Anne Bagnall Yardley nació en Seattle, Washington, en 1950; es licenciada con
especialización en música, la mayoría de sus trabajos fueron dedicados al estudio de la música en la iglesia en una variedad de contextos, pero con focalización especial en la liturgia y sus aspectos sociológicos y sus problemas de género. Aparte, se reconoce abiertamente como cristiana, episcopal y cantante de coro. En su texto la autora empieza con una reflexión, <<las mujeres debían guardar silencio en las iglesias>>, según los textos académicos, las mujeres no podían acompañar las voces masculinas en los cantos religiosos, reflexión que se da… debido a que las mujeres no eran un agente externo a las iglesias, eras actores activos en la liturgia, actividad principal y central de las actividades comunitarias en la época medieval. Es entonces necesario mostrar como funcionaban las cotidianidades y actividades propias de la época, primero, existían dos tipos de instituciones religiosas, los monasterios y los conventos de monjas, instituciones que si bien eran diferentes en cuanto una es para hombres y otra para mujeres, respectivamente, se tenía una estructura y organización igual. Las actividades musicales, las prácticas litúrgicas y su manera de funcionar eran exactamente igual, ambas inmersas y dedicadas a la devoción de Dios y a adquirir fuertes habilidades musicales e intelectuales. La autora evidencia entonces, uno de los problemas estructurales que había, en cuanto a que había una exigencia igual para ambos géneros, pero para las monjas había un trato diferente ya que en vez de enseñarles y exigirles a leer en Latín, se les traducían los escritos para que pudieran entender a profundidad. Surge entonces el maso de Hroswitha, una monja que cambia la imagen de lo que significaba ser mujer en el contexto religioso. Esta mujer tenía talentos y conocimientos excepcionales que la igualaban a sus semejantes masculinos. Para entender la importancia de esta monja la autora muestra en un segundo intento como funcionaban estos institutos y las normas que había para poder contar con una correcta devoción; la actitud y la humildad eran aspectos claves para poder cantar apropiadamente, características que eran mas importantes y valoradas que las habilidades de canto. Estas habilidades eran tomadas en cuenta al momento de tener los repertorios, donde sin importar el género, monjas y monjes eran organizados, de manera conjunta para ejecutar un solo espectáculo. Hasta el siglo quinto, se mantenían entonces estas tradiciones no excluyentes, pero para el comienzo de este se empezaron a realizar ceremonias de reconocimiento público del voto virginal y de la bendición del velo y sus otras ropas. Surge entonces la primera tradición excluyente solo para las mujeres, o monjas de la época. La autora evidencia como tras este evento se desencadenaron otros que conllevaban a la desmeritación de las monjas, donde eran juzgadas constantemente por no tener una devoción apropiada, evidenciado en sus errores al cantar. Se compara entonces está supuesta falta de devoción, que en realidad era mas una falta de técnica, o una mera equivocación con textos que se encuentran luego donde había evidencia que cantaban monjas, pero que de manera implícita o explicita no era tan evidente en los registros históricos. La autora continúa comparando esta característica, que estaba presente en los mandatos de los obispos de la época, como Jhon Longland, obispo de Lincoln y lo contrapone contra la monja ya mencionada Hildegard, la cual fue resaltada como una mujer inteligente, fuerte y con un fervor religioso. Esta monja fue comparada con uno de los grandes hombres Dronke, el cual destacaba lo poéticas, flexibles y rigurosas que eran sus composiciones. Comparación que continua con una reflexión en la cual se pregunta porque no hay mas registros de las grandes composiciones que hacían las monjas, si todas y cada una de ellas recibía esta educación musical y dedicaba su vida a ella. Considero que el texto contribuye mucho a pensarse de donde vienen realmente las discriminaciones de genero dentro del ámbito religioso, ya que la autora muestra una postura diferente a lo que se conoce de la religión católica occidental, muestra que en la época medieval, se manejaban pensamientos, costumbres y relaciones interpersonales diferentes, adaptadas si, a una concepción religiosa… pero en la cual no había, al menos en un principio una distinción clara de si uno de los géneros era mejor que el otro, si manejaban roles diferentes, pero siempre desde una posición horizontal. Por lo que la autora plantea un contexto y una base de conocimiento válida para cuestionarse realmente como son y de donde vienen esos roles de género estrictos y rígidos de la religión occidental.
Identidad jesuita entre dos mundos: Juan Sebastián de la Parra (Daroca 1546-Lima 1622) su vida escrita por Francisco de Figueroa (Sevilla 1592-Lima 1639)