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Sociología de Género/ Profesora: Carolina Ortiz Fernández/ Alumna: Elena Torres Ortiz

Principales cuestiones conceptuales en los textos: El segundo sexo-de


Beauvoir y Sobre la categoría género- de Barbieri

Antes de empezar es necesario aclarar que los planteamientos de ambas autoras son
en el fondo provenientes de la misma idea, es decir, de Beauvior señala que la mujer no
nace sino que se hace (lo mismo se puede deducir que pensaba del hombre) y basada
en esa idea es que de Barbieri brinda su concepto de género o sistemas sexo-género.
No esta demás decir que de Beauvior y su creación son precedentes a de Barbieri y al
género, es decir, de Beauvior es una precursoras intelectuales de este sistema. Más
adelante, de Barbieri complejiza esto señalando que no existe la mujer, como tantas
veces se ha dicho, ni tampoco el varón. Existen mujeres y varones en diferentes
situaciones sociales y culturales que es necesario explicitar. Saber cuáles son las etapas
en que las mujeres y los varones gozan de la plenitud de la capacidad de reproducirse
es muy importante ya que a partir de esto se pueden captar los elementos claves de las
relaciones prevalecientes en el sistema de género, de las maneras en que se ejerce el
poder y de las representaciones imaginarias que lo justifican.

Tanto de Beauvior como de Barbieri coinciden en que el determinismo biológico es


absurdo. Ya que las identidades son construidas socialmente. Así, de Barbieri explica
que la variación de los comportamientos sociales está más allá de las diferencias
biológicas debido a que entre los seres humanos hasta la satisfacción de las
necesidades más básicas es determinadas por construcciones sociales.

En cuanto a la categoría patriarcado, de Beauvior critica la reflexión de Levi Strauss y


concluye en que la condición concreta de la mujer no resulta afectada por el tipo de
filiación que impera en la sociedad a la que pertenece; que el régimen sea patrilineal,
matrilineal, bilateral o indiferenciado (no siendo nunca rigurosa la indiferenciación), la
mujer siempre se halla bajo la tutela de los hombres De Barbieri explica, apoyándose
en Max Weber, que la organización social actual seguiría permitiendo que los hombres
dispongan a su voluntad de la vida y de la muerte de hijos, esclavos y rebaños.

Además de Barbieri señala que es posible pensar la dominación masculina con un


comienzo en el tiempo, impreciso y vago, pero que permite desligar la subordinación de
las mujeres de la evolución “natural” de la humanidad, y entenderla como un proceso
histórico de resolución de conflictos. Además, ni siempre ni en todas las sociedades el
patriarcado se expresó y se ejerció de la misma manera. Otro concepto es el machismo,
forma de organización social y de ejercicio del poder de dominación masculina, pero
donde las mujeres existen como sujetos de algunos derechos y en la que tienen algunos
espacios de autonomía, pero también están muy indefensas.
Señala de Barbieri que se identificaron dos posturas diferentes en la investigación sobre
las mujeres: la primera centra el objeto de estudio en las mujeres, es decir, en generar,
acumular y revisar información e hipótesis sobre las condiciones de vida y de trabajo, la
creación y la cultura producida por las mujeres. La segunda atribuye a la sociedad la
responsabilidad de generar la subordinación de las mujeres. Para ambas propuestas la
elaboración de la teoría quedó pospuesta en el corto plazo, más no abandonada.

En cuanto al contexto de las condiciones económicas, de Barbieri apunta que tanto en


el análisis de clase como en el de estratificación social hay elementos de carácter
estatutario que redefinen a los géneros. En esta línea de Beauvior llama la atención
sobre las diferenciaciones raciales: Burguesas, son solidarias de los burgueses y no de
las mujeres proletarias; blancas, lo son de los hombres blancos y no de las mujeres
negras. Enfocándose en América Latina y en general en sociedades plurales, De
Barbieri apunta que desde el punto de vista racial, es necesario dar cuenta del contexto
étnico-cultural, bajo el supuesto que los géneros se construyen de manera distinta en
cada uno de ellos.

De Barbieri señala que al ponerse en descubierto las tramas de relaciones sociales en


función del parentesco y en los ámbitos familiar y doméstico, es decir, en mujeres que
comparten la misma posición de clase –e incluso entre quienes comparten
subordinaciones de clase y de raza-, se advierte que la subordinación y la condición
femenina se redefine a lo largo del ciclo de vida, y que algunas mujeres pueden gozar
de poder sobre otras. Algo similar señala de Beauvior cuando indica que la mujer
atraviesa distintas etapas hormonales durante su vida, pero que al llegar a la
menopausia la mujer se ve liberada y que es correcto hablar de un tercer seco entonces.

Tiene entonces sentido que de Barbieri afirme que debemos pensar los sistemas de
género sexo con más de dos géneros ya que a las personas en edades y sexos distintos
en determinados momentos de la vida se les atribuye posibilidades, deberes, normas
de conducta específicos, capacidad de decisión y autonomía diferenciadas.

Para de Beauvior la explicación de Engels acerca de la dominación es superficial y las


verdades que descubre resultan contingentes. Y es porque resulta imposible
profundizarlas sin desbordar el materialismo histórico. Este no podría aportar soluciones
a los problemas que hemos indicado, porque estos interesan al hombre todo entero y
no a esa abstracción que es el homo economicus.

Lo que el descubrimiento del bronce ha permitido al hombre ha sido descubrirse como


creador en la prueba de un trabajo duro y productivo; al dominar a la Naturaleza, ya no
la teme; frente a las resistencias vencidas, tiene la audacia de captarse como actividad
autónoma, de realizarse en su singularidad.

La servidumbre es una consecuencia del imperialismo de la conciencia humana, que


trata de cumplir objetivamente su soberanía. Si no hubiese en ella la categoría original
del Otro, y una pretensión original de dominar a ese Otro, el descubrimiento del útil de
bronce no habría podido comportar la opresión de la mujer. Engels tampoco explica el
carácter singular de esta opresión.
En esta misma línea para de Barbieri también critica al materialismo histórico porque el
género es una forma de la desigualdad social, distancias y las jerarquías sociales que
se articula con otras formas de la desigualdad, distancias y las jerarquías sociales.
Desde el inicio de la investigación sobre las mujeres y los géneros se ha planteado la
articulación género-clase, incuestionable por lo demás en América Latina. Pero la
cuestión es más compleja, porque son las distancias de clase, de género, étnicas y
raciales y de generación las que se intersectan y articulan unas con las otras. Son
muchas otredades que, a pesar de los derechos formales, no llegan a constituirse e
interactuar como sujetos de derecho (personas) y como ciudadanas y ciudadanos.

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