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¿QUÉ NOS ENSEÑA LA NATURALEZA?

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MEDIO AMBIENTE102

A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la


intensificación de ritmos de vida y de trabajo… los objetivos de ese cambio veloz y constante no
necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral. El
cambio es algo deseable, pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo
y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad[1].

Nuestra relación con la naturaleza ofrece la posibilidad permanente de aprender y desaprender. Y


este ejercicio es cada vez más importante porque, por diferentes razones, hemos llevado a que en
él se juegue nuestra supervivencia. El juego, a pesar de tal extremo al que lo hemos llevado,
realmente es sencillo. Los indígenas y las comunidades campesinas lo conocen y lo han integrado a
su cotidianidad. En el contexto urbano en cambio, que es la realidad creciente de un número cada
vez mayor de seres humanos, no lo hemos integrado y tampoco le damos el valor que
corresponde. Ese conocimiento consiste en observar y leer la naturaleza para saber qué debemos
aprender o qué aprendizajes debemos transformar.

¿Y qué nos dice la naturaleza?

· Que somos muy frágiles.Eso lo palpamos con total claridad cuando ocurren desastres:
avalanchas, terremotos, tsunamis y otros fenómenos naturales, cuya contundencia sólo da pie
para constatar cuán desprotegidos estamos no sólo por la falta de medidas de precaución sino
porque aún con ellas, no existen garantías de que saldremos bien librados de situaciones como
éstas. Recordemos que sólo con un movimiento telúrico de no más de dos minutos, perdimos casi
mil personas recientemente, sin incluir heridos y desaparecidos, a pocos kilómetros de nuestra
ciudad. Dada esa fragilidad y como entre la implementación de precauciones y la negligencia
frente a ellas se puede estar jugando la vida, qué lectura podemos hacer de lo vivido
recientemente en Ecuador (que alcanzamos a percibir en la región) y qué aprendizajes podríamos
implementar como medidas de prevención. Un par de preguntas nos pueden ayudar a identificar
si estamos asumiendo la actitud adecuada y vamos en el camino correcto:

¿Qué medidas tomamos para nuestra vida a partir del terremoto de hace un mes?, ¿acogimos de
alguna manera la invitación que ha circulado a tener a la mano los elementos necesarios para
afrontar una situación similar?

· Las manifestaciones naturales son cíclicas.Cuando un fenómeno se presenta una vez, se


repetirá tarde o temprano y por tanto es posible prepararnos a partir de conocer las causas y los
efectos de la determinada situación. Paradójicamente, es común la tendencia a no hacerlo, a pesar
de los costos que ello implica. Es posible prepararnos frente a los fenómenos del Niño, de la Niña,
los riesgos de deslizamientos, la posibilidad de inundaciones o la escasez de agua; pero allí, dos de
las preguntas más básicas pueden develar nuestro profundo desconocimiento: ¿Conocemos
siquiera los riesgos frente a la naturaleza a los que estamos expuestos en los contextos donde nos
movemos cotidianamente?, ¿hemos implementado alguna medida para mitigar alguno de esos
riesgos?

· Dependemos de lo que pase con la naturaleza. Sin embargo, esta verdad que nos pone en una
situación de profunda dependencia, encierra una gran posibilidad, porque la mayor parte de lo
que le ocurra a la naturaleza depende de nosotros. Hemos desarrollado el conocimiento y la
tecnología necesaria para emprender acciones de protección y preservación de la naturaleza, pero
en lo que más hemos fallado o en lo que más deficiencias tenemos es en aquello que más depende
de todos: la transformación cultural; esa que permita asumir la naturaleza no como recurso sino
como “ser”, para llevarnos a establecer una relación respetuosa, como aquella que hace parte del
saber de muchas comunidades campesinas y de la mayoría de las comunidades indígenas. En ese
sentido, qué hemos transformado de nuestro pensamiento y nuestras actitudes, y más aún, qué
estamos enseñando a nuestros hijos y a las nuevas generaciones para que esa transformación sea
una garantía de futuro.

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