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Unidad 3

Ubicación y medición de los sismos


Para la medición del movimiento sísmico existen instrumentos que actualmente son
electrónicos y de mucha precisión, conocidos como sismómetros (“aparato que mide
los sismos”), o bien como sismógrafos (si grafica el movimiento del sismo); más
específicamente, si medimos aceleraciones del terreno, tendremos acelerómetros o
acelerógrafos. Estos equipos son montados en lugares de interés donde todo el equipo
que conforma el sistema forma una estación acelerográfica (acelerómetro, baterías y
celdas solares, antena y sistemas de telemetría, incluso la caseta de albergue).

De muchos es conocido el tipo de gráfica que se registra por el movimiento de un


sismo, que anteriormente se dibujaba con una aguja que oscilaba sobre un papel que
iba avanzando mientras se registraba la gráfica en él (como algunos
electrocardiogramas). Actualmente se registra digitalmente a una memoria electrónica,
pero sigue siendo útil ver graficar aquellos equipos en tiempo real. Se obtiene así una
gráfica que avanza en el tiempo en la dirección horizontal –las abscisas–, y que registra
los desplazamientos o aceleraciones en sentido vertical –las ordenadas– (como se
muestra en la siguiente gráfica).

Normalmente los instrumentos modernos constan de tres acelerómetros que pueden


medir el movimiento simultáneo en tres direcciones ortogonales: una vertical con
movimientos arriba y abajo; y dos horizontales, una se alinea en la dirección Este-
Oeste; y la otra, Norte-Sur.

Los especialistas identifican en estos registros cuáles son las ondas principales y las
secundarias, ya que se aprecia una marcada diferencia cuando llegan las ondas S, y
con esto se puede definir el tiempo en que llegó cada tipo de onda.

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Acelerograma y llegadas de ondas P y S [gráfica]. (s.f.).

Una vez establecidas las diferencias entre las velocidades de las distintas ondas
sísmicas y, por lo tanto, del tiempo de llegada a un cierto punto de medición, basta con
realizar algunos cálculos para obtener la distancia a la que se originó el sismo
registrado. Si la velocidad se calcula como la distancia recorrida por las ondas entre el
tiempo usado, podemos calcular la distancia (d) como el producto de la velocidad (v)
por el tiempo de arribo (t) (d = v · t); conocemos la velocidad promedio de cada tipo de
ondas, y el tiempo se determina en el registro sísmico medido. Este cálculo se puede
hacer con la diferencia de tiempos de llegada de las ondas P respecto de las ondas S y
la diferencia de velocidades. Con este cálculo se conoce a qué distancia del punto de
medición se originó el sismo, pero con una sola estación no se puede saber en qué
dirección ocurrió.

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Localización del epicentro [mapa]. (s.f.).

En efecto, sabiendo únicamente la distancia a la que está el epicentro del punto de


medición sólo se puede trazar un círculo en un mapa, cuyo radio sea dicha distancia
(por ejemplo S1 en el mapa) sabiendo que el epicentro está en algún punto sobre dicho
círculo.

Localización del epicentro [mapa]. (s.f.).

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Sin embargo, si se tiene un segundo punto de medición y se calcula su distancia al
epicentro (S2 en el mapa), se puede trazar un segundo círculo. En este caso el
epicentro estará en uno de los dos puntos en que intersectan dichos círculos.

Localización del epicentro [mapa]. (s.f.).

Finalmente, con un tercer sitio de medición y su correspondiente distancia, queda


identificado un único punto de intercepción entre los tres círculos que cumple
simultáneamente con estar a las distancias calculadas (tal como se ilustra en el mapa).

Por lo tanto, se requiere un mínimo de tres estaciones acelerográficas para ubicar el


epicentro de un sismo; y mientras más estaciones se tengan, más confiable será la
ubicación. Afortunadamente México ya cuenta con cientos de estaciones
acelerográficas distribuidas en el territorio y en especial en las zonas de mayor
sismicidad; así, los sistemas automáticos de cómputo identifican en pocos segundos el
epicentro de un sismo por la ubicación en que convergerían todos esos círculos. Aun
así existe incertidumbre en el cálculo exacto del epicentro ya que se asumen
velocidades de onda promedio y composición general de la corteza en el sitio de
interés, además de la probable imprecisión en identificar con certeza el tiempo de
llegada si no es muy clara la diferencia en las ondas graficadas en el acelerograma.
Por ello en muchas ocasiones varias instituciones ubican los epicentros en distintos
lugares, aunque cercanos entre sí.

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Otra característica de la propagación de las ondas es que el movimiento, con la
distancia, va decayendo en amplitud. A este fenómeno se le conoce como atenuación
de las ondas sísmicas; indica que a mayor distancia, los movimientos son cada vez
más pequeños ya que la energía cinética se va disipando en el trayecto. Por lo tanto,
los mayores efectos sísmicos se tienen siempre en la zona epicentral (cerca del
epicentro), y los efectos destructivos van disminuyendo con la distancia. Por ejemplo,
en el siguiente mapa se muestran los registros de aceleraciones, graficados a la misma
escala vertical y horizontal entre sí, de un sismo del 25 de abril de 1989, medido en la
dirección norte-sur (componente norte-sur). Nótese que cerca del epicentro, en la costa
del estado de Guerrero, las aceleraciones son sumamente grandes comparados con
los registros medidos a decenas y cientos de kilómetros, los cuales se reducen
notablemente. Asimismo, en esta figura se aprecia otro fenómeno que se discutirá más
adelante y que se conoce como efecto de sitio, ya que en lugares como la ciudad de
México vuelven a amplificarse los movimientos sísmicos. Otra característica digna de
notar es que el registro en el epicentro es muy intenso, pero breve; en cambio, a la
distancia la duración del movimiento se alarga.

Atenuación de ondas sísmicas con la distancia [mapa]. (s.f.).

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Escalas de intensidad
En sismología la intensidad de un sismo se refiere a los efectos sentidos en un lugar
determinado; se asigna en función de la percepción de las personas y los daños en las
construcciones y efectos en el sitio.

En 1883, S. de Rossi y F. Forell propusieron la primera escala de intensidad, con


grados de 1 al 10. En 1902, Giuseppe Mercalli propuso otra escala, de doce grados,
modificada en 1931 por H. Hood y F. Newmann, para construcciones más modernas, a
esta última se le conoce como Escala de Mercalli Modificada (MM), que ahora se utiliza
profusamente. En la siguiente tabla se muestra ligeramente resumida la descripción de
los grados de la escala MM.

Escala de Mercalli Modificada (resumida)

I. Detectado sólo por instrumentos VIII. Difícil conducir vehículos, daño severo en
mampostería pobre, daño ligero en mampostería
II. Sentido por personas en reposo en pisos buena pero sin diseño, grietas en taludes inclinados
superiores
IX. Pánico general, adobe destruido, daño severo a
III. Lámparas oscilan mampostería buena pero sin diseño, daño severo a
edificios con marcos
IV. Ventanas y puertas crujen
X. Mampostería destruida, edificios dañados o
V. Sentido en la calle, objetos inestables destruidos, puentes destruidos, daño en presas, rieles
desplazados, puertas se abren y cierran deformados

VI. Sentido por todos, vidrios se quiebran, XI. Daño general en construcciones, rieles muy
objetos caen de estantes y libreros, daño deformados, ruptura de tuberías enterradas
ligero en adobe
XII. Destrucción total, masas de roca desplazadas,
VII. Dificultad para estar de pie, sentido en objetos lanzados al aire
vehículos andando, daño severo en adobe,
daño ligero en mampostería pobre

Escala de Mercalli Modificada (resumida) [cuadro]. (s.f.).

Sin embargo, esta medición resulta un tanto subjetiva, debido a que la cuantificación
depende de la sensibilidad de cada persona y de la apreciación que se haga de los
efectos. También depende de la calidad de las construcciones en cada lugar en donde
se evalúe; necesariamente, en lugares con muchas construcciones vulnerables habrá

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más daños que en otros lugares donde se tenga mejor calidad de las edificaciones.
Además existe el problema de que en zonas no pobladas no hay ni personas que
sientan el efecto del sismo ni construcciones que se dañen. Esta escala reviste, sin
embargo, una forma muy útil de catalogar los daños después de un sismo y permite
incluso la elaboración de mapas de intensidades sísmicas para sismos determinados,
como el que se muestra a continuación. Este mapa es del sismo de Oaxaca del 30 de
septiembre de 1999, en el cual se marca con líneas de igual intensidad sísmica (o
isosistas) las regiones para cada grado de la escala MM desde el grado VIII en el
epicentro hasta grado II.

Mapa de intensidades, sismo de Oaxaca, 30 de septiembre de 1999. M=7.0 [mapa]. (s.f.).

Por último, debe señalarse que hay otras posibles representaciones de la intensidad
basadas en otro tipo de datos más objetivos, incluso medidos por instrumentos, como
puede ser un mapa de desplazamientos máximos o de aceleraciones máximas del
terreno, lo que proporciona información instrumental interesante de qué tan intenso se
percibió el sismo en distintos puntos del país.

Escalas de magnitud
Con el objetivo de comparar el tamaño de los terremotos en todo el mundo, era
necesaria una medida que no dependiera –como la escala de intensidad– de la
densidad de población ni del tipo de construcción. La manera de evaluar el tamaño real
de un sismo está relacionada con la cantidad de energía liberada, que es

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independiente de la ubicación de los instrumentos que la registran. Es decir, se
determina un único valor de magnitud para cada sismo independientemente de “cómo
se sintió” o los daños que pudo haber ocasionado.

Charles Richter [fotografía]. (2005). Tomada de [Nota técnica: Centro Nacional de Prevención de Desastres. (2005). Fascículo
Sismos. (5ª ed.). México: Autor.]

En 1932, Charles Richter desarrolló una escala estrictamente cuantitativa, aplicable a


sismos ocurridos en regiones tanto habitadas como no pobladas, utilizando las
amplitudes de las ondas registradas por un sismógrafo en particular. Calibró su escala
de magnitud usando la medida de “amplitud” máxima de la onda S en un periodo de 20
segundos; registró los datos en un sismómetro Wood-Anderson, altamente sensible a
este tipo de ondas, con lo que precisó la escala de magnitud (que se denomina con una
letra M mayúscula) y lo calibró con sismos registrados en el sur de California. El cálculo
numérico que propuso Richter es el siguiente:

M = log(A) + 3 log(8 t) − 2.92

Donde A es la amplitud máxima medida en mm en el sismógrafo especial; Δt es la


diferencia de tiempo de llegada de las ondas S respecto a las ondas P (conocido como
S–P) en segundos, y log implica el logaritmo en base 10. Por ejemplo, para una
amplitud de 23 mm y un tiempo t de 24 s:

M = log(23) + 3 · log(8 · 24) − 2.92 = 5.3

La magnitud se reporta siempre con un decimal.

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Por lo tanto, la energía liberada por un sismo crece exponencialmente en función de la
magnitud. En efecto, una diferencia de un grado de magnitud entre dos sismos
cualesquiera implica, en términos de energía liberada, una diferencia de 32 veces.

Así, un sismo de magnitud 8 equivale a 32 sismos de magnitud 7; 1000 sismos de


magnitud 6; 32000 sismos de magnitud 5, y 1000000 sismos de magnitud 4. Esto
permite comprender la enorme cantidad de energía que liberan los sismos según se
sube de un grado al siguiente.

La conveniencia de designar los efectos de un sismo mediante números (magnitud) ha


requerido que el método se amplíe a otros tipos de sismógrafos por todo el mundo, por
lo que los sismólogos han desarrollado factores de escala para ampliar la escala de
magnitud Richter a muchos otros tipos de medición en todo tipo de sismómetros, y
alrededor del mundo. Por ejemplo, está la escala de magnitud de momento sísmico
(Mw). En esta el momento sísmico se calcula como la rigidez de la roca por la
superficie de fractura y por la distancia del deslizamiento. Otra escala es la basada en
ondas de superficie (Ms), que toma la amplitud de las ondas de Rayleigh. También
están la escala de la magnitud de energía (Me), la de cuerpo (Mb), basada en la
amplitud de las ondas P, entre otras. En publicaciones científicas pueden reportarse
magnitudes con la anterior nomenclatura, cuyos valores son similares a los de la escala
de Richter, que es referida como magnitud local (ML). Cada escala es aplicable a
distintos rangos de magnitudes, distancias desde el epicentro y otras implicaciones
más específicas para los científicos.

Aun con estas herramientas, en el caso de muchos eventos es difícil estimar la


magnitud con una precisión de más de 0.2 unidades, y los sismólogos frecuentemente
verifican las magnitudes estimadas por medio de la obtención y análisis de datos
adicionales. Cada laboratorio calcula el promedio de las magnitudes obtenidas de las
diferentes estaciones a las que tienen acceso, y pueden pasar varios días para que las
diferentes organizaciones lleguen a un consenso acerca de cuál fue la mejor
estimación de magnitud.

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