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EL RACIONALISMO Y DESCARTES
(Profesor: José Antonio Morán)
1. CONTEXTO FILOSÓFICO-CULTURAL.
2. VIDA Y OBRAS DE DESCARTES.
3. EL MÉTODO.
4. LA TEORÍA DE LAS TRES SUSTANCIAS.
5. IDENTIFICACIÓN DEL TEXTO DE SELECTIVIDAD.
6. IDEAS PARA LA VALORACIÓN RAZONADA DE LA ACTUALIDAD
DEL AUTOR.
1. CONTEXTO FILOSÓFICO-CULTURAL.
-A nivel social se mantiene la sociedad estamental, con los clásicos tres órdenes
y que se basa en la propiedad de la tierra. La gran propiedad noble aumenta sus
derechos sobre un campesinado sometido a una extrema servidumbre. Los estados
acrecientan sus necesidades debido a las continuas guerras y hace que cobren
importancia los sectores vinculados a la acción estatal (funcionarios de justicia,
financieros…) El ansia por el ennoblecimiento provoca una falta de interés por las
actividades comerciales e industriales, que tienen poco valor social y los monarcas
venden títulos de nobleza. La mayor cantidad de venta de títulos de nobleza se produjo
en la Inglaterra de Jacobo I y Carlos I, el récord de ventas de cargos públicos se dio en
la Francia de Luis XIII y Luis XIV. En Francia se suceden las revueltas campesinas
debido a los aumentos de impuestos provocados por la guerra y por el hambre, y los
enfrentamientos entre nobles y burgueses y señores y campesinos. En Inglaterra va
cobrando pujanza la industria y en Holanda, lugar donde residirá Descartes florece la
burguesía debido al comercio marítimo.
-La economía sigue siendo agraria y el hambre es una amenaza continua (seis
grandes hambrunas en Francia entre 1629 y 1710). Predomina el mercantilismo como
doctrina económica, que es una postura proteccionista que pretende defender el
comercio y la industria nacionales. En todo caso se aprecia una transición del
feudalismo al capitalismo: el trabajo manufacturado está más organizado que en la Edad
Media y aparecen los asalariados (no olvidemos que es la época de la primera
revolución industrial.
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con Carlos II. Los monarcas absolutos agravan las crisis generalizadas con sus
conflictos bélicos y religiosos.
En la Europa del XVII y una buena parte del XVIII van a aparecer dos corrientes
filosóficas, el racionalismo (que se da en la Europa continental), y el empirismo (en
Inglaterra). En general podemos decir que se contraponen entre sí, pero a pesar de ello
podemos ver los siguientes rasgos comunes:
a) Están influenciadas por el método experimental y por la matemáticas (Descartes
está fascinado por esta ciencia, tanto que le servirá como guía para elaborar un
método en filosofía con el que alcanzar la verdad). Es decir, ambas dependen de
la revolución científica que se puso en marcha en el Renacimiento y están
influenciados por el desarrollo triunfal de la ciencia moderna con Kepler,
Galileo, y –posteriormente- Newton a la cabeza.
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b) Frente al enfoque ontológico (consistente en preguntarse por el ser) de la
filosofía anterior, ahora pasa a primer plano el tema del conocimiento, es decir,
de la epistemología (rama de la filosofía que se pregunta por cuánto podemos
conocer, cómo podemos conocer y hasta dónde podemos conocer).
e) Ambas corrientes van a criticar la filosofía anterior fijándose en que no han sido
capaces los filósofos de ponerse de acuerdo entre ellos.
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d) Cuando los filósofos racionalistas se ponen a pensar, lo hacen desde ellos
mismos, es decir, desde el individuo, desde el sujeto; esto significa que no se
fijan en el mundo exterior, sino en sus propias ideas, porque lo primero que se
conoce –dicen- no es mundo exterior a nosotros, sino las ideas que tenemos en
nuestra mente (provengan o no del mundo exterior). Hasta ahora ningún filósofo
había dudado de que para descubrir las verdades del mundo hubiera que mirar al
mundo que tenían delante; daban por supuesto que así era, pero con los
racionalistas se inaugura una nueva etapa en la que lo prioritario –por ser el
primer dato que tenemos- es partir del propio pensamiento, de las propias ideas.
(Así también puede interpretarse la famosa frase de Descartes “pienso, luego
existo”, es decir, primero me fijo en mi interior, en mi pensamiento, y después
deduzco que realmente existo)
e) Cabe señalar también que los racionalistas son mecanicistas, es decir, interpretan
que el universo, los seres, y hasta el hombre funcionan de forma similar a una
máquina, y por tanto se pueden descubrir sus leyes y su funcionamiento, sin que
haya nada que permanezca oculto (esta visión mecanicista le daría quebraderos
de cabeza a Descartes en su relación con la Iglesia).
En cuanto a las influencias que Descartes recibió podemos señalar las siguientes:
a) De los escépticos y estoicos, que eran unas corrientes filosóficas griegas que
surgieron inmediatamente después de Aristóteles y que se caracterizaban por
buscar un ideal de vida con el que ser felices; en concreto Descartes tomó de
ellos su desengaño por los sentidos y que iban contra el principio de autoridad a
la hora de hacer sus reflexiones.
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2. VIDA Y OBRAS DE DESCARTES.
René Descartes nació en La Haye, Francia en 1596. Estudió en el colegio de los jesuitas
de La Flèche desde 1601 hasta 1614. Se licenció en Derecho por Poitiers en 1616.
Quedó decepcionado de la enseñanza recibida y sobre todo de la filosofía, que se
limitaba a resúmenes y comentarios de Aristóteles por parte de la escolástica. Los
conocimientos filosóficos le parecían muy dudosos y sujetos a interminables
controversias, y esto era especialmente escandaloso pues las demás ciencias toman,
según él, sus principios de la filosofía. Así, decide abandonar el estudio de las letras y
aprender del gran libro del mundo. Se enrola en el ejército participando en la guerra de
los treinta años. Durante esa época tiene una intuición del que será su método para
reconstruir y unificar las ciencias. Entonces abandona el ejército y comienza una época
de viajes, dedicándose a rodar por el mundo "procurando ser más bien espectador que
actor en las comedias que en él se representan”. Es un periodo de nueve años, que
termina en 1628, año en que se traslada a Holanda, lugar donde reina la tolerancia y se
refugian numerosos filósofos. Aquí Descartes busca soledad y paz para dedicarse a la
filosofía. Allí permanecerá hasta 1649, año en que acepta una invitación de la reina
Cristina de Suecia para trasladarse a la corte de Estocolmo. Muere en Estocolmo en
1650, al año siguiente. En 1633 tenía concluido su Tratado del mundo, donde defiende
el movimiento de la Tierra. Ese año se produce la condena de Galileo y Descartes, por
temor, se decide a no publicar su obra. A lo largo de su vida, y debido a este hecho, se
muestra extraordinariamente prudente en sus afirmaciones, cayendo en ambigüedades
para protegerse de las persecuciones religiosas. Al final de su vida se interesa por los
temas morales.
Sus obras principales son: Reglas para la dirección del espíritu, Discurso del método,
Meditaciones metafísicas, Principios de la filosofía, Tratado del mundo y Tratado del
hombre.
Nota:este punto 2 no se pide en el examen más allá de los datos básicos (siglo del
autor, país de nacimiento y el título de un par de libros)
3. EL MÉTODO.
A) SUS PRETENSIONES.
Descartes pretende librarse del escepticismo generado por la caída de la Edad Media.
Como vimos, todas las seguridades que poseían en esos siglos fueron puestas en duda
con el Renacimiento, y -como consecuencia- había algo así como un vacío de reglas e
ideas fijas y seguras a las que atenerse. Por eso Descartes se va a proponer buscar la
Verdad en filosofía; quiere encontrar unas verdades tan ciertas como las que está
encontrando la ciencia con la aplicación de su método, unas verdades en definitiva
universales y de las que jamás su pueda dudar. Está convencido –como hemos dicho-
que las puede conocer utilizando correctamente la razón, y correctamente quiere decir
siguiendo los pasos o el método similar a las ciencias, o más en concreto siguiendo a las
matemáticas.
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No va a aceptar el principio de autoridad, lo que significa que va a prescindir (aunque
como hemos visto en sus influencias no lo consiga completamente) de todo saber que no
haya sido razonado conforme al método que va a sacar de las matemáticas. Por eso
entiende que su tarea es similar a la de aquel arquitecto que quiere levantar una casa
sobre la arena, pero -para conseguirlo con éxito- antes debe apartar la arena (es decir, las
opiniones de otros, las disputas filosóficas, las autoridades, etc.) hasta encontrar una
roca firma sobre la que poner los cimientos y, sobre ellos, construir el resto de la casa.
B) EL MÉTODO.
Los pilares, o lo que se da por supuesto en el método son los conceptos de intuición y
deducción. La intuición es una especie de “luz natural” o de “instinto natural” mediante
el que captamos inmediatamente conceptos simples provenientes de la razón misma,
sin que quede posibilidad alguna de error; por tanto la intuición es un saber directo e
inmediato que permite la captación de lo evidente sin que quede lugar a dudas. La
deducción se deriva de la intuición, es posterior a ella consiste en ir pasando de forma
rigurosa de lo simple a lo complejo definiendo cada idea a partir de otra.
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manifiestamente a quien considera tal conocimiento como es debido”.
Así pues, la claridad es la presencia o manifestación de un conocimiento
a la mente, la distinción es su separación respecto de todo lo demás, de
modo que se diferencia plenamente de los otros conocimientos.
Conocimientos verdaderos son pues, aquellos claros y distintos, y el
entendimiento los capta mediante la intuición, lo que implica que no
puede haber duda o error sobre su verdad.
- El cuarto paso consiste en repasar cuanto sea necesario los procesos que
hemos seguido (deducciones, etc.) por si nos encontráramos con algún
error.
Una vez que Descartes tiene configurado el método, le va a utilizar para acabar
descubriendo verdades absolutas (lo que es lo mismo que decir universales, indudables
y ciertas). Y siguiendo el método lo primero que tiene que hacer es aplicar el primer
paso de los señalados.
- En segundo lugar voy a dudar del mundo exterior dado que éste le
percibimos por los sentidos. Además, cabe la posibilidad que de la
misma forma que cuando soñamos creemos que lo soñado es cierto y
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sólo cuando nos despertamos nos damos cuenta de que no es así, de la
misma forma podemos sospechar que todo lo que entendemos como
mundo exterior no sea más que un sueño del que no nos hemos
despertado.
Como hemos dicho, queda así planteada una duda universal, metódica y provisional.
Cabe preguntarse sin embargo hasta qué punto es una duda universal puesto que nunca
duda que a través de la duda va a terminar encontrando verdades absolutas y por tanto
no se quedará en un escepticismo. En todo caso, lo que está claro es que en medio de
esta duda, le asalta una verdad evidente, indudable, clara y distinta, y es la de que
mientras duda no puede dudar de que duda, y si duda es porque piensa (la duda expresa
necesariamente pensamiento), y si piensa es porque existe. Y por eso puede afirmar sin
ningún género de dudas pienso luego existo (cogito ergo sum). Ésta es la primera piedra
de la casa de Descartes, esa piedra que tras quitar la arena me sirve para construir el
resto de los cimientos y de las paredes de la casa; es una verdad subjetiva ya que tiene
que ver con el pensamiento, con el interior del sujeto, y es una verdad de la que no duda
porque la percibe de forma clara (es decir, manifiesta a quien está atento) y distinta
(separada de todo lo demás).
Ahora bien, si antes Descartes se planteó la hipótesis del Deus deceptor como ese genio
maligno que engaña sobre nuestras percepciones haciéndonos creer como cierto lo que
en realidad es falso, entonces ahora puede ocurrir lo mismo. De ahí que la siguiente
tarea del autor es demostrar que no existe tal genio maligno, y si lo consigue, al no
haber tal engañador, siempre que perciba algo de forma evidente, clara y distinta, será
verdad, comenzando por las matemáticas y por el cogito ergo sum cuya evidente verdad
sólo cabe ser negada en caso de que dicho genio maligno existiera. ¿Y cómo hará para
demostrar que no existe este genio?
Argumenta Descartes que lo del Deus (Dios) en principio es una idea (de eso no se
duda), otra cosa es que dicha idea tenga su correspondiente realidad, o se quede
simplemente en eso, en una idea. Y como en principio es una idea se plantea de qué
forma la habrá podido llegar a su mente, para lo cual hace un recuento de las distintas
formas en que aparecen nuestras ideas llegando a la siguiente clasificación:
- o bien son innatas (ya nacemos con ellas y por tanto no las adquirimos
posteriormente; como ejemplo las ideas de infinito y eternidad)
- o bien son facticias (inventadas por mi; por ejemplo sirena o centauro)
- o bien son adventicias (que me vienen de fuera, del exterior, de lo que yo
capto, como por ejemplo la idea de perro).
La idea de Dios no puede ser adventicia ya que no nos viene de fuera, no se ve a Dios,
no se le capta por los sentidos, no proviene del mundo exterior. Tampoco es facticia
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porque no podemos variarla a voluntad nuestra como si de la idea de un objeto se tratara
puesto que cuando pensamos en Dios nos viene una idea con unas determinadas
cualidades que de no tenerlas no sería Dios. Por tanto, si hay tres posibilidades de
adquisición de ideas y vemos claramente que dos de ellas no pueden ser, tenemos que
concluir que la idea de Dios es innata, nacemos con ella.
Y si nacemos con ella es porque ha de haber sido causada por una causa externa que
tiene que parecerse al ser al que se refiere dicha idea. Es decir, que el hecho de
demostrar que la idea de Dios es innata implica que a través de ella estamos
demostrando la existencia de ese Dios quien sería la causa de dicha idea (de la misma
forma que el artista imprime su sello a la obra, así Dios imprime su idea en nuestra
mente en nosotros que somos su obra). Y junto a ésta, Descartes propone otras dos
pruebas de la demostración de Dios. Una de ellas dice que Dios no solo es causa de la
existencia de nuestras ideas innatas, sino causa de nuestra propia existencia, y se resume
así: yo que me reconozco como siendo un ser imperfecto, reconozco al mismo tiempo
que no puedo ser el autor de mi propio ser, pues al crearme a mí mismo, desde luego no
me hubiera privado de ninguna de las perfecciones que concibo en la idea de Dios, por
lo tanto es Dios quien me ha creado y me hecho de la manera en que soy. Y la última
prueba para demostrar la existencia divina dice que Dios no solo es una idea sino que
necesariamente es una idea que realmente existe, pues en la idea de Dios va incluida la
perfección, y dicha idea no sería perfecta si le faltara la existencia, por tanto, Dios no
solo es una idea en nuestra mente, sino que real y objetivamente existe; al ser
sumamente perfecto no le puede faltar la existencia porque si no tendría una
imperfección, la de no existir. (Observemos en estas argumentaciones el argumento
ontológico, similar al que vimos en Agustín de Hipona).
Y si existe Dios, no puede haber un engañador todopoderoso, pues la luz natural nos
dice que el fraude y el engaño proceden del defecto y de la imperfección. Siendo
perfecto, Dios no puede habernos engañado, en consecuencia, sí existe Dios (que es
perfecto) pero no existe el Deus deceptor (pues sería imperfecto, cosa contradictoria con
la noción de un Dios perfecto). Y si no existe ningún genio maligno, todo aquello que
pensemos como evidente, claro y distinto, será cierto. Por tanto, la existencia de Dios
nos garantiza que todo lo que percibamos con claridad y distinción es cierto, porque es
un Dios bondadoso. Si más arriba argumentábamos que el cogito ergo sum era la
primera piedra (interior a la mente y subjetiva) del cimiento cartesiano, ahora con Dios,
se pone la segunda, y ésta es exterior a la mente, objetiva. El cogito ergo sum y Dios
son los dos primeros apoyos imprescindibles para todas las afirmaciones posteriores de
Descartes; algunos críticos le achacan que puede haber un círculo vicioso, como una
pescadilla que se muerde la cola, puesto que para afirmar el cogito ergo sum se necesita
la existencia de Dios, y para afirmar ésta se hace a través de la seguridad que da el
cogito ergo sum.
Como decimos, tras demostrar que no hay un genio maligno que nos engañe y concluir
que todo lo que percibimos como evidente, claro y distinto es cierto y veraz, Descartes
vuelve a retomar todo aquello que había puesto en duda al principio (lo que nos llega
por los sentidos, la existencia del mundo exterior y las matemáticas mismas). En este
momento de la reflexión estamos en condiciones de afirmar que Descartes, a partir de la
primera verdad intuitiva "yo pienso", ha deducido dos verdades más: que existe Dios y
que existen los cuerpos. Las ha deducido a partir del pensamiento, pero Dios y el mundo
son dos ideas distintas de la idea de pensamiento. Sabemos, pues, que existe el
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pensamiento, Dios y los cuerpos, tres realidades captadas por el pensamiento con
absoluta claridad y distinción. Pero ¿qué son estas tres realidades?
A pesar de que Descartes iba contra el principio de autoridad, en realidad, no rompe del
todo con el pasado. Hemos visto cómo sigue planteándose el tema de Dios (incluso
utiliza el argumento ontológico como Agustín de Hipona para demostrar su existencia)
tal como lo hacían en la Edad Media, y en la ontología (estudio del ser) acude a
Aristóteles al definir en términos de sustancia a los seres.
Para Descartes, sustancia es casi sinónimo de “cosa”, ya no es algo oculto tras los
accidentes como entendía Aristóteles; es algo que existe objetivamente y que tiene
existencia completa, esto es, sin necesidad de nadie para existir. Pero claro, si somos
rígidos con esta definición sólo Dios sería una sustancia en sentido pleno ya que es el
único ser que no necesita de nadie para existir (su esencia consiste en existir, y por tanto
no puede no existir). Por tanto la sustancia Dios es una sustancia infinita y también
eterna, omnisciente, omnipotente, creadora y perfecta.
Pero entre el resto de los seres, los finitos (infinito sólo es Dios) también podemos
hablar de sustancia si nos fijamos en aquello que no necesita de nadie para existir salvo
de Dios. Y si nos fijamos en todo lo existente –salvo en Dios- podemos ver otras dos
sustancias finitas, que son el pensamiento y la extensión. Es decir, es a Dios o a la
sustancia infinita (res infinita) a quien conviene en términos absolutas la definición de
sustancia, pero relativamente se puede emplear para referirnos a la sustancia pensante
(res cogitans) y a la sustancia material (res extensa), que no necesitan la una de la otra
para existir y en este sentido son independientes, aunque ambas necesitan de Dios. Lo
real aparece, pues, dividido en tres dimensiones independientes y separadas. Esta
separación tajante entre las tres dimensiones del ser fue la causa de que Descartes
tuviera después problemas para explicar las profundas interacciones que observamos
entre lo físico y lo mental, entre el cuerpo y el alma.
Nos encontramos, pues, con un planteamiento bien diferente al que filósofos como
Aristóteles, que habían descrito al ser humano como una unidad, de manera que el alma
no se encontraba vinculada sólo a la actividad pensante, sino al principio de la vida
biológica. La posición de Descartes es bien diferente, pues para él, el yo es una
sustancia cuya naturaleza se expresa en el pensar, de forma que el cuerpo en cuanto
sustancia distinta no piensa, y ni siquiera puede decirse que podamos incluir el cuerpo
en la esencia humana. Buscó el punto de conexión entre las dos sustancias que conviven
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en el hombre y por tanto donde se conectan las actividades humanas. Este punto de
conexión creyó encontrarlo en la glándula pineal (glándula situada en el encéfalo y que
se supone que su secreción regula el crecimiento).
Y hay que decir, a propósito de esto, que la búsqueda de esta conexión que él llevó a
cabo no es suficiente para explicar la interacción entre lo mental y lo corporal y
especialmente la unidad del ser humano y de todos sus actos, tanto los de naturaleza
más intelectual, como los ligados a las funciones que nos asemejan a los animales. Ya en
su época autores como Spinoza o Leibniz le acusaron de no haberse ajustado al
principio de la evidencia al postular lo de la glándula pineal; en todo caso, este
problema quedó planteado y en el futuro se conocerá como el problema de la
comunicación de sustancias.
El problema para Descartes está en dirigir bien la razón; en efecto, no basta con tener el
ingenio bueno, lo principal es aplicarlo bien. Por eso, es necesario un método, mediante
el cual guiar bien la razón. La finalidad del método es dirigir correctamente le razón,
sólo así es posible aumentar los conocimientos y progresar en la investigación de la
verdad. Así, en el primero de los textos de la selectividad -el de la Segunda Parte del
Discurso del método- formula los cuatro pasos del método. En el segundo –el de la
Cuarta Parte- ya comienza a aplicar el primer paso del método, según el cual no se
admitir nada que no se presente como evidente, consecuencia de lo cual es el desarrollo
de su duda metódica y búsqueda de los primeros principios en que fundamentar su
filosofía.
Este último apartado va destinado a mostrar algunas ideas que pueden servir para
responder una de las posibles preguntas del examen. El punto de partida general a todas
las indicaciones que vienen es que con Descartes hay un antes y un después en la
Historia de la Filosofía, porque pone las bases del pensamiento moderno con ese intento
suyo de analizar la capacidad humana para conocer (Kant la desarrollará más), por la
importancia que da al sujeto frente al objeto, y por el empeño en dotar a la filosofía de
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un método de forma similar al que tienen las ciencias físico-matemáticas. Veamos
alguna idea:
1ª) Hoy, siguiendo el camino iniciado por Descartes en el Discurso del método,
cualquier saber que pretenda tener categoría de ciencia, tiene que someterse a un
método riguroso de observación y análisis que posteriormente deberá ser explicitado
para que los que lo lean lo puedan verificar o refutar; hasta la filosofía en ocasiones
introduce métodos en sus análisis (por ejemplo el método hermenéutico o de
interpretación, o el método dialéctico). En relación a este interés cartesiano por el
método en particular y por la ciencia en general, también podemos señalar la
“colonización” por las matemáticas del mundo en el que vivimos: desde el campo
virtual (compuesto por ceros y unos) hasta la machacona insistencia en las estadísticas
ya sean de logros deportivos, de épocas de sequías, de accidentes de tráfico, o de
proporción de proteínas en la dieta; es como si toda la realidad fuera matematizable, a
semejanza del método matemático-analítico de Descartes surgido de su fascinación por
la exactitud de las matemáticas (Otra cosa es que nos preguntemos si realmente todo
puede ser matematizable).
2ª) En principio puede parecer contradictorio que Descartes fuera perseguido por la
Iglesia ya que acababa hablando y demostrando la existencia de Dios. Pero una lectura
más detenida nos hará percatarnos de cómo en realidad este pensador podía ser un
enemigo para la Iglesia porque prescindía de autoridades (por supuesto incluida la
eclesiástica) y se lanzaba a la aventura de descubrir por él mismo las verdades. Cierto
es que terminó demostrando la existencia de Dios, pero lo hizo de una forma (desde la
pura razón y sin contar con la Iglesia) que dejó abierto el camino a que otros llegaran a
conclusiones contrarias. No en vano desde Descartes ha habido un continuo progreso de
laicización (impulsado también por la ayuda que la ciencia presta para conocer el
mundo con independencia de las proclamas eclesiásticas). Esta laicización llega hasta
nuestros días y se muestra en las luchas por separar las conexiones que aún existen entre
la política y la religión; un ejemplo concreto son las luchas que dentro de la enseñanza
pública existen para expulsar la asignatura de la religión de los programas al entenderse
que esta cuestión es de incumbencia privada y por tanto el Estado no debería hacerse
cargo de ello, y menos pagando a profesores impuestos por la jerarquía eclesiástico sin
ningún tipo de filtro estatal.
4ª) Si Descartes por Genio Maligno entendía un ser que se encargara de engañar a la
gente para hacerle creer que algo es verdadero cuando en realidad no lo es, hoy nos
pueden venir al respecto de esta definición mil y un ejemplos de cómo el mundo virtual
actual puede cumplir ese papel. Uno de estos ejemplos son los engaños lúdicos a los que
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voluntariamente nos dejamos someter (cine, aparatos simuladores de realidad,
psicotrópicos, y realidad virtual en sus múltiples ramas). Otro ejemplo son los engaños
a los que nos pueden llevar los que tienen poder y manejan los hilos de las
comunicaciones; es decir, engaños en los que están implicados aspectos políticos (por
ejemplo, en la guerra de Irak, para desacreditar a Sadam Husein –ya que el motivo de la
guerra que eran unas supuestas armas químicas nunca apareció- se rodaron unas
imágenes de aves marinas muriendo en el petróleo derramado por Irak en el Golfo
pérsico para sensibilizar a la gente de la barbarie ecológica del mandatario iraquí; con el
tiempo se descubrió que dichas imágenes se habían rodado en Norteamérica, pero el
engaño ya se había producido por obra de un nuevo genio maligno).
5ª) Sin embargo, algunas de sus ideas también han sido muy cuestionadas.
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