otro, si manejaban
roles diferentes, pero siempre desde una posición horizontal.
Por lo que la autora plantea un contexto y una base de conocimiento válida para cuestionarse
realmente como son y de donde vienen esos roles de género estrictos y rígidos de la religión
occidental.

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