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“ESCUELA DE WARISATA”
MARZO, 2018
1. INTRODUCCIÓN. -
La cuestión es la reconstitución del pensamiento filosófico productivo educativo de la
Escuela Ayllu, bajo los principios de complementariedad y reciprocidad con la comunidad y
la naturaleza. Las preguntas del problema son: ¿Si existe una tradición del ocultamiento del
aprendizaje productivo por las políticas educativas, las bases filosóficas de la Escuela Ayllu
no están visibilizadas actualmente? ¿El aprendizaje productivo de la Escuela Ayllu se
manifestará como opción para el país?
2. EL APRENDIZAJE PRODUCTIVO.-
Sin duda es una opción para el país, a través de la reconstitución del pensamiento filosófico
productivo educativa de la Escuela Ayllu de Warisata, porque si no retomamos las huellas
productivas del pasado aymara -quichua, de otras nacionalidades indígena- originarias y la
experiencia de Warisata, estaremos al borde del colapso económico y al filo de la
culminación como cultura y como país.
En fin, fue ocultada la experiencia pedagógica de la Escuela Ayllu para beneficio de la clase
élite gobernante y el mantenimiento de millones de personas de la clase popular indígena
en la ignorancia y la pobreza.
Por eso, la resistencia educativa de la Escuela Ayllu tiene mucha importancia actualmente,
ya sea como respuesta ideológica y la concientización a través de la educación para la
liberación no sólo de las ataduras o miedos de pueblos oprimidos y esclavizados, sino
esencialmente la reconstitución del amor al trabajo socializado y la producción comunitaria.
Es una relacionalidad que recupera la tercera opción lógica, el elemento incluyente como
característica fundamental del pensamiento andino”[ii]. Estas sabidurías han permitido la
transmisión de labores comunitarias en generaciones a través de la educación por el
ejemplo. Así, existe en el país un accionar ético - moral como responsabilidad productiva
en las sabidurías andinas.
Sin embargo, siempre han entendido los pueblos originarios de los Andes, de dónde
venimos, qué estamos haciendo y adonde vamos, a partir del reconocimiento de sí mismos
como entidad cultural autentica. Sin duda, es existencia desde lo más profundo del ser y
lógica, una forma de vida y de morir con identidad propia, es la visibilización de nuestras
potencialidades para no sólo trascender sino comprender la misión de vida en equilibrio con
la naturaleza.
Por eso, el trabajo pedagógico en la Escuela Ayllu estaba en reciprocidad con la comunidad
y la naturaleza a través de las labores agropecuarias y los talleres, concibiendo así una
“escuela productiva” bajo una trilogía de “estudio, trabajo y producción”. Este hecho nos
muestra que la educación estaba dirigida con una visión trascendental que establecía un
nuevo tipo de relación entre la educación y la producción.
“Los reto públicamente a asumir el papel tal como nosotros lo hicimos, a cumplir con el más
supremo valor la responsabilidad inherente, a sacudirse del marasmo en que ha caído la
profesión de profesor, a imitar las virtudes de la generación de Warisata” Es decir, el “imitar
las virtudes de la generación de Warisata (1931 - 1940)”, es practicar la educación
productiva integral en el ejercicio de la docencia, por cierto, ahora ocurre lo contrario porque
así lo determinaron las políticas educativas imperantes.
Aunque, el plan estatal de 1926 de educación popular de Simón Rodríguez planteaba una
escuela de “artes, oficios y talleres”, pero los habitantes de la capital de Bolivia, Sucre,
tildaron de “loco” a Rodríguez, porque afectaba a los intereses de la clase dominante. En el
Código de la Educación de 1955, se enuncia como base de la educación boliviana, “es
activa, vitalista y de trabajo Pero, en realidad no se ha llevado a cabo en la práctica.
Al extremo no sólo de aniquilar la cultura madre de los pueblos originarios, sino exterminar
todo rasgo de economía comunitaria. Eso, ha sido la labor central del modelo neoliberal pro
imperialista de los gobiernos entreguitas de los recursos naturales, asimismo ha afectando
seriamente la sabiduría de los pueblos andinos originarios.
Por los años en que existió Warisata, los planes de estudio del sistema boliviano eran
concisos, con rubros más bien generales. Esto permitió que en la escuela se desarrollaran
programas propios ligados a la realidad campesina del norte boliviano, con acciones
ejecutadas muy cerca de la comunidad y con participación de la misma. Un año no era igual
a otro, porque los asuntos cambiaban. Años después, se acusaría a los maestros de
Warisata de no tener una planificación en regla, como lo disponían las autoridades de La
Paz. Muy difícil debió ser para los maestros de Warisata el intento de encasillar en
documentos administrativos lo que se hacía en una verdadera escuela de trabajo, ámbito
donde los aprendizajes escolares se entretejían con las labores de producción agrícola o
artesanal. Una granizada podía hacer que todos abandonaran sus lechos para salvar a
medianoche los almácigos, suceso que sería examinado después para ganar experiencia;
la rotura de un eje podía quebrantar la rutina de producción en un taller y dar lugar a
explicaciones de mecánica; la floración de la quinua, la limpieza de una acequia, el
nacimiento de un ternero, todo podía ser ocasión de aprendizaje, para los comuneros
mayores de manos encallecidas y para los niños y adolescentes, que seguían siendo el
centro de la atención pedagógica
La escuela de Warisata hizo realidad las normas del Estatuto Orgánico de la Educación
Indigenal, aprobado en 1919, que contenía ideas avanzadas para su época; pero las llevó
más allá. No estaba previsto en el Estatuto que Warisata llegaría a tener un personal de 54
personas, conformado no solo por profesores sino también por “maestros” de labores
productivas, músicos, poetas, “curiosos”. Dos escritores puneños y un artista cusqueño se
cuentan entre el personal que laboró en la escuela, a la que llegaron también José Antonio
Encinas y Gamaliel Churata. Tampoco estaba previsto que los comuneros intervendrían en
el gobierno de la escuela, como en efecto sucedió desde que fue conformado un Consejo
de Administración integrado con autoridades comunales, y que actuaba siguiendo las
normas tradicionales para tomar acuerdos y hacerlos cumplir.
En un medio social hostil a la educación del indígena, la escuela ayllu no fue vista con
buenos ojos. Se tiene noticia de muchos actos en contra, inspirados por los intereses de
los gamonales y mineros de la época. Por orden de uno de ellos fue destruido el acueducto
antiquísimo; el hermano de Elizardo Pérez, que llevaba en mulas de arriero útiles escolares
para Warisata, fue tomado preso acusado de delincuente; las autoridades de educación de
la capital desaprobaban la gestión pedagógica y administrativa de la escuela; los profesores
fueron acusados por la prensa de conspiración comunista; hasta se decía que Warisata era
causa de la migración de campesinos a las ciudades, puesto que ya conocían otros oficios.
La escuela ayllu resistió nueve años y pudo avanzar mientras contó con algún soporte
gubernamental y con el reconocimiento internacional. El Presidente Germán Bush –el
último en apoyar a Warisata- decretó que el 2 de agosto, aniversario de Warisata, fuera
considerado como el Día del Indio; la ley de Reforma Agraria de 1953 fue promulgada un 2
de agosto, y ese día es ahora, por decisión del gobierno presidido por Evo Morales, Día de
los Pueblos Originarios.
Es importante señalar que este modelo educativo constituyó un hito histórico importante en
la Educación Boliviana que asimiló aspectos fundamentales de la educación precolombina,
específicamente de la cultura incaica, que se orientaba hacia metas de beneficio
comunitario y colectivo asumiendo tareas determinadas de acuerdo a las edades con el fin
de lograr la productividad.
Esta Escuela de Trabajo se desarrolló bajo los fundamentos bien definidos: en lo político
fue una escuela anti-feudal y anti-imperialista que buscó la liberación de las masas
indígenas de Bolivia en la lucha contra el régimen de la servidumbre.
En lo sociológico se constituyó en una escuela socialista y/o colectivista donde se practicó
el ayni, la mink’a, el tupu, la sayaña, la aynocka.
El aprendizaje productivo sin duda es una opción para el país, a través de la reconstitución
del pensamiento filosófico productivo educativa de la Escuela Ayllu de Warisata, porque si
no retomamos las huellas productivas del pasado aymara-quechua, de otras nacionalidades
indígena-originarias, estaremos al borde del colapso económico y al filo de la culminación
como cultura y como país.
Por eso, la resistencia educativa de la Escuela Ayllu tiene mucha importancia actualmente,
ya sea como respuesta ideológica y la concientización a través de la educación para la
liberación no sólo de las ataduras o miedos de pueblos oprimidos y esclavizados, sino
esencialmente la reconstitución del amor al trabajo socializado y la producción comunitaria.
La responsabilidad productiva tiene raíces en los pensamientos y las prácticas profundas
de la cultura andina a través de las ayudas recíprocas conscientes como el Ayni, Minka y
otros.
Sin embargo, siempre han entendido los pueblos originarios de los Andes, de dónde
venimos, qué estamos haciendo y a donde vamos, a partir del reconocimiento de sí mismos
como entidad cultural autentica. Sin duda, es existencia desde lo más profundo del ser y
lógica, una forma de vida y de morir con identidad propia, es la visibilización de nuestras
potencialidades para no sólo trascender sino comprender la misión de vida en equilibrio con
la naturaleza.
Por eso, el trabajo pedagógico en la Escuela Ayllu estaba en reciprocidad con la comunidad
y la naturaleza a través de las labores agropecuarias y los talleres, concibiendo así una
"escuela productiva" bajo una trilogía de "estudio, trabajo y producción". Este hecho nos
muestra que la educación estaba dirigida con una visión trascendental que establecía un
nuevo tipo de relación entre la educación y la producción.
2.5. LA COMUNIDAD.-
Es el sustrato de los valores o principios fundamentales del Modelo de Ayllu, también puede
representar a la sociedad, la ciudad o el Municipio.
Fue una época gloriosa y trágica, nació un 2 de agosto de 1931, tuvo un desarrollo
excepcional y fue destruida miserablemente en 1940, por el mismo Ministerio de Educación
que estaba al servicio de la rosca minero feudal de ese entonces.
No me equivocaba al decir que era una Biblia y que Dios me perdone, pero una Biblia para
predicar, llena de sabiduría, amor, entrega y apostolado. Así se rescataría finalmente
“Warisata Escuela-Ayllu” de 1931 a 1940, cuasi una década que parecía irremediablemente
perdida, obnubilada, y sobrepuesta por los falsos brillos de la revolución de 1952.
Porque esa revolución no se hizo de la noche a la mañana. El 52, se había iniciado en 1931,
en Warisata. Lastimosamente de la revolución que irrumpe se apodera la clase media, los
destellos que luce opacan todo lo hecho hasta entonces y lejos de volver la vista 10 años
atrás, se dispara en otro sentido y 50 años más adelante, acaba en una revolución agotada
en sí misma.
No podía ser peor el resultado de esas tierras repartidas como queso, más miserables que
antes, con altos índices de analfabetismo y desnutrición, pese a supuestas leyes de
Reforma Educativa, instalación de miles de escuelitas pobres y asesores pedagógicos.
3. Conclusión.-
La investigación y la reflexión sobre cómo transponer la crisis del país con la ayuda de la
educación en democracia, impulsa a hablar de acciones importantes en las políticas
educativas del Estado: