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¿QUE SON LOS DERECHOS HUMANOS?

Los derechos humanos son aquellas «condiciones instrumentales que le permiten


a la persona su realización». En consecuencia subsume aquellas libertades,
facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos
que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana, para la
garantía de una vida digna, «sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición».
Para autores naturalistas los derechos humanos son independientes o no dependen
exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente, por lo que son considerados
fuente del derecho; sin embargo desde el positivismo jurídico la realidad es que
solamente los países que suscriben los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos o Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) y el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y sus
Protocolos –Carta Internacional de Derechos Humanos– están obligados
jurídicamente a su cumplimiento. Así, por ejemplo, en relación con la pena de
muerte, contraria a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Segundo
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
destinado a abolir la pena de muerte no ha sido firmado por países como China,
Irán, Estados Unidos, Vietnam, Japón, India o Guatemala.
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido
como las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y
la sociedad, que permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose
consigo mismos y con los demás.

CLASIFICACION
La clasificación de carácter histórico basada en la aparición o reconocimiento
cronológico de los DDHH por parte del orden jurídico normativo internacional,
distingue entre los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos,
los Derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y
Culturales y los Derechos de Tercera generación o Derechos de Los Pueblos. La
mayor parte de los tratados en el ámbito de los DDHH hacen una distinción entre
los denominados "derechos civiles y políticos" y los derechos "económicos, sociales
y culturales".

Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos


Los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos se refieren a
los primeros derechos que fueron consagrados en los ordenamientos jurídicos
internos e internacionales.

Derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y


Culturales
Los derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y
Culturales tienen como objetivo fundamental garantizar el bienestar económico, el
acceso al trabajo, la educación y a la cultura, de tal forma que asegure el desarrollo
de los seres humanos y de los pueblos.
Derechos de Tercera generación o Derechos de Los Pueblos
Los Derechos de Tercera Generación también conocidos como Derechos de
Solidaridad o de los Pueblos contemplan cuestiones de carácter supranacional
como el derecho a la paz y a un medio ambiente sano.

¿DONDE SURGIERON LOS DERECHOS HUMANOS?


La filosofía de los derechos humanos comenzó con la Ilustración. En El Contrato
Social (I,4), Rousseau buscaba “una forma de asociación … en la cual cada uno,
uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como
antes”.

El texto de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 está inspirado


en el texto de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
Luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional
decidió bosquejar una carta de derechos que afirmara los valores defendidos en la
lucha contra el fascismo y el nazismo.

El armado de dicha carta fue confiado a un comité presidido por Eleanor Roosvelt y
compuesto por miembros de 18 países. La Carta fue redactada por el canadiense
John Peters Humphrey y revisada luego por el francés René Cassin.
El texto final es pragmático, resultado de numerosos consensos políticos, de
manera tal que pudiera ganar una amplia aprobación.

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue adoptada por la tercera


Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948 en París.
Ninguno de los 56 miembros de las Naciones Unidas votó en contra del texto,
aunque Sudáfrica, Arabia Saudita y la Unión Soviética se abstuvieron.

¿POR QUÉ NO SE REPETAN LOS DERECHOS HUMANOS?


Hay tanto un riesgo que se corre de respetar al otro sin ser respetado, aunque esta
sea la única manera de abrirles paso en nuestro mundo. De ahí la contradicción en
que cae quien los atropella: hace algo con el otro que él no quisiera que le hicieran
a él. De donde la antigua enseñanza ética de “no hagas al otro lo que no quieres
que hagan contigo”.

Todo esto significa que estos derechos existen como una opción que cada cual
debiera tomar, estando obligado a ello solo por un acto libre y voluntario.
Nada nos obliga a respetar los derechos humanos, solo nuestra propia decisión de
hacerlo, movidos por un principio de reciprocidad hacia los demás.
Por eso, avasallar al otro es romper la obligación mutua que permite la vida en
común, es atropellar nuestra condición de seres humanos, es negar que una
sociedad de individuos libres e iguales sea posible.
Pretender defender la vida democrática atropellando los derechos humanos es una
contradicción ética y teóricamente inadmisible, porque la democracia se sustenta
en el respeto a los demás, esto es, en el reconocimiento de la igualdad de todos los
ciudadanos.
Creo que en nuestra condición, en nuestra circunstancia, en nuestra forma de
existir: somos todos mortales, finitos, entregados a la responsabilidad de asumir
individualmente nuestra propia vida, que nadie puede vivir por nosotros, estamos
en medio de un universo, cuyo sentido último se nos escapa por todos lados.

Aunque se nos ofrezcan muchas respuestas tranquilizadoras desde los diferentes


mitos y creencias que se disputan nuestras conciencias desde el comienzo de los
tiempos, no sabemos con certeza qué hemos venido a ser a este mundo.
Las religiones nos dividen, pero la desesperación y el desamparo que les da origen,
nos unen.
Los proyectos políticos nos dividen, pero la conciencia de que todo intento humano
por mejorar la vida es solo una apuesta, nos une.

La imposibilidad de tener una respuesta absoluta en la que afirmar nuestras vidas


es mucho más poderosa que todos los intentos de encubrimiento de los enigmas y
misterios que nos rodean y que tratamos de ocultarnos a través de doctrinas y
dogmas que finalmente solo nos procuran una tranquilidad provisoria e imaginaria.

Si todos los seres humanos fueran capaces de reconocer la indigencia de fondo que
hay en toda vida humana y si en lugar de avanzar respuestas apresuradas sobre
nuestra condición, sobre el sentido de nuestra existencia, sobre nuestro destino, si
en lugar de entrar en los sectarismos y fanatismos políticos que pretenden saber
con certeza qué es lo mejor para nuestras sociedades, si en lugar de eso, digo, se
contentaran con asumir en toda su profundidad el misterio y el abismo que la
caracteriza, se respetarían por fin los derechos del hombre, cuya base no es otra
que la conciencia de esta precariedad infinita.

Nuestra vida es una mínima pausa entre dos oscuridades herméticas que nadie
podrá jamás desentrañar. El que asume el misterio de la existencia humana en todo
su insondable alcance no podría jamás tratar a otro hombre como un medio, ni
manipular su cuerpo, ni intentar forzar su conciencia, porque tendría que reconocer
que en verdad no sabe lo que está haciendo.

Y eso es finalmente lo que ciertamente ocurre: si encaramos nuestra circunstancia


honestamente, más allá de todas las respuestas que se han intentado dar y que
seguirán existiendo y surgiendo en este mundo, tendremos que reconocer que el
hombre es un gran misterio para sí mismo. Es eso lo que nos hace iguales.

Lamentablemente hasta ahora solo unos pocos han sido capaces de reconocerlo.
La mayoría vive en un mundo de respuestas hechas, haciendo oídos sordos al
llamado de este insondable silencio. Por eso, el respeto universal a los derechos
humanos sigue siendo todavía una lejana meta en un incierto horizonte.
Ver en el otro la otredad infinita que también observa asombrada desde su finitud la
inabordable inmensidad del cosmos, al mismo tiempo que descubre el desamparo
de su propia existencia, es la única experiencia que puede crear entre los hombres
el deseo de darse una mano, en vez de buscar anularse mutuamente inclinándose
ante el poder irrefrenable del dolor y de la muerte.
EGRAFIA

 https://es.wikipedia.org/wiki/Derechos_humanos

 https://www.cubaencuentro.com/derechos-humanos/clasificacion-y-
caracteristicas/clasificacion

 https://www.humanium.org/es/derechos-humanos-1948/

 http://blogs.cooperativa.cl/opinion/sociedad/20120102073752/por-que-no-
se-respetan-los-derechos-humanos/

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