Érase una vez, una mulatica quinceañera despabilada y sabrosona ella…
Habiendo tenido un hijo por artes conocidas de todo aquel que la suspire y no sabiendo qué camino tomar para no desmerecer ante los ojos de los suyos, decidió ahogar a la criatura en una noche de luna. Llegó a la orilla del rio y en un remanso dejó caer al inocente hijo.
Víctima de sus remordimientos regresó poco a poco rato a buscar al hijo de
sus entrañas. Y como loca recorría las orillas del rio tratando en vano de encontrarlo.
Desde entonces, en las noches de luna, se oye la voz de la llorona que grita y se lamenta buscando afanosamente a su hijo mientas dice: “Aquí lo eché… aquí lo eché: ¿Dónde lo encontrare?”.