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No difundir
Los textos incluidos en esta carpeta constituyen un punto de partida, tal vez arbitrario y un
tanto delirante, de los índices que utilizamos como textos críticos y literarios para activar
referentes para el “marco teórico” de la exhibición y para levantar -de entre los muertos
vivientes- una serie de preguntas que, creemos, establecen cierto tipo de afinidad con las
obras que conforman la muestra. La afinidad, una especie de tocamiento sentimental y
herencia romántica (vía Goethe, a quien no apelaremos en este proyecto), decidimos
utilizarlo como una especie de instrumento producido por la plusvalía del trabajo para leer
relaciones entre cosas y humanos, en vez de anticiparnos a pensar que son un fenómeno
natural, ahistórico y común entre humanos y cosas.
Los textos que se proponen como lecturas posibles para establecer una conversación -no
forman parte del campo discursivo de las obras, ni pretendemos contaminarlo con ellas
(afortunadamente ya todas están hechas, o casi hechas)- establecen un arco temporal que
se tensa en su punto de partida en la segunda mitad del siglo XIX, pasando por textos
críticos mexicanos de los años sesenta y setenta, y arribando a articulaciones
contemporáneas.
El hilo discursivo que recorrimos es el siguiente (y tal vez es muy personal y libresco).1 Mi
llegada a Gustave Flaubert --cita más dominante del título de la muestra desde su libro La
1
No podemos olvidar que uno de los títulos de trabajo de esta muestra fue “Estoy dudando entre el
amor o el acuerdo”, una frase de la canción de casi el mismo nombre del grupo, medio new wave-pop
argentino, Virus (sí, cifrados después por ellos y por otros bajo la triste etiqueta de “rock en tu
Texto de trabajo
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educación sentimental de 1877-- fue por vía latinoamericanista y mexicana: hace algunos
años leí el artículo “La educación artística ¿se puede enseñar a ser sensible?” (1972) del
crítico peruano-mexicano Juan Acha, en éste se plantea la posibilidad de generar un nuevo
proyecto educativo artístico desde una “escuela de televisión” en la que los niños
aprenderían a dibujar, pintar, escribir, montar, videograbar, editar, etcétera, sin saber que
efectivamente estaban siendo formados en arte --dando también una decapitada, de paso, a
la estructura culta tradicional de las artes (ahora retomada con sofisticación y cinismo por el
propio arte contemporáneo).2 Sin duda, una utopía setentera. Esta lectura sumada a la
fascinación por leer “La educación sentimental” de Carlos Monsiváis --en la que habla del
bolero y la carpa como paraíso perdido de la espectacularización de la cultura mexicana
desde la televisión-- me hicieron voltear a Gustave Flaubert y su novela. Una especie de
brinco histórico y arbitrario a la mitología decimonónica parisina (tan mexicana también) que
condensa una narración de una aventura sentimental (nunca ocurrida) con un fondo
histórico fascinante: 1848, golpes a los últimos intentos por constituir los principios de la
Revolución Francesa, discusiones entre socialistas (de muy distinto tipo y siempre en
disputa), monárquicos y la emergencia de una burguesía industrial potente (el barco es un
personaje fundamental y silencioso), sumada a la toma de Luis Bonaparte.3 Momento
también, y aquí otra referencia, de la primera gran estancia de Karl Marx en París --de la
que quedan sus Cuadernos de París y que, constituyen sus anotaciones a lecturas de
clásicos económicos (como David Ricardo o Adam Smith) en la turbulencia política
francesa.4 Este armado se complementa con un texto fundamental y póstumo de Marx y
revisado por Friedrich Engels: El origen de la familia la propiedad privada y el Estado. Este
último constituye un golpe a la idea natural de familia y amor, afectos básicos de la sociedad
burguesa y base del sistema de producción, originados por la compleja constitución de la
propiedad privada (y su liga con la estructura de la mercancía).
idioma”. La escucha de este grupo surgió de un retorno, casi gástrico, por estudiar conceptualismo
argentino y las aportaciones de Roberto Jacoby como letrista de la banda.
2
Una versión de dicha lectura, tal vez un poco desviada, apareció hace algunos años en el
blogdecrítica. Ahí, en texto, se propone considerar a las obras como programas educativos o
asignaturas.
3
Aquí, aunque no lo refiramos, es también importante El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad
(1898). Link: http://www.rodriguezalvarez.com/novelas/pdfs/Conrad,%20Joseph%20''Heart%20of%20Darkness''-Notas-En-
Sp-Sp.pdf
4
Por favor, vean esta página, se puede descargar mucho del comandante:
https://historiaycritica.wordpress.com/
Texto de trabajo
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otro lado, reactivaría de una manera brillante El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de
Marx.
Tómese este texto sobre lo que estamos leyendo como una provocación, más que cualquier
tipo de obligación (no fiscal).