El término “literatura” no es inmutable y, gracias a ello, ha sufrido una
transformación a lo largo del tiempo. Desde luego, no siempre ha sido concebida de la misma manera por lo que encontrar un origen concreto es complicado, sin embargo, al revisar la etimología, la palabra remite a “littera”, que significa “letra”, denominando así todo lo fijado mediante ellas, sin tomar en cuenta al carácter artístico, estético o de transmisión oral. Es conocido que existe un conjunto de textos que son leídos y catalogados como literatura, sin embargo, definirla con precisión siempre ha sido una tarea compleja, pues dichas obras cambian de acuerdo con la cultura y el contexto histórico en el cual son leídas e interpretadas. En sí, no existe una manera de delimitar la esencia que compone a una concepción de literatura, pues esto se ha puesto en juego desde sus inicios. Las primeras definiciones de literatura datan del siglo XV, sin embargo, no era una palabra frecuente, por lo que suele asociarse más con aproximados o sinónimos, al estilo “bellas letras” o “retórica”. No es hasta el siglo XVIII que el uso del término literatura se hace más frecuente, a la par que se consolida y se va modificando, sobretodo en Europa, empleando “literatura” para designar a los textos escritos con una intención plenamente estética. A medida que se fue consolidando el concepto, comenzaron a producirse los primeros estudios dedicados a la literatura, intentando hacer una reflexión crítica sobre ella, partiendo de la historia y del saber que existe una amplia gama de “historias literarias” imposible de delimitar, pues no hay una manera de englobar todo lo que ella abarca. En tal sentido, aparecen a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII las primeras concepciones de literatura. Para 1797, Jovellanos, escritor español, compone su discurso “Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la Literatura al de las Ciencias”, donde emplea la expresión “buenas letras” para referirse al arte de la expresión escrita. En Francia y Alemania comienzan a aparecer textos como “Elementos de la literatura” (1787) de Marmontel, escritor y dramaturgo francés, o “De la literatura considerada desde las instituciones sociales” (1800), escrito por la filósofa francesa Madame de Staël, donde se emplean términos similares para hablar de dicho arte. Entre 1782 y 1806 Juan Andrés, jesuita español, publica “Origen, progresos y estado actual de toda la literatura”, donde se comienza a aplicar el término “literatura” de manera más formal y da pie a una nueva concepción de literatura:
Mi intento, tal vez demasiado temerario y atrevido, es dar una
perfecta y cabal idea del estado de toda la literatura, cual no creo se encuentre en autor alguno. Tenemos infinitas historias literarias, unas de naciones, provincias y ciudades, otras de ciencias y artes particulares, todas en verdad utilísimas para el adelantamiento de los estudios (p, 52).
Desde los inicios, la literatura ha surgido como un reflejo del mundo.
Por ello, los primeros textos que se muestran como literatura tienen un profundo sentido mitológico y religioso, que habla de las prácticas y creencias; quienes vivían en aquel momento manejaban, hechos sobre tablillas de madera, cuevas y tradiciones orales que datan del siglo V hacia atrás, que fueron escritas y estudiadas posteriormente. A partir del siglo VI, comienza a conocerse la literatura medieval, que se enfocaba en la formación de las sociedades que hoy se conocen y que abarca una pluralidad de escritos que van desde los más sagrados hasta los más profanos; entre ellos destacan Amadís de Gaula y El cantar del Mio Cid, que reflejan el cambio social para aquella época y el surgimiento de los caballeros como figuras que persiguen un ideal que los lleva a la aventura, intentando mantener sus principios. Esto dio pie a lo que se conoció como Edad Moderna, desde el siglo XV en adelante, donde surgieron movimientos literarios como el Renacimiento, donde comienza a verse la distinción de géneros literarios, que se conocían como poesía lírica, épica y dramática, que se ejecutaban bajo una serie de parámetros y que dieron pie a obras como La Divina Comedia y La Celestina, que se debatían entre el drama y la comedia para mostrar actitudes y cuestionamientos morales hacia los miembros de una sociedad. A partir de allí, comienza la época del Barroco, que trajo a escritores fundamentales como Luis de Góngora y Argote, Lope de Vega o Tirso de Molina, que rompieron con las reglas y dieron pie a la libertad artística y la fusión de géneros. En el siglo XVIII se recupera de nuevo la concepción clásica del género literario y se le otorga al movimiento el nombre Neoclasicismo, ya que recupera las formas antiguas y rigurosas de escritura y comienza a distinguir los géneros literarios y a evaluar las obras como mayores (tragedia y épica) y menores (lírica, comedia, canciones), trayendo consigo nuevas reglas y grandes hombres como Voltaire, Montesquieu y Rosseau, enfocándose la renovación del conocimiento dentro del nuevo mundo. Luego de dicho proceso, comienza a gestarse el Romanticismo en el siglo XIX, que se abre ante los sentimientos del autor y que se queja ante el surgimiento de la modernidad, a través de obras como Los Miserables, Las desventuras del joven Werther o Frankenstein, que hablan del sufrimiento del hombre en sociedad y su interacción con el mundo formado y estudiado en los movimientos anteriores. Desde el siglo XX se conoce como literatura moderna todo lo publicado y se basa en la relación de la humanidad con la modernidad y una sociedad avasallante que evoluciona a pasos agigantados y que construimos día a día. En sí, se puede ver que la literatura parte de realidades muy heterogéneas, que vienen de distintos tipos de cultura o de escritura, dando origen a las distinciones que hoy en día se conocen. Paulatinamente, van forjándose conceptos a través de las obras que permiten definir su formación hasta llegar a lo que es hoy en día. A partir de allí, han surgido diversos postulados sobre la idea que se ha tenido sobre ella a lo largo de la historia, es decir, se ha podido ver cómo ha ido evolucionando. Hoy en día y gracias a la evolución que el concepto y el objeto de la literatura ha tenido, entendiéndola como un uso particular del lenguaje, se ha podido apreciar que en un principio fue concebida como una actividad plenamente estética y comunicativa, que narraba lo que sucedía y que, con el tiempo, ha llegado a ser lo que en la contemporaneidad se conoce como literatura, que se encarga de manejar un sentido universal, que incluye la crítica, la denuncia y la expresión de un tema particular, que es el reflejo de la humanidad y permite que la sociedad se haga en ella, siendo así un impulso a cuestionar lo dicho, que se enmarca dentro de un canon establecido. En tal sentido, se toman los planteamientos del crítico Meyer Howard Abrams, que se basó en los cuatro elementos que forman parte de la literatura: autor, lector, obra y universo, para armar cuatro concepciones básicas para formular su idea a lo largo de la historia. Según el autor, la concepción mimética es la más antigua conocida y se basa en la idea de que el arte es una imitación, bien sea de las acciones humanas, la naturaleza o de la realidad. Por otra parte, la concepción pragmática plantea una fundamental relación entre la obra y el lector, pues supone que la primera es un vehículo para producir algo entre ambos, bajo la creencia de que la literatura es un instrumento con una finalidad moral, que disfraza una enseñanza o doctrina, que busca una determinada respuesta en los espectadores, cosa que dominó la literatura hasta el siglo XVIII, donde comenzó a verse “lo bello” como un medio para “instruir”. En ese mismo orden de ideas, destaca la concepción expresiva donde se desplaza ese interés hacia la espontaneidad del autor, donde la subjetividad y las necesidades emotivas del escritor son la causa y la finalidad del arte. Así, se valora la contemplación interior y se afirma como prioritario todo lo que parte de la razón y el corazón, siendo producto de la imaginación, que se expresa mediante un lenguaje simbólico cuyo significado se encuentra detrás de lo aparente. Como consecuencia de esa valoración, el autor propone una concepción objetiva que se basa en ver la literatura como un lenguaje con un valor en sí mismo, que se une con la recepción del lector, con la intención del autor y con la subjetividad del mundo, en un arte que solo responde a sí mismo. Al hablar de la concepción de literatura, de ese conjunto de elementos que copulativamente intervienen en la formación de su concepto, se parte de su origen como una construcción humana que inicia con la razón y que es el reflejo del quehacer del hombre, dejando ver su grado del pensar que construye la literatura. Por ello, ha sido vista desde ángulos distintos que la han hecho evolucionar, pues surgió como un uso especial de la escritura, que formaba parte de una burguesía intelectual y que poco a poco fue bajando de estrato y cambiando de uso, hablando desde la formación de nuevas sociedades, hasta la crisis del hombre moderno dentro de un mundo tecnológico. En un primer momento, lo que convierte a la literatura en un medio fundamental y singular es su ejemplaridad y universalidad, pues conduce según indica Culler (2000) a “comprometer nuestra mente en cuestiones éticas e inducirnos a examinar conductas humanas” (p. 51). Por ello, hoy en día se puede observar su concepción desde una visión que permite afirmar que lo literario es un concepto inestable por sus diversos puntos de vista, que hoy en día se ven como una expresión artística que ha evolucionado hasta convertirse en un medio definible según el lector. Gestación de la actual definición de literatura en los siglos XVIII y XIX. Lo que hoy en día se llama literatura se compone de discursos y obras que utilizan el lenguaje en pro de un objetivo y que ha ido evolucionando con el tiempo. Solo desde el origen e podrá entender la literatura en estos tiempos, por ello, se parte del siglo XVIII, donde comienza a surgir este concepto, para el análisis. A finales del siglo XVIII se van estructurando distintas concepciones sobre literatura, dando origen a la que la ha delimitado como el arte de la expresión verbal, sin limitarse únicamente, como se venía haciendo, a nombrar, de manera general los escritos y el conocimiento derivado de los libros. Ya se hablaba de que la literatura adorna, enriquece y avalora el espíritu, dando pie a que se vea como un medio artístico que dota a la palabra de hermosura y perfección. A lo largo del siglo XVIII el uso del término literatura se hace más frecuente, a la vez que su sentido se va modificando. Tomando en cuenta los planteamientos de Eagleton (1998), se observa que en el siglo XVIII el concepto de literatura abarcaba todo el conjunto de escritos apreciados en la sociedad, que iban desde la filosofía hasta las cartas y poemas. Se veía un texto como literario según como se adaptaba a ciertas normas de la cultura y las letras, bajo un criterio plenamente ideológico, que incorporaba los valores y los gustos de una clase social particular para clasificarlo como tal. Por ello, dicho concepto estaba impregnado de valores morales de esa época que se afianzaban en la expresión verbal y escrita, a través de conceptos fundamentales sobre la razón, la naturaleza, el orden o el decoro que se simbolizaban en el arte, al que podían acceder ciertos estratos de la sociedad. El sentido la literatura fue creciendo pues se incrementó su “importancia, porque hacía falta buscar la unión de las clases medias, cada vez más poderosas pero espiritualmente burdas, con la aristocracia gobernante, difundir las buenas maneras, los gustos "correctos" y las normas culturales de aceptación general” (Eagleton, 1988, p. 15), lo que incluía un conjunto de instituciones ideológicas que se paseaban entre tratados estéticos, manuales de moralidad y cuestiones sociales. Así, se puede ver que para aquel momento la literatura no se asociaba con conceptos como “búsqueda personal”, “imaginación”, “experiencia”, “denuncia” y un largo etcétera con el que la asocia hoy, sino que se vinculaba únicamente al uso de la palabra de un modo distinto al coloquial. No es hasta el siglo XIX que, tras el período romántico, las definiciones de “literatura” comienzan a tomar fuerza, pues lo literario empieza a convertirse en un sinónimo de lo imaginativo y se escribe sobre lo que sucedía a través de escenarios aparentemente inexistentes. Dicho arte aparece, entonces, como un medio espontáneo, creativo, con profundos nexos sociales, políticos y filosóficos, bajo un modo técnico de escribir, que se convirtió en un vehículo para la ideología y la imaginación, cuya misión se basó en transformar a la sociedad mediante las letras en nombre de los valores y el sentir social, bajo un compromiso con el contexto histórico. Por ello, en el siglo XIX, la literatura se consolida y comienza a alejarse de cuestiones plenamente estéticas para tomar un sentido social, bajo una alternativa absoluta ante lo que sucedía en el mundo, defendiendo causas que se consideraban menores, dando pie a la visión estética y reflexiva que hoy en día se maneja sobre literatura, ya que comenzaron a adquirir un nuevo significado, pues ella misma era su propia finalidad, muy por encima de cualquier otro carácter, siendo el arte un ejercicio libre, donde los nexos sociales e ideológicos fueron desplazados, para trabajar a favor de un bien común en pro de construir un modelo ideal (o todo lo contrario) de la sociedad humana como lo se le conoce hoy en día. El mencionado autor sostiene, que esto sucede gracias al fracaso de la religión a partir del siglo XIX. A mediados de la época victoriana, esta forma ideológica se vio en problemas, pues ya no movía masas como solía hacerlo, corriendo el peligro de esfumarse. Por ello, preocupaba pues la religión ofrecía una forma muy eficaz de control ideológico, que comenzaba a perder las posibilidades de seguir sobreviviendo, ya que el “cemento social excelente dentro de una misma organización que abraza al campesino devoto, a la clase media culta y liberal y al intelectual interesado en la teología” (p.18 ); dejó de tener validez dentro de la racionalidad. A partir de allí, se ve a la literatura como un medio de salvación que, de no haber surgido de una honda crisis ideológica, no tendría la abundancia que hoy en día se le conoce. Al respecto, Eagleton (1988) sostiene que: A medida que la religión deja de proporcionar el cemento social, los valores afectivos y las mitologías básicas que sirven de soldadura en medio de la turbulencia social de una sociedad dividida en diversas clases, la literatura se va transformando, a partir de la época victoriana, en vehículo destinado a transportar esa carga ideológica. (p. 18)
Así, la literatura comenzó a ser un medio para transformar a la sociedad
y controlarla desde todos sus estratos, como lo sigue haciendo en la modernidad, bajo una labor humanizadora que suministra un escudo contra el fanatismo y extremismo en todas sus variaciones. Desde el siglo XIX, la literatura se ocupa de valores humanos universales y deja de lado cualquier tipo de trivialidades, abriéndose para mostrar una verdad por encima de una vida externa. Gracias a esas visiones, la literatura entrena a las masas para adquirir el hábito del pensar y las convence de que existe otro punto de vista más allá del propio. Hace partícipe al ser humano de una universalidad avasallante, dentro de una actividad solitaria y contemplativa, dirigida al mundo desde las emociones y la experiencia, en una misión ideológica que está presente hasta la actualidad. Por ello, se puede concluir que el sentido de la literatura comenzó en el siglo XVIII y ha evolucionado hasta convertirse, en palabras de Culler (2000) en el “vehículo de la ideología o que un instrumento para desarmarla”(p.28 ). Bibliografía.
Culler, J. (2000). Breve introducción a la teoría literaria. Barcelona. Editorial
De Bolsillo. Disponible: https://ayciiunr.files.wordpress.com/2014/04/0breve_introduccion_a_la_teoria _literaria_01.pdf. (Consulta 2018, febrero 01).
Eagleton (1988). Una introducción a la teoría literaria. México. Fondo de
cultura económica. Disponible: https://direccionmultiple.files.wordpress.com/2012/08/6542615-eagleton-terry- una-introduccion-a-la-teoria-literaria.pdf (Consulta 2018, febrero 2).
Uso de Estrategias Didactias Para La Ensenanza de La Ortografia Escritura de Palabras a Partir de Situaciones Comunicativas Concretas en El Cuarto Grado de La Escuela Primaria de Aplicacion Musical de San Pedro Sula