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CARGAS Y CALCULO.
Fuente: http://fdetonline.com/muros-contencion/
Muros de contención
Cuando nos encontramos ante la necesidad de realizar una obra, ya sea estructural o de
instalaciones de forma tal que la cota de trabajo quede bajo la del terreno circundante
necesitamos, según la tipología de terreno que encontremos, que las tierras sean contenidas
para que no se precipiten cayendo sobre lo ejecutado. Esto lo conseguimos con los muros de
contención y, ahora, voy a mostrarte los principales tipos, condiciones de carga, cuantía de
las tensiones y comprobaciones a realizar.
La solución más económica suele ser el muro de hormigón que podríamos diferenciar en
función de la forma de su sección recta en:
1.- Muro en L sin talón, que resulta imprescindible si atacamos frentes medianeros donde
la propiedad colinda con otro propietario cuyo terreno no podemos invadir
La forma en que trabajan estos muros los engloba en los denominados muros de ménsula por
ser esta suerte de empotramiento en la base con carga distribuida sobre su altura la forma en
que mejor se puede identificar su comportamiento estructural. Es solución no suele emplearse
en alturas que excedan la decena de metros por requerir de medidas especiales que suelen
resultar más costosas en preparación de suelos, materiales empleados y ejecución.
Para familiarizarnos con las partes del muro ilustraré cada una con una sección recta de un
muro ménsula tipo.
Muros de contención: partes
Debido al empuje de las tierras, el trasdós del muro experimenta una serie de deformaciones
y provoca una serie de reacciones del terreno de cimentación que se agudizan en la puntera
y se hacen mínimas en el talón. Debido a esto, la puntera se deforma. Al mismo tiempo el
rozamiento entre estructura y terreno y la reacción en puntera de la reacción del terreno
colabora para impedir que el muro sufra desplazamiento horizontal.
Las tierras que se acopian sobre el talón presentan un mayor peso que la sumatoria de
reacciones del terreno sobre él.
Entre los posibles fallos que puede presentar un muro de contención encontramos:
3.-) Aunque el vuelco se calcula de forma habitual como si la charnela se alojara en el borde
inferior de la puntera cuando el momento desestabilizador supera al estabilizador, en
realidad, el centro de giro se encuentra a una profundidad mayor que el canto de la zapata.
4.-) El fallo geotécnico del terreno bajo el muro puede provocar un deslizamiento profundo
5.-) Cuando se supera el estado límite último de trabajo propios del hormigón armado en
cualquier zona del muro se producirá la rotura del mismo, correspondiente este caso a un
fallo estructural inhabilitante para la función pretendida.
6.-) Las condiciones de servicio o las circunstancias constructivas que obliguen a mantener
unas distancias, longitudes, arqueos, etc. pueden verse alteradas por deformaciones excesivas
o diferenciales que contravengan las condiciones de funcionamiento.
7.-) Un estado adicional que puede provocar fallos en el muro es el de la resistencia química
ante posibles agentes agresivos (sulfatos, lixiviados, agua marina, bacterias ferroginosas,
tiobacterias, …)
La correcta caracterización del terreno es un factor clave para el diseño del muro. Así, la
situación a la que se encuentra el nivel freático, el peso específico de las tierras, el ángulo de
rozamiento interno, el porcentaje de huecos, la tensión máxima admisible o el coeficiente de
rozamiento al deslizamiento son factores que deben ser tenidos en cuenta aunque, la
cohesión y el ángulo de rozamiento entre relleno y muro suelen considerarse nulos.
En los casos en que la capa freática queda dentro de la altura del muro la presión hidrostática
aumenta el valor de los empujes.
Veamos cómo cambian las acciones a evaluar según sea un relleno seco o sumergido en todo
o en parte.
Cuando su valor mínimo se presenta el muro pueda deformarse y girar (caso habitual en
la práctica). A este valor se llama empuje activo. Los muros se calculan para este valor.
Cuando el muro es rígido e indeformable el empuje recibe se denomina “en reposo”.
Este caso puede presentarse en muros de sótano arriostrados a los forjados que
presentará un valor de empuje mayor que el activo.
El máximo valor que puede alcanzar se produce cuando el muro trata de deslizarse y
presiona contra el terreno creando éste un empuje pasivo que puede alcanzar hasta nueve
veces el valor del activo.
Para evaluar las cuantías de los empujes se emplea la conocida como teoría de Rankine que
desprecia el efecto favorable que produce el rozamiento entre el relleno y el muro lo que nos
ofrece un margen adicional de seguridad o un sobrecoste en la ejecución por no adecuarse al
caso real la estructura modelizada, según se entienda.
Muros de contención: Empujes
Donde es la presión activa en T/m2 por metro lineal de muro a una profundidad “x”
y es la presión pasiva en idénticas condiciones a partir de un material de relleno de peso
específico T/m3 que tiene un ángulo de rozamiento interno .
La distribución unitaria de presiones vemos que sigue una ley triangular donde su empuje se
puede suponer concentrado en un punto ubicado a la tercera parte de la altura desde la base,
resultando:
Para comprobar la tensión sobre el terreno que ejerce la cimentación se procede a trabajar
con valores característicos suponiendo distribuciones lineales sobre la zapata lo que obliga a
que el diagrama de tensiones sea trapecial o triangular según el punto de aplicación de la
fuerza resultante permanezca dentro del tercio central o fuera respectivamente.
A partir de este punto habrá que definir el valor de la cuantía mecánica de las armaduras
conforme al artículo 42.3. de la EHE 2008 estableciendo un recubrimiento no inferior a 3
cm, diseñar juntas de hormigonado en la base del muro donde encuentra a la zapata (donde
el cortante es máximo) dejando las longitudes de solape por aplicación del artículo 66.6 de
la EHE 2008 (aunque lo normal es empalmar a la vez el 100% de la armadura) y juntas
verticales de dilatación cada 25 ó 50 metros (o cada vez que la geometría varíe bruscamente
en altura, profundidad de la cimentación o dirección recta). Los quiebros bruscos provocan
unas concentraciones de tensión (axiles y flectores horizontales) que deben limitarse con
estas juntas.
A efectos estéticos y funcionales sólo restará impermeabilizar el trasdós con pintura asfáltica
o tela asfáltica, colocar drenajes al pie del trasdós (por ejemplo, con tubos porosos y red
filtrante) y disponer una cuneta junta a la coronación del muro con una capa de arcilla
compactada en ligera pendiente que trate de minimizar el agua filtrada al relleno por desalojo
a red de pluviales.
Bibliografía consultada: