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2015)
Introducción
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históricos que constituyen la Historia que se enseña. Esto hace que nos preguntemos:
¿qué características tiene la historia que se encuentra en los manuales? ¿cuál es el tipo
de Historia que se pretende enseñar y dar a conocer? ¿qué lugar ocupan los pueblos
originarios dentro del relato?
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Ver Anexo I.
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La cuestión acerca del lugar que ocupan los pueblos originarios en el relato está en relación con la
temática a abordar, ya que constituyen dentro de la misma uno de los actores principales del proceso.
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Para el análisis tomaremos un total de diez manuales, nueve de Historia y
Ciencias Sociales y uno de Política y Ciudadanía, editados en nuestro país entre los años
1998 y 2015 de diferentes editoriales (S.M, Santillana, Tinta Fresca, A-Z, Kapelusz y
Estrada). Cuatro de ellos pertenecen al periodo de vigencia de la Ley Federal de
Educación de 1993 y los seis restantes al periodo que le sigue a la sanción de la Ley
Nacional de Educación de 2006.
Una cuestión candente para este trabajo y un buen punto de partida es analizar
qué objetivos y motivaciones se plantean desde el Estado principalmente en relación a
la visión que se tiene de los pueblos originarios en cada etapa, en este caso, a través de
cada una de las leyes de educación planteadas. Si nos referimos a la Ley Federal de
Educación de 19933 lo primero que tenemos que tener en cuenta es su contexto. La ley
surge en medio de un clima general de reformas, articulada con las diferentes
transformaciones económicas, sociales y culturales. Por lo tanto, estará en relación a un
proyecto político neoliberal de carácter general, que centrará su atención en la reducción
del gasto público, la privatización de instituciones, que no dejará exento al ámbito
educativo, y que desde los discursivo focalizará en terminología de tipo económica,
dando importancia a aspectos tales como la “equidad”, la “calidad”, la “eficacia” y la
“eficiencia”, nociones que subordinarán la transformación educativa a los procesos
económicos (Más Rocha y Vior, 2009: 20). Específicamente en la cuestión de las
poblaciones originarias, lo que se verá es una tendencia hacia el reconocimiento de estos
grupos dentro de las cuestiones educativas, donde se los incluye dentro de las
propuestas, aunque todavía de manera relativamente marginal.
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En adelante se utilizará LFE para referirse a ella.
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En adelante se utilizará LEN para referirse a ella.
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pese a plantear una retórica diametralmente opuesta a la de los años menemistas, donde
se habla de la construcción de una sociedad “justa” a partir de la educación y
asignándole un rol tal a la misma, lo que se consiguió fue dar respuesta a un reclamo
social de “cerrar” la transformación educativa que se venía dando con la Ley Federal,
derogando esta última, pero sin cambiar radicalmente las cuestiones esenciales. Por lo
cual, se dará lo que Blancovsky denomina como “un cambio regulatorio mínimo con un
cambio legal máximo” (2008: 12). En relación a los pueblos originarios, hay una mayor
preocupación respecto a los mismos, ya que en la LEN se presentará la cuestión de
manera más explícita y que, a su vez, estará acompañada de una política estatal mucho
más activa que en la década anterior, haciendo hincapié principalmente en las
cuestiones multiculturales.
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diferentes grupos y que a su vez, permite fomentar a través del manual el aprendizaje de
conductas para una mayor convivencia pluralista en sociedad (Capítulo I, Artículo 5º,
incisos “n” y “r”). Otro rasgo general lo constituye la utilización de manera
indiferenciada de los términos “aborigen” o “indígena”, usualmente aplicados como
sinónimos y escasamente problematizados. Hay algunas excepciones ante estos usos: el
manual Tinta Fresca del año 2005 (Campos et al., 2005) utiliza las acepciones de
“pueblos” o “poblaciones originarias” únicamente a lo largo del texto, y donde además
diferencia claramente cada uno de los pueblos con sus características particulares.
También el manual de Política y Ciudadanía de la editorial Santillana (Balbiano et. al,
2013) que refleja más claramente lo que desde el Estado se pretende fomentar, nos
muestra en la sección referida a los Derechos Humanos, como se conciben éstos en
términos de “reparación”, teniendo en cuenta los daños que se fueron provocando
históricamente a estos grupos de población desde el momento mismo del proceso que
nos toca abordar: la “conquista”. Esto entra en directa relación con los planteos
propuestos desde la LEN, la cual entre los puntos que más destaca se encuentra la
cuestión de los Derechos Humanos y el interés reiterado en esta temática (LEN,
Capítulo I, Artículo 3º; Capítulo II, Artículo 11º, incisos “c”, “d”, “f”, “g”). El manual
posee un apartado referido a las “comunidades indígenas”, donde se versa sobre la
inclusión en términos jurídicos, como ciudadanos iguales, y además contempla los
objetivos que se plantean desde el Estado en tanto tiende hacia la construcción de una
sociedad “justa”, intentando fomentar el respeto a la diversidad. Por último, otro de los
casos en los que se problematizan las denominaciones tiene que ver con el manual
Kapelusz, que ya desde el inicio de la sección habla de “pueblos originarios” y los
continúa utilizando a lo largo de todo el desarrollo (Iris Fernández et al., 2011: 76).
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conquistan y ocupan América (Morichetti et al., 2007:56) o bien: “La conquista
española. El mito del Dios que retorna” (Mora et al., 2015:88). También se habla de
“Nuevo y Viejo mundo” para referirse a las culturas, destacando, con el uso de cursivas,
términos que reflejan la visión de los europeos (Bruno et al., 2007:55).
Los actores
Por último, hay posturas respecto a los pueblos originarios como sujetos activos
donde el discurso devela las relaciones de poder y permite mostrarlos presentes dentro
de la explicación, con actos de resistencia, sus propias organizaciones, sus implicancias
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en el desarrollo de la “conquista” y también la mutua influencia e impacto en el proceso
(Artieda y Ramírez, 2005:371). En este mismo sentido, podemos señalar algunos otros
ejemplos: “Entre los siglos XVI y XVIII la conquista y colonización europea produjo
profundos cambios económicos, sociales, políticos, demográficos y culturales en los
pueblos americanos. También los países europeos modificaron sus organizaciones
internas en función de la ocupación de los nuevos territorios para obtener de ellos el
mayor beneficio posible” (Campos et al., 2005:133). Un aspecto innovador que
encontramos solo en dos manuales (Morichetti et al., 2007: 63; Mora et al., 2015: 96) es
la aparición de la mujer, con el agregado de ser una nativa, la Malinche. Destacamos la
influencia de la LEN en estos libros, en tanto hay una preocupación por las
problemáticas de género dentro del contenido de los mismos (Capítulo II, Artículo 11º,
inciso “f”).
En relación con las imágenes, éstas se presentan con descripciones vagas, sin
vinculación con los textos y poco problematizadas (Valle y Rasnosky 1998:178-181;
Mora et al., 2015:80-91). Tomando a Cruder, podemos decir que “queda de manifiesto
una utilización del texto imagen donde prevalece lo estético/decorativo por sobre la
función epistémica minimizándose, paradójicamente, un cúmulo informativo que el
texto imagen aporta poblando las páginas escolares” (2003:4). En el caso de los
manuales analizados, solo pocas imágenes presentan una estrecha relación con el cuerpo
del texto, al poder ser explicadas y complejizadas a partir de actividades (Campos et al.,
2005: 134-139; Bruno et al., 2007:52-59). En relación al tipo de fuentes seleccionadas,
la gran mayoría son de origen europeo, que en algunos casos son combinadas dentro de
los libros con unas pocas de origen americano, a las cuales se les da escasa importancia.
Dentro del cúmulo de manuales seleccionados, el de la editorial Tinta Fresca del año
2005 sigue mostrándose diferente respecto al resto, al centrar su atención en las
cuestiones americanas a las que no escapa la imagen. En su totalidad está compuesta por
fuentes autóctonas de distinto tipo (además de las más citadas que son las de Guamán
Poma, se incluyen muestras de cerámica y de distintos códices), que se encuentran a su
vez vinculadas con el desarrollo del texto, ya que como se señaló anteriormente,
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focaliza sobre el desarrollo y las formas de organización de los pueblos originarios, más
que sobre los procesos europeos.
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pueblos originarios y su incorporación a los materiales educativos (LEN, Capítulo XI,
artículo 53º, inciso “c”) en tanto hay interés en poner énfasis en las problemáticas tales
como el patrimonio y su tratamiento, como en el caso de las Ruinas de los Quilmes
(Celotto A. et al, 2010: 78). El resto de los manuales carece de interés en este tipo de
temas.
Las actividades finales de cada manual constituyen una excepción dado que
presentan un notable contraste con las que se desarrollan en el cuerpo del texto,
proponiendo realizar un abordaje más reflexivo o poniendo a disposición herramientas
para estimular el pensamiento histórico: “Para elaborar una explicación histórica
conviene tener en cuenta las siguientes cuestiones: -Los acontecimientos o sucesos
históricos son el resultado de varias causas. -Las causas de un hecho no siempre son
sucesos ocurridos inmediatamente antes. A veces algunas causas son muy lejanas en el
tiempo…” (Canedo et al, 2005: 191); “[…] b) ¿Qué tipo de interpretación ofrece este
historiador? c) ¿En qué se diferencia de otras lecturas de la conquista?” (Morichetti et
al., 2007:69); “Para analizar una película es muy útil, en primer lugar, elaborar una
ficha con toda la información técnica del filme: título, director, año de estreno, actores
principales, etc. […]” (Celotto et al., 2010:81).
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Artieda (2004) expone que los discursos escolares comienzan a incorporar la
diversidad cultural y la cuestión indígena a partir de ciertas Leyes y Congresos que
provocaron un cambio ideológico sobre el tratamiento de estos pueblos. Sin embargo,
consideramos que, al menos los manuales seleccionados, carecen de este tipo de
incorporaciones y tratamientos, ya que los relatos históricos poseen, en su mayoría,
referencias anecdóticas y sucesiones de hechos, puntualizando en datos numéricos o
descriptivos innecesarios: “los navegantes avistaron tierras en Guanahaní (islas
Bahamas) y luego tocaron Cuba y Santo Domingo” (Valle et al., 1998:150); “El 12 de
octubre, un miembro de su tripulación avistó tierra y Colon desembarcó en la costa de
una isla ubicada en el mar Caribe, tomó posesión del territorio en nombre de los reyes…
(Canedo et al., 2005:184); “…el 12 de octubre las naves tocaron territorio americano,
aunque Colon jamás lo supo” (Bruno et al., 2007: 23). Solo un Santillana (Morichetti et
al., 2007:57), el Kapelusz (Iris Fernández et al., 2011) y un Tinta Fresca (Campos et al.,
2005) desarrollan un relato de proceso histórico que señala las influencias y relaciones
entre los hechos que van a configurar consecuencias en diferentes plazos. En general, la
forma de abordar los acontecimientos carece de tratamiento historiográfico o de
problematización, tal vez aludiendo a un intento de objetivación o, como menciona
Cruder, ya que los manuales son considerados elementos legítimos y verdaderos, se
piense que no deben aportar las fuentes de donde obtienen la información o las
“huellas” de lo trabajado por sus autores (2003:2).
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intenciones […]” (1999:302), entendiendo que desde ese lugar, los móviles tanto el
económico como el militar son fundamentales.
Es necesario hacer una salvedad respecto a los relatos en cuanto a las diferencias
que se dan entre los que mencionan y narran a los pueblos originarios, y los que hablan
de los europeos. Entre los primeros, lo que pudimos denotar fue que predominan las
descripciones en tiempo pasado, en tanto entendemos que lo que se busca es borrarlos
como actores presentes dentro de la Historia. En contraposición a ello, en el relato
referido a los españoles predominan los tiempos presentes al hablar, por lo cual se
tiende a producir el efecto contrario a lo anteriormente mencionado. Proponemos un
ejemplo de cada uno de ellos: “Los pueblos que habitaban el continente americano
cuando llegaron los europeos eran muy diferentes entre sí” (Campos et al., 2005: 133);
“Los europeos conquistan y ocupan América” (Morichetti, M., Pyke J. et al., 2007: 56).
Conclusiones
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Si bien hemos encontrado en algunos textos elementos que parecen responder a
iniciativas de la LFE y la LEN y que fuimos señalando en el desarrollo del trabajo, no
hemos podido concluir que haya habido un impacto predominante de cada una de ellas
en los manuales editados durante sus respectivos años de vigencia.
Como hemos visto, el lugar que ocupan los pueblos en los relatos poco ha
variado en el transcurso de los años. Si bien como se señaló, pudimos demostrar que se
han realizado ciertas modificaciones e incorporaciones, creemos que el impacto en la
conformación de las narrativas es minoritario y que poco contribuye a crear una
identidad en la que la multiculturalidad se vea reflejada como tal.
Por último, queremos señalar que entre sus limitaciones encontramos la ausencia
de la problematización y del análisis crítico, que son producto, según creemos, de una
concepción de manual como recorte legítimo de una Historia verdadera y
homogeneizadora.
Referencias bibliográficas
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Batallán, G. y Campanini, S. (2007), “El ‘respeto a la diversidad’ en la escuela:
atolladeros del relativismo cultural como principio moral”. En Revista de Antropología
Social, Vol. 16, España, pp. 159-174.
Campos et al. (2005), Ciencias Sociales 8: libro -1º edición, Tinta Fresca, Buenos Aires.
Celotto A. et al (2010), Historia: las sociedades de América y Europa entre el siglo XIV
y fines del siglo XIX - 1º edición, Santillana, Buenos Aires.
Cruder G. (2003), “La imagen de los otros: ¿Quiénes son los indígenas que habitan los
libros escolares argentinos? (Informe acerca de un estudio exploratorio)”, VII Congreso
de la Asociación Internacional de Semiótica visual. Ver y saber. Memoria, acción y
proyección, 10 al 14 de diciembre, México, pp. 1-7.
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Morichetti, M., Pyke J. et al (2007), Historia: América Latina y Europa entre los siglos
XV y XVIII - 1º edición, Santillana, Buenos Aires.
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