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LA BRÚJULA DEL ABOGADO

(PERFIL, VALORES Y REFLEXIONES PARA EL TRIUNFO ESPIRITUAL Y


PROFESIONAL DEL ABOGADO)
1. La abogacía es como la navegación de un velero en tiempos de marejada. Por lo tanto,
el abogado deberá poner la brújula al norte buscando siempre la justicia en los juicios
judiciales y de la vida.
2. La brújula del abogado deberá siempre marcar y seleccionar los caminos de la ética y
del bien en el ejercicio de su profesión y de la vida.
3. Sí decidiste ser abogado, ten en cuenta que el ejercicio del derecho será el alimento
esencial de tu alma y de la justicia.
4. De nada vale la sabiduría del abogado si es irresponsable consigo mismo, con los demás
y con el tiempo.
5. De nada valen los conocimientos del que se dice ser abogado porque obtuvo el título
universitario, si no piensa y actúa en todos los órdenes de la vida con equidad, rectitud,
honestidad, humildad, sensibilidad humana y social.
6. El peor enemigo del abogado es la pereza y la mediocridad intelectual, así como la
soberbia, la autosuficiencia y el creerse dueño de la verdad.
7. El abogado deberá informarle a su asistido o representado las razones por las cuales un
juicio en un tribunal puede ganarse o perderse; pero que él con sus estudios,
responsabilidad y trabajo permitido por la ética, las normas y las técnicas jurídicas hará
todos los esfuerzos y empeño para el triunfo de la Justicia en su causa.
8. Si no eres justo contigo mismo y con los tuyos, menos podrás lograr la justicia en los
estrados.
9. No hay fórmulas mágicas o únicas, pero en las recetas para el éxito espiritual, económico
y social del abogado en su profesión y en otros campos, además de las virtudes, actitudes
y aptitudes señaladas hace falta dos ingredientes, generalmente olvidados o descuidados:
el espíritu de superación y la constancia.
10. Cuando desmayes en el ejercicio de la abogacía o pises la raya amarilla, piensa en tu
familia y recuerda que existe un Dios que nos ha dado una misión de vida para actuar
correctamente.
11. Valga para nosotros el ejemplo de la vida del jurista DR. CRISTÓBAL MENDOZA,
primer presidente de Venezuela, quien con sus estudios, conducta y sentimientos
contribuyó a enaltecer nuestra profesión y en su honor se celebra los 23 de junio de cada
año como Día Nacional del Abogado (Trujillo 23-6 1772- Caracas 8-2-1829).
12. No pueden las universidades seguir egresando profesionales series, carentes de una
formación valorativa de la vida, de sensibilidad social y con un bajo rendimiento y nivel
académico.
13. Nos urge en todas las carreras formar un profesional crítico, creativo, preparado para la
toma de decisiones; participativo y con una gran comprensión del hombre. El pueblo espera
del abogado una nueva conciencia ética-social para que nos convirtamos en sus reales
defensores, de los necesitados y de los que tienen sed de justicia.
14. No se trata que seamos apóstoles de la puridad o santidad porque eso no existe. Los
que vivimos en sociedad somos seres humanos, pecadores, con defectos, pero admitamos
que como ciudadanos y abogados debemos respetar el derecho, las leyes de la República
y que, si en un momento las incumplimos, debemos corregir la conducta y reparar los daños.
Los errores y las violaciones del ordenamiento jurídico no pueden ser la conducta
generalizada y reiterada del abogado, funcionario, político o de un simple ciudadano.
15. Un abogado que se estime como tal tiene que respetarse a sí mismo y no puede transigir
en los valores éticos de la profesión, traicionar a su defendido o representado. Como
magistrado o funcionario no puede incurrir en debilidades o en complacencias, porque éstas
constituyen la antesala de la corrupción. Contribuyamos a borrar la imagen de que somos
un mal necesario. No compartimos esa tesis.
16. Debemos constituirnos en verdaderos promotores de las reformas legales que requiere
urgentemente el país y que la justicia llegue realmente al pueblo, a los humildes; en fin, a
todas las personas.
17. No puede un abogado nada más pensar en atesorar dinero y para ello valerse de la
mentira, del engaño o de la traición. A la obligación de estudiar permanentemente debe
sumarse el conocer, sentir y contribuir a resolver los problemas sociales.
18. El verdadero profesional del derecho, hombre culto, se dedica también al estudio de
otras disciplinas científicas o humanísticas para tener una concepción universal de la vida.
Sin que se pierda la concepción general del derecho, el profesional de hoy y del futuro
deberá especializarse.
19. En el estudio y solución de los problemas sociales es necesario formar equipos
interdisciplinarios con sociólogos, psicólogos, economistas y otros especialistas. Esta
profesión permite al abogado realizarse en diferentes actividades y funciones.
20. Los que sentimos el derecho, hemos seleccionado una hermosa y noble profesión que
nos honra altamente, la llevamos con orgullo. Es un instrumento de doble filo: para el bien
o para el mal. Ella es sinónimo de lucha por la justicia, convivencia y por el bienestar común.
Esos conceptos llevan implícitos los principios de libertad y democracia, valores esenciales
del hombre.

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