You are on page 1of 6
| cokeccion boreal: LA SOCIOLOGIA COMO FORMA DE ARTE R.Nishet ee neces A SOCIOLOGIA COMO FORMA DE ARTE @ sures tsa 16 } ann a i __ ae ESPASA-CALPE = Investigaciones sobre la naturaleza del arte y sus rela- ciones con la mente humana. no me habria sido posibie ensanchar la idea original en este libro. Gustoso recojo aqui mi deuda con todos ellos. Es también un placer dar las gracias uno vez mas a Stepkanie Golden, ¢e Onford University Press. por Ia atencién que ha dedi ado a fa edician de este libro y por sus valiosas suge- Fencias respecto al contenido y al estilo INTRODUCCION Hace algunos afios, investigando sobre alavnas de las fuentes de la sociologia moderna, se me ocurtid que ninguno de los grandes temas que aban pro- Porcionado constante estimulo y tambien funda mentos tedricus a los socidlogos durante el siglo pa- sado habia sido abordado con algo que se pareciera a lo que hoy solemos considerar como «método cientifico». Me refiero al tipo de método que encon- tramos descrito en nuestros textos y cursos sobre me todologia. eno de referencias al analisis estadistico, planteamiento de problemas, hipétesis, comprabacion, fepercusién y construccién de teorla Los temas a que me refiero son bien conocidos de todos en el terreno de las ciencias sociales y otros ‘campos afines: comunidad, masas, poder, desarrollo, progreso, copfticio, igualisarismo, amomia, alienacion ¥ desorganizacién, Existen otros, pero éstos servirén Por el momento. De la importancia de estos temas no ‘cabe la menor duda: sin su presencia y, sobre todo, sin Sut poder de sugerencia para las mentes de los socilo- 05 durante los éltimos cien aflos o mais, la sociologia 2 ROBERT NISBET hhabria sido. desde luego, una rama del pensamiento radicalmente diferente Lo que también pereibi en mis indagaciones fue le cestrecha relacion que. 2 fo largo del siglo XIX, tuvieron tales temas en sociologia con otros cast idénticos en el mundo del arte —pintura, literatura, incluso musica— ¥. mas ain, la profunda afinidad de las fuentes de inspiracién, estimulo y realizacién de estos temas. So- ciologta y arte estan estrechamente ligados. No necesi- tamos més que volvernes hacia las historias de la lite ratura, estética y artes en general para hallarnos en presencia de temas y objetivos que ostentan un sor- prendente parecido con aquellos que acabo de sefilar nla sociologia, La relacién del individuo con la lve. el pueblo y Ia ciudad; Ia relacidn entre ciudad y campo; la influencia de la autoridad, o de su crisis, sobre la vida humana; la busqueda de lo sagrado, la tortura del anonimato y de Is alienacién: todo esto puede contemplarse en fas novelas, dramas, poemas y cuadros, incluso en las composiciones musicales de todos 108 tiempos, con la misma vivacidad que tiene en las obras de tos socidlogas. desde Tocqueville y Marx en adelante Tales reflexiones me condujeron a este libro, que, desde un punto de vista al menos, puede considerarse como una especie de profilaxis, no contra la ciencia, sine contra el cientifismo, que’ es la ciencia cuando carece de espiritu de descubrimiento y creacién. Ful to- mando eada vez mayor conciencia de que no s6lo 80 hay conficto entre [a ciencia y el are, sino que en sus raices Psicokigices son casi idénticos. Donde existe mas cla- ramente la unidad de arte y ciencia es en las motivacio- INTRODUCCION nes, impuisos, rtmos e inguietudes que subyacen en ta creatividad en cualquier terreno, artistico o cientico. Leeturas posteriores me llevaron a darme cuenta de que la idea que habia tomado forma en mi pensa- ‘miento respecto a la unidad esencial de arte y ciencia [a habia tomado ya, tiempo atras, en otras mentes tanto cientificas como artisticas. Hace veinticinco si- los, Platén proclamé la unidad del arte y [a ciencia, Telacionando {a laior del asirénomo con la de! pintor. «Debernoss, escribid en La Repiblica, sutilizar ef or- rato varindo de los eielos como una paute que ayude al estudio de esa realidad, exactamente como Is haria quien se encontrase con diagramas dibujados con es- pecial culdado y elaboracion por Dédalo o cualquier fro artesano o pintor.» Cuando Kepler escribia: «Los ‘caminos por fos que el hombre Hega a penetrar en los asuntos celestiales me parecen tan dignos de admira- tiga como esos mismos asuntos», no se le pasaba por Ja cabeza que existiese alguna diferencia significative entre aquello a lo que el tedlogo, el filssofo, el artista y 41 se dedicaban. Marston Morse, eminente matematico contemporineo, escribig hace algunos afos: El primer vinclo eseneil ents las matemitcasy las ates Se encuetea en el hecho de gue et descubrimiemo lis ‘Palemaieas 20 e5 uma cues de fies. Es mas bien el Fesiltado de mistenosos posers que aaie comrende on Toe gue of reconosimientoineonsciente de ln belza debe Alescrmpefar un importante papel. De ante ua ifnidad de iauemas, el matemaa escoge uno determinado po azin desu beieza'y To apis a la tera, nade sabe por qe Psterormente a Hgien de las pantoasy dels forma fo jusifiean Solo enonces alguien puede decir algo alsin 1 ROBERT NISBET Puede que las matematicas no sean el ejemplo per- fecto de las ciencias, que, después de todo, se acupan de lo empirica y lo concrete, casa que las matemati- cas, en esencia, no hacen. Pero no es éste el corazon del asunto. Lo que es vital es ef acto subyacente de deseubrimiento, ‘uminacion o invencion que const tuye la clave de toda auténtica obra creadora. Hace ‘mucho que los mas grandes cientificos son conscientes, de la bisica unidad del acto creador tal como se pro- duce en las artes y las ciencias. Una extensa y cre~ ciente literatura lo atestigua, S6lo en las elencias socia- les y en particular, siento decitlo, en In sociologia, campo en el que existe un mayor nlimero de textos sobre «metodologia», ha tendido a rezagarse esta com ciencia de Ia auténtica naturaleza del descubrimiento Incontables obras en las ciencias sociales revelan [a ineapacidad de sus autores para percibir esta crucial diferencia entre fo que puede propiamente llamarse la lgica del descubrimiento - la légica de la demostra- cidn, La segunda esta debidamente sujeta a rezlas y prescripeiones; la primera no Io esti. De todos los pecados conira la Musa, sin embargo, el mas grave es Ja afirmacion, © sélido supuesto, en los textos sobre metodologia y construccién de teoria, de que la pri ‘mera (y absolutamente vital) 1igica puede invocarse de algin modo obedeciendo las reglas de Ta segunda. De tal error de concepcién solo pueden resultar sequia y esteriidad intelectuales. Mientras reflexionaba sobre la unidad del acto creador, me llamo ademas la atencion lo que tienen en comiin las historias del arte y de la ciencia, Es bien sabido de todos los historiadores de la literatura, pin- INTROBUCCION 5 tura, escultura, arguitectura y otras artes que sus te mas estan sujetos, 0 af menos asi suele parecer, a nes- silos» sucesivos, a veces recurrentes, Para el experto en pintura rara vez hay dificulzad en distinguir 1o dieval de lo renscentista, 0, para el historiadar de la arquitectura, Io romanico de lo gotica, Tampoco se plantean mayores difcultades en Ia historia de la poe- sia en cuanto a distinguir lo isabelino de lo romantica, aunque nadie podrd arghir una infalibiidad total ni una diferenciacién absoluta enice ambos estilos. La cues- tion es, sencillamente, que al menos durante dos siglos las historias del arte se han eseriwp, por lo general, ‘como una sucesion de estilos, no muy diferentes de las etapas en que se considera dividido al desarrollo de la sociedad desde un punto de vista evolutive, Actualmente, Ia cieneia se nos revela también en lérminos estilisticos. Puede que esto sea mas dificil de demostrar. y desde luego menos valioso, en las ciencias fisieas, pero en cuanto se trata de ciencias sociales. y con ellas le flosofia social y moral de que derivan. es inevitable que salten a la vista los cambios de estilo que se producen en una determinada ciensia social en el plazo de um siglo o més. El estilo de la sociologia de mediados del siglo xIx es bastante dife- rente del que se dio mas tarde, en la época de Durk. heim y Weber, y el observador avisado descubrira en nuestro propio siglo una serie de estilos sucesives, a ‘menudo simples modas en realidad Por ultimo, aunque la unidad auténticamente vital de are y cieneia es la que se basa en las formas de comprender la realidad, no debemos pasar por alto la considerable semejanza de los medios de representa- f I i i 6 Roser Nisser cid de esa realidad en las artes ¥ las ciencias. A todos nnos es familiar, naturaimente, el retzato tal como se encuentra en la pintura, la escultura y también en Is literatura, El retrato es una forma antigua y universal- mente screditada en las artes. Tambien lo es el puisae que (an prodigado vemos en la pintura, pero también cen laliteratura y la miisica. El palsaje es el medio de que dispone un artista creador para representar determi- nada parte de la terra, el cielo y el mar tal como su propia conciencia selectiva los ha destilado. Tenemos Finalmente el problems de la accién 0 el movimiento, del que tanto se han ocupado artistas y fldsofos del arte: el problema de utilizar los materiales, ya sea en pintura, miisica literatura, de forma que tfaduzcan el Sentido dinémico del flujo 0 movimiento a través del tiempo y el espacio Todo esto, como digo, es bien conocido en las ar: tes. Pero lo que no lo es tanto, como vine a darme cuenta, es que la sociologia, a fo largo de su histori, se ha enfrentado precisamente con los mismos pro- biemas y ha utiizado, mutatis musandis, precisamente los mismos medios para comunicar a los demas deter- mminada concepcidn 0 sentido de la realidad. De esta forma, coma muestro, resulta que lo mas importante de la Sociologia consiste em gran parte en paisajes del Panorama social, econdmico y politico de la Europa ‘occidental del siglo XIX y principios del xX. Lo que ‘Tocqueville y Marx, y luego Toennies, Weber, Durk- heim y Simmel nes ofrecen en sus mas grandes obras, desde La democracia en America y El capital a Ge- meinschaft und Gesellschaft, de Toennies, 0 Metropolis de Simmel, es una serie de paisajes, cada cual tan INTRODUCCION ” caracteristico y convincente como puedan serlo las mejores novelas o pinturas de su época, En la fascina- ‘cidn por el contraste entre el campo y Ia ciudad que ‘observamos en los impresionistas rivalizan los princi= ples socidlogos, igualmente interesados por los efec- tos del entomo rural o urbano sobre la vida humana. Lo mismo ocurre con fos retratos. Que artista de la época nos brinda en sus novelas o cuadros persona- Jes mas sugestivos que lo que encontramos en Marx sobre el burgués y el obrero, en Weber sobre el burd- crata o en Michels sobre el politico de partido? El personaje, como he indicado, es of compromiso del socidiogo entre la generalidad o repeticién de la expe- rencia humana y suv individualidad, Pero el mismo es el compromiso del artista (Qué parecides son también fos esfuerzos del artista y el socidlogo para dotar a su tema de lo que Herbert Read. ef historiador y eritico de arte, ha llamado «la ilusion de movimiento». No es poca la habilidad arts tica que implica la deseripcién que Marx hace del cay talismo como una estructura en movimiento, la epre- sentacin de Tocqueville de la igualdad como un pro- ceso dindmico, 0 1a de Weber de la racionalizacién, Que Marx, Weber, Durkheim y Simmel eran cientificos esta fuera de duda. Pero tambign fueron ar- tistas, y si no lo hubieran sido, si se hubiesen conten- ado exclusivamente con demostrar hasta dénde ha- bian llegado por medio de un aséptico planteamiento de los problemas, una meticulosa verificacién y una, teorizaciOn satisfactorias hoy en cualquier curso doc- ‘oral sobre metodelogia socioldgica, el mundo todo del ensamiento seria mucho mas pobre ROBERT sISBEr Una cosa mas: repetidas veces me ha llamado Ia atencion el numero de casos ep que las visiones, int ciones y principios originales de la socioiogis en sv etapa eldsica habian sido anticipados y expuestos con profundidad y forma casi idénticas por algunos artis- fas, principaimente roménticos, en el siglo XIX. No podemos despojar a Tocqueville, Marx, Weber y otros. ocidiogos dé las visiones que les hicieron famosos: Visiones de la sociedad de masas, la industralizacion, la buroeracia y demés. Pero seria vivir en la ignorancia, rho reconocerias claramente, aunque expuestas de todo diferente, en los escritos juveniles de autores como Burke, Blake, Carlyle, Balzac y algunos mas Cuya reaccion frente a la revoluciOn democritica e in- Gustral eres un estado de conciencia en el que desem- Docarian ms tarde los sociblogos y otros representan- tes de la filosofia de las ciencias, Creo que hemos ido dandonos cada vez mayor cuenta de la prioridad del artista en la historia del pensamiento. Digo esto en un doble sentido, No es solo que el artista pueda preceder ll cientifico en el reconocimiento de lo auevo 0 10 vital tn la historia —pensemos en Blake, denostando la me~ ‘Canizacion de las fabricas mucho antes de que a cual~ {Guicr ciemtfico se le ocurriese otra cosa que una com- Placida aceptacion— sino que, en una misma persona, Es el componente artistico dei conocimiento el que es Capaz de generar, mediante la intuicion y otras condi- tines més familiares al arte, los elementos que sole ‘mos considerar como cientificos. ‘Sin duda habra cientificas que deciaren que st ‘especialidad queda disminuida o distorsionads al com- pararla con el arte, ya en cuanto a sus fuentes imagina- INTRODUCCION ® sivas o en cuanto a las formas de comunicar esa imagi- Sacidn. A su vez, habré seguramente artistas que. 2 Iper estas paginas, tengan en gran medida las mismas rencciones. Desde hace tiempo, aunque realmente soiv (esde principios del siglo XIX, venimos perpetuando la erdnea conviceién de que arte y ciencia son por su propia naturaleza muy diferentes entre 3. Ya es hora Ge dar fin a este error, y & los socidlogos reticentes (Guiza pueda alentarles el hecho de que los cientiicos ‘Kedaderamente importantes de nuestro siglo, en laf ea, matematicas, biologia y otras esferas, llevan mu ho tiempo insistiendo en la unidad bésica de’arte y

You might also like