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Guía de lugares increíbles que ver en un

viaje a Santo Tomé y Príncipe


Por Jose Miguel Redondo

Entre palmeras, baobabs y otros árboles inmensos haciéndole cosquillas al cielo se


entremezclan las nubes de un pedacito verde y florido que permanece varado en el Golfo de
Guinea. Su nombre, Santo Tomé y Príncipe, un paraíso insular de cacao, vainilla y
café donde antes hubiera territorio portugués y que vuela libre desde el año 1975. Un país
tan insólito que cuesta ubicar en el mapa y del que muy pocos han hablado. De hecho
suele aparecer en las listas de los lugares menos visitados del planeta. Una hermosa y
apreciada rareza que guarda entre sus dones el haber salvaguardado sus parajes
naturales de los millones de pisadas del turismo masivo y, por tanto, ser capaz de regalar al
visitante la oportunidad de volver a sorprenderse.

Durante mi último viaje he recopilado una buena cantidad de lugares maravillosos e


increíbles que ver en Santo Tomé y Príncipe. Auténticos alardes de naturaleza virgen, de
experiencias culturales y, sobre todo, humanas. Porque este paraíso no sólo lo es de selvas
primarias o playas de postal, sino también de esa gente amable que forma parte de tu
recorrido. Pocas maneras más gratificantes se me ocurren de llamar a la puerta de África.

Santo Tomé y Príncipe, una colección de lugares


fantásticos
Cuando viajo a China tengo anotadas muchas de las maravillas que me esperan. Se llame
gran muralla, el Buda gigante de Leshan, los guerreros de Xi’An, la panorámica urbana y
futurista de Shanghai desde el Bund o el centro de cría de los osos panda de Chengdú.
Con India me vienen a la cabeza el Taj Mahal y los lugares que nos contó Rudyard Kipling
en El Libro de la Selva y donde todavía se pueden ver tigres en libertad. Lo mismo con
Francia y la Torre Eiffel, Grecia y sus ruinas milenarias, Egipto y sus pirámides y un largo
etcétera. Es decir, es raro no partir con referencias de un país que vas a visitar. En el caso
de Santo Tomé y Príncipe os aseguro que tuve que buscar, y de lo lindo, para saber algunos
lugares por los que había pasar sí o sí.

La ruta-prospección con Pangea era un reto para todos los miembros de la expedición y,
aunque partimos con los deberes hechos, no teníamos apenas idea de lo que podía
depararnos el destino. Era como viajar a un mapa en blanco que ir coloreando a base de
recomendaciones y encontronazos no previstos. Pero estaba tan ilusionado por ser uno de
los primeros bloggers que formaran parte de una prospección en la que definir posibles
rutas para la agencia en un rincón del mundo tan insólito, con una clara apuesta por el
turismo sostenible y ecológico, que me pasé varias noches soñando con rincones que sólo
existir en mi cabeza. Aunque, en este caso, la realidad fue mucho mejor incluso que la
imaginación (algo que ya recalqué en el artículo, Santo Tomé y Príncipe, viaje al último
paraíso).
¿DÓNDE ESTÁ SANTO TOMÉ Y PRÍNCIPE? Este país insular que formó parte de
Portugal durante cinco siglos se encuentra en el Golfo de Guinea. La isla grande, Santo
Tomé, queda frente a las costas de Gabón (a 250 km aprox), mientras que Príncipe se sitúa
frente a las costas de Guinea Ecuatorial.
Por esta razón me gustaría plasmar a continuación todos esos lugares fantásticos y 100%
recomendables que formaron parte del viaje a Santo Tomé y Príncipe y así poder
ayudar a quienes no conocen las islas a hacerse una composición de escenarios que
convendría no perderse. Referencias, al fin y al cabo, de lo que un país tan desconocido
puede ofrecer a sus futuros visitantes. Empezando por la isla grande de Santo Tomé (donde
incluyo también Ilhéu das Rolas) y terminando por Príncipe. Y siempre teniendo en cuenta
los lugares visitados en este viaje, ya que muchos otros, como es normal, quedaron atrás
para futuras ocasiones. ¿Preparados? ¡Allá vamos!

¿Qué ver en Santo Tomé? Algunos rincones


imprescindibles
SÃO TOMÉ CAPITAL

El mercado municipal de Santo Tomé

La capital del país toma el nombre de la isla principal, Santo Tomé (en portugués São
Tomé). Es el punto de partida de los viajeros que llegan en avión (desde Europa con TAP o
con São Tomé Airways partiendo desde Lisboa) y por donde se pasa obligatoriamente en
distintas ocasiones. Si bien la ciudad no es un desecho de virtudes y carece por completo de
rasgos monumentales, tiene bastante animación puesto que allí se concentran saotomeses
venidos de todas partes de la isla.
Si tuviera que recomendar un solo lugar de la ciudad de Santo Tomé ese sería el mercado
municipal y sus alrededores. El área donde se van a juntar Avenida Conceição y Avenida
da Independencia se llena de hombres y mujeres que venden los colores de la isla a través
de frutas, verduras, hortalizas, especias, pescado fresco (desde barracudas a peces
voladores) y así como carnes. Y toda clase de utensilios y materiales que nos podamos
imaginar.
Sin duda el mercado municipal es el lugar más fotogénico y pintoresco de la capital. Tanto
por dentro como por fuera en las calles aledañas. Eso sí, no conviene olvidar pedir permiso
en el caso de querer tomar fotografías de gente, puesto que no son tan proclives al retrato
como en las aldeas de las islas. Un buen consejo es subir las escaleras hasta el piso superior
del edificio del mercado y poder contemplar el ajetreo de un día cualquiera de Santo Tomé.
Con sus puestos, sus taxis amarillos y la humedad concentrada en los tejados.
¿Pero no hay monumentos en la ciudad de Santo Tomé?

Por supuesto que existen rincones interesantes reflejo de una historia de colonización y
supervivencia. La Santa Sé o Catedral dedicada a Nossa Senhora da Graça, frente al palacio
presidencial, es probablemente uno de los edificios catedralicios más antiguos del África
subsahariana (aprox 1576). A pesar de haber sufrido incesantes remodelaciones que le
hacen no parecerse un ápice a la original, tiene en su interior interesantes muestras en
azulejo portugués que nos trasladan a un periodo que duró nada menos que cinco siglos.
Alrededor de la catedral, así como en la Avenida Marginal 12 julho (el malecón)
sobreviven desgastados varios edificios de la época colonial (muchos del siglo XIX y
principios del XX). Mucho más antiguo, eso sí es el Forte de São Sebastião, la primera
fortaleza destinada a la defensa del que fuera enclave portugués (de 1575) que ahora sirve
como sede del humilde Museu Nacional de São Tomé e Príncipe donde se exponen algunos
vestigios históricos del país.
RUMBO AL INTERIOR

El distrito Mé Zóchi (con Trindade como ciudad principal) es la única parte poblada que se
aproxima más al corazón de la isla. Hablamos del interior, rozando con la yema de los
dedos (e incluso tocándolo) el Parque Natural Ôbo (ocupa un 30% de la superficie de Santo
Tomé y en torno a un 50% de Príncipe, que comparten esta reserva de la biosfera
protegida). Por su situación en altura concentra buena parte de las antiguas plantaciones
coloniales (llamadas roças) y es una de las puertas más accesibles al Ôbo. Ideal para hacer
trekking (de aquí, por ejemplo, parte el sendero para subir a la cima del Pico São Tomé, el
más alto del país con 2024 m. de altura, aunque hay otras rutas más asequibles), bañarse en
cascadas y visitar las antiguas haciendas de cacao o café, muchas de las cuales aún siguen
funcionando aunque sin las connotaciones de la época colonial.
Roça Monte Café

Esta zona de la isla tiene un buen número de roças o plantaciones en un buen estado de
conservación, aunque quizás destaque entre todas la Roça Monte Café. Está situada a 3 km
de Batepá y 6 km de Trindade por carretera asfaltada. Y se trata de una de las más antiguas
haciendas coloniales que ver en Santo Tomé y Príncipe. Fue fundada en 1858 por Manuel
da Costa Pedreira, un empresario relacionado con prácticas esclavistas en Angola, Santo
Tomé y Príncipe así como Brasil. Aprovechando la altura de los terrenos, con distintas
cotas pero buena parte a 670 metros, convirtió a esta roça en uno de los mayores puntos de
producción de café en esta parte del mundo. Aunque también contó con plantaciones de
cacao, del que cabe destacar que Santo Tomé y Príncipe fue primer exportador mundial a
finales del siglo XIX y principios del XX.
Hoy día se produce café y cacao a pequeña escala y la comunidad saotomense está
completamente involucrada en el proyecto. Ya muy lejos de los tiempos en que a los
trabajadores se les explotaba y se les hacinaba en barracones separados de los blancos (el
tal da Costa Pedreira trajo además a gente venida de Macao a trabajar) y en que las roças
eran auténticos reinos de taifas donde el dueño no sólo lo era del terreno.
Además de poder visitar los edificios históricos de esta roça hay habilitado un pequeño
museo del café donde conocer más sobre este producto y la historia de esta finca.

UN RESTAURANTE LOCAL PARA RECOMENDAR: Alei Coffee Shop es un


pequeño restaurante de madera en el corazón de la Roça de Monte Café en el que se sirve
una comida excelente basada en productos locales sin perder de vista a la innovación en
cocina. ¡Su ceviche es una delicia! Y justo en el edificio anexo, para quien lo desee,
explican cómo hacen café/cacao, que además tiene venta al público.
Otras roças interesantes para visitar en la zona son Nova Moca (a 3 km por carretera no
asfaltada camino de la cascada de São Nicolau) así como Roça Saudade, donde vivió sus
primeros años el polifacético y artista modernista luso Almada Negreiros (1893-1970).

Cascada de São Nicolau

Si bien el distrito está lleno de cascadas y saltos de agua entre la maleza, muchas de las
cuales permiten el baño, una opción interesante si además se va a combinar con la roça de
Monte Café o Nova Moca es acurdir a São Nicolau. Para llegar a ella hay que olvidarse de
la carretera asfaltada y tomar una pista que suele permanecer embarrada todo el año (con un
utilitario con la suspensión baja mejor no atreverse e ir caminando). Sus 30 metros de caída
conforman la que para muchos es “la mejor ducha al aire libre” del país. Dispone además
de unos cómodos escalones para bajar hasta ella y darse un chapuzón.
Otras cascadas que merecen la pena en la zona son Bombaim, Cascata Milagrosa o Cascata
Formosa, aunque esta última requiere un trekking de cerca de dos horas desde la propia
Bombaim. Probablemente la más fotogénica y accesible es la ya mencionada São Nicolau.

Desde la cascada de São Nicolau si se sube por la carretera (si se desea dejar el coche abajo
e ir a pie no lleva más de 15 minutos) se encuentran las ruinas de una antigua plantación
donde todavía vive gente. No hay nada en particular pero digamos que es un lugar con alma
al que no suele llegar nadie y donde es posible charlar amigablemente con los locales, que
salgan los niños a jugar al fútbol contigo o tomar unas fotos fantásticas en un entorno
semiabandonado (y extremadamente fotogénico).
Lagoa Amélia (trekking al interior del Ôbo)

En Bom Sucesso, casi cuando no queda más carretera que tomar, hay un curioso jardín
botánico con múltiples especies de plantas y árboles. Desde aquí parten senderos de
trekking que se internan en el Parque Nacional Ôbo y se dirigen, por ejemplo, al Pico
de São Tomé (hay que echarle un par de días mínimo entre ida y vuelta). Por supuesto,
requiere guía. Pero como casi cualquier ruta que hagamos. Una que no es demasiado
exigente es la del Lagoa Amélia, que lleva en torno a un par de horas (más para quienes nos
vamos parando todo el tiempo a tomar fotos…o aire) y que entra de lleno en la selva
primaria del Ôbo, de una frondosidad apabullante.
Tras dejar atrás toda clase de especies vegetales endémicas, árboles del Jurásico y un tramo
interesantísimo donde el bosque se vuelve de bambú, se llega a un antiguo cráter volcánico
que un día contó con una laguna pero que ahora está seca. Aunque nadie se engañe, es
peligroso internarse en él porque además de juncos y hierba, hay muchas partes donde las
arenas son movedizas. Por eso, entre otras cosas, conviene ir con guía desde Bom Sucesso.
El nuestro nos mostró cómo podía hundir en el terreno sin dificultad una rama gruesa de
más de diez metros. Y además viene al pelo la historia de una muchacha llamada Amélia y
que desapareció tras entrar al cráter. Desde entonces el nombre de este lugar lleva su
nombre.
RUTA DEL ESTE

Desde la capital São Tomé hasta Punta da Baleia, el muelle desde el que salen los barcos a
la isla de Rolas, hay un poco menos de 70 kilómetros. Y éstos se pueden hacer en apenas un
par de horas. Pero sólo quien no mira por la ventana y es frío como un témpano de hielo.
¡Porque resulta imposible! Esta ruta por carretera (en su mayor parte en perfecto estado)
constituye uno de los itinerarios más interesantes y fotogénicos de la isla de Santo Tomé.
Acantilados, playas que dejan la boca abierta, roças, aldeas pintorescas, más cascadas y las
mejores panorámicas de Su Majestad el Cão Grande, una chimenea volcánica de 663
metros de altitud que nos lleva directamente al planeta de Avatar. Son muchos los lugares
increíbles que recomendaría ver en esta parte de Santo Tomé. Pero si tuviera que escoger
algunos de los que tuve la suerte de conocer me quedaría con estos (en sentido norte-sur):

Boca do inferno

A 10 km de la localidad de Santana, muy poco después de Praia Izé, se halla un lugar que si
estuviera en otro país sería el súmmum. ¿A quién no le suena la Calzada del
gigante en Irlanda del Norte? Pues en Santo Tomé y Príncipe pueden presumir de la suya,
aunque en versión tropical. El origen es el mismo, el de la lava enfriada rápidamente en el
agua creando columnas de basalto de forma hexagonal. Pero el escenario es completamente
diferente. En vez de colinas casi esteparias y una niebla casi perenne le acompañan las
palmeras propias de un país tropical.

Para más inri esta catedral de basalto cuenta con un corredor rocoso por el que se mete el
agua convirtiendo el oleaje en una auténtica estampida de espuma de mar que termina
explotando en un agujero. A veces la fuerza del agua es tal que se recomiendan todas las
precauciones posibles y observarlo con cierta distancia por pura seguridad. No hay ni
señales ni vigilante y ya ha habido más de un susto por confiarse estando el mar muy fuerte.
Es muy bello de ver (en las últimas horas de la tarde más aún) pero extremando todas las
precauciones.
Praia Micondó

Una de las PLAYAS con mayúsculas de la isla se encuentra a mitad de camino de Ribeira
Afonso y São João dos Angolares (aprox 9 km). Tan sólo hay que dejar el coche y tomar
una breve bajada desde la carretera por un camino que no lleva ni 5 minutos. Arena fina,
aguas transparentes. Hay muchas playas en Santo Tomé pero esta es una de las más bonitas
y fácilmente accesibles.
En el tramo por carretera entre Micondó y São João dos Angolares se encuentran las
mejores panorámicas para fotografiar el Pico Maria Fernandes, otro tapón volcánico
característico de la isla de Santo Tomé que se formó de la misma manera que el Cão
Grande y el Cão Pequeño, aunque de un grosor considerable y cubierto en su mayor parte
por la vegetación.
Roça São João

En Santo Tomé y Príncipe se han juntado muy buenas ideas para mantener la esencia de las
islas, por lo que son no pocas las propuestas de ecoturismo. Con vistas a la Bahía de Santa
Cruz y a la villa de São João dos Angolares se encuentra uno de los mejores ejemplos. A
Roça São João sólo le queda en su arquitectura y en sus flores la muestra tangible de una
vieja plantación colonial. Y es que se ha sometido a una reconversión tal que ahora no sólo
ofrece hospedaje en su edificio principal sino además un restaurante con vistas y cocina de
autor (con menús a 20€ que constan de infinidad de platos basados en la creatividad con
productos saotomenses).
Esta roça en altura (lo que permite darle tregua al calor) también es un centro de reunión y
exposición de artistas locales (y también de habla portuguesa). Cuenta con un pequeño
museo abierto al público y múltiples detalles expuestos en el jardín que demuestra que la
tradición no está reñida con expresiones artísticas modernas.
En Roça São João es posible contratar clases de cocina, asistir a showcookings así como
contratar diversas opciones de senderismo (muchos enfocados al avistamiento de pájaros y
especies endémicas de la isla). Su situación estratégica lo convierte en ideal para explorar la
zona este de la isla de Santo Tomé (pudiendo también hacer el sur en el día).
Cascada de Praia Pesqueira

A 10 km exactos al sur de São João dos Angolares la carretera permite tomar un pequeño
desvío hacia una aldea con casas de madera apostadas de forma paralela. Estamos en el área
de Ribeira Peixe, concretamente en lo que se conoce como Praia Pesqueira. Un lugar del
que supimos no por una guía o una recomendación, sino por una fotografía descolorida que
encontramos en un hotel de São Tomé de una original cascada de paredes de basalto.
Investigamos al respecto y cuando supimos dónde se encontraba no dudamos en colarla
como fuera en el itinerario final (en este caso para cuando subiéramos de la Isla de Rolas).
Y la realidad nos dio completamente la razón.
La cascada en sí es una preciosidad, pero el paisaje no es, en este caso, el único
protagonista. Nos vimos con los pies prácticamente metidos en el río mientras unos
pescaban, otros bajaban a fregar los platos y un montón de niños se tiraban al agua de todas
las formas posibles al agua. Aquellos minutos en Praia Pesqueira, en esa cascada a la que le
faltaban unos metros para desembocar en el océano, fueron la metáfora perfecta que explicó
y redondeó nuestro gran viaje a Santo Tomé y Príncipe.

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