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El sentido religioso

Introducción
El libro de El Sentido Religioso, por medio de sus capítulos, no pretende dar una solución a todos los problemas; sino,
encaminarnos o guiarnos hacia el camino de la razonabilidad.
Se cree que la razón y la fe no se encuentran vinculadas dado que la mentalidad moderna reduce la razón a un conjunto de
categorías en las que se fuerza a entrar a la realidad y lo que no entra es irracional.
La razón, por el contrario, es como una mirada abierta de par en par a la realidad, es lo que nos define como hombres, es el
elemento con el que el hombre afronta la realidad.

Capítulo 1 – Primera Premisa: Realismo


De que se trata:
El realismo implica partir de lo que es un objeto de la realidad. Por eso decimos que poca observación y mucho razonamiento
es un error y, al contrario, mucha observación y poco razonamiento es la verdad.
El pensar en abstracto, por el solo hecho de pensar es un error, porque no nos permite conocer verdaderamente al objeto; de
ahí que sólo después la observación de lo real se deba pensar.
Nuestra época, es una época ideológica, en lugar de aprender de la realidad con todos sus datos, se intenta manipular la realidad
ajustándola a un esquema prefabricado por la inteligencia.

El método de la investigación lo impone el objeto: una reflexión sobre la propia experiencia:


En nuestra cultura, hoy en día, pareciera que sólo algunos métodos son los correctos, cuando es el objeto el que lo debe
imponer; la cuestión es entonces de tratar de ir al fondo del tema que queremos abordar. Según Giussani es necesario que
nosotros abordemos el tema, en este caso el sentido religioso, como un hecho, el hecho más estadísticamente difundido en
la experiencia humana, es el hecho más verificable que suscita en el hombre un interrogante sobre todo lo que realiza.
El interrogante del sentido religioso es qué sentido tiene todo, es un fenómeno humano que pertenece a la persona, por eso
es sobre mí mismo sobre quien debo reflexionar, el método es una indagación existencial. La realidad que debo mirar
soy yo mismo, por lo tanto parto de lo que a mi me pasa, parto de mi experiencia.
La experiencia implica una evaluación:
Este volver a mi experiencia exige una evaluación. Experimentar es probar algo, pero sobre todo entender, descubrir el sentido
de algo y emitir así un juicio, que es esa valoración.
El problema es hacer lo que el otro dice sin juzgarlo, sin una capacidad de valoración el hombre no puede tener una experiencia.
Criterio de evaluación:
Un juicio implica un criterio sobre el cual se realiza. Al emitir un juicio debe seguirse un criterio que no es inventado por el
hombre, que es objetivo e innato.
Este criterio nos es dado, nos viene dado con la naturaleza (tras esta palabra se entiende Dios), como el hombre antes de ser
no era nada, es imposible que sé de por sí este criterio.
La experiencia elemental:
Todos los hombres tienen el derecho y él deber de aprender a comparar cada propuesta que reciben con la experiencia
elemental u original, esta es un conjunto de evidencias y exigencias que forman el corazón, con las cuales el hombre se ve
proyectado a confrontar todo lo que existe para no dejarse llevar por otros, para estar más atento a los deseos de su corazón,
para lo cual hay que ser realistas.
Cualquier afirmación del hombre sólo puede tener lugar a partir de esta experiencia elemental. De todos modos, que un hombre
desconozca una cosa no significa que ella no exista
El hombre, ¿último tribunal?:
En la conciencia humana los hombres se enfrentan a las cosas y a su destino, de modo que me doy cuenta de que ni me hago
yo solo ni que las cosas se hacen solas. Sin embargo, el hombre, por su libertad, puede negar a aquel del cual depende. El
hombre religioso ve tan clara esta evidencia de dependencia, su existencia finita, que no ve sentido a negar dicha evidencia
que esta en nuestro corazón. Pero la anarquía es una tentación e induce a olvidar que el hombre antes no existía.
La superación de la anarquía se encuentra cuando el hombre comienza a afirmarse a sí mismo y acepta que existe, pero
que no se ha dado el mismo; o sea toma conciencia de su dependencia.
Por otro lado, esta experiencia existencial es sustancialmente igual en todos los hombres, aunque luego se realice de modos
distintos, o incluso aparentemente opuestos.
Ascesis para la liberación:
Si queremos llegar a hacernos adultos tenemos que habituarnos a confrontarlo todo con la experiencia elemental y esto no es
fácil, es más bien impopular. Por lo tanto, el desafió más audaz es habituarnos a juzgar todas las cosas a la luz de nuestras
evidencias primeras y no estar a merced de nuestras reacciones ocasionales.
Empezar a juzgar es el comienzo de la liberación. Sin embargo, esto es un trabajo ascético (de renuncia a lo material), donde
ascesis indica la búsqueda de la madurez, del camino hacia el destino.
Este trabajo no es obvio, es simple, pero no se puede dar por descontado. En términos cristianos, este esfuerzo forma parte de
la conversión.
Capítulo 2 – Segunda Premisa: Razonabilidad

El concepto de la razón es la apertura a la realidad, la capacidad de darse cuenta de ella, de tomar conciencia y de afirmarla
conforme a la totalidad de los factores. No anula nada ni deja nada afuera. La razonabilidad representa un modo de obrar
que expresa y ejerce la razón, esa capacidad de tomar conciencia de la realidad.
Razonabilidad, una exigencia estructural del hombre:
¿Cómo se percibe cuando una actitud es razonable? En principio, esta debe dejar entrever sus posibles razones. Pero con ello
no basta, sino que, además, deben ser adecuadas. Así, algo es razonable cuando la actitud del hombre manifiesta tener razones
adecuadas.
La razón consiste en darse cuenta de la realidad y esta relación cognoscitiva debe desarrollarse de modo razonable, y es
razonable cuando los pasos de esa relación presentan razones o motivos adecuados. Y la manera en la razón debe usarse es
determinada por la naturaleza del sujeto.
Uso reductivo de la razón:
Es importante no reducir el ámbito de la razonabilidad. Hoy se observa un uso reductivo de la razón, grave error,
reduciéndola a lo demostrable y a lo lógico.
Diversidad de procedimientos:
La razón tiene diversos caminos para llegar a la verdad. Método es un concepto que significa procedimiento y es a través de un
método o procedimiento como se llega a conocer al objeto. El uso de la razón implica ciertos métodos según el tipo de objeto
de que se trate, según el tipo de verdad que se pretenda: Así, si el objeto es matemático el método es matemático, si el objeto
es cientifico el método es científico, si el objeto es lógico o filosófico el método es lógico o filosófico y si el objeto es
el comportamiento del hombre el método es la certeza moral.
En conclusión considerar que la razón tiene un único método es caer en el error.
Un procedimiento particularmente importante:
Hay realidades cuyo conocimiento no puede alcanzarse por los tres primeros métodos. Son valores que atañen al
comportamiento del hombre, en su significado y sobre los que nadie puede negar que pueda

Adquirirse certeza razonable al respecto. Para ello hay que utilizar la razón de manera diferente, caso contrario su uso deja de
ser razonable.
Matemáticas, ciencias, filosofías son necesarias para la evolución del hombre en la historia, pero uno podría vivir
perfectamente sin ellas; por el contrario el hombre no puede vivir sin certezas morales. Esto es porque el hombre es un
ser social, que se hace con los demás. Por ello, la incertidumbre en las relaciones constituye una de las enfermedades
más terribles de nuestra generación y lleva a la infelicidad. En ciertos campos la naturaleza ha creado un método, un tipo
de desarrollo lento. Inversamente, para permitirnos adquirir certeza en nuestras relaciones nos ha dado un sistema
velocísimo, casi una intuición más que un proceso, que constituye la forma más común de conocer de todos los
hombres y que el hombre necesita a cada instante para poder vivir, o sea, las certezas morales.
Este método no está mecánicamente establecido, sino que es introducido por la inteligencia como el único sentido razonable
que explica la convergencia de determinados signos. Para alcanzar la certeza moral, se necesita la demostración de un conjunto
de indicios cuya única lectura razonable sea esa certeza. Se lo llama también certeza existencial porque es como si el hombre
hiciera una comparación rápida con su propia experiencia elemental.
Dos observaciones importantes:
a. A mayor cantidad de indicios en el tiempo (convivir y compartir), más atento a la vida del otro, mayor seguridad del otro.
b. A mayor potencia humana de uno (sencillez del corazón, madurez como persona) mayor capacidad de alcanzar seguridad
sobre el otro partiendo de pocos indicios, de percibir con certeza.
La capacidad de fiarse es característica de hombre fuerte y seguro; el hombre inseguro de nada se fía.
Una aplicación del método de la certeza moral: la fe.
La fe es adherirse a lo que afirma otro. Esto puede ser irrazonable si no hay motivos adecuados para ello, y razonable si los
hay, lo que implica que una persona sabe lo que dice y no me engaña.
Sin el método del conocimiento propio de la fe no habría por consiguiente desarrollo humano. Si lo único razonable fuera la
evidencia inmediata o demostrada personalmente, el hombre no podría progresar, porque cada uno tendría que rehacer
todos los proceso desde el principio, habríamos sido siempre trogloditas.
Así, el problema de la certeza moral es el problema capital de la vida en cuanto existencia personal y a través de ésta, también
de toda la civilización, porque todo conocimiento que producen los otros tres métodos son impulsos en razón a este cuarto.
Todo ello no implica que el hombre pueda equivocarse al utilizar cualquiera de los cuatro métodos, pero poco significa que con
el de la certeza moral se puedan alcanzar verdades.

Capítulo 3 – Tercera premisa: Influencia de la moralidad en la dinámica del conocimiento

¿Cómo puede uno fiarse de determinada persona? Fiarse de otra persona introduce un factor de actitud en el sujeto que debe
fiarse, que designamos con término usual de moralidad.
La razón inseparable de la unidad del yo:
Hay una unidad profunda, una relación orgánica, entre el instrumento de la razón y el resto de la persona. El hombre es uno,
y la razón no es una máquina que pueda funcionar por sí sola separada del resto; sino que es inmanente a la unidad de todo
nuestro yo, está orgánicamente ligada con él.
La razón ligada al sentimiento:
Cualquier cosa que intervenga en el horizonte del conocimiento de una persona produce una reacción inevitable e irresistible,
una emoción, una conmoción o cierto estado de ánimo. Y esta reacción, este ser tocado por algo, se llama sentimiento.
El hombre es el nivel de la naturaleza en que esta toma conciencia de sí misma, en que la realidad comienza a convertirse en
razón El valor del objeto de conocimiento se vera en cuanto esté interese a la vida de la razón, es la realidad que conocemos
en cuanto nos interesa, en cuanto vale la pena. A mayor apertura del corazón, a mayor interés, mayor valor que se da. Así, el
valor del objeto que se conoce le toca al hombre de modo tal que provoca en el sentimiento. La razón, por no poderse separar
del resto del yo, esta ligada al sentimiento, condicionada por él, ya que para conocer un objeto tiene necesariamente que contar
con él.
La hipótesis de una razón sin interferencias, postura racionalista:
Aquí la razón se concibe como una capacidad de conocimiento que debe desarrollarse en relación con el objeto sin que nada
la interfiera, si hay una interferencia (estado de animo o sentimiento) comienza a surgir el interrogante de si se trata de un
conocimiento objetivo o de una impresión del sujeto. Por eso, la postura racionalista dirá que no se puede alcanzar certeza
objetiva porque el sentimiento influyo demasiado.
Sin embargo, hay ciertos objetos que hacen a un interés que el hombre no puede evitar, que ponen a la persona en la búsqueda
del significado de sí misma: el problema del destino, el problema afectivo y el problema político. Cuanto más interese una cosa
al hombre y cuanto más valor tenga, más sentimiento produciré para conocer ese valor e igualmente se podrán encontrar
certezas.
Una cuestión existencial y una cuestión de método: Hay dos
observaciones que hacer:
a) En primer lugar, que la postura racionalista llevada a las ultimas consecuencias, lleva a sostener que cuanto más hace la
naturaleza que me interese por una cosa y más curiosidad, exigencia y pasión por conocerla me produce, más me impide
conocerla.
b) La otra observación es que es un error formular un principio explicativo que, para resolver una explicación, tenga que eliminar
alguno de los factores en juego, ello significa que no es un principio apto. La verdadera solución está en una postura que no
sólo no se vea en la necesidad de eliminar un factor, sino que los exalte a todos, que los valore.
Otro punto de vista:
La cuestión no se resuelve en eliminar el sentimiento, sino situarlo en su justo lugar. Es un engaño imaginar que el
juicio con el que la razón intenta llegar a la verdad del objeto, sea mas valido o mas digno cuando el estado de animo esta en
completa indiferencia. Ello es imposible por la estructura misma de la dinámica humana y la incidencia del sentimiento
aumenta cuando el objeto reviste un mayor significado. Encontrar el justo lugar es un problema de actitud, un problema
moral que se refiere al modo de situarse, de ponerse frente a la realidad y no de inteligencia. Frente al problema del
destino, la fe, la religión, mucha gente, comete el delito de no estar atentos por estar ocupados y después pretenden dar
un juicio sobre estos temas. Por tanto, el centro del problema es tener una postura justa del corazón, una actitud
adecuada, una moralidad.
La moralidad en el acto de conocer:
Hemos visto que la moralidad consiste en adoptar una actitud justa ante cada objeto, pero está, también, se ve determinada
a su vez por el objeto en cuestión. Se trata de una actitud adecuada y justa en la dinámica del conocimiento de cada objeto
y para que pueda darse un juicio sobre el objeto debo someterlo a mi consideración. Pero insisto, para poner un objeto
bajo mi consideración, debo tener interés por él; o sea, debo tener deseo de conocer lo que ese objeto es verdaderamente.
En su aplicación al campo del conocimiento ésta regla moral es la siguiente: Amar a la verdad más que a uno mismo.
Prejuicio:
El verdadero problema no es evitar estas ideas sino situarse frente a los problemas y utilizándolas hacerse rápidamente una
imagen de las cosas, un juicio sobre ellas. Este amor a la verdad más que a uno mismo implica seguir un proceso para realizar
un trabajo que se llama ascesis. Pero, si la moralidad no se
continua practicándola se corrompe y el amor que puede llevarnos a realizar este trabajo es el destino de nosotros mismos

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