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Hablar de clima organizacional es hacer referencia a las condiciones físicas y mentales que
influyen en la forma en que la gente se siente en su trabajo y por tanto determina el grado de
satisfacción que una persona puede experimentar en dicho ambiente.
Algunas empresas deciden hacer esta exploración a través de instrumentos prediseñados que
se aplican sin distingo alguno a cualquier compañía.
En estos últimos, se hace una fusión de los mejor de las dos metodologías: utilizan el análisis
estadístico para entender los resultados y aseguran su comprensión a fondo con la utilización
de grupos focales, para hacer registro de viva voz de la gente y comprender de primera mano
su vivencia.
Por lo general estos grupos focales se diseñan para sacar aún más provecho a la información
cuantitativa derivada de los instrumentos.
Es importante resaltar que el estudio del clima en las empresas comenzó a ser muy
importante hace ya varias décadas desde el momento en que se vio la relación entre la
vivencia de las personas en su trabajo y el nivel de productividad.
En realidad cada vez es más clara la conexión entre la forma en que una persona se conecta
con su trabajo y el logro de sus objetivos y la productividad. Hoy en día un alto porcentaje de
empresas otorgan tal importancia al clima que su gestión está asociada a la gestión que de los
indicadores de clima hacen sus líderes, de tal suerte que incluso su compensación está
asociada a la gestión que hacen de estos indicadores.
En este sentido, la comprensión cada vez más afinada de lo que sucede en los diversos
ambientes de trabajo se ha convertido en un análisis muy importante. Por esta razón el
estudio del clima en las organizaciones ha tomado una dirección más especializada, y se ha
enfocado en variables más específicas, que inciden en la forma en que los diversos grupos
experimentan el clima.
De ahí la tendencia a diseñar estudios que den cuenta de los microclimas para tener
información específica que facilite la toma de decisiones sobre la forma en que se requiere
diseñar contexto de trabajo que nutran y generen el balance entre el bienestar y la
productividad.
La razón parece obvia, pero hace unos años esto era impensable: en una misma empresa
pueden existir vivencias en el trabajo radicalmente diferentes de una a otra área,
departamento o equipo.
Un caso típico de este aspecto es lo que sucede con la influencia de un líder sobre su grupo
de trabajo en una compañía que no exista identidad en el modelo de dirección o en la
concepción de liderazgo, puede encontrarse con facilidad que un equipo reporta alta
satisfacción en un ambiente muy similar, mientras que otro puede reportar graves problemas e
insatisfacciones a pesar de que para todos se han dispuesto las mismas condiciones.
En estudios de esta naturaleza como en los de cargas de trabajo diseñados por Consultoría
Humana hemos podido encontrar que el peso del liderazgo, por ejemplo, puede llegar a un
25%.
En primer lugar, vale la pena aclarar que las inquietudes por evaluar y mejorar el clima como
un factor determinante del éxito de la Empresa es más bien una concepción derivada del
grado de estructuración y formalización de la Empresa.
Las empresas con un mayor grado de formalización tienden a preocuparse por gestionar su
clima laboral. Algunas poco formalizadas ven la importancia cuando aparece algún problema
que tiende a generar un grado de desestabilización mayor al de su capacidad de maniobra
para solventar problemas con su dinámica tradicional.
Ahora bien dentro de las que gestionan el clima, aún podemos encontrar dos tendencias: una
que comprende que la gestión del clima es una responsabilidad centrada en los equipos de
Gestión Humana, y otra que parte de la idea de que, si bien es Gestión Humana la dueña del
tema del mejoramiento del clima, en realidad el clima es responsabilidad de cada una de las
áreas con el apoyo y la orientación de Gestión Humana.
Unas palabras más sobre estas empresas: parten de la premisa que afirma que cuando
existen condiciones generales de compañía que propenden por la seguridad, comodidad y
desarrollo de las personas, el clima de trabajo está altamente regulado por la gestión del líder
sobre los diferentes sistema de inter-acción de su equipo y sobre la forma en que este líder
genera mecanismos para que sean las personas las que propongan planes de mejoramiento
de su ambiente de trabajo.
Existe una tendencia cada vez menos paternalista sobe la gestión del clima en donde
colaboradores y lideres analizan sus condiciones, identifican sus responsabilidades, retan sus
recursos y generan planes para construir ambientes de trabajo cada vez más saludables.
Así que hablar de clima es ir de la percepción que las personas tienen de su ambiente de
trabajo, hasta la forma en que la Gestión de las condiciones del trabajo de una Empresa
aseguran que este ambiente apoye la productividad.
Y es que un ambiente de trabajo sano con una clara orientación de los líderes hace más
sencillo, incluso, incrementar los niveles de exigencia, pues facilita la conexión de los recursos
de las personas con los retos de la organización, ya que las personas perciben una ganancia
importante para su desarrollo y sienten que con su comportamiento agregan valor.
En síntesis podemos afirmar que una adecuada gestión del clima le genera mayor capacidad
organizacional a la Empresa para enfrentar sus retos. Entendemos la capacidad
organizacional como la forma en que una empresa logra utilizar sus recursos para enfrentar
las exigencias de su contexto interno y externo y las convierte en un mecanismo de
fortalecimiento de sus capacidades diferenciadoras.
El concepto de cultura
La cultura también hace referencia al conjunto de normas, principios y valores de que dispone
la organización para que las personas tengan parámetros de actuación.
Normalmente la cultura es percibida parcialmente por las personas que la viven, justamente
porque están inmersas en ella, de modo que algunas de sus características (Modelos
mentales, creencias, repertorio conductual) les pueden resultar relativa o completamente
invisibles. En cierta forma podemos decir que a mayor nivel de incorporación de la cultura,
mayor nivel de invisibilidad.
Una buena forma de identificar como la cultura está presente en la gente que la vive es
interrogar por lo que sienten cuando se dirigen a su trabajo en la mañana. Otra puede ser la
forma en que una persona se refiere a su Empresa cuando alguien desprevenidamente le
pregunta: ¿qué tal es la empresa donde usted trabaja?
Por esta razón en muchas ocasiones puede suceder que confundamos la cultura deseada con
la cultura realmente vivida. Toda cultura contiene elementos potenciadores, diferenciadores y
elementos limitadores y que comprometen el futuro de la empresa. De ahí que es importante
señalar en relación con la cultura organizacional aquello que le ha permitido la Empresa crecer
y ser mejor y aquello que la ha limitado.
Qué es lo que hace la cultura y por qué es tan importante? La cultura organizacional organiza
la experiencia, es decir, lleva a las personas que la comparten a otorgar un sentido a lo que se
percibe. Le ofrece elementos a las personas para comprender lo que se vive dentro de la
Empresa. “Forma en que debo interpretar lo que sucede aquí”.
Y finalmente la cultura genera cohesión, es decir, crea mecanismos para que las personas
experimenten algún grado de enlace emocional con otros y de igual forma identifiquen algún
tipo de sentido de pertenencia.
En este orden de ideas la cultura existe en la mente de las personas y en la forma en que ellas
inter-actúan, y regula la adopción y utilización de los procesos y la tecnología. La cultura se
convierte en el alma de una organización y en un mecanismo que activa las posibilidades de
éxito o fracaso organizacional.
Por lo anterior resulta de absoluta importancia identificar las características culturales de una
Empresa que facilitan o no el logro de sus retos, que proyectan o no los modelos mentales de
sus integrantes, que aseguran o desaseguran la estrategia, que generan apertura y flexibilidad
o que por el contrario hacen de la organización un ente rígido y con poca capacidad de
maniobra.
Vale la pena en este punto referirnos al cambio y al desarrollo cultural, tema que ha cobrado
últimamente mucha vigencia debido a que cambios tan drásticos en el mercado han obligado
a las empresas a diseñar estrategias que no siempre son fácilmente asimilables por los
equipos de trabajo y las personas. En la década de los setentas las estrategias de negocio se
diseñaban teniendo en cuenta la función de la cultura organizacional en su incorporación e
implementación.
Hacia la década de los ochentas, las estrategias de negocio se focalizaron libremente en los
retos del mercado sin pensar en la cultura, y simplemente una vez se contaba con la
estrategia se emprendían acciones para que los equipos y personas incorporaran elementos
para que la cultura se ajustara de tal manera que fuera posible la implementación de la
estrategia.
El gráfico que aparece en la parte inferior nos muestra como el proceso de desarrollo de la
cultura de una empresa tiene varios niveles que van lo más sencillo a lo más complejo. En la
medida en que transcurre el tiempo se avanza en la construcción cultural y por tanto aparecen
más variables, hasta que se llega a la consolidación de la propia identidad.
El primer nivel, es el del conocimiento que deben tener las personas sobre la cultura a
desarrollar. Se refiere a lo que espera la empresa de cada uno de sus miembros expresado
conceptualmente.
El segundo nivel hace referencia al desarrollo habilidades y actitudes acordes con la cultura.
El tercer nivel contempla el desarrollo de hábitos que muestren con claridad que las personas
están adoptando progresivamente la cultura definida. El nivel siguiente, el cuarto, hace
referencia a los modelos mentales y a la forma en que las personas comprenden y viven la
cultura, lo que se refleja en el lenguaje utilizado en los diferentes escenarios laborales.
Finalmente, ligado con lo anterior están los valores que son principios básicos de actuación
que regulan, enseñan y generan identidad y cohesión organizacional.
El potencial de cambio cultural
Una pregunta que se escucha en cualquier conversación entre gerentes y equipos de Gestión
humana, y la respuesta casi siempre esquiva se encuentra anclada a una serie de
consideraciones que vale la pena precisar.
6. El sexto elemento es el diseño del proceso de cambio, el cual debe ser sistemáticamente
concebido e implementado desde el interior de la compañía, en consonancia con la estructura,
soportado por un sistema de indicadores que den cuenta del proceso en detalle y que
permitan hacer permanentes ajustes, liderado por las cabezas de la compañía y movilizado
por catalizadores del cambio que son siempre actores internos de todos los niveles.