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Medellín, Colombia
2016
Aspectos Elementales de la Fe Salvífica
Asesor
Alejandro Castiblanco
Magister en Ciencias Teológicas
Medellín, Colombia
2016
Las palabras simples e incautas de este escrito son el resultado del gran amor de
Dios, el cual ha librado mi alma de la muerte, dándome luz en medio de mis densas tinieblas.
Gloria a Dios, porque todo don y toda buena dadiva provienen de Él, siendo yo una simple
herramienta suya.
CONTENIDO
Pág.
Introducción 1
I. Qué es la Fe. 3
Palabras finales. 18
Bibliografía. 20
Introducción.
Cuando Nicodemo vino de noche a Jesús (Juan capítulo 3), este reconoció las grandes
señales que Jesucristo realizaba, pero no obstante, Nicodemo atribuyó tales señales como
obras de un maestro de Dios. El Señor Jesucristo respondió abriendo el tema de la necesidad
de nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios. Frente al desconcertado asombro de
Nicodemo, Jesucristo explica que el nuevo nacimiento es realizado por el Espíritu de Dios.
Jesucristo expone la ignorancia e incredulidad de Nicodemo, explicándole ahora de la
necesidad de creer en el Hijo para salvación: “El que en él cree, no es condenado; pero el que
no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
(Jn 3: 18). Existe una condición al hombre para su salvación: creer en Jesucristo.
El apóstol Pablo, predicando a los gentiles en Atenas, les dice: “Pero Dios, habiendo
pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo
lugar, que se arrepientan” (Hc. 17:30). La responsabilidad del hombre es arrepentirse de sus
pecados, y buscar al verdadero Dios; el Señor Jesucristo. A pesar de la impotencia del hombre
en cumplir su responsabilidad de arrepentirse y creer en Jesucristo, esto no lo inhabilita en
su responsabilidad, siendo el hombre condenado eternamente por el Señor Jesucristo:
“cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de
fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de
nuestro Señor Jesucristo;” (2 Tes. 1: 7-8).
1
identificándose los cristianos por arrepentirse de sus pecados y creer en el Salvador y Señor
Jesucristo. Antes los creyentes eran iguales a los gentiles; incrédulos y desobedientes a Dios,
pero ahora, los hijos de Dios están unidos a Cristo, y han sido salvados de la condenación
eterna, siendo esto posible por la fe en Jesucristo: “Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá” (Rom. 1: 17).
Aquellos que antes eran el objeto de la ira de Dios, por la fe en Jesucristo ahora están en paz
con Dios, siendo embajadores del mensaje de reconciliación: “Así que, somos embajadores
en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de
Cristo: Reconciliaos con Dios.” (2 Cor. 5:20).
2
I. Qué es la fe.
3
muestra en las palabras de Jesucristo, el procedimiento elemental para llegar a creer,
considerando que nadie puede creer en Jesucristo si no oye Sus palabras. Es decir, es
necesario tener conocimiento en la Palabra de Dios, para creer y tener vida eterna.
Además del apóstol Pablo, hay otro quien conoce la necesidad del verdadero
conocimiento para fe y salvación, y ese es Satanás. El poderoso Evangelio de Dios ha sido
privado a los hombres, los cuales están bajo el dominio del dios de este mundo; Satanás;
impidiendo así comprender la obra de redención de Dios (2 Cor. 4: 4). El engañador quiere
condenar al mundo con pecado y mentira, siendo este el mayor enemigo a la verdad. Si en el
hombre no hay conocimiento de la verdad de las Santas Escrituras, la vida de los hombres es
4
entonces una tragedia que terminará en la condenación. Por tal razón, es de urgencia
incrementar y ayudar en la comunicación de la verdad libertadora, la doctrina poderosa que
ilumina al hombre: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el
que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo.” (2 Cor. 4: 6).
1
Machen, G. ¿Qué es la fe? Página 37.
5
fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel
quien lo había prometido.” (Heb. 11: 11). Sara creyó la promesa de Dios, tuvo fe, y Dios
capacito a Sara a través de su fe para cumplir Su promesa. La fe es aquello que da seguridad
al creyente del cercano cumplimiento de las promesas de Dios, formándose en el hombre
una propensión a las cosas celestiales y una abnegación a lo de esta tierra (Heb. 11: 13).
Habiendo visto el creer en relación del hombre con las promesas de Dios, ahora es
preciso ver que Dios asegura recibir y aceptar a todo aquel que crea. El creer por fe además
de tener un parte práctica en el creyente como se con Sara, es particularmente importante ver
que en la parte soteriológica es central el creer para ser aceptado por Dios. Cuando el Señor
Jesucristo resucitó de los muertos, Tomás, uno de los apóstoles, dudaba de las noticias de la
resurrección, pero cuando le apareció Jesucristo, Tomas respondió diciendo “¡Señor mío, y
Dios mío!” (Juan 20: 28), luego de esto, Jesucristo mostro la fe vacilante de Tomas al
bendecir a aquellos que creerán a pesar de no haber visto. Para Dios son infinitamente
estimados aquellos que creen, siendo los creyentes recibidos positivamente por Dios, como
dice en Romanos 10: 11 “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado”.
Parte del mensaje del Evangelio es la promesa de salvación por creer en Jesucristo,
como Pablo y Silas mostraron de forma sencilla a un guardia de la cárcel, diciendo: “Cree en
el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Heb. 16: 31). Creer en Jesucristo cambia la
vida de los hombres, teniendo gozo por la salvación recibida inmerecidamente, como más
adelante de la narración se dice del guardia: “Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se
regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (Hch. 16: 34). Aquella condición de creer
para salvación la aprendieron los apóstoles por parte de Jesucristo, consistiendo la
predicación del Señor en gran parte, en el arrepentimiento y en creer en Su Evangelio: “Jesús
vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido,
y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Mar. 1: 14-15). Se
deja claro que la fe no puede ser sin el elemento de creer, teniendo esto una connotación en
la parte de la salvación y en la parte práctica del hombre.
La fe es confiar. Este último punto de lo que es la fe, se relaciona con los dos
anteriores; conocer y creer. Conforme a lo que conoce el creyente acerca de la doctrina
6
bíblica, su fe aumenta expresándose en una mayor esperanza. Confiar es un elemento natural
de la fe, comenzando esta esperanza desde el momento en que se inicia a creer, para continuar
en la perseverancia de la vida cristiana. Con lo expuesto previamente, tiene más claridad las
palabras del primer verso de Hebreos 11: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve.” (Heb. 11:1). Hay quienes creen superficialmente lo dicho por
las Escrituras, no superando el asentamiento del nivel intelectual, a causa de fundamentarse
de la propia capacidad aprehensiva, pero la verdadera fe no se fundamenta en su propio
testimonio cognitivo, fortaleciéndose por el testimonio de otro; Dios en Su Escritura. Se
puede mostrar la fe en relación con la convicción como Berkhof lo hace: “Una fe fundada
sobre la confianza en ese otro más bien que sobre la investigación personal”2.
La confianza de la fe permanece a causa de algo que está fuera de sí; Dios. La fe del
hombre encuentra apoyo en Dios; Su Deidad, Sus obras, y Sus promesas. El conocimiento
bíblico que tiene el hombre debe hacerle enfocar su mirada y esperanza en el Dios de la
Escritura, siendo Dios y Sus obras, la razón de vivir para el creyente. Esta gran verdad la
expone el rey David en el salmo 9, el cual, luego de recordar las obras y las promesas de
Dios, dice luego: “En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no
desamparaste a los que te buscaron.” (Sal. 9: 10). Los creyentes conocen a Dios por medio
de Su Escritura, la cual da testimonio de Dios, alimentando la fe del creyente. Como dice
David, aquellos que conocen a Dios, confían en Dios. La esperanza que surge desde la fe, es
aquella “certeza de lo que se espera” y “convicción de lo que no se ve”. Como dice el apóstol
Pablo, la esperanza es un aguardar lo que no se ve en el presente; las promesas de Dios (Rom.
8: 24).
Recordando la pregunta del comienzo “¿Qué es la fe?”, la fe, como hace un momento
se desarrolló, es: conocer, creer y confiar. Estos tres elementos se relacionan entre sí,
funcionando en conjunto en la fe salvífica del hombre, como en aquella fe cotidiana y
práctica. Teniendo claro qué es la fe, ahora sigue el crucial tema del objeto de la fe.
2
Berkhof. Teología Sistemática. Página 591.
7
¿Cuál es el objeto de la fe? La fe no puede ser independiente de su elemento
intelectual, por consiguiente, la fe tiene el conociendo que el Dios Trino es el ejecutor y autor
de la salvación del hombre. Las tres personas de la Trinidad; el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo; participan de forma unánime, voluntaria y activa en la historia de la redención y en
la ejecución de esta redención sobre el hombre. Esto está en consonancia con las Escrituras,
como se muestra en las palabras del apóstol Pedro, el cual dice de los creyentes: “elegidos
según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados
con la sangre de Jesucristo” (1 Ped. 1: 2). La obra conjunta de la Trinidad se destaca
igualmente en las palabras del Señor Jesucristo al instituir el bautismo: “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo” (Mt. 28: 19).
3
Lennox y Gooding. Conceptos Bíblicos Fundamentales. Página 106.
8
eterna salvación. Comprender estas dos razones dará mayor claridad del porqué la
prominencia del Señor Jesucristo.
4
F. F. Bruce. Comentario, la Epístola a los Hebreos. Página 2.
5
Ibid.
9
está en la “culminación de los siglos” indicando nuevamente que la obra de Jesucristo en la
tierra es la culminación y el clímax de la revelación de Dios.
6
Calvino. Institución de la religión cristiana. Página 393.
7
Ibid.
8
Machen. ¿Qué es la fe? Página 231.
10
III. El obstáculo de la fe.
Para continuar con el tema del obstáculo de la fe, hay que iniciar desde el punto de
la composición de la fe. Haciendo un recuento, la fe se compone de tres elementos básicos;
conocimiento, aceptación, y convicción. Cuando el conocimiento de la Palabra de Dios llega
al intelecto del hombre, aquel conocimiento en la mayoría de las ocasiones no produce un
asentimiento que crece hasta llegar a una obediencia y certeza. Contrario al resultado
esperado, la información recibida por el hombre es ignorada y tratada con incredulidad.
Existe entonces un obstáculo en el hombre que impide que la fe en Cristo brote de forma
innata. Aquel impedimento es el hombre mismo, en particular; su naturaleza depravada. Toda
la humanidad es mala, enteramente pecadora, como dice el apóstol Pablo “por cuanto todos
pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3: 23). Ante Dios, todos los hombres
están infectados de corrupción e iniquidad desde lo más íntimo de su ser, siendo faltos de
toda justicia: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?” (Jer. 17: 9).
En el hombre hay una voluntad y una mentalidad manchada por el pecado, siendo el
corazón del hombre “engañoso y perverso”. Para el hombre natural, pecar es algo inherente,
siendo esto parte de constitución caída: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal.” (Gen. 6: 5). Williamson comenta que “el hombre es corrupto y
está contaminado en cada parte de sí (…) no puede hacer nada que no sea pecado desde el
punto de vista de Dios”9. En efecto, el hombre genera una aversión a todo bien y una
propensión al mal. Esta situación es expuesta clara y extensamente por las Escrituras, las
cuales dicen que estos “cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto
a las criaturas antes que al Creador” (Rom. 1: 25). El hombre se ha pervertido de su estado
original a tal punto, que ni siquiera quiere, ni puede, buscar y adorar al verdadero Dios.
Entonces, por iniciativa humana, se rechaza a Dios; “No hay quien entienda, No hay
quien busque a Dios.” (Rom. 3: 11), “Dice el necio en su corazón: No hay Dios.” (Sal. 14:
1). Aquella oposición a Dios se expresa al quebrantar Su ley: “Todos se desviaron, a una se
han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Sal. 14: 3). En
9
Williamson. Comentario de la Confesión de Fe de Westminster. Página 91.
11
consecuencia por la condición del hombre, estos tienen “corrompidas todas las facultades y
partes del cuerpo y del alma”10. Existen dos razones principales, por las cuales se explica la
causa de que el hombre corrompido no tiene libertad ni voluntad para buscar ni hacer el bien:
1) El hombre está bajo el dominio esclavizaste de Satanás. 2) El hombre está atado por su
propia concupiscencia. Estos dos puntos son ampliados a continuación.
10
Williamson. Comentario de la Confesión de Fe de Westminster. Página 94.
12
estado de cautividad, obedeciendo con diligencia a sus inclinaciones pecaminosas (Ef. 4:
22).
El puritano, Thomas Watson dice: “los pecadores quieren ser esclavos, no desean
obtener la libertad: besan sus cadenas”11. En Tito 3: 3 se lee que los hombres son “esclavos
de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y
aborreciéndonos unos a otros.”. Los incrédulos son prisioneros de sus propios deseos, al tener
un deleite en el pecado como también en no poder dejar de pecar. Mientras llega la
consumación de la redención del cuerpo, los cristianos tienen la posibilidad de pecar como
también de no pecar, pero este no es el caso de los impíos, los cuales no pueden dejar de vivir
sin la práctica del pecado. Es entonces, la voluntad del hombre, una voluntad ficticia, siendo
que así como ellos obedecen al dominio de Satanás, además dentro de ellos hay un fuego por
pecar que no pueden negar: “La voluntad del hombre tiene una arraigada enemistad con la
santidad; es como un tendón de hierro que rehúsa doblegarse a Dios”12.
Consecuentemente a esto, Dios y las cosas espirituales no son una posibilidad para el
hombre. Así como el caballo es controlado por su amo, siendo que el amo lleva al caballo a
11
Watson. Tratado de Teología. Página 272.
12
Ibid.
13
donde quiere, de igual forma, el hombre está bajo las cuerdas del diablo que lo llevan a pecar
contra Dios. Así como el león no puede dejar de matar para comer carne, el hombre no puede
vivir sin pecar, a causa de sus concupiscencias. Siendo así las cosas, las facultades
espirituales del hombre no pueden comprender las cosas espirituales de Dios, estando el
hombre muerto para con Dios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de
discernir espiritualmente.” (1 Cor. 2:14). Como resultado, a la luz de las doctrinas expuestas,
se concluye que el hombre es totalmente incapaz de hacer algún bien espiritual, lo que
significa que el hombre no puede engendrar ni ejercer la fe salvífica por sí mismo.
El Señor Jesucristo hablando del Reino de los cielos, utiliza una parábola para
explicar que el Reino actúa como un rey que invita muchas personas a participar de la boda
de su hijo. Entre los invitados hay quienes no son dignos de estar presentes, los cuales son
desechados por el rey. Así mismo sucede hoy en la predicación pública que hace la Iglesia
por todo el mundo; “porque muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22: 14). Las
palabras de Jesucristo destacan un rasgo de la obra de Dios por medio de la Iglesia; de la gran
cantidad de personas que se les ha mostrado el evangelio, son pocos los que se han
convertido. Por la perfecta y santa voluntad de Dios, Él ha decidido quienes tendrán un
llamamiento eficaz para salvación: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas
les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Rom. 8: 28). El
Nuevo Testamento utiliza de forma exclusiva la expresión “llamados” para referirse a los que
14
han sido salvados, indicando que los salvados lo son por causa de un llamado especial que es
realizado por Dios (Rom.1:6 -7, 9: 26, 1 Cor. 1: 2, 9, 24, Gal. 5: 13, Ef. 4: 1-4, Col. 3: 15,
Heb. 9: 15, 1 Ped. 3: 9, 1 Jn 3: 1, Jud. 1:1, Ap. 17: 14).
Siendo Dios el agente del llamamiento, este utiliza como instrumento Su propia
Palabra. Dios ha decretado que todos los que son eficazmente llamados, lo sean por el oír
con fe la Palabra de Dios. Ahora bien, Dios ha escogido quienes serán los llamados, pero
asimismo, Dios ha escogido los medios para hacer aquel llamamiento, los cuales siempre
tendrán como instrumento la Escritura, la poderosa palabra inspirada que da la sabiduría
necesaria y suficiente para la salvación: “así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de
Dios” (Rom. 10: 17). Hay, por lo tanto, una necesidad de traer a los hombres el conocimiento
de la verdad: Las Escrituras, siendo estas iluminadas por el Espíritu de Dios. Por el contrario;
sin la doctrina bíblica, el hombre no podrá invocar el nombre del Señor: “¿Y cómo creerán
en aquel de quien no han oído?” (Rom. 10: 14b). En efecto, la respuesta a esto es “Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” (Mc. 16: 15), “como está escrito:
13
Watson. Tratado de Teología. Página 395.
14
Ibid.
15
¡Cuan hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
(Rom. 10: 15).
La voluntad del recién regenerado es liberada del dominio del pecado y de Satanás,
pudiendo ahora el hombre volverse de su pecado y creer en Jesucristo como su salvador.
Murray comenta que el llamamiento “por cuanto es eficaz, conlleva en sí la gracia operativa
por la que la persona llamada es capacitada para responder al llamamiento y recibir a
Jesucristo tal como es libremente ofrecido en el evangelio”15. Como se lee en la conversación
entre Jesús y Nicodemo (Jn. 3: 1-21), en ninguna parte Jesucristo de forma imperativa le
exige a Nicodemo creer, como si existiera una “gracia preveniente” la cual prepara a los
hombres de antemano para responder al evangelio. Por el contrario, Jesucristo le expone a
Nicodemo la necesidad del nacimiento previo del Espíritu para poder entrar al Reino de Dios:
“lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (v. 6).
Ante la consternación de Nicodemo al escuchar de estas cosas, Jesucristo deja claro que el
actuar del Espíritu es independiente y autónomo de la voluntad humana: “El viento sopla de
donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel
que es nacido del Espíritu.” (v. 8).
15
Murray. La Redención, consumada y aplicada. Página 96.
16
Otro aspecto importante; es que el llamamiento eficaz se realiza solamente por la
perfecta voluntad de Dios, y no en base a algún mérito humano. El apóstol Juan en el prólogo
de su evangelio, dice que los que creen en Jesucristo “no son engendrados de sangre, ni de
voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Jn. 1: 13). También se enseña en
la segunda epístola a Timoteo que Dios “llamó con un llamamiento santo, no conforme a
nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes
de los tiempos de los siglos” (1:9). Es la Gracia y la Misericordia de Dios, la razón por la
cual Dios decidió llamar poderosamente a algunos hombres, siendo estos separados desde
antes para esta salvación. La regeneración entonces no es producto de ninguna obra ni justicia
humana: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo”
(Tito 3: 5). Se lee en la Confesión Bautista de Fe de 1689 que el llamamiento eficaz “proviene
solamente de la gracia libre y especial de Dios, no de ninguna cosa prevista en el hombre, ni
por ningún poder o instrumentalidad en la criatura, siendo el hombre en esto enteramente
pasivo al estar muerto en delitos y pecados.”16.
Palabras finales.
El predicador Charles H. Spurgeon una vez dijo que “la fe es la cosa más sencilla, y
tal vez, en razón de su sencillez, sea la cosa más difícil de explicar”. La fe es uno de los temas
16
Confesión Bautista de Fe de 1689. Capítulo X, párrafo 2.
17
céntricos de la cristiandad, haciendo parte de la gloriosa doctrina de la salvación, área de la
cual su conocimiento fortalece la fe diaria de los creyentes, ante un mundo ahogado por las
tinieblas. La fe salvífica es lo que divide la humanidad en dos tipos de personas; los réprobos
y los hijos de Dios. Por la fe, el holocausto de Abel fue aceptado por Dios, mientras que Caín
fue reprobado. Luego de esto, Caín dio frutos de su corazón depravado, matando al justo
Abel, el cual aún muerto, su sangre es estimada por Dios (Gen. 4: 8-10, Heb. 11: 4). La
salvación por la fe en Jesucristo divide la vida de los hombres, pasando de las tinieblas a la
luz, de la mentira a la verdad, de la ira de Dios por el pecado a la justificación en Cristo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí.” (Gal. 2: 20).
Como se ha dicho, es importante conocer qué es la fe, la cual entre sus elementos
principales es la esperanza y la convicción en las promesas y en Palabra de Dios. La Palabra
de Dios instruye y exhorta en los cristianos a causa de la fe en estos, los cuales se mantienen
firmes ante las pruebas y tentaciones que tienen que pasar por su instancia en este mundo de
tinieblas; “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno.”(Ef. 6: 16). Por la fe, como dice el apóstol Juan, los creyentes vencen al
mundo; representación y símbolo de maldad: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence
al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence
al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”(1Jn 5.4-5)
La fe debe provocar en el creyente gran gozo y gratitud a Dios, conociendo el don tan
preciado que Dios misericordiosamente ha otorgado: “No puede el hombre recibir nada, si
no le fuere dado del cielo.” (Jn. 3: 27). La fe es una bienaventuranza que debe humillar al
hombre y glorificar a Dios, siendo que al que obra, “no se le cuenta el salario como gracia,
sino como deuda”, pero el hombre es salvo no por obra alguna, sino por la fe: “Porque si
Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.” (Rom
4:2). La fe tiene implicaciones prácticas, así como el autor de Hebreos después de haber
dado una extensa exposición de la fe, luego invita a los lectores que ejerciten aquella fe que
ya se les ha concedido, entregando a Dios las pruebas que asedian y vivir la vida cristiana
con paciencia, y esto gracias Jesús, “el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
18
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios.” (Heb. 12: 2). Así como Abraham rehusó dudar, se fortaleció en la fe en Dios,
reconociendo que Dios es poderoso para cumplir lo que había prometido (Rom. 4: 20-22).
Igualmente ahora, el creyente cree en esperanza contra esperanza, guardando la fe ante el
esperado día de la “manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito.
2: 13).
Otro aspecto para analizar; es el tema desarrollado del obstáculo de la fe. Es terrible
y descarado querer dar al hombre cierto merito por su fe que ha sido dada por gracia. La
Escritura repite en mostrar la obra monergista de Dios en la salvación, pues “la fe es un don
de Dios”, y los hombres no quieren ir a la luz a menos de que Dios les dé un nuevo corazón
(Eze. 36:26). No sobra repetir que la fe es por gracia “Y si por gracia, ya no es por obras; de
otra manera la gracia ya no es gracia” (Rom. 11: 6). No se puede ser siervo del pecado, y
engendrar la fe, como si esta fuera un producto de la libertad caída del hombre, como san
Agustín dice “El hombre no está libre de la servidumbre de la justicia más que por el albedrio
de su voluntad, pero del pecado no se ha liberado más que por la gracia del Redentor”17.
Quienes niegan la doctrina bíblica que ha sido expuesta, están implicados en negar dar a Dios
la gloria que le corresponde. Dios no puede aumentar ni disminuir Su Gloria porque Él es el
Dios eterno, pero es responsabilidad del hombre el reconocerlo en todas Sus obras, siendo
que Dios ejecuta Su salvación para “para alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1: 6).
Bibliografía.
17
Calvino. Institución de la religión cristiana. Página 178.
19
Lennox John, y Gooding David. Conceptos Bíblicos Fundamentales. Brasil: A
Verdade, 2013.
Williamson, G.I. Comentario de la Confesión de Fe de Westminster. Colombia:
Poiema, 2015.
Murray, John. La Redención Consumada y Aplicada. EE.UU.: Libros Desafío, 2007.
Machen, Gresham. ¿Qué es la Fe?. Costa Rica: CLIR, 2014.
Watson, Thomas. Tratado de Teología. EE.UU.: El Estandarte de la Verdad, 2013.
Waldron, Sam. Exposición de la Confesión Bautista de Fe de 1689. EE.UU.:
Publicaciones Aquila, 2016.
Bruces. F. Comentario, Epístola a los Hebreos. EE.UU.: Libros Desafío, 2002.
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