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Muerte al patriarcalismo

JM. Prado - Antúnez

No soy feminista pero sí que me considero antipatriarcalista. Más


que nada porque el patriarcalismo lleva negando lo más propio
del ser humano desde su triunfo, allá por el siglo X a. C., justo
cuando se fue al garete la mentalidad de cazador recolector a
favor de la mentalidad agrícola.

La mentalidad agrícola hace que el trabajo se entienda como


esclavitud en la tierra, hacia el trigo. La tierra es de quien la
trabaja, la suda, y se impone la ley, la de la propiedad privada, la
ley de la productividad, la ley del matrimonio, la institución de los
hijos como bendición para el trabajo. Una mentalidad capitalista.
Una mentalidad patriarcal. Y además se establece que la
importancia radica sobre el individuo, no sobre la comunidad, que
desaparece. El individuo y el trabajo y el sudor de su frente. Nos
lo dice el vendedor de pompas fúnebres, los políticos fanáticos del
futuro/pasado y la carrera especial.

La mentalidad de cazador recolector es una mentalidad nómada y


en la que el ser humano, se dedica a apropiarse de la naturaleza
sólo de aquello que necesita la comunidad. Ésta es el elemento
fundamental: la comunidad vela por sus integrantes pero les exige
esfuerzo para que sobreviva la misma. La Comunidad, que tiene
un conflicto con la autoridad, porque, al no haber ley, la norma es
la costumbre y esta la aplica la comunidad misma.

La Comunidad, ese lugar donde nos sabemos parte de la


naturaleza y no un aparte de la misma.
La desaparición del patriarcado es la desaparición de la Ley, que
es el otro nombre del dinero.

No se trata de aprender a ser varones o mujeres de otra manera,


se trata de que las condiciones económicas, la Ley, no marca el
camino para Ser humanos.

Se trata de que el individuo deje de tener importancia y


retornemos a la Comunidad.

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